Mensaje para un_estado_plurinacional[1]

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Para liberar efectivamente la Madre Tierra, es necesario construir un Estado Plurinacional. Mensaje de lucha y propuesta a los pueblos originarios de Colombia… Mientras no se apague el sol MINGASURCOLOMBIAAgosto de 2012 1.De Pueblos Originarios a subalternos y explotados pobladores de Colombia: El Qué. La tierra ha sido violentada. Sus cuidadores están lastimados. Las balas han intentado acallar sus propuestas. Habitantes milenarios y legítimos dueños de la historia y esta tierra, han sido disminuidos por el poder del capital, a solo treinta segundos de propaganda oficial, en los espacios de la mal llamada comunicación. La noticia corrió como pólvora: “los indios no quieren a las fuerzas militares en sus territorio”; luego dijeron “sacaron llorando al ejército”, cuando la campaña de las dos teledominadoras (Caracol y RCN), se colocaron de acuerdo para justificar en un libreto premeditado, la ejecución de un joven indígena defensor de su territorios al día siguiente. Cómo pasó esto, porqué y de dónde vienen estas realidades?. Todo tiene su historia, su contexto, su relato. Los indígenas han acumulado durante las últimas movilizaciones una elevada opinión pública. Han reconstruido los símbolos que los definen como gentes unidas, pacíficas, dignas. Ni qué decir de su capacidad de movilización y propuesta. De ahí que se han reconvertido en lo son: un ejemplo para los movimientos sociales. En la historia precolombina nuestras culturas vivían en sus realidades, cultivando las artes, la política, la economía, el pensamiento, en equilibrio natural y ético. Aunque no creemos en el idilio del paraíso que soñara Tomás Moro o Campanela, pues también aquí existían nuestros propios conflictos y organizaciones de poderes y territorios; si afirmamos que las sociedades que avanzaron y que aún perviven, pueden enseñarnos cómo solucionar los asuntos del poder, la cultura, la vida misma. Al momento de la invasión española, encontraron sociedades complejas, modelos de cultura y organización que fueron exportados hacia todo el mundo conocido. De aquí aprendieron a dominar la agricultura, manejar el agua, planificar los pueblos, así como nuevas formas y estrategias de poder. De hecho el capitalismo global actual no hubiese sido posible sin la explotación centenaria de los pueblos amerindios y luego afros, como lo recuerda el sociólogo e historiador Wallerstein. Ya en la Colonia y con la acumulación suficiente, la memoria fue en gran parte borrada y se enseñó a despreciar lo propio, a creer que la raza superaba la cultura y la dignidad. Muchos habitantes mesclaron sus pieles para “blanquear” su prole; rompiendo de tajo con su conexión antigua y originaria. La Nueva República del XIX 1 solo profundizó las segregaciones, al tiempo que aumentó la explotación de los pueblos originarios apoyando a los nuevos ricos, los criollos hábiles en ganar el apoyo de los de abajo, pero egoístas y racistas en la construcción de una verdadera República para todos y todas. (Ver: Castillo, 2007). En suma, los pueblos originarios (llamados equivocadamente “indios”), han sido sistemáticamente agredidos, olvidados, explotados. Similar balance se realiza de su aporte en la economía, en la construcción de Estado Nación: solo seles tiene en cuenta como ese elemento anecdótico, exótico, pilar de relatos sin trascendencia. De hecho, al eliminar a los pueblos en cada región o poblado, se optaba por colocar su nombre, en señal de victoria y de testimonio de derrota. Los territorios que según los criollos debían ocupar los originarios, fueron ubicados hacia las montañas, en zonas alejadas, generalmente improductivas, conminando a los pueblos al olvido y miseria. Desde nuestros estudios sabemos que nuestros pueblos indios también estaban en las actuales zonas urbanas, de la gran producción. ¿Acaso el Zipa y el Zaque habitaban montañas o selvas? O Petecuy, Nutibara, Calarcá, eran habitantes de la manigua? 2 El proceso de olvidar nos ha llevado a 1 El sociólogo Castillo, en su tesis doctoral, retomando a Darío Mesa, sintetiza la situación de tensión y de olvido instrumental del aporte de los indígenas, afros en la construcción de nación: la negación de lo negro y lo indio coexiste con la idea de mestizaje como el tema que identifica la colombianidad. En el mestizaje se encuentra la esencia de la identidad colombiana para lograra el progreso y el desarrollo que ofrece la civilización. Sin embargo, aquí está presente la idea de blanqueamiento de la Nación: una nación en blanqueamiento en la que los negros y los indios son absorbidos”. Ver: Castillo, Luis Carlos. Etnicidad y Nación. El desafío de la diversidad en Colombia. Programa Editorial Universidad del Valle. Cali, 2007. 2 Las investigaciones del equipo arqueológico dirigido por Gerardo Reichel-Dolmatoff, ha comprobado para este punto nuestras hipótesis. En las investigaciones de la Nueva Historia deColombia ha escrito que: “Las llanuras, las cordilleras, las costas, los ríos de Colombia, han sido, desde miles de años, el terruño, el sustento y el continuo estímulo de un sinnúmero de seres humanos que, desde los albores de los tiempos hasta la conquista española, han desarrollado aquí sus diversas formas culturales, de acuerdo con su respectivo equipo cultural y tecnológico…”Ver: Reiche-Dolmatoff, Gerardo. “Colombia indígena, periodo prehispánico” En: Nueva Historia de Colombia. Planeta. Bogotá. 1989.

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Hacia la paz duradera y con identidad

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Para liberar efectivamente la Madre Tierra, es necesario construir un Estado Plurinacional. Mensaje de lucha y propuesta a los pueblos originarios de Colombia… Mientras no se apague el sol

MINGASURCOLOMBIAAgosto de 2012

1.De Pueblos Originarios a subalternos y explotados pobladores de Colombia: El Qué.

La tierra ha sido violentada. Sus cuidadores están

lastimados. Las balas han intentado acallar sus

propuestas. Habitantes milenarios y legítimos

dueños de la historia y esta tierra, han sido

disminuidos por el poder del capital, a solo

treinta segundos de propaganda oficial, en los

espacios de la mal llamada comunicación. La

noticia corrió como pólvora: “los indios no

quieren a las fuerzas militares en sus territorio”;

luego dijeron “sacaron llorando al ejército”,

cuando la campaña de las dos teledominadoras

(Caracol y RCN), se colocaron de acuerdo para

justificar en un libreto premeditado, la ejecución

de un joven indígena defensor de su territorios al

día siguiente.

Cómo pasó esto, porqué y de dónde vienen

estas realidades?. Todo tiene su historia, su

contexto, su relato. Los indígenas han acumulado

durante las últimas movilizaciones una elevada

opinión pública. Han reconstruido los símbolos

que los definen como gentes unidas, pacíficas,

dignas. Ni qué decir de su capacidad de

movilización y propuesta. De ahí que se han

reconvertido en lo son: un ejemplo para los

movimientos sociales. En la historia precolombina

nuestras culturas vivían en sus realidades,

cultivando las artes, la política, la economía, el

pensamiento, en equilibrio natural y ético.

Aunque no creemos en el idilio del paraíso que

soñara Tomás Moro o Campanela, pues también

aquí existían nuestros propios conflictos y

organizaciones de poderes y territorios; si

afirmamos que las sociedades que avanzaron y

que aún perviven, pueden enseñarnos cómo

solucionar los asuntos del poder, la cultura, la

vida misma. Al momento de la invasión española,

encontraron sociedades complejas, modelos de

cultura y organización que fueron exportados

hacia todo el mundo conocido. De aquí

aprendieron a dominar la agricultura, manejar el

agua, planificar los pueblos, así como nuevas

formas y estrategias de poder. De hecho el

capitalismo global actual no hubiese sido posible

sin la explotación centenaria de los pueblos

amerindios y luego afros, como lo recuerda el

sociólogo e historiador Wallerstein. Ya en la

Colonia y con la acumulación suficiente, la

memoria fue en gran parte borrada y se enseñó a

despreciar lo propio, a creer que la raza

superaba la cultura y la dignidad. Muchos

habitantes mesclaron sus pieles para

“blanquear” su prole; rompiendo de tajo con su

conexión antigua y originaria. La Nueva República

del XIX 1 solo profundizó las segregaciones, al

tiempo que aumentó la explotación de los

pueblos originarios apoyando a los nuevos ricos,

los criollos hábiles en ganar el apoyo de los de

abajo, pero egoístas y racistas en la construcción

de una verdadera República para todos y todas.

(Ver: Castillo, 2007).

En suma, los pueblos originarios (llamados

equivocadamente “indios”), han sido

sistemáticamente agredidos, olvidados,

explotados. Similar balance se realiza de su

aporte en la economía, en la construcción de

Estado Nación: solo seles tiene en cuenta como

ese elemento anecdótico, exótico, pilar de relatos

sin trascendencia. De hecho, al eliminar a los

pueblos en cada región o poblado, se optaba por

colocar su nombre, en señal de victoria y de

testimonio de derrota. Los territorios que según

los criollos debían ocupar los originarios, fueron

ubicados hacia las montañas, en zonas alejadas,

generalmente improductivas, conminando a los

pueblos al olvido y miseria. Desde nuestros

estudios sabemos que nuestros pueblos indios

también estaban en las actuales zonas urbanas,

de la gran producción. ¿Acaso el Zipa y el Zaque

habitaban montañas o selvas? O Petecuy,

Nutibara, Calarcá, eran habitantes de la

manigua?2 El proceso de olvidar nos ha llevado a

1El sociólogo Castillo, en su tesis doctoral, retomando a Darío Mesa,

sintetiza la situación de tensión y de olvido instrumental del aporte de los indígenas, afros en la construcción de nación: “la negación de lo negro y lo indio coexiste con la idea de mestizaje como el tema que identifica la colombianidad. En el mestizaje se encuentra la esencia de la identidad colombiana para lograra el progreso y el desarrollo que ofrece la civilización. Sin embargo, aquí está presente la idea de blanqueamiento de la Nación: una nación en blanqueamiento en la que los negros y los indios son absorbidos”. Ver: Castillo, Luis Carlos. Etnicidad y Nación. El desafío de la diversidad en Colombia. Programa Editorial Universidad del Valle. Cali, 2007. 2 Las investigaciones del equipo arqueológico dirigido por Gerardo

Reichel-Dolmatoff, ha comprobado para este punto nuestras hipótesis. En las investigaciones de la Nueva Historia deColombia ha escrito que: “Las llanuras, las cordilleras, las costas, los ríos de Colombia, han sido, desde miles de años, el terruño, el sustento y el continuo estímulo de un sinnúmero de seres humanos que, desde los albores de los tiempos hasta la conquista española, han desarrollado aquí sus diversas formas culturales, de acuerdo con su respectivo equipo cultural y tecnológico…”Ver: Reiche-Dolmatoff, Gerardo. “Colombia indígena, periodo prehispánico” En: Nueva Historia de Colombia. Planeta. Bogotá. 1989.

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asumir que el nativo, originario, es solo un

habitante campesino, selvático, alejado de la

vida “urbana, civilizada y en paz”. La historia de

los dominadores y poderosos ha convertido en

realidad para ser narrada, esta oprobiosa

historia, elevando a héroes a los villanos

expropiadores; vilipendiando ahombres como

Quintín Lame, u olvidando las gestas guerreras

de la Gaitana, Mandiguagua, Xamundí, Timanco,

Pigoanza, entre tantos y tantas otros.

2. Cuando no es entendible la realidad, se

debe analizar lacultura y economía: El

porqué:

Así como la naciente elite criolla organizada como

oligarquía, optó por fundar una nación sobre un

débil mito de combate en el que Bolívar era

entronado de dientes para afuera; mientras en

sus adentros hacían caso a las artimañas y

perversiones de Santander, las que finalmente

consolidaron el Estado como lo conocemos hasta

hoy; así también se excluyó la original y sólida

fundación de nuestra República sobre la historia

originaria, como si lo hizo México, Perú,y

recientemente Bolivia, en donde se elevó a

patrimonio histórico y mito fundador los aportes

milenarios de sus respectivas culturas.

Como en una película de Hollywood, estas

memorias de olvido, subvaloración,

ocultamiento, han llevado a que en pleno siglo

XXI muy poca población colombiana, se

identifique ya suma su pasado identitario

indígena, nativo o al menos popular. La realidad

nos demarca una soberbia de mestizos con

pretensiones de una perdida raza blanca que los

mismos Españoles nunca tuvieron, puesto que

durante su historia fueron un pueblo

sucesivamente invadidos por otros europeos,

africanos, asiáticos. (Zea, 1995). Cada pueblo,

según Engels tiene la historia que se merece.

La guerra así asumida se traduce en una serie de

desencuentros: no hay un sentido de defensa de

lo auténtico; menos se tiene la comprensión de

los intereses que se mueven en estos territorios

ante la nueva recolonización del capital

transnacional, que en este caso, en el actual

gobierno, se ha llamado eufemísticamente de

“locomotora minera”. Recordemos que el

principal mineral es el agua, luego los

combustibles y otros tantos. Los medios azuzan a

la opinión aburguesada de gentes que sin

empleo, salud, vivienda, viven en paraísos de

papel y luces de TV. Esos mismosque luego

saldrán a satanizar a nuestros hombres y

mujeres legítimamente Americanos. Los medios

de desinformación lo saben: han creado

previamente el escenario de las campañas de

guerras o conflictos de baja intensidad (Del

Olmo, 1994). En estos conflictos primero se gana

la opinión idiotizada y embrutecidas con

mensajes que canalizan las respuestas y las

intenciones; haciendo que un gentil y pacífico

ciudadano, al ser entrevistado parezca un agente

de la guerra o un justiciero, capaz de entregar su

propia vida por una causa. Además en estas

guerras la maquinaria militar simula no entrar en

conflicto, en ser “aliados”, “promotores”; de ahí

que por ejemplo a un policía colombiano –dotado

de armas de guerra y para nada fuerza civil-, sea

llamado de “patrullero; “intendente”, queriendo

eliminar su papel de combatiente, hombre en

armas. El manejo de noticias sobre drogas,

guerra, conflictos, se selecciona previamente

para editarlas y ser lanzadas de acuerdo con las

intenciones de los grupos de poder o gobiernos

de turno. Las guerras de baja intensidad son en

estos casos una estrategia a analizar y ninca

olvidar.

Entre analfabetismo, pobreza, insalubridad,

carencia de tecnología para vivir bien; los

pueblos originarios hacen parte en el hoy, de las

masas de subalternos, al lado de obreros,

estudiantes, afros, desempleados, jóvenes y

profesionales sin patria. Esperan más que la

solidaridad del “ciudadano”, su entendimiento y

compromiso. Las guerras del siglo XXI ya

iniciaron, se disparan por combustibles, agua,

información, identidad. No es gratuito que

nuestros pueblos indígenas estén superpuestos

en zonas de reserva y producción del agua; que

posean minerales, hidrocarburos, vías de

comunicación vitales geopolíticamente. El IIRSA

lo ha entendido hace más de dos décadas,

señalando interconexiones inter oceánicas

aprovechando los ríos; uniendo transportes

multimodales, en los que los pueblos originarios

tienen todo para perder. La estrategia hacia los

subalternos –los de abajo-, sigue siendo la

misma desde los tiempos de las ansias del

Dorado, la Quina, el Caucho: aniquilar, explotar,

exportar, concentrar el capital en unas cuantas

personas, que bien se les puede identificar como

las oligarquías y burguesías trasnacionales:

Monsanto, Bayer, Nestlé, Cocacola, Exxon,

Brithis Petroleum, Pacific Rubiales, son más que

nombres, estrategias reales de guerra

económica, política y militar. Son las nuevas

caras de los barcos llegados hace 5 siglos a las

costas de Abya Yala (América). Ya aprendimos

con dolor y sentido de recuperación que ya no

nos pueden confundir con luces, pólvora, rezos,

ONG´s, que traen detrás de si la muerte, el

desasosiego, la separación del proyecto común

para vivir bien ya.

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Cada pueblo, cada voz que se atraviese ante

ellas, será declarado como bárbaro, incivilizado,

enemigo, inhumano, preparando el camino para

su eliminación o compra de su conciencia y

dignidad. La lucha sigue siendo, en la segunda

década del siglo XXI, contra la maquinaria del

capital disfrazado de intervenciones, democracia

ramplona y seguridad territorial.

3. La propuesta es ser Estado Plurinacional:

El cómo y para qué.

La discusión de si los nativos americanos tenían

alma o no atravesó las mentes de los pensadores

medievales y pre modernos. Los debates de De

Las Casas, Pedro Claver, elevaron la conciencia

de humanidad de los nuestros. Solo con la

modernidad y las nuevas repúblicas liberales, se

entendió la noción de derechos, de seres

humanos plenos. Las múltiples declaraciones del

derecho internacional, ONU, DIH, Tribunales,

convenciones, coinciden en definir una sola

noción de seres humanos dignos: el gran Género

Humano, sin distingos ni notas a pie de página.

Sin embrago, lo sabemos que así como en el

siglo XIX se discutía de parte de los

terratenientes y gamonales “cuánta tierra

necesita un indio”, en este siglo XXI algunos

poderosos y gentes violentas aseguran que

tienen mucha tierra, que son pedigüeños, hábiles

traficantes de sus trajes; hombrecillos

incómodos, perezosos, enemigos de un tal

desarrollo y del progreso. Ante este tipo de

opiniones, los originarios responden más que con

palabras con su legado y testimonio: cuidan el

agua, viven en armonía con la naturaleza y

especies; dan ejemplos de comunidad y cohesión

moral; tramitan los conflictos sin eliminar al otro;

son pilares de la cultura pasada presente y

futura; poseen la más seria alternativa ante el

desastre inminente del capitalismo derrochador y

aniquilador del planeta.

Lo anterior se entiende en los contexto delo que

hemos definido por Estado. La tradición liberal

occidental se alindera con la definición

weberiana, quien nos recuerda que es aquella

comunidad que reclama para sí –con éxito-, el

monopolio de la violencia dentro de un territorio.

Es decir, aquí prima el control y la violencia,

como lo propone, sin éxito, la oligarquía nacional

desde la Primera República de 1819. La otra

entrada hacia un Estado involucra las gentes,

territorio y leyes o normas. Diríamos que en la

constitución del 91 seavanzó en esta

interpretación, agregando el famoso capítulo 1º. ,

donde se demarca a nuestra Colombia como

Estado social de derecho. Nuestros pueblos

sobrevivientes a la invasión europea y a la

explotación desde adentro, han asegurado

durante los siglos su identidad, encuentro, usos y

costumbres, legislación propia, fuero indígena,

territorios demarcados y autosuficientes,

capacidad de auto regulación, civilidad y

democracia. Toda esta amalgama reconocida en

las diferentes sentencias y normas, hacen valer el

camino hacia una autonomía verdadera que

trascienda la ya enunciada Constitución del 91 y

sus artículos 2,3, 7, 8, referidos a los fines del

Estado, soberanía, diversidad y la protección

cultural y natural; agregados a los artículos 329,

330, sobre régimen especial territorial. De cierto,

las constituciones deberían interpretar las

realidades históricas, la realidad social, los

valores esenciales y la perspectiva del pueblo a la

que va dirigida (Henao Hidrón, 1992); por ello no

es una especulación de cafeterías o caminos

solitarios, proponer algunos momentos para

convertir en efectiva esta propuesta:

1.Articular los canales de comunicación, difusión

y socialización de la propuesta para ser

presentada en comunidad, venciendo la

sectorización de algunos pueblos y logrando

unificar la mayoría de naciones originarias en

Colombia. La pléyade de comunicadores y redes

alternativas se deben reactivar, denunciando

paralelamente los abusos y el daños hacia los

procesos comunitarios que las mega

organizaciones de la comunicación han

ocasionado. Se debe recordar que desde adentro

algunos medios han dañado el nombre, sentido e

imaginarios colectivos de las luchas originarias.

2.Romper el temor a exponer al visión de Estado

Plurinacional, retomando la valía y proyección del

pueblo Boliviano que ha redactado su nueva

constitución rompiendo con el racismo, el

colonialismo y la dependencia. Nos referimos al

preámbulo histórico, cultural, emancipatorio 3 ,

seguido de los artículos 1, 2, 3, 8, 9, sobre la

definición, bases fundamentales, principios y

3Nos referimos a la oportuna redacción de la Constitución Boliviana

aprobada en 2008, que señala la historicidad, cultura, territorio e inclusión. Su preámbulo enuncia: “En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonia, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad vidente de todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas. Así conformamos nuestros pueblos, y jamás comprendimos el racismo hasta que lo sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia…El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y el territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo Estado…” Ver: Nueva Constitución Política del Estado. Asamblea Constituyente de Bolivia. Versión oficial. La paz. 2008.

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fines del Estado. Los artículos 290 al 297, ilustran

la posibilidad de logra un nuevo Estado sin

romperla integridad territorial y la unidad

nacional, logros de los Estados modernos en el

que incluimos a Colombia.

3.Con la información, aliados, movilización

permanente, más grupos de trabajo y

constitucionalistas, se debe preparar la

presentación de la Reforma Constitucional que

bien puede tener cabida en el movimiento

nacional por la Nueva constituyente.

4.Empoderar ante otras Naciones Originarias y

Estados Plurinacionales, la oficialización de la

propuesta para lograr su aceptación,

empoderamiento e integralidad. Los encuentros

abiertamente fundantes se deben realizar, más

allá de la información maniquea de unidad

nacional o de sectores ajenos promotores de la

fracturación nacional. El proceso es inevitable. DE

nuevo, el pueblo boliviano debió pasar su proceso

demostrando la solución final a los conflictos

coloniales y ahora poscoloniales.

5.Superar colectivamente la aceptación del

lenguaje de culpa, vergüenza, que ha hecho ver y

parcialmente aceptar la derrota ante el avance

económico, militar y cultural de la oligarquía

criolla. Las campañas de comunicación desde

abajo las debemos retomar a través de las redes

sociales, encuentros, grupos y gentes sensibles a

la pervivencia y dignidad de nuestra madre tierra

y los pueblos originarios. La primera victoria, lo

diría Orlando Fals Borda, es iniciar a pensar, en

su obra “Hacia el Socialismo raizal y otros

escritos”.4

Nuestro propósito colectivo no es otro que lograr

que afirmativamente los mandatos populares,

los puntos de los movimientos sociales,que por

siglos ahogados y olvidados,puedan tener eco

detrás de la visión de Los Mayores; para cimentar

la nueva tierra para todos y todas. Territorio,

gentes, naturaleza, cultura, economía, poder,

espíritu, se deben encontrar en otro sistema de

vida, hacia el nuevo paradigma. Si es necesaria

4La pertinencia de la obra Falsbordiana, radica en la inclusión hacia lo

que este investigador de punta mundial –nuestro-, ha llamado como “Democracia Radical y Teoría de los Pueblos Originarios y Valores Fundantes”. Al respecto señala que: “(Los indígenas primarios ) son la matriz primaria por su propia ´ley de origen´ donde se han acomodado los grupos siguientes ( se refiere a los negros libres, los campesinos-artesanos anti señoriales y los colonos pioneros internos), son el producto de una impresionante secuencia formativa que ve desde Aztecas y Mayas, pasando por Caribes y Muiscas, Incas, Mapuches y Guaraníes, en secuencia que es en toda forma comparable a la otra secuencia más promocionada, la del mar Mediterráneo y el cercano oriente”. En: Fals Borda, Orlando. Hacia el Socialismo raizal y otros escritos. Biblioteca Vértices Colombianos. Ediciones desde abajo. Bogotá. 2007

otra constitución, debemos mirar hacia allá con

prontitud y todas nuestras fuerzas.

4. Ultima línea:

Pedir perdón para el Estado es el ejercicio de la

metáfora política medieval, que nos enseña que

si los campesinos se organizan y protestan contra

el rey, este organiza a sus perros rabiosos para

que los ataquen, lastimen. Si los campesinos

quieren justicia, ordena ejecutar a los perros,

más el rey sigue igual, planeando la siguiente

artimaña…

Los generales, los ministros y el mismo

presidente, se han colocado la gota de agua en

las pupilas. Cómo no, si los falsos positivos son

una gigantesca montaña no minera sino de

horrores al DIH, a los Derechos Humanos; se

sabrá en otra enseñanza centenaria que el capital

necesita fingir la paz, construirla e imponerla de

arriba hacia abajo. La pax romana, la de los

sepulcros. De ahí que efectivamente regresaron

con más unidades militares, forcejeando a la

comunidad en otra situación que sabemos sabrán

sortear con sentido de la palabra que camina. El

país entero los anima, acoge. Estamos con

ustedes, nuestros mayores. La madre tierra al

ser liberada por fin será para todas y todas.

EUCHA ¡¡¡

Un abrazo cultural y ancestral. Bibliografía y referencias: Henao Hidrón. Constitución Política de Colombia. Temis. Bogotá 1992. Weber Max. Economía y Sociedad. FCE. México. 1964. Del Olmo, Rosa. (1994) Drogas y conflictos de baja intensidad en América Latina. Forum Pacis. Bogotá. Zea, Leopoldo. Discurso desde la marginal y la barbarie. Mimeo. 2000. Castillo, Luis Carlos. Etnicidad y Nación. El desafío de la diversidad en Colombia. Programa Editorial Universidad del Valle. Cali, 2007. Reichel-Dolmatoff, Gerardo. “Colombia indígena, periodo prehispánico” En: Nueva Historia de Colombia. Planeta. Bogotá. 1989. Nueva Constitución Política del Estado. Asamblea Constituyente de Bolivia. Versión oficial. La paz. 2008. Fals Borda, Orlando. Hacia el Socialismo raizal y otros escritos. Biblioteca Vértices Colombianos. Ediciones desde abajo. Bogotá. 2007

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