Vallecas, identidades compartidas, identidades enfrentadas: La ...
Mesa Redonda: Identidades indígenasen tiempos de consulta
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6 LA REVISTA AGRARIA / 163
Mesa redonda
Identidades indígenasen tiempos de consulta
Fernando Eguren y Ricardo Marapi
A dos años de la promulgación de la tan esperada
Ley de Consulta Previa a los Pueblos Indígenas y
Originarios, queda en evidencia que el gobierno del
presidente Ollanta Humala tiene poca voluntad polí-
tica para implementarla como un mecanismo de diá-
logo para dar solución a los conflictos sociales. In-
cluso, desde varios sectores empresariales se está
planteando la posibilidad de derogarla porque la con-
sideran un lastre u obstáculo para las inversiones.
Uno de los temas en debate en torno a la aplica-
ción de la consulta previa es definir al beneficiario o
sujeto de este derecho, lo cual lleva a reflexionar acer-
ca de los dinámicos cambios históricos alrededor del
concepto de «lo indígena» y la revaloración o auto-
rreconocimiento que ocurre actualmente en el país.
(Ver, en esta edición, la entrevista a la dirigente indí-
gena Gladis Vila,
quien por motivos de
fuerza mayor no pudo
participar en la mesa
redonda.)
La Revista Agra-
ria realizó un conver-
satorio sobre estos
temas, con la partici-
pación del antropólo-
go Richard Smith, di-
rector ejecutivo del
Instituto del Bien Co-
mún (IBC), con más
de cuarenta años
acompañando el pro-
ceso de los movimientos indígenas en el Perú; el
abogado Pedro Castillo, investigador del Centro Pe-
ruano de Estudios Sociales (Cepes), experto en le-
gislación rural y campesina; y el antropólogo Jaime
Urrutia, investigador principal del Instituto de Estu-
dios Peruanos (IEP), especialista en temas relaciona-
dos a comunidades campesinas.
LRA: Existe una pregunta que aún no ha sido cla-
ramente respondida en el país, tanto por la compleji-
dad del tema como por sus implicancias sociales,
económicas y políticas. ¿Qué es ser indígena?
¿Quién lo es? ¿Qué grupos en el Perú deberían ser
considerados indígenas?
J. Urrutia: No es fácil contestar a una pregunta
acerca de un término que ha servido para excluir a la
población indígena. El uso de las palabras indio o
indígena ha sostenido un discurso de mestizaje,
impuesto en nombre de la integración de todos. Se
ha vendido un discurso —convertido en sentido
común— según el cual somos países mestizos. Y al
decir «países mestizos» las diferencias se borran, y
se mantienen los sistemas de propiedad, de subor-
dinación y de dominación. Por tanto, no es fácil
definir quién es indígena. En los últimos tiempos, a
partir del Convenio 169 de la OIT, vuelve al escena-
rio el tema indígena y también la necesidad de la
consulta previa. Sin embargo, en el Perú es difícil
que haya una autodefinición como tal. La gente se
identifica como lo que es; dice: «yo soy ashaninka»,
o «yo soy comunero de Canchis», o «yo soy aw-
ajun»; es decir, las autopercepciones no implican el
término indígena. Desde mi punto de vista, no está
mal el término pueblos originarios, pero aún hay
mucho por debatir. Con las etnias de la Amazonía
no hay discusión, porque ellas mismas se autodefi-
nen como tales. Con los pueblos aimara y quechua
la definición pasa por las organizaciones comuna-
les, porque estas son las instituciones más repre-
sentativas de estos dos pueblos. Al final estamos
hablando de percepciones o de autopercepciones.
En el Perú, lo indígena siempre es lo que está más
arriba. Por ejemplo, cuando preguntas: «¿Quién es
el indio?», todos te responden: «El que está arri-
ba». Llegas a la punta del cerro y ya no hay a quién
preguntarle. Indígena es una palabra asociada, aquí,
en nuestro país, a tantas cosas peyorativas, que es
difícil reivindicar el término. Tendría que existir un
Richard Smith: ¿Es viable un
Estado o un país que deja abierta la
explotación de todos sus recursos,
sin restricciones de tiempo, de
condiciones, etc.? Para mí no es
viable.
JUNIO de 2014 7
movimiento muy fuerte para que la pa-
labra misma fuese reivindicada.
R. Smith: Es una pregunta, sobre todo
para el Perú, difícil de contestar, porque
aquí existe más confusión y resistencia
sobre el término indígena que en otros
países andinos. En los años cincuenta y
sesenta había una idea más clara acerca
de quién era indígena y quién no lo era.
En aquella época empieza a tener peso el
discurso sobre el mestizaje y el campesi-
no, que iba en contra de una identidad
más originaria. También hay que desta-
car las diferencias que existen entre los
Andes y la Amazonía. Históricamente,
estas se relacionan con la forma en que
la colonia española gestionó espacios en
el Perú. En los Andes hubo mucha más
mezcla que en la Amazonía. Hay muchos
factores que hacen que este tema sea
muy difícil.
P. Castillo: Analizando el tema desde
el derecho, me atrevería a decir que en el
Perú, a través de la legislación, tácitamen-
te se ha reconocido a los indígenas en las
comunidades campesinas y nativas. Sin
embargo, el problema está en la ambigüe-
dad del término. Al no querer reconocer-
se de manera fehaciente quién es indíge-
na, se crea confusión cuando se interpre-
tan las normas y finalmente no se sabe
quién es el sujeto de derecho. Por eso no
se puede aplicar el Convenio 169 y el de-
recho a la consulta. El Estado no quiere
reconocer que la comunidad campesina
puede ser indígena y debido a ello no re-
conoce su derecho a la consulta. El Esta-
do juega con la ambigüedad y con la in-
definición de este sujeto. Sin embargo,
tácitamente sí lo ha reconocido con otras
normas, como en la Ley General de Co-
munidades Campesinas1. Además, el
propio Estado peruano, mediante comu-
nicaciones oficiales a la OIT2 en la déca-
da del noventa, reconoció que en el Perú
las formas indígenas son las comunida-
des campesinas y nativas. En el actual
contexto eso no es conveniente para al-
gunos, pues estamos en una economía
movida por la explotación de los recur-
sos naturales, ubicados sobre todo en
las tierras de comunidades campesinas
y nativas. Por esta razón elaboran una
base de datos con un listado de los indí-
genas. Para el Estado, aquel que no está
en esa lista no es indígena; por lo tanto,
no le aplica sus derechos. El actual dis-
curso de los gobernantes es: «Si tú usas
jeans y celular, entonces ya no eres indí-
gena y jamás te voy a dar un proceso de
consulta». El ejemplo claro es que, a tres
años de la Ley de Consulta Previa, nin-
gún proceso se ha realizado en la parte
andina sobre temas de minería.
R. Smith: Eso va combinado con inte-
reses económicos: los de arriba están asen-
tados sobre el oro, el cobre, etc., y el Esta-
do no los quiere consultar. Pero también
tiene que ver con temas de identidad: a
mediados de los setenta, la identidad in-
dígena unificó a indígenas en Australia,
EE.UU., India y diferentes partes del mun-
do, pero no existía entonces ese discurso
en los Andes peruanos, donde aún regía
el discurso de la lucha campesina. Tengo
la impresión de que el discurso está em-
pezando a cambiar: uno nuevo está sa-
liendo de la CCP, la Onamiap3 y varias
organizaciones que están reconociéndo-
se como indígenas y empiezan a reflexio-
nar que también les corresponden esos
derechos. Hace poco estuve en Puno,
con las organizaciones campesinas, in-
dígenas y originarias. En medio de un
conversatorio les pregunté: «¿Cuántos
de ustedes son indígenas?». Solo se alzó
una mano por aquí y otra por allá. Pero
cuando pregunté: «¿Cuántos son de fa-
milias o comunidades originarias?», en-
tonces todas las manos se alzaron. Mu-
cho depende del lenguaje que se usa.
Nadie tenía dudas de que pertenecían a
comunidades originarias y que, por lo
tanto, tienen derecho a consulta.
LRA: La vigente Ley de Consulta Pre-
via a los Pueblos Indígenas tiene un ca-
rácter no vinculante. ¿Esto es suficien-
te para respetar los derechos de las po-
blaciones indígenas? ¿Es viable una pro-
puesta que establezca el carácter vincu-
lante de la consulta previa?
J. Urrutia: No basta con que no sea
vinculante. Debería serlo, pero así está
la norma. Además, la Ley de Consulta
Previa parece ser la única norma dirigi-
da hacia las poblaciones indígenas, pues
actualmente no hay ninguna otra tan im-
portante. ¿Dónde está la educación bi-
lingüe para los pueblos indígenas?
¿Dónde está el sistema de salud que
tome elementos indígenas para imple-
mentarse? Parece que la consulta pre-
via es lo único dirigido a los pueblos
indígenas, porque en el resto de accio-
nes no existe ninguna particularidad in-
dígena, a pesar de que la Constitución
dice que somos un país multicultural.
No se hace, simplemente porque no exis-
te una política para los pueblos indíge-
nas. Más allá de la Ley de Consulta Pre-
via, debería insistirse en un proceso de
titulación claro de las comunidades y
de los pueblos. Los últimos datos mues-
tran que la mayor parte del territorio de
las comunidades donde se va a realizar
la consulta no está inscrita, ni medida,
ni georreferenciada. Esto promueve una
trampa en la Ley de Consulta, pues en
un territorio no definido se corre el ries-
go de que los funcionarios vayan a un
lugar cercano o anexo y realicen allí el
proceso de consulta. Por lo tanto, se
requiere un territorio claramente defini-
do como propiedad y pertenencia de un
grupo, porque, además, ello le da iden-
tidad. Eso es importante.
Pedro Castillo: El actual discurso
de los gobernantes es: «Si tú usas
jeans y celular, entonces ya no eres
indígena y jamás te voy a dar un
proceso de consulta».
8 LA REVISTA AGRARIA / 163
R. Smith: En muchos Estados del
mundo los indígenas tienen más poder
de decisión y la consulta es mucho más
vinculante. Tengo cuarenta y cinco años
acompañando movimientos indígenas
en el Perú y me he dado cuenta de que
los derechos han sido ganados «pasito
a pasito» y que cada paso es una pelea.
No hay nada regalado en cuanto a dere-
chos para los pueblos indígenas. ¡To-
dos han sido peleados! En el Perú, la
ley que refleja el derecho del Convenio
169 no reconoce que aquel sea vincu-
lante. Hay que seguir luchando para
fortalecer ese derecho; en diez o quin-
ces años podría ser vinculante. Eso no
me preocupa tanto y creo que a los in-
dígenas tampoco, pues muchos de ellos
tienen una visión de muy largo plazo.
Además, toda relación entre el Estado
peruano y los indígenas es como un
baile: un paso adelante, un paso atrás;
siempre ha sido así. En los años que
vengo acompañando el proceso, los
pasos adelante son cada vez más gran-
des, y vamos ganando.
P. Castillo: En términos generales, re-
sulta claro que la consulta no es vincu-
lante: eso no está en el Convenio 169 y la
legislación lo recoge así. Pero si se llega
a acuerdos durante el proceso de con-
sulta, estos acuerdos sí son vinculantes
y exigibles. Y cuando no hay acuerdo, el
Estado es el que finalmente decide. La
gran finalidad del proceso de consulta y
del Convenio 169 no está en su carácter
vinculante, sino en garantizar e institu-
cionalizar un proceso de diálogo como
una forma de decidir sobre la repercu-
sión de una serie de medidas que pue-
den afectar a los pueblos indígenas. La-
mentablemente, en nuestro país el diálo-
go no está institucionalizado y se gene-
ran una serie de distorsiones y descon-
fianzas. ¿Es viable darle un carácter vin-
culante al proceso? Sí es viable que el
resultado final de las consultas sea obli-
gatorio. Es decir, si no se ponen de acuer-
do en algo, se debería seguir estudiando
el tema hasta llegar a un acuerdo. Pero
cuando el Estado decide sobre un punto
donde no hubo acuerdo, entonces eso
se siente como una imposición. Ese es el
gran problema. Aclaremos también que
si bien el Estado puede decidir al final,
tampoco puede desconocer otros dere-
chos, como a la tierra, a la vida y al agua.
No puede sacrificar los derechos que tie-
nen los pueblos y las comunidades, con
el fin de favorecer a las mineras o a cual-
quier otra actividad extractiva. La con-
sulta es un derecho más de los indíge-
nas, pero las comunidades tienen otros
derechos superiores que el Estado no
puede desconocer cuando aplica una
medida. No podría hacer eso.
R. Smith: Yo haría una contrapregunta:
¿es viable un Estado o un país que deja
abierta la explotación de todos sus recur-
sos, sin restricciones de tiempo, de condi-
ciones, etc.? Para mí no es viable. Todo
depende de la visión que tenemos de la
sociedad, del país y de lo que queremos.
J. Urrutia: El modelo neoliberal eco-
nómico que se implementa desde hace
varias décadas es el que realmente orde-
na los recursos en el país. Impide que
existan y funcionen tres elementos: diá-
logo, consenso y consulta, debido a que
van contra ese modelo. ¿Por qué creen
que fracasan una gran cantidad de pro-
puestas de dialogo? ¿Por qué en el Perú
no se logra un consenso sobre el uso de
los recursos? Además, somos un país
donde no existe ninguna tradición de
consulta y solo hay tradiciones de auto-
ritarismo. La última Constitución perua-
na es el ejemplo más claro, porque es una
de las pocas que dice: «El Estado no in-
terviene en el mercado». Es lo que dice
Richard: todo queda libre. Quieren un
mercado sin Estado, lo que no existe en
ninguna parte. Somos un país en donde
no hay partidos ni intervención del Esta-
do. Esta situación hace que el diálogo, el
consenso y la consulta sean totalmente
secundarios y periféricos. Por eso no es
fácil lograr avances en temas como los
de titulación de tierras, consulta previa,
uso de recursos, etc.
LRA: Da la impresión de que varios
de los asuntos que ameritan ser consul-
tados a las poblaciones indígenas, como
los impactos socioambientales de las ex-
plotaciones extractivas, deberían tam-
bién ser consultados a las poblaciones
no indígenas potencialmente amenaza-
das. ¿Estos mecanismos de consulta de-
ben ser un derecho de todos los ciudada-
nos? Si es así, ¿cuáles serían los dere-
chos específicamente indígenas?
J. Urrutia: Ojalá tuviéramos una de-
mocracia en donde la consulta fuera una
herramienta permanente, pero los nive-
les de desarrollo de la ciudadanía en el
Perú son bastante débiles y limitados.
En teoría, cuando haya una afectación,
las consultas deberían hacerse a toda la
Fernando Eguren, director de LRA, en conversación con los expertos invitados a nuestra mesa
dirigidas a los pueblos indígenas u originarios.
Foto
Ric
ard
o M
ara
pi
JUNIO de 2014 9
culturales, sino que implica que las políti-
cas de Estado refuercen sus elementos
culturales, como la educación bilingüe, de
salud, el reconocimiento a sus autorida-
des locales, etc. Existe un campo amplio
donde el Estado peruano no ha tomado
nunca una decisión. Por ejemplo, en cuan-
to al idioma, los procesos judiciales re-
quieren de traductores oficiales para las
lenguas originarias, especialmente el que-
chua y el aimara. ¡Ese es un derecho que
debería ser fundamental! En Huancaveli-
ca, Ayacucho, Cusco y Puno, la mayor
parte de la población habla otra lengua,
además del castellano. ¿Qué norma existe
y que obligue a enseñar esa otra lengua
durante los dos o tres primeros años de
educación? Ninguna.
P. Castillo: Recuerdo que por el año
2000, un grupo de vecinos del distrito
limeño de Miraflores se oponía a la cons-
trucción de un estacionamiento subte-
rráneo en el parque Kennedy. Los veci-
nos protestaron, bajo el argumento de
que se afectaba su forma de vivir. Final-
mente, el alcalde de entonces no dio luz
verde a la construcción del estaciona-
miento. Este es un ejemplo de cómo los
vecinos, sintiéndose perjudicados en su
forma de vida, decidieron protestar, pi-
dieron una consulta a su alcalde y logra-
ron detener un proceso. Si una medida
va a afectar nuestro modo de vida, la
consulta debería ser un derecho de to-
dos los ciudadanos; es lo más lógico y
natural. Ahora, ¿por qué se da el derecho
de consulta específicamente a las comu-
nidades? Eso pasa por una tradición le-
gislativa y también por una diferencia de
derechos culturales, sociales y econó-
micos. Igualmente, es por un tema de
identidad cultural. Las propias resolucio-
nes de los tribunales internacionales se-
ñalan que la tierra y el territorio son de-
rechos y recursos esenciales para su
vida. Por esa razón, los pueblos indíge-
nas tienen que ser consultados cuando
alguien quiera ejecutar cualquier activi-
dad que pueda perjudicarlos o poner-
los en peligro.
Nota1 Ley Nº 24656, Ley General de Comunidades
Campesinas, promulgada el 13 de abril de 1987.2 Organización Internacional del Trabajo.3 Confederación Campesina del Perú; Orga-
nización Nacional de Mujeres Indígenas
Andinas y Amazónicas del Perú.
población, sea cual sea el grupo, al mar-
gen de que sea indígena o no.
R. Smith: Debemos entender que esta
ley que refleja el Convenio 169 es parte de
un paquete de derechos que no se origi-
nan en el Perú; es una mezcla de deman-
das que provienen de Australia, Canadá,
EE.UU., Asia, Centroamérica, entre otros
lugares. A fines de los setenta, varias or-
ganizaciones empezaron a juntarse en tor-
no a las Naciones Unidas. En 1981 se for-
mó un grupo de trabajo de dichas pobla-
ciones, que permitió la participación de
indígenas de todo el mundo. Ese foro hizo
posible intercambiar experiencias y pen-
sar en temas como el derecho a la autode-
terminación, al territorio y a la consulta.
Es a partir de esta historia que podemos
entender que estas definiciones son par-
te de algo más global. Debido a su lucha,
los indígenas tienen el reconocimiento de
sus derechos y eso es importante. Para
mí, el derecho a la consulta también debe
ser un derecho de todos los ciudadanos.
J. Urrutia: ¿Cuáles son los derechos
específicos, propiamente indígenas? Hay
dos fundamentales: territorio y cultura. El
primero es la base del sostenimiento del
grupo mismo, y el segundo no solo se
refiere a la reproducción de sus eventos
a redonda, quienes criticaron al actual gobierno por la carencia de políticas públicas concretas
Jaime Urrutia: El modelo neoliberal
económico impide que existan y
funcionen tres elementos: diálogo,
consenso y consulta, debido a que
van contra ese modelo.