Metamorfosis de los sindicatos murúa

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UNA VISION SOBRE LA METAMORFOSIS SINDICAL EN ARGENTINA

“El trabajo se hace en cadena porque estamos encadenados al trabajo”

por Pura Delia Murua

I- Introducción

En el marco de nuestro moderno sistema de vida democrático en el cual

se admite, desde hace ya varias décadas, las distintas asociaciones de grupos

humanos, es donde se han venido desarrollando las agrupaciones de la fuerza

trabajadora bajo la denominación de “sindicato” o “gremios”. Más allá que el

primer término tiene la connotación de la facción política que lo alberga,

“…entendemos que el gremio abarca a todos los trabajadores de una

determinada rama…” (Quiroga Lavié 2000:89)

Estas agrupaciones de trabajadores luchaban, en sus orígenes, por

preservar su fuente de trabajo y conservar su trozo de tierra de labranza. Sin

embargo, la concepción del sindicato se fue desdibujando con el correr de los

años.

Se conocen de al menos tres etapas en la historia sindical de Argentina

desde la década del ’30 hasta el actual siglo XXI: con las primeras corrientes

migratorias de españoles e italianos a fines del siglo XIX y comienzos del XX

fue el nacimiento de la Sociedad Española y Union e Benevolenzza

respectivamente, luego en la época del Estado de Bienestar bajo la Presidencia

de Perón, se configuraron los derechos sociales de los trabajadores que

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finalmente se consagraron bajo la figura del Artículo 14bis en virtud de la

Reforma Constitucional de 1957, y finalmente, con el advenimiento del

movimiento neoliberal y su consiguiente globalización en la década del ’80 y

’90, terminaron por esfumar aquellas ideologías referidas a la fuerza de

trabajadores agremiados bajo el común denominador del bien común.

Si bien los sindicatos comenzaron como una vía de alcanzar el

bienestar social y crear una clase media trabajadora, la función de los

dirigentes representantes de los trabajadores ante el gobierno y la patronal

sufrió un cambio de rumbo considerable en la medida que los intereses

personales adquirían protagonismo y los intereses del bien común se

soslayaban. Tal fue el caso en nuestro país que los movimientos obreros dieron

paso a la hegemonía partidaria del gobierno de turno.

La necesidad de comprender la emergencia de un nuevo tipo de Estado

capitalista en el cono sur de Latinoamérica, se plantea su vinculación con los

fenómenos actuales de la relación Estado-sociedad, que aparecen nebulosos.

El movimiento sindical ha alcanzado un protagonismo y un grado de

institucionalización notables en muchos países. Esto lo ha convertido en un

actor social de primer orden, imprescindible para la discusión de políticas y

para el crecimiento económico, tanto a nivel del Estado como de las empresas.

Es por ello que se vuelve indispensable que, todos aquellos que aspiren a

desempeñar tareas relacionadas con el área laboral, posean un conocimiento

adecuado, tanto a nivel histórico como en el contexto contemporáneo del

ámbito sindical. Por lo tanto, es menester analizar las diversas etapas en que el

movimiento obrero ha recorrido desde su surgimiento hasta nuestros d ías,

relacionando los procesos históricos con la organización y las características

del sindicalismo.

Es a partir de este concepto que este humilde trabajo pretende

demostrar el modo en que el Estado incide absolutamente en las decisiones de

los dirigentes sindicales y en la vida de la masa laboral.

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II- Defender la propiedad y la fuente de trabajo

El desarrollo industrial experimentado por Inglaterra entre 1750 y 1850

dio lugar a la conformación de las primeras organizaciones obreras como

consecuencia de las pésimas condiciones trabajo en las fábricas y de los

salarios inadecuados. Al producirse el desarrollo generalizado de las primeras

fábricas, en su mayoría destinadas a la producción textil, no existían leyes que

protegieran a los trabajadores, por lo que estos se veían expuestos a jornadas

de trabajo de más de doce horas a cambio de remuneraciones miserables. A

esto se le sumaba un uso generalizado de niños y adolescentes para

trabajados que excedían sus fuerzas, por el simple hecho que los patrones los

empresarios podían pagarles salarios sustancialmente inferiores.

En un primer momento las manifestaciones obreras se orientaron a la

destrucción de los telares mecánicos en las fábricas, por entender que la

tecnificación era la responsable de la pérdida de trabajo para los artesanos,

que hasta entonces eran los responsables de la fabricación de manufacturas.

Luego de esta reacción inicial los trabajadores comprendieron que no eran las

máquinas las culpables de los cambios en el mercado laboral sino el uso que

los empresarios hacían de ellas, dando lugar a la aparición de un movimiento

obrero que orientaban su lucha hacía el modelo capitalista impulsado por los

patrones.

Tal vez sin tanto tecnicismo ni legislación compleja, nuestros

antepasados inmigrantes sabían lo que era llegar a conservar y proteger su

trozo de tierra propia y labrarse un futuro para la familia y sus progenitores. Tal

vez la necesidad de unir fuerzas en pos del bien común hizo que las primeras

agrupaciones de trabajadores en sus distintos oficios supieran que la

organización sindical traía aparejado hacer negociaciones y convenios con los

patrones y las demás comunidades.

Este fue el comienzo de las primeras ideas de organización cooperativa

gremial. Así de simple. Así de clara.

Durante las primeras décadas del siglo XX fueron varios los intentos que

se generaron dentro del movimiento obrero argentino de organizar una central

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sindical, que representase a todos los gremios en forma común, fortaleciendo

así su capacidad de presión ante el estado y los sectores patronales. Sin

embargo las diferencias ideológicas, entre sindicalistas, socialistas y

anarquistas, impidieron la concreción de esa aspiración. No obstante se

conformaron centrales que reunían a algunos gremios y que ocasionalmente

colaboraban entre si para organizar movilizaciones, medidas de fuerza y

reclamos comunes.

En lo que respecta al funcionamiento de las organizaciones sindicales

entre 1900 y 1910 varios sindicatos iniciaron procesos de unificación a nivel

nacional. En 1902, 12 sindicatos de estibadores constituyen la Federación

Nacional de Obreros Portuarios, y 7 sindicatos constituyen la Federación de

Obreros Albañiles. Algo similar ocurrió con la Federación de Obreros Agrícolas.

Este nuevo tipo de organización a partir de federaciones nacionales buscaba

superar la debilidad que presentaban los sindicatos de carácter local al

momento de confrontar con los sectores patronales. (1)

III - El sindicalismo en la Constitución Argentina

La Corte ya en 1957, en el caso Siri, entendió que “... las garantías

individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar

consagradas en la constitución, e independientemente de las leyes

reglamentarias (Bidart Campos, 1989:91).

La garantía que nos brinda la Constitución Nacional está expresada en

el Artículo 14bis cuyo análisis largamente expuesto por grandes investigadores

constitucionalistas de la talla de Bidart Campos, Hernandez, Sagües, o

Romero, entre otros, demuestran el valor y el rango que la normativa en

materia social adquiere el mencionado artículo.

Este artículo 14bis se incorporó a la Constitución de 1957 en donde se

manifestó una de las transformaciones del constitucionalismo social de esa

época. Se presentó, por entonces, la doble transformación del Estado: del

Estado abstencionista se pasó al Estado intervencionista, y se incorporaron

derechos sociales y económicos como

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La primer parte del 14bis se refiere a las condiciones de trabajo, jornada

limitada, descanso y vacaciones pagados, retribución justa, salario mínimo vital

y móvil, igual remuneración por igual tarea, participación, control y

colaboración, protección contra el despido arbitrario, estabilidad del empleo

público y organización sindical libre y democrática.

La segunda parte del artículo 14bis considera colectivos de trabajadores

agrupados en gremios y les otorgó garantías a los representantes gremiales.

Se reconocieron los convenios colectivos de trabajo, la conciliación y el

arbitraje. Se tienen en cuenta los conflictos de trabajo que se pueden clasificar

en: individuales, colectivos, de derecho, de intereses o económicos. También

se incluye en dicho artículo el derecho operativo de realizar huelga. La Corte

Suprema dictó algunas cláusulas de reconocimiento a dicho derecho, a saber:

1) si bien la autoridad administrativa puede calificar la deuda durante su curso

para encauzarla, tal calificación es reversible judicialmente al único efecto de

decidir sus consecuencias en los conflictos individuales de trabajo. 2) en

ejercicio de esa potestad revisora, los jueces pueden apartarse de la

calificación administrativa ante el vicio de error grave o irrazonabilidad

manifiesta. 3) los jueces deben necesariamente calificar dentro de esos

cánones y con fundamentación suficiente. 4) en caso de no hacerlo, la

sentencia es arbitraria. 5) la calificación judicial es imprescindible aunque no

haya mediado la administrativa previamente.

La tercera parte del artículo 14bis cierra con temas sobre seguridad

social integral irrenunciable, jubilaciones y pensiones y seguro social

obligatorio. Este último tema también se extiende a los artículos 75 inc 12 y 18,

y artículos 122 y 126; además tiene consideración por la protección integral de

la familia pensando en la premisa que el progreso económico llega de la mano

de la justicia social.(2)

IV - Enfoque histórico de los sindicatos en Argentina

En 1929 se produjo la crisis económica internacional más grave de la

historia, que desencadenó cambios sustanciales en las relaciones comerciales

y financieras a nivel mundial. Entre ellas el cierre de las fronteras comerciales y

el intervencionismo estatal en la regulación de la economía. Estos cambios

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afectaron al modelo económico agroexportador tradicional de Argentina, que

tendrá consecuencias profundas para el movimiento obrero y el sistema de

relaciones laborales. En esencia se mantuvo se en parte la producción agro-

ganadera orientada a la exportación, pero al mismo tiempo se estableció un

modelo de sustitución de importaciones industriales que impulso la formación

de un extenso sector industrial cuya producción se orientó al mercado interno y

a los países cercanos, generando un notable aumento en la mano de obra

industrial. El eje de este proceso fueron las empresas estatales con fuerte

influencia militar (YPF, Fabricaciones Militares, Altos Horno Zapla), algunas

filiales de grandes empresas norteamericanas y sobre todo una gran cantidad

de fábricas pequeñas y medianas de capital nacional, especialmente en el

sector textil y metalmecánico.

Unificaciones y fracturas han marcado la historia del movimiento gremial

argentino desde la primera CGT, conformada en 1930 por disidentes de la

FORA y socialistas de la CORA. Ya en 1935 se produce una fractura,

socialistas y anarquistas confrontan en relación a la actitud a tomar frente a los

gobiernos conservadores. En 1942 se constituirán la CGT1 y CGT2,

quedándose con la sigla CGT la primera, mayoritaria como cofundadora del

movimiento peronista.

En 1945, se sancionó el decreto ley 23.852/ 45 que fue ratificado por la

ley 12.921 que admitió el derecho sindical democrático. Durante el mandato de

Juan Domingo Perón la CGT cumplió un rol trascendente, pasando en corto

lapso de tiempo, de 300.000 a casi 3.000.000 de afiliados. En 1949, se realizó

la reforma constitucional que incorporó por primera vez, constitucionalmente los

derechos del trabajador, en el artículo 37.

Es preciso destacar también que en este período el movimiento obrero

participó activamente de la acción estatal. Apoyados por la política crediticia del

sector oficial, numerosos sindicatos construyeron sus propios policlínicos y

colonias de vacaciones. (3)

Nuevas divisiones se irán produciendo en las décadas siguientes, (1966,

1974/5, 1976, 1990) en general surgidas en relación a qué actitud tomar frente

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a dictaduras y/o proyectos orientados al desmantelamiento del Estado y

sociedad conformados en el periodo 1945/55.

Las centrales gremiales estuvieron divididas en dos conducciones

entre 1994 y 2004: la CGT Oficial (dirigida por Rodolfo Daer), y la CGT

Disidente (en un principio llamada MTA dirigida por Hugo Moyano). En junio de

2004 ambas conducciones volvieron a unirse. En 1991 también se empezó a

gestar una nueva central, la CTA, liderada por los entonces dirigentes

estatales Víctor De Gennaro y Germán Abdala, quien era además diputado del

"grupo delos 8".

La CGT conducida por Caló es la única central reconocida por el

Ministerio de Trabajo de la República Argentina. Fuera de los agrupamientos

indicados, existen una considerable cantidad de sindicatos "autónomos" sin

adhesión a ninguna de las centrales nacionales. En el sistema sindical

argentino existen dos formas principales de organización de los sindicatos: las

llamadas "uniones" y las "federaciones", que pueden ser tanto nacionales o

provinciales. Las "uniones" son sindicatos con jurisdicción directa en todo el

territorio en el que actúan. Los representantes "locales" del sindicato son

elegidos por los líderes nacionales (o provinciales) de la "unión". Las

"federaciones" están constituidas por varios sindicatos asociados. Por esa

razón las autoridades "locales" no son electas por los líderes nacionales (o

provinciales), sino por el voto directo de sus miembros. Los cinco

agrupamientos sindicales tienen ambos tipos de organización sindical. Un

Sindicato tiene un gobierno descentralizado y una actuación local, cada

sindicato local tiene su propia conducción, o sea, un órgano ejecutivo y una

asamblea. Una Unión, tiene un gobierno centralizado con actuación

nacional.(4)

V - El modelo sindical y el deterioro laboral

El modelo sindical argentino comenzó a conformarse en la década de 1920 a

partir de la difusión de un tipo de organización basada en los sindicatos por

rama con alcance en todo el territorio nacional Sobre la base de este tipo de

organizaciones se constituyó una estructura articulada en forma piramidal, cuyo

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escalón inicial y base de apoyo lo constituyen dada las organizaciones

denominadas de primer grado o "de base" (ejemplo: seccionales)

Estas organizaciones de base se reúnen en forma federativa con entidades

similares, para constituir asociaciones de segundo grado, superiores o de más

complejidad, que son las federaciones, cuyas atribuciones jerárquicas deben

respetar un margen de funcionamiento autónomo y de accionar independiente

para los sindicatos de nivel inferior que las componen. Las de tercer grado son

las confederaciones que agrupan a sindicatos y federaciones de distinta

actividad laboral, como por ejemplo, La Confederación General del Trabajo

(CGT), oficialmente reconocida salvo durante períodos coyunturales de

excepción, como la entidad representativa todo el movimiento sindical

argentino.

Otro rasgo del modelo sindical argentino es la representación unificada en los

lugares de trabajo: es otra particularidad propia de la estructura sindical

argentina. Nuestro modelo sindical ha estructurado un mecanismo original y

dinámico de representación unificada en los lugares de trabajo: el de los

delegados de personal y comisiones internas elegidos por la totalidad de los

trabajadores del establecimiento pero que para acceder a esos cargos deben

ser afiliados a la organización sindical respectiva. Los delegados de personal,

comisiones internas y otros organismos similares representan:

• Al personal ante el empleador

• Al personal ante el sindicato

• Al sindicato ante el personal

• Al sindicato ante el empleador

Esta considerable presencia en los lugares de trabajo hace que en todas las

grandes empresas y la mayoría de las medianas, exista presencia sindical en

sus centros de trabajo. Estos activistas sindicales, que están tipificados

legalmente como "delegados", son electos periódicamente y cuentan con

protección legal que impide totalmente la posibilidad de que sean despedidos

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sin justa causa. Cuando, por su tamaño, en una empresa existen varios

delegados, forman "el cuerpo de delegados" o "la comisión interna". Esta

enorme fuerza sindical de base está estimada en 20-50 mil "delegados" en todo

el país y para la totalidad de los gremios. En septiembre de 1955 una coalición

de militares y civiles derrocó al presidente Juan Perón mediante un golpe de

estado al que denominaron “La Revolución Libertadora”. A partir de entonces y

hasta 1973 se sucedieron una serie de gobiernos constitucionales débiles,

condicionados o marcados por la ilegitimidad y controlados por Fuerzas

Armadas. Ante esta situación la CGT y la 62 Organizaciones Peronistas,

surgida en 1957 como brazo político del peronismo, toman una actitud de

compromiso ante la proscripción del peronismo y el deterioro de las

condiciones laborales y salariales de los trabajadores. A pesar de las

aspiraciones obreras la CGT no se normaliza sino hasta enero de 1963,

aunque en este período mantuvo la conducción José Alonso, de FONIVA, y

representantes de Augusto T. Vandor de la U.O.M. De 1958 a 1966, tres

presidentes: Arturo Frondizi, José María Guido y Arturo Illia, sufrieron los

embates de la lucha organizada del sindicalismo de la C.G.T., aunque el

peronismo estuviera proscrito o hubiese divisiones internas y antagónicas. Por

eso de 1966 a 1973 surge la CGT Azopardo que agrupa los gremios más

poderosos y tenía una actuación moderada y la CGT de los Argentinos, ligada

a posiciones de izquierda combativa, cuyos representantes emblemáticos eran

Raimundo Ongaro y Agustín Tosco. El rol fundamental del movimiento obrero

entre 1955 y 1973 residió en su activa política de oposición política y gremial a

las políticas de ajuste que en diversos momentos impulsaron quienes tenían a

su cargo la administración de la economía argentina. Luego de 1973 con el

regreso de Perón al país y su elección como presidente, sucediendo a Héctor

Campora, el movimiento obrero volvió a ocupar un lugar central en la política

nacional, sin embargo los problemas económicos, la muerte de Perón y los

conflictos internos del peronismo generaron las condiciones para un nuevo

golpe militar. Por entonces con el fin de someter al movimiento obrero algunos

sectores empresarios fomentaron el golpe militar que el 24 de marzo de 1976

derrocó a la presidenta María Estela Martínez de Perón (que había sucedido a

Juan Perón luego de su muerte en 1974), iniciando el autodenominado Proceso

de Reorganización Nacional, el nombre formal de la dictadura más sangrienta

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de la historia argentina, responsable de la desaparición y muerte de miles de

argentinos. Se estima que entre 15.000 y 30.000 personas “desaparecieron”

entre 1976 y 1983, una amplia mayoría de los cuales eran trabajadores,

dirigentes y activistas sindicales. El plan represivo implementado por el

gobierno militar sobre el movimiento obrero resultó necesario para poder iniciar

una reforma económica de carácter neoliberal. El objetivo central de este plan

económico fue desmantelar el Estado de Bienestar, implementado durante las

dos primeras presidencias de Juan Perón (1946-1955). El principal rasgo del

nuevo modelo fue crear sistema económico organizado alrededor de un

sistema financiero de tipo especulativo, en perjuicio de los sectores productivos

fabriles. Este modelo especulativo junto a un gasto público desenfrenado y

altos niveles de corrupción elevaron la deuda externa, que pasó de 7.000

millones de dólares en 1976 a 66.0000 millones de dólares en 1983. Por otra

parte el ataque de la dictadura sobre el movimiento obrero, afectó las

condiciones laborales y salariales de los trabajadores. Por ejemplo los salarios

pasaron de representar el 42% del PBI en 1974 al 25% en 1976 y al 19% en

1981. Asimismo el proceso des industrializador elevó la desocupación hasta un

9%, iniciándose un fenómeno social antes desconocido. Durante los años de la

dictadura el gobierno militar buscó por todos los medios destruir el “poder

sindical” y restablecer la "disciplina laboral". Con ese fin casi todos los

sindicatos fueron intervenidos y se disolvió la CGT. También se obligó a los

sindicatos a separarse de sus obras sociales y se anuló la representación

sindical en los organismos previsionales, bancarios y de seguridad social. La

huelga dejó de ser un derecho para convertirse en un delito, penado

criminalmente con 6 años de prisión para los trabajadores que simplemente

participaran y 10 años para los dirigentes sindicales que la organizaran. En

este período también se anularon decenas de conquistas establecidas en la

Ley de Contrato de Trabajo y se dejaron sin efecto por ley decenas de

convenios colectivos de trabajo. Del mismo modo se sancionó una nueva Ley

de Asociaciones Profesionales que prohibía las centrales y las

confederaciones, la actividad política de los sindicatos, y fomentaba los

sindicatos por empresa. El desastroso modelo económico dispuesto por la

dictadura militar llevó a la Argentina a una profunda crisis económica a partir de

1981, a partir de entonces el movimiento obrero comenzó a movilizarse

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nuevamente y a producir las primeras huelgas y reclamos. Ante ello la

dictadura respondió con detenciones y persecuciones. Con el advenimiento de

la democracia el movimiento obrero argentino tuvo la oportunidad de gestionar

ante el estado y los sectores patronales en un marco de libertad y autonomía.

Inicialmente los dirigentes sindicales tuvieron un rol protagónico dentro del

Partido Justicialistas, pero luego de 1988 cuando se inicia el proceso de

renovación que experimenta dicha fuerza política, su participación disminuye

notablemente. Este fenómeno se debió a que los dirigentes políticos de PJ

accedieron a los recursos públicos en diversas áreas del estado y prefirieron

consolidar su poder político sobre redes clientelares que sobre las

organizaciones sindicales. Un ejemplo de esta situación está representado por

el número de dirigentes sindical en la Cámara de Diputados de la Nación

mientras que en 1983 ocupaban 28 bancas sobre 111 del justicialismo, en 2001

solo tenían 3 legisladores sobre 118. Este proceso permite apreciar el

debilitamiento de las organizaciones obreras, en especial a partir de la abrupta

caída en la cantidad de afiliados como consecuencia directa del crecimiento de

la desocupación, en especial durante la etapa 1990-2001. En esa etapa el

gobierno de Carlos Menem continuó con el proceso de desindustrialización que

se había iniciado durante la dictadura militar de 1976 a 1983, provocando un

aumento de la desocupación que llegó a superar el 20 %.

Cabe destacar que frente a este deterioro social a comienzos de la década de

1990 el rol de la CGT y de las 62 Organizaciones Peronistas fue cuestionado

por algunos sectores del movimiento obrero, en especial los estatales y

docentes, que en 1992 conformaron una organización de similares

características: la CTA (Central de Trabajadores Argentinos). Que a diferencia

de la CGT no recibe el reconocimiento del Ministerio de Trabajo. Los principios

de la CTA son:

1. Afiliación directa: por primera vez en nuestro país, la afiliación de cada

trabajador es directa. Todos los trabajadores, ocupados o no.

2. Elecciones directas: cada afiliado tiene voz y elige en forma directa a su

conducción en los diferentes niveles (local, provincial y nacional). Se legitima la

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representatividad, se fortalece la democracia y se reivindica al trabajador en la

nueva fábrica que es el barrio.

3. Autonomía: el único interés al que obedece la C TA es al de la clase

trabajadora.

La central es autónoma de los grupos económicos, los Gobiernos y los partidos

políticos. Finalmente la gestión de Carlos Menem terminó en 1998 y lo sucedió

Fernando de la Rúa, que continuó aplicando las mismas políticas económicas

que su antecesor, lo que profundizó la crisis económica-social y culminó en la

crisis político-institucional de 2001. (5)

VI - Contradicciones del estado de bienestar- La visión de Claus Offe

El Estado de bienestar surgió como una fórmula pacificadora después de

la Segunda Guerra Mundial, cuyo aparato estatal suministra asistencia y apoyo

a los ciudadanos que sufren necesidades y riesgos y en el reconocimiento de

los sindicatos.Se busca mitigar el conflicto entre las clases sociales, entre el

trabajo y el capital. Sin embargo, la derecha (neo-laissez faire y doctrinas

económicas monetaristas) critica que el Estado de bienestar impone cargas

fiscales y normativas al capital que desincentivan la inversión. Da poder

colectivo a los trabajadores y sindicatos que desincentivan el trabajo.Se dan

sobrecargas en demandas económicas (inflación) y sobrecargas en demandas

políticas (ingobernabilidad).

El Estado de bienestar requiere de la prosperidad y rentabilidad de la

economía.La contradicción, según Offe, es que el capitalismo no puede existir

ni con ni sin el Estado de bienestar.“Sin una política de subsidios a la vivienda

a gran escala. Educación pública y servicios sanitarios, así como seguridad

social obligatoria, el funcionamiento de una economía industrial sería

sencillamente inconcebible. Dadas las condiciones y requerimientos de

urbanización, concentración de fuerza laboral a gran escala en plantas de

producción industrial, rápido cambio tecnológico, económico y regional,

decreciente capacidad de la familia para hacer frente a las dificultades vitales

de la sociedad industrial, la secularización del orden social, la reducción

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cuantitativa y la dependencia creciente de las clases medias propietarias –

rasgos todos bien conocidos de las estructuras sociales capitalistas- la brusca

desaparición del Estado de Bienestar abandonaría al sistema en un estado de

conflicto y anarquía. El embarazoso secreto del Estado de Bienestar es que si

su impacto sobre la acumulación capitalista bien puede hacerse destructivo

(como tan enfáticamente demuestra el análisis conservador), su abolición sería

sencillamente paralizante (un hecho ignorado por los críticos

conservadores).(6)

La izquierda critica al Estado de bienestar porque es ineficaz, ineficiente,

represivo y porque condiciona ideológicamente a la clase obrera a comprender

de manera falsa la realidad social y política.El Estado de bienestar buscaría

estabilizar a la sociedad capitalista, en lugar de buscar su transformación.Se

han conseguido ventajas para las condiciones de vida de los asalariados, pero

no se ha alterado sustantivamente la distribución del ingreso entre el trabajo y

el capital. No suprime las causas de los problemas. Lo que busca es

compensar las consecuencias con derechos sociales.

Además, las crisis fiscales amenazan continuamente a la planificación

social y a los servicios sociales.Es represivo porque cada vez exige más

requerimientos para merecer los servicios sociales.Con crisis económica y

tensión internacional es más probable que tenga éxito la posición conservadora

(alianza entre el gran capital y la vieja clase media).En países con un fuerte

elemento socialdemócrata es más probable que se expanda el Estado de

bienestar. No obstante, la toma de decisiones políticas dentro del aparato

estatal depende de las élites políticas que compiten electoralmente con

recursos limitados. Las fuerzas sociales son clave para configurar las

perspectivas sobre la realidad que pueden tener los políticos (determinar la

agenda y la prioridad relativa de asuntos y soluciones).Acá también se da una

lucha por la redistribución del poder social.

VII - El desdibujamiento del objetivo primigenio de las agrupaciones

sindicales

Hasta aquí se ha explicado la cronología de las agrupaciones gremiales

y sindicales. Lejos quedó la concepción del Estado de Bienestar y su recepción

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en el artículo 14bis de la Constitución Nacional. Ya quedan pocas y escasas

manifestaciones de grupos de trabajadores que apoyan “ideales” y “valores”

levantados por las antiguas banderas de los sindicatos en los años ’70.

Autores de la talla como Héctor Palomino, Arturo Fernandez, o Ma.

Victoria Murillo, entre otros, han estado trabajando en los últimos años sobre la

nueva configuración de la masa trabajadora sindicalizada y sus nefastas

consecuencias producidas por el neoliberalismo y la globalización.

“El crecimiento de la desocupación, la precarización laboral y la pobrezaque

caracterizaron a la década del noventa, particularmente en su segunda mitad,

afectaron considerablemente las condiciones de existencia de los sectores

populares. Precisamente, la base social de cartonerosy piqueteros se configuró

a partir de las masas en disponibilidadsurgidas de la desarticulación del

mercado de trabajo. Este impacto se extendió a los trabajadores de empresas

recuperadas afectados centralmente por la desindustrialización, un proceso

característico del modelo económico social de los noventa. Pero las

consecuencias negativas de este afectaron también a las clases medias,

quebrando el centro de la estratificación social. De allí que fueran los

denominados nuevos pobres quienes iniciaron, ya hacia mediados de la

pasada década, el intercambio de bienes y servicios en redes de trueque.”(H.

Palomino, 2005)

Los sindicatos fueron doblemente afectados por la desocupación y por la

precarización laboral, lo cual debilitó su capacidad de representación político-

social del mundo del trabajo. Al mismo tiempo la reforma financiera afectó a la

banca cooperativa, que había alcanzado un desarrollo secular en Argentina, del

mismo modo que la convertibilidad y la apertura comercial afectaron

centralmente a las empresas orientadas hacia el mercado interno, y sobre todo

a las Pymes.

La crisis de diciembre de 2001 generó un estímulo poderoso para el

desarrollo de los movimientos surgidos previamente, impulsó nuevos

movimientos como el de las asambleas barriales, y generó condiciones para su

articulación recíproca. El estímulo para el desarrollo de los movimientos fue

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doble. Al mismo tiempo, el colapso institucional posibilitó la exploración

autónoma de nuevas formas de acción política, como el ejercicio de la

democracia directa en las asambleas barriales, y legitimó el desarrollo de

formas de organización y acción hasta entonces débilmente institucionalizadas,

como las impulsadas por los trabajadores en las empresas recuperadas. Los

movimientos crearon condiciones para el desarrollo de nuevas formas de

integración social, presentes tanto en las formas de asociación promovidas por

cada uno de ellos como en la replicación de mecanismos de subsistencia entre

diferentes clases y a través de sus articulaciones concretas. Esta integración

también es un atributo claramente apreciable en la Central de Trabajadores

Argentinos (CTA) que, a diferencia de la CGT tradicional, creció

considerablemente desde su formación en los noventa, casi acontramanodel

ciclo de debilitamiento gremial, incorporando no sólo a sindicatos de servicios e

industriales sino también a los sectores sociales que el modelo excluía:

trabajadores informales, desocupados, movimientos sociales.

El rol de los sindicatos en la recuperación de empresas no es unívoco:

algunos dirigentes participaron activamente en favor de los trabajadores, otros

tuvieron una actitud pasiva, y otros fueron aliados de las patronales. Este

cambio refleja el impacto del movimiento en la sociedad, que trasciende

considerablemente el escaso número de empresas recuperadas en relación

con el total de empresas del país.

En cierta manera, la CTA actúa como un paraguasque alberga el

desarrollo de diversas organizaciones, y como un ómnibus que recoge

demandas y reivindicaciones de diverso tipo, orientadas por una estrategia

claramente de movimiento más que de sindicato y está extendida por todo el

territorio nacional.

VIII - Conclusiones

El tema está planteado. La lucha de la clase media apolítica que

conforma la masa laboral continúa su marcha. Esta lucha contempla el

bombardeo continuo y sistemático del consumismo masivo y el alto grado de

sociedad tecnificada e informatizada. Por sólo mencionar un ejemplo, el interés

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de un trabajador medio, padre de familia, quien bregaba por mantener una

casa, un vehículo familiar, niños escolarizados y vacaciones anuales, se ha

transformado en la necesidad imperiosa en adquirir dispositivos de alta gama

con tecnología de punta y tener las tarifas de servicios que proveen televisión

satelital e internet en orden.

Dadas estas condiciones de vida moderna en la que todos estamos

inmersos, es por ello que, muchas veces, los trabajadores aceptan cualquier

tipo de condición laboral sin prestar atención a las consecuencias familiares y

sociales que ello pueda deparar. No tienen en cuenta que más de la mitad de

los trabajadores hoy están precarizados, o que en el 80% de los

establecimientos privados no se eligen delegados sindicales. Ha quedado

instalado el estigma que “si uno se mete a sindicalista es equivalente a meterse

en líos”. No obstante, aún quedan voces sindicales en los medios que informan

al público en general sobre sus actividades cotidianas. También se está

luchando desde la CTA por un anteproyecto de ley de Organizaciones de

Trabajadores y Trabajadoras sindicalizados como respuesta a la necesidad

colectiva de más y mejor representación sindical.

El anteproyecto fue presentado, analizado y discutido en una Audiencia

Pública en el Congreso Nacional por el diputado Víctor De Gennaro, del

Instrumento Electoral por la Unidad Popular, el pasado 15 de agosto, junto al

secretario general de la CTA, Pablo Micheli, el director del Departamento

Jurídico de la Central, Horacio Meguira, y el secretario general de la Asociación

Trabajadores del Estado (ATE), Julio Fuentes, entre otros.

La personería gremial hoy existe en la Argentina como torniquete para

impedir el desarrollo de la lucha y la defensa de las organizaciones de los

trabajadores. Abrimos este espacio de debate para pensar y lograr un proyecto

consensuado”, sostuvo De Gennaro durante la audiencia.

Según la CTA, garantizar libertad y democracia sindical implica libertad

de organizarse, garantías sindicales, derecho a la negociación colectiva, y

derecho a huelga, entre otros.

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Es por este motivo que argumentan que la actual ley 23.551 de

Asociaciones Sindicales obstaculiza la libre organización de los trabajadores y

permite que se perpetúen condiciones injustas en la vida laboral.

La CTA explica que, en la práctica, esta ley obstruye y hasta impide la

libre organización sindical, favorece y privi legia el unicato, con la figura de

“Personería Gremial”, y el crecimiento del llamado “sindicalismo empresario”.

Por otro lado, discrimina a una porción mayoritaria de los trabajadores al no

incluir en su texto a los precarizados, al empleo informal, a los desocupados, ni

a los cuentapropistas. (7)

Si bien todos disfrutamos de las comodidades y placeres de esta era de

vanguardia, organizada y tecnificada, también estamos en secreta connivencia

con el modo de trabajo seudo-esclavista en donde el hombre se transforma en

una mera pieza del gran engranaje laboral y debe aceptar el juego de

“cosificarse”) en pos de sostener el estándar social esperado por su

comunidad. Pero esto será tema para analizar en otros trabajos.

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NOTAS

1) Sindicalismo: Wikipedia.

2) Derecho Constitucional: Antonio María Hernández et al.- 2012

3) Manual de Historia del Movimiento Obrero Argentino.- Centro de

Estudios CEDPRE – MTE y SS.- Documento de Trabajo Nº 3

4) Sindicalismo: Wikipedia.

5) Manual de Historia del Movimiento Obrero Argentino.

6) Contradicciones del estado de bienestar.- Claus Offe.

7) Web: http:///www.vidasindical.com.ar

BIBLIOGRAFIA

“Las transformaciones de los mercados laborales en América

Latina: Negociación colectiva y desigualdad salarial industrial”.-

Ernesto Calvo.- Universidad Di Tella.

Capítulo II.- “La protesta y el conflicto social”.- Fajn.

“Los nuevos trabajadores en América Latina: Una reflexión sobre

la tesis de la aristocracia obrera”.- Elizabeth Jelin y Juan Carlos

Torre (1982)

“Del populismo al neoliberalismo: sindicatos y reformas de

mercado en América Latina”.- Ma. Victoria Murillo.

“El futuro del empleo y la tesis de la masa marginal”.- José Nun

(1999)

“Trabajo y teoría sindical: Conceptos clásicos y tendencias

contemporáneas”.- Héctor Palomino (2000)

“Una reflexión en torno a los movimientos laborales en América

Latina”.- Silvia Sigal – Juan Carlos Torres.

“¿Crisis en el sindicalismo de América Latina?”.- Francisco Zapata

(2003)

“Desafío del sindicalismo en los inicios del siglo XXI”.- Patricio

Frías Fernandez.

Page 19: Metamorfosis de los sindicatos murúa

“Los sindicatos y los movimientos sociales emergentes del

colapso neoliberal en Argentina”.- Héctor Palomino (2005)

“Manual de Historia del Movimiento Obrero Argentino”.-Centro de

Estudios CEDPRE-MTEySS.- Documento de Trabajo Nº3.

“Globalización, negociación colectiva y acción sindical en la

empresa transnacional”.- Gil Pinero-Ibañez Rojo-Lopez Calle-

Vidal-MargentaGonjar-Rodero Fernandez-Rodriguez Marcos

(Comisiones Obreras-España)

“Una perspectiva sobre el populismo latinoamericano”.- Arturo

Fernandez.- CONICET-USAM-UBA.

“Tratado Constitucional de Derecho Argentino”.- Tomo I.- Bidart

Campos.- (1989)

“Derecho Constitucional”.- Tomos I y II.- Antonio María Hernández

et al.- 2012