Método Natural de curación enseñado por Nuestro Señor Jesucristo

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Uno de los rollos del Mar Muerto, El Evangelio de San Juan de la salud, una pieza para meditar las consecuencias de nuestro estilo de vida

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Método Natural de curación enseñado por Nuestro Señor Jesucristo

EVANGELIO DE SALUD DE SAN JUAN

226.5

B582e Biblia. N.T. Evangelios

Evangelio de salud de San Juan. - San José: Imprenta y Litografía

Argentina, 19&9.

102 p. ;21 cm.

ISBN 9977-9946-5-X

1. Biblia. N.T. Evangelios. I. Título.

PREFACIO

EVANGELIO DE SALUDDE SAN JUAN

(Método natural de curación enseñado por nuestro Señor Jesucristo)

Traducción del Árameo por

Edmond S. Bordeaux

Los primeros rollos del Mar Muerto fueronencontrados, por obra de la casualidad, porun niño beduino en el año 1947, en el inte-rior de una gruta.

Mohammed el Chacal, que así se llamabaeste descubridor, no tenía más de 15 años deedad y pertenecía a la tribu de los Ta Emire.En esa ocasión andaba buscan do una cabraque se le había extraviado. Arrojó una piedraen u n a cavidad y sintió que este proyectilgolpeaba contra algo que emitió un ruidoextraño y comprob ó que había chocado engreda; encontró así varias jarras o tinajas deeste material, las cuales contenían rollosforrado s en lino, que habrían de constituir elprincip io de una serie sucesiva de hallazgosde igual naturaleza y uno de los tesorosarqueológicos más grandes de los últimostiempos.

Moham m ed jamás imaginó que su rutina-ria labor de pastor lo conducir ía a tan tras-cendental descubrimiento.

La gruta en la que se encontraron las vasi-jas que contenían los rollos está ubicada enla costa noroeste del Mar Muerto, y por esose le conoce por" este nombre, cómo asimis-mo los encontrados posteriormente.

Cuando este hecho llegó a conocimientopúblico, se desato una verdadera fiebre porencontrar más de estos rollos. Este afán fuéestimulado por el interés que demostró elMuseo de Jerusalén en su adquisición, puespagaba por ello precios elevadísimos.

Para lo s pastores nómadas significaba eln ego cio más lucrativo encontrar aunqu efuera una pequeña p arte de dichos manus-critos, ya que eran verdaderas fortunas lasque obtenían por su venta.

La importancia del hallazgo hecho por e lniño Mohammed consiste en qu e los rollosque enco ntró contienen escritura en perga-minos y láminas de cobre oxidado , de más dedos mil añ o s de antigüedad, que encierran lahistoria, los conocimientos y las creencias deun grupo de judíos llamados "esenios".

De la primera gruta, descubierta en 1947,se lograron sacar 7 metro s de pergamino.Tres de estos fu eron adquiridos por el Profe-sor E. L. Subenik, por cuenta de la Universi-dad Hebrea; los cuatro metros restantes loscompró el Convento Sirio Jacobita San M ar-cos de Jerusalén y luego fueron llevados aEstados Unidos, de donde el Estado de Israellos adquirió en 1954 por la suma de 250.000dólares.

Los beduinos, mientras tanto, no cesabande explorar los huecos del acantilado de estaprimera gruta.

Al mismo tiempo, el R.P. Vaux y el directoringlés del Servicio de Antigü edades de Jor-dania, C. Lankester Harding, organizaban,por sugerencia del oficial belga Ph. Lippans,observador de la O.N .U., una expedicióncientífica, que se encargaría de reconocer ellugar de ubicació n de la primera gruta, a laque se sometió a excavaciones en tre el 15 de

febrero y el 5 de marzo de 19 4 9 , dando unaextensión de 8 metros de largo por dos deancho y tres de altura , y en ellas se encontra-ron 5 0 jarras con no menos de 70 metros derollos escritos.

E ntre el 24 de noviembre y el 12 de di-ciembre de 1951 se llevó a efecto una cam-paña de excavaciones en Khibert Qumran,que arro jó como resultado el hallazgo de unaserie de rollos. Entre el 21 de en ero y e l 3 dem arzo de 1952 se llevaron a cabo trabajos deexploración en las grutas del W adi Murabba-'at, situadas en u n p u nto de muy difícil acce-so, 25 kilómetros al su deste de Jerusalén y acasi 5 kilómetros del Mar Muerto.

El estudio que se hizo de los textos deestás grutas dem o stró que tenían un origendistinto a los encontrados en Qumran. Enefecto, durante el segu ndo levantamientojudío, ocurrido entre los años 132-135 d.C,las grutas de W adi Murabba'at sirvieron deguarida a los soldados de Bar Kokeba y entrelo s do cumentos hallados en este lugar figu-ran varias cartas enviadas por el jefe judío alcomandante rebelde de la región. Los bedui-n o s, por su parte, guiados por propósito smuy diferentes al interés científico, seguíanexplorando para encontrar nuevas grutas enla costa del Mar Muerto.

Hasta el 29 de marzo de 1952 se h ab íanencontrado tres grutas con valiosos escritos.

Las campañas organizadas de excavacio-nes termin aro n el 21 de marzo de 1956 enAin Fenkha, haciendo u n total de once grutasque encerraban tinajas de greda que conte-nían manuscritos fragmentados los cu alessumaban la cantidad de 600 metros, más omenos; de éstos, sólo once se conservabancompletos. En estos rollo s hay un manuscritoque se refiere al Levítico, Libro del AntiguoTestamento, escrito en caracteres hebreosantiguos; una colección de Salmos, corres-pondientes a los de la Biblia, pero con unordenamiento diferente; un Targum de Joben arameo; algunos fragmentos de un Tar-gum del Levítico en arameo, y un texto litúr-g ico de carácter apocalíptico, escrito en he-breo.

El contenido de los rollos de la pr im era

gruta, descubierta por Mohammed, tienerelación con la Biblia. Dos de estos m an u scri-tos son co p ias del Libro Bíblico de Isaías y eltercero es un comentario de otro Libro de lasSagradas Escrituras, el de Habacuc. Los cua-tro escritos restantes han recibido, según sucontenido , los siguientes títulos: "Regla oManual del Génesis", "Reglamento de la Gue-rra en tre los Hijos de la Luz y los Hijos de lasTinieblas" e "Himnos".

Al ser descifrado s algunos de los rollosencontrados en la costa del Mar Muerto deja-ron al descubierto antecedentes geográficospara ubicar tesoros de oro y plata, centena-res de vasos con substancias aromáticas,vestidu ras sagradas, etc., escondidos por losesenios.

Los rollos del Mar Muerto demuestran queexistió una agrupación humana que depositódichos manuscritos en los lugares en quehan sido hallados. E sta comunidad fué la delos "esenios", vocablo, que es la transcripcióngriega de un término hebreo o arameo queto davía no se ha podido identificar con cer-teza. En lo s textos de los rollos mismos noaparece tal denominación. S in em b argo ,ellos -los esenios- se designan como "LosNumerosos", "La Comunidad", "Los Hijos dela Luz", "Los Hijos de Zadoc".

E l historiador Plinio El Viejo localiza estasecta con bastante precisión al decir qu e aloccidente del M ar Muerto estaban instaladoslos esenios. Esta comunidad, según los histo-riado res Filón de Alejandría y Josefo, repu-dian los placeres como un mal y tienen p o rvirtud la continencia y la resistencia a laspasiones.

Lo que hasta ahora se ha descifrado de losmanuscritos del Mar Muerto está relacionadocon esta secta; en forma precisa en los escri-tos titulados "La Regla", "El Escrito de Damas-co ", "El Reglamento de la Guerra de los Hijosde la Luz contra los Hijos de las Tinieblas", e lde los "Himnos" y los "Comen tar ios. •Bíbli-cos".

Se dice que la comunidad "esenia" existióentre el últim o tercio del siglo II a.C y el 68d.C, lo que coincide con las fechas fijadaspara los Manuscritos, desp ués de diversas

pruebas científicas realizadas por los exper-tos. El rollo de Isaías data del año 100 a.C.;para las envo ltu ra de lino se fijó un períodoentre 168 a.C. y 233 d.C. Las vasijas qu e con-tenían los ro llo s son anteriores al siglo 1 a.C.,o sea, pre–Herodianas.

Fin alm ente, es de mucha importan ciadestacar que del estudio de los rollos delQumran se establece la existencia de un per-sonaje perteneciente al sacerdocio, organi-zador de la secta de los "esenios”, de dondeprovienen los manuscritos lo distinguen conel nombre de Maestro de Justicia.

Este personaje es de gran fuerza religiosay constituye, a ju icio de las autoridades en lamateria, uno de los resultados mas sensacio-nales de los hallazgo s del Qumran, puesreveló una extraordinaria figura religiosa dela Humanidad.

Los textos de los rollos re latan que este“Maestro de Justicia” arrojado a prisión porlos hombres del “sacerdocio impío”, quemencionan con frecuencia los comentariosbíblicos de los m anuscritos del Qumran.

Todo esto, es solamente una parte delcontenido de los rollos del Mar Muerto. Pueslos científ ico s y estudiosos de la Universidad

Hebrea de Jerusalén están en la actualidaddedicados a la difícil tarea e reconstru ir granparte de estos textos. Algunos pedacitos deestos ro llos no son más grandes que unaentrampilla; otros están indescifrables, por-que la acción del tiempo los destruyó, ha-ciéndolos casi ilegibles.

Se ha recurrido a toda clase de medidaspara evitar el deterioro de estos manuscritos. En esto sentido el Profeso r H. W right Bakerde la Universidad de Manchester de Inglate-rra inventó una pequeña máquina, con lacual se pudieron co rtar los rollos con granprecisión, para luego proceder al armado delos trozos sin perder una sola letra.

Han sido tan profundos y minuciosos lostrabajos realizados por los científicos y sehan adentrado tanto en el conocimiento delos rollos del Mar Muerto, que reconocen losque han escrito por una misma mano , enotras palabras, identifican a los escribas queintervinieron.

El trabajo de ordenamiento y de restaura-ción de estos textos puede dem o rar todavíaalgunas generaciones de paciente e inteli-gente labor.

PROLOGO

"Aún tengo m uchas cosas que deciros, peroahora no las podéis sobrellevar". (Juan 16:12)

Con estas palabras Jesús hablaba a su sdiscípulos para advertirles sobre la profundi-dad y grandeza de su doctrina cuando seacercab a e l momento de la separación. Talcomo lo demuestran lo s manuscritos delEvangelio de Salud de San Juan , Jesús hablóso b re la conveniencia de una vida pura yregulada su brayando la importancia de unaalimentación vegetariana a fin de tener unavida saludable como base indispensable paraun desarrollo espiritual auténtico. De estemo do el Divino Maestro reveló los secretosde cóm o lo grar una vida larga y placentera,disfrutando a plenitud de las facultades físi-cas, mentales y psíquicas, sin enfermedadesni dolo res, colmados de bendiciones y deuna imperturbable paz y equilibrio. En estelibro, es el propio apóstol Juan quien n o spresenta en 45 capítulos condensados lasextraordinarias y reveladoras enseñanzas deNuestro Señor Jesucristo, las cuales son dein calculable valor para aquellas almas since-ras qu e verdaderamente desean avanzar porla "escala de Jacob" (perfección espiritual). "Laascensión de esta escala tan sólo ha com enza-do, quedando aún m uchos peldaños por trepar,m uchos vicios por vencer y m uchas virtudes porconquistar" (Cap. XLI).

Nunca antes habíamos encontrado undocumento tan sencillamente científico yesclarecedo r relacionando a la persona deJesús con estos temas.

El presente volumen constituye aproxima-

damente la octava parte del manuscritocompleto escrito en arameo. Se espera quelos futuros hallazgos arqueológicos puedanrevelarnos una nueva información tan valio-sa y sublime como la de esta parte.

Los detalles so bre las leyes naturales queregulan la creación entera, las implicacio n esde nuestras actividades vida tras vida, lascausas de nuestro destino y la extraordinariaclaridad con que se enfoca el tema de la sa-lud, estam o s seguros que sacará de su estan-camien to cultural y espiritual a toda la huma-n idad, tanto creyente como no creyente. Lalectura de esta obra, despejará las dudas delos escépticos, convencerá a los impíos, sal-vará a los inocentes y finalmente despertaráa todos aquellos que por falta de informa-ción so b re la Verdad, se habían autosepulta-do en el fanatismo doctrin al de sus propiasespeculaciones.

Sabemos muy bien que este libro causaráu n a auténtica revolución -tan positivo co m odeseada- en todo el género humano quecansado de su frir se encuentra atrapado enel pozo oscuro de sus propias limitaciones.

Conscientes de la urgente necesidad deayu da que tiene la humanidad y del valo rincuestionable de la información que brindael Evangelio de Salud de San Juan, nos com-p lacemos en presentar esta joya de libro quecomo medicina celestial contribuirá sin dudaalguna a la regeneración total de la h u mani-dad, exterminando sus vicios y malos hábi-tos, sus miserias físicas y m o rales y todos losmales que sufre debido precisamente a sudesinformación.

Q u e nuestro Señor Jesucristo nos dé atodos sus bendiciones, a fin de recibir losrayos del Sol de la Verdad que se encuentranen este libro para que desaparezcan porsiempre las densas brumas de la confusión,

codicia, envidia, prejuicios, errores y vanida-des que cubren n u estros corazones y nues-tras m entes.

Orden Samaritana Internacional

Nota.– La presente versión ha sido revisada y autorizada por el Presidente de la Orden SamaritanaInternacional, D r. Victorino Alonso, en su sede de Santiago de Chile, casilla 1763.

Puede imprimirse y traducirse.

Para cualquier información adicional en Costa Rica, pueden escribir al Apartado postal 166-1002 de SanJosé.

EVANGELIO DE SALUD DE SAN JUAN

(Método natural de curación enseñado por nuestro Señor Jesucristo)

CAPITULO I

Enferm os suplican al Divino Maestro que les explique la causa por laque ellos enferm aban y sufrían dolores. Cristo les contesta diciendo: Osenferm áis y sufrís dolores, porque habéis desobedecido los Manda-m ientos de la Madre Natura.

En aquel tiempo muchos enfermos acu-dieron a Jesús, preguntándole: Maestro, túque sabes todas las cosas, dinos, ¿por quénos enfermamos?, ¿por qué sufrimos ach a-ques y dolores?. Señor, sánanos para que nosuframos y seamos útiles a nosotros y a lo sdem ás seres humanos. Tú que tienes el po-der de sanarnos, en tus manos tienes nuestrasalud y nuestro b ienestar. Señor, líbranos delpoder de Satanás, que nos está atormentan-do. Maestro, ten compasió n de nosotros, nonos abandones y sánanos.

Cristo les respondió: Felices vosotros quetenéis sed y hambre de sabiduría. Yo os satis-faré, dándoos agua de la vida que nunca m ásos dará sed; os daré pan del conocim iento quenunca m ás os dará hambre.

Bienaventurados vosotro s que llenos defe acudís a mí, golpeando la verdadera y úni-ca puerta de conocimiento y sabiduría, lacual os abriré de par en par . Felices vosotrosporque yo os liberaré de Satanás y os llevaréal Reino de los Angeles de vuestra Madre Natu-ra, donde sólo hay goce y felicidad, p o rqueSatanás no tiene acceso a ese reino.

Los ham b rientos de sabiduría, ante todo

lo s discíp u lo s se lecto s en cabezados p o rJuan, que siempre estaban cerca del DivinoMaestro para que no se les escapara n ingunapalabra de sabidu ría que salía de su divinaboca, escuchaban con toda atención susenseñanzas y a veces le hacían preguntas,¿Quién es nuestra Madre Natura?, ¿Q u iénesson sus Angeles y dónde está su m orada?

Cristo les respondió: vuestra Madre Natu-ra está dentro de vosotros y vosotros dentrode ella. Esta Madre os parió. os dió vuestrocu erp o , os dió todo lo que sois, porque osdió la vida. E ste cuerpo que os dió vuestraMadre, algún día se lo tendréis que devolver.Felices vosotros porque experimentaréis unaalegría inmensa al conocer a esa bondadosaMadre y a su Santo Reino Conoceréis a vues-tra Madre tan pronto recibáis sus SantosAngeles, es decir, tan pronto obedezcáis lasinmutables Leyes de la N aturaleza, porquecada Ángel representa una Ley, un do n D ivi-no, una virtud humana.

Ahora os invito a que grabéis en vuestrasmentes la Suprema Verdad que dice: "El indi-vidu o que rigurosamente obedece los man-damientos de la Madre Natura, acatándolos

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todos los días, jamás se enfermará". Porqueel poder de la Madre Natura es infinito y o m -nipotente Está lleno de misericordia, de sabi-duría in finita, de belleza y de amor. Estecompasivo poder de la Madre N atura expulsaa Satanás que se adueñ ó de vuestro corazón,induciéndoos a la maldad, al fraude, al cri-men y hasta a matar . P ero una vez expulsadoSatanás de vuestro corazón y habitado éstepor un Ángel, cambiaréis radicalmente deconducta; seréis bondadosos, correctos, hon-

rados, amaréis al prójimo como a voso trosmismos, incluyendo a los que os odian y asi-mismo, amaréis a todas las criaturas que Diosha creado en la faz de esta tierra. Este omni-potente poder de la Madre Natura tiene do-minio absoluto sobre vosotros y vuestroscuerpos y también sobre los cuerpos de to-do s los seres vivientes y hasta sobre el Rein oMineral, Vegetal y Animal.

CAPITULO II

Cristo explica que todos los com ponentes del cuerpo hu-mano, es decir, todos los visibles, proceden de la MadreNatura, la M adre Tierra, y los invisibles proceden del Pa-dre Celestial. (EI alm a y el espíritu). Por lo tanto, el hom -bre debe su vida a la Madre Natura y al Padre Celestial alos que debe venerar y obedecer sus m andam ientos.

Vuestras carnes, vuestros huesos, vuestrasvenas y arterías y la sangre que corre dentrode ellas, todo esto ha salido de la Madre Tie-rra:

De sus minerales, vegetales como susverduras y frutas, sus aguas, el aire, el S o l,todo esto se lo debéis a la bondadosa MadreTierra.

La luz de vuestros ojos, el oír de vuestrosoídos, el olfato de vu estras narices, todosestos dones nacieron de los colo res, los soni-dos y los aromas provenientes de la MadreTierra.

La sangre que os da la vida tiene su origenen e l agua , que es la sangre de la Madre Tie-rra y que la compenetra íntegramente. Ellallena los mares, lagos y ríos. El sol la evap orahaciéndola subir a la atmósfera como nubesque con sus rocíos matinales y su s b enéficaslluvias hacen crecer la vegetación, las siem-bras de trigales para vuestro pan cotidiano.

Esta bendita atmósfera nos compenetrahasta las profundidades de nuestro ser y nos

envuelve como el agua envuelve al pez, latierra a la simiente, o al aire a las avecillas delcielo. Esa bendita atmósfera forma policro-mas nubes que adornan los cielos con her-mosos paisajes, tornándose a veces, en tem-p estades con sus ígneos relámpagos y ensor-decedores truenos que estremecen, remue-ven, reviven y despiertan la dormida capaterrestre, beneficiándola de múltiples mane-ras. Todos los fenó m enos de la naturalezatien en razón de ser, porque son útiles y ne-cesarios, aunque el hombre, po r ahora no locomprenda.

Esa bienhechora atmósfera, con las dife-ren tes temperaturas de sus capas, causa im-petuo so s vientos que remueven el aire vicia-do, oxigenándolo con sus frescas brisas qu ediseminan el polen, fecundando las flores,haciendo fructificar toda la vegetación.

Este primordial elemento de la Naturaleza-el Agua- que, repito, es la vivificante sangrede la Madre Tierra, circula dentro de ella y ento do su contorno, en el aire con sus benéfi-

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cas lluvias y rocíos, en las profundidades consus cristalinas vertientes, dando vida quepalpita sobre la faz de este ameno planeta,llamado Tierra; en sus eternas nieves, quetambién son agua, p ero sumida en sueño,que ado rnan los picachos de los montes, decuyas alturas ese bendito elemento descien -de en puras y cristalinas gotas que luegounidas co n otras gotas, forman surcos, susu-rrantes arroyos y riachuelo s, para engrosar-los en imponentes ríos, desembo can do final-mente en lagunas, lagos e impetuosos ma-res.

De cierto os digo, sois hijos de la MadreNatura, de la Madre Tierra, porque de ellahabéis recibido todo lo que sois, todo vues-tro cuerpo material, igual como habéis reci-bido vuestro cuerpo celestial de vuestro PadreCelestial.

Este hecho es tan cierto e innegable, co-mo cierto es que el niño recién nacido es hijode las entrañas de su m adre carnal.

Polvo sois y en polvo os convertiréis, por-que habéis salido de la Madre Tierra y a ellaun día tendréis que volver, ya que sois unasola unidad con la Madre Tierra , pues ellaestá en vosotros y vosotros dentro de e lla.De ella nacisteis, en e lla v ivís y a ella algúndía volveréis, po rqu e vuestro cuerpo materiaes y en m ateria se convertirá.

Guardad, por lo tanto, los sabios precep-tos de la Madre Natura, porque nadie puedealcanzar una perfecta salud y una larga vidani ser feliz, sino m ediante el fiel acatamientode los M an damientos de la Madre natura,amándo la y sirviéndola con todos vuestrosesfuerzos, con todo vuestro entendimien to.Am arla y servirla significa practicar y vivir lasgrandes virtudes hum anas.

Vosotros estáis íntimamente ligados a laMadre Natura, porque vuestro alien to es sualiento; vuestro pulso es su pulso , vuestrasemociones son sus emociones. Vu estra san-gre es su sangre, vuestra carne es su carne,vuestros huesos sus huesos, vuestras entra-ñas sus entrañas. También vuestros ojos,oídos y olfatos son sus ojos, oídos y olfatos.

En verdad o s digo, si con vuestros vicios om alo s hábitos ocasionareis algún daño avuestro cuerpo, o a cu alquiera de sus órga-nos, infringiréis gravemente lo s sabios pre-ceptos de la M adre Natura y os haréis mere-cedores de dolorosas sanciones, enfermeda-des, dolores y sufrimientos.

Porque el cuerpo que vosotros creéisvuestro, no es vuestro, sino tan sólo prestadopor la Madre Natura, como herramienta einstrumento de evolu ción, para que vuestraalma con su auxilio pueda practicar en esteTaller del Señor, adquirir experiencia, conoci-miento y sabiduría.

Cuando padecéis de alguna enfermedad oalgún dolor, es señal segura de que h ab éisabusado de vuestro cuerpo y desobedecidolos Mandamientos de la Madre Natura.

En cambio, si en cualquier edad gozáis deuna perfecta salu d, pero ante todo en una avanzada ancianidad, es señal segura de quehabéis obedecido los Mandamientos de laMadre Natu ra, que ahora os premia con unalarga vida y una buena salud.

De cierto os digo que si abusáis de vues-tro cuerpo estáis infringiendo gravementecontra los M andamientos de la Madre Natu-ra, y en tal caso no escap aréis del castigo,consistente en graves enfermedades, acha-ques, dolores y m uerte prematura.

Ben ditos los hijos de la Madre Tierra quesumisamente la o b edecen, porque seránmimados y agasajados por ella, oto rgándolesbienestar y felicidad, prosperidad material yespiritual, una buena salud y una larga vida.

Si estáis sufriendo graves achaques, enfer-m edades y dolores, os a-seguro que estosm ales se os quitarán como por obra de en -canto si os incorpo ráis dentro de las LeyesN atu rales, o b edeciéndolas r igu ro sam en te,cual premio por haber vuelto al regazo de laMadre Natura. A i incorporarse dentro de laLey Natural vuestra ancianidad será plácida,sin achaques ni dolores, gozando de u-naperfecta salud, y una larga vida, colmada defelicidad y protegida de lo alto.

Es el hijo pródigo que regresa sumiso al

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regazo de la Madre Natura, recibiendo todocariño y protección de ella; lo protege deacciden tes, asaltos de bandoleros, de pica-duras de serpientes venenosas, de animalesferoces, de incendios, inundaciones, malascosechas, terremotos y de tantos riesgos ypeligros que acechan a los hijos reb eldes quese mofan de su propia Madre al pisotear susMandamientos. Pero, a pesar de esta rebe-lión, Madre Natura ama t iernamente aún asus hijos malos, sacrificándose para cuidarloscuando caen enfermos. Es que únicamente laMadre Natura tiene el poder exclusivo desanaros si estáis enfermos. Fuera de ella,nada ni nadie en el m u ndo puede sanaros, niel más docto de los médicos con su s rem e-dios milagrosos y su s menjunjes, porque lasm edicinas y los remedios jamás curan, n ipueden curar. Lo único que cura y sana lasenfermedades es el estricto acatam iento a laLey Natural. E s por este motivo, por infringircontra las Leyes Divinas, que jamás sabioalguno hallará una droga milagrosa parasanar una enfermedad.

Bienaventurados los obedientes y sumisos

hijos que aman- a la Madre Natura, porqueserán agasajados por ella y protegidos y así,seguros reposarán en su blanco regazo. Por-que en verdad os digo, la Madre Natura n u n -ca deja de amar a sus hijos, sólo que se en-tristece cuando ellos la desobedecen , seavergüenzan de ella, o la abandonan. Grandees el gozo que ella experimenta cuando elhijo p ródigo, sumiso y arrepentido vuelve asus brazo s. Este es su mayor goce; más gran-de que las montañas, más gigante y másprofundo que el m ás hondo de los m ares.

A tales hijos arrepentidos, ella los colmacon sus bendiciones, con sus dádivas y susdistinciones. Lo s cuida y los protege, como lagallina cuida y protege sus polluelo s o laleona sus cachorros. Así, la amorosa MadreNatura afanosamente protege a sus hijos, loscuida y salva de .tantos peligros que en elcamin o lo s asechan, si ellos con absoluta fe yconfianza se entregan en sus brazo s, tal co-m o el niño confía en su madre al entregarsesin titubear en sus protectores brazos.

CAPITULO III

Madre Natura am a tiernam ente a sus hijos aunque ellosno la am en. Ella am a y protege aún a los m ás m alos.Siendo la ignorancia la raíz y la causa de todos los males,Madre Natura se esfuerza de enseñar y aleccionar a sushijos. A los más ap licados y obedientes, ella los pre-mia prodigándoles buena salud, mientras que a losrebeldes, ella los castiga con enfermedades y dolores.

No me canso en repetiros, que M adre Na-tura ama tiernamente a sus hijos. Ama aún alos m ás m alos y los protege afanosamente ensu desgracia. No n iega su amorosa protec-ción au n a los que la insultan, la huyen y des-deñan. Con métodos amorosos, su aves yp ersuasivos, les habla mediante la voz de la

co nciencia y el remordimiento, tratando deconvencerlos a que se incorporen en su co n-fortable regazo , es decir, al camino del rectovivir.

Pero cuando sus b uenos consejos fallan ytambién todos sus esfuerzos persuasivos,entonces la faz a-morosa y sonriente de la

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Madre Natura se torna seria, dura y severa.Sin compasión-entrega a su s h ijos desobe-dientes y rebeldes al m aestro dolor, al severí-simo ángel dolor, que mediante supliciosduros y a veces persuasivo s, sabe hacerlosllevar a una vida decente y decorosa, al e jer-cicio de las grandes virtudes humanas, em-pezando por el esforzado y honrado trabajo.

Ángel dolor, simbolizado por la figura deun diablo sim pático de rostro atrayente, agra-dable y siempre a-legre, de maneras afables,pero que en el fondo es perverso, malo, cri-minal. Por esto se le llama Belcebú, que es elpríncipe de los demonios, es decir, el másmalo de los m alo s. Es maestro en tendertrampas a los huma-

nos, tejer fin as redes como las arañas,para hacerlos caer en ellas como moscas.Co mo cebo y anzuelo emplea las propiastendencias e inclinaciones de cada cual, susp ro p io s a legres v ic io s, exp o n ién do lo s adoloro-sas experiencias que jam ás son ven-gativas, sino altamente aleccio n ado ras einstructivas, que en el fondo son inspiradaspor el m as puro am or.

A sus pupilos los expone a serios peligros,a graves accidentes y calamidades sin fin,para hacerles palpar y ver los efecto s de suspropios vicios y así persuadirlos de dejarlos,de odiar los y de volver al camino del rectovivir.

Este príncipe del mal, vistiendo elegantesy atractivos ropajes, sabe deslumbrar y sedu-cir a cada cual, aprovechándose de los p ro -pios gustos e inclinaciones arraigadas en sucorazón. Así, algunos pupilos caen mejor ensu trampa poniendo en ella deslumbrantesriqu ezas, el brillo del oro o la plata, fantásti-cos castillos con lu josas servidumbres; otros,en cambio, caen mas fácilmente tentándoloscon el poder, el mando, la celebridad, el lujo,títulos nobiliarios, la fam a, la gloria...; a otroslos tienta con bellas damas, orgías amorosas,deleites del opio, del juego, casino, carreras-Cegados ante tan espléndidos halago s, tantob rillo, belleza y gloria, pronto se enredan enlas telarañas tendidas por Satanás. E ntonces

ya enredados, Satanás les deja gozar un cor-to tiempo con toda su plenitud en sus desen -frenos naturales. Pero, cuando llegan al col-mo sus deleites, Satanás los deja caer en lomás hondo de lo s abismos. Les quita todo loque les halaga, riquezas, oro, plata, castillos,lujo, fama, mujeres y hasta la salu d, hacién-do lo s rodar cuesta abajo, de tumbo en tum-b o, hasta los abismos de la más espantosadepravación moral, a la fornicación, embria-guez, vicio del opio, juego de azar , v ida diso-luta del holgazán, para finalmente caer comobasuras y desechos sociales, en hospitales,h o spic io s , m a n ic o m io s , p r e s id io s- T a n t o svicios han envenenado sus organismos con-virtiéndolos en piltrafas hum anas. Sus cuer-pos están llenos de abominables suciedadesa causa de sus desordenadas e inmundascomidas, bebidas embriagantes, drogas cal-m an tes. Sus órganos digestivos están sucioscon grandes acumulaciones de alimentosindigestos, convertidos en basurales en losque pululan gusanos, lombrices y u-na infini-dad de microorganismos infecciosos, causan-tes de mu chas enfermedades como el cáncery la gangrena, que degeneran en lepra. Susevacuacion es son irregulares, con nausea-bundo olor. Esta suciedad co agula la sangreconvirtiéndola en una especie de grasa ne-gra, espesa, hedion da, como el agua deteni-da y podrida de un pantano.

La sangre inmunda dispersa sus venenos einmundicias por todo el organismo, infectán-dolo íntegramente; las carnes, los huesos,nervios, venas y los órganos m ás nobles queempiezan a fallar.

Los h uesos pierden su solidez, se tornanfrágiles, nudosos, quebradizos. Su respira-ción se hace difícil, se ahogan frecuentemen-te. Es que sus p u lm o nes están perforados yya no respiran norm alm ente. Dentro de susentrañas todo h u ele mal, lo que se manifies-ta en una maloliente respiración y evacua-ción. Sus o jo s se tornan turbios, vidriosos, sinvida ni brillo. Finalmente se apagan, sobrevi-n iendo una ceguera parcial o aún total. Tam -poco el oído funciona correctamente, ya qu e

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el pus invade esa delicada cavidad. Final-mente, se ponen completamen te sordos. Porla misma cau sa pierden la capacidad del olfa-to.

De esta manera Madre Natura quita susdones al hijo rebelde e incorregible: aliento,sangre, carne, huesos, entrañas, ojos, oídos,olfato, sueño. Finalmente le falla el cerebro,sobrevin ién dole la demencia y la locura. Tales el castigo que sufren lo s malos hijos quese portan insolentes con su Madre Natura.

S in embargo, si este hijo testarudo, a últi-ma hora se arrepiente de sus pecados y sumi-so vuelve al seno de la Madre Natura, ella,con gran regocijo, lo recibe y lo perdo n a. Lebasta que retorne a una vida honesta delhonrado trab ajo y del recto vivir, sin vicios nim alos hábitos, y, ante todo, observar las Le-yes Naturales y los preceptos de la MadreNatura, para librarse de las garras de su ver-dugo, e l implacable Satanás y de sus tortu-ras, rechazando en el fu turo todos sus tenta-

dores halagos.Al comprobar Madre Naturaque éste hijo pródigo realm en te torna enserio la vida y se esfu erza en regenerarse,ella, en su inmenso amor, le presta toda ayu-da. Para esto ella le envía todos sus ángelespara que lo aleccionen y lo guíen en el sen-dero del recto vivir. Luego, el hijo pródigo alverse libre de las torturas de Satanás, reco-n o ce con gran alegría que la única manerade librarse de su verdugo, ha sido el correrhacia el regazo amab le y seguro de su amo-rosa Madre, la Madre Natura y obedecerla ento do lo que ella mandaba. Para ser más claro,dejar de pecar, abandonando los vicios ym alos hábitos, significa correr al regazo de laMadre Natu ra, donde no se atreve a acercar-se el diablo, o sea, los vicio s y m alos hábitosdel hijo arrepentido. Es que nadie puedeservir a dos señores, a Dios y al d iab lo, a laMadre Natura y a Belcebú.

CAPITULO IV

Cristo contesta a los fariseos preguntas acerca de la interpretación delas Escñturas,exhortando: No busquéis la verdad en viejos papiros nien escrituras ancestrales; son letra m uerta, escritas por hom bres m uer-tos en vida, hombres falibles. Buscad la Verdad en la letra viva, quepalpita en la Naturaleza viviente,donde ella se m anifiesta en infinitasform as, habiéndonos por m iles de bocas. Ante todo buscadla dentrode vosotros m ism os y tratad de com prenderla y obedecerla. De estam anera habréis encontrado el inapreciable elixir de una larga vida, deuna buena salud y una verdadera dicha de vivir.

Todos los presentes escuchaban atónitossus sabias enseñanzas, ante to do, sus discí-pulos selectos, encab ezados por Juan, quesiempre estaba cerca de El.

Es que sus en señanzas eran llenas de sabi-duría , de espíritu y hondo contenido moral,de autoridad y poder, sin las vacilantes einseguras afirmaciones de los sacerdotes y

escribas.-Tanto era el poder de Cristo de atraer ha-

cia sí las muchedumbres, qu e éstas, aún a lapuesta del Sol no se retiraban, sino que sen-tadas a su derredor seguían escuchando ypreguntando.

Le suplicaban: Maestro, enséñanos expli-cándonos las Leyes de la vida, p o rque desea-

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mos viv ir en armonía con la Madre Natura,observando sus mandamientos, a fin de noenfermamos y vivir felices una larga vida.

Jesús les co n testó: En verdad os digo,nadie puede ser "sano n i feliz, si no cumplecon los severo s m andamientos de la MadreNaturaleza.

Y algunos escribas y fariseos allí presentesresp o n diero n: N o so tro s o b e d e c e m o s lo sMan damientos de las Leyes de Moisés, nues-tro máximo Legislador, según están escritasestas leyes en las Sagradas Escrituras.

Y Jesú s, levantando algo el tono de suvoz, expresó: No b u squéis la Ley en vuestrasescrituras. Las escrituras son tan sólo letram uerta y la Ley es vida palpitante. Debéissaber que Moisés no recib ió la Ley escrita,sino de voz viva.

Rep ito , la Ley es la palabra viva, del Diosviviente, dirigida a profetas vivientes, a hom-bres -vivos. La ley está escrita en letras inde-lebles en toda la naturaleza viviente, en todolo qu e p alpita vida, de donde ella nos hablapor m iles de bocas.

Vosotros podéis escuchar y leer en el libroabierto de la naturaleza viviente, en las plan -tas, que nos hablan por m edio de sus flores ysus aromas; en las arboledas con sus delic io-sos frutos; en las, vertientes cristalinas, en losr iachuelos e imponentes ríos; ella nos hab lacon sus agu as vivientes y su eterno murmu-llo. En los mares con su fluctuante respirar dealta y baja marea y sus v io lentos oleajes. Aúnen las rocas más duras hay palpitante vida,sin cuya vibrante cohesión ellas se desinte-grarían en polvo.

En verdad os digo, la vida nos habla desdelas duras rocas, los vibrantes minerales, des-de e l reino vegetal y animal, desde lo máshondo de los mares co n sus peces de insos-pechadas formas, tamaños y colores; noshabla desde las alturas del firmamento, des-de las arboledas, con el maravilloso cántico

de las avecillas del cielo.En verdad os digo, buscad la Ley en la

palpitante vida, an te todo en vosotros mis-mos y tratad de comprenderla y obedecerla,pues, sólo así conservaréis la buena salud yseréis felices. En verdad os digo, que todasestas palpitantes manifestaciones de la v idaestán más cerca de Dios, que todas las escri-turas muertas, inertes y sin vida.

Dios, en su inmensa sabiduría, ha creadoel milagro de la naturaleza viviente y todo loque en ella mora, vive y palpita, para qu eella, por miles de bocas y por sus infinitasmanifestaciones hable a lo s hombres y lesrevele y enseñe sus sabias leyes. A su vez,Dios ha dotado a los hombres de la razón, dela inteligencia y de la sabidu ría , al conceder-les parte de su Divin o espíritu, para que así,iluminándolos, puedan leer el libro abiertode la naturaleza, conocer sus leyes y acatar-las. De allí que los hombres deben esforzarseen emplear ésta su inte ligencia y en escrudi-ñar la naturaleza, porque así, únicamente,podrán descubrir sus sabias Leyes, escritasen cada detalle de su obra.

¡Ay del hombre que cierra sus ojos para nover la realidad de la vida! y ¡ay del hombreque cierra sus oídos para n o escuchar el im-petuoso rodar de incontenible progreso!.

Una vez más os digo, las escrituras sonobras del hombre falible, sujeto a erro res deinterpretación, mas

la letra no escrita , m anifestada por la vi-viente naturaleza es infalible, sin error, por-que es obra de D ios, es su auténtica palabra,su idioma universal.

¡Ay del hombre que prefiere escuchar laletra muerta contenida en anacrónicos papi-ros y añejos manuscritos, a escuchar la frescay viviente p alabra que Dios habla a través dela palpitante naturaleza, susurrándole a lo soídos por miles de bocas y hasta el propiocorazón, su cerebro y su conciencia.

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CAPITULO V

Prosigue Cristo diciendo: Si obtenéis conocim iento sólo a través de lasescrituras, que repito, son letra m uerta, y no a través de la palpitantenaturaleza que es letra viva, en perpetua renovación, estáis m uertosen espíritu; sois lámpara apagada por falta de aceite que no da lucesde entendim iento, ni lucidez, ni com prensión, por lo cual no poseéissabiduría ni verdad.

Los escribas y los fariseos decían: Maestro,nuestros Padres nos en señaron a conocer laLey sólo de las escrituras. De ahí que leer laLey en las manifestacio n es de la naturalezaes algo huevo para nosotros, ya que no h e-mos heredado ni apren dido tal interpreta-ción de nuestros mayores. De ahí que te su-plicamos que no s en señes la Ley de que nosh ablas porque, aprendiéndola, sumisamentela obedeceremos, seremos sanos y así nosdignificaremos ante Dios.

Cristo les respondió: Habiendo escudriña-do vosotros tan sólo las escrituras que sonletra muerta, estáis m uertos en espíritu, apa-gado vuestro entendimiento, andáis comociegos, a oscuras, tropezando. Por lo tanto,no podéis vislumbrar las palpitantes mani-festaciones de la naturaleza viviente. En ver-dad os digo, no habéis ganado nada al escru-diñar tan sólo la letra muerta, los libros añe-jos y rancias escrituras, despreciando el libroabierto de la naturaleza viv iente siemprefresca, en perpetua renovación. La letramuerta, sin vida, mantiene muerto vuestrocorazón. No hizo surgir en vosotros ningúnbrote fresco de humana virtud, ningún méri-to que adorne vuestra personalidad, que ladignifique ante los ojos del Padre Celestial.Pues leo en vuestras almas tan sólo bajasem o cio nes que os arrastraran a bajas pasio-nes, a graves pecados contra la moral, como

la fornicación, la embriaguez, la glotonería,la mentira, el ego ísmo y la avaricia de acu-m u lar más y más riquezas, usurpándolas aú na pobres, viudas, inválidos, an cian os y huér-fan o s, cuyas almas claman justicia del cielo,para que sean castigados los usureros. Y ¡ayde vosotros lo s escribas y fariseos!, no esca-paréis del justo castigo.

E l supremo mandamiento dice: no forni-carás... y habéis fornicado; no matarás y h a-béis matado; no mentirás y habéis m entido;no odiarás y h ab éis odiado, no sólo a vues-tros enemigos sino hasta a vuestros herma-nos. ¡Ay de vosotros los fariseos y escribas!,que no escaparéis del justo castigo.

En verdad os digo , vu estro cuerpo estádestinado a ser el Sagrado Templo de Dios yvuestro corazón su santo Tabernáculo.

Pero si este templo está desaseado y con-vertido en una cueva de deshonestas co n ver-saciones y de abominables prácticas, el Se-ñor rehúsa habitar en él.

Si queréis que Dios habite en vuestroco razó n y lo acompañe toda la corte celes-tial, debéis asear prolijamente vuestras en-trañas, vuestro Templo, es decir, debéis lle-var una vida honesta, altamente pura y mo-ral, sin vicios ni malos h ábitos y dedicaros alhonrado y esforzado trabajo, al ayuno y laoración.

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CAPITULO VI

Sólo con oraciones, súplicas, ayunos y con una alim entación vegeta-riana -sin beber vino-, podéis despertar a vuestro espíritu de su letárgi-co sueño y así conquistar la suprem a Verdad y la Sabiduría.

Resistid las tentaciones de Satanás, esdecir, vuestras bajas p asiones. Debéis lucharenérgicamente contra ellas y desarraigarlasde vuestras bajas emociones, pensando en lavirtud opuesta a l pecado que os apasiona. Sies la embriaguez, pensad que vuestra salva-ción radica en la abstinencia y sobriedad. Sies la fornicación, debéis meditar acerca delos beneficios que aporta la p u reza y la casti-dad, etc. Para esta lucha pedid fuerza y am -paro al Señor y El os protegerá, si suplicáiscon ferviente oración y fe. Purificad vuestrocu erpo moral mediante la abstinencia devicios y m alo s hábitos, empezando por losmás groseros, como lo son la fornicación y laembriaguez. Rigurosos ayunos y fervientesoraciones os ayudarán mucho en esta vues-tra titánica lucha contra Satanás. Porque, enverdad os digo, Satan ás y sus aliados sólopueden ser arrojados de vuestras entrañasmedian te la oración y el ayuno, que son co-mo el radiante sol que hace huir el frío.

Huid a la soledad del campo, donde esmás fácil ayunar, orar y meditar. All í , en laverde campiña meditad acerca de la gran dio -sidad de la naturaleza, de la tierra, de lo scielos y la sabidu ría inmensa de Dios que hacreado toda esta maravilla... Pero meditad,ante todo en las grandes virtudes human asde que os hablaré m ás adelante."

Y Dios, que ve en el secreto de vuestrocorazón, verá la sinceridad de vuestros pro-pósitos. Experimentará una gran alegría alver vuestros esfuerzo s de ser buenos y alveros practicar , las grandes virtudes huma-nas. E l os ayudará, bendecirá y os concederáuna plena salud, prosperidad, honores y unainefable felicidad.

Debéis convenceros de que la más pode-rosa arma capaz de arrojar lejos de vosotros

a Satanás, es la ferviente oración y u n prolon-gado ayuno. Con estas dos armas ven ceréistodo lo maléfico y asearéis vuestro cuerpofísico y espiritual, haciendo a vuestro Tem plodigno de ser habitado por el Señor, con todaS u corte celestial de ángeles, que se esm era-rán en serviros.

Porque en verdad os digo, sin ayuno nioración, no seréis jamás libres de Satanás, esdecir, de vuestros vicios y "malos hábitos, devuestras en ferm edades, dolores y gravespreocupaciones. Porque sólo el ayuno y laoración son capaces de asear vuestro Tem-plo, de ayudaros a vivir una vida honesta,h onrada, santa y pura, dedicada al esforzadotrabajo, promoviendo el progreso. El PadreCelestial, que complacido observa vuestrosesfuerzos, desparramará sobre vosotros to-das sus bondades y bienaventu ranzas, queos llenarán de gozo y felicidad.

A sí pues, os exhorto, ayunad y orad confervo r, pues ésta es vuestra salvación de to-dos vuestros confl ictos y aflicciones de estavida, tanto materiales, morales, amorosos ytantos o tro s que suelen afligir a los huma-nos.

Entonces el espíritu de Dios descenderásobre vosotros y habitará en vuestro cora-zón. Os ilum inará con Sus celestes luces ySus divinos ángeles os ayudarán a encontrarlos elementos fundamentales de la natu rale-za, p ortadores de salud del cuerpo y del al-ma.

Ante todo buscad al Ángel del aire, e l a irefresco y puro de los campos, de las arbole-das, montañas y playas. En verdad os digo, elaire es el principal alimento del hombre.Muchos días podéis soportar sin comer, masunos pocos segundos sin aire, bastan p araque os m uráis.

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Descalzad vuestros pies y desvestid vues-tro cuerpo, p ara que el aire puro bañe vues-tra piel. Este baño de aire debéis tomarlo lomás frecuentemente posible, pues, desde elprincipio del mundo, la piel está habituada aser bañada por el a ire . Respirad larga y hon-damente, para que el Ángel del aire penetre"en vuestros pulm ones y cargue vuestra san-gre con la energía vital y con sus saludablesco m ponentes. Debéis saber que el Ángel delaire limpia vuestra sangre y todas vuestrasentrañas, eliminando las toxinas e impure-zas, qu e son la causa precisa de las enferme-dades y dolores que os aquejan. Así como el

aire y el fuego queman las malolientes basu-ras, así el aire y el calor queman dentro devosotros las fétidas impurezas, tornándose elfétido aliento en perfumada fragancia.

En verdad o s digo, ningún hombre puedellegar jam ás a la presencia de Dios si el Ángeldel aire no le permite el paso. Es decir, si nose h a sometido previamente a una prolijadepuración física y m oral.

Así, inmaculadamente lim pio de cuerpo yalma, el hombre puede presen tarse digna-mente en-la Co rte Celestial, ante el Trono delRey de los cielos.

CAPITULO VII

Los poderosos Angeles del.-aire y del agua ayudados por el poderosoestim ulante del sol, ayudan al hom bre a despertar a su aletargadoespíritu.

Después del Án gel del aire, buscad elÁngel del agua. Descalzad vuestro s pies, des-nudad vuestros cu erpos y sumergiros en ellíquido elemento, para que el Ángel del aguabañe toda vuestra piel, con benéfica in fluen-cia sobre todos los órganos internos.

De cierto os digo, que el Ángel del aguaaseará todo vuestro cuerpo, quedando lim -pio de manchas e impurezas hasta las pro-fundidades de los poros. Así como las velocesaguas del río lavan la suciedad de la ro pa, dela misma manera la viva corr ien te del agua,limpia y asea vuestro cu erpo de todas lasmanchas e im purezas. Pues grande es el po-der del Ángel del Agua, cuando no esté es-tan cada y detenida en malolientes charcosde aguas insalubres, sino corriendo libre-mente en veloces arroyos y ríos, donde ella seoxigena, san tifica y depura al chocar de con-tinuo co n obstaculizantes rocas y atajantespiedras, para ofrecerse como la más sana de

las bebidas al hombre, prestán dole, además,sus dinám icas fuerzas para mover sus moli-nos, los cuales muelen el trigo de vuestro pancotidiano. Pero no es suficiente que el Ángeldel Agua os asee "só lo exteriormente; el aseointerno es m ás importante.

En verdad os digo, así como el Ángel delagu a asea y estimula el cuerpo externo, deesta misma man era el agua fresca y pura,refresca y asea e l cuerpo interno. Debéis be-berla en abundancia y preferirla ante cual-quier otra b ebida, pues el agua es preparadapor Dios y jamás puede ser sup erada por nin-guna bebida artificial hecha por el hombre.

E l agua pura y cristalina no sólo os apagala sed, sino tam bién os alimenta y estimulapor los numero sos ingredientes que contie-ne. Ademas, os refresca, lava y asea vuestrosórganos digestivos, normalizando la tempera-tura interna, evitando la fieb re interna , esti-mulando la digestión y la pronta evacuación.

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Esta explicación os convencerá: más im-portante es el agua pura y fresca por adentroque por afuera, pues, las impurezas internasdel cuerpo son mucho mayores que las exter-nas. De allí que aquel que sólo asea el cuer-po exterior y deja sucio el interior, se aseme-ja a aquellos sep u lcros blanqueados, limpiospo r afuera y sucios por adentro, llenos deinmundicias y abominaciones.-

Pues, es preciso que el Ángel del Agua osbautice tanto por afuera como por adentro,para que estéis completamente limpios ylibres de focos infecciosos, causantes de gra-ves enferm edades. E s m u y co n ven ien te ,pues, que periódicamente os hagáis lavadosintestinales mediante delgados caños o so n -das, unidos a u n recipiente colgado en loalto, por donde el agua penetre con facilidaddentro de vuestras entrañas. El agua debe serlimpia y si es posible entibiada al so l . P u edeagregársele un poco de miel de abejas que esmuy curativa y desinfectante por ser el ex-tracto de hierbas medicinales. Para facilitar lapenetración de la sonda en el o rificio delrecto, conviene aceitarla con óleo o untarlacon grasa.

Dejad permanecer el agua un buen ratoadentro del intestin o para que alcance aablandar, aflojar y despegar los excrementosadheridos a las superficies intestinales, supli-cando al Ángel del Agua para que asee proli-jamente vuestras entrañas y desaloje de ellasto das las impurezas que, al perm an eceraden tro , in fectar ían toda vuestra sangre,vu estros órganos mas nobles, que no tarda-rían en funcionar mal, ocasionándoos enfer-

medades, dolores y una m uerte prematura.Luego dejad que el agua se desalo je de

vuestras entrañas y arrastre consigo todas lasmalolientes inmundicias. Entonces, asombra-dos podréis contemplar con vuestros ojosy oler con vuestras n arices las abominablesinmundicias que ensuciaban vuestras entra-ñas.

Aprovech ad los domingos para ayunar yese día repetid el lavado intestinal, pues éstees el secreto de una larga vida, de una plenasalud hasta la más avanzada vejez y de unain efable felicidad. Si observáis que las elimi-naciones son malolientes y sucias, debéisrepetir el lavado, hasta que la eliminaciónsalga clara, limpia y sin m al olor.

Luego, arrodillaos agradeciendo al Señorpor habero s enviado al Ángel del Agua, elcu al os ha librado de vuestro desaseo intern oy externo, lo cual quiere decir que el Señ ortuyo misericordia con vosotros y que os haperdonado vu estros pecados que habéis co-metido contra la Madre Natura. Así, limpios ydepurados de cuerp o y alma, el Ángel delAgua os co ncederá plácidamente el pase,para que p o dáis p resentaros dignamentean te el Trono del Altísimo. Si tenéis la fu erzade voluntad de ser perseverantes en vuestrospropósitos de no pecar más con tra la MadreNatura, los divinos Angeles del Aire y delAgua os servirán durante toda vuestra vida, laque se desenvolverá plácidamente, gozandode una buena salud, de pro speridad, de unalarga vida y de una inefable dicha de vivir.

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CAPITULO VIII

La inm ensa importancia de los baños de sol para vigorizar al cuerpo yencender las apagadas luces de vuestro espíritu, para que brille com oun pequeño sol.

Pero para vuestra felicidad, Madre Naturaos tiene reservado o tro Ángel que os servirá:el Ángel del Sol.

En verdad os digo, que los An geles delSol, Aire y Agua son hermanos inseparables eiguales en su acción bienhechora.

Exponed completamente desnudo vues-tro cuerpo a los rayos del sol, empezandop or un rato muy corto, para prolongarlo cadadía siguiente.

Durante el baño haced respiraciones pro-fundas, l len ando los pulmones con aire so-leado y así incorporaréis considerable ener-gía solar a vuestra sangre, que os fortaleceráy depurará vuestro s malos olores. Y así comola oscuridad de vuestras entrañas desapare-

cerá al incorporar energía solar dentro devuestro organismo, porque entonces cadacélula que compone vu estro cuerpo vibrará eirradiará una luminosa aura que reflejarávuestra gran vitalidad y vuestra fuerte salud.

Los días de vuestros ayunos áprovechad-los para tom ar baños de sol, porqu e con elestómago vacío podéis tomarlos a cualquierhora; en cambio, con el estómago lleno de-béis tomar los baños solo do s horas despuésde comer y una hora antes de comer.

En verdad os digo, no podéis presen tarosante el Trono del Señ o r, si el Ángel del Sol noos concede el pase para ello.

CAPITULO IX

Los Agentes Divinos del Aire, Agua y Sol, asean, restauran e ilum inanlas entrañas del cuerpo hum ano, convirtiéndolo en un Templo, en cuyoTabernáculo -el corazón- m ora Dios.

En verdad os digo, aquel cuerp o defendi-do por las tres flameantes espadas de esostres severos Angeles: Aire, Agua y Sol, queda-rá tan protegido, que Satanás huirá despavo-rido de él, porque una morada limpia, asea-da, asoleada y perfumada con buenas o b rasdel alma que habita dentro de este cuerpo,sign ifica la muerte de Belcebú, como el calu-roso Sol significa la m uerte para la nieve.

Cuando los tres Angeles, Aire, Agua y Soltomen posesión de vuestro cuerpo, comple-tarán el aseo interno hasta en sus último srincones y pondrán to do en un perfecto or-den, porque reinarán en él con verdaderaautoridad de amos y señores.

Entonces, tal como lo s ladrones huyenprecipitadamente de la casa que habían asal-tado al verse sorprendidos p o r la policía,escapándose unos por las ventanas, otrospor el tejado y otros por la tapia, de la mismamanera huirán, al aparecer esos tres Angelesguardianes, los demonio s que se habíanadueñado de vuestro cuerpo, demonios queno son otra cosa que vuestras malas accio-n es, vuestros errores y pecados que habéiscometido contra la Madre Natura, en perju i-cio de vuestro cuerpo.

H uirán por todas las puertas y ventan as,es decir; las im purezas y los tóxicos saldránafuera de vuestro cuerpo por todos los poros

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de vuestra piel, por todos lo s conductos yvías eliminatorias de vuestro organismo. Lafirme y enérgica escoba barrerá lejos las ba-suras que ensucian vuestras entrañas, a lasque infectan y contaminan con tóxicos y susmalos olores, quedando vuestro organismo,después de este aseo general, inmaculada-mente limpio y perfumado como con floresdel jardín.

Enton ces la sangre de vuestro cuerpoquedará tan inmaculadamente pura, clara ylimpia y cargada de vibrante energía vital,como la sangre de la Madre Natura, qu e es e lagu a cristalina y pura del espumeante arro-yo, que murmuran do se precipita de lasmontañas ofreciéndose a los humano s comola más saludable de las bebidas que la vidales puede ofrecer. Entonces vuestras en tra-ñas quedarán p erfectamente aseadas lo cualrepercutirá muy favorablemente sobre vues-tra salu d. Vuestro cuerpo reflejará una vi-brante salud y energía v ital; vuestro aspectoserá saludable, rosada la piel como las loza-nas frutas que se asoman de entre las verdeshojas de las arboledas, exhalando aromascomo las flores frescas del campo.

Luego notaréis un fenómeno muy gratoque ocurre a vuestra cansada vista, que em-pezará a mejorar notablemente. E s que vues-tros ojos están unidos p o r medio de una deli-cadísima red de nervios, ín t im a e insepara-blemente con el conjunto de to do vuestro

organismo y si éste está limpio y sano, tam-bién los ojos estarán limpios y sanos, debidoa la sapientísima intervención del médicointerno, con que cuenta todo organismovivo. Y al revés si vuestro cuerpo está su cio ,funcionará mal, se en fermará, y en conse-cuencia también vuestra vista funcionarám al, se apagará, seréis miopes y hasta catara-tas os podrán aparecer y cegar totalmentevuestra vista, cataratas qu e no son mas quela acumulación de impurezas en el cristalinoo la m embrana de vuestros ojos.

En verdad os digo que, estando vuestrocuerpo sucio por adentro , lo será tambiénvuestra vista, porque ella es una p arte inse-parable del conjunto. En tal estado, ningúnelixir, ni remedio alguno, aplicados localmen-te a los ojos, jamás podrán mejorarlos, alcontrario, los empeorarán, íntimamente unprolijo aseo general de todo e l cuerpo inter-no, es capaz de restaurar vuestra vista.

Entonces totalmente depurado vuestrocuerpo, también vuestra alma quedará purifi-cada, porque ella está íntimamente ligada alcuerpo fís ico. Entonces, los santos Angelesde la Madre Natura os vestirán con la másblanca de las túnicas, para que os podáispresentar, dignamente, ante el Trono delAltísimo.

CAPITULO X

La m eta cum bre del hom bre es la unión con Dios.

En verdad os digo que, únicamente, con lairremplazable ayuda de la Madre Natu ra, esdecir, con el Naturism o Integral, podéis alcan-zar la suprema meta de vuestras asp iracio-

nes, que es la unión con el Gran Todo, conDios.

Esto lo comprenderéis más fácilmente al

: contemplar y analizar vues tro propio creci-

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mien to . Recién nacidos, vuestra amorosamadre se hace cargo de vuestra crianza. Osamamanta, asea, baña y envuelve en pañales,os mece en la cuna, enseñán doos a andar losprimeros pasos.

Cuando ya crecido s, vuestro padre se hacecargo de vosotros, os lleva consigo a susfaenas, ya sea al campo o a su taller, y osenseña, tal como a él, a su vez, le enseñó supadre, para qu e seáis expertos y hábiles enlos trabajos que él hace.

Y cuando el padre se convence de que sushijos aprendieron sus lecciones y ejecutanco rrectamente sus trabajos, les entrega susposesiones y propiedades, en heredad per-manente, para que continúen la obra de supadre.

Algo parecido sucede a los hijos del PadreCelestial. La Madre Natura los cría, cuida deellos y les enseña, alecciona, los premia y loscastiga. Y cuando ya grandes los entrega alP adre Celestial para que se haga cargo deellos, el Divino Padre los manda a Su taller,Su escuela, qu e es toda la superficie de esteplaneta. Es la Universidad del Padre Celestialen la cual El edu ca y gradúa a Sus hijos. Ycuando ellos demuestran p oseer la suficientepreparación y madurez, les entrega Sus pose-siones en el infinito espacio cósmico, paraque sigan la obra de su P adre Celestial, lle-gando por este camino, a sus más. anheladasaspiraciones qu e son la unión del hijo con elPadre Celestial. Tal es la culminación de lasabia Ley de la e-volución hum ana, que ase-gura que la cadena de la vida jamás se corteo interrumpa, sino que siempre gloriosa ytriunfante, siga eternamente.

Y bendito el hijo que, sumisamente, obe-dece a su madre, siguiendo, fielmente, susco nsejos y lecciones, porqué así, más pro n tose acercará a su Divino Padre.

Y b endito el hijo ya adolescente, que su -misamente obedece a su padre y cu m p le consus sabios consejos de ser un asiduo trabaja-dor, un ciudadano modelo, recto y honrado,servicial, caritativo, bondadoso y noble. P uesasí el hijo cumple con el prin cipal manda-

miento: honraba tu padre y a tu m adre, paraque en premio, vivas muchos años y la pros-peridad y felicidad lo acompañen.

Una vez más os exhorto a que, en cumpli-miento de este gran Mandamiento, obedez-cáis y honréis siem pre a la Madre Natura,respetando sus sabias Leyes. Este es el únicocamino de aseguraros una larga vida, llenade fe licidad, prosperidad y bendiciones delCielo.

Al honrar vosotro s a vuestra Madre Natu-ra, de este modo queda honrado el PadreCelestial, que com placido os observa desdeSu altísimo Tro no, enviándoos Sus bendicio-nes. Tened presente que el Padre Celestial esel máximo poder del mundo. Es el mayor deto do s los padres y la Madre Natura, la mayorde todas las m adres.

En verdad os digo, más aman el PadreCelestial y la M adre Natura a Sus hijos, quelos padres humanos, padres camales, soncapaces de amaros. En verdad o s digo, in-mensamente más sabias son las palabras delPadre Celestial y los Mandamientos de laMadre Natura, que las palabras y leyes de loshombres y de las madres de esta t ierra. Deallí que inmensamente mayor es la herenciaque el Padre Celestial y la Madre N atura tie-nen reservado para sus obedientes hijos enel Reino de los Cielos, que la herencia que lospadres humanos pueden dejar a sus hijos enesta tierra.

También os exhorto, amad a vuestros her-manos, advirtiéndoos que vuestros verdade-ros hermanos son los que cumplen con lo smandam ientos y la Voluntad del Reino Celes-tial y de la Madre Natura, y no aquellos quese mofan de sus Leyes y las desp recian, aun-que estos hermanos fuesen vuestros herma-nos carnales.

Repito, vuestros verdaderos hermanos n oson vuestros herm anos carnales, sino los quecumplen con la Ley, es decir, con la voluntaddel Padre Celestial y de la Madre N atura. Es-tos hermanos espiritu ales os amarán muchomás sinceramente que vuestros propios her-manos carnales, rebeldes en cumplir los

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mandamientos del Señor. Porque desde losdías de Caín y Abel, en que los h ermanos desangre quebrantaron la Ley de D ios, fue que-brantada también la verdadera hermandadde sangre. Ahora los hermanos de los mis-m o s padres se suelen odiar, aborrecer y tra-tar peor que a extraños.

Por lo tanto, os exhorto, amad mucho mása vuestros herman o s espirituales que cum-plen con la vo lu n tad de Dios, que a vuestroshermanos carnales que no la cumplen.

CAPITULO XI

La suprem a Ley de la vida, la Ley del Am or, convertirá esta Tierra enuna Estrella de Am or.

En verdad os digo, la ley del Amor es lamás grande y la principal de todo el Univer-so. A ella está sometido todo lo que es y exis-te. Dios es todo amor y Madre Natura esamor y sus hijos también son amor.

Todo el Universo, la Tierra, Lunas, S oles,Estrellas, Astros, todo esto es una unidadinseparable, porque sólo debido a esta uni-dad puede existir y tener vida el Universo,igual que vuestro corazón, estómago, híga-do, pulmones, la sangre, la carne, los huesos,todo esto es una so la unidad inseparable,para poder existir y tener vida vuestro cuer-po, siendo Ley del Am or, que hace posibleesta unidad.

Es que el Padre Celestial, los Arcángeles,los Angeles, todas las jerarquías celestes ytoda la humanidad que vive en esta tierra yen los planetas, son una sola unidad, aglome-rada por la potente atracción y cohesión delmagneto am or. El Padre v ive en los hijos, loshijos viven en los Padres. El un o n o p uedeexistir sin el otro. El Padre existe porque elhijo existe y el hijo existe po rqu e existe elPadre.

Siendo Dios am or, lo es también el hom-bre, p orque el espíritu del hombre es unap artícula de Dios. Para poder actuar el espír i-tu del hombre en la materia, en el plano físi-co, se reviste de la materia del plano en qu e

desea actuar. Así, al querer actuar en el plan ode esta tierra, se reviste de un cuerpo com-puesto de materia terrestre, qu e, en su inte-gridad, se compone de substancias de laMadre Tierra.

Siendo, pues, el am or ley suprem a, cumplidcon ella con todas vuestras fuerzas y contodo vu estro entendimiento. Amad al PadreCelestial como El os ama a vosotros, y amadal prójimo como a vosotros mismos, puesamar al Padre Celestial, significa am ar alprójim o.

Amad también a vuestra Madre Natura, talcomo ella os ama a vosotros, porque ella oscrió , o s amamantó, os enseñó a andar losprimeros pasos en esta vida y os proporcionótodo lo que sois.

Amad tam b ién a toda la hum anidad, cual-qu ier color que tenga su piel y a cualquiernación a que pertenezca, porque esto sellama amar a Dios y a la Madre Natura. En ver-dad os digo, cuando los hombres de estatierra se amen mutuamente, como Dios losama, habrá bajado el cielo a esta tierra, queya no será el Valle de Lágrimas, sino el Vallede Dich a y de intensa alegría de vivir. Porquedesaparecerá todo odio, toda m aldad, lasluchas y las guerras y prevalecerá la p az p o r-que existirá la buena voluntad entre los hom -bres. Cada individuo, para demostrar palpa-

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blemen te su buena voluntad y para cumplircon la Ley del am or, buscará la manera decómo hacer un favor al prójimo, a u n vecino,a un amigo, y aún más, a un enemigo. Busca-rá de agradarlo, de hacer un servicio desinte-resadamente, con lo cual esta tierra se con-vertirá en una estrella de am or.

Entonces los hombres se habrán espiritua-lizado, con lo cual, much o s de ellos adquiri-rán dones sobrehumanos, porque con sucomp ortamiento habrán despertado algunosórganos internos, qu e, laten es, dormitan entodo cuerp o humano, esperando que la ma-durez del alma los despierte y se sirva deello s, como por ejemplo, la visión astral, quepermite ver a los muertos y conversar conellos. Los más avanzados tendrán libre acce-so al mundo del más allá. Vivirán tan to eneste mundo como en el otro. Debido a suavanzada evolución, después de su muerteno necesitarán volver a esta tierra en la queya habrán aprendido todo. Entonces segu i-rán su evolución en el plano superior de lavida, llam ado Cielo. Gozoso el Padre Celestiallos recibirá como miembros permanentes delcielo y les entregará la heredad que les teníareservada en Sus infinitas posesiones delinterminable espacio cósmico.-

Porque por amor cría el Padre Celestial asus hijos; por amor les enseña y los prep arapara la v ida superior, la vida del más allá. Poramor los acoge en S u Reino y por amor lesconcede una sempiterna vida, dicha y gloria.Porque el amor es el motor que mueve todoslos mundos. Es el más potente y el más segu -ro de los motores que nunca fallan, porquees el único motor de eterno y perp etu o movi-miento. Para que tengáis una visión másco m pleta de esta vida, os di un somero vis-lumbre del más allá. S in duda son enigmaspara vosotros, que sólo comprenderéis másadelante. Mientras tanto sólo necesitáis fe,mucha fe y creer en mis palabras, p o rquecomo p o rtavoz del Padre Celestial, sólo pala-bras de verdad pueden brotar de m is labios.

En verdad os digo, cuando estéis en p re-sencia del Padre Celestial se os caerá la ven-da de vuestros ojos y entonces comprende-réis los misterios de la tierra y de lo s Cie los.Entonces ya no necesitaréis fe, ya que éstaserá remplazada por la convicció n personalde lo que antes tan sólo habéis creído ypuesto vuestra fe en ello.

CAPITULO XII

El hombre sólo puede conocer la verdad y adquirir sabiduría, despuésde haber despertad o y a fin a d o su s in stru m en to s in tern o s deinvestigación y de com prensión, que, aletargados dorm itan en todoorganism o hum ano, esperando ser despertados con el progreso delalm a.

Comprendo que gran parte de enigmaspara vosotro s. N o los mis enseñanzas son misterios .y podéis comprender, p o rquesacáis vuestra sabiduría de libros, de las es-crituras que, rep ito, son letra muerta. Fueron

escritas por hombres muertos espiritualmen-te y son interpretadas y explicadas, tam bién,por hombres muerto s en vida cuyas almashabitan cuerpos impuros, intoxicados, mate-rialistas, hombres sin fe ni la menor visión

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espiritual.Sin embargo, vosotros podéis compren-

der perfectamente el lenguaje de estos hom-bres, porque también vosotros habitáis cuer-pos impuros, imp regnados de tóxicos, dematerias extrañas, qu e os impiden la visiónespiritual, tal como un a espesa nube negraimpide ver el Sol. De allí qu e todos vivís en elerror, no conocéis la verdad. Tenéis por guíasa ciegos que guían a otros ciegos, siendoesta la razón del porqué sufrís enfermeda-des, dolores y sin fe andáis po r la senda delpecado.

Para sacaros de esta calamidad, el PadreCelestial me ha en viado, para encender lasluces dentro de vosotros, luces del cono ci-miento de la fe, la esperanza y la verdad.

Mas por ahora, aún no estáis preparadospara poder soportar tan brillantes luces, por-que vuestra vista, está acostumbrada a laobscuridad, a las tinieblas, por lo cual, os ce-garía la deslumbrante b r i llantez de la luz queirradia el Padre Celestial. Por lo tanto, paraque podáis comprender mis enseñanzas, osenviaré mis Angeles para que preparen vues-tros órganos del entendimiento y de la com-prensión, porque entonces estaréis capacita-dos para soportar las deslumbrantes luces dela verdad, sin cegar ni encandilar vuestravista. Así que p o r el generoso auxilio de losAngeles de la Naturaleza, llamados Ángel delAire, del Sol, del Ayuno, Lavado Intestinal, etc.,vuestros organismos quedarán limpios, de-purados, fortalecidos y sensibilizados p arapoder entender mis palabras, para vosotros,trascendentales enseñanzas.-

Entonces, p odréis intentar fijar vuestramirada en el Sol sin encan dilaros. Sin embar-go, al principio, deberéis tomar muchas pre-cauciones para hacerlo, pues de lo contrar iopodéis dañar vu estra vista y aún quedar cie-

gos por mucho tiempo. Al principio mirad elSol tan sólo bien temprano a su salida y bientarde cuando se pone. En el resto del tiempomiradlo tan sólo un brevísimo instante, en elabrir y cerrar de ojos.

Cuando tengáis vuestro cuerpo perfecta-mente lim p io en sus entrañas y desintoxica-do, entonces podréis soportar m ás tiempo lamirada ardiente del So l sin cegaros. Entoncesestaréis preparados p ara soportar la otravisión much o m ás difícil, la de fijar vuestramirada sobre la augusta faz del Padre Celes-t ial, que es miles de veces mas brillante quecientos de soles juntos.

Sin una prolija depuración de vuestroscuerpos, el cuerpo físico y e l cuerpo moral,es decir, del cu erpo y del alma, no debéisintentar de mirar el Sol, porque, repito, p o-déis dañar gravemente vuestra vista.

Si me creéis que soy enviado del PadreCelestial y ten éis Fe en mis enseñanzas, yademás, os servís de "los generosos benefac-tores de la Natu raleza, que son los Angelesantes señalados, os veréis libres para siem-pre de en fermedades y dolores y gozaréis deuna perfecta salud, de paz y felicidad y deuna larga vida.

Porque el Padre Celestial ama a aquelloshijos que, arrepentidos y sumisos, vienen aEl, suplicándole salud y consejos para solu-cionar sus graves problemas. A tales h ijo s elPadre Celestia l lo s colma de bondades, por-que desea premiar su fe que les h izo venir aE l. Les resuelve sus problemas, porque lo qu ees difícil y parece imposible a los hombres, esposible y fácil para la omnipoten cia de Dios.Para restaurar vuestra salud on enviará Susm ensajeros divinos, Sus Angeles para que ossirvan y os guíen por la senda del recto vivir.

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CAPITULO XIII

Después de enseñar Cristo todo el día, al atardecer se transfiguró,brillando su cuerpo com o un sol y, ante las atónitas m iradas delpueblo, se elevó por los aires, desapareciendo entre las nubes.

Durante todo e l d ía Jesús enseñó a la mu-chedu m b re qu e le rodeaba en estrechocírculo, porque todos qu erían estar cerca deél, para beneficiarse de sus divinos dones yde la Paz y Felic idad que irradiaba su brillan-te aura. Con esto se hizo de noche. Asomósela luna de entre las fugaces nubes, cuyosplateados rayos bañaban la cara del Señor.

Cristo se puso de p ie y, para mayor asom-bro de los concurrentes, se transfiguró, ele-vó se sobre la tierra y su rostro resplandecíacomo un sol.

Nadie se atrevió a pronunciar palabra ni amoverse ; estaban como clavados en el sueloy atónitos miraban la augusta faz de Cristo.Así transcurrían horas que parecían segun-dos, porque se les había su spendido la no-ción del tiempo.

E n tonces, Cristo, extendiendo sus brazosdecía: "La Paz sea con vosotros". En seguidase elevó hasta las nubes y depareció ante lasatónitas miradas que lo observaban. Y todoel campamento fue sumido en un profundosueño.

En la aurora del día siguiente los dormidosdespertaron maravillados por los celestes

sueños que habían tenido, los que fortalecie-ron aún m ás su fe en Cristo.

Fue maravilloso despertar, por que unasuave y melodiosa música que venía del cie-lo, inundaba todo el ambiente, llenando atodos de una indescriptible felicidad.

Luego uno decía al otro: "Qué noche m ásm aravillosa, ojalá que fuese eterna". O tro sdecían: "Qué feliz se está aquí". Y otros decían:"En verdad es un enviado de Dios, porque sóloEl nos llena de felicidad, de una inefable paz ynos asegura el advenim iento de días m ejores".

Cuando despu és de una maravillosa auro-ra apareció el radiante Sol en el horizontecon sus rayos calurosos que invitaban tomar-se un baño de Sol, todos sintieron e l conven-cimiento, en sus corazones, de que ese Solera u n astro de esperanza de un magníficomundo por venir, un mundo de paz, de con-cordia, de justicia y amor.

To do s se levantaron contentos y felicesencaminándose a un cercano riachuelo queportaba aguas cristalinas, que invitaban abebería. Allí les esperaban los An geles delSeñor para ayudarles en su aseo m atinal.

CAPITULO XIV

Prolijo aseo externo e interno del organism o y su notable robusteci-m iento, conseguidos con el auxilio de los divinos agentes: Agua, Aire, ySol, a los que ahora se agrega el poderoso agente Tierra.

T o d o s se reu niero n en la o r il la delriach u elo, cuyas cristalinas aguas se precipi-taban de las alturas, dispersándose en unamagnifica ducha.

A la no ticia de que Cristo predicaba en esebarrio, acudía mucha gente de los alrededo-res y también de lejos para qu e Cristo la sa-

nara.Cristo les hablaba y aleccio n aba, invitán-

doles a que se quitaran las sandalias y vesti-mentas, y a que ayunaran y so m etieran suscuerpos a la benéfica acción de lo s A n gelesdel Aire, Sol y Agua. Todos se tomaron la

fresca ducha, que ruidosa caía de lo alto,

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para, en seguida, acostarse y revolverse enlas tib ias arenas deja playa, tomando bañode Tierra y Sol.

De esta manera los Angeles de la MadreNatura empezaron su magnífica o b ra depu-radora, aseadora y de robustecimiento deestos cuerp o s débiles y raquíticos. Los enfer-mos quedaron asombrados al ver cómo eli-minaban su s cuerpos inmensas porciones deinmundicias que tenían acumuladas en susentrañas, experimentando una grata sorpre-sa al quitárseles, al mismo tiem p o , los dolo-res y achaques que les atormentaban.

Algunos despedían alientos nau seabun-dos, que olían a putrefacción cadavérica,insoportable para ellos mismos. Otros vo m i-taban abundantemente y padecían de dia-rreas de insufrible dolor.

Los maravillosos efectos de los Angelesdepuradores se hacían cada vez más nota-bles, a l sobrevenir a los pacientes, elimina-ciones hasta por las narices, lo s ojos, oídos yla garganta, aliviándoles mucho los persis-tentes dolores de cabeza.

Muchos sudaban por todos los poros de lapiel, sudor que era fétido a tal punto, que losvecinos huían de ellos. A muchos les ap are-cían úlceras supurantes en la piel, que elimi-naban sangre podrida y pus de m al olor.

Muchos orinaban aguas de fétido olor, decolor a sangre; otros orinaban pus, sangrecon arenillas y piedrecillas. Algunos despe-dían gases por lo s intestinos y por la boca defétido olor.

Los lavados in testinales producían resul-tados asombrosos. H acían estos lavados con

agua fresca del cristalino arroyo, entibiada alSol.

M an tenían el agua en los intestinos e lmayor tiempo posible para expulsarla p o r elrecto , junto con abominaciones duras y blan-das de insufrible olor, que estaban adheridasa las paredes intestinales durante much o saños, infectando la sangre del paciente ytodo su organismo, sien do la causa precisade muchas enfermedades in fecciosas, deintensos dolores y modestos achaques.

Muchos botaban con estos lavado s horri-bles gusanos y lombrices de to do tamaño,algunas muy largas, que se retorcían en e lsuelo bajo los ardientes rayos del Sol.

Todos temblaban de terror al ver estashorribles abominaciones que habían tenidoalojadas en sus cuerpos y ahora, al tenerlimpias las entreñas y sin ardor ni dolor in ter-no, comprendían que fueron estos repulsivosalojados la causa precisa de su permanentemalestar.

Todos ellos dieron la gracias al Señor p orhaberles enviado a estos bondadosos Ange-les, para que expulsaran de sus entrañas a losdemonios atormentadores que tenían allíalojados.

Sin embargo , no a todos se les quitabanlos dolores. Estos, desilusionados, iban enbusca del Maestro p ara exponerle sus lamen-taciones, suplicándole para qu e su poderexpulsara de sus entrañas a los demoniosque llevaban adentro.

CAPITULO XV

Cristo enseña con la m aravillosa parábola del hijo pródigo.

Y cuan do ellos iban en busca del Maestro,vieron co n asombro y gran regocijo que Cris-to ya venía hacia ellos, sabiendo que ellos,urgen tem en te, lo n ecesitaban. Cristo lessaludaba: La paz sea con vosotros, y les dijo:

ya conozco la causa del porqué m e buscáis.Ellos arrojándose a sus pies respondieron:

Maestro, sán anos de los intensos dolores tanpersistentes que con nada se nos quitan,haciéndonos sufrir horriblemente.

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Cristo les con testó por medio de parábo-las, que ellos escuchaban atentamente, yquedaban atónitos de su sabiduría.

Les decía: vosotros sois como el hijo pró-digo, qu e p or muchos años abusó de la pa-ciencia de su padre . Faltó a sus más sagradasobligaciones y deberes, porque en vez detrabajar, prefería divertirse en festines y li-bertinajes, en alegre compañía de a-m igas yam igos, comiendo y bebiendo y divirtiéndo-se todos a su costa.

Y sin conocimiento del padre incurría endeudas, pidiendo dinero prestado que des-pilfarraba con su a-legre comparsa.

Los usureros con buena voluntad le pres-taban dinero, porque su padre era r ico ysiempre, con buen a voluntad y paciencia,cancelaba las deudas de su hijo.

El padre, en vano, con buenas y persuasi-vas palabras amonestaba a su hijo , m as estesiempre pro metía mejorar su conducta, peroseguía de mal en peor. In úti lmente, el padrelo seguía amonestando que deje su vida li-bertina y licenciosa y lo ayude en sus traba-jos del campo, vigilando a lo s o b reros en susfaenas. Siempre el hijo prometía enmendarsey el padre cancelaba sus nuevas deudas. Peroenseguida reincidía en sus vicios, faltando ala p ro mesa de enmendarse que había hechoa su p adre . Y así por siete años seguía la vidalicenciosa.

Pero al fin el padre se cansó. Perdió lapaciencia y no pagó más las deudas de losusu reros. Se decía: "Si sigo pagando siempre,pierdo mi di ñero y mi hijo; si me niego ar

pagar, gano a los dos".Luego los usureros al verse defraudados"

en su esperanza, llevaron al hijo al Juez, elcual lo entregó a ellos como esclavo, paraque con su trab ajo , durante siete años, paga-ra la deuda. Tan severa era la Ley y costum-bre en aquellos tiempos. Con esto terminó lavida licenciosa del hijo tunante.

D esde la salida hasta la puesta del Sol fuéobligado a trabajar duramente, a rem o ver latierra, a lab rarla, regarla y sembrarla. Ahora,por primera vez en su vida tenía qu e gan arse

el pan con el sudor de la frente. No acostum-b rado a estos duros trabajos, luego losm úsculos de sus brazos le flaqueaban y ledolían. En las man o s se le formaron duroscallos y también en la planta de los pies. Porprimera vez en su vida sentía hambre, por-que sólo pan y agua era su a i m entó.

Después de siete días de tan dura labordijo a su amo, que más bien era su verdugo:"Ya no puedo soportar m ás tan dura faena,porque no estoy acostumbrado a ella. Mira,mis manos están llenas de callos que meimpiden tomar el azadó n; mis pies estánhinch ado s y con dolorosos callos en susplantas que me impiden caminar. M is fuerzasestán agotadas, estoy hecho una piltrafahumana. Ten co m pasión conmigo, no meatormentes m ás.

Sin embargo, el amo le contestó dura-mente y sin miramientos, diciendo: Cuandohayas cu m p lido siete a-ños en mi serviciosatisfactoriamente, habrás cancelado tu deu-da y entonces quedarás libre. ¡Y aho ra a tra-bajar!

Y el hijo regalón, entre súplicas y lágrim asrespondió: a duras penas pu de soportar es-tos siete días y ya estoy abatido y sin fu erzaspor la fatiga del desacostumbrado trabajo.Ten piedad de mí; mis manos están llenas decallos sangrantes, m is pies hinchados no mepermiten andar.

Pero el in flexible usurero, sin compasión,lo ap uraba más aún diciendo: Si siete añosdesperdiciaste en desenfrenadas diversionesde día y de noche, haciendo grandes deudas,ahora también debes trabajar siete año s parap agar esas deudas. No te perdonaré hastaque me hayas cancelado con tu trabajo elúltimo dracma.

Como el verdugo amenazab a hasta conazotes y latigazos en el casa de negarse atrabajar, al h i jo pródigo no le quedó otrorecurso que obedecer y seguir su duro traba-jo forzado.

Debido a su extrema debilidad no soportómás e l duro trabajo y entonces tomó unaresolución extrema, la de ir a pedir perdó n a

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su padre y reconciliarse con él. Tambaleantellegó h asta el padre y, arrojándose a sus pies,le suplicó: padre mió, perdóname por últimavez mis o fensas hechas contra ti. Te juro que,desde ahora, seré un hijo modelo, hijo bue-no, porque reconozco mi error. Padre amado,sálvame de m is verdugos.

Pero el severo padre n ada respondía. Des-confiaba de sus promesas. Tantas que nohabía cumplido.

Entonces el hijo con más insistencia lesuplicaba entre lágrimas a-margas, diciendo:Padre mío, no endu rezcáis vuestro corazón,mirad mis callos sangrantes, debido al mane-jo del azadón, de la guadaña y de la hoz. Mi-rad mis pies hinchados con duros callos;compadeceos de vuestro hijo arrepentido.

Esta sincera súplica de su hijo ablandó elcorazón del padre. Sus ojos se humedecieronde dulces lágrimas de alegría y levantando asu hijo, lo a-brazó tiernamente diciendo:Regocijémosnos, porque me has traído hoyuna gran alegría: he encontrado a mi queridohijo que se había perdido.

Y vistió a su hijo con sus mejores galas ytodo el día hubo fiesta y reinaba gran alegríaen la casa paterna.

Al día siguien te e l padre dio una bolsa deplata al hijo para que fuera a. can celar la deu-da del usurero y así quedar libre de la obli-gación de servirle como esclavo.

Al regresar el hijo, le dijo su padre: ves,hijo mío, qué fácil es incurrir en deudas du-rante siete años, viviendo una vida licenciosay deshonesta; y qué difícil es cancelar estadeuda con el trabajó personal durante sieteaños de trabajos forzados.

Es cierto, padre mío, porqué a duras penasy sólo du rante siete días pude soportar tanpesadas faenas.

Hijo mío, por esta sola y última vez hepermitido pagar tu deuda en solo siete días,en vez de pagar tú, durante siete añ o s. Elresto te h e p erdonado, a condición de quedejes para siempre la vida licenciosa y nocontraigas m ás deudas.

Y el D ivino Maestro siguió diciendo: En

verdad os digo, sólo el padre y nadie máspuede perdonar lo s pecados de sus hijos ysiempre que ellos, con profun do arrepenti-miento y remordimiento por haber pecado,le pidan perdón haciendo actos de contr i-ción en su corazón y to m en el firmé propósi-to de no reincidir en el vicio.

Hijo mío, dijo e l padre, si yo no te perdo-nara habrías sido obligado a trabajar dura-mente en trabajos forzados com o esclavodurante siete años, según m anda nuestra ley.

Respondió e l hijo: padre mío, te agradez-co profundamente tu b uen corazón af perdo-narme, y te prometo ser , en el futuro, unbuen hijo modelo , respetuoso de tus manda-mientos. Nunca más incurriré en deudas, yaque he probado en carne propia, cuan difíciles pagarlas.

Y el hijo cumplió con sus buenos pro p ó si-tos, pues dejó sus vicios y se dedicó de llenoa ayudar a su padre en sus obras y faenas decampo.

Y cuando el padre vio que su hijo cump líaampliamente la solemne promesa y se porta-b a como un buen hijo durante numerososaños, haciendo prosperar la hacienda, se laentregó en heredad, con todas sus tierras,herramientas, casas y animales.

Y cuando el hijo, ya dueño de la h acien da,revisaba las cuentas pendientes de los deu-do res, las perdonaba a aquellos que no po-dían pagarlas, pues, recordaba que, tambiéna él, le había sido perdonada u-na deudacuando no la podía pagar.

Y tal como el padre carnal, así también elPadre Celestial bendijo a este b u en hijo, con-cediéndole una larga vida, una buena salud,u na digna esposa, muchos y buenos hijo s yuna abundante fortuna, gozando de una' pazinefable y de fe licidad hasta una avanzadavejez y todo esto, como premio por h aberseregenerado y po r e l buen trato que daba a supersonal, a sus animales y hasta a las aveci-llas del cielo.

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CAPITULO XVI

Cristo explica a sus oyentes el porqué les enseña con parábolas.

Entonces, volviéndose Cristo a los enfer-mos, dijo: Os hablo con parábolas, p orque asípodéis entender y comprender mejor la pala-bra de Dios y Sus m andamientos.

Los siete años de glotonería, de embria-guez y de una vida licen ciosa, representanlos pecados cometidos en el pasado co n tralos Mandamientos de Dios, que imponen laob ligación ineludible de obedecer las LeyesNaturales de la vida, simbolizadas por losAngeles del Sol, del Aire, A-gua, Ayuno, AseoIntestinal, Recto Vivir, Oración, etc.

El malvado acreedor y usurero es simboli-zado por el siniestro Satanás, figura ficticia,inexistente, porque, en realidad, lo represen-tan vuestros propios pecados, vuestros viciosy malos hábitos: en resumen, vuestra igno-rancia, ya que el sabio cumple estrictam entecon los Mandamientos del Señor, y, por lotanto, no se enferma ni sufre dolor alguno.

Las deudas son vuestras enfermedadesque habéis contraído debido a vuestra igno-rancia, la que os hizo desobedecer las LeyesNaturales de la vida.

Los trabajos duros representan vuestrosdolores, vuestros achaques que os afligen yfatigan más que cualquier esfuerzo hecho enel trabajo.

Y el hijo pródigo sois vo sotros mismos,por haber desob edecido los Mandamientosdel Padre Celestial es decir, las Leyes Natura-les de la vida.

E l pago de la deuda contraída contra laLey moral, consiste en desalojar de vuestrocarácter vuestros vicios y malos hábitos, lim-piando así vuestra alma, co n lo cual, automá-ticamente, se os quitarán vuestras enferme-dades y vuestros dolores que padecéis, p o r-que la enferm edad del cuerpo significa quevuestra alma ha pecado, ya que el cu erp o,que es m ateria, no puede pecar.

Y la b o lsa de plata recibida del padre, sim-boliza el premio que recibís del Padre Celes-t ia l , o sea una sólida salud y larga vida porhaberos regenerado y haber vuelto al cami-no del recto vivir. El Padre Celestial es Dios,Jehová, autor de todo lo que es y existe en eluniverso.

Sus siervos son sus santos ángeles, simbo-lizados por sus agentes, Sol, Aire, Ayuno,Virtudes, Oraciones, etc., todo lo cual acercaal hombre cada vez mas al Padre Celestia l ,hasta identificarse con Dios m ismo.

Las posesiones del Padre están simboliza-das por todo lo que existe en el Universo:Cielos, Soles, Tierra, Astros, Planetas, don desobra espacio para todos los hijos de Dios.

Todo esto, o sea el U n iverso entero, es elcampo del Padre Celestial y reciben sus pre-mios y recompensas, si, sumisamente, obe-decen las Leyes Naturales aquí en la Tierra.

Ahora, mis amados, yo os pregu nto, ¿Noes acaso más cuerdo y más sensato obedecera vuestro Padre, ayudándolo en sus faenas,ganándoo s con el honrado trabajo el panvuestro, que desob edeciéndolo y ser un inú-til holgazán, que pide dinero prestado a mal-vados usurero s que lo explotan inicuamente,al no poder cancelar la deuda, haciéndoostrabajar duramente durante siete

años como esclavos?. A simismo, ¿no esmás sabio, acaso, ob edecer a Dios, colabo-rando en Su obra, gozan do de buena fortuna,de buena salud; un a vida larga, llena de gozoy felicidad, que desobedecerlo, viviendo enm iser ia , ach aco sos, andrajosos, enfermos,doloridos, amargados y desdichados?.

Vosotros mismos, con vuestro comporta-miento, o s labráis vuestro destino, vuestradicha y desdich a, vuestra salud y enferme-dad, e l premio y castigo, pues, cada cual co-secha lo que siembra.

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CAPITULO XVII

Todos los enferm os que, arrepentidos de sus m alas obras, pidenperdón a Dios y no vuelven a pecar, recuperan la salud, porque todaenferm edad tiene su origen en el alm a.

En verdad os digo, grandes y numerososson los pecados y las ofensas que habéiscometido al desobedecer a la Madre Natura.Durante a-ños habéis pecado en vergonzo-sas francachelas contra la decencia y la mo-ral, es decir, contra las Leyes Naturales de lavida. Habéis vivido en desacuerdo con estasLeyes, al gozar en glotonerías, embriague-ces, fo rn icaciones y en tantos otros viciosqu e sería largo nombrar. De esta manerahabéis manchado vu estra alma y envenena-do vuestro cuerpo, convirtiéndolo en u napiltrafa, debido a las múltiples enfermedadesqu e h abéis contraído a causa de vuestrosvicios.

Ahora, tenéis que sufrir las consecuenciasde vuestros errores y pecados cometidoscontra vuestra Madre Natura.

Sin embargo, no os desaniméis, porquegrande es la misericordia del Padre Celestialcon S us h ijos pródigos, que, sumisos y arre-pentidos, vuelven suplicando perdón.

Venid, p u es, con sumisión y humildad a la

presencia del Padre Celestial y suplicadleperdón y El os perdonará las ofensas quehayáis cometido en Su contra. P u es grande einfinito es el amor del Padre Celestial paraco n sus hijos arrepentidos que piden perdón.A l P adre Celestia l lo conmueve vuestrahumilde sumisión, vuestra súplica y el arre-pentimiento con que venís a Su presencia yacepta que paguéis vuestra deuda en solosiete días en vez de siete años en fatigosostrabajos forzados como esclavos, si p edísperdón y demostráis sincero arrepentimien-to al Padre Celestial, que os está observando.

Y si p ecamos siete veces siete años, ¿tam-bién nos. perdonará el Señor?, preguntó unode los enfermos.

A ú n a estos hijos, si están sinceramentearrepentidos, el: Padre Celestial les perdonasus pecados contraídos en siete veces sieteaños, a-co rtándoles las penas, para que laspaguen en siete veces siete días.

CAPITULO XVIII

Los pensam ientos que em ite el cerebro hum ano, autom áticam ente segraban en el libro de la vida que cada hijo de Dios tiene abierto en laeterna m em oria de la Naturaleza, donde pueden ser consultados aundespués de m iles de años y así saber el hombre cóm o en ese tiem porem oto obró, pensó y vivió.

Felices los que no desmayan en el caminode su perfeccionamiento y co n paso firme yresuelto marchan h asta la meta triunfal, pararecibir los laureles de la victoria. Todas las

caídas y levantadas que habéis experimenta-do en esta pen o sa marcha y todos vuestroserrores y aciertos, quedan grabados parasiempre en la memoria de la natu raleza, co-

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mo eterno recuerdo indeleble de vuestraconducta durante vuestras pasadas vidas.

Están grabados en vuestro propio cuerpoy vuestra alma que, como un libro abierto,están expuestos a la mirada del Señor que,con pasmosa fidelidad, lee en ellos toda lahistoria de vuestras pasadas vidas. Aú n vu es-tros pensamientos más secretos se grabanautomáticamente en dicho libro de la etern amemoria, donde, indelebles, perduran lossiglos de los siglos, desde el principio delmundo hasta la eternidad de los tiempos.

De all í , que cuando os presentéis ante elPadre Celestia l -lo que sucederá inevitable-mente cuando os muráis aquí en la Tierra-,S u escrudiñadora mirada leerá en este librovuestro pasado comp ortamiento-, alegrán-dose de vuestras buenas obras y entriste-ciéndose ante vu estras caídas, vuestras ma-las acciones. Tan perfecta es la - exactitud delas anotaciones de vuestro libro de vida, queno se escapa ni el mas mínimo detalle . Po-déis escapar a la justicia humana, pero a lajusticia Divina no escaparéis jamás. Pero si osarrepentís a tiempo de vuestros pecados ysolícitos buscáis a los bondado so s agentesde la Naturaleza, qu e son los Angeles Tutela-res de la Madre Natura, como los Angeles delSol, Aire, Agua Ayuno, Oración, etc. y si prac-ticáis las grandes virtudes humanas basadasen el a-m or, entonces, automáticamente, seos borrarán los estigmas de vuestro cuerpo yvuestra alma y las consiguientes anotacionesde vuestro libro de vida.

Por cada día que ayunéis, no comiendoabsolutamente nada, sino bebien do aguapura y acompañando vuestro ayuno confervientes oraciones pidiendo perdón porvuestros pecados y ayuda del cielo para n opecar más, se borrará un año de vuestra cuen-ta de pecados anotados en vuestro libro devida. Y cuan do haya sido borrada hasta la

última página de vuestras pecam in osas ano-taciones y se hayan limpiado todos los est ig-mas que man chaban vuestro cuerpo y vues-tra alma, entonces habrá un gran regocijo enel cielo, porque seréis recibidos en audien ciaespecial por el Padre Celestial.

El Padre Celestial experimentará una granalegría en Su corazón, al ver que el hijo p ró -digo vuelve arrepentido y sumiso al hogarpaterno. Lo recibirá con todos los honores yse regocijará inmensamente al leer en vues-tro Libro de Vida, cómo habéis triunfadosobre todos los escollos que os impedíantrepar hasta vuestra celestial morada y cómohabéis borrado hasta el último pecado ano-tado en ese libro. Entonces el Padre Celestialp remiará vuestros esfuerzos, otorgándoo suna larga vida en esta tierra, sin enfermeda-des ni dolores, sin achaques ni sufrimientos,además, una imperturbable paz y un a inefa-ble dicha.

Todo os saldrá bien, p orque Dios os envia-rá sus ángeles del cielo y sus agentes de laN atu raleza, para que os cuiden de todo mal yos procuren todo bien posib le . Y si en segui-da os dedicáis a ejecutar obras de bien públi-co y también al prójimo, entonces el Altísimoos ascenderá en jerarquía a l rango de servi-dores auxiliares divinos, gozando de dones ypoderes especiales.

Y después de morir aquí en esta Tierra,seréis admitidos para siempre en el Reino delo s Cielos, donde gozaréis de una inefabledich a y una vida eterna. Felices aquellos que,con perseverante empuje y tenaz esfuerzo,se conquistan el derecho de entrar en e l Rei-no de los Cielos, porque ahí no hay sufr i-m iento, ni enfermedades, ni dolores, ni ve-jez, ni muerte, sino una vida eterna, u na per-fecta salud y una plena alegría de vivir.

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CAPITULO XIX

Los m aravillosos efectos de los baños de barro, que siendo unprodigioso com puesto de tierra, agua y energía solar, los prepara ladiligente Madre Natura para aliviar a sus hijos de los m ales que lessuelen aquejar.

En seguida, Jesús, extendiendo sus brazo sbendijo la inmensa concurrencia que le rodea-b a, diciendo: la paz sea con vosotros. Lu egodirigió sus pasos hacia un grupo de inválidosqu e, echados en el suelo, apenas se arrastra-ban.

Clam aban: Maestro, Maestro, ten piedad denosotros, sánanos de nuestros achaques. Di-nos, ¿qué debem os hacer para sanar de nues-tros achaques e inmensos dolores?.

Le m ostraron sus pies hinchados y dolori-dos, algunos con los huesos salido s de lascoyunturas; otros tenían la piel enteramentecon úlceras y erupciones y otros con manchasrojas, manifestaciones externas de impu rezasinternas, qu e se exteriorizan con erupcionescutáneas.

Cristo, lleno de compasión, les in spiró áni-mo diciendo: De cierto os digo, vuestros acha-ques serán sanados si perseveráis en el ayunodu ran te más de los siete días, dada la grave-dad de vuestros males que os han sido im-puestos por vuestras graves faltas.

No os desaniméis, tened plena fe. Para cu-rar vuestros males invocaré auxilio de otroángel, el poderoso Ángel tierra.

Acto seguido les mostró un pantano alborde del río, compuesto de barro y lodo se-miespeso.

Les dijo: Sumergid vuestros cuerpos desnu-dos en ese barro , dejando sólo la cabeza afue-ra y esperad pacientes y confiados la accióncu rativa del prodigioso ángel tierra, que obracomo barro, en conju n to con el ángel agua yel podero so ángel sol que entibia él barro y locarga de sus energías solares.

Los enfermos así lo hicieron. Luego, algu-nos manifestaron la satisfacción y agrado que

sen tían al verse envueltos por este suave ytibio elemento, que casi al instante se m ani-festó por el gran bienestar que sen tían al qui-tarles sus ardores de estómago y sus abrasa-doras fiebres internas.

Así, ayunan do y orando, permanecieron losdías enteros en este tibio y agradable bañomedicinal, escuchando devotamente las con-soladoras pláticas del Divino Maestro, quepara ellos fueron el más nutritivo de los ali-mentos, el alimento espiritual. Lu ego, a gran-des voces decían algunos: Maestro, ya se m equitó todo dolor, qué me atormentaba tantosaños. Otros llenos de júbilo manifestaban quesus hin chazones se les estaban bajando, yotros, que ya se les deshinchaban totalmente yque no sentían los agudos dolores de antes.

Lu ego, otros a grandes voces exclamabanque al deshinchárseles los pies, los huesossalidos habían buscado su s centros y por símismos penetraron en las coyunturas, pu-diendo ahora andar. Para demostrarlo, jubilo-sos salieron del barro y cojeando y algo déb i-les se dirigían al Maestro.

Y finalmente, otros que tenían la piel cu-bierta de úlceras y erupciones, sentían desdeel primer día una n o table mejoría, cicatrizandorápidamente las llagas, para después de u nosdías, aparecer la piel sana, l isa y lozana, lo quemanifestaban a grandes voces al salir del bañode barro.

Y e l Maestro mandó a todos los que estabansaliendo del barro, que se dieran una duchadebajo de un ch o rro de agua cristalina quecaía de las alturas de una vertiente, formandolluvia to rrencial. Bastaba un breve instantepara quedar completamente l impios del barro,presentándose ante el M aestro con sus cuer-

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pos limpio s y su piel sana y lozana, perfecta-mente cicatrizada.

Después de observar aten tamente el esta-do de cada paciente, les mandó que se seca-ran sus cuerpos húmedos en las tibias arenasde la playa, revolcándose en ellas. Esto lo ha-cían los pacientes con sum o agrado, perma-neciendo largos ratos en este agradab le bañode arena, entibiado por el ardiente Sol. Y,cuando estaban enteramente secos, se pre-sentaban jubilosos de n u evo ante el DivinoMédico, para darle las gracias.

Y con sincera emoción de agradecimiento,se echaban a sus p ies para besarlos en reco-nocimiento de tan milagro sa curación. Y to-dos los concurrentes que por millares habíanacudido de los alrededores, desde los máshumildes hasta los más encumbrados, jefes ygobernantes, fariseos, escribas y sacerdotes,todos ellos, algunos con envidia y otros consatisfacció n , pudieron informarse de las mila-grosas curaciones hechas por el Maestro.

Como último en salir del barro fu é un jovencuyos hermanos lo habían traído arrastrando

ya que estaba sin conocimiento y su piel eranegra como carbón, diciendo a sus hermanosque una serpiente muy venenosa lo habíapicado. Por indicación de Jesús, los hermanoslo in trodujeron en el barro y allí lo cuidabantodo el tiempo hasta que desp ertara del des-mayo y manifestara que se sen tía perfecta-mente sano. Luego, al salir del barro y tomarsela ducha de aseo, todos veían asombradoscomo la piel negra había tomado color rosadode aspecto sano.

Después de haberse secado en la t ib ia are-n a, se presentó sano y salvo ante el Divin oM aestro y echándose a sus pies, lloraba defelicidad y también sus hermanos. Jesús, visi-blemente emocionado, dijo: No me deis gra-cias a mi, sino a mi Padre, qu e m e ha enviadopara curaros de vuestros m ales. Ahora, volveda vuestro pueblo y en todas partes proclamadlas bondades de los divinos Ángeles el Sol,Aire, Agua; Ayuno, Oración, T ierra, Barro, etc.

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CAPITULO XX

El Divino Maestro explica cóm o el ayuno, la oración, la alim entaciónvegetariana y adem ás, la fe y el recto vivir, ayudan poderosam ente alhom bre a conquistarse una perfecta salud, prosperidad m aterial yespiritual y una intensa dicha de vivir.

Y habían muchos otros enfermos que, apesar de sus ayunos y o-raciones, seguíancon sus achaques, sufriendo horribles dolo-res. Pero l len o s de fe en las promesas deJesú s, perseveraron en sus ayunos y oracio-nes. Algunos de estos enfermos tenían elmal en la cabeza, por lo cual sentían vértigos,que les hacían caer al suelo, cada vez queintentaban levantarse para acercarse a Jesús.

Entonces, Jesús, l len o de compasión, seacercó a ellos para consolarlos, d icíendolesque si seguían con plena fe ayunando y oran-do, su curación se produciría con seguridad.

Entonces, uno de los postrados, expresan-do su desaliento, decía: Maestro, habiendosanado tantos otros, ¿porqué nosotro s segui-m o s enfermos, a pesar de que hemos ayuna-do, orado y nos hemos bautizado?.

Cristo respondió: Vuestro mal es más gra-ve que el de los que ya han sanado, porquehabéis pecado más tiem p o; más tiempo ha-béis desobedecido los Mandamientos de laMadre natura, por lo cual ah o ra, tambiénmás tiempo tenéis que sufrir enfermos. Perono os desaniméis, ten ed fe y perseverad envuestros ayunos y o raciones, pues, por esteúnico camino podéis recuperar la salud.

Para que comprendáis la necesidad e im-portancia del ayuno y de la o-ración paravuestra curación, os explicaré de* que mane-ra obran estos bondadosos y benéficos ánge-les, a-gentes ejecutores de la volu n tad de laMadre Naturaleza.Al ayunar se modifica todala economía funcional dentro de vuestroorganismo, orientándo se h acia una totalcuración y lim p ieza de vuestras entrañas. Losmillones de células de que se compone vues-tro cuerpo y cuya misión corriente es trans-

formar el alimento en energía vital, esas cé-lulas, al no recibir alimento se dedican a cu-rar y reparar los órganos enferm os. Otras cé-lu las se dedican al aseo de la sangre, de lostejidos y órganos y de todas vuestras entra-ñas. Las células aseadoras proceden a elimi-nar y barrer fuera del cuerpo por las puertasy vías naturales, las basuras acumuladas envuestro interior. Pero si las cantidades debasuras son excesivas, entonces a-bren p u er-tas de escape adicionales en la superficie dela piel, consistentes en granos supurantes,úlceras, llagas, apostemas, etc., por dondedan salida a este exceso de substancias ex-trañas. De manera que dichas llagas, úlcerasy manchas, no constituyen una enferm edad ensí, sino que representan un proceso elim inato-rio, depurativo, curativo y de saneam iento delcuerpo interior, promovido por el sapientísi-mo médico interno, que todo organismotiene en su interior. No estorbando con me-dicamentos a este maravil loso médico, seobtienen las más admirables curacio n es.Cuando este m édico ha terminado su obracurativa y depurativa, dejando sanas y lim-pias las entrañas, p rocede a cerrar las puer-tas de escape de la piel -úlceras, llagas, etc .-que lu ego se cierran y cicatrizan en una piellisa y lozana.

Tal es la maravillosa obra del sapientísimomédico interno, uno de los Angeles de laMadre Natura, que espontáneamente limpiay pura proli jamente vuestras entrañas, sincuranderos, ni m édicos, ni m edicinas.

Toda esta m aravillosa restauración devuestro cuerpo ha sido posible debido a queOs habéis so metido a un riguroso ayuno. Demanera que el Angél del Ayuno ha termina-

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do exitosamente su misión y vosotros podéisempezar a comer de nuevo.

Empero, los primeros días después de unprolongado ayuno, comeréis muy poco, paraaumentar poco a poco la ración cada díasiguiente, hasta llegar a la normal.'

Después de haberos explicado la impor-tancia que ejerce el ayuno en vuestra cura-ción, os explicaré la importantísima funciónque desempeña la oración en el restableci-miento de vuestra salud. Al orar ferviente-mente, lanzáis luminosos rayos que conectanvuestra alma Con Dios, la gran Alma Cósmi-ca, qu e todo lo abarca y que es un vibrantenúcleo de sabiduría, energía vita l , dinamis-mo, fuerza, salud, bondad y amor.

Si vuestra ferviente oración es sostenida yla acompañáis con el recto vivir y ademáscon buenas obras de caridad, bondad yamor, dentro de una inquebrantable fe, en-tonces vu estra alma se identifica con Dios yEl se une, y por este conducto fluye a rauda-les de ese gran depósito de salud, u n torren-te de energía vital a vuestro escuálido cuer-po, cargándolo de vitalidad, fuerza y vigor, loque prontamente restaura vuestra salud,tanto del cuerpo como del alma. De' estam anera quedaréis persuadidos de la inmensaimportancia de la oración acompañada debuenas obras y del recto vivir.

CAPÍTULO XXI

Es un grave error y falta de veracidad el hacer creer al pueblo que unam edicina puede sanar una enferm edad. Las enferm edades so npecados del alma y no del cuerpo, que es m ateria inconsciente,incapaz de pecar. Tam bién la m edicina es inconsciente m ateria queobra tan sólo dentro de la m ateria y no tiene acceso a los m undossutiles del alma, que es raíz, causa y origen de toda enfermedad.¿Puede, acaso, lim piarse de este lado una m ancha de un vidrio, si estam ancha está ubicada en el otro lado del vidrio?. Es este el im posibleque los em píricos tratan de realizar, al querer curar una enferm edadde este lado, el lado m aterial, estando la causa ubicada en el otrolado, el lado m oral y espiritual. Por esto, la Madre Natura, sólo otorgasalud al m érito, a la virtud, que actúan en el otro lado, el lado m oral yespiritual y no concede salud por efectos de una droga, que sólo obraen el lado m aterial.

En verdad os digo, nadie puede gozar deb u ena salud, ni recuperarla, si la había perdi-do, si no se somete a las Leyes Naturales. Sinembargo, hay hijos desorientados que, vana-mente, buscan la salud por caminos equivo-cados de las drogas, despreciando las gene-rosas fuentes naturales de donde la saludbrota a raudales. Es que esto s hijos estáncegados por la deslumbrante propaganda delos curanderos, que, apro vechándose de laign orancia del pueblo, explotan en provecho

propio esa ignorancia y la enfermedad, co moel más lucrativo de los negocios milagrosos einfalibles para sanar enfermedades, lo que,au nque sea falso, es creído por la gran m asadel pueblo.

Por lo tanto, una vez más os prevengo:Nadie p u ede sanar con una medicina, porqueesto sign ificaría anular las sabias Leyes delCreador, que sólo otorga salud al mérito,pero jamás a una droga. El p u eblo adquiereméritos ante Dios, obedeciendo sus Manda-

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mientos. Entonces, uno de lo s o yentes, que se sen-

tía aludido porque era curandero, interpeló aJesús diciendo: Maestro, has dicho que losremedio s jamás curan enfermedades. Sinembargo, yo disp o n go de medicinas que nosólo hacen desap arecer las úlceras y llagas dela piel, sino que también quitan los do lo resde cabeza, de muelas, reumatismos, etc.Maestro, tened a bien de esclarecer esta in-congruencia entre lo que tú sostienes y yoafirmo.

Jesús replico: Ya os di je que todo organis-mo vivo tiene, en su interior un sapientísimomédico, que constitu ye la más poderosa de-fensa natural del organism o hum ano. E stadefensa la compone un inmenso número decélulas, cuya misión es mantener sano y lim -pio el interior de vuestro cuerpo. Estas célu-las son organismos vivos, inteligentes, com-pletos, do tados de rápida movilidad y agili-dad, siendo tan pequeñas qu e no las alcanza-m os a ver a simple vista. Sin embargo, pode-mos admirar su maravillosa obra cu ando noszurcen una herida y la cicatrizan con tantaperfección que ¡guala a la piel sana. Hay nu-merosas clases de células, p ero las que aquínos interesan son las células curativas, asea-doras y m ensajeras. E stas últimas nos avisancuando ocurre un accidente en el interior denuestro cuerp o . Este aviso nos llega a nues-tra conciencia po r m edio del dolor que senti-mos en lá parte afectada.

Si por ejemplo, una comida os cayó mal,sentiréis en el estó mago un agudo dolor. Sien ese instante pudierais asomaros con vues-tra penetrante mirada al interior de vuestroestómago, veríais al l í las células defensivas enuna febril actividad. Así veríais có m o las célu-las mensajeras, mediante una finísima red denervios, avisan a la central de vuestro cerebro,la existencia del mal. El cerebro, a su vez, dala alarma que se manifiesta en un agudo do-lor del estómago en el punto amagado. Deesta manera estáis conscientes del mal quesufrís y podéis ayudar a una pronta mejoría,dejando de comer unos días. Es decir, ayuna-

réis rigurosamente, hasta qu e la indigestiónsea curada. Durante el ayuno, naturalmente,no comeréis absolutamente nada. Tomaréissólo agua pura, para lavar y refrescar adentro.Asimismo, veréis cómo las células defensivasse esfuerzan en curar, zurcir, cicatrizar y me-jorar la afección, haciendo una o b ra perfecta.Al quedar reparado el daño, desaparecerá eldolor, lo que os servirá com o señal de quepodéis comer dé nuevo.

Al perm anecer con vuestra penetrantemirada observando la maravillosa obra delCreador, veréis cómo las células aseadoras, seesmeran en limpiar prolijamente el interio r ,transportando hacia afuera todas las sub-stancias extrañas, echándolas encima de lapiel, en la cual habían abierto puertas deescape, consistentes en úlceras, erupciones,apostemas, granos, etc.

En estos momentos críticos es cuandotales enfermo s deben ser sabiamente acon-sejados, preferiblemente por sacerdotes-m é-dicos que han estudiado a fondo el procesocurativo natural, aquí someramente mencio-nado y que -de acuerdo con el Mandamiento-atienden por caridad, por am or al prójimo, perojam ás por dinero. Sólo en estas condiciones elmismo Padre Celestial acude a curar a vues-tros pacien tes, lo que se manifestará en éxi-tos asombrosos.

Al ser los pacientes sabiamente aleccio na-dos, se evitará qu e caigan en manos de ines-crupulosos cu ran dero s que abusivamenteexplotan la ignorancia, la enfermedad y eldolor del pueblo para hacerse inmensamentericos.

Pero a falta de tales médicos sacerdotes,los enfermos suelen caer en manos de talesMagos Curan deros inescrupulosos que, porbuena paga, les proporcionan sus mixturasqu e, al momento, suelen adormecer al Médi-co interno, con lo cual se calma el dolo r ydesaparecen las manifestaciones de la en fer-medad, incluso las erupciones de la piel.

Entonces tales pacientes se sienten fe licesante tan maravillosa curación, creyendo que,realmente, habían sanado. No se cansan de

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cantar glorias a tan porten tosa medicina y alMago que la proporcionó.

Pero poco durará la felicidad del pacien te,porque luego, la enfermedad volverá concaracteres mucho más malignos. Es qu e lamedicina había suprimido tan sólo los efec-tos del mal, pero empeoró e l m al mismo. Hainterrumpido un maravilloso proceso curati-vo natural del Médico internó, agravando lacau sa del mal. La autocuración espontáneadel organismo fue interrumpida, tornándoseen una enfermedad crónica, maligna, muydifíci l de curar. De esta verdad os convence-réis, al asomaros con vuestra pen etrantemirada, de nuevo al interior de vuestro estó-mago y observar atentamente, la parte afec-tada.

Entonces experimentaréis la más grandede las sorpresas, porque allí, donde momen-tos antes habíais visto un enjambre de célu-las en diligentísima actividad curativa y de-purativa, veréis ahora montones de cadáve-res de células muertas, aniquiladas, algunasaún con vida, a letargadas, arrastrándosepesadamente. ¿Qué es lo que ha pasado? Fuela funesta droga, esa mixtura del curandero,que envenenó las célu las defensivas (al Médi-co interno), ya que todos estos remedios,unos más, otros menos, t ienen por lo generalcomo base, el aniquilamiento de las defen sasnaturales. El primer efecto de este aniquila-miento de las Defensas Naturales, se hacenotorio entre las células m en sajeras, quedejan de transmitir alarmas, o sea de causardolor lo que es muy grave po rqu e entoncesel paciente, al no sufrir dolor se cree total-mente sano y come de todo,; arruinando suestómago, que crea úlceras sangrantes lascu ales degeneran más tarde en cáncer, cau -sándole una repentina m uerte.

Las células curativas, ese sap ientísimomédico intern o , no han podido evitar estedesastre, ya que también ellas yacen heridasy muchas totalmente aniquiladas. Lo mismopasa con las células aseadoras que, por elmismo m o tivo , qu edaro n im p o sib il itadaspara desempeñar su función de lim p ieza. Al

interrumpirse el aseo y al no aparecer lascélulas aseadoras en las puertas de escape dela superficie de la piel, con su acostumbradacarga de basuritas, las células porteras creenque habían terminado el proceso aseador enel interior del cuerpo y proceden a cerrar laspuertas de escape, o sea las erupciones cu tá-neas, los granos, úlceras, apostemas, etc.,cicatr izando la piel en una sana, lisa y lozana.E s que las células porteras, tan distantes dela corriente sanguínea, reciben de último elimpacto de la ven enosa droga asesina, demanera que pueden actuar hasta el últ imomomento, aunque con dificultad.

Si ahora nos asomáramos de n u evo al in-terior de este cuerpo en venenado por lasdrogas, qu edaríam o s espantados ante elhorrible cuadro de cadáveres de célulasmuertas, en putrefacta y maloliente des-composición.

Luego la sangre se encarga de esparcirestas inmundicias por todo el organ ismo,envenenando los órganos m ás nobles, queempiezan a fal lar. La pulsación se altera, lapresión interna sube, provocando desvaneci-mientos, ceguera, sordera, dificultad en elrespirar y an dar , lo que generalmente termi-na co n un colapso cardíaco, una parálisis par-cial o total y una muerte prematura. Tal es,pues, el efecto de las drogas, los calmantes ym edicinas en general, que por unos instantesalivian, para m atar después.

Y dirigiéndose el Divino Maestro al curan-dero, le dijo: Tal es la respuesta al enigmaque me has planteado para que lo dilucidara,p ara que te convenzas de que la. medicinaqu e Ia tanto pregonas es tan tóxica que nocura, sino envenena. No trae salud sino unaenfermedad más grave, porque convierteuna b en igna autocuración, en una dolenciamaligna, como la tuberculosis, reumatismocró nico, diabetes, cáncer y hasta la lepra. E nverdad os digo: los efectos curativos , dealgunas medicinas son en realidad tan prodi-giosos, qu e con razón deslumbran y fascinana aquellos investigadores que desconocen lacura-'ción natural de las enferm edades. Los

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que la co n o cen saben perfectamente que setrata de pura ilusión, que acepta las aparien-cias como realidades. Los naturistas expertossaben qu e, según las Leyes Biológicas, .nin-guna m edicina es capaz de sacar de raíz unaenferm edad. Lo que realmente hace la medi-cin a es transmutar y transformar una enfer-medad leve en otra m ás grave; un mal benig-no, .en otro maligno; una en fermedad fácilde curar, en otra incurable.

Respecto a la inmunización, en verdad o sdigo que no existe ningu na medicina deefectos in m u n izan tes qu e l ib re vu estro scuerpos de futuros contagios con enferm e-

dades infecciosas. El único inmunizante realy efectivo es la sangre inmaculadamentepura. Otro inmunizante no h ay ni se hallarájamás, porque el inmunizar es antinatural,debido a que se opon e a los principios fun-damentales de la Biología. Ninguna drogainmuniza sino tan sólo -repito- cambia unmal benigno por otro malign o , porque sóloadormece y encona, suprimiendo de queexiste inmunización, cuando po r algún tiem-po las defensas naturales, lo que entonces,da la impresión de que existe inmunización,cunado en realidad sólo existe una paraliza-ción de las autodefensas.

CAPITULO XXII

Cristo explica la m aravillosa organización celular que existe dentro delcuerpo humano, diciendo qué es la obra más perfecta de toda la Divi-na Creación.

Los concurrentes escuchaban adm iradosestas maravillosas en señanzas que por vezprimera llegaron a sus oídos. Algunos supli-caron: Maestro, enséñ anos algo más acercadel funcionamiento de nuestras entrañas,para que al conocer el orden in terno, poda-mos cu idar mejor nuestra salud y así no de-pender de los curanderos que, aprovechán-dose de nuestra ignoran cia, por dracmas deplata nos venden menjunjes, más dañinosque la enfermedad misma.

Cristo accedió a esta súplica diciendo: Enverdad os digo, tan infinitas co m o lo son lasestrellas del cielo, son las células de que secom p o n e vuestro cuerpo. Sin embargo, to-das ellas son indispensables para asegu rar elcorrecto funcionamiento de vuestro organis-mo. Estas células son entidades vivas, ágilesy dinámicas, in teligentes y razonadoras. Ellastienen algo de parecido a los seres humanos,porque nacen, crecen, comen, se reprodu-cen, trabajan, gozan, sufren, am an, odian,

envejecen y mueren, siendo reemplazadaspor otras células jóvenes.

En hombres sobrios, abstemios de vicios yobedientes de la Madre Natura, prevaleceentre las células una perfecta disciplina y elm ás riguroso orden, dentro del sabio régi-men de los mejores y más aptos. La Ley Uni-versal, según la cual la Naturaleza ata al ig-norante y da poder al sabio, tamb ién rigedentro del cuerpo humano, este pequeñomicrocosmos, considerado como un resu-men del Universo entero. D entro de esterígido orden, las células se van agrupando enjerarquías, conforme a sus aptitudes natura-les, tendencias específicas, sus afinidades ymutuas simpatías.

Las células más vigorosas, las más activasy de más empuje, las más inteligen tes, auto-máticamente se imponen, ascendiendo aposiciones de mayores responsabilidades ymás altas jerarquías. Así, las células más afec-tuosas, las más sen sib les, las más sabias y las

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más inteligentes, forman el corazón, y el cere-bro de vuestro cuerpo, mientras qu e las de-más células fo rman el resto de los órganos,como el estómago, hígado, intestinos, ríño-nes, bazo, pulmones, sangre, h uesos, pelo,etc.

Las células de cada ó rgano efectúan conesmero máximo su propia labor, esforzándo-se en mantener ese órgano en óptimas con-diciones de funcionamiento y su más altoren dimiento, pero no para su propio y exclu-sivo provecho, sino siempre con miras aserw 'r lo m ejor posible a los dem ás órganos,con los que están ligadas en estrecha e inse-parable interdependencia . Todos los órganosunidos forman a su vez un armonioso co n -junto de órganos, o sea, un gran órgano, quees vuestro cuerpo, siendo éste vuestro cuer-po, a su vez, una célula del organismo másgrande, que constituye la hum anidad entera

Este sabio orden cooperativo dentro denuestro cu erpo desaparece sin embargo enindividu o s qu e desobedecen ios Manda-mientos de la M adre Natura, entregándosede lleno a los placeres mundanos, a v icios ymalos hábitos.

Las bebidas em briagantes, los tóxicos deltab aco y de las demás hierbas, adormideras ynarcotizantes, la desquiciadora fornicación,la comida desordenada que cu lmina en gula,a-demás los remedios y calman tes, todo estoenferm a, debilita y degenera las células devuestro cuerpo, aniquila sus autodefensas ysu energía vital. En tal cuerpo, la concienciadirectriz federal p ierde su soberanía sobrelas células insubordinadas, fas que entoncesforman focos subversivos llamados enferm e-dad, la cual suele degenerar hasta estadosmás graves, como la tuberculosis, tisis, raqui-tismo, diabetes, cáncer, reumatismo crónico,gangrenas, lepra, etc., que son los estadosmás avanzados de degeneración celular ysignifican la ruina total de vuestro organis-mo.

E sta lección os enseña que vuestro bie-

nestar depende de vosotros mism o s. Si obe-decéis lo s m andamientos de la Madre Naturaos aseguraréis u n a perfecta salud, prosperi-dad material y espiritual, p az y felicidad. Si ladesobedecéis, tendréis que sufrir tales enfer-medades, miserias y calamidades sin f in .Además, os enseña esta lección, que debéistomar como ejemplo el co m p ortamiento delas células de vu estro cuerpo y tratar de imi-tarlas, p o r ser la organización más perfectade toda la creación. Este perfecto orden coo-perativo de convivencia humana, poco apoco, será adoptado por todos los pueblo s amedida que ellos vayan acercándose a lascumbres evolutivas humanas.

Para poder vosotros cooperar eficazmenteden tro de esta severa disciplina social, de-béis trabajar intensam ente en vuestro propioperfeccionamiento, tanto físico, moral, comoespiritual, pero no únicamente para vuestroexclusivo y personal provecho, sino siempreCon miras a servir lo mejor posible a toda lacolectividad, tal como las células de vu estrocorazón sirven a todo vuestro cuerpo, el cualen el acto sucumbiría si esas células, delibe-radamente, se negaran a trabajar.

De ahí que co mo no cabe una paralizacióndeliberada de la actividad celular dentro devuestro cuerpo, así tampoco cabrá tal parali-zación dentro de una organización socialhumana, cuando ella se eleve a semejanteperfección, siendo ta! perfección la Supremameta de los pueblos y su inelu dible destino;destino de escalar eternamente la avalanchaevolutiva humana, esas altas cu mbres super-humanas, en su acercamiento hacia el cielo.

De manera que, en el futuro, será califica-do como el pueblo más culto y civilizado delmundo, aquel que, dentro del libre albedrío,ejerza la máxima justicia social, sin necesi-dad de recurrir a la fu erza, a la paralizacióndeliberada del trab ajo, y que con todo empe-ño y la, mejor buena voluntad, coo p ere conlos demás pueblos, especialmente con losmás atrasados.

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CAPITULO XXII a)

Cristo insiste en que la atención m édica debe ser gratuita; que la pará-bola del Buen Sam aritano debe servir de ejemplo a los m édicos acercade la m anera en que ellos deben atender a los enferm os.

Y dirigiéndose Jesús, exclusivamente asus discípulos les dijo: Vosotros que os esme-ráis en aprender los secretos de san ar a losenfermos, debéis saber có mo manejar estedon y conservarlo una vez obtenido. Es quees muy fácil perderlo al abusar de él, porejemplo, si explotáis la enfermedad comonegocio, como lo hacen algunos curanderosoficiales, hacién do se in m en sam ente ricoscon el dolor ajeno y la desgracia del prójimo.

S in embargo, vosotros no procederéis así.Al estar en presencia de un enfermo, implo-raréis al Alt ísimo suplicando que acuda asanarlo. Es qu e vosotros jamás podréis curarpor vosotros mismos a un enfermo, sino úni-camente con el auxilio del Padre Celestial,que és el artífice creador de los organismos,y, por !o tanto, sólo El con o ce las enfermeda-des y la m anera de sanarlas.

Debéis imitar el ejemplo del Bu en Samari-tano, que se condolió del que yacía al bordedel camino, gravem ente herido por bandole-ros: le curó las heridas, lo transportó a laposada y no le cobró nada por estos valiososservicios. Al contrario, también pagó de su

bolsillo los gastos de su restablecimiento. Tales el m édico m odelo que debe servir de ejem plopara los m édicos de todos los tiem pos. Sin em-bargo, si alguno de vosotros, o lo s que ossucedan, se tienta de cobrar salario por laatención de sus enfermos, ya sea dinero,dádivas u otras prebendas, pierde el don desanar a enferm o s porque entonces Dios noacude en su ayuda. Tal médico se to rn a en unmago, en un curandero, que so lo fracasos yamarguras cosechará en su inhumana profe-sión.

Cada denario que cobre en la explotaciónde la enfermedad, como n egocio, se conver-tirá en una dolorosa espina que permanente-mente le re-, morderá la concien cia, quitán-dole toda la alegría de vivir. Ante la Ley Inm a-culada -que es Ley Divina-, este m édico es unreo y como tal, co n denado a sufrir en supróxima reencarnación la misma miseria,an gu stia y el mismo dolor que él hizo sufr ir asus pacientes, p o rque le será aplicada contodo rigor la Ley que dice : Con la m ism a varaque m idas, serás m edido.

CAPITULO XXIII

Cristo expulsó del cuerpo de un desvalido una enorm e lom briz que loatorm entaba durante m uchos años y lo tenía reducido a una piltrafa,sin em plear purgantes ni o-tros rem edios, sirviéndose tan sólo del ayu-no y del vapor de la leche.

En seguida, Juan, el Discípulo amado deCristo, qu e siempre estaba a su lado, dice al

Maestro: Señor, hay entre la muchedumbreun enfermo yacente en el suelo debido a su

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debilidad, que ni gateando con el auxilio de la s m a n o s a lc a n z a a a c e r c a r se a t i y c o n su

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débil voz desde lejos clam a: Maestro, sánam e,porque sufro mucho

Jesús, acercándose al enfermo que estabaen el su elo, lo observó atentamente un largorato, co m o si, con su penetrante mirada ha-cia el interior del cuerpo enfermo, quisieraestablecer el diagn óstico exacto del mal quepadecía. El cuerpo del enfermo estaba tandemacrado, qu e se parecía a un esqueleto.S u p iel estaba amarilla como las hojas caídasde un árbol otoñal.

El enfermo, al ver la presencia de Cristo,quiso incorporarse, pero su debilidad se loimpedía. Con la mirada f i ja en el dulce Maes-tro le suplicaba: Señor, ten piedad de mí,sáname. Sé que eres un Mensajero de Dio s yque posees el poder de enderezar mis miem-bros torcidos y arrojar de mi cuerpo al Sata-nás que me está atormentando. M e muerdelas entrañas, me oprime la garganta, me aho-ga, no dejándo m e respirar. Entonces un fa-miliar del enfermo, que lo acompañaba, dijo:Maestro, he v isto con mis propios ojos quetiene metido el mismo demonio en su cuer-p o , pues lo vi al asomarse este demonio porla boca del enfermo cuando duerme. Vi suhorrible rostro que era redo n do, tenía enor-mes ojos y un gran b igote alrededor del ho-cico.

Cristo, asintiendo con la cabeza, co moque comprendía de qué se tratab a, se acercóa Ju an y a l selecto grupo de discípulos -a losque estaba aleccionando en los secretos desanar en fermos- y les dijo: No es un espíritumaligno o un Satan ás lo que tiene metidodentro de su cuerpo, sino una enorme lom-briz. Este gusano penetró en su cuerpo haceaños co mo un pequeño microbio, con lasabominables comidas con que el enfermo sealimentaba. Esta lombriz se anida, preferible-mente, en el tubo digestivo, nutriéndose conlo mejor de las comidas del enfermo. Con losaños, esta lombriz creció enormemente den-tro de sus entrañas y suele llegar a un largode cuatro codos. (1.70 metros). Ah o ra, alayunar el en ferm o durante varios días y nodarle comida al gusano, éste, atorm entado

por el hambre, se torna m aligno, batiendo yretorciéndose dentro de su vientre. Con susfauces de pulp o, muerde y pellizca las pare-des de los intestinos y del estómago, llegan-do hasta la boca en busca de alimentos, chu-pando y succionan do los residuos de losalimentos añejos qu e suelen quedar pega-dos en los intestinos. Al no encontrar ya na-da que comer en el inter io r del cuerpo, lalombriz se asoma hasta afu era de la boca,tap an do con su voluminoso cuerpo los con-ducto s respiratorios, lo que ahoga y asfixia alen ferm o . El pueblo no sabe de qué se trata, yllama a este gu sano S atanás y con este nom-bre ten dré que seguir llamándolo también,para hacerme comp render mejor por la mu-chedumbre.

Y dirigiéndose Jesús directamente al en-fermo, le dice : El ayuno de varios días a quete has sometido está comenzando a dar bue-nos resultados. Pues a l n o comer tú, tampo-co come Satanás que tienes como indeseablehuésped alojado en tus entrañas. Este hués-ped, también tuvo que ayunar contigo y aho-ra tiene m u cha hambre, por lo cual te ator-menta. Por tu ignorancia com iste alimentosinmundos qu e h an infectado tu cuerpo y loconvirtieron en una cueva de S atanás, en vezde ser un tem p lo sacrosanto en que habitaDios. Pero no temas, Satanás será aniquiladoantes que él te aniquile a ti. Porque mientrastu ayunas y oras, los Angeles de Dios prote-gen tu cuerpo, para que la ira de S atanás nolo aniquile, po rque Satanás es impotenteante el poder de los D ivinos Angeles. Enton-ces, los concurrentes, muy impresionadosante las revelaciones del Divino Maestro, searrodillaron frente a El y le suplicaron dicien-do: Maestro, ten piedad con este pobre des-valido, porque sufre más qu e todos nosotros.Si no arrojas pronto a Satanás de su cuerpo,tememos que no viva hasta mañana.

Cristo respondió: Grande es en verdadvu estra fe y será hecho como pedís. Luegoveréis vosotros, cara a cara, a Satanás y suextraño rostro y entonces os convenceréisdel poder de los Angeles de Dios, al expulsar-

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lo de las entrañas de este enfermo.En seguida, Jesús h izo sacar leche de una

burra que estaba pastando cerca, y un reci-piente co n esta tibia leche -que evaporabaun agradable aroma a leche recién sacada- locolocó delante de la boca y las narices delenfermo, diciendo: Los tres Angeles del Se-ñor intervendrán ahora en el milagro queenseguida veréis con vuestros propios o jo s,pues e l Ángel del Agua compone lo esencialde la leche; el Ángel del Sol la calentará yevaporará y el Ángel del Aire se encargará dellevar este vapor por la boca y las narices alos pu lm o n es del enfermo y también hasta elhocico del demonio, a quien le gusta muchola leche fresca.

Así sucedió efectivamente, porque el va-po r de la leche, calentada y evaporada por elardiente sol, em pezó a levantarse abundan-tem ente, llenando todo el ambiente con sugrato aroma a leche fresca recién sacada.Cristo, que mantenía la cabeza del postradoen su regazo , apoyada en sus manos, acercóaún más la palan gana a sus narices y le dijo:Aspira, ah ora, fuerte, hondamente el vaporde la leche, para qu e los Angeles del Agua,Sol y Aire, penetren en tu cuerpo y atraiganafuera a Satanás.

El postrado aspiró hondamente el vaporde la leche que, blanquecin o , salía de la pa-langana.

Cristo, para dar ánimo al p ostrado a suspies, le decía: No te desesperes y ten fe, por-que luego Satanás saldrá afuera de tu cuerpop o r tu boca, ya que está hambriento porquetú lo obligaste a ayunar.

Atraído por el aro m ático vapor que despi-de la leche fresca y caliente , S atanás saldráafuera, an sio so de satisfacer su hambre consu alimento predilecto, que es la leche.

Entonces, el cuerpo del enfermo se estre-mecía con temblo ro sas convulsiones y hacíaesfuerzos para vomitar, pero no podía. Bo-queaba para tomar a ire , mas, no podía, por-que había algo que impedía su resp iración,por lo cual se desmayó, manteniendo Jesúsfirme la cabeza del desmayado en sus m anos,

la cual remecía para procurarle aire.Ahora Jesús, señalando la boca del enfer-

mo, ampliamente abierta, dijo a Juan: Miraadentro de la boca para que veas que Sata-nás ya está saliendo lentamente afuera.

Entonces, to dos los que le rodeaban po-dían ver con terror y asombro a Satanás, qu esalía de la boca abierta del desmayado, diri-giéndose lentamente hacia la leche.

Jesús aprovechó esta circunstancia paraarrancar la cabeza del gusano y aplastarlacon una piedra. Acto seguido sacó afuera delas entrañas del paciente el resto de la lom-briz, que era más larga qu e el alto de unhombre.

Cuando el enfermo se hubo librado deeste abominable animal, que lo estaba ator-mentando tantos años, recobró su aliento,respiró hondamente y lloró de alegría. Conalguna dificultad se incorporó sobre sus pier-nas y luego dio alguno s pasos. Estaba feliz alconstatar que podía andar de nuevo. S usfuerzas em p ezaban a recuperarse, su nubla-da vista se empezaba a aclarar , lo que le per-mitía, ahora, ver mejor a su bienhechor, aCristo, que con afectuosa sonrisa lo miraba.

Jesús, más complacido con su paciente, ledijo: Mira esta enorme bestia que tenías alo-jada en tus entrañas, está gorda, bien nutri-da, porque se comía lo m ejor de tus alimen-to s, dejándote flaco y desnutrido, sin fuerzaspara trabajar. Para que no te suceda algosemejante, desde ahora dejarás de alimen-tarte con comidas abominables, para que asítu cuerpo sea puro y limpio, co n virtiéndoseen un templo del Señor, tu Dios, que hab ita-rá en el Tabernáculo de tu corazón.

Y todo s los concurrentes estaban felices yadmirados de la sabiduría de Cristo y le de-cían: Maestro, en realidad tú eres Mensajeroenviado del Altísimo, ya que conoces todoslos secretos de las enfermedades y de la sa-lud.

E l recién sanado, a altas voces, pregonab acon alabanzas la sabiduría de Jesús. Se pos-tró, le besó sus pies y lloró de alegría y con éltodos los concurrentes.

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CAPITU LO XXIV

Cristo som ete a todos los concurrentes enferm os a fervientes oracionesy a un riguroso ayuno por el plazo de 7 días, sanando la m ayoría de susachaques.

Y Cristo partió diciendo a Juan: D ejo a tucuidado este rebaño. Volveré al séptimo díade ayuno y o ración, para celebrar a los queperseveraron ayunando y orando los sietedías.

Ante esta exhortación, muchos de losen fermos perseveraron en el ayuno y oraciónhasta completar los siete días. Y cuandoterminó el séptimo día de ayuno y oración,grande fué la reco mpensa que recibieron delCielo los que perseveraron ayunando hastalos siete días. Pues todos sus achaques ydolores les habían desaparecido como porobra de encantamiento , lo cual pregonabana grandes voces los convalecientes.

E l último día de ayuno y oración fue cele-brado con especial solemnidad, alegría yregocijo. Hasta una magnífica aurora vino enayuda a este solemne recogimiento. Ningunan u b e o b scurecía el cielo. El Sol salió con másbrillo y esplendor. Y cuando e l astro Rey em-pezab a a levantarse en el horizonte, todosvieron atónitos cómo Cristo bajaba de lasaltas montañas y cómo, flotando en el aire,se dirigía hacia ellos, con el esplen do r de unSol, irradiando todo su cuerpo una brillantezque cegaba m ás que el Sol.

Cristo, al estar entre ellos, e irradiando suaugusta faz una inmensa alegría, levantó losbrazos diciendo: La paz sea con vosotros.

Nadie se atrevió a pronunciar palabra.

Todos se p ostraron ante él y besaban el bor-de de su vestimenta, en señal de profundaadmiración, respeto y gratitud por haberlossanado de sus m ales.

Les decía: No me deis gracias a mí, sino alAltísimo que me ha enviado. El creó to do loque es y existe, incluso a la Madre Naturalezay tam b ién a los Angeles, para que os sirvan,si sumisos y arrepentido s, con ayunos y ora-ciones solicitáis sus servicios. Acto seguido,Cristo despidió a la gente para que se fuesena sus casas. Bendicién do les, les dijo: Idos enpaz y no pequéis más contra la Madre Natu-ra, porque sólo así estaréis sanos, sin doloresni enfermedades.

Empero, muchos resp o n dieron: Maestro, -¿adonde irem o s, cuando estamos tan bienaquí?. N o queremos alejarnos de ti, porquetú irradias paz y felicidad, lo que nos eleva elánimo y nos da alegría de vivir. Maestro, di-nos, ¿cuáles son los pecados capitales contrala Madre Natura, que debemos evitar paramantenernos sanos?

Cristo respondió: En verdad, vu estra fe meconmueve. Hágase conforme p edís. Actoseguido se sentó entre ellos y les habló acer-ca de las virtudes qu e los hombres debenpracticar y los p ecados que deben e-vitarpara vivir felices, sin en fermedades ni dolo-res, una larga vida aquí en la Tierra.

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CAPITULO XXV

Cristo da lecciones acerca de la creación del Cosm os, de ¡os primerospadres, de las razas, de su color y de los grandes Mandamientos.

El Padre Celestial ha creado la Tierra, elCielo, los Astros, los Soles, los Planetas ytodo lo que es y existe. Cuando la tierra esta-ba madura para recib ir vida humana, Dioscreó la primera pareja y la ubicó en un deli-cioso Edén, llamado Paraíso terrenal, dóndelos hijos, sin necesitar trabajar, se alimenta-ban de los exquisitos frutos de u n a exube-rante arboleda.

Este Paraíso estaba ub icado ca del Nilo.Corría a cargo de Mensajeros divinos, queapadrinaron a esta primera p areja. Para laetern a m emoria erigieron en medio del Edénuna enorme estatua que tenía el cu erpo deLeón (Reino Animal) y la cabeza de mujer(Reino Humano). Simboliza la ascensión delalm a de un Reino inferior a un Reino supe-rior , del Reino animal, al Reino humano. ¡Esel animal que se humaniza!. Luego esta pare-ja se multiplicó y se dispersó sobre toda lafaz de la tierra.

El color de la p ie l de estos primeros pobla-dores de la tierra era co brizo, que es el blan-co ligeramente tostado po r el Sol. Pero esteco lo r se alteró en aquellos pueblos que emi-graron a zonas frías, de hielos y nieves, y setornó blanco, por constituir este color lamejor defensa contra el frío. E n cam bio, lapiel de lo s pueblos que emigraron a las zo-nas Calurosas de Sol abrasador, poco a pocose tostó tomando el color negro , que es elcolor que mejor defiende contra el queman-te calor. E s que tanto el calor como el fríoqu eman, formando el frío pigmento blanco(nieve) y el calor pigmento negro (carbón).

El Padre Celestial que ama tiernamente asus hijos, cualquier color que tengan, lesenvió sabios guías, mensajeros, profetas,para que los instruyeran.

El primer gran Mandamiento que recibie-

ron fué el sigu ien te: "Amarás al Señor, tuDios, con todas tus fuerzas, con todo tu co-razón y con toda tu alma".

El segundo gran Mandamiento que reci-bieron dice así: "Amarás al prójimo como a t imismo".

Con la palabra p rójimo debe entenderse atodo ser viviente en la naturaleza, por seruna creación de Dios qu e debe ser respetaday protegida p or el hombre. Aún a vuestropeor enemigo debéis amarlo, porque sólo elamor extingue el odio en e l co razón que osodia, tornán do lo en amor. Pero si lo seguísodiando, agrandaréis el odio en el corazóndel prójimo para no extinguirse jam ás, perju-dicando gravemente a los dos.

Debéis amar a todos los h o m bres y pue-blos, porque son herm anos, hijos de Dios yde los mismos Padres, Adán y Eva, aunque elcolor de su piel sea diferente al color devuestro cutis, sea cobrizo, negro, b lanco oamarillo.

Repito, debéis amar a vuestros enemigos,considerándolos como los mejores amigosvuestros; debéis bendecir a los que os maldi-cen , hacer bien a los que os hacen mal, qu e-rer a los que o s ab o rrecen, dar pan a los queos echan piedras, orar por los qu e os odian,u ltrajan o persiguen, pues todo esto significaamar a Dios y al prójim o como a sí m ism o!.

Muy importante tam bién es el siguienteMandamiento: ."Am arás a tu padre y a tu m a-dre, para que vivas much os años sanos y feli-ces sobre la tierra".

Otra gran Mandamiento que recib ierondice así: "No m atarás". Es que la vida dada porel Altísimo ningún h o m bre tiene la autoridadde quitarla sino sólo Dios! El que quita la vidaal prójimo, au n que fuese Rey, juez o un ene-migo, es u n m alhechor y un reo ante la Justi-

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cia inminente, la cual tarde o temprano lehará cancelar esta cuenta, anotada con letrasindelebles en la eterna memoria del Vibro dela vida.

El que quita la vida al prójimo en realidadla quita a sí mismo, pues una muerte seme-jante se prep ara para sí mismo. Y si mataanimales para comerse sus carnes, estas car-nes se tornarán veneno en su cuerpo, enve-nenándolo, produciendo dolorosas enferme-dades, una vida llena de achaques, angustiasy una m uerte tormentosa.

Por el dolor, la angustia, el miedo y el te-rro r que el hombre ocasiona a los animalesen el momento de sacrificarlos, tarde o tem-prano tendrá que sufrir la misma semejanteangustia, conforme a la eterna Ley de Justiciay Am or, expresada en la siguiente sentencia:"Con la mism a vara que m idas serás m edido".

La carne es un alimen to abominable, unveneno en potencia que envenena hasta laúltima gota de vuestra sangre, ocasionán-doos, tarde o temprano, dolorosas enferme-dades y u-na angustiosa y prematura muerte.Porque el anim al en los momentos de sersacrificado, sufre u n miedo mortal, tirita,brama, sobreviniéndole un terror tal que leproduce un sudor frío, llam ado sudor de lam uerte, que es un poderoso veneno cadavérico,raíz y causa de las más gran des enfermeda-des que acechan al hombre, porque trastor-na todo funcionamiento fisiológico en susentrañas. La consecuencia fatal es la altera-ción de las facultades psíquicas que a vecesllegan hasta una demencia to tal. Luego sealtera también el funcionamiento del cora-zón/del estómago, los órganos digestivos, dela vista, oído, olfato, etc. La nariz pierde todosu control olfativo sobre los alimentos, loque podéis comprobar en un simple ensayo:

si, por ejemplo, el olor de algunos vegetales(cebolla, ajo, culantro, etc.) os repugna, esseñal segura de que vuestro olfato es anor-mal, desco m puesto, ya que la naturalezajamás produce alimentos con olores repu g-nantes, sino siempre con aromas gratos, paraqu e sean atrayentes al paladar. Es que elorganismo olfatorio perfectamen te sano, én-su pleno y normal funcionamiento, halladeliciosos los aromas de esos vegetales.

Además, las . vibraciones bajas del animal,las emociones y sentimientos, propios de suespecie, se transfieren al hombre al consumirsus carnes, contagiando su vida psíquica,rebajando sus sentimientos, sus em o ciones ysus gusto s a la categoría de ese animal, por-tándose el homb re a veces peor que un ani-mal en su fiereza y agresividad, pues no tieneescrúpu lo s en matar y aún en provocar unasangrienta matanza. La mayoría de lo s con-flicto s bélicos son provocados por tales hom-bres.

Ento nces un discípulo preguntó: Maestro,si prohíbes comer la carne com o alimento,¿qué comeremos?

Cristo respondió: El Padre Celestial hadicho: O s do y toda clase de hierba que creceen el campo, todas las legumbres y verdurasque producen vuestros huertos y tambiéntoda fruta de vuestras arboledas, para que ossirvan de alimentos; además, la leche devuestros animales y todo s sus subproductosy derivados.

Pero resp etaréis la vida de esos animales,no los mataréis, n i comeréis sus carnes ni susangre, pues, así no quebrantaréis la su p re-ma Ley de No Matarás.

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CAPITULO XXVI

Dice el Divino Maestro que el amor impide matar para comer, peropermite al hombre matar una fiera peligrosa qu e lo ataca, con locual no infringe la Ley de no matarás, pero sí al matar la sin que ellalo ataque.

Después de estas palabras todos perma-necieron silenciosos, meno s uno, que pre-guntó: Maestro, ¿qué haré si un fero z animalsalvaje en plena selva ataca a mi hermano yestá a punto de desgarrar lo?. ¿Dejaré que mihermano perezca o mataré a esta b estia fe-roz?. Muéstrame, Maestro, s i al matar yo a labestia feroz, quebranto el Man damiento deno m atarás.

Cristo respondió: Desde el p r incipio delmundo o s fué dicho: de todas las criaturasque moran en la tierra, Dios creó sólo alh ombre a Su imagen. Por lo tanto las b estiasson subordinadas al hombre y no e l h o m bre

a las b estias. Luego, no quebrantaréis la Leyal matar a esa bestia salvaje para salvar avuestro hermano. Pero el que mate a un ani-mal, aun qu e éste no lo ataque y sólo por elmorboso placer de matar, o p or la carne, supiel o sus colmillos, éste sí quebranta la Su-prema Ley de no m atarás.

En verdad os digo , este asesino de inocen-tes víctimas, tarde o temprano recibirá sujusto castigo, pues sel alma del animal asesi-n ado lo acech ará p a r a v e n g a r se y encualquier reyerta armará con un puñal lamano de un asesino para que lo maté, talcomo él lo mató.

CAPITULO XXVII

Cristo contesta la pregunta del porqué él prohíbe comer carne lo cualMoisés perm itía.

Otro de los presentes dijo: Maestro, measalta una duda acerca de la alimentación ab ase de carne, porque Moisés, el mayo r deIsrael, permitía a nuestros padres comer lacarne de los anim ales limpios y sólo prohibiócomer la carn e de los animales inmundos.Maestro, te suplico me saques de la du daacerca de la alimen tació n carn ívo ra. Túp ro h íbes comer la carne de toda bestia yMoisés lo permite. Dime, ¿cuál Ley viene deDios, la tuya o la de Moisés?

Jesús respondió: El Padre Celestial, porin termedio de Moisés, dictó diez Mandam ien-tos para la obediencia de vuestros padres.

Fueron leyes severas, sab ias, inmutables,concebidas para pueblos de avanzada madu-rez evolutiva.

Pero el pueblo de Israel aún no estabam a d u r o p a r a c o m p r e n d e r - y m e n o sobedecer- estos Mandamien to s. E nto n cesMoisés dijo al Altísimo Señor: Mi corazónestá lleno de angustia, porque mi pueblo escomo los niños pequeñ o s, de- cerebro infan-til, incapaz de compren der tus diez Manda-m ientos, ni en su letra y menos en su espíritu.P or lo tanto, permíteme, Señor, que le aclareestos diez Mandam ientos, con explicacionesque estén al alcance de su capacidad mental

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para comprenderlos y atenuarlos, para quelos pueda en tender, practicar y cumplir, ycuando haya progresado a mayor nivel evo-lutivo y mayor comprensión y m adu rez, en-tonces entenderá y obedecerá los diez Man-damientos de tu Ley, en to da su integridad,en su letra y espíritu.

Por esto, Moisés rompió las tablas de pie-dra en que estaban escritos estos diez Man-damientos y por cada Ley dictó diez explicacio-nes aclaratorias más fáci lmente comprensi-bles y m ás fáciles de realizar en el diario vivirpor estas mentes infantiles y obtusas. O sea,dio diez veces diez Mandamientos. P orquemientras más alejado está un pueb lo de Dios,

tanto m ayo r número de Leyes necesita, esdecir, mayor número de peldaños para llegara Dios.

Al revés, mientras más cerca está de Dios,menos Leyes necesita, o sea, menos númerode gradas para l legar hasta el Altísimo, parafinalmente no necesitar ninguna Ley, ningunagrada, cuando ya haya escalado hasta Dios.

Todos escuchaban asombrados su s sabiaslecciones y, al callar Jesús, le suplicaron:Maestro, continúa, estamos ansiosos de co-n ocer los misterios de la vida que nos estásrevelando.

CAPITULO XXVIII

Cristo sigu e explicando el porqué en tiempo de Moisés se permitíacomer la carne, lo cual ahora está prohibido.

Jesús continuó diciendo que en estas diezveces diez Mandamientos, también e l Man-damiento no matarás había sido aten uadoen sus severas dispo siciones. Este Manda-miento, aunque prohibía la matanza de todoser viviente, sin embargo, en este caso ex-cepcional y de emergen cia, por hallarse elpueblo en su incipiente grado evolutivo se lepermitía transitoriamente matar animales,pero no a hombres.

Entonces un discípulo preguntó: Maestro,¿hay aparte de esta razón que me diste paramatar animales, o tra razón que permita de-sobedecer la Ley de no m atarás?

Cristo respondió: Efectivamente, existeesta otra razón, qu e enseguida os explicaré.La vida se rige por cic los y etapas. Por unciclo de vida se entiende por ejemplo, lainfancia de un niñ o que vive feliz en el hogarpatern o y que sin necesidad de trabajar, ha-lla comida, abrigo, juegos, afecto s. Pero, alcrecer , termina el ciclo de la infancia y em-pieza el ciclo siguiente, el ciclo de la adoles-

cencia. Entonces, tiene que aban do nar eldichoso h ogar paterno, para ir a trabajarafuera y ganarse el pan por sí mismo, con elsudor de la frente. Algo semejan te comosucede en la vida de los niños, sucede tam-bién en la de los pueblos-niño. Así, los p ri-meros habitantes de la tierra vivían felicessu infancia en el Paraíso Terrenal y. sin nece-sidad de trabajar, hallaron la mesa siemprepuesta. Pero cuando llegaron a su adolescen-cia evolutiva, tenían que, en cumplimientode la Ley de cic lo s, abandonar el Edén, para ira poblar y cultivar la tierra , que Dios habíaaparejado para este objeto y ganarse el pancotidiano, con el sudor de la frente.

Pero e l recuerdo de su Divino Origen, queera tan dulce y grato, y que permitía familia-rizar y platicar con e l Padre Celestial, comolos hijos carnales platican con su padre car-nal, este recuerdo lo tenían tan arraigado,que no lo podían olvidar. Además, el otrorecuerdo de su estadía dicho sa y feliz eraque, sin la necesidad de trabajar, siempre

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tenían la mesa puesta, lista para comer. Estosdos tan graves recuerdos se les hacían inolvi-dables y les pro ducía una nostalgia tal, que,sollozando, pedían al Padre Celestia l que loshiciera regresar al Paraíso en el qué tan felizinfancia habían vivido.

Pero, como po r e l otro lado, estos siemprerememorados recuerdos les hacían imposi-ble concentrarse en sus faenas terrestres ymen o s hacer frente a la dura lucha por la-subsistencia y el cultivo de la tierra, el PadreCelestial, en su omnisciente sabiduría, leshizo olvidar estos recuerdos perturbadores,sumiendo a toda la humanidad en p ro fundosueño, que les hizo olvidar su D ivino Origeny su glorioso pasado.

Para esto fué preciso sepultar el espírituDivino en una envoltura material humanamás compacta, más den sa. Esto se consiguedensificando, aún más, el organismo huma-no mediante una apropiada alimentación. Yla alim entación densificadora del cuerpo hu-m ano la constituye por excelencia, la carne ylas bebidas embriagantes. D e esta manera elE sp íritu Divino fué sepultado en una envol-tura humana tan den sa, que no pudo mani-festarse en su conciencia sup erior, sino tansólo en la inferior, qu e es la materialista. Losfuertes narcotizantes, como son el vino y lacarn e, forman, pues, una bruma tan espesaalrededor del espíritu, que no dejan pasar n iun rayo del Sol esp iritual, para vivificar elespíritu sepultado.

Esto tuvo por conscuencia que la eterna

personalidad divina del hombre se tornara,poco a poco, una transitoria personalidadhumana, u-na entidad puramente terrenal.De esta manera el hombre perdió la visiónintegral de la vida y hasta los vislumbres delmás allá, de ese magnífico mundo celestial,que ha de habitar después de su muerte fís i-ca.

Sin el freno del Yo Superior y sin la luz espi-ritual, su mentalidad era a-hora, exclusiva-mente terrenal, sub-humana, con todas susfallas del ser in ferior, con sus odios, egoís-mos, rencores, guerras, orgullos, vanidades,vicios y malos hábitos, que son las caracterís-ticas de la perso nalidad humana, profunda-mente sepu ltada en la materia. Con la mayorden sificación de la envoltura que sepultó alespíritu dentro de la espesa m ateria, el Altísi-mo consiguió, plenamente, sus objetivos,pues la humanidad había olvidado su divinoorigen y ya no sufría n o stalgia, ni llorabapara regresar al Paraíso Terrenal. Ahora, aúnnegaba la existencia del tal P araíso y lo acep-taba tan sólo como una hermosa fáb u la. Porel otro lado, el pueblo a-hora se encontrabaplenamente en las faenas terren ales, en elcultivo de la tierra, el fomento de la ganade-ría, la pesca, etc.

Al dejar de hablar Jesús, uno de lo s discí-pulos le preguntó: M aestro, ¿qué esperanzashay para el próximo futuro de la humanidad?

CAPITULO XXIX

Cristo da a conocer la trascendental noticia de que con el Siglo Veinte,termina el ciclo m aterialista de la vida, y con esto, tam bién termina eldescenso del espíritu dentro de la densa m ateria, com enzando el granregreso hacía arriba, es decir, com ienza la rueda cíclica del ascensohacia los lum inosos m undos sutiles del cielo, que es él m aravillosoMundo Espiritual, el verdadero y perm anente hogar del hom bre hechoángel.

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Cristo respondió: El Padre Celestial me h aenviado para daros la buena nueva de que elReino de lo s Cielos se ha acercado. Para queseáis admitidos en este magnífico Reino,debéis lavar vuestras túnicas, para que seanin m aculadamente limpias cual nieve fresca olirios en flor. En otras palabras, debéis mejo-rar vuestra conducta y orientarla dentro delos Mandamientos del Seño r. Debéis hacerbu enas obras y arrepentiros de vuestroserrores, pues sólo así seréis admitidos en elReino de los Cielos.

En verdad os digo, la rueda cíclica de laevolución humana, ya marcó el punto másbajo en su descenso a las profundidades dela materia y ahora em p ieza el feliz retornohacia las alturas, hacia el Paraíso Celestial, lacasa paterna de| espíritu. Para esta ascensiónprecisa aligerar los organismos humanos,librándo los de su ahora inútil lastre. Lastreque fué necesario para faci l itar el descenso,p ero ahora, para el ascenso, precisa sacarlopara volver la b arca más ligera. Es decir, pre-cisa desmaterializar y desden sificar los orga-nismos humanos, y este procedimiento sehace al revés de lo que se hizo antes paramaterializarlos y densificarlos.

Si antes fué necesario y conveniente elcomer las carnes y beber vino, ahora, en esteciclo de vida es inconveniente y perjudicialhacerlo, porque este lastre precisa sacarlopara a ligerar la barca humana, para quitarlepeso, para su más fácil ascensión. Así, des-densificando y sutilizando los hombres suscuerpos, quedan aptos para realizar el ciclosiguiente de la vida, el ciclo espiritual , f i jadopara la presente oleada evolutiva humana.Repito, ahora precisa despojar y librar el es-píritu de la espesa m ateria, de la pesada en-voltura física, es decir , desm aterializarla,desdensif icarla, a fin de alivianarla, sutilizar-la, porque sólo de esta manera se puedeelevar y remontar a las alturas espirituales y

regresar a la casa paterna de la que h a salidopara adquirir conocimientos y experiencia enlas profundidades de la vida.

Desdensificar la capa del espíritu significa,en primer lugar, no comer la carne ni sussubproductos. En resumen, no debéis matarningún ser viviente para comeros los despo-jos de sus cadáveres. Como ya os manifesté,debéis alimentaros de vegetales y frutas.Tampoco debéis beber bebidas embriagan-tes. El ju go de uva no fermentado es unaexcelente bebida natural que fortalece y noembriaga como el jugo fermentado que setorna en embriagante alcohol. Pero la mejorde las beb idas es el agua pura, porque estabebida natural jamás podrá ser su perada porningun a bebida artificial hecha por el hom-bre. De esta manera iréis utilizando vuestroorganismo y paralelamente vuestro espírituirá desp ertando de su milenario sueño, enque, p ara vuestra propia conveniencia, os hasumido el Padre Celestial.

Con esta alimentación dep u radora, exclu-sivamente vegetariana, empezaréis a tenervislumbres ocasionales del más allá , de estemaravil lo so mundo en el que el Padre Celes-tial recib e y agasaja a sus hijos que, cargadosde experiencia, conocimientos y sabiduríaretornan a la casa paterna.

Entonces dirigiéndose Jesús especialmen-te al discípu lo que pedía una aclaración delp o rqu é Cristo prohibía comer carne, lo queMoisés perm itía, y cuál de las Leyes, la deJesús o la de~ Moisés, venía de Dios, dijo:Despu és de la extensa explicación que os diacerca de este pu nto , habréis comprendidoque las dos Leyes vienen de Dios, tanto la deMoisés como la mía, só lo que están destina-das para dos distintas épocas, o sea, una Leypara el descenso a la m ater ia (la de Moisés) yotra Ley para el ascenso de la m ateria (la m ía).

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CAPITULO XXX

Juan pregunta al Divino Maestro en qué se conoce a un verdaderoProfeta.

Todos quedaron atónitos ante tan sabiacontestación que dio el Divino Maestro . Seh izo un gran silencio que Juan aprovechópara hacerle una pregunta a Jesús.

Maestro, según tus sabias enseñanzas,, aun verdadero y auténtico Mensajero Divinose le conoce no sólo por las sabias enseñan-zas que divulga, sino también p o r lo quecome y bebe; si com e Carne y es bebedor debebidas em briagantes y se dice m ensajero, se-gún m i modo de ver es un farsante, un hipócri-ta, un impostor, como Simón el Mago. Maes-tro, ¿es correcta esta interpretación?.

Cristo respondió: Bien has interpretadom is enseñanzas. Ya el Sagrado Texto confir -ma esta verdad. Cuan do Jehová designó aDaniel y a sus compañeros como Mensajerosante e l Rey Nabucodonosor, les inspiró en suco razó n, que no aceptasen la suculenta co-mida ni lo s manjares exquisitamente sazona-dos a base de excitantes condimentos decarnes ni tampoco las embriagantes bebidasde la generosa desp en sa del Rey, sino tansó lo comieren una frugal comida a base delegumbres y frutas como único alimento y elagua pura como única bebida.

Ellos cumplieron estrictamente co n estaDivina inspiración, y de esta manera elloscontaminaron sus organismos, mantenién-dolos suficientemente puros, vigoro sos ysensibles para no perder la conciencia supe-

r io r , y así poder captar los mensajes del másallá. De esta manera ellos conservaron susdones espirituales y la conexión con el Altísi-m o , convirtiéndose en los sabios más pro m i-nentes de la épo ca, en Mensajeros Divinos yProfetas que asombraron a todos los sabiosde su tiempo.

Estos Mensajeros Divinos conservaron susorganismos físicos y espirituales tan inmacu-ladamente limpios, puros y agudos, que per-cibían clara y nítidamente los Mensajes delAltísimo y los interpretaban correctamente.E sta facultad de que ellos gozaban no so la-mente se debía al hecho de ser vegetarianospuros, sino a que comían los vegetales cru-dos, tal como la Madre Natura los adereza, sindesvirtuarlos con la cocción.

Como ya sabéis, Daniel y sus compañerosfueron elegidos como Mensajeros Divinos porh a b e r o b e d e c i d o e s t r i c t a m e n t e l o sMandamientos del Altísimo, pues únicamentela práctica de las grandes virtudes human as,es decir, llevar una vida sobria de recto vivir,sana y pura, dedicada al asiduo trabajo y alempuje del progreso espiritual y moral, con-cede los méritos para poder optar por tanalto galardón de ser ungido mensajero y con -fidente del Altísimo.

Como este camino del supremo sacrif icioes

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extremadamente en gorroso, largo y fati-goso, para alcanzar tan elevada m eta, pordondequiera surgen falsos profetas y mensa-jeros fingiendo ser confidentes del Altísimo,valiéndose para demostrarlo de las malasartes de la magia negra. Para esto evocanespíritus de ultratumba, con cuyo auxilioprovocan golpes, lamentos, mueven mueblesy otros objetos, a fin dé atraer incauto s e

impresio n arlos para que crean que realmenteposeen poderes ocultos. Sin embargo, sólolos espíritus inferiores, las almas-niño, algu-nos esp ír itus de la naturaleza de la categoríahumana, se prestan a esta farsa, pero jamáslos espíritus respetables y justos. Por el hechode tener estos espíritus cuerpos etéreos su-mamente sutiles, son incapaces de efectuarmanifestaciones de cu alquier especie en este

mundo material. Parapoder hacerlo se va-len de los cuerpos delos asistentes a estasreuniones, succionán-doles sigilosamente ysin qu e las víctimas seden cuenta de ello, uninmenso caudal de sufluido vital, que es las a v ia v i t a l q u e d afu erza y energía alhombre. Con el auxi-lio de esta energía losi n v i s i b l e s e s p í r i t u sefectúan dichas mani-festaciones espiritua-les.

Así como el árbolse marchita, se seca ymuere al quitársele lasavia, así también elhombre se muere ale x t r a e r l e s u f lu id ovital. De ahí que esmuy peligroso asistira tales sesiones espi-ritistas, porque con lapérdida de su fluidov it a l , lo s a s is t e n t e squedan tan extenua-dos como si hubieranefectuado un pesadí-simo trabajo o hechoun enorme esfuerzoescalando una empi-n a d a m o n t a ñ a . S ipersisten asistiendo a

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tan peligrosas sesiones, pueden perder todasu savia vital, tornándose dementes, paralíti-cos, idiotas o lo cos. Y aún otros peligros nomenos graves acechan a los incautos amigosdel espiritismo. Los traviesos espíritus lessiguen a sus respectivos hogares, tornándo-los tenebrosos y h asta inhabitables. Allí seregocijan con los objetos más valiosos yapreciados, juegan con ellos, destrozándolosy gozando más m ientras más daño hacen.Hay casos en que estos espíritus se introdu-cen en los cuerpos de los animales domésti-cos -gato s, perros, cabras, etc., haciéndolosandar en dos patas -delanteras o traseras-como si fuesen p ersonas, molestando a loshumanos. Aún pueden invadir vuestros p ro -pios cuerpos sin qu e vosotros lo podáis im-pedir, haciéndoos efectuar actos deshones-tos y repugnantes contra vuestra propia vo-luntad.

Sin embargo, hay maneras de echarlos.Estos espíritus son sumamente tímidos, co-mo los niños. Se asustan, especialmente delas armas blancas, cortantes y punzantes,como los cuchillos, puñales, lanzas, pero antetodo, de la espada, el espadín, el sable, etc.Basta esgrimir un sab le, haciendo con él unasenérgicas pasadas por el aire como atacandoa un enemigo invisible, vociferando: "Afuera,espíritus m alignos", para que ellos huyan des-pavoridos de esa casa. P ero si los espíritus yaestán demasiado arraigados en ese hogar,cuesta mucho m ás para echarlos. En talescasos hay que recurruir al poder máximo que

manda a todos los esp íritus, para obtenerresultados seguros. Ese p o der máximo esDios. Todos los moradores de ese hogar in va-dido por espíritus malignos, deben ayunarunos días, haciendo oraciones continuas, ycon mucha fe pedir auxilio del Padre Celestialy, si persisten en esta política, el Espíritu má-ximo los hará huir. Dios ha puesto puertasinfranqueables entre éste y el o tro mundo yestas pu ertas no deben ser forzadas por losindignos, los humanos no maduros. Pues,ellas solas se abren a los dignos que poseenlas llaves del cielo, llaves que un día todostendréis, y tanto más pronto cuanto más osempeñéis en efectuar buenas obras en estavida y os comportéis tal como os enseñé.

Volviendo Cristo a hablar acerca del ali-mento crudo, dijo: E s que en los vegetalescrudos se hallan las más delicadas esencias dela naturaleza que vienen del Sol, del Aire y delAgua y que son tan sutiles y sensibles que sedestruyen y volatizan al hervirlo s, privandoasí a los humanos del indispensable alimentomental y espiritual, contenido tan sólo en losvegetales crudos que precisamente es lo queestablece la conexión con el más allá. Es quelos alimentos cocidos alimentan tan sólo elcuerpo físico, en cambio los crudos alimentana ese cuerpo y, ante todo, al cuerpo espiritual,al cerebro, la mente donde radica la inteli-gencia, la sabiduría y las grandes ideas quetraen el progreso.

CAPITULO XXXI

Cristo profundiza sus explicaciones acerca de los alim entos, y elporqué los cocidos están m uertos, sin vida ; la vida sólo viene de lovivo.

Jesús prosigue diciendo: El Mandamientode no matarás comprende tam b ién el no

matar los alim en tos que han sido servidosp ara nutriros y daros, además de la fuerza

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muscular, también fuerza m ental, con unamente clara, despejada, que capta fácilmen-te las ideas, da lucidez, facilitando la com-prensión y la inventiva. Debéis p ues, comeralimentos vivos, porque ellos os vivificarán elcu erpo y el alma, agudizando el espíritu y, enresumen, os darán fuerza física e intelectual.Los alimentos vivos os quitarán el aburri-miento, el mal humor, el m al carácter y elpesimismo, introduciendo un sol den tro devuestras entrañas que al apagado le da luci-dez, al triste la alegría, al terco la cordialidady jovialidad, ál rencoroso y odioso lo convier-te en un amistoso, sincero y servicial amigo,al pesimista, en o ptimista, en fin, el alimentovivo da vida y alegría de vivir. En cambio losalimentos muertos o s introducirán una som-bría noche en vuestro cuerpo, apagándoo s lavista espiritual , veréis todo obscuro, purastinieblas, tornándoos pesimistas, aburridos,de mal hum or, agresivos, hirientes, guerre-ros, que no dejan vivir en paz a los vecinos;finalm ente, os enfermarán haciéndoos sufrirdo lo res y ocasionándoos una p rem atu ramuerte.

Es que una sabia Ley de la Madre Naturadice: La v ida sólo viene de lo vivo y la muerteviene de lo muerto. Es que todo lo que matavuestro alimento , m ata tam b ién vuestrocuerpo , y todo lo que mata vuestro cuerpomata también vuestra alma, obscurece lamente y sepulta el espíritu. Po r lo tanto no

comáis nada que el fuego, la escarcha o elh ie lo hayan destruido, porque los alimentosquemados, asados, helados o podridos, que-marán también vuestro cuerpo, os helarán lasangre y os marchitarán cómo un árbol rega-do co n agua hirviendo. No seáis como aquelagricultor insensato que sembró trigo hervi-do. N o salió nada y perdió la siembra. Sedcomo el agricultor sensato que sembró semi-lla viva, que luego brotó en vigorosas plantasy gordas espigas, producien do ciento poruno. Comed pues alimento vivo, como so ntodas las frutas de las arboledas, los vegeta-les del huerto y la leche fresca de los anima-les, sin hervirla , porque la inmensa sabiduríadel Señ o r creó vuestros cuerpos y también losalimentos adecuados para alim entarlos. Por-que todas las frutas en su estado maduro sonmás sanas si se co men crudas. Es que el Crea-do r es el mejor cocinero que cocina todo alcalor del So l, que no quema los vegetales,sino tan sólo los vitaliza, los tuesta y dora,cargándolos de energía solar, la cual se con-vierte en energía vital, que impulsa vuestroscuerpos, haciéndolos fuertes y resistentes.

Los elefantes, los camello s, toros, etc., queson los animales más fuertes que pisan latierra y que comen generalm ente pasto cru-do, ¿no son acaso una confirmación de estaverdad?

CAPITULO XXXII

Cristo explica cóm o cocer el pan sin destruirle la vida.

Entonces, varios concurrentes p regunta-ron al mism o tiempo: Maestro, ¿cómo coce-remos nuestro pan cotidiano?.

Jesús respondió: el S o l es la principal

fu en te de calor, de energía, salud y vida. SinS o l esta tierra sería una bola de hielo y nieve.E ste Sol dispone también, del calor precisopara cocinar vuestro pan. Poned pues, aten-

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ció n en cuál es el procedimiento de cocer e lpan al Sol.

Remojad una porción de grano, que pue-de ser trigo, cebada, centeno , etc., en unapalangana para que el Ángel del Agu a pe-netre adentro de los granos y los ablande. Ensegu ida poned la palangana al Sol, para quelos Angeles del Sol y del Aire compenetren elgrano con sus benéficos eflu vios, los vivifi-quen, y despierten su fuerza germin ativa,que duerme laten te en todas las semillas.Mantened este grano húmedo al Sol hastaque germine y eche brotes verdes. Estosb ro tes tienen un agradable dulzor a miel ycomo son vegetales brotados, le agregan unm ayo r poder nutritivo al grano así germina-do. Enseguida pro ceded a moler este granosobre una piedra con otra piedra, hasta quese convierta en u na pasta. De este amasijohaced delgaditas tortas, tal como hicieronvuestros padres cuando salieron de su cauti-verio de Egipto. Estas to rtas ponedlas al Soldesde su salida, y cuando el Sol llegue a sumayor altura en el cielo, volteadlas al otrolado, para que también el reverso sea abrasa-do por el Ángel del Sol y dejadlas allí hasta lamadrugada siguiente, para que el sereno dela noche y el ro cío matinal complementen laobra, dando a las tortas un agradable sabor ahojuelas con miel y una suave blandura alpaladar al masticarlas, blandu ra suave pro-ducida por el rocío. Si está nublado con esca-so Sol, puede prolongarse la cocedura por

otras veinticuatro horas. Es in du dable quelos Angeles del Cielo, que hicieron crecer ygerminar el grano dentro de una espiga do-rada, poseen también el poder para aderezarel pan vuestro de cada día.Para vuestras f ies-tas haced pan especial, enriqueciéndolo conuvas frescas (pasas), anís aromático y mielpara deleite de vuestros invitados. Tal es elp an que vuestro Padre Celestial y vuestraM adre Natura os brindan en su hospitalariamesa, atendien do vu estra sú p lica hechaoración: "Padre nuestro, danos el pan decada día".

Este pan es el maná del Cielo, porque escocido por los Angeles del Cielo. Es un panvivo, alimento completo, porqu e el fuego delSol no le arreb ató sus sutiles y delicadosingredientes que, por lo tanto, perm an ecenintactos, vivos y activos, dando fuerza, vigory salud, además de una larga vida a los hijosque se alimentan con este pan integral, inte-gral porque contiene todos los ingredientesy principios nutritivos que el cuerpo n ecesi-ta.

Es el mismo pan que mantuvo vigoroso aMatusalén durante cientos de añ os (969), elmismo pan que durante prolongado t iempoalimentó a vuestros Padres en su éxodo de E-gip to , y el mismo pan que dio fuerzas inmen-sas a millares de esclavos que arrastraban ylevantaban eno rmes bloques de piedra parala construcción de las pirámides.

CAPITULO XXXIII

Cristo enseña que el pan integral, con la cascara del grano, es m ássano, pues asegura una buena digestión, asim ilación y evacuación.

Al callar Jesús, uno de los asistentes pre-guntó: Maestro, ¿porqu é a veces el pan caemal produce dolores de estómago y detienela digestión y la evacuación?

Jesús contestó: Esto se debe a muchascausas. La principal causa es la ign oranciadel que así sufre. Pues el pan preparado en laforma como os enseñé, no provoca tales

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trastornos, porque tiene todos los ingredien-tes necesarios para producir una perfectadigestión, asimilación y evacuación. Para quecompren dáis mejor, echemos una miradacon vuestra imaginación al in ter ior de losórganos digestivos. Asom émosnos al interiorde vuestra boca, donde el pan es trituradopor vuestra dentadura. Allí deb e ser insaliva-do lentamente y con toda p rolijidad, hastaque el bocado alcance a licuarse y tomar ungusto grato al paladar. Durante este procesola saliva disuelve el bocado espeso en unosemiespeso, que, poco a poco, se va -escu-rr iendo por la garganta al estómago, dondese efectúa la digestión y m u tación del ali-mento en sangre y fuerza vital. Mientras másprolija sea la masticació n en la boca, tantomás fácil y más perfecta será la digestión yasimilación en el estómago . Jamás debéisengullir un bocado sin triturar, insalivar ymasticar p rolijamente, para evitaros trastor-n o s digestivos y aseguraros una buena di-gestión con el aprovechamiento total delbocado en vuestra nutrición. Pero , aún losalimentos blandos, los semiblandos y loslíqu idos, como por ejemplo, la leche, losdebéis insalivar prolijamente revolviéndolosen la boca antes de engullirlos, porqu e sola-m e n t e a s í , e l o r g a n i s m o l o s p u e d ea-provechar en toda su integridad, convir-tiéndolos en salud y fuerza vital.

Del estómago p asa el bolo alimenticio alos intestinos, don de gracias a la cascara delgrano, se forma u-na coherente armazón,dando una consisten cia esponjosa y sémi-compacta al bolo, el cual, de esta manera,mantiene abierta la cavidad del intestino ,contribuyendo a una pronta y fácil asimila-ción y evacu ación. Es preciso advertir que,sin esta cascara, n o se alcanzará a formardentro de los intestinos ese bolo semicom-pacto, s i- , no tan sólo una masa semilíquida,que se pega y adhiere a las paredes intesti-nales y no avanza para adelante, hacia laevacuación, por mucho que el intestino em-puje para evacuar este engrudo pegajoso,pro duciéndose por este motivo, fermenta-

ción y putrefacción en los intestinos, fétidosgases, indigestiones, dolores y un estreñi-miento crónico . A demás, la cascara del granocon el que amasó el pan, tiene que cumplirotro importante rol, contribuyendo, eficaz-mente al buen funcionamiento intestinal. Ensu paso a través de los in testinos, la cascaradesemp eña el rol de rastrillo que, cual esco-ba, rasp a, barre y pule, limpiando prolija-mente la pared intestinal, dejándola aseadade adherencias y residuos alimenticios. Estot ie n e u n a im p o rtan tísim a co n sec u e n c ia ,pues produce una sangre limpia y pura y,además, una normal y pronta evacuación, sinalmorranas y sin estreñimiento. La cascaradel grano contiene además, esencias oleagi-nosas, cuyo rol es aceitar las paredes intesti-nales, dejándolas suaves y resbaladizas, paraasegurar una fácil y placen tera evacuación.Este óleo balsám ico es, además, antiséptico,curativo y desinfectante, que cura, cicatriza ysana posibles irritaciones, ulceraciones, le-siones y almorranas. Al p asar por la boca elmencionado óleo antiséptico desinfecta lacavidad bucal, h ace segregar saliva, tan im-portante para la digestión no rm al, dando ungusto grato al paladar así como un aliento,agradable.

La cáscara del grano, a su vez, raspa sua-vemente la dentadura sin dañarla, quedandoésta blanca y brillante, sin picaduras, ni ca-ries, ni dolores de muelas para toda vuestravida. También impide este óleo antiséptico,la fermentación y putrefacción de los alimen-tos en los intestinos evitando así las altastemperaturas intestinales, o sea, la fiebreinterna. Con este óleo antiséptico los intesti-nos quedan perfectamente desinfectados,sin producir malos olores, lo cual permitirátambién una evacuación sin mal olor. Cuan-do una evacuación huele mal, es síntomaseguro de que en las entrañas de donde pro-cede, todo h u ele mal, a causa de la fermen-tación y putrefacción de los alimentos im-propios o in compatibles entre sí, o mal insa-livados. Esto amenaza vu estra salud, porqueenvenena vuestra san gre , co n gérm enes

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patógenos, causantes de infecciones, irrita-ciones, úlceras, almorranas, tumores cance-rosos, etc.

Tal como ciertas aves acuáticas, cisnes,patos, gansos, etc., aceitan co n su lenguapro lijamente sus plumas con un óleo quesegrega una glándula, lo cual permite quesus plumas no se mojen o se llenen de barrocuando se sumergen en sucios pantan os olodos (emergiendo siempre inmaculadamen-te limpias), de la misma manera, ese óleocontenido en la cascara de los granos, unta y

aceita las paredes de las vías digestivas, con-virtiéndolas en contrarias a la adhesión delos alimentos, residuos o excrementos, per-maneciendo así, siempre aseado el organis-mo digestivo y abiertos los poros de dichasparedes para el paso a la sangre de las sub-stancias nutritivas, lo cual perm ite manteneruna sangre inmaculadam ente limpia y pura,sien do esto de por sí la base fundamentalpara una buena salud.

CAPITULO XXXIV

Cristo explica que en la m esa fam iliar debe bendecirse el pan nuestrode cada día, com er sólo si hay ham bre y que el buen hum or y la alegríadeben prevalecer en la m esa fam iliar, para asegurar una buenadigestión; que deben evitarse los alim entos incom patibles entre sí, yadem ás, debe evitarse la glotonería, para no tener un abdomenabultado y un exceso de peso.

A continuación, Cristo prosiguió sus lec-ciones acerca del pan, haciendo énfasis aho-ra, en la reverencia con qu e debe ser tratadoen la m esa familiar.

Dijo: Nunca comáis sin hambre.No o s sen téis a la mesa antes de que os

llame el Á n gel del Hambre. La sensación dehambre la producen las células alimenticiascuando están libres y listas para recibir unanueva ració n de alimentos. El no tener apeti-to, quiere decir que esas células aun estánatareadas en digerir la comida anterior. S icoméis en estas circunstancias provocaréisuna indigestión, dolor de estómago y dia-rrea.

A la mesa familiar debéis sentaros siem -pre contentos, joviales y de buen humor.Desalojad de vuestros pensamientos todasvuestras preocupaciones graves, pu es estocontagia y entristece a los demás familiares yel alimento ingerido en estas circunstanciassuele convertirse en veneno. Que de vuestramente sólo su rjan hermosos pensamientos

de belleza, perdón y amor, que -cual ramille-te de perfumadas flores- con que adornen lamesa familiar.

Repito, n u n ca debéis sentaros a la mesatristes, ir r itados o de mal humor, pues estasem o cio nes satánicas os descomponen lasangre y los ju go s gástricos, envenenandovuestras entrañ as, lo cual puede ocasionarosla parálisis y hasta la muerte rep entina. Te-ned pues presente, que la m esa familiar esun Altar, y el co m edor un Templo donde seoficia la más sacrosan ta de las ceremoniascomo es la de convertir el alimento en salud,fuerza y vida. Por lo tanto, adornad vu estramesa familiar como un Altar, con perfumadasflores del jardín y con bellos pensamiento sque florezcan en vuestro corazón. En unamesa tan gratamente dispuesta, el jefe delhogar procederá con el ceremonial de ben-decir el pan vuestro, para que nunca os fa ltecada día.

Con las m anos limpias, tomaréis el panlevantándolo para que los congregados lo

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puedan contemplar y adopten así una solem-ne disposición. E stablecida una devota quie-tud y calma, el jefe del hogar agradecerá alSeñor el pan que, también ese día, les fuéconcedido. Después suplicad al Señor paraque este pan, una vez ingerido, se transfor-me en una sangre pura y os conceda salud,paz y a legría de vivir y también sabiduríapara obrar siempre bien, con rectitud, justi-cia, honradez, caridad y amor.

Para que el Señor bendiga el pan y osacompañe en vuestra mesa familiar, debeprevalecer en ella una perfecta armonía,mutuo perdón, la paz y el amor entre el gru-po familiar, pu es las emociones puras decada u n o e levan la alegría y la felicidad detodos, lo que agrada al S eñor, cuyo espírituestará en tre vosotros. Porque donde hayarmonía, paz y amor, a l lí está Dios, dado queDios es armonía, Dios es paz, Dios es amor. Ydonde está Dios están todos Sus ángeles yentre ellos el Ángel del gozo , qu e hincharávuestros corazones con júbilo, placer, felici-dad y una intensa dicha de vivir.

Y Jesús siguió con sus lecciones, ahoraacerca de la cantidad qu e se debe comer. Eldijo: Aunque en la mesa h ayan muchos man-jares, comed tan sólo unos pocos y única-mente la porción precisa e indispensablepara satisfacer vuestra hambre. Es una pre-ciosa co stumbre el no comer nunca en exce-so, pues el vicio de la gula, además de hace-ros m al, quebranta los Mandamientos delS eñ or. Es preferible para vuestra salud queseáis moderados siempre, sin comer muchoni poco, guardando un perfecto equilibrio.Además, no debéis comer muchas mezclasde mucho s y variados manjares. Debéis servi-ros tan sólo unos pocos manjares durante lamisma comida, porque los manjares variadosy distinto s, po r lo general, no se toleran en-tre sí, ni se asocian. Al co n trario, se repelen,se rechazan, haciéndose la guerra entre sí,provocando in digestiones y dolores de es-tómago. La causa de este fenómeno radicaen el hecho de qu e cada alimento requiereun tiempo determinado y diferente para ser

digerido, absorbido, asimilado e incorporadoa la economía del organismo humano. Algu-nos alimentos ya digeridos tienden a trasla-darse en seguida, del estómago al intestino,arrastrando con sigo en este trayecto, a losalimentos aun no digeridos. Esto pro vocafermentación y putrefacción intestinal, gasesfétidos, úlceras, almorranas, estreñimiento yuna evacuación tardía y m aloliente.

Una sabia lecció n sacamos de todo estedeso rden, es decir, que aún los alimentosmas sanos p ueden provocar indigestión alcomerlos juntos con o tros que requieren untiempo distinto para ser digeridos. Para evi-tar este mal, com ed hasta hartaros ú-nica-mente una sola clase de frutas de la m ismaespecie, o a lo sumo, dos o tres c lases distin-tas ya probadas que se toleran entre sí, p o r-que en ocasion es anteriores no os provoca-ron m alestar alguno.

En verdad os digo, si mezcláis m uchosalimentos juntos en la misma comida hastahartaros, es muy probable que el conjuntode estos manjares os caiga mal, pues la into-lerancia e incompatibilidad de los unos conios otros (de estos alimentos antagónicos),los hará descomponer a todos, den tro devuestras entrañas.

Así pues, n o seáis glotones que comenpor vicio, como aqu el criado que, invitado ala mesa del Señor, en su insaciable g lotone-ría, engulló sus propios guisos y los de losdemás, quedando tan repleto, que luego lovom itó todo. Este desatino disgustó tanto alSeñor, que lo echó de la mesa de su casapara no invitarlo más.

Así pues, no devoréis precipitadamentevuestra comida. Comed lenta y pausadamen -te, pues así evitaréis la excesiva gordura, conun abdomen abultado, pues tal estado es a-normal y antinatural, signo de enfermedadcausada por una excesiva glotonería, lo quese llama co mer por vicio, o vivir para comer yno comer para vivir.

No comáis como los paganos que se har-tan apresuradamente, intoxicando y man-chando sus cuerpos con toda clase de abo-

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minaciones. Adem ás, al comer lenta y pausa-dam en te m an jares selectos y adecu ado spara vuestro bienestar, necesitáis muchomenos cantidad, porque el cuerpo aprove-cha en toda su integridad lo s alimentos bientriturados, bien insalivados y lentamentemasticados.

En cambio los alimentos apresuradamen-te engullidos, el cuerpo a-provecha a vecesmenos de la mitad y el resto inaprovechado,es eliminado con los excrementos m al olien-tes.

Triturad pu es, co n vuestra dentadura,lenta y pausadamente cada bocado, in sali-vando y masticando prolijamente, hasta quequede perfectamente licuado, para que elÁngel del Agua lo co n vierta en sangre, unasan gre pura, sana, vibrante de energía, saludy fuerza vital.

Otro factor que contribuye a la buenadigestión y asimilación, es la respiraciónprofunda, ya que el aire es el principal ali-mento del hombre. Podéis vivir muchos díassin comer, pero en pocos minutos os mori-ríais si os faltara el aire. Po r lo tanto, debéistomar como buena costumbre de respirarsiempre h o n damente, pues el Ángel del Aireque es tan indispensable para digerir vu estroalimento, como lo es para quemar la leña enuna estufa.

Al faltaros el a ire, la digestión se hacedificultosa, apro vechándose tan solo -repito-

una pequeña parte de la co m ida y el resto sepierde en los excrementos, quedando dentrodel organism o abundantes residuos que loensucian y abultan, produciendo una falsagordura. Tened presente que la falsa gordurala arrastráis permanentemente con vo sotros,como un pesado fardo, del cu al solo os po-dréis librar mediante un severo régimen ali-menticio, a base de ayunos, vegetales y fru-tas, es decir, una comida vegetariana.

Está com p robado que la excesiva gordurasign ifica una traba en el desempeño de nu -merosos trabajos y oficios, en los ejercicios ydeportes. Esto pone en manifiesta infer iori-dad al gordo con respecto al flaco.

La belleza del cuerpo humano no la cons-titu ye la gordura, sino una estatura ligera-m ente llena de carnes. Es en la gordura mín i-ma donde radica la fuerza máxima del hom-bre; rinde más en el trabajo, no se cansa engrandes caminatas ni en trepar altas monta-ñas, ni se fatiga en prolongados esfuerzosmentales e intelectuales. Vosotros, mis ama-dos discípulos, podéis hacer m ucho bien alas person as obesas, aconsejándoles el ayu-no y la alimentación vegetar iana y ayudán-doles a realizar y poner en práctica este régi-men, que es el único que puede quitarles lago rdura excesiva y concederles una gallardasilueta y estatura normal.

CAPITULO XXXV

Muy im portante es el núm ero de com idas que os sirváis durante el día.Es aconsejable com er tres veces al día, para dism inuir poco a poco lasraciones a dos comidas, para finalm ente, llegar a una com ida diaria,que es el ideal de la alim entación del hom bre. Tal régim en asegurauna perfecta salud y una verdadera dicha de vivir durante m ás de cienaños.

En verdad os digo, según lo qu e co máis, asíserá vu estro carác t e r , e s d ecir vu estroc o m p o r t a m i e n t o , v u e s t r a s a c c i o n e s yreacciones en vuestro diario vivir. Si coméis

carne, que son cadáveres en cierto grado ded e s c o m p o s i c i ó n y p u t r e f a c c i ó n ,animalizaréis vuestro carácter, porque esacarne está impregnada con las emociones de

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ese animal muerto. Estas emociones bajasc o n t a g i a n v u e s t r o s s e n t i m i e n t o s ,rebajándolo s insensiblemente a un nivel quese acerca al mundo animal. Es un mundotriste, penoso, extraño a la dignidad del almahumana, pues endurece vuestro corazón,h acién do o s cap ac e s d e o d ia r , e n v id iar ,insultar y aún herir y matar al prójimo,convirtiéndo os en criminales, en pesimistas,egoístas, avaros, materialistas ateo s, sin Diosni Ley.En cambio, si coméis co m ida viva, como lo esla vegetariana, humanizáis vuestro carácter,ascendiendo a n iveles superiores de cultura,pues os acercaréis al mundo Divino, que estodo alegría, belleza y amor. Tan elevadase m o c io n e s d ign ifican vu estra c o n d u c t a ,hacién do o s incapaces de odiar, envidiar,insultar y menos aú n, de herir o matar. Todosvuestro s actos serán nobles, pues seréisc a r i t a t ivo s, h o n rado s, recto s y v e r a c e s ,ciudadanos m o delo s, serviciales hasta laa b n e g a c i ó n , p a c i f i s t a s , e s p i r i t u a l i s t a s ,creyentes en Dios y obedientes de su sMandamientos, pues así de radical y decisivaes la influencia y el poder del alimento sob reel carácter y la conducta del hombre.Pero aún comiendo alimento vivo podéisalimentaros mal, si no sabéis comer, por loque se hará necesario el daros algunasinstrucciones acerca del correcto comer.Debéis comer con el convencimiento de quecoméis para vivir y no viv ís para comer. Nodeberéis ser amigos de la gula. Seréis parcosen comer. N u n ca co m áis hasta repletarvuestro estómago. La regla áurea, en elcomer es qu edar siem p re co n algo dehambre. Tres veces al día comeréis; a l sa lir elSol, al elevarse al punto m ás alto y alponerse. Fuera de estas horas no comáis ni elm á s l igero b o c a d o , p u e s e st e b o c a d osignificaría comer por vicio. Comida fuera dela hora, os caerá mal, porque interrumpe elproceso digestivo de la comida anterior,tornándose toda indigesta. Además, comerdesordenadamente fuera de hora significa

g lo t o n e r ía , q u e l a L e y D iv in a c a st ig aseveramente. Debéis p rocurar comer tansólo dos veces a l d ía, eliminando la primeracomida de la mañana, para I legar finalmenteal ideal de la alimentació n humana, que escomer tan sólo una vez al d ía , cuando el Solestá en el cenit.Si ten éis indigestión, dolor de estómago o decabeza, o no tenéis apetito, no deb éis comerlas comidas siguientes, sino ayunar, hastaque el estómago se componga y desaparezcael do lo r de cab eza. P ara co m p o n er e lestó mago sólo beberéis agua pura, pero nohay inconveniente en agregarle algo de mielo jugo de limón. Esto refresca vuestrasentrañas y las desinfecta , s iendo la mielaltamente curativa, porque se compone deflores medicinales. El calor del estó mago,que sign if ica f ieb re in tern a, co m b atidlotomando abundante agua fresca, pues elfuego se ap aga con agua. Aparte del agua,no tomaréis otro remedio para el estómago,ya que vuestro médico interno elaborarádentro de vosotros el remedio p reciso paracu rar vuestro mal. Todo remedio que unc u r a n d e r o o s p u e d e p r o p o r c i o n a r e sdesacertado y tan sólo perturba la accióncurativa y sanativa de ese sap ien tísimomédico interno. Vosotros no podéis ver ae s t e m é d i c o , p e r o p o d é is a d m ir a r s umaravillosa obra al cicatrizaros una herida.El régimen alimenticio mencionado, juntoco n e l a y u n o , le jo s de deb il itaro s, o sfortalecerá, asegurándoos una sólida saludhasta vuestra avanzada vejez. P u es el PadreCelestial, autor de vu estro cuerpo, sabeperfectamente el n ú m ero de comidas que osconviene y las cantidades que necesitáispara manteneros sanos, en una perfectasalud física, m ental y espiritual.Comed co n preferencia las frutas y losvegetales de la época que se dan en vuestroshuertos y campos, pues ésta es la másadecuada alimentación, de acuerdo con lazona y época en que vivís.

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CAPITULO XXXVI

El trabajo es suprem o deber del hom bre, fuente inagotable desatisfacciones, de sabiduría, progreso y felicidad. Debéis trabajar deSol a Sol, durante los seis días de la sem ana y el séptimo día loconsagraréis al Padre Celestial, solem nizándolo y santificándolo conrigurosos ayunos, oraciones y m editación, acerca del contenido deeste texto u otras obras espirituales.

Deb éis trabajar de Sol a Sol durante losseis días de la sem ana, porque el trabajo essupremo deber del h ombre y su mejor maes-tro educador. Durante estos días os alimen-taréis con una comida vegetariana, mas elsép timo día lo consagrareis al Padre Celes-tial, ayunaréis, to mando nada mas que aguap u ra. Este séptimo día de ayuno lo dedicaréisa la oración, meditación y estudio del Sagra-do Texto de obras espirituales y del presentetexto . Tomaréis tan sólo alimento espiritual,

pues no sólo de pan vive el hombre, mas concada palabra del Padre Celestial.

Si os es posible, retiraos ese séptimo día alcampo, lejos del mundanal ruido, y allí orad,ayunad y meditad sólo en compañía de losAngeles del Sol, del Aire y del A gua, y antetodo , del Ángel del Gozo y del Ayuno. Deesta manera esos Santos Angeles os prepa-ran aquí en la tierra para que podáis entrar,después de vuestra muerte, en e l Reino delos Cielos.

CAPITULO XXXVII

Durante el profundo sueño, el alma sale del cuerpo para visitar elReino de los Cielos, donde es acogida con todo afecto por los SantosAngeles Instructores, que la aleccionan acerca de las m aravillas delm ás allá.

Cuan do habéis trabajado con el sudor devuestra frente durante el día, a la p uesta delSol, os sentiréis cansados y deberéis reposar.

Entonces el P adre Celestial, os enviará elÁngel del Sueño, que os fortalecerá, brindán-doos un sueño reparador.

Para que tengáis sueño de n o ch e, no de-béis dormir durante el día, porque el día espara trabajar y la noche para dormir.

Cuando dormís profundamente, vuestraalm a sale de vuestro cuerpo para visitar elReino de los Cielos, donde es acogida cariñ o -samente por los Angeles instructores, que la

aleccionan acerca de las maravillas del masallá.

En verdad os digo, sólo cuando cumplísfielmente con los Mandam ientos de la MadreNatura, ella os otorgará e l pase para quepodáis entrar en ese m aravilloso mundo ce-lestial. Durante la presencia de vuestra almaen el m ás allá, el Padre Celestial la bendice,lo cual la fortifica, llenándola de fuerza vital.Amanecerá llena de felicidad y optimismo, locual la hará más feliz y volverá más acertadaslas tareas durante ese día y los siguientes.

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CAPITULO XXXVIII

El deber suprem o de los sacerdotes-m édicos es com batir elalcoholismo, sobre todo en sí m ism os. Deben ser antialcohólicos atoda prueba. Su sagrada meta fam iliar jamás será desvirtuada porbebidas em briagantes, asesinas del espíritu pero sí santificada por lam ejor bebida que es el agua pura. Los m édicos sacerdotes serán los

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propulsores de una intensa cam paña antialcohólica que em pezarádesde la escuela, donde se inculcará a los niños que el enem igonúm ero uno del hombre es el alcoholism o. Sin duda este niño alhacerse hom bre llevará inoculada en su corazón la antipatía contraeste terrible enem igo, y será antialcohólico.

Y hablando Jesús a sus discípulos, encabe-zados por Juan, les decía: Vosotros que aspi-ráis a ser sacerdotes-médicos, siempre de-béis predicar co n el elevado ejemplo devuestra prop ia vida. Jamás deberéis tomarbebidas embriagantes.

El médico-sacerdote debe ser antialcohó-lico a toda prueba. En su m esa familiar jamáshabrá ni una go ta de bebida embriagante,p ero sí agua cristalina y pura. En vuestrasreuniones y ceremonias religiosas rechaza-réis toda bebida embriagante que se os o fre-ciere. Siempre b r illaréis con el más elevadoejemplo de vuestra vida, exhibien do las másaltas virtudes humanas.

Como es difícil enderezar un árbol viejoque crece torcido, así de difícil es también,enderezar a un alcohólico consu etudinario.Pero podéis evitar que los arbolito s crezcan

to rcidos, amarrándolos firmemente desdechico s con sólidos puntales. Es decir, podéisevitar que el hombre se alcoholice , s i desdeniño le servís de puntal, de buen consejero,predicán dole con el elevado ejemplo devuestra propia vida y aleccionándole acercade lo s estragos que provoca esta satánicabebida en la familia humana, de manera qu ecuando estos niños se hagan hombres con-servarán en sus corazones vuestras sabiasenseñanzas y a su vez, las inculcarán a sushijos y serán los más sólidos puntales deellos. nicamente de esta manera podréisarrancar de ra íz este terrible vi ció de las in-veteradas costumbres del pueblo y así forjaruna nueva raza, abstemia, sobria, san a, fuer-te y feliz.

CAPITULO XXXIX

Los m édicos-sacerdotes deben desem peñar el rol de buenossamaritanos. Las cárceles deben ser reform atorios obligatorios de laregeneración hum ana. Deben hacer saber a los reos que todo crimensiem pre es descubierto y castigado, porque no hay crim en perfecto nicrim en sin castigo.

Vosotros que aspiráis a ser médicos-sacer-dotes deberéis ser valientes l id iadores quesin tregua ni reposo combatan los vicios delo s hombres y permanentemente fustiguensus malos hábitos, tal como os señalé en lalucha antialcohólica.

Ante todo combatiréis los terribles viciosdel opio, del tabaco, del juego de azar, de laprostitución, etc., pues todo s estos maloshábitos significan caídas del hombre en sufatigoso trepar hacia las alturas de su perfec-

cionamiento, a cuyas blancas cimas sólo pue-den llegar los hombres totalmente depura-dos de sus imperfecciones. Los peregrinos deeste afanoso trepar h acia las luminosas cum-bres, suelen ser asaltados en el camino pormalvados bandoleros, dejándolos malheri-dos y tirados al borde del cam in o . Pero eneste caso me refiero a bandolero s, no decarne y hueso, sino a otros qu e suelen serpeores: me refiero a los propios vicios quealbergan en su alma, que a veces suelen de-

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jarlos más maltrechos que los verdaderosbandoleros. Corresponde a vosotros, comobuenos samaritanos socorrer a estos desam-parados echados al borde del cam in o de lavida. Curar sus heridas morales y físicas yprestarles vuestro fuerte brazo de apoyopara conducirlos a la posada de su regene-ración.

Donde hallaréis un gran núm ero de talesbotados al margen de esta vida, es en lascárceles, adonde debéis acudir para ayudar ala regeneración de estos enfermos morales.Ante todo les inculcaréis la Suprema Verdadde qu e no hay crimen perfecto ni puede ha-ber un crimen sin castigo. Es im p rescindibleque sepan que tienen un Ángel Tutelar qu eaunque invisible siempre los vigila, premiasus buenas obras y castiga las malas. Es u r-gente que los reos sepan qu e en el mismomomento de planear su fechoría, en ese mis-mo instante ya están descubiertos, porquesu propio p ensamiento los delata. Es queeste su pensamiento, en el mismo instantede ser engendrado en su cerebro, au tomáti-cam ente se graba e imprime en el archivo dela eterna m emoria de la naturaleza, donde suÁngel Tutelar, al instante se informa de lastorcidas intenciones de su pupilo.

Como esta vida es una escuela experimen-tal en la que, echando a perder se aprende,el invisible Á n gel Guía e Instructor permiteque su pupilo ponga en práctica su s torcidasintenciones que, aunque sean perversas, leservirán de lección, de amarga experiencia yescarmiento, y le inducirán al arrepentimien-to y rectificación de su conducta. Entonces e lÁngel Tutelar le deja en libertad de acciónpara que cometa su fechoría, pero al mismotiempo dispone que la Justicia lo atrape y locondene, recluyéndolo en un reformatorio.Varias de tales amargas experiencias, quepueden repetirse en varias vidas, fin almenteregeneran al más recalcitrante crim inal. Deallí que todo reo debe ser recluido en unreformatorio de forzada regeneración, don-de se le instruye, educa y disciplina y antetodo, se le enseña un ofic io para que puedaganarse honradamente la vida, a l salir enlibertad. Es que el Padre Celestial ama tierna-m ente a sus hijos y más se compadece de lo scaídos. No quiere su destrucción y menos sumuerte; quiere que vivan para que ten gan laoportunidad de regenerarse y educarse, ha-ciéndose miembros útiles de la familia hu-mana.

CAPITULO XL

Crim en Castigo.

En la época espiritual, que ya com ienza, la pena de m uerte seráabolida y reem plazada por la condena a la regeneración obligatoriadel delincuente, ya que la pena de muerte se opone a la Suprem a Leyde " n o matarás", porque sólo Dios tiene derecho de quitar la vida. Lacondena de muerte significa odio al prójimo y cruel venganza al aplicar elodioso castigo de ojo por ojo y diente por diente.

La ley del odio es ley caduca y es reemplaza-da por la ley del amor, ley máxima en todo uni-verso, porque es ella la que hace posible su exis-tencia. Esta ley hace servir sin mirar a quién, co-mo aquel samaritano que se compadeció del

herido tirado al borde dei camino. La ley delamor significa compasión, misericordia y per-dón, que al enfermo le produce salud, al caído lolevanta, al ignorante lo instruye, educa y discipli-na, enseñándole una profesión para que pueda

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ganarse honradamente la vida con su propiotrabajo.

La regeneración obligatoria hace el prodigiode vaciar las cárceles, disminuir el número dejueces y policías, y mermar la ignorancia de lasbajas esferas sociales, elevando su nivel cultural.Porque el criminal regenerado a fondo, general-mente nace en su próxima reencarnación comoun ciudadano honesto, decoroso, honrado ytrabajador, que trae consigo un inmenso caudalde conocimientos prácticos, creadores de indus-trias, de artes y oficios. Es un factor de progresogeneral!

En cambio, por cada criminal no regenerado ycondenado a muerte, renacerá un criminal másen la próxima vida, que junto con tantos otrosno regenerados, llenarán las cárceles, las casasde juego y prostitución, los fumaderos de opio,los manicomios, etc. Es un factor de retrocesogeneral!

De manera que la equivocada justicia quecondena a muerte aumenta artificialmente lacriminalidad del mundo, llenándolo de malos

ciudadanos e incrementando hasta los topes lapoblación carcelaria, siendo una rémora para elprogreso.

También el juez que condenó a muerte reci-birá una saludable lección. Porque con esa fatalcondena, encadenó férreamente su propia per-sona con la del condenado, que en su próximareencarnación nacerá como su hijo. Y el ex-juezdeberá poner todo su empeño en regenerarlo,educarlo e instruirlo, lo cual logrará finalmente,después de ingentes sacrificios, convirtiéndoloen un ciudadano útil, honrado y bueno, quecontribuirá al progreso social y económico delpaís. Esto le servirá de lección al ex-juez, paraque, si nuevamente llega a desempeñar la ma-gistratura, trate a todos los que deba juzgar, conla misma consideración como si fuesen hijossuyos, condenándolos a la regeneración obliga-toria y no a la pena de muerte, porque sólo asíno se encadena con el reo, ya que no lo atrasa sino que favorece su evolución.

CAPITULO XLI

Suicidio

En el caso de quitarse un individuo la propia vida, comete el acto máshorrible y el mayor desacato a la Autoridad del Señor.

Cualquier problema que lo haya empujado atomar tan extremada decisión es insignificantecomparada con la del monstruoso daño que élmismo se infiere con tan repudiable acto.

Porque el problema que se suscitó, en reali-dad tenía el objeto de favorecerle y jamás el deperjudicarle. Seguramente fué uno de aquellosexámenes acerca de su grado evolutivo a que laley inmanente periódicamente suele someter aun individuo, para conocer su madurez evoluti-va, a fin de corregir sus tareas hechas y asignarleuna calificación y colocarlo frente a nuevas res-ponsabilidades, en las que pueda progresar másrápidamente. De manera que con valor y alegría

debería haberse sometido a tal útilísima pruebadestinada a beneficiarlo.

Pero si en vez de desesperarse y recurrir alsuicidio, recurre al Padre Celestial y en un humil-de coloquio suplica auxilio para este difícil tran-ce, el Dios misericordioso en el acto le envía susángeles auxiliares que le harán pasar airoso ytriunfante la difícil prueba.

Los suicidios ocurren tan frecuentementeporque los suicidas no están informados delterrible castigo que les espera en el otro mundo,castigo que es mucho más penoso que sobrelle-var aquí cualquier situación difícil. Generalmentecreen poder escapar cobardemente de este

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mundo a una vida mejor del más allá, pero estánequivocados, porque allí les espera una vidapeor. Allí están condenados a repetir todos losdías el angustioso acto del suicidio y a experi-mentar de nuevo los mismos dolores, la mismaamargura, y la terrible agonía de la muerte. Ade-más, tienen que sufrir los lamentos de los suyosy soportar las maldiciones de los perjudicadoscon su huida. Este suplicio perdura en el más alláhasta el día en que se habría producido su muer-te natural aquí en la Tierra. En seguida los suici-das renacen aquí en la Tierra, pero en condicio-nes muy penosas. Como habían menospreciadosu cuerpo físico hasta el punto de mutilarlo deli-beradamente, renacen ahora en cuerpos seme-jantes, es decir mutilados, ya sea cojos, ciegos,mudos, sordos, paralíticos, dementes, etc., oarrastrando aquí su triste "vida como idiotas olocos. Son rebajados hasta el último grado evo-lutivo y tienen que escalar dé nuevo la empinadacuesta hasta llegar, después de eones, a la mis-ma altura en que se resbalaron, cayendo a losabismos.

Sin embargo, los accidentados no quedanabandonados a su propia suerte. El infinito amordel Padre Celestial no les abandona ni un instan-te en este difícil trance. Les envía sus AngelesAuxiliares, para que los asistan y los consuelen,prestándoles su fuerte brazo de apoyo para ayu-darlos a trepar de nuevo la difícil cuesta.

Todo este mal les sobrevino a los suicidasporque habían jugado peligrosamente con el

inmenso poder que es el pensamiento en sutendencia negativa, destructora, cavilando per-sistentemente sobre quitarse la vida, o suicidar-se, cuando les sobrevino un asunto difícil y desa-gradable en la vida.

En verdad os digo, que es el pensamientopremeditado durante mucho tiempo, el que osarrastra finalmente al suicidio. De allí os digo:nunca penséis que queréis suicidaros, por sereste pensamiento muy peligroso. Al contrario,pensad que queréis morir de muerte natural ysobrellevar valientemente la carga de la vida, pormuy pesada y amarga que fuese. Oportunamen-te les vendrá el premio con creces por vuestraobstinada perseverancia en el recto vivir.

Vuestro pensamiento siempre sea optimista,constructivo, con tendencia al noble y virtuosocomportamiento, porque en lo que penséis conpreferencia en esto os tornaréis tarde o tempra-no.

Es ley de la vida que el hombre se conviertaen lo que piensa. Si piensa en virtudes será vir-tuoso, y si piensa en pecados se volverá pecador.

Si al pensamiento sobre el suicidio le daisalbergue en vuestra mente, éste poco a poco seadueñará de vuestra conciencia, hasta tal puntoque este enemigo mortal interno, con el tiemposerá más fuerte que la resistencia de vuestravoluntad de rechazarlo, y en cualquier crisis ner-viosa implacablemente os arrastrará al suicidio.

CAPITULO XLI b)

El destino del hombre es subir la escala de Jacob hasta Dios mismo.Trepar tal escala significa vencer un nivel inferior, subiendo a unosuperior. Por ejemplo, si el trepador permanece en un peldaño llama-do odio, debe esforzarse en desarraigar este defecto de su carácter,procurando subir al peldaño más alto llamado amor. Y si se halla enun peldaño que se denomina fornicación, debe luchar contra estegrosero vicio, subiendo al peldaño superior marcado con la pureza.

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Entonces un escribano preguntó: Maestro, siel tabaco y los productos de la vid y la amapolaprovocan tantos estragos entre los hombres,¿por qué el Padre Celestial permitió que tanperniciosas plantas crecieran?

Jesús respondió: El destino del hombre esevolucionar hasta las mismas alturas de Dios,ascendiendo peldaño por peldaño en la inmensaescala de Jacob, hasta llegar al magnífico tronodel Altísimo. Cada peldaño significa un gradoevolutivo, grado de madurez y de perfecciona-miento que el hombre debe adquirir para podersubir al peldaño más alto.

Así, los primeros peldaños están marcadoscon los vicios más groseros, como son el alcoho-lismo, tabaquismo, opio, etc., vicios que el hom-bre debe vencer totalmente en su propia perso-na para poder trepar al peldaño más alto.

Pero el individuo que en vez de luchar porfia-damente contra sus vicios se deja arrastrar porellos, abandonándose de lleno a sus pasiones,este hombre es como un pez muerto arrastradopor las aguas. Es un vencido sin fuerza ni volun-tad para luchar contra sus enemigos: los vicios ymalos hábitos, por lo cual la ley inmanente loentrega a la regeneración forzosa en manos delmaestro dolor.

Este maestro, aunque severo, obra con bon-dad, inteligencia, persuasión y amor. No le supri-me bruscamente sus vicios, al contrario, le per-mite que de una manera más intensa goce desus vicios predilectos hasta que lo hostiguen yasí les tome fastidio y odio y los abandone por sí

mismo.Pero si el individuo siguiera impertérrito en la

senda de sus vicios, entonces el maestro dolor sepone severo y lo hace recluir en un reformatorioforzoso hasta que se regenere.

El Ángel Tutelar ayuda de una manera decisi-va a su regeneración,, consolándolo y aconseján-dolo a través de la voz interna de la conciencia.

Esta íntima voz le habla constantemente,remordiéndole la conciencia, y haciéndole verque fueron sus propios vicios la causa precisa desu derrumbe fatal. Es entonces cuando con todala voluntad de su alma adopta la resolución su-prema de dejar sus vicios.

Así, de esta caída fatal el hombre se levantaredimido, glorioso, detestando ahora los viciosque antes agasajaba.

Vencerse a sí mismo es el más grande de lostriunfos que el hombre puede conquistar en latierra, por lo cual, este victorioso vencedor de lamás difícil prueba la de vencerse a sí mismo eslaureado con la más codiciada de las coronas,llamada sobriedad, que es una de las más bellasvirtudes humanas.

Tan alta distinción se otorga sólo a los héroesvencedores de los más temibles azotes socialesllamados tabaquismo, opio, alcoholismo, y espor este motivo que el Altísimo hizo surgir estosvegetales para que los hombres pudieran ejerci-tarse en estos vicios y luchar contra ellos, y ad-quirir la fuerza de voluntad para vencerlos.

CAPITULO XLII

Así, sucesivamente, debe vencer todos sus vicios y malos hábitos yconquistar todas las virtudes, lo que quiere decir que arribó triunfalmentehasta el excelso Trono del Padre Celestial.

La lucha entre el bien y el mal, entre lavirtud y el vicio, suele ser larga y durar algu-nas vidas terrestres, pero finalmente siemprevence el bien, la virtud y el amor, quedando

derrotados los vicios.Pero la ascensión de la escala de Jacob

tan sólo ha empezado, quedando aún mu-chos peldaños por trepar, muchos vicios por

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vencer y muchas virtudes por conquistar.El siguiente vicio por vencer es el juego

de azar. La Suprema Ley de Dios ordena quesólo del trabajo viva el hombre y jamás deljuego.

El trabajo, aparte de la riqueza material,trae también la riqueza espiritual, que se exte-rioriza y manifiesta en la experiencia y sabiduríaque acumula el hombre trabajando. Además, eltrabajo es ejercicio y el ejercicio es salud, tesoromucho más grande que todas las riquezas mate-riales.

En cambio, el juego tan sólo trae la riquezamaterial sin la espiritual. El juego de azar es pura

suerte que no hace acumular sabiduría ni inteli-gencia al hombre, ni conquistar salud ni felici-dad. Es un dinero mal habido sobre el cual nogravita la bendición de lo Alto; por esto sólo traela desgracia, las enfermedades, la miseria y eldolor. Es proverbial que el pueblo que más jue-ga, mayor número de gente distrae en la ociosi-dad sin trabajador lo cual tal pueblo, a la larga searruina.

De allí que el hombre debe luchar valiente-mente consigo mismo, para desarraigar de sucarácter ese vicio denigrante de la especie hu-mana, para poder dar un paso más alto en laescala de las virtudes, y acercarse a Dios.

CAPITULO XLIII

Jesús concede, especia! im portancia a la pureza de Jas costum bres,ante todo a la pureza sexual. Recalca que la pureza sexual esindispensable para forjar una raza hum ana superior. La fornicacióndegenera la raza, engendrando hijos enferm os, enclenques, con lastaras hereditarias de la tuberculosis, parálisis infantil (poliomielitis),una raza en decadencia en la que prospera el aspecto negativo de lavida: los vicios com o el alcoholism o, el tabaquism o, opio, juegos deazar, prostitución, lo que hace necesario un exceso de m édicos,hospitales, clínicas, m anicom ios, y cárceles cuyos gigantescos edificiosjunto con el inm enso cuerpo m édico gráficam ente reflejan la enormem iseria moral que aflige a ese pueblo.

Para terminar estas leccio nes, me quedapor mencionar todavía, la excelsa virtud de lapureza, a la pureza sexual, m e refiero.

La procreación es una Suprema Ley de lavida, impuesta por el Padre Celestial paraperpetuar la raza humana. Es un acto subli-me, sacrosanto, que debe ser respetado reli-giosamente, y ejecutado con inmaculadapureza.

Ejecutada la procreación como Dios m an -da, dentro de la más escrupulosa pureza, lospadres se aseguran un premio del Padre Ce-lest ia l , consistente en una descen den ciasobresaliente. Es que entonces, las almasmás evolucionadas que moran en el más alláy que les to ca volver a esta tierra para prose-guir su evolución, estas almas que buscan

afanosamente cuerpos puros en que encar-narse, y p refieren naturalmente los cuerposengendrados por padres de in maculada pu-r e z a s e x u a l . E s t e h e c h o a s e g u r a e ln acim ien to de hijo s extrao rdin ariam en tehermosos, de cuerpos esbeltos, dotados deuna sólida salud y sobresaliente inteligenciade notables cualidades espirituales y m ora-les.

A hijos de tan inmaculada cuna, el mismoPadre Celestial los apadrina, derramandosobre ellos todas Sus bendiciones y biena-venturanzas, lo cu al asegura un brillanteporvenir para tales hijos y con stituye la ma-yor felicidad de los padres. Para co n seguir unnacim iento en tan óptimas condiciones, lospadres antes de efectuar el acto sexual, de-

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ben depurar y fortalecer su s cuerpos. Esto loconsiguen ante todo, con una adecuadaalimentación.

La alimentación apro piada para los padresen vísp eras de la procreación de un hijo, es lavegetariana, a base de legumbres y frutas,comida cruda. Es que sólo en estado crudolos vegetales conservan toda la fuerza vital.Deben excluir de su alimentación la carne ytodas las bebidas alcohólicas y, lo que esmuy importante, suprimir el fumar, porqueestos vicios excitan los bajos instintos delhombre, inducién do lo a la fornicación. Encambio, el vegetarianismo despierta la parteelevada y divina en el h o m b re, induciéndoloa la vida sexual pura.

La inmensa importancia del crudivorismovegetariano, para la procreación de hijos ex-traordinarios, lo revela el Sagrado Texto alreferirse al nacimiento de Sansón. A la madrede Sansón se le apareció un mensajero divi-no, anuncián dole que tendría un hijo muysabio y el más fuerte que jamás haya pisadola tierra. Pero exist ía una exigencia que lafu tu ra madre debería cumplir, para que estaextraordinaria promesa pudiera realizarse. Laexigencia era que la fu tura madre deberíaponerse en un estricto régimen alimenticio,comiendo nada más que comida vegetarianacruda, y bebiendo nada más que agua pura.Que debería eliminar totalmente la carne y

las bebidas embriagantes. Ella cu mplió es-tr ictamente con esta exigencia y el hijo qu enació fué tan robusto y fuerte, que a los ca-torce añ o s p eleó con un león que lo atacó,destrozándolo sólo con sus manos. Más tar-de, lu chó contra mil filisteos que lo atacaron;los venció y mató a todo s. Debido a su ex-traordinaria inte ligencia fué elegido juez yrey de los israelitas.

De manera que los padres que deseanten er hijos extraordinarios, deben imitar alos padres de Sansón . Deben someterse a tanestricto régimen po r lo menos durante tresmeses antes de realizar el acto sexual, y lamadre debe seguirlo durante todo el tiempohasta que nazca e l hijo y deje de mamar,pues el hijo participa de los alimentos de lamadre. Durante estos tres meses, esta parejadebe vivir una vida pura, sosegada, y en loposible , en e l aire puro del campo o la playa.Repito, sin comer carne, sin beber bebidasembriagantes y sin fumar, comiendo tan sólocomida vegetar iana, bebiendo agua pura yrespirando profundamente aire puro , comotambién tomando baños de Sol. Únicamentede esta manera, imitando a esta pareja sobretodo a esa magnífica m adre que Dios hizosurgir para que sirva de mo delo a las madresde to dos los tiempos esta pareja puede espe-rar confiada el nacimiento de un robustoniño, que puede resultar otro Sansón.

CAPITULO XLIV

Procreación, fornicación, sodom ía.

La procreación en su máxima pureza lapractican los animales, como los venados,corzos, vacunos, caballo s, camellos, elefan-tes, etc., pues e l macho sólo busca a la hem-bra y e lla a él en la época del ardor amoroso de celo y fuera de esta época ellos se recha-zan sexu almente, aunque conviven en unafilial armonía.

Cuando los seres humanos se incorporendentro de esta Ley Natural que los animalescon tanto rigor respetan, habrán alcan zado

el grado más alto de civilización y cultura.Pero cuando el acto sexual degenera envicio, en un placer sensu al, entonces ya nose llama procreación, sino fornicación, quesignifica la más abu siva relajación de estasagrada función procreadora.

Cuando el acto sexual degenera hasta losabismos de la sodom ía (homosexualidad) yfallan todos los medios de regeneración ,entonces la justicia inmanente condena atales depravados incorregibles a ser que-

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mados vivos, como fueron quemados loshabitantes de Sodoma, Gomorra, Saboim yAdams. Ju n to con estas ciudades barrió ladivina escob a la basura humana del mundoentero , para quemarla junta en un sólo mon-tón y una sola hoguera,

S in embargo, tales depravados puedensalvarse de ser quem ado s vivos, si a tiempose arrepienten de todo corazón y empiezan acombatir enérgicamente su terrible v icio,hasta desarraigarlo totalmente en sus últi-mas raíces, que se en cu entran en el cerebro y en el corazón. De ahí que ceben rech azarenérgicamente los pensamientos y em o cio-nes que invitan a este vicio. En esta titánicalucha los sodomitas deben servirse de lasmás eficaces armas como el prolongado ayu-no, la alimentación vegetariana y ante todo ,de la oración, pidiendo au xilio del cielo, que

es la m ás eficaz de las armas.Como es verdad que la suprema meta del

hombre en la tierra es alcanzar las más altascimas de pureza, dignidad y cultura, tambiénes verdad qu e la sodom ía es el polo opuesto,o sea, el más profundo abismo de impureza,indignidad e incultura humana. Por estohasta la Madre Tierra se negó a darles sepul-tura a las cenizas de tales depravados,ab riéndoles en el lugar del siniestro un pro-fundo abismo, que se l lenó de aguas tanpútridas y salobres que matan a todo ger-men viviente, pues ninguna vida prosp erae nellas, por cuyo m o tivo ese tenebroso lago sellam a Mar Muerto, para que sirva de eternaadvertencia a los pueblos de que la so domíalos extermina hasta la más absoluta esterili-dad.

CAPITULO XLV

Podéis acelerar vuestra ascensión suplicando al Padre Celestial que osenvíe los ángeles auxiliares que Jacob vio cóm o bajaban y subían porla inm ensa escala con que soñó. Debéis orar no tan sólo al PadreCelestial, sino tam bién a la Madre Terrestre, para que tam bién ella osenvíe sus ángeles, para que os presten su fuerte brazo de apoyo,ayudándoos a trepar.

Muchos son los peldaños que te triunfan-tes hasta e l Trono del Padre neis que treparp ara poder llegar Celestial. Que os sirva deconsuelo el hecho de que vuestra victoriaestá asegurada si trepáis con fe.

Los peldaños siguientes están marcadoscon las excelsas virtudes humanas, que, en-tre muchas otras, debéis adquirir para tenerfranco paso al Trono del Alt ísimo. La fraterni-dad es una de estas virtudes; otra, el servic iodesinteresado, la perseverancia, la honradez,la rectitud, la devoción, la oración, la fe, elamor y ante todo la humildad, la más grandede todas las virtudes humanas.

Esta fatigosa ascensión la podéis hacermás fácil y placentera, pidiendo auxilio alAltísimo, que co mplacido os está observan-do desde las alturas y que, gustosamen te, os

mandará sus ángeles au xiliares si los pedísen vuestras súplicas. Debéis suplicar le de lasiguiente manera: Padre nuestro que estásen los cielos, santif icado sea Tu nombre,ven ga a nos Tu reino. Hágase Tu voluntad asíen la tierra co m o en el cielo. El pan nuestrode cada día, danos hoy y perdona nuestrasdeudas así como nosotros perdonamos anuestros deudores y no nos dejes caer ententación, más líbran os de este mal, porqueTu yo es el reino, el poder y la gloria por to-dos los siglos, amén.

También a la Madre Tierra debéis su p licarpara que os envíe sus ángeles au xil iares queos faciliten vu estra ascensión. A la MadreTierra le oraréis así: Madre nuestra que estássobre la tierra, santificado sea tu nombre.Venga a nos tu reino.. Que tu volu n tad sea

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h echa en la tierra, para lo cual te promete-mos colaborar y obedecer tus m andamien-tos. Como tú nos envías tus san to s ángelesauxiliares, envíalos también, en este día dehoy para que nos ayuden a perfeccionarnos.Perdon a n uestros pecados que contra tí he-mos cometido, prometiéndote no pecar más.Si debido a nuestra ignorancia caemos en latentación, líbranos de este mal, porque tútienes el poder y la sabiduría, ya que mandastanto en la tierra como dentro de nosotros,dispensándonos salud y vida, amén.

Con esto Cristo dio por terminadas susmaravillosas enseñanzas y se despidió delpueblo con el acostu m brado saludo: "La pazsea con vosotros".

Ahora, ¡dos a vuestros hogares y no pe-quéis más.

Como el sembrador que siembra buenasemilla, que luego germina y crece dandociento por uno, así vosotros seréis sembra-

dores de la semilla de mis enseñanzas, sem-brándola en buena tierra para que germine,crezca y se extienda sobre toda la tierra, for-mando pueblos fuertes, buenos y fe lices, queluego prosperarán mediante el esfo rzadotrabajo y el recto vivir. Así, Cristo se despidióde su numerosa concurren cia que arrodilla-da, lloraba de emoción.

Enseguida, Cristo se transfiguró, b rillandosu cuerpo como un Sol (imposible mirar sinencandilarse), se elevó por los aires, desapa-reciendo en una vaporosa nube, ante lasm iradas atónitas del pueblo. Así el pueblo sequedó por mucho rato en éxtasis, mirando, laluz, hasta que se extinguió en lontananza. Enseguida, el pueblo empezó a dispersarse, despi-diéndose de Juan y de los demás discípulos, pararegresar feliz y contento a sus hogares, contandoa los suyos las maravillas. que había presenciado.

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