Michael W. Apple- Neoliberalismo y educación

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4 Docencia Nº 13 POLÍTICA EDUCATIVA ¿Podemos luchar contra el neoliberalismo y neoconservadurismo en educación? 1 Michael W. Apple ¿Podemos luchar contra el neoliberalismo y neoconservadurismo en educación? 1 Con gran satisfacción, presentamos hoy a nuestros lectores un artículo inédito, especialmente elaborado para Docencia por el académico norteamericano Michael Apple, en el que cuestiona la hegemonía de la alianza entre neoliberalismo y neoconservadurismo y nos ofrece interesantes elementos para analizar críticamente los discursos y propuestas educativas imperantes en nuestro país. 1 Traducción: Florentino Rojas, con la colaboración de Beatrice Ávalos. * Las ilustraciones de este artículo corresponden a pinturas de Francis Bacon. POLÍTICA EDUCATIVA

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¿PODEMOS LUCHAR CONTRA EL NEOLIBERALISMO Y NEOCONSERVADURISMO EN EDUCACIÓN?Docencia Nº 13POLÍTICA EDUCATIVA

¿Podemos lucharcontra elneoliberalismo yneoconservadurismoen educación?1

Michael W. Apple

¿Podemos lucharcontra elneoliberalismo yneoconservadurismoen educación?1

Entre neoliberalismo yneoconservadurismo

Vivimos en una época de crisis. La crisis ha con-taminado al conjunto de nuestras instituciones eco-nómicas, políticas y culturales. Una de las institu-ciones que ha estado al centro de esta crisis y quelucha por sobreponerse a ella es la escuela. Losneoliberales nos señalan que la única solución esderivar a nuestras escuelas, profesores y niños, a lascompetencias del mercado. Los neoconservadoresnos dicen que la única salida es volver a lo que son“los conocimientos sólidos”. El conocimiento po-pular, conocimiento que está conectado y organi-zado alrededor de las vidas de los miembros másdesaventajados de nuestras comunidades, no esconsiderado como legítimo. Pero, ¿acaso son lasposiciones neoliberales y neoconservadoras las úni-cas alternativas de respuesta a esta crisis? Yo piensoque no.

Durante una de las épocas que estuve trabajandoen Brasil, recuerdo a Paulo Freire, quien me decía rei-teradamente que la Educación empieza como diálo-go crítico. Estas dos últimas palabras eran crucialespara él. La Educación debe someter tanto a nuestras

Con gran satisfacción,presentamos hoy anuestros lectores unartículo inédito,especialmente elaboradopara Docencia por elacadémico norteamericanoMichael Apple, en el quecuestiona la hegemonía dela alianza entreneoliberalismo yneoconservadurismo y nosofrece interesanteselementos para analizarcríticamente los discursosy propuestas educativasimperantes en nuestropaís.

principales instituciones educacionales como al con-junto de la sociedad, a un riguroso cuestionamientoy, al mismo tiempo, comprometer profundamenteen este cuestionamiento a aquellos menos beneficia-dos por la forma cómo, en la actualidad, funcionanestas instituciones. Ambas condiciones las conside-raba necesarias, puesto que la primera sin la segundaes insuficiente para la tarea de crear una educacióncríticamente democrática.

Por supuesto, muchos educadores comprometi-dos saben que la transformación de políticas y prác-ticas educativas —o la defensa de logros democráti-cos en nuestras escuelas y comunidades— es untema inherentemente político. En verdad, esto ad-quiere una visibilidad constante por el hecho quedurante años los movimientos neoliberales yneoconservadores han tenido como blanco de susataques a las políticas educacionales, a la enseñan-za y al currículum.

En muchas de las políticas de derecha que hoycentran su atención en la educación, existe una ten-sión entre el énfasis neoliberal en “ valores de mer-cado”, por un lado, y la adhesión neoconservadoraa “valores tradicionales”, por otro. Según la prime-ra perspectiva, el Estado debe ser minimizado, pre-feriblemente dando rienda libre a la empresa priva-da. Según la segunda, el Estado debe promover laenseñanza de contenidos correctos, de normas yvalores. Para ambas, nuestra sociedad se está des-moronando, en parte, porque las escuelas no reali-zan ninguna de las acciones que ellos considerannecesarias: están demasiado controladas por el Es-tado; no se fuerza a los educadores a enseñar aque-llo “que deben” enseñar. Si bien estas posicionesson inherentemente contradictorias, como lo heindicado en otras partes, la agenda neoliberal tienemodos de lidiar con tales contradicciones logran-do, a veces de manera más bien tensa, construiralianzas entre sus distintas tendencias (Apple 1996;Apple 2001).

Esta nueva alianza hegemónica tiene una ampliacobertura. Combina a cuatro grupos principales:

a) elites económicas y políticas del neoliberalismodominante que intentan “modernizar” a la econo-mía y a las instituciones conectadas con ella; b)neoconservadores económicos y culturales quienesdesean el regreso a los “elevados estándares” de dis-ciplina y competencia del Darwinismo Social; c) al-gunos grupos de obreros y clase media que descon-fían del Estado y a quienes les preocupa la seguridad,la familia, el conocimiento en su forma tradicional y losvalores. Ellos forman un segmento crecientemente acti-vo al que podría dársele la denominación de “populis-tas autoritarios”. Finalmente, d) una fracción de la nue-va clase media que, sin estar enteramente de acuerdocon estos otros grupos, tiene intereses profesionales yde mejoramiento de estatus que dependen del poner enpráctica los criterios de accountability (rendición de cuen-

1 Traducción: Florentino Rojas, con la colaboración de Beatrice Ávalos.* Las ilustraciones de este artículo corresponden a pinturas de Francis Bacon.

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¿PODEMOS LUCHAR CONTRA EL NEOLIBERALISMO Y NEOCONSERVADURISMO EN EDUCACIÓN?Docencia Nº 13POLÍTICA EDUCATIVA

¿Podemos lucharcontra elneoliberalismo yneoconservadurismoen educación?1

Michael W. Apple

¿Podemos lucharcontra elneoliberalismo yneoconservadurismoen educación?1

Entre neoliberalismo yneoconservadurismo

Vivimos en una época de crisis. La crisis ha con-taminado al conjunto de nuestras instituciones eco-nómicas, políticas y culturales. Una de las institu-ciones que ha estado al centro de esta crisis y quelucha por sobreponerse a ella es la escuela. Losneoliberales nos señalan que la única solución esderivar a nuestras escuelas, profesores y niños, a lascompetencias del mercado. Los neoconservadoresnos dicen que la única salida es volver a lo que son“los conocimientos sólidos”. El conocimiento po-pular, conocimiento que está conectado y organi-zado alrededor de las vidas de los miembros másdesaventajados de nuestras comunidades, no esconsiderado como legítimo. Pero, ¿acaso son lasposiciones neoliberales y neoconservadoras las úni-cas alternativas de respuesta a esta crisis? Yo piensoque no.

Durante una de las épocas que estuve trabajandoen Brasil, recuerdo a Paulo Freire, quien me decía rei-teradamente que la Educación empieza como diálo-go crítico. Estas dos últimas palabras eran crucialespara él. La Educación debe someter tanto a nuestras

Con gran satisfacción,presentamos hoy anuestros lectores unartículo inédito,especialmente elaboradopara Docencia por elacadémico norteamericanoMichael Apple, en el quecuestiona la hegemonía dela alianza entreneoliberalismo yneoconservadurismo y nosofrece interesanteselementos para analizarcríticamente los discursosy propuestas educativasimperantes en nuestropaís.

principales instituciones educacionales como al con-junto de la sociedad, a un riguroso cuestionamientoy, al mismo tiempo, comprometer profundamenteen este cuestionamiento a aquellos menos beneficia-dos por la forma cómo, en la actualidad, funcionanestas instituciones. Ambas condiciones las conside-raba necesarias, puesto que la primera sin la segundaes insuficiente para la tarea de crear una educacióncríticamente democrática.

Por supuesto, muchos educadores comprometi-dos saben que la transformación de políticas y prác-ticas educativas —o la defensa de logros democráti-cos en nuestras escuelas y comunidades— es untema inherentemente político. En verdad, esto ad-quiere una visibilidad constante por el hecho quedurante años los movimientos neoliberales yneoconservadores han tenido como blanco de susataques a las políticas educacionales, a la enseñan-za y al currículum.

En muchas de las políticas de derecha que hoycentran su atención en la educación, existe una ten-sión entre el énfasis neoliberal en “ valores de mer-cado”, por un lado, y la adhesión neoconservadoraa “valores tradicionales”, por otro. Según la prime-ra perspectiva, el Estado debe ser minimizado, pre-feriblemente dando rienda libre a la empresa priva-da. Según la segunda, el Estado debe promover laenseñanza de contenidos correctos, de normas yvalores. Para ambas, nuestra sociedad se está des-moronando, en parte, porque las escuelas no reali-zan ninguna de las acciones que ellos considerannecesarias: están demasiado controladas por el Es-tado; no se fuerza a los educadores a enseñar aque-llo “que deben” enseñar. Si bien estas posicionesson inherentemente contradictorias, como lo heindicado en otras partes, la agenda neoliberal tienemodos de lidiar con tales contradicciones logran-do, a veces de manera más bien tensa, construiralianzas entre sus distintas tendencias (Apple 1996;Apple 2001).

Esta nueva alianza hegemónica tiene una ampliacobertura. Combina a cuatro grupos principales:

a) elites económicas y políticas del neoliberalismodominante que intentan “modernizar” a la econo-mía y a las instituciones conectadas con ella; b)neoconservadores económicos y culturales quienesdesean el regreso a los “elevados estándares” de dis-ciplina y competencia del Darwinismo Social; c) al-gunos grupos de obreros y clase media que descon-fían del Estado y a quienes les preocupa la seguridad,la familia, el conocimiento en su forma tradicional y losvalores. Ellos forman un segmento crecientemente acti-vo al que podría dársele la denominación de “populis-tas autoritarios”. Finalmente, d) una fracción de la nue-va clase media que, sin estar enteramente de acuerdocon estos otros grupos, tiene intereses profesionales yde mejoramiento de estatus que dependen del poner enpráctica los criterios de accountability (rendición de cuen-

1 Traducción: Florentino Rojas, con la colaboración de Beatrice Ávalos.* Las ilustraciones de este artículo corresponden a pinturas de Francis Bacon.

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ducir una fuerza de tra-bajo suficientementecapacitada, adaptable yflexible.

Junto con esta visiónde las escuelas como pro-ductoras de “capital hu-mano”, existe una agen-da cultural igualmenteimportante. Esta agendapropone cambiar radi-calmente cómo nos pen-samos a nosotros mis-mos y cuáles considera-mos que deben ser lasmetas de la escuela. Paraambos, neoliberales yneoconservadores, laeducación tiene comotarea cambiar el modode autocomprensión delas personas en cuantomiembros de grupos so-ciales. En la medida denuestro apoyo a la eco-nomía de mercado,nuestra tarea debiera ser

estimular que cada persona se piense a sí mismacomo individuo que tiene como fin de su actua-ción el “maximizar siempre su propio interés”.Pero hay una meta ideológica adicional. Se trata dehacer que las personas acepten que es totalmente“lógico que haya ganadores y perdedores en el sis-tema” ( Whitty, Edwards, y Gewirtz 1993, p 1). Sicada uno actuara en esta forma tan “económica-mente racional”, el bien común se lograría casiautomáticamente. Este tipo de proceso se entiendecomo “creador de riquezas”.

Parte de esta posición sobre la distribución dela riqueza —la que argumenta que la desigualdades buena y que más desigualdad es aún mejor— serefleja en una cita de Keith Joseph, quien fueraMinistro de Educación de Margaret Thatcher:

En el pasado, para aliviar la pobreza, no seconsideró necesario el logro de una sociedadigualitaria, hoy en día, es difícil encontrar algu-na conexión obligada entre estos aspectos. Por elcontrario, la experiencia acumulada en este paísdesde la última guerra mundial demuestra que alos pobres no se los hace más ricos mediante elempobrecimiento de los ricos. A los pobres sólose los enriquece más si todos crecen en riqueza,incluso los ricos (citado en Honderich, 1990.p.196).

Friedrich Hayek, uno de los economistas teóri-cos más reconocidos por los conservadores, justifi-ca la situación aún en forma más directa que lo di-cho en la anterior cita:

se caracteriza crecientemente porlos bajos salarios, el capital volan-te y la inseguridad— el discursoneoliberal se conecta bien con loque vive mucha gente trabajado-ra y de clase media (Ver Apple,1996, pp. 42–67). Tras estas “re-formas neoliberales y neocon-servadoras”, se advierte la pérdi-da de control sobre una serie desituaciones importantes: la segu-ridad económica y personal, el co-nocimiento tradicional, los valo-res en que debe prepararse a losniños, lo que cuenta como textosimportantes, la autoridad y las re-laciones de género y clase en la so-ciedad más amplia.

En este contexto, se convierteen importante la binaria oposi-ción entre nosotros y ellos. Para

los grupos dominantes, “nosotros” son los que man-tienen la ley, los trabajadores correctos y virtuosos;“ellos” (generalmente gente pobre) son muy dife-rentes: flojos, amorales y permisivos. Esta oposiciónbinaria excluye de la comunidad de individuosmeritorios a los indígenas, a las mujeres, a los po-

bres y a otros.Así, las perso-nas a quienesdeben apoyarhoy en día lasescuelas ya noson quienesfueron históri-camente opri-midos, sino los“c iudadanosreales” (gene-ralmente gentea quienes les vabien en estas di-fíciles condicio-nes económi-cas), personasque encarnanlas virtudesidealizadas deun pasado ro-mántico o quese caracterizanpor su constan-te capacidademprendedora.Los “ellos” noson merece-dores. Son losque reciben sin

tas), eficiencia y management (admi-nistración de la gestión), todo lo cualforma parte de su propio capital cul-tural (Apple 2001).

El ámbito de la educación esun ámbito donde las fuerzas com-binadas de neoliberalismo yneoconservadurismo han ido enascenso. La meta social y demo-crática de expandir la igualdad deoportunidades (que en sí mismaes un meta limitada) ha perdidomucho de su potencia política yde su aptitud para movilizar a laspersonas. Por ejemplo, en mi país,el “pánico” producido por la bajade los estándares, la deserción, elcreciente analfabetismo, el miedoa la violencia en las escuelas, y lapreocupación por el deterioro delos valores tradicionales; ha teni-do como efecto principal el ataque a profesores ysindicatos de maestros, el apoyo cada vez mayor alas fuerzas del mercado y la búsqueda de mecanis-mos fuertes de control mediante centralización delos currículos y la realización de pruebas naciona-les. Estos miedos son exacerbados y usados por losgrupos políti-cos y económi-cos dominan-tes, quieneshan logradodesviar el deba-te educacional(y todos los te-mas sociales)hacia su propioterreno —el te-rreno del tradi-cionalismo, dela estandari-zación, de laproductividad,de la mercan-tilización y delos temas eco-nómicos.

Dado quemuchos padresde familia sesienten justifi-c a d a m e n t einteresados enel futuro eco-nómico y cul-tural de sus hi-jos —en unaeconomía que

dar nada. Las políticasque los apoyan son cos-tosas, están “menguan-do nuestra forma devida”, la mayor parte denuestros recursos eco-nómicos, y están estable-ciendo un control guber-namental sobre nuestrasvidas. Se sugiere, por tan-to, que nuestras políticaseducacionales debencentrarse en retirar a lasescuelas del control bu-rocrático y estatal; forta-lecer la privatización y ellibre mercado, debilitarel poder de los profesoresy de sus sindicatos; y re-construir el carácter delas personas principal-mente sobre la base devalores individualistasempresariales.

Es así como en mu-chos países, gran parte dela política gubernamen-tal define lo público como malo y lo privado comobueno. En realidad, para quienes apoyan estas po-líticas, cualquier idea de regulación gubernamen-tal constituye una amenaza a la libertad. En estono ayuda el hecho que existen políticas guberna-mentales que son exageradamente burocráticas eineficientes, puesto que le dan credibilidad a losataques que se hacen a las escuelas y al Estado,incluso por parte de quienes se han beneficiadode estos programas.

Las políticasde Reforma

Uno de los principales énfasis de las reformaseducacionales en muchos países ha consistido enaumentar los vínculos entre educación y trabajo(remunerado) y entre educación y mercado. Mu-chas de las actuales iniciativas de reforma se justifi-can sobre la base de estrechar las conexiones entreeducación y el proyecto más amplio de “satisfacerlas demandas de la economía”. Esta poderosa econo-mía critica a su vez al sistema educacional por serfundamentalmente antiempresarial y extremada-mente derrochador. Y en una época de fuerte com-petencia, se critica que las escuelas no logren pro-

Es así como en mu-chos países, granparte de la políticagubernamental defi-ne lo público comomalo y lo privadocomo bueno. En rea-lidad, para quienesapoyan estas políti-cas, cualquier ideade regulación guber-namental constituyeuna amenaza a la li-bertad.

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ducir una fuerza de tra-bajo suficientementecapacitada, adaptable yflexible.

Junto con esta visiónde las escuelas como pro-ductoras de “capital hu-mano”, existe una agen-da cultural igualmenteimportante. Esta agendapropone cambiar radi-calmente cómo nos pen-samos a nosotros mis-mos y cuáles considera-mos que deben ser lasmetas de la escuela. Paraambos, neoliberales yneoconservadores, laeducación tiene comotarea cambiar el modode autocomprensión delas personas en cuantomiembros de grupos so-ciales. En la medida denuestro apoyo a la eco-nomía de mercado,nuestra tarea debiera ser

estimular que cada persona se piense a sí mismacomo individuo que tiene como fin de su actua-ción el “maximizar siempre su propio interés”.Pero hay una meta ideológica adicional. Se trata dehacer que las personas acepten que es totalmente“lógico que haya ganadores y perdedores en el sis-tema” ( Whitty, Edwards, y Gewirtz 1993, p 1). Sicada uno actuara en esta forma tan “económica-mente racional”, el bien común se lograría casiautomáticamente. Este tipo de proceso se entiendecomo “creador de riquezas”.

Parte de esta posición sobre la distribución dela riqueza —la que argumenta que la desigualdades buena y que más desigualdad es aún mejor— serefleja en una cita de Keith Joseph, quien fueraMinistro de Educación de Margaret Thatcher:

En el pasado, para aliviar la pobreza, no seconsideró necesario el logro de una sociedadigualitaria, hoy en día, es difícil encontrar algu-na conexión obligada entre estos aspectos. Por elcontrario, la experiencia acumulada en este paísdesde la última guerra mundial demuestra que alos pobres no se los hace más ricos mediante elempobrecimiento de los ricos. A los pobres sólose los enriquece más si todos crecen en riqueza,incluso los ricos (citado en Honderich, 1990.p.196).

Friedrich Hayek, uno de los economistas teóri-cos más reconocidos por los conservadores, justifi-ca la situación aún en forma más directa que lo di-cho en la anterior cita:

se caracteriza crecientemente porlos bajos salarios, el capital volan-te y la inseguridad— el discursoneoliberal se conecta bien con loque vive mucha gente trabajado-ra y de clase media (Ver Apple,1996, pp. 42–67). Tras estas “re-formas neoliberales y neocon-servadoras”, se advierte la pérdi-da de control sobre una serie desituaciones importantes: la segu-ridad económica y personal, el co-nocimiento tradicional, los valo-res en que debe prepararse a losniños, lo que cuenta como textosimportantes, la autoridad y las re-laciones de género y clase en la so-ciedad más amplia.

En este contexto, se convierteen importante la binaria oposi-ción entre nosotros y ellos. Para

los grupos dominantes, “nosotros” son los que man-tienen la ley, los trabajadores correctos y virtuosos;“ellos” (generalmente gente pobre) son muy dife-rentes: flojos, amorales y permisivos. Esta oposiciónbinaria excluye de la comunidad de individuosmeritorios a los indígenas, a las mujeres, a los po-

bres y a otros.Así, las perso-nas a quienesdeben apoyarhoy en día lasescuelas ya noson quienesfueron históri-camente opri-midos, sino los“c iudadanosreales” (gene-ralmente gentea quienes les vabien en estas di-fíciles condicio-nes económi-cas), personasque encarnanlas virtudesidealizadas deun pasado ro-mántico o quese caracterizanpor su constan-te capacidademprendedora.Los “ellos” noson merece-dores. Son losque reciben sin

tas), eficiencia y management (admi-nistración de la gestión), todo lo cualforma parte de su propio capital cul-tural (Apple 2001).

El ámbito de la educación esun ámbito donde las fuerzas com-binadas de neoliberalismo yneoconservadurismo han ido enascenso. La meta social y demo-crática de expandir la igualdad deoportunidades (que en sí mismaes un meta limitada) ha perdidomucho de su potencia política yde su aptitud para movilizar a laspersonas. Por ejemplo, en mi país,el “pánico” producido por la bajade los estándares, la deserción, elcreciente analfabetismo, el miedoa la violencia en las escuelas, y lapreocupación por el deterioro delos valores tradicionales; ha teni-do como efecto principal el ataque a profesores ysindicatos de maestros, el apoyo cada vez mayor alas fuerzas del mercado y la búsqueda de mecanis-mos fuertes de control mediante centralización delos currículos y la realización de pruebas naciona-les. Estos miedos son exacerbados y usados por losgrupos políti-cos y económi-cos dominan-tes, quieneshan logradodesviar el deba-te educacional(y todos los te-mas sociales)hacia su propioterreno —el te-rreno del tradi-cionalismo, dela estandari-zación, de laproductividad,de la mercan-tilización y delos temas eco-nómicos.

Dado quemuchos padresde familia sesienten justifi-c a d a m e n t einteresados enel futuro eco-nómico y cul-tural de sus hi-jos —en unaeconomía que

dar nada. Las políticasque los apoyan son cos-tosas, están “menguan-do nuestra forma devida”, la mayor parte denuestros recursos eco-nómicos, y están estable-ciendo un control guber-namental sobre nuestrasvidas. Se sugiere, por tan-to, que nuestras políticaseducacionales debencentrarse en retirar a lasescuelas del control bu-rocrático y estatal; forta-lecer la privatización y ellibre mercado, debilitarel poder de los profesoresy de sus sindicatos; y re-construir el carácter delas personas principal-mente sobre la base devalores individualistasempresariales.

Es así como en mu-chos países, gran parte dela política gubernamen-tal define lo público como malo y lo privado comobueno. En realidad, para quienes apoyan estas po-líticas, cualquier idea de regulación gubernamen-tal constituye una amenaza a la libertad. En estono ayuda el hecho que existen políticas guberna-mentales que son exageradamente burocráticas eineficientes, puesto que le dan credibilidad a losataques que se hacen a las escuelas y al Estado,incluso por parte de quienes se han beneficiadode estos programas.

Las políticasde Reforma

Uno de los principales énfasis de las reformaseducacionales en muchos países ha consistido enaumentar los vínculos entre educación y trabajo(remunerado) y entre educación y mercado. Mu-chas de las actuales iniciativas de reforma se justifi-can sobre la base de estrechar las conexiones entreeducación y el proyecto más amplio de “satisfacerlas demandas de la economía”. Esta poderosa econo-mía critica a su vez al sistema educacional por serfundamentalmente antiempresarial y extremada-mente derrochador. Y en una época de fuerte com-petencia, se critica que las escuelas no logren pro-

Es así como en mu-chos países, granparte de la políticagubernamental defi-ne lo público comomalo y lo privadocomo bueno. En rea-lidad, para quienesapoyan estas políti-cas, cualquier ideade regulación guber-namental constituyeuna amenaza a la li-bertad.

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Si hoy día en los EE.UU. o Euro-pa Occidental los que son relativa-mente pobres tienen un auto o unrefrigerador, pueden realizar un via-je en avión o disponer de una radio,a un costo relativamente elevado enrelación a su ingreso, esto ha sidoposible porque en el pasado otros conmayores ingresos fueron capaces degastar en lo que entonces era un lujo.El camino del progreso se facilitaenormemente por el hecho de habersido transitado antes. El caminopara los menos afortunados y me-nos energéticos se ha podido cons-truir porque antes hubo explorado-res que vislumbraron la meta quepermitió construir ese camino. Aúnlos más pobres hoy día le deben subienestar material relativo a las con-secuencias de la desigualdad pasa-da (citado en Honderich, 1990, p.197).

Uno pensaría que para justi-ficar estos argumentos debieraexistir buena evidencia empíri-ca. Lamentablemente, ésta sim-

plemente no existe. La verdad es que, tanto enmi país como en el de ustedes, así como enmuchos otros, la pre-gunta que debemos ha-cernos es si es efectivoque a medida que losricos se enriquecían lospobres disminuían supobreza. La respuestacasi podría ser risible sino fuera por las desas-trosas consecuencias delas redistribuciones ha-cia arriba que hancontribuido a que lasvidas de tantas perso-nas se hayan tornadocada vez más insegurasy, aun más, desespera-das (Apple 1996).

Mencioné anterior-mente que el neolibe-ralismo usualmente nofunciona solo. Casisiempre va acompaña-do por elementos de laagenda neoconserva-dora, la que busca res-taurar la tradición y laautoridad “perdidas”.Al igual que la posición

neoliberal, con su romántica visión de mercado,la agenda neoconservadora también tiene con-tradicciones interesantes. Aún cuando el conser-vadurismo parece apoyar lo que es “tradicional”en la sociedad, la verdad es que su concepto detradición es bastante selectivo pues no apoya todolo que es tradición en la sociedad.

Una de las características distintivas de la po-sición neoconservadora es su visión ética. En suapoyo a las fuerzas de mercado, prefiere claramen-te los sistemas de incentivos que recompensan lamotivación personal y no la colectiva, la ganan-cia personal más que el altruismo social(Honderich, 1990, p. 105). Sin embargo, la tradi-ción de altruismo social y sensibilidad colectivastiene raíces merecidas y profundas en nuestrasnaciones, y sus formas de expresión necesitan serampliadas y no constreñidas (Apple 1990).

Al igual que los neoliberales, los neoconser-vadores critican a las escuelas y a los profeso-res por no tener y no enseñar los valores “apro-piados”. Los profesores son supuestamente pe-rezosos y para hacerlos más eficientes y efecti-vos debe encuadrárselos dentro de la disciplinacompetitiva del mercado. Además, losneoliberales y los neoconservadores se quejanrepetidamente de la supuesta falta de valores,por ejemplo, en los niños de clase trabajadoray familias pobres. Sin embargo, no son estos

los grupos que debie-ran centrar nuestrasprincipales preocupa-ciones. Más bien, debe-mos preguntarnos crí-ticamente acerca de losvalores que tienenotros grupos de perso-nas. Por ejemplo, sobrelos valores de aquelloscon mayor poder y dine-ro, quienes tomaron eltipo de decisión econó-mica y política que diolugar a la segregacióneconómica (y a menudoracial), que destruyeronlos sistemas de salud ylas redes de seguridadsocial, etc. La verdad esque, en justicia, debería-mos apuntar a la “in-diferencia casi patológi-ca” de los ricos y de susaliados ubicados en losgobiernos y círculosintelectuales y políticosde corte neoliberal yneoconservador.

¿Qué posibilidad hayde enfrentar a laspolíticas neoliberalesy neoconservadoras?

Las críticas que he planteado más arriba lle-van a un asunto crucial. ¿Qué posibilidad hay dehacer algo diferente, que interrumpa las políticase ideologías neoliberales? Yo pienso que sí la hay.Déjenme darles un ejemplo tomado de Brasil.

Una de las aseveraciones de las fuerzas dere-chistas es que las escuelas están desvinculadas delos padres y madres de familia y de las comuni-dades. Si bien estas críticas son totalmente erra-das, tenemos que buscar formas de conectar nues-tros esfuerzos educativos con las comunidades lo-cales, especialmente con aquellas comunidadesque tienen menos poder, pero que son más de-mocráticas que las ideas democráticas “livianas”que mantienen los neoliberales. Si no hacemosesto, las definiciones neoliberales de democracia—basadas en un individualismo poseedor de bie-nes y una ciudadanía reducida a simples prácti-cas de consumo— prevalecerán.

Aunque tenemos que reconocer que las co-rrientes actuales de cambio en la educación, losataques a la autonomía de los profesores, a suscondiciones de trabajo y salarios y los actualescambios ideológicos en toda la sociedad, dificul-tan la comunicación de una visión verdadera-mente democrática de la educación, ello no esimposible.

Lo que ocurre en Porto Alegre, Brasil, nos ofre-ce un ejemplo poderoso de que sí es posible, silogramos organizarnos en torno a un conjuntocoherente de políticas democráticas.

Después de varios años de fracasos electora-les, el Partido de los Trabajadores ganó eleccio-nes consecutivas en Porto Alegre y en el Estadode Río Grande do Sul. Una de las razones de estetriunfo fue haber sido capaz de entregar una vi-sión muy diferente y un conjunto de políticas deapoyo a instituciones de mayor solidez democrá-tica. Parte central de sus propuestas fue el consti-tuir un sistema de escolarización democrático yparticipativo, y producir un alza inmediata y sus-tancial de los salarios de los profesores. Sabíanque los profesores no se involucrarían en refor-mas que les significaran más trabajo en el con-texto de salarios decrecientes año a año (para unadiscusión más extensa de este tema, ver Gandiny Apple 2001).

Las políticas que está ejecutando el Partido delos Trabajadores, tales como “presupuestoparticipativo” y “Escuela Ciudadana” están crean-do apoyo para la ejecución de políticas más de-mocráticas y progresivas, capaces de enfrentar anivel nacional el creciente poder de los movimien-tos neoliberales. El Partido de los Trabajadores hapodido aumentar la adhesión de personas que pre-viamente habían votado a favor de partidos conprogramas educacionales y sociales mucho másconservadores. Esto se ha logrado al comprometerincluso la participación de los más pobres de susciudadanos en las deliberaciones sobre políticas ysobre la manera de gastar los recursos. Al poner aten-ción en formas más sustantivas de participacióncolectiva y, sobre todo, al destinar recursos para es-timular tal participación, Porto Alegre ha demos-trado que es posible tener una democracia más“gruesa”, aún en tiempos tanto de crisis económicacomo de ataques ideológicos provenientes de lospartidos neoliberales y de la prensa conservadora.Programas tales como “Escuela Ciudadana” y elcompromiso de participación en el poder de aque-llos que viven en favelas (poblaciones marginales),de las clases trabajadoras y medias, de los profesio-nales y los profesores, muestra que la democraciagruesa ofrece alternativas realistas con respecto a laempobrecida versión de mínima democracia queofrece el neoliberalismo (Porto Alegre. Secretariadode Educación, 1999).

De muchas formas, estas políticas y prácticasque se han ido construyendo son aplicables, demanera poderosa y sistémica, a un conjunto dereformas similares que se elaboran en otros paí-ses (Apple y Beane 1998). Sin embargo, por másimportante que sea la función pedagógica de es-tos programas en Porto Alegre, lo central de elloses el desarrollo de las capacidades colectivas delas personas para comprometerse en un manejo ycontrol democrático de sus vidas. Esto consumetiempo. Pero el tiempo que se ocupa en estos asun-tos demuestra, más tarde, ser de extraordinariafecundidad.

Las políticas de la “Administración Popular”en Porto Alegre han sido explícitamente diseña-das para cambiar radicalmente tanto a las escue-las municipales como a las relaciones entre las co-

Al igual que losneoliberales, losneoconservadorescritican a las escue-las y a los profeso-res por no tener yno enseñar los va-lores “apropiados”.Los profesores sonsupuestamente pe-rezosos y para ha-cerlos más eficien-tes y efectivos debeencuadrárse losdentro de la disci-plina competitivadel mercado.

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¿PODEMOS LUCHAR CONTRA EL NEOLIBERALISMO Y NEOCONSERVADURISMO EN EDUCACIÓN?Docencia Nº 13POLÍTICA EDUCATIVA

Si hoy día en los EE.UU. o Euro-pa Occidental los que son relativa-mente pobres tienen un auto o unrefrigerador, pueden realizar un via-je en avión o disponer de una radio,a un costo relativamente elevado enrelación a su ingreso, esto ha sidoposible porque en el pasado otros conmayores ingresos fueron capaces degastar en lo que entonces era un lujo.El camino del progreso se facilitaenormemente por el hecho de habersido transitado antes. El caminopara los menos afortunados y me-nos energéticos se ha podido cons-truir porque antes hubo explorado-res que vislumbraron la meta quepermitió construir ese camino. Aúnlos más pobres hoy día le deben subienestar material relativo a las con-secuencias de la desigualdad pasa-da (citado en Honderich, 1990, p.197).

Uno pensaría que para justi-ficar estos argumentos debieraexistir buena evidencia empíri-ca. Lamentablemente, ésta sim-

plemente no existe. La verdad es que, tanto enmi país como en el de ustedes, así como enmuchos otros, la pre-gunta que debemos ha-cernos es si es efectivoque a medida que losricos se enriquecían lospobres disminuían supobreza. La respuestacasi podría ser risible sino fuera por las desas-trosas consecuencias delas redistribuciones ha-cia arriba que hancontribuido a que lasvidas de tantas perso-nas se hayan tornadocada vez más insegurasy, aun más, desespera-das (Apple 1996).

Mencioné anterior-mente que el neolibe-ralismo usualmente nofunciona solo. Casisiempre va acompaña-do por elementos de laagenda neoconserva-dora, la que busca res-taurar la tradición y laautoridad “perdidas”.Al igual que la posición

neoliberal, con su romántica visión de mercado,la agenda neoconservadora también tiene con-tradicciones interesantes. Aún cuando el conser-vadurismo parece apoyar lo que es “tradicional”en la sociedad, la verdad es que su concepto detradición es bastante selectivo pues no apoya todolo que es tradición en la sociedad.

Una de las características distintivas de la po-sición neoconservadora es su visión ética. En suapoyo a las fuerzas de mercado, prefiere claramen-te los sistemas de incentivos que recompensan lamotivación personal y no la colectiva, la ganan-cia personal más que el altruismo social(Honderich, 1990, p. 105). Sin embargo, la tradi-ción de altruismo social y sensibilidad colectivastiene raíces merecidas y profundas en nuestrasnaciones, y sus formas de expresión necesitan serampliadas y no constreñidas (Apple 1990).

Al igual que los neoliberales, los neoconser-vadores critican a las escuelas y a los profeso-res por no tener y no enseñar los valores “apro-piados”. Los profesores son supuestamente pe-rezosos y para hacerlos más eficientes y efecti-vos debe encuadrárselos dentro de la disciplinacompetitiva del mercado. Además, losneoliberales y los neoconservadores se quejanrepetidamente de la supuesta falta de valores,por ejemplo, en los niños de clase trabajadoray familias pobres. Sin embargo, no son estos

los grupos que debie-ran centrar nuestrasprincipales preocupa-ciones. Más bien, debe-mos preguntarnos crí-ticamente acerca de losvalores que tienenotros grupos de perso-nas. Por ejemplo, sobrelos valores de aquelloscon mayor poder y dine-ro, quienes tomaron eltipo de decisión econó-mica y política que diolugar a la segregacióneconómica (y a menudoracial), que destruyeronlos sistemas de salud ylas redes de seguridadsocial, etc. La verdad esque, en justicia, debería-mos apuntar a la “in-diferencia casi patológi-ca” de los ricos y de susaliados ubicados en losgobiernos y círculosintelectuales y políticosde corte neoliberal yneoconservador.

¿Qué posibilidad hayde enfrentar a laspolíticas neoliberalesy neoconservadoras?

Las críticas que he planteado más arriba lle-van a un asunto crucial. ¿Qué posibilidad hay dehacer algo diferente, que interrumpa las políticase ideologías neoliberales? Yo pienso que sí la hay.Déjenme darles un ejemplo tomado de Brasil.

Una de las aseveraciones de las fuerzas dere-chistas es que las escuelas están desvinculadas delos padres y madres de familia y de las comuni-dades. Si bien estas críticas son totalmente erra-das, tenemos que buscar formas de conectar nues-tros esfuerzos educativos con las comunidades lo-cales, especialmente con aquellas comunidadesque tienen menos poder, pero que son más de-mocráticas que las ideas democráticas “livianas”que mantienen los neoliberales. Si no hacemosesto, las definiciones neoliberales de democracia—basadas en un individualismo poseedor de bie-nes y una ciudadanía reducida a simples prácti-cas de consumo— prevalecerán.

Aunque tenemos que reconocer que las co-rrientes actuales de cambio en la educación, losataques a la autonomía de los profesores, a suscondiciones de trabajo y salarios y los actualescambios ideológicos en toda la sociedad, dificul-tan la comunicación de una visión verdadera-mente democrática de la educación, ello no esimposible.

Lo que ocurre en Porto Alegre, Brasil, nos ofre-ce un ejemplo poderoso de que sí es posible, silogramos organizarnos en torno a un conjuntocoherente de políticas democráticas.

Después de varios años de fracasos electora-les, el Partido de los Trabajadores ganó eleccio-nes consecutivas en Porto Alegre y en el Estadode Río Grande do Sul. Una de las razones de estetriunfo fue haber sido capaz de entregar una vi-sión muy diferente y un conjunto de políticas deapoyo a instituciones de mayor solidez democrá-tica. Parte central de sus propuestas fue el consti-tuir un sistema de escolarización democrático yparticipativo, y producir un alza inmediata y sus-tancial de los salarios de los profesores. Sabíanque los profesores no se involucrarían en refor-mas que les significaran más trabajo en el con-texto de salarios decrecientes año a año (para unadiscusión más extensa de este tema, ver Gandiny Apple 2001).

Las políticas que está ejecutando el Partido delos Trabajadores, tales como “presupuestoparticipativo” y “Escuela Ciudadana” están crean-do apoyo para la ejecución de políticas más de-mocráticas y progresivas, capaces de enfrentar anivel nacional el creciente poder de los movimien-tos neoliberales. El Partido de los Trabajadores hapodido aumentar la adhesión de personas que pre-viamente habían votado a favor de partidos conprogramas educacionales y sociales mucho másconservadores. Esto se ha logrado al comprometerincluso la participación de los más pobres de susciudadanos en las deliberaciones sobre políticas ysobre la manera de gastar los recursos. Al poner aten-ción en formas más sustantivas de participacióncolectiva y, sobre todo, al destinar recursos para es-timular tal participación, Porto Alegre ha demos-trado que es posible tener una democracia más“gruesa”, aún en tiempos tanto de crisis económicacomo de ataques ideológicos provenientes de lospartidos neoliberales y de la prensa conservadora.Programas tales como “Escuela Ciudadana” y elcompromiso de participación en el poder de aque-llos que viven en favelas (poblaciones marginales),de las clases trabajadoras y medias, de los profesio-nales y los profesores, muestra que la democraciagruesa ofrece alternativas realistas con respecto a laempobrecida versión de mínima democracia queofrece el neoliberalismo (Porto Alegre. Secretariadode Educación, 1999).

De muchas formas, estas políticas y prácticasque se han ido construyendo son aplicables, demanera poderosa y sistémica, a un conjunto dereformas similares que se elaboran en otros paí-ses (Apple y Beane 1998). Sin embargo, por másimportante que sea la función pedagógica de es-tos programas en Porto Alegre, lo central de elloses el desarrollo de las capacidades colectivas delas personas para comprometerse en un manejo ycontrol democrático de sus vidas. Esto consumetiempo. Pero el tiempo que se ocupa en estos asun-tos demuestra, más tarde, ser de extraordinariafecundidad.

Las políticas de la “Administración Popular”en Porto Alegre han sido explícitamente diseña-das para cambiar radicalmente tanto a las escue-las municipales como a las relaciones entre las co-

Al igual que losneoliberales, losneoconservadorescritican a las escue-las y a los profeso-res por no tener yno enseñar los va-lores “apropiados”.Los profesores sonsupuestamente pe-rezosos y para ha-cerlos más eficien-tes y efectivos debeencuadrárse losdentro de la disci-plina competitivadel mercado.

Page 7: Michael W. Apple- Neoliberalismo y educación

Mayo 2001

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GARANTIZAR LA CREDIBILIDAD Y EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA PARA EL TERCER MILENIODocencia Nº 13POLÍTICA EDUCATIVA

Garantizarla credibilidad

y el futurode la educación pública

para el tercer milenio

Garantizarla credibilidad

y el futurode la educación pública

para el tercer milenioCompartimos en este número de Docencia, el acta de la

decimosexta reunión del Consejo Ejecutivo de laInternacional de la Educación (IE) —realizada entre el 28 y

el 30 de marzo de 2001—, máxima organizacióninternacional que agrupa a sindicatos de maestros de

distintos países y continentes. El documento quepublicamos da cuenta de las reflexiones y temas en

discusión que actualmente preocupan a los maestrosorganizados en todo el orbe.

munidades, el Estado y la educación. Este conjuntode políticas, y los correspondientes procesos deimplementación que las acompañan, son parteconstitutiva de un claro y explícito proyecto des-tinado a construir no sólo una mejor escuela paralos excluidos —y para los profesores que trabajanintensamente en ella—, sino también un proyec-to más amplio de democracia.

Si bien las reformas que se construyen en Por-to Alegre están aún en formación, lo que allí selevanta puede ser crucial no “sólo” para Brasil, sinopara todos los que vivimos en países donde se lu-cha en las aulas y en las escuelas por crear unaeducación que sirva a todos nuestros niños y co-munidades.

En este artículo he tratado de ser honesto acercade la complejidad de las fuerzas que impactan a lasescuelas. El ocultar nuestra cabeza en la arena, comolo hace el avestruz, no hará que esas fuerzas desa-parezcan. Los movimientos neoliberales y neo-conservadores están cambiando agresivamentenuestro trabajo y nuestras escuelas. Sus efectos soncrecientemente peligrosos. Sin embargo, como lomuestra el ejemplo de Porto Alegre y las escuelassobre las que escribí en Escuelas Democráticas (Appley Beane 1998), existe una posibilidad distinta a ladel pesimismo.

Es posible construir y defender mucho máscríticamente a la escuela democrática. Profesores,sindicatos, comunidades y activistas sociales, se hanunido para edificar tales escuelas en todo el mun-do. Tengamos la esperanza que lo mismo sea verda-dero para Chile.

REFERENCIAS:

APPLE, MICHAEL W. (1990) Ideology and Curriculum 2º ed. N.York: Routledge.

(1996) Cultural Politics and Education. N.York: Teachers College Press.

(2001) Educating the “Right-Way: Markets,Standards, and Inequality. N. York: Routledge.

APPLE, MICHAEL W. and BEANE, JAMES A. (1998) DemocraticSchools. London: Open University Press.

GANDIN, LUIS ARMANDO and APPLE, MICHAEL W. (2001)Challenging Neo-liberalism, Building Democracy: Creatingthe Citizen School in Porto Alegre Brasil, Unpublished paper,University of Wisconsin, Madison.

HONDERICH, TED (1990) Conservatism. Boulder, Colorado:Westview.

Porto Alegre, Secretariat of Education (1999) Cycles of Formation:Politic-Pedagogical.

Proposal for the Citizen’s School. Cadernos Pedagogicos, 9 (1), 1-111.

WHITTY, GEOFF, EDWARDS, TONY, GEWIRTZ, SHARON (1993)Specialization and Choice in Urban Education. London:Routledge.

Reducir y poneraquí el aviso deEdiciones Morata,cuya película seadjunta, eliminandoeste filete.