Michel Mirabal contemporary art catalog

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michel mirabal R E T R O S P E C T I V A

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Contemporary Cuban art by Michel MIrabal

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michel mirabalR E T R O S P E C T I V A

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La Habana, 2008

michel mirabalR E T R O S P E C T I V A

S E R I E S

Manos

Calles de la Habana

Interior del Solar

Tazas

Cristos

Banderas

La Habana, 2008

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Decir con las manosUn carácter profundamente humano se extiende por la obra de Michel Mirabal. De hecho, este se expande por las historias, los trazos y los colores, superando el símbolo utilizado, convir-tiéndolo en algo natural y posible.

En un principio –es decir cuando empezó a crearlas– las ma-nos eran el resultado de un buscado efecto de llamatividad y extrañamiento. Su inicial formación como diseñador incidió en la creación de piezas sintéticas, un tanto planas, con una lectura muy directa y un lenguaje que no rebasaba el inten-to originario de contar una historia. En esta etapa los temas cotidianos, el erotismo y el desnudo, las parejas y la anécdota eran el pretexto temático de los cuadros; cuyas figuras pare-cían gravitar en torno a un centro fantasmagórico sin posibles telones de fondo o escenas añadidas.

Al paso de los años y luego de perfilar su trabajo como pintor –en lo que influyó notablemente su paso por la Academia de San Alejandro– estas se han convertido en parte de sus fan-tasías privadas y en el mejor medio de expresión de su pen-samiento. En estos momentos, su obra está atravesando un período de madurez y completamiento: mezclando la tradición cultural de su país con las experiencias personales, el resultado es la creación de un sistema de símbolos de la nacionalidad, privado y consciente. Eleggua, la música, las columnas, las ten-dederas, la referencia a la bandera cubana y otros cuantos, perfectamente perceptibles, conforman ese sistema identitario que parece ser parte de las preocupaciones primordiales que lo acompañan.

Una particular manera de percibir la realidad ha emergido en sus cuadros, ilustrando no sólo sus actividades comunes, tam-bién la sensibilidad con que asimila la relación entre el hombre y la naturaleza, el hombre y su entorno, el hombre y el espa-cio que ocupa. De hecho, la ciudad se instaura como espacio

protagónico y define la interacción entre sus habitantes y su comportamiento.

En la exploración por el espacio evocado en Oquendo 358, se combinan magia, superstición, imaginación y conocimiento; para ofrecer el retrato convincente de una realidad asumida. La vuelta a los orígenes, el camino hacia adentro, la mirada introspectiva sobre el pasado personal y los recuerdos que lo conforman, organizados alrededor de la ciudad y sus edificios como símbolos de identificación.

El origen de las piezas –y de la propia exposición– fue defini-do por el conjunto de obras religiosas, la idea inicial de una ciudad en rojo y negro, marcó la interrogante no sólo de su visión personal sobre la religión y la Habana, sus edificios y su arquitectura, también fue el nacimiento de la preocupación por su propia vida y su historia.

Esta idea-raíz comenzó a marcar el sentido autobiográfico de la muestra, la cual funciona como una especie de mapa per-sonal para encontrarse a sí mismo y viabilizar la comprensión general sobre su producción plástica actual.

La presencia de Eleggua define parte de su propio comporta-miento. La conjunción entre la vida y la muerte, el desplaza-miento azaroso y tragicómico por la vida, la felicidad ligada a la desgracia, la convivencia entre lo positivo y lo negativo enmarcan el ámbito de su expresión plástica.

Con ello convive la incesante preocupación por el sitio que ha-bita y recorre, la ciudad marcada por los símbolos que la defi-nen. Nuevamente pone en uso memorias de su formación pro-fesional, no es casual el interés por el color y las transparencias, el gusto por las imágenes de zaguanes, pisos embaldosados, vitrales, rejas, maderas, balcones que se expanden sobre patios

interiores, columnas de potentes capiteles y fustes bien dibuja-dos, alusiones gráficas que para otros no son más que rayones en la pared, pero que a los ojos de un diseñador tienen una connotación más profunda; las huellas de una ciudad que se ha observado detenidamente y que se define como un refugio.

Sin citas exactas y directas alude a sus preferencias más ínti-mas, la lectura de La ciudad de las columnas, por ejemplo, y un Carpentier devorado, interpretado y comprendido; descu-brimiento de un lenguaje que sirve como asidero y brújula de sus propios intereses. También para Mirabal el sol se expresa a través de los medios puntos, las paredes se suceden ocres y azules, los estilos se superponen y redefinen; el sincretismo como germen de la vida comporta una obra que crece y se define a medida que su creador se auto descubre.

La pasión por el color, la solidez de las figuras y la referencia a la arquitectura y los interiores criollos es también el resultado de una devoción particular por Amelia Peláez. Quizás puedan descubrirse otras influencias en su obra, en particular sería in-teresante relacionar la presencia de un matiz expresionista y violenta en la gestualidad y composición de sus personajes, es posible que el desbordante colorido sea parte de una visión cercana y constante de otros pintores de la vanguardia cu-bana. Pero en el caso de Amelia, la cercanía pasa de ser una influencia razonada o prevista a una relación de inspiración y convivencia espiritual.

Tres “temas” esenciales sirven de punto de partida para la in-dagación: la marginalidad, la emigración y la ciudad. La co-nexión entre estos es el fruto de experiencias cotidianas y el análisis, exento de folclorismos, de su vida y su entorno. La madurez alcanzada no está únicamente en el mejoramiento técnico y las capacidades profesionales de expresión plástica, también en la reconciliación con los temas que más le preocu-

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pan y que definen su paso por el espacio vital en que habita. El grupo de obras que presenta en la muestra, es un acto de afirmación y reconocimiento de si mismo, la asimilación de lo popular como parte de su formación y raíz fundamental de su carácter como individuo.

Para un artista cuya formación ha dependido de sí mismo -des-cubrió tempranamente su afinidad con la pintura e intentó encaminarla paralelamente con otros estudios– y la perseve-rancia en un lenguaje y expresión propios; la concatenación de hechos, recuerdos y experiencias ha sido definitoria. El punto de partida es un conjunto de piezas dedicadas a la religión, estas lo han conducido a la búsqueda de la identidad como soporte de su producción plástica, expresada en la ciudad y su arquitectura como elementos más significativo. Los efec-tos de luz, transparencias, superposición de columnas, vitra-les, paredes escritas con frases cotidianas son la escenografía de los habitantes de la ciudad que parecen no desprenderse del conocimiento de esta, aún en condiciones de alejamiento, véase que aún en las piezas que aluden a las migraciones, la presencia de la nacionalidad está insinuada.

La pintura se ha transformado en un acontecimiento de di-mensiones dramáticas, dejó de ser simple ejercicio de orna-mentación o anécdota para llevarle a un estado de reconoci-miento, dispuesto a hacerse público. Un sentido expresionista, a veces grotesco y hasta agresivo incide en la gestualidad y la estructura de las manos –definidas como personajes con vida independiente–. El instinto lo lleva a recorrer los espacios de la infancia y la adolescencia, su territorio de combate, la alusión a la marginalidad como un espacio donde es posible vivir y crear, la reacción defensiva y lógica de quien intenta legiti-mar su existencia como un comportamiento posible. Las citas personales particularizan estas narraciones, la trayectoria y la evolución de los afectos.

RAfAEL ACOSTA DE ARRIBAJulio 2002

Michel Mirabal, en su estudio

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De la serie ManosLa rumba prohibida, 2002Técnica mixta sobre tela140 x 120 cm

col. privada, familia del artista.

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De la serie ManosSinfonía para Eleguá, 2002Técnica mixta sobre tela250 x 270 cm

col. Museo Bellas Artes.Bogota, Colombia.

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De la serie ManosCuba con leche, 2004Técnica mixta sobre tela85 x 65 cm

col. privada, Miami, USA.

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De la serie ManosEl emigrante, 2002Técnica mixta sobre tela110 x 140 cm

col. privada, Miami, USA.

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De la serie ManosRegalo de Fin de Curso, 1999Creyón sobre tela65 x 45 cm

col. privada, Boston, USA.

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De la serie ManosAhora que estoy triste quisiera hacer un cuento, 1999. Creyón sobre tela65 x 45 cm

col. privada familia del artista.

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De la serie ManosEl miedo, 2000 Creyón sobre tela80 x 65 cm

col. privada Lazarito Valdéz, Cuba.

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De la serie ManosEl niño grande, 1999Técnica mixta sobre cartulina 100 x 90 cm

cartulina, 100 x 90 cmcol. privada Gabriel García Márquez, Colombia.

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De la serie ManosPlatanito maduro, 2003Técnica mixta sobre cartulina180 x 110 cm

col. privada del artista.

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El es, de esas personas, artista al fin, que observa detenida-mente cuanto le rodea y lo plasma en miles de papeles… apli-ca la divisa de dibujar, dibujar dibujar, nunca deja de dibujar y tratando de que esto sea lo mejor posible. Siempre he expre-sado que es un pintor realista. METAMORfOSIS pone a con-sideración un conjunto de obras que se corresponden a esa reflexión del artista y como, en estos trabajos, se aprecia la relación nítida que existe entre su mirada y el reflejo del per-sonaje expresado en ocasiones con modulaciones manieristas. Se dice que el dibujo es el espacio imaginario que podemos medir entre el cerebro y la mente que actúa. En este, esto se demuestra fehacientemente, pues, mientras su mente se mue-ve en búsqueda del gusto y el conocimiento, existe el reflejo de esa percepción inmediata en su obra.

MANUEL fERNáNDEz fIgUEROA

2004

Mi experiencia en la obra de Michel Mirabal comienza con un disfrute del puro lenguaje pictórico por su inteligencia, por su coherencia. Pero de inmediato nos sale al paso con la materia prima de la realidad humana.

Alguien había dicho que una obra pintada no pertenece solo al arte de la visión, y así, al primer vistazo, Mirabal, nos despliega sus juegos, colases, una reducción de los datos inmediatos de la realidad, al estado de valores plásticos, de signos.

Mirabal sabe llevarnos de la experiencia puramente sensorial a la experiencia reflexiva, despertando en nosotros el mecanismo de las asociaciones afectivas, resonancias, enriqueciendo así la au-tonomía de nuestra percepción. Ese es en el quehacer de Mirabal el disfrute, que es la comprensión, que es la verdadera posesión.

ANTONIO ALEJO2004

Metamorfosis

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Esperanza herida1 . T R E S F L E C H A S Y E L A Z A R C O N C U R R E N T E

Tres flechas, clásicas, inconfundibles, adornadas con sus pena-chos de plumilla, se han clavado en el muro que sangra. No son unas flechas perdidas en el aire, ni en el muro -al parecer tan sólido, definitivamente pétreo– está ahí por casualidad. Las flechas buscaban un blanco, casi lo exigían, y lo encontraron en ese muro preciso, uno de los que aun se sostienen en el viejo barrio habanero de Atarés, a la sombra del cartel que ofrenda uno de los nombres más bellos a una de las calles más terrible y degradadas de la ciudad: Esperanza.

No es para nada una casualidad que al revisar las obras más recientes de Michel Mirabal que se integrarán a una exposición, específicamente esta me haya atrapado desde la primera mira-da, como si las saetas tuvieran ese predestinado propósito, o sea, como si yo fuese su último y definitivo blanco.

Será obra del azar concurrente de que hablaba Lezama o simple-mente ha sido la necesidad histórica y sensorial la que provoco que dos miradas se hayan cruzado, desde las antípodas de la ciudad y sin previo aviso, para ver lo mismo, cada cual con el color de sus ojo: la de Michel Mirabal con los recursos y lenguaje del pintor; la mía, con las palabras del novelista que recién ha escrito (en una obra inédita), una descripción que en este caso, me veo obligado a repetir en extenso:

“La calzada de Monte y la mal bautizada calle Esperanza di-bujan una cuña invertida que, dispuesta a desgarrar las carnes urbanas mas trémulas y desguarnecidas por el tiempo y la vida, se abra en busca de las entrañas de los que fuera la vieja villa amurallada de la Habana, fundada a orillas de una por entonces límpida bahía de aguas siempre apacibles. Desde el vórtice que Monte y Esperanza casi logran formar, en las inmediaciones del antiguo Mercado Único, hasta el agotamiento de ambas, en las

populosa calle de Égido, sobre el mapa de la ciudad queda pal-pitando un triangulo eternamente degradado en cuyas entrañas se fue acumulando, a lo largo de los siglos, una parte del deshe-cho humano, arquitectónico e histórico generado por la capital triunfadora y prepotente, siempre en marcha hacia el oeste, cada vez mas lejos de aquel reducto plagado de proletarios mal pagados, lumpens de todos los colores, putas, traficantes y emi-grados de otras regiones del país y del mundo, deseosos de una oportunidad en la vida que casi nunca les habría de llegar. La calzada de Monte, con sus tiendas de libaneses, sirios y judíos polacos vendedores de retazos de tela, ropa de segunda mano y baratijas diversas, marco en otra época la frontera entre el mundo de esplendores posibles de la zona comercial de la Haba-na, con sus palacios públicos y privados, sus tiendas lujosas, sus parques conmemorativos y sus fuentes históricas, sus teatros, cines, centros sociales, salones de baile y hoteles, y aquel otro rincón innoble de los barrios colindantes de Atares y Jesús Ma-ria, barrios de negros y blancos pobres, con sus construcciones baratas y sin asomo de estilo, sus calles estrechas y huérfanas de verde, sus humanidad siempre arracimada y envilecida por la miseria, el hacinamiento, la marginación. En la memoria de los habaneros aquella zona de la ciudad, frecuentemente invadida por las emanaciones negras de la termoeléctrica de Tallapiedra, envenenada por los escapes de gas butano y asedieada por los efluvios pútridos de los meandros más degradados de la bahía, era como un territorio cedido a los infieles, sin esperanzas no intenciones de ser conquistado. Entre sus calles sinuosas, de nombres a veces ilustres y hasta poéticos, la historia parecías haber volado sin detenerse, mientras generación tras genera-ción se empozaba allí el dolor, el olvido, la rabia, y su espíritu de resistencia siempre desfogado en lo ilícito, lo prohibido, lo pecaminosos, lo violento, en busca de una dura supervivencia, procurada a toda costa y por cualquier vía.”

No, sencillamente no puede ser casual; esta confluencia entre una novela en proceso y una pintura recién fijada en el lienzo. Tras los muros de la calle Esperanza un personaje literario Mario Conde sufrirá con ciertas verdades terribles, mientras un pintor, habanero, centro habanero, ha encontrado allí un mundo de re-ferencias, frustraciones y deseos que han tomado forma en sus cuadros de una lobreguez y un dramatismo impactante.

Observando una y otra vez esta obra, procurando revelar sus enigmas, he llegado a la conclusión de que si algo nos quiere decir el imaginario pictórico del todavía joven Michel Mirabal es que hay una esperanza herida y que, por esas llagas, la soledad se va imponiendo, como un virus indetenible, pues ella, la soledad, y no el color, o los tópicos de la ciudad o las figuras (las recurridas manos-humanas de su obra anterior), es la verdadera protago-nista de este ciclo pictórico al que ha arribado el creador en un momento que nos hace pensar en algo tan serio y categórico como la madurez de sus recursos y sus necesidades expresivas.

2 . L O S C A M I N O S D E U N A M E T A M O R F O S I S

Al lanzarse a esta metamorfosis de sus imaginario, Michel Mira-bal no ha renunciado del todo a sus habituales, pero los ha rese-mantizado. Otra vez en la obra plástica de Mirabal su ambiente es el de una ciudad (La Habana) en la que desde hace siglos, se compendia el espacio urbano de lo nacional. Nuevamente su mundo pictórico aparece habitado por esas manos bípedas, de formas voluptuosas, aunque despojadas de cabezas y cada vez más reducidas en su estatura y protagonismos, como en trance de desaparición. También están ahí, como siempre, los símbolos religiosos de creencias afrocubanas, con toda su carga de senti-do, aunque ahora también acompañados por la cruz de los cris-

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tianos, con su Mesías crucificado; vuelven a sus telas los violi-nes, las palmeras, las sabanas blancas, los vitrales, balcones, rejas y escaleras y esos aviones de papel siempre en fuga. Reaparecen esos objetos cotidianos cargados de de simbología (biberones de la vida, sombrillas protectoras, tazas como refugios), a los que se suman plátanos rollizos, quizás compendio de deseos inape-lables y perpetuos: el de la comida y el del sexo.

Pero sus personajes y los objetos que los acompañan han perdi-do el aire colorido, casi folklórico y festivo que en otras ocasio-nes nos entregara el creador.

Ahora todos los cielos por los que deambulan sus criaturas se han tornado agresivos –en colores y en texturas-, esencialmente procelosos, como heraldos oscuros de la tormenta que se aveci-na. Las sabanas, blancas, puras, olorosas a jabón, ahora transitan por los grises y parecen intentar, en vano, ocultar verdades ape-nas entrevistas pero que resultaría fácil adivinar entre las cua-tro paredes férreas de un solar habanero. Los barcos de papel, más abundantes, siempre navegan, sabe Dios –o Eleggua– hacia donde, aunque también parece asegurarlo sin temor a las equi-vocaciones. Todos los ambientes se han oscurecido, el universo figurativo se ha llenado de agresividad –ahí está esa mano ovi-llada en una taza, buscando protección– y unas manchas rojas -¿sangre?- han empezado a fluir a través de las telas.

Mientras tanto, las manos, tan características como motivo fi-gurativo en la obra previas de este autor, verdaderos personajes en los que Mirabal encerró toda una simbología de múltiples lecturas, han cedido el espacio que antes ocupaba la voluptuosi-dad de sus formas (aunque transidas por un aire grotesco, figu-ras decapitadas, siempre desnudas, que tienen como única pose-sión su propio cuerpo) y se han empequeñecido, desguarnecidas y tristes, en su infinita soledad, cuando no han desaparecido del todo, como si al fin hubieran logrado escapar en uno de esos aviones o barcos de papel o sobre el monociclo con el que perseguían el imposible equilibrio.

Parece evidente que el mundo plástico de Michel Mirabal, tan exuberante y colorido, ha girado hacia una positiva introspec-

ción que le ofrece nuevas perspectivas y más profundas lecturas. La soledad más compacta, el desarraigo, los de-seos incumplidos, las vidas tronchadas (o pospuestas, en fuga y sin equilibrio), la mirada mística hacia un mundo religiosos más complejo, pueblan hoy sus retablos pictó-ricos, ofreciéndonos una imagen dolorosas y sórdida de una ciudad y unos personajes que se derrumban, quizás encerrados tras los muros de la calle Esperanza, dentro de un triangulo eternamente degradado en cuyas entrañas se fue acumulando, a lo largo de los siglos, una parte del deshecho humano, arquitectónico e histórico generado por la capital triunfadora y prepotente.

La mirada de Michel Mirabal, en este conjunto de obras que revelan la metamorfosis profunda de sus recursos y búsquedas, es la particular visión del artista de un uni-verso citadino y humano (espejo de un contexto mucho mayor) que, con su propio proceso de degradación, ha ido ganando un espacio cada vez más significativo en la lite-

ratura, el teatro, la plástica y hasta la música cubana de los últimos años, con miradas ajenas a complacencias, como testigos alarmados de un procesos de desintegración que cada manifestación artística, con sus medios y recursos, ha ido grabando para enriquecer el panorama cultural cubano contemporáneo.

Y Michel Mirabal hace aquí un notable aporte a ese con-junto. Una pared herida, por tres flechas, justo en la calle Esperanza, es como una sinfonía que nos habla del pasa-do, del presente y de futuro de una ciudad que sufrimos y que amamos.

LEONARDO PADURA fUENTES Mantilla, mayo del 2004

Vista del capitolio desde su estudio

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De la serieCalles De la HabanaEsperanza herida, 2004Acrílico sobre tela130 x 110 cm

col. privada del artista.

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De la serieCalles De la HabanaEsperanza herida, 2008 Carbón sobre cartulina100 x 70 cm

col. privada del artista.

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De la serieCalles De la HabanaBelén, 2004 Técnica mixta sobre tela 130 x 110 cm

col. privada del artista.

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De la serieCalles De la HabanaAmargura, 2005 Técnica mixta sobre cartulina 90 x 115cm

col. privada, Nueva York, USA.

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De la serieCalles De la HabanaSoledad, 2005 Técnica mixta sobre cartulina90 x 115cm

col. privada Victor Manuel Quijano,

Ciudad Habana, Cuba.

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De la serieCalles De la HabanaEl puro, 2005 Técnica mixta sobre cartulina 130 x 110 cm

col. privada, Abraham,

Ciudad de la Habana, Cuba.

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De la serieCalles De la HabanaCallejón del chorro, 2007Grabado (Litografía) 90 x 40 cm

col. privada Paris, Francia.

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De la serieCalles De la HabanaHata las cuantas papi, 2008Técnica mixta sobre tela 500 x 300 cm

col. privada Massimo Scolari,

Milano, Italia.

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Me asomo a la obra de Michel Mirabal sin conocerle perso-nalmente. Tengo referencias que lo hacen atractivo aún sin posarle vista a sus expresiones plásticas: “Nació en Centro Ha-bana, específicamente, Cayo Hueso, en Oquendo 358, a media cuadra del solar del áfrica.”

Es “muy cubano” quien nace en Cayo Hueso, un barrio don-de todo lo criollo se potencia, crece, y se convierte en atri-buto de identidad. Un barrio donde sigue bullendo el caldo de Don Ortiz, con condimentos reinventados, enriquecidos, permeados de cultura global. Pero el ajiaco sigue hirviendo y dando platos a cuantos se asomen con hambre. También he de anotar que se es un cubano “muy urbano” si se crece entre los balcones, columnas, guarda vecinos, vitrales, ten-dederas, rumba y ojos que cuidan de lo malo colgados detrás de las puertas. Y así es Michel, un cubano que aprendió a expresar su individualidad a través de la performática co-lectiva que del modo más natural del mundo tiene lugar en estas calles habitadas por creadores de milagros.

Uno de los signos cruciales que delatan sus esencias son los “personajes manos”. Es proverbial que, del cubano, constitu-yen estas vías de expresión por excelencia. Mirabal nos resu-me en gestos que traducen orgullos, pesadumbres, dignidades, raíces, sueños, todo. Es la serie “La Historia que nos conviene”, su duodécima exposición personal, una de las más logradas del artista, donde somos desde vecinos hasta fervorosos prac-ticantes de la Regla de Ocha, y nos llegamos a reconocer aún sin haber vivido jamás en Cayo Hueso.

D E L C O L O R A L D I b U j O , C R E C I E N D O

Michel Mirabal

Aquí nació en el Apartamento 84 del Solar La Aurora en Oquendo 358 e/ San José y San Rafael,

Cayo hueso. Centro Habana, el 20 de junio de 1974.

Por ANA MARíA RAMOS

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Indudablemente la ciudad es la gran protagonista de la obra de Michel Mirabal también cuando resemantiza símbolos y acude a cortes más profundos. El 50 por ciento de las obras es en ocres, blanco y negro, carboncillo y colores pasteles.

Y las manos-gente van cediendo protagonismo y permitiéndo-le los primeros planos -nada eufemísticos- a una Habana que duele, a una Habana que sangra por sus calles de nombres que parecen chistes de mal gusto. Imperturbable lo imperturbable, la fe. Como una malla que impide caer al vacío, los símbolos religiosos de las creencias afrocubanas se entrelazan con la cruz de los cristianos y un Mesías crucificado, todo engarzado por el mismo hilo con que cosemos nuestro diario acontecer: sábanas blancas colgadas en los balcones, palmas, rejas, escaleras para subir al cielo, y cuanto sirva para tomar distancia.

Sus iconos repiten sin cansar, puesto que ya son como queridos actantes de anteriores figuraciones poéticas de Michel Mirabal, que extrañaríamos si no estuvieran: el biberón, las sombrillas, las tazas (muertas y vivas), el plátano como símbolo de hambre y de deseo… Sin embargo, han cambiado de tono. La vida ha cambiado de tono.

Michel Mirabal crece y mira más adentro. Y saca a la luz los te-mores, las frustraciones, las angustias. Su mirada no es benévola ni complaciente. Es mirada de quien camina calles escoltadas por muros de ayer, en lo alto atisba aviones que nunca sabe a dónde van a parar, y desde Malecón ve botes-tazas tripulados por manos-hombres que no saben si llevan lo necesario para un viaje definitivo.

Michel es, indudablemente, un cronista de su época. Emplea sin recato todos los recursos para hablar del hoy que le agita y le provoca. Ha pasado del uso profuso de los colores al empleo con-ciente de un dibujo más íntegro, más develador, y cada giro de su espiral nos anuncia un mejor Michel Mirabal. Un Michel que, sin perder lozanía, sin acomodarse en la poltrona de sus conquistas, va en busca de recursos a tono con sus mensajes urgentes.

Vean y piensen. Acérquense y permitan que estos paisajes les muestren una Cuba que no cabe en la azucarera.

En su estudio de la Habana

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De la serieinterior Del solarUn domingo en el solar, 2002Técnica mixta sobre tela 130 x 110 cm

col. privada Ciudad Habana, Cuba.

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De la serieinterior Del solarLlegó el jabón II, 2005Grabado (Litografía)80 x 48 cm

col. privada Restaurant “La Fontana”,

Ciudad de la Habana, Cuba.

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De la serieinterior Del solarLlegó el jabón II, 2005Grabado (Litografía)80 x 48 cm

col. privada Restaurant “La Fontana”

Ciudad de la Habana, Cuba.

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De la serie tazasCuba 100% cojones, 2004Técnica mixta sobre tela, 130 x 110 cm

col. privada Madrid, España.

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De la serie tazasHolocausto, 2003Técnica mixta sobre tela130 x 110 cm

col. Fundación Afroamericana

de Nueva York, USA.

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De la serie tazasPaso en falso, 2005Técnica mixta sobre cartulina80 x 60 cm

col. privada Miguel Angel Ramirez,

Barcelona, España.

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De la serie tazasChocolatín, 2008Chocolate sobre tela180 x 100 cm

Primera obra realizada en Cuba

con chocolate. Feria del chocolate

de la Habana, 2008.

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De la serie tazasLa marcha, 2008Técnica mixta sobre cartulina, 170 x 40 cm

col. privada del artista, Cuba.

Page 35: Michel Mirabal contemporary art catalog

De la serie CristosMetamorfosis, 2004Creyón sobre cartulinadimensiones variables

col. privada Miguel Angel Ramirez,

Barcelona, España.

Page 36: Michel Mirabal contemporary art catalog

De la serie CristosCristo Negro, 2005Creyón sobre cartulina200 x 110 cm

col. Fundación Martin Luther King, USA.

Page 37: Michel Mirabal contemporary art catalog

De la serie CristosCarrera por la fé, 2005Técnica mixta sobre cartulinadimensiones variables

col. privada Miguel Angel Ramirez

Barcelona, España.

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De la serie CristosHasta en los huesos, 2005Técnica mixta sobre cartulina 110 x 80 cm

col. privada, Ciudad México, Mexico.

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Quizás sean las banderas nacionales las representaciones simbó-licas de más extendido uso universal. No hay estado-nación sin bandera y se pueden contar con los dedos de la mano las for-maciones territoriales —llámese comunidad, regiòn autónoma, provincia, ciudad— que carezcan de ella.

De manera que esos rectángulos de tela, asegurados en uno de sus lados por un asta o driza, que llevan los colores, y a veces, el escudo de un estado, trascienden su materialidad para expresar identidad y pertenencia.

Estas líneas, sin embargo, no pretenden explorar los predios de la vexilología —disciplina historiográfica que se dedica al estu-dio de banderas, pendones y estandartes—, sino comentar una de las aventuras artísticas más recientes e incitantes de la crea-ción pictórica cubana, que tiene como protagonista a Michel Mirabal y por objeto la apropiación y transfiguración de la ban-dera nacional de la República de Cuba en su obra.

Cuando arreció entre nosotros la fiebre del instalacionismo y la recreación objetual escultórica —parte de la marea postmoder-na que coincidió a fines de los 80 y principios de los 90 con el derrumbe de la Unión Soviética y el campo socialista, y la subsi-guiente crisis de la economía material en la Isla que erosionó la calidad del nivel de vida y tuvo sensible repercusión en la escala de valores éticos—, el símbolo apareció más de una vez asociado a una zona del arte sustentada en el pensamiento crítico y el cuestionamiento metartístico. En ese repertorio pudo verse el recorrido del alfa al omega: desde la apropiación legítima hasta la parodia más descarnada. Como una marca lacerante, y a la vez, esperanzada, y al margen de cualquier retozo postmoderno, queda el vibrante testimonio de El gran apagón, del maestro Pedro Pablo Oliva: en un primer plano, la bandera endosada a la tribuna de la Plaza de la Revolución, señala un hito en el retablo de una época convulsa.

Valga ese referente para situar la perspectiva de la obra empren-dida por Mirabal. A golpe de vista, las composiciones de Mirabal pudieran decodificarse, según una metodología propuesta por Umberto Eco en su semiótica de las artes visuales, a partir de la ratio facilis, cuando “el emisor tiene a su propia disposición, en su propio repertorio de conocimientos culturales, un tipo expresivo, que debe realizar concretamente como espécimen expresivo, y este tipo está ya correlacionado convencionalmente con un contenido, con una porción dada y definida del campo semántico”.

Al fin y al cabo, la bandera cubana no solo es visible como punto focal de cada realización, sino que constituye punto de partida y llegada de la indagación artística. Mirabal no acude a subterfu-gios visuales; el signo se evidencia en la figuración. Pero también, de acuerdo con Eco, podría hablarse, en el proceso creativo, de una ratio dificilis, en tanto presupone “un tipo expresivo realizado en el espécimen que él produce, y sugiere al mismo tiempo un nue-vo tipo de contenido, o revela por vez primera nuevas modalidades de segmentación y organización de la experiencia”.

Mirabal transgrede los tópicos ilustrativos para demostrar las tensiones con que siente, padece y asume la responsabilidad simbólica condensada en la bandera, que no es más que una metáfora de la identidad del propio creador.

Mas en todo caso la problematización temática rebasa el interés de una lectura episódica para integrar un cuerpo coherente en intenciones y logros.

Con Michel Mirabal, la bandera cubana cobra, ante la pupila del espectador, una nueva dimensión mítica, que tiene su centro de gravedad en el discurso de la resistencia.

PEDRO DE LA HOzLa Habana, febrero de 2008

Mirabal embanderado

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…entre algún guapo del barrio y José Martí,que exaltaba y avergonzaba brillando como una estrella.

ROBERTO fERNáNDEz RETAMAR

Cada espacio de la Ciudad de la Habana, guarda un trozo de nuestra historia. Muy cercana a la caleta de San Lázaro, donde estuvo recluido y condenado a trabajos forzados nuestro Após-tol José Martí, se encuentra el promontorio Taganana donde se ubicara, a mediados del siglo XIX, la batería de Santa Clara. La misma protegía a la urbe de los asaltos de piratas y corsarios.

El 30 de diciembre de 1930 se construyó, en este mismo sitio, el Hotel Nacional de Cuba, que también ha venido acumulando historia, de forma tal, que es considerado Patrimonio Nacional y de la Humanidad. En una esquina de este promontorio, y visible casi, desde todo el Malecón habanero, se alza –desde el amane-cer hasta el atardecer- muestra enseña nacional.

El pasado diciembre la instalación cumplía 77 años y se cumpli-mentaron múltiples eventos para esta celebración. Como quiera que se ha convertido en un emblema cultural, a partir de ser la sede del festival del Cine Latinoamericano además de otros even-tos ligados al arte, la música y la literatura, no es sorpresa que se inaugure en él, una exposición de artes plásticas. Sin embargo, lo inusual es que la misma se celebre al aire libre. Entre las grandes columnas que flanquean las galerías del amplió jardín central, turistas y visitantes podían apreciar siete enormes lienzos que se basaban, fundamentalmente, en el estandarte nacional.

Michel Mirabal (Ciudad de la Habana, 1974) a pesar de su ju-ventud presenta un largo recorrido en su quehacer pictórico. Un instante crucial de esta trayectoria fue su muestra colateral para la 9na. Bienal de la Habana en 2006. Sin embargo, dentro de esa búsqueda en que se encuentra empeñado, el eterno recomenzar en la insatisfacción del artista, había brotado -en 2004- una pieza que, prácticamente, dio inicio a la Serie Banderas. Me refiero a

ilusión de la conciencia, posee como alma una flor y en eso radi-ca precisamente la luminosidad de la estrella, en sus magnificas relacione con la flor. Ello puede parecer utópico en un mundo en que priman muchos valores materiales, pero la utopía incumbe en parte a la realidad y, en múltiples ocasiones –como esta- es propiedad absoluta del arte.

El artista se mueve entre la realidad y el asombro. Banderas que flotan a contraviento, o a contracorriente, banderas que se sa-cuden y pierden sus pétalos, en uno u otro sentido, destacando que el estandarte es un objeto capaz de trascender las más di-fíciles coyunturas y que el mundo que intentamos construir, u explicarnos, no es en blanco y negro, aunque en ocasiones pierda sus colores. Trata de expresarnos, que nuestro contenido social no está compuesto de polaridades naturales y mecánicas, sino que también influyen otras impresiones, suaves e ilusionantes. Es como si quisiera indicarnos que las múltiples idas y venidas, los ascensos y caídas, las renuncias y conquistas que nos imponen los sucesos coyunturales, siempre llegan a cristalizar en algo que lo armoniza. Tal es el caso de la bandera. Capaz de modular tanto la transparencia de la estrella, como la invisibilidad de la flor.

El ensayista Rafael Acosta ha escrito al respecto de esta exhi-bición: “Michel Mirabal nos propone con esta muestra, una re-lectura del paño nacional y de otras banderas, la puertorriqueña incluida. El trapo emblemático de cada nación puede ser vuelo o drama, o ambas cosas a la vez. A través del arte, a través de su ta-lento, el artista nos invita a pensar, y pensamos, ese es su merito”. Y cavilamos. Obviamente, repasamos todo lo que es capaz de discernir nuestra mente.

Unos días más tarde, el artista donaba al Hotel otro enorme lienzo-bandera. Esta vez ilustrado por ambas caras. En una se reproducía la enseña, tal y como puede aparecer dibujada, y por el otro lado a manera del creador, con los pétalos desgranando el contexto del estandarte.

“Vieques” un lienzo mediano que reproducía la bandera de Puerto Rico, muy similar a la nuestra, pero sin colores, con sus bordes y ribetes delineados por alambre de púas, en los que el espectador podía recrear, de forma poética, las vicisitudes de la isla hermana.

Sin embargo, no es hasta mediados del año siguiente, que co-mienzan a fluir las banderas, ya tomando como base nuestra enseña nacional. Primero con ciertos tientos probatorios, pos-teriormente con la seguridad, revitalizando las posibilidades ex-presivas del estandarte llevado al lienzo y, convertido también, en un objeto escultórico, vigorosamente estructurado, dando pie a las diferentes relaciones que establecen los individuos, con los objetos dentro de la sociedad. Eso podemos apreciarlo en estos lienzos exhibidos en el Hotel Nacional.

Percibimos que continúan delineándose, fundamentalmente a través del alambre, otras con tachuelas, como ecos visuales que van accediendo, con flores o pétalos, a los colores del estandarte, en algunos casos -los menos- con embarres y manchones de igua-les colores a los componentes anteriores que, a su vez, conforman un impresionante grupo cromático. La interacción de todos los elementos imponen una jerarquía valorativa en cada pieza.

Es vital la dependencia que tiene el artista con cada aspecto del estandarte. Como define la existencia actual de nuestra so-ciedad. A partir de expresiones plásticas que, de cierta manera, resumen su anterior manera de trabajar, aunque continua en una misma línea, que se observa en la relación estrella-flor.

La estrella, de por sí un símbolo geométrico, deviene identidad y pureza, símbolo de creencias referidas al lugar del individuo dentro del contexto social, al decir de Lezama Lima: “una grue-sa estrella ardiendo como una terrible lágrima que es la consigna indescifrable”. El resaltar esta estrella solitaria, desplaza imper-ceptiblemente al espectador contra el modelo mecanicista que proponen los actuales discursos globales. La estrella no es una

El arte como bandera

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Cuenta la leyenda, que una estrella guió a tres Reyes Magos a Belén. Nuestro Apóstol, también se refería a “la estrella que ilumina y mata”. Heredia y Bonifacio Byrne ofrendaron hermosos versos al respecto. Michel realza la estrella de nuestro pabellón que, porque no, también lo guía. La estrella y la flor existen, para intervenir lo negativo convirtiéndolo en positivo. La poética de Michel continuará combinando estrella y flor en nuestro estan-darte, extenderá esa significativa asociación de ideas, como se extiende la bandera mecida por el viento, constituyendo una zona de correspondencia donde se fundan sus exigencias, y las nuestras, para modelar la realidad y accionar sobre ella.

MANUEL fERNáNDEz fIgUEROAEnero 2008

Vista desde su estudio

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De la serie banDerasVieques, 2004Técnica mixta sobre cartulina 80 x 100 cm

col. privada San Juan, Puerto Rico.

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De la serie banDerasMi jardín, 2004Técnica mixta sobre tela, 100 x 120 cm

col. privada, Gabriel García Márquez

Colombia.

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De la serie banDerasIdentidad, 2004Técnica mixta sobre tela 150 x 270 cm

col. privada Quincy Jones

Nueva York, USA.

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De la serie banDerasIdentidad II, 2007Técnica mixta sobre tela 220 x 150 cm

col. Hotel Nacional de Cuba

Ciudad de la Habana, Cuba.

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De la serie banDerasContracorriente, 2005Técnica mixta sobre tela, 190 x 145 cm

col. privada Madrid, España.

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De la serie banDerasTerritorio Nacional, 2005Técnica mixta sobre cartulina 100 x 120 cm

col. privada Tony Bernaza

Palma de Mayorca, España.

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De la serie banDerasDespués de ti, 2007Técnica mixta sobre tela 200 x 110 cm

col. privada Angela Missoni

Milano, Italia.

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De la serie banDerasNueva Era, 2007Técnica mixta sobre tela180 x 130 cm

col. privada Agustin Rodriguez Guazo

Madrid, España.

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De la serie banDerasPerspectiva, 2007Técnica mixta sobre tela300 x 200 cm

col. privada Donald Trump

Nueva York, USA.

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De la serie banDerasPerspectiva II, 2008Técnica mixta sobre tela500 x 300 cm

col. privada Massimo Scolari

Milano, Italia.

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A R T E Y M O D A es un proyecto coordinado entre la dirección de Artes Plásticas del fondo de bienes Cultu-rales ( fCBC ), la Sección Textiles de la Asociación Cu-bana de Artesanos Artistas ( ACAA ) y el taller Escuela Experimental de Diseño.

La adjudicación de las obras a los diseñadores se rea-liza según el criterio de los curadores, la creación es de libre expresión sobre el original y los bocetos son valorados en colectivo para conciliar que su realización se ajuste a las exigencias del proyecto.

El artista ha participado en dos ediciones de Arte y Moda, en la edición del 2004, con la obra Llegó el ja-bón, la cual contó excepcionalmente con el diseño de el propio Michel Mirabal.

Diseño de Rafael León según la obra Llegó el jabónEdición ARTE Y MODA 2004

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Irónica exageración de la vestimenta que nos revela el tránsito del imaginario pictórico al diseño en un ems-emble con tejidos de diversas texturas y tratamientos que se estructura arquitectónicamente sobre el cuerpo, mirar la moda con sentido humorístico a través del tra-je, en el que no falta un poco del kitsch que llevamos bajo la piel. ¡Oye puro, tremendo coba!

Diseño de Michel Mirabal según la obra El PuroEdición ARTE Y MODA 2006

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Boceto de diseño de vestuario según la obraDe la serie Calles De la Habana El Puro, 2006Técnica mixta sobre tela300 x 200 cm

col. privada del artista.

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Obra y diseño del artistaDe la serie Calles De la Habana El Puro, 2006Técnica mixta sobre cartulina 130 x 110 cm

col. privada del artista.

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Por MANUEL fERNáNDEz fIgUEROA

Las percepciones de arte y marginalidad, son diferentes de en-tender en el mundo, disímiles a como se aprecian en nuestro país. No pretendo hacer un tratado monográfico sobre el tema pero, para llegar a lo intrínsico sobre lo que quiero referirme, debo tocar algunos aspectos esenciales.

En el arte, por ejemplo, se conoce que en 1945 Jean Dubuffet acuñó el término Art Brut para referirse a un arte creado por gentes ajenas al mundo artístico sin una formación académica expresión que, en 1972, el crítico de arte Roger Cardinal modi-ficó como Arte Marginal, manteniendo la acepción de que es un arte creado fuera de los límites de la cultura oficial. Es decir, al-guien que tenga conocimientos profundos sobre el pensamiento plástico y, además, mantenga su obra dentro de la línea de la cultura oficial, que no oficialista, no realiza un arte marginal.

Por otra parte, el Diccionario de la Real Lengua Española (DRAE) al referirse a las expresiones en cuestión las define como: “Mar-ginal 4. Dicho de una persona o grupo que vive o actúa, de modo voluntario o forzoso, fuera de las normas sociales comúnmente admitidas y sobre Marginalidad 3. Falta de integración de una per-sona o de una colectividad en las normas sociales, comúnmente admitidas.” He tomado, precisamente estas dos semejantes re-presentaciones, porque son las que definen de forma más vaga e imprecisa ambos conceptos, que versan sobre actuaciones ejecu-tadas “fuera de las normas sociales comúnmente admitidas”.

Ahí . . .Escapando

En mi jardín particular de las deliciaslos moralistas son jineteros.Las jebas más rotundas tortilleras.Los pingueros chernas.Los aseres flojos.Los niches makris.Los makris niches.

ROgELIO MARTíNEz fURé

“Frente a un cuadro de El Bosco”

Vista desde el Estudio Mirabal

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En nuestra sociedad, donde se abolió el analfabetismo hace casi medio siglo atrás, donde la enseñanza es obligatoria hasta no-veno grado y la universalización llega hasta nivel de municipio, así como que existen decenas de escuelas de arte y casi ocho mil artistas plásticos, graduados de estas, pululan por el territorio, otros deben ser los referentes para definir la marginalidad.

Aquí debemos plantearnos, como la cuna de nacimiento influye en esta formación. El barrio y la educación son dos fenómenos sutilmente vinculados. La comunidad y su colectivo, en el que uno crece y se desarrolla, son una fuente de formación y so-cialización propicia para la transmisión cultural y la educación informal. Por tanto, la marginalidad deviene de la complicada red de relaciones humanas que se conforman, dentro de unos códigos y cánones que se aprenden junto a las primeras letras, pero que transmiten y van rotulando un compromiso social que crece paralelamente a la instrucción formal recibida.

La persona nacida en un barrio poblado de casas de vecindad, léase “solares” donde, independientemente de la educación que pueda alcanzar, tiene necesariamente que convivir con estra-tos que van desde el profesor universitario hasta el delincuente, el drogadicto o la prostituta, recibe otras enseñanzas análogas. Sobre todo para aquel, que por su sensibilidad, basa su proceso didáctico de creación partiendo del vínculo de su historia local con la historia del país que lo vio nacer. Ha decir de los impor-tantes historiadores Torres-Cueva y Oscar Loyola: “La historia no es el simple culto al pasado, sino aprehensión del presente y cons-trucción del futuro a partir de los que nos identifica como somos y define como queremos ser”.

Por otra parte, esa serie de relaciones humanas conforman un léxico paralelo que se va incorporando a la realidad cotidiana. De ahí que, a partir del llamado Período Especial en Cuba (1993, aproximadamente) y del endurecimiento del cruel bloqueo im-puesto por nuestros agresivos vecinos del norte, la Real Aca-demia de la Lengua, debía revisar las extensiones de algunos verbos como luchar, sobrevivir, resolver y sobre todo… Escapar. A

la pregunta normal de ¿Cómo estas? El cubano responde: Ahí…escapando. Y, de esa forma, resume los verbos antes expresados, porque para escapar hay que luchar, sobrevivir, resolver y sobre todo… resistir.

En este punto creo poder estar en condiciones para hablar de la obra de Michel Mirabal (1974). En un texto anterior expresaba: “En sus obras más actuales denotamos una yuxtaposición de pa-sado, presente y futuro. Esos espacios urbanos como el teatro en que se mueven sus personajes están permeados por una aplastan-te realidad, pero su mensaje fundamental no es de un fetichismo de ciudad sino que puede existir ruina y deterioro pero dentro de estos y a partir de estos, debe lucharse para evitar la desaparición de la idiosincrasia cultural que nos identifica. El no recrea el de-terioro, sino que trata de idealizarlo, el cómo fue, el cómo será, logrando el contexto futurista de ese marco urbano, proponiendo una reflexión”. (1)

Ese Oquendo, matriz donde mamó la cultura que hoy ostenta, y al que regresa continuamente, no solo en persona sino también en su obra, determinó en él hábitos y costumbres que ha sabido llevar al lienzo, o a cualquier soporte. Se deleita de esos mo-mentos en que, caminando una calle, alguien le espeta… ¡Que volá, el mío! Y es que, realmente, lleva al barrio en su sangre. Los estudios superiores no lo alejaron de ese profundo caudal cog-noscitivo que es, a la vez, la fuente de su inspiración. Por tanto, a diferencia de las acepciones, vistas con anterioridad, podemos afirmar que Michel realiza un Arte Marginal, ejecutado por al-guien con pleno conocimiento de la historia del arte y dentro de “las normas sociales comúnmente admitidas”.

Esto lo podemos apreciar en las diferentes series que durante años ha puesto a nuestra consideración: las manos, las calles, los Cristos, las incógnitas que realizara para la anterior Bienal de la Habana o las banderas. Ahora, en ocasión a una nueva edición del evento se plantea, nuevamente, un homenaje a su barrio, a su gente, a todas esas pequeñas historias que conforman la Historia mayor de nuestra Nación.

Precisamente, en el patio central de Oquendo 358 planea colo-car decenas de tubos de escape, de diferentes formas y tamaños, instalación que ha ido boceteando, de forma tal, que todos, y cada uno, conformen una unidad del mensaje que quiere trans-mitirnos, exactamente como lo hizo aquel inmenso y bello lien-zo de Raúl Martínez “Todos somos hijos de la Patria”.

Michel, con esa hermosa creación define un homenaje a nuestra identidad, esa que algunos pretenden soslayar, que dio inicio cuando Céspedes liberó a sus esclavos y los exhorto a sumarse a la lucha por la independencia, que se reafirmó cuando Perucho, escribió las estrofas de nuestro himno, desde la montura de su caballo, tomada la decisión por sus pobladores de que Bayamo ardiera antes que rendirse. Un homenaje profundamente cul-tural, y actual, como monumento a la resistencia del cubano. Cultura es identidad y esta, a su vez está conformada por todos y cada uno de los que formamos el mosaico de lo que sustenta nuestra Nación.

De ahí que, para culminar, deba regresar a unos versos de un pro-fundo conocedor, y defensor de nuestra identidad, el mismo que escribió el exergo que encabeza estas líneas, en las que expresa:

Pregunta Elegba a Oshosi.Musita el viejo Obatalá.¿A dónde apuntas?flecha responde:“Soy mensaje…Me clavaré por siempreen el corazónde los que olvidansus raíces” (2)

Y así sea.

(1) Sinfonía para Cayo Hueso. Texto al catálogo de la exposición Oquendo 358 en la galería La Acacia. Abril 2002.(2) MARTínEz FuRé, ROgELiO. Eshu (Okiri a mi mismo) y otras descargas. Quinta advertencia, Pág. 19. Editorial Letras Cubanas. 2007.

Ahí . . . Escapando

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Poyecto Instalativo “ESCAPANDO”Bienal de la Habana, 2009Solar “ La Aurora”, Centro HabanaCiudad de la Habana, Cuba.

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Poyecto Instalativo “ESCAPANDO”Bienal de la Habana, 2009

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“La historia aprende a reírse de la solemnidad del origen”MICHEL fOUCAULT

Ante esas obras interesa el flechazo a la sensibilidad más que el discurso del crítico, los chispazos que alumbran la conciencia y las transgresiones conceptuales más que el control externo.

La mirada de Michel Mirabal es atronadora y distorsionadora. El texto artístico fluye permanentemente y no se deja atrapar. Esperanza y Boom: la identidad bajo la lógica de las diferencias. Iconos que saltan y que asaltan.

Conjunto sinuoso dotado de una inquietante y progresiva extra-ñez. Al parecer, invitan a la interpretación pero al mismo tiempo se presenta una suerte de hermenéutica del recelo. La disconti-nuidad y una sensibilidad de confrontación.

Soledad, amargura, y una ciudad que se ausenta.

Los sujetos –manos llenos de vida- se han escapado de los lien-zos, el espacio de la ciudad se insinúa en una seca alusión a un muro y queda un crucificado desamparado, despersonalizado.

Las referencias tienen del viaje de una artista que sabe vaga-bundear por la ciudad. El limite. La crudeza de las desigualdades sociales. ¿Critica al presente urbano? ¿Estamos ante un aparta-do de signos que oculta un sentido?

“El arte no revela lo visible, crea los visible”PAUL KLEE

La multiplicidad de experiencias se mofa y pone de manifiesto la inutilidad de los discursos generalizadores anclados en imá-genes positivas o negativas. Historia inconclusa.

¿Cómo leer la vida? ¿Cómo leer el arte? Pudiera hablarse de la belleza en lo grotesco y repulsivo.

“Las obras de arte más que objetos son modos de ver el mundoNo vale por lo que imita sino por lo que expresa”

ARTHUR DANTO

La isla subyugante puede ser un mundo claustrofóbico. Se abre paso a dentelladas. Estas obras no representan muros destrui-dos ni techumbres aplastadas por las bombas. Llega a aceptar la calamidad, una persona con alma, con imaginación y con me-moria, hasta el punto de inventarse unos gestos propios acordes con los de la destrucción a fin de encontrar así un camino entre las ruinas. Traza los perfiles desde la calle.

Son cuadros que figuran un modo de abandonarse hacia la luz del cielo. Hay esquirlas de luz, y entre los gestos desgarrados hay un pasadizo por el que cabe emerger.

Los cuerpos y la conexión con lo invisible. Los gestos improvisa-dos se perciben en los guiños visibles de la pintura. Jarros, cascos. No hay entrono. No hay paisaje. Jesús se va la guerra como Mam-brú. La crucifixión del hombre común. Mi nombre no importa.

“La sangre y el soplo son un conducto movilizador de fuerzas físicas y espirituales”

ANDREA NENSTHIEL ORJUELA

Dice Ifá que la cabeza representa el arranque y la conciencia.“Obatala se hizo el enfermo y mando a buscar a todos los Awo-ses, estos fueron menos Iroso Melli que dijo: Obatala no tiene enfermedad. Pero Obatala pidió la opinión de cada awo presen-te. Cuando Iroso Melli llego en presencia de Obatal, le dijo que no tenía nada de enfermedad y que lo que había en la casa era un racimo de plátanos. Entonces Obatala salió de debajo de la cama y le dijo este si ve”, Michel también.

LAzARA MENéNDEzProfesora de la cátedra de Estudios Africanos.

facultad de Artes y Letras de la Universidad de la Habana

La Habana, 10 de mayo, 2005

¿El Fluir de las existencias?

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Quizás haya sido siempre así, pero la intensa participación social a la que estamos comprometidos en nuestros días, nos indica que el equilibrio socio cultural de cada individuo se hace cada vez más complejo y difícil de satisfacer. Pretender “estar al día”, en el ámbito cultural de nuestra sociedad, obliga a una constante reflexión en búsqueda de información de cada una de las expe-riencias vitales disfrutadas en el ejercicio del quehacer cotidiano.

En el caso de aquellas personas que gravitan en el ámbito de la creación plástica, debemos añadir que no solo es el hecho social en si, quien sedimenta una experiencia conceptual, sino que la existencia de millones de configuraciones, que constituyen el collage de nuestro entorno físico, obliga al reconocimiento de una casi infinita diversidad en el logro de la objetivación formal de las ideas y sentimientos humanos. No debemos olvidar que dentro del universo objetual real, heredad humana, existen en nuestro momento sofisticados equipos electrónicos capaces de objetivar, reproducir y multiplicar las imágenes de este infinito e inacabable repertorio, hasta hacer su visualización y estudio racional, extraordinariamente difícil.

La poética visual de las imágenes de Michel Mirabal se apoya en la funcionalidad integral de sus estructuras, es la coherencia de todos los elementos que objetivan visualmente cada obra, la que valora su quehacer plástico. Un cuidadoso acercamiento a las estructuras formales de su poética señala una pluralidad de intereses que impiden la fijación de una manera de hacer. La pluralidad de de existencias de las imágenes contemporáneas desbordan todo intento de clasificación, de agrupamiento. La libertad formal y conceptual del artista es ilimitada. Entra la riqueza de propuestas plasmadas por Michel Mirabal, se insinúa un uso muy adecuado de la proporcionalidad como herramienta de doble función, por un lado, establece la armonía de relacio-nes espaciales de la forma y por otro enfatiza la función expre-

siva, tanto en la explotación de las líneas en sus ritmos estruc-turales, como en las sutiles relaciones entre las áreas cromáticas y su posible densidad informativa.

El consumo de sus imágenes seduce nuestra atención y desafía nuestro criterio obligándonos a una valoración que escape a las desgastadas posibilidades de la descripción literaria. Ante las obras de Michel se siente la voluntad del ofrecimiento de ideas rasgos, huellas, recursos, asociaciones infinitas, la provocación constante a la significación profunda, mas plena de cada línea, color, textura, apela a la consideración de una nueva dimensión en la que cada armonía, cada contraste produzcan experiencia vitales inalcanzables con el uso del vocabulario critico tradicional.

Hace poco más de medio siglo el artista y profesor gyorgy Kepes publico en Chicago su libro Lenguaje de la visión que alcanzo una gran popularidad. En el texto planteaba la necesidad laten-te, entre los círculos intelectuales de aquel momento, de crear un lenguaje otro que permitiera valorar con una crítica justa el torbellino de nuevas imágenes que con extraordinaria profusión emergía de los jóvenes creadores y que enriquecían desacompa-sadamente el ya inmenso y complejo universo visual. La enorme cantidad de soluciones formales con los creadores contemporá-neos intentan objetivar sus más originales y atractivitos pensa-mientos, nos obliga a reflexionar sobre la relatividad axiológica de cualquier juicio crítico. Hoy, aquel llamado de alerta resulta confirmado por la realidad más aplastante.

En medio del Tsunami de imágenes que intenta ahogarnos, la obra de Michel Mirabal emerge y reclama un espectador que abra su mente y su sensibilidad a las fisuras que su obra produce en las duras cortezas del “vale todo”, pues no pretende ser un sucedáneo de los económico sino un agente del enriquecimien-to humano.

OSCAR MORRIñAProfesor Emerito de la facultadde Artes y Letras

de la Universidad de la Habana

La Habana, 2005

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Un paso más, tú, sin la flor, 2005Técnica mixta sobre cartulina80 x 60 cm

col. privada Angela Missoni

Milán, Italia.

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Virginidad, 2005Técnica mixta sobre tela130 x 110 cm

col. privada del artista

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graduado del instituto Superior de Diseño industrial 1996graduado Escuela nacional de Artes Plásticas , San Alejandro.Laboró como pintor escenográfico en Ballet nacional de Cuba.Y como dibujante rápido en la casa productora de cine, iCAiC.

P r i n c i p a l e s e x p o s i c i o n e s p e rs o n a l e s

2008 Marbella, España. Feria Marbella.2008 Hotel nacional de Cuba, La Habana. Expo Concierto Pablo Milanés.2007 Hotel nacional de Cuba, La Habana. Identidad.2007 galería La Rama, Lisboa, Portugal. Rápido y no furioso.2007 Palma de Mayorca, España. Expo Feria Art Cologne. 2007 Santander, España. Cantabria Gastronómica. 2006 O Y ,galery, Miami, Florida. La historia que nos conviene.2006 Mirage, gallery. Paris, se la vi.2005 Buenos Aires, Argentina. Expo trastiendas, Feria de Arte. 2005 galería gran Teatro de la Habana, Bienal de la Habana, La Habana,

Cuba. Café con leche.2004 galería, Consejo nacional de las Artes Plásticas, La Habana, Cuba.

Metamorfosis.2004 galería Servando Cabrera, La Habana, Cuba. La historia que nos

conviene I.2003 not only diamond, gallery, Mexico. La historia que nos conviene 2.2003 O Y gallery, Miami, Florida. De Cuba vengo.2003 Miltong gallery, Kinstong, Jamaica. Así soy yo.2002 galería Colón, Matanzas, Cuba. Mi barrio.2002 Fundación Martha Jean-Claude, Puerto Principe, Haití. Mis manos.2002 La Acacia gallery, La Habana, Cuba. Oquendo 358.2001 Fundación Hermanas Mirabal, República Dominicana. Mis manos.2001 galería Melia Varadero, La Habana, Cuba. Tinta de locura.2001 itinerante, Haití, República Dominicana, Jamaica.2000 Centro de Prensa internacional, La Habana, Cuba. Tinta de locura.1999 galería La Acacia, La Habana, Cuba. Es lo que ves.1998 galería Habana Libre, La Habana, Cuba. Ida y vuelta.1 998 itinerante: Museo Bellas Artes, Medellin; galería Centro Paisa,

Medellín; Museo nacional de Artes, Bogotá, Colombia.1 998 Maxim gallery, Miami, Florida, De cuba viene.1 998 itinerante: nueva York, new Jersey, Los Angeles, Chicago, uSA.1 998 Fundación Rockefeller, nueva York, uSA. Cubano vs cubano.1997 Fundación Rockefeller, nueva York, uSA. Así somos.1996 Fundación Rockefeller, nueva York, uSA. Cubano 100%.1 996 Flash gallery, nueva York, uSA, Mi bandera.

P r i n c i p a l e s e x p o s i c i o n e s c o l e c t i v a s

2007 Soul gallery, Toronto, Canadá.10 artistas cubanos.2006 La rama gallery, Lisboa, Portugal.2005 Hotel Meliá Varadero, Matanzas, Cuba. Arte y Moda.2005 Museo del ron, La Habana, Cuba. Arte y Moda.2005 Salón 485 Aniversario de la fundación de la villa de San Cristóbal

de la Habana.2004 Miami, Florida. Underground.2004 Convento Belén, La Habana, Cuba. Cristo entre nosotros.2003 La Acacia gallery, La Habana, Cuba. Diez artistas cubanos

contemporáneos2001 galería La rama dorada, Ciudad de Panamá, Ecos de Cuba.2000 República Dominicana. Tercer Salón de dibujo.1999 Fundación Rockefeller, nueva York , uSA.1998 Fundación Rockefeller, nueva York , uSA.1997 Fundación Rockefeller, nueva York , uSA.

P r e m i o s

• Primer Premio de Dibujo Salas, Sancto Domingo, República Dominicana.

• Medalla de Plata Expo Trastiendas por la Asociación Nacional de Galerías de Argentina a la mejor exposición extranjera, Buenos Aires, Argentina.

• Primer Premio Dibujo, Maxin, Miami, Florida, uSA.• Primer Premio Mundial, Beca Rockefeller de artes plásticas, nueva

York , uSA.

C o l e c c i o n e s p r i v a d a s

Museo Rockefeller, Nueva York, USA | famila Rockefeller, Nueva York, USA | René Preval, Presidente de Haití | fundación Cultural, Martha-Jean Claude, Puerto Príncipe, Haití | Consejo de Estado, República de Cuba | famila fidel Castro, La Habana, Cuba | Museo, Bellas Artes, Medellín, Colombia | Museo Bellas Artes, Bogotá, Colombia | gabriel garcía Márquez | Muhamed Alí | Donald Trump | Angela Mizzoni | fundación Martin Luther King | fundación Afroamericana de Nueva York, USA | Quincy Jones | Santana | george Nader.

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C u r a d u r í aMichel Mirabal y Mayda Tirado.

F o t o g r a f í aIfrain Sánchez León, Michel Mirabal, Arturo.

A g r a d e c i m i e n t o sMis padres, mi hija | Hermanos de Oquendo 358, Cayo Hueso Mayda Tirado | Ana María Ramos | Lázara Menéndez | Manuel Hernández figueroa | Rubén Pérez | Rafael Acosta de ArribaLeonardo Padura fuentes | Antonio Alejo | Oscar Morriña

Agustín Rodríguez guazo de ARg Impresores

C o n t a c t o sMichel Mirabal Martínez

Telf.: (537) 867 7742, Móvil: 05 2844651Email: [email protected]: San Lázaro No. 254, 2do Piso,

Centro Habana, Ciudad de la Habana, Cuba.

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Se soltó el loco, 2007, grafito sobre cartulina, 30 x 20 cm