Miercoles... los mellizos

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Los mellizos Linney se preparan Livia Linney abre los ojos para comenzar otro perezoso día de verano. Ni siquiera tiene que mirar el reloj para saber la hora. —Son las diez de la mañana —anuncia una voz desde el pasillo. Es el año 2157. El mundo de Livia depende casi por completo de computadoras que controlan las máquinas y herramientas. En la otra habitación, el hermano mellizo de Livia, Lucas Linney, se levanta de la cama, mientras se frota los ojos y bosteza. Unos segundos más tarde, la cama ya está hecha.

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Los mellizos Linney se preparan

Livia Linney abre los ojos para comenzar otro perezoso día de verano. Ni siquiera tiene que mirar el reloj para saber la hora.

—Son las diez de la mañana —anuncia una voz desde el pasillo.

Es el año 2157. El mundo de Livia depende casi por completo de computadoras que controlan las máquinas y herramientas.

En la otra habitación, el hermano mellizo de Livia, Lucas Linney, se levanta de la cama, mientras se frota los ojos y bosteza. Unos segundos más tarde, la cama ya está hecha.

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—Gracias —dice Lucas—. ¡Eh! ¿Cuántos días faltan para que empiece la escuela?—La escuela comienza en cuarenta y siete días —continúa la voz—. Hoy es 17 de julio del año 2157.—Fantástico, tengo tiempo de sobra para no hacer nada —responde Lucas. El niño promedio en la clase de cuarto grado de Lucas y Livia nunca debe hacer ninguna tarea doméstica. Por supuesto, los niños pueden elegir entre sacar la basura o hacer la cama. Pero ¿para qué hacer algo, si alguien o algo puede hacer todo en su lugar? Para Livia y Lucas ese “algo” es Dante. Dante es un robot. No sólo hace las cama también pasa la aspiradora, lava la ropa e incluso limpia los vidrios de las ventanas.

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Livia y Lucas tienen a Dante desde que están en segundo grado, y los tres son grandes amigos. Lucas incluso deja que Dante juegue con la perra de la familia, Lucy.Después del desayuno, Livia y Lucas se desploman en su sitio favorito en el sofá. Repasan las distintas estaciones en el televisor de la familia, pero sin siquiera desperdiciar un mínimo de energía porque el robot también maneja el control remoto.—Pon la estación de música, Dante —le ordena Lucas al robot.—Yo quiero ver el béisbol —dice Livia. Esto complica las cosas porque un robot no puede cuestionar órdenes u obedecer a un dueño más que a otro. Sin embargo, Livia de alguna manera logra ganar la disputa. Béisbol entonces.

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Tres horas más tarde, Livia y Lucas todavía están pegados a la pantalla. —Eh, niños —dice su madre—. ¿Por qué no apagan el televisor y hacen algo divertido?—Esto es divertido —responden los mellizos.—Entiendo. Pero ¿no les gustaría hacer algo distinto por una vez?—Ya sé qué tengo ganas de hacer —anuncia Lucas—. Dante, ¿qué hay para el almuerzo? No hay respuesta.—¿Dante? —llama Lucas con la vista todavía pegada al televisor. Después de unos segundos, se da vuelta para mirar al robot. Dante está congelado en su lugar. Nada de lo que Lucas dice o hace puede hacerlo mover.

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Una hora más tarde llega el técnico de robots.—No hay nada que pueda hacer ahora, señora —anuncia a la madre de los mellizos después de inspeccionar el robot. El técnico informa a la familia que necesitan una pieza especial que demorará unos días en llegar.—Quiero una segunda opinión—reclama Livia.—Podría llamar a nuestra jefa de inspectores. Pero probablemente les diga lo mismo —responde el técnico.—No, estaremos bien sin Dante por un par de días —responde la Sra. Linney.—Supongo que tendremos que hacer nuestro propio almuerzo —dice la Sra. Linney. Livia y Lucas quedan paralizados del susto. La Sra. Linney toma un libro viejo muy grande. Parece que no ha sido abierto durante siglos.

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—Esto debería ayudarnos —dice.—¿Qué es? —pregunta Livia.—Un libro de cocina. Era de mi abuela —explica la Sra. Linney.—Quieres decir que... ¿las personas cocinaban? —pregunta Lucas. Después de leer el libro, deciden hacer lasaña. La Sra. Linney pide los ingredientes a un mercado que envía los alimentos a domicilio. Cuando llega la comida, la Sra. Linney empieza a dar órdenes.—Bueno, Lucas —dice—. Ralla un poco de queso mientras yo corto estas cebollas en rodajas. Livia, tú puedes ir hirviendo el agua para la pasta.

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—Lucas, busca la carne mientras yo pongo la pasta en la fuente —ordena Livia. “Una capa de carne se coloca sobre la pasta. Se esparce queso sobre la carne. Repetir”, leen todos en el gran libro.“Hornear la lasaña durante una hora y media”. —¡¿Una hora y media?! —exclaman los mellizos. No pueden creer que deban esperar tanto tiempo para saborear su creación.—¿Qué haremos mientras esperamos? —se lamenta Livia.—¿Por qué no se van a jugar afuera? —sugiere su madre. Livia y Lucas se miran extrañados. De pronto tienen más energía. Salen disparados a jugar con su perra, Lucy. Los mellizos se divierten tanto que hasta pierden la noción del tiempo. Cuando regresan a la cocina más de dos horas después, la lasaña se está enfriando sobre el mostrador de metal. Se ve deliciosa.

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—No puedo creer que nosotros hicimos esto. ¿Qué opinas? —comenta Lucas.—Creo que una vez que reparen a Dante deberíamos darle un descanso, ¿no crees? —sonríe Livia.—Por supuesto —consiente Lucas—.Deberíamos cocinar más seguido.—Ahora que pueden cocinar, ¡pueden también aprender a hacer las camas! —les dice su madre. Livia y Lucas se miran y sonríen. —Quizás sí —responden al unísono—. Quizás no.