Migración: Flujos y reflujos

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Migración: Flujos y reflujos Editorial Ciudadanos sin.onteras Pág. l La emigración dominicana hacia España: factores condicionantes, evolucióny desarrollo Juan Manuel Romero Valiente Pág. 5 Iglesia, comunidad e identidad: las experiencias de los dominicanos con la religión en Nueva York Segundo Pantoja Pág.49 Métodos de contratación de mano de obra haitiana Olaya Dote! Pág. 73 Desencuentro étnicoy reduccionismo intelectual del problema racial Walter Cordero Pág. 85 Para la historia: dos cartas Juan Boschy Emilio Rodríguez Demorizi Héctor lncháustegui Cabra/ y Ramón Marrero Arist Pág. 103

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Migración: Flujos y reflujos Editorial

Ciudadanos sin.fronteras Pág. l La emigración dominicana hacia España:

factores condicionantes, evolución y desarrollo Juan Manuel Romero Valiente Pág. 5

Iglesia, comunidad e identidad: las experiencias de los dominicanos con la

religión en Nueva York Segundo Pantoja Pág.49 Métodos de contratación de mano de obra

haitiana Olaya Dote! Pág. 73 Desencuentro étnico y reduccionismo

intelectual del problema racial Walter Cordero Pág. 85 Para la historia: dos cartas

Juan Boschy Emilio Rodríguez Demorizi

Héctor lncháustegui Cabra/ y Ramón Marrero Aristy Pág. 103

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'Estuáios Sociales

Revista publicadapor el Centro Bonó

Año XXXVNúmeros 129

Julio - Septiembre 2002

Publicación Trimestral.Registrada en la Secretaría de

Estado de Interior y Policíacon el número 5234,el 4 de abril de 1968.

Redactores:Antonio L1uberes

Ignacio LasagaJesús Zaglul

Jorge CelaJosé Luis Alemán

José Luis SáezManuel Maza

Mario SerranoMax Michel

Raymundo González

Redacción-Administración:Pablo Mella

Apartado postal 1004Santo Domingo,

República Dominicana

Tel: 334-9146 • Fax: 685-0120e-mail: [email protected]

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Impresión:Editora Búho

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Pue rt o Rico:

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New York:

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DIAGRAMACIÓN:

EDITORIAL

Letra gráfica

537-2544·537-2691

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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129Julio - Septiembre 2002

CIUDADANOS SIN FRONTERAS

Para hablar de migraciones, fácilmente, los estudios de lasciencias sociales incorporan a su lenguaje términos importadosde las ciencias físicas -"flujos", "corrientes", "procesos", "ex­pansión", "atracción", "asimilación", "fusión", "rechazo"- comosi quisieran hacernos entender que los fenómenos migratoriosobedecen a fuerzas vitales de carácter casi natural. Más allá delas historias personales y las lógicas individuales que motivan losdesplazamientos de muchas personas, ¿no hay realmente facto­res generales y de naturaleza colectiva que influyen y condicionanla toma de decisiones individuales? ¿Podría así la teoría de los va­sos comunicantes describir y explicar la onda migratoria europeadel siglo XIX y de la primera mitad del XX hacia los Estados Uni­dos y los países de América Latina? ¿Daría cuenta de la historiade las decenas de millones de europeos -ingleses, irlandeses,italianos, españoles, alemanes, etc.- y asiáticos que dejaronatrás míseras parcelas agrícolas y/o situaciones de persecuciónpolítica o religiosa y buscaron mejor suerte en las vastas tierrasdel llamado Nuevo Mundo -sobreponiéndose, la mayoría de lasveces, con fuerza y violencia, a sus moradores tradicionales- oen el bullicio de las fábricas y la vorágine de las ciudades y estosin decir nada de otros tantos millones que emigraron con la mis­ma ilusión y tomaron el camino de Africa o Oceanía?

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Fuerzas de "atracción" y "expulsión" se combinaron miste­riosamente, a lo largo de la historia de la humanidad, y dirigieronlos pasos de millones de hombres y mujeres hacia nuevas ooor­tunidades de vida. La estatua de Giacometti L'homme qui mar­

che -El hombre que camina- bien podría constituirse en para­digma de esta ave migratoria dotada de razón pensante que co­nocemos bajo el vocablo de hombre. El ser humano se revelacomo un eterno caminante en busca del futuro que le garanticela vida y la posibilidad de dejar su impronta en la tierra. Su his­toria ha puesto de manifiesto su inagotable capacidad de adap­tación a la diversidad del medio donde le ha tocado vivir y su ex­trema ingeniosidad para superar cualquier traba que se contra­pone a su libre desarrollo. Si Giacometti pudo artísticamentedescribir con tal calidad y propiedad la realidad humana ¿cómosorprenderse -y peor aún indignarse- en el día de hoy frentea las nuevas corrientes migratorias que traducen conjuntamen­te el deseo y la necesidad de las mujeres y los hombres de res­ponder a los desafíos que los plantea la realidad?

¡Extraños tiempos que los nuestros, cuando los pensadoresneoliberales, presidentes de multinacionales, delegados de ins­tituciones financieras internacionales y aliados políticos trabajansin descanso para convencernos de las bondades y virtudes dellibre mercado y no muestran la mínima preocupación por la vidade quienes tienen real vocación a la libertad y la universalidad!En un mundo global ¿no tendrían los seres humanos derecho acruzar fronteras y romper barreras incluso antes que sus bienesy capitales?

Las condiciones del desarrollo socio-económico de los pue­blos cambian sin tregua y explican la correlativa inversión de al­gunas de las corrientes migratorias actuales, por ejemplo, lasque, en las últimas décadas, mueven caribeños y latinoamerica­nos hacia Estados Unidos y Europa, dando así a esta última laoportunidad de rejuvenecerse con el retorno de parte de losdescendientes de sus hijos emigrados en el ayer. En este con­texto. Juan Manuel Romero Valiente, que en trabajos anteriores

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presentados en Estudios Sociales, estudió la presencia españo­la en el país, analiza con minuciosidad la historia de la presen­cia creciente de los/as dominicanos/as en España y los motivosde esta nueva página de lo que podríamos llamar "la continua­

da y cambiante historia de las migraciones humanas". A su vez,Segundo Pantoja presenta algo de la experiencia migratoria delos/as dominicanos/as en Nueva York y analiza cómo la alta par­ticipación de los/as mismos/as en las diversas iglesias hispano­hablantes, católicas o protestantes, responde a su necesidad demantener un espacio significativo donde compartir su vivenciacultural y lingüística con compatriotas y otros inmigrantes cari­beños y latinoamericanos.

Con la investigación de Olaya Dotel sobre los métodos decontratación de la mano de obra haitiana en República Domini­cana presenciamos in situ parte de las injusticias y precarieda­des a los cuales son sometidos los inmigrantes haitianos en elpaís y cómo el carácter informal y la ausencia de contrato legal,en la mayoría de los casos, generan, primero para los trabajado­res haitianos y luego, para sus mismos empleadores, efectosnegativos y perniciosos, tanto a corto como a más largo plazo.

Walter Cordero echa mano de las ciencias sociales y la his­toria para intentar desatar algunos de los nudos del estado ac­tual de las relaciones domínico-haitianas y de lo que él llama"desencuentro étnico". Su artículo nos lleva al encuentro de lasraíces de dicha situación y nos invita a abrir caudales nuevos deconvivencia entre los dos pueblos de la Isla.

Para concluir este número incluimos un documento históricoque ilumina de manera magistral los debates de hoy sobre lasrelaciones domínico-haitianas. En una carta de 1943, escritadesde el exilio y dirigida a unos intelectuales dominicanos com­prometidos con Trujillo, Juan Bosch da una muestra ejemplar delhumanismo y de la ética que guiaron toda su vida. Allí, Don Juanpresenta los motivos por los cuales se niega rotundamente acaucionar la política racista y antihaitiana del régimen trujillista y

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proclama el derecho del más pobre -el haitiano en aquel enton­ces de la historia- a buscar y encontrar acogída en la tierra delmenos desafortunado. Lamentablemente, la respuesta a conti­nuación de los destinatarios de su carta y de muchos otros pa­recidos atestiguan, con dichos y hechos, hasta la fecha de hoy,que palabras como ética, solidaridad, etc. carecen de sentidopara quienes se niegan a asumir los derechos y deberes inhe­rentes a la condición humana: "Nuestro deber como dominica­

nos Que formamos parte de la humanidad 1 es defender al pue­

blo haitiano de sus explotadores, con igual ardor que al pueblo

dominicano de los suyos". (sic). Nos queda como desafío, asu­miendo las semejanzas y diferencias de contextos, actuar políti­camente de tal forma que ni aquí ni allá -Puerto Príncipe. Nue­va York, Madrid, Bagdad o cualquier otro lugar del planeta- na­die se sienta en tierra extraña y sea atropellado y discriminado.

El subrayado es nuestro.

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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA:FACTORES CONDICIONANTES, EVOLUCiÓN YDESARROLLO*

Juan Manuel Romero Valiente**

ResumenCon la reestructuración de la Unión Europea, España ela­

bora una nueva Ley de Extranjerfa a finales de los 80 que afec­tará una corriente creciente, desde los inicios de la década, deinmigración dominicana. El artfculo analiza los procesos ex­traordinarios de regularización de extranjeros, la participación-o no- de los dominicanos en los mismos, las cadenas migra­torias y las redes de información y asistencia, las polrticas decontingentes laborales (nichos laborales), de apoyo a la rea­grupación familiar y de apoyo a la adquisición de la ciudada­nfa española. Paradójicamente, aunque los inmigrantes domi­nicanos se ven sometidos a más exigencias, la nueva regula­ción ayuda a aumentar el flujo de la emigración dominicanahacia España.

Este trabajo constituye un resultado parcial del proyecto de investigacióntitulado Migraciones entre la República Dominicana y España: implicacio­

nes geopolíticas, socioeconómicas y territoriales, desarrollado en los tresúltimos años bajo mi dirección y con el auspicio de la Junta de Andaluda(Convocatoria de Ayudas a proyectos de cooperación interuniversitaria con

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AbstractWith the beginning of the 80's, a steadily increasing stream

of immigrants from the Dominican Republic begins to flow in­to Spain. With the overhaul of the European Union, Spain laun­ches a new immigration law towards the end of the 80's, whichhas its effects upon this immigration. The article studies theextraordinary processes of regularization which where then put¡nto play for the benefit of the illegal migrants, and the partici­pation -or not- of the Dominicans in the same. It also studiesthe migratory chains, which pull the Dominicans into Spain,and the nets of information and support, which take them in.Although with the new regulations the Dominican immigrantsface stricter control s, paradoxically the emigration flow fromthe Dominican Republic to Spain increases and gains consis­tency. The policies of labor contingents (geared to unfilledspots in the labor market), as well as the policies of family reu­nification and supporting the acquisition of the Spanish citi­zenship, help in this respect.

1. Introducción: marco general y rasgos más relevantes

La emigración de dominicanos hacia España puede conside­rarse como un fenómeno reciente, ya que sólo ha comenzado aadquirir una relativa importancia en cuanto a volumen en los úl­timos quince años. Aunque este fenómeno se enmarca, de ma­nera general, dentro del amplio proceso de la emigración domi­nicana hacia el exterior, que se desarrolla con magnitudes rele­vantes desde la década de los 60 del siglo XX y con caracteresde verdadero éxodo masivo desde los años 80, para su explica-

pafses de habla hispana de Centroamérica y el Caribe insular, 1996). Supo­ne, por otra parte, una continuación y profundización en la investigaciónrealizada anteriormente sobre las migraciones exteriores de República Do­minicana, que fue dirigida por el Dr. Florencio Zoido Naranjo y presentadacomo Tesis Doctoral el 15 de marzo de 1996 en la Universidad de Sevilla.Agradezco a Gloria Lora-Tamayo sus apreciaciones y sugerencias al texto,y a José Montaño Medina su colaboración en la elaboración de los gráfi­cos.Profesor Titular del Departamento de Geografía de la Universidad de Huel­va (España). Profesor Visitante del Instituto Geográfico Universitario(UASD)

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ción es necesario tener en cuenta además una serie de factoresmás específicos, algunos de ellos estrechamente relacionadoscon la evolución socioeconómica, laboral y de la política migra­toria en España.

En cualquier caso, y como consecuencia de este proceso, elnúmero de dominicanos en nuestro país ha pasado de, algo me­nos de un millar a principios de la década de los 80, a cerca de45,000 en la actualidad'. Crecimiento éste que, en términos re­lativos, se sitúa muy por encima del registrado por la mayoría delas colonias extranjeras en España y, por supuesto, del conjun­to de residentes foráneos.

Esta migración ha hecho que, hoy día, la colonia dominicanaposea un notable peso, tanto en términos absolutos como rela­tivos, dentro del conjunto de la población extranjera en España.Los dominicanos constituyen, por una parte, la octava naciona­lidad extranjera en número de residentes y, codo a codo, conPerú, la primera entre las de países iberoamericanos. Por otra,es, junto a la portuguesa y la marroquí, la nacionalidad que, conrelación a la población de su país de origen, tiene mayor propor­ción de personas residiendo en España. Aproximadamente, unode cada doscientos dominicanos vive en España, proporción si­milar a la de las otras dos nacionalidades, a pesar de que éstas

Esta cifra, que debe ser considerada con carácter aproximativo, ha sido ob­tenida como resultado de la suma de: permisos de residencia en vigor al31-12-99 (26,854), número de dominicanos que han obtenido la nacionali­dad española entre 1960 y 1999 (8,898); número de estudiantes dominica­nos en España en 1999 (126); dominicanos que durante el presente año2000 han entrado, de manera regular, para residir en España (4,000 aproxi­madamente, estimación tomando como base años anteriores); dominica­nos que se encontraban en situación irregular y han acudido al proceso deregularización llevado a cabo entre marzo y julio de este año (algo más de2,000, estimación basada en datos de la regularización al 19 de junio). Es­te trabajo fue concluido en septiembre de 2000, por lo que todos los datostienen como referencia final dicha fecha. Actualmente -septiembre de2001-, la cifra de dominicanos en España supera ligeramente las 50,000personas.

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gozan de la ventaja de que sus respectivos países son fronteri­zos con el nuestro.

La colonia dominicana presenta, además, en términos gene­rales, unos rasgos sociodemográficos muy singulares y caracte­rísticos, entre los que destacan el elevado predominio femenino(tres de cada cuatro son mujeres) y su estrecha vinculación la­boral al servicio doméstico (cuatro de cada cinco personas conempleo). Desde el punto de vista estrictamente geográfico, ca­be reseñar la destacada presencia de personas oriundas de de­terminados municipios de la región Suroeste (Vicente Noble, Ta­mayo, Postrer Río, etc.), así como su concentración en las dosgrandes aglomeraciones urbanas españolas, especialmenteMadrid y su área metropolitana, donde viven casi la mitad del to­tal de residentes en nuestro país.

En este contexto, el objetivo de este trabajo es analizar, concierto nivel de profundización y detalle, la evolución y desarrollode esta migración, haciendo referencia además alas factoresque intervienen en este proceso. Como quiera que ra migracióndominicana hacia España se desarrolla fundamentalmente enlas dos últimas décadas, nuestro análisis se centrará prioritaria­mente en sus etapas y fases más recientes.

2. Factores condicionantes de la migración

Este desarrollo reciente de la migración dominicana hacianuestro país se explica en virtud de una serie de factores gene­rales y otros más específicos, que conjugan elementos tantoestructurales como de carácter microsocial. Los factores gene­rales, y de carácter más estructural, explican la evolución delproceso migratorio general en ambos países, es decir, el impul­so de la emigración en República Dominicana y el de la inmigra­ción en España. Los factores específicos, donde tienen un pe­so evidente los aspectos de carácter microsocial, están relacio­nados con el incremento de relaciones a todos los niveles (eco-

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nómicas, sociales, culturales, etc.) entre los dos países, así co­mo con el desarrollo en España de nichos de demanda laboralen ocupaciones muy concretas y relativamente poco califica­das del sector servicios, insatisfactoriamente cubiertas por lamano de obra local.

Los factores generales que explican, en términos macroes­tructurales, este proceso son de tres tipos: expulsión, direccióny atracción.

• Factor de expulsión. El agudo deterioro que experimentan lascondiciones de vida de una gran parte de la población domi­nicana, sobre todo desde mediados de la década de los 80del siglo XX. La crisis del modelo agroexportador, el empujede una demografía en crecimiento y el incremento extraordi­nario de la población en edad de trabajar, así como la defi­ciente gestión pública de los sucesivos gobiernos (gravescasos de corrupción, etc.), van a provocar a medida queavanza dicha década un clima de inestabilidad social y eco­nómica (huelgas, devaluaciones monetarias, pérdida de valoradquisitivo de los salarios, etc.) e insatisfacción colectiva quevan a encontrar en la emigración hacia el exterior su princi­pal válvula de escape.

• Factor de dirección. El incremento para los dominicanos delas dificultades de ingreso en sus principales destinos tradi­cionales, Estados Unidos y Puerto Rico, así como la pérdidade atractivo de Venezuela. Paradójicamente, es en el mo­mento en que la emigración se hace más necesaria para mu­chos dominicanos cuando la legislación norteamericana evo­luciona en el sentido de hacer más impermeables las fronte­ras de su territorio y aplicar medidas coercitivas de mayorcalado contra la inmigración clandestina e irregular. La pro­mulgación de la Inmigration Reform and Control Act (IRCA)

de 1986 y, quizás en menor medida, de la Inmigration Act de1990, son exponentes de esta política. Por otra parte, Vene­zuela, que había sido, sobre todo en los años 70' (boom eco-

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nómico estimulado por la subida de los precios del petróleo),un destino atractivo para varios miles de dominicanos, dejade serlo en gran medida desde mediados de la década de los80 como resultado de la importante recesión económica ydel incremento de la conflictividad social que vive este país.

• Factores de atracción. La óptima coyuntura económica quevive España, sobre todo entre 1985 y 1991, coincidiendo consu incorporación a la Comunidad Europea y estimulada a lavez por las actuaciones de toda índole que se desarrollan te­niendo, en buena parte, como horizonte los grandes eventosdel año 1992 (Exposición Universal de Sevilla, Juegos Olím­picos de Barcelona). Esta bonanza económica va a llevaraparejada una mejora de los niveles salariales y, en menormedida, de empleo, así como un desarrollo social (mejora delsistema sanitario y de prestaciones sociolaborales, etc.), quevan a hacer de España un país atractivo para la inmigración,máxime para la procedente de países iberoamericanos, debi­do a los nexos socioculturales existentes y, en virtud de ello,España se constituirá en su principal acceso y puerta de en­trada a Europa.

Sin embargo, las singulares características sociodemográfi­cas de la emigración dominicana hacia España, así como supropia selectividad geográfica, hacen que este fenómeno no seexplique suficientemente sin tener en cuenta otros factores másespecíficos, algunos de carácter microsocial.

• El extraordinario crecimiento de las relaciones económicas ysocioculturales entre España y la República Dominicana vana incrementar los flujos de bienes, servicios y capitales entreambos países, y, en relación con ello, los desplazamientos depersonas a uno y otro lado del Océano Atlántico, muchas delas cuales con proyectos de residencia temporal o perma­nente. Es de destacar, en este sentido, el incremento de loslazos laborales y familiares que van a implicar la migraciónhacia España de muchos ciudadanos dominicanos, tanto en

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calidad de profesionales (odontólogos, muy especialmente) uoperarios (empleadas de hogar, fundamentalmente), comode cónyuges y allegados (ascendientes, descendientes,adoptados, etc.) de ciudadanos españoles. El incrementoprogresivo de las conexiones aéreas y el número de vuelosentre los dos países, así como la escasez de impedimentoslegales efectivos de que gozan los dominicanos para entraren España hasta la imposición del visado obligatorio en juniode 1993, facilitan este proceso.

• El desarrollo en España de una demanda de mano de obrafemenina, dócil y barata para ejercer actividades, sobre todoen el subsector de los servicios personales, especialmente eldoméstico, donde se asiste a una contracción de la oferta defuerza laboral autóctona. Este crecimiento de la demanda es­tá vinculado, entre otras razones, a la mejora de las rentas yniveles de vida, la incorporación al trabajo de la mujer espa­ñola, el progresivo envejecimiento de la población, y, en rela­ción con todo ello, el incremento del número de menores, an­cianos y discapacitados que necesitan de atenciones y cui­dados personales. Se debe tener en cuenta, no obstante,que este aumento general de la demanda puede también es­tar, en parte, estimulado por la posibilidad de obtener estosservicios personales a unos costes laborales mucho más re­ducidos que los que se derivarían del empleo de trabajado­res españoles o comunitarios. Máxime, considerando lasprecarias condiciones socioeconómicas en que se encuen­tran muchas de estas personas, así como, en no pocos ca­sos, su situación irregular o de permanencia inestable en Es­paña.

• La especial situación de subdesarrollo que padece la regiónSuroeste de la República Dominicana, especialmente los mu­nicipios situados en torno al Lago Enriquillo y a lo largo de lafrontera con Haití, donde se registran los niveles de pobrezamás elevados de todo el país (Ramírez y Duval, 1994: 9). Si­tuación, que está relacionada no sólo con las características

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naturales de parte de su territorio (semidesértico), sino sobretodo con su posición periférica respecto a los circuitos eco­nómico-productivos internos y fronteriza con el estado máspobre de América, la República de Haití, con el que los con­tactos e intercambios no son lo suficientemente fluidos.

• La más que probable inserción, con carácter de pioneros, delos emigrantes procedentes del Suroeste de República Do­minicana en los nichos de demanda laboral existentes en Es­paña, especialmente el servicio doméstico. Hecho que pro­picia el establecimiento y desarrollo de cadenas migratoriasmuy activas desde determinados municipios de dicha región.Máxime aún, teniendo en cuenta la escasa participación desus habitantes en la emigración hacia los Estados Unidos,Puerto Rico o Venezuela, lo que reduce notablemente susposibilidades de generación de vínculos migratorios con es­tos países, donde sí tienen un protagonismo destacado losoriundos de las regiones Cibao (Estados Unidos) y Este(Puerto Rico).

3. Evolución y desarrollo del proceso migratorio

Visto con una cierta perspectiva temporal, en el proceso dela emigración dominicana hacia España pueden identificarsedos períodos:

• El primero, más dilatado en el tiempo, que se extendería des­de el nacimiento de la República Dominicana como estadoindependiente (1844) hasta principios de la década de los 80del siglo XX, el cual se caracterizaría por un flujo migratoriomuy tenue, a manera de goteo, que da lugar a una coloniacon escaso número de efectivos, siempre inferior al millar.

• El segundo, que se extiende aproximadamente desde media­dos de la década de los 80 hasta la actualidad, en el que seproduce un extraordinario aumento del flujo migratorio, el

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cual va a dar lugar a la creación y consolidación de una nu­trida colonia de residentes que, a mediados del año 2000,estimamos se aproxima a las 45,000 personas.

Dentro de estos dos períodos pueden distinguirse, no obs­tante, distintas etapas y fases que obedecen, generalmente, acambios sociopolíticos en República Dominicana y a otros másrelacionados con la política migratoria y de extranjería en Espa­ña. Estos últimos son, sobre todo, los que definen el ritmo delproceso migratorio en sus fases más recientes.

3. 1. Goteo migratorio y escaso número de residentes (siglo XIX ­

principios de los años 80 del siglo XX)

El número de dominicanos que emigran y residen en Españapuede considerarse casi irrelevante hasta el primer lustro de ladécada de los 80 del siglo XX. La información censal existente yla documental disponible no nos permiten ofrecer datos al res­pecto hasta el último tercio del siglo XIX. Es muy probable, sinembargo, que a lo largo de toda esa centuria, y como había si­do común durante el período colonial, algunos dominicanos ohispano-dominicanos viajaran a la madre patria con el objeto deresidir temporal o permanentemente en ella, dadas las vincula­ciones económicas, socioculturales y familiares que unen am­bos países desde fines del siglo ';N. Este pequeño flujo o vaivénestaría conformado, básicamente, por personas de clases aco­modadas (hombres de negocios, estudiantes, primeros turistas,etc.), exiliados políticos y familiares de emigrantes españoles enRepública Dominicana. Composición ésta, que va a permanecercasi inalterable durante todo el siglo XIX y gran parte del siglo XXhasta las dos últimas décadas de éste último.

Del año 1877, fecha de realización del tercer censo modernode la población española, es el primer dato estadístico publica­do en el que se cuantifica la presencia dominicana en España,cuyo número se establece en 31 personas. Cifra ésta que se nos

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antoja algo reducida, sobre todo teniendo en cuenta que, tras elfin de la Guerra de la Restauración que había acabado con unnuevo período de dominación española (1861-1865), es posibleque retornaran a España un buen número de familias hispano­dominicanas, así como dominicanos que habían apoyado laanexión a su vieja metrópoli. En cualquier caso, los datos publi­cados durante el último tercio del siglo XIX y el primero del sigloXX, obtenidos como el anterior de los censos demográficos pu­blicados en España durante dicho período (cuadro 1), continúanindicando una escasa presencia de dominicanos en el solar ibé­rico, evaluada en sólo tres o cuatro decenas de personas.

Cuadro 1. Dominicanos censados o empadronados enEspaña (1877-1998)*.

Número total y crecimiento medio intercensal.

Año Número Crecimiento medio anual (%)

1877 31 -

1887 8 -7.4

1900 23 14.4

1910 39 7.0

1920 6 -0.8

1930 36 0.0

1950 153 16.2

1970 739 19.2

1986 1,258 4.4

1991 3,285 32.2

1996 12,932 58.7

1998 16,688 14.5

Fuente: Censo de Población de España (1877-1991) y Padrón Municipal de

Habitantes (1975, 1986, 1996 Y 1998). Elaboración propia.• Las publicaciones de los censos de 1940, 1960 Y 1981, así como la del Pa­

drón de 1975, no recogen datos desagregados sobre nacidos y/o nacionales dela República Dominicana.

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A mediados del siglo XX, y sobre todo durante la década delos cincuenta, el número se elevaría algo hasta situarse por en­cima del centenar de personas. Este incremento debe explicar­se por el estrechamiento de relaciones entre ambos países (ma­yor presencia diplomática, estudiantes que vienen a formarse oespecializarse en España, etc.), la llegada de algunos refugiadospolíticos disconformes con el régimen de Trujillo, y el retorno dealgunas familias mixtas hispano-dominicanas surgidas del pro­ceso de emigración española hacia República Dominicana, quehabía cobrado cierta relevancia durante la primera mitad de di­cha centuria.2

Este, que bien puede calificarse como goteo migratorio, semantiene durante el primer lustro de la década de los 60, aun­que con una ligera tendencia alcista sobre todo a partir de queel asesinato de Trujillo (30 de mayo de 1961) y el desmorona­miento de su régimen (noviembre de 1961) redujesen los férreoscontroles establecidos para la salida de dominicanos de su país.Como resultado de ello y de la situación caótica e insegura quevive la República Dominicana durante los años inmediatamenteposteriores al fin de la dictadura (golpes de estado, cambios degobierno, huelgas, etc.), el número de dominicanos en Españase incrementa progresivamente, pasando de algo más de uncentenar a fines de 1961 a unos 400 al estallar la Revolución deabril de 1965. Paradójicamente, el flujo estará ahora alimentadoen parte por los miembros del gobierno y simpatizantes del des­cabezado régimen de Trujillo, entre los que cabe destacar a supropio hijo y delfín, Ramfis.

2 Durante esta década de los 50 es significativo el ligero incremento que seproduce en el número de permisos de residencia de ciudadanos dominica­nos en los años 1956 y 1957 (87 en 1955; 107 en 1956; 102 en 1957; 86 en1958), que coinciden con el retorno a España de un buen número de los es­pañoles (agricultores, técnicos, etc.) que se habían desplazado a mediadosde la década de los 50 al país caribeño respondiendo a las demandas mi­gratorias (colonización agrícola, Feria de la Paz) expresadas por el gobier­no dominicano encabezado por Trujillo. Sin duda. algunos de estos emi­grantes retornados vendrían acompañados por familiares y allegados denacionalidad dominicana.

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A mediados de la década de los 60, y en relación con el desa­rrollo de la Guerra Civil que tuvo lugar en Santo Domingo desdefinales de abril hasta principios de septiembre de 1965, y sus pos­teriores consecuencias, se incrementa sensiblemente dicho goteohasta elevar el número de residentes por encima de 500 a fines deese año y a más de 700 en 1967. El propio miedo a los desastresde la guerra, la disconformidad con el nuevo régimen político sur­gido de la contienda civil, así como los cambios que empiezan aoperarse en la sociedad española (tímida apertura política, desa­rrollo económico) parecen ser los factores que estimularon, sobretodo a estudiantes e intelectuales criollos y a algunas familias mix­tas ligadas al exilio republicano y al mundo empresarial, a fijar suresidencia, al menos temporalmente, en España. Un ejemplo rele­vante sería el del ex-presidente Juan Bosch quien, tras la victoriade su adversario político Joaquín Balaguer en las elecciones demayo de 1966, se exilió en España durante varios años, dondeconcebiría algunos de sus principales escritos.

Entre 1968 Y 1978, coincidiendo con el momento de desarro­llo económico que experimenta la República Dominicana duran­te el primer gobierno constitucional de Joaquín Balaguer (los de­nominados Doce Años, 1966-1978), el flujo de dominicanos semantiene (estudiantes, sobre todo), pero se estabiliza en núme­ro, experimentando el de residentes un ligero pero continuadodescenso (de 707 en 1967 se pasa a 405 en 1978). No cabe du­da, que en este descenso incidió notablemente el hechO de quedurante este período casi un centenar de dominicanos obtuviesela nacionalidad española, proceso que había afectado anterior­mente a muy pocas personas (sólo cuatro entre 1956 y 1969).

A partir de 1979 se produce un nuevo incremento del númerode dominicanos, rebasándose en 1980 con 775 residentes la co­ta máxima anterior registrada más de una década atrás, en 1967.En cualquier caso, a principios de la década de los 80, la presen­cia de dominicanos es todavía insignificante en la sociedad espa­ñola y dentro del propio conjunto de la población extranjera resi­dente en nuestro país (0.4% entre 1980 y 1982), lo que explica

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que en las publicaciones del censo de población de 1981 no apa­recieran datos desagregados para esta nacionalidad caribeña.

Gráfico 1. Dominicanos residentes en España (1955-1999).*

Evolución del número de residentes dominicanosen España (1955-1999)

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AfIo

~ : Anuario Estadístico de España (1956-1994), Instituto Nacional deEstadistica. Anuario Estadístico de Extranjerfa (1994-1998), Comisión Interminis­terial de Extranjerfa - Ministerio del Interior. Elaboración propia.

• Datos tipo stock que corresponden al número de permisos de residenciaen vigor al 31 de diciembre de cada año.

3,2. El desarrollo de la migración masiva (mediados de la dé­

cada de los 80 del siglo XX - actualidad)

Aunque la tendencia venía ya ineinuándose desde fines de la dé­cada de los 70 (463 residentes en 1977,601 en 1979, 939 en 1981),no será hasta mediados de los 80 cuando la migración de domini­canos hacia España deje de ser un pequeño goteo para convertir­se en una corriente de relativa importancia. Es a partir de este mo­mento cuando se produce un incremento sustancial del flujo de do­minicanos hacia nuestro país, dando lugar al desarrollo de un ver­dadero fenómeno migratorio que se mantiene hasta la actualidad.

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Esta migración, aunque no puede llegar a calificarse totalmen­te de masiva, sobre todo si se toman como referencia las magni­tudes de la diáspora dominicana en Estados Unidos (casi un mi­llón de emigrantes), posee unas dimensiones e implicaciones so­ciales lo suficientemente importantes como para ocupar un lugarde primer orden en la historia más reciente de las relaciones entreEspaña y la República Dominicana. En este sentido, los datos sonelocuentes y hablan por sí solos: de algo menos de un millar dedominicanos residiendo en España a principios de la década delos 80, se ha pasado a casi 45,000 en la actualidad. Y ello, pesea que este proceso ha coincidido en el tiempo con la puesta enmarcha y desarrollo en España de una política de extranjería queimpone limitaciones y restricciones jurídicas a la inmigración, so­bre todo la procedente de países del denominado Tercer Mundo.

Además de su dimensión relativa y la rapidez de su desarro­llo, el otro hecho que mejor define a la migración dominicana ha­cia España durante este segundo período y lo distingue del an­terior es la sustancial modificación operada en el perfil sociode­mográfico de los actores que intervienen en el proceso. Si des­de el siglo XIX hasta el primer lustro de la década de los 80 delsiglo XX, esta migración se caracterizaba por su reducido núme­ro y relativa calificación, estando compuesta fundamentalmentepor estudiantes universitarios, intelectuales, profesionales y exi­liados políticos, en este nuevo período se desarrolla un flujo mu­cho más cuantioso y activo, pero que, en términos generales,presenta rasgos muy diferentes al anterior. Ahora, los principa­les protagonistas del proceso van a ser trabajadores, especial­mente mujeres oriundas de determinados enclaves geográficosde la Región Suroeste de la República Dominicana, que se des­plazan a España para emplearse en ocupaciones vinculadas alsubsector de los servicios personales que exigen una escasacualificación socioprofesional.

El desarrollo del proceso en este período de migración masi­

va no ha sido, sin embargo, totalmente homogéneo, sino que enél pueden distinguirse dos etapas. La primera, que se extiende

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desde el primer lustro de la década de los 80 hasta finales delmes de mayo de 1993, en la que se produce el despegue y ace­leración de la migración masiva, la cual se desarrolla en términosgenerales por cauces ajenos a la regularidad. La segunda, que seinicia con la imposición de visado obligatorio a los dominicanospara entrar en España y se mantiene hasta la actualidad, en laque se asiste a una regulación y progresiva normalización del flu­jo migratorio, así como a la estabilización y paulatina integraciónde esta colonia caribeña en nuestro país. No obstante, en cadauna de estas dos etapas pueden diferenciarse diversas fases quedefinen, bien momentos de transición entre aquellas, bien cam­bios de ritmo dentro de ellas, o simplemente marcan pequeñoshiatos provocados por anomalías muy específicas en el proceso.

Gráfico 2. Dominicanos residentes en España (1983-1999).*

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10000o..QI

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Año

Fuente: Anuario Estadístico de España (1983-1994), Instituto Nacional deEstadística. Anuario Estadístico de Extranjería (1994-1998), Comisión Interminis­terial de Extranjería - Ministerio del Interior. Elaboración propia.

'Datos tipo stock que corresponden al número de permisos de residencia vi­gentes al 31 de diciembre de cada año.

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3.2.1. Despegue y aceleración de la migración

Desde principios de los años 80 hasta finales del mes de ma­yo de 1993 se produce la puesta en marcha y aceleración del re­ciente proceso de migración relativamente masiva de dominica­nos hacia España. Este desarrollo inédito, con carácter casi ex­plosivo en determinados momentos, se ve favorecido y, de algu­na manera, también estimulado, por la escasez de medios lega­les que regulen e impidan la libre entrada de dominicanos en te­rritorio español. Máxime, teniendo en cuenta que, en septiembrede 1966 los gobiernos de España y la República Dominicana ha­bían suscrito un acuerdo de supresión de visados3

, que se man­tiene vigente a lo largo de toda esta etapa.

y ello pese a que, desde la promulgación en 1985 de la co­múnmente denominada Ley de extranjería' y en 1986 de su re­glamento de ejecuciónS, se incrementan los requisitos necesa­rios para la entrada, permanencia y obtención de permiso detrabajo de los ciudadanos no comunitarios en España. Situa­ción ésta a la que van a saber responder y adaptarse los mi­grantes dominicanos entrando legalmente en España, especial­mente en calidad de turistas, como por otra parte venía siendocomún y normal desde décadas precedentes, para una vezdentro de su territorio, y agotado el plazo de vigencia máximode su presumida estancia temporal, permanecer residiendo demanera irregular.

El primer lustro de la década de los 80 va a definir la transi­ción entre el goteo migratorio del período anterior y el despegue

3

4

5

20

Acuerdo de supresión de visados de 27 de septiembre de 1966 entre Es­paña y la República Dominicana (Canje de notas del 27 de septiembre de1966, publicado en el B.O.E. del 18 de noviembre de 1981).Ley Orgánica 7/1985 del 1 de julio, sobre derechos y libertades de los ex­tranjeros en España (B.O.E., núm. 158, del 3 de julio de 1985).Real Decreto 1119/1986 del 26 de mayo, por el que se aprueba el Regla­mento de ejecución de la Ley Orgánica 7/1985 del 1 de julio. sobre dere­chos y libertades de los extranjeros en España (B.O.E., núm. 140, del12 dejunio de 1986: corrección de errore¡; en B.O.E., núm. 175. del 23 de julio).

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de la migración masiva. Durante los años 1981 a 1985 se produ­ce un lento, pero continuo, incremento (en torno al 10% anual)de la población dominicana residente en España, que comienzaya a nutrirse de personas con rasgos sociodemográficos dife­rentes a las del período precedente. Estos nuevos migrantes,fundamentalmente mujeres que vienen a trabajar en el serviciodoméstico, van a constituir las primeras semillas, a partir de lascuales va a desarrollarse buena parte de la migración masivasubsecuente. La fase de despegue de ésta se hace especial­mente evidente desde 1983, año en el que el número de domi­nicanos con permisos de residencia en vigor supera, por prime­ra vez, el millar.

Desde 1986 el proceso comienza a despegar con relativafuerza y en los años 1988-1989, aunque con cierta timidez toda­vía, a manifestar síntomas evidentes de aceleración. Esta, sinembargo apenas es perceptible en las estadísticas de flujo mi­gratorio y de stocks de permisos de residencia, debido funda­mentalmente a que tras la entrada en vigor de la ley de extran­jería se hace más difícil la permanencia estable en España y, co­mo consecuencia, el proceso comienza a desarrollarse, en bue­na parte, en condiciones de irregularidad.

No obstante, durante el año 1986 se produce un aumentosignificativo, casi del 40%, del stock de permisos de residencia,lo cual no obedece tanto a un súbito incremento del flujo, sino alos efectos del primer proceso extraordinario de regularización

de extranjeros que tiene lugar en España entre julio de 1985 y

marzo de 1986, tras la promulgación de la ley de extranjería. Se­gún datos del Ministerio del Interior, 472 solicitudes de regulari­zación fueron presentadas por ciudadanos dominicanos. Deellas el 44.1 % correspondían a personas que deseaban obtenerun permiso unificado de residencia y trabajo, otro 44.1 % aspira­ban exclusivamente al permiso de residencia (no autoriza paratrabajar), y eI11.8% restante sólo tenían intención de regularizary/o prolongar su estancia. Aunque el 88.4% de las solicitudes seresolvieron positivamente, y en este sentido el proceso extraor-

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dinario de regularización puede calificarse de generoso, la formaen que lo fueron no satisfizo a la comunidad dominicana (Cerón,1994: 15) y extranjera en general (Izquierdo, 1992: 186-187).

Buena prueba de esto último es que, de las solicitudes pre­sentadas por ciudadanos dominicanos para obtener el permisounificado de residencia y trabajo (208 en total), sólo algo más deun tercio (83 solicitudes) fueron resueltas positivamente. Estehecho, unido al elevado número de resoluciones que fallaron afavor de estancias y residencias sin renovación (18.2% y 26.1 %,respectivamente), las no resueltas (7.8%), así como las que die­ran como resultado la expulsión y devolución de los solicitantes(3.6% y 0.2% respectivamente; 18 personas en total), hizo quesólo un centenar, menos de una cuarta parte, de los dominica­nos que habían acudido al proceso de regularización salieranplenamente satisfechos de sus resultados.

De este proceso, llama la atención sin embargo, la relativa­mente escas.a participación de dominicanos (472 solicitantes),que sólo suponen un 1.2% del total de las solicitudes presenta­das por extranjeros. Máxime, cuando por esas fechas el Colec­tivo lOE (1987: 96) estima el número de dominicanos indocu­mentados en unos 7,000. Cifra ésta que, aunque nos parece atodas luces exagerada (no debían superar los 1,500-2,000 a fi­nes de 1986 según se desprende de la evolución posterior delfenómeno), hace entrever una reducida participación de este co­lectivo en el primer proceso extraordinario de regularización,bien por falta de información y/o de motivación tras la dificultaden obtener los documentos requeridos, bien por desconfianza yrecelo ante los resultados de las primeras resoluciones.

Este nuevo contexto debió provocar, como bien apunta Pa­loma Cerón (1994: 15), un cierto miedo e inseguridad entre losinmigrantes dominicanos que, a partir de este momento, co­menzarían a desconfiar de los cauces legales para entrar y con­seguir una permanencia estable en España. Quizás como resul­tado de todo ello, así como de los procesos de depuración y ac-

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tualización que desarrolla el Ministerio del Interior en sus fiche­ros de extranjeros6

, se asiste a una disminución del ritmo de cre­cimiento del stock de permisos de residencia, que se sitúa en1988, por primera vez desde 1983, por debajo del 10% anual.

Gráfico 3. Inmigrantes regularizados en el procesoextraordinario de 1991-1992 según año de llegada a

España. Porcentajes del total.

Año de llegada a España

Fuente: Encuesta cualitativa sobre inmigrantes regularizados 1991-1992. Mi­nisterio de Trabajo y Seguridad Social. Elaboración propia.

El proceso de aceleración de la corriente migratoria, iniciadoen la segunda mitad de la década de los 80, alcanza sus mo-

6 "La depuración y puesta al día del Fichero de Extranjeros Residentes por

parte de la Dirección General de la Policía, puso de manifiesto un error por

exceso en las cifras oficiales de 1990 de 128,651 personas, y de 123,252

para el año siguiente, siendo las cifras corregidas de 278,798 extranjeros re­

sidentes en 1990 y 360,655 en 1991 (.. .). La explicación del error está en

que no se computaban las bajas, ofreciéndose una cifra de residencias acu­

muladas." (Lora-Tamayo, 1994: 101 l.

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mentas más culminantes entre 1990 y mayo de 1993. Si duran­te el primer lustro de los 80 el flujo medio anual de emigrantesdominicanos hacia España no debió superar los 200, y entre1986-1989 los 400, en esta fase de máxima aceleración dichopromedio se eleva sustancialmente hasta situarse en torno a las2,000 personas. Ello supone un continuo incremento de la inten­sidad de la corriente migratoria, que aumenta aún más a medi­da que se acercan los grandes eventos que se celebran en Es­paña en el año 1992.

Aunque esta aceleración de la corriente se puede intuir, dealguna manera, a la vista de la evolución de los datos sobre flu­jo regular de inmigrantes (117 en 1988, 215 en 1990, 631 en1992) y de los permisos de residencia en vigor (2,381 en 1989,6,640 en 1991, 10,182 en 1993), se trata de un fenómeno que ensu mayor parte no se registra en las estadísticas oficiales espa­ñolas, en virtud de su carácter fundamentalmente irregular. Eneste sentido, cabe indicar que las estadísticas oficiales sólo re­gistraron durante estos años de máxima aceleración del flujo laentrada de algo más de 1,000 dominicanos, cuando la cifra realdebió rondar los 9 ó 10 mil.

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Gráfico 4. Inmigración dominicana en España (1985-1999).Datos de flujo.*

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Año

--Flujo Anual

- -. - Flujo de Muje<es

---.- - <'8 y >64 aIIoo

Fuente: Migraciones, 1985-1998. Instituto Nacional de Estadística. Elabora­ción propia.

• No existen datos disponibles de este tipo anteriores a 1985 para esta na­cionalidad. El INE, en el momento de realización de este trabajo, aún no habíapublicado los datos de 1999.

Este crecimiento acelerado del flujo de dominicanos haciaEspaña se realiza, fundamentalmente, sobre la base de las ca­denas migratorias ya establecidas durante la década de los 80,las cuales generan las redes de información y asistencia que vana ir entrelazando determinados grupos familiares y enclavesgeográficos en República Dominicana con puntos específicosde destino en nuestro país. Sin la existencia de estas redes y ca­denas de apoyo no se explica suficientemente el elevado núme­ro de dominicanos, en su mayoría de extracción social humilde,origen rural y baja cualificación sociolaboral, que consiguen en­trar y permanecer residiendo, muchos incluso trabajando, irre­gularmente en España, eludiendo los cada vez más rígidos con­troles policiales.

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Máxime, teniendo en cuenta además, que desde marzo de1989 comienza a aplicarse en las entradas al territorio españoluna orden del Ministerio del Interior que hace más rigurosa y sis­temática la exigencia, ya prevista en la ley de extranjería de 1985y su reglamento de ejecución de 1986, de acreditación de recur­sos económicos en las fronteras extracomunitarias7

• Especial­mente, tal como se indica expresamente en dicha orden, para"los nacionales de países estadísticamente más sensibles a la

emigración ílegal en España y más particularizadamente sobre

nacionales de países con los que no exista acuerdo de supresión

de visados." (Apartado cuarto 1).

Pese a este mayor control en la frontera y en el interior del te­rritorio español, la migración de dominicanos se incrementa ex­traordinariamente durante los primeros años de la década de los90. La gran mayoría, más del 90%, entra en España en calidadde turista, tal como lo pondrán de manifiesto las encuestas quese realizan a inmigrantes regularizados entre 1991 y 1992 (gráfi­co 5).

7 Orden de 22 de febrero de 1989 sobre medios económicos cuya posesiónhabrán de acreditar los extranjeros para poder efectuar su entrada en Es­paña (B.O.E., núm. 55, del 6 de marzo de 1989).

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Gráfico 5. Inmigrantes dominicanos regularizados en elproceso extraordinario de 1991-1992 según forma

de entrada en España. Porcentajes del total.

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% del total

~: Encuesta cualitativa sobre inmigrantes regularizados 1991-1992. Mi­nisterio de Trabajo y Seguridad Social. Elaboración propia.

Las redes microsociales ya establecidas (parentesco, com­padrazgo, vecindad), así como algunas organizaciones dedica­das al tráfico ilegal de inmigrantes o creadas al efecto, confor­madas éstas últimas, en no pocos casos, por ciudadanos espa­ñoles y dominicanos, van a facilitar los medios necesarios paraesta entrada y permanencia irregular en España. Una vez ensuelo español los irregulares van a contar también con la aseso­ría y ayuda que les brindan algunas ONG's españolas, así comootras creadas por los propios inmigrantes8

, para facilitar su per-

8 Entre éstas, cabe destacar las creadas por el propio colectivo dominicanoen España como son la Asociación de Mujeres Dominicanas en España(AMOE) y el Voluntariado de Madres Dominicanas en España (VOMADE).

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manencia legal e inserción socio-laboral.

En marzo-abril de 1991 se aprueba una Proposición -no deLey- del Congreso de los Diputados titulada Líneas básicas de

la política española de extranjería, que define por primera vez, ajuicio de diversos expertos, unas directrices claras respecto altratamiento del fenómeno de la inmigración en nuestro país. Suconsecuencia más inmediata va a ser la puesta en marcha de unnuevo proceso extraordinario de regularización de trabajadoresextranjeros. Este se va a desarrollar desde el 10 de junio al 10de diciembre de 1991 para los trabajadores, prolongándosehasta el 10 de marzo de 1992 para los familiares de aquellos quese hubiesen regularizado.

Esta segunda operación extraordinaria, aunque inesperadapara muchos extranjeros, va a coger más preparados tanto a laAdministración como a los colectivos de inmigrantes y las orga­nizaciones que les brindan su atención y apoyo (Sainz, 1997:140; entre otros). Como resultado, más de cien mil trabajadoresextranjeros consiguen regularizar su situación en España (cua­dro 2), entre ellos 5,517 de nacionalidad dominicana (5.1 % deltotal). Esta salida a la luz de los dominicanos en situación irre­gular va a tener como efecto un incremento extraordinario delnúmero de permisos de residencia y trabajo que pasan de 2,224y 673, respectivamente, a fines de 1990, a 6,766 y 5,481 el 31de diciembre de 1992.

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Cuadro 2. Regularización de trabajadores extranjeros1991-1992 según país de nacionalidad. Número y

porcentaje de solicitudes y concesiones.

Pafs de Solicitudes Concedidas

nacionalidad Número (a) % del total Número % de (a)

Marruecos 57,753 44.3 48,240 83.5

Argentina 7,732 5.9 7,405 95.8

China 7,531 5.8 4,219 56.0

Perú 5,919 4.5 5,664 95.7

República Dominicana 5,747 4.4 5,517 96.0

Senegal 4,649 3.6 2,186 47.0

Argelia 3,681 2.8 3,023 82.1

Polonia 3,427 2.6 3,298 96.2

Filipinas 2,697 2.1 2,609 96.7

Gambia 2,554 2.0 2,007 78.6

Chile 2,440 1.9 2,328 95.4

Colombia 2,296 1.8 2,132 92.9

Pakistán 2,040 1.6 529 25.9

Brasil 1,645 1.3 1,499 91.1

Uruguay 1,574 1.2 1,491 94.7

Otros países 18,721 14.4 16,174 86.4

TOTAL 130,406 100.0 108,321 83.1

Fuente: Anuario de Migraciones 1994, p. 109. Ministerio de Trabajo y Segu­ridad Social. Elaboración propia.

Pese al notable efecto que tiene sobre la comunidad domini­cana este segundo proceso extraordinario, regularizando la si­tuación de dos de cada tres residentes de hecho, la exigencia,entre otros requisitos, de una presencia en España antes del 15de mayo de 1991, marginó a un relativamente nutrido número deinmigrantes que habían entrado en nuestro país aprovechandola no exigencia de visado para ello.

La presión ejercida por las autoridades policiales sobre los

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inmigrantes que permanecían en situación irregular va a propi­ciar la utilización de todos los mecanismos a su alcance parapermanecer residiendo en España. Entre éstos cabe destacar,sobre todo, la solicitud de asilo y refugio que, según la legisla­ción vigente en ese moment09

, permitía la permanencia en Es­paña hasta que las autoridades competentes dictaran una reso­lución expresa sobre el caso. Resolución que, dados los esca­sos medios con que contaba en ese momento la Oficina de Asi­lo y Refugio y su escasa experiencia sobre el particular, podíademorarse varios meses, amén de que una vez adoptada, toda­vía quedaba al afectado la posibilidad de recurrirla ante instan­cias superiores.

Este recurso fue especialmente aprovechado y utilizado porlos dominicanos en situación irregular que, de no haber realiza­do ninguna solicitud desde la entrada en vigor de la Ley de Asi­lo, a mediados de la década de los SO, de sólo 160 en 1991, pa­san a 1,041 en 1992 y 1,S09 en 1993, pese a que, en ningún ca­so, recibieron una resolución favorable (cuadro 3). Este últimohecho y la propia evolución de las solicitudes dejan bien a lasclaras que los dominicanos utilizaron este medio exclusivamen­te con el propósito de permanecer en España durante el tiemposuficiente que les permitiese reunir los requisitos necesarios pa­ra conseguir su regularización.

9 Ley 5/1984 del 26 de marzo, reguladora del derecho de asilo y de la condi­ción de refugiado (B.O.E., núm. 74, del 27 de marzo de 1984) y Real Decre­

to 511/1985 del 20 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento para laaplicación de la Ley reguladora del derecho de asilo y de la condición derefugiado (B.O.E., núm. 94, del 19 de abril de 1985).

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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA

Cuadro 3. Asilo y refugio de extranjeros y dominicanos.Número y porcentaje de solicitudes y resoluciones

(incluye familiares de solicitantes).

Año Total Extranjeros Dominicanos

Solicitudes Resoluciones Solicitudes Resoluciones

(a) Número Favorables % Número % de (a) Número Favorables

1988 4,516 1,379 303 22 O O O O

1989 4,077 1,515 134 8.8 O O O O

1990 8,647 2,236 246 11 O O O O

1991 8,138 3,308 156 4.7 160 2 · ·1992 11,708 7,357 296 4 1,041 8.9 1,018 O

1993 12,615 14,954 592 4 1,809 14.3 1,811 O

1994 11,992 11,045 345 3.1 638 5.3 768 O

1995 5,678 2,229 276 12.4 5 0.09 · ·1996 4,730 · · · 1 . · ·1997 4,975 · · · O O · ·1998 6,764 · · · 3 0.04 · ·

Fuente: Anuario Estadístico de Extranjería, 1992-1998. Comisión Interminis­terial de Extranjería - Ministerio del Interior. Elaboración propia.

• No hay datos disponibles.

La constatación del extraordinario incremento de la inmigra­ción dominicana de carácter irregular, el enorme impacto mediá­tico y social que tuvo el asesinato en Madrid de una mujer de di­cha nacionalidad (Lucrecia Pérez), el cual sacaba a relucir algu­nos signos latentes de racismo y xenofobia en la sociedad re­ceptora, así como la próxima inauguración de la política de con­tingentes laborales, pudieron ser, entre otras, las razones quemotivaron finalmente al Gobierno español a denunciar el 7 deabril de 199310 el acuerdo de supresión de visados firmado en1966 entre ambos países, el cual en principio dejaría de estar envigor el 7 de octubre de ese mismo año.

10 Nota verbal del Ministerio de Asuntos Exteriores a la Embajada de la Repú­blica Dominicana en Madrid.

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Pero, posiblemente, ante el temor, tras conocerse y difundir­se esta noticia entre la comunidad dominicana en España, a unaavalancha veraniega de nuevos inmigrantes irregulares camufla­dos como turistas, así como la inminente publicación de la reso­lución del 4 de mayo de 1993 que autorizaba para ese mismoaño el primer contingente de trabajadores extranjeros, las auto­ridades españolas decidieron adelantar unos meses la fecha,que quedó finalmente fijada al 1 de junio. A partir de ese día to­dos los ciudadanos de República Dominicana que deseen entrary, en su caso, residir en España necesitan obligatoriamente pro­veerse de un visado al efecto. Ello marca un hito en el procesode la migración dominicana hacia nuestro país y, sin duda, locondiciona de cara al futuro, hecho éste que está pudiendo sercomprobado en los años que han seguido a su entrada en vigor.

3.2.2. Regulación del flujo y estabilización de la colonia üunio1993 - actualidad)

La imposición de visado obligatorio para acceder al territorioespañol y el desarrollo de la política de contingentes laboralesson los factores que mayor incidencia han tenido en el desarro­llo del proceso de la migración dominicana hacia España en suetapa más reciente, asumiendo y logrando en buena parte losobjetivos de canalización y control de flujos marcados en la pro­posición no de ley de 1991 sobre líneas básicas de la política es­pañola de extranjería.

La imposición de visado obligatorio ha conseguido paulati­namente, y de manera quizás algo más efectiva tras la entradaen vigor de los acuerdos de Schengen'l, controlar el flujo de en-

11 El 26 de marzo de 1995 entró finalmente en vigor el Convenio firmado enSchengen el 19 de junio de 1990, por el cual varios países comunitarios(Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Alemania, Francia, Portugal y España)acuerdan crear un espacio único europeo (el denominado, a partir de en­tonces, territorio o espacio Schengen), libre de barreras interiores y unafrontera exterior común.

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trada de dominicanos en nuestro país, reduciendo, mediante laselección en origen, el número de personas que utilizan los via­jes de turismo u otros medios similares (participación en activi­dades culturales, religiosas, etc.) para emigrar a España. La po­lítica de contingentes, por su parte, ha servido para canalizartanto sectorial como geográficamente los flujos, al facilitar laemigración hacia España sólo a un determinado y variable, se­gún la coyuntura socioeconómica y laboral en nuestro país, nú­mero de personas y para ejercer exclusivamente ciertas ocupa­ciones donde la demanda supera a la oferta de mano de obralocal.

No cabe duda de que la acción combinada de ambos instru­mentos ha tenido como consecuencia que, en esta nueva eta­pa, el proceso se desarrolle, en su mayor parte, en condicionesde regularidad. Junto a ellos, debe reseñarse el papel cada vezmás destacado que están teniendo en este colectivo, tanto elproceso de reagrupación familiar, como el de obtención de lanacionalidad española, hechos ambos que reflejan los esfuerzosde las autoridades españolas por favorecer una mayor estabili­zación de la colonia e integración social de sus componentes.

En cualquier caso, y como resultado de todo ello, desde ju­nio de 1993 hasta la actualidad hemos asistido a un notable cre­cimiento del número de dominicanos en España. El flujo, pese asu mayor control, no ha cesado y, lejos de reducirse, ha inclusoaumentado ligeramente, de manera que el promedio anual demigrantes durante esta etapa, en torno a las 2,500 personas, su­pera al de la fase anterior de aceleración. Paralelamente, se haincrementado, casi de forma exponencial en los últimos años, elnúmero de dominicanos que han obtenido la nacionalidad espa­ñola (gráfico 6). Actualmente, deben ser algo más de 10,000 losdominicanos que poseen la doble nacionalidad, española y desu país de origen.

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Gráfico 6. Nacionalizaciones de dominicanos en España(1980-1999).

l1l3000

G)eo 2500'ü. ~ 2000¡¡;eo'ü 1500caeCD 1000'tJ

o..G)

500E':::1Z

O

Año

Fuente: Anuario de Migraciones 1994; Anuario Estadístico de Extranjería

1992-1999. Elaboración propia.

Sin embargo, este proceso, no ha sido lineal a lo largo de es­tos siete últimos años, pudiendo distinguirse dos fases en él:una primera que se extendería hasta mediados de 1996 y otra apartir de esa fecha. Los años inmediatamente posteriores a laimposición del visado obligatorio y hasta la entrada en vigor en1996 del nuevo reglamento de ejecución de la ley de extranje­ría12

, constituyen una especie de fase de transición que estámarcada por una progresiva normalización del flujo tras la ace­leración anterior y por la paulatina regularización de los domini­canos que residían en España de manera ilegal. Esta última se-

12 Real Decreto 155/1996 del2 de febrero (B.O.E., núm. 47, del 23 de febrerode 1996).

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rá llevada a cabo, fundamentalmente, utilizando los cupos paradominicanos del sistema de contingentes, hecho que permitecalificar al proceso como de regularización encubierta.

La emigración irregular hacia España se hace cada vez másdifícil para los dominicanos, pese a que éstos utilizan medioscada vez más sofisticados (falsificación de visados, entrada in­directa a través de otros países comunitarios, etc.) para entraren nuestro país, en muchos casos usando los servicios de redesde tráfico de migrantes con contactos en la administración do­minicana (en 1994 se desmantela en España una organizaciónde este tipo a la que estaba conectada la entonces cónsul ge­neral de la República Dominicana en Madrid) y de países comu­nitarios. No obstante, son todavía muchos los que consiguenpenetrar en España durante estos años, aprovechando en partela escasa experiencia española en la materia y las disfuncionesque se generan en los primeros momentos de la puesta en mar­cha del visado único con validez para todo el territorio Schen­gen.

Por otra parte, la reforma de la ley de asilo en 1994 y la apro­bación de un nuevo reglamynto de ejecución en 1995 '3

, que creaun mecanismo más ágil de resolución mediante el cual las soli­citudes manifiestamente infundadas pueden ser no admitidas atrámite y, por tanto, desestimadas, en un plazo inferior a la se­mana, propiciando la devolución o expulsión del interesado(Blanquer, 1997: 81-93, 205-237, 277-320), hacen que ésta seconvierta en una vía muy arriesgada para lograr una permanen­cia, aunque sea temporal, en España. Y ello es claramente apre­ciado por todos los colectivos extranjeros, pero especialmentepor los dominicanos, que en 1994 redujeron notablemente su

13 Ley 9/1994 del 19 de mayo que modifica parcialmente la Ley 5/1984 de Asi­

lo y Refugio (B.O.E., núm. 122, del 23 de mayo: corrección de errores enB.O.E., núm. 131, del 2 de junio). Real Decreto 203/1995 del 10 de febrero,por el que se aprueba el Reglamento de aplicación de la ley reformada(B.O.E., núm. 52, del 2 de marzo de 1995).

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número de solicitudes de asilo hasta situarse en 638, en 1995presentaron sólo cinco y una en 1996 (cuadro 3).

El flujo real de emigrantes se reduce en estos primeros mo­mentos un poco respecto a los años anteriores de máxima ace­leración (1990-1992), ya que los contingentes laborales, dondese reserva, incluso en algún momento expresamente (Contin­gente 1995), un cupo especial para los dominicanos, se utilizan,sobre todo en sus dos primeras convocatorias (1993 y 1994),fundamentalmente para regularizar la situación de los ya resi­dentes en España. Por lo tanto, los datos de flujo migratorio quereflejan las estadísticas oficiales hay que tomarlos con cautela,ya que muchas de las personas que engrosan dichas cifras noson realmente nuevos emigrantes, puesto que ya residían ante­riormente en España. Pero efectivamente sí participan en el flu­jo migratorio, en tanto que se ven obligadas a ello por la admi­nistración española, que les exige retornar de nuevo a Repúbli­ca Dominicana, para una vez allí solicitar y obtener visado detrabajo por la vía del contingente. El hecho de que, entre 1993 y1995, se reduzca la proporción de personas mayores de 64 añosy menores de 16 que participan en el flujo migratorio (gráfico 4)son signos evidentes de un proceso de regularización encubier­ta que afectó fundamentalmente a mujeres en edad laboral.

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Gráfico 7. Participación de dominicanos en contingenteslaborales (1993-1998). Resoluciones favorables.

3000

2500

/JIo 2000c:~'c'e 1500o

"O

al"O 1000ealE

500.:::J

z

O1993 1994 1995 1997 1998

Año del contingente

Fuente: Anuario de Extranjería, 1993-1998. Comisión Interministerial de Ex­tranjeria. Ministerio de Interior. Elaboración propia.

Pasados los momentos de transición anterior, el año 1996marca el inicio de la fase en la que actualmente nos encontra­mos, caracterizada por la, podríamos decir, plena normalizaciónde los flujos y la estabilización e integración de la colonia de re­sidentes dominicanos en nuestro país. Desde 1996 hasta la ac­tualidad venimos asistiendo a un nuevo repunte de la emigra­ción dominicana hacia España, según un flujo creciente, cuyopromedio anual se sitúa por encima de las 3,500 personas y queestá alcanzando en los últimos años de la década de los 90 co­tas superiores (más de 4,500 visados de residencia anuales en1998 y 1999; gráfico 8) a los momentos de máxima aceleraciónverificados a principios de ella.

Durante 1996 tienen lugar dos hechos que repercuten en di­cho proceso. De una parte, la entrada en vigor de un nuevo re-

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glamento de ejecución de la Ley de Extranjería de 198514 que,entre otras medidas, flexibiliza en parte los requisitos para con­seguir el permiso de trabajo y favorece la reagrupación familiar.De otra, y como consecuencia de la anterior, se pone en mar­cha un nuevo proceso extraordinario de regularización de ex­

tranjeros.

Este tercer proceso extraordinario, que ahora pasa a denomi­narse eufemísticamente de documentación de extranjeros'5, sedesarrolla entre los meses de abril y agosto de 1996, y en él par­ticipan algo más de 17,000 extranjeros, de los cuales sólo 731son dominicanos (cuadro 4), lo que es un indicativo claro del es­fuerzo regularizador llevado a cabo en este colectivo durante losaños precedentes.

14 Real Decreto 15511996 del 2 de febrero (B.O.E., núm. 47, del 23 de febrerode 1996).

15 Resolución de 15 de abril de 1996 de la 8ubsecretarfa del Ministerio de laPresidencia, por el que se desarrolla el proceso de documentación de ex­tranjeros en situación irregular (B.O.E., núm. 93, del 17 de abril).

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Cuadro 4. Proceso de documentación a extranjeros 1996.Número y porcentajes. de solicitudes resueltas y

concedidas según país de nacionalidad

País de Solicitudes resueltas Concedidas

nacionalidad Número (a) % del total Número % de (a)

Marruecos 5,908 33.4 4,910 83.1

Perú 1,242 7.0 1,133 91.2

China 1,145 6.5 850 74.2

Argentina 918 5.2 839 91.4

Polonia 802 4.5 721 89.9

Argelia 763 4.3 616 80.7

República Dominicana 731 4.1 633 86.6

Senegal 585 3.3 365 62.4

Guinea Ecuatorial 423 2.4 367 86.8

Colombia 407 2.3 328 80.6

Chile 396 2.2 362 91.4

Filipinas 316 1.8 289 91.5

Gambia 310 1.7 264 85.2

Ecuador 306 1.7 251 82.0

Cuba 265 1.5 216 81.5

Resto de países 3,159 17.9 2,509 79.4

TOTAL 17,676 100.0 14,653 82.9

Fuente: Anuario de Migraciones 1997, p. 278. Ministerio de Trabajo y Asun­tos Sociales. Elaboración propia.

Aunque en 1996 no se abre una convocatoria de contingen­te, posiblemente por la entrada en vigor del nuevo reglamentode extranjería, la implementación del tercer proceso de regulari­zación y la existencia de numerosas solicitudes sin resolver del1995, el flujo de dominicanos no se reduce, sino que incluso au­menta. La resolución durante 1996 de muchas de las solicitudesdel contingente 1995, donde ya son pocos los dominicanos queutilizan esta vía como medio de regularización encubierta, asícomo el incremento de la reagrupación familiar, van a provocarun notable aumento del volumen de visados de residencia expe-

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N

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didos en el Consulado de España en Santo Domingo, que se si­túa por primera vez cerca de los 4,000.

A partir del año 1997 vuelven a abrirse de nuevo convocato­rias anuales para la canalización de flujos de trabajadores ex­tranjeros hacia España mediante el sistema de cupos o contin­gentes. La relativa mejoría de la situación económica en Espa­ña, así como la existencia de nichos laborales (temporeros agrí­colas y servicio doméstico fundamentalmente) donde se hacecrónico el desajuste entre la oferta y la demanda de mano deobra, ante la cada vez mayor dificultad de encontrar españolesdispuestos a emplearse en dichas ocupaciones, son algunas delas raz.ones que pudieron animar a la Administración para ello.

La no apertura de una convocatoria de contingente en 1996parece haber repercutido en la reducción durante 1997 del nú­mero de visados expedidos a dominicanos en el Consulado deEspaña en Santo Domingo, así como también en un relativo me­nor crecimiento en dicho año del stock de permisos de residen­cia en vigor. El hecho de que en 1997 el número de visados pormotivos de reagrupación familiar superara por primera vez y du­plicara al de expedidos por razones de trabajo (gráfico 8) así pa­rece confirmarlo. Tras este pequeño hiato que representa el año1997, el flujo de emigrantes legales se incrementa de nuevo, su­perando en 1998 por primera vez las 5,000 personas.

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Gráfico 8. Visados expedidos a dominicanos para residir enEspaña (1996-1999) según tipología. Número y

porcentajes del total.

o

3000

1000

2000

¡g 4000"'Ol'llIJ)

'>CIl

"'O

ECIlE

.::;,

z

6000

5000

1996 1997 1998 1999

lo Trabajo • Reagrupación familiar oOtras causasl

Fuente: Plan Estadístico 1996, 1997, 1998Y 1999. Consulado General de Es­paña en Santo Domingo. Elaboración propia.

En los últimos años, se confirma claramente la evolución as­cendente del número de personas que emigran por la vía de lareagrupación familiar, cuya proporción supera ya (57.2% del to­tal de visados expedidos en 1999) a la de los que lo hacen so­bre la base de un contrato de trabajo. Sin duda esta tendenciava a continuar y parece ser la que va a definir el proceso en lospróximos años. La acumulación desde mediados de la décadade los 80 de un elevado número de mujeres dominicanas enedad activa y de procrear, muchas de ellas con cónyuge e hijosque dejaron en República Dominicana al partir hacia España,constituye una amplia base sobre la que se está ya sustentan-

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do, y seguirá haciéndolo con más fuerza en los próximos años,un activo proceso de reagrupación familiar. Máxime, a medidaque el incremento del número de dominicanos nacionalizadospermita agilizar los trámites y el tiempo para la reagrupación desus familiares residentes en República Dominicana.

Propiciar un acceso masivo a la nacionalidad española y fa­vorecer los procesos de reagrupación familiar parece que sonlos principales medios utilizados por las autoridades españolaspara facilitar la integración y estabilización de la colonia domini­cana en nuestro país. Pese a ello, aún existen reticencias porparte de la sociedad receptora hacia este colectivo, algunas ba­sadas en diferencias etnico-raciales y culturales, que en el casode una nueva coyuntura de crisis económica pueden salir a laluz tal como ya sucedió a finales de 1992. Sobre todo en susprincipales lugares de residencia, las aglomeraciones urbanasde Madrid y Barcelona, donde los colectivos dominicanos, engeneral de nivel socioeconómico, cultural y laboral más bajo, le­jos de integrarse en la sociedad de acogida, se agrupan comootros extranjeros y tienden a formar pequeños ghettos. Eso yaha ocurrido en otros lugares de destino de la emigración domi­nicana, sobre todo en la ciudad de Nueva York, donde éstos sonya el principal colectivo foráneo y han acabado ocupando casipor completo varios distritos del Alto Manhattan y de Queens.Quizás sea interesante conocer más a fondo estas experienciaspara planificar y actuar a la luz de ellas.

4. Conclusiones

La migración dominicana hacia España es un fenómeno de

carácter básicamente reciente que ha adquirido su mayor desa­rrollo en los últimos quince años. Esta migración, que en algu­nas de sus fases ha presentado caracteres relativamente masi­vos, ha tenido como principal consecuencia que la colonia do­minicana en nuestro país haya pasado de ser, en términos cuan­titativos, casi irrelevante al iniciarse la pasada década de los 80,

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momento en que no llegaba ni siquiera al millar de componen­tes, a ocupar en la actualidad un lugar de primer orden dentrode las comunidades extranjeras en España, incrementando a lavez su participación y protagonismo en la escena sociolaboral,sobre todo de la aglomeración madrileña.

En este momento, estimamos en cerca de 45,000 los domi­

nicanos que residen más o menos permanentemente en Espa­

ña, de los cuales algo más de 10,000 (el 25%, aproximadamen­te) estaría en posesión también de la nacionalidad española, porlo que causan baja de las estadísticas oficiales. Por su parte, elnúmero de dominicanos que se encuentran todavía en situaciónirregular debe ser muy bajo, probablemente no pasen de 2,000­2,500. Esta escasa proporción de indocumentados (inferior al5% de la población de la colonia) está relacionada tanto con elefecto regularizador derivado de la aplicación combinada delsistema de visado obligatorio y la política de contingentes labo­rales, como de los procesos de regularización llevados a cabo ylas facilidades para ello que viene dando la Administración es­pañola desde la entrada en vigor en 1996 del nuevo reglamentode ejecución de la, hace unos meses caducada, ley de extranje­ría de 1985.

Varios y de naturaleza diversa son los factores y agentes que

han intervenido y condicionado el desarrollo de esta migracióndominicana hacia nuestro país. El agudo deterioro de las condi­ciones de vida en la República Dominicana desde mediados dela década de los 80, el incremento para los emigrantes de las di­ficultades de ingreso en territorio norteamericano, así como laatracción ejercida ahora por España, que se ha ubicado en losúltimos quince-veinte años en el sillón de los países desarrolla­dos del planeta, son los principales argumentos que se esgri­men para explicar este proceso desde una perspectiva ma­croestructural.

Sin embargo, las singulares características geodemográficasde la emigración dominicana hacia España hacen que ésta no se

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íN

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explique suficientemente sin tener en consideración factores

más específicos como son, entre otros: el estrechamiento de re­laciones socioeconómicas, culturales y familiares entre ambospaíses y sus mismos ciudadanos; el incremento de las comuni­caciones aéreas entre los dos países y las facilidades de entra­da en España para los ciudadanos dominicanos antes de juniode 1993; el desarrollo en España de una demanda laboral demujeres para ser empleadas en servicios personales, especial­mente el doméstico; el elevado grado de subdesarrollo y pobre­za que registra la región Suroeste de la República Dominicana;la inserción pionera, a principios de la década de los 80, de emi­grantes de esta región como empleados de hogar en las dosgrandes urbes españolas.

La evolución de este proceso migratorio no ha sido, comopudiera pensarse, homogénea. Por el contrario, pueden identifi­carse dos grandes períodos, dentro de los cuales es posible dis­tinguir también varias etapas y fases. El primero de los períodosy de mayor duración, se extiende desde la independencia deRepública Dominicana en 1844 hasta principios de la década delos 80 del siglo XX. Este amplio y dilatado período se caracteri­za por el carácter de mero goteo que presenta el flujo migrato­rio, así como por la relativamente elevada cualificación sociola­boral de las personas que lo integran, en su mayor parte estu­diantes universitarios, profesionales, artistas y exiliados políti­cos. Este pequeño goteo, donde no faltan ilustres protagonistasde la historia contemporánea de República Dominicana (RamfisTrujillo, Juan Bosch, etc.), va a dar origen a una colonia con es­caso número de efectivos, casi siempre inferior al millar.

En el segundo período, mucho más corto y reciente, ya quese extiende desde mediados de la década de los 80 hasta la ac­tualidad, es cuando se produce realmente el verdadero desarro­llo de la emigración dominicana hacia nuestro país. En él cabedistinguir, no obstante, dos etapas cuya línea divisoria vienemarcada por la fecha del primero de junio de 1993, en que lasautoridades españolas imponen el sistema de visado obligatorio

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para la entrada de los dominicanos en nuestro país.

En la etapa que precede a dicha fecha, el proceso experi­menta en sólo una década sucesivas fases de puesta en mar­cha, despegue y aceleración, activadas por las cadenas migra­torias que se van estableciendo, atraídas por la bonanza socioe­conómica y las oportunidades en este sentido que surgen en Es­paña, y, en cierto modo, estimuladas también por las escasasdificultades para entrar en nuestro país. La promulgación de laley de extranjería en 1985 y su reglamento de aplicación en 1986van a imponer los primeros obstáculos a este proceso, que losdominicanos van a eludir apoyándose en las redes microsocia­les (parentesco, compadrazgo, vecindad) que se han ido tejien­do, y desarrollando sus proyectos migratorios por cauces ajenosa la regularidad. Máxime, una vez vistos los insatisfactorios re­sultados que tuvo, en general y para este colectivo, el primerproceso de regularización de 1985-1986.

El crecimiento extraordinario de la migración irregular duran­te los primeros años de la década de los 90, constatado en elsegundo proceso extraordinario de regularización de 1991­1992, donde casi 6,000 dominicanos solicitaron poner sus pa­peles en regla, y en el súbito incremento de las peticiones deasilo durante 1992 y 1993, va a tener como respuesta la denun­cia por parte española del acuerdo de supresión de visados sus­crito con la República Dominicana en 1966.

La imposición del visado obligatorio y la implementación dela política de contingentes desde 1993 van a definir el inicio deuna nueva etapa, caracterizada por un mayor control del flujo, loque propicia que a partir de ahora la migración se desarrolle fun­damentalmente dentro del marco de la legalidad. En un primermomento, el flujo migratorio se resiente de los férreos controlesa los que lo somete el nuevo sistema de cupos y visados, y seralentiza un poco. Máxime, teniendo en cuenta, además, que laAdministración utiliza, sobre todo los dos primeros contingentes(1993 y 1994), no tanto para facilitar la canalización de nuevos

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flujos de inmigrantes, sino para regularizar la situación de losque ya residen en España, a los que incluso obliga a retornar aRepública Dominicana para la obtención del visado de trabajo.

En cualquier caso, las bases del proceso ya están puestas yafirmadas, y, a partir de 1996, comienza a ofrecer muestras evi­dentes de su capacidad de autosustentación utilizando ahoralas vías que ofrece la reagrupación familiar. La puesta en marchade nuevos contingentes en los tres últimos años (1997, 1998 Y1999) no ha hecho sino adicionar, ahora sí, más efectivos realesa un flujo en el que tienen una participación cada vez más des­tacada las personas que emigran a España por motivos de rea­grupación familiar. La suma de unos y otros efectivos está te­niendo como consecuencia que desde 1998 el flujo de migran­tes se haya elevado nuevamente, situándose por encima de las5,000 personas cada año, cifra superior a las alcanzadas en lafase de aceleración de principios de la década.

El proceso, sin duda, va a más, y la ley de extranjería promul­gada a principios de este año (Ley 4/2000) no creo que vaya aentorpecerlo, quizás todo lo contrario dadas las mayores facili­dades que otorga al proceso de reagrupación familiar. Sin em­bargo, todavía quedan asignaturas pendientes y es hora deafrontarlas. Entre ellas las más importantes quizás sean la inte­gración social efectiva de sus componentes y la apertura denuevos canales que permitan la llegada de otros coiectivos so­cioprofesionales que reduzcan el sesgo sociodemográfico yocupacional actual, y modifiquen la imagen estereotipada (ne­gros, pobres, incultos, sirvientas, prostitutas, etc.) que tiene delos dominicanos buena parte de la sociedad española. La con­formación de una colonia más diversa y plural contribuiría, sinduda, a su dinamización e integración más plena dentro de lasociedad receptora.

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5. Bibliografía citada

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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129Julio - Septiembre 2002

IGLESIA, COMUNIDAD E IDENTIDAD:LAS EXPERIENCIAS DE LOS DOMINICANOS CON LARELIGiÓN EN NEW YORK*

Segundo Pantoja**

ResumenEl artfculo estudia las experiencias de los dominicanos con

la religión en Nueva York, analizando, entre otras cosas, cómomantienen o cambian sus afiliaciones religiosas, asf como susprácticas y ritos en el contexto neoyorquino.

AbstractThe article studies the way immigrants from the Dominican

Republic Iive and practice their religion in the New York metro­polis. Among other things, it studies how they maintain orchange their religious affiliation, as well as their practices andrites, in the New York contexto

• Traducción de Eduardo Barrios s.j.•• Sociólogo, profesor en City University of New York (CUNY).

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Introducción

Entre los numerosos grupos de inmigrantes establecidos enNueva York, vamos a centrar la atención sobre los dominicanos.Estos mantienen una amplia red de relaciones entre sí y conotras instituciones y grupos que les resultan importantes para eldesenvolvimiento de sus vidas tanto en el aspecto individual co­mo colectivo. Entre estas instituciones de importancia se desta­can las iglesias. Los otros grupos con los que más se vinculanlos dominicanos proceden principalmente de naciones de Amé­rica Latina, especialmente del Caribe. El intento de separar a losdominicanos de tales nexos sería una tarea escabrosa.

El presente estudio, basado en informaciones recogidas yanalizadas entre los años 1996 y 2000, señalará ciertos aspec­tos de la participación de los dominicanos en las actividades re­ligiosas, ciertas características de su organización, y también lascontribuciones que han aportado al crecimiento y formación deuna identidad latina en Nueva York. En esa identidad se reflejanlas múltiples relaciones que cultivan los latinos, y al mismo tiem­po se revela el sincretismo característico de las culturas caribe­ñas y latinoamericanas que convergen transnacionalizadas enNueva York.

Este artículo examina particularmente las maneras en que losinmigrantes dominicanos y sus hijos nacidos en EE.UU. expre­san, mantienen y adaptan sus afiliaciones, prácticas y creenciasreligiosas en el contexto de otros grupos latinos. Se estudian lasexperiencias de los dominicanos con la religión en esta metró­polis.

La religión constituye una esfera donde se fraguan comuni­dades específicas al mismo tiempo que se reproducen y trans­forman las identidades étnicas. Al compartir actividades en elcampo religioso y al afianzarse en un lenguaje, una historia y unaforma de ver el mundo comunes, los dominicanos, junto conotros latinos, avanzan hacia un sentido de comunidad y de iden­tidad étnica que se expande sin reemplazar el sentido propia-

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mente original de lo nacional.

El éxito de los latinos en sus experiencias de vida comunita­ria depende de muchos factores, entre ellos el grado de controlque puedan ejercer sobre ciertas instituciones y el grado deapoyo que reciban de las estructuras sociales en que se mue­ven. Para nuestro caso, podemos señalar a las iglesias de los la­tinos como factores de influjo. Por un lado tenemos a las igle­sias evangélicas, generalmente pequeñas, y por otro lado tene­mos a la iglesia católica con sus grandes parroquias.

Se debe considerar también que los espacios y actividadesreligiosas constituyen una arena donde las particularidades deorigen nacional buscan reproducirse, al mismo tiempo que serealizan transacciones e intercambios con otras nacionalidadesen busca de terrenos comunes en orden a la configuración denuevas identidades.

Consideraciones demográficas

La rapidez en los cambios demográficos ha sido una carac­terrstica de Nueva York en las últimas décadas. Halfinger (1997)reporta que, según la oficina del censo de los Estados Unidos,la representación latina alcanzó el 26.6 por ciento de la pobla­ción de la ciudad en 1996, convirtiéndose asr en la minorfa másnumerosa. El Censo del 2000 lo confirmó: los latinos constituyenahora el 27 por ciento. Los porcentajes de latinos en la ciudadvarran desde el 12 por ciento en Staten Island hasta el 48 porciento en el Bronx. En Manhattan la población de latinos es del27 por ciento, y en ciertas áreas como Washington Heights, loslatinos, mayoritariamente dominicanos, constituyen el 80 porciento de los inmigrantes asentados en el barrio.

A este crecimiento de los latinos se añade una simultánea di­versificación (Oboler, 1995), transformándose asr el panoramademográfico de la ciudad. Con más de un cuarto de la población

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total, los latinos se encuentran esparcidos por toda la ciudad,formando conglomerados humanos donde convergen todas lasnacionalidades.

Hasta los años 70, los términos "latino" o "hispano" eran si­nónimos de "puertorriqueño". A partir de entonces, otros gruposde origen latinoamericano han ganado prominencia en la ciu­dad, mezclándose en los edificios de apartamentos, lugares detrabajo, festivales, desfiles étnicos, y, por supuesto, en las igle­sias.

Los puertorriqueños, por su parte, se han dispersado por laciudad después de haber estado concentrados en unas cincoáreas durante la mayor parte del siglo veinte. Muchos se hanmudado a los suburbios, a Estados vecinos e incluso a PuertoRico. Ellos, en número de 789,172, representan hoy el 36.5 porciento de los 2,160,554 latinos en la ciudad. Han experimentadoun declive desde la década anterior cuando llegaron a ser el 50por ciento (Navarro, 2000). Los dominicanos, en contraste, hansubido al segundo lugar. El Censo del 2000 indicó que suman406,806, aunque los entendidos estiman que tal número es infe­rior a la realidad.

Se debe tener en cuenta que la historia de los puertorrique­ños y sus experiencias con la economía, política, culturas e ins­tituciones de la ciudad contribuyeron a definir el ambiente den­tro del cual otros grupos de origen latinoamericano se han inser­tado (Diaz-Stevens, 1993). Los puertorriqueños, por tanto, sonun punto de referencia obligatorio para entender las oportunida­des y encrucijadas a las que se enfrentan los dominicanos. Lospuertorriqueños y los dominicanos en Nueva York se han venidoinfluenciando recíprocamente. Ha habido mucha cooperaciónentre ellos, pero también alguna rivalidad (Torres, 1995).

Se sabe que los dominicanos se han concentrado en Was­hington Heights (Manhattan) y en Corona (Queens). Sin embar­go, ellos han venido compartiendo espacios con los puertorri­queños en áreas conocidas por mucho tiempo como "boricuas",

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por ejemplo, "el barrio" de Harlem, el Este del Bajo Manhattan,East New York y Sunset Park en Brooklyn, y más recientementeel Bronx.

Los dominicanos, ya famosos por sus bodegas, compraronmuchas de ellas a la generación anterior de puertorriqueños ycubanos. En ese proceso de compartir, también han usado encomún los lugares de oración. Eso ha favorecido los matrimo­nios étnicamente mixtos y el nacimiento de una nueva genera­ción de newyorquinos orgullosos de su origen mixto (Fitzpatricky Gurak, 1982). En este contexto, los nacionalismos arraigadosen países individuales ceden a una fidelidad por una herenciacaribeña común.

La dimensión religiosa

En abril del 2000, multitudes de dominicanos salieron a la ca­lle en medio de la lluvia para participar en la procesión de la Se­mana Santa que conmemora la Pasión de Jesús. Caminandolentamente y recorriendo la ruta trazada dentro del perímetro dela parroquia Nuestra Señora Reina de los Mártires, al principiosólo iban unas decenas de feligreses orando y cantando. Peropoco a poco mucha gente se iba sumando a la procesión enca­bezada por líderes laicos de la comunidad. Los participantesfueron creciendo en número hasta alcanzar varios cientos, a pe­sar del frío y de la lluvia.

Tal acontecimiento es un botón de muestra de lo que los ex­pertos consideran característico de los latinos en EE.UU., a sa­ber, alto porcentaje de afiliación y práctica religiosa (D'Antonio,Davidson y otros 1996). Otros, como Dolan y Figueroa Deck(1994), Díaz-Stevens y Stevens-Arroyo (1997) señalan la estre­cha relación que existe entre la religión y la cultura latina. Ellosmuestran cómo esa religiosidad afecta esferas de actividad quevan más allá del hogar y lo estrictamente religioso.

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Otra característica que tales autores destacan es el sobresa­liente papel de la mujer latina tanto en el campo religioso comoen el educacional dentro de la familia y de la comunidad (Zam­brana, 1995). Todas las iglesias dependen mucho del compromi­so y trabajo voluntario de las mujeres. En actividades dentro yfuera de los recintos religiosos las damas constituyen el 80 porciento de los participantes.

Todavía la abrumadora mayoría de los latinos es católica.Cualquier domingo permite comprobar la veracidad de esta afir­mación. Una visita a las misas dominicales indica que quien nollega temprano, se queda parado durante toda la celebración.En muchas parroquias se celebran hasta tres misas en español,y en algunos templos tienen que usarse anexos y auditorios pa­ra dar cabida a tantos feligreses.

Ahora bien, los protestantes han asumido la declaración pau­lina, "Pobre de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Coro 9,16), Y ha­cen intenso proselitismo entre los latinos, logrando reclutar amuchos. Algunos observadores notan una decreciente tasa deafiliación católica, mientras que los protestantes crecen. (Gree­ley, 1988; 1997). La afiliación católica de algunos grupos de la­tinos, como el de los puertorriqueños, ha bajado ya hasta el 60por ciento, mientras que el porcentaje más halagüeño alcanza el80 por ciento solamente en el grupo mexicano (De la Garza yotros, 1992).

Esta estadística viene confirmada por los resultados de la en­cuesta más completa sobre religión realizada en los EstadosUnidos, la cual muestra que "el 66 por ciento de los latinos son

católicos y un 23 por ciento se identifica con otros grupos cris­

tianos, sobre todo protestantes. El 4 por ciento son miembros de

otras religiones, mientras que el 6 por ciento dice no tener afilia­

ción religiosa alguna. " (Kosmin y Keysar, 1992: 5).

La misma Encuesta Nacional de Identificación Religiosaapuntó que "la mayoría de los protestantes latinos en Nueva York

son puertorriqueños" (1992: 10), Y que el grupo protestante de

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mayor presencia entre esta muestra latina son los bautistas(7.4%). Por su parte, los pentecostales, los testigos de Jehová ylos metodistas tomaron un dos por ciento de la muestra cadauno.

Los latinos constituyen al menos un tercio de los católicos enEE.UU., y en Nueva York son más de la mitad. A pesar de estascifras, su representación nacional en cuanto a número de sacer­dotes es sólo del 4 por ciento (aproximadamente 2,000 de los52,000 sacerdotes, y un par de docenas entre los obispos). Laproporción en vocaciones es menor aún entre los latinos naci­dos en los Estados Unidos. Sandoval (1994) dice que los sacer­dotes nacidos en EE.UU. llegaban sólo a 200 al comienzo de losnoventa. Sin embargo, en Nueva York, entre los pocos sacerdo­tes que se ordenan, hay una creciente presencia de dominica­nos. La arquidiócesis de Nueva York importa presbíteros princi­palmente de República Dominicana, México y Colombia; algu­nos vienen para estadías cortas, pero otros se quedan perma­nentemente en la ciudad. Su ministerio se hace indispensable enla medida en que el crecimiento de los fieles se nutre de inmi­grantes de esos y otros países latinoamericanos.

Stevens-Arroyo (1995) llama la atención sobre al hecho deque, a pesar del status subordinado que tienen los latinos den­tro de la iglesia norteamericana, desde los años ochenta se hantomado medidas para que los latinos cuenten con sus propiosplanes pastorales y libros litúrgicos en español, sus comisionesde planificación, centros de formación y asociaciones teológi­cas, ministeriales y laicales. Por su parte, los latinos protestan­tes exhiben una mayor autonomía y una más alta participacióndentro de las filas del ministerio y liderazgo eclesiales en susrespectivas iglesias. A manera de ejemplo, Tapia (1991) reporta­ba que en sólo dos denominaciones protestantes, la Conven­ción Bautista del Sur y las Iglesias Pentecostales, había 2,400 y4,200 pastores latinos, respectivamente.

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El contexto inmigratorio

Hace más de cuarenta años, Poblete y O'Dea (1957) publica­ron un famoso artículo sobre el rápido desarrollo de las sectasprotestantes entre los puertorriqueños que, desde áreas ruralesde la Isla, llegaban a Nueva York, ciudad con una mínima pre­sencia latina. Presentaban la hipótesis de que los inmigrantessufrían un resquebrajamiento social y cultural. Por ese motivorecurrían a las sectas con el deseo de reconstruir un sentido decomunidad que les permitiese adaptarse a las nuevas condicio­nes de su situación urbana. Cuatro décadas más tarde, cientosde miles de dominicanos repiten la experiencia inmigratoriapuertorriqueña, pero no parece que el choque cultural haya sidotan brusco. Sin embargo, es posible que las necesidades deadaptación y reconstrucción de comunidad sean las mismas. Eneste contexto, las organizaciones de inspiración católica y nocatólicas están jugando un papel activo y vital.

Las iglesias sirven aquí como lugares de afirmación cultural,donde el lenguaje, la música con sus coros, instrumentos autóc­tonos como el güiro, sus congas más otros ritos tradicionales serepresentan colectivamente. Ahí los dominicanos se reconocenentre ellos, y transmiten valores comunes a las nuevas genera­ciones para que aprendan a compartir bajo el mismo techo conotros latinos.

Con gran ilusión, tanto clérigos como laicos, trabajan en lapreparación de celebraciones -fiesta de Nuestra Señora de laAltagracia (el 21 enero) y Día de las Madres (el último domingode mayo)- que tienen un gran poder de convocatoria en las pa­rroquias con presencia dominicana.

Estas celebraciones también acercan las iglesias católicasde los Estados Unidos a las de República Dominicana, puestoque sacerdotes y obispos realizan peregrinajes a las áreas deasentamientos dominicanos donde celebran misas, realizan vi­gilias y recorren diferentes parroquias con imágenes traídas des­de Higüey u otras partes del país de origen.

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Otras celebraciones estimulan acciones conjuntas con lati­nos de diversos orígenes. Tal es el caso, por ejemplo, de la fies­ta de Nuestra Señora de Guadalupe, proclamada hace años Pa­trona de toda América. El año pasado los mexicanos decoraronla iglesia de Nuestra Señora del Refugio con flores y globos quellevaban los colores de su estandarte nacional, reemplazaroncon un mariachi al grupo que habitualmente toca música cadadomingo, y después de la misa deleitaron a todos los presentescon muestras de sus danzas y comidas típicas. El hecho llamala atención, entre otras razones, porque en esa parroquia losmexicanos no sobresalen en número. Sin embargo, cuando elmomento lo requirió, ellos estuvieron a la altura de las circuns­tancias y realizaron una celebración que involucró e impactó atodos los feligreses, la mayoría de los cuales son dominicanos ypuertorriqueños.

Al otro lado del río Harlem, en la iglesia de Nuestra SeñoraReina de los Mártires, la celebración en honor de Nuestra Seño­ra de Guadalupe se organizó con fuerte participación de domi­nicanos, puesto que los mexicanos allí también son muy pocos.Al compartir sus santos patrones o patronas y tomar sus corres­pondientes turnos a través del año, los parroquianos en estosbarrios se reúnen y descubren que, a pesar de la diversidadexistente, los unen símbolos transcendentes y, fuera de la igle­sia, características socioculturales y desafíos comunes.

Unas raíces comunes alimentan una gran variedad deprácticas

Sin duda, el crecimiento logrado por toda clase de agrupa­ciones religiosas no católicas con la incorporación de latinosconstituye un fenómeno digno de análisis. Los católicos perci­ben todavía tales avances más como una campanada de adver­tencia que como una amenaza inmediata. Pero estudiosos co­mo Figueroa Deck (1994), Greeley (1988; 1997) Y Goris (1995)sugieren que los latinos no solamente son atraídos por las ígle-

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sias protestantes, sino que, hasta cierto punto, ellos se sientenempujados en esa dirección por la misma iglesia católica.

Además, la relación entre status socioeconómico bajo y pro­testantismo de tipo evangélico conservador es fuerte en el casolatino. La tendencia se mantiene firme entre los latinos a asociar­se con manifestaciones protestantes de un corte diferente al delas llamadas iglesias históricas tales como la presbiteriana, me­todista, luterana o episcopal.

En Nueva York, las iglesias pequeñas pululan por doquier,bien sean independientes o asociadas como las Asambleas deDios, y forman puntos donde convergen individuos y familiasque tienen sus orígenes en diversos países de América Latina.Las iglesias evangélicas de las que hablaron Poblete y O'Dea enel 57 -cuando ellos hicieron su trabajo sobre el terreno- se hanmultiplicado vertiginosamente desde entonces.

El campo de las iglesias protestantes es un espacio para lainiciativa empresarial. En parte se debe a que el liderazgo en lasiglesias evangélicas, particularmente las pentecostales, es me­nos centralizado en estructuras organizadas que en la iglesia ca­tólica o denominaciones protestantes históricas.

Un resultado obvio de esta flexibilidad es que los grupos deinmigrantes recién llegados a la ciudad están generando suspropios cuadros directivos. En áreas de mayoría dominicana,muchas iglesias han aparecido donde tanto los feligreses comolos pastores son de la misma nacionalidad, aunque se encuen­tran entre los miembros gentes de variados orígenes, incluyen­do puertorriqueños. Los servicios de oración y culto se realizanen español. Las gentes se congregan diariamente, por lo gene­ral al anochecer. Las comunidades que estas personas constru­yen giran alrededor de las creencias cristianas, hablan español ycomparten referentes comunes en torno a las dificultades dia­rias y a los males que afectan al cuerpo y alma de todos (Cara­bailo lreland, 1991).

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Cuando se trata de ofrecer un espacio común de encuentropara las diversas nacionalidades presentes en Nueva York, sesuman las iglesias protestantes que no compiten con la iglesiacatólica. En la medida en que la iglesia católica ha dado la bien­venida a las personas de habla española mediante muestras deacogida ~ o m o la celebración de misas en su lengua, el crecien­te número de sacerdotes latinos y un mayor interés por suspreocupaciones más urgentes (inmigración, vivienda y trabajo)­los latinos encuentran menos incompatibilidades entre las diver­sas religiones.

Y, por el contrario, esta afinidad lleva a que los latinos consi­gan, a través de los católicos o de los evangélicos, beneficiossociales y culturales que transcienden los determinantes espe­cíficos de la fe a la que están afiliados. Se ha notado tambiénque en los Estados Unidos hay líderes protestantes y católicosque están desarrollando lazos de cooperación basados en simi­litud de cultura y nacionalidad, lo cual pesa más que las diferen­cias de denominación (Stevens-Arroyo, 1995).

Por supuesto que tales desarrollos hacen que surja la pre­gunta sobre si la creciente afiliación de latinos a iglesias protes­tantes constituye en realidad un cambio real en su orientaciónreligiosa. Yo coincido con estudiosos de la religiosidad latina enque tanto el catolicismo como el protestantismo latinos compar­ten creencias y prácticas que transcienden sus manifestacionesorganizativas esquemáticas y temporales. Figueroa Deck (1994:421) llama tales actitudes "la afinidad por analizar" entre religio­sidad popular y evangelismo.

Figueroa Deck postula que, dado que el catolicismo de lamayoría de los latinos dista mucho de la versión racionalizada y

articulada de los teólogos y del credo oficial, el cruce hacia lasformas evangélicas del protestantismo es fácil de hacer. El ca­racteriza la fe de los latinos como "simple, bastante cautivadora

y gráfica, dramática y emotiva". Más aún, "sus cualidades prin­

cipales son una preocupación por una experiencia inmediata de

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Dios, una orientación fuerte hacia lo transcendente, una creen­

cia implícita en los milagros, una orientación práctica hacia la cu­

ración, y una tendencia a personalizar o individualizar la relación

de uno con lo divino" (Figueroa Deck, 1994: 422). Lógicamente,esta manera de experimentar la religión facilita que la genteabrace múltiples lealtades, como sucede cuando se practica si­multáneamente la santería, el espiritismo, y el curanderismo jun­to con el catolicismo, o cuando se alterna la práctica católicacon la protestante.

Mis observaciones sobre las iglesias latinas confirman ladescripción de Figueroa Deck. El catolicismo que los dominica­nos practican fácilmente adquiere visos pentecostales. Los gru­pos carismáticos exhiben estilos de prédica, maneras de adoraral Señor y formas de invocar al Espíritu Santo que los llevan aparecerse más a una asamblea pentecostal que a una liturgiacatólica. Los que participan en tales asambleas se dejan sentirlos domingos en aquellos partes de la misa que permiten unaparticipación más activa de la congregación.

En conversaciones con carismáticos he notado su compro­miso con la Iglesia. Además de visitar a los enfermos y evange­lizar a vecinos en sus hogares, ellos inyectan entusiasmo enotras actividades parroquiales de carácter más social y político,como campañas de naturalización para inmigrantes o protestascontra narcotraficantes y clínicas dedicadas al aborto.

Los miembros de la renovación carismática sólo constituyenuna fracción de los católicos que van a misa, pero, aun así, ellosimpactan a la iglesia, y se han convertido en uno de sus más vi­sibles baluartes. Sin embargo, algunos de sus correligionarios, eincluso sacerdotes, perciben a los carismáticos como peligrosa­mente cercanos a la heterodoxia. Los ven como caminando poruna peligrosa frontera que en cualquier momento los alejaría delcuerpo católico.

Un católico entrevistado señaló que "los carismáticos songente que están más allá que acá" (refiriéndose al campo evan-

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gélico). Algunas de las críticas provienen de miembros del mo­vimiento Cursillos de Cristiandad. Los cursillistas siguen muy decerca las directrices y documentos de la iglesia. Sus retiros, re­flexiones y prácticas buscan fortalecer el conocimiento de ladoctrina católica. Ellos centran su acción pastoral en las devo­ciones y en la moral y espiritualidad de la familia.

Algunos líderes carismáticos reconocen las tensiones exis­tentes entre ellos y los cursillistas. Por lo general, las membre­sías de estos dos movimientos no se entrecruzan. Ahora bien, lamayoría de los sacerdotes y la jerarquía católica ven a los caris­máticos como un valioso recurso de la parroquia, puesto que sucompromiso ayuda a llevar a cabo los proyectos parroquiales.Se puede afirmar, entonces, que los carismáticos enfatizan laconversión continuada, la necesidad de sobreponerse al peca­do personal y la manifestación emocional de la fe. A pesar desus parecidos con los evangélicos, ellos dan prueba de su com­promiso con la iglesia y proveen un sabor latino al catolicismode Nueva York.

Demográficamente, los carismáticos son una sección repre­sentativa de la iglesia, en la que las mujeres, tanto jóvenes co­mo mayores, superan en número a lOS varones. Los líderes lai­cos de Manhattan y el Bronx informan que la mayoría de susmiembros son personas de origen humilde, de clase obrera y debajos niveles educativos. No se puede descartar, sin embargo,que dada el desarraigo social y la dislocación que sufren la ma­yoría de los inmigrantes latinoamericanos, mucha gente de cIa­se media y con preparación profesional se asocien con gruposcarismáticos o religiones evangélicas. Así que en el contextoneoyorquino la participación en los movimientos carismáticos yevangélicos no se limita a personas de baja extracción social.

Individuos que han participado en misiones o visitas a la Re­pública Dominicana dicen que el movimiento carismático, naci­do en los Estados Unidos en 1967, se ha esparcido por todo elpaís y engloba hasta la clase media. A pesar de eso, tales ob-

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servadores comentan que hay diferencias de intensidad entrelas clases, con un calor entre las clases humildes difícil de regis­trar entre gente de clase media.

Los fieles en Manhattan y el Bronx, por ejemplo, se mantie­nen activos durante la duración de los servicios, cantando, ado­rando y respondiendo a los que dirigen el culto. Lo mismo se haobservado en los barrios y campos de la República Dominicana.De modo que hasta ahora parece existir evidencia de que la re­lación entre clases bajas y manifestaciones religiosas de cortepentecostal se mantiene. De todos modos, debemos mantenerla guardia en alto ante correlaciones falsas surgidas de otrosfactores ambientales, puesto que la verdad es que la gran ma­yoría de latinos, incluyendo los dominicanos, comparten con loscarismáticos y evangélicos un estatus socioeconómico bajo, sinque eso les dicte una obligatoria participación en tales movi­mientos.

Tal orientación religiosa se presta a formas organizativas quepermiten efusiones emotivas, sean ellas evangélicas o católicas.En otras palabras, evangélicos y carismáticos se parecen por suintensa participación en los cantos, las oraciones, los momentosde posesión espiritual, por las veces que sus feligreses dirigenactividades religiosas y por tomar el recurso de la Biblia comoreferencia, guía e inspiración. Los círculos de oración carismáti­cos comienzan invocando al Espíritu Santo. Ellos valoran gran­demente las manifestaciones externas de los feligreses comosignos de la presencia del Espíritu. Las sesiones de los carismá­ticos incluyen oraciones de sanación, y ellos dan fe de curacio­nes realizadas entre los creyentes durante las sesiones celebra­das en la iglesia o en hogares particulares. Las similitudes deri­vadas de raíces culturales y condiciones socioeconómicas co­munes relativizan un poco las diferencias teológicas que puedanexistir entre católicos y protestantes, por ejemplo respecto a laimportancia de la Virgen María para la vida cristiana. Esto equi­vale a decir que las maneras de sentir y expresarse de la gentetrascienden las formas particulares de las afiliaciones religiosas.

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Eso favorece que algunos circulen por diferentes denominacio­nes religiosas. Por ejemplo, hay católicos que asisten a serviciosevangélicos en la semana, pero van a misa los domingos, así co­mo hay evangélicos que eventualmente vuelven a la iglesia ca­tólica.

Los lazos entre la religión, la educación y el lenguaje

Más allá del aspecto espiritual, la religión toca otros camposcomo la educación y el lenguaje. Investigadores y gobernantescoinciden en que el lugar ocupado por grupos étnicos en la es­tratificación social de los Estados Unidos está fuertemente liga­do a sus logros educacionales. Por lo mismo, el hecho de quelos alcances educativos de los dominicanos (colectivamente ha­blando) sean notablemente inferiores a los de las mayorías delpaís causa preocupación.

Sin embargo, un reciente estudio acerca del impacto de la re­ligión en la participación de los padres de familia en la educa­ción de sus hijos indicó que un número creciente de dominica­nos se están sirviendo de las escuelas religiosas, mayormentecatólicas, en sus barrios. Se trata de las escuelas y colegios queen otros tiempos sirvieron a niños católicos, hijos de los inmi­grantes irlandeses, italianos y alemanes. A partir de la SegundaGuerra Mundial, los descendientes de estos inmigrantes fueronabandonando la ciudad por los suburbios.

Con tasas de deserción por debajo del diez por ciento, lasescuelas católicas ofrecen a los dominicanos que aspiran a in­gresar en la clase media, y aun a los de más bajos recursos, unaalternativa educacional superior a la calamitosa educación ofre­cida por las escuelas públicas de sus barrios.

Hay algo más importante, a saber, el papel positivo que la re­ligión puede desempeñar en la educación de los niños que asis­ten a las escuelas públicas. La participación de los padres y las

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madres en la vida escolar de sus hijos es un factor crucial paraentender su rendimiento académico. De ahí que se deba realzarel hecho de que la participación de los padres de familia se ins­pira en su compromiso religioso, bien sea católico o protestan­te (Pantoja, 1998).

En relación con lo anterior, se debe agregar que no sólo la re­ligión, sino también el lenguaje constituyen un instrumento queutilizan individuos, familias y comunidades latinas para defendery afirmar sus peculiaridades nacionales y culturales. De hecho,el español y la religión se refuerzan mutuamente. Cuando estosdos elementos se sienten amenazados, entonces todos se unenen poderosa alianza que puede conducir a despliegues de na­cionalismo.

Lo dicho ha sido comprobado en Nueva York (Diaz-Stevens,1993) y en Houston (Ebaugh y Saltzman Chafetz, 2000), cuandoel clero ha tratado de obligar a los feligreses a aprender y usarel inglés. Entonces la gente reacciona en actitud defensiva. Al­gunos pueden alejarse de la iglesia, mientras que otros se limi­tan a mostrar su desacuerdo hablando español aunque dominenbien el inglés. Como la gran mayoría de los dominicanos han lle­gado a Nueva York en los últimos treinta años, se puede aseve­rar que la conexión entre el lenguaje español y su identidad cul­tural es todavía fuerte.

A partir de la muestra tomada para mi disertación en 1997,podría afirmar que para la mitad de los adultos latinos residen­tes en Nueva York, el español es el lenguaje preferido, e inclusoúnico, para uso en el hogar. El resto prefiere un uso mixto de losdos lenguajes, que toma cotidianamente la forma de "span­

glish". Sólo una minúscula minoría prefiere o usa el inglés exclu­sivamente.

Cuando se pasa a la esfera religiosa, la preferencia por el usodel español en servicios religiosos no encuentra prácticamentecompetencia por parte del inglés. Basta con una visita a las li­turgias que se ofrecen en inglés para notar que los asistentes

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son los poquísimos ancianos que quedaron rezagados de laemigración anglo hacia los suburbios y los niños latinos que sepreparan para recibir los sacramentos, y para quienes es obliga­torio asistir a misa.

Los medios de comunicación en español y las iglesias queprestan servicio a las comunidades latinas hacen que el idiomagane paulatinamente legitimidad dentro y fuera de los hogares.Las raíces culturales comunes y su amplia expresión en los me­dios facilitan la interacción entre los miembros de la comunidad(Subervi-Velez 1994). Por otra parte, debe reconocerse que elbilingüismo se va convirtiendo en el medio característico de co­municación intergeneracional (particularmente al interior de lafamilia), lo cual no disminuye los sentimientos de identidad u or­gullo cultural en la segunda o tercera generación (Pantoja, 1998).Si usamos el caso puertorriqueño como referencia, se podríadecir que la tendencia entre el resto de los latinos es hacia unmanejo de los dos idiomas (con variados niveles de dominio),pero no hacia el monolingüismo.

Persisten, claro está, contracorrientes que indican la necesi­dad de no considerar el terreno ganado por el español como unhecho dado. Ciertos esfuerzos por limitar los derechos de los in­migrantes y de sus hijos a la educación pública esconden fre­cuentemente un solapado ataque al lugar del español en la ins­trucción o en su uso público. En ese mismo orden se colocan losesfuerzos por hacer del inglés el único idioma oficial en losEE.UU. Además, el impulso que los medios de comunicación ylas empresas de publicidad le han dado al llamado "spanglish",

pretende colocar a ese lenguaje híbrido a la par con el castella­no y el inglés, lo cual resulta perjudicial para ambos idiomas.

Los latinos mismos sostienen una diversidad de puntos devista respecto al idioma español, lo cual refleja sus variadosusos y experiencias. Así, no es raro encontrar personas queconscientemente asumen la defensa de su lengua.

"Es cuestión de principio" dice Lorena, una entrevistada. "Yo

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no hablo inglés en casa. Yo le digo a mi hijo que se dirija a mí en

español. Yo tuve que hacer eso, porque noté que cuando lo en­

vié a la escuela, su maestro hasta le cambió el nombre. Trajo acasa papeles con el nombre de 'John'. Yo le dije: 'Estos papeles

no son tuyos. ' El me respondió 'Sí, mami, ésos son míos; lo que

pasa es que mi nombre -Juan- en inglés es John. ' Yo le repliqué:

'Pero tú no tienes nombre en inglés, sino en español. Tu nombre

es Juan Ramón. Si ellos te cambian el nombre habrán matado

dos generaciones, porque yo te di ese nombre para honrar a tu

padre y a tu abuelo. ' Noté también que Juan Ramón comenzó adesarrollar una aversión al español; de ahí que debía tomar me­

didas apropiadas. "

En su lucha cultural, padres y madres de familia se sientencon frecuencia como si estuvieran batallando solos contra unaola americanizante. Y es entonces cuando sienten que son pre­cisamente sus iglesias las que los apoyan en sus esfuerzos pormantener viva la lengua materna. Hay iglesias que hacen sumensaje explícito y llaman a los padres de familia a colaborar ytrabajar en equipo para darles a sus hijos el apoyo que necesi­tan.

El trabajo pastoral con jóvenes va desde la organización deactividades musicales, arte teatral y dramático en español, has­ta viajes de verano a la República Dominicana, donde combinantrabajo de misiones con experiencias sociales y culturales degran impacto en su formación. Tales son algunas de las formasen que el hogar y la iglesia se complementan en sus esfuerzospor pasar de una generación a otra el lenguaje y su cultura.

Conclusiones

La religión entre los dominicanos de Nueva York ocupa unpuesto central entre sus actividades cotidianas. Sin embargo,apenas se está empezando a estudiar y conocer sus particulari­dades. Hay mucho camino por recorrer para llegar a entender

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IGLESIA, COMUNIDAD E IDENTIDAD

cómo los dominicanos mantienen o cambian sus afiliaciones re­ligiosas, así como sus prácticas y ritos en el contexto Neoyor­quino. Se requiere trabajo investigativo, tanto cualitativo comocuantitativo, para profundizar en los asuntos tratados en esteensayo.

Hay mucho por examinar en cuanto a lo religioso propiamen­te, como la diversidad de credos, más allá de lo protestante o locatólico; pero también quedan elementos por tratar en las rela­ciones que existen entre lo religioso, lo educativo, las organiza­ciones comunitarias, y aun la política. Como dice Stevens-Arro­yo "es difícil imaginar una movilización exitosa para cualquier

causa que no cuente con la activa colaboración de los feligre­

ses" (1995: 14).

Usando una amplia definición de lo religioso, se puede afir­mar que es fácil identificar señales de que los dominicanos enNueva York participan en considerable número, tanto en la esfe­ra privada como en la pública, con variados niveles de intensi­dad.

Los dominicanos, sumados a otros latinos llegados de todaslas Américas, van transformando el panorama religioso de la ciu­dad, engrosando las filas de cuanta iglesia existe en este am­biente multicultural -siendo la más obvia y más visible, la iglesiacatólica-, y hasta fundando las suyas propias. En la práctica re­ligiosa, los dominicanos van descubriendo que tienen mucho encomún con gente de similares raíces culturales, y sobre esas ba­ses van construyendo una identidad nueva, diffcil de asir con­ceptualmente, pero experimentada en la cotidianidad. No sontotalmente "americanos"; tampoco son lo que eran, pero siguensiendo dominicanos. Sin embargo, son conscientes de las dife­rencias y se sienten partícipes de una transición.

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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129Julio - Septiembre 2002

MÉTODOS DE CONTRATACiÓN DE MANO DE OBRAHAITIANA

*Olaya Dotel

ResumenEl artículo estudia los métodos de contratación de haitia­

nos en República Dominicana, así como las ventajas y desven­tajas, que conlleva para los propios haitianos, cada modo decontratación. El artículo muestra también cómo el empresaria­do dominicano aprovecha la mano de obra haitiana.

AbstractThe article studies the different methods usad to contract

Haitian workers, and discusses the advantages and disadvan­tages for the Haitian workers of each method. It also showshow the Dominican economy profits from the Haitian labor for­ce.

Uno de los componentes más delicados de las relaciones en­tre República Dominicana y Haití es el migratorio. Una migraciónsignificativa de haitianos hacia Rep. Dom., en su mayoría de ma-

Politóloga, investigadora del Centro de Estudios Sociales P. Juan Montalvo,s.j.

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nera ilegal y sin documentos de identidad, ha sido fuente de ri­queza para los traficantes de ilegales y argumento permanentede manipulación política para un sector de la sociedad domini­cana.

Uno de los componentes más importantes de este tema esla inserción laboral de los inmigrantes haitianos y el manejo uti­litario que se le ha dado, tanto por ambos gobiernos como porel empresariado dominicano. La fórmula utilizada ha sido la si­guiente: migración ilegal es igual a mano de obra barata con elconsecuente beneficio tanto para el empleador como para elque trafica la mano de obra.

En un estudio realizado por el Centro de Estudios SocialesPadre Juan Montalvo, s.j. revisamos la efectividad de esta fór­mula, es decir, examinamos desde el punto de vista del contra­tante los beneficios y perjuicios percibidos y desde el punto devista del inmigrante que las consecuencias que tiene. Para estonos concentramos en los métodos utilizados para la contrata­ción de mano de obra inmigrante, en dos sectores de la econo­mía dominicana, el sector agrícola y el sector de la construcción.

Las razones para la elección de estos dos sectores fueron:1ro. el aporte de ambos a la economía nacional (durante el año2000 ambos sumaron un aporte al PIS dominicano de un24.4%); 2do. el progresivo incremento de mano de obra haitia­na experimentado en ambos sectores durante los últimos 5años.

Importantes empresarios de la industria de la construcción-como es el caso del Ing. Diandino Peña, empresario y exsecre­tario de Obras Públicas- declararon en una ocasión que si repa­triaban a todos los haitianos que estaban laborando en la indus­tria de la construcción, ésta sería seriamente afectada.

En la agricultura el nivel de dependencia de mano de obrahaitiana es mucho mayor. Según la Federación Dominicana deCaficultores, FEDECARES, los productores de café que aún so-

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MÉTODOS DE CONTRATACiÓN

breviven, dependen de la mano de obra barata que le ofrece lamigración haitiana.

La técnica utilizada para recabar la información fue la de laentrevista apoyada en un cuestionario guía. En total se realiza­ron 80 entrevistas distribuidas de la siguiente manera:

• en el sector de la construcción se entrevistaron: 7 geren­tes, 4 encargados de contratación y 28 trabajadores;

• en el sector agrícola: 7 gerentes, 4 encargados de contra­tación y 30 trabajadores.

Los lugares en que trabajamos son los siguientes:

• en el sector de la construcción: Santiago (3 constructoras)y Santo Domingo (4 constructoras);

• en el sector agrícola: Barahora -2 unidades productivas(UP)-, Mao (1 UP), Las Matas de Santa Cruz (1 UP), Jara­bacoa (1 UP), El Cruce de Rincón (1 UP) y Hato Mayor (1UP).

Es bueno señalar que una de las características del trabajoen ambos sectores es el de la temporalidad, ya que ambos porsu naturaleza requieren de un número significativo de mano deobra temporal. Uno porque su producción es cíclica y otro por­que su tarea se concluye en un tiempo relativamente corto a noser menos que se trate de una obra de cierta envergadura comoun puente.

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Métodos de contratación utilizados en el sector de laconstrucción

En este sector existen dos métodos de contratación predo­minantes, para señalarlos utilizaré los términos utilizados por lascompañías constructoras. Los métodos son:

a) Por la casa: en este caso el inmigrante es responsabilidadde la compañía.

b) Por subcontratación: este método consiste en que lacompañía subcontrata determinadas áreas de la obra (al­bañilería, carpintería, pintura, etc.), entonces el maestrocontratado para dichas áreas lleva sus trabajadores.

Todas las compañías entrevistadas confirmaron utilizar elmétodo de la subcontratación, algunas utilizaban los dos méto­dos mientras otras sólo subcontran, de hecho el grueso de lostrabajadores inmigrantes en las compañías entrevistadas estánsubcontratados, pues las compañías sólo contratan por la casapara trabajos de muy baja cualificación como recoger escom­bros, cargar blocks, etc.

Entre las características de la subcontratación tenemos laausencia de contratos. Normalmente los maestros contratadospor las compañías son personas que se manejan con un gran ni­vel de informalidad. E175% de los trabajadores entrevistados di­jeron no haber firmado contrato de trabajo frente a un 10.7% di­jeron que sí, mientras el resto manifestaron no saber si teníancontrato de trabajo o no.

Otra característica es la ausencia de registro. Si bien todaslas compañías dijeron tener listas con los nombres de sus traba­jadores -tanto de los contratados como de los subcontratados­datos como edad, sexo, fecha de ingreso a la compañía, lugarde residencia, no son registrados por la compañía y mucho me­nos por el maestro contratante.

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MÉTODOS DE CONTRATACiÓN

Existe un acuerdo entre Haití y República Dominicana para lacontratación temporal de mano de obra haitiana, el cual exigeque el permiso sea tramitado por el empleador, pero sólo una delas empresas dijo gestionar el permiso de sus trabajadores inmi­grantes ante la Dirección Nacional de Migración.

Beneficios y perjuicios de la subcontratación en el sector dela construcción

Cuestionadas las compañías constructoras sobre los benefi­cios de la subcontratación nos manifestaron lo siguiente:

• Ahorra prestaciones laborables pues los inmigrantes noson empleados de la constructora sino del maestro quehace las veces de contratista.

• Reduce la presión laboral: los conflictos, trámites de pa­go, etc. deben ser gestionados por el maestro.

• Facilita el control del personal al ingeniero encargado dela obra pues sólo tiene que negociar con el maestro.

• El ingeniero no tiene que buscar el grueso del personal.

• La responsabilidad del rendimiento recae en el maestro.

Los perjuicios que resultan a las compañías constructoras deesta forma de contratación son:

• La falta de control sobre las habilidades técnicas de lostrabajadores.

• La inestabilidad de los trabajadores subcontratados.

El 31.8% de los trabajadores entrevistados en el sector de laconstrucción no tenían ningún tipo de autorización para trabajaren la República Dominicana -ya sea, visa de trabajo o permisode trabajo-, por lo que se entiende que la mayoría de los con-

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tratistas plantearan a las repatriaciones como un problema. Pe­ro no sólo las repatriaciones influyen en la inestabilidad del tra­bajador, también la falta de contrato que exime de compromiso,no sólo al empleador con el trabajador, sino también este últimocon el primero, que al recibir una oferta mejor no duda en mar­chase pues no tiene compromiso que lo ate.

Todos los ingenieros encargados de obra consideraron comoun problema grave la baja calificación de los trabajadores inmi­grantes. De hecho cuando se les planteó la pregunta -¿qué co­sas puede hacer el gobierno dominicano para mejorar los térmi­

nos de contratación de la mano de obra haitiana?- hubo tres res­puestas que iban en la línea de la capacitación del trabajador.Dos ingenieros encargados de obra plantearon la certificación ycapacitación de los trabajadores inmigrantes que se dedican ala construcción, a través de instituciones como INFOTEP y untercero propuso fomentar la formación de trabajadores haitianosen Haití.

Como podemos apreciar el sector de la construcción estámetido en un círculo vicioso, por un lado obtiene trabajadores abajo costo pero sin control de la calificación ni de la permanen­cia de éstos, todo esto en detrimento, no sólo del precio final dela obra sino también de la calidad. De hecho la compañía cons­tructora con mayor cantidad de trabajadores inmigrantes dota­dos de permisos de trabajo se dedicaba a la construcción deapartamentos de lujo y tenían que responder a exigentes están­dares de calidad.

Beneficios y perjuicios de la subcontratación para eltrabajador inmigrante

El principal beneficio de la subcontración es que el nivel deinformalidad en que se realiza le facilita al inmigrante la obten­ción de trabajo en el sector de la construcción, ya que, no tienenecesidad de presentar documento de identidad, permiso para

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trabajar en el país, referencia o someterse a alguna prueba decalidad.

Pero todas estas facilidades tienen precio y en el caso de lostrabajadores inmigrantes entrevistados son los siguientes:

• El 46.6% de los trabajadores inmigrantes entrevistadosrealizan jornadas diarias de trabajo entre 9 y 10 horas y aninguno de los entrevistados se le provee de agua pota­ble durante sus horas de trabajo.

• La falta de registro tiene un fuerte impacto negativo sobreel trabajador inmigrante en estado de ilegalidad, ya que eldicho registro podría constituir una de las pruebas a pre­sentar, bien sea, para la regularización del status migrato­rio del trabajador o en caso de una amnistía migratoria.

• Sólo 8 de los 28 trabajadores entrevistados realizan trabajosde cierta cualificación (dos carpinteros, dos ebanistas, unplomero, un envarillador, un terminador y un supervisor), loque indica la concentración de los trabajadores en las labo­res menos calificadas y, por lo tanto, de más bajos ingresos.

Métodos de contratación utilizados en el sector agrícola

De las 7 empresas agrícolas entrevistadas sólo una declaróque utiliza los servicios de un buscón para contactar nuevos tra­bajadores. Por otra parte sólo el 6.6% de los trabajadores entre­vistados dijeron haber sido contactados por sus patronos o poralgún superior: lo que confirma el testimonio de las empresas.

Respecto a la firma de contratos de trabajo sólo dos afirma­ron que sus trabajadores inmigrantes firmaban contrato de tra­bajo. Frente a la misma interrogante el 63% de los trabajadoresentrevistados declararon no haber firmado contrato de trabajo,un 34% manifestó no saber si tenía contrato y sólo un 3% dijoque sí tenía.

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Si bien en dos de las empresas entrevistadas había contra­dicciones entre la gerencia y los encargados de contratación so­bre la participación de la empresa en la gestión del permiso detrabajo ante la Dirección Nacional de Migración, la tendencia esbastante clara: pues de las 5 empresas restantes, cuatro reco­nocieron que no intervienen en la gestión de permisos de traba­jo y sólo una afirmó que sí realiza las gestiones del permiso. Alindagar sobre el status migratorio de los trabajadores entrevis­tados encontramos que el 55% de éstos no tenían permiso pa­ra trabajar en la República Dominicana.

Sobre los registros encontramos que de las S empresas agrí­colas entrevistadas 7 toman los nombres de los trabajadores ysólo una registra además del nombre datos como edad, sexo,fecha de ingreso, dirección, etc.

Beneficios y perjuicios del método de contrataci6n utilizadoen el sector agrícola

Existe una serie de variables que benefician al empresarioagrícola y que son de carácter geográfico y cultural. Como vi­mos anteriormente muchos empresarios no tienen la necesidadde contratar buscones para hacerse de nuevos trabajadores in­migrantes y esto se debe a:

• 1ro. La cercanía de algunas unidades de producción conla frontera, como sería el caso de Barahona donde existeuna importante producción agrícola.

• 2do. Muchos trabajadores se especializan en cierto tipode producción llegando a dominar información clave co­mo los lugares y las épocas donde hay producción y porlo tanto trabajo.

A todo esto debemos agregar que existe un número impor­tante de trabajadores inmigrantes disponibles.

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MÉTODOS DE CONTRATACiÓN

Cuando se les preguntó a los empresarios agrícolas sobre losbeneficios que les aporta el método de contratación utilizadodos de ellos contestaron que un nivel aceptable de produccióny el resto dijo que ninguno. Al indagar sobre los perjuicios delmétodo de contratación respondieron lo siguiente:

• 1ro. Inestabilidad del trabajador.

• 2do. Mala calidad del trabajo.

• 3ro. Presión constante de Migración y de los militares.

• 4to. Falta de capacitación en los trabajadores

Problemas como la presión de la Dirección General de Migra­ción y los militares y las repatriaciones son consecuencia del es­tado de ilegalidad en que se encuentran muchos de los trabaja­dores haitianos del sector agrícola, la misma ilegalidad que pro­picia el abaratamiento de los salarios de los inmigrantes al igualque su inestabilidad.

Otro de los problemas muy relacionados con los anterioreses la falta de calificación, que genera la mala calidad del tra­bajo.

Beneficios y perjuicios del método de contratación utilizadopara el trabajador inmigrante del sector agrrcola

La ventaja que ofrece al trabajador inmigrante esta forma decontratación es fundamentalmente la adquisición de un trabajocon relativa facilidad, sin que se le requiera documentos deidentidad y permiso para laborar en la República Dominicana.

Para presentar las desventajas quisiera retomar las palabrasde un inmigrante al que entrevisté. Este me decía que pronto seiría de ahí porque esa no era vida: "voy pa' San Francisco de Ma­

corís, allí es bonito y voy a trabajar limpio, además yo estudié".

El inmigrante haitiano que viene a trabajar a la República Domi-

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nicana en condiciones de ilegalidad se debate entre la necesi­dad de sobrevivir y ayudar a su familia y sus aspiraciones poruna mejor calidad de vida. ¿Es esto posible con los actuales mé­todos de contratación?

En torno a las condiciones laborales de los trabajadores en­trevistados veíamos lo siguiente:

• 1ro. El 60% de los entrevistados trabajan entre 9 y 12 ho­ras, nunca menos.

• 2do. Ninguno de los trabajadores recibe agua potable du­rante la jornada de trabajo.

Cuando se les preguntó si recibían el mismo salario que lostrabajadores dominicanos el 76% contestó que sí. Entonces:¿no hay diferencia de salarios entre 105 trabajadores dominica­nos y haitianos? La respuesta está en el tipo de trabajo que rea­lizan ambos. La baja calificación los concentra en las labores demenor remuneración; aquí la situación de ilegalidad opera comoun contenedor que impide la mejora de la calificación y con es­ta el ascenso en la cadena productiva.

Sólo encontramos una empresa agrícola donde inmigranteshaitianos realizaban labores más técnicas, como el manejo deciertos equipos y ocupaban puestos de mando a nivel medio.Esta empresa intervenía en la gestión de los permisos de traba­jo lo que se traducía en la legalidad de sus trabajadores y porende en su mayor estabilidad. Esta situación posibilitó la capa­citación de los trabajadores inmigrantes y el ascenso a puestosmás técnicos y por ende a mejores salarios.

Este estudio proporciona algunas respuestas, pero tambiéngenera muchas más interrogantes. La principal respuesta gira entorno a la conveniencia de la fórmula "migración ilegal igual amano de obra barata", Como hemos podido apreciar lo que elempresariado dominicano se ahorra en salarios y prestacioneslaborales se va diluyendo en la calidad del producto final.

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Por otro lado si bien esta forma de contratación le facilita altrabajador la obtención de un empleo, también lo condena a sa­larios de miseria, malas condiciones laborales y elimina toda po­sibilidad de crecimiento laboral.

Este escenario nos lleva a formular las siguientes preguntas:

• ¿Es la explotación del trabajador la única opción que ga­rantice el crecimiento al sector construcción y agrícola?

• ¿Cuál es el futuro del trabajador de nacionalidad haitianaen la República Dominicana?

• ¿Qué actores son los que deben decidir?

• ¿Cuáles obstáculos hay que superar?

Nosotros de ninguna manera daremos las respuestas a estasinterrogantes pero si recordamos algunos elementos que fueronpresentados por los empresarios entrevistados tanto del sectorde la construcción como del sector agrícola.

Todos los empresarios entrevistados señalaron la importan­cia del trabajador haitiano debido a que los dominicanos habíanabandonado ciertas labores agrícolas y de la construcción, pe­ro que era vital mejorar la formación del trabajador. En esta líneaformularon las siguientes propuestas:

• Definir una política migratoria con balance en la econo­mía.

• Fomentar la formación de trabajadores haitianos en Haití.

• Certificar y capacitar a los trabajadores inmigrantes quese dedican a la construcción a través de instituciones co­mo INFOTEP.

• Permitir a los trabajadores temporeros estudiar en la Re­pública Dominicana.

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Para esto se deberían realizar algunos acuerdos entre Haití y

República Dominicana con el consenso previo del empresariadodominicano. Y nosotros agregaríamos otros actores como sonlas instituciones que por muchos años vienen trabajando con in­migrantes haitianos y que conocen las entrañas de .Ia situaciónlaboral de estos trabajadores.

Todo este proceso debe realizarse dejando de lado la visióndel inmigrante de nacionalidad haitiana, como ta de "dos manos

a bajo costo", contemplando el ser humano que además del ali­mento busca mantener su dignidad.

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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129 \Julio - Septiembre 2002 /

DESENCUENTRO ÉTNICO Y REDUCCIONISMOINTELECTUAL DEL PROBLEMA RACIAL*

Walter Cordero**

ResumenComenzando con la presentación de los dos tipos distin­

tos de sociedad en tiempo colonial, siguiendo con la domina­ción haitiana, y pasando por la matanza de los haitianos per­petrada por Trujillo un siglo después, hasta llegar, entonces, ala época contemporánea con la confrontación entre Aristide yBalaguer, el golpe de Cédras a Aristide y el apoyo que le danlas elites dominicanas, el artrculo repasa las distintas estacio­nes y coordenadas de las relaciones dominico-haitianas sobrela base de un análisis sociológico que trata para explicarlas deir más allá de un racismo epidérmico.

AbstractThe article begins with the two different types of society in

the colonial era, continuing with the Haitian occupation at thebeginning of the 19'" century, and goes on to the massacre ofthe Haitians in the border, orchestrated by Trujillo a century la-

Ponencia presentada en el Coloquio Racismo en la R.o., Feria Internacionaldel Libro Santo Domingo, D.N., 30 de Abril de 2001.

.. Sociólogo, profesor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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ter, also including the ensuing periodo The article arrives thenat the contemporary period with the confrontation betweenAristide and Balaguer, Cedras' coup against Aristide, and thesupport it receives from the Dominican elite. The Dominican­Haitian relations are reviewed in these different historical pe­riods on the basis of a sociological method which tries to gobeyond an epidermal racism to explain them.

Las relaciones domínico-haitianas, como todo tema proble­mático, deben estudiarse en un contexto histórico donde sepueda trazar cómo las desigualdades de poder han seguido lasnecesidades apremiantes de cada lado de la frontera: territorios,autonomía/soberanía, intercambio comercial, mano de obra,atención internacional.

Es vital comprender esta multiplicidad de motivaciones, enconstante fluidez dentro del horizonte temporal, para comenzara, primero, explicar las razones profundas de las actitudes de unpueblo hacia otro, dividiéndolas por los distintos grupos socia­les; y, segundo, aproximarnos a las soluciones que evitarán losconflictos de mayor envergadura.

Consideraciones metodológicas

A través de un amplio recorrido analítico que entrecruce lahistoria y la sociología intentaré dilucidar la contribución de lohaitiano al fenómeno racial en este país. Para esos fines, a cadauna de las dos disciplinas mencionadas aplicaré la metodologíade la otra: propongo que comprenderemos mejor la cuestión ra­cial de esta isla si estudiamos la Sociología del pasado y la His­toria del presente.

Las desigualdades a que nos referimos más arriba han varia­do con el tiempo, así como el peso específico de cada una delas necesidades citadas frente a las otras. Ese peso o importan­cia de las motivaciones que llevan a la hostilidad o la armonía ha

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DESENCUENTRO ÉTNICO

cambiado también según los grupos sociales con mayor o me­nor primacía en la conducción oficial de las relaciones entre paí­ses. La amplitud de motivos, de actores y la falta de una políti­ca uniforme es lo que me impulsa a utilizar este doble instru­mento de la Sociología y la Historia para tener una visión máscompleta del fenómeno.

En el pasado, autores nacionales y extranjeros escribieronsobre el racismo antihaitiano de los dominicanos sin que esoprovocara gran resonancia. En cambio, en los últimos años di­cho tema ha suscitado gran interés entre propios y extraños. Es­to se debe, entre otras razones, al crecimiento acelerado de lapoblación haitiana residente en República Dominicana, y a lasrepetidas denuncias formuladas en foros internacionales sobrela situación social y la discriminación racial que padecen dichosinmigrantes.

Se debe también a las nuevas "descodificaciones intelectua­

les" de la identidad y la nacionalidad, resultantes quizá del aco­modamiento a nuevas relaciones políticas e internacionales, co­mo expresión de arrepentimiento ético de algunos grupos inte­lectuales ante las prácticas imperiales pasadas y actuales desus respectivos países.

El tema de la discriminación hacia los haitianos es estudiadocon mucha emotividad. No es mi propósito atascarme en loanecdótico y episódico, en negar o confirmar el discrimen anti­haitiano. Lo que me importa realmente es conocer las causas deesta representación ideológica que enreda a quienes descono­cen u olvidan el condicionamiento decisivo de los factores eco­nómicos y sociales y de las relaciones de poder para el estudiode la cuestión.

Al estudiar el discrimen antihaitiano, diversos autores enfati­zan invariablemente el rechazo biológico que se hace al haitia­no, que es lo que comúnmente se reputa como racismo. Esamanera de enfocar el tema es un calco teórico del modelo deexclusión racial tal y como lo entienden los norteamericanos y

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los sudafricanos. Para éstos, el hecho de que una persona ten­ga una gota de sangre africana lo convierte necesariamente ennegro.'

Aunque en los contextos mencionados el color de la pielconstituyó siempre un motivo de exclusión, en nuestro caso di­cha regla sólo se verificó excepcionalmente. El aspecto biológi­co no explica por sí solo el discrimen a lo haitiano, por más quese retuerza la interpretación de este asunto. Indudablemente,existe un discrimen dominicano ante el negro y lo negro, pero elantihaitianismo no puede considerarse un subconjunto de estefenómeno general. Más bien este es un fenómeno aparte, quepor su complejidad y características histórico-culturales propiasinvolucra a toda la población dominicana independientementede su origen racial.

Precisamente por esa complejidad de causas y orígenes con­sidero que la opinión epidérmica del llamado "racismo dominica­

no antihaitiano" resulta insatisfactoria e incluso prejuiciada, por­que juzga taxativamente la actitud de lo dominicano'ante lo hai­tiano, sin tomar en cuenta otras vertientes del problema, que sibien siempre se han obviado son indispensables para entenderlo.

Planteo, como sociólogo y como historiador, un cambio en lamanera como se juzga la relación de lo dominicano hacia lo hai­tiano, con insistencia en un esfuerzo de búsqueda en los aspec­tos históricos y socioculturales -no en los raciales. Propongo lanecesidad de encaminar una sociología histórica del prejuicioantihaitiano distanciada de los tópicos y lugares comunes. Elenfoque racialista limita y condiciona la explicación de cuestio-

Ginetta E.B. Candelario ofrece una discusión sobre este tema de la hipo­descendencia en su articulo "On Whiteness and Other Absurdities: Prelimi­nary Thoughts on Dominican Racialldentity in the United Status", publicadoen la República Dominicana en el umbral del siglo XXI en BREA, Ramonina,ESPINAL, Rosario y VALERIO-HoLGUIN, Fernando (editores), Cultura, polftica ycambio social, CUEPS/PUCMM, Santo Dominjgo, 1999. Ver especialmentelas páginas 95 y 96 sobre este asunto.

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nes clave que atañen a nuestra identidad, las cuales -al Iimitar­se a una interpretación puramente racista de ciertas manifesta­ciones culturales dominicanas- son interpretadas antojadiza­mente o ignoradas por autores locales yextranjeros.2

Desde los orígenes de ambas naciones, las potencias metro­politanas han utilizado esta isla como estudio de caso para pro­bar la teoría racista de turno. Han venido, tanto al lado orientalcomo al occidental de la isla, multitud de viajeros que, creyén­dose Darwin en las Galápagos, comparaban un pueblo al otro,cuestionando sus capacidades para mantener su independen­cia y convertirse en estados-naciones florecientes.

Estos teóricos foráneos -y a menudo los ejecutores de losplanes imperiales, como sucedió durante la ocupación nortea­mericana de esta isla completa entre 1916 y 1924- han impues­to su óptica binaria del racismo epidérmico al juzgar las actitu­des de una nación ante la otra. Lo que aparentemente no hancomprendido, es el trasfondo histórico que ha forjado esas acti­tudes. En el caso dominicano hacia Haití no se trata -como enel caso de los países imperialistas- de un mecanismo para im­poner y sostener situaciones de dominación. Por lo contrario, unaspecto esencial de esta actitud reside en la necesidad de pre­servar un territorio y sus escasos recursos ante una presión deocupación irregular del mismo. Desgraciadamente, las teoríasformuladas en el extranjero luego vienen a alimentar ciertas co­rrientes de pensamiento locales que, por distintas motivaciones,caen también ~ n la simplificación del tema.

De ahí que en este ensayo, antes que hablar de racismo a se­cas, he preferido hablar de un desencuentro étnico que reflejados mentalidades diferenciadas en las maneras como se perci­ben mutuamente.

2 Podemos citar como ejemplo a VALLEJO, Catherine, Las madres de la patria

y las bellas mentiras, Ediciones Universal, Miami, 1999, en sus interpretacio­nes de la poesra "Las Vrrgenes de Galindo" de Félix Marra Delmonte.

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El desencuentro consiste en el desentendimiento que normalas relaciones de dos mentalidades obligadas, sin embargo, pornecesidades recíprocas y por vecindad a sostener una relaciónde convivencia, siempre incompleta. Esta relación ha sido difícilporque un componente ha necesitado el territorio, el mercado oel trabajo del otro y lo que ha prevalecido ha sido el uso de lafuerza y otros mecanismos irregulares, más que el diálogo o elacuerdo mutuo y justo para la obtención de esos fines. En adi­ción a esto, la barrera lingüística, los traumas históricos, la agi­tación política, las intromisiones extranjeras, estimulan o indu­cen una relación desconfiada.

Ha existido durante largo tiempo una relación social limitadaentre ambas comunidades, digamos de carácter secundarioporque envuelve mercancías u objetos. Los factores básicos delas relaciones existentes (tierra, trabajo, mercancías, dinero) noaproximan a la gente desde el punto de vista humano, por locual predomina y permanece el desentendimiento. Las relacio­nes primarias -selladas por el parentesco y la confianza recípro­cas- suelen manifestarse en la zona fronteriza y otros puntosdispersos donde la relación humana y social ha sido más comúny cotidiana. .

El desencuentro no ha existido de igual manera siempre, si­no que ha cambiado con el tiempo. En algunas épocas ha habi­do mayor empecinamiento o rigidez en la defensa de ciertasideas o proyectos, y, en otros, un mayor acercamiento entre losgobernantes y las gentes. Sin embargo, el desencuentro tampo­co es un recogimiento mutuo; por el contrario, expresa una rela­ción de poder donde una parte impone y otra resiste, donde seconfronta lo legal y lo fáctico. De igual modo, la intensidad delrechazo a lo haitiano o lo inverso no ha sido igual siempre, adap­tándose coyunturalmente las percepciones de cada quien a lascircunstancias cambiantes conforme ha convenido a los intere­ses estratégicos de las élites.

Si bien a través de las prácticas del poder las élites han pau-

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tado el rumbo del desencuentro, sus decisiones se han supedi­tado más que a las cuestiones raciales, a los condicionamientoseconómicos, políticos y sociales, internos y externos.

Bases históricas del desencuentro domínico-haitiano

El desencuentro étnico tiene sus comienzos en la segundamitad del siglo XVIII. En esa época, las dos colonias de SantoDomingo delinearon evoluciones históricas respectivas muy dis­tintas, que a la postre pautaron la raíz y el desarrollo ulterior delproblema que sesga las relaciones de ambos pueblos.

Durante ese periodo la parte española de la isla experimentóun repunte económico y demográfico gracias al impulso regis­trado en su producción ganadera, los intercambios comercialescon el lado francés y la inmigración canaria y de esclavos, inclu­yendo entre estos últimos a los fugitivos procedentes de la ve­cina colonia.

A su vez, el lado francés de la isla consolidó un sistema deplantación esclavista que reprodujo, grosso modo, una comuni­dad extremadamente desigual en lo social y racial. Esta era do­minada plenamente por una minoría de grandes propietariosblancos que explotaba la mayoría de los habitantes, representa­dos por esclavos de origen africano. Como es sabido, este mo­delo de sociedad colonial eclosionó violentamente y dio paso alEstado haitiano, representado casi exclusivamente por negros ymulatos.

Por su parte, la porción española recreó un tipo de sociedadmenos diferenciada en su base económica y social y más inte­grada étnicamente. Su economía dependía principalmente de laexplotación ganadera y el autoabasto alimentario. Este sistemaproductivo poco especializado se fundaba más en el aprovecha­miento de la naturaleza que en la explotación intensiva del tra­bajo esclavo, razón por la cual en dicha sociedad no se verificó

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una separación tajante y conflictiva entre éstos y sus amos, taly como ocurrió en el lado francés.

En adición a lo anterior, la escasa población existente -ca­racterizada desde entonces por el mestizaje- estaba constituidamayoritariamente por gentes libres. Ni los esclavos ni los liber­tos representaban un grupo segregado por marcadas diferen­cias ante el componente poblacional de origen hispánico, puescompartían el idioma y el grueso de las costumbres y usos cul­turales.

De hecho, hacia finales del siglo XVIII y a principios del XIX lapoblación negra y mulata libre de más antigua residencia ya es­taba inmersa en su propio proceso de identidad con el país enformación. Tal proceso se produjo también en el caso de los ha­bitantes de origen español peninsular o canario.

Desde el principio del siglo XIX Haití tuvo más potencia eco­nómica, militar y demográfica que Santo Domingo, lo cual expli­ca sus reiterados intentos de imponer su proyecto de domina­ción exclusivista de una isla indivisible bajo su mandato.

Este exclusivismo impulsó al liderazgo haitiano a hacer usode la amenaza, antes que de la persuasión o la negociación ensu trato con la población vecina. Por ejemplo, en 1801 el inva­sor Toussaint dijo: "Yo os presento la felicidad o la desgracia: es­

coged". Luego, en 1805 Dessalines, amenazó en estos térmi­nos: "No existiréis sino en cuanto mi clemencia se digne preser­

varos".3 Estas expresiones denotan una primera etapa del de­sencuentro, que permanecería latente en la memoria históricade ambos lados.

Si para entonces los haitianos no lograron imponer su plande dominio se debió, por una parte, al acoso a que el primer

3 Ver NOLAsco, Sócrates, "Blancos legales", en Obras completas. Ensayos His·

toricos, Biblioteca de Clásicos dominicanos, vol. XIX., Fundación Corripio,1994, p. 240.

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estado antiesclavista americano fue sometido por su antiguametrópolis y a las luchas intestinas en que se enfrascaron suslíderes.

Por otra parte, este fracaso de dominio haitiano se explicaporque en la colonia española existía un fermento de naciona­lidad que anhelaba sobrevivir como entidad nacional separa­da. Los años que siguieron a la reconquista constituyen unmomento crucial en la vertebración de un sentimiento de crio­lIización entre los habitantes de la antigua posesión españolade la isla.

El aislamiento en que permaneció la colonia respecto a sumetrópolis y la pobreza generalizada que abatió a sus habitan­tes durante esos años, constituyeron una experiencia traumáti­ca para la burocracia colonial y los descendientes de españolesque habían repoblado la colonia en el siglo precedente. Estos úl­timos, representantes de una generación criolla emergente, es­taban más vinculados e identificados con la sociedad colonialque con la metrópolis distante y desconocida. Por ende, en lotocante al aspecto político, se incorporaron al propósito de di­sociación del dominio colonial y adoptaron ciertas prácticas cul­turales que denotan un inequívoco entronque con representa­ciones colectivas de origen vernáculo.

Un ejemplo de estas prácticas consistió en el impulso quecobró entonces en todo el territorio el culto de La Altagracia, através de peregrinaciones y una mayor representación en laonomástica tanto femenina como masculina.

Esta necesidad de forjar una entidad nacional independiente,de convivencia isleña desapartada, se enraizó en los 22 años dela dominación haitiana y se consolidó durante las guerras que si­guieron a la formación del Estado dominicano. El mentor eximiode esta idea, Juan Pablo Duarte, lo expresó en estos términos:"Si los españoles tienen una monarquía española, Francia la su­

ya francesa; y hasta los haitianos han constituido la República

Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a

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la francesa, ya a la española, ya a los mismos haitianos sin pen­

sar en constituirse como los demás?"4

Es sabido que en ese proceso decisivo también hubo actitu­des. pro-haitianas disidentes, como han existido siempre, sindesmedro ante el sentimiento generalizado pro-dominicano deexistir como entidad distinta y separada.

Este sentimiento nacionalista se manifestó nuevamente du­rante el gobierno de Salomón en 1885, cuando éste pretendióinvadir el territorio nacional. En tales circunstancias, los domini­canos de todos los colores y partidos, así como varios antillanis­tas reconocidos que se sentían dominicanos, respondieron aira­damente contra tales propósitos.

Desde el periódico La República, Eugenio Deschamps espe­tó: "Aquella jente [sic] víctima de alucinaciones insensatas pre­

tende que somos un pueblo sin derecho; que nuestra vida es un

paréntesis abierto en su existencia; que somos, no más, la parte

este de la república haitiana. "5

La actitud de Hostos iba acorde a su pensamiento indepen­dentista, siempre contra los planes de dominación de uná na­ción sobre otra. En un artículo, el Maestro proponía solucionar elproblema fronterizo de ocupación irregular por Haití de territo­rios dominicanos mediante la colonización de esas comarcas,distribuyendo tierras y abriendo escuelas, estableciendo im­prentas y periódicos para reafirmar la lengua española.6

Al presentar estas acotaciones es mi intención poner a pen­sar una vez más a las gentes de hoy, tan desconocedoras denuestro pasado en relación con Haití, si la postura de esos inte­lectuales se explica tan sólo y principalmente por un rechazo alcolor de la piel de nuestros vecinos; o si, por lo contrario, res-

4 Ideario de Juan Pablo OUARTE.

5 Editorial en el periódico La República, junio de 1885.6 El Eco de la Opinión, noviembre de 1885.

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ponde al reconocimiento de lo dominicano como entidad sepa­rada de lo haitiano.

De Trujillo en adelante

Ya en el siglo XX, con Truj iIIo, se abre una fase histórica enque por primera vez el epicentro de poder que fija el rumbo deldesencuentro dominico-haitiano recae plenamente en Repúbli­ca Dominicana.

El nuevo régimen surgió en coincidencia con la gran depre­sión capitalista de los treinta que conmocionó las economías ca­ribeñas, derribando las ventas externas y los precios de susprincipales renglones de exportación. No obstante la gravedadde la crisis externa y los cuantiosos daños provocados por elhuracán San Zenón a principios de su mandato, Trujillo logróconsolidar rápidamente su gobierno.

En el caso de Haití, la gran crisis capitalista mundial de esosaños también repercutió negativamente sobre su economía,afectando principalmente las exportaciones de café. En adicióna esta grave e inesperada situación, dicho país se vio obligadoa acoger repentinamente a millares de sus braceros azucarerosresidentes en Cuba, desplazados de aquella isla por la quiebrade numerosos ingenios. 7 La llegada de este contingente huma­no a un país pobre y muy poblado, con escasos terrenos vírge­nes disponibles para la agricultura, acentuó la presión migrato­ria irregular hacia el territorio dominicano.

Sin embargo, esta vez el asunto no era tan sencillo como enel pasado, porque el poder trujillista operaba en base a un esta­do autoritario y centralizador que se proponía ejercer un controlestricto sobre el territorio nacional. A pesar de las medidas

7 VEGA, Bernardo, Trujillo y Haití, vol. 1, 1930-1937. Fundación Cultural Domi­nicana, Santo Domingo, 1988, pp. 198-199.

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adoptadas por las autoridades dominicanas, el flujo prosiguió,incluso con el beneplácito de las autoridades haitianas, segúntestimonio de Julio Ortega Frier en referencia a una conversa­ción con el presidente de Haití, Sténio Vincent.&

Esta situación no pudo sostenerse después de la salida delas tropas estadounidenses de Haití en 1935 y de la firma del tra­tado de límites fronterizos definitivos del 1936. La consolidacióndel régimen trujillista requería el apoyo del campesinado y la bu­rocracia cívico-militar, y la tierra era el vehículo de gratificaciónobligatorio para tales fines. Es posible también que, al cerrar laposibilidad del minifundio haitiano en territorio dominicano, po­dría beneficiarse la poderosa industria azucarera, con una mayordisponibilidad de fuerza laboral haitiana.

La matanza y expulsión masiva de los residentes haitianos enterritorio dominicano en 1937 sella la primacía de la fuerza truji­lIista sobre las pretensiones sempiternas de expansión del Esta­do haitiano a costa del territorio dominicano.

A seguida vino un período de exaltación estridente de una je­fatura omnímoda, que supuestamente encarnaba y sintetizabala reparación histórica de incontables oprobios pasados.'Estedesvarío del poder despótico, inflamado de lisonjas y mezquin­dades, enfatizó las diferencias entre ambos pueblos -unas ve­ces deliberadamente y, las más de las ocasiones, en formas in­directas. Para eso, se destacó la ilustre prosapia del genio con­ductor y la de un pueblo frente al otro y las virtudes culturales deuna nación en relación con la otra. La dictadura enarboló las di­ferencias entre los dos pueblos: lengua, religión, color, cultura.El asunto haitiano quedó entonces en las discusiones del poderen el nivel intelectual, de pura ideología. Con todo, siempre hu-

8 SAVIÑÓN, Ramón, Memoria de la Era de Trujillo, 1916-1961, Amigo del Hogar,Santo Domingo, 2002, pp. 124-138. Carta personal de Julio Ortega Frier, Se­cretario de Estado de Relaciones Exteriores, a Jesús Marra Troncoso, Emba­jador dominicano en Washington, D.C., 20 de septiembre de 1941.

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bo escaramuzas verbales entre las partes, ahogadas en la pro­pia incomunicación de las polémicas intelectuales en países deanalfabetos.

Ahora bien, cuando la vastedad del emporio azucarero truji­IIista sobrepasó los límites del reclutamiento interno compulsivode mano de obra, la necesidad de trabajadores contratados mo­duló el lenguaje de aquellas voces.

Para el pueblo llano, lo haitiano quedó, como una sombra,sectorizado en el enclave azucarero, en las fugaces visiones delas caravanas silenciosas en un vaivén de inmigrantes. De he­cho, lo haitiano se convierte en un tema ignorado, con una ven­da de desconocimiento sobre las relaciones recíprocas entreambos países, por lo que surge una generación entera ignoran­te de la matanza y sus pormenores. Este evento quedó atrapa­do en la memoria de un grupo reducido y de un área geográficalimitada.

Período post-trujillista

Las relaciones de poder entre las élites dominico-haitianasdurante los años post-trujillistas han variado según diversas cir­cunstancias. El periodo transicional comprendido entre 1961y1965 -representado por gobiernos dominicanos débiles, ines­tables y breves- está trenzado por desavenencias intermitentesque reavivaron el desencuentro entre ambas partes. En cambio,durante los doce años balagueristas hubo un entendimiento conel duvalierismo en las relaciones de poder, por razones econ6­micas e ideológicas mutuamente convenientes. En lo econ6mi­ca se trata de una oportunidad para la acumulación mediantemecanismos extralegales en el trasiego humano, a través de laburocracia cívico-militar. Se acuerda un ajuste conservador en­tre dos gobiernos autoritarios alrededor del azúcar y el controlfronterizo.

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Azúcar y tráfico de braceros se convierten en fuente de ri­quezas para ambos lados: los que reclutan allá y los que explo­tan aquí. Esta flexibilización de la migración haitiana al Este re­crea como contraparte el problema secular del asentamientoilegal haitiano, tomando cuerpo una población residente de ma­nera permanente -que apenas era residual durante la Era deTrujillo.

En el plano político administrativo, la frontera permaneció se­llada a otros tipos de intercambios por conveniencias reciprocasdel poder despótico en su lucha común contra la llamada "infil­

tración" comunista. Esto constituyó, en realidad, un mecanismode exclusión de los partidos opositores o los exiliados haitianosa la práctica política en ese remoto espacio geográfico.

En cuanto al aspecto ideológico, el desencuentro de las rela­ciones dominico-haitianas prosiguió utilizándose por ambaspartes para azuzar y hasta caldear los "ánimos patrióticos" endeterminadas coyunturas de desavenencias o convenienciaspolíticas. Para esos fines el gobierno balaguerista creó la Comi­

sión Nacional de Fronteras, una entelequia administrativa adscri­ta a la Secretaría de Relaciones Exteriores, dirigida en su prime­ra etapa por el reconocido anti-haitihanista y trujillista, CarlosSánchez y Sánchez.

En la fase que cubre las últimas dos décadas del siglo XX, seafianza la complementación de necesidades recíprocas entreambos países mediante la exportación de mano de obra asala­riada barata desde el Oeste, y mercancías y alimentos emitidospor el Este. Durante esos años, la República Dominicana y Hai­tí experimentaron cambios contundentes en sus respectivaseconomías y sociedades. Sin embargo, las tendencias fuerondesiguales para ambos países: el Este avanzó rápidamentemientras que el Oeste retrocedió de manera notable.

En un plazo relativamente breve en la República Dominicanase produjo el recambio de sus actividades económicas agro-ex­portadoras tradicionales por l.a prestación de servicios -princi-

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palmente en el sector turístico- y la producción industrial en zo­nas francas. El desarrollo de estos nuevos sectores, conjunta­mente con la expansión desmesurada del Estado y en conse­cuencia del gasto público, contribuyó a resituar la población na­cional dentro del espacio geográfico. Correlativamente, se pro­dujo un congestionamiento poblacional urbano y una gran emi­gración al exterior.

En contraste con esa tendencia, Haití sufrió un gran desgas­te económico e institucional. Desde los años ochenta, las suce­sivas crisis político-militares aceleraron el desmembramiento delEstado haitiano.

Por las razones apuntadas, durante estos años el territoriodominicano se convirtió en el refugio masivo de los pobres deHaití. A todo esto contribuyó también la pertinaz vigilancia de lasautoridades norteamericanas al ingreso a sus costas de nacio­nales haitianos bajo distintos alegatos abiertos y encubiertos,entre los que se incluyen prevenciones sanitarias contra el SIDA.De hecho, durante el gobierno de Bush (padre), la administra­ción norteamericana impuso una cuarentena marítima para im­pedir el paso de embarcaciones haitianas al estado de Florida.

En consonancia con los cambios registrados en la economíadominicana, los trabajadores haitianos fueron desplazándosedel coto laboral tradicional representado por la industria azuca­rera hacia al agro en su conjunto, y luego también a diversas ac­tividades primarias y terciarias.

Al asumir el gobierno de Haití en 1991, Jean Bertrand Aristi­de retoma la beligerancia característica de algunos líderes hai­tianos del siglo XIX, respecto a las relaciones de aquel país conRepública Dominicana. El ex sacerdote salesiano recurrió a losforos de organismos internacionales -ONU y OEA- para denun­ciar la ruinosa condición social y el discrimen racial que sufríansus co-nacionales residentes en Santo Domingo.

No obstante la animosidad recíproca creada en torno al pro-

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blema, el peso de los intereses económicos nucleados alrede­dor de la industria azucarera y otras actividades dispuso un arre­glo fáctico que acalló rápidamente los discursos del Lavalas. Laconfrontación Aristide-Balaguer representa la debacle del pro­yecto conflictivo del primero ante el foro internacional. Pesaronmás los intereses compartidos de comerciantes y militares, delas élites, por encima de la reivindicación racial. Al tratar Aristidede enfrentar a la industria azucarera, pierde el juego y Cédras to­ma el poder, con una continuidad cimentada por la relación decorrupción entre ambos Estados. De hecho la durabilidad delsucesor, General Cédras, está asociada a la permisividad domi­nicana contra el bloqueo internacional que sufrió Haití, lo cual seconvirtió en una gran oportunidad de negocios para las élites.

Por supuesto, esta connivencia entre las fuerzas conserva­doras de ambos lados no excluyó que al mismo tiempo -en elplano interno de la República Dominicana- la cuestión haitianaconstituyese un ingrediente ideológico esencial de las mascara­das electorales balagueristas en sus últimos diez años. Este te­ma cobró interés por la doble coincidencia de la relación conflic­tiva con Aristide y el peligroso desafío que oponía el liderazgo deJosé Francisco Peña Gómez a las aspiraciones eternas de' go­bierno de Joaquín Balaguer. La propaganda adversa contra Pe­ña Gómez enfatizaba siempre su origen haitiano.

El llamado milagro económico dominicano iniciado en losaños noventa distanció radicalmente a los pobres y ricos delpaís. Junto a los bulevares y rascacielos de estos años ocurrióuna migración rural sin precedentes que abandonó el campo alcuidado de los inmigrantes haitianos, quienes prosiguen el pro­ceso de depredación que nuestros campesinos comenzaron.Igualmente se desarrolló una gran masa laboral haitiana, espar­cida por todo el territorio dominicano, que ahora reclama para síla doble nacionalidad.

No hay datos confiables sobre el número de inmigrantes hai­tianos residentes en el territorio dominicano. Aunque es difícil

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establecer dicha cifra por distintas razones, se habla de más deun millón de habitantes distribuidos en todo el país. Se trata deun contingente poblacional importante para el funcionamientode la economía dominicana, y más que nada, del sector de laconstrucción, que es la actividad mas dinámica y de mayor pe­so especifico dentro de las actividades no dependientes direc­tamente del sector externo, como lo son el turismo y las indus­trias de zona franca.

De hecho, la construcción es uno de los principales mecanis­mos de acumulación del sector financiero y de las grandes com­pañías constructoras. La indispensabilidad de esta mano deobra-para el funcionamiento de la construcción, llevó al podero­so Secretario de Obras Públicas, Diandino Peña, a desautorizaral Presidente Leonel Fernández en relación al empleo masivo dehaitianos en obras del Estado, contraviniendo la ley que regulala proporción de extranjeros para estos casos. Esto nos hacepensar en la importancia económica del asunto si, a pesar de lavigilancia fronteriza y las repatriaciones, aumenta cada día el nú­mero de residentes haitianos en el país.

El nuevo giro que ha tomado la cuestión haitiana se produceen una sociedad de valores cambiantes respecto a la dominica­nidad y su destino, que cuenta como soporte institucional y ad­ministrativo con un Estado desvencijado, incapaz de articular unproyecto definido de nación en los tiempos de la globalización,definiendo la cuestión migratoria como parte de sus intereses es­tratégicos en la lucha contra la pobreza y la identidad nacional.

El desencuentro actual entre Jo haitiano y lo dominicano esmás complejo que nunca, porque el problema ya no consiste enuna mera ocupación de espacios disputados ni una amenazabélica. Lo que la inmigración y sus defensores internos y exter­nos reclaman es el derecho a ostentar una nacionalidad conve­niente que apunta hacia la formación de una minoría étnica quetiende a redefinir lo dominicano tal y como se ha concebido tra­dicionalmente.

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En un país donde la élite dominante y la clase política en par­ticular piensan siempre y primero por el tamaño desmedido desus apetencias de riquezas, es difícil esperar de ellos una bús­queda de respuestas inteligentes y armónicas para un problemadifícil que divide y sectariza las opiniones mediante el inevitablesesgo racial.

Actualmente, la volátil migración haitiana ha arropado el paíssin que exista una política oficial al respecto y ni siquiera unadiscusión académica idónea, de su importancia en el presente yel porvenir de los dominicanos. Hablo específicamente de la in­fluencia que ejercerá esta nueva modalidad del desencuentro enlas próximas décadas en el nuevo perfil de la nacionalidad do:­minicana.

También me refiero a cómo este fenómeno afectará la tole­rancia relativa que ha existido tradicionalmente en las relacionesraciales de los dominicanos entre sí. Como se sabe, hasta aho­ra nuestra historia no registra episodios memorables de violen­cia racial entre nosotros mismos. Esto contrasta con lo ocurridoen otros países del área donde existen etnias indígenas someti­das; y también -como ha sucedido tradicionalmente en Haití­donde hay grupos raciales diferenciados pugnando por el poder.

En cualquier caso, el aspecto racial ha sido sobredimensio­nado por las élites y ciertos intelectuales para hilvanar una teo­ría del racismo dominicano/antihaitiano que, sin embargo, nun­ca logra explicar porqué es más común un entendimiento entrela clase gobernante que en el colectivo de ambas comunidades.Que se sepa y que se entienda: uno de los nudos que traban laaproximación de nuestras dos mentalidades con la fluidez afec­tiva requerida para sostener un vínculo de vecindad más o me­nos armonioso y continuo, o para compartir nuestra nacionali­dad, consiste en la escasez de experiencias auténticamente so­lidarias y compartidas. Esto es lo que efectivamente sostendráuna memoria social donde la cooperación prevalecerá sobre lasdiferencias y el conflicto.

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PARA LA HISTORIA DOS CARTAS

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La Habana, 14 de junio de 1943.

Mis queridos Emilio Rodríguez Demorizi,Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy:

Ustedes se van mañana, creo, y antes de que vuelvan al paísquiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas queproduzca sobre el caso dominicano como dominicano, No digoque algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distan­cia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacer­lo un señor de Alaska.

En primer lugar, gracias por la breve compañía conque mehan regalado hoy; la agradezco como hombre preocupado porel comercio de las ideas, jamás porque ella me haya producidoesa indescriptible emoción que se siente cuando en la voz, en eltono, en las palabras de un amigo que ha dejado de verse pormucho tiempo se advierten los recuerdos de un sitio en que unofue feliz. Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Do­minicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciuda­dano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones.

Hoy también he sufrido... Pues de mi reunión con Uds. he sa­cado una conclusión dolorosa, y es ésta: la tragedia de mi paísha calado mucho más allá de donde era posible concebir. Ladictadura ha llegado a conformar una base ideológica que yaparece natural en el aire dominicano y que costará enormemen­te vencer, si es que puede vencerse alguna vez. No me refiero ahechos concretos relacionados con determinada persona; nohablo de que los dominicanos se sientan más o menos identifi­cados con Trujillo, que defiendan o ataquen su régimen, quemantengan talo cual idea sobre el suceso limitado de la situa­ción política actual en Santo Domingo; no, mis amigos queridos:hablo de una transformación de la mentalidad nacional que esen realidad incompatible con aquellos principios de convivenciahumana en los cuales los hombres y los pueblos han creído confirme fe durante las épocas mejores del mundo, por los que losguías del género humano han padecido y muerto, han sufrido y

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DOCUMENTOS

se han sacrificado. Me refiero a la actitud mental y moral de Uds.-y por tanto de la mejor parte de mi pueblo- frente a un casoque a todos nos toca: el haitiano.

Antes de seguir desearía recordar a Uds. que hay una obramía, diseminada por todo nuestro ámbito, que ha sido escrita,forjada al solo estímulo de mi amor por el pueblo dominicano.Me refiero a mis cuentos. Ni el deseo de ganar dinero ni el deobtener con ellos un renombre que me permitiera ganar algúndía una posición política o económica ni propósito bastardo al­guno dio origen a esos cuentos. Uds. son escritores y sabenque cuando uno empieza a escribir, cuando lo hace como no­sotros, sincera, lealmente, no lleva otro fin que el de expresaruna inquietud interior angustiosa y agobiadora. Así, ahí está miobra para defenderme si alguien dice actualmente o en el por­venir que soy un mal dominicano. Hablo, pues, con derecho areclamar que se me oiga como al menos malo de los hijos demi tierra.

Los he oído a Uds. expresarse, especialmente a Emilio y aMarrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he preguntadocómo es posible amar al propio pueblo y despreciar al ajeno, có­mo es posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia alos hijos del vecino, así, sólo porque son hijos de otro. Creo queUds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, seahaitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispen­sable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds.consideran a los haitianos punto menos que animales, porque alos cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el de­recho a vivir...

Pero creo también -y espero no equivocarme- que Uds. su­fren una confusión, que Uds. hap dejado que el juicio les hayasido desviado por aquellos que Etn Haití y en la República Domí­nicana utilizan a ambos pueblos para sus ventajas personales.Porque eso es lo que ocurre, amigos míos. Si me permiten he deexplicárselo:

El pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desdeel Descubrimiento hasta hoy -o desde que se formaron hasta la

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fecha- igualmente sometidos en términos generales. Para el ca­so no importa que Santo Domingo tenga una masa menos po­bre y menos ignorante. No hay diferencia fundamental entre elestado de miseria e ignorancia de un haitiano y el de un domini­cano, si ambos se miden, no por lo que han adquirido en bienesy conocimientos, sino por lo que les falta adquirir todavía parallamarse con justo título, seres humanos satisfechos y orgullo­sos de serios. El pueblo haitiano es un poco más pobre, y debi­do a esa circunstancia, luchando con el hambre que es algo másserio de lo que puede imaginarse quien no la haya padecido ensí, en sus hijos y en sus antepasados, procura burlar la vigilan­cia dominicana y cruza la frontera; si el caso fuera al revés, se­ría el dominicano el que emigraría ilegalmente a Haití. El haitia­no es, pues, más digno de compasión que el dominicano; en or­den de su miseria merece más que luchemos por él, que trate­mos de sacarlo de su condición de bestia. Ninguno de Uds. se­ría capaz de pegar con el pie a quien llegara a sus puertas enbusca de abrigo o de pan; y si no lo hacen como hombres, nopueden hacerlo como ciudadanos.

Ahora bien, así como el estado de ambos pueblos se relacio­na, porque los dos padecen, así también se relacionan aquellosque en Santo Domingo igual que en Haití explotan al pueblo,acumulan millones, privan a los demás del derecho de hablarpara que no denuncien sus tropelías, del derecho de asociarsepolíticamente para que no echen por el suelo sus monumentosde indignidad. No hay diferencia fundamental entre los domini­canos y los haitianos de la masa; no hay diferencia fundamentalentre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante.

Pero así como en los hombres del pueblo en ambos paíseshay un interés común -el de lograr sus libertades para tener ac­ceso al bienestar que todo hijo dE"J mujer merece y nec.esita-, enlas clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choquesde intereses, porque ambas quieren para sí la mayor riqueza.Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantesson competidoras. Trujillo y todo lo que él representa como mi­noría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot ytodo lo que él representa como minoría explotadora, también.

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Entonces, uno y otro -unos y otros, mejor dicho- utilizan a suspueblos respectivos para que les sirvan de tropa de choque; es­ta tropa que batalle para que el vencedor acreciente su poder.Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de un naciona­lismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio ala extraña, y sobre todo, apetencia del poder total. Y si los maspuros y los mejores entre aquellos que por ser intelectuales, per­sonas que han aprendido a distinguir la verdad en el fango de lamentira se dejan embaucar y acaban enamorándose de esamentira, acabaremos olvidando que el deber de los más altospor más cultos no es ponerse al servicio consciente o incons­ciente de una minoría explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sinoal servicio del hombre del pueblo, sea haitiano, boliviano o do­minicano.

Cuando los diplomáticos haitianos hacen aquí o allá una la­bor que Uds. estiman perjudicial para la República Dominicana,saben lo que están haciendo ellos, aunque crean de buena feque están procediendo como patriotas? Pues están simplemen­te sirviendo a los intereses de esa minoría que ahora está presi­dida por Lescot como ayer lo estaba por Vincent. y cuando losintelectuales dominicanos escriben -como lo ha hecho Marrero,de total motu propio según él dijo olvidando que no hay ya lu­gar, para el libre albedrío en el mundo- artículos contrarios aHaití, están sirviendo inconscientemente -pero sirviendo- a losque explotan al pueblo dominicano y lo tratan como enemigomilitarmente conquistado.

No, amigos míos... Salgan de su ofuscación. Nuestro debercomo dominicanos que formamos parte de la humanidad es de­fender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igual ardorque al pueblo dominicano de los suyos. No hay que confundir aTrujillo con la República Dominicana ni a Lescot con Haití. Uds.mismos lo afirman cuando dicen que Lescot subió al poder ayu­dado por Trujillo y ahora lo combate. También Trujillo llevó al po­der a Lescot y ahora lo ataca. Es que ambos tienen interesesopuestos, como opuestos son los de cada uno a los de sus pue­blos respectivos y a los del género humano.

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Nuestro deber es, ahora, luchar por la libertad de nuestropueblo y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando deaquél y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, li­bros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia; cuando sea­mos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, nohabrá pugnas entre los hijos de Duarte y los de Toussaint, por­que ni éstos irán a buscar, acosados por el hambre tierras domi­nicanas en que cosechar un mísero plátano necesario a su sus­tento, ni aquellos tendrán que volver los ojos a un país de ori­gen, idioma y cultura diferentes, a menos que lo hagan con áni­mos de aumentar sus conocimientos de la tierra y los hombresque la viven.

Ese sentimiento de indignación viril que los anima ahora conrespecto a Haití, volvámoslo contra el que esclaviza y explota alos dominicanos, contra el que, con la presión de su poder casitotal cambia los sentimientos de todos los dominicanos, los me­jores sentimientos nuestros, forzándonos a abandonar el don dela amistad, el de la discreción, el de la correcta valoración de to­do lo que alienta en el mundo. Y después, convoquemos en sonde hermanos a los haitianos y ayudémosles a ser ellos librestambién de sus explotadores, a que, lo mismo que nosotros,puedan levantar una patria próspera, culta, feliz en la que susmejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la mis­ma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.

Hay que saber distinguir quién es el verdadero enemigo y noolvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pue­blos. Yo sé que Uds. saben esto, que Uds., como yo, aspiran auna patria mejor, a una patria que pueda codearse con las másavanzadas del globo. Y no la lograremos por otro camino quepor el del respeto a todos los derechos, que si están hoy viola­dos en Santo Domingo no deben ofuscarnos hasta llevarnos adesear que sean violados por nosotros en lugares distintos.

Yo creo en Uds. Por eso he sufrido. Creo en Uds. hasta el he­cho de no dolerme que Marrero mostrara a Emilio el papelito quele escribí con ánimo de beneficiarlo y sin ánimo de molestar nipor acción ni por omisión a Emilio. En todos creo, a todos los

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quiero y en su claro juicio tengo fe. Por eso me han hecho sufriresta tarde.

Pero el porvenir ha de vernos un día abrazados, en medio deun mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo en quequepan los haitianos y los dominicanos, y en el que todos losque tenemos el deber de ser mejores estaremos luchando jun­tos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de latierra.

Mándenme como hermano y ténganme por tal.

Juan Bosch

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Ciudad Trujillo,República Dominicana

Julio 12, 1943.

Señor DonJuan Bosch,La Habana, Cuba.

Querido Juan:

Por un impulso de nuestra dominicanidad frente a la incom­prensión cierta o simulada de la realidad dominicana, corres­pondemos a tu carta recibida en la Habana, de fecha 14 de ju­nio, acerca de la dominicanización de las regiones fronterizas,tema que discutimos allí en presencia del ilustre historiador yeconomista cubano Dr. Ramiro Guerra.

Tu declaración de que esas líneas tuyas "acaso sean las últi­mas que produzcas, sobre el caso dominicano como dominica­no"; aun que no niegas que "algún día" vuelvas al tema, pero "yaa tanta distancia mental y psicológica de la patria nativa comopudiera hacerlo un señor de Alaska"; y tu declaración verbal· deque sólo esperas el cumplimiento de ciertos requisitos legalespara renunciar a tu nacionalidad, -caso insólito, porque es la pri­mera vez que un dominicano, tras breve ausencia, desdeña a supatria-, nos redimirían de tratar contigo este problema de carác­ter esencialmente patriótico, por lo dramáticamente ligado anuestra vida, y de raíz netamente americana, por su profundahispanidad.

Sin embargo, deseosos de que la realidad no sea desvirtua­da ni aún por quienes no posean el más leve sentimiento domi­nicano, queremos dejar constancia de nuestras observaciones atu carta.

Estamos completamente de acuerdo tú y nosotros en que lamentalidad y los sentimientos dominicanos frente al caso haitia­no han sufrido transformación sustancial. Tú consideras esecambio incompatible con determinados principios de conviven-

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cia humana que no son sino el fundamento ideológico y políticode la teoría nazista del espacio vital. Nosotros miramos la trans­formación operada como el resultado del nacimiento en nuestropaís de una conciencia política, económica y social suficiente­mente apta para encarar el problema de la convivencia de losdos pueblos en la misma isla sin permitir que seamos los domi­nicanos los destinados a sucumbir como resultado de esa co­munidad.

El gobierno haitiano y tú y todos los dominicanos que co­mo tú se han dado a la tarea de defender posiciones netamen­te haitianas, caso insólito en nuestra historia, si se exceptúa elde Manuel Jiménes, están perfectamente bien penetrados deque ni el gobierno ni el pueblo dominicano pueden alentar mi­ras de conquista ni de penetración imperialista respecto deHaití por la muy simple razón de que los resultados de seme­jante política serían absurdos social y económicamente consi­derados. Nosotros no podemos incurrir en la ingenuidad detratar de obtener por la fuerza lo que no aceptaríamos ni aúnen el caso de que espontánea y pacíficamente se nos ofrecie­ra: la fusión con Haití.

Si tú te despojaras de los odios y las pasiones que quieresencubrir con el manto de un apostolado de última hora y te de­dicaras a estudiar con detenimiento el proceso de las últimasnegociaciones domínico-haitianas podrías percatarte de un he­cho básico en dichas negociaciones: la disposición dominicanaa transigir con necesidades y urgencia de nuestros vecinos queantes no habíamos querido reconocer. Tu obsecación no te per­mite ver que los dominicanos renunciamos a las tradicionalesaspiraciones de Aranjuez, con las cuales pretendimos por mu­cho más de sesenta años reivindicar extensas porciones del te­rritorio actual de Haití. Renunciamos a nuestra tesis tradicionalsolamente por no mantener actitudes incompatibles con la con­vivencia de ambos pueblos en la isla. Si no te cegaran tus ren­cores y si tú no estuvieras tan comprometido con los interesesvitales de una nación extraña, podrías ver que en 1935-36 elpresidente Trujillo por instrumentos internacionales que todosconocemos, se avino a resolver por la limpia vía del entendi-

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miento pacífico y jurídico las numerosas dificultades que surgie­ron en la demarcación fronteriza sólo para poner de relieve sudecidido espíritu de conciliación y su deseo de dar término a unproceso de demarcación que durante casi un siglo conturbó laconvivencia de ambos pueblos en la isla.

Tú y tus compañeros saben todo eso y sin embargo lo callan,porque así conviene a los intereses extranjeros que ustedes sir­ven con tanta devoción y denuedo. Pero eso no es todo, tú sa­bes, además y también lo callas por conveniencia, que despuésde aquellos arreglos en los que con tanto altruismo se condujoel Gobierno dominicano, los intereses haitianos que tu defien­des, prevalidos del espíritu de concordia que hasta entonces ha­bía mantenido nuestro Gobierno, se desbordaron sistemática yorganizadamente sobre lo que ya era territorio dominicano defi­nitivamente limitado y trataron por todos los medios humanosde sembrar nuevamente la confusión y el desorden en las regio­nes fronterizas con el solo fin de abrir el proceso de un nuevo li­tigio que a la postre tendría que resolverse con una nueva am­putación de nuestro territorio. Fue entonces cuando surgieronlos incidentes de 1937, los cuales, según declaración y récono­cimiento oficiales del propio gobierno de Lescot, nuestro mayorenemigo, desde Dessalines, se debieron única y exclusivamen­te a la injustificada, abusiva y desconcertante intrusión de loshaitianos en territorio dominicano. Tú conoces esa situaciónigual que nosotros porque entonces te encontrabas en tu paíscomiendo el pan que te tendía la mano de Trujillo, pero prefieresdedicarte en el extranjero a sembrar de falacias y de sombras elcamino de crucifixión que durante más de tres siglos hemos re­corrido los dominicanos para llegar a donde hoy nos encontra­mos, con el sólo propósito de desvirtuar la finalidad y la natura­leza de una labor que por sí sola hace mendaz e inútil el apos­tolado de que ahora te ufanas, olvidando la ardorosa campañade prensa que en 1937 hiciste para poner en su verdadero pun­to el sentido de aquellos acontecimientos.

El Gobierno haitiano y tú se sorprenden y se duelen de que alfin los dominicanos hayamos transformado nuestra ideologíafrente a Haití. Nosotros no encontramos nada más explicable. A

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los haitianos no podrá cuadrarles nunca que se les hayan cerra­do las puertas del Este, porque ahí está su esperanza de espaciovital. Sin embargo nuestra actitud no difiere en nada de la quehan adoptado otros países del continente, Cuba, por ejemplo,que en su última Constitución acaba de prohibir por siempre laentrada de inmigrantes capaces de "envilecer las condicionesdel trabajo" y la importación de braceros contratados. Esta dis­posición constitucional no ha movido los resortes de tu espíritu;en cambio tus odios ven en la obra de dominicanización fronteri­za ideada y ejecutada por el Presidente Trujillo labor imperialistay desquiciadora de la convivencia de dos pueblos en la isla.

Cuba cierra las puertas a la inmigración envilecedora, perocuenta para hacer efectiva su disposición constitucional con laayuda material de las aguas del océano y con el patriotismounánime de los cubanos, quienes en ninguna época se hanagrupado, como lo hacen tú y tus compañeros, para empeque­ñecer la suerte y los destinos de su país. Nosotros, que no po­demos escindir la isla en dos, para defendernos de aquella inmi­gración que los cubanos, sin tu protesta, califican de tal modo(art. 76 de la Constitución de 1940) tenemos que construir connuestras propias entrañas en la frontera la muralla de interesessociales, económicos y políticos que nos coloque a resguardodel envilecimiento que todos los países civilizados de la tierramantienen a raya. Esa es la única finalidad del plan grandiosoque ejecuta el Presidente Trujillo en la frontera. Tú por ignoran­cia o por mala fe te colocas del lado haitiano para hacer corocontra una natural disposición dominicana de legítima defensa.

Ningún país sobre la tierra ha dedicado sus energías y susposibilidades a resolver problemas y deficiencias sustancialesde otro. Ahora es cuando, amparados por esa misma concep­ción que tu invocas a favor de Haití, las potencias barbarizantesdel Eje han desatado la espantosa tragedia que hoy contempla­mos con la única mira de arrebatarles a los otros los elementosindispensables al normal desenvolvimiento de su vida. Tus argu­mentos en favor de nuestros vecinos los usaron ya El Japón pa­ra atacar a China, Italia para engullirse a Etiopía y Alemania pa­ra tragarse a Europa.

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Se necesita en verdad haber perdido toda noción de domini­canidad para afinnar como tu afirmas "que el pueblo dominica­no y el pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento has­ta hoy -o desde que se fonnaron a la fecha- igualmente some­tidos". Para decir semejante cosa precisa que tu conciencia sehaya nublado hasta la traición. Si tu quieres igualar los orígeneshispanos, cristianos y católicos del pueblo dominicano con elsentimiento fetichista y esclavizante de las masas haitianas es­tás con ello subvirtiendo los más recónditos fundamentos de lasociología dominicana: nuestra historia y nuestra tradición. Esamentira no te la perdonarán jamás las cien generaciones domi­nicanas sacrificadas por el suelo que a ti te dio libertad y digni­dad de ciudadano.

Emilio Rodríguez Demorizi

Héctor Incháustegui CabraJ

Ramón Marrero Aristy

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