Migración: Flujos y reflujos
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Migración: Flujos y reflujos Editorial
Ciudadanos sin.fronteras Pág. l La emigración dominicana hacia España:
factores condicionantes, evolución y desarrollo Juan Manuel Romero Valiente Pág. 5
Iglesia, comunidad e identidad: las experiencias de los dominicanos con la
religión en Nueva York Segundo Pantoja Pág.49 Métodos de contratación de mano de obra
haitiana Olaya Dote! Pág. 73 Desencuentro étnico y reduccionismo
intelectual del problema racial Walter Cordero Pág. 85 Para la historia: dos cartas
Juan Boschy Emilio Rodríguez Demorizi
Héctor lncháustegui Cabra/ y Ramón Marrero Aristy Pág. 103
'Estuáios Sociales
Revista publicadapor el Centro Bonó
Año XXXVNúmeros 129
Julio - Septiembre 2002
Publicación Trimestral.Registrada en la Secretaría de
Estado de Interior y Policíacon el número 5234,el 4 de abril de 1968.
Redactores:Antonio L1uberes
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Jorge CelaJosé Luis Alemán
José Luis SáezManuel Maza
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EDITORIAL
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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129Julio - Septiembre 2002
CIUDADANOS SIN FRONTERAS
Para hablar de migraciones, fácilmente, los estudios de lasciencias sociales incorporan a su lenguaje términos importadosde las ciencias físicas -"flujos", "corrientes", "procesos", "expansión", "atracción", "asimilación", "fusión", "rechazo"- comosi quisieran hacernos entender que los fenómenos migratoriosobedecen a fuerzas vitales de carácter casi natural. Más allá delas historias personales y las lógicas individuales que motivan losdesplazamientos de muchas personas, ¿no hay realmente factores generales y de naturaleza colectiva que influyen y condicionanla toma de decisiones individuales? ¿Podría así la teoría de los vasos comunicantes describir y explicar la onda migratoria europeadel siglo XIX y de la primera mitad del XX hacia los Estados Unidos y los países de América Latina? ¿Daría cuenta de la historiade las decenas de millones de europeos -ingleses, irlandeses,italianos, españoles, alemanes, etc.- y asiáticos que dejaronatrás míseras parcelas agrícolas y/o situaciones de persecuciónpolítica o religiosa y buscaron mejor suerte en las vastas tierrasdel llamado Nuevo Mundo -sobreponiéndose, la mayoría de lasveces, con fuerza y violencia, a sus moradores tradicionales- oen el bullicio de las fábricas y la vorágine de las ciudades y estosin decir nada de otros tantos millones que emigraron con la misma ilusión y tomaron el camino de Africa o Oceanía?
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Fuerzas de "atracción" y "expulsión" se combinaron misteriosamente, a lo largo de la historia de la humanidad, y dirigieronlos pasos de millones de hombres y mujeres hacia nuevas ooortunidades de vida. La estatua de Giacometti L'homme qui mar
che -El hombre que camina- bien podría constituirse en paradigma de esta ave migratoria dotada de razón pensante que conocemos bajo el vocablo de hombre. El ser humano se revelacomo un eterno caminante en busca del futuro que le garanticela vida y la posibilidad de dejar su impronta en la tierra. Su historia ha puesto de manifiesto su inagotable capacidad de adaptación a la diversidad del medio donde le ha tocado vivir y su extrema ingeniosidad para superar cualquier traba que se contrapone a su libre desarrollo. Si Giacometti pudo artísticamentedescribir con tal calidad y propiedad la realidad humana ¿cómosorprenderse -y peor aún indignarse- en el día de hoy frentea las nuevas corrientes migratorias que traducen conjuntamente el deseo y la necesidad de las mujeres y los hombres de responder a los desafíos que los plantea la realidad?
¡Extraños tiempos que los nuestros, cuando los pensadoresneoliberales, presidentes de multinacionales, delegados de instituciones financieras internacionales y aliados políticos trabajansin descanso para convencernos de las bondades y virtudes dellibre mercado y no muestran la mínima preocupación por la vidade quienes tienen real vocación a la libertad y la universalidad!En un mundo global ¿no tendrían los seres humanos derecho acruzar fronteras y romper barreras incluso antes que sus bienesy capitales?
Las condiciones del desarrollo socio-económico de los pueblos cambian sin tregua y explican la correlativa inversión de algunas de las corrientes migratorias actuales, por ejemplo, lasque, en las últimas décadas, mueven caribeños y latinoamericanos hacia Estados Unidos y Europa, dando así a esta última laoportunidad de rejuvenecerse con el retorno de parte de losdescendientes de sus hijos emigrados en el ayer. En este contexto. Juan Manuel Romero Valiente, que en trabajos anteriores
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presentados en Estudios Sociales, estudió la presencia española en el país, analiza con minuciosidad la historia de la presencia creciente de los/as dominicanos/as en España y los motivosde esta nueva página de lo que podríamos llamar "la continua
da y cambiante historia de las migraciones humanas". A su vez,Segundo Pantoja presenta algo de la experiencia migratoria delos/as dominicanos/as en Nueva York y analiza cómo la alta participación de los/as mismos/as en las diversas iglesias hispanohablantes, católicas o protestantes, responde a su necesidad demantener un espacio significativo donde compartir su vivenciacultural y lingüística con compatriotas y otros inmigrantes caribeños y latinoamericanos.
Con la investigación de Olaya Dotel sobre los métodos decontratación de la mano de obra haitiana en República Dominicana presenciamos in situ parte de las injusticias y precariedades a los cuales son sometidos los inmigrantes haitianos en elpaís y cómo el carácter informal y la ausencia de contrato legal,en la mayoría de los casos, generan, primero para los trabajadores haitianos y luego, para sus mismos empleadores, efectosnegativos y perniciosos, tanto a corto como a más largo plazo.
Walter Cordero echa mano de las ciencias sociales y la historia para intentar desatar algunos de los nudos del estado actual de las relaciones domínico-haitianas y de lo que él llama"desencuentro étnico". Su artículo nos lleva al encuentro de lasraíces de dicha situación y nos invita a abrir caudales nuevos deconvivencia entre los dos pueblos de la Isla.
Para concluir este número incluimos un documento históricoque ilumina de manera magistral los debates de hoy sobre lasrelaciones domínico-haitianas. En una carta de 1943, escritadesde el exilio y dirigida a unos intelectuales dominicanos comprometidos con Trujillo, Juan Bosch da una muestra ejemplar delhumanismo y de la ética que guiaron toda su vida. Allí, Don Juanpresenta los motivos por los cuales se niega rotundamente acaucionar la política racista y antihaitiana del régimen trujillista y
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proclama el derecho del más pobre -el haitiano en aquel entonces de la historia- a buscar y encontrar acogída en la tierra delmenos desafortunado. Lamentablemente, la respuesta a continuación de los destinatarios de su carta y de muchos otros parecidos atestiguan, con dichos y hechos, hasta la fecha de hoy,que palabras como ética, solidaridad, etc. carecen de sentidopara quienes se niegan a asumir los derechos y deberes inherentes a la condición humana: "Nuestro deber como dominica
nos Que formamos parte de la humanidad 1 es defender al pue
blo haitiano de sus explotadores, con igual ardor que al pueblo
dominicano de los suyos". (sic). Nos queda como desafío, asumiendo las semejanzas y diferencias de contextos, actuar políticamente de tal forma que ni aquí ni allá -Puerto Príncipe. Nueva York, Madrid, Bagdad o cualquier otro lugar del planeta- nadie se sienta en tierra extraña y sea atropellado y discriminado.
El subrayado es nuestro.
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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA:FACTORES CONDICIONANTES, EVOLUCiÓN YDESARROLLO*
Juan Manuel Romero Valiente**
ResumenCon la reestructuración de la Unión Europea, España ela
bora una nueva Ley de Extranjerfa a finales de los 80 que afectará una corriente creciente, desde los inicios de la década, deinmigración dominicana. El artfculo analiza los procesos extraordinarios de regularización de extranjeros, la participación-o no- de los dominicanos en los mismos, las cadenas migratorias y las redes de información y asistencia, las polrticas decontingentes laborales (nichos laborales), de apoyo a la reagrupación familiar y de apoyo a la adquisición de la ciudadanfa española. Paradójicamente, aunque los inmigrantes dominicanos se ven sometidos a más exigencias, la nueva regulación ayuda a aumentar el flujo de la emigración dominicanahacia España.
Este trabajo constituye un resultado parcial del proyecto de investigacióntitulado Migraciones entre la República Dominicana y España: implicacio
nes geopolíticas, socioeconómicas y territoriales, desarrollado en los tresúltimos años bajo mi dirección y con el auspicio de la Junta de Andaluda(Convocatoria de Ayudas a proyectos de cooperación interuniversitaria con
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AbstractWith the beginning of the 80's, a steadily increasing stream
of immigrants from the Dominican Republic begins to flow into Spain. With the overhaul of the European Union, Spain launches a new immigration law towards the end of the 80's, whichhas its effects upon this immigration. The article studies theextraordinary processes of regularization which where then put¡nto play for the benefit of the illegal migrants, and the participation -or not- of the Dominicans in the same. It also studiesthe migratory chains, which pull the Dominicans into Spain,and the nets of information and support, which take them in.Although with the new regulations the Dominican immigrantsface stricter control s, paradoxically the emigration flow fromthe Dominican Republic to Spain increases and gains consistency. The policies of labor contingents (geared to unfilledspots in the labor market), as well as the policies of family reunification and supporting the acquisition of the Spanish citizenship, help in this respect.
1. Introducción: marco general y rasgos más relevantes
La emigración de dominicanos hacia España puede considerarse como un fenómeno reciente, ya que sólo ha comenzado aadquirir una relativa importancia en cuanto a volumen en los últimos quince años. Aunque este fenómeno se enmarca, de manera general, dentro del amplio proceso de la emigración dominicana hacia el exterior, que se desarrolla con magnitudes relevantes desde la década de los 60 del siglo XX y con caracteresde verdadero éxodo masivo desde los años 80, para su explica-
pafses de habla hispana de Centroamérica y el Caribe insular, 1996). Supone, por otra parte, una continuación y profundización en la investigaciónrealizada anteriormente sobre las migraciones exteriores de República Dominicana, que fue dirigida por el Dr. Florencio Zoido Naranjo y presentadacomo Tesis Doctoral el 15 de marzo de 1996 en la Universidad de Sevilla.Agradezco a Gloria Lora-Tamayo sus apreciaciones y sugerencias al texto,y a José Montaño Medina su colaboración en la elaboración de los gráficos.Profesor Titular del Departamento de Geografía de la Universidad de Huelva (España). Profesor Visitante del Instituto Geográfico Universitario(UASD)
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ción es necesario tener en cuenta además una serie de factoresmás específicos, algunos de ellos estrechamente relacionadoscon la evolución socioeconómica, laboral y de la política migratoria en España.
En cualquier caso, y como consecuencia de este proceso, elnúmero de dominicanos en nuestro país ha pasado de, algo menos de un millar a principios de la década de los 80, a cerca de45,000 en la actualidad'. Crecimiento éste que, en términos relativos, se sitúa muy por encima del registrado por la mayoría delas colonias extranjeras en España y, por supuesto, del conjunto de residentes foráneos.
Esta migración ha hecho que, hoy día, la colonia dominicanaposea un notable peso, tanto en términos absolutos como relativos, dentro del conjunto de la población extranjera en España.Los dominicanos constituyen, por una parte, la octava nacionalidad extranjera en número de residentes y, codo a codo, conPerú, la primera entre las de países iberoamericanos. Por otra,es, junto a la portuguesa y la marroquí, la nacionalidad que, conrelación a la población de su país de origen, tiene mayor proporción de personas residiendo en España. Aproximadamente, unode cada doscientos dominicanos vive en España, proporción similar a la de las otras dos nacionalidades, a pesar de que éstas
Esta cifra, que debe ser considerada con carácter aproximativo, ha sido obtenida como resultado de la suma de: permisos de residencia en vigor al31-12-99 (26,854), número de dominicanos que han obtenido la nacionalidad española entre 1960 y 1999 (8,898); número de estudiantes dominicanos en España en 1999 (126); dominicanos que durante el presente año2000 han entrado, de manera regular, para residir en España (4,000 aproximadamente, estimación tomando como base años anteriores); dominicanos que se encontraban en situación irregular y han acudido al proceso deregularización llevado a cabo entre marzo y julio de este año (algo más de2,000, estimación basada en datos de la regularización al 19 de junio). Este trabajo fue concluido en septiembre de 2000, por lo que todos los datostienen como referencia final dicha fecha. Actualmente -septiembre de2001-, la cifra de dominicanos en España supera ligeramente las 50,000personas.
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gozan de la ventaja de que sus respectivos países son fronterizos con el nuestro.
La colonia dominicana presenta, además, en términos generales, unos rasgos sociodemográficos muy singulares y característicos, entre los que destacan el elevado predominio femenino(tres de cada cuatro son mujeres) y su estrecha vinculación laboral al servicio doméstico (cuatro de cada cinco personas conempleo). Desde el punto de vista estrictamente geográfico, cabe reseñar la destacada presencia de personas oriundas de determinados municipios de la región Suroeste (Vicente Noble, Tamayo, Postrer Río, etc.), así como su concentración en las dosgrandes aglomeraciones urbanas españolas, especialmenteMadrid y su área metropolitana, donde viven casi la mitad del total de residentes en nuestro país.
En este contexto, el objetivo de este trabajo es analizar, concierto nivel de profundización y detalle, la evolución y desarrollode esta migración, haciendo referencia además alas factoresque intervienen en este proceso. Como quiera que ra migracióndominicana hacia España se desarrolla fundamentalmente enlas dos últimas décadas, nuestro análisis se centrará prioritariamente en sus etapas y fases más recientes.
2. Factores condicionantes de la migración
Este desarrollo reciente de la migración dominicana hacianuestro país se explica en virtud de una serie de factores generales y otros más específicos, que conjugan elementos tantoestructurales como de carácter microsocial. Los factores generales, y de carácter más estructural, explican la evolución delproceso migratorio general en ambos países, es decir, el impulso de la emigración en República Dominicana y el de la inmigración en España. Los factores específicos, donde tienen un peso evidente los aspectos de carácter microsocial, están relacionados con el incremento de relaciones a todos los niveles (eco-
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nómicas, sociales, culturales, etc.) entre los dos países, así como con el desarrollo en España de nichos de demanda laboralen ocupaciones muy concretas y relativamente poco calificadas del sector servicios, insatisfactoriamente cubiertas por lamano de obra local.
Los factores generales que explican, en términos macroestructurales, este proceso son de tres tipos: expulsión, direccióny atracción.
• Factor de expulsión. El agudo deterioro que experimentan lascondiciones de vida de una gran parte de la población dominicana, sobre todo desde mediados de la década de los 80del siglo XX. La crisis del modelo agroexportador, el empujede una demografía en crecimiento y el incremento extraordinario de la población en edad de trabajar, así como la deficiente gestión pública de los sucesivos gobiernos (gravescasos de corrupción, etc.), van a provocar a medida queavanza dicha década un clima de inestabilidad social y económica (huelgas, devaluaciones monetarias, pérdida de valoradquisitivo de los salarios, etc.) e insatisfacción colectiva quevan a encontrar en la emigración hacia el exterior su principal válvula de escape.
• Factor de dirección. El incremento para los dominicanos delas dificultades de ingreso en sus principales destinos tradicionales, Estados Unidos y Puerto Rico, así como la pérdidade atractivo de Venezuela. Paradójicamente, es en el momento en que la emigración se hace más necesaria para muchos dominicanos cuando la legislación norteamericana evoluciona en el sentido de hacer más impermeables las fronteras de su territorio y aplicar medidas coercitivas de mayorcalado contra la inmigración clandestina e irregular. La promulgación de la Inmigration Reform and Control Act (IRCA)
de 1986 y, quizás en menor medida, de la Inmigration Act de1990, son exponentes de esta política. Por otra parte, Venezuela, que había sido, sobre todo en los años 70' (boom eco-
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nómico estimulado por la subida de los precios del petróleo),un destino atractivo para varios miles de dominicanos, dejade serlo en gran medida desde mediados de la década de los80 como resultado de la importante recesión económica ydel incremento de la conflictividad social que vive este país.
• Factores de atracción. La óptima coyuntura económica quevive España, sobre todo entre 1985 y 1991, coincidiendo consu incorporación a la Comunidad Europea y estimulada a lavez por las actuaciones de toda índole que se desarrollan teniendo, en buena parte, como horizonte los grandes eventosdel año 1992 (Exposición Universal de Sevilla, Juegos Olímpicos de Barcelona). Esta bonanza económica va a llevaraparejada una mejora de los niveles salariales y, en menormedida, de empleo, así como un desarrollo social (mejora delsistema sanitario y de prestaciones sociolaborales, etc.), quevan a hacer de España un país atractivo para la inmigración,máxime para la procedente de países iberoamericanos, debido a los nexos socioculturales existentes y, en virtud de ello,España se constituirá en su principal acceso y puerta de entrada a Europa.
Sin embargo, las singulares características sociodemográficas de la emigración dominicana hacia España, así como supropia selectividad geográfica, hacen que este fenómeno no seexplique suficientemente sin tener en cuenta otros factores másespecíficos, algunos de carácter microsocial.
• El extraordinario crecimiento de las relaciones económicas ysocioculturales entre España y la República Dominicana vana incrementar los flujos de bienes, servicios y capitales entreambos países, y, en relación con ello, los desplazamientos depersonas a uno y otro lado del Océano Atlántico, muchas delas cuales con proyectos de residencia temporal o permanente. Es de destacar, en este sentido, el incremento de loslazos laborales y familiares que van a implicar la migraciónhacia España de muchos ciudadanos dominicanos, tanto en
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calidad de profesionales (odontólogos, muy especialmente) uoperarios (empleadas de hogar, fundamentalmente), comode cónyuges y allegados (ascendientes, descendientes,adoptados, etc.) de ciudadanos españoles. El incrementoprogresivo de las conexiones aéreas y el número de vuelosentre los dos países, así como la escasez de impedimentoslegales efectivos de que gozan los dominicanos para entraren España hasta la imposición del visado obligatorio en juniode 1993, facilitan este proceso.
• El desarrollo en España de una demanda de mano de obrafemenina, dócil y barata para ejercer actividades, sobre todoen el subsector de los servicios personales, especialmente eldoméstico, donde se asiste a una contracción de la oferta defuerza laboral autóctona. Este crecimiento de la demanda está vinculado, entre otras razones, a la mejora de las rentas yniveles de vida, la incorporación al trabajo de la mujer española, el progresivo envejecimiento de la población, y, en relación con todo ello, el incremento del número de menores, ancianos y discapacitados que necesitan de atenciones y cuidados personales. Se debe tener en cuenta, no obstante,que este aumento general de la demanda puede también estar, en parte, estimulado por la posibilidad de obtener estosservicios personales a unos costes laborales mucho más reducidos que los que se derivarían del empleo de trabajadores españoles o comunitarios. Máxime, considerando lasprecarias condiciones socioeconómicas en que se encuentran muchas de estas personas, así como, en no pocos casos, su situación irregular o de permanencia inestable en España.
• La especial situación de subdesarrollo que padece la regiónSuroeste de la República Dominicana, especialmente los municipios situados en torno al Lago Enriquillo y a lo largo de lafrontera con Haití, donde se registran los niveles de pobrezamás elevados de todo el país (Ramírez y Duval, 1994: 9). Situación, que está relacionada no sólo con las características
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naturales de parte de su territorio (semidesértico), sino sobretodo con su posición periférica respecto a los circuitos económico-productivos internos y fronteriza con el estado máspobre de América, la República de Haití, con el que los contactos e intercambios no son lo suficientemente fluidos.
• La más que probable inserción, con carácter de pioneros, delos emigrantes procedentes del Suroeste de República Dominicana en los nichos de demanda laboral existentes en España, especialmente el servicio doméstico. Hecho que propicia el establecimiento y desarrollo de cadenas migratoriasmuy activas desde determinados municipios de dicha región.Máxime aún, teniendo en cuenta la escasa participación desus habitantes en la emigración hacia los Estados Unidos,Puerto Rico o Venezuela, lo que reduce notablemente susposibilidades de generación de vínculos migratorios con estos países, donde sí tienen un protagonismo destacado losoriundos de las regiones Cibao (Estados Unidos) y Este(Puerto Rico).
3. Evolución y desarrollo del proceso migratorio
Visto con una cierta perspectiva temporal, en el proceso dela emigración dominicana hacia España pueden identificarsedos períodos:
• El primero, más dilatado en el tiempo, que se extendería desde el nacimiento de la República Dominicana como estadoindependiente (1844) hasta principios de la década de los 80del siglo XX, el cual se caracterizaría por un flujo migratoriomuy tenue, a manera de goteo, que da lugar a una coloniacon escaso número de efectivos, siempre inferior al millar.
• El segundo, que se extiende aproximadamente desde mediados de la década de los 80 hasta la actualidad, en el que seproduce un extraordinario aumento del flujo migratorio, el
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cual va a dar lugar a la creación y consolidación de una nutrida colonia de residentes que, a mediados del año 2000,estimamos se aproxima a las 45,000 personas.
Dentro de estos dos períodos pueden distinguirse, no obstante, distintas etapas y fases que obedecen, generalmente, acambios sociopolíticos en República Dominicana y a otros másrelacionados con la política migratoria y de extranjería en España. Estos últimos son, sobre todo, los que definen el ritmo delproceso migratorio en sus fases más recientes.
3. 1. Goteo migratorio y escaso número de residentes (siglo XIX
principios de los años 80 del siglo XX)
El número de dominicanos que emigran y residen en Españapuede considerarse casi irrelevante hasta el primer lustro de ladécada de los 80 del siglo XX. La información censal existente yla documental disponible no nos permiten ofrecer datos al respecto hasta el último tercio del siglo XIX. Es muy probable, sinembargo, que a lo largo de toda esa centuria, y como había sido común durante el período colonial, algunos dominicanos ohispano-dominicanos viajaran a la madre patria con el objeto deresidir temporal o permanentemente en ella, dadas las vinculaciones económicas, socioculturales y familiares que unen ambos países desde fines del siglo ';N. Este pequeño flujo o vaivénestaría conformado, básicamente, por personas de clases acomodadas (hombres de negocios, estudiantes, primeros turistas,etc.), exiliados políticos y familiares de emigrantes españoles enRepública Dominicana. Composición ésta, que va a permanecercasi inalterable durante todo el siglo XIX y gran parte del siglo XXhasta las dos últimas décadas de éste último.
Del año 1877, fecha de realización del tercer censo modernode la población española, es el primer dato estadístico publicado en el que se cuantifica la presencia dominicana en España,cuyo número se establece en 31 personas. Cifra ésta que se nos
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antoja algo reducida, sobre todo teniendo en cuenta que, tras elfin de la Guerra de la Restauración que había acabado con unnuevo período de dominación española (1861-1865), es posibleque retornaran a España un buen número de familias hispanodominicanas, así como dominicanos que habían apoyado laanexión a su vieja metrópoli. En cualquier caso, los datos publicados durante el último tercio del siglo XIX y el primero del sigloXX, obtenidos como el anterior de los censos demográficos publicados en España durante dicho período (cuadro 1), continúanindicando una escasa presencia de dominicanos en el solar ibérico, evaluada en sólo tres o cuatro decenas de personas.
Cuadro 1. Dominicanos censados o empadronados enEspaña (1877-1998)*.
Número total y crecimiento medio intercensal.
Año Número Crecimiento medio anual (%)
1877 31 -
1887 8 -7.4
1900 23 14.4
1910 39 7.0
1920 6 -0.8
1930 36 0.0
1950 153 16.2
1970 739 19.2
1986 1,258 4.4
1991 3,285 32.2
1996 12,932 58.7
1998 16,688 14.5
Fuente: Censo de Población de España (1877-1991) y Padrón Municipal de
Habitantes (1975, 1986, 1996 Y 1998). Elaboración propia.• Las publicaciones de los censos de 1940, 1960 Y 1981, así como la del Pa
drón de 1975, no recogen datos desagregados sobre nacidos y/o nacionales dela República Dominicana.
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A mediados del siglo XX, y sobre todo durante la década delos cincuenta, el número se elevaría algo hasta situarse por encima del centenar de personas. Este incremento debe explicarse por el estrechamiento de relaciones entre ambos países (mayor presencia diplomática, estudiantes que vienen a formarse oespecializarse en España, etc.), la llegada de algunos refugiadospolíticos disconformes con el régimen de Trujillo, y el retorno dealgunas familias mixtas hispano-dominicanas surgidas del proceso de emigración española hacia República Dominicana, quehabía cobrado cierta relevancia durante la primera mitad de dicha centuria.2
Este, que bien puede calificarse como goteo migratorio, semantiene durante el primer lustro de la década de los 60, aunque con una ligera tendencia alcista sobre todo a partir de queel asesinato de Trujillo (30 de mayo de 1961) y el desmoronamiento de su régimen (noviembre de 1961) redujesen los férreoscontroles establecidos para la salida de dominicanos de su país.Como resultado de ello y de la situación caótica e insegura quevive la República Dominicana durante los años inmediatamenteposteriores al fin de la dictadura (golpes de estado, cambios degobierno, huelgas, etc.), el número de dominicanos en Españase incrementa progresivamente, pasando de algo más de uncentenar a fines de 1961 a unos 400 al estallar la Revolución deabril de 1965. Paradójicamente, el flujo estará ahora alimentadoen parte por los miembros del gobierno y simpatizantes del descabezado régimen de Trujillo, entre los que cabe destacar a supropio hijo y delfín, Ramfis.
2 Durante esta década de los 50 es significativo el ligero incremento que seproduce en el número de permisos de residencia de ciudadanos dominicanos en los años 1956 y 1957 (87 en 1955; 107 en 1956; 102 en 1957; 86 en1958), que coinciden con el retorno a España de un buen número de los españoles (agricultores, técnicos, etc.) que se habían desplazado a mediadosde la década de los 50 al país caribeño respondiendo a las demandas migratorias (colonización agrícola, Feria de la Paz) expresadas por el gobierno dominicano encabezado por Trujillo. Sin duda. algunos de estos emigrantes retornados vendrían acompañados por familiares y allegados denacionalidad dominicana.
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A mediados de la década de los 60, y en relación con el desarrollo de la Guerra Civil que tuvo lugar en Santo Domingo desdefinales de abril hasta principios de septiembre de 1965, y sus posteriores consecuencias, se incrementa sensiblemente dicho goteohasta elevar el número de residentes por encima de 500 a fines deese año y a más de 700 en 1967. El propio miedo a los desastresde la guerra, la disconformidad con el nuevo régimen político surgido de la contienda civil, así como los cambios que empiezan aoperarse en la sociedad española (tímida apertura política, desarrollo económico) parecen ser los factores que estimularon, sobretodo a estudiantes e intelectuales criollos y a algunas familias mixtas ligadas al exilio republicano y al mundo empresarial, a fijar suresidencia, al menos temporalmente, en España. Un ejemplo relevante sería el del ex-presidente Juan Bosch quien, tras la victoriade su adversario político Joaquín Balaguer en las elecciones demayo de 1966, se exilió en España durante varios años, dondeconcebiría algunos de sus principales escritos.
Entre 1968 Y 1978, coincidiendo con el momento de desarrollo económico que experimenta la República Dominicana durante el primer gobierno constitucional de Joaquín Balaguer (los denominados Doce Años, 1966-1978), el flujo de dominicanos semantiene (estudiantes, sobre todo), pero se estabiliza en número, experimentando el de residentes un ligero pero continuadodescenso (de 707 en 1967 se pasa a 405 en 1978). No cabe duda, que en este descenso incidió notablemente el hechO de quedurante este período casi un centenar de dominicanos obtuviesela nacionalidad española, proceso que había afectado anteriormente a muy pocas personas (sólo cuatro entre 1956 y 1969).
A partir de 1979 se produce un nuevo incremento del númerode dominicanos, rebasándose en 1980 con 775 residentes la cota máxima anterior registrada más de una década atrás, en 1967.En cualquier caso, a principios de la década de los 80, la presencia de dominicanos es todavía insignificante en la sociedad española y dentro del propio conjunto de la población extranjera residente en nuestro país (0.4% entre 1980 y 1982), lo que explica
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que en las publicaciones del censo de población de 1981 no aparecieran datos desagregados para esta nacionalidad caribeña.
Gráfico 1. Dominicanos residentes en España (1955-1999).*
Evolución del número de residentes dominicanosen España (1955-1999)
i25000
'O 20000. ~ .. 15000"O
~ 10000E.::>Z
5000
, i ! ~ ~ ! I _ ~ ; ; ; ! ~ ! ~ ! ! ! ~ ! ~
AfIo
~ : Anuario Estadístico de España (1956-1994), Instituto Nacional deEstadistica. Anuario Estadístico de Extranjerfa (1994-1998), Comisión Interministerial de Extranjerfa - Ministerio del Interior. Elaboración propia.
• Datos tipo stock que corresponden al número de permisos de residenciaen vigor al 31 de diciembre de cada año.
3,2. El desarrollo de la migración masiva (mediados de la dé
cada de los 80 del siglo XX - actualidad)
Aunque la tendencia venía ya ineinuándose desde fines de la década de los 70 (463 residentes en 1977,601 en 1979, 939 en 1981),no será hasta mediados de los 80 cuando la migración de dominicanos hacia España deje de ser un pequeño goteo para convertirse en una corriente de relativa importancia. Es a partir de este momento cuando se produce un incremento sustancial del flujo de dominicanos hacia nuestro país, dando lugar al desarrollo de un verdadero fenómeno migratorio que se mantiene hasta la actualidad.
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Esta migración, aunque no puede llegar a calificarse totalmente de masiva, sobre todo si se toman como referencia las magnitudes de la diáspora dominicana en Estados Unidos (casi un millón de emigrantes), posee unas dimensiones e implicaciones sociales lo suficientemente importantes como para ocupar un lugarde primer orden en la historia más reciente de las relaciones entreEspaña y la República Dominicana. En este sentido, los datos sonelocuentes y hablan por sí solos: de algo menos de un millar dedominicanos residiendo en España a principios de la década delos 80, se ha pasado a casi 45,000 en la actualidad. Y ello, pesea que este proceso ha coincidido en el tiempo con la puesta enmarcha y desarrollo en España de una política de extranjería queimpone limitaciones y restricciones jurídicas a la inmigración, sobre todo la procedente de países del denominado Tercer Mundo.
Además de su dimensión relativa y la rapidez de su desarrollo, el otro hecho que mejor define a la migración dominicana hacia España durante este segundo período y lo distingue del anterior es la sustancial modificación operada en el perfil sociodemográfico de los actores que intervienen en el proceso. Si desde el siglo XIX hasta el primer lustro de la década de los 80 delsiglo XX, esta migración se caracterizaba por su reducido número y relativa calificación, estando compuesta fundamentalmentepor estudiantes universitarios, intelectuales, profesionales y exiliados políticos, en este nuevo período se desarrolla un flujo mucho más cuantioso y activo, pero que, en términos generales,presenta rasgos muy diferentes al anterior. Ahora, los principales protagonistas del proceso van a ser trabajadores, especialmente mujeres oriundas de determinados enclaves geográficosde la Región Suroeste de la República Dominicana, que se desplazan a España para emplearse en ocupaciones vinculadas alsubsector de los servicios personales que exigen una escasacualificación socioprofesional.
El desarrollo del proceso en este período de migración masi
va no ha sido, sin embargo, totalmente homogéneo, sino que enél pueden distinguirse dos etapas. La primera, que se extiende
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desde el primer lustro de la década de los 80 hasta finales delmes de mayo de 1993, en la que se produce el despegue y aceleración de la migración masiva, la cual se desarrolla en términosgenerales por cauces ajenos a la regularidad. La segunda, que seinicia con la imposición de visado obligatorio a los dominicanospara entrar en España y se mantiene hasta la actualidad, en laque se asiste a una regulación y progresiva normalización del flujo migratorio, así como a la estabilización y paulatina integraciónde esta colonia caribeña en nuestro país. No obstante, en cadauna de estas dos etapas pueden diferenciarse diversas fases quedefinen, bien momentos de transición entre aquellas, bien cambios de ritmo dentro de ellas, o simplemente marcan pequeñoshiatos provocados por anomalías muy específicas en el proceso.
Gráfico 2. Dominicanos residentes en España (1983-1999).*
30000
25000U)QI-e 20000QI'O"¡~ 15000QI'O
10000o..QI
E 5000.;,z
O(W) 10 r-.. O> ..... (W) 10 r-.. O><Xl <Xl <Xl <Xl O> O> O> O> O>O> O> O> O> O> O> O> O> O>..... ..... ..... ..... ..... ..... .....
Año
Fuente: Anuario Estadístico de España (1983-1994), Instituto Nacional deEstadística. Anuario Estadístico de Extranjería (1994-1998), Comisión Interministerial de Extranjería - Ministerio del Interior. Elaboración propia.
'Datos tipo stock que corresponden al número de permisos de residencia vigentes al 31 de diciembre de cada año.
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3.2.1. Despegue y aceleración de la migración
Desde principios de los años 80 hasta finales del mes de mayo de 1993 se produce la puesta en marcha y aceleración del reciente proceso de migración relativamente masiva de dominicanos hacia España. Este desarrollo inédito, con carácter casi explosivo en determinados momentos, se ve favorecido y, de alguna manera, también estimulado, por la escasez de medios legales que regulen e impidan la libre entrada de dominicanos en territorio español. Máxime, teniendo en cuenta que, en septiembrede 1966 los gobiernos de España y la República Dominicana habían suscrito un acuerdo de supresión de visados3
, que se mantiene vigente a lo largo de toda esta etapa.
y ello pese a que, desde la promulgación en 1985 de la comúnmente denominada Ley de extranjería' y en 1986 de su reglamento de ejecuciónS, se incrementan los requisitos necesarios para la entrada, permanencia y obtención de permiso detrabajo de los ciudadanos no comunitarios en España. Situación ésta a la que van a saber responder y adaptarse los migrantes dominicanos entrando legalmente en España, especialmente en calidad de turistas, como por otra parte venía siendocomún y normal desde décadas precedentes, para una vezdentro de su territorio, y agotado el plazo de vigencia máximode su presumida estancia temporal, permanecer residiendo demanera irregular.
El primer lustro de la década de los 80 va a definir la transición entre el goteo migratorio del período anterior y el despegue
3
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Acuerdo de supresión de visados de 27 de septiembre de 1966 entre España y la República Dominicana (Canje de notas del 27 de septiembre de1966, publicado en el B.O.E. del 18 de noviembre de 1981).Ley Orgánica 7/1985 del 1 de julio, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España (B.O.E., núm. 158, del 3 de julio de 1985).Real Decreto 1119/1986 del 26 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de ejecución de la Ley Orgánica 7/1985 del 1 de julio. sobre derechos y libertades de los extranjeros en España (B.O.E., núm. 140, del12 dejunio de 1986: corrección de errore¡; en B.O.E., núm. 175. del 23 de julio).
LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA
de la migración masiva. Durante los años 1981 a 1985 se produce un lento, pero continuo, incremento (en torno al 10% anual)de la población dominicana residente en España, que comienzaya a nutrirse de personas con rasgos sociodemográficos diferentes a las del período precedente. Estos nuevos migrantes,fundamentalmente mujeres que vienen a trabajar en el serviciodoméstico, van a constituir las primeras semillas, a partir de lascuales va a desarrollarse buena parte de la migración masivasubsecuente. La fase de despegue de ésta se hace especialmente evidente desde 1983, año en el que el número de dominicanos con permisos de residencia en vigor supera, por primera vez, el millar.
Desde 1986 el proceso comienza a despegar con relativafuerza y en los años 1988-1989, aunque con cierta timidez todavía, a manifestar síntomas evidentes de aceleración. Esta, sinembargo apenas es perceptible en las estadísticas de flujo migratorio y de stocks de permisos de residencia, debido fundamentalmente a que tras la entrada en vigor de la ley de extranjería se hace más difícil la permanencia estable en España y, como consecuencia, el proceso comienza a desarrollarse, en buena parte, en condiciones de irregularidad.
No obstante, durante el año 1986 se produce un aumentosignificativo, casi del 40%, del stock de permisos de residencia,lo cual no obedece tanto a un súbito incremento del flujo, sino alos efectos del primer proceso extraordinario de regularización
de extranjeros que tiene lugar en España entre julio de 1985 y
marzo de 1986, tras la promulgación de la ley de extranjería. Según datos del Ministerio del Interior, 472 solicitudes de regularización fueron presentadas por ciudadanos dominicanos. Deellas el 44.1 % correspondían a personas que deseaban obtenerun permiso unificado de residencia y trabajo, otro 44.1 % aspiraban exclusivamente al permiso de residencia (no autoriza paratrabajar), y eI11.8% restante sólo tenían intención de regularizary/o prolongar su estancia. Aunque el 88.4% de las solicitudes seresolvieron positivamente, y en este sentido el proceso extraor-
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dinario de regularización puede calificarse de generoso, la formaen que lo fueron no satisfizo a la comunidad dominicana (Cerón,1994: 15) y extranjera en general (Izquierdo, 1992: 186-187).
Buena prueba de esto último es que, de las solicitudes presentadas por ciudadanos dominicanos para obtener el permisounificado de residencia y trabajo (208 en total), sólo algo más deun tercio (83 solicitudes) fueron resueltas positivamente. Estehecho, unido al elevado número de resoluciones que fallaron afavor de estancias y residencias sin renovación (18.2% y 26.1 %,respectivamente), las no resueltas (7.8%), así como las que dieran como resultado la expulsión y devolución de los solicitantes(3.6% y 0.2% respectivamente; 18 personas en total), hizo quesólo un centenar, menos de una cuarta parte, de los dominicanos que habían acudido al proceso de regularización salieranplenamente satisfechos de sus resultados.
De este proceso, llama la atención sin embargo, la relativamente escas.a participación de dominicanos (472 solicitantes),que sólo suponen un 1.2% del total de las solicitudes presentadas por extranjeros. Máxime, cuando por esas fechas el Colectivo lOE (1987: 96) estima el número de dominicanos indocumentados en unos 7,000. Cifra ésta que, aunque nos parece atodas luces exagerada (no debían superar los 1,500-2,000 a fines de 1986 según se desprende de la evolución posterior delfenómeno), hace entrever una reducida participación de este colectivo en el primer proceso extraordinario de regularización,bien por falta de información y/o de motivación tras la dificultaden obtener los documentos requeridos, bien por desconfianza yrecelo ante los resultados de las primeras resoluciones.
Este nuevo contexto debió provocar, como bien apunta Paloma Cerón (1994: 15), un cierto miedo e inseguridad entre losinmigrantes dominicanos que, a partir de este momento, comenzarían a desconfiar de los cauces legales para entrar y conseguir una permanencia estable en España. Quizás como resultado de todo ello, así como de los procesos de depuración y ac-
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tualización que desarrolla el Ministerio del Interior en sus ficheros de extranjeros6
, se asiste a una disminución del ritmo de crecimiento del stock de permisos de residencia, que se sitúa en1988, por primera vez desde 1983, por debajo del 10% anual.
Gráfico 3. Inmigrantes regularizados en el procesoextraordinario de 1991-1992 según año de llegada a
España. Porcentajes del total.
Año de llegada a España
Fuente: Encuesta cualitativa sobre inmigrantes regularizados 1991-1992. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Elaboración propia.
El proceso de aceleración de la corriente migratoria, iniciadoen la segunda mitad de la década de los 80, alcanza sus mo-
6 "La depuración y puesta al día del Fichero de Extranjeros Residentes por
parte de la Dirección General de la Policía, puso de manifiesto un error por
exceso en las cifras oficiales de 1990 de 128,651 personas, y de 123,252
para el año siguiente, siendo las cifras corregidas de 278,798 extranjeros re
sidentes en 1990 y 360,655 en 1991 (.. .). La explicación del error está en
que no se computaban las bajas, ofreciéndose una cifra de residencias acu
muladas." (Lora-Tamayo, 1994: 101 l.
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mentas más culminantes entre 1990 y mayo de 1993. Si durante el primer lustro de los 80 el flujo medio anual de emigrantesdominicanos hacia España no debió superar los 200, y entre1986-1989 los 400, en esta fase de máxima aceleración dichopromedio se eleva sustancialmente hasta situarse en torno a las2,000 personas. Ello supone un continuo incremento de la intensidad de la corriente migratoria, que aumenta aún más a medida que se acercan los grandes eventos que se celebran en España en el año 1992.
Aunque esta aceleración de la corriente se puede intuir, dealguna manera, a la vista de la evolución de los datos sobre flujo regular de inmigrantes (117 en 1988, 215 en 1990, 631 en1992) y de los permisos de residencia en vigor (2,381 en 1989,6,640 en 1991, 10,182 en 1993), se trata de un fenómeno que ensu mayor parte no se registra en las estadísticas oficiales españolas, en virtud de su carácter fundamentalmente irregular. Eneste sentido, cabe indicar que las estadísticas oficiales sólo registraron durante estos años de máxima aceleración del flujo laentrada de algo más de 1,000 dominicanos, cuando la cifra realdebió rondar los 9 ó 10 mil.
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Gráfico 4. Inmigración dominicana en España (1985-1999).Datos de flujo.*
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2500
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Año
--Flujo Anual
- -. - Flujo de Muje<es
---.- - <'8 y >64 aIIoo
Fuente: Migraciones, 1985-1998. Instituto Nacional de Estadística. Elaboración propia.
• No existen datos disponibles de este tipo anteriores a 1985 para esta nacionalidad. El INE, en el momento de realización de este trabajo, aún no habíapublicado los datos de 1999.
Este crecimiento acelerado del flujo de dominicanos haciaEspaña se realiza, fundamentalmente, sobre la base de las cadenas migratorias ya establecidas durante la década de los 80,las cuales generan las redes de información y asistencia que vana ir entrelazando determinados grupos familiares y enclavesgeográficos en República Dominicana con puntos específicosde destino en nuestro país. Sin la existencia de estas redes y cadenas de apoyo no se explica suficientemente el elevado número de dominicanos, en su mayoría de extracción social humilde,origen rural y baja cualificación sociolaboral, que consiguen entrar y permanecer residiendo, muchos incluso trabajando, irregularmente en España, eludiendo los cada vez más rígidos controles policiales.
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Máxime, teniendo en cuenta además, que desde marzo de1989 comienza a aplicarse en las entradas al territorio españoluna orden del Ministerio del Interior que hace más rigurosa y sistemática la exigencia, ya prevista en la ley de extranjería de 1985y su reglamento de ejecución de 1986, de acreditación de recursos económicos en las fronteras extracomunitarias7
• Especialmente, tal como se indica expresamente en dicha orden, para"los nacionales de países estadísticamente más sensibles a la
emigración ílegal en España y más particularizadamente sobre
nacionales de países con los que no exista acuerdo de supresión
de visados." (Apartado cuarto 1).
Pese a este mayor control en la frontera y en el interior del territorio español, la migración de dominicanos se incrementa extraordinariamente durante los primeros años de la década de los90. La gran mayoría, más del 90%, entra en España en calidadde turista, tal como lo pondrán de manifiesto las encuestas quese realizan a inmigrantes regularizados entre 1991 y 1992 (gráfico 5).
7 Orden de 22 de febrero de 1989 sobre medios económicos cuya posesiónhabrán de acreditar los extranjeros para poder efectuar su entrada en España (B.O.E., núm. 55, del 6 de marzo de 1989).
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Gráfico 5. Inmigrantes dominicanos regularizados en elproceso extraordinario de 1991-1992 según forma
de entrada en España. Porcentajes del total.
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mle:mc.enWe:Q)
m"t:l
~e:Q)
Q)
"t:lmEou..
o 20 40 60 80 100
% del total
~: Encuesta cualitativa sobre inmigrantes regularizados 1991-1992. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Elaboración propia.
Las redes microsociales ya establecidas (parentesco, compadrazgo, vecindad), así como algunas organizaciones dedicadas al tráfico ilegal de inmigrantes o creadas al efecto, conformadas éstas últimas, en no pocos casos, por ciudadanos españoles y dominicanos, van a facilitar los medios necesarios paraesta entrada y permanencia irregular en España. Una vez ensuelo español los irregulares van a contar también con la asesoría y ayuda que les brindan algunas ONG's españolas, así comootras creadas por los propios inmigrantes8
, para facilitar su per-
8 Entre éstas, cabe destacar las creadas por el propio colectivo dominicanoen España como son la Asociación de Mujeres Dominicanas en España(AMOE) y el Voluntariado de Madres Dominicanas en España (VOMADE).
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manencia legal e inserción socio-laboral.
En marzo-abril de 1991 se aprueba una Proposición -no deLey- del Congreso de los Diputados titulada Líneas básicas de
la política española de extranjería, que define por primera vez, ajuicio de diversos expertos, unas directrices claras respecto altratamiento del fenómeno de la inmigración en nuestro país. Suconsecuencia más inmediata va a ser la puesta en marcha de unnuevo proceso extraordinario de regularización de trabajadoresextranjeros. Este se va a desarrollar desde el 10 de junio al 10de diciembre de 1991 para los trabajadores, prolongándosehasta el 10 de marzo de 1992 para los familiares de aquellos quese hubiesen regularizado.
Esta segunda operación extraordinaria, aunque inesperadapara muchos extranjeros, va a coger más preparados tanto a laAdministración como a los colectivos de inmigrantes y las organizaciones que les brindan su atención y apoyo (Sainz, 1997:140; entre otros). Como resultado, más de cien mil trabajadoresextranjeros consiguen regularizar su situación en España (cuadro 2), entre ellos 5,517 de nacionalidad dominicana (5.1 % deltotal). Esta salida a la luz de los dominicanos en situación irregular va a tener como efecto un incremento extraordinario delnúmero de permisos de residencia y trabajo que pasan de 2,224y 673, respectivamente, a fines de 1990, a 6,766 y 5,481 el 31de diciembre de 1992.
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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA
Cuadro 2. Regularización de trabajadores extranjeros1991-1992 según país de nacionalidad. Número y
porcentaje de solicitudes y concesiones.
Pafs de Solicitudes Concedidas
nacionalidad Número (a) % del total Número % de (a)
Marruecos 57,753 44.3 48,240 83.5
Argentina 7,732 5.9 7,405 95.8
China 7,531 5.8 4,219 56.0
Perú 5,919 4.5 5,664 95.7
República Dominicana 5,747 4.4 5,517 96.0
Senegal 4,649 3.6 2,186 47.0
Argelia 3,681 2.8 3,023 82.1
Polonia 3,427 2.6 3,298 96.2
Filipinas 2,697 2.1 2,609 96.7
Gambia 2,554 2.0 2,007 78.6
Chile 2,440 1.9 2,328 95.4
Colombia 2,296 1.8 2,132 92.9
Pakistán 2,040 1.6 529 25.9
Brasil 1,645 1.3 1,499 91.1
Uruguay 1,574 1.2 1,491 94.7
Otros países 18,721 14.4 16,174 86.4
TOTAL 130,406 100.0 108,321 83.1
Fuente: Anuario de Migraciones 1994, p. 109. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Elaboración propia.
Pese al notable efecto que tiene sobre la comunidad dominicana este segundo proceso extraordinario, regularizando la situación de dos de cada tres residentes de hecho, la exigencia,entre otros requisitos, de una presencia en España antes del 15de mayo de 1991, marginó a un relativamente nutrido número deinmigrantes que habían entrado en nuestro país aprovechandola no exigencia de visado para ello.
La presión ejercida por las autoridades policiales sobre los
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inmigrantes que permanecían en situación irregular va a propiciar la utilización de todos los mecanismos a su alcance parapermanecer residiendo en España. Entre éstos cabe destacar,sobre todo, la solicitud de asilo y refugio que, según la legislación vigente en ese moment09
, permitía la permanencia en España hasta que las autoridades competentes dictaran una resolución expresa sobre el caso. Resolución que, dados los escasos medios con que contaba en ese momento la Oficina de Asilo y Refugio y su escasa experiencia sobre el particular, podíademorarse varios meses, amén de que una vez adoptada, todavía quedaba al afectado la posibilidad de recurrirla ante instancias superiores.
Este recurso fue especialmente aprovechado y utilizado porlos dominicanos en situación irregular que, de no haber realizado ninguna solicitud desde la entrada en vigor de la Ley de Asilo, a mediados de la década de los SO, de sólo 160 en 1991, pasan a 1,041 en 1992 y 1,S09 en 1993, pese a que, en ningún caso, recibieron una resolución favorable (cuadro 3). Este últimohecho y la propia evolución de las solicitudes dejan bien a lasclaras que los dominicanos utilizaron este medio exclusivamente con el propósito de permanecer en España durante el tiemposuficiente que les permitiese reunir los requisitos necesarios para conseguir su regularización.
9 Ley 5/1984 del 26 de marzo, reguladora del derecho de asilo y de la condición de refugiado (B.O.E., núm. 74, del 27 de marzo de 1984) y Real Decre
to 511/1985 del 20 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento para laaplicación de la Ley reguladora del derecho de asilo y de la condición derefugiado (B.O.E., núm. 94, del 19 de abril de 1985).
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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA
Cuadro 3. Asilo y refugio de extranjeros y dominicanos.Número y porcentaje de solicitudes y resoluciones
(incluye familiares de solicitantes).
Año Total Extranjeros Dominicanos
Solicitudes Resoluciones Solicitudes Resoluciones
(a) Número Favorables % Número % de (a) Número Favorables
1988 4,516 1,379 303 22 O O O O
1989 4,077 1,515 134 8.8 O O O O
1990 8,647 2,236 246 11 O O O O
1991 8,138 3,308 156 4.7 160 2 · ·1992 11,708 7,357 296 4 1,041 8.9 1,018 O
1993 12,615 14,954 592 4 1,809 14.3 1,811 O
1994 11,992 11,045 345 3.1 638 5.3 768 O
1995 5,678 2,229 276 12.4 5 0.09 · ·1996 4,730 · · · 1 . · ·1997 4,975 · · · O O · ·1998 6,764 · · · 3 0.04 · ·
Fuente: Anuario Estadístico de Extranjería, 1992-1998. Comisión Interministerial de Extranjería - Ministerio del Interior. Elaboración propia.
• No hay datos disponibles.
La constatación del extraordinario incremento de la inmigración dominicana de carácter irregular, el enorme impacto mediático y social que tuvo el asesinato en Madrid de una mujer de dicha nacionalidad (Lucrecia Pérez), el cual sacaba a relucir algunos signos latentes de racismo y xenofobia en la sociedad receptora, así como la próxima inauguración de la política de contingentes laborales, pudieron ser, entre otras, las razones quemotivaron finalmente al Gobierno español a denunciar el 7 deabril de 199310 el acuerdo de supresión de visados firmado en1966 entre ambos países, el cual en principio dejaría de estar envigor el 7 de octubre de ese mismo año.
10 Nota verbal del Ministerio de Asuntos Exteriores a la Embajada de la República Dominicana en Madrid.
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Pero, posiblemente, ante el temor, tras conocerse y difundirse esta noticia entre la comunidad dominicana en España, a unaavalancha veraniega de nuevos inmigrantes irregulares camuflados como turistas, así como la inminente publicación de la resolución del 4 de mayo de 1993 que autorizaba para ese mismoaño el primer contingente de trabajadores extranjeros, las autoridades españolas decidieron adelantar unos meses la fecha,que quedó finalmente fijada al 1 de junio. A partir de ese día todos los ciudadanos de República Dominicana que deseen entrary, en su caso, residir en España necesitan obligatoriamente proveerse de un visado al efecto. Ello marca un hito en el procesode la migración dominicana hacia nuestro país y, sin duda, locondiciona de cara al futuro, hecho éste que está pudiendo sercomprobado en los años que han seguido a su entrada en vigor.
3.2.2. Regulación del flujo y estabilización de la colonia üunio1993 - actualidad)
La imposición de visado obligatorio para acceder al territorioespañol y el desarrollo de la política de contingentes laboralesson los factores que mayor incidencia han tenido en el desarrollo del proceso de la migración dominicana hacia España en suetapa más reciente, asumiendo y logrando en buena parte losobjetivos de canalización y control de flujos marcados en la proposición no de ley de 1991 sobre líneas básicas de la política española de extranjería.
La imposición de visado obligatorio ha conseguido paulatinamente, y de manera quizás algo más efectiva tras la entradaen vigor de los acuerdos de Schengen'l, controlar el flujo de en-
11 El 26 de marzo de 1995 entró finalmente en vigor el Convenio firmado enSchengen el 19 de junio de 1990, por el cual varios países comunitarios(Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Alemania, Francia, Portugal y España)acuerdan crear un espacio único europeo (el denominado, a partir de entonces, territorio o espacio Schengen), libre de barreras interiores y unafrontera exterior común.
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trada de dominicanos en nuestro país, reduciendo, mediante laselección en origen, el número de personas que utilizan los viajes de turismo u otros medios similares (participación en actividades culturales, religiosas, etc.) para emigrar a España. La política de contingentes, por su parte, ha servido para canalizartanto sectorial como geográficamente los flujos, al facilitar laemigración hacia España sólo a un determinado y variable, según la coyuntura socioeconómica y laboral en nuestro país, número de personas y para ejercer exclusivamente ciertas ocupaciones donde la demanda supera a la oferta de mano de obralocal.
No cabe duda de que la acción combinada de ambos instrumentos ha tenido como consecuencia que, en esta nueva etapa, el proceso se desarrolle, en su mayor parte, en condicionesde regularidad. Junto a ellos, debe reseñarse el papel cada vezmás destacado que están teniendo en este colectivo, tanto elproceso de reagrupación familiar, como el de obtención de lanacionalidad española, hechos ambos que reflejan los esfuerzosde las autoridades españolas por favorecer una mayor estabilización de la colonia e integración social de sus componentes.
En cualquier caso, y como resultado de todo ello, desde junio de 1993 hasta la actualidad hemos asistido a un notable crecimiento del número de dominicanos en España. El flujo, pese asu mayor control, no ha cesado y, lejos de reducirse, ha inclusoaumentado ligeramente, de manera que el promedio anual demigrantes durante esta etapa, en torno a las 2,500 personas, supera al de la fase anterior de aceleración. Paralelamente, se haincrementado, casi de forma exponencial en los últimos años, elnúmero de dominicanos que han obtenido la nacionalidad española (gráfico 6). Actualmente, deben ser algo más de 10,000 losdominicanos que poseen la doble nacionalidad, española y desu país de origen.
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Gráfico 6. Nacionalizaciones de dominicanos en España(1980-1999).
l1l3000
G)eo 2500'ü. ~ 2000¡¡;eo'ü 1500caeCD 1000'tJ
o..G)
500E':::1Z
O
Año
Fuente: Anuario de Migraciones 1994; Anuario Estadístico de Extranjería
1992-1999. Elaboración propia.
Sin embargo, este proceso, no ha sido lineal a lo largo de estos siete últimos años, pudiendo distinguirse dos fases en él:una primera que se extendería hasta mediados de 1996 y otra apartir de esa fecha. Los años inmediatamente posteriores a laimposición del visado obligatorio y hasta la entrada en vigor en1996 del nuevo reglamento de ejecución de la ley de extranjería12
, constituyen una especie de fase de transición que estámarcada por una progresiva normalización del flujo tras la aceleración anterior y por la paulatina regularización de los dominicanos que residían en España de manera ilegal. Esta última se-
12 Real Decreto 155/1996 del2 de febrero (B.O.E., núm. 47, del 23 de febrerode 1996).
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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA
rá llevada a cabo, fundamentalmente, utilizando los cupos paradominicanos del sistema de contingentes, hecho que permitecalificar al proceso como de regularización encubierta.
La emigración irregular hacia España se hace cada vez másdifícil para los dominicanos, pese a que éstos utilizan medioscada vez más sofisticados (falsificación de visados, entrada indirecta a través de otros países comunitarios, etc.) para entraren nuestro país, en muchos casos usando los servicios de redesde tráfico de migrantes con contactos en la administración dominicana (en 1994 se desmantela en España una organizaciónde este tipo a la que estaba conectada la entonces cónsul general de la República Dominicana en Madrid) y de países comunitarios. No obstante, son todavía muchos los que consiguenpenetrar en España durante estos años, aprovechando en partela escasa experiencia española en la materia y las disfuncionesque se generan en los primeros momentos de la puesta en marcha del visado único con validez para todo el territorio Schengen.
Por otra parte, la reforma de la ley de asilo en 1994 y la aprobación de un nuevo reglamynto de ejecución en 1995 '3
, que creaun mecanismo más ágil de resolución mediante el cual las solicitudes manifiestamente infundadas pueden ser no admitidas atrámite y, por tanto, desestimadas, en un plazo inferior a la semana, propiciando la devolución o expulsión del interesado(Blanquer, 1997: 81-93, 205-237, 277-320), hacen que ésta seconvierta en una vía muy arriesgada para lograr una permanencia, aunque sea temporal, en España. Y ello es claramente apreciado por todos los colectivos extranjeros, pero especialmentepor los dominicanos, que en 1994 redujeron notablemente su
13 Ley 9/1994 del 19 de mayo que modifica parcialmente la Ley 5/1984 de Asi
lo y Refugio (B.O.E., núm. 122, del 23 de mayo: corrección de errores enB.O.E., núm. 131, del 2 de junio). Real Decreto 203/1995 del 10 de febrero,por el que se aprueba el Reglamento de aplicación de la ley reformada(B.O.E., núm. 52, del 2 de marzo de 1995).
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número de solicitudes de asilo hasta situarse en 638, en 1995presentaron sólo cinco y una en 1996 (cuadro 3).
El flujo real de emigrantes se reduce en estos primeros momentos un poco respecto a los años anteriores de máxima aceleración (1990-1992), ya que los contingentes laborales, dondese reserva, incluso en algún momento expresamente (Contingente 1995), un cupo especial para los dominicanos, se utilizan,sobre todo en sus dos primeras convocatorias (1993 y 1994),fundamentalmente para regularizar la situación de los ya residentes en España. Por lo tanto, los datos de flujo migratorio quereflejan las estadísticas oficiales hay que tomarlos con cautela,ya que muchas de las personas que engrosan dichas cifras noson realmente nuevos emigrantes, puesto que ya residían anteriormente en España. Pero efectivamente sí participan en el flujo migratorio, en tanto que se ven obligadas a ello por la administración española, que les exige retornar de nuevo a República Dominicana, para una vez allí solicitar y obtener visado detrabajo por la vía del contingente. El hecho de que, entre 1993 y1995, se reduzca la proporción de personas mayores de 64 añosy menores de 16 que participan en el flujo migratorio (gráfico 4)son signos evidentes de un proceso de regularización encubierta que afectó fundamentalmente a mujeres en edad laboral.
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LA EMIGRACIÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA
Gráfico 7. Participación de dominicanos en contingenteslaborales (1993-1998). Resoluciones favorables.
3000
2500
/JIo 2000c:~'c'e 1500o
"O
al"O 1000ealE
500.:::J
z
O1993 1994 1995 1997 1998
Año del contingente
Fuente: Anuario de Extranjería, 1993-1998. Comisión Interministerial de Extranjeria. Ministerio de Interior. Elaboración propia.
Pasados los momentos de transición anterior, el año 1996marca el inicio de la fase en la que actualmente nos encontramos, caracterizada por la, podríamos decir, plena normalizaciónde los flujos y la estabilización e integración de la colonia de residentes dominicanos en nuestro país. Desde 1996 hasta la actualidad venimos asistiendo a un nuevo repunte de la emigración dominicana hacia España, según un flujo creciente, cuyopromedio anual se sitúa por encima de las 3,500 personas y queestá alcanzando en los últimos años de la década de los 90 cotas superiores (más de 4,500 visados de residencia anuales en1998 y 1999; gráfico 8) a los momentos de máxima aceleraciónverificados a principios de ella.
Durante 1996 tienen lugar dos hechos que repercuten en dicho proceso. De una parte, la entrada en vigor de un nuevo re-
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glamento de ejecución de la Ley de Extranjería de 198514 que,entre otras medidas, flexibiliza en parte los requisitos para conseguir el permiso de trabajo y favorece la reagrupación familiar.De otra, y como consecuencia de la anterior, se pone en marcha un nuevo proceso extraordinario de regularización de ex
tranjeros.
Este tercer proceso extraordinario, que ahora pasa a denominarse eufemísticamente de documentación de extranjeros'5, sedesarrolla entre los meses de abril y agosto de 1996, y en él participan algo más de 17,000 extranjeros, de los cuales sólo 731son dominicanos (cuadro 4), lo que es un indicativo claro del esfuerzo regularizador llevado a cabo en este colectivo durante losaños precedentes.
14 Real Decreto 15511996 del 2 de febrero (B.O.E., núm. 47, del 23 de febrerode 1996).
15 Resolución de 15 de abril de 1996 de la 8ubsecretarfa del Ministerio de laPresidencia, por el que se desarrolla el proceso de documentación de extranjeros en situación irregular (B.O.E., núm. 93, del 17 de abril).
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Cuadro 4. Proceso de documentación a extranjeros 1996.Número y porcentajes. de solicitudes resueltas y
concedidas según país de nacionalidad
País de Solicitudes resueltas Concedidas
nacionalidad Número (a) % del total Número % de (a)
Marruecos 5,908 33.4 4,910 83.1
Perú 1,242 7.0 1,133 91.2
China 1,145 6.5 850 74.2
Argentina 918 5.2 839 91.4
Polonia 802 4.5 721 89.9
Argelia 763 4.3 616 80.7
República Dominicana 731 4.1 633 86.6
Senegal 585 3.3 365 62.4
Guinea Ecuatorial 423 2.4 367 86.8
Colombia 407 2.3 328 80.6
Chile 396 2.2 362 91.4
Filipinas 316 1.8 289 91.5
Gambia 310 1.7 264 85.2
Ecuador 306 1.7 251 82.0
Cuba 265 1.5 216 81.5
Resto de países 3,159 17.9 2,509 79.4
TOTAL 17,676 100.0 14,653 82.9
Fuente: Anuario de Migraciones 1997, p. 278. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Elaboración propia.
Aunque en 1996 no se abre una convocatoria de contingente, posiblemente por la entrada en vigor del nuevo reglamentode extranjería, la implementación del tercer proceso de regularización y la existencia de numerosas solicitudes sin resolver del1995, el flujo de dominicanos no se reduce, sino que incluso aumenta. La resolución durante 1996 de muchas de las solicitudesdel contingente 1995, donde ya son pocos los dominicanos queutilizan esta vía como medio de regularización encubierta, asícomo el incremento de la reagrupación familiar, van a provocarun notable aumento del volumen de visados de residencia expe-
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didos en el Consulado de España en Santo Domingo, que se sitúa por primera vez cerca de los 4,000.
A partir del año 1997 vuelven a abrirse de nuevo convocatorias anuales para la canalización de flujos de trabajadores extranjeros hacia España mediante el sistema de cupos o contingentes. La relativa mejoría de la situación económica en España, así como la existencia de nichos laborales (temporeros agrícolas y servicio doméstico fundamentalmente) donde se hacecrónico el desajuste entre la oferta y la demanda de mano deobra, ante la cada vez mayor dificultad de encontrar españolesdispuestos a emplearse en dichas ocupaciones, son algunas delas raz.ones que pudieron animar a la Administración para ello.
La no apertura de una convocatoria de contingente en 1996parece haber repercutido en la reducción durante 1997 del número de visados expedidos a dominicanos en el Consulado deEspaña en Santo Domingo, así como también en un relativo menor crecimiento en dicho año del stock de permisos de residencia en vigor. El hecho de que en 1997 el número de visados pormotivos de reagrupación familiar superara por primera vez y duplicara al de expedidos por razones de trabajo (gráfico 8) así parece confirmarlo. Tras este pequeño hiato que representa el año1997, el flujo de emigrantes legales se incrementa de nuevo, superando en 1998 por primera vez las 5,000 personas.
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Gráfico 8. Visados expedidos a dominicanos para residir enEspaña (1996-1999) según tipología. Número y
porcentajes del total.
o
3000
1000
2000
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z
6000
5000
1996 1997 1998 1999
lo Trabajo • Reagrupación familiar oOtras causasl
Fuente: Plan Estadístico 1996, 1997, 1998Y 1999. Consulado General de España en Santo Domingo. Elaboración propia.
En los últimos años, se confirma claramente la evolución ascendente del número de personas que emigran por la vía de lareagrupación familiar, cuya proporción supera ya (57.2% del total de visados expedidos en 1999) a la de los que lo hacen sobre la base de un contrato de trabajo. Sin duda esta tendenciava a continuar y parece ser la que va a definir el proceso en lospróximos años. La acumulación desde mediados de la décadade los 80 de un elevado número de mujeres dominicanas enedad activa y de procrear, muchas de ellas con cónyuge e hijosque dejaron en República Dominicana al partir hacia España,constituye una amplia base sobre la que se está ya sustentan-
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do, y seguirá haciéndolo con más fuerza en los próximos años,un activo proceso de reagrupación familiar. Máxime, a medidaque el incremento del número de dominicanos nacionalizadospermita agilizar los trámites y el tiempo para la reagrupación desus familiares residentes en República Dominicana.
Propiciar un acceso masivo a la nacionalidad española y favorecer los procesos de reagrupación familiar parece que sonlos principales medios utilizados por las autoridades españolaspara facilitar la integración y estabilización de la colonia dominicana en nuestro país. Pese a ello, aún existen reticencias porparte de la sociedad receptora hacia este colectivo, algunas basadas en diferencias etnico-raciales y culturales, que en el casode una nueva coyuntura de crisis económica pueden salir a laluz tal como ya sucedió a finales de 1992. Sobre todo en susprincipales lugares de residencia, las aglomeraciones urbanasde Madrid y Barcelona, donde los colectivos dominicanos, engeneral de nivel socioeconómico, cultural y laboral más bajo, lejos de integrarse en la sociedad de acogida, se agrupan comootros extranjeros y tienden a formar pequeños ghettos. Eso yaha ocurrido en otros lugares de destino de la emigración dominicana, sobre todo en la ciudad de Nueva York, donde éstos sonya el principal colectivo foráneo y han acabado ocupando casipor completo varios distritos del Alto Manhattan y de Queens.Quizás sea interesante conocer más a fondo estas experienciaspara planificar y actuar a la luz de ellas.
4. Conclusiones
La migración dominicana hacia España es un fenómeno de
carácter básicamente reciente que ha adquirido su mayor desarrollo en los últimos quince años. Esta migración, que en algunas de sus fases ha presentado caracteres relativamente masivos, ha tenido como principal consecuencia que la colonia dominicana en nuestro país haya pasado de ser, en términos cuantitativos, casi irrelevante al iniciarse la pasada década de los 80,
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LA EMIGRACiÓN DOMINICANA HACIA ESPAÑA
momento en que no llegaba ni siquiera al millar de componentes, a ocupar en la actualidad un lugar de primer orden dentrode las comunidades extranjeras en España, incrementando a lavez su participación y protagonismo en la escena sociolaboral,sobre todo de la aglomeración madrileña.
En este momento, estimamos en cerca de 45,000 los domi
nicanos que residen más o menos permanentemente en Espa
ña, de los cuales algo más de 10,000 (el 25%, aproximadamente) estaría en posesión también de la nacionalidad española, porlo que causan baja de las estadísticas oficiales. Por su parte, elnúmero de dominicanos que se encuentran todavía en situaciónirregular debe ser muy bajo, probablemente no pasen de 2,0002,500. Esta escasa proporción de indocumentados (inferior al5% de la población de la colonia) está relacionada tanto con elefecto regularizador derivado de la aplicación combinada delsistema de visado obligatorio y la política de contingentes laborales, como de los procesos de regularización llevados a cabo ylas facilidades para ello que viene dando la Administración española desde la entrada en vigor en 1996 del nuevo reglamentode ejecución de la, hace unos meses caducada, ley de extranjería de 1985.
Varios y de naturaleza diversa son los factores y agentes que
han intervenido y condicionado el desarrollo de esta migracióndominicana hacia nuestro país. El agudo deterioro de las condiciones de vida en la República Dominicana desde mediados dela década de los 80, el incremento para los emigrantes de las dificultades de ingreso en territorio norteamericano, así como laatracción ejercida ahora por España, que se ha ubicado en losúltimos quince-veinte años en el sillón de los países desarrollados del planeta, son los principales argumentos que se esgrimen para explicar este proceso desde una perspectiva macroestructural.
Sin embargo, las singulares características geodemográficasde la emigración dominicana hacia España hacen que ésta no se
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explique suficientemente sin tener en consideración factores
más específicos como son, entre otros: el estrechamiento de relaciones socioeconómicas, culturales y familiares entre ambospaíses y sus mismos ciudadanos; el incremento de las comunicaciones aéreas entre los dos países y las facilidades de entrada en España para los ciudadanos dominicanos antes de juniode 1993; el desarrollo en España de una demanda laboral demujeres para ser empleadas en servicios personales, especialmente el doméstico; el elevado grado de subdesarrollo y pobreza que registra la región Suroeste de la República Dominicana;la inserción pionera, a principios de la década de los 80, de emigrantes de esta región como empleados de hogar en las dosgrandes urbes españolas.
La evolución de este proceso migratorio no ha sido, comopudiera pensarse, homogénea. Por el contrario, pueden identificarse dos grandes períodos, dentro de los cuales es posible distinguir también varias etapas y fases. El primero de los períodosy de mayor duración, se extiende desde la independencia deRepública Dominicana en 1844 hasta principios de la década delos 80 del siglo XX. Este amplio y dilatado período se caracteriza por el carácter de mero goteo que presenta el flujo migratorio, así como por la relativamente elevada cualificación sociolaboral de las personas que lo integran, en su mayor parte estudiantes universitarios, profesionales, artistas y exiliados políticos. Este pequeño goteo, donde no faltan ilustres protagonistasde la historia contemporánea de República Dominicana (RamfisTrujillo, Juan Bosch, etc.), va a dar origen a una colonia con escaso número de efectivos, casi siempre inferior al millar.
En el segundo período, mucho más corto y reciente, ya quese extiende desde mediados de la década de los 80 hasta la actualidad, es cuando se produce realmente el verdadero desarrollo de la emigración dominicana hacia nuestro país. En él cabedistinguir, no obstante, dos etapas cuya línea divisoria vienemarcada por la fecha del primero de junio de 1993, en que lasautoridades españolas imponen el sistema de visado obligatorio
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para la entrada de los dominicanos en nuestro país.
En la etapa que precede a dicha fecha, el proceso experimenta en sólo una década sucesivas fases de puesta en marcha, despegue y aceleración, activadas por las cadenas migratorias que se van estableciendo, atraídas por la bonanza socioeconómica y las oportunidades en este sentido que surgen en España, y, en cierto modo, estimuladas también por las escasasdificultades para entrar en nuestro país. La promulgación de laley de extranjería en 1985 y su reglamento de aplicación en 1986van a imponer los primeros obstáculos a este proceso, que losdominicanos van a eludir apoyándose en las redes microsociales (parentesco, compadrazgo, vecindad) que se han ido tejiendo, y desarrollando sus proyectos migratorios por cauces ajenosa la regularidad. Máxime, una vez vistos los insatisfactorios resultados que tuvo, en general y para este colectivo, el primerproceso de regularización de 1985-1986.
El crecimiento extraordinario de la migración irregular durante los primeros años de la década de los 90, constatado en elsegundo proceso extraordinario de regularización de 19911992, donde casi 6,000 dominicanos solicitaron poner sus papeles en regla, y en el súbito incremento de las peticiones deasilo durante 1992 y 1993, va a tener como respuesta la denuncia por parte española del acuerdo de supresión de visados suscrito con la República Dominicana en 1966.
La imposición del visado obligatorio y la implementación dela política de contingentes desde 1993 van a definir el inicio deuna nueva etapa, caracterizada por un mayor control del flujo, loque propicia que a partir de ahora la migración se desarrolle fundamentalmente dentro del marco de la legalidad. En un primermomento, el flujo migratorio se resiente de los férreos controlesa los que lo somete el nuevo sistema de cupos y visados, y seralentiza un poco. Máxime, teniendo en cuenta, además, que laAdministración utiliza, sobre todo los dos primeros contingentes(1993 y 1994), no tanto para facilitar la canalización de nuevos
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flujos de inmigrantes, sino para regularizar la situación de losque ya residen en España, a los que incluso obliga a retornar aRepública Dominicana para la obtención del visado de trabajo.
En cualquier caso, las bases del proceso ya están puestas yafirmadas, y, a partir de 1996, comienza a ofrecer muestras evidentes de su capacidad de autosustentación utilizando ahoralas vías que ofrece la reagrupación familiar. La puesta en marchade nuevos contingentes en los tres últimos años (1997, 1998 Y1999) no ha hecho sino adicionar, ahora sí, más efectivos realesa un flujo en el que tienen una participación cada vez más destacada las personas que emigran a España por motivos de reagrupación familiar. La suma de unos y otros efectivos está teniendo como consecuencia que desde 1998 el flujo de migrantes se haya elevado nuevamente, situándose por encima de las5,000 personas cada año, cifra superior a las alcanzadas en lafase de aceleración de principios de la década.
El proceso, sin duda, va a más, y la ley de extranjería promulgada a principios de este año (Ley 4/2000) no creo que vaya aentorpecerlo, quizás todo lo contrario dadas las mayores facilidades que otorga al proceso de reagrupación familiar. Sin embargo, todavía quedan asignaturas pendientes y es hora deafrontarlas. Entre ellas las más importantes quizás sean la integración social efectiva de sus componentes y la apertura denuevos canales que permitan la llegada de otros coiectivos socioprofesionales que reduzcan el sesgo sociodemográfico yocupacional actual, y modifiquen la imagen estereotipada (negros, pobres, incultos, sirvientas, prostitutas, etc.) que tiene delos dominicanos buena parte de la sociedad española. La conformación de una colonia más diversa y plural contribuiría, sinduda, a su dinamización e integración más plena dentro de lasociedad receptora.
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5. Bibliografía citada
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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129Julio - Septiembre 2002
IGLESIA, COMUNIDAD E IDENTIDAD:LAS EXPERIENCIAS DE LOS DOMINICANOS CON LARELIGiÓN EN NEW YORK*
Segundo Pantoja**
ResumenEl artfculo estudia las experiencias de los dominicanos con
la religión en Nueva York, analizando, entre otras cosas, cómomantienen o cambian sus afiliaciones religiosas, asf como susprácticas y ritos en el contexto neoyorquino.
AbstractThe article studies the way immigrants from the Dominican
Republic Iive and practice their religion in the New York metropolis. Among other things, it studies how they maintain orchange their religious affiliation, as well as their practices andrites, in the New York contexto
• Traducción de Eduardo Barrios s.j.•• Sociólogo, profesor en City University of New York (CUNY).
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Introducción
Entre los numerosos grupos de inmigrantes establecidos enNueva York, vamos a centrar la atención sobre los dominicanos.Estos mantienen una amplia red de relaciones entre sí y conotras instituciones y grupos que les resultan importantes para eldesenvolvimiento de sus vidas tanto en el aspecto individual como colectivo. Entre estas instituciones de importancia se destacan las iglesias. Los otros grupos con los que más se vinculanlos dominicanos proceden principalmente de naciones de América Latina, especialmente del Caribe. El intento de separar a losdominicanos de tales nexos sería una tarea escabrosa.
El presente estudio, basado en informaciones recogidas yanalizadas entre los años 1996 y 2000, señalará ciertos aspectos de la participación de los dominicanos en las actividades religiosas, ciertas características de su organización, y también lascontribuciones que han aportado al crecimiento y formación deuna identidad latina en Nueva York. En esa identidad se reflejanlas múltiples relaciones que cultivan los latinos, y al mismo tiempo se revela el sincretismo característico de las culturas caribeñas y latinoamericanas que convergen transnacionalizadas enNueva York.
Este artículo examina particularmente las maneras en que losinmigrantes dominicanos y sus hijos nacidos en EE.UU. expresan, mantienen y adaptan sus afiliaciones, prácticas y creenciasreligiosas en el contexto de otros grupos latinos. Se estudian lasexperiencias de los dominicanos con la religión en esta metrópolis.
La religión constituye una esfera donde se fraguan comunidades específicas al mismo tiempo que se reproducen y transforman las identidades étnicas. Al compartir actividades en elcampo religioso y al afianzarse en un lenguaje, una historia y unaforma de ver el mundo comunes, los dominicanos, junto conotros latinos, avanzan hacia un sentido de comunidad y de identidad étnica que se expande sin reemplazar el sentido propia-
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IGLESIA, COMUNIDAD E IDENTIDAD
mente original de lo nacional.
El éxito de los latinos en sus experiencias de vida comunitaria depende de muchos factores, entre ellos el grado de controlque puedan ejercer sobre ciertas instituciones y el grado deapoyo que reciban de las estructuras sociales en que se mueven. Para nuestro caso, podemos señalar a las iglesias de los latinos como factores de influjo. Por un lado tenemos a las iglesias evangélicas, generalmente pequeñas, y por otro lado tenemos a la iglesia católica con sus grandes parroquias.
Se debe considerar también que los espacios y actividadesreligiosas constituyen una arena donde las particularidades deorigen nacional buscan reproducirse, al mismo tiempo que serealizan transacciones e intercambios con otras nacionalidadesen busca de terrenos comunes en orden a la configuración denuevas identidades.
Consideraciones demográficas
La rapidez en los cambios demográficos ha sido una caracterrstica de Nueva York en las últimas décadas. Halfinger (1997)reporta que, según la oficina del censo de los Estados Unidos,la representación latina alcanzó el 26.6 por ciento de la población de la ciudad en 1996, convirtiéndose asr en la minorfa másnumerosa. El Censo del 2000 lo confirmó: los latinos constituyenahora el 27 por ciento. Los porcentajes de latinos en la ciudadvarran desde el 12 por ciento en Staten Island hasta el 48 porciento en el Bronx. En Manhattan la población de latinos es del27 por ciento, y en ciertas áreas como Washington Heights, loslatinos, mayoritariamente dominicanos, constituyen el 80 porciento de los inmigrantes asentados en el barrio.
A este crecimiento de los latinos se añade una simultánea diversificación (Oboler, 1995), transformándose asr el panoramademográfico de la ciudad. Con más de un cuarto de la población
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total, los latinos se encuentran esparcidos por toda la ciudad,formando conglomerados humanos donde convergen todas lasnacionalidades.
Hasta los años 70, los términos "latino" o "hispano" eran sinónimos de "puertorriqueño". A partir de entonces, otros gruposde origen latinoamericano han ganado prominencia en la ciudad, mezclándose en los edificios de apartamentos, lugares detrabajo, festivales, desfiles étnicos, y, por supuesto, en las iglesias.
Los puertorriqueños, por su parte, se han dispersado por laciudad después de haber estado concentrados en unas cincoáreas durante la mayor parte del siglo veinte. Muchos se hanmudado a los suburbios, a Estados vecinos e incluso a PuertoRico. Ellos, en número de 789,172, representan hoy el 36.5 porciento de los 2,160,554 latinos en la ciudad. Han experimentadoun declive desde la década anterior cuando llegaron a ser el 50por ciento (Navarro, 2000). Los dominicanos, en contraste, hansubido al segundo lugar. El Censo del 2000 indicó que suman406,806, aunque los entendidos estiman que tal número es inferior a la realidad.
Se debe tener en cuenta que la historia de los puertorriqueños y sus experiencias con la economía, política, culturas e instituciones de la ciudad contribuyeron a definir el ambiente dentro del cual otros grupos de origen latinoamericano se han insertado (Diaz-Stevens, 1993). Los puertorriqueños, por tanto, sonun punto de referencia obligatorio para entender las oportunidades y encrucijadas a las que se enfrentan los dominicanos. Lospuertorriqueños y los dominicanos en Nueva York se han venidoinfluenciando recíprocamente. Ha habido mucha cooperaciónentre ellos, pero también alguna rivalidad (Torres, 1995).
Se sabe que los dominicanos se han concentrado en Washington Heights (Manhattan) y en Corona (Queens). Sin embargo, ellos han venido compartiendo espacios con los puertorriqueños en áreas conocidas por mucho tiempo como "boricuas",
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IGLESIA, COMUNIDAD E IDENTIDAD
por ejemplo, "el barrio" de Harlem, el Este del Bajo Manhattan,East New York y Sunset Park en Brooklyn, y más recientementeel Bronx.
Los dominicanos, ya famosos por sus bodegas, compraronmuchas de ellas a la generación anterior de puertorriqueños ycubanos. En ese proceso de compartir, también han usado encomún los lugares de oración. Eso ha favorecido los matrimonios étnicamente mixtos y el nacimiento de una nueva generación de newyorquinos orgullosos de su origen mixto (Fitzpatricky Gurak, 1982). En este contexto, los nacionalismos arraigadosen países individuales ceden a una fidelidad por una herenciacaribeña común.
La dimensión religiosa
En abril del 2000, multitudes de dominicanos salieron a la calle en medio de la lluvia para participar en la procesión de la Semana Santa que conmemora la Pasión de Jesús. Caminandolentamente y recorriendo la ruta trazada dentro del perímetro dela parroquia Nuestra Señora Reina de los Mártires, al principiosólo iban unas decenas de feligreses orando y cantando. Peropoco a poco mucha gente se iba sumando a la procesión encabezada por líderes laicos de la comunidad. Los participantesfueron creciendo en número hasta alcanzar varios cientos, a pesar del frío y de la lluvia.
Tal acontecimiento es un botón de muestra de lo que los expertos consideran característico de los latinos en EE.UU., a saber, alto porcentaje de afiliación y práctica religiosa (D'Antonio,Davidson y otros 1996). Otros, como Dolan y Figueroa Deck(1994), Díaz-Stevens y Stevens-Arroyo (1997) señalan la estrecha relación que existe entre la religión y la cultura latina. Ellosmuestran cómo esa religiosidad afecta esferas de actividad quevan más allá del hogar y lo estrictamente religioso.
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Otra característica que tales autores destacan es el sobresaliente papel de la mujer latina tanto en el campo religioso comoen el educacional dentro de la familia y de la comunidad (Zambrana, 1995). Todas las iglesias dependen mucho del compromiso y trabajo voluntario de las mujeres. En actividades dentro yfuera de los recintos religiosos las damas constituyen el 80 porciento de los participantes.
Todavía la abrumadora mayoría de los latinos es católica.Cualquier domingo permite comprobar la veracidad de esta afirmación. Una visita a las misas dominicales indica que quien nollega temprano, se queda parado durante toda la celebración.En muchas parroquias se celebran hasta tres misas en español,y en algunos templos tienen que usarse anexos y auditorios para dar cabida a tantos feligreses.
Ahora bien, los protestantes han asumido la declaración paulina, "Pobre de mí si no anuncio el Evangelio!" (1 Coro 9,16), Y hacen intenso proselitismo entre los latinos, logrando reclutar amuchos. Algunos observadores notan una decreciente tasa deafiliación católica, mientras que los protestantes crecen. (Greeley, 1988; 1997). La afiliación católica de algunos grupos de latinos, como el de los puertorriqueños, ha bajado ya hasta el 60por ciento, mientras que el porcentaje más halagüeño alcanza el80 por ciento solamente en el grupo mexicano (De la Garza yotros, 1992).
Esta estadística viene confirmada por los resultados de la encuesta más completa sobre religión realizada en los EstadosUnidos, la cual muestra que "el 66 por ciento de los latinos son
católicos y un 23 por ciento se identifica con otros grupos cris
tianos, sobre todo protestantes. El 4 por ciento son miembros de
otras religiones, mientras que el 6 por ciento dice no tener afilia
ción religiosa alguna. " (Kosmin y Keysar, 1992: 5).
La misma Encuesta Nacional de Identificación Religiosaapuntó que "la mayoría de los protestantes latinos en Nueva York
son puertorriqueños" (1992: 10), Y que el grupo protestante de
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mayor presencia entre esta muestra latina son los bautistas(7.4%). Por su parte, los pentecostales, los testigos de Jehová ylos metodistas tomaron un dos por ciento de la muestra cadauno.
Los latinos constituyen al menos un tercio de los católicos enEE.UU., y en Nueva York son más de la mitad. A pesar de estascifras, su representación nacional en cuanto a número de sacerdotes es sólo del 4 por ciento (aproximadamente 2,000 de los52,000 sacerdotes, y un par de docenas entre los obispos). Laproporción en vocaciones es menor aún entre los latinos nacidos en los Estados Unidos. Sandoval (1994) dice que los sacerdotes nacidos en EE.UU. llegaban sólo a 200 al comienzo de losnoventa. Sin embargo, en Nueva York, entre los pocos sacerdotes que se ordenan, hay una creciente presencia de dominicanos. La arquidiócesis de Nueva York importa presbíteros principalmente de República Dominicana, México y Colombia; algunos vienen para estadías cortas, pero otros se quedan permanentemente en la ciudad. Su ministerio se hace indispensable enla medida en que el crecimiento de los fieles se nutre de inmigrantes de esos y otros países latinoamericanos.
Stevens-Arroyo (1995) llama la atención sobre al hecho deque, a pesar del status subordinado que tienen los latinos dentro de la iglesia norteamericana, desde los años ochenta se hantomado medidas para que los latinos cuenten con sus propiosplanes pastorales y libros litúrgicos en español, sus comisionesde planificación, centros de formación y asociaciones teológicas, ministeriales y laicales. Por su parte, los latinos protestantes exhiben una mayor autonomía y una más alta participacióndentro de las filas del ministerio y liderazgo eclesiales en susrespectivas iglesias. A manera de ejemplo, Tapia (1991) reportaba que en sólo dos denominaciones protestantes, la Convención Bautista del Sur y las Iglesias Pentecostales, había 2,400 y4,200 pastores latinos, respectivamente.
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El contexto inmigratorio
Hace más de cuarenta años, Poblete y O'Dea (1957) publicaron un famoso artículo sobre el rápido desarrollo de las sectasprotestantes entre los puertorriqueños que, desde áreas ruralesde la Isla, llegaban a Nueva York, ciudad con una mínima presencia latina. Presentaban la hipótesis de que los inmigrantessufrían un resquebrajamiento social y cultural. Por ese motivorecurrían a las sectas con el deseo de reconstruir un sentido decomunidad que les permitiese adaptarse a las nuevas condiciones de su situación urbana. Cuatro décadas más tarde, cientosde miles de dominicanos repiten la experiencia inmigratoriapuertorriqueña, pero no parece que el choque cultural haya sidotan brusco. Sin embargo, es posible que las necesidades deadaptación y reconstrucción de comunidad sean las mismas. Eneste contexto, las organizaciones de inspiración católica y nocatólicas están jugando un papel activo y vital.
Las iglesias sirven aquí como lugares de afirmación cultural,donde el lenguaje, la música con sus coros, instrumentos autóctonos como el güiro, sus congas más otros ritos tradicionales serepresentan colectivamente. Ahí los dominicanos se reconocenentre ellos, y transmiten valores comunes a las nuevas generaciones para que aprendan a compartir bajo el mismo techo conotros latinos.
Con gran ilusión, tanto clérigos como laicos, trabajan en lapreparación de celebraciones -fiesta de Nuestra Señora de laAltagracia (el 21 enero) y Día de las Madres (el último domingode mayo)- que tienen un gran poder de convocatoria en las parroquias con presencia dominicana.
Estas celebraciones también acercan las iglesias católicasde los Estados Unidos a las de República Dominicana, puestoque sacerdotes y obispos realizan peregrinajes a las áreas deasentamientos dominicanos donde celebran misas, realizan vigilias y recorren diferentes parroquias con imágenes traídas desde Higüey u otras partes del país de origen.
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Otras celebraciones estimulan acciones conjuntas con latinos de diversos orígenes. Tal es el caso, por ejemplo, de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, proclamada hace años Patrona de toda América. El año pasado los mexicanos decoraronla iglesia de Nuestra Señora del Refugio con flores y globos quellevaban los colores de su estandarte nacional, reemplazaroncon un mariachi al grupo que habitualmente toca música cadadomingo, y después de la misa deleitaron a todos los presentescon muestras de sus danzas y comidas típicas. El hecho llamala atención, entre otras razones, porque en esa parroquia losmexicanos no sobresalen en número. Sin embargo, cuando elmomento lo requirió, ellos estuvieron a la altura de las circunstancias y realizaron una celebración que involucró e impactó atodos los feligreses, la mayoría de los cuales son dominicanos ypuertorriqueños.
Al otro lado del río Harlem, en la iglesia de Nuestra SeñoraReina de los Mártires, la celebración en honor de Nuestra Señora de Guadalupe se organizó con fuerte participación de dominicanos, puesto que los mexicanos allí también son muy pocos.Al compartir sus santos patrones o patronas y tomar sus correspondientes turnos a través del año, los parroquianos en estosbarrios se reúnen y descubren que, a pesar de la diversidadexistente, los unen símbolos transcendentes y, fuera de la iglesia, características socioculturales y desafíos comunes.
Unas raíces comunes alimentan una gran variedad deprácticas
Sin duda, el crecimiento logrado por toda clase de agrupaciones religiosas no católicas con la incorporación de latinosconstituye un fenómeno digno de análisis. Los católicos perciben todavía tales avances más como una campanada de advertencia que como una amenaza inmediata. Pero estudiosos como Figueroa Deck (1994), Greeley (1988; 1997) Y Goris (1995)sugieren que los latinos no solamente son atraídos por las ígle-
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sias protestantes, sino que, hasta cierto punto, ellos se sientenempujados en esa dirección por la misma iglesia católica.
Además, la relación entre status socioeconómico bajo y protestantismo de tipo evangélico conservador es fuerte en el casolatino. La tendencia se mantiene firme entre los latinos a asociarse con manifestaciones protestantes de un corte diferente al delas llamadas iglesias históricas tales como la presbiteriana, metodista, luterana o episcopal.
En Nueva York, las iglesias pequeñas pululan por doquier,bien sean independientes o asociadas como las Asambleas deDios, y forman puntos donde convergen individuos y familiasque tienen sus orígenes en diversos países de América Latina.Las iglesias evangélicas de las que hablaron Poblete y O'Dea enel 57 -cuando ellos hicieron su trabajo sobre el terreno- se hanmultiplicado vertiginosamente desde entonces.
El campo de las iglesias protestantes es un espacio para lainiciativa empresarial. En parte se debe a que el liderazgo en lasiglesias evangélicas, particularmente las pentecostales, es menos centralizado en estructuras organizadas que en la iglesia católica o denominaciones protestantes históricas.
Un resultado obvio de esta flexibilidad es que los grupos deinmigrantes recién llegados a la ciudad están generando suspropios cuadros directivos. En áreas de mayoría dominicana,muchas iglesias han aparecido donde tanto los feligreses comolos pastores son de la misma nacionalidad, aunque se encuentran entre los miembros gentes de variados orígenes, incluyendo puertorriqueños. Los servicios de oración y culto se realizanen español. Las gentes se congregan diariamente, por lo general al anochecer. Las comunidades que estas personas construyen giran alrededor de las creencias cristianas, hablan español ycomparten referentes comunes en torno a las dificultades diarias y a los males que afectan al cuerpo y alma de todos (Carabailo lreland, 1991).
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Cuando se trata de ofrecer un espacio común de encuentropara las diversas nacionalidades presentes en Nueva York, sesuman las iglesias protestantes que no compiten con la iglesiacatólica. En la medida en que la iglesia católica ha dado la bienvenida a las personas de habla española mediante muestras deacogida ~ o m o la celebración de misas en su lengua, el creciente número de sacerdotes latinos y un mayor interés por suspreocupaciones más urgentes (inmigración, vivienda y trabajo)los latinos encuentran menos incompatibilidades entre las diversas religiones.
Y, por el contrario, esta afinidad lleva a que los latinos consigan, a través de los católicos o de los evangélicos, beneficiossociales y culturales que transcienden los determinantes específicos de la fe a la que están afiliados. Se ha notado tambiénque en los Estados Unidos hay líderes protestantes y católicosque están desarrollando lazos de cooperación basados en similitud de cultura y nacionalidad, lo cual pesa más que las diferencias de denominación (Stevens-Arroyo, 1995).
Por supuesto que tales desarrollos hacen que surja la pregunta sobre si la creciente afiliación de latinos a iglesias protestantes constituye en realidad un cambio real en su orientaciónreligiosa. Yo coincido con estudiosos de la religiosidad latina enque tanto el catolicismo como el protestantismo latinos comparten creencias y prácticas que transcienden sus manifestacionesorganizativas esquemáticas y temporales. Figueroa Deck (1994:421) llama tales actitudes "la afinidad por analizar" entre religiosidad popular y evangelismo.
Figueroa Deck postula que, dado que el catolicismo de lamayoría de los latinos dista mucho de la versión racionalizada y
articulada de los teólogos y del credo oficial, el cruce hacia lasformas evangélicas del protestantismo es fácil de hacer. El caracteriza la fe de los latinos como "simple, bastante cautivadora
y gráfica, dramática y emotiva". Más aún, "sus cualidades prin
cipales son una preocupación por una experiencia inmediata de
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Dios, una orientación fuerte hacia lo transcendente, una creen
cia implícita en los milagros, una orientación práctica hacia la cu
ración, y una tendencia a personalizar o individualizar la relación
de uno con lo divino" (Figueroa Deck, 1994: 422). Lógicamente,esta manera de experimentar la religión facilita que la genteabrace múltiples lealtades, como sucede cuando se practica simultáneamente la santería, el espiritismo, y el curanderismo junto con el catolicismo, o cuando se alterna la práctica católicacon la protestante.
Mis observaciones sobre las iglesias latinas confirman ladescripción de Figueroa Deck. El catolicismo que los dominicanos practican fácilmente adquiere visos pentecostales. Los grupos carismáticos exhiben estilos de prédica, maneras de adoraral Señor y formas de invocar al Espíritu Santo que los llevan aparecerse más a una asamblea pentecostal que a una liturgiacatólica. Los que participan en tales asambleas se dejan sentirlos domingos en aquellos partes de la misa que permiten unaparticipación más activa de la congregación.
En conversaciones con carismáticos he notado su compromiso con la Iglesia. Además de visitar a los enfermos y evangelizar a vecinos en sus hogares, ellos inyectan entusiasmo enotras actividades parroquiales de carácter más social y político,como campañas de naturalización para inmigrantes o protestascontra narcotraficantes y clínicas dedicadas al aborto.
Los miembros de la renovación carismática sólo constituyenuna fracción de los católicos que van a misa, pero, aun así, ellosimpactan a la iglesia, y se han convertido en uno de sus más visibles baluartes. Sin embargo, algunos de sus correligionarios, eincluso sacerdotes, perciben a los carismáticos como peligrosamente cercanos a la heterodoxia. Los ven como caminando poruna peligrosa frontera que en cualquier momento los alejaría delcuerpo católico.
Un católico entrevistado señaló que "los carismáticos songente que están más allá que acá" (refiriéndose al campo evan-
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gélico). Algunas de las críticas provienen de miembros del movimiento Cursillos de Cristiandad. Los cursillistas siguen muy decerca las directrices y documentos de la iglesia. Sus retiros, reflexiones y prácticas buscan fortalecer el conocimiento de ladoctrina católica. Ellos centran su acción pastoral en las devociones y en la moral y espiritualidad de la familia.
Algunos líderes carismáticos reconocen las tensiones existentes entre ellos y los cursillistas. Por lo general, las membresías de estos dos movimientos no se entrecruzan. Ahora bien, lamayoría de los sacerdotes y la jerarquía católica ven a los carismáticos como un valioso recurso de la parroquia, puesto que sucompromiso ayuda a llevar a cabo los proyectos parroquiales.Se puede afirmar, entonces, que los carismáticos enfatizan laconversión continuada, la necesidad de sobreponerse al pecado personal y la manifestación emocional de la fe. A pesar desus parecidos con los evangélicos, ellos dan prueba de su compromiso con la iglesia y proveen un sabor latino al catolicismode Nueva York.
Demográficamente, los carismáticos son una sección representativa de la iglesia, en la que las mujeres, tanto jóvenes como mayores, superan en número a lOS varones. Los líderes laicos de Manhattan y el Bronx informan que la mayoría de susmiembros son personas de origen humilde, de clase obrera y debajos niveles educativos. No se puede descartar, sin embargo,que dada el desarraigo social y la dislocación que sufren la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos, mucha gente de cIase media y con preparación profesional se asocien con gruposcarismáticos o religiones evangélicas. Así que en el contextoneoyorquino la participación en los movimientos carismáticos yevangélicos no se limita a personas de baja extracción social.
Individuos que han participado en misiones o visitas a la República Dominicana dicen que el movimiento carismático, nacido en los Estados Unidos en 1967, se ha esparcido por todo elpaís y engloba hasta la clase media. A pesar de eso, tales ob-
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servadores comentan que hay diferencias de intensidad entrelas clases, con un calor entre las clases humildes difícil de registrar entre gente de clase media.
Los fieles en Manhattan y el Bronx, por ejemplo, se mantienen activos durante la duración de los servicios, cantando, adorando y respondiendo a los que dirigen el culto. Lo mismo se haobservado en los barrios y campos de la República Dominicana.De modo que hasta ahora parece existir evidencia de que la relación entre clases bajas y manifestaciones religiosas de cortepentecostal se mantiene. De todos modos, debemos mantenerla guardia en alto ante correlaciones falsas surgidas de otrosfactores ambientales, puesto que la verdad es que la gran mayoría de latinos, incluyendo los dominicanos, comparten con loscarismáticos y evangélicos un estatus socioeconómico bajo, sinque eso les dicte una obligatoria participación en tales movimientos.
Tal orientación religiosa se presta a formas organizativas quepermiten efusiones emotivas, sean ellas evangélicas o católicas.En otras palabras, evangélicos y carismáticos se parecen por suintensa participación en los cantos, las oraciones, los momentosde posesión espiritual, por las veces que sus feligreses dirigenactividades religiosas y por tomar el recurso de la Biblia comoreferencia, guía e inspiración. Los círculos de oración carismáticos comienzan invocando al Espíritu Santo. Ellos valoran grandemente las manifestaciones externas de los feligreses comosignos de la presencia del Espíritu. Las sesiones de los carismáticos incluyen oraciones de sanación, y ellos dan fe de curaciones realizadas entre los creyentes durante las sesiones celebradas en la iglesia o en hogares particulares. Las similitudes derivadas de raíces culturales y condiciones socioeconómicas comunes relativizan un poco las diferencias teológicas que puedanexistir entre católicos y protestantes, por ejemplo respecto a laimportancia de la Virgen María para la vida cristiana. Esto equivale a decir que las maneras de sentir y expresarse de la gentetrascienden las formas particulares de las afiliaciones religiosas.
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Eso favorece que algunos circulen por diferentes denominaciones religiosas. Por ejemplo, hay católicos que asisten a serviciosevangélicos en la semana, pero van a misa los domingos, así como hay evangélicos que eventualmente vuelven a la iglesia católica.
Los lazos entre la religión, la educación y el lenguaje
Más allá del aspecto espiritual, la religión toca otros camposcomo la educación y el lenguaje. Investigadores y gobernantescoinciden en que el lugar ocupado por grupos étnicos en la estratificación social de los Estados Unidos está fuertemente ligado a sus logros educacionales. Por lo mismo, el hecho de quelos alcances educativos de los dominicanos (colectivamente hablando) sean notablemente inferiores a los de las mayorías delpaís causa preocupación.
Sin embargo, un reciente estudio acerca del impacto de la religión en la participación de los padres de familia en la educación de sus hijos indicó que un número creciente de dominicanos se están sirviendo de las escuelas religiosas, mayormentecatólicas, en sus barrios. Se trata de las escuelas y colegios queen otros tiempos sirvieron a niños católicos, hijos de los inmigrantes irlandeses, italianos y alemanes. A partir de la SegundaGuerra Mundial, los descendientes de estos inmigrantes fueronabandonando la ciudad por los suburbios.
Con tasas de deserción por debajo del diez por ciento, lasescuelas católicas ofrecen a los dominicanos que aspiran a ingresar en la clase media, y aun a los de más bajos recursos, unaalternativa educacional superior a la calamitosa educación ofrecida por las escuelas públicas de sus barrios.
Hay algo más importante, a saber, el papel positivo que la religión puede desempeñar en la educación de los niños que asisten a las escuelas públicas. La participación de los padres y las
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madres en la vida escolar de sus hijos es un factor crucial paraentender su rendimiento académico. De ahí que se deba realzarel hecho de que la participación de los padres de familia se inspira en su compromiso religioso, bien sea católico o protestante (Pantoja, 1998).
En relación con lo anterior, se debe agregar que no sólo la religión, sino también el lenguaje constituyen un instrumento queutilizan individuos, familias y comunidades latinas para defendery afirmar sus peculiaridades nacionales y culturales. De hecho,el español y la religión se refuerzan mutuamente. Cuando estosdos elementos se sienten amenazados, entonces todos se unenen poderosa alianza que puede conducir a despliegues de nacionalismo.
Lo dicho ha sido comprobado en Nueva York (Diaz-Stevens,1993) y en Houston (Ebaugh y Saltzman Chafetz, 2000), cuandoel clero ha tratado de obligar a los feligreses a aprender y usarel inglés. Entonces la gente reacciona en actitud defensiva. Algunos pueden alejarse de la iglesia, mientras que otros se limitan a mostrar su desacuerdo hablando español aunque dominenbien el inglés. Como la gran mayoría de los dominicanos han llegado a Nueva York en los últimos treinta años, se puede aseverar que la conexión entre el lenguaje español y su identidad cultural es todavía fuerte.
A partir de la muestra tomada para mi disertación en 1997,podría afirmar que para la mitad de los adultos latinos residentes en Nueva York, el español es el lenguaje preferido, e inclusoúnico, para uso en el hogar. El resto prefiere un uso mixto de losdos lenguajes, que toma cotidianamente la forma de "span
glish". Sólo una minúscula minoría prefiere o usa el inglés exclusivamente.
Cuando se pasa a la esfera religiosa, la preferencia por el usodel español en servicios religiosos no encuentra prácticamentecompetencia por parte del inglés. Basta con una visita a las liturgias que se ofrecen en inglés para notar que los asistentes
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son los poquísimos ancianos que quedaron rezagados de laemigración anglo hacia los suburbios y los niños latinos que sepreparan para recibir los sacramentos, y para quienes es obligatorio asistir a misa.
Los medios de comunicación en español y las iglesias queprestan servicio a las comunidades latinas hacen que el idiomagane paulatinamente legitimidad dentro y fuera de los hogares.Las raíces culturales comunes y su amplia expresión en los medios facilitan la interacción entre los miembros de la comunidad(Subervi-Velez 1994). Por otra parte, debe reconocerse que elbilingüismo se va convirtiendo en el medio característico de comunicación intergeneracional (particularmente al interior de lafamilia), lo cual no disminuye los sentimientos de identidad u orgullo cultural en la segunda o tercera generación (Pantoja, 1998).Si usamos el caso puertorriqueño como referencia, se podríadecir que la tendencia entre el resto de los latinos es hacia unmanejo de los dos idiomas (con variados niveles de dominio),pero no hacia el monolingüismo.
Persisten, claro está, contracorrientes que indican la necesidad de no considerar el terreno ganado por el español como unhecho dado. Ciertos esfuerzos por limitar los derechos de los inmigrantes y de sus hijos a la educación pública esconden frecuentemente un solapado ataque al lugar del español en la instrucción o en su uso público. En ese mismo orden se colocan losesfuerzos por hacer del inglés el único idioma oficial en losEE.UU. Además, el impulso que los medios de comunicación ylas empresas de publicidad le han dado al llamado "spanglish",
pretende colocar a ese lenguaje híbrido a la par con el castellano y el inglés, lo cual resulta perjudicial para ambos idiomas.
Los latinos mismos sostienen una diversidad de puntos devista respecto al idioma español, lo cual refleja sus variadosusos y experiencias. Así, no es raro encontrar personas queconscientemente asumen la defensa de su lengua.
"Es cuestión de principio" dice Lorena, una entrevistada. "Yo
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no hablo inglés en casa. Yo le digo a mi hijo que se dirija a mí en
español. Yo tuve que hacer eso, porque noté que cuando lo en
vié a la escuela, su maestro hasta le cambió el nombre. Trajo acasa papeles con el nombre de 'John'. Yo le dije: 'Estos papeles
no son tuyos. ' El me respondió 'Sí, mami, ésos son míos; lo que
pasa es que mi nombre -Juan- en inglés es John. ' Yo le repliqué:
'Pero tú no tienes nombre en inglés, sino en español. Tu nombre
es Juan Ramón. Si ellos te cambian el nombre habrán matado
dos generaciones, porque yo te di ese nombre para honrar a tu
padre y a tu abuelo. ' Noté también que Juan Ramón comenzó adesarrollar una aversión al español; de ahí que debía tomar me
didas apropiadas. "
En su lucha cultural, padres y madres de familia se sientencon frecuencia como si estuvieran batallando solos contra unaola americanizante. Y es entonces cuando sienten que son precisamente sus iglesias las que los apoyan en sus esfuerzos pormantener viva la lengua materna. Hay iglesias que hacen sumensaje explícito y llaman a los padres de familia a colaborar ytrabajar en equipo para darles a sus hijos el apoyo que necesitan.
El trabajo pastoral con jóvenes va desde la organización deactividades musicales, arte teatral y dramático en español, hasta viajes de verano a la República Dominicana, donde combinantrabajo de misiones con experiencias sociales y culturales degran impacto en su formación. Tales son algunas de las formasen que el hogar y la iglesia se complementan en sus esfuerzospor pasar de una generación a otra el lenguaje y su cultura.
Conclusiones
La religión entre los dominicanos de Nueva York ocupa unpuesto central entre sus actividades cotidianas. Sin embargo,apenas se está empezando a estudiar y conocer sus particularidades. Hay mucho camino por recorrer para llegar a entender
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cómo los dominicanos mantienen o cambian sus afiliaciones religiosas, así como sus prácticas y ritos en el contexto Neoyorquino. Se requiere trabajo investigativo, tanto cualitativo comocuantitativo, para profundizar en los asuntos tratados en esteensayo.
Hay mucho por examinar en cuanto a lo religioso propiamente, como la diversidad de credos, más allá de lo protestante o locatólico; pero también quedan elementos por tratar en las relaciones que existen entre lo religioso, lo educativo, las organizaciones comunitarias, y aun la política. Como dice Stevens-Arroyo "es difícil imaginar una movilización exitosa para cualquier
causa que no cuente con la activa colaboración de los feligre
ses" (1995: 14).
Usando una amplia definición de lo religioso, se puede afirmar que es fácil identificar señales de que los dominicanos enNueva York participan en considerable número, tanto en la esfera privada como en la pública, con variados niveles de intensidad.
Los dominicanos, sumados a otros latinos llegados de todaslas Américas, van transformando el panorama religioso de la ciudad, engrosando las filas de cuanta iglesia existe en este ambiente multicultural -siendo la más obvia y más visible, la iglesiacatólica-, y hasta fundando las suyas propias. En la práctica religiosa, los dominicanos van descubriendo que tienen mucho encomún con gente de similares raíces culturales, y sobre esas bases van construyendo una identidad nueva, diffcil de asir conceptualmente, pero experimentada en la cotidianidad. No sontotalmente "americanos"; tampoco son lo que eran, pero siguensiendo dominicanos. Sin embargo, son conscientes de las diferencias y se sienten partícipes de una transición.
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*Olaya Dotel
ResumenEl artículo estudia los métodos de contratación de haitia
nos en República Dominicana, así como las ventajas y desventajas, que conlleva para los propios haitianos, cada modo decontratación. El artículo muestra también cómo el empresariado dominicano aprovecha la mano de obra haitiana.
AbstractThe article studies the different methods usad to contract
Haitian workers, and discusses the advantages and disadvantages for the Haitian workers of each method. It also showshow the Dominican economy profits from the Haitian labor force.
Uno de los componentes más delicados de las relaciones entre República Dominicana y Haití es el migratorio. Una migraciónsignificativa de haitianos hacia Rep. Dom., en su mayoría de ma-
Politóloga, investigadora del Centro de Estudios Sociales P. Juan Montalvo,s.j.
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nera ilegal y sin documentos de identidad, ha sido fuente de riqueza para los traficantes de ilegales y argumento permanentede manipulación política para un sector de la sociedad dominicana.
Uno de los componentes más importantes de este tema esla inserción laboral de los inmigrantes haitianos y el manejo utilitario que se le ha dado, tanto por ambos gobiernos como porel empresariado dominicano. La fórmula utilizada ha sido la siguiente: migración ilegal es igual a mano de obra barata con elconsecuente beneficio tanto para el empleador como para elque trafica la mano de obra.
En un estudio realizado por el Centro de Estudios SocialesPadre Juan Montalvo, s.j. revisamos la efectividad de esta fórmula, es decir, examinamos desde el punto de vista del contratante los beneficios y perjuicios percibidos y desde el punto devista del inmigrante que las consecuencias que tiene. Para estonos concentramos en los métodos utilizados para la contratación de mano de obra inmigrante, en dos sectores de la economía dominicana, el sector agrícola y el sector de la construcción.
Las razones para la elección de estos dos sectores fueron:1ro. el aporte de ambos a la economía nacional (durante el año2000 ambos sumaron un aporte al PIS dominicano de un24.4%); 2do. el progresivo incremento de mano de obra haitiana experimentado en ambos sectores durante los últimos 5años.
Importantes empresarios de la industria de la construcción-como es el caso del Ing. Diandino Peña, empresario y exsecretario de Obras Públicas- declararon en una ocasión que si repatriaban a todos los haitianos que estaban laborando en la industria de la construcción, ésta sería seriamente afectada.
En la agricultura el nivel de dependencia de mano de obrahaitiana es mucho mayor. Según la Federación Dominicana deCaficultores, FEDECARES, los productores de café que aún so-
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breviven, dependen de la mano de obra barata que le ofrece lamigración haitiana.
La técnica utilizada para recabar la información fue la de laentrevista apoyada en un cuestionario guía. En total se realizaron 80 entrevistas distribuidas de la siguiente manera:
• en el sector de la construcción se entrevistaron: 7 gerentes, 4 encargados de contratación y 28 trabajadores;
• en el sector agrícola: 7 gerentes, 4 encargados de contratación y 30 trabajadores.
Los lugares en que trabajamos son los siguientes:
• en el sector de la construcción: Santiago (3 constructoras)y Santo Domingo (4 constructoras);
• en el sector agrícola: Barahora -2 unidades productivas(UP)-, Mao (1 UP), Las Matas de Santa Cruz (1 UP), Jarabacoa (1 UP), El Cruce de Rincón (1 UP) y Hato Mayor (1UP).
Es bueno señalar que una de las características del trabajoen ambos sectores es el de la temporalidad, ya que ambos porsu naturaleza requieren de un número significativo de mano deobra temporal. Uno porque su producción es cíclica y otro porque su tarea se concluye en un tiempo relativamente corto a noser menos que se trate de una obra de cierta envergadura comoun puente.
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Métodos de contratación utilizados en el sector de laconstrucción
En este sector existen dos métodos de contratación predominantes, para señalarlos utilizaré los términos utilizados por lascompañías constructoras. Los métodos son:
a) Por la casa: en este caso el inmigrante es responsabilidadde la compañía.
b) Por subcontratación: este método consiste en que lacompañía subcontrata determinadas áreas de la obra (albañilería, carpintería, pintura, etc.), entonces el maestrocontratado para dichas áreas lleva sus trabajadores.
Todas las compañías entrevistadas confirmaron utilizar elmétodo de la subcontratación, algunas utilizaban los dos métodos mientras otras sólo subcontran, de hecho el grueso de lostrabajadores inmigrantes en las compañías entrevistadas estánsubcontratados, pues las compañías sólo contratan por la casapara trabajos de muy baja cualificación como recoger escombros, cargar blocks, etc.
Entre las características de la subcontratación tenemos laausencia de contratos. Normalmente los maestros contratadospor las compañías son personas que se manejan con un gran nivel de informalidad. E175% de los trabajadores entrevistados dijeron no haber firmado contrato de trabajo frente a un 10.7% dijeron que sí, mientras el resto manifestaron no saber si teníancontrato de trabajo o no.
Otra característica es la ausencia de registro. Si bien todaslas compañías dijeron tener listas con los nombres de sus trabajadores -tanto de los contratados como de los subcontratadosdatos como edad, sexo, fecha de ingreso a la compañía, lugarde residencia, no son registrados por la compañía y mucho menos por el maestro contratante.
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Existe un acuerdo entre Haití y República Dominicana para lacontratación temporal de mano de obra haitiana, el cual exigeque el permiso sea tramitado por el empleador, pero sólo una delas empresas dijo gestionar el permiso de sus trabajadores inmigrantes ante la Dirección Nacional de Migración.
Beneficios y perjuicios de la subcontratación en el sector dela construcción
Cuestionadas las compañías constructoras sobre los beneficios de la subcontratación nos manifestaron lo siguiente:
• Ahorra prestaciones laborables pues los inmigrantes noson empleados de la constructora sino del maestro quehace las veces de contratista.
• Reduce la presión laboral: los conflictos, trámites de pago, etc. deben ser gestionados por el maestro.
• Facilita el control del personal al ingeniero encargado dela obra pues sólo tiene que negociar con el maestro.
• El ingeniero no tiene que buscar el grueso del personal.
• La responsabilidad del rendimiento recae en el maestro.
Los perjuicios que resultan a las compañías constructoras deesta forma de contratación son:
• La falta de control sobre las habilidades técnicas de lostrabajadores.
• La inestabilidad de los trabajadores subcontratados.
El 31.8% de los trabajadores entrevistados en el sector de laconstrucción no tenían ningún tipo de autorización para trabajaren la República Dominicana -ya sea, visa de trabajo o permisode trabajo-, por lo que se entiende que la mayoría de los con-
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tratistas plantearan a las repatriaciones como un problema. Pero no sólo las repatriaciones influyen en la inestabilidad del trabajador, también la falta de contrato que exime de compromiso,no sólo al empleador con el trabajador, sino también este últimocon el primero, que al recibir una oferta mejor no duda en marchase pues no tiene compromiso que lo ate.
Todos los ingenieros encargados de obra consideraron comoun problema grave la baja calificación de los trabajadores inmigrantes. De hecho cuando se les planteó la pregunta -¿qué cosas puede hacer el gobierno dominicano para mejorar los térmi
nos de contratación de la mano de obra haitiana?- hubo tres respuestas que iban en la línea de la capacitación del trabajador.Dos ingenieros encargados de obra plantearon la certificación ycapacitación de los trabajadores inmigrantes que se dedican ala construcción, a través de instituciones como INFOTEP y untercero propuso fomentar la formación de trabajadores haitianosen Haití.
Como podemos apreciar el sector de la construcción estámetido en un círculo vicioso, por un lado obtiene trabajadores abajo costo pero sin control de la calificación ni de la permanencia de éstos, todo esto en detrimento, no sólo del precio final dela obra sino también de la calidad. De hecho la compañía constructora con mayor cantidad de trabajadores inmigrantes dotados de permisos de trabajo se dedicaba a la construcción deapartamentos de lujo y tenían que responder a exigentes estándares de calidad.
Beneficios y perjuicios de la subcontratación para eltrabajador inmigrante
El principal beneficio de la subcontración es que el nivel deinformalidad en que se realiza le facilita al inmigrante la obtención de trabajo en el sector de la construcción, ya que, no tienenecesidad de presentar documento de identidad, permiso para
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trabajar en el país, referencia o someterse a alguna prueba decalidad.
Pero todas estas facilidades tienen precio y en el caso de lostrabajadores inmigrantes entrevistados son los siguientes:
• El 46.6% de los trabajadores inmigrantes entrevistadosrealizan jornadas diarias de trabajo entre 9 y 10 horas y aninguno de los entrevistados se le provee de agua potable durante sus horas de trabajo.
• La falta de registro tiene un fuerte impacto negativo sobreel trabajador inmigrante en estado de ilegalidad, ya que eldicho registro podría constituir una de las pruebas a presentar, bien sea, para la regularización del status migratorio del trabajador o en caso de una amnistía migratoria.
• Sólo 8 de los 28 trabajadores entrevistados realizan trabajosde cierta cualificación (dos carpinteros, dos ebanistas, unplomero, un envarillador, un terminador y un supervisor), loque indica la concentración de los trabajadores en las labores menos calificadas y, por lo tanto, de más bajos ingresos.
Métodos de contratación utilizados en el sector agrícola
De las 7 empresas agrícolas entrevistadas sólo una declaróque utiliza los servicios de un buscón para contactar nuevos trabajadores. Por otra parte sólo el 6.6% de los trabajadores entrevistados dijeron haber sido contactados por sus patronos o poralgún superior: lo que confirma el testimonio de las empresas.
Respecto a la firma de contratos de trabajo sólo dos afirmaron que sus trabajadores inmigrantes firmaban contrato de trabajo. Frente a la misma interrogante el 63% de los trabajadoresentrevistados declararon no haber firmado contrato de trabajo,un 34% manifestó no saber si tenía contrato y sólo un 3% dijoque sí tenía.
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Si bien en dos de las empresas entrevistadas había contradicciones entre la gerencia y los encargados de contratación sobre la participación de la empresa en la gestión del permiso detrabajo ante la Dirección Nacional de Migración, la tendencia esbastante clara: pues de las 5 empresas restantes, cuatro reconocieron que no intervienen en la gestión de permisos de trabajo y sólo una afirmó que sí realiza las gestiones del permiso. Alindagar sobre el status migratorio de los trabajadores entrevistados encontramos que el 55% de éstos no tenían permiso para trabajar en la República Dominicana.
Sobre los registros encontramos que de las S empresas agrícolas entrevistadas 7 toman los nombres de los trabajadores ysólo una registra además del nombre datos como edad, sexo,fecha de ingreso, dirección, etc.
Beneficios y perjuicios del método de contrataci6n utilizadoen el sector agrícola
Existe una serie de variables que benefician al empresarioagrícola y que son de carácter geográfico y cultural. Como vimos anteriormente muchos empresarios no tienen la necesidadde contratar buscones para hacerse de nuevos trabajadores inmigrantes y esto se debe a:
• 1ro. La cercanía de algunas unidades de producción conla frontera, como sería el caso de Barahona donde existeuna importante producción agrícola.
• 2do. Muchos trabajadores se especializan en cierto tipode producción llegando a dominar información clave como los lugares y las épocas donde hay producción y porlo tanto trabajo.
A todo esto debemos agregar que existe un número importante de trabajadores inmigrantes disponibles.
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Cuando se les preguntó a los empresarios agrícolas sobre losbeneficios que les aporta el método de contratación utilizadodos de ellos contestaron que un nivel aceptable de produccióny el resto dijo que ninguno. Al indagar sobre los perjuicios delmétodo de contratación respondieron lo siguiente:
• 1ro. Inestabilidad del trabajador.
• 2do. Mala calidad del trabajo.
• 3ro. Presión constante de Migración y de los militares.
• 4to. Falta de capacitación en los trabajadores
Problemas como la presión de la Dirección General de Migración y los militares y las repatriaciones son consecuencia del estado de ilegalidad en que se encuentran muchos de los trabajadores haitianos del sector agrícola, la misma ilegalidad que propicia el abaratamiento de los salarios de los inmigrantes al igualque su inestabilidad.
Otro de los problemas muy relacionados con los anterioreses la falta de calificación, que genera la mala calidad del trabajo.
Beneficios y perjuicios del método de contratación utilizadopara el trabajador inmigrante del sector agrrcola
La ventaja que ofrece al trabajador inmigrante esta forma decontratación es fundamentalmente la adquisición de un trabajocon relativa facilidad, sin que se le requiera documentos deidentidad y permiso para laborar en la República Dominicana.
Para presentar las desventajas quisiera retomar las palabrasde un inmigrante al que entrevisté. Este me decía que pronto seiría de ahí porque esa no era vida: "voy pa' San Francisco de Ma
corís, allí es bonito y voy a trabajar limpio, además yo estudié".
El inmigrante haitiano que viene a trabajar a la República Domi-
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nicana en condiciones de ilegalidad se debate entre la necesidad de sobrevivir y ayudar a su familia y sus aspiraciones poruna mejor calidad de vida. ¿Es esto posible con los actuales métodos de contratación?
En torno a las condiciones laborales de los trabajadores entrevistados veíamos lo siguiente:
• 1ro. El 60% de los entrevistados trabajan entre 9 y 12 horas, nunca menos.
• 2do. Ninguno de los trabajadores recibe agua potable durante la jornada de trabajo.
Cuando se les preguntó si recibían el mismo salario que lostrabajadores dominicanos el 76% contestó que sí. Entonces:¿no hay diferencia de salarios entre 105 trabajadores dominicanos y haitianos? La respuesta está en el tipo de trabajo que realizan ambos. La baja calificación los concentra en las labores demenor remuneración; aquí la situación de ilegalidad opera comoun contenedor que impide la mejora de la calificación y con esta el ascenso en la cadena productiva.
Sólo encontramos una empresa agrícola donde inmigranteshaitianos realizaban labores más técnicas, como el manejo deciertos equipos y ocupaban puestos de mando a nivel medio.Esta empresa intervenía en la gestión de los permisos de trabajo lo que se traducía en la legalidad de sus trabajadores y porende en su mayor estabilidad. Esta situación posibilitó la capacitación de los trabajadores inmigrantes y el ascenso a puestosmás técnicos y por ende a mejores salarios.
Este estudio proporciona algunas respuestas, pero tambiéngenera muchas más interrogantes. La principal respuesta gira entorno a la conveniencia de la fórmula "migración ilegal igual amano de obra barata", Como hemos podido apreciar lo que elempresariado dominicano se ahorra en salarios y prestacioneslaborales se va diluyendo en la calidad del producto final.
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Por otro lado si bien esta forma de contratación le facilita altrabajador la obtención de un empleo, también lo condena a salarios de miseria, malas condiciones laborales y elimina toda posibilidad de crecimiento laboral.
Este escenario nos lleva a formular las siguientes preguntas:
• ¿Es la explotación del trabajador la única opción que garantice el crecimiento al sector construcción y agrícola?
• ¿Cuál es el futuro del trabajador de nacionalidad haitianaen la República Dominicana?
• ¿Qué actores son los que deben decidir?
• ¿Cuáles obstáculos hay que superar?
Nosotros de ninguna manera daremos las respuestas a estasinterrogantes pero si recordamos algunos elementos que fueronpresentados por los empresarios entrevistados tanto del sectorde la construcción como del sector agrícola.
Todos los empresarios entrevistados señalaron la importancia del trabajador haitiano debido a que los dominicanos habíanabandonado ciertas labores agrícolas y de la construcción, pero que era vital mejorar la formación del trabajador. En esta líneaformularon las siguientes propuestas:
• Definir una política migratoria con balance en la economía.
• Fomentar la formación de trabajadores haitianos en Haití.
• Certificar y capacitar a los trabajadores inmigrantes quese dedican a la construcción a través de instituciones como INFOTEP.
• Permitir a los trabajadores temporeros estudiar en la República Dominicana.
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Para esto se deberían realizar algunos acuerdos entre Haití y
República Dominicana con el consenso previo del empresariadodominicano. Y nosotros agregaríamos otros actores como sonlas instituciones que por muchos años vienen trabajando con inmigrantes haitianos y que conocen las entrañas de .Ia situaciónlaboral de estos trabajadores.
Todo este proceso debe realizarse dejando de lado la visióndel inmigrante de nacionalidad haitiana, como ta de "dos manos
a bajo costo", contemplando el ser humano que además del alimento busca mantener su dignidad.
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Estudios SocialesVol. XXXV, Número 129 \Julio - Septiembre 2002 /
DESENCUENTRO ÉTNICO Y REDUCCIONISMOINTELECTUAL DEL PROBLEMA RACIAL*
Walter Cordero**
ResumenComenzando con la presentación de los dos tipos distin
tos de sociedad en tiempo colonial, siguiendo con la dominación haitiana, y pasando por la matanza de los haitianos perpetrada por Trujillo un siglo después, hasta llegar, entonces, ala época contemporánea con la confrontación entre Aristide yBalaguer, el golpe de Cédras a Aristide y el apoyo que le danlas elites dominicanas, el artrculo repasa las distintas estaciones y coordenadas de las relaciones dominico-haitianas sobrela base de un análisis sociológico que trata para explicarlas deir más allá de un racismo epidérmico.
AbstractThe article begins with the two different types of society in
the colonial era, continuing with the Haitian occupation at thebeginning of the 19'" century, and goes on to the massacre ofthe Haitians in the border, orchestrated by Trujillo a century la-
Ponencia presentada en el Coloquio Racismo en la R.o., Feria Internacionaldel Libro Santo Domingo, D.N., 30 de Abril de 2001.
.. Sociólogo, profesor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
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ter, also including the ensuing periodo The article arrives thenat the contemporary period with the confrontation betweenAristide and Balaguer, Cedras' coup against Aristide, and thesupport it receives from the Dominican elite. The DominicanHaitian relations are reviewed in these different historical periods on the basis of a sociological method which tries to gobeyond an epidermal racism to explain them.
Las relaciones domínico-haitianas, como todo tema problemático, deben estudiarse en un contexto histórico donde sepueda trazar cómo las desigualdades de poder han seguido lasnecesidades apremiantes de cada lado de la frontera: territorios,autonomía/soberanía, intercambio comercial, mano de obra,atención internacional.
Es vital comprender esta multiplicidad de motivaciones, enconstante fluidez dentro del horizonte temporal, para comenzara, primero, explicar las razones profundas de las actitudes de unpueblo hacia otro, dividiéndolas por los distintos grupos sociales; y, segundo, aproximarnos a las soluciones que evitarán losconflictos de mayor envergadura.
Consideraciones metodológicas
A través de un amplio recorrido analítico que entrecruce lahistoria y la sociología intentaré dilucidar la contribución de lohaitiano al fenómeno racial en este país. Para esos fines, a cadauna de las dos disciplinas mencionadas aplicaré la metodologíade la otra: propongo que comprenderemos mejor la cuestión racial de esta isla si estudiamos la Sociología del pasado y la Historia del presente.
Las desigualdades a que nos referimos más arriba han variado con el tiempo, así como el peso específico de cada una delas necesidades citadas frente a las otras. Ese peso o importancia de las motivaciones que llevan a la hostilidad o la armonía ha
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cambiado también según los grupos sociales con mayor o menor primacía en la conducción oficial de las relaciones entre países. La amplitud de motivos, de actores y la falta de una política uniforme es lo que me impulsa a utilizar este doble instrumento de la Sociología y la Historia para tener una visión máscompleta del fenómeno.
En el pasado, autores nacionales y extranjeros escribieronsobre el racismo antihaitiano de los dominicanos sin que esoprovocara gran resonancia. En cambio, en los últimos años dicho tema ha suscitado gran interés entre propios y extraños. Esto se debe, entre otras razones, al crecimiento acelerado de lapoblación haitiana residente en República Dominicana, y a lasrepetidas denuncias formuladas en foros internacionales sobrela situación social y la discriminación racial que padecen dichosinmigrantes.
Se debe también a las nuevas "descodificaciones intelectua
les" de la identidad y la nacionalidad, resultantes quizá del acomodamiento a nuevas relaciones políticas e internacionales, como expresión de arrepentimiento ético de algunos grupos intelectuales ante las prácticas imperiales pasadas y actuales desus respectivos países.
El tema de la discriminación hacia los haitianos es estudiadocon mucha emotividad. No es mi propósito atascarme en loanecdótico y episódico, en negar o confirmar el discrimen antihaitiano. Lo que me importa realmente es conocer las causas deesta representación ideológica que enreda a quienes desconocen u olvidan el condicionamiento decisivo de los factores económicos y sociales y de las relaciones de poder para el estudiode la cuestión.
Al estudiar el discrimen antihaitiano, diversos autores enfatizan invariablemente el rechazo biológico que se hace al haitiano, que es lo que comúnmente se reputa como racismo. Esamanera de enfocar el tema es un calco teórico del modelo deexclusión racial tal y como lo entienden los norteamericanos y
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los sudafricanos. Para éstos, el hecho de que una persona tenga una gota de sangre africana lo convierte necesariamente ennegro.'
Aunque en los contextos mencionados el color de la pielconstituyó siempre un motivo de exclusión, en nuestro caso dicha regla sólo se verificó excepcionalmente. El aspecto biológico no explica por sí solo el discrimen a lo haitiano, por más quese retuerza la interpretación de este asunto. Indudablemente,existe un discrimen dominicano ante el negro y lo negro, pero elantihaitianismo no puede considerarse un subconjunto de estefenómeno general. Más bien este es un fenómeno aparte, quepor su complejidad y características histórico-culturales propiasinvolucra a toda la población dominicana independientementede su origen racial.
Precisamente por esa complejidad de causas y orígenes considero que la opinión epidérmica del llamado "racismo dominica
no antihaitiano" resulta insatisfactoria e incluso prejuiciada, porque juzga taxativamente la actitud de lo dominicano'ante lo haitiano, sin tomar en cuenta otras vertientes del problema, que sibien siempre se han obviado son indispensables para entenderlo.
Planteo, como sociólogo y como historiador, un cambio en lamanera como se juzga la relación de lo dominicano hacia lo haitiano, con insistencia en un esfuerzo de búsqueda en los aspectos históricos y socioculturales -no en los raciales. Propongo lanecesidad de encaminar una sociología histórica del prejuicioantihaitiano distanciada de los tópicos y lugares comunes. Elenfoque racialista limita y condiciona la explicación de cuestio-
Ginetta E.B. Candelario ofrece una discusión sobre este tema de la hipodescendencia en su articulo "On Whiteness and Other Absurdities: Preliminary Thoughts on Dominican Racialldentity in the United Status", publicadoen la República Dominicana en el umbral del siglo XXI en BREA, Ramonina,ESPINAL, Rosario y VALERIO-HoLGUIN, Fernando (editores), Cultura, polftica ycambio social, CUEPS/PUCMM, Santo Dominjgo, 1999. Ver especialmentelas páginas 95 y 96 sobre este asunto.
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nes clave que atañen a nuestra identidad, las cuales -al Iimitarse a una interpretación puramente racista de ciertas manifestaciones culturales dominicanas- son interpretadas antojadizamente o ignoradas por autores locales yextranjeros.2
Desde los orígenes de ambas naciones, las potencias metropolitanas han utilizado esta isla como estudio de caso para probar la teoría racista de turno. Han venido, tanto al lado orientalcomo al occidental de la isla, multitud de viajeros que, creyéndose Darwin en las Galápagos, comparaban un pueblo al otro,cuestionando sus capacidades para mantener su independencia y convertirse en estados-naciones florecientes.
Estos teóricos foráneos -y a menudo los ejecutores de losplanes imperiales, como sucedió durante la ocupación norteamericana de esta isla completa entre 1916 y 1924- han impuesto su óptica binaria del racismo epidérmico al juzgar las actitudes de una nación ante la otra. Lo que aparentemente no hancomprendido, es el trasfondo histórico que ha forjado esas actitudes. En el caso dominicano hacia Haití no se trata -como enel caso de los países imperialistas- de un mecanismo para imponer y sostener situaciones de dominación. Por lo contrario, unaspecto esencial de esta actitud reside en la necesidad de preservar un territorio y sus escasos recursos ante una presión deocupación irregular del mismo. Desgraciadamente, las teoríasformuladas en el extranjero luego vienen a alimentar ciertas corrientes de pensamiento locales que, por distintas motivaciones,caen también ~ n la simplificación del tema.
De ahí que en este ensayo, antes que hablar de racismo a secas, he preferido hablar de un desencuentro étnico que reflejados mentalidades diferenciadas en las maneras como se perciben mutuamente.
2 Podemos citar como ejemplo a VALLEJO, Catherine, Las madres de la patria
y las bellas mentiras, Ediciones Universal, Miami, 1999, en sus interpretaciones de la poesra "Las Vrrgenes de Galindo" de Félix Marra Delmonte.
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El desencuentro consiste en el desentendimiento que normalas relaciones de dos mentalidades obligadas, sin embargo, pornecesidades recíprocas y por vecindad a sostener una relaciónde convivencia, siempre incompleta. Esta relación ha sido difícilporque un componente ha necesitado el territorio, el mercado oel trabajo del otro y lo que ha prevalecido ha sido el uso de lafuerza y otros mecanismos irregulares, más que el diálogo o elacuerdo mutuo y justo para la obtención de esos fines. En adición a esto, la barrera lingüística, los traumas históricos, la agitación política, las intromisiones extranjeras, estimulan o inducen una relación desconfiada.
Ha existido durante largo tiempo una relación social limitadaentre ambas comunidades, digamos de carácter secundarioporque envuelve mercancías u objetos. Los factores básicos delas relaciones existentes (tierra, trabajo, mercancías, dinero) noaproximan a la gente desde el punto de vista humano, por locual predomina y permanece el desentendimiento. Las relaciones primarias -selladas por el parentesco y la confianza recíprocas- suelen manifestarse en la zona fronteriza y otros puntosdispersos donde la relación humana y social ha sido más comúny cotidiana. .
El desencuentro no ha existido de igual manera siempre, sino que ha cambiado con el tiempo. En algunas épocas ha habido mayor empecinamiento o rigidez en la defensa de ciertasideas o proyectos, y, en otros, un mayor acercamiento entre losgobernantes y las gentes. Sin embargo, el desencuentro tampoco es un recogimiento mutuo; por el contrario, expresa una relación de poder donde una parte impone y otra resiste, donde seconfronta lo legal y lo fáctico. De igual modo, la intensidad delrechazo a lo haitiano o lo inverso no ha sido igual siempre, adaptándose coyunturalmente las percepciones de cada quien a lascircunstancias cambiantes conforme ha convenido a los intereses estratégicos de las élites.
Si bien a través de las prácticas del poder las élites han pau-
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tado el rumbo del desencuentro, sus decisiones se han supeditado más que a las cuestiones raciales, a los condicionamientoseconómicos, políticos y sociales, internos y externos.
Bases históricas del desencuentro domínico-haitiano
El desencuentro étnico tiene sus comienzos en la segundamitad del siglo XVIII. En esa época, las dos colonias de SantoDomingo delinearon evoluciones históricas respectivas muy distintas, que a la postre pautaron la raíz y el desarrollo ulterior delproblema que sesga las relaciones de ambos pueblos.
Durante ese periodo la parte española de la isla experimentóun repunte económico y demográfico gracias al impulso registrado en su producción ganadera, los intercambios comercialescon el lado francés y la inmigración canaria y de esclavos, incluyendo entre estos últimos a los fugitivos procedentes de la vecina colonia.
A su vez, el lado francés de la isla consolidó un sistema deplantación esclavista que reprodujo, grosso modo, una comunidad extremadamente desigual en lo social y racial. Esta era dominada plenamente por una minoría de grandes propietariosblancos que explotaba la mayoría de los habitantes, representados por esclavos de origen africano. Como es sabido, este modelo de sociedad colonial eclosionó violentamente y dio paso alEstado haitiano, representado casi exclusivamente por negros ymulatos.
Por su parte, la porción española recreó un tipo de sociedadmenos diferenciada en su base económica y social y más integrada étnicamente. Su economía dependía principalmente de laexplotación ganadera y el autoabasto alimentario. Este sistemaproductivo poco especializado se fundaba más en el aprovechamiento de la naturaleza que en la explotación intensiva del trabajo esclavo, razón por la cual en dicha sociedad no se verificó
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una separación tajante y conflictiva entre éstos y sus amos, taly como ocurrió en el lado francés.
En adición a lo anterior, la escasa población existente -caracterizada desde entonces por el mestizaje- estaba constituidamayoritariamente por gentes libres. Ni los esclavos ni los libertos representaban un grupo segregado por marcadas diferencias ante el componente poblacional de origen hispánico, puescompartían el idioma y el grueso de las costumbres y usos culturales.
De hecho, hacia finales del siglo XVIII y a principios del XIX lapoblación negra y mulata libre de más antigua residencia ya estaba inmersa en su propio proceso de identidad con el país enformación. Tal proceso se produjo también en el caso de los habitantes de origen español peninsular o canario.
Desde el principio del siglo XIX Haití tuvo más potencia económica, militar y demográfica que Santo Domingo, lo cual explica sus reiterados intentos de imponer su proyecto de dominación exclusivista de una isla indivisible bajo su mandato.
Este exclusivismo impulsó al liderazgo haitiano a hacer usode la amenaza, antes que de la persuasión o la negociación ensu trato con la población vecina. Por ejemplo, en 1801 el invasor Toussaint dijo: "Yo os presento la felicidad o la desgracia: es
coged". Luego, en 1805 Dessalines, amenazó en estos términos: "No existiréis sino en cuanto mi clemencia se digne preser
varos".3 Estas expresiones denotan una primera etapa del desencuentro, que permanecería latente en la memoria históricade ambos lados.
Si para entonces los haitianos no lograron imponer su plande dominio se debió, por una parte, al acoso a que el primer
3 Ver NOLAsco, Sócrates, "Blancos legales", en Obras completas. Ensayos His·
toricos, Biblioteca de Clásicos dominicanos, vol. XIX., Fundación Corripio,1994, p. 240.
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estado antiesclavista americano fue sometido por su antiguametrópolis y a las luchas intestinas en que se enfrascaron suslíderes.
Por otra parte, este fracaso de dominio haitiano se explicaporque en la colonia española existía un fermento de nacionalidad que anhelaba sobrevivir como entidad nacional separada. Los años que siguieron a la reconquista constituyen unmomento crucial en la vertebración de un sentimiento de criolIización entre los habitantes de la antigua posesión españolade la isla.
El aislamiento en que permaneció la colonia respecto a sumetrópolis y la pobreza generalizada que abatió a sus habitantes durante esos años, constituyeron una experiencia traumática para la burocracia colonial y los descendientes de españolesque habían repoblado la colonia en el siglo precedente. Estos últimos, representantes de una generación criolla emergente, estaban más vinculados e identificados con la sociedad colonialque con la metrópolis distante y desconocida. Por ende, en lotocante al aspecto político, se incorporaron al propósito de disociación del dominio colonial y adoptaron ciertas prácticas culturales que denotan un inequívoco entronque con representaciones colectivas de origen vernáculo.
Un ejemplo de estas prácticas consistió en el impulso quecobró entonces en todo el territorio el culto de La Altagracia, através de peregrinaciones y una mayor representación en laonomástica tanto femenina como masculina.
Esta necesidad de forjar una entidad nacional independiente,de convivencia isleña desapartada, se enraizó en los 22 años dela dominación haitiana y se consolidó durante las guerras que siguieron a la formación del Estado dominicano. El mentor eximiode esta idea, Juan Pablo Duarte, lo expresó en estos términos:"Si los españoles tienen una monarquía española, Francia la su
ya francesa; y hasta los haitianos han constituido la República
Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a
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la francesa, ya a la española, ya a los mismos haitianos sin pen
sar en constituirse como los demás?"4
Es sabido que en ese proceso decisivo también hubo actitudes. pro-haitianas disidentes, como han existido siempre, sindesmedro ante el sentimiento generalizado pro-dominicano deexistir como entidad distinta y separada.
Este sentimiento nacionalista se manifestó nuevamente durante el gobierno de Salomón en 1885, cuando éste pretendióinvadir el territorio nacional. En tales circunstancias, los dominicanos de todos los colores y partidos, así como varios antillanistas reconocidos que se sentían dominicanos, respondieron airadamente contra tales propósitos.
Desde el periódico La República, Eugenio Deschamps espetó: "Aquella jente [sic] víctima de alucinaciones insensatas pre
tende que somos un pueblo sin derecho; que nuestra vida es un
paréntesis abierto en su existencia; que somos, no más, la parte
este de la república haitiana. "5
La actitud de Hostos iba acorde a su pensamiento independentista, siempre contra los planes de dominación de uná nación sobre otra. En un artículo, el Maestro proponía solucionar elproblema fronterizo de ocupación irregular por Haití de territorios dominicanos mediante la colonización de esas comarcas,distribuyendo tierras y abriendo escuelas, estableciendo imprentas y periódicos para reafirmar la lengua española.6
Al presentar estas acotaciones es mi intención poner a pensar una vez más a las gentes de hoy, tan desconocedoras denuestro pasado en relación con Haití, si la postura de esos intelectuales se explica tan sólo y principalmente por un rechazo alcolor de la piel de nuestros vecinos; o si, por lo contrario, res-
4 Ideario de Juan Pablo OUARTE.
5 Editorial en el periódico La República, junio de 1885.6 El Eco de la Opinión, noviembre de 1885.
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ponde al reconocimiento de lo dominicano como entidad separada de lo haitiano.
De Trujillo en adelante
Ya en el siglo XX, con Truj iIIo, se abre una fase histórica enque por primera vez el epicentro de poder que fija el rumbo deldesencuentro dominico-haitiano recae plenamente en República Dominicana.
El nuevo régimen surgió en coincidencia con la gran depresión capitalista de los treinta que conmocionó las economías caribeñas, derribando las ventas externas y los precios de susprincipales renglones de exportación. No obstante la gravedadde la crisis externa y los cuantiosos daños provocados por elhuracán San Zenón a principios de su mandato, Trujillo logróconsolidar rápidamente su gobierno.
En el caso de Haití, la gran crisis capitalista mundial de esosaños también repercutió negativamente sobre su economía,afectando principalmente las exportaciones de café. En adicióna esta grave e inesperada situación, dicho país se vio obligadoa acoger repentinamente a millares de sus braceros azucarerosresidentes en Cuba, desplazados de aquella isla por la quiebrade numerosos ingenios. 7 La llegada de este contingente humano a un país pobre y muy poblado, con escasos terrenos vírgenes disponibles para la agricultura, acentuó la presión migratoria irregular hacia el territorio dominicano.
Sin embargo, esta vez el asunto no era tan sencillo como enel pasado, porque el poder trujillista operaba en base a un estado autoritario y centralizador que se proponía ejercer un controlestricto sobre el territorio nacional. A pesar de las medidas
7 VEGA, Bernardo, Trujillo y Haití, vol. 1, 1930-1937. Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1988, pp. 198-199.
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adoptadas por las autoridades dominicanas, el flujo prosiguió,incluso con el beneplácito de las autoridades haitianas, segúntestimonio de Julio Ortega Frier en referencia a una conversación con el presidente de Haití, Sténio Vincent.&
Esta situación no pudo sostenerse después de la salida delas tropas estadounidenses de Haití en 1935 y de la firma del tratado de límites fronterizos definitivos del 1936. La consolidacióndel régimen trujillista requería el apoyo del campesinado y la burocracia cívico-militar, y la tierra era el vehículo de gratificaciónobligatorio para tales fines. Es posible también que, al cerrar laposibilidad del minifundio haitiano en territorio dominicano, podría beneficiarse la poderosa industria azucarera, con una mayordisponibilidad de fuerza laboral haitiana.
La matanza y expulsión masiva de los residentes haitianos enterritorio dominicano en 1937 sella la primacía de la fuerza trujilIista sobre las pretensiones sempiternas de expansión del Estado haitiano a costa del territorio dominicano.
A seguida vino un período de exaltación estridente de una jefatura omnímoda, que supuestamente encarnaba y sintetizabala reparación histórica de incontables oprobios pasados.'Estedesvarío del poder despótico, inflamado de lisonjas y mezquindades, enfatizó las diferencias entre ambos pueblos -unas veces deliberadamente y, las más de las ocasiones, en formas indirectas. Para eso, se destacó la ilustre prosapia del genio conductor y la de un pueblo frente al otro y las virtudes culturales deuna nación en relación con la otra. La dictadura enarboló las diferencias entre los dos pueblos: lengua, religión, color, cultura.El asunto haitiano quedó entonces en las discusiones del poderen el nivel intelectual, de pura ideología. Con todo, siempre hu-
8 SAVIÑÓN, Ramón, Memoria de la Era de Trujillo, 1916-1961, Amigo del Hogar,Santo Domingo, 2002, pp. 124-138. Carta personal de Julio Ortega Frier, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, a Jesús Marra Troncoso, Embajador dominicano en Washington, D.C., 20 de septiembre de 1941.
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bo escaramuzas verbales entre las partes, ahogadas en la propia incomunicación de las polémicas intelectuales en países deanalfabetos.
Ahora bien, cuando la vastedad del emporio azucarero trujiIIista sobrepasó los límites del reclutamiento interno compulsivode mano de obra, la necesidad de trabajadores contratados moduló el lenguaje de aquellas voces.
Para el pueblo llano, lo haitiano quedó, como una sombra,sectorizado en el enclave azucarero, en las fugaces visiones delas caravanas silenciosas en un vaivén de inmigrantes. De hecho, lo haitiano se convierte en un tema ignorado, con una venda de desconocimiento sobre las relaciones recíprocas entreambos países, por lo que surge una generación entera ignorante de la matanza y sus pormenores. Este evento quedó atrapado en la memoria de un grupo reducido y de un área geográficalimitada.
Período post-trujillista
Las relaciones de poder entre las élites dominico-haitianasdurante los años post-trujillistas han variado según diversas circunstancias. El periodo transicional comprendido entre 1961y1965 -representado por gobiernos dominicanos débiles, inestables y breves- está trenzado por desavenencias intermitentesque reavivaron el desencuentro entre ambas partes. En cambio,durante los doce años balagueristas hubo un entendimiento conel duvalierismo en las relaciones de poder, por razones econ6micas e ideológicas mutuamente convenientes. En lo econ6mica se trata de una oportunidad para la acumulación mediantemecanismos extralegales en el trasiego humano, a través de laburocracia cívico-militar. Se acuerda un ajuste conservador entre dos gobiernos autoritarios alrededor del azúcar y el controlfronterizo.
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Azúcar y tráfico de braceros se convierten en fuente de riquezas para ambos lados: los que reclutan allá y los que explotan aquí. Esta flexibilización de la migración haitiana al Este recrea como contraparte el problema secular del asentamientoilegal haitiano, tomando cuerpo una población residente de manera permanente -que apenas era residual durante la Era deTrujillo.
En el plano político administrativo, la frontera permaneció sellada a otros tipos de intercambios por conveniencias reciprocasdel poder despótico en su lucha común contra la llamada "infil
tración" comunista. Esto constituyó, en realidad, un mecanismode exclusión de los partidos opositores o los exiliados haitianosa la práctica política en ese remoto espacio geográfico.
En cuanto al aspecto ideológico, el desencuentro de las relaciones dominico-haitianas prosiguió utilizándose por ambaspartes para azuzar y hasta caldear los "ánimos patrióticos" endeterminadas coyunturas de desavenencias o convenienciaspolíticas. Para esos fines el gobierno balaguerista creó la Comi
sión Nacional de Fronteras, una entelequia administrativa adscrita a la Secretaría de Relaciones Exteriores, dirigida en su primera etapa por el reconocido anti-haitihanista y trujillista, CarlosSánchez y Sánchez.
En la fase que cubre las últimas dos décadas del siglo XX, seafianza la complementación de necesidades recíprocas entreambos países mediante la exportación de mano de obra asalariada barata desde el Oeste, y mercancías y alimentos emitidospor el Este. Durante esos años, la República Dominicana y Haití experimentaron cambios contundentes en sus respectivaseconomías y sociedades. Sin embargo, las tendencias fuerondesiguales para ambos países: el Este avanzó rápidamentemientras que el Oeste retrocedió de manera notable.
En un plazo relativamente breve en la República Dominicanase produjo el recambio de sus actividades económicas agro-exportadoras tradicionales por l.a prestación de servicios -princi-
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palmente en el sector turístico- y la producción industrial en zonas francas. El desarrollo de estos nuevos sectores, conjuntamente con la expansión desmesurada del Estado y en consecuencia del gasto público, contribuyó a resituar la población nacional dentro del espacio geográfico. Correlativamente, se produjo un congestionamiento poblacional urbano y una gran emigración al exterior.
En contraste con esa tendencia, Haití sufrió un gran desgaste económico e institucional. Desde los años ochenta, las sucesivas crisis político-militares aceleraron el desmembramiento delEstado haitiano.
Por las razones apuntadas, durante estos años el territoriodominicano se convirtió en el refugio masivo de los pobres deHaití. A todo esto contribuyó también la pertinaz vigilancia de lasautoridades norteamericanas al ingreso a sus costas de nacionales haitianos bajo distintos alegatos abiertos y encubiertos,entre los que se incluyen prevenciones sanitarias contra el SIDA.De hecho, durante el gobierno de Bush (padre), la administración norteamericana impuso una cuarentena marítima para impedir el paso de embarcaciones haitianas al estado de Florida.
En consonancia con los cambios registrados en la economíadominicana, los trabajadores haitianos fueron desplazándosedel coto laboral tradicional representado por la industria azucarera hacia al agro en su conjunto, y luego también a diversas actividades primarias y terciarias.
Al asumir el gobierno de Haití en 1991, Jean Bertrand Aristide retoma la beligerancia característica de algunos líderes haitianos del siglo XIX, respecto a las relaciones de aquel país conRepública Dominicana. El ex sacerdote salesiano recurrió a losforos de organismos internacionales -ONU y OEA- para denunciar la ruinosa condición social y el discrimen racial que sufríansus co-nacionales residentes en Santo Domingo.
No obstante la animosidad recíproca creada en torno al pro-
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blema, el peso de los intereses económicos nucleados alrededor de la industria azucarera y otras actividades dispuso un arreglo fáctico que acalló rápidamente los discursos del Lavalas. Laconfrontación Aristide-Balaguer representa la debacle del proyecto conflictivo del primero ante el foro internacional. Pesaronmás los intereses compartidos de comerciantes y militares, delas élites, por encima de la reivindicación racial. Al tratar Aristidede enfrentar a la industria azucarera, pierde el juego y Cédras toma el poder, con una continuidad cimentada por la relación decorrupción entre ambos Estados. De hecho la durabilidad delsucesor, General Cédras, está asociada a la permisividad dominicana contra el bloqueo internacional que sufrió Haití, lo cual seconvirtió en una gran oportunidad de negocios para las élites.
Por supuesto, esta connivencia entre las fuerzas conservadoras de ambos lados no excluyó que al mismo tiempo -en elplano interno de la República Dominicana- la cuestión haitianaconstituyese un ingrediente ideológico esencial de las mascaradas electorales balagueristas en sus últimos diez años. Este tema cobró interés por la doble coincidencia de la relación conflictiva con Aristide y el peligroso desafío que oponía el liderazgo deJosé Francisco Peña Gómez a las aspiraciones eternas de' gobierno de Joaquín Balaguer. La propaganda adversa contra Peña Gómez enfatizaba siempre su origen haitiano.
El llamado milagro económico dominicano iniciado en losaños noventa distanció radicalmente a los pobres y ricos delpaís. Junto a los bulevares y rascacielos de estos años ocurrióuna migración rural sin precedentes que abandonó el campo alcuidado de los inmigrantes haitianos, quienes prosiguen el proceso de depredación que nuestros campesinos comenzaron.Igualmente se desarrolló una gran masa laboral haitiana, esparcida por todo el territorio dominicano, que ahora reclama para síla doble nacionalidad.
No hay datos confiables sobre el número de inmigrantes haitianos residentes en el territorio dominicano. Aunque es difícil
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establecer dicha cifra por distintas razones, se habla de más deun millón de habitantes distribuidos en todo el país. Se trata deun contingente poblacional importante para el funcionamientode la economía dominicana, y más que nada, del sector de laconstrucción, que es la actividad mas dinámica y de mayor peso especifico dentro de las actividades no dependientes directamente del sector externo, como lo son el turismo y las industrias de zona franca.
De hecho, la construcción es uno de los principales mecanismos de acumulación del sector financiero y de las grandes compañías constructoras. La indispensabilidad de esta mano deobra-para el funcionamiento de la construcción, llevó al poderoso Secretario de Obras Públicas, Diandino Peña, a desautorizaral Presidente Leonel Fernández en relación al empleo masivo dehaitianos en obras del Estado, contraviniendo la ley que regulala proporción de extranjeros para estos casos. Esto nos hacepensar en la importancia económica del asunto si, a pesar de lavigilancia fronteriza y las repatriaciones, aumenta cada día el número de residentes haitianos en el país.
El nuevo giro que ha tomado la cuestión haitiana se produceen una sociedad de valores cambiantes respecto a la dominicanidad y su destino, que cuenta como soporte institucional y administrativo con un Estado desvencijado, incapaz de articular unproyecto definido de nación en los tiempos de la globalización,definiendo la cuestión migratoria como parte de sus intereses estratégicos en la lucha contra la pobreza y la identidad nacional.
El desencuentro actual entre Jo haitiano y lo dominicano esmás complejo que nunca, porque el problema ya no consiste enuna mera ocupación de espacios disputados ni una amenazabélica. Lo que la inmigración y sus defensores internos y externos reclaman es el derecho a ostentar una nacionalidad conveniente que apunta hacia la formación de una minoría étnica quetiende a redefinir lo dominicano tal y como se ha concebido tradicionalmente.
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En un país donde la élite dominante y la clase política en particular piensan siempre y primero por el tamaño desmedido desus apetencias de riquezas, es difícil esperar de ellos una búsqueda de respuestas inteligentes y armónicas para un problemadifícil que divide y sectariza las opiniones mediante el inevitablesesgo racial.
Actualmente, la volátil migración haitiana ha arropado el paíssin que exista una política oficial al respecto y ni siquiera unadiscusión académica idónea, de su importancia en el presente yel porvenir de los dominicanos. Hablo específicamente de la influencia que ejercerá esta nueva modalidad del desencuentro enlas próximas décadas en el nuevo perfil de la nacionalidad do:minicana.
También me refiero a cómo este fenómeno afectará la tolerancia relativa que ha existido tradicionalmente en las relacionesraciales de los dominicanos entre sí. Como se sabe, hasta ahora nuestra historia no registra episodios memorables de violencia racial entre nosotros mismos. Esto contrasta con lo ocurridoen otros países del área donde existen etnias indígenas sometidas; y también -como ha sucedido tradicionalmente en Haitídonde hay grupos raciales diferenciados pugnando por el poder.
En cualquier caso, el aspecto racial ha sido sobredimensionado por las élites y ciertos intelectuales para hilvanar una teoría del racismo dominicano/antihaitiano que, sin embargo, nunca logra explicar porqué es más común un entendimiento entrela clase gobernante que en el colectivo de ambas comunidades.Que se sepa y que se entienda: uno de los nudos que traban laaproximación de nuestras dos mentalidades con la fluidez afectiva requerida para sostener un vínculo de vecindad más o menos armonioso y continuo, o para compartir nuestra nacionalidad, consiste en la escasez de experiencias auténticamente solidarias y compartidas. Esto es lo que efectivamente sostendráuna memoria social donde la cooperación prevalecerá sobre lasdiferencias y el conflicto.
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PARA LA HISTORIA DOS CARTAS
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La Habana, 14 de junio de 1943.
Mis queridos Emilio Rodríguez Demorizi,Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy:
Ustedes se van mañana, creo, y antes de que vuelvan al paísquiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas queproduzca sobre el caso dominicano como dominicano, No digoque algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distancia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacerlo un señor de Alaska.
En primer lugar, gracias por la breve compañía conque mehan regalado hoy; la agradezco como hombre preocupado porel comercio de las ideas, jamás porque ella me haya producidoesa indescriptible emoción que se siente cuando en la voz, en eltono, en las palabras de un amigo que ha dejado de verse pormucho tiempo se advierten los recuerdos de un sitio en que unofue feliz. Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Dominicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciudadano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones.
Hoy también he sufrido... Pues de mi reunión con Uds. he sacado una conclusión dolorosa, y es ésta: la tragedia de mi paísha calado mucho más allá de donde era posible concebir. Ladictadura ha llegado a conformar una base ideológica que yaparece natural en el aire dominicano y que costará enormemente vencer, si es que puede vencerse alguna vez. No me refiero ahechos concretos relacionados con determinada persona; nohablo de que los dominicanos se sientan más o menos identificados con Trujillo, que defiendan o ataquen su régimen, quemantengan talo cual idea sobre el suceso limitado de la situación política actual en Santo Domingo; no, mis amigos queridos:hablo de una transformación de la mentalidad nacional que esen realidad incompatible con aquellos principios de convivenciahumana en los cuales los hombres y los pueblos han creído confirme fe durante las épocas mejores del mundo, por los que losguías del género humano han padecido y muerto, han sufrido y
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se han sacrificado. Me refiero a la actitud mental y moral de Uds.-y por tanto de la mejor parte de mi pueblo- frente a un casoque a todos nos toca: el haitiano.
Antes de seguir desearía recordar a Uds. que hay una obramía, diseminada por todo nuestro ámbito, que ha sido escrita,forjada al solo estímulo de mi amor por el pueblo dominicano.Me refiero a mis cuentos. Ni el deseo de ganar dinero ni el deobtener con ellos un renombre que me permitiera ganar algúndía una posición política o económica ni propósito bastardo alguno dio origen a esos cuentos. Uds. son escritores y sabenque cuando uno empieza a escribir, cuando lo hace como nosotros, sincera, lealmente, no lleva otro fin que el de expresaruna inquietud interior angustiosa y agobiadora. Así, ahí está miobra para defenderme si alguien dice actualmente o en el porvenir que soy un mal dominicano. Hablo, pues, con derecho areclamar que se me oiga como al menos malo de los hijos demi tierra.
Los he oído a Uds. expresarse, especialmente a Emilio y aMarrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he preguntadocómo es posible amar al propio pueblo y despreciar al ajeno, cómo es posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia alos hijos del vecino, así, sólo porque son hijos de otro. Creo queUds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, seahaitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds.consideran a los haitianos punto menos que animales, porque alos cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el derecho a vivir...
Pero creo también -y espero no equivocarme- que Uds. sufren una confusión, que Uds. hap dejado que el juicio les hayasido desviado por aquellos que Etn Haití y en la República Domínicana utilizan a ambos pueblos para sus ventajas personales.Porque eso es lo que ocurre, amigos míos. Si me permiten he deexplicárselo:
El pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desdeel Descubrimiento hasta hoy -o desde que se formaron hasta la
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fecha- igualmente sometidos en términos generales. Para el caso no importa que Santo Domingo tenga una masa menos pobre y menos ignorante. No hay diferencia fundamental entre elestado de miseria e ignorancia de un haitiano y el de un dominicano, si ambos se miden, no por lo que han adquirido en bienesy conocimientos, sino por lo que les falta adquirir todavía parallamarse con justo título, seres humanos satisfechos y orgullosos de serios. El pueblo haitiano es un poco más pobre, y debido a esa circunstancia, luchando con el hambre que es algo másserio de lo que puede imaginarse quien no la haya padecido ensí, en sus hijos y en sus antepasados, procura burlar la vigilancia dominicana y cruza la frontera; si el caso fuera al revés, sería el dominicano el que emigraría ilegalmente a Haití. El haitiano es, pues, más digno de compasión que el dominicano; en orden de su miseria merece más que luchemos por él, que tratemos de sacarlo de su condición de bestia. Ninguno de Uds. sería capaz de pegar con el pie a quien llegara a sus puertas enbusca de abrigo o de pan; y si no lo hacen como hombres, nopueden hacerlo como ciudadanos.
Ahora bien, así como el estado de ambos pueblos se relaciona, porque los dos padecen, así también se relacionan aquellosque en Santo Domingo igual que en Haití explotan al pueblo,acumulan millones, privan a los demás del derecho de hablarpara que no denuncien sus tropelías, del derecho de asociarsepolíticamente para que no echen por el suelo sus monumentosde indignidad. No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la masa; no hay diferencia fundamentalentre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante.
Pero así como en los hombres del pueblo en ambos paíseshay un interés común -el de lograr sus libertades para tener acceso al bienestar que todo hijo dE"J mujer merece y nec.esita-, enlas clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choquesde intereses, porque ambas quieren para sí la mayor riqueza.Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantesson competidoras. Trujillo y todo lo que él representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot ytodo lo que él representa como minoría explotadora, también.
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Entonces, uno y otro -unos y otros, mejor dicho- utilizan a suspueblos respectivos para que les sirvan de tropa de choque; esta tropa que batalle para que el vencedor acreciente su poder.Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de un nacionalismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio ala extraña, y sobre todo, apetencia del poder total. Y si los maspuros y los mejores entre aquellos que por ser intelectuales, personas que han aprendido a distinguir la verdad en el fango de lamentira se dejan embaucar y acaban enamorándose de esamentira, acabaremos olvidando que el deber de los más altospor más cultos no es ponerse al servicio consciente o inconsciente de una minoría explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sinoal servicio del hombre del pueblo, sea haitiano, boliviano o dominicano.
Cuando los diplomáticos haitianos hacen aquí o allá una labor que Uds. estiman perjudicial para la República Dominicana,saben lo que están haciendo ellos, aunque crean de buena feque están procediendo como patriotas? Pues están simplemente sirviendo a los intereses de esa minoría que ahora está presidida por Lescot como ayer lo estaba por Vincent. y cuando losintelectuales dominicanos escriben -como lo ha hecho Marrero,de total motu propio según él dijo olvidando que no hay ya lugar, para el libre albedrío en el mundo- artículos contrarios aHaití, están sirviendo inconscientemente -pero sirviendo- a losque explotan al pueblo dominicano y lo tratan como enemigomilitarmente conquistado.
No, amigos míos... Salgan de su ofuscación. Nuestro debercomo dominicanos que formamos parte de la humanidad es defender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igual ardorque al pueblo dominicano de los suyos. No hay que confundir aTrujillo con la República Dominicana ni a Lescot con Haití. Uds.mismos lo afirman cuando dicen que Lescot subió al poder ayudado por Trujillo y ahora lo combate. También Trujillo llevó al poder a Lescot y ahora lo ataca. Es que ambos tienen interesesopuestos, como opuestos son los de cada uno a los de sus pueblos respectivos y a los del género humano.
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Nuestro deber es, ahora, luchar por la libertad de nuestropueblo y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando deaquél y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, libros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia; cuando seamos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, nohabrá pugnas entre los hijos de Duarte y los de Toussaint, porque ni éstos irán a buscar, acosados por el hambre tierras dominicanas en que cosechar un mísero plátano necesario a su sustento, ni aquellos tendrán que volver los ojos a un país de origen, idioma y cultura diferentes, a menos que lo hagan con ánimos de aumentar sus conocimientos de la tierra y los hombresque la viven.
Ese sentimiento de indignación viril que los anima ahora conrespecto a Haití, volvámoslo contra el que esclaviza y explota alos dominicanos, contra el que, con la presión de su poder casitotal cambia los sentimientos de todos los dominicanos, los mejores sentimientos nuestros, forzándonos a abandonar el don dela amistad, el de la discreción, el de la correcta valoración de todo lo que alienta en el mundo. Y después, convoquemos en sonde hermanos a los haitianos y ayudémosles a ser ellos librestambién de sus explotadores, a que, lo mismo que nosotros,puedan levantar una patria próspera, culta, feliz en la que susmejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la misma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.
Hay que saber distinguir quién es el verdadero enemigo y noolvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pueblos. Yo sé que Uds. saben esto, que Uds., como yo, aspiran auna patria mejor, a una patria que pueda codearse con las másavanzadas del globo. Y no la lograremos por otro camino quepor el del respeto a todos los derechos, que si están hoy violados en Santo Domingo no deben ofuscarnos hasta llevarnos adesear que sean violados por nosotros en lugares distintos.
Yo creo en Uds. Por eso he sufrido. Creo en Uds. hasta el hecho de no dolerme que Marrero mostrara a Emilio el papelito quele escribí con ánimo de beneficiarlo y sin ánimo de molestar nipor acción ni por omisión a Emilio. En todos creo, a todos los
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quiero y en su claro juicio tengo fe. Por eso me han hecho sufriresta tarde.
Pero el porvenir ha de vernos un día abrazados, en medio deun mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo en quequepan los haitianos y los dominicanos, y en el que todos losque tenemos el deber de ser mejores estaremos luchando juntos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de latierra.
Mándenme como hermano y ténganme por tal.
Juan Bosch
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Ciudad Trujillo,República Dominicana
Julio 12, 1943.
Señor DonJuan Bosch,La Habana, Cuba.
Querido Juan:
Por un impulso de nuestra dominicanidad frente a la incomprensión cierta o simulada de la realidad dominicana, correspondemos a tu carta recibida en la Habana, de fecha 14 de junio, acerca de la dominicanización de las regiones fronterizas,tema que discutimos allí en presencia del ilustre historiador yeconomista cubano Dr. Ramiro Guerra.
Tu declaración de que esas líneas tuyas "acaso sean las últimas que produzcas, sobre el caso dominicano como dominicano"; aun que no niegas que "algún día" vuelvas al tema, pero "yaa tanta distancia mental y psicológica de la patria nativa comopudiera hacerlo un señor de Alaska"; y tu declaración verbal· deque sólo esperas el cumplimiento de ciertos requisitos legalespara renunciar a tu nacionalidad, -caso insólito, porque es la primera vez que un dominicano, tras breve ausencia, desdeña a supatria-, nos redimirían de tratar contigo este problema de carácter esencialmente patriótico, por lo dramáticamente ligado anuestra vida, y de raíz netamente americana, por su profundahispanidad.
Sin embargo, deseosos de que la realidad no sea desvirtuada ni aún por quienes no posean el más leve sentimiento dominicano, queremos dejar constancia de nuestras observaciones atu carta.
Estamos completamente de acuerdo tú y nosotros en que lamentalidad y los sentimientos dominicanos frente al caso haitiano han sufrido transformación sustancial. Tú consideras esecambio incompatible con determinados principios de conviven-
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cia humana que no son sino el fundamento ideológico y políticode la teoría nazista del espacio vital. Nosotros miramos la transformación operada como el resultado del nacimiento en nuestropaís de una conciencia política, económica y social suficientemente apta para encarar el problema de la convivencia de losdos pueblos en la misma isla sin permitir que seamos los dominicanos los destinados a sucumbir como resultado de esa comunidad.
El gobierno haitiano y tú y todos los dominicanos que como tú se han dado a la tarea de defender posiciones netamente haitianas, caso insólito en nuestra historia, si se exceptúa elde Manuel Jiménes, están perfectamente bien penetrados deque ni el gobierno ni el pueblo dominicano pueden alentar miras de conquista ni de penetración imperialista respecto deHaití por la muy simple razón de que los resultados de semejante política serían absurdos social y económicamente considerados. Nosotros no podemos incurrir en la ingenuidad detratar de obtener por la fuerza lo que no aceptaríamos ni aúnen el caso de que espontánea y pacíficamente se nos ofreciera: la fusión con Haití.
Si tú te despojaras de los odios y las pasiones que quieresencubrir con el manto de un apostolado de última hora y te dedicaras a estudiar con detenimiento el proceso de las últimasnegociaciones domínico-haitianas podrías percatarte de un hecho básico en dichas negociaciones: la disposición dominicanaa transigir con necesidades y urgencia de nuestros vecinos queantes no habíamos querido reconocer. Tu obsecación no te permite ver que los dominicanos renunciamos a las tradicionalesaspiraciones de Aranjuez, con las cuales pretendimos por mucho más de sesenta años reivindicar extensas porciones del territorio actual de Haití. Renunciamos a nuestra tesis tradicionalsolamente por no mantener actitudes incompatibles con la convivencia de ambos pueblos en la isla. Si no te cegaran tus rencores y si tú no estuvieras tan comprometido con los interesesvitales de una nación extraña, podrías ver que en 1935-36 elpresidente Trujillo por instrumentos internacionales que todosconocemos, se avino a resolver por la limpia vía del entendi-
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miento pacífico y jurídico las numerosas dificultades que surgieron en la demarcación fronteriza sólo para poner de relieve sudecidido espíritu de conciliación y su deseo de dar término a unproceso de demarcación que durante casi un siglo conturbó laconvivencia de ambos pueblos en la isla.
Tú y tus compañeros saben todo eso y sin embargo lo callan,porque así conviene a los intereses extranjeros que ustedes sirven con tanta devoción y denuedo. Pero eso no es todo, tú sabes, además y también lo callas por conveniencia, que despuésde aquellos arreglos en los que con tanto altruismo se condujoel Gobierno dominicano, los intereses haitianos que tu defiendes, prevalidos del espíritu de concordia que hasta entonces había mantenido nuestro Gobierno, se desbordaron sistemática yorganizadamente sobre lo que ya era territorio dominicano definitivamente limitado y trataron por todos los medios humanosde sembrar nuevamente la confusión y el desorden en las regiones fronterizas con el solo fin de abrir el proceso de un nuevo litigio que a la postre tendría que resolverse con una nueva amputación de nuestro territorio. Fue entonces cuando surgieronlos incidentes de 1937, los cuales, según declaración y réconocimiento oficiales del propio gobierno de Lescot, nuestro mayorenemigo, desde Dessalines, se debieron única y exclusivamente a la injustificada, abusiva y desconcertante intrusión de loshaitianos en territorio dominicano. Tú conoces esa situaciónigual que nosotros porque entonces te encontrabas en tu paíscomiendo el pan que te tendía la mano de Trujillo, pero prefieresdedicarte en el extranjero a sembrar de falacias y de sombras elcamino de crucifixión que durante más de tres siglos hemos recorrido los dominicanos para llegar a donde hoy nos encontramos, con el sólo propósito de desvirtuar la finalidad y la naturaleza de una labor que por sí sola hace mendaz e inútil el apostolado de que ahora te ufanas, olvidando la ardorosa campañade prensa que en 1937 hiciste para poner en su verdadero punto el sentido de aquellos acontecimientos.
El Gobierno haitiano y tú se sorprenden y se duelen de que alfin los dominicanos hayamos transformado nuestra ideologíafrente a Haití. Nosotros no encontramos nada más explicable. A
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los haitianos no podrá cuadrarles nunca que se les hayan cerrado las puertas del Este, porque ahí está su esperanza de espaciovital. Sin embargo nuestra actitud no difiere en nada de la quehan adoptado otros países del continente, Cuba, por ejemplo,que en su última Constitución acaba de prohibir por siempre laentrada de inmigrantes capaces de "envilecer las condicionesdel trabajo" y la importación de braceros contratados. Esta disposición constitucional no ha movido los resortes de tu espíritu;en cambio tus odios ven en la obra de dominicanización fronteriza ideada y ejecutada por el Presidente Trujillo labor imperialistay desquiciadora de la convivencia de dos pueblos en la isla.
Cuba cierra las puertas a la inmigración envilecedora, perocuenta para hacer efectiva su disposición constitucional con laayuda material de las aguas del océano y con el patriotismounánime de los cubanos, quienes en ninguna época se hanagrupado, como lo hacen tú y tus compañeros, para empequeñecer la suerte y los destinos de su país. Nosotros, que no podemos escindir la isla en dos, para defendernos de aquella inmigración que los cubanos, sin tu protesta, califican de tal modo(art. 76 de la Constitución de 1940) tenemos que construir connuestras propias entrañas en la frontera la muralla de interesessociales, económicos y políticos que nos coloque a resguardodel envilecimiento que todos los países civilizados de la tierramantienen a raya. Esa es la única finalidad del plan grandiosoque ejecuta el Presidente Trujillo en la frontera. Tú por ignorancia o por mala fe te colocas del lado haitiano para hacer corocontra una natural disposición dominicana de legítima defensa.
Ningún país sobre la tierra ha dedicado sus energías y susposibilidades a resolver problemas y deficiencias sustancialesde otro. Ahora es cuando, amparados por esa misma concepción que tu invocas a favor de Haití, las potencias barbarizantesdel Eje han desatado la espantosa tragedia que hoy contemplamos con la única mira de arrebatarles a los otros los elementosindispensables al normal desenvolvimiento de su vida. Tus argumentos en favor de nuestros vecinos los usaron ya El Japón para atacar a China, Italia para engullirse a Etiopía y Alemania para tragarse a Europa.
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Se necesita en verdad haber perdido toda noción de dominicanidad para afinnar como tu afirmas "que el pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento hasta hoy -o desde que se fonnaron a la fecha- igualmente sometidos". Para decir semejante cosa precisa que tu conciencia sehaya nublado hasta la traición. Si tu quieres igualar los orígeneshispanos, cristianos y católicos del pueblo dominicano con elsentimiento fetichista y esclavizante de las masas haitianas estás con ello subvirtiendo los más recónditos fundamentos de lasociología dominicana: nuestra historia y nuestra tradición. Esamentira no te la perdonarán jamás las cien generaciones dominicanas sacrificadas por el suelo que a ti te dio libertad y dignidad de ciudadano.
Emilio Rodríguez Demorizi
Héctor Incháustegui CabraJ
Ramón Marrero Aristy
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