Migración judia en Colombia

15
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70101011 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica José Ángel Hernández García Emigración judía en Colombia en los años 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos Pensamiento y Cultura, núm. 10, noviembre, 2007, pp. 177-190, Universidad de La Sabana Colombia ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Pensamiento y Cultura, ISSN (Versión impresa): 0123-0999 [email protected] Universidad de La Sabana Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

description

Historia.

Transcript of Migración judia en Colombia

  • Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70101011

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Jos ngel Hernndez GarcaEmigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    Pensamiento y Cultura, nm. 10, noviembre, 2007, pp. 177-190,Universidad de La Sabana

    Colombia

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Pensamiento y Cultura,ISSN (Versin impresa): [email protected] de La SabanaColombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007177

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    Recibido: 2007 - 08 - 23Aceptado: 2007 - 09 - 19

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940

    Un caso particular: los polacos

    Jos ngel Hernndez Garca*

    Resumen: una de las caractersticas principales de la Repblica de Colombia es el escaso nivel migrato-rio. Al llegar los aos treinta, y coincidiendo con el advenimiento de los regmenes fascista y nacional socialis-ta en Italia y Alemania respectivamente, comenz a darse una tmida emigracin a Colombia de ciudadanos europeos de ascendencia juda. La oposicin oficial a esta emigracin, y la escasa aceptacin popular son tratadas profusamente en este artculo que intenta esclarecer las vicisitudes de un contingente que tanto con-tribuy al desarrollo de Colombia.

    Palabras clave: emigracin, antisemitismo, relaciones internacionales, polacos, judos, fascismo, visados.

    Abstract: One of the main features of Colombian Republic is the scarce immigration flow along its his-tory. During the 30s (the decade of Fascist and National Socialist regimes appearance in Italy and Germany respectively), a shy immigration of European Jewish ancestry people began towards Colombia. Official op-position to this movement, as well as the scarce people acceptance to it, are profusely treated in this article, in which I intend to clarify questions about the great difficulties of this contingency, so helpful for Colombias development.

    Key words: Immigration, anti-semitism, international relationships, polish, jewish, fascism, endorsed people.

    Rsum : une des principaux caractristiques de la Rpublique de la Colombie est le rare mouvement migratoire des trangers. Pendant les annes 30, au mme temps que les rgimes fasciste et national socialiste sont ns en Italie et en Allemagne, a commenc une timide migration, vers la Colombie, deuropens de race juif. Lopposition official a cette mouvement migratoire, ainsi que la rare acceptation populaire sont largement traites dans cet article, qui essaie clarifier les vicissitudes dun contingent qui a beaucoup fait pour le d-veloppement de la Colombie.

    Mots cls : migration, anti smitisme, relations internationaux, polonaises, juives, fascisme, les visas.

    * Doctor en Historia (Universidad de Alcal). Director Departamento de Historia de la Universidad de La Sabana, Campus Universitario del Puente del Comn, Cha, Cundinamarca, (Colombia). [email protected]

    177-190pensam.cult. z ISSN 0123-0999

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007178

    Jos ngel Hernndez Garca

    La constatacin de judos en Colombia data del momento inmediatamente posterior a la consecucin de la independencia. En 1819, el gobierno reconoci el derecho de los hebreos a establecerse en el nuevo pas. La mayora de los llegados en esa poca eran judos sefarditas radicados desde haca tiempo en las islas no espaolas del Caribe, sobre todo del Curazao holands. El idioma que an conservaban des-de su expulsin de Espaa, el ladino, y su si-militud con el castellano hablado en Colombia, favorecieron su establecimiento, sobre todo en la Costa Atlntica.

    En 1832 Barranquilla ya tena un cemen-terio judo, lo que nos habla de una presencia considerable de los mismos en la comercial-mente pujante ciudad1. En 1854 David Pereira, connotado miembro de la comunidad sefardita, se convirti en gobernador de la provincia de Barranquilla, evidencia de una sociedad abierta y pujante. Familias como los Cortissoz contri-buyeron al desarrollo de una ciudad que en la poca virreinal no pasaba de ser un villorrio, y que en la actualidad es el puerto ms pujante de la repblica colombiana.

    A principios del siglo XX la comunidad juda fue creciendo de manera moderada pero sin otro aporte que no fuera el sefardita, y en su mayora centrados en Barranquilla. Por todo ello la emigracin juda del centro y oriente de Europa (los askenazim) no comenz a darse ha-cia Amrica, y de manera nfima a Colombia, hasta el final de la Primera Guerra Mundial.

    En un artculo publicado en El Tiempo, Luis D. Pea habla de que la emigracin de los aske-

    nazim comenz en 1928, y que entre esa fecha y 1930 entraron al menos 1000 semitas2.

    Esta nueva inmigracin juda tena carac-tersticas diferentes a la tradicional sefardita: desconocimiento del idioma, rasgos raciales muy diferentes a los de la poblacin autctona y, sobre todo, su arribo en una situacin personal lamen-table, fueron una caracterstica de estos emigran-tes. Pero esto duraba poco, ya que su pujanza en el comercio les hizo destacarse rpidamente, pero con ello tambin vino la envidia y la ani-madversin de una sociedad poco acostumbra-da a lo forneo.

    La legislacin sobre emigracin en Colom-bia ha sido, y es en la actualidad, enormemente restrictiva, por ello en los aos treinta en Co-lombia el nmero de individuos de las colonias extranjeras era nfimo si lo comparamos con otros pases del entorno latinoamericano como Argentina, Cuba, Venezuela o Uruguay. El mito de la invasin de elementos extranjeros cal no solo en las autoridades sino incluso en una gran mayora de la poblacin, y si estos extran-jeros eran judos, la cuestin se magnificaba3.

    La Colombia de los aos treinta haba visto surgir por simpata de lo que ocurra en el Vie-jo Mundo ideologas totalitarias que hacan de la democracia un sistema poltico, en aparien-cia, en retirada. Desde el Partido Conservador y desde el Partido Liberal surgieron vertientes

    2 Con ingeniosos sistemas se burla el control de cuotas de inmigra-cin, El Tiempo, 27 de febrero de 1936.

    3 Esta restrictiva legislacin se manifest de manera primaria con la lle-gada de los exiliados republicanos espaoles, que a pesar del apoyo de los gobiernos liberales a la extinta repblica espaola, no fueron muy generosos con estos exiliados; las autoridades fueron muy se-lectivas con los refugiados, a los que se vea como rojos incendiarios de iglesias y bombistas. Para todo esto el gobierno liberal cont con el apoyo del Partido Conservador y de su prensa afn. Todo ello hizo que hubiera ms exiliados republicanos espaoles en Repblica Do-minicana, por ejemplo, que en un pas con mayores posibilidades de recepcin que Colombia.

    1 A. Bibliowicz, Intermitencia, ambivalencia y discrepancia: Historia de la presencia juda en Colombia, Amerique Latine Historie et Me-moire, nm. 3, Migrations en Colombie, 2001, en http://alhim.revues.org/document535.html (consultado 15-7-2007).

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007179

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    polticas extremistas que pusieron en solfa las viejas estructuras polticas colombianas. A la iz-quierda del liberalismo surga la UNIR de Jorge Elicer Gaitn, y a la derecha el conservatismo; aparecan diversos grupos entre los que se des-tacaban los llamados Leopardos4. Por todo ello el ambiente que encontraron los recin arriba-dos judos no auguraba una calurosa acogida.

    Los acontecimientos en Europa adve-nimiento del rgimen nacional socialista, la anexin de Austria, los sudetes, as como la in-vasin de Checoslovaquia y finalmente la de Polonia, detonante de la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo la aplicacin de las teoras racistas a estos territorios, hizo que las ansias de emigra-cin de los judos europeos se magnificaran.

    La mayora de estos refugiados buscaban pases como Argentina o Estados Unidos para empezar una nueva vida sin persecuciones, pero algunos tambin recalaron en Colombia. Cabe destacar que nunca de manera especialmen-te numerosa debido a las causas ya expuestas.

    Los primeros judos centroeuropeos segu-ramente eran oriundos de Polonia y de Prusia Oriental, lo que hizo que la gente en Colombia los comenzara a llamar polacos, lo que rpida-mente se convirti en un sinnimo de judo al igual, por ejemplo, que los judos en Argentina a los que an hoy se les sigue motejando de rusos5.

    Nuestra Tribuna, portavoz de la comunidad

    Para los aos inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial ya se poda ha-blar de una comunidad judo-centroeuropea

    establecida en Colombia. Todo ello permiti la fundacin de una revista en la que estos emi-grantes tuvieran la oportunidad de expresarse e intercambiar opiniones sobre su peripecia en el Nuevo Mundo y en concreto Colombia: Nuestra Tribuna6.

    La verdad es que si la adaptacin de es-tos recin llegados a su nuevo hogar fue dif-cil, tambin las relaciones entre ellos no fue-ron fciles. La revista Nuestra Tribuna habla de una comunidad poco fraterna e indolente, jams hemos visto un grupo racial tan des-preocupado de sus nobles objetivos y de sus ms elementales deberes para consigo mismo y para con el resto del pueblo7. Esta actitud seguramente se explica por el deseo de que no se repitiera la costumbre de los judos de con-centrarse en guetos como haba pasado en Eu-ropa, lo que algunos pensaban garantizara su mejor insercin en la nueva tierra, olvidando pasados sufrimientos. Por todo ello, la revista Nuestra Tribuna se puso a la faena de aunar a la comunidad juda colombiana tenindola in-formada y al da de los acontecimientos y las vicisitudes del pueblo judo en todo el mundo. Este esfuerzo no siempre era recompensado con la solidaridad y as lo haca saber la revista en tono de reproche: grandsimos problemas angustian la vida hebrea en los distintos mbi-tos del mundo, sin embargo el ncleo de esta capital vive inadvertido de cuanto a nuestro diseminado pueblo acontece8.

    Nuestra Tribuna se convirti en el meca-nismo de denuncia de las actitudes antijudas, tanto oficiales como populares en Colombia, pero sobre todo en la capital de la repblica. Todo ello desde una vertiente laica, Nuestra Tribuna no era una revista religiosa y dependa de la Federacin Hebrea de signo claramente sionista.

    6 Nuestra Tribuna fue fundada en mayo de 1935 y se publicaba en Bogo-t. Su primer director fue Jorge Michonik al que sucedi Jaime Fain-boin. La revista contaba con el padrinazgo del doctor Miguel Adler, famoso cientfico y pedagogo, sta se diriga casi en exclusiva a la co-munidad Askenazin, y traa artculos en castellano y yidish.

    7 Nuestra Tribuna, abril-mayo de 1937, p. 2.8 Ibd., p. 7.

    4 J. . Hernndez, Los leopardos y el fascismo en Colombia, Revista Historia y Comunicacin Social, nm. 5, Universidad Complutense, 2000.

    5 Al contrario de los polacos que se radicaron en Colombia, los ru-sos que lo hicieron en Argentina constituyeron y constituyen an hoy una numerosa comunidad. Al llegar a Buenos Aires solan radi-carse en el Barrio del Once, conocido como el barrio judo.

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007180

    Jos ngel Hernndez Garca

    Poltica oficial contra la emigracin juda

    El 17 de diciembre de 1935, el canciller co-lombiano Gonzlez Piedrahita se despachaba con unas declaraciones en las que haca hinca-pi en la poltica restrictiva en cuanto a la emi-gracin general, y juda en particular. Esta pol-tica se plasm de forma palmaria con el Decreto 1194 de mayo de 1936 en el que, entre otras co-sas, se deca en su primer artculo, y referido a algunas nacionalidades concretas, que podran entrar en el pas siempre que llenen algunos re-quisitos de consignacin en la aduana de puerto de entrada, a saber: 100 pesos el padre o esposo, 500 pesos la esposa, el hijo mayor de 20 aos 100 pesos, los menores de 20 aos 250 pesos y 100 los menores de 10 aos9. Era evidente la inten-cin disuasoria en un decreto como ste, que era consecuencia de una presin gremial que equi-paraba emigracin con avalancha migratoria y competencia desleal por lo que pedan regula-cin de flujo migratorio. Uno de estos grupos de presin fue la Cmara de Comercio que en 1936 se sum a la campaa antijuda, a los que llegaron a llamar los emigrantes indeseables, que en su concepto eran los polacos, rusos, checoslovacos, chinos, sirios y libaneses10. Re-conociendo que en esta campaa se percuta en la voracidad competitiva no solo de los judos sino tambin de chinos y rabes, es indudable que las otras nacionalidades declaradas inde-seables eran pases conocidos por ser origen de la mayora de los judos que llegaban a Colom-bia en la poca que nos ocupa.

    La comunidad juda, mientras tanto, inten-taba denunciar la hipocresa del Partido Libe-ral, a la sazn en el poder, al que acusaba de tener una doble moral con respecto a los judos y los regmenes totalitarios y antidemocrticos, as lo expresaba Ish Eyad: pero aqu se da el caso inslito de que precisamente los que ms

    fuertemente se golpean el pecho como genuina-mente liberales, son los que ms hablan como discpulos de Hitler11.

    Y es que el peridico El Tiempo, rgano ofi-cioso del Partido Liberal y propiedad del presi-dente Santos, se hizo eco de la campaa en con-tra de la emigracin juda a travs de algunos artculos que bajo el seudnimo de Calibn publicaba el hermano del presidente Enrique Santos. Teniendo en cuenta que el tal Calibn marcaba tendencia dentro del Partido Liberal, se entiende la preocupacin de la revista Nues-tra Tribuna sobre el tema.

    Por aquellos das, la influencia en el go-bierno del ministro de exteriores colombiano Luis Lpez de Mesa era notoria, que con unas particulares teoras tnico-raciales, viva obse-sionado por la cuestin racial. En una poca en la que el racismo estaba en boga, no solo en los regmenes totalitarios sino incluso en las de-mocracias asentadas, sus teoras no resultaron cuanto menos curiosas sino que incluso pasa-ron por eruditas. Opiniones como la de que el latinoamericano era perezoso e inconstante, o la sublimacin del elemento alemn y su bien-hacer que deba ser un ejemplo que se deba se-guir, fueron plasmadas por l en distintos tra-bajos literarios y tomados por muchas personas cultas en Colombia como verdades absolutas12. Por ello, cuando se expres con respecto a los judos como algo ajeno a Amrica Latina no ex-tra a nadie. La mezcla entre el elemento au-tctono y el judo preocupaba a Lpez de Mesa de tal manera que lleg a decir: mucho temo de un cruce racial indo-semita, por lo semejan-tes que son en la ndole de algunas de sus cua-lidades inferiores, mimetismo moral y astucia, zalamera aparente y crueldad ntima13.

    Mucho se ha hablado del antisemitismo de Lpez de Mesa y de su influencia en la poltica antihebrea del gobierno liberal de aquellos das;

    11 Calibn contra los polacos, Nuestra Tribuna, nm. 29, enero de 1936, p. 2. 12 L. Lpez de Mesa, De cmo se ha formado la nacin colombiana, Mede-

    lln, Imprenta del Departamento, 1934; Disertacin sociolgica, Me-delln, Editorial Bedout, 1970; Introduccin a la historia de la cultura en Colombia, Bogot, s.e., 1930.

    13 L. Lpez de Mesa, Oraciones panegricas, Bogot, El Grfico, 1945, p. 13.

    9 Decreto 1194 de mayo de 1936. A modo de curiosidad racista, en el ar-tculo 11 se deca los gitanos, sea cual sea su nacionalidad, no podrn entrar en el pas.

    10 Nuestra Tribuna, nm. 30, febrero de 1936, p. 4. Tambin en Revista Javeriana, tomo V, febrero-junio 1936, p. 221.

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007181

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    sirvan de ejemplo las opiniones vertidas por Lpez de Mesa sobre los solicitantes de asilo que segn l eran presuntos comerciantes de dudosa moralidad y sin fortuna con el inge-nio que caracteriza a ciertas razas, idearon el in-genio para burlar la ley14. Incluso ya conocido por la comunidad internacional el holocausto a finales de 1945 con la Segunda Guerra Mundial ya terminada, el peculiar canciller colombiano se refera a los judos como personajes que si les asiste el poder y las riquezas, algo truecnse en Herodes despiadados15.

    Pero no todos los liberales pensaban as, e incluso desde el Ministerio de Educacin se intent permitir la emigracin de ciertos maestros judos... para venir a universidades y colegios a dictar algunas asignaturas para las que no se tenan profesores idneos16. En un gobierno como el de Eduardo Santos, en el que confluan distintas sensibilidades, no solo po-lticas sino tambin vitales, una cuestin como la de la emigracin juda caus algunos encon-tronazos entre ministerios, sobre todo en el de Educacin y el de Exteriores. Un ejemplo cla-ro de lo expuesto es el intento del ministro de Educacin, Germn Arciniegas, de traer a Co-lombia al filsofo Stefan Zweig, amigo de ste y con el que mantena una fluida correspon-dencia epistolar. Zweig, despus de la llegada del nacional-socialismo a Alemania y Austria, hubo de tomar el camino del exilio, que lo llev al Nuevo Mundo, concretamente a Petrpolis, en Brasil. Arciniegas le ofreci la posibilidad de emigrar a Colombia, pero el Ministerio de Relaciones Exteriores hizo todo lo posible para frustrar el proyecto, finalmente el filsofo judo se suicid en 1942, quizs esperando una visa que, de haberse concedido, nos hubiera per-mitido de disfrutar en Colombia del autor de Novela de Ajedrez. Como se ve, en este pugilato con Arciniegas, Lpez de Mesa demostraba su omnipotencia en asuntos de emigracin juda.

    Otro caso destacable de apoyo a la emigra-cin juda desde las filas liberales era del presi-dente de la Direccin Liberal Nacional Arman-do Solano, quien en un artculo en El Tiempo se refera al asunto de la contratacin de profeso-res judos como algo acertado y plausible, y en cuanto a los judos en general los vea como excepcionalmente dotados desde el punto de vista intelectual y artstico17. Solano tambin vea a la raza juda como la ms incomprendi-da y la raza calumniada a travs de la historia. De todo ello se colige que quizs la nica dife-rencia entre la visin del asunto de la emigra-cin juda de la Cancillera y del Partido Liberal sea la determinacin en contra de los primeros y la indiferencia cmplice del segundo.

    El fascismo criollo y la denuncia del judo como

    anticolombiano

    La interpretacin del hebreo como enfren-tado a la esencia misma de la colombianidad, argida por infinidad de grupsculos de ul-traderecha colombiana, y por el propio Partido Conservador Colombiano, segua una prolon-gada tradicin hispana. La hispanidad, la tra-dicin catlica y el antijudasmo parecan estar concatenadas para el espectro poltico derechis-ta colombiano.

    Dentro del Partido Conservador la ava-lancha de elementos hebreos era vista como una dejacin de colombianidad por parte del ejecutivo. En algunos rganos conservadores, entre los que no se destacaba curiosamente El Siglo, se denunciaba a los judos como perso-najes que no caban en una sociedad como la colombiana, imbuida de tradicin. El peridico laureanista de Cartagena, Patria Nueva, justi-ficaba esta actitud antijuda en que el antise-mitismo que encuadra dentro de nuestras cos-tumbres y nuestra tradicin no era el ofensivo o beligerante, sino el defensivo. Nos parece que

    17 El Tiempo, 5 de marzo de 1939.

    14 Memoria de relaciones exteriores de 1940. Citado en A. Donadio y S. Galvis, Colombia nazi, Bogot, Editorial Planeta, 1986, pp. 243-244.

    15 Ibd., p. 13. 16 El drama israelita, El Tiempo, 28 de febrero de 1936.

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007182

    Jos ngel Hernndez Garca

    al menos tenemos los colombianos el derecho de defendernos contra la invasin de elementos indeseables18.

    Estos movimientos que pretendan ser a imagen y semejanza del fascismo italiano, el nacional-socialismo alemn, pero sobre todo, la Falange espaola, acusaban a los judos de ser los generadores de doctrinas izquierdistas y revolucionarias, con el peligro de que si se es-tablecan en Colombia, estas ideas haran que el pas cayera inexorablemente en la revolucin. El rgano oficioso del judasmo colombiano se defenda de estas acusaciones y de la idiotez aparente de confundir judasmo con el movi-miento comunista. Para esta publicacin esta campaa era de una malevolencia bien calcu-lada, que no era nueva: en la Edad Media he-mos envenenado las fuentes, asesinado a Dios, hoy somos comunistas y pretendemos el domi-nio mundial19.

    La teora derechista de asimilar judasmo con comunismo era creda a pie juntillas no solo por las masas conservadoras y los disiden-tes derechistas sino tambin por algunos libera-les que cuando menos vean a los judos como algo peligroso. El entreguismo liberal era un filn para las distintas variantes derechistas en su poltica de acoso y derribo de un gobierno, como el liberal, que se vea en situacin com-prometida ante la opinin pblica por su actua-cin con respecto a la recin comenzada Guerra Civil Espaola20. Para la prensa nacionalista el Frente Popular comunista incendiar nuestras plantaciones y fbricas, entregar nuestros pe-trleos, invadir el hogar colombiano y pros-tituir a nuestras juventudes21. En definitiva, haba que hacer algo y la tctica de negar el pan y la sal a quienes introducan costumbres de-

    generadas y malsanas en alusin directa a los judos recin llegados, que son responsables comunistas de Rusia y viven aqu como agentes del soviet, llegando a comprometerse a ex-pulsarlos del pas en 24 horas, cuando asuma-mos el mando22.

    Todo lo anterior dentro de un contexto de continua denuncia de todo lo que hiciera un gobierno liberal acusado de comunista y que, segn el conservatismo y la derecha, estaban en la labor de conformar un Frente Popular como en Francia o Espaa.

    En rigor de la verdad, fue un antisemitismo que no tuvo, salvo excepciones puntuales, una actuacin violenta como en otros pases latinoa-mericanos como es el caso de Argentina, donde miembros de la antisemita Liga Patriota tomaron por asalto el Barrio del Once, apedrearon tiendas y aporrearon a transentes judos en lo que se conoci como la semana trgica de 1919.

    En busca del visado salvador

    El Gobierno Nacional Socialista Alemn haba comenzado su persecucin a los judos prcticamente desde su ascensin al poder, con leyes como la Ley para la Restauracin del Ser-vicio Civil Profesional, se exclua a los judos de cualquier posibilidad laboral en instituciones acadmicas y en el gobierno. Las posteriores disposiciones de lo que se ha dado en llamar Leyes raciales de Nremberg, puestas en vi-gencia por el parlamento alemn el 15 de sep-tiembre de 1935, convertan a los judos en ciu-dadanos de segunda en su propia patria.

    La intervencin estatal de bienes e inmue-bles de ciudadanos hebreos hizo muy difcil el libre desenvolvimiento de los judos germanos y, posteriormente, los de las zonas ocupadas por los alemanes. Por ello la emigracin de ju-dos de estas zonas se generaliz. En un prin-cipio pases como Francia, y en menor medida Inglaterra, acogieron a los primeros emigrantes de esta comunidad. La posibilidad de buscar

    18 Patria Nueva, 5 de noviembre de 1938, p. 4. Este peridico cartagenero se destac tambin en la confrontacin con los movimientos naciona-listas de ultraderecha escindidos del Partido Conservador aunque en este caso del antisemitismo no pareca darse disensin.

    19 Nuestra Tribuna, nm. 30, febrero de 1936, p. 4.20 J. . Hernndez, La Guerra Civil Espaola y Colombia. Influencia del

    principal conflicto mundial de entreguerras en Colombia, Bogot, Editorial Carrera 7, 2006.

    21 Colombia Nacionalista, 18 de julio 1936, rgano oficial de la unin nacio-nalista colombiana, era un semanario publicado en Medelln, fundado en 1935, dirigido por Bernardo ngel. 22 Idem.

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007183

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    pases de allende los mares que pudieran aco-gerles fue otra posibilidad, y Estados Unidos y Argentina, en donde ya haba importantes co-munidades judas, recibieron un gran nmero de ellos.

    Colombia, por su parte, nunca haba sido un pas de asilo. Pases como Argentina, don-de en esos aos la mitad de la poblacin haba nacido fuera del pas, Uruguay, Venezuela o Cuba, favorecieron la inmigracin, Colombia hizo todo lo contrario.

    A pesar de las restricciones migratorias de la poca, y de disposiciones oficiales ya men-tadas que intentaban frenar la avalancha de elementos indeseables, los que optaban por la emigracin a Colombia utilizaban todos los medios posibles, incluso los ilegales, lo que hizo que la compra fraudulenta de visas en los con-sulados colombianos en el extranjero fuera tan habitual, que se puede decir que se convirti en el camino ms comn para los desesperados ju-dos perseguidos en Europa23. Este trfico de vi-sas no pas desapercibido para las autoridades colombianas, casos como el del general Solano, cnsul colombiano en Marsella, que fue acusa-do de lucrarse con su venta, fueron denuncia-dos en la prensa de esos aos. A la puerta de los consulados no llamaban solo judos alemanes, sino austriacos, polacos, franceses, etc., judos oriundos de territorios ocupados por la Wer-macht en esos aos, lo mismo valdra para los judos italianos que ya sufran las disposiciones racistas del rgimen de Musolini.

    Ante lo que se le vena encima, el 30 de ene-ro de 1939 el canciller Lpez de Mesa emiti una circular a todas las embajadas y consulados en la que se les conminaba a poner todas las trabas humanamente posibles a las visas de nuevos pa-saportes a elementos judos. Consideraba el mi-

    nistro que la cifra de 5.000 judos actualmente establecida en Colombia constituyen (sic) ya un porcentaje imposible de superar.

    Como la desesperacin es ms poderosa que las trabas burocrticas, y a pesar de ella, las representaciones diplomticas colombianas en Europa recibieron un alud de peticiones de vi-sado para ir a Colombia o como trnsito a otros pases.

    La embajada colombiana en Alemania, si-tuada en la Westfalichstrasse, comenz a infor-mar a Bogot de multitud de peticiones de judos que queran utilizar una visa colombiana para salir del Reich. En un mes, el de enero de 1939, se expidieron 45 pasaportes o visas a judos alema-nes en el consulado en Berln, y ello a pesar de las rdenes de restringirlas lo mximo posible24.

    Un ejemplo evidente de la aplicacin de las nuevas leyes raciales en Alemania, y su repercu-sin en Colombia, ocurri en la misma Alema-nia cuando la sede de la embajada en Berln fue decomisada a su dueo, un tal Rosenthal, que la tena alquilada al gobierno colombiano. Evi-dentemente el edificio era confiscado por ser el dueo judo, pasando a ser propiedad del Fren-te Alemn del Trabajo25; el dueo del inmueble ya haba huido a Inglaterra, y desde all recla-maba el pago del arriendo al gobierno colom-biano, negndose ste a hacerlo al pagrselo ya al nuevo propietario; finalmente, la embajada se traslad al entresuelo de la Berlingerstrasse26.

    En la nueva sede de la embajada las pe-ticiones continuaron siendo numerosas, exac-

    24 Carta del cnsul Caro al Ministerio de Relaciones Exteriores fecha-da en Berln el 30 de enero de 1939. Archivo General de la Nacin, Ministerio de Relaciones Exteriores, seccin diplomtica y consular, legacin de Colombia en Berln 1939-1940, carpeta 19, cj 3, transf. 8.

    25 El Frente Alemn del Trabajo se fund oficialmente el 10 de mayo de 1933, hacindose cargo de la direccin de la nueva organizacin, por encargo personal de Hitler, el doctor Ley. La clase patronal, por su parte, se adhiri ms adelante a esta organizacin por lo que se dijo en aquellos das que el DAF era la agrupacin de todos los alemanes trabajadores sin distincin de su posicin social o econmica; el que el edificio fuera decomisado por el sindicato oficial, cuando pico tena que ver en asuntos consulares o diplomticos, solo se explica por la necesidad del DAF de hacer uso del edificio como sede sindical.

    26 Archivo General de la Nacin, Ministerio de Relaciones Exteriores, Seccin Diplomtica y Consular. Legacin de Colombia en Berln 1939-1940, carpeta 19, cj 3, transf. 8. Carta del 24 de enero de 1940 fechada en Berln, firmada por Caro, al Ministerio de Relaciones Exteriores.

    23 Estas restricciones se mantienen, en lneas generales, en la actualidad, lo que hace de Colombia un pas de difcil implantacin para emigran-tes forneos. Disposiciones laborales con vocacin disuasoria como el conocido por todos los extranjeros, no as por los colombianos, Certi-ficado de Proporcionalidad, por el cual los extranjeros en una empresa colombiana solo pueden ser un 10%, hacen muy difcil la radicacin. La inseguridad jurdica y el conflicto interno son otros aspectos para tener en cuenta. La mayora de estas disposiciones tienen origen en los aos que trata este trabajo, aos de paranoia xenfoba.

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007184

    Jos ngel Hernndez Garca

    tamente igual que en otras representaciones diplomticas iberoamericanas en Alemania. Tal era el volumen de las solicitudes que el en-cargado de negocios en Berln, Santiago Lpez, escriba an en 1941, con dos aos ya de confla-gracin mundial, a Lpez de Mesa pidindole que constara en el visado de los judos que el beneficiario de esta visa no podr aceptar nin-gn empleo ni emprender negocios en Colom-bia, sin el permiso de las autoridades compe-tentes del pas27. Funcionarios diligentes para aplicar las disposiciones de la cancillera sin mi-sericordia, como el encargado de negocios en Berln eran la tnica. Aunque con excepciones loables, no se nos olvide que nadie hizo nada por una comunidad juda que para 1941 ya su-fra deportaciones masivas a campos de exter-minio, y que en ese ambiente de presin pocos individuos, funcionarios o gobiernos se atrevie-ron a terciar por ellos, solo dos casos significa-tivos rompieron esta tnica, Boris de Bulgaria y Francisco Franco.

    Tal era la presin, que a la menor indica-cin la cancillera colombiana no dudaba en sustituir a algn cnsul judo por indicacin de las autoridades alemanas, tal es el caso del cn-sul de Colombia en Frankfurt en 1939. Ernst La-gebach era judo, por lo que las autoridades na-zis pidieron su sustitucin en dicho cargo por el embajador colombiano Jaime Jaramillo Arango, lo que se hizo el 31 de mayo de 1939, obligando a la familia Lagebach a emprender el exilio, no con una visa colombiana como habra sido lo justo, sino de Brasil, donde se establecieron28.

    En la Italia fascista la situacin de persecu-cin a los judos se planteaba similar y, aunque sin la rigurosidad de un pas germnico, la pre-sin sobre las representaciones diplomticas colombianas no se hizo esperar. En carta del encargado de negocios colombiano en Gnova,

    ste pide autorizacin para sustituir al vicecn-sul ad honrem en Trieste, Humberto Donati. Segn el funcionario colombiano, haba recibi-do insinuaciones de las autoridades fascistas para que lo cesara, el motivo de esta insinua-cin sera la de que el Sr. Humberto Donati es de raza judaica. En este caso el funcionario parecer ser menos rigorista que su homlogo en Berln, pidiendo para el vicecnsul saliente los agradecimientos de nuestro gobierno por los servicios que ha venido prestando en su ca-rcter oficial29.

    La actuacin del encargado de negocios Restrepo en Gnova, y su intercesin a favor de los judos que le pedan ayuda est constata-da en distintas comunicaciones a la cancillera colombiana abogando por la concesin de una visa salvadora.

    A finales de 1938, Restrepo se dirige a sus superiores en Colombia, concretamente al can-ciller, para pedir la concesin del salvoconduc-to para un exiliado judo viens, refugiado en una Italia ms laxa en su poltica antisemita que la que se aplicaba en el III Reich. El austriaco exiliado, Kart Schwarz, peda un visado colom-biano para poder sacar a sus padres de Viena y otro para l, con el fin de continuar hacia Co-lombia y comenzar una nueva vida. Restrepo no duda en ensalzar a Kart Schwarz a pesar de las recomendaciones conminatorias de su mi-nisterio de no conceder visas a judos, disposi-ciones que conoce claramente como manifiesta en su carta al decir: aunque enterado, como lo estoy de las restricciones adoptadas por el gobierno como esencial precaucin en esta ma-teria de inmigracin de refugiados, me permi-to, no obstante, darle a usted traslado del caso de Schwarz para su consideracin, y an la del gobierno mismo, si a su juicio de usted hubiere lugar a consultarlo con ste por sus caracteres especiales como los describe el interesado30.

    29 Archivo General de la Nacin, Ministerio de Relaciones Exteriores, Seccin Diplomtica y Consular. carpeta 22, cj 594, hoja 52, carta del encargado de negocios en Gnova, Restrepo, al ministro de Relaciones Exteriores con fecha del 3 de marzo de 1939.

    30 Idem.

    27 Archivo General de la Nacin, Ministerio de Relaciones Exteriores, Seccin Diplomtica y Consular. Legacin de Colombia en Berln, car-peta 20, cj 3, Transf.. 8, 1941-1942.

    28 Carta del Encargado de Negocios en Berln, Ernesto Caro, a la canci-llera colombiana, fechada en Berln el 14 de enero de 1939. Archivo General de la Nacin, Ministerio de Relaciones Exteriores, Seccin Di-plomtica y Consular. Legacin de Colombia en Berln, carpeta 19, cj 3, transf. 8, 1939-1940.

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007185

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    Como se ve, Restrepo no dud en hacer un alegato a favor de los caracteres especiales de Schwarz, y no solo eso, sino que peda de ma-nera explcita la consideracin del caso por par-te del gobierno y de un ministro que se negaba a considerar ms casos de concesin de visas a judos, a los que consideraba en bastante nme-ro en Bogot. La opinin favorable de Restrepo con respecto a los judos se puede constatar en otra epstola en favor de un tal Guido Guastalla y su esposa, judos italianos, que a pesar de no tener orden de expulsin, al ser ciudadanos ita-lianos antes de 1919, queran salir del pas por el ambiente hostil a su raza, lo que les obligaba a buscar refugio en el extranjero31. No parece que se concediera asilo a los Guastalla, por lo que marcharon al Brasil32.

    No se tiene constancia numrica de cun-tos judos consiguieron la visa salvadora por la mediacin del encargado de negocios Restre-po, pero lo que no se puede negar es la enco-miable perseverancia de este noble funcionario en abogar por los judos.

    La difcil asimilacin de los polacos, y su bsqueda del

    sustento diario

    A pesar del rechazo que sufran en Colom-bia los recin llegados, la arribada no ces. El mecanismo utilizado era el usual de buscar la ayuda de un familiar, coterrneo o conocido ya establecido en el pas. El reclamo de este contac-to deba facilitar la visa, la compra fraudulenta de la misma no se descartaba, y fue utilizada por muchos de ellos para introducirse en terri-torio colombiano.

    En 1940 ya haba unos 6000 judos en Co-lombia; como esa cifra pareca ser desorbitada para las autoridades colombianas, y por pre-sin de los gremios comerciales, sobre todo bo-gotanos, se dict un decreto en el que se inten-

    t disuadir a futuros emigrantes. El decreto en cuestin deca en su artculo 7:

    los extranjeros que hayan declarado para obte-ner la entrada a Colombia que se dedicarn a determinada profesin u oficio, o se radicarn en determinado sitio, no podrn dedicarse a otra distinta ni cambiar de domicilio, sino des-pus de haber obtenido permiso del Ministerio de Relaciones Exteriores, previo concepto de la Direccin General de la Polica Nacional. Sino se solicitare el permiso o ste se negare, y el extranjero cambia de domicilio o la profesin indicada, se le sealar un plazo para que aban-done el pas y si no lo hiciere, ser expulsado33.

    La alta cualificacin de muchos de los emi-grantes judos, y su dedicacin a tareas relacio-nadas con el comercio, llevaban a que el decreto anteriormente mentado hiciera, en teora, muy difcil su radicacin en Colombia. Ello obligaba a los judos llegados a declarar oficios ficticios, como mecnicos agrcolas o expertos en aguas o riego, cualquier profesin o prctica, pero nunca la del comercio, la nica que en verdad podan ejercer34. En lneas generales estos de-cretos, y las cuotas de emigracin impuestas, no fueron un bice para la llegada de los judos centroeuropeos, las ansias de establecerse en un lugar seguro donde olvidar las persecuciones a las que eran sometidos en Europa pudieron ms que las reglamentaciones.

    Al llegar eran recibidos, en no pocas oca-siones, por organizaciones hebreas de ayuda como el Centro Israelita de Beneficencia crea-do en junio de 1937, cuyo primer presidente fue Jacobo Sasson, o el Comit Pro-emigrantes dependiente de la Dicesis de Bogot, fundado por el alemn padre Struve, capelln catlico de la comunidad extranjera, y furibundo antifas-cista que para 1939 haba asistido a diez judos y bautizado a algunos, por lo que recibi crti-cas tanto de judos como de los nazis alemanes residentes en Colombia35.

    33 Decreto 1205 de junio 25 de 1940, artculo 7. 34 Ibd., 1.35 Revista La Ruta, vol. 3, junio 1941, pp. 102 y 103.

    31 Ibd., p. 30. 32 Los Guastalla constan como judos refugiados en Brasil en el estudio

    de R. Camp, Archivo General de la Nacin, Os judeus italianos e o Brasil, Boletim da sociedade genealogica judaica do Brasil, vol. 9, 2000, en http://www.britos.com.br/siscon/demos/2/Arquivos_Site/Directorios/Arquivos/jornal_may00.pdf (Consultado 20-07-2007).

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007186

    Jos ngel Hernndez Garca

    Al principio la vida era dura y el idioma una limitante, pero solo al principio, ya que su principal caracterstica era su apariencia fsica, ojiverdes los llamaba el peridico El Fascista, lo que les haca fcilmente distinguibles, por lo que pasar desapercibidos no fue una tarea ftil como ellos hubieran deseado.

    Para 1937 se sabe de una buena cantidad de polacos contratados como taxistas y cho-feres. Su actuacin durante la huelga que pro-tagonizaron los choferes durante la alcalda de Jorge Elicer Gaitn, y que le cost a la pos-tre el puesto, fue motivo de polmica durante esos das.

    El peridico El Fascista hablaba sobre los buses polacos que se comportaron como es-quiroles y salieron a la calle a pesar de la huel-ga; segn la publicacin circularon tres buses de la colonia polaco-juda y desde estos buses se gritaba abajo los godos. No olvida el ro-tativo ultraderechista apuntar que el pasaje era gratuito, para terminar motejando peyorati-vamente a los conductores como vendedores ambulantes de ropa podrida36.

    Este intento por parte de la Alcalda y de algunos empresarios del transporte por reventar la huelga por medio de choferes polacos hizo que los huelguistas no solo pidieran el retiro de la polmica ley que les obligaba a uniformarse, sino que tambin se pidi la no contratacin de judos por la compaas de taxis, apareciendo en algunos establecimientos comerciales carte-les en los que se poda leer nosotros apoyamos a los conductores en su campaa anti-polaca37.

    Como se ve, los comienzos de estos pola-cos, como se les conoca popularmente, no fue-ron fciles. El tener que aceptar cualquier em-pleo les pona en una situacin incmoda con respecto a los autctonos que no solo los vean como algo extico sino como unos peligrosos competidores del honrado comerciante local.

    La imagen del buhonero polaco, vendedor de mercanca a plazos, empez a ser comn en las calles bogotanas y en mejor medida en otras ciudades colombianas a fines de los aos treinta y principios de los cuarenta. El asentamiento de comerciantes judos centroeuropeos a mediados de los aos treinta, con establecimientos ya insta-lados desde donde salan los vendedores judos a recorrer los barrios humildes con su mercanca en 1936 ya haba unos cincuenta de ellos, fue visto por sus competidores colombianos como algo, si no para combatir, s para denunciar. La polmica estaba servida, el colombiano comn no entenda como el buhonero que hace poco an coma una vez al da, tiene su almacn es-tablecido y vive como un rico38.

    La continua denuncia por parte de comer-ciantes, polticos y prensa de que las cuotas im-puestas a la emigracin no servan para nada con los polacos, ya que con el ingenio que caracteriza a algunas razas, idearon los medios para burlar la ley, fueron opiniones que cris-paron sobremanera a una opinin pblica fcil-mente permeable a enunciados xenfobos39.

    El peridico liberal El Espectador se uni a esta campaa recurriendo a la manida acusa-cin xenfoba de que haba ms de 5000 que ejercen una profesin distinta a la que denun-ciaron cuando llegaron al pas. Esto pareca ser inadmisible para el peridico que adems arga como acusacin el que a poco de en-contrarse entre nosotros y con los ahorros que han podido obtener ejerciendo el comercio am-bulante, establecen almacenes40. Lo que en cualquier otro pas sera visto como un aporte importante al desarrollo del pas, era visto en Colombia como un lastre, sin plantearse que el triunfo de estas gentes era en parte debido a lo obsoleto y paquidrmico del comercio local.

    Los polacos se dedicaron a mbitos del comercio como la sastrera, en la que encontra-

    38 Nuestra Tribuna, nm.. 29, enero de 1936, p. 4, firmado por Ish Jehad.39 As lo afirmaba Lpez de Mesa en su memoria del Ministerio de Re-

    laciones Exteriores del ao 1940; en otros asertos llama a la presencia de judos inconveniente para la nacionalidad y un estorbo para el desarrollo econmico, en Galvis y Donadio, ob. cit.

    40 El Espectador, 26 de junio 1936, pp. 1 y 3.

    36 El Fascista, sbado 13 de febrero de 1937, p. 7.37 G. Neumann, German Jews in Colombia, Jewish Social Studies, vol. 3,

    nm. 4, octubre de 1941, p. 391.

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007187

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    ron gran oposicin por parte del gremio local, al no poder estos competir ni con los precios, ni con la modalidad de pago a plazos genera-lizada por los polacos y que haca asequible a un amplio espectro de la poblacin el saco de doctor. Lo anteriormente dicho ya serva como explicacin del antisemitismo de la poca para el rgano divulgatorio de la comunidad juda, La Tribuna, que lo explicaba en los si-guientes trminos: la fermentacin industrial y comercial, el abaratamiento de los productos manufacturados en gran competencia, con sus ventajas para el grueso del pueblo, son elemen-tos que minan todo sistema feudal41.

    Si bien la comunidad comercial juda puso en aprietos a sus competidores colombianos por lo dinmico de sus tcticas de venta, algu-nas industrias fueron establecidas por ellos por primera vez, no pudindose argumentar contra ellos la sempiterna acusacin de que hundan el comercio local. La peletera, hasta ese momento desconocida, y sobre todo la generalizacin de la zapatera barata, hizo posible que se benefi-ciaran de ello una emergente clase media y las clases ms bajas que podran, por primera vez, calzarse un zapato.

    Lo que se trasluce de los artculos de pren-sa y las declaraciones sobre el tema polaco de aquellos das, es la resignacin por la inutilidad de reglamentaciones antimigratorias, por lo que la mayora de los crticos antijudos pensaban que continuaran recibiendo la visita de estos sagaces especuladores, que tienen hoy en sus manos una parte considerable de nuestra esfera comercial y que se extienden tentacularmente desde su barrio de Las Nieves hacia el propio centro de la Calle Real42.

    La sensacin de que poco se poda hacer contra el xito de los polacos se ve en casi todos los artculos antijudos de aquellos das, as como se puede tambin constatar el des-

    concierto por el rpido triunfo econmico; sir-va de ejemplo la opinin de Luis D. Pea en el diario liberal El Espectador: algunos centena-res de individuos pertenecientes al semitismo centroeuropeo, realizan hoy un extraordina-rio avance en los campos del comercio y de la pequea produccin industrial, desalojando al elemento colombiano, con grave y notorio perjuicio de la economa del pas. No olvida tampoco el autor la habitual trama juda al decir: el inusitado progreso de un crculo de hombres extranjeros que se aduean poco a poco de nuestras pequeas fuentes econmicas y que de acuerdo con su plan, su prctica y su tradicin, representan el peligro de continuar adelante hasta quien sabe qu planos de nues-tra organizacin social. Los seculares tpicos de usura atribuidos a los judos tambin se uti-lizan en este artculo antisemita: los mismos que mientras entonan los cantos davdicos y recitan las lamentaciones, piensan en que el di-nero y solo el dinero a toda costa ganado repre-senta el medio y el fin de la vida43.

    El trabajo duro y el ahorro son las causas que explican este rpido ascenso econmico y de estatus, pero los comienzos fueron tan du-ros, si nos atenemos a los artculos de prensa de esos aos, que causa estupor y admiracin la perseverancia y frugalidad de los recin lle-gados. De su forma de vida en los comienzos de su llegada a Colombia dice el antijudo Luis Pea: estos polacos a los que las seoras lla-man msteres, llevan el ms bajo estndar de vida Dentro de una habitacin, se introducen diez o veinte individuos.

    Si bien los judos solan establecerse en el ba-rrio de Las Nieves, en la Avenida de la Repblica y en la carrera sptima, entre las calles 16 y 22, no haba un barrio judo en Bogot, como ocurra en otras capitales hispanoamericanas. En una d-cada la comunidad juda abandon esos barrios para habitar otros de nivel ms elevado, todo ello a la par que ascendan econmicamente.

    Durante estos aos el ambiente en algunos momentos lleg a caldearse de tal manera que en

    43 Idem.

    41 La Tribuna, nm. 29, enero de 1936, p. 2.42 L. D. Pea, Con ingeniosos sistemas se burla el control de cuotas de

    inmigracin, El Espectador, 27 de febrero de 1936. En el mismo artculo se denuncia la utilizacin de la nacionalizacin para viajar a Estados Unidos ms fcilmente, en lo que sera una bsqueda de un pas ms acogedor y con ms posibilidades de todo tipo que Colombia.

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007188

    Jos ngel Hernndez Garca

    varios establecimientos aparecieron carteles que decan este almacn no es de judos, pase ade-lante. No faltaron las manifestaciones en contra de los comerciantes judos como apunta Abra-ham Bibliowicz, y todava en 1946 se apedrearon comercios judos en la carrera sptima44.

    En verdad, el ambiente general no fue fa-vorable a la emigracin juda, pero casi nunca la cuestin pas a mayores, ni tom tintes vio-lentos contra la integridad fsica de los judos radicados en Colombia, la cuestin se canaliz por medio de la difamacin comercial.

    Algunos libelos y peridicos como el ex-tremista Colombia Nacionalista intentaban pre-sionar a la opinin pblica instndola al boi-coteo del comercio judo con discursos como el que se public en 1936 en su primera pgina: todo individuo, hombre o mujer, que adquie-re mercanca de vendedores ambulantes judos, pagndola por contado, est siendo vctima de una estafa gigantesca. Esta mercanca es de in-ferior calidad, la compra el judo a la tercera o cuarta parte del precio al que la realiza, con el primer contado paga su costo y con todos los dems contados son ganancia45. Para el con-texto de la poca, y en un pas con mtodos co-merciales anquilosados, esta denuncia sera bastante para hacer ver lo malintencionado de los llamados polacos, cuando en realidad era una prctica comercial comn en otros pases por aquellos das.

    El artculo segua con los argumentos ya sa-bidos como comprarle a ellos enriquece y arrui-na a sus compatriotas, a su patria, y otro tipo consignas como boicoteo a los vendedores am-bulantes judos. No fomente la invasin juda.

    La bondad del colombiano era confronta-da continuamente con la maldad artera del po-laco que para progresar se ha valido de todos los medios, lcitos e ilcitos, a costa de la inge-

    nuidad de cierto pblico y mediante la explota-cin organizada del elemento colombiano46, lo que haca, segn este artculo, que ya quedaran pocos comerciantes colombianos en la Aveni-da de la Repblica, pocos das quedan para que no quede ninguno.

    Pero no todo era xenofobia y antisemitis-mo; algunos autores, los menos, escribieron in-tentando contrarrestar esas opiniones y pedan que en la defensa de comerciantes y artesanos, defensa urgente, no caigamos en la vulgar dia-triba contra una raza digna de respeto47. Inclu-so haba peridicos como el mensual El Faro de Ibagu, que no dudaban en fomentar el comer-cio judo admitiendo anuncios de miembros de esa comunidad como Samuel Dyer que ofreca el ms bello surtido de toda clase de vestidos para seoras, caballeros y nios. En telas del pas y extranjeras tenemos para todos los gus-tos y nuestros artculos son de primera cali-dad, nuestros precios no admiten competencia, nuestro surtido es renovado permanentemente, vistenos48. El anuncio compendia las caracte-rsticas de estos recin llegados a Colombia: co-mercio textil, artculos asequibles y de calidad aceptable, renovacin del surtido y dinamismo publicitario, algo de lo que adoleca, en lneas generales, un comercio autctono acostumbra-do a una clientela fija, dispuesta a pagar lo que fuera para seguir manteniendo aparentemente sus estatus de doctor. Los judos o polacos abrieron un mercado enorme popularizando y haciendo accesibles mercancas que hasta ese momento estaban al alcance de una minora restringida.

    La comunidad polaca fue prosperando a pesar de los intentos de los polticos y comer-ciantes locales, se fund un colegio, tenan una panadera y una carnicera que segua los preceptos de su religin, todo ello siendo cons-

    46 Idem. 47 Patria Nueva, 5 de noviembre de 1938, p. 4. Este peridico cartagenero

    se destac tambin en la confrontacin con los movimientos naciona-listas de ultraderecha escindidos del Partido Conservador, aunque en este caso del antisemitismo no pareca darse disensin.

    48 El Faro de Ibagu, p. 4, septiembre de 1936, semanario pro capitalista y pro norteamericano, favoreca la emigracin juda.

    44 A. Bibliowicz en su tesis de Maestra Los judos en Colombia como grupo minoritario, Bogot, captulo 4, 1972, y en Intermitencia, am-bivalencia y discrepancia histrica de la presencia juda en Colombia, ob. cit.

    45 Colombia Nacionalista, 5 de septiembre de 1936.

  • Pensamiento y Cultura z ISSN 0123-0999 Vol. 10 z Noviembre de 2007189

    Emigracin juda en Colombia en los aos 1930 y 1940. Un caso particular: los polacos

    cientes de lo que ocurra en Europa con los miembros de su comunidad49. Un ejemplo de esto ltimo se puede encontrar en la revista La Ruta, en la que se comenta la ancdota del due-o del taller Marion, Lambert Ullman, que no permita la entrada en su almacn a los nazis colombianos por las noticias recibidas de sus parientes gaseados de Luxemburgo. Como se ve, la colectividad hebrea estaba de sobra con-cienciada sobre lo que luego se dara en llamar El Holocausto50.

    Como en toda comunidad, la solidaridad no se daba siempre, y as lo mencionaba Nuestra Tri-buna, rgano de una importante proporcin de la comunidad juda, que con motivo de la visita de Manuel Graiver, representante de la Agencia Ju-da en su labor de recaudo en pro de Eretz Israel, se quejaba de la apata y falta de solidaridad de un colectivo ya con poder econmico51.

    Los intentos de asociacin de los judos colombianos se dieron a travs de dos asocia-ciones, la Federacin Hebrea, que patrocinaba la revista Nuestra Tribuna, y la Unin Hebrea. La relacin de estas dos asociaciones fue com-plicada, hasta que despus de varios intentos se unieron en una sola el 16 de marzo de 1936.

    No podemos olvidar en este trabajo a los ju-dos centroeuropeos que se dedicaron a labores muy alejadas del tpico del vendedor ambulan-te o el sastre que se tiene sobre el judo en Co-lombia, dndose algunos intentos por parte de organismos judos de formar comunidades de colonos agrcolas, como por ejemplo en el Cau-ca, que encontr apoyo en el gobierno departa-mental que ha acogido con beneplcito la idea y ha ofrecido todo su apoyo para su feliz reali-zacin, todo ello sera a travs de un agricultor judo ya establecido, Bernardo Pellman52.

    El comportamiento de las autoridades lo-cales bogotanas con respecto de los judos fue de desconocimiento de una comunidad nueva y distinta, aunque pacfica. Una comunicacin del alcalde Jorge Elicer Gaitn en 1936 pidien-do una donacin a la colonia hebrea y comenta-da por la revista Nuestra Tribuna nos lo asevera. Gaitn no pareca tener muy claro la diferencia entre judo y polaco, y se diriga a ellos para que le ayudaran en la financiacin de un edi-ficio para una escuela que recibira el nombre del pas al que ustedes pertenecen. Las colo-nias elegidas eran la hebrea, la inglesa, la esta-dounidense, la alemana, la francesa, la italiana, la espaola, la mexicana, la sirio-libanesa y la polaca. Por supuesto, sobra decir que Gaitn desconoca que no haba una colonia polaca en Bogot, y que la confunda con la juda. Una se-mana despus la comunidad juda contestaba lo siguiente: en esta capital no existe colonia polaca, ni por su aspecto poltico ni por su as-pecto tnico. Los hebreos originarios de Polonia no forman agrupacin alguna especial Todos los hebreos en Colombia forman una sola uni-dad, nacional, tnica, cultural, sin distincin de procedencia y la unidad representativa es la Fe-deracin Hebrea en Colombia53.

    El desconocimiento es la tnica con res-pecto a una comunidad como la juda cuyos miembros fueron recibidos con desconfianza por una opinin pblica convenientemente aleccionada contra ellos, lo que hizo que su n-mero fuera insignificante con respecto a otras comunidades, todo ello dentro de una poltica oficial poco proclive a esta y otras emigracio-nes, haciendo de Colombia uno de los pases ms restrictivos en materia inmigratoria, inclu-so en la actualidad.

    49 Marcus Lerner fue comisionado por la Federacin Hebrea para poner-se en contacto con la Unin Hebrea para hacer el colegio. En Alma-cn, Nuestra Tribuna, nm. 29, p. 27, enero de 1936. La panadera y la carnicera se encontraban en la calle 23 con carrera 9, segn el artculo de El Espectador del 27 de febrero de 1936.

    50 La Ruta, vols. 10 y 11, p. 321. Esto no era siempre as, se sabe que el embajador del III Reich en Colombia, Dittler, compraba prensa, libros y alimentos tpicos de Alemania, en establecimientos de judos.

    51 Ibd., 38, p. 2.52 Ibd., 7, p. 46.

    53 Nuestra Tribuna, nm. 36, p. 16, agosto de 1936. Otro ejemplo sobre el desconocimiento generalizado sobre los judos establecidos en Co-lombia es su inclusin en las listas negras como fascistas o nazis por el mero hecho de ser oriundos de Alemania. Si polaco era sinnimo de judo, alemn era sinnimo de nazi, en un pas como Colombia que poco conoca ms all de sus fronteras. Archivo General de la Nacin, transf. 8, Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, carpeta 192, caja 29, folio 45.

  • Pensamiento y Cultura Vol. 10 z Noviembre de 2007190

    Jos ngel Hernndez Garca

    Bibliografa

    Bibliowicz, A., Intermitencia, ambiva-lencia y discrepancia: Historia de la presencia juda en Colombia, Amerique Latine Historie et Memoire, nm. 3, Migrations en Colombie, 2001, en http://alhim.revues.org/document535.html

    Bibliowicz, A., Los judos en Colombia como grupo minoritario, Tesis de Maestra, Bogot, captulo 4, 1972.

    Camp. R., Archivo General de la Nacin, Os judeus italianos e o Brasil, Boletim da so-ciedade genealogica judaica do Brasil, vol. 9, 2000, en http://www.britos.com.br/siscon/demos/2/Arquivos_Site/Directorios/Arquivos/jornal_may00.pdf

    Donadio, A., Galvis, S., Colombia nazi. Bo-got, Editorial Planeta, 1986.

    Hernndez, J. A., La Guerra Civil Espaola y Colombia. Influencia del principal conflicto mundial de entreguerras en Colombia, Bogot, Editorial Carrera 7, 2006.

    Hernndez, J.A., Los leopardos y el fas-cismo en Colombia, Revista Historia y Comuni-cacin Social, nm. 5, Universidad Compluten-se, 2000.

    Lpez de Mesa, L., Disertacin sociolgica, Medelln, Editorial Bedout, 1970; Oraciones pa-negricas, Bogot, El Grfico, 1945. De cmo se ha formado la nacin colombiana, Medelln, Imprenta del Departamento, 1934; Introduccin a la histo-ria de la cultura en Colombia, Bogot, s.e, 1930.

    Fuentes de archivos y fuentes peridicas

    Archivo General de la Nacin, Ministerio de Relaciones Exteriores, seccin diplomtica y consular, legacin de Colombia en Berln 1939-1940, carpeta 19, cj 3, transf. 8, carpeta 20, cj3, transf. 8; carpeta 22 cj 594, carpeta 122, caja 29.

    Colombia Nacionalista, 5 de septiembre de 1936.

    Colombia Nacionalista, 18 de julio 1936.

    El Espectador, 26 de junio 1934.

    El Faro de Ibagu, septiembre de 1936.

    El Fascista, sbado 13 de febrero de 1937.

    El Tiempo, 5 de marzo de 1939.

    El Tiempo, 28 de febrero de 1936.

    La Ruta, vol. 3, 10 y 11, 1941.

    Nuestra Tribuna, nm. 36, agosto de 1936.

    Nuestra Tribuna, abril-mayo de 1937.

    Nuestra Tribuna, nm. 30, febrero de 1936.

    Nuestra Tribuna, nm. 29, enero de 1936.

    Patria Nueva, 5 de noviembre de 1938.