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Propaganda mesinica y opinin pblica. Las reacciones de las ciudades del reino de Castilla frente al proyecto fernandino de cruzada (1510-11)Alain MilhouUniversidad Haute NormandieUna de las aportaciones ms fundamentales de don Jos Antonio Maravall ha sido el mostrar la plena insercin de la Espaa moderna, a pesar de sus particularidades diferenciales, dentro de la modernidad europea. Gracias a la amplitud considerable de su cultura supo, en particular, justipreciar las combinaciones de racionalismo y de mitologas, de realismo y de idealismo poltico que se daban en todas las reas de la Europa occidental, tanto en Espaa como en Francia o en el resto de la cristiandad. Bajo el signo de los planteamientos del profesor Maravall quisiera yo, por lo tanto, situar estas reflexiones sobre el mesianismo de la Espaa fernandina1.Creo que cuando se estudia el tema del mesianismo hispnico hay que guardarse de cuatro escollos:1. Exagerar con exceso lo genuino de dicho mesianismo. Fue lo que hizo Amrico Castro, sobrevalorando la herencia mesinica judeoespaola y los componentes irracionales de la supuesta mentalidad hispnica, que crea haber aislado como una sustancia atpica dentro del conjunto de la Europa racional y en va de aburguesamiento2. Siguiendo mtodos comparatistas, creo haber demostrado en un libro reciente que el mesianismo de la Espaa de los Reyes Catlicos y de los Austrias tena la misma naturaleza y las mismas funciones que el mesianismo francs o germnico. Lejos de entroncar exclusivamente con el judasmo1El tema del mesianismo fernandino y carolino ha sido estudiado por J. A. Maravall en El pensamiento poltico de Fernando el Catlico, opsculo publicado en Zaragoza, 1952, y en Carlos Quinto y el pensamiento poltico del Renacimiento, Madrid, Instituto de Estudios Polticos, 1960 (vanse en particular las pp. 97-104).2A. Castro, Aspectos del vivir hispnico. Espiritualismo, mesianismo, actitud personal en los siglos XIV al XVI, Santiago de Chile, Ed. Cruz del Sur, 1949 (en especial la Parte I: Mesianismo, espiritualismo y actitud personal).[1]

51ALAIN MILHOUpeninsular, recoga la herencia de la tradicin gtica de San Isidoro, Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, pero sobre todo la del mesianismo de la monarqua catalano-aragonesa, que despus de la conquista de Sicilia en 1282 por Pedro III haba asumido en provecho propio el imperialismo de los Hohenstaufen germano-sicilianos, y que se vio celebrada por los vaticinios escatolgicos de los franciscanos ligados a la casa real3.2. Olvidarse del aspecto propagandstico del mesianismo oficial. En mi citado libro he recogido once profecas (es de suponer que fueron mucho ms numerosas) sobre el aniquilamiento del Islam y la conquista de la Casa santa de Jerusaln por Fernando el Catlico, apareciendo, adems, en seis de ellas el tema de la monarqua del mundo. Ahora bien, es evidente que aquellas profecas, que no dejaron de ser instrumentalizadas (e incluso, quiz, encargadas) por el poder real, cumplan con varias funciones 4. Una de ellas era la bsqueda de la unin de los diversos reinos espaoles y de las distintas capas sociales en torno a los monarcas carismticos, dignificados e incluso santificados por esas profecas. Tambin es evidente, como observa Joseph Prez, que al presentar la empresa de Granada como una cruzada, que si bien lo era bajo algunos aspectos, los Reyes Catlicos tambin sacaron ventajas financieras considerables; as pudieron eludir las peticiones de dinero procedentes del papado, el cual, desde la toma de Constantinopla por los turcos, no dejaba de reclamar auxilio. A partir de 1481, Fernando e Isabel quieren demostrar que llevan a cabo una cruzada en su propio territorio; lo cual les permite cobrar en provecho propio cantidades que normal-mente deban ser transferidas a Roma 5. Posteriormente a la conquista de Gra-nada, el mesianismo y las profecas sobre la reconquista de Jerusaln continuaran como respaldo ideolgico de la poltica fiscal de Fernando y sus sucesores, patentizando su buena voluntad en la lucha contra el Islam, ya que la concesin del impuesto de cruzada por el Papa seguira supeditada a la obligacin de guerra contra el infiel. Es no menos cierto que el tinglado mesinico armado por los Reyes Catlicos legitimaba su ambicin de ser los verdaderos jefes de la cristiandad, a veces incluso contra el mismo pontfice, acusado de obrar en obprobio de la religin cristiana, como se lee en la instruccin que en 1485 mand Fernando a sus embajadores en Roma 6. Hay que recordar, por fin, que ese papel de campen de la cristiandad que asignaban las profecas y otros textos mesinicos al Rey Catlico se inscriba en la lucha con Carlos VIII y, despus, Luis XII por la supremaca en Italia, concretamente por el dominio de Npoles, consagrado definitivamente, en 1510, por la concesin papal a Fernando del ttulo de rey de Npoles y Jerusaln 7.3 A. Milhou, Coln y su mentalidad mesinica en el ambiente franciscanista espaol, Valladolid, Cuadernos Colombinos, nm. XI, 1983 (sobre todo Parte II, cap. III: Jerusaln: desviaciones y decadencia de un espejismo).4 Ibid., pp. 389-395.5J. Prez, L'Espagne des Rois Catholiques, Pars, Bordas, 1971, p. 49.6Jos Goi Gaztambide, Historia de la bula de cruzada en Espaa, Vitoria, Publ. del Seminario, nm. 4, 1958 (apndice documental, pp. 672-674).7Jos Mara Doussinague, La poltica internacional de Fernando el Catlico, Madrid, Espasa-Calpe, 1944 (traduccin de la bula de Julio II, de 7-VII-1510, pp. 620-635).52

[2]PROPAGANDA MESINICA Y OPININ PBLICA3. No ver ms que dicho aspecto propagandstico. Tanto en la Francia de Carlos VIII y de los intelectuales cortesanos, que orquestaron la propaganda mesinica que acompa a su expedicin napolitana, como en la Italia de los humanistas contemporneos, que esperaban al monarca francs como un salvador escatolgico 8, al igual que en la Espaa en que Juan del Encina o Juan Anchieta componan romances en que celebraban la misin mesinica de los Reyes Catlicos 9, las maniobras polticas, a veces maquiavlicas, y las creencias religiosas y mesinicas, a veces profundas, podan entremezclarse de manera indisociable. En aquellos finales del cuatrocientos y principios del quinientos, si se desarrollaban los egosmos nacionales y los diferentes tipos de razn de estado que conllevaba la construccin de las monarquas modernas, nunca lleg a tal tensin el clima de angustia frente a la amenaza turca y de esperanza en la renovacin de la Iglesia y de la repblica cristiana, clima propicio al rebrote del aejo espritu de cruzada y a la revitalizacin de las corrientes mesinicas y milenaristas. Los monarcas, al igual que sus pueblos, vivan en ese clima, participando tambin de esas angustias y de esas esperanzas, aunque pudieran instrumentalizarlas en provecho de su propia autoridad. Hay que seguir a los espaoles contemporneos cuando des-valorizan el proyecto italiano de Carlos VIII de Francia, como haca Andrs Bernldez? 10. Sera tan injusto como ver el ideal de cruzada de Fernando el Catlico a travs del reproche de duplicidad formulado por el francs Luis XII, o el ideal universalista de Carlos V a travs de la caricatura hecha por Rabelais cuando evocaba las locuras hegemnicas de Picrochole 11. A pesar de su maquiavelismo, es muy probable que Fernando, de tanto escuchar profecas, haya terminado por creer en ellas, aunque no tan locamente como su contemporneo Carlos VIII. Recordemos el testimonio, citado con frecuencia, del cronista Lorenzo Galndez de Carvajal sobre los ltimos momentos del rey, en enero de 1516:Estando el rey en Madrigalejo, antes que fallesciese, le fue dado a en-tender que estaba muy cercano a la muerte, lo cual con gran dificultad lo pudo creer, porque la verdad le tent mucho el Enemigo, con incredulidad que le pona de no morir tan presto, para que ni se confesase ni rescibiese los sacramentos; a lo cual dio causa que estando el rey en Plasencia, uno del Consejo que vena de la Beata del Barco de Avila, le dijo que la Beata le haca saber de parte de Dios que no haba de morir hasta que ganase a Jerusaln... 12.8Anne Denis, Charles VIII et les Italiens: Histoire et Mythe, Genova, Droz, 1979, y Donald Weinstein, Savonarole et Florence. Prothtie et patriotisme a la Renaissance, Pars, Calmann-Lvy, 19739Cancionero musical de los siglos XV y XVI, ed. de Francisco Asenjo Barbieri, Madrid, 1890 (2.a ed.: Cancionero musical de Palacio, Buenos Aires, Schapire, 1945): en especial los romances nms. 315, 316, 317, 327, 328, 332, 340, 341, 342.10Andrs Bernldez, Memorias del reinado de los Reyes Catlicos, ed. M. Gmez Moreno y J. de M. Carriazo, Madrid, Real Academia de la Historia, 1962, cap. 136, pp. 343-345.11 Francois Rabelais, Gargantua, cap. 33.12L. Galndez de Carvajal, Anales Breves, cap. 2, pp. 562-563, en B. A. E., t. 70. Vase tambin el texto, ms tardo, de Fray Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, en B.A.E., t. 80, lib. I, cap. 69, pp. 60-61.[3]

53ALAIN MILHOU4. Dejar de estudiar las relaciones complejas entre el mesianismo oficial y el sentir de los gobernados. Ya he estudiado, en varios trabajos, las relaciones entre mesianismo oficial y corrientes milenaristas ms o menos subversivas, las cuales se traslucen en algunas profecas manuscritas y algunos procesos inquisitoriales 13. Pero qu impacto tena el mesianismo oficial en el comn sentir del pueblo cristiano, fuera de los crculos cortesanos y de los ncleos milenaristas? Sera errneo fiarse de las crnicas de los Reyes Catlicos, que, excepto la de Andrs Bernldez, en que se revela la adhesin popular a los Reyes, reflejan esencialmente la voluntad propagandstica de los monarcas. Por eso son de sumo inters tres pliegos sueltos, editados con toda probabilidad a principios de 1511, en los que los representantes de tres ciudades del reino de Castilla, la Yglesia e Cibdad de Crdova, el regimiento con algunos de los grandes de Sevilla y el regimiento de Toledo, con todos los cavalleros que en ella presentes se fallaron, manifiestan su oposicin al proyecto del Rey Catlico de encabezar personalmente la cruzada de Tnez, aunque mostrbanse sensibles al mesianismo fernandino 14.Es cierto que se produce un rebrote de tensin escatolgica y de inters por la cruzada en el ltimo tercio del siglo xv y primero del xvi. Si la tensin escatolgica fue mucho ms fuerte en pases como Alemania e Italia, en cambio fue en Espaa donde se dieron las mayores preocupaciones por la cruzada. Pero esas preocupaciones no arraigaron profundamente sino cuando los espaoles fueron13A. Milhou, Coln... [3]; De la destruction de l'Espagne la destruction des Indes: histoire sacre et combats idologiques, en Etudes sur l'impact culturel du Nouveau Monde (Sminaire interuniversitaire sur l'Amerique espagnole coloniale), Pars, Ed. L'Harmattan, t. 1, 1981, y t. 3, 1984; La Ghauve-souris, le Nouveau David et le Roi cach (trois images de l'empereur des derniers temps dans le monde ibrique: XIIIe-XVIIe s.), pp. 61-78, en Mlanges de la Casa de Velzquez, t. XVIII/1, 1982.14Pude localizar esos pliegos sueltos gracias a F. J. Norton, A descriptive catalogue of printing in Spain and Portugal (1501-1520), Cambridge University Press, 1978, noticias nms. 805, 806, 807 y 1309; Carta que enbiaron la Yglesia e Cibdad de Crdova al Rey Don Fernando nuestro seor, suplicando a su Real Magestad cesasse la passada en Affrica en persona por el gran bien y utilidad que dello resultara a estos reynos, Sevilla, Cromberger, s.a. (B. N. Madrid, R. 34182-6: ha cambiado la signatura indicada por Norton); Carta y requerimiento hecho de los de la muy noble e muy leal Cibdad de Sevilla al Rey nuestro seor, Sevilla, Cromberger, s.a. (Biblioteca del Museo Lzaro Galdiano, de Madrid, R./17, nm. de inventario 8448. Hay una reimpresin del mismo ao en Valladolid por Gumiel, B.N. Madrid, R. 34182-7: ha cambiado la signatura indicada por Norton); Carta y requerimiento hecho de los de la muy noble e muy leal Cibdad de Toledo al Rey nuestro seor, seguida de la Respuesta del Rey nuestro seor al corregidor e ayuntamiento de la Cibdad. de Toledo sobre la passada de allende, Sevilla, Cromberger, s.a. (Le agradezco a la viuda de Antonio Rodrguez Moino el haberme autorizado a sacar una fotocopia de este ejemplar, nico como los dos anteriores.) Estos tres documentos son de principios de 1511; la respuesta del rey a la carta de Toledo (del 8 de marzo) lleva la fecha del 27 de marzo (en la otra versin de la respuesta del rey, impresa en Toledo vid. infra [18], se precisa el ao: 1511). J. M. Doussinague [7] no insiste demasiado sobre esta hostilidad de las ciudades castellanas (no alude a los pliegos sueltos citados), subrayando el entusiasmo que anim, segn el continuador de la crnica de Hernando del Pulgar, a muchos grandes seores, duques, marqueses e perlados a querer alistarse en la expedicin (p. 366); esa interpretacin oficial aparece bien exagerada.54

[4]PROPAGANDA MESIANICA Y OPININ PUBLICAconcernidos directamente: conquista del reino de Granada (1482-1492) y de los presidios de Melilla (1497), Mazalquivir (1505), Cazaza junto a Melilla (1506), el pen de Vlez de la Gomera (1508), Oran (1509), Buja (1510), preludio a la conquista de] Magreb occidental, lo que representaba una vieja aspiracin castellana en la trayectoria de, la reconquista del suelo nacional. Todos esos puertos magrebes eran de una importancia capital para la seguridad de las costas espaolas; hasta la posesin de la relativamente lejana Buja significaba la desaparicin de un foco de piratera peligroso para la Pennsula. De ah la popularidad de estas conquistas, prolongacin lgica de la Reconquista; por eso, en estos momentos, las profecas mesinicas sobre el aniquilamiento del Islam y la conquista de Jerusaln por Fernando el Catlico tuvieron, al parecer, un eco importante en la poblacin. Al manifestar tal actitud, los espaoles no se comportaban diferentemente de los dems pueblos europeos. Si la seguridad del propio reino quedaba afectada por la amenaza musulmana, podan darse manifestaciones, hasta entusisticas, de espritu de cruzada: fue lo que pas en Italia despus de la toma de Otranto por los turcos (1480) y cuando la expedicin Carolina a Tnez (1535); fue lo que pas en Alemania en tiempos de la victoria otomana en Mohacs (1526) y del cerco de Viena (1529). Si la amenaza musulmana se cerna sobre zonas ms lejanas, era difcil que se diera semejante entusiasmo por la cruzada. Ms all de la mera guerra defensiva, u ofensiva pero con objetivos limitados, se poda soar, pero slo soar, con una prolongacin de dicha guerra hasta Jerusaln; era incluso la mejor manera de sostenerla ideolgicamente.Si los espaoles, y especialmente los castellanos, manifestaron su adhesin a los temas mesinicos de la cruzada cuando se trataba de la reconquista de Granada y de la conquista del vecino Magreb occidental, la opinin pblica de las ciudades castellanas no estaba dispuesta a mirar con entusiasmo la segunda fase del plan fernandino: conquista del reino de Tnez y de Egipto, iniciada con la toma de Trpoli (1510), seguida de las derrotas de los Gerbes (1510) y de las Quer-quenas (1511); estas zonas quedaban demasiado lejos del horizonte geopoltico castellano. El Rey Catlico tena incluso, segn ha mostrado Jos Mara Doussinague, un plan grandioso de aniquilamiento del Islam, que pasaba por la conquista de Alejandra, de Grecia, de Constantinopla y haba de desembocar en la conquista de Jerusaln 15. Ahora bien, cuando en 1510-11 el rey Fernando se dispone a dirigir personalmente una poderosa expedicin a Tnez, los regimientos de varias ciudades del reino de Castilla se oponen a un proyecto que juzgan insensato, llegando a concretarse sus protestas en sendos pliegos sueltos. Poco queda en esas cartas de Crdoba, Sevilla y Toledo de la exaltacin mesinica que acompa a la reconquista de Granada. Los ms sinceros son los sevillanos, que confiesan que la cruzada no debe extenderse al lejano reino de Tnez, sino limitarse al fortalecimiento de las conquistas ya realizadas en las costas marroques y argelinas, de importancia estratgica vital para Espaa:15 Sobre la poltica africana y los planes de lucha contra el Islam de Fernando el Catlico, vid., J. M. Doussinague [7].[5]

55ALAIN MILHOUMire qunta necesidad ay de sojuzgar las villas e lugares de la ribera del Mar Africano a nos comarcanas para la paz y sosiego deste reyno y que para aquello ay primera y natural obligacin.Una reaccin semejante se da en la Castilla de Carlos V cuando, al final del decenio ms catastrfico para la cristiandad desde la toma de Constantinopla, con las prdidas sucesivas de Rodas, Servia y Hungra, puso el turco cerco ante Viena en 1529 y, repetidamente, en 1532. Entonces, segn mostraron Ramn Carande y Jos Mara Jover, los castellanos consideraban al turco como enemigo distante, y el mismo clero juzgaba que la bula de Roma para que la Iglesia espaola diera la mitad de sus rentas para la organizacin de la cruzada defensiva era mero pretexto para sacar dinero a la Iglesia; de hecho, ante la oposicin de sta, tuvo la emperatriz que desistir de su proyecto; slo la alta nobleza castellana, por tradicin guerrera y deseo de lucirse ante el emperador, se tom la cruzada a pecho, siendo numerosos los grandes y ttulos en acudir a Viena. Mostr tambin Jover que si la fracasada expedicin de Argel (1541) despert gran entusiasmo, porque la seguridad de las costas espaolas requera la destruccin del gran foco de piratera berberisca, en cambio, la preparacin de la expedicin de Tnez (1535) interesaba mucho ms a los italianos, directamente concernidos, que a los espaoles, a pesar de la propaganda imperial, que afect sobre todo, una vez ms, a la alta nobleza: se repeta, pues, lo de 1511 I6. Por eso es excesivo hablar de la obsesin por la conquista de Jerusaln en la Espaa de los Reyes Catlicos y de Carlos V, como haca Juan Snchez Montes 17.Pero si excluyen la cruzada demasiado lejana, los autores de las representaciones de 1511 no rechazan el mesianismo oficial fernandino, unos de cuyos elementos eran los temas de la conquista de Jerusaln y de la consecucin de la monarqua del mundo. Si en los tres pliegos se insta al rey que no ponga en peligro su real persona, necesaria a la paz de los reinos espaoles, se exalta la potencia del Catlico y de sus ejrcitos, capaces sin l de realizar las mayores conquistas, incluso la de la Casa Santa de Jerusaln, aludindose en el pliego cordobs a las profecas sobre su recuperacin:... Nos es manifiesto ser rey por Dios y de su mano elegido, pues sus santas obras y famosos hechos han dado y dan testimonio; ... pues todo lo avernos visto en nuestros das, que por bienaventurado se puede tener el que ha alcancado y gozado de tan glorioso e christiansimo prncipe. Bien conoscemos, muy poderoso seor, que quanto mayores y ms famosas han sido las obras de Vuestra Alteza, tanto ms obliga vuestra esclarescida y real sangre a continuar tan sancto exercicio, pues en muchas y muy antiguas profecas e dichos de sanctos varones se halla que por16Ramn Carande, Carlos Quinto y sus banqueros, t. 2, Madrid, 1949, p. 481; JosMara Jover, Carlos Quinto y los espaoles, Madrid, Rialp, 1963, pp. 134-136 y 210-215.17J. Snchez Montes, Franceses, protestantes, turcos. Los espaoles frente a la polticainternacional del emperador, Madrid, C. S. I. C, 1951, pp. 93-109.56

[6]PROPAGANDA MESINICA Y OPININ PUBLICAVuestra Alteza a de ser cobrada la Casa Santa de Jerusaln y los presentes hemos visto seales para lo creer y tener por cierto. Mas como ayamos visto los trabajos y fatigas y daos que estos reynos padescieron ante que Vuestra Majestad los tuviesse y poseyesse, y la merced que Dios Nuestro Seor a ellos ya nos ha fecho con averie dado la corona y governacin dellos, ... y toda la Christiandad tiene puestos los ojos en Vuestra Alteza, y en la salud y presencia de vuestra real persona est la paz y tranquilidad del mundo, tenemos mucha razn de temer la ausencia de Vuestra Magestad, pues con ella estos reynos quedaran solos e muy desconsolados e todos los naturales y servidores tristes, y con la real presencia de Vuestra Magestad muy abrigados, defendidos y consolados. Y pues Vuestra Alteza es tan poderoso que con sus capitanes, pues ningn prncipe del mundo los tiene tales, podr sojuzgar, ganar y conseguir su sancto y cathlico propsito y su muy nombrada fama basta para que todos los infieles y enemigos de nuestra sancta fe cathlica se sometan a su servicio y real obediencia, considerados otros muchos inconvenientes, ... suplicamos a Vuestra Real Magestad no quiera pasar en persona, pues su real exrcito y poderosa armada basta con tan yllustres capitanes para conquistar el mundo...Adems de esta evocacin, entre retrica y escatolgica, de la cruzada de Tierra Santa siempre aplazada desde el siglo xiii y de la monarqua del mundo, encarecen los cannigos y regidores cordobeses el papel mesinico de su rey segn el modelo del emperador medieval, garante del orden universal, siendo el defensor de la cristiandad contra los infieles, las herejas y las discordias entre los reinos. Ntese que se trata de un mesianismo imperial que podra calificarse de esttico, ya que rechazan los autores del pliego el mesianismo dinmico de la cruzada escatolgica encabezada por el campen de la cristiandad:... Vemos que ninguna firmeza, constancia ni sosiego se hall en los pueblos e prncipes christianos sino por la mano y horden de Vuestra Alteza; e si sta oviesse suspendido su poder, se avran causado muchos daos en la Yglesia y Christiandad. E as la santa Yglesia con el favor de Vuestra Magestad es conservada y todo podero humano regido, y los de nacin estraa se valen y goviernan por el norte de su real concierto y sabidura. Y pues vuestra real persona Dios Nuestro Seor cri, guard y conserv para tienpo de tanta necesidad, y para le servir, limpiar y desechar destos reynos las infidelidades y heregas, y limpiar su fe y augmentar sus tenplos y honrar y favorescer sus ministros, bien tan universal e vida tan bienaventurada no se deve poner a los peligros que podran estorvar y causar que estos bienaventurados reynos perdiessen tan glorioso governador...A pesar de esas connotaciones medievales, parece ser que, al celebrar a su rey carismtico, los representantes de las tres ciudades del reino de Castilla celebran[7]

51ALAIN MILHOUla grandeza de Espaa, nacin elegida entre las de Europa para conquistar el mundo. Se produca, pues, como una interiorizacin del mesianismo monrquico y vasalltico que derivaba hacia el orgullo nacional. As hablaban los regidores y algunos de los grandes de Sevilla:... En Vuestra Alteza est nuestro consuelo, paz y sosiego y vida nuestra y de toda Espaa......En sus bienaventurados das han ganado estos reynos y la nacin de Espaa tanto renombre que en grand reputacin son estimados. Mire Vuestra Real Majestad que, salido de Europa, todas estas obras buenas por nuestros pecados podran caer...Pero tal celebracin del rey mesinico y tal autocelebracin de los espaoles, fundadas en el recuerdo de las victorias pasadas, en la esperanza de nuevas victorias y en la eventualidad lejana de la cruzada definitiva, se compaginan con el rechazo de la imagen medieval del rey cruzado. Al contrario, los autores de los pliegos sueltos exaltan la figura del rey moderno, fuente de toda autoridad, cuyo oficio es mantener la integridad y concordia del reino, el respeto de la propiedad y del orden estamental. Segn los regidores sevillanos:... No es de creer lo engaen lisonjeros, enfermedad que ha sido a otros reyes anexa. Mire Vuestra Magestad que de XXXVII aos a esta parte, llamado de Dios, recebi sobre s la pesada corona y governacin destos reynos; y por la bondad infinita de Aqul que tiene su real coracn en sus manos, nos ha librado de nuestros continuos y capitales enemigos, Vuestra, Alteza ha ensalcado en estos reynos la cathlica fe; ha puesto en ellos toda paz e sosiego, fanos fecho y faze pacficos poseedores de nuestros bienes; de Vuestra Alteza ha rescebido toda Espaa exenplo de bien y cathlicamente bivir; por Vuestra Alteza el estado de la Yglesia muy favorecido, nuevos tenplos edificados, las religiones reformadas, las militares rdenes segn Dios y orden regidas. Lang los infieles destos reynos, ha dilatado el seoro y real patrimonio dellos; por Vuestra Alteza la orden y governacin de justicia est en justa balanca... Mire que los das passados se absent por tan poco tienpo y que cada da lo espervamos y con la esperanca de su bienaventurada venida nos sostuvimos y aun aquel medio tiempo el estado destos reynos anduvo en opiniones y trabajos... Mire Vuestra Magestad que con su sola presencia bivimos en paz y sosiego y que de Vuestra Alteza justamente se dize lo que escrivi Salomn: "El rey que se asienta en la silla de su juyzio aparta todo mal con sola su presencia". Mire que dexara estos reynos hurfanos e privados de todo bien y remedio... Confrmese Vuestra Majestad con el apstol que dize que parezcamos en aquel estado en que fuymos de Dios llamados. Mire que su proprio oficio le obliga a estar presente pues nos ha de governar y mantener en justi-58

[8]PROPAGANDA MESIANICA Y OPININ PUBLICAcia... Mire que es nuestra cabeca y que nosotros somos sus miembros y estando el mar en medio dificultoso es ayuntarnos para le seguir y cumplir sus reales mandamientos... El zelo de sojuzgar los [reinos] estraos no d lugar que los pueblos y repblicas queden sin padre, los hurfanos sin consuelo, desamparados los pobres, los mayores sin corona, los buenos sin favor, los males sin castigo...Las lites urbanas deseaban la perpetuacin de un orden monrquico autoritario :si no absoluto como garanta de sus propios privilegios. Lgicamente, la imagen del monarca autoritario tenda a sacralizarse. Para los regidores y caballeros toledanos, se equiparaba el rey a Cristo, el Buen Pastor:Ponga ante sus ojos su real persona que entre doze discpulos uvo un traydor, estando su maestro delante. Qu har entre tanta multitud en ausencia?... Podrn dezir aquello que fue dicho por Nuestro Seor: "Yo soy Pastor bueno". Mire Vuestra Alteza que somos encomendados de Dios por l as como las ovejas al Pastor y que si el Pastor se ausenta, las ovejas andan escarriadas...El rey, espejo en que se mira el pueblo, cabeza del cuerpo mstico civil, debe permanecer entre sus vasallos, as como los miembros de su familia: se comprende mejor, al leer esas cartas, la importancia del trauma popular cuando tuvo que marcharse en 1518 el infante Fernando, el nieto preferido del Catlico, que se haba criado en Espaa y llevaba el mismo nombre que su abuelo; cuando se march en 1520 el emperador Carlos, su hermano, o cuando se exili a Francia en 1808 toda la familia real. Recuerdan los regidores y caballeros toledanos:Mire Vuestra Magestad el natural amor que a tenido e tiene a la es-clarescida e illustre reyna nuestra seora, su muy cara y amada hija. Cmo podr poner en olvido Vuestra Real Majestad a la reyna, su muy cara y amada muger? Y del serenssimo prncipe seor nuestro, su muy caro y amado nieto, e cmo dexar al muy illustre seor Don Fernando, de Vuestra Alteza es ass querido e amado?Sorprende la reaccin escrita del rey Fernando a esas representaciones, reaccin que se plasm en una respuesta al corregidor e ayuntamiento de la Cibdad de Toledo, fechada en 27 de marzo de 1511 e impresa en dos pliegos idnticos 18. En ella utiliza el Rey Catlico argumentos de tipo sobrenatural en favor de18 Edicin de esta Respuesta del Rey..., a continuacin de la Carta y requerimiento... de ... Toledo [14], publicada en Sevilla; otra edicin, sin la Carta y requerimiento..., en Toledo por Vrela (B. N. M., R. 34182-8: ha cambiado la signatura indicada por Norton [14], noticia nm. 1083).[9]

59ALAIN MILHOUla cruzada encabezada por el monarca en persona. Lejos estamos de la figura del rey poltico, el mismo que pocos aos despus haba de servir de modelo a Maquiavelo!:... E considerando esto, e las antiguas e duras guerras que los infieles de frica, desde el tiempo que se perdi Espaa hasta que con su ayuda [de Dios] en nuestro tiempo se acab de recobrar e se acabaron de echar los moros della, padescieron estos reynos; e las muy grandes e claras seales que Dios Nuestro Seor miraglosamente a mostrado en el comienco de la guerra que tenemos comencada contra los dichos infieles de frica, por las quales paresce que claramente nos muestra ser su voluntad que la sancta empresa se prosiga; ... y el negocio est en tales trminos que lo que este verano, mediante la gracia e ayuda de Nuestro Seor, se espera hazer, no se puede bien hazer por capitanes, por no venir contra lo que paresce ser su voluntad de Dios Nuestro Seor; e porque estos reynos no sean tenidos por desagradecidos de tan gran merced como han recebido de Nuestro Seor en aver echado dellos a todos los infieles y en les aver dado tanta paz e sosiego; y considerando asimismo que en los tiempos passados, sienpre que los reyes que tenan la gover-nacin destos reynos se empleavan en guerra contra infieles, Dios Nuestro Seor los librava de hambres e pestilencias y guerras de christianos e les dava paz y salud e abundancia, como al presente (a El sean dadas gracias) las ha dado en estos reynos; parescindome que para la conservacin de todo esto ninguna cosa es ms necessaria e provechosa que la prosecucin de la dicha sancta empresa; y queriendo yr por el amor que tengo a estos reynos pagar por ellos esta debda; stas son las causas que me hizieron determinar a yr en persona este verano a proseguir la dicha santa enpresa, que como vedes son tan justas e razonables que ms no lo pueden ser. Pero antes de me partir dexar muy bien proveydo las cosas que tocan a la conservacin de la buena governacin e paz e sosiego destos dichos reynos para durante la dicha mi ausencia que mediante Nuestro Seor ser muy poca, e con su ayuda para el invierno ser buelto a ellos...Era probable la sinceridad del anciano rey cuando mandaba escribir esas lneas: ya vimos lo sensible que se mostr Fernando, hasta en su lecho de muerte, a las profecas que le atribuan el papel mesinico de conquistador de la Casa Santa; tambin pudimos leer que los regidores sevillanos teman que el rey se dejara influenciar por los lisonjeros, los cuales le recordaran dichas profecas, segn podemos suponer. Pero dos meses escasos despus de la respuesta a los toledanos cambiaba radicalmente de plan.Tena verdaderamente el Rey Catlico la intencin de organizar una cruzada definitiva contra el Islam que llegara hasta Jerusaln? Era la tesis defendida por Jos Mara Doussinague, que opinaba que fue la ruptura de la paz frgil de60

[10]PROPAGANDA MESIANICA Y OPININ PUBLICAItalia por parte de Luis XII de Francia la que oblig a Fernando, en mayo de 1511, a renunciar a su grandiosa expedicin, mandando a Npoles, en junio, la armada de Pedro Navarro, reunida en un principio para luchar contra los infieles de Tnez. Los historiadores que se muestran ms sensibles al maquiavelismo del viejo rey suelen citar la famosa frase de Luis XII pronunciada antes de que cambiara el rumbo de la expedicin: Yo soy el sarraceno contra quien se pone en orden la armada de Espaa por el Rey Don Fernando. Segn esta interpretacin, hubiera renovado el Catlico la jugada de su predecesor Pedro III de Aragn, quien en 1282 fingi organizar una cruzada a Tnez para desembarcar en Sicilia y echar de ella a los franceses. En realidad, las cosas son muy complejas: para Fernando, a la vez deseoso de salvaguardar la pax hispnica en Italia y de asestar un fuerte golpe al Islam africano conquistando una tras otra las ciudades costeras, a la vez maquiavlico y crdulo en materia de profecas, a la vez preocupado de realizaciones concretas tanto en frica como en Italia y anheloso de una victoria definitiva sobre los musulmanes, era perfectamente posible preparar una armada poderosa con tres funciones eventuales: proteger los dominios espaoles de Italia, o conquistar a Tnez, o quiz prolongar esta conquista en una verdadera cruzada, pero sabiendo en ltimo momento, segn la coyuntura, cambiar de plan. A este respecto es muy significativa esta frase de una carta de Fernando al virrey de Npoles, escrita a fines de mayo de 1510, reproducida por Doussinague:Yo estoy de firme propsito de guardar al rey de Francia paz y amistad todo el tiempo que l me la guardare y no fiziere cosa en offensa de toda la Christiandad, y l me muestra agora mayor amistad que nunca; pero si l rompiere comigo, para en tal caso el rey de Inglaterra, mi fijo, y yo estamos determinados de romperle juntamente la guerra y para ello, so color que es para la guerra de los moros, como en verdad lo ser si l no lo estorva, fago los aparejos que conviene, y el conde don Pedro Navarro tiene 8000 infantes espaoles que, siendo menester, stos podrn acudir para comienzo adonde conviniere, y tras ellos yr todo lo que ms fuere menester ".Queda por ver por qu Fernando el Catlico dio su visto bueno a la difusin por la imprenta de las cartas y requerimientos de Crdoba, Sevilla y Toledo. Es que, a pesar de oponerse a su proyecto, sus sbditos manifestaban en esos documentos una adhesin a su persona carismtica que fortaleca su prestigio en Castilla, puesto en tela de juicio en los aos 1506-07, cuando se vio obligado a19 Doussinague [7], pp. 366-367 y 616-617. Diez aos antes se haba producido como un ensayo de lo de 1511: despus de la victoria naval hispano-veneciana de Cefalonia contra los turcos, el 24-XII-1500, principal episodio de la cruzada decretada por Alejandro VI el 1 de junio del mismo ao, orden Fernando al Gran Capitn que volviera con su armada a Mesina para emprender, junto con los franceses, la conquista del reino de Npoles, destronando al rey Fadrique; la armada, reunida gracias al dinero de las indulgencias, sirvi, pues, a la vez para la cruzada y para una empresa que no tena nada que ver con ella (vid. Goi Gaztambide [6], pp. 434-435. Vase tambin en el mismo un anlisis de la jugada de Pedro III, pp. 205-206 y 227-228).[11]

61ALAIN MILHOUabandonar el reino, retirndose a Aragn y Npoles. El sucesivo marcharse a la cruzada y quedarse de Fernando se pareca algo a los seudorretiros de los dictadores de nuestra poca, que quieren de ese modo que el pueblo reclame su vuelta al poder. Pero tal maquiavelismo no era bice para que Fernando creyera en su papel mesinico de campen de la cristiandad y de rey cruzado; aunque el mesianismo poda tambin ser un medio de gobierno tanto a nivel de poltica exterior como de poltica interna.* * *El reinado de los Reyes Catlicos fue la poca en que hubo ms coincidencia entre los sueos mesinicos y la prctica de la lucha contra el infiel. Sin embargo, ni Fernando estaba dispuesto a sacrificar el dominio de Italia a proyectos quimricos de cruzada oriental ni el pueblo espaol lo estaba para contribuir a una cruzada que pasara de los presidios marroques y argelinos, fundamentales para la seguridad de la Pennsula: ya Tnez estaba demasiado lejano. Podemos suponer, por lo tanto, que las profecas sobre la reconquista de Jerusaln y la monarqua universal desempeaban esencialmente, en ciertos sectores del pueblo espaol, una funcin de fortalecimiento de un orgullo que podra calificarse, quiz, de nacional: la posibilidad de que Fernando pudiera, con armas espaolas, recobrar la Casa Santa fortificaba la idea de que los espaoles, a imagen de su rey elegido, representaban un nuevo pueblo elegido. Soando con la anacrnica conquista de Jerusaln, manifestaban los espaoles de la poca de los Reyes Catlicos y de Carlos V su confianza en sus propias fuerzas. Adems, el mesianismo contribua al fortalecimiento del prestigio de la realeza, elemento fundamental en el mantenimiento del orden estamental.62

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