Milton Santos Nuevos mundos de la geografía

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Fuente: Vicente Di Cione (Comp.) (1997) LA GEO GRAFÍA POR VENIR. Cuestiones, opinion es, debates. Cooperativa Editora Universitaria. Buenos Aires. Presentación  Ante la intensidad de los cambios, ninguna disciplina, social o “dura”, puede soslayar la tarea de redefinir los vínculos dentro del sistema científico y tecnológico y en relación a las nuevas demandas que plantean los nuevos tiempos. Asumida con sensibilidad y compromiso, la tarea implica mirar con atención el presente desde un lugar virtual o utópico co nstituido por las aspiraciones d e libertad, solidarida d y justicia s ocial.  A tal efecto, Milton Santos considera que la tarea de la Geografía por venir consiste en que “los geógrafos,  junto a otros científicos sociales, se deben preparar para sentar las bases de un espacio verdader amente humano (...) un espacio instrumento de la reproducción de la vida, y no una mercancía trabajada por otra mercancía” (Milton Santos, 1990). “Los nuevos mundos de la Ge ografía”, el discurso de Milton Santos, constituye una aguda presentación de una diversidad de cuestiones concernientes a tres tópicos de la “Geografía de la Postmodernidad” que merecen la atención de los geógrafos:  las posibilidades de revelar o, como dice Santos sugestivamente, “descortinar” la intimidad del mundo traspasando sus visiones inmediatas y los obstáculos que encubren su esencialidad ;  la reconsideración dialéctica o transposiciones recíprocas entre espacio y tiempo a partir de sus visiones o me táforas, y  “los enfoques posibles” para evitar la arbitrariedad y proceder a la “reconstitución de su corpus explicativo”. (Op. cit.: pág. 7, 9) LOS NUEVOS MUNDOS DE LA GEOGRAFÍA 1 . Milton Santos. 2   La Universidad se distingue de las demás instituciones de la sociedad por la posibilidad de elaborar sus  propios sistemas de reconocimiento al trabajo, con indiferencia al paso del tiempo y a los avatares del  poder. Eso no significa, sin embargo, que ella no pueda ser también, y en ciertos casos, generosa. Parece que a este último sentimiento debo atribuir el otorgamiento, del que mucho me enorgullezco, de este título de “Doctor Honoris Causa” de la Universidad Complutense de Madrid.  Esta Casa de Estudios, a l o largo de siglos de existencia proficua, pudo granjearse reputación merecida y creciente, gracias a la calidad de su enseñanza y al rigor de su investigación innovadora, que le aseguran un lugar de realce en el conjunto de las grandes universidades del mundo. En particular, la Geografía que  se practica es un modelo, por la actualidad de los temas, por el espíritu de sistema con que ellos son tratados, y por la elegancia con que los descubrimientos aquí realizados son transmitidos en publicaciones  prestigiosas.  He aquí por qué puedo envanece rme con esta investidura. Buscando, no obstante, las razones de este  premio, encuentr o sólo dos merecedoras de menc ión. La primera es mi propio trabajo, una labor continua y  pertinaz que disculpa la modestia, y cuyo mérito está muy por debajo del generoso retrato t razado por D.  Joaquín Bosque Maurel. Es esa tarea que me ha acercado a la geografía española. La segunda razón, tal vez la más relevante, viene de la similitud de trayectoria entre la geografía española y la geografía brasileña, dos geografías dinámicas que, en los últimos lustros, venimos esforzándonos para aproximarlas con éxito innegable.  Ambas geografías son antiguas por la práctica de geógrafos y no geógrafos, y son jóvenes por su institucionalización reciente . En sus tiempos históricos, se desarrollaron bajo una misma i nfluencia, la de la  geografía francesa que, de cierta forma, marca aún hoy la práctica de la disciplina en los dos países. Mas, la geografía española y la geografía brasileña están influenciadas en especial por las realidades locales  profundas, en aquello que pesa má s fuertemente sobre la existenc ia de la sociedad. E s de esta forma que las dos geografías comienzan a crear y a imponer su propio método, inspirado por la fuerza de los fenómenos de casa, con los cuales las teorías y prácticas importadas no siempre armonizan. 1  discurso pronunciado por Milton Santos con motivo de su aceptación del título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid (Octubre de 1994). 2  Op. cit. ( 11- 24)

Transcript of Milton Santos Nuevos mundos de la geografía

  • Fuente: Vicente Di Cione (Comp.) (1997) LA GEOGRAFA POR VENIR. Cuestiones, opiniones, debates. Cooperativa Editora Universitaria. Buenos Aires.

    Presentacin Ante la intensidad de los cambios, ninguna disciplina, social o dura, puede soslayar la tarea de redefinir los vnculos dentro del sistema cientfico y tecnolgico y en relacin a las nuevas demandas que plantean los nuevos tiempos. Asumida con sensibilidad y compromiso, la tarea implica mirar con atencin el presente desde un lugar virtual o utpico constituido por las aspiraciones de libertad, solidaridad y justicia social. A tal efecto, Milton Santos considera que la tarea de la Geografa por venir consiste en que los gegrafos, junto a otros cientficos sociales, se deben preparar para sentar las bases de un espacio verdaderamente humano (...) un espacio instrumento de la reproduccin de la vida, y no una mercanca trabajada por otra mercanca (Milton Santos, 1990). Los nuevos mundos de la Geografa, el discurso de Milton Santos, constituye una aguda presentacin de una diversidad de cuestiones concernientes a tres tpicos de la Geografa de la Postmodernidad que merecen la atencin de los gegrafos: las posibilidades de revelar o, como dice Santos sugestivamente, descortinar la intimidad del mundo

    traspasando sus visiones inmediatas y los obstculos que encubren su esencialidad; la reconsideracin dialctica o transposiciones recprocas entre espacio y tiempo a partir de sus

    visiones o metforas, y los enfoques posibles para evitar la arbitrariedad y proceder a la reconstitucin de su corpus

    explicativo.

    (Op. cit.: pg. 7, 9)

    LOS NUEVOS MUNDOS DE LA GEOGRAFA1. Milton Santos.2

    La Universidad se distingue de las dems instituciones de la sociedad por la posibilidad de elaborar sus propios sistemas de reconocimiento al trabajo, con indiferencia al paso del tiempo y a los avatares del poder. Eso no significa, sin embargo, que ella no pueda ser tambin, y en ciertos casos, generosa. Parece que a este ltimo sentimiento debo atribuir el otorgamiento, del que mucho me enorgullezco, de este ttulo de Doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid.

    Esta Casa de Estudios, a lo largo de siglos de existencia proficua, pudo granjearse reputacin merecida y creciente, gracias a la calidad de su enseanza y al rigor de su investigacin innovadora, que le aseguran un lugar de realce en el conjunto de las grandes universidades del mundo. En particular, la Geografa que se practica es un modelo, por la actualidad de los temas, por el espritu de sistema con que ellos son tratados, y por la elegancia con que los descubrimientos aqu realizados son transmitidos en publicaciones prestigiosas.

    He aqu por qu puedo envanecerme con esta investidura. Buscando, no obstante, las razones de este premio, encuentro slo dos merecedoras de mencin. La primera es mi propio trabajo, una labor continua y pertinaz que disculpa la modestia, y cuyo mrito est muy por debajo del generoso retrato trazado por D. Joaqun Bosque Maurel. Es esa tarea que me ha acercado a la geografa espaola. La segunda razn, tal vez la ms relevante, viene de la similitud de trayectoria entre la geografa espaola y la geografa brasilea, dos geografas dinmicas que, en los ltimos lustros, venimos esforzndonos para aproximarlas con xito innegable.

    Ambas geografas son antiguas por la prctica de gegrafos y no gegrafos, y son jvenes por su institucionalizacin reciente. En sus tiempos histricos, se desarrollaron bajo una misma influencia, la de la geografa francesa que, de cierta forma, marca an hoy la prctica de la disciplina en los dos pases. Mas, la geografa espaola y la geografa brasilea estn influenciadas en especial por las realidades locales profundas, en aquello que pesa ms fuertemente sobre la existencia de la sociedad. Es de esta forma que las dos geografas comienzan a crear y a imponer su propio mtodo, inspirado por la fuerza de los fenmenos de casa, con los cuales las teoras y prcticas importadas no siempre armonizan.

    1 discurso pronunciado por Milton Santos con motivo de su aceptacin del ttulo de Doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid (Octubre de 1994). 2 Op. cit. ( 11- 24)

  • La geografa brasilea y la geografa espaola se tornaron geografas abiertas, lectoras de todo lo que, cerca o lejos, pudiese interesar a su enriquecimiento, buscando en diversas escuelas nacionales ejemplo y estmulo, al mismo tiempo en que tambin se afirmaban como escuela. El bello libro de Joaqun Bosque sobre Geografa y Gegrafos en la Espaa Contempornea, as como otros estudios dedicados a la historia de la disciplina en Espaa (J. Bosque, 1983; J. Bosque et alt., 1993; Vil Valenti, 1989) dan cuenta de ese proceso de crecimiento, autonomizacin y madurez. Es, tal vez ese, el secreto de su percepcin de las realidades del mundo que, en esta fase de globalizacin, acaba por instalarse como verdadero paradigma en las dos geografas. Por eso, son privilegia-dos, en ambas, temas abarcativos as como la preocupacin por el encuentro de una metadisciplina geogrfica. Esta facilitara el trabajo interdisciplinar y la construccin de una teora social renovada, donde el espacio comparezca activamente.

    Fue a partir de esas realidades comunes que decid elaborar este discurso de investidura, consagrado a lo que llamo los nuevos mundos de la Geografa. Ms que una obra acabada, se trata de un programa de trabajo, orientado a la problemtica emergente del espacio y de la geografa en el perodo histrico actual.

    El ttulo de este ensayo tambin podra ser La Geografa de la Globalizacin, La Geografa del perodo tcnico-cientfico o, cediendo a una moda persistente, La Geografa de la Postmodernidad.

    Cmo tratar este tema? Proponemos hacerlo a partir de tres tpicos: 1) los nuevos horizontes descortinados, en este fin de siglo; 2) los nuevos desafos a la constitucin del saber geogrfico: realidades y metforas; 3) los enfoques posibles. 1. Los nuevos horizontes descortinados En una pieza clebre, escribiendo respecto de la creacin de los nuevos mundos, Paul Claudel presenta un Coln que exclama: fui enviado para reunir la tierra. Era vctima de la creencia, venida del fin del siglo XV, segn la cual el descubrimiento de nuevos continentes completaba el conocimiento del mundo. Esa creencia fue renovada con cierta frecuencia, ya que otros descubridores, pero tambin autores, a lo largo de los aos imaginaron que el mundo haba sido completamente descubierto.

    Es el caso, por ejemplo, de lo sucedido en 1758, cuando se imagina haber encontrado la medida de la Tierra a partir de la posibilidad, por primera vez establecida, de conferir las distancias entre los astros, y de establecer las cartas de los mares de una forma ms precisa, con la produccin de una imagen del planeta ms prxima a la realidad.

    Ya en nuestro siglo, Siegfried, en su libro seminal Aspects du XXme Sicle3, dice: nuestra generacin acaba de descubrir el mundo y agrega: sin duda, Vasco da Gama, Coln y Magallanes, hace cuatro siglos alcanzaron las regiones ms distantes del planeta. Mas su obra permaneca incompleta, porque en nuestros mapas an existan lugares, manchas, en los cuales an se poda leer el trmino tierra desconocida. Deca, todava, Siegfried: en el cielo, los nuevos horizontes tambin se ensancharon en proporciones que desafan la imaginacin, porque el siglo XX realiza la existencia de las galaxias, la inmensidad del universo y su continua expansin. Esto fue escrito hace 40 aos. Ese gran pensador tendra, ahora, que reescribir este texto, ya que hoy, finalmente, el mundo es realmente pasible de conocimiento...

    Al mismo tiempo, se torn posible divisar de otra forma los sistemas solares e imaginar al hombre transportndose a otros universos. Pero tambin eso refuerza la certeza de que la tierra del hombre es este planeta, no el universo. Es posible que el hombre llegue a otros astros por intermedio de naves espaciales pero, tambin sabemos que la comunicacin slo es posible cuando la percepcin y el entendimiento del tiempo son los mismos para los interlocutores (V. Ferkiss, 1974); y todo indica que ese entendimiento no existe, aunque pudiese haber vida en otros cuerpos celestes.

    A lo largo del tiempo la humanidad fue ciertamente ampliando el conocimiento del planeta. Durante siglos, la idea que los hombres tenan del ecmene era muy limitada en relacin a lo que realmente exista. El fin del siglo XV ya marca un enorme cambio con la conquista del camino de las Indias, que permiti al hombre ir al Oriente por la va de Occidente y encontrar nuevas tierras, incluyendo las Amricas. A partir de ese momento se ampla el horizonte geogrfico de la humanidad y ese proceso se va desarrollando hasta que, en 3 Aspectos del siglo XX (Nota: Traduccin de S. Lujambio)

  • esta segunda mitad del siglo, gracias al desarrollo superlativo de la ciencia y de la tcnica, el conocimiento del Universo se torna ms completo.

    Si en los descubrimientos anteriores la parte del acaso era muy fuerte aunque se discuta si escuelas como la de Sagres eran precientficas o cientficas, la reciente ampliacin del horizonte geogrfico tiene como base la ciencia. La geografa se renueva a travs de las relaciones ntimas y biunvocas entre las tcnicas y la ciencia. Esto nos conduce, hoy, a la cognoscibilidad del planeta. Es la primera vez en la historia de la humanidad que el planeta se torna enteramente susceptible de conocimiento, conocimiento global y conocimiento local, permitiendo una visin no solo esttica, sino igualmente dinmica de la totalidad del ecmene. Cada da, el hombre de la calle puede leer en la prensa cmo los cientficos determinan las distancias, descubren la forma de otros planetas y renuevan el conocimiento de los sistemas de astros. Por otro lado, fue posible establecer coordenadas nuevas mucho ms precisas para el tiempo y para el espacio. Ambos, tiempo y espacio, comienzan a ser medidos con exactitud ms que milimtrica.

    Todos estos descubrimientos y posibilidades abiertos por los progresos cientficos y tcnicos van a dar una estructura diferente a lo que existe, comenzando por las nuevas formas que gana la antigua oposicin entre esencia y apariencia. Si nos limitamos a un pasado no tan remoto, identificamos tres momentos de esa oposicin.

    El primer momento fue aquel en que se imaginaba una separacin radical entre lo ideolgico y lo real, distinguiendo, en el mismo movimiento de una sociedad, el dominio de la denominada realidad y el do-minio de la llamada ideologa. Esa discusin fue abordada por diversas filosofas, entre ellas la filosofa del marxismo, la cual insisti durante mucho tiempo en esa separacin entre lo real y lo ideolgico, considerada por algunos como absoluta.

    Los progresos de la tcnica y la evolucin de los procesos productivos, desde mediados de este siglo, llevaron a aceptar que la ideologa tambin se haba tornado real, con el perfeccionamiento del proceso por el cual se presenta lo falso como si fuese verdadero. Este es el segundo momento de la mencionada oposicin.

    El tercer momento es el actual, en el cual el resultado de la historia convive con la fbula, donde adems es a partir de la fbula que se construye la historia. Y qu decir de los espacios de lo virtual y de la manipulacin extrema de la imagen. Esa confusin mxima a que nuestros espritus estn hoy subordinados nos introduce en la cuestin de la post-modernidad.

    Esta es una poca de paradojas, una poca de visibilidad difcil, cuya definicin es intrincada, y que desafa nuestra capacidad de entendimiento y de conceptualizacin. Durante todos estos siglos, viajamos de lo desconocido a lo conocido; y ahora, en el fin del siglo, hacemos el viaje de regreso, de lo conocido a lo desconocido: con las enormes posibilidades abiertas en el mundo por la ciencia y por la tcnica, nada nos escapa y todo nos escapa. En el inicio de esa historia, la oposicin era entre lo conocido y lo desconocido; hoy, la gran oposicin es entre el Mundo y sus visiones que pueden ser elaboradas e impuestas como si fuesen el Mundo.

    2. Nuevos desafos a la constitucin del saber geogrfico: realidades y metforas.

    Las mismas condiciones que contribuyen para ampliar el horizonte geogrfico actan, tambin, para limitar el entendimiento de las cosas. Qu es finalmente, en este mundo artificializado, metfora y realidad genuina?

    Cmo enfrentar cuestiones como la de las nuevas relaciones espacio-tiempo con la decantada preeminencia del tiempo sobre el espacio, la idea de desterritorializacin, la redefinicin de la regin y del lugar, el papel de la produccin de la hiperrealidad, con lo virtual y la manipulacin de la imagen? Son problemas reales que interesan y desafan a los gegrafos, por encontrarse en el propio centro de su temtica esencial que es el espacio.

    Como los perodos histricos son marcados por la llegada de nuevas condiciones tcnicas, las denominadas relaciones espacio-tiempo cambian en cada uno de ellos. Por lo tanto, decir que estamos viviendo nuevas relaciones espacio-tiempo es solamente una llamada para definir mejor lo que de ellas resulta. Esa apelacin representa un problema, porque puede ser llevada al debate sin que tengamos antes que definir

  • tiempo y espacio. Sin definicin previa, esa expresin aparece como metfora, en la medida que no permite la proposicin de ningn concepto y, por lo tanto, no resulta operacional desde el punto de vista del trabajo intelectual. Sabemos, de otro modo, que la metfora no pretende ser operacional, sino slo llamar la atencin hacia aspectos de un fenmeno.

    Ganaremos ms en precisin si partimos de aquello que posibilita esas nuevas relaciones espacio-tiempo, esto es, los avances cientfico-tcnico-informacionales actuales. A partir del estado actual de la cien-cia, de la tcnica y de la informacin, y de cmo se definen en el perodo actual, adquirimos la posibilidad de redefinir tiempo y espacio. Sin embargo, la geografa parece no tener un gran apetito por la introduccin de la tcnica en su teorizacin, en su mtodo y en sus estudios empricos sistemticos. Ese abandono es, a nuestro juicio, una de las causas de la vaguedad de expresiones como relaciones espacio-tiempo.

    Pensando en la tcnica, podramos definir el tiempo y el espacio a partir de los mismos elementos, adoptando idnticos parmetros. Por con-siguiente, suprimiramos ese guin entre espacio y tiempo y consideraramos los dos como una realidad unitaria, un espacio-tiempo, para as crear la oportunidad de construir una teora geogrfica vlida. Volveremos a esto en el lugar adecuado.

    Una de las consecuencias es la aceptacin, a veces tranquila, de la idea de la preeminencia del tiempo sobre el espacio. Cada vez que gana un nuevo impulso, la velocidad desorienta y permite imaginar que el proceso de evolucin ya alcanz su pice. La velocidad aumentada da la impresin de que el espacio es suprimido y que es el tiempo lo que cuenta. De all esa idea del tiempo deshaciendo al espacio. En parte, adems, esto procede del equvoco de asimilar la idea de espacio a la idea de distancia.

    Otro dato que lleva a insistir en lo que sera la preeminencia del tiempo sobre el espacio es la posibilidad de teleaccin, que crea las condiciones de la denominada telepresencia. La accin puede darse a partir de puntos muy lejanos gracias a la posibilidad del transporte a distancia de los mensajes, de las ideas, de las rdenes. Con la convergencia de los momentos y la conquista de la simultaneidad, la llamada friccin del espacio desaparece o se reduce drsticamente. La simultaneidad, la unicidad de los momentos pueden dar la impresin que el espacio no existe.

    No obstante, en realidad, el tiempo no suprime el espacio, sino al contrario, se realiza por el espacio. El tiempo emprico slo se da en los lugares y lo hace con la posibilidad de transformar un tiempo general el tiempo del mundo en un tiempo particular, que es el tiempo pro-pio a cada uno de nosotros, a cada empresa, a cada institucin, realizando en funcin de condiciones tcnicas y organizacionales tpicas de cada lugar. De este modo, es el lugar que determina el tiempo y no el tiempo que determina el lugar.

    Desterritorializacin es una palabra ms del vocabulario postmoderno y puede ser vista segn diversas acepciones. Una de ellas es la muerte del Estado territorial, hoy atravesado por los influjos transnacionales que no respetan fronteras. Sin embargo, otro entendimiento del trmino se refiere a la gran movilidad de los hombres y de todos los factores, proveniente de una cierta confusin entre la idea de localizacin y la idea de inmovilidad. Si los factores migran, es exactamente para localizarse en otro lugar. En los das actuales, hay ms movilidad, pero no existe desterritorializacin, pues cambio en el espacio no significa no estar en el espacio.

    En este contexto, la idea de no-lugar puede ser considerada, por lo menos, en dos sentidos. Una primera acepcin alude a la inmaterialidad de la economa actual, concretada en virtud de la informacin que constituye por s misma un vehculo. Pero, a pesar de la economa inmaterial, la circulacin de la informacin exige bases materiales localizadas.

    Por otro lado, la idea de no-lugar indicara tambin que, en el mundo actual, existe un gran nmero de formas espaciales parecidas unas a otras como los edificios inteligentes en las grandes ciudades. Si todo es igual, qu caracterizara el lugar? No obstante, la realidad del lugar no est dada por la existencia de esos edificios, sino por el orden espacial y temporal del conjunto de objetos. El orden espacial revela cmo esos edificios se ordenan y combinan con edificios de otros tipos y edades en un determinado lugar, mientras que el orden temporal significa la secuencia de su instalacin. De ese modo, aunque desde el punto de vista morfolgico y, especialmente, desde el punto de vista funcional, existan semejanzas entre los objetos presentes, cada punto de la superficie de la tierra tiene una definicin diferente y echa por tierra la idea de no-lugar.

  • Es en ese orden de ideas que pretenden algunos decretar la muerte de la regin. Una regin es una situacin y una construccin, es decir, un producto social. En el mundo de hoy tenemos una menor duracin del edificio regional. Las regiones se hacen y deshacen con mayor rapidez, en tanto que, por otro lado, aumenta la espesura del acontecer. El nmero de eventos en el mundo actual es mucho mayor que en el mundo del pasado y, tambin, es mucho mayor el tropel de los eventos, ya que en el mismo lugar acontecen ms eventos por unidad de tiempo y ms eventos por unidad de espacio.

    Sin embargo, la esencia de la regin no est constituida por la longevidad del edificio sino por su coherencia funcional. El hecho de tener vi-da corta no cambia la definicin del recorte territorial. Las regiones mudan de lmites porque la escala de la coherencia funcional cambia con el pasaje del tiempo.

    El perodo histrico actual, caracterizado por la impermanencia y por la fugacidad, embiste con toda nuestra herencia cultural y con nuestra memoria de un tiempo en el cual las cosas se modificaban lentamente.

    Hoy el pasado largo, y que se torn denso por haber sido largo, es sustituido por un presente denso. El presente extendido no el presente instantneo es relativamente corto, pero es rico por el nmero de interacciones y por la calidad de esas interacciones. En la regin actual, la novedad es que la acumulacin es sustituida por la intensidad.

    Para Schutz (1967), en una situacin dada, tenemos paralelamente un mundo de los antepasados y un mundo de los contemporneos, siendo que nuestros padres hacen el trazo de unin entre esos dos mundos. El presente, hasta recientemente, era mucho ms influenciado por el mundo de los antepasados y hoy lo es mucho ms por el mundo de los con-temporneos.

    Segn Luhmann (1982), poco podemos hacer con el pasado distante y poco podemos comandar del futuro distante. De este modo, estaramos mucho ms cerca de construir el futuro que antes, ya que el mundo de los contemporneos prima sobre el mundo de los antepasados y el pasado distante tiene hoy un menor valor. Por eso, no es ms el pasado largo nuestro gua, sino el futuro. La memoria puede an ser un cemento de la sociedad, pero el ancla de la sociedad es el futuro.

    Adems de los espacios de lo real, nuestra poca tambin produce otros, antes totalmente imposibles, como los espacios de la hiperrealidad, en forma de la imagen o de lo virtual. Para Leibniz, sera posible la existencia de una mquina cuya estructura haga pensar, sentir y tener percepcin, pero agrega que, visitndola por dentro lo que encontramos son slo piezas que se impelen unas a las otras, ms que jams explicarn una percepcin. Se trata de una premonicin de Leibniz, pero eso no basta para alcanzar una interpretacin de la diferencia entro lo que sera lo real y lo hiperreal.

    Georges Balandier (1987), en su artculo Images, Images, Images, afirma que la imagen actual es responsable por la produccin del nuevo real. La imagen seduce, desconcierta, inquieta, pero tiene que ser considerada porque es el centro del modo contemporneo de produccin de visiones del mundo. Todo eso se relaciona con la geografa por-que sta ha buscado una visin del mundo llamada cientfica, que se opone a otras visiones del mundo. Cuando el mundo pasa a producir ese nuevo real, el trabajo del gegrafo resulta extremadamente complicado. A travs de los outdoors y de todos los signos que forman parte del paisaje, lo ideolgico se instala hoy en lo real. Esto tambin interesa al gegrafo y le exige una interpretacin conjunta con los otros elementos. No se puede, a priori, desconsiderar tal o cual aspecto o parte del espacio. Cabe al contrario, tomar el conjunto y encontrar la forma de su explicacin abarcativa.

    3. Los enfoques posibles

    El desafo que espera a la Geografa en esta poca de grandes cambios es la reconstitucin de su corpus explicativo. Su tarea es partir de las realidades y metforas para llegar a conceptos que sean, al mismo tiempo, constitutivos y operacionales, es decir, que representen nuestra poca y permitan analizarla debidamente.

    En cada momento histrico, el Mundo, como totalidad, puede ser de-finido como un conjunto de posibilidades concretamente existentes, histricamente presentes como potencialidad o como acto. Cada poca hace surgir variables nuevas, producto de la inteligencia humana y motor del progreso. La historia de

  • las tcnicas vuelve a trazar esa historia en perodos, pocas caracterizadas por modos de hacer, esto es, autorizaciones para hacer y posibilidades de hacer.

    Esas posibilidades definen el Mundo en un momento dado, pero no se realizan universalmente. La totalidad-mundo est formada por variables que en ningn momento se dan de forma completa y que jams se encuentran en todas partes. Este es el principio de diferenciacin de las partes dentro del Todo y de la diferenciacin de los lugares, en el conjunto del espacio.

    El Mundo es slo el Ser, en tanto que el Lugar sera el Existir, porque el Mundo nicamente lo es como latencia. Todo lo que existe en el lugar tambin existe en el Mundo, pero lo recproco no es verdadero.

    El gran real total es la Historia, que se va haciendo concretamente en los lugares, a travs de las formas sociales que van siendo cambiadas y de las formas geogrficas que se adaptan a la evolucin histrica. Al engarzarse en una forma, y en conjunto con ella, la funcin constituye la aparicin concreta de ese real total. As, el lugar, como forma-contenido, es una funcionalizacin del Mundo, el medio por el cual la totalidad se empiriza, el instrumento del pasaje del Ser a la Existencia.

    El gran privilegio de los que vivimos este fin de siglo es que la nocin de totalidad se enriquece y se afirma mediante los progresos cientficos y tcnicos. Hasta ahora la totalidad era construida como un concepto intelectual. Hoy, a partir de las posibilidades abiertas con la cognoscibilidad del Planeta, se torn posible trabajar con una totalidad emprica-mente construida. En este fin de siglo, tanto es empirizable la esencia del universo como lo son sus funcionalizaciones. Hasta nuestra generacin, la totalidad se produca en la mente de los filsofos, era una construccin intelectual, pero hoy tiene existencia concreta, emprica, gracias al hecho de que todo el planeta est cubierto por un sistema tcnico unitario, utilizado por un sistema de produccin global, que universaliza los hombres, los objetos y sus relaciones. Se trata, por primera vez en la historia del hombre, de una universalidad concreta, emprica (Santos, 1985). Con la unidad del mundo producida por la globalizacin, los eventos se unifican, la dependencia de las partes en relacin al todo se torna concretamente verificable y los lugares se universalizan.

    Entonces esa universalidad concreta y esa totalidad emprica, permitida por la tcnica actual, deben posibilitar a la Geografa un gran salto terico uniendo el lugar y el mundo en un mismo movimiento visible y asegurando la superacin de tantas otras dicotomas y ambigedades que venan marcando el mtodo geogrfico hace ms de un siglo.

    Es as tambin que, a travs de la Tcnica, el Tiempo y el Espacio se funden y pueden ser apreciados en esa fusin.

    Sin embargo, as como el Mundo slo existe como latencia, no existe tampoco un tiempo global. En realidad, existe un reloj mundial, al ser-vicio de las grandes organizaciones, tiempo desptico que, directa o indirectamente, comanda la totalidad de las acciones, aunque no consiga sustituir los otros tiempos (Santos, 1994).

    El tiempo general el tiempo del mundo est dado por el conjunto de condiciones de la vida social en un cierto momento, una separacin en el transcurso, un corte que revela el conjunto de las posibilidades de accin, pero que slo existe como generalidad.

    La individuacin y empirizacin del tiempo del mundo se da como temporalizacin prctica (Sartre, 1960). La temporalizacin es una especie de interpretacin del tiempo, a partir de lo cual los diversos individuos, grupos, clases, empresas, instituciones, Estados, segn sus propias distinciones de poder, sabidura, conocimiento, lugar, producen acciones. En otras palabras, la praxis individual-social produce tiempos empricos concretos a partir de posibilidades histricas tericamente abiertas a todos. Como esas posibilidades son, por variadas razones, desigual-mente utilizadas, se producen temporalidades diversas.

    El tiempo nos ofrece posibilidades que son virtuales en cuanto permanecen en la esfera de lo posible, hasta que las tomemos y ejerzamos accin, las posibilidades virtuales se tornan realidades prcticas. La temporalizacin transporta, por la va del trabajo, las posibilidades del Mundo a un Lugar. Es el proceso de espacializacin.

  • La espacializacin de que habla E. Soja (1989) no es el espacio, sino solamente la forma con que la temporalizacin prctica se da sobre un espacio ya constituido, para convertirlo en otro espacio. A travs de esa asociacin entre la temporalizacin prctica y la espacializacin prctica, los conceptos de tiempo y espacio se confunden en el concepto de tiempo-espacio, y la percepcin de esa fusin debe conducir a un avance epistemolgico dentro de la disciplina geogrfica.

    La forma y el tiempo son los polos del entendimiento. Tambin pueden ser la base de produccin de una teora geogrfica vlida que valorice, al mismo tiempo, el fenmeno, la existencia y la esencia, representada por la Historia. Se tratar de una geografa fenomenolgica y existencialista o de una filosofa de las tcnicas?

    La fenomenologa se propone trabajar partiendo de las cosas-ellas-mismas, pero desterrando el empirismo porque su mtodo trasciende lo corpreo, la mera sensacin de la cosa, buscando incluirlas en un con-texto ms amplio, el contexto de la historia. Es as que se pasa de la existencia a la esencia. Como el espacio geogrfico no es sino una funcionalizacin del mundo la esencia transformada en existencia, el mtodo debe aplicrsele cuidando de utilizar la tcnica como mediacin necesaria, ya que sta es hoy el gran vehculo del proceso histrico. En este sentido, una geografa fenomenolgica y existencialista ser tambin una filosofa de las tcnicas, una filosofa basada en la produccin concreta del mundo y de los lugares, filosofa cientfica (Husserl, 1964) que es fundada, al mismo tiempo, en las posibilidades abiertas por el mundo y en su realizacin emprica en los lugares.

    Un objetivo a alcanzar es superar las dicotomas que siempre amenazaron nuestra disciplina, comenzando por esa idea persistentemente ambigua, la idea de paisaje. Superar las dicotomas entre lo universal y lo particular, entre la objetividad y la subjetividad, entre la estructura y la historia, entre aquello que denominamos apariencia (y que llambamos hasta recientemente ideologa) y la realidad (aquello que llambamos realidad, hasta descubrir que la ideologa tambin es realidad).

    La fenomenologa aparece como instrumento fundamental dentro de la geografa. A travs de las cosas, de los objetos, es decir, de la configuracin geogrfica, la fenomenologa permite pasar de lo universal a lo particular, sin caer en el riesgo de una interpretacin empirista, yendo ms all de la cosa, del objeto, de la materialidad del espacio. La dicotoma entre objetividad y subjetividad tambin puede ser balizada tanto por la nocin de estructura, como por el uso de un mtodo fenomenolgico que incluya lo que osamos llamar Geografa Existencialista. Esto es, una geografa abarcativa del Ser y del Existir, que no se contente con un enfoque individualista y fragmentario, en el cual el movimiento del mundo como un todo y de la sociedad como un todo es excluido. Se trata de comprender la produccin de la particularidad como realizacin de la existencia. La sociedad global sera solamente la esencia, mientras que la existencia estara dada por los lugares, en su condicin particular y cuya cristalizacin provisoria, incluyendo materia y espritu, depende de las condiciones actuales de tiempo, a ser resueltas inmediatamente en el tiempo siguiente por otra definicin. La exigencia fundamental para ese entendimiento parece provenir del hecho de que el espacio representa la sociedad, pero en la condicin de uno de sus aspectos, una instancia que , a su vez, debe ser objeto de preocupacin analtica, de modo de precisar bien y definir su constitucin, sus componentes, sus procesos. As, se abre la oportunidad de elaborar un sistema de conceptos abarcativos que, de forma sistmica, exprese ese aspecto de la realidad, lo espacial de lo social, lo socioespacial.

    La tcnica, ya recordaba Ortega y Gasset (1939), es un momento del mundo. Actualmente, es la base del proceso de globalizacin que se impone como un gran paradigma histrico para el trabajo de todas las ciencias sociales y humanas.

    Insistimos en la idea de reconocer nuestro tiempo como un perodo histrico, el perodo tcnico-cientfico. Nuestra definicin de espacio como conjunto indisociable de sistemas de objetos y de sistemas de acciones (Santos, 1994) slo es inteligible si consideramos el medio geogrfico como un medio tcnico-informacional.

    Destinada a trabajar un mundo, que ahora es amplia y profundamente perceptible, la geografa gana posibilidades nuevas, gracias a esa cognoscibilidad del planeta. Y esa intercomunicabilidad entre los hombres, debida a las facilidades de comunicacin, nos obliga a considerar la produccin de redes de flujos de informacin. Estas se superponen a los flujos de materia, y constituyen la nueva matriz de la organizacin territorial, comandada por telas de araa invisibles pero determinantes de lo que hay de ms importante en la vida econmica, social, poltica y cultural. Todo lo que contribuye para la produccin de la

  • totalidad emprica, puede ser la base de una teorizacin geogrfica fecunda, ayudando a entender lo que existe. Y, a partir de las posibilidades del mundo toda-va no utilizadas, o utilizadas incompleta o incorrectamente, podremos proponer las combinaciones que atribuyan a los lugares y a los hombres las bases de una existencia ms armoniosa y ms digna. As, las condiciones estn dadas para que se reconstruya, a partir de las nuevas realidades, una Geografa capaz de tener fuerza explicativa y de participar, al mismo tiempo, de la necesaria reconstruccin de la teora social y de la urgente reconstruccin del Mundo.

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