Mio Cid Ensayo

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POEMA DE MIO CID

Literatura Española

Pablo Andrés Vargas Serdio

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El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas

libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar,

proezas características de un héroe moderno y pertenecientes a una realidad literaria inserta

en un determinado tiempo y lugar no lejanos a una realidad histórica de la cual se sirve el

poeta o autor de aquellas gestas pero que en ninguna forma ambas realidades son

contradictorias una de la otra pues pertenecen a ámbitos de la existencia diametralmente

distintas y no necesariamente irreconciliables.

Una primera reflexión sobre la figura e historia del Campeador puede hacer inevitable el

recuerdo de Aquiles, un Minaya Alvar Fáñez que suscita el espíritu de un Patroclo tan fiel y

fiero como aquel que se nos pinta, con bellas palabras, en la inconfundible Ilíada. La

tentación de seguir aquel curso de relación entre los personajes, por otro lado, no resiste lo

duro de la comparación. Las diferencias contextuales bajo las cuales nacen los héroes antes

mencionados son de diferencias tan importantes al punto de que condicionan en alcances,

salvo en aspectos fundamentales, las características y orígenes de ellos. Como todo héroe,

ambos nacen en encarnación de lo que se considera bueno y noble en su cultura de origen

respectiva, sobre esto, hay dos aspectos que me gustaría mencionar. Por un lado, Aquiles,

aquí tomado como ejemplo de una producción cultural de héroes de una época en que la

mitología circunscribía sino toda, gran parte de la cultura, nace de formas no mortales y

posee no sólo cualidades superiores, síntomas de sino un gusto colectivo por historias así, al

menos, podría entenderse que por antonomasia su superioridad incuestionable puede

extenderse a los ideales que encarna. Las hazañas de ambos héroes son

incuestionablemente heroicas, necesaria la redundancia, una característica bastante

particular de mio Cid es que el es un héroe moderno, es decir, una persona corriente, un

infanzón, que siendo tratado injustamente por la sociedad termina triunfando rotundamente,

y no alguien que por designios superiores e ininteligibles ha sido destinado a la grandeza.

Creo que estas son las características del héroe e ideal moderno, prismatizado, por un

evolutivo proceso de racionalización cultural en el cual influye, de forma manifiesta, la

evolución de la religión, un catolicismo fervientemente nacionalista que en palabras del

obispo de Valencia, Don Jerónimo, se muestra así: (versos 1292-1296, Mio Cid)

“Las proezas de mio Cid andaba preguntando

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suspirando el obispo encontrarse con los moros en campo de batalla,

que si se cansase de luchar y herir con sus manos

nunca jamás le llorasen los cristianos.”

Este común del héroe de buscar la honra y las riquezas, siguiendo el paralelo, puede

encontrar distintas explicaciones siempre acorde al tiempo que estemos mirando, pero el

cuestionable fenómeno de que ambos ideales no hayan cambiado, sigue siendo una

manifestación sintomática, al menos aparentemente transversal, de humanidad precedida

por una condición de misma naturaleza, cambio que podría ser explicado por un cambio de

contexto, y que a la vez, humildemente, me suena a una razón más de por qué valorar una

obra como el Poema de Mio Cid.

Muchas preguntas sobre la realidad del poema han nacido y proliferado a lo largo de sus

lecturas, un buen punto de partida me resulta ser las palabras de Ramón Menéndez Pidal,

quien dice: “En suma…el Cantar tiene un carácter eminentemente histórico.” A modo de

graficar el debate, le siguen las palabras Miguel Garci-Gómez, quien a su vez reacciona con

la siguiente afirmación: “Menéndez Pidal sabía muy bien que muchas noticias del Cantar

estaban en desacuerdo con la historia; pero lo proclamaba eminentemente histórico”. Si

bien Garci-Gómez dice que la historia y la poesía son dos señoras a las que no se puede

servir a la vez, y que la poesía se resiste a convivir con la historia, creo que una

interpretación literal de sus palabras no sería correcta ni acorde a su posterior desarrollo.

Curiosamente resulta claro que la relación entre la poesía y la historia no es clara ni simple,

pero al menos podemos decir que si no es mínimamente, al menos en cierta en medida, la

historia es constantemente un condicionante importante de la poesía, y esta última, un

condicionante de la futura poesía. Los valorables intentos de Menéndez por hacer del

Poema de Mio Cid, una crónica histórica con tintes literarios necesarios me parece

equívoca, aun que a diferencia de Garci-Gómez, no pienso que se deba necesariamente a

que su vocación principal es la de historiador, ni aventuraré a proponer una nueva tesis

respecto de sus motivaciones personales, a lo que apunto con la enunciación de tal conflicto

es algo de lo que muy bien nos habla Garci-Gómez y es la eminente realidad literaria que se

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encuentra en el texto mismo, en muestra de lo cual, principalmente por razones de

extensión, me remitiré a referentes que él mismo refiere y principalmente, en forma cabal

del significado principal, es al exordio. Un significado escueto de la palabra exordio

hablará que es la primera parte de un discurso u obra literaria que tiene por objeto

introducir al receptor en el tema a tratar con la función de cautivar o atraer la atención del

espectador o lector.

Para principiar el tratamiento de este nuevo aspecto me gustaría mencionar las palabras de

Francisco Rico, quien sobre la problemática de autoría de la obra opina: “…es obra de un

poeta culto que utiliza muy generosamente las técnicas de la épica oral y que fue

compuesto para ser difundido por los juglares. Esta compleja mezcla de elementos orales y

cultos, por otro lado, me parece característica de la épica española.” Si bien no es mi

intención lo tocante al problema de autoría de la obra, creo que estas palabras encierran con

sentido una explicación razonable y creíble a las particularidades técnicas del lenguaje que

se pueden encontrar a lo largo de la obra pero que a su vez, como implica su opinión, no

hacen a la obra sino que simplemente la completan. Por otro lado, en lo relacionado al

exordio, es él quien a mi parecer da un agudo y certero tratamiento que además encierra,

con cierta implicidad, la demostración de un uso del lenguaje ambiguo por parte del autor.

Es el caso del verso séptimo y octavo que dice:

“Ffablo Mío Cid bien e tan mesurado:

¡Grado a ti, Sennor Padre, que estás en lo alto! (Mío Cid, Poema)

La forma de principiar el cantar por parte del autor es notoriamente técnica. Hasta el verso

sexto permanece incógnita la identidad del protagonista. El desarrollar de la acción es

transversal y superior al diálogo, que a pesar de su menor participación, entraña la

costumbre del autor, o quizás del narrador, de mantenerse incógnito y da paso a la

posibilidad a una caracterización sostenible e incluso más creíble a través de la impresión

de los personajes tanto secundarios como primarios sobre el objeto central de la obra que

claramente es Mio Cid Ruy Díaz.

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En forma escueta y de naturaleza enumerativa expondré ahora los aspectos que me indican

sostener la naturaleza literaria de la obra y no histórica, su procedencia de tradición épica y

juglar, no culta, y si epopéyica. Por un lado la perfecta unidad de plan, los elementos

característicos de la epopeya épica como las bodas, la Afrenta, los duelos, la Corte, algunos

elementos que por lo demás también aparecen en la epopeya homérica. El importante

conflicto que tiene el Cid con Alfonso VI, que atiendo a razones históricas hay una clara

diferencia entre el desenlace de la realidad literaria y la histórica (nunca hubo tal

reconciliación). La historia del Campeador fue seguramente conocida en algún grado por la

población, en general, de un territorio definido, símil con la de los héroes griegos. La

alteración de los nombres es, y no es menor, pilares de la característica acción transversal

de la obra, que por lo demás se funda en torno a ella y no a la retórica de los diálogos. Se

observan a la vez una estructura pictórica impresionista probablemente destinada a fines de

entretención e imaginación que de información, cumpliendo así lo que reza Garci-Gómez

cuando dice que el autor muestra y el espectador contempla. Relación de hechos acentuada

por la lógica de que no necesariamente el realismo literario es verista a la vez. Hay por lo

demás, un claro uso de técnicas transformistas de la realidad que siguen disfrazando al

autor, como es el caso del verso cuarenta al cincuenta, cuando una niña de nueve años

expone el sentimiento del pueblo hacia la situación del Cid. Importante es también la

capacidad del realismo literario de explotar el potencial ilusorio de la historia como factor

explicativo de incongruencias realistas-lógicas.

Para finalizar me gustaría hacer notar unos últimos aspectos que conforman mi creencia

que la historia del Cid es un muy bien logrado retrato de una España feudal-católica que

viene naciendo como también muriendo luego de una época fuertemente arraigada a la

cultura mezclada de la historia, son los elementos propios del lenguaje arcaico, enclaves de

un fuerte pasado cultural, como los elementos propios del arte juglesco formalizados en

técnicas fónicas de la escritura del poema cómo también el uso de frases fórmula,

comúnmente para referirse al Cid mismo, (El Campeador. El de la barba vellida. El que en

buena hora nasció. El que en buen hora cinxo espada), los que confirman mi inclinación a

una endocrítica por sobre una exocrítica.

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BIBLIOGRAFÍA

Mio Cid: Estudios de Endocrítica / Miguel Garci-Gómez

“Mio Cid” Estudios de endocrítica / Miguel Garci Gómez

Historia de la Literatura Española / Rico Francisco

Poema de Mio Cid