Mis Memorias de Moscu Introduccion

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Marcia Stacey de Valdivieso

MIS MEMORIA

S DE MOSCÚ

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MIS MEMORIAS DE MOSCÚ

Autor: Marcia Stacey de Valdivieso2ª Edición: Ed. ABYA - YALA Casilla 85 - 13 Quito - Ecuador

Levantamiento de texto, diagramación eImpresión: Talleres ABYA - YALA

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A mi hijo Carlos, a su valor y fortaleza espiritual.

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Agradezco a todos los personajes que se mencionan en este trabajo, por su amistad y

colaboración; así como, por haberme facultado para reproducir escenas, anécdotas y sus

espontáneas vivencias, que amenizaron mi penosa y agobiante estadía en la Unión Soviética.

Mis más sinceros agradecimientos a mi amiga de toda una vida, María Dolores Vallejo Pérez, por toda su colaboración en la corrección y estilo de la obra.

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INDICE GENERAL

INDICE DE PERSONAJES.......................................................... 13

INTRODUCCIÓN.......................................................................... 17

ANTECEDENTES--------------------------------------------------------------

CAPÍTULO I9 de enero de 1988......................................................................... 9

CAPÍTULO IILunes 7 de febrero ....................................................................... 65

CAPÍTULO IIIEl Televisor................................................................................... 89

CAPÍTULO IVY por fin brilló el sol..................................................................... 129

Árbol étnico de Carlos................................................................. 144

Es quema de la columna vertebral.............................................. 145

CAPÍTULO VViernes 8 de abril......................................................................... 175

CAPÍTULO VIMúltiples corrientes étnicas en Carlos Valdivieso Stacey(F. Jurado)................................................................................ 219

La vieja sangre de Kiev en familias ecuatorianas llegadasDurante el período de colonización hispánica (F. Jurado)........ 221

Cuadro N°1:Los príncipes de Rusia (Siglos IX al XII)................................... 223

Cuadro N°2:Descendencia de Beatriz de Suabia (Siglos XIII al XVII).......... 224

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Cuadro N°3:Descendencia desde Pedro de Velasco hasta los Borrero de Loja (Siglos XVI al XIX) ........................................................225

Los rusos en el Ecuador en la primera mitad del Siglo XX(F. Jurado)................................................................................. 227

La Genealogía............................................................................229

Planos de la Asociación de Genealogía de Londres..................234

CAPÍTULO VIIDespedida...................................................................................245

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INDICE DE PERSONAJES

EN LA EMBAJADA:

Embajador del Ecuador en Moscú: Dr. Ramiro Silva de PozoCónsul: Vladimir JarrínSecretaria: Nella Valdivieso de UlloaMaría Fernanda: hija del EmbajadorMaría Gabriela: sobrina del EmbajadorAma de llaves: Olga de PalaciosChofer del Embajador: SerguéiTraductor de la Embajada: JardineroCocinera "Cosita": perrita del Embajador

EN EL HOSPITAL:

Profesor George Stephanovich Yumashef: 1er. neurólogo de la URSSProfesor Rumansef: Científico especialista en nerviosAlicia Ivanovna: Neuróloga, Jefe del 3er. piso.Alexander Moisevich: Traumatólogo del 3er. piso.Morosov: Neurólogo, Jefe del 2º piso.Iván: médico internista del 3er. piso (a) "el amargado"OtorrinolaringólogaAnestesista (mujer)Anestesista (hombre)Nick: rehabilitadorTatiana: Jefe de masajistasUrólogoPaúl: médico laboratorista, implanta los iones.Lena: enfermeraIliana: enfermeraKatia: enfermeraEnfermeroMaría: enfermera georgianaIra: auxiliarMaría Fiodorova: auxiliarLuza: auxiliarMarina: auxiliarAscensorista: (a) "Maradona"

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PACIENTES Y FAMILIARES:

Adel: sirio, nacido en Tartus, 19 años, columna rota, ocupaba la cama frente a Carlos.AbuAdel (Amed): padre de AdelSerguéi: joven del Volga, 16 años, roto la columna H. #52Galia: madre de Serguéi H #52Padre de SerguéiEl Yugoslavo H. #54Alexis: Pintor alcohólico H. #52Víctor: entró por alcoholismo, permaneció 3 semanas H #52Tío de Ruski: persona mayor con gangrena en una piernaEl Ruski: georgiano con su tío grave en el cuarto #54Hermana del RuskiSerguéi: Paracaidista alcohólico H. #52Abu Shushá: Príncipe sirio, trabajaba en Kuwait, roto el cuello = c. PrivadoAlí: sirio, roto la columna. 2º piso.Hamad: sirio, ingeniero en Computación, acompañante de Alí su hermano. 2º pisoEl libanés: perdió su brazo en la guerra, 4º piso.Gül: turca, rota la columna H. #5Nur: hermana, acompañante del GülLiev: miembro de la KGB, hospitalizado 3 semanas H. #52Esposa de LievHijo de LievConstantín: carpintero con lesión en el cuello H. #52Svetlana: esposa de ConstantínVíctor: alcohólico con "delirium tremens"Valoya (Vladimir): paciente H. #52Julio Sánchez: español, rota la columna H. #52Isabel: hermana de JulioAbu Yasic: armenio, roto la columna H. #52AbuSaid: hermano de Abu YasicHermano Barba-roja de Abuyasic y AbusaidLa turca de la H. #56Los turcos de la H. #54: hijo roto la columnaMadre: acompañante del turco - alemánValoya: ruso roto la columna #54Joven del Sudán: 19 años, roto la columna, 4º pisoHermano del joven del Sudán, 2º pisoMédico del Sudán, casado con una rusa, 2º pisoIng. Naval ruso capitán de Marina, 2º pisoEl "Don Juan" del 1er. pisoPareja del Cáucaso, él roto la columna, 2º piso Las húngaras: hija rota la columna, madre de acompañante H. #56Emil: paciente atacado en la calle H. #52Tania la karateka: lesionada el cuello H. #56Iliana: rota la columna, operada hace un año H. #56DERECHOS RESERVADOS ® 2009 MARCIA STACEY CHIRIBOGA PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL DE ESTE TEXTO / CONTENIDO SIN AUTORIZACIÓN DE MARCIA STACEY CHIRIBOGA [email protected]

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Teniente Coronel: padre de Iliana, ruso.Madre de IlianaEsposo de Iliana: hijo de suizo y rusaOctán: paciente del Cáucaso, 1er. pisoJosé García: abogado español, roto la columna H. #52María de García: esposa de JoséEl Libanés: herido del Líbano, rehabilitándose el hombre H. #52

OTROS

Tania: profesora de rusoPablo Palacios: estudiante lojanoRita: novia de PabloPadre Norman: sacerdote católico belgaDianita: hija de OlgaPablito Palacios: hijo de OlgaMaría Fernanda Ponce: esposa del Embajador en InglaterraSanturio: hispano ruso amigo de Julio SánchezHijo de SanturioTraductora hispana-rusa de Julio Sánchez.

TERMINOS UTILIZADOS

CCCP = URSSBerioska: almacenes para diplomáticos y turistasPerestroika: reforma propuesta por Mijail GorbachovGun: grandes almacenes detrás del KremlinKalinina: Avenida comercial, llena de grandes almacenesKorpus A-B-C-D: cuerpos o alas del Hospital 67Oktiabrskaya: Plaza de OctubreKífir: término yugoslavo para yogurShanshica: variedad de yogur yugoslavo Dacha: 2ª casa, casa de campo o de veranoSkimo: variedad de helado de vainilla cubierto de chocolateVladimir (d) ValoyaSeguéi: (d) Sasha - SeroshaNikolai (d) Nikola - NickTatiana (d) TaniaH = habitaciónKasha = cereal Chapka = gorra.

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INTRODUCCIÓN

Buscaba el título para este libro, sin acertar cuál ponerle, ya que me atraía el nombre de "Mis Memorias de Moscú", pero en realidad había escrito un "Diario". Al transcribirlo, muchos recuerdos vinieron a mi memoria, estaban almacenados en ella desde hace tiempos. Y por estos, el título se concretó a mi satisfacción.

He tratado de plasmar con la mayor sencillez y sinceridad, los momentos malos, los duros, los buenos, los difíciles, he tratado de comprender a un pueblo que en principio se me presentó con una barrera infranqueable, la del idioma, cuyas piezas fueron cayendo poco a poco, mientras iba aprendiendo palabras, sonriendo y comprendiendo. Creo que al final me sentí muy satisfecha en Moscú, compartía con seres humanos iguales a nosotros, que piensan, aman, sufren, lloran, anhelan, tienen esperanzas e ilusiones.

Quiero, por medio de este libro, presentar mi agradecimiento al Sr. Embajador de la Unión Soviética en nuestro país, al personal de la Embajada y en particular al Cónsul en Quito, Sr. Vladimir Kribulia, quienes nos ayudaron a concebir la esperanza, que se nos presentó como única, para restablecer a nuestro hijo, que había sido arrollado y destrozado en un accidente de tránsito, ocurrido en nuestra ciudad.

Agradezco a INFA, que por intermedio de su Presidenta, Sra. Eugenia Cordovez de Febres Cordero, apoyó nuestro viaje y la oportuna intervención para que nuestro hijo fuera puesto en lugar prevalente para ser operado.

Mis más sinceros agradecimientos a nuestro Embajador en Rusia, Dr. Ramiro Silva del Pozo, que se interesó desde un principio en el caso de mi hijo Carlos, con su preocupación constante antes, y luego, cuando ya estuvimos en la URSS. Igual agradecimiento debo al personal de nuestra Embajada allá, todos quienes ayudaron y me comprendieron. Agradezco a Vladimir Jarrín, el Cónsul, en su primera Misión en el exterior, atento a cualquier problema que pudiéramos tener. A Nella Valdivieso de Ulloa, que, con sus conocimientos de Moscú, me hizo sentir mejor y sin miedo en esa enorme ciudad. A Pablo Palacios, estudiante lojano, que nos llevó música de violines de su lejana tierra, hasta el mismo hospital.

Mis mejores recuerdos para Olga y Tania, mis amigas rusas, que nos orientaron sobre su pueblo, enseñándonos su lengua y muchas veces consolándonos.

Pueblo sensible como los acordes de su dulce música; eficiente como cada uno de sus médicos y enfermeras, que dieron a mi hijo su afecto, su ciencia y esperanza en el futuro, para que él pueda valerse por si mismo, cada día más y

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más. A ellos admiro y comprendo a través de las hojas de este libro, que no tiene otro objetivo que el de hacer ver que todos somos seres humanos y que, ante el dolor, nos sentimos unidos.

En la visión del pueblo ruso como seres humanos y en el afán de hacer genealogía, de buscar sus ancestros, sus etnias, sus genes y su influencia en la sicología universal, podrá darse cuenta el lector de los distintos personajes que se cruzaron en nuestro camino, a lo largo de esos seis meses. Este es el único afán que persigo; el ser humano ubicado en un mundo sin prejuicios sociales, raciales, de religión o de clase, simplemente el hombre como centro de la Creación y eje del Universo.

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ANTECEDENTES

Recuerdo aquella mañana, como el día más aciago en mi vida, el más triste y doloroso, que cambiaría el rumbo de mi existencia para siempre.

Allí, en el suelo de pavimento de la vía Occidental, yacía mi hijo Carlos, moribundo. Sus ojitos pequeños, vivaces, chispeantes, miraban atónitos, ¡no podía comprender lo sucedido!. ¡Cómo una camioneta, “voló” sobre dos vehículos estacionados en la acera y les cayó encima!. Él y su amigo Jean Lucca Farini se dirigían a comprar un refresco, pero nunca llegaron. Mi precioso hijo se hallaba destrozado, su gran humanidad se desparramaba en el filo de la carretera; sus piernas rotas se hallaban muertas, dobladas como si fueran de trapo. Su calentador roto y sangrante fue lo primero que identifiqué antes de mirarle la cara. Sus rizos rubio-cenizos estaban llenos de tierra, al igual que su cara. Parecían que lo habían arrastrado por un lado de la calzada de tierra, inconclusa, sin cemento.

Sus ojos se clavaron en mi corazón, ¡me clamaba por ayuda!. Él sabía de antemano este terrible accidente. Había leído yo las líneas de su mano hace unas semanas. En una de aquellas tardes de clarividencia, entre risa y risa, repentinamente enmudecí, miré aterrada sus manos, allí ¡estaba su destino!. Accidente cruel, silla de ruedas, hospitales, muchas lágrimas y más y más... todo ello frente a mi hija Paulina y a Rosa Corella, que aterradas preguntaban “cómo, en qué, etc. Lo previne de cuidarse, pero ¡ Cómo, si este accidente cayó desde el cielo!.

El chofer de la camioneta, huyó, amenazando con una pistola en la mano- durante el juicio declaró que se había quedado dormido- El mecánico del frente donde sucedió el accidente salió prontamente y los protegió del sol inclemente con un viejo costal de yute.

Por curiosidad me acerqué a mirar el accidente… no podía creerlo, algo reconocía…quise gritar…pero alguien me interrogó, sacudiéndome de mi estupor:

- ¿Quién es usted me preguntó?.

- La mamá de él- le contesté- señalando a Carlos con el dedo.

- ¡Salvémosles, están vivos!. Hace más de una hora que busco ambulancia.

La Policía ya había llegado y mucha gente-curiosos- miraban lo

acontecido. Por sobre las cabezas reconocí a un amigo:

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- ¡Alfredo!- grité- Por favor busca una ambulancia.

Me dijo que iba al Metropolitano para traer una. Mientras la Policía con su radio trataban de alertar a mi esposo que se encontraba en nuestra casa, relativamente cerca. Ya sabiendo el problema, él trataba de pedir una ambulancia al Hospital Militar.

¡Este sábado 29 de noviembre de 1986, a las 11 de la mañana, era día de Toros, la fiesta de Quito había comenzado y no se encontraban choferes para las ambulancias, todos habían pedido permiso. ! Vi la cabeza de mi hija Paulina, que alertada, había ya venido al lugar del accidente:

- Qué pasó?- preguntaba-

- Le cayó un carro en la espalda, voló sobre los otros dos que estaban parqueados sobre la vereda. Está paralizado, roto las piernas y no hay una ambulancia, las llaman desde hace más de una hora –respondí-.

Paulina, aterrada, no podía creer, se cumplía me predicción de días antes, estaba perpleja, miraba a Carlos en el suelo, que suplicaba le salvemos. Mientras Jean Lucca comenzaba a despertar y miraba desde abajo a una treintena de personas que rodeaban a los accidentados.

- Qué pasa, por qué hay tanta gente, qué nos pasó?

Se aferraba con sus dos manos al pantalón de Paulina, que trataba de ayudarle y le contaba lo sucedido.

Le dijimos lo que había pasado y que esperábamos las ambulancias para llevarlos.- Mis papás están en los toros, -nos dijo- alguien debería avisarlos,

mientras, sería de llamar a mis abuelos.

Carlos decía:

- Estoy roto la columna, no siento las piernas, seguro que en la ambulancia- si llega- no hay tabla para subirme, por favor busquen una, aunque sea de construcción- pues se veían algunos edificios en cemento- y me ayudan a subir, para que me lleven a un hospital.

Varias personas, rápidamente salieron a buscar las tablas que Carlos pedía y lo levantaron en vilo, poniéndole sobre una angosta, rústica y salpicada de cemento. Carlos dijo:

- Así está mejor y por favor alineen mis piernas rotas. sí…así… decía, mientras personas caritativas lo ayudaban.

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Yo estaba paralizada. Mi pensamiento volaba por la ambulancia y a qué hospital llevarlo, qué hacer.?

Llegó mi otro hijo: José y se acercó a mirar el espectáculo dantesco: su hermano, sobre una tabla de construcción, en el suelo y su amigo, junto, no sabíamos en qué estado.

En ese preciso momento llegaron dos ambulancias; rápidamente se ubicaron junto a los dos heridos: una de las Cruz Roja y otra del nuevo Hospital “Metropolitano”. De esa se bajó un médico de blanco. Desaliñado, barbado, sacó el estestocopio del bolsillero superior del mandil y se colocó en los oídos. Carlos le dijo:

- ¡ No me examine nada, me muero, estoy una hora y media en el suelo, llévenme a un hospital!.

Los curiosos lo apoyaron:- ¡ Rápido, a un hospital, ¿qué, esperan que se muera?!

José se acercó y me dijo:

- Yo voy con Jean Lucca en la ambulancia de la Cruz Roja y girando hacia mi dijo:

- Usted vaya con Carlos.

- ¿ Adónde le pregunté?.

Paulina, cuyo esposo médico trabajaba en el Hospital Voz- Andes dijo:

- Hablé con José Miguel y dice que nos espera en el hospital. -

Se acercó un Policía y dijo que mi esposo decía que lo lleven al hospital Militar, que ya lo están esperando allí. ¿Qué decidir?.

Mientras, subían ya a Jean Lucca a la ambulancia. pero, no cabía, era más largo que el espacio interior. Sus pies quedaban afuera. Se metió dentro un ayudante de la Cruz Roja y sacó del fondo un velador. Nuevamente trataron y entró. Luego subió José y esperaron para que acomodaran a Carlos. Él pensó que tampoco alcanzaría y dijo que primero vean si entra la camilla, sobre la que ya lo habían colocado. Embano, tampoco alcanzaba. Intentaron de lado, allí entró. Me paré junto a él, dentro de la ambulancia y lo abracé, pues no había correas para sujetarlo.

Se prendieron los motores de las dos ambulancias y giraron rápidamente en U, para dirigirnos en sentido contrario hacia algún hospital. Fue tan rápida la maniobra, que Carlos se cayó de la camilla al piso de la ambulancia. Grité:

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- ¡Salvajes, pareeeeen… se cayó de la camilla!!

Como no paraban, ¡ no se de dónde saqué fuerzas y yo mismo le alcé hacia arriba! , pues no estaba totalmente en el suelo, podía apoyarse en sus manos y ayudarme.

El médico regresó a mirar por la ventanilla y me dijo:

- ¡Vamos al Metropolitano, pues yo no puedo llevarle a otro hospital!

- ¿Hay emergencia allí? – pregunté- pues como era nuevo, aun faltaba algunas cosas.

- Y yo ¡ qué voy a saber! – me dijo.

Ante esa respuesta, el chofer de la ambulancia me dijo:- Y yo qué hago?, ¡ a mi me van a llamar la atención si no llegó allí!..- Si usted no me lleva al hospital, ¡lo mato!, es lo último ya que podía

esperar. La ambulancia se metió en dirección al hospital Metropolitano y dejó al médico en la puerta, regresó y tomamos nuevamente hacia el Hospital Militar. Por el camino, yo miraba a Carlos: su cara cambiaba de colores. Se ponía plomo y sus ojos querían cerrase. Le dije:

- ¡No te duermas, no cierres los ojos, pues si los cierras te mueres!..- Es que ya he perdido mucha sangre, todo ha sido tan largo y difícil.

- Si, pero has un esfuerzo más y no te duermas, no quiero que te mueras.

Mientras; José y Jean Lucca, que iban en la otra ambulancia, también tuvieron dificultades en ese giro brusco en U, las puertas se abrieron y por poco cae la camilla con el herido, tuvieron que parar y acomodarlo nuevamente y cerrar la puerta con pestillos, ¡como era lo lógico!. Ellos no entraron al Metropolitano, siguieron de recto, por lo que llegaron unos 10 o 15 minutos antes que nosotros.

Nos esperaban ya en la puerta del hospital Paulina, José Miguel, los abuelos de Jean Lucca, un médico, enfermeras y enfermeros.

Jean Lucca había sido ya reconocido y solo tenía un pequeño hueso de la cadera roto, por lo que lo pusieron a un lado, para atenderlo luego.

José había ido a la Plaza de Toros a avisar a los padres de Jean Lucca. Lo mejor fue hacerlo por alto- parlantes, esperábamos que lleguen en cualquier momento.

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Mientras reconocían a Carlos, un policía cuidaba la puerta de emergencia y preguntaba si ya había muerto o no. Yo miré solo hasta que, con una tijera cortaban sus ropas, para sacarlas y cerraron la puerta. Lo último que oí fue a José Miguel que le decía:

- Carlos, no cierres los ojos, porque te mueres, has perdido mucha sangre.

Afuera, ya llegaba mucha gente, mi esposo, mis otros hijos, parientes y amigos se concentraban en la pequeña sala, trataban de ayudar. Mis hermanos no estaban, 2 habían viajado a Colombia esa mañana y llegarían a la tarde y mi hermana menor había ido al circo y no sabíamos ni a cual ni cómo hacerla avisar.

El abuelo de Jean Lucca había ido a la Cruz Roja a buscar Sangre del grupo B + de Carlos, pero no llegaba. Salió un médico y mirando a José le pidió que entrara a donarle sangre directamente, pues tenían el mismo grupo sanguíneo. Había muchos donantes que ya subían por unas gradas hacia el laboratorio, a donar para Carlos, la que se debería devolver al banco de Sangre a cambio de las pintas que dieran.

Vi al Dr. Eduardo Noboa que salía de emergencia, le pregunté qué pasaba?. Me dijo:

- Yo le examiné el estómago. Por suerte allí no tuvo problema, está bien.-Salió mi primo Alberto Bustamante y nos indicó a Pepe y a mí que la radiografía indicaba una explosión de las vértebras L1 y L2. Además fractura de D12 y de las dos piernas. Consecuencia: paraplejía desde la cintura para abajo, irreversible. Parados en medio corredor y abrazados llorábamos con Pepe, se acercaron nuestros hijos y todos lloramos por unos minutos. Dije:

- Bueno, ahora a ver si se salva…***

La puerta de emergencia se abrió y salió José Miguel a informarnos: Carlos tenía un gran hematoma de sangre por la fuerte hemorragia sufrida. Lo habían drenado. Le tomaron los rayos X y escaners, estaban estudiando todo. Ya nos había informado Alberto los primeros resultados.

Las horas se hacían eternas. Salí afuera a tomar aire. Ese momento llegaron los papás de Jean Lucca, les indicaron que su hijo estaba en una camilla en el corredor. Al verlo allí, estirado y cerrados sus ojos, lo creyeron muerto. Sandro se desmayó y Charo gritaba. Nos acercamos con mi consuegra Ana María, mamá de José Miguel. Le dimos agua a Sandro y le explicamos que aún no lo atendían, pero que estaba bien. Se tranquilizaron y en ese momento lo metieron a su hijo a emergencia. Jean Lucca tuvo suerte: solo tenía roto un pequeño huesito de la cadera, pero sería mejor hacerle un examen general.

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Pasaron las horas… los parientes y amigos nos habían ayudado mucho y acompañado en esos momentos tristes. La noche se acercaba y todos se retiraron. Mis hijos también se iban a la casa, ya cansados de sufrir. Mis hermanos habían llegado y todos afligidos nos retiramos.

Días y días de incertidumbre. Médicos que desfilaban, operaciones mal hechas. Mil de desgraciados sucesos y pese a todo Carlos seguía vivo. Para el 20 de diciembre algo raro sucedía en sus heridas y costuras de las operaciones. Todo explotaba y salía agua y grasa de cada una de ellas. La columna, donde le habían puesto barras de Harrington se hallaba abierta en una caverna enorme de unos 30 cmt de largo, por 8 de ancho y 4 de profundidad. Los sorprendí de repente, mirando una curación, pues no dejaban entrar a nadie.

Sin saber qué hacer salíamos del hospital, dejando los ascensores, cuando miramos al Ministro de Defensa de entonces General Medardo Salazar que subía por las gradas. Regresamos rápidamente cuando él salía del cuarto de Carlos:

- ¡Carlos se muere!, los están engañando. Mañana va a Miami al hospital. Se hacen inmediatamente los papeles para que viaje.

**

Así fue: estuvimos allá en el hospital Mount Sinai desde el 23 de diciembre hasta el 2 de abril de 1987. Carlos llegó pséptico al piso de Cuidados Intensivos, tenía demás una bacteria llamada pseudomona, que se encuentra en las salas de operaciones y que se come la carne - por ello se le abrieron las heridas-.

Lucha de meses en el hospital. Le debieron sacar las barras, que habían estado injertadas con huesos de ternera: ¡un Horror!. Allí le comenzó a bajar la temperatura, se completó el cuadro con meningitis y peritonitis. Me pasaba parada junto a su cama, ayudándole a que de pequeños giros sobre su cuerpo y descanse un poco, pues siempre estaba boca abajo. Cuando ya se estabilizó, los médicos nos indicaron que ya no podía seguir allí, pues era un paciente que necesitaba terapia especial, en otro hospital.

Decidimos regresar a Quito, pues resultaba muy difícil y muy caro cualquier tipo de rehabilitación allá. Además mi padre había fallecido el 3 de marzo y mi hija María Isabel quería casarse: debíamos regresar.

Cuando estuve en el Hospital Milita me había visitado mi amiga Sonia Littuma y me dijo:

- Tengo una ahijada que sufrió un accidente de tránsito, su madre y hermana murieron y ella quedó paralizada. Su papá le llevó por todo el mundo. Finalmente en el único país que tuvo ayuda fue en Rusia.

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estuvieron en Moscú varios meses y ella mejoró mucho, es ahora independiente y camina algo.

Así que ya en Quito decidí tomar los contactos debidos y prepararme para llevar a Carlos a Rusia. Llamé al papá de Verónica y me contó toda su experiencia. Finalmente me dijo:

- Váyase a Moscú, no se arrepentirá, no mire ni la pobreza ni las costumbres tan diferentes; piense únicamente en el cambio que va atener su hijo luego de que salga. Mi hija Verónica es otra. Ahora es independiente, mira la vida diferente, es abierta, alegre, feliz.

Cuando ya había escrito al médico Profesor George Stephanovich Yumasheff, recibí una llamada de Cristina Mantilla:

- Quiero llevar a tu hijo, antes de que viaje a Rusia, para que le vea el Dr. Gregorio Hernández.

Aceptamos el reto y salimos para Riobamba, Pepe, nuestro empleado Marcial, Carlos y yo.

Camino a Baños, nos encontramos con la capilla dedicada para las curaciones. Allí estaba Cristina y la Hermana Clemencia, médium colombiana del Dr. Gregorio.

Todo fue increíble. Tuvimos su presencia junto a Carlos junio y julio. Nos había dicho que la respuesta la recibiríamos el 13 de agosto. Así fue: ese día una llamada de la Cancillería del Ecuador nos informaba que Carlos estaba invitado a ser operado en la Unión Soviética sin costo alguno, por ser hijo de un general ecuatoriano, pero que debía viajar acompañado. Su acompañante correría con sus gastos y permanencia allá el tiempo necesario.

La visa me la extendieron para 9 meses.

***

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