Misionar y Evangelizar Desde Las Orillas y Las Fronteras

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1 "Misionar y Evangelizar desde las orillas y las fronteras” Por Juan Pablo Espinosa Arce 1 El presente desarrollo se realiza en sintonía con la Misión Territorial que este año como Iglesia Chilena realizaremos. Los pasos a seguir en nuestro escrito son los siguientes: En un primer momento presentaremos el texto bíblico que ilumina la Misión Territorial y lo explicaremos brevemente centrándonos para ello en el concepto bíblico y en la imagen de la orilla del lago y de la frontera. En un segundo momento, explicaremos los dos conceptos anteriores desde la comprensión que de ellos tiene la misión cristiana. Finalmente y desde la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium de Francisco, expondremos el concepto de la Iglesia de salida o de la Iglesia que quiere vivir en las orillas, fronteras y periferias. A modo de conclusión y de desafíos pastorales, presentaremos la misión que la Pastoral Juvenil debe tener al momento de enfrentar la evangelización desde las orillas y las fronteras, todo esto desde la clave profética. El texto bíblico que inspira la Misión Territorial Acercarse a un texto bíblico responde a un trabajo hermenéutico, es decir, descubrir su sentido desde los contextos en los que el autor se desenvolvió. En dicho contexto aparecen claves teológicas, literarias, sociales, culturales las cuales es necesario conocer para no caer en una lectura fundamentalista del texto bíblico. A pesar de esto, no podemos negar que el que realiza la lectura e interpretación del texto responde a cierta ideología o visión de la realidad al momento de comprender y explicar el texto. Hay una intención. La explicación por tanto no es ingenua. Para efectos metodológicos, dividiremos el texto bíblico en tres momentos. (Lc 5,1-11) “Estaba él a la orilla del lago Genesaret” El Evangelista nos señala el lugar en el cual acontece la experiencia discipular. Genesaret o Tiberiades o el Lago de Galilea, se ubica en la provincia marginal del Israel bíblico. Era la puerta de entrada al mundo pagano, y la ideología judaica consideraba como impuro este contacto. La orilla para el pensamiento bíblico representa el lugar de la periferia. En esto sostiene Carbullanca “la periferia o la orilla responde a una metafórica dinámica, o más bien, ‘la orilla’, descubre a un Dios que camina, que corre o que lleva o hace del profeta una ´metáfora’ de la propia vida (…) el Dios que se da a conocer en la periferia establece como revelación una realidad integradora de sujetos excluidos, parias de ese mismo espacio” 2 “… y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios (…) Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre” Jesús asume un rol ‘pedagógico’. Su pedagogía se basa en la Palabra de Dios. Él actúa en definitiva como un profeta. 1 Licenciado en Educación con el título de Profesor de Religión y Filosofía por la Universidad Católica del Maule. Laico de la Diócesis de Rancagua y agente pastoral en la Parroquia El Sagrario de Rancagua. Formador de laicos y asesor de comunidades de Pastoral Juvenil. Contribuye con escritos y reflexiones para revistas de reflexión eclesial y pastoral. 2 http://www.scielo.cl/pdf/veritas/n28/art09.pdf César Carbullanca, “Signos de los tiempos y metáfora Una estética de los signos de los tiempos” (2013).

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"Misionar y Evangelizar desde las orillas y las fronteras”

Por Juan Pablo Espinosa Arce1

El presente desarrollo se realiza en sintonía con la Misión Territorial que este año como Iglesia Chilena realizaremos. Los pasos a seguir en nuestro escrito son los siguientes: En un primer momento presentaremos el texto bíblico que ilumina la Misión Territorial y lo explicaremos brevemente centrándonos para ello en el concepto bíblico y en la imagen de la orilla del lago y de la frontera. En un segundo momento, explicaremos los dos conceptos anteriores desde la comprensión que de ellos tiene la misión cristiana. Finalmente y desde la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium de Francisco, expondremos el concepto de la Iglesia de salida o de la Iglesia que quiere vivir en las orillas, fronteras y periferias. A modo de conclusión y de desafíos pastorales, presentaremos la misión que la Pastoral Juvenil debe tener al momento de enfrentar la evangelización desde las orillas y las fronteras, todo esto desde la clave profética. El texto bíblico que inspira la Misión Territorial Acercarse a un texto bíblico responde a un trabajo hermenéutico, es decir, descubrir su sentido desde los contextos en los que el autor se desenvolvió. En dicho contexto aparecen claves teológicas, literarias, sociales, culturales las cuales es necesario conocer para no caer en una lectura fundamentalista del texto bíblico. A pesar de esto, no podemos negar que el que realiza la lectura e interpretación del texto responde a cierta ideología o visión de la realidad al momento de comprender y explicar el texto. Hay una intención. La explicación por tanto no es ingenua. Para efectos metodológicos, dividiremos el texto bíblico en tres momentos.

(Lc 5,1-11) “Estaba él a la orilla del lago Genesaret” El Evangelista nos señala el lugar en el cual acontece la experiencia discipular. Genesaret o Tiberiades o el Lago de Galilea, se ubica en la provincia marginal del Israel bíblico. Era la puerta de entrada al mundo pagano, y la ideología judaica consideraba como impuro este contacto. La orilla para el pensamiento bíblico representa el lugar de la periferia. En esto sostiene Carbullanca “la periferia o la orilla responde a una metafórica dinámica, o más bien, ‘la orilla’, descubre a un Dios que camina, que corre o que lleva o hace del profeta una ´metáfora’ de la propia vida (…) el Dios que se da a conocer en la periferia establece como revelación una realidad integradora de sujetos excluidos, parias de ese mismo espacio”2 “… y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios (…) Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre” Jesús asume un rol ‘pedagógico’. Su pedagogía se basa en la Palabra de Dios. Él actúa en definitiva como un profeta.

1 Licenciado en Educación con el título de Profesor de Religión y Filosofía por la Universidad Católica del Maule. Laico de la Diócesis de Rancagua y agente pastoral en la Parroquia El Sagrario de Rancagua. Formador de laicos y asesor de comunidades de Pastoral Juvenil. Contribuye con escritos y reflexiones para revistas de reflexión eclesial y pastoral. 2 http://www.scielo.cl/pdf/veritas/n28/art09.pdf César Carbullanca, “Signos de los tiempos y metáfora Una estética de los signos de los tiempos” (2013).

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La profecía bíblica consiste no en los augurios sino en el doble movimiento del anuncio y de la denuncia. La enseñanza de Jesús no se ubica en este texto en la sinagoga o en el Templo de Jerusalén, los cuales representan una topografía ‘oficial’, ‘alienante’ y ‘marginadora’, ya que por ejemplo en el Templo los enfermos estaban recluidos a un sector apartado del centro que contenía el Santo de los Santos. El nuevo lugar vital, el centro sagrado ahora es la barca y la orilla del lago, la periferia del mundo. Ahí es donde la profecía se comprende más cabalmente, ya que el profeta Jesús es uno para los desterrados del mundo judío.

“Cuando acabó de hablar, dijo a Simón Pedro: Rema mar adentro y echa tus redes para pescar. Simón le respondió: Maestro hemos estado remando toda la noche y no hemos pescado nada, pero, en tu palabra, echaré las redes. Y haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron pues y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían”

En estos versículos acudimos a un elemento transversal a nuestra reflexión: Jesús habla y en su predicación se provoca la conversión pastoral y el milagro de la abundancia. “En tu palabra echaré las redes”. Los discípulos deben estar atentos a la palabra del Dios que habla (Is 50,4). Y “haciéndolo así pescaron gran cantidad de peces”. La palabra que Jesús pronuncia es la Palabra de Dios que había comenzado a decir a la orilla del lago y en la barca. Es de tal relevancia que transforma las estructuras pasando de la miseria (no haber pescado nada durante toda la noche) a experimentar la abundancia. Los experimentados pescadores del lago deben “convertirse pastoralmente” frente al hijo de las montañas nazarenas. La lógica del Reino de Dios que comienza a proclamarse en la orilla, en la periferia, es una de abundancia. El hoy de la salvación es la vida nueva que es abundante (Jn 10,10) y que hace nuevas todas las cosas (Ap 21,5).

“Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron”

En estos versículos, acudimos a la confirmación de la misión discipular que nace de haber escuchado la Palabra de Dios y haber respondido a ella a pesar de nuestras aparentes seguridades lanzándonos al mar. La pesca milagrosa prepara a los discípulos para seguir a Jesús, y a su vez la misma pesca adquiere una dimensión simbólica. Esta dimensión simbólica se asume desde el cambio de título con el que Pedro se dirige a Jesús. Al principio lo llama Maestro, cómo título de respeto, pero luego de ver los resultados el título es Señor el cual se le da al Jesús post pascual, al resucitado, al hecho juez universal. La confesión de saberse pecador es a la vez una confesión de fe en un Dios que perdona en abundancia. El seguimiento de Jesús nace de haberlo confesado como Señor y de dejar todo y seguirle. Y para ellos fue un desprendimiento total porque dejaron sus fuentes de ingreso. El desprendimiento es una de las exigencias del discipulado cristiano.

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Vivir en la frontera El texto bíblico que ilumina nuestra Misión Territorial 2014, es uno que se desarrolla, se vive y se debe misionar en la frontera. La orilla del lago representa un lugar de ruptura social. No es un lugar limpio, hay suciedad y mal olor en él. Pero paradójicamente el Maestro comienza el reclutamiento de los discípulos en la frontera. Monseñor Luis Augusto Castro en “El gusto por la misión, manual de misionología para serminarios” (CELAM, 1994), dedica unas buenas páginas al concepto de la frontera. Él sostiene que de la frontera se puede hablar en el sentido del lugar, entendiéndolo como “el límite entre nuestra tierra con cuanto ella implica y la llamada tierra extranjera” (p. 30). Las fronteras, geográficamente hablando, representan tensión entre los países y territorios vecinos. Hay temor a invasiones, a usurpaciones indebidas de tierras. Ocurre algo parecido en el caso de la fe. Un importante número de creyentes en este tiempo ha vuelto a vivir lo que se denominó el régimen o la cultura de la cristiandad, es decir, un movimiento de defensa de la fe, casi fundamentalista que negaba el diálogo con la época presente. Gracias al Vaticano II este modelo comienza a terminar para dar paso a un modelo eclesiológico vivido desde el diálogo, es decir, “se trata de cruzar la frontera para tentar encarnarse en una nueva situación” (Castro, 1994, p.31) Otra de las connotaciones que Castro le da al concepto de frontera es la ser una situación de vida, no un mero lugar momentáneo de estadía. En la frontera-situación, se diferencian dos mundos: a) el mundo de nosotros y el mundo de los no-nosotros o el de los otros. Sostiene Castro que “el mundo del nosotros para nosotros es coherente, claro, lógico, En él no se perciben incongruencias o contradicciones” (p. 32). En cambio cuando uno del mundo de nosotros pasa al de los otros o viceversa, todo es extraño, extranjero, peligroso. Al cruzar la frontera, al internarse en el mar desde la orilla, transformamos radicalmente nuestra vida. En clave de discipulado, el tránsito se comprende como dinámica de fe o conversión pastoral, es decir, “entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera y de abandono de las estructuras caducas que ya no favorecen la transmisión de la fe” (DA 365). Un tercer sentido es la de frontera como opción. Sostiene Castro (1994) “La frontera no es solo un lugar o una situación más o menos sufrida. Ella es también una actitud que se asume por encima de las dificultades obvias” (p.33). Ahora, ¿es factible vivir en frontera, en la orilla del lago como una opción de vida o como una decisión discipular? Acá lo esencial es comprender que el mundo del nosotros no agota a la persona. Los límites de la orilla y del lago son más amplios. Pedro en la noche no consigue pesca porque no es capaz de comprender que hay vida más allá de lo seguro, pero al contacto con Jesús y con su palabra, con el ‘remen más adentro’, se vive la opción discipular, el seguimiento. Pedro y los demás entran en socialización con una persona transformadora y en dicha socialización “cada uno se hace miembro efectivo del mundo del nosotros y comparte con todos los demás, los rasgos de ese nuevo mundo. Pero esta socialización no es todo. Junto con ella va teniendo lugar una progresiva personalización que forja una identidad propia, única e irrepetible” (p. 34). Lo anterior finalmente tiene que ver con hacer la experiencia del encuentro con una realidad transformadora “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,

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con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1). Una Iglesia en salida y que se encarna en las periferias y en los límites humanos: El caso de Evangelii Gaudium de Francisco En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium3, Francisco asume que la evangelización se comprende como dinamismo. Por ello, presenta que la vivencia eclesial debe estar siempre “de salida”, yendo, dándose, encontrándose y re-encontrándose. Francisco presenta la vida misionera como “la tarea primordial de la Iglesia (…) el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15). En esta forma de hacer Iglesia, se presenta una nueva topografía, ya que se exige que la Iglesia salga a las orillas y a las fronteras. Esto en palabras de Evangelii Gaudium “los Obispos Latinoamericanos afirmaron que ya no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos y que hace falta pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera” (EG 15). ¿Cómo se entiende la “Iglesia en salida”? Nos dice Francisco: “Hoy, en este ‘id’ de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva salida misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20). La alegría del Evangelio responde a esta dinámica de la salida o del éxodo y del don (Cf. EG 21). Esta alegría, fruto del Espíritu, favorece además la conversión pastoral, superando las viejas estructuras, asumiendo “el salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá” (EG 21). Nuestra reflexión hacía eco de la topografía de la orilla. La orilla es el lugar peligroso. Es el lugar mal oliente en donde están los no-nosotros. Pero los discípulos misioneros que quieren ser evangelizadores de la orilla y de las fronteras, “no puede excluir a nadie” (EG 23), esto porque hay que ser “fiel al Modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco, sin miedo” (EG 23).

3 La exhortación nace como fruto de la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre el tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana y cómo conclusión del Año de la Fe.

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Desafíos a la Pastoral Juvenil que quiera misionar y evangelizar desde las orillas y la frontera Hemos visto en los puntos anteriores cuáles son las claves pastorales que los discípulos misioneros deben considerar al momento de querer seguir la praxis del Maestro. Habitar y co-habitar en la orilla del lago y en las fronteras de la realidad sociopolítica y cultural, nos hace preguntarnos “¿Cuáles son los lugares, las personas, los dones que nos hablan de ti (del Señor Crucificado y Resucitado), nos ponen en comunión contigo y nos permiten ser discípulos y misioneros tuyos?” (DA 245). El proceso del discernimiento que en esta Misión queremos realizar, nos coloca en la sintonía de comprender que nuestra acción como Pastoral Juvenil representa en sí un lugar que nace en la frontera. Desde siempre la Escritura y la reflexión teológico-pastoral ha sido realizada por el mundo adulto. Los jóvenes han sido sujetos sociales olvidados4, pero que con el paso del tiempo han asumido un rol crítico y propositivo frente a un mundo dominado por estructuras que amenazan con caducar. Michel de Certeau, filósofo y teólogo jesuita francés sostenía que los jóvenes hoy han liberado la palabra cautiva. Se observa un empoderamiento profético de los jóvenes que cohabitan la frontera. El desafío de la Pastoral Juvenil es revivir y rehabilitar la profecía colocándola en el lugar del que fue abortada por un sistema que sigue asesinando a los profetas desde Abel hasta la de Zacarías (Cf. Lc 11,51) pasando por la del profeta Jesús y por tantos y tantas en este continente. El profetismo se debe comprender y haciendo eco de las palabras de Ignacio Ellacuría en su artículo “Utopía y profetismo desde América Latina, un ensayo concreto de soteriología histórica” (1989), como “la contrastación crítica del anuncio de la plenitud del Reino de Dios con una situación histórica determinda” (p. 144). La Pastoral Juvenil y la Iglesia en su totalidad, debe ser capaz de proyectarse críticamente desde el Evangelio anunciando a un Señor que provoca que la pesca sea abundante luego de una noche vacía y sin sentido. Es así como “todo esto reclama un compromiso más profundo y serio, un compromiso que hace del cristiano, en virtud de su bautismo, un discípulo de Jesucristo y misionero de la Buena Nueva del Reino de Dios”5. Y este bautismo hace del cristiano un profeta. Mantener viva la esperanza en medio de las fronteras y a orilla del lago nos pondrá en estado de alerta constante del Señor que viene a hacer nuevas todas las cosas (Cf. Ap 21,5) haciendo pasar las viejas estructuras y despertándonos de la somnolencia de la noche en la cual no pudimos pescar nada. Sólo a su voz podremos y tendremos tomar nuestras barcas y lanzar las redes, esperando encontrar la pesca abundante. ¡Buena Misión Territorial para todos y todas!

4 Para una mayor revisión de este punto, sugiero leer mi artículo “Palabra de Dios y juventud(es) ¿Relación olvidada o desafío permanente?” (Septiembre, 2013) http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/palabra-de-dios-y-juventud-es-relacion-olvidada-o-desafio-permanente/ 5 Del Campo. (2010). Dios opta por los pobres, reflexión teológica a partir de Aparecida. Santiago de Chile: Centro Teológico Manuel Larraín, Pág. 62.