Mitolo¦gia

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Mitología- Por Edmundo Faccini. En épocas antiguas, en el territorio del Nevado del Tolima vivían unos hombres, mujeres, niños y niñas, distinguidos como Dulimas, rodeados de vecinos denominados como Toches, Ambalás, Ibagués y Chipalos y un poco más allá, los Panches, Sutagaos, Yalcones, Pantágoras y Putimaes. Los días no eran conocidos como lunes o domingo, ni se hablaba de los años con números en castellano. Crecían entre luna y luna y el sol marcaba los momentos entre el diámetro de la Tierra y su movimiento alrededor del astro. Todas éstas familias y las de otras tribus, desde la montaña hasta el gran río del llano, fueron bautizadas como “Pijaos” por el soldado español. Algunos historiadores establecen que éstos legendarios nativos vivían ajustados a leyes divinas que les llegaban a través del Sol y la Luna y su hacer incluía espacios para encuentros colectivos dedicados a su comunicación con las fuerzas de la vida: Locomboo, Lulumoy, Nanuco, el Sol, a quien se referían como Linga, la Luna, la Madre Agua y la Pachamama. Actividad humana entre solsticios y equinoccios. Caminantes del espacio en relación continua con espíritus celestiales a quienes llamaban Eloim. Así vivieron todo el tiempo del pasado antiguo los moradores de estas tierras, organizados entorno a los secretos de sus dioses, hasta la aparición de unos seres extraños con otra visión del mundo, que llegaron a perturbar el equilibrio. En ésta confrontación el Chamán se eclipsa como entidad sacerdotal y surgen diversas leyendas que unen el fin de una historia y la visión mestiza de otra. En épocas coloniales ya se usaba un nuevo tiempo con semanas de lunes a domingo, meses de enero a diciembre y años de uno en adelante, no habiendo trascurrido los mil seiscientos, según los registros oficiales, cuando apareció la cacica Ibanasca, nativa de éstos montes del cañón del río Cutucumay, cerca del Nevado. Unos sobrevivientes a la guerra de exterminio de los invasores, buscaron refugio en las altas montañas aledañas al nevado y otros en las proximidades del río Yuma, hoy Magdalena. En un instante el río pierde su nombre original y el aborigen deja de ser indígena para dar paso al mestizo. Para ese entonces muchos aborígenes podían conversar en lengua castellana. Cuando el agua es bautizada con el nombre de río Magdalena, no lejos de su curso nace una realidad mágica con historias y leyendas de duendes burlones y apariciones de miedo, paridas por la misma tierra y las gentes en cada momento de encuentro con la vida; un universo atemporal poblado de fábulas, cuentos y narraciones populares: Mohán, Patasola, Madremonte, Candileja y Mojiganga, entre otros. Estas historias parecen ser fundamentalmente del dominio del río, aunque se escuchen con distintas voces por todo nuestro espacio territorial. Cuentos de tierra caliente y narraciones del páramo, relacionadas con apariciones mágicas y hechicería, ocurridos en algún lugar próximo no hace mucho”. La magia del todo surgida de la nada; burbujas envolviendo historias que ocultan su malicia entre las formas de un hombre o de una mujer. Historias casi vividas ayer…, de siempre;

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Historia sobre el cañon del combeima

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Mitología- Por Edmundo Faccini.

En épocas antiguas, en el territorio del Nevado del Tolima vivían unos hombres, mujeres, niños y

niñas, distinguidos como Dulimas, rodeados de vecinos denominados como Toches, Ambalás,

Ibagués y Chipalos y un poco más allá, los Panches, Sutagaos, Yalcones, Pantágoras y Putimaes.

Los días no eran conocidos como lunes o domingo, ni se hablaba de los años con números en

castellano. Crecían entre luna y luna y el sol marcaba los momentos entre el diámetro de la Tierra

y su movimiento alrededor del astro.

Todas éstas familias y las de otras tribus, desde la montaña hasta el gran río del llano, fueron

bautizadas como “Pijaos” por el soldado español.

Algunos historiadores establecen que éstos legendarios nativos vivían ajustados a leyes divinas

que les llegaban a través del Sol y la Luna y su hacer incluía espacios para encuentros colectivos

dedicados a su comunicación con las fuerzas de la vida: Locomboo, Lulumoy, Nanuco, el Sol, a

quien se referían como Linga, la Luna, la Madre Agua y la Pachamama. Actividad humana entre

solsticios y equinoccios. Caminantes del espacio en relación continua con espíritus celestiales a

quienes llamaban Eloim.

Así vivieron todo el tiempo del pasado antiguo los moradores de estas tierras, organizados

entorno a los secretos de sus dioses, hasta la aparición de unos seres extraños con otra visión del

mundo, que llegaron a perturbar el equilibrio. En ésta confrontación el Chamán se eclipsa como

entidad sacerdotal y surgen diversas leyendas que unen el fin de una historia y la visión mestiza de

otra. En épocas coloniales ya se usaba un nuevo tiempo con semanas de lunes a domingo, meses

de enero a diciembre y años de uno en adelante, no habiendo trascurrido los mil seiscientos,

según los registros oficiales, cuando apareció la cacica Ibanasca, nativa de éstos montes del cañón

del río Cutucumay, cerca del Nevado.

Unos sobrevivientes a la guerra de exterminio de los invasores, buscaron refugio en las altas

montañas aledañas al nevado y otros en las proximidades del río Yuma, hoy Magdalena. En un

instante el río pierde su nombre original y el aborigen deja de ser indígena para dar paso al

mestizo. Para ese entonces muchos aborígenes podían conversar en lengua castellana.

Cuando el agua es bautizada con el nombre de río Magdalena, no lejos de su curso nace una

realidad mágica con historias y leyendas de duendes burlones y apariciones de miedo, paridas por

la misma tierra y las gentes en cada momento de encuentro con la vida; un universo atemporal

poblado de fábulas, cuentos y narraciones populares: Mohán, Patasola, Madremonte, Candileja y

Mojiganga, entre otros.

Estas historias parecen ser fundamentalmente del dominio del río, aunque se escuchen con

distintas voces por todo nuestro espacio territorial. Cuentos de tierra caliente y narraciones del

páramo, relacionadas con apariciones mágicas y hechicería, ocurridos en algún lugar próximo no

hace mucho”. La magia del todo surgida de la nada; burbujas envolviendo historias que ocultan su

malicia entre las formas de un hombre o de una mujer. Historias casi vividas ayer…, de siempre;

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sensaciones sin principio ni fin. Identidad, lejanía, trova, presente; cuando el viajero atraviesa un

punto del río o la montaña y no falta quién le diga que por ahí puede aparecer el Mohán o la

Madremonte. Es un hecho real y da miedo pasar por ahí sin mirar para atrás, porque… uno nunca

sabe.

Leyenda que interpretan la comprensión narrativa del las nuevas formas y figuras que fueron

apareciendo en su horizonte en un momento de cambio de lengua “aprendiendo a pensar como el

cura español y a entender sus dogmas” (Fernando Devis, Mitos del río Magdalena).

En ese momento de universo pudo haberse iniciado la práctica del sincretismo; palabras modernas

con otro significado, escondiendo propiedades antiguas.

Con el correr del agua y los días se funde en una figura la presentada por el cura, la narrativa de

los soldados, la rebeldía del mestizo, y su maliciosa sabiduría, con recuerdos muy próximos a sus

abuelos aborígenes de otra época. Los encuentros vuelan de boca en boca, adaptándose a l

tiempo y a la nueva palabra.

Otros estudiosos se refieren a los Pijaos como dueños de un especial estilo de libertad. Un pueblo

organizado alrededor de ideas proyectadas al cosmos y al fondo de sí mismos para nutrir el

conocimiento, una raza sensible, de dimensión trascendente.

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“Un poco de Historia”

La intervención humana en el Cañón data de antes de la colonización española, con la existencia

de diversos grupos tribales cuya característica era de ser pacíficos y dedicarse a la agricultura. De

aquí algunos referentes como el Cacique Combeyma de quien toma el nombre el río, antes

llamado Cutucumay, que significa rio de Oro. Los cronistas nos evocan las nieves perpetuas del

nevado denominadas Tolaima una de las raíces del nombre de nuestro departamento. Razón de

más para hablar de la montaña llamada Dulima donde se encuentra el nevado. Los rastros de la

colonización española permiten evidenciar el exterminio indígena en la apertura del camino del

Quindío, y la explotación desmedida de oro y quina de sus montañas y fuentes.

Su poblamiento como hoy lo conocemos comenzó a finales del siglo XIX con la migración

antioqueña, liderada por don Martín Restrepo, quien compró las tierras comprendidas entre la

quebrada Lavapatas y los valles del nevado a la gobernación del Tolima para montar la HACIENDA

GRAN TOLIMA que es como llamó a éste hermoso territorio, al cual llegaron chagreros de todo el

país, para establecer cultivos de café, resaltando a comienzos del siglo XX otra migración, esta vez

Cundiboyacense, que se encargó de colonizar las tierras altas con cultivos de temperatura fría y

ganadería.

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El año de 1936 es una fecha importante en el cambio de la tendencia de la tierra, las luchas

campesinas promovidas por la ley de tierras, con líderes como Quintín Lame y Jorge Eliecer Gaitán,

fueron caldo de cultivo para que el campesinado se sindicalizara en la lucha por la propiedad de la

tierra. Esta división de predios se sigue dando, ahora por sucesión familiar y por el interés de

acceder a un pedazo de tierra para casas de recreo, sobre todo cerca al eje vial, determinando un

proceso de microfundización, en donde el 46.5% de los predios son inferiores a tres hectáreas y el

88.9% inferiores a 20 hectáreas.

Dimensión Ambiental.

En el Cañón del Combeima predomina el paisaje de montaña sobre un valle encajonado donde el

volcán Nevado del Tolima ha determinado la constitución y estructura de sus suelos y los pliegues

de la cordillera central (relieve montañoso), su topografía de abundantes vertientes que drenan al

río sus aguas en condiciones especiales de torrencialidad dadas las fuertes pendientes.

Finca Agroturística Los Naranjales

Un destino en el Cañón

El eje vial Ibagué-Juntas configura un corredor turístico que ha tenido un mediano desarrollo

centrado en los negocios de gastronomía. El mayor atractivo para los visitantes es el paisaje de

montaña, el clima y la cercanía a Ibagué.

Su recorrido se fracciona en diversos puntos con sus respectivos atractivos de acuerdo a la

dinámica de los centros poblados en su recorrido dentro de los cuales encontramos La María

Combeima la cual integra una terraza a la margen izquierda del río a la altura de la bocatoma que

el IBAL tiene sobre el Combeima, en un recorrido muy corto, se accede a la finca Los Naranjales

propiedad de la Familia Torrente ubicada a 7.2km vía al Nevado del Tolima. Con una extensión de

6 hectáreas, posee un clima templado, medio-húmedo, una altura de 1450msnm, una

temperatura de 22 grados centígrados con una precipitación que oscila entre los 2mil y 1500mm

de carácter bimodal, con dos periodos marcados de verano entre los meses de diciembre-enero y

julio- agosto y dos de invierno marzo-abril y octubre-noviembre. El suelo de acuerdo con su

material parental provenientes de cenizas volcánicas son suelos sueltos, de profundidad y

fertilidad media, con textura granular.

Esta adecuada para la prestación de servicios turísticos con atractivos como sendero ecológico del

agua, del café que integra toda la actividad cafetera, sendero de las flores con una hermosa

colección de heliconias, orquídeas y bromelias; paisajismo de montaña y río cuyo principal

atractivo focal es el Nevado del Tolima, cunicultura y ganadería.

Por su riqueza natural tanto en diversidad de fauna y flora, ofrece ambientes para el descanso y

esparcimiento con zonas para acampar, alojamiento y gastronomía.

Ofrece también cursos de capacitación en caficultura y cunicultura.

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