Mitos y Leyendas

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http://www.youtube.com/watch?v=MvJuEv72t4M http://www.youtube.com/watch?v=99yu1imZW54 http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=qPQPlg0e_wY COSTA ATLÁNTICA La leyenda de la Mojana La Mojana es una mujer diminuta, de cabellos dorados, tan largos que le llegan a hasta los pies volteados. Vive en una casa de piedra construida debajo del agua, donde cría diversos animales domésticos y donde se baña con una totuma de oro. Antes se le veía con frecuencia por el cerro de Juanché, donde era muy fácil percibir sus huellas después de los aguaceros. Rapta a los niños que se van a bañar en sus dominios y los lleva a su morada subacuática. Para evitar la acción de la Mojana sobre los niños, es necesario amarrarles un cordón especial, tanto en el cuello como en la cintura. Leyenda provinciana de Francisco el Hombre De Tomarrazón, un puebo de La Guajira Media, salió “Francisco el Hombre”. Con su acordeón se internó por las trochas polvorientas de los contrabandistas y recorrió los caminos de herradura. De pueblo en pueblo, con sus pies cuarteados, iba seduciendo mujeres, tomando ron y contando las noticias recientes. Una noche en el ir y venir de su cantar vagabundo, se encontró cara a cara con el diablo y sin más alternativa que luchar por su alma, en un duelo de acordeón. El Credo, tocado al revés, decidió la contienda a favor de “Francisco el Hombre”; desde entonces las Piquerías son las formas más emotivas de juzgar quién es el mejor acordeonero. Origen de la Serranía de la Macuira Un cacique tenía su choza en la Sierra Nevada de Santa Marta, desde donde miraba los rostros de sus tres hijos que vivían con él. Una noche soñó que ellos se alejaban hacia el norte de La Guajira. Esta concepción lo persiguió una y otra vez hasta que una noche de marzo, angustiado por el sueño, se levantó a ver si sus hijos estaban dormidos y se sorprendió: ellos no estaban en el dormitorio. Alarmado, miró hacia el norte y allí estaban tres importantes picos. Eran sus tres hijos que se habían convertido, formando desde su base, la Serranía de la Macuira. El Jinete En noches de luna llena aparece un hombre con los dientes de oro, montado sobre un caballo blanco y siete perros tras él. Se muestra muy amable con las personas que encuentra en su camino, para montarlas y hacerlas desaparecer para siempre. El jinete pasa a media noche sonando los frenos de su caballo, por los caminos donde trafican carros y espera la media noche porque transitan pocas personas. Los duendes Son los wayuu pequeñitos que salen en invierno silbando a media noche. Salen entre las espesas vegetaciones. Cuando encuentran personas a su paso, los hacen picadillo y se los comen. No se acercan a las casa de los wayuu porque temen a los perros y a la candela, por eso las wayuu mantienen perros

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http://www.youtube.com/watch?v=MvJuEv72t4M

http://www.youtube.com/watch?v=99yu1imZW54

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=qPQPlg0e_wY

COSTA ATLÁNTICA  La leyenda de la Mojana La Mojana es una mujer diminuta, de cabellos dorados, tan largos que le llegan a hasta los pies volteados. Vive en una casa de piedra construida debajo del agua, donde cría diversos animales domésticos y donde se baña con una totuma de oro. Antes se le veía con frecuencia por el cerro de Juanché, donde era muy fácil percibir sus huellas después de los aguaceros.

Rapta a los niños que se van a bañar en sus dominios y los lleva a su morada subacuática. Para evitar la acción de la Mojana sobre los niños, es necesario amarrarles un cordón especial, tanto en el cuello como en la cintura.  Leyenda provinciana de Francisco el Hombre

De Tomarrazón, un puebo de La Guajira Media, salió “Francisco el Hombre”. Con su acordeón se internó por las trochas polvorientas de los contrabandistas y recorrió los caminos de herradura. De pueblo en pueblo, con sus pies cuarteados, iba seduciendo mujeres, tomando ron y contando las noticias recientes.

Una noche en el ir y venir de su cantar vagabundo, se encontró cara a cara con el diablo y sin más alternativa que luchar por su alma, en un duelo de acordeón. El Credo, tocado al revés, decidió la contienda a favor de “Francisco el Hombre”; desde entonces las Piquerías son las formas más emotivas de juzgar quién es el mejor acordeonero. Origen de la Serranía de la Macuira

Un cacique tenía su choza en la Sierra Nevada de Santa Marta, desde donde miraba los rostros de sus tres hijos que vivían con él. Una noche soñó que ellos se alejaban hacia el norte de La Guajira. Esta concepción lo persiguió una y otra vez hasta que una noche de marzo, angustiado por el sueño, se levantó a ver si sus hijos estaban dormidos y se sorprendió: ellos no estaban en el dormitorio. Alarmado, miró hacia el norte y allí estaban tres importantes picos. Eran sus tres hijos que se habían convertido, formando desde su base, la Serranía de la Macuira. El Jinete

En noches de luna llena aparece un hombre con los dientes de oro, montado sobre un caballo blanco y siete perros tras él. Se muestra muy amable con las personas que encuentra en su camino, para montarlas y hacerlas desaparecer para siempre. El jinete pasa a media noche sonando los frenos de su caballo, por los caminos donde trafican carros y espera la media noche porque transitan pocas personas. Los duendes

Son los wayuu pequeñitos que salen en invierno silbando a media noche. Salen entre las espesas vegetaciones. Cuando encuentran personas a su paso, los hacen picadillo y se los comen. No se acercan a las casa de los wayuu porque temen a los perros y a la candela, por eso las wayuu mantienen perros y de noche la leña prendida. Keralia

Sale a media noche en las partes donde no haya vegetación, como las orillas del mar y las salinas. Se transforma en persona al enamorarse y visita a la joven que le haya encantado. Esta queda embarazada, gracias al poder de la mirada de Keralia. Al dar a luz la joven muere, teniendo en su vientre culebras, sapos y toda clase de animales. De noche sale como si fuese la luz de un reflector. Si se encuentra con un hombre lo hace vomitar sangre y muere de inmediato. El Mohán (Depresión Momposina y sur de Bolívar)

El Mohán es un ser anciano de larga cabellera, barba larga y abundante, de un aspecto descuidado, muchas veces sale desnudo o tapándose con hojas, algunas veces lo han visto con el cuerpo dividido mitad humano y mitad pez, arrastrándose por la orilla de los ríos, caños y ciénagas.

El nombre Mohán viene del que les daban los Caribes a los sacerdotes. Los campesinos creen que el Mohán es

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antropófago, pues le gusta la sangre de los niños de pecho. Le gustan las mujeres bellas y jóvenes, a quienes persigue para llevárselas a los ríos.

El Mohán es travieso, andariego, embaucador, brujo y libertino. Le gusta enredar a los pescadores y jugar con las atarrayas, pues aparece como chancero robando las carnadas y los anzuelos de los pescadores, y esto hace que los pescadores no atrapen nada.

Al Mohán le gusta mucho fumar y la sal; entonces, cuando los pescadores salen a pescar, para que el Mohán los deje en paz, le llevan tabacos y sal. Esto se lo colocan sobre las rocas y él permite que ellos puedan pescar en paz. El Animero

Se cuenta que en noviembre, por las noches salía un hombre vestido de nazareno, con una hoja en cruz en una mano y una lámpara de gas en la otra. Salía todas las noches por todas las calles a rogar y a pedir por las ánimas del purgatorio. En cada esquina, el Animero se arrodillaba y allí hacía su plegaria.

Era seguido por dos largas filas de ánimas en pena que salían para poder descansar y purgar el pecado cometido, si alguna persona los escuchaba tenía que levantarse y rezar 10 Padres Nuestros. El Nazareno del Otro Mundo  

La leyenda se levanta en Mompox, y se dice que en época de Semana Santa sale una visión que espanta. Está vestido con una túnica, su figura es terrible, su cara no tiene figura, la nariz la tiene ahuecada, es como un despojo de muerto.

Dicen que es un nazareno que incumplió su promesa y por eso Dios lo castigó, y viene del otro mundo en Semana Santa para aparecérseles a los nazarenos que incumplan su promesa, no respeten las prendas vestidas o los rituales religiosos.

Muchos cuentan que lo han visto marchando al sonido de los compases en medio de los nazarenos que cargan el Paso Grande que sacan el Jueves Santo en la Semana Santa de Mompox. El Pozo de la Noria

Hermosa leyenda en torno a un pozo artesiano construido en Mompox, que cruza casi toda la ciudad. Cuentan que allí se encuentran depositados los tesoros que llevaban varios piratas y filibusteros que remontaban el río Grande de la Magdalena.

Mucha gente dice que oye murmullos y ruidos de cadenas que vienen de las profundidades y también se escuchan voces. El Pozo de la Noria tiene tantas riquezas, que son custodiadas por serpientes de dos cabezas que echan fuego por la boca. El Caballo Cojo 

En los pueblos del centro y sur de Bolívar cuentan los abuelos que en las noches oscuras oían relinchar y galopar un caballo. El sonido de su galope no tenía comparación y la gente que lo escuchaba se asomaba para ver tan fantástico ejemplar, pero al verlo se quedaban mudos y aterrados al ver que el caballo era negro de ojos rojos penetrantes y sólo tenía tres patas y dejaba en la calle un nauseabundo y penetrante olor a azufre. El Cristo de la Inspiración

En Cartagena, en la Iglesia de Santo Domingo, hay un Cristo que tiene una historia muy particular. Cuentan que cierto día llegó un señor misterioso a esta iglesia y le comentó al padre que a él lo habían contratado para hacer un Cristo en madera, el padre aceptó y le preguntó qué necesitaba y le contestó que un tronco.

El padre salió a caminar por la playa y encontró un tronco, pero el señor le dijo que el tronco era muy pequeño. Entonces el padre lo volvió a tirar al mar. Al día siguiente, el padre salió nuevamente a la playa y encontró el mismo tronco pero estaba más grande y se lo llevó nuevamente, pero éste lo rechazó porque no tenía el ancho necesario. Nuevamente el padre lo arrojó al mar. Al día siguiente el padre salió a caminar a la playa y encontró el mismo tronco pero era más ancho y lo trajo.

Al presentárselo al señor, le dijo que era perfecto y que comenzaría a trabajar enseguida. Se encerró en una habitación de la cual no salía, la comida se la daban por debajo de la puerta, pero después de cierto tiempo el padre ya no escuchaba ningún ruido en aquel lugar y decidió derribar la puerta; al hacerlo se dio cuenta que había un hermoso Cristo hecho en madera sobre una mesa, pero que aquel personaje misterioso había desaparecido. El Vaquero del Otro Mundo

En ciertos pueblos cuentan los abuelos que en noches de luna clara escuchaban los estruendos, los bramidos, el ruido que hace un largo viaje de ganado, el cual era guiado por vaqueros que entonaban los cantos y versos de vaquería más hermosos. Pero cuando alguien se asomaba solo veía a lo lejos un solo vaquero muy elegante con sombrero y botas, montado en un hermoso caballo negro, de brillante silla y rienda, con un brillo como el del oro. Pero cuando estaba

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cerca solo inspiraba miedo y escalofríos al apreciar su rostro negro y sus ojos amarillos y brillantes, riendo a carcajadas, que dejaban ver su dentadura brillante como el oro.

CHOCÓ El duende

Es uno de los mitos más populares y difundidos en América. Según la creencia, hay dos tipos de duende: uno juguetón y otro malévolo. Por lo regular, el duende es bajito y rechoncho, con aspecto juvenil y usa trajes brillantes o de color vivo para llamar la atención. A menudo protege su rostro con un sombrero de alas grandes de paja. Este tipo de duende vive en el espesor de los bosques, sobre los árboles. Cuando quiere molestar apela a la ociosidad, y esconde el dedal a las amas de casa, el hilo y la aguja; y al jornalero, le oculta el azadón, el machete, el barretón, o la pala. En la cocina esconde el molinillo, la mano de moler, bota el agua de las ollas, sala la sopa. En las habitaciones esconde los zapatos, las medias, la ropa o apaga la luz; destiende la cama y tira las almohadas al suelo. Del duende juguetón se dice que ríe a carcajadas en los cielos rasos y toca flauta recostado contra los troncos de los árboles.

Al duende malévolo le gusta hacer ruidos insólitos que causan terror o espanto; se posesiona de las casas ajenas y las atormenta: tira piedras, verdaderas lluvias de piedra contra sus techos y paredes. Ensucia las comidas, quiebra los platos, bota o dobla las cucharas, persigue a las muchachas adolescentes, las pellizca, les toca las nalgas, las muerde, las empuja y las hace caer. A los niños les chupa la sangre mientras duermen, les pega y les hecha agua en la cara.

Este tipo de duende es peligroso cuando está enamorado y no es correspondido, o cuando tiene rival. Si esto ocurre, le raja la ropa a su pretendiente, la asusta a medida noche, la chuza con alfileres, la hace caer de la cama y la golpea. Al contendor lo asusta cuando va de visita, presentándosele como un sapo enorme o una culebra gigantesca, a mitad del camino. Si la novia le brinda un fresco, se lo derrama en la camisa; si enciende un cigarrillo, le quema la boca; si trata de sentarse le quita el asiento para que se caiga y si está de pie le golpea las rodillas para tumbarlo. En fin, si nada de esto ocurre hace que la novia le lleve la contraria en todo hasta que se termine la relación.

En muchas regiones se cree que el duende es un alma que se fue de este mundo sin ser bautizada. Las brujas

No hay que creer en brujas, pero que las hay las hay… se dice popularmente. De ellas se afirma que son mujeres hechiceras que tienen pacto con el diablo y que acostumbran viajar emprendiendo vuelos por las noches, a través de sus senos que convierten en alas, o simplemente viajan en palos de escobas y canastos, porque durante el día les está prohibido hacerlo. Para poder volar es menester que no coman sal, pues las que lo hacen corren el peligro de desplomarse de las alturas.

Las brujas pueden aparecer bajo diferentes formas: una muy común es la de transformarse en murciélago y chuparse la sangre de los recién nacidos; también, puede hacerlo en forma de gallina, gato o culebra. 

A las brujas les gusta posar en los techos de las casas y reír a carcajadas. Asustan tanto a jóvenes como a viejos, pero tienen preferencia por los niños a quienes de noche besan, dejándoles en sus mejillas tiernas, el sello de su boca y el morado del efecto chupador. A éstos no pocas veces se los llevan para el monte, de donde sus padres o familiares tienen que sacarlos.

Para alejarlas de la casa se debe colocar una escoba detrás de la puerta principal de la casa. Para que no hagan daño, se acostumbra llevar una flor de ruda en los bolsillos o poner ajos debajo de las almohadas; también, se riega la cama con hojas de mostaza o granos de arroz mezclados con cebada. A los niños le colocan escapularios y medallas para alejarlos de su influencia.

Para atraparlas, lo más efectivo es regar sal en la casa. Algunos acostumbran mezclarla con pimienta; y se dice que cuando mueren les chilla un gato o un sapo en el estómago.  El Diablo

Es la máxima representación del mal; toma los nombres de el Putas, el Demonio, el Mandingas, el Diantre, el Ángel Malo, Lucifer, Belcebú, Biruñas, Cantuña, Satanás y el Espíritu del Mal.

En la mitología universal el diablo está representado por un hombre negro, ordinario y feo, con cuernos, rabo y pezuñas, que echa candela por los ojos, armado de un largo tridente, con colmillos sobresaliente y enmarcado por una carcajada medrosa, alimentada por las llamas que expide y el humo nauseabundo que lo envuelve.

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El diablo tienta tanto a hombres como a mujeres; tiene un alto poder sobre la naturaleza material para obrar y suele tomar formas para salirse con las suyas. Así puede transformarse en perro, mula, búho, tigre, murciélago, gato, toro, gallina o pato; en fin, en lo que quiera para causar el mal. Solo un crucifijo, la expresión “Ave María Purísima”, el agua bendita, el escapulario con la imagen de la Virgen del Carmen, o el Santo Rosario lo pueden alejar.  El Mohán de Icho

Se dice que en este caserío vivían dos compadres brujos que, a primera oportunidad, trataron de competir en conocimientos. Uno se transformaba en gallina y otro en pavo; uno en tortuga y el otro en perro, y así sucesivamente. El escenario de sus alardes y demostraciones era el tramo de la carretera Quibdó – Tutunendo.

Una vez uno de los compadres se encontró, a mitad del camino, una curiosa tortuga; la recogió y se la echó al hombro, pero a medida que avanzaba observaba que aquella crecía en tamaño y, obviamente, en peso, hasta que no pudo soportarla más y la arrojó al suelo. Cuál no sería su sorpresa al verla transformada en su compadre rival, quien socarronamente atinó a decirle: “Gracias, compadre por cargarme; hoy tenía pereza de caminar” y desapareció misteriosamente para esperarlo en Tutunendo, muerto de risa.

Al compadre no le gustó el juego y juró vengarse de alguna manera. Fue así como otro día se fue de caza por las cercanías del Icho, cuando a pocos metros de distancia se encontró en frente a un tigre descomunal con apariencia humana. El animal se le plantó en actitud de ataque y se lanzó para devorarlo, pero el compadre se defendió con la misma habilidad del felino. “Este es mi compadre”, se dijo para sus adentros, y sin pérdida de tiempo rezó el credo al revés, oración apropiada para hacerlo inofensivo y para que no recuperará su estado antropomorfo. Y así fue. El compadre se quedó definitivamente transformado en tigre y se dedicó a arrasar porquerizas y gallineros, devorar vacas y acabar con cuanto animal doméstico encontraba a su paso.  La Mohana (Muana)

Es la hembra del Mohán. Se dice que es bastante parecida a la Madre de Agua, pero se diferencia de ésta porque es más agresiva. Persigue los niños hasta ahogarlos y comérselos, sobre todo, cuando nadando en la orilla del río ensucian el agua. A los bañistas y pescadores les voltea la canoa, los hunde y los devora cortándoles la cabeza de un solo tajo. No permite que le revuelvan la superficie del agua donde flota placidamente.

La Mohana, como ya se advierte, es violenta y no tiene nada de juguetona ni embaucadora como el Mohán. No sabe de brujerías como éste, ni fuma tabaco, ni le gusta la sal; tampoco se transforma en tigre, oso o león, se presenta ofensiva, dando alaridos estrepitosos antes de atacar a su victima. Es una mujer amargada, vieja, esquelética, de pelo erizado y muy largo; dientes afilados, uñas encorvadas y puntiagudas en forma de garra; boca enorme y desproporcionada; cabeza cuadrada y ojos grandes y desencajados que chisporrotean a la distancia. El Indio de Agua

Este mito está representado por un indio de cabellera larga y espesa que le cubre el rostro y le llega hasta los hombros. Tiene ojos grandes y desorbitados que parecen salírsele de sus hondas cuencas. Estos son de color rojizo e intenso brillo, que le sirven para alumbrarse en el fondo de los ríos y las quebradas donde mora. Se dice que es el mejor custodio o guardián de los peces; en general, de la pequeña fauna. Es por ello que cuando desde la profundidad avista un instrumento de pesca, emerge con rapidez inusitada y, de inmediato, se pronuncia enredando anzuelos, rompiendo o enmarañando atarrayas, chinchorros y copones; desarticulando trincheras y cortando el hilo de las tolas y boyas hasta lograr su objetivo, cual es liberar a los peces de las garras del pescador intruso, su enemigo número uno, al que ataca y ahoga sin misericordia cuando persiste en invadir sus dominios y arruinar las especies acuáticas, que vigila con esmero.

Para impedir la acción del pescador, no pocas veces hace crecer los ríos y provoca inundaciones, sobre las que algunos lo han visto caminar, por arte de magia, con sus ojos escrutadores en actitud vigilante. La Madremonte

 Es considerada por los campesinos de casi todas las regiones del Chocó como una especie de deidad tutelar de los montes y las selvas; se viste con chamizas, bejucos, hojas y ramas de árboles y se enraíza en los pantanos. Es alta y corpulenta, con ojos desorbitados, de los que hace brotar chispas de candela. Tiene colmillos punzantes como los de saíno, tatabro o tiburón. Siempre está cubierta de musgos y su cabellera la protege con un sombrero grande de hojarascas que le ocultan la cara. Quienes la conocen dicen que es mitad mujer y mitad monte y pantano.

La Madremonte se encuentra en el nacimiento de los ríos y quebradas, y cerca de las peñas. Aparece en las zonas donde hay marañas y manigua, entre árboles copiosos.

Su misión es cuidar los bosques, las selvas y en general, la naturaleza. Es por ello que ataca con ferocidad cuando hay vientos, tempestades e inundaciones que acaban con las cosechas y los sembrados. De igual manera, lanza gritos estridentes e infernales, precedidos de quejidos furiosos cuando los taladores de árboles y los cazadores invades sus predios. De ella se dice que atrae con facilidad a los leñadores que buscan su sustento en las trochas y los caminos; pues, al escuchar sus chillidos ensordecedores, parece que una fuerza hipnótica les ordenara seguir sus pasos entre los matorrales y la naturaleza, donde les hace extraviar su derrotero, días, semanas y meses. Allá los descuartiza y, finalmente, se los come, dejando como residuo solamente un rimero de huesos deformes.

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Cuando hay tempestades y los ríos crecen arrastrando palos, troncos de árboles, ramas y hojas secas, regularmente se dice que ello es debido a que la Madremonte está haciendo limpieza. También se dice que cuando el agua se enturbia o se ensucia, es porque la señora -mitad mujer y mitad monte y pantano-, se está bañando; por ello, es recomendable que esos días nadie beba agua del rió o nade en él, ya que su cuerpo putrefacto deja un olor pestilente que contagia produciendo culebrilla, carácter, buba, sarna o tabardillo.

Para evitar la Madremonte, los campesinos le dejan tabaco en sus parajes, pues ella es buena fumadora o, sencillamente, llevan consigo pepas de calabalonga, medallas y escapularios benditos, y varas de cordoncillo.La Madremonte, también se comenta, defiende de encarecidamente a las doncellas de los violadores y persigue a morir a los vagabundos y esposos concubinos, cuando éstos salen de pesca o de paseo por los bosques, las fincas o las haciendas. A la Madremonte también se le llama Madreselva o Marimonda. La Llorona

Según la versión de los campesinos, la Llorona es una mujer soltera que tuvo un hijo y lo ahogó en una quebrada para borrar su deshonra. Dios la castigó condenándola a espiar su crimen en las quebradas del mundo donde lleva a su hijo entre sus esqueléticos brazos. También hace presencia en ríos, riachuelos y orillas de los montes.

Es una mujer flaca, con ojos brotados y el rostro macilento y cadavérico por el desgaste del llanto y del sufrimiento. Se dice que con sus gritos letales, angustiosos y conmovedores y con lágrimas amargas paga la deuda de su pecado mortal. No cesa de llorar, implorando compasión.  La Viudita

Es una mujer sesentona vestida como una viuda, ropa negra, falda hasta los tobillos y una especie de velo del mismo color que le cubre el rostro y parte del cuerpo. Camina rápidamente y hace mucho ruido con sus enaguas. Arroja fuego por las orbitas deformes de sus ojos llorosos.Se dice que solo se ve su sombra y que cuando visita la casa de un enfermo es anunciación de muerte. Los familiares se resignan al presagio y no les queda más que preparar al enfermo para el viaje al más allá.Quienes han visto de cerca de la viudita confiesan que es desdentada y tiene apariencia cadavérica. Cuentan que también tiene la misión de conducir a los borrachos que encuentra a su paso hacia el cementerio y dejarlos allí muertos de miedo.  El Ánima Sola

Es un mito que tiene asiento en muchas regiones del occidente colombiano, entre ellas el Chocó. Es importante recordar que noviembre es destinado a los difuntos y se acostumbra rezarles rosarios a la Virgen del Carmen para sacarlos de pena y ponerlos a descansar. En otros tiempos existía, en muchos pueblos de Colombia, la costumbre de ofrecer “mandas” a las Benditas Ánimas del Purgatorio, menos a una conocida como “el Ánima Sola”, condenada a quedarse allí hasta el día del Juicio Final.

Pero el campesino le tiene devoción: como ha purgado tanto tiempo de su castigo, considera que es un alma purificada que tiene el poder del milagro. Algunos aseguran que han sentido su compañía en momentos difíciles de la vida y que han visto su luz protectora. A quienes han dudado de sus favores, dice la creencia, se les ha aparecido envuelta en las llamas de sufrimiento del purgatorio y han quedado desmayados y privados del habla por el susto, durante horas y días. 

El Ánima Sola tiene dos días especiales para su devoción: Viernes Santo, después del primer canto del gallo, y el 2 de noviembre, día de las ánimas o los difuntos.  La Pata Sola

La Pata Sola es un mito de las selvas, que se manifiesta como una figura con una sola pata que termina en una pezuña grande de burro, caballo, puerco o chivo. Es una mujer vieja de cabello áspero y enredado, ojos rojizos y brotados, desnuda, con un solo pecho, boca grande, nariz de gancho, brazos largos, labios gruesos y colmillos de tigre. Con una sola pata da saltos gigantescos y mortales, y avanza con rapidez sorprendente.

La versión popular dice que la Patasola era una mujer bella, pero que por libertina le amputaron una pierna con un hacha y la arrojaron a una hoguera hecha con tusa de maíz; por eso, no puede ver el hacha, la candela ni las mazorcas.

Para resguardarse de la Patasola los cazadores llevan perros, pues éste es el único animal que siente sus pasos y la avista a distancia.

Es la madre de los animales del monte, encargada de borrar las huellas de los animales perseguidos por otros y para ello debe caminar al revés. A su única pierna se unen los dos muslos. Se dice que es amiga de casi todos los animales montaraces, a los que defiende de otros animales y de los humanos, especialmente de los cazadores, caminantes y colonos.

 La Patasola se transforma en mujer hermosa, motiva y cautiva a los hombres, y se los lleva hasta la espesura de las montañas donde los abandona, unas veces sin ofenderlos; otras, triturándolos con sus puntiagudos colmillos. También suelen transformarse en perro cazador, de orejas grandes, o en una vaca, según las circunstancias. De ella se dice

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además que se roba los niños para chuparles la sangre y después abandonarlos en el monte. La Mula de Tres Patas

Quienes se la han encontrado, dicen haberla visto en el Carmen del Atrato. La mula aparece después de las doce de la noche, haciendo sonar fuertemente sus herraduras en los empedrados. Se asegura que es grande y pesada, que prefiere los senderos solitarios y oscuros para alumbrarse con sus ojos de candela y el fuego chisparoso de su boca. Si alguien la ve y quiere evitarla, lo recomendable es dejarla pasar, pues los curiosos que han querido seguirla hasta su destino nunca han llegado y han aparecido muertos en el camino, quemados con azufre.

Parece ser que la Mula de Tres Patas es un alma en pena, cuya misión es recorrer los caminos empedrados o de herradura, sin ninguna pretensión. La Niña de la Carta

Es una niña completamente vestida de blanco, que aparece bañada en lágrimas, sentada a la vera de los caminos, con el rostro oculto bajo un velo del mismo color del vestido, y una carta en la mano derecha. La carta lleva destinatario y dirección.

La Niña, que a simple vista despierta compasión, suplica al primero que pase que le haga llegar esa carta a su destino, pues ella no es de la zona y no sabe leer ni escribir. Los caminantes que han oído hablar de la historia salen corriendo ante la solicitud lastimera de su portadora. Los ingenuos reciben la carta de la niña que, según la historia, fue violada y asesinada el día de su primera comunión en una finca cercana, mientras sus padres celebraban con entusiasmo. Al entregarla, la niña instantáneamente desaparece en el aire. Al emisario se le hielan las extremidades debido al miedo y cae al suelo sin conocimiento, derribado por el peso de la encomienda: ¡pesa tres arrobas! El Ayudado

Es un personaje misterioso que parece tener pacto con el diablo para salir invicto de las peleas. No le entra bala, ni machete, y desaparece de lugares claves, como por arte de magia, ante la mirada atónita de los presentes. De él se dice que se vuelve invisible cuando quiere, reduce su tamaño corporal cuando se le antoja y puede desaparecer por la hendija más pequeña de una puerta o una habitación.

Para desorientar a quien lo persigue, se puede convertir en una silla, una mesa, un perro, un racimo de plátano, una gallina, un pato o una hormiga, según la circunstancia o conveniencia. Quienes han tenido el infortunio de pelear con el Ayudado, obviamente sin saberlo, dicen que se enfrentaron a un hombre ágil y diestro en tirar golpes con mano de plomo o de hierro, sin recibir ninguno a cambio. Si por accidente sufre un desliz y cae al suelo, se levanta como un resorte y salta de un lugar a otro con la velocidad de la luz. De sus ojos brotan chispas de candela y de su boca espumarajos de ira.

 Los Ayudados, según los entendidos, pueden obtener o poseer todo lo que deseen, con tal de vender su alma al diablo. El dinero que consiguen, por ejemplo, lo duplican, triplican o cuadruplican cuantas veces quieran, a condiciones de que tienen que gastarlo el mismo día o si no se les convierte en piedra u hojas secas y el diablo les arranca el alma con un tridente.  

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COLEGIO SAN FRANCISCO IED.Un proyecto de mejoramiento en la calidad de vida para la comunidad de Cuidad Bolívar.

PROCESO COMUNICATIVO ASIGNATURA:LENGUA CASTELLANA GRADO: OCTAVO LITERATURA ABORIGEN COLOMBIANA

REGIÓN PACÍFICA -(Tomado de Embrujos del Pacífico, Flover G. Gonzalez, 1992)

LA VIUDA

Es un espanto en forma de mujer que camina en las noches vestida de negro y se les aparece generalmente a los hombre mujeriegos adoptando la forma de sus esposas;  los hechiza y se los lleva, y cuando estos despiertan están en el cementerio

abrazando una bóveda.DE RUMBA CON LA MUERTE

Epifanio era una hombre donjuanesco y gozón que vivía de baile en baile y todas las  chicas querían enamorar.Vestía bien y nada en el mundo le importaba que no fuera las parrandas y el trago.  Tenía éxito con las mujeres, que miraban en él al clásico “chicanero”, el porteño parlanchín; soltero, buen mozo y con aires de grandeza.

En su época bastaba andar con buenos trajes, ser bien parado y fiestero, para creerse más que los demás y así lo aceptaban ingenuamente las jóvenes; tan sólo para verlo bailar, al son de un currulao y sentirse enamoradas, las chicas lo invitaban a sus fiestas.Sin embargo vivía en un sector tugurial de Buenaventura, donde el olor a pescado y maderos podridos era la fragancia diaria y su casa parecía venirse abajo cuando el viento llegaba del mar.Una vez se “alisto” para asistir a sus sabatinas reuniones, donde más de una conquista “levantaba”.  Se puso su mejor traje, camisa playera ancha y pantalón blanco, y con aires de artista mejicano de los años 50, salió por entre las calles de piedra y barro, salvando charcos de agua, acompañado desde  lo alto por una cuarto de luna que le sonreía.Por el camino una bella dama, vestida de blanco y morena como el cedro, como recién bajada del olimpo, salió a su encuentro.  El como buen conquistador más de una piropo dejó salir de sus morenos labios.  Ella no se hizo rogar y con su caminar al vaivén de las olas marinas, cuando azotan suavemente en la playa, se dejó coger del brazo de Epifanio, quien con delicadeza y palabras románticas, la guiaba por las oscuras calles.La dama le dijo que iba al mismo baile y ambos llegaron al sitio de reunión.  El no tuvo ojos para nadie que no fuera para su casual compañera.Inspirado esa noche bailó como nunca, por eso creyó que era el mejor; “como siempre”, pensaba.Todos lo miraban sorprendidos y  con sonrisas, lo veían bailar; lo creyeron loco, pero nada le dijeron.  Pensó él que era por admiración, por su nueva venus que al compás de la música, le seguía sus piruetas e inventados pasos. A la media noche, salió de la rumba.  No iba sólo había convencido a su morena de perfectas curvilíneas, para terminar la fiesta en “otra parte” y ella muy “enamorada” le dijo que lo hicieran en su casa.Se perdieron en las tinieblas.  El galán porteño abrazado a su chica llegó a una pequeña vivienda en cuyo interior había una cama con sábanas, cobijas y almohadas blancas como la nieve, ubicada en el centro de la sala.Fue una locura, una madrugada de placer donde le amor le llegó a todas las células de su cuerpo y pensó que el mundo había sido bueno con él.  Fue tanto amor desbordante que no supo a qué horas se quedó dormido.Cuando despertó y sin abrir los ojos trató de encontrar con sus manos a la apasionada dama; luego sus ojos se abrieron y vieron nubes pasar y a su alrededor no había sala, ni cama, ni casa.Aterrado y con ojos desorbitados, por la sorpresa, se encontró encima de una losa fría y blanca y a sus espaldas, una cruz. 

EL  RIVIEL

Es un espanto caracterizado como una hombre pequeño que se transforma al tocar el agua en una luz.  Convertido en luz viaja en alta mar dentro de una mochita (canoa pequeña) llevando consigo una atarraya; desde donde persigue las embarcaciones pequeñas

para hundirlas o confundiéndolas con la luz hasta hacerles cambiar el rumbo y perderlos en el mar.

EL HOMBRE QUE PESCÓ AL RIVIEL

La canoa del pescador se movía al vaivén musical de las olas. Se encontraba cerca de la bocana del río Tapaje, en el litoral nariñense.  Era una noche fría con fuertes brisas.  El veterano “lobo de mar”, de nombre Juan, tenía la costumbre de salir, al caer la tarde, en busca del cotidiano pan para sostener a su mujer y a sus dos pequeños hijos, con quienes vivía en medio del manglar, donde había levantado una ramada como casa y en ella protegía su hogar.Vestido con pantalón y camisa raído, sostenía en sus manos, marchitadas por el tiempo, los anzuelos en los que tenía puestas todas sus esperanzas. “Mira hombe, pesca de día y no de noche, ponete serio”, le decía a menudo su esposa, quien se quedaba

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calentando agua en una vieja olla, acompañada de los rostros tristes y taciturnos de sus vástagos.El nunca hacía caso, siempre escogía la noche para pescar y fueron muchas veces que regresó con el potrillo vacío.  Pobremente vivía y sus hijos apenas tenían algo  con que cubrir sus frágiles cuerpecitos.Solitario, sentado en su embarcación, movida por una pequeña y remendada vela blanca, fumaba una “cachimba”, cantaba a las estrellas viejas canciones de sus ancestros africanos; eran tanto los años que había pasado encima del mar, que ya hasta se sabía de memoria las figuras geométricas que se formaban en las noches estrelladas del inmenso cielo. Sabía tantas leyendas de marinos y fantasmas, que era el único entretenimiento que llevaba a sus hijos cuando llegaba sin una “peje”, como le llaman al pescado los campesinos del litoral.Los años cada vez lo traicionaba.  Estaba cabeceando por el sueño, cuando alzó el rostro y observó una intensa luz que navegaba hacía él.  “Ve que raro”, murmuró, pues tantos años de pescador nunca había visto cosa semejante.Era diferente a las luces de cualquier otro pescador que suelen llevar consigo sus lámparas de  querosén para alumbrarse y por lo general son permanentemente sus llamas zarandeadas por el viento, que amenaza con apagarlas; pero ésta permanecía incólume.  La suya, por ejemplo, estaba que se apagaba, y “cómo”, pensó, “ que ésta mantenga firme sus llamas” como si estuviesen cubiertas por algún cristal.  Eso está muy raro, se insistía para sí, con ojos bien abiertos.Pero lo más sorprendente es que no se observaba ningún potrillo o canoa, ni l figura de algún pescador; solo la mecha llameante de una lámpara “caminando” sobre las olas, empujada por una fuerza invisible.Se irguió sobre sus flacas piernas, parándose en la embarcación y cogió la atarraya.  “Sea lo que sea, lo voy a atarrayar, ningún diablo guevón me va a asustar”, se dijo, al tiempo que recordó la vieja leyenda del Riviel, aquel personaje mítico-religioso que “ronda” por las costas molestando a los navegantes, dejando ver la luz de sus piernas, pero que nunca nadie ha visto en persona.  También se decía que el que lograba “ pescarlo” se convertía en una hombre rico, pues la pequeña embarcación del Riviel era de oro.La luz se acercaba rápido, directo hacia él y cuando menos pensó la tuvo tan cerca que lo encegueció, pero sin pensarlo siquiera y más por instinto arrojó con fuerza su atarraya.  Su instrumento de pesca se fue al fondo con su carnada, la sintió pesada y poco a poco la fue alzando del fondo, hasta que en medio de las piolas del red vio algo que lo dejó mudo:  Un hueso fémur estaba dentro.  “Cristo, éste es el Riviel?, se preguntó aterrado.Regresó a casa tan aprisa como pudo, con su presa a bordo, seguro de haber pescado una leyenda.  El hueso, seguramente, pensó es parte del esqueleto de la esotérica visión.  Lo enterró con todas las ceremonias religiosas de que tenía conocimiento, al frente de su casa y sobre la tumba colocó una cruz con la leyenda “aquí yace el Riviel”.Desde entonces, el hombre se convirtió en el mayor y más rico pescador de los contornos pero no volvió a hacerlo de noche. 

LA  TUNDA

Las tinieblas y el silencio ambientaban el ámbito.  No se escuchaba el movimiento de las hojas de palmeras, que por costumbre y caprichosamente zarandeaba el viento.  El adolescente despierto y  atento, solo y pensativo, recordaba las noches felices que junto a su madre y hermanos habían pasado en días anteriores.  Graciosamente, a pesar de las tinieblas, agudizaba su visión, empecinado en descubrir un haz de luz entre las rendijas de las paredes de madera.

De pronto fue sorprendido por el toc-toc de la puerta que daba a la calle; ágilmente se levantó de la cama pensando que su soledad tenía compañía y que pronto encontraría respuestas a sus interrogantes.  Frente a la puesta, ante de abrirla, atina a preguntar: quién es? Y una voz femenina, la de su madre, le alborozó el corazón.  Tan pronto tuvo a la autora de sus días frente a él le inquirió por las razones de su imprevista llegada.  “Vengo a llevar el dinero del reinado”, fue la escueta repuesta, mientras juntos caminaban a la alcoba materna.

Entre suspenso y alegre, el buen mozo interrogaba sobre los aspectos concernientes al acto de coronación en la que su hermana participaba con bastante apoyo popular, frente a dos hermosas opositoras, confiado en que ella ganaría el cetro. No vencería las más bellas, pero si las  que mayor recaudo hubiera logrado para el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de su pueblo.   “Es una gran obra, cómo estamos?, ganaremos?”, insistía el muchacho obteniendo  apenas contestación de su amada madre, quién respondía con monosílabos, entre seria y cordial.Lentamente y sin deseos de hablar mucho, la madre sacó del armario la cartera que contenía el dinero, producto de muchos bailes y serenatas.“Más tarde vuelvo”, fueron las últimas palabras al hijo que le acompañó hasta la puerta y que cerraba en la medida en que su vieja salía hacía la noche profunda.No había pasado un segundo de haber cerrado la puerta, cuando intrigado por algo la abrió y vaya!  Su mamá había desaparecido, fenómeno que le pareció extraño, porque por muy rápido  que hubiera caminado no habría tenido tiempo de voltear en la esquina.Este hecho lo dejó pensativo quedó con la lámpara de querosén, que sostenía entre sus manos, pues en ese recóndito pueblo del litoral, no había luz eléctrica, salvo en poquísimas casas de ricos.  Recordó que ella, que hacía pocos segundos había estado allí estaba vestida con la ropa de trabajo.Sintió pena que en todo un acto de coronación la madre de una de las reinas no haya asistido bien trajeada, se decía mentalmente.  “Para el colmo se vino sola”, seguía pensando el joven.Rápidamente, se vistió y salió a las calles de aspecto fantasmagórico.  Por el conocimiento que tenía de ellas pudo orientarse; el pequeño pueblo costero estaba vacío y ni siquiera un perro vagabundo ladraba.  Allá a la escuela, utilizada como coliseo, llegó; había mucha gente que gritaba y bailaba.  Era el único lugar del pueblo donde la alegría era desbordante.“Un peso, dos pesos, cinco pesos”, ofrecía cada quien por la candidata de su preferencia, al tiempo que acudían a las urnas a depositar el dinero, haciendo fuerza para que su favorita ganara.Entre el tumulto, pudo llegar hasta su madre, observando algo de tristeza en sus ojos como en los de su hermana reina y demás hermanos.“Parece que estamos perdiendo, los ricos del pueblo dan más plata por las otras; no me gusta esta vaina, maldita suerte”, pensó.Con semblanza de enojo, la vieja, que sorprendentemente si esta elegantemente vestida, al ver al hijo lo increpó: “ qué haces vos aquí?, te dije que te quedaras cuidando la casa?“Vine mamá a preguntarle si usted estuvo en la casa, hace poco?”, respondió el muchacho y ella, intrigada, mirándolo de pies a cabeza, contestó: “ Noo ...! muchacho, cómo se te ocurre”.Eran las doce de la noche y su madre había salido al coliseo desde las seis de la tarde.Dicen que fue “La Tunda” que le hizo tan mala jugada.

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Cuentan los viejos que este personaje mítico es una mujer  que se le aparece a los niños y aún a los adultos tomando la forma de la mamá, de una mujer bonita o de un pariente cercano, que los llama por su nombre y paso a paso se los lleva al monte.  Allí los “entunda” o los pierde del camino  y la comida que les da son camarones crudos que los cocina con pedos.  Para desentundarlos tiene que ir el padrino y los padres con oraciones y conjuros, con bombos y platillos, para que los devuelva.  Este esotérico personaje tiene un pie humano y otro en forma de molinillo, el cual hábilmente esconde cuando se enfrenta a alguien.La única manera de reconocerla es descubriendo hábilmente su pata de molinillo que no ha podido transformar a través de los siglos.  Según la tradición litoraleña, la Tunda es el fruto del amancebamiento del diablo con una bella negra que enamoró e una noche de currulao. 

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REGIÓN   CARIBE - (Tomado de Mitos y Leyendas Colombianos, Fabio Silva V., 1999)

NAMAKU, EL HOMBRE TIGRE - Mito kogui

Namaku era un hombre muy temido entre los indios Kogui.  Cuando bajaba de la sierra al poblado, los hombres debían esconder a sus mujeres, porque Namaku las robaba.Un día, exasperados  por el abuso, le pidieron al sabio, que ellos llamaban Mama, que hiciera algo para solucionar ese problema.  El Mama se encerró en su cabaña y oró toda la noche.Muy de mañana, contó que ya tenía la solución y que cuando regresara Namaku, podrían ver lo que haría.Esa tarde, corrió el rumor de que Namaku bajaba furioso, porque había escuchado que lo estaban rezando.  Los hombres escondieron a sus mujeres como siempre lo hacían y esperaron ansiosos su llegada.  A lo lejos veían a Namaku descender de la sierra, pero cuando fue a entrar al poblado, misteriosamente se convirtió en tigre.   Los indios al verlo corrieron a cazarlo, pues su piel era muy buena para calentar en las frías noches; pero cuando el tigre comenzó a trepar por la fría sierra, otra vez apareció Namaku; entonces, los hombres corrieron asustados hacia el pueblo y cuando entraron en él, Namaku se convirtió de nuevo en tigre.Los hombres comprendieron que el Mama había eliminado el peligro del raptor de mujeres, pero que ahora deberían cuidarse del tigre y éste, a su vez, de los cazadores.

LA MOJANA

Esta leyenda tiene su origen en la Cartagena de la Colonia.  Allí vivía una mujer de la nobleza con su esposo y su hermoso hijo, en una casa muy grande en la plaza central de Cartagena. 

La mujer no atendía a su marido por dedicar todo el tiempo a su hijo, al que adoraba.  Un día, el marido, al verse rechazado, no aguantó más y mató a su hermosa esposa.  Cuando la mujer gritó, el niño, que estaba sentado en un pozo, perdió el equilibrio y se perdió en la profundidad.  Desde ese día en la mayoría de las casas coloniales que aún conservan un pozo, aparece la figura de la mujer con una peineta de hueso en la mano, que resplandece al pasarla por sus dorados cabellos.  Los niños al verla, quedan como hipnotizados y caminan hacia ella, que al descubrir que no se trata de su hijo, los arroja al pozo. 

EL HOMBRE CAIMÁN

Esta famosa historia tiene sus orígenes en Plato, pueblo del departamento del Magdalena.  Sául Montenegro, un hombe muy enamoradizo, buscaba siempre la oportunidad de ver a las mujeres cuando se bañaban en el río Magdalena.  Llegó a tanto, que un día marchó a la Guajira, en busca de un brujo, que finalmente le entregó dos pócimas mágicas.De regreso a Plato, Saúl invitó a uno de sus amigos para probar las pócimas.  Una era un líquido que lo convertía en caimán y la otra, lo volvería a la normalidad.  Saúl se metió al agua y su amigo le roció el líquido de la primera botella;  Saúl se sumergió y al pco rato salió convertido en caimán; su amigo, espantado, dejó caer la segunda botella, con tan mala suerte, que el líquido se derramó y sólo uns pocas gotas cayeron en la cabeza del caimán y el resto se perdió en el agua.  Desde ese días, Saúl tiene la cabeza de hombre y el cuerpo de caimán.

KERALIASale a media noche en las partes donde no haya vegetación, como las orillas del mar y las salinas. Se transforma en persona al enamorarse y visita a la joven que le haya encantado. Esta queda embarazada, gracias al poder de la mirada de Keralia. Al dar a luz la joven muere, teniendo en su vientre culebras, sapos y toda clase de animales. De noche sale como si fuese la luz de un reflector. Si se encuentra con un hombre lo hace vomitar sangre y muere de inmediato.

EL ANIMEROSe cuenta que en noviembre, por las noches salía un hombre vestido de nazareno, con una hoja en cruz en una mano y una lámpara de gas en la otra. Salía todas las noches por todas las calles a rogar y a pedir por las ánimas del purgatorio. En cada esquina, el Animero se arrodillaba y allí hacía su plegaria.Era seguido por dos largas filas de ánimas en pena que salían para poder descansar y purgar el pecado cometido, si alguna persona los escuchaba tenía que levantarse y rezar 10 Padres Nuestro

LA LEYENDA DE FRANCISCO "EL HOMBRE"

Narra la leyenda que una noche al regresar Francisco después de una parranda de varios días y al ir hacia su pueblo, para distraerse en la soledad de la noche, abrió el acordeón y, sobre su burro, como era usual en aquella época, empezó a interpretar sus melodías; de pronto, al terminar una pieza, surgió de inmediato el repertorio de otro acordeonero, que desafiante trataba de superarlo; de inmediato Francisco marchó hacia él hasta tenerlo a la vista; su competidor, para sorpresa, era Satanás, quien al instante se sentó

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sobre las raíces de un árbol, abrió su acordeón, y con las notas que le brotaban hizo apagar la luna y todas las estrellas.El mundo se sumergió en una oscuridad tal, que sólo los ojos de Satanás resplandecían como tizones. Sus notas eran las de un gran maestro; algunos dicen que de ese encuentro nació el canto del Amor-Amor, pues Francisco, dueño de grandes virtudes y poseído de mucha fe, lejos de acobardarse con la abrasadora oscuridad, abrió su acordeón e hizo sonar tan hermosa melodía y la magia de la misma devolvió la luz a la luna y a las estrellas, infligiendo mucho temor del demonio. Después clamó a Dios y entonó el Credo al revés con la potencia de su voz, de tal suerte que el demonio, vencido, exhaló un terrible alarido y con su acordeón a rastras huyó hacia las montañas donde se perdió para siempre.

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REGIÓN   AMAZÓNICA- - (Tomado de Mitos y Leyendas Colombianos, Fabio Silva V., 1999)

YRAPURU

Cuando llegó la bonanza de caucho a toda la selva amazónica, gentes de todas partes de Colombia buscaron un lugar para vivir y colonizar tierras.  Entre las familias que arribaron, llegó una que se acomodó ne las márgenes del río Amazonas.  Tenían un hijo que, aunque pasaba el tiempo no crecía.  Rápidamente fue reconocido por todos los indígenas de la región con el nombre de Yrapuru.  Un día la familia tuvo que volver a la cuidad, pero el espíritu de Yrapuru permaneció entre los indígenas y colonos, convertido en duende.El duende Yrapuru era una de las pocas diversiones que tenían los habitantes de esta región, porque la mayor parte del tiempo vivían aterrorizados por Boiuna, una gran serpiente que destruía las piraguas, destechaba las malocas, espantaba a los animales y acababa con todo lo que se le cruzaba en su camino.Una mañana, en la que los niños jugaban y reían al ritmo de la armoniosa voz de Yrapuru, el ruido de un extraño silbido se hizo presente en el lugar.  Los animales, que acostumbraban a oír atentos las melodías del duendecillo, salieron despavoridos buscando un lugar en dónde refugiarse; las mujeres cogieron a sus hijos y los metieron a sus ranchos;  los hombres se armaron de machetes y palos y esperaron impacientes.  El único que no se movió del lugar fue Yrapuru.  Al oír las canciones del duende, la gigantesca serpiente se detuvo y comenzó a hacer un ruido superior al duende.Encolerizada Boiuna porque Yrapuru iba aumentando también el tono de su canto, se convirtió en un águila feroz, voló muy alto, miró hacia donde estaba su enemigo y se le arrojó en picada, estrellándose aparatosamente contra el suelo, donde quedó enterrada, pues no sabía que Yrapuru era sólo un duendecillo.Los habitantes del poblado, que estaban viendo el enfrentamiento, rieron al ver el águila clavada en el suelo.  Esto puso más bravo a Boiuna, que se convirtió en armadillo y salió por otro lado, esperando sorprender a Yrapuru.  El duende dio un salto y cayó sobre el pesado caparazón del armadillo que de tanto dar vueltas por librarse de su jinete, cayó al suelo mareado.Furioso, Boiuna se convirtió en todo lo que pudo, hasta en las figuras más monstruosas, pero como ya nadie se asustaba y el duendecillo reía a carcajadas, volvía siempre a su figura normal, de gran culebra.- ¡Ya no nos asustas Boiuna, no tienes nada qué hacer en estas tierras!  Es mejor que te marches a otro lugar en donde no te conozcan - le gritaban Yrapuru, moviéndose de un árbol a otro.La gran serpiente, al verse perdida, se metió lentamente al agua.  Los animales y los hombres, al ver el triunfo del duendecillo, corrieron a la orilla del río gritando:- ¡ Adiós, adiós Boiuna, ya no nos asustas, el duendecillo te ha vencido, adiós!   

EL ORIGEN DE LAS LLUVIASMito Witoto

Los hombres, cansados del sol, no sabían qué hacer para que cayera agua sobre sus chagras.

Un día, Bigidima se encontraba recogiendo agua para regar su sembrado de yuca y chontaduro cuando, de pronto, saltó un gran pez de las profundidades del río, que lo asustó mucho.  Enfurecido, Bigidima sacó su lanza y la arrojó con toda su fuerza, pero la punta de la lanza sólo alcanzó el fuerte cuello del animal.  Inmediatamente, el pez sopló con tal fuerza que el agua que tomó salió por la herida y cayó en forma de lluvia.Desde entonces se sabe que siempre que hay lluvias, el delfín  del río está soplando por el orificio que le hizo la lanza del airado Bigidima.