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Mitos y Leyendas sobre Hegel Fuente: The Hegel Myths and Legends, Ed. Jon Stewart Publicado: NorthWestern University Press, 1996. Traducción de la versión inglesa por Carlos Pérez Soto. Introducción Cuando uno mira las entradas sobre “Hegel” en un trabajo de referencia estándar, no es improbable que uno encuentre algo como la caracterización siguiente: “…el proceso triádico desde la tesis a través de la antítesis hasta la síntesis... demuestra ser esencial para la filosofía de Hegel”. De la misma manera, nos dicen no raras veces en tales trabajos de referencia o textos de introducción, que según Hegel, “En la historia todo ocurre de acuerdo a la razón”. Estas fórmulas a menudo son reforzadas en clases introductorias donde las habituales restricciones de tiempo, y el nivel de dificultad de los textos de Hegel, hacen casi imposible tratar su pensamiento con cuidado o responsabilidad. El resultado es que un puñado de conceptos claves o lemas ha venido a ser asociado con Hegel y su filosofía de la manera en que, por ejemplo, la famosa frase “pienso, luego existo” ha sido vista como representativa del espíritu de totalidad del pensamiento de Descartes. Este procedimiento, de proceder a través de un slogan, no es necesariamente pernicioso en sí mismo. Tales frases o lemas pueden ser encontrados para prácticamente cada filósofo famoso, y se puede incluso argumentar que sirven a un cierto tipo de función pedagógica rudimentaria. Sin embargo, en el caso de Hegel los lemas o anécdotas son mucho más abundantes, y por lo general mucho más malévolos, que en el caso de otros filósofos. De hecho, la reputación de ningún otro filósofo importante ha sufrido tal oprobio universal, sobre un tan amplio espectro de publicaciones, como las que refieren a Hegel. Por ejemplo, en lo que concierne a la filosofía política de Hegel, la visión siguiente está lejos de ser atípica en trabajos de referencia no especializados: “Tomando el Estado Prusiano del período de la restauración, en el cual él vivió, como el modelo para su análisis racional, pareció cada vez más inclinado de idealizar la monarquía prusiana. Lo que sostenía del Estado en general, como manifestación de la voluntad divina, parecía aplicarse a este Estado particular”. Errores negativos como este sólo sirven para perjudicar el acercamiento del estudiante hacia la filosofía de Hegel antes de que él o ella hayan emprendido un estudio serio sobre esto. Incluso posiblemente lemas neutros o benignos como la tríada "tesisantitesissíntesis" tienen un efecto adverso sobre el entendimiento apropiado de las ideas de Hegel. Estos lemas han desarrollado lo que los especialistas han llamado “mitos sobre Hegel” o “leyendas". Bajo estos títulos se caen varias ideas falsas o falsificaciones, populares o no, concernientes a la filosofía de Hegel. El problema representado por estas ideas falsas se hace más agudo debido a la naturaleza extremadamente difícil de los propios textos de Hegel. Su complejo sistema filosófico, expresado en un lenguaje afectado, abstracto, e idiosincrásico, seguramente ha sido una de las causas principales para la disparidad de opinión. Donde unos ven profundidad y originalidad en la oscuridad, otros ven simplemente jerga y sinsentido. El resultado del opaco estilo de escritura de Hegel y del vocabulario cargado de neologismos, es que sus trabajos resultan en gran parte inaccesibles al no especialista. Por consiguiente, raras veces se consulta el texto primario para confirmar o refutar la legitimidad de una leyenda dada, y cuando se consulta el texto, no parece que en todos los casos se pueda obtener una respuesta inequívoca. De ahí que los mitos sobreviven y se regeneran a sí mismos en ausencia de un estándar accesible de interpretación. El cisma entre la comprensión popular de la filosofía de Hegel, parcial como resulta a menudo debido a los variados mitos y leyendas, y la comprensión especializada del filósofo profesional, crea una situación difícil en el aula. Los estudiantes ven a Hegel, como a muy pocos otros filósofos, llenos de ideas falsas y prejuicios. El 1

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Mitos y Leyendas sobre HegelFuente: The Hegel Myths and Legends, Ed. Jon StewartPublicado: North­Western University Press, 1996.Traducción de la versión inglesa por Carlos Pérez Soto.

IntroducciónCuando uno mira las entradas sobre “Hegel” en un trabajo de referencia estándar, no es improbable que uno encuentre algo como la caracterización siguiente: “…el proceso triádico desde la tesis a través de la antítesis hasta la síntesis... demuestra ser esencial para la filosofía de Hegel”. De la misma manera, nos dicen no raras veces en tales trabajos de referencia o textos de introducción, que según Hegel, “En la historia todo ocurre de acuerdo a la razón”. Estas fórmulas a menudo son reforzadas en clases introductorias donde las habituales restricciones de tiempo, y el nivel de dificultad de los textos de Hegel, hacen casi imposible tratar su pensamiento con cuidado o responsabilidad. El resultado es que un puñado de conceptos claves o lemas ha venido a ser asociado con Hegel y su filosofía de la manera en que, por ejemplo, la famosa frase “pienso, luego existo” ha sido vista como representativa del espíritu de totalidad del pensamiento de Descartes.

Este procedimiento, de proceder a través de un slogan, no es necesariamente pernicioso en sí mismo. Tales frases o lemas pueden ser encontrados para prácticamente cada filósofo famoso, y se puede incluso argumentar que sirven a un cierto tipo de función pedagógica rudimentaria. Sin embargo, en el caso de Hegel los lemas o anécdotas son mucho más abundantes, y por lo general mucho más malévolos, que en el caso de otros filósofos. De hecho, la reputación de ningún otro filósofo importante ha sufrido tal oprobio universal, sobre un tan amplio espectro de publicaciones, como las que refieren a Hegel. Por ejemplo, en lo que concierne a la filosofía política de Hegel, la visión siguiente está lejos de ser atípica en trabajos de referencia no especializados: “Tomando el Estado Prusiano del período de la restauración, en el cual él vivió, como el modelo para su análisis racional, pareció cada vez más inclinado de idealizar la monarquía prusiana. Lo que sostenía del Estado en general, como manifestación de la voluntad divina, parecía aplicarse a este Estado particular”. Errores negativos como este sólo sirven para perjudicar el acercamiento del estudiante hacia la filosofía de Hegel antes de que él o ella hayan emprendido un estudio serio sobre esto. Incluso posiblemente lemas neutros o benignos como la tríada "tesis­antitesis­síntesis" tienen un efecto adverso sobre el entendimiento apropiado de las ideas de Hegel. Estos lemas han desarrollado lo que los especialistas han llamado “mitos sobre Hegel” o “leyendas". Bajo estos títulos se caen varias ideas falsas o falsificaciones, populares o no, concernientes a la filosofía de Hegel.

El problema representado por estas ideas falsas se hace más agudo debido a la naturaleza extremadamente difícil de los propios textos de Hegel. Su complejo sistema filosófico, expresado en un lenguaje afectado, abstracto, e idiosincrásico, seguramente ha sido una de las causas principales para la disparidad de opinión. Donde unos ven profundidad y originalidad en la oscuridad, otros ven simplemente jerga y sinsentido. El resultado del opaco estilo de escritura de Hegel y del vocabulario cargado de neologismos, es que sus trabajos resultan en gran parte inaccesibles al no especialista. Por consiguiente, raras veces se consulta el texto primario para confirmar o refutar la legitimidad de una leyenda dada, y cuando se consulta el texto, no parece que en todos los casos se pueda obtener una respuesta inequívoca. De ahí que los mitos sobreviven y se regeneran a sí mismos en ausencia de un estándar accesible de interpretación.

El cisma entre la comprensión popular de la filosofía de Hegel, parcial como resulta a menudo debido a los variados mitos y leyendas, y la comprensión especializada del filósofo profesional, crea una situación difícil en el aula. Los estudiantes ven a Hegel, como a muy pocos otros filósofos, llenos de ideas falsas y prejuicios. El

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instructor de Hegel, por otra parte, invariablemente tiene a mano su propio orden pedagógico para ejecutar, conforme a los objetivos de la clase. El problema es que el tipo de preguntas que los estudiantes hacen, a partir de estos mitos, tiende a alejarse de los puntos específicos pertinentes y de los grandes temas en la mayoría de los cursos. La colección presente apunta a, entre otras cosas, mejorar las dificultades de este tipo. Procura servir principalmente para dilucidar ante el estudiante y el lector en general estos distintos mitos sobre Hegel, para hacer posible un estudio serio de su filosofía. Procura también estar atenta a los lugares conflictivos en los textos de Hegel que todavía constituyen los puntos de discusión entre los expertos. Así, el objetivo de esta antología no es simplemente limpiar su de cargas injustas, sino también ser una ayuda en la tarea ya difícil de enseñar a Hegel.

En un ensayo sumamente útil sobre la pedagogía de Hegel, Robert Salomón sugiere que uno comience un curso sobre Hegel purgando a los estudiantes de las falsas ideas que ellos podrían haber oído sobre él y su filosofía. Esto es también la estrategia de un número de libros sobre Hegel que dedican una introducción o el primer capítulo solamente a esta tarea. Este trabajo de liberar al estudiante de los prejuicios generales hacia Hegel puede ser logrado con eficacia mediante la colección presente. La simple enumeración de los mitos en torno a Hegel ante los estudiantes, y el decir que no son nada más que mitos, hará poco por cambiar las ideas falsas arraigadas actualmente. Sin embargo, en los presentes ensayos, además de exposiciones precisas de su propio pensamiento, el estudiante encontrará el relato detallado del origen y desarrollo de estas falsas ideas. Una vez que sus principios han sido desvelados, varios mitos inmediatamente pierden su credibilidad. Estos ensayos proporcionan la relación histórica de la recepción de la filosofía de Hegel y de la proliferación de varios errores poco apropiados. Espero que sirvan como instrumentos pedagógicos útiles, y ahorren a los profesores un buen número de desvíos desafortunados en sus clases.

Como muestra el contenido de esta colección, en contraste con lo que se suele entender, los eruditos que se dedican actualmente al idealismo alemán, han alcanzado, en una medida insólita, un acuerdo general en lo que concierne a la mayor parte del trabajo de Hegel. Los que han hecho del estudio de Hegel su especialidad rechazan unánimemente los mitos sobre Hegel, hasta tal punto que para ellos, en la mayoría de los casos, han dejado de ser un asunto de debate académico genuino. La mayor parte de estas exóticas creencias, a las que se refiere Croce como “mitad cómicas y mitad desagradables” no tienen ninguna base razonable en los textos mismos de Hegel. Aunque haya un número de notorios mitos sobre Hegel a los cuales ningún erudito respetable daría crédito, hay otras ideas falsas que en diversos grados hacen sombra en el reino de discusión legítima. Por ejemplo, en el área de la filosofía política, y de sus opiniones sobre la guerra, hay leyendas significativas que rodean a Hegel todavía vivas. El objetivo de la colección presente es doble: primero, exponer y corregir lo más flagrante de los mitos sobre Hegel de una vez por todas; y el segundo, cuando el tema es menos claro, separar la versión mítica de la esfera del desacuerdo justificable en el reino de la interpretación legítima. La Problemática recepción de la Filosofía de HegelLa filosofía de Hegel ha sido fuente de amargo debate desde su inicio. Fuera de sus horas de trabajo, Hegel ya se había hecho una figura tan polémica que su reputación había alcanzado ambos extremos del espectro. Fue profundamente reverenciado por sus estudiantes y considerado un genio de su día por muchos. Fue aclamado, por ejemplo, como el “Aristóteles moderno” por su admirador británico J. H. Stirling. Por otra parte, fue abiertamente ridiculizado como un sofista y un charlatán por algunos de sus rivales y colegas, como Schopenhauer y más tarde por Schelling. Desde aquellos días, Hegel firmemente se ha establecido como una de las figuras más importantes en la historia de letras europeas. Su filosofía, que marca una encrucijada en la tradición intelectual moderna, ha dado origen a virtualmente todas las escuelas importantes del pensamiento contemporáneo: fenomenología, existencialismo, Marxismo, teoría crítica, estructuralismo, pragmatismo,

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hermenéutica, etcétera. Sin embargo, hasta muy recientemente su influencia había estado limitada casi exclusivamente a los círculos de filosofía continental. Una razón de esto han sido los mitos y leyendas que rodean su filosofía, que todavía siguen disfrutando de la amplia aceptación en el mundo de habla inglesa. Para entender el desarrollo y la proliferación de estas falsas ideas, debemos considerar la recepción histórica de la filosofía de Hegel.

Hay una tradición sorprendentemente larga de Hegelianismo en los Estados Unidos, que comenzó con dos centros principales en Saint Louis y Cincinnati. Los miembros más importantes de la escuela de Saint Louis fueron Henry Conrad Brokmeyer (1826­1906) y William Torrey Harris (1835­1909). Este último fue redactor del famoso Journal of Speculative Philosophy, que ofició como el principal órgano de diseminación de filosofía clásica griega y alemana en América en la época. El grupo de Cincinnati, que incluyó August Willich (1810­78), John Bernard Stallo (1823­1900), y Mocure D. Conway (1832­1907), representó la izquierda Hegeliana en el continente americano. Esta alineación puede ser vista, por ejemplo, en las opiniones políticas socialistas de Willich, o en las convicciones religiosas poco ortodoxas de Conway. Esta tradición americana de Hegelianismo, aunque es significativa para muchos aspectos de los estudios sobre Hegel y de la vida cultural americana, fue, sin embargo, menos importante para el desarrollo de los mitos y leyendas sobre Hegel en el mundo de habla inglesa que la historia de los estudios en torno a Hegel en Gran Bretaña.

La recepción de Hegel en la filosofía británica en particular ha sido complicada y problemática, ya que fue allí donde Hegel encontró algunos de sus aliados más fervientes, así como sus críticos más hostiles. Los primeros expositores importantes de la filosofía Hegeliana en Gran Bretaña fueron T. H. Green (1836­82) y Edward Caird (1835­1908). Green empleo argumentos de idealistas contra algunos clásicos de la filosofía británica, como el empirismo de Locke y Hume. Su trabajo principal, Prolegomena to Ethics, quedó inacabado a su muerte. Por el contrario, Edward Caird, un pensador más sistemático y un expositor más dinámico que su amigo Green, produjo un vasto corpus filosófico a lo largo de su vida. Sus obras tempranas incluyen A critical Account of the Philosophy of Kant y Hegel. Sus otros dos trabajos más significativos son, The Evolution of the Religion y The Evolution of the Theology in the Greek Philosophers, que reflejan fuertemente la metodología Hegeliana en su tentativa de remontar el movimiento conceptual de ideas teológicas por sus diversas formas históricas. Como Hegel, buscó unir las antiguas contraposiciones de la tradición filosófica, como la libertad y la necesidad, sujeto y el objeto, y la razón y la pasión.

La segunda generación de estudiosos de Hegel en Gran Bretaña estuvo constituida, entre otros, por F.H. Bradley (1846­1924) y Bernard Bosanquet (1848­1923). La influyente investigación de Bradley, Estudios Éticos, muestra la marcada influencia de la teoría de la moral de Hegel. En este trabajo examina los diferentes aspectos del concepto hegeliano de Sittlichkeit, o vida ética. Entonces usa este recuento del carácter situado [situatedness] de los principios morales en las comunidades históricas para criticar el individualismo abstracto del utilitarismo y el liberalismo clásico. Por otra parte, el influyente ensayo de Bosanquet, “Logic as the Science of Knowledge” (1883), revela la influencia de la lógica y metafísica hegeliana. Allí Bosanquet critica la difícil distinción entre juicio e inferencia, así como entre deducción e inducción. Además trata, en un espíritu Hegeliano, de mostrar la unidad sistemática de varias proposiciones lógicas. De esta generación de estudiosos de Hegel provienen los profesores de los fundadores de la filosofía analítica, como Russell, Moore, y otros.J. M. E. McTaggart (1866­1925) desarrolló, siguiendo el trazado hegeliano, su propia teoría del idealismo, la que sirvió como un objetivo apropiado para la [crítica de la] filosofía analítica. Después de sus tempranos trabajos exegéticos sobre Hegel, como Studies in Hegelian Dialectic (1896), Studies in Hegelian Cosmology (1901), y A Commentary on Hegel’s Logic (1911), McTaggart aplicó la metodología

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hegeliana para construir su propio sistema filosófico en su opus magnum The Nature of Existence (vol. 1, 1921; vol. 2, 1927). Allí desarrolló una teoría en torno a una realidad espiritual última, que concibió como un conjunto concreto de mentes individuales. La extravagantemente metafísica forma del hegelianismo de McTaggart lo hizo objeto preferido de crítica de los tempranos filósofos analíticos, y su concepción se convirtió para muchos en sinónimo de la del mismo Hegel.

El nacimiento de neopositivismo y la filosofía analítica británica a principios del siglo XX han sido analizados en gran parte por historiadores intelectuales como consecuencia del rechazo de la anterior generación de estudiosos británicos de Hegel, que incluyó a Bradley y McTaggart, a favor de un método filosófico "más riguroso" que favoreciera el análisis, y más cercano a las matemáticas o la lingüística. Tanto Russell como Moore fueron idealistas convencidos en sus primeros años, y esta convicción de juventud, como a menudo pasa, se hizo objeto de la crítica más apasionada en su madurez. Esta transición intelectual está marcada por la publicación del ensayo de Moore “Refutation of Idealism” en 1903. A medida que la filosofía analítica creció, encontró su propio camino de duras distinciones entre, por un lado, las varias escuelas de la filosofía continental, que remontaban sus orígenes a Hegel y, por otra parte, la nueva filosofía analítica, que rechazó a Hegel y a sus seguidores categóricamente.

Además de motivos de importancia filosófica como estos, había luego un cierto número de razones históricas, quizás menos racionales, implicadas en el rechazo de la filosofía Hegeliana en Inglaterra y América. Durante las guerras mundiales, la popularidad de Hegel, como la de muchos pensadores alemanes, estuvo en reflujo en el mundo de habla inglesa. Primero en el antipático The Methaphisical Teory of the State de L. T. Hobhouse, “la maldita doctrina” hegeliana fue hecha responsable de los males de la Primera guerra mundial. Más tarde, Karl Popper recogió la línea de Hobhouse y representó la misma función de endilgar a Hegel las atrocidades de segunda Guerra Mundial. Popper galvanizó el sentimiento, ya negativo, contra Hegel, y lo extendió más allá de todas las dimensiones anteriores con su conocido libro Open Society and its Enemies. En el segundo tomo de este trabajo, Popper, en un tono algo destemplado, argumenta que la filosofía política de Hegel no conduce sino a nada menos que un totalitarismo abierto, que tendría ciertas afinidades con la Alemania nazi. Así, Hegel, como Nietzsche, sufrió el destino de ser clasificado como un precursor del nacional socialismo alemán, y esta asociación desafortunada tuvo un impacto profundo en ese particular momento histórico. Esta lectura, justamente criticada fue, a pesar de sus defectos de nivel estudiantil, apropiada de manera acrítica por un cierto número de estudiosos de ambos lados del Atlántico.

La distancia entre la filosofía analítica y la continental comenzó gradualmente a atenuarse, en gran parte de manera no intencional gracias el trabajo de P.F. Strawson. Con su libro, The bounds of Sense, rindió el servicio de hacer respetable una pequeña parte de la filosofía europea en el mundo de habla inglesa. En este libro, Strawson analizó la obra clásica de Kant, la Crítica de la razón pura, y mostró cómo Kant estaba involucrado de hecho en un cierto número de temas epistemológicos que eran relevantes en programa de investigación de la filosofía analítica de entonces. Puesto que Strawson mismo tenía ya una reputación sólida en el campo analítico, su nombre ayudó a propulsar el trabajo sobre Kant en la discusión de corriente principal de la tradición analítica. Kant llegó a ser un tópico filosófico legítimo en América e Inglaterra, y un segundo cuerpo de obras, independientes, de investigaciones sobre Kant en inglés llegó a estar junto al cuerpo ya existente sobre literatura alemana. Mientras que Kant gozó de esta reaparición en los círculos de la filosofía analítica, Hegel permanecía en las sombras. Ningún filósofo analítico establecido escribió sobre su filosofía o intentó atraerlo hacia el campo analítico. Durante este tiempo los prejuicios en su contra continuaron creciendo, y fue tratado raramente en las salas de clase o en las publicaciones especializadas.

A pesar de que la reputación de Hegel ha sufrido más notablemente en el mundo de habla inglesa, sin

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embargo, su trabajo, en lo que concierne a algunas publicaciones, apenas fue recibido con buenos oídos en el continente mismo. En Alemania, la publicación Hegel und seine Zeit de Rudolf Haym en 1857 fue quizás el acontecimiento más importante en la recepción de la filosofía de Hegel por muchos años. Haym, un virulento crítico de Hegel, condenó principalmente su teoría política y su filosofía de la historia, argumentando que Hegel había escrito su teoría del Estado para justificar y legitimar el opresivo orden político prusiano de su época. Según Haym, la afirmación de Hegel de que lo real era lo racional no era sino una franca apología del status quo reaccionario en Prusia. Según esta visión, Hegel, disfrutando de un profesorado distinguido y cómodo en Berlín después de que una carrera ardua con principios humildes, simplemente sacrificó su integridad filosófica y colocó sus capacidades intelectuales al servicio de las autoridades prusianas durante el delicado período de agitación política que siguió en el Congreso de Viena. Aunque la tesis de Haym ha sido decididamente refutada a menudo por los más exigentes análisis filosóficos e históricos, la opinión que ve a Hegel como el filósofo oficial del Estado prusiano, sin embargo, gozó de una amplia gama de seguidores en Alemania antes de que llegara a ser famosa en el mundo de habla inglesa. La idea de que Hegel fue un político reaccionario sigue hasta el día de hoy encontrando adherentes en el mundo académico alemán.

Después del trabajo de Haym, las conferencias de Berlín de Schelling en los años 1840 deben ser vistas como una de las influencias negativas más decisivas sobre la recepción de la filosofía de Hegel en Alemania. Aunque Hegel y Schelling fueron amigos de juventud, estuvieron juntos como estudiantes de teología en Tübingen, y luego como colaboradores del Diario Crítico de Filosofía y como colegas en Jena, con el tiempo se alejaron gradualmente, y sus críticas mutuas fueron cada vez menos veladas. En 1841, diez años después de la muerte de Hegel, Schelling, un niño prodigio en su tiempo, que había sido testigo de cómo su propia influencia disminuía mientras la de Hegel crecía, recibió un profesorado distinguido en Berlín. En sus conferencias de Berlín, a las cuales asistieron, entre otros, Marx y Kierkegaard, Schelling criticó y ridiculizó despiadadamente muchos aspectos del pensamiento de Hegel. Muchos mitos sobre Hegel que provienen de la amargura de Schelling, se extendieron rápidamente por la influencia de sus famosos pupilos. Como dice un escritor, “A través de Kierkegaard legiones de lectores en el siglo XX, que apenas conocen el nombre de Schelling, dan por sentado como algo históricamente exacto su rencorosa figura de Hegel.”

En Francia, las conferencias en el Sorbonne en los años 1930, realizadas por el emigrado ruso Alexandre Kojève representan sin duda el acontecimiento clave en el estudio francés de Hegel. Las provocativas interpretaciones de Kojève, sin embargo, de vez en cuando totalmente equivocadas, fueron principal fuente de información sobre la filosofía de Hegel para toda la generación de intelectuales franceses de postguerra. Las figuras claves de fenomenología francesa, del existencialismo, y del marxismo, como Raymond Aron, Maurice Merleau­Ponty, Georges Bataille, y Jacques Lacan, estaban todos presentes en las conferencias de Kojève, y más tarde desarrollaron la interpretación de Hegel que allí recibieron en varias direcciones, de acuerdo con sus respectivos programas de investigación.. Estas conferencias, que posteriormente fueron recogidas y publicadas por Raymond Queneau en 1947, resultaron influyentes para las futuras generaciones de estudiosos franceses mucho después de la muerte de Kojève. La interpretación ofrecida por Kojève no era hostil a Hegel, a la manera en que lo fueron Haym, Schopenhauer, y el último Schelling, pero era bastante particular. La lectura de Kojève, concentrada casi completamente en la Fenomenología y sobre la dialéctica "Señorío y Servidumbre" que allí se encuentra, hizo mucho por hacer famoso tanto este texto como este capítulo. Kojève parece haber tomado ampliamente prestado el trabajo de su emigrado colega, Alexandre Koyré, principalmente en lo que concierne al énfasis de este último en las pretendidas afirmaciones de Hegel sobre el final de historia. Estas afirmaciones tienen claras afinidades con las de la teleología de la teoría marxista, en la que Kojève se sentía más como en casa. La visión según la cual Hegel veía el final de la historia en su propia época y en su propio sistema filosófico ha tenido amplia aceptación en Francia debido a la influencia de estos dos hombres. Aunque en la literatura [especializada] estas problemáticas opiniones hace

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ya mucho hayan sido corregidas y revisadas por estudiosos franceses de Hegel más cuidadosos, como Hyppolite y Labarriere, sin embargo en el saber común están todavía bastante arraigadas.

Los Mitos y Leyendas sobre HegelComo consecuencia tanto de factores históricos, influyentes caricaturas, como de malas interpretaciones como las que he expuesto, un cierto número de los así llamados mitos o leyendas sobre la filosofía de Hegel surgieron y encontraron suelo fértil donde echar raíces y prosperar. Con el tiempo, se han desarrollado una especie de sentido común entre estudiantes y no especialistas. No puedo pretender ser capaz de relatar aquí exhaustivamente todas las lamentables falsas ideas que han dificultado la recepción de la filosofía de Hegel; sin embargo, en lo que sigue, por vía de la introducción de los ensayos incluidos en esta colección, catalogo las caricaturas de Hegel y su filosofía que están más extendidas.

El Mito de lo Racional y lo RealSe dice a menudo que Hegel, siguiendo el espíritu de Leibniz, era un optimista a ultranza o una clase de Candide alemán, que creía que todo lo que existe está bien. Este mito por lo general es remontado hasta la afirmación de Hegel, en el prefacio a la Filosofía del Derecho y en la Introducción a la Enciclopedia, que lo racional es lo real y lo real lo racional. Esta disputada frase, que resultó polémica aún en la propia época de Hegel, se superpone con un número de otras leyendas sobre Hegel, en particular en el ámbito de su filosofía política. El problemático pasaje concerniente a lo real y lo racional directamente tratado e interpretado por tres comentaristas diferentes en la presente colección.

Primero, en artículo de M. J. Jackson, además de proporcionar una revisión sumamente útil de la literatura [al respecto] y de las variadas posiciones que se han sostenido en torno a esta cuestión, ofrece una interpretación y defensa de la afirmación de Hegel en su contexto político. Jackson apunta al refutar sobre todo las interpretaciones erróneas ofrecidas por Popper y otros en la tradición filosófica angloamericana. Su ensayo sirve así como una introducción útil y accesible a esta cuestión y presagia la siguiente sección de esta colección, que está dedicada a los principales mitos y leyendas que conciernen la filosofía política de Hegel.

Yirmiahu Yovel, autor de muchos trabajos sobre Kant y Hegel, interpreta la jerga de Hegel en una perspectiva ontológica. Yovel, insistiendo en la propia jerarquía de Hegel, que coloca el saber filosófico encima del saber religioso, trata de dar sentido a la afirmación disputada mediante una interpretación del significado de categorías de la Lógica de Hegel, como Sein, Dasein, Existenz, Wirklichkeit, etcétera. Este artículo se completa amablemente con la contribución final a esta sección por Emil Fackenheim, en la cual esto representa un resultado de lo que podría llamarse una versión secular de algunas conclusiones de Fackenheim.

Fackenheim, el autor del influyente estudio The Religious Dimension in Hegel’s Thought, interpreta la afirmación famosa en un contexto religioso. Según su perspectiva, lo racional se hace real, para Hegel, en el curso de la historia con el ascenso y extensión del cristianismo. Lo que todavía se requeriría sería la comprensión filosófica secular de este acontecimiento histórico mundial. Así, para Fackenheim, la interpretación correcta de la afirmación de Hegel se obtiene cuando se consideran a la vez sus significados religiosos y filosóficos.

El Mito de Hegel como Teórico Totalitario o Apologista [del Estado] PrusianoDe todos los aspectos del pensamiento de Hegel, es probablemente su teoría política que ha motivado la crítica más venenosa. Su filosofía política, como he indicado anteriormente, ha sido reprochada por pretendida complicidad con las autoridades prusianas, por su implícito nacionalismo alemán o prusiano, y por

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su papel como precursor del totalitarismo moderno o fascismo. Hay un puñado de artículos incluidos aquí, cada uno dedicado a refutar uno o más de los mitos referentes a la filosofía política de Hegel.

El estudioso alemán Henning Ottmann, conocido por sus ambiciosos estudios interpretativos sobre Hegel, repasa la historia de la recepción de la filosofía política de Hegel a través del tiempo. Instructivamente muestra como cada generación y cada nuevo movimiento político ha intentado retratar a Hegel como un aliado de su credo particular. El resultado ha sido la asociación injustificada del nombre de Hegel con un número de causas políticas desagradables, de muchas de la cuales él mismo nunca se podría haber enterado. El recuento de Ottmann forma una descripción sumamente útil de la variedad de leyendas sobre el pensamiento político de Hegel.

Como hemos visto más arriba, en gran parte gracias a la influencia de la interpretación de Haym, Hegel ha sido visto como el filósofo oficial del Estado prusiano, que no simplemente habría aprobado este régimen reaccionario y represivo, sino también servido como su ideólogo filosófico. T. M. Knox, conocido por su excelente traducción inglesa de la Filosofía del Derecho, liga la cuestión del acomodamiento de Hegel con las autoridades prusianas, por un lado, estableciendo el desarrollo de la filosofía política de Hegel en su contexto histórico y, por otra parte, analiza cuidadosamente un número de disputados pasajes en el texto de Hegel. Su ensayo en gran parte busca ser una respuesta a la amarga condena de Hegel por E. F. Carritt en Moralidades y Política. Knox convincentemente muestra que el Estado racional que bosqueja Hegel en su Filosofía del Derecho tiene poco que ver con el orden político prusiano.

El cáustico tratamiento de Hegel por Karl Popper, como he sostenido antes, ha hecho mucho por deslustrar la reputación del filósofo en el mundo Angloamericano. La respuesta más poderosa y consistente a la interpretación de Hegel de Popper proviene de Walter Kaufmann. Aparte de su conocido trabajo sobre Nietzsche, Kaufmann fue también el autor de un libro influyente y sumamente legible sobre Hegel. Aunque aquel estudio no pueda ser comparado con trabajos más recientes en cuanto a rigor académico, hizo mucho, sin embargo, por hacer a Hegel respetable en el mundo Angloamericano cuando la filosofía analítica estaba en su cumbre. En el ensayo seleccionado aquí, Kaufmann refuta directamente, y de manera concluyente, la abusiva contribución de Popper a las leyendas políticas exponiendo con elocuencia las distorsiones de Popper de las opiniones de Hegel.

Según una visión apócrifa, la teoría de Hegel del Estado establece un totalitarismo simple en el cual los individuos son aplastados y no tienen ningún significado por sí mismos. Franz Grégoire, el autor de Etudes hegeliennes, fue un importante expositor aún poco conocido de la filosofía de Hegel en el mundo de habla francesa. En su primera contribución a esta colección, él responde a la afirmación del filósofo católico francés Jacques Maritain en torno a que el estado de Hegel establece un totalitarismo que no reconoce ningún derecho intrínseco o valor al individuo, y cuyo poder es absoluto e ilimitado. Grégoire responde a lo primero bosquejando la concepción de Hegel del Estado como un organismo en cual el individuo y el estado permanecen en una relación recíproca, en que cada término es fundamental y necesario para el todo. El segundo cargo, de la misma manera, es rechazado cuando Grégoire nos recuerda que la autoridad del Estado Hegeliano está limitada en muchos aspectos debido al hecho que está obligado a reconocer las libertades subjetivas de sus ciudadanos.

A pesar de un cuerpo inmenso de pruebas biográficas de lo contrario, a menudo se afirmaba que Hegel fue un precursor del nacionalismo alemán. Esta opinión está, desde luego, sólo un paso más allá que las interpretaciones que ven a Hegel como un apologista [del Estado] prusiano o como un precursor de la Alemania nazi. Esta leyenda es tratada por Shlomo Avineri, quien ha sido reconocido como la principal

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autoridad en el campo de la filosofía política de Hegel en el mundo de habla inglesa después de la publicación de su ahora estándar estudio, Hegel’s Theory of the Modern State. Su artículo responde con eficacia al mito según el cual Hegel era un nacionalista exponiendo cuidadosamente el desarrollo de este mito desde su origen. Juntos, estos artículos representan las mejores respuestas a los mitos políticos centrales que han rodeado la filosofía de Hegel.

El Mito de que Hegel Glorificó la GuerraUna de las cuestiones más sutiles en relación con el pensamiento político de Hegel implica las opiniones genuinamente ambiguas del filósofo sobre la guerra. Los que ven a Hegel como un teórico totalitario o ideólogo fascista afirman que sus opiniones eran fundamentalmente militaristas y que glorificó la guerra como un logro humano. Aunque esta caricatura haya sido universalmente rechazada, hay todavía mucho espacio para un debate legítimo sobre la cuestión interpretativa de cuál es exactamente la postura de Hegel sobre el tema de la guerra y de las relaciones internacionales. Debido a la sutileza de la cuestión y la seriedad del asunto, toda una sección en esta colección ha sido dedicada a responder esta pregunta. Hay un amplio cuerpo de literatura sobre el asunto, y en esta colección cuatro de los mejores artículos han sido seleccionados, lo cuales tratan los pasos claves en la Filosofía de Derecho donde Hegel proporciona un análisis filosófico del fenómeno de la guerra. Los autores cuidadosamente demarcan el mito del reino de las interpretaciones creíbles y, dentro de la esfera del éste, formulan un puñado de opiniones diferentes y las discuten.

La lúcida contribución de Avineri a esta cuestión complementa su primer ensayo en la colección. Aquí él lleva más lejos su interpretación del Estado hegeliano, argumentando que es, en sus principios básicos, consistente con la democracia liberal. Su conclusión en lo que concierne a la cuestión es que las opiniones de Hegel sobre la guerra no pueden ser interpretadas de manera justa como militaristas, o como el aporte de un apoyo ideológico a una política exterior imperialista, o expansionista. De hecho, debido a que Hegel se preocupa del concepto de guerra en sí mismo, y no de alguna guerra particular, justamente sus opiniones no pueden ser invocadas al servicio de causas políticas particulares, como el nacionalismo. Avineri muestra como Hegel, en contraste con muchos de sus contemporáneos, rechazó la distinción entre guerras justas e injustas, y superó con esto ese antiguo concepto como tal.

D. P. Verene, conocido entre otras cosas por su investigación sobre la Fenomenología y su colección sobre la teoría política de Hegel, afirma que hay que ir más allá de un examen de la filosofía política de Hegel al sistema total y su metodología general para encontrar el sentido de las declaraciones del filósofo sobre la guerra, puesto que tomadas por sí mismas, no resultan concluyentes. Trata de evitar el camino tradicional de interpretación, y su argumentación polémica en torno al punto consiste en entender el método de Hegel como tomando una tercera vía, que evita tanto una perspectiva de la guerra meramente descriptiva como una meramente prescriptiva.

En su notablemente conciso y directo ensayo, Errol E. Harris considera las opiniones de Hegel sobre la guerra desde sus ideas sobre la soberanía de Estados que formula en su Filosofía de Derecho. El análisis de Harris comienza refutando convincentemente la cáustica interpretación de Popper según la cual Hegel identificó la soberanía nacional con la persona del monarca y así abogó por un despotismo simple. Continúa mostrando como la visión de Hegel sobre la soberanía de los Estados conduce a una visión moderada de las relaciones internacionales y de la guerra. Lejos de glorificar la guerra, Hegel, según la perspectiva de Harris, ofreció una desencantada mirada filosófica sobre el tema que, lejos de ser anticuada, todavía refleja, en gran medida con exactitud, mucha de la desafortunada realidad política de nuestros días.

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El rasgo característico en la manera en que Steven Walt hace su tratamiento de las opiniones de Hegel sobre la guerra es su tentativa de forjarse en una posición media entre, por un lado, las opiniones expresamente negativas, como las de Popper, según el cual la guerra para Hegel es buena en sí misma y, por otro, lo que él ve como opiniones positivas, pero no adecuadas, como la de Avineri que afirma que Hegel ha condenado la guerra. Walt argumenta que, aunque nunca glorificando o exaltando la guerra como Popper afirma, Hegel realmente sin embargo la ve como algo que es necesario, y esto seguiría directamente de su visión en torno a la relación entre los individuos y el Estado, y de sus opiniones de la soberanía de Estados individuales. El Mito del Final de la HistoriaDebido a la influencia de Kojève y Koyré, hay, en particular en los estudios franceses sobre Hegel, una extendida creencia de que Hegel creyó que el tiempo se detendría y que la historia tendría un final, o que vio el final de la historia en su propio sistema filosófico. Un remoto factor de contribución a esta leyenda es un chiste de Nietzsche en el sentido de que Hegel, en un arranque de vanidad, habría pensado que la historia habría alcanzado su punto final en el momento en que él obtuvo su deseado profesorado en Berlín. Recientemente el sorprendentemente popular nuevo libro de Francis Fukuyama ha traído este mito otra vez a la atención pública, debido a su intento de defender la afirmación de Hegel sobre el final de la historia a la luz de las revoluciones políticas europeas de 1989, y lo que él ve como el logro de la perfección del estado liberal democrático En la colección presente, el mito de final de la historia es tratado por tres artículos diferentes de reconocidos estudiosos de la obra de Hegel.

La contribución de Philip T. Grier apunta a los errores populares en torno al final de la historia que fueron diseminados recientemente por el trabajo de Fukuyama. Muestra como Fukuyama recoge de manera acrítica la muy particular interpretación de Kojève en torno al punto como si fuese una opinión del mismo Hegel. En su refutación de Fukuyama, Grier nos ofrece una excelente descripción de la tradición de interpretación errónea sobre Hegel que comienza con Koyré y Kojève.

El distinguido estudioso alemán Reinhart Klemens Maurer ha dedicado la mayor parte de su carrera filosófica solamente a esta cuestión. El minucioso ensayo incluido aquí es quizás la formulación más concisa de sus conclusiones, y proviene de su tratamiento del asunto en Hegel und das Ende der Geschichte. En su ensayo, Maurer identifica cuidadosamente los múltiples significados del concepto “final de la historia” que han estado en circulación, y luego intenta determinar si alguno de estos significados puede ser atribuido correctamente a Hegel.

Finalmente, el bien conocido estudioso H. S. Harris, famoso por sus rigurosos y detallados estudios del camino que en la filosofía de Hegel conduce hasta la Fenomenología, ofrece otra perspectiva sobre esta cuestión. Harris comienza mostrando que la mayor parte de la filosofía hegeliana de la historia puede ser vista como un desarrollo de la noción kantiana de historia universal. Poniendo el concepto hegeliano del final de la historia en un contexto kantiano, el ensayo de Harris sirve como un útil complemento de los dos estudios precedentes. Como Grier, Harris también trata la interpretación de Hegel formulada por Fukuyama. Con eficacia demuestra la pobreza del tratamiento hecho por Fukuyama, y muestra que lo que Hegel entiende por “el final de historia” no es de ninguna manera coherente con el inmoderado elogio de Fukuyama de democracia liberal occidental. El ensayo de Harris es en particular legible y provocativo debido a su integración de acontecimientos y temas políticos actuales en su análisis de la teoría de Hegel.

El Mito de que Hegel Negó la ley de la ContradicciónEn la tradición angloamericana, que se siente orgullosa de su rigor metodológico y deferencia hacia la lógica formal, a menudo se afirma que Hegel negó tontamente la ley de contradicción. Algunos filósofos analíticos,

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como Bertrand Russell, han sido llevados a esta conclusión por una interpretación equivocada del método dialéctico de Hegel, según la cual, afirman ellos, se resolverían todos los dualismos y oposiciones simplemente no reconociendo la contradicción implicada en afirmaciones simples como “P y no K”. La conclusión es que Hegel habría reprobado miserablemente un curso introductorio sobre lógica. Esta leyenda de Hegel es tratada por dos ensayos en esta colección.

Robert Pippin, aclamado entre otras cosas su seminal estudio, Hegel’s Idealism: The Satisfactions of Self­Consiousness, retrata este mito y se concentra en la noción de contradicción como categoría en la Lógica de Hegel. En su análisis de Wesenslogik, donde la disputada doctrina hace su aparición, Pippin trata de esclarecer algunos de los términos más obscuros de la terminología filosófica de Hegel, como “negación determinada” y "Aufhebung". Sobre esta base ofrece una interpretación correctiva de la noción de contradicción desde la visión dialéctica de Hegel.

En su ensayo, Robert Hanna complementa el análisis de Pippin de la doctrina de Hegel de la contradicción. Hanna indica los diferentes niveles conceptuales de la lógica según Hegel, lo que le permite mostrar el sentido de la crítica que Hegel hace a la lógica de sus precursores. Lejos de negar cualquier principio lógico por sí mismo, la crítica de Hegel aspira a reinterpretarlos desde un punto de vista más alto. Hanna analiza cuidadosamente las ideas hegelianas en torno al juicio, al silogismo, y la contradicción, y las usa para rechazar la idea de que Hegel rechazó la ley de contradicción. Mitos VariosAdemás de los mitos y leyendas mencionadas hasta ahora, susceptibles en alguna medida de clasificación, hay un número de ideas erróneas sobre la filosofía de Hegel independientes entre sí, y que deben ser tratadas de manera individual. La sección final de esta colección está dedicada a ellos.

La ignorancia general que impera en torno a la filosofía natural de Hegel, tal como aparecen en la disertación inaugural, de Orbitis Planetarum, y en el segundo libro de la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas ha dado lugar a algunas malas interpretaciones influyentes. Su teoría de las ciencias naturales en particular ha sido desacreditada debido a su presunta tentativa de demostrar a priori que hay sólo siete planetas, lo que habría mostrado ser particularmente embarazoso dado el descubrimiento de Urano en 1781 lo cual, aparentemente, Hegel ignoraba. Así, en lo que parece ser un caso paradigmático de racionalismo salvaje, Hegel, trabajando con un método puramente no empírico, según piensa, habría deducido erróneamente la necesidad del número de planetas en el sistema solar. Este mito es tratado de manera concisa por Bertrand Beaumont, quien demuestra que no tiene absolutamente ningún fundamento en los textos de Hegel.

Una leyenda que toca a la vez la teoría política de Hegel, su metafísica, y su filosofía de la religión es la idea de que Hegel deificó el Estado y vio en él a Dios sobre la tierra. Este mito, como algunos de los anteriores, parece atribuir a Hegel una forma de totalitarismo político. El segundo ensayo de Franz Grégoire ofrece una aproximación a este mito de la divinidad del Estado. Primero, usando lo que llama “método filológico,” Grégoire analiza el difícil lenguaje de Hegel y concluye que lo que entiende por "divino" en este contexto tiene poco que ver con el uso estándar del término. En cambio, "divino" es para Hegel un término aplicado a cualquier cosa que muestra alguna forma de racionalidad, como seres humanos, historia, naturaleza, etcétera. Segundo, Grégoire discute el sistema hegeliano como conjunto, y posiciona en él la teoría de Hegel sobre el Estado y su visión de la religión. Determinando el papel que juegan las diversas partes del sistema, Grégoire concluye aquí, como en su primer ensayo, que al individuo y el Estado están en una relación orgánica recíproca, y así que el individuo tiene un valor necesario y fundamental que lo pone en igualdad de condiciones con el del Estado.

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Se afirma con mucha seguridad, aún por algunos de los partidarios más entusiastas de Hegel como McTaggart y Stace, que el método dialéctico de argumentación hegeliana tendría la forma de la tríada de tesis­antitesis­síntesis. Este es quizás el más famoso de todos los mitos sobre Hegel y, como ya hemos visto, todavía se puede encontrar fácilmente en enciclopedias y manuales de Filosofía. Si los estudiantes "saben" alguna cosa sobre Hegel es por lo general esto. En su ensayo, Gustav Mueller, autor de numerosos trabajos sobre Hegel, expone irrefutablemente esta leyenda, porque lo que es, remontando la lamentable difusión de esta idea hasta Marx, que la heredó de cierto Heinrich Moritz Chalybäus, un expositor hace mucho olvidado de la filosofía de Kant y Hegel.

Finalmente, existe la extendida creencia de que Hegel era un archi­racionalista. Según esta mala interpretación, es visto como la expresión culminante del racionalismo antes de los llamados irracionalistas, como Schopenhauer, Freud, y los existencialistas como Kierkegaard y Nietzsche. Según esta opinión, Hegel es considerado como un producto ingenuo del Iluminismo, que creyó que la razón podría conquistar todo y que todo en la historia es en última instancia racional. Esto, a su vez da lugar a la desafortunada estimación según la cual, como lo dice un escritor, “Hegel está en las antípodas de existencialismo”. “El Mito de Razón en Hegel” trata de erradicar esta leyenda sobre Hegel indicando ciertas continuidades entre Hegel y el irracionalismo, o la tradición existencialista, mostrando a la conciencia desventurada de Hegel como el lado negativo y destructivo de la razón.

En las décadas recién pasadas hubo una verdadera lluvia de publicaciones sobre Hegel en el mundo filosófico angloamericano. El presunto renacimiento de Hegel es de hecho sólo una oscilación, en particular en América. Sin embargo, ante el resurgimiento del interés por Hegel, un número de los mismos insistentes prejuicios todavía persisten. Los nuevos comentaristas sobre Hegel están confrontados con una audiencia de lectores que conoce poco sobre Hegel y todavía sufre de las numerosas ideas falsas que contienen estos mitos y leyendas. Es el momento oportuno de corregir estos prejuicios de tantos años de una vez por todas, y actualmente tenemos felizmente a nuestra disposición los medios para hacerlo.

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