Mitos y Leyendas de Latinoamérica

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Argentina Anahí o la leyenda de la flor del ceibo Había en la tribu Guayaquí una indiecita que amaba su tierra natal al extremo de recorrer sola los bosques conversando con las aves, con las flores, con los animales que poblaban el bosque. Era conocida por la dulzura de su voz que de continuo entonaba los cánticos propios de su raza. Cuando ella cantaba, hasta el río rumoroso parecía callar para escucharla. Un día, un gran pájaro de blanquísimas alas llegó navegando por el río; de él bajaron hombres barbudos cubiertos por metales relucientes que parecían dueños del rayo transformándose por momentos en monstruos de cuatro patas y dos cabezas que atropellaban todo lo que encontraban en su camino. La tribu de Anahí decidió defender la tierra nativa superando el

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Selección de mitos y leyendas de latino América

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Argentina

Anahí o la leyenda de la flor del ceibo

Había en la tribu Guayaquí una indiecita que amaba su tierra natal al extremo de

recorrer sola los bosques conversando con las aves, con las flores, con los animales

que poblaban el bosque. Era conocida por la dulzura de su voz que de continuo

entonaba los cánticos propios de su raza. Cuando ella cantaba, hasta el río rumoroso

parecía callar para escucharla.

Un día, un gran pájaro de blanquísimas alas llegó navegando por el río; de él bajaron

hombres barbudos cubiertos por metales relucientes que parecían dueños del rayo

transformándose por momentos en monstruos de cuatro patas y dos cabezas que

atropellaban todo lo que encontraban en su camino.

La tribu de Anahí decidió defender la tierra nativa superando el terror que los

embargaba ante aquellos monstruos desconocidos que más que hombres parecían

creación del mismo Añangá.

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Pelearon, pelearon días y días, semanas enteras. Pero iban siendo echados poco a

poco de sus bosques, de sus ríos, de sus sierras. Anahí, pese a su juventud luchaba

como los más valientes. Su voz ya no cantaba más, gritaba la venganza y la guerra y

animaba a los hombres y mujeres de la tribu. Pero un día aciago cayó prisionera.

Llevada al campamento español, logró en la noche zafar sus ligaduras y golpeando

malamente a

un centinela ganó nuevamente el bosque, con tan poco fortuna que volvió a caer en

manos de sus captores.

El soldado herido por Anahí murió. Sospechada de bruja, porque nadie podía admitir

que con aquel cuerpo esmirriado y con su juventud pudiera haber dado muerte de un

golpe al soldado, y atribuyéndole ayuda diabólica, fue condenada a morir en la hoguera.

Atada al palo de la ejecución y prendido el fuego de los leños, las llamas comenzaron a

abrazarla. Pero Anahí, en medio de las llamas, en vez de gemir comenzó a cantar una

canción en la que pedía a Tupá por su tierra, por su tribu, por sus bosques, por sus

ríos.

Su voz se elevó al cielo, y al nacer el día, el cuerpo carbonizado de Anahí se había

convertido en un robusto tronco de un árbol hermoso del que pendían racimos de rojas

flores.

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Bolivia

El lago Titicaca

Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían

felices y tranquilos.

Nada les faltaba; la tierra era rica y les procuraba todo lo que necesitaban. Sobre esta

tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición. Los Apus, los dioses de las

montañas, protegían a los seres humanos.

No les prohibieron más que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas

donde ardía el Fuego Sagrado.

Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses.

Pero el diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la oscuridad, no soportaba ver a

los hombres vivir tan tranquilamente en el valle.

Él se ingenió para dividir a los hombres sembrando la discordia.

Les pidió probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas.

Entonces un buen día, al alba, los hombres comenzaron a escalar la cima de las

montañas, pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus.

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Éstos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron

exterminarlos. Miles de pumas salieron de las cavernas y se devoraron a los hombres

que suplicaban al diablo por ayuda. Pero éste permanecía insensible a sus súplicas.

Viendo eso, Inti, el dios del Sol, se puso a llorar. Sus lágrimas eran tan abundantes que

en cuarenta días inundaron el valle.

Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco.

Cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo

azul y puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los

pumas que estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra.

Llamaron entonces al lago Titicaca, el lago de los pumas de piedra. 

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Brasil

Las lágrimas de Potira

Mucho antes de que los blancos llegaran a las tierras menos pobladas del interior de

Brasil, ya vivían allí muchas tribus indígenas, en paz o en guerra, cada una siguiendo

sus costumbres.

De una de estas tribus, en paz con sus vecinos desde hacía tiempo, formaban parte

Potira, una hermosa india agraciada por Tupá con la hermosura de las flores, e Itagibá,

joven fuerte y valiente.

Era costumbre de la tribu que las mujeres se casasen pronto y que los hombres lo

hicieran al convertirse en guerreros. Cuando Potira llegó a la edad de casamiento,

Itagibá adquirió la condición de guerrero. Ambos se amaban, habían decidido compartir

sus vidas, compartir sonrisas y momentos difíciles, ser compañeros. Y aunque otros

jóvenes también suspiraban por Potira, ella no tuvo dudas, y se unió con Itagibá en una

gran fiesta.

Eran tiempos tranquilos y la felicidad les acompañaba. Los periodos de separación que

coincidían con viajes para contactar con otras tribus o con cacerías, hacían que

volvieran a verse después con más ganas y que se unieran más de lo que ya estaban.

La alegría de cada reencuentro compensaba las noches a solas. Llegó un día, sin

embargo, en el que el territorio de la tribu fue amenazado por vecinos que codiciaban la

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abundante caza que había en él, e Itagibá partió con sus hombres para la guerra. Potira

vio alejarse las canoas río abajo, preparadas para el enfrentamiento, sin saber qué

sentía exactamente, aparte de la tristeza de separarse de su amado. Pero no lloró como

las ancianas de la tribu, quizá porque nunca había visto ninguna otra guerra.

Todas las tardes iba a sentarse a la orilla del río, esperando pacientemente, tranquila.

Ajena a las risas de los niños,sólo esperaba, escuchaba el rumor de las aguas del río

queriendo oír en ellas el sonido de un remo batiendo en el agua, imaginando el dibujo

de una canoa recortándose en la lejanía. Cuando el sol se ponía, retornaba al poblado

con la imagen de Itagibá aún en mente, sonriendo pues en cierto modo había pasado

con él la tarde.

Fueron muchas tardes iguales, una tras otra, y el dolor de la nostalgia se iba

imponiendo. Pero cada tarde volvía con la misma ilusión al encuentro de su amado, y

esa esperanza hacía que cada mañana siguiera levantándose y cumpliendo sus tareas

con una sonrisa en los labios, porque a la tarde se reunirían. Y si no era esa tarde, sería

la siguiente.

Una de las tardes en las que Potira escudriñaba el horizonte en busca de esa sombra

recortándose en él, el canto de la araponga retumbó en los árboles. Y el rostro de Potira

se ensombreció, y su sonrisa se perdió en las aguas del río. Porque todos saben que el

canto melancólico de la araponga solo anuncia acontecimientos tristes, y nuestra india,

bella como una flor, codiciada por tantos hombres supo que eso ya no importaba, que

nada importaba, porque el araponga había anunciado la muerte de Itagibá. Y por

primera vez lloró. Sin decir palabras, como no habría de decirlas nunca más. Lloró, lloró

y siguió llorando, y las lágrimas que descendían por el rostro fueron haciéndose sólidas

y brillantes a su paso por la cara y el aire, yendo a parar al lecho del río por el que

Itagibá había partido.

Y se dice que Tupá, conmovido, transformó esas lágrimas en diamantes, perpetuando

así el recuerdo de un amor intenso y puro. Y así fue como a la llegada del hombre

blanco, le recibió una tierra en la que las pasiones abundaban y que seguía guardando

las valiosas lágrimas de Potira a las que tanto valor se daría después... pero olvidando

su origen.

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Chile

Pincoya

Huenchula era la esposa del rey del Mar, vivía con él desde hacía un año y acababa de

tener una hija, y quería llevarla a casa de sus abuelos, en tierra firme.

Iba recargada, porque además de su bebé traía muchos regalos.

Su esposo, el Millalobo, los enviaba para sus suegros. Era una disculpa por haber

raptado a su hija.

Huenchula tocó a la puerta de la cabaña. Desde que le abrieron, hubo un alboroto de

alegría, palabras superpuestas a los abrazos, risas lagrimeadas y frases interrumpidas.

Los abuelos quisieron conocer a su nieta pero estaba cubierta con mantas.

Huenchula les describió cada una de sus gracias, les hizo escuchar sus ruiditos pero

no los dejó verla pues

sobre su hija no podían posarse los ojos de ningún mortal.

Los abuelos entendieron. Esta nieta no era un bebé cualquiera, era la hija del rey Mar y

por lo tanto, tenía carácter mágico y la magia tiene leyes estrictas.

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Pero cuando su hija salió a buscar los regalos y los dejó solos con la bebé, por un ratito

nomás, los viejitos se tentaron.

Se acercaron a la lapa que servía de cuna de su nieta y levantaron apenas la puntita de

las mantas para espiar. Total, ¿qué podía tener de malo una miradita?

La beba era como el mar en un día de sol. Era un canto a la alegría.

No querían taparla de nuevo, ni sacarla de su vista. En eso regresó Huenchula, vio a su

hija y gritó.

Bajo la mirada de sus abuelos la pequeña se había ido disolviendo, convirtiéndose en

agua clara.

Huenchuela se llevó en la lapa las mantas, y a su bebé de agüita. Se fue llorando a la

orilla.

En el mar volcó despacio lo que traía. Luego se zambulló y nadó entre lágrimas y olas

hasta donde estaba su marido, que la esperaba calmo y profundamente amoroso.

El Millalobo la tranquilizó.

—¿Por qué no miras hacia atrás?

Ahí estaba la Pincoya, su hija. El mar la había hecho crecer de golpe.

Era una adolescente de cabellos dorados, con el mismo encanto de un bebé estrenando

el mundo.

Desde entonces, la Pincoya habita el mar, con su apariencia adolescente y bonita.

Es un espíritu benigno.

Cuando una barca de pescadores es atrapada en una tormenta, la que apacigua los

ánimos es la Pincoya. Cuando hay problemas lejos de la costa, la que ayuda a encontrar

el rumbo es la Pincoya. Cuando alguien naufraga, lo rescata la Pincoya.

Acompañada de sus dos hermanos, la Sirena y el Pincoy, se asegura de que los

náufragos regresen a sus hogares con vida. Pero a veces, hasta ellos tres llegan tarde.

Entonces, toman los cuerpos sin vida y los llevan suavemente hasta el Caleuche, el

buque fantasma habitado por los hombres que nunca abandonarán el mar.

Las noches de luna llena, son noches de promesa.

La Pincoya, vestida de algas, baila en la orilla. Si baila de espaldas al mar, habrá

escasez de pesca.

Si baila frente al mar, habrá abundancia de peces y mariscos. Y si alguien tiene la suerte

de verla bailar, esa persona tendrá magia en su vida.

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Colombia

El Dorado

En el hermoso país de los Muiscas, hace mucho tiempo, todo estaba listo para un

acontecimiento: la coronación del nuevo Zipa, gobernador y cacique.

La laguna de Guatavita, escenario natural y sagrado del acontecimiento lucía su

superficie tranquila y cristalina como una gigantesca esmeralda, engastada entre

hermosos cerros. Las laderas, con tupidos helechos, mostraban botones dorados de

chisacá, chusques trenzados como arcos triunfales, sietecueros y fragantes moras. El

digital, como un hermoso racimo de campanitas, matizaba de morado el paisaje; el

diente de león, cual frágil burbuja, arrojaba al viento sus diminutos paracaídas para

perpetuar el milagro de su conservación y los abutilones de colores rojos y amarillos

sumaban al concierto de belleza natural, el diminuto y tornasolado colibrí, su comensal

permanente. 

Gran agitación reinaba en Bacatá, vivienda del Zipa; la población entera asistiría al

singular acontecimiento en alborozada procesión hasta la laguna sagrada portando

relucientes joyas de oro, esmeraldas, primorosas vasijas y mantas artísticamente

tejidas, para ofrendar a Chibchacum, su dios supremo, a la diosa de las aguas, Badini y

a su nuevo soberano. 

Las mujeres habían preparado con anticipación abundante comida a base de doradas

mazorcas y del vino extraído del fermento del maíz con el que festejaban todos los

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acontecimientos principales de su vida. Todo sería transportado en vasijas de

diferentes formas y tamaños, elaboradas con paciencia y esmero por los alfareros de

Ráquira, Tinjacá, y Tocancipá y también en cestos de palma tejida. 

Por fin, llegó el gran día. El joven heredero acompañado de su séquito, compuesto por

sacerdotes, guerreros y nobleza, encabezaba la procesión. Sereno y majestuoso, su

cuerpo de armoniosas proporciones se mostraba fuerte para la guerra; su piel color

canela tenía una cierta palidez, resultado del riguroso ayuno que había realizado para

purificar su cuerpo y su alma y así implorar a los dioses justicia, bondad y sabiduría

para gobernar a su pueblo. 

Marchaban al son acompasado de los tambores, de los fotutos y de los caracoles.

Lentamente, se iban alejando de los cerros y del cercado de los Zipas, para aproximarse

a la espléndida laguna de Guatavita. Allí, con alegres cantos, la muchedumbre se

congregó para presenciar el magnífico espectáculo. 

El sacerdote del lugar, ataviado con sobrio ropaje y multicolores plumas, impuso

silencio a la población con un enérgico movimiento de sus brazos extendidos. De piel

cobriza y carnes magras por los prolongados ayunos, el sacerdote era temido y

reverenciado por el pueblo; era el mediador entre los hombres y sus dioses, quien

realizaba las ofrendas y rogativas y quien curaba los males del cuerpo con sus rezos y

la ayuda de plantas mágicas. 

El futuro Zipa fue despojado de las ropas y su cuerpo untado con trementina, sustancia

pegajosa, para que se fijara el oro en polvo con que lo recubrían constantemente. 

No se escuchaba un solo sonido; era tal la solemnidad del momento, que sólo se oía el

croar de las ranas, animales sagrados para ellos, los gorjeos de los pájaros y el veloz

correr de los venados. 

El ungido parecía una estatua de oro: su espléndido cuerpo cuidadosamente cubierto

con el noble metal, despedía reflejos al ser tocado por los rayos del sol. Cuando hubo

terminado el recubrimiento, subió con los principales de la corte sobre una gran balsa

oval, hecha íntegramente en oro por los orfebres de Guatavita.

La balsa se deslizó suavemente hacia el centro de la laguna. Fue allí cuando, después

de invocar a la diosa de las aguas y a los dioses protectores, el heredero se zambulló

en las profundidades; pasaron unos segundos en los que solamente se veían los

círculos del agua donde se había hundido; todo el pueblo contuvo la respiración, el

tiempo pareció detenerse; por fin, emergió triunfal y solemne el nuevo monarca; el baño

ritual lo consagraba como cacique.

Gritos de júbilo y cantos acompañaron su aparición y uno a uno, los súbditos arrojaron

sus ofrendas a la laguna: figuras de oro, pulseras, coronas, collares, alfileres,

pectorales, vasijas huecas con formas humanas, llenas de esmeraldas; cántaros y

jarras de barro. El cacique, a su vez, junto con su séquito, realizó abundantes

ofrecimientos de los mismos materiales, pero en mayor cantidad. 

La balsa retornó a la orilla en medio del clamor general. Tenían ahora un nuevo cacique,

quien debería gobernar según las sabias normas del legendario antecesor y legislador

Page 11: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Nemequene, basadas en el amor y la destreza en el trabajo y las artesanías, en el valor y

el honor durante la guerra; en la honradez, la justicia y la disciplina. 

Se iniciaron competencias de juegos y carreras; el ganador era premiado con hermosas

mantas. Se cantó y se bailó durante tres días seguidos, que eran los consagrados a la

celebración. Los sones de los tambores y pitos retumbaban en las montañas y

centenares de indígenas seguían el ritmo en danzas tranquilas y acompasadas, o

frenéticas y alocadas. 

Pasados los días de los festejos, de la bebida y de la comida abundante, retornó el

pueblo a sus actividades cotidianas: los agricultores a continuar vigilando y cuidando

sus labranzas; los artesanos del oro, a las labores de orfebrería; los alfareros, a la

confección de ollas y vasijas, después de buscar el barro adecuado en vetas

especiales; otros a la explotación de las minas de sal y de esmeraldas; y la mayoría al

comercio, pues era ésta su actividad principal. Las mujeres al cuidado de los hijos, a

recoger la cosecha, a cocinar, a hilar y a tejer. 

Así, en este orden y placidez transcurrirían los días, hasta que una guerra, una

enfermedad o la vejez, los privara de su monarca y fuera necesario realizar de nuevo la

ceremonia del Dorado para ungir un nuevo cacique. Este debería continuar gobernando

con prudencia y sabiduría al pueblo y su fértil y verde país, rodeado de hermosa

vegetación y de cristalinas corrientes de agua. 

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Costa Rica

Eskameca y Tenori

Entre los fundos de la Estación Experimental "Enrique Jiménez Núñez" allá en Taboga,

Guanacaste, había en un principio una laguna detrás del Cerro de íos Cascabeles. 

Actualmente sólo "talolingas" y "trompillales" marcan los vestigios de su sitio. 

Esa enorme laguna parpadeaba espumas por los mil copos de jabón que semejaban las

bandadas de garzas y zarcetas. Como una floración de sangre cuajada, salpicaba el

plumaje de las garzas la bandada de pichones y de aves llamadas galán sin ventura,

que semejaban al caminar, llamas vivas en zancos. 

Cuentan los viejos que recorrieron la comarca. Que esa laguna albergaba un monstruo

terrible que asolaba las proximidades de la región. En esos tiempos era de agua

cristalina y como una floración de copos de luna arrebujaba en sus ondas los lirios

acuáticos llamados "Nayurihes", con sus cálices de raso blanco, inmaculado, y de

cuyas raíces, al quemarlos, los antiguos na-hoas-chorotegas obtenían una ceniza

carmesí que servía de tinta indestructible para decorar vasijas y dar colorido a las

plumas y tejidos de los mantos y crestones caciquiles. 

Cuando el monstruo aparecía entre las aguas serenas, empañando el cristal del agua,

emergían como suspiros que se remontaban al cielo, las bandadas de aves y quedaba

el vidrio roto del espejismo del agua, convertido en lodo negro con olores

nauseabundos. 

Esto produjo pánico en la belleza nativa Eskameca, que casi pierde la vida a la visión

del monstruo, una tarde de oro y zafir, cuando bañaba su cuerpo de curio, brillante

como las mieles del carao. Al saberlo su amado y prometido Tenorí, de la tribu de

Avancari, se propuso destruir a la alimaña. Vigiló constante muchos días y con muchas

flechas de huizcoyol, envenenadas con "niek-yee" líquido de la terrible serpiente de la

selva. 

Sus guerreros lo iban dejando solo, presos del pánico cuando escucharon ruidos en el

agua. 

Page 13: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Sólo se supo que al final, al aparecer de nuevo el monstruo de la laguna, el indio agotó

sus flechas con certera puntería y para rematarlo se lanzó a las ondas. Es cierto que la

alimaña jamás volvió a sembrar terror en la comarca, pero nadie supo tampoco el

destino que corrió el valiente indio Tenorí, que los libró de la amenaza. Sólo queda su

recuerdo allá a lo lejos, perpetuada su memoria en el volcán Tenorio, como gloria y

recuerdo de su hazaña y que las generaciones fueron cambiando su vocablo de Tenorí

por Tenorio. 

La bella y apasionada Eskameca, todas las tardes llegaba a vigilar la orilla de la laguna

en reclamo de su amor y al transcurrir el tiempo, presa de esa ansiedad y enorme pena

se fue agotando su cuerpo... se fue muriendo su encanto y en las noches de luna, o en

las tardes brillantes de sangre crepuscular, aún se ve la sombra de la gentil Eskameca. 

Y quien se acerca a la orilla para indagar el misterio, sólo logra ver como una cruz de

fuego surcando el espacio... una enorme garza rosada y un galán sin ventura que se

remontan al cielo y se van a perder en el cono del Volcán Tenorio, en el confín de la

llanura. 

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Cuba

El Indio Bravo

Corría el año 1800. En la jurisdicción de Puerto Príncipe apareció un bandolero singular,

que a diferencia de otros conocidos, no tenía al parecer nombre ni apellido. Todos le

llamaban el "Indio bravo". Parecía diferenciarse también de los demás en no ser un

simple ladrón de fincas y sacrificador de ganado. Tampoco era un salteador de

caminos, con el trabuco terciado, listo para despojar de sus cuartos a algún opulento

hacendado que se cruzara en su camino. No. 

De boca en boca comenzaron a correr los rumores más extraños: se decía que era un

legítimo indio, descendiente de aquellos aborígenes que Vasco Porcayo y otros

conquistadores exterminaron a fuerza de trabajos y malos tratos. Se le suponía dotado

de fuerza excepcional y crueldad primitiva. Según algunos tenía una destreza especial

en el uso del arco y la flecha, armas ya olvidadas, aún en un sitio tan tradicional como

Puerto Príncipe. Se murmuraba que dejaba tras de sí una estela de reses, muertas o

vivas, pero todas con las lenguas arrancadas, pues de ellas se alimentaba

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esencialmente el depredador.

Pronto los rumores subieron de tono, se comentaba que el asaltador era un caníbal y

que se robaba los niños para alimentarse con ellos o simplemente para devorar su

corazón y beber su sangre. Muchos que en los corrillos y tertulias presumían de

valientes no se sentían ya seguros para recorrer el camino hasta sus fincas. En la

ciudad las mujeres recogían a los niños antes del oscurecer y las trancas y pestillos

parecían pocos para protegerse del fantasmal bandolero. Comenzaron a decaer las

visitas y fiestas y según los viejos, aún los festejos del San Juan comenzaron a

suspenderse pues no estaba el ánimo para diversiones.

Los intentos para capturar al Indio bravo parecían vanos, fuera que este resultara muy

hábil para eludir a quienes le buscaban o bien que quienes decían hacerlo no ponían

demasiado empeño en propiciar tal encuentro, tan sobrenaturales eran la fuerza y

perversidad que atribuían al personaje. 

Hay que recordar que, según se ha estimado, a fines del siglo XVIII, el territorio del

Camagüey contaba con alrededor de 33, 677 habitantes, de los cuales más de dos

tercios residían en la villa cabecera, por lo que la mayor parte de los campos estaban

semidespoblados. La instrucción pública estaba en estado crítico, escaseaban las

escuelas de primeras letras y sólo a partir de la tercera década del siglo XIX ciertas

congregaciones religiosas como los Escolapios y las Ursulinas se harán cargo de la

enseñanza para los hijos de las familias principales que hasta entonces tenían que ser

enviados a La Habana o al extranjero. Muchas familias que presumían de ilustras linajes

ni siquiera sabían firmar y palacetes hubo en los que nunca entró un libro. La primera

imprenta y el primer periódico: El Espejo sólo vieron la luz en 1812 y en ese mismo año

fue que pudo lograrse que se estableciera un servicio de correos semanal que uniera la

villa con la Capital y el resto del país.

Es explicable, pues, que los rumores se propalaran con mucha facilidad y mientras más

absurdos fuesen, se les diera más crédito. Por otra parte, una atmósfera tan cerrada

provocaba con facilidad hechos brutales: cada cierto tiempo, las luchas entre bandos

políticos se dirimían en la vía pública a tiros y a cuchilladas, las rebeliones de esclavos

eran castigadas con espantosos suplicios y hasta 1827 los vecinos acostumbraban a

reunirse en la Plaza de Armas para ver ahorcar a los reos como si fuera una diversión

pública. Muchos jefes militares, jueces y regidores ejercían su poder con suma

arbitrariedad y con frecuencia despojaban o maltrataban a ciertos individuos sin que

ellos tuvieran a donde apelar de este proceder.

La instauración de la Real Audiencia en la cabecera del territorio, el 30 de julio de 1800,

poco después de hacer su aparición el bandolero, vino a traer cierta ilustración, orden y

legalidad a Puerto Príncipe, con ella, llegaron de Santo Domingo letrados de cierta

cultura y refinamiento, pero el clima sólo iría cambiando al paso de varias décadas. En

resumen, el Indio bravo no era lo más feroz de esos tiempos...pero sobre él recaía por

entonces toda la atención.

En 1801 el Ayuntamiento prometió gratificar con 500 pesos – cifra elevadísima en esa

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época- a quien capturara al bandido. Pero había pocas esperanzas. El 6 de noviembre

de ese año, en las Actas Capitulares del Cabildo se alude a la necesidad de "evitar los

graves perjuicios que según es notorio está infiriendo al público en las haciendas del

norte de esta jurisdicción un indio o guachinango que con arrojo e insolencia asalta los

animales, los mata, y causa otros estragos de consideración". Por esos días se dice

que el delincuente asesinó a un negro esclavo perteneciente a Antonio Lastre. En mayo

de 1804, Juan de Dios Betancourt Agüero, miembro del Cabildo, somete a éste un

proyecto para la captura del criminal que operaba por entonces entre el Camino Real de

Nuevitas y la zona de Magarabomba, allí hace alusión al secuestro de una niña que

pudo ser rescatada de inmediato, pero sin aprehender al autor de las fechorías. En este

documento da la impresión de que el malhechor se le llama "indio" por extensión, a

propósito de unos descendientes de aborígenes que habían cometido ciertas fechorías

en las cercanías de La Habana en fecha reciente.

En junio de 1804, el bandido secuestró al niño José María Alvarez González, hijo de un

vecino principal de la Villa, posiblemente para reclamar un rescate, pero todos dijeron

que era para devorarlo... y esto, unido a la fuerte recompensa, sirvió para apresurar la

persecución del criminal. Éste fue atrapado y muerto el 11 de junio de ese año por

vecinos de la finca Cabeza de vaca, llamados Don Serapio de Céspedes y Don Agustín

Arias. Se ha dicho que fue un esclavo de éste último quien en realidad dio muerte al

delincuente, pero que por su condición no tuvo parte en la recompensa pecuniaria, a

pesar de la intervención a su favor del Alcalde ordinario Santiago Hernández. Como

puede apreciarse, la injusticia quedó intacta.

Según la tradición, el cadáver del Indio llegó a la Villa en medio de la noche, pero las

campanas fueron echadas al vuelo y de inmediato comenzaron espontáneamente las

fiestas del San Juan, suspendidas desde hacía años.

El hecho no fue fácilmente olvidado. Nadie supo jamás cuál era el nombre real del Indio,

ni de donde procedía, pero su romántica condición de rebelde solitario fue asociada

décadas después con el enfrentamiento de los patriotas contra la metrópoli española,

de ahí que el periódico clandestino que un grupo de jóvenes, encabezados por Raúl

Acosta León, fundara en Puerto Príncipe en 1893, preparándose para la nueva etapa de

lucha independentista, tuviera por nombre El Indio Bravo.

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Ecuador

La Leyenda del Padre Almeida

Cuenta la leyenda que Manuel de Almeida Capilla, hijo de don Tomas de Almeida y doña

Sebastiana Capilla, ingreso a los 17 años de edad a la Orden de los Franciscanos. Sus

devaneos temporales tuvieron un punto final, cuando el Cristo de la Sacristía del

Convento de San Diego, sobre el que se encaramaba para alcanzar la ventana por la

cual escapaba a sus juergas nocturnas, puso fin con su famosa frase: ¡Hasta cuando

Padre Almeida!.

Nuevamente enrumbado en las normas religiosas a las que se había comprometido,

llego a ser Maestro de Novicios, Predicador, Secretario de Provincia y Visitador General

de la Orden de los Franciscanos. Pero la historia de este personaje es mas larga y

pintoresca, aparentemente ingresó al Convento de los franciscanos más que por una

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verdadera vocación, por un desengaño amoroso. Tan grande debió haber sido su

decepción que decidió abandonar su vida ociosa y entrego todos los bienes que le

correspondían por herencia a las otras dos mujeres de su vida: su madre y su

hermana. 

Sin embargo, el encierro y la oración hicieron poco para vencer sus ímpetus juveniles.

Pronto la tentación llamo a su celda en la forma de un compañero de encierro que le

converso sobre sus evasiones nocturnas para visitar a unas damiselas de la vida alegre

que se prestaban a compartir sus encantos con los buscadores de aventuras. 

Así, una noche, con varios compañeros de la Orden, miembros de este grupo de

"chullas quiteños" vestidos con sotanas saltaron el muro del Convento de San Diego al

que pertenecían y fueron a una fiesta previamente concertada con una de las damiselas,

que a pretexto de llegar a misa, se ponía en contacto con cualquiera de los frailes

cuando pasaba el cepillo de recoger las limosnas durante la misa. Tomaron su ruta

acostumbrada y se dirigieron hacia Santa Clara por la quebrada de Auquy, de allí hacia

la esquina del "sapo de agua" donde se encontraba ubicada la casa donde les esperaba

una noche de música, baile, parranda y algunos pecadillos inmencionables con las

divertidas jóvenes que los esperaban. 

Al empujar la puerta de calle, esta se abrió con facilidad, indicando que se los esperaba;

y, con la confianza de quien llegaba a casa propia, los cuatro compinches ingresaron

por el largo zaguán en dirección a una pieza del fondo, donde brillaban las luces de las

velas de cebo con las que se iluminaban las habitaciones. Sin embargo, al llegar, se

sorprendieron al encontrar que la habitación estuviese vacía, puesto que habían

escuchado algunas voces y hasta el tañer de una arpa criolla, que evidenciaba que allí

se celebraba una fiesta. 

Sorprendidos, los novicios franciscanos se miraron unos a otros sin saber que hacer,

cuando de pronto, de atrás de unos biombos que dividían la sala, saltaron sobre ellos

un grupo de frailes dominicanos tomados de las manos de las señoritas de la casa que

vestían sus mejores galas, burlándose de ellos por la cara de susto que pusieron ante

semejante recibimiento. El arpa volvió a manos del cura dominico y se reinicio el baile y

el festejo, entre risotadas, besos, manoseos y escapadas ocasionales de alguna

damisela con cualquiera de los legos, a la misteriosa habitación que se trataba de

ocultar con el biombo. 

Manuel Almeida quedo fascinado con la aventura, sumado a que debido a su buen

porte, saber pulsar la guitarra y tener una bien timbrada voz de tenor, logro conquistar

los favores de las anfitrionas que se disputaban por colmarle de mimos. Y es así como

empezó una sucesión de noches en las que la libido del joven aspirante a cura

franciscano despertó, hasta convertirse en una fuerza incontenible que lo obligaba a

escaparse del convento todas las veces que era posible, con o sin la compañía de sus

primeros compañeros de juerga. 

El invitado, Manuel Almeida paso a ser promotor de las escapadas; y, sus exigencias

eran tantas, que los compañeros que lo iniciaron, preocupados tuvieron que romper su

Page 19: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

amistad por temor a ser sorprendidos. Una cosa era un pecadillo eventual, y otra,

hacerlo todas las noches. Además, el cura superior que sospechaba de los desmanes

de algunos de los miembros de la congregación, un día mando a que se elevase la

altura de los muros del convento de tal manera que ya no era tan fácil escaparse.

El novicio Manuel Almeida, obsesionado, busco la manera de salir de su encierro y se

percato que podía lograrlo, saliendo por una ventana de la capilla. Pero, para alcanzarla

debía utilizar la escultura de un Cristo Crucificado a manera de escalera hasta alcanzar

sus hombros y saltar a la plazoleta fuera del convento. Pues bien, hecho el intento,

logro conseguir su camino a la libertad y repitió la salida e ingreso en muchas

ocasiones, hasta que, cansado el Cristo de servir de vía de escape al pecador, una

noche, al sentir el peso del cuerpo del novicio sobre sus hombros, abrió sus labios y

recriminó: ¡HASTA CUANDO PADRE ALMEIDA!

Sorprendido al escuchar que el Cristo de madera le hablaba, con la rapidez de su

ingenio el joven atinó a responderle: ¡HASTA LA VUELTA, SENOR! y continuo su

camino para volver a la madrugada, cuando los gallos empezaban a cantar en los patios

del convento.'La noche siguiente se repitió la escena y el Cristo volvió e recriminar a

Manuel Almeida ¡HASTA CUANDO PADRE ALMEIDA! Y la respuesta fue la misma

¡HASTA LA VUELTA, SENOR! 

Sin embargo, cuenta la leyenda, que una madrugada en la que se había pasado de

tragos, el padre Almeida regresada al convento, cuando en el camino se encontró con

un funeral que subía hacia el Cementerio y curioso pregunto a uno de los

acompañantes quien era el difunto y la respuesta fue: "Es el Padre Almeida" al que

llevamos a sepultar. 

Efectivamente, al acercarse al andamio en que se solía llevar a los difuntos; y levantar

la manta con la que se lo había cubierto, se vio a si mismo muerto lo cual le produjo un

terrible impacto. Apresuro su paso, llego a la muralla del convento, la trepo con la

agilidad que le había dado la practica; y, cuando se deslizaba abrazado al Cristo, este

pronuncio su acostumbrada frase: ¡HASTA CUANDO PADRE ALMEIDA! pero no recibió

la respuesta acostumbrada. 

Cuentan que esa fue la última vez que Manuel Almeida escapo del convento. Desde ese

día, se convirtió en el mas devoto de los novicios e inicio una carrera que llego casi

hasta la santidad.

En el Convento de San Diego ha desaparecido un "Diario" en el que se dice que el

Padre Almeida escribió sus memorias. Sin embargo, los quiteños insisten que entre las

muchas obras que dejo para la posteridad, esta el villancico que se suele cantar en la

época navideña y que dice: 

Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.

Page 20: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

El Salvador

La Flor de Ámate

El Ámate es un árbol muy conocido en El Salvador, este árbol es muy diferente a los

demás en su estructura física. Su tronco es muy grueso y mal formado, pues tiene unas

protuberancias (Si así se le pueden llamar), que hacen que el tronco parezca un rollo de

cables mal hecho, sus ramas también un poco mal formadas, si uno se fija bien en ellas

tienen un aspecto de garras. En fin un árbol fuera de lo común, además de no dar ni

flores ni frutos.

Pero la leyenda dice que este árbol tiene un negro secreto oculto entre sus deformadas

ramas, y es que a las 12:00 de la noche en punto, en la copa de éste, nace una hermosa

FLOR BLANCA, la cual cae al suelo y el hombre que logre agarrar esta flor, tendrá todo

lo que quiera, AMOR, DINERO Y SALUD, pero no es tan fácil, pues la verdadera prueba

Page 21: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

es luchar contra EL DIABLO, que es el dueño de esa flor.

Se dice que tiene que ser una lucha a muerte; si el Demonio gana, se lleva el alma de

aquel hombre, pero si el hombre gana tendrá todo lo que él quiera.

Se cuenta que las únicas personas que ven a este árbol florecer en cualquier época del

año son los MUDOS, ya que se sabe que nunca dirán nada de esta flor encantada.

Page 22: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Guatemala

La Leyenda del jilguerillo

Cuenta la leyenda que hace cientos de años una tribu indígena se estableció en la zona

Atlántica de nuestras tierras.

Entre ellos había un guerrero muy cruel llamado Batsu. 

Un buen día Batsu decidió buscar esposa y escogió a Jilgue, una hermosa joven que

acostumbraba pasear por el bosque cantando como un pajarillo. 

Cuando Jilgue se enteró de las intenciones de Batsu huyó a esconderse en el bosque.

Batsu estalló en cólera cuando supo que la joven había desaparecido y mandó a sus

guerreros a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cada vez que

se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue había desapareció. Entonces Batsu

mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a levantarse le gritó a

Jilgue que si salía podía salvarse.

Ella le respondió que prefería la muerte. El fuego se hacía cada vez más fuerte. De

pronto vieron como Jilgue cayó al cuelo u agonizó. Pero un pajarillo color ceniza, con el

pico y las patas rojas, comenzó a cantar sobre sus cabezas. No era el canto de un

pájaro, era la voz de Jilgue, que desde entonces se sigue escuchando en el canto de los

jilgueros que hoy pueblan los bosques de nuestras tierras. 

Page 23: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Honduras

El Cadejo

La leyenda dice que tras observar todos los males que aquejaban al pueblo, Dios

decidió crear una figura que atemorizara al ser humano, pero con el fin de protegerle.

De allí surgió un ser con morfología de perro, con ojos rojos y de color blanco como las

nubes, que se encargaría de protegerle. El demonio, enojado por la acción del Padre,

formó una copia idéntica pero de color negro, que provoca pavor en aquel que lo

observa.

Existen por tanto dos cadejos, el blanco y el negro, el primero representa la bondad y a

quien se lo encuentre lo cuida. El negro, por el contrario, de ser molestado atacará a

quien lo perturbe. Incluso el cadejo blanco eventualmente defiende a quien resguarda al

encontrar el cadejo negro en su camino, trabándose entre los dos una fiera lucha.

De este animal se cuenta mucho. El Cadejo se le aparecía a los viajeros nocturnos,

algunas veces acostumbraba a acompañar a los hombres, pero solo a los solteros. Así

como defendía a su acompañante, le molestaba que éste no hiciera su voluntad, y

cuando se enojaba era muy peligroso porque se convertía en un animal de inmenso

tamaño.

Cuentan algunas personas que el Cadejo se alimenta de sangre de otros animales,

muchos narran que en ocasiones se atravesaba en la calle y no dejaba pasar a su

acompañante, si este se resistía se agrandaba y se le tenía que obedecer, al día

siguiente corría el rumor que más adelante había un asalto o estaba la Guardia

golpeando a todo el que pasaba.

Page 24: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

El Cadejo en su mayoría no ha sido visto como susto, sino como un ser nocturno y de

propiedades sobrenaturales, los que lo vieron dicen que era del tamaño de un cachorro,

nariz puntuda y al caminar provoca un sonido como el que producen los casquitos de

una cabra. Cuando se siente lejos es que está cerca, quizá junto a uno y si se siente

cerca es que está lejos.

A menudo el Cadejo luchaba con otros espíritus, inclusive hasta con hombres para

defender a su acompañante, muchos quisieron alguna vez tocarlo pero nadie ha dicho

haber podido hacerlo.

Page 25: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Mexico

El sol y la luna

Antes de que hubiera luz en el mundo, los dioses de Teotihuacán hablaron entre sí para

decidir quiénes iban a dar luz al mundo. Todos los dioses estaban en un salón grande

de uno de los muchos templos. Preguntaron:

-¿Quiénes de nosotros van a dar luz al mundo? 

Todos sabían que dar luz al mundo no era una tarea fácil. Iba a costar la vida de los que

decidieran hacerlo, pues tenían que echarse en una gran hoguera. Nadie contestó al

principio. Luego uno de los más jóvenes de los dioses, Tecuciztécatl, habló y dijo en

voz alta: 

-Yo estoy dispuesto a echarme al fuego. 

Todos a una voz dijeron: -¡El dios Tecuciztécatl es un gran dios! Todos te felicitamos. 

Pero necesitaban dos dioses y no había otro dios lo suficientemente valiente para

acompañar a Tecuciztécatl. Él se burló de los otros diciendo: 

-¿Dónde hay un dios tan valiente como yo en toda la región? ¿Nadie se atreve a ofrecer

su vida para dar luz al mundo? 

Nadie contestó. Todos guardaron silencio por unos minutos y luego comenzaron a

discutir entre sí. Durante la discusión el ruido era tan grande y el movimiento tanto que

no se dieron cuenta de que un dios viejito se levantó lentamente y se puso delante de

todos ellos. 

El viejito era pobre y humilde. Su ropa no era elegante. Los otros quisieron saber por

qué él se había levantado. 

Page 26: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

-¿Qué quiere él?-dijeron algunos. 

-¿Quién cree él que es?-dijeron otros. 

-No tenemos tiempo para los viejitos ahora-dijeron los más jóvenes. 

-Él no es lo suficientemente valiente-gritaron unos de los dioses. 

-¿Cómo puede querer un viejito dar su vida?-dijeron los principales de entre los dioses.

Pero el viejito, levantando la mano, pidiendo silencio, dijo: 

-Yo soy Nanoatzín, viejo sí, pero dispuesto a dar mi vida. El mundo necesita luz. Como

no hay otros voluntarios, quiero ofrecer lo que queda de mi vida para dar luz al mundo. 

Después de un momento de silencio, -Grande es Nanoatzín-gritaron todos. Si las

felicitaciones dadas a Tecuciztécatl fueron muchas, las dadas a Nanoatzín fueron

mayores.. 

Luego todos se pusieron a hacer la ropa necesaria para la ceremonia. Era muy bonita,

de algodón muy fino, con oro, plata y plumas de aves de todos colores. 

Durante toda una semana nadie comió. Todos estaban en estado de meditación porque

dar luz al mundo era muy importante. 

Cuando llegó el día, encendieron una gran hoguera en el centro del salón. La luz

iluminó todo. 

Tecuciztécatl fue el primero que se acercó al fuego, pero el calor era tanto que él se

retiró. Cuatro veces trató de entrar, pero él no se atrevía. 

Luego Nanoatzín, el viejito, se levantó y caminó hacia la hoguera. Él entró en el fuego y

se acostó tranquilamente. -¡Ay!-dijeron todos con mucha reverencia. Y en voz baja

todos repitieron: -¡Grande es Nanoatzín! 

Después le tocó a Tecuciztécatl. Él tenía vergüenza. El viejito no tenía miedo y él sí. Así

que él se echó al fuego también. 

Todos los dioses esperaron y, cuando ya no había fuego, todos se levantaron y salieron

del salón para esperar las luces. 

No sabían de qué dirección ni cómo iba a llegar la luz. De repente, un rayo de sol

apareció en el este; luego, el sol entero. Era muy brillante y todos sabían que era

Nanoatzín porque él entró en el fuego primero. 

Después de algún tiempo, salió también otra luz. Era la luna, y era tan brillante como el

sol. 

Uno de los dioses luego dijo: 

-No debemos tener dos luces iguales. Nanoatzín entró primero. Él debe tener la luz más

fuerte. Debemos oscurecer un poco la segunda luz.

Y otro de los dioses agarró un conejo y lo arrojó al cielo, pegándole a la luna. 

Hasta el día de hoy, el sol es más brillante que la luna; y si uno se fija bien en la luna,

puede ver las huellas del conejo.

Page 27: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Nicaragua

Ometepetl y Nagrando

Ometepetl era la admiración de todos los indios mancebos. Su silueta era bien

delineada y su hablar dulce y sonoro 

La historia de amor comienza con el enamoramiento de Ometepetl y Nagrando, ambos

provenientes de dos tribus en conflicto. 

Ometeptl pertenecía a la tribu de los indios Niquiranos y Nagrando a los Nagrandanos.

Ometepetl era una muchacha preciosa, alta, pelo lacio, bien formada. Su sonrisa

hechizaba y su mirada deslumbraba. Ella era la 

admiración de todos los indios mancebos. 

Su silueta era bien delineada y su hablar dulce y sonoro. 

Page 28: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Las familias de ambos jóvenes eran enemigas a muerte y las leyes decretadas por los

teytes no permitían que se unieran en matrimonio. 

Una tarde de verano Nagrando se encontró con la bella Ometepetl y los dos quedaron

enamorados. En ese momento Xochi-pilli hizo sonar la canción de la brisa en todos los

pastizales, Quetzalcóatl desprendió exhalaciones por todo el universo. Ehécatl hizo

caer sereno y todos los teotes desparramaron bendiciones sobre aquel nuevo amor.

Mientras tanto, Coapotl se regocijaba y los pájaros soltaban sus trinos. 

Ambos jóvenes se juraron amor, pero el gran cacique Niquirano mandó a buscarlos

para apresar a Ometepetl y matar a Nagrando. Estos buscaron apoyo en sus amigos

íntimos para huir. Solos y a escondidas se besaron, abrazaron, oraron y luego se

cortaron los pulsos. Es así que el gran Lago Cocibolca no es más que la sangre

emanada de los jóvenes, los dos volcanes de la isla son los pechos de Ometepetl y la

Isla de Zapatera es el cuerpo sin vida de Nagrando, que no avanzó mucho en la fatalidad

de su muerte. 

Page 29: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Panamá

La Tepesa

María Dolores, una chica joven y muy atractiva,,con una increíble pasión por el baile,

decidió una noche de las festividades de San Juan, celebración muy común en los

pueblos de campo, asistir al baile sin importar dejar en el abandono a su pequeño bebé

de tan sólo meses, y a su anciana abuela en el pequeño rancho que tenían por hogar. 

María Dolores era madre soltera y la única persona que atendía al nene cuando ella salía

(acción frecuente) era la pobre y enferma anciana de avanzada edad, quien sin importar

lo grave de su salud se quedaba atendiendo al desdichado infante mientras su nieta

bailaba hasta el amanecer con los hombres del pueblo. Sucede que esa dichosa noche

Page 30: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

de San Juan María Dolores se alistó muy temprano pues el baile esa vez sería con un

reconocido músico de área y por supuesto ella no se lo quería perder, así que bien

vestida y con todos los ánimos decidió encaminarse al pueblo ignorando las súplicas

de su abuela quien repetidas veces comunicó sentirse mal, y de los llantos ahogados

de su hijo pequeño. La muchacha dispuesta y altanera se dirigió presurosamente por el

camino al pueblo, la luna brillaba, el aire le pegaba en la cara y la hacía sentir muchos

ánimos de bailar. La hierba del monte se marcaba como las olas del mar por la brisa y

los grillos afinaban sus cuerdas festejando aquella hermosa noche, el cielo era

estrellado y apacible y a lo lejos se veían las luces del pueblo que engalanaban el

paisaje. 

Por mitad de camino María Dolores se quitó los zapatos y se arrolló el vestido para

cruzar el río, éste estaba bastante seco y lleno de cascajo (hojarascas) debido al

verano, así que con cuidado fue pasando poco a poco. Cuando iba por la mitad del río

sopló una brisa fuerte que le hizo perder el equilibrio y caer sentada mojándose por

completo. Cuando fue a levantarse la brisa volvió a soplar y trajo consigo el llanto

lejano de un bebé. A María Dolores le dio una especie de remordimiento y dolor al

recordar a su hijo y su abuela pero aún así siguió cruzando. 

Mientras más se acercaba a la orilla los llantos del niño eran más frecuentes y su furia

creció, y maldiciendo y renegando se detuvo. En esos momentos un fuerte dolor le

atravesó el cuerpo: era como millones de agujas clavándose en su piel. Atormentada

por el dolor cae una vez más y siente cómo su cuerpo se llena de un pelo grueso y

largo, se fija en el resplandor del agua y ve cómo su rostro se deforma y se cubre de

pelo. Horrorizada se revuelca en el agua, intenta escapar pero lo que hace es

sumergirse en las profundidades de las riveras oscuras; trata de salir de agua pero sólo

logra arrastrarse. Intenta pedir ayuda pero no puede parar de lamentarse, sus quejidos -

que le salen del alma- la atormentan. 

Logra llegar hasta las cercanías de su rancho e intenta entrar pero no puede, una fuerza

superior la obliga a caer de rodillas. El viento se agita y los árboles roncan... María

Dolores grita aterrada, la puerta se abre y aparecen las figuras de su abuela inerte sobre

una silla y su pequeño niño con los pulmones reventados de tanto llorar. En eso una

voz del cielo se oye y exclama "TEPESA AHORA TEPESA"... "maldita serás entre las

criaturas que habitan la tierra y deberás esconderte entre las sombras, por tu error no

andarás de pie sino arrastrada y sólo de tu boca saldrán lamentos por la pérdida de tu

hijo y así vagarás por la eternidad hasta que hayas pagado tu crimen." 

Page 31: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

Paraguay

La Leyenda de la Yerba Mate

Un día, desobedeciendo los consejos de Tupá, el Dios padre de los guaraníes, Así, la Luna, y su amiga Aria, la Nube rosada del crepúsculo, quisieron bajar a la tierra.Así lo hicieron y tomaron sus formas corpóreas. Lo hicieron en esas zonas de tierras rojas, pero no habían contado con los peligros que podía acecharlas en el bosque. Mientras paseaban entre los árboles, admirando sus frutos olorosos, gozando de ver sus hermosos rostros en las aguas límpidas de los ríos, disfrutando de caminar sobre la hierba fresca, se les presentó un jaguar que se disponía a atacarlas. Ellas quedaron inmóviles y anonadadas.En ese momento se presentó un anciano que se enfrentó al peligroso animal, y que con su cuchillo logró matar al yaguareté, y acabar con el peligro que corrieron las diosas en ese momento, en que ni siquiera les dio tiempo de abandonar sus formas terrenales.El viejo indio las invitó a su cabaña para recibir la hospitalidad de su familia. Llegaron a una choza humilde y miserable, en que fueron recibidas por la mujer y la hija del anciano. Así y Aria habían quedado maravilladas por la hermosura de la joven llena de un tímido recato.Comieron panes de maíz que hizo la vieja india con el resto de maíz que le quedaba a la

Page 32: Mitos y Leyendas de Latinoamérica

familia para alimentarse, ofreciéndoles su pobreza en demostración de amistad y cariño.Y aceptando esa bondad de la familia, pasaron allí esa noche descansando de las emociones vividas durante ese día en la tierra.Cuando quedaron solas las dos, Aria preguntó:-¿Qué hacemos ahora, Así? ¿Volvemos a nuestra morada y dejamos que estas gentes crean que nuestro encuentro ha sido un sueño ?Así movió negativamente la cabeza.-No, no, Aria. Estoy llena de curiosidad por saber cuál es el motivo que les ha hecho retirarse a estas soledades y encerrar con ellos a esa hermosa joven. Y, si no logramos que nos lo digan, nuestro poder no es suficiente para adivinarlo. Esperemos a mañana.Aria no sentía la curiosidad de Así; pero era amiga de la pálida diosa, y accedió a su deseo, aunque no le agradaba mucho pasar la noche en la ruinosa cabaña.A la mañana siguiente, cuando llegó la nueva luz, Así anunció al viejo que había llegado el momento de marchar.- Esperamos - le dijo - que, así como os habéis comportado con nosotros tan amablemente, nos acompañéis, según dijisteis, hasta el linde del bosque.Apenas se habían apartado del claro del bosque donde estaba la cabaña, cuando Así, con toda su fría astucia, intentó que su acompañante les dijera lo que tanto deseaba. Pero el viejo había intuido el deseo de la joven, y, atribuyéndolo a curiosidad propia de mujer, se decidió a satisfacerlo, y le dijo:- Hermosa doncella, bien veo que os ha llamado la atención el alejamiento en que vivo con mi mujer y mi hija; mas no penséis que hay en ello ningún motivo extraño.Y luego escucharon el relato del anciano indio, que les confió que estaban viviendo alejados del poblado, para apartar a su inocente hija de los peligros que le podría acarrear su increíble belleza e inocencia.Durante su vida juvenil había vivido junto a los de su tribu, una tribu como las muchas que estaban en las proximidades de los grandes ríos, dedicadas a la caza y a la lucha. Allí conoció a la que fue su mujer, y su alegría no tuvo límites el día en que nació su hija, una niña tan llena de hermosura, que aumentaba el gozo natural de sus padres. Pero esta alegría se fue trocando en preocupación a medida que la niña fue creciendo, pues era tan inocente, tan llena de candor y tan falta de malicia, que el padre empezó a temer el día en que perdiera tan hermosos atributos. Poco a poco, el desasosiego, la inquietud y el temor invadieron el espíritu del indio hasta que determinó alejarse de la comunidad en que vivía para que en la soledad pudiese su hija guardar aquellas virtudes con que Tupa la había enriquecido.- Abandoné todo lo que no me era necesario para vivir en el bosque - dijo el viejo - y, sin decir a nadie hacia dónde iba, huí como un venado perseguido, hacia la soledad. Desde entonces vivo allí. Sólo el cariño que tengo a mi hija pudo hacerme cometer esta especie de locura. Pero soy feliz, vivo tranquilo.Calló el viejo y ninguna de las dos supo qué contestarle. Entonces Así, viendo que el linde del bosque estaba cerca, le pidió que las dejase, después de prometerle que a nadie hablarían de su encuentro. Accedió el viejo indio, y, una vez que Así y Aria se vieron solas, perdieron sus formas humanas y ascendieron a los cielos.Pasaron algunos días, en los que la pálida diosa no podía olvidar las aventuras y sobre todo el encuentro que había tenido en el bosque, y, observando al viejo indio desde su

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soledad celeste, comprendió todo el valor de la hospitalidad que aquél les había ofrecido en su cabaña, pues vio que las tortitas de maíz, de que tanto gustaban todas aquellas tribus, habían desaparecido de su alimento. Era indudable que las que les fueron ofrecidas habían sido las últimas que tenían. Entonces, una tarde, volvió a hablar con Aria y le contó lo que había observado.- Yo creo - dijo la nube sonrosada - que debemos premiar a aquellas gentes. ¿Qué te parece, Así?- Lo mismo he pensado yo, y por eso he querido hablar contigo. Podríamos hacer, ya que el viejo tiene ese cariño por su hija, tan fuera de lo común, que nuestro premio recayese sobre la joven.- Has pensado bien, Así. Y como fue tan hospitalario, y sabes que Tupa se alegra de que los hombres sean de ese modo, tendremos también que demostrárselo.Desde aquel momento, las jóvenes diosas se dedicaron con afán a buscar un premio adecuado. Por fin, se les ocurrió algo verdaderamente original y, con el mayor secreto, se decidieron a ponerlo en práctica. Para ello, una noche infundieron a los tres seres de la cabaña un sueño profundo, y, mientras dormían, Así en forma de blanca doncella fue sembrando, en el claro del bosque que delante de la choza se extendía, una semilla celeste. Después volvió a su morada, y desde el cielo oscuro iluminó fuertemente aquel lugar, a la vez que Aria dejaba caer suave y dulcemente una lluvia menuda que empapaba amorosamente la tierra. Llegó la mañana, Así quedó oculta bajo el sol radiante, pero su obra estaba concluida. Ante la cabaña habían brotado unos árboles menudos, desconocidos, y sus blancas y apretadas flores asomaban tímidas entre el verde oscuro de las hojas. Cuando el viejo indio despertó de su profundo sueño y salió para ir al bosque, quedó maravillado del prodigio que ante la puerta de su choza se extendía. Desde ella estaba quieto y silencioso queriendo comprender lo que había sucedido, pero a la vez con un soterrado temor de que sus ojos y su mente no fuesen fieles a la realidad. Por fin, llamó a su mujer y a su hija, y, cuando los tres estaban extáticos mirando lo que para ellos era un prodigio, otro mayor acaeció ante sus ojos y les hizo caer de rodillas sobre la húmeda tierra. Las nubes, que desperdigadas vagaban por el cielo luminoso, se juntaban apretadamente y lo tornaron oscuro, al mismo tiempo que una forma blanquísima y radiante descendía hasta ellos. Así, bajo la figura de doncella que habían conocido, les sonreía confiadamente.- No tengáis ningún temor - les dijo -. Yo soy Así, la diosa que habita en la luna, y vengo a premiaros vuestra bondad. Esta nueva planta que veis es la yerba mate, y desde ahora para siempre constituirá para vosotros y para todos los hombres de esta región el símbolo de la amistad y el alimento caliente que beberán. Y vuestra hija vivirá eternamente, y jamás perderá ni la inocencia ni la bondad de su corazón. Ella será la dueña de la yerba.Después, la diosa les hizo levantar del suelo donde estaban arrodillados, y les enseño el modo de tostar y de tomar el mate.Pasaron algunos años, y al viejo matrimonio le llegó la hora de la muerte. Después, cuando la hija hubo cumplido sus deberes rituales, desapareció de la tierra. Y, desde entonces suele dejarse ver de vez en vez entre los yerbatales misioneros como una joven hermosa en cuyos ojos se reflejan la inocencia y el candor de su alma.

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MitosMITOS Es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales como dioses, semidioses y héroes.Características:El mito es una historia sagrada que narra un acontecimiento sucedido durante un tiempo en el que el mundo no tenía aun su forma actual.Tipos de Mitos:

1)      Cosmogónicos:  Relatan el origen del mundo2)      Teogónicos:  Relata acerca del origen de los dioses3)      Antropogonico:  Hace énfasis en el origen del ser humano4)      Escatológicas:  Narran el fin del mundo5)      Morales:  Se centran en el bien y mal6)      Etiológicos: Relatan aspectos religiosos.

Mitos de Venezuela

 LaSayona

Es un fantasma con la figura de una mujer hermosa de larga cabellera. Le dicen La Sayona porque se cubre con una túnica o saya larga. Esta aparición viene asustando a los trasnochados desde el siglo XIX y dicen que se aparece a los bebedores, trasnochadores y adúlteros. Deja que la admiren pero cuando tratan de enamorarla, ella entonces sonríe, mostrando unos colmillos largos y puntiagudos y luego desaparece, dejando aterrorizados a los pobres pecadores.

                                                   Mitos de Argentina

Domingo siete

Eranse una vez dos compadres, uno rico llamado Cosme y otro pobre llamado Beto; el pobre era tan pobre que a veces tenía que recurrir a la ayuda de su compadre; pero éste era bastante avaro y siempre le ponía miles de "peros" para no aflojarle ni un centavo.

Un día el pobre salió en busca de trabajo pues las necesidades eran muchas y los dinerillos pocos... pero esta vez salió con un rumbo distinto al de siempre.

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- "Puede que me cambie la suerte" - pensó y se puso en marcha.

Anduvo hasta casi la oración (crepúsculo) y ya perdía las esperanzas cuando a lo lejos divisó un rancho....

Al llegar comprobó que estaba abandonado y decidió volverse antes de que anocheciera. De pronto sintió que venía gente. El susto lo hizo dar un salto y se escondió en un tirante del techo.

Eran unos paisanos que el nunca vio. Entraron en la casa, prendieron un fueguito y entre vino y vino comenzaron a cantar:

- Lunes y martes,y miércoles tres,jueves y viernes,y sábado seis...

La reunión se iba animando cada vez más y se largaron a bailar, siempre con los mismos versos.

El pobre Beto se divertía de lo lindo pero con el pasar de las horas y siempre la misma canción se comenzó a aburrir entonces cuando los cantores llegaron a "sábado seis", el gritó:

- A las cuatro semanasse ajusta el mes....!

Los hombres pararon de cantar; miraron al lugar desde donde salió la voz y dijeron: - Baje, amigo, ¿que hace allí?...

- Los oí llegar y me asusté.

- No se preocupe compadre, le estamos muy agradecido porque nos ayudó a alargar un poco nuestra canción - y en recompensa le dieron una gran cantidad de dinero en oro.

Al llegar a su casa pasao de contento, Beto le dijo a su mujer que fuera a los de Cosme a pedirle prestado una balanza para medir las onzas regaladas.

Cosme, intrigado por el pedido, untó un plato de la balanza con grasa con la intención de que un poco de lo que fuera pesado quedara en el plato. Al regresar el aparato, notó que en la grasa había polvo de oro y fue inmediatamente a lo de Beto y le preguntó:

- ¿De donde has sacado oro?

Mientras Beto le contaba, Cosme planeaba hacer lo mismo para ampliar sus

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arcas; y así lo hizo... fue al mismo rancho, se trepó en la misma viga y llegaron los gauchos cantores que prendieron fuego y descorcharon los vinitos y entonaron:

- Lunes y martes,y miércoles tres,jueves y viernes,y sábado seis,a las cuatro semanasse ajusta el mes...

La repetición del canto empezó a impacientarlo y cuando llegaron a "sábado seis" pegó el grito:

-¡Falta domingo siete!

Los paisanos enardecidos bajaron a Cosme de la viga y en cuanto empezaron a propinarle una paliza, éste logro zafar y salió como alma que lleva el diablo.La historia se propagó como un secreto a gritos y así cuando alguien dice algo inoportuno se exclama: "¡ya salió con un Domingo Siete!".

                             Mitos de Colombia

El Mohán

Es el más legendario, conocido y respetado en el Tolima. Se puede decir que es el personaje más importante en la mitología tolimense. Se le llama, también, el Poira, pero en aquella su especial caracterización de gran perseguidor de muchachas casaderas que apenas han traspasado los umbrales de la pubertad.El Poira es el Mohán travieso, enamorado, libertino y raptor. Les roba la tranquilidad a las jóvenes, las idiotiza, las emboba y las atrae hacia él con artificios. Sus hazañas son muy conocidas, tanto en su caracterización del Poira, como en su auténtica personalidad del Mohán, y, hasta hace poco tiempo, no se podía poner en duda su existencia ante las verídicas de los campesinos. Son muchas las leyendas y versiones que existen sobre el personaje mítico, oriundo del Tolima, riqueza de nuestro folclor y figura simbólica de un pasado maravilloso y fantástico.

                              

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                                     Mitos de HondurasEL SISIMITE.

Al igual que sus parientes de las nieves, el yeti del Tíbet y el bigfoot de EEUU y Canadá, el sisimite es otra de esas criaturas que aparecen de la nada y desaparecen del mismo modo. Según el investigador hondureño Jesús Aguilar Paz, el sisimite o itacayo deambula por las altas montañas y habita en inaccesibles cavernas, alimentándose de frutas silvestres, de la misma manera que sus parientes cercanos de México y Argentina, el peludo y el ucumar respectivamente."Estos monstruos secuestraban a mujeres, y se las llevaban a sus cuevas. Se dice que de esta unión nacieron hombres-simio". Aún se comenta en los pueblos de las montañas la historia de una mujer que logró huir del escondite donde vivía con un sisimite.Según cuentan, la criatura la persiguió cargando con los tres hijos que habían tenido en común y enseñándoselos a la madre. Ésta logró cruzar un río mientras la bestia, desde la otra orilla, le mostraba a los pequeños para lograr atraerla. Al parecer, los intentos del sisimite no surtieron efecto, de tal modo que, enfurecido, arrojó a los niños al agua y perecieron ahogados.El fraile italiano Federico Lunardi, uno de los más importantes estudiosos de la cultura hondureña, asociaba esta criatura al dios Chac de los mayas, "el que sostiene el cielo, el dios del agua". Según Lunardi, la creencia popular sostiene que en el interior de una de estas cuevas, en una pared, están grabadas "la mano con sus dedos" y varias huellas que habían dejado los sisimites que acudían a media noche a la caverna para afilar sus uñas en la roca.

Mitos de PanamáEl chivato

El Chivato es el mismo demonio, es un ser que tiene cuerpo de hombre pero tiene

patas de chivo, en su cabeza unos enormes cuernos de chivo macho, quizás de

ahí su nombre. También dicen que se aparece como quiere en cualquier camino,

como cualquier animal o persona, despide un fuerte olor a azufre, por donde

camina no vuelve a crecer planta alguna y el sonido de sus patas al caminar es

como de fuerte golpes contra la tierra. Nunca ataca al hombre de frente, cuando lo

ataca lo muerde por la nuca y lo llena de una especie de baba. Se dice que el que

va por el campo y escucha el bramar del Chivato, solo un milagro puede salvar su

vida.... (Muchas veces se aparece en forma de perro negro en cualquier parte del

mundo porque es el dominio)

                                    

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 Mitos de EcuadorEl sapo Kuartam se transforma en tigre

Un shuar iba de cacería e incrédulo imitó el canto del sapo Kuartam, que vive en los árboles. “Kuartam-tan, Kuartam-tan”, lo retó en medio de la noche, pero nada pasó. “Kuartam-tan, Kuartam-tan, a ver si me comes”, dijo y rió. No lo hagas, le había dicho su mujer, porque puede transformarse en un tigre. No le creyó. Kuartam, el sapo, se convirtió en felino y lo comió. Nada se escuchó de su ataque, pero la mitad del cuerpo del shuar había desaparecido. Al alba, la muchacha decidió matar a Kuartam. Llegó hasta el árbol donde el batració cantó la noche anterior. Tumbó el árbol que al caer mató a Kuartam, que se había convertido en un sapo con un estómago inmenso. La mujer cortó rápidamente la panza de Kuartam y los pedazos del shuar rodaron por los suelos. La venganza no le devolvió la vida al shuar pero su mujer pudo contar que nunca es bueno imitar a Kuartam. A lo lejos de la tupida floresta se escuchó un nuevo: “kuartam-tan, kuartam-tan”, sin saber si era un sapo o un shuar a la espera de un tigre.

                                     Mitos de Perú

El mito del Señor de los Milagros, trata de la historia de la pintura del señor morado, cuando un negrito de angola lo pintó en una pared de Pachamilla, resultó tan milagroso, que las autoridades mandaron a que sea sacado de ahí, debido a que todo el pueblo comenzó a adorarle ya que en el terremoto que sucedió, las personas que se apoyaron a la imagen fueron salvadas, todas salieron ilesas, esto dejó a las autoridades molestas, pero a pesar de todo no lo pudieron sacar, cuando intentaban pintar otro encima, los soldados se paralizaban. Desde ese tiempo comenzó a rendírsele homenaje hasta hoy.

 Mitos de Costa RicaEl diablo de Puente de Piedra

Cuenta la leyenda que una madrugada un hombre y su carreta, tratando de cruzar un río, invocó al diablo y ofreció su alma a cambio de que le construyera un puente.Apareció el diablo y le dijo: acepto... A lo que el hombre contestó: pero debera estar terminado antes de que cante el gallo.Y con velocidad escalofriante el diablo comenzó a construir el puente... Y viendo el hombre que el diablo se apretaba para poner despaciosamente la última piedra

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con cara burlona, se fue a su carreta, rebuscó en ella y sacando unos gallos los tomó a puntapiés y justo en el límite del tiempo, uno de ellos cantó.Con prisa cargó de nuevo la carreta y ya sobre el puente dijo adiós al diablo.* El cantón de Grecia tiene un distrito llamado Puente de Piedra, su nombre se refiere a un puente de piedra que, visto por debajo, se ve que falta una piedra justo donde cierra el arco. De ahí nació esta leyenda.                                     Mitos de Bolivia

EL CHULLACHAQUI (Espíritu de los Pies Desiguales)

EL TUNCHE Y EL CHULLACHAQUI, llamado también espíritu de los pies desiguales. Según los habitantes de la selva, el chullachaqui, siempre adopta la figura o la forma de una persona amiga conocida del pueblo, para engañar a la que va a ser su víctima y hacerle perder en la espesura de la enmarañada selva. Muchos pobladores aseguran que en muchas oportunidades han visto las huellas o pisadas desiguales del que dicen Chullachaqui, impresos en el barro, otros dicen que es un demonio que cuida la selva para que no penetren en ella. Cuentan así mismo los pobladores, que en Aymayarí, un bello pueblo enclavado en la selva del Departamento de San Martín a un Km. aproximadamente de la población, se encuentra la guarida o casa de los Chullachaquis. Relatan que un día a horas de la tarde un vecino del lugar llamado Juan Nicolás, después de haber bebido una gran cantidad de masato (licor a base del fermento de la yuca), decidió ir a al chacra para ayudar a su padre quien se encontraba realizando las labores agrícolas. Al pasar por el referido lugar, improvisadamente se le presentó una persona igualita a su padre y sin dejarlo avanzar le dijo; "He venido a esperarle, sígueme vamos a la chacra". Juan Nicolás un poco sorprendido obedeció sin decir una sola palabra siguió caminando junto con su inesperado acompañante por un camino bastante ancho pero a medida que iban avanzando el camino se hacia cada vez más angosto. En ese trayecto sorpresivamente se detuvo y le dijo: "Hasta aquí te he acompañado, tu te quedas y yo me voy, y desapareció del lugar, riendo burlonamente. Recién Juan Nicolás se dio cuenta que se encontraba perdido en un enorme bosque y por más que busco el camino para regresar a su casa no lo encontró. Desesperado ando por el monte llamando con voz en cuello a alguien que pudiera encontrarse cerca para que lo saque del lugar pero nadie respondió. Al darse cuenta los familiares que Juan Nicolás no se encontraba ni en su casa ni en la chacra, de inmediato salieron a buscarlo, logrando localizarlo después de cuatro días de intenso trajín. Pero Juan Nicolás había perdido la razón. Ya en su casa comenzaron a curarlo pero no conseguían volverlo a su estado normal. En vista de que no recobraba el conocimiento decidieron llevarlo a un curandero para que lo tratara. El curandero les pidió que llamaran al sacristán y al cantor de la iglesia y conjuntamente con los familiares del enfermo caminaron hasta el sitio en donde habían encontrado a Juan Nicolás. Al llegar al lugar prendieron las velas que habían llevado y comenzaron en voz alta a llamar al alma de Juan Nicolás. A continuación emprendieron el camino de regreso haciendo sonar la campanilla, cantando y sin mirar hacia atrás, cuando llegaron encontraron que Juan Nicolás se

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encontraba profundamente dormido y entonces comenzaron a llamarlo diciéndole: "Juan Nicolás, Juan Nicolás..." y después de un largo suspiro Juan Nicolás despertó ya completamente sano y salvo del hechizo del CHULLACHAQUI.

 Mito de Puerto Rico

Viniendo de Luquillo por la carretera hacia el Dorado, de una playa a la otra, atravesando a los hombres de entre medio. Caras, ventanas, plantas no deseadas, perros nunca parecidos a los nuestros.Don Pablo empieza a hablar porque mi pregunta es pura curiosidad, pero eso es lo que él necesita para que una vez más su cuerpo se herice en temor. Necesitamos un miedo terriblemente grande, un miedo impreciso para quienes no hemos tenido grandes o valerosos miedos.Pregunté por la criatura que venía haciendo algunas muertes sospechosas en el lugar.Manejando, girando rapidamente hacia atrás, me abrió los ojos tan grandes como viendo ahi mismo la peor aparición._”El gobierno norteamericano esconde sus pruebas de guerra en Vieques. En realidad no esconde, sino que a nadie le importa. Eso es lo que sé. Han muerto varios compadres, pero nadie dice. Ni la Greenpeace.Si usté supiera señora, las cosas que yo sé…Yo no le iba a creer, hasta que mi buen amigo, también chofer de las huahuas le vió una noche. Y yo le creo lo que me dice, sabe? Porque mi compadre no miente…Yendo por la ruta hacia el Dorado, con su huahua, venía bien despierto el hombre. Le juro por mi santa madre, historia que le he de contar ahorita no más…Yendo por la ruta en la noche vio cruzarse a este animal, un bicho grande sabe? Mitad mono y mitad como murciélago, porque tenía alas.Con la velocidad que traía, le topó con el bus, y vió cómo el animal rodaba en frente.Tuvo tanto miedo mire, que se me pone la piel de pollo. Tuvo tantísimo miedo que ni quiso saber más y ahicito aceleró el camión con dirección al hotel.Al dia siguiente por la mañana, mi compadre no salía de su duda y se fue nomás pal camino… y sabe que encontró? que la huahua tenía un golpe grande y haciendo el camino de vuelta, encontró los matorrales aplastados.Como que ese animal quedó por allí…Después de persignarse, mi amigo cambió su turno y nunca más anduvo por esos caminos, nunca más…_Seguíamos en la camioneta hacia el Dorado, en medio de la ruta costera y más preguntas.Don Pablo acortó el camino diciendo:_”Ve esa casa all en el campo? Pues es un gallinero. La semana pasada el Chupacabras ha roto sus jaulas _le puedo jurar que son de acero_ y me ha dejado veintidós gallinas sin una gota de sangre. Todo salió en el periódico y yo lo sé que es verdad… se lo juro por mi madrecita…. pero esa es otra historia que paso a contarle…_                                  

 Mitos de Paraguay

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Tau y kerana:

Keraná, que significa dormilona, era una bella mujer que se pasaba el día durmiendo, vivía en una tribu y era la hija de Marangatu. Tau, era un espíritu malo que se enamoró perdidamente de Keraná. Para poder estar junto a ella, se transformó en un joven e intentó raptarla. Katupyry, que era el espíritu del bien, se interpuso para defenderla. Tau y Katupyry se dieron a una pelea que duró 7 días y 7 noches en la que finalmente venció Katupyry.Tau fue exiliado por Pytajova'i (diós del valor y de la guerra).En su desesperación, Tau raptó a Keraná y por esto Arasy lo maldice. Tau y Keraná tuvieron 7 hijos con apariencia de mounstruos o fenómenos: los 7 mitos.

                                            Mito de Chile

Caballo Marino

Este prodigioso caballo de la brujería de Chiloé, es grande, bastante feo y muy fuerte. En su lomo pueden cabalgar, en forma holgada y seguro los trece brujos integrante de la mayoría. Tiene más de doce varas de largo y su altura puede superar las cuatro varas.

Es el medio de transporte hacia el buque fantasma, cuando los brujos necesitan de su presencia acuden a la playa, le silban de cierta forma especial y de inmediato se presenta allí. Después de terminado el viaje, con una palmadita en el anca, el caballo marino vuelve a sumergirse en el mar.Se le ve aparecer al bordear una puntilla costera, chorreándole el agua, saliendo del fondo del mar después de haber realizado su tarea junto a los “pelapechos” del Caleuche.

La presencia del Caballo Marino cerca de los corrales de pesca, augura pronta escasez de peces en el “corral”.

                          Mito de República Dominicana

Las ciguapas

son extrañas mujeres salvajes que habitan en las montanas y poseen poder mágico. Son de tez morena, de ojos negros y rasgados, de pelo suave y lustroso, tan largo que es la única vestimenta de su cuerpo a la intemperie. En algunas regiones los campesinos dicen que son diminutas y de cuerpo desproporcionado; otros que tienen las piernas largas y delgadas; algunos afirman que son velludas y unos pocos que están bellamente emplumadas. 

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Todos sostienen sin embargo que tienen el rostro hermoso y que son muy ariscas. Quizás las ciguapas mas que bellas y ariscas, sean tristes, pues tienen los pies al revés y dejan huellas contrarias al rumbo de su destino... Estas criaturas son esencialmente nocturnas o prefieren las zonas oscuras de los bosques; cuando salen lo hacen en busca de frutas, peces o aves con los cuales se alimentan. 

Nunca se ha oído hablar a las ciguapas; afirman que emite aullidos e hipidos cuando corren por los campos, y cuando saltan o duermen entre las ramas de los árboles. Cuentan que las ciguapas tienen un corazón cazador, y que salen por las noches de las serranías en busca de algún caminante nocturno al que embruja , ama y luego mata. Al decir de las leyendas las ciguapas tienen malas costumbres; estas salen de sus moradas a robar manteca y carne cruda de las cocinas, aunque afirman que les gusta el maíz y otros granos que se siembran en los conucos. 

En algunas regiones han visto a las ciguapas cabalgar por las madrugadas en los llanos de las montanas, y las han descubierto haciendo trenzas en las crines y las colas de los caballos. Se dice que una ciguapa se atrapa un día de luna creciente con un perro jíbaro y cinqueño. No obstante, se añade que es preferible dejarlas en paz, pues es tan grande el dolor que sienten en cautiverio, que al final mueren de pena. Alguna vez se escucho la leyenda de un ser de los bosques llamado ciguapo. Era este un gallo vuelto de espaldas, con el lomo emplumado y el pecho con senos de mujer. Cuentan que su grito se asemeja al llanto de un niño, y que esperan terribles infortunios a la persona que se atreve a matar a una de estas aves. Si usted ve a una ciguapa, nunca la mire a los ojos para que no le embruje con su poder...                         Mito de GuatemalaEl sombrerero

El sombreron es otra de las leyendas que están muy arraigadas en las costumbres y tradiciones de Guatemala,…. Un día, como a las seis de la tarde, aparecieron en la esquina de la casa de Celina cuatro mulas amarradas. Pasaron por allí dos vecinas y una de ellas dijo: "¡Qué raro! ¿No serán las mulas del sombrerón?". "¡Dios nos libre!" dijo la otra, y salieron corriendo.A esa hora, Celina comenzaba a dormirse porque ya se sentía muy cansada. Entonces comenzó a oir una música muy bonita y una voz muy dulce que decía: "eres palomita blanca como la flor de limón, sino me das tu palabra me moriré de pasión"Desde ese día, todas las noches, Celina esperaba con alegría esa música que sólo ella escuchaba. Un día no aguantó la curiosidad y se asomó a la ventana y cual siendo la sorpresa, ver a un hombrecillo que calzaba botitas de piel muy brillante con espuelas de oro, que cantaba y bailaba con su guitarra de plata, frente a su ventana.

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Desde entonces, Celina no dejó de pensar en aquel hombrecito. Ya no comía, sólo vivía esperando en momento de volverlo a escuchar. Ese hombresito la había embrujado.Al darse cuenta los vecinos, aconsejaron a los padres de Celina que la llevaran a un convento para poderla salvar, porque ese hombrecito era el "puritito duende". Entonces Celina, fue llevada al convento donde cada día seguía más triste, extrañando las canciones y esa bonita música. Mientras tanto el hombrecito se volvía loco, buscándola por todas partes. Por fín la bella Celina no soportó la tristeza y murió el día de Santa Cecilisa. Su cuerpo fue llevado a la casa para velarlo. De repente se escuchó un llanto muy triste. Era el sombrerón, que con gran dolor llagaba a cantarle a su amada: "ay...ay... mañana cuando te vayas voy a salir al camino para llevarte el pañuelo de lágrimas y suspiros".Los que vieron al sombrerón cuentan que gruesas lágrimas rodaban mientras cantaba: "estoy al mal tan hecho que desde aquí mi amor perdí, que el mal me parece bien y el bien es mal para mi". Toda la gente lloraba al ver sus sufrimiento. Y cuentan que para el día de Santa Cecilia, siempre se ven las cuatro mulas cerca de la tumba de Celina y se escucha un dulce canto: "corazón de palo santo ramo de limón florido ¿por qué dejas en el olvido a quien te quiera tanto?"Y es que se cuenta que el sombrerón nunca olvida a las mujeres que ha querido.

                    Mito de El SalvadorEl basilisco Huevo pequeño que ocasionalmente ponen las gallinas. Estos huevos deben ser destruidos y quemados para evitar que nazca el basilisco, un engendro con forma de serpiente. 

Este animal trae desgracias. Al nacer busca un rincón de la casa, y mata con la mirada a las personas que lo ven. Para conjurar el mal es necesario tener espejos en todas las habitaciones, pues cuendo el monstruo ve su propia imagen muere de inmediato. 

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LeyendasLEYENDAEs una narración tradicional que incluye elementos de ficción a menudo sobrenaturales.

Características:-Combinan elementos fantásticos y reales-Han sido narradas en forma oral-Nacen de un hecho que ocurrió en la realidad en un tiempo pasado.

Clases de leyendasa)      Etiológicas: Aclaran el origen de los elementos inertes de la naturalezab)      Leyendas históricas – leyenda histórico culturalc)       Seres y fuerzas sobrenaturales – leyenda míticad)      Leyenda religiosase)      Leyenda urbana

LEYENDA DE VENEZUELA

El SilbónEl Silbón es un personaje legendario de Venezuela y Colombia, especialmente de Los Llanos; descrito como un alma en pena. La leyenda del Silbón habría surgido a mediados del siglo XIX.

En las tierras de Guanarito se oyen los aterradores silbidos que espantan hasta al más recio. Cuando se escucha cerca, está lejos, y viceversa. El silbón es la aparición más temida del llano venezolano, un hombre alto y flaco de unos seis metros que fue condenado por su propia madre, luego de haber asesinado a su padre y comido sus vísceras.

Este hombre sobrenatural carga en su espalda un saco de huesos, y advierte su llegada con el sonido del choque de la osamenta en el costal. Si nadie puede escucharlo, cobrará una víctima al día siguiente.

LEYENDA DE ARGENTINACeibo

Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad. Anahí fue llevada cautiva junto con

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otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva. El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera. La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro. Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

  LEYENDA DE COLOMBIA

LA MADRE MONTE

Los campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es una señora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo verde, con un sombrero cubierto de hojas y plumas verdes. No se le puede apreciar el rostro porque el sombrero la opaca. Hay mucha gente que conoce sus gritos o bramidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa. Vive en sitios enmarañados, con árboles frondosos, alejada del ruido de la civilización y en los bosques cálidos, con animales dañinos.

LEYENDA DE HONDURAS

EL COME LENGUA

Muchos de nosotros hemos escuchado en países como Chile, La Argentina, Puerto Rico e inclusive en los Estados Unidos sobre la muerte de animales en raras circunstancias. Y digo raras porque se ha encontrado en las haciendas o lugares rurales animales grandes como vacas, cabras y otros más pequeños como gallinas muertas sin una tan sola gota de sangre en su cuerpo. Es más, no hay evidencia de que luchasen para salvar su vida ante el predador que pudo haberles causado la muerte. La gente ha asociado este fenómeno a un ser que para muchos es el diablo, para otros un experimento genético que se le salió de las

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manos al gobierno de los Estados Unidos o experimentos hechos por los seres del espacio en estos animales. Cualquiera que sea la razón no se puede negar que este suceso también y aunque muchos no lo conozcan sucedió en Honduras. 

En este pequeño país centroamericano allá por el año de 1947 se dio un fenómeno de este tipo y lo desvelado bien puede ser la explicación al misterio del también llamado en la actualidad "Chupacabras". Las apariciones del 'come lenguas' se daban para esas fechas en los departamentos (provincias o estados) de Santa Bárbara y Comayagua. Eran docenas de hombres las que se apostaban en las noches en los campos, bajo la oscuridad que deja caer el manto de la noche, cuidando de su ganado para sólo darse cuenta al día siguiente de que a pesar de sus esfuerzos siempre aparecía parte del ganado muerto, hecho del cual ellos no se dieron cuenta pues no habían escuchado el más leve ruido durante la noche. Algo que se me había escapado mencionar es que a los animales a los cuales no se les encontraba la sangre igualmente quedaban sin lengua, de allí el nombre 'come lenguas'. 

Sin embargo, conozco la historia de uno de ellos. A él lo llamaré para este relato Ludovico. Ludovico era un hombre como decimos de pelo en pecho (es decir muy valiente); ya estaba cansado de que su ganado muriese desangrado por este predador o lo que fuese, así que, un buen día Ludovico habló con su esposa y le dijo que le preparara un porrón (pequeño recipiente) para café y le alistara una cobija gruesa para protegerse del frío nocturno pues daría muerte al 'come lenguas', que ya no soportaba más. 

Y así fue, Doña Leonora alistó todas las cosas para Don Ludovico. Ludovico alistó su rifle y se llevó unas municiones por si acaso no bastaba con lo que llevaba cargado. Como a las 6 de la tarde Ludovico se fue para el lugar donde tenía su ganado y pudo ver desde allí la puesto del sol (en los pueblos se acostumbra a acostarse como a las 5 o 6 de la tarde dependiendo que tan lejos estén de la civilización). Ya por la noche, Ludovico se sentó sobre el suelo en medio del ganado y tomaba sorbos pequeños y sin hacer ruido del café para no caer en sueño, al mismo tiempo que se mantenía envuelto por la cobija que le cubría. La noche era un poco más clara de lo normal. Como a las 10 de la noche, mientras Ludovico admiraba las estrellas, pudo ver como una silueta pasaba volando sobre el ganado, la silueta dio dos vueltas como viendo que nadie le estuviese vigilando y al mismo tiempo decidiendo quién sería su próxima víctima. Ludovico se quedó quieto y asustado pues el ser era en realidad algo muy grande, pero le llamó poderosamente la atención que se apostó sobre una de las vacas de su ganado la cual no presentó molestia, salvo una leve sacudida. Ya para este momento Ludovico alistó su rifle y se movió sigilosamente hacia un sitio donde tuviera una mejor visión para disparar. Fue así que Ludovico logró ver a aquel ser que tomaba una posición como para hacer una de sus necesidades sobre la cabeza de la vaca para luego darse la vuelta y dirigir su cabeza sobre la de la vaca. En ese momento un sonido ensordecedor rompió el silencio del campo. Era el rifle de Ludovico, el extraño ser yacía muerto al lado de la res. 

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Lo que se supo a partir de la casa de este animal, es que no era nada fuera de este mundo sino, un murciélago que pudo haber venido el continente africano o la selva amazónica, no se sabe cómo logró dar por estos rumbos pero el caso es que así fue. Su tamaño es grande, el tamaño es como el de un Jolote (pavo). El animal lo que hacía era posarse bien sobre el ganado y luego de ello echaba una especie como de orina que al momento de salir producía un vapor que dejaba al animal como jadeante, es decir como atontado y con falta de oxígeno, por lo que él mismo abría su boca y sacaba la lengua, momento que aprovechaba este murciélago para clavar un diente muy filudo que tiene, en la arteria de la parte de la lengua del ganado para succionar la sangre. El animal aumenta considerablemente de tamaño una vez que se ha alimentado, posteriormente corta y traga lentamente la lengua de la víctima. 

Esta es a grosso modo la explicación de cómo atacaba el El Come Lenguas en Honduras. Estos casos hasta la fecha no se han vuelto a dar, sin embargo bien pudieran ser una buena explicación al fenómeno del "chupacabras". También pudiera ser que a cualquiera de nosotros durante una caminata nocturna nos suceda. Pero hasta en tanto no aparezca otro hombre como Ludovico el misterio

seguirá esperando a ser desvelado.   Quizás vos seas quien lo haga.

LEYENDA DE PANAMALA ISLA DEL ENCANTO

En la antigua Panamá colonial, en que los piratas, la escoria de los malhechores, establecieron su refugio en una pequeña isla cercana a la ciudad de Las Palmas. Allí se ocultaban, vigilantes de todo cuanto tuviera valor y pudiera ser saqueado.La isla era un territorio prohibido para la gente del lugar, pues temían acercarse a donde se albergaba tanta maldad. Tal era el pánico de los lugareños, que el ejército español decidió enfrentar a los piratas, expulsándolos.Para celebrar la victoria, los españoles hicieron construir un enorme castillo de cal y canto rodado, resguardándolo con una gran armada; y ya que la isla se ubicaba frente a la, ciudad, durante un buen tiempo, el ingreso de los piratas fue imposible. La ciudad de Las Palmas vivió tiempos de paz y tranquilidad por muchos años.Pero un temible pirata inglés, arribó junto a su feroz tripulación, dispuesto a cargar con cuanto encontrara a su paso.Con él, iba también su hermosa hija, que atestiguó cómo la armada del castillo combatió a los piratas, tomando como prisionero a su padre, fusilándolo.Cautivado por la belleza de la joven, el capitán de la guardia le perdonó la vida; pero ordenó recluirla en el castillo para siempre.La muchacha, resignada a su suerte, se entretenía revisando los objetos que en la habitación se guardaban. Así, halló una flauta.

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Alegre por haber encontrado algo que aliviara su dolor, entonaba una melodía distinta cada día. Esto llamó la atención de los soldados del castillo, quienes empezaron a llevarle más instrumentos para que pudiera seguir haciendo música.El capitán de la guardia marina, prendado de la talentosa joven, le propuso matrimonio; ella decididamente, le contestó que jamás aceptaría.Herido en su orgullo, el capitán la tomó fuertemente del brazo para obligarla; pero la joven queriendo huir se lanzó desde la torre, cayendo al río y perdiéndose en él para siempre.Cuando los barqueros van acercándose a esta isla, oyen una suave melodía que parece provenir de las aguas, entonces golpean suavemente con los remos los bordes de sus embarcaciones y la música adquiere nuevas tonalidades. Por esto, la isla de la historia se conoce como la "Isla del Encanto".

LEYENDA DE ECUADORLA   DAMA  TAPADAHace más de doscientos años en las calles apartadas de Guayaquil,los trasnochadores veían laDama Tapada.Anoche vi a laDama Tapada,contaba en una reunión de amigos, elFulanito.Son puros cuentos, respondía el amigo con aires de valentón. Yo nunca he tropezado con ella.N u n c a s e l a v e a n t e s d e l a s 1 2 d e l a n o c h e , n i d e s p u é s d e l a s  campanadas del alba, opinaba otro asistente a la reunión. Según la leyenda, laTapadaera una dama de cuerpo esbel to y  andar garboso, que asombraba en los vericuetos de la ciudad y se hacía seguir por los hombres. Nunca se supo de dónde sal ía . Cubier ta la cabeza con un velo,   s o r p r e s i v a m e n t e l a v e í a n c a m i n a n d o a d o s p a s o s d e a l g ú n   t r a n s e ú n t e q u e r e g r e s a b a a l a c a s a d e s p u é s d e d i v e r t i r s e .

LEYENDA DE PERUTaita ve mi diente

Una de estas experiencias la vivió el antiguo mayordomo de la hacienda Vilcahuaura Don Juan Pimentel Baldeón, quién buscando una noche a una res de lidia (ganado bravo), escucho el llanto lastimero de un niño recién nacido proveniente del sembrío de algodón, suponiendo que era un crio abandonado por alguna indígena desnaturalizada, desmontó y al acercase hacia donde provenía el llanto, más grande fue su sorpresa al encontrar un hermoso bebe cuyos cabellos rubios resplandecían con la luz de la luna llena y envuelto en fajines indígenas

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LEYENDA DE COSTA RICAEl Mico Malo

Mono pequeño, blanco, ojos rojos, gran rabo terminado en flecha, uñas grandes y filosas, verdadero pariente del mal, decía doña Filomena Burgos vecina del alto de Santa Cruz de Turrialba.Doña Filomena no muy afortunada en su matrimonio por sus discusiones, chismes y demás artificios de su parte llego a tener la peor vida conyugal imaginada."Lo manda el diablo", recalcaba para darle un escarmiento a los matrimonios que pelean mucho, llega por las noches y se le ve en el árbol alto cerca de la casa y al encontrase con los no muy afortunados cónyuges se lanza a ellos para terminar con sus vidas.Eso nos pasó a nosotros, solo Dios con su gran amor pudo salvarnos."Una niña muy joven metió su "pata de banco" (parió un hijo adulterino). El padre la echó de la casa y ella dormía a escondidas, entre el bagazo del trapiche. Una noche el abuelo la encontró asfixiándose con una estola negra al cuello. En el volante del trapiche estaba arrodajado el Mico Malo, que es un león de "falda". (Hay tres clases de leones infernales: el de falda, que es desnudo de pelo, el pintado a rayas, y el coludo que tiene rabo inmenso de mico). El abuelo se quitó su escapulario y se lo puso a la chiquilla mientras rezaba "La Magnífica". La estola negra desapareció y el Mico Malo dando saltos gigantes se alejó silbando como un hombre una canción descarada. El abuelo llevó a la chica a casa de padre que la perdonó, pues parece que el Mico Malo era cómplice del seductor".

LEYENDA DE BOLIVIALa Leyenda de la coca

Era por el tiempo en que habían llegado a estas tierras los conquistadores blancos. Las jornadas siguientes a la hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Las ciudades fueron destruidas, los cultivos abandonados, los templos profanados e incendiados, los tesoros sagrados y reales arrebatados. Y, por todas partes en los llanos y en las montañas los desdichados indios fugitivos, sin hogar, llorando la muerte de sus padres, de sus hijos o de sus hermanos. La raza, señora y dueña de tan feraces tierras yacía en la miseria, en el dolor. El inhumano conquistador, cubierto de hierro y lanzando rayos mortales de sus armas de fuego y cabalgando sobre briosos corceles, perseguía por las sendas y apachetas a sus espantadas victimas.

Los indios indefensos, sin amparo alguno, en vano invocaban a sus dioses. Nadie, ni en el cielo ni en la tierra, tenía compasión de ellos.

Un viejo adivino llamado kjana-chuyma que estaba, por orden del inca, al servicio del templo de la isla del Sol, había logrado huir antes de la llegada de los blancos a las inmediaciones del lago, llevándose los tesoros sagrados del gran templo.

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Resuelto a impedir a todo trance que tales riquezas llegaran al poder de los ambiciosos conquistadores, había conseguido después de vencer muchas dificultades y peligros, en varios viajes, poner a salvo por lo menos momentáneamente; el tesoro en un lugar oculto de la orilla oriental del lago Titicaca.

Desde aquel sitio no cesaba de escudriñar diariamente todos los caminos y la superficie del lago para ver si se aproximaban las gentes de Pizarro.

Un día los vio llegar. Traían precisamente la dirección hacia donde él estaba. Rápidamente resolvió lo que debía hacer. Sin perder un instante, arrojo todas las riquezas en el sitio mas profundo de las aguas. Pero cuando llegaron junto a él los españoles, que ya tenían conocimiento de que kjana-chuyma se había traído consigo los tesoros del templo de la isla, con intención de sustraerlo al alcance de ellos, lo capturaron para arrancarle si fuera preciso por la fuerza el ansiado secreto.

Kjana-chuyma se negó desde el principio a decir una palabra de lo que los blancos le preguntaban. Sufrió con entereza heroica los terribles tormentos a que lo sometieron. Azotes, heridas, quemaduras, todo, todo soporto el viejo adivino sin revelar nada de cuanto había hecho con el tesoro.

Al fin los verdugos, cansados de atormentarle inútilmente, le abandonaron en estado agónico para in por su cuenta a escudriñar por todas partes.

Esa noche, el desdichado kjana-Chuyma, entre la fiebre de su dolorosa agonía, soñó que el Sol, Dios resplandeciente, aparecía por detrás de la montaña próxima y le decía:

-Hijo mió, tu abnegación en el sagrado deber que te has impuesto voluntariamente, de resguardar mis objetos sagrados, merece una recompensa. Pide lo que desees, que estoy dispuesto a concedértelo.

-¡Oh!, Dios amado – respondió el viejo- ¿Qué otra cosa puedo yo pedirte en esta hora de duelo y de derrota, sino la redención de mi raza y el aniquilamiento de nuestros infames invasores?

-Hijo desdichado-le contesto el Sol- Lo que me pides, es ya imposible. Mi poder ya nada puede contra esos intrusos; su dios es más poderoso que yo. Me ha quitado mi dominio y por eso, también yo como nosotros debo huir a refugiarme ene. Misterio del tiempo. Pues bien, antes de irme para siempre, quiero concederte algo que esté aún dentro de mis facultades.

-Dios mió,- repuso el viejo con pena- si tan poco poder ya tienes, debo pensar con sumo cuidado en lo que voy a pedirte.

Un grupo de habitantes del imperio del Sol, escapando de los intrusos,

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embarcándose en pequeñas balsas de totora, atravesó el lago y fue a refugiarse en la orilla donde kjana-chuyma estaba luchando con la muerte.

Los indios acudieron a cuidarlo. Kjana-chuyma era uno de los yatiris mas queridos en todo el imperio, por eso los indios, rodearon su lecho de agonía, llenos de tristeza, lamentando su próxima muerte. El anciano, al ver en torno de si ese grupo de compatriotas desdichados, sentia mas honda pesadumbre e imaginaba los tiempos de dolor y amargura que el futuro guardaba a esos desventurados. Fue entonces que se acordó de la promesa del gran astro. REsolvio pedirle una gracia, un bien durable, para dejarlo de herencia a los suyos; algo que no fuera ni oro ni riqueza; para que el blanco ambicioso no pudiera arrebatarles; en fin un consuelo secreto y eficaz para los incontables días de miseria y padecimientos.

Al llegar la noche, lleno de ansiedad en medio de la fiebre que le consumía, imploro al sol para que acudiera a oírle su ultima petición. Alos pocos momentos un impulso misterioso lo levantó de su lecho y lo hizo salir de la choza.

Kjana-chuyma, dejándose llevar por la secreta fuerza que lo dirigía, subió por la pendiente arriba hasta la cumbre del cerro. En la cima notó que le rodeaba una gran claridad que hacia contraste con la noche fría y silenciosa. De pronto una voz le dijo:

-Hijo mío. He oído tu plegaria. ¿Quieres dejar a tus tristes hermanos un lenitivo para sus dolores y un reconfortantes para las terribles fatigas que les guarda en su desampara?

-Si, si. Quiero que tengan algo con que resistir la esclavitud angustiosa que les aguarda. ¿Me la concederás?

-Bien,- respondió la voz- mira en torno tuyo ¿ves esas pequeñas plantas de hojas verdes y ovaladas? La he hecho brotar por ti y para tus hermanos. Ellas realizaran el milagro de adormecer penas y sostener fatigas. Serán el talismán inapreciable par los días amargos. Di a tus hermanos que, sin herir los tallos, arranquen las hojas y después de secarlas, las mastiquen. El jugo de esas plantas será el mejor narcótico para la inmensa pena de sus almas.

Kjana- chuyma, sintiendo que le quedaban pocos instantes de vida, reunió a sus compatriotas y les dijo:

-hijos míos. Voy a morir, pero antes quiero anunciaros lo que el INTI, nuestro Dios, ha querido en su bondad concederos por intermedio mío: Subid al cerro próximo. Encontrareis unas plantitas de hojas ovaladas. Cuidadlas, cultivadlas con esmero. Con ellas tendréis alimento y consuelo. En las duras fatigas que os impongan el despotismo de vuestros amos, mascad esas hojas y tendréis nuevas fuerzas para el trabajo.

En esos desamparados e interminables viajes que les obligue el blanco, mascad

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esas hojas y el camino os hará breve y pasajero.

En los momentos en que vuestro espíritu melancólico quiera fingir un poco de alegría, esas hojas adormecerán vuestra pena y os dará la ilusión de creerlos felices.

Cuando queráis escudriñar algo de vuestro destino, un puñado de esas hojas lanzado al viento os dirá el secreto que anheláis conocer.

Y cuando el blanco quiera hacer lo mismo y se atreva a utilizar como vosotros esas hojas, le sucederá todo lo contrario. Su jugo, que para vosotros será la fuerza de la vida, para vuestros amos será vicio repugnante y degenerado: mientras que para vosotros los indios será un alimento casi espiritual, a ellos les causará la idiotez y la locura.

Cuidad que no se extinga y conservarla y propagadla entre los vuestros con veneración y amor. El viejo kjana-chuyma doblo su cabeza sobre el pecho y quedo sin vida.

Los desdichados indios gimieron por la muerte del venerable yatiri. Eligieron la cima del próximo cerro para darle sepultura. Fue enterrado dentro de un cerco de las plantas verdes y misteriosas. Recién en ese momento se acordaron de cuanto les había dicho al morir kjana-chuyma y recogiendo cada cual un puñado de las hojitas ovaladas se pusieron a masticarlas.

Entonces se realizo la maravilla. A medida que tragaban el amargo jugo, notaron que su pena inmensa se adormecía lentamente…

LEYENDA DE PUERTO RICO GARITA DEL DIABLO

Con un grito de" Alerta" el centinela comenzaba la jornada militar, Esto se efectuaba frecuentemente para no dormirse y atestiguar su vigilancia. Misteriosamente, durante una noche oscura, desapareció un centinela de esta garita, surgiendo así la leyenda de la "Garita del Diablo".Los habitantes de la isla de Puerto Rico, eran muy propensos a los ataques de piratas. Por tal razón tenían que pasarse la vida vigilando. La ciudad capital estaba rodeada (aún está) por castillos y murallas . Alrededor de las murallas habían, entre trecho y trecho, unas garitas o torresitas donde los soldados hacían su guardia día y noche. Por las noches se sentías las rondas de gritos que los centinelas gritaban para no dormirse.

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- ¡Centinela alerta! - le gritaba unoY el más cercano respondía:-¡Alerta está!Entre todas las garitas, había una, la más distante y solitaria. Estaba sobre un acantilado profundo en el extremo de la bahía. En el silencio de la noche, el ruido del mar producía un rumor como si los malos espíritus estuvieran cuchicheando.Había un soldado al cual llamaban "Flor de Azahar". El azahar era una flor muy blanca y como el soldado Sánchez tenía la piel blanca como el azahar, le llamaban así. Esa noche le tocó a Sánchez velar en esa garita.Como de costumbre, los gritos de contraseña de los soldados se escuchaban de trecho en trecho. Pero, al llegar al de el soldado Sánchez, nadie contestaba. Solo se escuchaba el viento silbar y el mar con su rumor.El miedo se apodera de sus compañeros que pasaron la noche temblando, del solo pensar, que le hubiese pasado a su compañero.Al salir el sol, todos salieron corriendo hacia la garita a ver que había pasado en la garita, que se había quedado muda durante la noche. Encontraron: el fusil, la cartuchera y el uniforme del soldado Sánchez. El soldado Sánchez, había desaparecido sin dejar rastros.Los soldados, que eran supersticiosos, comenzaron a decir que un demonio lo había sorprendido y se lo había llevado por los aires.Desde ese día, a la garita del desaparecido Sánchez, se le conoce como "La Garita del Diablo".Eso fue lo que creyeron los soldados y el resto de la isla.Pero la verdad.....esa se las contaré yo, ¿quieren saberla?. Pues aquí les va:Sánchez (Flor de Azahar) era un soldado andaluz y muy guapo, que pertenecía al Regimiento de Caballería y tocaba una guitarra muy bella.Diana, una mestiza, muy hermosa, vivía profundamente enamorada de Sánchez. Y Sánchez de ella. Se conformaban con mirarse y hablarse con los ojos. A Sánchez su ordenanza le prohibía acercarse a ella, y a ella, se lo prohibía su madre de crianza que era más estricta que un sargento.Flor de Azahar (Sánchez) se comunicaba con ella, a través de su guitarra. En las noches la tocaba y cantaba. En el canto le comunicaba a Diana sus mensajes. Una noche le envió un mensaje, el cual solo ella podía comprender, que decía:"Mañana cuando anochezca, vete a buscar a tu amor, porque lejos de tus brazos, se le muere el corazón." La noche siguiente, Diana se levantó muy calladita y sigilosamente, salió de la casa para buscar a su amor. Cuando se encontraron, en la garita, se fundieron en besos y palabras de amor y decidieron huir lejos y vivir juntos para siempre.Diana le había llevado un traje civil. El dejó en la garita el fusil, la cartuchera y el uniforme y sin hacer el menor ruido huyeron hacia la sierra y los bosques de Luquillo.Allí, a escondidas del resto de la isla, construyeron su hogar y vivieron el resto de sus días.Dicen que aún, en la garita, en las noches se escucha el rasgueo de la guitarra y una risa disuelta en el viento. Queriendo ésto decir que Diana y Flor de Azahar se burlan de los que inventaron la leyenda de la Garita del Diablo.

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LEYENDA DE PARAGUAYLA LEYENDA DE KARÃU

La tarde iba preparándose para el sueño, dejaba tras de sí los multicolores vestidos de fiesta que había llevado durante el día. Como siempre, rumores de aves en retirada completaban la cercanía de la noche. La gran dama de negro preparaba las lentejuelas del universo para pasearse a sus anchas. La luna era en ese momento apenas un hilo de plata, una pulsera finísima tejida con la luz del sol, elevándose desde la otra orilla del río.Frío.Agosto reina.Hoy las rosadas mieses florales de los tajy han estallado, pero bajo el hermoso manto de flores aletean las oscuras sombras del más allá. Aletean en torno del joven indio que se prepara para la gran ceremonia. Aletean en torno de la anciana que se prepara para la otra vida. Aletean en torno de la choza y de los árboles y de las flores y de las estrellas, que rodean la fuerza del joven y la agonía de la anciana.La anciana clama por el hijo que en ese momento no tiene oídos para su madre.El joven guerrero escucha ahora tan sólo los latidos de su deseo. Presiente el encuentro amoroso. Lo avizora en los tambores que resuenan en la noche recién nacida, en los ruidos de los animales que se deslizan en busca de sus presas, en el zumbido apenas audible de las flores que se fecundan unas a otras. El joven guerrero no tiene oídos para el clamor de su madre. Y su madre está muriendo.El médico de la aldea sujeta las manos de la anciana entre las suyas y cierra los ojos para no ver a los enviados del más allá que vienen a llevársela.El hijo se aferra a su bastón emplumado y parte, dejando atrás la choza donde vive. Aún existe un instante en el que duda y se detiene. Las estrellas lo miran esperanzadas, las flores de los lapachos gritan: ¡vuelve junto a tu madre! El joven guerrero gira su altiva cabeza y mira en dirección de la choza que acaba de abandonar. Su madre clama: vuelve, hijo mío, sólo quiero despedirme. Pero el hijo no la ha escuchado. Cegado por la pasión de su juventud, retoma el camino y las estrellas dejan caer lágrimas celestiales.Ahora los pasos del joven son firmes.A medida que avanza, la noche se cierra sobre él y los tambores acercan sonidos cada vez más potentes. En la planta de sus pies descalzos, Karãu siente el pulso de la tierra latir al unísono con su pecho. Los perfumes del fuego comienzan a llegar hasta su piel e inician el proceso de enardecer a cada uno de sus músculos. Su mirada se enciende cuando llega al círculo en el que la tribu danza sus sueños.Orgulloso de sus prendas, orgulloso de su cuerpo, Karãu se hace un lugar en el círculo de fuego, se apoya en su bastón emplumado y con su mirada

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lanza-relámpagos comienza a buscar entre las jóvenes más bellas a aquella que lo ha estado llamando sin saberlo.¡Ahí está!La mirada de aquella mujer ha cruzado, por un instante brevísimo sus brillos de río con la mirada del vanidoso guerrero. Lo ha enceguecido, lo impulsa a la conquista. Esquiva, la joven desaparece de inmediato en el racimo de hembras teñidas de fuego.Karãu duda. Ha sido como una aparición que ahora vuelve para hacerse ver tan sólo por un momento. El guerrero sale del círculo y camina con firmeza por el exterior de ese pequeño sol tribal que forman los indios en su fiesta de la Luna Nueva. Camina sigiloso como el jaguarete sobre las ramas de los árboles. Sus ojos, su piel, sus pasos, todo él ruge cada vez que la aparición juega a incitarlo. De pronto, lo que parecía una aparición está ante la vista de todos. ¿Ha dado un salto, o simplemente la magia de su belleza extrema la ha puesto allí, junto al fuego? Karãu se detiene y entra en el círculo. Sólo el fuego los separa. Sólo el fuego los une. Cualquier otro se quemaría. Ellos, en cambio, están allí como si estuvieran en su ámbito más natural.Sus cuerpos hacen el fuego.¿Quién cazará a quién?Es la mujer vestida de llamas la que inicia el movimiento, y los tambores, que se habían callado para escuchar el crepitar de esas llamas, inician un tan-tan cada vez más intenso. Karãu se mueve en sentido contrario, no dejará que los papeles se inviertan. Él quiere ser el cazador y va al encuentro de la joven por el lado opuesto. Le da alcance y rodea la pequeña cintura de la joven con su brazo derecho. Ella echa sus brazos al cuello del joven y él la desprende del piso como arrancando una planta exótica de la orilla del río. Ahora danzan.Todas las cosas giran a alta velocidad.Las manos en los tambores. Los pies de Karãu y la joven. Sus cuerpos. El fuego. Las estrellas. La finísima curva de la luna. El círculo de la tribu. Todas las cosas giran a alta velocidad. Se desen frenan. El alma. Los corazones. La cárne. Los pensamientos. La pasión. Una sombra sola está quieta en medio de la alocada carrera.Una sombra a espaldas de Karãu.Tu madre ha muerto dice la sombra, y los tambores callan. Enmudece el aire de la noche y todo lo que giraba abandona su impulso y se deja ir en un último movimiento que ya no atiende al movimiento.. .Tu madre ha muerto, repite ahora en medio del silencio la sombra quieta.No molestes, viejo. Ahora no es momento. Ahora no es tiempo de llorar.Karãu, teñidas sus palabras por el fragor sensual del momento, no comprende que su madre ha muerto. La tribu en pleno no comprende el desamor de Karãu y, sintiéndose culpables, cada uno de los presentes, esconde su mirada en el piso de tierra. Las llamas retroceden, ceden en la hoguera dejando paso al reinado de las cenizas. La joven, objeto del deseo desenfrenado de Karãu, escapa hacia el bosque. Karãu olvida la fiesta, a su madre muerta, al viejo médico que le ha dado aviso, y corre tras ella. La persecución ya no es simbólica sino real: el jaguarete persigue a la hermosa

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gacela.Karãu huele en el aire el perfume de la joven y entra en el bosque. Como si fuera una premonición, la estela de flores de tajy que va dejando tras sus largas zancadas, se deshace y las flores, antes perfumadas, caen marchitas y con un hedor de muerto. Karãu se interna en el monte que cada vez se hace más y más espeso. Cae repetidas veces enredado entre las lianas que ahora proliferan por doquier. Ya no hay flores ni suaves fragancias, todo es oscuridad impenetrable. El suelo que pisa es un barro pegajoso.Un crujido, el canto de un ave, un movimiento de hojas y Karãu cambia de rumbo.Ya no sabrá regresar.El cielo ahora ausente, lo sabe, pero Karãu ya no puede ver el cielo, sólo un cerrado techo de hojas que le impiden la orientación. Como si fuera un canto de sirenas, cualquier ruido lo atrae. Karãu piensa solamente en la bella joven que ha escapado de sus brazos.Karãu es ahora otro hombre. El deseo se ha transformado en obsesión primero y en desesperación después. Ha perdido su preciado bastón emplumado. Su cuerpo arañado por la vegetación presenta rastros de sangre. Su rostro se ha hinchado producto de las picaduras de los insectos. Su temple es ahora obstinación.Toda la noche tras un imposible.Karãu sale ahora a un claro, ve un cielo bajo y cerrado por nubes oscuras. Nuevas esperanzas le trae el pantano neblinoso que tiene frente a sí. Avanza. Las pestilentes aguas hasta la cintura.Apariciones entre la niebla.Ve a la joven que se aleja caminando suavemente sobre el inmundo lodazal. Ve a la madre muerta que asoma entre las aguas y se hunde nuevamente. Escucha sus gritos: ¡Sálvame, hijo! ¡Sálvame, por favor! Una y otra vez la bella joven y la madre muerta aparecen y desaparecen ante los azorados ojos de Karãu. Una y otra vez Karãu intenta alcanzar a las mujeres con su voz, pero de su garganta no sale un solo sonido. El agua ahora le llega al cuello y sin embargo Karãu sigue avanzando.Ya no hace pie.Karãu se hunde y vuelve a salir a flote en el pantano.Ya no es un hombre.   Apenas una masa informe entre el barro.De pronto un grito lastimero alza su cuerpo flaco y de entre los pajonales un ave negra extiende sus alas y se pierde entre la niebla. Un ave condenada a vagar en los pantanos. El cuerpo del color del barro. El grito del color del arrepentimiento tardío.Un ave triste: el karãu.

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LEYENDA DE CHILELOS DIOSES DE LA LUZ

Antes de que los Mapuches descubrieran cómo hacer el fuego, vivían en grutas de la montaña a las que llamaban "casas de piedra".Temerosos de las erupciones volcánicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovían piedras y ríos de lava. A veces el Cheruve caía del cielo en forma de aerolito.Los Mapuches creían que sus antepasados revivían en la bóveda del cielo nocturno. Cada estrella era un antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias.El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y Madre. Cada vez que salía el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho días, dividía el tiempo en meses.Al no tener fuego, porque no sabían encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo frío, se apiñaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que habían domesticado.Tenían horror a la oscuridad, era sigo de enfermedad y muerte. Se imaginaban cosas terribles.En una de esas grutas vivía una familia: Caleu, el padre, Mallén, la madre y Licán, la hijita.Una noche, Caleu se atrevió a mirar el cielo de sus antepasados y vio un signo nuevo, extraño, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada.Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivían en las grutas cercanas.Aquella luz celestial se parecía a la de los volcanes, ¿traería desgracias?, ¿quemaría los bosques?. Aunque Caleu guardó silencio, no tardaron en verla los demás indios. Hicieron reuniones para discutir qué podría significar el hermosos signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas.El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una mañana muy temprano a buscar frutos de los bosques para tener comida en el tiempo frío.Mallén y su hijita Licán treparon también a la montaña.-Traeremos piñones dorados y avellanas rojas -dijo Mallén.-Traeremos raíces y pepinos del copihue -agregó LicánLa niña acompaño otras veces a su madre en estas excursiones y se sentía feliz.-Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirtió Caleu.-Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay allá arriba, en los bosques -lo tranquilizó Mallén.Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Parecía una procesión de choroyes, conversando y riendo todo el camino.

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Allá arriba había gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piñones. Y los avellanos lucían sus frutas redondas, pequeñas, rojas unas, color violeta y negras otras, según iban madurando.No supieron cómo pasaron las horas. El Sol empezó a bajar y cuando se dieron cuenta, estaba por ocultarse. Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus niños de la mano.-¡Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras.-No tendremos tiempo. Nos pillará la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirtió Mallén.-¿Qué haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la más vieja, era la más valiente.-Yo sé donde hay una gruta por aquí cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Mallén.Guió a las mujeres con sus niños por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada.La abuela Collalla se asustó mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bóveda del cielo -exclamó.Licán se aferró a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los demás niños.-Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Mallén.-Eso sería lo mejor, murmuró Collalla, temblorosa.Ella conocía viejas historias, había visto reventarse volcanes, derrumbarse montañas, inundaciones, incendios de bosques enteros.No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subterráneo las hizo abrazarse invocando al Sol y la Luna, sus espíritus protectores.Al ruido siguió un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta. El grupo se arrinconó, aterrorizado.Cuando pasó el terremoto, la montaña siguió estremeciéndose como el cuerpo de un animal nervioso.Las mujeres palparon a sus hijos. Nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron hacia las boca blanquecina de la gruta: por delante de ella cayó una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas.-¡Miren! -gritó Collalla. ¡Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este regalo.Cómo luciérnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas encendieron un enorme coihue seco que se erguía al fondo de una quebrada.El fuego iluminó la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz.-La estrella con su espíritu protector mandó el fuego para que no tengamos miedo -dijo la abuela Collalla riendo.Niños y mujeres también rieron, aplaudiendo el fuego.El grupo silencioso contempló las llamas como si fuera el mismo Padre Sol que hubiera venido a acompañarlas.Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como música desconocida.

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Al rato, llegaron los hombres desafiando las tinieblas por buscar a sus niños y mujeres.Caleu se acercó al incendio y cogió una llama ardiente; los otros lo imitaron y una procesión centelleante bajó de los cerros hasta sus casas.Por el camino iban encendiendo otras ramas para guiarse.Al otro día, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios subieron a recogerlas y al frotarlas junto a ramas secas, lograron encender pequeñas fogatas. 

Habían descubierto el pedernal. Habían descubierto cómo hacer el fuego.Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse y cocer sus alimentos.

  LEYENDA DE REPUBLICA DOMINICANAEL BACÁ

En nuestra cultura un personaje muy conocido lo es el Bacá. Según las creencias de quienes admiten su existencia, es un ser exigente que requiere de quien lo posee enormes sacrificios, entre ellos la entrega hasta de personas de la familia, por eso, la enfermedad o muerte de un miembro de la familia a quien se le atribuye la posesión de tal ente, es siempre considerada como obra de éste y no por la disposición de quien lo regula en el mundo.A este personaje, el Bacá, las personas le dan vida ya sea en un gato negro, un perro, un toro o cualquier otro animal, que cuida algún terreno, ganado, casa o negocio de una persona que busca prosperidad.Las historias cuentan que el Bacá le da prosperidad a la persona, pero que si esta falla en el acuerdo con ese personaje termina suicidándose o muriendo misteriosamente.

LEYENDA DE GUATEMALA

La Segua

Hay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos.

Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo, pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y otros la llevan a la polca. 

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Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella hermosa mujer ya no es ella.Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener.Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no faltan ancianos que aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una Segua. Pero que una vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y que al día siguiente no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de hojas de guarumo, mechas de cabuya y cáscaras de plátano

  LEYENDA DE EL SALVADOR

LA CARRETA BRUJA

Cuentan que desde hace mucho tiempo y hasta la fecha todos los viernes por las noches, en algunos pueblos de El Salvador, al filo de la media noche se escuha el sonar de una carrta que comienza en lo profundo de los llanos y se acerca lentamente, se puede escuchar claramente el chirrido de las ruedas al rozar con los ejes con resequedad de grasa.Hay muchas historias de la carreta bruja, he os contaré hoy la experiencia de Majin un señor que avansada edad que vivía cuando era joven en un pueblito del norte de El Salvador, sucede que una noche que el venía de visitar unos parientes en la noche, era casi media noche pero él ya estaba acostumbrado a caminar por aquellos caminos oscuros, solo con la luz de la luna.A Majin ya nada le asustaba, se habia topado con el Cipitillo, la Siguanaba y en ocasiones le ecompañaba el Cadejo, pero esa noche ni Palomo su perro guardián iba con él. De repente faltando unos 2 kilómtros para llegar a su pueblo sintió el ruido de una carretaque se acercaba, de repente pensó, será don Concho que viene noche de traer zacate, o será que se les habia arruinado, en fin muchas ideas pasaron por su cabeza.Cada vez aquel ruido se hacia mas cercano y estrepitoso, para eso Majin estaba por llegar al pueblo, solo le faltaba pasar junto al cementerio, siempre sentía escalosfríos al pasar por ese lugar, así que solo se persinó y siguió su camino, al lograr pasar la carreta estaba casi a sus espaldas, cuando sintió una corriente de frio helado que rrecorrió toda su espalda.Lo que más le encrespó el cabello fué cuando las gallinas comenzaron con su caracteristico chillar de miedo, los perros salieron espantados asustados, eso infundió mas miedo, él sabia que la carreta no era nada bueno, asi que se pensino y medio se brincó un alambrado y se refugió detras de unos piñales cuando sintió que la carreta esta casi en frente, rezo oraciones.

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En ese momento se iba apareciendo un bulto, que al ver más de cerca pudo ver la figura de una carreta desquebrajada que avansaba lentamente, además no tenía bueyes, y en la punta de sus trinquetes llebaba calaberas, en su interior yacian cuerpos de personas, a las cuales no reconoció, y tras ella avansaban seres con la cabeza de zacate, pasó frente a él y se alejó, Majin no se acuerda como llegó a su casa, solo que paso 3 dias con fiebre, desde ese día ya no se deja agarrar más de la noche y peor si es viernes.* Esta es una de las muchas historias, muchos dicen que la carreta pasaba por los pueblos llevandose el alma de las personas malas y otros dicen que esta leyenda comienza cuando un hombre fué ganado por el diablo y obligaba a sus bueyes a entrar a una iglesia, pero los buelles se resisitían y no lo hicieron, sino que reventaron sus collundas y escaparon, la carreta rodo sin buelle cuesta bajo lo raro es que nunca la encontraron, pero la carreta siempre rrecorre las calles de pueblos y ciudades solitarias en buzca de almas malas.