Mockus - Pensar La Universidad

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Pensar la universidad Antanas Mockus Sivickas

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Procesos propias de la vida académica

Transcript of Mockus - Pensar La Universidad

  • De la Coleccin

    Ediciones Universidad

    EAFIT

    El humor

    Antonio Vlez Montoya

    El valor de los talentos

    Alejandro Uribe Escobar

    Orden y violencia: Colombia 1930-1953

    Daniel Pcaut

    La silla en primer plano:

    un objeto por descubrir

    Luis Fernando Patio Santa

    Apostillas. Memoria teatral

    Gilberto Martnez

    La libreta de apuntes

    Manuel Mara Paz

    Confesin a Laura- Guin

    Alexandra Cardona Restrepo

    Medelln, Medio Ambiente,

    Urbanismo y Sociedad

    Editores: Michel Hermelin Arbaux,

    Alejandro Echeverri Restrepo,

    Jorge Giraldo Ramrez

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    Antanas Mockus Sivickas

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    La universidad contempornea puede hacer implosin. En buena

    medida los profesores sobramos, nuestra tarea y en concordancia

    las competencias que necesitamos han cambiado, estn cambian-

    do, van a seguir cambiando. La academia ya no es una ventana ms,

    escogida por algunos para observar ciertos aspectos de la reali-

    dad. La academia y su hermana cada vez ms cercana, la tecnolo-

    ga, se han convertido en nuestro hbitat planetario. De este mo-

    do, tal vez se pueda afirmar que la universidad busca y alcanza ms

    fcilmente niveles altos de pertinencia. Hay instituciones de edu-

    cacin superior an no reconocidas como universidades que se ca-

    racterizan por la bsqueda de experiencias de aprendizaje en

    contextos que ofrecen un mximo de desarraigo cultural. La glo-

    balizacin redefine de manera muy fluida lo pertinente. Acenta

    la movilidad del conocimiento, tanto explcito como tcito, y

    facilita su movilizacin para los ms diversos procesos de transfor-

    macin, ya sea como fuente de orientacin y legitimacin del

    cambio o como fuente de informacin sobre los mejores medios

    disponibles para materializar ese cambio.

    Nacido el 25 de marzo de 1952 en

    Bogot, Colombia. Magster en Fi-

    losofa de la Universidad Nacio-

    nal de Colombia; licenciado en

    Matemticas de la Universidad de

    Dijon, Francia; doctor Honoris

    Causa de la Universidad de Pars

    VIII, y de la Universidad Nacional

    de Colombia. Ex alcalde mayor de

    Bogot, elegido popularmente en

    dos periodos: 1995-1997/2001-

    2003. Ex rector de la Universi-

    dad Nacional de Colombia 1991-

    1993. Candidato presidencial en el

    2010.

    Actualmente es presidente de la

    Corporacin Visionarios por Co-

    lombia (Corpovisionarios), orga-

    nizacin sin nimo de lucro creada

    para ayudar a inventar o adaptar

    mecanismos o procesos que permi-

    tan desarrollar polticas pblicas,

    especialmente en cuanto implica

    consolidar o transformar compor-

    tamientos de la ciudadana.

    Pensar la

    universidadAntanas Mockus Sivickas

  • Antanas Mockus Sivickas

    Pensar la universidad

  • Pensar la universidad

    Mockus Sivickas, Antanas, 1952- Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas. 2. ed. -- Medelln : Fondo Editorial Universidad EAFit, 2012. 180 p. ; 21 cm. incluye bibliografa iSBN 978-958-720-137-6 1. Educacin superior - Colombia. 2. Valores (Filosofa) - Enseanza. 3. Reforma universitaria - Colombia Historia. 4. Educacin superior Fines y objetivos. i. Hernndez, Carlos Augusto, Prl. ii. tt.378.001 cd 21 ed.M688

    Universidad EAFit-Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarra Villegas

    Segunda edicin: octubre de 2012 Antanas Mockus Sivickas Fondo Editorial Universidad EAFitCarrera 48A # 10 Sur - 107, Medellnhttp://www.eafit.edu.co/fondoEditorialEmail: [email protected]: 978-958-720-137-6

    Fotografa de cartula: Antanas Mockus, Dos Caras, escultura de Nijole Sivickas, ca. 1973.

    Editado en Medelln, Colombia

  • Contenido

    Prefacio ........................................................................ 7

    Presentacin a la primera edicin ....................... 27

    introduccin .............................................................. 31

    La misin de la universidad .................................. 43

    Esquema general de la exposicin ......................... 43

    Algunas caractersticas del punto de vista adoptado ................................................................. 44

    Campos de proyeccin de la universidad ............. 47

    Una idea sobre la misin de la universidad .......... 50

    El secreto de la universidad ................................ 53

    La accin comunicativa discursiva........................ 54

    La tradicin escrita ................................................. 56

    La reorientacin y la reorganizacin de la accin ...................................................................... 63

    El poder racionalizador de la combinacin entre discusin racional, tradicin escrita y reorientacin (o reorganizacin) de la accin .............................. 69

  • El poder racionalizador de la tradicin acadmica y los diversos mbitos de proyeccin de la universidad ............................................................. 72

    El secreto de la universidad y la especializacin de los discursos y las comunidades disciplinarias ..... 85

    La cientifizacin de las profesiones....................... 86

    La polivalencia poltica de la universidad ............. 89

    El carcter tendencialmente hegemnico de la cultura acadmica .................................................. 97

    La educacin universitaria como formacin y nuestra caracterizacin de la misin de la universidad ............................................................. 102

    Racionalismo tico o pragmatismo? .................... 107

    Otra cara de la formacin: la sabidura requerida por el trato con lo particular ................................. 109

    A modo de conclusin ........................................... 115

    Bibliografa ............................................................. 128

    Pertinencia: futuro de la universidad colombiana ................ 129

    Una universidad ms articulada con lo global ..... 131

    Una universidad ms sensible a lo local ............... 155

    Una universidad ms capaz de vincular, con pertinencia, lo local con lo global .......................... 165

    Conclusiones y algunas recomendaciones ............ 171

    Bibliografa ............................................................. 177

  • 7Prefacio

    A quienes ven en una vida llevada reflexivamente una legtima fuente de felicidad

    A quienes se desviven por encarnar los exigentes ideales de la universidad

    Y a quienes en cada generacin optan por encontrar conversaciones, o lecturas,

    o experiencias que les cambian la vida

    Siete aos separan la escritura y la publicacin de los dos tex tos aqu recogidos y presentados: La misin de la Uni -versidad y Pertinencia: el futuro de la universidad co -lombiana. Amablemente EAFit ha querido volver a edi tarlos con una introduccin del profesor Carlos Augusto Hernndez y un nuevo prefacio del autor. La misin de la universidad de 1987 antecede en un ao el comienzo de mi etapa vital como directivo uni-versitario. Desde 1988 me desempeo por dos aos y medio como vicerrector acadmico de la Universidad Na cional y enseguida por otros dos aos y medio como rector. En noviembre de 1993 salgo de la Rectora y durante el ao siguiente escribo Pertinencia: el futuro de la universidad co lombiana. Los dos textos encuadran una etapa muy valiosa de mi vida, que me da una oportunidad nica para

  • 8comprender cosas nuevas, poner en prctica concepciones y conocimientos, viejos y nuevos, hacer parte de equipos, aprender a fijarme prioridades y tambin a autorizarme innovaciones. En este prefacio quiero subrayar cunto me dio la universidad y cunto me sirvi para confirmar mis pre-juicios sobre ella y sus conexiones con la vida. Para co-men zar quiero mostrar con dos o tres ejemplos que en la universidad aprend enfoques y tcnicas que luego me fueron muy tiles en la gestin pblica. Y tambin su cedi lo contrario: mi experiencia en esta ltima me llev a valorar an ms la tica comunicativa propia de la universidad. Varias innovaciones impulsadas desde la alcalda de Bogot tuvieron un claro antecedente en la universidad. Fue en la Universidad Nacional donde por cuenta de un experto internacional invitado por el Programa Uni-versitario de investigaciones en Energa que coordinaba Horacio torres pude conocer un novedoso enfoque en ma teria de servicios pblicos domiciliarios, el enfoque de gestin de la demanda. Uno o dos aos despus, cuando el apagn del presidente Gaviria, mientras la ciudad prc-ticamente toda se apagaba tres horas al da, la Ciudad Uni versitaria tena luz las 24 horas. En efecto, en pocos das Fabio Chaparro, vicerrector de recursos, hizo un acuer-do con la compaa de electricidad y baj sin cortar el suministro el consumo de energa en la meta requerida. Obviamente, cuando cinco aos ms tarde el su mi-nistro de agua a Bogot se vio afectado por el derrumbe en los tneles de Chingaza, el paradigma estaba probado. Eso me dio mucha seguridad. Gradualmente la pedagoga logr un ahorro del 14% (despus de una inquietante primera semana en que el consumo aument pudimos

    Prefacio

  • 9Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    comprobar que hasta en la casa de los gerentes de acueducto y de cultura ciudadana guardaron agua en baldes por si acaso). Posteriormente, gracias a la combinacin de una pedagoga inolvidable (que lleg a incluir una grabacin con la voz de Shakira Gracias por ahorrar agua que se oa en el te lfono justo antes de que sonara el bip-bip caracterstico del telfono ocupado) con un alza sostenida de tarifas y una concientizacin escolar sobre su escasez, el consumo de agua por familia al mes sigui bajando hasta llegar a ser el 63% del que era a comienzos de 1997. En una dcada baj de 27m3 a 17m3. Otro ejemplo tuvo que ver con la cultura tributaria de los bogotanos. En 1991 ajustamos en la un las matrculas y una serie de tarifas de trmites (como certificados de no tas y copias de diplomas) que llevaban cerca de veinte aos congeladas. Los nuevos estudiantes de clase media y alta deban pagar sustantivamente ms. A los estudiantes antiguos les dimos tres opciones: pagar lo que venan pagando, pagar el nuevo valor, pagar la mitad. Ayud mu cho a la aceptacin de la medida para los nuevos el que cerca del 10% de los estudiantes antiguos pagaran vo luntariamente ms de lo que venan pagando, ms la publicacin de un anlisis de la medida desde la economa y otro desde la filosofa, ms el compromiso del gobierno de darle a la universidad un peso ms de presupuesto nacional por cada peso nuevo que la universidad recaudara en el nuevo esquema. Las dos veces que gan las elecciones para la alcalda de Bogot promet aumentar impuestos. En la primera hicimos una serie de ajustes reglamentarios y operativos que permitieron aumentar sustantivamente el recaudo. En la segunda ocasin el Concejo de la ciudad declar que el alcalde poda haber prometido alza de impuestos pero

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    Prefacio

    que en su mayora los concejales haban sido elegidos para impedirla. inspirados por lo que se haba hecho en la Nacional, con el Secretario de Hacienda, israel Fainboim, incluimos en los formularios del impuesto predial y del impuesto de industria y comercio, la posibilidad bautizada 110% con Bogot de pagar voluntariamente un 10% ms. Estos impuestos voluntarios (bellsimo oxmoron) po dan ser direccionados por el contribuyente a uno de quin ce proyectos, muy diversos, que aparecan listados en hoja anexa. Un total de 63.000 familias o empresas contribuyeron al 110% y la actitud del Concejo cambi. Fue ron ajustadas tarifas. A pesar del ajuste, al ao siguiente ms de 40.000 contribuyentes pagaron el 110% y algunos lo han seguido haciendo aos despus y sin ninguna promocin. Yo atribua y sigo atribuyendo estos xitos a la peda-goga. Muy generosamente, Doris Sommer (de Harvard) los atribuye a actitudes y tcnicas que yo habra tomado del arte. De hecho estudiantes y profesores de artes me dieron lecciones claves en momentos claves. La semana pre via a mi posesin como rector ofrec una conferencia en el aula mxima de artes sobre cmo entenda la apli-cacin de los lineamientos de la reforma acadmica a los profesores y a los estudiantes de artes. Defend a ultranza la fundamentacin racional de las prcticas profesionales. Una excelente obra, una buena exposicin, a mi juicio no bastaban para promover un profesor el profesor tena que brindar una explicacin racional, contrastable, debatible, de lo que haba hecho. Si estaban en la universidad deban fundamentar su actuar, si no estaban dispuestos a fundamentarlo deberan irse a una escuela de artes y oficios. Con impaciencia algunos profesores expresaron su desacuerdo y esgrimieron el famoso argumento: muchas veces una imagen, o un gesto, dicen ms que mil palabras.

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    No dije nada, pero cuando volv al mismo auditorio, a la semana como estaba previsto desde antes a dar la segunda parte de mi charla, llegu en bicicleta, con esta sub al escenario, me acost sobre la mesa grande que haba sobre el podio y habl durante unos diez minutos mirando hacia el techo, como si estuviera en un divn de psicoanalista. Mostr performativamente que les haba dado la razn y desde ese da hice una conexin entre el uso de imgenes en las ciencias y en las tecnologas (que haba estudiado en mi tesis de maestra, laureada y publicada en 1988 como Representar y disponer y el uso de imgenes en otros procesos de comunicacin y especialmente en los ritos de iniciacin. Los antroplogos, tambin irritados por mi nfasis extremo en la escritura y en la argumentacin racional, me haban hecho caer en cuenta de que en las culturas indgenas objetos concretos sirven como smbolos que permiten conocer y compartir conocimiento. Las cosas ha-blan y aprender a leerlas es otra forma de lectoescritura. El an troplogo Guillermo Pramo en reuniones celebradas en Colciencias nos haba enseado que los indgenas tucanos vivan en una autntica botella de Klein, que as era su maloca, as su universo que as eran al mismo tiempo el ro mayor de la regin y la boa anaconda y que as era el exprimidor de yuca tejido con fibras vegetales. A l le dije en alguna ocasin: si usted se equivoca en la teora, yo me estrellar en la prctica. De hecho creo sinceramente que as como la esfera es una buena representacin del globo terrqueo, la botella de Klein es una buena representacin de la sociedad. tal vez me volv tucano sin darme cuenta cuando ya en la alcalda particip en dos rituales, uno en que nos pintamos las caras, otro en que hubo danza y canto No debe ser tan fcil. En cualquier caso, muchas veces en mi vida he podido acudir a objetos-smbolos para hacerme entender. Soy adems hijo de escultora

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    Prefacio

    Any way Sal de la rectora por el escndalo que provoc la difusin en el pas de un video filmado durante la inau guracin de una reunin nacional de estudiantes de bellas artes convocada con el lema Hartas artes y ce-lebrada en el auditorio Len de Greiff, aula magna de la Universidad Nacional, en noviembre de 1993. En el ao 2004 fui invitado a dar un curso de pregrado en la Universidad de Harvard. Lo hice sobre pragmatismo y hedonismo, retomando lo estudiado para escribir Per-tinencia. Harvard me pareci una gigantesca oreja, una grandiosa institucin hecha para or. Con paciencia y rigor se dan el lujo de explorar cuanta innovacin llega a su conocimiento, venga de donde venga en el mundo. Y pacientemente descubren que dentro de lo nuevo es asi milable a algo que ya se saba. Reducen la innovacin a sus justas proporciones. Ya me lo haba advertido Berns-tein que se quejaba de las recontextualizaciones que sus investigaciones haban sufrido. Cultural agency es la perspectiva desarrollada por Do ris Sommer. Como lo muestran muchos trabajos pro-venientes de la corriente llamada estudios culturales en la cultura, en las artes y en la educacin hay mucho de llanamente reproductivo. Se reproducen desigualdades, identidades subalternas, se interioriza un orden arbitrario. El profesor (la profesora) de literatura o artes, el humanista o la humanista no tendran mucho que hacer. Contra esa perspectiva se rebela Doris y emprende la bsqueda en el mundo de ejemplos como el del teatro legislativo de Augusto Boal o el de cultura ciudadana en Bogot, ejemplos donde la agencia cultural ha sido capaz de introducir cambios, diferencias, que no se dejan reducir a astucias de una estructura, un sistema condenado a reproducirse ciegamente.

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    Con el liderazgo de Doris ofrecimos un curso para doc to rantes que comenzaba con la lectura que hace Hannah Arendt de la Crtica del juicio de Kant (donde ba-jo el pretexto de hacer filosofa esttica sobre lo bello y lo sublime, Kant dara las claves de su filosofa poltica) y que terminaba con los estudios de Michel de Certeau sobre las tcticas de resistencia de los sectores populares, pa sando por las novelas clsicas latinoamericanas escritas por dirigentes polticos en el siglo xix en busca de toda una re-educacin de los sentimientos y por una relectura de lo hecho en la alcalda de Bogot bajo el ttulo de cultura ciudadana. Ficciones fundacionales y cultura ciudadana fue el nombre de esta extraordinaria experiencia. En Oxford estuve por cinco meses al ao siguiente, esta vez sin obligaciones docentes ms all de una que otra conferencia, disfrutando mucho de las indicaciones de Diego Gambetta, autor de un libro clsico sobre la mafia italiana, experto en la conexin entre arte y delincuencia y editor del libro El sentido de las misiones suicidas. En la realidad la universidad de lite resultaba sorpren-dentemente parecida a la universidad teorizada, imaginada, vivida previamente. Me asombraron por segunda vez en la vida, la sutileza de las presiones y la angustia de todo el mundo por cumplir, por satisfacer expectativas propias y ajenas. Me sent sensible hasta los tutanos a la evaluacin de los docentes ms reputados. Y muchas veces estuve en la pena de no tener nada inteligente que decir. Captulo aparte juega en mi vida la relacin con Jon Elster. Primero fue la lectura de varios de sus libros en los que distingua la regulacin moral de la regulacin social (o cultural en mi lenguaje que proviene de Bernstein) y en los que abogaba, al mejor estilo del segundo Wittgenstein, por unas ciencias sociales supremamente modestas, capaces

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    Prefacio

    de encontrar mecanismos causales con capacidad de ex-plicar retroactivamente fenmenos sociales pero con una bajsima capacidad de predecir. Esto se debe a la coe-xistencia por pares (o tros) de mecanismos activables en circunstancias muy similares. Una frustracin en la busca de objetivos ambiciosos puede llevar tanto a las uvas estn verdes como al persevera y vencers. Si alguien te asusta, al pro ducirte la emocin miedo de sen cadena una de varias tendencias a la accin. Con ello, quien te asusta puede llevarte a huir, a confrontar o a para lizarte. En los tres casos se atribuir como causa de la accin la emocin de temor pro vocada por el susto que recib. Muchas cosas, como la confianza, no se producen a voluntad, son sub-productos. Elster cree que el paradigma de la eleccin racional sigue explicando buena parte de los comportamientos humanos. Sin embargo, se complace en coleccionar anomalas y explicaciones emergentes (aversin a la prdida, tirana de los costos incurridos, transmutacin de emociones en otras emociones por ejemplo transmutacin de la envidia en indignacin, tasa de descuento hiperblica, etc.). Los experimentos de behavioral economics le han permitido comparar la fuerza motivadora de los intereses, las razones y las emociones y le ha interesado mucho el tema del desinters, siendo tal vez el investigador que ms conocimiento ha acumulado sobre normas sociales, accin colectiva y altruismo y auto-restricciones.

    ***

    Pero ms que todo lo anterior al lector le puede interesar qu pienso sobre la universidad hoy en da dieciocho aos ms tarde, habiendo pasado por ejercicios tan diversos como los

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    dos periodos como alcalde por eleccin popular de Bogot. Hasta dnde he cambiado de punto de vista? Qu de lo que no vea y ahora veo considero ms importante? Qu vislumbro? Quisiera dedicar unas pocas pginas a cada una de estas tres preguntas: Hasta dnde he cambiado de punto de vista? Qu destacara de lo que antes no vea y ahora considero muy importante? Qu vislumbro?

    Hasta dnde he cambiado de punto de vista? Evidentemente le otorgo un mayor valor a la ciudadana y a la contribucin de la universidad a la formacin ciudadana. En la medida en que empieza a universalizarse la formacin universitaria, el derecho a tener derechos (definicin de ciu dadana propuesta por Hannah Arendt) se interpreta tambin como el deber general de aceptar deberes. Por lo menos la universidad le facilita una base intelectual y emo-cional a la coordinacin de ambas facetas. Por un lado, la toma de distancia frente a la accin (posponerla y prepararla para hacerla ms contundente y mejor fundamentada pero tambin ms rica en apren di-zajes) facilita la diferenciacin y coordinacin entre tres usos muy distintos de las normas: (i) seguirlas, someterse a ellas; (ii) exigirle a otras personas el que las cumplan, hacerlas valer como fuente de derechos o al menos de expectativas y (iii) someterlas a discusin crtica y trans-formacin. Por otro lado, la universidad con su reflexividad y su afinidad con los metalenguajes proporciona muchas he-rramientas para entender de manera cada vez ms radical que el derecho, las normas jurdicas, descansan en las normas para crear normas. De ah no solo surge una comprensin

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    Prefacio

    cada vez menos sustantiva y cada vez ms procedimental del derecho. tambin de ah nacen dos tendencias que no dudo en invitar a conocer y adoptar: patriotismo constitucional (lo que hoy en da une a dos connacionales es acatar una misma constitucin) y democracia deliberativa (no basta con una democracia del voto y la publicidad, se requiere un intercambio comunicativo de razones, emociones e in te reses que permita luego un intercambio reflexivo de ar gumentos sobre razones, emociones e intereses). Votar sin deliberar honradamente choca radicalmente con la creciente asimilacin de la tradicin acadmica. Ya no veo tan automtica la contribucin de la aca de-mia ms calificada a la democracia. Un poco inge nua mente cre, en etapas anteriores, que una buena enseanza del lenguaje, las matemticas y las ciencias, formaba a la fija buenos ciudadanos. Hoy en da creo que se necesita una formacin especfica para la tolerancia, para la empata emocional, para la insercin en los tres sistemas reguladores del comportamiento: ley, moral y cultura.

    Qu destacara de lo que antes no vea y ahora considero muy importante? Me sorprende la conexin supremamente estrecha entre normas y emociones. Los psiquiatras llevan aos advirtien-do los peligros que trae consigo ser emocionalmente plano. Quien sanciona a otro socialmente dejando de hablarle tam bin se sanciona a s mismo y de hecho este costo es el que mejor expresa la magnitud del castigo. Me aterra por sus consecuencias ticas la vertiginosa posibilidad de pro vocar intencionalmente crisis (pero eso es harina de otro costal).

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    Me causan admiracin los nexos entre arte y auto-im posicin de restricciones. tambin, por otro lado la con-tribucin del arte a la ruptura de la rutina. Y me sor pren-den los aprendizajes tcitos que no piden per mi so para acompaar o contradecir (o relativizar) los apren dizajes explcitos. El arte invita a romper la familiaridad, a ver lo que se ha vuelto invisible, e invita a juzgar, conformando un pblico que no es ni el conceptual de las comunidades cientfi cas, ni el interno que severamente acompaa el raciocinio moral. Es el juicio esttico que segn Doris Sommer y Hannah Arendt termina siendo el mismo juicio poltico. La universidad no puede seguir evadiendo la formacin poltica so pretexto de neutralidad o de asepsia. Hoy en da me parece que los profesores universitarios se caracterizan en su mayora por un super-ego muy exigente, muy difcil de satisfacer. Y no pueden renunciar (salvo a un costo personal e interpersonal extremo) a esas exigencias pues de lo que se trata es precisamente de lograr que los alumnos hagan suyas, adaptndolas tal vez, esas exigencias, esos criterios de realizacin.

    Qu vislumbro?tenemos dos tareas: adaptarnos a la poca ms larga de la historia (Heidegger caracteriza as la poca en que se ha vuelto central la tcnica y no solo el mercado) y mantener la mirada al menos parcialmente puesta sobre lo que se vislumbra como posterior. Sociedad post-tcnica y sociedad post-mercado podran ir juntas. Nos espera tal vez un cuidar del otro emancipado, aunque sea parcialmente, de la comprensin previa del ser como tcnicamente dis po-nible, un cuidar del otro ms solidario, menos cir cunscrito al estrecho crculo familiar.

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    Prefacio

    El progreso tcnico cada vez ms imbricado con el progreso acadmico ayudar a socavar la actual com ple-mentariedad entre familia y mercado. No solo el bien ms preciado ser una buena con ver-sacin. El puro tiempo de atencin ser apreciado en grado sumo. Deme un minuto de su oro se vuelve apenas lgi-co si volvemos a adoptar el ideal de un trabajo no alienado, un trabajo lugar de la plena realizacin humana. Gracias a las nuevas tecnologas cada ser humano tiene a su alcance una capacidad de escribir, de publicar, de someter a crtica sus ideas comparable con la que tena la humanidad toda hace tres mil aos. La posicin central que ocupa el mercado en la sociedad actual no puede ser eterna. Al menos algunas personas en algunas universidades tienen que pensar desde ya el post-mercado. En el mundo hay ms suicidios que muertes por ho-micidio y por guerra sumadas. La prolongacin tcnica de la existencia humana puede chocar con los mnimos de ca-lidad de vida asociados hoy en da al concepto de dignidad humana. La propia familia puede abogar por la eutanasia como opcin. La propia maternidad se ha visto cuestionada. Si bien muchsimas madres se sienten llamadas a dar sin lmite y su vida se les va en parte en ese dar y dar, dar sin exi gir ni esperar retribucin alguna, hoy en da muchas mu-jeres se toman al menos durante unas pocas semanas la libertad de decidir. Ser madre sigue siendo tal vez el mayor acto altruista. Pero cada vez ms la mujer escoge. Lo que en el segundo texto llamo mutaciones culturales por tratarse de cambios irreversibles en la cultura que afec tan especialmente a las instituciones especializadas en reproduccin cultural (familia, iglesias, escuela, uni ver-sidad) ameritara precisarse de la siguiente manera:

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    1. Lo que he llamado mutacin pragmtica es en rea-lidad una revolucin de la responsabilidad muy afn a la mayora de edad postulada por Kant como fin perseguido por la ilustracin. La mxima pragmtica tiene al menos cinco campos de aplicacin: Peirce la propone como teora del sentido, base de la lgica y de la sistematizacin del modo cientfico de conocer e implora que no se utilice pa ra explicar los vnculos humanos ms cotidianos (co-mo la nia que camina tomada de la mano de su abue la). Dewey toma el pragmatismo como base de una am-biciosa renovacin de la educacin, educacin que no puede concebir sino como educacin democrtica. James la usa para escapar de la pesadilla del determinismo y para explorar la fascinante diversidad de las experiencias religiosas separando radicalmente la experiencia subjetiva del aparato institucional de las iglesias. Alexander Bain, abogado, aporta la idea precursora de que una creencia equivale a un conjunto de hbitos (que son los que se de ri van o derivaran de la adopcin de esa creencia) y apor ta esa idea como fundamento para considerar que una constitucin es un experimento a ser juzgado por el con junto concebible de todas sus consecuencias prcticas. Peirce y James se confrontan radicalmente en cuanto a la aplicacin de la mxima pragmtica al problema teo-lgico por excelencia: la transubstanciacin de la hostia resultado de su consagracin. Para el cientfico es claro que las cualidades fsicas de la hostia no han cambiado, para el psiclogo es claro que los efectos prcticos de la ingesta de la hostia han cambiado radicalmente con su consagracin. Peirce, molesto por la manera escandalosa en que son divulgadas las tesis pragmatistas, desautoriza a James y rebautiza su filosofa como pragmaticismo con la esperanza dice l de que un nombre tan feo no atraer a seguidores poco rigurosos.

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    Prefacio

    2. La mutacin hedonista se expresa, ms all de lo expuesto en el texto de Pertinencia: futuro de la universidad colombiana, en la fuerza ex plicativa y configuradora de la teora de la eleccin racional. No es casual que esta teora haya permeado, adems de la economa, buena parte de las ciencias sociales. Es claro el carcter central otorgado a las preferencias o deseos como punto de partida y el postulado de que el sujeto, dados sus deseos, busca informacin sobre los mejores medios para alcanzarlos y escoge aquel que, a la luz de la informacin disponible, es el ms conducente a la realizacin de ese deseo. Si el homo conomicus se ve motivado fundamentalmente por la realizacin de sus preferencias, el cumplimiento o incumplimiento de normas morales y sociales propio del homo sociologicus es tambin motivado por la bsqueda de gra tificaciones y sobretodo por la evitacin de sanciones y de emociones negativas asociadas a esas sanciones (temor a sanciones como la multa o la crcel, culpa y vergenza).

    3. Hay dos mutaciones que el texto hubiera podido y debido considerar: la mutacin feminista y la ambien-tal. Nuestro mundo nunca volver a ser lo que fue antes de es tas dos mutaciones. Las universidades que segregan por gnero son ya una nfima minora. Aunque algunas pro fesiones o carreras laborales todava lleven marca de gnero, en muchas universidades la matrcula femenina es mayoritaria. La aceptacin del doble rol de la mujer fa cilita una transicin cuyo resultado final no es claro an. La incorporacin de la ecologa en las universidades es an tmida, pero el cambio climtico y los cambios de com portamiento que el mismo obligar a hacer estn ah para permanecer. Si la universidad colombiana ha de ser per tinente tiene que afrontar los cuatro desafos: am bien-talismo, feminismo, hedonismo y pragmatismo.

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    Segn el Mapa cultural del Mundo elaborado por inglehart y Welzel a partir de la Encuesta mundial de Vvalores, hay dos grandes transformaciones en curso. En primer lugar est la que va de valores de autoridad tradicional (religin, familia, nacionalismo, obediencia) a valores racionales seculares (orientacin al logro, de ter -minacin, empuje, ahorro, inters por la poltica, apro-bacin al divorcio y al aborto) y que es bastante afn al proceso de secularizacin-racionalizacin descrito por Max Weber. Colombia junto con El Salvador y Puerto Rico aparece sistemticamente en el extremo tradicional. Y Uruguay est ms secularizado que Estados Unidos. En segundo lugar est la que va de valores de su-pervivencia (estado empleador, las mujeres deben tener hijos, es preferible que los hijos tengan ambos padres, el trabajo duro es bueno, rechazo a inmigrantes, empleo pri-mero para los connacionales, etc.) a valores de bienestar o de autoexpresin (felicidad, tiempo libre, salud, amigos, fe minismo, ambientalismo, tolerancia, aceptacin de la homosexualidad, etc.). Aqu Colombia y Amrica Latina ocupan claramente una posicin intermedia. Hedonismo, ambientalismo y feminismo haran parte de esta segunda transformacin, adelantada en un 50%. Aunque las relaciones entre pragmatismo y secularizacin son ms complejas, si enfatizamos la responsabilidad, la mutacin pragmtica correspondera a la primera trans-formacin y Colombia estara muy rezagada (ver resultados de la Encuesta mundial de valores). Se entendera entonces la vigencia que sigue teniendo la consigna de la Escuela Nacional de Minas: Hay que formar gente honrada, que siga siendo honrada aunque pierda la fe.

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    Prefacio

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    Consideracin aparte amerita por su impacto material y cultural, sobre la universidad y la sociedad, la revolucin de las tecnologas de la informacin y la Comunicacin (tic). La tradicin escrita est cada vez ms ah al frente y a la ma no, recogida, accesible, disponible, como nunca haba es tado. Las posibilidades de acompaar con informacin en tiempo real las ms diversas puestas en prctica estn da-das. Diseo y control imponen cada vez ms sus exi gencias. Como nunca antes hay un alineamiento entre desarrollo econmico y desarrollo tecnolgico. La posibilidad de rea-lizar clculos y simulacros para prever y para disponer crece sin lmite. La posibilidad de comunicarnos y de aprender tambin. La universidad contempornea puede hacer implosin. En buena medida los profesores sobramos, nuestra tarea y en concordancia las competencias que necesitamos han cambiado, estn cambiando, van a seguir cambiando. La academia ya no es una ventana ms, escogida por algunos para observar algunos aspectos de la realidad. La academia y su hermana cada vez ms cercana, la tecnologa, se han convertido en nuestro hbitat planetario. De este mo do, tal vez se pueda afirmar que la universidad busca y al-canza ms fcilmente niveles altos de pertinencia. Hay ins tituciones de educacin superior an no reconocidas como universidades que se caracterizan por la bsqueda de experiencias de aprendizaje en contextos que ofrecen un mximo de desarraigo cultural.1

    1 Hay embriones de educacin superior hiper-pertinente como la ofrecida por Pilotos del Caos desde hace veinte aos y cuyo

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    trabajo en Bogot en los dos ltimos aos ha comenzado a mos-trar un gran potencial. KaosPilot se define como una escuela in-ternacional de emprendimiento creativo e innovacin social con sede en Dinamarca. Los KaosPilot buscan con su trabajo explorar el futuro de la empresa sostenible y del liderazgo para la sostenibi-lidad. Les interesa conectar su hacer con su pensar y su sentir. Al combinar el trabajo prctico de proyectos reales con teora, la pedagoga de la escuela busca fomentar el liderazgo personal y el desarrollo de habilidades y competencias que ataen al ser en su totalidad (tomado de: www. Kaospilot.dk/).

    La globalizacin redefine de manera muy fluida lo per tinente. Acenta la movilidad del conocimiento, tanto expl cito como tcito, y facilita su movilizacin para los ms diversos procesos de transformacin, ya sea como fuen-te de orientacin y legitimacin del cambio o como fuente de informacin sobre los mejores medios disponibles para materializar ese cambio. Conviven varios tipos de recontextualizaciones, varias lgicas de circulacin del conocimiento: la acadmica, bsicamente abierta y altruista (salvo cuando se da en un marco contractual que implica confidencialidad, registro de propiedad intelectual etc.), la empresarial que intenta combinar estratgicamente acceso libre con negocio, y la del tercer sector y las instituciones multilaterales a quie-nes interesa mucho estandarizar la recoleccin de in for-macin, construir y posicionar indicadores que faciliten comparaciones que permitan validar innovaciones. indudablemente el conocimiento tiene visos de bien eco nmico y el acceso a l influye cada vez ms en el creci-miento econmico. Al mismo tiempo es un bien colectivo que facilita soluciones generosas a clsicos problemas distributivos.

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    Prefacio

    No sabemos todava ni cmo, ni hasta dnde, pero s podemos anticipar que la globalizacin, las tic, la economa y la sociedad del conocimiento van a otorgar mayor centralidad a la universidad. Corresponde a las uni versidades definir cmo y en qu medida protegen su especificidad.

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    Agradecimientos: ninguna de estas reflexiones habra sur gido sin la fe ciega que tuvieron en la educacin mis padres, la escultora Nijole Sivickas y el ingeniero Alfonsas Mockus, as como el fillogo clsico que con nosotros vivi buena parte de nuestra infancia, Juozas Zaranka, actuando como un segundo padre. No puedo olvidar las veces en que con mi hermana ismena, hoy endocrinloga y profesora de bioqumica, le dimos clases a una decena de muecos, obli gndoles a llevar cuadernos de apuntes y nosotros ponindoles calificaciones. No puedo olvidar a mis compaeros de edificio, de cuadra, de parque, de ftbol, de bus, de clase y de colegio: de ellos tambin aprend mucho. Mi inexperiencia en am plios campos de la vida la compensaba con un cono ci-miento libresco en el que sacaba ventaja de mis lecturas. tampoco olvido a mis maestras y maestros, cuya diversidad me aport mucho y cuyo ejemplo intent seguir. En los ltimos aos del colegio dos profesores, Landaburu y Lebot, me marcaron en particular con su amistad y sembraron intereses intelectuales y vitales que nunca pude abandonar. Francisco Slotkus muri asesinado cuando tenamos 42 aos l y 43 yo: nos una desde la adolescencia el canto (Atahualpa, Mercedes Sosa) pero tambin la soldadura elctrica, el baile lituano, la msica clsica y las cabreadas

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    (la expresin se utilizaba mucho en el instituto tcnico Central orientado por padres salesianos). Vi cmo Francisco se transformaba da a da mientras lea Cien aos de soledad, vi cmo una timidez extrema frenaba sus palabras cuando alguna de las nias amigas le gustaba, vi algunos aos ms tarde cmo llegaba a la Javeriana en cotizas y manejando una enorme bicicleta a la que le habamos adaptado con una polea un motor de gasolina Briggs & Stratton de tres caballos y medio, proveniente de una motobomba inservible. Muchsimas horas de conversacin con el padre de Fran cisco, don Venceslao Slotkus me sirvieron de inusitada for macin poltica. tambin me ense a tumbar becerros y a vacunar gallinas en las alas y en los ojos. Y Francisco me ense a manejar tractor y a cambiar los transistores de potencia de mi equipo de sonido. Mi fobia a la taylorizacin de la educacin proviene segu ramente de esa formacin en actividades de carcter ms bien artesanal. No tengo el valor necesario para abordar aqu con justicia la enorme deuda que tengo con el grupo Federici: con Carlo Federici, Jos Grans, Jorge Charum, Carlos Au-gusto Hernndez, Luz Marina Caicedo y Berenice Guerrero con formamos ese grupo que permaneci activo por cerca de quince aos, trabajando sobre problemas de teora de la educacin, enseanza de las matemticas y las ciencias naturales. En su interior pudimos mejorar sustantivamente las crticas al diseo instruccional como enfoque y a su aplicacin a la educacin bsica primaria de toda Colombia. Para toda la educacin bsica primaria se gener en 8.000 pginas un currculo a prueba de maestro (la expresin viene de los debates que se dieron en pases desarrollados) diseando en detalle los objetivos de cada actividad, la acti vidad misma y los indicadores de evaluacin. A su

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    Prefacio

    vez, los maestros, los grupos de trabajo pedaggico y las universidades reaccionaron impulsando en conjunto con la Federacin Colombiana de Educadores el movimiento pe daggico y su revista Educacin y cultura. Los equipos que me acompaaron en la direccin de la universidad y en las dos alcaldas no solo hicieron po-sibles los logros alcanzados en ambas responsabilidades. Per mitieron convertir en evidencia cotidiana lo teorizado pre via y posteriormente. Similar encanto ha tenido el trabajo con Mara isabel Patio, directora ejecutiva; con Henry Murran, entusiasta orga nizador de los seminarios; con Jon Elster, director de proyectos de Corpovisionarios, la ong a la que hoy en da me encuentro vinculado y que ofrece fascinantes posi bi-lidades a todo el grupo de jvenes profesionales que se ha acercado. A Carlos Augusto Hernndez, lector y escritor, siempre generoso y cuidadoso, autoridad acadmica combinada con tacto y precisin extremas, que en las discusiones nunca deja de decir lo que tiene por decir, mi agradecimiento por haber escrito para esta edicin una introduccin que ayuda a comprender la relevancia del texto en la actual coyuntura que es la de una probable reforma de la ley 30 de 1992, la ley de la educacin superior vigente. A Juan Luis Meja Arango, rector de EAFit, mi gratitud por haber tomado la iniciativa de publicar esta nueva edicin.

    Antanas Mockus Sivickas

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    Presentacin a la primera edicin

    La decisin de EAFit de publicar mis dos textos ms in-tensos sobre la universidad, La misin de la universidad y Pertinencia: futuro de la universidad colombianasuscita de mi parte gratitud y confianza hacia personas y procesos. Son dos textos que se completan mutuamente. Por su mo mento y por su contenido. El primero antecedi a los dos aos y medio de im pulso a una reforma acadmica sustantiva desde la Vi cerrectora Acadmica de la Universidad Nacional. Acompaada por varias acciones que buscaban confluir hacia la con-for macin de una comunidad acadmica y que lograran ins trumentarse mejor luego con los dos aos y medio de Rec tora. Esta reforma acadmica inclua como centrales un cambio de pedagogas y una reforma curricular de todo los programas de pregrado. Con el segundo artculo, posterior a la experiencia de la Rectora, sin pretender an hacer ningn balance, re tomo los problemas de insercin de la labor de la uni-ver sidad en su contexto social, y subraya su posible y pro-bable contribucin a la manera en que nuestra sociedad responder a grandes tendencias contemporneas y, en particular, a las grandes mutaciones culturales que estamos destinados a afrontar.

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    Presentacin a la primera edicin

    En el primero me atrev a formular la misin de la universidad como deberse a s misma, a su propia tradicin y proyecto y a caracterizar la cultura acadmica por su ra dical dependencia de la armona comunidad-institucin, por su asombrosamente eficaz aprovechamiento de la com binacin entre discusin racional, escritura y repre sen-tacin grfica y accin consciente sobre la accin, y por su especializacin. Con el segundo pude profundizar ms en el vnculo entre la universidad y el despliegue local del representar y disponer, la puesta en circulacin de formas de decir y de hacer que aumentan la capacidad de discutir con fertilidad o de transformar con eficiencia nuestro entorno y nuestra sociedad (hasta contribuir a transformaciones voluntarias de hbitos y creencias). Hoy me atrevera a resumir esta segunda cara de la misin de la universidad como facilitar la transformacin de la discusin y de las prcticas en la so ciedad, mediante conocimiento adecuadamente escogido o (re)construdo. De hecho en La misin de la universidad, considero que la primera formulacin, la que enfatiza la plena lealtad a las reglas de juego de la cultura acadmica, es la condicin indispensable, la condicin sine qua non, para abordar la segunda. Se trata de una acumulacin inicial, insoslayable, culminada, en la cual cobran vigencia los dilemas y las tentaciones de la per tinencia. As, cierto desplazamiento del nfasis ms o menos visible entre los dos ensayos corresponde a una visin op-ti mista de la conformacin de la comunidad acadmica co lombiana. Ya conformado en las ltimas dcadas un n cleo apreciable para esa comunidad conviene invitarla a enfrentar el reto de aumentar la pertinencia nacional y local de su trabajo. Por supuesto sin sacrificar por ello su mayor en tronque con la comunidad cientfica internacional.

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    Bajo condiciones precarias se corre el riesgo de de sa-cumular. Pero la difusin de ciertas ideas, su trans for macin e institualizacin nos da cierta tranquilidad. Lo que se va haciendo parte del ethos de una comunidad no se desvanece fcilmente, ni siquiera ante periodos de ad versidad. Cmo anticipar, cmo reconocer la pertinencia del co nocimiento que la universidad colombiana da a da re-construye y propaga de una manera muy influida por lo que ya tiene curso y sentido? Al mirar hacia atrs es posible reconocer los flujos comunicativos y las transformaciones visibles de la accin. La variedad Colombia no solo fue un sueo. Algo as tambin podra suceder con estos textos.

    Antanas Mockus Sivickas

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    Introduccin

    En los ltimos meses hemos asistido a un resurgimiento de la agitacin universitaria, motivada en Colombia prin-cipalmente por la propuesta de una reformulacin de la Ley de Educacin Superior en la que podra estar implicada una redefinicin problemtica de la universidad y de las tareas que le son propias. Los recientes cambios tecnolgicos, cul turales, econmicos y polticos han transformado tan ra dicalmente el horizonte de la vida y han afectado de tal for ma al trabajo y a las instituciones que a nadie sorprende hoy que la universidad tenga tambin que intensificar las dis cusiones sobre su lugar y su tarea social. La universidad como institucin se preocupa ante todo por atender a las altas responsabilidades que tiene como centro de conocimiento y de reflexin, como institucin que responde a las necesidades materiales y simblicas de la so ciedad a travs de la formacin de profesionales idneos y de la investigacin. La universidad responde a exigencias de corto plazo pero no puede renunciar a pensar en el lar-go plazo porque, como lugar de apropiacin y desarrollo del conocimiento universal y como espacio encuentro de distintos saberes y tcnicas, es capaz de enfrentar pro ble-mas muy complejos y de prever consecuencias que los saberes locales, los intereses particulares o las disciplinas aisladas desconocen.

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    Introduccin

    As ocurre que la universidad debe ser sensible a las mutaciones de su entorno sin descuidar sus tareas estra-tgicas; que debe transformarse sin dejar de ser la institucin que conserva, reproduce y ampla el conocimiento social; que debe ser pertinente, eficaz y actual, sin dejar de ser impertinente, crtica y reflexiva; que debe asumir los retos contemporneos con la altura acadmica que la protege de disolverse en la mediocridad y que la salva de convertirse en una empresa productora de mercancas cognitivas sometida al vaivn de la demanda. La universidad es, como se sabe, una institucin fun-dada a finales de la Edad Media (en el siglo ix, apare cie -ron las primeras universidades en los pases islmicos y en el siglo xii las primeras universidades europeas); sin embargo, la universidad es reconocida como una insti-tucin paradigmtica de la Modernidad y se consolida, a comienzos del siglo xix, como un centro de formacin pro fe sional (universidad napolenica, de formacin pro-fesional) y como un centro de cultivo y produccin de conocimientos (universidad humboldtiana, de inves-tigacin). Las universidades latinoamericanas del siglo xx respondan a estos dos modelos o a distintas combinaciones entre ambos (con gran predominio de la universidad de pro fesiones) hasta los aos setenta, cuando una gran plu-ralidad de instituciones de diferentes niveles y calidades emergi en el escenario de la creciente demanda por la edu ca cin y se comenz a hacer visible la problemtica de la mercantilizacin de la educacin superior. El siglo xx fue un periodo de cambios importantes que la literatura distingue en tres grandes momentos: la hegemona de la universidad pblica, gratuita y autnoma que se extendi por Latinoamrica a partir de la Reforma de Crdoba en 1918; la ampliacin radical y la diversificacin

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    del sistema, con un crecimiento rpido y relativamente catico de las instituciones de educacin superior privadas, entre los aos setenta y noventa, y la llamada tercera Reforma, desde los noventa a hoy. Esta ltima reforma incluye mltiples aspectos y tensiones, entre los cuales cabe mencionar:

    Una mayor diversificacin de instituciones y de pro-gramas.

    La ampliacin radical de la cobertura, que lleg a 17 mi llones de estudiantes en Amrica Latina y el Caribe en 2006 y que pas en Colombia de menos del 20% en 1995 a ms del 30% en la actualidad.

    La globalizacin-internacionalizacin de la academia que opera cada vez ms en redes internacionales, que mide su productividad con patrones internacionales y que establece criterios internacionales de calidad de ins tituciones y programas.

    El desarrollo acelerado del posgrado y de la investigacin. El creciente empleo de las tecnologas de la informa-

    cin y la Comunicacin (tic) que cambian las posi bi-lidades y las costumbres del trabajo acadmico y abren espacio a modalidades como la educacin vir tual, la educacin transfronteriza y las tutoras remotas.

    La emergencia de nuevas concepciones pedaggicas que implican mutaciones importantes en el papel del docente y en las formas de trabajo universitario.

    La reduccin efectiva de presupuesto para las insti-tuciones de educacin superior pblicas (el aporte se mantiene relativamente constante mientras que los gastos crecen con los posgrados, la investigacin, el aumento de cobertura y el reconocimiento a la pro-ductividad de los docentes).

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    Introduccin

    El aumento en la mercantilizacin de la educacin superior con el consiguiente deterioro de la calidad.

    todos estos cambios estn asociados a dinmicas po-lticas y sociales transnacionales. El Estado, por su parte, ha emprendido distintas acciones como la formulacin de leyes que permitan organizar el sistema y regular un mercado complejo y heterogneo, cuya calidad no puede ser juzgada por sus clientes en el corto o mediano plazo. As han surgido sistemas de acreditacin nacionales e inter-nacionales y se han definido condiciones mnimas para el funcionamiento de los programas. La agitacin internacional que advertimos hoy no es sorprendente porque en los cambios que vive y vivir en el prximo futuro la educacin superior est en juego, a juicio de muchos estudiantes y profesores, y de intelectuales tan reconocidos como Martha Nussbaum, la esencia misma de la universidad. Las universidades han respondido de modos distintos a estas dinmicas de la tercera Reforma que ya eran visibles a comienzos de los noventa. Algunas instituciones se acomodan al juego de la competencia debilitando su preo cupacin por la calidad; otras emprenden reformas acadmicas que les permitirn asumir los nuevos retos sin perder su identidad. La historia de estas reformas, que in cluyen la flexibilizacin curricular, la intensificacin del trabajo acadmico, la integracin entre las funciones de investigacin, docencia y extensin, la apertura a nuevas pedagogas, la diferenciacin del profesorado en trminos de ttulos y productividad, el empleo creciente de las tic, el reconocimiento del trabajo presencial y no presencial de los estudiantes en crditos acadmicos, la organizacin de la investigacin y el trabajo en redes comienza en Colombia

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    en 1989, cuando Antanas Mockus, primero como vicerrector acadmico y luego como rector, asumi el liderazgo de la reforma acadmica de la Universidad Nacional. Lo importante de las reformas acadmicas es cmo se las apropia y comprende, qu transformaciones impor-tantes estn asociadas a ellas, con qu legitimidad cuentan para garantizar el apoyo de quienes deben implementarlas, qu se gana y qu se sacrifica con ellas, cmo influyen en el ethos y en la vida de la universidad. La reforma propuesta y liderada por el profesor Mockus responda al tiempo histrico enfatizando precisamente en lo que a lo largo de la historia de la universidad se revelaba como lo ms esencial: la cultura acadmica heredada de Grecia y enriquecida por la ciencia moderna. Los textos del profesor Antanas Mockus se escribieron en los comienzos de la tercera Reforma que ahora, ms que hace veinte aos, anima importantes transformaciones de la educacin superior. Hoy, cuando algunas de esas transformaciones que se han hecho mucho ms visibles suscitan justas preocupaciones entre los acadmicos y se asiste a las confrontaciones de los estudiantes con las po-lticas gubernamentales en ms de un pas, estos textos son paradjicamente ms importantes y ms actuales que cuando se escribieron. Esta actualidad renovada no es ex traa en el mundo de la filosofa, aunque resulta menos frecuente en las ciencias duras y en las tcnicas. El profesor Mockus es muy conocido como poltico, pero es adems y ante todo el trabajo acadmico de este matemtico y filsofo, investigador en educacin, lo que lo hizo merecedor del Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Pars y de la Universidad Nacional, y lo que, ya a comienzos de los noventa, le dio el liderazgo ne cesario para echar a andar la reforma acadmica de la Universidad

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    Introduccin

    Nacional. En la coyuntura actual, este libro suyo se convierte en un documento invaluable porque aporta herramientas tericas fundamentales para la com prensin de la naturaleza y la funcin social de la uni versidad y permite pensar la actual coyuntura con la profundidad que hace posible la filosofa. Como ejemplo de la necesidad de pensar los conceptos que animan las reformas universitarias podemos hacer men cin de la idea de flexibilidad. La flexibilizacin puede ser comprendida como la clave del acomodamiento de la educacin superior a las exigencias del mercado y a las di-ficultades de encontrar empleo, pero puede ser entendida tambin, como lo hizo Antanas Mockus, como una forma de aprovechamiento de la riqueza de la universidad, como una ampliacin de la autonoma de los estudiantes para configurar su identidad profesional y como un modo de propiciar la comprensin del contexto y de asegurar la po sibilidad de la formacin integral. La flexibilizacin puede convertirse en una forma de abandono de lo que se ha llamado formacin integral, pero la flexibilizacin promovida por el profesor Mockus supona el contacto ine-ludible con las humanidades y la participacin en cursos de contexto orientados a revelar las relaciones en tre la prctica de la profesin y otras prcticas sociales. La puesta en marcha de la flexibilizacin entendida de este modo implicaba e implica reconocer lo fundamental, asegurar la apropiacin de los elementos bsicos que permiten seguir aprendiendo, responder a las expectativas sociales sobre el ejercicio profesional sin renunciar a la ampliacin de la mirada que hace posible la universidad y establecer un contacto cada vez ms estrecho entre la docencia y la investigacin. Gracias a su capacidad de comprender desde la teora y de poner en relacin distintos lenguajes, la universidad

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    pue de explorar y asumir las implicaciones ambientales, sociales y culturales de las soluciones que ofrece; ese nivel de la comprensin es vital para el destino de la sociedad; por ello la universidad no puede renunciar a su naturaleza para acomodarse a las necesidades inmediatas. La pertinencia de la que habla Mockus reconoce las necesidades materiales y simblicas actuales y potenciales, de mediano y largo plazo, y no solo lo inmediatamente visible. Los egresados de la universidad tienen responsabilidades acadmicas y responsabilidades sociales; no actan solo como tcnicos, sino como lderes culturales y como mo-delos de ciudadana; pueden resolver problemas puntuales, pero pueden tambin ayudar a cambiar la mirada que los beneficiarios de su trabajo tienen sobre esos problemas; estos egresados son en la prctica unos anfibios culturales porque llevan los valores de la cultura acadmica (ra-cio nalidad, trabajo en equipo, enseanza mutua) a sus es pacios de trabajo; cumplen tareas en las cuales no es po-sible prescindir de las decisiones morales y con frecuencia deben enfrentar conflictos derivados de las tensiones y de las resonancias entre ley, moral y cultura. Mockus se opone al afn casi exclusivo del lucro e insiste en el intercambio de argumentos y en el cuidado por mantener o restaurar los presupuestos de una ver-da dera comunicacin. Si el pragmatismo ha tomado el man do, se trata de proponer un pragmatismo atento a las consecuencias de mediano y largo plazo y soportado en la comunicacin que hace prevalecer lo compartido. Si el hedonismo es esencial al orden de la mercanca en el que habitamos, se trata de promover un hedonis mo capaz de reconocer las satisfacciones propias del univer-so de lo simblico y el valor esttico de la armona social y de recoger del hedonismo filosfico la conciencia de una

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    Introduccin

    bsqueda de placer pesada en un mundo compartido y en el largo plazo. En cualquier caso la universidad, por su naturaleza, es la institucin capaz de pensar el complejo de las consecuencias en el mediano y largo plazo. Qu es lo que hace a la universidad irremplazable en la vida social? Precisamente la cultura acadmica que le es propia y la posibilidad de establecer el dilogo de esta cultura con las culturas y problemas de su entorno. Como se ver en los textos del profesor Mockus, la escritura es la condicin para conservar, recoger y continuar la herencia del conocimiento socialmente acumulado. El asombroso progreso de la ciencia es posible porque la ciencia es una tarea colectiva en la que se suman esfuerzos de miles de estudiosos a lo largo de la historia, porque cada cientfico hereda el trabajo de sus antecesores (en muchos caso muertos hace siglos) y contina construyendo sobre lo previamente construido. La misma ciencia es un modelo de dilogo crtico en donde se intercambian argumentos y se respeta al inter-locutor. A travs del intercambio de razones y argumentos se afinan y profundizan las miradas sobre los universos simblicos, sobre fenmenos de la naturaleza o sobre los acontecimientos sociales. A travs de ese intercambio, y del acuerdo sobre las reglas que lo posibilitan y lo mantienen, se llega a consensos y se construyen las imgenes compartidas del mundo que hacen posible la cooperacin en la aplicacin del conocimiento y en la ampliacin de ese universo. La capacidad de pensar desde los signos, de construir modelos de los procesos y de hacer predicciones a partir de esos modelos ha hecho de la ciencia y la tcnica las ex-presiones ms notables del poder configurador de la realidad que poseen los seres humanos. Somos capaces de predecir y calcular con creciente precisin en muchos campos de

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    la accin humana, aunque sigan existiendo, por fortuna, los espacios de libertad en donde debemos convivir con la incertidumbre. En el entramado de estos tres elementos (tradicin escrita, discusin racional y prefiguracin-reorganizacin de la accin) est, segn el profesor Mockus, el secreto de la cultura acadmica. La universidad puede explorar y tomar en consideracin las consecuencias de largo plazo por que hereda la tradicin del conocimiento y porque acce de a lo universal. La universidad puede construir acuer dos duraderos y atender al inters general antes que a los intereses privados porque respeta las diferencias y el poder de los argumentos y las razones acumuladas en la historia. La universidad puede asumir sus altas responsabilidades con la sociedad porque comprende y representa simblicamente los procesos, predice y calcula consecuencias a partir de lo ya conocido y modifica sus propios caminos de acuerdo con lo que recoge y con lo que establece como acuerdo. La cultura acadmica distingue y cualifica las tareas de la docencia, la investigacin y la extensin propias de la universidad. La universidad traicionara lo que le es esencial si se deja atrapar en la dinmica de la mercantilizacin de la edu-cacin, si cae en el pragmatismo de corto plazo que podra reducirla en una simple oficina de investigacin y desarrollo de la empresa o convertirla en una empresa productora de profesionales funcionales y de mercancas cognitivas; ella no puede olvidar sus compromisos con el presente y el futuro de la sociedad, ella debe pensar lo local en el contexto de lo global y las soluciones presentes en el horizonte de las consecuencias de largo plazo. La crtica es esencial a su na turaleza, igual que la disposicin a asumir los problemas y reinterpretarlos desde una comprensin ampliada del

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    Introduccin

    entramado de relaciones en los que estos aparecen. La cul tura acadmica acude a la universalidad del saber pa-ra caracterizar y resolver con mayor responsabilidad y eficacia los problemas particulares, por ello puede tambin comprender la pluralidad de las relaciones entre lo local y lo global, la regin en el pas y el pas en el mundo, y puede pensar lo particular desde el concepto. El anfibio cultural que se forma en la universidad establece un dilogo real con las comunidades y las em-presas con las que trabaja, difunde un ethos de respeto a las diferencias, de investigacin rigurosa de los problemas y de aplicacin responsable del conocimiento y es capaz de interpretar desde sus teoras y estrategias de trabajo (ro abajo) los problemas concretos que se le plantean, como tambin de partir de los problemas (ro arriba) para construir representaciones ms universales de los mismos, aprendiendo de la prctica y del intercambio cultural. Mockus propone que la universidad sea ms perti-nente y propone tambin que debe servir a sus propios demonios (a los demonios de la academia). En esta doble tarea no hay contradiccin: la universidad ser ms pertinente en el sentido fuerte del trmino que la hace nica e irremplazable, cuanto ms responsable asuma su compromiso con la academia. Hemos insistido en que los textos recogidos en este libro son fundamentales para los debates que se avecinan; lo son precisamente porque cualquier reforma que pretenda legitimidad y aspire a servir realmente a la sociedad debe respetar la naturaleza de la universidad y su compromiso con el inters general y con el largo plazo. Esta brevsima (y demasiado simple) introduccin es taba terminada cuando quien escribe estas lneas tuvo la oportunidad de leer lo que Antanas Mockus llama dis-

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    cretamente un Prefacio y que es en realidad una nueva mirada, sorprendentemente rica, de la academia en el entorno de la cultura actual. Basta, para advertirlo, reco-nocer el encuentro cada vez ms productivo y abundante en matices entre la poltica y la esttica, ver cmo emergen en el discurso nuevas expresiones culturales y polticas como el ambientalismo y el feminismo, advertir los nue-vos desarrollos sobre el hedonismo y el pragmatismo y seguir su dilogo con importantes filsofos e intelectuales contemporneos, para entender que esta introduccin alude solo a un aspecto de su compleja visin de la uni versidad. Es preferible, por tanto, dejar hablar al autor del libro para evitar ms malentendidos y para permitir que el lector goce libremente del discurso fluido y lleno de sen sibilidad del Antanas que ha unido tan originalmente la poltica, el arte y la academia y que ha sido reconocido con razn, ms all de nuestras fronteras, por los aportes que ha hecho a la comprensin de la cultura y la poltica, en su condicin de filsofo de la vida activa.

    Carlos Augusto Hernndez

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    La misin de la universidad*

    Esquema general de la exposicinQuisiera ante todo presentar la forma del argumento que sostendr. Es la siguiente: es posible y es lo usual hacer un listado de grandes tareas atribuibles a la universidad para entrar eventualmente a discutir cules son las prioritarias; pero lo que voy a tratar de mostrar es que tambin es po-sible pensar en una misin para la universidad que, por un lado, nadie podra objetar con argumentos de peso y que, por el otro, resulta condicin necesaria (y casi suficiente)

    * trascripcin de una conferencia ofrecida en el marco de un ciclo sobre planeacin curricular organizado por la Facultad de ingeniera, de la Universidad Nacional de Colombia, en el segundo semestre de 1987. La trascripcin intent preservar algunas de las caractersticas propias de una exposicin oral, y en particular, no suprimi ciertas redundancias que resultan del esfuerzo didctico de explicitar las relaciones entre los diversos elementos considerados y la idea central.

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    La misin de la universidad

    pa ra que la universidad pueda contribuir en lo que le co-rresponde en esas otras tareas. Lo que quiero decir es que si la universidad logra cumplir la misin en la que voy a poner nfasis, se coloca prcticamente por aadidura en la posicin de cumplir tareas en todos esos otros rdenes (y las podr cumplir sin demasiado esfuerzo) y que si, por el contrario, la universidad desatiende esa misin se coloca en una situacin de marcada (y difcilmente remediable) incapacidad para atender cualquiera de esas tareas.

    Algunas caractersticas del punto de vista adoptadoQuisiera comenzar subrayando la relatividad del punto de vista que voy a exponer. Este es un punto de vista en tre muchos puntos de vista posibles. tiene varias ca rac tersticas. Una primera caracterstica es la que co -mien za reconociendo que la universidad tiene dos di -men siones conjugadas que son la de una comunidad formada por los universitarios y la de una institucin con ciertas particularidades que permiten considerarla una institucin universitaria. Sin comunidad universitaria la institucin sera un cascarn vaco; sin el cascarn formal, administrativo, organizativo, institucional, la comunidad universitaria seguramente adelantara una vida muy distinta o simplemente dejara de existir. Se debe tratar de tener siempre presentes esas dos caras de la universidad. Una segunda caracterstica del punto de vista adoptado es que pone en primer plano y trata de comprender el hecho de que la universidad es una matriz de conservacin y al mismo tiempo una matriz de cambio. La principal dificultad para pensar la universidad es la de comprender cmo puede existir una institucin tan conservadora y al mismo tiempo

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    Pensar la universidad / Antanas Mockus Sivickas

    tan comprometida con una serie de transformaciones en los mbitos ms diversos. tal vez lo esencial de la universidad es precisamente esa capacidad para conectar la tradicin con el cambio, con la innovacin. Un poco por esto, en mi exposicin sobre la universidad no me voy a dejar tentar demasiado por el aspecto del deber ser, por el proyecto de universidad, sino que voy a tratar de pensar en la universidad como tradicin ya existente, como institucin que ha sobrevivido a veces con muy pocos cambios a largos siglos de existencia en contextos sociales, econmicos, polticos muy diversos. La tercera caracterstica del punto de vista adoptado es que voy a acentuar la relacin de la universidad con la academia, la relacin de la universidad con la formacin y la investigacin. S que la universidad no es solo eso, pero considero que es primordialmente eso. Quiero subrayar que reconozco el hecho de que en la universidad coexisten diversas universidades y que en cierto sentido voy a hablar tan solo de una de ellas, de aquella a la que considero que es necesario darle prioridad. En conjunto, la exposicin se va a mantener en un nivel de generalidad. Solo de manera muy marginal aludir a peculiaridades que pueden derivarse, por ejemplo, de la ubi cacin de esta universidad en circunstancias especficas. No voy a hablar del aqu y del ahora, pero es obvio que la existencia de hecho de esta universidad en circunstancias muy particulares puede imponer una serie de limitaciones sobre las cuales no voy a insistir. No voy a plantear aqu el problema de la universidad desde el punto de vista de lo que sera una poltica educativa nacional. Es comprensible que cuando alguien habla desde el punto de vista de poltica educativa nacional, trate ge-ne ralmente de atribuirle tareas a la universidad de una

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    manera que podramos caracterizar como voluntarista, porque supone que la universidad est ah o va a estar ah disponible, movilizable para cumplir las tareas que en ciertos niveles de decisin se le encarguen. Pienso que la universidad, y en general las instituciones educativas no tienen esa flexibilidad. Pienso que en este sentido toda poltica educativa es, por lo menos en parte, una ficcin. Por supuesto no quiero con ello demeritar la labor de quienes formulan polticas educativas. El que propone polticas educativas debe presumir (y suele presumir), por ejemplo, que la universidad tiene que responder a las demandas del desarrollo nacional. Por ejemplo habra una serie de necesidades en el campo del desarrollo de fuerzas productivas que sera funcin de la universidad satisfacer. Por este camino se pueden establecer en abstracto muchas conexiones espurias meramente sociales. Las conexiones reales de este tipo se construyen mediante un esfuerzo de desarrollo y de calidad de lado y lado. Critico en este aspecto el voluntarismo usual, a pesar de que reconozco que en las circunstancias actuales, en el momento actual, despus de la reciente revolucin industrial basada en informtica y otras nuevas tecnologas, no se puede desconocer la urgencia de resolver problemas de modernizacin productiva y administrativa que deben ser planteados a nivel nacional. Mi tesis es que la universidad es sensible y debe ser sensible a ese tipo de cambios que comprometen el futuro del pas: obviamente un pas como Colombia no puede darle la espalda a los grandes cambios en la produccin que se estn presentando a nivel mundial; si lo hace, simplemente corre el peligro de quedar reubicado en la divisin internacional del trabajo en lugares que tarde o temprano resultarn oprobiosos. Mi tesis es que la universidad debe ser sensible a esas urgencias, lo que no quiere decir que desde esas urgencias

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    se pueda definir la tarea o la misin de la universidad. Dicho de otra manera, el Estado y la economa deben ejercer presiones sobre la universidad pero no pueden decidir la orientacin global de la vida universitaria. tampoco voy a sostener la idea extrema opuesta, que sera la de defender la universidad como una isla de sa ber puramente desinteresado donde un sector social com-pletamente ocioso se dedica a elucubraciones o a cons-trucciones puramente gratuitas; destaco sin embargo el he cho de que en una buena universidad irremediablemente hay mucho de eso. En resumen: la universidad debe ganarse el derecho a explorar sus propios caminos prestando servicios de una manera eficaz pero sin subordinarse a la prestacin de esos servicios. En qu terrenos? En los terrenos ms diversos.

    Campos de proyeccin de la universidadSe pueden considerar en primer lugar las posibles con-tribuciones de la universidad al mundo del trabajo y a la urgente problemtica del desarrollo de las formas y de los mtodos de produccin. Son importantes, y sin embargo veinte o treinta aos de reconocimiento de esa importancia no parecen haber modificado sustancialmente la vida de la universidad ni siquiera en las facultades que como la de ingeniera pueden jugar un papel privilegiado en ese de-sarrollo. Es posible pensar la universidad desde distintos modelos de desarrollo econmico pero hay cortocircuitos que es mejor evitar. Las contribuciones de la universidad a la economa parecen depender ms de su calidad que de su voluntad. Volveremos sobre esta tesis. Otro posible campo de proyeccin es el de las con-tribuciones al desarrollo del Estado y de la administracin

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    en general. Aqu tambin cabe enunciar el mismo tipo de reservas. Otro espacio mucho ms complejo es el del desa-rrollo de la democracia en por lo menos tres de sus caras: la universidad puede contribuir a ampliar las posibilidades de que los intereses afloren y los conflictos se asuman con cierto balance de estrategicidad por parte de los distintos sectores pero tambin a que esa capacidad estratgica se encauce ciertos lmites. En otras palabras, la tradicin aca dmica puede eventualmente hacer ms eficaz la accin poltica por parte de los diversos actores (o sea, puede procurar que todos los involucrados desarrollen su capacidad de actuar estratgicamente en el terreno de la confrontacin de intereses) pero tambin puede ayudar a reconocer reglas y lmites en cuanto a los medios que pueden ser empleados legtimamente en esa accin poltica. Sin embargo, evidentemente, la contribucin de la academia al desarrollo de la democracia no se reduce a una cualificacin de la estrategicidad (que podra pro-curar distribuir de la manera ms igualitaria posible la capacidad estratgica a la vez que promover una aceptacin ge neralizada de ciertos lmites al uso de esa capacidad). Su mayor contribucin en este campo corresponde posi-blemente al desarrollo de la posibilidad (y de la capacidad) de llegar a acuerdos sobre bases racionales.1 En resumen, el desarrollo de la democracia requiere ne-cesariamente una abierta confrontacin de intereses que se expresa como accin estratgica racionalmente organizada e

    1 Este anlisis y lo que sigue se comprende mejor a la luz de los elementos de teora de la accin expuestos ms adelante y presentados con mayor detalle en Mockus (1987).

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    inscrita dentro de ciertos lmites, por un lado, y que requiere capacidad para negociar y llegar a acuerdos racionales, por el otro. En ambos aspectos la academia puede contribuir al desarrollo de la democracia, aunque es claro que la academia no existe con esa finalidad. La universidad, quirase o no, con tribuye en cierto sentido a esos procesos (y puede a lo ms tratar de ampliar o reducir su contribucin) pero no pue de ni debe orientar en conjunto sus esfuerzos hacia ellos. Ms exactamente, la universidad estar en capacidad de colaborar (siempre parcialmente y siempre en los terre-nos que le son especficos, que son bsicamente los terrenos del saber, del discurso y de la organizacin racional de la accin) con esos procesos nicamente si concentra sus esfuerzos en asegurar un cumplimiento decoroso de su de ber primordial que es aqul en el que voy a insistir ms adelante. Hay una tercera contribucin de la universidad a la democracia, que es la menos visible. La universidad requiere como condicin de su eficacia la coexistencia en su in-terior de las ms diversas y divergentes interpretaciones de la realidad. Pero se trata de un pluralismo cualificado por la discusin y la confrontacin permanentes y argumentadas a veces duras y agrias entre esas interpretaciones. Al no estar sometida a un sistema nico de inter pre-taciones la universidad se aleja del horizonte de la so cie-dad tradicional. Esta es una de las muchas maneras en que la universidad se coloca en posibilidad de contribuir al desarrollo cultural de una nacin. La universidad mul-tiplica las posibilidades de interpretacin a la vez que las somete a ciertas exigencias de consistencia interna y de contrastacin externa. Con ello, a pesar de su apertura a las ms diversas manifestaciones de la cultura, la universidad promueve tal vez ms unas formas culturales que otras.

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    A pesar de sus posibilidades de autocrtica y de valoracin de las expresiones culturales ms heterogneas, la cultura acadmica es (quirase o no) avasallante. Retomar este lgido problema ms adelante. En esta primera parte bsicamente quise sostener que, aunque se podra pensar en una especie de funcionalidad social de la universidad con respecto a cada uno de esos grandes campos de proyeccin (produccin, administracin, desarrollo de la democracia, cultura), es mejor, por lo me-nos para los que intentamos pensar el horizonte de la uni versidad desde ella misma pensar en esa funcionalidad social como algo lateral, casi como si fuera un mal nece-sario: la universidad debe prestar ciertos servicios para que la sociedad la sostenga y la tolere; en todo caso la universidad se proyecta no tanto all donde se decide que debe proyectarse cuanto all donde la calidad de su trabajo hace que esa proyeccin se haya hecho posible y se produzca incluso sin ser deliberadamente buscada.

    Una idea sobre la misin de la universidadDespus de esta introduccin queda planteada la pre-gunta: Cul es, entonces, la misin de la universidad? La palabra misin tiene connotaciones mesinicas in-con venientes, entre otras cosas porque invita a asumir posi ciones voluntaristas, cuya formulacin caricaturizada sera: Vamos a llevar a la universidad a redimir el pas, a resolver el problema de la produccin, o el problema de la democracia, o el problema de la cultura, etc.. Sin embargo, hablar de misin puede ser mejor que hablar de funcin (que a travs de sus connotaciones lleva a adoptar un punto de vista externo y tiende a excluir la dimensin de la voluntad y del proyecto propio). La misin puede ser

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    algo impuesto desde fuera pero tambin puede ser algo gestado y asumido desde dentro. En la idea de misin de la universidad se pueden combinar dos caras, una cara de he teronoma y una cara de autonoma. Hechas estas consideraciones, volvamos a la pregunta: Cul es, entonces, la misin de la universidad? Propongo para que la examinemos con cuidado, pues s que esta alternativa tiene muchos riesgos una respuesta: la misin de la universidad es deberse ante todo a s misma. Estoy diciendo algo que parece muy extrao: la misin de la universidad sera ser fiel en todo sentido a s misma, obedecerse a s misma como tradicin y como proyecto. A primera vista parece un enunciado vaco. Ante todo debo aclarar que no significa una apologa del inmovilismo, pues una universidad que se estanca intelectualmente se traiciona como tradicin y como proyecto. Una primera ma-nera de reconocer el contenido de ese deberse a s misma sera recordar la doble cara de la universidad (la universidad como institucin, la universidad como comunidad) y decir que la universidad se debe a s misma como comunidad y como institucin. Pero, qu es lo que hace que la co-munidad universitaria sea comunidad? Qu es lo que im-pide que esa comunidad sea completamente transitoria? Qu es lo que la constituye y asegura su permanencia? Y tambin, qu es lo especfico de la institucin universitaria? Qu es lo que hace de la universidad una institucin distinta y le pone lmites a la lgica meramente econmica o burocrtica propia de la mayora de las instituciones? La respuesta a estas dos series de preguntas es tal vez una sola: lo que le confiere su carcter de comunidad a la comunidad uni versitaria y especificidad a la institucin universitaria es simplemente una tradicin. Pero cul?

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    Avanzamos un poco en la caracterizacin de la tra-di cin universitaria si reconocemos que esa comunidad (en el sentido amplio de una comunidad universitaria que agrupa las diversas comunidades disciplinarias) gira en torno al conocimiento. Pero cabe entonces preguntar: Qu conocimiento es el que corresponde caractersticamente a la universidad? En efecto, no todo conocimiento transita por la universidad; hay muchos conocimientos que no tienen ninguna razn para pasar por ella. Entonces, es el atarearse en torno a ciertas maneras de conocer lo que hace posible la universidad como comunidad y como institucin especfica que posibilita la reproduccin de esas comunidades y abriga y potencia su trabajo. Hay modos de conocer que son o por lo menos parecen bastante autnomos con respecto a la comunicacin (el caso extremo sera tal vez el de un conocimiento mstico que se autodeclara incomunicable). Pero las formas de conocer en torno a las cuales se atarea la tradicin llamada universidad, son formas de conocer que se encuentran muy estrechamente vinculadas a ciertas formas de co-mu nicacin. Cules son esas formas de comunicacin ca ractersticas de la universidad? Esta es la pregunta que voy a abordar ms adelante. Recapitulemos. Si se propone a modo de orientacin que la misin de la universidad es deberse ante todo a s misma, surgen mltiples preguntas. La pregunta ms inmediata es: Qu es la universidad? En efecto, podemos suponer que si sabemos qu es la universidad podremos tener una cierta idea de qu significa decir que su misin es ser fiel a s misma. Hemos sugerido ya que ese ser de la universidad se halla vinculado a formas especficas de conocer y de comunicarse cuyas peculiaridades inten taremos examinar. Por otra parte, pretendemos ver hasta qu punto y por qu este ser

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    fiel a s misma desemboca en la posibilidad de sustanciales contribuciones a los distintos mbitos en los que la universidad puede proyectarse. Plan teado de otra manera, el problema es cul es el se cre to de la universidad y cmo ese secreto explica las po ten cialidades de la universidad y su paradjico carcter doble de institucin profundamente conservadora y al mismo tiempo destinada a ser poderosa matriz de cam bio. En efecto, comprender el secreto de la tradicin lla ma da uni versidad es comprender lo que permite que la uni versidad preserve una serie de herencias (de una manera que de lejos desborda las posibilidades de preservacin de otras instituciones culturales) y que al mismo tiempo la uni versidad multiplique las posibilidades de transformacin e innovacin y contribuya tal vez ms que cualquier otra institucin a ampliar permanentemente el campo de lo que se nos revela como posible.

    El secreto de la universidadEste secreto, ya lo he insinuado, tiene que ver con el he-cho de que aqu existen ciertas formas de conocimiento que dependen muy estrechamente de ciertas formas de co municacin. No voy a decir, insisto, que esas formas de co nocimiento sean superiores a otras. Simplemente son dis tintas y esa diferencia les otorga un poder especfico en una serie de campos (precisamente en los campos en los que quirase o no la universidad termina proyectndose).tambin quisiera insistir en que la universidad, por lo menos para algunos individuos, llega a ser prcticamente una forma de vida y ello precisamente se manifiesta en esa estrecha relacin entre formas de comunicacin y formas de conocimiento. En efecto, la universidad es un mundo

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    donde conocemos y nos comunicamos de una manera en principio bastante diferente de la manera en que se dan la comunicacin y el conocimiento fuera de la universidad (aunque es innegable que una serie grande de prcticas extra-universitarias se encuentran cada vez ms permeadas por las formas de conocimiento y comunicacin propias de la universidad). De una manera muy esquemtica quisiera plantear que el secreto de la universidad es el entreveramiento entre la accin comunicativa discursiva, tradicin escrita y reorientacin o (lo que no es exactamente lo mismo) reorganizacin racional de la accin humana. Este es, en mi opinin, descrito de una manera muy sinttica, el secreto que ha cultivado la uni versidad, prcticamente desde sus comienzos, aunque con nfasis distintos en distintas pocas, a lo largo de su historia. Se trata de una modalidad de comunicacin (que por ahora designamos con el nombre de accin comunicativa discursiva) que privilegia la discusin ar gumenta da vinculndola orgnicamente tanto a la tra dicin escrita como a la posibilidad de organizar o reor ganizar la accin desde un punto de vista racional. Aqu racional quiere decir basado precisamente en la accin comunicativa discursiva, en la tradicin escrita y en la elaboracin de lo que se ha aprendido en los intentos previos de reorientar o reorganizar acciones semejantes (elaboracin que precisamente busca llevar lo aprendido a la discusin e incorporarlo a la tra-dicin escrita).

    La accin comunicativa discursivaQu es la accin comunicativa discursiva? Es una posi-bilidad que existe en la comunicacin entre cualquier par de

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    hablantes que, sin embargo, normalmente no es cultivada, no es desarrollada en todas sus potencialidades. Descrita de la manera ms coloquial posible, es la posibilidad de que en medio de la comunicacin cualquiera de los interlocutores pueda decirle al otro: Un momento, lo que usted dice no se comprende, o Lo que usted dice no es verdad, o Usted no es sincero, o Lo que usted dice o hace no es justo. Por lo menos, en una primera aproximacin, tal vez la ms importante de estas posibilidades es la de pro ble-matizar la pretensin de verdad. Problematizar la pre-tensin de verdad no significa simplemente rechazarla y romper la comunicacin. Hay otro camino posible que nace de una caracterstica esencial de la comunicacin en tre sujetos humanos. En efecto, pertenece a la accin comunicativa humana la posibilidad de salirse de su curso esperado mediante la puesta en cuestin de la pretensin de verdad de lo que alguno de los interlocutores ha dicho y aun as proseguir, dando lugar a un dis-curso. De igual modo puede problematizarse en el interior de la accin comunicativa la pretensin de comprensibilidad, o la de sinceridad, o la de rectitud. Qu pasa normalmente cuando una de esas preten-siones es cuestionada? Es posible que la comunicacin se rompa o que por lo menos uno de los actores deje de actuar comunicativamente y se aleje o pase a actuar es tra-tgicamente (esto sucede por ejemplo cuando al no llegar a un acuerdo con base a razones uno de los ha blantes intenta imponer a la fuerza su punto de vista o sus propsitos). Pero lo propio de la tradicin acadmica desde Grecia es el cultivo de otra opcin: Est bien, us ted ha cuestionado la pretensin de verdad de lo afirmado por m. Entonces discutamos. Aporte usted razones para po ner en cuestin mi pretensin de verdad y yo aporto razones para defenderla.

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    As, en medio del disenso, del desacuerdo, se mantiene una actitud cooperativa, un com promiso en seguir hablando y escuchando. No se trata de seguir hablando por hablar, se trata de seguir hablando porque se comparte un presupuesto de confianza radical en que la discusin es conducente. Sobre esta opcin y este presupuesto descansa la fuerza crtica de la cultura acadmica. Evidentemente, la cultura acadmica permite poner prc ticamente todo entre signos de interrogacin. Y se puede decir que tendencialmente, haciendo un balance global, a lo largo de su historia, ha puesto en duda todos los prejuicios, todas las opiniones, todos los conocimientos, todas las creencias, etc. incluso de diversas maneras se ha puesto a s misma en cuestin. Pero lo decisivo es que, al lado de esa posibilidad de poner todo en cuestin, la cultura acadmica conserva la posibilidad de mantener la cooperacin para adelantar una exploracin racional de los argumentos, de los argumentos con que se sustenta y de los argumentos con los que se impugna lo aseverado. tal nos parece que fue, en esencia, el vicio que naci en Grecia y tal es el vicio al que de un modo u otro se debe la comunidad universitaria.

    La tradicin escritaPero, qu tiene que ver la discusin racional que hemos intentado caracterizar, con la tradicin escrita? Si no hubiera tradicin escrita, la discusin cooperativa donde se aportan razones, donde se llega a acuerdos sobre bases ra cionales, producira pocos frutos permanentes. De al-gn modo habra que comenzar todas las discusiones siempre desde cero. La gran contribucin de la tradicin

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    escrita, al menos desde Grecia, es que permite decantar los resultados, siempre provisionales, siempre parciales, de las discusiones adelantadas hasta cierto momento (lo curioso es que la irrupcin de la escritura en el mundo griego estuvo acompaada de una actitud de gran desconfianza incluso de parte de aquellos que, como Platn, ms intensamente la empleaban). Por otra parte, si se explora la estructura de la accin comunicativa discursiva, se ve que fcilmente se pue de dar una especie de regresin al infinito: Por qu afir-ma usted eso?. Justifique ahora esta otra razn que usted me acaba de dar. Cul es el fundamento de ella?. Con qu argumentos sostendra eso que pro-pone como fundamento?, etc. As siempre puede la conversacin devolverse indefinidamente... o interrumpirse abruptamente a propsito de un inaceptable Esto es as porque es as. Entonces, la tradicin escrita es una especie de red que permite detener la discusin en cierto punto (o retomarla donde haba quedado). La tradicin escrita corresponde a la formacin de una especie de sedimento que, aunque siempre puede considerarse provisorio, per-mite zanjar gran parte de las discusiones por confianza en una comunidad de interlocutores raciona