Modelo Monoagroexportador

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Gerencia PúblicaChristian Eduardo Arroyo Rodríguez 622438

Modelos de desarrollo implantados en América Latina

- Modelo Monoagroexportador:

En el contexto de redefinición de nuevas sociedades acordes con los principios de modernidad desarrollados por los países europeos durante el siglo XIX, las nuevas repúblicas en América Latina optaron por la vía de construcción de diversos Estados-nación con el fin de articularse a las lógicas de acumulación y reproducción de capital que se presentaban a nivel mundial. En ese contexto, el modelo de desarrollo impuesto partía desde la profundización del sector agropecuario y la producción minera como ejes característicos del proceso de acumulación de capital para los recién constituidos Estados de América Latina. En ese sentido, los países latinoamericanos se especializaron en la producción y exportación de productos primarios, materias primas que en definitiva eran puestas en el mercado externo, y así funcionaban como el combustible fundamental para la reproducción del sistema capitalista global. Por su parte, en el mercado interno se instauró un modelo de producción “dual”, que constaba de un sector “moderno” integrado por el sector exportador desarticulado del resto de la economía; y un sector “de subsistencia” enfocado a abastecer los mercados locales y sus necesidades de autoconsumo.

Es bajo esto modelo monoagroexportador, estructurado bajo una dinámica de exportación de materias primas al mercado global, complementado con la generación de un mercado interno de subsistencia productiva, lo que llevaría a revelar un nuevo marco de relaciones de dominación-dependencia entre centros y periferia , especialmente por la exportación de productos sin valor agregado a grandes potencias económicas, ligado con lógicas de importación de productos manufacturados para consumo de las élites internas.

La DIT sufrió cambios sustantivos tanto en su orientación geográfica como en la composición de los productos. Ahora, los nuevos centros receptores de las exportaciones primarias fueron Gran Bretaña y crecientemente Estados Unidos, en vez de las viejas potencias coloniales (…).Las exportaciones de productos primarios de la periferia la reproducción de la fuerza de trabajo así como los insumos industriales en los centros capitalistas (Marini, 1973).

Es así como los centros económicos usaron a la periferia latinoamericana como mercado para sus manufacturas y como espacio para la colocación de sus excedentes de capital, principalmente

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capital de cartera para el financiamiento de los gobiernos y así garantizar nuevas estructuras de poder a nivel nacional e internacional. Es así como los procesos independentistas en la región, terminaron representando la continuidad del poder de las nuevas élites criollas.

- Modelo de Sustitución de Importaciones

En la dinámica del desarrollo económico, las distintas crisis latinoamericanas en el período de Entreguerras yacían en los límites estructurales del Modelo Monoagroexportador y en la posición de dependencia que los países latinoamericanos ocupaban en la División Internacional del Trabajo. El desequilibrio externo que conducía a crisis recurrentes, con agudos efectos recesionistas e inflacionarios, obedecía al deterioro de los términos de intercambio entre los productos primarios y los productos manufacturados y a la incapacidad de la periferia para retener e irradiar al conjunto de la economía los frutos del progreso técnico. Para superar las contradicciones del Modelo de Monoagroexportación, era completamente necesario impulsar lógicas de industrialización aprovechando las circunstancias que ofrecían la depresión y la guerra. A través de una estrategia gradualista en donde la protección y la acción económica del Estado jugaban un papel central, se aspiraba a conseguir mayores niveles de autonomía y discrecionalidad frente al centro, lo que permitiría, con el tiempo, construir una base interna de acumulación de capital. En ese sentido, la generación de una industria nacional se convirtió en el eje del nuevo proceso de acumulación de capital. Por primera vez en la historia latinoamericana, la economía contó con un motor interno y con un proyecto nacional de desarrollo.

La gran crisis de los años treinta y las dos guerras mundiales no sólo crearon condiciones propicias para la sustitución de importaciones, sino que involucraron profundos cambios políticos y sociales, los que implicaron un nuevo “bloque de poder” que hizo viable la industrialización. Ese nuevo bloque incorporaba a una naciente burguesía industrial y a amplios sectores populares que se beneficiaban con el nuevo modelo, buscando en gran medida solucionar las contradicciones internas del sistema capitalista mediante la asignación de nuevos bienes sociales y políticos a sectores de la población tradicionalmente excluidos de los procesos de producción social. Por su parte, la fabricación interna permitía la ampliación de nuevas bases industriales capaces de satisfacer un proceso de acumulación capitalista estable y duradero. Sin embargo,

el proceso de industrialización en su origen fundamentalmente nacional, devino transnacional. La dependencia tecnológica se acentuó. La inserción de las empresas transnacionales en el proceso de industrialización significó como Sunkel (1971) lo señaló en su tiempo, un proceso simultáneo de integración transnacional y de desintegración nacional (…) el cual la heterogeneidad estructural y la persistencia de formas de producción “atrasadas” no era solamente una herencia del pasado, sino un rasgo específico del subdesarrollo que tendía a reproducirse y perpetuarse en el nuevo modelo de desarrollo impuesto (Guillén, sf: 16).

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- El modelo neoliberal

La crisis de la deuda externa de 1982 señaló el fin del Modelo de Sustitución de Importaciones y el tránsito al Modelo Neoliberal en América Latina. Éste se ha caracterizado principalmente por un modelo de economía abierta, orientado hacia el exterior, caracterizado por la conversión de la exportación en el eje del régimen de acumulación, en lugar de el fortalecimiento de un mercado interno. Guillén afirma que

El fracaso del “ajuste ortodoxo” de los ochenta que postró a América Latina en una situación de estancamiento en la llamada “década perdida para el desarrollo”, sin resolver los desequilibrios que estaba llamado a superar, obligó al replanteamiento de las estrategias de reforma. A la nueva estrategia, que consistía en diez medidas de política económica que abarcaban desde la disciplina fiscal hasta la liberalización comercial y financiera, se le bautizó como el Consenso de Washington (Guillén, sf: 23).

El nuevo compromiso político internacional que propone el neoliberalismo deriva en un entramado complejo de intereses, donde el capital financiero globalizado del centro se concentra en nuevos espacios regionales para minar sus territorios de nuevas inversiones y así mantener la estructura de acumulación de capital a nivel mundial. En este caso, América Latina aparece como una región de grandes oportunidades para las empresas transnacionales, lo que impide la construcción de una base endógena de acumulación de capital. Así, la recomposición del sistema productivo inducida por el Modelo Neoliberal acentuó la dependencia latinoamericana respecto de las importaciones, mientras que el Estado entra en una nueva fase de reestructuración donde sus funciones sólo deben apuntar a una defensa de la moneda, la propiedad y los derechos individuales de las personas; además de mantener el orden público, la seguridad ciudadana y lo que concierne con las relaciones externas. Estas características han dado paso a calificar al Estado como un “Estado mínimo y policíaco” (Restrepo, 2003). Finalmente, “debido a los cambios registrados en el sistema productivo, la estructura social se ha vuelto más heterogénea y compleja cobrando inusual fuerza fenómenos como la informalidad y la migración” (Guillén, sf. 28).

- Modelo neoestructural

El Neoestructuralismo surge como una variante teórica distinta del enfoque ortodoxo neoliberal del ajuste económico, intentando aportar soluciones menos recesivas y regresivas a problemas inflacionarios y de desequilibrio comercial por la vía de programas de estabilización y ajuste heterodoxos de los años 80. Pero, en la medida en que muchos planes de ajuste de una y otra característica fracasaban, y la crisis persistía, el neoestructuralismo comenzó a recurrir y a nutrirse del legado positivo de una teoría propiamente latinoamericana sobre el desarrollo como fue el estructuralismo de la época de posguerra, que constituye el antecedente teórico del neoestructuralismo, como ya se ha explicado anteriormente. El Neoestructuralismo afirma que la condición de subdesarrollo que persiste en los países latinoamericanos, no se debe tanto a distorsiones inducidas por la política económica, sino que es de índole endógena y estructural.

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En los finales de la década de los 80, y teniendo en cuenta las características de las economías latinoamericanas, la CEPAL elabora un documento donde hace una reflexión acerca de los rasgos centrales sobre el desarrollo. En dicho documento se recogen las ideas siguientes:

1. El crecimiento es un elemento fundamental e insustituible para conseguir el desarrollo; sin embargo, el desarrollo no se agota en la capacidad de crecimiento, sino que involucra transformaciones en la estructura productiva, distributiva y ocupacional, cambios institucionales en los sistemas de propiedad y gestión de los recursos, etcétera.

2. Los objetivos centrales del desarrollo son los de crecer, transformar la estructura productiva, mejorar la distribución de los frutos del crecimiento, lograr un mayor grado de autonomía y disminuir la vulnerabilidad externa, y avanzar hacia sociedades participativas y democráticas.

3. El desarrollo no es un proceso espontáneo, sino que constituye la resultante de un esfuerzo decidido y sistemático de gobiernos y sociedades civiles, por tanto, requiere de un papel fundamental del Estado, complementado con el accionar de los agentes privados.

4. Las estrategias de desarrollo no se dan en el vacío, por el contrario se gestan y articulan en determinados contextos político-institucionales.

El Estado neoestructuralista se plantea abandonar muchas funciones, principalmente en la esfera productiva, y asumir en forma más rigurosa el manejo macroeconómico, la inversión social y distributiva, el apoyo a la inserción internacional y a la incorporación del progreso técnico al proceso productivo, y la defensa del medio ambiente.

Bibliografía

- Guillén, Arturo (sf.) Modelos de Desarrollo y Estrategias Alternativas en América Latina. Disponible en http://www.centrocelsofurtado.org.br/arquivos/image/201108311505340.A_GUILLEN3.