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    Hispania Sacra, LXVI134, julio-diciembre 2014, 621-659, ISSN: 0018-215X, doi: 10.3989/hs.2014.064

    MODERNIDAD Y SOCIEDAD BARROCA: LA REVOLUCININDEPENDENTISTA EN CRDOBA DEL TUCUMN Y EL

    MONASTERIO DE SANTA CATALINA (1810-1830)

    POR

    GUILLERMONIEVAOCAMPOCONICET/Universidad Nacional De Salta

    Priora: Qu mal hacernos nosotras? Comisario: No se trata del mal que hacis sino delmal que se os atribuye. Si algo va mal en la Patria es preciso que alguien tenga la culpa.Entonces por qu no los conventos?.1

    RESUMEN

    La forzada adhesin de Crdoba del Tucumn a la revolucin iniciada enBuenos Aires en mayo de 1810, involucr a la ciudad mediterrnea en un procesoque trastornara su ordenamiento gubernamental, econmico y social. A partirde documentos pertenecientes al Monasterio de Santa Catalina, al Archivo de laProvincia de Crdoba y al Archivo Histrico de la Nacin, se analiza el compor-tamiento de las monjas catalinas hacia las nuevas autoridades surgidas de la revo-lucin independentista. El estudio de un ruidoso pleito con el gobierno del PrimerTriunvirato en 1812, en el que las monjas eran acusadas de antipatriotismo, ascomo la querella que entabl entre 1815 y 1820 el gobernador episcopal, BenitoLazcano, contra el sndico del monasterio, Hiplito Garca Pose, ponen al des-

    cubierto la tortuosa historia de las lealtades polticas locales en una ciudad que,a pesar de su aparente conformidad con los principios modernistas del nuevoEstado, perteneca al Antiguo Rgimen.

    El monasterio de Santa Catalina, sumamente vinculado a los grupos dirigentesde la sociedad local en buena medida contrarios a dicho cambio sufri lasconsecuencias de la mutacin de rgimen. Los gobiernos revolucionarios, necesi-tados de recursos econmicos, presionaron al cenobio cordobs para que cedieseparte de sus bienes y transformase, a su vez, el rgimen interno de la comunidadreligiosa. De ese modo, lejos de su otrora prosperidad, el monasterio de Santa

    1

    Agostini, P. y BruckerbergerR. L. 1960. El dilogo de las Carmelitas. Paris: Champs-lysesProductions/Titanus.

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    Catalina experiment un continuo declive de sus rentas y de su capacidad dereclutamiento a partir de 1815.

    Por otra parte, el empobrecimiento general de la poblacin agrav la situa-

    cin del monasterio, que hacia 1829 haba llegado a experimentar un cambio dergimen hacia la vida comn, situacin que lo singulariza en el marco de otrasexperiencias monsticas en Hispanoamrica.

    PALABRASCLAVE: Dominicas, Crdoba del Tucumn, Revoluciones hispanoameri-canas, elite local, bandos urbanos.

    MODERNITY AND BAROQUE SOCIETY: THE REVOLUTION OFINDEPENDENCE IN CORDOBA DEL TUCUMN ANDTHE MONASTERY OF SANTA CATALINA (1810-1829)

    ABSTRACT

    Crdoba del Tucumns forced support of the revolution started in BuenosAires in May 1810 involved this inland city in a process that would upset theirgovernmental, social and economic development. Working with documents belon-ging to the Monastery of Santa Catalina, the Archives of the Province of Crdobaand the National Historical Archives, we analyze the behaviour of the Catalinasnuns toward the new authorities arising from the independence movement. Thetortuous history of local political alliances in a city that, despite their apparentcompliance with the modernist values of the new State, belonged to the AncientRegime is exposed through the study of a boisterous lawsuit involving the gover-

    nment of the First Triumvirate in 1812 in which the nuns were accused of beingunpatriotic and a complaint led by Benito Lazcano, the Episcopal governor,against Hiplito Garca Pose, trustee of the monastery, between 1815 and 1820.

    The monastery of Santa Catalina, particularly linked to groups leaders of thelocal society in large measure contrary to that change suffered the consequen-ces of the mutation of the regime. The revolutionary governments, in need of eco-nomic resources, pressured the cordovan convent for that cede part of their propertyand transformed, in turn, the internal regime of the religious community. In thisway, far from its former prosperity, the monastery of Santa Catalina experienceda continued decline in their revenue and their capacity to recruitment since 1815.

    On the other hand, the general impoverishment of the population aggravatedthe situation of the monastery, which 1829 had come to experience regime changetowards the common life, situation which distinguishes it in the context of othermonastic experiences in Latin America.

    KEYWORD: Dominican nuns, Cordoba of the Tucumn, Spanish AmericanRevolutions, local elite, urban factions.

    Recibido/Received 01-10-2010Aceptado/Accepted 29-08-2013

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    LATRAMAREVOLUCIONARIA

    En 25 de mayo de 1810 un cabildo abierto celebrado en Buenos Aires, con el

    apoyo del jefe de las milicias locales, haba logrado destituir al virrey BaltasarHidalgo de Cisneros para sustituirlo por una Junta Provisional Gubernativa delas Provincias del Ro de la Plata a nombre del Seor Don Fernando VII. Larevolucin independentista haba comenzado.

    Inmediatamente, el nuevo gobierno se afan por lograr la adhesin de lasdems ciudades que componan el Virreinato del Ro de la Plata. Para ello, enuna circular fechada el 27 de mayo, solicitaba a los cabildos el envo de dipu-tados a Buenos Aires y conrmaba la organizacin de una expedicin de 500hombres para lo (sic) interior con el n de proporcionar auxilios militares parahacer observar el orden. Sin embargo, la empresa no fue fcil pues, ms allde los recelos que suscitaban unas medidas tomadas en la capital virreinal sin elconcurso de las dems ciudades, la composicin, los intereses y las expectati-vas de las sociedades del interior, y sobre todo de sus elites, no se armonizabanfcilmente con las de Buenos Aires. De all que la respuesta de todas las ciuda-des, titubeante al inicio, fuera dispar. Entre ellas, Crdoba, Potos, Cochabamba,La Paz, Chuquisaca, Asuncin y Montevideo desconocieron abiertamente a laJunta Provisional Gubernativa.

    Justamente en Crdoba, el 20 de junio, un sector del cabildo propuso reconoceral Virrey de Lima y a la Real Audiencia de Charcas como autoridades, hasta que se

    aclarase la situacin en Buenos Aires, al tiempo que, en presencia del gobernadorGutirrez de la Concha, se proceda a jurar al Consejo de Regencia de Cdiz.2

    Por su parte, a la sombra de los acontecimientos, el den de la catedral,Gregorio Funes, se haba convertido en el lder de la oposicin a Liniers, elex-virrey que diriga la resistencia a las autoridades de Buenos Aires, encar-gndose de informar puntualmente a la Junta de las decisiones que se tomabanen Crdoba.3Y es que lejos de quedar solapadas las antiguas rencillas entre las

    2 AMC, 1960: 162. El 13 de julio, el virrey del Per incorporaba ocialmente la Gobernacin-

    Intendencia de Crdoba del Tucumn a su jurisdiccin.3 Ambrosio y Gregorio Funes eran los lderes, desde haca tiempo, del bando opositor a la familiams inuyente de la ciudad, los Allende. Ambrosio era comerciante, mientras que Gregorio era el dende la catedral, y como tal vena invirtiendo desde 1804 esfuerzos y dineros para ganar del rey la mitraepiscopal de Crdoba, entonces vacante. Proyecto que nalmente se vio frustrado cuando el monarca,por va reservada, nombr obispo al premostratense Rodrigo de Orellana. De all que en junio de 1810,los hermanos Funes, junto a Jos de Isasa, entre otros, se encargaron de formar un partido popular yde sembrar el desaliento entre las tropas que reclutaba Liniers. Altamira, R. 1940.El den de Crdoba.

    Actuacin del Pbro. Gregorio Funes en la primera Silla del cabildo Eclesistico de su ciudad natal,Crdoba: Universidad Nacional de Crdoba; Bruno, C. 1971. Historia de la Iglesia en la Argentina,vol. VII: 296. Buenos Aires: Ed. don Bosco.

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    banderas locales sobremontistascontrafunistas la revolucin fue escena-rio de un nuevo enfrentamiento entre las mismas, el cual terminara, esta vez, entragedia, puesto que las autoridades porteas enviaron un ejrcito expediciona-

    rio a Crdoba y, tras capturarlos, orden en el mes de agosto el fusilamiento delos cabecillas de la resistencia.

    A partir de entonces, la ciudad de Crdoba qued sometida, hasta el ao1815, al gobierno de ociales delegados por las autoridades porteas, cuestinque provoc una cierta desorientacin en la elite local.4

    TIEMPOSRECIOS

    Desde sus comienzos la revolucin rioplatense procur dotarse de una nuevaidentidad poltica. Por lo tanto, la propaganda se present como un recursofrecuentemente explotado que permiti a los gobiernos generar y mantener lacohesin social alrededor del nuevo credo cvico.5

    Un aspecto importante de ese proceso estuvo ligado a la guerra. En efecto, enla medida que la situacin blica se fue agravando y dilatando en el tiempo, lapropaganda gubernamental se esforz por denir a los enemigos con la utiliza-cin de apelativos infamantes y deshonrosos.6El castigo ejemplar aplicado a losmalvados por los gobiernos revolucionarios, que iba desde la pena de muerteal destierro, pasando por las ms o menos onerosas multas pecuniarias, fue de

    una gravedad inusitada para la poca.7

    En Crdoba, las conscaciones y los

    4 Martnez Paz, E. 1941. La formacin histrica de la provincia de Crdoba: 30-45. Crdoba:UNC; Ayrolo, V. 2007. Funcionarios de Dios y de la Repblica: clero y poltica en la experiencia delas autonomas provinciales: 188-189. Buenos Aires: Biblos.

    5 Sobre los medios de la propaganda revolucionaria en el caso argentino y el sustrato ideolgicode la misma vase, Halpern Donghi, T. 1961. Tradicin poltica espaola e ideologa revolucionariade mayo, Buenos Aires: Eudeba; Chiaramonte, J. C. 1989. Formas de identidad poltica en el Ro dela Plata despus de la independencia.Boletn Ravignani1: 71-91; Chiaramonte, J.C. 1997.Ciudades,Provincias, Estados: Orgenes de la Nacin Argentina, 1800-1846. Buenos Aires: Ariel; GonzlezBernaldo, P. 1997. La identidad nacional en el Ro de la Palta post-colonial. Continuidades y rupturas

    con el Antiguo Rgimen. Anuario del IEHS12: 109-122; Garavaglia, J. C. 2007. Buenos Aires ySalta en rito cvico: la revolucin y las Fiestas Mayas, Construir el estado, inventar la nacin: El Riode la Plata, siglos XVIII-XIX: 89-126. Buenos Aires: Prometeo.

    6 Sobre la propaganda revolucionaria vase, Guerra, F.-X. 2003. Conocimiento y representacionescontemporneas del proceso de continuidad y ruptura. Carrera Damas G. (dir.),Historia General de

    Amrica Latina, vol. V: 429-454 [436]. Madrid: Trotta/UNESCO.7 Alejandro Agero ha comprobado que en Crdoba las penas de muerte o de pecunias haban

    representado solamente entre un 4% y un 1% de las que aplic la justicia criminal local durante elltimo tramo del perodo virreinal. Es cierto tambin que no se registraron delitos catalogados comode lesa majestad durante todo el siglo XVIII. Y es que la nueva justicia, aplicada a partir de 1810,responda en buena parte a una pauta social que gozara de un notable predicamento a partir de entonces

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    emprstitos aplicados a la poblacin fueron una parte importante de las medidaspunitorias tomadas contra los enemigos internos del nuevo gobierno.8 Si bienSantiago de Liniers, Juan Gutirrez de la Concha y quienes los acompaaron

    sufrieron la pena de muerte, los castigos que generalmente se aplicaron consis-tieron en la deportacin, la contribucin econmica forzosa a la causa revolu-cionaria la cual poda incluir la conscacin total o parcial de los bienes yla inhabilitacin para ejercer cargos pblicos.9Esas medidas afectaron, sobretodo, a notorios personajes. Tal como sucedi en 1810 con el comerciante JosGarca de la Piedra, quien haba sido separado de su cargo en el cabildo local e,inmediatamente, se vio constreido a pagar la suma de 6.000 pesos para evitarel embargo de sus bienes. Sancin que se le impuso por haber auxiliado econ-micamente al gobernador Gutirrez de la Concha en la resistencia de la ciudad.10

    Asimismo, las nuevas autoridades ejercieron un estrecho control y hostiga-miento sobre el clero. En el caso del obispo Orellana, si bien no fue ejecutadoen Cabeza de Tigre junto a los dems realistas, termin siendo desterrado aLujn hasta el ao 1812 y nuevamente sufri el exilio de su dicesis, esta vezen el convento santafecino de San Lorenzo, en 1815, donde permaneci hastasu huda a Espaa en 1817. El segundo connamiento de Orellana permiti algobierno local el secuestro de sus temporalidades en 1816.11Junto al prelado,

    y que Mariano Moreno haba acuado en la siguiente frase: la conducta ms cruel y sanguinaria conlos enemigos. Agero, A. 2008. Castigar y perdonar cuando conviene a la repblica. La justicia

    penal de Crdoba del Tucumn, siglos XVII y XVIII: 253-266. Madrid: Centro de estudios polticos yconstitucionales. Vase tambin Halpern Donghi, T. 1994. Revolucin y guerra. Formacin de unaelite dirigente en la Argentina criolla. Buenos Aires: Siglo XXI.

    8 En realidad, la revolucin no produjo ninguna alteracin radical en el Derecho Penal, comotampoco en otras ramas del Derecho. Por lo tanto, la pena que corresponda aplicar a los levantiscos fuecatalogada como delito de lesa majestad (ms delante de lesa patria), tal como determinaban las Partidasde Alfonso X. Vase Tanzi, H. J. 1977. El derecho penal indiano y el delito de lesa majestad.Revistade Historia de Amrica84: 51-62; Levaggi, A. 1987.Manual de Historia del Derecho Argentino: 321.Buenos Aires: Ed. Depalma.

    9 En agosto de 1810, el coronel Ortiz de Ocampo, en su carcter de presidente de la Junta deComisin, dispuso la remocin de los cabildantes adictos al rgimen anterior: Garca de la Piedra,Gache, Bar, Guadado, Cires y Prez Mier. Todos ellos deban ser remitidos a Buenos Aires y luegodeportados a Carmen de Patagones. Sin embargo, gracias a sus vnculos familiares con personajes

    adictos al nuevo rgimen, lograron permanecer en Crdoba, si bien quedaron legalmente impedidospara ocupar cargos pblicos. Vase, Garca Belsunce, C. A.1961: 156; Tonda, A., 1981. El ObispoOrellana y la Revolucin: 91-104. Crdoba: Junta Provincial de Historia.

    10 Archivo Histrico de la Provincia de Crdoba (AHPC), Seccin Notarial, Escribana 4, leg.39, exp. 23. Otros comerciantes tambin afectados al embargo de sus bienes o a la prisin fueronlos peninsulares Francisco Vsquez Maceda, Felipe Roca, Juan del Signo, Francisco Troncoso,Pelayo Antonio Gutirrez y Francisco Garca. Sobre el tema vase, Converso, F. 1993. Los crditoscompulsivos deterioraron econmicamente a los mercaderes espaoles?: nueva informacin para elcaso Crdoba, 1806-1830.Anuario de Estudios Americanos 50: 163-183.

    11 Ya en 1810 las temporalidades de Orellana haban sido requisadas y las tercias episcopalessecuestradas por la Real Hacienda. Si bien en 1811 se le comenz a pagar los sueldos adeudados,

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    buena parte de los eclesisticos cordobeses sufrieron el destierro, el encarcela-miento o la separacin de sus cargos y la prdida de sus bienes.12

    Y es que para sostener una larga guerra los gobiernos se vieron obligadosa asegurar el equipamiento y la subsistencia de los soldados. Con lo cual, laparticipacin de la comunidad fue indispensable. En 1810 los ciudadanos deBuenos Aires realizaron una serie de donaciones espontneas. Por el contra-rio, la poblacin cordobesa, y sobre todo su elite, se mostr menos cooperativacon las nuevas autoridades.13Por lo cual ese tipo de contribucin tuvo que serreemplazado por requisiciones y emprstitos forzosos. Con el tiempo, los arbi-trios se convirtieron en un expediente regular del gobierno y la nmina de los

    buena parte de sus bienes se haban perdido o nunca fueron devueltos. Vase, Tonda, A. 1981: 104-109.Por otro lado, las recurrentes ausencias del obispo dieron lugar a intermitentes, breves y desigualesprovisoratos, ejercidos por clrigos forneos o miembros del cabildo catedralicio local, cuyos poderes sevieron muchas veces limitados e incluso disminuidos a causa de las continuas intervenciones en materiaeclesistica que realizaron los gobiernos civiles, sucesores de las autoridades virreinales, en uso delpatronato regio. De todos modos, la Curia cordobesa pocas veces manifest un acatamiento puntillosoa las autoridades impuestas por los gobiernos revolucionarios. Por ejemplo, cuando en enero de 1815Orellana fue nuevamente separado de su cargo, el gobierno directorial envi desde Buenos Aires comoprovisor episcopal a Juan Francisco de Castro y Careaga. La resistencia del cabildo eclesistico localfue tal que logr nalmente la eviccin del malogrado provisor. Y es que, si bien la revolucin quebrel poder del obispo, termin por beneciar al alto clero local. Ayrolo, V. 2007:36, 66, 67.

    12 El director del hospital betlemtico fray Felipe Baltasar de San Miguel, el franciscano Pedro LuisPacheco, el doctor Juan Bernardo Alzugaray, el cannigo Gregorio Tadeo Llanos y el padre FranciscoPrez Mier fueron los primeros religiosos a los que la revolucin destituy de sus cargos encarcel odeport por ser adictos al obispo o por ser sospechosos de propagar ideas contrarrevolucionarias. Sinmencionar a los sacerdotes de ambos cleros que el gobierno acall obligando al obispo a retirarlessus licencias para predicar entre 1812 y 1815. En ese ltimo ao les toc tambin la prisin a variosmiembros del clero secular, acusados de sedicin y, segn el gobierno, doblemente culpables, porque setrataba de ministros obligados a la promocin de la paz social. Todos los sealados tenan excelentesrelaciones con el obispo Orellana e incluso algunos de ellos lo acompaaron despus hasta San Lorenzo:Joaqun Prez (hijo de Francisco Prez Mier, ex sndico procurador de la ciudad de Crdoba) formabaparte de la familia del obispo y fue su scal eclesistico; Juan Jos Espinosa (futuro den de la catedralde Crdoba en 1832), Felipe Ferreira, interino de Villa del Rosario, lo acompa a Santa Fe; Romualdo

    Burgoa, Juan Bautista Azcueta, Gonzalo Bentez (segn el documento citado pariente inmediato delReverendo obispo relegado), y Jos Centeno (secretario de cmara del obispo Orellana). Tonda, A.1981: 98-103; Garca Belsunce, C. A. 1961: 162-164; Ayrolo, V. 2007: 68 n. 95.

    13 En 1810, si bien existieron algunos donativos, tal como Pueyrredn se apresur a publicar enLa Gazeta, las cifras entregadas fueron magras. De hecho, don Ambrosio Funes, comerciante adicto ala causa de la revolucin, don $39. El coronel Ortiz de Ocampo ya haba comprobado la reticencia acolaborar cuando no consigui recaudar los $12.000 que haba solicitado a los comerciantes cordobeses,an si lo haca con cargo de reintegro. Segreti, C. S. A. 1961. Los heraldos de la revolucin popular de1810 en el interior.Academia Nacional de la Historia.Tercer Congreso Internacional de Historia de

    Amrica. Celebrado en Buenos Aires del 11 al 17 de octubre de 1960, T. VI.Buenos Aires: AcademiaNacional de la Historia.

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    contribuyentes fue gradualmente amplindose.14De hecho, pronto se baraj laidea de gravar tambin a las instituciones eclesisticas.15

    De ese modo, cuando el 16 de mayo de 1812 el Primer Triunvirato solicital gobierno de Crdoba un plan de contribucin de hombres y de dineros parael ejrcito, que deba recaer sobre las ncas y sus valores. Los miembros delCabildo local incluyeron en l a los conventos y monasterios de la ciudad, quie-nes deban contribuir con un quinto de las rentas de sus capitales dados en censo.Para concretar dicha medida, solicitaron a los sndicos de las comunidades reli-giosas las cuentas de los dineros que tengan dados en censo.16Si bien el obispoOrellana, recientemente restituido en su sede, elev una queja por el desafueroque signicaba la solicitud directa que se realizaba a los sndicos de las monjas,desconociendo su autoridad, y tambin porque el ocio enviado por el gobiernocentral mencionaba a comerciantes, pulperos, artesanos, etc., pero nunca amonasterios, termin por autorizar la entrega de las cuentas, con el compromisoque no se procedera a ms hasta tanto el Triunvirato se expresara al respecto.17

    En 1813, cuando el gobierno del Segundo Triunvirato determin que loscensualistas de los conventos deban contribuir con un 6% de los rditos desus capitales, el monasterio de Santa Catalina no present razn alguna de susrentas, mientras que s lo hicieron las carmelitas, los franciscanos, los domini-cos, los betlemitas y el Seminario de Loreto.18Sin embargo, ese mismo ao y

    14 Halpern Donghi, T. 1982. Guerra y nanzas en los orgenes del estado argentino: 96-98.BuenosAires: Ed. de Belgrado.

    15 Un amplio estudio sobre el impacto del proceso de desamortizacin eclesistica antes de 1810 enlas ciudades del Ro de la Plata ha sido realizado por Levaggi, A. 1986. La desamortizacin eclesisticaen el Virreinato del Ro de la Plata.Revista de Historia de Amrica102: 7-89. Una referencia al mismotema y a las consiguientes uctuaciones del crdito eclesistico en la ciudad de Crdoba a nales delperodo colonial y en las primeras dcadas independientes ha sido estudiado por Tedesco, E. 2002.Iglesia y crdito en Crdoba. Los cambios a nes del perodo borbnico y de las primeras dcadasindependientes. Vidal G. y Vagliente P. (coor.), Por la seal de la cruz. Estudios sobre la IglesiaCatlica y sociedad en Crdoba, s. XVII-XX:55-92. Crdoba: Ferreyra Editor.

    16 AMC, 1960: 461-463, 474-477.17 AMC, 1960: 467-469, 471-474, 480-482. Orellana haba sido reincorporado a su dicesis de

    Crdoba en febrero de 1812. Permaneci en ella hasta febrero de 1815. La relacin que mantuvo con los

    gobernadores de Crdoba, meros agentes del gobierno central, fueron desiguales. Se entendi muy biencon Santiago Carrera (enero de 1812- julio de 1813). Asimismo, fueron cordial y respetuoso el trato conFrancisco Javier de Viana (julio de 1813- marzo 1814). Sin embargo, con el coronel Francisco AntonioOrtiz de Ocampo (marzo de 1814-marzo de 1815), quien nunca dej de sospechar de la desafeccin delobispo espaol hacia la causa revolucionaria, las relaciones fueron conictivas a causa de la obstinacindel gobernador por intervenir en cuestiones eclesisticas. Vase, Bruno, C. 1971: 262-271.

    18 AHPC, Gobierno, Tomo 36, carpeta 1. El Monasterio dominico de Santa Catalina de Siena habasido fundado en el ao 1613. Exclusivo para hijas y descendientes de conquistadores, tal como reza laReal Cdula de Felipe III, muy pronto se convirti en una activa unidad de crdito. Esto suceda porquelas monjas estaban obligadas a poner a censo el dinero de las dotes, que se elevaba a los $2000 para lasmonjas de velo negro en el perodo que estudiamos. Este monasterio calzado, desde nales del siglo

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    en el siguiente las catalinas se vieron obligadas a ceder algunos esclavos que elgobierno se comprometi a pagar en el lapso de tres aos.19Ahora bien, Cmose explica esa actitud desaprensiva e incluso desaante de las monjas de Santa

    Catalina y de su sndico?Ante todo, hay que recordar que las monjas, provenientes en su mayora

    de las elites urbanas del Tucumn, mantenan unos estrechos vnculos con susfamilias de origen, cuya lealtad al rey y a sus delegados nunca haba sido puestaen entredicho hasta entonces. De hecho, la priora Antonia de Jess y el reducidogrupo que gobernaba el monasterio, las Madres de Consejo, estaban emparenta-das con miembros de las elites capitulares de Salta, de San Miguel de Tucumn yde Crdoba, que en muchos casos haban prosperado a la sombra de la Corona.20

    XVII, dio cobijo a un amplio nmero de criadas, educandas y mujeres enclaustradas que convivan conlas religiosas. Adems, dependan de l dos rancheras de esclavos situadas en un predio adyacente almonasterio. Vase, Nieva Ocampo, G. 2008. Crisis econmica e identidad religiosa de un monasteriofemenino en poca de los Austrias: Santa Catalina de Crdoba del Tucumn (1613-1700).HispaniaSacra LX: 423-443; Nieva Ocampo, G. 2008, Mujeres de clausura: identidad social y recambiogeneracional entre las dominicas de Crdoba del Tucumn (1613-1750). Archivo Dominicano 29:263-305.

    19 AHPC, Gobierno, Tomo 36, carpeta 3, fs. 400-404; Tomo 57, carpeta 4, f. 357-475.20 Mara Antonia de Jess, priora entre 1810 y 1813, y su hermana Martina, tambin monja catalina,

    eran hijas de don Vicente Antonio Cornejo, alcalde en el cabildo de Salta en reiteradas ocasiones. LosFernndez Cornejo eran oriundos del Per y haban llegado a Salta a mediados del siglo XVIII. A partir deentonces, fueron beneciados por sus buenas relaciones con la Corona. Las entradas al Chaco les dieronacceso a tierras en aquella zona y el apoyo al gobernador Fernndez Campero al efectuarse la expulsinde los jesuitas consolid su posicin en la ciudad. A partir de entonces mantuvieron su presencia enel cabildo salteo hasta el n de la poca colonial. Marchionni, M. 2000. Acceso y permanenciade las elites en el poder poltico. El Cabildo de Salta a nes del perodo colonial. Cuadernos de laFacultad de Humanidades y Ciencias Sociales, 13: 283-306. Entre las Madres de Consejo sobresalela madre Mara Brbara de San Miguel, quien haba profesa en 1766 y haba sido priora entre 1804 y1807, hija de Diego Villafae y Guzmn y de Mara Corvaln y Castilla. Diego Villafae haba sidoun gran propietario de haciendas, chacras y potreros, adems de etero y comerciante de efectos deCastilla destinados al Alto Per. A travs de sus numerosos hermanos y hermanas (eran quince en total)Mara Brbara emparentaba con las mayores fortunas de la ciudad de San Miguel de Tucumn. Ya sealos Aroz como los Villafae, se desempearon con continuidad a partir de 1770 en el cabildo local.Mara Brbara haba recibido en 1796, al profesar como monja dominica, su legtima que inclua los

    benecios del alquiler de una casa y los intereses de un censo impuesto a su favor en Tucumn. Archivodel Arzobispado de Crdoba (AAC), Catalinas, leg. 9, tomo II, 1766 (en el ndice gura 1796), MaraBrbara de San Miguel; Bascary, A. M. 1999. Familia y vida cotidiana. Tucumn a nes de la colonia:168, 192, 193. San Miguel de Tucumn: UNT. Por ltimo, en el monasterio tambin estaban cuatro hijasde don Antonio del Castillo. Una de ellas, Juana Manuela, form parte del Consejo monstico duranteestos aos. Don Antonio haba sido alcalde de segundo voto en el Cabildo de Crdoba, en los aos1788 y 1789. Era natural de Lima, fue Gobernador de Armas de Santiago del Estero y estuvo casadocon Polonia Hernndez de Len, hija de Juan Hernndez de Len y de Francisca Prez y Caldern.Reconocido partidario de los Allende, don Antonio del Castillo se opuso, sin xito, al casamiento desu hijo Manuel Antonio con Francisca Funes. Archivo General de la Nacin (AGN), Divisin Colonia,Tribunales, Leg.208, Exp.14.

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    En segundo lugar, la violencia inicial de la revolucin habra motivado unareformulacin de las antiguas alianzas en el seno de la elite cordobesa, situa-cin a la que no podan escapar las catalinas, lo cual se comprende muy bien

    si se tiene presente que el aristocrtico monasterio era algo ms que un centroreligioso. En efecto, en el orden econmico las constituciones obligaban a lasmonjas a colocar las dotes tasadas en 2.500 pesos para las monjas de velonegro y en 1.000 pesos para las de velo blanco en censos redimibles sobrealguna propiedad. Segn un informe elevado al rey por el obispo ngel MarianoMoscoso, hacia 1801 el capital de las catalinas ascenda a 125.000 pesos puestosa censo, cuyos rditos producan anualmente la cantidad de 5.006 pesos.21Conlo cual el monasterio funcionaba como una consolidada y activa unidad de cr-dito que beneciaba con sus prstamos a reconocidos vecinos de las ciudades deCrdoba y de Buenos Aires. En efecto, en 1809 el Monasterio de Santa Catalina

    tena registrados 56 censualistas en la ciudad de Crdoba que pagaban regular-mente sus rditos y otros 12 en la ciudad de Buenos Aires.22Entre los cordobe-ses guraban los hermanos Funes Ambrosio y Gregorio con 3000 y 4700pesos dados a censo respectivamente. Tambin aparecen entre los beneciadospor el crdito monstico, con las cifras ms altas, Jos Isasa, Sixto Funes, FlixMestre, Jos Norberto Allende, etc., personajes vinculados con la elite capitularde la ciudad de Crdoba y especialmente con los hermanos Funes. Lo cual noresulta extrao, pues las transacciones se llevaron a cabo durante el gobiernodiocesano en sede vacante que ocup el Den (1804-1809), quien durante esosaos cultiv una estrecha relacin con las monjas, al punto que una de sus her-

    manas, Mara del Rosario, termin profesando en el monasterio dominico el 1de abril de 1810.23

    Sin embargo, todo parece indicar que tras la llegada de Rodrigo de Orellanaen 1809 y sobre todo a partir de los fusilamientos de Cabeza de Tigre y del pri-mer destierro del obispo, las monjas trocaron decididamente su simpata a favordel prelado, alejndose progresivamente del crculo del Den y de sus colegasrevolucionarios. Cabe aclarar que Rodrigo de Orellana supo ganarse la amistadde las catalinas, bien con su trato amable y paternal, pero sobre todo gracias ala aplicacin de una serie de disposiciones que dejaron muy conformes a lasreligiosas. Ante todo, el nuevo prelado haba librado a las monjas, en 1809,

    de la obligacin de someter la eleccin de la priora a una terna compuesta porel obispo, novedad que haba introducido el anterior prelado, ngel Mariano

    21 Moscoso, A. M. 1871 [1801], Informe del obispo Moscoso al rey sobre su obispado (trabajadopor Funes).La Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura y DerechoXXV: 26-80.

    22 AAC, Catalinas, leg. 9, tomo II, 1809 Razn del Principal que varios sujetos de este Pueblo tienena intereses pertenecientes al Monasterio de Santa Catalina y pagan sus rditos anualmente.

    23 AAC, Catalinas, Rollo 1, libro de elecciones y profesiones hasta 1810, 1 de abril de 1810 srorMara del Rosario de los Mrtires.

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    Moscoso, interesado en controlar la gestin de la comunidad. Asimismo, habadispuesto que el nmero de madres que integraban el consejo de gobiernomonstico (las Madres de Consejo) se redujese de doce a siete miembros, tal

    como prevean las constituciones y tenan acostumbrado las catalinas antes deque el obispo Moscoso lo reformara.24

    La lealtad de las monjas hacia el obispo, encarcelado, desterrado y humillado,se tradujo en una actitud circunspecta hacia las nuevas autoridades y, paralela-mente, en una disminucin de las transacciones con los Funes y su entorno.De hecho, a partir de 1812 se advierte sorpresivamente que muchos deudoresse apresuran a redimir sus censos. Entre ellos, Benito Lascano y su hermanoJos redimieron 3.000 pesos que tenan en censo desde el ao 1811, AmbrosioFunes redimi 3.000 pesos a cambio de una custodia y una campana en el ao1813 y, nalmente, en 1815 Gregorio Funes sald sus deudas con el monasteriohaciendo entrega de una nca, trmite que realiz gracias a la mediacin de susobrino, Mariano Serapio Funes.25

    Asimismo, la inuencia que los funistas pudieron llegar a ejercer en el interiordel Monasterio de Santa Catalina a travs de sor Mara del Rosario de los Mrtires,la hermana del Den, resultaba insignicante para entonces, pues las madres lahaban destinado a ocupar el poco inuyente cargo de enfermera entre 1810 y1813, tal como gura en la tabla de ocios aprobada por el obispo Orellana, y, trasla eleccin de nueva priora en junio de ese ltimo ao, el de sacristana menor.26

    Por ltimo, hay que tener presente que la coyuntura poltica local de los aos1812 y 1813, mucho ms favorable a los intereses de las catalinas cercanasahora a los antifunistas habra incitado a las monjas a mostrarse abierta-mente reacias a participar en los gastos del gobierno central, sobre todo porquedesde el 1 de enero de 1813 el sndico del monasterio, don Hiplito Garca Pose,revesta el cargo de alcalde de primer voto en el Cabildo.27Dicho ascenso, de unhombre que haba demostrado en numerosas ocasiones su lealtad al rey slo seexplica por los cambios polticos vericados en Buenos Aires que repercutieroninmediatamente en Crdoba.28

    24 AAC, Catalinas, Rollo 1: Libro de elecciones, ff. 29-31.25 AAC, Catalinas, leg. 9, tomo II, Expediente obrado sobre visita de cuentas que presenta el sndicode Santa Cathalina don Hiplito Garca Pose, Ao 1816, . 15v-18r.

    26 AAC, Catalinas, Rollo 1, Libro de elecciones, Tabla de ocios de este monasterio de Ntra. MadreSanta Catalina de Sena hecha por la madre priora presente Sor Mara Antonia de Jess y dems Madresde Consejo en 15 de junio de 1810; Ibidem, Tabla de ocios de este Monasterio de nuestra Mdre StaCatalina de Sena, hecha por la Madre priora presente Madre Anselma de Cristo y dems madres deConsejo en veinte y uno de junio de mil ochocientos trece.

    27 AMC, 1960: 561-66.28 Hiplito Garca Pose, comerciante, natural de Buenos Aires. Haba contrado matrimonio, en

    1783, con Isabel de Usandivaras y Allende. A travs de las hermanas de su esposa estaba vinculado con

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    En efecto, con la disolucin de la Junta Conservadora, decretada por elPrimer Triunvirato el 7 de noviembre de 1811, se produca el brusco alejamientode Gregorio Funes del gobierno central.29Para administrar la intendencia de

    Crdoba las nuevas autoridades nombraron gobernador a don Santiago Carrera,quien, tras llegar a la ciudad mediterrnea, se afan por separar de sus cargospblicos o eclesisticos a los partidarios del Den, quienes hasta entonceshaban dominado la poltica local. Para lograrlo, Carrera busc la amistad delobispo Orellana, recientemente repuesto en su sede, y promovi el concurso enel gobierno de algunos miembros del antiguo bando sobremontista, entre quie-nes guraba don Hiplito Garca Pose.30

    Una de las medidas ms importantes que Carrera tom contra sus enemi-gos fue el proceso judicial y posterior separacin de su cargo del prroco de lacatedral, licenciado Benito Lascano, reputado como lder del bandofunistaenausencia del Den y de su hermano.31

    Ahora bien, el alineamiento de las catalinas con el antifunismoen 1812 lespermiti gozar del apoyo del gobernador Carrera a la hora de sortear un sonadoy comprometedor proceso judicial al que fueron sometidas a principios de 1813.

    MONJASANTIPATRIOTAS?

    los comerciantes Gregorio de Tejerina, Gregorio de las Heras y Jos Miguel Tagle y Herea, y, adems,con el terrateniente Bartolom de Figueroa y Mendoza. Era sobrino del comerciante Francisco Javierde Usandivaras y Allende. Fue alcalde de primer voto del Cabildo de Crdoba en 1794. En aquelladefendi la jurisdiccin real al denunciar el amancebamiento del Chantre de la Iglesia Catedral, Dr.Len, y plantear un pleito por ese motivo al obispo Moscoso. En 1809 haba sido nombrado sndicodel Monasterio de Santa Catalina por el den Funes, siendo conrmado en ese cargo por Rodrigo deOrellana. Figura entre los vecinos que eligieron a Gregorio Funes como representante de Crdoba en laJunta Provisional. Fue nuevamente elegido alcalde ordinario de primer voto en 1813. En 1815 vot porJos Javier Daz en las elecciones de gobernador.

    29 El den Gregorio Funes, quien haba presidido la Junta, fue arrestado y separado de su cargo. La

    noticia caus una gran consternacin en Crdoba y dio lugar a la aiccin de sus partidarios, quienesse afanaron por lograr de las nuevas autoridad la excarcelacin y el perdn. Tonda, A. 1981: 139-146.30 Integraban ese bando don Jos Antonio Ortiz del Valle, Francisco Enrique Pea, Manuel Antonio

    Rodrguez, Jos Mara Matos de Azevedo, Manuel Villarrica, Vicente Jos Rodrguez, Rafael Castro,Jos Allende, Manuel Rejada, Gregorio Ibarbalz, Rafael de los Reyes, Hiplito Garca Pose, TomsAguirre y Juan Antonio Acua, entre otros. Vase, Luque Colombres, C. 1947. El doctor Victorino

    Rodrguez: 71. Crdoba: UNC.31 En un ajuste de cuentas, esa situacin le valdra a Garca Pose la remocin como sndico de las

    catalinas en 1816, tras el nuevo destierro del obispo Orellana y la exaltacin como gobernador episcopaldel licenciado Benito Lascano. AAC, Catalinas, leg. 9, tomo II, Expediente obrado sobre visita decuentas que presenta el sndico de Santa Cathalina don Hiplito Garca Pose, Ao 1816, . 4.

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    A pesar de que existieron enteras comunidades de religiosos que se decla-raron a favor del nuevo orden, los gobiernos revolucionarios desconaban delclero regular. La enorme inuencia social de los frailes, garantizada por el con-

    trol del plpito, del confesionario, de las rdenes terceras y de las cofradasadscriptas a sus conventos, se redoblaba con la existencia de superiores propios,que escapaban al control de los ordinarios locales.32 Es por ello que duranteeste perodo fueron numerosos los regulares castigados con el destierro, el con-namiento o la revocacin de sus licencias para confesar y predicar.33 En esecontexto, con frecuencia fue el miedo quien decidi a los ms recalcitrantes aplegarse al movimiento independentista.34

    Sin embrago, en Crdoba era conocido por todos que quienes revelabanmayor oposicin no eran los frailes, sino las monjas. De ello se culpaba a losconfesores. Por lo tanto, ya en 1810 Juan Martn de Pueyrredn haba conse-guido que el Cabildo Eclesistico dispusiera su mudanza por otros simpati-zantes de la nueva causa.35Pero la cura no extirp el morbo. De las carmelitasse conserva una procua correspondencia con el obispo Orellana, que desalas rdenes gubernamentales de destierro, extraamiento e incomunicacin delprelado con su dicesis.36En el caso de las catalinas, estas informaron y consul-taron puntualmente con don Rodrigo sobre todos los asuntos que correspondana su fuero, en orden al gobierno del monasterio.37

    32 Para controlar a los regulares, los primeros gobiernos revolucionarios encargaron a los obisposo a los gobernadores episcopales que asumieran tambin la direccin de los conventos y monasteriosdentro de sus respectivas jurisdicciones. En el caso de Crdoba, si bien para los monasterios femeninosesto no signic alteracin jurdica alguna, en cambio s lo fue para los conventos de frailes, cuyasreglas establecan claramente la obediencia a sus superiores mayores, los cuales se encontraban enEuropa. Para subsanar esa situacin, la Asamblea del ao XIII cre la Comisara General de Regulares,nombrando como comisario al franciscano Jos C. Ibarrola, con poder disciplinario sobre todos losconventos masculinos. La comisara fue muy resistida por los regulares y por los mismos obispos ytermin siendo suprimida por el Congreso de Tucumn en octubre de 1816. Tonda, A. 1981: 416-446;Ayrolo, V. 2007:102, 103.

    33 Por ejemplo, en 1814, el gobernador Francisco Antonio Ortiz de Ocampo vet una lista de curasde campaa, integrada sobre todo por religiosos franciscanos, dominicos y mercedarios, que presentara

    el obispo Orellana, porque consideraba a esos frailes sospechosos y poco tiles para sembrar en lafeligresa el patriotismo. AHPC, Gobierno, Tomo 40, C, . 514.34 Vase, Troisi-Melean, J. 2008: Dos franciscanos rioplatenses sobreviviendo al siglo XIX(1800-

    1830).Hispania SacraLX: 467-484.35 Garca Belsunce, C. A. 1961: 163.36 Tonda, A. 1973.El Obispo Orellana. Sus cartas a las Carmelitas de Crdoba.Rosario: Ponticia

    Universidad Catlica.37 Correspondencia que perdur hasta 1817 ao en el que el obispo escap desde Santa Fe a

    Brasil y luego a Espaa tal como se deduce de una carta enviada por Orellana a las monjas, en laque ordena a la priora y a las Madres de Consejo que no admitan religiosa alguna hasta tanto que sereduzca el nmero de las actuales al prenido de quarenta, que anteriormente tenamos sealado,

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    No obstante, las catalinas hicieron lo posible para evitar todo conicto conlos nuevos gobernantes. De hecho, en 1811 y 1812 permitieron el ingreso en elmonasterio de dos hijas del coronel Francisco Antonio Ortiz de Ocampo jefe

    del Ejrcito Auxiliar en 1810, quien luego sera gobernador de Crdoba entre1814-15 que profesaron con los nombres de sor Mara Aurelia de la SantsimaTrinidad y sor Cndida Rosa de los Dolores.38

    Y es que todas las precauciones que las monjas podan tomar eran pocas,sobre todo porque durante los meses de enero y febrero de 1813 el gobiernolas haba sometido a un grave proceso judicial. En efecto, el 28 de diciembredel ao anterior haban sido acusadas de antipatriotismo.39La acusacin larealizaba desde Buenos Aires el Segundo Triunvirato mediando una denuncialocal por haber enviado a una criada a saludar a nombre de la comunidadal coronel don Pedro Barreda, uno de los prisioneros capturados en la batalla de

    AAC, Catalinas, Rollo 1, Libro de Visitas Cannicas. Carta del obispo Orellana, Santa Fe a 1 de Enerode 1817.

    38 AAC, Catalinas, Rollo 1, Libro de Profesiones de las Religiosas de este Monasterio de SantaCatalina de Sena de Crdoba.

    39 Patria haba designado tradicionalmente a la ciudad, pueblo o aldea de origen. Sin embargo, enel siglo XVIIIlos propagandistas del estado borbnico se afanaron por ampliar el contenido poltico delvocablo al identicar a la Patria con el Estado espaol, recientemente congurado tras la aplicacinde las Leyes de Nueva Planta. En ese nuevo paradigma, que se apuntal durante el reinado de CarlosIII con la creacin de la bandera nacional y del himno, el rey era el primer patriota. En el Rode la Plata su signicado, si bien en buena medida anclado en la concepcin tradicional, adquiriuna connotacin particular desde los comienzos del movimiento revolucionario. A partir de entonces,Patria se erige en un componente crucial del lenguaje poltico rioplatense. Fue ms utilizado en elhabla cotidiana que otros trminos de referencia territorial como nacin, estado, provincia, pas. Estosdos ltimos se usaban bastante, pero para referir a cuestiones geogrcas. Patria en cambio, era untrmino invocativo [] La posicin medular del patriotismo, de sacricarse por la causa, produjo [porejemplo] que el haber participado en el ejrcito revolucionario deviniese un justicativo para pedir[una recompensa] en nombre de la Patria. Di Meglio, G. 2008. Patria. Goldman N., Lenguaje yRevolucin: Conceptos polticos claves en el Ro de la Plata, 1780-1850: 115-130. Buenos Aires:Prometeo. De todos modos, el problema del patriotismo experimentado muchas veces como unsentimiento y una conducta conictiva estara sumamente vinculado a la construccin de la nacin,materia pendiente en el caso argentino durante dcadas. Vase al respecto, Chiaramonte J. C. 2006.Del Ro de la Plata a la Argentina. Crear la Nacin. Los Nombres de los Pases de Amrica Latina:

    Identidades Polticas y Nacionalismo,Mxico D. F [online]. Vase adems, Gil Pujol, F. X. 2004. Unrey, una fe, muchas naciones. Patria y nacin en la Espaa de los siglos XVI-XVII. Garca Garca B. ylvarez Ossorio Alvario, A. (coord.),La monarqua de las naciones: patria, nacin y naturaleza enla monarqua de Espaa:39-76. Madrid: Fundacin Carlos de Amberes; Donzar Dez de Unzurrum,J. 2004. De las naciones-patrias a la nacin-patria. Del Antiguo al Nuevo Rgimen, Garca GarcaB. y lvarez Ossorio Alvario, A. (coord.),La monarqua de las naciones: patria, nacin y naturalezaen la monarqua de Espaa:93-120. Madrid: Fundacin Carlos de Amberes; Fernndez Albaladejo,P. 2007. Dinasta y comunidad poltica. El momento de la patria. Fernndez Albaladejo, P.Materiade Espaa. Cultura poltica e identidad en la Espaa moderna: 197-244. Madrid, Marcial Pons;Chiaramonte, J. C. 2008. Autonoma e independencia en el Ro de la Plata, 1808-1810. Historia

    Mexicana58, 1: 325-368.

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    Tucumn (24 de septiembre de 1812), a quien las catalinas ofrecieron todas susatenciones, respetos, oraciones y fortunas con la remarcable expresin de que nohaban cesado de macerar sus carnes con ayunos y sangrientas disciplinas, por

    conseguir del cielo la gracia de que llegase triunfante Goyeneche.40En el ocio enviado por el Triunvirato se peda a Santiago Carrera que solicitase

    el allanamiento correspondiente del gobernador del obispado pues Orellanaestaba en esos momentos en La Rioja, realizando una visita cannica y proce-diese, a continuacin, a tomar los informes respectivos.41En el caso de comprobarel delito tena orden de remitir a la Abadesa y dems cmplices a esta capital.

    Carrera hizo compadecer el 8 de enero de 1813 a Rosa, la esclava que haballevado el recado.42En su descargo sta rectic ampliamente la versin quehaban escuchado los triunviros. Ante todo dijo que las monjas le haban encar-

    gado de transmitir a Barreda que: Celebraban mucho su llegada con enterasalud y de todos los seores que haban llegado con l. A lo cual haba agre-gado, por su cuenta, que las catalinas estaban para servirle y que el ramo deores que enviaban era un obsequio para todos.43Tambin dijo que un ocial

    40 AGN, Buenos Aires, X-4, 7, 2.41 La visita cannica a La Rioja dur un ao aproximadamente. Orellana no regresara a Crdoba

    hasta septiembre de 1813. Tonda, A. 1981: 183 y ss.42 El monasterio tena a su servicio esclavas que vivan dentro de la clausura y otras que estaban

    fuera, en la ranchera. Las primeras, gozaban de una dispensa especial del obispo, oportunamentesolicitada, que les permita compartir el recinto conventual junto a sus amas. En consecuencia estabanbajo su jurisdiccin, mientras que las criadas de afuera, no. Evidentemente, Rosa perteneca aesta segunda categora pues el gobernador la cit sin mediar autorizacin eclesistica alguna. Vase,Gonzlez Fasani, A. M. y Nieva Ocampo, G. 2008. Virtud, honor y linaje: la dote como instrumentode exclusin social entre las dominicas de Crdoba del Tucumn a principios del siglo XVIII. SiegristN. (coord.),Dotes, conictos y divorcios en Buenos Aires, el Tucumn y otros territorios rioplatensesdurante el perodo hispano: 223-241. Buenos Aires: Biblos.

    43 Que la criada se hubiese tomado libertades ms all de las instrucciones dadas por las religiosas,no sera nada extrao. Cuando en el ao 1800 el obispo Moscoso realiz una visita al monasteriopudo escuchar las quejas de las monjas por el poco servicio que le hacan los criados de la ranchera,precisadas a rogarles y an pagarles para cualquiera servicio. Por lo cual se haba visto obligado aordenar que la R. M. Priora valindose de su autoridad y del Sndico ponga el mayor cuidado para

    que los criados estn puntuales a todos los menesteres del Monasterio y que emplee toda la ecacia desu celo para que se recojan en las Rancheras antes de las nueve, a que vivan cristianamente, recen elrosario todas las noches []. AAC, Catalinas, leg. 9, tomo II, 1800 Auto de Visita del Imo. Moscoso.La libertad de accin de los esclavos que vivan en las ciudades del Tucumn y Cuyo en la etapanal del perodo hispnico era una situacin generalizada, que a veces se manifestaba en conductasirrespetuosas, irreverentes o delictivas hacia las autoridades. Vase, Andrs Gallego, J. 2005. Laesclavitud en la Amrica espaola: 94-101. Madrid: Encuentro. Por otra parte, hay que decir quemuchos esclavos del monasterio seguan perteneciendo a sus dueas, que los haban recibido de susfamilias al profesar como monjas, y mantenan con ellas una estrecha vinculacin que exceda al simpleservicio. Tal como lo pudo comprobar don Francisco Javier Gonzlez Guitin, el sndico del monasterio,quien denunci en 1803 la soberbia y altivez de algunos esclavos de la ranchera que gozaban de una

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    que vigilaba a los presos le haba preguntado si las madres estaban haciendooracin y tomando disciplinas y muchas penitencias, a lo que ella respondique era obligacin que tenan todos de rogar por la paz y la concordia. Al

    tiempo que otro ocial le increpaba diciendo que las monjas no fuesen tansarracenas y que fuesen ms americanas. Hasta all las palabras de Rosa.

    A continuacin, Carrera, que estaba en buenos trminos con el obispo, no quisoviolar su jurisdiccin y encarg al gobernador episcopal, el Dr. Juan Justo Rodrguez,que procediera a interrogar a las religiosas. Rodrguez por su parte deleg el inc-modo papel en el mismo capelln del monasterio, Juan Gualberto Coarazas.44

    En su defensa, la priora, madre Mara Antonia de Jess, expres que lascortesas que haban tenido con el prisionero se deban a que los Barreda eranbenemritos de las monjas de Per.45Adems, dijo que las mismas deferen-

    cias haban usado anteriormente con el Seor Coronel Ocampo, cuando vinode general; con el gobernador Pueyrredn y su hermano, cuando estuvo de pre-sidente de la junta; con el seor Saavedra y ms acompaados, cuando pas poresta, y con varios otros. Respecto a las ideas polticas de las catalinas, la prioradijo que ni ella ni sus religiosas han formado opinin: que lo nico que hacenes compadecerse de las muertes y trabajos que llegan a escuchar en uno y otroextremo, y dirigir sus oraciones al mejor acierto. Y con esto cerr su alegato.

    Ahora bien, por qu la relacin entre Pedro de Barreda y las Catalinasinquietaba tanto al Triunvirato? Qu vnculos existan entre ese prisionero ylas monjas catalinas?

    El coronel Pedro de Barreda y Bustamante, comandante del regimientoAbancay, era nada menos que primo del brigadier Jos Manuel Goyeneche yBarreda as como del general Pio Tristn y Moscoso, jefes militares del ejrcito

    particular proteccin de las religiosas. AAC, Catalinas, leg. 9, tomo II, 1803 Renuncia del sndicoprocurador Francisco Javier Gonzlez.

    44 De su to, el maestro Antonio Surez de Cabrera, Chantre de la Catedral y ex-rector del Seminario,

    Coarazas haba heredado dos capellanas legas. Se haba graduado como Doctor en Teologa en 1776y haba sido rector del Seminario de Loreto. Desde 1798-99 aparece como capelln del Monasterio deSanta Catalina en las actas de profesin de las novicias. El capelln tena en el monasterio de SantaCatalina una hermana que haba profesado en el ao 1773 con el nombre de Mara Teresa de Jess.AAC, Catalinas, leg. 9, tomo II, 1799 sor Mara de Santa Rosa. Vase tambin, Altamira, R. 1943. Elseminario conciliar de Nuestra Seora de Loreto: 224.Crdoba: UNC.

    45 En Arequipa existan dos monasterios dominicos, el de Santa Catalina y el de Santa Rosa. Enambos, numerosas mujeres del linaje de los Barreda haban profesado. En el caso del monasterio deSanta Rosa las primeras cuatro monjas, llevadas de Santa Catalina para iniciar la nueva comunidad,fueron: Ignacia de la Cruz Barreda, Ignacia de Santa Teresa Barreda, Juana de San Pascual Bayln yPacheco y Bernarda del Espritu Santo Moscoso.

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    realista del Alto Per y conspicuos miembros de la elite arequipea.46De hecho,la misma Mara Antonia de Jess haba sealado en el interrogatorio que losBarreda eran conocidos suyos y de otras monjas que provenan de la goberna-

    cin-intendencia de Salta del Tucumn. En efecto, monjas de apellido Cornejo,Villafae, Iramain o Tagle, cuyos padres provenan de Salta, San Miguel deTucumn, Santiago del Estero o Jujuy, habitaban en el monasterio cordobs.Por otra parte, hay que recordar que numerosos vnculos, acrecentados a lo largode los siglos, unan desde su fundacin a las urbes del Tucumn y sobre todoa la ciudad de Crdoba con el Per. Ante todo de tipo comercial, ya que noeran pocos los miembros de las oligarquas del Tucumn que mantenan unasestrechas relaciones con diversos productores y comerciantes de Arequipa y delAlto Per, que en muchos casos se traducan en vnculos parentales o de padri-nazgo.47Por otra parte, exista un trasiego continuo de personas y de objetos

    que por motivos educativos o artsticos iban y venan del Tucumn al Per.48Particularmente, atrados por sus conventos o por su Universidad se daban citaen Crdoba numerosos vstagos de reconocidos linajes peruanos o tucumanos.49

    Por lo tanto, en una ciudad de Crdoba, ms integrada al sur andino de loque comnmente se supone, vivan las catalinas, ancladas en el imaginariodel Antiguo Rgimen, respetuoso de las jerarquas, de la honorabilidad y dela decencia, conceptos dependientes, a su vez, del origen social (limpieza desangre). Ajenas al proceso de redenicin de las identidades polticas abierto

    46 Era el ocial de ms alto rango capturado por Belgrano en la batalla de Tucumn. Jos Mara Pazdice que Pio Tristn desisti del intento de incendiar San Miguel de Tucumn porque fue amenazado conel degello de Barreda. Paz, J. M. 1855.Memorias pstumas del Brigadier General don Jos Mara Paz,v. 1: 19, 44. Buenos Aires: Imprenta de la revista. Vase adems, Malamud, C. 1982. La consolidacinde una familia de la oligarqua arequipea: los Goyeneche. Quinto Centenario4: 49-135.

    47 Mrquez, M. V. 2009. Grupos de mercaderes cordobeses en el espacio peruano. La incidencia delas reformas borbnicas y las sublevaciones indgenas,XXI Jornadas de Historia Econmica, BuenosAires, del 23 al 26 de septiembre de 2008[online]; Santamara, D. 1996. Intercambios comercialesinternos en el Alto Per colonial tardo. Revista Complutense de Historia de Amrica22: 239-273;Lpez de Albornoz, C. 2002. Tiempos de cambio: Produccin y comercio en Tucumn (1770-1820).

    Andes13: 213-248; Romero Cabrera, L. B. 1973.Jos Miguel de Tagle: un comerciante americano delos siglos XVIIIy XIX, Crdoba: UNC.

    48 Artistas y obras de arte procedentes de los talleres peruanos se daban cita en Crdoba y en lasdems ciudades del Tucumn. El mismo Monasterio de Santa Catalina posee actualmente una de lasmayores colecciones de arte del barroco peruano en Argentina, integrado por leos, tapices, platera,mobiliario, etc. Vase, Barbieri, S. 2006. Patrimonio Artstico Nacional. Inventario de bienes muebles.

    Iglesia y Monasterio de Santa Catalina de Siena de Crdoba.Buenos Aires: Academia Nacional deBellas Artes.

    49 Entre 1790 y 1810 pasaron por las aulas de la Universidad alrededor de 33 alumnos provenientesdel Per (Alto y Bajo). Entre ellos, Mariano Daz Canseco y Nieto proveniente de Arequipa y parientedel general Pio Tristn quien ingresara a estudiar Artes, el 6 de marzo de 1800, y se graduara comoLicenciado en Teologa el 14 de julio de 1807. Fue den de la catedral de Huamanga (Ayacucho). Datoscedidos gentilmente por el Dr. Silvano Benito Moya.

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    por la revolucin, que acuaba un vocabulario nuevo, integrado con palabrastales como patriota, realista, ciudadano, etc., para las monjas no hubo mejordefensa frente a la acusacin de antipatriotismo que invocar un cdigo moral

    barroco, compartido por todos, que en la ciudad de Crdoba distaba mucho deser un conjunto de valores del pasado.50Puestas as las cosas, la priora desaa los funcionarios del nuevo gobierno cuestionando implcitamente el ideariorevolucionario, pues qu transgresin mayor haban cometido al acercarse alcoronel Pedro Barreda, un hombre reconocido, nada menos, que por su condi-cin de benemrito?

    La nica consecuencia grave de todo el proceso contra las catalinas fue queel 10 de febrero de 1813 el Triunvirato orden remitir a Buenos Aires a la criadadel monasterio.51 Despus de eso no se habl ms del asunto. Sin embargonadie se engaaba, entre las catalinas y en Crdoba toda, la revolucin seguaproduciendo suspicacia. Tal como expresara a los triunviros el coronel Jos deMoldes, ocial del Ejrcito del Norte que haba acompaado a Barreda: Todoel tiempo que residimos all [en Crdoba] fueron regalados no tan solamenteestos, sino todos los prisioneros [] por efecto de un partido que est bienarraigado en aquellos claustros, segn las demostraciones que advert al paso.

    En n, en una poca en que lo pblico se esforzaba por disciplinar todos loscampos de lo privado (y pocos espacios podan llegar a ser ms privados

    50 Tras la fundacin de la ciudad de Crdoba en 1573 e incluso durante las primeras dcadas delsiglo XVII, las solicitudes de mercedes reales a ttulo personal por parte de los conquistadores y susdescendientes fueron frecuentes. Las tierras y encomiendas que obtuvieron les permiti acrecentar suprestigio. Ello dio pi a la coronacin del proceso, con la consolidacin de unos linajes locales. Fenmenoque para nada distingue a Crdoba del resto de las sociedades hispanoamericanas. Sin embargo, tras esaprimera etapa formativa, en la elite cordobesa la idea de nobleza e hidalgua se encarn de forma directacon el recuerdo de los linajes, mucho ms que con los mritos individuales. Ese recuerdo era asociado ala honorabilidad, en tanto reputacin de limpieza de sangre. Es decir, que en el linaje de un individuonoble no poda haber mancha de antecesores judos, moros, gentiles, ni condenados por la Inquisicin;concepto muy complejo que inclua un principio escatolgico. Se trataba de una preocupacin que enel Tucumn domin mucho ms en el siglo XVIIIque en las centurias anteriores, ya que fue entoncescuando el sistema de limpieza de sangre tuvo que convivir y competir con la plutocracia. Vase,Rucquoi, A. 1997. Mancilla y limpieza. La obsesin por el pecado en Castilla a nes del siglo XV.

    AA.VV, Os ltimos ns na cultura ibrica dos sculos XV-XVIII: 113-135. Oporto: Universidadedo Porto; Villamarn, J. A. 1978. El concepto de Nobleza en la estraticacin social de Santa Fe deBogot en la poca colonial, Estudios Andinos 14: 47-62; Ponce Leiva, P. 1998. Certezas ante laincertidumbre. Elite y cabildo de Quito en el siglo XVII:36-43. Quito: Abya Yala; Lira Montt, L. 2005.El estatuto jurdico de los benemritos de Indias, Hidalgua: la revista de genealoga, nobleza yarmas,310-311: 305-326; Parra Garzn, G 2009. La relacin Rey-Cabildo en la ciudad de Crdobadel Tucumn, 1573-1630, 53 Congreso Internacional de Americanistas, Mxico D.F.,julio de 2009[online]; Moyano Alianga, A. 1992. Los Fundadores de Crdoba: Su origen y radicacin en el medio.

    Estirpe, Revista de Genealoga2; Bustos Argaarz, P. 1998. El Patriciado de Crdoba. Contribucinal estudio de su gnesis,Boletn del Centro de Estudios Genealgicos de Crdoba27: 13-73.

    51 AHPC, Gobierno, t. 35-A (1913).

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    que la clausura de un monasterio!),52el caso de antipatriotismo de las catalinaspona de maniesto, una vez ms, los lmites reales del poder de Buenos Airessobre las ciudades del interior del ex Virreinato, cuya mayor debilidad se hallaba

    en la mcula de ilegitimidad del nuevo gobierno y, sobre todo, a su escasa repre-sentatividad, producto de la reticencia creciente del grupo dominante porteo aaceptar a los representantes de las dems ciudades.53Del mismo modo, quedabanal descubierto las amplias redes de solidaridad que protegan a las institucionesms tradicionales de Crdoba, evidentemente, una ciudad de Antiguo Rgimen.

    MINANDOLASSOLIDARIDADES

    La Asamblea Soberana reunida en Buenos Aires en 1813 cre un nuevo poder

    ejecutivo para las Provincias Unidas, el Directorio Supremo. Su primer titular fueGervasio Posadas, quien comenz a gobernar el 22 de enero de 1814. Si bien decarcter cordial y ecunime, durante su gobierno los trminos de la relacin entrela capital y las dems ciudades del ex virreinato no cambiaron. De hecho, enmarzo de 1814 Posadas decidi el nombramiento como gobernador de Crdobadel coronel Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, sin mediar ningn parecer de lasautoridades locales. Con la llegada de Ocampo se produca la rehabilitacin dela faccinfunista, cuyos miembros se afanaron inmediatamente por reconquistarel control de las instituciones de gobierno civil y eclesistico. La consecuenciams sonada de dicho proceso fue el nuevo extraamiento del obispo Rodrigo de

    Orellana de su dicesis en enero de 1815, quien termin connado durante losdos aos siguientes en el convento franciscano de San Lorenzo, en Santa Fe.

    Desde su retorno a Crdoba, en febrero de 1812, Orellana haba puesto enmarcha un amplio programa de reorganizacin pastoral, que incluy la visita azonas rurales y marginales de esa amplia jurisdiccin episcopal. Por otra parte,autorizado por el director Posadas, haba intentado cubrir los curatos vacantesrealizando los concursos prescriptos por la legislacin cannica. Sin embargo, lossacerdotes elegidos para ocupar dichos cargos fueron vetados una y otra vez porel gobernador Ocampo, quien aduca la condicin de antipatriotas de los elegidos.

    52 A pesar de los ms o menos sinceros esfuerzos por garantizar las libertades individuales, ladesconanza hacia las monjas fue un sentimiento compartido por todas las revoluciones liberales.Vase, Hunt, L. 1989. La vida privadadurante laRevolucin Francesa. en Aris, Ph.y Duby, G.(eds),Historia de la vida privada. De la Revolucin francesa a la Primera Guerra Mundial, vol. 4:21-51. Madrid: Taurus; M. T. Kervingant, M.T. 1989.Des MonialesFace La Rvolution Franaise:

    Aux origines des Cisterciennes Trappistines: 30-56. Paris: Beauchesne; Speckman Guerra, E. 1998.Las rdenes Femeninas en el siglo XIX: el caso de las dominicas. Estudios de historia moderna ycontempornea de Mxico18: 15-40; Betros, G. 2009. Liberty, Citizenship and the Suppression ofFemale Religious Communities in France, 1789-90. Womens History Review18: 311-336.

    53 Vase, Garavaglia, J. C. 2004: 349-382.

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    Por otra parte, el cabildo municipal, con mayora de miembros funistas, pas aacusar al mismo obispo de antipatriotismo, informe que el gobernador se apre-sur a elevar al gobierno central. Un nuevo director supremo, Carlos Mara de

    Alvear, proceda a ordenar el 24 de enero de 1815 el traslado del obispo Orellanade Crdoba a la guardia de Lujn, en provincia de Buenos Aires.54El preladosolicit, en cambio, la conmutacin del destino al convento de San Lorenzo, en lamargen derecha del ro Paran, con el n de recomponer su salud. Pedido que fueaceptado por nota del 10 de febrero. Desde all mantuvo en los dos aos siguientesuna procua correspondencia con gobernantes, clrigos y monjas de su dicesis.55

    Para entonces, el retorno del rey Fernando VII a Madrid, la falta de medioseconmicos de los ejrcitos revolucionarios y las derrotas sufridas en el AltoPer y en la Banda Oriental haban acelerado, en el territorio del ex virreinato,la constitucin de poderes locales bajo el mando de militares cuyas carrerasprosperaban a la sombra de las campaas independentistas. Tal era el caso deMartn Miguel de Gemes, quien diriga desde Salta y a costa de la elite local laguerra contra el ejrcito realista del Alto Per, de Jos Gervasio Artigas, quiense enfrentaba a Buenos Aires en nombre de la autonoma de la Banda Orientaldel Ro de la Plata, o de Jos de San Martn, quien se haba hecho nombrargobernador intendente de Mendoza e iniciaba los preparativos blicos para sucampaa andina. Por otro lado, el mismo gobierno central titubeaba. De hechoel director Carlos Mara de Alvear, quien haba sustituido a Posadas en enero de1815, haba iniciado negociaciones en Ro de Janeiro para regresar a la obedien-cia hispana y, en su defecto, para entregar Buenos Aires al dominio britnico.56

    En abril de 1815 Alvear fue obligado a renunciar, puesto que el ejrcito que habaenvidado para someter a Artigas no le obedeca. A partir de entonces, bajo la presinde San Martn quien anhelaba llevar adelante una campaa contra los realistascomo jefe de un ejrcito nacional y no de uno insurgente la revolucin entren una fase decididamente independentista. De ese modo, el sucesor de Alvear, elarequipeo Ignacio lvarez Thomas, convoc a nales de 1815 la reunin de uncongreso en San Miguel de Tucumn, ciudad cercana a la frontera altoperuana, quetena por objeto declarar la independencia de las Provincias Unidas del Sur.

    En el mbito cordobs, en marzo de 1815, la intervencin militar del ejrcito

    de Gervasio Artigas en la ciudad mediterrnea oblig a renunciar al goberna-dor Ortiz de Ocampo y a incorporar esa jurisdiccin a la confederacin de losPueblos Libres del Sur. Con la eleccin de Jos Javier Daz como gobernador, los

    54 Sobre el conicto de Orellana con Ocampo vase, Tonda, A. 1981: 285-328.55 Vase, Bruno, C. 1971: 265-281.56 La actitud de Alvear resulta menos extraordinaria si se piensa que con anterioridad Posadas haba

    enviado a Manuel Belgrano y a Bernardino Rivadavia en misin a Europa para ofrecer la corona del Rode la Plata a un prncipe de la casa de Borbn.

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    polticos cordobeses lograron sustraerse por primera vez al dominio del gobiernode Buenos Aires. En realidad se iniciaba un nuevo perodo de inestabilidad pol-tica, puesto que ningn bando local lograba imponerse al contrario. Tal como

    pudo comprobarse a raz de las rebeliones del artiguista Juan Pablo Bulnes, quiense levant primero en armas contra Daz, porque ste haba enviado diputados alcongreso de Tucumn, y luego contra su sucesor y antagonista, Ambrosio Funes,porque haba sido nombrado por las autoridades porteas.

    Como consecuencia de la lucha faccional, en noviembre de 1817, el gobiernodirectorial, que para entonces haba logrado recuperar el control sobre Crdoba,pudo imponer como gobernador provincial al salteo Manuel Antonio de Castro,quien desarroll una actividad poltica ms bien arbitral, enmarcada en un con-texto de debilitamiento progresivo de la misma autoridad central que lo habadesignado. Experiencia que se trunc cuando el 19 de enero de 1820, ante elinminente arribo del Ejrcito del Norte comandado por el general cordobs JuanBautista Bustos quien se haba desvinculado de las autoridades porteasCastro renunci y las nuevas autoridades provinciales proclamaron la soberanay la caducidad del gobierno central de Buenos Aires.57Con ese acto se producala denitiva desarticulacin de la estructura poltica del Virreinato, que dejabapaso a la constitucin de poderes locales prcticamente independientes, repre-sentados por las provincias, bajo la jefatura de caudillos y de una nueva insti-tucin de gobierno, las legislaturas provinciales, que sustituan a los cabildos.58

    Por su parte, la ausencia del obispo de Crdoba durante esos aos, permiti

    que el cabildo catedralicio, mayoritariamente adicto al nuevo rgimen59

    impusieraen el gobierno de la dicesis a un decidido partidario del bando funista, el licen-ciado Benito Lascano. Durante su gestin, que se extendi desde 1815 hasta 1818,Lascano se afan por renovar el cuerpo eclesistico de la dicesis, procediendo a

    57 Sobre esos veloces cambios de jefatura poltica en Crdoba vase Martnez Paz, E. 1941: 43-57.58 Goldman, N. 1998. Los orgenes del federalismo rioplatense (1820-1831). Goldman N. (dir.),

    Nueva Historia Argentina. Revolucin, repblica, confederacin (1806-1852):103-124, Buenos Aires:Sudamericana.

    59 Tal como seala Ayrolo, a partir de 1814 se produjo en el mbito del cabildo eclesistico

    cordobs una progresiva renovacin de sus miembros, poblndose la curia con hombres ms jvenes,en general cordobeses que haban hecho recientemente sus estudios de derecho en la Real Universidadde San Carlos de Crdoba. La actividad poltica de estos nuevos miembros del cuerpo directivo delclero cordobs sera mucho ms abierta y directa que la de sus antecesores. Hacia 1815 constituan elcabildo eclesistico de Crdoba, con la dignidad de tesorero, Juan Francisco de Castro y Careaga, dearcediano Juan justo Rodrguez, enfermo y alejado de la actividad eclesistica, de chantre FranciscoJavier de Mendiolaza, tambin enfermo y retirado, de cannico de merced Benito Lascano, de racioneroBernardino Milln y de medio racionero Pedro Ignacio Guzmn. Entre ellos destaca la gura CalixtoMiguel del Corro, cannico magistral desde 1803 y que para entonces era uno de los ms afamadosoradores de la revolucin. Vase, Ayrolo, V. 2007: 191; Martnez de Snchez, A. M. 2010. El valor dela palabra en sermones patrios Libertad o independencia?: 51-52, 174-186.Crdoba: UNC.

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    nombrar clrigos de reconocido predicamento patritico o simplemente hostiles aOrellana.60Expediente que termin por afectar tambin a las catalinas.

    El 28 de febrero de 1815 Carlos Mara de Alvear urgido de dineros parasostener la campaa militar contra Jos Gervasio Artigas, haba solicitado laentrega a las tesoreras del Estado del patrimonio que las instituciones religiosasreservaban para las fbricas de las iglesias. El sndico del Monasterio de SantaCatalina, don Hiplito Garca Pose,61se apresur a responder que, este con-vento no tiene fbrica ninguna, ni menos capellana y que slo de los fondosdotales puestos a censo o invertido en ncas se mantiene en los gastos ordinariosde alimento, cera, vestuario y dems adherentes para el adorno de la iglesia quesirve al culto divino.62El asunto dio lugar a un engorroso y largo proceso queno slo produjo la eviccin del sndico de su cargo, sino tambin un preciso ydetallado conocimiento del estado econmico del monasterio de Santa Catalina.

    En vista que la actitud de Garca Pose fue considerada por las nuevas auto-ridades eclesisticas como obstruccionista, stos decidieron su remocin dedicho cargo. A continuacin, el gobernador episcopal Benito Lazcano someti a

    60 Orellana no pudo oponerse pues, ante la presin del Congreso de Tucumn, se vio obligado aceder todos sus poderes a Lascano. El requerimiento de jurar la independencia de las Provincias Unidasque se le present a continuacin, termin por decidir al obispo a huir a Ro de Janeiro para embarcarluego a Espaa a principios de 1817. Con ello dejaba el camino abierto para la realizacin denitiva delprograma poltico del clero cordobs comprometido con la revolucin. Vase, Tonda, A. 1981: 481 y ss.

    61 Hiplito Garca Posse: hijo de Pedro Garca Posse, comerciante, natural de Buenos Aires, yde Mara Josefa Cabezas. Pidi permiso para pasar a Crdoba (AGN, Licencias y Pasaportes, Libro17, f.357; y Libro 7, f.139-141) donde contrajo matrimonio, en 1783, con Isabel de Usandivaras yAllende. Fue padre de Pedro Garca Posse, marido de Mercedes Fragueiro y del Corro; de Mara dela Cruz, casada con el Dr. Antonio Ortiz del Valle y Villaln; y de Juana Josefa, casada con MarcelinoOrtiz del Valle y Villaln (Lazcano, I, 395). A travs de las hermanas de su esposa estaba vinculadocon los comerciantes Gregorio de Tejerina y Gregorio de las Heras, y Jos Miguel Tagle y Herea, ycon el terrateniente Bartolom de Figueroa y Mendoza (Allende Navarro, 1964, 99). Era sobrino delcomerciante Francisco Javier de Usandivaras y Allende. Alcalde Ordinario de Primer Voto de Crdobaen 1794. Como tal denunci el amancebamiento del Chantre de la Iglesia Catedral, Dr. Len (AGN,Tribunales, Leg.99, Exp.7 y 8). Ocup nuevamente dicho cargo en 1813. Aparece por ltima vez en

    la eleccin de gobernador de 1815, ocasin en la que vot por Jos Javier Daz. Haba sido nombradosndico del Monasterio de Santa Catalina por el Den Gregorio Funes en 1808.62 La carta que haba redactado Garca Pose al gobierno se expresaba en los siguientes trminos:

    Con fecha de 28 de febrero recibo el ocio de V.S. relativo al de 21 de enero ltimo del SeorSecretario de Estado, en que el Exmo. Supremo Director por convenir al bien pblico del Estado,ordena se entreguen a esta Secretara todas las sumas pertenecientes a fbrica de Iglesia y cofradaspiadosas y que se vayan reuniendo en lo sucesivo. La circunstancia de haberlo recibido en la entradaa la semana mayor, cuando me abruman los ocios y atencin del ministerio, y no tener ociales queen el da formen y paren los ocios correspondientes al ms pronto cumplimiento que V.S. me ordena,ser motivo para una corta demora pues no perder tiempo. Dios guarde a V.S. muchos aos. AAC,Catalinas, legajo 9, tomo II, 1815 Pedido de informe al Sndico sobre renta de fbrica.

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    una inspeccin pormenorizada las cuentas de las catalinas, gestin que qued acargo del scal contador Toms Montao.63

    Ante todo, el scal denunci el desorden y la informalidad en las cuentas, lascuales no se ajustaban a lo dispuesto por las visitas de los obispos San Albertoy Moscoso, que ordenaban la liquidacin trienal de los principales. Adems, seechaba en falta una buena parte de los dineros remitidos por el sndico de BuenosAires desde el ao 1800: $520 que tendra que haber recibido el sndico GonzlezGuitn, $71 y un tercio de real recibidos por su sucesor Pedro Zenavilla y $2.539perdidos durante la gestin de Garca Pose. Por ltimo, tanto Garca Pose comolas ex prioras madre Mara Antonia de Jess y madre Anselma de Cristo debandar cuenta del n que tuvieron $13.428 de la caja de principales.64

    En forma clamorosa, Montao declaraba:

    Es absolutamente impracticable el examen de si el cobro de los rditos de principa-les, de alquileres de casas y arrendamientos de otras ncas se han mantenido con arregloo no. Fiado a las criadas del monasterio, estas pueden suponer cerradas muchas casas queestn actualmente alquiladas o asegurar que pagan menos que aquella cantidad con quecontribuyen los arrendatarios. Para evitar estas usurpaciones se prescribieron reglas en losautos de visita; pero ellas han sido inobservadas enteramente.65

    En su defensa, Garca Pose armaba en los siguientes trminos que la admi-nistracin de los bienes monsticos lo realizaban las mismas religiosas:

    No he manejado dinero alguno del monasterio con ningn pretexto, de la caja de

    Depsito que tienen sus Reverencias, a excepcin del que sus Reverencias en distintasocasiones me han entregado para la construccin de ocho casas y reparo de las demsde dicho Monasterio [] Tampoco he administrado los caudales que consumen susReverencias en los gastos ordinarios y extraordinarios del Monasterio [] Consta a susReverencias que el dinero que hay dado a inters todo es dado por sus Reverencias, acuyo poder han pasado las escrituras hechas por quienes los reciban, y del mismo modoel dinero cuando lo devolviere [] Todos los rditos y alquileres de casas ya con frutosordinarios lo manda cobrar la Madre Secretaria quien los recibe como es de costumbre delMonasterio y cuando los inquilinos o sensuatarios me han pagado a mi lo he pasado inme-diatamente a manos de la Madre Secretaria de donde he sacado el recibo para satisfaceral inquilino o sensuatario [] Que las cuentas que mandaba el sndico de Buenos Aires

    63 El examen de las cuentas fue realizado en casi su totalidad por el padre Jos Calasanz Centeno,quien, en 1816, tuvo que abandonar este encargo pues era solicitado por el obispo Orellana desde SanLorenzo. A continuacin, Lascano nombr a Toms Montao para concluir con esa tarea. Montaohaba sido notario eclesistico del obispo ngel Mariano Moscoso y Prez Oblitas (1791-1804). Apartir de 1810 fue escribano del obispado. En 1817 fue Contador interino de diezmos, hasta 1820,fecha en la que aparece nuevamente como notario eclesistico, cargo que ocup hasta 1829.Tambinse desempe como secretario del gobernador Jos Javier Daz en 1815, y luego, fue su Ministro deHacienda en 1820, reemplazando a Jos Ignacio Lozano.

    64 AAC, Catalinas, legajo 9, tomo II, 14 de agosto de 1817. Informe del scal Toms Montao.65Idem

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    don Jos Pereyra Lucena de los rditos que cobraba en aquella capital, como asimismoel dinero de una u otra libranza que de l vino contra mi y a favor del Monasterio, lo hepasado todo inmediatamente a sus Reverencias con sus cartas de remisin originales.66

    Las monjas aceptaron el alegato realizado por el ex sndico, si bien no estabandispuestas a cargar con responsabilidad alguna. Tal como lo expresaba la priora:

    No por esta causa se quiera cargar alguna responsabilidad al monasterio en sumanejo domstico, pues con igual certidumbre podemos y debemos asegurar que nuestrasSecretarias han observado la mejor puntualidad en sus apuntes gastando slo aquello queUd. les entregaba una y otra vez y lo que frecuentemente se entregaba por las criadasdiputadas que seguramente eran probadas en su delidad, de todo lo que tenemos pruebasevidentes y positivas.67

    En realidad, segn un informe elevado el 22 de enero de 1818 por la priora

    Eulalia de San Luis, durante el priorato de la madre Anselma de Cristo las mon-jas haban realizado un uso discrecional de los fondos conventuales, extrayendodinero de la caja de principales sin noticia del sndico Garca Pose.68Se tratabade $1.600 para la fbrica de la nueva iglesia, ms una pia de plata de $159 quetuvo el mismo n, ms $1.150 para alimentos (repuestos parcialmente de losrditos) y $100 para reparaciones dentro del monasterio en lugares privados.69

    Como consecuencia de este ltimo informe, el 28 de febrero de 1818, BenitoLascano orden el cierre de las actuaciones, eximiendo a Garca Pose de loscargos de sustraccin y mandando que se le pagasen los sueldos que se le adeu-daban.70Eso s, el antiguo sndico jams fue repuesto en su cargo.71Con lo cual

    se puede concluir que el proceso contra Garca Pose, ms que pretender el control

    66 AAC, Catalinas, legajo 9, tomo II, 22 de agosto de 1817. Carta dirigida por don Hiplito GarcaPose a la Reverenda Madre Priora y dems Madres que componen el Consejo.

    67 AAC, Catalinas, legajo 9, tomo II, 23 de agosto de 1817. Respuesta de la Reverenda Madre Prioray dems Madres de Consejo a la carta de don Hiplito Garca Pose.

    68 Anselma de Cristo haba gobernado la comunidad en dos ocasiones. La primera, entre 1799 y1803, y la segunda, entre 1813 y 1816. Durante su segundo priorato coincidi con Garca Pose en elgobierno del monasterio.

    69 AAC, Catalinas, legajo 9, tomo II, 22 de enero de 1817. Carta de sor Eulalia de San Luis, Priora,

    al Sor Provisor y Gobernador del Obispado.70 AAC, Catalinas, legajo 9, tomo II, 28 de febrero de 1818. Auto de Benito Lascano, provisor ygobernador del obispado.

    71 De hecho, Lascano haba tenido la deferencia hacia el obispo de reemplazarlo en 1815 porJoaqun Prez Guzmn, hombre del crculo ntimo de Orellana. Nacido en Crdoba, hijo de FranciscoPrez Mier, ex sndico procurador de la ciudad y de Juana Mara Guzmn. Fue familiar del obispoOrellana. En 1814 fue promotor scal del obispado: Siendo recusado en junio por el cura interino deRo Cuarto, el licenciado Pedro Ignacio Guzmn, exaltado patriota, por juzgarlo enemigo declaradode nuestro sistema de Amrica. Estuvo preso en el Seminario de Loreto en 1815, y luego fue connadoa Pocho. En 1818 era vicerrector de la Universidad. Fue secretario del Cabildo Eclesistico en 1813,1814, 1821 y 1822. Ayrolo, V. 2007: 242-243.

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    de las cuentas de las monjas, tena por objeto el alejamiento del entorno de lasmonjas de un hombre relacionado con los sectores realistas de la ciudad. Por otraparte, no se ocultaba en todo el asunto un verdadero ajuste de cuentas personales

    por parte de Lascano, que de ese modo se cobraba la persecucin y el hosti-gamiento que haban ejercido sobre l los miembros del bando sobremontista,incluido el mismo Hiplito Garca, durante el gobierno de Santiago Carrera.

    Lo cierto es que a partir de entonces Hiplito Garca Pose desapareci dela escena poltica cordobesa. Este hecho, junto a la huda del obispo Orellanarumbo a Ro de Janeiro en 1817 aventura que le conducira nalmente aEspaa, donde terminara sus das como obispo de vila habra cerrado paralas monjas el captulo de oposicin a la revolucin. Desde entonces se iniciabauno quizs ms arduo, el de lidiar con las consecuencias econmicas y socialesque haba generado en Crdoba y en el Tucumn el proceso revolucionario.

    POBREZAYREFORMA

    El pleito de la curia contra Garca Pose haba dejado en claro, entre otrascosas, que las catalinas ejercan la administracin directa de sus bienes y nego-cios. Pero tambin se haca ostensible el progresivo deterioro econmico de lascuentas monsticas a partir de la segunda dcada del siglo XIX. De hecho, entre1800 y 1801, durante la gestin del sndico Francisco Xavier Guitn, la cajade principales del monasterio registr una recaudacin de renta de $30.843 y2 reales, mientras que los principales dados en prstamo sumaban los $23.520y 2 y medio reales. Si a los $7.322 que quedaron a favor del monasterio seagregan los $3.900 que haban ingresado a la misma caja en concepto de dotes,las cuentas dejaban un saldo favorable de $13.428 y medio real. Por su parte,entre 1804 y 1808 ingresaron a la caja $24.203 y 3 y medio reales, de los cualesfueron puestos a censo $12.350, en consecuencia, una cantidad sensiblementemenor ($11.852 y 3 y medio de reales) dej a las monjas la gestin del sndicoPedro Zeravilla, compensada quizs con las dotes de cuatro religiosas de velonegro. Sin embargo, la cada de esos ingresos es notable durante el sindicato deHiplito Garca Pose (1808-1815), pues si bien a lo largo de esos siete aos las

    monjas pudieron recaudar de sus deudores censales la suma de $42.847 con 7 ymedio reales, el crdito otorgado por el monasterio ascendi a los $34.819 con7 y medio reales, dejando un saldo favorable de $8.028.72

    72 Los datos han sido extrados de las cuentas presentadas por Jos Calasanz y Centeno. AAC,Catalinas, legajo 9, tomo II, 7 de diciembre de 1816. Cuentas presentadas por Jos Calasanz y Centeno,ff. 13r-30v.

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    A partir de 1815 las cuentas de las monjas parecen ms claras, pero no porello ms desahogadas. Segn el sucesor de Garca Pose, Joaqun Prez Guzmn,hacia 1822 las catalinas tenan puestos a censo en la ciudad de Crdoba $40.550,

    que producan $2.027 de rditos, y $4.800 en Buenos Aires, que a su vez pro-ducan $240 de rditos, sin contar a los morosos de ambas ciudades cuyos inte-reses deban duplicar los ingresos del monasterio. A ello se sumaban, $243 delos alquileres de 42 casas en Crdoba, $40 por el arrendamiento de ncas, $204por la venta de algn esclavo y la entrega de limosnas y, nalmente, bienes enfrutos que en general no se liquidaban por destinarse directamente al consumointerior del convento.73

    Como se puede apreciar, las cuentas que realiz el sndico entre 1816 y 1822no registran el ingreso de dinero alguno en concepto de dote. Por su parte, losgastos, que incluan el pago de mdicos, los sueldos del mismo sndico y de loscapellanes, el mantenimiento del culto, las reparaciones de casas y de ncas y,sobre todo, la manutencin, curacin y vesticin de las religiosas y criadas,dejaban poco margen de ganancia a los mermados balances monsticos. Y esque la comunidad religiosa segua siendo numerosa, pues si bien las monjas,tal como prevean las Constituciones de la Orden, eran cuarenta, las criadasy seglares, que en esos tiempos turbulentos preferan cobijarse bajo la seguraproteccin del monasterio dominico, eran ms de sesenta.

    En consecuencia, las dicultades que atraves el monasterio a partir de 1815ms que a una gestin desordenada, bien se pueden imputar a otros problemas. Ante

    todo estn los inusuales gastos causados por la refaccin de las numerosas casasque el monasterio tena en la ciudad y a ello se agrega la construccin de la iglesianueva (la actual) que se inici en el ao 1814.74De hecho, entre 1810 y 1812 sehaban gastado alrededor de $10.000 en el acondicionamiento de las casas de alqui-ler y solamente en el ao 1815 la priora haba entregado $3.043 de plata a GonzaloBentez Milans y a Teodoro Lozano, responsables de las obras de la iglesia.

    Por otra parte, desde el ao 1812 el monasterio de Santa Catalina presentabaserios problemas de reclutamiento.75De hecho, si hasta entonces la media anualse elevaba a dos profesiones, en el lapso de los diez aos que corren entre 1814

    73 Ese rubro haba sumado entre 1816 y 1818 los $ 1700. AAC, Catalinas, legajo 9, tomo II, Febrerode 1822. Cuentas de las entradas del ramo ordinario y de sus salidas; Confrontacin de las cuentas de laSecretaria del Monasterio; Relacin de Principales puestos a rditos en esta ciudad; Lista de las casaspropias del Monasterio de Santa Catalina con expresin de sus nmeros y precios.

    74 Sobre la construccin del monasterio e iglesia actual vase, Buschiazzo, M. 1950. Dosmonasterios de clausura en Crdoba. Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones

    Estticas3: 117-125.75 Una situacin que se vericaba en todo el Orbe Hispano. De hecho, en Espaa, si en 1797 se

    registraban 24.007 monjas en 1836 esa cifra haba descendido a 15.130, situacin que en buena parteera consecuencia de las medidas contrarias a la admisin de religiosas tomadas durante la guerra de

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    y 1823 ingres al monasterio solamente una religiosa.76Con ello, el capital delas dotes, que las monjas estaban obligadas a poner a censos, sufri una menguaconsiderable que no encontr solucin en el lento y nuevo ciclo de profesiones

    que se inici a partir de 1824, ya que desde entonces las jvenes que abrazaronla vida religiosa fueron autorizadas a hacerlo con unas rebajas considerables enel monto de la dote, con el aplazo de su pago o incluso hubo a quien ni siquierase le cobr dicha suma a causa de su pobreza. De hecho, las seis profesionesque se regi