Modernidades en Disputa

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Reis. Revista Española de Investigaciones Sociológicas ISSN: 0210-5233 [email protected] Centro de Investigaciones Sociológicas España Arbeloa, Víctor Manuel Reseña de "Modernidades en disputa" de Josetxo Beriain Reis. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 113, 2006, pp. 172-174 Centro de Investigaciones Sociológicas Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99715230010 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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En definitiva, estamos ante una obra que ofreceuna panorámica muycompleta sobre lostrabajosde campo,y que bien podríaservirde«textoobligado»en la formaciónno sólo delaspersonas que se inician en la siempre difíciltarea de entrevistar,sino también de aquellasque quierandiseñar cuestionariosqueseanaplicablesy capaces de medir lo quepretenden.

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  • Reis. Revista Espaola de InvestigacionesSociolgicasISSN: [email protected] de Investigaciones SociolgicasEspaa

    Arbeloa, Vctor ManuelResea de "Modernidades en disputa" de Josetxo Beriain

    Reis. Revista Espaola de Investigaciones Sociolgicas, nm. 113, 2006, pp. 172-174Centro de Investigaciones Sociolgicas

    Madrid, Espaa

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99715230010

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  • Por otra parte, el equipo de codificadoras delCIS controla si el entrevistador ha recogido demanera adecuada la informacin centrada enlas respuestas de los entrevistados. Con todoello, Daz de Rada ofrece al entrevistador la ex-plicacin de por qu se le exigen tantos requi-sitos en su trabajo. De esta manera les hacepartcipes de la importancia de su papel en elproceso de la investigacin. El entrevistadorcomprobar que si anota las incidencias de laentrevista se podr valorar el esfuerzo que su-pone conseguirla. Si respeta los filtros, hace to-das las preguntas del cuestionario y anota ade-cuadamente todas y cada una de las respues-tas de los entrevistados, consigue que elproceso de estandarizacin de su trabajo seauna realidad.

    El libro termina con un captulo y un anexo in-teresantes. En el captulo 6 recopila todos losdocumentos necesarios para llevar a cabo lostrabajos de campo de la encuesta 2556 delCIS. Es necesario destacar la gua de la en-trevista que elabora el autor. Es un documen-to muy apropiado para el entrevistador inexper-to. Le permite familiarizarse con el significadode cada una de las preguntas del cuestionarioy entender por qu debe formularlas de esamanera, el valor de su trabajo y la importanciaque tiene trabajar segn las indicaciones pre-vistas.

    El anexo final lo dedica Daz de Rada a recor-dar el programa de armonizacin de la norma-tiva de investigacin de mercados, cuyo prop-sito no es otro que homogeneizar los procesosde trabajo de la investigacin mediante en-cuesta y, en este caso, la recogida de la infor-macin de las entrevistas personales.

    En definitiva, estamos ante una obra que ofre-ce una panormica muy completa sobre lostrabajos de campo, y que bien podra servir detexto obligado en la formacin no slo delas personas que se inician en la siempre dif-cil tarea de entrevistar, sino tambin de aque-llas que quieran disear cuestionarios quesean aplicables y capaces de medir lo quepretenden.

    Adoracin NEZ VILLUENDAS

    Josetxo Beriain

    Modernidades en disputa

    (Barcelona, Anthropos, 2005)

    El profesor israelita Shlomo Noah Eisenstadt lodice en un prlogo harto sobrio, modelo deprlogos: hay modernidades mltiples, y nosiempre son beneficiosas, progresivas e irre-versibles, sino tambin a veces altamente des-tructivas: totalistas, totalitarias, jacobinas ysectarias.

    El mayor mito de la modernidad nos acla-ra despus el autor, el de que la ciencia per-mite a la humanidad hacerse cargo de su desti-no, no tiene en cuenta a los concretos sereshumanos, tan distintos, y el otro mito adheri-do al primero, el de que la modernizacin seaigual a occidentalizacin, no contempla la reali-dad mltiple de nuestro mundo. Lo modernoes, pues, un conjunto de notas provisionales,

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  • un conjunto de esperanzas y expectativas mul-tivalentes, multicondicionables y multicorregi-bles. En otras palabras, la modernidad occi-dental lucha consigo misma y las diferentesmodernidades luchan entre s dentro del indivi-duo y de la sociedad.

    Estos motivos y otros accesorios nutren sinf-nicamente los cinco movimientos o captulosdel libro.

    1. En el primero de ellos acabamos viendocmo nunca existi una concepcin homog-nea y simple de modernidad. En lo que hace ala modernidad europea, creo que tendramosque ser algo ms crticos con la palabra y laextensin de la misma. Por qu partir slo delsiglo XVIII o, a lo ms, de finales del XVII, y no re-trotraernos a esa citada poca axial de hacedos mil quinientos aos, a las gloriosas pocashelenas y romanas, a la aparicin del cristia-nismo, a los siglos XII y XIII, cuando nacen lasvillas, los ayuntamientos y las universidades, alesplendente humanismo posterior, al renaci-miento italiano, flamenco, espaol o germano?Por qu llamar oscura a la Edad Media yno, con ms razn, al siglo XIX y, sobre todo, alXX? Est visto que modernidad es tan difcil dedefinir como cultura y civilizacin. Particular-mente sugestivas me parecen las noticias y re-flexiones sobre la modernidad norteamericana,japonesa y, sobre todo, la fundamentalista, tanheterognea, que para Josetxo Beriain no es,como se piensa, por principio ni anticientfica,ni antirracional, ni antitecnolgica, aunque sec-taria, utpico-mesinica y jacobina.

    2. En el segundo captulo se explana la ge-nealoga de las diversas metamorfosis de la

    violencia en la modernidad: la nacin en ar-mas, los ejrcitos, los imperios, las revolucio-nes, el poder militar-colonial, las dictaduras deuno u otro tipo, con Auschwitz como protomo-delo: violencia por encima de todo (Gewaltber Alles). Y, despus, la info-guerra, los telo-nes de acero, las bandas terroristas en todo elmundo y ahora el terror como enemigo univer-sal e invisible. Estoy de acuerdo en que no setrata ya de guerras de religin, sino de gue-rras muy profanas, aunque sus medios de ma-sas sean religiosos. Como en otras guerras yguerrillas, el elemento ideolgico no hace msque camuflar el fin poltico ms desnudo, quees la conquista del poder. No acabo de enten-der por qu se llama a este activismo terroristay blico nihilista, como en los viejos tiemposdel anarquismo ciego, y que tampoco lo era.Y s, en cambio, que el Islam es un cluster(grupo, racimo) complejo y diverso de culturasy subculturas.

    3. El poder del imaginario incesante e indeter-minado y la autoproduccin de la sociedad crea-dora se exponen en el captulo tercero, dentrode la pretensin moderna de crear una realidadcaracterizada por el cambio permanente y ace-lerado de sus estructuras y de sus horizontes deexpectativas, sobrepasadas de continuo por unritmo frentico de novedad, donde todo es pro-ducto del tiempo y del azar, en una eterna vueltade lo mismo. Es verdad que toda realidad es di-nmica y contingente, pero no por eso piensoque el monotesmo tenga que compartir el pan-ten con la conciencia politesta, aunque s en-tablar el dilogo con ella. Para los testas, la reli-gin es contingente y por eso mutable, peroDios es ilimitado y no contingente por definicin,y sigue siendo una instancia necesaria de me-

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  • diacin que relaciona, respetando la libertadhasta la misma damnacin, todas las activida-des del hombre, dndoles un sentido unitario.

    4. Sobre esquemas rgidos y flexibles acercadel orden del mundo discurre Beriain en el ca-ptulo cuarto, y sobre sus relaciones con el sig-nificado y la seguridad, el cambio, la improvisa-cin, la aventura y la esperanza. Un mundocatico, un mundo con fronteras abiertas ysiempre superables? Con qu lmites? Has-ta dnde es posible la transgresin? Puede elhombre y la misma sociedad vivir sin fines es-tables o haciendo sin parar de los medios fi-nes? Qu solideces destruy la modernidad ycon qu las sustituy? Son menos conserva-dores los modernistas que conservan las pau-tas ilustradas del XVIII que los que no alardeande modernos y son mucho ms sensibles a laspreocupaciones sociales del siglo XXI? Cun-tas flexibilidades no devinieron rgidas y cun-tas rigideces flexibles? Quin distinguir entrelos dioses? Prometeo siempre tiene razn?Siempre es tonante Jpiter y enamoradizo?Qu salida tiene la finitud sin un centro, sinuna referencia privilegiada, sin una arqua ab-soluta? Y si nada de eso existe, qu sentidotiene la finitud, ya sin Infinito? Qu es la liber-tad que no sea liberadora? Est la liberacinen una permanente cabalgadura sobre ambi-valencias? No puede elegir otra cosa quecontingencias? Qu significa el radical anhelodel hombre libre por el Absoluto? Y qu hayde genuino pluralismo, qu libertad es sa, sise excluye por definicin el Absoluto? Es ciertoque Don Quijote imagina y crea otra realidad,pero al final de su vida vuelve a ser purifica-do y liberado, eso s Alonso Quijano y comotal muere sereno en la fe de sus padres. Y, en

    fin, Habermas esboza una tica todo lo univer-salista que se quiera, pero tica al fin, que obli-ga a todos en definitiva.

    5. Del descentramiento de las cosmovisionesal descentramiento del sujeto, dice el epgrafedel captulo quinto y ltimo. La conocida tesisde Max Weber sobre el influjo del puritanismocalvinista en el capitalismo racional de su mbi-to siempre me ha parecido slo parcialmentevlida para un determinado espacio y lugar yque deja fuera de su consideracin ampliasfranjas de la historia. Adems, con el ascetismopuritano sucedi lo que con ciertas rdenes pri-mitivas de la Iglesia, que acabaron en lo contra-rio que se haban propuesto: el lujo, la ambiciny el mal ejemplo de vida. Y luego viene toda lahistoria ste es un captulo muy histrico y li-terario desde San Benito o Calvino al Faustode Goethe y de Thomas Mann.Y del self, dirigi-do internamente, al self dirigido por los otros,hasta llegar al Ulric de Musil, el hombre sin atri-butos, homo tragicus, homo transiens, playingself, minimal self, el hombre sin orden ni objeto,ni yo, ni forma, ni principio seguro.

    Modernidades en disputa. Certero ttulo quearrumba el perezoso lugar comn de la moderni-dad. Queda an mucho por decir de la moderni-dad. Nosotros, que no podemos menos de sermodernos, podemos y debemos ser algo msque eso.Y tenemos el derecho y el deber de pre-guntarnos qu modernidad es la ms humana yla ms humanizadora, la que mejor sirve parahacer del hombre el ser consciente, justo, libre,comunicativo y creativo que queremos que sea.

    Vctor Manuel ARBELOA

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