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Universidad Centroamericana Facultad de Ciencias Jurídicas
Evolución de los Derechos Humanos individuales en la Constitución nicaragüense de 1987
Trabajo investigativo para obtener el Título de Licenciado en Derecho
Autor: Enrique Delgadillo Lacayo Tutor: Omar García
Managua, Nicaragua Octubre 2010
Dedicatoria y agradecimientos
Agradezco y dedico este trabajo investigativo a mi madre, María del Socorro Lacayo García, por darme la vida y, realizar en ella mis más altos sueños. A ella, quien es, en suma, el génesis de cómo comprendo el paseo de vivir.
Gracias a los que me proveyeron de venturas y desventuras, pues de ello y con ellos crecí hasta llegar al fin de una etapa de mi existencia.
A los maestros Jairo Guzmán, Fernando Malespín y Omar García, por generarme el gozo que yace en las ciencias jurídicas.
Finalmente a mí, por cumplir conmigo mismo.
CONTENIDO Objetivo general
Objetivos específicos
Introducción
CAPITULO I
Evolución histórica del constitucionalismo a los Derechos Humanos en Nicaragua
1.1Definición histórica
1.2Situación previa al constitucionalismo
1.3 Etapa primera: El Constitucionalismo Individualista y Liberal
1.4 Etapa Segunda: Constitucionalismo del Estado Social de Derecho
1.5 Bases ideológicas
1.6 Resultados y replanteo crítico del constitucionalismo neoliberal-social
1.7 Corrientes del constitucionalismo
1.8 Breve historia de los derechos humanos
1.9 Los Derechos Humanos como concesión del soberano (Edad media)
1.10 Expansión e incorporación de los derechos humanos
Capítulo II
Los Derechos Humanos Individuales en la Constitución de 1987: Causas y consecuencias
2.1 Constitucionalismo y Derechos Humanos en Nicaragua
2.2 Motivación política de la Constitución
2.3 Informe presentado por el presidente de la Asamblea Nacional y de la comisión especial constitucional sobre el primer proyecto de Constitución Política de Nicaragua: Los Derechos Individuales
2.4 Los derechos humanos individuales originales de la constitución de 1987
2.6 La Reforma de 1995
2.7 La reforma de los derechos individuales
2.8 Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política a la República de Nicaragua
2.9 La Reforma del año 2000
2.10 Reforma 2000, Ley No. 330, Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política de la República de Nicaragua. Aprobada el 18-01-2000, publicada el 19-01-2000, en La Gaceta No. 13
Capítulo III
Integración de derechos humanos individuales mediante jurisprudencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia
3.1 El debido Proceso
3.2 Doctrina y definición
3.3 Regulación constitucional
3.4 Sentencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia sobre el Debido Proceso
3.5 La Nacionalidad
3.6 Doctrina y definición
3.7 Regulación Constitucional
3.8 Sentencias de la Corte Suprema de Justicia sobre la Nacionalidad
3.9 La propiedad, doctrina y definición
3.10 Regulación Constitucional
3.11 Sentencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia sobre Propiedad
Conclusiones
Recomendaciones
Objetivo general
Conocer la evolución de los Derechos Humanos Individuales en la Constitución
nicaragüense de 1987, para comprender la ubicación de Nicaragua en materia de
Derechos Humanos respecto de los derechos estudiados.
Objetivos específicos
1. Exponer la evolución histórica del constitucionalismo hasta los Derechos
Humanos Individuales en la Constitución vigente de Nicaragua.
2. Presentar los Derechos Humanos Individuales en la constitución de 1987 porqué
el constituyente decidió incorporarlos y hacer esta clasificación.
3. Conocer la evolución de los Derechos Humanos Individuales estudiados en la
jurisprudencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
Introducción
Finalizando la primera década del Siglo XXI, la civilización humana emprende un
camino quizá con las perspectivas más altas, por el nivel de conciencia o sentido
común, que hoy, gracias a la tecnología es fáctico percibir y consensuar. Desde la
formación de la sociedad el conflicto que ha eclipsado el pensamiento no ha sido otro
que el poder. Actualmente, hacemos uso del poder con el fin de obtener ganancias en
campos diversos como las ciencias naturales, la astronomía, la medicina, incluso,
experimentamos con células madres, para aliviar las consecuencias de las múltiples
enfermedades que se ciernen sobre la vida humana.
Pero este poder que hoy es focalizado en distintos campos y que, nos maravilla,
también puede envilecernos. Esta es la razón del Estado Social de Derecho, el
sometimiento del poder al imperio de la ley. La legitimidad de la ley, pende de la
voluntad popular y esta, de las condiciones en que se encuentran las bases del Estado.
El presente trabajo investigativo, nos acerca al mundo histórico del movimiento
constitucionalista, las razones por las que hombres y mujeres dieron su vida y su
pensamiento, las conclusiones teóricas de las diferentes etapas de este movimiento,
que a la luz del presente da la apariencia de haber estado siempre en la realidad social.
Los Derechos Humanos nacen precisamente, no en una fecha concreta con un tratado
o declaración determinada, sino en la metafísica condición de los humanos enfrentados
a su conciencia, solidaridad, sensibilidad y nobleza. Siendo que cada ser constituye
una fuente distinta es natural la corrupción en que no pocas veces caen los ideales y
las teorías. No obstante, pisar los tiempos que habitamos, evidencia un cambio de
claros y oscuros, de avances y retrocesos, pero cambios, que ponen en la palestra la
infranqueable realidad de ser entes libres con capacidad de transformar nuestro
entorno.
En las páginas sucesivas, se encuentran esos cambios, dados en una Constitución
como la nicaragüense, permeada hasta el tuétano por la conciencia colectiva de la
revolución, institución de la sociedad que lucha por restablecer la paz e igualdad que le
son gratos a toda comunidad.
Esta investigación está dividida en tres capítulos: el primero que habla de la historia del
nacimiento de los derechos humanos y el constitucionalismo que para estos efectos
son paralelos e inseparables hasta llegar a 1987 con la promulgación de nuestra ley
fundamental. El segundo capítulo aborda los contextos en que nace la Constitución
referida y plantea los derechos humanos individuales que originalmente se consignaron
a esta, para desarrollar en las reformas su respectiva modificación parcial. El último
capítulo es la expresión material de la justicia nicaragüense en cuanto a materia de
derecho humanos individuales, ya que son las sentencias, en particular los
considerandos expuestos por los magistrados, el aterrizaje coherente que es dado
practicar en un Estado llamado a pertenecer a las filas del siglo XXI.
Queda querido lector y lectora, en manos de una investigación que no pretende sino
avizorar la historia magistra vitae a los tiempos que vivimos, estrechándola con el
presente a través de la jurisprudencia; cetro de lo que la sociedad considera
consuetudinario.
La importancia de esta investigación, es precisamente esta palabra que se repite en
todo el texto: investigar. Es la duda la madre del progreso, la acuciosa búsqueda por
una verdad que aunque objetable siempre, debe ser ratificada cuantas veces sea
necesario para sostenernos a todos y no perecer bajo la manipulación de la
tergiversación del pensamiento.
Espero que la incomodidad o el confort se inmiscuyan en sus pensamientos al terminar
de leer esta satisfactoria obra académica, de lo contrario seguiremos inertes ante el
devenir de los tiempos que nunca nos pierde de vista, aún cuando nos escondamos en
la indiferencia.
CAPITULO I Evolución histórica del constitucionalismo a los Derechos Humanos en Nicaragua
“Una constitución no es el acto de un gobierno,
Sino de un pueblo que constituye un gobierno, Y un gobierno sin una constitución es un poder sin derecho”
Thomas Paine
Dadas las circunstancia desde donde parte este ariete investigativo y en nombre de la
pertinencia, vamos a hablar brevemente de lo que es el derecho constitucional,
concebido en fenomenología histórica, sin hacer de esto un manual sino un brevario
que anticipa con sus aristas lo que se estima presentar.
Ubicados en el limbo de la historia, veamos que significa la palabra historia, como
histor, de la que con seguridad proviene, la usa por primera vez Homero en la La Ilíada.
En el libro XXII, línea 468, relata una disputa en la que Idomeneo dice: “Hagamos
nuestro árbitro —Histor— a Agamenón, hijo de Atreo”
Más tarde, para los jonios del siglo VI, la palabra “historia” designa las investigaciones
que caracterizan toda actividad intelectual cuyo objetivo es encontrar la verdad para,
finalmente, referirla a la verdad pretérita; a partir de este momento, la historia —como
realidad objetiva y como saber acerca de esa realidad— es vinculada exclusivamente
con el pasado, con el tiempo pretérito.1
1.1Definición histórica El llamado constitucionalismo o movimiento constitucionalista es un proceso político-
jurídico que, en su versión inicial, a partir del siglo XVIII, tuvo por objeto establecer en
1 (Martinez, 1989)
cada Estado un documento legal –la Constitución- con determinadas características,
cuales son:
a. Aspectos Formales. Es un documento legal que consta de un texto escrito, único y
orgánico con supremacía jurídica sobre el resto de las normas.
b. Aspectos De Contenido. Estructura básicamente al Estado, dividiéndolo en –al
menos- tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y enuncia determinados derechos
personales, conforme a una ideología política concreta (el individualismo liberal,
también llamado capitalismo).
El movimiento constitucionalista procuró así racionalizar el poder político, creando la
imagen de la nomocracia, o gobierno de la ley (todo acto del Estado, para ser válido y
legítimo, debe derivar de una competencia prevista en una Constitución)2.
Según Mateucchi el término <<constitucionalismo>> hace referencia generalmente a
ciertos momentos de una reflexión sobre la experiencia político-jurídica relativa a la
organización del poder, momentos propios de la historia europea desde el mundo
antiguo (griego, pero sobre todo romano). Desde un punto de vista más politológico que
historiográfico (aunque este último permite muchas verificaciones empíricas).
Con <<constitucionalismo>> se indica no tanto un período histórico, en el que tendría
su explicación, ni una corriente de ideas históricas, tampoco una corriente de ideas
políticas y sociales, en la que encontrase su propia unidad, sino un tipo ideal para
reflexionar sobre la realidad histórica, o una categoría analítica para sacar a la luz y
mostrar aspectos particulares de la experiencia política: de esta concepción derivan,
con un notable nivel de abstracción, algunos elementos que permiten cribar el material
histórico.3
Pero todo es baladí si, a la luz del presente no logramos comprender que no siempre la
Constitución; producto del movimiento constitucionalista, fue el sacro libro del que
todos hablan y penden sus discursos políticos.
2 (Sagüés, 2007) 3 (Matteucci, 1998)
<<El más fuerte no lo es nunca lo suficiente para ser siempre el amo, si no transforma
su fuerza en derecho y la obediencia en deber. De ahí el derecho del más fuerte.>>
Son las palabras con las que J.J. Rousseau inicia el Capítulo III del Contrato Social que
lleva por título: <<El derecho del más fuerte>>.
La Constitución es vocacionalmente lo contrario de lo que usualmente se entiende por
el derecho del más fuerte y del tipo de dominación que bajo tal fórmula se expresa. Y lo
es, porque lo primero que debe resaltarse es que la historia de la convivencia humana,
si prescindimos de sus formas de manifestación más primitivas, el poder político, esto
es, la dominación de unas personas sobre otras, ha existido siempre. Dicho poder ha
tendido siempre a afirmarse establemente y de hecho lo ha conseguido a través de su
traducción en algún tipo de norma, transformando de esta forma la fuerza en derecho y
la obediencia en deber.
La Constitución no es, por tanto, la primera forma jurídica de ordenación del poder
conocida en la historia. Al contrario. Es la última. Antes que ella ha habido muchas
otras, algunas escritas y la mayor parte no escritas. En este sentido la Constitución es
una forma más de ordenación jurídica del poder entre todas las históricamente
conocidas.4
Esta es la norma preconstitucional: desigualdad natural y explicación y justificación
simultáneas del poder a partir de ella. Por eso el poder es algo natural y evidente que
tiene que estar por encima de toda discusión en lo que a su origen se refiere.
Interrogarse sobre el por qué del poder, sobre por qué unos mandan y otros obedecen,
carece de todo sentido. Es un fenómeno natural, tan natural como los accidentes del
terreno o los mares.
El poder, en consecuencia, no necesita ser constituido. El poder está constituido. La
investigación sobre el origen del poder brilla por su ausencia en todas las formas
preconstitucionales de ordenación del mismo.
4 (Royo, 2003)
Con esta tradición milenaria es con la que rompe el Estado Constitucional, es decir, el
Estado en cuanto forma de organización del poder político y la Constitución como
<<su>> instrumento de articulación jurídica. Y lo hace de manera expresa, polemizando
con la desigualdad natural defendida por Aristóteles5. Oigamos a Hobbes en el
Leviathan: “La naturaleza ha hecho a los hombre tan iguales en las facultades del
cuerpo y de la inteligencia que, a pesar de que pueda encontrarse que un hombre es
manifiestamente más fuerte de cuerpo o más rápido de inteligencia que otro, sin
embargo, una vez que ha sido tomado en consideración todo esto, la diferencia entre
hombre y hombre no es tan considerable como para que uno pueda pretender para sí
con base en ello cualquier beneficio al cual el otro no pueda aspirar igual que él.”
Locke añadiría en el Primer Tratado sobre el Gobierno Civil: “La esclavitud es para el
hombre una condición tan mísera y despreciable y contraria de modo tan directo a la
naturaleza generosa y valiente de nuestra nación, que es difícil concebir que un inglés,
con mayor razón si se trata de un gentilhombre, la defienda.” 6
1.2Situación previa al constitucionalismo Es factible encontrar ciertas ideas previas al movimiento constitucionalista, luego
usufructuadas por este.
En la Grecia clásica, la distinción entre un poder legislativo ordinario (asamblea o
ecclesia) y un poder legislativo superior, encarnado en ciertas normas de mayor
jerarquía (p.ej., las leyes de Solón, de Dracón y de Clístenes)
El pensamiento iusnaturalista, especialmente cristiano, que frente a la tesis romanista
de que todo el derecho proviene del monarca, quien se hallaba desligado del la ley,
sostuvo en cambio la primacía de reglas supremas (divinas o derivadas de la
naturaleza humana) por sobre el derecho del soberano.
El aporte del derecho germánico medieval, especialmente en la noción de “reinado de
la ley”
5 “Regir y ser regidos no son sólo cosas necesarias, sino convenientes y ya desde el nacimiento unos seres están destinados a regir y otros a ser regidos…”/Capitulo I, Política. 6 (Royo, 2003)
La admisión, clara en la Alta Edad Media, de la supremacía de ciertas normas sobre el
derecho legislado común. Por ejemplo, en España, los fueros, como los de León, de
1020; de Jaca, de 1064; DE Nájera, de 1076, etcétera. En Francia, las leyes
fundamentales (legis imperii).
1.3 Etapa primera: El Constitucionalismo Individualista y Liberal El constitucionalismo de la primera etapa (siglo XVII al XIX) está al servicio del tercer
estado (llamado, también, estado llano o burguesía: comerciantes, industriales,
profesionales, clase media, clase media alta) que, a partir del siglo XVII, triunfa sobre el
primer estado (el rey y la aristocracia) y el segundo estado (el clero). Esa victoria se
concreta en tres grandes revoluciones, que producen diversos documentos
constitucionales de gran predicamento posterior.
Revolución Inglesa: Ocurrida en el siglo XVII, que produce el Agreement of the People
(Pacto popular), en 1647, y, especialmente, el Instrument of Goverment (1653). En
1689 se dictó en Inglaterra, el Bill of Rights de 1620, la Magna Carta de 1215, el Act of
Settlement (Acta de Establecimiento de 1701) y otros documentos, forma la parte
esencial de la actual Constitución inorgánica británica.
Revolución Estadounidense: Tuvo lugar en 1776, y produjo primero varias
constituciones estaduales o locales (como la de Virginia de 1776) y luego la federal de
1787.
Revolución Francesa: Iniciada en 1789, estableció primero la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano (27 de agosto de 1789) y después la Constitución
de 1791.
Para afianzar su triunfo sobre la aristocracia, el rey y el clero, y para neutralizar los
avances de otro importante grupo político en auge (el cuarto estado o proletariado:
empleados, obreros y campesinos, clases medias bajas), el tercer estado o burguesía
manejará una doctrina de autolegitimación filosófica, política, jurídica y económica (la
ideología individualista y liberal), y propiciará la sanción de ciertas leyes supremas (las
constituciones) destinadas a afianzar, de modo solemne y sólido, el nuevo estado de
cosas.
Las bases ideológicas fundamentales son las siguientes:
a. Hobbes aporta la idea de sociedades posesivas de mercado. El hombre es
básicamente malo: lobo para el hombre (homo homini lupus). Una sociedad civilizada
es aquella que sustituye el apetito primitivo de destrucción de todo hombre hacia su
semejante, por el de acumulación ilimitada de riquezas. La lucha subsiste, pero
moderada y según las reglas del juego legales que fija el Estado. Todo tiene su precio y
puede venderse; justo es lo que los individuos pacten libremente. Al Estado le toca
velar por el cumplimiento de los contratos.
b. A su vez, Locke subraya la presencia de derechos naturales, previos al Estado. Este
existe, sustancialmente, para asegurar a cada uno su propiedad (vida, libertad y bienes
de una persona).
c. La escuela fisiocrática francesa (Quesnay, Légendre) añadirá la presencia de un
“orden natural” (tal vez de origen divino) en la economía, que la regula
armoniosamente. Los valores existentes en el mercado se balancean
espontáneamente. Bueno es, entonces, que el Estado no se entrometa en ese terreno:
laissez faire, laissez passer, que le monde va de lui meme (“dejad hacer, dejad pasar,
que el mundo va por sí solo”). De aquí se deriva, obligadamente, la ley económica de la
oferta y demanda.
d. Por otro lado, Sieyés aporta la idea de la nación como sujeto del poder constituyente.
Todo país debe tener una constitución, dictada por la nación. La nació se integra,
básicamente, por el tercer estado o burguesía, puesto que el rey y el clero son, al lado
de ese tercer estado, una minoría ínfima.
El ejercicio del poder constituyente debe confiarse, según Sieyés, no a representantes
ordinarios, sino a los extraordinarios, erigidos en asamblea constituyente.
e. Para culminar la ideología individualista-posesiva, se recurre a la teoría de la
representación política: no es bueno que el pueblo gobierne por sí mismo
(Montesquieu). Lo correcto es que sean los representantes de la nación quienes dirijan
el Estado, sin sujeción a mandato alguno (doctrina del mandato libre).
f. A su vez, los ciudadanos son divididos en dos categorías: activos (quienes pueden
votar) y pasivos (quienes carecen de derechos electorales). Los activos son aquellos
que reúnen ciertas cualidades (dinero, sexo y cultura) para sufragar.
El producto final de este proceso ideológico es el siguiente.
Cualquier estado debe tener una Constitución formal, de ser posible escrita y en un
texto unificado, con supremacía sobre el resto del ordenamiento jurídico.
La Constitución cumple, pues, el papel de conservar el sistema político y jurídico por
ella establecido.
Se instaura constitucionalmente un orden económico individualista y liberal,
declarándose a la propiedad como derecho inviolable (Cerdeña, 1848, art. 29;
Argentina, 1853, art. 14; Costa Rica, 1888, art. 29); pleno (Brasil, 1891, art. 72) y hasta
sagrado (Haití, 1899, art. 19; Uruguay, 1830 art. 144).
Se enuncian también una serie de derechos correlativos, como los de circulación de
esa propiedad, mediante la libertad de adquisición y disposición de los bienes (ley
fundamental de Austria, art. 6) y la prohibición de establecer derechos feudales o de
vasallaje (íd., art. 7). La Constitución, por lo común, reconoce derechos de asociarse,
de comerciar y navegar (p.ej., Argentina, 1853, art. 14), de ejercer cualquier industria.
Ninguna Constitución del período pone topes a la posibilidad de acumular riqueza. Se
permite, pues, acrecentarla ilimitadamente en manos privadas.
Hay derecho a trabajar y a no trabajar (Bolivia, 1878, art. 16: ningún servicio personal
es exigible, sino en virtud de ley). Se puede trabajar sin necesidad de afiliarse a
gremios (Colombia, 1886); y éstos, algunas veces, son prohibidos por la Constitución
(Francia, 1791). No se reconoce en ella el derecho de huelga, que con frecuencia es
reputado ilícito por la legislación ordinaria.
El constitucionalismo de la primera etapa implanta, igualmente, un nuevo orden político.
Este tiene, en primer término, directrices antiaristocráticas, que disuelven las
prerrogativas del rey, de la nobleza y del clero. Así, la Constitución de Chile de 1833
declara que “no hay clase privilegiada” (art. 12)
Después de descargarse contra el primer y segundo estado, este constitucionalismo
anestesia al cuarto (proletariado). La Constitución francesa de 1791 niega la condición
de ciudadano activo al “doméstico”, o sea, al “servidor asalariado” (art. 2, secc. II), y
distingue entre “ciudadanos activos” y “pasivos”.
En materia de igualdad, queda claro que la igualdad constitucional no borra las
desigualdades reales (el Estatuto de Carlos Alberto de Cerdeña, 1848, p.ej.,
puntualizaba que “todos los habitantes del Reino, sea cual fuere su condición y
dignidad, son iguales ante la ley”, art. 24). Sustancialmente, la única desigualdad era la
que provenía de la esclavitud, que es corrientemente eliminada (Honduras de 1894, art.
53; Bulgaria de 1879, art. 61; etcétera).
Por supuesto, los nuevos derechos beneficiaban al tercer estado, que además de
declararlos (puesto que las asambleas constituyentes estaban habitualmente
formadas por representantes de su seno), se encontraba en condiciones culturales
y económicas para ejercerlos. El cuarto estado (o asalariado) podía practicar
algunos de ellos, pero no todos; de publicar las ideas, de viajar, de ser propietarios
o de mantener su privacidad, entre quienes, por su condición de analfabetos, de
obreros con jornadas laborales de doce o más horas, con sueldos misérrimos, o de
habitantes de tugurios e inquilinatos hacinados, carecían del tiempo, del dinero o de
la cultura suficiente para acceder a ellos.
1.4 Etapa Segunda: Constitucionalismo del Estado Social de Derecho Crisis del constitucionalismo liberal.
Paradójicamente, los tres ideales supremos del constitucionalismo liberal-
individualista, enunciados al producirse la revolución francesa (libertad, igualdad,
fraternidad), quedaron desvirtuados por la aplicación del propio sistema jurídico-
político que los proclamaba.
Crisis de libertad: Acontecimientos tecnológicos, como la Revolución Industrial, y
económicos, como el libérrimo juego de la oferta y la demanda, así como la
capacidad de acumular ilimitadamente las riquezas, produjeron fenómenos de
enorme concentración económica que, en definitiva, extinguieron la libre
concurrencia en el mercado. La presencia de trusts, carteles, monopolios y
oligopolios estranguló, de hecho, las bases del sistema económico liberal.
Crisis de Igualdad: La igualdad formal que declaraban las constituciones contrastó
con enormes diferencias sociales entre la alta burguesía y el proletariado.
Crisis de Justicia: El eslogan de la “fraternidad” fue tal vez el menos cumplido: el
sistema constitucional individualista fue cualquier cosa, menos solidario. A fines del
siglo XIX, una encíclica papal, la Rerum Novarum, advertía que la mayoría de los
obreros “se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa”
En resumen, emerge con toda fuerza un problema gravísimo e insoportable: la
cuestión social, lo cual provocó cambios sustanciales en la estructura vigente.
Diferentes doctrinas políticas (el socialismo, con sus múltiples versiones, el
sindicalismo, el solidarismo, el social cristianismo, el marxismo, los anarquismos, el
corporativismo, etc.), reclamaban un nuevo orden no individualista. Hasta el propio
liberalismo termina por aceptar la necesidad de una reformulación sistemática: el
neoliberalismo. Elabora, de tal modo, la noción de “economía social de de
mercado”.
Las concreciones se presentan en distintas especificaciones:
El constitucionalismo neoliberal-social: Despuntó con la revolución de febrero de
1848 en Francia, y dictó la Constitución del mismo año. Posteriormente se concreta
en las revoluciones mejicana de 1910 (que sanciona la Constitución de Querétaro
de 1917) y alemana de 1918 (con la posterior Constitución) de Weimar de 1919),
consideradas como modelos paradigmáticos del nuevo “constitucionalismo social”.
Este constitucionalismo neoliberal-social es policlasista, habitualmente
pluripartidocrático y, en cuanto a la cuota de poder conferida al Estado, moderado.
El constitucionalismo marxista: Se inició con la revolución comunista de octubre de
1917, y la posterior Constitución de la República Socialista Federativa de los
Soviets de Rusia (1918). Postuló inicialmente un Estado uniclasista,
unipartidocrático y autoritario, erigido como “dictadura del proletariado”.
En concreto, postula una nueva idea: la de “legalidad socialista”, como expresión
jurídica de la democracia marxista. Tal legalidad impone tres consecuencias: 1.
Cumplimiento de las leyes que expresan la voluntad de los trabajadores; 2.
Aplicación de esta exigencia a todos los funcionarios, y 3. Riguroso control de su
cumplimiento.
El constitucionalismo corporativo: Especialmente encarnado en los gobiernos de
Mussolini en Italia (1922), Oliveira Salazar en Portugal (1932) y Franco en España
(1939), del que emergen documentos constitucionales inorgánicos o dispersos
(Italia: leyes del 24 de diciembre de 1925 y 17 de mayo de 1928; Carta del lavoro de
1927, etc.) u orgánicos (Portugal, Constitución de 1933). Auspicia un Estado
pluriclasista, generalmente unipartidocrático y autoritario.
1.5 Bases ideológicas Concepto positivo de libertad. Aquí se trata de ver a la libertada como una facultad o
potencia: alguien es libre en la medida en que realmente pueda optar entre hacer o
no hacer algo.
Concepto sustancial de la igualdad. El constitucionalismo social, reclama asimismo
una relativa igualdad de hecho entre los seres humanos (en particular igualdad de
oportunidades).
Participación política. A la tesis de la “democracia representativa”, según la cual el
pueblo no gobierna por sí, sino que elige a los representantes, el constitucionalismo
social añade la idea democracia participativa: un régimen donde la comunidad
interviene también en la adopción de ciertas decisiones políticas y económicas.
Dignificación ética y política del trabajo y de los trabajadores. El constitucionalismo
social, en lugar de devaluar a los asalariados, procura valorizarlos. Por eso se
declara al trabajo derecho- deber, o función social, y se afirma el principio del
sufragio universal.
Algunos Estados sociales se proclaman basados en el trabajo, o se titulan Estados
trabajadores. Es usual darles éstos, y a los empresarios, papeles legisferantes (en
el parlamento, o en la elaboración de los convenios colectivos de trabajo, que tienen
fuerza de ley).
Función social de la propiedad. Concepto que involucra los siguientes elementos: la
propiedad –en particular la que no cumple usos o fines exclusivamente personales-
no tiene que ser manejada caprichosamente por su titular, sino que debe atender
necesidades sociales; dicha propiedad no puede, correlativamente, ser empleada
con fines antisociales.
La dignidad de la vida como meta gubernativa. El Estado social promete brindar a
todos un nivel decoroso de vida. Intenta, pues, resolver ciertas necesidades
mínimas, como salud, vivienda y educación. Del “Estado-gendarme” individualista
se pasa así al “Estado de bienestar” (Well-fare state).
La solidaridad como deber jurídico. Al respecto, se entiende que el goce y
satisfacción de una serie de apetitos y necesidades personales deben posponerse a
la previa solución de una serie de carencias grupales elementales que ya hemos
citado: vivienda, salud y educación.
Justicia social. La justicia social opera como una justicia protectora de los
carecientes y débiles. De hecho, es una justicia en buena medida niveladora; de
ningún modo ciega a las desigualdades irritantes o ilegítimas.
Intervención estatal. Naturalmente, para cumplimentar todos los roles que le asigna
el constitucionalismo social, el Estado debe asumir un rol protagónico en la vida
económica y social: legisla más, regula más, interviene como empresario, etcétera.
Enunciados Normativos.-Detallamos los distintos postulados del Estado Social.
a. Tiene por meta, igual que el constitucionalismo de la primera etapa, establecer un
orden económico distinto. Es usual, a esos fines, que los Estados se definan como
sociales (así, Francia, 1958, art. 2, Perú, 1979, art. 79); o que reconozca a la justicia
social (España, Fuero del Trabajo, Preámbulo; Polonia, Constitución de 1952, art. 5; la
Argentina, Constitución de 1949, Preámbulo, etcétera)
Para lograr esos fines, resulta frecuente que el Estado social asuma la promoción de
las clases trabajadoras. El célebre art. 3 de la Constitución italiana de 1947 indica, por
ejemplo, que “incumbe a la República remover los obstáculos de orden económico y
social, que limitado de hecho la libertad personal y la igualdad de los ciudadanos,
impidan el pleno desarrollo de la persona humana y la efectiva participación de todos
los trabajadores en la organización política, económica y social del país”.
En ese marco, el trabajo es dignificado: Italia, Constitución de 1947, art.1, se define
como “una república democrática fundada en el trabajo”, mientras que China, en la
Constitución de 1954, lo reputa como “actividad honrosa para todos los ciudadanos”.
Habitualmente se conceptúa al trabajo, además, como un deber y función social
(Constitución de Weimar, art. 163; de España de 1931, art. 46; Japón, art. 27).
Consecuentemente, hay una protección constitucional del trabajo y del trabajador,
incluyendo remuneraciones justas, igual salario por igual tarea, sueldos mínimos,
asignaciones familiares, jornadas limitadas, descansos y vacaciones, seguridad e
higiene en el lugar de trabajo, previsión social, etc. (la Argentina, art. 14 bis; el Perú,
art. 42 y ss.), con más el derecho a sindicalizarse, a la tutela de los representantes
gremiales (p.ej., Guatemala, art. 101 y ss.); el derecho a la huelga (Italia, 1947, art. 40).
Paralelamente, la función social de la propiedad es un principio divulgado (p.ej.,
Constitución Weimar, art. 153; Irlanda de 1937, art. 45,; Italia de 1947, art. 42; Portugal
de 1933).
La dignidad de la vida, como objetivo del Estado (que debe asegurar lo necesario para
una subsistencia y demás necesidades básicas), es una meta común que aparece en
constituciones del más variado signo ideológico: Irlanda, art. 45, inc. 2; Italia, art. 29 y
ss., con relación a la familia, maternidad, infancia y juventud; a la seguridad social,
salud, vivienda, ambiente y calidad de vida: art. 63 y siguientes.
La intervención estatal en la vida económica se refleja en el tratamiento constitucional
de las relaciones económicas (donde se regula la actividad empresarial pública y
privada, los fines estatales en la economía y las normas protectoras de los
trabajadores).
Por último, el listado de deberes personales en el ámbito económico y social incluye,
por ejemplo, la obligación de contribuir al afianzamiento de la solidaridad y del
humanitarismo entre los hombres (Yugoslavia, Constitución de 1974, Preámbulo, IX;
Grecia, art. 25).
b. También postula el constitucionalismo social un nuevo orden político, con dos
variables principales: o el cuarto estado (proletariado) se suma al tercer estado
(burguesía) en una coexistencia programada, pluriclasista (sistema neoliberal-social y
corporativo); o el cuarto estado procura extinguir al tercer estado y formar una sociedad
política uniclasista (constitucionalismo marxista).
1.6 Resultados y replanteo crítico del constitucionalismo neoliberal-social. Interesa averiguar el grado de concreción del constitucionalismo social en la realidad
contemporánea. En el constitucionalismo social en la realidad contemporánea. En el
constitucionalismo neoliberal-social, la situación es bien distinta, según se trate de
naciones desarrolladas o subdesarrolladas.
Con relación a las primeras (países del “primer mundo”), el constitucionalismo social
puede exhibir logros muy positivos, tanto en lo económico como en lo político. La
cuestión social que motivó su aparición puede reputarse resuelta en buena medida. Es
verdad que no todos los sectores sociales han alcanzado un estándar de vida
aceptable, como que el principio de igualdad es todavía una meta teórica, ya que las
desigualdades de hecho subsisten, y en ciertos casos son enormes. La participación
ciudadana en la vida pública es también relativa, y de vez en cuando se ve entorpecida
por un subproducto del sistema político, la partidocracia.
En las naciones subdesarrolladas, esto es, en los países con bajos ingresos per capita
(países del tercer mundo), el constitucionalismo neoliberal-social resulta vulnerable.
La objeción principal que se formula es la ficción constitucional que significa la
proclamación pomposa, en la ley suprema, de un inagotable listado de fines, principios,
postulados, derechos personales y sociales, mientras una cruda realidad muestra
situaciones de desigualdades irritantes, como explotación, analfabetismo, desnutrición,
pobreza, desatención médica y déficit habitacional, salarios indignos y jubilaciones
ínfimas.
Ese desajuste entre la norma constitucional y la realidad constitucional, más acentuado
en las áreas económicosociales, genera en varios países del tercer mundo un
constitucionalismo neoliberal-social “de derecho”, utópico algunas veces (porque
promete lo inalcanzable, con conciencia o no de su irrealidad), gatopardista en otras
(ya que las promesas constitucionales simulan un cambio que en definitiva sólo se
opera en las palabras) y ocasionalmente farisiaco (en los casos donde la constitución,
impecable catálogo de ilusiones, sólo tiene por objeto ser exhibida hipócritamente en la
vitrina del derecho público comparado: caso de la constitución for export, es decir,
inapta para el consumo local).
El momento actual exhibe, pues, el pase “del Estado de bienestar al Estado de
malestar” (García Cotarelo), o el nacimiento de un Estado post social (Porra Nadales),
aunque para otros la crisis del Estado social de derecho no es terminal, sino transitoria
y generadora de un Estado social corregido y mejorado (Pedro Planas), apto para
purgarse de sus vicios y exageraciones.
1.7 Corrientes del constitucionalismo Constitucionalismo marxista.-las objeciones al constitucionalismo marxista han sido
de dos órdenes.
a. En primer término, y en cuanto la vigencia de los derecho personales, se objeta
también su fariseísmo, en particular ante la presencia, se objeta también su fariseísmo,
en particular ante la presencia de un “poder pesado”, de corte totalitario, y de “reglas no
escritas”, paralelas o superiores a la Constitución formal, que de hecho instrumentan
prácticas oficiales de coerción sanción a disidentes y contestatarios del sistema, a
cargo del aparato represivo del Estado.
En lo económico, aun desde la misma filosofía marxista, se ha reprochado al
constitucionalismo oficial imponer una suerte de “capitalismo de Estado”.
b. Por último, también desde sectores marxistas se ha apuntado la aparición de una
nueva clase, una “dictadura del partido”, y no “del proletariado”, nueva clase de forma a
la luz de las disposiciones constitucionales que, como el art. 6 de la Constitución de la
Unión Soviética de 1977, atribuían al Partido Comunista la condición de “fuerza
dirigente y orientadora de la sociedad”, “núcleo de su sistema político”, definidor “de la
orientación general del desarrollo de la sociedad”.
A lo expuesto se suma el vaciamiento ideológico actual del marxismo, especialmente a
partir del proceso de perestroika iniciado en la Unión Soviética en 1985, transformación
que ha repercutido profundamente en las constituciones otrora marxistas de
Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Bulgaria, Rumania, e incluso dentro de la misma
Unión Soviética, hoy fragmentada en diversos Estados.
Nos encontramos, pues, ante un constitucionalismo marxista casi extinguido,
abroquelado sólo en poquísimos países (p.ej.; China, Vietnam, Cuba, Corea del Norte).
Constitucionalismo corporativo.- La crisis de este subtipo de constitucionalismo
social ha sido intensa, ya que prácticamente ningún Estado conserva sus bases
esenciales, aunque sí existan representaciones con ingredientes profesionales en
algunos países de conformación neoliberal-social (así, p.ej., el Tribunal de Garantías
Constitucionales del Ecuador, según el art. 140 de su Constitución; o el Senado
Irlandés, a tenor del art. 18 de su Constitución de 1937)
De todos modos, la estrecha vinculación del constitucionalismo orgánico o corporativo
a fórmulas y experiencias autoritarias y unipartidistas (no disimuladas, por lo demás, en
esta variable) lo ha deslegitimado en buena medida, aunque, desde luego, es posible
programar una democracia orgánica con auténticos derechos personales. Esta
alternativa, sin embargo, exigiría una demostración acabada de su real viabilidad y de
la presencia de un fuerte consenso que la avale.
Constitucionalismo actual. Perspectivas. Neoconstitucionalismos.-Al declinar el
siglo XX, el constitucionalismo contemporáneo registra estas notas peculiares:
a. La casi extinción del constitucionalismo corporativo y el repliegue del
constitucionalismo marxista, después de los procesos de perestroika, y glasnost, que
han provocado la occidentalización de la mayor parte de los otrora Estados comunistas.
b. Un constitucionalismo social más discreto y menos intervencionista en el enunciado
de metas y programas de acción.
c. El aumento del número de constituciones formales, a raíz de la multiplicación de los
Estados independientes.
d. El auge del derecho trasnacional, presente en las nuevas constituciones con
distintas variaciones; pero, en general, con un reconocimiento, en las constituciones
nacionales, de las normas del derecho internacional (Const. (completo) alemana
federal de 1949, art. 24; Italia de 1947)
e. La acentuación del principio de desconcentración (división de funciones y
multiplicación de estructuras), con la aparición de numerosos órganos extrapoder,
situados fuera de la esfera de los tres poderes clásicos (Ministerio Público, jurado o
tribunal superior de elecciones, etcétera).
f. La generalización del ombudsman.
g. El enunciado de nuevos derechos personales, como la “objeción de conciencia” para
prestar el servicio militar (Alemania Federal, art.12), el “derecho de antena” (Portugal,
art. 40); el derecho a la propia imagen (España, art. 51), etcétera. Son los llamados
“derechos de tercera” (o “cuarta generación”)
h. La aparición de constitucionalismos sui géneris, autodenominados sociales.
i. En tal sentido, cabe mencionar el constitucionalismo teocrático de la República
Islámica del Irán, que enuncia una serie de derechos sociales (art. 29 y ss.), adopta
como religión del Estado al Islam, “hasta el fin de los días”, y sostiene el principio de la
intransigencia ética (art. 8). Sólo es permitido el ejercicio de ciertos cultos (art. 13), y las
leyes deben respetar, junto con la Constitución, las reglas del Corán (art. 98), para lo
cual existe un órgano de control de constitucionalidad llamado “consejo de los
custodios”.
j. Algunos autores hablan incluso de neoconstitucionalismo, al que se adscribirán
Dworkin, Ferrajoli, Zagrebelsky, entre otros, ya como teoría jurídica, ideológica o
método, surgido a partir de la segunda posguerra. Aún cuando no se encuentra esta
concepción perfectamente delineada (más bien, es heterogénea), pueden señalarse
como rasgos principales, por ejemplo, una concepción “invasora” u “omnipresente” de
la Constitución, en el sentido que ella debe iluminar todo análisis jurídico en cualquier
rama del derecho; la visualización de la misma como un conjunto de normas, pero
sobre todo, de principios, y que debe procurar, más que la limitación del poder estatal,
la tutela de derechos fundamentales de la persona. Se atribuye a esta posición
propiciar la “ponderación” de derechos y bienes, para definir respuestas
constitucionales; y propiciar una “interpretación moral” de la constitución (Comanducci).
Para Prieto Sanchis, en un enfoque crítico, el neoconstitucionalismo deriva hacia la
“omnipotencia judicial”, con un sensible arrinconamiento del Poder Legislativo, dado
que la indeterminación de los vocablos empleados en los documentos constitucionales,
más la exaltación de los principios sobre las normas, conduce a que sean los jueces
quienes delimiten en definitiva la esencia de la constitución y vigilen a los otros Poderes
del Estado. (Sagüés, 2007).
1.8 Breve historia de los derechos humanos El punto más remoto de referencia, al menos para la cultura occidental, es el código de
Hammurabi que se promulgó alrededor del 2100 antes de nuestra Era.
Si continuamos con el recorrido, nos encontramos con la Grecia Clásica y Roma. En el
primer caso con la democracia que permitía la participación ciudadana, los
mecanismos de elección y la limitación del poder.
Celso Lafer sostiene que el Derecho Natural, que justamente comenzó con los griegos
y romanos, presenta al paradigma unas notas que permiten identificarlo y son:
La idea de inmutabilidad –que presupone principios que por una razón u otra, escapan
a la Historia y por eso puede ser vistos como intemporales.
La idea de que los hombres tienen acceso a esos principios a través de la razón, de la
intuición o de la revelación. Por eso los principios del Derecho Natural son dados y no
creados por convención.
La idea de que la función del Derecho no es mandar sino calificar como buena y justa o
mala e injusta, una conducta.
Al contemplar la esencia de las religiones históricas fundamentales, nos encontramos
que:
El judaísmo, matriz de las religiones semíticas, cristaliza todo un código, un decálogo
donde se contemplan prohibiciones para preservar la vida, la propiedad, el respeto a
los padres, el amor al prójimo. (Éxodo: 20)
El cristianismo con su descubrimiento de la persona y el principio de la igualdad de
todos los hombres hechos a imagen y semejanza de Dios (Génesis: 1:26). Igualdad
sostenida tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento sino véase lo que el
fundador de la axiología cristiana, Pablo de Tarso escribía en lo que se ha llamado la
carta de la libertad, Epístola a los Gálatas, 3:28, “Ya no hay judío ni griego; no hay
esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”
El Islam reconoce la igualdad y la libertad, pero la verdadera libertad consiste según
esta religión en rendirse a la voluntad divina. Hay en el Corán afirmaciones tales sobre
la promoción de la vida, la justicia, la humanidad y la paz que nos reflejan
históricamente que esta modalidad de fe tiene en su núcleo toda una concepción de los
derechos fundamentales. El sura 2.28 de El Corán, por ejemplo es claro al decir:
“Cuando Dios dijo a los ángeles: Voy a establecer un vicario en la tierra”, lo que se
promueve en el orden terrenal es al hombre. En el Sura 2.229 se dice que la
humanidad forma una sola nación7.
1.9 Los Derechos Humanos como concesión del soberano (Edad media) La acción del cristianismo influyó poderosamente en este campo con la vasta y
profunda difusión del mensaje evangélico, del supremo mandamiento de amaos los
unos a los otros, de la ley moral y del concepto del Derecho Natural.
Este proceso culmina muy pronto con la dictación de los primeros fueros y otros
documentos que consagran algunas garantías individuales, dentro de una evolución
que, como anota Phillippe de la Chapellle, ha sido marcada principalmente por la
impronta de tres grandes culturas: la hispánica, la anglosajona y la francesa. Entre las
formulaciones más antiguas debemos señalar, como “aporte del derecho canónico al
derecho hispano visigodo”, “los acuerdos o cánones de los concilios V,VI, y VII,
realizados en Toledo en los años 636, 638 y 65, respectivamente”.
La invasión musulmana, en el año 711, suspende por varios siglos el proceso de
consagración de las garantías individuales en España, que concentra sus fuerzas en la
lucha por la Reconquista. Entretanto el imperio Carolingio aprueba, como normas,
algunos acuerdos jurídicos de los Concilios. En el año 851, Lotario, Luis y Carlos
prometen a sus súbditos, en Mercenne, que, en adelante, “no condenarían ni
deshonrarían ni oprimirían a nadie contra el derecho y la justicia”, principio que se
incorporó al ordenamiento jurídico medieval.
A fines del siglo XII, en 1188, se dicta un conjunto de leyes de considerable importancia
y significación, aprobadas por la Curia Regia o primera corte del Reino Asturleonés,
presidida por el Rey Alfonso IX. A esta reunión habrían asistido tanto representantes de
la nobleza, como de los hombres libres de las ciudades. Este cuerpo legal, que ha sido 7 (Silva, 2004)
denominado la Carta Magna Leonesa, estableció con 27 años de anterioridad a la
Carta Magna Inglesa, garantías relativas a la libertad personal, de carácter procesal; al
derecho de propiedad y a la inviolabilidad del domicilio.
Este memorable documento, que no alcanzó la influencia que merecía en el resto de
Europa, tuvo la superioridad sobre su congénere británico de aplicarse no sólo a los
nobles, sino a todos los “hombres libres del reino”8
Durante la Edad Media europea hubo pensadores como San Agustín que sostuvieron
una particular teoría de la ley natural ligada a la noción de ley eterna que preside el
orden universal. También concibe la naturaleza humana como racional que halla en si
misma aquella ley eterna plasmada: Dios en las cosas y el hombre. La ley positiva se
fundamenta en la ley natural y ésta en la ley eterna. Lo que contraríe el orden de lo
natural debe ser prohibido.
En el bajo Medioevo es Santo Tomás de Aquino el exponente de la Escolástica y el
jusnaturalismo que se ha heredado de Grecia y Roma y continuado en cierto modo por
Agustín de Hipona.
Santo Tomás mantuvo la doctrina de la ley eterna y la ley natural. La ley eterna se
presenta en todas las criaturas, incluso el hombre, pero éste tiene una naturaleza
racional y libre que participa por el conocimiento de la ley eterna.
De acuerdo con el Aquitanense de la ley natural derivan preceptos que ordenan
conservar la vida y por tanto se prohíbe el homicidio. (Sum. Th., I-II-q44, a.2).
Así fue que en la Edad Media discurrió el jusnaturalismo. También se trasladó del
Derecho Romano las tres divisiones: ius naturale, ius gentium y ius civile y apareció el
Derecho Canónico que se aplicó con las Cortes Medievales. Este Derecho se basó en
el Derecho Natural9.
En Gran Bretaña, las costumbres políticas tradicionales de control de la autoridad
monárquica; el “embrión de vida parlamentaria” que fue “la Asamblea de notables, la
Witagenot que sanciona los impuestos, elige al rey, y ayuda a administrar justicia”,
junto con varios reconocimientos anteriores de garantías individuales por parte de la
8 (Gallo, 1993) 9 (Silva, 2004)
Corona, culminan con la Carta Magna de 1215, impuesta por los barones y el clero a
Juan sin tierra10.
Señalaremos que los diversos documentos sobre la materia surgieron casi siempre
como limitaciones del poder monárquico: que representaron supuestas concesiones del
Rey, impuestas por determinados grupos o sectores concertados contra la Corona; que
tuvieron casi siempre un alcance específico, en cuanto no favorecerían a la comunidad
entera, sino a determinados estamentos de la sociedad de la época; y que las medidas
respectivas quedaban consagradas en verdaderos pactos o convenios entre la Corona,
que se comprometía a respetarlas, y los sectores que las habían exigido11.
Avanzado el tiempo, los Derechos Humanos cobran forma de doctrinas filosóficas e
ideario político; la evolución de Inglaterra continúa en el siglo XVI con tres memorables
documentos, que consolidan las libertades del pueblo británico, surgidos como una
extensión y reafirmación de los preceptos de la Carta Magna, y fortalecen el poder del
Parlamento como efectivo contrapeso de la acción de la corona: la Petition of Rights
(1628) el Acta del Habeas Corpus (1679), y el Bill of Rights (1688), que ha sido
calificado como el más importante de los textos constitucionales de Gran Bretaña.
Todos estos documentos restringen el poder real en diversos aspectos, otorgando
algunas garantías individuales como esferas de protección jurídica de los súbditos,
pero desconocen aún el concepto de los derechos fundamentales de las personas, que
comienza a esbozarse a sólo a fines del siglo XVII.
El profesor Claude-Albert Colliard, Decano de la facultad de Derecho y de Ciencias
Económicas de Grenoble, de tendencia positivista, es particularmente duro al afirmar:
“Con el contrato social, de Jean-Jacques Rousseau, se ha querido ver una exposición
definitiva de la teoría de los derechos naturales del hombre. Es ésta una singular
alusión. Ciertamente, el pensamiento de Rousseau, en El contrato social como en otras
de sus obras, es huidizo, inestable y lleno de contradicciones, como lo era el personaje
con sus perpetuas y enfermizas inquietudes, pero es seguro que él es todo menos un
campeón del individualismo. Como lo ha escrito el decano Duguit, Rousseau es el
10 (Gallo, 1993) 11 (Gallo, 1993)
padre del despotismo jacobino, de la dictadura cesarista y debe ser visto como el
inspirador de las doctrinas absolutistas de Kant y de Hegel.
Dentro del marco filosófico de la Escuela del Derecho Natural Racionalista, de la
influyente constelación de Locke, Montesquieu, Rousseau, y, en ciertos aspectos, de
los enciclopedistas, surgen las declaraciones de derechos, Bill of Rights, de algunas
colonias británicas en América del Norte, como la de Virginia, de 12 de junio de 1776,
“la primera que contiene un catálogo específico de derechos del hombre y del
ciudadano”12.
El 4 de julio del mismo año el Congreso de Filadelfia aprueba el Acta de Declaración de
Independencia de los Estados Unidos, cuyo principal redactor fue Tomás Jefferson, en
la que se proclama:
“Sostenemos por evidentes, por sí mismas, estas verdades: que todos los hombres son
creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables;
entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad…”
Una segunda etapa del proceso histórico de los Derechos Humanos, que podemos
llamar de positivización, comienza en el fragor de una de las Revoluciones Sociales
más profundas que hayan acontecido, la Revolución Francesa de 1789.
La Revolución Francesa terminó con el régimen absolutista de Luis XVI que
representaba en esos días la negación de la libertad, el privilegio de las élites y la
miseria de las masas.
Las premisas filosóficas e ideológicas de la Revolución fueron creadas por los
pensadores de la Ilustración que de por si era un movimiento cultural revolucionario.
Democracia, división de poderes, voluntad general, contrato social, ciudadanía,
fraternidad, y libertad son los valores y categorías que se popularizaron en esa época y
que se concretaron en el evento de la revolución y en los Derechos del Hombre y del
Ciudadano del 26 de agosto de 1789 que fue aprobada por la Asamblea Nacional
Francesa, después que se formularon numerosos proyectos conforme lo que escribe
Georges Lefebvre. Los principios de esta inmortal Declaración fueron incorporados a la
Constitución Francesa de 1791. Este paso constituye el inicio de un proceso
característico de los derechos humanos: La positivización. Ello significa que los
12 (Gallo, 1993)
derechos humanos se incorporan al ordenamiento jurídico de los distintos Estados de
modo paulatino pero seguro, también significa el paso del derecho natural a los
derechos humanos13.
1.10 Expansión e incorporación de los derechos humanos Dicho lo anterior se plantea la expansión e incorporación a la ley positiva, en
consecuencia se dota de protección internacional a esta conquista de la humanidad por
la humanidad. La Constitución francesa de 1791, que hizo suyos los principios de la
Declaración del Hombre y del Ciudadano, fue la avanzada del movimiento
constitucionalista y democrático, que abrió el camino a la consagración legal de las
llamadas garantías individuales.
El siglo XX, especialmente desde su segunda mitad, es una etapa de extraordinario
apogeo de los derechos humanos, que se expanden en un doble aspecto. Por una
parte, superando el estrecho margen meramente individual, se extienden al amplio
campo económico, social y cultural; por otra parte, más allá de las fronteras de los
Estados, obtienen su reconocimiento y protección en el plano internacional. El viejo
tronco de los derechos del hombre alcanza un pleno y glorioso florecimiento14.
La segunda generación de los derechos humanos, formada por los derechos sociales,
como un medio jurídico de acoger y tratar de hacer realidad las aspiraciones de
mejoramiento social que todos compartían, aunque sustentaran al respecto diferentes
criterios teóricos y prácticos.
Las dos primeras Constituciones que incorporan en sus textos estos nuevos derechos,
ejerciendo al respecto una gran influencia en sus posteriores congéneres de otros
países, fueron la de México, de 1917, y la Alemania, de 1919, denominada
generalmente Constitución de Weimar.
13 (Silva, 2004) 14 (Gallo, 1993)
Entretanto, dentro del proceso de la Revolución Rusa, se formula la Declaración de los
derechos del pueblo trabajador y explotado, de 4 de enero de 1918, que, sin omitir los
derechos individuales clásicos, da una gran preeminencia a los derechos sociales15.
La segunda Guerra Mundial significó uno de los más grandes derrumbes de valores
jamás registrado, no quedó derecho que no fuese violado o denegado, la humanidad
entera conoció el genocidio en toda su potencia y el desprecio total por la vida y la
dignidad humana. En este contexto de guerra y de ruinas humeantes se creó por la
voluntad de un conjunto de países la Organización de las Naciones Unidas que originó
todo un sistema de protección internacional de los derechos humanos, el término de
Naciones Unidas fue sugerido por el Presidente Roosevelt de los Estados Unidos.
La carta constitutiva de las Naciones Unidas se firmó en la Conferencia de San
Francisco, Estados Unidos, el 26 de junio de 1945, reafirma su fe en los derechos
humanos. Entre sus claros propósitos está el que se consigna en el artículo 1, inciso 3:
“Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de
carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo de
respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer
distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión y la efectividad de tales derechos
y libertades”16.
15 (Gallo, 1993) 16 (Silva, 2004)
Capítulo II Los Derechos Humanos Individuales en la Constitución de 1987: Causas y consecuencias
2.1 Constitucionalismo y Derechos Humanos en Nicaragua Según Héctor Gros Espiell la historia de los derechos humanos en Latinoamérica no
puede comprenderse sin la referencia a la cuestión de los derechos humanos en la
conquista y en la subsiguiente colonización.
En lo que se refiere a Nicaragua conocemos el testimonio desgarrador de Fray
Bartolomé de las Casas en su “Breve Historia de la destrucción de las Indias” que es
revelador de los tratos tiránicos y crueles que los conquistadores europeos emplearon
con nuestros antepasados.
Nicaragua empezó su martirio en 1524, cuando comenzó el proceso violento de la
Conquista y se establecieron las colonias y las primeras ciudades de Granada y León.
Estas fechas marcan el inicio del declive demográfico y una profunda ruptura de tiempo
y cultura para nuestros antepasados indígenas.
Los españoles convirtieron a Nicaragua en una colonia del imperio y la historiografía
nacional nos relata y señala todas las formas de dominación y explotación a que fueron
sometidos nuestros aborígenes. La población de la región del pacífico de Nicaragua fue
devastada hasta el extremo del exterminio, pues es sabido que los indios, además de
ser esclavizados eran exportados como esclavos o siervos a otras regiones de América
y muchos murieron por enfermedades desconocidas, fueron tratados como bárbaros,
infieles y subhombres. Toda esta discriminación venía con los conquistadores
alimentada por supuestos de las concepciones, creencia e ideologías de aquella época.
Además los intereses económicos que movían a los conquistadores impidieron que la
legislación sobre los indicios fuese nula en la práctica, quedando sólo el recurso de la
denuncia de las voces. De las Casas en nuestro caso17.
17 (Silva, 2004)
Como sabemos en 1821 Nicaragua se independiza del imperio español, apenas
transcurrido un año en 1822, se anexó a México y al año siguiente en 1823, se rebela
contra la anexión. En 1824, Nicaragua forma parte de una República Federal que a la
vez que unió a Centroamérica permitió la existencia de Estados independientes.
La constitución de 1824 se decretó según su introducción para afianzar los derechos
del hombre y el ciudadano, bajo la influencia de la Declaración Francesa de los
Derechos del Hombres y el Ciudadano de 1789. El 8 de Abril de 1826 se emitió la
Constitución Federativa que normó la vida de aquella unión centroamericana aunque
efímera significativa para nuestra historia política. La Federación se componía de cinco
Estados Unidos y al mismo tiempo independientes y con una ley Constitucional propia,
artículos 6 y 10, la libertad como derecho natural, artículo 13.
En la constitución política de 1826, se insiste en los derechos del hombre y el
ciudadano y se concebían los derechos como libertad, igualdad, propiedad y la
seguridad, artículo 25, tenían además la libertad de la palabra, de la escritura y la
imprenta, artículo 29; este se consideró como uno de los más sagrados derechos de
los nicaragüenses y ninguna ley podía prohibirla bajo pretexto alguno. En el capítulo III,
artículos 123-137 se consagran algunas garantías en términos de administración de
justicia. En Nicaragua se da esta Constitución en las circunstancias en que va a
empezar la guerra civil como fenómeno del período que se le ha llamado de la
Anarquía (1823-1857).
El 30 de abril de 1838 se produce la segregación de Nicaragua de la República
Federal, así que ese mismo año se decreta la primera Constitución política del Estado
libre de Nicaragua, en este contexto, los derechos de los nicaragüenses serán la
libertad, la igualdad, seguridad, propiedad y se consideraban estos derechos como
inalienables, imprescriptibles; artículos 25, 26, 27, 29, 30, 34, 39 y 40. El Estado era
republicano.
Hasta 1858, una vez que ha experimentado la guerra civil que permitió la invasión
extranjera de 1855 al 1856, que nuevamente se promulgará otra Constitución. Esta
Constitución es producto de un pacto de aquellos primeros liberales y conservadores
(Tomás Martínez y Máximo Jeréz) y rigió hasta 1893. En estos treinta años en
Nicaragua los derechos políticos y civiles fueron restringidos pues no podían ser
electores quienes no tenían algún capital o bienes. Por esto se ha llamado a ese
régimen Democracia Oligárquica. En el artículo 13 se enuncian algunas libertades. Esta
etapa de nuestra vida independiente fue de exclusiones, toda vez que la mujer, las
personas sin propiedad, los analfabetos no eran sujetos de estas facultades que
llamamos derechos humanos.
Después de treinta años de gobiernos conservadores, estalló una Revolución Liberal
que tomó el poder en 1893 y cuya administración duró hasta 1909. Esa revolución fue
encabezada por José Santos Zelaya, un General con formación liberal que gobernó
como presidente por 17 años. En su administración se promulgó la Constitución más
liberal hasta ese entonces concebida, se le denominó “la libérrima”. En verdad se
acogían las ideas liberales europeas, se afirma también el centroamericanismo y el
Título Quinto, artículo 26-27, está dedicado a un reconocimiento de derechos y
garantías de los nicaragüenses, partiendo de los principios clásicos de libertad,
igualdad, seguridad y propiedad, la pena de muerte se abolió y se reconocía el Habeas
Corpus, la libertad de pensamiento, libre enseñanza y libertad de cultos, todo un
programa de derechos modernos se plasman como un reflejo de una revolución liberal
que quizá haya sido la más profunda en nuestra época moderna.
En esta Carta fundamental, producto de una Asamblea Constituyente y no de un pacto,
comprendía la forma republicana y representativa del Estado, la división de poderes, el
régimen presidencial, voto popular y directo.
El presidente Zelaya modernizó a Nicaragua y uno de sus logros lo alcanzó con esta
Constitución, pero en 1902 quiso reelegirse y en 1905 dictó la “autocrática” en la que
reforma la Constitución denominada libérrima con los fines descritos. Entre 1909 y
1924 Nicaragua padeció la intervención militar norteamericana y la restauración de la
oligarquía conservadora en el gobierno y el poder político, esto nos llevó de nuevo a la
guerra civil con un resultado político devastador para nuestra nacionalidad. En este
segmento temporal se produjeron tres constituciones pero dos de ellas no llegaron a
regir, este es el caso de las Constituciones del 4 de Abril de 1911 y la del 3 de Abril de
1913 llamadas Non Natas, empero quedó vigente la Constitución expedida el 10 de
Noviembre y publicada el 21 de Diciembre de 1911.
Para el año de 1927 después de un período de gobiernos conservadores que
hipotecaron prácticamente al país, se desató una guerra civil interfraccional y
oligárquica, en este momento surge como alternativa el movimiento de A.C. Sandino,
tornándose en un símbolo para los que aman a Nicaragua. Tras el asesinato de
Sandino y de la masacre de los numerosos combatientes sandinistas se instauró una
dictadura militar dinástica fundada por Anastasio Somoza García y esta dictadura se
sostuvo por 45 años (1934-1979). El régimen de los Somoza fue apoyado por las
sucesivas administraciones de Estados Unidos en el plano político, económico y militar.
Esta dictadura apelaba al liberalismo como ideología, sin embargo los Somoza
aparecieron como advenedizos ante la oligarquía y los propios liberales.
Es una paradoja que en ese régimen que hizo del Terrorismo de Estado su
característica más evidente, Nicaragua fuese de los primeros miembros que
constituyeron la organización de Naciones Unidas y suscribieran algunos de los
instrumentos jurídicos mayores de derechos humanos. Durante ejerció el poder el
dictador Anastasio Somoza se promulgaron tres constituciones en 1939, 1948 y 1950.
Bajo el gobierno de los Somoza no quedó indemne ningún derecho humano, aunque
las constituciones reconocían garantías, la realidad era totalmente contraria a los
derechos enunciados. En alguna de estas Constituciones se retrocedía en materia de
derechos humanos como la Constitución de 1939 que promulgaba la inviolabilidad de la
vida en Nicaragua pero podía aplicarse la pena de muerte, artículo 36. Esta
Constitución impedía la reelección, artículo 204, pero admitía la reforma con el llamado
Pacto de los Generales, entre Somoza García y el General Emiliano Chamorro, que
determina la promulgación de otra Constitución.
Esta Constitución, como en otras de nuestro País, fue producto de un pacto de partidos
políticos y no de la consulta popular. En el artículo 9 de dicha Constitución se acogen
los principios de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la
Carta Internacional Americana de Garantías Sociales, y reconoce el derecho de
autodeterminación de los pueblos, además incorporaba a la mujer a la ciudadanía,
artículo 31, la mujer podía ser elegida para cargos públicos.
Sin embargo y pese a estos avances se prohibía la formación de partidos y actividades
políticas de organización internacionales, los comunistas, por ejemplo, artículo 16. Esta
Constitución pasó por varias reformas 1955, 59, 62, 64, 66, hasta que de nuevo los
principales partidos políticos pactan aparentemente para solucionar la inestabilidad
política de Nicaragua.
El pacto Somoza-Agüero de 1971, conocido como Kupiakumi, produjo el texto
constitucional de 1974, en el que se abogaba por el centroamericanismo, artículo 5, la
propiedad se consideraba inviolable, con mucho énfasis, artículo 82-93 en el capítulo
quinto del artículo 11, estaba dedicado al desarrollo de las actitudes cívicas
consignando a la enseñanza de la historia y la geografía y la Constitución, en el 112 de
la alfabetización de adultos y en el 115 de la autonomía universitaria.
Otro registro importante de los avances en la historia constitucional, es la promulgación
de la Constitución Política de 1987, la que se reformó en 1989 la primera vez para
permitir la elección de 1990 y la segunda en 1995 (Ley 192) que se aprobó después de
un largo debate y una crisis institucional entre los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Entre los principios fundamentales de esta Carta están:
La autodeterminación: Artículo 1
Soberanía y Democracia: Artículo 2
Paz: Artículo 3
Desarrollo humano: Artículo 4
En relación al Estado se lo caracteriza como unitario y en la forma de gobierno se
define a Nicaragua como una República democrática, participativa y representativa.
Hay en este texto constitucional una aspiración: la unidad centroamericana. En cuanto
a los derechos individuales, los artículos comprendidos entre el 23 y el 46 están la
individualidad de la vida humana, la seguridad, la igualdad ante la ley, libertad de
conciencia, pensamiento y religión, prohibición de la servidumbre y la esclavitud,
derecho a refugio y asilo, derecho de propiedad privada, derecho a un medio ambiente
saludable –artículo 60-, programas en beneficio de los discapacitados –artículo 62-.
La Constitución Política de 1987 y sus reformas está en vigencia, el artículo 46 se
reconocen los derechos como inherentes a la persona humana y la plena vigencia de
los derechos consignados en cinco de los mayores instrumentos jurídicos
internacionales de derechos humanos. Esto la convierte en la Constitución Política más
avanzada en materia de derechos humanos, además de los que se han incorporado a
la legislación interna como lo demuestra en su texto “Derechos Humanos y
Constitución”, el Doctor Iván Escobar Fornos y que se encuentran bajo el Título IV.
Derechos, Deberes y Garantías del Pueblo Nicaragüense. Capítulo I. Derechos
Individuales. Capítulo II. Derechos Políticos. Capítulo III. Derechos Sociales. Capítulo
IV. Derechos de la familia. Capítulo V. Derechos Laborales. Artos. 47-91. Y otros en el
Título III y el Título VII. Es importante destacar el reconocimiento de los derechos de los
pueblos indígenas y las comunidades de la Costa Atlántica y que hace de ésta
Constitución una de las más señeras de América Latina, Capítulo VI, artículos 89, 90 y
91 y artículos 180, 181.
Recordemos que la Constitución actual es un legado de la Revolución Nicaragüense de
1979, cuando se vivió un proceso de cambios que llevaron al derrocamiento de la
dictadura dinástica de los Somozas. Mientras nuestra vida política fue regida por dos
documentos básicos que son el Estatuto Fundamental y el Estatuto de Derechos y
Garantías. En el trayecto y el ascenso de las luchas populares antes de 1979 hubo un
informe sobre la situación de los Derechos Humanos, efectuado por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y presentada en el 45. Período de
sesiones de la Organización de Estados Americanos (OEA), el 16 de Noviembre de
1978 que contribuyó al aislamiento internacional de la dictadura somocista, dado que la
política exterior del Presidente norteamericano de entonces James Carter se basaba
precisamente en los Derechos Humanos. Además existían ya comisiones de derechos
humanos relevantes en nuestro país como es el caso de la Comisión Permanente de
Derechos Humanos creada por el impulso de la OEA.
En un contexto de guerra, donde se debatían los proyectos políticos como fue la guerra
que experimentó Nicaragua en el lapso 1981-1990, era difícil hablar de respeto a los
derechos humanos puesto que lo que se jugaba en primer lugar era el derecho a la
vida. De ahí que todos los derechos denegados, violados por las partes beligerantes
son atribuibles al conflicto armado en si por ser la guerra la expresión más intensa de la
violencia.
Nicaragua conoció en ese período los abusos de poder, el éxodo de las etnias de la
Costa Atlántica, los reasentamientos de poblaciones indígenas, el reclutamiento militar
forzado de jóvenes, asesinatos de religiosos, matanzas, secuestros, persecuciones,
devastación ecológica debido al uso de cierto tipo de armas, censura de prensa,
suspensión de garantías, refugiados en Honduras y en Costa Rica, continuo estado de
emergencia.
Esta guerra dejó en la cuenta más de cincuenta mil víctimas entre muertos, heridos,
desaparecidos, mutilados, huérfanos y una destrucción calculada en 17 mil millones de
dólares. Los costos de este enfrentamiento fratricida fueron elevados sobre todo por las
vidas perdidas que son imposibles de valorar y por las rupturas y desequilibrios que se
produjeron en las generaciones, las familias y los individuos mismos.
En 1986 en plena guerra, se funda la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos
Humanos (ANPH), auspiciada para velar por los derechos de los combatientes de lo
que se llamó Resistencia Nicaragüense (RN) que era el ejército de quienes luchaban
en contra del proyecto revolucionario sandinista.
En el año de 1900 se establece un giro en la vida política de la nación, el partido
revolucionario en el gobierno pierde el poder en las elecciones y comienza así una
restauración de las élites y las ideologías que privaban al período anterior a 1979, se
comienza la experiencia de la pacificación que afectará toda el área centroamericana
posterior a un conflicto bélico de 10 años y en tres países: Guatemala, Nicaragua y el
Salvador18.
2.2 Motivación política de la Constitución El FSLN era mayoría parlamentaria en 1985, después de las elecciones, se
constituyeron legalmente y legitimados por el voto popular en la opción política de los
nicaragüenses. Entre sus desafíos estaba promulgar una constitución que diera: forma
y sentido al Estado Social de Derecho, un intento por democratizar un país, no
obstante, sumido en guerra y bloqueo económico, por lo que la evolución no sería un
cambio de la noche a la mañana.
Para la historia quedan las palabras del entonces comandante de la revolución y
presidente de la Asamblea Nacional: Carlos Núñez: “La Asamblea Nacional es un
organismo de doble función por un lado tiene la obligación, en el plazo de dos años, de
18 (Silva, 2004)
elaborar, debatir y aprobar la Constitución Política de Nicaragua, no excluye que en
esos dos años tenga facultades legislativas…19”
El comandante prosigue en esta entrevista datada en el libro sin editorial ni autor y
explica: “Una es propiamente la definición conceptual del Estado Revolucionario, es lo
que podríamos denominar la parte más polémica, donde estarán de manifiesto las
diferentes corrientes del espectro político de las ideas o del pensamiento político
expresado en Nicaragua y donde los partidos intentaran dejar impresa su huella”.
Agrega que la otra parte será organizativa: “Cómo se organiza el Estado
Revolucionario para cumplir con la gestión que le corresponde, y además la otra parte
que podríamos definirla como los derechos fundamentales de los nicaragüenses, tanto
individuales como políticos”.
“Lo que planteamos es que la Constitución Política tiene que ser el resultado de un
consenso nacional, y para lograrlo todas las corrientes políticas tratarán de medirse.
Definitivamente, las partes positivas de ese pensamiento se sabrán expresar en ese
proyecto y tal vez aquellas concepciones más atrasadas ni siquiera habrá oportunidad
de expresarlas”.
Es en la siguiente fase donde Núñez alcanza esa profundidad que sueña y rivaliza con
lo que él llamó pensamientos retrógrados. “La Constitución Política que elaboremos en
los próximos años debe contener lo más precioso, lo más enriquecedor, las conquistas,
las transformaciones logradas por el proceso revolucionario y sobre todo, donde se
garantice de una manera hegemónica y defenderlo hasta la muerte, la participación
activa, dinámica y beligerante de las fuerzas fundamentales de la nueva Nicaragua”.
2.3 Informe presentado por el presidente de la Asamblea Nacional y de la comisión especial constitucional sobre el primer proyecto de Constitución Política de Nicaragua: Los Derechos Individuales En este capítulo se garantiza la inviolabilidad del derecho a la vida, ratificamos el
principio que en Nicaragua no hay pena de muerte, que está abolida la tortura, la
esclavitud, la servidumbre, la trata de cualquier naturaleza, la cárcel por deudas y la
desigualdad entre las personas.
19 Entrevista a Carlos Núñez ( La Constitución: Nuestro Compromiso con el futuro)
Se considera el respeto a la libertad personal, la protección y respeto a la vida privada,
las libertades de expresión, movilización, conciencia, pensamiento y religión; las
garantías procesales penales y la retroactividad de la Ley Penal en beneficio del reo; el
principio de la legalidad, el recurso de Hábeas Corpus y el Recurso de Amparo. Este
capítulo contiene diecinueve Artículos; trece de ellos fueron aprobados por unanimidad
y seis por mayoría. Las reservas son las siguientes:
Sobre la inviolabilidad del derecho a la vida, se aprobó por mayoría, con quince votos a
favor, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Partido Popular Socialista Cristiano
y Partido Comunista de Nicaragua, y tres en contra, del Partido Conservador
Demócrata.
La votación en contra no significa la negación a la inviolabilidad de la vida o propugnar
por la pena de muerte. Por el contrario, el Partido Conservador Demócrata ha
considerado muy diminutivo el artículo, y plantean que el mismo debe tener como punto
de partido, la inviolabilidad de la vida desde el momento de gestación.
Sobre la libertad personal, fue aprobado con dieciséis votos a favor, del FSLN, PCD,
PPSC Y PCN; uno en contra, del Movimiento de Acción Popular Marxista – Leninista; y
una abstención del Partido Conservador Demócrata.
Sobre la libertada de expresión, fue aprobado por dieciséis a favor, del FSLN, PCD,
PPSC, PCN y una abstención del movimiento de Acción Popular Marxista – Leninista.
Sobre la libertad de conciencia, pensamiento y religión, se aprobó por mayoría, con
trece votos a favor, del FSLN, PCD y PPSC; y cuatro votos en contra del Frente
Sandinista de Liberación Nacional y el movimiento de Acción Popular Marxista –
Leninista.
2.4 Los derechos humanos individuales originales de la constitución de 1987 El 19 de Julio de 1979 se instaló un gobierno revolucionario de reconstrucción nacional
formado por una junta de gobierno. Las riendas las tenía el FSLN. El 20 de julio, la
junta promulgó el “Estatuto Fundamental del Gobierno de Reconstrucción Nacional”,
que derogaba la constitución de 1974 y todas las leyes constitucionales (Art. 3);
disolvía las estructuras somocistas como las cámaras, corte suprema de justicia y
tribunal superior del trabajo (Art.4) y garantizaba los principios fundamentales como el
respeto a los derechos humanos, de conformidad con lo establecido por la OEA;
hablaba de la libertad de conciencia, de culto, de sindicalización, etc. (Art. 6-8). A la vez
organizaba el Estado, cuyos únicos poderes eran la junta de gobierno, el consejo de
estado y los tribunales de justicia (Art. 9)
Este Estatuto fue complementado con el “Estatuto sobre Derechos y Garantías de los
nicaragüenses” promulgado el 21 de agosto. Ambos documentos fueron la base
“constitucional” entre 1979 y 1987, tiempo en que no hubo Constitución en Nicaragua.
La asamblea, el 21 de febrero de 1984, reformó los artículos 9, 10, 18 y 28 del primero
de ellos con el decreto “Reformas al estatuto fundamental de la república de Nicaragua”
En el artículo 9 se volvía a considerar al consejo supremo electoral como un poder del
estado. También insistía en que, hasta la promulgación de la nueva Constitución,
continuaban vigentes los dos primeros estatutos mencionados20.
La junta de gobierno varió por renuncias de algunos miembros, debido al control
político del FSLN, Y, cesó en sus funciones el 10 de enero de 1985 cuando asumió la
presidencia Daniel Ortega, el triunfador de las elecciones populares de noviembre de
1984. Durante el período presidencial de Ortega se promulgó la nueva constitución el 9
de enero de 1987. Los críticos más severos aseguraban que era una Constitución
eminentemente presidencialista. Con relación a las anteriores se había retrocedido en
los asuntos relacionados con el poder ejecutivo. En las de la época somocista no se
permitía “de iure” la reelección (Cn. 1939, Art. 204; Cn. 1948, Art. 171; Cn. 1950, Art.
186, reformado en 1955 y contrarreformado en 1959; Cn. 1974, Art. 185). Ahora no se
mencionaba y de esta manera se ponían las bases para que el presidente se
perpetuara en el poder. En el decir de muchos críticos era una Constitución más
partidarista que nacionalista, con una fuerte subordinación de los demás poderes del
Estado al ejecutivo.
Desde entonces el tema de la reforma estuvo siempre presente. El 2 y 3 de febrero, en
uno de los documentos presentados se expresaba que “la totalidad de las reformas
demandadas está dirigida a liberar a la constitución del contenido antidemocrático que
20 (Esgueva Gómez, 2006)
le han impuesto…” Poco después se firmaron los acuerdos de Sapoá21 (23 de marzo
de 1988)22.
Los Derechos Humanos individuales que fueron modificados en sucesivas reformas y
que analizaremos en las siguientes páginas son:
Art. 20 Ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad, excepto que adquiera
voluntariamente otra; tampoco perderá su nacionalidad nicaragüense cuando adquiera
la de otro país centroamericano o hubiera convenio de doble nacionalidad23
Art.26 Toda persona tiene derecho:
1. A su vida privada y a la de su familia
2. A la inviolabilidad de su domicilio, su correspondencia y sus comunicaciones.
3. Al Respeto de su honra y reputación.
Art. 34 Todo procesado tiene derecho, en igualdad de condiciones, a las siguientes
garantías mínimas:
2. A ser juzgado sin dilaciones por tribunal competente establecido por la ley.
3. A no ser sustraído de juez competente, excepto los casos previstos en esta
Constitución y las leyes.
8. A que se le dicte sentencia absolutoria o condenatoria dentro de los términos
legales, en cada una de las instancias correspondientes.
9. A recurrir ante un tribunal superior a fin de que su caso sea revisado cuando
hubiese condenado por cualquier delito; y a no ser procesado nuevamente por el delito
por el cual fue condenado o absuelto mediante sentencia firme.
10. A no ser procesado ni condenado por acto u omisión que, al tiempo de cometerse,
no esté previamente calificado en la ley de manera expresa e inequívoca como punible,
ni sancionado con pena no prevista en la ley.
11. El proceso penal debe ser público, pero en casos de excepción la prensa y el
público en general podrán ser excluidos por consideraciones de moral, orden público o
seguridad nacional.
Art. 44 Los nicaragüenses tienen derecho a la propiedad personal que les garantice los
bienes necesarios y esenciales para su desarrollo integral. 21 Acuerdo de paz, cese a la guerra entre el Gobierno y la Contra. 22 (Esgueva Gómez, 2006) 23 (Nicaragua, 1987)
2.5 Las primeras Reformas de la Constitución de 1987
Según el artículo 201, el período presidencial acababa el 19 de enero de 1991. Pero en
medio de los diálogos y negociaciones el gobierno y la oposición acordaron adelantar
las elecciones para el 25 de febrero de 1990. Esto exigía la reforma del artículo 201, la
que se efectuó el 31 de enero. El FSLN optó por la reelección del presidente y del
vicepresidente y la UNO presentó la candidatura de Violeta Barrios de Chamorro y
Virgilio Godoy. Se presentaron también otros partidos, pero sin posibilidad de triunfo.
El pueblo votó por los candidatos de la UNO, quienes tomaron posesión de su cargo el
25 de abril de 1990.
Como las reformas constitucionales exigidas por la oposición no se habían logrado en
la época del sandinismo, una vez que éste perdió el poder, la UNO insistió en ellas. En
noviembre de 1991 una comisión especial, nombrada por la junta directiva de la
asamblea nacional, presentó al presidente de la misma, ingeniero Alfredo César
Aguirre, un “anteproyecto de reforma”.
En 1993 se profundizó en el tema. Pero no había uniformidad de pensamiento entre los
partidos políticos. La Unión Democrática Cristian (UDC) quería las reformas parciales,
según el documento que presentó sobre la “propuesta para un acuerdo nacional de
gobernabilidad”. El 29 de noviembre de 1993, la UNO y el FSLN acordaron llevar a
efecto las reformas parciales. Sin embargo, otros partidos, que rompieron con la UNO,
exigían en diciembre la promulgación de una Constituyente24.
2.6 La Reforma de 1995 Triunfó la propuesta de las reformas parciales. Para que estas se dieran era necesario
que al menos un 60% de los asambleístas votara a favor, según exigía el artículo 194.
Como se cumplían los requisitos, la asamblea nacional aprobó tales reformas el día 1
de febrero de 1995. La presidenta de la República no las promulgó, lo que originó una
gran crisis en los poderes del estado25.
El problema radicaba en que se habían modificado ciertos artículos que daban
excesivo poder al Ejecutivo y ahora se lo habían pasado al legislativo, con lo que
pretendían romper el presidencialismo autoritario y lograr la independencia de
24 (Esgueva Gómez, 2006) 25 (Esgueva Gómez, 2006)
poderes. A parte de mermar tal tipo de poder del Ejecutivo, la reforma prohibió la
reelección presidencial y la candidatura de parientes de quien en ese momento
detentaba el poder ejecutivo; también ofrecía una nueva concepción del ejército, ahora
más nacional que partidista, pues era el ejército de toda una nación y no sólo de un
partido como aparecía al llamarlo sandinista. Debía, por tanto, ser apolítico.
Vistos algunos antecedentes de la reforma, consideramos presentar los propósitos
políticos de esta. En palabras del Doctor Escobar Fornos, la reforma constitucional
tenía cinco propósitos: introducir cierta dosis de democracia en la Constitución; limitar
el poder de doña Violeta Barrios de Chamorro; volver ingobernable la administración
del emergente Partido Liberal que se esperaba con casi seguridad obtuviera el poder
en las futuras elecciones; inhibir al yerno de la presidenta Chamorro para postularse a
la Presidencia de la República y sobregirarse políticamente nombrando una serie de
funcionarios que sobrepasarían el nuevo plazo del futuro gobierno26.
La ley 192, Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política de Nicaragua fue
promulgada bajo la presidencia de Doña Violeta Barrios de Chamorro. En total fueron
sesenta y cinco los artículos reformados en este período, 30 corresponden a materia
dogmática y 35 corresponden a la parte orgánica27.
2.7 La reforma de los derechos individuales En la reforma realizada en esta materia se mantiene el reconocimiento a los principales
derechos, tales como: el respeto a la vida privada, a la inviolabilidad del domicilio, salvo
los casos fijados por la ley, a la honra y reputación, se señalan expresamente los casos
en que se debe proceder al allanamiento, se mantiene también que la ley fijará los
casos en que deben examinarse los libros contables, que los documentos, cartas y
demás que hayan sido sustraídos ilegalmente no producirán ningún efecto en juicio o
fuera de él. Se prohíbe el servicio militar obligatorio y el reclutamiento forzoso para la
policía y el ejército.
Se mantienen el derecho de amparo y protección a los nicaragüenses que residan
temporalmente en el extranjero, a través de las representaciones diplomáticas. Se 26 (Fornos, 2000) 27 (Terán, 2008)
reforma el término contemplado para que el detenido sea puesto en libertada o a la
orden de la autoridad competente de setenta y dos horas a cuarenta y ocho horas. Se
establece el juicio por jurado, el recurso de revisión y la de los medios de producción.
No existe confiscación de bienes, y para expropiar es preciso pagar el precio justo y en
efectivo, se permite pagar con bonos la expropiación de los latifundios incultivados; sin
embargo se establece la limitación de la propiedad por su función social, por lo que se
le puede imponer gravámenes, limitaciones y obligaciones en cuanto a su ejercicio28.
2.8 Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política a la República de Nicaragua Art. 4 Refórmense los Artos. 26 párrafo segundo, 28, 33 numerales 1, 2.2, 3 y 4, 34
numerales 2, 3, 8, 9 y 10, 35, 41, 42, 43, 44 y 46, y adiciónense un numeral 4 al Art. 26,
dos numerales 11 y 12 al Arto. 34 y un párrafo segundo al Arto. 37, del Capítulo I
“Derechos Individuales”, Título IV “Derechos y Garantías del pueblo Nicaragüense” de
la Constitución Política, los que se leerán así:
Arto. 26 Toda persona tiene derechos:…
1. A conocer toda información que sobre ella hayan registrado las autoridades
estatales, así como el derecho de saber por qué y on qué finalidad tiene esa
información.
El domicilio sólo puede ser allanado por orden escrita de juez competente, excepto: a.
para impedir la comisión de un delito; b. para evitar daños a las personas o bienes; c.
en caso de persecución actual de un delincuente; y d. para rescatar a la persona que
sufre secuestro. Todo de acuerdo al procedimiento que prescriba la ley.
Art. 34 Todo procesado tiene derecho, en igualdad de condiciones, a las siguientes
garantías mínimas: ….
2. A ser juzgado sin dilaciones por tribunal competente establecido por la ley. No hay
fuero atractivo. Nadie puede ser substraído de su juez competente ni llevado a
jurisdicción de excepción.
3. A ser sometido al juicio por jurados en las causas penales por delitos que merezcan
penas más que correccionales. Se establece el recurso de revisión.
8. A que se le dicte sentencia correspondiente dentro de los términos legales, en cada
una de las instancias del proceso. 28 (Fornos, 2000)
9. A recurrir ante un tribunal superior a fin de que su caso sea revisado cuando hubiese
sido condenado por cualquier delito.
10. A no ser procesado nuevamente por el delito por el cual fue condenado o absuelto
mediante sentencia firme.
11. A no ser procesado ni condenado por acto u omisión que, al tiempo de cometerse,
no esté previamente calificado en la ley de manera expresa e inequívoca como punible,
ni sancionad con pena no prevista en la ley.
12. El proceso penal debe ser público, exceptuándose los de orden privado. El acceso
de la prensa y el público en general podrá ser excluido por consideraciones de moral y
de orden público.
Art. 44 Se garantiza el derecho de propiedad privada de los bienes muebles y de los
instrumentos y medios de producción.
En virtud de la función social de la propiedad, este derecho está sujeto, por causa de
contribución general, de utilidad pública o de interés social, a las limitaciones y
obligaciones que en cuanto a su ejercicio le impongan las leyes. Los bienes
mencionados en el párrafo primero pueden ser objeto de expropiación de acuerdo a la
Ley, previo pago en efectivo de justa indemnización.
Tratándose de la expropiación de latifundios incultivados para fines de reforma agraria
o de nacionalización de empresas de servicio público, la indemnización podrá hacerse
por medio de bonos, cuyos plazos, interés y condiciones serán fijados por la Ley.
No hay confiscación de bienes. Las autoridades que infrinjan esta disposición,
responderán con sus bienes en todo tiempo por los daños inferidos.
2.9 La Reforma del año 2000 Apenas dio inicio el nuevo milenio, una nueva reforma constitucional asomó en el poder
legislativo, una vez más, los factores políticos serían detonantes de la zarza jurídica.
Por la Ley No. 330 del 18 de enero del año 2000, la Asamblea Nacional aprobó las
reformas parciales a la Constitución Política de Nicaragua, la cual fue publicada en La
Gaceta Diario Oficial número 13 del 19 de enero del 2000. También se aprobó la Ley
Electoral, la cual fue publicada en La Gaceta número 16 del 24 de enero del 2000.
En el caso que nos ocupa, los derechos humanos individuales, es importante resaltar el
paso que da esta reforma en materia de nacionalidad:
Consagró el principio de la doble nacionalidad, se eliminaron los obstáculos que
impiden la igualdad entre los nicaragüenses que gozan de otra nacionalidad. Pero para
optar a ciertos cargos públicos debe renunciarse a la otra ciudadanía y tener
únicamente la nicaragüense. Por ejemplo, no puede ser Presidente el que al mismo
tiempo sea colombiano y nicaragüense29.
2.10 Reforma 2000, Ley No. 330, Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política de la República de Nicaragua. Aprobada el 18-01-2000, publicada el 19-01-2000, en La Gaceta No. 13 a. Objeto y contexto de la reforma
La Ley 330 expresa textualmente en el Considerando, que el propósito primordial de
esta reforma es “…dotar a las instituciones públicas que ella menciona de una mayor
capacidad funcional y ampliar la constitución de sus órganos de dirección para que las
competencias y atribuciones que la propia Constitución y las leyes les confieren
puedan ser ejercidas con más eficacia para que tenga como resultado una mejor
atención a las necesidades y requerimientos de los ciudadanos…”
b. Artículos reformados
La Ley No. 330, Ley de Reforma Parcial a la Constitución de la República de
Nicaragua, aprobada bajo la presidencia de Arnoldo Alemán Lacayo. En total, fueron 18
los artículos reformados, mayoritariamente de la Parte Orgánica. Los cambios en la
Parte Dogmática fueron mínimos, y se centraron en los límites territoriales y en la
nacionalidad, lo que se ve reflejado en el Arto. 10 del Título II, Capítulo Único sobre el
Estado, y en el Arto. 20 del Título III, Capítulo Único La Nacionalidad Nicaragüense.
Respecto de la Parte Orgánica, los artículos reformados son:
Arto. 130 del Capítulo I, Principios Generales.
Arto. 133, 134 y 138 del Capítulo II, Poder Legislativo, del Título VIII.
Arto. 147, 150 Y 152 del Capítulo III, Poder Ejecutivo, del Título VIII.
Arto. 154 Y 156, del Capítulo IV, de la Contraloría General de la República, del Título
VIII.
Artos. 161, 162, 163 y 164 del Capítulo V, Poder Judicial, del Título VIII.
Artos. 170, 171 y 173 del Capítulo VI, Poder Electoral, del Título VIII.
29 (Fornos, 2000)
Como se puede constatar, las reformas están condensadas en la organización del
Estado, en donde el aspecto trascendental es la ampliación del número de miembros
de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo Supremo Electoral y de la Contraloría
General de la República.
Otro aspecto a destacar es que, en virtud de las disposiciones de la Ley 330, se
integran a la Asamblea Nacional como diputados propietarios y suplentes, electos por
el voto popular y directo en el período inmediato anterior. También forman parte como
diputados propietario y suplente los candidatos a Presidente y Vicepresidente que
participaron en la elección correspondiente, y obtuvieron el segundo lugar.
Las reformas establecieron, además, la cancelación de la personalidad jurídica de los
partidos políticos que no obtuviesen al menos el 4% del total de votos válidos en
elecciones de autoridades generales.
Capítulo III Integración de derechos humanos individuales mediante jurisprudencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia El presente capítulo informa el análisis integral de algunas sentencias de la Corte
Suprema de Justicia, tomando como parámetros lo que establece la Constitución,
jurisprudencia y la doctrina, de forma tal, que la visión resultante de los derechos
estudiados sea jurídica y meta-jurídica. Los derechos que a saber son: El derecho al
debido proceso, Derecho a la nacionalidad y Derecho a la propiedad, todos, relativo al
ámbito de los Derechos Humanos Individuales. Todo lo mencionado es sin detrimento a
la expansión que de cada análisis pueda inferirse.
3.1 El debido Proceso El debido proceso es el conjunto de garantías que corresponden al ser humano que es
objeto de investigación por parte de autoridad pública, cuyo objeto es determinar
responsabilidad en la materia de la jurisdicción pertinente. La constitución de Nicaragua
establece en su artículo 34, los elementos –uno a uno- que constituyen lo que en suma
entendemos en el Estado Social de Derecho como debido proceso.
3.2 Doctrina y definición El maestro Luigi Ferrajoli establece una importante teorización de la garantía procesal
–incluyendo claro está, el debido proceso- en la cual se observa la gravedad del tema,
tanto jurídica como filosóficamente, como dádiva y crítica inconmensurable. El estado
de derecho: niveles de normas y niveles de deslegitimación. El modelo penal
garantista, aun cuando recibido en la Constitución italiana y en otras Constituciones
como parámetro de racionalidad, de justicia y de legitimidad de la intervención punitiva,
se encuentra ampliamente desatendido en la práctica, tanto si se considera la
legislación penal ordinaria como si se mira a la jurisdicción o, peor aún, a las prácticas
administrativas y policiales. Esta divergencia entre la normatividad del modelo en el
nivel constitucional y su ausencia de efectividad en los niveles inferiores comporta el
riesgo de hace de aquél una simple fachada, con meras funciones de mistificación
ideológica del conjunto. La orientación que desde hace algún tiempo se conoce por el
nombre de: garantismo nació en el campo penal como una réplica al creciente
desarrollo de la citada divergencia, así como a las culturas jurídicas y políticas que la
han avalado, ocultado y alimentado, casi siempre en nombre de la defensa del Estado
de Derecho y del ordenamiento democrático.
El garantismo designa un modelo normativo del derecho: precisamente, por lo que
respeta al derecho penal, el modelo de <<estricta legalidad>> SG propio del estado de
derecho, que en el plano epistemológico se caracteriza como un sistema cognoscitivo o
de pode mínimo, en el plano político como una técnica de tutela capaz de minimizar la
violencia y de maximizar la libertad en el plano jurídico como un sistema de vínculos
impuestos a la potestad punitiva del estado en garantía de los derechos de los
ciudadanos. En consecuencia es <<garantista>> todo sistema penal que se ajusta
normativamente a tal modelo y lo satisface de manera efectiva.
Garantismo designa una filosofía política que impone al derecho y al estado la carga de
la justificación externa conforme a los bienes y a los intereses cuya tutela y garantía
constituye precisamente la finalidad de ambos. En este último sentido el garantismo
presupone la doctrina laica de la separación entre derecho y moral, entre validez y
justicia, entre punto de vista interno y punto de vista externo en la valoración del
ordenamiento, es decir, entre ser y deber ser del derecho. Y equivale a la asunción de
un punto de vista únicamente externo, a los fines de la legitimación y de la
deslegitimación ético-política del derecho y del estado.
La teoría general del garantismo: el carácter vinculado del poder público en el estado
de derecho; la divergencia entre validez y vigencia producida por los desniveles de
normas y un cierto grado irreductible de ilegitimidad jurídica de las actividades
normativas de nivel inferior; la distinción entre punto de vista interno y punto de vista
externo y la correspondiente divergencia entre justicia y validez; la autonomía y la
precedencia del primero y un cierto grado irreductible de ilegitimidad política de las
instituciones vigentes con respeto a él. Estos elementos no valen sólo en el derecho
penal, sino también en los otros sectores del ordenamiento. Por consiguiente es
también posible elaborar para ellos, con referencia a otros derechos fundamentales y a
otras técnicas o criterios de legitimación, modelos de justicia y modelos garantistas de
legalidad —de derecho civil, administrativo, constitucional, internacional, laboral—
estructuralmente análogos al penal aquí elaborado.
El principal presupuesto metodológico de una teoría general de garantismo está en la
separación entre derecho y moral, más en general, entre ser y deber ser. Esta
separación, elaborada en los orígenes del estado de derecho por el pensamiento
ilustrado, debe ser considerada en todo su alcance —epistemológico, teórico y
político— por dicha teoría como objeto privilegiado de investigación en los diversos
planos del análisis jurídico: el meta-jurídico de la relación entre derecho y valores ético-
políticos externos, el jurídico de la relación entre principios constitucionales y leyes
ordinarias y entre leyes y sus aplicaciones, y el sociológico de la relación entre derecho
en su conjunto y prácticas efectivas. Sólo el reconocimiento de la divergencia —
insuperable en cuanto ligada a la estructura deóntica de las normas— entre
normatividad y efectividad permite en efecto plantear el análisis de los fenómenos
huyendo de la doble falacia, naturalista y normativista, de la asunción de los hechos
como valores o, al contrario, de los valores como hechos. Esta doble falacia está en la
base de muchas regresiones ideológicas que caracterizan a la historia de la cultura no
sólo penalista sino jurídica en general: tanto de las filosofías de la justicia, por lo que
concierne a la relación entre ser y deber ser del derecho y por consiguiente al problema
de la justificación externa o política; así como de las teorías del derecho, en lo que
hace a la relación entre ser y deber ser en el derecho y por ende al problema de la
validez interna o jurídica. Una teoría del garantismo, además de fundamentar la crítica
del derecho positivo respecto a sus parámetros de legitimación externa e interna, es en
consecuencia también una crítica de las ideologías: de las ideologías políticas, ya sean
iusnaturalista o ético-formalistas, las cuales confunden, el plano político externo, la
justicia con el derecho, o peor aún a la inversa; y de las ideologías jurídicas, tanto
normativista como realistas, que paralelamente confunden, en el plano jurídico o
interno, la validez con la vigencia o, al contrario, la efectividad con la validez30.
Ahora corresponde comprender el fenómeno histórico del debido proceso y su vínculo
con la Constitución, el jurista Joan Picó i Junoy explica que tras la Segunda Guerra
Mundial, se produce en Europa y especialmente en aquellos países que en la primera
mitad del siglo XX tuvieron regímenes políticos totalitarios, un fenómeno de
constitucionalización de los derechos fundamentales de la persona, y dentro de éstos,
una tutela de las garantías mínimas que debe reunir todo proceso judicial. Se pretendía
con ello evitar que el futuro legislador desconociese o violase tales derechos,
protegiéndolos, en todo caso, mediante un sistema reforzado de reforma constitucional.
Claros ejemplos de este fenómeno de constitucionalización de las garantías procesales
como derechos fundamentales de las personas, lo constituyen los casos italiano y
alemán. Así, el art. 24 de la Constitución italiana de 24 de diciembre de 1947 establece:
<<Todos pueden actuar en juicio en defensa de sus propios derechos y sus legítimos
intereses. La defensa es un derecho inviolable en cualquier estado o grado del
proceso. Mediante institutos especiales se les aseguran a los pobres los medios para
actuar y defenderse ante cualquier jurisdicción>>
El precepto constitucional que mayor trascendencia tiene en cuanto a las garantías
procesales es el artículo 34, puesto que a través de él no sólo se elevan a rango
constitucional las pautas mínimas que debe cumplir todo proceso —y no sólo el
penal— sino que adquieren además naturaleza de derechos fundamentales, con las
consecuencias que ello conlleva y que seguidamente vamos a exponer31.
3.3 Regulación constitucional La Constitución Política de la República de Nicaragua, manifiesta en su Título IV
derechos y garantías del pueblo nicaragüense, Capítulo I, derechos individuales:
Artículo 34. Todo procesado tiene derecho, en igualdad de condiciones, a las
siguientes garantías mínimas:
30 (Ferrajoli, 2009) 31 (Junoy, 1997)
1. A que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme la
ley.
2. A ser juzgado sin dilaciones por tribunal competente establecido por la ley. No hay
fuero atractivo. Nadie puede ser sustraído de su juez competente ni llevado a
jurisdicción de excepción.
3. A ser sometido al juicio por jurados en los casos determinado por la ley. Se
establece el recurso de revisión.
4. A que se garantice su intervención y defensa desde el inicio del proceso y a disponer
de tiempo y medios adecuados para su defensa.
5. A que se le nombre defensor de oficio cuando en la primera intervención no hubiera
designado defensor; o cuando no fuere habido, previo llamamiento por edicto.
El procesado tiene derecho a comunicarse libre y privadamente con su defensor.
6. A ser asistido gratuitamente por un intérprete si no comprende o no habla el idioma
empleado por el tribunal.
7. A no ser obligado a declarar contra sí mismo ni contra su cónyuge o compañero en
unión de hecho estable, o sus parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o
segundo de afinidad, ni a confesarse culpable.
8. A que se le dicte sentencia dentro de los términos legales, en cada una de las
instancias del proceso.
9. A recurrir ante un tribunal superior a fin de que su caso se revisado cuando hubiese
sido condenado por cualquier delito.
10. A no ser procesado nuevamente por el delito por el cual fue condenado o absuelto
mediante sentencia firme.
11. A no ser procesado ni condenado por acto u omisión que, al tiempo de cometerse
no esté previamente calificado en la ley de manera expresa e inequívoca como punible,
ni sancionado con pena no prevista en la ley. Se prohíbe dictar leyes proscriptivas o
aplicar al reo penas o tratos infamantes.
El proceso penal debe ser público. El acceso de la prensa y el público en general podrá
ser limitado por consideraciones de moral y orden público.
El ofendido será tenido como parte en los juicios desde el inicio de los mismos y en
todas sus instancias.
3.4 Sentencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia sobre el Debido Proceso Corresponde ahora, demostrar mediante algunas sentencias de la Corte Suprema de
Justicia, cuáles son sus consideraciones a partir de lo establecido en la Constitución de
la República de Nicaragua en lo pertinente al derecho humano individual del debido
proceso.
La sentencia 317 del 16 de julio del año 2009 emitida por la Sala Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia, donde la corte se manifiesta por el recurso interpuesto por
el ciudadano José Enrique Padilla Santos, quien recurrió de amparo ante dicha sala
por considerarse agraviado de la resolución que emitiera la Contraloría General de la
República: en contra del Doctor GUILLERMO ARGÜELLO POESSY, Presidente en
funciones del Consejo Superior de la Contraloría General de la República, Doctor LINO HERNÁNDEZ TRIGUERO y Licenciado FULVIO ENRIQUE PALMA MORA, ambos
Miembros Propietarios del Consejo Superior de la Contraloría General de la República
y Licenciado CRISTIÁN PICHARDO RAMÍREZ, Miembro Suplente del Consejo
Superior de la Contraloría General de la República. Quienes le declaran
responsabilidad administrativa por medio de la resolución RIA-121-08. Sobre las transferencias de fondos de diferentes programas y proyectos que dichos
instituto realizó para cubrir gastos operativos del mismo nivel central.
Los derechos que el recurrente considera agraviado son: derechos y garantías
constitucionales como las contempladas en los artículos 24 inciso 2, 34 inciso 1, 8 y 11
Cn.
La corte en sus considerandos expone:
Considerando II La Contraloría General de la República, es un órgano de creación constitucional
(Artículo 138 numeral 9 inciso de la Cn.)
Considerando III
Esta Sala no duda, que la lucha contra la corrupción y la tutela del Patrimonio de
la Administración Pública es una tarea primordial y fundamental del Estado
Nicaragüense, pero la misma, como expresa el profesor Alemán WINFRIED
HASSEMER y el profesor Chileno JUAN BUSTOS RAMÍREZ ( ), debe de
hacerse respetando el Principio de Legalidad.
La Contraloría General de la República, conforme a su normativa, lleva a cabo
para sus procesos de investigación administrativa un proceso de instrucción o
sumario inquisitivo administrativo sancionador, basado en la escritura y, como
consecuencia, con característica (como todo sumario inquisitivo) de ser secreto,
burocrático y despersonalizado, con un grave déficit de reconocimiento y
articulación de derechos fundamentales a que toda persona tiene derecho en
este tipo de Proceso Administrativo, y en cualquier otro tipo de proceso.
En la declaración testimonial no se les advierte, si comparecen o no en calidad
de testigo o investigado, esta Sala de lo Constitucional debe suponer que en
calidad de testigo, en virtud de que no se les advirtió sus derechos
constitucionales del debido proceso (a la presunción de inocencia, Artículo 34
inciso 1 Cn, el derecho a la defensa, Artículo 34 incisos 4 y 5, el derecho de
abstenerse a declarar en contra de sí mismo, Artículo 34 inciso 7 Cn, etcétera);
sin embargo, la conclusión de las “Diligencias Creadas” dice todo lo contrario, ya
que los recurrentes asisten en calidad de investigado o imputado, esto puede
deducirse de la sentencia del Órgano Superior que establecen en su contra
responsabilidades penal… y administrativa.
Para esta Sala de lo Constitucional, el hecho de que no se le advierta a los
funcionarios investigados, de que tienen derecho a guardar silencio conforme lo
establece la Constitución Política y advertirle que nadie está obligado a declarar
contra sí mismo (Artículo 34 inciso 7 Cn), es fundamental no sólo para asegurar
un Proceso Administrativo en contra de actos de corrupción justo y transparente,
sino legítimo.
El Debido Proceso Constitucional ordena a la autoridad o funcionario que
investiga a una persona a garantizarle su defensa material y técnica, que la
persona investigada pueda defenderse por si misma o bien, por medio de una
abogada o abogado. Además que la persona investigada por la auditora o
auditor y su representante deben de tener certeza de cuáles son los derechos y
garantías que el procedimiento les establece (la Ley Orgánica de la Contraloría
General de la República no contempla ninguno, pero sí la Ley de Probidad de
Servidores Públicos que estipula el Principio de Legalidad Administrativo y el
desarrollo adecuado y respetuoso del debido proceso) y aquellos que el
funcionario instructor les puede o no reconocer. El proceso es esencialmente un instrumento del Estado Social y Democrático de
Derecho (Artículos 7 y 130 párrafo 1 Cn), en el que la base es la presunción de
inocencia (Artículo 34 inciso 1 Cn), como corresponde al modelo del debido
proceso (due process model). En este modelo procesal, aquel derecho
fundamental, y otros igualmente esenciales, como el derecho de defensa
(Artículo 34 incisos 4 y 5 Cn), el derecho al juez natural (Artículo 34 inciso 2 Cn),
el derecho a un juez imparcial, el derecho a ser informado de la acusación, o, en
fin, lo que en Nicaragua se denomina «derecho a un proceso con todas las
garantías», son considerados absolutamente necesarios, verdaderos
presupuestos legitimadores del proceso, ya sea jurisdiccional o administrativo.
Esta Sala recuerda que los derechos fundamentales, entre ellos los procesales,
son derechos inalienables del ciudadano frente al Estado.
Estos derechos fundamentales se logran caracterizar porque logran estructurar
las atribuciones y derechos a cumplir por parte del Estado (parte objetiva), quien
debe garantizarlos, y el particular en ese sentido puede hacer cumplir el respeto
a estos derechos (parte subjetiva). Ello explica, como lo ha expresado el
Tribunal Constitucional Español en su Sentencia No. 41/1997, que el Recurso de
Amparo «no constituye una vía abierta a los poderes públicos para la defensa de
sus actos y de las potestades en que éstos se basan, sino, justamente, un
instrumento para la correcta limitación de tales potestades y para la eventual
depuración en defensa de los derechos fundamentales y libertades públicas de
los particulares».
El Artículo 11.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948
reconoce este derecho afirmando que "toda persona acusada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad,
conforme a la ley y en juicio público en que se le hayan asegurado todas las
garantías necesarias para su defensa"; el Artículo 14.2 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos dice también que "toda persona acusada de un
delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su
culpabilidad conforme a la ley", y el Artículo 6.2 de la Convención Europea de
Derechos Humanos establece que "toda persona acusada de una infracción se
presume inocente hasta que su culpabilidad haya sido legalmente declarada". Para esta Sala de lo Constitucional es impropio que se abra un Proceso
Administrativo (o jurisdiccional) a una persona y se finalice este en una
resolución, como en los casos objetos de estudio, y no se le garantice, como lo
expresa la Norma Primaria, los medios y el tiempo para la defensa (Artículo 34).
No hay una sola justificación ni motivo para violarse los derechos a una persona,
el hecho de que la Contraloría General de la República no haya contado con una
normativa propia para hacer efectivo el respeto de los Derechos y Garantías
fundamentales, no es excusa a sus funcionarias y funcionarios para no tomar a
la Constitución Política y los instrumentos internacionales en materia de
Derechos Humanos ratificados por el Estado de Nicaragua, para articular a lo
largo de las diligencias de investigación administrativa el debido proceso que
establece la Norma Primaria. Por esta razón, y para el caso concreto, esta Sala
debe aclarar que la Contraloría General de la República en sus “Diligencias
Creadas” no garantizó a los recurrentes sus derechos fundamentales, el
Principio de Legalidad Administrativa y el respeto al debido proceso.
Considerando IV
El debido proceso es un ritual respetuoso de la dignidad humana y de la justicia. Para el inicio, desarrollo y conclusión del Proceso Administrativo, la ley exige
dos supuestos, primero, el respeto al Principio de Legalidad Administrativo
Sancionador y, segundo, el Debido Proceso.
“el debido proceso constitucional no sólo es aquel que nos da las grandes líneas
o principios a los que debe estar sometido cualquier proceso jurisdiccional, o
administrativo, sino que también contiene las prevenciones necesarias para
evitar que la autoridad, judicial o administrativa, con motivo de su trámite afecte
o lesione los derechos fundamentales de los ciudadanos. Así el debido proceso
puede ser concebido como un sistema o medio, para garantizar la justicia la
equidad. Estos principios han llevado a esta Sala a mantener en sus sentencias
que el principio del debido proceso…rige tanto para los procedimientos
jurisdiccionales como para los administrativos” (Sentencia 15-90). El proceso, como lo ha expresado en una importante sentencia la Sala de lo
Penal de la Corte Suprema de Justicia (véase Sentencia de cuatro de febrero del
año dos mil nueve, de las nueve y treinta minutos de mañana), inicia con el
primer acto de investigación y finaliza con la extinción de la responsabilidad de la
persona, lo mismo que para el Proceso Administrativo. Para el caso del Proceso
Administrativo que lleva a cabo la Contraloría General de la República, y habida
cuenta de que el mismo puede concluir en responsabilidades, especialmente en
Presunción Penal, deben de garantizar el Debido Proceso, tal y como lo indica
esta Sala, a los servidores públicos que son sujetos de Proceso Administrativo,
es decir, la autoridad jurisdiccional y administrativa, debe asegurar que se
respeten cada uno de los principios y derechos derivados del debido proceso, de
lo contrario toda resolución en contra de los mimos se sancionará con nulidad y
se tendrá sin efecto legal, respetándose el non bis in idem. En este sentido,
son válidas las premisas planteadas por BERNARDIS, en donde “el debido
proceso constituye una garantía y un derecho fundamental de todos los
justiciables que les permitirá, una vez ejercitado el derecho de acción pueden,
efectivamente, acceder a un proceso que reúna los requisitos que lleven a la
autoridad encargada de resolverlo a pronunciarse de manera justa, equitativa e
imparcial. Es decir, aquellos elementos que resultan exigibles por los justiciables
para que el proceso que se desarrolle, cualquiera que este sea, pueda permitirle
acceder a la cuota de justicia a la que este debe llevarle. De esta manera, el
proceso se constituirá en el vehículo que proporciona y asegura a los justiciables
el acceso a la justicia, entendida esta como valor fundamental de la vida en
sociedad”.
Estas garantías, principios procésales y derechos son númerus apertus (son
dinámicos, no estáticos), teniendo como parámetro a la valoración jurídica de la
justicia y la dignidad humana, es decir, el ser humano como centro de la
sociedad y su convivencia dentro de un Estado Social de Derecho basado de
una democracia sustancial como presupuesto para el desarrollo y eficacia del
mismo”. En esta sentencia la corte falló HA LUGAR el recurso interpuesto por los recurrentes.
La sentencia 215 del 16 de julio del año 2009 emitida por la Sala Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia, donde la corte se manifiesta por el recurso interpuesto por
el ciudadano KARLA VANESSA QUEZADA REYES, quien recurrió de amparo ante
dicha sala contra el señor MIGUEL ÁNGEL VÍLCHEZ, en su calidad de Juez Segundo
Local del Crimen de la ciudad de León, por haber conocido un juicio de familia sin tener
competencia, en abierta violación de la Constitución Política. Expresó que el judicial
relacionado violó la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la Niña
(Artículo 71 fracción segunda Cn.), el Principio del Interés Superior del niño, definidos
en el Código de la Niñez y la Adolescencia, Decreto Ley No. 1065 y Artículo 56 de la
Ley No. 260 "Ley Orgánica del Poder Judicial". Señaló que respecto a sus derechos y
garantías individuales, el Juez violó el Artículo 34 inciso 11) Cn. y que respecto al
requisito estipulado en el inciso 6) del Artículo 27 de la Ley de Amparo, presentó escrito
que acompañó en el Juzgado, sin que apareciera el Juez. Que por las razones
expuestas solicitaba que se le amparara por la actuación arbitraria del Juez Segundo
Local del Crimen de León, Licenciado MIGUEL ÁNGEL VÍLCHEZ JARQUÍN y ordenara
la suspensión del conocimiento y actuación, en asunto que no es de su competencia,
sino de los jueces civiles.
La corte en sus considerandos expone:
Considerando I
Nuestra Constitución Política establece en su artículo 188 Cn., que el Recurso
de Amparo procede en contra todo acto, disposición, resolución, acción u
omisión de cualquier funcionario, autoridad, o agente de los mismos que viole o
trate de violar los derechos y garantías consagrados en la Constitución Política,
instrumento jurídico que se encuentra regulado en la Ley de Amparo.
procede el Recurso de Amparo contra las resoluciones de los funcionarios
judiciales en asuntos de su competencia. En el presente caso, el Recurso de
Amparo se interpuso contra el Juez Segundo Local del Crimen de León,
alegándose en el escrito de interposición que el funcionario recurrido actuó fuera
del ámbito de su competencia, invocando la violación de los Artículos 34 inciso
1) y 71 Cn.
la Ley Orgánica del Poder Judicial expresamente en el Artículo 161 hace una
definición de funcionarios el cual literalmente se lee: “En esta ley se denominan
Servidores, en general, las personas que prestan sus servicios en el Poder
Judicial. Por Funcionarios Judiciales se entenderá específicamente a quienes
administran justicia: los Magistrados, Jueces de Distrito y Jueces Locales. Se
entenderá por funcionarios, en general, a los que tengan atribuciones y
responsabilidades propias determinadas en la presente Ley”.
No obstante la Ley de Amparo, a fin de garantizar elementales Principios
Constitucionales, como son los de seguridad jurídica (Artículo 25 N° 2 Cn), y la
cosa juzgada (Artículo 34 N° 10 Cn.), coherente con ellos, en su Artículo. 51
numeral 1) establece que “No procede el Recurso de Amparo, N° 1) Contra las
resoluciones de los funcionarios judiciales en asuntos de su competencia”. Lo
cual no implica que no puedan ser recurrible por la vía del Recurso de Amparo
aquellas resoluciones judiciales que están fuera de la competencia del Judicial.
“El Artículo 51 inciso 1 de la Ley de Amparo establece que: No procede el
Recurso de Amparo contra resoluciones de los funcionarios judiciales en
asuntos de su competencia, lo que a contrario sensu podría interpretarse que sí
podría caber en aquellos casos en que las resoluciones judiciales se han dictado
sin tener competencia dichos funcionarios... La Sala de lo Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia, a la luz de las disposiciones citadas estima que
podría caber un Recurso de Amparo por falta de competencia del judicial al
dictar su resolución si esta fuese alegada en las instancias correspondientes...”
(Ver B.J., 1996, Sent. N° 42, de las diez y treinta minutos de la mañana, del 27
de marzo, pág. 91; así como Sent. N° 158, de las nueve de la mañana, del
quince de noviembre B.J., 1998, Sentencia N° 193, de las nueve de la mañana,
del doce de noviembre; y Sentencia No. 81 de las diez y cuarenta y cinco
minutos de la mañana, del 5 de mayo del dos mil tres, Cons. II).
En consecuencia, cuando se recurre de amparo de resolución o sentencia,
alegando incompetencia del judicial que la dictó, el Tribunal Receptor se limitará
a llenar las omisiones de forma, al tenor de lo establecido en los artículos 27 y
28 de la Ley de Amparo, siendo a esta Sala de lo Constitucional a la que le
corresponde examinar si dicha resolución ha sido dictada dentro de su
competencia, o no.
sí cabe el Recurso de Amparo en contra de las Resoluciones Judiciales, en
asuntos fuera de sus competencias.
Considerando III
Finalmente debemos decir que si bien la recurrente no invocó debidamente las
disposiciones constitucionales pertinente, ESTA SALA en razón del Control y
Tutela de las Garantías Constitucionales del administrado debe hacer mención
de dichas disposiciones, como es el artículo 34 numeral 2) Cn. que señala el
derecho de todo procesado a ser juzgado sin dilaciones por tribunal competente
establecido por la ley, cuya norma constitucional constituye una garantía del
debido proceso en cualquier tipo de juicio o procedimiento.
“El Recurso de Amparo en contra de resoluciones judiciales no es una regla
general en la institución del amparo, sino que se admite como una excepción por
ministerio de ley (ope legis), según el artículo 51 numeral 1 de la Ley de Amparo,
limitada única y exclusivamente para aquellos asuntos en donde el judicial ha
obrado con absoluta displicencia en contra de las normas que regulan la
competencia como en el caso de autos, en donde es clara y evidente la violación
de dicha figura procesal y con ello uno de los más elementales derechos
constitucionales como es el Debido Proceso, por lo que hace al Principio de
Exclusividad de Juez Legal, o de Juez Natural contenido en el artículo 34 Cn.,
que dice: “Todo procesado tiene derecho, en igualdad de condiciones, a las
siguientes garantías mínimas: 2) A ser juzgado sin dilaciones por Tribunal
Competente establecido en la Ley. No hay fuero atractivo. Nadie puede ser
sustraído de su Juez competente, ni llevado a jurisdicción de excepción”.
Disposición recogida en el artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que
dice: “Los Juzgados y Tribunales ejercen su competencia exclusivamente en los
casos que le sea atribuida por ésta u otra Ley”, garantías constitucionales que se
le han privado al recurrente”. Sobre este particular la Suprema Corte de Estados
Unidos de Norte América ha sostenido “Que es garantía fundamental la
existencia de un tribunal <competente e imparcial>, y que viola la garantía del
due process of law la existencia de un Juez inferior que cobra sus servicios sólo
cuando condena al demandado y no cuando lo absuelve” (Fundamentos del
Derecho Procesal Civil, Eduardo J. Couture, Ed. Desalma, Buenos Aíres, 1988,
pág. 161). … (Sentencia No. 12, de las 10:45 a.m., del 31 de enero del 2006,
Cons. V).
En lo que respecta al Artículo 71 Cn., esta Sala es del criterio que siendo el
conflicto del ámbito de derecho de familia, el cual repercute en una menor, el
Juez debió considerar la protección especial consignada en la norma
constitucional, lo que no hizo, violando la disposición citada, por lo que no cabe
más que concluir que habiéndose comprobado las infracciones a las normas
constitucionales se debe amparar a la recurrente aún y cuando el Juez recurrido
posteriormente se haya declarado incompetente. Por lo que llegado el estado de
resolver.-
En esta sentencia la corte falló HA LUGAR el recurso interpuesto por los recurrentes.
La sentencia 57 del dos de marzo del año dos mil diez emitida por la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, donde la corte se manifiesta por el
recurso interpuesto por el ciudadano GUSTAVO ADOLFO NARVÁEZ PICADO quien
recurrió de amparo ante dicha sala por considerarse agraviado de la resolución que
emitiera la Contraloría General de la República: Licenciado FRANCISCO RAMÍREZ TORRES, Presidente; Licenciado JUAN GUTIÉRREZ HERRERA, Vicepresidente;
Doctor GUILLERMO ARGUELLO POESSY, Miembro Propietario; Doctor JOSÉ PASOS MARCIAQ, Miembro Propietario; y el Licenciado LUIS ÁNGEL MONTENEGRO, Miembro Propietario. Por haber emitido resolución administrativa No.
RIA-334-02, de las diez de la mañana del día diecisiete de septiembre del año dos mil
dos, en donde se le establece pliego de glosas por responsabilidad civil por haber
recibido bajo los conceptos de bono productivo y aguinaldo la cantidad de sesenta y
siete mil quinientos ochenta y ocho Córdobas con cuarenta centavos (C$ 67, 588.40),
además de haber recibido en concepto de dietas por asistencia a sesiones de la Junta
Directiva la suma de doscientos diecinueve mil cuatrocientos noventa y cuatro
Córdobas con noventa y un centavos (C$ 219,494.91)
Estima el recurrente que con tal resolución administrativa del Consejo Superior de la
Contraloría General de la República, se lesionan los artículos 26 numerales 3 y 4, 27,
29, 34 numerales 1, 2, 4, 5, 7, 154, 155 y 130 Cn.
La corte en sus considerandos expone:
Considerando I El Estado Social y Democrático de Derecho (artículo 7 y 130 párrafo 1 Cn) tiene
como uno de sus presupuestos fundamentales el reconocimiento, defensa y
respeto de los derechos y garantías fundamentales consignados, en su mayoría,
en la Constitución política, en la cual se configura y estructuran los poderes del
Estado que ella misma reconoce, por lo que establece los límites al ejercicio del
poder, además de las libertades y derechos fundamentales, junto a sus
garantías, como dice la Profesora de la Universidad de Pinar del Río, Cuba,
Liana Simón Otero. Con esto se le otorga a la Carta Magna el carácter de
supralegalidad frente a las demás normas inferiores a ella (incluyendo a las
denominadas leyes con carácter constitucional, como la Ley de Amparo),
posición que solo se cumple a través de mecanismos de tutela constitucional,
conocidas como Justicia Constitucional. Según el profesor y Magistrado de la
Corte Suprema de Justicia de República Dominicana, Rafael Luciano Pichardo,
la justicia constitucional tiene, para cumplir sus fines, un desarrollo
procedimental que comprende una serie de actuaciones y/o ejercicios
conceptuales dirigidos a la interpretación de la Constitución y, si resultara
procedente, a la aplicación de la Norma Suprema sobre cualquier disposición
procesal que colida con la misma.
Considerando II
La Contraloría General de la República es un órgano de creación constitucional
(artículos 154 y 155 Cn) que tiene por finalidad, orgánica e institucional, el
control de la Administración Pública y la fiscalización de los bienes y recursos
del Estado y, en consecuencia, le corresponde establecer el sistema de control
de manera preventiva que asegure el uso debido de los fondos
gubernamentales; el control sucesivo sobre la gestión del Presupuesto General
de la República y el control, examen y evaluación de la gestión administrativa y
financiera de los entes públicos, los subvencionados por el Estado y las
empresas públicas o privadas con participación de capital público. También, la
Constitución Política le faculta a la Contraloría General de la República realizar
auditorías e investigaciones para cumplir con sus funciones, es decir, para
garantizar la protección del patrimonio de la Administración estatal y la correcta
aplicación del Presupuesto General de la República, todo a desarrollarse con el
estricto cumplimiento de las disposiciones constitucionales y de las leyes
vigentes del país.
Considerando III
Por tanto, del análisis de las diligencias creadas, se observa que las mismas se
encuentran estructuradas de tal forma que no toma en cuenta los postulados
constitucionales, de forma inquisitiva y en consecuencia vulneran derechos
fundamentales contenidos en nuestra Constitución Política.
El artículo 46 Cn. reconoce la plena vigencia e integra en la misma el contenido
de los instrumentos internacionales de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos; en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; en
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las
Naciones Unidas; y en la Convención Americana de Derechos Humanos de la
Organización de Estados Americanos, otorgándoles rango y reconocimiento
constitucional, es decir, estos instrumentos los integra con carácter de normas
constitucionales frente a las demás normas jurídicas de nuestro ordenamiento
jurídico, con la finalidad de promover la tutela efectiva de los Derechos humanos
y Derechos fundamentales de las personas, con la finalidad de que el Estado y
Poderes institucionales los observen, apliquen, cumplan y respeten en el ámbito
de la actividad de la administración de justicia y de la administración pública en
general. Uno de los principios constitucionales vulnerados en los presentes
casos es el debido proceso o proceso legal, columna fundamental para el
respeto de los derechos fundamentales de la persona.
para que el proceso administrativo pueda valorarse de forma positiva, que se le
garantice el derecho a la defensa a los investigados de forma real, y no formal
(artículo 34 inciso 4 y 5 Cn) en cada una de las instancias del mismo, una
defensa técnica y material, no meramente enunciativa o formal, como esta
acostumbrado el procedimiento de la Contraloría General de la República a
estipular a través de una invitación a rendir la debida “Declaración Testimonial” o
de brindar información por escrito de parte de los investigados. Este derecho en
los presentes casos, ha sido vulnerado no sólo porque los investigados no saben
cual es el rol que juegan en el proceso administrativo, si no que no son ni
siquiera invitados a comparecer en carácter de imputado y así tener un plano de
igualdad jurídica (artículo 27 Cn) antes los funcionarios que le investigan, es
decir, que su papel de investigados es pasivo, sólo se limitan hacer
espectadores del acontecimiento auditado.
Como lo señala MORENO CATENA, que el derecho de defensa debe ser
considerado como derecho que tiene el imputado o procesado de hacer uso de
una adecuada defensa. De tal manera que la defensa debe operar como un
factor de legitimidad de la acusación y de la sanción penal, civil o administrativa.
También confluyen en la defensa otras garantías y derechos como la audiencia
del procesado, la contradicción procesal, el derecho a la asistencia técnica del
Abogado, que deben ser tutelados para la aplicación de un proceso justo e
imparcial, con medios probatorios lícitos, de lo contrario se transgrede el
derecho a no declarar contra de sí mismo o declararse culpable de parte de los
investigados (artículo 34 inc. 7 Cn). Por tanto, el derecho a la defensa se debe
lograr materializar en el hecho de que las partes del proceso (sea penal,
administrativo o constitucional) siempre deben estar informados de cada una de
las actuaciones que se lleven en el mismo, a través de las respectivas
notificaciones o autos que afecten a cada una de las partes y que, en definitiva,
inciden en el proceso. Este derecho fundamental del cual se alude, se encuentra
identificado en la Convención Americana de Derechos Humanos, que en su
artículo 8 numeral 2, afirma que toda persona inculpada de delito…durante el
proceso, tiene derecho, en plena igualdad, a una concesión al inculpado del
tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa (inc. c); el
derecho de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su
elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor (inc. d); y el
derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el
Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se
defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por
la ley (inc. e). En esta línea de pensamiento, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos en su artículo 14 numeral 3, expresa que durante el proceso,
toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, al
disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su
defensa y a comunicarse con un defensor de su elección (inc. b); y a hallarse
presente en el proceso y a defenderse personalmente o ser asistida por un
defensor de su elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del derecho que
le asiste a tenerlo, y, siempre que el interés de la justicia lo exija, a que se le
nombre defensor de oficio, gratuitamente, si careciere de medios suficientes
para pagarlo (inc. d). La Convención Europea de Derechos Humanos y
Libertades Fundamentales por su lado también es de la idea de que todo
acusado tiene derecho ser informado, en el más breve plazo, en una lengua que
comprenda y detalladamente, de la naturaleza y de la causa de la acusación
formulada contra él (artículo 3 inc. a); a disponer del tiempo y de las facilidades
necesarias para la preparación de su defensa (artículo 3 inc. b); y a defenderse
por sí mismo o a ser asistido por un defensor de su elección y, si no tiene
medios para pagarlo, poder ser asistido gratuitamente por un Abogado de oficio,
cuando los intereses de la justicia lo exijan (artículo 3 inc. c). En los casos
concretos, además de verse lesionado el derecho de defensa, se logra identificar
una posición dual de parte de los auditores, por un lado en su labor de auditar y,
la segunda, de investigar, acusar, juzgar y ejecutar; situación que vulnera en los
presentes casos, derechos constitucionales y las garantías propias que
desarrolla el debido proceso, en donde se deben tutelar las garantías
fundamentales contenidas en la Constitución Políticas, exigiéndose, como lo
expresa la Sentencia No. 317/ 2009 de esta Sala Constitucional, dos supuestos,
primero, el respeto al Principio de Legalidad Administrativo Sancionador y,
segundo, el Debido Proceso. Respecto al primer supuesto, la ley manifiesta que
las infracciones administrativas deben estar prevista en la Ley (y no en norma de
rango inferior), que las conductas contempladas en las infracciones, comisivas u
omisivas, deben estar prevista por ley anterior, de forma expresa e inequívoca;
es decir, que no basta que la ley contemple (a través de cada disposición) la
infracción administrativa para que esta formalmente cumpla con la legalidad,
sino que esta debe de cumplir con el requisito de la lex stricta. Este requisito se
deriva del mandato de taxatividad y la seguridad jurídica (prohibición de
indeterminación o imprecisión), conocido también como “mandato de precisión,
determinación, certeza o taxatividad”, en el sentido de que el texto escrito se
formule con precisión. Esto supone que el aspecto de seguridad jurídica del
Principio de Legalidad Administrativa se vería quebrantado si se utilizan fórmulas
vagas, imprecisas o indeterminadas en la descripción de la conducta típica, o en
la definición de los límites de sus consecuencias jurídicas; pues significa dejar
en manos del funcionario público la precisión de los límites, vulnerando la
exclusividad del legislativo en esta materia. Es decir, la declaración del Principio
de Legalidad Administrativa exige al legislador establecer de forma clara y
precisa en la ley, tanto el supuesto de hecho como la consecuencia jurídica, lo
que algunos llaman mandato de certeza o Principio de Determinación; esto
supone que al momento de crear la ley debe excluirse el empleo de cláusulas
generales o el establecimiento de disposiciones abiertas, ya que en la mayoría
de los casos conceden al intérprete una amplia discrecionalidad. El segundo
supuesto…es el hecho de que en todo Proceso Administrativo debe de
respetarse el debido proceso, y particularmente en aquellos casos que conoce la
Contraloría General de la República y que pueden desembocar en presunciones
y responsabilidad penales (Considerando IV). Todo esfuerzo por combatir la corrupción u otros hechos delictivos que no
contemple en su proceso de investigación los derechos del proceso justo, se
derrumba, se deslegitima, creando fisuras en el Estado de Derecho, hecho que
esta Sala no puede ni debe permitir.
En esta sentencia la corte falló HA LUGAR el recurso interpuesto por los recurrentes.
3.5 La Nacionalidad Comencemos a través de las pertinentes líneas que prosiguen, lo que a nacionalidad
se refiere, comencemos con un concepto somero que debe –por integralidad- abordar
luego, aspectos doctrinarios y jurisprudenciales.
La nacionalidad proviene de la palabra nacional y este del latín natío-onis: nación, raza,
de nasci: nacer. S. XV-territorio y habitantes de un país. La nacionalidad puede ser
definida como: “el atributo jurídico que señala el individuo como miembro del pueblo
constitutivo de un Estado. Es el vínculo legal que relaciona a un individuo con un
Estado.”
3.6 Doctrina y definición La nacionalidad subyace en el subconsciente colectivo de la sociedad, por tener esta –
la nacionalidad- su origen la familia; núcleo fundador de la sociedad. P.S. Mancini en su
libro “sobre la nacionalidad” explica: Procedamos ponderadamente al análisis del hecho
de la nacionalidad; examinemos los elementos que lo constituyen, las condiciones de
su legitimidad y autoridad jurídica, las leyes según las cuales se manifiesta y desarrolla
en la historia del mundo.
Señores, en cuanto un incierto rayo de luz, en el alba de la vida, ilumina la inteligencia
del hombre, ¿Cuáles son los primeros conocimientos que adquiere, los primeros
afectos que nacen en su corazón? Conoce y ama a aquéllos de los que ha nacido y
que lo crían, la casa o la cabaña en la que ha abierto los ojos a la luz; luego, bien
pronto conoce y ama la tierra en la que vive, las murallas del pueblo nativo, los
hombres que con él lo habitan. Esos instintos del niño son el germen de dos poderosas
tendencias del hombre adulto, de dos leyes naturales de la especie, de dos formas
perpetuas de asociación humana, la familia y la nación. Hijas ambas de la naturaleza, y
no del artificio, compañeras inseparables del orden social.
Es más, la nación, en su primitiva génesis histórica, no pudo ser más que la familia
misma, que se amplió por descendencia y por generaciones sobre el territorio que
ocupaba, y por una asociación de familias unidas entre sí por los vínculos
matrimoniales32.
La nacionalidad es el derecho humano fundamental que establece el vínculo jurídico
esencial entre el individuo y el Estado, en virtud del cual una persona es miembro de la
comunidad política que un Estado constituye según el Derecho Interno y el Derecho
Internacional.
El individuo se encuentra bajo la jurisdicción del Estado dentro de cuyo territorio reside,
y tiene el deber de cumplir con las leyes de dicho estado mientras reside en él. Sin
embargo, al mismo tiempo el individuo queda bajo la jurisdicción personal del estado
del cuales nacional, y debe lealtad a dicho estado dondequiera que esté. A cambio de
32 (Mancini, 1985)
ello, tiene derecho a ser protegido por el Estado del cual es nacional. La nacionalidad
es entonces un lazo jurídico que une al individuo con un Estado determinado a varios
fines; es un vínculo establecido por el derecho interno, en otros términos, corresponde
a cada Estado legislar sobre la adquisición, la pérdida y la readquisición de la
nacionalidad.
Algunos puntos obre nacionalidad han sido reglados a veces por medio de tratados.
Debe, entonces, observarse que las disposiciones de derecho interno sobre la
nacionalidad son reconocidas por los demás Estados en la medida en que ellas no
afectan los tratados o la costumbre internacional. En este sentido la Corte Permanente
de Justicia Internacional en 1923 en la Opinión Consultiva sobre los Decretos de
Nacionalidad de Túnez y Marruecos sostuvo que las cuestiones de nacionalidad
pertenecen al dominio reservado del Estado, pero este dominio está limitado por lasa
obligaciones que se hayan asumido respecto a otros Estados.
Entre estas nociones generales, debe recordarse también que en el caso Nottebohm33
de 1955 la Corte Internacional de Justicia reconoció que internacionalmente, si bien
cualquier Estado es libre de establecer los requisitos para otorgar la nacionalidad, debe
existir una suficiente conexión para que pueda internacionalmente ser considerado
nacional y, en consecuencia, ejercer la protección diplomática a su favor. La Corte
sintetizó esta noción de un vínculo genuino efectivo entre el individuo y el Estado en su
fallo, estableciendo que el mismo era manifestado por factores tales como nacimiento,
residencia y transmisión hereditaria:
“La nacionalidad es un vínculo legal que tiene su base en el hecho social del
enraizamiento, una conexión genuina de existencia, intereses y sentimientos, junto con
la existencia de deberes y derechos recíprocos”.
Podemos mencionar también que en la convención de la Haya de 1930 Sobre Ciertas
Cuestiones Relativas al Conflicto de leyes de Nacionalidad, llevada a cabo bajo los 33 Se refiere a una decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya del 6 de abril de 1955, donde se determinaban los criterios por el cual Guatemala podía rechazar válidamente la nacionalidad de Liechtenstein que invocaba en su favor Friedrich Nottebohm, un nativo de Alemania establecido en Guatemala entre 1905 y 1943, decisión relevante en del Derecho Internacional respecto de los criterios que rigen el reconocimiento de nacionalidad efectiva de una persona.
auspicios de la: Sociedades de las Naciones y primer intento internacional para
garantizar que todas las personas tengan una nacionalidad, en su arto1. Enuncia:
“Es discreción de cada estado determinar, bajo su propia legislación, quienes son sus
ciudadanos. Esta legislación será reconocida por otros Estados en la medida que sea
compatible con las Convenciones Internacionales y la Práctica Internacional, y con los
principios de derecho generalmente reconocidos con respecto a la nacionalidad.
Lo que se busca principalmente es el respeto a la dignidad de la persona, la no
discriminación por razón de nacionalidad y sobre todo evitar personas apátridas, es
decir la falta de nacionalidad, lo cual pesa sobre el individuo y la comunidad
internacional, por cuanto un extranjero que no se identifica legalmente con ningún
Estado puede resultar un problema para todos, además de estársele negando un
derecho fundamental34
3.7 Regulación Constitucional La Constitución Política de la República de Nicaragua, manifiesta en Título III, la
nacionalidad nicaragüense, capítulo único.
Arto.15. Los nicaragüenses son nacionales o nacionalizados.
Arto.16. Son nacionales:
1. Los nacidos en el territorio nacional. Se exceptúan los hijos de extranjeros en
servicio diplomático, los de funcionarios extranjeros al servicio de organizaciones
internacionales o los de enviados por sus gobiernos a desempeñar trabajos en
Nicaragua, a menos que optaren por la nacionalidad nicaragüense.
2. Los hijos de padre o madre nicaragüense.
3. Los nacidos en el extranjero de padre o madre que originalmente fueron
nicaragüenses, siempre y cuando lo solicitaren después de alcanzar la mayoría
de edad o emancipación.
4. Los hijos de padres extranjeros nacidos a bordo de aeronaves y embarcaciones
nicaragüenses, siempre que ellos lo solicitaren.
34 (Br. Mercerdes Haydee Álvares Bravo. Br. Enoe Gabriela López Rodríguez, 2009)
Arto. 17. Los centroamericanos de origen tienen derecho de optar a la nacionalidad
nicaragüense, sin necesidad de renunciar a su nacionalidad y pueden solicitarla ante
autoridad competente cuando residan en Nicaragua.
Arto.18. La Asamblea Nacional podrá declarar nacionales a extranjeros que se hayan
distinguido por méritos extraordinarios al servicio de Nicaragua.
Arto. 19. Los extranjeros pueden ser nacionalizados, previa renuncia a su nacionalidad
y mediante solicitud ante autoridad competente, cuando cumplieren los requisitos y
condiciones que establezcan las leyes de la materia.
Artículo.20. Ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad. La calidad de
nacional nicaragüense no se pierde por el hecho de adquirir otra nacionalidad.
Arto.21. La adquisición, pérdida y recuperación de la nacionalidad serán reguladas por
las leyes.
Arto.22. En los casos de doble nacionalidad se procede conforme los tratados y el
principio de reciprocidad.
3.8 Sentencias de la Corte Suprema de Justicia sobre la Nacionalidad La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, se manifiesta en la siguiente
sentencia.
La Sentencia 146 del catorce de Julio de mil novecientos noventa y nueve, donde la
Sala constitucional se pronuncia por el Recurso de Habeas Corpus interpuesto por el
señor Alessio Casimirri en contra del señor Alfredo Mendieta Artola en su calidad e
Ministro de Gobernación Que esa fue su respuesta de derecho a una campaña
publicitaria en su contra que pretende hacerlo aparecer como terrorista y culpable de
delitos que nunca cometió mientras vivió en la República de Italia. Que pese a estar
tutelado por la resolución judicial precitada (la Resolución Número doscientos treinta y
tres (233) mediante la que se le otorga la nacionalidad Nicaragüense, de conformidad con
la Ley de Nacionalidad, Decreto Número 867, del doce de Noviembre de mil novecientos
ochenta y uno y su Reglamento, publicado en La Gaceta No. 52 del cuatro de Marzo de
mil novecientos ochenta y dos), el titular de Gobernación declaró públicamente el
dieciocho de Noviembre de mil novecientos noventa y tres, su disposición de declarar
nula su calidad de ciudadano nicaragüense y deportarlo a un tercer país, en el que sería
apresado y extraditado, posteriormente a Italia.
A este respecto la Sala Constitucional expone:
Considerando III
En vista de la diversidad de criterios, esta Sala desea dejar sentada de una vez, la
interpretación que debe dársele a la Ley de Amparo en lo referente a este punto.
Todos los requisitos establecidos en el artículo 27 de la Ley de Amparo son
omisiones subsanables. Por consiguiente es obligación de los Tribunales
receptores de los escritos de Recursos de Amparo, que notaren la omisión de
cualquiera de estos requisitos, aplicar lo ordenado en el artículo 28, es decir
mandar que se llenen las omisiones, bajo los apercibimientos de tener por no
interpuesto el Recurso únicamente, si el recurrente dejase pasar el plazo
establecido sin hacerlo.
Considerando IV
un verdadero Estado de Derecho y el reconocimiento a su existencia en nuestro
País, solo puede fundarse en el respeto a los derechos humanos, que en forma de
derechos y garantías del pueblo nicaragüense, tanto individuales, como Políticos,
de familia, y laborales se enumeran y constituyen la base o andamiaje de nuestra
Constitución Política que es la Carta fundamental de la República a la cual están
subordinadas las demás leyes y deben obediencia y cumplimiento estricto los
Poderes del Estado, los Organismos y Gobierno y los Funcionarios Públicos. La
Ley de Amparo regula los Recursos de Inconstitucionalidad, de Amparo y de
Exhibición personal, que en su conjunto constituyen el Control Constitucional. La
interpretación de que la violación de una simple formalidad pueda impedir que los
Magistrados encargados de velar por ese control de la Constitucionalidad, se vean
impedidos de analizar un Recurso de Amparo, y resolverlo en favor del recurrente,
máxime cuando tal violación es evidente, es totalmente inadmisible.
Considerando V Queda, a juicio de esta Sala, establecido claramente de la lectura de las
disposiciones legales transcritas o relacionadas, que en manera alguna es facultad
privativa del Ministro de Gobernación, privar de su nacionalidad nicaragüense, a un
ciudadano nacionalizado, sin someterse a los casos taxativamente enumerados en
la Ley, y al procedimiento en ella señalado, en su caso; por lo que no cabe más
que concluir que con su Resolución No. 004-93, ya relacionada, violó
específicamente el artículo 21 Cn., al no cumplir con las leyes que regulan la
materia de la nacionalidad, transgrediendo también los preceptos de los artículos
130 inciso primero; 182 y 183 Cn., excediéndose en sus facultades, todo en
perjuicio de los derechos constitucionales que el Señor ALESSIO CASIMIRRI perdería, al perder la nacionalidad nicaragüense. El artículo 20 Cn. establece que
ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad, y el 21 Cn. igualmente
prescribe que la adquisición, perdida y recuperación de la nacionalidad serán
reguladas por la Ley. Por otra parte, el artículo 28 de la citada Ley de Nacionalidad
establece que, de las resoluciones que dicte la Dirección de Migración y
Extranjería, en materia de nacionalidad, cabrá el recurso de revisión ante el
Ministerio de Gobernación; resuelto este, se entenderá agotada la vía
administrativa. Pero resulta que la resolución que nos ocupa (la No. 004-93) el
señor Ministro la refrendó el mismo día, convirtiendo así, la resolución de una
Dirección en una resolución Ministerial. Por todo lo dicho, no cabe más que
amparar al recurrente.
En esta sentencia la corte falló HA LUGAR el recurso interpuesto por los recurrentes. La sentencia No 13 del cinco de febrero del dos mil dos, la Sala Constitucional de
la Corte Suprema de Justicia, se pronuncia respecto al recurso de Amparo
interpuesto por DOROTHY VIRGINIA GRANADA en contra de JOSE MARENCO
CARDENAL, mayor de edad, casado, Ingeniero y de este domicilio en su calidad de
Ministro de Gobernación. Dado que en la Gaceta, Diario Oficial N° 234 del once de
Diciembre del año dos mil, salió publicada la Resolución Ministerial N° 69-2000 de
fecha siete de Diciembre de ese mismo año, a las once y treinta minutos de la
mañana, del Ministerio de Gobernación, en la cual se cancela automáticamente la
residencia de la ciudadana Norteamericana DOROTHY VIRGINIA GRANADA en el
territorio Nacional y se ordena expulsarla del territorio Nacional dándole un plazo de
veinticuatro horas para que abandone el país. Alegó que los derechos violentados
eran: 1) El Principio de Legalidad, artículos 130 y 183 Cn.; 2) La garantía de
igualdad ante la Ley, artículo 27 Cn.; 3) Derecho a la defensa, artículo 34 inciso 4
Cn. Y artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, reconocido
por el artículo 46 Cn. La Sala Constitucional tuvo a bien considerar lo siguiente:
Considerando I
Esta Sala no puede menos de aceptar la tesis de que una persona que no es un
delincuente habitual, que no ha delinquido nunca, el hecho de que la Policía
ande tras sus pasos para capturarlo está prácticamente bajo los efectos de una
fuerza mayor que le impide desarrollar sus actividades de manera normal por lo
que puede recurrir de Amparo directamente contra esa Resolución cuando tenga
relativa libertad de movimientos sin temor a hacer apresada por la Policía al solo
presentarse en público en consecuencia no cabrá más que declarar la
procedencia del presente Recurso de Amparo.
Considerando II
Alega la parte recurrente, entre otros agravios, la violación del Derecho de
Defensa consagrado en el artículo 34 inciso 4) Cn; y en el artículo 8 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, cuya plena vigencia garantiza
el Artículo 46 Cn.- La Primera de esas disposiciones, expresa: “Todo procesado
tiene derecho, en igualdad de condiciones a las siguientes garantías mínimas...
4) A que se le garantice su intervención y defensa desde el inicio del proceso y a
disponer de tiempo y medios adecuados para su defensa”. La Segunda de esas
Normas citadas expresa: “Artículo 8 Garantías Judiciales.- 1) Toda persona tiene
derecho a ser oída con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,
por un Juez, Tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la Ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal
formulada en contra de ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”. Esta Sala
encuentra que efectivamente el Ministerio de Gobernación no dio intervención
para su defensa desde el inicio de las averiguaciones destinadas a tomar la
Resolución de la cual recurre el representante de la señora DOROTHY
VIRGINIA GRANADA, en nombre de esta; por lo cual es evidente que se violó el
derecho de defensa de la recurrente, por lo que no cabe más que dictar
Resolución favorable a la recurrente, acogiendo el presente Recurso de Amparo.
La Sala Constitucional resolvió Ha Lugar el recurso a favor de la recurrente.
La sentencia No. 157 del veinte de Noviembre del año dos mil dos, en donde la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, se pronuncia acerca del recurso de
amparo interpuesto por el ciudadano José Antonio Alvarado Correa en contra del
señor René Herrera Zúniga Ministro de Gobernación por haber emitido la resolución
No. 018-2000 de las cuatro de la tarde del quince de mayo del año dos mil y en contra
del doctor Arnoldo Alemán Lacayo presidente de la República de Nicaragua quien
emitió la resolución del catorce de junio del año dos mil, que declara la nulidad de la
resolución No. 006-90 con la cual se le otorgaba de nuevo su nacionalidad
Nicaragüense y lo mandan a reiniciar ilegalmente según él, el procedimiento de
recuperación. Alega el recurrente que dichas resoluciones violentan garantías y
derechos Constitucionales contendidos en los artículos 8 numeral I); 20, de las
Disposiciones Transitorias y Finales de las Reformas Constitucionales; artículos 31, 51,
55, 80, 86, 130 y 183 Cn., entre otros que garantizan el derecho de residencia, de
elegir y ser elegidos a cargos políticos, afiliarse a partidos políticos, a trabajar, a elegir
libremente su profesión respectivamente y especialmente el artículo 16 Cn., que
establece que son nacionales 1) Los nacidos en el territorio nacional y 2) Los nacidos
de padre o madre Nicaragüenses, como es su caso por el ius soli y ius sanguinis,
también expresa que los funcionarios recurridos han violado el contenido de los
artículos 130 y 183 al arrogarse facultades que no le dan ni la Constitución ni las Leyes.
La Sala Constitucional a considerado en lo que a este caso respecta:
Considerando I
El Recurso de Amparo es un remedio legal que se creó para ejercer el Control
Constitucional, a fin de mantener y restablecer la supremacía de la Constitución
Política, según lo disponen los artículos 182, 187 y 188 de la Carta Magna. El
Recurso de Amparo procede en contra de toda disposición, acto o resolución y
en general contra toda acción u omisión de cualquier funcionario, autoridad o
agente de los mismos que viole o trate de violar los derechos y garantías
ciudadanas consagrados en la Constitución Política. Es un Recurso que esta
Sala ha considerado como formalista, cuyo fin principal es hacer prevalecer los
principios Constitucionales establecidos en nuestra Carta Magna.
Considerando III
Al analizar el fondo del presente recurso se considera que la Asamblea Nacional
al aprobar la Ley No. 330 de Reformas Parciales a la Constitución Política el
dieciocho de enero del año dos mil, estableció en el artículo 20 en forma clara
que "Ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad. La calidad de
nacional Nicaragüense no se pierde por el hecho de adquirir otra nacionalidad".
Y para confirmar la finalidad de ese artículo, estableció en el artículo 8 numeral I)
Disposiciones Transitorias y Finales de las Reformas Constitucionales, Ley No.
330: "Será aplicable el artículo 20 de las presentes reformas aún a los
Nicaragüenses que hubiesen renunciado a su nacionalidad o adquirido otra
antes de la entrada en vigencia de las mismas". Con estas disposiciones
Constitucionales se ve claramente que este fin loable de nuestros legisladores
se dio con el objeto de que los Nicaragüenses que por diversos motivos salieron
del país especialmente en la década de los ochenta del siglo pasado y que
hubieran obtenido cualquier otra nacionalidad, posiblemente obligados para
mitigar la dureza del exilio, no perdieron la nacionalidad Nicaragüense, sin
importar el tiempo transcurrido, es decir, dándole efecto retroactivo a esta
disposición Constitucional a favor de todos esos Nicaragüenses, sin imponerles
ninguna otra obligación procesal, ni de otra naturaleza, para ser sujeto de ese
beneficio patriótico. Por consiguiente ninguna Ley ordinaria ni resolución de
Autoridad podrá estar por encima de esta disposición Constitucional, ya que de
acuerdo al artículo 182 Cn., la Constitución Política es la carta fundamental de la
República; las demás leyes están subordinadas a ella y no tendrán valor alguno
las leyes, tratados, órdenes o disposiciones que se le opongan o alteren sus
disposiciones. En consecuencia, esta Sala Constitucional considera que el
recurrente doctor José Antonio Alvarado Correa es Nicaragüense y nunca perdió
su nacionalidad Nicaragüense por el hecho de haber adquirido la nacionalidad
Estadounidense de la cual renunció en mil novecientos noventa, y así debe
declararse en el presente recurso.
Por tanto
Ha lugar al recurso de amparo interpuesto por el ciudadano José Antonio
Alvarado. El Magistrado Doctor IVAN ESCOBAR FORNOS, realiza la siguiente
observación: Estoy de acuerdo con el proyecto de sentencia que nos ocupa, en
relación a que ninguna ley ordinaria ni resolución de Autoridad podrá estar por
encima de la Constitución, de conformidad con el principio de Supremacía
Constitucional establecido en el artículo 182 y en considerar en base a la
legislación y la Constitución Política que el recurrente es Nicaragüense y que no
ha perdido su nacionalidad, por el hecho de haber adquirido otra. Tal como lo
señaló el funcionario recurrido en su resolución al señalar que el ciudadano
recurrente goza de los derechos que establece el artículo 20 de la Constitución
Política: “Ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad. La Calidad de
nicaragüense no se pierde por el hecho de adquirir otra nacionalidad”. Sin
embargo el énfasis que se hace en el considerando III, a mi juicio va más allá del
objeto del amparo, que es el de ejercer el control Constitucional de las acciones
u omisiones de la administración, garantizando con ello a los ciudadanos la
protección de sus derechos y garantías consagrados en la Constitución Política.
En el Considerando referido se hace prácticamente una interpretación a las
reformas Constitucionales del dos mil, sobre el contenido del artículo 8 numeral
1 referido a la aplicación del artículo 20 de las reformas Constitucionales, lo que
no es el objeto del presente Amparo.
La sentencia No. 82, del trece de Julio del año dos mil seis, en donde Sala
Constitucional de la Corte Suprema Justicia, se pronuncia respecto al recurso de
amparo interpuesto por TAREQ M. H. ABUSHEHAB en contra de los señores
HUGO JAIME CALDERA en su calidad de Director de Extranjería; JUAN
MARCOS GARCÍA BORGEN, Director General, ambos de la Dirección General
de Migración y Extranjería, y JULIO VEGA PASQUIER, en su calidad de Ministro
de Gobernación, en vista de que según el señor TAREQ M. H. ABUSHEHAB sin
razón legal ni justificada, se le efectuó o cambió de estatus Migratorio, de
Residente Permanente a Residente Temporal y señala como violadas las
normas Constitucionales, contenidas en los artos. 27, 34 numeral 3° y 4°, 46 y
182 Cn.
Al respecto la Sala Constitucional tuvo a bien considerar:
Considerando III Señala la doctrina que: “Elemental garantía impuesta por el Principio de Tutela
Judicial Efectiva es que el ciudadano sepa cuándo, cómo y ante quién debe
demandar tutela” (González Pérez, Jesús, El Derecho a la Tutela Jurisdiccional,
3ª Ed. Cívitas Madrid 2001, pág. 119). En el presente caso, si existiere una
Resolución Administrativa Expresa dicta por la Dirección de Migración y
Extranjería, conforme la Ley No. 290, Ley de Organización, Competencia y
Procedimientos del Poder Ejecutivo el afectado estaría obligado a interponer el
Recurso de Revisión y en su caso el Recurso de Apelación (Artículos 39 y 44 de
la Ley No. 290); sin embargo en el caso de autos, esta Sala ha constatado que
las autoridades recurridas de la Dirección de Migración y Extranjería y del
Ministerio de Gobernación al rendir su Informes en ningún momento adjuntan
copia del proceso administrativo incoado y mediante el cual se le privó al
recurrente de su status como Residente Permanente en esta Nación, y por
consiguiente de manera alguna acompañan o refieren que han dictado
Resolución Administrativa al efecto, por lo que nos encontramos ante una
notoria y evidente Vía de Hecho, lo que nos lleva a una excepción del Principio
de Definitividad.
Considerando V
Observa esta Sala de lo Constitucional que los funcionarios recurridos no
adjuntaron en sus informes documento o Resolución Administrativa alguna que
sustenten su dicho, y que meridianamente esta Sala pueda inferir que la
Residencia Permanente se la otorgaron por haber contraído matrimonio civil con
una Nicaragüense, y que por la anulación de tal vínculo se le revocó, lo que por
sí viola el Principio de Motivación, el Principio de Legalidad y el Principio de
Seguridad Jurídica de que hemos hecho referencia, rayando en una clara
violación al Principio de Interdicción de la Arbitrariedad. Al analizar la legislación
de la materia, la Ley No. 153, Ley de Migración, en su artículo 9 se lee: “Es
residente permanente el extranjero que entre al país con ánimo de residir en
forma indefinida, fijando en él su domicilio real y cumpliendo además con los
requisitos establecidos por esta Ley y su Reglamento”, el artículo 10 dice: “Los
residentes permanentes podrán entrar y ser admitidos en el país, en algunas de
las siguientes sub categorías migratorias: a) inmigrantes, b) inmigrantes con
capital, c) rentista, ch) pensionados o jubilados, d) cónyuge, hijos menores y
padres de las personas mencionados en los incisos anteriores; e) parientes
extranjeros de nicaragüenses, entendiéndose como tales al cónyuge y padres”;
por su parte la Ley No. 154, Ley de Extranjería, dispone: artículo 11 “Los
extranjeros admitidos en cualquiera de las subcategorías de los Residentes
Permanentes adquieren el derecho de residencia definitiva en el país
estableciendo su domicilio en forma permanente en el territorio nacional”;
artículo 20: “Pueden adquirir la residencia permanente los extranjeros admitidos
como Residentes Temporales que se encuentran en los siguientes casos: a)
Tener más de 3 años de permanencia en el país, con domicilio conocido; b)
tener cónyuge o hijos nicaragüenses; c) Los que por cambio de categoría sean
residentes temporales o No Residentes, pasan a la categoría de Residente
Permanente”. En el caso sub júdice el recurrente ingresó con visa de turista,
luego adquirió el status de Residente Temporal, y posteriormente como
Residente Permanente llenando los tres requisitos que establece el artículo 20
citado, para la adquisición de la Residencia Permanente: a) Ingresó al país en el
año 2001 sin embrago en el 2004, es decir 3 años después le privan sin causa
conocida alguna de su condición de Residente Permanente; b) Se casó con una
nicaragüense en el año 2003 con la que luego se divorció unilateralmente; y c)
pasó de Residente Temporal a Residente Permanente. Al rendir su informe los
funcionarios recurridos no justifican en cual de las causales establecidas para la
“Pérdida y Cancelación de la Residencia Permanente”, regladas taxativamente
en el Capítulo VIII, artículo 25, 26 y 29 de la Ley No. 154, Ley de Extranjería es
que se le priva del status de Residente Permanente al recurrente, violando las
ya referidas garantías constitucionales que como persona tiene el recurrente
TAREQ M. H. ABUSHEHAB., y como tal causándole agravio en su persona al
limitarle los derechos que como ser humanos están concedidos en los
instrumentos consignados en los artículos 27 Cn., y 46 Cn., en especial lo
dispuesto al efecto en el artículo 45 de la Ley de Extranjería: “Los extranjeros
admitidos como residentes permanente, pueden desarrollar toda tarea o
actividad remunerada o lucrativa, por cuenta propia o en relación de
dependencia”. Por lo que llegado el estado de resolver.
La Sala Constitucional declaró Ha Lugar el recurso de amparo presentado por el señor TAREQ M. H. ABUSHEHAB
3.9 La propiedad, doctrina y definición El derecho romano definía la propiedad, jus utendi et abulendi re sua, quatenus juris
ratio patitur, como el derecho de usar y abusar de las cosas en cuanto lo autorice la
razón del derecho. Se ha pretendido justificar la palabra abusar, diciendo que significa,
no el abuso insensato e inmoral, sino solamente el dominio absoluto. Distinción vana,
imaginada para la santificación de la propiedad, sin eficacia contra los excesos de su
disfrute, los cuales no previene ni reprime. El propietario es dueño de dejar podrir los
frutos en su árbol, de sembrar sal en su campo, de ordeñar sus vacas en la arena, de
convertir un viña en desierto y de transformar un huerta en parque: ¿Todo esto es
abuso, si o no? En materia de propiedad, el uso y el abuso se confunden
necesariamente.
Según Destutt de Tracy, la propiedad es una necesidad de nuestra naturaleza. Que
esta necesidad ocasione horribles consecuencias, no puede negarse, a menos de que
se esté ciego; pero estas consecuencias son un mal inevitable que nada prueba contra
el principio; de modo –añade- que, tan poco razonable sería razonable sería rebelarse
contra la propiedad por los abusos que origina, como quejarse de la vida por ser su
resultado inevitable la muerte. Esta brutal y odiosa filosofía promete al menos una
lógica franca y severa; veamos si cumple esta promesa.
<<Se ha instruido solemnemente el proceso a la propiedad…como si de nosotros
dependiera el que haya o que no haya propiedad en este mundo…Según algunos
filósofos y legisladores, parece ser que, en un determinado momento, decidieron los
hombres, espontáneamente y si causa alguna, hablar de lo tuyo y lo mío, y que
habríamos podido, e incluso debido, prescindir de ello. Pero lo cierto es que lo tuyo y lo
mío no han sido inventados jamás>>
Siendo un filósofo, te pasas de realista. Tuyo y mío no expresan necesariamente una
identificación como cuando digo tu filosofía y mi igualdad; porque tu filosofía eres tú
mismo filosofando y mi igualdad soy yo profesando la igualdad35.
Entendidos en el abordaje que de la propiedad realiza el filósofo Proudhon y, en vista
que las formas primarias para comprender e informar esta investigación ha sido
mediante el dialogo con los grandes pensadores que figuran en pie de páginas, es
menester asistir a la elucubración del Filósofo Nicaragüense Alejandro Serrano
Caldera: Desde un punto de vista filológico “propiedad” viene de la palabra latina
“proprietas” derivada de “proprius”, lo que pertenece a una persona, o sea, propio de
ella. El vocablo “proprius” a su vez, se deriva de “propre”, cerca, o de “proprivo”, a favor
de cada uno, según el diccionario etimológico de Ernout y Meillet. Desde el punto de
35 (Proudhon, 1975)
vista filosófico, propiedad es cualidad distintiva de una cosa o de una esencia. En un
sentido objetivo significa las cosas sometidas al poder del hombre.
Desde el punto de vista económico-jurídico, la propiedad es la relación de dependencia
en que se encuentran respecto del hombre las cosas que a éste sirven para satisfacer
sus necesidades.
En algunos casos los autores identifican dominio y propiedad. Dominio para algunos,
significa sujetar; para otros proviene de “domus”, casa, de donde “dominus” es el señor
de la casa y “dominium”, el señorío doméstico. A juicio de Ortolan, loas tres palabras
que encontramos en la legislación romana para designar la idea de propiedad, marcan
sucesivamente las tres fases de evolución de la propiedad en Roma. “Mancipium”
referida a las cosas muebles tomadas por la mano; “domininun” con un sentido familiar
inducido al pater familia, único que podía tener propiedad; y “propietas”, con un sentido
individual, introducido con la doctrina de los peculios.
Filósofos, economistas y juristas, se han preocupado por encontrar un fundamento
racional al derecho de propiedad.
Grocio y Puffendorf fundan el derecho de propiedad en la que apropiación que los
hombres hicieron de las cosas que necesitaban, deviniendo con el tiempo esta
situación transitoria en permanente, generando por un especie de consenso implícito
una doble situación: el derecho del sujeto hacia el objeto y el derecho frente a los
demás con respecto a ese objeto en posesión.
Rousseau, Kant y Fitche, observan que los actos aislados del hombre, tales como la
ocupación o el trabajo, no pueden constituir el derecho de propiedad, porque éste lleva
consigo la obligación de respetarlo por parte de todos los miembros de la sociedad,
obligación que sólo puede ser el resultado de un consentimiento mutuo llamado
convención o pacto social.
La crítica hace ver que ninguna de estas teorías resuelve de manera satisfactoria el
problema del fundamento racional del derecho abstracto de propiedad, pues están
inspiradas en puntos de vista unilaterales. La apropiación u ocupación de las cosas no
es más que una de las formas de adquisición de la propiedad y la convención social, de
haber existido, sería una expresión y no fundamento del derecho de propiedad. La ley
es garantía y defensa del dominio, lo condiciona y regula, pero no lo crea.
Para Hegel, la razón de ser de la propiedad se basa en un principio de orden racional
que radica en la persona humana o en la libertad individual de la cual es una
prolongación necesaria.
Otros como Leroy-Beaulieu encuentran la justificación de la propiedad en el servicio o
utilidad que presta a la sociedad. Los sociólogos positivistas Cinani y D’Aguanno,
consideran a la propiedad como el organismo de nutrición del cuerpo social,
atribuyéndole la misión de reforzar al individuo en la lucha por la existencia.
Para Cosentini “quien quiera profundizar bien el carácter, el fundamento ético-social de
la propiedad, debe necesariamente tener en cuenta todos los elementos que
conciernen a formarla: la sociedad, la familia, el individuo. La propiedad es
individual…pero eso no quita que deba servir al fin ético del hombre, de la familia y de
la sociedad”.
Para Carlos Marx el problema de la propiedad radica esencialmente, en la separación
entre la fuerza de trabajo y los medios de producción. Esta separación genera la
división de la sociedad en clases y la existencia de un sistema esencialmente injusto,
cuya injusticia no puede subsanarse ni siquiera por la opción de las más avanzadas y
humanitarias leyes. Según Marx, esto es así por la sustancial diferencia que existe
entre el valor de la fuerza trabajo, que es lo que le da su valor real al objeto producido,
y la remuneración que el trabajador percibe. Es tal, dice Marx, esta diferencia, que el
trabajador nunca puede adquirir con su salario el objeto que produce.
El derecho a la propiedad debe considerarse no únicamente como un mecanismo
jurídico regulador, sino como un componente fundamental de los derechos humanos.
Sin embargo, históricamente se ha considerado el ejercicio de derecho de propiedad,
indisolublemente ligado a la carencia del mismo por parte de importantes mayorías de
desposeídos.
Es decir, la práctica histórica ha elevado a la categoría de dogma la existencia
simultánea de no propietarios como condición necesaria para que el derecho de
propiedad pueda existir. La propiedad de los unos no existe entonces, sin la
inexistencia de la propiedad de los demás.
La consideración, en cambio, de la propiedad como un derecho humano fundamental
rompería esta falsa unidad que liga ambos extremos como imprescindibles, como la
cara y cruz de una moneda o como la superficie convexa y cóncava de un cuerpo.
3.10 Regulación Constitucional Arto.44.Se garantiza el derecho de propiedad privada de los bienes muebles e
inmuebles y de los instrumentos y medios de producción. En virtud de la función social
de la propiedad, este derecho está sujeto, por causa de utilidad pública o de interés
social, a las limitaciones y obligaciones que en cuanto a su ejercicio le impongan las
leyes. Los bienes inmuebles mencionados en el párrafo primero pueden ser objeto de
expropiación de acuerdo a la ley, previo pago en efectivo de justa indemnización.
Tratándose de la expropiación de latifundios incultivados para fines de reforma agraria
la ley determinará la forma, cuantificación, plazos de pagos e intereses que se
reconozcan en concepto de indemnización.
Se prohíbe la confiscación de bienes. Los funcionarios que infrinjan esta disposición,
responderán con sus bienes en todo tiempo por los daños inferidos.
3.11 Sentencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia sobre Propiedad La sentencia 137 del ocho de agosto del año dos mil uno, sobre el recurso de amparo
interpuesto por los señores Rolando Rodríguez Pérez, Oscar Martínez Miranda, Diana
Espinoza, Sandra Báez Cerrato, Eduardo Balmaceda Bonilla y Francisco Gómez Cano,
en contra de la resolución del diecisiete de septiembre de mil novecientos noventa,
emitida por el Doctor Dulio Baltodano Mayorga, en su calidad de Procurador General
de Justicia de la República de Nicaragua y Presidente de la Comisión Nacional de
Revisión de Confiscaciones. Alegaron que la resolución recurrida infringe varios
preceptos Constitucionales, entre ellos los artículos 38, 159, 160 y 183.
Al respecto la Sala Constitucional tuvo a bien:
Considerando I
Que a este Supremo Tribunal le ha sido conferido el control Constitucional
mediante los artículos 187, 188, 189 y 190 de la Constitución Política,
entendiéndose dicho control como la competencia concedida por la ley a un
órgano controlador de carácter jurisdiccional, para mediante la aplicación de
determinados procedimientos o recursos propios de la justicia constitucional,
mantener o restablecer en su caso, la supremacía de la Constitución Política.
Considerando II
Sobre la infracción de los artículos 156 y 160 que contienen los principios de unidad
de la jurisdicción y del artículo 183 que consagra el principio de Constitucionalidad,
esta sala retoma lo dispuesto por la Corte en el considerando IV y la parte resolutiva
de la sentencia anteriormente relacionada y que a la letra reza: “analizando las
disposiciones del Decreto 11-90, este supremo tribunal observa que en su artículo 7
se faculta a la comisión nacional de revisión, para dictar resoluciones, ordenando la
devolución de bienes o reconociendo derechos, las que obliga se cumplan de
inmediato, con el auxilio de la fuerza públicas si fuera necesario, como si se tratara
de resoluciones judiciales; y en el artículo 11 dispone que esas resoluciones de
devolución sirven como suficiente título para ejercer derecho pleno sobre los bienes
reclamados, y que deben inscribirse en el Registro Público correspondiente si fuere
necesario. Estas facultades si son, a juicio de este Supremo Tribunal, de orden
jurisdiccional, que rebasan el área de atribuciones que la Constitución Política le
confiere al Poder Ejecutivo, e invaden la propia y exclusiva del Poder Judicial, que
es el único que puede administrar justicia, tal como lo establecen, con claridad
meridiana, los artículos 158, 159, 160, 164 y 167 Cn. Si las resoluciones ordenan la
devolución de bienes que no están bajo el control y administración directa del
Estado y su inscripción en los Registros Públicos, serían de carácter jurisdiccional y
en muchos casos lastimarían los derechos de terceros, que no han tenido la
oportunidad de defenderse, y aunque la tuvieren, no es dicha comisión la que debe
decidir sobre conflictos e intereses, “sobre el tuyo y el mío”, sino los tribunales de
justicia. Por tanto: De conformidad con las consideraciones hechas y art. 150.
Numeral 4; 151, 158, 159, 160, 167, 182 Cn.; y artículos 1, 2, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11,
13, 14, 15, 16, 17 y 18 de la ley de Amparo y artículos 413, 424 y 436Pr. Los
suscritos magistrados Dijeron: se declara Inconstitucional la parte final del art. 7 y el
art. 11 del Decreto 11-90, del once de mayo de mil novecientos noventa.
Los magistrados resolvieron Ha Lugar al recurso de amparo interpuesto por los recurrentes.
La sentencia No. 66 del veintitrés de Marzo de mil novecientos noventa y nueve. La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, en donde se pronuncian
sobre el recurso de amparo interpuesto por la señora Aidalina López Mora en contra de
la señora Teresa Urbina De Obregón y de la Comisión nacional de confiscaciones, por
haber emitido una resolución en la que se comunica: Primero: “Déjese sin efecto
cualquier acuerdo confiscatorio emitido por el gobierno anterior, que de una u otra
forma priva los derechos sobre los bienes de la señora Teresa Urbina de Obregón…”
Afirma la recurrente que con la acción de los funcionarios recurridos estima violadas las
garantías constitucionales en los artículos 27, 38, 46, 130, 158, 160 y 183 todos de la
Constitución Política de la República.
La sala tuvo a bien considerar:
Considerando I
Que es importante señalar lo establecido en el CONSIDERANDO ÚNICO, de la
sentencia No. 13 de esta sala de lo constitucional, del cuatro de Febrero de mil
novecientos noventa y ocho, el cual señala: “Que de acuerdo con nuestra
Constitución Política vigente la Comisión Nacional de Revisión de
Confiscaciones, creada por Decreto Ejecutivo 11-90, publicado en La Gaceta,
Diario Oficial número 98 del veintitrés de Mayo de mil novecientos noventa, no
está facultada para resolver mediante resoluciones bienes, como si se tratara de
sentencias judiciales, por lo que dichas resoluciones que ordenan la devolución
de propiedades que no están bajo el control y administración directa del Estado
e inscripciones en el Registro Público son de carácter jurisdiccional y en muchos
casos lastimarían derechos de terceros que no han tenido la oportunidad de
defenderse y aunque la tuvieron, no es la comisión la que debe decidir sobre
conflictos de intereses “sobre el tuyo y el mío”, sino los Tribunales de Justicia.
Esta Sala de lo Constitucional considera que dichas atribuciones son de orden
jurisdiccional que rebasan el área de las atribuciones que la Constitución Política
concede al Poder Ejecutivo e invaden la propia y exclusiva del Poder Judicial,
único que puede administrar justicia como lo establecen los arts. 158, 159, 160,
167 de nuestra Constitución Política”. En el caso que nos ocupa la resolución
contra la que se recurre está en el mismo supuesto jurídico que motivó la
sentencia de amparo antes referida.
La Sala Constitucional resolvió Ha Lugar el recurso de amparo interpuesto por la recurrente.
La sentencia No. 130 del nueve de octubre del año dos mil dos, en donde la
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia se pronuncia del recurso
de amparo interpuesto por el Ulises González Hernández, representante legal de la
Alcaldía de Estelí en contra de la resolución dictada por la Comisión Nacional de
Revisión de Confiscaciones, presidida por el señor Procurador General de Justicia,
Doctor Dulio Baltodano. Manifiesta el recurrente que la resolución violenta los
artículos constitucionales 27 y 38, y el decreto 11-90.
La Sala Constitucional tuvo a bien considerar:
Considerando I
Efectivamente la Corte Suprema de Justicia en la Sentencia citada por el
recurrente, resolvió: <<se declara Inconstitucional la parte final del artículo 7
artículo 11 del Decreto 11-90 del once de Mayo de mil novecientos noventa, que
a la letra respectivamente dicen: “El supremo Tribunal observó en esa Sentencia
que en el artículo7 del Decreto 11-90 se faculta a la Comisión Nacional de
Revisión de Confiscaciones para dictar Resoluciones, ordenando la devolución
de bienes o reconociendo derechos, los que obligase cumplan de inmediato con
el auxilio de la Fuerza Pública si fuera necesario, como si tratara de
Resoluciones Judiciales; y que el artículo 11 de dicho Decreto se dispone que
esas Resoluciones de devolución sirvan como suficiente Título para ejercer
derecho pleno sobre los bienes reclamados, y que deben inscribirse en Registro
Público correspondiente si fuera necesario: <<estas facultades si son, a juicio de
este Tribunal Supremo, de orden jurisdiccional que rebasan el área de
atribuciones que la Constitución Política le confiere al Poder Ejecutivo e invaden
la propia y exclusiva del Poder Judicial, que es el único que puede administrar
justicia, tal como lo establecen con claridad meridiana, los artículos 158, 159,
160, 164 y 167 Cn.>> Por lo que las resoluciones que ordenan la devolución de
bienes que no están bajo el control y administración directa del Estado y su
inscripción en los Registros público serán de carácter jurisdiccional y en muchos
casos lastimarán derechos de terceros que no han tenido la oportunidad de
defenderse, y aunque la tuvieran, no es dicha Comisión la que debe decidir
sobre conflictos de intereses <<sobre el tuyo y el mío>>, sino los Tribunales de
Justicia.
La Sala Constitucional resolvió Ha Lugar el recurso de amparo interpuesto por el recurrente.
Conclusiones
Llegado el fin de la presente investigación, concluir en un menester gratificante al igual
que ha sido todo el proceso de lecturas y conclusiones que de una u otra manera se
hilvanan con el final de cada capítulo, sin embargo, he aquí, la conclusión que me
compete informarles.
1. La evolución de los Derecho Humanos en la historia de la humanidad está
soportado en la investigación generada desde y por la sociedad como un ente vivo y
compacto que pese a sus diversidades encontraron y siguen encontrando en los
Derechos Humanos el sentir común de un mundo que tiende a pugnar por la
igualdad pese a las adversidades que el sistema económico imperante plantea en
nombre del lucro individual.
2. La Constitución Política vigente de 1987, es un noble paradigma de los Derechos
Humanos, enraizada en la tradición constitucionalista liberal del Estado Social de
Derecho. No obstante se debate en una profunda crisis política constante, que no
permite que un derecho humano, cualquiera que sea, si roza el ámbito político, se
salvaguarde, lo que la convierte en una Constitución, que aunque perfilada hacia lo
social, caiga en desuso por conveniencias personales. Un levantamiento contra el
imperio de la ley.
3. Los Derechos Humanos contenidos en la Constitución Política, están consagrados
bajo el espíritu revolucionario, ya que gestado en los años ochentas, no fueron del
todo, amainados, por una sola clase política, sino consensuados entre las
divergentes voces ideológicas. Las reformas que en materia de Derechos Humanos
se llevaron a cabo en 1995 y en el 2000, reflejan una voluntad –siempre en la línea
paradigmática- de crear verdaderas bases para el Estado Social de Derecho, cuyo
cimiento es la legitimidad explayada del pueblo, mismo que es destinatario final del
lirismo constitucional, que una vez enfrentado con la realidad, debe sortear los
avatares de la vida política.
4. Finalmente, considero que la República de Nicaragua, ha mostrado un significativo
avance en materia de Derechos Humanos, especialmente si atendemos a las
sentencias estudiadas. Siempre que de por medio no estén intereses partidarios o
lucrativos individuales, los mecanismos de control constitucional, rigen para todos y
todas, administrados y administradores, un estimulante ejemplo de ello, son las
sentencias que en materia de debido proceso, se emitieron en contra de la
Contraloría General de la República, por violentar este derecho constitucional. La
corte se muestra sabia cuando afirma: Todo esfuerzo por combatir la corrupción u
otros hechos delictivos que no contemple en su proceso de investigación los
derechos del proceso justo, se derrumba, se deslegitima, creando fisuras en el
Estado de Derecho, hecho que esta Sala no puede ni debe permitir.
El proceso de evolución es un devenir del tiempo y de las constantes oportunidades
que deben aprovecharse para demostrar el tipo de Estado que se tiene. Siendo este
trabajo investigativo iniciado y culminado en tiempos inestables debido a las
turbulencias políticas que atentan contra el Estado de Derecho, no puedo menos
que concluir que resta mucho por hacer, aunque trabajos como éste, enfocados a la
investigación académica como muchas sentencias que brillaban con el peso de la
ciencia, son muestras del camino por andar.
Recomendaciones
1. A la Corte Suprema de Justicia: Renovar el grupo de magistrados que por
compromisos políticos obstaculizan en nombre de la ley la misma ley, puesto que el
primer principio que se incumple es el de legalidad, que es la base del Estado de
Derecho.
2. A la Asamblea Nacional recomiendo la discusión de Derechos Humanos
denominados de última generación para una futura inclusión en la Constitución,
como son el matrimonio entre personas del mismo sexo o el consumo de drogas
denominadas “suaves”, todo de conformidad a los tiempos que vivimos, donde la
realidad social, como es debido, debe verse reflejada en las leyes, con el fin de
sostener un Estado legitimo y actualizado.
3. A la Asamblea Nacional y a los actores políticos de la sociedad, recomiendo
restaurar el derecho al aborto terapéutico por ser este una garantía de la vida de las
mujeres, dado que mientras en Nicaragua no se restaure este derecho humano a la
vida, veremos cortos cualquier título por llamarnos respetuosos de la vida humana.
4. A la Universidad Centroamericana hacer énfasis en la filosofía de los Derechos
Humanos, con el fin de concientizar mediante el método lógico y la prosa de los
grandes pensadores a los estudiantes que suelen entender esta materia como un
manual de mecánica sin contenido.
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