Mons. Atanasio Schneider - Propuestas para una Correcta Lectura del Concilio Vaticano II

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    ATANASIO SCHNEIDER

    Propuestas para una

    correcta lectura delConcilio Vaticano IIEl primado del culto de Dios como

    fundamento de toda verdaderateologa pastoral

    Traduccin y Nota Previaa cargo del Dr. Mario Caponnetto

    Centro Pieper

    -2012-

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    ATANASIO SCHNEIDER

    Propuestas para una

    correcta lectura delConcilio Vaticano IIEl primado del culto de Dios como

    fundamento de toda verdaderateologa pastoral

    Traduccin y Nota Previaa cargo del Dr. Mario Caponnetto

    Centro Pieper

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    ndice

    Nota PreviaMario Caponnetto 4

    Propuestas para una correcta lectura del Concilio Vaticano IIEl primado del culto de Dios como fundamento de toda verdadera teologa pastoral

    Atanasio Schneider..................................................................................... 6

    I. El fundamento teolgico de la pastoral.......................................................... 6

    II. Un vademcum pastoral del Concilio Vaticano II....................................... 7

    1. El deber de anunciar el Evangelio a todos los no creyentes(cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 8

    2. El deber de predicar a los fieles la fe(cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 9

    3. El deber de predicar a los fieles la penitencia(cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 12

    4. El deber de disponer a los fieles a los sacramentos(cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 14

    5. El deber de ensear a los fieles todos los mandamientos de Dios(cf. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 15

    6. El deber de promover el apostolado de los laicos(cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 16

    7. El deber de promover la vocacin de todos a la santidad(cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 9) 18

    III.La autntica intencin y finalidad del Concilio Vaticano II...................... 18

    IV.El desafo de interpretaciones discordantes................................................ 19

    * * *

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    Nota Previa

    Entre los das 16 y 18 de diciembre del pasado ao 2010 se realiz, enla Ciudad de Roma, con el ttulo Concilio Ecumnico Vaticano II. UnConcilio pastoral. Anlisis histrico, filosfico y teolgico, un Congresode estudios sobre el Concilio Vaticano II con el fin de desarrollar unacorrecta y adecuada hermenutica de sus textos y de sus propsitos a la luzde la Tradicin de la Iglesia, organizado por el Seminario Teolgico

    Immacolata Mediatrice perteneciente a la Comunidad de Franciscanos dela Inmaculada.

    Asistieron a este Congreso numerosas personalidades entreCardenales, Obispos, sacerdotes y laicos. Una de las ms importantesponencias ledas durante el curso de las jornadas fue la del Obispo Auxiliarde Karaganda, Capital de la actual Repblica de Kazajistn (Asia Central,ex integrante de la desaparecida URSS), Monseor Atanasio Schneider,titulada Propuestas para una correcta lectura del Concilio Vaticano II.

    Mons. Atanasio Schneider

    Se trata de un texto notable por su claridad, concisin y precisin en el

    que el autor realiza un valiossimo aporte en el camino de la correctahermenutica del Vaticano II, a la que tantas veces ha exhortado el Santo

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    Padre Benedicto XVI. En efecto, desde los das inaugurales de suPontificado, el Papa insiste en la necesidad de oponer a la hermenuticade la ruptura la hermenutica de la continuidad subrayandoreiteradamente que el Concilio ha de ser ledo a la luz de la Tradicin.

    Esta actitud del Sumo Pontfice ha suscitado en algunos sectores ciertaperplejidad: acaso es preciso aclarar que un Concilio debe ser ledo a laluz de la Tradicin toda vez que dicha lectura ha de darse por descontada afuer de obvia? No habr, pues, en los propios textos conciliaresdificultades intrnsecas que dan pie a interpretaciones diversas y ancontradictorias? Tal como lo expresa Monseor Schneider en su trabajo,tales interpretaciones constituyen un desafo que ha de enfrentarseprocurando desentraar la intencin presente en los propios textosconciliares y en los varios documentos de los Papas del Concilio. Se trata,pues, de descubrir la intentio auctoris, esto es, no slo lo que est en lostextos sino, sobre todo, aquello que est en su contexto que no puede ser

    jams otro, que el depsito de la Fe confiada por Jesucristo a la Iglesia. LaIglesia es Cristo y Cristo es la Iglesia.

    Por cierto que este desafo constituye una empresa difcil que loscatlicos hemos de encarar con autntico amor y fidelidad a la Esposa.Monseor Schneider en este trabajo allana, sin duda, el camino. Por estarazn nos hemos tomado la libertad de traducirlo a partir de la versinitaliana publicada en el sitio www.chiesa.spressonline.ita fin de promovery facilitar su difusin en nuestro medio.

    Las numerosas citas de los documentos conciliares y de otrosdocumentos las hemos traducido directamente del texto italiano utilizadopor el autor cotejndolas, cuando fue posible, con las versiones espaolasoficiales de dichos documentos.

    Esperamos que la lectura de este trabajo sea de utilidad a quienes,desde distintas posiciones y ministerios, procuran conjurar la grave crisispor la que atraviesa la Iglesia en nuestro tiempo a causa,fundamentalmente, de un mal pretendido espritu conciliar en cuyonombre se difunden y se consuman nuevas y viejas herejas.

    Mario Caponnetto

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    Propuestas para una correcta lecturadel Concilio Vaticano II

    El primado del culto de Dios como fundamentode toda verdadera teologa pastoral*

    ATANASIO SCHNEIDER

    . El fundamento teolgico de la pastoral

    Para hablar correctamente de la teora y de la praxis pastorales necesario antes ser conciente de su fundamento y de su objetivo

    teolgico. El objetivo de la Iglesia es el mismo que el de la Encarnacin:propter nostram salutem (por nuestra salvacin). As se expresa la fe y

    la plegaria de la Iglesia: Qui propter nos homines, et propter nostramsalutem descendit de caelis et incarnatus est et homo factus est (Que pornosotros los hombres y por nuestra salvacin baj de los cielos). Estasalvacin significa la salvacin del alma para la vida eterna. En estoconsiste, incluso, la finalidad de todo el ordenamiento jurdico y pastoral dela Iglesia como nos dice el ltimo canon del Cdigo de Derecho cannico:prae oculis habita salute animarum, quae in Ecclesia suprema semper lexesse debet1.

    La salvacin del alma humana consiste en la santidad, en la

    renovacin y, an ms, en la perfeccin de la originaria dignidad humanaen Cristo. Dios ha creado al hombre segn Su imagen y semejanza(Gnesis 1, 26) y esta obra es admirable, como dice la Iglesia en la liturgia:Deus, qui humanae substantiae dignitatem mirabiliter condidisti (Oh

    Dios, que admirablemente formaste la dignidad de la naturaleza humana).Pero todava ms admirable es la renovacin y el perfeccionamiento de estaimagen por obra de la redencin: mirabilius reformasti (y ms

    * Conferencia pronunciada en Roma el 17 de diciembre de 2010. El autor es Obispo Auxiliar de

    Karaganda.1Cdigo de Derecho Cannico, canon 1752: Tener en cuenta la salvacin de las almas, que debe sersiempre la suprema ley en la Iglesia.

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    admirablemente la reformaste). La renovacin, la nueva perfeccin, lasantidad consiste en la inimaginable gracia de la participacin del hombreen la misma naturaleza divina: Divinitatis esse consortes (ser partcipesde la Divinidad)2. Esta participacin en la naturaleza divina significa ser

    hijos adoptivos de Dios en el nico Hijo, Jesucristo.Jesucristo, el Hijo nico de Dios segn la naturaleza, se hizo por su

    verdadera Encarnacin el primognito entre muchos hermanos:primogenitus in multis fratribus (Romanos 8, 29). Por medio de susacrificio redentor Cristo ofrece al hombre la gracia de la vida divina. Lamisma vida divina en el misterio de la Santsima Trinidad est presente enla humanidad del Hijo de Dios: in Ipso inhabitat omnis plenitudodivinitatis corporaliter [en l toda la divinidad habita corporalmente](Colosenses 2, 9). Cristo encarnado est lleno de gracia y de verdad (Juan

    1, 14). El Espritu Santo distribuye de esta fuente de vida divina por mediode la Iglesia, que es el Cuerpo Mstico de Cristo, en la liturgia de lossacramentos, la gracia de la filiacin divina y todas las otras gracias desantidad necesarias. As es posible entender mejor lo que ha enseado elConcilio Vaticano II:Liturgia est culmen ad quod actio Ecclesiae tendit etsimul fons unde omnis eius virtus emanat(La liturgia es el culmen haciael que tiende la accin de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la queemana toda su fuerza)3. El trabajo apostlico, pues, se ordena a quetodos, hechos hijos de Dios mediante la fe y el bautismo, se unan en

    asamblea, alaben a Dios en la Iglesia, tomen parte en el sacrificio y en lamesa del Seor4.

    . Un vademcum pastoral del Concilio Vaticano II

    En el contexto del discurso acerca del primado del culto y dela adoracin que se deben rendir a Dios, el Concilio nos presenta

    en la misma Constitucin sobre la Sagrada Liturgia SacrosanctumConcilium una slida sntesis de una sana y teolgicamente vlida teologa

    pastoral, una suerte de vademcum pastoral con las siete siguientescaractersticas: La Iglesia anuncia el mensaje de la salvacin a quienestodava no creen, a fin de que todos los hombres conozcan al nicoverdadero Dios y a su enviado, Jesucristo, y cambien su conducta haciendopenitencia (cf.Juan 17, 3;Lucas 24, 27;Hechos 2, 38). Y tiene el deber depredicar siempre la fe y la penitencia a los creyentes disponindolos,

    2 En el Ordinario del Misal Romano, antes del ofrecimiento del cliz, el celebrante mezcla vino y agua ydice: Oh Dios, que tan maravillosamente formaste la dignidad de la naturaleza humana y msmaravillosamente la reformaste, haznos por el misterio de esta agua y vino, participar de la Divinidad de

    Aquel que se dign hacerse partcipe de nuestra humanidad (N del T).3Constitucin sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, n. 10.4 Ibidem.

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    adems, a recibir los sacramentos, ensendoles a observar todo cuantoCristo ha mandado (cf. Mateo 28, 20) e incitndolos a realizar todas lasobras de caridad, de piedad y de apostolado a fin de manifestar, por mediode esas obras, que los seguidores de Cristo, aunque no son de este mundo,

    son sin embargo la luz del mundo y rinden gloria al Padre delante de loshombres5. De esta breve sntesis que nos ofrece el Concilio podemosestablecer las siguientes siete notas esenciales de la teora y la praxispastoral.

    1. El deber de anunciar el Evangelio a todos los no creyentes (cfr.Sacrosanctum Concilium, n. 9)

    Tal anuncio debe ser explcito, esto es la fe en Jesucristo a la que se

    llega por medio de la gracia de la conversin y de la penitencia. Por tanto,no hay espacio para una teora o una praxis del as llamado cristianismoannimo; no hay admisin alguna de vas de salvacin alternativas a la vade Cristo: Cristo es el nico Mediador entre Dios y los hombres. Esto es loque ensea el Concilio en la constitucin dogmtica Lumen Gentium,diciendo: Esta Iglesia que peregrina es necesaria para la salvacin. SloCristo, pues, presente en medio de nosotros en su cuerpo que es la Iglesia,es el mediador y el camino de la salvacin6. En el punto nmero 8 de estamisma constitucin dogmtica, dice el Concilio: Unicus MediatorChristus (Cristo, el nico Mediador)7. Los hombres salvados en laeternidad lo son por la aceptacin en su vida terrena de los mritos delnico Mediador Jesucristo8. El Concilio Vaticano II instruye recordando lasiguiente cita del Concilio Tridentino: Per Filium eius Iesum Christum,

    Dominum nostrum, qui solus noster Redemptor et Salvator est (Por suHijo Jesucristo, nuestro Seor, nuestro nico Redentor y Salvador)9. En laDeclaracin sobre la libertad religiosa el Concilio ensea que todo hombrees redimido por Cristo Salvador y es llamado a la filiacin divina que slopuede recibir por medio de la gracia de la fe10. El Papa Paulo VI en sudiscurso de apertura de la segunda sesin del Concilio en el ao 1963

    enseaba as: Jesucristo es el nico y el supremo Maestro y Pastor, y es elnico Mediador entre Dios y los hombres11. El mismo Papa repeta alConcilio al ao siguiente: Jesucristo es el nico Mediador y Redentor12.La enseanza del Concilio prosigue as: Y puesto que quien no cree ya

    5Constitucin sobre la Sagrada Liturgia, o. c., n. 9.6Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia Lumen Gentium, n. 14.7Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 8. Cf. tambin n. 28.8 Cf. Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 49.9Constitucin Dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 50.10 Cf.Declaracin sobre la libertad religiosa Dignitatis humanae, n. 10.11

    Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum II. Constitutiones, Decreta, Declarationes, Cittdel Vaticano 1966, p. 905).12Sacrosanctum Oecumenicum Conclium, o. c., pgina 989.

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    est condenado, es evidente que las palabras de Cristo son a un tiempopalabras de condenacin y de gracia, de muerte y de vida 13. La actividadmisionera es un deber sagrado de la Iglesia porque es la voluntad de Diosmismo la que afirma la necesidad de la fe en Cristo y del bautismo para la

    salvacin eterna

    14

    .

    2. El deber de predicar a los fieles la fe (cfr. Sacrosanctum Concilium,n. 9)

    La tarea primaria de la Iglesia consiste en preocuparse de que la fe delos fieles crezca y sea protegida del peligro del error: esto significa, portanto, hacerse cargo del cuidado de la pureza, de la integridad y de lavitalidad de la fe. Ya en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II el

    Beato Papa Juan XXIII declaraba inequvocamente, de una manera an mseficaz, como el deber principal del Concilio era la proteccin y lapromocin de la doctrina de la fe: ut sacrum christianae doctrinaedepositum efficaciore ratione custodiatur atque proponatur15. ElBienaventurado Pontfice prosigue sosteniendo que, en el ejercicio, ennuestro tiempo, de este deber suyo, la Iglesia no debe apartar jams susojos del sagrado patrimonio de la verdad, recibido de la Tradicin. ElConcilio debe transmitir la doctrina catlica ntegra, sin disminuirla y sindistorsionarla: integram, non imminutam, non detortam tradere vultdoctrinam catholicam (desea transmitir la doctrina catlica ntegra, nodisminuida, no deformada). El Papa Juan observa muy realistamente comoesto no resulta grato a todos. Es por tanto necesario, dice el Papa, que laentera doctrina catlica sea acogida en nuestros das por parte de todos yesto sin omitir ninguna de sus partes: oportet ut universa doctrinachristiana, nulla parte inde detracta, his temporibus nostris ob omnibusaccipiatur16.

    En el aceptar y promover la entera doctrina de la fe ha de seguirse uncuidadoso modo en lo que respecta a la forma y a los conceptos; y esto

    siguiendo el ejemplo del Concilio de Trento y del Concilio Vaticano I,conforme con lo que subraya el Papa Juan XXIII. En la Declaracin sobrela libertad religiosa el Concilio advierte a los fieles que se ocupen endifundir la luz de la vida con toda confianza y fortaleza apostlica, hasta laefusin de la sangre17. Ellos tienen, adems, el grave deber de conocer

    13Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad gentes, n. 8.14 Cf.Decreto sobre la actividad, o. c., n. 7.15Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c.,pgina 861:Que el sagrado depsito de la doctrinacristiana sea custodiado y propuesto con mayor eficacia.16 Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pgina 864: Es necesario que la entera doctrina

    cristiana, sin menoscabo de ninguna de sus partes, sea en nuestros tiempos recibida por todos loshombres.17Declaracin sobre la libertad religiosa, o. c., n. 14.

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    plenamente la verdad revelada, de anunciarla fielmente y de defenderla confirmeza18. En la Constitucin Pastoral Gaudium et Spes, el Concilioexhorta: El amor y la amabilidad no deben, en modo alguno, volvernosindiferentes respecto de la verdad y el bien. Antes es el mismo amor el que

    incita a los discpulos de Cristo a anunciar a todos los hombres la verdadque salva19. El Papa Paulo VI en el discurso de apertura de la segundasesin del Concilio Vaticano II afirmaba: el fundamento de la renovacinde la Iglesia debe ser un estudio empeoso y una promocin ms rica de laverdad divina20.

    En el Decreto sobre el apostolado de los fieles laicos el Concilio seexpresa en estos trminos: En este nuestro tiempo se difunden gravsimoserrores que buscan abatir desde los fundamentos la religin, el orden moraly la misma sociedad humana21. En la Constitucin Pastoral Gaudium et

    Spes el Concilio constataba de qu modo se divulgaban, en aquel tiempo,graves errores morales y exhortaba a todos los cristianos a defender ypromover la dignidad natural y el altsimo valor sagrado del estadomatrimonial22. En el mismo documento el Concilio reprueba las costumbresinmorales en relacin con el matrimonio y la virtud de la castidad, diciendoque la dignidad del matrimonio y de la familia resulta oscurecida por lapoligamia, la plaga del divorcio, el as llamado amor libre y otrasdeformaciones. Por lo dems el amor conyugal es muy a menudoprofanado por el egosmo, el hedonismo y las prcticas ilcitas contra la

    fecundidad. Adems las actuales condiciones econmicas, socio-psicolgicas y civiles producen perturbaciones nada leves en la vidafamiliar23. Sobre la castidad matrimonial el Concilio enseainequvocamente: Los hijos de la Iglesia al regular la procreacin nopueden seguir mtodos que han sido condenados por el Magisterio en laexplicacin de la ley divina (cf. Po XI, Casti Connubii). Por lo dems,todos sabemos que la vida del hombre y la misin de transmitirla no estnlimitados a los horizontes de este mundo y no encuentran ni su plenadimensin ni su pleno sentido sino que afectan el destino eterno de loshombres24.

    En el Decreto sobre la actividad misionera el Concilio exhorta a que seexcluya toda forma de indiferentismo, sincretismo, confusionismo25. En laConstitucin Gaudium et Spes el Concilio rechaza un humanismo

    18Ibidem.19Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, n. 28.20Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pgina 913.21Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam actuositatem, n. 6.22Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo, o. c., n. 47.23

    Ibidem.24Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo, o. c, n. 51.25 Cf.Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, o. c., n. 15.

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    puramente terrestre y antirreligioso26. El mismo documento conciliar hablade un humanismo ateo que no slo amenaza a la fe sino ejerce incluso unainfluencia negativa y globalizante sobre todas las esferas de la vida social:Multitudes crecientes se apartan prcticamente de la religin. A diferencia

    de tiempos pasados, negar a Dios o a la religin o ignorarlos, ya noconstituye un hecho inslito e individual. Hoy, en efecto, talcomportamiento se presenta como una exigencia del progreso cientfico ode un nuevo tipo de humanismo. En muchos pases esta negacin no semanifiesta solamente a nivel filosfico sino que invade en notabilsimamedida el campo de las letras, de las artes, de la interpretacin de lasciencias humanas y de la historia, an la misma legislacin: de aqu ladesorientacin de muchos27.

    El Papa Paulo VI en su homila en ocasin de la ltima sesin pblica

    del Concilio Vaticano II afirma que el Concilio propone a los hombres denuestro tiempo una doctrina teocntrica y teolgica sobre la naturalezahumana y el mundo28. En la homila pronunciada en la sptima sesinpblica del Concilio Vaticano II, el 28 de octubre de 1965, Paulo VIexplica que, no obstante la ndole general pastoral del Concilio, steentiende proponer la perenne y autntica doctrina de la Iglesia excluyendoel relativismo doctrinal; el Concilio cumple una obra que no relativizasegn las metamorfosis de la cultura profana la naturaleza de la Iglesiasiempre igual y fiel a s misma, como Cristo la quiere y la autntica

    tradicin la perfeccion, sino que la vuelve ms idnea para desempear enlas renovadas condiciones de la sociedad humana su benfica misin29.

    En el discurso pronunciado el mismo ao 1965,en ocasin de la octavasesin pblica del Concilio, Paulo VI critica el comportamiento de quienesinterpretan incorrecta y abusivamente la intencin del Beato Papa JuanXXIII respecto de la adaptacin pastoral de la Iglesia a las nuevasnecesidades de nuestro tiempo (el aggiornamento). Adems, el Papaestablece el espritu del Concilio respecto de este punto y pone a todos enguardia contra el relativismo doctrinal y jurdico, afirmando que Juan

    XXIII no quera ciertamente atribuir a esta programtica palabra elsignificado que algunos intentan darle, como si ella consintiera enrelativizar, siguiendo el espritu del mundo, todo cuanto hay en la Iglesia-dogmas, leyes, estructuras, tradiciones-; por el contrario, fue en l tan vivoy firme el sentido de la estabilidad doctrinal y estructural de la Iglesia alpunto de hacer de ello la base de su pensamiento y de su obra.

    Aggiormamento querr decir de ahora en adelante para nosotros

    26 Cf. Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo, o. c., n. 56.27

    Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo, o. c., n. 7.28 Cf. Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pginas 1064, 1065.29Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pginas 1039, 1040.

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    penetracin sapiente del espritu del celebrado Concilio y aplicacin fiel desus normas, feliz y santamente emanadas30. En el texto original latinoPaulo VI no usa la palabra aggiornamento sino la palabra acomodatio.La famosa expresin aggiornamento del beato Juan XXIII se ha hecho ya

    legendaria. En su intencin original esta expresin no tiene nada que vercon un relativismo doctrinal, jurdico o litrgico.

    La nueva y benvola postura pastoral de paciente comprensin y dedilogo con la sociedad fuera de la Iglesia, no comporta un relativismodoctrinal. Paulo VI defiende el Concilio de una tal posible acusacin en lacitada homila durante la sptima sesin pblica: Esta postura ha sidofuerte y continuamente operante en el Concilio hasta el punto de inducir aalgunos a sospechar que un tolerante y excesivo relativismo hacia el mundoexterior, la historia fugaz, la moda cultural, las necesidades contingentes, el

    pensamiento ajeno, haya influenciado a personas y acciones del Snodoecumnico, con menoscabo de la fidelidad debida a la tradicin y con daode la orientacin religiosa del Concilio mismo. Nos no creemos que estadesgracia se le deba imputar al Concilio en sus verdaderas y profundasintenciones y en sus autnticas manifestaciones31. Paulo VI defiende aqu,tan slo, las verdaderas y profundas intenciones y las autnticasmanifestaciones del Concilio sin entrar a considerar el mrito de laspersonas. El Concilio rechaza expresamente todo tipo de sincretismoreligioso en la actividad misionera y exige que las tradiciones particulares

    de los pueblos sean iluminadas por la luz del Evangelio, dejando intacto elprimado de la ctedra de Pedro32.

    3. El deber de predicar a los fieles la penitencia (cfr. SacrosanctumConcilium, n. 9)

    No puede hablarse de una verdadera doctrina y praxis pastorales sin elelemento esencial de la penitencia en la vida de la Iglesia y de los fieles.Toda verdadera renovacin de la Iglesia en la historia se ha realizado con el

    espritu y la praxis de la penitencia cristiana. En la Constitucin dogmticaLumen Gentium, n. 8, se afirma que la Iglesia debe avanzar continuamentepor el camino de la penitencia y de la renovacin. Se dice, despus, que losfieles deben vencer en ellos mismos el reino del pecado con la abnegacinde s y con la vida santa33. En la actividad misionera los hijos de la Iglesiano deben avergonzarse del escndalo de la cruz34.

    30Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pginas 1053, 1054.31Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pgina 1067.32

    Cf.Decreto sobre la actividad misionera, o. c., n. 22.33 Cf. Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 36.34 Cf. Decreto sobre la actividad misionera, o. c., n. 24.

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    Se puede entender mejor el verdadero espritu de estas enseanzasconciliares acerca de la necesidad de la penitencia si se considera el hechode que, en vista de la inminente apertura del Concilio, el Beato Papa JuanXXIII, el 1 de julio de 1962, fiesta de la Preciossima Sangre, dedic una

    Encclica sobre la necesidad de la penitencia titulada Paenitentiam agere.Se trataba de una apremiante invitacin al mundo catlico y unaexhortacin a una ms intensa oracin y a una penitencia propiciatoria degracias sobre el inminente concilio. El Papa recordaba el pensamiento y lapraxis de la Iglesia, como tambin el ejemplo de los precedentes concilios,remarcando la necesidad de la penitencia interna y externa comocooperacin a la divina redencin. Concretamente Juan XXIIIrecomendaba una accin penitencial propiciatoria en cada dicesis enparticular, explicando como con las obras de misericordia y de penitenciatodos los fieles buscan hacerse propicios a Dios omnipotente e implorar del aquella verdadera renovacin del espritu cristiano, que es uno de losfines principales del concilio35. En efecto, observaba justamente nuestropredecesor Po XI de venerada memoria: La oracin y la penitencia sonlas dos poderosas fuerzas espirituales que en este tiempo nos ha dado Diospara que le reconduzcamos la humanidad extraviada que vaga sin gua pordoquiera; fuerzas espirituales, que deben disipar y reparar la primera yprincipal causa de toda rebelin y de toda revolucin: es decir, la rebelincontra Dios (Carta Encclica Caritate Christi compulsi, n. 14)36. JuanXXIII diriga a los obispos esta ardiente exhortacin: Venerables

    hermanos, utilizad sin demora todo medio que est a vuestro alcance a finde que los cristianos confiados a vuestra solicitud purifiquen su espritu conla penitencia y se inflamen de un mayor fervor de piedad37.

    El espritu de penitencia y de expiacin debe animar siempre todaautntica renovacin de la Iglesia, como la que el Papa Juan XXIIIesperaba que se produjera a causa del Concilio Vaticano II. Esta posturaprotege a la Iglesia del espritu de activismo terreno. As enseaba el Papahacia el final de su encclica: Todo el pueblo cristiano, en obsequio anuestra exhortacin, dedicndose ms intensamente a la oracin y a laprctica de la mortificacin, ofrecer un admirable y conmovedorespectculo de ese espritu de fe que debe animar indistintamente a todohijo de la Iglesia. Este espritu no dejar de mover saludablemente inclusoel nimo de los que, excesivamente preocupados y distrados por las cosasterrenas, se han dejado llevar por el descuido de sus deberes religiosos38.En las palabras que siguen se puede recoger el verdadero espritu queanimaba al Papa del Concilio y ciertamente a la pars maior et sanior

    35 SSJUAN XXIII, Carta Encclica Paenitentiam agere, II, 2.36

    Ibidem.37 Ibidem, II, 3.38 Ibidem.

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    (mayory ms sana parte) de los Padres Conciliares: Es necesario que loscristianos reaccionen con la fortaleza de los mrtires y de los santos quehan iluminado siempre a la Iglesia Catlica. De este modo todos podrncontribuir, segn su particular estado, al mejor resultado del Concilio

    Ecumnico Vaticano II, que debe precisamente llevar a un reflorecimientode la vida cristiana39.

    4. El deber de disponer a los fieles a los sacramentos (cfr.Sacrosanctum Concilium, n. 9)

    El Concilio en la constitucin dogmtica Lumen Gentium ensea quelos sacramentos son los medios principales por los que todos los fieles decualquier estado o condicin son llamados por el Seor a la perfeccin de

    la santidad

    40

    . El fin principal de los sacramentos consiste, segn laSacrosanctum Concilium n. 59, en la santificacin de los hombres, en laedificacin del Cuerpo Mstico de Cristo y en el culto que se rinde a Dios.Pocas veces en el curso de la historia de la Iglesia el Magisterio supremo hainsistido tanto sobre la importancia y la centralidad de la sagrada liturgia, yparticularmente del Sacrificio Eucarstico, como lo ha hecho el ConcilioVaticano II. El hecho de que el primer documento del Concilio a serdiscutido y aprobado fuese dedicado a la liturgia, esto es, al culto divino, essignificativo y manifiesta este claro mensaje del primado de Dios: Dios y elculto de adoracin que la Iglesia le rinde deben ocupar el primer puesto entoda la vida y actividad de la Iglesia. La Sacrosanctum Concilium nosensea: Sacra Liturgia est precipue cultus divinae maiestatis41; y por estoel culto de la majestad divina debe ser el culmen de toda la actividad de laIglesia: Liturgia est culmen ad quod actio Ecclesiae tendit et simul fonsunde omnis eius virtus emanat42.

    La sagrada liturgia es primaria y necesariamente la verdadera fuentedel espritu cristiano, dice el decreto sobre la formacin sacerdotal43. Lafinalidad de todos los sacramentos se encuentra, a su vez, en el misterio

    eucarstico, sostiene el Decreto sobre el ministerio y la vida de lossacerdotes citando a Santo Toms de Aquino: Eucharistia est omniumsacramentorum finis44; y agrega: In Sanctissima enim Eucharistia totum

    39 Ibidem, II, 2.40Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 11.41 Constitucin sobre la Sagrada, o. c., n. 33: la Sagrada Liturgia es, principalmente, culto a la

    Divina Majestad.42 Ibidem, n. 10: la Liturgia es la cumbre a la que tiende la accin de la Iglesia y, al mismo tiempo, la

    fuente de donde mana toda su fuerza.43 Cf.Decreto sobre la formacin sacerdotal Optatam totius, n. 16.44Summa Theologiae III, q 73, a 3, corpus: La Eucarista es el fin de todos los sacramentos.

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    bonum spirituale Ecclesiae continetur45. Dice todava el mismodocumento que la Eucarista es la fuente y la culminacin de toda laevangelizacin, luego con mayor razn la Eucarista es la fuente y laculminacin de toda la vida pastoral de la Iglesia. En la Sacrosanctum

    Concilium encontramos esta sntesis: Sobre todo de la Eucarista manahacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la mximaeficacia aquella santificacin de los hombres en Cristo y aquellaglorificacin de Dios, a la cual las dems obras de la Iglesia tienden como asu fin46.

    5. El deber de ensear a los fieles todos los mandamientos de Dios (cf.Sacrosanctum Concilium, n. 9)

    Otro elemento de la accin pastoral de la Iglesia es este: la Iglesiadebe ensear a los fieles todo lo que Cristo ha mandado47. Los Pastores dela Iglesia tienen pues el deber de ensear la ley y los mandamientos divinosen toda su integridad. En la Declaracin sobre la libertad religiosa elConcilio afirma: La ley divina, que es eterna, objetiva y universal, es lanorma suprema de la vida humana y debe ordenar, dirigir y gobernar todoslos caminos de la comunidad humana48. La Constitucin pastoralGaudium et Spes sostiene: El hombre tiene en realidad una ley escrita porDios dentro del corazn en cuya obediencia consiste la dignidad misma delhombre y de acuerdo con ella ser juzgado49. El mismo documentopastoral afirma: Los cnyuges cristianos son concientes de que no puedenproceder a su arbitrio sino que siempre han de ser regidos por unaconciencia conforme con la misma ley divina, dciles al magisterio de laIglesia, que interpreta de modo autntico esa ley a la luz del Evangelio50.

    El Concilio prosigue afirmando: La disociacin, constatada enmuchos, entre la fe que profesan y su vida cotidiana, se cuenta entre losms graves errores de nuestro tiempo51. Tal error ha llegado a ser msmanifiesto an en los ltimos aos en los que se observa el fenmeno de

    personas que aunque se profesan catlicos apoyan al mismo tiempo leyescontrarias a la ley natural y a la ley divina y contradicen abiertamente elMagisterio de la Iglesia. Cmo resuenan actuales estas palabras delConcilio: No se cree por tanto una oposicin artificial entre las actividades

    45Summa Theologiae III, q. 65, a 3, ad 1: En la Santsima Eucarista se contiene, pues, todo el bienespiritual de la Iglesia. Cf. Presbyterorum ordinis, n. 5.46Constitucin sobre la Sagrada Liturgia, o. c., n. 10.47 Ibidem, n. 9.48Declaracin sobre la libertad, o. c., n. 3.49

    Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo, o. c., n. 16.50 Ibidem, n. 50.51 Ibidem, n. 43.

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    profesionales y sociales, de una parte, y la vida religiosa por otra52. Lavida moral, domstica, profesional, cientfica, social debe estar guiada porla fe y ordenada de tal modo a la gloria de Dios. Constatamos de nuevo enestas enseanzas del Concilio la importancia del primado de la voluntad de

    Dios y de Su gloria en la vida de todo fiel y de toda la Iglesia. El Concilioafirma esto no slo en un documento sobre la liturgia sino en el documentopastoral por excelencia: la Constitucin Pastoral Gaudium et Spes.

    6. El deber de promover el apostolado de los laicos (cfr.Sacrosanctum Concilium, n. 9)

    Otro punto esencial de la vida pastoral es este: La Iglesia debe incitara los fieles a todas las obras de caridad, de piedad y de apostolado53. En

    este punto reside la mayor contribucin histrica del Concilio Vaticano II ala valorizacin de la dignidad y del rol especfico de los fieles laicos en lavida y en la actividad de la Iglesia. Se puede decir que dicha contribucines un desarrollo orgnico y un coronamiento del magisterio del Papa Po XIacerca de la cuestin de los fieles laicos. La Constitucin dogmtica LumenGentium nos presenta una formidable sntesis sobre la cuestin de los laicosen la Iglesia y en el mundo con un slido fundamento teolgico y una claraindicacin pastoral, diciendo: Adems saneen los laicos las instituciones ylas condiciones del mundo cuando promuevan el pecado, de manera quetodas se vuelvan conformes con las normas de la justicia y, antes queobstaculizar, favorezcan el ejercicio de las virtudes. As, actuando,impregnarn de valores morales la cultura y las obras humanas. Con estemodo de obrar, el campo del mundo se halla mejor preparado para acogerla semilla de la palabra divina y al mismo tiempo las puertas de la Iglesia seabren ms ampliamente para permitir que el anuncio de la paz entre en elmundo. Por la misma economa de la salvacin aprendan los fieles laicos adistinguir bien entre los derechos y los deberes que les incumbe en cuantomiembros de la Iglesia y los que les competen como miembros de lasociedad humana. Busquen de ponerlos en armona entre s, recordando

    que en toda cosa temporal deben guiarse por la conciencia cristiana puestoque ninguna actividad humana, ni an en los asuntos temporales, puede sersustrada al mandato de Dios. En nuestro tiempo es sumamente necesarioque esta distincin y esta armona resplandezcan del modo ms claroposible en la manera de obrar de los fieles, a fin de que la misin de laIglesia pueda ms plenamente responder a las particulares condiciones delmundo moderno. En efecto, as como se ha de reconocer que la ciudadterrena, legtimamente dedicada a los cuidados seculares, est regida porprincipios propios, as tambin con razn se ha de rechazar la infausta

    52 Ibidem.53Constitucin sobre la Sagrada Liturgia, o. c., n. 9.

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    doctrina que pretende construir la sociedad sin consideracin alguna por lareligin e impugna y elimina la libertad religiosa de los ciudadanos 54.

    El Concilio condena aqu al laicismo, sin utilizar la palabra, citando aLen XIII55 que deca: La legtima sana laicidad del Estado es uno de los

    principios de la doctrina catlica56. El Papa continuaba diciendo: La vidade los individuos, la vida de las familias, la vida de las grandes o pequeascolectividades, estar alimentada por la doctrina de Jesucristo, que es amorde Dios y, en Dios, amor al prjimo57. Esta doctrina encuentra en loselementos esenciales un eco claro sea en la Constitucin dogmtica sobre laIglesia, sea en la Constitucin pastoral del Concilio Vaticano II.

    Acerca de la vocacin propia de los laicos el Concilio dice: Es propiode los laicos buscar el reino de Dios tratando las cosas temporales yordenndolas segn Dios58. En el Decreto sobre el apostolado de los laicos

    el Concilio habla de la idolatra de las cosas temporales a causa de unaexcesiva confianza en el progreso de las ciencias naturales y de la tcnica59.El Concilio prosigue afirmando que la vida matrimonial y familiar es elejercicio y la escuela por excelencia del apostolado de los laicos60. Enefecto, la vida matrimonial y familiar es el lugar donde la religin cristianapenetra toda la organizacin de la vida y la transforma cada vez ms. Lafamilia cristiana proclama en voz alta al mismo tiempo las virtudespresentes del reino de Dios y la esperanza de la vida bienaventurada. As,con su ejemplo y con su testimonio, arguye al mundo de pecado e ilumina a

    los que buscan la verdad61. Podemos constatar hoy cuan actual es estaexpresin del Concilio: la familia cristiana y catlica es una viva acusacindel mundo al argir al mundo de pecado.

    La forma peculiar del apostolado de los laicos consiste en eltestimonio de la vida de fe, de esperanza y de caridad: se excluye, enconsecuencia, cualquier apostolado de activismo y de intereses terrenos.Podemos individualizar en el Decreto sobre los laicos un breve vademcumdel apostolado laico, donde el Concilio ensea que la conformacin interiordel apstol laico debe ser una conformacin con Cristo sufriente y que la

    finalidad de su apostolado es la salvacin eterna de los hombres en elmundo. Dice el Concilio: Recuerden todos que con el culto pblico y laoracin, con la penitencia y la aceptacin espontnea de las fatigas y penas

    54Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 36.55 Len XIII, Encclica Inmortale Dei, 1 de noviembre de 1885: AAS 18 (1885), pp. 166ss.; dem,Encclica Sapientiae Christianae, 10 de enero de 1890: AAS22 (1889-90), pp. 397ss.; Po XII, Discurso

    Alla vostra filiale, 23 de marzo 1958:AAS50 (1958), p. 220.56 Ibidem.57 Ibidem.58Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 31.59

    Cf.Decreto sobre el apostolado de los, o. c., n. 7.60Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 35.61 Ibidem.

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    de la vida, mediante los cuales se conforman con el Cristo sufriente (cfr. IICorintios, 4, 10, Colosenses, 1, 24), ellos pueden llegar a todos loshombres y contribuir a la salvacin de todo el mundo62. A menudo elapstol laico a causa de su fidelidad a Cristo, pone en peligro incluso su

    vida, dice el Concilio

    63

    .

    7. El deber de promover la vocacin de todos a la santidad (cfr.Sacrosanctum Concilium, n. 9)

    La ltima nota esencial de la actividad pastoral de la Iglesia consisteen promover la vocacin de todos a la santidad, diciendo que los seguidoresde Cristo, aunque sin ser de este mundo, deben ser sin embargo la luz delmundo64. Ms especficamente el Concilio trata este tema en el captulo

    quinto de la Constitucin dogmtica Lumen Gentium, nmeros 39 a 42:De universali vocatione ad sanctitatem in Ecclesia (La vocacinuniversal a la santidad en la Iglesia). En esto puede verse la contribucinverdaderamente histrica, ms especfica y propia del Concilio Vaticano II.La santidad consiste en el fondo en la imitacin de Cristo, de Cristo pobre yhumilde, de Cristo que lleva la Cruz, dice la ConstitucinLumen Gentiumen el nmero 41. La imitacin de Cristo alcanza su culminacin en elmartirio, en el valiente testimonio de Cristo delante de los hombres(nmero 42). El Concilio dice: Todos deben estar prontos a confesar aCristo delante de los hombres y a seguirlo por el camino de la cruz durantelas persecuciones, que nunca faltan en la Iglesia65.

    . La autntica intencin y finalidad del Concilio Vaticano II

    Para una correcta lectura de los textos del ConcilioVaticano II es necesario tomar en consideracin la

    caracterstica especfica del tiempo en el que se desarroll. En la homiladel Papa Paulo VI, durante la ultima congregacin general del ConcilioVaticano II, el 7 de diciembre de 1965, el Pontfice da la siguientedescripcin del perodo histrico en el que se celebraba el Concilio: Eltiempo en el que l se ha cumplido, un tiempo que cada uno reconoce comoempeado en la conquista del reino de la tierra antes que del reino de loscielos, un tiempo en el que el olvido de Dios se ha hecho habitual ysugerido, al parecer, sin razn, por el progreso cientfico, un tiempo en elque el acto fundamental de la personalidad humana, vuelta ms concientede s y de la libertad, tiende a pronunciarse por la propia autonoma

    62Decreto sobre el apostolado de, o. c., n. 16.63

    Cf. Ibidem, n. 17.64 Cf. Constitucin sobre la Sagrada Liturgia..., o. c., n. 9.65Constitucin dogmtica sobre la Iglesia, o. c., n. 42.

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    absoluta liberndose de toda ley trascendente, un tiempo en el que ellaicismo parece la consecuencia legtima del pensamiento moderno y lasabidura ltima del ordenamiento temporal de la sociedad, un tiempo,adems, en el que las expresiones del espritu alcanzan cimas de

    irracionalidad y desolacin, un tiempo, en fin, que registra aun en lasgrandes religiones tnicas del mundo turbaciones y decadencias nuncaantes experimentadas. En este tiempo se ha celebrado nuestro Concilio enhonor de Dios66.

    Segn una expresin del Beato Papa Juan XXIII en el discurso tenidoen ocasin de la ltima congregacin general de la primera sesin delConcilio, el 7de diciembre de 1962, la nica finalidad del Concilio y lanica esperanza y confianza del Papa y de los Padres Conciliares consisteen esto: Hacer conocer cada vez ms a los hombres de nuestro tiempo el

    Evangelio de Cristo, hacerlo practicar de buen grado y hacerlo penetrarincisivamente en cada uno de los aspectos de la civilizacin67. En eldiscurso de clausura de la primera sesin del Concilio Vaticano II, el 8 dediciembre de 1962, el Papa Juan XXIII as presentaba la verdaderafinalidad del Concilio y sus deseados frutos espirituales: Porque la SantaIglesia, firme en la fe, afianzada en la esperanza y ms ardiente en lacaridad, florezca en un nuevo y joven vigor, y, munida de leyessacrosantas, sea ms eficiente y ms resuelta en ampliar el reino de Cristo(Carta autgrafa a los Obispos de Alemania del 11 de enero de 1962) []

    Entonces el Reino de Cristo sobre la tierra se extender por medio de unnuevo crecimiento. Entonces en el mundo resonar ms alto y ms suave elgozoso anuncio de la humana Redencin, anuncio que confirmar lossupremos derechos de Dios Omnipotente, los lazos de caridad fraternaentre los hombres, la paz que fue prometida sobre esta tierra a los hombresde buena voluntad68. Segn la intencin y el deseo del santo PontficeJuan XXIII el Concilio Vaticano II debe contribuir firmemente al siguientefin: Que en la entera familia humana crezcan, abundantsimos, los frutosde la fe, de la esperanza y de la caridad. En esto consiste, de acuerdo conlas palabras de Juan XXIII, la singular importancia y dignidad delConcilio69.

    . El desafo de interpretaciones discordantes

    Para una interpretacin correcta es necesario tener encuenta la intencin puesta de manifiesto en los mismos

    documentos conciliares y en las palabras especficas de los Papas

    66Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pginas 1063, 1064.67

    Ibidem, pginas 881, 882.68 Ibidem, pgina 981.69 Cf. Ibidem.

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    conciliares Juan XXIII y Paulo VI. En suma, es necesario descubrir el hiloconductor de toda la obra del Concilio que es la salus animarum, que es laintencin pastoral. sta, a su vez, depende y est subordinada a lapromocin del culto divino y de la gloria de Dios, es decir que depende de

    la primaca de Dios. Esta primaca de Dios en la vida y en toda la actividadde la Iglesia se manifiesta inequvocamente en el hecho de que laConstitucin sobre la liturgia ocupa cronolgica e intencionalmente elprimer puesto en la vasta obra del Concilio. Las siete notas esenciales deuna teora y praxis pastoral se encuentran, precisamente, en la Constitucinque trata del culto de Dios y de la santificacin de los hombres, en elnmero 9 de la Sacrosanctum Concilium, y son:

    1. La urgencia de predicar a Cristo a los no creyentes a fin de que seconviertan.

    2. La mxima solicitud respecto de la predicacin de la doctrina de lafe.

    3. El papel esencial de la penitencia en la vida de la Iglesia.

    4. Los sacramentos como medios principales de la salvacin, dondela Eucarista ocupa el puesto central y culminante.

    5. La integridad de la doctrina moral.

    6. El apostolado de los laicos en la Iglesia y en la sociedad humana.

    7. La vocacin universal a la santidad.La ruptura en la interpretacin de los textos conciliares se manifiesta,

    caractersticamente, del modo ms estereotipado y difundido, en la tesis deun viraje antropolgico, secularizante o naturalista del Concilio Vaticano IIrespecto de la tradicin eclesial anterior. Una de las manifestaciones msconocidas de tal interpretacin errnea ha sido, por ejemplo, la llamadaTeologa de la Liberacin y su consiguiente devastadora praxis pastoral.Cul es el contraste que hay entre esta Teologa de la Liberacin y supraxis y el Concilio, aparece con evidencia en la siguiente enseanza

    conciliar: La misin propia que Cristo confi a su Iglesia no es de ordenpoltico, econmico o social: en efecto, el fin que le asign es de ordenreligioso70. Dice despus el mismo documento que la naturaleza y misinde la Iglesia no estn ligadas a ningn particular sistema poltico,econmico o social71. La Constitucin Gaudium et Spes cita las siguientespalabras de Po XII: Su Divino Fundador, Jesucristo, no ha conferido a laIglesia ningn mandato ni fijado ningn fin de orden cultural. La tarea queCristo le asigna es estrictamente religiosa. La Iglesia debe conducir a los

    70Constitucin pastoral sobre la Iglesia en el mundo, o. c., n. 42.71 Ibidem.

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    hombres a Dios para que se donen a l sin reservas. La Iglesia no puedejams perder de vista este fin estrictamente religioso, sobrenatural. Elsentido de toda accin suya, hasta el ltimo canon de su Cdigo, no puedesino referirse a ello directa o indirectamente72.

    Una interpretacin de ruptura, aunque de menor peso doctrinal, semanifiesta en el campo pastoral-litrgico. A tal fin se puede mencionar laprdida del carcter sagrado y sublime de la liturgia y la introduccin deelementos gestuales ms antropocntricos. Este fenmeno se evidencia entres prcticas litrgicas asaz conocidas y difundidas en la casi totalidad delas parroquias del orbe catlico: la desaparicin casi total del uso de lalengua latina, la recepcin del Cuerpo Eucarstico de Cristo directamenteen la mano y de pie y la celebracin del Sacrificio Eucarstico en lamodalidad de un crculo cerrado en el que sacerdote y pueblo se miran

    recprocamente a la cara. Este modo de rezar, a saber, no estar todosorientados en la misma direccin -que es una expresin corporal ysimblica ms natural respecto de la verdad de estar todos espiritualmentevueltos hacia Dios en el culto pblico- contradice la prctica que Jessmismo y sus Apstoles han observado en la oracin pblica, sea en eltemplo sea en la sinagoga. Contradice adems el testimonio unnime de losPadres de la Iglesia y de toda la tradicin posterior de la Iglesia oriental yoccidental. Estas tres prcticas pastorales y litrgicas, de clamorosa rupturacon la ley de la oracin mantenida por generaciones de fieles catlicos

    durante al menos un milenio, no encuentran ningn apoyo en los textosconciliares, por el contrario, ms bien contradicen o bien un textoespecfico del Concilio (en lo concerniente la lengua latina, vaseSacrosanctum Concilium, nmeros. 36 1; 54), o bien la mens, laverdadera intencin de los Padres conciliares, como se puede verificar enlas actas del Concilio.

    En el desorden hermenutico de las interpretaciones contradictorias yen la confusin de las aplicaciones pastorales y litrgicas, el nicointerprete autntico de los textos conciliares no es otro que el Concilio

    mismo conjuntamente con el Papa. Se podra hacer una analoga con elconfuso clima hermenutico de los primeros siglos de la Iglesia, provocadopor las arbitrarias interpretaciones bblicas y doctrinales por parte degrupos heterodoxos. En su famosa obra De praescriptione haereticorum,Tertuliano poda contraponer a los herejes de diversa orientacin el hechode que solamente la Iglesia posee la praescriptio, esto es que slo laIglesia es la propietaria legtima de la fe, de la palabra de Dios y de latradicin. Con esto, en las disputas sobre la verdadera interpretacin, laIglesia puede rechazar a los herejes a limine fori. Solamente la Iglesia

    puede decir, segn Tertuliano: Ego sum heres Apostolorum (Yo soy la72 S.S.PO XII,Discurso a los cultores de historia y arte, 9 de marzo de 1956. AAS 48 (1956), p. 212.

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    heredera de los Apstoles)73. Hablando analgicamente, slo el Magisteriosupremo del Papa podr decir: Ego sum heres Concilii Vaticani II (Yosoy el heredero del Concilio Vaticano II).

    En las pasadas dcadas existieron, y hasta ahora existen, dentro de la

    Iglesia, grupos que hacen un enorme abuso del carcter pastoral delConcilio y de sus textos, escritos conforme con dicha intencin pastoral, yaque el Concilio no quera presentar enseanzas propias definitivas eirreformables. Por la misma naturaleza pastoral de los textos del Conciliose evidencia que estos textos estn, en principio, abiertos a complementos ya ulteriores precisiones doctrinales.

    Teniendo en cuenta la experiencia, ya de varias dcadas, deinterpretaciones doctrinal y pastoralmente equivocadas y contrarias a lacontinuidad bimilenaria de la doctrina y de la oracin de la fe, surge la

    necesidad y la urgencia de una intervencin especfica y autorizada delMagisterio pontificio para una interpretacin autntica de los textosconciliares con complementos y precisiones doctrinales; una especie deSyllabus errorum circa interpretationem Concilii Vaticani II (Listado delos errores acerca de la interpretacin del Concilio Vaticano II). Haynecesidad de un nuevo Syllabus, esta vez dirigido no tanto contra loserrores provenientes de afuera de la Iglesia sino contra los erroresdifundidos dentro de la Iglesia por parte de los que sostienen la tesis de ladiscontinuidad y de la ruptura con su aplicacin doctrinal, litrgica y

    pastoral. Tal Syllabus debera constar de dos partes, la parte que seale loserrores y la parte positiva con las proposiciones aclaratorias,complementarias y de precisin doctrinal.

    Se evidencian dos grupos que sostienen la teora de la ruptura. Uno deellos intentaprotestantizardoctrinal, litrgica y pastoralmente la vida de laIglesia. Del lado opuesto estn aquellos grupos tradicionalistas que, ennombre de la Tradicin, rechazan el Concilio y se substraen a la sumisinal supremo y viviente Magisterio de la Iglesia, a la Cabeza visible de laIglesia, el Vicario de Cristo sobre la tierra, sometindose por ahora tan slo

    a la Cabeza invisible de la Iglesia, a la espera de tiempos mejores.El Papa Paulo VI explicaba as durante el Concilio el significado de la

    verdadera renovacin de la Iglesia: Nos pensamos que sobre esta lneadebe desarrollarse la nueva psicologa de la Iglesia: clero y fielesencontrarn un magnfico trabajo espiritual a realizar para la renovacin dela vida y de la accin segn Cristo el Seor; y a este trabajo Nos invitamosa Nuestros Hermanos y a Nuestros Hijos: aquellos que aman a Cristo y a laIglesia estn con nosotros en el profesar ms claramente el sentido de laverdad, propio de la tradicin doctrinal que Cristo y los Apstoles

    73Praescriptio, 37, 3.

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    inauguraron; y con ello el sentido de la disciplina eclesistica y de la uninprofunda y cordial que nos hace a todos confidentes y solidarios, comomiembros de un mismo cuerpo74.

    El Papa Paulo VI, explicando la mens del Concilio, afirmaba en el

    discurso durante la octava sesin pblica: A fin de que todos seamosconfortados en esta renovacin espiritual proponemos a la Iglesia recordarplenamente las palabras y los ejemplos de Nuestros dos ltimosPredecesores, Po XII y Juan XXIII, a los que tantos deben la misma Iglesiay el mundo, y a tal fin disponemos que sean iniciadas cannicamente losprocesos de beatificacin de estos excelsos y piadossimos y a Noscarsimos Sumos Pontfices. Ser, de este modo, secundado el deseo que,por el uno y por otro, ha sido en tal sentido expresado por innumerablesvoces; ser as asegurado para la historia el patrimonio de su herencia

    espiritual, se evitar que ningn otro motivo, que no sea el culto de laverdadera santidad y, por esto, de la gloria de Dios y la edificacin de suIglesia, recompongan sus autnticas y queridas figuras para nuestraveneracin y la de los siglos futuros.

    En substancia dos han sido los impedimentos para que la verdaderaintencin del Concilio y su magisterio pudieran dar frutos abundantes yduraderos. Uno se encontraba fuera de la Iglesia, en el violento proceso derevolucin cultural y social de los aos 60, que como todo fuertefenmeno social penetraba en el interior de la Iglesia, contagiando con su

    espritu de ruptura vastos mbitos de personas y de instituciones. El otroimpedimento se manifestaba en la falta de sabios y al mismo tiempointrpidos pastores de la Iglesia que estuviesen dispuestos a defender lapureza y la integridad de la fe y de la vida litrgica y pastoral, no dejndoseinfluenciar ni por el elogio ni por el temor: nec laudibus, nec timore.

    El Concilio de Trento afirmaba ya en uno de sus ltimos decretossobre la reforma general de la Iglesia: El santo snodo, movido por tantosgraves males que padece la Iglesia, no puede dejar de recordar que la cosams necesaria a la Iglesia de Dios es [] elegir pastores ptimos e idneos;

    con mayor razn en cuanto que Nuestro Seor Jesucristo pedir cuentas dela sangre de aquellas ovejas que hubiesen perecido a causa del malgobierno de pastores negligentes y olvidadizos de su deber75. Prosigue elConcilio: En cuanto a todos aquellos que por cualquier razn tienen, porparte de la Santa Sede, algn derecho a intervenir en la promocin de losfuturos prelados o a los que participan de algn modo en ello [] el santoConcilio los exhorta y amonesta a que recuerden, sobre todo, que nadapueden hacer ms provechoso para la gloria de Dios y la salvacin de los

    74

    S. S. Paulo VI, Discurso en la octava sesin pblica del Concilio Vaticano II, 18 de noviembre de1965, p. 1054. Cf. Sacrosanctum Oecumenicum Concilium, o. c., pgina 1054.75 SESSIO XXIV,Decretum de reformatione, can. 1

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    pueblos, que empearse en elegir pastores buenos e idneos para gobernarla Iglesia76.

    Hay pues verdadera necesidad de un Syllabus conciliar con valordoctrinal y hay, adems, necesidad de aumentar el nmero de Pastores

    santos, intrpidos y profundamente enraizados en la tradicin de la Iglesia,ajenos a toda mentalidad de ruptura ya en lo doctrinal, ya en lo litrgico.En efecto, estos dos elementos constituyen la condicin indispensable a finde que la confusin doctrinal, litrgica y pastoral disminuyasignificativamente y la accin pastoral del Concilio Vaticano II puedatraernos muchos y duraderos frutos en el espritu de la tradicin, que sereliga con el espritu que reinaba en todo tiempo, en todas partes y en todoslos verdaderos hijos de la Iglesia catlica, que es la nica y verdaderaIglesia de Dios sobre la tierra.

    Fin

    76 Ibidem.

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