SINOPSIS

Cuando abras este libro y leas el índice, notarás que uno de los títulos te llamará mucho más la atención que los demás; así que sin pensarlo dos veces, dirígete a esa página y lee su contenido. Si ese cuento te provoca risa, sonríe hasta más no poder; pero no olvides que lo más importante de estos cuentos son sus enseñanzas. Así que te invito a que le saque el mejor provecho a este gran libro. Este libro lo escribí especialmente para ti, para que expanda tu conciencia, porque sé que tú eres un buscador de la verdad.

Título: Cuentos Para Reflexionar

Autor: Joselito Montero Portada: Joselito Montero

ÍNDICE

Títulos páginas El hombre que visitó el paraíso………………... 7 El suicida……………………………………………….. 11 El peligro encarnado……………………………….. 17 A Javier se les abren los ojos…………………... 21 ¿Dónde está Dios cuando sufrimos?............ 27 El verdadero amor………………………………….. 35 La niña mimada……………………………………... 39 El hombre que quería ser un dios…………….. 43 El joven que quería ver el futuro……………... 45 ¿Por qué Jesús vino a la tierra?.................. 47 La verdad……………………………………………... 51 El aprendiz de ocultismo…………………………. 55 ¿Por qué los extraterrestres no han vuelto?. 63 ¿Quién nos mintió?.................................... 67 El Karateca…………………………………………..... 73 El asesino…………………………………………….... 81 La realidad en que vivimos…………………….... 85 El ejercito suicida……………………………………. 91 El perrito endemoniado……………………………. 97 Cita a ciega…………………………………………... 101 Pelea entre marido y mujer…………………….. 109 Mi primer asalto…………………………………….. 115

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El militar indisciplinado………………………..….. 119 Mi gran experiencia fuera del cuerpo………... 125 Una noche espantosa………………………………. 129

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EL HOMBRE QUE VISITÓ EL PARAÍSO Esa noche, Reynaldo estaba solo en su casa viendo la TV. De repente comienza a ver borroso y a sentir náusea. -¿Que me estará pasando?, -piensa Reynaldo. En seguida, se dirigió al baño y comenzó a vomitar un líquido negro. -¡Dios mió, se me está saliendo el hígado por la boca!; ¡no me salva ni el médico chino!, -pensaba Reynaldo, mientras miraba el inodoro medio de ese líquido negro. Cuando Reynaldo terminó de vomitar, su corazón le comenzó a latir más fuerte de lo normal, y la ropa que tenia puesta se podía expremir de tanto que había sudado; y hasta la fuerza física lo abandonó, ya que no pudo levantarse de donde estaba sentado. Después de permanecer un buen rato sentado en el borde de la bañera, todo tembloroso, hizo un esfuerzo casi sobrehumano y se levantó, se enjuagó la boca en el lavamanos y se dirigió al refrigerador, ya que tenía una sed terrible. Cuando llegó al

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refrigerador no tenia fuerza ni para abrir la puerta, pero la fuerte sed lo impulsó a sacar fuerza y logró abrirla: agarró un litro de leche que había en el refrigerador y casi se lo tomó entero. Luego de tomarse la leche, se fue para su habitación, se quitó la ropa, y como su cuerpo estaba ardiendo, se acostó en el piso boca arriba, para aprovechar el frió del piso. Como a los cincos minutos de haberse acostado en el piso, Reynaldo perdió la conciencia; o quizás la ganó, ya que su conciencia abandonó su cuerpo físico y se transfirió a un bello jardín con flores de todos los colores y tamaños. Decía Reynaldo que ni en el jardín botánico donde él trabajaba había visto flores con los colores tan vivos; y que la claridad de aquel lugar superaba en mucho la claridad del medio día aquí en la tierra. Parecía que todo sonreía allí incluyendo también la exuberante vegetación que adornaba aquel inefable jardín. Él veía niños volando en circulo a su alrededor como si se alegraran de su llegada. En el firmamento veía arco iris y nubes doradas por donde quiera. Él se sentía inmensamente feliz en aquel bello lugar, y su felicidad no sólo se la producía la inefable belleza que veía a su

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alrededor; sino, también, la paz infinita que sentía con el simple hecho de estar allí. -Sé que he muerto por el sangrado estomacal; pero no me importa; me siento feliz aquí, -decía Reynaldo, mientras disfrutaba de aquel colorido paraíso y de aquel inefable bienestar. Reynaldo caminó por aquel infinito jardín sin rumbo fijo, muy emocionado. En su largo recorrido descubrió que podía volar y alzó el vuelo. Él volaba sobre los lagos de agua transparente, semejante a como vuelan las gaviotas en el mar; y donde quiera que él llegaba, sólo veía belleza y vida en abundancia. Ya de último, un señor vestido de blanco se le apareció y -le dijo: ¡y tú que haces aquí!; regresa, que todavía no es tu hora. Cuando Reynaldo volvió en sí, estaba totalmente recuperado… Éstas historias son muy comunes en personas que estuvieron a punto de morir; lo que no entiendo es por qué nadie investiga este fenómeno; a lo mejor es porque esto no deja beneficios económicos.

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EL SUICIDA -¡Mi sueño es casarme con un hombre que esté cargado de dinero! Esta frase está clavada en la mente de las mujeres de mi barrio y, quizás, en la mente de las mujeres de todo el país; y quien sabe si hasta en la mente de las mujeres de todo el mundo. Hasta en boca de muchas adolescentes la he escuchado. Creo que esta es la razón principal por la que muchos hombres les pintan pajaritos en el aire a muchas mujeres, para poder atraparlas en sus redes. La verdad, han sido muchas las mujeres que han abandonado a sus parejas para irse con hombres supuestamente ricos; hombres que muchas veces resultaban ser unos mantenidos. Las mayorías de los hombres han tenido éxito mintiéndoles a las mujeres, haciéndose pasar por millonarios; pero a Moisés, el protagonista de ésta historia, no tuvo mucho éxito en este arte: Moisés fue un taxista que conoció una elegante chica en una discoteca y se enamoró

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perdidamente de ella; y para su desgracia, aquella joven era de clase media-alta: Si hubiera sido yo el novio de aquella mujer, hubiera renunciado de inmediato aquel amor imposible; me hubiera conformado con la esperanza de un día poder verla en el cielo, o hubiera comenzado a jugar la loto, para ir en busca de ella en caso de acertar. En fin, Moisés le dijo a la joven que tenia una mansión en Miami y una cuenta bancaria en Suiza…; y la joven, al escuchar esto, también se enamoró perdidamente de Moisés. El pobre hombre se ahogó en deudas para complacer a su amada Sonia, llevándola a lugares caros y haciéndoles costosos regalos. Todo marchaba a la perfección, pero cuando las desgracias le van a suceder a un hombre, el universo se vuelve pequeñito para que suceda lo que tiene que suceder. Una noche la novia de Moisés llama un taxi; cuando el taxi llaga, la joven sube al taxi; el taxista se da la vuelta para preguntarle a la joven el destino al que ella se dirigía, aquel taxista era nada más y nada menos que su millonario novio Moisés. El pobre Moisés, al ver a su amada Sonia dentro de su taxi, sintió un fuerte calambre en todo su cuerpo, al ser atrapado infraganti. Él,

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avergonzado, y tragando en seco, emprendió la marcha y llevó a su novia a su casa. Desde ese día la joven jamás volvió a contestarle la llamada. ¡Qué crueles son algunas mujeres! Al ella no contestarle la llamada, una horrible depresión se apoderó del pobre Moisés, ya que en verdad él estaba enamorado de ella. Después de varios intentos fallidos de querer hablar con ella por teléfono, Moisés tardó una semana en llamarla para ver si en ese tiempo a ella se le ablandaba un poco el corazón; y la verdad, todo aquello resultó, ya que la joven le contestó la llamada, pero para decirle que no la volviera a molestar más; que él, además de un mentiroso, era muy poca cosa para ella. Ese día Moisés lloró hasta más no poder, y mientras lloraba, maldecía su pobreza una y otra vez. Cuando al pobre hombre ya no le quedaban más lágrimas que derramar, se sintió un poco mejor, pero al día siguiente volvió a invadirlo la misma depresión de siempre. Un día Moisés no pudo aguantar más el sufrimiento, por lo que agarró su auto y se dirigió a la avenida las America; allí pisó fuerte el acelerador y elevó la marcha de su auto hasta 160 Kilómetros por hora; luego giró el volante violentamente hacia la derecha y se volcó.

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Cuando el carro iba por tres vueltas, Moisés perdió el conocimiento. Dijeron testigos oculares que aquel carro dio más de diez vueltas en el pavimento. Después de un rato, Moisés, apareció dentro de su carro sin el más leve rasguño. Él, al ver aquel milagro, se bajó de su auto, lo inspeccionó y se asombró al ver que el auto no estaba abollado por ningún lado. En seguida volvió a entrar en su auto, lo puso en marcha y se fue para su casa acompañado de su misma pena. Moisés se sentía muy extraño: se sentía muy ligero; veía el mar más azul y más brillante que antes, y sentía un intenso deseo de seguir manejando todo el día sin parar. También notó que el auto no gastaba combustibles. Pero hubo un momento en que el auto comenzó a desmaterializarse con él dentro. Cuando el auto terminó de desmaterializarse por completo, Moisés despertó en el hospital postrado en una camilla, con mangueritas colocadas en todo su cuerpo. Al parecer, la experiencia anterior fue una proyección astral. Cuando él abrió sus ojos, su alma sintió un poco de alegría, ya que lo primero que vio fue a sus dos amigos inseparables, Eddy y David, en frente de su camilla.

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David al verlo como estaba, -le preguntó: ¿Qué te pasó amigo mío? Con un esfuerzo casi sobrehumano, Moisés les contó esto que acabas de leer, y a las dos horas murió. Dijeron los médicos que Moisés se salvaba, pero él se negó cooperar. Así anda el mundo: las mayorías de los hombres ven a las mujeres como unas interesadas; quizás esa es la razón por la cual, muchos hombres les mienten y no las valoran.

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EL PELIGRO ENCARNADO Adrián era un joven muy mujeriego; yo diría, un adicto a las mujeres; pero un día encontró una mujer que le curó su adicción. Un día encontró una mujer más guapa que abejas de piedra. Adrián conoció aquella mujer en un colmadón, en la romana. Después de unas cuantas semanas de haberla conocido, se la llevó a vivir con él para su casa, ya que él vivía solo. A los pocos días de vivir con ella, los lugareños le dijeron que tuviera mucho cuidado con esa mujer; que asa mujer era prostituta y que había mutilado a varios hombres con su navaja. Al principio Adrián creía que todo el que le hablaba mal de su mujer era porque le tenia envidia, pero un día supo que todo lo que le decían era cierto; un día se enteró de que aquella mujer con la que él compartía su lecho era el peligro encarnado. Y lo peor de todo era que ella seguía ejerciendo su profesión de prostituta, aun viviendo con él: ¡un hombre tan orgulloso como Adrián!

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Un día Adrián llegó de trabajar y como no encontró su esposa en casa, decidió salir para ver si encontraba algo de comer. Fue a una fritura y se comió unas cuantas empanadas allí, pero en vez de regresar a su casa, se quedó con dos amigos tomando cervezas en el colmadón que estaba más próximo a su casa. Como a la dos hora llega su mujer a la casa, y al no encontrarlo, en seguida salió de la casa como alma que lleva el diablo en busca de él. Cuando ella lo encontró tomando cerveza con sus amigos, se le puso en frente y -le dijo: ¿Que quieres, Adrián, irte para la casa o quieres que te lleve arrastrando? Adrián, sabiendo lo que le habían contado de ella, decidió irse por las buenas. Cuando llegaron a la casa, Adrián la agarró por un brazo y -le dijo: la próxima vez que tú me hagas pasar una vergüenza como esa, te sonaré como una maraca. Al instante de Adrián terminar de decir la última palabra, la mujer sacó una navaja con la punta como una aguja de tan afilada que estaba, se la colocó en el cuello y -le dijo: ¡mira hijo de puta!, ¿a ti nunca te han matado?; tú me pones un dedo encima y te saco el hígado con esta navaja, asqueroso.

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Ese día Adrián supo que todo aquello que le habían dicho de ella era cierto… En fin, el pobre Adrián casi no dormía de noche, ya que la agresiva mujer un día lo amenazó con cortarle su parte intima mientra estuviera durmiendo; y en otra ocasión le dijo que el día que él menos lo esté esperando le daría un baño de pies a cabeza con ácido del diablo. Un día adrián no pudo aguantar más y comenzó a empacar su ropa para marcharse, ya que sabía que en cualquier momento aquella mujer lo descuartizaría. Ella al ver lo que Adrián hacia, sacó su navaja, se la colocó en el cuello y -le dijo: ¡y esa ropa, para donde la llevas! -Le responde Adrián un poco tembloroso: para la lavandería mi amor. -Le dice ella: Ahhh, yo creía que te marchabas; déjala ahí que yo te la lavo. Y ten cuidado con pasarte de listo; el día que te valla de esta casa, donde te encuentre, te mato como a un perro. Un domingo, mientras ella visitaba a su hijo en la cárcel de san pedro, Adrián aprovechó, recogió su ropa y se marchó para santo domingo, abandonando todo: hasta su lucrativo trabajo, ya que si se quedaba en la romana,

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aquella mujer lo encontraría fácilmente y lo mataría. Cuando la mujer llegó a casa y vio que su cautivo esposo se había marchado, lo llamó a su celular y -le dijo: ¡Adrián, donde te encuentre, te mato cabrón!

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A JAVIER SE LES ABREN LOS OJOS Desde que Javier era un adolescente soñaba con curar a los enfermos con sólo tocarlos, como lo hacía el gran maestro Jesús. Él imaginaba a multitud de personas enferma haciendo cola esperando su turno para que él las sane; hasta se imaginaba el estrés que seguramente esto le produciría. Pasaron los años y Javier no era capaz de curar ni una pequeña cortadita en un dedo. Él oraba, ayunaba y le rogaba a Dios para que le diera el don de sanar a los enfermo, y todo era inútil. Un día Javier decidió salir en espíritu, para ir al cielo y hablar personalmente con Jesús, para que Jesús le diera una explicación, ya que sus oraciones, al parecer no habían sido escuchadas. Ese día Javier se encerró en su habitación y no probó alimentos en todo el día. Como a la seis de la tarde, se recostó boca arriba; entró en un estado de relajación total y sacó el espíritu de su cuerpo físico.

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Cuando Javier se vio libre de su pesado cuerpo, se dijo así mismo: -Ésta es mi oportunidad; iré a dialogar con mi señor Jesús. Javier visualizó a Jesús y en unos cuantos segundos llegó al cielo justamente donde estaba el gran maestro. Cuando Javier vio al gran maestro, se arrodilló ante él y -le dijo: que gusto verte, maestro. -Levántate hijo mió y dime que te ha traído por acá, -le dijo Jesús. Javier se levantó, lo miro a los ojos y -le dijo: he venido aquí para que tú me des una explicación; ya que he pedido el don de sanar a los enfermos, dar la vista a los ciegos y hacer caminar a los paralíticos, y no soy capaz de curar ni una simple cortadita en un dedo. -Le responde Jesús: tus oraciones fueron escuchadas, pero mi padre no quiso darte lo que tú pedías. -Le dice Javier: ¿y por qué, si yo no soy egoísta, ni me interesa ser famoso?; yo jamás usaría ese poder para enriquecerme. Sólo quiero ayudar un poco a los enfermos pobres, que por no poder pagar un seguro médico, no les gustan atenderlos en los hospitales. -Le dice Jesús: la verdad es que mi padre no te ha dado el don de sanar a los enfermos

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porque te ama mucho. Mi padre te quiere vivo en la tierra para que ayudes con tu sabiduría y con tu bondad a otros. -Le dice Javier: señor, no entiendo lo que me dices. -Le dice Jesús: te lo explicaré más claro. Si de repente apareces tú con el don de sanar a los enfermos, los médicos te mandarían a matar, ya que les quitaría su fuente de ingreso. Desde aquí he visto a muchos dueños de centros médico deseando que las personas se enfermen… -Le dice Javier: ¡caramba, que tonto fui, no había pensado en eso! -Le dice Jesús: no hijo mío, tu no eres tonto, lo que pasa es que las personas que no tienen malicias como tú, creen que todo el mundo actúa con buenas intenciones. -Le dice Javier: tienes razón. Creí que todas las personas eran como yo, y esa creencia me ha traído muchos sufrimientos. Muchas personas se han aprovechado de mi generosidad, ya que me han tomado dinero prestado y nunca me han pagado; pero aun no entiendo algo: he visto como muchos predicadores han sanado a muchos enfermos en algunas campañas de evangelización.

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-Le dice Jesús: quiero que me respondas algo; ¿por casualidad, uno de esos predicadores, en algún momento, ha sanado algún paralítico? -Le responde Javier: no señor, nunca lo he visto. -Le dice Jesús: es porque esos predicadores son unos charlatanes; desde aquí he visto sus espectáculos. -Le responde Javier: !caramba!!! -Le dice Jesús: mi padre y yo hemos escuchado muchas oraciones semejantes a las tuyas; algunos pidiendo la formula de la fusión fría; otros pidiendo sacarse la loto, supuestamente, para ayudar a las iglesias, y muchas otras cosas más. Yo te aseguro, Javier, que si mi padre le diera la fórmula de la fusión fría, a ese que la pidió en ovación, los matarían los dueños de empresas petroleras; y si le diera el premio mayor a ese que lo pidió pidió, se volvería un ateo. -¡Dios mío!, -dice Javier. -Le dice Jesús: hay Javier, abre los ojos hijo mío. Si yo te contara lo que piensan los abogados, los políticos, los cantantes, los actores y las personas que se dedican a la industria armamentista, principalmente, sentirías miedo de regresar a la tierra. Pero ya que estas aquí, te revelaré estas cosas:

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Tu país, al igual que otros países, crea a los ladrones para luego cazarlos. Así que elimina ese fuerte desprecio que tú sientes hacia los ladrones; deja a mi padre que los juzgue, que sólo mi padre sabe por qué suceden las cosas. Los humanos sólo ven lo que les conviene, pero desde aquí mi padre y yo vemos las cosas como realmente son: desde aquí hemos visto que muchos asesinados provocaron a sus asesinos, y muchas mujeres violadas provocaron a sus violadores; también hemos visto que los corruptos y los que han desfalcado los bancos, equivalen a miles de los ladrones de la calle, pero a esos los policías no los persiguen. -Le dice Javier: caramba, creo que yo estaba ciego; yo nunca imaginé que las cosas funcionarían de ese modo: ¡el mundo en que vivo es muy injusto! -Le dice Jesús: es que no es para menos; sólo imaginas ¿que harías tú si tuviera dos hijos y no tuviera que darles?; ¿a caso no robaría tú para darles de comer a tus hijos? -Le dice Javier: tiene toda la razón señor. -Le dice Jesús: y si te contara las cosas que hacen en algunos países, te iría a vivir a una montaña lejos de la gente. -Le responde Javier: señor, no quiero regresar a la tierra: déjame aquí; no viviré feliz

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mientra viva allá; creo que no estaba preparado para estos conocimientos que me acabas de revelar. -Le dice Jesús: no hijo mío, regresa; te necesito allá para que rescate almas; recuerdas que el alma de un ser humano vale más que todos los tesoros de la tierra. Javier se despidió de Jesús y con un dolor en su interior y regresó a este mundo cruel llamado tierra. ________________________________________ Hasta un ciego puede ver que la delincuencia es producto del desempleo y la falta de oportunidad. Si en un país no se combate el desempleo, de nada servirá que la policía persiga ferozmente a los ladrones. Por otro lado, el mundo funciona de este modo: el médico desea que las personas se enfermen; el mecánico automotriz desea que los autos se dañen; los que venden armas, desean que estalle la guerra y así por el estilo. Al menos, así funciona el capitalismo.

¿DÓNDE ESTÁ DIOS CUANDO SUFRIMOS? Miguel era un niño muy inteligente y muy curioso; siempre quería saber el por qué de las cosas. Cuando él visitaba la iglesia escuchaba al padre decir que Dios es amor; que Dios es poderoso, dadivoso y misericordioso; que Dios escucha las oraciones y que está del lado de los pobres. Pero a él, como a todas las personas curiosas, un día se le abrieron los ojos. Un día, navegando por la Internet, Miguel se enteró de cosas horribles; se enteró de que en África se estaban muriendo de hambre y de sed; se enteró de que los pobres y los religiosos han sido los principales afectados en las mayorías de los desastres naturales que han azotado la tierra. Como toda persona pensante, Miguel comenzó a sospechar que seguramente Dios no existía, y si existía, no era tan bondadoso como lo describía el padre en la iglesia. Todo aquello lo tenia muy confundido; y para colmo, miguel había leído que las religión cristiana era un recopilación de otras religiones antiguas y de algunos pensamientos filosóficos.

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Un día, en plena clase, Miguel le preguntó a su profesor de ciencias naturales: ¿cree usted en Dios, profesor? -Claro que creo en Dios, -contestó el profesor. -Y por qué dice usted que el hombre viene del mono, si la Biblia dice claramente que los humanos somos descendiente de Adán y Eva. Al escuchar esto, el profesor se puso rojo como un tomate y -le dijo: hazle esa pregunta a la profesora de religión a ver que te responde… Un domingo, en la iglesia, Miguel aprovechó y -le preguntó al padre: padre, ¿Por que Dios deja que los pobres y los religiosos sufran cuando los desastres naturales azotan la tierra? -Le responde el padre muy asombrado: pero hijo, eso no es cierto, ¿Quién te ha dicho esas cosas? -Le dice Miguel: he leído mucho por la Internet sobre ciclones, terremotos, maremotos y tornados, y he notado que los pobres y los religiosos son los más afectados en estos desastres. -Le dice el padre: hijo, no creas todo lo que se publique por la Internet. Ese domingo Miguel salió de la iglesia muy pensativo, y hasta llegó a sospechar que la

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iglesia seguramente la habían inventado con fines lucrativo, ya que nada tenía sentido. Durante muchas semana, el niño les había preguntado a muchas personas sobre este asunto: algunos le decían que Dios no existía; otos le decían que Dios lo inventaron para que el hombre pudiera vivir en sociedad; otros le decían que los pobres sufren por su libre albedrío; otros le decían que la maldad gobierna este mundo, y que por eso los buenos sufren y los malos prosperan, etc. El pobre niño estaba más confundido de la cuenta, ya que ninguna de esas respuestas lo satisfacía. Un día miguel venia de la escuela y vio un vagabundo en la calle, y sin saber por que se le acercó. Después de saludarlo, -le pregunta: ¿por qué eligió uste ésta extraña forma de vivir? -Le responde el vagabundo: no creo que tú estés preparado para escuchar las razones por la que vivo de este modo, pero veo en ti inteligencia y valor, por eso te lo diré: Cuando yo era joven estuve más de un año buscando un empleo; y cuando por fin logré el milagro de emplearme, me pagaban una miseria; además, mis superiores me humillaban, y lo peor de todo era que aquellos hombres eran unos inútiles e infelices. La verdad, no sé como

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descerebrados como esos logran alcanzar tan alto puestos; creo que es sus crueldades lo que hace que estas personas prosperen; o a lo mejor, es el mismo Satanás el que los ayuda, pero es sólo una sospecha de mi parte. En los tres años que trabajé para aquella empresa, nunca fui feliz; además, vi cosas que me partían el alma: vi lo que hacían los jefes con sus empleadas para poder recomendarlas a un puesto mejor; y aquellas que no aceptaban complacer los caprichos de sus jefes, nunca ascendían de puesto, aunque tuvieran conocimientos suficientes pera desempeñar otras funciones superiores. Un día me despidieron para pagarle la mitad de mi salario a un nuevo; y créeme niño, la empresa para la que yo trabajaba era una de la mejor de este país; sólo imagínate como serian las peores; por eso, para no romperle el cuello un jefe abusador, decidí no buscar trabajo y dedicarme a esta vida que llevo. Yo siempre fui excelente en mis labores, pero nunca pude aprender lo esencial para conservar un empleo: nunca pude aprender a lamerle las botas a mis jefes, todo por creer en lo que me enseñaron en la puta universidad donde estudié. -¡Santo Dios, y qué mundo es este!, -le dice Miguel.

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-Le responde el vagabundo: bueno jovencito, esa es la pura realidad, y desde ahora te aconsejo que valla planeando emprender tu propio negocio si no quieres pasar malos ratos cuando crezcas. Miguel no entendió mucho estas últimas palabras del vagabundo pero al ver que aquel señor le había revelado aquellas cosas, -pensó que a lo mejor este señor podría tener la repuesta que él tanto buscaba, por lo que -le preguntó: ¿Porque permite Dios que los pobres y los religiosos sufran y mueran en los desastres naturales, cuando debería protegerlos? -Le responde el vagabundo: porque ellos buscan a Dios fuera de ellos. -Le dice Miguel: osea, ¿Dios está dentro de cada uno de nosotros? -Le responde el vagabundo: Así es jovencito; y si todos uniéramos fuerzas amándonos como los hermanos que somos; si echáramos de nosotros el egoísmo, creo que encontraríamos la verdadera libertad y hasta la inmortalidad. Si queremos que Dios nos escuche, debemos sacarlo de nuestro interior. -Le dice Miguel: Caramba, tú repuesta me ha dejado satisfecho; pero quiero hacerle otra

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pregunta: ¿los ricos han sacado el Dios que vive dentro de ellos? -Le responde el vagabundo: no jovencito; y es bueno que me lo preguntes. Las personas que han despertado a su dios interior no se hacen grandes con el sufrimiento de los demás, como han hecho las mayorías de los ricos. Yo diría que al contrario, los ricos han sacado sus demonios a la superficie. Una persona que haya despertado a su dios interior, no se preocupa par acaparar riquezas materiales, ni le teme a la pobreza. Aquellos que han despertado a su dios interior no dependen de los demás para vivir; al contrario, los demás dependen de ellos. -Le dice Miguel: no sé si lo que me has dicho es cierto; lo único que sé es que creo ciegamente todo lo que usted me ha dicho. Desde ese día, Miguel siempre le llevaba frutas aquel vagabundo, y le pedía consejos; pero un día aquel vagabundo desapareció sin dejar rastro, pero le dejó su sabiduría: espero que un día mi hijo se lo encuentre por ahí… Por un lado, creo que los religiosos están adorando al dios equivocado. Por otro lado, al parecer, Jesús tomó lo mejor de cada religión para fundar el cristianismo: la unión con el padre, la tomó de las enseñanzas de Krishna; el amar a los enemigos y morir por el prójimo es una enseñanza budista; nacer de una virgen viene de los misterios mitraicos; la vida después de la

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muerte viene de la filosofía platónica; la moral viene de la filosofía estoica; etc. Si no me creen, investiguen. Con esto no estoy diciendo que Jesús fue un farsante, lo que quiero decir es que Jesús enseñó todo lo bueno de cada religión; pero sus seguidores ni siquiera lo saben. Tampoco estoy diciendo que Jesús plagió otras enseñanzas sagradas. Lo que quiero decir es que si existe una verdad absoluta, muchas religiones estuvieron cerca de esa verdad, aunque los fanáticos religiosos no lo vean de ese modo.

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EL VERDADERO AMOR Melvin era un joven muy amoroso, pero en vez de recibir amor a cambio, las personas se aprovechaban de su amabilidad. Las mujeres de vidas dudosas le sacaban dinero, y los que decían ser sus amigos le tomaban dinero prestado y nunca le pagaban, etc. Una noche, antes de acostarse Melvin oró fervorosamente a Dios y -le dijo: -Oh señor Dios todo poderoso, ¡ayúdame! Yo les brindo amor a todos y nadie me ama; al contrario, me estafan, y hasta me envidian porque siempre estoy sonriendo; y lo peor de todo es que las personas creen que yo sonrío porque soy feliz, sabiendo ellos que en este mundo de penas, la felicidad es imposible de alcanzar. Las mayorías de las mujeres creen que el dinero que yo les doy es porque estoy interesado en sus cuerpos. Me siento sólo aun estando rodeados de amigos: ¡ilumíname señor!, Amen. Después de ésta oración, Melvin se acostó, y casi al mismo instante de acostarse se quedó

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dormido y soñó que se encontraba a orilla de un lago junto a un ser luminoso vestido de blanco. -¿Quien eres, señor?, -le pregunta Melvin. -Le responde el ser: soy el ángel Gabriel; Dios me ha enviado a revelarte algo. -¿Que me vas a revelar, señor? -Le volvió a preguntar Melvin. -Le responde Gabriel: tu oración ha sido escuchada por Dios, y él te manda a decir que el amor no es un intercambio; que si en verdad amas a alguien no debes esperar nada de esa persona. Y en cuanto a los que te estafan, el señor te manda a decir que las personas te estafan porque sus conciencias están muy reducidas: los humanos son como niños que no saben lo que hacen. Así que no te quejes de ellos; si ellos supieran lo que tú sabes, a lo mejor, muchos de ellos te superarían en cuanto amor y bondad se refiere. -Le dice Melvin: está bien Gabriel, dile al señor que haré lo que él ordena; dile que amaré al prójimo incondicionalmente, pero que esté atento a mis oraciones, ya que en poco tiempo, quedaré en la calle y me volveré un mendigo. Mis hermanos terrestres, especialmente las mujeres, me verán como un idiota y me quitarán lo poco que aun conservo.

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El ángel Gabriel sintió profunda lastima por el joven. No se sabe si fue por lo que Melvin había dicho de sus prójimos o por la vida que al pobre muchacho le esperaba en la tierra, pero como los Ángeles están para obedecer las órdenes de Dios, simplemente -le dijo: Ese es el precio de tener la conciencia expandida, hermano mío. Al pronunciar éstas palabras, el ángel Gabriel desapareció como por arte de magia. Al mismo instante, Melvin despertó de su sueño lúcido y se dijo así mismo: Gabriel tiene razón; saber mucho es muy peligroso; o mejor dicho, muy doloroso. No ames a quien no te ama: es una de las frases que más he leído en Facebook. La Biblia dice que debemos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen. Por eso, cuando demos amor, no debemos esperar nada a cambio: así nos lo enseñó el gran maestro.

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LA NIÑA MIMADA Wendy era una niña muy querida por sus padres: en casa la trataban como a una reina; todos los días se levantaba a la diez de la mañana, y muchas veces le llevaban el desayuno a su cama. Un día se fue de vacaciones a casa de su abuela por parte de su madre y en aquella casa no la dejaban descansar. Su abuela la despertaba a la siete de la mañana, y todo el día la tenía detrás de ella enseñándole los quehaceres de la casa. Un día, Wendy se dirigió a de sus tía que vivía en aquella casa y le dijo que la llevara a casa de sus padres, que no soportaba a la abuela. -¿Qué es lo que te ha hecho mamá?, -le pregunta su tía. -Le responde Wendy: abuelita no me quiere. No me deja descansar enseñándome a cocinar y a limpiar el piso; hasta el baño me obliga a limpiar. -Le dice su tía: ven para mi habitación, nena, que te voy a mostrar algo.

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Cuando llegaron a la habitación, su tía encendió su computadora portátil y le reprodujo un video en el cual, un águila empujaba su cría desde un alto despeñadero, luego pausó el video y -le preguntó a la niña: ¿qué pudiste ver en ese video, nena? -Le responde Wendy: pude ver que el águila es un ave muy cruel al precipitar su hijo por ese despeñadero. La tía de Wendy reprodujo el video nuevamente y -le dijo: observa ahora. Cuando el polluelo que el águila había precipitado por despeñadero estuvo a punto de caer abrió sus alas y voló; mas luego volaba felizmente junto a su madre, y su madre lo enseñaba a cazar. Varias semanas después, un cazador de esos que matan a los pobres animales por diversión, mató la mama del polluelo con su rifle. La tía de Wendy pausó el video una vez más y -le dijo a la niña: sólo imagínate si esa águila que acaba de matar ese cazador se hubiera limitado a llevarle alimento a su cría a su nido y no la hubiera enseñado a volar. Mamá te quiere más de lo que tu te imaginas; ella te enseña para que no sufras cuando te lleguen esos inevitables momentos de soledad.

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El paraíso existe, pero lamentablemente estamos en la tierra Wendy. En esta tierra cualquier cosa puede suceder, por eso debemos estar preparadas. Su tía volvió a reproducir el video y -le dijo a la niña: observa. En el video, el polluelo atrapaba una pequeña liebre. Desde ese día, era la niña la que no se despegaba de su abuela, para que la abuela la enseñe. Los niños mimados han tenido muchos problemas después que crecen. Cuando las cosas no salen como ellos quieren, les ataca una depresión extrema. Ellos ven el mundo color rosa y cuando descubren el mundo en que viven, ya no pueden adaptase y eso resulta ser muy doloroso.

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EL HOMBRE QUE QUERÍA SER UN DIOS Hubo una vez un hombre que leyó en un extraño libro una frase que lo dejó muy pensativo. Aquella frase decía que todos los hombres somos dioses, claro, con nuestros poderes escondidos. Un día aquel hombre se acercó a un profesor de metafísica que impartía clase en un instituto gnóstico, y -le preguntó: ¿Qué tengo que hacer para ser un dios? -Le dice el profesor: ¿y para qué quieres tú ser un dios? -Le responde el hombre: para ser poderoso como Bill Gate o como Donald Trump?; además, quiero vengarme de unos policías que me propinaron una golpiza que casi me matan. -Le dice el profesor: en verdad, tú no quieres ser un dios; tú quieres ser un demonio. Los dioses no se hacen fuertes haciendo débil o dañando a sus prójimos. Los dioses no quitan el pan a sus prójimos; al contrario, multiplican panes y peces para alimentar multitudes. Los demonios hacen lo contrario; llenan sus

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almacenes quitándole sus pertenencias a los débiles, ya sea directa o indirectamente, y eso es lo que tu quieres hacer. -Le pregunta el hombre: caramba, ¿y que debo hacer para ser un verdadero dios? -Le responde el profesor: lo primero que debes hacer es ejercer dominio sobre tus enemigos, que son esas fuerzas invisibles que mueven a los seres humanos como piezas de ajedrez. Debes eliminar de ti el odio, la ira, el deseo de ser el mejor, la codicia, la lujuria, la vanidad, el miedo a la muerte, la mentira y todas esas cosas que destruyen tu alma y el alma de tus prójimos. Si logras ejercer dominio sobre estas fuerzas invisibles, será un dios en la tierra; de lo contrario, te pueden elegir soberano del mundo y seguirás siendo un esclavo. El hombre, al escuchar esto, se puso muy triste y pensó: caramba, en verdad, ser dios es mas difícil de lo que pensé; yo puede ser un dios en este mismo instante, ¡pero que hago para resistirme a esos impulsos que me obligan hacer lo que no quiero hacer!

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EL JOVEN QUE QUERÍA VER EL FUTURO

Había una vez un joven que quería ver el futuro por dos principales razones: quería ver el destino de la humanidad y quería estafar la lotería para vengarse de todo el dinero que su abuela había perdido en ella. Pero por buscar una cosa, encontró otra. Aquel joven se compró una bola de cristal para intentar ver el futuro en ella, pero después de tres meses de intento, no vio más que la imagen de su cara reflejada en el cristal de la bola. En fin, aquel joven inventó todo para ver el futuro: llenó un recipiente con agua, practicó con cartas, observaba las estrellas, y nada le dio resultado. Lo último que aquel joven hizo fue aprender a proyectarse astralmente para ver que conseguía, y con esto sólo logró viajar al pasado. Aquel joven no encontró lo que buscaba, pero a veces sucede que uno, por buscar una cosa termina encontrando otra, ya que él encontró

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algo semejante a viajar al futuro; descubrió que los humanos estamos ciegos y que vamos directo al abismo, y que sólo expandiendo la conciencia lograremos evitar caer por ese abismo al cual nos dirigimos. Descubrió que toda verdad tiene su mentira escondida, y que toda mentira guarda una verdad. Descubrió que la verdad es superior a la realidad, y que la verdad nadie la verá con los ojos físico. Descubrió que a cada instante, la verdad se hace mentira, y la mentira, verdad.

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¿POR QUÉ JESÚS VINO A LA TIERRA? Le dice Dios a Jesús: hijo mío, elige una persona, entrénala y envíala a la tierra en mi nombre para que libere a la humanidad del egoísmo. En seguida Jesús preparó un letrero gigante y lo colocó en la plaza principal del cielo. Aquel letrero decía: Se solicita una persona para enviarla a la tierra a librar a la humanidad; al elegido se le dará poder para dominar la naturaleza. Aquellos interesados deben dirigirse al salón de acto del palacio principal: deben estar allí antes de la hora sexta. En aquel salón se juntó una gran multitud de voluntarios. A la hora sexta, entró Jesús al salón y después de darle la bendición a todos, se dirigió a ellos con las siguientes palabras: -Uno de ustedes será el afortunado para ir a la tierra a liberar a la humanidad del pecado y del sufrimiento; uno de ustedes será el afortunado de poder comunicarle a la humanidad

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que existe la vida después de la muerte y que dios es amoroso, no un ser vengador… Después que Jesús terminó de dar su charla eligió uno de ellos al azar y -le preguntó: si tu fuera el afortunado en ser enviado a la tierra, ¡que harías! -Le responde el señor: después de liberar a Israel de los romano, marcharía a roma y la reduciría a polvo, luego crearía potentes tornados para que no quede ni huella de la ciudad roma en la fa de la tierra. - Al instante se levanta otro y dice: si yo fuera el elegido, yo destruiría a roma con una tormenta eléctrica. -Dice otro: yo dejaría caer una enorme roca del espacio sobre la ciudad de roma y la volvería añicos. -Jesús interrumpió y le dijo: ¡tranquilos!, cálmense que quiero preguntarles algo. Después que todos se calmaron, -les pegunta Jesús: y si de repente ustedes tuvieran que ir a la tierra con todo ese poder que mi padre les dará, y tener que morir crucificados por los odiosos romanos, ¿soportarían esa humillación? -Dice uno de ellos: ¡que Dios me libere de tal desgracia!

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-Dice otro: un romano me pone un dedo encima, y lo encadeno en el monte Cáucaso y hago que un águila le coma el hígado a picotazo. Jesús los miró a todos, y -les dijo lo mismo que le dicen a uno cuando nos entrevistan para un empleo: vallan a sus hogares, y cualquier cosa, les llamaré. Después de despedir la multitud de aspirante, Jesús fue al trono de su padre y -le dijo: padre, tendré que ir yo mismo a la tierra; si mandamos a uno de estos hombres, será el fin de la humanidad… Y así Jesús vino a la tierra a liberarnos del pecado y de la destrucción del mundo.

LA VERDAD Emilio estaba muy confundido; él veía que todo pasaba de moda; veía que lo que parecía eterno, el día menos pensado, se derrumbaba. Él, en su numerosa lectura supo que el cristianismo había dominado el mundo y que las ciencias habían destronado al cristianismo. Él sospecha que en el futuro cercano, el misticismo destronará a las ciencias y que, quizás, en el futuro lejano, el misticismo será destronado por otra cosas, y así sucesivamente. -¿Dónde andará la verdad?, -se dijo Emilio a sí mismo. Un día Emilio se acercó a un señor de su vecindad que se pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo en su biblioteca personal y -le dijo: señor, ¡puedo hacerle una pregunta! -Le contesta el señor de la biblioteca: yo no tengo ningún inconveniente con eso. -¿Qué es la verdad?, -le pregunta Emilio. -Le responde el señor: no lo sé. -Le dice Emilio: ¡usted con tantos libros no sabe que es la verdad!

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-Le responde el señor: así es la vida; pero al menos puedo decirte las cosas que se alejan de la verdad para que no pierdas tu tiempo en ellas. -Le dice Emilio: bueno, algo es algo. El señor le pidió a Emilio que pasara y se sentara, y le brindó una copa de vino; luego se sentó en frente de él y -le dijo: La verdad y la eternidad tienen que ser hermanas, o quizás la misma cosas; por lo tanto, todo lo que es finito es ilusión; o mejor dicho, una mentira. -Le dice Emilio: osea, ésta vida es una mentira. -Le responde el señor: claro que sí; es un sueño prolongado. Un día la muerte nos despertará del mismo modo que los sueños se extinguen cuando despertamos en la mañana. Por lo tanto, la vida y todo lo que ves a tu alrededor es ilusión. Un día hasta las estrellas del cielo se apagarán y pasaran a ser como la nada. Lo sólido no es sólido; lo denso no es denso; los colores no son colores; los olores no son olores; todo lo que vemos y sentimos es sólo electricidad en nuestros cerebros. Hasta ahora, nadie ha podido definir la verdad. ¿Sabes por qué? Porque la verdad está muy lejos de nuestro entendimiento.

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En tu búsqueda, jamás confunda la realidad con la verdad, la realidad puede ser modificada, pero la verdad, no. La realidad depende del ángulo que la mires; la verdad es la misma vista desde cualquier ángulo. Con esto te digo que las ciencias establecidas no contienen la verdad absoluta, ni tampoco las religiones; y si las religiones una vez la tuvieron en su poder, la dejaron escapar. -Le dice Emilio: caramba, creo que es inútil buscar lo que no está a mi alcance; dejaré esto. -Le responde el señor: no, no te rindas; toma este libro y léelo. Este libro es una guía para entrar a otra dimensión. Yo a pesar de haberlo leído, no he podido entrar a la cuarta dimensión; a lo mejor tú sí puedes entrar en ella y descubrir algo. Pero quiero que me prometas algo: si encuentras la verdad, ven aquí y revélamela. -¡Lo haré!, -respondió el joven. El joven se despidió del señor, abrazó el libro que el señor le obsequió y se marchó de allí con la sensación de que estaba cerca de lo que buscaba. ________________________________________ Albert Einstein descubrió que la verdad es relativa, no absoluta; descubrió que la verdad despende del lugar de donde tú la mires. Si

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existe una verdad absoluta, debe ser la misma vista desde cualquier ángulo y desde cualquier distancia. El hombre y el murciélago perciben el mundo de diferentes manaras; tanto el murciélago como el hombre creen que la realidad es tal y como la perciben con sus sentidos; lo más seguro es que ambos estén equivocados, ya que lo que vemos lo hemos creado con nuestros sentidos. Pero si la verdad absoluta existe, tanto el hombre como el murciélago deberían percibirla del mismo modo. Yo diría que lo único que el hombre y el murciélago percibirían igual, seria la nada; por lo tanto, la verdad es la nada; y como la nada es nada, entonces, la verdad absoluta no existe, y si existe, nunca podremos percibirla mientras habitemos en este cuerpo físico. Rutherford descubrió que el 99.9% de los cuerpos son espacios vacíos; ósea, cada ser humano es 99.9% de nada.

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EL APRENDIZ DE OCULTISMO

Había una vez un joven que soñaba con ser ocultista. Aquel joven dedicaba la mayor parte de su tiempo leyendo libros de ciencias oculta. Pero cuando ponía en práctica todo lo que leía, no sucedía nada. Un día aquél joven se le acercó a un supuesto adivino de su barrio, que supuestamente tenía el poder de ver el futuro en una bola de cristal, y -le dijo: enséñame tu secreto, y si me funciona, te pagaré una buena suma de dinero. -Le dice el supuesto adivino: yo aprendí este arte en Haití; así que si quieres aprender, tendrás que ir allá. -El aprendiz, al escuchar esto, -pensó: si los haitianos fueran tan buenos en ocultismo, no hubieran desforestado su país; este adivino tiene que ser un charlatán: no hablaré más con él. Un día aquel aprendiz escuchó que en un bosque pantanoso que quedaba a unos 5 kilómetros del pueblo, vivía un brujo que, según

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los lugareños, podía volar, y de inmediato se fue a visitar aquel brujo, para que le enseñara su técnica de volar. Aquel aprendiz de ocultismo atravesó aquel peligroso lugar, y con mucho esfuerzo, logró localizar la cabaña del brujo. Cuando llegó aquel extraño lugar, tocó la puerta de la cabaña; un señor de muy avanzada edad abrió la puerta y -le dijo amablemente: pasa y siéntate en esa alfombra, forastero; y perdóname, es que no tengo sillas aquí. El aprendiz de ocultismo entró y se sentó. En seguida el viejo entró a la cocina, puso un panal de miel en un plato de porcelana y regresó a la sala. -Perdóname forastero, es lo único que puedo ofrecerte, -le dijo el viejo, mientras le daba el panal de miel. El aprendiz se asombró de la amabilidad de aquel viajo, ya que las gentes del pueblo decían que aquel hombre era el mismo Satanás en persona. Mientras el aprendiz comía el panal de miel, el viejo aprovechó y -le preguntó: que te trae por acá joven. -Le responde el aprendiz: Quiero que usted me enseñe su técnica de volar.

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-Le pregunta el viejo: ¿has leído mucho sobre ocultismo, verdad que sí? -Le responde el aprendiz: sí, he leído mucho, pero necesito práctica. -Le dice el viejo: como podrás saber, el ocultismo es muy peligroso. Si yo te enseño mis poderes ocultos y lo usas para hacer daño a los demás o para enriquecerte, el equilibrio de la naturaleza puede alterarse, y tú también resultaría muy dañado. -Le dice el aprendiz: he leído todo esto. -Le dice el viejo: hay algo que aun tú no sabes: la humanidad no conoce ni el uno por ciento de los secretos que guarda el universo: decía Newton que el conocimiento de un ser humano es como una gota de agua en un océano de cosas por conocer; y créeme, Newton no estaba exagerando. En épocas remotas, muchas personas se pasaban hasta 20 años estudiando astrología, alquimia y cábala, y era muy poco lo que lograron aprender de estas ciencias ocultas; otros no aprendían absolutamente nada, y se volvieron charlatanes. Los que hemos tenido la suerte de aprender un poquito, es porque la misma naturaleza nos ha dio una mano: hemos nacido con un alto grado de sensibilidad.

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-Le dice el aprendiz: quiero aprender aunque sea un poquito, y si me enseñas, te pagaré muy bien. -Le dice el viejo: no se puede cobrar por enseñar estos conocimientos. Al escuchar esto, el aprendiz pensó: algo me dice que este viejo no es un charlatán como lo demás; creo que llegué al lugar indicado. El viejo interrumpió su pensamiento y -le preguntó: ¿que deseas aprender joven?; ¿quieres tener dominio sobre la naturaleza o quieres conocer los secretos que guarda el universo? -Le responde el aprendiz: quiero conocer los secretos del universo. En ese mismo instante, el viejo entro a su habitación, regresó con un librito y se lo entregó. -Lee este librito, pon en práctica las enseñanzas de la página 57 y regresa la próxima semana. Recuerda que no puedes decirle a nadie lo que haces. -Está bien, sé muy bien que los conocimientos ocultos no pueden divulgarse, -respondió el aprendiz. Aquel aprendí se fue a su casa, leyó el librito y puso en práctica todo lo que el viejo le había indicado. A los 7 días regresó a la cabaña del viejo, muy triste.

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El viejo, al verlo decepcionado, -le preguntó: ¿Que aprendiste joven? -Absolutamente nada, -respondió el aprendiz -Le dice el viejo: tendré que usar el método B contigo. Tu esencia está dormida y tengo que despertarla. Esto es muy incómodo; espero que soporte. En ese mismo instante, el viejo entro a su dormitorio y regresó con una almohada, la colocó en la alfombra y -le dijo: acuéstate boca arriba y relájate. En seguida el joven se acostó y se relajó. Mientras el viejo le cruzaba las piernas y los brazos, -le decía: si soporta esto, logrará lo que pocos han logrado en este mundo. -¡Soportaré!, -dijo el aprendiz. El viejo colocó su mano derecha en la frente del joven y -le dijo: hazte el muerto; no te resista a nada. Al principio sentirás sensaciones extrañas en todo tu cuerpo, pero no te preocupes que nada malo te va a pasar; y si sientes ganas de cambiarte de posición, simplemente, soporta; recuerda que todo en la vida cuesta, y esto no es la excepción. Pon tu mente en blanco. Si de repente te encuentras en un lugar muy bello, disfruta un poco: alimenta tu esencia observando los nuevos colores; luego

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deseas intensamente que un ser de luz te acompañe, y en seguida, este ser de luz aparecerá a tu lado y te responderá todo lo que tú le pregunte. Recuerda mantener la calma. Yo graduare tu frecuencia y te espantaré los mosquitos para que no te saquen de concentración. -Estoy listo; haré lo que me has dicho, -respondió el aprendiz. Al instante, el viejo comenzó a pronunciar palabras en un idioma extrañas mientras permanecía con su mano en la frente del joven; y así pasó más de dos horas. Cuando el joven aprendiz estaba a punto de darse por vencido comenzó a sentir vibración en todo su cuerpo, y como a los cinco minutos se espíritu salio disparado de su cuerpo como una bala. Como a los veinte segundo el espíritu del aprendiz apareció en un lugar paradisíaco. Aquel lugar lo impactó tanto que estuvo a punto de perder el control. Por fin, la esencia del joven aprendí había logrado entrar al más allá, pero algo salió mal: él, en vez de hacer lo que el viejo le había aconsejado que hiciera, se desesperó y deseó intensamente conocer quienes son los seres humanos, por lo que en ese mismo instante, una

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pantalla gigante apareció en frente de él, y le reveló cosas que sólo él guarda en su corazón. Todo aquello lo impactó de tal manera que perdió el control y regresó a su cuerpo físico muy sobresaltado. Aquel joven se levantó de la alfombra y comenzó a correr por el bosque sin rumbo fijo. El viejo salió tras él, ya que tuvo miedo de que cayera en uno de los pantanos que rodeaban aquel lugar; pero cuando el joven salio de la zona pantanosa, dejó de seguirlo. Al día siguiente, el joven aprendiz regresó a la cabaña del viejo con una mochila llena de ropa, y le rogó al viejo que lo deje quedarse en su cabaña hasta que él pudiera construir una choza en el bosque. El viejo, al verlo desesperado, -le dijo: puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras; sólo quiero que me digas que fue lo que viste en el mundo astral. -Le responde el joven aprendiz: Jamás podré explicarlo con palabras, pero no viviré cerca de los humanos mientras me quede vida por vivir. Si lo que vi en aquella pantalla es cierto, los leones y los lobos son mansos corderos comparados con los seres humanos. -Le dice el viejo: te dije que el ocultismo es muy peligroso. Al parecer tú no estabas listo

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para enfrentaste a la verdad. Al menos, ya sabes por qué yo vivo solo en medio de este bosque pantanoso. -Le dice el joven aprendiz: siento asco hasta de mi propio cuerpo. Los humanos somos criaturas repugnantes. Nosotros creemos que somos los más inteligentes del la tierra y ayer vi todo lo contrario; incluso, creemos que somos los únicos en el universo. El viejo lo miró, y mientras sonreía, -pensaba: uno más que se le abren los ojos. Un día vi en un documental a una hiena devorando sus propios intestinos; desde ese día creí que las hienas eran los peores depredadores del planeta; hoy sé que no es así: los peores depredadores del planeta somos nosotros los humanos. Muchos animales feroces, actúan como limpiadores; se comen a los animales heridos y los animales ancianos para que no sufran una muerte lenta, y mantiene el equilibrio. Los humanos hemos pelado el planeta, maltratamos a nuestros prójimos con bajos salarios; matamos los tiburones para cortarle las aletas y matamos por placer. Claro que estas cosas no tienen que revelárnoslas para saberlas; pero todos ignoramos lo que hacemos; y cuando entramos en otra realidad y vemos que todos somos uno, estas cosas nos causan un dolor inimaginable: eso fue lo que el joven aprendiz vio en el mundo astral.

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¿POR QUÉ LOS EXTRATERRESTRES NO HAN VUELTO? En una época muy remota, los extraterrestres visitaron la tierra. Aquellos seres le gustaron tanto este planeta que muchos de ellos se quedaron a vivir junto a los humanos de aquella época. La humanidad vivía en paz y en armonía junto a los visitantes del cielo, a los cuales adoraban como dioses; pero un día la tierra se inundó repentinamente, y los extranjeros tuvieron que marcharse en sus máquinas de fuego. En aquella gran inundación sobrevivieron muy pocos seres humanos, los cuales se encargaron de poblar la tierra nuevamente. Algunos extraterrestres amaban tanto a los humanos que decidieron quedarse en la tierra para ayudar con su gran inteligencia a los sobrevivientes. Aquellos forasteros descubrieron la causa de aquella inundación; por eso comenzaron a construir calendarios, pirámides y observatorios astronómicos para vigilar el cielo. Ellos calcularon el tiempo exacto que tarda nuestro sol en dar una vuelta alrededor del

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centro de la vía lácteas y descubrieron mediante cálculos matemáticos la fecha exacta en la que se produciría el próximo cataclismo natural. Aquellos seres juraron regresar a la tierra para ayudar a la humanidad cuando este cataclismo esté a punto de azotar la tierra otra vez. Pero la humanidad se olvidó de ellos; fueron muy pocos los humanos que conservaron los descubrimientos de los visitantes del cielo. Llegó el siglo XX, una época en la cual, la tierra se acerca al punto de disturbios cósmicos. Los extraterrestres que una vez estuvieron aquí saben que a la tierra no le queda mucho tiempo, por lo que ellos prepararon una expedición para ayudar aquellos amados seres que una vez le dieron la bienvenida; pero cuando regresaron, notaron que los humanos se estaban masacrando unos con otros, ya que en ese tiempo la segunda guerra mundial estaba en su punto máximo. Al ver esta masacre, los visitantes del cielo decidieron marcharse. Pasaron unas cuantas décadas más, y la tierra seguía acercándose al punto de disturbio cósmico, por los que los extraterrestres preocupados por nosotros decidieron enviar otra flotilla de exploradores para ver de que modo nos ayudaban.

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En este último viaje, ellos estuvieron un año entero, explorando la tierra, y cuando terminaron de estudiar la nueva raza humana, regresaron a su mundo y presentaron a sus superiores el siguiente informe: Los humanos se han vuelto agresivos. Ya no son ni sombra de lo que fueron muchos milenios atrás. Hemos visto con nuestros ojos lo que los humanos son capaz de hacer: podríamos asegurar que ellos son los peores depredadores del universo. Aquellos seres mansos que una vez se alimentaban de frutas, se han vuelto agresivos y comedores de carne; ellos matan a sus hermanos que habitan en el mar de una forma horrible, y muchas veces lo hacen por diversión. Y lo peor de todo, ellos casi han exterminado los sagrados árboles. Es mejor que no los ayudemos; dejemos que el próximo cataclismo los destruya a todos; los humanos ya no tienen remedio. Ellos ya ni se acuerdan de nosotros. Muchos de ellos han visto nuestras maquinas voladoras, y cuando los testigos dicen lo que vieron, nadie les cree; algunos hasta han acusado de locos aquellos que nos han visto. Yo digo que es mejor que no regresemos a la tierra; ellos además de volverse feroces, han creado armas tan peligrosas que según

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nuestros cálculos, tienen la capacidad para destruir su mundo varias veces y parte de la cuarta dimensión. Es mejor que no nos acerquemos a ellos, no sea que nos confundan con seres hostiles y comiencen a dispararnos con sus potentes armas. Cuando el gran cataclismo pase, ayudaremos a quienes logren sobrevivir y le quitaremos el habito de comer carne; creo que eso es lo único que podemos hacer por ellos; y roguémosle al gran creador del universo para que no estalle una guerra antes del gran cataclismo, porque si eso llega a suceder, se romperá el equilibrio y la catástrofe se extenderá a la cuarta dimensión. Si un día los extraterrestres vienen; hasta viéndolos con nuestros ojos se nos hará difícil creerlo. Seguramente tendrán que someterse al método científico para probar su existencia.

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¿QUIÉN NOS MINTIÓ? -Dice lucifer: ¡hola Eva!, como estas -Le responde Eva: ¡hola Lucy!; Yo estoy bien gracias al creador. -Le dice Lucifer: ¡te sientes feliz en este jardín! -Le responde Eva: ¡súper feliz! -Le dice Lucifer: ¡me creerías si te digo que existe un lugar más perfecto que este! -Le responde Eva: este jardín fue plantado por el mismo creador; no creo que exista un lugar más perfecto que este. -Le dice Lucifer: lamentablemente existe un lugar superior a este. En aquel lugar, tú puedes ser semejante a tu creador: puedes crear jardines como este con sólo desearlo; puedes ordenarle a los árboles que den frutos y en un instante aparecen los frutos. Sin embargo, en este jardín, tú tienes que esperar. -Le dice Eva: ¡no te creo, Lucy! -Le dice Lucifer: no quiero que me creas, quiero que vallas para que compruebe la verdad por ti misma.

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-Le dice Eva: ¡qué debo hacer para ir a ese mundo! -Le responde Lucifer: lo único que tienes que hacer es sacar el espíritu de tu cuerpo y dirigirte aquel mundo de magia y de libertad. -Le pregunta Eva: ¿cómo saco mi espíritu de mi cuerpo? -Le responde lucifer: come una manzana de este árbol; esas frutas tienen el poder de adormecer tu cuerpo físico, y ya con tu cuerpo adormecido, tu espíritu se libera de su prisión corporal y entrará al mundo de la libertad. En seguida Eva despegó una manzana, pero antes de comerla -pensó: caramba, porque sería que nuestro padre nos habrá prohibido comer del fruto de este árbol; pero no hay nada malo en conocer otros mundos; a lo mejor aprenda algo importante y se lo cuente a mi compañero Adán. Después de este pensamiento, Eva mordió la manzana, y al instante su cuerpo se adormeció y liberó el espíritu. Cuando el espíritu se vio libre de la ligadura del cuerpo físico, se dirigió al mundo astral y allí creó una copia del paraíso con sólo desearlo. Cuando Eva vio aquella maravilla regresó a su cuerpo; ya dentro de su cuerpo, despegó otra manzana del árbol, fue corriendo donde Adán y -

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le dijo: ¡Adán, prueba de ésta fruta!; es del árbol que está en el centro del jardín. Ésta fruta te dará el poder de conocer un lugar más perfecto que este. En aquel lugar podemos crear jardines; incluso, podemos trasladar las luces del cielo de un lugar a otro. Cuando Adán escucho a su mujer decir eso, -le dijo: ¡pero Eva!, recuerda que el creador nos prohibió comer del fruto de ese árbol. -Le dice Eva: no te preocupes hombre; yo comí y mira, nada me ha pasado, al contrario, tengo grandes conocimientos. Cuando Adán escucho esto, agarro la manzana y le dio un mordisco, y al mismo instante su cuerpo se adormeció, su espíritu salio de su cuerpo físico y se dirigió al mundo astral. En el mundo astral, Adán creó un jardín pequeño con muchas flores y fuentes. Al ver todo aquello, Adán se emocionó tanto que perdió el control y regreso a su cuerpo físico. Un día el creador fue a ver como iba todo en el jardín. Cuando Adán y Eva vieron al creador -le dijeron: padre, hemos visitado un lugar parecido a este donde podemos crear jardines del mismo modo que tú creaste este. -Le dice el creador: ¡les dije que no comieran de la fruta esa, y me desobedecieron!!! Debí decirles que esa fruta hace que sus células

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se deterioren lo cual hace que sus cuerpos envejezcan y mueran… El creador sabía perfectamente que con aquellos conocimientos en poder de sus hijos no iban a vivir feliz en el edén, sabia que sus hijos preferirían el mundo astral y despreciarían el mundo físico, por eso, Dios los echó del paraíso, para que conozcan las dificultades y valoren las cosas, para que cuando lleguen al mundo astral, estén listos para actuar como verdaderos dioses; Ellos, al verse desamparados, se abrazaron; Eva miró a Adán a los ojos y -le dijo: caramba, nunca creí que las frutas esa nos iban a traer tantos problemas. Adán le acarició el cabello y -le dijo: no te aflijas Eva; sé que vamos a envejecer y morir, pero nuestros espíritus sobrevivirán y entrarán al mundo astral; allí rejuveneceremos de nuevo y viviremos eternamente; allí recuperaremos más de lo que acabamos de perder. ________________________________________ Yo me pregunto: ¿Quién nos habrá mentido? ¿Sobrevivirá nuestra conciencia después de la muerte del cuerpo? ¿Serán reales los seres del mundo astral o estarán los Ángeles caídos jugando con nosotros? ¿Se estarán los ángeles caídos burlando de los espiritistas haciéndose pasar por personas fallecidas?

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¿Será el mundo astral un mundo ficticio; un mundo creado por nuestros cerebros o será un mundo más real que este? ¿Nos habrá dicho lucifer la verdad, al decirnos que seremos como dioses? ¿Estarán los gnósticos en lo cierto al decir que Jehová creo el mundo material y que el mundo espiritual lo creó otro dios? ¿Por qué será que la serpiente se adoró en toda la tierra? ¿Como llegó la serpiente a conquistar un mundo tan apartado como América? ¿Quiénes enseñaron a los nativos americanos a construir pirámides; serán lo mismos que enseñaron a los egipcios y a los sumerios? Yo daría todo por saber a ciencia cierta la repuesta de aunque sea una de estas preguntas. Dicen los espiritistas que existe la vida después de la muerte; de esto ser cierto, los seres humanos somos las criaturas más afortunadas del universo, ya que la belleza y la libertad que no espera, es inimaginable. ¡Que Dios me perdone por haber escrito este cuento!

EL KARATECA Cuando yo era un niño, me pasaba horas lanzándoles piedras a la luna con mi honda. Cuando descubrí que la luna estaba muy lejos, decidí sustituirla por los pericos y los cuervos que se comían el maíz de nuestra propiedad. Lanzar piedras con mi honda fue un pasatiempo que me trajo muchos problemas, ya que muchas de las piedras que yo le lanzaba a los pericos y a los cuervos llegaron a caer sobre las cabezas de algunas de las personas que pasaban por el cafetal de mi padre. Hasta llegaron a inventar falsas historias de mí: -tengan cuidado al pasar por la casa de Beatriz; en esa casa hay un loco que vive asechando a las personas que pasan para caerle a pedrada con su honda. Decían que yo era tan agresivo, que hasta rompí un espejo de una pedrada porque yo odiaba hasta mi propia imagen. Esas falsas historias me hicieron muy famoso y muy temido. Algunos jóvenes desechaban el camino cuando

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me veían a lo lejos, para no encontrarse conmigo. Estos fueron algunos de los sobrenombres que me atribuyeron: el loco, el furioso, el karateca, el David enfurecido, vida fácil, etc. Por un lado, aquella fama fue una bendición para mí, ya que los jóvenes de mi tierra eran muy abusadores. Cuando los jóvenes de mi tierra natal descubrían que una persona era débil, todos descargaban su ira sobre esa persona, pero mi fama me liberó de ser victima de ellos; y aunque en realidad, yo no era agresivo, me las ingenie para aparentar serlo. Además, creé una verdadera fiera llamado Alex, que gracias a Dios abandono la agresividad cuando se hizo mayor de edad. Alex era uno de esos jóvenes débiles; un pobre muchacho que no sabía lo que iba hacer de tantas palizas que les habían propinado. Aquel joven, al escuchar de mi fama, se dirigió a mí para que yo lo enseñe a defenderse. Un día, Alex fue a mi casa con la cara llena de moretones, y -me dijo: Joselo, necesito que me hagas un favor. -En que puedo ayudarte Alex, -le dije. -Me responde él: necesito que me enseñes Karate; si no aprendo karate, me van a matar a

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golpes. Si me enseñas, te voy a regalar uno de mis mejores gayos. Yo al ver los moretones en su cara, tuve compasión de él y -le dije: está bien, ven mañana en la mañana para que practiquemos en el cafetal. Ese día fui a lo más profundo del cafetal, y preparé un espacio adecuado para el entrenamiento. A la mañana siguiente, Alex estaba en mi casa tempranito sentado en el patio, esperándome. Yo al verlo ansioso, me preparé y -le dije: ¡sígueme! Cuando llegamos al lugar de entrenamiento, colgué un saco medio de tierra mezclada con hojas secas de café a la altura de su cara y -le dije que le propinara cincuenta patadas al saco. El pobre muchacho ni siquiera podía levantar un pie. -Esto va a ser más difícil de yo que me imaginé, -pensé yo. Ese día no lo puse a tirar patada, sino que le enseñé unas cuantas lleves que mi hermano Berni me había enseñado para que me defendiera de un muchacho extremadamente agresivo llamado Roberto, que acostumbraba a descargar su ira con el primero que encontraba. Alex y yo nos pasamos la mañana entera practicando. Cuando nos dio hambres, nos

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dirigimos a una mata de mango, tumbamos unos cuantos mangos a las pedradas y nos lo comimos; luego nos fuimos para el río a bañarnos. -El entrenamiento de mañana va a ser muy duro; no creo que tú lo soporte, -le dije yo, mientras íbamos camino al río. -Me dice él: yo soportaré. Al día siguiente, nos fuimos para el cafetal; cuando llegamos al lugar de entrenamiento, -le dije: ¡bueno Alex!, esto es lo más difícil del entrenamiento. Debo lograr que tus piernas queden rectas: ¡esto va a doler un poco! -¡Has tu trabajo!, -me dijo. Lo hice sentar y le amarré su pie derecho de una mata de café. Después de asegurarme de que no se iba a soltar, comencé a estirarle el otro pie. Él no pudo aguantar el dolor y dio un leve grito de desesperación. -¡Dejemos este entrenamiento!, -le dije yo. -Me dice él: no, sólo hazlo rápido; a lo mejor de ese modo no me duela tanto. -Está bien, -le dijo. En seguida le agarre el pies, y le dí un jalon tan fuerte que le estallaron los huesos. El pobre muchacho lanzo un grito tan fuerte que yo creo que se escuchó en toda la población aledaña. Yo

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al escuchar el fuerte grito, le solté el pie de la mata de café, y traté de levantarlo, pero él se negó: el pobre hasta sudó del fuerte dolor. Como a la media hora, cuando el dolor se había calmado, lo ayudé a levantar y lo llevé para su casa. El pobre muchacho se pasó dos días acostados, y hasta fiebre le dio. Después de recuperarse, fue a mi casa y me dijo que quería seguir con el entrenamiento, y yo al ver que él insistía, seguí entrenándolo. En fin, practicamos todo lo que contenía un librito de lucha cuerpo a cuerpo que yo le había robado a mi hermano Bernis. Ya de último, yo lo ponía a derribar matas de plátano a patada, y cuando ya las matas de plátanos le quedaban cortas, nos dedicamos a robar auyamas en las propiedades ajenas para ponerlo a destrozarla a trompada y luego echarles los pedazos a los cerdos de mi casa. Un día le dije que me aplique una palanca en mi brazo derecho, para ver como estaba, y por poquito me rompe el brazo. -Ya estas listo Alex; mañana voy a probarte con un de los muchachos, -le dije. Al día siguiente, nos fuimos para la carretera a esperar a que pasara una victima. Después de un tiempo de espera, vemos que viene un joven llamado Ariel arriando una vaca.

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-Prepárate Alex que vas a pelear con Ariel, -le dije. -Dice Ales: estoy listo; me vengare de la paliza que me propinaron él y su hermano Eric; otro que pronto voy a reventar. Cuando se acerca Ariel, lo llamo y -le digo: Ariel, ¡tu no te imaginas lo que me acaba de decir Alex de ti! -Me dice Ariel: ¡que fue te dijo ese fatal! -Le digo yo: Alex me dijo que tú te dedicas a robar huevos en los cafetales. Ariel suelta la soga de la vaca, se dirige hacia donde estaba Alex, y sin preguntarle nada, le brincó al gañote, y hasta yo lo hubiera hecho, ya que en mi tierra, robar huevos era algo muy vergonzoso. Alex le esquiva el ataque y lo derriba fácilmente; cuando Ariel se levanta del suelo, Alex le propina una patada en el cuello que lo noqueó. Yo, al ver aquello, corrí y agarre a Alex para que no lo siguiera golpeando en el suelo. Luego solté a Alex y ayudé a levantar a Ariel. Ariel agarró su vaca un poco mareado y -le dice a Alex: esto no se va a quedar así Alex. -Le dice Alex: ¡huy, mira como estoy temblando! Desde ese día, Alex comenzó a vengarse de todo los muchachos que lo golpeaban:

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A uno que le llamaban leo, le puso la cara como un tomate de tantas trompadas que le dio; a uno que le apodaban el buey, le dislocó el hombro con una palanca que le aplico en el brazo derecho; a Eric, el hermano de Ariel, después de darle una paliza, lo obligó a comer tierra; y al más furioso de todos, un joven llamado Luis, le propinó un cadenazo con una cadena de bicicleta, que tuvieron que darle bolas de marzo, (unas pastillitas para curar heridas internas). Lo último que escuche de él fue que tuvieron que trasladarlo de escuela, porque en la escuela donde él estudiaba, agarró un palo de leña y le propinó un palo en la cabeza a un compañero de aula que tuvieron que echarle agua para revivirlo. No quiero ésta fiera en esta escuela, -dijo el director. Después de muchos años sin vernos, un día, Alex me vio en santo domino, en Carrefour, y -me dijo: maestro que gusto verte. -Le respondo yo: hola Alex como has estado; ¡y por qué tú me dices maestro! -Me dice él: no recuerdas cuando me enseñaste Karate en el campo. Ahhh, ahora sí lo recuerdo…

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Él y yo nos sentamos en una mesa en la cafetería, pedimos dos cervezas y comenzamos a recordar los viejos tiempos… Ya de último -le dije: Alex, quiero revelarte algo. -Dice Ales: ¿que me vas a revelar? -Le respondo yo: en realidad, yo no sabia nada de karate; absolutamente nada. Alex sonríe y me dice: yo lo sabía.

EL ASESINO Sandro era un joven muy atractivo; tenía la piel angelical y el cuerpo de atleta, pero a veces, ser bello, físicamente, es un problema, y más aun si la persona es amable y humilde como lo era el joven Sandro. Todo el mundo creía que Sandro era homosexual, ya que además de su atractivo físico y su amabilidad, no era muy mujeriego. Por las calles muchos hombres lo piropeaban, y hasta lo acosaban sexualmente; y para colmo, cuando él salía con una chica, los hombres, en vez de enamorar a su chica, lo enamoraban a él delante de ella, algo que resultaba ser muy vergonzoso para este pobre muchacho. -¡Santo Dios, en que mundo vine yo a caer!, -decía Sandro, cuando escuchaba aquellos insultos. -¡Hola flaca!, -era la frase que más le decían. -Él sólo decía: dame paciencia señor, para no cometer una locura. El pobre Sandro tenía que desechar muchos caminos, huyendo de los insulto y de los acosos.

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Un día, borracho, Sandro perdió el control y casi asesina a un joven con una navaja, por este haberle dicho: -míralo ahí donde va el gay. El joven Sandro se caracterizaba por ser una persona muy calmada, pero hasta las gotas de agua hacen orificio en las rocas de tanto caer sobre ellas: Sandro acostumbraba a cenar en una cafetería donde cocinaban muy delicioso, pero para llegar a esa cafetería tenía que pasar por un gimnasio donde tres jóvenes lo insultaban cada vez que pasaba por allí. Al principio, aquellos tres jóvenes comenzaron con un ligero pitido; pero al ver que él los ignoraba, comenzaron a decirle groserías. Ya de último hasta le agarraban el trasero. Pero un día el pobre muchacho no pudo aguantar más, ya que se puso a tomar cervezas desde temprano. No se sabe si fue el demonio que se le metió a Sandro en la cabeza o que fue, pero esa noche, él tomó la pistola de su hermano a escondida, y salió supuestamente a cenar para la cafetería. Cuando vio a los tres muchachos sentados en el banquillo de siempre, se dijo así mismo: hoy va a correr la sangre por este callejón.

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Al pasar por donde estaban los tres jóvenes sentados, -le dice uno de ellos: ¡hola flaca bella!, ¿cómo estás? Él, al escuchar el insulto se da la vuelta, saca la pistola y -le dice: lo siento muchacho, pero hasta aquí llegó este relajo. -Dice otro de los muchachos: el marica nos amenaza con un juguete, jajajajaja. Mientras el muchacho sonreía, Sandro le reventó la boca de un balazo; luego acribillo a los otros dos muchachos. Cuando las demás personas salieron del gimnasio para ver que fue aquella ráfaga, ya Sandro se había ido. Él, enseguida se fue para la casa, colocó la pistola en la gaveta y le dejó una nota a su hermano, la cual decía: -Perdóname hermano, pero tuve que matar a tres mal nacidos con tu arma; no digas nada que ellos se merecían eso y más; creo que hasta le hice un favor al país al despachar a esos fatales al más allá. Me fui para donde mamá hasta que se normalice la cosa, y no te preocupes que nadie lo sabrá; ante de matarlos, yo vi un video de cómo cometer un asesinato sin dejar rastros. Al día siguiente, Sandro se pasó el día entero frente al televisor para ver lo que decían los noticiarios, y al ver que vinculaban la muerte de

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los tres jóvenes con el narcotráfico, decidió regresar al barrio y seguir su vida normal.

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LA REALIDAD EN QUE VIVIMOS En sus primeros años de estudios, Pablo trabajó para más de diez empresas diferentes, pero nunca pasaba más de tres meses en un empleo: cuando no lo despedían para -supuestamente- darle oportunidad a otros, terminaba abandonando el trabajo, ya que a veces gastaba más que lo poquito que le pagaban. Una vez fue contratado como temporero en una tienda por departamento; una de esas tienda en donde acostumbran a sacarles el juguito a las personas. En la tienda habían sólo dos vacantes para los quince temporeros: dos se quedarían trabajando después que pasara la temporada y los demás se Irian para sus casas. Un día, un joven que trabajaba fijos en la tienda se acercó a Pablo y -le dijo: Pablo, si tú quieres que te contraten después que termine la temporada escolar, tendrás que acostarte con tu jefa. Ayer escuché a una de las muchachas decir que ella ya te tiene los ojos puestos encima; así que no te esfuerces tanto por sobresalir, porque de nada te servirá.

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-Le dice Pablo: yo no puedo hacer eso que me dices; eso va contra mis principios. -Le dice el joven empleado: aunque tú no lo creas, yo también fui temporero como tú. Así fue como yo me gané este puesto de trabajo; y créeme, mi jefe en ese entonce era aquel que tiene la corbatica puesta: ese tipo es homosexual. Te lo digo porque yo tuve que meterle manos para que él pueda recomendarme; por eso estoy aquí trabajando. Así que ya sabes lo que tienes que hacer. A pesar de todo, Pablo no se animó a meterle manos a su jefa, y tal y como su amigo le dijo, de nada le valió su gran esfuerzo y dedicación, ya que fue uno de los primeros en ser despedido cuando terminó la temporada escolar. Pablo, decepcionado de todo, -se dijo a si mismo: No trabajaré más; cuando termine mi carrera buscaré un buen empleo; por ahora me dedicaré a la piratería hasta que termine mi carrera universitaria. Pasaron dos años y medio, y Pablo se graduó casi con honores. Luego comenzó a buscar un empleo como un loco, pero pronto notó que algo andaba mal. Cada vez que lo entrevistaban para una vacante, le decían que lo llamarían y nunca lo llamaban.

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El pobre muchacho estaba desesperado; tan desesperado que hasta pensó vender mariguana para poder mantenerse. Una vez leyó un anuncio en el periódico, en el cual solicitaban cincos ingenieros; cuando fue a llevar su curriculum, observó que su curriculum lo colocaron encima de una torre de curriculum tan alta, que parecía a una de las extintas torres gemelas en miniatura. -¡Virgen de la Altagracia!, cuanto desempleo hay en este país, -pensó Pablo, al ver aquella torre de curriculum para cincos simples vacantes. Pablo tardó casi dos años en conseguir un empleo; sin embargo, en aquel trabajo le pagaban una miseria de salario que no le daba ni para mantenerse dignamente, pero él pensó que era mejor algo que nada. Un día, en el trabajo, mientras Pablo almorzaba, sus compañeros de almuerzo comenzaron hablar mal de cuba: decían que a los cubanos se los estaba llevando el demonio, que en cuba no habían carros lujosos, ni Laptop modernas; que nosotros estamos mucho mejor que ellos. Decían que aquí hay modernas edificaciones, autos lujosos y todas esas cosas. Y mientras ellos hablaban del aparente progreso. Pablo pensaba en las personas que viven a orilla de muchos ríos en extremas pobrezas,

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esperando el día en que el río crezca y les destruya sus casitas; pensaba en los niños que mendigan en las calles; en los niños y adultos que limpian parabrisas en los semáforos. Pensaba en las personas desamparadas; en las personas que buscan alimentos en la basura, y en aquellos que no les quedan de otra que delinquir por no encontrar una oportunidad. Pensaba en las personas que a diario se acuestan sin cenar y en muchas otras cosas más. En ese momento Pablo deseó intensamente estar en cuba, en china o en corea del norte. Pablo también tuvo otro deseo: él deseó agarrar la horrible comida que se estaba comiendo y arrojársela en sus caras; y si no lo hizo, fue por miedo a perder su empleo. Pero les dijo lo siguiente: Ustedes están bien; al menos por ahora, ya que tienen un puesto de trabajo, pero en este país hay cientos de miles de personas desempleadas que en este momento quisieran estar en cuba. Aunque ustedes no lo crean, en este momento hay personas que no saben lo que van hacer para poder llevarle la comida a sus hijos; así que enjuáguense la boca antes de hablar de los cubanos. En este país, el que está bien, no le importa el sufrimiento de los demás.

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Aunque ustedes no lo crean, la tierra es de todos, pues todos somos hijos de Dios. El mundo produce alimentos suficientes para alimentar el doble de la población mundial, sin embargo, millones de personas padecen de hambre. Sólo miren la horrible comida que nosotros nos estamos comiendo; una comida que ni Rambo, el perro de mi casa, la come cuando yo se la llevo: imaginen lo que deben comer los desempleados. Sinceramente les digo: me avergüenzo de ser un ser humano. Los problemas del mundo no los solucionará ni el capitalismo, ni el comunismo; al menos, no el comunismo que se practica en algunos países del mundo, ya que en esos países comunitas, las riquezas no se distribuyen como deberían distribuirse. Creo que lo único que salvará el mundo es la píldora antiegoísmo: ojalas alguien la invente. El egoísmo es la peor enfermedad que azota a la humanidad, una horrible enfermedad que todos la padecemos y nadie quiere curarse, y mientra existe este mal, nada en la tierra funsionara.

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EL EJÉRCITO SUICIDAS Las reservas petroleras y de uranio se agotaron y la humanidad empobreció; algunos países prudentes tuvieron que volver al comunismo, ya que era el único modo de frenar la delincuencia, el crimen y la gran oleada de desempleo que se había desatado en el mundo. En los países capitalistas reinaba la desigualdad social: se veían por todas parte personas desamparadas. Los que gobernaban solían adueñarse de la tierra; una parte de la población trabajaba para ellos por un mísero salario y el resto de la población estaba desocupada. Pero en uno de esos países capitalistas nació un hombre que lo cambiaría todo. En aquel país, nació el comandante Héctor, hijo único de un rico terrateniente. Este joven era extremadamente inteligente y muy sensible; era una de esas personas que se les expande la conciencia a muy corta edad. Desde que aquel joven tuvo uso de razón, notó que la riqueza de los que gobernaban el

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país, incluyendo la riqueza de su padre, era producto del sufrimiento de los pobres, por lo que aquel joven se sintió avergonzado y se retiró a vivir en un bosque, propiedad de su padre, y allí comenzó a entrenar y a desarrollar tácticas de guerra. Cuando su padre murió, heredó su fortuna, pero en vez de dedicarse a expandir la fortuna heredada, comenzó a recoger vagabundos y personas desempleadas, para llevarlo a su mansión en el bosque y entrenarlos personalmente. En poco tiempo, aquel joven formó un ejército de feroces guerreros que lo veían él como a un padre; un ejercito capaz de seguirlo al mismo infierno. Un día Héctor los reunió a todos y -les dijo: Queridos hermanos, es mejor morir peleando que vivir en la miseria, por lo tanto, mañana comenzaremos una revolución; tomaremos ciudades y mataremos a todos los que se nos atraviesen en nuestro camino. En esta guerra no quiero prisioneros. Atacaremos ferozmente las fortalezas y le repartiremos las armas a quienes quieran unírsenos en ésta lucha. Este país los ha despreciado a todos ustedes, pero esta es su oportunidad. Luchen y demuestren que ustedes también son hijos de Dios; demuestren que

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ustedes no son desecho del cosmos, como piensan los gobernantes de este país: ésta es su oportunidad, no la desperdicien. El día siguiente, aquel feroz ejército marchó y tomó la ciudad más próxima; luego fueron tomando ciudades y centenares de personas se fueron uniendo a ellos. Después de varias batallas, el comandante Héctor convocó una rueda de prensa para enviarles el siguiente mensaje a sus enemigos: -Quiero decirles que somos un ejército suicida; además, un sólo de mis hombres es capaz de partirles el alma a cinco enemigos. Aquellos que deseen salvar sus vidas, que abandonen las armas y desaparezcan, ya que no tenemos espacio para prisioneros. Todos los que se han adueñado de la tierra en este país, serán ejecutados sin piedad. Cuando saquemos la cizaña del trigo crearemos una nueva forma de gobernar donde la tierra se repartirá equitativamente entre los habitante. Crearemos la ley del amor, y aquel que la viole, será ejecutado. Ha llegado el tiempo en el que los buenos ganarán y los malos perderán; ha llegado el tiempo en el que el amor se impondrá en el mundo, ya que fuimos creados para amarnos unos a otros, no para vivir con el dolor de los más débiles.

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El mundo entero escuchó aquel mensaje. Aquel ejército suicida, iba tomando fuerza cada día, y los países comunitas lo ayudaban con armas y municiones; y hasta le suministraron unos potentes rayos láser que habían desarrollado en corea del norte para derribar aviones de guerra. En poco tiempo, aquel poderoso ejército se hizo tan grande que nada pudo detenerlo. No se sabe si aquel comandante era psíquico, pero burlaba a sus enemigos de de una forma casi sobrehumana, como si un ser del más allá le avisara lo que planeaban sus enemigos contra ellos. En poco tiempo, el comandante Héctor tomó fácilmente la ciudad capital, y él en persona ejecutó a todos los funcionarios corruptos que aun no se habían escapado para el extranjero. Después de esta victoria, otros países tomaron su ejemplo y comenzaron la revolución. En tres años de guerra, todos los abusadores habían sido eliminados del mundo y los seres humanos comenzaron a vivir como hermanos: Ya no se veían vagabundos en la calle, ni personas buscando alimento en los basureros: ni siquiera basura había en las calles. Los niños huérfanos, fueron adoptados por familias que no

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tenían hijos y la humanidad comenzó a vivir su época de oro. Esto es lo que pasará en la tierra, en caso de que Jesús tarde mucho en venir. Cuando las reservas petroleras se agoten, llegará un tiempo que los pobres tendrán que decidir entre vivir en la miseria o morir peleando.

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EL PERRITO ENDEMONIADO En uno de sus numerosos viajes a santo domingo, mi hermano Berni llevó al campo un perrito de raza Pudle llamado Topo. Todos estábamos alegre con aquel bello animal, la verdad, parecía una bolita de algodón: era algo nunca visto por aquella tierra. Cuando Topo llegó al campo, comenzó a correr por todo lado como alegre de llegar a tan espacioso lugar. Yo, personalmente, lo enseñe a comer frutas, principalmente, aguacate, y me lo llevaba a donde quiera que iba. Aquel perrito era tan inteligente que se lanzaba en los charcos cuando hacia mucho calor, algo nunca visto, ya que los perros del campo le tienen un miedo espantoso al agua. Un día comenzó a circular un rumor de que un extraño animal estaba mutilando los perros. Todas las noches se escuchaban gritos de perros por todo lado, por lo que todas las gentes del pueblo comenzaron a amarrar sus perros para que la supuesta fiera no se lo matara, y nosotros, asustado, también tomamos nuestras

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precauciones con el nuestro: encerramos a Topo en la cocinita de nuestra casa, para que la fiera no fuera a matarlo, ya que aquel feroz animal había matado a seis perros, sin contar los que había dejado mutilado. Esa noche nos acostamos nerviosos. Como a las dos horas, escuchamos un extraño ruido en la cocinita, como algo arañando la puerta ferozmente. Al escuchar aquello, nos levantamos armado con machete, cuchillo y palo, para defender a nuestro perro, ya que pensábamos que era la fiera salvaje que quería entrar en la cocina a matar a Topo. Buscamos por todo lado y no vimos nada; pero cuando abrimos la puerta de la cocina, Topo salió a toda velocidad y trató de atacar a un cerdo; luego se dirigió a casa de la vecina y en un minuto le mutiló un perrito que tenían, el cual murió tres días después de las fuertes heridas. Esa noche supimos que la fiera que estaba matando todos los perros era Topo nuestros perrito. Después de mutilar el perrito de minerva, nuestra vecina, se dirigió a una perra que estaba recién parida, pero la perra huyó y se salvó. Luego se fue a toda carrera a la casa de un señor llamado Cabral, y le destrozó la garganta a Bobby, su perro.

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Esa noche esperamos levantado a ver si lo atrapábamos cuando regresara, y cuando regresó, le fue encima a mi padre y a mi hermano, pero reconoció la voz de mi padre y se le humilló. Mi padre aprovechó y lo amarro con una cadena. Topo duró tres días amarrado, sin comer nada, ya que no comía nada de la comida que le lanzábamos. De noche trataba de soltarse y hasta masticaba la cadena, pero no pudo; a los tres días, a mi padre no le quedó más remedio que ahorcarlo. Fue el primer día que vi a mi padre con lágrimas en sus ojos. Muchos dijeron que Topo tenía rabia; otros decían que Topo estaba poseído por un demonio, y yo lo creo, ya que los perros rabiosos jamás regresan a su casa, y Topo siempre regresaba. Además, Topo sólo atacaba de noche y nunca atacó gente: sólo atacaba perros y algunos animales como cabra y cerdos. ________________________________________ Hasta ahora yo no se como un perrito tan pequeño pudo cometer esa masacre. La verdad, el mundo es muy extraño.

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CITA A CIEGA

Un día Tony navegaba por la red social facebook. Una mujer desconocida llamada Maritza le había enviado una solicitud de amistad, y como las mayorías de los hombres aceptamos todas las solicitudes enviadas por mujeres, inmediatamente, Tony aceptó la solicitud. Justamente, en ese momento ella estaba conectada, por lo que Tony la saludó de inmediato y así comenzó aquella extraña relación. -Dice Tony: hola, como estas. -Dice Maritza: yo estoy bien, gracias a Dios, y tú, como estas; espero que bien. -Dice Tony: se podría decir que sí; pero dime, ¿tú me conoces? -Dice Maritza: no, pero tu amiga Isabel me habló muy bien de ti; me dijo que tú eres muy guapo. Además, estuve revisando tus fotos y la verdad, están como para chuparse los dedos. -Dice Tony: no creas mucho en todo lo que veas; tú sabes que uno siempre elige las mejores

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fotos para publicarla por Facebook; sin contar con los retoques que les damos con fotoshop. -Dice Maritza: no lo creo; pero dime, ¿cuantos años tienes? -Dice Tony: yo tengo 26 años. -Dice Maritza: ¡ahhhhh!, eres muy joven. En ese ínstate Tony pensó: -y que tiene que ver mi edad con esta conversación; a lo mejor yo le gusto. Le voy a poner una trampa para salir de dudas. -Dice Tony: para el amor no hay edad. -Dice Maritza: bueno, si tú lo dices…, pero no quiero que luego te arrepientas. -Dice Tony: hablamos mañana Maritza; que pase muy buenas tarde. -Dice Maritza: está bien corazón; igual tú. Cuando Tony cerró su cuenta en facebook, pensó: -caramba, parece que en verdad yo le caigo bien a la mujer ésta. Al día siguiente, Tony entró a su cuenta en facebook y ahí estaba Maritza conectada, por lo que la saludó de inmediato. -Dice Tony: ¡hola Maritza, como estás! -Dice Maritza: bien, súper bien; y tú como estas, corazón. -Dice Tony: bien, gracias a Dios. -Dice Maritza: me alegro.

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-Dice Tony: y por qué no colocas una foto a cuerpo completo en tu perfil, sólo se te ve la cara en la única foto que tienes. -Dice Maritza: mañana publicaré cinco fotos. Pero dime unas cosas, ¿quieres ir a la playa conmigo este próximo domingo? -Dice Tony: por mi no hay problema, pero quiero conocerte antes. -Dice Maritza: El jueves yo estoy libre, si quieres podemos encontrarnos en algún lugar, o en tu casa, si tú vives solo. -Dice Tony: está bien, será en mi casa entonces. Hablamos luego que tengo que salir. -Dice Maritza: hasta luego guapo; ahí te dejo mi numero para que me llames; beso y abrazo para ti. Tony se quedó muy pensativo con el comportamiento de aquella mujer; tanto así que -se decía a sí mismo: -Algo anda mal. Esta chica va muy rápido, y las cosas fáciles me han salido difíciles; tendré mucha precaución. Al día siguiente, Tony abrió su cuenta en facebook y lo primero que encontró fueron las fotos que Maritza había publicado. ¡Virgen de la Altagracia!, -dijo Tony. El pobre muchacho se iba a caer para atrás, ya que la mujer que iba a conocer no era muy

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atractiva que digamos. En los tres días que faltaban para la cita, Tony intentó posponerla, pero tuvo miedo de partirle el corazón a aquella mujer. Por un lado -Tony pensaba: ¡cómo saldré de esto Dios mío!, yo pareceré su hijo al lado de ella. Además, si nos ven juntos nos confundirán con un 10, ella el cero y yo el uno. Pero por otro lado, su conciencia le remordía y -se decía así mismo: no seré como los demás hombres; ella también es hija de Dios. Yo soy un hombre generoso; siempre he querido estar al lado de esas mujeres que ningún hombre quiere tener a su lado; no seré igual que aquellos descorazonados que sólo salen con mujeres atractivas. En ese mismo instante, Tony tuvo una excelente idea: recordó que un joven muy tímido amigo suyo, se tomaba una chatita de ron en el baño de su escuela cuando le tocaba hacer una exposición. Además, recordó que cuando él se emborrachaba, veía a todas las mujeres atractivas. -Gracias señor, me salvaste la vida, -dijo Tony. Llegó el jueves, y la cita era a la cinco de la tarde. Ese día Tony fue al supermercado y se

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compró un litro de whisky, y una hora antes del encuentro, comenzó a tomárselo. Como a eso de la cuatro y media, llamó a Maritza y -le dijo: cariño, te esperaré en la avenida España, frente al parquecito: yo llevaré una gorra roja puesta para que me identifiques. -Ahí estaré morenazo, -contesto ella. Cuando Tony cortó la llamada, agarro el whisky y se dio un trago tan largo que casi dejó la botella por el fondo; luego se cepilló los dientes y se comió unas cuantas goma de mascar para eliminar el olor a ron. Después de mirarse en el espejo, se persignó y se fue para la avenida España, cayéndose de la jumera que tenía. Como a los diez minutos llegó Maritza en su auto, lo parqueó y se dirigió a él, y sin decir una sola palabra, lo abrazó fuertemente. Después del fuerte abrazo, Tony la miro de arriba abajo y -dijo: ¡virgen de la Altagracia! -Que pasa guapo, -dice ella. -Le responde Tony: olvidé encender la bomba de mi casa para que el tinaco se llenara. -Le pregunta ella: ¿tú estabas tomando ron? -Le responde él: noooo; como crees, a mi ni siquiera me gusta el Whisky.

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-Ellos se sentaron en uno de los banquillos y comenzaron a ver como las holas golpeaban violentamente las rocas. Él la abrazó y así se pasaron una hora, abrazados, sin pronunciar una sola palabra. Tony sintió que el efecto del alcohol se le estaba pasando, por lo que -le dijo: amor, vámonos para la casa, para que hablemos tranquilos allá. En seguida ellos se montaron en el auto, y se fueron de allí, pero al pasar por un car wash llamado -la farándula-, él le dijo que entraran a tomarse dos cervecitas, disque para calentar los motores, y ella aceptó de inmediato: allí se tomaron más de seis cervezas. Ella aprovechó y cenó, pero él no quiso comer nada; sólo estaba enfocado en tomar. -Quieres bailar preciosa, -le dice Tony -Me encantaría amorzote, -le responde ella. En seguida, él le hizo seña a un muchacho que estaba sentado próximo a ellos. Cuando el muchacho llegó a su mesa, -le pregunta Tony: ¿te gustaría bailar con ésta mujer? -No, gracias -le contestó el muchacho, y regresó a su mesa. Al ver esto, ella se enojó un poco y -le dijo: vámonos de aquí.

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-Le dice Tony: pero mujer, ahora es que la cosa se está poniendo buena; y ya que tú no quieres bailar, déjame bailar aunque sea una pieza con una de aquellas mujeres que están sentadas en la mesa de la esquina. -Si no nos vamos, me voy yo sola, -le dijo ella. -Esta bien amada mía, nos vamos para la casa, que tengo mucho que conversar contigo, -le dijo él con voz de borracho. Tony pagó la cuenta y se marcharon del car wash. Cuando llegaron a la casa, ella comenzó a besarlo y a desvestirlo. Él, al ver que ella lo desvestía, -dijo: la cosa como que se está poniendo buena, pero aguántate un momentito cariño. Tony abrió su gaveta, agarro como cinco preservativo y -le dijo: prepárate que ésta noche los usaremos todos; tu veras lo que es un hombre con pelo en el pecho. Ella al ver aquello, comenzó a sonreír, pero sucedió algo espantoso; por más que ella lo acariciaba, el motor de Tony no encendía. Él, al notar la anomalía, se levantó de la cama y -le dijo: espérame un momento amor; hace falta el combustible para que el motor puede encender.

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Fue al refrigerador y se terminó el whisky que quedaba en la botella, pero cuando regresó a la cama, se le desmayó encima a Maritza, de la borrachera que tenía. En fin, Tony despertó como a la cuatro de la madrugada, con un dolor de cabeza terrible, llamando a Maritza, pero ella ya no estaba; al parecer, ella se asustó cuando él perdió el conocimiento y se marcho. En la mañana Tony la llamó para pedirle una disculpa, pero ella no contesto la llamada. Luego se conectó a Facebook para enviarle un mensaje pidiéndole disculpar por lo que había sucedido, pero ella lo había bloqueado. Mujeres, ¡Quién las entiende!, fue lo único que a Tony se le ocurrió pensar.

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PELEA ENTRE MARIDO Y MUJER Marcos era un hombre dócil y modesto. Nunca nadie lo vio enojado; pero por miedo a quedarse soltero, se casó con una mujer conflictiva. Aquella mujer lo humillaba delante de sus amigos a cada rato. ¡Pobre Marcos! Cuando Marcos jugaba al dominó con sus amigos, ella se le aparecía por el club y -le decía: ¡que quieres Marcos, irte por las buenas o por las malas! Al pobre Marcos no le quedaba más remedio que pararse de la silla y marcharse con el rabo entre las piernas, muerto de la vergüenza. Pero un día Marcos amaneció con los cables cruzados y se desahogó... -¡Marta, quiero que hablemos!, -le dice Marcos a su mujer. -Le responde Marta: no estoy de humor para escuchar tus tonterías. Marcos, al escuchar ésa grosería, fue donde ella estaba, la agarró por un brazo y la sentó violentamente en el sofá.

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-¡Te dije que quiero hablar contigo!, -le grita Marcos. Ella, al notar que él estaba medio borracho, y al sentir la potencia con que él la sacudió, sintió un poco de miedo y -le dijo: está bien, dime lo que me vas a decir, y que sea rápido, que tengo casas importantes que hacer. -Le dice Marcos: ayer escuché todas las porquerías que tú y tus amigas hablaban: decían que los hombres somos unos inútiles; que no servimos para nada; que Dios creó a las mujeres porque se equivocó con nosotros los hombres; que los hombres somos desechos del cosmos; y otras pendejadas más. -Le dice marta: claro que ustedes son unos inútiles; eso hasta un ciego puede verlo. ¡A caso no te has mirado en un espejo! -Le responde Marcos: ¡a ti te tienta el demonio, Marta!!! El hombre ha construido ciudades, puentes, aviones, trenes, barcos… En fin, todo lo que hay en el mudo lo ha construido el hombre: el auto que te compré, la carretera por donde tú conduce tu auto, el supermercado donde tú vas hacer la compra, el televisor donde tú ves la maldita novela esa; todo, absolutamente todo lo ha hecho el hombre. Esa ropa que tú llevas puesta, a lo mejor la diseñó una mujer o un homosexual, pero el

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maldito algodón con el que se confeccionó la tela, lo sembró el hombre. -Le dice Marta: ¡ya terminaste con tu discurso! -Le responde Marcos: no cariño, aun no he terminado; voy a ir al refrigerador, y cuidado con pararte del sofá, porque si regreso y no te encuentro sentada, te voy a dar un pescozón que rodará por el piso. Marcos fue al refrigerador, echó unos cuantos cubos de hielo en su vaso y lo llenó de whisky hasta rebosar; luego regresó a donde estaba Marta sentada y -le dijo: te voy a dar la oportunidad para que te defiendas. Dime una sola cosa importante que ha hecho la mujer por el mundo y me iré. Marta miraba por todo lado a ver si encontraba algo para callarle la boca a su rebelde marido, pero la pobre mujer no encontró nada. Marcos, al ver que ella tardaba mucho en responderle, -le dijo: ¡no dice nada, verdad!; algo me dice que las inútiles son ustedes, no los pobres hombres, que nos matamos como bestias trabajando para que ustedes vivan como reinas: ¡mal agradecidas! En toda mi vida, sólo sé de tres mujeres que hicieron algo por este mundo: Marie, Hypatia y

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María la madre de Jesús. A lo mejor tú ni siquiera sabes quienes fueron esas grandes mujeres. ¡Que va a saber tú!, si en vez de leer un libro, todo el tiempo te la pasa chismeando con las sorras de tus amigas, las cuales sacaré de ésta casa agarradas por los moños cuando yo venga del trabajo y las encuentre aquí. Marcos hizo una pequeña pausa para ver si su mujer se defendía, pero al ver que ella no decía nada, -volvió a decirle: ustedes las mujeres sólo les han traído desgracias al mundo: ¡Mira como quemaron la ciudad de Troya por culpa de una sorra como tú, llamada Elena! ¡Mira como Satanás engañó fácilmente a Eva y de ese modo, la pendeja de Eva le desgració la vida a nuestro padre Adán! ¡Mira como tú me ha desgraciado mi vida! He llegado a creer que Satanás es mujer, no un hombre. Si un día Dios lanza una enorme roca sobre la tierra y nos achicharra a todos, la culpa es de ustedes las mujeres. Me dan ganas de partirte la boca de una trompada, ¡hija del demonio! Marta, queriendo aplacar la ira de su marido, -le dijo: sí tú sigues con tu agresividad verbal y con tus amenazas, llamaré a la policía.

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Marcos, al escuchar esto fue a buscar el teléfono, regresó donde ella estaba y -le dijo: toma el teléfono, llama a la policía o al ejército, hija de Satán; diles que vengan a recoger los cadáveres. -¿Cuales cadáveres?, -le dice Marta un poco asustada. -Le responde Marcos: El cadáver tuyo y el mío; ¡o hay más personas aquí! Llama a la policía, que ya dividí los tiros de mí revolver entre tú y yo: cinco tiros son para ti y uno para mí. Como las personas malas son muy difíciles de matar, te daré cinco balazos en lugares específicos, para que no sobrevivas y les desgracie la vida a otros hombres; yo me daré un balazo en las cien. La pobre Marta estaba histérica del susto, y Marcos loco por brincarle al gañote. Marta, conociendo las malas intensiones de su marido, -le dijo: esta bien Marcos, ganaste. Ya no hablaré mal de los hombres, ni de ti; ya no te molestaré cuando estés con tus amigos. -Le dice Marcos: claro que no lo harás; tu hablas muchas porquerías, y hace muchas estupideces, pero no eres loca para hacer lo mismo que hacías antes: se te acabó el jueguito conmigo, pendeja. Ah, y si quieres ver novela, tendrás que comprar un televisor, porque esa

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que está ahí es para yo ver el juego de pelota; estaba pensando estrellarla contra el piso y volverlo añicos, pero el juego de mañana va a estar muy bueno… Desde ese día en adelante, Marta dejó de maltratar a Marcos. No se sabe si fue por el susto que Marcos le hizo pasar, o porque se dio cuenta que los hombres no eran tan malos como ella y sus amigas creían, pero desde ese día, ella cambió. Y Marcos, al ver el cambio en su mujer, jamás volvió a tomar alcohol en exceso. Creo que en las peleas entre esposos, se evitarían muchas desgracias si tan sólo uno de los dos se acobardara.

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MI PRIMER ASALTO

Esa noche estaba yo solo en la parada que está frente a Carrefour, ya que los sábados salíamos de trabajar más tarde de lo acostumbrado. Un carro rojo se detiene en la parada; me acerco a la puerta y -le pregunto al chofer: ¿chofer, usted pasa por don Gregorio?; él muchacho que está en la puerta saca una pistola, me pone el cañón en la boca, y -me dice: claro que nosotros pasamos por don Gregorio amigo; suba al auto si no quiere que su sangre ruede por la acera. A mi no me quedó más remedio que subirme en el carro, y hacer mis oraciones mentalmente. Los ladrones emprendieron la marcha a toda velocidad por la autopista; luego se desviaron por una calle estrecha y se dirigieron a un monte llamado los girasoles: en aquel monte pararon el auto y comenzaron a despojarme de mis pertenencias. Me quitaron la cartera, el celular el reloj, los zapatos y todas las propinas que me habían dado los clientes esa noche en Carrefour.

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-Devuélvanme la cartera con la cédula, si no es mucha molestia, -les dije yo. Al escuchar esto, uno de los tres ladrones me pegó un pescozón en el oído que me dejó sordo, y -me dijo: hable cuando se le ordene cabrón. Después de buscarme hasta en las medias, uno de los ladrones comenzó a tocarme por mi parte prohibida. -Si me van a matar, háganlo: aunque no lo crean, yo tengo dignidad, -le dije yo, mientras el ladrón me tocaba mi parte. El ladrón, al escuchar esto, dejó de tocarme. En ese instante pensé que seguramente, él sólo estaba buscando a ver si yo tenía dinero clavado en esa parte de mi cuerpo, lo cual fue un alivio para mí. Después de quitarme todo lo que tenia, -dice uno de los ladrones: matemos a este hijo de la gran puta y dejémoslo tirado en este monte para que se lo coman los perros. -Le Dice el otro: no, primero vamos al cajero, para sacarle el dinero; yo le encontré una tarjeta en la cartera a este marica. En seguida pusieron el auto en movimiento y cuando entramos a la ciudad, se detuvieron en el primer cajero que encontraron. -Dame el código de la tarjeta si no quieres que te mate, -me dice uno de lo ladrones.

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-Le digo yo: Esa tarjeta no tiene dinero depositado. Al escuchar esto, el ladrón me partió casi la boca de otro pescozón y -me gritó: ¡código! -7401, -le dije. En seguida, el asaltante que iba en la parte delantera del auto se bajó, y se dirigió al cajero automático, mientras el otro me tenía encañonado dentro del auto. Cuando el ladrón regresó del cajero, me pegó otro pescozón en el oído tan fuerte que vi estrellitas en el aire. -¿Encontraste algo?, -le pregunta el chofer. -Le responde el ladrón: este hijo de la gran puta no tiene ni un centavo en su cuenta. -¡Donde vamos a dejar a este individuo!, -dice el ladrón que me tenía encañonado. -Le responde el chofer: yo sé donde lo vamos a dejar. Yo, al escuchar esto -pensé: caramba, parece que los fatales no me van a matar. Mientras íbamos en el auto, uno de ellos me echó la cartera en el bolsillo de la camisa; luego saco veinte pesos del paquete de dinero que me había quitado y -me dijo: -Toma esos veinte pesos para que te vallas para tu casa. Y no te sientas mal por lo que te hicimos; mejor dale gracias a Dios que te

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dejamos vivo. Y perdónanos; nosotros no queríamos ser ladrones; lo que pasa es que nuestros hijos también comen y somos demasiados orgullosos para pedir. Después de decirme todas esas pendejadas, se pararon en un lugar oscuro y me dijeron: sal del auto y no mire para atrás si no quiere que te reventemos a balazos. Cuando me bajé del auto, ellos se fueron a toda velocidad por la avenida. Sin embargo, al mismo instante de los ladrones irse, venían otros dos ladrones en una motocicleta, para atracarme, pero al verme descalzo, sonrieron y dijeron: vámonos que a este tipo ya lo viraron. Yo caminé tarde en la noche por la orilla de la avenida como por media hora, hasta que a un señor que conchaba le dio lastima de mí y me dio un aventón hasta la entrada de don Gregorio. Cuando me bajé de su auto, le di las gracias y le pasé los veinte pesos que me había regalado el ladrón, pero él no quiso tomarlo. Así llegué a mi casa. Creo que cuando nos llegan estos momentos, lo mejor es permanecer calmados.

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EL MILITAR INDISCIPLINADO Manuel fue un joven campesino que llegó a la ciudad de santo domingo, y como no encontró nada que hacer, ingresó al ejército nacional. El primer día de ingresar al centro de reclutamiento, lo hicieron revolcarse en el lodo con la ropa que llevaba puesta, y aunque fue muy bien vestido, esto no lo afectó en nada. Durante el entrenamiento, Manuel era uno de los más disciplinados del grupo: hasta cuando los levantaban a la dos de la mañana, para obligarlos a revolcarse en la hierba mojada en calzoncillo, él era uno de los que más vuelta daban a pesar de la molestosa picazón que esto le producía en su cuerpo: él sabía que todo aquello era parte del entrenamiento. Además, él tuvo una vida dura en el campo, lo cual le ayudó mucho a soportar aquel duro entrenamiento. Aquel entrenamiento era tan duro que muchos jóvenes tuvieron que abandonarlo, pero Manuel aguantó como un valiente. Después del alistamiento, Manuel se destacó tanto en el ejército que en poco tiempo se hizo

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muy amigo del jefe superior, pero como todo en la vida tiene su falla, un día Manuel notó que en el ejército habían personas que abusaban de sus poderes, y eso fue lo que causó que él se convirtiera en un militar indisciplinado. Un día, un sargento se come una menta, deja caer la envoltura en el suelo a propósito, y -le dice: ¡raso Manuel, recoja la envoltura y échela al zafacón, ya! -Le dice Manuel: ¡respetuosamente, recójala uste señor; fue uste quien la tiro en el piso, no yo; ponga el ejemplo, señor! -Le dice el sargento: Esto lo va a saber el coronel. -Le dice Manuel: hable hasta con el general señor; ya ustedes me tienen jarto. Otro día -le dice el sargento: raso Manuel, ¡haga 200 lagartija, ya! Manuel disciplinadamente comenzó hacer las lagartijas, pero cuando iba por sesenta, se levantó como si nada y se quedó en frente del sargento. -¿Quien le dijo que se levantara raso Manuel?, -le dice el sargento. -Le responde Manuel: respetuosamente, ya no aguanto más señor; si uste quiere, haga usted las que faltan, ¡abusador!

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Al escuchar esto, el sargento fue a la oficina del coronel y le dijo que el rasó Manuel no estaba acatando las órdenes, por lo que el coronel mandó a llamar al raso Manuel en seguida. Cuando Manuel llegó a la oficina, -le pregunta el coronel: dígame Manuel, ¿Qué es lo que esta pasando con usted? -Le responde Manuel: respetuosamente, comando, el sargento Rodríguez me mando hacer 200 lagartijas así por nada, y como yo estoy muy mal alimentado, no pude pasar de sesenta. -Le dice el coronel: está bien, ¡retírese! -Le dice Manuel: ya que estoy aquí señor, permítame decirle algo. -¡Hable!, -le dice el coronel. -Le dice Manuel: necesito que usted me dé la baja; yo no nací para esto; y no es por lo pesado, sino por los abusos que aquí se cometen señor. Creo que el ejército no es para personas inteligente. -Le dice el coronel: hablaremos de ese asunto luego; estoy muy ocupado ahora. -Le dice Manuel: Entonce me retiro señor. Desde ese día, Manuel no salía de preso, ya que no obedecía a nadie en el cuartel.

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-Estos hijos de puta tendrán que darme mi baja, o voy a desertar, -era en lo único en lo que pensaba Manuel. Él llegó a sentir un odio tan fuerte hacia el sargento Rodríguez que llegó a matarlo en varias ocasiones, claro, mentalmente. Un día, en una actividad, Manuel estaba sentado muy tranquilo en su asiento; de repente se le acerca el un teniente y -le dice: le ordeno que me ceda esa silla raso. -Le dice Manuel: respetuosamente, yo llegue primero que usted señor. Además, ahí hay más de cinco sillas vacías señor; ¡coja una de esa y siéntese!, ¡o quiere que le busque una alfombra y se la ponga delante de la silla! El teniente no le quedó más remedio que sentarse en una de las sillas que estaban vacías para evitar un escándalo. Cuando terminó la actividad, el coronel mando a llamar a Manuel y -le dijo: explíqueme, que fue lo que pasó ahí abajo con el teniente Gonzáles y usted. -Le dice Manuel: respetuosamente señor, el teniente Gonzáles quiere hacerme ver que él es un teniente, algo que yo sé perfectamente, señor; eso fue lo que pasó ahí abajo en la actividad. Puede retirarse que yo voy hablar con el teniente Gonzáles.

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-Le dice Manuel: ¿Puedo preguntarle algo señor? -¡Hable!, -le responde el coronel. -¿Que pasó con el asunto de mi baja?, -le pregunta Manuel. -Le responde el coronel: Eso no es tan fácil como uste crees raso Manuel. El raso Manuel se retiró de la oficina del coronel un poco triste, y pensando cometer unas cuantas indisciplinas más para ver si así lograba conseguir su anhelada baja; incluso, estaba decidido a desertar en poco tiempo si no se la daban. En fin, Manuel se convirtió en una zozobra en aquel cuartel. Él se iba por varios días, y cuando menos lo esperaban, se aparecía por el cuartel como si nada, con un grupo de papeles del hospital. Lo trasladaban a otros lugares, y resultaba peor: paraba más preso que suelto. La verdad, no tuvieron más remedio que darle su anhelada baja. ________________________________________ Alejandro Magno amaba a sus soldados como a sus hijos: Alejandro fue el más grande de los conquistadores y creo que esto fue lo que lo hizo tan grande. Yo jamás daría mi vida por alguien que me haga revolcarme en el lodo.

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MI GRAN EXPERIENCIA FUERA DEL CUERPO Esa noche me recosté muy cansado, después de haber leído un poco en la PC, como siempre lo hacia cuando llegaba de trabajar, sentí que una profunda vibración se apoderaba de mí. Sentí que una poderosa energía se separaba de mi cuerpo. Esta energía era mi conciencia pura, que abandonó mi cuerpo físico y se transfirió en pocos segundos a un bello bosque de árboles floridos. Recuerdo que me pasé la mayor parte del tiempo tocando todo a mí alrededor para ver si todo era sólido. Al mirar el firmamento me di cuenta que no estaba en la tierra y claro que no era un sueño, ya que esto superaba la realidad en que vivimos. Me miraba mi pecho y mis brazos; mi pecho estaba formado por luces fosforescentes y mis brazos, formados por millones de pequeñas lucecitas de todos los colores. –Me he transformado en un ángel-, fue lo que pensé en ese momento. -Que hermoso

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soy-, me dije a mi mismo. Me sentía lleno de energía. En ese instante pasaron muchas cosas por mi mente: al mirar la belleza en todo lo que veía incluyéndome a mi mismo; al alcanzar la libertad que jamás imagine alcanzar y al sentirme inmensamente feliz, me acorde de la tierra. Y un bello pensamiento me invadió: -vale la pena vivir y luchar-. Estaba contemplando con los ojos del alma la esperanza de la humanidad. Estaba frente a mi la eternidad, la pureza y la libertad. En un instante alcance más felicidad que todos los momentos felices que había tenido en la tierra; y eso que yo soy uno de los hombres más alegres de este mundo. Desde allí vi la tierra como una prisión, a la cual no quería regresar. En lo más profundo de mí, sentía que me encontraba en mi verdadera patria. Nunca sentí miedo mientras estuve en este bello lugar, ya que donde hay belleza y libertad, el miedo desaparece. Después de palpar y palpar; de mirar mi cuerpo y todo lo que estaba a mí alrededor, me eleve como un globo, y desde arriba vi un río de agua cristalina que corría por el medio del bosque y desembocaba en un lago tan cristalino que parecía un espejo.

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Comencé a desplázame por el aire y a observar todo; y en poco tiempo supe que, además de volar, podía mover grandes objetos y desplazarme a la velocidad que deseaba. Me sentía infinitamente feliz en aquel hermoso lugar. Recuerdo que descendí a la superficie en un lugar donde había muchas flores en el suelo, que caían de los árboles y jugué con las flores. Ordenaba mentalmente a las flores que se apartaran del camino para no pisarlas y ellas se apartaban como si mi mente las repelieras magnéticamente. Podía escuchar las aves cantar con una nitidez casi sobrehumana y podía escuchar el más mínimo sonido que producía el movimiento del agua en el bosque. En éste lugar, jamás sentí ni cansancio, ni hambre ni sed. Todo era agradable allí; hasta el más mínimo sonido era agradable a mis oídos. Ya de último comencé a desplazarme por el bosque a velocidades inmensas, para ver si encontraba algún mar o alguna ciudad, pero fue inútil, sólo veía pequeños lagos de agua cristalina con vegetación dentro de sus aguas, aves de todos los colores y árboles coloridos. En uno de mis desplazamientos a alta velocidad perdí el control y regrese a mi cuerpo físico.

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UNA NOCHE ESPANTOSA Esa noche estábamos mi primo y yo tomándonos unas cuantas cervezas en un negocio que está a dos cuadras de mi casa. Mi primo y yo estábamos muy alegres esa noche, pero dos hombres se pararon de las sillas en las que estaban sentados y nos fueron encima como dos perros rabiosos. Ellos no nos dieron tiempo para decirles que nosotros no queríamos pelearnos con ellos. A mi primo y a mí no nos quedó más remedio que defendernos, y la verdad, tuvimos suerte de que ellos no estaban armados. Mi primo salió para afuera del negocio con uno de los agresores; yo agarré al otro con un candado al cuello y lo inmovilicé; pero una de las muchachas que andaban con ellos me partió una botella de whisky en la cabeza y tuve que soltar al agresor. En ese mismo instante, yo salí del negocio y agarré a mi primo; pero el muchacho con el que mi primo estaba a fuera aprovechó mi descuido y me partió la nariz de una trompada. Yo no seguí la riña, a pesar de la bofetada, ya que mi primo estaba muy furioso, y

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tuve miedo de soltarlo; además, él estaba sangrando en una mano. Búscame el revolver que voy a matar a esos hijos de puta, -me decía mi primo. Cuando llegamos a la casa, le lavé la pequeña herida y le amarré un paño. -Acuéstate que mañana asecharemos a esos delincuentes y le daremos par de balazos, -le dije. Él, al escuchar esto, se tranquilizó un poco y se acostó. Después de dejar a mi primo acostado, entré a mi habitación, abrí la gaveta y tomé mi revolver; me senté en la cama con el revolver en la mano y comencé a pensar en todo lo que había pasado. En ese instante me invadió una intensa gana de salir a matar a esos fatales: sentí que una fuerza maligna se apoderó de mí cuerpo. Por un lado pensaba que no debería matarlos, que si los mataba me iban a meter en la cárcel; pensé en mi familia y en los hijos que aun no tenía. Pero por otro lado pensé que debía acribillarlos a balazos para hacerles saber que ningún hombre es superior a otro hombre; que ellos no son dueño de la calle, ni dueño del barrio, y la verdad, este último pensamiento me

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venció, ya que decidí salir a darles par de balazos. Me encajé el revolver en la cintura, abrí la puerta sigilosamente para que mi primo no me escuchara al salir de la casa, y salí en busca de ellos. Cuando llegué a la esquina, los vi donde estaban. Ellos se estaban tomando una botella de whisky, próximo a una esquina, detrás del muro de la escuela del barrio; el lugar indicado para desgraciarle la vida a esos delincuentes. -Ésta noche no lo salva ni la virgencita, -pensé, mientras los miraba desde la esquina. Decidí ir por detrás de la escuela para sorprenderlos próximo a la esquina y dispararle de cerca para no fallar, y así lo hice. Mientras ellos estaban muy contentos, seguramente disfrutando su victoria, los sorprendí por detrás y les dije: ¡hola muchachos!, ¿me conocen, verdad? Ellos al verme con el revolver en la mano, me miraron como quien ve llegar a Satanás. -Uno de ello me dijo: ¡que vas hacer pana!, ya lo que pasó, pasó; eso fueron riñas de borrachos, no sea rencoroso men. -Les digo yo: antes de enviarlos al más allá quiero que me respondan ésta pregunta: ¿por qué ustedes nos atacaron de esa manera?

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-Me responde el otro un poco nervioso: ¡olvida eso mi hermano!, discúlpanos; nos equivocamos. Yo, al ver que ellos se estaban muriendo de miedo, el corazón se me ablandó un poco, y decidí no dispararle; luego miré a la chica que me había reventado la botella en la cabeza; pensé que ella era la culpable de todo, y la verdad, no le disparé porque era una mujer, pero ganas no me faltaron. Me quedé un rato en silencio mirándolos a los ojos para ver si hacían el más leve movimiento: en verdad, yo estaba buscando una escusa para dispararles. Pero al ver que ellos se quedaron tranquilos, volví a decirles: chicos, piensen bien con quien se meten. Denle gracias a Dios que no es mi primo el que está aquí en frente de ustedes; porque si hubiera sido él, les aseguro que a ésta hora ya ustedes estuvieran muertos. Me retiré caminando de espalda, y mientras me alejaba de ellos, les dije: nos veremos luego, y no se preocupen que no ha pasado nada.