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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación. Montero Vargas Pedro Alonso 2013 1 Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación. Montero Vargas Pedro Alonso 2013 INTRODUCCIÓN Este ensayo esta basado en el debate de la educación –bulímica- entorno al manifiesto de María Acaso (2009) y el curriculum –placenta-, publicaciones posteriores y relacionadas. Reinterpretando el discurso desde nuestro contexto educativo costarricense. Busca un repensar de nuestra cultura evaluativa y de las actuales políticas entorno al tema. Tiene como objetivo concientizar a académicos y educar a todos los partícipes de procesos de enseñanza-aprendizaje en materia evaluativa de nuestro país. PEDAGOGÍAS TÓXICAS, PRÁCTICAS SIGILOSAS Identificar las pedagogías tóxicas dentro de nuestro sistema educativo puede no ser tan sencillo, más por desconocimiento que por su ausencia, este término ha sido explotado más dentro de la didáctica específica de las artes visuales, en España, por María Acaso en su libro “La educación artística no son manualidades” (2009), sin embargo, la analogía que realiza debate prácticas y refiere a temas que no compete solo a los españoles, ni a las artes visuales, sino, que encarnamos en nuestras aulas costarricenses. Para comprender el manifiesto de la “educación bulímica” y evidenciarlo en nuestro contexto, es necesario reconocer las pedagogías tóxicas dentro de nuestro sistema educativo. Acaso (2009, p.40-42) realiza un intento de definición, sobre como entender las pedagogías tóxicas, ya que como intentamos evidenciar en este ensayo, es un concepto mutable, que difiere, dependiendo del contexto donde estas se den, por lo que es prácticamente imposible establecer una definición de pedagogía tóxica que englobe a todas las prácticas pedagógicas. A partir de sus enunciados trataremos de ir ejemplificando y contextualizando esta teoría en nuestra propia “casa”.

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Trabajo final de Maestría en Educación con Énfasis en Docencia Universitaria, para el curso Evaluación del Aprendizaje Nivel Superior.

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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas

en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación.

 

Montero Vargas Pedro Alonso

2013

 

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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas

en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación.

Montero Vargas Pedro Alonso

2013

INTRODUCCIÓN

Este ensayo esta basado en el debate de la educación –bulímica- entorno al

manifiesto de María Acaso (2009) y el curriculum –placenta-, publicaciones

posteriores y relacionadas. Reinterpretando el discurso desde nuestro contexto

educativo costarricense. Busca un repensar de nuestra cultura evaluativa y de las

actuales políticas entorno al tema. Tiene como objetivo concientizar a académicos

y educar a todos los partícipes de procesos de enseñanza-aprendizaje en materia

evaluativa de nuestro país.

 PEDAGOGÍAS TÓXICAS, PRÁCTICAS SIGILOSAS Identificar las pedagogías tóxicas dentro de nuestro sistema educativo

puede no ser tan sencillo, más por desconocimiento que por su ausencia, este

término ha sido explotado más dentro de la didáctica específica de las artes

visuales, en España, por María Acaso en su libro “La educación artística no son

manualidades” (2009), sin embargo, la analogía que realiza debate prácticas y

refiere a temas que no compete solo a los españoles, ni a las artes visuales, sino, que

encarnamos en nuestras aulas costarricenses. Para comprender el manifiesto de la

“educación bulímica” y evidenciarlo en nuestro contexto, es necesario reconocer

las pedagogías tóxicas dentro de nuestro sistema educativo.

Acaso (2009, p.40-42) realiza un intento de definición, sobre como entender

las pedagogías tóxicas, ya que como intentamos evidenciar en este ensayo, es un

concepto mutable, que difiere, dependiendo del contexto donde estas se den, por

lo que es prácticamente imposible establecer una definición de pedagogía tóxica

que englobe a todas las prácticas pedagógicas. A partir de sus enunciados

trataremos de ir ejemplificando y contextualizando esta teoría en nuestra propia

“casa”.

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Según Acaso (2009) entendiendo pedagogía como la ciencia que se

ocupa de la educación y de la enseñanza, y “tóxico” como las sustancias

venenosas, es decir las sustancias que, introducidas en el cuerpo, nos ocasionan

graves trastornos o incluso la muerte; define la pedagogía tóxica como:

Un modelo educativo que tiene como objetivos: a) que los estudiantes

formen su conocimiento a través del conocimiento importado

(metanarrativas) y b) sean incapaces de generar conocimiento propio.

Acaso (2009, p.41)

En este sentido, podemos entender que las pedagogías tóxicas son

metodologías o modelos (establecidos o sistematizados) heredados por otros

académicos, y que son repetidos, en muchos casos, inconscientemente (en mayor

cantidad por los docentes con poca experiencia) y en otra gran parte por otros que

lo adoptan a manera de zona de “confort”.

En ocasiones el “veneno” es impuesto por el sistema educativo, en nuestro

caso el Ministerio de Educación Pública (MEP), el cual lo hace por iniciativa propia, o

puede ser manipulado por otros, por entidades con intereses de por medio y con

discursos específicos, lo que la autora llama metanarrativas.

Según la teoría crítica y el posmodernismo, las metanarrativas son esquemas

de cultura narrativa global o totalizador que organiza y explica conocimientos y

experiencias. En este sentido dentro de la sociedad posmoderna, puede ser

cualquier entidad gubernamental, económica o comercial, que con un relato o

discurso media  otras instancias para verse beneficiado de ello. De este modo, por

ejemplo, la educación (específicamente el sistema educativo y su currículo) puede

estar sirviendo a otros, sobreponiendo sus intereses sobre los procesos de enseñanza-

aprendizaje y de los estudiantes mismos.

Estos metarrelatos, no solo son impuestos por el sistema, al servicio de otros,

llevados a cabo por docentes “mano de obra” (inmaduros, con poca experiencia,

criterio o con intereses de por medio), sino, que son alimentados y respaldados por

“voceros”, los medios de comunicación (encargados de difundir los metarrelatos

creados por otros y generar nuevos), son igualmente mediados por altos mandos, en

busca también de sus beneficios previamente negociados con los autores

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intelectuales de los metarrelatos. Esta información, busca llegar en primera instancia

a aquellos que necesitan de ese servicio (en el caso de la educación,

prácticamente todos) padres de familia o encargados, y los estudiantes.

Es gracias a los metarrelatos, que la sociedad acepta la incorporación de

pedagogías tóxicas y no se dan cuenta que están implícitamente funcionando

dentro de las aulas donde estudian sus hijos e hijas, en otras ocasiones, saben que

existen, pero consideran es lo mejor, ya sea, porque ellos son beneficiados por esas

políticas, y en otras, porque aceptan el discurso (o se han dejado manipular) de los

altos mandos y los medios de comunicación, como si fuera la verdad absoluta, y no

los cuestionan.

Como menciona Acaso en su definición, esto (las pedagogías tóxicas)

incapacita que los estudiantes generen conocimiento propio, ya que como vemos,

el conocimiento viene mediado en una gran línea de sucesión por entidades

millonarias, gobiernos, el sistema educativo, los medios de comunicación, los

docentes (encargados de ponerlo en práctica) y en última instancia la familia

(quien se encarga de poner los estudiantes) todos con sus diferentes concepciones

e intereses de educación y conocimiento. Es al parecer en muy pequeña porción, el

docente (que se supone es el “profesional” e intelectual y mayor capacitado en

temas de educación) el encargado de dar opiniones sobre que es lo mejor y más

actualizado que necesitan los estudiantes, el último en construir el curriculum. Según

Acaso la pedagogía tóxica es un modelo de no-educación, un modelo pedagógico

que, aunque resulte paradójico, persigue que el estudiante no llegue a estar

educado. Es un modelo basado en la omisión de conocimientos como eje de la

enseñanza y aprendizaje. Se basa en lo que se denomina curriculum nulo.

Es el curriculum tradicional o academicista nombre oficial y aprobado per

saecula-saeculorum de la pedagogía tóxica, la principal corriente pedagógica que

reproduce aquellas formas de subjetividad preferidas por la cultura dominante o

metarrelatos. Las pedagogías tóxicas son implícitas, “sigilosas”, actúan sin que

sepamos que están allí, y al parecer es el modelo más cotizado por nuestros

docentes (conciente e inconcientemente). Pero ¿cómo logran operar? ¿qué hacen

nuestros docentes? ¿cómo podemos ver el “veneno” en sus estrategias de

enseñanza-aprendizaje?

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Para Acaso (2009) la pedagogía tradicional o tóxica, es un modelo centrado

en los resultados en vez de estar centrado en el aprendizaje. Los contenidos de la

enseñanza se seleccionan sin tomar en cuenta los intereses de los estudiantes (un

contenido desvitalizado) la selección de contenidos se fundamenta en la

ocultación, de manera que los alumnos aprendan más de lo que no se les enseña,

nunca se toma en cuenta las –micronarrativas- las representaciones de la “baja

cultura” ni se trabaja el vínculo poder-saber, ni la doble codificación. No interesa la

participación del estudiante, el poder lo acumula solo una parte de la acción

educativa. Se fomenta el análisis superficial de lectura formal, no interesa la

deconstrucción para llegar al verdadero mensaje, los procesos de evaluación se

convierten en el verdadero eje central del modelo al utilizar las calificaciones como

arma mediante la cual se reproduce un clima angustioso que fomenta la

competitividad por el único objetivo que le interesa al estudiante -la calificación

máxima-. Todo esto crea una alta competitividad que relega a la mayoría y hace

sobresalir a una minoría. La evaluación solo se dirige en una dirección. El fracaso

educativo sólo corresponde al participante, nunca al profesor. Los procesos de

evaluación son sumativos y de resultados nunca continuos y del proceso. No se

incorporan las nuevas tecnologías ni se tiene en cuenta las características de la

localidad, ya que la metodología se implementa de igual manera en cualquier

institución.

EVIDENCIANDO EL “VENENO” EN NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO

¿Dónde evidenciamos estos enunciados en nuestro sistema educativo? en

nuestro país, como en muchos otros, nos interesa saber más, cuantos aprobaron los

exámenes de bachillerato, en vez de saber, cuantos aprendieron, no nos importa el

saber como se llegó a ese número, si fue de forma honesta o deshonesta, si esas

calificaciones reflejan verdaderamente lo que el estudiante aprendió durante esos

cinco años, o simplemente es reflejo de que se esforzó un día antes para aplicarlos.

Los administradores de los centros educativos compiten para saber cuál fue la

institución con mayor cantidad de alumnos aprobados en estas pruebas, evalúan la

calidad de su institución con estas estadísticas, aunque conciente o

inconcientemente sepan como se llegó a ese número. Difícilmente las instituciones

se sienten orgullosos o apoyan a estudiantes talentosos, sin importar la disciplina,

primero se deben fijar en su registro de calificaciones. Se preocupan por aquellos

que rinden en las pruebas, según los estándares que manejan, aquellos que no

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rinden difícilmente reciben apoyo alguno para que se esfuercen a seguir con sus

estudios. El currículo cientifista de nuestro país se ha encargado muchas veces de

truncar la carrera de artistas prodigios o deportistas de alto rendimiento por

considerarlos “malos estudiantes” simplemente por no rendir en pruebas de carácter

memorístico.

En nuestro país nunca se le ha tomado la palabra al estudiante para que

opine sobre que contenidos quieren recibir, aprender, o se deberían incorporar en

sus planes de estudios, y como quieren recibirlos; al contrario, las políticas educativas

de nuestro país se están inclinando cada día más, a decirles a los estudiantes, que

deben estudiar y que no, porqué deben estudiar ciertas carreras y porqué otras no,

cuál te va a generar dinero y con cuál te vas a “morir de hambre”. Es claro que la

apertura de colegios técnicos por todo el país, la clausura de cursos de filosofía,

psicología, música y artes plásticas, la reducción de lecciones en las mismas y las

ciencias sociales, y el incremento en el ingles, las ciencias exactas, en especial las

matemáticas, refleja el nivel de incidencia de empresas en el curriculum,

demostrando que carecen de mano de obra barata, de personan que trabajen

para sus fabricas, de más personas para trabajar en call centres, personas más

deshumanizadas y menos pensantes, que no se cuestionen nada de esto, ni lo

manifiesten, de menos profesionales a quienes darles trabajo y pagarles sus salarios

correspondientes.

Los metarrelatos expuestos por los medios de comunicación en nuestro

contexto costarricense, por enlace nacional, comerciales o las noticias, se han

encargado de lavar la mente a las personas, haciéndoles creer que es la mejor

solución para que sus hijos tengan un trabajo rápido y estable después de que se

gradúen, pero no les dice, que los horarios de trabajo y salarios que reciben,

difícilmente los dejará seguir estudiando o aspirar a algo más que eso. Esa calidad

de vida momentánea en la juventud, no alcanza en el momento que tengan

nuevos planes de desarrollo personal, como acceder a un mejor trabajo para

mantener a una familia, los salarios que reciben serán insuficientes, y la ley

difícilmente variara para que un trabajador técnico reciba pagos más altos. Es claro

que el tener que pagar menos bachilleres y licenciados, reducirá los costos a

aquellos que antes los contrataban, dándole más trabajo a técnicos, pero menos a

profesionales universitarios, el nivel de desempleo se reducirá relativamente a costa

de otros, al igual como se reducirá de manera abrupta el nivel de ciudadanos

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críticos y con altos niveles de estudio, para seguir siendo un pueblo domesticado por

altos mandos que quieren hacer con nosotros lo que quieran.

Nuestro estudiantes igualmente, domesticados, aprenderán lo que otros

quieren que aprendan, a costa, de ocultarles lo que otros no quieren que aprendan,

y ellos en su mismo desconocimiento nunca exigirán que se les enseñe algo que no

conocen. Es aquí donde paradójicamente buscamos que los estudiantes aprendan

mientras se les oculta conocimiento, en especial, aquél que desarrolla el

pensamiento crítico y no solo el lógico-matemático. Estamos formando robots y no

personas, estamos sobrevalorando el pensamiento mecanizado y sistematizado, por

encima del pensamiento creativo y crítico. Estamos desalmando nuestro sistema

educativo.

Por medio de las metanarrativas estamos haciendo que los estudiantes no se

interesen o resten importancia a las micronarrativas, no queremos conocer el

discurso marginado, de los indigentes, de los emigrantes e inmigrantes, de los negros,

de los indígenas, de las personas con discapacidad, de las religiones, de los

homosexuales, de las mujeres, de las madres adolescentes, de los adultos mayores y

de los niños, no tomamos en cuenta la “baja-cultura”, el vínculo poder-saber y la

codificación del doble discurso. Se quiere que pensemos de una única forma, se

quiere masificar la forma de pensar, homogeneizar el pensamiento, un pensamiento

globalizado, restarle importancia a las micro-culturas, pensar solo como las personas

con poder quiere que pensemos, sin cuestionarnos ni decodificar la contraparte de

su discurso. Todo eso logrado mediante el currículo nulo, quiere decir, un currículo

impuesto que no permite que se haga otro (o sea, no existe currículo), por lo que el

diseño curricular vigente difícilmente pueda hacer algo, si antes no se toman en

cuenta las metanarrativas y NO las micronarrativas, no se toma en cuenta las

necesidades específicas de una cultura, centro o contexto.

En nuestro sistema educativo, no importa la participación del estudiante,

siempre y cuando este asista, cumpla con el plan de estudios del profesor, que viene

pre-establecido desde el MEP por constructores de metanarrativas, y cumpla con los

requisitos de aplicación de pruebas. Un estudiante bien podría nunca participar,

llegar a las clases que necesite (solo para no reprobar por ausencias), aplicar todos

los exámenes, inclusive los de bachillerato, y graduarse. Resulta un asunto tan

mecanizado, que no es necesario en absoluto el aprendizaje, un estudiante podría

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recibir un día antes las respuestas de los exámenes, memorizarlas, ir el día siguiente,

resolver el examen y obtener los mismos resultados que si estudiara honestamente.

Estamos hablando de una educación completamente impersonal, sin

aprendizaje, que con las tecnologías que tenemos ahora, para el tipo de educación

que estamos recibiendo, no es necesario ni siquiera el profesor, porque un

ordenador puede darle la misma o más información, y dentro de la misma

comodidad de su casa, podría aplicar un examen por Internet. Vemos la figura de

un docente completamente ausente dentro de los procesos de enseñanza-

aprendizaje, donde se supone, por su profesionalidad, debería ser junto con el

estudiante quienes construyan el aprendizaje. Si el docente no participa, difícilmente

el estudiante lo hará. El docente actualmente no valora ni defiende su propia

profesión, y aquellos con vocación que si lo hacen, no son suficientes, o son mirados

con ojos de envidia por sus colegas, al querer destacar y realizar cambios dentro de

un sistema y una sociedad con personas que menosprecian la figura del profesor,

aceptan la mediocridad del mismo en muchas ocasiones, al no querer que salgan

del estándar del currículo tradicional y academicista, satanizando los que buscan

romper esos esquemas.

Dentro de las aulas costarricenses consumimos libros, casi dogmáticos, ya

que no cabe la posibilidad que el estudiante pueda contradecir o cuestionarse la

información que allí está, mucho menos, sacar el verdadero mensaje detrás de esos

libros de texto, lo peor es que muchos profesores lo respaldan, estamos

menospreciando el discurso y pensamiento de nuestros estudiantes, les estamos

imponiendo un libro y diciendo que el siempre va a tener la razón por encima de

ellos, como si fueran tontos y carecieran de criticidad, como si los autores del libro no

se equivocaran o tuvieran intereses de por medio sobre sus publicaciones, en la

mayoría de casos los libros de texto (como todo dentro de una sociedad capitalista)

tienen como prioridad el negocio, que el propio aprendizaje, las mismas comisiones

que reciben los docentes por venderlos dentro de sus aulas, deja ver que el docente

le preocupa en esas instancias servir más de agente de ventas, que de docente. La

zona de confort que generan estos libros a los educadores, al decirle que no tienen

que planificar sus clases y de paso reciben un incentivo monetario, los aleja de sus

obligaciones como docente, como profesional e investigador. Ya no se busca

construir el material propio, investigar nuevas formas de enseñar los contenidos de la

disciplina, -¿para qué? ¡si ya todo está hecho!- como si hubiese una única forma de

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enseñar los contenidos, “bien”, por las casas editoriales con profesores con pocas

ganas de trabajar, ambiciosos y sin vocación, en ellos mantienen vivo el mercado

de los libros de texto “educativos”.

Las políticas educativas costarricenses, han intentado incorporar las nuevas

tecnologías, regalando una computadora a cada estudiante, parece paradójico y

a la vez absurdo, entregar computadoras a estudiantes que nunca han usado una,

que en zonas rurales difícilmente cuenten con un laboratorio de informática donde

los enseñen a usarla, tengan un familiar que alguna vez en su vida hayan podido

adquirir alguna, y hasta el mismo hecho que tengan donde conectarla. Si tienen la

posibilidad de tener alguna de estas ventajas, muy probablemente el docente no

las utilice dentro de su modelo pedagógico tradicional, ya sea porque no saben

usar el recurso, porque no saben como incorporar ese recurso a sus lecciones o su

disciplina, o porque simplemente no quieren romper sus esquemas mentales y salirse

de su modelo pedagógico. Cuando hablamos de este tema dentro del área

urbana, o dentro de instituciones privadas que tienen mayor facilidad adquisitiva de

este tipo de tecnologías, y vemos que los docentes tienen los recursos a la mano

(ordenadores, proyectores, dispositivos multimedia, audio-visuales e Internet) y no

hacen esfuerzo alguno para incorporarlo a su práctica, estamos limitando a los

estudiantes que puedan explotarlos dentro de su disciplina, obtener resultados

innovadores e impredecibles.

Hablando de recursos tecnológicos, si no se tiene acceso a todos, debemos

explotar lo que tengamos, si el mayor recurso que tenemos dentro de nuestra

institución, es la naturaleza misma, salgamos de la clase a disfrutar de ella, aprender

de ella, a observarla, si lo que tenemos cerca es un museo o patrimonio histórico,

salgamos a conocerlo, si lo que tenemos simplemente son cuatro paredes y una

pizarra, tirémonos al suelo, utilicemos las paredes o dibujemos en la pizarra, pero lo

importante es salirnos de lo habitual, que el recurso se utilice, no solamente para lo

que fue pensado desde un principio, debemos romper el esquema y el concepto de

aula, el aula no son cuatro paredes, el aula es más que un espacio físico

contemplado entre cuatro paredes, el aula es un área intangible donde el profesor y

el estudiante ¡aprenden!, por lo que el aula trasciende infinitamente hacia cualquier

espacio físico/virtual donde se dé el proceso de enseñanza-aprendizaje. Debemos

explotar nuestro contexto, ningún espacio por más pobre que parezca, es tan pobre

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como para no ser creativo, en muchos casos la misma escasez se convierte en

nuestra ventaja y propio incentivo para ser innovadores.

Hay un aspecto que se relaciona y compete mucho a nuestro contexto

costarricense, y es el de tomar en cuenta las características de la localidad, ya que

usualmente implementamos la mismas metodologías de igual manera, no importa la

institución, aludimos que una persona rural y otra urbana, una persona de colegio

público y otro privado, que alguien de bajos recursos, con discapacidad alguna, de

adecuación curricular significativa o superdotado, nacional o extranjero, pueden

hacer el mismo examen como si no afectara en diferente medida la calificación su

contexto en ello, hasta aspectos emocionales, como si en ese día tuvo un problema

familiar, amaneció deprimido o simplemente enfermo, o si su contexto varia su

estado anímico esporádicamente. Difícilmente pensamos que el lugar de trabajo

deba influir en nuestras metodologías y que es motivo necesario para adaptar

nuestras estrategias de enseñanza-aprendizaje. Es necesario estar conciente que de

el contexto depende nuestro planeamiento, quiere decir, que no hay razón para

aplicar un mismo modelo ni planeamiento en todas nuestras clases y lugares de

trabajo por igual, con todos los alumnos, en cualquier situación, sin indagar

previamente su cultura y contexto específico.

Cuando hablamos de evaluación dentro de nuestro sistema educativo hay

una serie de prácticas que según Acaso, pertenece a la pedagogía tóxica, y que

veremos, son alimentadas mediante lo que hemos titulado en este ensayo como

educación “bulímica”, un producto de este modelo educativo “tóxico” tradicional,

es la forma en como se lleva a cabo las metodologías y la evaluación. La

educación bulímica se nutre de las calificaciones como arma angustiosa que

fomenta una competitividad destructiva. Una evaluación unidireccional. Una

evaluación sumativa, que no evalúa el proceso y no retroalimenta. Estamos claros

que es producto del modelo tradicional y academicista (la pedagogía tóxica) que

infecta y se expande como un “veneno” dentro de nuestro sistema educativo, pero,

¿por qué hablar de bulimia?

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EDUCACIÓN BULÍMICA, DESNUTRICIÓN EVALUATIVA

Si entendemos como bulimia ese trastorno alimentario y psicológico

caracterizado por la adopción de conductas en las cuales el individuo se aleja de

las pautas de alimentación saludables consumiendo comida en exceso en períodos

de tiempo muy cortos, para después buscar o eliminar el exceso de alimento a

través de vómitos o laxantes. Influyendo de esta manera en su estado anímico que

en poco tiempo desembocará en problemas depresivos. Si hacemos la analogía

con nuestros procesos de enseñanza-aprendizaje, donde los estudiantes consumen

materia en exceso en períodos de tiempo muy cortos, para después buscar la forma

de “evaluar” la exhaustiva cantidad de materia a través de un examen escrito de 80

minutos de carácter memorístico, estamos concluyendo que la información que allí

depositan en ese examen, no es más que un desecho (un vomito) algo que se

pierde, que dicha estrategia, en como es obtenida la información, no es saludable,

por consiguiente, produce angustia y depresión en el estudiantado. En ese caso

podemos hablar de educación “bulímica”.

Para algunos puede parecer desde soez, transgresor y un poco irrespetuoso

la terminología, pero cuando de educación se habla, diría Acaso, estamos

hablando de un asunto meramente visceral, por lo que el término analógico puede

que no esté lejos de la realidad, principalmente cuando se refiere al asunto del

currículo –placenta-, menciona Acaso:

“me ha costa mucho decidirme por este nombre, sobre todo porque las

vísceras no están bien vistas en el consumo-mundo(…) Nadie sabe cómo es

una placenta (…) a pesar de su increíble generación y su increíble vida: es un

órgano creado con la misión de alimentar al ser en gestación y, una vez

cumplido su objetivo, el órgano se retira, se marcha, sale para dejar que la

nueva vida a la que alimentaba empiece a alimentarse por sí misma. (…)

considero que la educación ha de ser un proceso de paulatino abandono,

de paulatina lejanía, de desprendimiento. De dar pero sobre todo de dejar

una vez que lo dado se ha convertido en otra cosa, como lo que ocurre con

el alimento que las madres transmitimos a nuestros hijos a través de la

placenta”

Acaso, Ellsworth y Padró (2011 p.22)

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Los estudiantes y el profesor son indivisibles, los estudiantes son al currículo

educativo y al profesor, como el bebé en gestación es a la placenta de la madre.

No podemos hablar de evaluación del currículo, si entendemos cada elementos

como elementos independientes, si construimos el aprendizaje juntos (como un

bebé se gesta en el vientre materno) es imposible aunque se convierta

posteriormente en un ser autónomo, y se de el “alumbramiento” (Acaso 2009), negar

que algún día remoto fueron uno solo. Aún en esas primeras instancias el sujeto debe

ser mediado por mucho tiempo hasta obtener toda las competencias necesarias

para independizarse, teniendo en cuenta posteriormente que “biológicamente” aún

debe su aprendizaje a su gestor.

Si desde esta analogía de Acaso podemos concluir que lo que busca la

educación es alimentar al estudiante, podemos también concluir, que nuestro

sistema educativo actual, está invadido por un modelo completamente

antipedagógico, donde “abortamos al ser en gestación” (visto desde el punto de

vista del embarazo) no estamos alimentando bien a esos estudiantes, y por ende,

suelen “nacer” con problemas cuando se ven enfrentados al mundo (nuestra

sociedad) no son competentes, técnicamente y mucho menos cognitivamente para

laborar para la misma, tomando en cuenta que los lugares de trabajo son pocos, y

donde la selección natural de Darwin se encarga de escoger a los más “fuertes” y

desechar al resto. Y si hablamos de educar para la vida, nos quedamos mucho más

atrás, porque si no estamos generando buenos “obreros” (lo que actualmente

requieren empresas, y para lo que está formando nuestro sistema educativo, véase

la cantidad abismal de apertura de colegios técnicos, a petición de ellos a través de

los metarrelatos) mucho menos podemos hablar de un sujeto que sea capaz, según

los cuatro pilares de la educación, de conocer, hacer, vivir y ser.

Por ahora olvidémonos del ser en gestación y regresemos a los “trastornos

alimenticios” pero sin dejar de lado la alimentación. Una persona nenecita una

alimentación balanceada, podemos decir, un currículo integral, donde se pueda

alimentar de todos los grupos alimenticios al mismo tiempo, sin llegar a excesos de

uno y escasez de otro. Nuestro sistema nos está alimentando con un currículo

cientifista, sólo con pensamiento lógico y matemático, un poco de ciencia e ingles,

es tanto como decir, que nos están alimentando solo con dulces, de vez en cuando

nos dan harinas y otro tanto carnes, olvídense de la frutas y las verduras (el

pensamiento crítico, el arte, las humanidades y los valores), puede que al inicio sepa

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muy bien, pero en algún momento nuestro cuerpo llega a pagar las consecuencias,

desnutrición, sobrepeso o enfermedades, nada de eso es saludable para nuestro

organismo. Así sucede, creemos que formando a nuestros estudiantes en una sola

orientación, les aseguramos un trabajo (no importa si lo pagan bien o mal, o te

explotan o no, si te sientes a gusto y realizado en el, lo “importante” es que lo tienes)

te “formamos” para que pases el resto de tu vida trabajando malhumoradamente,

pero nuca te formamos para la vida misma. Necesitamos una educación integral, y

menos comercial (que busca satisfacer las necesidades de los metarrelatos) una

educación que se preocupe por la vida y por el bien común, pensando en formar

personas críticas, humanas, espirituales, creativas, inteligentes, saludables, con

sentimientos, una persona integral. Dejemos de fraccionar el cerebro por disciplinas y

asignarles tajadas más grandes a ese “pastel” y pensemos transdisciplinariamente.

Siguiendo con el tema que nos compete más, la evaluación en nuestro

sistema educativo, llega a ser el reflejo de toda esta maraña de situaciones. Ya que

todo este currículo cientifista, la mediación de personas no profesionales en el

campo de la educación, con intereses de por medio (a través de las

metanarrativas), la sucesión de modelos educativos obsoletos, el poco compromiso

(investigación, capacitación y educación continua) y poca vocación de nuestros

propios profesionales en educación, una sociedad manipulada (por los medios de

comunicación) domesticada, deshumanizada y completamente sin alma, es

imposible como no se vea reflejado en los procesos de evaluación. Teniendo en

cuenta que la evaluación no es un número, que es más que un proceso sumativo

donde un valor numérico es protagonista de una acción, donde la calificación

debe ser reflejo significativo de lo aprendido. Nuestra sociedad costarricense tiene la

cultura de valorar el número por encima de las cualidades apremiantes que puedan

surgir en el proceso.

Debemos preguntarnos: ¿realmente un número me define, y certifica lo que

aprendí? Pues la respuesta es simple, no. Yo no soy un 10 o un 7, ni mucho menos un

0, es quizás lo que el docente pretende dar a entender a otros (todos) que es lo que

soy, o lo que el sistema necesita saber para hacer su selección natural (un embudo

estudiantil) un mero proceso fiscalizador tan semejante al “juicio final”, a manera de

Apocalipsis. Es una forma de medir, lo inmedible, lo que solamente el buen docente

puede observar de cerca, y lo que el estudiante realmente nos puede decir que

aprendió, es un requisito de nuestro sistema, que nos hemos tomado tan en serio,

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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas

en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación.

 

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como para frustrar sueños y vidas. Nos hemos llegado a creer dueños del destino de

un sujeto, somos capaces de truncar su vida con un número. Si conocemos los

desastres de la “guerra” de una evaluación completamente deshumanizada,

¿porque repetirla?, usemos estas imposiciones a nuestro favor, en lugar de detener el

surgimiento de un estudiante, impúlsemelo, no le “cortemos las alas” y permitámosle

que siga creciendo como profesional y como persona, ¿cómo?, dándole apoyo,

aconsejando y estimulando sus potencialidades, para que por último, de ser posible,

por si mismo, hacerle ver sus limitantes. Dejemos de estar señalando errores y

calificándolos con un gran “reprobado” en rojo. Cambiémoslo primero por palabras

de aliento, y luego por un número consiente que refleje el aprendizaje significativo

que tuvo ese estudiante, y a la par quizás una leyenda que te diga: “puedes

mejorar”, “esfuérzate más, eres talentoso”, “vas por buen camino, sigue así”, “te faltó

estudiar, pero tu sabes que puedes hacerlo mejor”. Cualquiera de estas frases busca

que tu aprendizaje no se quede en un número soso, sino, en un aliciente, que

incentive, la auto-evaluación, la introspección y produzca metacognición.

No hay duda que el examen escrito se ha convertido en la zona de confort

de aquellos docentes que se han dejado “envenenar” por “víboras” que quieren

(conciente o inconcientemente) ir enfermando nuestro sistema educativo y

dejándolo al borde de la muerte, que se han encargado de desnutrir a nuestros

estudiantes, alimentándolos mal y cultivando en ellos el hábito de la “bulimia”

educativa, desechando en cada una de esas pruebas el “conocimiento” (a manera

de vómito, ya que nunca les sustento) que los docentes quisieron meter a la fuerza

en sus cabecitas. Una cantidad de contenidos poco útiles, ya que no están

pensados en función de la vida, que se pretende, consuman sin rechistar, sin

cuestionárselos, sin objeción alguna, ¿para qué? para que el profesor en un examen

espere ver lo que solo el quiere ver, o lo que muchos otros de manera dogmática

estipularon en un libro de texto. Y el estudiante ¿qué hace?, memoriza, “come y

come” hasta quedar “lleno”, para que en un santiamén reproduzca lo que

memorizó, eliminándolo “por medio del vómito” en un documento oficial de unas

cuantas páginas, para que al día siguiente ya no tenga nada en su “estomago”

(mente) y tenga que volver a alimentarse para desecharlo nuevamente en la

próxima prueba, convirtiéndolo prácticamente en un trastorno o hábito alimenticio

que nunca acaba, por lo tanto, nunca se alimenta (nunca aprende) y que en última

instancia produce la “muerte”, una muerte cognitiva, una muerte del alma. Esta es

la esencia de la educación bulímica. El tradicional examen escrito o test, se ha

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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas

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convertido en la zona de confort del educador y estudiante de nuestro sistema

educativo per saecula, saeculorum. Al parecer la propuesta (para nada nueva) de

una evaluación autentica aún está muy por encima del docente conformista que

no quiere cumplir su labor docente de investigador. Es mucho mejor sentarse en el

“sillón confortable” del sistema tradicionalista, a ser un docente creativo e

innovador.

ROMPIENDO ESQUEMAS:

CONCLUSIONES COMO ANTÍDOTO PARA CURAR NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO.

Los sistemas enferman y mueren, y uno envenenado acelera ese proceso, es

claro que lo que buscamos no es eliminar los procesos sistemáticos, ya que son

indispensables para un sistema educativo estable y proactivo, pero cuando un

sistema no resulta, es necesario sustituirlo o hacer algo por él, difícilmente puede

tener cura alguna, puede resultar difícil curarlo, sin embargo, a pesar de esto, si es

posible salvar un sistema educativo como el nuestro, pero la pregunta es la siguiente,

¿qué resulta más sencillo?, ¿implementar un nuevo sistema? O ¿salvar el que ya

tenemos?, esa respuesta no es sencilla, la única forma de saberlo, es intentando

hacer algo por el mismo, lo que si es cierto, es que si queremos modificar nuestro

sistema educativo, tenemos que romper esquemas. La educación no es un proceso

cuadrado donde los lineamientos ya están predeterminados. Al contrario, los

educadores desconocen que esta –mi vocación- es un círculo infinito, donde la

posibilidad de ser creativo en el proceso de planificación, enseñanza-aprendizaje y

evaluación hace más atractiva y significativa la labor trascendental de educar.

Es por esto, en base a todo lo que hemos planteado, evidenciado y

justificado, que establecemos a manera de conclusión, romper esquemas, no solo

esquemas administrativos o sociales, sino también esquemas mentales, grupales e

individuales. El cambio en nuestro sistema educativo depende de que cada

docente que tenemos en nuestro sistema educativo y en diferentes ambientes

académicos, que busquen un cambio en -si mismo-, se preocupe por investigar, por

estudiar, por capacitarse, por buscar un perfil de excelencia. Se nivele y este a la

altura de los mejor formados en su disciplina y trasciendan, que no se conformen,

que busquen ser mejores, que estén al día en todo. De esta manera empezamos a

cambiar modelos educativos obsoletos, comenzamos a salir de las pedagogías

tóxicas, de la educación bulímica, nos comenzamos a sentir incómodos en ese

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“sillón”, por lo tanto, buscamos hacer algo, cambiar las cosas, compartir nuestros

conocimientos, pasar de las palabras a los hechos, llegar a instancias grandes, no

quedarnos estáticos y crecer constantemente, como profesional y como persona,

en beneficio de la disciplina y nuestra sociedad.

Con docentes así de competentes comenzamos a incursionar es espacios

administrativos por medio de la investigación y las publicaciones respectivas. De esta

manera desde arriba y a manera de retroalimentación, desde sus puestos

jerárquicos, administradores comprometidos con la educación, profesionales, que se

encargarán de brindar capacitación a aquellos que desconocen de la teoría y de

dichos conocimientos, serán los responsables que los educadores busquen un

Standard de calidad, pero que mantengan en movimiento, no basta con lograr

equiparar los conocimientos de los docentes, si se estancan allí, debe ser continuo,

se debe seguir impulsando cambios anualmente, y brindando diariamente

información clásica de peso y actualizada.

Son por lo tanto, docentes, junto con administrativos, que comienzan a

evidenciar y mostrar cambios, ponen en manifiesto las consecuencias negativas de

los “metarrelatos”, por ende obligan reformas, ya no solo en beneficio de estos, sino

pensando como debe ser, en los estudiantes, por medio de los docentes, para

mejorar los centros en beneficio de toda la sociedad y no de un grupo de

empresarios. De esta forma los altos mandos tendrán evidencias suficientes para

empezar hacer cambios de fondo en nuestro sistema educativo, desde la parte

curricular hasta el espacio áulico y todos los procesos de enseñanza-aprendizaje.

De manera muy utópica, planteo un ideal, pero no hay que verlo como algo

muy lejano, sino esto no tendría sentido alguno, hay que analizarlo de manera crítica

y reaccionar. Busco que hagamos algo, que este ensayo a manera de catarsis, ya

sea, provoque incomodidad y nos haga pensar, o abra el diálogo. No es difícil lograr

hacer algo por esto, si realmente, comenzamos a trabajar en ello. No es en vano el

esfuerzo si a uno solo cala el mensaje y lo comparte.

Entonces, que estamos esperando, evidenciemos el veneno aún presente,

alimentemos correctamente a nuestros estudiantes, busquemos un antídoto,

sanemos nuestro sistema y rompamos esquemas.

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Referencias:

Acaso M. (2009). La educación artística no son manualidades: nuevas prácticas en

la enseñanza de las artes y la cultura visual. Los libros de la catarata. Madrid,

España.

Acaso M., Ellsworth E. y Padró C. (2011). Conversaciones: El aprendizaje de lo

Inesperado. Los libros de la catarata. Madrid, España.