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  • El anlisis de coyuntura econmica y su connotacin ideolgica *

    A r t u r o M o n t e s L a r r a n

    Profesor e investigador del C E R E N

    Examinan el cielo con el ceo fruncido como si estuviese lleno de malos presagios. (Nicanor Parra)

    1. INTRODUCCION

    E stas notas estn cruzadas por el propsito que se dice a continuacin , y como instrum ento se u tilizan dos estudios sobre la situacin econm ica de 1971 y las perspectivas de 1972; fueron h ech os por el Taller de Co-yuntura de la Facultad de C iencias E conm icas de la U niversidad de Chile y en el In stitu to de Econom a de la U niversidad C atlica 1. Un nm ero incierto de estudios, que por factores de d istin ta validez entra en el entorno de lo com nm ente considerado cien tfico , es el m odo par-ticular de expresar una ideologa. N aturalm ente, en tan to que es modo particular de expresin, l tiene una consistencia propia. C onsiste en la in sin u acin por la va de la sim ulacin que, a su vez, constituye una parte de lo que la teora fu n cion a lista llam a in d u cem en t como m e-canism o indirecto de circulacin poltica (crdito, ideologa, poder). Este estudio c ien tfico no persuade la ideologa: de preferencia lo e je -cuta el poltico; son roles com patibles, com plem entarios. Ese c ien t-fico se sirve de la ciencia; tras ella pone a la ideologa. Si en ta l m e-diacin ex istiese una im plicancia de tipo norm ativo, de todos m odos parecera m s estim u lan te y expresivo situar la reflexin a partir de cierta objetividad de la accin que de una atribucin cerrada de deter-m inada valoracin.

    Se trata de que la ideologa penetre, germ ine, se reproduzca, en un terreno donde la sola form ulacin ideolgica (persuacin) provocara resistencias cu a lita tivam en te sem ejantes: ideolgicas, neutralizadoras. La exterioridad c ien tfica servira para ev itar ta l reaccin. Por con si-gu iente, este c ien tfico siem pre apuntar a cierto tipo de in telectu al, cuya fecundacin ten ta tiv a reproducir bajo form as a ltern ativas su nueva ideologa. Su transform acin im pulsa p oten cia lm en te otras. La

    Versin corregida del documento presentado por el CEREN en el seminario convocado por el Con-sejo de Rectores de las Universidades Chilenas sobre La coyuntura econmica chilena actual a la luz de las polticas del Gobierno (5 de mayo de 1972). En ese seminario se discutieron algunos estudios de coyuntura econmica, lo cual explica que en el presente documento se aluda de pre-ferencia a ellos y no a otros; pero el alcance de lo aqu tratado rebasa, a juicio del autor, el caso especfico de tales estudios, que s constituyen un buen motivo para el anlisis que se pretende realizar, dadas su forma y estructura analgicas y la difusin y la recepcin que han tenido en algunos sectores del pas.

    El autor agradece las sugerencias hechas a este trabajo por el Prof. F. Hinkelammert y el Se-minario de Investigadores del CEREN.

    1 Cauas, J. y Corbo, V. La economa chilena en 1971 y perspectivas para 1972. IEUC, 92 p. Humud, C y otros. Comentarios sobre la situacin econmica. Publicacin N9 2. Taller de Coyun-tura. Fac. E. Eco. UCh. 113 p.

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  • in sinuacin resulta de un recurso m etodolgico donde coexisten el h e -cho de la penetracin y la inconciencia pasiva de que la penetracin se produjo. E xcepcionalm ente, inclusive puede haber inconciencia activa de que se penetra y en ton ces este c ien tfico cum ple de m odo ptim o su rol. No se infiere de esto que la herram ienta c ien tfica h a de contener p referentem ente inexactitudes. C ontendr de preferencia exactitudes, pues si as no fuera se generara una reaccin directa en contra de la exterioridad y, por su interm edio, de la interioridad. El instrum ento de estas notas cum ple, en general, con este elem ento, lo que descarta la posibilidad de oponerle otro sem ejan te en cualidad y m todo: p rcti-cam ente lo reproducira.

    Se infiere de aquello algo m s in teresante. La m ateria de la in si-nuacin h a de distinguirse en algn sector de la m ateria de la per- suacin (ideologa) y de la m ateria de la enseanza (c ien c ia ). El nexo entre la enseanza y la insinuacin ser, en cuanto nexo, todo lo im perceptible que se pueda: difuso, puntual, im p erfecto, pero m e- diativo, real, localizable (la m enor im perfeccin ser, pues, m s n ex a l y evidente, y la m ayor im perfeccin ser- m enos n ex a l y ev id en te). Identificarlo es un valor cuya m ayor cantidad depende de la m ayor im perfeccin m ediativa. Pero lo que im porta en trm inos del apren-dizaje y, en condiciones de lucha ideolgica, de cierta persuacin con -tradictoria, no es tan to la iden tificacin del nexo, n i siquiera en caso de que l genere una m ediacin im perfecta , no lineal. Ms im porta aproxim ar, a partir de ella, la estructura form al que toler la m ed ia-cin, ya que esa estructura es abstracta, analgica. U na vez reducida esta c iencia a su funcionalidad real gracias a que se despej la s i-m ulacin, en un m arco de lucha ideolgica se cum plirn las condiciones tericas y m etodolgicas para que a esa reduccin ideolgica se con -fronte aceptab lem ente otra, correspondiente al n ivel dado de lucha, y en este m om ento el enclave entre am bas se crear sin in terposicin de nexos. Para esto ha de existir cierta provocacin concreta, que en el caso de estas notas est instrum entalizada por los estudios m encionados. Se com enzar por describirlos de m odo sucinto y en lo posible exh au s-tivo, pero al m ism o tiem po se ir restableciendo la ideologa disim ulada, sigu indose los pasos que ta l restab lecim iento pide, a saber: se tom ar el instrum ento (descripcin) y se ver dnde nace el nexo y de qu m odo l se prolonga h asta la insinuacin-persuacin; comprobado lo anterior, se regresar (instrum ento) para observar si la proyeccin an tes h ech a contiene otros puntos, d istin tos del nacim iento , que con-tin en a ste y confirm en a aqulla. E ntonces ser fc il radicar el anlisis en la confrontacin directa del sustrato persuasivo.

    1. UNA ESTRUCTURA DE INSINUACION EN EL ANALISIS DE COYUNTURA ECONOMICA

    A ntes de describir el instrum ento in tentarem os indagar por qu e s -tructura de insinuacin abstracta y analgica l se desliza y cmo la form a de esa estructura est determ inada por la funcionalidad bsica del objetivo consciente o inconsciente: penetrar ideologa con in con -ciencia pasiva. El recurso concreto del objetivo ser, por ejem plo, a n a -lizar la situacin probable de un perodo de tiem po en trm inos de otro anterior. No obstante que se descartan una supuesta enseanza objetiva y una persuasin ideolgica directa, verem os cmo se confor-m aran esas enseanzas y persuacin, pues en ellas h a de incidir el proceso de insinuacin.

    a) Se tom a un perodo t y se lo define por una lista de e lem en -tos aproxim adam ente correcta, lo que ev ita una reaccin directa en

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  • contra de la exterioridad: en efecto , t estuvo caracterizado por esos y no otros elem entos.

    b) E nsear en un anlisis de coyuntura consiste en explicar t0, lo que no im plica m s que ordenar sus e lem entos coherentem ente, gracias a las v incu laciones ex isten tes entre ellos. Para ordenar t es necesario escoger un elem ento central que posea el atributo de perm itir la situacin en torno suyo de los elem entos perifricos restantes; esto sucede en todo proceso de ordenacin. Si slo ex iste un elem ento dotado de ta l atributo, la enseanza posee una determ inacin especfica . D is-tin to ser el caso si dos e lem entos poseen ese atributo: la no exclu siv i-dad del atributo ordinativo pide un atributo com plem entario que d e-cidir la seleccin del elem ento central. La pregunta es: cul ser el atributo com plem entario? D ado que en an lisis de coyuntura econ-m ica todos los elem entos de t m an ifestarn la verificacin positiva o n egativa de un objetivo, la respuesta de esa pregunta es: la prioridad program tica relativa de cada elem ento. La seleccin se har, pues, en fu ncin del atributo ordinativo, que separa dos elem entos centrales, y del atributo de prioridad program tica, que separa un elem ento pre-ponderante y central entre dos elem entos centrales. Concebida la e n -seanza como la exp licacin ordenada de t, el c ien tfico observar los elem entos, escoger los e lem entos centrales y el elem ento central preponderante, a ten indose a los atributos sealados, y ordenar en torno de este ltim o a los restantes.

    c) Un problem a diverso del anlisis de coyuntura econm ica con -siste en determ inar la correccin de la prioridad objetiva. Estas priori-dades fluyen de in tereses con stitu tivos de ideologa. El c ien tfico que cuestiona una prioridad objetiva opone otros in tereses y entra en el m bito de la persuacin; deviene poltico. La explicitud o la evidencia de los in tereses en conflicto genera ensayos recprocos de persuacin que en determ inado n ivel de lucha y respecto de determ inados sectores all envueltos, d ificu ltan la persuacin efectiva . Se hace necesario p a-sar de la enseanza a la persuacin y de sta a la insinuacin.

    d) El an lisis de t a partir de la prioridad objetiva lleva a la enseanza. El an lisis de t a partir de una d istin ta proridad lleva a la persuacin ineficaz. Es til analizar t com o si la prioridad objetiva hubiese sido d istin ta de la que realm ente fue. Se atribuir al d estin a ta -rio de la insinuacin otra prioridad que la real. S i la prioridad a tr i-buida surge de un inters in ju sto ex isten te en quien la atribuye, de paso se consigue evitar que ta l prioridad aparezca como surgida de ese in ters in ju sto : su transferencia even tu alm en te convincente la har aparecer como derivacin de un in ters ju sto y, por consigu iente, presuntivam ente, se tratar de una prioridad ju sta .

    e) U na vez asim ilada esa atribucin, el anlisis de t contendr una valoracin n egativa im plcita , toda vez que la prioridad objetiva fue substitu ida por otra y por consigu iente aparece como propia una ordenacin que en verdad es a jen a y que, no obstante, se reconoce como propia. La im plicitud de la valoracin n egativa hace innecesario explicitarla, e inconven iente, por la razn se alad a en el prrafo pre-cedente (evidencia del in ters con cern id o ). tD aparece, pues, ordena-do de un m odo que envuelve en el d estinatario una frustracin poltica concreta, una incitacin de correctivos.

    f) Se puede pasar en ton ces a l anlisis de t t. Sera inconven iente reproducir la atribucin de prioridades ajenas, e innecesario, pues ya se cum pli el objetivo de inyectar la valoracin n egativa im plcita, que m adurar en el an lisis de t i. Por el contrario, ser conven iente or-denar n otoriam ente V en torno del elem ento central y preponde-rante in icial, que expresa la prioridad objetiva; habr conform idad in clu sive aparente con el patrn analtico del d estinatario y mayor

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  • capacidad de asim ilacin del negativo im plcito obtenido en el a n -lis is de t.

    g) Se llega de este modo a una explicacin de t t d istin ta de la explicacin de t en su conform acin interna, y fluye el im perativo de correccin sobre el elem ento central no preponderante en torno del cual se orden t. As se obtiene una translacin de un inters propio a la prioridad a jena que necesariam ente pide, s in explicitud necesaria, una verificacin poltica. Por lo dem s, ahora no es arries-gado h acer explcito el im perativo de correccin, ya que l fluy de una ordenacin acorde con la prioridad objetiva en t i .

    2. EL INSTRUMENTO DE INSINUACION

    La tarea descriptiva se fa c ilita gracias a la sim ilitud de am bos estudios bsicos, que por d iferentes m todos y m aneras de presentacin con -cluyen lo m ism o a partir de idnticas verificaciones. La d iferente pre-sen tacin consiste principalm ente en cierto tipo de evaluaciones cr-ticas que aparecen en el estudio del T aller de Coyuntura de la U niver-sidad de Chile y que no aparecen en el estudio del In stitu to de Econom a de la U niversidad Catlica. Pero se trata de evaluaciones prxim as y un tan to esquem ticas que, por no su scitar un an lisis especfico, en el fondo slo constituyen derivaciones e stilsticas o, a lo sum o, deri-vaciones secundarias de una cierta in tencionalidad . D entro de este tipo de evaluaciones pueden encontrarse invitaciones a m editar sobre el problem a surgido en el cam po, gran incertidum bre en torno de la p uesta en m archa de los 1.500 la tifu n d ios expropiados en 1971, gran desafo de por lo m enos m an ten er los n iveles de produccin ( . . . ) 2, e t c . . . . La escasa im plicacin an a ltica de ta l tipo de evaluaciones h a -ce, pues, que la d iferencia anotada slo ten ga un carcter form al.

    El d iferente m todo de los trabajos proviene de que, al parecer, el estudio del In stitu to de Econom a de la U niversidad C atlica es un tanto sistem tico , y en esta m edida podem os considerarlo in clu yen te del otro. Por esto centram os n uestras observaciones en el prim ero, recordando que en lo fu n dam ental verificaciones y conclusiones am bos co in -ciden, de m anera, pues, que al h acerse referen cia exp lc ita a uno de ellos se estar haciendo referencia im plcita a un contenido com n.

    La situacin econm ica de 1971 se caracteriz por un conjunto de hechos, algunos de los cuales determ inaron a otros de ellos, sin y con relaciones de reciprocidad. La ex isten cia de vinculaciones entre esos h ech os perm iti que su conjunto fuese ordenado in tern am en te de un modo coherente y, con ello, que hubiese una explicacin de los hechos que configuraron la situacin econm ica en 1971. Como en todo pro-ceso de ordenacin, para ello se seleccion un elem ento central: la ex -pansin de la economa, m ed id a en trm inos de crec im ien to del p ro -du cto geogrfico y del crecim iento del nivel del empleo, en torno de la cual, pues, se colocaron los hechos restantes, constituyndose as un orden que explicaba la situacin econm ica de 1971.

    Por cierto, la eleccin de ese hecho central causaba una ordenacin diferente de la ordenacin que habra sido caucada por la eleccin de otro que, siendo tam bin caracterstico de 1971, com o aqul fuese ca -paz de explicar a los dem s en funcin suya. Si tuviera im portancia la particularidad de una cierta ordenacin respecto de otra, lo cual puede suponerse, ya que cada ordenacin constituye una determ inada explicacin de la situacin econm ica de 1971 y determ inada exp lica-cin puede persuadir en la prctica, parecera sen sato que el criterio para seleccionar uno de varios hechos igualm ente explicativos no se

    2 Op. cit., pp. 13 y 45.

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  • funde slo en su explicatividad no exclusiva, sino, adem s, como se ha dicho, en su prioridad program tica relativa. Cuando en el estudio que se com enta se dice que las conclusiones principales que se derivan del trabajo deben ser ubicadas debidam ente en el contexto de las m etas y p olticas defin idas por el G obierno 3 no se hace m s que corroborar ese sen sato criterio de seleccin . Sin em bargo, se afirm a que a corto plazo el objetivo esencial ha sido activar la econom a 4 o, lo que es equivalente, generar una expansin econm ica m edida del modo an tes dicho. En realidad, el objetivo esen c ia l h a sido, inclusive en el a s-pecto m onetario, reasignar la riqueza en beneficio de la clase obrera.

    Esto prim eram ente se prueba por la prctica: enfrentado el G o-bierno a la a lternativa extrem a y posible de redistribuir sin expansin o expandir sin redistribucin y enfrentado, por consigu iente, a las a l-tern ativas in term edias que sta conten a (por ejem plo, redistribuir con ex p a n si n ), opt de inm ediato por la redistribucin, sin saber con exactitu d cul sera la respuesta de los sectores productivos; ta l como ha sido caracterstico del ltim o decenio que cierta expansin econ-m ica se haya producido sin redistribucin en favor de la clase obrera, asim ism o era posible que cierta redistribucin en su favor se v erifi-case sin que hubiese expansin econm ica, lo cual dependa, entre otras cosas, de que los sectores industriales pudiesen negarse eficazm en te a producir. Adem s, el objetivo de redistribucin (para un consum o redis- tr ib u tivo), en su sentido m s am plio y no slo m onetario, p rctica-m ente equivale al program a econm ico de la UP, donde cierto tipo de expansin se v isualiza como consecuencia probable, o in ten tab le en una situ acin coyuntural dada; segn Marx, produccin, distribucin, cam bio y consum o form an (as) un silogism o con todas las reglas: La produccin es el trm ino universal; la d istribucin y el cam bio son el trm ino particular, y el consum o es el trm ino singular con el cual todo se com pleta. En esto hay, sin duda, un encadenam iento, pero no es superficial. La produccin est determ inada por leyes generales de la naturaleza; la d istribucin resu lta de la contingencia social y por ello puede ejercer sobre la produccin una accin m s o m enos estim ulante; el cam bio se sit a entre las dos com o un m ovim iento form alm ente so -cial, y el acto fin a l del consum o, que es concebido no solam ente como trm ino, sino ta m b in como ob je t ivo final, se sita, a decir verdad, fu e -ra de la econom a, salvo cuando, a su vez, reacciona sobre el punto de partida e inaugura nuevam ente un proceso (In troduccin general a la crtica de la economa 'poltica). En rigor, la expansin m edida del modo dicho no es m e ta de una transform acin socia lista , ya que, si as fuera, no se tratara sino de producir en determ inados conten idos y form as m s y m s. Puede concebirse una econom a socia lista que en algunas circunstancias no crece, y donde la clase trabajadora crea los valores de uso para el consum o necesario en una situacin de justa distribucin del trabajo y del salario. La expansin ser siem pre la de-rivacin lgica de que en un rgim en socia lista ex iste racionalidad pro-ductiva, y en determ inados casos, probablem ente el chileno, adem s ser el resultado concreto de un aprem io coyuntural: el subdesarrollo. Todo esto m uestra que entre dos hechos caractersticos de 1971 re-distribucin, expansin , uno de ellos tuvo m s relevancia program -tica que el otro, o en los trm inos de los autores, uno se destacaba m s que el otro en el contexto de las m etas y polticas d efin id as por el Gobierno. En fin , no ob stan te a lgunas declaraciones que m an ifiestan un lenguaje contradictorio evitable, el Gobierno ha sido casi consis-

    3 Op. cit., p. 1.4 Id., p. 2.

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    14 Cuadernos

  • ten te para sostener expresam ente esa prioridad (atributo de prioridad o b je tiv a ).

    Supngase ahora que la redistribucin tam bin perm ite que en torno suyo se sit en los restantes h ech os que caracterizaron al ao 1971, y entre ellos la expansin (atributo o rd in a tiv o ). Sera sensato que la ordenacin correspondiente y la exp licacin sobre 1971 que ella envuelve, se d iesen sobre la base de la redistribucin y no de la exp an -sin. Se hizo al revs. A continuacin describirem os el contenido obje-tivo de nuestro punto de partida, sabiendo que all se ordenan y exp li-can los elem entos de 1971 a partir de una distorsin, lo que invalida el propsito de que las conclusiones se ubiquen debidam ente en el con -texto de las m etas y polticas defin idas por el Gobierno.

    Se dice que hubo en 1971 una expansin econm ica considerable, m edida en trm inos del crecim iento de la produccin y del crecim iento del n ivel de em pleo. Para ello, se utiliz la v a 5 con sisten te en re-distribuir el ingreso en favor de los trabajadores, lo que en el aspecto m onetario se tradujo en un notable increm ento de su capacidad de con -sum o. Introducirem os dos observaciones sobre este punto de partida.

    a) En lugar de decirse que durante 1971 hubo una redistribucin cuya causa era la situacin previa ex isten te y cuyos m ecanism os de realizacin fueron ta les y cuales, se com ienza por algo' que im plica lo contrario: m ientras para el G obierno fue la poltica de sa larios y de fuerte control de precios (la que) perm iti en el curso del ao 1971 producir una redistribucin del ingreso h acia los sectores populares, re-activando la econom a y haciendo posible una m ayor ocupacin de la cuantiosa capacidad no utilizada en el rea in d u stria l (vase M artner, G., Los aspectos econm icos del Gobierno de Allende. Problem as y pers-p ectivas, Nueva econom a N 1, Edit. U niversitaria, p. 33) , all es al revs: a corto plazo el objetivo esen cia l h a sido activar la econom a por la va de un increm ento su b stan cia l de la dem anda agregada, u ti-lizando para ello una poltica de ingresos y precios que tran sfiera re-cursos reales al sector asalariado ( . . . ) y por los program as de gastos del G obierno ( . . . ) (op. cit., p. 2 ). Con esta inversin se cum pla el pri-m er paso de la insinuacin .

    b) La segunda observacin se refiere al increm ento de la capa-cidad de consum o, no de inversin, que ra consecuencia necesaria de la redistribucin, y por ta n to equivala a ella m ism a. Por qu? No so lam en te porque la clase obrera tien e a lta propensin a consum ir; tam bin porque, en la prctica, los sectores industriales in crem en ta-ron la produccin que era capaz de sa tisfacer parcia lm ente esa a lta propensin a consum ir; este h ech o im plic que, en general, los recursos derivados de la redistribucin no estuvieron constreidos a volcarse, por ejem plo, en un ahorro o una inversin a lternativos de un consum o m ateria lm en te im posible. R edistribucin e increm ento de consum o, pues, se confundan . Criticar el increm ento de consum o (decrem ento de in -versin) es criticar la redistribucin y criticar la redistribucin es no criticar una situacin de no redistribucin en favor de la clase obrera, que en los ltim os diez aos baj su participacin en el ingreso n acio -nal de 18,4% en 1960 (perodo A lessandri) a 16,2% en 1969 (perodo de Frei) (C uentas N acion ales). A fin de evitar esta crtica, de o sten si-ble im plicacin en trm inos del in ters concernido, se atribuye al G o-bierno una prioridad ajena, exp an siva, para que en el interior de su propia d ialctica est gravitando inap aren tem en te esa inexpresable cr-tica. As se cum pla el segundo paso de la insinuacin , que especifica al prim ero. Entre 1960 y 1969, el PGB creci casi lo m ism o que la IGB

    5 Ibd.

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    /

  • (IGB, 56%; PGB, 58%. Escudos 1965, C uentas N acion a les). Pero la clase obrera d ism inuy su participacin en el ingreso. La inversin b en efi-ci a los sectores de altos ingresos; la expansin de la econom a operaba al m argen de la clase obrera, era expansin de algunos sectores de la econom a. En un proyecto de transform acin, inclusive puede redu-cirse de golpe la capacidad de consum o general y de la clase obrera (por consigu iente, tam bin no de la clase obrera), a fin de desarrollar un plan de inversiones que no tendr ya la caracterstica de conso-lidar la explotacin, sino que contendr en s el objetivo de red istri-bucin. La inversin estar guiada ahora a cierto tipo de produccin distin to del que sirvi a la burguesa, y se canalizar por zonas y sec-tores que im pliquen criterios redistributivos. El cam bio de la estructura de produccin ser an teced en te de la nueva estructura de consum o. P rincipalm ente, esta opcin de transform acin estar basada en dos circunstancias: prim era, la am plitud del poder del Gobierno, com pa-tib le con la capacidad de coartar los esfuerzos de recuperacin de la burguesa nacional o extranjera, que se servir de la clase obrera, si es todava incip iente, y en ta l caso sta podr constitu ir un obstculo ni siquiera ten tativo , y segunda: una situacin de subdesarrollo que im posibilite una redistribucin y un cam bio actual, an teced en te y no ya consecuente, de la estructura de consum o. No parece haber in con -ven ien tes para concordar sobre que en Chile no se tien e el control n e -cesario ni, posib lem ente, la ausencia de exp ectativas y la situacin de subdesarrollo que ju stificaban una redistribucin no actual, consecuen-te . Esto provocaba, principalm ente, la estrateg ia o fic ia l de la UP, que en esencia consiste en prom over una redistribucin ta l que vaya siendo tolerada en la prctica por una burguesa que lucha por que la redis-tribucin sea transitoria o a lo sum o lim itada (otra cuestin es saber qu envuelve ta l estrateg ia form al y dnde lim ita ). Si fuese tran sito -ria, cabe p lantearse la d iferencia que surge de que la transitoriedad term ine durante el Gobierno de la UP o como consecuencia de la re-tom a del poder poltico por parte de la burguesa. En este ltim o caso, se in ten tara regresar al sistem a de inversin para la expansin tra-dicional; y en el prim er caso, el Gobierno, perm itiendo la conservacin del poder econm ico de la burguesa, desarrollara una poltica de in -versiones redistributivas que estara fin an ciad a por la clase trabajadora. A pesar del carcter m ediatam ente subversivo de ta l poltica, ella no estara agotando las posibilidades n i las exp ectativas objetivas de transform acin , lo que dejara prever un deterioro del apoyo de la clase obrera. Esto, unido a la conservacin del poder burgus, hace pro-bables la retom a y sus consecuencias aludidas. En cam bio, s i la to le -rancia est dada por el carcter lim itado, pero no transitorio de la re-distribucin, la situacin vara. Que ella sea lim itada sign ifica que la clase obrera acrecent su participacin en el ingreso y que este acre-cen tam ien to se consolid; ganando la burguesa m enos que antes, in -teresa saber cul ser la com posicin de su m enor gasto en trm inos del consum o y de la inversin. Aqu in terv ienen un elem ento tctico y un elem ento estratgico . En lo tctico , se trata de increm entar la to -lerancia burguesa fren te a la redistribucin h ip otticam en te consoli-dada. Lo m s adecuado para ello ser que su m enor ingreso actu al est caracterizado por una a lta propensin in tern a al consum o, inclusive caro. Esto favorecer una sensacin de bienestar que corresponde en cierto sentido a la situacin actu al y que, por lo dem s, corresponde bien al carcter de la burguesa nacional que, por un lado, fund su desarrollo m s en la especulacin financiera que en el esfuerzo produc-tivo y que, por otro lado, com o consecuencia de ta l lim itada in iciativa, es propensa a m an ifestacion es de volubilidad accional que contribuyen a explicar algunos hechos de la prctica ch ilena , entre ellos, la e lec -

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  • cin de 1970, la facilidad con que ella pierde y recupera su confianza en una posible reversin, m ovim iento que tp icam en te se ha dado d es-pus de las ltim as elecciones com plem entarias, su respuesta positiva al increm ento de dem anda en 1971 y que se m anifestara , en fin , en su actual propensin a consum ir (es el caso de num erosos em presarios privados en el grem io de la co n stru cc i n ). En el p lano estratgico, esta redistribucin as tolerada im plica que caen los n iveles de inversin de la burguesa, con lo que se a fecta n sus exced en tes futuros y su in ic ia -tiva en la produccin, situacin que estar estrech am en te ligada con el paso de una m ayor in icia tiva a m anos del Estado. De este modo puede verse cmo un alto consum o actu a l de la burguesa se incluye en su proletarizacin y se explica que el Gobierno inclusive estim ule cierto consum o de lujo, siem pre y cuando se m an ten gan el nuevo tipo de distribucin y la to lerancia m encionados. En esta perspectiva, la le -sin del consum o burgus podra ser financiada, a m edida que se in -crem ente la conciencia de clase de la clase trabajadora, inclusive por sta , con lo cual pasaram os a la situacin de ahorro an tes descrita, pero operada en d istin tas circunstancias; salvo en este ltim o aspecto, todo lo anterior parece haberse producido en 1971 y la actu al confianza electoral de la burguesa posib lem ente es com patible con su tolerancia . No es absurdo, en este sentido, considerar que las d ism inuciones e lec-torales de la UP h ayan cum plido una cierta funcionalidad especfica (ind irecta , tran sitoria?), dentro de la cual, por cierto, estara el su -puesto de que el G obierno contine estrictam en te en la lnea m en -cionada: M antener en ta les condiciones la nueva distribucin del ingreso sera, por tanto , condicin de una m ayor redistribucin posterior, de un consecuente deterioro progresivo de la burguesa cuya con cien -cia de deterioro ser in versam ente proporcional a su poder de reaccin y d irectam ente proporcional al desarrollo de la clase obrera y de una socializacin progresiva y consecuente. Pero para ello ser in d is-pensable com plem entar una poltica que acte sobre las estructuras del consum o y de la produccin en un sentido arm nico, lo que todava est , en substancia, pendiente.

    Segn el trabajo com entado, el increm ento de la capacidad de con -sum o pudo m aterializarse en consum o gracias a tres factores cuyo m odo de u tilizacin co n ju n ta por necesidad im plic una detenc in del crec im ien to de la inversin (de ah que, segn vim os, la desinversin era el requisito de la redistribucin o, s i se quiere, era la redistribucin m ism a). Uno de esos factores era de control pricipalm ente esta ta l; los otros dos, de control tam bin em presarial, donde el tercero revelaba una m ayor ductilidad de los em presarios frente al proceso que el se -gundo, ya que supona m s actividad de parte suya.

    Uno: la u tilizacin por el Estado de las reservas de d ivisas en la im portacin de artculos de consum o (principalm ente) necesarios para cubrir parcia lm ente la d iferencia entre la nueva capacidad y la oferta in terna.

    Dos: liquidacin por parte de los em presarios del stock de produc-tos term inados que ex ista desde an tes del Gobierno de la UP.

    Tres: u tilizacin del stock de m aterias prim as ex isten te desde an tes del Gobierno y de la capacidad industria l ociosa. Este factor in fluy en el ostensib le y rpido aum ento de la produccin industrial. La d u ctili-dad fin an ciera de los em presarios, como se ha dicho, perm iti un alto crecim iento de la produccin y con ello que no se utilizase una ca n ti-dad an m ayor de divisas para cubrir el aum ento de la dem anda de consum o. M anifestaciones de este cuadro general fueron el desahorro fisca l, el exceso de oferta de dinero, las presiones in flacion arias cre-cien tes y e l dfic it en la balanza de pagos. Las presiones in flacionarias

    2 1 2

  • se produjeron no obstante los subsidios, el desabastecim iento parcial y el control de precios que, adem s, cum plan una funcin en la poltica general de redistribucin. El dfic it en la balanza de pagos se pro-dujo como consecuencia de las im portaciones m encionadas, pero ta m -bin del bajo aum ento de la produccin de cobre y de la no entrada de cap ita les extranjeros, y trajo como consecuencias devaluacin, control de im portaciones y anuncios de renegociacin de la deuda externa. En fin , sobre la produccin de cobre se seala que el precio real fue su-perior al precio previsto y que las m inas an tigu as de la gran m inera produjeron m enos que en 1970.

    Si el e lem ento central y preponderante es la expansin, la s itu a -cin de 1971, elim inados los factores de a ju ste y sus m an ifestacion es (elem entos p erifr icos), supone una valoracin negativa , puesto que im plica la lesin posterior del elem ento central y preponderante (exp an -sin) : 1971 se caracteriz por una expansin derivada del consum o y no por una m enor-expansin derivada de m enos-consum o y m s-inversin- La valoracin n egativa debi reflejarse, en tonces, en una crtica de la redistribucin. Esto se ev ita por razones obvias (exp licitud del in te -rs correspondiente) y se logra m ediante el paso directo a 1972, sin crtica expresa. Pero ella subyace dado que el anlisis tuvo com o e le -m ento central y preponderante a la expansin. S i subyace, la situacin ptim a correspondiente a 1971 no debi ser redistribucin slo in m e-d iatam ente exp an siva, sino no redistribucin (del tipo 1960-1970) m ediatam ente expansiva dada cierta inversin. Esto ltim o es el co-rrelativo de la crtica que por la razn anotada se evit del modo di-cho. Si existe coherencia, para 1972 debera haber el m ism o elem ento central y preponderante: expansin, donde, abstrados tam bin los fa c -tores de ajuste y sus m an ifestacion es, tendram os que: es necesario, para cierta expansin, m enos redistribucin con inversin, o sea , un regreso a la situacin previa, lo que coincide con la situacin ptim a de 1971 recin sealada. Sabem os que esto ltim o fue evitado m ediante el paso directo, sin crtica expresa, a 1972. Pero lo relativo a 1972 fue evitado m ediante una ruptura de la coherencia: se substituye el e le -m ento expansin por otro: la redistribucin. Se dir en tonces que, con ciertos ajustes y sus m an ifestacion es, se consolidar la redistribucin en determ inadas perspectivas de expansin e inversiones (tercer paso de la in sin u a c i n ). Este recurso da, adem s, apariencia de conform idad con las prioridades oficia les: la situacin se describe ahora a partir de ellas, y la visin del presente se coloca en la perspectiva del G obierno; ah o-ra s es tolerable la exp licitud de una poltica de inversiones que nace del eje redistribucin, cosa que no ocurra respecto de 19716 (cuarto paso de la in sin u a ci n ). D etrs de esta estructura atraviesa el im p l-cito negativo de 1971, que cu lm ina en un im plcito negativo de 1972, con la ven taja de que aqu se coincide en las prioridades. El fundam ento de esta estructura aparente (en se an za) y de su subestructura inapa- rente (in sin u acin ) es, de una parte, d ialctico, es decir, por razones de p resentacin no poda ser otro y, de otra parte, es nico en el origen: las consecuencias de la redistribucin (in ters corresp on d ien te). A par-tir de ello se explica la d iscontinuidad de los elem entos centrales y pre-ponderantes y la prolongacin del im plcito negativo h asta hoy. De m a-nera que la previsin de 1972 fluy del cuadro de 1971: no contndose con reservas de divisas, con stock s de productos acabados y de m aterias prim as, con capacidad industria l ociosa (factores de a ju ste ), la capa-cidad de consum o ex is ten te en 1971 slo podr m a n ten erse (nuevo e le -m ento central y preponderante) 7 m ediante un aum ento de la deuda

    6 Ibd., pg. 2.7 Ibd., pp. 5 y 89.

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  • externa (y /o su renegociacin m s control de im portaciones) que per-m ita utilizar divisas en la im portacin necesaria . A contrario sensu: sin renegociacin y /o endeudam iento habr redistribucin negativa. Otra va que n i siquiera se considera (de acuerdo, por lo dem s, con la actitud asum ida por el G obierno en el ltim o tiem p o), es el no servicio to ta l o parcial de la deuda externa, que la SFF s considera y rechaza dado su costo: la a ltern ativa de una m oratoria debe ser rechazada por el e fec to in m ed ia to que ten d r a en la im portac in de num erosos in - sum os fu n d a m en ta le s y estra tg icos (El M ercurio, 7-4-72, p. 17). Pero la a ltern ativa de que no debe ser rechazada conduce, segn la SFF, a efectos sem ejantes, de lo cual se in fiere que la causa del rechazo no est dada por esos efectos: paralizacin de las inversiones en el cobre, no in ternacin de suntuarios, d ism inuciones en 50% de las im porta-ciones para el transporte y en 65% para las m aquinarias, lo que, su -puesto un xito en la renegociacin de la deuda, deja un dfic it im por-tan te e im putable a las im portaciones de m aterias prim as y alim entos (id. ) . La prim era va conducira al efecto sealado para la im porta-cin de insum os; la segunda, a u na recesin de la expansin, a una redistribucin regresiva y a una erosin poltica de la UP. Parecera que este ltim o es un elem ento d istin tivo entre am bas, que podra e s -tar razonablem ente im plcito en la no consideracin dentro del estudio bsico de la m oratoria y sus efectos.

    Como consecuencias de la redistribucin as consolidada se pre-v una baja en el ritm o de expansin y un aum ento paralelo de la in flac in (con m enor ab astec im ien to ). D entro de esta m ecnica g en e-ral se precisa que la fa lta de nuevas divisas para im portar artculos de consum o estar estim ulada por las probables d ism inuciones de los retornos del cobre y de la produccin agrcola, que obligar a destinar recursos a la im portacin de una m ayor cantidad de alim entos, s itu a -ciones que pueden ser alteradas ante un aum ento substancial de ,1a produccin y /o el precio del cobre. T am bin se precisa que la in flacin m otivada por este cuadro general y, dentro de l, por el exceso de d i-nero an ex isten te y por el nuevo d fic it fisca l, podra llegar h a sta un 40% en determ inados supuestos relativos a los precios del trabajo, del capital y de las m aterias prim as im portadas, a la ocupacin y a la pro-ductividad; se dice, en fin , que no cabra obtener recursos de reducir los n iveles de inversin en m aquinarias y equipos ya que ta l opcin inclusive afectara a la reposicin del capital ex isten te. La conclusin de todo esto ahora s se puede hacer exp lcita: En 1972 es necesario rectificar esta poltica (de precios y rem uneraciones seguida en 1971) para no com prom eter gravem ente el crecim iento futuro de la econo-m a ch ilen a (op. cit., pp. 89-90).

    H asta aqu la descripcin del instrum ento , a nuestro entender, con todos sus elem entos. El posee connotaciones im portantes para el an -lis is de factores de distorsin, que no deberan ser visualizados en s y h a sta s, n i pediran so lam ente correctivos de cualidad equivalente (as, por ejem plo, una escasa produccin de cobre, im plica, dentro de una explicacin econm ica del proceso, el correctivo de que es n ecesa -rio aum entar esa produccin en determ inados su p u e sto s): habra que encontrar especia lm ente los fu n d a n ^ n to s coyunturales de las d istor-siones y los m ecanism os coyunturales de su correccin ten ta tiva . Esto s ign ifica m aterializar lo anterior en am bos sentidos: por el lado de los fundam entos de la distorsin se dir, por ejem plo, que la baja pro-duccin se debi a una escasa conciencia de clase de los trabajadores, poco identificados con los resultados del proceso productivo, y, por el lado de los m ecanism os de correccin se propondrn, por ejem plo, h u e l-

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  • gas de protesta por la escasa productividad m encionada. Pero el a n -lisis de d istorsiones es ten tativo , arbitrario; no corresponde hacerlo aqu.

    3. SIGNOS DE LA INSINUACION

    Sabem os qu m isin cum pla centrar el an lisis de 1971 en la expan-sin y cm o eso era consecuente con centrar el anlisis de 1972 en la redistribucin: apariencia de a ju ste con las prioridades de la UP y con -clusiones exp lc itas regresivas (1972), escasa apariencia de desajuste con esas prioridades y conclusiones im plcitas, n egativas y m edia tivas para el an lisis de 1972 (1971): se ha visto, as, dnde nace el nexo de la insinuacin y de qu m odo l se prolonga h a sta el objetivo de p enetracin ideolgica con in con cien cia pasiva. Ahora se regresar atrs (instrum ento) para observar si esa proyeccin contiene otros puntos, d istin tos del nacim iento , que continen a ste y confirm en a aqulla. Para ello, m om en tn eam en te se utilizar la ficcin de que el in strum ento no desborda la enseanza n i h a cam biado la prioridad ob-jetiva. Verem os que por ta l ficcin se llega a una enseanza de tipo no inductivo, donde lo enseado no se relaciona con la realidad sino m e-d iante el desborde de la enseanza (inclusin de la in s in u a c i n ). P arti-rem os, pues, de un supuesto fa lso: el in strum ento se adeca a la prio-ridad objetiva.

    El estudio bsico se refiere a la situacin de 1971 (que en general es funcin de la situacin anterior y de la poltica aplicada en 1971, la cual, a su vez, es funcin de la m ism a situacin anterior y de la in ten -cionalidad poltica correspondiente a la UP) y a la situacin probable de 1972 (que del m ism o m odo es en general fu n cin de la situacin de 1971 y de la poltica aplicada en 1972, la cual a su vez es funcin de la situacin de 1971 y de la in tencionalidad poltica correspondiente a la UP) .

    a) Que la in tencionalidad poltica correspondiente a la UP h a sido con stan te lo m uestran, en el trabajo com entado, el reconocim iento de que hubo objetivos a largo p lazo 8, los cuales fueron defin idos como de prioridad absoluta constituyendo la base de todas las otras polticas y m edidas 9 y la consecuencia de que, consistiendo ta les objetivos en la estatizacin y sus efectos, no podra referirse el plazo a la poca hasta el com ienzo de la puesta en m archa de ellos, toda vez que fueron puestos en prctica desde el com ienzo m ism o del gobierno, de lo que se deriva que el largo p lazo slo poda referirse a la permanencia tem poral, larga en este caso, de objetivos puestos en prctica desde el com ienzo en virtud de una in tencionalidad poltica constante.

    b) Que la poltica ap licada en 1971 es funcin de la situacin eco-nm ica precedente y de la in tencionalidad de la UP se infiere de que los objetivos esen cia les (de largo plazo) fueron defin idos com o la tran s-form acin (vale decir, p oltica de 1971) profunda (vale decir, in ten -cionalidad de la U P) de la econom a (vale decir situ acin preceden-te ) 10, donde, por carecer los nuevos detentadores del poder de rela-cin directa con la situacin precedente, en defin itiva ocurra que la situacin de 1971 era funcin so lam ente de la in tencionalidad de la UP y no, adem s, de la situacin anterior: por ejem plo, la redistribucin habra operado sin relacin con el n ivel de reservas n i con la respuesta favorable o no de los industriales, lo cual confirm a el carcter adscrip- tivo de la poltica de la UP como especie de poltica de cam bio. En ar-m ona con esto se reconoce que las conclusiones principales que se de-

    8 Ibd., p. 2.9 Ibd.

    10 Ibd.

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  • rivan del trabajo (situacin de 1971 y situ acin probable de 1972) deben ser ubicadas debidam ente en el contexto de las m etas y polticas d e fi-n idas por el gobierno n , vale decir, de la in tencionalidad correspon-d ien te a la UP. De m odo pues que de a ll se deduce que la situacin actu al es fu n cin de la in tencionalidad del gobierno. Esto coincide con elem en tos de m arxism o, donde siendo la estructura ideolgica resu l-tado de la estructura econm ica, la determ inacin in ten cion a l se ve com o necesaria in ternalizacin a partir del objeto.

    c) Entre los objetivos de corto plazo figura el aum ento de la capacidad de consum o de los sectores a sa la r ia d o s12; ya se vio qu criterio no define la d istincin entre objetivos de corto p lazo y largo plazo y qu criterio s la define. C onsista ese criterio de d istincin en la m ayor o m enor perm anencia tem poral de objetivos puestos en prctica desde el com ienzo del Gobierno en virtud de una in ten cion alid ad cons-tan te . Por consecuencia, contradira el propsito de que las conclusio-n es principales que se derivan del trabajo deben ser ubicadas en el con -texto de las m etas ( . . . ) defin idas por el gobierno toda conclusin d istin ta de visualizar los problem as surgidos (fu era del corto plazo) para el aum ento de la capacidad de consum o de los sectores asalariados, com o una adecuada realizacin de un objetivo cuya duracin deseada seg n los autores por el gobierno era transitoria . Puede lograrse que no se contradiga ese propsito aun cuando se sostiene que las im p lica-ciones socia les de este hecho ( . . . la d ism inucin de la capacidad de consum o de los sectores a sa la r ia d o s . . . ) son de la m s a lta im portan-c ia 1:

    e l ) Porque no cabra encontrar a ll una evaluacin com parativa, toda vez que, por un lado, se trataba en 1971 del prim er ao de gobier-no y que, por otro lado, no se perm ite una com paracin (que por lo d e-m s no se h ace) con situ acion es sucedidas en otros gobiernos, pues el trabajo se centra sobre ( . . . u n a . . . ) problem tica que se presenta, con caractersticas propias, en cualquier contexto in stitu c io n a l 13, lo cual equivale a decir que el trabajo se centra sobre no cualquiera proble-m tica , sino sobre u na problem tica precisa, la problem tica actual, que precisam ente est defin ida por las caractersticas que le son pro-pias, entre las que figura este contexto in stitu cion al y no otro n i cu a l-quiera; por lo dem s esto es consecuencia de la afirm acin de acuerdo con la cual las conclusiones se ubicarn en el contexto de las m etas defin id as por el gobierno (la situ acin de 1972 es fu n cin de la in te n -cionalidad de la U P ).

    c2) Porque si las m encionadas im plicaciones socia les de la m s a lta im portancia equivalieren: a) a una form a de precaucin por los in tereses de los trabajadores as afectados, o bien b) a una sim ple pre-visin de d ificu ltades para m aterializar la redistribucin regresiva, como consecuencias v inculadas con la ag itacin laboral, ello no sera arm o-nioso con: a) la form a de precaucin por los in tereses de los trabaja-dores a quienes de m odo m ateria lm ente parecido se in ten t afectar en otras circunstancias p o lticas d iferen tes 14, o bien, b) ello podra s ig -n ificar la no consideracin de la d iferente c ircunstancialidad poltica , al preverse que hoy la ag itacin laboral se regira por idnticos patrones que antes. Sobre este ltim o punto cabe anotar que, a d iferencia de 1968 (proyecto de ahorro forzoso), los autores parecen suponer que el gobierno tendr x ito ahora, pues d icen que como conclusin tenem os que resultar una tarea bastan te d ifc il m an ten er en 1972 los n iveles

    11 Ibd., p. i .12 Ibd. p. 2.13 Ibd., p. 4.14 Vase Jaeza, S. y Cauas, J. El programa monetario en el sexenio 1964-1970. IEUC, pp. 8-9.

  • de consum o per cp ita de 1971 15, lo que envuelve la idea de que ser fcil no m an ten er ta les n iveles. Podra inducirse que esa facilidad se deber precisam ente a la d iferente c ircunstancialidad poltica , cuyo olvido explica la contradiccin conten ida en prever sim u ltn eam en te d ificu ltad y facilidad.

    d) C onsecuencia con sisten te de todo lo anterior (4? paso de la enseanza, correlativo del 4? de insinuacin) es que la poltica de pre-cios y rem uneraciones seguida en 1971 (com o parte de la poltica de redistribucin de ingresos) ha llevado consigo el traslado de los ex -cedentes al consum o. En 1972 es necesario rectificar esta poltica para ( . . . n o . . . ) com prom eter gravem ente el crecim iento futuro de la eco-nom a ch ilen a 16, . . . y en esta m ateria n uevam ente puede forzarse la in terpretacin de que el in strum ento en realidad se coloca dentro del contexto de las m etas defin idas por el gobierno 17, cu pa probable rea-lizacin cabal, com o se vio, adem s se prev all.

    e) La previsin de la situacin de 1972 an tes transcrita no im plica en s una evaluacin positiva o n egativa de su contenido, pues del m ism o m odo que puede resu ltar com o ptim o dejar capacidad in sta lad a en el corto plazo, para tener capacidad in sta lad a su fic ien te para hacer frente a dem andas esperadas en el fu turo 18 (objetivo, ste, de largo p la z o ), asim ism o puede resultar ptim o que se recurra el endeuda-m iento y /o la renegociacin con in flacin , desabastecim iento parcial y decrecim iento productivo a fin de que m anten indose los n iveles de consum o de 1971 (objetivo de corto p lazo), se puedan destinar recursos a la transform acin profunda de la econom a por la va de la tran s-ferencia al rea social de una gran parte de los sectores productivos, del com ercio exterior y del sistem a financiero, y al increm ento y m ejor uso del excedente econm ico generado en el p a s 19 (objetivo de largo p lazo), a ltern ativas que por lo dem s traducen el hecho de que en econom a no ex isten verdades a-in ten cion a les. Es slo m ediante la in -troduccin de una determ inada in ten cion alid ad en un conjunto donde chocan perspectivas de ptim os con perspectivas de psim os, que ta l conjunto puede ser apreciado en trm inos de su positividad o n ega- tividad.

    En el trabajo com entado no se exp lcita una in tencionalidad que im plique una valoracin positiva de la situ acin actu al n i otra que la im plique negativam en te (o positivam ente de una situacin h ip ottica d is tin ta ) . Pero en la m edida en que la ausencia de in tencionalidad (re- lativ izacin de ptim os y psim os) est acom paada del propsito de adecuar las conclusiones a las m etas del gobierno 20 y de la coincidencia ya observada sobre cm o h a de m anejarse en ciertos aspectos la poltica de corto p la z o 21 cabra suponer que all existe una intencionalidad correspondiente a la que tien e la UP. El problem a radica en que, al considerarse no desbordada la enseanza, se n ecesitan ajustes como los vistos, de com plicada obtencin, y en que de ellos fluye un cuadro arm nico en s m ism o; pero, to ta lm en te desvinculado con la realidad de los objetivos y de la poltica del gobierno: la redistribucin no es objetivo de corto plazo; la estatizacin en s m ism a n i siquiera es obje-tiv o de la UP, sino consecuencia de objetivos. Se tien e, pues, que por este lado la prioridad objetiva tam poco coincide, s i b ien es posible lo -grar ( n icam en te por este lado, de la ficcin an tes d icha) resultados

    15 Op. cit., pg. 89.16 Id., pp. 89-90.17 Acuerdos de El A rrayn 1972, Ed. De Frente, pp. 20-22.18 Op. cit., p. 71.19 Id., p. 2.20 Ibid., p. 1.21 Notas (16) y (17).

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  • neutros en trm inos de (una valoracin positiva o n egativa de) una realidad im aginaria.

    La distorsin de los criterios selectivos nos m ostr en la prim era parte que esto no era as, y que haba una valoracin n egativa im p l-cita y funcional, respecto de la cual cada ajuste del tipo precedente representa un antisigno deliberado o un desajuste de sign os de otra valoracin disem inados de modo entonces s coherente.

    f) Cabe se a lar ahora que la valoracin n egativa h a de alcanzar necesariam ente a los supuestos objetivos de corto plazo y a los obje tivos de largo plazo, com o los propios autores se encargan de dem ostrar, no obstante su declaracin en el sentido contrario. En efecto , sealan que estos ltim os objetivos eran la base de todas las otras polticas y m edidas 22 y por tan to con m ayor razn in flu an en ellas, a lo cual agregan que este trabajo no profundiza en el anlisis de los cam bios de estructura y su im pacto sobre la situacin econm ica ( . . . obj e t i vos de largo pl azo . . . ) , salvo en cuanto estos cam bios h ayan in flu ido sobre la coyuntura presen te ~2, razn por la que el trabajo se centra sobre los problem as de ( . . . ) corto p lazo 23. Esto puede resum irse correcta-m en te as: los objetivos de largo plazo in flu yen sobre todos los objetivos de corto plazo y los autores se ocuparn de los objetivos de corto plazo no in flu idos por los objetivos de largo plazo (regla general) y de los objetivos de largo plazo slo cuando in flu yen en los objetivos de corto plazo (regla excep c ion a l). Lo cual significa:

    1) Que, dado que no ex iste el objetivo de corto plazo no in flu ido por los objetivos de largo plazo, la regla general dentro del trabajo (com puesta por los objetivos de corto plazo no in flu idos por los obje-tivos de largo plazo) carece de m ateria, est vaca, y por tan to con m ayor razn ser vaca la regla excepcional (objetivos de largo plazo) ya que siem pre ser nada la m enor parte de algo defin ida en funcin de una m ayor parte de algo que es nada, lo cual es fa lso en v ista de la m aterialidad del trabajo;

    2) O bien, lo cual s es sign ifica tivo , la ocupacin preferente de los objetivos de corto plazo im plicar la ocupacin de todos los objetivos de largo plazo, ya sea d irectam ente, ya sea a travs de aqullos. Esto confirm a en el tex to la necesidad de insinuar (que, si ex ista , en alguna parte deba deslizarse y m a n ifesta rse ), en los trm inos y la estru c-tura aproxim ados descritos al com ienzo: la transm isin de una verdad (situ acin actual (S e ) valorada en virtud de una in ten cion alid ad no U P) podra desencadenar un m ovim iento desde la in tencionalidad UP h acia la otra dentro o fuera del gobierno, con las consecuencias fa v o -rables correspondientes, o podra desencadenar u na form a de p esi-m ism o en la in tencionalidad-U P que facilite una situacin futura (Sq) com o funcin de la in tencion alidad -n o UP (B) . De m odo sem ejante, en el Inform e de C oyuntura N? 2 del In stitu to de Econom a (de Castro, S. Anlisis de la econom a chilena: 1971-1972, IEUC, 65 p.) se sostien e que el anlisis se centra en Los problem as y polticas econm icas de corto plazo y no penetra, en consecuencia, en el anlisis de los efectos cau -sados por las transform aciones m s profundas que est sufriendo el sistem a econm ico del p a s (p. 1) (en los trm inos sealados al co-m ienzo, este docum ento es claram ente m s im p erfecto que el otro, y por lo tan to m enos evidente y n ex a l).

    g) Por otro lado, la valoracin n egativa de la situacin (S o ) s ig -n ifica que un (S e ) habra sign ificado a la inversa una valoracin posi-tiva ta l que (S e ) = f ( B) . Esto no quiere decir algo d istin to que a partir

    22 Op. cit., p. 2.23 Id.

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  • de 1971 se debi no activar la econom a por la v a de un increm ento substancial de la dem anda agregada, usando para ello una poltica de ingresos y precios que transfir iera recursos reales al proletariado, fo -m entando as la dem anda de consum o y por los program as de gastos del gobierno, especia lm ente en el sector de v iv ienda y obras pb licas 24 (objetivos de corto plazo) ni, a l m ism o tiem po, dada la transversin antes m ostrada, realizar la transform acin profunda de la econom a por la va de la transferencia al rea social de una gran parte de los sectores productivos, del com ercio anterior y del sistem a financiero, y el increm ento y m ejor uso del excedente econm ico generado en el p a s 25 (objetivos de largo p lazo ). Se debi provocar, posib lem ente, un (S q ) = (S A) donde (S A) representa la situ acin anterior a la UP y, en ella, la distribucin, la inversin y la expansin discrim inatorias.

    h ) Por otra parte, el con texto in stitu cion a l (v a electoral) que in tegra la problem tica p resente y su desarrollo posible contribuyen a reforzar rigideces por parte del gobierno; con independencia, por cier-to, de que ta l desarrollo le fuere o no negativo.

    Esto ltim o no se relaciona con desconocer d esajustes coyunturales que con m ayor o m enor im portancia siem pre sern subalternos repecto de los objetivos de largo p lazo en una poltica dirigida a l cam bio. Toda poltica de conservacin radica en la sobreestim acin coyuntu- ra l-sistem tica de los a ju stes y desajustes. S i norm alm ente el proceso poltico no tien e la claridad requerida para perm itir u n a respuesta oportuna del responsable en m ateria tcn ica econm ica 26, la ( . . . ) pasividad debe ser m edida esen cia lm en te en relacin con las in ten c io -n es de la autoridad ( . . . ) 27, y por consigu iente tam bin la activ idad: de ah la oposicin flexib ilidad-rig idez que corresponde a conservacin- transform acin.

    4. LA TRANSFORMACION RIGIDA

    El gobierno in ten tar m ejorar su capacidad de ajuste sobre h ip tesis que juegan en la situacin prevista de 1972, donde un aum ento de la produccin del cobre, por ejem plo, es una variable su b stan cia l in flu -yen te y atacable ya sea dado que ex iste actu a lm en te capacidad in sta -lada ociosa ( conviene d estacar el caso de El T en iente, donde las in sta lacion es se h ab an am pliado para perm itir un aum ento de pro-duccin del orden del 40-50% y que, en el hecho, durante el prim er sem estre de 1971 haba producido 12,5% m enos que en el prim er sem es-tre de 1970 ( . . . ) ) 28, ya sea gracias a una actuacin convincente del gobierno entre los trabajadores del cobre, que con sista en transferirles u na eficaz conciencia de cm o esta variable sera in flu yen te dentro del corto p lazo.

    El tipo de an lisis que se h a com entado, particu larm ente en lo que se refiere al estudio de in flac in de costos, h a podido ser ap licada a n -tes a otras situaciones econm icas. El n ivel de generalidad de las con -clusiones a que lleva es consecuencia de su alto potencia l de abstrac-cin. Es su naturaleza m ism a, pues, la que im pide abordar algunos te -m as econm icos im portantes, pero m s que concebirse esto como una lim itacin , cabe concebirlo como signo de una funcionalidad especfica (n fa sis en el a ju ste-con servacin ).

    Posib lem ente, un anlisis de esta clase in fluy para que Frei tom a-ra a m ediados de su perodo la decisin de consolidar lo realizado. Es

    24 Ibd.25 Ibd.26 Op. cit. nota (14), p. 10.27 Id. p. 9-10.28 Op. cit. pp. 57-58.

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  • sign ifica tivo que los indicadores m ostraban entonces (1965-1966) una ten d en cia form al sem ejan te a la actual. La decisin m encionada co in -cidi con el regreso a la redistribucin negativa.

    En la perspectiva de la UP (sustrato persuasivo por elim inacin de la in sin u a ci n ), durante 1972 sera necesario a lo m enos m an ten er la capacidad de consum o de los trabajadores, para lo cual se utilizarn el exceso de dinero ex isten te, el nuevo d fic it fiscal, una in flacin d is-crim inatoria y parcialm ente dirigida y una parte de las d ivisas prove-n ien tes de la renegociacin, del endeudam iento y de la probable m ayor produccin de cobre. Cualquiera d ism inucin del ritm o de expansin resu ltar de la redistribucin (d esin versin ) aplicada en 1971. La ex is-ten c ia de capacidad ociosa en el cobre y un aum ento de la productividad seran factores favorables para que el ritm o de expansin dism inuyese m enos y, con ello, se puedan destinar d ivisas a nuevas inversiones (por lo dem s, los prim eros an teced en tes sobre produccin en 1972 tienden a atenuar la h ip tesis de que la capacidad ociosa se sa tu r ) . Pero si esto ltim o no se consigue sera necesario dar prioridad a la redistribu-cin consolidada, an en perjuicio de la inversin y de la expansin futura. Ya se ha visto que la escasa expansin de la econom a ch ilena durante el ltim o decenio (fundada en un escaso aum ento de la in -versin) se tradujo en una baja participacin de los obreros en el in -greso nacional; la in flac in y la lucha por reajustes com pensatorios eran a ll in strum entos de conservacin de este hecho fu n d am en ta l que perm itan su prosecusin en una apariencia de avances y retrocesos (H irsch m a n n ). El Gobierno m an ifiesta que es necesario m an ten er la capacidad de consum o de los tra b a ja d o res29; si los costos previstos re-negociacin o endeudam iento no resu ltan posibles, sera necesario acudir a otro. No servir una parte de la deuda externa an no se d es-carta por la prctica y sus consecuencias pareceran arm onizarse con el desarrollo previsible de una transform acin socia lista en situacin de dependencia; su probabilidad concreta incide en la factib ilidad de ta l transform acin, cuyo carcter adscriptivo causa la rgida linearidad poltica a que se h a aludido.

    Por ltim o, cabe una crtica sobre la form alizacin conceptual su b -yacen te en el tex to bsico, en la s respuestas ofic ia les y en estas notas, donde el an lisis econm ico no es im pulsado por la verdadera variable independiente: contenido del trabajo, desarrollo de la fuerza produc-tiva (valor de u so ), y s es im puesto, en cam bio, por vehcu los de a g lu -tin acin centrpeta: exp an sin , inversin, redistribucin . . . ('mer-canca) . Lo cual se adeca a la estructura d ialctica de la estrateg ia de conservacin, fijando en su in terior m om entos d istin tivos, pero es no estrateg ia de transform acin. Expresiones unvocas del valor de uso sern qu- expansin (m edida por el patrn, necesariam ente, de los bajos ingresos, del sa la r io ), qu -red istrib u cin , q u -p artic ip acin , etc., en ausencia de abstraccin capitular, de im posicin heterodeterm inada. El anlisis de la m ercanca se explica com o fenm eno, desarrollo, no m s, en la ap licacin por distraer de la m ercanca la n o-m ercan ca que la crea en cuanto tal. La expansin, etc., habran de ser m edidas por el desarrollo de la fuerza productiva y el conten ido del trabajo, de modo que la reflexin m ercantil por necesidad reprodujese el valor de uso. En este aspecto es que la autocrtica h a de integrarse a la desim posicin. Y al m ism o tiem po, resolverse a partir de la propia expansin del valor de uso, lo que lleva a un reconocim iento de las lim itacion es derivadas de su sujecin prctica a relaciones m ercantiles: el esfuerzo por a lum -brar la conciencia y la crtica es necesario, se im pone por cierta re-

    29 Op. cit. nota (17), p. 15.

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  • flexin, pero es rebasado por una lim itacin que est en el ori;er. cualidad reflexiva, program tica. Esto resu lta particu larm ente ciar: para los proyectos de transform acin cultural (control obrero). Ur.a program acin accional de la transform acin vacila a ll entre un ab an -dono fu ndam ental, recuperacionista, o una lim itativ idad h ipottica , d ia-lctica, que se defin e a partir de su inclusin en el s istem a cu ltural donde as se ag ita y desenvuelve. En esta perspectiva, el voluntarism o (y la reiv indicacin m ercantil) es reconocible com o ta l y, s im u lt n ea -m ente, com o expresin posible y concreta de un estado ideolgico, y co-mo activador p u ntual de otro deseado m s o m enos d ifusam ente.

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  • CUADERNOS DE LA REALIDAD NACIONALN* 13 JU LIO DE 1972 T rim estral

    Jam es F . PE T R A S R obert LA PO R TELa respuesta de los Estados Unidos al nacionalism o econm ico de Chile

    Ju lio LO PE ZSobre la construccin de la nueva econom a

    David B A R k INLa red istribucin del consum o en Cuba socialista

    M iguel M ORALES Lisio PA R ISIM odo de produccin, proceso de regionalizacin y relaciones ciudad-cam po

    Rafael E C H E V E R R IA F ernando CASTILLO Jorge L A R R A IN Etapas y perspectivas de la lucha ideolgica en Chile

    G abriel GY ARM ATIIdentificacin , alienacin y docencia secundaria

    M ario G O M B ER O FF Ram n FLO R EN ZA N O L iliana PUALUAN Consideraciones sobre el consum o de m arihuana y sus m otivaciones en adolescentes

    NOTAS DE IN V ESTIG A C IO N

    Tom s M OULIAN Acerca de la lectura de los textos de L enin:

    una investigacin in troductoria

    A rturo M O N TESEl anlisis de la coyuntura econm ica y su connotacin ideolgica

    V ctor NA ZA RK1 au toritarism o en la clase obrera chilena y el proceso de cambios en las relaciones sociales de produccin

    PR IM ER E N C U EN TR O LA TIN O A M ER IC A N O D E C R ISTIA N O S POR EL SOCIALISM O

    ACTIVID ADES D E L CEREN

    C O M EN TA RIOS DE LECTURAS

    UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE

    CENTRO DE ESTUDIOS DE LA REALIDAD NACIONAL CEREN