Montevideo Uruguay - 19 agosto 2014

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Montevideo, Uruguay, 19 de agosto de 2014. Mis queridas semillas, Os voy a explicar mis estrellas una historia de amor, ese amor nació en un jardín, en el jardín vivía una hortensia, es una flor preciosa y le gusta siempre el norte y el frío, necesita mucha agua para florecer preciosa, sus flores son rosas, blancas y azules. Encontró a un cactus precioso, redondo ¡precioso! Y se enamoraron los dos, cuando se acercaba la hortensia decía: “Ay siento algo tan bonito, es como unas cosquillitas aquí” y el cactus decía: “Parece como el Sol, me acaricia y cuando estás conmigo brillo más y me siento feliz” entonces la hortensia dijo: “Amado, te voy a cuidar porque te quiero” y cada día cogía la regadera y le echaba agua, cada día regaba al cactus, le echaba agua, le echaba agua, y el cactus decía: “¿Cómo le puedo explicar que con su amor y su generosidad, poco a poco me está matando? Yo soy un cactus una flor del desierto, no necesito agua, pero no diré nada porque la amo tanto”. La hortensia siempre sonreía y los dos eran felices porque se comprendían sin hablar, a veces pasaban horas y horas contemplando las montañas, la gente que pasaba, las mariposas, los pájaros y olían esos aromas del bosque, los amigos de la hortensia le dijeron: “Hortensia ¿qué le pasa a sus flores?, todas están destrozadas, pues parece que unas agujas le han atravesado todas sus hojitas” y dijo: “Sí, es el gran amor de mi vida el cactus, con sus espinas al acercarme atraviesan mis hojas, mis flores y me voy desgarrando y rompiendo poco a poco, pero qué puedo decirle

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Montevideo, Uruguay, 19 de agosto de 2014.

Mis queridas semillas,

Os voy a explicar mis estrellas una historia de amor, ese amor nació en un jardín, en el jardín vivía una hortensia, es una flor preciosa y le gusta siempre el norte y el frío, necesita mucha agua para florecer preciosa, sus flores son rosas, blancas y azules. Encontró a un cactus precioso, redondo ¡precioso! Y se enamoraron los dos, cuando se acercaba la hortensia decía: “Ay siento algo tan bonito, es como unas cosquillitas aquí” y el cactus decía: “Parece como el Sol, me acaricia y cuando estás conmigo brillo más y me siento feliz” entonces la hortensia dijo: “Amado, te voy a cuidar porque te quiero” y cada día cogía la regadera y le echaba agua, cada día regaba al cactus, le echaba agua, le echaba agua, y el cactus decía: “¿Cómo le puedo explicar que con su amor y su generosidad, poco a poco me está matando? Yo soy un cactus una flor del desierto, no necesito agua, pero no diré nada porque la amo tanto”. La hortensia siempre sonreía y los dos eran felices porque se comprendían sin hablar, a veces pasaban horas y horas contemplando las montañas, la gente que pasaba, las mariposas, los pájaros y olían esos aromas del bosque, los amigos de la hortensia le

dijeron: “Hortensia ¿qué le pasa a sus flores?, todas están destrozadas, pues parece que unas agujas le han atravesado todas sus hojitas” y dijo: “Sí, es el gran amor de mi vida el cactus, con sus espinas al acercarme atraviesan mis hojas, mis flores y me voy desgarrando y rompiendo

poco a poco, pero qué puedo decirle si le amo y él me ama, cuando estoy a su lado el tiempo pasa tan deprisa que él nunca tiene sed y yo necesito tanto líquido que me voy secando”, ése era el amor que ellos creían, una adoración uno por el otro, pero ese amor también los estaba matando.

Un día decidieron hablar la verdad, “Mi amor hortensia, no me eches más agua, deseo vivir contigo” y ella le dijo: “No te acerques tanto

a mí porque mis flores se van cayendo, pero si estamos de acuerdo, iremos a aquella ventana tan linda, nos pondremos uno al lado del otro, yo en la sombra y tú en el Sol, a ti te acariciará lo que es la vida, el calor y a mí la sombra que me ayuda a florecer y a continuar viva para ti”. Hablaron todo el día y decidieron amarse respetando cada uno ése lugar que nos pertenece, “Yo respeto tus decisiones, tu vida, lo que mejor hagas para ti y yo respetaré si necesitas tu tiempo, tu lugar, tu espacio”. Comprendieron que el amor era ese Respeto, que el amor también era ese silencio, que podían compartir mil experiencias de todo lo que aprendían, observaban, sin estar uno encima del otro o uno pendiente del otro.

Mis semillas amadas, empecemos por conocernos y saber lo que queremos, lo que amamos, no confundamos el amor con la posesión, con el control, aprendamos a mirar a otros horizontes ¿Cuál es el más bello, cuándo sale el Sol por la mañana a la aurora o un espléndido atardecer, cuando el Sol justo va a acostarse y se esconde suavemente con esos colores tan preciosos? Sepamos apreciar las dos cosas y amar las dos cosas, primero uno mismo para mejor respetar al otro.

Con todo mi amor,La Jardinera