Morgan Alexis - Paladines 08 - Mas Alla de La Oscuridad (Trad)

7/25/2019 Morgan Alexis - Paladines 08 - Mas Alla de La Oscuridad (Trad)

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A A rrgguummeennt t oo MÁS LL DE L OSCURID D

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD LIBRO 8

ALEXIS MORGAN

(THE DARKNESS BEYOND − PALADINS OF DARKNESS 08)

Un juego en línea del gato y el ratón lleva a unguerrero Paladín en una misión de rescate mortal para

reclamar su amante irresistible que deberia ser su mayorenemigo.

D. J. Clayborne por fin ha encontrado la horma de su zapato. Despuésde pasar semanas jugando al corre que te pillo en el ciberespacio, un

misterioso hacker le supera a su propio juego. Su némesis se descarga unahistoria de alto secreto sobre los Paladines, obligándole a darle casa. el

rastro lleva a D.J. hasta Regina Morrison, una mujer tan sexy como hábil enel cibermundo.

Reggie ha estado trabajando contra reloj para impedir que unlegendario hacker informático acceda a los archivos de sus clientes. Solo que

no le ha contado a su jefe que hace semanas que había encontrado al

culpable. Lo último que esperaba es que D.J. se presentara en su casa y que fuera aún más sexy que su escurridizo avatar. Ahora los dos flirtean conuna peligrosa frontera entre el deber y el deseo...

La profunda investigación de Reggie consigue que sea secuestrada por

los Otros y obligados a cruzar la barrera de energía hacia un extraño mundohostil. Ahora le toca a D.J. localizar a la cautivadora mujer cuya capacidad

de abrirse camino en sus cortafuegos también se abren camino hacia elcorazón del guerrero.



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IInnddiiccee Argumento ........................................................................................ 2

Capítulo 1 ......................................................................................... 4

Capítulo 2 ....................................................................................... 12

Capítulo 3 ....................................................................................... 21

Capítulo 4 ....................................................................................... 30

Capítulo 5 ....................................................................................... 44

Capítulo 6 ....................................................................................... 56

Capítulo 7 ....................................................................................... 69 Capítulo 8 ....................................................................................... 81

Capítulo 9 ....................................................................................... 93

Capítulo 10 ................................................................................... 105

Capítulo 11 ................................................................................... 115

Capítulo 12 ................................................................................... 126

Capítulo 13 ................................................................................... 136

Capítulo 14 ................................................................................... 143

Capítulo 15 ................................................................................... 154

Capítulo 16 ................................................................................... 168

Capítulo 17 ................................................................................... 180

Capítulo 18 ................................................................................... 190 Capítulo 19 ................................................................................... 200

Capítulo 20 ................................................................................... 211

Capítulo 21 ................................................................................... 224

Capítulo 22 ................................................................................... 232

Capítulo 23 ................................................................................... 238

Capítulo 24 ................................................................................... 245

Capítulo 25 ................................................................................... 252

De la Autora .................................................................................. 259

Serie Paladines .............................................................................. 260

Continua con… ............................................................................. 261

Agradecimientos ............................................................................ 262



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CCaa p pí í t t uulloo 11 Traducido por: RhyssCorregido por: Ariel

na bola de papel arrugado voló sobre la cabeza de Reggie, paraanotar un tanto en el bote de basura. Ignoró ambas cosas,tanto a eso, como a la discusión que había durado los últimos

diez minutos.

— Te lo digo, no importa lo que piense el Gran Ed, ¡Es nuestra queridaRegina Morrison quien derribará al Knightwalker1!

Cody, su compañero de cubículo, era un alumno de la universidadque trabajaba a tiempo parcial para la compañía, con las horasorganizadas alrededor del horario de clases. El chico tenía más energía quelos otros tres compañeros de trabajo juntos, y a ella le gustaba suentusiasmo. Bueno, al menos cuando no estaba tratando de ganar unafortuna con las quinielas, al apostar a sus habilidades para localizar apiratas informáticos.

Lanzó otra bola hacia la basura. Esta vez falló y cayó sobre suescritorio. La cogió y la arrojó hacia atrás sobre su hombro, su punteríaprecisa después de meses de práctica.

— Gracias, Reggie.Cody atrapó el papel en el aire sin vacilar.

— En serio, apuesto a que Reggie clava al objetivo contra la pared parael viernes, la próxima semana a más tardar. El culo del Knightwalker seráuna tostada, — continuó.

— Suficiente, Cody, — le dijo.

Esta vez, él le prestó tanta atención como lo había hecho las últimasdoce veces que intentó detenerlo. Mientras abollaba otra bola de papel,intentó que ella mejorara la oferta.

— Sabes que sus habilidades son increíbles. Si unimos nuestrosrecursos, podemos hacer una fortuna.

El sonido de pasos pesados puso un repentino fin a la conversación.Reggie quitó inmediatamente lo que había en la pantalla y abrió otro caso

1 Knightwalker; Caminante nocturno, Caballero Noctutno, o Caballero Noctambulo,es el nombre del avatar de D.J. se deja Knightwalker.

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mientras una sombra caía sobre el escritorio y una pesada manoaterrizaba sobre su hombro. Ella apretó los dientes, y guardó el teclado enla mesa para poder moverse rápido si lo necesitaba.

Ignorando a la compañía no deseada, continuó tipeando.

— Hola, Reina Cibernética. Tu pequeño amigo Cody podrá estarrespaldando tu rol en este juego en particular, pero no dejes que se tesuba a la cabeza. Tú y yo sabemos que yo soy el pez gordo de aquí cuandose trata de atrapar a un hacker como el Knightwalker.

— Quítame la mano de encima, Ed.

Le había dado dos segundos para obedecerle antes de demostrarle porqué era la alumna estrella en las clases de defensa personal. La mayoríade los hombres nunca veían más allá de su cabello rubio oscuro y susojitos azules, subestimando enormemente su fuerza y velocidad. Loschicos en su dojo2 sólo habían cometido ese error una sola vez.

Ed también aprendería de otro modo si seguía presionándola. Laimagen mental del Gran Ed acurrucado en el suelo, sosteniéndose supaquete personal y retorciéndose como un cerdo, contenía una gransúplica. Por suerte para él, se alejó antes de que ceder a su impulso.

Volvió a ignorarlo. El engreimiento Ed había recibido una palizaúltimamente porque Reggie había conducido a la oficina a cerrar casosdurante cinco de los últimos seis meses. Antes de que se uniera al equipo,él había sido el líder indiscutible de la manada. Nunca había sido de losque aceptaban el segundo lugar en el mejor de los tiempos, perder contraun novato “y especialmente una mujer” era más de lo que el pobre ego de

Ed podía soportar.Ella hizo una mueca cuando Cody reanudó la conversación donde la

había dejado. — Ed, todavía pienso que nuestra chica va a encontrar alKnightwalker antes que tú.

Cody era una de sus personas favoritas, pero realmente deseaba quecerrara la boca. El enérgico apoyo sobre sus habilidades sólo empeoraríauna mala situación.

Como era de esperar, la voz de Ed adoptó un nuevo tono amenazador.Ella se preparó para lo inevitable; alguien iba a salir lastimado, y no seríaella.

— Y un demonio que lo hará, niño, pero hazlo, pon tu dinero en ella.Disfrutaré comiendo una cena de bistec con tu dinero.

Ed se inclinó sobre el hombro de Reggie para estudiar la pantalla desu computador, su aliento de fumador le hacía cosquillas en la piel.

2 Lugar destinado a la práctica y enseñanza de las artes marciales.



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Repugnante. ¿En serio pensaba que ella era tan estúpida como para estartrabajando en el caso donde él pudiera mirar? Idiota.

Entonces le susurró contra el oído, — Juega bien tus cartas, Reggie, ytal vez tú y yo ordenaremos esa cena de bistec como servicio de habitación.

Entonces su mano comenzó a deslizarse hacia abajo sobre la partedelantera de su blusa.

Está bien, eso fue suficiente. De repente, ella empujó la silla de suescritorio hacia atrás, aplastándole los pies y en el proceso asegurándosede darle con el codo justo donde le doliera. Ed se tambaleó hacia atrás,golpeando la pared del cubículo y casi derribándola.

El rostro de él estaba rojo, sus ojos furiosos mientras esperaba que eldolor pasara.

Ella se puso de pie, preparada para encontrar a su próximo desafío defrente. Su próxima parada sería la oficina del jefe, pero marcharse ahora

sólo convencería a Ed de que ella le tenía miedo. — ¡Tú, perra! Lo hiciste deliberadamente, — jadeó Ed.

Ella se balanceó sobre la punta de sus pies, lista para la acción, conlos niveles de adrenalina por las nubes. — Correcto, lo hice, maldición. Teadevertí antes que mantuvieras la manos para ti mismo.

Ed se enderezó. — El jefe despedirá tu trasero cuando le cuente lo quehiciste.

Reggie realmente esperaba que el Señor DeLuca no hiciera tal cosa.Ella necesitaba el sueldo demasiado. Afortunadamene para ella, Cody ya

había llamado a la caballería, porque el jefe estaba parado justo detrás deellos. No había ninguna duda de la furia en su expresión cuando miró aEd.

— No, no despediré a Reggie, Ed. Escuché lo que le dijiste y vi lo quehiciste. Ahora te disculparás con ella y cojearás hasta mi oficina para quepodamos continuar esta conversación en privado.

Entonces se paró frente al rostro del otro hombre. — Dejaré estomucho más claro ahora; si te encuentro aquí molestando a Reggie otra vez,serás tú quien estará buscando trabajo, y sin referencias mías. ¿Lo hasentendido?

La mandíbula de Ed cayó en estado de shock. —Pero…

— Un simple sí bastará, Ed. Ahora ve, antes de que me replantee midecisión sobre dejar que te quedes.

El hombre enorme le lanzó a Reggie una mirada que prometíaproblemas en el futuro, pero al menos empezó a marcharse. El SeñorDeLuca retrocedió para dejar pasar a Ed, esperando hasta que estuvofuera de la vista antes de hablar de nuevo.



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— Lo siento por eso, Reggie. Nunca pensé que llevaría las cosas tanlejos.

— Probablemente exageré.

Su jefe negó con la cabeza. — No, no lo hiciste, y lo que dije fue en

serio. Si te molesta en lo más mínimo, quiero saberlo. Él es bueno en sutrabajo, pero tú eres mejor. El problema es que él lo sabe.

Luego lanzó una mirada en dirección a Cody. — Y por cierto, Cody, esefondo común para la apuesta que has comenzado no está ayudando a lasituación. Sabes cómo es Ed cuando se trata del historial de Reggie. ¿Porqué restregárselo en la cara?

Cody bajó la cabeza. — Lo siento, jefe. Lo detendré.

— Hazlo.

Reggie se sentó, esperando que los dos hombres no notaran cómo letemblaban las manos. Generalmente, Cody era ajeno a esas cosas, pero nomucho pasaba desapercibido para el jefe. Al menos cambió de tema.

— Entonces, ¿algún avance con el caso nuevo?

Ella negó con la cabeza. — Recién he comenzado. No se han abiertobrechas en los firewalls del cliente de nuevo, pero sabemos que los hackersdel calibre de los Nightwalkers rara vez son capaces de resistirse a salir a jugar por mucho tiempo. Los estaré esperando.

— Bien. Manténme al tanto. — Se frotó las manos con una sonrisalobuna. — He estado esperando una oportunidad para ir tras este tipo.Dios sabe que suficientes personas han intentado rastrearlo. Si lo

logramos, solidificará la reputación de la compañía. Aunque no será fácil.Este tipo sabe cómo cubrir su rastro.

— Haré mi mejor esfuerzo, señor.

— Se que lo harás. — Su jefe salió del cubículo. — Bien, te dejaré enello. Cody, quiero esos informes al finalizar el día.

— Los tendrá.

Tan pronto como se hubo ido, Cody dejó de fingir que trabajaba.

— Mira, Reg, lamento si la apuesta te causó problemas con el GranEd.

Ella hizo un ademán con la mano. — Es su problema, no el nuestro. Sino hubiese sido este caso el que lo desencadenara, habría sido otro más.

Cody bajó la voz. — A decir verdad, una parte de mi estará realmenteapenada si consigues atrapar al Knightwalker. Ha sido un héroe entre losnerds informáticos durante mucho tiempo.



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Ella sabía cómo se sentía Cody. Los rumores sobre el misteriosohacker habían circulado por años. La mayoría de la gente que conocíadecía su nombre con una nota de reverencia en la voz. Reggie habíaseguido la carrera del super — hacker ella misma, pero con una grandiferencia: ella realmente había encontrado al Knightwalker. Incluso sabía

su verdadero nombre “D.J. Clayborne”. Ahora sólo necesitaba decidir qué hacer con ese conocimiento.

A pesar de su determinación en llevar a los criminales cibernéticosante la justicia, el Knightwalker era diferente, y no sólo porque era elmejor. Si ella tuviera que describir las incursiones de él en el hacking,diría que era bromista en lugar de destructivo. La mayoría de lascompañías a las que perseguía en realidad se habían beneficiado a lalarga, porque él siempre señalaba las debilidades en los protocolos deseguridad.

Entra, y sal. Eso era todo lo que hacía. Ilegal, sí. Irritante, sin

ninguna duda. Pero sobre todo, intrigante. ¿Qué decía eso de ella?Reticente a continuar con esa línea de pensamientos, se colocó losauriculares y puso su iPod a todo volumen.

No podía darse el lujo de seleccionar y elegir a qué criminalesperseguía.

Era hora de cazar.

Hola, Knightwalker. ¿Quieres salir a jugar? Encuéntrame esta noche, y hablaremos. Escucho que el disc — jockey de allí es especial. R.

D.J. miró la enigmática firma en el email y maldijo mucho y fuerte.

Estaba cansándose y hartándose de esto. Tenía la laptop en sus manos,listo para lanzar la maldita cosa tan lejos como pudiera arrojarla, cuandola voz de la razón intervino.

Desafortunadamente, no era él quien hablaba.

— Maldición, D.J., si arrojas esa laptop, la próxima cosa que abolle lapared será tu cabeza.

D.J. dejó la inocente máquina de nuevo sobre su escritorio y esperóque Devlin dijera lo que tenía para decir. No debería llevarle muchotiempo; el gran hombre nunca andaba con rodeos.

— No sé qué se te ha metido en la cabeza últimamente, pero lapróxima computadora que machaques contra el polvo será descontada detu sueldo, o quizás de tu pellejo. Honestamente, no me importa cuál.

— Está bien. — D.J. se forzó a relajarse. — Lo siento, Dev.

El rostro de su amigo cambió de su usual expresión cabreada a unapreocupada. — Está bien, eso lo dice todo. ¿Qué demonios está malcontigo?



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D.J. se tambaleó sobre sus pies y se puso de pie con la interrogaciónde Devlin. — ¿Por qué tiene que estar algo mal?

Dev se mantuvo firme, pero bajó la voz. — Porque acabas dedisculparte sin que tuviera que patearte el trasero por todo el vestíbuloprimero. Eso no sucede jamás.

— Claro que sí, — mintió D.J. — Me disculpo todo el tiempo. Estoybien.

Su amigó resopló. — Sí, claro. Incluso aunque estuviera dispuesto acreer eso, no soy el único que ha notado que algo te ha estado molestandopor semanas. Si no quieres contármelo, dícelo a Cullen o incluso a Laurel.

Como si eso fuera a suceder. D.J. se dejó caer sobre la silla y volvió suatención a la pantalla de la computadora. Cualquier cosa era mejor quemirar a Devlin a los ojos, que siempre reconocía cualquier mentira. D.J.trató de inventar una excusa de por qué había estado tan desquiciado

últimamente, porque sabía que Devlin no se iría hasta que lo hiciera. Elhombre era implacable una vez que captaba el aroma de un problema.

— Sólo he tomado demasiados turnos largos esta semana.

Todo eso era cierto; sólo que no era todo el problema. Se recostó sobrela silla y apoyó los pies sobre la superficie rayada de su escritorio. Paramantener las manos ocupadas, cogió su juguete anti — estrés favorito ycomenzó a trabajarlo sin parar.

Devlin rodó sus anchos hombros y suspiró. — Sí, todos lo hicimos.Acabo de hablar con Lacey en el laboratorio de geología hace unosminutos. Ella dijo que todas las lecturas eran estables y parecen como si

quizás fueran a permanecer de ese modo. Estaba por contarte a ti y aLonzo para que terminaran de trabajar temprano y se tomaran un tiempode descanso.

D.J. trató de parecer feliz con eso, pero no estaba seguro de cuántoéxito estaba teniendo. Lo último que necesitaba ahora mismo era mástiempo para sentarse en su apartamento con nada más que hacer exceptoesperar por otro email.

Estiró la mano automáticamente hacia el mouse y cliqueó. Nada.

Bien. En realidad prefería no ponerse hecho una furia de nuevodelante de Devlin. Y seguro como el infierno que no quería explicarle quehabía estado jugando a codificar emails con otro hacker, uno losuficientemente bueno para abrir una brecha en las medidas de seguridadque él y Cullen habían instalado para proteger el mundo secreto de losPaladines.

— Me escuchaste, ¿Cierto?

Devlin movió la mano frente al rostro de D.J. para quitar su atenciónde la pantalla de la computadora.



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— ¿Qué?

— Dije que deberías salir de aquí por un rato. No era sólo unasugerencia.

D.J. tragó con fuerza y asintió. — Bien. Tengo que terminar algunas

cosas y luego me iré.Como si discutir con Devlin hubiese funcionado alguna vez. El

Paladín jefe se cruzó los brazos sobre el pecho y se puso en modo mirada — feroz. — Ahora.

The head Paladin immediately crossed his arms over his chest andwent into glare mode. — Now.

D.J. también podía ser terco. — Maldición, Devlin, se más tolerante.He pasado muchas horas en la barrera esta semana, el correo estáentregando mi correspondencia allí. Quiero recoger unas cosas y luego meiré. — Se puso la mano sobre el pecho y luego la levantó. — Lo juro.

Devlin estiró las manos rápidamente para quitar los pies de D.J. delescritorio. — Te daré diez minutos y entonces, será que mejor que te hayasido. No me hagas meter a Laurel en esto. Apuesto a que traerá una de esaslargas jeringas con ella si se lo pido amablemente.

— Bien, pero usar a tu esposa como amenaza es muy bajo, Devlin, y losabes. Ahora vé a molestar a alguien más así puedo recoger mis cosas.

Arrojó el juguete sobre el escritorio y comenzó a tipear con su ritmousual, rápido como un rayo. La búsqueda no devolvió nada. Su elusivapresa había evadido una vez más los intentos de D.J. de rastrearla. Bueno,D.J. podría trabajar igual de bien desde su casa como lo hacía en laoficina. Al menos, en el apartamento, tenía un paquete de seis esperándolo y su servicio de pizza favorito en llamadas rápidas.

Colocó la laptop dentro del maletín y cogió la chaqueta. — Me largo deaquí.

Devlin lo miró desde donde había estado consultando con sucompañero Paladín Trahern.

— Tómate mañana y el día siguiente de descanso, también, — dijoDevlin. — Si te necesito, te llamaré.

D.J. saludó con la mano a sus amigos. — Suena bien.

No realmente, pero no llegaría a ningún lado discutiendo. Además,ambos sabían que no podía predecirse cuánto tiempo se comportaría labarrera. Al primer signo de inestabilidad, Devlin llamaría a todos. Así eracomo las cosas funcionaban para ellos: horas de guerra brutalalternándose con horas de aburrimiento.

Afuera, el fresco aire se sentía bien mientras se dirigía hacia el garajedel estacionamiento para coger su camioneta. Algunos de los chicos



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habían hablado sobre reunirse en el boliche local para beber algunascervezas frías, pero no estaba de humor. Las multitudes lo ponían nerviosoen el mejor de los casos, y eso era lo último que necesitaba en estemomento. Presionó el botón de la llave para destrabar la camioneta y lanzóla computadora sobre el asiento del pasajero.

El tráfico estaba ligero, así que el viaje a su apartamento fue másrápido que de costumbre. Después de aparcar la camioneta, subió losescalones de dos en dos hacia su apartamento. Una vez que estuvo dentro,puso el estéreo a todo volumen. Tan pronto como presionó el botón, elsonido de la guitarra acústica y los violines llenó el aire. Últimamente, lehabía estado gustando más tañido en su música.

Se encontró a sí mismo relacionándose con la letra sobre un amanteque sólo existía en los sueños del cantante. Había pasado mucho tiempodesde que había tenido algo más que una relación que casual con unamujer. La mayor parte del tiempo, lo mejor que podía esperar era salir con

alguien que quisiera unas pocas noches de sexo caliente y sincompromiso. En su experiencia, las mujeres como esas eran losuficientemente raras para pertencer a la lista de especies en extinción.

Hizo saltar la parte superior de la cerveza y ordenó la pizza,agregando una segunda a la orden más por hábito que por necesidad. Sedebía a que podía contar con amigos que pasaran por su casa para mirarcualquier deporte que estuviera en la temporada. Aunque, últimamente,sus amigos más cercanos tenían buenas razones para quedarse en casa.Devlin se había casado con su Handler, la Doctora Laurel Young. Trahernse había unido con la hija de uno de los Regentes, y Cullen tenía unafamilia inmediata que había traído de su incursión al Otro Mundo.

Incluso los dos guerreros Kalith que se habían vuelto parte del círculocercano de los Paladines, ahora estaban apareados con mujeres humanas.Diablos, Larem incluso estaba por ser padre pronto. Nadie había vistovenir eso.

Después de colgar el teléfono, D.J. paseó hacia su habitación de losmedios de comunicación.

El resplandor de las pantallas de las computadoras y el suavezumbido de los discos duros siempre lo calmaban. O, al menos solíanhacerlo cuando él todavía era el rey del mundo cibernético. Vaciló

brevemente junto a la puerta. Si su acosador quería encontrarse en unciber, bien. Determinado a probar su supremacía en el mundo de loshackers, se dirigió hacia su computadora favorita y se preparó para labatalla.



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CCaa p pí í t t uulloo 22 Traducido por: RhyssCorregido por: Ariel

l latido de Reggie tartamudeó un poco. Había estado esperandodurante horas que el Knightwalker diera a conocer supresencia. En el segundo en que él entró a la habitación, ella

sintió el familiar chisporroteo de la energía de alto octanaje que surgía dela caza.

Sus dedos se cernieron sobre el teclado. Preparándose para unencuentro en vivo, miró mientras su avatar más nuevo se aproximaba a labarra para ordenar un trago. Este modelo tenía el cabello de un rojoardiente, ojos celestes, y un cuerpo atlético. Había escogido a la pelirrojaporque era todo lo que Reggie no era, alta, voluptuosa, y un imán para los

hombres.Su avatar ignoró deliberadamente al hombre al otro lado del

mostrador. Concedido, no podía estar segura de si realmente era D.J.porque el avatar no era el habitual del Knightwalker. El modelo previotenía los músculos recargados de un fisicoculturista. Este era alto, conamplios hombros, pareciendo más realista de lo normal.

No hizo ningún movimiento para acercarse a ella, dejándola a Reggiesin más opción que deambular hacia la mesa que se había asegurado en laesquina. Aunque eso no quería decir que el Knightwalker estuvieraignorándola. Quizás ella estaba imaginando cosas, pero tan pronto como la

miró, ella pudo jurar que la temperatura en el ciber café había subido diezgrados.

Cada encarnación que usaba el Knightwalker era más sexy que laanterior. Este tenía cabello castaño que cepillaba su cuello, y ojos colormarrón oscuro que le seguían cada movimiento en secreto. Los dosavatares todavía tenían que entablar una conversación; en lugar de eso, se

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rodearon uno a otro, buscando cualquier signo de debilidad. Hasta ahora,habían sido muy pocos.

Finalmente, el baile de provocación terminó mientras el apuestoavatar cogía su trago y se dirigía directamente hacia la mesa, contra lapared trasera. Después de colocar su bebida sobre la mesa, se sentó en la

silla al lado de ella.La sonrisa del Knightwalker le envió un dulce escalofrío de conciencia

por todo su cuerpo. Era como si este encuentro estuviese tomando lugaren el tiempo real, en un sitio real, en lugar de online.

— Ya es hora de que nos presentemos, ¿no crees?

Ella manipuló su yo cibernético con cuidado para mirarlo másdirectamente, con el objetivo de ser fría e indiferente. — ¿Alguna razón enparticular?

Él arqueó una ceja. — Porque eres tú quien ha estado jalando mi

cadena. Pensé que sería bueno ponerle un nombre al talento. — Yo ya sé quién eres. — Ella sonrió y agregó, — Knightwalker.

Él realmente pareció desilusionado. ¿Había esperado que ellaadmitiera que sabía su verdadero nombre? — Está bien, dama, entonces¿cómo debería llamarla?

— Ruby estará bien por esta noche.

Él negó con la cabeza y tragó lo que quedaba de su trago antes deponerse de pie. — Adiós, Ruby.

A ella no le gustaba verlo alejarse. Lo intentó una vez más. — ¿Por

qué tienes tanto apuro por irte?

— Porque no me gustan mucho los cobardes, Reggie.

Ella tragó fuerte. — Te dije que me llamaras Ruby.

El avatar negó con la cabeza. — Me has estado provocando durantesemanas con tus emails crípticos. Ahora que he descubierto tu verdaderonombre, todavía quieres esconderte detrás de tu avatar. Eso difícilmenteparece justo.

Comenzó a caminar de nuevo, pero entonces se detuvo para mirarhacia atrás una última vez. — Cuando estés lista para jugar en serio, sabes

dónde encontrarme.Luego su avatar desapareció en un parpadeo, dejando tanto a Reggie

como Ruby solas y confundidas.



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D.J. apagó el monitor, sintiéndose mejor de lo que lo había estado enaños. No había nada como enfrentar al enemigo directamente para elevarla apuesta en el juego. Había sospechado por un tiempo que el hacker quelo había estado persiguiendo era uno de los avatares que había encontradoen los gaming rooms. Incluso ahora, sabía un poco más sobre el hackerademás del nombre Reggie.

Esta vez, el avatar era femenino, pero eso no decía mucho. Más deuna vez había usado un demonio o diseños femeninos para esconder supropia identidad. Reggie podría haber elegido a la magnífica pelirroja sólopara atraer su atención. Pero ahora que tenía un nombre con el quetrabajar, sólo sería cuestión de tiempo antes de que localizara a Reggie en

el mundo real. Por supuesto, el nombre sería otra falsificación, pero susinstintos le decían lo opuesto. Ahora, comenzarían los verdaderos juegos.

Se estiró para tomar un último pedazo de pizza, sin importarle queestuviera fría y un poco pasada. Después de un par de bocados, lanzó elresto a la caja. Definitivamente era hora de cerrar los ojos. Quizás si Laceyestaba en lo cierto acerca de la barrera permaneciendo estable, inclusopodría volver a dormir aquí mañana.

Ese pensamiento no había cruzado su mente mucho antes de que suteléfono móvil comenzara a vibrar y danzar por el escritorio. Lo cogió sinmolestarse en revisar la identificación de quien llamaba. Devlin era el

único que lo estaría llamando a estas horas de la noche. Agarrando subolsa de armas, D.J. se dirigió hacia la puerta delantera.

— Estoy de camino.

Diez horas después, D.J. se apoyó contra la pared para recuperar elaliento, agradecido por el sustento de la piedra fría. Sus piernas ardíancon cansancio, y sus brazos dolían por balancear el hacha durante horas.

La barrera que separaba los túneles debajo de Seattle del mundoextraterrestre de Kalithia, había decidido probar que las predicciones deLacey estaban terriblemente equivocadas. La maldita cosa había estado

titilando dentro y fuera como una jodida luz de estroboscopio en una discode los setenta.

D.J. usó un pañuelo para limpiar la sangre del hacha y colgó sumartillo en el cinturón. Ahora todo lo que podía hacer era esperar para versi la barrera finalmente se decidiría por comportarse o si él iba a tener quevadear otro río de sangre antes de poder encontrar un rincón y tomar esesueño tan necesitado.



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Trahern se tambaleó al acercarse. El hombre lucía una vendaimprovisada alrededor del brazo con la espada, pero aparte de eso, se veíabien. Además, como todos los Paladines, se recuperaría de cualquierherida mucho más rápido de lo que lo haría un humano normal.

Diablos, incluso la muerte sólo los retrasaba por un corto período de

tiempo. Trahern más bien se desplomó en lugar de sentarse. — Devlin dijo que

los guardias estarían por aquí pronto con agua y comida. Espero quelleguen antes de que tengamos que bailar de nuevo.

D.J. asintió, demasiado cansado para hablar. Con el sonido de unospasos, se enderezó y se preparó para luchar si es que era otro rezagadoconduciéndose hacia la barrera. Tan pronto como reconoció a uno de losguardias más antiguos yendo en su dirección, se relajó un poco, pero nocompletamente.

Técnicamente, los Paladines y los guardias luchaban del mismo lado,pero últimamente había mucha tensión entre los dos grupos. Sólo habíasido hacía unas pocas semanas atrás que un nuevo trasferido le habíadisparado a Lonzo y había intentado matar a uno de los Regentes quesupervisaba toda la organización.

Todos sabían que la mayoría de los guardias eran honestos. Elproblema era que era imposible separar a los buenos de los malos. Hastaque Devlin y los Regentes llegaran al fondo de la conspiración queinfectaba cada nivel de la organización, todos estaban siendo cuidadososcon respecto a en quién confiaban.

El guardia se acercó con precaución, sosteniendo dos bolsas de papelcon manchas de grasa. — Aquí tienen. Haré guardia mientras ustedes doscomen. El agua y café están de camino.

— Gracias, Jack. — Trahern aceptó ambas bolsas y le arrojó una a D.J.

Luego, en una muestra de buena fe, el guardia les dio la espaldamientras miraba la luz parpadeante de la barrera. D.J. se hundió en elsuelo junto a su amigo, los dos con cuidado de mantener sus armas alalcance. Del modo en que habían estado yendo las cosas, tendrían suertesi terminaban la mitad de su comida improvisada antes de que la barrerafallara de nuevo.

Las hamburguesas y papas fritas apenas estaban calientes, peroconsiderando cuántas horas habían pasado desde que había comido elúltimo trozo de pizza, sabían demasiado bien. Trahern engulló la suya y yaestaba tomando una segunda hamburguesa antes de que D.J. estuviera amitad de camino con la primera. Justo como prometieron, llegó otroguardia con un saco de agua embotellada y termos con café.



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Tan pronto como los vio, se volvió en su dirección. Sacando un saco,dijo, — Tomen un par de botellas cada uno. No sabemos cuánto tiempopasará antes de que pueda hacer las rondas de nuevo.

Entonces llenó dos enormes tazas con café. — Lo siento, se olvidaronde la crema y el azúcar. Tal vez la próxima vez.

D.J. mostró una sonrisa. — Ningún problema. Gracias por todo esto.

El guardia continuó por el túnel hacia el próximo grupo de guerrerosagotados. Mientras tanto, Trahern mordisqueó sus papas mientras mirabaa D.J. por el rabillo del ojo. Claramente, el hombre tenía algo en mente, yD.J. sólo deseaba que lo escupiera, sea lo que fuere.

Finalmente Trahern lo hizo. — Dev está preocupado por ti.

Un destello de frustración le dio a D.J. una breve oleada de energía. — Dios, tú también no. Lo juro, todos se han vuelto un puñado deancianas ruidosas. Ya le dije a Devlin que estoy bien.

Algo así, de todos modos.

Los ojos claros de su amigo brillaron con peligro. — Eso es mentira, ylo sabes. Has estado desanimado durante semanas. Devlin no es el únicoque lo ha notado. Sólo fue el primero en decirlo.

Al menos Trahern era del tipo que normalmente mantenía lasobservaciones para sí mismo. Cualquier cosa que D.J. le dijerapermanecería confidencial, a menos que el gran hombre creyera que poníaen peligro a otros Paladines. Desafortunadamente, D.J. no tenía idea si lasincursiones de Reggie eran una amenaza a algo más que a su propio ego.

Por obligación, debería haber reportado la brecha de seguridad hacíasemanas, pero había estado convencido de que podría manejar la situaciónél mismo. Una vez que se dio cuenta que se había encontrado con alguienque era tan bueno como él, había estado intrigado. Ahora sólo estabapreocupado.

Si no encontraba un modo de bloquear a Reggie de forma definitiva,tendría que admitir su fracaso y esperar que no hubiera permitido alhacker que hiciera algún daño irreparable en la seguridad de los Regentes.Aunque eso ni siquiera era la mitad. No tenía ninguna duda de que Reggieera algún niño idiota que había metido las narices en algo complicado sinsaberlo. Al minuto en que los Regentes se involucraran, el niño no sabríaqué lo golpeó.

— He estado teniendo problemas con algunos programas de lacomputadora en los que he estado trabajando, y me mantiene despiertopor las noches. Entre la barrera inestable y mi mente revolucionada a unmillón de millas por horas, no estoy durmiendo lo suficiente.

Era la verdad. Ahora, si Trahern aceptaba su explicación D.J. estaríabien el tiempo que quedaba. Su amigo tomó algunas papas más, pero



1177

estaba frunciendo el ceño mientras las comía. Se veía como si estuvierapor decir algo más cuando un destello de luz hizo que los dos guerreros sepusieran de pie y agarraran sus armas.

Era terrible sentirse agradecido por que la barrera fallara, peromientras D.J. arremetía hacia adelante, con el hacha lista, así era

exactamente como se sentía.

******

Reggie estiró las manos sobre la cabeza y suspiró mientras ejercitabala rigidez que surgía de estar en la computadora demasiado tiempo. El solestaba despareciendo rápido en el horizonte, y al aire de la tarde era

definitivamente más fresco que lo que había sido una hora antes. Era horade volver adentro.

Después de dejar la laptop sobre el escritorio, entró en la cocina paraliquidar lo que había quedado de pizza en el microondas. Mientras hacía losuyo, se sirvió un vaso de vino y consideró sus opciones. Había trabajadopor diez horas esa semana, así que esta noche era el comienzo del fin desemana. Definitivamente tenía derecho a relajarse un poco. Tal vez miraruna película, o leer un libro.

Sus ojos se alejaron a donde había dejado la computadora. No teníasentido mentirse a sí misma. Una vez que se reabasteciera de combustible,

estaría de vuelta en el teclado. Llámalo obsesión, pero ella no podíarecordar la última vez que había disfrutado tanto al rastrear a unadversario.

Sí, una vez que llegara el lunes estaría ocupando el tiempo de lacompañía donde tendría que informar a su jefe cualquier progreso quehubiera hecho. Pero ahora, en casa y en su propio tiempo, podría disfrutarel desafío que presentaba el Knightwalker, al mismo tiempo que podíaignorar cualquier culpa por tener que llevar su carrera hacia una abruptainterrupción.

Acabó lo último de su cena y limpió la cocina antes de sentarse en el

escritorio. Quizás esta vez, sus esfuerzos serían más productivos. Habíaestado verificando los lugares favoritos del Knightwalker durante horas,sin suerte.

¿Dónde iba D.J. Clayborne cuando desparecía durante días derepente? ¿Tenía a otra persona en línea a quien aún tenía que descubrir?De alguna manera, no creía eso. Él era demasiado seguro de sí mismosobre su habilidad para ir a esconderse ahora.



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Más temprano, mientras había estado cazando, había descubierto unlink interesante. Quizás exploraría un poco más para ver si podíaencontrar un modo de atravesar algunos lindos y hermosos cortafuegos.No tenía ninguna duda de que eran alguna obra de D.J.

Siguiendo los mismos links que había rastreado antes, pronto hizo

una grieta en el código y dio con un informe escrito por alguien llamadoBrenna Nichols. Jaló su bola de juguete anti estrés favorita y la manipulócon la mano izquierda exploraba la introducción.

¿Por qué ese nombre le resultaba tan familiar? Arrojó la pelota sobreel escritorio y comenzó a tipear.

Una búsqueda rápida le devolvió varios libros de lectura popular deno — ficción escritos por una mujer con ese nombre, el último sacado a laventa hacía tres años atrás. Esta Brenna Nichols en particular, era unahistoriadora que se especializaba en hacer que la historia cobrara vidapara el público general.

Si éste era su próximo libro, ¿por qué estaba escondido en un montónde archivos empresariales? ¿Y quiénes eran esos Regentes a los que serefería el documento? Sin duda no parecían estar conectados a ningunauniversidad. Sólo había un modo de averiguarlo.

Antes de desconectarse, Reggie guardó el informe en su pendrive ehizo una copia de respaldo. Cuando la impresora dejó de imprimir, habíaescupido más de cien páginas de información. Se acurrucó en el sofá ycomenzó a leer.

Dos horas y una taza de té después, Reggie dejó la pila de papel sobre

la mesa de café. Miró hacia el techo mientras intentaba encontrarlesentido al informe. Al leerlo parecía no — ficción, completado con notas alpie, incluso a pesar de que el tema en cuestión claramente pertenecía a losestantes de fantasía urbana en las librerías. La premisa era ridícula.¿Quién escuchó jamás de Paladines modernos que protegían al mundo dela invasión, armados con nada más que espadas?

Además, si los aliens se mostraban alguna vez en el umbral de la Tierra, ¿no llegarían en naves espaciales y lucirían armas más sofisticadasque espadas? Pistolas de rayos, o alguna especie de lásers al menos. Sólohabía tomado clases de física en un curso en la universidad y sabíaincluso menos de geología, pero estaba bastante segura de que si una

barrera de energía era todo lo que separaba este mundo de uno lleno delocos llamados Otros, estaría en todas las noticias de la tarde.

Se pasó las manos por los brazos intentando hacer desaparecer la pielde gallina que le erizaba la piel. ¿Había trabado las cerraduras de laspuertas? Tan pronto como el pensamiento cruzó su mente, estaba de pie yen esa dirección para asegurarse. Trabó el cerrojo de la puerta principal yluego el pestillo deslizante que daba al balcón. Después de una rápida



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comprobación de las cerraduras de las ventanas de los dormitorios, supulso disminuyó a un ritmo más normal.

Estar asustada era tonto, sin duda su imaginación hiperactiva corríafuera de control. Estaría mucho mejor concentrándose en algo real, comoverificar si D.J. Clayborne ya estaba de vuelta.

Unos minutos después, su avatar estaba de regreso en su mesafavorita, buscando en la multitud alguna señal del Knightwalker. Reggiebebió el té, dividiendo la atención entre el mundo cibernético quevisualizaba en la laptop y la última entrega de su saga de romance. Hastael momento, el libro era la atracción más fuerte mientras se perdía con latensión creciente entre el héroe y la heroína.

Cuando finalmente levantó la vista, dio un salto. ¿Cuánto tiempohabía estado el Knightwalker mirando a Ruby? Reggie soltó el libro en elescritorio y comenzó a tipear.

— Knightwalker, qué amable de tu parte pasarte por aquí. Tan pronto como dio Enter, el apuesto avatar sacó una silla y se

sentó. — Dije hola tres veces. Estaba empezando a preguntarme si tú oRuby se habían dormido sobre el teclado.

— Lo siento, — tipeó ella. — Por cierto, más temprano estuve leyendoun cuento de hadas que podrías encontrar interesante.

— ¿En serio? ¿Qué te hace pensar eso?

Ella vaciló, pero sólo había un modo de saber la verdad sobre losarchivos con los que había tropezado. Inspirando profundo, comenzó atipear.

— Está escrito por una autora llamada Brenna Nichols.

Ninguna respuesta.

Lo intentó de nuevo. — Puesto que te llamas a ti mismo Knightwalker,supuse que encontrarías una historia sobre Paladines fascinante. Quizásestaba equivocada. Tal vez prefieres alguna historia sobre Otros.

Esta vez definitivamente iba a haber una respuesta. El avatar delKnightwalker se inclinó cerca de Ruby, con la expresión de conmoción yluego de furia. Cuando finalmente habló, la asustó mucho más quecualquier cosa que su imaginación hubiese inventado.

— Escucha, niña, espero que borraras tus huellas. Cualquier cosa quehagas, no vuelvas allí de nuevo. Perseguirme es una cosa, pero confía enmí con esto, Reggie. Ir tras los Regentes te llevará a un mundo deproblemas.

Entonces el Knightwalker desapareció de la existencia.



2200

******

¡Hijo de puta! D.J. miraba la pantalla en blanco, con las manosapretadas en fuertes puños. ¿Qué demonios iba a hacer ahora? Debería irdirectamente hacia la oficina de Devlin y contarle que los cortafuegos de laorganización habían sido verdadera y seriamente rotos. Al minuto en queeso sucediera, los Regentes comenzarían una cacería de brujas pararastrear a Reggie. Sólo Dios sabía lo que le harían al chico.

Que hubiera ido tan lejos era únicamente la culpa de D.J.. Si hubiesereportado el primer incidente, quizás él y Cullen, o incluso Jake podríanhaber encontrado un modo de detener las incursiones de Reggie en elterritorio de los Paladines. En cambio, su ego había tomado el control,rehusándose a admitir que algún punk podía ser mejor que él en su propio

juego.D.J. se daría hasta el lunes para manejar el problema por su cuenta.

Si eso no funcionaba, hablaría con Devlin, esperando sobrevivir a laconversación.



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CCaa p pí í t t uulloo 33 Traducido por: ArielCorregido por: Ariel

odd Bedford entró en una cafetería a veinte millas de su oficina y vio a su compañero Ray sentado en una mesa en la esquinatrasera. En lugar de ir directamente allí, sin embargo, Todd se

detuvo en el mostrador para colocar su orden, dando a Ray la oportunidadde ver a alguien que pudiera estar un poco demasiado interesado en laactividad de Todd. Si veía algo sospechoso, Ray se marcharía sin reconocerla presencia de Todd.

Estaban lejos de la sede de los Regentes, por lo que era muy pocoprobable que sucediera, pero ninguno de ellos había llegado a dondeestaban siendo descuidados. Hasta ahora, nadie había conectado ninguno

de los dos con las actividades del infame coronel Kincade. Claro, losRegentes sospechaban que los tentáculos del hombre se había extendidomucho más allá de su propio territorio en el noroeste del Pacífico. Perosospechar y saber son dos cosas diferentes.

El coronel estaba ahora bajo arresto domiciliario, mientras que losregentes examinaban los asuntos del hombre con un peine de dientesfinos. Era una apuesta segura que cualquier persona implicada en el robosistemático de dinero de Kincade a la organización se uniría al hombre enuna celda de prisión. El pensamiento le dio pesadillas Todd.

Cuando su café y bollo estaban listos, Todd hizo un último barrido

visual de la habitación antes de hacer su camino a la mesa de Ray.Manteniendo una sonrisa agradable sobre su rostro, le inyectó suficientecarácter a su voz para hacer que el otro hombre se contrajera.

— Así que, Ray, con todo derecho yo debería estar en camino a micasa para la cena. ¿Qué me valió la pena conducir todo el camino hastaaquí para tomar una taza de maldito café?

T



2222

Ray dejo su propia bebida hacia abajo con más fuerza de la necesaria. — Si no recuerdo mal, dijiste que querías ser notificado extraoficialmente sialguien violaba nuestra seguridad. Disculpe por suponer que significabaque no me querría irrumpiendo en su oficina para entregar el mensaje.

Bien, entonces tal vez el viaje había sido necesario. Todd sacó una

silla y se sentó. — ¿Qué pasó? — Todavía trabajo sobre ello, pero parece que un hacker se hizo por lo

menos con cuanto de los archivos.

Todd casi escupió el café sobre la mesa. — ¿Qué se llevaron?

— Por lo que yo sé, todo lo que el tipo descargo era una copia de lahistoria en curso de Brenna Nichols sobre los Paladines.

Como si eso no fuera suficiente. Todd cerró los ojos y apretó losdientes. Había tratado de decirle a la junta de que tener un codazohistoriador alrededor de esos archivos confidenciales era nada menos que

estúpido. La mujer era demasiado alto perfil, incluso si hubiera mantenidosu palabra de mantener el secreto de la organización. Los archivosimpresos de la historia de Paladín podrían ser protegidos. Pero en elmomento que había un archivo de ordenador, había un hacker queesperaba para encontrarlo.

— ¿Fue algo más comprometido?

— No, que yo me diera cuenta. — Ray se alisó los mechones de peloque no pudieron ocultar su cuero cabelludo brillante, una clara señal deque estaba nervioso. — Quienquiera que sea ese tipo, es bueno. Malditaseabueno, de hecho. Fue sólo por pura suerte que encontré rastro alguno de

su incursión. Todd dejó su café a un lado. El ya estaba acelerado sin añadir cafeína

a la mezcla. Consideró sus opciones.

Lo primero, necesitaba calmar algunas plumas erizadas. — Hiciste locorrecto al llamarme. Debería haber sabido que no habrías pedido unareunión no programada sin una buena razón.

Ray asintió con la cabeza, mirando ligeramente más felices. — Yo noquería arriesgarme a que nadie en la oficina averiguará acerca de estoantes de que tuviera la oportunidad de correr por ti. Debería haberreportado el incidente a los regentes en primer lugar, por no hablar de mi jefe en Seguridad.

El hombre tenía razón, por supuesto, pero el protocolo siguiente erainadmisible ahora. Si Ray siguiera adelante y relatar la violación, ¿cómopodría explicar el retraso? Con todo lo que pasaba conectado a Kincade. Laseguridad adoptó una visión muy oscura de cualquiera que no siguiera lasreglas dentro o fuera de la organización. Realizar una denuncia ahoraestaba claramente fuera de lugar y ambos lo sabían.



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Quienquiera que fuera el hacker, tomó un poco de mojo serio para sortear todos los protocolos de seguridad mantenidos en todas partes de laorganización de Paladín. Había que andar con cuidado para no serdescubiertos, gracias en gran parte a los dos hackers de primera dentro delos propios paladines.

De hecho, el primer pensamiento de Todd fue preguntarse si D.J.Clayborne o Cullen Finley estaban por sus viejos trucos. Los dos Paladinesamaban más que nada sacar los archivos de la organización por ningunaotra razón que para probar que los sistemas eran vulnerables.

El problema era que ninguno de los dos tenía razón alguna paradescargar una historia de los Paladines, no cuando ellos la estabanviviendo. Además, ellos eran amigos de Trahern, amante Paladin deBrenna Nichols. Si hubieran querido una copia de su trabajo, ellosprobablemente sólo tenían que preguntar.

Esto solo dejaba a un hacker desconocido. Todd ocultó su entusiasmo

creciente. Si ellos pudieran coger al tipo sin levantar la alarma, tal vez ellospodrían ponerlo a trabajar para ellos. Corría el rumor de que Kincadehabía dejado dinero a buen recaudo en las cuentas ocultas. Comorepresentante de los regentes antiguos en el área de Seattle, él tenía susdedos en todo tipo de pasteles. Parte de ese dinero había sido prometido a Todd y Ray, por su ayuda en cubrir las huellas del hombre.

Hasta ahora, los que estaban interrogando al hijo de puta no habíallegado muy lejos en la recuperación de las pérdidas de los Regentes. En lamente de Todd, todo ese dinero era ahora la presa fácil. Buscadores detesoros y todo eso. Había pensado tener a Ray a la caza de ello, pero

ninguno de ellos podía arriesgarse a ser descubierto.No, sería mucho mejor externalizar el trabajo. Y una vez que el hacker

hiciera su trabajo, bien, los accidentes ocurrían. Había formas de lidiarcon cabos sueltos. Los que no conducirían directamente a la puerta de Todd. Empujar a un ser humano a través de la barrera en el momentoadecuado, y él no iba a durar el tiempo suficiente para darse cuenta deque estaba sangrando en suelo alienígena. Todd sonrió a su compañero.

— Encuentra a ese tipo.

Los ojos de Ray se estrecharon y frunció el ceño. — ¿Esta ustedseguro? Si es tan resbaladizo como creo, va a ser difícil de controlar.

— Deja que yo me preocupe por eso. Una vez que lo has localizado,llámame y te conseguiré algún respaldo.

Ray asintió aunque era evidente que aún no estaba satisfecho con ladecisión de Todd. Es una pena. Todd comprobó la hora. — Me tengo queir. La familia de mi mujer viene a cenar esta noche.



2244

Todd sonrió de nuevo. — Mira, estamos en esta, Ray, y yo voy a hacerque valga la pena. Estoy seguro de que su corredor de apuestas leagradecerá que le pague de una vez.

Luego se alejó sin mirar atrás.

******

— ¡Te tengo, pequeño idiota! — D.J. sonrió a la información en lapantalla, disfrutando de su muy reñida victoria. Había encontrado aReggie. Este R. Morrison que había rastreado tenía que ser el hombre. Sies así, su némesis vivía justo en la I — 5, a las afueras de Portland.Imprimió la dirección y un mapa para poder encontrar el lugar cuando

llegara allí.

Lo siguiente sería decirle a Devlin que estaría fuera de la ciudad por elfin de semana. El tiempo lo era todo. En lugar de arriesgarse a que suamigo le hiciera demasiadas preguntas o incluso le ordenarse que sequedara, él le enviaría un mensaje de texto en el último minuto. Mejoraún, él le enviaría al hombre un correo electrónico.

Con suerte, podría perderse en las decenas de mensajes que Devlinrecibía todos los días. Al infierno, tal vez Devlin ni siquiera lo vería hasta lamañana del lunes. Para estar en el lado seguro, D.J. esperó hasta queestaba preparado y listo para salir antes de golpear el botón Enviar.

Desafortunadamente, a medida que se desplazaba en los carriles hacia elsur de la interestatal, sonó su teléfono móvil. Miró el identificador dellamadas.

Maldita sea, tal como él había temido.

Por suerte, la ley del estado de Washington hizo ilegal el conducir yhablar por un teléfono móvil. Como ciudadano respetuoso de la ley, D.J.no podría tomar la llamada. Apago el teléfono y siguió conduciendo. Unavez que se enfrentara a Reggie y le mostrara al niño el error de suscaminos, él se dirigiría de nuevo a Seattle y afrontaría la ira de Devlin.

Infiernos, él estaba en la lista negra de Dev tan a menudo, una vezmás no importaría. ¿Cierto? Ahora bien, si sólo el nudo creciente en elestómago comprara esa idea. Por desgracia, sólo había dos cosas de lasque D.J. se enorgullecía. Una era su habilidad con las computadoras. Y laotra era su lealtad a los hombres que luchaban a su lado.

Si Devlin lo necesitaba, se daría la vuelta y se dirigiría de regreso a lasede. Se salió en la siguiente salida y se detuvo en un estacionamiento deuna tienda abierta veinticuatro horas. Conteniendo la respiración, marcó



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el número de Devlin y esperó. Cuando fue al correo de voz, él no sabía quepensar.

¿Estaba la barrera abajo? Cerró los ojos y extendió sus sentidos,buscando el zumbido familiar de alta energía. Los paladines estaban ensintonía con la frecuencia de su tramo de la barrera. Una vez que él

localizó aquella frecuencia, lo siguió hacia los túneles debajo de Seattle.Bueno, se sentía normal y saludable. Eso podría cambiar en cualquiermomento, pero por ahora le parecía estable. En lugar de cocinar sobre ello,marco en otro número.

Cullen contestó al primer timbrazo. — Hey, D. J., ¿qué pasa?

Su amigo parecía tranquilo. Bueno, eso probablemente significabaque la barrera estaba bien por ahora.

— Devlin me estaba buscando, pero él no contesta su teléfono. Yo sóloquería asegurarse de que nada estaba pasando.

— No que yo sepa. ¿Has mirado en su oficina? Tal vez está en la otralínea.

Bueno, ¿la verdad o la mentira? D.J. cubrió sus apuestas. — Uh, noestoy exactamente en la sede o incluso en Seattle. Tengo unas cuantascosas que atender, así que voy a estar fuera de contacto durante un par dedías.

Varios segundos de silencio pasaron antes de que Cullen hablara otravez. — Amigo, espero que sepas lo que estás haciendo. Voy a tratar deevitar a Devlin, así que tal vez te compraré un poco de tiempo. Pero si meencuentra, voy a tener que decirle si pregunta.

La oferta hiso sonreír a D.J. No sería la primera vez que los doshabían combinado sus esfuerzos para desviar la atención de Devlin. Estavez, sin embargo, era mucho más grave.

— Gracias, Cullen, pero no haga nada para conseguir cabrearlocontigo, también. Sería inútil ponernos a los dos en su lista negra.

Casi podía ver encogimiento de hombros Cullen. — He estado allíantes y sobreviví a la experiencia. Mientras tanto, ¿hay algo en que puedaayudar? ¿Al igual con aquellos misteriosos mensajes de correo electrónicoque has estado recibiendo?

Hijo de puta, ¿cómo sabía él de eso? Pregunta estúpida. Los dosestaban más o menos al mismo nivel cuando se trataba de computadoras.

— Tal vez. Te dejaré saber cómo termina cuando regrese a casa.

— Está bien, pero no dudes en pedir refuerzos si me necesitas. Estoysiempre listo para una pequeña ciberguerra.



2266

D.J. oía voces en el fondo, muy probablemente de los dos chicos queCullen había adoptado extraoficialmente. Era el momento de salir de lalínea y volver a la carretera.

— Hasta pronto, Cullen. Dile hola a Lusahn y Bavi por mí, y a Shiridale un abrazo.

— Lo haré.

Cuando la línea se cortó, D.J. cerro el teléfono, diciéndose a sí mismoque no quería la distracción mientras conducía. Esa no era la verdaderarazón. Si Devlin volvía a llamar, D.J. No podía arriesgarse a decirle laverdad, pero tampoco iba a mentir voluntariamente a su amigo. Y si eso noera una posición cojonuda para estar adentro.

En lugar de pensar en ello, aceleró el motor y arrancó a correr por lacarretera. Cuanto antes D.J. encontrara a Reggie, antes podría volver a suvida.

******

Reggie había pasado demasiadas horas caminando de un lado a otrofrente a la computadora, viendo su avatar se sentía sola en la cyberbar.Ella había sido abordada por una serie de otros, pero ninguno de ellos erael Knightwalker. Incluso si hubiera cambiado avatar otra vez, ella lo habría

sabido. Ella estaba segura de ello.Obviamente ella había tocado la fibra sensible cuando ella había

mencionado a los Paladines y los Otros. ¿Eran esos nombres en clave paraalgún tipo de proyecto secreto del gobierno? Eso no me sentía del todobien, pero era la mejor explicación a la que había sido capaz de llegar.

Las paredes se acercaban a ella. Había estado encerrada en allweeken el trabajo, y ya era hora pasado para quemar algo de energía. ¿Deberíair a correr o conformarse con trabajar en el interior? Había dejado que eltiempo decida.

Las paredes se acercaban a ella. Había estado encerrada durante toda

la semana en el trabajo, y era el momento para quemar algo de energía.¿Debería ir a correr o conformarse con trabajar en el interior? Ella dejaríaque el tiempo decida

Un rápido vistazo afuera había empujando sus pies en las zapatillasde correr. Después de poner una botella de agua en su mochila y agarrarlas llaves, ella corrió escaleras abajo y manipuló algo de Rock duro en su



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iPod. En el exterior, se estiró antes de salir a un trote lento, dando a susmúsculos la oportunidad de terminar el calentamiento.

En la esquina, ella arrancó a todo dar dando vuelta a la manzana.

Por desgracia, la acera resulto estar llenas de gente, sin duda gracias

al buen tiempo. En lugar de tratar con la frustración de estar entrando ysaliendo de la multitud, se dirigió a la pista de la escuela secundaria local.

Una vez que cayó en el ritmo familiar de la carrera, sus pensamientosse dirigieron de nuevo a la Knightwalker. ¿Qué estaría haciendo? ¿Quéhacia D.J. Clayborne, el hombre detrás del avatar, además de crear el caosen los archivos informáticos de otras personas?

Había intentado todas las técnicas de búsqueda en Internet que se leocurrieron y no pudo encontrar nada. Tal vez si ella tuviera alguna idea dedónde buscarlo. Por lo que ella sabía, él podría vivir en el otro lado delmundo.

Obviamente D.J., si ése era su verdadero nombre, sabia ocultase a lavista. Bueno, cuando estuviera de vuelta en la oficina el lunes, ella volveríaa intentarlo otra vez. Por mucho que ella había disfrutado del juego de laetiqueta que ellos habían estado jugando, era el momento de ponerseserios y hacer un seguimiento para detectarlo. Si ella era capaz de localizarsu ubicación, ella entregaría la información a su jefe y le dejaría tomarlodesde allí.

Su decisión estaba tomada, y ella iba a vivir con las consecuencias.D.J. Era como cualquier número de otros hackers que había traído abajocon los años. Sí, y si seguía diciéndoselo a sí misma ella podría creerselo.

Es hora de volver a casa. En el siguiente turno, ella se salió de la pista y corto a través de la hierba a la entrada que salía en una concurridaarteria. Corrió completo el resto del camino, deteniéndose sólo para hacersus estiramientos de enfriamiento en el estacionamiento.

Mientras ella se enderezó, alguien tocó su hombro. Ella gritó cuandose dio la vuelta, dispuesta a pasar al ataque hasta que reconoció a Cody.Ella golpeó al imbécil en el brazo lo suficiente fuerte para picar pero nomagullarlo.

— Maldita sea, Cody, ¿cuántas veces te he dicho que no te acerques amí de esa manera?

Él se frotó el brazo derecho y la miró a su vez. Entonces él extendió lamano para tirar de los auriculares de su cabeza y colgarlos frente de sucara.

— Yo no me acerque furtivamente. Te llamé por tu nombre dos veces.No es mi culpa que no me escucharas. Tu eres la que tiene el iPod tan altode toda la ciudad lo puede oír.



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Sólo un poco apaciguada, Reggie pasó junto a él para dirigirse dentro. — ¿Querías decirme algo o solamente dabas vueltas con la esperanza deasustar un par de años de mi vida?

Cody se arrastró a lo largo detrás de ella, pataleand por las escalerashacia su apartamento. — Pensé que deberías saber que Ed ha estado

jugando en sus archivos y tal vez trabajando en su caso.Se detuvo en el rellano. — ¿Qué caso?

Aunque ella sabía. ¡Ese imbécil! Después del incidente del otro día, elSr. DeLuca había dicho específicamente a Ed que diera marcha atrás ydejará el Knightwalker a ella.

— ¿Realmente lo atrapaste en el acto?

El chico se encogió de hombros mientras abría la puerta. — Noexactamente.

Dentro de su apartamento, le entregó a Cody una botella de agua yretorció la parte superior de otra para ella. — Está bien, empieza por elprincipio y dime lo que has visto.

Cody se dejó caer en el sofá. — Dejé mi libro de cálculo en la oficina yme detuve a recogerlo. En el camino, vi el coche de Ed saliendo delestacionamiento. No pensé mucho en ello. Muchos de nosotros trabajamoslos fines de semana.

Se detuvo para tomar otro trago. — Pero por dentro, nuestro cubículoapestaba a humo de cigarrillo, y su silla estaba en todo el camino. Nuncala dejas así. Además, nadie más tendría las pelotas para fuman en laoficina. Incluso si no fuera ilegal, los dos sabemos Sr. DeLuca no lo tolera.

Eso era cierto. Su jefe era un tipo sano serio y animaba a susempleados a ser lo mismo. Ed había sido contratado por el dueño anterior y se había quedado después que el Sr. DeLuca compró la empresa. Larelación entre los dos hombres era incómoda. Sospechaba que si Ed nohubiera sido tan bueno en su trabajo, habría sido despedido hace muchotiempo.

Ella cerró los ojos y suspiró. — Maldición de todos modos. Tenía lasensación de que Ed no se reduciría en la investigación incluso después deque el jefe le indicara hacerlo. Bueno, él no habría encontrado mucho. Heestado haciendo la mayor parte de mi trabajo en mi computadora portátilaquí en casa por esa misma razón.

No había nada que pudiera hacer sin pruebas concretas. Ella miró aCody y lo atrapó mirando hacia la cesta de fruta que había puesto en elmostrador de la cocina. Nunca se quejaba, pero entre su cuota y elalquiler, sabía que el dinero era escaso. Demasiado apretado para quesiempre quedara lo suficiente al final del mes para comer mucho más decereal frío.



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Ella tendría que jugar esto con cuidado porque el chico tenía suorgullo. Si él pensaba que le ofrecía una limosna, le haría despegar depura terquedad incluso si eso significaba pasar hambre por la noche.

— Iba a pedir algo de comida para llevar para la cena, pero no tengola energía para ir a recogerla.

Se apoyó contra la pared para dar credibilidad a la mentira. — Sicompro, ¿irás a buscarla?

Él la miró con suspicacia, pero luego asintió. — Si estás segura.

Ella le tiró el menú. — Voy a tomar carne brócoli y rollitos deprimavera. De hecho, Para mí pollo asado y una doble orden de arroz frito y pide lo que quieras. Si hay sobrantes, puedo llevarlos a almorzar lapróxima semana.

— Me parece bien.

Mientras él le alcanzó el teléfono, ella saco su llave de repuesto delcajón de chatarra. — Toma esto para que puedas cerrar la puerta al salir.Voy a darme una ducha rápida mientras no estás.

Cogió la llave y asintió con la cabeza mientras él recitó su orden. Ellase alegró de escuchar que la había tomado en serio acerca de laadquisición adicional. Conociendo el apetito de Cody, ella dudaba quequedaran más que unos pocos granos de arroz después de terminar decomer. Eso estaba bien. No tenía muchos amigos, no podía permitirse ellujo de dejar a uno morir de hambre.



3300

CCaa p pí í t t uulloo 44 Traducido por: MalliCorregido por: Ariel

.se quedó rezagado y miró la puerta del edificio deapartamentos. Por sus cálculos, R. Morrison vivía en elsegundo piso, en el apartamento de al fondo. El no había

sido capaz de determinar si la inicial correspondía a Reggie a cienciacierta, pero su instinto le decía que estaba en el camino correcto.

Vio a un chico que parecía tener unos veinte años atajar a través delestacionamiento. El hombre se dirigiera directamente hacia el edificio deapartamentos con una bolsa de lo que parecía comida para llevar. Élgiraba un llavero en su dedo. Esto era sin duda prometedor.

Por un lado, se veía como el internauta por excelencia. Él era

demasiado flaco para su altura, vibraba con energía sobrecargada, yllevaba gafas. Su tez era pálida, como si pasara demasiadas horas frente alordenador y no suficientes en el exterior.

D.J. sonrió. Le gustaba el chico ya, aunque el gamberro había estadoconduciéndolo a una divertida persecución durante el último par demeses. Planeaba plantarse en su cara por mear en la piscina de la personaequivocada, con la esperanza de poner fin a las incursiones de Reggie enterritorio Paladín. Él tenía sus dudas sin embargo. El fruto prohibido erasiempre más tentador para un hacker dedicado.

Él debería saberlo.

D.J. permaneció en las sombras lo suficiente para darle tiempo alchico para entrar y sentirse seguro antes de hacer su aproximación. Cincominutos más tarde, se dirigió a la puerta. Es hora de ir a presentarse a símismo a Reggie Morrison. Esto debería ser divertido.

En el interior del edificio, subió las escaleras de dos en dos. Uncazador por naturaleza, automáticamente evitó hacer ningún ruido justo

DD.. J J..



3311

hasta que estaba listo para anunciar su presencia. No tiene sentido dar asu objetivo ningún aviso previo.

D.J. se detuvo a escuchar antes de llamar. ¡Demonios! Reggie noestaba solo. Él debería haber adivinados que ese era el caso teniendo encuenta lo grande que era la bolsa que el chico había estado llevando.

Definitivamente había una mujer en el interior del apartamento. La puertaamortiguaba la conversación demasiado para entender lo que estabandiciendo, pero realmente no importaba.

D.J. no había conducido cuatro horas y arriesgado su amistad conDevlin para renunciar ahora. Tenía que arreglar este lío para poderregresar a casa y continuar con el programa. Llamó a la puerta y dio unpaso atrás para esperar.

Reggie entregó a Cody un par de platos y sacó algunas cucharas deservir. Los ricos aromas de jengibre y ajo le hicieron gruñir el estómago. A juzgar por la velocidad con la que Cody estaba abriendo todas las cajas,

ella no era la única hambrienta.Estaba a punto de preguntarle qué le gustaría beber cuando alguien

llamó a la puerta. ¿Quién podría ser? Nadie más que Cody tenía el hábitode visitarla sin invitación. Dio dos pasos hacia la puerta y luego secongeló, extrañamente reacia a abrir. Ella no quería ser molestada.

Cody levantó la vista de la lectura de la hojita de papel que él habíasacado de una galleta de la fortuna con una sonrisa. — ¿Quieres que vaya yo? Esto nos dice que “los vientos de cambio vendrán llamando y el audazse beneficiará”, no estoy seguro de cómo el viento se supone que debellamar, pero yo podría usar un poco de esa ganancia ahora. Mi matrícula

está casi vencida.Ella le hizo señas con la mano para que regresara a su asiento. Era

su casa, su deber de responder a la puerta. — No, yo lo haré.

La mirilla no le dijo mucho aparte de que el inesperado invitado eraalto y masculino. Puso la cadena de seguridad y abrió la puerta losuficiente para mirar hacia fuera.

— ¿Puedo ayudarle? — Preguntó antes de que lograra echarle unabuena mirada al hombre.

Cuando él se puso directamente bajo la luz de la entrada, su

estómago se sacudió como si el suelo justo de debajo de sus pies hubiesedesaparecido. El avatar del Knightwalker había cobrado vida y estaba justoafuera de su puerta. Ella parpadeó dos veces para asegurarse.

El avatar estaba hablando, pero lo único que ella podía oír era unfuerte rugido en los oídos. El instinto la hizo cerrar la puerta de golpe yechar el pestillo, pero eso no logró nada. Tan pronto como lo hizo, un granpuño golpeó la puerta y una voz de hombre gritó iracundo su nombre. Esta



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vez, desde detrás de la dudosa seguridad de su puerta, ella entendió cadapalabra.

— Reggie, déjame entrar. Tenemos que hablar.

— ¿Qué es lo que quiere? ¿Debería llamar a la policía? — Cody estaba

ya alcanzando el teléfono. — No, está bien. Él, está bien. — Eso esperaba. — Simplemente no

estaba esperando compañía.

— ¿Vas a dejarlo entrar?

Ella tendría que hacerlo. Maldita sea, maldita sea, doble maldita sea.¿En qué había estado pensando al jugar con Knightwalker? Ella deberíahaber entregado todo lo que tenía sobre él a su jefe el momento en que elcaso aterrizó en su escritorio.

Los golpes empezaron de nuevo. Lo último que necesitaba era queuno de los vecinos se viese implicado. Además, ella no quería que Codysupiese quién era el que permanecía de pie en el rellano. Por mucho que legustara el chico, él no podría mantener la boca cerrada en una apuesta. Sitenía la menor idea que estaba a punto de conocer a Knightwalker enpersona, él estaría chismorreándolo al mundo entero.

Reggie se secó las manos sudorosas en los vaqueros y se preparó.

Tan pronto como tocó la cadena, se produjo un bendito silencio. Ellala soltó y abrió la puerta.

— ¡Qué sorpresa, D.J.! No tenía ni idea de que estabas en la ciudad. — Eso era cierto. — Vamos, entra. Lo siento, pero mi amigo Cody y yo

estábamos a punto de sentarnos a cenar, así que…. Por lo menos ahora ella no era la única que parecía confusa. D.J.

miró más allá de ella a donde Cody permanecía de pie y luego de vuelta aella.

— ¿Tú eres Reggie? — Musitó él, arqueando las cejas en alto por lasorpresa.

Ella asintió con la cabeza.

Él dejó escapar una respiración profunda y luego una lenta sonrisa seextendió a través de su hermoso rostro. — Bueno, Reggie, me encantaría

unirme a vosotros para la cena. De repente, parece que me ha entradobastante apetito.

A falta de cerrar de golpe la puerta de nuevo, lo que la pondría devuelta entre la espada y la pared, ella no tuvo otra opción. De un modo uotro, ella iba a tener que lidiar con el hombre. Llegado este punto, lo únicoque podía esperar era que Cody se largara de inmediato después de comer.Una vez estuviera fuera de la línea de fuego, ella averiguaría qué hacer conD.J.



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¿Y no trajo ese pensamiento un montón de ideas interesantes a sumente? El hombre estaría definitivamente, en la tienda, en el pasillo de lasgolosinas para los ojos. En un esfuerzo por aclarar su mente, realizó laspresentaciones necesarias, mientras ella sacaba un plato más y servía tresvasos de té helado.

— Cody, este es D.J., un conocido mío de la red. D.J., este es Cody.Los dos hombres se estrecharon la mano, obviamente midiéndose

entre sí, tratando de averiguar donde cada uno de ellos encajaban en elesquema de las cosas. Pobre Cody, estaba gravemente superado en armas y él lo sabía. A pesar de haber visto el avatar más reciente de D.J., ellanunca abría imaginado que él había basado el personaje en su aparienciareal.

Si ella pensaba que la versión animada era atractiva, no tenía nadaque hacer con el hombre de carne y hueso. D.J. era alto, de hombrosanchos, y tenía el tipo de músculos que procedían del trabajo físico, no de

un gimnasio. Su cabello oscuro tenía una onda definida y eraconsiderablemente más largo que la moda actual. Aquellos ojos marronesoscuros brillaban con un poco de buen humor, todo parte del paquete deun completo granuja.

Su apartamento era lo suficientemente grande para una mujer quevive sola, pero fue increíble ver la cantidad de espacio que ocupaban losdos hombres. Se sentía atestado. No, mejor acorralada. D.J. lo sabía,también, y sin duda pensó que era divertido. No es que él hiciera ningúnmovimiento amenazante. En cambio, parecía completamente a gusto en supequeña cocina cenando con dos completos extraños.

Él colmó su plato, deliberadamente rozando sus dedos con los de ellamientras se pasaban las cajas. Cuando ella dejó caer un pedazo de polloen la mesa, él rápidamente lo recogió con los palillos y lo levó hasta suslabios. Ella debería haber mordido su mano, pero aceptó la oferta condesprecio apenas disimulado.

El idiota al final le guiñó un ojo antes de volver su atención a sucompañero de trabajo. — Vaya, Cody, Reggie nunca me habló de ti. ¿Dequé la conoces?

Su amigo le lanzó una mirada de pesar antes de contestar. — Trabajamos juntos. Ahora que lo pienso, ella nunca te mencionó tampoco.

Bueno, esto podría ponerse feo. — Cody, simplemente conocí a D.J.recientemente. Si supiera que iba a venir a la ciudad hoy, yo lo habríamencionado.

No.



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La conversación terminó ahí. Los dos hombres de la mesa se mirabande forma cautelosa el uno al otro mientras terminaban hasta el últimopedazo de comida que Cody había encargado.

Sabiendo que su joven amigo era goloso, ella le ofreció su alijo secretode galletas caseras con trocitos de chocolate del congelador. Las cuales no

duraron mucho tampoco.Mientras ella terminaba la última, consideró sus opciones. Cody

probablemente tendría que estar estudiando pero era obvio que no iba amarcharse hasta que D.J. lo hiciese. De alguna manera ella dudaba queKnightwalker tuviera planes para ir a ninguna parte hasta que él estuvieraa gusto y listo.

Bien. Ella patearía a ambos fuera al mismo tiempo. Para lanzarles laindirecta, se puso de pie, dispuesta a recoger la mesa. Para su sorpresa,D.J. se negó a entregar su plato.

— Permíteme. Tú compraste, él fue a buscarla, lo menos que puedohacer es limpiar.

Para no ser menos, Cody recogió las cajas vacías y las arrojó a labasura. Privada de algo útil que hacer, Reggie volvió a sentarse. Ella noestaba muy segura de cómo reaccionar al tener a dos chicos merodeandopor la cocina mientras ella observaba. Era difícil no sonreír ante laevidente rivalidad entre los dos. Cody estaba haciendo todo lo posible paraasegurarse de que D.J. se diese cuenta de lo muy familiarizado que estabaen casa de Reggie.

D.J. era obviamente muy consciente de lo que el joven estaba

haciendo.A ella le gustó el hecho de que él incluso le concedió el punto de

preguntarle dónde se guardaba cada cosa para evitar estar hurgando ensus armarios. Pero en una estricta comparación entre ellos, no habíamanera de que Cody pudiera ganar. Finalmente, su cuerpo se llenaría paracorresponder con su altura, y él sería un hombre muy guapo. Pero D.J.estaba sin duda ya en su mejor momento.

Se movía con una gracia y confianza que Cody sólo podía esperaralcanzar algún día. A ella le gustaba su amigo, pero ella no se sentíaatraída por él. Eso no significaba que estuviese contenta con la forma en

que sus ojos seguían vagando de regreso a D.J., mirando el juego de susmúsculos mientras trabajaba y admirando el ajuste de aquellos pantalonesvaqueros bien gastados.

El hombre era un criminal, por lo menos según la definición estrictade la ley, a pesar de que él no estaba en la piratería con fines de lucro porlo que ella sabía. Aunque ella todavía quería saber qué hacía con el restode su tiempo cuando no estaba librando la guerra cibernética.



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Las artes marciales, por ejemplo, supuso. Ella había pasadosuficiente tiempo en gimnasios para reconocer el significado de los callosen las manos de D.J.. Eso también explicaría lo bien que se movía y laconfianza que llevaba con la misma facilidad con la que él llevaba aquellos jeans desteñidos.

Vaya, él la pilló mirándolo fijamente. Él sonrió mientras doblaba elpaño de cocina y lo la colgaba en el tirador de la puerta del horno a secar.

— Gracias por hacer eso.

— No hay problema.

Antes de que él pudiera sentarse, Reggie se puso de pie. — Odioecharos a ambos tan pronto, pero ha sido un día largo.

Ella esperaba algún argumento en contra. En su lugar, D.J.obedientemente encabezó el desfile hacia la puerta. Él dirigió a Cody unamirada inquisitiva.

— Tengo mi camioneta fuera. ¿Necesitas que te lleve?

Cody parecía aliviado mientras recogía su mochila. — Claro, si no estáfuera de tu camino. Yo no vivo lejos.

Esto iba a ser más fácil de lo que había pensado, pero luego él haríasu punto al presentarse en su puerta. No habría donde esconderse de élahora.

Y si ella lo rechazaba, él sabría quien lo había hecho Forzó unasonrisa, no quería que D.J. supiese cómo de exasperada estaba.

D.J. siguió a Cody a fuera, diciendo: — En el camino, tal vez puedas

recomendarme un buen motel cercano. He decidió quedarse en la ciudadpara el fin de semana.

— Adiós, chicos. — gritó detrás de ellos, cerrando la puerta conatención exagerada.

Si ella cedía al impulso de cerrarla de golpe, sólo pondría un puntomás en el marcador de D.J. Mientras bajaban por sus escaleras, corrió albalcón para verlos partir. Ella anotó la matrícula de D.J. mientras la grancamioneta rugió a la vida, su primera ventaja real en la búsqueda deldomicilio de Knightwalker.

Oh, sí, dos podían jugar a este juego.D.J. dejó que el silencio se asentara en la camioneta durante varios

minutos después de que Cody le diera instrucciones. Él pensó en sonsacaral chico para obtener información acerca de Reggie pero rechazó la idea.Cualquier cosa que él dijera o preguntase iba a ser comunicado a ella mástemprano que tarde.

— Así que tú y Reggie trabajais juntos.



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No era exactamente una pregunta, ya que el chico ya le había contadoeso.

— Sí, hemos compartido un cubículo durante los dos últimos años ysalimos juntos los fines de semana y por las tardes cuando no estoy enclase. Ella me ha enseñado mucho.

El chico inyectó un poco énfasis de más en esta última afirmación, esevidente que aún tratando de demostrar que su relación con Reggie eramuy especial. No hay duda de que lo era, pero si Cody pensaba que ellasentía algo por él a parte de amistad, se equivocaba profundamente. Eraevidente que ella lo trataba como a su hermano pequeño favorito.

No tenía sentido comentarle este pensamiento, sin embargo. —

Entonces, ¿qué estás estudiando?

— Ingeniería informática con una asignatura de libre elección dedirección de empresas. Quiero diseñar y comercializar mis propios juegos.

D.J. asintió con la cabeza en señal de aprobación. — Si tienes eltalento para eso, podrías obtener buenas ganancias cuando te gradúes. Tengo un amigo que hace eso. Su nuevo juego acaba de salir al mercado.

Se preguntó qué pensaría Jake al ser proclamado por D.J. como suamigo, especialmente considerando la cantidad de tiempo que pasabanfastidiándose el uno al otro. Demonio, ¿si eso no era amistad entrehackers, qué lo era?

Por primera vez, Cody cambió su actitud. — ¿En serio? ¿Qué juego?

— El Combate de los Dragones de Oro.

— ¿No me digas? ¿Conoces el tipo que diseñó eso? ¡Los gráficos sonincreíbles!

— Puedo ponerte en contacto con él. Ya sabes, si te apeteciera hablarcon él sobre el negocio.

— ¿Piensas que a él no le importaría?

— No. Dame tu dirección de correo electrónico y te presentaré. Él tieneotro puesto de trabajo que le ocupa mucho de su tiempo, así que nopienses que está pasando de ti si no te responde de inmediato.

— Me parece bien. — Cody estaba sonriendo mientras señalaba por la

calle. — Ese es mi edificio de apartamentos al final del bloque, a la

izquierda.

D.J. se detuvo en el estacionamiento y esperó mientras Cody sacabauna tarjeta de visita. — Gracias, D.J. Aprecio esto.

— No hay problema. Tal vez te vea de nuevo antes de dejar la ciudad.



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— Genial.

Cody saludó por última vez antes de desaparecer en el desvencijadoedificio que llamó a casa. Estaba claro que el chico andaba escaso dedinero. Si el chico se parecía algo a D.J. cuando había estado en launiversidad, él gastaría toda su renta disponible en sus equipos

informáticos. Lo que le llevó a pensar que, Cody le recordaba a sí mismocuando era más joven.

En cualquier caso, Cody podría estar escaso de fondos, pero al menostenía una amiga de confianza. D.J. no había tenido a alguien así en suvida hasta que los Regentes lo encontraron y lo llevaron con los Paladines,ofreciéndole el primer, no, mejor dicho el único hogar real que él habíaconocido. D.J. sólo esperaba no haberla jodido a lo grande al permitir queeste lío se saliese de control.

Se incorporó de nuevo al tráfico y se preguntó qué hacer acontinuación. ¿Un motel o volver junto a Reggie?

No había discusión. Rodeó el bloque por si acaso Cody estaba viendoen qué dirección se iba y luego condujo directo de vuelta al apartamentode Reggie. Esto iba a ser divertido.

Cuando Reggie abrió la puerta, él no podía decir exactamente que ellapareciera sorprendida, o feliz.

— ¿Se te olvidó algo?

— Nop, pero aún es temprano, y tengo antojo de un poco de helado. Viun lugar abajo en la calle y pensé que podrías unirte a mí. No conozco anadie en la zona y odio comer solo.

Se acercó más, deliberadamente agolpándose sobre ella. — O puedo ira buscar un poco y traerlo hasta aquí.

Su vacilación fue sólo momentánea. — Deja que me ponga los zapatos y coja las llaves.

Ella lo dejó enfriando sus talones en el lado equivocado de la puerta,pero él no se quejó. Él ya la había empujado lo suficiente al presentarsesin previo aviso y sin haber sido invitado dos veces en una noche. Seapoyó contra la pared y esperó, escuchando a Reggie moverse dentro de suapartamento. El grosor de la puerta hizo poco para amortiguar los sonidossuaves, no con su oído de Paladín.

El caminar de sus pies descalzos, y el suave susurro de éstosdeslizándose dentro de los zapatos, el tintineo de sus llaves, su pulsocobrando velocidad mientras se dirigía a la puerta. Cuando ésta comenzó aabrirse, dio un paso más hacia atrás para darle todo el espacio que ellanecesitaba.

Ella lo ignoró mientras cerraba la puerta y luego metió las llaves en elbolsillo. — Estoy lista si tú lo estás.



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Sin esperar a ver si la seguía, comenzó a bajar los escalones. Teníaagallas. La mayoría de las mujeres no confiarían en un hombre al que noconocieran lo suficiente, dándole la espalda. Aún así, él la siguió a unadistancia respetuosa. Cuando ellos estaban en la acera ella se volvió en ladirección opuesta al lugar que él tenía en mente.

Como si sintiera su curiosidad, miró en su dirección. — El helado esmejor en otro establecimiento. Está un poco más lejos, nada más.

— Me parece bien. — una mayor distancia se traducía en más tiempoen su compañía.

Caminaron en silencio durante un par de bloques. Aunque los dostenían mucho de que hablar, él se contentó con posponer elenfrentamiento el mayor tiempo posible. Después de un rato, Reggiecomenzó a ejercer de guía turístico, señalando su librería favorita y variosrestaurantes que pensó que él debería probar mientras estaba en laciudad. Finalmente, fiel a su promesa, vio una tienda de helados al final

del siguiente bloque.Mientras se acercaban, le llamó su atención. — Así que, Reggie, tengo

una pregunta para ti.

Ella le lanzó una mirada suspicaz. — No quiere decir que yo tenga unarespuesta, pero pregunta.

Señaló hacia la tienda. — ¿Siempre pides el mismo sabor o te gusta. . .experimentar?

Su piel blanca se sonrojó. Finalmente, dijo: — La mayoría de las vecesmantengo las cosas simples, incluso aburridas.

De alguna manera él dudaba de que hubiera algo aburrido enabsoluto en ella. Mantuvo la puerta abierta para ella y luego se dirigióhacia el mostrador para hacer su pedido. — Dos conos de barquillo condoble bola de lo que quiera la señora.

Cuando ella empezó a poner un poco de dinero sobre el mostrador, élnegó con la cabeza. — Yo invito. Por lo tanto, Reggie, ¿cuál va a ser?Vamos a ver lo que consideras aburrido.

Reggie mantuvo su atención enfocada estrictamente en el dependientedetrás del mostrador. — Doble de moca con nuez pacana y dulce de leche.

D.J. sonrió mientras pagaba por sus delicias. Él medio habíaesperado que ella pidiera simplemente vainilla sólo para darle una lección,pero ella había sido incapaz de resistir la tentación de su sabor favorito.Bueno. Él estaba teniendo un momento difícil resistiendo su propiatentación.

En lugar de regresar inmediatamente a la oscuridad de la noche, él sesentó en el único reservado vacío del establecimiento. Sería interesante ver



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si Reggie se sentaba frente a él o si estaba en condiciones de hacer unpoco de asedio por sí misma.

Ella ni siquiera vaciló, deslizándose en el banco opuesto. Bien para él.Mejor para mantener un ojo en ella. Él fingió no darse cuenta cuando laspiernas de ella rozaron las de él mientras se deslizaba hasta llegar a la

esquina más alejada del reservado, pero sus ojos se dilataron brillantesante el breve contacto.

Bueno. Él odiaría ser el único que era casi dolorosamente conscientede su proximidad. Con la esperanza de enfriar la dirección que suspensamientos estaban tomando, probó el helado. La rica combinación desabores explotó en su lengua. — Wow, no me extraña que te encante esto.

Ella se limitó a asentir, obviamente más interesada en su helado de loque lo estaba en él. Era todo lo que él podía hacer para no gemir mientrasla rosada lengua de ella se lanzó a coger una gota de helado que corría porun lado de su cono. ¿Qué dulce sería su beso con sabor a moca?

Lamentablemente, él pensó que no estaba en el menú de la noche.Extraño, lo mucho que le molestó ese descubrimiento. Después de

todo, él estaba allí para pedir a un colega hacker que retrocediera antes deaterrizase sobre su cabeza, contando con las mismas mentiras que élhabía estado diciendo a las mujeres durante años. De alguna manera,simplemente no podía obligarse a comenzar a soltar la carga habitual demierda.

Así que en lugar de decir cualquier cosa, él comió su helado e ignoróla doble bola de pesar que se había instalado en su pecho.

Cuando Reggie había pulido el último bocado de su helado, ella selimpió los dedos con una servilleta. — Debemos regresar.

D.J. tiró el resto de su cono a la basura. — Por supuesto.

Afuera había empezado a aparecer niebla, algo bastante común enPortland y Seattle. Como la mayoría de los nativos, los dos la ignoraronmientras caminaban por lo largo. Pero cuando se dio cuenta del escalofríode Reggie, D.J. se quitó la chaqueta y la envolvió sobre sus hombros.

Ella no objetó, en vez de eso se rio por el modo en que le caía casihasta las rodillas. Ella tuvo que trabajar realmente para empujar lasmangas a lo largo de sus brazos lo suficiente para que sus manos

asomasen. Ella hizo una pirueta lenta para pavonearse. — Muy a la moda, ¿no te parece? Esta cosa es lo suficiente grande

como para cubrir a tres como yo.

En realidad, a él le gustaba el aspecto que tenía sobre ella, y élfuertemente sospechaba que una Reggie era más que suficiente para él.Antes de que pudiera llegar a decirlo, ellos habían llegado a su edificio.Ella se quitó la chaqueta y se la ofreció.



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— Gracias por el helado.

Él aceptó la chaqueta, pero no el implícito adiós. — Tenemos quehablar, y yo supongo que tú preferirías que tuviésemos esa conversaciónen privado.

Ella puso los ojos en blanco y abrió camino a su apartamento. — Bien,pero no planees quedarte mucho tiempo.

— Tanto como sea necesario.

En el interior, ella se sentó en el único sillón, dejando a D.J. el sofá.Él se desparramó sobre él, automáticamente empezando a poner los piessobre la mesa de café. Whoops. Esta no era su casa. Se quedó inmóvil amedio camino, bajándolos de nuevo al suelo.

Reggie sacudió la cabeza. — No te detengas por mí. Yo lo hago todo eltiempo. Eso es para lo que son las mesas de centro.

D.J. asintió con la cabeza y se dejó caer con su tamaño unaspulgadas sobre una descuidada pila de revistas. Ella se acurrucó en elsillón, con las piernas dobladas hacia un lado. Desde donde él estabasentado podía ver un pie desnudo siguiendo el compás de un ritmo quesólo ella podía oír.

Parecía que tenían más en común que sus punteros conocimientos deinformática.

Ella lo sorprendió mirando fijamente y frunció el ceño. — Entonces,¿qué crees que necesitamos discutir?

— Pues por ejemplo de cómo me encontraste y cómo te las arreglaste

entrar en los archivos protegidos. Más importante aún, ¿qué planeas hacercon esa información, por no hablar de por qué me estabas buscando enprimer lugar?

Él alivió el tono sombrío de su voz con una sonrisa rápida. — Aunque,ahora que te he visto en persona no puedo decir que lamente que tuvieraque rastrearte.

— ¿Qué se supone debo hacer con eso?

Él le dirigió una mirada intencionada, de la cabeza a los pies. — Paraser honesto, te estaba imaginando como más parecida a tu amigo Cody.Créeme, ha sido una agradable sorpresa.

Sus cejas se alzaron. — ¿Tú pensaste que yo era un chico?

— La mayoría de los hackers lo son.

— Pero habías conocido a mi avatar. Si Ruby te parecía un hombre, talvez necesitas revisar tu vista. No es que yo sea en absoluto como ella.

Había un tono extraño en la voz de Reggie cuando dijo esa últimaparte. Es evidente que ella pensaba que él hubiera preferido que fuera una



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pelirroja alta y rolliza. Que podía haber sido cierto antes de realmenteconocerla, pero no ahora. Él sospechaba que debajo de aquellospantalones holgados y la camiseta demasiado grande había algunas curvasdeleitables.

Ella llevaba el cabello rubio oscuro recogido en lo alto de la cabeza

con un par de palillos. Sí, su boca expresiva era un poco demasiadoancha, la nariz un poco puntiaguda, pero todo encajaba entre sí de algunamanera. Además, había una gran dosis de inteligencia brillando en sussuaves ojos grises, y la astucia fue siempre un importante incentivo paraél.

Dudaba que ella quisiera oír nada de aquello. Todavía no, al menos.Pero, caliente infierno, quería quitar todas esas capas de protectora ropapara descubrir los secretos que escondían debajo. Él cambió de postura enel sofá, con la esperanza de que ella no se diera cuenta de lo que estabapasando al sur de su cintura.

— Los dos sabemos que las cosas no son siempre lo que parecen en elciberespacio. No vale la pena asumir que un avatar es siempre una fielrepresentación de alguien.

Ella jugó al abogado del diablo. — Sin embargo, tu más reciente avatarse parecía a ti. Parece algo arriesgado. ¿Qué pasa si alguien te hubierareconocido?

Ella tenía razón. Había sido estúpido, pero él se había cansado deesconder quién y qué era. No sólo en el mundo cibernético. Por una vez,sólo una vez, deseó tener lo que sus amigos tenían: una mujer que supierala verdad de lo que significaba ser un Paladín y lo amase de todos modos.

Definitivamente tiempo de volver al asunto que les ocupaba.

— No estoy aquí para hablar de avatares, Reggie.

Todo su cuerpo se quedó inmóvil. — ¿Entonces por qué estás aquí?Porque tengo que decirte que darme caza en persona es un giro bastantepróximo al comportamiento de un acosador.

— Sí, claro, Reggie, — suspiró. — Y ¿dejarme mensajes crípticosdurante meses no cae en esa categoría?

Un leve rubor tiñó sus mejillas. — Bueno, por lo tanto ambos somosculpables.

— Podría sonar como un niño de cinco años, pero tú empezaste. Creoque tengo el derecho a saber por qué. Los dos sabemos que no soy el únicohacker ahí fuera.

Ella colocó sus pies de nuevo en el suelo, propulsándola fuera delsillón.



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Era como ver un partido de tenis a alta velocidad mientras se paseabade un extremo a otro de la habitación mientras él esperaba su respuesta.

Finalmente ella se detuvo bruscamente delante de la puerta correderade su pequeño balcón y miró hacia la oscuridad. — Tú eres una leyenda.

Así que eso era todo. Su interés era parte de lo que él y Cullenllamaban el síndrome de “la pistola má s rápida del Oeste”. No era más queotro en una larga lista de expertos informáticos dispuestos a ganarse susgalones cazando a alguien más arriba en la cadena alimenticia. Eso eramás o menos lo que él había pensado. Si hubiera sido Cody en lugar deReggie, él hubiera pateado el culo del chico y hubiese regresado a casa.

Pero ahora, habiendo conocido a Reggie, no estaba seguro de lo queestaba sintiendo. Decepción con seguridad. Frustración de más de un tipo.Él dudaba que ella deseara hacer nada con respecto a eso, lo cual era unamaldita lástima.

Él se puso de pie y se acercó a la barra de la cocina, sólo para darse asi mismo algo que hacer. ¿Qué podía decir? Un par de cosas.

— Bueno, felicidades. Me ganaste, pero no esperes un trofeo.

Es curioso cómo eso no hizo que Reggie pareciera más feliz. Ella lemiró más como un ratón mirando a un gato. Un gato gigantesco. Al menosella era lo suficientemente inteligente como para ser cautelosa con lanaturaleza de depredador de D.J. Si pensaba que él daba miedo, no teníani idea de lo que ella se había estado perdiendo si los Regentes seenteraban de su travesura.

Él la miró fijamente, memorizando su hermosa cara. — Esto termina

ahora, Reggie. No contactes conmigo de nuevo. No trates de encontrarme.Cuando los ojos de ella se dirigieron inmediatamente en dirección a la

barra de la cocina, él cogió un trozo de papel y lo miró. Su número dematrícula. Sin lugar a dudas ella lo había memorizado, pero por si acaso,lo arrugó y lo metió en el bolsillo.

Él no podía marcharse, no todavía. Caminó hacia ella. Quepermaneciera en su sitio decía mucho de su coraje, una cosa más que legustaba de ella. Cuando ellos permanecieron cara a cara, se inclinó cercade su oído. Los olores combinados de jabón y suave piel femenina llenaronsu cabeza. Maldita sea, estaba jugando con fuego.

— Yo quiero dejarte con dos cosas en las que pensar, Reggie. — Levantó un dedo. — Por tu propia seguridad, pon lo que sea que sepas ocrees saber sobre mí, o Paladines, o los Regentes fuera de esa preciosacabecita tuya. Destruye las copias impresas y nunca accedas a ese sitiootra vez.

Ella lo fulminó con la mirada. — ¿Qué te hace pensar que hice copiasen papel?



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Él sonrió a esos furiosos ojos de largas pestañas. — Porque, Reggie,eso es lo que yo hubiera hecho. Elimina la copia que guardaste en el pen — drive, también. Mejor aún, destruye el maldito USB. No guardes nada quepueda ser utilizado en tu contra.

Por primera vez ella parecía preocupada. — En serio, D.J., ¿tú no

estarás tratando de decirme que toda esa mierda es real?Ojalá pudiera, pero eso no iba a suceder. — No, estoy tratando de

decirte que mantengas esa linda nariz fuera de mis asuntos por tu propiobien.

Ella no se lo creía, ni por un instante, y por eso él se quedaría por losalrededores por un tiempo a pesar de lo que había dicho acerca de dejarlasola. Tal vez él podría encontrar alguna manera de convencerla. Mientrastanto, mantendría un ojo en ella hasta que él supiese a ciencia cierta sialguien venía tras ella.

— Bien, entonces, eso era una de las cosas. ¿Cuál es la otra?Él no debería hacerlo. Muy ciertamente, no debería. Pero él nunca

había tenido mucha suerte con el control de sus impulsos.

— Piensa en esto, Reggie. — Y la besó.



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CCaa p pí í t t uulloo 55 Traducido por: Gwen.Corregido por: Ariel

ra posible saborear una sonrisa? Eso era lo que ella estabapensando cuando D.J. capturó su boca con la suya. Cuandoella intentó protestar, él solo profundizo el beso, eldesplazamiento de terciopelo suave de su lengua a través de

la suya alejo la poca resistencia que ella había sido capaz de reunir.

¿Cuándo fue la última vez que un hombre la había besado como si leimportara?

Tal vez nunca, pero ahora mismo ella apenas podía procesar algo. Sucerebro se había cerrado, dejando solo pensamientos confusos de calor,necesitar y querer. Sus manos se clavaron en los músculosos hombros deD.J. y se sostuvo como para salvar su vida.

Si él no hubiera envuelto sus abrazos alrededor de ella, no estabasegura si todavía estuviera en pie. No cuando estaba derramando toda laenergía que tenia para dar tanto como ella recibió. Esto era una locura,pero la cordura era una mercancía sobrevalorada.

Increíble era la mejor descripción, pero no hay palabras ordinariasque pudieran acercarse a lo que ella estaba sintiendo. El hombre era undefinitivo fastidio. Un segundo rozaba sus labios contra los de ella como siél nunca hubiera de volver al un negocio serio entre manos. Entonces ladotaba de una serie de besos suaves de mariposa, esparciéndolos a travésde las mejillas y la frente, terminando en la punta de la nariz.

Ella puso un alto a al juego agarrándolo de la cara con las manos yarrastrando su boca a la de ella de nuevo. Él parecía así, riéndose entredientes y murmurando su aprobación, le entregó el control a ella. Dios, elhombre sabía a la tentación, un sabor demasiado rico para sereventualmente bueno para ella. Pero al igual que el helado que le habíacomprado, algunas de las cosas valían la pena el riesgo.

¿¿EE



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Mañana correría una vuelta extra para compensar el postre. Ella noestaba segura de lo que sería capaz de hacer para borrar el efecto que D.J.Clayborne estaba teniendo sobre ella, sin embargo.Cuando sus piesdejaron el suelo mientras él presiono su espalda contra la pared, con laspiernas instintivamente envueltas alrededor de sus caderas. Sus grandes

manos ahuecadas en su trasero y se estableció con firmeza contra sucuerpo mientras se mecía contra ella.

¡Gran error! El centro de su hambre estaba en contacto directo con laevidencia impresionante de que ella no era la única virando fuera decontrol. Tenía que poner fin a esta locura. Ahora, mientras ella aun teníafuerzas para resistir una entrega total.

Un último sabor. Ella quería mucho, se merecía tanto. Pero cadasegundo que pasaba en brazos de D.J. hacia que todo fuera mucho másdifícil de detener. Finalmente, ella tiró su boca libre de la suya. — Bajemé.

Él poco a poco hizo lo que le había pedido. La separación repentina

cuando dio medió paso atrás la daño, pero sólo en el interior donde unrayo de decepción apuñaló derecho a través de su corazón. D.J.le permitiócierta distancia, pero la mantuvo a salvo dentro del círculo de sus brazossueltos.

Sus ojos oscuros se quedaron en los de ella, pero no le dio ningunapista en cuanto lo que estaba pensando. ¿Estaba sintiendo remordimientoo triunfo? Ella no quería saber.

— Tienes que irte.

Sus palabras sonaron entrecortadas y demasiado indecisas para sus

propios oídos. Él nunca la tomaría en serio si no sonaba como que hablabaen serio. Lo intento de nuevo.

— D.J. tienes que irte. Ahora.

Él asintió con la cabeza, lentamente, como si se resistía a creerle. Otal vez, como ella, no estaba procesando las cosas muy bien. Ella le dio asu pecho un suave empujón, transmitiendo el mismo pensamiento con laacción.

Sus manos cayeron a los costados, pero la sonrisa arrogante estabafirmemente en su lugar mientras se dirigía hacia la puerta.

— Bueno supongo que nos dio a ambos algo que pensar. Espero quetus sueños sean buenos.

Antes de irse se detuvo y le entregó un pedazo de papel. — Aquí estámi número de teléfono celular, si algo sucede que te preocupe, llámame.No dudes ni por un segundo. Es mejor una falsa alarma que dejar a estoshijos de puta te encuentren.

Esperó a que ella asintiera con la cabeza. — Adiós, Reggie. Esto hasido mucho mejor que bien.



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Luego se fue.

Está bien, ese fue el truco más estúpido que nunca había tirado.Claro, no era la primera vez que un plan se había vuelto contra él, pero eneste momento no podía pensar en una sola instancia que le hubiera dejadobastante mal parado. Saltar en una bañera llena de hielo no sería

suficiente para apagar este fuego.¿Qué demonios estaba pensando?

No tenía la menor idea. Un sabor de sus labios y se había congelado,de hecho, una parte de su anatomía había estado sin duda más rígida queel resto. Aún así era, en efecto. Si Reggie no hubiera llamado un alto alfiasco cuando lo hiso, tendría que haberlo hecho él por el bien de su propiacordura.

Tal vez él había empezado a queriendo conseguir un poco de revanchaal besarla. Tenía que admitir a sabiendas de que era capaz de superarlo a

él en su propio juego, escocía un poco. Mucho, de hecho, pero eso no le daderecho a seducir a la mujer por un poco de venganza.

Era un hombre mejor que eso. Al menos a él le gustaba pensar que sí.Por ahora, había una habitación en algún lugar cerca para meterse en lacama. Solo, bueno, excepto por los recuerdos de lo que había sentido ensus brazos.

Había estado en lo cierto en una cosa, sin embargo. Reggie escondíaun pequeño cuerpo caliente bajo toda esa ropa. Ella definitivamente teniacurvas en los lugares correctos.

Casi se dio vuelta para dirigirse de vuelta por las escaleras a su

apartamento, pero logró contenerse. En el exterior, él dibujó en unascuantas respiraciones profundas, tratando de recuperar el controllimpiendo sus pulmones de cualquier vestigio del olor presente de Reggie.

No funcionó.

Él camino penosamente hacia donde había dejado su camioneta. Talvez después de dormir unas horas, estaría en mejores condiciones paradecidir qué hacer a continuación. Cuando abrió la puerta, se arriesgó a unúltimo vistazo hacia el apartamento de Reggie. Tal como sospechaba, sequedó esbozada en la ventana, mirándolo desde arriba. Ella podía pensarque las sombras le impedían verla con claridad. Ella estaba equivocada en

eso. Todos los paladines tenían una visión nocturna excepcional. Le

permitió verle el ceño fruncido en esa boca deliciosa y la tristeza en esosojos bonitos. Incluso podía ver el ligero temblor en su mano mientras losaludaba.

En su la lugar miro fijamente, subió al coche y arrancó el motor.Cuando él se retiro del lugar de estacionamiento, él bajó la ventanilla y le



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devolvió el saludo. Ella asintió con la cabeza y dio un paso atrás fuera desu vista, dejándole sin otra opción más que en coche.

Solo, como de costumbre.

D.J. odiaba seriamente a los teléfonos. Especialmente los

suficientemente ruidosos para que suene en… ¿qué hora era de todosmodos? Buscó a tientas en la mesilla de noche en busca de su teléfonocelular y miró la pantalla. Bien, el sol ya había salido. Eso no significabaque él no odiaba a la persona en el otro extremo de la línea por perturbarsu sueño de belleza.

Pulso el botón de encendido. — Más vale sea condenadamenteimportante.

La voz de Devlin era un poco más que un gruñido. — ¿Te importaexplicarme porque tu culo sin valor se encuentra estacionado en Portlanden vez de aquí de guardia?

Oh mierda. Debería haber comprobado el número primero.Obviamente Devlin había abierto por fin su correo y luego lo siguieron porel GPS de su teléfono celular. Se sentó y consideró sus opciones.¿Desconectar la llamada sería lo más inteligente o el camino del cobarde? Tal vez un poco de ambas cosas. Con el tiempo tendría que afrontar lasconsecuencias. Bien podía escuchar los acordes de apertura a largadistancia.

— Yo tenía negocios aquí. Asuntos personales.

Silencio. Largo y pesado silencio, seguido por más de lo mismo.

Asi que Dev iba a hacerlo fácil para él. El podría tratar de esperarlo,pero ambos sabían que rompería primero.

— Debería haberte dicho que necesitaba un poco de tiempo deinactividad para hacerme cargo de un problema, Devlin.

Mas silencio, luego un pequeño suspiro. — ¿Este problema particular,tiene que ver el por qué has actuado de manera nerviosa últimamente?

D.J. se frotó la frente, anticipando el dolor de cabeza que estabaseguro iba a seguir después de este llamado. — Sí, así es. Estoy haciendomi mayor esfuerzo para arreglarlo.

— Hay alguna posibilidad de que te vaya a explotar en la cara. —

Devlin no parecía tan enfadado como estaba resignado.

No uso una mentira en este punto. — Tal vez, no estoy seguro.

— Cuando regreses, vamos a tener una larga discusión sobre cómodebiste haber manejado esto, D.J. por ahora, si alguien pregunta, estascon licencia personal.

— Gracias.



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Uno de los nudos en el estómago relajó. Sólo quedaba la preocupaciónpor los que las consecuencias que tendría Reggie en su breve incursión enel servidor de los Regentes. Por no hablar del porque lo había estadocazando a él. A pesar de su admisión de que había estado a lo mejor en supropio juego, sintió que había algo más que eso.

— ¿Cuánto tiempo estarás fuera?Ya había decidido quedarse en Portland por el fin de semana. No

había ocurrido nada para cambiar ese plan, pero decidió construir en unmargen de maniobra para sí mismo.

— Debería estar de vuelta para el fin de semana a más tardar.

— De acuerdo, ¿pero en caso de que no lo hagas?

— Envía la caballería.

— Lo haré, y D.J., una cosa más.

— ¿Sí? — Sea lo que sea esperó que se pueda arreglar de forma permanente.

Te necesitamos de vuelta en un cien por ciento. El lugar no es lo mismosin ti.

No tenía ni idea de cómo reaccionar a la preocupación de su amigo.

Normalmente Devlin gritaba, sin consentir.

— Estoy tratando, Dev. Te pido disculpas por correr fuera de ti. Teprometo que te lo explicare todo.

— Está bien, pero cuida tu espalda. Si necesitas más tiempo fuera,

llama. Ya sabes cómo se pone Trahern cuando está preocupado. Esvergonzoso cuando llora delante de todos los chicos, y los demás se ríen deél.

Otra voz profunda murmuro algo obsceno en el fondo. D.J. sonrió. Tenía que ser Trahern. Maldita sea, él extrañaba a los chicos. Estaba tanacostumbrado a verlos todos los días.

— Nos vemos pronto, jefe.

— Sí, mira lo que haces.

El teléfono se quedó en silencio, pero incluso esa pequeña conexión

con sus amigos lo dejo lleno de energía y listo para enfrentar el día. Laúnica pregunta era, ¿Cuál sería el uso más productivo de su tiempo?

Ahora que había comprobado que R. Morrison era de hecho Reggie,podía cavar más profundo en su negocio personal. Ella iba odiar esto, peroel viraje fue juego limpio. Lo primero es lo primero. Ducha. Luego vestirse. Tomar el desayuno. A continuación, iniciar una excavación.



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Con su día planeado, cogió la ropa limpia y se dirigió al cuarto debaño.

******

El sábado por la mañana llegó demasiado pronto. Reggie pateó laspiernas libres del nudo enrredado de mantas, el esfuerzo la dejo sin aliento y agotada antes de levantarce. No era exactamente la forma en que habíaplaneado comenzar su día.

Sentándose en el borde de la cama, esperó a que la cabeza se pusieraal día con su cuerpo. Finalmente, se tambaleó hacia el baño esperandoque un poco de agua fría despejara algunas de las telarañas. El resto

tendría que esperar hasta que hubiera preparado su tostado oscurofavorito.

Oh sí, eso iba a funcionar. Su mente viajó de nuevo a la nocheanterior y los recuerdos de D.J. Clayborne. El viaje fue muy corto ya quesu imagen había llenado sus sueños casi desde el momento en que sehabía metido en la cama hasta el momento en que se despertó.

No tenía idea de donde estaba el hombre en este momento, perorealmente esperaba que él estuviera tan lerdo y gruñón como ella. Porsuerte ella había puesto la cafetera antes de irse a dormir. Todo lo quetenía que hacer era darle al interruptor y ver el goteo del elixir mágico

dentro de la jarra.

Arrancó su laptop para comprobar sus correos. Un par de anunciosque ella borro. Por el momento, se salto el de su jefe que probablementepedía una actualización de su investigación. Por último había uno extrañoen la parte inferior de la lista.

Ella lleno su tasa favorita de gran tamaño con café y luego retocadacon tres cucharadas de azúcar y una cucharada de crema real. Sí, otrarazón por la que habría que añadir un par de vueltas a la carrera de por lamañana.

Cuando se tomo ese primer sorbo de cafeína, su conciencia la obligó aleer el correo del Sr. DeLuca. Justo como ella pensaba él que quería sabersi había hecho algún progreso, diciendo que no tenía intención depresionarla. Él estaña simplemente curioso.

Ella sólo podía imaginar su reacción si le decía la verdad, que teníabuenas y malas noticias. La buena noticia era que el objetivo habíacompartido con ella y Cody Comida china anoche, y se llamaba D.J.Clayborne. ¿La mala noticia? No tenía ni idea de donde vivía, donde



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estaba, ni qué iba a hacer con el hecho de que ella no quería entregarlo.Ella no había querido del principio pero ahora…

Maldición de todos modos, a ella realmente le gusta su trabajo. Seríauna pena perderlo pot un hombre al que nunca vería de nuevo. Más quecentrarse en esa triste posibilidad, ella subió al siguiente correo. Lo leyó

una vez y luego volvió a leerlo.Era breve y al grano: Si quieres saber la verdad acerca de los Paladines, nos vemos

para un café. Usted escoge el momento y el lugar, y yo estaré allí.

No había ninguna firma. El correo electrónico se originó a partir deuna cuenta gratuita, lo que significa que el emisor podría ser cualquierpersona, en cualquier lugar. Por supuesto, si el remitente realmente queríareunirse con ella, la persona tendría que estar cerca. Ella se estremeció.¿El remitente sabe realmente dónde estaba? Si es así, ¿cómo? No es queimportara. Después de todo, D.J. había logrado dar con ella a pesar de quehabía cubierto sus huellas. O tal vez este correo estaba esperando a

escoger un punto de encuentro que por lo menos revelara la ciudad en laque vivía.

Dejó que el cursor pasara sobre el botón Responder, pero seacobardó. Esto era una decisión demasiado grande para tomar sin unaseria reflexión y tal vez un plato de cereal en su haber. Cuando ella sesentó a la mesa de la cocina, vio a la hoja de papel en la que D.J. habíadejado su número.

Le había dicho que lo llamara si algo de preocupante pasaba. ¿Era esolo que estaba hablando? Obviamente, su remitente misterioso sabía algosobre los Paladines o al menos fingía. Su mente lógica le decía que la idea

era literatura pura. Las sociedades guerreras secretas no existían.

¿Cierto?

Pero si eso fuera cierto, ¿por qué D.J. había salido de su camino paraadvertirle de no profundizar más en el tema? Quizás el manuscrito deBrenna Nichols estaba escrito en código, los hechos reales ocultos tras elmundo de ficción que había descrito. Eso todavía no se sentía bien, peroReggie había leído el papel sólo una vez.

Ella se arrastró a través de la pila de informes sobre su escritorioimprovisado, hasta que descubrió la impresión. La pila de páginas tenía su

sonrisa, un recordatorio de que ella y D.J. Definitivamente teníamosmucho en común. No era de extrañar que hubiera sabido que ella no sólohabía hecho una copia impresa del informe, pero también lo habíaguardado en su unidad flash.

Eso no era lo único que habían compartido, pero ella empujó a unlado ese pensamiento. Esto nunca iba a volver a ocurrir porque ella nuncaiba a ver a D.J. de nuevo. Había desaparecido de su vida tan rápidamentecomo había aparecido. Su buen humor se desvaneció. Llegando el lunes



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por la mañana, iba entregar lo que había averiguado sobre él al Sr. DeLuca y terminaría con esto.

Sólo deseaba sentirse mejor acerca de un trabajo bien hecho.

******

Todd asomó la cabeza en la oficina de Ray. — ¿No ha respondido elhacker todavía?

Ray le lanzó una mirada de frustración. — No, pero es fin de semana.Algunas personas realmente tomar tiempo libre para estar con sus familiaso tal vez jugar al golf. En serio, es cierto. Pregúntale a cualquiera.

Dios, Todd odiaba a los llorones. Sí, era sábado por la mañana, perolos piratas vivían en línea, no en el mundo real. En lugar de antagonizarcompletamente con Ray, ofreció un compromiso.

— Muy bien, te escucho. Si no recibes una respuesta en los próximosminutos, segue adelante y salga. Te lo has ganado después de todo eltrabajo que has hecho en el rastreo de este tipo.

Su compañero de trabajo estaba claramente más feliz ahora. — Siempre puedo comprobar más tarde, después de llegar a casa. Si serecibo algo, ¿Quieres que te llame o que espere hasta que esté de vuelta enla oficina el lunes?

— Claro que puedes llamar, pero sólo si crees que la situación loamerita. Sólo voy a estar aquí en la oficina por un rato, así que asegúratede llamar a ese número especial que te di.

Ray asintió con la cabeza, ya empacando sus cosas. — Muy bien. Unavez que sepa donde vive el hacker, voy a enviar a alguien tras él. Tenemoscontactos de confianza en la mayoría de las grandes ciudades, por lo queserán capaces de apoderarse de él sin ningún problema.

Sí, claro. Me gustan los secuestros siempre que fueran como la seda.Una vez que el hacker fuera secuestrado, lo ordeñarían por todo lo quevalía la pena. Ellos sólo tenían que dejar en claro que mientras mayorutilidad les prestara, más él viviría.

— Hasta pronto, Ray. Disfruta de tu día.

— Gracias, lo haré.

Todd vagó de regreso a su propia oficina y estudiado el expediente quehabía estado recopilando de las escapadas del coronel Kincade. Hastaahora, había encontrado información sobre tres contactos que el bastardo



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había establecido al otro lado de la barrera. Uno de ellos era ya inútil,gracias a los Paladines de Seattle. Cuando habían capturado a Kincadecon la mano en la masa, sino que también habían encontrado dónde habíaestado traficando con los Otros.

Todd se acercó a la ventana. El sol se reflejaba en el Arco de St. Louis,

al este. Había sido construido para representar a la Puerta del Oeste, enun momento un mundo completamente nuevo para el ser humano paraexplotar y explorar. Poco de esa gente pululando por debajo de laestructura sabían que la verdadera puerta de entrada a otro nuevo mundo ya existía.

Los Paladines vieron la barrera como algo paqra defender, una puertaque ellos hubieran cerrado si pudieran. Más hombres con visión de futurocomo Todd reconocían la oportunidad que realmente era: el camino haciauna nueva tierra para explotar con fines de lucro. Los empresarios de unaépoca anterior habían financiado a los hombres que habían hecho la

actual exploración.Bueno, eso y los moribundos.

Al igual que los empresarios pragmáticos, Todd estaba dispuesto afinanciar la exploración de Kalithia. Podría ser posible restablecer elcontacto con los otros dos Kaliths en lista de Kincade. Teniendo en cuentalo dispuestos que estaban a vender a su propio pueblo a cambio de tiempodedicado a la luz de este mundo, no había duda de acuerdo con cualquieraque pudiera hacer eso posible. Pronto, había de restablecer el flujo depiedras azules a través de la barrera.

Hasta ahora, los científicos humanos que habían estado estudiando

las piedras azules no habían tenido mucha suerte en replicarlas o inclusola generación de la energía que se supone que produce. Los investigadoresinsistieron en que con el tiempo serían capaces de entenderlo, pero esto seiba a llevar más tiempo y más dinero. Mucho más dinero.

Lo que trajo de regreso al seguimiento del hacker de Todd por Ray.Una vez que encontraran al hombre, y le hubieran puesto a trabajar en labúsqueda de la caja fuera de recaudo de Kincade. A cambio, ellos no loprocesarían por sus incursiones ilegales en el servidor de los Regentes. Todd sonrió. Eso era un engaño, por supuesto. Los Regentes nuncaarriesgarían su existencia convirtiéndose en un registro público.

Por lo general encontraban la manera de aprovechar a alguien paraque mantuvieran su boca cerrada. El dinero compraba un montón desilencio. Él, por su parte, no se molestaría en tratar con delicadeza lasituación. Sus socios comerciales Kalith se harían cargo del problema porél a cambio de los servicios prestados.

Miró fijamente hacia fuera por la ventana al repasar su lista mentalpor última vez. No había nada más que hacer hasta que se enteraran si el



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hacker iba a tomar el cebo. Si no, ellos batearian, pero eso no parecíaprobable. Como raza, los hackers eran curiosos. Era la parte que losmantenía estacionado frente a una computadora durante horas y horas.

Si ellos añadieran un incentivo financiero, ellos lo enrollarían. Perobasta ya de esto. Ray tenía el derecho de ello, que estaba hermoso afuera.

No tenía sentido perder el día entero trabajando.

******

Un golpe en la puerta sobresaltó a Reggie haciendo que cayera elinforme, envío al papel disperso por todo el piso de la cocina. Ella los dejódonde cayeron y se apresuró hacia la puerta. Su pulso se aceleró. ¿Seria

D.J. de nuevo?

No, era Cody. Hizo caso omiso de la breve oleada de decepción. ¿Quéestaba haciendo aquí? Sólo hay una manera de averiguarlo. Pero primerotenía que ponerse algo más que su camisa de dormir.

Abrió la puerta lo suficiente como para hablar con él. — No estoyexactamente vestida, Cody. Dame un minuto y luego entras.

Él frunció el ceño. — ¿Estoy temprano?

¿Temprano? Ah, ratas. No, desde luego él no llegaba temprano. Ellaera olvidadiza. Pero en lugar de arriesgarse a herir sus sentimientos, ella

mintió. — Me quedé dormida, así que voy tarde.

No estaba segura de que él la creía, pero no había mucho que pudierahacer al respecto. Después de desenganchar la cadena, se dirigió al pasillo.

Llamó de nuevo, — Bueno, Cody. Dame veinte minutos y estaré lista.Sírvete algo de la nevera.

Reggie ya estaba en la ducha cuando se acordó de los papeles quehabían caído en el suelo. Era demasiado esperar que Cody los ignorase. Nole importaba si él simplemente los recogió, pero conociéndolo, no sería

capaz de resistirse a echar un vistazo rápido. Era lo último que cualquierade ellos necesitaba.

Se enjuago y se enganchó con una toalla. Después de que ella tiró desu ropa, se retorció el pelo recogido en lo alto de la cabeza. De vuelta en suhabitación, cogió sus zapatos y empujó por el pasillo hasta la cocina.Apuntó a la calma, pero dudaba que pudiera llevarlo a cabo. Con suerte,Cody acaba de pensar que estaba agotado desde hace tarde. Tal como ella



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había esperado, los papeles se amontonaban sobre la mesa en una pilaordenada. Demasiado pulcro. Simplemente genial. Los había leído, estábien, o por lo menos había empezado. El único que la salvaba era que no lehabía dado tiempo suficiente para llegar lejos. Con suerte, él se habiaaburrido y dejado antes de que se pusiera interesante.

Pero tenía una extraña expresión en el rostro. — ¿Ocurre algo?

— No, yo sólo tenía curiosidad. No mencionaste ningún plan quetienias noche, pero traté de llamarte y no obtuve respuesta.

Ella tampoco quería ir por allí, pero tampoco le querio mentir a suamigo. — Fui a tomar un helado.

— Maldición, deberías haber llamado. Yo te hubiera hecho compañía.

Se quedó inmóvil, atrapada entre la necesidad de obtener el informePaladin fuera de la vista y mantenerlo bajo llave en el trato con los celos deCody. Finalmente, se decidió por la primera recogiendo el montón depapeles y esconder en un cajón cercano como si fueran nada del otromundo.

— Gracias por recoger ellos por mí. Yo los derribe de la encimeracuando fui a abrir la puerta. ¿Querrías poco de cereal antes de irnos oesperar y conseguir algo en el Mercado del sábado? Están obligados atener algo bueno.

Su intento de distraer a Cody fracasó miserablemente.

— D.J. regresó anoche, ¿no es así? — Sus ojos se estrecharon con

desconfianza al mirar por el pasillo hacia su dormitorio. — Él todavía estáaquí?

Bueno, la acusación en su voz tenía la sensación defensiva. — Sí, D.J.volvió. Sí, comimos helado. No, él no está aquí todavía. Pero incluso si loestubiera, nada de esto es su negocio, Cody.

Cody dio un paso atrás, pero luego se mantuvo firme. — Oh, vamos,Reggie, ya lo sé. Hay algo en ese chico que parecía apagado, diferente dealguna manera. ¿Qué es lo que realmente sabemos de él, de todos modos?

No podría quejarse de los instintos del chico. Definitivamente habíaalgo diferente en D.J. en particular su efecto en ella. No había manera de

que fuera a hablar de eso con Cody. Él estaba molesto ya sobre la visita deregreso de D.J.

— Como te he dicho, nosotros dos nos reunimos en línea. Los Planesde D.J. han cambiado inesperadamente, y tuvo que salir de la ciudad hoyen día. Anoche fue nuestra única oportunidad de reunirnos.

Eso era cierto y pareció satisfacer a Cody. Ciertamente no estabasatisfecha, pero al menos uno de ellos estaba feliz. El buen humor de Cody



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duraría justo hasta que se enterara que había estado en la presencia delCabellero caminante.

— Como te he dicho, dos de nosotros nos reunimos en línea. Planes deD.J. cambiado inesperadamente, y tuvo que salir de la ciudad hoy en día.Anoche fue nuestra única oportunidad de reunirse.

Eso era cierto y pareció satisfacer a Cody. Ciertamente no estabasatisfecha, pero al menos uno de ellos era feliz. El buen humor Codyduraría justo hasta que se enteró que había estado en la presencia delKnightwalker sin saberlo. Él no podría perdonarla por esa omisióntampoco.

Es hora de cambiar de tema. Le clavó las bolsas de lona de la caja.

— Vamos a darnos prisa. Es un día hermoso. Tengo una clase estatarde, así que quiero pasar algún tiempo en el sol mientras que tengo laoportunidad.

Cody se veía ligeramente más feliz. — Muy bien. Me voy a saltar elcereal y conformar con un batido de fruta y una oreja de elefante en elmercado entonces.

Ella le dedicó una mueca fingida mientras pensaba en la deliciosacombinación de masa frita, la canela y el azúcar. — Sólo si lo vas acompartir conmigo. Me encantan esas cosas.

Él sonrió. — No es posible. Vas a tener que comprar uno para ti.

— Para ti es fácil decirlo. Tú no eres el que va a tener problemas paracolocarte los vaqueros si sigo comiendo todos estos dulces.

Cody rió. — Yo diría que me gustan tus jeans ajustados, pero hetenido miedo de ti desde que has aplanado al gran Ed el otro día. ¿Alguienalguna vez te dijio que tienes un genio del diablo?

— Sí, lo tengo. — Ella lo golpeó ligeramente en el brazo. — Será mejorque no lo olvides tampoco. Ahora vamos a llegar al mercado de losagricultores antes de que todo lo bueno se hallar ido.

Corrieron escaleras abajo. Ella todavía no había decidido qué hacercon el correo electrónico o de entregar a D.J. cuando viera a su jefe ellunes. Por ahora, sin embargo, ella iba a disfrutar de su día libre.



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CCaa p pí í t t uulloo 66 Traducido por: GwenCorregido por: Ariel

se encorvo hacia abajo más lejos en su asiento mientrasReggie y Cody salian de su edificio. ¿No tenía nada mejorque hacer que andar con ese punk flaco? Evidentemente

no. Al menos si ella se asociaba con Cody, eso probablemente significabaque no tenía un novio en su vida en este momento. Tal vez otros tipos sesentían diferente, pero si D.J. tuviera una mujer como Reggie para llamarsuya, él sería el que pasara el rato con ella.

Pero irritante como lo fue verla salir con el niño, su ausencia le ofrecióla oportunidad perfecta para hacer un poco de espionaje. Ella nunca se loperdonaría si alguna vez se enteraba que había hojeado sus pertenencias

personales. Por suerte, él tenía un toque ligero a la hora del allanamientode morada. Ella nunca sabría que había estado allí. Por lo que sabía deella, tendría pesados protocolos de seguridad en su lugar en sucomputadora, pero en el apartamento, no tanto.

Cuando ella y Cody doblaron a la esquina, esperó un par de minutospara asegurarse de que no regresarían antes de salir de su camión. Sedeslizó por la escalera, escuchando con cuidado para evitar ser capturadopor sus vecinos. Él había tomado la llave que Cody le había devuelto aReggie la noche anterior, por si acaso.

Lo que estaba a punto de hacer era ilegal como el infierno, pero él no

estaba preocupado por eso. Estaba mucho más preocupado por que Reggiese enterara. Reggie lo mataría o por lo menos le daría su mejor tiro.

La cerradura se abrió con un chasquido suave, y D. J. se deslizo através de la puerta. Al menos ella no tenía un perro para levantar elinfierno cuando un desconocido entrara. Puso de nuevo la llave en elmostrador, poniéndola bajo el borde de una planta donde la encontraríacon bastante facilidad. Con suerte, ella no la había buscado ya.

DD.. J J..



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Miró alrededor del pequeño apartamento. ¿Por dónde empezar? Elordenador colocado en un pequeño escritorio en la esquina de la sala deestar. La mayor parte del escritorio estaba lleno de juguetes que van desdepersonajes de dibujos animados de figuras de acción, por no hablar de unabuena selección de juguetes para apretar diseñados para aliviar la tensión.

Él sonrió. Al menos la mitad corresponde aquellos de su propia colección.Él había reservaría su ordenador portátil para el final porque siempre

podía entrar en él desde el exterior. Esta podría ser su única oportunidadde aprender lo que pudiera del nido que Reggie había construido para símisma.

La cocina revelava poco que él no supiera ya. Su sabor en los platosera pragmático, no de lujo. Había gastado su dinero donde contaba -utensilios de cocina de buena calidad y cuchillos de alta gama. Eraevidente que una afición por el acero que mantenga un borde afilado eraotra cosa que tenían en común.

La pequeña sala estaba amueblada con comodidad en mente. Latelevisión no era tan grande como la suya, pero su colección de películasera considerable, sobre todo de ciencia ficción y películas de fantasía, perocon un alijo de películas Chick Flick3 escondidas en el estante inferior.

Se movió por el pasillo, con los pasos que se detienen justo antes delumbral de su dormitorio. No, no iba a cruzar esa línea. Ella probablementeentendería por qué él se metiera con su equipo, sobre todo teniendo encuenta que eso era lo que ella había estado haciendo con él. Pero no habíamanera de que ella lo perdonara por aventurarse en su espacio másprivado.

Si él debiera alguna vez pasar el tiempo en el dormitorio de Reggie,iba a ser por invitación. Así, bien, mucha oportunidad de que eso ocurrierano habia, pero un hombre siempre puede soñar... e imaginar. Sí, él sólopodía verlos a los dos recogiendo donde lo habían dejado la noche anterior,los labios bloqueado, las piernas enredadas y quemando encima de lassábanas, con sus grandes ojos cuando él la tomara por primera vez. Y lasegunda.

Oh, diablos, no. ¿Era una pieza de encaje negro tendido en el suelo junto a la puerta? Su mente rebelde al instante imaginó todo demasiadoclaramente lo que sería cuando bajara las bragas de encaje hacia abajo por

las piernas esculturales de Reggie con los dientes.¡Mayday! ¡Mayday! ¡Sobrecarga sensorial! De mala gana, se retiró

hacia la sala antes que su resolución se debilitara. Ya era bastante malo

3 Chick Flick es un término utilizado para un género cinematográficoprincipalmente relacionado con el amor y el romance y está diseñado para atraer a unagran parte femenina “público objetivo”. Películas para chicas.



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que su imaginación correra a toda velocidad por su cuenta. No teníasentido acelerar sus motores con imágenes reales de su dormitorio.

Tardó unos segundos más para recuperar el control de sus funcionesmotoras. Una vez que él logró arrancar su atención de aquel trozo detentación de tela, volvió a estudiar el cuarto de estar de nuevo en busca de

cualquier cosa que haya pasado por alto, algo para centrarse lo que no leenviaría en una fusión completa. No, nada a destacar. Se conformó conrevisar su equipo

No hay nada como superar a la mujer en su propio juego. Él sonrió,feliz de dejar que sus dedos furtivos bailaran a través de su teclado. No lesorprendió que ella hubiera reforzado sus servidores de seguridad ycambiado sus contraseñas.

D.J. Consultó su reloj. Sin duda era hora de que él se estuvieraesfumando, más exploración tendría que esperar.

Cuando D.J. Estaba a punto de cerrar la sesión, el teléfono sonó,sorprendiéndolo. Se detuvo para escuchar, su curiosidad sacando lo mejorde él. Después de tres timbres, el contestador automático. Su voz resonóen el pequeño apartamento.

— Esta es Reggie. Deja un mensaje o no. Es tu elección.

Sonrió a su coraje. Su sonrisa se desvaneció cuando una vozmasculina empezó a hablar.

— Reg, no quiero ser una plaga, pero nuestro cliente está queriendoun informe sobre el caso Knightwalker. ¿Me puedes dar una actualizaciónsobre dónde estamos? Y no tome esto como que significa que quiero que

trabaje todo el fin de semana... Bueno, a menos que lo desees. Déjamesaber y le pondré sobre el reloj. Hasta pronto.

¿Qué carajo?

D.J. extendió la mano para pulsar el botón de reproducción.

Gran sorpresa, el mensaje no cambió la segunda vez. ¿Ella habíaestado persiguiendolo, porque le estaban pagando? Miró por la ventana,con los puños apretados, la degustación de una amarga decepción.

Un juego de esconder y buscar una cosa. Eso era parte de la diversiónde ser un hacker de primera clase. Le gustaba la forma en que su mente

funcionaba y el desafío que presentaba. Se picó al descubrir que todo loque había hecho era un medio para un cheque de pago, tal vez incluso unpoco de tiempo extra. Maldita sea, ese beso había sentido mucho más queeso.

Lo utilize superándolo a sí mismo sobre la situación. No era laprimera mujer que le miente y no sería la última. Había el riesgo de unarápida búsqueda de unidad flash en su escondite antes de esfumarse.



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La suerte estaba con él. Al segundo intentó tenía el archivo Paladín enél. Robar no cambiaría nada. Había encontrado su camino en una vez,podía hacerlo de nuevo. Al menos así sabría a ciencia cierta lo que habíavisto y lo mal que la seguridad de la organización se había violado.

Mientras esperaba que el equipo se apagara, echó un último vistazo

alrededor para asegurarse de que no había dejado ninguna señal de suvisita. Sí, ella se preguntaría cuando descubriera que la unidad flashfaltaba, pero que no era una prueba real. Ya que ella nunca lo habíadejado fuera de su vista la noche anterior, ella precisamente no podríaseñalar con el dedo en su dirección.

A la salida, cerrando la puerta se sentía tan condenadamente fatal.Esta no era la primera vez que salía de su apartamento, y dijo que nuncavolvería. La diferencia era que esta vez iba en serio.

******

Una de las bolsas de la compra de Reggie se desplomó sobre elmostrador, ella envío a las manzanas rodando por todo el lugar. Con unpar de movimientos rápidos, se las arregló para recogerlas antes de quepudieran caer por el borde. Cuando ella enganchó la última antes dechocar con la violeta africana en el otro extremo del mostrador, vio unpequeño destello asomar por debajo de la planta.

Su llave de repuesto. ¿Cómo llegó eso ahí?

Oh, sí, se la había prestado a Cody cuando se fue a recoger la cena dela noche anterior. Era extraño que él lo hubiera puesto ahí. Sabía dondenormalmente la mantenía. Por supuesto, nada era exactamente normalanoche. No con dos hombres dándose uno a otro el mal de ojo a través derollitos de primavera y arroz. Ella se habría sentido halagada, pero era másde un partido meando entre dos hombres que tratan de delimitar territorioque nada tenía que ver con ella. Pobre Cody no había tenido unaoportunidad en contra de D.J. Clayborne.

Maldita sea, ella no tenía por qué estar pensando en D.J., ahora no.

Ya era bastante malo que ella siguiera oliendo un rastro persistente de suloción de afeitar colgando en el aire, sin duda gracias a su imaginaciónhiperactiva, recalentada. En lugar de pensar en ello, se concentró enguardar el resto de los productos que había comprado en el mercado delsábado.

Mirando el reloj, tenía el tiempo justo para comer un almuerzo rápido y empacar sus cosas para la clase de la tarde de artes marciales. No hay



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nada como golpear a sus compañeros de clase en algunas de las esteraspara aliviar el estrés. Por supuesto, a veces era ella la que era arrojadacomo una muñeca de trapo, pero eso funcionaba, también.

Esperó a que su sopa casera se calentara y comprobo su correoelectrónico. Mientras el ordenador arrancaba, ella miró el contestador

automático. Odd. Mostraba un mensaje antiguo. Ella podría haber juradoque había eliminado el último en después de escucharlo. Pulsó el botón dereproducción.

La voz de su jefe llenó la habitación. Su mensaje revolvió sus nervios. Tan pronto como terminó de hablar, pulso el botón de Borrar y empujó alpequeño escalofrío de miedo a lo más profundo donde no interfiriera conlos procesos de su pensamiento.

Piensa, Reggie, piensa.

Sólo tres personas habían estado en su apartamento en las últimas

veinticuatro horas, y sólo dos en la mañana, ella y Cody. Ella ciertamenteno había escuchado del mensaje antes sin embargo. Además, ella habíaestado en el mercado cuando el Sr. DeLuca había llamado si la marca detiempo era precisa. Eso significaba que Cody no era el culpable tampoco.Él había estado con ella cuando la llamada había llegado.

Eso dejó una opción obvia. Ella olfateó el aire otra vez, aún másconvencida de que podía detectar la loción para después del afeitado de unhacker. Las piezas empezaron a encajar, convenciéndola sin lugar a dudasque ella tenía razón. La llave en un lugar al que no pertenecen. La lociónde afeitar. El mensaje. Ella hizo un barrido rápido por el resto de suapartamento. Si D.J. había arraigado a través de sus cosas personales, lo

mataría. El hombre estaría en el suelo, herido y sangrando.El aire en su cuarto sostenía sólo una mínima sugerencia de su olor.

Era más fuerte en el pasillo, como si se hubiera quedado allí más tiempo,pero el olor se detuvo justo ante la puerta de su dormitorio. No huboindicios de que el hijo de puta hubiera invadido su espacio más privado.Inteligente de él. Ese poquito de moderación podría haberlo salvado de unpoco de dolor grave.

Ella se apresuró a volver a su escritorio a la computadora. Sucolección de juguetes se veía ordenanda, y nada más parecía fuera delugar. Eso significaba que había sido cuidadoso. No le llevó mucho tiempo

para determinar que no se había violado sus medidas de seguridad, almenos no todavía. Eso no quería decir que no había tratado, bien. ¿Quéhabía estado buscando?

Después de todo, él ya la había encontrado.

Sólo había una cosa que podía ser. Ella abrió la gaveta del escritorio ymaldijo. Tal como ella había temido: el gran tirón había tomado la unidadflash con el archivo de Paladin en él. Pero tener la razón no lo hicieron



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igual de ser relevado. ¿Por qué molestarse en robar el archivo en absoluto?Él sabía que podía seguir ese camino de nuevo. Además, ella aún tenía elpapel. ¿No es así?

Una mirada rápida en el cajón de la cocina contesto eso. De hecho, elinforme haría la animación de mediodía perfecto. Se sirvió la sopa en un

bol, se desprendió de un trozo de pan que había traído a casa desde elmercado, y se dispuso a leer. Cuando terminó, tal vez sería hora deresponder a ese misterioso e-mail ofrendando a responder a cualquierpregunta que tenía sobre los Paladines.

******

El domingo por la mañana amaneció gris y lloviznaba. Se adaptaba alhumor de D.J. Se había pasado el resto del sábado en un paseoinsustancial por la Costa de Oregon. Apenas había llegado allí habíacedido a la compulsión para dirigirse exactamente de vuelta a Portland.

Él había pasado delante del apartamento de Reggie, rodeando lamanzana dos veces antes de volver a su hotel por lo que quedaba de lanoche. Ahora, después de haber dormido sólo un puñado de horas, sepaseaba por el piso. Tal vez debería empacar el camión e irse a casa.

Él estaría de vuelta en Seattle antes de mediodía, dando un montónde tiempo a Devlin para trabajar hasta una buena cabeza de turco una vez

D.J. le contara lo que había estado haciendo.

Sí, no hay nada como tener a alguien importante esperando porpatear tu trasero. Tomó un sorbo de café que el servicio de habitación lehabía entregado. Fue la sacudida perfecta para hacer que se moviera. Hizoun último paso a través de la anodina habitación del hotel para asegurarsede que no se deja nada atrás. Él iba a desaparecer de la vida de Reggie tanrápido como había aparecido.

Por si acaso, que iba a hacer uno más conducción por... aunque notenía ni idea de lo que esperaba para salir de ella. Bueno, aparte de laposibilidad de una última mirada de Reggie sí misma. Él quería consolidar

su imagen en la cabeza, esa boca besable, esos rasgos afilados, y que elcerebro aún mayor.

Dios, era un idiota. La mujer era poco más que un cazador derecompensas, dispuesta a trabajar para cualquiera que pudiera permitirsesus servicios. Podría decirse que estaba en el lado de la justicia, pero esono la hacía nada menos que un hacker en el corazón.



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Lo que realmente le molestó más fue el recuerdo de lo que habíaprobado, y lo perfecta que la había sentido en sus brazos. ¿Era parte de sudescripción de trabajo, también? ¿Consiguió el dinero de bonificación paramostrarse cercana y personal cuando se encontrara con su víctima en larealidad?

No. No había sido una sorpresa demasiado y asombro en su beso paraque sea su proceso regular. Además, ella no tenía ni idea de que habíavenido por ella.

Había hecho su punto, y ella había hecho el suyo. Cuando regresara aSeattle, iba conseguir la ayuda de Cullen en averiguar quién la habíaazuzado en D.J. en el primer lugar. No es que importara. No tenía la menorduda de que sería capaz de solucionar ese pequeño problema, de unaforma u otra.

Que acaba de salir de los regentes y la incursión de Reggie en suservidor. Si sus chicos la encontraban, estarían por todas partes. Eso no

iba a ocurrir, no si podía evitarlo. Si alguien iba a saber todo sobre ella,este iba a ser él.

Oh, sí, definitivamente estaría de acuerdo con eso.

Sintiendose mejor que en toda la mañana, cogió sus maletas y sedirigió hacia la puerta.

******

Reggie dio vuelta a la manzana por segunda vez, desacelerando paraobservar a la gente ya sentada bajo el toldo en el pequeño café al aire libre.A pesar de la hora temprana y la lluvia intermitente, el lugar estaba yaocupado. Se suponía que debía reconocer su cita misteriosa por lachaqueta de color verde brillante que estaría usando y la revista queestaría leyendo. No había rastro de él todavía.

Ella metió las manos en los bolsillos de la chaqueta, teniendo lacomodidad de la pequeña pistola de aturdimiento que llevaba en un lado y

el aerosol de pimienta en la otra. Conocer a un total desconocido en el cafépodría no ser la cosa más tonta que jamás había hecho, pero había venidopreparada para lo peor. Incluso había tenido la precaución de no conducirella misma, tomando el tren en su lugar. Después que la reunión hubieraterminado, ella haría el retorno en una línea diferente de la de tren ligero ydespués tomaria un taxi de regreso a su apartamento.

También había tomado la precaución de enviar a Cody un e-mail enun intervalo de tiempo, que podría cancelar una vez que llegara a casa. En



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él, ella le contó lo que estaba haciendo y que algo debia haber salido mal sihubiera recibido su mensaje. Se había debatido largo y tendido sobre quéinstrucciones específicas le daría para que siguiese. Su primerpensamiento fue para que llamara a su jefe, pero había aprendido a lolargo de los años a confiar en sus instintos. Por alguna razón, ella estaba

convencida de que D.J. era la mejor opción, así que ella había enviado aCody su número de teléfono celular en su lugar. Iba a decir D.J. dospalabras: Paladines y regentes. Estaba segura de que él sabría qué hacer apartir de ahí.

Dios, tal vez ella sólo debe darse por vencida y regresar a casa ahoramismo. No hay daño, no hay falta. Pero mañana tendría que enfrentarse asu jefe, y ella tenía sólo esta única oportunidad para aprender más sobreesta organización secreta de Regentes antes de tomar su decisión sobre elKnightwalker infame. Sólo podía esperar que la curiosidad no matara algato, en este caso particular.

¿Cómo estaría de loco D.J. ahora que sabía que era una mercenaria?Por supuesto, él la habría encontrado con el tiempo. Se metió en suterritorio. No tenía ninguna razón para sentirse culpable, pero lo hizo.Había más en el hombre que un pirata informático por diversión. De ahí lacita que había hecho para un café y información.

Se acercó a la cafetería al aire libre con cautela y se sentó cerca de lasalida. El lugar estaba lleno gratamente de gente. No hay mucho quepodría ir mal en público. Cruzando los dedos para estar en lo cierto, ellapuso su orden y se sentó a esperar.

Treinta minutos más tarde se dio por vencida en su cita misteriosa y

salió de la cafetería. Obviamente no era la única en tener dudas. Iría acasa, cancelaria el e-mail a Cody, y se sentaría a ver una película con ungran tazón de palomitas de mantequilla. Algo triste por lo que sus lágrimastenían una mejor razón que ceer que faltaba a un hombre con el que sólose había reunido dos veces.

En la calle, una camioneta tipo panel abruptamente se retiró de uncallejón, bloqueando la acera, ya que esperó que el trafico se moviese.¡Idiota desconsiderado! Rodeó detrás de ella en lugar de pasar por la aceraen el borde de la calle muy transitada. Pero justo cuando ella se pusodetrás de la camioneta, se dio cuenta de su error.

Dos hombres estaban esperando. A pesar de su amplia formación,sus reflejos eran demasiado lentos. Apenas había metido la mano en laempuñadura de la pistola de aturdimiento cuando el hombre más cercanola tenía por el brazo y la arrastraba a la parte trasera de la camioneta. Diouna palmada con la mano sobre su boca con un trapo con nocivo olor, quesilencio sus intentos de gritar y llenó sus pulmones con un productoquímico que le hiso difícil mantener la concentración.



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Dentro de la camioneta, su cómplice cerró las puertasde golpe yrápidamente metió una aguja en su vena. Le dolía como el infierno y laasustó. Con el pulso para ganarle a una liebre, lo que había en la jeringarobó su fuerza primero y segundo su conciencia. El miedo se mezclo con laoscuridad y su nueva realidad aterradora desapareció.

******

— ¿Qué diablos?

Cody leyo el e-mail de Reaggie de nuevo. Luego se frotó los ojos eintentó una vez más. Nada habia cambiado, excepto la sensación demalestar en el estómago que se intensificó con cada lectura. Si se trataba

de una broma, él no se reía.

Bateó respuesta y le envió un breve mensaje — ¿Que demonios? — Mientras esperaba a que ella respondiera, él le dio un manaso en elnúmero de marcado rápido, tratando primero con su teléfono celular yluego el número de su casa. No hubo respuesta en ninguno de ellos, asíque dejó mensajes y colgó a ver si ella respondia.

Mientras esperaba, se paseaba por la corta distancia desde un lado aotro de su apartamento. Con sus largas piernas, sólo le tomó cinco pasosen cada dirección. No había espacio suficiente para caminar por sucreciente temor por Reggie.

¿En que estaba metida ella que había considerado necesario adoptaresa precaución? Por lo que él sabía, él era su mejor amigo. Si hubierahabido algún problema en el frente interno, él lo hubiera sabido, lo quesignificaba que tenía que ser algo relacionado con el trabajo.

El único caso caliente en el que se estaba trabajando era el deKnightwalker. ¿Si lo hubiera encontrado por que ella no le iba a decir algo?Una victoria de esa magnitud hubiera sido un gran logro para cualquierpersona en su negocio, dándole los derechos de fanfarronear por lospróximos años. Por supuesto, si el hubiera sido el que realizo elseguimiento del bastardo, él habría estado gritando la noticia a los cuatro

vientos.

Por otra parte, hacian toda su caza por ordenador. No habíanecesidad de conocer a alguien en persona. De mediar circunstanciasespeciales que requerían el cara a cara con los clientes, el Sr. DeLucamanejaba eso. Otra opción eliminada. Si esto tenía que ver con elKnightwalker, era el mismo hombre quien era la verdadera amenaza paraReggie.



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¿Habría disparado algún tipo de alarma, alertando al hombre por suinterés en sus asuntos? A pesar del estado de celebridad del hacker,Reggie era lo suficientemente inteligente como para no encontrarse con elhombre. No sin respaldo. Abrió la parte superior del estante y cogió unpuñado de chips de tortilla, alimentando su cuerpo con comida chatarra

para mantener su nivel de energía alto.¿Habia alguien que la tenía tomada con ella? Una respuesta saltó

hacia él. El gran Ed se había resentido con Reggie incluso antes del últimoincidente. Cody estaba dispuesto a apostar que el idiota realmente laodiaba, ahora que el jefe había apoyado su juego cuando había golpeado aEd en el culo para conseguir handsy.

¿Habría hecho Ed una apropiación de ella? No abiertamente. El granpatán era toda fanfarronería sin las bolas para hacerlo. Podría haberlaengañado de alguna manera sin embargo. Pero, ¿cómo y por qué? Todoesto no llevaba a ninguna parte a Cody. Si Reggie realmente estaba en

peligro, el reloj seguía corriendo.Comprobó su e-mail una vez más. Nada. El teléfono también se

mantuvo en silencio ominoso. ¿Qué podría estar mal lo suficiente para queella quisiera ponerse en contacto con D.J. en busca de ayuda, ¿pero no alas autoridades? No tenía ningún sentido. Alargó la mano hacia el teléfono.Ya era hora de alertar D.J. del problema, aunque Cody no quería hacerlo.

Después de todo, ¿cuánto tiempo hacia que Reggie había conocido aeste tipo? ¿Y qué tan bien? Bueno, esa última parte no era de suincumbencia, pero definitivamente había habido un montón de zumbidoenergía caliente entre esos dos la otra noche. Reggie nunca había actuado

así en contacto con personas en todo el tiempo que Cody le habíaconocido.

Él había tenido un enamoramiento grande un tiempo sobre Reggiedesde el momento en que se conocieron. Mirando hacia atrás, sospechabaque ella se había dado cuenta sobre eso, pero ella nunca lo había tratadocomo algo más que un amigo o tal vez un hermano menor. Eso estaba biencon él. Entre el trabajo y la escuela, él no tenía tiempo para hacer unmontón de amigos, y él no tenía familia.

Tampoco alla la tenia, para el caso. Así que era como lo más parecidoa un hermano que tenía, dependía de él para dar la alarma. Había de

notificar a D. J., pero él tenía toda la intención de hacer algunas preguntaspropias. ¿Como lo que significban Paladines y Regentes? ¿Y por qué aD.J.?

Si no le gustaban las respuestas que reciviera, él iba a llamar a lapolicía, y al Sr. DeLuca, y cualquier otra persona que pudiera ser capaz deayudar. No iba a perder a Reggie porque había confiado en el hombreequivocado.



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******

— Puedo traerte algo más — la camarera de mediana edad, preguntócon una sonrisa con hoyuelos.

D.J. estudió el plato amontonado con tocino, huevos y picadillomarrones y negó con la cabeza. — Esto va ser para empezar.

Ella se echó a reír. — Me encanta un hombre con un apetitosaludable. Avísame cuando estés listo para los segundos... o el postre, — añadió con un guiño.

Él le devolvió la sonrisa. — No te preocupes. Lo haré.

D.J. metió la mano en la comida cargada de colesterol con gusto y sinpesar. Gracias a su trucado metabolismo Paladín, él no tenia quepreocuparse por esas cosas. Después de sólo un puñado de comida, suteléfono celular sonó. Él lo sacó del bolsillo de su camisa y miró lapantalla. No era el número que tenía de Reggie, pero fue a partir del códigode área de Portland. Tal vez ella estaba llamando desde el trabajo.

Sólo hay una manera de averiguarlo. Pulsó el botón y ladró: — Metienes. Habla.

Una voz vagamente familiar tartamudeó — ¿D.J.?

¿Quién diablos? Entonces se le ocurrió. — Cody, ¿cómo conseguistemi número?

Sonando más seguro esta vez, Cody dijo: — Reggie me dijo que tellamara si desaparecía.

El tenedor de D.J. resonó a la mesa mientras intentaba tragar el nudoen la garganta que no tenía nada que ver con los huevos que acababa detragarse.

Tenía que coger el vaso de agua y tomar un trago antes de quepudiera ahogar cualquier tipo de respuesta. — ¿de qué diablos estáshablando? ¿Qué quieres decir con que ha desaparecido?

El aliento de Cody llegó en harapos andrajosos. — Reggie nunca me

dijo lo que había planeado para hoy. Ella me envió un correo electrónicodiciendo que si lo tengo, es que había tenido problemas. Tenía quellamarlo a usted y a nadie más. Ella no contesta su teléfono o mi correoelectrónico.

Hijo de puta, ¿en qué tipo de problemas se había metido la mujer? —

¿Había algo más?



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— Oh, sí, ella dijo que te dijera dos palabras: Paladines y Regentes.¿Es algún tipo de código?

Por un segundo, el mundo D.J. giro hacia atrás. — Sí, lo es.

— ¿Qué quiere decir?

Al igual que él iba a decirle al chico que. — Mira, Cody, yo no estoy enun lugar en el que pueda hablar. Te llamo en unos minutos, pero estoy encamino. No estoy en Portland ahora, así que me va a llevar un tiempo paravolver a ti. Al mismo tiempo, mantente alejado del lugar de Reggie. No esseguro.

Colgó antes de que el chico pudiera hacer más preguntas y se dirigióa la salida después de dejar un montón de dinero sobre la mesa. Sucamarera lo intercepto, con aire preocupado.

— ¿Está todo bien? ¿Había algo mal con su comida?

— No, señora, que estaba delicioso, pero me dieron una llamada deemergencia. Dejé el dinero sobre la mesa.

La mujer le cerró el paso. — Espera aquí. Vuelvo en un minuto.

Ella se había ido antes de que pudiera protestar. Mientras esperaba,hizo todo lo posible para buscar la calma cuando por dentro estaba todo locontrario. ¿Qué clase de lío se había metido Reggie? ¿Acaso no le habíaordenado que se quedara fuera del negocio Paladín? Era evidente que nohabía escuchado.

Bueno a su palabra, la camarera estaba en su camino de regreso conuna bolsa en una mano y un café de altura en el otro. — Aquí, toma esto.

Vas a necesitar toda tu energía para cuidar de esa emergencia.D.J. sonrió y cogió su cartera otra vez. Ella ya estaba negando con la

cabeza. — No, sólo sigue adelante. Te he retenido el tiempo suficiente.

Él aceptó los regalos y luego se inclinó para besarla en la mejilla. — Gracias, eres un salvavidas.

Ella se sonrojó, pero su gesto claramente la había complacido. – Detente aquí la próxima vez que pase.

— Lo haré, — prometió y se marchó a la playa de estacionamiento.

En el exterior, se puso su taza de café en el techo de la cabina,

mientras pona sus dedos alrededor de las llaves. Gracias a Dios que habíarellenado el tanque de gasolina antes de parar a comer. Ahora no habíanada entre él y apresurarse para rescatar a Reggie excepto 60 millas decarretera. No podía arriesgarse a perder el tiempo al ser detenido por lapolicía. Tenía que mantener su velocidad cerca de los límites fijados, apesar de la tentación de conducir como un murciélago salido del infierno.



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Una vez que estuvo de vuelta en la autopista y cruzando en el carrilrápido, marcó el número de Cody. Contestó al primer timbrazo.

— Cuéntame todo.

No le tomó mucho tiempo. Todo el chico realmente se sabía nada

sobre el correo electrónico Reggie lo había enviado. D.J. lo había leído envoz alta, dos veces, pero no había nada en él que incluso dio a entenderacerca de lo que había estado haciendo aparte de las dos palabras decódigo.

— Bueno, Cody, hiciste lo correcto al seguir sus instrucciones. Estoy apunto de una hora al norte de Portland. Voy rumbo a su primer lugar paralos dos de nosotros puede comprobar fuera de apartamento de Reggie juntos. Vamos a averiguar a dónde ir desde allí.

— Dame una buena razón por la que no debería llamar a la policía. —

Bueno, por lo Cody no iba a seguir D.J. ciegamente. Eso le hizo

respetar el chico aún más. — Por ahora, porque Reggie dijo que no. Tenía buenas razones para

ello, los que yo no comparto contigo por teléfono. Puedes confiar en mípara hacer lo que es mejor para ella, pero también entiendo que tu notienes ninguna razón para creer eso. Pero no te miento cuando te digo quela policía no puede ayudarte, e incluso podría empeorar las cosas paraella.

— Y ¿quiénes son los paladines y los regentes esos que mencionó?

— Voy a decirle todo lo que pueda cuando llegue allí. Ahora voy acolgar para que pueda manejar.

— Está bien, pero llega hasta aquí tan rápido como puedas. Ella ya sefue hace horas. De hecho, llámame cuando llegues a la ciudad y mereuniré contigo en su apartamento. Eso te ahorrará tiempo.

D.J. agarró el volante con tanta fuerza que su dolor de manos. Reggienunca se lo perdonaría por dejar que su joven amigo pie derecho en unatrampa. Le inyectó tanta autoridad en su voz que pudo. — No, no vayas aninguna parte cerca de su casa solo. Podrían estar vigilandola.

Esperó a dejar que se hunde mucho y luego añadió: — ¿Lo tienes?

Cody no lo dudó. — Sí, pero es mejor que arrastrates el culo. Voy a

esperar una hora y no más de un minuto. Si no estás estacionado afuerade mi puerta para entonces, voy a llamar a la policía. ¿Se entiende?

Chico Cojonudo. — Sí, chico duro. Ya lo tengo.



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eggie gimió y trató de abrir los ojos. De inmediato lamentó elimpulso, cuando se puso de toda una letanía de quejas, desdenáuseas hasta un dolor punzante detrás de sus ojos. La buena

noticia era que ella tenía que estar viva. La muerte no podía doler tanto.

Ese breve vistazo había sido suficiente para demostrar que todavíaestaba dentro de la camioneta. Bueno, el giro más positivo fue que ella noestaba peor de lo que había estado. El interior de la camioneta no le decíamucho, por lo que mantuvo los ojos cerrados y se concentró en lo quepodía aprenderse a través de sus otros sentidos.

El camión estaba aún en movimiento, lo que representa, en parte, porsu dolor de estómago. Ella nunca había tolerado a caballo en el asientotrasero de un coche, y mucho menos que se acuesta en la cama sin rellenode un camión y sentir cada bache en el camino. Podía oír el sonidoapagado de la radio procedente de la cabina del camión, pero aparte deenseñarle que el conductor le gusta Vintage Rock and roll, no fue demucha ayuda.

Bueno, a menos que el deejay ocurrió mencionar el tiempo. Seríabueno saber cuánto tiempo había estado inconsciente. No había manerade saber a ciencia cierta, pero espero que Cody hubiera recibido su e — mailpor ahora. Había odiado ponerse en contacto cin D.J., pero estaba

bastante segura de que seguiría sus instrucciones. Dios, eso esperaba. Lospolicías finalmente podría encontrarla, pero probablemente no hasta quesu cuerpo estuviera frío.

Al menos D.J. podría saber por dónde empezar a buscar. El hombrese pondría furioso, pero no tenía ninguna duda de que había ido cobrandoal rescate.



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Dios, odiaba sentirse impotente. ¿Cuántas horas había pasado enclases de formación en defensa personal para terminar atada como unpavo, sola y sufriendo? Una lágrima rodó por su mejilla, la primera devarias. Sería agradable pensar que sus ojos estaban regando, pero esosería una mentira. Estaba aterrorizada de lo que podría pasar a manos de

sus captores. Si su intención era simplemente matarla, seguramente ellano seguiría respirando ahora.

¿Qué es lo que han planeado para ella? Ella se negó a seguir esa líneade pensamiento. Las posibilidades eran demasiado numerosas y corriótoda la gama, de terribles males.

El camión de repente hizo un giro brusco y luego se redujo a unaparada, el envío de su balanceo de un lado de la camioneta hacia el otro ygolpeando su cabeza. A pesar de la nueva ola de dolor, podía oír el chirridodel metal contra el metal. Tan pronto como el ruido se detuvo, el camión sesacudió de nuevo hacia delante. A través de una puerta, tal vez? Si es así,

probablemente significaba que estaban a punto de alcanzar el final de lalínea.

Bueno, eso era de mal agüero.

Los medicamentos deben haber estado limpiando fuera de su sistema, ya que su mente se sentía como si estuviera golpeando finalmente a todamáquina. Ella no podía yacer allí sintiendo lástima de sí misma. Comomínimo, debería estar tratando de liberar sus pies lo suficiente para patearal bastardo siguiente que puso sus manos sobre ella.

Mejor aún, si pudiera ponerle las manos sueltas, podría ser capaz deencontrar un arma improvisada o incluso localizar la chaqueta y recuperar

su pistola eléctrica. En esta ocasión, se obligó a abrir los ojos y parpadeóhasta que su pequeña parte del mundo entró en foco. Por desgracia, susmanos estaban bien apretados con lo que parecía ser una de esaspersonas tiras de plástico para atar cables.

A menos que hubiera un borde afilado a mano que podría usar paracortar a través del plástico, ella estaba fuera de suerte. Sus pies noestaban atados, sin embargo. Si era capaz de patear a sí misma libre desus captores, por lo menos ella podía correr. Pero, ¿dónde? No habríamanera de saber si el escape era incluso posible hasta que ella supieradónde la había sacado. Ella podría ser diez cuadras de su casa o cien

millas.Piensa, Reggie, piensa. Incorporándose podría ayudar. Moverse era

torpe con las manos atadas detrás de ella, pero no imposible. Ella logró enel segundo intento, ayudado cuando el camión se tambaleó hacia un lado,que la envió tambaleándose en sólo la dirección correcta.

Si el conductor y su compañero estaban al tanto de su movimientoalrededor, que no dieron muestras de ello. Tal vez no la oía por la pared



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que separa la cabina de la parte trasera de la furgoneta. Había unapequeña ventana, pero ninguno de ellos había incluso miró a través deeste para ver cómo está.

Ella reevaluar su situación ahora que estaba en posición vertical ycapaz de mirar a su alrededor. Su chaqueta se arrojó en la esquina

trasera. Ella pulgo desparasitado su camino hacia allí, esperando contratoda esperanza que se habían olvidado de revisar los bolsillos. Tenía quedar la vuelta e inclínese hacia atrás para recogerlo. Después de variossegundos de duración de tientas, lo único que aprendí fue que los bolsillosestaban vacíos. Sus captores lo habían llevado todo.

Dejó caer la chaqueta hacia abajo, tratando de no dejar que ladecepción de su paralizar por el miedo. Bien, ¿qué más había traído conella? ¡Su teléfono celular! Tenía un chip GPS en el. A menos que alguien lohubiera desactivado, no le llevaría a D.J. mucho tiempo para rastrear suparadero una vez que pensaba en eso.

Si pensaba en eso.Empujó ese poco de duda a la derecha de la cabeza. Este no era un

hombre ordinario que estaba hablando. Fue el Knightwalker, uno de loshackers más importantes del mundo. No había mucho que no sabía sobreel mundo cibernético y cómo manipularlo. Y Cody estaría justo ahí a sulado para ayudarle.

El camión había frenado a paso de tortuga, y había estado un par deminutos desde la última vez había oído ningún tráfico parece. Sin duda sehabía ido detrás de la vía pública. La suspensión se recuperó duro un parde veces y luego alisó de nuevo.

El silencio era aún más intenso cuando el camión dejó de moverse porcompleto y el motor se apagi. Todo se sacudió un poco cuando los doshombres en el frente se bajaron. Ella contuvo la respiración, esperando aver si venían por ella.

No, sus pasos rápidamente se desvanecieron. No sabía si sentirsealiviada o aterrorizada que la habían abandonado por el momento. Elsilencio se extendió llevando a sus nervios hasta el punto de ruptura.¿Moriria en este cubo del moho, sola y gritando por ayuda que nuncallegaría?

La histeria no resolvería nada. En lugar de ceder a esta, ella estudió laparte trasera de la camioneta. A menos que estuviera bloqueada o cerradacin candado desde el exterior, podría ser capaz de patear abrir y gritarpidiendo ayuda.

El único problema con ese plan era que alguien más probablemente losuficientemente cerca podría oírla y si estaba confabulado con suscaptores. ¿Por qué si no iban a pie, dejándola sin supervisión? Si hubieran



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subestimado cuánto tiempo estaría inconsciente o que sabían que eraimposible escapar? De cualquier manera, tenía que intentarlo.

Pasando rápidamente al centro de la plataforma del camión, estudiólas puertas. El mango sería más fácil de manipular con las manos, peroluego se arriesgaría a caer hacia atrás si perdía el equilibrio. Con la punta

de su zapato empujó él mango hacia abajo y hacia los lados. ¡No estabacerrada! En el segundo intento, se las arregló para liberarlo y usó su piepara empujar lentamente la puerta lo suficientemente abierta como paramirar hacia fuera.

Ella estaba en un almacén, uno abandonado debido a su deterioradoaspecto. La luz se filtraba por algunas tragaluces sucias generales parailuminar el lugar lo suficiente para que ella pudiera ver una puerta al ladode una puerta de garaje más grande. Se alivió sus pies hasta el suelo, yendo lo suficientemente lento como para asegurarse de que no hacía faltaser un disparo de cabeza al suelo.

Una vez que ella estaba de pie, tuvo que apoyarse contra la camionetade apoyo hasta que el vértigo girando disminuyo. Por lo menos no he vistoningún otro pueblo de donde ella se encontraba. En lugar de sacar aciegas, se desplazo hasta el borde de la camioneta y volvió a mirar en ladirección que ella adivinó sus captores se habían ido. No había nadie a lavista, pero había una escalera que conduce a una oficina en la partesuperior. Las luces estaban encendidas allá arriba, resaltando las siluetasde dos hombres.

Hora de empezar a moverse. Ella estaría a la vista si miraban haciaabajo. En lugar de dirigirse directamente a la puerta, atraveso a la esquina

en un ángulo de cuarenta y cinco grados a la camioneta, manteniéndolaentre ella y el piso de arriba los hombres.

Ella respiraba con dificultad, sobre todo de los nervios, cuando llegó ala pared de forma segura, pero ella siguió caminando. Ella permanecioagachada, barreando a través del frente del almacén, más allá de la puertadel garaje a la salida. Esta vez ella no tuvo más remedio que darse lavuelta para que poder abrir con las manos atadas.

Maldita sea, que estaba cerrada.

Se enfrentó a la puerta de nuevo y se inclinó para estudiar lacerradura. No debería ser un problema. Sintiendo su camino con sus

dedos, encontró el pestillo con bastante facilidad y suspiró con aliviocuando se volcó. Agarrando el pomo de la puerta ella inclinó su cuerpo conel fin de darle la vuelta. Una vez más, el éxito.

Ella abrió la puerta lo suficiente para ver que todavía estaba fuera dela luz del día. A menos que los dioses estaban sonriéndole a ella esta vez,un repentino destello de luz brillante estaba obligado a llamar la atenciónde sus captores.



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Era ahora o nunca, ya que no se quedaría encerrado en esa oficinasiempre. Reggie no dudó, echando el cerrojo a través de la estrechaabertura derecha y dos hombres de pelo largo vestidos con trajes negros a juego. No había ningún coche a la vista, así que ¿de donde había venido?No es que importara. Por lo general estos dos hombres no sería su primera

opción de equipos de rescate, pero ahora no podía permitirse el lujo de serexigente.

— Por favor, ¡tienen que ayudarme! ¡Me han secuestrado!

El más alto miró a su compañero con una sonrisa freaky. — Debe serla que nos prometieron.

No necesitaba oír ni una palabra, y echó a correr. La alcanzaron entan sólo unos pocos pasos. El segundo hombre aferró a Reggie por el pelo yla arrastró de vuelta por donde había venido. A medida que la empujódentro del almacén, podía oír a los hombres de arriba golpeando abajo delas escaleras. Lo que es peor Los dos hombres de negro esperaban a que

los demás se unieran a ellos. El más alto la libero, pero se quedó a pocadistancia de agarre. Él la miró, con la cabeza inclinada hacia un lado.

— Es un poco en el lado pequeña, pero supongo que no puedoquejarme. Al menos ella es luchadora. Me gusta eso en mis mujeres.

Cuando su compañero se echó a reír, la última esperanza de Reggiemurió.

******

Cody merodeó el estacionamiento frente a su edificio deapartamentos. Los segundos fueron marcando los segundos. Si esa ratabastarda de D.J. no se presentaba en los próximos cinco minutos, Codyiba a hacer realidad su amenaza de llamar a la policía. Él sólo deseabasaber si eso pondría en más peligro a Reggie y sus las posibilidades desupervivencia.

¿En qué demonios se había metido ella? D.J. mejor le ofrecía algunas

respuestas directas, y rápidamente. Se detuvo en la esquina de la calle yescaneado en las cuatro direcciones. No había señales todavía de la madrede camión grande. ¿Dónde estaba? Si D.J. no recordaba dónde vivía Cody,todo lo que tenía que hacer era llamar para pedir direcciones. El hombretenía su número.

Una vuelta más y eso sería todo. Cody comenzó de nuevo en torno ala suerte, esperando contra toda esperanza que este sería su último viaje.Había ido a mitad de camino cuando por fin sonó su celular. Cuando vio el



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número, maldijo. No era D.J., pero el Sr. DeLuca. ¿Qué diablos quiere el jefe un domingo? Cody no tenía previsto trabajar hasta la tarde del martes.

Se aclaró la garganta y respondió. — ¿Qué pasa, jefe?

— Siento molestarte en tu día libre, Cody, pero me preguntaba si

habías oído hablar de Reggie. Le dejé un mensaje ayer, y ella no me harespondido.

¿Qué tan preocupado estaba? Era difícil de juzgar. La tentación deconfesar todo era casi abrumadora. El Sr. DeLuca era un hombre de pie, yCody tenía muchas razones para confiar en él de las que renia en D.J.Antes de que pudiera soltarlo por completo, sin embargo, oyó el ruido deun motor fuerte que venía hacia él. Al ver D.J. entrando en elestacionamiento reforzo la determinación de Cody a seguir lasinstrucciones de Reggie.

— No, señor, yo no la he visto desde ayer por la mañana cuando los

dos nos fuimos de compras juntos. Reggie no mencionó ningún planespecífico para hoy, pero tenía un amigo de fuera de la ciudad que sepresento inesperadamente. Tal vez salieron el fin de semana.

No estaba exactamente mintiendo, pero estaba seguro de zócalo cercadel extremo más alejado de la verdad. Al menos el Sr. DeLuca parecíocomprarlo. Definitivamente sonaba aliviado cuando él volvió a hablar.

— Muy bien, muy bien. Probablemente eso lo explica todo. Sólo queríaasegurarme de que no había tenido problemas con el caso que ha estadotrabajando. Disfruta de lo que queda de tu fin de semana, Cody.

— Lo haré, señor. Usted haga lo mismo.

Colgó, y se dirigió directamente a camión D.J., y subió, El hombre ledio el teléfono celular una mirada mordaz.

— No creo que haya ninguna posibilidad de que fuera un llamado deReggie.

Cody negó con la cabeza mientras se ajustaba el cinturón deseguridad. — Eso quisiera. Fue nuestro jefe preguntando si yo había oídohablar de ella. Evidentemente, dejó un mensaje para ella ayer, pero ella nole devuelve la llamada.

D.J. ya estaba tirando a la calle. — ¿Qué le dijiste?

Dios, Cody esperaba que él hubiera hecho lo correcto. — Le dije quetenía un amigo de fuera de la ciudad apareció sin previo aviso.

— Rápido de pensamiento. Apegarse a la verdad es siempre lo mejor.No podemos guardar silencio indefinidamente de su desaparición, pero noscompró algo de tiempo.

Como si duda detección de Cody, D.J. le lanzó una rápida miradacuando él se detuvo en la señal de pare en la manzana. — Sé que esto es



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difícil para ti, Cody, y te prometo que te contaré todo lo que pueda. Pero simis sospechas son correctas, créeme cuando digo que las autoridadesregulares no están preparadas para hacer cualquier cosa par Bueno, esosonó mal.

— ¿Estás pensando terroristas? ¿Por qué iban a ir tras alguien como

Reggie?D.J. no respondió de inmediato. Cuando lo hizo, fue obviamente

cobertura sus apuestas. — No son terroristas, no del todo, al menos queusted ha oído hablar. Estoy pensando que Reggie logró despertar un nidode avispas. Cuando ella asomó su linda nariz un poco donde ella no devia. Traté de advertirle, pero sospecho que ella escribió el libro sobre los tercos.

Cody había repantigado en la esquina, pero se enderezó y dio unapalmada en la frente. ¿Por qué no se me habrá ocurrido eso? Sé que estodebe ser. Ese hijo de puta. Y yo que estaba dispuesto a culpar a Gran Ed.

D.J. le lanzó una mirada de perplejidad. — ¿Qué hijo de puta? ¿Yquién diablos es el Gran Ed?

— Gran Ed trabaja con nosotros dos. — Cody frunció el ceño. — ¿Sabes en lo que Reggie se gana la vida?

La sacudida en realidad sonrió. — Sí, lo sé. Ella persigue a los piratasinformáticos. Supongo que tú también. Ayudadas a Reggie.

— Sí, bueno, Gran Ed solía ser el más malo de lo malo a la hora decazar a los piratas informáticos con los que nuestros clientes estabanteniendo problemas. Reggie asumió el cargo de arma superior al momentoen que ella se unió a la compañía. Solo ha pasado un mes desde cuando

ella encabeza la lista. — Supongo que este Gran Ed tiene un problema con eso.

Cody asintió. — Sí, él había estado dándole un mal rato, perofinalmente aprendió a no meterse con Reggie. — El recuerdo aún le hizosonreír. — La hostigó durante un tiempo.

D.J. claramente no le hizo gracia, aunque. — ¿Qué pasó?

— Le dijo algo en voz baja y tocó más de su hombro, si usted meentiende. Reggie puso su silla sobre un pie y luego le dio un codazo en susposesiones más preciadas. El pobre bastardo estuvo caminando divertido

por horas. — No sólo eso, sino que nuestro jefe lo vio todo. Él le dijo a Ed en

frente de todo el mundo que él estaría buscando un nuevo empleo siintentaba algo así de nuevo.

— Debería haber sido expulsado de la acera en ese momento, — D.J.gruñó. Sus ojos estaban ardiendo cuando preguntó. — ¿Por qué piensaque no es él es el que está detrás de esto?



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— Un par de razones. En primer lugar, Ed es básicamente un cobarde.El hombre fue humillado en frente de la oficina, pero él se echó atrás anuestro jefe, que es la mitad de su tamaño. Más importante aún, Reggienunca estaría de acuerdo en encontrarse con el hombre fuera del trabajo.Ella es más inteligente que eso.

— Nosotros todavía le echaremos un vistazo, — D.J. dijo, asintiendocon la cabeza. — Pero, ¿quién es el otro piensa que puede estarinvolucrado?

— El Señor DeLuca, nuestro jefe, le dio a Reggie un proyecto especialpara trabajar hace un par de semanas atrás. Se supone que es la caza deun hacker que es prácticamente una leyenda. Reggie ha sido muyreservada sobre el caso, pero creo que podría haberlo encontrado. Ella haestado actuando divertida por los últimos días.

Cody hizo una pausa mientras se dirigían al estacionamiento deReggie. Había tenido la esperanza de que sus luces apartamento estarían

prendidas y que todo esto había sido un gran malentendido. No hubosuerte. Sintiéndose un poco enfermo, terminó su historia.

— Ella estaba cazando a Knightwalker... y creo que el hijo de puta sela llevó.

Bueno, era difícil no reírse. La situación no era tan divertida, pero elchico había caído en el melodrama. Al menos D.J. podría tranquilizar aCody que Reggie no estaba en las garras de la Knightwalker. Él realmentedeseaba que así fuera.

Le encantaría ser el centro de toda esa energía intensa que llevaba

alrededor de ella, pero ahora no era el momento para ese tipo depensamiento. Estacionó el camión y se acercó a mirar Cody directamente alos ojos, esperando que el chico fuera a creer lo que estaba a punto dedecirle.

— Es bueno que estes pensando en las posibilidades, pero sé que esun hecho que el Knightwalker no la tiene.

Cody le dirigió una mirada escéptica. — Y ¿cómo puedes saber algoasí? Si ella no me dijo nada de lo que ha encontrado, seguro que no te lodiría.

— No me cabe duda de que ella confía en ti más de lo que hace en mi,

pero tengo una cosa a mí favor.Él puso su mano sobre el hombro de Cody. — Ha estado realmente

persiguiendo al Knightwalker durante meses, no sólo los últimos días, ysupongo que ella lo estaba haciendo tan sólo por el placer de hacerlo. Eresun hacker de ti mismo. Ya sabes lo mucho que nos encantan los retos.

Cody asintió con la cabeza y frunció el ceño. — Sí.



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— Así que desde la primera vez que ella encontro al Knightwalker, ellaha estado enviándole los pequeños correos electrónicos secretos sólo paraser un dolor en el culo. Y al ser la clase de tipo que no se toma bien eso deser acostando, él cambió las tornas y se presentó en su puerta.

— ¿Cuándo? ¿Por qué no me ha dicho algo?

D.J. ofreció a Cody su mejor sonrisa de tiburón. — Porque ustedestaba parado justo allí cuando él llamó a la puerta, o mejor dicho, cuandollame a la puerta.

No pasó mucho tiempo para que el niño hiciera los cálculos. Pasó deperplejo al completo cabreado entre un segundo y el siguiente.

— ¡Hijo de puta! ¿Dónde está ella? — Cody encogió la mano de D.J. yluego lanzó un golpe directo a la mandíbula del hombre.

En lugar de esquivar, D.J. dejo que el golpe conecte y su cabeza cayócon fuerza. Maldita sea, Cody dio de lleno un gran impacto, pero el niño lo

necesitaba para quemar algo de su enojo y preocupación por su amigaantes de que pudiera empezar a pensar con claridad otra vez.

D.J. se frotó la mandíbula. — ¿Te sientes mejor?

Cody lo miró como si estuviera loco, pero luego asintió mientrascautelosamente flexionó su mano. D.J. no fue el único herido por el golpe.Eso pareció justo.

— Entremos donde podamos hablar sin llamar la atención sobrenosotros mismos.

Cody comenzó a cruzar el estacionamiento, pero luego se detuvo. — No

tenemos una llave. — Verdad. Eso nos retrasará, pero no nos detendra. — D.J. dio unas

palmaditas en el paquete de herramientas que había pegado en el bolsillode su camisa.

— ¿En serio?

— En serio.

— Genial.

Diez minutos después estaban en el apartamento de Reggie. Esta vezD.J. no dudaría en buscar en su dormitorio. De hecho, él convertiría todo

el maldito lugar del revés, si eso es lo que hacía falta. Por mucho que élprefiere proteger la delicada sensibilidad de la mujer, este no era elmomento. No podían permitirse el lujo de salir de cualquier posible pistapor descubrir, no con su vida en juego.

— Empiezas en la cocina. Voy a empezar por detrás. Busca cualquiercosa fuera de lugar, cualquier señal de que no se iba por su propiavoluntad.



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Cody se quedó donde estaba. D.J. pensó que sabía lo que venía yesperaba a él.

— Así que tú eres el Knightwalker.

— Sí, lo soy. Tu amiga es la única que ha conseguido nunca

localizarme. Como he dicho antes, ella ha estado pasando a través detodas mis defensas y dejándome mensajes durante un par de meses. Suavatar ha sido capaz de seguir al mío, incluso cuando lo cambié.

Dejó que su admiración por el espectáculo de Reggie. — No puderesistirme a rastrearla. Fue un trabajo bastante dificil de jakear que hehecho. Ella es muy buena.

El chico empezó a ir a través de los cajones de la cocina. — Pero siUsted no es responsable de la desaparicion de Reggie, entonces estamos devuelta a Big Ed de nuevo.

Aquí llegó la parte donde D.J. tenía que hacer algo de baile alrededor

de la verdad. — No exactamente. Yo trabajo para una organización quevalora su privacidad. Se las arregló para entrar en algunos de los archivossecretos que podrían haber desencadenado una alarma. Si es así, puedeque hayan llegado por ella.

Cody sacó un montón de papeles del cajón de la cocina. — ¿Podríaesto tener algo que ver con esto?

Hijo de puta, sabía que debería haber tomado el papel de la historiaPaladín de Brenna. — Sí, es posible. Me quedo con eso.

D.J. Extendió la mano con los diarios, esperando pacientemente paraver si Cody se rindia y se los entregaba.

— Se lo que está en ellos — le preguntó, pero sus ojos se movieronabajo y hacia la izquierda.

Maldita sea, ¿el chico había leído el manuscrito también? Eso seríaotra mierda clúster en el mercado.

— Algo que no quieres saber. No a menos que quieren lo mismo lesuceda a ti. ¿Me estás escuchando?

Cody asintió con la cabeza cuando finalmente se los ofreció. — No haynada más en la cocina que este fuera de lugar.

— Está bien, arranca su computadora mientras hago una revisiónrápida de su dormitorio y el baño. Yo ya vuelvo.

Se detuvo el tiempo suficiente para ejecutar los trabajos a través de latrituradora en la esquina por si el chico no había leído ya través delinforme. Antes era un poco de su valioso tiempo, pero D.J. No podíaarriesgarse a dejar que su curiosidad de Cody sacara lo mejor de él.



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El baño parecía el mismo que el día anterior, y su habitación era máso menos lo que esperaba. Si hubiera tenido que elegir dos palabras paradescribir su guarida más privada, iba a escoger – colorido y cómodo.- Lacama estaba hecha y todas sus ropas estaban perfectamente bienguardadas o en el cesto.

El único un poco desordenado era la pila de libros en la mesilla denoche. Se detuvo el tiempo suficiente para comprobar su buen gusto en elmaterial de lectura. Sí, tal como lo esperaba. Ella era un armarioromántico. Pasó junto a su puesto ese pedazo de encaje negro de grantamaño por debajo de sus camisetas y pantalones vaqueros.

Estudió las tapas de los libros. Todos mostraban a algunos muymusculosos chicos que llevaban una espada o una pistola. Uno de losmodelos incluso tenía un hacha de doble hoja al igual que la que D.J. amenudo luchaba.

¿Qué pensaba de los Paladines? Había apostado a que ella encontró

su historia a ser tremendamente emocionante. Lástima que la realidad estodo lo contrario. Era difícil idealizar su propia vida, sobre todo cuando setrataba de una fuerte dosis de matar en una base regular.

El fondo para el problema en cuestión. No había nada más queaprender de la propia vivienda. Se dirigió de nuevo a la sala para ver siCody había logrado entrar en los archivos informáticos de Reggie.

— ¿Ha habido suerte?

El joven hacker miró hacia atrás por encima del hombro con un gestode frustración. — No hasta ahora. Las contraseñas que no debía saber que

todo ha cambiado. — No hay sorpresa. Si ella era como D.J., una vez quehabía hecho contacto directo, ella habría ido a través de su sistema ycambió todos sus ajustes.

— Déjame intentarlo.

Cody se quedó donde estaba. — No le va a gustar que tú hurgaste ensus archivos. Ella estaría enfadada conmigo, pero en tu caso, ira como unbasilísco. Es posible que desee recordar lo que le hizo a Gran Ed. La mujertiene un mal genio cuando ella es provocada. Además, si nuestro jefe seentera, ella y yo, ambos estaremos buscando trabajo.

— Si tu jefe valora la seguridad de la empresa más de lo que valora a

sus empleados, él no merece ninguno de los dos.Cody hizo una mueca. — Para ti es fácil decirlo. Tengo la matrícula

debido a un par de semanas. Finalmente me estoy acercando a mi título yno puedo permitirme el lujo de volar ahora.

D.J. entendido exactamente dónde está el chico venía. Había luchadopara llegar a la universidad por su cuenta, también. — No te lo sudes.



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Tengo contactos en el negocio. Si todo esto va al infierno, me aseguraré deque tengas algún tipo de trabajo que deseas.

Él también lo haría. De hecho, los Regentes siempre podrían utilizarotro pirata informático residente en la nómina.

— Ahora sal de mi camino.Cody dejó vacante la silla. — Voy a mirar por encima del hombro.

— Yo no lo haría de ninguna otra manera. Lo primero es lo primero,aunque. Voy a ver si puedo rastrear a través del chip GPS en su teléfonocelular.

No hay dados, pero eso no le sorprendió. Si los hijos de puta que lahabía tomado tenían un funcionamiento de las células cerebrales,desactivar su teléfono hubiera sido una de las primeras cosas que habíahecho. Aún así, había continuado monitoreando la situación por si acaso.

Ahora a sus ficheros.

Después de eso, el único sonido en el apartamento era el golpeteo delas teclas del ordenador y el tic-tac del reloj.



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Tan pronto como Cody salió por la puerta, D.J. regresó al ordenadorpara estudiar los expedientes que había descubierto. Así como habíatemido, Reggie había disparado una alarma en la sede de los Regentes.Pero por lo que él sabía, habían montado una defensa contra la incursión.Había protocolos definidos en el lugar para tratar este tipo de situaciones,

pero ninguno de ellos había sido activado.Es cierto que podría estar tratando de ocultar sus acciones, pero

había dejado una puerta trasera o dos en sus programas de seguridadcuando él y Cullen los diseñaron. Después se acerco al problema desdetodas las direcciones posibles, no encontró ninguna señal de que estabanoficialmente a la caza de Reggie.

Eso lo dejó a un no oficial, fuera-de-los-libros de respuesta, unaproposición mucho más aterradora. Si hubiera tenido cualquier duda deque eso era lo que estaba pasando, habían sido defraudadas cuando porfin se metió en e-mail personal Reggie Efectivamente, alguien había

colgado una promesa de información sobre los Paladines y los Regentesdelante de ella, y ella obviamente había mordido el anzuelo.

¿Estaban usando el talento local? La mayor parte de los Regentes ysus lacayos se encontraban estacionados en el Medio Oeste. ¿A quién hanutilizado aquí? Definitivamente no es alguien de entre los propiosPaladines.

¿Podría conseguir algo más apretando arriba? Dios sabía quien latenía o cuáles eran sus planes. Comenzó una búsqueda más exhaustiva através de los archivos de los Regentes para determinar al culpable másprobable.

No le tomó mucho tiempo. Sólo había un puñado de personas quetenían ese tipo de talento. Él guardó sus descubrimientos en undispositivo de memoria para pasárselo a Cullen. Tal vez él tendría mejorsuerte.

Demasiado inquieto para mirar a la pantalla por más tiempo, D.J.salió al pequeño balcón de Reggie por un poco de aire fresco. Él respiróhondo y miró hacia el estacionamiento, donde vio a Cody. D.J. volvió aentrar para esperarlo, pensando que no era inteligente pasar muchotiempo al aire libre donde los vecinos de Reggie le pudieran localizar. Nohabía manera de saber si ellos eran la clase de gente que llevaba la cuenta

de sus asuntos. Es mejor errar por el lado de la precaución.Cody se deslizó a través de la puerta.

— Espero que te gusten los sándwiches cargados, porque eso es lo quetengo.

— Perfecto. Después de comer, te voy a mostrar lo que he encontrado.



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Como D.J. sacó fuera el alimento, Cody sacó platos y cubiertos. Antesde que él le diera un mordisco, hizo una pausa, con expresión preocupada.

— ¿Piensas que Reggie esté bien?

— Sí, por ahora. — D.J. se concentró en pelar la envoltura de su

sándwich, sobre todo para ocultar su propia preocupación. — No tepreocupes, Cody. La encontraremos.

— ¿Y luego patearemos sus culos?

— Oh, sí, definitivamente haremos eso, también. Ahora come. Lonecesitas para mantener tu fuerza.

— No te preocupes por mí. Yo nunca enfermo. Incluso tengo algún tipode metabolismo acelerado. También me curo más rápido que nadie quehaya conocido. Lo que solía enloquecer a mis padres adoptivos, te puedodecir. — Luego metió la mano al sandwich.

D.J. estudió a su compañero durante varios segundos, usando sussentidos Paladin mejorados. Oh, sí, él recogió un ambiente familiar. Casiinmediatamente Cody frunció el ceño y miró a su alrededor, obviamentedetectando algo extraño, pero no estaba seguro de lo que podría ser. D.J.lo reconocido como lo que fue: como una llamada a un igual. ¿Cómodiablos no comprendió esto antes? La organización estaría reclutandoCody, de acuerdo, pero no por sus habilidades de hacker. Al menos, no porlos ordenadores. Devlin y los otros Paladines estarían encantados deconocer al chico. Encontrar a uno de los perdidos siempre era algo quecelebrar. D.J. debería saberlo. Había estado fuera de sintonía con todo elmundo hasta el día en que un Paladin lo reconoció por lo que era y lo trajo

al redil.

******

El almacén estaba sólo ligeramente más cómodo que la parte traseradel furgón. Por lo menos, habían dejado las manos de Reggie libres antesde empujarla dentro y cerrar la puerta. Probablemente pensaron que no

sería capaz de meterse en tantos problemas en la estrecha, polvorienta ysucia sala.

Ella se asomó cautelosamente por la ventana pequeña en la puerta.

Desafortunadamente, la habitación se localizaba frente a un pasilloestrecho, así que la vista era demasiado limitada para ser de muchautilidad. Ya había inspeccionado el lugar y no había dado con nada de loque le permitiría llevar a cabo una audaz fuga.



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Volcó un cubo de plástico agrietado y lo usó para sentarse. Estudió delo que la rodeaba, era difícil no ceder a la desesperación total. ¿Cómopodía defenderse cuando ella no tenía idea de quién era el enemigo o loque querían con ella? Había sido una tonta absoluta al responder a esemaldito e — mail. A pesar de sus precauciones, que mal había subestimado

el peligro.Se preguntó qué estaban haciendo Cody y D.J. Probablemente

saqueando su apartamento en busca de pistas. En cualquier otromomento estaría resentida por la intrusión, pero ahora eran bienvenidos aarraigar a través de cualquier cosa que pueda ayudarles a encontrarla.

Si ella hubiera sido capaz de mantener al menos su teléfono móvilescondido en su persona. Esa fue probablemente la primera cosa quehabían tomado de ella. Mientras que se mantuviera apagado, no habíamanera para D.J. de seguirla a través de él.

En lugar de girar en círculos sobre lo que no se podía cambiar, se

concentró en sus captores. Estaba bastante segura de que había habidotres en el callejón cerca de la cafetería: uno para conducir, dos para hacerla captura. Pero en el camino al depósito, sólo habían estado dos en elfurgon con ella. Entonces, ¿qué había pasado con su cohorte?

Luego estaban los dos hombres que la habían capturado tratando deescaparse del edificio. Fueron sin duda una extraña pareja, eso era seguro.Su ropa era casi idéntica, tal vez un uniforme de algún tipo a pesar de quenunca había visto nada como esto antes. Su cabello era de un insólitocolor, así, una especie de gris hierro y negro mezclados en cantidadesiguales. Ella no había estado con ellos todo ese tiempo, pero si hubiera

tenido que adivinar su edad, ella les echaría entre veintilargos años,treinta a lo sumo.

¿Quiénes eran? ¿Y por qué cree que le habían llevado allí ellos? Sefrotó los brazos para combatir el frío que se extendió por todo su cuerpo.Ella sólo había oído una pequeña parte de lo que habían dicho a la par quela secuestraban. Sus acentos eran gruesos y poco comunes. ¿De dóndeeran?

Tantas preguntas frustrantes.

Por lo que ella sabía, todos estaban esperando a otro hombre llegase. Tal vez él era el que tenía las respuestas, pero por el momento no estaba

segura de querer saberlo realmente.El sonido de pasos se acercaban. Ella inclinó la cabeza hacia un lado

y cerró los ojos para escuchar. Lo más probable era que fuera sólo un juego, pero definitivamente venían en su rumbo. Se puso de pie, sin quererrecibir a su captor desde una posición de debilidad.



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La puerta se abrió, revelando el hombre que la había agarrado en elcallejón. Le tendió una bandeja de cartón con un refresco y una bolsa deuna cadena de comida rápida.

— Aquí. Come.

Ella aceptó en silencio la oferta, sólo entonces se dio cuenta de lohambrienta que estaba.

— Antes de hacerlo, ¿puedo ir al baño? Me gustaría lavarme lasmanos.

Él rodó los ojos, pero asintió con la cabeza.

— No intentes nada o te atare las manos de nuevo y dejare que paseshambre. — Luego se apartó y le dejó pasar. — Esta arriba a la izquierda.

Ella había estado esperando secretamente que habría una ventanaestrecha en el baño por la que podía arrastrarse fuera, pero no hubosuerte. Era en una pared interior sin salida que no fuera la puerta por laque había entrado. Como todo lo demás en el almacén, estaba tambiénmuy sucio. Ella se encargó de los negocios y luego se lavó las manos en elsucio lavamanos. No había toallas de papel tampoco. Se conformó consecarse las manos en los pantalones.

En el camino, ella deliberadamente tropezó, cayendo contra suescolta. Él maldijo su torpeza, pero la agarró del brazo lo suficiente paraimpedir que golpease el piso de concreto. Unos segundos más tarde, él laempujó de nuevo en el almacén y la encerró.

Ella casi se derrumbó de alivio porque no se había dado cuenta deque le había birlado su teléfono móvil. Ella no conocía el número de D.J. ,así que rezó para que él estubiera con Cody por ahora. Marcó el número deCody, esperaba que respondiese antes de su captor saliese en busca de suteléfono.

Su amigo contestó al segundo timbrazo.

— ¿Cody?

Su voz se quebró al hablar.

— Reggie, ¿dónde demonios estás? Estabamos tan preocupados.

Uno de ellos tenía que mantener la calma, y parecía que iba a tener

que ser ella. — Escucha, Cody, ¿D.J. está ahí contigo? Sólo tengo unos pocos

segundos.

Escuchó el sonido del teléfono que se traspasaba, aliviada de lacreencia de que D.J. había vuelto. Su voz era ronca por la preocupación.

— Maldita sea, Reggie, te dijé que dejaras las cosas como estaban.



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— Sí, lo hiciste, pero ahora no es el momento de estar diciendo que melo dijiste. Puedes gritar todo lo que quieras, una vez que me saques de estelugar. No tengo ni idea de dónde estoy, así que por favor dime que puedesrastrear esta llamada. Después de que me agarraron en un callejón enPortland, me drogaron, así que no sé a qué punto se dirigían antes de que

se detuvieran. — ¿Qué teléfono estás usando?

— Me levanté uno de los chicos malos. Él podría venir en busca de elen cualquier momento, por lo que trabaja tu magia rápido.

— Lo haré. ¿Qué más puedes decirme?

— Me trajeron aquí en un furgón de paneles negros. No conseguí elnúmero de matricula completo, pero tiene una placa de Oregon. Los tresprimeros números eran cinco — siete — cero. Sé que no es mucho paraseguir adelante.

— Es mucho más de lo que teníamos hace cinco minutos. Deja elteléfono el tiempo que creas que es seguro. Debo conseguir un arreglo entan sólo un par de minutos. Entonces voy a seguir el camino, armado ycargado. Confía en mí, Reggie. Te encontraré.

Por extraño que parezca, la hizo confiar en él.

— Sé que lo harás, D.J. Ah, y una cosa más. Hay dos tipos aquí conmucho cabello negro y plateado vestidos todos de negro. Ellos se parecenlo suficiente como para ser hermanos, hasta las botas. Casi me escapó,pero corrí derecho hacia ellos. El mayor dijo algo sobre mí que se lesprometió. — D.J. inmediatamente soltó un torrente furioso de malas

palabras. En otras circunstancias, ella habría quedado impresionada consu creatividad, pero ahora mismo lo único que hizo fue asustarla aún más. — D.J., Basta. Eso no ayuda.

— Lo siento, Reggie. Casi te tengo identificada. Unos segundos más yvoy a estar en camino. Bueno, eso es todo. Cuelga y oculta el teléfono sipuedes. Pónlo en vibrador, sin embargo, por lo que no se oye sonar si tellamo.

— Muy bien. Estoy bien, pero estan obviamente esperando que alguienmás aparezca. No sé qué va a pasar cuando llegue.

— Lo que venga, Reggie. No importa qué, te encontraré. Y no importadónde.

Antes de que pudiera preguntarle qué quería decir, el pomo de lapuerta traqueteó. Maldita sea. Metió el teléfono en una caja en la esquina yesperó lo mejor.

Cody se plantó justo en frente de la puerta. D.J. Sabía lo que iba adecir y no podía culpar al chico. Reggie era amiga de Cody y contaba paramucho. Sin embargo, lo último que D.J. necesitaba ahora era un chico



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exigente para jugar a Robin y Batman. Él también distinguía una batallaperdida cuando la veía.

El chico había estado mirando por encima del hombro de D. J. ,mientras él dirigía la ubicación GPS de Reggie. Si él no lo dejaba montar alo largo, Cody encontraría la manera de seguirle. Era mucho mejor para

controlar la situación. Además, si todo se fuera al infierno, él necesita aalguien podría pedir refuerzos.

— ¿Necesitamos parar por tu lugar por algo?

No es que él quisiera retrasarse un segundo más.

Cody negó con la cabeza y abrió la puerta.

— Tengo mi portátil conmigo, y yo no tengo ningún arma.

D.J. le sonrió. El chico sabía que estaban en problemas y se dirigiótodo lo posible para actuar como si estuviera de acuerdo con eso. Tal vez loestaba.

— No te preocupes, Yo tengo un montón para los dos en mi camioneta.Mi única pregunta es si realmente sabrías qué hacer con una pistola si teentregó una.

Cody esperó hasta que estuvieron fuera para contestar.

— He hecho tiro al blanco con una automática con Reggie. Lo hicebien, pero no es el mismo que apuntar en realidad a una persona. No sécómo lo haría si llegara el caso.

— Nadie lo sabe realmente hasta que la ocasión se presenta, peroaprecio la honestidad. Es mejor errar por el lado de la precaución.

Lo decía en serio, también, y dejó que se mostrara en su voz. Losreclutas creidos eran siempre los que mataban en primer lugar. Laexperiencia podría ser una perra como maestro, pero al menos losPaladines normalmente sobrevivían a la lección.

Entonces el chico le sorprendió.

— Soy bueno en la destreza con espadas sin embargo. He estadotomando lecciones de esgrima y lucha de espadas en una escuela local deartes marciales. Me gusta la disciplina que se requiere, pero no es como sila gente realmente luchase más con espadas.

Bueno, D.J. se echó a reír a pesar de las sombrías circunstancias. — Puedes sorprenderte acerca de eso. Soy aficionado a mis espadas. Aquí, túconduces. — Arrojó las llaves de Cody. — Voy a tener que hacer algunasllamadas.

Esperó hasta que Cody salió al tráfico y se volvió hacia el sur por laautopista interestatal. De acuerdo a la lectura del GPS que habíanconseguido, Reggie estaba presa en una población un par de horas al sur



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de Portland. Era su descripción de los dos hombres que la habíancapturado tratando de huir lo le había preocupado seriamente.

Tenía que ponerse en contacto Devlin inmediatamente. Todo este líode mierda iba en aumento, y ahora era el oficialmente el nuevo negocioPaladin. Por lo general, hubiera encontrado una manera de hacer la

llamada cuando Cody estuviera fuera de la vista, pero no iba a serimposible ocultar la verdad de él de todos modos. No con dos Otros en lafoto. Ahí no había duda de lo que eran.

— Cody, Estás a punto de escuchar algo, una mierda seria que sesupone que debo mantener en secreto. Mientras yo estoy en el teléfono,mantén la boca cerrada. Voy a responder a tus preguntas después de quecuelgue. ¿Entiendes?

Cody cambió de carril y luego disparó un vistazo rápido a D.J..

— ¿Mierda más grave de lo que son los Knightwalker?

Él se encogió de hombros. — Eso es más de una actividad suplementaria. Este otro asunto tiene

que ver con la razón por la que mantengo una bolsa llena de pistolas yespadas encerradas en la caja de herramientas grande en la parte de atrásde mi camioneta veinte — cuatro/siete.

Cody tragó saliva.

— Voy a estar en silencio.

— Bien.

D.J. marcó el número de Devlin y se preparó para una pelea

importante. Su amigo contestó al segundo timbrazo.

— Voy a escucharlo.

Dejó a Dev ir directo al punto.

— Está bien, pero nos permitirás ahorrar tiempo a ambos guardandolos gritos inútiles hasta que termine.

— ¿Es eso malo?

— Más o menos.

El suspiro de Devlin llegó con voz alta y clara.

— Como he dicho, voy a escucharlo.

D.J. empezo cerca del principio y se la aportó a Devlin a todavelocidad. Vidas dependieran de ello. En este momento, no tenía sentidotratar de cubrir su culo.

— Dev, Reggie se las ingenió para conseguir una llamada ycontactarme. Me dirijo al almacén donde la están reteniendo. — Le diotiempo a Devlin para anotar la dirección y las instrucciones antes de



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continuar. — Casi se las ingenio para escapar por sus propios medios,pero corrió derecha hacía un par de chicos. Por su descripción, son igualesa los Kaliths. Pienso que hay otro punto caliente del que no sabíamoscerca de algún lugar de la zona.

Tenía que darle crédito a Devlin. A pesar de que él debe estar a punto

de estallar, su voz llegó a ser tan fresca, tranquila y recogida. No iba adurar, pero D.J. agradeció el esfuerzo que el hombre estaba haciendo.

— ¿Cuál es tu plan?

— Voy a entrar.

— ¿Sin respaldo?

— Uh, no estoy exactamente solo. Tengo un civil conmigo.

— ¿Y tu estás teniendo esta conversación delante de él?

Hubo un frío que vino definido por la línea. Es hora de explicar la

situación. — Sí, lo estoy, pero nosotros vamos a querer contratarle de todos

modos.

— ¿Es uno de los nuestros? — Hubo una nueva nota de emoción en lavoz de Devlin. — ¿En serio?

— Sí, pero él no lo sabe. No todavía.

Pasaron varios segundos antes de que Devlin volviese a hablar.

— Evalúa la situación e informa antes de hacer cualquier cosa. Proveeal recluta en todo lo que creas necesario. Voy a enviar refuerzos hacia

abajo para ti, pero no van a llegar de inmediato. El helicóptero estáusándose ahora. Si no está de vuelta pronto, irán bien en coche o encomercial.

Esto era más de lo que D.J. esperaba.

— Gracias, Dev. Te mantendré informado.

— Mira lo que haces.

D.J. había caído en el silencio después de que terminó la llamada. Apesar de su promesa de responder a las preguntas de Cody, estababastante claro que él no estaba con ánimos en este momento. Cody podría

esperar un par de minutos antes de pincharle. Demonios, ni siquiera sabíaqué le preguntaría.

Quien quiera que fuera este tipo, Devlin, tenía que ser un serio tipoduro a juzgar por cómo D.J. había hablado con él. Trató de reconstruir loque había entendido de una parte de la conversación que había oído.

Un par de cosas que había destacado. D.J. definitivamente se habíanreferido a Cody como a un civil y luego dijo algo acerca de querer



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reclutarlo. ¿Qué fue todo eso? ¿Estaba D.J. en alguna rama de las fuerzasarmadas? Si era así, ¿por qué demonios lo querían? Sí, él tenía algunosconocimientos serios de informática, pero eso era todo lo que había a sufavor.

Pero entonces, no había sido extraña la reacción de D.J. a la afición

como Cody de las espadas. Definitivamente había encontrado la ideadivertida, por alguna razón, que era irritante cuando no compartía labroma. Otra pregunta que hacer.

Pero en este momento lo único que importaba era conseguir sacar aReggie de este lío en el que se había metido. Diablos, ya era tarde. Si no larescataban antes de la mañana, habría que dejar al Sr. DeLuca saber queReggie no iba a estar dentro Esto daría lugar a todo tipo de preguntas queno podía responder.

A continuación, la solución se le acercó.

— ¡Voy a mandarle un e — mail! — ¿Enviar quien un e — mail?

Vaya, no se había dado cuenta que había dicho eso en voz alta.

— Estaba pensando en nuestro jefe, el Sr. DeLuca. Si no tiene noticiasde Reggie empezando a su hora mañana, va a preguntarse qué diablos estápasando con ella. Si queremos mantenerlo fuera de esto, tenemos quecubrirla. Estaba pensando que le podría enviar un e — mail de ella diciendoque está enferma o algo así.

— Bien pensado.

Entonces D.J. se movió un poco para que él buscaba de forma másdirecta en él.

— No me refería a excluirte. Te prometí respuestas. Pregunta adistancia y siniestra. Te diré lo que pueda.

Traducción: iba a ocultar tanta información como pudiera. Idiota.

— ¿Estas en el ejército?

— No.

Cody volvió a intentarlo.

— Pero llevas armas porque las necesita a la mano. — Sí.

Bueno, ya era suficiente. Había tratado de ser paciente, pero esto noera un juego al que estaban jugando. Su temperamento, mientras quenormalmente tardaba en calentarse, quemado caliente cuando finalmentese encendía. Con frustración, había golpeando su puño contra el volante.



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— ¡Maldita sea, D.J., simplemente responde a las preguntas demierda! Reggie es mi mejor amiga y lo más cercano a la familia que tengo.Si tu estas absorbido por algún tipo de mierda criminal, iré a por ti.

El hijo de puta se echó a reír, acababa de cabrear a Cody aún más.Cortó a través de tres vías para lograrlo en la siguiente salida, ignorando el

chillido de los neumáticos y el estruendo de las bocinas de otros coches.Se dirigió a una estación de servicio y estacionó.

Saliendo de la cabina, pisoteó la vuelta hacía el lado del pasajero yesperó a que D.J. se uniese a él. No tenía la menor duda de que el hombrepudiera hacerlo polvo, pero le daria en un buen par de golpes propiosantes de que él estubiera derribado y agotado.

Para su sorpresa, D.J. levantó las manos en señal de rendición.

— Lo siento, tienes razón. No debería haberme reído. Pero, malditasea, tú me recuerdas tanto a mí a veces. Vamos a rellenar el tanque y ver

si podemos conseguir un mapa de la zona. Mientras estamos aquí, vamosa coger un par de copas y algo lleno de grasa y azúcar para comer. Una vezque estemos en la carretera de nuevo, voy a empezar por el principio.

— Muy bien, pero sera mejor que tengas algunas respuestas muybuenas.

Se alegró de que hubiera comprado un saco lleno de bebidas frías ybocadillos. Después de todo lo que D.J. había estado hablando, tenía lagarganta seca y el estómago hecho polvo gruñendo.

Ahora Cody parecía contento para reflexionar sobre todo, pero laspreguntas se volverian a iniciar en breve. Le había llevado al chico un

tiempo para pasar de la idea de que D.J. no estaba girando un poco de hilosacado de una novela de fantasía urbana.

Una vez que había pasado, sus preguntas habían ido al blanco. Ahorasabía más sobre el mundo de los Paladines que nadie fuera de laorganización. Todo lo que D.J. podía hacer era esperar a ver lo que sucompañero iba a hacer con su recién adquirida visión del mundo.

Cody pulió su segunda bebida deportiva y metió la botella en la parteposterior en la bolsa de plástico.

— ¿Así que soy realmente como tu?

— Sí, lo eres. Yo debería haberte recogido la primera noche, pero teníaotras cosas en mente. — Al igual que desnudarse con Reggie, pero dejó esaparte sin decir.

— Esa pila de papeles que desmenuzaste era una historia de losPaladines.



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Eso responde a una de las propias preguntas de D.J. Habíasospechado que Reggie no era la única que había leído al menos una partedel informe de Brenna.

— Sí. Te voy a dar otra copia cuando llegemos a través de todo esto. — Ahora la parte difícil. — No te va a gustar lo que dire a continuación, pero

créeme que es lo mejor. Cuando lleguemos al almacén, voy a entrar solo. — Pero.

D.J. cortó la protesta de Cody.

— No voy a tomar un Paladin inexperto en una situación como esta.Por el amor a Reggie, no puedo darme el lujo de dividir mi atención, peroeso no quiere decir que no vayas a jugar un papel importante. Devlin tieneun par de mis compañeros en camino. Si todo esto sale mal, te necesito allípara llevarlos rapido.

Cody asintió, pero obviamente no estaba feliz.

— Crees que las cosas han ido a peor, ¿verdad?

— Ella no ha llamado. Así que, o la encontraron con el teléfono o estáen alguna parte en que los teléfonos no funcionan. Ninguna opción esbuena.

D.J. señalizado y se trasladó a la derecha. — Esta es nuestra salida.Una vez salgamos de la carretera, sacaremos las armas. Entonces voy aexplorar el lugar, así no voy a ciegas. Una vez que tenga la disposición y elestado actual, voy a hacer otra llamada a Devlin y al equipo de respaldo.

— Esos cabrones no la habrán herido.

D.J. sabía exactamente cómo se sentía. Ya era hora de dejar a Codysaber cómo se juega el juego en el mundo Paladin.

— Asustarla fue suficiente. Ya están muertos. Simplemente no losaben todavía.

Hubo una nueva madurez en los ojos de Cody cuando miró en ladirección de D.J..

— Bueno. No puedo esperar a que se lo digas.



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CCaa p pí í t t uulloo 99 Traducido por: KaiaCorregido por: Ariel

eggie se preparó para otra confrontación con sus captores.Había pensado que el chico volvió a buscar a su teléfono móvil,pero no lo había mencionado.

— Vas a venir conmigo. El hombre quiere verte.

Ella se quedó sentada.

— Dile que no estoy interesada. He estado bastante atada por hoy y notengo tiempo para olgazanear charlando.

Vale, picarlo probablemente no era la cosa más brillante que podíahacer, pero que no estaba en ella someterse dócilmente a los caprichos desus secuestradores no identificados. Ella medio esperaba ser golpeado porsu impertinencia, pero en lugar de eso simplemente él entró, la tomó delbrazo y tiró de ella a sus pies.

Tendría moretones por su agarre, pero ella no se quejó. Arrastró aReggie a través del almacén hacia un grupo de hombres de pie cerca de laparte inferior de las escaleras. Reconoció a los dos hombres que la habíansecuestrado y a los dos extraños de pelo largo que habían impedido suhuida.

Pero fue el quinto hombre el que realmente me llamó la atención.Estaba claro por el lenguaje corporal de sus compañeros que él era elperro alfa en el grupo. Él no era particularmente alto o guapo, de hecho, aprimera vista parecía ser perfectamente normal. Pero entonces volvió suatención hacia ella.

Reptil... era la única palabra que se le ocurrió para describiradecuadamente su mirada. En ese instante uno se sentía como si hubierasido pesado, medido, y marcado como una decepción total. Su labio securvó ligeramente cuando vio su aspecto desaliñado.



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Se obligó a si misma a sostenerle la mirada, negándose a verseacobardada o con cara de disculpa. Esa ropa a medida que llevaba no severía tan caliente si hubiera sido secuestrado, drogado y tirado en la partetrasera de un furgón. Ella sacudió su brazo liberándolo y echó los hombroshacia atrás.

— Quién demonios eres tú — preguntó ella. — Quiero asegurarme deque dar a la policía el nombre correcto cuando lleguen aquí.

El hijo de puta se rió.

— Nadie va a venir por ti, Reggie. No te importa si te llamo Reggie,¿verdad? Vamos a pasar tanto tiempo juntos, es justo que usemosnombres de pila. Puedes llamarme. — Él pareció dudar sobre qué nombredarle. — Ray. Sólo simplemente Ray.

— Tus padres deben haberte odiado realmente si te llamas asi, SoloSimplemente Ray, pero puedo ver por qué se sentían así.

Uno de los otros cometió el error de reírse. Ella miró hacia atrás paraver que era aquel cuyo teléfono había robado. Ray lo miró.

— Carl, es posible que desee recordar quién te paga.

Entonces Ray sacó la mano y golpeó la mejilla de Reggie con un fuertecrujido. El dolor fue instantáneo. Ella no pudo contener las lágrimas, perose mantuvo firme.

Cruzando sus brazos sobre su pecho, hizo la pregunta que la habíaestado molestando desde que todo esto empezó.

— ¿Qué podrías posiblemente querer de mí? No soy nada especial. Yo

no soy rica y no tengo familia para pagar un rescate.Ray la miró durante unos segundos antes de responder.

— Me gusta tu honestidad, pero se de buena fuente que eresinsuperable cuando se trata de ordenadores. — Él se acercó más. — Dehecho, te las arreglaste para romper la seguridad de la organización parala que trabajo. Si no hubiera sido por pura maldita suerte, nunca tehabríamos cogido en absoluto.

— Usted trabaja para los Regentes — dejó escapar ella einmediatamente deseó no haberlo hecho. Ray asintió con la cabeza como siacabara de confirmar algo por él.

— Te deslizaste dentro y fuera, suave como la seda.

Ella no apreció la aprobación en su voz.

— No he hecho ningún daño. Estaba buscando a alguien. Ese es mitrabajo.

— Bueno, tienes un nuevo trabajo ahora. Si tienes éxito, con el tiempoVas a volver a casa, sana y salva.



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Ray vinculó a cada uno de los otros hombres con una mirada dura aldecir que la última parte, pero eso no significaba que quisieran escucharlo.Ahora sus hombres podrían asentirse como los pequeños lacayosobedientes que eran, o ¿mantenían sus manos cuando él no estaba cercapara vigilar sus acciones?

— Cuál es el trabajo — preguntó Reggie. — Te encontraras fuera muy pronto. Basta con decir que necesito de

tus habilidades informáticas finamente afiladas para hacer un pequeñotrabajo de recuperación para mí. — Miró más allá de ella hacia Carl. — Cogela. Nos vamos en quince minutos.

Ella no esperó a ser arrastrada de nuevo a la prisión provisional, envez de eso caminó por su cuenta. Con suerte, tendría tiempo para llamarD.J. de nuevo. Ella iba a tratar de deslizar el teléfono en el bolsillo cuandose fueran, también, y espero que sus amigos pudieran usarlo paraseguirla.

Dios, eso esperaba. Si Ray y compañía tuvieran alguna intención dedejarla viva, no la habrían dejado ver sus caras. El hombre no se habíamolestado en negar cual era el trabajo de ambos. Los Regentes podría serreservados, pero eso no significa que no pudiera encontrarlos de nuevo.Ella ya lo había hecho una vez.

— Entra.

Ella hizo lo que le decían, sobre todo esperando que cerrara la puerta y volviera a despegar. Tan pronto como estuvo fuera de la vista, sacó elteléfono y marcó.

D.J. Contestó al primer timbrazo. — Gracias a Dios. Ponme al corriente rápido.

Ella se mantuvo sucinta.

— Dejaremos este almacén en quince minutos. No sé de dónde mellevan, pero es para hackear algo para ellos. Hay un tipo aquí que trabajapara los Regentes. Su nombre es.

Antes de que pudiera terminar la frase, la puerta se abrió y Carl laatacó Lo primero que hizo fue golpear el teléfono móvil de su mano. Luegola empujó fuerte, enviándola tropezando de espaldas contra la estantería

oxidada. — Estúpida perra, ¿estás tratando de conseguir que nos maten a los

dos? ¿Con quién diablos estabas hablando?

Reggie le lanzó una mirada de suficiencia, esperando que fueraconvincente.

— La policía. Ya están en camino.



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Por supuesto, no tenía ni idea de dónde estaba, así que incluso si loshubiera llamado, no la habrían situado tan rápido.

— Sí, claro. — Miró el teléfono para ver el último número marcado. Porsuerte para ella, parecía que el teléfono se había roto al caer al suelo decemento. Él maldijo y lo arrojó hacia ella. — Maldita sea, ese hijo de puta

me va a matar por esto.Carl salió a la carrera, gritando por su jefe. Reggie se incorporó,

frotándose el brazo con el que había chocado con la estantería. Miró elteléfono para ver si estaba completamente muerto. Esperemos que elimpacto sólo hubiera sacudido un contacto aflojándolo.

Rápidamente retiró el dorso fuera, sacó la batería y la volvió aintroducir. Luego comprobó la bisagra. La ruptura tenía que estar ahíporque cuando lo movió, la pantalla se encendía y apagaba. Trató demarcar de nuevo.

— ¿Reggie?D.J. dijo más, pero ella sólo estaba recibiendo fragmentos. Trató de

ajustar el ajuste de la bisagra rota, pero sólo con éxito marginal. Los gritosen el almacén estaban cada vez más fuerte. El tiempo se estaba acabandodefinitivamente. Entonces sonó un disparo. Un grito se cortó a mediascuando el arma se disparó por segunda vez.

— Oh, Dios — Evidentemente Carl no había estado bromeando.

Reggie instintivamente se movió más lejos en el almacén, tratando deponer distancia entre ella y el horror de la puerta. Si Ray no dudó enmatar a uno de sus propios hombres, ella no tenía ninguna posibilidad.

Sonó la voz de Ray.

— Lleva la perra en el furgón y apresala en las cuevas de lava. Largateo el resto de ustedes se unirán a Carl.

¿Cuevas de lava? Eso ni siquiera tiene sentido. Pero tenía unos pocossegundos, a lo sumo, para transmitir la situación a D.J.

— Espero que puedas escuchar esto. Me están moviendo ahora a unascuevas. El teléfono no está funcionando bien, pero voy a seguirintentándolo.

En lugar de arriesgarse a perder por completo el teléfono, colgó y lo

metió en el bolsillo. Luego cogió un trozo de chatarra y la usó para rasparlas palabras — cuevas lava — en la pared a la izquierda de la puerta dondesus captores no lo verían de inmediato.

Entonces no tenia nada que hacer sino esperar.

D.J. dejo el teléfono abajo y condujo como el infierno. Estaban aminutos de distancia del sitio que indicaba el chip GPS en el teléfono móvil



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que Reggie había utilizado. En lo peor, los bastardos ya estaban a la fuga,dejándolo sin señal que seguir.

¿Qué demonios había pasado? Un minuto la voz de Reggie habíaestado viniendo alta y clara. Al siguiente, había oído a un hombre gritando y luego un estallido, como si el teléfono se hubiera caído, seguido por el

silencio. Cuando el teléfono había sonado otra vez, la recepción fue muypobre. Todo lo que había cogido era algo sobre estar en movimiento.

Haciendo caso omiso de los límites de velocidad, condujo como unloco, intentando llegar al almacén a tiempo.

— Gira a la izquierda en la siguiente esquina. El lugar debe estar a laderecha.

D.J. hizo lo indicado, haciendo que una llanta de la camionetachirriase al detenerse a mitad de la manzana, cerca de un almacéndestartalado. No había ningún furgón a la vista. No había rastro de nadie

en absoluto, y la puerta de seguridad estaba completamente abierta. Ellostodos ya se habían ido o se trataba de una trampa. Estaba apostando porla primera, pero se dirigió lentamente hacia adelante, sabiendo que lasapariencias pueden ser engañosas y mortales.

Cody arrugó el mapa y lo arrojó detrás del asiento.

— Parece que la hemos perdido.

— Quizá. — D.J. consideró sus opciones. — Espera aquí mientras miropor fuera el lugar. Te lo voy a indicar en caso de que sea seguro. De locontrario, mantén la camioneta en marcha y el dedo en la marcaciónrápida del teléfono. El primer número que aparece es el de Devlin Bane.

Dile quien eres y lo que está sucediendo. No va a dirigirte mal.Los ojos de Cody eran enormes detrás de sus gafas, pero al menos no

discutió. D.J. cogió el revólver que guardaba bajo el asiento delantero ysalió de la camioneta. No había abrigo para que ocultase su aproximación,por lo que devoro la tierra a paso largo confiando que llegaría a la puertaantes de ser descubierto.

El almacén estaba oscuro y se veía vacío. Se lo indico a Cody, quiende inmediato entró en el aparcamiento, deteniéndose justo antes de dondeD.J. se hallaba.

— El lugar parece desierto.

El chico parecía enfermo.

— Entonces, ¿cómo vamos a encontrarla?

— Nos las arreglamos para conseguirlo. No te rindas todavía. — Cogiódos linternas de la camioneta y le dio una a al chico. — Tu ve a la derecha.Voy a ir a la izquierda. Luego vamos a ir ambos arriba.



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Cody se recompuso y siguió a D.J. dentro del cavernoso interior delalmacén. Cada uno de ellos abrió el estrecho haz de luz de su linterna enamplios arcos, buscando alguna señal de lo que había pasado abajo.

¡Allí! En la esquina de atrás, había algo demasiado sólido para seruna sombra y con la forma errónea para formar parte de la propia bodega.

Su mente le decía exactamente lo que estaba viendo, incluso aunquequisiera negarlo. Ya podía saborear el aroma de la sangre y la muerte en elaire viciado.

Se obligó a seguir adelante a un ritmo metódico. No tenía sentidollamar la atención de Cody hacía el problema hasta que fueraabsolutamente necesario. Mientras D.J. se acercaba, se dio cuenta de laforma era demasiado voluminosa para ser Reggie tendida en el suelo en uncharco de sangre. Alivio lavó a través de él, pero se mezcló con frustración.Un cuerpo vivo podría haber sido capaz de decirle que era de Reggie ahora.Un cadáver era una complicación.

— ¡Hey, por aquí!La emoción en la voz de Cody tuvo a D.J. corriendo hacia el otro lado

del edificio.

— ¿La has encontrado?

Cody estaba de pie en el resplandor procedente de una pequeñahabitación.

— Creo que tal vez mantenían a Reggie aquí. Hay una hamburguesa amedio comer y una taza vacía de refresco.

D.J. hurgo en los restos del sándwich.

— El pan es definitivamente fresco. Buen trabajo, Cody.

El chico se subió las gafas sobre la nariz.

— Hay más.

Alguien rascó algo en la pintura en la pared detrás de la puerta. Estoypensando que Reggie estaba tratando de dejar un mensaje que suscaptores no vieran.

Efectivamente, había dos palabras grabadas en la pintura, las letrasgarabateadas como si las hiciese en un apuro. No le importa un comino la

caligrafía de Reggie sin embargo. Lo que había visto decía el significadodetrás del mensaje escrito allí.

— ¿Cuevas — Lava? ¿Qué crees que quiere decir con eso?

La sangre de D.J. corrió fría y caliente su temperamento. Sabíaexactamente lo que quería decir. Él ignoró la pregunta de Cody mientrasmarcaba el número de teléfono de Devlin. Hijo de puta, ¿podría ser peor?



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— Dev, la llevaron a una cueva de lava. Revisa los archivos y mira sitenemos algún registro de algún signo en esta área.

No le tomó mucho tiempo. Su amigo le leyó las coordenadas y luegodijo:

— Lonzo y Trahern deberían estar contigo pronto. El helicóptero losdejó en Medford donde alquilaron un coche. Ya les envié un mensaje de tulocalización.

— Bueno. Que Cullen haga una búsqueda en la propiedad de estealmacén, también. Tal vez eso nos diga algo. Deja a Lonzo saber que Codyle estará esperando aquí. Pueden unirse a mi más tarde.

Devlin inmediatamente se opuso.

— D.J., Maldita sea, no iras a medias. Espera por ellos. No vas a irsolo.

Como el infierno que esperaría.

— ¿Y si de repente deciden que Reggie se ha convertido en un lastre?Pueden llegar a sospechar que vamos detrás de ellos.

— Así que estarás caminando hacia una trampa.

D.J. sabía que Devlin tenía razón, pero no le importaba. Él jugó sucarta de triunfo.

— ¿Escuchaste las órdenes cuando era Laurel la que había sidosecuestrada? Parece que rompiste algunas reglas en ese entonces.

— Eso fue diferente. Ella era parte de nuestra organización.

Los dos sabían que Devlin estaba en el lado perdedor de esteargumento en particular. El Paladin líder haría cualquier cosa, no importaqué, para salvar a su mujer.

— Maldita sea, Devlin, ¿necesitas que te deletree todo para ti? Dejastea Barak vivir, Trahern trajo un extraño sin autorización, y luego cruzarona Cullen a Kalithia para traer de vuelta a Lusahn y los niños. Podríaseguir, pero escucha lo que te estoy diciendo. Iría después por cualquiermujer en esta situación, pero Reggie es importante para mí.

Devlin le otorgo la batalla.

— Cuida tu espalda. Los chicos estarán detrás de ti. Voy a hacerlessaber lo que está pasando.

Hubo una breve pausa. — Y si te las arreglas para hacer que tematen, voy a estar esperando para darte una patada en el culo tan prontocomo empieces a respirar de nuevo.

— Muy bien.



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Cody estaba bloqueando la puerta cuando D.J. colgó. — No vas adejarme aquí.

— Sí, lo haré. Ya pasamos por esto. Estaría dispuesto a hacermematar, pero no a ti. Además, tú vienes con la segunda ola.

— Pero. — Sin peros, chico. Cada segundo que estoy aquí, discutiendo

conmigo está retrasando que llegue a Reggie antes de que la lleven a lacueva.

Cody lo dejo pasar pero siguió sus pasos tenaz todo el camino devuelta a la camioneta. Finalmente agarró D.J. por el brazo, tratando deevitar que entrase en la camioneta.

— ¿Cuál es la gran cosa acerca de una cueva? ¿Por qué se la llevaronallí? ¿Quiénes son estos tipos?

Este no era el momento para largas explicaciones. Tiró de su brazo yse volvió las tablas con el chico, golpeándolo contra el guardabarros delcamión.

— ¿No prestaste atención cuando te dije a qué se dedican losPaladines? Dos de los hijos de puta que tienen Reggie son de otro mundo.La cueva debe tener un tramo de barrera en ella. Si los alcanzarlo antes deque todos vayan abajo, quizá pueda conseguir traer a Reggie de vueltaantes de que tengan la oportunidad de arrastrarla a través de Kalithia. Ella ya sabe demasiado para que esos tios la dejen vivir. Si no crees queestamos tratando con asesinos fríos como la piedra, hay un cuerpo muertoen el almacén que debería convencerte. — D.J. dio un paso atrás. — Espera

aquí. Trahern y Lonzo estarán aquí muy pronto. Diles todo.Cody miró hacia el almacén.

— ¿Realmente hay un tipo muerto ahí dentro?

D.J. asintió con la cabeza.

— Sí. Él es probablemente el que tenía el teléfono que Reggie robó.

— Ve por ella, D.J., por favor, antes de que... — La voz de Cody se fueapagando, pero la miseria en sus ojos terminó la declaración de todosmodos.

— Lo haré. — Le entregó a Cody el arma que había clavado en lacintura del pantalón y sacó una espada de la caja de herramientas. — Toma esto y permanece en el interior y fuera de la vista. No sé qué tipo devehículo van a conducir mis amigos, pero van a reconocer mi espada. Trahern Es alto y tiene ojos de color gris. Da miedo como la mierda, perose encargara de ti.

Entonces D.J. subió al camión y se fue como el infierno.



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******

Reggie arrastraba sus pies, con la esperanza de refrenar a todos por lapendiente. Todo lo que logró sin embargo fue obligar a uno de los chicos depelo largo con acento extraño a arrastrarla por el brazo mientras viajabanpor el terreno desigual. Cuando ella tropezó y cayó hacia adelante, suescolta logró impedirle golpear el suelo. Apenas. Ella no se molestó endarle las gracias.

— ¿A dónde vamos?

Sus ojos claros se entrecerraron contra el sol del temprano atardecer.

— A Casa.

Ray se dio la vuelta.

— ¡Callate, de una vez! Jeban, cuanto menos se sepa, mejor.

Reggie le dio a su compañero una mirada incrédula.

— ¿Realmente vives en las cuevas?

Al principio no creía que le fuera a contestar. Cuando lo hizo, suacento espeso le hizo difícil comprenderlo.

— Mi casa está más allá de las cuevas. En la tierra de los solesmoribundos.

Ella caminó por el sendero apenas perceptible. ¿La tierra de los soles

moribundos? ¿Era una especie de nombre nativo americano para estazona? Nada tenía sentido, pero además ella estaba al borde delagotamiento. Habían pasado horas desde que había tenido algo que comero beber que no fuera la grasienta hamburguesa y el refresco, ninguno delos cuales se habían sentado muy bien.

Rezó para que D.J. hubiera encontrado su pista críptica, y lo hubierapuesto en su camino. Seguro que por gusto nadie iba a venir cabalgandoen su rescate. Además, había llegado a algunas conclusiones muyextrañas sobre lo que estaba pasando. No podía esperar para precisaralgunos de los puntos más finos para ver lo cerca que había llegado a la

verdad.En primer lugar, si los Regentes existían, entonces también lo hacían

los Paladines.

Si eso era cierto, entonces el próximo salto en la lógica era que elmismo D.J. era un Paladín.

Lo que ella realmente, realmente esperaba que significase rescatar ala damisela en apuros ocasionalmente.



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Subieron de forma constante hasta el sendero lo suficiente reducidopara que su escolta tuviese que soltar su brazo para pasar entre unasrocas. Más allá de ese punto, el sendero torció bruscamente a la derecha yluego se duplicó de nuevo. Ubicado detrás del ultimo afloramiento, unapared de piedra curvada alrededor de un pequeño claro cubierto de hierba.

Había tres estrechas fisuras en la roca.Reggie se estremeció al darse cuenta de lo bien escondidas que

estaban.

Rodeadas por roca sólida y árboles, las aberturas no podrían servisibles desde cualquier distancia. Ella vio como Ray y compañía sacaronlinternas y se dirigieron directamente hacia el centro sin dudarlo. Antes deseguirlos dentro, se dejó caer a atar sus zapatos.

Jeban se detuvo para esperarla, bloqueando el camino de regreso porel sendero.

— Vamos, mujer. El tiempo se está acabando. Terminó con la esperanza de que hubiera dejado la marca suficiente

en el polvoriento suelo para que D.J. la viese. Cuando Jeban no estabamirando, rápidamente marcó una X en el polvo. Esperando que estodirigiera a D.J. sin que agotase el tiempo mirando en las otras dosaberturas en la roca.

Justo en la entrada, se encontró en una pequeña caverna apenas losuficientemente grande para los seis. Bueno, esto se estaba volviendoseriamente espeluznante. Ella luchó contra el pánico que se arrastra hastasu columna vertebral. No tenía sentido que la arrastraran hasta aquí sólo

para matarla. Ya había habido un montón de oportunidades sin tener quetener tantos problemas.

Consuelo de tontos, pero ella tomaba lo que podía conseguir.

Un par de estrechos pasajes abierto de la pared posterior. Ray hizoseñas hacia la pareja de Jeban para liderar el camino a través de la de laderecha. Todos se pusieron en fila, caminando en las profundidadesheladas de la ladera oscuras con sólo las linternas para mostrar el camino.Era cada vez más difícil para Reggie seguir adelante. La sensación declaustrofobia, el peso de la roca circundante la presionó hasta que ellaapenas podía avanzar.

Jeban la empujó hacia adelante, enviando su tropiezo en Ray. Que sevolvió a gruñirle a ella.

— Mira por donde vas

Ella contuvo la tentación de correr hacia él. Por mucho que queríaresistir cada centímetro del camino, ahora mismo el hombre tenía el poderde la vida y la muerte sobre ella. Ya había demostrado, una vez que él no



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vacilaba para matar. Probablemente no debería arriesgarse a provocarle,aunque iba en contra de su naturaleza rendirse fácilmente.

Fue entonces cuando notó un extraño resplandor que venia del frente.O sus linternas habían subido repentinamente en energía o había otrafuente de luz. El pasadizo se ensanchaba en una gran cámara. Sería

insignificante en sí misma, sino fuera por la cortina de colores girandoque se formaba sobre un tramo de dos metros y medio de pared que lequitó el aliento.

Ignoro a sus acompañantes mientras se acercaba. El pelo en susbrazos se levantó en respuesta a l murmullo de la energía en el aire.

— ¿Qué es eso? — preguntó mientras extendía la mano para tocarlo.

Jeban se lanzó hacia delante para golpearle la mano hacia abajo.

— Mujer tonta, ¿quieres morir?

Ray se echó a reír.

— Esa barrera te dejaría crujientemente quemada en cuestión desegundos. Quién sabe, tal vez encuentres esa idea más atrayente queacompañar a mis dos amigos aquí, a su mundo para pasar unasagradables vacaciones.

¿Estaba bromeando? Ella miró de uno a otro, pero ninguno de ellosestaba riendo. Parecían estar esperando que algo sucediese.

— ¿Su mundo? ¿Qué se supone que significa eso?

Ella dirigió la cuestión a Jeban, esperando que él le contestasehonestamente y no en enigmas.

Él hizo un gesto con la cabeza en dirección a la luz brillante y luegohabló lentamente, tal vez asi tendría un tiempo manejable para entenderle.

— La pared de luz divide este mundo del mío. Cuando ésta se apague,vamos a cruzar a Kalithia.

Ohh — esta bien. Ella realmente quería creer que Jeban estaba tanloco como parecían ellos, pero él sonaba demasiado en materia — de —

hecho sobre el asunto. Su mente lógica quería negar incluso la posibilidadde que ella estuviese de pie a no más de unos pocos metros de un mundoextraño, pero demasiadas cosas estaban empezando a tener sentido.

El control sobre sus emociones se habían vuelto más tenue mientrasel día había progresado. Esto finalmente lo corto completamente y se lanzóal ataque. Dirigió toda su furia reprimida derecha a Ray. Era su culpa queestuviera allí en primer lugar. Era hora de poner sus clases de defensapersonal en buen uso. Ella no tenía ninguna posibilidad contra cincohombres adultos, pero seguro que podría ganar a Ray hiriéndolo antes deque fueran todo de una vez.



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Ella le pisoteó en el empeine y luego empujó la palma de su mano enla nariz del bastardo. El crujido del cartílago resultante fue de lo mássatisfactorio.

A continuación, ella le tiró al suelo lo suficiente duro para sacudirle elcerebro. Antes de que tuviera la oportunidad de lanzar un ataque a sus

partes más vulnerables, sus secuestradores originales la tenían por losbrazos y tiraron de ella hacia atrás.

— Mujer, ¿Estás loca? — Uno de ellos exigía. — ¡Acaba de disparar aun hombre por un infierno mucho menor que eso!

Jeban y su compañero permanecieron impasibles, pero estababastante segura de que los dos habían encontrado el incidente divertido.Aun así, ayudaron a Ray a levantarse del piso de la cueva. El sacó unpañuelo para estancar el chorro de sangre de su nariz. Cuando lahemorragia se retardo... cruzó hacia donde sus dos matones tenían aReggie inmovilizada.

Él echó hacia atrás el puño como si fuera a golpearla. Para susorpresa, Jeban bloqueó el golpe. Él y su compañero sostuvieron amboscuchillos dibujados. Las hojas eran largas y curvas, distintas de cualquiercosa que jamás hubiera visto antes.

Ray volvió su ira sobre ellos.

— ¿Qué demonios creéis los dos que estáis haciendo? ¿Por qué osimporta si me doy una pequeña venganza?

Jeban se encogió de hombros. — La queremos sin marcas. Dañada, esde menos valor para nosotros.

Ray se rió, sus ojos se iluminaron con una alegría loca.

— Bueno, está bien entonces. La vamos a enviar a través de vuestromundo perfecto. Cuando la quiera de vuelta, voy a dejar un mensaje aquíen la caverna. Probablemente tomará un par de semanas para asegurarmede que nadie está todavía buscandola antes de que sea seguro que sepueda poner a trabajar para mí. Tus chicos pueden disfrutar de sus otrostalentos hasta entonces.

La barrera fluctuó, los colores pulsando brillantes y a continuacióndecayendo. Ray miró su reloj. — Justo a tiempo. Hasta que envíe el aviso,la dejo en vuestras capaces manos.

No había nada que Reggie podía decir a eso. En su lugar, se unió asus captores viendo el espectáculo de luces. Y cuando oscilo apagándosecompletamente, ella obtuvo su primer vislumbre de Kalithia.



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CCaa p pí í t t uulloo 1100 Traducido por: Mitsuki

Corregido por: Ariel

se estaba acercando. Había encontrado la camionetanegra que Reggie había descrito hacía unos minutos,metida en una zona arbolada. No queriendo dejar su

propio vehículo a plena vista, el lo había aparcado fuera del camino trasunos pedruscos a aproximadamente un cuarto de milla de distancia.

Preparándose para la caza, se armó y cogió su bolsa de armas. Loprimero que hizo antes de seguir las huellas fue cortar los neumáticos dela camioneta. Una vez hecho, llamó a Trahern.

— D.J., ¿qué infiernos estás haciendo?

El gruñido preocupado de su amigo hizo sonreír a D.J. — Estoycazando. Si te apresuras, quizás incluso deje algo para ti.

— Corta los chistes, idiota, y dime qué está pasando.

Vale, Trahern tenía incluso menos sentido del humor del habitual. — He incapacitado la camioneta de los secuestradores, para que no puedanirse antes de tiempo. Intenta no matarlos a todos, eso sí. Sin lugar a dudasDevlin tiene algunos planes interesantes para ellos.

— Bien, — se quejó Trahern, — ¿pero qué tiene eso de divertido?

D.J. podía escuchar otra voz de fondo. – Adivino que has conocido a

nuestro fichaje más reciente. Es un buen chico. — Un infierno de presentación, ¿no te parece? No hay nada como un

secuestro y un cadaber para que el novato empiece bien. Es bueno quesepa manejar una espada, eso si.

— Si, encantador. ¿Dónde estás ahora?

DD.. J J..



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Mientras que escuchaba, D.J. se arrodilló para analizar las huellas depisadas en el polvo. Una vez que estudió todo lo que pudo, colgó su bolsasobre el hombro y empezó la cuesta arriba, hablando mientras andaba.

— Escucha, estás solo a unos veinte minutos de mí ahora. Estarésiguiendo el rastro que estos tipos dejaron. Cuento tres huellas de machos

humanos mas los de Reggie. Hay también dos pares que parece como sihubieran sido hechas por suelas suaves de botas Kalith.

La idea de ella sola con esos bastardos hizo que D.J. se moviera másrápidamente. — llámame cuando llegues. He aparcado aproximadamente aun cuarto de milla al oeste de su furgoneta, cerca de unos pedruscos. Todoesto me está dando muy mala espina. No hay motivos para arrastrarlatodo el camino con ellos solo para que esos dos Kalith puedan ir a casasolos.

El silencio de Trahern en el asunto era revelador. Finalmente, elhombre dijo, — Te diría que nos esperases, pero no va a ocurrir, ¿verdad?

Yo tampoco lo haría si Brenna fuera la que estuviese allí, pero ten cuidado.Lo último que quiero es tirar con tu cadáver montaña abajo.

D.J. sonrió ante la brusca preocupación en la voz de su amigo. — Tendré cuidado. Odiaría causarte molestias por cualquier motivo. Nosvemos pronto.

Continuó siguiendo las huellas, parando cada poco tiempo paraescuchar voces y asegurarse de que seguía moviéndose en la direccióncorrecta. Sobre una milla más adelante, se detuvo abruptamente,convencido de que había escuchado el estruendo furioso de una voz dehombre.

En vez de arriesgarse a ser pillado sin protección, se agachó tras unasrocas y esperó. Efectivamente, pocos minutos después tres machoscompletamente humanos llegaron apresuradamente desde arriba delrastro. Dos parecían guardaespaldas contratados, dejando al tercerhombre al cargo. Se fijó en la nariz hinchada del tipo. Parecía como siacabara de haber recibido un puñetazo y estaba dispuesto a apostar queReggie había sido la responsable. Respetaba sus agallas pero lepreocupaba que hubiera picado demasiado a un asesino.

Miró el camino durante otro par de minutos. No había señales de losdos Kalith o Reggie. Maldición, eso no podía ser bueno. La cuestión ahora

era si debería arriesgarse tratando de quitar de en medio a esos tres élmismo. Era posible que lo consiguiera, pero uno podía dar un tiroafortunado. No, dejaría que Lonzo y Trahern se encargaran de ellos.

Cuando desaparecieron de su vista, se lanzó corriendo colina arriba.Poco tiempo después, el rastro visible se acabó. Perdió un valioso tiempocuando tuvo que analizar el rocoso suelo durante lo que pareció una



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eternidad antes de ver una señal de hacia dónde habían ido a partir de esepunto.

Finalmente, tras seguir una ruta estrecha y retorcida a través de unasrocas del tamaño de pequeños coches, encontró el rastro de nuevo, queacababa en un claro.

Devlin no había dicho nada sobre que hubiese tres cuevas posiblesdiferentes para elegir. Lo último que quería era perder incluso más tiempoexplorando callejones sin salida.

Estudió el suelo frente a la primera entrada. No había signos de quehubiera pasado nadie. Siguió con la segunda. ¡Bingo! Alguien se habíaarrodillado en el pequeño trozo de suciedad justo frente a él. No solo eso,había una pequeña X trazada en el polvo.

— Bueno, es increíble. Lo ha hecho de nuevo.

Echó un vistazo a la tercera solo para asegurarse, pero la caverna

interior tenía apenas ocho pies antes de terminar.Vale, puerta número dos entonces. Momento para una última llamada

a Trahern. Fue al buzón de voz, probablemente porque el Paladín estabaocupado machacando a los malos.

Dejó un mensaje de cualquier modo.

— Encontré la cueva. Hay tres entradas, pero tiene que ser la delmedio. Voy adentro.

Dudó, preguntándose si sería sabio lo que estaba a punto de decir.Sin embargo, a diferencia de Cullen, el no estaba dispuesto a cruzar la

barrera sin nadie sabiendo que eso era lo que estaba haciendo. Quizásellos podrían recibir el mensaje a través de ese Guardian Jurado amigo deBarak. Desafortunadamente, no había forma de saber dónde estabasituado este trozo de barrera en Kalithia. Podría estar en el otro lado delmundo de donde vivía Berk.

— A Devlin no le va a gustar escuchar esto. — Empezó, sabiendo quepor eso se lo estaba diciendo a Trahern. — Pero si han llevado a Reggie alotro lado, voy a ir tras ella. Pídele a Hunter que le deje saber al Guardian Jurado Berk que podría estar en su territorio.

Con su decisión hecha, entró a la cueva preguntándose si llegaría a

salir de ella. El interior de la caverna le recordaba a la que HunterFitzsimon protegía al norte de Seattle. Esa necesitaba un Paladín a tiempocompleto principalmente debido a su cercanía a la civilización. Ésta, notanto. Infiernos, considerando lo bien escondida que estaba tenía quepreguntarse cómo alguien la había encontrado en primer lugar.

Soltó su bolsa de equipamiento y sacó la mochila que manteníaguardada dentro. Contenía munición extra, agua embotellada, barritasenergéticas y una pistola de repuesto. Después sacó su espada. Tan



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preparado como podría llegar a estar, empujó a un lado la bolsa, dejándolaa propósito donde Trahern y Lonzo la encontrarían.

Cerró los ojos un momento antes de decidir qué pasadizo seguir haciala barrera. Oh, si, le estaba llamando desde el de la derecha. Él estabafuertemente sintonizado con la barrera en Seattle así como la que estaba

cerca de Mount St. Helens, pero esta nueva extensión murmurabasuavemente en la parte trasera de su mente.

Estaba cerca, también. Apagó su linterna y siguió adelante mientrassus ojos se adaptaban a la oscuridad. Había un poco de luz provenientedel camino, eso, combinado con su visión de Paladín, era suficiente parapermitirle andar sin dudar hacia donde el de verdad, de verdad esperabaque Reggie le estuviera esperando.

Paró a escuchar poco antes del último giro. Nada excepto el irregularzumbido de la propia barrera. O bien se habían ido o estaban muertos.Solo había una forma de descubrirlo. La furia quemó como acido en sus

venas, impulsándole a seguir adelante.Lentamente llegó a una parada. Nada. Nadie.

¿Ahora qué? La barrera se extendía estrechamente en zonas. Lo quesignificaba que probablemente había sido recientemente bajada.Claramente no estaba estable todavía, pero no había modo de saber si seauto repararía o si caería de nuevo.

Analizó el suelo de la cueva, con la esperanza de encontrar algunamarca de lo que había pasado antes de su llegada. Reggie se las habíaapañado para dejar pistas antes.

Quizás lo había hecho de nuevo, lo primero que vio fue un rastro desangre, pero imaginaba que pertenecía al tipo con la nariz herida, no aReggie. Lo ignoró y continuó mirando. No tardó mucho en encontrar algo.

Había escrito una palabra – Jeban — y después una flecha señalando ala barrera. No estaba seguro, pero Jeban tenía que ser uno de los dosKalith. Sonaba bien. También significaba que sus peores temores sehabían hecho realidad. Reggie siendo retenida en un mundo conocido porser hostil para los humanos.

No, ese no era su mayor miedo… ese hubiera sido encontrar a Reggie ya muerta. Mientras que siguiera viva, había esperanza. Tenía que

haberla. No iba a aceptar otra posibilidad.Era el momento de informar de nuevo, aunque no fuera a cambiar lo

que iba a hacer. A pesar de todo, no iba a dejar a Devlin tratando deadivinar hacia dónde había desaparecido uno de sus hombres. Como losmóviles no funcionaban al lado de la barrera, se apresuró a fuera delpasadizo.



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Fuera de la cueva, empezó a llamar cuando escuchó a alguiensubiendo rastro arriba y lanzando maldiciones. Reconocería esa vozcabreada en cualquier parte. ¿Qué estaba haciendo Trahern? ¿Por qué nose estaba ocupando de los tres humanos involucrados en este lio? ¿Loshabían arrastrado de vuelta por algún motivo?

Solo había una forma de averiguarlo. — Trahern, estoy aquí arriba. — gritó y entonces fue a su encuentro.

Rodeo la última roca y encontró a Trahern, Lonzo y Cody esperándole.No había señales de tres humanos.

— No me diga que les dejaste escapar.

Lonzo se veía completamente asqueado. — No se con quienes estástratando aquí, pero desde luego tienen dinero a sus espaldas. Justocuando llegamos, un helicóptero estaba desapareciendo por el horizonte.

D.J. cerró los ojos y luchó por controlarse. De nuevo esos hijos deputa se les escapaban de entre los dedos. ¿Ahora cómo se suponía que ibaa descubrir qué era lo que querían con Reggie? Les debería haberdisparado cuando tuvo la oportunidad. Cogió una roca y la lanzó al árbolmás cercano. Cuando eso no hizo nada para calmar el caldero de furia yfrustración que le quemaba por dentro, miró a su alrededor buscando unobjetivo más satisfactorio y lo encontró.

Se quedó justo cara a cara con su amigo, ambas manos cerradas enpuños. — Dijiste que me tenías cubierto, Trahern. Ya veo para qué haservido.

Esos ojos grises fríos se empequeñecieron y los labios de Trahern setorcieron en una desagradable expresión desdeñosa. — Sí, y si no tehubieras lanzado sin pensar como de costumbre, nada de esto habríapasado.

Lonzo intentó intervenir. Tiró de D.J. un paso atrás. — Tíos, notenemos tiempo para esta mierda.

D.J. sacudió la mano de Lonzo de su hombro. — Mantente al margen,Lonzo, o serás el siguiente.

Trahern simplemente le sonrió, retando con el brillo de sus ojospálidos a D.J. para que lo intentara. No sería la primera vez que un par de

Paladines peleaban para aliviar tensiones. Sin embargo, por muysatisfactorio y por muy por los suelos que estuviera el ánimo, necesitabancentrarse en recuperar a Reggie. No era culpa de sus amigos que todo sehubiera ido al infierno.

D.J. dio otro paso atrás, dándose cuenta de esto por primera vez deque Cody parecía muy preocupado. — Hey, chico, ¿estás bien?

Ignoró la pregunta de D.J. para hacer otra el — ¿Dónde está Reggie?



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No tenía sentido ocultar la verdad. — Se la llevaron a través de labarrera.

El chico se lanzó hacia el, cogiendo en un puño la camisa de D.J. — Se suponía que la ibas a salvar, bastardo.

— Lo intenté.Cody se puso nariz con nariz con él. — No lo suficiente. Es tu culpa

que esté metida en este lío en primer lugar, Knightwalker.

Vale, así que obviamente Cody había recibido el pack completo decaracterísticas de Paladín, incluyendo un humor de mil demonios. Cody nohabía hecho nada para merecer la situación en la que estaba. TampocoReggie.

— Tienes razón, Cody. Por eso voy a ir tras ella.

— Si vas, yo voy también.

Eso era lo último que D.J. necesitaba en ese momento. — Lo siento,pero eso no va a pasar. Ya hemos tenido esta discusión. No puedo hacermeresponsable de tu seguridad cuando no se dónde me estoy metiendo.

— No depende de ti, D.J. Soy un adulto. Tomo mis propias decisiones.

Trahern se volvió a unir a la conversación, haciendo que el chicosoltara a D.J. — Escucha, Cody. Confía en mí con esto. No se lo ponga aD.J. aún más difícil. El lo hará mejor trabajando solo.

Entonces se giró hacia D.J. — Devlin está de camino aquí con Barak.Están trayéndote ropa adecuada, y Barak te va a dar información sobreunas cosas antes de que cruces. Bajará la barrera para ti, también.

Vale, ese era un gran plus. D.J. no había estado seguro de cómo iba aencargarse de ese problema en particular por su cuenta. La tradición erauna de las dos razones por las que los Paladines peleaban con espadas envez de balas. La otra era que las balas podían desgarrar la barrera,haciendo que tardara más en repararse. A mas tiempo que estaba bajada,mayor cantidad de esos jodidamente locos Otros salían al otro lado.

Pero ahora, a él le importaba una mierda si destruían esa pequeñaárea del infierno permanentemente siempre y cuando pudiera cruzar alotro lado. La seguridad de Reggie era lo único que le importaba.

— Te mostraré cual cueva es, pero luego voy a ir de nuevo adentro porsi acaso pasa algo mientras estamos esperando.

Los otros tres le siguieron alrededor de las rocas hasta que llegaron ala entrada. Señaló al suelo. — Reggie se las apañó para dejar sus huellas ymarcó la derecha para mí.

Sus amigos parecían impresionados, pero Lonzo preguntó, — ¿Comprobaste las otras dos cuevas?



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— La de allá solo tiene ocho pies. No exploré la primera.

— Voy a echar un vistazo rápido mientras Trahern espera a Devlin yBarak. Una vez que aterricen, te alcanzaremos.

— Suena bien. Cody, vienes conmigo.

D.J. no esperó a ver si el chico le seguía. Se dirigió adentro y directo ala barrera. Hizo una pausa justo antes del último giro para esperar a quesu compañero le alcanzara.

— ¿De dónde viene esa luz?

— Estas a punto de ver por primera vez la barrera que separa nuestromundo de Kalithia. Esto es solo una pequeña extensión. La que pasa bajoSeattle es mucho mayor, al igual que la que hay al sur de Missouri. Estamaldita cosa estás desperdigada en trozos por todo la cosa del Pacífico yen todos los lugares donde hay grandes líneas de fallas.

— ¿de veras? ¿No me tomas el pelo?

Por primera vez en horas, D.J. sonrió y repitió la respuesta de Cody. — De veras. No bromeo. Esto va a superar cualquier juego de ordenador quehayas estado jugando hasta el infinito.

Entonces el se hizo a un lado y dejo que Cody echara un primervistazo a su nuevo mundo. Al menos le daría al joven proyecto — de — Paladín algo en lo que pensar que no fuera dónde demonios estaba Reggie y si D.J. sería capaz de apañárselas para rescatarla.

El helicóptero se precipitó en bajo y rápido, aterrizando sólo el tiempo

suficiente para que pudieran saltar. Barak cayó primero, mientras queDevlin le siguió más lentamente, cerrando la marcha y cargando elequipamiento que habían traído con ellos. Era difícil no reírse de su amigoKalith que intentaba andar con unas piernas que se habían convertido engoma.

Aunque Barak había volado antes en un helicóptero, el había estadogravemente herido y dolorido en ese momento. Claramente en esta ocasiónno había disfrutado la experiencia mucho más. A juzgar por el ligero tonoverdoso que había tomado su piel normalmente pálida, él no iba a estaransioso por repetir la experiencia pronto.

Devlin se movió a su lado. — Barak, ¿estás bien?

El guerrero kalith asintió, aunque no parecía muy convencido. Setambaleó un poco, pero Devlin le cogió antes de que cayera al suelo. Trasunos pasos, pareció más estable.

Miró al helicóptero que se retiraba. — Incluso cuando vivía en mimundo, había escuchado de estas cosas. Entonces nunca soñé que llegaríaa tener una oportunidad de volar en uno. Por muy espectacular que ha



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sido ver la tierra desde tan alto en el cielo, preferiría no tener que volver ahacerlo.

Si la situación no hubiese sido tan jodidamente seria, Devlin sehubiera reído. Estaban casi donde Trahern se encontraba esperando; élinmediatamente preguntó a Barak, — ¿Tienes alguna idea de por qué dos

machos Kalith querrían robar a una mujer humana?Barak aceptó el brusco saludo con su usual reserva calmada. — Ni

idea, pero no puede ser bueno.

Devlin no podía estar más de acuerdo. — ¿Dónde está D.J.? — todorastro de buen humor desapareció de la expresión de Trahern. — Estádentro de la cueva esperándonos. O al menos espero que siga allí. No sequién es esta Reggie, pero desde luego tiene a nuestro chico entre lascuerdas. ¿Creéis que es la razón por la que ha estado fuera de sus casillasúltimamente?

— Sigamos en marcha. Me temo que entrará en pánico y hará algunalocura si no llegamos pronto a él. — Sugirió Devlin. — pero para respondera tu pregunta, sí, lo es. Parece que le ha estado reventando sus chuletasonline por un par de meses. De algún modo se las ha apañado para pasara través de los firewalls que él y Cullen instalaron y estaba trasteando enel servidor de los Regentes. D.J. dijo que encontró la historia de losPaladines en la que Brenna ha estado trabajando.

— Bueno, vaya putada, pero eso explica muchas cosas.

Devlin estudió el area, memorizando la disposición en caso de quetuvieran que volver. — ¿Dónde está este Cody del que D.J. me habló?

— Fue de vuelta a la cueva con D.J. para echar su primer vistazo a labarrera. Han estado allí por aproximadamente media hora. No hay formade saber cómo de estable es la barrera, pero nuestro chico está desdeluego mordiéndose las uñas por cruzar.

Conociendo a D.J. tan bien como lo hacía, Devlin aceleró el paso. — Entonces será mejor que nos quememos el culo.

— Parece que Trahern y los otros vienen de camino.

Cody asintió pero no podía despegar sus ojos de la barrera. El

zumbido llenó sus oídos como una melodía que había escuchado antespero que no podía situar. Y, oh, tío, ¡los colores! Había empezado a echaruna foto de la barrera con el móvil, pero D.J. casi lo golpeó fuera de sumano.

— Si no quieres que Devlin pisotee tu móvil hasta hacerlo polvo, noharía eso.



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D.J. volvió a pasear. Quien quiera que fuera este Devlin, debía seracojonante por el respeto que tanto D.J. como Trahern tenían en sus vocescuando hablaban de él. Imaginaba que lo iba a descubrir rápidamenteporque varias personas estaban definitivamente caminando por el pasadizode la cueva. Unos pocos segundos más tarde entraron.

Cody reticentemente se giró del fascinante show de luces para mirar alos que acababan de llegar. Asintió a Trahern y Lonzo, pero fueron losotros dos hombres los que acapararon su atención.

El que estaba en el medio debía ser Devlin. Maldición, había pensadoque Trahern era grande, y Lonzo y D.J. solo un poco menos. Este tipo eraabsolutamente enorme. Joder, sus músculos tenían músculos.

El tipo grande se dirigió directamente hacia él y le tendió la mano. – Cody, soy Devlin Bane. Es bueno conocerte, aunque desearía que fuera enmejores circunstancias. Desde luego te las has apañado para zambullirtehasta el fondo de nuestra pequeña versión de la realidad. ¿lo llevas bien?

— Mas o menos. — Por algún motivo se sintió impulsado a añadir, — señor.

Devlin asintió con aprobación mientras que continuaba con laspresentaciones.

— Este es Barak Q.Young. Procede originalmente de Kalithia, pero viveahora aquí.

Vale, Cody no había esperado conocer a alguien que de hecho era delotro lado de la barrera. Huh, así que así era el aspecto de un alien. Nadade esos pequeños hombres verdes con grandes cabezas y ojos saltones en

todos esos shows de OVNIS en la televisión,D.J. interrumpió. — Corta el rollo, Devlin. A más que nos retrasemos,

más difícil que va a ser encontrar a Reggie. Barak, echa la jodida barreraabajo ahora.

Devlin acechó a D.J. — Tú no das las ordenes por aquí. ¿Necesitorecordarte que si hubieses seguidos los protocolos podríamos haberevitado esta mierda en primer lugar?

D.J. no se achantó. — Que le den a eso, Devlin. Puedes azotarme elculo cuando esto acabe, pero ahora mismo la vida de una mujer está e juego. Solo dime que se necesita hacer. Cada segundo que gastasinsultándome es uno más que ella está pasando en el infierno.

Cody miró la interacción entre los dos hombres. No le hubieragustado enfadar a ninguno. A pesar de la obvia tensión en la postura deDevlin, su voz estaba calmada cuando habló de nuevo.

— Lo pillo, D.J., pero no te vas a ir aún. Denúdate, Barak te ha traídoalgunas de sus viejas ropas para que lleves puesta y haya menosposibilidades de que te pillen.



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Cody miró para ver si le habían traído un segundo juego de ropasalienígenas. Obviamente no estaban planeando que fuera con D.J. Alinfierno con eso. Reggie era su amiga, no de ellos. Se colocó más cerca dela barrera y se apoyó contra la pared de la cueva. Mientras que no llamarala atención indeseadamente hacia él, quizás podría encontrar un modo de

seguir a D.J. cuando cruzara al otro mundo.Sí, esperar y observar, ese era el nombre del juego.



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se quitó los pantalones y la camisa y la tiró a un lado.Arrancó la túnica que Barak le tendió sobre la cabeza yluego se puso los pantalones negros.

Barak ofreció un par de botas. — No estaba seguro de éstos se ajustaran ati, pero sería mejor usarlos en mi mundo, si puedes.

D.J. con punta de sus zapatillas de correr y se metió los pies en lasbotas. Iba a caminar sobre vidrios rotos si eso es lo que se tardó enencontrar Reggie. Él tomó varias medidas para probarlos. Mientras lohacía, Barak transfirió suministros de D.J. de su mochila a un tamañomenor que fue similar en diseño. Ambos deben haber venido de Kalithia.

Podía vivir con las botas. — Estan un poco apretados, pero servirá.

— Bueno, añade esta capa y ya está todo listo . — Barak dio un pasoatrás para él saliera. — Sé que te adaptaras a la atmósfera más delgada enmi mundo tan fácilmente como Lonzo y Trahern lo hicieron. Sería mejor situvieras a Berk para actuar como guía, pero sé que no estás dispuesto aesperar por él. No estaría bien.

— Hunter se comprometió a avisar a través de él para estar en elpuesto de observación para ti y para su mujer. Si es posible, Berk teencontrará y te dejara pasar como uno de sus hombres. Es normal que el

Guardián jurado haga toda la conversación. Una vez que estás con él,mantienes la boca cerrada a menos que sea en privado.

Luego Barak se arrodilló y abrió la bolsa de equipo que Devlin habíallevado. Él sacó una funda diseñada para contener una hoja curva.

— ponte esta correa.

DD.. J J..



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D.J. hizo lo que le dijeron. Tan pronto como lo había hecho elcinturón de cuero colocado alrededor de su cintura, Barak lo ajustó unpoco y luego le tendió una hoja Kalith.

— Larem envió esto. Era el suyo, y de su padre antes que él. Esperaque te traiga suerte y éxito en tu misión de rescate. Él lamenta mucho no

poder acompañarte.D.J. no lo habría pedido. Larem se acababa de enterar que iba a ser

padre, por no hablar de que hay una sentencia de muerte que pesa sobresu cabeza en Kalithia.

— Él tiene bastante en su plato ahora mismo. Pero que sé que voy atratar la espada de su familia con el mayor respeto. Entiendo el honor queme ha pagado.

Después de unas cuantas oscilaciones de la práctica, D.J. asintió conla cabeza en señal de aprobación a la forma en que la espada se adaptar a

su mano. — Esta cosa está totalmente enferma. Supongo que todas esaslecciones que ustedes nos dieron en su estilo de lucha van a venir muybien.

Barak asintió con expresión grave. Su propia mujer había sidosecuestrada por asesinos profesionales, y él había llamado a la furia deuna montaña abajo sobre su propia cabeza para poner fin a la amenaza aLacey. Al igual que Devlin, Barak sabía exactamente lo que D.J. estabapasando.

— Me gustaría ir contigo yo mismo, pero legalmente, Berk estaríaobligado a detenerme el momento en que cruzase a Kalithia. Me encuentro

renuente a probar la profundidad de su amistad para mí.D.J. tuvo que reírse de eso. — No hay problema. Además, no me

gustaría hacer frente a Lacey si el consejo hace que te arresten en Kalithia.Ella estaría allí en un santiamén. Los cabrones no sabrían qué los golpeó.

La sonrisa de Barak se ensanchó. — Es cierto. Mi compañera tiene uncorazón fuerte. Pero volvamos a los negocios. Devlin y yo llevamossuficientes provisiones para que me quede aquí en la cueva durante variosdías. Voy a comprobar todos los días al amanecer y al atardecer para ver sihas vuelto. — Hizo una pausa. — Ojalá supiera más sobre quién eresdespués.

El comentario sacudio la memoria D.J.'s. Dio una palmada en lafrente. — ¡Soy un idiota!

Lonzo soltó una carcajada. — Háblanos de algo que no sepamos ya.

D.J. lo ignoró y señaló. — He encontrado una palabra rasguñada en laroca por aquí. Creo que Reggie estaba tratando de decirme que la habíansecuestrado.



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Barak estudio el marcado con una expresión sombría. — Jeban esdefinitivamente un nombre Kalith. Por desgracia, es bastante común quesu primer nombre por sí solo no lo identifica, pero es un comienzo. Vamosa compartir la información con Berk, tan pronto como sea posible. Estamujer tuya es inteligente.

Sí, lo era. Demasiado inteligente para su propio bien, pero ahora noera el momento para pensar de esa manera. Había logrado sobrevivir hastaahora. Esperemos que su pensamiento rápido la mantuviera con vida eltiempo suficiente para que él la encuentre.

— Tengo que irme.

Devlin tenía que tener la última palabra. — No consigas que te maten,D.J. puedes ser un dolor en el culo, pero tú eres nuestro dolor en el culo.Además, me gustaría conocer a esta Reggie. Cualquier persona losuficientemente inteligente como para hacerte andar en círculos suenacomo mi tipo de mujer.

Para D.J., también, pero él todavía no había ganado el derecho a estarpensando de esa manera.

— Barak, haz lo tuyo.

El guerrero Kalith se paró frente a la barrera y le tendió las manosmientras cantaba en voz baja. Casi de inmediato, la barrera comenzó adesvanecerse. Como Barak continuó trabajando, D.J. captó un movimientopor el rabillo del ojo. Cody se arrastraba hacia adelante, mientras laatención de todos se centró en la barrera. Sin duda estaba esperando asaltar a través de Kalithia.

No iba a pasar, aunque respetaba el hombre por intentarlo. Captó laatención de Trahern y señaló con la cabeza en dirección a Cody. El Paladinasintió con la cabeza y de inmediato se colocó delante de él. No habíamanera de que él sería capaz de pasar a Trahern. Cody también lo sabía.Disparó D.J. una mirada furiosa, pero D.J. mantuvo sus ojos en la barreramientras se abría camino por detrás de Barak para hablar con Cody.

— Necesito que te quedes aquí y ayudes a Devlin. Ellos van anecesitarte para localizar a la persona que le hizo esto a Reggie. Si no loencuentra, va a ir tras ella de nuevo cuando volvamos.

A Cody no le gustaba, pero al menos lo escuchaba. D.J. agregó su

último argumento para dejarlo atrás. — Eres el único que puede cubrir deReggie con su jefe. Además, ella no querría que faltaras a las clases finalespor su culpa.

— Voy a volver a tomar el próximo trimestre si tengo que hacerlo.

— Sí, pero ¿puedes permitirte la matrícula extra? — D.J. estabaagarrando a un clavo ardiendo, y ambos lo sabían.



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Cody podría dar a D.J. un plazo para su dinero cuando se trataba depura terquedad. — Ese es mi problema, no el tuyo.

— Bien, es tu decisión, pero Reggie pateara nuestros culos tanto sitienes que abandonar a causa de ella.

Luego le entregó la unidad flash Cody había guardado archivos deReggie en ella y las llaves de su camioneta. — Además, tú sabes cómotrabaja su mente. Mi amigo Cullen tendrá una mejor oportunidad deencontrar a los bastardos detrás de esto con su ayuda.

Devlin había estado escuchando. — Pero si lo hace o no, Cody,veremos que la matrícula está cubierta hasta que se gradúe.

Los ojos deCody se dilataron de ancho. — ¿Por qué harias eso?

— Porque eres uno de los nuestros. Ahora vamos a salir del camino.Barak está casi listo.

Todo el mundo se movió de nuevo a partir de la barrera excepto D.J. yBarak. Sin saber que podría estar esperando en el otro lado, los Paladinessacaron sus espadas y estaban dispuesto a luchar.

La energía torbellino tiró y tiró como si estuviera viva. Agujeros quecrecieron gradualmente hasta que una mezcla en la siguiente y lasiguiente aparecido en el tejido de la energía. Dos segundos más tarde lacosa entera se destrozo y desapareció. D.J. No podía permitirse el lujo dedudar. Si estaba a horcajadas sobre la línea que separa los dos mundoscuando apareció una copia de seguridad, se le cortaría por la mitad.

Una voz detrás de ellos gritó — ¡Santa mierda!

La reacción de Cody no era ninguna sorpresa. Todos ellos habíaestado en la barrera en algún momento de sus vidas y les llamó la primeravisión de un mundo extraño. A pesar de la caverna en el otro lado era unreflejo de la D.J. un acababa de salir, había una abertura directa alexterior, que reveló una pequeña muestra de los soles gemelos en el cielosobre Kalithia.

D.J. se detuvo el tiempo suficiente para mirar a sus amigos. No habíamanera de saber lo que iba a suceder mientras cazados por Reggie. La ivaencontrar o morir en el intento. Con ese pensamiento en mente, hizocontacto visual con cada hombre, a su vez, con la esperanza que transmitetodo lo mucho que significaba para él.

Barak estaba mostrando la cepa de mantener el control sobre labarrera. Aun así, se inclinó un poco hacia delante como si tratando de vermás allá de la cueva y en el mundo más allá.

— Una vez que encuentres a tu mujer, vuelve aquí si puedes. Si no esasí, el objetivo de esas colinas bajas que se ven en la distancia. Hay cuevasa lo largo de la parte posterior del segundo rango. Uno que tiene un



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pequeño tramo de las pieles de barrera detrás de una roca con forma derostro de un anciano. Le diré a Berk que sabes de esa cueva.

D.J. asintió con la cabeza, sintiendo mejor tener dos posibles rutas deescape.

Mientras hablaban, Trahern y Devlin arrojaron un par de bolsas deequipo a través de la otra cueva.

— ¿Qué es eso?

Devlin añadido una bolsa más. — La comida y el agua. Equipo desupervivencia básica. Debería ser suficiente para mantener a los dos vahasta que podamos volver a cruzar.

La garganta de D.J. se cerró herméticamente por la emoción. Apenaspodía ahogar un simple, — Gracias, chicos.

Luego Barak lanzó su control de la barrera. Así que rápidamentetodos sus amigos desaparecieron detrás de los colores crecientes. D.J. Nose había sentido tan solo en un largo tiempo. Le tomó unos segundos paraenfocar.

Una vez que su pulso se había vuelto a la normalidad, se preparópara la caza que estaba a punto de comenzar. Sacó la pistola en la cinturade sus pantalones y cubrió espada Larem cuando él salió de la cueva y a lapenumbra de una noche Kalith.

Dios, si a él le pareció todo esto un poco desconcertante, lo malo queera para… ¿Reggie? Apoyó la mano sobre el pomo de su espada,aprovechando la comodidad de la sensación familiar. Fiebre de Batallacaliente corrió por sus venas. Él había estado en guerra con este mundoextraño por la mayoría de su vida adulta. La única diferencia era que estavez él estaba llevando la lucha a ellos.

******

Reggie tropezo a lo largo de entre sus dos captores. Una vez quehabían cruzado la barrera, que habían hecho le pusieron un conjunto deropa y una capa del respaldo de los suministros que habían dejado en lacueva. Por lo menos la dejaron seguir con sus propios zapatos. Gracias aque los pantalones de gran tamaño, sus pies apenas se mostraban detodos modos.

Una vez que comenzó a ir de excursión, era difícil mantenerse al díacon el ritmo marcado por el socio de Jeban. Obviamente, quería ponerdistancia considerable entre ellos mismos y la barrera. A juzgar por la



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forma en que Jeban no dejaba de mirar hacia atrás, él estaba preocupadoacerca de ser seguido.

El aire abandonó sus pulmones ardiendo por el esfuerzo demantenerse al día. A pesar de estar en buena forma física, que era lo únicoque podía hacer para no poner un pie delante del otro. La primera vez que

había empezado a salir, ella trató de tomar nota del paisaje, perofinalmente renunció a tratar de dar sentido a la monotonía sin fin. Elmundo entero estaba jodidamente marrón con la racha ocasional de colorgris. Cada paso que daban patadas hasta una nube de polvo, obstruyendola nariz y la garganta. Gotas de sudor resbalaba por enturbiar la cara y ladejó picar la piel.

¿D.J. atravesaría a este lugar infernal para venir en pos de ella? Nohabía manera de saber con certeza que había sido capaz de seguir sucamino de vuelta en la tierra, mucho menos su seguimiento en un mundoextraño. Su mente lógica puede tener sus dudas, pero su corazón le dijo

que él vendría. A pesar de haber pasado poco tiempo en su compañía,sintió una poderosa conexión con el hombre.

El hambre y el cansancio fueron haciendo mucho más difícil darsentido de todo lo que había sucedido en los últimos días, a partir de lapelea con el Gran Ed y D.J. apareciendo en su puerta. Por no hablar decómo su imagen completa de la realidad se había vuelto del revés. Porahora, ella sólo tenía que seguir caminando a lo largo. Mientras ella secentró en las cosas sencillas, que no creía mucho sobre por qué estaba allíen primer lugar.

Era evidente que Ray tenía sus propios planes para ella. Dios sabe lo

que eran, pero él parecía estar esperando a que su rastro se enfríe antesde recurrir a ellos. En este momento fue Jeban y la empresa que la asustóhasta los huesos.

— Detente.

El alienígena frente a ella se volvió bruscamente fuera de la pista y semetió en la hierba alta. Habían estado caminando por un sendero estrecho y polvoriento que conducía una colina empinada hacia el valle. ¿Cuando laestaba tomando ahora? Se quedó inmóvil donde estaba, reacia a ir máslejos.

Jeban subió a su lado. — siguelo. Vamos a parar para descansar y

comer algo.Efectivamente, a corta distancia en la hierba, había un pequeño

arroyo. El segundo Kalith inmediatamente se arrodilló y uso sus manospara recoger puñados de agua para beber. Reggie Ni siquiera se permitióconsiderar lo que los microbios extraterrestres podrían estar al acecho enel agua y siguieron su ejemplo. Si estos dos tipos podrían funcionar denuevo en la tierra, tuvo que asumir que había similitudes suficientes entre



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los dos mundos, para que ella sea capaz de comer y beber con relativaseguridad.

Dios, eso esperaba de todos modos. Pero, independientemente, ellanecesitaba para mantener su fuerza cuando se iba a escapar de estos dos.Cómo iba encontrar el camino de vuelta a casa por su cuenta era un

problema ella iba a tratarlo más adelante.El agua estaba fría y clara y sabía muy bien. También se sentía bien

para salpicar en la cara y enjuagar la suciedad de las manos. Cuando Ellahabía tenido suficiente, Jeban le indicó que se sentara en una rocacercana. Entonces, para su sorpresa, él le tiró un par de barras degranola, la misma marca que compró para sí misma.

El toque de casa hizo que sus ojos ardieran de lágrimas que senegaba a derramar. — Así que la gente no es la única cosa que roban a mimundo.

Los estrafalarios ojos claros de Jeban se estrecharon con ira. — Penséque sería mejor comer tu propia comida.

Maldita si ella se sentiría agradecida por todo lo que el hombre habíahecho, aunque se quedó pensativo. Se sentó en la roca, pero dio la espaldaa los dos hombres. Ninguno de ellos parecía interesado en hablar el uno alotro y mucho menos ella. Eso estaba bien. Estaba demasiada cansadacomo para mantener un frente valiente.

Ella mordisqueó las barras de granola, con la esperanza de retrasarsu salida siempre que pudo. Cada minuto que pasamos aquí en la pista ledaría a D.J. mucho más tiempo para realizar su seguimiento. Además, no

quería pensar en lo que pasaría una vez que llegaron a su destino final.Los pasos detrás de ella le advirtieron que su tregua había

terminado. Efectivamente, Jeban rodeó la roca para mirarla.

— Salimos pronto.

No saber cuando iban a parar de nuevo, ella bebió más del agua fría,disfrutando de su suave goteo en la garganta. Estaba a punto de llegar aotro puñado cuando el hombre sin nombre la detuvo poniendo su mano enel hombro.

— Nos vamos ahora.

Ella asintió, pero bebió de todos modos. Cuando se puso de pie, suexpresión lo hizo muy claro que había tomado nota de la pequeña rebelión.La frialdad de sus ojos era de miedo, pero ella se negó a acobardarse.

Una vez más, el otro tomó la delantera, Jeban siguiendo a Reggie. Lepreocupaba que ella estuviera empezando a confiar en Jeban para cuidarde ella. Eso no era más que estupidez. Si realmente hubiera queridoayudarla, él hubiera dejado atrás en su mundo. Aun así, era mucho menosmiedo que su pareja.



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Por ahora, ella estudió su entorno, tratando de memorizar el caminode regreso a la cueva. Si de alguna manera se las arreglaba para escapar,ella iba a necesitar un plan. Por supuesto, la cueva sería el primer lugar alque hirian a buscarla, pero era el único camino a casa que ella conocía.Además, era el primer lugar que D.J. comprobaría.

Justo después de la subida siguiente, llegaron al fondo del valle. Lascolinas detrás de ellos se parecían mucho a los que ella podía ver en ladistancia. El terreno en el medio era plana y seca. La mayoría de lasmarrones plantas fueron incendiadas del calor seco a pesar de que la luzde las dos estrellas en el cielo era mucho más débil que el solo sol de latierra. No es de extrañar Jeban había descrito su casa como la tierra de lossoles moribundos.

El arroyo corría paralela a la pista hasta que de repente desaparecióbajo tierra. A partir de ese momento, el camino que estaban siguiendo hizoun giro de noventa grados y se dirigió directamente a través del valle hacia

las colinas. — ¿Hasta dónde tenemos que ir? — le preguntó ella.

Había dirigido la pregunta a Jeban, pero fue su amigo quienrespondió. — ¿Esta usted tan de prisa para cumplir con su destino?

No había nada que decir a eso, así que caminó en silencio.

A pesar de sus dos compañeros, Ella nunca se había sentido tan solaen su vida.

******

Fuera de la cueva, no pasó mucho tiempo para que D.J. recogiera unrastro dejado por Reggie y sus captores. Ellos no estaban a la vista. Teniendo en cuenta la ventaja que había conseguido, no esperabarealmente que lo estuvieran. En vez de ir cargando colina abajo, volvió aentrar en la cueva para hurgar en las proviciones que Devlin habíaproporcionado.

Fue sobre todo la comida y el agua, pero su amigo le había dejadotambién balas adicionales para la Glock de D.J., así como un botiquín deprimeros auxilios y algunas mantas termicas, del tipo que ocupaban pocoespacio pero siempre daban una sorprendente cantidad de calor. Tambiénse había incluido dos partidos, linternas, estufa de mochilero pequeño, eincluso algunas ataduras de plástico que podrían ser utilizados comorestricciones.



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Sí, como si D.J. iba dejar a los bastardos vivir lo suficiente como paranecesitar esos. El Guardián Jurado Berk podía tener una opinión diferentesobre este tema si sus caminos se cruzan, pero él se ocuparía de elloentonces. En lugar de dejar los paquetes en la cueva donde uno de losOtros podrían encontrarlos, D.J. los escondió a corta distancia de la cueva

detrás de unos arbustos bajos.Es hora de comenzar la cacería.

No se molestó con precaución. Estos chicos ni sabían que iba a veniro ellos eran imbéciles. Fuera lo que fuese, tenía que recuperar el tiempo sihubiera alguna posibilidad de capturarlos.

Partiendo al trote, esperó a ver cómo la atmósfera más delgadaafectado su resistencia antes de coger velocidad. Redujo la velocidad de vezen cuando para recuperar el aliento mientras buscaba pistas para verificarque todavía seguía el camino correcto.

Alrededor de una hora más tarde, él llego a una parada. La hierba allado del camino se veía pisoteada, como si alguien hubiera cortado através del campo. Sacó su pistola y empezó a avanzar, preocupado por loque iba a encontrar. Tan pronto como vio a la corriente, su tensión sedreno. No tiene mucho sentido que les he dejado aquí por el agua y tal vezun breve descanso.

Eso no impidió que el temor de que se había detenido por razonesmás oscuras de comer en él. Se sentiría mucho mejor si tenía alguna ideade por qué se habían llevado a Reggie a Kalithia. Era seguro que no era acausa de sus quejas. Conocimientos de informática, no en este mundodonde estas cosas no existían.

Estudió el borde del arroyo y vio que tres individuos diferentes searrodillaron para beber. Entonces vio algo que yacía en el suelo junto auna roca cercana. Envolturas de Granola. Bueno, por lo menos la estabanalimentando. No le cabía duda de que había dejado los trozos de papelpara que los encontrara. Dios, le encantaba la forma en que su mentetrabajaba.

Suficiente tiempo perdido. Después de tomar un trago, se empapó supañuelo y lo envolvió alrededor de su cuello. Luego regresó a la pistaoriginal, recogiendo una mayor velocidad corriendo cuesta abajo. Sobre labase de lo que había sido capaz de aprender de las huellas Reggie y sus

acompañantes habían dejado en el polvo, caminaban. Siempre y cuandomantenga un ritmo más rápido, con el tiempo se iba ponerse al día conellos.

Cuando lo hizo, no habría mucho que pagar.



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******

Cody sabía que estaba de mal humor, pero en ese momento no leimportaba. En los últimos dos días, gracias a D.J., toda su vida se habíaido directamente al infierno, empezando por su mejor amiga que seencontraba secuestrada y arrastrada a un mundo extraño. No sólo eso,Cody estaba rodeado por un grupo de asesinos armados con espadas ypistolas.

Todo el asunto se leia como una mala película de ciencia ficción, deesas donde se lleva al chico geek a eventos demasiado grandes para que élcomprendiera. Devlin le había llevado en un helicóptero poco después deque salieron de las cuevas. Lonzo se había quedado con ese tipo Barak aesperar el regreso de D.J.

Evidentemente Devlin iba a entrar en contacto con alguien que sabíaque aún vivía en Kalithia. Por lo que dijeron, este tipo Berk era parte deuna especie de milicia local. Por el amor de Reggie, era agradable saberque habían buenos en el otro lado de la barrera, también.

Devlin también iba a amigo SIC de D.J. Cullen en el seguimiento delhelicóptero que había recogido el contingente humano de los chicos malosde la seguridad antes que Trahern y Lonzo pudieran ponerse al día conellos. Cody casi deseó haber sido invitado por el paseo. Por un lado, Cullenera el chico de D.J. Cody había querido trabajar con la materia de lacomputadora.

Ahora, sin embargo, Trahern estaba llevando Cody de vuelta aPortland para recoger algunas cosas antes de dirigirse con los Paladines. Ala sede de Seattle. En lugar de pensar demasiado en todo esto, Cody cerrólos ojos y trató de dormirse.

No funcionó. Sobre el tiempo que se las arregló para relajarse losuficiente, Trahern se salió del camino, y las sacudidas trajeron de vueltaa Cody alerta.

— ¿Qué está pasando?

— He pensado que podríamos parar y comer.

Cody quería protestar. Nadie parecía estar corriendo bastante. Sí,D.J. Hacía calor en la pista de Reggie, pero Cody queria. Necesitaba. Haceralgo pronto.

— Pero.

Trahern volvió su mirada fría en la dirección de Cody. — Sin peros,Cody. Ninguno de nosotros puede funcionar bien cuando se funciona envacío, y tenemos un largo camino por delante esta noche. Créeme, lo



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primero que se aprende en este mundo nuestro es a comer cada vez quetienes una oportunidad. Habrá bastantes veces por delante cuando ledarías tu huevo izquierdo por un puñado de granola.

Cody no había tomado una decisión todavía sobre si se debe unir susuerte con estos chicos, pero por el momento no tenía otra opción en la

materia. Una vez que Reggie estuviera de vuelta a donde pertenecía y losPaladines hubieran rastreado a los chicos que la habían secuestrado, enprimer lugar, tendría tiempo para pensar en ello.

El otro problema era que no tenía casi nada de dinero. El restauranteno parecia tan caro, sin embargo. Tal vez se podía permitir un plato desopa, que era por lo general barata.

— Un poco de algo puede ser bueno.

Entonces Trahern realmente le guiñó un ojo. — Mejor coma, Cody. Noes de todos los días que Devlin paga la cuenta. Personalmente, voy pedir

un gran filete con todos los adornos. — Bien, entonces. Obviamente DevlinBane miraba por sus hombres. Eso era bueno saberlo.

Cody estudió cartel del restaurante, que anuncian cocina casera.¿Oye, creo que este lugar tiene un menú de postres bueno? Y quizá extraspara ir?

— No es de extrañar que D.J. llevó a ti. — Trahern se rió entre dientesmientras se ponía a un lugar de estacionamiento y apago el motor. — Megusta tu forma de pensar. Vas encajar perfectamente con nosotros.

¿Cuándo fue la última vez que había encajado en cualquier lugar? Nopodía recordar, pero la idea de que estos chicos realmente querían que

pasar el rato con ellos se sentía bien. A medida que se salió de lacamioneta y se dirigió hacia el interior, el paladín le dio una palmada en laespalda.

— Mientras esperamos por nuestras cenas, tú me puedes decir todoacerca de sus clases de esgrima y el tipo de arma que más te guste. Yomismo soy un fan de la espada.

Cuando Cody empezó a hablar, estaba claro que Trahern estabarealmente escuchándolo y se preocupaba por sus opiniones. Una vez quela comida llegó, ambos dirigieron su atención a la comida.

Colgando con los Paladines se sentía muy bueno.



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CCaa p pí í t t uulloo 1122 Traducido por: UsaguiSama


ué estaba pasando? Por tercera vez en los últimos quinceminutos, Jeban había hecho una pausa para mirar de nuevopor el sendero detrás de ellos. Después de la segunda vez, le

había dicho algo a su pareja en su propio idioma. Todo lo que Reggie habíasido capaz de recoger era la creciente tensión en la voz de Jeban. Eso, y elnombre de su amigo, Kolar.

Una vez Jeban había llamado la atención de Kolar a lo que estabapasando detrás de ellos, ambos habían comenzado a caminar más rápido ymirando hacia atrás con más frecuencia. Jeban tuvo la precaución demantenerla entre ellos, empujando hacia delante por si intentaba

ralentizar en absoluto.Ella no sabía qué pensar. ¿Estaba la ayuda en camino o era otra

cosa?

Era evidente que estos dos eran criminales en ambos mundos. Siestaban siendo seguidos, era posible que fuera su propio pueblo tras ellos.Sólo hay una manera de averiguarlo. La próxima vez que Jeban sedetuviera, volvería a reunirse con él.

Si había algo que sucede detrás de ellos, seguro que no quería verninguna señal de ello. — ¿Qué está pasando?

— Tal vez nos están siguiendo, — respondió Jeban en Inglés, sacó suespada. — Kolar, me voy a dar vuelta atrás para ver con seguridad.

Tan pronto como desapareció de la pista en la hierba alta, Kolar tomóa Reggie por el brazo y la arrastró a su paso. Ella luchó para liberarse desu agarre. Sólo la apretó con más fuerza, lo suficiente para dejarmoretones, por lo que su deseo que Jeban hubiera sido el único enquedarse con ella.

¿



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— ¿Alguna idea de quién podría estar allí?

Kolar se detuvo a responder. — ¿Importa? Si se trata de uno de losnuestros, él estará disfrutando de su compañía junto con nosotros.Mientras hablaba, los ojos Kolar viajaron desde su cabeza hasta los dedosde los pies, haciendo una pausa en el camino para hacerle saber

exactamente lo que estaba pensando. Ella lo miró, pero no tuvo ningúnefecto.

Su sonrisa le puso la piel de gallina. — Por supuesto, podría seralguien de su mundo, que viene a recuperarla, pero eso no va a suceder.Ya sea que él muera o ambos, si quiere. Eso sería una lástima. Tengoplanes tan interesantes y agradables para usted. Placenteras para mí, almenos.

Él se acercó más, su intención de besarla era obvia. Reggie volvió lacabeza hacia un lado para que sus labios aterrizaran en el lado de lacabeza. En respuesta, él le agarró la barbilla con un apretón doloroso y

colocó la cara justo donde lo quería. — Usted debe tener cuidado, linda y pequeña humana. Me gusta

cuando las mujeres se resisten mis atenciones. El dolor ofrece su propioplacer.

Entonces su boca aplasto la suya y usó su otra mano para palpar elpecho con fuerza. Cuando él profundizó el beso, ella se vengó mordiéndolela lengua.

Kolar aulló de dolor y saltó hacia atrás. Escupió una bocanada desangre en el suelo, su furiosa expresión prometía retribución. Ella

inmediatamente se retiró, se preparó para correr si él daba un paso máshacia ella.

En cambio, retrocedió justo hacia Jeban. A él no le llevó muchotiempo medir la situación. Miró a cada uno de ellos con igual disgusto.Cuando Kolar trató de agarrarla, ella usó a su pareja como un escudo.

— Sal del camino, Jeban. Ella tiene que aprender buenos modales.Gozaré enseñándoselos.

Jeban se mantuvo firmemente entre ella y su amigo. — Ahora no es elmomento. Habrá un montón de tiempo para nosotros más tarde en laescuela del comportamiento propio de un esclavo.

Su estómago se desplomó. Eso era todo en cuanto a que Jeban era elchico bueno. Cuando él se acercó a tomarle la mano, ella se echó haciaatrás fuera de su alcance y se alejó por el camino por delante de los dos.

A Reggie le dolía directamente a través de sus huesos. A pesar deestar en buena forma física, había estado demasiado tiempo sin dormir nicomer lo suficiente. La respiración se está convirtiendo rápidamente en un



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problema, gracias al aire que estaba demasiado delgado en oxígeno ydemasiado lleno de polvo.

Las piernas de sus pantalones negros estaban recubiertas con polvo,incluso sus dientes se sentían arenosos.

Un trago de agua sería maravilloso ahora, pero ella no tenía ningunaprisa para detenerse en el día. Tan cansada como estaba, no estaba segurade cuánto tiempo podría mantenerse en movimiento. Por cierto, ella noquería dar Kolar una excusa para empezar la sesión que entrenamientoque Jeban había mencionado.

Bastardos, bárbaros.

¿Qué pasó para que la luz del día en este mundo desapareciera casipor completo en el tiempo que habían atravesado al otro lado del valle? Jeban llamó a un alto. Después de una breve discusión con Kolar, élcambió al inglés para su beneficio.

— Nuestro campamento se encuentra regularmente en esa dirección,dijo señalando hacia un grupo de árboles achaparrados una cortadistancia a la derecha. — Vamos a parar por esta noche a la espera paraque nuestros socios se unan a nosotros mañana tarde.

Hizo una pausa para mirar hacia atrás por donde habían venido.

— Kolar, voy a encender el fuego para la cena. ¿Por qué no revisas estavez? Todavía puedo sentir a alguien detrás de nosotros.

Kolar asintió. — Si me parece que es un ser humano, ¿en caso de quemuera?

Jeban miró a Reggie antes de responder, con un frío brillo en sus ojosclaros. — Si puedes capturarlo, hazlo, pero no será una gran pérdida si élmuere. Hay ya suficiente de nuestro pueblo que ha sido asesinado pormanos humanas. Equilibrar la balanza sería satisfactorio.

Reggie se estremeció. Estos dos hablaron de matar como si una vidano tuviera ningún valor en absoluto. Tal vez para ellos, los seres humanoseran desechables. Si eso era verdad y D.J. o uno de sus compañerospaladines iban detrás de ellos, sólo podía rezar para que se quedaran asalvo fuera de la vista.

Luego estaba el problema del resto de banda de Jeban que estaba en

camino a su encuentro.Poco a poco siguió a Jeban al campamento. Sabía que debería temer

lo que estos bastardos alienígenas habían planeado, pero ahora mismo loúnico que podía hacer era colapsar en el suelo. Encogió las rodillas hastael pecho, envolvió sus brazos alrededor de sus piernas y se obligó ahacerse lo más pequeña posible.



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Jeban la ignoró mientras él comenzó un fuego y luego llenaba unrecipiente con agua de un manantial cercano. Mientras él se ocupaba delas tareas domésticas, Reggie oraba con más fuerza de lo que había hechoen años.

Dios, yo no quiero que mi vida termine aquí, pero por favor no dejes

que D.J. muera por mi causa.Mientras esperaba a ver qué iba a pasar, se quedó mirando el fuego y

dejó que su cabeza se llenara con imágenes de D.J.. Por lo que había leídoacerca de los Paladines, él y sus amigos eran sin duda quienes se hicieronleyendas como guerreros con un código de honor tan profundo quesacrificaron sus vidas una y otra vez para proteger a la gente común comoella.

Ella realmente deseaba que ellos dos hubieran tenido más tiempo juntos. En lugar de pensar en los horrores potenciales que la podíanesperan, pensó en el sorprendente beso que habían compartido y llamó la

comodidad de la memoria.

******

Todd hizo lo posible por ignorar el argumento que ocurre a las afuerasde su oficina. No sabía de qué se trataba y no le importaba.

Entonces la puerta de su despacho se abrió de golpe sin previo aviso.¿Qué demonios? Le había dicho a su asistente Melinda que no le pasarallamadas y detuviera a cualquiera que quisiera verlo para poder hacer estemaldito informe.

Ella flotaba en la puerta, esperando a que se le reconozca. Detrás deella estaba Ray, obviamente, de regreso de su viaje a la costa. ¿Quédemonios le había pasado? En lugar de reconocerlo, Todd se concentró encalmar ánimos de su ayudante.

— Sí, Melinda, ¿qué pasa?

— Lo siento, señor. Le dije al señor Pine aquí que no iban a ser

molestado, pero no quiso escucharme. Ella le disparó al otro hombre unamirada desagradable. — ¿Llamó a seguridad?

Forzó una sonrisa para ocultar su irritación.

— Eso no será necesario, Melinda. Debería haber dicho que Ray podríavenir el día de hoy.



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Su alivio fue evidente cuando ella salió de la oficina, disparando unaúltima mirada a Ray antes de tirar de la puerta cerrada. Cuando ella sehabía ido y con seguridad de no tener audiencia, Todd se echó hacia atrásen su silla y miró a su compañero no deseado.

— Ray, ¿qué carajo te pasó en la cara y por qué estás aquí? Creí que

habíamos acordado que no nos reuniríamos en el trabajo.El otro hombre no le hizo caso. En su lugar, se sirvió una taza de café

antes de sentarse en la silla frente al escritorio de Todd. Se veía como elinfierno. Si Todd tuviera que adivinar, Ray no había dormido mucho en losúltimos dos días. También tenía un par de ojeras de clase mundial y unanariz hinchada al doble de su tamaño normal. Y el hombre parecíacompletamente cabreado.

Todd no pudo resistirse a pinchar el estado de ánimo, ya alterado deltipo. – ¿Un día de problemas en la oficina o vas a una fiesta de disfracescomo un mapache?

Ray le miró por encima del borde de su taza de café. — Vete a lamierda, Todd. Te dije que no quería hacer ese viaje. Ahora mírame.

Todd estudió el rostro de su amigo. — Parece doloroso.

— Lo es, y lo que es más, voy a necesitar una cirugía para poner minariz de nuevo junta. Mañana, de hecho, voy a estar fuera de serviciodurante al menos un par de días. Esa pequeña perra que querías atraparme hizo esto. Espero que esos dos Otros le queden.

Cuando la voz de Ray se hizo más fuerte con cada palabra, Todd leinterrumpió en mitad de la frase. — Cierra la boca ahora mismo. Este no es

el momento ni el lugar para la conversación.Ray miró de vuelta a él. — Sí, bueno, mierda, Todd. ¿Por qué no le

explicas a mi esposa como terminé así después de un viaje de negocios?

Dios, odiaba a aplacar a los peones. — Bien, lo entiendo. Estás herido.Estás loco. Ella está loca.

Maldita sea, debería haber manejado la situación por sí mismo paraasegurarse de que estaba bien hecho desde el principio.

— Supongo que nunca se me ocurrió que el viaje te traería en uncamino directo a mi puerta. — Él se levantó de un salto. — Vamos.

— ¿Dónde?

— A algún lugar donde podamos hablar sin ser oídos.

Veinte minutos más tarde estaban sentados en un banco del parquecon un par de bocadillos y bebidas frías. Todd había perdido su apetitocuando Ray entró en su oficina, pero las apariencias lo eran todo. Si nadiele prestaba atención, se vería como si dos amigos se estaban aprovechandode su hora de almuerzo para disfrutar de una tarde de sol en St. Louis.



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— Bueno, de comienzo a fin, cuéntamelo todo.

Dio un mordisco a su bocadillo mientras que Ray le explicó lo quehabía sucedido. Cuanto más Todd escuchaba, más quería estrangular aese bastardo.

— ¿Cualquier posibilidad de que el hombre muerto pueda volver denuevo a ti?

Porque si pudiera, no podría ser más que otro cadáver en lafabricación. Al menos Ray había sido lo suficientemente inteligente paraaprovechar el talento local en Portland. Un empleado de los Regentes quehacia un viaje a la zona podría pasar desapercibido. Que enviara cuatro,pero con sólo tres retornaran sería más difícil de ocultar.

— De ninguna manera. Lo hemos mantenido los nombres solamente.Pagué en efectivo y tire los teléfonos usados.

Ray hizo una pausa para tomar un largo trago de su té helado. Luego

se aclaró la garganta. — Hay más. — Me imaginé que había. Todd miró al otro lado de la ladera cubierta

de hierba y esperó a que la mierda de golpeara el ventilador.

— Alguien ya está a cazándola. No lo sé con seguridad, pero creo quepodría ser los paladines de Seattle.

Todd resopló su bebida, casi ahogándose en el proceso. — ¿Esta ustedseguro?

— No, pero uno de los chicos pensó que escuchó que la llamaba dealguien D.J. Sería demasiada coincidencia para que sea algún otro chico

con ese nombre. — ¿Oyó algo más? Una mirada a la cara de Ray le contó la historia. —

No me digas, él es el que te disparó.

— La dejó robar su teléfono celular. Era su culpa que las cosas sepusieron jodidas. Lo estoy diciendo ahora mismo, si los Paladines vanrealmente a la caza, quiero salir.

Sí, como si eso fuera a suceder. Pero antes de que Todd explicara loshechos de la vida a su buen amigo Ray, tenía que hacer una preguntamás.

— ¿Cómo demonios te las has arreglado para arrastrar a esos hijos deputa en esto? Se suponía que iba a ser un limpio arrebatar-y-lanzar. Ustedtenia que dejar que los otros tuvieran un buen rato con la perra, para quecuando la arrastráramos de vuelta del otro lado de la barrera Ella fueramás cooperativa.

No es que le salvaría la vida en el largo plazo.



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— No sé cómo se enteraron de lo que estaba pasando. Todo lo que sées que alguien nos seguía en las cuevas. Nunca los vi, pero quienquieraque fuera cortó los neumáticos del camión. Si yo no hubiera tenido unhelicóptero de guardia, nos habrían jodido. Así las cosas, que apenashabía llegado a despegar cuando otro camión llegó.

— ¿Tuvo un buen vistazo de ellos? — Tres hombres bajaron del camión. Uno era alto y rubio, los otros

dos eran más cortas, con el pelo oscuro. Estábamos demasiado alto pararecoger los detalles.

Al menos, eso significaba que era poco probable que los chicos en elsuelo pudieran ver mejor que Ray en el helicóptero. Bueno, tal vez Raypodría vivir un poco más.

Todd reflexionó sobre la situación. — Bueno, voy a hacer algunascomprobaciones para ver si puedo coger cualquier charla en el oeste. Si es

necesario, voy a hacer un poco de control de daños. Ahora tengo que volveral trabajo.

Él arrugó el resto de su almuerzo, ya no tenia hambre. — Ve a buscarayuda para tu nariz. No querría que el hombre se viera mal en su propiofuneral.

******

A lo lejos, un destello de luz y una voluta de humo llamaron laatención de D.J.. Si tuviera que adivinar, alguien estaba montando elcampamento. Bueno. Si su presa se había detenido para pasar la noche,esta sería su mejor oportunidad para ponerse al día con ellos. Con suvisión nocturna, pudo mantenerse en movimiento incluso si las dosmalditas estrellas Kalithia desaparecían tras el horizonte.

Tenía un ojo cauteloso sobre su entorno. No había manera de saber sise había logrado ocultar su presencia de captores de Reggie. Si fueranellos, tendría un tipo acampando mientras que el otro se quedaría atrás

para mirar el camino por si acaso alguien hubiera cruzado a propósito aKalithia al rescate de Reggie.

Mientras caminaba, él estudió el terreno por delante. Si tuvieracolocar la trampa, él estaría esperando un poco más allá donde el caminoterminaba y por el lado de la última colina con vistas al valle. El senderocorría a lo largo del borde de una rocosa bajada que se canalizaba hacia laderecha donde esperaba que estuvieran descansando.



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Opciones. Necesitaba opciones. Su Glock le permitiría matar adistancia. El único inconveniente era que el ruido alertaría a cualquier otroKalith en la zona. Un cuchillo permanecería en silencio, pero había quellegar a corta distancia del enemigo.

Optó por bordear la parte de atrás de la colina a pesar de que lo

llevaría a cierta distancia fuera de la pista. Si él estaba leyendo el terrenocorrectamente, saldría por detrás de donde podrían estar esperando. Consuerte, el enemigo sería demasiado concentrado en mirar por el caminopara notar que estaba organizando una pequeña trampa de las suyas.

La caminata le tomó algo de terreno áspero, dejándole jadeando.

Cuando el pulso se redujo a la normalidad, sacó su Glock y searrastró hacia donde podía mirar hacia abajo en el camino. A primeravista, no vio ningún indicio de que el enemigo, pero sus instintos gritabanque había alguien ahí fuera.

La noche se estableció en torno a él, la oscuridad cada vez másgruesas con cada minuto que pasa. Un movimiento en la hierba llamó suatención. Él seguía mirando el lugar, tratando de decidir si las sombras allírealmente tenían más sustancia que las que la rodeaban.

Oh, sí. El hijo de puta estaba ahí todo bien, la hoja de su arma trajoun débil resplandor de las lunas crecientes en el cielo. D.J. resistió a latentación de usar su arma para hacer estallar al Otro al infierno y deregreso. Si él realmente podía capturar al hombre, tal vez sería capaz deaprender más acerca de la situación que estaría caminando antes de llegara la hoguera en la distancia.

D.J. se agachó y empezó a avanzar, con la pistola en una mano y laespada en la otra. La hoja que sería su primera opción de armas, pero nopodía arriesgarse a llegar al otro lado con Reggie dependiendo de D.J. pararescatarla.

El otro se levantó para mirar alrededor. Si el chico decidía que sólohabía estado imaginando a alguien siguiendo sus pasos? Tal vez, porquedespués de esquivar un breve instante, el Otro se puso a mirar de nuevopor el sendero. Después de unos segundos, se dio un paso adelante, con laespada en la mano. La presa y D.J. se movieron lentamente, con la cabezabarriendo de lado a lado, probando el aire de la noche y la caza con susentido del olfato.

Era fácil saber el instante en que el hombre cogió olor D.J.. El otro secongeló a medio paso, lentamente llevando su espada a posición deataque. ¿De dónde D.J. se levantó, él podría tomar el otro hacia fuera conun solo disparo. Tentador como era, D.J. enfundó su pistola y siguió alKalith, con la espada de Larem en la mano.

Él fue capaz de ponerse sorprendentemente cerca antes de que elchico se diera cuenta de que ya no estaba solo. Había comenzado a dar



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marcha atrás, sólo para darse cuenta de que su presa estaba justo detrásde él.

La naturaleza depredadora de D.J le sonreía. — ¿Esta aquí por mí?

El Otro no dudó pero hizo un trompo y se lanzó al ataque, blandiendo

su espada en un arco diseñado para cortar la cabeza de D.J. de loshombros. Él bloqueó el golpe con su propia espada y se adelanto al hijo deputa de nuevo unos pocos pasos.

D.J. se burló de su oponente. — Tsk, tsk, ¿es así como normalmentese reciben a los huéspedes en Kalithia? No vi que ninguno de nosotrosquisiera matarte mientras estabas en mi mundo.

Él se lanzó al ataque mientras hablaba. — Por supuesto, tanto ustedcomo su compañero me habrían ensartado si hubieran tenido laoportunidad.

La punta de su espada le abrió una rodaja en la mejilla. La sangre

fluía en contraste oscuro contra su piel pálida, pero la herida era másdolorosa que seria.

— ¿He mencionado que era mi mujer a la que secuestró? — D.J. bailóhacia adelante y marcó otra mejilla del macho de la misma manera. — Dígame por que la tiene a ella y por qué, y me comprometo a facilitar sumuerte.

El Otro se unió al combate, haciendo su propia parte justa de burlasen Inglés con un fuerte acento. — Usted va a morir gritando en mi mundo,Paladín. Voy a celebrar su muerte mediante la adopción de su mujer a mipaleta. Ya he probado su beso y mantuve su cuerpo contra el mío.

D.J. luchó por controlar su furia ardiente, a sabiendas de frío odio leservía mejor en una batalla a muerte. Estudió la técnica de su oponente.El otro era bueno, pero no genial. De ninguna manera este tipo tenía lashabilidades de un Guardián con la Espada. Puede que tenga suerte, peronunca podría derrotar a D.J. con solo la habilidad.

Una cosa estaba clara. El Otro no ofrecería ninguna información útil,a no ser que D.J. lo sometiera lo suficiente como para usar algunastécnicas de interrogación creativas. No había tiempo para eso, y eradudoso que la información fuera fiable de todos modos.

Pero desde que el pánico era cada vez mayor en estilo de lucha deltipo, el baile estaba a punto de volverse letal. Hasta ahora, D.J. habíalogrado mantenerse fuera de distancia llamativa, pero iba a venir a lasuerte o mala resistencia.

Con un grito lo suficientemente fuerte como para despertar a losmuertos, el otro acusó por última vez, mellando el brazo de la espada deD.J. y luego empujándolo hacia atrás a D.J. ignoró el dolor punzante y lo



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empujó hacia atrás, haciendo que el otro perdiera el equilibrio en el bordede la remetida.

Por unos segundos en cámara lenta el Otro se cernía allí, con losbrazos atornillados hasta que finalmente perdió el equilibrio y salióvolando hacia atrás sobre el borde. Su grito resonó en el valle, sólo para

ser cortado en a media nota cuando su cuerpo se estrelló contra las rocas.D.J. se asomó por el borde en un vano intento de determinar si el

Otro aún respiraba. Lo único que podía decir era que el Kalith no se movía.En lugar de perder el tiempo yendo hacia abajo para asegurarse, D.J. optópor recuperar su mochila y despegar por la pista hacia Reggie.

Si el grito agonizante del otro había llegado hasta la hoguera, supareja podría entrar en pánico. Por lo menos, estaría esperando a D.J.Ahora, lo más probable armado y listo para usar Reggie como rehén.

Esta vez, D.J. No dudaría en usar la Glock. Salió corriendo por

completo, agradecido por las botas que Barak le había prestado. Ellashicieron menor ruido al rasgar la oscuridad. Mientras corría, ignoró eldolor en su brazo, su agotamiento cercano, y la dificultad de sus pulmonespara filtrar el oxígeno suficiente del aire.

Lo único que importaba era llegar a Reggie.



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CCaa p pí í t t uulloo 1133 Traducido por: UsaguiSama


u captor era prácticamente un crispar de nervios. Hasta ahora, Jeban había estado calmado, pero con Kolar desaparecido tantotiempo, se paseaba inquieto, parando de vez en cuando para

escuchar a la noche.

Ella sabía que el instante en que sintió algo porque se volvió haciaella, sus ojos claros reflejando las llamas de la fogata. Su mano se movíasobre la empuñadura de su espada, como si no hallara la hora de sacar suarma. ¿Qué había oído que lo tenía tan asustado? En lugar de sentarse enel suelo, ella se puso de pie, sin saber lo que iba a hacer. Pero lo que iba asuceder, Ella había estado frente a frente con él.

— ¿Que pasa?, Jeban — preguntó ella, a pesar de que dudaba que enrealidad fuera a responder. — ¿Son sus amigos? ¿Los que van a venir?

Él negó con la cabeza. — No deben estar aquí hasta mañana por latarde tarde. Kolar fue a cazar. Parece que encontró algo.

No, no algo. Alguien.

Los dos se quedaron con la mirada perdida en la oscuridad. Ella nosabía lo que oyo Jeban, pero ella no podía ver casi nada más allá delcírculo de luz que parpadea junto a la hoguera. Ella trató de cerrar losojos, con la esperanza de que sería capaz de oír mejor así.

Después de unos segundos de silencio continuo, un grito horribleestalló en la noche, sólo para ser cortado abruptamente, sin terminar. Lanoche se quedó en silencio de nuevo, pero esta vez con un sentimiento decreciente tensión. Jeban no lo dudó. Sacó su espada y luego tiró cerca aReggie a su lado, con la hoja en la garganta.

— Yo diría que la caza ha terminado, — le susurró cerca de su oído. — La pregunta es, ¿cual cazador fue exitoso?

SS



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Con el frío acero contra su piel, Reggie no podía ni hablar ni tragarincluso por temor a que la espada extrajera sangre. Su instinto le decíaque alguien había muerto allí en el camino. No había nada que hacer sinoesperar y rezar para que los pasos que se oían a través de la nochepertenecieran a D.J. y no Kolar.

El tiempo se detuvo en seco. Durante una eternidad, eran sólo ella, y Jeban, y los latidos de su corazón. Su captor se había convertido enpiedra, su cuerpo rígido con anticipación. Su mirada seguía siendoentretenida en algún punto invisible en la oscuridad impenetrable. ¿Quéestaba sintiendo que ella no? Oleada tras oleada de escalofríos corrían através de ella, el miedo rápidamente erosionando su auto-control.

Por favor, Dios, ella no quería morir sola en este mundo extraño, perotampoco se iba a ir sin luchar. Haciendo un llamamiento a todos sus añosde formación, tiró su enfoque de la ansiedad producido en el pecho y enlas cosas externas.

Ella podía oír la voz ronca de su sensei en su cabeza. Inhale y exhale,lento y constante. Contrólate, incluso si usted no puede controlar lasituación.

Un buen consejo. A medida que poco a poco se calmó, se dio cuentade que ahora había un pelo más de espacio entre el cuello y la hoja de Jeban. Ni siquiera se estremeció, ella iría al ataque, con sus propiasmanos si era necesario.

De repente, ella podía ver la forma vaga de que alguien se acercabahacia ellos. En un momento el sendero estaba vacío, y el siguiente, como sila formación de la más oscura de las propias sombras, un hombre entró en

los confines de la luz del fuego. Vestía todo de negro y una capa Kalith, lacapucha hacia abajo cerca de su cara.

Su corazón se hundió mientras él caminaba tranquilamente haciaellos, todo en él gritaba que él no dudaba de su recepción. A primera vista,ella supuso que era Kolar. Pero luego volvió a mirar. Después de horas dearrastre del Kalith, sabía cómo se movía Kolar. Y este no era él. Ella estabasegura de ello.

El peso del silencio pulsado sobre ella, por lo que es difícil respirar yaún más difícil tener esperanza. Si algo le había pasado a Kolar, no setraducía necesariamente en que este tipo estuviera de su lado.

Jeban cambió de posición, el primer movimiento que había hechodesde que la había agarrado. Se apoyó en la dirección contraria, pero selimitó a apretar su agarre.

Luego recitó algo en su lengua materna. Lo que él dijo, está claro queno iba a ser agradable. El recién llegado no mostró ninguna reacción enabsoluto, en vez continuar con su enfoque sin descanso en su paso. Siestaba en absoluto preocupado, seguro que no se presentó.



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Jeban habló de nuevo, esta vez con claridad en la alerta. Estaba cadavez más agitado por la negativa del recién llegado a contestar porque unavez más presionaba la hoja de su espada contra el cuello de Reggie.

— Voy a matarla . — Esta vez habló en Inglés.

La figura encapuchada se detuvo a corta distancia y lanzó el borde desu espalda capa sobre los hombros mientras sacaba su arma. Una espadaKalith. Entonces vio la pistola en la otra mano.

Por primera vez el recién llegado habló. — Si ella muere, también lohará usted, y será una muerte sin honor. Usted va a morir gritando pormisericordia, al igual que su compañero lo hizo.

— Quién eres tú — Jeban exigió mientras arrastraba Reggieretrocediendo unos pasos.

El desconocido les siguió, paso a paso. Luego inclinó la cabeza haciaatrás y dejó caer la capucha sobre sus hombros. No era extraño, después

de todo, al menos no a ella. — Reggie, ¿este hijo de puta o su compañero muerto te hicieron daño?

Los ojos oscuros de D.J. se encontraron con los suyos prometiendoretribución.

— Voy a estar bien ahora, — ella susurró en torno a la presión de lahoja en la garganta. — Yo sabía que vendrías.

A su captor no le gustó ese comentario un poco. Su mano cayó de sugarganta al pecho. — Dime, hombre, ¿está realmente tan buena que corresel riesgo de morir por la oportunidad de tenerla debajo de ti otra vez?

¿Sabía Jeban que vía su propia muerte reflejada en la mirada enojadadel paladín? Reggie lo esperaba. Ella no podría sobrevivir a la noche, peroal menos los dos hombres que la habían arrastrado a este mundo infernalpagarían por sus crímenes.

Entonces se dio cuenta de que Jeban estaba apuntando con suespada hacia D.J. en lugar de a ella. Esta podría ser su única oportunidadde romper su agarre sobre ella. Poco a poco parpadeó tres veces a laderecha en D.J. y luego, lentamente inclinó la cabeza hacia un lado,tratando de transmitir su intención. La comisura de su boca se torció enuna sonrisa pequeña.

— Entonces, dígame, Otro, ¿prefiere la muerte por bala o por laespada? Esta espada me la prestó un amigo Kalith, si usted es curioso. Noquiero que piense que la robe de su amigo muerto.

Tan pronto como Jeban comenzó a responder, Reggie se lanzó a unlado, dejándose caer y rodando fuera de su alcance y dejándolo en unblanco abierto para D.J. El Kalith acusado después de ella, con la espadaen alto y listo para recortar en un arco letal. Ella se había mantenido conlos brazos altos para bloquear el golpe, cuando una serie de disparos. La



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furia asesina Jeban evolucionó en una expresión de sorpresa atónitacuando su vida terminó en un estallido de sangre y sesos.

El pánico puro se hizo cargo de Reggie miró a las consecuencias. Jeban yacía en el suelo, arrugado y roto. Sus ojos ciegos miraban condesconcierto muerto cuando alguien gritó fuerte y largo. Incluso cuando se

dio cuenta de que ella estaba haciendo todo el ruido, no podía parar.Siguió y siguió, rasgando a carne viva su garganta.

Maldita sea, D.J. no había destinado a Reggie para coger el peso de lamuerte del otro. Pero si se hubiera retrasado un segundo más para ver sipodía levantarse del rango, el otro podía destriparla con su espada. ¿Porqué el hijo de puta había ido tras ella en vez de tras D.J. era un misterio, amenos que él pensara hacer daño a D.J. de la peor manera posibletomando su vida.

Si Reggie tuvo que terminar cubierta de sangre, por lo menos era ladel Otro. D.J. hizo una pausa para cubrir el cuerpo con la capa propia del

tío antes de arrodillarse para envolver Reggie en sus brazos. Enterró lacara contra su pecho, todavía lamentándose de su dolor y el miedo.

— Shhh, cariño, se acabó por ahora. Ya te tengo. Ahora estás a salvo.

Poco a poco, sus sollozos se desaceleraron y se detuvieron. Perocuando trató de enjugar las lágrimas de sus mejillas, sus manos salieroncubierto de sangre.

Extendió sus manos ensangrentadas, su histeria rompió de nuevo. — ¡Fuera! Por favor, ¡Fuera!

Le encantaría complacerla, pero tenia que dar prioridad a lo que vino

después. Él cogió sus manos entre las de él mientras miraba a sualrededor al campamento Kalith.

— Yo me encargaré de esto, pero tendrás que esperar hasta que measeguro de que no hay ninguno más de estos hijos de puta en la vecindadinmediata. Por el aspecto de las cosas, este lugar fue creado para algo másque ellos dos y tu.

Reggie se volvió hacia la figura envuelta en el suelo con unestremecimiento.

— Jeban dijo que el resto estaría aquí mañana tarde. — Sus palabrassalieron en hipo mientras luchaba por controlar los sollozos.

— Bueno. Eso es muy bueno Reggie, voy a volver y conseguir un pocode agua. El arroyo que pasa esta a cierta distancia, pero te prometo quevoy a ir allí. ¿Va a estar bien sola mientras estoy fuera?

— No, espera. — Extendió una mano temblorosa para apuntar en ladirección opuesta. — Más allá de las tiendas de campaña. Hay agua.

Mejor aún. — Bueno, vamos a ir a lavarnos todo eso de encima.



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Él la cogió en brazos y la llevó a un lado de un tranquilo estanque deagua que alimenta a un pequeño arroyo. Después de poner la espaldahacia abajo, busco a través del paquete de Reggie por algo podría utilizarpara limpiarlos. Una camisa de repuesto tendría que hacerlo. Arrancó unatira de usar como un trapo, manteniendo el resto como una toalla

improvisada.Luego probó la temperatura del agua con la mano.

— El agua es clara, pero un poco fría. Consideró sus opciones,ninguna de ellas buena. Es lo mejor que podemos obtener.

— Reggie, su ropa está cubierta de sangre, por lo que necesito queellos desnudan. Después, se puede cubrir con mi manto y sentarse juntoal fuego mientras yo lavar la ropa y los cuelgan para que se sequen.

Ella asintió con la cabeza, pero sus manos temblaban demasiado paramanejarla por sí misma. D.J. de mala gana se hizo cargo, a partir de sus

zapatos y luego trabajó su camino hasta la túnica y los pantalones. Sí, élhabía estado esperando para conseguir una vista de Reggie, pero no deesta manera.

Por el bien de ambos, dejó su sujetador y bragas en el lugar paratratar con ella. Él hizo su mejor y honorable esfuerzo para no darse cuentade cómo sus pezones se gravaban en el frío de la noche o la forma en quesu estrecha cintura dio paso a la antorcha suave de sus caderas. Dios, eraun hijo de puta por pensar en esas cosas.

Extendió las piezas de su camisa. — Tú eres bueno para ir. Utilizaestos para lavarte.

Entonces notó una raya oscura atrapados en los rizos de su pelo.Cuando lo tocó, su mano salió con sangre.

— Uh, parece que necesitas para lavarse el pelo, también.

Sus ojos se abrieron con horror como la implicación de lo que estabadiciendo hundió pulgadas — ¿Cómo voy a hacer eso desde el borde delagua?

Ella tenía razón. — Tal vez un enjuague rápido no conseguirá eltrabajo hecho. Quizás deberías ir a por todas y tomar un baño rápido.

Reggie estudió el brillo oscuro del agua sospechosa, pero finalmente

asintió. — Muy bien, si piensas que es seguro. — Debe serlo, le aseguró él, cruzando los dedos mentalmente. — Dame

un segundo para que pueda ver qué tipo de suministros hay que puedasutilizar.

Dejó el paquete en el suelo y estudió el contenido: champú, cepillo dedientes, una barra de jabón, e incluso una túnica de repuesto. Malditasea, Devlin y Barak habían pensado en todo.



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Dispuso los elementos de una roca plana junto a la orilla del agua. —

Aquí tienes, Reggie. Voy a darle la espalda, pero me quedaré cerca, en casode que me necesites.

Lo hizo como lo prometio, pero escuchaba para asegurarse de queestaba haciendolo bien. El crujido de la tela deslizándose por la piel, el casi

silencioso pop de algo que cae en el suelo, y luego el chapoteo del agua,seguido de un chillido espeluznante. ¿Qué demonios? Se dio la vuelta,pistola en mano y listo para defenderla contra todos los interesados.Excepto que no había nadie allí, excepto una Reggie totalmente desnuda,de pie hundida hasta el muslo en el agua y mirando hacia él.

— ¡Pensé que habías dicho que el agua estaba un poco fría!

Él trató de no reírse, él realmente lo hizo. Pero ella era tan linda, depie, desnuda y absolutamente furiosa. No tenía ni idea de que la podía verclaramente en la oscuridad, así que ella no estaba tratando de ocultarse.Al menos la niña perdida se había ido, reemplazada momentáneamente

por su naturaleza combativa de costumbre. — Sí, puede que haya exagerado un poco en ese momento, — dijo,

tratando de parecer apologético y fallando miserablemente.

— ¿Piensas?, Grandisimo idiota

Ella le dirigió una mirada de disgusto y luego cautelosamente saliómás lejos en el agua. — Recuerda que voy a desquitarse contigo por esto.

— Sí, señora. Le dio la espalda de nuevo, más para impedir que sediera cuenta de que estaba teniendo un momento difícil para no reírse y nopor cualquier sentido del decoro.

No le llevó mucho tiempo bañarse. Cuando empezó a caminar denuevo fuera del agua, retrocedió hacia ella y le tendió su manto. — Sécatecon la camiseta de la mejor manera que puedas. He encontrado una túnicade repuesto que te puedes poner y entonces puedes envolverte en elmanto.

— Gracias.

Más susurro, luego dijo, — Estoy helada, pero al menos yo estoylimpia.

— Ese es el espíritu. Te llevaremos al fuego, y luego voy a volver y

enjuagarme. — Antes de estudiar todos esos problemas, vamos a ver los

suministros de Jeban.

Tan pronto como ella dijo el nombre del otro, sus ojos pasaron junto aD.J. al cuerpo muerto del otro. Ella tragó saliva y volvió a intentarlo.

— Tenían provisiones podemos mirar.



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Él asintió con la cabeza. — Vamos a llevarte en primer lugar.

Entonces, antes de que pudiera protestar, él la arrastró a sus pies denuevo para llevarla a través del campo, bajando de modo que a su espaldaestaba el cuerpo. Corrió hacia su mochila y regresó con una de las mantasespaciales. Abrió el paquete y desdobló el tejido plateado.

— Esto te ayudará a mantener el calor.

Esperó hasta que ella estuvo acomodada y luego añadió leña adicionalal fuego. Tendría que encontrar más antes de irse a la noche.

Pero primero tenía que deshacerse del cuerpo. Tal vez deberíaenterrarlos, pero él no iba a desperdiciar energía. En este momento, teníacosas más importantes que hacer. Gruñendo por el esfuerzo, levantó alOtro hacia arriba por sobre su hombro y se lo llevó hacia la oscuridad.

Puso el cadáver en entre un grupo de rocas y algunos árbolesachaparrados. ¿Alguien echaría de menos a este tipo? Quizás. Una vez que

estuvieron al otro lado de la barrera, pondría bajo aviso a Berk para quepudiera localizar a los otros dos muertos si quería recuperar los cuerpos.

Satisfecho de que él había hecho todo lo que pudo por el muerto, D.J.se alejó. Era hora de centrarse en la vida.



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CCaa p pí í t t uulloo 1144 Traducido por: Bianka


ye, muchacho, es hora de despertar.

Una gran mano aterrizó en el hombro de Cody y lo sacudió.La conciencia vino corriendo a partir de atrás mientras se

abría paso desde el olvido. Le hubiera gustado poder haber estado allí.Últimamente la realidad apestaba. Parpadeo adormilado, miró hacia laoscuridad, tratando de ver dónde estaban.

En las afueras de Portland. No estaba bien, había estado dormidodurante mucho tiempo.

— ¿regresaste conmigo? — la voz de Trahern retumbó en la cabina del

camión. — Sí, lo estoy logrando.

Cody se estiro para a remover las torceduras en el cuello y obtenerque su sangre fluya de nuevo.

— Siento haberte jorobado de esa manera.

— No hay problema. Te he permitido dormir más tiempo de lo debido,pero necesito instrucciones desde aquí.

Cody echó un vistazo a la placa de la calle en el lado de la carretera. — Dos salidas más al norte, al este.

Ahora que estaba despierto, se sentía culpable. Estaba lleno, cálido yseguro. ¿Podría decirse lo mismo de Reggie? Temia por su amiga asentadacomo una niebla gris en su mente.

— ¿Crees que está bien? Reggie, quiero decir.

El Paladin lo miró. — ¿Quieres la verdad o cualquier mentira?

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— La verdad. — Mantuvo los ojos apuntando hacia el parabrisas, queno quería que el hombre grande para viera su miedo.

— Me pregunto cuánto tiempo una persona puede sobrevivir en eseambiente extraño.

Trahern habló en un tono materia-de-hecho, pero evidentementehabía estado tratando con extraña durante mucho tiempo. — El aire esmás delgado que el nuestro, pero respirable. La ecología está jodida porquesus soles se están quemando, por lo que el lugar es oscuro. Dusty y secoes como yo lo describiría.

— Suena como que has pasado tiempo allí.

Trahern sonrisa brilló en el destello de los faros de otro coche. — Yono. Uno de mis amigos cruzo y se reunió con la hermana de Barak. Es loque llaman un Guardian jurado, un guerrero que políticas de su mundocon un equipo de ayudantes. Todo ha ido al infierno en una carretilla de

allí. Cullen le ayudó a pasar de contrabando sus dos hijos adoptados deregreso a través de nuestro lado, pero Lusahn fue capturado junto conLarem, uno de sus Blademates. Fueron condenados a morir por habertraicionado a su clase.

Trahern dejar de hablar mientras cortaba a través de dos carriles a lasalida por delante. — ¿Y ahora?

— Siga recto durante los próximos diez cuadras y luego dobla a laizquierda.

Entendido De todos modos, Cullen, Barak, y Lonzo, y yo cruzamos denuevo en Kalithia para rescatar Lusahn y acabamos arrastrando a Larem

aquí, también. Fue toda una aventura.Hizo una pausa como si estuviera considerando sus siguientes

palabras. — No tengo ni idea de por qué esos dos Otros querían arrastrar asu amiga en su mundo, pero no puede ser bueno. ¿Y por qué esperarhasta ahora y no cuando ella comenzó a jugar a los con Cyber juegos conD.J.?

Bien, eso fue una sorpresa. ¿Reggie había estado en contacto con elKnightwalker durante meses y no había dicho nada? Ahora mismo estabademasiado preocupado por ella para estar enojado que había estadoguardando secretos, pero definitivamente tendría que decircelo cuando

llegara a casa.Si ella llegaba a casa.

Trahern estaba esperando que hablara. — Ella no estaba jugando. Trabajamos para una empresa que hace la seguridad en Internet paraotras empresas. Alguien nos ha contratado para localizar a un hackerconocido como el Knightwalker.

— ¿Supongo que eso es D.J. en su alter ego?



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— Sí, el Knightwalker es una leyenda entre los hackers, pero Reggienunca dijo que ya sabía quién era. Yo sé que hackeó el servidor de losRegentes e imprimio una historial de los Paladines. Tal vez por eso.

Trahern miró disgustado. — Te lo juro, cada vez que pensamos quenosotros cortamos la cabeza de la serpiente, le crecen dos más.

¿Qué significaba eso? Antes de Cody podría preguntar, Trahernempezó a hablar de nuevo.

— Nosotros hemos tenido algunos problemas en la organización losúltimos tiempos. Bastardos codiciosos roban a ambos mundos, ese tipo decosas. Tan pronto como nos enteramos de ello, comenzamos la caza detodos los involucrados. Obviamente, nos falló un par. Es posible quehayan querido esconder a Reggie allí donde nadie pudiera encontrarlahasta que el calor se apague. Eso tendría sentido si alguien de este ladotiene la última palabra.

La respuesta de Trahern no fue de ayuda en absoluto. Simplementequería decir Reggie estaba en peligro, pero ya lo sabíamos. Con frustraciónCody se había golpeando su puño contra su muslo.

— Maldita sea, debería haber ido con D.J.

La gran mano de Trahern atrapo el puño de Cody en el aire. — No,usted no debería tener. Para ser brutalmente honesto, hasta llevar tushabilidades de lucha a la altura, usted sería más un estorbo que unaayuda en el campo. Es muy duro estar pegado en el banquillo, pero esta esla mano que a usted le ha tocado. Créeme cuando te digo que si yo fueraReggie, no hay nadie que yo prefiero tener caza para mí que D.J. El

hombre es intrepido, y no hay muchos que podrían ser mejores que él encualquiera de las tácticas o armas.

Eso puede ser cierto, pero eso no lo hace más fácil de tragar. Sealegro por la excusa de dar direccione para cambiar el tema, Cody señalóel parabrisas.

— Ese de allí es mi edificio.

Trahern estaciono la camioneta y salió, obviamente planeando entrarcon él. Cody realmente deseaba que él no lo hiciera. Su apartamento eraapenas un paso adelante respecto a vivir en la calle, amueblado con cosasque había comprado en ventas de garaje o sentado por contenedores de

basura. — Si prefieres esperar en el camión, sólo voy a tomar un minuto.

Trahern negó con la cabeza. — Lo siento, no lo puedo hacer. Leprometí a Devlin me pegaría a usted como una garrapata.

El hombretón se detuvo en la puerta del edificio y miró a sualrededor. — Cody, para que lo sepas, muchos de nosotros empezamos connada. Caray, yo estaba viviendo en las calles de St. Louis hasta que tuve



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suerte y termine en el tribunal de un juez del derecho. Resulta que él eraun regente y reconoció lo que era.

— Y yo no soy el único bien. D.J. es historia es su que contar, pero noes mucho mejor. En pocas palabras, usted no tiene ninguna razón paraestar avergonzado por el lugar donde vive. El infierno, tu vas a la

universidad y tienes un buen trabajo. Eso es más de lo que estabahaciendo a su edad. Estoy impresionado y sé Devlin también lo esta.

¿Qué podría Cody decir a eso? Era difícil hablar en torno al gran bultoen su garganta.

— Entonces ven, entra voy a tirar algunas cosas en mi mochila, yentonces será mejor que vayamos a la casa de Reggie.

Media hora más tarde estaban en el apartamento de Reggie. Traherntenía totalmente las mismas habilidades para abrir las cerraduras queD.J. Cody no podía dejar de admirar el talento.

— ¿Es allanamiento de morada en una parte estándar de la formaciónPaladín?

Trahern soltó una risita. — En realidad, lo aprendí por mi cuenta, peroaún así viene muy bien de vez en cuando. Estoy seguro de que nos lasarreglaremos para meterlas en su plan de estudios en algún momento.

— Cool.

Por mucho que Cody había estado esperando graduarse, el futuro quese extendía ante él lo había visto bastante vacío. Ahora parecía como si lospaladines y los regentes podrían llenar los agujeros en su vida. Se sentíamuy bueno para escuchar Trahern, Devlin, y hasta D.J. hablando de sufuturo con ellos.

Pero ahora no era el momento para pensar en nada más que obtenera Reggie segura en casa.

— Voy a entrar en el e-mail de Reggie y ponerme en contacto connuestro jefe. D.J. quería que yo pretenda ser ella y decirle al Sr. DeLucaque está enferma y que va a trabajar desde su casa por unos días.

— Bien pensado, pero ¿qué hay de ti?

— Voy a decirle que tengo finales. Él no va a cuestionar a menos que yo me haya ido demasiado tiempo.

— Cuando hayas terminado, empaca su computadora portátil parallevarla con nosotros. Mientras tanto, voy a ver si puedo enviar susnúmeros de teléfono a nuestra oficina de Seattle para que Cullen puedacontrolarla.

No pasó mucho tiempo para que Cody enviara los e-mails. Se sentíacasi como si estuviera girando en el su renuncia en lugar de simplementepedir unos días de descanso. Quién sabe, a lo mejor estaba.



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Trahern apagó la única luz que había usado. — Bueno, he terminado.Vamos a salir a la carretera. Todavía tenemos un largo camino porrecorrer.

No tan lejos como Reggie lo hizo, pero Cody mantuvo ese comentariopara sí mismo.

Justo al llegar a la camioneta, el teléfono de Trahern sonó. Despuésde contestar, escuchó durante unos segundos.

— Sí, Dev, que acaba de terminar. Podemos estar allí en media hora oasí.

Mientras hablaba, miraba por encima de Cody. ¿Dónde estaríandentro de media hora? Lo último Cody había oído, que se dirigían de vueltaa la sede Paladin en Seattle, por lo menos un viaje de cuatro horas.

— Nos vemos pronto. Sí, le voy a decir. — Trahern desconecto lallamada. — Espero que no tengas miedo a las alturas.

— No, que yo sepa. ¿Por qué?

— Dev movió algunos hilos y nos engancho un paseo de vuelta aSeattle en un helicóptero.

— ¿En serio?

— Sí. ¿Estás de acuerdo con eso?

Cody sonrió. — Oh, sí.

— Lástima que estuviera oscuro. El punto de vista de las cascadas yde los volcanes es en serio grandiosa desde un helicóptero. Pero estar con

nosotros y con el tiempo llegarás a ver las montañas de cerca ypersonalmente desde el aire.

— Suena divertido.

El rostro del otro hombre se ensombreció. — Me gustaría que lo fuera,Cody. Realmente me gustaría que lo fuera.

******

Cuando D.J. regresó de disponer del cuerpo, Reggie echó un vistazo asus manos vacías y pareció encogerse sobre sí misma. Por lo menos elhorror en sus ojos se había desvanecido a un nivel más manejable,dejándola mirando lavada y cansada. Y tan condenadamente triste.¿Cuándo había pasado que había domido?



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Al menos ella no le preguntó lo que había hecho con los restos delKalith. Tal vez a ella no le importaba. Lo más probable es que ella estabasimplemente aliviada de que cualquier recordatorio de lo que acababa desuceder ahora estaba fuera de la vista. Hablando de eso, se dirigió denuevo a la corriente.

Se arrodilló en la hierba, él descargó toda su ropa en el agua y dejaren remojo durante unos minutos. Ella tenía razón sobre el frío que hacía.En el momento en que terminó de enjuagar su ropa interior, túnica ypantalones varias veces cada uno, sus manos maldición estabandemasiado entumecidas para moverse.

Extendió su ropa sobre unos arbustos cercanos, pero dudaba queestubiera seca por la mañana. Cuando lo tenía todo arreglado, se limpiólas manos en los pantalones y miró a su alrededor buscando algo más quehacer. Con un torbellino de emociones agitaban en su pecho, él noconfiaba en sí mismo alrededor de Reggie en estos momentos. Una parte

de él quería envolverla en sus brazos, lo mejor que pudo para calmar sustemores, y luego besarla hasta que esta pesadilla fuera sólo un vagorecuerdo.

Su otra mitad quería sacudirla hasta que sus dientes se sacudieranpor conseguir sumirlos en su mundo. Maldita mujer. Si tan sólo hubiera lohubiera escuchado a él. Pero ella no lo había hecho.

Rodeó el extremo del campamento, recogió un poco más de leña y almismo tiempo conocer por sí mismo el entorno. La lluvia no debe ser unproblema, ya que los Otros habían puesto sus palets en el suelo, sinrefugio alguno. ¿Cómo reaccionaria Reggie durmiendo en la cama de un

hombre muerto? No era como que tenía un montón de elección en estosmomentos.

Aquí ambos estaban, atrapado en Kalithia y esperando como elinfierno que vivieran lo suficiente para contar la historia. Incluso si Reggietenía las fuerzas para caminar su delicioso culo de regreso a la cueva estanoche, sería hora delante de Barak bajara la barrera de nuevo.

Tampoco iba a estar fuera de peligro, una vez que cruzaran de nuevoen su mundo, no se si los humanos involucrados seguían volando bajo elradar. Además, carecía de la visión de la noche y moverse en la oscuridadaumentaba el riesgo de que pudiera tropezar y caer. Toda la situación lo

volvió loco. Una vez más sus ojos la buscaron automáticamente.Maldita sea, ella estaba temblando otra vez. Tenía que hacer algo al

respecto. Ninguno de los dos había comido nada y mantener su fuerza eraimportante. Había traído unas cuantas cosas en el su mochila, perotendría que ser suficiente para ver a través de ellos hasta la mañana.Después de dejar la leña en la pila, se ordenan a través de sus opcionespara la cena. Por lo menos el Kalith muerto había puesto agua a calentar.Eso ayudaría.



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Oh, sorpresa. Había caldo de pollo en polvo y estofado secado porcongelación. En la parte inferior de la mochila, encontró sus personalesfavoritos, huevos secos. Era mejor que morirse de hambre, tal vez.

Rasgando un paquete para abrirlo, vertió el caldo en una taza de aguacaliente, revolviendolo mientras lo lleva donde Reggie estaba. Durante todo

el tiempo, ella observó todos sus movimientos con ojos cautelosos, como siestuviera a punto de correr en caso el hisiera un solo movimientoincorrecto.

¿Pensaba que iba a venir detrás de ella después? Sí, claro, ver aalguien muerto a tiros probablemente era una experiencia nueva para ella,pero estaba bien matar al bastardo o verla morir. Le había parecido muymalditamente feliz de verlo antes.

¿Si hubiera pasado algo para cambiar eso o en este momentorealmente lo veía por lo que él era un asesino a sangre fría? Tal vez eramejor si ella estaba asustada. Tal vez entonces Ella escucharía la próxima

vez que él le dijera que no jodiera de su vida. — Aquí. Es sólo el caldo de pollo, pero al menos entraras en calor y te

mantenda hasta que el guiso este listo. — Empujó la copa a ella y luego semarchó.

Reggie vio D.J. a pie como ella envolvió sus manos alrededor de lataza de metal. El silencio opresivo era llegar a ella. Nunca había sido unode camping, pero de vuelta a casa, de vuelta en su mundo real, incluso lanoche tenía sus propios sonidos.

Reggie miró D.J. alejarse cuando ella se abrigó las manos alrededor

de la taza metálica. El silencio opresivo se le llegaba. Ella nunca habíaestado en un camping, pero en casa, atrás en su verdadero mundo, aún lanoche tenía sus propios sonidos.

En este momento lo único que se oía era el crepitar del fuego y lospequeños ruidos que hacia D.J. al fijar su comida. Intelectualmente, sabíaque el valle y las colinas estaban todavía ahí fuera más allá de la luz delfuego, pero no podía verlos, ni siquiera podía sentir su presencia. Era unachica de la ciudad en el fondo, estaba acostumbrada a estar rodeada demiles, incluso millones, de almas.

Aquí, en este lugar extraño, no eran más que ella y D.J. Por la forma

en que el estaba actuando en este momento, ella sospechaba que para élera como estar solo. Eso le dolió, pero entonces ni siquiera había pensadodarle las gracias por las cosas que él había hecho. Por supuesto, su cabezaestaba confusa con todo lo que había sucedido, pero al menos le habíainteresado lo suficiente para ir tras ella.

¿La perdonaria por ponerlo en una posición en la que tubo que matara dos Kaliths? Personalmente, ella había estado demasiado ocupada



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volviendose loca para pensar en los buenos modales. Esperemos que, másvalga tarde que nunca.

— ¿D.J.?

Ella esperó a que él la mirara antes de continuar.

— ¿Qué? — Quería darte las gracias por todo lo que has hecho. — Entonces ella

levantó la copa. — Por cierto, este caldo está ayudando. Te habrás dadocuenta de que soy más bien un desastre.

Sus ojos oscuros la miraron fijamente, su estado de ánimo insondabledel otro lado del fuego. Su voz era ronca cuando finalmente respondió. — No es una gran sorpresa teniendo en cuenta todo lo que ha pasado en lasúltimas veinticuatro horas.

No estaba solo en eso. Después de todo, había sido atrapado en lafealdad de la situación, también. — Yo no soy la única. Lo siento muchoque haya tenido que matar a esos dos chicos.

Él se estremeció como si le hubiera golpeado, con la mandíbulaapretada apretada. — Yo no.

— No es lo que — A pesar de que sabía.

— Yo no lo siento. — Él se acercó. — No voy a perder el sueño ni unminuto a lo largo de los dos muertos. ¡Que se vayan, si usted me pregunta!

— Pero.

Por ahora estaba de pie junto a ella, con la cara de una serie de

ángulos agudos y furia. — Nada de peros, Reggie. ¿Recuerda cuan curiosaestabas de lo que hace un paladín? Bueno, ahora lo sabes. Matamosbichos como esos dos. Día de entrada y salida día, año tras año, vadear através de baldes de sangre para proteger nuestro mundo de los malditoslocos de éste. Mis amigos y yo luchamos con espadas o hachas o inclusonuestras propias manos si se trata de eso, para hacer el trabajo.

Se arrodilló para mirar directamente a los ojos. — Y lo más gracioso esque la ciencia moderna nos dice que compartimos su ADN. Es por eso quepodemos ver en la oscuridad.

Su boca se abrió en el shock. — Pero eso significa.

Él la interrumpió a media frase. — Sí, eso significa que hascompartido helado con alguien que no es del todo humano.

Luego su mirada se concentró en la boca. — Por no hablar de que enrealidad as besado a un bicho raro.

No podía escuchar esto. — No importa lo que digas, no eres nada comoellos.



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— Mientete a ti misma si es necesario, Reggie, pero no digas que no telo advertí.

Él se levantó de nuevo y agarró la empuñadura de la espada quellevaba a su lado. Luego, con una mirada de frustración total, lo empujóhacia abajo en la vaina y se marchó de nuevo.

— D.J. — susurró ella, sus palabras siguen golpeando su mente comopuños pesados.

Él le devolvió la mirada. — Mira, olvida que dije nada.

Claro que no. A pesar de su afirmación en contrario, estaba claro quela muerte le había afectado si lo admite o no. Lo mismo hizo su ADN quesupone alienígena. También era evidente el hecho de que alguien en elpasado lo había rechazado por esa misma razón. Claro, ella se sorprendiópor su revelación, ¿pero que no habría sido? No era como si ella había oídohablar de este mundo antes de ayer.

No importa lo cansado que estaba, él no iba a pasar con su condenapor delitos que no había cometido. Recogió el manto a su alrededor ysiguió a D.J. hacia donde él se agachó para revolver la olla que habíarescatado de los suministros de los Kaliths.

Cuando su sombra cayó sobre él, levantó la vista. — ¿Qué quieresahora?

— Una disculpa.

Dejó caer la cuchara en la olla mientras se echó hacia atrás enposición vertical como una torre sobre ella. — solamente ¿cómo diablospiensas que te debo una disculpa? Yo no soy el que que se consiguió sersecuestrado y arrastrado a un mundo extraño. Usted debería estaragradecida que actualmente no comparte una de aquellas paletas conaquellos dos aliens.

Bueno, si quería ser un idiota, está bien. Ella no retrocedió uncentímetro.

— Tienes razón, y yo ya le dije que estaba agradecida. Pero durante laúltima hora que ha estado actuando como si acabaa de patear a sucachorro o robado su piruleta.

Ella apretó su mano sobre la capa. — Lamento que alguna vez haya

intentado localizarlo, y yo siento no haberle hecho caso cuando me advirtiópararlo. Pero no me acuse de crímenes que no cometi. Beso o no, beso sí,fue un shock que puede que tenga algo de ADN alienígena. Teniendo encuenta que yo no sabía que era incluso posible hasta hace cinco minutos,tal vez usted podría darme un descanso.

— No hay poder sobre él, Reggie.



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Ella le dio un golpecito en el pecho con el dedo. — Pero supongo queusted está saltando a conclusiones acerca de cómo iba a reaccionar sobrela base de los pecados de otra persona, y yo no lo aprecio.

Tal vez estaba equivocada, pero el brillo de sus ojos color chocolatehabía adquirido un significado completamente diferente. Tal vez una

retirada táctica estaba en orden. En este momento, no estaba segura de loque realmente estaban peleando ni por qué. Pero los ánimos de ambosestaban definitivamente calientes, tal vez porque se centro en D.J. leimpedía pensar en otra cosa.

El juego con su retiro paso a paso. — ¿A dónde vas, Reggie? Pensé quequería una disculpa.

— He cambiado de opinión.

Sus ojos se posaron junto a ella a donde Jeban había extendido paletsen el suelo. — No quiero que nos vayamos a la cama enojados.

La imagen de los dos de ellos comparten la cama le vino a la cabeza.Bueno, ella no iba por allí. — Mira, yo no estoy loco ya. Además, creo quetal vez el guiso se está quemando. Es posible que desee comprobar en él.

— Siempre puedo hacer más.

Él no era tanto caminando como vagabundeo, y no había duda de queera su presa.

— D.J. — Ella usó su nombre como una advertencia, levantando lamano para detenerlo.

— Reggie . — Hizo suya sonó como un ronroneo, calentando la noche y

ella, con su voz profunda. — No hay tiempo para esto.

Eso fue una mentira. Tenían toda la noche. Tan loco como estaba, ellaquería que su contacto para ahuyentar su miedo, y ocupar sus pesadillasa raya. Se detuvo en retirada.

— Cansada de correr — D.J. parecía decepcionado cuando torcido unmechón de su pelo alrededor de sus dedos. — ¿O estás planeando sobre eluso de algunos de sus elegantes movimientos de artes marciales en mí?

Su sensei estaría amargamente decepcionado al descubrir que el

pensamiento no se le había ocurrido a ella. Pero entonces, la sangre ajenao no, la amenaza D.J. que representa para ella no era físic, sino emocional.No tenía ningún movimiento, de lujo o de otra manera, para protegerse deeso.

— No a menos que forzara la situación.

Bueno, su sonrisa estaba volviendo loca. Esta vez, sus dedossiguieron la curva de su garganta, hacia abajo y hacia abajo, trazar



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ligeramente el valle entre sus pechos. El dolor que siguió la estela de sutoque derritió la última parte de su resistencia.

Sostuvo el capote cerrado con una mano y usar la otra para hacer unpoco de toque de la suya. Siempre consciente de la diferencia de estatura,ella se levantó de puntillas para lavarse los dedos sobre su boca sexy. —

¿Vas a darme un beso?Él mordisqueó los dedos, su sonrisa calentando todavía un poco más.

O diez. — Tengo una cosa para los extranjeros, ¿verdad?

Ese nuevo? — Sí, D.J., me encantan los pequeños hombres verdes.

Su respiración se burlaban de su piel mientras él se inclinó cerca desu oído y le susurró: — Siento decepcionarte, pero se puede ver que no soyverde, y voy a estar feliz de demostrarte que no soy poco.

Ahora bien, había una imagen garantizada para freír su cerebro. Porprimera vez en el horas que era cálido. Hot incluso. Sentirse vivo.

La tela áspera de la capa de la piel irritada. Incluso el aire de la nochese sentía pesado.

Ella se apoyó en la fuerza de D.J., el dibujo en el olor de su piel. En elpasado, siempre había sido cauteloso en torno a los hombres, reacia aconfiar y aún más reacios a rendirse. Pero aquí, en el pequeño círculo deluz del fuego, vivían en un mundo de dos. Todo lo que importaba eran susreglas, sus elecciones, sus necesidades.

Y ahora mismo, ella necesitaba a este hombre para ayudar a su tierra,para detener el miedo a lo que se escondía allí en las sombras.

— Bésame.



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CCaa p pí í t t uulloo 1155 Traducido por: Alhana


eggie no le preguntaba, pero emitía una orden. Era una penaque ella no conociera aún a Devlin porque el gran hombre podíadecirle todo acerca de lo bien que D.J. recibía las órdenes. Él

siempre hacia el trabajo, pero lo hacía a su propio tiempo y a su propiomodo. Supuso que tendría que aprender esa lección por su cuenta.

Lo primero es lo primero. ¿Dónde pondrían en escena esta pequeñafiesta? Las pocas tarimas estaban esparcidas alrededor del claro.

La besó en la mejilla. — Espera un momento. Ya vuelvo.

Arrastró a dos de las improvisadas camas juntas cerca del fuego y

luego extendió la tercera y la cuarta en la parte superior por si acaso. Cadauna con algo sólo un poco mejor que un par de mantas delgadas, que noofrecerían mucho a modo de amortiguación. Dadas las circunstancias, jugaría al caballero y se aseguraría que él fuera el que terminara con laspiedras clavadas en el culo.

A continuación, tomó la manta que Reggie había dejado caer y lautilizó para cubrir el nido que estaba construyendo. Se dio la vuelta haciael borde superior, con la esperanza que se viera invitador. Luego sacó laolla del fuego, pero la dejó para que permaneciera caliente. Para mástarde. Mucho más tarde.

Bien, regresaría con Reggie. Con suerte ella no habría cambiado deopinión, aunque no la culparía si lo hubiera hecho. Una mujer como ellamerecía ser cortejada y luego seducida, no sometida a una caída rápidasólo horas después de que haber sido secuestrada y amenazada con algomucho peor.

D.J. se acerco lentamente, observándola por cualquier atisbo deresistencia. La decisión final sería suya, aunque eso lo matara. Teniendoen cuenta lo duro que estaba en ese momento, tal vez sí. Hot damn*



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(*Exclamación de asombro o aprobación), ella era perfecta y menuda. Consu cabello cayendo sobre sus hombros en suaves ondas y sus pequeñospies descalzos asomando por la parte inferior de la manta, ella era latentación en sí.

Sus ojos miraban más allá de él, justo a la cama que había hecho, su

rostro normalmente expresivo imposible de leer. Se deslizó hasta detenerse justo fuera de su alcance.

— ¿Debo hacer otra cama para mí?

Estaba impresionado con lo tranquilo que sonó. La idea de dormirsolo le daba ganas de aullar de frustración, pero ella ya había tenidosuficiente de hombres arrastrándola a su alrededor. Mientras esperaba surespuesta, lo único que podía oír era el chasquido, el crujido, y el pop delfuego. Bueno, eso y los latidos de su corazón.

— Realmente harías eso, ¿verdad? — murmuró ella.

Él asintió, a pesar de que había sonado como si estuviera hablandomás para sí misma. Por fin, sus ojos buscaron los suyos. El calor en susprofundidades no tenía nada que ver con la hoguera, su sonrisa unamezcla curiosa de prudencia y audacia. En un movimiento queestúpidamente lo sorprendió, ella dejó caer la manta a sus pies. Luegosalió de la túnica, dejándola vestida nada más que el resplandor tenue dela luna sobre su piel.

— Todavía no me has besado.

Era difícil hablar con la lengua arrastrando por el suelo. — Lo siento,mi error.

Entonces se inclinó hacia ella para corregir esa omisión.

En cuanto D.J. la tocó, ella se derritió. El hombre era grande,poderoso y temible, pero nunca se había sentido tan segura, tanapreciada, como cuando él la envolvió en sus brazos. Su boca tomó la deella en un beso simple. Una reclamación, sin duda, pero tan gentil.

¿Quién hubiera pensado que un hombre que se lanza a través de lacarrera entre la vida y la muerte podría desacelerarse, detenerse en unmomento como éste?

Sus manos la adoraron cuando se deslizaron sobre sus hombros y su

espalda. La dulce sensación la hizo suspirar, y D.J. profundizó el beso. Lapunta de su lengua realizó una incursión entre sus labios, probando elsabor rápidamente antes de retirarse.

Ella sonrió contra su boca e hizo algunas exploraciones por sucuenta. El juego de la lengua avivó el fuego cada vez mayor, primero ensus pechos y luego profundamente en su vientre y en la unión de susmuslos.



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— Espera, — él respiró entre besos.

Entonces sus manos ahuecaron su trasero, levantándola en altocontra su pecho. Ella clavó los dedos en los músculos de sus hombros yenvolvió sus piernas alrededor de sus caderas. La suave tela de supantalón no hizo nada para disimular su impresionante deseo por ella.

Ella quería su ropa fuera. Tiró del dobladillo de su túnica. — Deshaztede esto. Ahora, D.J. antes si es posible.

Él sonrió. — ¿Te importa si lo hago primero?

— Pensé que nunca me lo pedirías.

Pateó la manta plateada atrás y luego la colocó en la cama que habíapreparado. Luego se quitó la túnica, seguida por la camiseta que llevabadebajo. Reggie se apoyó sobre los codos para disfrutar de la vista. Eracompleta y llanamente increíble, y no solamente porque el hombre serio seestaba arrancado toda la ropa.

Su experiencia previa, limitada como era, había sido siempre eninteriores y bajo las sábanas. Pero allí estaban, afuera, bajo las lunas deeste cielo extraño, rodeada no de murallas, pero si por un círculo de luz defuego. Su suave resplandor bailaba destacando las líneas del cuerpo magrode D.J., mostrando sus músculos esculpidos.

Y él no había estado fanfarroneando. No había nada pequeño acercade él. En cualquier lugar. De hecho, impresionante no hacia justicia alhombre. Imagínate, todo para chuparse los dedos sólo para ella. Oh, sí,esto iba a ser bueno.

Cuando cada prenda de su ropa había desaparecido, D.J. tomó sucartera y sacó un paquete de aluminio individual.

Viéndose decepcionado, lo dejó caer al lado de la tarima. – Estaré deregreso en un minuto.

La vista de él alejándose hizo el retraso casi soportable. Él volcó sumochila de nuevo y hurgo a través de las cosas esparcidas por el suelo.Entonces él sonrió y levantó tres paquetes más antes de regresar de nuevocon ella.

Trató de mantener los ojos enfocados en los suyos, pero finalmentecedió a la tentación de revisarlo de arriba a los pies. Cuando se dio cuenta

de lo que estaba haciendo, él se detuvo y luego hizo un giro lento sólo parasu beneficio.

Se sentía bien reír. Se sentiría mucho mejor si consiguiera sus manosen él. — Deja de acicalarte y vuelve aquí.

— Hey, a ver, los Paladines no se acicalan.

— Sí, claro. Sé que te acicalas cuando te veo.



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Parecía ligeramente insultado, lo que la hizo reír de nuevo.Finalmente, cedió y le devolvió la sonrisa.

— Es bueno verte sonreír de nuevo, Reggie.

Los paquetes se unieron al otro donde estarían a su alcance. D.J. se

tendió junto a ella.Su sonrisa se desvaneció cuando él ahuecó su mejilla con la mano. —

¿Aún estás de acuerdo con esto?

Maldición, él la hacía pensar. La última cosa que quería hacer en estemomento. Sí, ella todavía lo quería. La pregunta era: ¿por qué? ¿O estabautilizandolo sólo para comprar un par de horas de olvido? Nocompletamente.

Lo que vio en sus ojos lo hizo sentarse y alcanzar los bóxers que habíalanzado al suelo. Ella cogió su mano entre las suyas. Tirando de formalibre.

— Reggie, no iré a ninguna parte, incluso si lo único que necesitas esque te sostenga toda la noche. Pero si eso es lo que quieres, necesitare algomás que sólo mis buenas intenciones entre nosotros a menos que quierasque duerma en otro sitio.

Realmente era un héroe, uno que ella anhelaba este momento conuna intensidad asombrosa.

— Te quiero aquí y ahora . — Ella capturó su mano y le dio un beso enlas yemas de sus dedos. —Sí, en parte porque “esto” alejara todos los

pensamientos de lo que ha pasado. Sin embargo, si eso fuera todo, yotomaría la oferta de abrazar.

— ¿Pero?

Ella se sentó a horcajadas sobre su regazo, abriéndose a él en más deun sentido. Pasó los dedos por su cabello grueso, sonriendo a sus ojososcuros.

— Siempre y cuando los dos sepamos que lo que tenemos es sólo poresta noche. — No hay preguntas, no promesas. — Entonces quiero esto.

Antes de que pudiera reunir más argumentos, lo besó otra vez. Y otravez.

Era como si hubiera lanzado una chispa a la yesca seca. D.J. reclamósu boca con un ardiente beso, mientras sus manos recorrían su cuerpo,tocando, probando, bromeando. Le encantaba el cosquilleo de su pelo en elpecho contra sus senos ya sensibles.

Empujó contra ella, frotando su erección contra su núcleo, la fricciónhaciéndola pedir más mientras palmeaba sus pechos. Ella rompió el beso yse arqueó hacia atrás para ofrecerle un acceso más fácil.



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— ¿Te gusta esto ¿verdad? — le preguntó justo antes de capturar supezón con los labios.

— Dios, sí.

Él se rió entre dientes, la vibración haciendo eco a través de su

cuerpo. Se tomó su tiempo, asegurándose de que cada seno tuviera lamisma atención. Por mucho que le gustara, ella necesitaba más. Si él no latumbaba y la tomaba rápido, fuerte, y pronto, no sería responsable de susactos.

Para enfocar su atención en esa dirección, ella envolvió sus dedosalrededor de su eje y deslizó su mano hacia arriba y hacia abajolentamente. Cuando cerró los ojos y gimió, lo hizo de nuevo, esta vezaumentando la velocidad, usando la otra mano para acariciar su saco.

— Hey, querido, ¿supongo que sabes lo que quiero?

Él no se molestó en contestar, pero se tendió sobre su espalda,

llevándola con él. Ella se apartó en posición vertical, amando la sensaciónde su cuerpo centrado justo encima de él. Todavía no era suficiente. Ella loquería en ella. En ella. Ahora.

— D.J., Por favor.

Ella rodó hacia un lado y trató de llevárselo con ella. Teniendo encuenta la diferencia relativa en sus tamaños, debería haberlo sabido mejor. Terminaron de lado, uno frente al otro.

El calor en su expresión le dio escalofríos, sobre todo cuando él lelevantó la pierna por encima de sus caderas para que sus malvados yperversos dedos pudieran deslizarse sobre sus pliegues húmedos. Cuandodeslizó uno dentro de ella, sus músculos se sujetan con fuerza, edificandola tensión. Una vez más trató, sin éxito, tirar de él encima de ella.

Él presiono un beso sobre su piel húmeda. — Espera un momento. –

En su prisa por regresar a Reggie, soltó el paquete, dejándolo caer dosveces antes de que finalmente lograra manejar la situación. Gracias a Diosque era una noche cálida. Él no había hecho el amor al aire libre desdeque había sido un adolescente cachondo sin un mejor lugar para llevar asu novia.

Y debería ser pateado por pensar en alguien más que en la belleza

esperando que volviera con ella. Reggie estaba apoyada sobre los codos,esperando y mirándolo. Ella sonrió y le tendió la mano a modo de unaclara invitación. El contacto piel a piel fue electrizante cuando él se unió aella en la cama improvisada. Maldita sea, esto iba a ser bueno.

Cuando ella se puso de espaldas, tuvo que preguntarle, — ¿Seguraque no quieres estar arriba? Estas mantas no ofrecen un verdaderoamortiguamiento.



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Su sonrisa habría avergonzado a las sirenas. — Apuesto a que estoysegura de que ni siquiera me daré cuenta.

Bueno, está bien entonces. — Estoy siempre listo para un desafío.

Él coloco su mano derecha donde necesitaba para probar su punto.

Sus ojos resplandecieron. — ¡Fanfarrón! Esta definitivamente bien, pero vamos a ver algo de

acción.

A él le gustaba que ella no tuviera miedo de aclarar sus propiasdemandas. Pero eso no significaba que estuviera en un gran apuro parareunirse con ellas, no cuando había mucho más que aprender acerca deella. Él le tomó las manos errantes en las suyas mientras él hacia un lentoviaje por su cuerpo, empezando por besar esa boca descarada. Adorandosus dulces pechos con gestos suaves de su lengua, haciendo una pausapara soplar suavemente sobre ellos y sonriendo mientras las puntas se

tensaban.Moviéndose hacia abajo, su estómago era suave y cálido. Apoyó la

cara allí brevemente, memorizando el olor de su piel. Le separó las piernasmientras miraba sus ojos bonitos, antes de bajar lentamente la boca paraaprender sus secretos más íntimos. Ella gimió. Él sonrió y probó de nuevo.

— ¡D.J.!

Había una nota ronca en su voz que no había estado allí antes, unhambre que sonó cuando él la llevó y siguió. Se detuvo justo antes de lalínea de meta, con ganas de compartir ese primer momento de triunfo conella.

Se acomodó en la cuna de su cuerpo, cuidado de tomar la mayorparte de su peso sobre los codos. Le encantaba la forma en que encajanentre sí a pesar de sus diferencias. O tal vez a causa de ellos. Noimportaba por qué esto era tan perfecto, sólo que lo era.

Se meció contra ella, preparándose para profundizar. — Cariño, esmejor que te mantengas apretada.

Ella inmediatamente llevó las piernas arriba alrededor de sus caderasmientras él empujaba hacia adelante, centrándose en su calor resbaladizo.Reggie inmediatamente se arqueó, llevándolo aún más profundo. Dios, sesentía como en el cielo, como en casa. Se estremeció con la necesidad derelajarse y dejarse llevar, pero quería darle la oportunidad de adaptarse asu invasión abrupta.

Cuando Reggie arrastró sus dedos por su espalda para clavarlos ensu trasero, su moderación se hizo añicos. Sumergiéndose profundamente,una y otra vez, hasta que de lo único que fue consiente fue delmovimiento, el calor y la necesidad de reclamar a esta mujercompletamente, haciéndola suya.



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D.J. era todo poder liso y elegante mientras la seguía conduciendodespiadadamente. Su control fue asesinado y desapareció su cordura. Todo lo que quedaba era esa ardiente necesidad de tomar lo que él le daba y devolvérselo de nuevo por diez. A pesar de su fuerza avasalladora, no lauso en contra de ella, pero le dio su mejor esfuerzo.

Su rostro estaba fijo con líneas duras, la luz roja y dorada del fuego sereflejaba en sus ojos. Levantó la mano para acariciar su rostro,persuadiéndolo para que le diera un beso, sus lenguas se acoplaron encontrapunto al ritmo de sus cuerpos.

Entonces él giró sus caderas con fuerza. Una vez, dos veces, tresveces, hasta que ella sólo tenía conciencia de donde sus cuerpos se unían y la construcción de la tormenta de gran alcance en su interior. Con ungrito, como un trueno, D.J. golpeó más fuerte, vertiendo todo lo que teniadentro de ella. Su propio clímax rodó a través de ella, comenzando en lomás profundo, difundiéndose hacia el exterior en un cataclismo que la dejó

insegura de donde acababa ella y comenzaba D.J..D.J. gritó su nombre. Ella susurró el suyo. Y luego el silencio.

Horas más tarde, el cielo estaba cada vez más claro. D.J. deseabacomo el infierno que no lo hiciera. Normalmente, él no era mucho dedormir, pero no todos los días que se despertaba con una hermosa mujeracurrucada a su lado.

Una hermosa mujer, desnuda.

Había buenas razones para ello. Nunca sabía cuándo lo llamarían, locual planteaba preguntas que no podía responder. Como todos los

Paladines, tenía una historia de pantalla para explicar lo que hacía paraganarse la vida, por no hablar de sus frecuentes desapariciones. Faltar auna cita porque estaba muerto no era algo que alguna vez había queridodecirle a alguien. Además, el esfuerzo necesario para mantener la mentiraera agotador, y la mayoría de las mujeres que había conocido no lomerecían.

Ahora que pensaba en ello, Reggie era su primer amante que sabía loque era, aunque ella no acababa de creerse todo lo del ADN alienígena.Odiaba que ella en realmente lo hubiera visto en acción. Era una mujerpatea — culos por derecho propio, pero no se merecía ser atrapada en laviolencia de su mundo. Si había tenido ilusiones románticas sobre la

forma en que los Paladines se ganaban la vida, ellas estaban bien yverdaderamente destrozadas ahora.

Si sólo pudiera borrar esos recuerdos desagradables de ella. Anoche,había hecho todo lo posible para darle mejores cosas en que pensar. Apesar del alojamiento estelar menor, hacer el amor con ella había sidoespectacular. Después, él había dormido mejor que en años. No sólo era el



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sexo, aunque, sin duda había ayudado. Reggie no sólo lo desafiaba a todoslos niveles, también lo tranquilizaba.

Pero ahora no era el momento para quedarse, no con la posibilidad deuna partida de locos Kalith con rumbo directamente hacia ellos. Teníanque empezar a moverse y pronto. Era la cosa más inteligente que hacer,

incluso si se trataba de una verdadera lástima.Reggie se agitó un poco como si estuviera tratando de acurrucarse

más cerca. Su cabeza estaba metida bajo su barbilla, su cabello suavecomo la seda extendido sobre su pecho y su pierna echada sobre él,haciéndolo su prisionero voluntario. Dios sabe que no quería moverse.

Si llegaban a la cueva sin peligro, fácilmente podrían estar de regresoen su propio mundo al anochecer. Eso significaba que este podría ser elúnico momento que compartieran así. Si ese era el caso, quería asegurarsede que fuera memorable para ambos.

Alejó a Reggie a un lado, sonriendo cuando ella frunció el ceño en susueño y trató de subir nuevamente a la parte superior de él. Eso estaríabien si ella sólo estuviera lo suficientemente despierta como para hacersecargo de la situación.

Cuando él arrastró su mano por su espalda para apretar su adorableculo, sus ojos se abrieron de golpe. Ella parpadeó varias veces, como si noestuviera segura de lo que estaba viendo.

— D.J., ¿Qué estás haciendo?

La besó en la frente. — Si tengo que explicarlo, no debo estarhaciéndolo bien.

Bostezó hasta que su mandíbula se rompió. — Lo siento, pero no soyuna buena persona por la mañana.

— Tal vez es porque nunca nadie te ha demostrado lo divertida quepuedes ser por las mañanas con la persona adecuada.

Sus ojos se estrecharon con desconfianza. — ¿Y tú eres un experto enese tipo de cosas?

Reggie merecía su honestidad. — No, en realidad no lo soy. No puedorecordar la última vez que pasé toda una noche con una mujer. La vida nose presta para compromisos a largo plazo cuando se tiene que ocultar lo

que eres. Siempre es más fácil dejar que mentir. — Buena respuesta, tipo grande. Pero dime, ¿realmente tenemos

tiempo para esto?

Una vez más, se decidió por la verdad. — Cada minuto que estamosaquí, es más probable que seamos descubiertos.



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— ¿Rain Check4 entonces?

Su evidente decepción dejó un cálido lugar en su pecho. — Así es.Ahora, será mejor darnos prisa.

Reuniendo todas sus buenas intenciones él se desprendió del capullo

cálido que compartían. Tomó sus boxers y se los puso, todo el tiempoobservando el paquete de aluminio restante con pesar.

Después de recoger el resto de su ropa Kalith, sonrió a Reggie. — Comprobaré tu ropa.

Al tocarlas, supo que tendría que encontrar algo más para que usaracon la túnica que llevaba la noche anterior. Su ropa interior estaba losuficientemente seca, pero los pantalones que había usado harían su díamiserable.

Sin embrago, llevarían la ropa con ellos. No dejarían pistas detrás. Élbusco el escondrijo de suministros que los Otros habían dejado atrás.

¡Punto! Él sacudió los pantalones y los levantó.Mirando más hacia Reggie, trató de medir cómo encajaría y tuvo que

reír. Teniendo en cuenta lo pequeña que era, tendrían que cortarlos en lasrodillas.

Le entregó la ropa que había recogido. — Traeré un poco de aguafresca mientras te vistes. Sin embargo, tendremos que córtales un par decentímetros a la parte inferior de los pantalones antes de ponértelos.

Ella parecía insultada. — Muy gracioso. No soy tan corta.

Sí, lo era, pero él era lo suficientemente inteligente como para no

discutir el punto. — Estaré de regreso en un segundo.Esperó hasta que D.J. se perdió de vista para tirar las mantas a un

lado. Una cosa era hacer cabriolas alrededor de él desnuda en laoscuridad, a la luz del día era otra muy distinta. Por lo menos el sujetador y las bragas estaban casi secos. La túnica que había dejado de ladoanoche estaba cubierta de polvo, pero un par de buenas sacudidas seencargarían de eso. Y una mirada a los pantalones que D.J. habíaencontrado la convenció de que tenía razón acerca de cortarlos.

Sí, ella estaba en el lado corto, pero esos pantalones podrían habersido hechos para una estrella de la NBA.

Mientras esperaba que D.J. volviera, uso el peine que había dejadopara ella. Bendiciendo al hombre que estaba haciendo todo lo posible paracuidar de ella, una rareza en su vida.

4 Rain Check cuando alguien no es capaz de llevar a cabo los planes anteriores portener un obstáculo inesperado, como problemas que requieren mucho tiempo o unaemergencia. Un boleto cuando un espectáculo se cancela por lluvia



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Por lo que durmió tan profundamente, sobre todo teniendo en cuentael infierno que había pasado el último par de días. Normalmente tenía unsueño ligero y no le gustaba compartir la cama con nadie. Pero justodespués de que habían hecho el amor por tercera vez, D.J. la había besadodándole las buenas noches y se metió cerca a su lado. Eso era lo último

que recordaba hasta que la había engatusado despertándola al amanecer.Pero ahora los recuerdos fluían de nuevo, oscuros y desagradables.

Con el ascenso de los soles, no había forma de ignorar el mundo exterior.El interludio que ella y D.J. habían compartido la había calmado, inclusola ayudó a sanar, pero de pronto necesitaba estar en movimiento. En estemomento, antes de que los Kalith vinieran y los encontraran.

D.J. estaba de vuelta. Echó una mirada hacia ella y frunció el ceño.

— ¿Qué pasa?

Ella cruzó los brazos sobre el pecho, con la esperanza de controlar

sus temblorosas manos. – Se está acabando el tiempo. — Sí, lo sé, pero te prometo que nos iremos pronto. Quiero que

tomemos un desayuno rápido porque no tendremos otra oportunidad deparar antes de llegar a la cueva. Mientras lo hago, puedes poner lastarinas de regreso donde las encontramos. Una vez que hayamos comido,verificaremos el área para asegurarnos de no dejar nada atrás.

Amaba a un hombre con un plan. Especialmente a este hombre.Ambos empezaron con la lista de las tareas que él había esbozado. Ellarecogió la basura que encontró y la dejó en un montón junto al fuego.Luego arrastró las tarimas de regreso a sus posiciones originales. Cuando

terminó, D.J. le tendió una taza con una masa de algo amarillento en ella. — Huevos deshidratados, — dijo, respondiendo a su pregunta no

formulada. — No es exactamente mi comida favorita, pero necesitamos laproteína.

Ella olió el vaso y arrugó la nariz. — Uh, ¿yum?

Se echó a reír mientras lo tragó. Cuando los dos lo habían hecho, letendió los pantalones.

— ¿Puedes cortarles aproximadamente cuarenta y cinco centímetros aestos? Deben ser extra, extra altos.

Los ojos oscuros de D.J. resplandecieron, pero sabiamente no dijonada mientras sacaba una navaja suiza. Tras acercar los pantalones a ellapara medirlos, hizo un corte rápido a través de la tela y luego la rasgó elresto del camino. Agregó que el material sobrante a su paquete.

Ella se puso los pantalones. — ¿Cómo me veo?

— Impresionante, — dijo con una sonrisa. — Honestamente puedodecir que nunca he estado tan atraído por alguien que llevara ropa Kalith.



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— Gracias, creo.

— Fue un cumplido. — Se colocó la mochila a la espalda y luegoagregó la manta. — ¿Por qué no me esperas en el sendero mientras hagouna última comprobación. Si el resto de la banda se presenta aquí, ojalaesperen un poco antes de empezar la caza de sus dos compañeros.

Cinco minutos más tarde, ella se puso a caminar detrás de D.J. yrogo para que llegaran a la cueva antes de que alguien en este mundo losviera. No había caminado tanto en este año, o tal vez nunca. Pero al menosD.J. ajustó su propia zancada, para que ella no tuviera que luchar paramantener el ritmo.

Al principio el camino fue bastante fácil porque el suelo del valle erabastante plano. En cuanto comenzaron la parte superior de una pequeñasubida, D.J. se detuvo. Abrió la botella de agua y le ofreció un trago.

— Espera aquí un momento.

A continuación, sin más explicaciones, camino un poco más adelantepara echar un vistazo por encima del borde de una pendiente aguda haciael valle. Frunció el ceño mientras caminaba mirando al suelo. Al verlopasear por la orilla le dio heebie — jeebies* (*termino que se utiliza paradescribir una sensación de ansiedad, temor, depresión o enfermedad“Pelos de punta”). Un paso en falso y se podía caer, sobre todo por la formaen que se estaba concentrando en el suelo de abajo y no por donde estabacaminando.

Se acercó más, con cuidado de no asustar a D.J., que estaba cada vezmás inquieto mientras se paseaba de un lado a otro. Por último, se detuvo

el tiempo suficiente para mirar el camino por donde habían venido,pasándose las manos por el pelo en señal de frustración. — Maldita sea,este tiene que ser el lugar.

— ¿Qué lugar? ¿Qué sucede?

En lugar de responder de inmediato, él se inclinó para estudiar elterreno. Arrastrando sus dedos en el polvo, frunció el ceño, y luego diounos cuantos pasos más.

— Maldita sea, esto es malo. De hecho, es realmente malo.

Él la miró. — Tenemos que movernos. Ahora.

Reggie se apresuró a ponerse a su lado. — Muy bien, pero explícameque es lo que está pasando.

Su cabeza estaba girando de un lado a otro como un loco, su nivel deenergía aumentaba gradual a lo grande. — Anoche, antes de llegar alcampamento donde estabas, el segundo Kalith estaba esperando allí paraemboscarme.



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Ella asintió con la cabeza, tratando de no pensar en lo que habríasido de ella si la emboscada hubiera sido un éxito. Bueno, y de D.J.,también.

— Le dijiste a Jeban que habías matado a su compañero anoche.

— Bueno, ese es el problema. En realidad cayó por el precipicio. Lo visalir volando, agitando los brazos como si fueran alas mientras caía.

Vale, demasiada información. — ¿Y?

— Así que no hay señales de un cuerpo allí abajo. O alguien loencontró o el hijo de puta se levantó y se marchó.

— Estás seguro de que este es el lugar.

Él asintió. — Tenía la sensación de que iban a intentar algo por elestilo, así que di la vuelta por detrás de esta colina y vi donde se escondía.Estábamos luchando cuando se acerco al borde.

Parecía disgustado. — Estaba demasiado oscuro pra ver hasta quépunto estaba herido.

A medida que el camino se curvada, ella miró hacia atrás. — Nadiepodría sobrevivir a una caída como esa.

D.J. tenía una extraña mirada en su rostro. — Yo no apostaría poreso, pero si no murió no viene al caso. O es levantarse y moverse u otrapersona encontró el cuerpo.

— ¿Así que podríamos estar caminando hacia una trampa?

Él asintió. – Buscare un lugar para que te escondas mientras hecho

un vistazo al sendero. Tenemos una ruta alternativa que podemos utilizarsi tenemos que hacerlo, pero está mucho más alejada y significaría quetendríamos que arreglárnoslas con los Otros lo que tus secuestradoresestan esperando.

No le gustaba el sonido de esa idea. — Preferiría quedarme contigo enlugar de quedarme atrás.

El hecho de que ella estaba sudando no tenía nada que ver con latemperatura del aire. El miedo estaba consumiendo grandes agujeros ensu control.

— Yo preferiría mantenerte también conmigo, pero no quiero que te

pongas en medio de una pelea de espadas si puedo evitarlo.Ella estaba jadeando con fuerza ahora. — ¿En serio? Yo prefiero que

ninguno de los dos quede atrapado en una pelea con espadas.

Abruptamente desaceleró sus pasos y le devolvió la mirada. — Si voydemasiado rápido, di algo. ¿Por qué no esperas aquí mientras yo exploroadelante? Una vez que vea que es seguro, te hare una señal.



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Antes de dejarla, él sacó una automática y se la entregó.

— No dudes en usarla si es necesario. Ya sé que no quieres matar anadie, pero confía en mí. Estos locos no dudarán en devolverte el favor.

La superficie metálica de la pistola era fría y suave al tacto, y la forma

de la empuñadura encajaba en su mano, como si hubiera sido hecho amedida para ella. Odiaba eso. A pesar de su entrenamiento de defensapersonal, no tenía ningún deseo de usar la fuerza letal en contra de nadie.¿Podría decidirse a tirar incluso del gatillo? Por el bien de ambos, esoesperaba.

D.J. desapareció en una curva del camino. Le había dicho queesperara la señal, pero se encontró arrastrándose hacia adelante, odiandono poder verlo. Ella estaba al borde de lanzarse a la carga tras de él,cuando reapareció y la llamó.

Aliviada, ella retomo su ritmo. Él fue alternando entre observar el

valle y el camino de arriba mientras esperaba por ella. — ¿Viste algo?

— Todavía no. El polvo en este lugar cubre los senderos bastanterápido, pero no vi ninguna clara señal de que alguien haya ido por elsendero recientemente.

— ¿Clara señal? ¿Eso quiere decir que podrías haber visto algo?

Él se encogió de hombros. — Es difícil de decir. Vi algunas huellas queapuntaban en esa dirección, pero no seguían adelante.

Eso tenía sentido. — Tal vez son de cuando Jeban retrocedió para ver

si alguien los seguía. Quiero decir, anosotros. — Espero que eso sea todo. — D.J. siguió mirando el sendero. — Pero

si es un compinche de Jeban que hay entre nosotros y la cueva, nosabemos lo que ha planeado.

— A pesar de ello es necesario entrar en la cueva para que podamoscruzar a nuestro mundo o para recuperar los suministros que dejeescondidos allí.

Señaló al otro lado del valle. — Mi amigo Barak es de este mundo. Dijoque hay otro punto de cruce más allá de esa segunda crestas de colinas alotro lado del valle. También envió un mensaje a su amigo Kalith Berk para

que estuviera al pendiente de nosotros.

— ¿Estos hombres pueden ser de confianza?

— Barak, absolutamente, y Berk es un guardián Jurado, lo quesignifica mucho en este mundo. Ha trabajado con nosotros un par deveces y no nos ha jodido todavía. Si alguna vez lo hace.



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D.J. flexionó su mano derecha en la empuñadura de su espada, en laizquierda sostenía un arma que era la hermana mayor de la que le habíadado. Su postura positivamente gritaba Dios ayude a quien se cruce.

Era difícil ver a su tierno amante de la noche anterior como el hombreduro de pie junto a ella. La metamorfosis la perturbaba en varios niveles, a

pesar de que había visto este mismo lado de él justo antes de que hubieramatado a Jeban. La pregunta era, ¿Cuál era el verdadero D.J., el asesino oel amante? Su cambio sin problemas de uno al otro le molestaba más de loque quería admitir.

— Seguiremos adelante. Como yo lo recuerdo, no hay ningún buenescondite a cierta distancia por el sendero.

Con una creciente sensación de terror, asintió con la cabeza y empezóa caminar. Ella sólo deseaba saber si se dirigían a la salvación o a lamasacre.



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CCaa p pí í t t uulloo 1166 Traducido por: Apollymi


evlin colocó una fría lata de refresco sobre la mesa junto conun sándwich y una bolsa de patatas fritas.

— Aquí, Cody, toma un descanso y come. Tratamos de nomatar de hambre a nuestro pueblo si podemos evitarlo. ¿Estáis Cullen y túllevándoos bien?

Cody sonrió.

— Oh, sí. Él ya me ha enseñado algunos trucos nuevos.

Cuando desenvolvió el sándwich, miró el reloj. Dios, ¿donde se habíaido el tiempo? Devlin los había conocido a él y Trahern en el aeropuertolocal en algún momento de esta madrugada. Habían dejado al otrohombre, y entonces Devlin había acogido a Cody en su casa. Después deque cada uno habían echado un par de horas de sueño, había llevado aCody a la sede de los Paladines en el metro de Seattle. Casi siete horashabían pasado desde entonces.

El Paladin líder se alzaba en la esquina de la mesa.

— Entonces, ¿cómo va la cacería? ¿Algún progreso?

Cody asintió con la cabeza mientras bajaba el mordisco a susándwich con un trago de gaseosa.

— D.J. ya acaba de encontrar un correo electrónico que alguien lehabía enviado a Reggie para reunirse con ella en Portland. Prometíaresponder a sus preguntas acerca de los Regentes y los Paladines .

— Lo que significa que es un trabajo interno.

— Sí, eso es lo que D.J. pensó, y Cullen está de acuerdo. Hemosestado siguiendo el e-mail de vuelta a su origen. Por lo que podemos decir,

DD



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se trataba de Cullen terminó la frase por él mientras caminaba de vuelta ala mesa.

— La sede de St. Louis. Te lo juro, nos iría mejor bombardear elmaldito edificio.

Devlin sonrió a su amigo. — Ya te digo, yo enciendo la mecha si ustedes construyen la bomba.

Una voz femenina entró en la conversación.

— ¿Te importa si le doy a mi papá la alerta para que se aleje losuficiente de la zona cero?

Tanto Cullen como Devlin hicieron una mueca cuando una mujer delmismo tamaño que Reggie se unió a ellos.

Devlin se volvió hacia ella.

— Lo siento, Sasha. Sabes que no lo decíamos en serio.

Sorprendentemente, ella sólo se rió.

— Oh, sí, lo hacéis. Sin embargo, supongo que tienes buenas razonespara haberme llamado para un encuentro.

Cuando vio a Cody, le dio la vuelta al escritorio y le tendió la mano.

— Hola, soy Sasha. No creo que nos conozcamos.

Él miró a Devlin por una señal, y éste asintió.

— Soy Cody. soy, uh, nuevo aquí.

Cullen y Devlin se movieron inmediatamente para flanquearlo.Esperaba que se tratase de un gesto de apoyo. ¿Qué había en esa mujerque hacía que esos dos hombres actuaran tan raro?

Ella arqueó las cejas por su acción.

— Encantada de conocerte, Cody. No sabía que teníamos un nuevorecluta.

Bien, ¿qué se suponía que debía decir a eso? Por suerte, Devlin salióen su ayuda

— Él en realidad es más un consultor en este asunto. Ha estadotrabajando en un proyecto especial con Trahern y Cullen.

— ¿En serio? ¿He de suponer que es este proyecto especial por lo queestoy aquí?

Devlin asintió. — ¿Por qué no vienes a mi oficina para que Cullen yCody puedan volver al trabajo? Me comprometo a explicártelo todo.



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— Buena idea. Prefiero escuchar lo que está pasando de ti que sersorprendida por St. Louis. — Volvió su atención a Cullen. — ¿Dejarías queLarem supiese dónde estoy y lo pondrías al tanto de la situación con D.J.?

— Seguro que si.

Ella sonrió a Cody de nuevo. — Fue un placer conocerte. Espero verte más.

Cody esperó hasta que ella y Devlin desaparecieron en la oficina delpaladín antes de preguntar a Cullen, — Bien, entonces, ¿quién es? ¿Yquién es Larem?

¿Por qué ese nombre sonaba familiar?

— Sasha es representante de los Regentes en nuestra área, y su padrees miembro de la Junta de Regentes de regreso en Missouri. Larem es,uh…

— De pie detrás de ti.Cody saltó sobre sus pies ante la voz profunda que venía de encima

de su hombro. Ese fue el primer choque. El segundo fue que Larem teníael mismo aspecto distintivo que Barak. Tenía el pelo largo y oscuro, peromezclado con plata. Sus pálidos ojos eran extraños, también, pero él eraun extranjero después de todo. La idea de gente yendo y viniendo de otromundo estaba más allá de lo raro, aunque los Paladines que habíaconocido hasta ahora, obviamente, no tenían ningún problema con él.

Para ser cortés, se levantó de un salto y le tendió la mano.

— Hola, soy Cody.

— He oído cosas buenas sobre ti, Cody. — Larem dio a su mano unapretón firme y luego dio un paso atrás. — Trahern señaló que estásmanejando todo el material que ha sido lanzado contra ti con la fuerza deun paladín.

— Estoy intentándolo.

Entonces Cody tuvo una visión clara del compañero de Larem. Santoinfierno, ¿era que un lobo blanco? Probablemente no, pero eso era unanimal enorme, daba miedo. Cuando el perro se adelantó, Codyinstintivamente retrocedió. Por desgracia, la recepción le impedía poner

cualquier distancia real entre él y el perro.Larem cogió a su mascota por el cuello.

— Chance, eso es suficiente. Ese sándwich pertenece a Cody.

El perro le disparó a su propietario una mirada decepcionada y sesentó con un gran suspiro. Está bien, quizás Chance no era lo único quedaba miedo después de todo.



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Evidentemente satisfecho de que el perro se comportara, Larem dirigiósu atención a Cullen.

— Supongo que es demasiado pronto para haber oído nada de lavuelta de D.J. y su dama.

Cody no estaba seguro de cómo se sentía acerca de que dieran porsupuesto que Reggie de alguna manera pertenecía a D.J. Sí, resultó queella había estado jugando al CyberGames5 con el hombre durante un parde meses, pero ella lo había conocido en persona sólo hacía unos días.¿Cómo se traducía eso en que D.J. tenía algún derecho sobre ella?

Cullen fue sacudiendo la cabeza.

— Lonzo lo comprobó antes de decir a Barak que bajase la barrera aprimera hora esta mañana, pero no había ni rastro de D.J. hasta elmomento. Van a tratar de nuevo esta noche. ¿Qué hay de Berk? ¿FueHunter capaz de conseguir algunas palabras de él?

Los ojos claros de Larem contemplaron brevemente de Cody, como sino supiera si decir mucho delante suya.

— Hunter dejó un mensaje en el sitio de siempre. No es uno de losdías en los que Berk suele hacer contacto, pero a veces se comprueba conmás frecuencia. Hunter le permitirá saber qué está pasando. Estoy seguroque el Guardián Jurado asistirá a D.J. de cualquier manera en que le seaposible.

Era tan difícil confiar en extraños para mantener a Reggie segura.Cody volvió a sentarse en la mesa con la excusa de terminar su bocadillopara evitar más conversación. Consciente de que un par de ojos marrones

miraban todos sus movimientos, partió una esquina de su sándwich y selo tendió a Chance. La cola del perro se movió salvajemente mientrastragaba la oferta de Cody.

Chance dejó caer su enorme cabeza en el regazo de Cody con unsuspiro de satisfacción. Cuando Cody pasó la mano sobre la piel del perro,finalmente lo golpeó donde había oído el nombre de Larem antes. Él habíasido el único en dar la espada de su padre para D.J.

Mantuvo a Chance feliz rascando sus orejas mientras esperaba unapausa en la conversación.

— Fue tu espada la que D.J. llevó con él.

— Chance, dejalo — Larem miró a su perro, que se había vuelto amirar el sándwich de Cody, antes de contestar. — Sí, es la espada de mifamilia. Pensé que D.J. podría preferir un arma que no lo marcaríainmediatamente como humano.

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— Estaba contento de tenerla. Dijo sentirse honrado.

Aunque no era una sonrisa, había un ablandamiento en la expresiónsolemne de Larem que hizo que Cody creyese que estaba contento.

— Sé que estás preocupado por tu amiga, pero haremos todo lo posible

para traer a D.J. de vuelta con seguridad.Para ocultar su preocupación, Cody volvió a acariciar al perro.

— Voy a ser feliz sólo cuando Reggie vuelva a estar en este lado de labarrera.

Cullen le dio a Cody unas palmaditas en el hombro.

— Con eso en mente, será mejor que vuelva a la caza. ¿Dóndeestábamos?

El Paladin sabía exactamente donde lo habían dejado, pero Codyagradeció la excusa para concentrarse en algo en lo que en realidad podría

ayudar. Era difícil quedarse quieto. Tomó un lápiz y comenzó a golpearloen la mesa en contrapunto con el ritmo de su pie que pateaba la pata de lasilla.

Después de unos segundos, Cullen negó con la cabeza y sonrió.

— Es fácil ver por qué D.J. y tú os liasteis a golpes. Ese hombre tienemás energía acumulada que tres personas juntas, pero tú te acercas alsegundo lugar.

— Mi problema. — Cody dejó caer el lápiz sobre la mesa y trató demantenerse quieto. — En serio, la única razón por la que Reggie soportocompartir un cubículo conmigo es porque ella es casi igual de mala.

Cuando estoy molestando demasiado, me lanza uno de los juguetes de suescritorio.

Él había estado mirando la colección de juguetes en una mesacercana. — Estoy adivinando los que pertenecen a D. J.

Larem cogió una de las bolas y se la lanzó a Cody.

— Lo has adivinado bien. Veo que han llegado otros nuevos desde laúltima vez que estuve aquí.

Él sonrió.

— Chance robó un par de pelotas y las mordió. D.J. simuló enloquecerpor ello, pero luego le dio dos más para jugar.

El teléfono del Kalith sonó. Después de una breve conversación, lepuso la correa de nuevo al collar de Chance.

— Parece que la reunión de Sasha con Devlin va a tomar más tiempode lo esperado. Voy a hacer una carrera por un café. Cody, ¿te gustaría darun paseo conmigo y Chance?



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Cody miró a Cullen pidiéndole permiso, quien habló sin apartar lavista de la computadora.

— Vayan por delante. Tráeme uno, también. Larem sabe lo que megusta.

— bien. Vuelvo en un rato.Cuando Cody siguió a Larem y Chance a la puerta, tuvo que sonreír.

¿Quién imaginaría que a los alienígenas le gustara el café con leche?

******

El polvo suspendido en el aire se pegó a la piel sudorosa de D.J.,haciendo que el día se sintiese aún más caluroso. Su cabeza se sentíacomo si estuviera montado sobre un pivote mientras trataba de mantenerun ojo en el camino delante de ellos y otro en Reggie. Ella aún no se habíaquejado, pero respirar ese aire era más difícil para ella que para él, sinduda gracias a su mezcla de ADN.

Se obligó a frenar a pesar de la creciente sensación de urgencia que loimpelía a ir a pie hasta la colina a toda velocidad. No era justo para Reggiecon las piernas más cortas. Además, si las cosas se iban de repente alinfierno, él quería que ella tuviera energía suficiente para hacer un rápido

movimiento y ponerse a cubierto.Cuando el camino se niveló un poco, se detuvo en un grupo de

árboles achaparrados que les daría un poco de sombra y por lo menos unacobertura mínima. Sacó una botella de su mochila y tomó un largo trago.

Reggie le llegó unos segundos más tarde, con aspecto cansado y unpoco agotado. Él le sonrió.

— Pensé que te gustaría un breve descanso. Dios sabe que yo podríahacerlo.

Se sentó en una roca cercana y revolvió la bolsa que Kalith le había

dado para el agua y una barra de granola. Mientras ella se quedó sinaliento y repostaba, D.J. volvió a la orilla del camino y echó una miradapor la ladera. ¿Qué o quién — estaba allí desatando todas sus alarmas?

Deambuló por el camino por una corta distancia en cada sentido,tratando de encontrar un punto de ventaja que le diera una visión másclara de lo que se avecinaba. Nada. Ni siquiera un pájaro o un insecto ocualquier otro tipo de fauna que se moviese a su alrededor, sólo el



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balanceo de pastizales en el valle y los raquíticos árboles que sobresalíande la ladera.

Reggie se le unió.

— ¿Qué te pasa? Bueno, aparte de lo obvio, de que estamos atrapados

en Kalithia.Ella le apretó la mano y lo miró con una sonrisa. No lo podía creer.

Una pequeña cosa como ella, que tenía que estar agotada, sin embargo, loestaba apoyando. Esperaba como el infierno que el tiempo que habíapasado con él la noche anterior no hubiese añadido una nueva capa decomplicaciones para ella.

Seguro que si lo harían para él No importa lo que sucediese a partirde ahora, los recuerdos de lo que habían compartido sería un momentobrillante, brillando en el baño de sangre sin fin de su vida. Reggie semerecía algo mejor.

Lo mejor que podía hacer era llevarla a casa de nuevo, asegurarse deque los idiotas de la organización la dejaban en paz, y volver a su vida real.Eso era exactamente lo que pensaba hacer, aunque la sola idea de dejarladesaparecer de su vida le daba ganas de gritar.

Se obligó a alejarse de ella, mirando hacia el valle como un pretexto.

— No hay señales de que alguien nos siga todavía. — Ella se protegiólos ojos y contempló su entorno.

— Esa es una buena cosa. Tal vez nuestra suerte ha dado un giropara mejor.

— Vamos a empezar a movernos antes de que cambie de nuevo. Voy acomprobar el camino por delante otra vez. Sólo dame un segundo.

Se alejó antes de que pudiera decir nada, pero sintió su confusión. Loúltimo que quería era herir sus sentimientos, pero su vida dependía dehacerla volver al otro lado de la barrera. Cada paso lejos de ella se sentíacomo si estuviera caminando a través del lodo.

Enfoque, ¡maldita sea!

Justo a la vuelta siguiente, notó una extraña marca en el polvo algocomo una huella. Parecía demasiado fresco para ser del día anterior.Podría estar equivocado, pero él no lo creía.

Arrodillándose, estudió la impresión, en busca de más. Ellos no erandifíciles de encontrar, y se dirigían sin duda en la misma dirección que él y Reggie. Dio marcha atrás a una corta distancia hasta encontrar dondehabían empezado. Alguien había subido a la pista de la derecha debajo dedonde él se encontraba. Se puso de pie en la orilla a lo largo y bajó la vistahacia la cordillera. No hay rastro de nadie ahora, pero podía ver que



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algunas piedras se habían alterado, marcado del Otro camino a donde D.J.ahora se encontraba.

Grande. Por lo que él sabía, la única cosa de la nota situada a lo largode ese camino era la cueva y el interior de la barrera. Esto no podía serbueno. No, en absoluto.

Al parecer, las huellas pertenecían a un individuo, lo cual no lepreocupa en particular. En este mundo, nadie estaba armado con nadamás que hojas. Que podía manejar. La verdadera cuestión es lo que elhombre estaba haciendo. ¿Estaba esperando hacer contacto con alguiende la Tierra?

Eso no se sentía bien. No, tenía que ser otra trampa. No todos losKalith tenían la capacidad de curación que los Paladines había heredadopero algunos la tenían en abundancia. Si este era el tipo que había caídoen picado por el precipicio la noche anterior, había tenido mucho tiempopara recuperarse de la experiencia, siempre que hubiese sobrevivido. Por

supuesto, estaría lleno de un tremendo rencor a D.J. por haber estadomalditamente cerca de matarlo. Si el Kalith se había enterado de que D.J.fue responsable de la muerte de su compañero, sólo agravaría el problema.

En caso de que él y Reggie continuaran adelante y ¿hacia arriba?Mierda, ¿qué otra opción tenían? No importaba, él seguía siendo su mejoropción. La ruta más directa para volver a casa era a través de la cueva. Porlo menos, los suministros se habían escondido a poca distancia de laentrada.

Dios no permitiese que tuviesen que ir de excursión con el culo devuelta por el sendero y por todo el valle a su posición de repliegue en el

otro lado. Pero si eso es lo que tenían que hacer, necesitaban lossuministros y alimentos de ese paquete. Él volvió de nuevo donde Reggieestaba esperando. Parecía aliviada de verlo, pero luego frunció el ceño.

— D.J., ¿Qué pasa?

No tenía sentido mentirle.

— Creo que alguien ha estado aquí hoy. Podría ser el tipo con el quepeleé anoche.

— ¿Kolar? ¿No creías que murió cuando se cayó por el precipicio?

— Sí, pero tiene que ser él. Nadie más ha pasado por nosotros, y estecamino llega a un callejón sin salida justo después de la cueva.

Reggie retrocedió unos pasos.

— ¿Cómo es eso posible? Incluso si Kolar sobrevivió a la caída,estaría demasiado mal herido para caminar tan lejos.

Ahora no era el momento para discutir las capacidades de losPaladines o sus homólogos extranjeros. Ya había aprendido más de lo que



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debe tener alrededor de su mundo. Bien, eso fue una mentira. No era sumundo, él estaba tratando de protegerlo. Él no quería que ella supiese queaun quedaba una gran cantidad del monstruo que realmente era.

— Créeme, con estos chicos casi todo es posible. — Él cargó con supropia mochila, pero señaló la espada de Larem. — Mantén el arma

apuntando hacia abajo y hacia los lados. Quédate detrás de mí tanto comosea posible.

Él se aseguró de que estaba siguiendo sus instrucciones antes deponerse en marcha por la ladera. Tenían menos de media milla porrecorrer. Una vez que se acercasen a la entrada, encontraría un lugar paraesconder a Reggie mientras él investigaba. Cuando llegasen a la cueva conseguridad, debía ser capaz de defenderlos a los dos hasta que Barakabriese el camino a casa.

A casa. Él no podía esperar. No cabía duda de que Reggie sentía lomismo elevado a la potencia de diez. ¿Se había parado a pensar que volver

a estar al otro lado de la barrera era sólo el primer paso para volver a suvida normal? Hasta que él y los Paladines se las arreglaran para encontraral hijo de puta que había ordenado su secuestro en primer lugar, tendríaque estar bajo vigilancia armada.

Odiaría eso, pero un paso a la vez. Ahora tenía que concentrarse en elproblema inmediato de lograr pasar al interior de la cueva de formasegura.

Había otro grupo de árboles y rocas, justo delante, el lugar perfectopara que Reggie esperara a que él explorara. En el momento en que ella loalcanzara, dejó caer su capa y mochila en el suelo. Se movería más

fácilmente sin ellos.Ella llegó resoplando en su camino por el sendero unos segundos más

tarde. ¿Por qué nos detenemos aquí? ¿No está la entrada de la cueva, justodelante?

— Lo está, por lo que te vas a quedar aquí. Si alguien nos ha tendidouna trampa, necesito espacio para maniobrar. Yo no puedo hacer eso yprotegerte al mismo tiempo.

Reggie respiró profundamente y luego se plantó delante de él,bloqueando el camino.

— Espera un segundo. Trató de moverse rodeándola, pero terminaba sólo deslizándose paso

a paso mientras seguía el ritmo con él. Si no cortaba ese bailecito, él noconseguiría nada.

— Vamos, Reggie, sin quejas. Si esto se vuelve violento, no quiero quete atrape en el medio.

Para ser una cosa tan pequeña, era realmente terca.



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— No te muevas, por amor de Dios. No estoy tratando de evitar que tevayas, sólo que no todavía.

Su sonrisa era un poco cansada cuando tomó su rostro entre lasmanos.

— Estoy asustada, y quiero darte un beso para desearte suerte antesde que vayas allí.

Él la miró a esos ojos que lo leían como un libro abierto. Estabapreocupada, pero no por lo que los rodeaba, a pesar de que los dosestaban en riesgo. Por un breve instante supo lo que era ser Devlin y Trahern, teniendo una mujer en sus vidas que los enviaban a la batallasabiendo que eran amados.

La besó con todo lo que tenía. Podría haber sido un poco torpe,apretándola con las manos llenas de armas, pero eso no le restó ni unpoco de la dulzura al momento. Allí, de pie en la colina a la vista de todo el

mundo era una locura, pero necesitaba desesperadamente este poco delocura en su vida.

Un hilo de grava deslizándose por la ladera fue su única advertencia.D.J. logró empujar a Reggie fuera del camino justo a tiempo para bloquearla carga de otro golpe con su propia arma.

— Reggie, vuelve — gritó mientras obligó al enemigo a retroceder unpaso, luego un segundo.

Podía oír a Reggie luchando para cubrirse. La noche anterior nuncahabía recibido una visión clara de su oponente, envuelto como lo habíaestado en su capa, pero el estilo de lucha de los Otros era inconfundible.

El bastardo era bueno, pero a menudo la desesperación llevaba a unluchador a un nuevo nivel.

Se les va en ello demasiado rápido, demasiado cerca y personal paraD.J. para conseguir un tiro limpio con su arma, especialmente cuando élno estaba muy seguro de dónde se había ido Reggie a tierra. Arrojó el armaa un lado, liberando su segunda mano para agarrar la empuñadura de laespada de Larem. El mango de dos manos le daría mucho más control ypoder.

— Tienes alguna última voluntad, Otro — D.J. se burló mientrascargaba contra el bastardo, lo que le obligó a ceder más terreno. Sus hojas

resonaban juntas, los dos hombres terminaron empuñadura contraempuñadura y oliendo cada aliento del otro.

El Kalith sonrió, sudor y marcas de polvo en su cara pálida haciendohincapié en la locura en sus ojos.

— Humano, no soy el único que va a morir el día de hoy. Tú y tumujer respirareis por última vez aquí en Kalithia.



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D.J. no perdería su valiosa energía respondiendo a ese bastardopresumido. Dio un salto hacia atrás, sólo para rebotar con una serie degolpes rápidos y furiosos destinados a llevar al Otro hacia abajo. Tal vezlas lesiones de la noche anterior aún tenían que sanar completamente,porque la defensa del hombre se estaba debilitando rápidamente.

D.J. finalmente alcanzó al Otro en el muslo, la curva de su hoja decorte recto atravesó la carne hasta que golpeó el hueso. D.J. tiró la espada y danzó unos pasos atrás. La sangre salía a borbotones de la heridamientras el Otro gritaba de agonía, retrocediendo de nuevo cuesta arribahacia la entrada de la caverna.

D.J. lo siguió lentamente. Dada la medida en la que chico ibaperdiendo aceite, estaría muerto dentro de tres minutos, quizá menos. YD.J. tenía previsto asegurarse de que no pudiese volver esta vez. De vueltaa casa, él empujó su parte de heridos de vuelta a su propio mundo, ya nohay necesidad de acabar con ellos, siempre y cuando se mantuvieran en

su lado de la barrera.No esta vez. No después de lo que este hijo de puta de ojos claros

había hecho a su mujer.

Maldita sea, se había olvidado de ella. Reggie lo último que necesitabaera ser testigo de otro baño de sangre. Miró a su alrededor buscándola.Como mujer inteligente que era, había encontrado una piedra de buentamaño para esconderse. Ella todavía tenía la pistola en la mano, peroestaba temblando tanto que esperaba como el infierno que no tuviese elseguro puesto.

Un suave gemido quebró su atención a la cuestión que nos ocupaba.

Por ahora, el rastro de sangre dejado por el Otro había llegado casi a lacueva. Él se había desplomado en el suelo, el flujo de sangre fluía máslentamente de lo que lo había estado unos segundos antes. La muertetiene sus ganchos en el hombre y no se dejaba ir.

Sin embargo, el herido se mantuvo arrastrándose más cerca de lacueva. Había abandonado su espada, con su única mano en un vanointento de detener la hemorragia mientras cojeaba apoyado en la paredrocosa con la otra. Por último, se dejó caer para sentarse en el suelo justodelante de la entrada y buscó algo en el suelo.

¿Qué demonios estaba haciendo ahora?

D.J. corrió hacia delante, dispuesto a acabar de una vez por todas.Pero entonces vio lo que el otro había agarrado con las manosensangrentadas. Dos cables. ¿Qué carajo?

¡Oh, diablos, no! Retrocedió, lentamente al principio, pero luego másrápido.



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— Corre, Reggie, hazlo — gritó, sabiendo que nunca conseguiría llegarlo suficientemente lejos a tiempo.

Kolar miró a D.J., la tenue luz de sus ojos triunfantes al tocar loscables juntos. Las dos piezas de metal despertaron y chisporroteaban.Dando la espalda al hombre moribundo, D.J. arrastró su culo por el

sendero, esperando como el infierno que Reggie lograse salir de la zona dela explosión.

Un ruido sordo hizo temblar el suelo bajo sus pies, casi enviándolo aarrastrarse de rodillas. Se las arregló para mantener el equilibrio justohasta que la ladera estalló en una explosión de calor y fuego. Las rocas yceniza ardientes llovían. Por delante, la onda de choque envió a Reggie decabeza al suelo. D.J. para cubrir su cuerpo con el suyo, ignorando el dolorcuando las rocas y la tierra le caían.

Envolvió sus brazos alrededor de ella y se aferró con todas susfuerzas, esperando que el mundo se enderezarse. Con lo mal que estaba,

por lo menos los dos estaban todavía respirando.Con suerte, a lo mejor sobrevivirían a esto.



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a puerta de Devlin se abrió de golpe. Cody pegó un saltó de unamilla mientras el gran hombre salió de su oficina con aspectode estar soberanamente cabreado. ¿Qué había pasado? Todo el

mundo en la zona se congeló sobre la marcha, sin duda preguntándose lomismo. Durante varios segundos, cuanto hizo Devlin fue maldecirmientras él maltrataba los muebles del lugar. Una papelera rebotó en lapared. Una segunda papelera siguió a la primera, levantando una nube debasura y enviándola revoloteando por el aire. Cuando Devlin cogió la sillade escritorio más cercana, Trahern y Cullen se lanzaron a través de lahabitación para agarrarlo entre los dos. Ellos podrían haberle dejado sin

aliento, pero no duró mucho. Al cabo de de un latido del corazón, él casihabía logrado hacerles retroceder gritando amenazas con toda la fuerza desus pulmones.

— ¡Dejadme, joder!

— ¡Ayuda, idiotas! — gritó Trahern

Larem y un par de jóvenes paladines de inmediato se unieron a lafiesta, con los brazos y piernas de Devlin por objetivo. Les tomó el esfuerzocombinados de todos ellos echar al hombre al suelo, un homenaje a sufuerza y furia. Incluso entonces, aquella masa de grandes cuerpos seretorcía por el suelo.

Trahern agarró la cara de su amigo con una de sus grandes manos. — Maldita sea, Devlin, deja esta mierda.

Cody permanecía de pie, y estaba considerando sumar su peso a lapila cuando Trahern se incorporó lo suficiente como para darle un buencorreazo a su amigo. De pronto toda la pelea cesó por parte de Devlin.

Uno a uno, los combatientes se fueron quitando del montón hastaque sólo Trahern y Cullen se mantuvieron arrodillados junto a su amigo.

LL



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Desde donde estaba Cody, era imposible ver cuánto daño Trahern le habíahecho con su puño. Después de unos segundos, los dos hombresayudaron a Devlin a sentarse.

El líder Paladín sacudió la cabeza como para despejarla y se frotó lamandíbula con la mano.

— Maldita sea, Blake, me olvidé de lo duro que puedes golpear.

Trahern flexionó la mano y se echó a reír mientras se ponía de nuevoen pie. Él y Cullen tiraron de Devlin para levantarlo antes de empujarlosobre la misma silla que había amenazado con demoler. Devlincasualmente miró en la dirección de Cody y maldijo en voz baja.

— Lo siento, Cody. No quise ponerme basilistico delante de ti.Normalmente, tengo un mejor control.


Entonces Cody hizo la pregunta cuya respuesta sabía que todosdeseaban conocer. — ¿Cómo de malo es?

Devlin se puso de pie y miró alrededor de la habitación. — Barakacaba de llamar. Él y Lonzo aún estaban acampados fuera y esperandopara bajar la barrera para D.J. y Reggie. Hace media hora, todo el infiernose desató. En un segundo la barrera estaba con toda su fuerza, y elsiguiente implosionó, básicamente. Sólo consiguió un breve vistazo através de la cueva en el otro lado, pero parece que alguien lo lanzó todo alinfierno y de regreso.

Su expresión ya sombría empeoró. – Ellos no pudieron decir si habíaalguien en el interior de la caverna en el otro lado. Lonzo y Barak tuvieronque salir corriendo antes de que las réplicas se extendieran a nuestro lado. Todo el jodido lugar se derrumbó sólo unos segundos después de que elloslograran salir. Eso es todo lo que sabemos por ahora.

Las paredes comenzaron a cernirse sobre Cody, y la temperatura saltóde caliente a fría y viceversa. Tal vez era las ondas de tensión queemanaban de cada hombre en la habitación.

— ¿Cuándo podrá Barak averiguar qué está pasando?

Devlin desvió su mirada hacia un punto en la pared detrás de lacabeza de Cody. — No pueden ir de nuevo, ni siquiera a través de una de

las otras cuevas. Toda la maldita zona es muy inestable ahora. No es queimporte. Con esa parte de la barrera destruida, nadie va a cruzar por allíen un futuro inmediato. Lo único que podemos hacer es esperar hasta queD.J. y Reggie encuentren otro camino a casa.

El líder Paladín miró directamente hacia donde estaba Cody. Mientraslas palabras del hombre se asentaban, los pulmones de Cody se olvidaronde cómo trabajar y su pulso se aceleró fuera de control.



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— He dicho a Barak y Lonzo que regresen. No hay nada más que hacerallí.

Cody necesitaba sentarse. Ahora. Evidentemente, alguien más lopensaba también, porque una silla le golpeó en la parte posterior de suspiernas y una mano empujó su cabeza entre sus rodillas.

— Respira, maldita sea.

Incluso a través del mareo, Cody sintió la preocupación en la vozáspera de Trahern, recordándole que él no estaba solo en esto. Reggie erasu amiga, pero D.J. era el de ellos. Bueno, tal vez suyo, también.

Uno o dos minutos pasaron antes de que los puntos delante de susojos se desvanecieran. Se puso de pie lentamente una vez que la nieblacomenzó a levantarse. Tan pronto como él estaba de pie, Cullen puso unabotella de agua en sucara.

— Bebe esto y entonces iremos a comer. No quiero que te mueras de

hambre antes de que tengamos la oportunidad de echarle el guante a losbastardos.

Aunque el agua ayudó, la apenas contralada ira de Cullen fue lo querealmente hizo a Cody sentirse mejor. Al menos su cazador cibernauta ledaría algo más en qué concentrarse además de en su preocupación.

Devlin estaba de regreso lanzando ordenes bruscamente. — Larem,localiza a Hunter y haz que envíe un mensaje de puesta al día a Berk. Dilelo que ha pasado. Tal vez pueda enviar a alguien a comprobar la cueva yver si están...

Él dejó de hablar y se pellizcó el puente de la nariz. — Mira, solo dileque necesitamos saber de un modo u otro. Tal vez puede dividir a sushombres y enviar algunos a echar un vistazo a esa zona y enviar al restoen busca de D.J. y Reggie en dirección a su objetivo secundario.

Larem ya estaba marcando el número de teléfono. Mientras hablaba,su perro ignoraba todos los demás en la habitación y se dirigiódirectamente a Cody. Rascando la cabeza del perro, él sonrió un pococuando el perro gimoteó y cerró sus granes ojos marrones. Por unmomento, Cody se concentró en hacer al perro feliz, la única cosa bajo sucontrol.

Cullen se acercó a donde estaba sentado, haciendo girar su llavero enel dedo índice. — ¿Estás listo?

— Sí, claro. — De mala gana, Cody asintió con la cabeza y empujó alperro para poder ponerse en pie. No estaba muy hambriento, pero en estemomento salir de allí por un tiempo parecía malditamente bueno. Suestado de ánimo era bastante sombrío, pero estar rodeado de un montónde chicos cuyos estados de ánimo eran aún más oscuros no estaba



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ayudando. Esperó hasta que él y Cullen habían puesto cierta distanciaentre ellos y el resto de la tripulación.

Manteniendo la voz baja, preguntó: — Devlin cree que ya estánmuerto, ¿verdad?

Antes de que Cullen pudiera contestar, la voz de Devlin sonó en ladistancia. — ¡Diablos, no, no lo creo!. Nunca subestimes a D.J. Es un durohijo de puta, y ningún jodido otro va a sacar lo mejor de él. Ya verás. Él yReggie vendrán paseándose a través de la barrera en un día o dos. Cuandolo haga, voy a patearle el culo sólo por preocuparte tanto.

Cody miró a Cullen. — Pensé que lo había susurrado.

El Paladín le sonrió. — Todos tenemos un oído excepcional, pero elsuyo es mejor que el de la mayoría.

Evidentemente Devlin no había terminado de entrometerse en nuestraconversación. — Viene de años de andar guiando la manada a esta panda

de idiotas. Ahora, ir a comer y luego traed vuestros culos de vuelta aquí.Hay trabajo por hacer.

Entonces Devlin volvió a entrar en su despacho, abusando de supuerta una vez más mientras él la cerró de un portado tras él. Una vez queestuvo fuera de la vista, todos los demás se dispersaron. Cullen dio unligero empujón a Cody hacia la puerta al final del pasillo.

— ¿Que te apetece para almorzar?

— Yo no soy quisquilloso, pero podría ir a por italiana.

Antes de llegar a la puerta, una bocina desagradable estalló a lo lardo

del pasillo. El Jaleo era increíble. ¿Qué diablos era eso?. Es evidente quealgo malo porque los Paladines salieron de las oficinas cercanas y lospasillos a la carrera, la mayoría llevando espadas.

— Cullen, ¿qué está pasando?

El Paladín ya estaba caminando de vuelta por donde había venido. Tenía la misma expresión feroz en su rostro que los demás. Atrás quedó elafable pirata informático y en su lugar un asesino a sangre fría, con unaexpresión dura y crispada.

— Escucha, Cody, esa alarma nos indica que la barrera por debajo denosotros ha caído. Lo más probable es que haya un montón de locos de

Kalithia echando espuma por la boca para escapar a nuestro mundo. Voya tener que unirme al resto de los chicos para asegurarme de que eso nosuceda. Ve con Larem. Se quedará contigo hasta que volvamos.

— ¿Cuánto tiempo será eso?

— No se sabe. ¿Podría ser quince minutos o dos días.



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Larem permanecía de pie en medio de las mesas de escritorio viendo alos paladines pasar a su lado a toda prisa. Cody esperó a una brecha en lamultitud para reunirse con él. Si él había pensado que la cara del Kalithhabía sido difícil de leer antes, ahora era imposible. Cuando el último delos Paladines desapareció de la vista, Larem finalmente se percató de la

presencia de Cody. — ¿Necesitabas algo?

— Cullen y yo estábamos en camino para tomar un bocado, pero esevidente que no va a suceder.

Larem siguió mirando por el pasillo como si viera algo más queascensores y puertas de oficina, su mano frotando la parte superior delmuslo. Su actitud había adoptado el mismo filo duro que Cullen. Cuandoél no respondió de inmediato, Cody dio un paso atrás, un poco receloso demolestarlo.

Como si se liberarse de su estado de ánimo, Larem se estremecióligeramente antes de volverse hacia Cody.

— No pretendía ignorarte. Me resulta difícil estar aquí sin hacer nadacuando mis amigos están luchando por sus vidas.

— Lo siento. — ¿Qué otra cosa podía decir?

Los ojos claros de Larem se veían tan triste. — Yo también. Como miamigo Hunter me suele recordar, sólo podemos jugar con las cartas quenos tocan. ¿Por qué no salimos los dos de aquí por un tiempo? Vamos atener que llevar a Chance con nosotros, pero sé de un lugar con comidapara llevar muy buena. Si no te importa, la llevaremos al refugio de

animales donde soy voluntario. Tal vez puedas ayudarme allí hasta queCullen esté de vuelta.

Cody asintió y siguió a Larem fuera.

******

Todd estudió los formularios que Ray le había pasado antes demarcharse al final de su jornada. El hombre seguía cabreado con la mujerMorrison por el puñetazo que la había dado y maquinando la venganzaque planeaba cuando ella regresara. Personalmente, Todd se imaginó quepasar el tiempo como un juguete para sus aliados Kalith era castigosuficiente, pero no había sido su nariz la que ella había roto.



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Si la cirugía de nariz de Ray iba bien, estaría de vuelta en unos pocosdías. Hasta su regreso, sin embargo, era responsabilidad de Todd controlarlo que estaba pasando en Seattle.

Corría el rumor de que uno de los Paladines había desaparecido. Unpar de ellos habían estado fuera de la oficina de Seattle brevemente. Nadie

parecía saber dónde habían estado, aunque Todd tenía sus sospechas.Dondequiera que fuera, ellos evidentemente había regresado con un nuevorecluta a remolque. Genial. Justo lo que el mundo necesitaba, otra balaperdida entrenada en el frío arte de matar a todo lo que estaba a la vista.

Bueno, tal vez eso era frío, pero era verdad. Nadie que él conocierahabía proclamado que los Paladines fueran estables, sólo que eran losmedios más eficaces para prevenir una invasión total de locos alienígenas.

Todd había dedicado la mayor parte de su vida laboral a proveer lossuministros y equipos necesarios para mantener a toda la organizaciónfuncionando sin problemas. ¿Y qué si él había desviado unos pocos

dólares aquí y allí para su propio uso? Se merecía una compensación portener que tratar don los monstruos.

Volar por debajo del radar, mientras que lo hacía, era la parte difícil.Con esto en mente, él mejor dedicaría algún tiempo prestando atención aaquellos impresos. Si los chicos de Devlin Bane se acercaban al rastro de Todd, tal ese era el momento de coger esas vacaciones con las que suesposa le había estado incordiando.

Lástima que se fuera a ir sin ella.

******

Los oídos de Reggie le estaban pitando, y no podía recuperar elaliento. Todo le dolía. Absolutamente todo. Realmente esperaba que elúltimo problema fuera debido al hecho de que D.J. estaba encima de ella.Cuando él no salió de inmediato de encima de ella, sintió las primerasoleadas de pánico aflorar.

— D.J., ¿Estás bien? Todavía no había respuesta. Esperó otro latido o dos de corazón, y

luego trató de zafarse de debajo de él. Tan pronto como ella se movió, élhabló, su voz era un áspero susurro.

— No te muevas, Reggie, y dame un minuto. Un lado del sendero hacedido. Estamos justo en el borde, y no estoy seguro de si es estable o no.



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Él se movió un poco hacia el lado derecho de ella, su pesooprimiéndola más duramente contra el terreno pedregoso. Ella no iba aquejarse del dolor, no cuando él estaba tratando de mantenerla con vida.Si ella no confiaba en él ahora, nunca lo haría.

— A la cuenta de tres, voy a rodar a la derecha y te lleve conmigo. Una

vez que estemos en un terreno más sólido, vamos a evaluar los daños.Su agarre sobre ella se fortaleció mientras contaba hasta tres en un

sosegado murmullo. Entonces de repente rodó hacia un lado, tirando deella fuera del suelo y, literalmente, lanzándola a un metro a su derecha.Ella aterrizó con todo su cuerpo convertido en un montículo dolorido,contra la base de un árbol. D.J. se arrastró tras ella.

Cuando ella se incorporó, echó su primer vistazo a su mundo post-explosión. Todos los árboles estaban arrancados de raíz a su alrededor ylas rocas hechas añicos. La entrada de la cueva había desaparecido,enterrada en un derrumbe de tierra y rocas. No había ni rastro de Kolar.

Teniendo en cuenta que había estado en el centro de la explosión, eso noera ninguna sorpresa.

Había sido sólo por pura suerte que una pared de rocas habíaprotegido a D.J. y a ella misma de lo peor de la explosión. Algunas mellas ycontusiones no eran gran cosa en el amplio espectro de la situación.

— ¿Estás bien?

Ella sospechaba que había gritado las palabras por la forma en queD.J. vaciló antes de asentir.

— Lo siento, — ella vocalizó. — Mis oídos están seriamente jodidos. –


Él se puso de pie y dio un par de pasos, no sintiéndose muy estable.Al menos tuvo el buen sentido de permanecer en un lugar hasta queestuvo seguro de que sus piernas lo sostendrían. Fue entonces cuando ellase dio cuenta del hilo de sangre que corría por su brazo.

— ¡Estás herido!

Bueno, ella gritó eso también, pero ¿quién podría culparla? Él enrealidad parecía perplejo, hasta que ella señaló el corte en su antebrazo.

— Déjame examinarte.

— Estoy bien. — Él limpió la sangre con el borde de su túnica. — No esnada.

Oh, hermano. — No necesito esa mierda machista. Ahora déjamelimpiar eso antes de que se infecte.

— Confía en mí. No lo hará.



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Ella hizo caso omiso de sus protestas cuando tomó posesión de subrazo y le dio la vuelta para tener una mejor visión de la herida. Había unaconsiderablemente grande astilla de madera incrustada en el corte.

Ella necesitaba algo más que el borde de su túnica para limpiar laherida. Buscando alrededor, vio la correa de su mochila asomando fuera

de los escombros. — Quédate aquí un momento.

Él suspiró pero Hizo lo que le ordenó. Cuando ella desenterró suescaso acopio de provisiones, sacó su botella de agua y empapó un pedazode la tela que había cortado de sus pantalones para usar como un paño.

— Esto va a doler.

— Trataré de ser valiente, — prometió D.J. a pesar de que sus ojososcuros mostraron más diversión que dolor.

— Idiota.

Ella sacó la astilla y dejó sangrar la herida para que se limpiara.Después de unos segundos, ella lavó la zona lo mejor que pudo con elpaño. Luego utilizó una tira de la otra pieza de tela para vendar a laherida. Él también tenía un puñado de pequeños cortes en la mejilla y laparte posterior de su cuello. Ella limpió las limpió quitándoles el polvo y lasangre.

— Me gustaría tener un poco de ungüento antibiótico para poner enellos.

— Estaré bien, Reggie. Ahora, si has terminado de jugar al doctor,

necesito revisar algo. Vuelvo de inmediato.Empezó a trepar por las rocas hasta donde la cueva había estado.

Quería hacerle regresar, que no se arriesgase. Con cada paso, él se alejó deella a través de la pendiente resbaladiza de la roca suelta. Los latidos delcorazón que apenas habían regresado a su ritmo normal se aceleraron denuevo. Se sintió aliviada cuando él por fin se dejó caer a cuatro patas.

Con un grito de triunfo, D.J. sacó una espada de la grava. No tenía niidea de si era la misma con la que había estado luchando, pero él parecíaseguro. La dejó a un lado mientras seguía su camino.

Justo antes de llegar a la cima de la pendiente, se detuvo para

dirigirse a ella. — Voy a estar fuera de la vista, pero no voy a ir muy lejos.Los daños más allá de aquí no son tan malos. Tengo la esperanza derecuperar los suministros que yo guare.

— Ten cuidado.

— Lo creas o no, yo normalmente lo tengo. — Él sonrió justo antes dedesaparecer de la vista.



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Durante su ausencia, ella hizo alguna prudente exploración por sucuenta. Ella hizo un rápido repaso del contenidos de la mochila. Habíasido bastante aplastado, pero al menos las migas de las barras de cerealtodavía eran comestibles.

Ella localizó la otra mochila de D.J. y su capa. Ella estaba

acumulando una pequeña pila de tesoros. ¿Dónde habían ido a parar susarmas? Era difícil orientarse porque el paisaje había cambiado tandrásticamente, pero pensó que D.J. había lanzado la suya cerca de la basede los arbustos por encima de ella.

Ella trepó, resbalando hacia atrás un paso de cada tres que consiguiódar hacia adelante. ¡Conseguido! Ella estudió la seguridad de su posiciónantes de hacer su camino de regreso a su alijo de suministros.

D.J. se asomó por la cima de la colina con una gran bolsa de lonacolgada del hombro. Mostró el buen sentido común de sentarse y cruzar laúltima distancia en un deslizamiento controlado.

Cuando llegó a su lado, asintió con la cabeza hacia el montón al ladode ella. — Veo que has estado muy ocupada, también.

Ella le tendió la pistola. — Lo siento, pero me temo que la mía estáenterrada debajo de todo ese revoltijo.

— No te preocupes. — Comprobó la pistola con calmosa eficiencia y lametió de nuevo en la cintura.

Él se puso de pie otra vez para mirar alrededor. — En realidad,deberíamos empezar a movernos de nuevo, pero si necesitas descansar unpoco más, dilo. Disponemos de un poco de tiempo.

O no. De la forma en que los ojos de él seguían barriendo la zona, ellasospechaba que sólo lo estaba diciendo por deferencia a ella. Sentados allíen la colina, los dos estaban demasiado expuestos. Lo último que ellaquería era ver a D.J. luchando por la vida de ambos, de nuevo. Ella cerrólos ojos, deseando que su memoria viniese con un botón de Eliminar paraborrar esas horribles imágenes.

— Estoy bien. — No en verdad, y tal vez nunca.

Él también lo sabía. Después de colocar su petate a un lado, le ofrecióuna mano para levantarla del suelo y de inmediato la envolvió en susbrazos. Él apoyó la barbilla en la parte superior de su cabeza mientras sumano acariciaba la espalda de ella en círculos lentos y suaves.

— Apuesto a que estás contando los minutos hasta llegar a casa yolvidar todo sobre mí.

¿Qué podía ella decir a eso? Sí, ella odiaba su mundo, su vida, peroella no lo odiaba a él. Lejos de eso, incluso si ella no podía descifrarexactamente lo que ella sentía por él, no con todas sus emocionesenredadas en un nudo grande con un lazo hecho de miedo.



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— Yo nunca lamentaré haberte conocido, D. J.

Evidentemente, é no se lo creía. — Dale tiempo, Reggie. En estemomento me necesitas, y lo entiendo. Pero una vez que todo esto hayaterminado, tú vas a querer una gran dosis de normalidad en tu vida. Túnunca tendrás eso sí te quedas cerca de mí.

Antes de que ella pudiera pensar en qué decir a eso, le dio un besosuave en la parte superior de la cabeza y dio un paso atrás.

— Nosotros deberíamos salir a la carretera. No sé cómo de bien setransmite el ruido en este aire fino. Pero si los amigos de Kolar están encualquier lugar por los alrededores, a la fuerza habrán notado la nube depolvo de la explosión.

— Está bien, voy a estar justo detrás de ti.

D.J. colgó al hombro el macuto y se ajustó la espada en su vainaantes de partir. Mientras lo hacía, ella finalmente se dio cuenta de lo que

debería haberle dicho a él: que la normalidad estaba seriamentesobrevalorada si eso significaba que un hombre como D.J. tenía quequedarse fuera, observándola en la distancia.



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ullen se echó hacia atrás en su silla y se frotó los ojos. — Yo nosé tú, Cody mi hombre, pero yo estoy muerto de pie.

No hubo ningún argumento a eso. — Estoy bastante seguro deque mi cerebro se ha desconectado hace una hora.

— Déjame ir a ver cuáles son los planes de Devlin para ti.

Más temprano, Cody había estado en el refugio de animales conLarem durante unas tres horas antes de que Cullen les había llamado devuelta. Jugar con los cachorros había sido una agradable distracción. Todolo que las bolas de pelo había demandado de él era que les rascase y un

par de golosinas.Larem y Chance habían caminado con el de regreso a la sede antes de

alzar el vuerlo para encontrarse con Sasha. Resultó que había más gentede Kalithia que habían conectado con la gente en el área de Seattle.Alienígenas con amantes humanos. Cody no estaba seguro de cómo sesentía acerca de eso. No obstante, él había conocido a dos de los tres y legustaron ambos. Por no hablar de que el tercero que vivía con Cullen. Asíque tal vez estaba bien, aunque un poco raro.

En el camino de regreso, Cullen se había encontrado con ellos en elcallejón frente a la sede, por lo que Cody se sintió más bien como un

testigo que se traspasa en una carrera de relevos. Se preguntó de quiénera el turno siguiente, y el tiempo que la carrera iba a durar. Si todo estose sentía como una eternidad para él, ¿cuánto peor sería para Reggie?

Es decir, si su carrera no había terminado ya con esa explosión. No,maldita sea, él no debería, no podía pensar de esa manera. Ella estababien. Ella tenía que estar bien. D.J. estaba con ella, y que estaban en sucamino de vuelta a casa.

CC



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Se frotó la repentina quemadura en sus ojos. Estaba agotado. Partede eso era simple falta de sueño. El resto se debía a que su vida normalhabía sido arrancada de cuajo para ser replantada en el mundo de losPaladines. Incluso si todo resultaba de la mejor manera posible, él nopodía volver a su antigua vida sabiendo lo que ahora sabía.

En este momento sus pensamientos giraban en círculos sin llegar aninguna parte, una indicación de lo muy quemado que estaba. Se obligó aabrir los ojos para ver que Cullen estaba en su camino de regreso.

Cullen se dejó caer en su silla. — Voy a cerrar por ahora y volver acasa. Vamos a retomarlo de nuevo a primera hora de la mañana. Devlinquiere verte en su oficina.

¿Presagiaba eso algo malo? No, no había ninguna razón para estartan paranoico. Hasta ahora, todos estos chicos habían sido más queamable con él. Además, si hubiera habido noticias de algún tipo, Cullenestaría o bien celebrándolo o seriamente jodido. En este momento el

hombre estaba tranquilamente terminando la tarea en la que había estadotrabajando para poder irse. No había razón para pensar que cualquier otracosa había salido mal.

Cody metió su ordenador portátil en su mochila junto al de Reggie. — Está bien, te veré mañana.

Los dedos de Cullen volaban sobre el teclado con una habilidadenvidiable. Lanzó una rápida sonrisa a Cody sin perder el ritmo. — Seguro.Para que lo sepas, en otras circunstancias, esto hubiera sido divertido.Aparte de D.J., no suelo jugar con una persona que tiene un talento tanbrillante.

El cumplido hizo sonreír a Cody. — Espera a que conozcas a Reggie.Ella me hace parecer un aficionado.

— Sí, he oído eso. Parece que ha estado haciendo correr a micompañero en círculos por un tiempo. — La sonrisa de Cullen se amplióconsiderablemente.

— Eso sin duda explica los dos ordenadores portátiles que seencontraron con su defunción estrellándose contra la pared allí.

Cody había estado preguntándose qué había causado las aquellasgrandes hendiduras en los paneles de yeso. Había habido veces que él

había tenido la tentación de hacer lo mismo, pero no podía permitirse ellujo de reemplazar su equipo sólo por una rabieta.

Deliberadamente caminaba a lo largo de la pared dañada en sucamino hacia la oficina de Devlin. Para ser honesto, le preocupaba.Esperaba por el bien de Reggie que D.J. los mantendría juntos. Haría faltamás que un irritable temperamento para conseguir que los dos regresarana casa con seguridad.



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La puerta de Devlin estaba cerrada. Cody levantó el puño paragolpear justo cuando ésta se abrió. Trahern estaba dentro, parecía tancansado como Cody se sentía.

— Oye, chico, ¿cómo lo llevas? – Dijo Trahern.

— Bien. — Bueno, te ves como el infierno. Justa hora iba a verte. Barak y

Lonzo han cogido un vuelo comercial de Portland, y tengo que recogerlosen Sea-Tac. Pensé que tal vez te gustaría venir conmigo. Después, puedesescabullirte en mi casa esta noche.

Devlin añadió. — Si no te apetece, lo dice, y puedes venir a casaconmigo otra vez. Tú decides.

Miró de Trahern a Devlin y viceversa. — Me gustaría escuchar lo quetienen que decir acerca de la explosión, si le parece bien, señor.

Trahern asintió con la cabeza en un gesto rápido. — Sí, no te culpo.Además, de esta manera puedes conocer a Brenna. Ella es quien escribióla historia la historia de los Paladines que Reggie eccontró.

Ese conocimiento de los hechos combinado con la caza de Reggie trasD.J. le había causado a ella todo este problema, pero no sería justo culparde ello a Brenna. Además, él también sentía curiosidad por la historia delos Paladin.

— Llámame si te enteras de algo, Dev, o si me necesitas. Bueno,salgamos a la carretera.

Antes de que cerraran la puerta, murmuró Trahern, — Por cierto,

Brenna sabe cocinar. Laurel, no tanto.Devlin aulló detrás de ellos, — Maldita sea, Trahern, he oído eso. Dejar

de insultar a mi esposa.

— No es un insulto, cuando es la verdad. Tú simplemente se sientesobligado a defender su forma de cocinar porque estás casado con esamujer.

El otro hombre miró a su amigo. — Oh, cállate y vete. Y, Cody, nodejes que él sea una mala influencia para ti. Lo último que necesitamospor aquí es otro tipo con esa actitud.

Cody no sabía si reír o agacharse para cubrirse. El sintió la necesidadde sonreír cuando Trahern le guiñó un ojo.

— Sí, señor. Nada de esa actitud, ya sea malo o no.

Mientras los dos se dirigieron hacia la salida, estaba bastante segurode que escuchó a Devlin reir.



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******

D.J. los estaba empujando a ambos duro. El tiempo seguía corriendo, y los soles de Kalithia estaban a punto de ponerse. Tenían que llegar a lasllanuras de abajo donde ellos tendrían una mejor oportunidad deesconderse entre la hierba alta de lo que ellos tendrían si hubieranpermanecido aquí en esta puta ladera.

Reggie era un verdadero soldado. Aunque ella no dudó en pedir undescanso corto cuando realmente lo necesitaba, ella había mantenido almínimo los retrasos. Incluso cuando se detenían, pasó la mayor parte desu tiempo cuidándole a él y a sus leves lesiones que le había producido laexplosión. ¿Qué iba a hacer por la mañana cuando hubierandesaparecido?

Otro punto para el marcador de los fenómenos.

El camino por delante parecía demasiado familiar. Fue un tristeestado de cosas que le habían hecho pasar suficiente tiempo en esteinfierno para conocer ya el terreno. Justo ahora estaban a poca distanciade donde había frustrado la emboscada del Otro la última vez que habíapasado por aquel lugar.

¿Debería hacer una comprobación del lugar de la misma forma que lohizo la última vez o cargar a través de él y esperar lo mejor? No había nadaque discutir. Él podría arriesgarse, pero no hay manera en el infierno deque él permitiera a Reggie ir danzando hacia una posible trampa.

No antes de que ese pensamiento cruzara por su mente él captó eldébil sonido de voces en el viento. Volvió la cabeza hacia un lado paracaptar el sonido con mayor claridad, maldijo por lo bajo. Si no hubieraparado cuando lo hizo, los dos se podrían haber dado de bruces con lasarmas de los Otros que les esperaban.

Reggie silenciosamente se movió a su lado. — ¿Qué pasa?

Ella graduó su voz lo justo para que él la escuchara. La mujer teníalos instintos correctos. Esperaba como el infierno que ella sobreviviera aesta aventura y nunca tuviera que poner su duramente ganada

experiencia en práctica nuevamente.Él le susurró la respuesta cerca de su oído. — Alguien viene. Tenemos

que permanecer fuera de la vista.

No había nada que él pudiera hacer con el rastro de huellas quehabían dejado atrás en el polvo. Al menos, estaba oscureciendo losuficiente como para que al final los Otros tuvieran problemas para leersus huellas.



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¿Qué camino tomar? No había realmente opción. Dirigió a Reggiedando un rodeo hacia el lado más alejado de la colina, haciendo la mismaruta que había seguido para burlar aquella emboscada antes. ¿Había justola noche anterior?

Tiró de Reggie más cerca para explicarle el plan. — Quiero que te

quedes fuera de la vista entre las sombras bajo aquellos árboles másadelante.

— ¿Dónde vas a estar tú?

Él señaló un cúmulo cercano de rocas. — Voy a estar ahí. Una vez queestén por delante de nosotros con un margen de seguridad, me reunirécontigo.

Ella asintió lentamente, con los ojos diciéndole sin palabras que ellapensaba que su plan no era muy convincente. Sí, no lo era, pero era elmejor que tenían en este momento.

Él esperó hasta que ella había desaparecido para su seguridad entrelos árboles antes de agacharse detrás de las rocas. Justo a tiempo,también, pues el enemigo estaba casi sobre ellos. Había siete, que élpudiera ver, en el grupo. Por lo que sabía de la cultura Kalith, era pocoprobable que esto fuera un Guardián Jurado y sus Blademates porqueellos viajaban en múltiplos de cuatro.

También carecían de la disciplina militarista que era una segundanaturaleza para Larem, Barak, e incluso Lusahn. No, él estaba dispuesto aapostar que esta chusma eran los compañeros que Kolar y su amigohabían estado esperando. Sus voces se transmitían claramente en la

quietud del atardecer. Eso no significaba que D.J. entendiera una palabrade lo que decían.

Él mantuvo su Glock en la mano mientras sostenía el aliento,esperando como el infierno que ellos simplemente siguiesen adelante. Justo cuando pensaba que iban a pasar de largo, uno de ellos se detuvo derepente. Él levantó su mano, la señal universal para que sus compañerosse detuvieses y se guardasen silencio. Luego inclinó la cabeza hacia atrás einhaló lenta y profundamente.

Hijo de puta, ¿había captado el bastardo la esencia de ellos dos?Después de unos segundos, el Kalith se arrastró hacia delante, su mano

alargándose para sacar un largo cuchillo de su cinturón. Se dirigía endirección de Reggie. D.J. quitó el seguro de la pistola, listo para empezar aquitar del medio a los otros uno por uno.

La Glock tenía más que munición suficiente para matarlos a todos.Pero eso no quería decir un carajo si él no lograba apartarlos. Lasposibilidades eran casi nulas de que él pudiera terminar el trabajo antesde que uno de ellos alcanzara el escondite de Reggie.



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Él moriría en el intento, no obstante.

Estaba a punto de levantarse, para llamar su atención, cuando elOtro hizo un movimiento rápido con la muñeca, el envío de su cuchillovolando hacia el suelo a una corta distancia. Uno de los arbustos estallóen un frenesí de acción mientras un pequeño animal embistió, cojeando

gravemente. El otro gritó en señal de triunfo mientras remataba a la pobrecriatura con un segundo cuchillo.

Después de recoger sus cuchillos y limpiarlos, él recuperó su presa ylo sostuvo en alto para que sus compañeros lo admiraran. A medida que sealejaban, él llevó el cadáver con él, obviamente complacido de que la carnefresca estaba ahora en su menú de la cena. Eso en sí mismo era extraño.Los tres Kaliths de Seattle eran todos vegetarianos. Casa fresca seguro quesonaba mejor las raciones precocinadas del ejército que Devlin habíaempacado para D.J., no es que él se quejara. En este momento, todo loque se pretendía de cualquier comida era que les proporcionara la energía

suficiente para que los dos pudieran seguir en movimiento.Él esperó con impaciencia que los otros se fueran. La necesidad de

poner distancia entre ellos dos y aquel grupo lo estaba aplastando. Élbuscaría un lugar en el que él y Reggie podrían detenerse para un muynecesario descanso. Mañana, reanudarían su marcha hacia las lejanascolinas y esperaba que encontrasen la barrera antes de que los otros losencontraron a ellos.

— Sólo un poco más lejos.

Eso tenía que ser la cuarta vez que D.J. había hecho esa promesa,pero Reggie no tenía fuerzas para llamar atención sobre ese detalle.

Comprendió que le preocupaba que los tipos regresaran, pero en serio, sino se detenían para pasar la noche pronto, ella se desplomaría sobre sushuellas.

En lugar de pensar en eso, ella se puso a buscar algo más, algopositivo, en lo qué pensar. Como la noche anterior. La sensación de D.J.moviéndose sobre ella, moviéndose dentro de ella. Oh, sí, aquellos erandefinitivamente pensamientos felices. Ella no solía sentir inclinación porlos tipos grandes, y él era definitivamente grande en todo, pero había algoen D.J.

La inteligencia era un requisito principal en su lista de detalles

imprescindibles cuando se trata de hombres. Visto bueno. También estabael sentido de humor. Doble visto bueno. Un amante considerado. Vistobueno, de hecho, triple visto bueno a eso. Él definitivamente aprobaba lateoría de las damas primero…

Ella estaba tan concentrada en su lista que no se dio cuenta de queD.J. había dejado de caminar. Cuando ella directamente le embistió, élextendió la mano para sostenerla.



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— ¿Qué pasa?

— Estaba pensando que este parece un buen lugar para pasar lanoche. Puedo oír un arroyo, que no puede estar lejos. No podemos correr elriesgo de encender un fuego, pero al menos vamos a poder asearnos unpoco y dormir un rato.

Él no esperó una respuesta, sino que simplemente salió del camino ydejó que ella le siguiera como ella lo haría.

Media hora más tarde, ella estaba sentada en el borde del riachuelo,remojando sus pies en el agua sorprendentemente cálida. Después de lacomida improvisada, ella podría hacer algo más que sumergir los dedos delos pies. No sabía qué opinaba D.J. al respecto, pero ella dormiría mejor sequitaba de encima unas diez libras de polvo y suciedad antes de acostarse.

— Aquí está tu cena, recién llegada de la bolsa de aluminio.

D.J. le sonrió mientras se sentaba en la orilla a su lado. Ella empezó a

comer, pero él puso su comida a un lado para quitarse las botas y loscalcetines. Alivió sus pies en el agua y suspiró feliz.

— Oh, sí, esto es bueno.

Entre bocado y bocado, ella le preguntó: — ¿Cómo le va a tu brazo?

— ¿Mi brazo? — Él parecía realmente sorprendido por la pregunta.

Dios la salve de los super machos que no admitirían un poco de dolor.Ella señaló el vendaje en su brazo con el tenedor de plástico. — Ese corte.Ya sabes, el que tenía un trozo de madera incrustado, hoy, antes. –

— Oh, eso. Está bien. En serio, no era tan malo como inicialmente

pensábamos.

— Voy a ser el juez de eso. Después de terminar la cena, voy a echarleun vistazo.

Él no discutió, pero ella sospechaba que sería una pelea lograr que lepermitiera hacer las curas a su herida. También, típico de D.J., mantuvoel tiempo a un ritmo que sólo él podía oír, pateando los pies en el agua.

Cuando algunas gotitas la salpicaron, ella dio unas pocas patadastambién devolviéndoselo con intereses. D.J. se limpió la cara con la mangade su túnica.

— Te gusta vivir peligrosamente, señora. ¿Te he mencionado que unode mis lemas es que yo nunca me conformo con empatar, siempre tengoque ir en cabeza?

Él dio a la profunda piscina de agua una mirada mordaz. — Parecebastante profundo para sumergir a una pequeña mujer.

Ella soltó un bufido. — Inténtalo, grandullón, y yo no seré la única quelleve ropa mojada mañana.



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A pesar de la oscuridad, ella podía sentir la intensidad de su mirada yla tentación en su sonrisa.

Unos segundos más tarde, él terminó su cena y dejó todo a un lado.Luego se levantó, se quitó la túnica, y la arrojó sobre la hierba detrás deellos.

Cuando llegó al el cierre de sus pantalones, ella se apartó. — D.J.,¿qué está pasando por esa mente tuya?

— Decidí que tenías razón acerca de no mojar mi ropa.

Ella debería estar haciendo algo más que mirar, ella realmentedebería. Sin embargo, no parecía capaz de dirigir sus ojos para mirar aotro lado, excepto a toda aquella deliciosa carne de hombre besada por latenue luz de la luna.

Cuando él se había quitado todo menos los boxers, se dirigió haciaella. Ella se puso de pie y retrocedió.

— D.J., ¡No te atrevas! Detente.

— Yo no empecé esto, Reggie. Tú lo hiciste. — Dio otro pasito haciaella. — sin embargo, yo voy a, terminarlo.

Él cruzó los brazos sobre el pecho. — Pero para demostrarte lo buenapersona que soy, te voy a dar un minuto para quitarte cualquier ropa queno quieras que se empape antes de que te arrastre al agua conmigo.

— ¡Tú no lo harás!

Pero ella esperaba que lo hiciera. Después de todas las cosashorribles que les habían pasado, tal vez un poco de tiempo de juego estaría

bien. Cualquier cosa para mantener a raya a las cosas horribles.

La hierba se sentía fría contra sus pies desnudos mientras seenfrentaba a su aspirante a torturador. De acuerdo, el juego habíacomenzado. Ella invirtió el orden que D.J. había utilizado, quitándose lospantalones primero girándose de espaldas y doblándose por la cinturamientras lo hacía.

Sus bragas eran de algodón blanco simple, pero la inhalación bruscaD.J. dio a entender que no le importaba en absoluto. A continuación, latúnica fue navegando por encima de su hombro directo hacia él. Se sentíaperfectamente decadente permaneciendo a la intemperie, bajo las estrellas

y las pálidas lunas alienígenas vistiendo nada más que su sujetador y susbragas.

El estremecimiento y la piel de gallina no tenía nada que ver con elaire cálido de la noche, y todo que ver con el peso de la mirada de suamante mientras ella lentamente se quitó sus bragas. Sus dedos buscarona tientas el cierre de la parte posterior de su sujetador, sintiéndoseincómoda y torpe.



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— Permíteme. — La voz de D.J. sonó más profunda, ronca.

Envueltos en la oscuridad, ocultos del resto de la creación, ella asintiócon la cabeza y se volvió. Ella quería, necesitaba, las manos de él sobreella. Con un movimiento rápido, el sujetador se liberó y desapareció, sólopara ser reemplazado por el calor de las palmas de las manos de D.J.. Él

apretó la espalda de ella contra su pecho mientras mordisqueaba sucamino a lo largo de la curva de su cuello, todo el tiempo amasando suspechos con sus manos poderosas. Ella cerró los ojos, dejando fuera todomenos su contacto.

Cuando ella estaba a punto de fundirse en un pequeño charco denecesidad, él la tomó en sus brazos y se metió en el arroyo. En vez dearrojarla al agua como ella esperaba, él poco a poco se fue sumergiendollevándola con él.

— Pensé que jugaríamos un poco antes de que las cosas se pusieranfuera del alcance de nuestras manos.

Con ese comentario, él la dejó caer abruptamente. Ella se sumergiócompletamente bajo la superficie y emergió escupiendo agua y furiosa.¡Hablando acerca de arruinar un momento hermoso!. Bueno, dos podrían jugar a ese juego.

Ella se giró en el agua. ¿A dónde se había ido ese idiota? Luego élsalió a la superficie justo en frente de ella y le dio un beso caliente en suslabios antes de desaparecer una vez más bajo la superficie oscura.

Él nadó más allá de las piernas de ella unos pocos segundos, sumano tocando y provocando en su camino de paso. Reggie se buceó tras él,

logrando aterrizar sobre su espalda. Ella lo mantuvo abajo brevementeantes de hacer su propio escape. La sonrisa maliciosa de él prometióvenganza cuando vino a tomar aire. Ella se volvió de espaldas y trató deescapar, pero no tenía ninguna posibilidad contra su largo alcance.Cuando él la volteó para que le encarase, ella le pasó un brazo alrededorde su cuello y se aferró. Su otra mano se deslizó entre ellos para capturarsu, umm, atención.

Ella no sabía lo que él había planeado hacer a continuación, perocuando sus dedos trabajaron su magia, él se congeló y la dejó salirse conla suya durante varias caricias. Su boca buscó la de ella, el caliente rocede su lengua, un dulce contraste del el agua fría contra su piel.

Cuando las manos de él ahuecadas su culo, ella envolvió sus piernasalrededor de su cintura. Ser presionada contra su poderoso pecho hizopoco para aliviar el dolor en los senos. Necesitaba más.

Como si leyera su mente, él vadeó hacia la orilla poco profunda yluego se sumergió acostado mientras ella se montaba a horcajadas sobreél. Él tiró de ella lo suficiente para que su boca encontrara su pezón,succionándolo hasta rozar el punto exacto de dolor. Él volvió su atención



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al otro pecho, al mismo tiempo, deslizando su mano entre las piernas deella. Un dedo probó su entrada, trabajando en ella gentilmente, luego conun ritmo más fuerte. El chapoteo del agua, el calor de su boca, el empujede sus dedos, todo se convirtió en demasiado para aguantar, de repente.

Ella no estaba segura de si rogarle para que se detuviera o para pedir

más. Él tomó la decisión por ella. Una vez más, él la levantó en sus brazos,pero esta vez él la acostó en la hierba a lo largo de la orilla del arroyo.Antes de que ella pudiera recuperar el aliento, le separó los muslos yutilizó su lengua para llevarla rápidamente al límite.

Ella podía haber gritado su nombre. No sabía a ciencia cierta. Es tololo que pudo hacer para recordar cómo respirar. Ella fue vagamenteconsciente de él dejándola brevemente, aunque ella protestó. Sin su calorpara mantenerla caliente, se estremeció. ¿Dónde había ido? Se dio lavuelta para ver.

Él ya estaba en su camino de regreso. A menos que estuviera

equivocada, aquello era un paquete de aluminio vacío lo que dejó caer enla hierba mientras se arrodillaba a su lado. Cuando ella trató de colocarsesobre su espalda, él la detuvo.

Su mano se posó brevemente en la parte baja de su espalda antes deir a su trasero y luego de vuelta hacia arriba. Las caricias largas y lentas larelajaron, y al mismo tiempo avivaron lentamente el fuego de nuevo. Pocoa poco, sus caricias se desviaron hacia sus piernas, finalmenteseparándolas y fijando su reclamo allí. La agarró por la cintura y la atrajohacia él poniéndola de rodillas.

Se inclinó a lo largo de la espalda de ella. — ¿Está bien así?

Ella dejó caer la cabeza hacia abajo a sus brazos y trató de estamanera dar respuesta a su pregunta. Nunca antes en su vida había hechoel amor al aire libre con nada más que el calor de un hombre por manta.Fue intoxicante. Primitivo. Perfecto.

Entonces ella miró por encima de su hombro al hombre en posición,listos para llevarla a la cima de nuevo

— D.J., esto está mucho más que simplemente bien.



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CCaa p pí í t t uulloo 1199 Traducido por: kaferCorregido por: Ariel

El desayuno consistía en comida rápida, alta en cafeína y colesterol.Cody devoró tres sándwiches en rápido orden y estaba en proceso determinar el cuarto. Había pedido disculpas por comer en exceso, pero Traher había ordenado tres docenas. Con Devlin, Trahern, Lonzo y Cullenen el cuarto, la comida desapareció rápidamente. Incluso Barak habíaconsumido su cuota justa.

Se habían reunido todos en la oficina de Devlin, la cual evidentementeservía a menudo como un lugar de reunión. Tan pronto como cada unoterminó de rellenar sus caras, devlin aclaró su garganta. El cuarto sequedó en silencio, el estado de ánimo de repente se hizo sombrío.

— ok, aquí es donde estamos. Primero que todo, el cruce que D.J usóestá oficialmente muerto y desaparecido. No vamos a estar monitoreándolopor más tiempo debido a que la barrera desapareció con la explosión.Segundo, Hunter finalmente escuchó de Berk. El guardián jurado haenviado noticias a otros guardianes de su confianza, y sus bladematesestarán al pendiente de D.J y Reggie. Él notificará a Hunter con cualquiernoticia en el frente.

Cody se inclinó hacia adelante con sus codos en las rodillas y sequedó en el piso. Si ese era todo su plan de rescate, seguro que no eramucho. No importa como se viera, Reggie y D.J. aún estaban atrapados en

el mundo alien. Por lo menos todos estaban asumiendo que ellos dos aúnseguían vivos. Ok, el consiguió eso. Nadie quería ser el que insinuara queno lo estaban.

Estos chicos ¿realmente confiaban en un puñado de aliens pararecorrer el campo y así encontrar a Reggie y D.J? ¿Por qué no montabanuna invasión para ir a la ofensiva?



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Cuando Cody miró hacia arriba, Devlin captó sus ojos. — Tengoentendido que Cullen y tu hicieron algunos progresos ayer. ¿Dónde nosdeja ese término de cosas?

Cody dejó a su cyber compañero contar a Devlin y al resto sobre lapista que estaban siguiendo. El resumen de Cullen era conciso. Cody tragó

fuertemente. Él tenía algo que añadir al reporte pero no estaba segurocomo iban a reaccionar a lo que estaba por decir. ¿Qué era lo peor queDevlin podía hacerle a él? Bien, quizás empujarlo a través de la barrera lapróxima vez que apareciera.

Cullen estaba concluyendo. — Entonces ahí es donde vamos aempezar hoy.

Cody alzó su mano y se dio cuenta del error cuando las cejas deDevlin se alzaron. Entonces el líder de los paladines sonrió.

— Ves, tú pedazo de payaso, así es como indicas que tienes algo que

agregar a la conversación. Una linda, amable levantada de mano.Mientras Lonzo rodaba sus ojos, Trahern murmura algo acerca de la

mascota del maestro.

Devlin los cortó fríamente. — Ok, ustedes dos, déjenlo hablar.

Por el momento, no había nada más que Cody quisiera quearrastrarse dentro de un hoyo. Mantuvo sus ojos en Devlin y trató de quesu boca trabajara.

— Ok, bien, como ven, tuve problemas para dormir anoche.

Dio una rápida mirada en dirección a Trahern. El hombre asintió,

animándolo a continuar. — Todo está bien. Sólo escúpelo. — Desde que estaba de todos modos, decidí hackear el servicio de los

regentes, con la esperanza de continuar donde Cullen y yo nos quedamos.Pero encontré un nuevo rastro a seguir. Un chico llamado Ray Pine de St.Louis voló hacia Portland y después volvió a St. Louis. Desde que regresó,tuvo que hacerse una cirugía en la nariz. Parece que fue fracturadamientras estaba viajando.

Ok, ahora la oficina estaba quieta nuevamente, pero se sentíadiferente esta vez, más como la calma antes de una tormenta y él estabasentado justo donde el trueno estaba a punto de estallar. Mierda, quizás

debió mantener la boca cerrada.No, eso no era cierto. Él se enfrentaría a un conjunto mucho peor

que a un cuarto lleno de paladines y sus aliens si eso era lo que hacía faltapara hacer nuevamente un mundo más seguro para Reggie.

Fue Cullen quien habló primero. Lucía totalmente incrédulo mientrasdemandaba, — ¿De verdad? ¿Te las arreglaste para atravesar los nuevosservidores de seguridad que instalé?



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No tenía sentido mentir. — Sip, lo hice. Perdón si rompí las reglas,pero.

La boca de Cullen se convirtió en una amplia sonrisa. — No sonnecesarias las disculpas. ¡Demonios, estoy orgulloso de ti! Eso es unexcelente trabajo.

Después el paladin reunió las sobras de su desayuno y se dirigióhacia la puerta. — Ven. Vayamos a encender el sistema así me puedesmostrar que encontraste y como lo conseguiste. D.J y yo deberíamosarreglar eso después de que él regrese.

Cody miró a Devlin y después a Trahern, inseguro si debería seguir aCullen. Ambos hombres parecían más pensativos que enfadados.

Devlin hizo un movimiento espantado. — Ve. Checa si puedesaveriguar quien más estaba involucrado en el viaje de ese chico.

Una hora más tarde, él y Cullen estaban chocando esos cinco y

aullando hasta por los codos. Cuando Devlin asomó la cabeza fuera de suoficina para ver de qué se trataba el lío, Cullen lo saludó.

— Ok, ahora ya sabes que el chico con la nariz rota es Ray Pine deldepartamento de tecnología. Hemos encontramos que lo más probable esque haya recogido la incursión de Reggie dentro de los archivos de losregentes. Estamos seguros que él sabe acerca de la historia descargada delos paladines de Brenna.

Devlin se apoyó en el marco de la puerta. — Ok, así que además de sunombre y de lo que sabe, ¿Qué más podemos aprender de él? ¿Trabajasolo?

Cody dejó a Cullen el ámbito de las preguntas. — No puedoimaginármelo siendo un lobo solo. Es un mando intermedio. Susrevisiones de empleados indican una cierta falta de unidad, adecuada,pero no muy superior. Estoy leyendo entre líneas aquí, pero parece quepasó por un ascenso hace seis meses atrás. El chico que obtuvo el trabajoera más joven y tenía menos tiempo con la organización. Eso lo obliga ahacerlo enojar.

Devlin vagó más cerca. — ¿Tiene algunas conexiones dentro de laorganización que sobresalga?

Cullen le dio un codazo a Cody. — Tú lo encontraste. Tú le dices.

Cody prefería que Cullen lo hiciera, pero le dio su mejor esfuerzo. —

He revisado todos los registros de su teléfono. La mayoría eran númerosrutinarios, el número de su casa, otros dentro de su departamento,etcétera. Como sea, hay un número al cual llamó solamente dos veces. Laprimera vez fue justo antes de que Reggie fuera abducida. La segunda vezfue el día después que regresó de Portland.



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Cody no sabía que era lo que Devlin estaba pensando, pero de verdadesperaba que su semblante oscuro se dirigiera a Ray Pine y no a él. Sefrotó las manos en sus jeans, esperando que no pareciera tan nerviosocomo se sentía.

Devlin le dio a Cullen una mirada pensativa. — ¿Qué sabemos acerca

de este otro chico? — No mucho hasta ahora. — Cullen apuntó hacia la información

visualizada en la pantalla de la computadora. — Recién estamosempezando con él. Su nombre es Todd Bedford. Está más arriba de laorganización, y mirado desde el exterior, es dudoso que sus puestos detrabajo estén conectados. Voy a hacer algo de chequeo en las finanzas de Todd y veremos donde nos lleva.

— Buen trabajo, chicos. Manténganme informado. Parece como siestos dos estuvieran conectados, voy a programar un viaje por carretera.Mientras tanto, voy a comprobar de nuevo con Jarvis cuando regrese de

Missouri y veremos donde esta la primicia de estos chicos.Cullen miró sobre su pantalla. — ¿Y si le preguntamos a Sasha acerca

de lo que Sabe? Ella tiene mejores conexiones dentro de los regentes quenosotros.

— Me gustaría un poco más de sólida inteligencia primero. Pero tanpronto como me tengan más datos concretos de estos dos, le daré a ella unadelanto. Quizás su padre desea unirse a la cacería. Buen trabajo, aambos. D.J apreciará su duro trabajo cuando regrese. Supongo que querráestar en esto cuando vayamos detrás de esos chicos.

Devlin se dirigió hacia su oficina, pero se detuvo y regresó. — Cullen,mantén un ojo en este chico Todd. Si se siente amenazado, podría tratarde huir. No queremos perderlo.

— Lo haremos, jefe. — Cullen dijo mientras empezaba a alcanzar elteclado. — Ok, parece como si todavía tuviéramos trabajo por hacer.

Cody aclaró su garganta. — ummm, antes de que empecemos, ¿estabien si checo el correo del trabajo de Reggie y me aseguro de que el jefe nola está buscando? Sería lindo si ella todavía tuviera trabajo al regresar.Entonces se forzó a preguntar, — ¿Realmente crees que D.J y Reggieregresarán?

Cullen no respondió inmediatamente, claramente pensando en elasunto. — Si, realmente lo hago. Se que no pasaste mucho tiempo conD.J, pero es el hombre más inteligente que he conocido, y es implacablecuando desea lograr algo. La traerá a casa.

O morirá intentándolo.

Cullen realmente nunca dijo las palabras, pero Cody las escuchó detodas maneras.



220044

******

D.J. no podía dormir, no con los otros por ahí dando vueltas. Lo másprobable era que por ahora habían encontrado el derrumbe. La únicapregunta era que iban a hacer sobre eso. En el momento en el que llegarona la cima del sendero, los soles habían desaparecido en el horizonte. ComoPaladines, ellos tenían mejor visión nocturna que los humanos, pero esono los ayudaba mucho cuando se trataba se seguir al enemigo.

A la salida del sol, sin embargo, estarían transportando su trasero devuelta por el sendero, a la caza. Por supuesto ellos no habían encontrado asu amigo Kolar, pero había una posibilidad muy buena de que hubieranencontrado el cuerpo muerto de vuelta en el campo.

Lo que significaba que él y Reggie necesitaban estar en movimientotan pronto como hubiera suficiente luz para que ella viajara segura.

Vagaba cerca de donde Reggie yacía acurrucada en la cama que lehabía hecho de sus mantas. La había abrazado hasta que se dumio. Porun largo tiempo, simplemente había disfrutado viéndola dormir. Sería muyfácil acostumbrarse a hacer eso. Finalmente, se había apartado de ella,sobre todo para evitar la tentación de hacer el amor con ella nuevamente.Estaban sin condones, y dejarla embarazada sería un error deproporciones épicas.

Aunque el pensamiento de ella cargando un bebé, especialmente suhijo, hacia desearlo ser un hombre diferente viviendo una vida diferente.La clase de vida que se puede ofrecer a una mujer como Reggie, todo loque se merece: una casa confortable, un esposo amoroso del que pudieradepender, seguridad.

Con todo lo que había pasado, ella nunca se conformaría con alguiencomo él y no tenía que hacerlo. Ahora mismo, las circunstancias laforzaban a depender de la fuerte espada de él para regresar a través de labarrera. Incluso si su ADN extraterrestre fuera un activo si iban a regresara casa, pero ella aún no sabía en toda su extensión lo que ese ADNsignificaba. ¿Cómo podría no estar más que horrorizada de haber dormidocon él una vez que se enterara?

Quizás estaba sobrestimando su capacidad de mirar más allá de todoeso. Ciertamente había mujeres que habían demostrado ser capaces deaceptar la verdad de lo que significa ser un Paladin: Laurel, Brenna, y laGwen de Jarvis, por comenzar. Pero a diferencia de ellas, Reggie hizo suvida cazando cibercriminales como D.J. oh, si, había toda clase de razonespara que ella se arrepintiera de su breve relación.



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En el fondo, no quería que lo que compartieron fuera sólo unaaventura. Pero con Reggie, él tomaría lo que pudiera.

Una hora después, el horizonte distante estaba tiñéndose de rosa. Tiempo de levantar a Reggie y moverse. Los otros estarían rondandopronto.

Se acercó a donde ella todavía dormía profundamente. Tan pequeñacomo era, solamente lo alto de su cabeza se mostraba sobre las sábanas.Sonrió cuando vio los dedos de su pie derecho asomarse en la parteinferior. Si no estuvieran apurados de tiempo, tendría serios pensamientosde empezar con esos dedos y besar su camino hacia arriba sobre sucompacto cuerpo para despertarla.

Oh, si, eso ciertamente funcionaria para él. Pero entonces ellos quizásnunca comenzarían a trabajar en su viaje en el tiempo para evitar a susperseguidores. Se conformó con agacharse para sacudir los hombros deReggie.

Se despertó lentamente, pero sonrió cuando abrió los ojos para verlocerniéndose sobre ella.

— Vamos, huesos perezosos, tiempo de movernos.

Había recogido la ropa de ella justo como lo hizo el día anterior. — con suerte, alcanzaremos las colinas hoy, pero necesitamos darnos prisa.

Su sonrisa se atenuó. — Piensas que esos chicos que vimos la nochepasada se dirigen hacia aquí.

No era una pregunta, pero él asintió con la cabeza de todas formasmientras se ponía de pie. — si, lo hago.

Ella alcanzó su ropa interior. — Estaré lista en cinco minutos.

Un par de barras de granola podría ser buenas para ella, pero sin unataza de café cargado, no se sentía como desayuno. La mayoría de las veces,una taza de café era su desayuno. A medida que caminaban a través delsendero hacia las colinas, se entretenía así misma haciendo una listamental de todo lo que iba a hacer cuando llegara a casa.

Tomar un galón de café caliente era una de las prioridades de la lista. Tomar un largo, caliente baño de burbujas era la segunda prioridad.Chocolate, limpiar la ropa, y una manicure era absolutamente necesaria.

Agregar alguna comida rápida y un maratón de sus películas favoritas lascuales involucraban aliens ó peleas de espada era el final perfecto para suprimer día de regreso en su apartamento.

Lo que la hizo pensar en Cody. ¿Cómo le estaría yendo? Conociéndolo,se sentiría culpable por no estar aquí en este polvoso infierno con ella.¿Habría vuelto al trabajo? Ella esperaba eso. Sería lindo si uno de ellosaún tuviera trabajo después de que todo esto terminara. Cuando su vida



220066

volviera a la normalidad, viviendo sola con su laptop y algunas violetasafricanas.

Levantó la vista del sendero para estudiar al hombre enfrente de ella.Quizás hubiera otras pocas cosas hedonistas que le gustaría hacer al finaldel día. De hecho hasta conocía a la persona perfecta para hacerlo, si es

que todavía estaba interesado.D.J. había sido más considerado desde que la había despertado, pero

había una cierta distancia en su comportamiento. Ella no estabaexactamente detectando ningún remordimiento, sólo una actitud más denegocios que no alentaba ninguna sonrisa secreta ni risa compartida queellos disfrutaron la noche pasada.

A ella le gustaría atribuírselo a su preocupación de que hicieran buentiempo al cruzar el valle. Eso era sin duda, estaba segura. Sin embargo,estaba segura que había algo más en su cambio de actitud.

Estaba empezando a irritarla un poco. Por supuesto, todos sussentimientos por D.J. eran un desastre, particularmente porque habíavisto muchas distintas facetas de su personalidad para sentir un sólidosentimiento por quien realmente era, empezando por la extraordinariacosa que iba a hacer. Tenía que encontrar alguna manera de lidiar con eseparticular problema; su trabajo podría depender mucho de eso.

Luego estaba el amante juguetón. Ella honestamente podía decir quenunca había disfrutado el sexo tanto como con D.J. el demonio, legustaba la obscura sombra de su barba que le añadía picardía a suaspecto incluso si le dejaba a su piel una sensible sensación en ciertoslugares.

Él era divertido, considerado, y por encima de todas las cosas buenas,él era un guerrero. Trató de no pensar en todas esa violencia horrorosa dela que había sido testigo los pasados días , sospechaba que cuando setrataba de D.J., era más que solo su trabajo. Era una parte integral de sucarácter.

Si, ella entendía que él había matado a Jeban para salvarla, pero nohabía mostrado absolutamente ningún remordimiento ni entonces niahora. Kolar había llevado la montaña abajo en su propia cabeza, pero D.Jhabía estado cerca de matarlo, también. Nadie manejaba una espada contanto dominio sin años de práctica.

Para ser justa, no era la reacción de D.J la que la molestaba sino lade ella misma. Estaba secretamente aliviada de que esos dos hombresestuvieran muertos, por no mencionar los del almacén. En esos trescasos, había sido un intercambio de su vida por la de ellos. Un trato justoa su parecer. ¿Cómo iba ella a vivir con esos sentimientos? Ahora mismo,con la continua amenaza de más ataques, iba a hacer su mejor esfuerzopor sobrellevarlo.



220077

Pero cuando regresaran a casa, temía que todo se viniera abajo. Dealguna manera había que poner toda la experiencia en perspectiva y llegara un acuerdo con todo lo que había sucedido. Quería pensar que podía.Después de todo, ¿Qué opción tenía? No era como si pudiera ir a unterapeuta y hablar acerca de aliens asesinos, y mucho menos acerca de

haber estado atrapada en su mundo.Eventualmente las memorias se desvanecían, pero no si continuaba

viendo a D.J. él será un recuerdo constante.

Como si sintiera su mirada fija en él, D.J volvió su vista hacia ella. — ¿estás bien? ¿Necesitas un descanso?

— Estoy bien. — mintió.

Empezó a decir algo, pero después paró para mirar fijamente alcamino que habían hecho, con el ceño fruncido a lo grande. Ella trató decaptar lo que sea que hubiesellamado su atención, pero o estaba muy lejos

o ella era muy pequeña para verlo claramente. — ¿Qué está mal?

— Pensé que había visto algún movimiento en el camino detrás denosotros, pero se ha ido ya. Lo imaginé o quizás solo era un animal que seha ido al campo. Probablemente no sea nada.

Luego se dio la vuelta bruscamente y se movió a un ritmo más rápidoque el de antes. Sip, seguro, no era nada. Seguramente había visto algo.Ella corrió unos pasos para alcanzarlo, pero no hizo ningún esfuerzo porreducir la velocidad.

— ¿Qué viste? Y no te molestes en mentirme. Puedo decir.

Su expresión era sombría. — hay una considerable nube de polvoabajo en la parte inferior de la ruta derecha antes de llegar al valle. Comodije, quizás no sea nada, o pueden ser esos dos chicos viniendo delante denosotros a paso rápido. Como sea, eso no cambia nuestro plan.Seguiremos moviéndonos por el otro lado del valle tan rápido como tuspequeñas piernas te dejen.

Sonaba como si estuviera burlándose de ella, y tenía la esperanza quefuera así. Justo la noche pasada había estado cantando en alabanza poresas mismas piernas, especialmente cuando estaban envueltas alrededorde él con sus talones cavando en su trasero.

En lugar de tocar el punto, perdiendo aliento del que realmente nopodía prescindir, ella le dio una patada a otro nivel y campantemente lepasó por su derecha. Su pequeña victoria no le tardó demasiado, gracias asu delgado aire y a sus cortas piernas.

Él plantó esos enormes pies a su derecha en el camino y no la dejódar otro paso. — Reggie, ¿Qué demonios estas tratando de hacer?



220088

— Estaba caminando. No quiero que mis pequeñas piernas tedetengan para llegar al lugar donde deseas ir. Ahora quítate de mi camino.

No se movió ni una pulgada. Ni ella. Terquedad merecía terquedad. Élse rompió primero.

— Reggie, no tenemos tiempo para esto.Ella encogió sus hombros. — No soy yo la que estoy bloqueando el

camino. Si fueras tan amable de quitarte de mi camino, empezaría acaminar nuevamente. Tú puedes hacer lo que quieras.

Él ladeó hacia un lado su cabeza mientras la miraba. – Es la caminatapara la que no tenemos tiempo.

— ¿Entonces que?

— Esto.

En un instante, fue de estar parada en sus propios pies a estar

colgando en el aire mientras D.J la besaba como si su vida dependiera deello. Oh, si, esto es lo que ella había estado extrañando desde que habíandejado el campamento y empezaron este camino sin final a través delinfierno.

Su beso sabía tan increíblemente bien. Caliente y a todo hombre.Luego abruptamente lo rompió y lentamente al acomodó en su espalda.Sus oscuros ojos reflejaban una mezcla de emociones, siendo lo principalenojo o frustración. Ella entendía lo último.

Luego el miró por delante de ella. — Esa nube de polvodefinitivamente está avanzando en esta dirección. Vamos.

Su corazón dio un paso apresurado ó dos mientras ella corría tras él.Pero lo que fuera era responsabilidad del beso de D.J o de la persecuciónde los aliens detrás de ellos, ella simplemente no lo sabía.

D.J escaneó el paisaje delante de ellos, volteando ocasionalmente aver si los bastardos detrás de ellos estaban acortando la distancia. Hastaahora él y Reggie habían sido capaces de mantener un ritmo constante yhacer buen progreso en su viaje hacia las colinas. Se sentiría mucho mejorsi es que realmente él supiera hacia donde se dirigían. Las indicaciones deBarak eran bastantes vagas.

Era bueno saber que había una extensión de barreras que podían

usar para regresar a casa, pero no podían permitirse el tiempo para vagarsin rumbo con la esperanza de tener suerte y tropezar con una. Estamisión era completamente un puto desastre. Bueno, no todo lo era, pero lamayor parte del rescate no estaba saliendo de la manera que él esperaba.

¿Qué es en lo que Reggie estaba pensando tan duramente? Lamayoría del tiempo ella los ponía abajo y luego arriba a pesar de que teníaque estar agotada. Pero de vez en cuando sentía su mirada fija a través de



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un agujero a la derecha de su espalda. ¿Era pasión o enojo lo que habíabrillado en sus lindos ojos, llenos de emoción?.

Tiempo de escanear el horizonte nuevamente. Parpadeó dos veces eincluso se inclinó hacia adelante para tener una mejor vista. El doble de lanube de polvo detrás de ellos acababa de aparecer en la base de las colinas

que se habían destinado para ellos mismos. Hasta ahora su suerte habíaido de mal, a peor, a estar totalmente jodida. A saber cual era esta.

— Reggie, tenemos que descender al camino ahora mismo.

La única pregunta era que dirección ofrecía el mejor albergue. A laizquierda, el arroyo parecía seguir más o menos el camino en dirección alas colinas. La tierra de la derecha era más tosca debido a la granextensión de rocas, haciéndolo más duro de atravesar pero también másdifícil de que sus enemigos los atacaran.

Si tuviera que enfrentarse con estos bastardos, prefería mejor estar

parado en la barrera y blandir su hacha favorita. Al menos ahí la meta eraclara: estar con sus hermanos en armas y evitar que el enemigo llegara aalguna parte cerca del resto de la humanidad.

Aquí, el menor error en sus cálculos podría terminar en su muerte opeor en la muerte de ambos de él y de la de Reggie. Él quizás sobrevivieraa una herida mortal. Ella no lo haría.

Escogió el terreno tosco de la derecha. La ida sería más difícil que sitomaran el camino del agua, pero había una mejor oportunidad de que losotros perdieran su rastro en el camino rocoso.

Además, era más alto que el camino. Esperanzados a que les diera

una idea más clara de en lo que se estaban metiendo. Esperó hasta quellegaran a un tramo del camino que era rocoso para que sus huellas no semostraran antes de virar el sendero.

El suelo aumentaba constantemente cuanto más se alejaban delsendero en el que caminaban, hasta el punto de que estaba jadeando yresoplando casi tanto como Reggie. Después de que habían atravesado contoda seguridad una particular bajada, el suelo se había aplanado por unacorta distancia. En el otro extremo, un pequeño arroyo corría por lahierba. Perfecto. Si se mantenían bajos y quietos, nadie sería capaz deencontrarlos.

— Aquí nos detendremos para agarrar aliento.Una vez más Reggie no dijo nada. Ella simplemente se tiró al suelo y

comenzó a tirar de sus botas. Empezó a decirle que no se detendrían pormucho tiempo, pero luego vio la sangre. En todo el puto infierno, ¿Por quéno le había dicho que tenía ampollas?

Porque sabía que no importaba. Herida o no, ellos tenían quecontinuar. Al menos él podía curar sus pies antes de que comenzaran a



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caminar nuevamente. Dejó sus mochilas y empezó a buscar en ellas elbotiquín de primeros auxilios.

— Limpiemos esos para ti.

— Puedo hacerme cargo de mi misma. — Dijo pero sin pasión

verdadera. — Se que puedes. — Y lo creía, — Pero por esta vez, ¿Por qué no me

dejas ayudarte?

Se dejó caer en el pasto y puso sus pies en el arroyo para dejar que elagua los limpiara. — Esta bien, pero la próxima vez que nos quedemosatascados en un mundo extraterrestre, seré el héroe.

— Perfecto.

Demonios, él amaba sus agallas. Quizás también la amara a ella. Y¿no era eso algo malditamente malo?



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CCaa p pí í t t uulloo 2200 Traducido por: Maxiluna


odd agarró el teléfono estrangulándolo, deseando que su manoestuviera envuelta alrededor de la garganta de Ray en su lugar.

— ¡Me importa un carajo quién crees que está detras de ti! Tedije que no me volvieras a llamar. Nunca. Ahora olvida que conoces minúmero o incluso mi nombre.

Todd colgó el teléfono en la base, luchando contra el impulso de tirarde la maldita cosa de la pared y tirarlo por la ventana. Con su suerte,aterrizaría sobre alguien y que lo demandarían.

Bueno, sólo si podían encontrarlo. Buena suerte con eso.

Sería agradable creer que se trataba del dolor por la medicación deRay lo que estaba haciendo al estúpido bastardo tan jodidamenteparanoico. Por supuesto, lo estaba haciendo tan descuidado como parallamar a la línea directa de Todd. Anoche incluso había dejado un mensajeincoherente en el teléfono de la casa de Todd. Había sido pura suerte queél hubiera sido capaz de borrarlo antes de que su esposa lo oyera.

Desafortunadamente, Todd tenía la horrible sensación de que Raytenía razón, y los Paladines estaban en realidad respirando sobre el cuellodel hombre. Drogado o no, Ray siempre había tenido un sexto sentidocuando se trataba de salvar su propio culo. Si esos jinetes con espadas

conseguían poner sus patas sobre el cobarde, se hundiría en un latido delcorazón y estaría golpeando la puerta de Todd en el tiempo que tardaría enconducir desde casa de Ray a la suya.

Se patearía así mismo por no vaciar su caja de seguridad en elcamino a casa por si acaso todo se iba al sur. Ahora tendría que esperarhasta la mañana para tener acceso a su escondite donde estaban sudinero y los pasaportes. Después de eso, volaría fuera de la ciudad con sunombre real.

T



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Entonces se convertiría en Justin Camp.

No sería suficiente dirigirse a un pueblo de los Estados Unidos,porque no tenían tratado de extradición con los Paladines ya que estabanapostados en todo el mundo. Tenía una sensación de malestar, ellos teníanla actitud de tratar a cualquiera de ellos, como si fueran una amenaza

para todos. Si Devlin Bane los ponía sobre aviso sobre Todd, esosdesgraciados mortales vendrían después por él con sus armasdesenfundadas, no importaba a dónde fuera.

Una vez más, pero sólo si lo encontraban. En los próximos dos días Todd Bedford simplemente dejaría de existir.

Ya le había dicho a su esposa que estaba saliendo de la ciudad pornegocios. Ella estaba demasiado inmersa en sus obras de caridad comopara darse cuenta si él empacaba más ropa de lo habitual. ¿Cuánto tiempotardaría en darse cuenta de que él no iba a volver? Deseó poder ser unamosca en la pared cuando se diera cuenta de que su boleto de comida

había sido cancelado.Como Príncipe que era, no podía limpiar sus cuentas bancarias por

completo, pero sólo porque estaba asustado de que pudiera enviar muchasbanderas rojas. Ella tendría el dinero suficiente para vivir hasta que sedivorciara y encontrara a algún otro pobre bastardo para cuidarla.

Por ahora, sin embargo, tuvo que mantener las apariencias. Ellostenían previsto cenar con uno de los regentes esta noche.

Con suerte, mañana por la tarde estaría volando a un lugar conplayas soleadas y hermosas mujeres. Mientras se concentraba en las cosas

buenas tal vez, no se preocuparía mucho por despertarse con una espadaen su garganta.

Con ese pensamiento escalofriante, se sirvió otro fuerte whisky. Fuedifícil de tragar por el sólido bulto de miedo en su garganta, pero se lobebió de todos modos.

******

Si el terreno no era tan fácil de cruzar, ellos podrían tener querenunciar y regresar por el camino que habían seguido antes. Con todosesos malditos peñascos y caídas verticales, tendrían que caminar el doblede lejos para conseguir la mitad de la distancia. Si las piernas de D.J. ledolían mucho, sólo podía imaginar cómo Reggie se sentía, pero ella seguíaconduciendo camiones derecha.



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Él se desaceleró un poco, esperando que no se diera cuenta. Laúltima vez que había intentado hacerla adaptarse a una marcha máslenta, ella había intentado hacerlo pedazos, pero bien. Ella estaba seguraque era una cosita feroz, el tipo de mujer que haría a algún tipo con suerteun infierno de compañero de vida.

Está bien, Reggie con otro hombre era una imagen que no queríapensar. Especialmente una que conseguía desnudarse con otra persona,incluso si se trataba de algún tipo simpático que vivía una vida normal.Diablos, no, destriparía al hijo de puta antes de que lograra tocarla. Lamano de D.J. se había desviado a la empuñadura de su espada y la habíasacado medio cuerpo fuera de la vaina. Él la empujó de nuevo a su sitio yagitó la mano hacia su costado.

Desafortunadamente, Reggie lo había notado.

— D.J. ¿Qué pasa? ¿Has visto algo?

Maldita sea, D.J., consigue meter tu cabeza en el juego. — Uh, no. Sólo quería comprobar mis armas.

Esa era su historia y él se estaba apegando a ella. Al menos Reggiepareció aceptar su explicación. Se detuvo y esperó.

— ¿Por qué no te tomas un descanso mientras veo lo que hay en lapróxima cuesta?

Era un testimonio de lo cansada que estaba, que ella simplementeasintió con la cabeza y se apoyó en una roca cercana con un profundosuspiro. Cuando volvió a mirar desde la cubierta de los árboles, estababebiendo su agua, su cara reflejando dolor. Maldita sea, tal vez deberíandetenerse por la noche a pesar de que todavía tenía horas de sol en elviaje.

Él había estado trabajando lentamente su camino de regreso sobre lapista que tenían durante la última hora. Si podía determinar dóndeestaban los otros, podría valer la pena el riesgo de utilizar la pista eltiempo suficiente para llegar a las colinas. Definitivamente haría mejortiempo de esa manera.

Tardó quince minutos en llegar a un punto en el que podía ver elcamino adelante. Por el momento, no había nadie a la vista, ni siquiera elsigno revelador de polvo que flota en el aire. Se retiró por la pendiente y seechó a correr de nuevo hacia Reggie. Había estado fuera más de lo quehabía querido y no quería preocuparla.

Ella estaba donde la había dejado. Esa fue una buena noticia.

¿La mala noticia? Ella no estaba sola.

Había una cosa que toda esta experiencia le había enseñado a Reggie y era el sabor del miedo. Sospechaba que la necesidad de D.J. por



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reconocer el terreno era una excusa para dejarla que reposara durante unrato. Había estado demasiado cansada para discutir su punto, un par deminutos de no tener que moverse había sonado demasiado bueno paradejarlo pasar. Después de un largo trago de agua, Había cerrado sus ojospara darles un breve descanso. Realmente, eso es todo lo que había

querido hacer.Evidentemente, su cansancio venció a sus buenas intenciones. No

tenía ni idea de cuánto tiempo había dormido realmente, pero había sidobruscamente sacudida de un sueño profundo por alguien pateándola conel pie.

Se había despertado furiosa y dispuesta a golpear a D.J. con sutécnica de mano dura. Por desgracia, el hombre que estaba frente a ella noera D.J.. Carajo, ni siquiera era humano. Su garganta se cerróinmediatamente, impidiéndole gritar para pedir ayuda. Sólo esperaba queD.J. no estuviera caminando de regreso a una emboscada.

Su captor no hizo ademán de tocarla una vez que estuvo satisfechocon que estaba despierta. ¿Estaba esperando a que sus compañeros sepusieran al día con él antes de comenzar la fiesta? Dios, ella no queríapensar en ello.

Entonces él realmente le sonrió. — ¿Reggie? ¿D.J.?

Su acento era tan pesado que ella tardó un segundo en reconocer supropio nombre. ¿Cómo sabía quién era ella?

— Soy Reggie, — dijo, señalando a sí misma ya que parecía estaresperando una respuesta.

— ¿D.J.? — dijo de nuevo, lo que sonaba como una pregunta.¿Delataba a su amigo o alegaba ignorancia? No sería exactamente

una mentira ya que ella realmente no sabía dónde estaba en ese momento.Ya había estado fuera por mucho más tiempo de lo que esperaba queestuviera.

Se conformó con un encogimiento de hombros, sosteniendo laspalmas de sus manos hacia arriba. No tenía idea de lo bien que lacomunicación no verbal era traducida de un mundo a otro. En otrascircunstancias, encontraría la idea fascinante, pero justo ahora, no tanto.

Pero su taciturno compañero evidentemente entendió porque élasintió con la cabeza y se movió a una corta distancia de su pie. Tanpronto como lo hizo, ella se puso de pie. Cuando echó a andar hacia ella,ella se congeló en su lugar. Nunca lograría escapar, pero se sentía menoscomo una prisionera estando de pie. Tal vez era estúpido sentirse así, peroahí estaba.

Este Kalith era un enigma definitivo. Estaba vestido de una manerasimilar a la de los otros que había visto, pero había diferencias, también.



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Supuso que era muy joven, pero eso no fue todo. Se quedó tieso como unpalo, casi con una postura militar. Su ropa era uniformemente oscuraexcepto por una insignia cosida que adornaba en la parte delantera de sutúnica.

No parecía dispuesto a hablar, así que no lo intentaría. Tal vez él no

hablaba inglés. Se movió un poco, su atención fija en el otro lado del claro.¿Qué había visto u oído que lo tenía en estado de alerta? Por favor, Dios,no dejes que D.J. venga cargando hacia una emboscada. Tal vez podríadistraer a este tipo.

Ella vaciló, pero la atención del Kalith se mantuvo completamenteenfocada en ese mismo lugar. Sostuvo el arma a su lado, no fueexactamente una amenaza, pero definitivamente estaba listo para actuar siera necesario. Cuando él dio un paso hacia adelante, salió disparada ycorrió en dirección opuesta.

Él gritó y cargó contra ella después. Cuando se volvió a mirar, él

había envainado su espada y estaba ganando terreno con rapidez. Esoestuvo bien. Mientras él estaba concentrado en ella, D.J. estaba a salvo.Ella puso todo lo que tenía en alejarse, pero después del día que habíatenido, ella estaba corriendo sobre humos. Después de unos segundos, élestaba respirando en su nuca.

Luego de un solo golpe, él la tomó en sus brazos. Eso hizo queperdiera totalmente todo el control, preparándose para gritar a todopulmón, agitando sus brazos y lanzando patadas tan fuertes como podía.Ella trató de liberarse, pero nada funcionó. El Kalith dio una palmada consu enorme mano sobre su boca y sólo esperó a que ella hubiera agotado lo

último de su energía.Cuando colgó inerte en sus brazos, la llevó en silencio de nuevo a

donde había dejado su mochila y suavemente la depositó en el suelo. Unavez más dio un paso atrás, alzando las manos como si le pidiera quedarse.Entonces sacó su espada de nuevo.

— D.J., — dijo, señalando al otro lado del claro con la punta de suespada.

Contuvo el aliento y rezó para que él estuviera equivocado.

******

Una vez más, Cullen iba a dejar en manos de Cody la explicación desus hallazgos. Se sentía casi como si el Paladín estuviera mostrando a sualumno estrella. Cody sólo podía esperar que Devlin y el resto estuvieran la



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mitad de impresionados como Cullen estaba, por lo que Cody habíadesenterrado en esos dos chicos de St. Louis.

Se habían reunido en el despacho de Devlin de nuevo. Cullendistribuyó copias impresas de la información mientras Devlin hablaba.

— Está bien, todos escuchen. Cullen me dice que Cody aquí, haencontrado las uñas para sellar el ataúd de esos dos imbéciles en St.Louis. Va a pasar los mejores momentos con nosotros. La buena noticia esque Sasha ya ha aceptado ponerse en contacto con su padre, con elinforme.

Luego movió la cabeza en dirección de Cody. — Estas a cargo.

Cody comenzó a principio, con cuidado de seguir el consejo de Cullende no ahogarlos a todos con sus términos de cerebrito. Se mantuvo fiel alos hechos, a partir del correo electrónico de Ray a Reggie y yendo desdeallí. Para cuando llegó a la parte en la que Todd tenía un vuelo reservado a

Miami en la tarde del día siguiente, la habitación estaba extrañamentetranquila.

No era una tranquilidad aburrida tampoco. Era como especie decalma mortal. Siniestra, incluso. Si hubiera tenido alguna duda sobre laverdadera naturaleza de estos hombres, diría que estaban bastanterelajados ahora.

Todos ellos tenían sus ojos clavados en Cody, mirándolo con fiereza.Hubiera sido aterrador si él fuera el verdadero blanco de su enojo. Todoestaba dirigido hacia los dos hombres que habían puesto en peligro la vidade una mujer inocente por sus propias razones egoístas. Eso era suficiente

malo, pero los Paladines también podía perder a uno de ellos si D.J. nolograba regresar de vuelta desde Kalithia con Reggie.

Cody concluyó con los últimos detalles y luego le devolvió a Devlin elmando. El hombretón se levantó y miró a su alrededor antes de asentir aCody con una breve sonrisa.

— Muy bien, chicos, como he dicho, Sasha va a contactar a su padreinmediatamente. Ella pidió que mantuviéramos a raya cualquierconfrontación directa hasta que los regentes sean notificados. Sinembargo, ya he llamado Jarvis y lo empapé sobre lo que está pasando. Éltiene hombres en el camino que mantendrán un ojo en los dos objetivos

hasta que tengamos el visto bueno oficial. De cualquier manera, Lonzo y yo estaremos en un vuelo a St. Louis en tres horas.

Entonces Devlin sonrió de nuevo, pero no tenía nada de amigable estavez. — Jarvis también ha prometido que van a atrapar a los bastardos siintentan salir corriendo antes de que los regentes decidan actuar. Es unavergüenza cuando las comunicaciones se interrumpe.



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La risa en la sala era tensa y oscura, pero Cody se encontródisfrutando de ella. Su primera preocupación era conseguir que Reggievolviera segura, pero también era necesario asegurarse de que ella sequedara a salvo una vez que ella estuviera en casa. Además, él quería quelos hijos de puta pagaran por ponerla en ese infierno, por no hablar de

todos los demás que habían sido involucrados en este lío. — ¿Alguna pregunta?

— Tengo una. — Ese fue Trahern levantando la mano.

— Pregunta.

Trahern brevemente volvió sus ojos de hielo en dirección a Cody antesde hablar.

— Me preguntaba cuándo pondremos a mi joven amigo aquí presenteen la nómina. Se lo ha ganado. El resto de nosotros nos hemos sentadosobre nuestros colectivos culos, mientras que él y Cullen han hecho todo el

trabajo.Ahora todos los ojos estaban puestos en él. Cody esperaba que Devlin

le dijera a Trahern que se estaba sobrepasando. En su lugar, asintió con lacabeza.

— He hablado con Sasha al respecto. Iba a hablar con Cody despuésde la reunión. Por ahora, digamos que nos ocupamos de los nuestros.

Bueno, toda una cosecha de algodón nuevo apareció en la garganta deCody, se extiendió hacia sus pulmones, dificultándole la respiración y lefuera imposible hablar. ¿En la nómina? ¿En serio?

Devlin tiró su taza vacía a la basura. — Bueno, todo el mundo fuerade aquí. Es lo de siempre hasta que escuche lo contrario. Cody, quédatedónde estás.

******

D.J. sacó su espada y comenzó a avanzar lentamente, luchando

contra el impulso de correr y hacer preguntas cuando las cosas secalmaron. Hay dos cosas que detuvo su mano, la primera es que el otro noestaba haciendo ningún movimiento amenazador hacia cualquiera de ellosdos en ese momento. El segundo era que el hijo de puta se interponíaentre él y Reggie.

— ¿D.J.?



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Bueno, ¿Cómo ese tipo sabía su nombre? Sólo había una manera enla que podía pensar.

— ¿Berk?

El otro asintió con la cabeza. — Me envió.

D.J. todavía vaciló, pero bajó la espada ligeramente. — ¿Qué más tedijo?

— Barak. Cazar. Berk. Cueva. Seguridad. Confiar.

El Kalith repitió las palabras como si hubiera aprendido de memoriael discurso sin entender el significado completo. A pesar de ello, fue lamejor noticia que D.J. había oído en días.

Enfundó su espada y empezó a avanzar, asintiendo con la cabeza a supaso. — Confiar. Ir contigo.

Para mantener la conversación, señaló en su pecho y le dijo: — Soy

D.J., ella es Reggie. — Luego señaló al otro hombre. — ¿Tú?El Kalith sonrió y puso su mano sobre su pecho. — Javel.

D.J. finalmente miró a los ojos de Reggie. — Creo que este tipo es unBlademate de Berk, los Guardianes Jurados de Devlin y Barak deben estaren contacto.

Caminó pasando a Javel para ofrecerle una mano a Reggie ylevantarla del suelo. — ¿Estás bien?

— Lo estoy ahora. Me asustó sacándome todo el relleno fuera de mí.Me había quedado dormida, así que no supe ni de dónde vino.

Cuando ella se apartó el pelo de la bonita cara, vio pistas secas delágrimas. De inmediato la envolvió en sus brazos, a pesar del riesgo dedarle la espalda a Javel.

— Dios, Reggie, lo siento. Te prometo que pasaremos de todo esto.Algún día mirarás hacia atrás y te preguntarás si alguna vez ocurrió.

Se acurrucó más cerca. — Sí, claro. Como si pudiera olvidar la miradafija en soles gemelos o a todos estos tipos corriendo con espadas.

¿Era él uno de esos tipos de los que estaba hablando? Egoísta comoera, realmente lo esperaba. Si iba a perseguir sus sueños en los próximos

años, solo sería justo que consiguiera el mismo tiempo en ella. Javel se aclaró la garganta, una pista no muy sutil de que tenían

cosas más importantes que estar pensando en este momento.

— Supongo que eso significa que es mejor empecemos a movernos. — Él la besó en la frente antes de dar un paso atrás. — Si este tipo está en elnivel y creo que definitivamente estas cosas nos están observando.

— Muy bien, si tenemos que hacerlo.



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Se giró y le sonrió brillantemente al guerrero Kalith y movió su pie. — Siento mucho haberte pateado.

No estaba claro cuánto inglés el hombre entendía, pero obviamentesabía qué hacer cuando una hermosa mujer le sonreía. Él inclinó la cabezahacia un lado y se inclinó ligeramente por la cintura. Su sonrisa fue un

poco más caliente de lo que a D.J. le gustó.D.J. se adelantó, colocándose firmemente entre el Kalith y Reggie. El

maldito chico se echó a reír. Puede que no hablara el idioma de D.J., perodefinitivamente captó el mensaje.

Habiendo hecho su punto, D.J. levantó las manos con las palmashacia arriba y hacia los lados. — ¿Y ahora?

Otro mensaje recibido. Javel apuntó en la dirección en la que D.J.había estado buscando. Eso sólo tenía sentido. Tiempo de asumir elmando. Levántalos y sácalos de aquí.

Cogió su mochila y Reggie hizo lo mismo. Cuando estuvieron listos, lehizo señas a Javel para que fuera adelante. El tipo conocía mejor el caminode lo que él lo hacía y D.J. no estaba loco para dejar que alguien que no losupiera anduviera detrás de él con una espada.

Su pequeña procesión se movió a un ritmo cómodo. Evidentemente,no era el único que se dio cuenta de cómo de cansada estaba Reggie. Lossoles se cernían sobre el lejano horizonte, por lo que era imperativo quecubrieran la distancia lo más antes posible, antes de que la pálida luzdesapareciera por completo.

Era mejor que Javel hiciera un alto en los próximos minutos o D.J.

iba a tener que detener al tipo. Reggie estaba haciendo su mejor esfuerzo,pero estaba oscureciendo hasta el punto en que estaba sosteniendo sumano para guiar su camino.

Tal vez el Kalith sintió la irritación creciente de D.J. porque él hizo ungiro brusco a la izquierda y los dejó fuera del rastro. Unos veinte metrosmás adelante, entraron en un pequeño claro a lo largo de la mismacorriente en la que habían acampado la noche anterior.

La visión trajo algunos buenos recuerdos, pero de alguna maneradudaba que Reggie estuviera dispuesta a repetirla, no con Javel allí. Por lodemás, tampoco lo podría hacer D.J.. Hacer el amor con ella nunca iba a

ser un deporte para espectadores.Él miró hacia las colinas en el horizonte. Estaban mucho más cerca

ahora y fue algo bueno. En serio. Pero no podía dejar de pensar en elhecho de que si con seguridad llegaban a la barrera mañana, Reggie iba avolver a su vida y él regresaría a la suya.

Hablar acerca de una depresión total. No había forma de que los dospudieran estar en contacto, especialmente un contacto estrecho, no con su



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trabajo para pensar. Si ella no localizaba a D.J. por su jefe, sería vistocomo un fracaso. Finalmente, uno de sus compañeros de trabajo le daríauna oportunidad. De un modo u otro, el Knightwalker iba a tener quedesaparecer de forma permanente.

En lugar de obsesionarse con cosas que no podía cambiar, él se puso

a trabajar y ayudó a Javel a recoger leña para el fuego. Una vez que huboun resplandor agradable, D.J. buscó a través de la mochila para ver lo quehabía quedado para cenar. Se encontraron tres MREs.

Por lo menos, no necesitaban mucho esfuerzo para prepararse. Leentregó uno a Reggie y ofreció uno a Javel, que lo olfateó y arrugó la nariz.

Reggie se rió. — Exactamente mi opinión.

D.J. fingió intentar quitárselo de nuevo. — Si no te gusta mi cocina…

Ella lo sacó de sus manos. — No es como si tuvieras algunos filetesescondidos en esa mochila. Pero ya que te has encargado de toda la cocina

en estas preciosas vacaciones, te voy a preparar la cena cuando lleguemosa casa.

Curioso, le preguntó a ella, — ¿Eres una buena cocinera?

Ella dio a los MRE una mirada mordaz. — Si no puedo hacer nadamejor que esto, dispárame ahora.

Javel giraba la cabeza hacia atrás y hacia adelante, probablementetratando de seguir la conversación. Él no dijo nada, pero había un brillodefinitivo en sus ojos claros hasta que tomó su primer bocado. Laexpresión de su rostro fue absolutamente invaluable, pero estoicamente secomió todo.

Después de que terminó, sacó su propia mochila y sacó lo que parecíauna especie de fruta. Le ofreció uno a Reggie y lanzó un segundo paraD.J..

Reggie ella la estudió por un segundo. — ¿Crees que debería?

— No veo por qué no, él se está comiendo el suyo. Los Kaliths queconozco prosperar en nuestra comida, así que es probablemente sea unaapuesta segura.

Ella asintió con la cabeza agradeciéndole a Javel y mordió la fruta justo después de que él comenzó a comerse la de él. Sus ojos brillaron

anchándose y rápidamente tomó una segunda mordida.

— Esto es delicioso.

D.J. estuvo de acuerdo. Javel sonrió y asintió, claramente satisfechocon sus reacciones.

Después de la cena, era hora de dormir un poco. D.J. extendió sumanto para Reggie.



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— Voy a estar de guardia durante un tiempo.

El uso de palabras y gestos con las manos, le transmitió su intencióna Javel.

El Blademate asintió. Señaló hacia la luna en el horizonte y movió la

mano en un amplio arco en un punto sobre su cabeza. Luego se señaló así mismo. Adivinando que estaba ofreciéndole dividir la vigilancia con él,D.J. asintió con la cabeza.

Javel inmediatamente se tendió en el suelo a cierta distancia dedonde Reggie yacía junto al fuego. Como la mayoría de los soldados, él sequedó dormido casi de inmediato. Reggie no se quedó atrás.

Una vez que ambos estuvieron instalados, D.J. caminó el perímetrounas cuantas veces. Después de un rato, se sentó en una roca en el aguaen la que podía mantener una estrecha vigilancia sobre su escolta ytodavía ver a Reggie mientras dormía.

La tensión de los últimos días no había hecho nada para disminuir subelleza o que la intensidad increíble que era una parte tan importante desu personalidad.

Considerando todo por lo que había sido sometida, secuestro,homicidios, extraterrestres, él estaba sosteniéndose sorprendentementebien. Tal vez hubo alguna crisis mayor cerniéndose en el horizonte, perohasta el momento, ella lo había deslumbrado con su fuerza ydeterminación.

Ella se agitó y murmuró algo en sueños. Sus cejas estaban fruncidassobre los ojos como si estuviera concentrándose. Su boca hizo un mohín

triste. Lo que estaba pasando en su mente dormida, no era bueno.Se trasladó a sentarse más cerca y se inclinó para retirarle el pelo de

la cara. Al instante, las líneas de preocupación en su frente desaparecieron y se frotó la cara contra su mano como un gatito que necesitara de unabuena rascada.

Se quedó inmóvil, la posición lo tenía incomodo y no era confortable.Por otro lado, si ella necesitaba de sus caricias, él se haría un pretzel elresto de la noche.

Por último, se deslizó hacia el suelo y se sentó con las piernascruzadas al lado de ella, dejando que su mano sostuviera ese lado de sucara. La pequeña conexión lo tranquilizó también.

Una vez que estuvieran en casa, iba a perder esto. Estabaacostumbrado a ser parte de un equipo, pero no una pareja. Uno demuchos, no la mitad de un par.

No podía dejar de pensar así. Claro, él tenía amigos, gente a la que leimportaba también. Cullen, Devlin, Trahern, Lonzo, Hunter. Él inclusotenía amigos que miraban y hablaban exactamente igual a un niño



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durmiendo en la hierba con sus ojos claros y plateado pelo oscuro. Esahabía sido una verdadera patada en el culo. Encontrando que no todos losque vivían al otro lado de la barrera eran unos chiflados certificados.

Reggie se movió en su sueño, esta vez alejándose de él. Por fin sehabía asentado en un sueño profundo y tranquilo. Era evidente que ya no

necesitaba su contacto para detener las pesadillas a raya. Retiró su manode regreso a su lado, extrañando la pequeña conexión. En lugar desentarse y pensar en ello, se dirigió al perímetro del campamento y unpoco más allá.

El silencio de la noche Kalith alivió su inquietud. Una ligera brisaagitaba la hierba alta, con un suave murmullo. Ocasionalmente, un pájaroque ululaba en la noche o un animal pequeño se escurría a lo largo de laorilla del agua.

Al mirar hacia el cielo, vio que las lunas estaban ahora por encima. Tiempo para el cambio de guardia. Había debatido larga y tendidamente

sobre si confiaría en el joven Blademate a que vigilara el campamentomientras D.J. dormía. Los Paladines tenían una resistencia increíble, perohabía estado en alerta máxima desde hace días. Si no obtenía el podercerrar sus ojos seriamente pronto, comenzaría a afectar su capacidad delucha.

Sí, ahora que estaban en camino para reunirse con Berk y sushombres, el resto del viaje podría ir sin problemas. Pero sus años comoPaladín había aprendido a confiar en él mismo y no en la suerte o bien entrazar planes. Con la esperanza de que él no estuviera cometiendo un granerror, Se acercó cuidadosamente a Javel mientras dormía. Calculando que

el Blademate pudiera tener una respuesta de ser un gatillo fácil al sersacado de un sueño profundo por un total desconocido, “por no mencionar

el enemigo tradicional de su pueblo”. D.J. se detuvo justo antes de sacar laespada.

— Javel, levántate y brilla.

Los ojos claros abrieron súbitamente, la conciencia llenándolos eindundanlos rápidamente. Javel automáticamente agarró su espada, peroal menos él no quiso pelear. Después de un segundo, se incorporó y sedesperezó.

Todavía no está seguro de cuánto inglés el Blademate en realidad

entendida, D.J. se mantuvo en uno sencillo. — ¿Estás bien? Javel asintió y se levantó. Después de resguardar su espada, hizo un

gesto hacia el suelo y luego hacia D.J. a continuación señaló a las lunassobre sus cabezas e indicando de nuevo el paso del tiempo, señalandohacia donde estarían en unas pocas horas y luego hacia las montañas enla distancia.



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D.J. asintió con la cabeza señalando que lo entendía. Javel montaríaguardia hasta justo antes del amanecer. Entonces tenían que salir a lacarretera.

— Bueno, dejémoslo para cuando creas que debemos.

El Kalith desapareció en la oscuridad, pero D.J. todavía podía sentirsu presencia. Tiempo para instalarse y descansar el resto de la noche. Eratentador acurrucarse al lado de Reggie, pero no estaba seguro de cómo sesentiría al respecto ahora que tenían compañía. Pero, maldita sea, sólo elrecuerdo de cómo se había sentido al estrecharla entre sus brazos le hizoponerse duro, lastimándolo.

El sentido común se impuso. Si fueran a ser atacado, ya sea por losOtros que merodeaban la zona o incluso por su compañero Javel, teníaque ser capaz de moverse rápida y furiosamente. No podía hacer eso si suspiernas y brazos, u otras cosas, se enredaban con Reggie.

Él hizo su cama en el lugar que Javel había dejado vacio. Aun así, sevolvió de modo que lo último que vio cuando fue a la deriva por el suerñofue la bonita cara de Reggie.



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, hasta ahora, todo bien. Todd había logrado salir de lacasa sin que su esposa se quejara algo más que la cantidadhabitual. Algo sobre este viaje de negocios inesperado

interfería con algunos planes que había hecho. Probablemente otro de esoseventos de caridad olvidado de Dios a los que siempre lo arrastraba.

Si tenía algún remordimiento acerca de dejarla atrás, ese solopensamiento estaba casi eliminado. Nunca más volvería a tener que estarallí escuchando a su esposa y sus amigos clones parloteando sin cesarsobre su última causa.

Tenía cosas mucho más importantes que atender, como recuperar sudinero y documentos de viaje antes de salir pitando hacia el aeropuerto.Para acelerar las cosas, ayudó a cargar su propio equipaje en la partetrasera del taxi antes de subir al asiento trasero.

Deseaba que esto se sintiera más como una aventura que como unacarrera por su vida. Ese pensamiento lo hizo girarse para mirar por laventanilla trasera.

Estúpido pensar que alguien podría estar tras de él, pero esto valíapara ser cuidadoso. Aunque ¿lo haría si alguien le seguía la cola? No eracomo si fuera armado. Incluso si realmente supiera cómo usar un arma,estos días, llevar una al un aeropuerto era inadmisible

Se consoló repasando su plan, orgulloso de lo cuidadosamente quehabía puesto todo en marcha. Le había dicho a su asistente en la oficinaque llegaría en un poco tarde, pero por lo demás era lo de siempre,incluyendo el montar algunas reuniones a las que no tenía intención deasistir.

El primer lugar en su agenda real era detenerse en el banco. Lepagaría al taxista para que lo esperara mientras corría para recuperar su

OO



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alijo. Luego iría hacia el aeropuerto donde había hecho dos grupos dereservas. Volaría desde San Luis a Miami con su nombre real. Una vez allí,se desharía de su vieja identidad y se convertiría en Justin Camp antes decontinuar hacia su siguiente destino.

¿Cómo se sentiría deshacerse de su vida actual como de una vieja piel

que te quedaba pequeña? ¿Libertad? ¿Miedo? No es que eso importara. Noera como si tuviera otra opción. Rememorando hacia atrás, debería haberledicho a Ray que él mismo manejaría la violación de seguridad. Confiar enque el idiota podría ser discreto había resultado ser un error de la variedadClutterbuck6.

Apartó lejos todo pensamiento de lo-que-pudo-ser cuando el taxi sedirigió al estacionamiento del banco y se detuvo.

— Necesito que me espere, — dijo Todd, ofreciéndole uno de diez. — Noestaré dentro mucho tiempo.

— Gracias, señor. Estaré aquí cuando regrese.Abrió la puerta. — Habrá otro de a veinte para usted si llegó al

aeropuerto en menos de treinta minutos.

El taxista guiñó y sonrió. — No se preocupe por eso, señor. Alcanzarasu destino con tiempo de sobra.

En su camino al banco, Todd miró hacia atrás. ¿Qué fue todo eso? Eneste momento el hombre estaba en su celda, sin prestar ninguna atencióna Todd en absoluto. Por alguna razón, esto le aseguró que eran sólo susnervios haciéndolo saltar en las sombras. No debería llevarle más dequince minutos vaciar su caja de seguridad y retirar su parte justa de los

ahorros y cuentas corrientes.Luego de regreso al taxi y en camino hacia la libertad.

Lonzo se embolsó el de a diez mientras observaba a Todd dirigirse albanco. De algún modo dudaba conseguir el de a veinte, que ese gilipollasle había prometido para asegurarse de llegar al aeropuerto a tiempo.

— Sí, Devlin, lo tengo. Ahora mismo está en el banco recogiendo todoslos frutos que ha estado almacenando a la distancia. A menos de que estéabandonando todo su equipaje, estar de regreso. Además, Jarvis y sushombres están vigilando las otras puertas. Lo engancharan si trata dedeshacerse de mí.

Lonzo se rió. — Deberías haber visto al hombre observando si estabasiendo seguido. ¿Nunca ha oído de un chip GPS en un teléfono celular?

6 Cubo de mierda . Situación o acontecimiento confuso o caótico, a menudo causadopor un fallo de comunicación, por un número excesivo de personas que intentan realizaruna tarea determinada, en un entorno complejo entorno. Termino que se utiliza confrecuencia en el ejército. Cubo de mierda.



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Los chicos llegaron aquí antes de que Todd tuviera tiempo para caminarpor la puerta. Qué idiota.

— No te olvides que ese idiota es responsable de poner a D.J. y aReggie en el infierno.

— Confía en mí, no lo haré.Devlin seguía hablando. — Prométeme que no lo perderás. Cuando

D.J. vuelva, va a querer tener una charla personal con el bebé Todd.

Entonces Devlin hizo una pausa durante un largo segundo. — Y si novuelve, seré yo el que tenga que conversar con él. Espero que la alfombraen la oficina de Jarvis no muestre manchas de sangre.

Lonzo entendía exactamente cómo se sentía el hombre. — Dadas lascircunstancias, iré por una alfombra nueva para mí.

Un movimiento en la puerta del banco le llamó la atención. — Oops, jefe tengo que irme. Mi tarifa está en el camino de regreso. Él ya me diouna propina de diez dólares y me prometió uno de veinte sí consigo quearrastre su culo al aeropuerto.

La risa de Devlin fue un rumor sombrío. — Le machacare los veintepara que los expulse al toser.

— Me parece bien. Mantenme informado.

Antes de colgar, Lonzo tenía una cosa más que decir. — Dev,realmente odio esta mierda. Después de que esto termine, Jarvis está deacuerdo en que es hora de limpiar la casa por aquí.

— Dile que comprare las escobas. Cuida tu espalda.

Lonzo deslizó su celular en el bolsillo de su camisa y arrancó el coche.Cuando Todd entró, Lonzo hizo estallar la parte superior de una botella deagua muy especial y se la tendió a su pasajero.

— Hoy, es un día cálido, señor. Me di cuenta de que estaba sudandoun poco y pensé que te gustaría una bebida fría.

Si Todd la rechazaba, Lonzo iría al Plan B, que involucraba una gran jeringa llena de algunos productos químicos, que noquearían al chico fuerapor el resto de la duración del viaje. Aunque empujar una aguja sobre elbastardo tenia cierto atractivo, aumentaba la probabilidad de que algún

civil que pasara lo viera y llamara a la policía. No podía correr ese riesgo.Pero Todd aceptó la botella e inmediatamente tomó un largo trago. —

Gracias, te lo agradezco.

Conociendo los fármacos deberían patearlo en un par de minutos,Lonzo salió de la zona de aparcamiento y obedientemente se dirigió a lasiguiente parada de Todd. Se trataba de un aeropuerto, pero uno privado.Antes de que el hombre reapareciera, estaría metido en una sala especial



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ubicada bajo tierra en las cuevas del sur de Missouri que albergaba la sedePaladín en el Medio Oeste.

Pero por si acaso los medicamentos no hacían su trabajo losuficientemente rápido, Lonzo accionó un interruptor que bloqueaba lasdos puertas en el asiento trasero. Excepto que masticara a través del vidrio

y del metal, no había manera de que Todd escapara de los confines del taxien cualquier momento próximo.

Lonzo comprobó el espejo retrovisor. Todd ya estaba empezando aparpadear, como si estuviera tratando de enfocar los ojos. Satisfecho deque su pasajero no fuera a ser un problema, Lonzo manipuló la radio ycantó.

A veces los buenos tipos realmente ganaban.

******

Ya por la mañana, habían estado siguiendo a Javel durante horas.Desde donde D.J. estaba ahora, podía ver la roca que Barak le habíadescrito. Definitivamente lucía el perfil de un hombre viejo, completo conuna nariz de gran tamaño y lo que podrían ser oídos. Teniendo en cuentael terreno escarpado adelante, deben ser capaces de alcanzarla en menosde media hora.

Maldita sea, definitivamente estaba arrastrando su parte trasera, perocada paso los llevaba mucho más cerca de casa. Tenía que creer eso. Laalternativa era insoportable. También era el infierno estar tan cerca deReggie y no tocarla. Ansiaba cualquier tipo de contacto piel — a — piel yhabría estado contento simplemente sosteniendo su mano. Si eso nohubiera disminuido su tiempo de respuesta en caso de emergencia, podríahaberse dado una oportunidad.

Reggie hizo una pausa para mirar hacia atrás. — D.J., ¿qué tanseguro estás de que podemos confiar en él?

Su escolta Kalith había oscilado hacia fuera delante de ellos,

momentáneamente fuera de su vista mientras él exploraba el camino pordelante. Sin embargo, no significaba que estuviera fuera de la audición de Javel. Mientras que su comprensión del inglés parecía ser irregular en elmejor de los casos, esto no era suficiente para subestimar al hombre.Fingir que no entendía su idioma era una infernal forma de espiarlos.

D.J. mantuvo la respuesta en un suave susurro. — Definitivamentenos está llevando en la dirección correcta, y tuvo muchas oportunidades



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de atacar mientras dormimos. Por el momento estoy dispuesto a darle elbeneficio de la duda.

Reggie asintió. — ¿Algún signo de los otros tipos? ¿Los que nosestaban siguiendo?

— No en lo que va de la mañana. He estado observando a nuestrasespaldas y no hay nubes de polvo. Por supuesto, podrían haber cortado através de una misma región como hicimos nosotros.

Ella levantó dos dedos y los cruzo. Él imito sus acciones. — Sí, yotambién.

El día había estado sin incidentes hasta el momento, pero eso nosignifica mucho. Cuando se trata de los locos de Kalithia, no habíaninguna predicción de cuando el infierno se desataría. Había sidotranquilo desde que habían encontrado a Javel el día anterior.

Tal vez demasiado tranquilo.

D.J. mantuvo un ojo cauteloso sobre el camino por delante, en buscade que su escolta Kalith volviera, y nunca permitía que pasara más de unminuto o dos por detrás de ellos sin comprobar. Reggie recogía sucreciente tensión y estaba haciendo su parte justa de exploración delterreno circundante.

Para romper la tensión, entabló una conversación. — Entonces, ¿quées lo primero que vamos a hacer cuando lleguemos?

Ella le sonrió y se frotó las manos con regocijo. — Encontrar lacafetería más cercana y obtener un galón para recorrer, completar todoslos recortes. Tiro doble, doble crema, azúcar doble, doble espuma, tododoble. Ah, y chispas. Sin duda un montón de chispas.

Comprendió por qué el café sería en la parte superior de la lista. — Tienes un problema con la abstinencia de cafeína, ¿verdad? Sí, loentiendo. También, una gran hamburguesa grasienta y patatas fritassonaban bien. ¿Qué otra cosa está en tu agenda?

— Realmente no he pensado mucho más allá de la obtención del café.

Los ojos de Reggie se deslizó hacia un lado y hubo un indiciodefinitivo de rosado en sus mejillas que no había estado allí antes. Ellaestaba definitivamente escondiendo algo. ¿Lo implicaba?

— Está bien, señora, de alguna manera no te creo. Creo que tienesalgo decadente planeado. Algo que implica helado y jarabe de chocolate.

Él movió las cejas. — Vamos, Reggie, — confiesa.

Su rubor se intensificó, lo que significa que había llegado un pocodemasiado cerca para su comodidad. Bien, así que tal vez deberíaactualizar su propia lista. En lugar de tomarla por él, sin embargo, cambióde tema.



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— Así que tengo curiosidad. ¿Cuánto tiempo me vas a dar para ocultarmis huellas antes de señalar a tu jefe en mi dirección? Tal vez tomeprestado tu avatar Ruby durante un tiempo. ¿Crees que sería una mujerbonita?

Reggie lo golpeó en el brazo.

— ¡Caray, D.J. de todos modos, eso no es gracioso! Después de todoesto, ¿cómo puedes pensar que te voy a entregar? Por no mencionar elhecho de que probablemente he perdido mi trabajo por este lío.

Él levantó las manos en señal de rendición. — Whoa, Reggie, yo estababromeando. En serio, si azuzar a tu jefe sobre mí te asegura quemantengas tu puesto de trabajo, ni siquiera lo dudes. Yo puedo cuidar demí mismo.

Ella lo miró airadamente y luego se dio la vuelta, pero no antes de queél viera las lágrimas en sus ojos. Bien, ahora se sentía como un idiota

total. Pero antes de que pudiera disculparse, Javel vino corriendo por laladera, con la espada desenvainada.

D.J. dejó caer su bolsa de equipo sobre el terreno, al mismo tiempoque empujaba a Reggie detrás de él. Deslizo su propia espada y sacó supistola de la cintura. Javel se situó hasta detenerse justo fuera de sualcance, con los ojos muy abiertos, con la respiración entrecortada.

Señaló en la dirección por donde habían venido con su espada. — ¡Kalith!

Luego señaló hacia donde habían estado dirigiendose. — ¡Cueva!¡Cerca!

En este momento D.J. daría su brazo izquierdo por un diccionarioKalith/Inglés. ¿El Blademate le decía que iban a ser atacados por losguerreros Kalith? ¿O que la partida de caza Kalith había tomado el controlde la cueva? ¿Cómo diablos se supone que iba a entenderle? Una decisiónincorrecta fácilmente podría resultar fatal para todos ellos.

Él extendió las manos y se encogió de hombros, con la esperanza detransmitir su confusión al joven guerrero. — ¿Berk?

Javel inmediatamente negó con la cabeza y señaló detrás de ellos otravez. — Berk, cueva. Kalith venir.

Alzó cinco dedos y luego dos más. Bien, eso fue lo suficientementeclaro. Berk estaba esperando en la cueva. Siete Kalith no eran suyos. Erahora de encontrar una posición defendible. Difícil de hacer cuando él notenía idea de cuánto tiempo tenían para prepararse.

Observando a su alrededor, recorrió las opciones a través de sucabeza. Sólo había una opción aceptable. D.J. mantendría afuera a losKalith que se aproxima mientras Javel llevaba a Reggie a la cueva. Una vezallí, Berk podría enviar refuerzos.



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— Reggie, te vas con Javel. Ahora.

Él infundio tanta autoridad en su voz como pudo, esperando que ellano discutiera. Sí, claro, como que iba a suceder.

— No, hay demasiados de ellos para que luches solo. Me esconderé

allí, — dijo, señalando hacia los árboles de la colina. — De esa manera Javelte puede ayudar.

— ¿Reggie, y si nos matan a los dos? ¿Qué harás entonces?

— Por favor, sólo tiene que ir con Javel. Él puede llegar a Berk. ElGuardián y sus hombres te verán llegar a casa.

La agarró del brazo, indicando, que la empujaría con Javel. Encambio, él la besó con fuerza y rápido, esperando que ella comprendiera loque estaba tratando de decirle, para lo que no tenía palabras. Luego laempujó hacia Javel.

Él fijó al joven Blademate con una mirada dura. — Lleva a Reggie aBerk. A la cueva.

Con un gesto grave, Javel sostuvo su espada en señal de saludo yempezó a arrastrar Reggie por el sendero. — A la cueva. A Berk.

Ella luchó contra su fuerza superior. — D.J., si nos vamos, te van amatar. No hagas esto. ¡Es un suicidio!

— ¡Maldita sea, Reggie, vete! Soy más duro de matar ya lo sabes.Cuanto más tiempo discutas, más tiempo pasará antes de que Berk puedaenviar refuerzos. ¡Corre!

Toda la lucha se evaporo de ella, y dejó que Javel la remolcar a lo

largo del camino. D.J. No podía apartar los ojos de ella. Al verla alejarsesintió como si su corazón estuviera siendo arrancado de raíz. Demonios,tal vez eso había pasado. Sospechaba que había asumido la posesióncompleta de él desde el primer momento en que se conocieron.

Solamente lamentaba no habérselo dicho.

Luego se dio la vuelta para enfrentar al enemigo que se acercaba conuna espada en una mano y su Glock en la otra. Armas contra cuchillaspuede que no fuera una pelea justa, pero no le importaba un carajo.Mataría a los bastardos con sus propias manos si eso es lo que necesitabapara darle tiempo a su mujer para ponerse a salvo.

Cuando el enemigo dio vuelta por la curva, gritó en desafío y cargo ala batalla, disparando mientras corría. Sus primeros disparos mandaron ados fuera y paralizaron a uno más. Los tres bajaron gritando. El restoinmediatamente retrocedió para reagruparse. Cuatro contra uno, hacia lasprobabilidades ligeramente mejores, pero no por mucho.

Dios, ¿cuántos de estos hijos de puta había matado a lo largo de losaños? ¿Docenas? ¿Cientos? No importaba. Algunos habían devuelto el



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favor. Normalmente, él no se preocupaba mucho. Claro que dolía como elinfierno y nunca llegó a sentir menos miedo cuando el último aliento salíade su cuerpo.

Pero con sus compañeros Paladines allí, siempre supo que alguienmás podría ocupar su lugar. Más tarde, cuando la sangre dejara de fluir, lo

transportarían hasta los laboratorios donde Laurel o uno de los otroscontroladores pondrían en marcha su regreso a la vida.

No iba a suceder ahora, no aquí. Por primera vez en mucho tiempo,estaba asustado. No por él, sino por Reggie. Mataría a cada loco Otro eneste maldito puto mundo entero si eso es lo que hacía falta paramantenerla a salvo.

Bien, los pendejos se estaban trabajando para otra carga. Estabanhaciendo su mejor esfuerzo para rodear a D.J., pero él bailó hacia atráspara evitar ser rodeado.

Embistió hacia delante, capturando a uno a la derecha con la hojaprofunda en el abdomen. Sin embargo, antes de que D.J. pudiera sacudirsu espada, sintió el roce del corte del acero a través de la parte superiordel muslo. Por el momento, la adrenalina anulo el dolor. Siempre y cuandono se desangrara, continuaría reduciendo gradualmente el número deOtros todavía en pie.

Ellos balbucearon en Kalith, claramente burlándose. Sólo parasonreír, D.J. añadió su propia letanía de insultos al coro. Estocada yempuje. Cortar y sangrar. La verdad de su realidad.

Odiaba saber que una vez más Reggie tenía un asiento de primera fila

a la farsa que era su vida.Con esa nueva explosión de furia derribó a otro enemigo, dejando que

la escoria se retorciera en el suelo, tratando de sostener sus intestinos condedos ensangrentados. D.J. remato al pobre hijo de puta y fuerecompensado por su amabilidad con otra herida superficial de uno de losOtros restantes.

Esta vez, cuando se lanzó, su pierna herida lo abandonó, lanzándolohacia adelante sobre el polvo. Se las arregló para bloquear el primer golpede la espada de su oponente. El segundo, no tanto. Él luchó contra lasolas de la oscuridad todo el tiempo que pudo, tratando de resistir, de

luchar. Finalmente fue demasiado y perdió la batalla.A medida que la última oleada de dolor se incremento y fluyó sobre él,

su mente desesperada imaginado a Reggie cerniéndose sobre él, lágrimasrayando por su rostro. Si la imagen era real, odiaba saber que ella tuvieraque verlo así. Pero de todas las veces que había muerto, ver su dulcerostro era el mejor adiós que alguna vez tuvo.



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odd se sentía como el infierno. A fin de cuentas, era unamejora con respecto a la última vez que había recuperado laconciencia. En ese momento había estado muy seguro de que

se estaba muriendo y se había sentido lo suficientemente mal para esperarque lo fuera. Ahora él tenía mucho miedo porque iba a vivir.

Se puso en posición vertical, moviéndose lentamente para evitar lasoleadas de náuseas que amenazaban con abrumarlo de nuevo. Una vezque estuvo casi vertical, miró a su alrededor.

¿Dónde diablos estaba? ¿Y cómo llegó hasta allí? ¿Por qué estabadescalzo y con una bata quirúrgica?

La habitación estaba vacía a excepción de la mesa de acero inoxidableen la que estaba sentado. Cadenas pesadas que terminaban en correas decuero con hebillas colgaban de las cuatro esquinas. Supuso que deberíaestar agradecido de no estar restringido. Por supuesto, probablementesignificaba que sus captores estaban seguros de que no sería capaz deescapar.

Lo último que recordaba era... oh, sí, había tomado un taxi para ir albanco. Tenía recuerdos vagos de llenar el maletín con el dinero. Le habíapagado al taxista para que lo esperara en el estacionamiento. Eso lorecordaba. Sin embargo, más allá de eso, las cosas mezclaban.

Poco a poco la niebla se disipó en su cabeza, y los recuerdos sehicieron más claros. El conductor le ofreció una botella de agua. Lasaboreo fría y refrescante. Habían dejado el estacionamiento. Después deeso, nada.

Y luego esto lo golpeó esa rata (bastardo) del taxista debió haberlodrogado. La pregunta era: ¿por qué? El robo tenía sentido, pero no habíamanera de que el tipo pudiera saber de antemano que Todd se dirigía al

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banco a recoger un fajo de dinero en efectivo. ¿Mantendrá una botella deagua narcotizada a la mano por si acaso?

Considerando la única otra explicación, casi esperaba que eso fuera loque había pasado. Sin embargo, no tenía la costumbre de mentirse a símismo. Después de estudiar su entorno un poco más, admitió la verdad de

la situación. Sólo había un lugar que se le ocurría que tendría paredeshechas de piedra caliza natural. Hasta el aire tenía un ambiente húmedo yfresco, no igual que lo normal del aire acondicionado.

¿Si Ray lo había vendió? No es que eso importara. Sin embargo Toddhabía venido a parar a esta habitación austera, no había duda en sumente que era en el interior de la sede Paladín. Se frotó las manos arriba yabajo por los brazos, tratando de protegerse de los temblores.

El miedo era una cosa tan fea.

Si él no estuviera acorralado, pronto estaría corriendo en círculos

gritando. Si pensara que eso sería de ayuda, se remontaría sobre la mesade acero inoxidable y rezaría para que el olvido lo de tomar de nuevo. Talvez la próxima vez que se despertara se encontraría que esta había sidouna pesadilla.

En cambio, bajó lentamente los pies al suelo, inseguro de si suspiernas soportarían su peso. La única manera en que se las arregló paramantenerse en pie fue aferrándose a la orilla de la mesa con un apretón ylos nudillos blancos.

— ¿Y ahora qué? — se preguntó.

Él no esperaba una respuesta, pero de todos modos consiguió una

cuando al otro lado de la habitación, el pomo de la puerta giró. Todd nunca había conocido a Devlin Bane en persona, pero no había

duda en su mente que era el que acababa de entrar en la habitación. Eltipo era enorme. Sus hombros apenas libraban el marco de la puerta, ytuvo que agacharse para entrar en la habitación.

Bien, eso fue una exageración, pero no por mucho. Un segundohombre siguió a Bane a la habitación. Este era un hombre que había vistoantes. Era el taxista y el hijo de puta tenía las pelotas para reírse cuandose dio cuenta que lo había reconocido.

Todd se negó a acobardarse y miró a los dos Paladines.

Bane cruzó los brazos sobre su pecho y separo los pies, plantándoseen el centro de la habitación, mientras que su compañero daba vueltasalrededor detrás de Todd. Era imposible ver a los dos, así que Todd no semolestó en intentarlo. No había ninguna duda para confundir al perro másgrande de todos modos.



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Todd se lanzó al ataque. — Caballeros, ¿le importaría explicarse?Porque desde donde estoy sentado, los dos están en un mundo deproblemas.

Bane en realidad parecía divertido. — Lonzo, él ha desaparecido de lafaz de la tierra, y piensa que nosotros somos los únicos con problemas.

Lonzo se movió más cerca de la mesa. Todd instintivamente se movióhacia el otro extremo, lo que sólo hizo reír a su torturador.

— Los Regentes siempre le han permitido a los Paladines demasiadaholgura, pero esta vez han cruzado la línea. Cuando se enteren de lo quehan hecho, estarán empujando agujas llenas de veneno en sus brazosantes de que tengan la oportunidad de pedir misericordia.

Esta vez fue Devlin Bane quien se rio. — ¿Qué te hace pensar que nolo saben ya? Seguro ellos tienen una mala opinión de ser estafados.Rastreamos el dinero que te llevaste del banco esta mañana de regreso a

sus cuentas.De ninguna manera. Había cubierto sus huellas demasiado bien. —

Ese dinero es mío, libre y claro. Lo estaba ocultando de mi esposa.

— Sí, eso creo. Todd, tengo que decirte. — Entonces Bane se detuvo. — Espera, no te importa si te llamo Todd, ¿verdad? Después de todo,vamos a pasar un poco de tiempo juntos.

— Llámame lo que quieras.

Bane se encogió de hombros. — De todos modos, yo estaba a punto dedecir que tu esposa no estaba tan emociona cuando el banco llamó paraver si estaban satisfechos con sus servicios. Parece que no tenía idea deque habías retirado una parte considerable de sus cuentas conjuntas.

Lonzo se acerco. — Yo no estaría tan apurado en volver al seno de tufamilia, Todd. Estoy viendo a un abogado de divorcio en tu futuro. Bueno,siempre que incluso puedas tener un futuro.

Bueno, esto no iba del todo bien. Ácido quemó la parte posterior de lagarganta de Todd, y tuvo que meter las manos bajo las axilas para evitarque se sacudieran. Odiaba — odiaba mostrar cualquier signo de debilidadfrente a estos chacales.

— No me amenaces, hijo de puta. Ni siquiera sé de qué estás

hablando. — Entonces déjame llenar los espacios en blanco para ti. — Los ojos

de Bane quemaban caliente y duro. — Tú y tu compinche Ray fractura denariz dispusieron que Reggie Morrison fuera secuestrada y llevada al otrolado de la barrera en Kalithia.

— Si es así, todo fue idea de Ray. No tuve nada que ver con eso.



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El líder Paladín no dio ninguna indicación de que había oído unapalabra de lo que Todd había dicho. — Uno de mis hombres, D.J.Clayborne, cruzo a Kalithia para recuperarla. Parece que la señoritaMorrison es una amiga intima suya. Por extensión, eso la convierte en unaamiga intima mía.

Lonzo se sumo, su sonrisa mostraba demasiados dientes. — Y mía.Ah, y de Blake Trahern, también. Sé que has oído hablar de él. El hombrees una leyenda en nuestro mundo. Un asesino realmente culo-durocuando le toma aversión a alguien. Estoy seguro de que entiendes por quéestás actualmente en la parte superior de su lista negra. Lo último quesupe, fue que puso un bonito borde opaco sobre su espada favorita en tuhonor.

Devlin continuo donde Lonzo lo dejó. — Ya ves, Todd, aquí está lacosa. Al depender el uno del otro en la batalla, te conviertes en más quehermanos. Atacas a uno, atacas a todos. No somos como los Regentes, que

se ocupan de los problemas en torno a una mesa de conferencias.La puerta se abrió de nuevo. Todd sintió un momentáneo destello de

esperanza, sólo para hacerlo morir tan rápidamente como había nacido. Elhombre que camina en la habitación no era otro que Chaz Willis, uno delos más poderosos Regentes de la organización.

— Devlin, me alegro de verte de nuevo.

— Hola, Chaz. Bienvenido a la fiesta. Lonzo y yo estábamosexplicándole a Todd aquí que él realmente la ha jodido a lo grande estavez. ¿Supongo que Sasha te puso al tanto?

— Sí. En este momento ella y Larem están monitoreando la situación.Como lo entiendo, están con Hunter Fitzsimon esperando noticias delGuardián Jurado Berk en Kalithia. Ellos me transmitirán directamentecualquier nueva información.

Todd tardó varios segundos darle sentido a todo. El Regente eraconocido en toda la organización como un motor real y agitador.Recientemente, su hija se había hecho cargo de la región de Seattle. Habíarumores de que se había metido con uno de los monstruos de Kalithia quelos Paladines de Seattle habían adoptado como propios.

Todd se había negado a creerlo, pensando que en el primer indicio de

tal suceso, Sasha Willis hubiera sido relevada de su cargo y arrastrada deregreso a casa con vergüenza. Era evidente que se había equivocado eneso.

De cualquier manera, deseó haberse tomado el tiempo para investigarla situación por sí mismo. Era obvio que los Regentes y los Paladines ibana presentar un frente unido en esto. Él estaba jodido así. Pensándolo bien,tal vez aún tenía algunas cartas para jugar.



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— Está bien, ¿Cuánto me va a costar? Tengo más dinero que no hanencontrado todavía. Di la palabra, y es tuyo. Solo devuélveme misdocumentos de identidad nuevos, junto con un boleto de avión y me iré.

Los tres hombres lo vieron como si le acabara de brotar una segundacabeza. Seguro que no estaban sintiendo amor. — ¿Qué? No me puedes

decir que a la Organización no le gustaría recuperar más del dinero queKincade desvió de los fondos.

El líder Paladín miró a Chaz, quien se encogió de hombros. — Túdecides, Devlin. Sólo estoy aquí para que poder informar a la Junta deRegentes exactamente cómo se está manejando este problema.

El frío en los ojos de Bane lo hizo sentir como si el aire acondicionadoestuviera trabajando horas extras. Ciertas partes del cuerpo de Todd seencogieron, no de frío, sino de puro y simple miedo. Esto debe de ser comocuando el culpable siente que el juez estaba a punto de pronunciarsentencia, quitándole su libertad y tal vez su vida.

— Todd, obviamente no estás entendiendo que estás en una mierdaseriamente profunda. Déjame explicarte cómo esto va a llegar a su fin. Eneste momento, es como si hubieras tenido una suspensión de tu ejecuciónmientras decidimos qué hacer contigo. Personalmente, me imagino que elmundo sería un lugar mejor sin ti y tu amigo Ray en el. Por cierto, estácantando como un canario. Nunca he visto nada igual.

Todd no esperaba nada menos de ese idiota. Ray sería capaz dedelatar a su propia madre para salvar el pellejo. Todd sólo deseaba habersido al que se le diera la oportunidad de cantar a su manera para salir deeste lío. En su lugar, Ray lo había arrojado a estos lobos.

— Solo para que lo sepas, eso no lo salvará. Ya nos hemos aseguradoque la policía encuentre el cuerpo del hombre que mató en ese almacén enOregón. También han encontrado el arma, con las huellas de Ray impresassobre la misma. Pronto vendrán por él. Irónico, ¿no crees? él podríaterminar siendo el que tenga una aguja metida en el brazo.

Todd se estremeció. ¿Cuánto peor podría ponerse esto?

Devlin ceso de hablar, enterrando las esperanzas de Todd más y másprofundo. – Tú, por el contrario, vas a sentarte justamente aquí en estahabitación hasta que todo este juego termine.

— ¿A qué te refieres? — No es que él realmente quisiera saber. — La cueva en la que tu compinche empujó a Reggie a Kalithia exploto

al infierno y de regreso antes de D.J. pudiera encontrarla y volver a casa.Estamos operando bajo el supuesto de que se salieron y están tratando deencontrar otra ruta a casa. Nuestros contactos en Kalithia están a la cazade ellos para asegurarse de que encuentren un lugar seguro para cruzar



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de nuevo a este lado. Con suerte, D.J. y Reggie deberán estar en casapronto.

Lonzo continúo desde allí. — Si es así, vivirás. Desearas estar muertocuando D.J. se encuentre contigo, pero vivirás. Pero si ellos no regresan.

Se detuvo brevemente, evidentemente teniendo problemas para seguirmás allá de ese pensamiento. Todd quería meterse los dedos en los oídosantes de que el Paladín recuperara su capacidad de hablar otra vez.Demasiado tarde.

— Si ellos no vuelven, entonces ninguna cantidad de suerte te salvará.Nada, solamente yo y Devlin, y tú, en esta habitación. Sólo dos de nosotroscaminaran de nuevo por esa puerta. Por lo tanto, Todd, si crees en Dios,me gustaría que comenzaras a rezar por la salud y el bienestar de D.J.Clayborne y Reggie Morrison. Si mueren, mueres. Es así de simple.

Esto no podía estar pasando. No a él. Todd intentó llamar la atención

de Chaz. — ¡Eres un Regente, no un asesino! No puedes permitir que se salgan

con la suya, que me maten.

Pero por un momento, Chaz se veía como un guerrero mortal junto alos dos Paladines. — Todd, ellos no se están saliendo con nada. Estánoperando bajo las órdenes directas del Consejo. No sólo pusiste en peligroa esa joven, también, a uno de nuestros Paladines. Pero además, haspuesto a toda la Organización en riesgo.

Le dio la espalda a Todd. — Hombres, continúen. Estaré en contactotan pronto como escuche algo. Traten de mantener las manchas de sangre

al mínimo.Devlin asintió. — Sí, señor, lo haremos.

Esta pesadilla acaba de ponerse peor y peor. Pero la parte másaterradora fue la forma en que Devlin Bane sonrió todo el tiempo mientrasChaz hablaba.



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ientras Reggie y Javel subian con dificultad a la cima de lacolina, el choque de las armas ya estaba haciendo eco através del aire. Cada sonido metálico de acero contra acero la

hizo estremecerse. Era una cobarde por haber huido con Javel mientrasque D.J. estaba allí luchando por su vida. Por la vida de ella.

Incluso si ella solo estuviera en su camino, todavía significaba quehabía dejado a un hombre para hacer frente a una turba de asesinos. Sevolvió para mirar, a Javel a su lado. Él sostenía su espada en un apretónde muerte, como si él también deseara estar allí en medio de la lucha.

¡Oh, Dios! Incluso desde esta distancia noto que D.J. fue herido degravedad. Su ropa de color negro ocultaba la sangre, pero el barro marrónque manchaba sus pies contaba la verdadera historia. Por el momento,parecía que él estaba sosteniéndose. Sólo un par de sus enemigos estabantodavía en pie, ambos heridos también. Tal vez, sólo tal vez, él resistiríahasta que llegara la ayuda.

Tan pronto como la idea cruzo su mente, los Kaliths estuvieron endoble cobertura, sus hojas intermitentes brillaron por el sol. D.J. cayóhacia adelante, todavía luchando incluso cuando fue derribado. Ella gritó,dispuesto a matar a cualquiera y a todo el que se interpusiera entre ella ysu amante caído.

Antes de que pudiera dar un paso, un brazo duro como una piedra lasujeto por la cintura y una mano callosa agarró la mano de la pistola. Suspies se quedaron sin tocar nada más que aire.

Ella luchó. Dios, como luchó. Estaba enferma y cansada de lamanipulación. Esta vez era peor porque su captor le impedía regresar allí adonde D.J. yacía arrugado y tan horriblemente quieto. De la nada másKalith aparecieron al lado de ella. Javel bajó la espada.

M



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¿Iba a rendirse antes que luchar? Luego, con voz de mando, dirigió lacarga por la ladera. Todo el mundo se movía excepto ella y su captor.

— ¡Déjame ir! ¡Tengo que llegar allí!

Una voz profunda habló justo al lado de su oído. — Reggie Morrison, si

dejas de pelear conmigo, te llevaré de regreso con D.J. tan pronto como seaseguro. Esos con Javel son mis hombres. Soy el Guardián Jurado Berk.Estoy seguro de que D.J. mencionó mi nombre.

Sus palabras pacientes se filtraron a su modo pasando del pánico ensu cabeza, robando su necesidad de luchar. Cuando ella se relajó en susbrazos, Berk la puso sobre el suelo lo suficiente para quitarle el arma de lamano. Una vez que estuvo desarmada, suavemente la levantó en susbrazos y la llevó de vuelta a donde el hombre que amaba yacía en el suelocomo un juguete roto. Sólo podía rezar para que no fuera irreparable.

Diez minutos más tarde, ella se arrodilló en el polvo. No podía

respirar. No podía hablar. Dolía tanto. El dolor no dejaba de llegar.El Kalith que se había presentado como el Guardián Jurado Berk

buscó el pulso de D.J.. Entonces Berk inmediatamente se quitó la capa yla utilizó para cubrir la forma inerte de D.J..

Incluso si el Guardián Jurado no hablara inglés, el mensaje era claro.D.J. estaba muerto. Y todo por culpa de ella. Había tantas cosas que no lehabía dicho — cómo la hacía sentir, lo mucho que lo amaba. Era unacobarde dos veces. Una vez por no quedarse a luchar a su lado. Otra porno confesar lo que sentía por el hombre.

Murió sin saber. De alguna manera ella iba a tener que vivir con eso.

Berk se interpuso entre ella y el cuerpo de D.J. y le ofreció una manopara levantarse de la tierra.

— No hay nada que podanos hacer aquí. Mis hombres se encargaránde los muertos. Tu gente estará esperando por ti.

— No es mi gente.

Pero ella suponía que lo eran, por lo menos la mayoría de los hombres y mujeres que ahora la rodeaban.

— ¿Puedes caminar o necesitas que te lleve?

— Puedo caminar.O moriría en el intento. Ella casi esperaba hacerlo. Berk y Javel la

escoltaron cuando comenzaron el largo viaje hasta la colina. A mitad decamino, ella miró hacia atrás.

Cuatro de los hombres de Berk extendieron una manta y con cuidadolevantaron a D.J. sobre ella. Cruzaron sus manos sobre su pecho ycolocaron su espada manchada de sangre a su lado.



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¿En qué había estado pensando? Tiró de la manga de Berk. — Nopodemos dejarlo aquí. D.J. tiene que ser enterrado en nuestro mundo, noaquí.

Berk se estremeció y la miró horrorizado. ¿Por qué harías eso?

Ella habría pensado que la respuesta a esa pregunta era obvia. — Porque él pertenece allí. Sus amigos querrán decirle adiós.

Berk parecía perplejo. — Sabes que él es un Paladín.

— Por supuesto.

Él la miró fijamente durante unos segundos y luego volvió a mirar lalenta procesión de sus hombres, cuando empezaron el camino hacia dondese encontraban. — Supongo que nunca te explico completamente lo queeso significa.

No estaba de humor para jugar a las adivinanzas. — ¿De qué estás

hablando? — Creo que lo mejor es dejar que los amigos de D.J. te expliquen lo

que sucede cuando muere un Paladín. Basta con decir que, con suerte,todo estará bien.

Levantó la vista hacia los soles en lo alto. — Pero ahora el tiempoapremia, y debemos llegar a la barrera si queremos estar ahí cuandoBarak la haga caer de nuevo. Mi propio talento para trabajar con laenergía es menos predecible. Si perdemos la apertura, podrían pasar docehoras antes de que veas a tu mundo natal nuevamente.

Antes de que pudiera protestar, él siguió por el camino, no dejándole

más remedio que seguirlo.

Con los ojos, todavía hinchados de tanto llorar, tuvo dificultad paraadaptarse a la oscuridad del interior de la cueva. Berk y otro de sushombres sacaron varias preciosas piedras azules del tamaño de pelotas degolf y murmuraron sobre ellas. Una chispa parpadeó en el interior de laspiedras, poco a poco creciendo en intensidad hasta que las piedras emitíanun resplandor suave a lo largo de la caverna.

Una vez más, ella se puso de pie frente a un panel de luz brillante quese extendía al otro lado de la pared en el fondo de la cueva. Esta vez ella novio su belleza o sintió ningún deseo de tocarlo. Todo lo que era para ella,

era un medio para volver a casa. Tal vez algún día le daría sentido a todolo que había sucedido durante los últimos días. En este momento, estabademasiado cansada, demasiado destrozada, para hacer algo más que mirara los patrones cambiantes.

Berk y sus hombres rondaba cerca, ni eso ni el hacinamientoofreciéndole sus lugares comunes hacían algo para aliviar su dolor. Berk le



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había dicho una vez más, cuando habían entrado en la cueva que todoestaría bien. Había espetado que se callara de una puta vez.

Las familiares rayas verde enfermizo aparecieron en la barreramientras los otros colores se desvanecían en intensidad. Podía sentir elentusiasmo creciente en los que estaban cerca de ella. Tal vez estaban tan

felices de verla partir como ella de irse.Con un silencioso zumbido, la barrera desapareció por completo,

revelando un montón de hombres repartidos en el ancho de una cavernaque era un reflejo de donde estaban. Todos estaban armados con espadas,pero inmediatamente las enfundaron en cuanto tuvieron un panoramaclaro sobre Reggie y sus acompañantes.

Uno cojeó hacia adelante. — Berk, veo que encontraste a la señoritaMorrison, pero ¿dónde está D.J.?

Entonces vio la carga que cuatro de los hombres de Berk llevaban. —

Oh, mierda, no.Sus ojos inmediatamente buscaron los de ella. —Señorita Morrison…

Reggie, lo siento mucho. Mi nombre es Hunter Fitzsimon, y soy amigo deD.J. Todos lo somos.

Un hombre alto de ojos plateados, paso rozándola, junto con otrohombre que era, obviamente, un Kalith. Había pasado el tiempo suficienteen torno a sus hermanos en los últimos días que lo reconoció por lo queera. Ellos reemplazaron a los hombres de Berk como portadores delféretro. Todo el mundo dio un paso a un lado para dejarlos pasar. Elsilencio en las dos cuevas se hizo opresivo.

A continuación Hunter le ofreció su mano, conduciéndola al otro ladode la línea en el suelo de la cueva que marcaba la frontera entre Kalithia yla Tierra. Tranquilamente, habló con Berk con una voz que sonaba como sisus cuerdas vocales hubieran sido gravemente dañadas en algún momentoen el pasado.

— Estaremos en contacto. Gracias por... bueno, simplemente gracias.

Sus palabras recordaron a Reggie sus buenos modales. Buscó a Javelen el grupo de guerreros Kalith y reunió una pequeña sonrisa para él.

— Javel, gracias por tu ayuda.

Aunque él no podía haber entendido sus palabras, él entiendoclaramente su significado, ofreciéndole una tímida sonrisa a cambio.Después ella habló con Berk.

— Aprecio todo lo que has hecho, aunque no siempre he actuado así.Gracias por traerme — Se detuvo, atragantándose con las palabras. — Portraernos de nuevo a casa.



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Él inclinó la cabeza hacia ella antes de regresar su atención de nuevoa Hunter. — Creo que D.J. nunca le dijo a su mujer la verdad de lo quesignifica ser un Paladín. Me temo que estará en shock si alguien no leadvierte acerca de lo que viene.

Hunter cerró los ojos y respiró lentamente y exhalo por la boca. — Lo

procurare. Tate puede ayudar con eso. Ella ha tenido experiencia en esaárea.

Reggie dejo que las palabras fluyeran a su alrededor, en realidad nadapreocupada de lo que estaban hablando. Ya sabía que nunca podríadecirle a nadie lo que había sucedido. En primer lugar, la mayoría de lagente no le creería y no era asunto de nadie lo que ella y D.J. habíancompartido.

En lugar de quedarse a ver qué otra cosa más Hunter y Berk teníanque hablar, caminó hacia el círculo de luz del sol que marcó la abertura desu planeta de origen. Respiró profundamente, llenando sus pulmones con

el aire pesado, fresco del noroeste del Pacífico. Tenía un sabor dulce parasus sentidos. El primer pasó real a su vida.

La que tendría un agujero enorme, enorme en ella sin el Caballeroandante.

Salió de la cueva para encontrarse a sí misma encaramada en unasaliente rocosa a la mitad de un acantilado. Menos mal que no teníaproblemas con las alturas. Incluso si lo hiciera, dejando a un lado lo largode la estrecha cornisa era poca cosa comparada con todo lo que habíapasado los últimos días.

Cuando llegó al camino principal, vio la playa debajo y la laderaboscosa, encima. ¿Arriba o abajo? Al ver que la marea estaba alta, optó porarriba. Tal vez ella tenía que esperar a Hunter, pero si dejaba de moverse,no estaba segura de que pudiera empezar de nuevo. El hilo de laobstinación que retenía su rabia y el dolor estaba deshilachado y seestiraba hasta el punto de romperse. Si iba a entrar en un colapso total,no lo iba a hacer aquí en esta colina alejada de la mano de Dios.

A medida que el camino ascendía, los árboles gradualmente sereducían. Al llegar a la entrada del bosque, una figura familiar apareció ala vista.

Ella gritó su nombre y salió corriendo. — ¡Cody!Cuando llegó a sus brazos abiertos, él la apretó contra su pecho y ella

se aferró con todas sus fuerzas.

Estaba finalmente en casa.

Reggie cerró los ojos; primero le contó lo que había experimentadodesde la noche en que D.J. había aparecido en su puerta. Había conocidoa su primer Paladín y visito otro mundo. Aliens la había secuestrado y



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luego había sido rescatado por algunos más. Había visto su primera peleaa muerte, luego hizo el amor con un hombre al aire libre, bajo las estrellas.

La lista seguía y seguía.

Pero tan raro como todo eso fue, la parte más extraña fue escuchar a

Tate Justice explicar cómo Hunter había muerto en esos mismos bosquesque bordeaban su patio trasero. No sólo eso, sino que de alguna modohabía salido a pesar de estar muerto o tal vez sólo casi muerto. Unaimagen de la película La Princesa Prometida7, siguió tocando en la cabezade Reggie. Quién sabe, a lo mejor Westley había sido un Paladín. Segurotenía una habilidad enfermiza con la espada para ajustarse a esa parte.

Debía de estar perdiendo la cabeza. Allí estaba ella, siendo trasladadade vuelta a Seattle en un helicóptero, y lo único que podía pensar era enuna película. Deseó que Cody hubiera sido capaz de venir con ella. Nohabía habido espacio para todos, sólo ella, Trahern y D.J..

Por enésima vez, tuvo que arrancar sus ojos lejos de la bolsa deplástico con el cuerpo tendido en el suelo a sus pies. Hasta ahora Trahernno le había dicho más que un puñado de palabras, pero luego él tomó sumano entre las suyas mucho más grandes. Una parte de su mente notóque sus callos igualaban a los de las manos de D.J.. Por alguna razón, esola consoló.

— Estarás bien, por él.

Se dio la vuelta para mirar directamente a Trahern, definitivamenteviendo mucho menos hielo en sus ojos de color gris plateado del que habíaestado allí antes. — ¿Qué quieres decir? Casi no nos conocíamos.

Lo que era una mentira.Ella estudió a su acompañante. Él y los demás obviamente creían que

D.J. volvería de la muerte. Dios, esperaba que tuvieran razón, y no sóloporque estuvieran delirando, y estuviera rodeada de locos. Pero decualquier manera, si Trahern estaba pensando que habría algún tipo defuturo para ella y para D.J., estaba equivocado.

— ¿No era así?

— No juegues al tímido Reggie. Todos sabemos que has tenido anuestro chico allí atado en nudos durante un tiempo. Demonios, yo loconozco desde hace años, y nunca lo he visto actuar así. Se enorgullecíade ser capaz de sacar del baile a cualquier hacker que hubiera por ahí.

Ella rodo los ojos. — Sí, esa es la base para una relación a largo plazoque uno de nosotros puede hackear al otro.

7 http://es.wikipedia.org/wiki/The_Princess_Bride



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Trahern negó con la cabeza. — Eso no es lo que quise decir. Es lo quese consigue el uno del otro. En nuestro pequeño rincón del mundo, ¿tienesalguna idea de lo raro que es eso?

Ella notó que llevaba un anillo de bodas. — Encontraste a alguien.

Por primera vez, realmente sonrió. — Sí, lo hice. Sé que Tate hablocontigo acerca de lo que pasó con Hunter. Brenna me vio morir también,sólo que ella también fue baleada en el proceso. Si no hubiera sido por suobstinación testaruda, no estaría aquí hoy con ustedes.

Apartó la mirada, como si tuviera miedo de mostrar lo mucho quesignificaba para el. Luego se inclinó hacia un lado para tener una mejorvista por la ventana.

— Estamos casi allí. La esposa de Devlin, la doctora Laurel Young, nosestá esperando. Es nuestra mejor Controlador, es así como llamamos a losdoc. que nos remiendan. Si alguien puede traer a D.J. de vuelta para ti, es

ella. — ¿Ella es quien te trajo de vuelta?

— Sí, ella fue. — Él miró fijamente por la ventana, con una pequeñasonrisa en la comisura de la boca. — Yo, obviamente, no estaba encondiciones de saber lo que estaba pasando, pero se de buena fuente queLaurel y mi Brenna patearon gravemente algunos traseros para que esosucediera. Los hombres adultos temblaron en sus botas y corrieron aesconderse.

Le apretó la mano por última vez. — Tengo la sensación de que tú yLaurel harán lo mismo por D.J.

El gesto significaba más de lo que él sabía. — Tal vez todo eso escierto, pero no hay garantía de que quiera tener algo que ver conmigodespués de todo esto. Nada de esto habría pasado si no hubiera empezadoa meter la nariz en torno a sus negocios.

Una vez más Trahern le sonrió, humor centelleando en sus ojos. — Novas a creerme, pero deberías. Meter esa pequeña naricita en los negociosde D.J. es probablemente la mejor cosa que le ha pasado a él.

Era obvio que no iba a convencer al hombre de que estabaequivocado. Cuando el helicóptero aterrizó, él era el único que sonreía.



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CCaa p pí í t t uulloo 2244 Traducido por: KyraCorregido por: Ariel

entro y fuera. Dentro y fuera. El sonido del áspero aire a travésde pecho en D.J. fue la primera señal de que él estaba en ellargo viaje de regreso a la vida. Bajo el susurro de sus

pulmones era el suave ritmo del fondo de su corazón, lento al principiopero luego ganando velocidad, corriendo irregular por un tiempo hasta quefinalmente se estableció de nuevo en un ritmo.

Frío, frío-escalofriante. Gradualmente, su sangre recordó las vías através de su cuerpo y trajo calor inundando de nuevo sus extremidades.Sin mencionar el dolor. Montones de él. Los hombres muertos no hacendaño. Los hombres que vuelven a la vida lo hacen.

Dios, él odiaba todo este proceso de mierda. Nunca venia más fácil; entodo caso, se ponía peor. Ellos dijeron eso vencía la alternativa. A veces élno estaba tan seguro.

Su audición era siempre la última sensación en desaparecer y laprimera en volver. El suave rumor de las voces poco a poco se tradujo enpalabras individuales. Eventualmente, él recordó quién estaba hablando yentendió lo que se estaba diciendo.

Una palabra se destacó: Reggie.

Todo su cuerpo se sacudió y retorció al ritmo del traqueteo de las

cadenas. Ninguna cantidad de sacudidas lo liberaba de sus ataduras, peroél luchó contra ellas de todos modos.

— D.J., cálmate. Vas a arrancar tus puntadas.

La voz de Laurel, calmada como siempre. Ella no era la que élnecesitaba oír. No esta vez. Él estalló en otro estallido de la rebelión.

DD



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Un par de pesadas manos cayeron sobre sus brazos, sujetándolohacia abajo. — Maldita sea, D.J., corta esta mierda. Estás sangrando portodo el lugar.

Trahern. Te equivocas de nuevo. Con los brazos en cerrados, él pateósus pies y trató de forzar fuera de su boca las palabras. No, no las

palabras. Sólo una. — ¡Reggie!

Éxito. Él susurró su nombre de nuevo. — Reggie...

Después de haberlas dicho, él se acostó de nuevo y esperó porrespuestas.

Evidentemente decidiendo que D.J. iba a comportarse, Trahern lequitó las manos y se apartó. Alguien tomó su lugar. Alguien que olía aflores.

Reggie.

— D.J. — Ella habló en la voz baja que las personas utilizan eniglesias y salas de hospital. — Estoy justo aquí.

Sus pulmones. En incipientes intentos de respirar profundamenteatrajeron suficiente de su perfume para molestar a sus sentidos. Su suavemano ahuecó su mejilla, sus dedos temblorosos.

— Estas. Asustada. Tú — La unión de palabras era una perra en estosmomentos.

— No, en absoluto, — Ella susurró mientras cepillaba su pelo haciaatrás de su frente.

Él podía oír el miedo en su voz. — Mentirosa.

Reggie se atragantó un poco. — Sip, bueno, voy a superarlo.

Laurel entró en la conversación. — D.J., tú sabrás superarlo. Todo seve bien en este momento, pero tú necesitas dormir, y así ella lo hace.

Era temprano en el proceso de recuperación, pero tal vez él podríahacer palanca con los ojos abiertos. Una rápida visión de Reggie. Todo loque él necesitaba. Sólo un ojo cooperaba. Eso era suficiente. Ella estaballorando. Maldita sea. Él odiaba eso, se odiaba a sí mismo por querer queReggie estuviera allí siquiera sabiendo lo que eso le estaba costando.

Cuanto más pronto ella se fuera, más pronto ella lo olvidaría. — Vete, Reggie, — él gruñó.

Ella asintió. — Bien, pero yo voy a estar de vuelta.

No es lo que él quería decir. — ¡No! Vete. A casa si tú puedes.

Dios, él necesitaba que se fuera. Ahora. Porque él no sabía si algunavez iba a encontrar el valor para dejarla ir otra vez.



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— Pero, D.J., quiero estar aquí.

Cuando su mano acarició su hombro desnudo, él quiso ronronear.

En cambio, él gritó, haciendo sonar sus cadenas con toda la fuerzaque pudo reunir.

— Me duele, maldita sea. ¡Vete!Laurel intercedió. — Blake, sácala de aquí antes de que este idiota

destruya todo mi duro trabajo.

Su controlador sonaba frustrada o tal vez era disgusto lo que élescuchó en su voz. Él oyó el arrastrar de los pies y el murmullo de la vozprofunda de Trahern. Cuando D.J. ya no podía oírlos, él se dio porvencido, renunciando a la desolación que era su vida.

Laurel se acercó, con las manos frías comprobando sus signos vitalescon su eficiencia habitual. — D.J. Clayborne, yo nunca pensé que seríastan cobarde.

Entonces eso había sido disgusto. Eso estaba bien. Él se disgustóconsigo mismo.

— Lo siento.

— No es conmigo con quien deberías disculparte. La pregunta es si tútienes la oportunidad de pedirle disculpas a Reggie. Después de lapantalla, eso te servirá bien si ella realmente hace lo que le dijiste. Porsuerte, yo apuesto a que ella tiene más sentido común que eso.

Laurel le dio a la mano un rápido apretón de paso. — De todas formas,si tú necesitas lecciones de servilismo, traeré a Devlin que te dará algunos

consejos.

En lugar de responder, él se durmió.

Reggie se asomó en el laboratorio de Laurel a través del pequeñopanel de vidrio en la puerta. D.J. estaba sentado, mirando un demoniomucho mejor que él hace tres días. Ella había pasado el tiempo desde queél la había echado descansando y tratando de reconstruir las piezas de suvida juntos de nuevo.

Ella le había enviado un correo electrónico al Sr. DeLuca explicándoleque a pesar de que ella se sentía mejor, ella había sido llamada para salir

de la ciudad por una emergencia. Después de disculparse por estar fuerade contacto durante tanto tiempo, ella había ofrecido su renuncia si él laquería. Ella esperaba que él lo hiciera.

Como un gesto final de buena voluntad, ella le dijo que había sabidode una buena fuente que el Knightwalker había muerto. Tal vez él no lecreería, pero ella estaba segura de que él no encontraría ningún rastro delhacker más icónico.



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Según Cody, ellos ya habían logrado localizar a los bastardos quehabían empezado todo esto. Entonces si ella quería ir a casa, ella podría.Cody estaba planeando regresar a Portland esa misma tarde. Él habíahecho los arreglos especiales para compensar las finales que él habíaperdido, pero entonces él se iba a mudar aquí para trabajar para los

Regentes mientras él terminaba la escuela a sus expensas. Resulta que élcompartía el mismo ADN que los Paladines.

¿Quién hubiera visto lo que venía?

Su futuro estaba listo. Él había encontrado un lugar dondepertenecía. Ella estaba realmente feliz por su amigo, si más que un pococelosa. Su futuro estaba definitivamente en el aire, pero ella tenía algunasideas sobre el tema. Todo dependería de cómo jugaba los próximos días.

— ¿Estas lista?

Ella miró a Trahern. — Si tú estás seguro de que mi plan funcionará

El Paladín miró por la ventana, su expresión un poco obsesionada. — Dios, odio este lugar. Ayuda saber que Brenna siempre está esperando pormí. Pero yo tengo que decirte, Reggie, si tú no estás por el largo plazo, porel bien de ambos, vuelve a Portland.

Ella había estado la mayor parte de la noche debatiendo ese temaexacto. Después de caminar por la planta y hacer una lista de pros ycontras, había llegado a la única decisión con la que ella podía vivir.

— Todo esto lo está matando. Las computadoras de D.J. podránmantenerlo conectado con el resto del mundo, pero ellos siguen siendopoco consuelo. Él te necesita.

Ella se apartó de la puerta que lo necesito. — Y yo lo necesito.

Trahern miró abajo hacia ella. — D.J. puede ser terco, pero él no esestúpido. Como he dicho, tú va a ser buena para él. Dile eso. Mejor aún,muéstraselo.

Ella sonrió. — No te preocupes. Lo haré.

— Nosotros mejor empezamos a movernos. Laurel planea darle de altaen media hora para que él pueda tomar su vuelo a Missouri. Yo traté dedisuadirlo de ir, pero tú conoces a D.J.

— Sí, lo hago.

Trahern sostuvo la puerta para ella mientras ellos salían del edificio.

— Devlin prometió tenerlo de vuelta en un par de días. Te dejaré sabercuando tenga más detalles.

— Bien. Vuelvo a Portland con abundante tiempo.

— Esto es una buena cosa que estás haciendo, Reggie.



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Ella lo esperaba. Ella realmente hacía.

******

Todd juró en esta celda olvidada de Dios que se hacía más pequeñacada día. Con excepción de cuando sus captores le llevaban comida tresveces al día, él había estado solo todo el tiempo.

Los hijos de puta todavía no le habían dicho si el Paladín y ReggieMorrison habían vuelto de Kalithia en una sola pieza. Desde que él aúnrespiraba, él tenía que adivinar que ellos lo habían hecho. Bien por ellos.Ellos eran libres. Él no lo era.

Eventualmente ellos iban a tener que dejarlo ir si ellos querían eldinero que él había escondido. Kincade no los iba a llevar a él si él no lohabía hecho hasta ahora, lo que lo hizo preguntarse dónde estaba esehombre y cuáles eran sus planes a largo plazo para él.

Él podía oír pasos que se acercaban por el pasillo. Esto no erainusual, pero él no podía ver quién era porque este cuarto de nueve-por-nueve no tenía ventanas. Él se detuvo a escuchar. Quien estaba fuera sehabía detenido justo delante de su puerta.

— ¿Quién está ahí? — él exigió.

Sin respuesta.

No era la hora de comer, entonces quien tenía otras razones paraestar allí. Su estómago dio un vuelco, algo muy común desde que el miedose había convertido en su compañero constante.

Él se apartó de la puerta hasta que él estaba plano contra la paredopuesta, encajado entre su cama y el baño desnudo. Finalmente, él pudoescuchar una llave que se instalaba en la cerradura y el pomo.

Cuando la puerta se abrió, reveló un hombre que era un totaldesconocido para él. Si él tuviera que adivinar, el tipo era un Paladínporque él tenía esa misma arrogancia odiosa que era la segundanaturaleza para ambos Jarvis y Devlin.

Él también tenía una sonrisa que hizo que las bolas de Todd seencogieran a cal y canto. ¿Quién era él? Entonces él lo supo.

— D.J. Clayborne, supongo.

La sonrisa se ensanchó. — Bien sobre la primera suposición, Todd.

D.J. entró en la pequeña habitación de madera como si él fuera eldueño de este lugar de mierda. Él estudió los rígidos alrededores de Todd



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con una mueca de desprecio. — Toda una degradación a su estilo de vidahabitual, ¿no le parece?

— Corta por lo sano, Clayborne. ¿Qué es lo que quieres?

— Quiero que se pudra en el infierno, pero entonces te dan el lugar de

mal nombre. Personalmente, yo creo que sería más apropiado para tiempujarte a través de la barrera como lo hizo con Reggie Morrison. Estoyseguro de que alguno tarde o temprano lo encontrara, pero no lolamentaras, sus asociados tienen familiares o amigos que le gustaríahablar contigo.

¡Dios mío, no! Ellos lo matarían. La voz de Todd se quebró cuando élintentó poner las cosas. — Ella volvió de nuevo con vida.

— Ella lo hizo Yo no. — D.J. volvió a sonreír. — Tengo que decirte, Toddy, tú no tienes idea de lo mucho que odio ser asesinado. Esto tiende acabrearme.

Entonces él se acercó, con las manos flexionadas — Siento habertehecho esperar, pero al menos ya estoy aquí ahora.

Entonces utilizando sus reflejos veloces como el rayo de Paladín, D.J.tenía a Todd estrangulado. — Entonces éste es el trato, tú escoria,chupadora bastarda. Cuando Jarvis y Willis Chaz te pregunten, tú lescontestaras. Es así de simple. Si yo me entero de que has sido pococooperativo, voy a estar de vuelta, y luego nosotros vamos a hacer esepequeño viaje a Kalithia. Por supuesto, el tuyo será solo de ida.

Todd no podía respirar lo suficiente como para hablar, pero eradebido al terror absoluto del agarre potente de D.J. Él se las arregló para

asentir, -sintiéndose como un muñeco- con la cabeza mientras él tratabade convencer a este asesino de mirada fría que él iba a decir la verdad.

D.J. lo soltó, empujando a Todd hacia atrás lo suficientemente durocomo para hacerlo rebotar contra la pared. — De acuerdo, pero sólo paraque nos entendamos, lo voy a explicar una vez más. Tú les dices lo quequieren saber o te mueres. ¿Estamos claros?

— Sí, — susurró Todd, frotándose la garganta para aliviar el dolor.

— Sabía que tú ibas a ser inteligente sobre esto.

Mientras D.J. retrocedía un par de pasos, Todd soltó un suspiro de

alivio. Él había estado aterrorizado por este momento desde hace días,pero parecía que él se iba a escapar con el cuello amoratado. Él siemprehabía sabido que él tendría que darles toda la información que tenía si élquería salir de aquí en una pieza.

— Entonces nosotros estamos bien.

— Bien, no, — D.J. dijo, sacudiendo la cabeza. — Hay una cosa más.



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Antes de que Todd pudiera preguntarle que era eso, D.J. bajo lasuelta hebilla del cinturón con un golpe que empujó a Todd directamente através de su columna vertebral. Luego él lo siguió para arriba con más queuna nariz de Todd. Todd golpeó la pared y se desplomó en el suelo consangre goteando de su barbilla.

D.J. se puso sobre él. — El primero es de mi parte. El segundo es deReggie.

Entonces él agarró la toalla raída de la pileta y la lanzó a Todd. — Siellos alguna vez te dejan salir de aquí y tú quieres vivir, mantente alejadode mí y de ella.

Una vez más, Todd asintió. Evidentemente satisfecho de que él habíahecho su punto, D.J. salió y cerró la puerta detrás de él.



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CCaa p pí í t t uulloo 2255 Traducido por: KyraCorregido por: Ariel

racias, hombre. Te agradezco el paseo. Lonzo se detuvo frente a la casa de D.J. — Me alegrohacerlo.

Antes que D.J. saliera él tenía una pregunta él necesitaba hacerle a suamigo. — Lonzo, hice lo correcto, ¿no? Enviándola lejos, quiero decir.

— Personalmente, yo creo que fue malditamente noble de tu parte. Estúpido como el infierno, pero noble.

Entonces Lonzo le dio un puñetazo en el brazo. — Sin embargo, sialguna vez hubo tal cosa como un rehacer, te sugiero que reconsideres tú

decisión. A todos nosotros nos gusta Reggie. Mucho. De hecho, si tú no lahicieras ya reclamado8... pero tú claramente lo hiciste.

No era exactamente esa la respuesta la que D.J. había estadoesperando. Entonces él se dio cuenta que Lonzo había dejado el motor enmarcha. — ¿ Tú no vas a entrar?

— No puedo hacerlo. Desearía poder estar ahí para arroparte, pero Trahern me necesita de nuevo en la sede. ¿Tú vas a estar bien por tucuenta?

— Sí, voy a estar bien.

— No olvides que Laurel te ordenó tomar la próxima semana fuera. Ella dijo que si tú te presentas, ella conseguirá que Sasha te recorte eldoble de tú pago por cada hora que tú estás ahí.

— Lo recuerdo.

8 Dibs: Argot que significa reclamar un derecho (NdT)

--G



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Aunque ¿cómo él suponía que iba a pasar una semana entera sinnada que hacer y nadie que lo haga con él? Físicamente, él volvió a lanormalidad. Eso no quería decir que él estaba listo para estar solo. Síp, élle había dicho a Reggie que se fuera a casa a Portland, pero todavía lemolesta que ella realmente se hubiera ido. Él no estaba siendo razonable,

pero en estos momentos a él le importa un carajo acerca ser razonable. — Llámame si tú necesitas algo.

Él salió de la cabina del camión de Lonzo, moviéndose máslentamente de lo que él realmente necesitaba. — Dije que estaré bien.

Eventualmente. Tal vez.

Mientras él se acercaba a su puerta, él escucho la música tocar.Extraño. Usualmente los vecinos se iban durante el día. Incluso cuandoellos estaban en casa, su gusto por la música corría hacia el espectroclásico. Estaba bastante seguro de que lo que él estaba oyendo estaba

justo fuera de Nashville. Eh, eso venía de su casa. ¿Había él dejado la radio encendida? Él no

lo creía. Él giró la llave en la cerradura y empujó la puerta para abrirla.Para asegurarse de que él no había dejado las luces encendidas. ¿Quédemonios estaba pasando?

Dos pasos dentro de la puerta, él se detuvo. ¿Qué era ese olor? ¿Rosas? Él se había dado cuenta del mismo exacto olor solo recientemente. En Reggie.

Una nueva oleada de la energía vertía a través de sus venas. Él noestaba seguro de si era ira o esperanza. Después de que él había reunido elcoraje para pedirle a Reggie que lo dejara en paz, ella había hechoexactamente eso. Él no la había vuelto a ver y asumió que ella había vueltoa Portland. ¿Y si ella no lo hizo? Su bolsa de equipo cayó al suelo con unruido sordo. Él levantó un pie y se movió hacia adelante, luego el siguiente,logrando continuar hasta llegar a su sala de estar.

Estaba vacía. ¿Ella había ido y venido? Él intentó con la cocina a unlado, esperando que su corazón no fuera a estallar en su pecho antes deque él la encontrará. Había algo que olía a orégano y salsa de tomate en lacocina, pero todavía no había señales de Reggie.

Eso dejaba su oficina... y el dormitorio. Bueno, ese pensamiento leenvió atornillado al final del pasillo. Su cama estaba hecha con las mantasde vuelta. Se veía limpia, ordenado incluso. Bienvenido y con un predecibleefecto sobre el ajuste de sus vaqueros. Él salió de la habitación y se dirigióal único lugar que quedaba.

La puerta estaba cerrada pero él podía oír el chasquido rápido de unteclado en las manos de un maestro. Él debería haber adivinado que



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Reggie estaría jugando con su equipo. Bueno, eso no fue la más inteligenteanalogía que se le pudo haber ocurrido a él.

¿Por qué ella estaba aquí? Sólo había una manera de averiguarlo.

Ella lo había oído venir. Eso era todo lo que ella podía hacer para noir cargando a su encuentro, arrojándose a los brazos de D.J. Pero si ellaiba a pisar el campo minado para conseguir pasar sus defensas, ella teníaque moverse con cautela y dejarlo venir a ella.

Solo cuando la puerta se abrió, ella acabó el correo que ella habíaestado redactando y pulso el botón Enviar antes de mirar en su dirección. Cuando ella finalmente lo hizo, ella no podía decir ni una palabra. Todaslas imágenes anteriores se mantuvieron en el camino: D.J. luchando porsu vida antes de caer bajo el asalto de los últimos dos Otros. Los hombresde Berk envolviendo el cadáver de D.J. en una manta. Volando de regreso

a Seattle con su bolsa para cadáveres a sus pies. El terrible proceso de lavida volviendo a donde se había producido la muerte sólo unos segundosantes.

Era difícil de creer que él realmente estaba allí de pie, tan guapo, tanvivo. Él no parecía particularmente feliz de verla, pero ella había llegadodemasiado lejos para huir ahora.

— Espero que no te importe que entrará.

Él finalmente entró en la habitación. Ella se puso de pie. Él se alzabasobre ella lo suficiente cuando ella estaba de pie. Él cruzó los brazos sobreel pecho y miró hacia ella.

— Te he dicho que te vayas a casa.

Ella le ofreció una sonrisa, pero no era exactamente un final feliz. —

Lo hice. Yo solo no me alojo allí.

— ¿Por qué estás aquí?

— ¿Donde más debería estar?

— Maldita sea, Reggie, yo no estoy de humor para juegos. ¿Por quéestás aquí?

Tiempo de tirar el guante. — Porque yo me sentí como una cobarde

quedándome en esa ladera con Javel y Berk mientras tú estabas allíluchando.

Él empezó a caminar, enganchando una de sus bolas de tensión delescritorio y la trabajo con fuerza. — Yo soy un guerrero entrenado, Reggie. Tú no. Si yo hubiera dejado que te maten, tú te hubieras quedado de esamanera.



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Ella cogió uno de los otros juguetes y lo tiró de una mano a la otra. —

No es por eso que me sentí como una cobarde. Y por que tú lomencionaste, ¿por qué no me dijiste acerca de tus habilidades de paladín?

Él dio medio giro, apartando la mirada de ella. — Yo no quería que túsupieras la verdad de lo que yo era. Incluso si nosotros no teníamos un

futuro juntos, yo no quería que tú pienses que te habías acostado con unaespecie de monstruo raro.

Él habló en un perfecto tono monótono, pero que no disimulaba eldolor en cada palabra que él decía. Si ella pudiera tener en sus manos alque lo había tildado de monstruo en el pasado, ella patearía sus culoscolectivos fuera de la Aguja Espacial.

— Tú no eres un bicho raro o un monstruo.

Su risa era fea. — Intenta convencer a mi madre de eso.

— Cuentame sobre ella.

Al principio, ella no pensaba que él fuera a hacerlo, pero luego élcomenzó a hablar, lentamente, pero luego las palabras se aceleraronmientras él continuaba. — Mi padre murió cuando yo era todavía un bebé. Evidentemente que él nunca le dijo lo que él realmente hacia para ganarsela vida o lo que él era. De todos modos, ella giró hacia la religión de unamanera grande. La mayoría de los de mi infancia se centran alrededor dela iglesia, y eso estaba bien, por lo menos al principio.

Él se acercó a mirar por la ventana. — Pero cuando ella se dio cuentade que me curaba de la noche a la mañana, ella comenzó a asustarse. Eso ya era bastante malo, pero luego me caí del garaje fingiendo ser un

superhéroe y me rompí las dos piernas y un brazo. Como tú podrásimaginar, el personal del hospital no sabía muy bien qué pensar de unniño que estaba roto un día y saltando en la cama al siguiente.

— ¿La iglesia creyó que fue un milagro?

Reggie lo habría hecho, pero estaba claro que no era quien lo había jugado. Le dolió ver a D.J. solo. Ella se acerco más fácilmente, deslizandosus manos alrededor de su cintura y poniendo su cara contra su espalda.

Él suspiró y finalmente respondió. — No, ellos pensaron que yo estabaposeído. Cuando las oraciones y las palizas no funcionaba, mi madre nopodía vivir con la vergüenza... o conmigo. Al menos ella me abandonó fuerade un hospital. Supongo que yo debería estar muy agradecido por eso.

Reggie quería golpear a alguien. Ella mantuvo su toque suave, pero sedejó hervir de furia en sus palabras. — Maldita sea, D.J., ella no se merecesu gratitud por nada. ¿Como podia ella hacerle eso a su propio hijo?

Él se encogió. — Hasta donde yo sé, ella era una niña y ella corríaasustada. Yo lo hice bien sin ella, especialmente cuando uno de losPaladines locales me rastreo después de que yo caí en un juego de



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básquetbol en la universidad y me rompí la pierna. Con el amanecer de laera de las computadoras, los Regentes iniciaron un escaneo de losinformes clínicos de las historias como la mía.

— Yo encontré un lugar al que pertenezco. Con los Paladines.

Él finalmente se dio la vuelta. — Yo les debo todo. Cuando yodemostré un talento para las computadoras, ellos pagaron mis préstamosestudiantiles y me compraron el mejor equipo en el mercado. Nosotrossomos una familia o lo éramos. Creo que voy a salir de dudas cuandovuelva a trabajar la próxima semana. Yo, uh, rompí algunas reglas.

Dios, por causa de ella, él le había mentido a sus amigos. No sólo eso,ella lo había superado en la única cosa que él había sobresalido. Con eltrabajo de su madre hizo sobre él, él probablemente pensó empuñando laespada y su capacidad de apagar9 de la gran mayoría de los geniosinformáticos en el mundo eran sus talentos únicos.

¿Cómo podría ella solucionar esto? — Esto es mi culpa, D.J. Devlin seguramente verá eso cuando yo

hable con él.

D.J. le tendió el largo brazo. — De ninguna manera tú trataras con él. Tú te vas a casa a recoger las piezas de tu vida.

Él todavía estaba tratando de protegerla, el dulce tonto. Tiempo dedejar las cosas claras. — Nop, perdón, eso no está sucediendo. Estoy aquí yme voy a quedar.

La ira brilló caliente en sus ojos oscuros. — Maldita sea, Reggie, no. Tú has visto mi vida. Yo paso la mayor parte de mi tiempo vadeando ensangre y viendo a mis amigos morir una y otra vez. A veces ellos noregresan de nuevo en absoluto. Algún día yo no lo haré. No voy a pedirteque compartas esa vida conmigo.

Bueno, tiempo de jugar duro. — Yo te dije que me sentía como unacobarde, pero tú estás equivocado acerca de por qué. Yo pensé que habíaperdido la oportunidad de decirte lo que siento por ti. Tú podrías noquererme, pero yo no estoy saliendo por esa puerta sin decírtelo.

Ella tenía su atención ahora. — Te quiero, D.J. Clayborne. Me encantatodo sobre ti. Tú y esos amigos tuyos sufren en silencio para mantener a la

gente como yo segura. Eso es un regalo tan poderoso, y nosotros nisiquiera llegamos a agradecerles por ello. Tú mantienes tu vida en secretopara que el resto de nosotros no tengamos que lidiar con la fealdad de esaparte del día a día recogiendo sus espadas.

9 Outhack: Corte, apagón en materia de informática (NdT)



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D.J. la miraba en estado de shock, sacudiendo su cabeza como siestuviera teniendo problemas para descifrar sus palabras. Finalmente, élse topó con la silla de su computadora y se dejó caer en ella. Ella lo siguió,subiendo en su regazo.

— Lo que no entiendo es cómo tú puede ser tan valiente a la hora de

enfrentarte con esos locos Kalith, pero te asustas a la hora de confiar enmí. En caso de que no lo hayas notado, yo no soy tu madre.

Eso le valió una pequeña sonrisa. — Créeme, lo note.

Ella echó a un lado el juguete acunando su rostro con ambas manos. — Entonces no me castigaras por sus crímenes. Yo no voy a correr, y novoy a dejarte, no a menos que tú fuerces el asunto. Nosotros dos sabemosque sería estúpido alejarse de lo nosotros estamos compartiendo, y tú noeres un hombre estúpido. ¿O lo eres?

Su corazón se interpuso firmemente en su garganta mientras ella

esperaba una respuesta de él. Se tardaba muchísimo al menos diezsegundos.

Él tragó saliva y susurró, — No, yo no soy estúpido.

Su corazón tartamudeó cuando él giró su cara para acariciar la palmade la mano. — Yo no lo creo, lo cual me lleva al siguiente paso.

— ¿Qué es?

— Bueno, tú no quieres pedirme que comparta tu vida. Entiendo eso.Entonces eso me deja con una sola una cosa que yo puedo hacer.

— ¿Qué es? — él repitió.

— Yo puedo preguntarte que compartas mi vida en su lugar. Haydesventajas. Me paso horas en la computadora cuando yo tengo unrompecabezas que resolver. Yo colecciono todo tipo de juguetes con los que jugar mientras yo estoy caliente rastreando la pista de alguien hermoso,una clase de hacker mundial. Además, me han dicho que soy un pocoterca, y tengo mal genio. ¿Tú crees que puedes vivir con eso?

Su sonrisa se extendió lentamente, pero iluminó todo su rostro. — Síp, yo creo que puedo vivir con eso. Además, Lonzo me dijo que si alguna veztenía la oportunidad de rehacerlo, yo debía tomar una decisión inteligente.

— Me gustan tus amigos.

— Bien, porque tú vas a ver un montón de ellos.

— No justo ahora sin embargo. Yo quiero un poco de tiempo serio asolas contigo sin Paladines, sin Kaliths, sin amigos. Al menos, no por undía o dos.

— Sin problema. Laurel y Sasha confabularon en mí contra y meordenaron tomar una semana de descanso. Y de repente, tengo algunasideas sobre cómo llenar ese tiempo.



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Él empujo tanto hacia arriba como hacia fuera de la silla y la llevó porel pasillo hacia su dormitorio.Él la tiró a la mitad de su cama King-size10 yla siguió abajo.

Había mucha hambre en su sonrisa. — ¿Qué dices de empezar aquí ytal vez terminar en una capilla de Las Vegas? ¿Cómo suena señora de

Darnell Jacob Clayborne?

Ella consideró el asunto. — Como la Señora de D.J. es mejor, pero yolo tomare cualquier manera que pueda.

Sus ojos oscuros se pusieron serios — Llamame como quierassiempre y cuando tú me ames.

Ella tiró de él hacia abajo para un largo, caluroso beso. Cuando ellase retiró, ella tomó su hermoso rostro y sonrió.

— Entonces yo solo voy a llamarte mía.

FFiinn

10 King — Size: Extra grande



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DDee llaa A A uut t oorraa

Alexis Morgan

Seudónimo usado por: Pat Pritchard

Nací y crecí en St. Louis, donde asistí a launiversidad de Missouri, St. Louis, graduándomeen filología inglesa. Después de casarme con mipropio héroe, nos fuimos al noroeste del Pacífico yallí hemos ido creando nuestro hogar en unapequeña ciudad al norte de Seattle durante losúltimos veinticinco años.

Los amigos me preguntan de dónde saqué la idea para los Paladines y su mundo. Lo único que puedo decir es que crecí leyendo novelasrománticas góticas y del oeste. Tal vez es por eso que tengo tanto cariño alos héroes imperfectos que tienen su propio código del honor, tanto siluchan contra los cuatreros a punta de pistola como si lo hacen hombrocon hombro con sus compañeros guerreros, con las espadas preparadas.

− Dark Protector− ha sido una verdadera obra de amor para mí.Aunque me encantan mis héroes del oeste, escritos bajo el nombre de PatPritchard, debo admitir que Devlin Bane y sus amigos han puesto mimundo patas arriba. Espero que os parezcan tan irresistibles como a mí.



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SSeerriiee PPaallaaddiinneess SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 01 − DARK PROTECTOR

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 02 − DARK DEFENDER

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 03 − IN DARKNESS REBORN

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 04 − REDEEMED IN DARKNESS SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 05 − DARKNESS UNKNOWN

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 06 − DEFEAT THE DARKNESS

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 07 − BOUND BY DARKNESS

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 08 − THE DARKNESS BEYOND

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD 09 − THE DARKNESS ON FIRE



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CCoonnt t iinnuuaa ccoonn……

OSCURID D EN LL M S

SERIE PALADINES DE LA OSCURIDAD LIBRO 9ALEXIS MORGAN

(DARKNESS ON FIRE − PALADINS OF DARKNESS 0 9)

Morgan Alexis - Paladines 08 - Mas Alla de La Oscuridad (Trad)

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Transcript of Morgan Alexis - Paladines 08 - Mas Alla de La Oscuridad (Trad)