Morte Digna

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“VIDA DIGNA, MUERTE DIGNA” Autor: Elías Pérez Sánchez (Profesor de Filosofía y Presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (DMDGALICIA) No existe contradicción. Se puede defender y proteger la dignidad de la vida de las personas a la vez que demandar una despenalización de la eutanasia y el suicidio asistido en determinados supuestos y con un serio control social, médico y penal. En ocasiones, la defensa de la eutanasia voluntaria y el suicidio asistido en el contexto de una enfermedad terminal, irreversible o incapacitadora en la que el paciente reclama a veces suplica- la muerte, es estigmatizada como un atentado contra el valor absoluto y sagrado de la vida humana. Sin embargo, aquellos que proclaman la vida humana como un valor absoluto, no siempre reparan en el grado de dignidad de la misma. La Asociación por el Derecho a Morir Dignamente que yo presido en Galicia tiene como uno de sus objetivos promover el debate social sobre la eutanasia voluntaria y el suicidio asistido y reclamar una regulación del final de la vida humana (la “muerte digna”) más explícita y más seria que la actual. Pero no son esos los únicos fines que ambicionamos. Como toda ONG intentamos buscar soluciones y alternativas a las insuficiencias de las instituciones públicas, en nuestro caso, la institución sanitaria. A nuestra Asociación acuden personas que demandan nuestra ayuda y nuestro consejo: escleróticos múltiples con escasos recursos económicos a los que el sistema sanitario deniegan una rehabilitación y que nos piden ayuda económica con el fin de retrasar la evolución inexorable de su enfermedad y poder sentirse útiles mientras puedan; familiares de enfermos con cáncer terminal en estado preagónico que reciben una mera paliación incapaz de aliviar el dolor, en vez de una sedación en la agonía, tal y como propugna el Código de Ética de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos; familiares de fallecidos que demandan un protocolo de duelo; familiares de enfermos en situación irreversible con los que se lleva a cabo un encarnizamiento terapéutico transgrediendo sus Declaraciones de Voluntades Anticipadas (también llamados testamentos vitales), incluso cuando estas Declaraciones han sido

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consideracións sobre a eutanasia

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“VIDA DIGNA, MUERTE DIGNA”

Autor: Elías Pérez Sánchez (Profesor de Filosofía y Presidente de la Asociación por el

Derecho a Morir Dignamente (DMDGALICIA)

No existe contradicción. Se puede defender y proteger la dignidad de la

vida de las personas a la vez que demandar una despenalización de la

eutanasia y el suicidio asistido en determinados supuestos y con un serio

control social , médico y penal. En ocasiones, la defensa de la eutanasia

voluntaria y el suicidio asistido en el contexto de una enfermedad

terminal, irreversible o incapacitadora en la que el paciente reclama –a

veces suplica- la muerte, es estigmatizada como un atentado contra el

valor absoluto y sagrado de la vida humana. Sin embargo, aquellos que

proclaman la vida humana como un valor absol uto, no siempre reparan

en el grado de dignidad de la misma. La Asociación por el Derecho a

Morir Dignamente que yo presido en Galicia tiene como uno de sus

objetivos promover el debate social sobre la eutanasia voluntaria y el

suicidio asistido y reclamar una regulación del final de la vida humana

(la “muerte digna”) más explícita y más seria que la actual. Pero no son

esos los únicos fines que ambicionamos. Como toda ONG intentamos

buscar soluciones y alternativas a las insuficiencias de las instituciones

públicas, en nuestro caso, la insti tución sanitaria. A nuestra Asociación

acuden personas que demandan nuestra ayuda y nuestro consejo:

escleróticos múltiples con escasos recursos económicos a los que el

sistema sanitario deniegan una rehabilitación y que nos piden ayuda

económica con el fin de retrasar la evolución inexorable de su

enfermedad y poder sentirse útiles mientras puedan; familiares de

enfermos con cáncer terminal en estado preagónico que reciben una mera

paliación incapaz de aliviar el dolor, en vez de una sedación en la

agonía, tal y como propugna el Código de Ética de la Sociedad Española

de Cuidados Paliativos; familiares de fallecidos que demandan un

protocolo de duelo; familiares de enfermos en situación irreversible con

los que se lleva a cabo un encarnizamiento terapéutico transgrediendo

sus Declaraciones de Voluntades Anticipadas (también llamados

testamentos vitales), incluso cuando estas Declaraciones han sido

debidamente depositadas en el Registro gallego de instrucciones previas;

enfermos de distonía muscular aguda que lo único que desean es ser

escuchados y comprendidos cuando sufren un estado de depresión

transitoria…

No siempre llegamos a todo el mundo. No siempre podemos

resolver todos estos problemas dado que la nuestra es una A sociación

con recursos limitados. Pero muchas veces lo conseguimos. Es la otra

cara –para muchos, desconocida- de la defensa de una “muerte digna” y

de una “vida digna”. De aquella “vida digna” que algunos de nuestros

detractores no se preocupan por preservar y que, obviamente, el sistema

sanitario en ocasiones es incapaz de amparar. Defender la “muerte

digna” y proteger la “vida digna” no son, como algunos creen, actitudes

inconmensurables, sino complementarias. Este es el espíritu de una

Asociación que en Galicia nació a comienzos de los años noventa y de la

que fue cofundador Ramón Sampedro: proteger y defender a las personas

más vulnerables cuyos derechos son, en ocasiones, l iteralmente

quebrantados. En estas fechas conmemoramos el duodécimo aniversario

de la muerte de Ramón. Él, en los años noventa me decía: “aínda queda

moito por facer”. Doce años después de su muerte, en el 2010, y en una

sociedad que vive de espaldas a la muerte y que da la espalda a sus

mayores y al dolor, está claro que todavía qued a mucho por hacer.