Movimientos Sociales en Red y Crisis del Estado Nación

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CAPÍTULO 9 Crisis del Estado, movimientos sociales en red y principio de publicidad Alberto Ruiz Méndez 1 Introducción Nos ubicamos en una era digital. La revolución de la información y la tecnología ha cambiado la forma en la que nos relacionamos unos con otros y con el mundo, al grado de que el espacio digital se convierte en una realidad virtual desde la cual organizamos nuestra vida. El Internet es la principal herramienta de esta revolución por su innovación tecnológica más importante: haber convertido la web en una plataforma para producir y publicar contenidos por cualquier usuario, de forma simple y con conocimientos técnicos básicos. Blogs, podcast y wikis, permitieron que proliferaran aplicaciones digitales en la economía, la educación, la salud, el arte, la sociedad y, por supuesto, en las relaciones personales por medio de las llamadas redes sociales. Éstas, además de inaugurar una forma de establecer relaciones, en fechas recientes han facilitado que gente de diversos lugares del mundo apoye reclamos sobre justicia social en luchas que les quedan lejos territorialmente, pero cerca anímicamente. Sin embargo, estos movimientos de alcance internacional no son inusuales: desde el comienzo del siglo XVIII se venían estableciendo conexiones internacionales, por ejemplo, la movilización británica contra la esclavitud se convirtió en un movimiento transatlántico en ambos lados del océano. Durante el siguiente siglo, las luchas en defensa de la abstinencia de bebidas alcohólicas, los derechos de las mujeres y el movimiento independentista de Irlanda generaron simpatizantes a lo largo del Atlántico. Estos casos ponen en el centro del debate dos preguntas cruciales sobre los movimientos sociales en red: en el ámbito empírico, ¿cuál es su especificidad particular, es decir, podríamos hablar de una original forma de movimientos sociales o sólo son una extensión de formas 1 Colegio de Filosofía, Sistema Universitario Abierto, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.

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Capítulo 9 del libro Ética y Redes Sociales donde analizo los movimientos sociales surgidos durante la primera década del siglo XXI.

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  • CAPTULO 9

    Crisis del Estado, movimientos sociales en red y principio de publicidad

    Alberto Ruiz Mndez1

    Introduccin

    Nos ubicamos en una era digital. La revolucin de la informacin y la tecnologa ha

    cambiado la forma en la que nos relacionamos unos con otros y con el mundo, al grado de

    que el espacio digital se convierte en una realidad virtual desde la cual organizamos nuestra

    vida. El Internet es la principal herramienta de esta revolucin por su innovacin

    tecnolgica ms importante: haber convertido la web en una plataforma para producir y

    publicar contenidos por cualquier usuario, de forma simple y con conocimientos tcnicos

    bsicos. Blogs, podcast y wikis, permitieron que proliferaran aplicaciones digitales en la

    economa, la educacin, la salud, el arte, la sociedad y, por supuesto, en las relaciones

    personales por medio de las llamadas redes sociales. stas, adems de inaugurar una forma

    de establecer relaciones, en fechas recientes han facilitado que gente de diversos lugares del

    mundo apoye reclamos sobre justicia social en luchas que les quedan lejos territorialmente,

    pero cerca anmicamente.

    Sin embargo, estos movimientos de alcance internacional no son inusuales: desde el

    comienzo del siglo XVIII se venan estableciendo conexiones internacionales, por ejemplo,

    la movilizacin britnica contra la esclavitud se convirti en un movimiento transatlntico

    en ambos lados del ocano. Durante el siguiente siglo, las luchas en defensa de la

    abstinencia de bebidas alcohlicas, los derechos de las mujeres y el movimiento

    independentista de Irlanda generaron simpatizantes a lo largo del Atlntico. Estos casos

    ponen en el centro del debate dos preguntas cruciales sobre los movimientos sociales en

    red: en el mbito emprico, cul es su especificidad particular, es decir, podramos hablar

    de una original forma de movimientos sociales o slo son una extensin de formas

    1 Colegio de Filosofa, Sistema Universitario Abierto, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

  • tradicionales de organizacin pblica frente a rdenes establecidos? Y, en el mbito

    normativo, cul es el marco terico a partir del cual habra que reflexionar en torno de

    estos movimientos para responder la primera pregunta? Esta ltima es crucial, pues slo

    enmarcando de modo apropiado la relacin de los movimientos sociales y los medios

    digitales podremos ser capaces de determinar cmo contribuirn a la creacin de una nueva

    forma de conciencia social, y evaluar las posibles consecuencias de tal relacin para el

    conjunto de la sociedad.

    Para llevar a cabo este objetivo, invocar la estrategia kantiana de la perspectiva

    pragmtica, consistente en proponer un principio que sirva como hilo conductor para salvar

    la distancia entre la realidad y el modelo normativo, estableciendo los mecanismos

    necesarios para la creacin, en este caso, de un orden social ms justo.2 En este trabajo, el

    marco normativo estar representado por un enfoque terico segn el cual toda filosofa

    poltica debe situarse en la perspectiva de la crisis del Estado-nacin. El marco emprico

    corresponder a la descripcin y caracterizacin de los movimientos sociales en red tal

    como se han venido presentando en diferentes partes del mundo. Y, finalmente, en la

    perspectiva pragmtica recuperar el principio de publicidad kantiano como herramienta

    terica que servir para responder a la pregunta fundamental sobre los movimientos

    sociales en red, a saber: de qu manera estos movimientos estn contribuyendo a la

    creacin de un nuevo orden social en el marco de la crisis de los Estados-nacin?

    El marco normativo

    En su anlisis multidisciplinario del surgimiento de la era de la informacin a finales de los

    aos noventa, Manuel Castells afirm que la democracia poltica, tal como la concibieron

    las revoluciones liberales del siglo XVIII y se difundi por todo el mundo en los siglos XIX y

    XX, se ha convertido en un cascarn vaco (2001a: 387). An hoy no deja de ser una

    2 He explorado con ms detalle la estrategia pragmtica kantiana en Ruiz Mndez (2011). Ah explico que para el filsofo alemn la idea de progreso es el hilo conductor que establece un puente entre el ideal de un orden civil republicano y cosmopolita y la contingencia de los acontecimientos histricos; esto con la finalidad de entender nuestro papel como individuos en la trama de la historia universal. Dicha estrategia puede encontrarse en Kant (2005).

  • afirmacin sorprendente, sobre todo porque en los pases latinoamericanos las promesas

    de aquella democracia poltica ni siquiera han llegado a materializarse a cabalidad (cf.

    Caldern, 2002). No obstante, el movimiento insurgente zapatista; acontecimientos como la

    batalla de Seattle; la llegada de Hugo Chvez al poder; la cada del rgimen de Snchez de

    Lozada en Bolivia mediante el cerco indgena en la ciudad de La Paz, que desembocara en

    la eleccin de Evo Morales; las protestas ciudadanas que llevaron a la quiebra de tres

    gobiernos en Argentina; los disturbios organizados por jvenes inmigrantes en Pars, y la

    cada de los regmenes autoritarios en la llamada Primavera rabe, son ejemplos de que el

    principal supuesto del que todo anlisis poltico parta tiene que ser modificado: el del

    Estado territorial moderno o Estado-nacin.

    Estos movimientos de protesta general expresan la urgencia de replantearnos el

    marco desde el cual las diferentes teoras de la justicia deben partir para reflexionar sobre

    los problemas actuales. Tal como lo expresa Nancy Fraser (2008: 31): La globalizacin

    est cambiando nuestra manera de hablar de justicia.3 En aquella democracia poltica a la

    que hace referencia Castells, las discusiones sobre la justicia daban por supuesto que el

    objeto al que se dirigan el quin era los ciudadanos dentro del mbito pblico nacional y

    que las discusiones el qu se centraban en dos tipos de reivindicaciones frente a la

    justicia: las de distribucin socioeconmica y las de reconocimiento legal o cultural. As,

    mientras que para algunos bastaba con postular la igualdad de los ciudadanos ante la ley o

    defender la igualdad de oportunidades, para otros lo necesario era exigir el respeto para

    poder participar al mismo nivel, no se pona en tela de juicio que la unidad sobre la que se

    aplicara la justicia era el Estado-nacin. Como bien lo escribe Fraser (2001: 34): Absortos

    en discutir acerca del qu de la justicia [] aparentemente no sentan necesidad alguna de

    discutir el quin. Con el marco westfaliano-keynesiano [como ella llama al Estado-

    nacin] firmemente instalado, se daba por supuesto que este quin era la ciudadana

    nacional.

    Empero, tanto la globalizacin como las inestabilidades geopolticas y los

    movimientos de protesta mundial han hecho que este quin pierda su centralidad. Hoy da

    3 Voy a tomar el trmino globalizacin en un sentido amplio, es decir, lo usar como un concepto que aglutinar diferentes movimientos sociales, polticos y econmicos de fuentes diversas pero que, en conjunto, representan una tendencia mundial de conexin, influencia y dominio entre diversos pases en estos mbitos.

  • asistimos a un fenmeno en el cual los procesos sociales que configuran las agendas

    polticas de los pases desbordan sus fronteras. Las decisiones tomadas dentro de un Estado

    influyen en la vida de quienes viven fuera de l pinsese en las medidas econmicas que

    un pas como Estados Unidos implementa para hacer frente a una crisis, repercuten tanto en

    la vida de los migrantes que ah laboran como en la de sus familias en su pas de origen.

    Otro aspecto por considerar son las organizaciones supranacionales e internacionales

    gubernamentales o no y de opinin pblica transnacional, pues todas ellas impulsan

    polticas, agendas o reclamos que interesan y afectan a un conjunto de la poblacin que no

    se cie a un solo pas as ocurre con las organizaciones que protegen los derechos

    humanos y que pueden llegar influir de manera decisiva en pases donde stos tienen una

    escasa proteccin. Y, por supuesto, los medios de comunicacin globalizados y la

    cibertecnologa, que son herramientas clave en la difusin de aquellas demandas de justicia

    social que permiten la integracin de muchos sectores sociales de diversos pases en pos de

    un objetivo comn. En consecuencia, el Estado territorial moderno ya no resulta ser el

    marco apropiado para pensar las cuestiones relativas a la justicia ni sus ciudadanos los

    sujetos pertinentes para discutir sobre justicia social. Antes de plantear una alternativa,

    exploremos las razones de esta crisis del Estado-nacin.

    De acuerdo a Charles Tilly (2005: 16), la tercera ola de globalizacin en la que nos

    encontramos nos ha llevado a dicha crisis.4 En ella, la previa consolidacin de los Estados

    provoc dos tipos de migraciones, por un lado, flujos pequeos de profesionales y obreros

    cualificados y, por otro, un enorme nmero de obreros y mano de obra barata no cualificada

    que emigra a los pases desarrollados producto de las amplias desigualdades mencionadas

    en la nota. Este flujo humano favoreci a empresas transnacionales que crecieron a costa de

    l, permitiendo que sistemas de comunicacin, tecnologa, ciencia e, incluso,

    contaminacin y delincuencia adoptaran una creciente escala internacional, cuyo avance es

    4 La primera ola de globalizacin comenz alrededor de 1500 como resultado de la propagacin de la cultura europea, la expansin del Imperio otomano y el crecimiento del comercio chino y rabe en los ocanos ndico y Pacfico, todo lo cual contribuy a que, hacia el siglo XVII, grandes cantidades de plata sudamericana acabaran en las arcas chinas. La segunda ola de globalizacin la sita entre 1850 y 1914 debido a la masiva migracin internacional, que hizo que el comercio mundial y los movimientos de capital lograran cotas jams alcanzadas, provocando, como principal consecuencia, la consolidacin de los Estados que aumentaron su control sobre los recursos, las actividades y la poblacin dentro de sus fronteras y de los flujos polticos y econmicos fuera de ellas; pero al mismo tiempo se incrementaron las desigualdades en cuanto a riqueza y bienestar entre los pases favorecidos por ese gran comercio y el resto del mundo.

  • ms fuerte en los albores del siglo XXI. Con relacin a los Estados-nacin, este ltimo tipo

    de globalizacin debilit el poder central de la mayora de ellos, as como su eficacia para

    contener los avances de las comunicaciones, el trfico de drogas o migrantes a travs de sus

    fronteras. De igual forma, organizaciones no gubernamentales y supragubernamentales

    escaparon al control estatal: la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU), Mdicos Sin

    Fronteras, Human Rights Watch, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la

    Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmicos son prototipos de cmo los

    Estados-nacin han ido cediendo espacio a un nuevo poder ostentado por empresas

    multinacionales y organismos que regulan el sistema financiero, poltico y social a escala

    mundial.

    Este proceso de globalizacin econmica, poltica y social ha desembocado en el

    desmantelamiento parcial del Estado-nacin, lo que a su vez ha trado como corolario el

    descrdito de los partidos polticos en cuanto representantes de la poblacin, la

    inestabilidad laboral creciente, la extrema desigualdad social, el asilamiento de grandes

    sectores de la poblacin de los sistemas dinmicos de productividad y la consecuente

    incapacidad del Estado para responder a las demandas sociales surgidas de aquellos

    factores. Debido a lo anterior, el Estado territorial moderno ha perdido su soberana, ya que

    los grandes flujos globales y los organismos transnacionales de riqueza, informacin y

    poder lo estn desplazando, hacindolo perder su carcter de definidor del qu y del quin

    dentro de su territorio; estamos pues ante una crisis de legitimidad y de representatividad

    del Estado en la cual se revela su incapacidad para cumplir sus compromisos como Estado

    de bienestar.

    Y todava ms, el Estado-nacin est en competencia con otras fuentes de poder

    ms sutiles y dominantes en el seno de sus sociedades: redes de capital, de produccin,

    comunicacin e, incluso, de crimen; adems de las comunidades, las tribus urbanas, los

    cultos y las bandas, por debajo del Estado, que en conjunto crean una pluralidad de las

    fuentes de autoridad y poder en las cuales el Estado es slo un nodo de una red de poder

    ms amplia (cf. Held, 1991: 161 y Castells, 2001b: 334; cursivas en el original). Por

    supuesto, esto no implica la desaparicin total de dicho Estado en un futuro prximo, su

    papel dentro de esta red de poder ms amplia an es importante como regulador en los

    movimientos de capital, trabajo, informacin y bienes; pero lo cierto es que a partir de la

  • dcada de los noventa stos han dejado de ser sujetos soberanos para convertirse en actores

    estratgicos en un sistema globalizado y en una situacin de soberana compartida. Esta

    crisis de legitimidad y representacin ser el caldo de cultivo para los movimientos de

    protesta y de demandas de justicia social, por lo que conviene resumir sus caractersticas:

    En los albores de la era informacional, una crisis de legitimidad est vaciando de

    significado y funcin a las instituciones de la era industrial. Superado por las redes

    globales de riqueza, poder e informacin, el Estado-nacin moderno ha perdido

    buena parte de su soberana [] La privatizacin de los organismos pblicos y el

    declive del Estado de bienestar, aunque alivian a las sociedades de algunas cargas

    burocrticas, empeoran las condiciones de vida de la mayora de los ciudadanos,

    rompen el contrato social entre el capital, el trabajo y el Estado, y eliminan buena

    parte de la red de seguridad social, el sostn del gobierno legtimo para el

    ciudadano de a pie. (Castells, 2001b: 393)

    De tal suerte que, la reflexin filosfica de la poltica se enfrenta a un doble reto: por

    un lado, an tiene que resolver las mismas cuestiones sustanciales de primer orden, por

    ejemplo, cunta desigualdad puede permitir la justicia, en qu consiste la igualdad o qu

    diferencias merecen reconocimiento pblico; por el otro, tambin deben abordarse

    cuestiones de segundo orden, de metanivel:

    cul es el marco adecuado dentro del cual han de tomarse en consideracin los

    problemas de justicia de primer orden? Quines son los sujetos apropiados con

    derecho a una justa distribucin o al reconocimiento recproco en un caso

    determinado? De este modo, lo que est en discusin no es slo la sustancia de la

    justicia, sino tambin el marco. (Fraser, 2008: 38)

    Antes de caracterizar los movimientos sociales en red como paradigma de las

    protestas que se alzaron ante aquella crisis conviene retomar la propuesta de Fraser de una

    teora tridimensional de la justicia en cuanto marco filosfico para dichos movimientos.

  • La elaboracin de esa teora comienza por fijar lo que hemos de entender por justica

    en este marco normativo, a saber: Desde mi punto de vista, el significado ms general de

    justicia es la paridad de participacin. De acuerdo con esta interpretacin [] la justicia

    requiere acuerdos sociales que permitan participar a todos como pares en la vida social

    (Fraser, 2008: 39). As, superar la injusticia provocada por los sistemas polticos y

    econmicos que han excluido a grandes sectores de la sociedad significara, en palabras de

    la autora, desmantelar los obstculos institucionalizados que impiden a algunos participar

    a la par con otros, como socios con pleno derecho a la interaccin social (Fraser, 2008:

    39). Como ya lo mencion, las principales filosofas polticas de nuestro tiempo5 se

    ocuparon de examinar el tema de la distribucin y el reconocimiento. Y, aunque son dos

    dimensiones sociales que deben ser atendidas en las democracias contemporneas, el

    problema es que sus defensores las opusieron de manera irreconciliable abriendo una

    brecha en la comprensin adecuada de la justicia en la democracia. Slo una teora que las

    integre puede ofrecernos los niveles necesarios de complejidad terico-social y visin

    filosfico-moral (Fraser, 2008: 40).

    Sin embargo, ello no es suficiente, toda vez que el marco desde el cual aquellas

    teoras discurran sobre la distribucin y el reconocimiento se ha vuelto obsoleto. La crisis

    del Estado-nacin ha trado a la discusin una tercera dimensin: lo poltico, representada

    por el escenario donde se desarrollan las luchas por la distribucin y el reconocimiento. Lo

    poltico como la dimensin que nos dice quin est incluido, es decir, quin tiene derecho a

    una justa distribucin y al reconocimiento mutuo y, adems, como un elemento que nos

    permita determinar cmo han de plantearse y arbitrarse esas reivindicaciones. Esta

    dimensin de la justicia se centra en el tema de la representacin, es decir, en el primer

    nivel lo que se discute es la inclusin o exclusin de la comunidad poltica de aquellos que

    tienen derecho a exigir reivindicaciones de justicia y, en el segundo nivel, la representacin

    hace referencia a los procedimientos que determinan los procesos pblicos de

    5 Para los trminos de la discusin en este trabajo, reduzco a dos las principales filosofas polticas de nuestro tiempo: el liberalismo igualitario de John Rawls Teora de la justicia (1971) y Liberalismo poltico (1993) y la respuesta crtica a este liberalismo, que tiene a Charles Taylor (humanismo cvico) Fuentes del yo (1992) y La poltica del reconocimiento (1995) y a Will Kymlicka (liberalismo multicultural) Ciudadana multicultural (1995) como sus representantes principales.

  • confrontacin. La importancia de esta ltima dimensin se advierte con claridad cuando

    nos damos cuenta que al

    instituir de un solo golpe a miembros y no miembros, esta decisin excluye

    efectivamente a estos ltimos del universo de los que tienen derecho a ser tenidos

    en cuenta en el interior de una comunidad [] El resultado puede constituir una

    grave injusticia [] que niega a estos mismos la oportunidad de presionar con

    reivindicaciones de justicia de primer orden en una determinada comunidad

    poltica. (Fraser, 2008: 45)

    Una teora de la justicia que nos ayude a meditar en el marco de la crisis del Estado-

    nacin tiene que ser tridimensional: asumir la distribucin, el reconocimiento y la

    representacin como condiciones esenciales para un orden social justo.

    Una reflexin sobre los movimientos sociales en red que est enmarcada por la

    crisis del Estado-nacin y desde la perspectiva de una teora tridimensional de la justicia

    nos permitira analizarlos en funcin de tres elementos a determinar: el qu de la justicia, es

    decir, cules son las demandas a satisfacer; el quin de la justicia, que alude a la definicin

    de los sujetos que hacen aquellas demandas y, por ltimo, el cmo de la justicia, que hace

    referencia a un principio organizador que resuelve las disputas sobre el qu y el quin. La

    complejidad de la propuesta enfatiza el hecho de que las nuevas condiciones

    institucionales, culturales y tecnolgicas del ejercicio democrtico han vuelto obsoleto al

    sistema de partidos existente [] Los ciudadanos an son ciudadanos, pero dudan de qu

    ciudad y de quin es la ciudad (Castells, 2001b: 387-388). Adelantando un poco el

    resultado del anlisis de los movimientos sociales, el qu sigue en relacin con las

    demandas de distribucin y reconocimiento como aquellas promesas incumplidas por los

    sistemas democrticos; el quin es la dinmica de los movimientos sociales y el cmo

    sera el principio de publicidad en su funcin de criterio de anlisis para las demandas.

    Vayamos al nivel descriptivo y veamos las caractersticas de los movimientos sociales en

    red.

  • El marco descriptivo

    Comenc afirmando que nos ubicamos en una era digital, esto significa que en la actualidad

    presenciamos una situacin de progresiva intensificacin de la significatividad social de la

    tecnologa y, en concreto, de las tecnologas digitales y de conexin entre personas

    (Mayans, 2008: 101). As, la era digital est en proceso de construir una forma diferente de

    entender nuestro entorno: la cibersociedad. Este tipo de sociedad es aquella donde la

    informacin, las relaciones personales y la cultura en general van del mundo material al

    mundo virtual y de regreso, construyendo una realidad surgida de estructuras y dinmicas

    sociales que ya se encuentran interconectadas en la amplia red de comunicacin y poder

    que es el ciberespacio, esto es, aquella dimensin de la realidad humana que se

    fundamenta analticamente a partir de dos caractersticas definitorias: su no materialidad

    fsica y su condicin de espacio practicado (Mayans, 2008: 112). Esta correlacin de lo

    social con las tecnologas de la informacin requerira un trabajo mucho ms amplio para

    elucidar todos sus paralelismos, sin embargo, si algo es claro en ella es que las tecnologas

    se presentan como un disparador de procesos sociales significativos tanto a nivel individual

    (desde conocer gente en un chat hasta construir una segunda vida en una comunidad

    virtual), como grupal (desde firmar una peticin va correo electrnico hasta asistir a una

    marcha convocada en las redes sociales).6

    Por consenso se acepta que la movilizacin masiva alrededor de la reunin de la

    Organizacin Mundial del Comercio en Seattle en noviembre de 1999 representa el inicio

    6 Es Castells quien mejor ha definido las causas del xito de la era de la informacin con el siguiente argumento: la invencin del alfabeto, all por el ao 700 a. C. en Grecia, constituy la base para la filosofa y la ciencia al crear el discurso conceptual que transformara cualitativamente la comunicacin humana. No obstante, este orden alfabtico separ la escritura del sistema audiovisual de smbolos relegando el mundo de los sonidos y las imgenes al arte, las emociones y la religin. La cultura audiovisual tom revancha con la creacin del cine y la televisin al superar la influencia histrica de la comunicacin escrita. Este proceso gener una tensin entre sendos tipos de comunicacin provocando discursos crticos de ambas partes, pero que vendran a ser superados por otra transformacin tecnolgica: a saber, la integracin de varios modos de comunicacin en una red interactiva. O, en otras palabras, la formacin de un supertexto o metalenguaje que, por vez primera en la historia, integran en el mismo sistema las modalidades escrita, oral y audiovisual de la comunicacin humana (Castells, 2005: 360).

  • de los movimientos aqu estudiados. La caracterstica definitoria de esta movilizacin es

    haber recurrido a los medios digitales para su organizacin y convertirse en un smbolo de

    la batalla contra las desigualdades generadas por el sistema global poltico-econmico;

    diversas redes sociales y movimientos de resistencia convergieron en Seattle produciendo

    un original modelo de protesta social que se distingua por reunir movimientos de protesta

    constituidos internacionalmente: organizaciones no gubernamentales (ONG), movimientos

    obreros, medios de comunicacin independientes, grupos de ecologistas y feministas y

    dems identidades en resistencia, como las llam Castells, y objetos de demanda de

    relevancia mundial, tales como, la ONU, el Fondo Monetario Internacional, el Banco

    Mundial o el Tratado de Libre Comercio para Amrica del Norte) (cf. Tilly, 2005: 29, que

    ofrece una tabla de los movimientos ms importantes con estas caractersticas generados

    desde 1999 hasta 2001).

    Con relacin al abandono del Estado territorial moderno, como marco de

    delimitacin filosfica y poltica, encontramos que en este nuevo modelo de protesta social

    algunos atributos del ciberespacio su no materialidad fsica y ser un espacio practicado

    nos permiten ir perfilando las notas distintivas de los movimientos en red; y es que,

    respecto de las redes sociales primarias, cuya peculiaridad es ser presenciales dentro de

    espacios geogrficamente delimitados, las redes virtuales ms que presenciales son

    intencionales, es decir, trascienden fronteras espaciales y crean territorios virtuales

    configurados con base en causas polticas, culturales o ideolgicas comunes. Los

    movimientos sociales en red se encuentran en una constante ida y vuelta entre lo local y lo

    global, al impactar las redes presenciales, conformando movimientos ciudadanos de escala

    planetaria. Estos movimientos son un elemento analtico de una teora que se construye

    sobre la crisis del Estado, pues representan: una deslocalizacin de las fronteras

    tradicionales comunitarias, locales, hacia el plano global, as como tambin se abre la

    posibilidad de que los actores globales revisiten constantemente los planos locales, en la

    construccin de movimientos globalizados en torno de impactos y visiones alternativas.

    (Scherer Warren, 2005: 83). Sin minar su importancia, la Batalla de Seattle no es el primer

    movimiento de protesta de gran alcance: la insurgencia zapatista en Mxico en 1994 habra

    abierto el camino tanto en el qu como en el cmo.

  • En el entorno de la crisis del Estado-nacin, Castells (2001b: caps. 2, 3, y 4) sita

    los siguientes movimientos sociales como los precursores de las denuncias de dicha crisis:

    el zapatista en Mxico, el patriota de la milicia en los Estados Unidos de Amrica, el

    ecologista y los poltico-sociales del feminismo. Con diferentes propsitos y acciones, en

    cada caso estamos frente a una identidad en resistencia: una comunin social generada por

    aquellos actores que se encuentran en posiciones/condiciones devaluadas o estigmatizadas

    por la lgica de la dominacin, por lo que construyen trincheras de resistencia y

    supervivencia basndose en principios diferentes u opuestos a los que impregnan las

    instituciones de la sociedad (Castells, 2001b: 30).

    Es de inters particular el caso de la rebelin zapatista por considerarse la primera

    guerrilla informacional. Al no ser la confrontacin militar su principal tctica, su xito se

    debi en gran medida a su estrategia comunicativa para difundir su mensaje. Si bien las

    armas fueron la herramienta que atrajo la atencin del medio nacional, su mejor arma de

    ataque fue denunciar su sacrificio y explotacin en los medios de comunicacin mundiales,

    obligando a las autoridades mexicanas a negociar y dialogar alternativas no militares para

    solucionar el conflicto. En este sentido, pese a que ni los insurgentes ni su lder Marcos

    mostraron signo alguno de poseer un gran conocimiento militar de ataque, s fueron capaces

    de establecer un discurso de denuncia y resistencia fcilmente asimilable por la comunidad

    internacional el pasamontaas era un smbolo de empata en cualquier parte del mundo.

    El uso adecuado y prolfico del Internet por parte de los zapatistas permiti informar sobre

    su situacin y sus demandas, ganando adeptos, defensores y simpatizantes a su causa en

    muchas partes del mundo y, en consecuencia, hizo imposible que el gobierno mexicano

    utilizara la represin a gran escala para combatirlos. Ms all de su xito pues a 19 aos

    del movimiento an quedan muchos temas por discutir, el empleo del Internet y los

    medios de comunicacin globales para difundir su discurso de protesta inauguraron una

    dinmica en los movimientos sociales: la posibilidad de ampliar el espacio de protesta al

    sumar discursos locales de indignacin creando un espacio practicado de denuncia,

    definido por su no materialidad fsica, y s por su intencionalidad poltica: denunciar la

    exclusin social de un sistema poltico-econmico que iba en decadencia y la posibilidad de

    construir un nuevo tipo de orden global. Inspirado por el zapatismo, el activismo por la

    justicia global ha innovado en el uso de las redes globales de computacin y en la creacin

  • de redes sociales globales de denuncia. En este sentido, Los movimientos por la justicia

    global pueden ser vistos tanto como seales del dficit democrtico entre los regmenes

    transnacionales de gobierno, as como laboratorios sociales para la produccin de cdigos,

    valores y prcticas alternativas (Juris, 2004: 341).

    Esta ltima dimensin es la que Castells (2012) ha abordado en su obra ms reciente

    y en la que me centrar hacia el final de este apartado. Pero antes conviene recapitular las

    particularidades de los movimientos sociales en red: en el marco de la crisis del Estado-

    nacin stos se definen por ofrecer metas concretas en torno de las cuales activistas de todo

    el mundo se organizan; tambin ocupan espacios fsicos simblicos en las ciudades donde

    aqullos se renen y donde las redes virtuales se materializan y los valores polticos se re-

    crean. Se oponen a la globalizacin econmica, a la reestructuracin del capitalismo y a las

    desigualdades causadas por l; en este sentido, los movimientos por la justicia global

    representan el (re)-surgimiento de un proyecto poltico alternativo basado en la articulacin

    de las diversas luchas locales/globales contra la disyuntiva provocada por la globalizacin

    corporativa (Juris, 2004: 345). Emplean redes digitales (mensajes de texto va celular,

    Facebook, Twitter, YouTube, blogs, wikis) para organizar acciones, compartir informacin

    y recursos y coordinar campaas a distancia pero en tiempo real. Lo que, a su vez, permitir

    nuevas formas de compromiso social pues, en la medida en que estos movimientos son

    simultneamente locales y globales, las personas pueden asumir como suyas demandas,

    protestas e indignaciones que estn dispuestas a defender, aunque no pertenezcan a su

    contexto inmediato, y sin verse obligados a comprometer su autonoma en cuanto sujetos

    individuales ni sus metas como parte de un movimiento social, como lo escribe Juris (2004:

    347): Luchas diversas, localmente arraigadas, pueden ahora conectarse y articularse

    directamente en torno a objetivos comunes sin comprometer su autonoma o especificidad,

    precisamente lo que activistas por la justicia mundial quieren decir cuando hablan de

    unidad a travs de la diversidad..

    De tal suerte que, a diferencia de los movimientos globales tradicionales, que son

    centralizados, verticales e integrados por una espectro particular de la sociedad; los que

    surgen en la red se organizan alrededor de redes flexibles, dispersas y horizontales de

    accin y coordinacin, en las que cualquier persona o colectivo puede participar. Los

    medios digitales han descentralizado todos los canales de comunicacin, facilitando

  • enormemente la coordinacin transnacional y la comunicacin entre activistas globales. En

    la era digital, todos estn conectados con todo y, en el lmite, toda red digital es una red de

    iguales, donde el poder y la coordinacin de las acciones se ejerce de manera horizontal.

    Hemos visto que los movimientos sociales en red tienen su origen en las protestas

    contra un sistema democrtico que ha incumplido sus promesas de bienestar. El uso de los

    medios digitales es un importante elemento para que sea posible hablar de una nueva forma

    de movimientos sociales y, con base en ello y en el marco de crisis estatal, proyectar la

    posibilidad de una nueva forma de orden global. Rheingold (2003) y Tilly (2005) sitan la

    irrupcin paradigmtica de los medios digitales en los acontecimientos referidos en Seattle

    o en las movilizaciones en las calles de Filipinas en el 2001, pero lo que ha despertado el

    inters general por el papel de estos medios han sido los levantamientos polticos entre

    2009 y 2011 en Tnez, Islandia, Egipto, en pases rabes (Libia, Argelia, Kuwait,

    Marruecos, por mencionar algunos), Espaa y la ocupacin de Wall Street en Nueva York.

    Mensajes de texto, correos electrnicos, pginas en Facebook, tuits convocando

    manifestaciones o acciones colectivas, videos en YouTube, alimentaron en mayor o menor

    medida aquellos movimientos sociales. Remito a la ms reciente obra de Castells Redes de

    indignacin y esperanza. Los movimientos sociales en la era de Internet para el anlisis

    detallado de cada proceso y, a fin de terminar esta parte, retomo la conclusin general de

    este escenario como colofn al marco descriptivo.

    La crisis del Estado-nacin oblig a que las personas se unieran para encontrar

    nuevas formas de ser un nosotros. Este escenario comenz en las redes sociales del Internet

    por ser espacios de autonoma y, hasta cierto punto, alejados de la vigilancia de los

    gobiernos o las grandes corporaciones mediticas. Para Castells, lo que uni a un colectivo

    red contra el sistema poltico global fue la humillacin causada por el cinismo y la

    arrogancia de los poderosos [que incit a la gente a] encontrar la dignidad en el sufrimiento

    de la humillacin (Castells, 2012: 20). Como ejemplo paradigmtico, el 15 de octubre de

    2011 millones de personas en 951 ciudades de 82 pases se movilizaron

    reivindicando justicia social y democracia autntica. En todos los casos [y esta

    conclusin valdra para todo movimiento desde el zapatismo] los movimientos

  • ignoraron a los partidos polticos, desconfiaron de los medios de comunicacin, no

    reconocieron ningn liderazgo y rechazaron cualquier organizacin formal,

    dependiendo de Internet y de las asambleas locales para el debate colectivo y la

    toma de decisiones. (Castells, 2012: 20-21)

    As, los movimientos sociales en red son la expresin de un contrapoder opuesto a

    las esferas de poder que construyen instituciones sociales segn sus intereses y valores.

    Estos movimientos sociales presentan las siguientes caractersticas comunes: a)

    estn conectados en red de numerosas formas, es decir, la conexin es multimodal, tanto

    online como offline, sin la necesidad de un centro identificable, y facilitando la

    coordinacin de mltiples nodos; b) se convierten en movimientos al ocupar un espacio

    pblico, si bien comienzan en las redes sociales son capaces de crear espacios de

    autonoma hbridos entre el ciberespacio y el espacio urbano como terreno de protesta; c)

    son locales y globales a la vez, en la medida en que muestran una clara cultura cosmopolita,

    pero arraigada en su identidad particular; d) son espontneos en su origen, al

    desencadenarse por un evento que provoca indignacin y repugnancia proveniente del

    sistema poltico; e) son virales, esto es, propagar informacin sobre protestas en otros sitios

    anima movilizaciones en torno de la esperanza de un cambio en diferentes lugares y,

    finalmente, f) estos movimientos van de la indignacin a la esperanza mediante la

    deliberacin en el espacio de la autonoma para establecer las bases de una futura

    democracia real dentro del mismo movimiento. No he agotado todos los rasgos privativos

    de los movimientos, pero stos bastan para concluir que:

    Las caractersticas de los procesos de comunicacin entre individuos

    comprometidos en el movimiento social determinan las caractersticas organizativas

    del propio movimiento social: cuanto ms interactiva y autoconfigurable sea la

    comunicacin, menos jerrquica es la organizacin y ms participativo el

    movimiento. Por eso los movimientos sociales en red de la era digital representan

    una nueva especie de movimiento social. (Castells, 2012: 32)

  • El marco pragmtico

    Todo parece indicar que, ms all de crear cdigos alternativos de cultura y redes globales

    de resistencia, los movimientos sociales en red tambin estn aportando estrategias y

    modelos de accin para instituir una sociedad alternativa con una democracia directa y en

    red a nivel global, en tanto que utilizan las tecnologas digitales de la informacin con el

    objetivo de manifestar sus ideas polticas en diferentes escalas de la sociedad global. La

    facilidad para producir y crear contenidos en lnea ha permitido, junto con modelos

    efectivos de organizacin poltica, modelos para re-organizar a la sociedad como un todo.

    De tal manera que los ideales de los movimientos sociales en red de la era digital son: libre

    acceso a la web, libre circulacin de la informacin, autogestin de las redes sociales de

    accin y la coordinacin de las mismas con base en la diversidad y la autonoma, a fin de

    permitir que las personas establezcan un control democrtico sobre sus vidas.

    As, en el marco de una teora tridimensional de la justicia, podemos advertir que

    los movimientos sociales en red efectivamente contribuyen al establecimiento de un

    concepto de justicia entendido como paridad en la participacin, en la medida en que son

    redes sociales horizontales, donde el poder no se concentra en un individuo o subgrupo, y

    dado su doble carcter local/global que les permite el intercambio de experiencias y

    recursos. Lo que estos movimientos sociales enfatizan es una igual capacidad de las

    personas y de los grupos para abonar en la lucha contra las injusticias del sistema poltico

    global. Fraser menciona que esta paridad de participacin tambin puede entenderse como

    el desmantelamiento de obstculos institucionales, y precisamente a lo que estos

    movimientos aspiraran sera a derribar las barreras de intermediarios (partidos polticos,

    organizaciones gubernamentales nacionales e internacionales, empresas transnacionales)

    que les impiden, por conservar su poder e intereses, el acceso a una mejor calidad de vida.

    En este sentido, atendiendo al qu de esta teora tridimensional, podemos decir que las

    demandas de distribucin y reconocimiento siguen an vigentes. Todas las promesas

    incumplidas de la democracia poltica todava son la bandera de reivindicacin en materia

    de justicia de estos movimientos, igualdad en el acceso a recursos econmicos y a los

    derechos polticos y sociales, igualdad en materia de libertades y ante la ley; pero no slo

  • ello, tambin el reconocimiento de la especificidad cultural, tnica y lingstica como

    condicin indispensable para el trato equitativo; el reconocimiento de un discurso poltico

    de exclusin y marginacin social, poltica, cultural y de gnero; as como el

    reconocimiento de la dignidad de pueblos oprimidos y abandonados a la dinmica del

    mercado global. Todas estas demandas son reclamos pendientes que se mezclan entre las

    diferentes voces locales/globales de los movimientos sociales en red y que permanecen sin

    resolver.

    Eso en lo referente al qu. Por lo que respecta al quin es posible percatarnos que en

    realidad la ciudadana insertada en el marco de un territorio nacional ha dejado de tener

    validez como objeto al que se dirijan las polticas de distribucin y reconocimiento, lo cual

    no significa que dejen de ser los receptores de la correccin de aquellas injusticias, sino que

    los actores que exigen la reparacin del dao y los que se ven afectados o beneficiados por

    aquellas polticas son los mismos movimientos sociales en red que impulsaron el cambio.

    Esto es as pues el efecto de la reparacin de un dao a partir de esta dinmica social es

    doble: por un lado, como ya lo mencion, las decisiones que un gobierno toma afectan tanto

    a sus ciudadanos como a todos aquellos que se encuentran relacionados con ellos fuera de

    sus fronteras. Un acceso garantizado a los servicios de salud o educativos por parte de los

    migrantes legales o no en los pases anfitriones se traduce en una mejor calidad de vida

    tanto para el migrante como para quienes dependen de l en su lugar de origen. Y, por otro

    lado, como lo estableci Castells, la difusin casi instantnea de la informacin a nivel

    global permite que los triunfos y las reivindicaciones logrados por algunos colectivos en

    diferentes lugares del mundo motivada por la indignacin ante un sistema excluyente

    anime a otros movimientos sociales a seguir luchando por ver materializadas sus denuncias

    y reflejadas sus necesidades en ese sistema, promoviendo as, entre los movimientos, un

    sentimiento de esperanza que supera el miedo y la ira ante la falta de propuestas y

    soluciones de un sistema que est en plena crisis.7 As pues, los movimientos sociales que

    7 En otra obra, a esta situacin la llam la dinmica de exclusin de los exclusores por los excluidos y se explica en el hecho de que como el mundo entero est entrelazado y lo estar cada vez ms en las estructuras bsicas de la vida segn la lgica de la sociedad red, la marginacin de los pueblos y pases no ser una exclusin pacfica [pues tomar la forma] de un conjunto alternativo de valores y principios de existencia, bajo los cuales no es posible coexistir con el sistema impo que perjudica profundamente la vida de las personas (Castells, 2006: 425). Aunque ms moderadas las afirmaciones en Redes de indignacin y esperanza, el anlisis tanto en lo normativo como en lo emprico se mantiene.

  • surgen de la resistencia comunal a la globalizacin, la reestructuracin capitalista, la

    organizacin en red [] son los sujetos potenciales en la era de la informacin (Castells,

    2001b: 400).8

    Con base en lo anterior podemos afirmar que los movimientos sociales en red son

    un elemento importante para una teora tridimensional de la justicia, pues abonan a

    enfrentar su doble reto: a) insistir en las cuestiones de primer orden como son los temas de

    la distribucin y el reconocimiento y b) determinar quines son los sujetos apropiados para

    un marco normativo de crisis estatal. Falta ver de qu manera se resuelve la cuestin del

    cmo y para ello introducir brevemente algunas crticas a estos movimientos.

    A pesar del entusiasmo que generan y su relacin con las tecnologas digitales de la

    informacin es claro que a la pregunta lo virtual modifica lo social?, la respuesta es

    negativa (cf. Castells, 2012: 218; Trejo Delarbre, 2011: 73; Rivera, 2011; Bobes, 2010: 47

    y Tilly, 2005: 19). Comenzar apuntando el doble filo de la herramienta: el ciberespacio es

    un campo de accin que puede utilizarse tanto para el control y manipulacin por parte de

    los gobiernos y las empresas globales como para coordinar movimientos sociales. Un hecho

    que no debe obviarse es que las herramientas que sirven para seguir a detalle la vida y los

    datos de cualquier persona tambin sirven para polticas alternativas. El Internet es un

    espacio que da cabida a las contradicciones informacionales de la era digital. Si los

    movimientos sociales dejaran de emplearla como dinamizador de su organizacin lo ms

    seguro es que los medios digitales terminasen cediendo al poder de las empresas globales.

    Esta ambigedad de la red digital se traduce en un fenmeno paradjico: las redes sociales

    no son medios alternativos a pesar de ser usadas como tales. stas son empresas globales

    que buscan la obtencin de ciertos beneficios con base en un mayor nmero de usuarios

    8 Queda pendiente una investigacin ms profunda sobre la determinacin de los movimientos sociales como el quin de una teora tridimensional de la justicia pues, aunque el lenguaje y los conceptos manejados en este trabajo definen bien nuestro sujeto no podramos dejar de lado el anlisis sobre la constitucin de dichos movimientos sociales: se forman stos con base en individuos que tienen intereses comunes pero identidades diferentes?, representan una igualacin identitaria entre todos sus integrantes de tal forma que ninguno de ellos se entiende fuera del colectivo? o ms bien son expresiones contingentes para reclamos polticos dentro de una sociedad que sigue conformada por individuos con intereses y necesidades diferentes? Estas preguntas surgen desde diferentes frentes de la filosofa y la teora poltica, pero, como el propio Castells lo subraya (2005: 374 y 2012: 218 y ss.), las tecnologas de la informacin en la era digital tienen como destinatario primario a las personas individuales y autnomas que eligen qu consumir y producir, pues otra caracterstica de dichas tecnologas es sa precisamente: la capacidad de aumentar la independencia del individuo respecto a su entorno social.

  • alrededor del mundo. Su xito se basa en que, pudiendo ser creadores de contenidos, la

    mayor parte de los internautas siguen resignndose a no ser ms que consumidores de

    ellos (Trejo Delarbre, 2011: 68). En el capitalismo informacional, las herramientas con

    que se protesta en contra suya nos las ha proporcionado el sistema, por lo tanto no hay

    razn para confiar en que protegern a los activistas.

    Otro tema es que las propias redes sociales provocan un caudal de informacin

    inmanejable en la prctica. Si la informacin es la clave del xito de la organizacin

    colectiva, los problemas asociados a ella son de validacin, veracidad y calidad del

    contenido, autenticidad de las fuentes, plagio y uso malintencionado de la libertad de

    expresin. Facebook es un caso ejemplar pues en su muro (espacio practicado y no

    materializado) circulan libremente las ms variadas peticiones, expresiones, imgenes y

    videos que pretenden difundir una situacin de indignacin, denuncia o desprestigio de

    algn personaje pblico; sin embargo, en la medida en que los contenidos del sitio

    dependen de la intencin del que publica, ste lo puede hacer de manera informada y

    honesta o de forma tergiversada y sin conocimiento de causa. Las mismas tecnologas

    digitales permiten construir una realidad que deja de ser virtual al caer en lo inexistente.

    La llamada brecha digital es otra buena razn para aquella negativa. Debemos

    aceptar que estos movimientos han tenido mayor impacto en regiones del mundo donde el

    acceso a los medios digitales est garantizado y es ms eficiente. Lo que generara una

    triple amenaza: que las ONG se olviden de su responsabilidad global, que se formen redes

    dominantes en cuanto a la determinacin de las demandas de carcter internacional

    haciendo a un lado redes con menor presencia, y que la divisin entre los polticos online y

    la gente comn se acente. Pues as como es verdad que los medios digitales han sido

    aprovechados para alzar la voz, tambin lo es que este avance se ha venido dando en

    oleadas concntricas iniciadas en los segmentos ms desarrollados; adems, tampoco es

    menos cierto que en los pases de Amrica Latina sus alcances, repercusin e influencia son

    limitados y desiguales, provocando que el desplazamiento a lo virtual de los reclamos de

    justicia social tengan una arista poco democrtica. No podemos ignorar que el contexto

    latinoamericano, caracterizado desde siempre por la inequidad y la marginacin de amplios

    sectores populares, se puede convertir en un espacio de reproduccin (ms que de

    contestacin) de las desigualdades econmicas y sociales, ya que su utilizacin depende del

  • acceso a recursos, educacin y habilidades (Bobes, 2010: 49). No es casual, entonces, que

    el xito en algunas partes de Europa no se haya desplazado hacia Amrica Latina. Al no ser

    exclusivo de pases latinoamericanos, no es exagerado decir que la era digital convive con

    un profundo subdesarrollo social.

    El reto a superar por la era digital sera abatir estos cuestionamientos para cristalizar

    una nueva forma de democracia; entre tanto, por estas razones, un balance crtico de

    nuestro objeto de estudio reconoce la necesidad de mantener una distancia entre afirmar el

    surgimiento de nuevas formas y procesos sociales inducidos y permitidos por las nuevas

    tecnologas, y extrapolar las consecuencias potenciales de tales desarrollos para la sociedad

    y la gente (Castells, 2006: 89); adems de reconocer que:

    Las redes sociales no producen cambios sociales [] no crean revoluciones ni

    modifican los regmenes polticos, porque sas son tareas de cada sociedad de

    acuerdo con su circunstancia. A lo que s pueden contribuir [] es a propagar

    informaciones, convocatorias y, de esa manera, convicciones que movilicen a los

    ciudadanos. (Trejo Delarbre, 2011: 73)

    Una afirmacin que hara justicia a los movimientos sociales en red, en el marco de

    la crisis del Estado-nacin, es que stos no cambian gobiernos, pero s sensibilidades.

    La idea del principio de publicidad nos ayuda a encontrar salida para el impasse en

    que nos encontramos, a saber: a pesar de los reiterados esfuerzos de las personas y los

    movimientos sociales por denunciar y terminar con la inequidad, el escenario poltico

    internacional y nuestras esperanzas de una sociedad global justa no parecen coincidir. Esto

    es as porque, como parte del marco pragmtico, el principio se nos presenta como un

    criterio para reducir la complejidad y acercar la contingencia histrica al ideal normativo de

    una sociedad global justa. Y, en el mbito del cmo de la teora tridimensional de la

    justicia, nos permite determinar el marco adecuado para reflexionar los problemas de

    justicia de primer orden en lo referente a los movimientos sociales en red.

    El principio de publicidad, tal como se encuentra en Sobre la paz perpetua, nos

    dice:

  • Todas las acciones que afectan el derecho de otros hombres son injustas si su

    mxima no es compatible con la publicidad [] Todas las mximas que necesitan

    publicidad (para no fracasar en sus propsitos) concuerdan con el derecho y la

    poltica a la vez. (Kant, 2005: 186)

    Este principio es un criterio til para determinar si las leyes, las decisiones de los

    gobernantes o las directrices de las empresas globales, son justas o injustas al estar a la

    vista de la opinin pblica. Para Kant, slo discutiendo pblicamente aquellas acciones

    polticas, mediante la deliberacin ante un pblico capaz de evaluar, discutir, criticar y

    proponer, se crea un argumento genuinamente pblico y se prueba su validez. Si los

    gobiernos o las empresas globales deciden mantener ocultas sus decisiones, bajo este

    principio, estaran aceptando que si se hicieran pblicas las razones de su decisin sta sera

    injusta e inmoral.

    En este sentido, al enmarcar el principio de publicidad en el proyecto ideal de un

    mundo cosmopolita en clave kantiana (cf. Kant, 2005), recuperamos la idea de establecer

    una relacin directa entre el derecho internacional y aquellas formas de actividad poltica

    que permitan a las personas de una sociedad global ser los rbitros de la legitimidad poltica

    global a travs de una constante deliberacin y renegociacin de sus reclamos y los

    argumentos que tienen para defenderlos; en otras palabras, la idea kantiana significa que si

    las personas (y, en este caso, los movimientos) se asumen como legitimadores de las

    instituciones y las leyes, stas podran reflejar sus intereses y necesidades.

    Para lo que aqu nos ocupa, el principio de publicidad de los movimientos sociales

    en red est construido sobre sus valores ya mencionados: el libre acceso a la web, la libre

    circulacin de la informacin, la autogestin de las redes sociales de accin y la diversidad

    y autonoma de las mismas para permitir que las personas establezcan un control

    democrtico sobre sus vidas. Debido a que la comunicacin y la informacin son los

    bastiones de la justicia global, las redes sociales digitales y el Internet se convierten en la

    herramienta con la cual se pone en prctica la deliberacin y argumentacin para la crtica

  • de la poltica pues, en la medida en que se busca que las personas legitimen las

    instituciones y las leyes, el principio de publicidad

    es el motor de la democracia y del proceso humanizador de las instituciones []

    la moralidad no puede quedar limitada al mbito de lo individual porque esto no

    basta; es imprescindible que pree a las instituciones. Moralizar las instituciones no

    es otra cosa que humanizar las instituciones, que stas se sometan a y se rijan por

    un uso pblico de la razn. (Granja, 2009: 77-78)

    La pertenencia del principio de publicidad estriba en que, en una situacin de

    creciente globalidad, una teora cosmopolita tiene que responder preguntas como:

    quin decide lo que es el inters de la gente afectada, si el poder de negociacin

    est tan asimtricamente distribuido en los marcos transnacionales?, y cmo

    evaluar normativamente lo que impone la poltica real de los poderes militares si

    existen diferentes pesos econmicos entre los pases participantes en la supuesta

    comunidad global? (Lara, 2009: 25)

    Estas preguntas ponen en primer plano la conexin entre justicia y democracia, pues

    nos obligan a reflexionar sobre lo que significa la idea de un Estado justo en la sociedad

    global. Con el principio de publicidad, Kant nos aport un criterio para que las

    instituciones y las leyes sirvieran de puente entre el ejercicio legtimo del poder y la

    injerencia que la ciudadana global puede llegar a tener a travs de debates y discusiones

    pblicas, en lo que Castells llama la deliberacin en el espacio de la autonoma. En

    consecuencia, los ciudadanos de una sociedad global pueden llegar a identificarse con

    dicho principio en la medida en que ste funciona como el marco a partir del cual se toman

    decisiones relativas a las cuestiones de primer orden en materia de justicia, pues lo que

    permite esta identificacin es que el principio es asumido como parte de su propio dinmica

    poltica que valida sus demandas de justicia al ser puestas en pblico para reflexin y

    debate con otros movimientos, otras personas compartiendo la responsabilidad poltica. El

  • horizonte de la crisis estatal y del proceso de conexin internacional en red nos obliga a

    reconocer que la inclusin normativa de las demandas de los movimientos sociales en un

    contexto global slo puede provenir de un escenario de justicia global que, primero,

    propicie plantear demandas de inclusin social, de distribucin y de reconocimiento y,

    principalmente, lo haga por medio de una participacin deliberativa.

    Ante la impotencia provocada por un sistema que nos rebasa en fuerza o empresas

    globales que imponen sus intereses por encima del bienestar de las personas, el principio de

    publicidad kantiano

    obligara a la ciudadana a pensarse bajo el imperativo moral de verse como una

    comunidad global y a visualizar a los derechos cosmopolitas como un importante

    bastin para protegerse contra las diversas iniciativas unilaterales de pases ricos y

    poderosos [y empresas globales y transnacionales, podramos aadir]. (Lara, 2009:

    47)

    As, plantear la necesidad de la aplicacin de este principio a los actos de las esferas

    de poder, exigido mediante las movilizaciones de los actores en red, es importante no slo

    porque permite al ciudadano conocer las acciones de los gobiernos y empresas globales;

    sino tambin porque el principio es una forma de control que facilita distinguir lo que es

    justo de lo injusto. Como enfatiza Granja: el principio de publicidad puede ser entonces un

    potente instrumento de dilogo, de emancipacin y de diversidad (2009: 79).

    Si algo podemos aprender del ideal cosmopolita kantiano es que la argumentacin

    racional, expresada a travs de la deliberacin y la publicidad, convierte al debate sobre la

    justicia en el campo de accin para que la ciudadana global, representada en los

    movimientos sociales en red, tenga la capacidad de ser autora de las reglas de legitimidad y

    legitimacin, al tiempo que constantemente est actualizando el marco desde el cual pensar

    la justicia de acuerdo con los problemas y necesidades que van surgiendo. Como afirma

    Castells:

  • cuanto ms consigue el movimiento transmitir su mensaje en las redes de

    comunicacin, mayor es la conciencia ciudadana, ms se convierte la esfera pblica

    de la comunicacin en terreno de contestacin y menor ser la capacidad de los

    polticos para incorporar las reivindicaciones y demandas como meros ajustes

    cosmticos. (2012: 226)

    En este sentido, la actividad poltica de los movimientos sociales en red, en su

    proceso de deliberacin en el espacio de la autonoma, construye los imperativos de la

    justicia que una sociedad global requiere para adecuarse a la era digital y, al mismo tiempo,

    solventar las injusticias del pasado.

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