Ceferino, un gitano cabal ~ 1

Mar

tín Ib

arra

Ben

lloch

Gita

no y

obis

po u

nido

s en

el m

artir

iom

árt

ires

sig

lo X

X

mártires siglo XX

Martín Ibarra Benlloch

Los beatos Ceferino y Florentino de Barbastro

GITANO y OBISPOunidos en el martirio

Gitano y obispo unidos en el martirio

Colección Mártires del siglo XX

nº 8

Dirigida por Juan A. Martínez Camino

Martín Ibarra Benlloch

Gitano y obispounidos en el martirioLos beatos Ceferino y Florentino de Barbastro

© El autor y Ediciones Encuentro, S.A., Madrid, 2019

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

100XUNO, nº 56

Esta obra ha sido publicada con la colaboración del Instituto de Estudios His-tóricos de la Universidad CEU San Pablo

© Imágenes de los beatos: Obispado de Barbastro (nº 8,10,11,14) Domingo Puente Noguero (1), el autor (2,5,7,12,15,16), P. José Beruete (9), V. Staricék (3), Ed. Castillón (4), Monasterio de El Pueyo, I.VE. (13).

Fotocomposición: Encuentro-Madrid Imágenes de los beatos: es.catholic.net, archive.is y leforumcatholique.orgImpresión: CLM-MadridISBN: 978-84-9055-978-9Depósito Legal: M-22437-2019Printed in Spain

Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a:Redacción de Ediciones EncuentroConde de Aranda, 20 - 28001 Madrid - Tel. 915322607www.edicionesencuentro.com

5

ÍNDICE

Prólogo .......................................................................... 7

Capítulo 1. Ceferino, un gitano cabal......................... 13

Capítulo 2. Un sacerdote ejemplar ............................. 33

Capítulo 3. Florentino, nuevo obispo de Barbastro.. 47

Capítulo 4. La revolución y la guerra en Barbastro .. 71

Capítulo 5. Pasión y muerte de Ceferino y Florentino 91

Capítulo 6. Barbastro, capital del martirio................. 111

Capítulo 7. La fama de martirio y su reconocimiento 123

Epílogo. La libertad del mártir .................................... 133

Fuentes y bibliografía empleada ................................. 141

7

PRÓLOGO

La diócesis de Barbastro era una de las más pequeñas de España, llamada a ser extinguida por el Concordato de 1851. Desde esta fecha era una administración apostólica sin sede residencial. En 1896 se consiguió un obispo, pero el futuro de la diócesis por su escasa población era incierto. Un siglo más tarde nace la diócesis de Barbastro-Monzón (1995) y es conocida en todo el mundo por ser la cuna de san Josemaría, fundador del Opus Dei (1902/1975). Pero también, y sobre todo, por ser la capital española del mar-tirio.

Hubo doce obispos mártires en España durante la per-secución religiosa del siglo XX, de los que se ha beatificado a seis. Pero es el obispo de Barbastro, Florentino Asensio, el elegido para representar a los obispos españoles de este siglo en la capilla de la Sucesión Apostólica de la Confe-rencia Episcopal Española, en Madrid1.

1 Martínez Camino, J.A.: «Los dos milenios de la historia del cristianismo en España están representados en los mosaicos que cubren ambas paredes laterales. A la izquierda, seis santos pastores del primer milenio. A la derecha, otros seis obispos santos, del segundo milenio.

8 ~ Gitano y obispo unidos en el martirio

Hubo centenares, miles de laicos de la Acción Católica, de la Adoración Nocturna, de diferentes congregaciones, cofradías, sindicatos católi-cos mártires y ya es un grupo numeroso el que ha sido bea-tificado. Pero el más interna-cionalmente famoso, y quizá el que más ha movido la de-voción popular hasta el mo-mento es el gitano Ceferino Giménez Malla (a) el Pelé.

En este librito intentamos explicar de manera sencilla el porqué. Nos gustará des-cubrir la rica personalidad

de Florentino y Ceferino. E intentaremos mostrar cómo hay cosas que unen a un obispo nacido en Villasexmir (Valladolid), con un tratante gitano nacido en Benavente de Segriá (Lérida). Les une una fe común, unas virtudes humanas y sobrenaturales, un afán catequético y apostó-lico, una profunda vida eucarística y una gran devoción

Tanto el primero como el último de estos santos obispos sufrieron el martirio, ese testimonio supremo del Amor. […] así lo quieren expresar los relicarios, con forma de corona, que guardan las reliquias de Fructuoso y de Florentino. La de aquel, con silueta de las llamas; la de este, con el perfil de unas balas» (La capilla de la sucesión apostólica en la Casa de la Conferencia Episcopal Española, Madrid 2011).

Beato Florentino Asensio

Prólogo ~ 9

mariana. Emociona ver cómo ambos las viven a su manera, en circunstancias tan diversas.

Sus vidas se cruzan en Barbastro, capital de la diócesis del mismo nom-bre, donde se asientan Ce-ferino y su esposa en 1900, y donde llega en marzo de 1936 Florentino. Una ciu-dad pequeña, con una dió-cesis montañosa de escasa población y muy dispersa. Ahí tendrá lugar uno de los episodios más crueles de la persecución religiosa en Es-paña. Dios tuvo ahí un ejército de confesores y de mártires.

Al ser liberada la diócesis en abril de 1938, se procedió enseguida a la búsqueda de los cadáveres. Pronto se loca-lizó el del obispo Florentino. En la actualidad se halla en la catedral de Barbastro. Pronto también se recogió infor-mación sobre su vida y su muerte, de cara a su proceso de beatificación. Y hubo publicaciones (1949). No pasó lo mismo con Ceferino, cuyo cadáver todavía no se ha en-contrado y sobre el que no se escribieron muchas líneas hasta pasados muchos años (1967).

Sin embargo, la ceremonia de beatificación en 1997 ha unido sus nombres para siempre. Ha hecho de uno

Beato Ceferino Jiménez Malla

10 ~ Gitano y obispo unidos en el martirio

ejemplo de sacerdote y obispo. De otro, banderín de la pastoral gitana en todo el mundo.

He dividido el libro en siete capítulos, a los que he aña-dido un epílogo. Los dos primeros son una breve biogra-fía de cada uno, comenzando por el que nació primero. El 1º, «Ceferino, un gitano cabal»; el 2º de «Florentino, un sacerdote ejemplar». El 3º, «Florentino, nuevo obispo de Barbastro», habla de la diócesis de Barbastro duran-te la segunda República y en la primavera de 1936. El 4º, «La revolución y la guerra en Barbastro», da unas breves pinceladas de lo sucedido en julio y agosto de 1936 en la diócesis de Barbastro. El 5º, «Pasión y muerte de Ceferino y Florentino». El 6º, «Barbastro, capital del martirio», trae unas estadísticas, la conciencia de los contemporáneos del martirio del obispo, sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos, la búsqueda de los cadáveres. El 7º, «la fama de martirio y su reconocimiento» en la beatificación de 1997 y con posterioridad. El epílogo, sobre la libertad del már-tir, es una reflexión necesaria para colocar a nuestros már-tires —Florentino y Ceferino en primer lugar, pero todos los demás también— en el marco preciso.

El lector se dará perfecta cuenta de que se ha evitado ci-tar extensamente tanto los documentos como la bibliogra-fía. Lo hemos hecho de manera suficiente, pero lo menos posible. Ofrecemos al final, las fuentes principales y la bi-bliografía que consideramos más apropiada para acercarse a los biografiados y a la diócesis mártir. Se ha escrito mu-cho y bien, aunque con un carácter muy desigual. En este

Prólogo ~ 11

libro hemos preferido dar una síntesis acertada. Hemos eludido las polémicas sobre algunas fechas y hechos, de los que hemos tratado in extenso en otras ocasiones2. So-bre el apellido de Ceferino, hemos preferido la opción Gi-ménez, aunque se le cita muchas veces como Jiménez. Es lo que aparece en la lápida de su esposa del cementerio de Barbastro.

Me gusta considerar a los mártires como anawin, unos eslabones más en la cadena de los amigos de Dios. La pala-bra hebrea anawin designaba a los pobres de Dios. Cuan-do se traduce del hebreo al griego, se emplea la expresión «los humildes». Las tres características de estos anawin se-gún Benedicto XVI, es que son humildes: «Los humildes (mansos) heredarán la tierra»3. Son los «pobres de espíri-tu», los que confían en el Señor: «Dichoso el hombre que confía en el Señor» (Sal 1). Por último, el anawin suele ser «perseguido a causa de la justicia». Esta es una expresión que tiene un sentido profético. En el lenguaje del Antiguo Testamento, «justicia» expresa la fidelidad a la Toráh, fide-lidad a la palabra de Dios. Se trata de perseverar en la vía recta indicada por Dios, cuyo núcleo está formado por los Diez Mandamientos. En el Nuevo Testamento, el concepto

2 Ibarra, M., La persecución religiosa en la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1941), Zaragoza 2011.

3 Sal 37,11. Ratzinger, J., Jesús de Nazaret. Primera parte. Desde el Bautismo a la Transfiguración, La esfera de los libros, Madrid 2007.

12 ~ Gitano y obispo unidos en el martirio

equivalente al de justicia en el Antiguo Testamento es el de la «fe». El creyente es el «justo», el que sigue los caminos de Dios (Sal 1, Jr 17,5-8). Pues la fe es caminar con Cristo, en el cual se cumple toda la Ley; ella nos une a la justicia de Cristo mismo.

«Cristo crucificado es el justo perseguido del que se ha-bla en el Antiguo Testamento. Cristo mismo es la llegada del Reino de Dios. La Bienaventuranza supone una invi-tación a seguir al Crucificado, dirigida tanto al individuo como a la Iglesia en su conjunto»4.

Viendo la vida, pasión y muerte de Florentino y Ceferi-no, pienso que son un eslabón más en esta cadena de ami-gos de Dios. Al igual que los demás mártires. La diócesis de Barbastro-Monzón tiene en sus mártires un modelo a seguir que acaba donde debe: con Dios Padre, con Dios Hijo y con Dios Espíritu Santo.

Que los beatos Florentino y Ceferino nos acompañen en nuestro camino hasta el Cielo.

4 Ratzinger, J., 2007, pág. 118.

13

CAPÍTULO 1. CEFERINO, UN GITANO CABAL

Los calós españoles eran, en el siglo XIX, católicos. A su manera, ciertamente. Eso quiere decir que les gustaba bautizar a sus hijos, y hacerlo lo antes posible como era la costumbre. Porque la elevada mortalidad de la época así lo aconsejaba. Tenían devoción a Jesucristo, sobre todo como crucificado; creían en la Santísima Trinidad; veneraban a la Virgen María y a algunos santos. Les gustaba cantar saetas en las procesiones, encender velas y, en ocasiones, hacer «votos». Pero no asistían con regularidad a la parroquia a la catequesis de primera Comunión, ni frecuentaban la iglesia los domingos y días festivos para asistir a la santa Misa, no contraían matrimonio canónico y un largo etcé-tera. No se había producido una evangelización efectiva, siendo la responsabilidad un poco de ambas partes.

Ceferino, un gitano nómada

Juan Giménez (a) El Tichs y Josefa Malla eran gitanos itinerantes. Vivían de la artesanía y de los jornales. Por

14 ~ Gitano y obispo unidos en el martirio

este motivo se trasladaban de un sitio a otro, por Aragón, Cataluña y el sur de Francia. Su hijo Ceferino nació en Benavente de Segriá, provincia de Lérida, en 1861. Fue bautizado algo después en la parroquia de Fraga (Huesca). Tuvieron dos hijas, La Chiveca y Encarnación, que murió en 1963. En 1882 nace el último de los hijos de Juan y Jo-sefa, Felipe (a) «el Menino».

A Ceferino, su familia y amigos le llamaban siempre «Pelé», «el Pelé», y con este apodo se ha quedado entre sus amigos de hoy, repartidos por todo el mundo. El Pelé, de pequeño fue muy pobre. Su nieta Maruja recordaba: «Volvía a casa después de la venta; si veía salir humo, me ponía contento, porque había algo que comer; si no había humo, quería decir que las mujeres no habían cocinado»5.

Al igual que sus padres, Ceferino fue analfabeto. Nun-ca fue a la escuela, como era lo habitual entre los itineran-tes. Pero eso era algo que no llamaba la atención, ya que buena parte de la sociedad del momento era analfabeta. Ceferino hablaba la lengua de sus padres. De vez en cuan-do se le escapa alguna palabra, como cangrí, que le salía espontánea en los cuentos. Muchas de las oraciones que rezaba Ceferino eran en catalán, dado que de joven se mo-vió mucho por Lérida.

Desde pequeño aprendió a hacer cestos, que vendían en las ferias y mercados. Los hijos de su amigo Santos de Otto, recuerdan que «el Pelé» conocía todos los caminos.

5 Riboldi, M., 1993, pág. 23.

Ceferino, un gitano cabal ~ 15

También se aplicaba a coger caracoles y a venderlos, como hacían y hacen todavía muchos gitanos de Fraga o Barbas-tro. Le gustaba comerlos.

Además, desde que su padre «El Tichs» les abandonó, a Ceferino le tocó hacer de cabeza de familia. De hecho, su hermano pequeño Felipe le llamaba papá y no «tato» o «hermano». Había mucha diferencia de edad entre ellos y además Ceferino se comportaba con él como un padre.

La boda gitana de Ceferino y Teresa

Ceferino se casó con Teresa Jiménez Castro (Lérida, 1859/Barbastro, 1922). Conservamos la partida de bau-tismo de Teresa, de la parroquia de San Juan Bautista de Lérida, de 23 de mayo de 1859. En ella se lee que nació ese

Boda del beato Ceferino y Teresa. Cuadro de V. Staricék

16 ~ Gitano y obispo unidos en el martirio

Gitano y obispo unidos en el martirio Los beatos Ceferino y Florentino de Barbastro

Mar

tín Ib

arra

Ben

lloch

Gita

no y

obis

po u

nido

s en

el m

artir

io

ISBN: 978-84-9055-978-9

mártires siglo XX

má

rtir

es s

iglo

XX

En Barbastro, capital española del martirio durante la persecución del siglo XX, fueron asesinados 9 de cada 10 sacerdotes, casi la totalidad de los religiosos y numerosísi-mos laicos. Allí entrecruzaron sus vidas y su muerte Cefe-rino Giménez Malla, «el Pelé», tratante de ganado de etnia gitana, hombre de oración y buen padre de familia, y el obis-po Florentino Asensio, quien llevaba pocos meses en Bar-bastro y al que se le dio muerte de manera cruel. Los dos han sido reconocidos por la Iglesia como beatos mártires y son objeto de una intensa devoción popular.

El martirio de un tratante gitano y un obispo casi recién nombrado pone de relieve cómo la persecución no distin-guió personas. La perseguida era la fe. La vida, pasión y muerte de estos mártires es un alegato por la libertad como don de Dios, base imprescindible de la convivencia y la fra-ternidad.

El autor de esta obra es especialista en la historia de la diócesis de Barbastro.