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Año II. Alálaga 4 «le Abril de Aúm. 5*. MTI11T0E1, ABTSS, ilBKSáS. T) DIRECCION Y REDACCION San Juan de Letran, 2. Se publica cuatro veces al mes. DIRECTOR PROPIETARIO MARQUÉS DE PREMIO REAL. DIRECTOR LITERARIO NARCISO DIAZ DE ESCOVAR PRECIOS DE SÜSCRICION En Málaga, un mes 1 pta. Fuera, trimestre .... 3 » Administración: Granados3. Sumario.—EL TEATRO ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO. Marqués de Premio Rcal.=AL SIGLO XIX, A n - drés Blanco García.=GARMONA, José de Velilla. ==NOCTÜRNO, C. Fernandez de PasalagLia.==DoN GIOVANNI DE MOZART, J. M . Esperanza y Sola.= LA PRIMAVERA, A . Alcalde y Valladares.=LE- TEA MENUDA.=GUÍA ARTÍSTICA. el tí, ni mil mmmm (CONTINUACIÓN. ; ÍIÍ. LAS ACTRICES Cúmpleme, al empezar este capítulo, depo- sitar respetuoso las flores del recuerdo sobre la tumba de la inolvidable Matilde Diez y dirigir sa- ludo de admiración entusiasta á dos damas hov en el retraimiento: Doña Teodora Lamadrid y Doña Elisa Boldún. Y cumplido este, que llamo yo deber de cor- tesía, los puntos de mi pluma irán trazando la corona que he de poner sobre las sienes de la Srta. D." Elisa Mendoza Tenorio, la primera de nuestras actrices contemporáneas. La ciudad condal, emporio de las artes y de la industria, tuvo la suerte de mecer su cuna; [as brisas marítimas de la antigua Gades en- tonaron el primer himno de alabanza en loor de su genio; la corte de España la coronó des- pués con inmarcesible lauro; reúne, pues, como ha dicho uno de sus biógrafos, «á la gravedad de una catalana, la elegancia de una madrileña y la gracia de una andaluza.» Discípula predilecta de la gran Matilde Diez, aprendió los recursos inimitables de su maestra, recogiendo la sávia de aquella época gloriosa para nuestra escena.

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A ñ o I I . A l á l a g a 4 « l e A b r i l d e A ú m . 5 * .

MTI11T0E1, ABTSS, ilBKSáS. T) DIRECCION Y REDACCION

San Juan de Letran, 2. Se publica cuatro veces al

mes.

DIRECTOR PROPIETARIO M A R Q U É S D E P R E M I O R E A L .

DIRECTOR LITERARIO N A R C I S O D I A Z D E E S C O V A R

PRECIOS DE SÜSCRICION

En Málaga , un mes 1 pta. Fuera, trimestre.. . . 3 »

Administración: Granados3.

Sumario.—EL TEATRO ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO. Marqués de Premio R c a l . = A L SIGLO XIX, A n ­drés Blanco García.=GARMONA, José de Veli l la . ==NOCTÜRNO, C. Fernandez de PasalagLia.==DoN GIOVANNI DE MOZART, J. M . Esperanza y S o l a . = LA PRIMAVERA, A . Alcalde y Val ladares .=LE-TEA MENUDA.=GUÍA ARTÍSTICA.

el tí,ni m i l mmmm (CONTINUACIÓN. ;

Í IÍ .

L A S A C T R I C E S

C ú m p l e m e , al empezar este capítulo, depo­sitar respetuoso las flores del recuerdo sobre la tumba de la inolvidable Matilde Diez y dirigir sa­ludo de admiración entusiasta á dos damas hov

en el retraimiento: Doña Teodora Lamadrid y Doña Elisa Boldún .

Y cumplido este, que llamo yo deber de cor­tesía, los puntos de m i pluma irán trazando la corona que he de poner sobre las sienes de la Srta. D." Elisa Mendoza Tenorio, la primera de nuestras actrices con t emporáneas .

L a ciudad condal, emporio de las artes y de la industria, tuvo la suerte de mecer su cuna; [as brisas mar í t imas de la antigua Gades en­tonaron el primer himno de alabanza en loor de su genio; la corte de España la coronó des­pués con inmarcesible lauro; reúne , pues, como ha dicho uno de sus biógrafos, «á la gravedad de una catalana, la elegancia de una madr i leña y la gracia de una andaluza .»

Discípula predilecta de la gran Matilde Diez, aprendió los recursos inimitables de su maestra, recogiendo la sávia de aquella época gloriosa para nuestra escena.

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-P4 R E V I S T A M A L A C I T A N A .

.Muerta Matilde y retiradas Teodora Lamadrid y Elisa Boldun. ella fué llamada á reemplazarlas, reasumiendo sus figuras en una sola v compen­diando en sí propia m á s de medio siglo de glo­rias escénicas.

Y esto, que no es un elogio vano, se halla confirmado por manera extraña á poco que es­tudiemos sus cifras E . - M . - T . : á la inversa Teo­dora-Matilde-Elisa, ó Elisa-Mendoza-Tenorio.

No ha podido la Srta. Mendoza Tenorio su­perar lo insuperable en sus tres predecesoras; pero ha tocado con igual talento y genial ins­piración los tres repertorios, como lo demues­tran, entre otras obras. Un drama nuevo, ha , bola de nieve y Lo positivo del de la Sra. L a ­madrid; Redimir a l cautivo y La niña boba, de Matilde Diez; La Fornarina, El vergonzoso en palacio y Crisálida y mariposa de la Sra. Bo l ­dun.

Su voz dulce y melódica tiene en igual i n ­tensidad las notas tristes y angustiosas, que las r isueñas y alegres, dotada además de un r i tmo a rmónico que se adapta perfectamente á la ca­dencia del verso, nadip como ella lo declama, siendo ésta cualidad sobresaliente más de notar en los largos parlamentos del teatro antiguo, que puestos en sus lábios adormecen como los ecos de música lejana en la hora crepuscular, ó como el girar del céfiro y el murmullo de las aguas en plácida tarde estival. Su reperto­rio propio es tan numeroso, que no nos es dado recordarlo; basta decir que ha creado las pro­tagonistas de cuantas obras notables han escrito en los úl t imos diez años nuestros más eminentes, autores d ramát icos . Entre estas personificaciones citaremos: Consuelo, en la comedia de AyalaJ Martina, en La mariposa; Beatriz en En el seno de la muerí, ; Teodora, en E l gran Gateólo: Pe­tra, en L a pasionaria; Margarita, en La muerte en los lábios; Suzel, en E l amigo Fr i t z ; Lola , en la obra de Gaspar y tantas otras notabil í­simas concepciones.

El amor casto y puro, la inocencia, los ce­los, la dignidad y abnegación, la infidelidad, el arrepentimiento, la infantil travesura, la altivez, cuantos sentimientos animan al ser humano, tienen en su talento privilegiado encarnación perfecta, pero m á s especialmente aquellos que por lo noble y desinteresado se identifican más con su alma pura y sus sentimientos de acen­drada vir tud.

El elogio de la d¿ima, nunca bastante exa-_gerado, está en la conciencia de cuantos han tenido la honra de tratarla y han podido apre­

ciar su ejemplar conducta y su exquisita finura, complementos de una belleza radiante.

María Alvarez de Tubau, hoy la señora de Falencia, merece aquí puesto honroso. Dedicada muy especialmente á la comedia, ha pasado mu­chos años al lado de Emi l io Mario , el Director modelo, y ha sabido aprovechar sus enseñanzas llegando á dominar de modo notable este gé­nero de producciones escénicas. E l teatro fran­cés la ofrece siempre más ancho campo donde lucir sus facultades que se adaptan en particular á los caracteres frivolos y superficiales.

Ha estrenado con éxito extraordinario todo el repertorio de su distinguido esposo, y la ma­yor parte de las comedias de Echegaray (Miguel) 3̂ Blasco.

Su figura elegante y su distinción de moda­les, contribuyen á realzar el méri to indiscutible de esta artista. Entre las pasiones que mejor expresa, es una, la de los celos, que parecen en ella verdad patente—sin embargo, no ha lle­gado á mis noticias que sea celosa, y sí que su virtud y talento son ilimitados.

Viste siempre con exquisito gusto, y goza en Madrid de numerosas s impat ías .

Su declamación, quizás defectuosa en el ver­so, es natural ís ima en la prosa y su expresión como sus movimientos, son siempre ágenos á toda afectación.

F u é por muchos años la primera actriz en el teatro de la Comedia.

E l verla reunida con Elisa Mendoza Tenorio en una misma compañía es uno de los sueños que acarician los verdaderos aficionados al arte d ramát ico .

Antonia Contreras puede decirse que se ha hecho en pocos años una buena actriz; ahora regresa de Amér i ca , donde, con Rafael Calvo, ha recogido abundante cosecha de laureles. Su figura es dqlicada é interesante; posee dotes poco comunes de talento é inspiración, y al lado de tan buen maestro adelantará mucho. Es una ac­tr iz en el estilo de Elisa'Mendoza Tenorio; esto es, genuinamente española, , y su repertorio es el mismo -que aquella eminencia cultivaba en su primera época.

Julia Cirera hace unos pocos años era des­conocida en España , donde actuó en su primera edad ret i rándose después al contraer matrimo­nio.

Es hija de la notable actriz americana seño­ra Roca, y nacida en el Uruguay: el sol t ro­pical de su pátr ia la ha prestado el fuego de sus rayos.

De vuelta en la escena, el desenvolvimiento

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de sus facultades ha sido rápido y su adelanto asombroso, desde que la dirigió Vico.

Inspiración y sentimiento, verdad y pasión, son dotes que posee en alto g radó , y si no fuera por la precipitación en los ensayos y la necesidad en que se ha visto, ya en Madrid, ya en provincias, de aumentar continuamente su repertorio, sus interpretaciones serían mas acabadas. Se distingue en el drama que es su especialidad: su apasionado temperamento no se presta á la comedia.

Promete esta actriz dias de gloria cuando alcance el summum del arte. Su figura es sim­pática y su cuerpo esbelto: la voz pastosa^ y agradable, aunque podr ía sacar más partido de ella cOn algún más mé todo .

Se distingue mucho en Redención, Adriana, El tanlo por cien/o y Lu peste de Otranto entre otras obras, y muy especialmente en el papel de Doña Juana en La locura de amor, de cuyo carácter ha hecho una verdadera creación.

{Continuará}

EL MARQUÉS DE PREMIO REAL.

L» SIGLO XíX.,

Premiada e» el Certamen de la Junta Poética Malacitana.

Siglo, siglo inmortal , r t y de la historia, heraldo del progreso, á cuyo nombre el corazón del hombre palpita lleno de esperanza y gloria, ¿la luz de-tu corona es por ventura faro esplendente que en enhiesta cumbre alienta al marinero en noche oscura, ó es el cárdeno lampo, cuya lumbre, engendra el rayo y la pupila ciega? T u genio portentoso que despliega sus alas, remontando el vuelo á la región de lo. infinito, ¿lleva en su frente escrito signo de alta misión, ó traspasando' de su destino el linde, se despeña • en abismos sin fin, donde entre errores-flota rasgada tu gigante enseña manchados de su lienzo los colores?

En vano intenta la asombrada mente tal misterio sondar. Naciste lleno de esperanza y poder, y cual ardiente

rayo de sol, que del inmundo cieno, con besos amorosos forma el vapor de la rosada nube que lentamente hasta los cielos sube,. tus rayos luminosos, inundando á la noble inteligencia, ahuyentaron las sombras de un pasado sombr ío , aterrador. Surg ió la ciencia magnífica y sublime. Enagenado de gozo el anhelante pensamiento al latido violento del corazón, lanzóse á las regiones de otra potente é ignorada vida; brotaron á su aliento las pasiones, y el alma, enardecida con sus rápidos triunfos, nuevo br ío cobraba sin cesar, cual si impulsara un vér t igo su inmenso poder ío y el mundo ante sus plantas se humillara.

¡Oh! cuántas maravillas! qué riqueza de arte y ciencia á la vez! Los altos montes abaten ante el hombre su cabeza y se enlazan lejanos horizontes con férreos nervios que las razas, funden. 1 Do los coros monást icos sonaban los cantos del trabajo se difanden: los pueblos que lanzaban gemidos de dolor, truecan su llanto^ de libertad al nombre sacrosanto, en himnos gigantescos de alegría; y al dogma puro del amor, la augusta verdad con la razón, hermosa vía abr iéndose entre flores, la vetusta ^ sociedad con su voz rejuvenece, cual el calor de dulce primavera en el árbol que ostenta la pradera las ramas antes mustias reverdece.

Ya el ojo telescópico el abismo insondable del éter palpa, y mide los ígneos globos, y en su centro mismo ia ley de vida que eternal reside sorprende. Ya la planta del hijo del progreso firme huella las africanas zonas do levanta la ignorancia su trono. Ya la bella Amér ica á la Europa muestra abiertos sus fraternales brazos. La Occeanía y el Asia en sus recónditos desiertos reciben el calor del nuevo día; y las aguas que un tiempo fueron tumba de la soberbia egipcia, con sublime voz que en los aires zumba, cantan al génio que en su frente imprime

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ósculos m i l de paz. mientras surcando el istmo roto las gallardas naves., responden con sus cánticos süaves á las bíblicas zonas saludando.

Y el seno turbulento de las olas, y el fondo del volcan cuyas ent rañas aprisionan graní t icas mon tañas , y la luz que en brillantes aureolas se esparce por doquier, y el fértil grano que un mundo encierra en sí. todo, rendido ante el altivo pensamiento humano, sus misterios descubre. A l fin vencido el negro fanatismo, hijo del miedo, al bára t ro su espectro precipita: con varonil denuedo, del arte al fuego, el corazón palpita; y la vibrante lira y los pinceles, rasgando al punto los azules velos, conquistan nuevas palmas y laureles al copiarla a rmonía de los cielos.

ANDRÉS BLANCO GARCÍA.

(Concluirá.)

C A R M O N A

(CONTINUACIÓN.)

I I I .

Así como los cristianos dedicamos el mes de Noviembre á la conmemorac ión de nuestros d i ­funtos, los romanos dedicaban á las recordacio­nes de los suj^os ciertas fiestas llamadas lemu-rianas, por que entre ellos—según Apuleyo y Ovidio—recibían el nombre de/e/??wm las almas de los muertos. Las fiestas duraban tres noches desde la del nueve de Mayo en que comenza­ban.

Ovidio nos dice: «Con poco se contentan los manes: aprecian la piedad sola tanto como los más ricos presentes: las divinidades de la Estigia carecen de codicia. Basta que la losa sepulcral esté oculta debajo de las coronas, y que se les haya añadido un poco de trigo, algunos granos de sal, un poco de pan remojado en vino puro, algunos tallos de violetas esparcidos, todo esto en un sepulcro abandonado en medio de los ca­minos Desplegad, si queréis , m á s pompas en vuestros homenages; pero aquellos bastan á los manes.»

Sabido es que la provincia mas romana del

imperio fué España , y en ella la Hética, hasta el punto de que los naturales de esta región cultivaron las artes, las ciencias y la literatura latinas, con gran ventaja á veces, sobre los mis­mos romanos, y basten por ejemplo los nom­bres del gaditano Colímela y del cordobés Sé­neca, cuya sabiduría es proverbial.

Así , pues, todos estos usos y costumbres, relativos á las ceremonias fúnebres, eran guar­dados por aquellos españoles, que profesaban ferviente culto á las divinidades romanas.

La Necrópol is de Carmona no ofrece los carac téres de ostentación y suntuosidad que se observan en las descubiertas en Italia: pero por su estado de conservación, capacidad de los pan­teones, y determinación de los repartimientos sub te r ráneos ha de ser un monumento de i m ­ponderable valor para la Arqueología y la H i s ­toria.

E l Columbario de Postimio, el Tr id in io del Olivo y el Mausoleo circular merecen especialí-sima m e n c i ó n . — E r a n los Columbarios ó Hipogeos grandes edificios ó panteones sub te r ráneos , don­de se depositaban las'urnas cinerarias, conoci­dos ya y fabricados por los griegos. A l pr inc i ­pio tuvieron un solo piso ó planta; pero luego se agrandaron sus dimensiones, llegando á tener algunos dos ó tres pisos y exornándose con p in ­turas murales, labores de mosaico y estatuas de m á r m o l . Constaba el Columbario de diversos departamentos, perteneciendo cada uno á distinta familia; y á más de los destinados para las urnas, habia otros que daban á la construcción interior el aspecto de una casa con todas sus oficinas y dependencias, sin que faltase ni el comedor, que llamaban los romanos Tricl ina-rius.

Todas estas disposiciones se observan en los de Carmona, en buen estado de conservación: en ellos se ven los departamentos de las urnas cinerarias, y estas colocadas en sus huecos, el Iriclinium, la mesa, la atarjea ó canaiillo de des­agüe para que corriesen los líquidos de las l i ­baciones, pozos de treinta metros de profun­didad y las oficinas precisas para los d e m á s me­nesteres, todo ahondado y fabricado en la roca viva del alcor.

Una de las tumbas notables de la Necrópol is carmonense es la llamada de cuatro dcparlamen-los, por estar dividida en otros tantos; la bóveda se halla sostenida por cuatro columnas,—una de ellas rota,—sacadas en la piedra del mismo al­cor, como toda la fábrica.

La llamada de Prepuso, por haberse hallado en la urna cineraria la inscripción Ossa-Prepu-

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,rt)< (Restos ú osario de Prepusa). llama también la atención por sus compartimientos, alta bóveda y señales de puertas. Está contigua á la Via romana, apenas comenzada á descubrir.

Aparte de los Columbarios y de algunos pan­teones, los demás sepulcros ofrecen una misma forma.

En ellos se han encontrado ánforas y tazas de barro cocido y de cristal, lacrimatorios de las mismas materias y de distintas formas, mo­nedas de Tiberio y de Vespasiano, y candiles de barro cocido con varias figuras y represen­taciones.

Uno tiene el pavón de Juno, otro escenas de corrupción y lascivia, y otro la cabeza y el caduceo de Mercurio. Se sabe que uno de los oficios del dios Mercur io—según los r o m a n o s -era llevar las almas ó las sombras al Averno y también sacarlas de aquel espantable lugar.

Han sido hallados un Cupidillo de] ámbar , varios anillos y otros objetos de indisputable va­lor arqueológico, que se conservan en el Museo recientemente establecido en Carmona para cus-, íodiar tan valiosas ant igüedades .

En muchos panteones se observan vestigios de revestimiento interior, notándose trozos per­fectamente conservados: en otros se ven restos de pinturas murales, pájaros, labores capricho­sas y guirnaldas de hojas. Una de las tumbas, descubierta en el sitio de Campo Real, es lia mada del Banquete, por representar uno la p in ­tura que la adornaba.

Los romanos usaban dos clases de urnas cinerarias: unas pequeñas y cuadradas, llamadas Olkc que servían para contener las cenizas, y otras mayores y redondas, nombradas Ossuaria, destinadas para los huesos. En las tumbas de la Necrópolis de Carmona se ven urnas de una y otra figura.—pero en todas—á lo menos en las que vimos—se hallan confundidos los huesos Y las cenizas.

A la entrada de algunos panteones reconó-cense los enterramientos de libertos v servidores

j a Emil ia , que, fieles hasta la muerte, acom­pañan á sus señores en el úl t imo sueño, como mudos vigilantes du la casa mortuoria. A poco mas'- se creerla leer sobre el muro el saludable av'so: cave cavem.

(Con t i n

JOSÉ DE VELILLA,

mira.

N O C T U R N O

Dame tu corazón; quiero pesarlo En la frágil balanza del car iño. Si inmóviles quedaran sus cadenas Y si oscilar no vieras sus platillos, Era que con sus alas misteriosas Nos cobijaba el ángel del olvido. La balanza se inclina de tu lado; ¡Casi vas á vencer, porque vacilo' ¿Amas tú más que yo, ó es por ventura Una ilusión nacida del delirio? Déjame abrir los ojos. Ya comprendo Las páginas oscuras de este l ibro. Me agitaba en el mar de las tinieblas; Ahora el sol me ilumina con su bri l lo; Como tu corazón es una roca Más dura que una piedra de granito, Por eso al colocarlo en la balanza Notaste que pesaba mas que el mió .

C. FERNANDEZ DE PASADAGUA.

• oMS^

DON G I O V A M I , D E MOZiUiT.

Cuentan las crónicas que allá por los años de 1778 hallábase un dia el inmortal autor de las Estaciones presenciando la disputa que entre sí tenian varios admiradores y apasionados suyos, á propósi to de una ópera que, precedida de gran fama adquirida en Praga, se habla puesto en escena la noche antes en el teatro Imperial de Viena. A decir verdad, no eran muchos los que la elogiaban, y la gran mayor ía de los circuns­tantes, no perdonando al pobre autor de la obra en cuestión el que les hubiera privado por un solo dia de solazarse con la Tarara ó el Azur de Salieri, que por entonces hacían las delicias del público vienés, se destacaban en invectivas y dicterios contra una ópera que no dudaban en juzgar como «un caos musical, como un en­gendro monstruoso de combinaciones a rmónicas so lamente .» La disputa no tenia trazas de aca­barse, cuando uno de ios que con mayor calor la sostenían dirigióse á Haydn pidiéndole su pa­recer. Poco se hizo esperar este: «No puedo decidir, les dijo, no habiendo oido esta música mas que una sola vez. Lo que si sé, es que Mozart es el mejor compositor que existe en el mundo.-) Inútil es decir que estas palabras die­ron fin á la contienda, por más que, si las his­torias no mienten, no salvaran la obra en cues­tión del mal éxito que tuvo.

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45¿ R E V I S T A M A L A C I T A N A .

La ópera que tan acerbas críticas mereció de los dilettanti de Viena, llevaba por tí tulo: Don Giovanni ó sia i l dissoluto punito. Dvamma gioc-coso in due at l i delirábale Lorenzo Du Ponte, posto in música da W . A. Mozart.

aMal puesta en escena, mal ensa3-ada, mal cantada, mal representada, y peor comprendida, dice Da Ponte en sus Memorias, la ópera no gus tó , y todo el mundo menos su autor, c reyó que habla necesidad de retocar la .» Sólo Mozart» que tenia la conciencia de su genio, que conocía y sabía el valor del gigantesco monumento que su prodigiosa inventiva habia levantado, y del cual, á creer á Lenz, el estudioso crítico de Beethoven, sus anteriores obras no eran sino caminos que á él conduelan, solo Mozart , tepe-, timos, opinaba de distinta manera, y al desden con que la recibía el público vienes contestaba diciendo: «Don Juan ha sido compuesto para los habitantes de Praga, para algunos amigos, y , sobre todo, para m h ; frase que, en nuestro concepto, explica de la manera más gráfica y completa la historia da este portento del arte, de esta ópera de las óperas , como la llama Hoffman, de la obra maestra entre todas las obras maes­tras, pomo la califica Castil-Blaze, de la maravilla del arte músico, como á coro la llaman Fetis, Oulibichieff y Quicherat; obra en fin, que si por lo grandioso y gigantesco de sus formas se la ha comparado con el Juicio final de Miguel Angel , tiene de Rafael la pureza y del gran sevillano Velazquez la asombrosa verdad con que están delineados los. carac téres .

Tenia Mozart treinta y un años . A la entu­siasta acogida que de niño habia tenido en un viaje de triunfos y de gloria desde las orillas del Rh in hasta las márgenes del Támesis^ del Sena y del Tiber , habíase; sucedido una época de tristeza y descorazonamiento, «lote inevitable de todos los hombres de valer» , como su padre le decia. Víctima de las torpes cabalas, de V o -gler, Salieri, y aun del mismo Gluck; juguete de ignorantes empresarios como Afligió, ó de profesores, tan entendidos como José I I de Aus­tria, quien, por confesión propia, sólo gustaba de la música bufa italiana," maltratado por la suerte hasta el punto, de que en aquel mismo Par í s , que tanto le habia festejado y aplaudido, tuviese su madre que mirar como, gran consuelo el que su hijo encontrara una discípula que le diese doce luises de oro al mes por otras tan­tas lecciones,- obligado,, m á s tarde, á escribir valses y contradanzas para atender á su sub­sistencia; vejado por la necia vanidad, del or­gulloso prelado de Salzbourg, Monseñor Collore­

do, que le obligaba á comer con sus lacayos, y por ú l t imo, lacerada su alma con la pérdida de su madre en P a r í s , la de su padre en Salzbourg, y ¡a de su mayor amigo Barisceni, Mozart se habia familiarizado con la idea de la ¿nuerte que rompía los lazos que le unian con un mundo del que solo cosechaba penas y amarguras sin cuento. « C o m o , bien mirado, decia á su padre el 4 de A b r i l de 1787, poco tiempo antes de morir este, la muerte es el verdadero objeto de la existencia, me he familiarizado tanto, de dos años á esta parte, con la idea de ésta, la más verdadera y la mejor amiga del. hombre, que su imagen lejos de atemorizarme, me tranquiliza y me consuela. Doy gracias á Dios porque se ha dignado hacerme conocer la muerte como I? verdadera llave de nuestra felicidad. Nunca me acuesto sin pensar que mañana , y á pesar de mi juventud tal vez no existiré.»

Don Juan fué la explosión de todas las amar­guras de este ingenio colosal, y su idea predo­minante, su idea favorita, como él mismo nos dice, la idea de la muerte, verdadero Dms ex machina de esta gran obra, está pintada en ella con una verdad tan admirable, que nadie, ni el mismo Meyerbeer en su Roberh, ha llegado á tanto. Véase con cuánta razón decia Mozart que el Don Juan se habia compuesto, sobre todo par ra él.

Inútil por demasiado sabido, y pretencioso además , seria el que- hiciéramos aquí una rápi­da reseña de las obras dramát icas de Mozart, cuando tanto y tan bien han escrito- sobre la materia Oulibichieff, Fetis, Scudo, Bertrand

i Clementy tantos y tantos.otros;: pero bueno será decir, para acabar de justificar las palabras con que Mozart se desquitaba de la injusticia con que el público de Viena recibía su obra maes­tra, que después de varias obras líricas en que el gran génio aun no habia remontado» el vuelo escribió en 1780, por encargo del Príncipe elec­toral de. Baviera, su Jdomeneo., que, á juicio de-Fetis. es la gran trasformacion del arte, y cuvasi melodías, ya no son ni puramente italianas, ni! la música alemana de Hasse, ni el antiguo es­tilo francés, ni la modificación de-Gluck. A esta siguió, por encargo, del emperador José II . , Ven-tevewenl an serail. El aplauso, unánime de los músicos y dilettantis. de Praga, Munich, Dresde, Berlín,. Garlsruhe, hizo variar la opinión de los. vieneses, que la recibieron con más- sorpresa que placer, y del mismo emperador, que por todo elogio al joven Wolfang-. esto PS demasiada bueno para nuestros oídos: encuentro, añadía, que hoy demasiaiíts notase á lo cual contestaba aquel

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R E V I S T A M A L A C I T A N A . 439

«precisamente, Señor, hay tantas cuantas son ne­cesarias.» José I I le dió 5o ducados, y le seña­ló, dándole el titülo de compositor de la corte, •una pensión de 800 florines, sin que le man­dase componer obra alguna, mas que la opereta Le Directcur du spectacle, lo cual hacia decir al ilustre maestro: «esto es mucho para lo que me piden; bastante poco para lo que yo puedo hacer.)) j La revolución que en el drama lírico habia impezado á hacer Mozart con el Idomeneo, se elevó á mayor altura con Le Nozze di Figuro. flVVolfang Mozart , dice el abate Da Ponte en sus Memorias ya citadas, dotado por la natu­raleza de un genio musical superior quizás á to­dos los compositores pasados, presentes y futu­ros, no habia podido hacer brillar su divino ge­nio, á causa de las cábalas de sus enemigos: permanecía oscuro é ignorado, semejante á una piedra preciosa que, enterrada en las entrañas de la tierra, oculta su esplendor. J a m á s puedo pensar sin placer y sin orgullo que mi sola perseverancia y m i energía fueron la causa, en gran parte, á la cual la Europa y el mundo debieron la revelación completa de las mara­villas de este incomparable genio.»

J. M . ESPERANZA Y SOLA.

( (únl inuará . )

L A P R i l V l A V E R A .

(SONETO.)

Nace el sol que los mundos hermosea Y con rayos los ámbi tos matiza; Susurra el aura que las aguas riza. La abeja zumba, el ru iseñor gorgea.

El bosque con sus árboles sombrea A l arroyo que el prado fecundiza. La rosa con su aliento aromatiza E l raudo viento que en su tallo ondea.

Esto muere, es verdad: pero lozana La primavera volverá olorosa Cuando de nuevo el sol vuelva mañana .

Mas una vez mi juventud perdida. N i con el nuevo sol volverá hermosa La alegre primavera de mi vida.

A . ALCALDE Y VALLADARES.

L E T R A M E N U D A .

El domingo úl t imo se puso en escena en el teatro de Cervantes, por la sociedad de aficio­nados que dirige el Sr. Ruiz-Borrego, el mag­nífico drama del ilustre Duque de Rivas, Don Alvaro ó la fuerza del sino.

E l inteligente aficionado, dijo la parte de protagonista, con el. acierto que le distingue; de los demás artistas que tomaron parte en la representación logró sobresalir el joven Sr. San­tiago, que se distinguió en el papel del Marqués de Calatrava, siendo muy aplaudido y llamado á la escena ai finalMel acto tercero.

Esta sociedad prepara la representación del drama religioso, de Hartzembusch, titulado E l mal Apóstol y el buen ladrón.

Nuestro querido y particular amigo el señor don R a m ó n de la Fuente Alonso, ha enviado desde Roma, varios lienzos, que han sido ex­puestos en casa del Sr. Porredon, y que revelan notables adelantos y progresos, efectuados en el «breve espacio de unos meses.

Los allí expuestos son:

Un grupo de Ciociari, de tamaño natural. U n desnudo de muger, envuelto en una

gasa. Dos cabezas de estudio,, una de hombre y

otra de mujer. Dos paletas, una con un ramo de camelias

y la otra con una cabeza de perro. Una tabla con una odalisca, y Dos tablas con vistas de la campiña de

Roma.

De seguir por el camino con tan noble en­tusiasmo emprendido, auguramos al Sr. de la Fuente un éxito con extremo lisongero en el artij pictórico, cuando el desenvolvimiento de sus dotes naturales, regido por la contemplación y el estudio de las obras maestras que legaron pasados siglos, y la dirección de notables pro­fesores, llegue á alcanzar la necesaria madu­rez.

Entonces, como hoy, seremos nosotros de los primeros en felicitar al amigo y al artista.

T i p de R; Giral , Granados 3.

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GUIA ARTÍSTICA. Tendrán lugar preferente en esta GUÍA los suscritores á nuestra Revista. los cuales deberán

participar oportunamente los cambios de localidad que lleven á efecto. Esta Revista se remite á la mayor parte de los Teatros de España, á varios del extranjero

y á las principales Sociedades recreativas de la Península, sosteniendo el cambio con importantes publicaciones y con los más notables Centros de Contratación de Artistas.

Ó P E R A . García Cabrera, Ascensión.—Tiple.—T.

Nacional de Buenos Aires. Hierro, Anlonia —Circo de Price. Abruñedo, Lorenzo.=Prirtier tenor.—d. Signoretü. Leopoldo.—Primer tenor.—T.

cSolis de Montevideo. Ulloa, Carlos.—Primer bajo.—d. Valdés. Miguel.—Primer bajo.=San Car­

los, Lisboa. C o m p r i m a r i o s

López, Cárlos.=Segurido bajo.=T. de S. Carlos, Lisboa.

Z A R Z U E L A , P r i m e r a s t i p l e s .

Alemany, Enriqueta.=T. G. de Price. Bona, ftíalilde —d. Erieba, Amalia.—T. de Jovellanos. Cisneros, Rosa.=T. de Jerez. Delgado, Cecilia.=T. ae Bilbao. j)iaz, Francisca. —T- de Sevilla. Echevarri, E.—T. de Jerez. Franco de Salas, Dolores.=T. Echegaray,

Jerez. González, Eulalia.—T. Echegaray, Jerez. JMarü de Moragas, /ísuncion. —Buen Reti­

ro, Barcelona. Martin Grúas, Amalia.—T. Martin, Ma­

drid. Montañés, Matilde.—T. Sevilla. Negri, Rosa.=T. Alicante. Pizarro, María .=T. Pamplona. Pocovi, Elisa.—d. Plaza, Juana.—T. Principal, Valencia. Rosales, Emilia. —T.'de Ruzafa, Valen­

cia. Soler di Franco, Almerinda.—T. de Jo­

vellanos Sandoval, Amalia.=T. de Tortosa. Toda, Enriqueta.=d. Valero, Concepción. - T. Pa.nplona.

T s p S e s e ó m i c a s . Alcaina, Amparo = T . Monovar. Calderón, Rafaela.—T. Liceo Salamanca. Cecilio López, Concepción.—T. de Lo­

groño. Fernandez, Fany —d Fernandez, Josefina. —T. de Logroño. Garcú, Antonia.—T Variedades. Madrid. Llóreos, Isabel.—T. Hn/.ata, Valencia Pastor, Lucía.— T. Zerrillas, Valladolid. I ' l i . Josefa =EII Caracfo». Rodríguez, Asunción. —T. Madrid. Roca, Gabriela.---T. de Burgos. S gma, Francisca.—T. de Kcquena. Sanciiea. Cííndida.—T. de la Comedia, de

Valladolid, T i p l e s e a r a e í e r í s t i c a s

Contreras, Purificación—T. de Jerez. La maña de Alcalde, Enii í ia=T. Pamplona Liorens, Ros'i.=T. de Jaf iva. Vargas, Matilde.=T. de Eslava. Zaldivar, Encamación.—T. Huesca. f

C o n t r a l t o s . itfendez, Amelia.=:Circo de Price. Vela de Rameru, Julia.—d.

T e n o r e s . Amurrio, Félix. = T . de la Coruña. Bellrami, Juau.-.-T. de Jerez. Dalmau, Rosendo. —T. Martin, Madrid. Guidotli, Emilio.—T. de Peñaranda. Orenga, Andrés —T. do Alicanie. Pastor Soler, Rafael - Circo de Price. Pons, Juan Bautis ta . -Hernán Cortés, 23,

Valencia. Ribuet, Juan Bautista.—T. de Valencia.

T e n o r e s c ó m i c o s Amoro's. Timoteo. —T. de Monovar. Berros, Félix, —d. Cardona, Ricardo,—T. de Tortosa. Esteve, José!—T. Princesa, Valencia. Orejón, Juan.—T. Jovellanos. González, Salvador.—T. J.ítlva. Garrido, Váler..:in.—T. de Caracas. Mora, Manuel.—»T. de Jerez Villegas, Francisco. —d. Zavala, Juan.—T. de Jerez.

B a r í t o n o s . Alcalde, J o a q u í n . - T . de Pamplona. Arcos, Rafael.—T. Jovellanos. Belza, Gustavo.—T. de Jerez. Fernandez, Maximino. - T . Pamplona. Grajales, Salvador.—T. do Alicante. Lacarra, José.—Circo de Price. Loitia, Víctor.—T. Jovellanos. Moragas, Alfredo.—Rueu Retiro, Barce­

lona. Pinedo, Bonifacio de. —T. Bilbao. Bipoll, Jaiaio.- -T. Bilbao Rodríguez. Vicente.—T. Tolosa. Sigler, José.—T. Logroño.

B a j o s . Guzman, Mariano.—T. de Jerez. Navarrete, José.—T. Alicante. Riva, Gabriel.—T Pamplona. Rizo Coma, Francisco.—T. Badajoz, ftegalá, Jaime.—T. higueras. Velasco Gregorio Cí T. de Jerez. Vipalonga, Rafael García.—d. Sevilla.

D E C L A M A C I O N U V i m e r a s a c t r i c e s .

Calderón, Luisa.- T. Colon, Valencia. Casado, Luisa. —T. Español. Cirera, Julia.—T. Princiiial, Málaga. Castillo, Silvoria del. —Málaga. Berrán?, Emilia.—T. Princiiial, Málaga. Lombiu, Clotilde.—T. Princesa, Madrid. Llórente, Emilia.—d. en Málaga. Mendoza Tenorio, Elisa. —T. Princesa,

Madrid. Tubau de Falencia, M a r í a . - T . Comedia,

Madrid. Valverde, Balblna.—T. Lara, Madrid.

D a m a s j ó v e n e s . Bardo, Elisa. —T. Bueno-Aires.

Bueno. Matilde.=T. Novedades. Caro, Alejandrina.—d. Echevarría, Filomena. = Leganilos 25, Ma­

drid. , , Gambardella, Maria.-T. Español, Madrid. Grajales, Concepción.—T. Corvantes Má­

laga. Valero, Carmen.=d.

C a r a c t e r í s t i c a s Alandete, Isabel.=d. en Malaga. Calmarino, Josefa.—d. en Málaga.

I * r i m t í r í i s a c t o r e s Calvo, Rafael.—Valencia. Catalina. Manuel. =;T. de Rcus. Galán Rivas. Francisco.—Méjico. Lemos, Domingo.=T. de san Clemente. Mario, Emilio —T. Princesa, Madrid. Maza, Alfredo.—d. en Madrid. Sabaler, Manuel.=d. Tamayo, Victorino.-T Principal, Málaga Vico, Antonio.=T. Español, Madrid.

A c t o r e s d e c a r á c t e r .

AUarriba, Fernando,—T. Eslava Villegas, Emilio.=d.

A c t o r e s c ó m i c o s . Carsi, Felipe.—d. Díaz, Pabj . .—T. Principal, Málaga. Fernandez, Mariano —T. Español, Madrid. Rochel, José María.—T. Variedades. Valero, Ricardo.=T. de Zaragoza. Zamacois, Ricardo. - T . Buenos Aires.

C h a l a n e s J ó v e n e s . Bermudezde Castro. Rafael.=d M.rt in, M i g u e l . - d . Robles, J u p n = T . Princioal. Malaga. Sánchez de León, Enrique.=T. Princesa

Madrid. Santiago, José.=d en .Málaga. Tlmiller. Emilio.-T. Principal, Málaga. Vallarino, Ramón.—Bue.ios Aires.

Maestros concertadores y Directores. Arnodo, Luis.-Circo de Price. Cansino, Juan.—Carmelitas 0. Málaa-;. Gomoz, Tomás ,=T. Martin, Madrid^ Such Sierra. Juan.—T. de Alicante.

A i m r . í a d o r e s . García Camoa, Felipe —d.

maestro,— Piá, Leandro. -Suggeritorí T. Real.

C u e r p o d e c o r o s Alcalde, Francisca, partiq —T. Coruña. Bru»a. Elena, primera tiple. — t i . üiaz. Eugenia, segunda tiple.—d. González. Dolores.—T. de Jerez. Gómez, Emilia = d . Gómez, Amalia, segunda tiple.—T. Real.

C u e r p o c o r e o g r á f i e O i Estrella, Srta.—d. en Madrid.

• • e l u q u e r o s d e t e a t r o . Diaz. Rafael =Santa María, Millaca.