Mucho Ruido y Pocas Nueces - William Shakespeare

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Mucho Ruido y Pocas Nueces - William Shakespeare

Transcript of Mucho Ruido y Pocas Nueces - William Shakespeare

  • Situada en su may or parte en un amable marco de jardines,aposentos y f iestas cortesanas, la obra gira principalmente en tornoa dos f uertes personajes enf rentados, Benedicto de Padua yBeatriz, adv ersarios irreconciliables y ambos tan ingeniosos,mordaces y sarcsticos como desdeosos del amor. A lomos deuna trama animada por los equv ocos, las traiciones y losimprev istos, los enemigos jurados acaban sin embargo, para supropia sorpresa, en aquel lugar a donde se prometieron nunca ir aparar y, lo que es ms, en la compaa para ellos msinsospechada.

  • William Shakespeare

    Mucho ruido y pocas nueces

    ePub r1.2Perseo 15.07.13

  • Ttulo original: Much Ado About NothingWilliam Shakespeare, 1598Retoque de portada: Perseo

    Editor digital: PerseoePub base r1.0

  • Personajes

    DON PEDRO, prncipe de AragnDON JUAN, su hermano bastardoCLAUDIO, joven noble de FlorenciaBENEDICTO, joven noble de PaduaLEONATO, gobernador de MesinaANTONIO, hermano suyoBALTASARNIO, criado de don PedroBORACHIO, CONRADO, compaeros de don JuanDOGBERRY, alguacilVERGES, corcheteFRAILE FRANCISCANOUN ESCRIBANOUN PAJEHERO, hija de LeonatoBEATRIZ, sobrina de LeonatoMARGARITA, RSULA, doncellas de la servidumbre de HeroMensajeros, ronda, acompaamiento, etc.

  • Escena: Mesina

    ActoPrimero

  • Escena I

    Delante de la casa de Leonato.Entran LEONATO, HERO, BEATRIZ y otros personajes, con un

    MENSAJERO.

    LEONATO. Veo por esta carta que don Pedro de Aragn llega esta nochea Mesina.

    MENSAJERO. Debe de hallarse muy prximo, pues no estaba a tres leguasde aqu cuando le he dejado.

    LEONATO. Cuntos caballeros habis perdido en esta accin?MENSAJERO. Slo unos pocos de cierto rango, y ninguno de renombre.LEONATO. Una victoria vale por dos cuando el vencedor regresa al

    hogar con las filas completas. Hallo aqu que don Pedro ha colmado dehonores a un florentino llamado Claudio.

    MENSAJERO. Muy merecidos por su parte y justamente otorgados pordon Pedro. Ha superado las promesas de su edad, realizando bajoapariencias de cordero hazaas de len. Verdaderamente, ha superadolas mejores esperanzas a un extremo que no esperis pueda deciroscmo.

    LEONATO. Tiene aqu en Mesina un to que se alegrar muchsimo alsaberlo.

    MENSAJERO. Ya le he enviado unas cartas y ha mostrado sumo jbilo; aun grado tal que el gozo no pudo exteriorizarse con la moderacindebida sin una marca de tristeza.

  • LEONATO. Rompi a llorar, tal vez?MENSAJERO. Con gran abundancia.LEONATO. Un tierno desbordamiento de ternura! No hay rostros ms

    leales que los que as se baan en llanto. Cunto mejor es llorar dealegra que alegrarse del lloro!

    BEATRIZ. Por favor, el signior Mountanto ha regresado de la guerra ono?

    MENSAJERO. No conozco a nadie as llamado, seora. Ninguna personade viso haba en el ejrcito con semejante nombre.

    LEONATO. Por quin preguntis, sobrina?HERO. Se refiere mi prima al signior Benedicto de Padua.MENSAJERO. Oh! Ha regresado, y tan jovial como siempre.BEATRIZ. Fij un cartel aqu en Mesina, retando a Cupido al arco; y el

    bufn de mi to, al leer el reto, le contest por Cupido y le desafi a lasaetilla de cazar gorriones. Decidme, a cuntos hombres ha dadomuerte y se ha engullido en estas guerras? A cuntos ha matado tanslo? Porque, a la verdad, yo he prometido comerme todo lo que matara.

    LEONATO. A fe, sobrina, que tratis con excesiva dureza al signiorBenedicto; pero l se desquitar con vos, no lo dudo.

    MENSAJERO. Ha prestado buenos servicios en estas guerras, seora.BEATRIZ. Tendrais vveres rancios, y os ayud a comerlos; es un

    valentsimo gastrnomo; posee un estmago excelente.MENSAJERO. Es tambin un buen soldado, seora.BEATRIZ. Un buen soldado ante una dama; pero qu es frente a un

    caballero?MENSAJERO. Un caballero frente a un caballero, un hombre frente a un

    hombre, adornado con toda clase de honrosas virtudes.BEATRIZ. Eso es, efectivamente; no otra cosa sino un hombre adornado;

  • mas, en cuanto al adorno... Bien, todos somos mortales.LEONATO. Seor, no tomis en mal sentido las palabras de mi sobrina.

    Hay una especie de guerra chistosa entre ella y el signior Benedicto.Jams se encuentran sin que se entable entre ambos una escaramuza deingeniosidades.

    BEATRIZ. Ay! Nada suele ganar en ello. En nuestra ltima contienda,cuatro de sus cinco sentidos salieron malparados, y ahora no le quedams que uno para el gobierno de todo su ser. As que, si le resta ingeniobastante para mantenerse en calor, consrvelo, a fin de distinguirse desu caballo, por cuanto es el nico atributo que le queda para pasar poruna criatura racional. Quin es ahora su compaero inseparable? Cadames tiene uno nuevo, que jura ser hermano suyo.

    MENSAJERO. Es posible?BEATRIZ. Y tan posible. Lleva sus fieles amistades a la moda de su

    sombrero. Vara siempre a tenor del ltimo figurn.MENSAJERO. Noto, seora, que el caballero no est en vuestros libros.BEATRIZ. No; si lo estuviese, quemara mi biblioteca. Pero decidme, os

    ruego, quin es su ntimo? No hay ahora ningn joven quimeristaque quiera hacer con l un viaje a los infiernos?

    MENSAJERO. Las ms veces se acompaa del muy noble Claudio.BEATRIZ. Oh Dios! Se pegar a l como una epidemia. Se contagia con

    mayor celeridad que la peste; y el que la coge, inmediatamente se vuelveloco. Dios asista al noble Claudio. Si ha contrado la enfermedadBenedicto, le costar por lo menos un millar de libras el verse curado.

    MENSAJERO. Quiero ser de vuestros amigos, seora!BEATRIZ. Sedlo, buen amigo.LEONATO. Nunca perderis el juicio, sobrina!BEATRIZ. No, mientras no haga calor en enero.

  • MENSAJERO. Don Pedro se acerca.

    Entran DON PEDRO, DON JUAN, CLAUDIO, BENEDICTO,BALTASARNIO y otros.

    DON PEDRO. Querido signior Leonato, sals al encuentro de vuestraincomodidad. La costumbre del mundo es evitar gastos, y vos vais enbusca de ellos.

    LEONATO. Jams entr en mi casa la incomodidad en figura de vuestragracia, pues cuando la incomodidad se marcha, el bienestar se queda;pero cuando vos me abandonis, la tristeza permanece y la ventura es laque nos da su adis.

    DON PEDRO. Aceptis vuestra carga demasiado gustosamente. Supongoque ser sta vuestra hija.

    LEONATO. Muchas veces me lo dijo as su madre.BENEDICTO. Lo dudabais, seor, cuando se lo preguntasteis?LEONATO. No, seor Benedicto, pues erais un nio entonces.DON PEDRO. Volved por otra, Benedicto. De aqu conjeturamos lo que

    sois, siendo ya un hombre. En verdad, la hija no desmiente al padre. Sedfeliz, seora, ya que os parecis a un padre tan honrado.

    BENEDICTO. Si el signior Leonato es su padre, no quisiera ella por todaMesina llevar su cabeza sobre sus hombros, por mucho que se leasemeje.

    BEATRIZ. Me asombra que sigis hablando todava, signior Benedicto.Nadie repara en vos.

    BENEDICTO. Cmo! Mi querida seora Desdn, vivs an?BEATRIZ. Es posible que muera el Desdn, cuando puede cebarse en tan

    buen pasto como el signior Benedicto? La propia galantera se trocara

  • en desdn si estuvierais vos en su presencia.BENEDICTO. Fuera entonces la galantera una renegada. Pero lo cierto es

    que todas las damas se prendan de m, exceptuada solamente vos; yquisiera hallar en mi corazn que mi corazn no fuera tan duro; porque,a la verdad, no amo a ninguna.

    BEATRIZ. Qu incalculable dicha para las mujeres! De otra manera severan importunadas por un pretendiente enojoso. Gracias a Dios y a mitemperamento fro, soy en eso del mismo parecer que vos. Prefiero or ami perro ladrar a un grajo que a un hombre jurar que me adora.

    BENEDICTO. Dios mantenga siempre a vuestra seora en esadisposicin de nimo. As se ver libre uno u otro caballero de losinfalibles araazos en la cara.

    BEATRIZ. Si fuese una cara como la vuestra no podran afearla losaraazos.

    BENEDICTO. Bien, sois una extraordinaria adiestraloros.BEATRIZ. Ms vale un ave con mi lengua que un animal con la vuestra.BENEDICTO. As marchase mi caballo con la rapidez de vuestra lengua y

    mantuviese tan bien el aliento. Pero seguid vuestro camino, en nombrede Dios; he terminado.

    BEATRIZ. Siempre acabis con un par de coces. Os conozco de antiguo.DON PEDRO. He aqu el resumen de todo, Leonato: signior Claudio y

    vos, signior Benedicto, mi querido amigo Leonato nos invita a todos.Le he comunicado que nos quedaremos aqu un mes cuando menos y ldesea cordialmente que algn acontecimiento prolongue nuestraestancia. Me atrevo a afirmar que no es hipcrita, sino que lo desea decorazn.

    LEONATO. Si lo jurarais, seor, no jurarais en falso. (A DON JUAN.)Permitidme que os d la bienvenida, seor. Habindoos reconciliadocon el prncipe vuestro hermano, os debo toda clase de atenciones.

  • DON JUAN. Os lo agradezco. No soy hombre de muchas palabras, pero oslo agradezco.

    LEONATO. Place a vuestra gracia pasar el primero?DON PEDRO. Vuestra mano, Leonato; pasaremos a la vez.

    Salen todos, menos BENEDICTO y CLAUDIO.

    CLAUDIO. Benedicto, has reparado en la hija del signior Leonato?BENEDICTO. No he reparado en ella, pero la he mirado.CLAUDIO. No es una damita ingenua?BENEDICTO. Me preguntis, como hombre honrado, mi parecer franco y

    sencillo, o queris que os responda segn mi costumbre, como enemigodeclarado de su sexo?

    CLAUDIO. No, te ruego que me contestes con juicio sensato.BENEDICTO. Pues, a fe, se me antoja demasiado bajita para un alto

    elogio, demasiado morena para un claro elogio y harto diminuta para unelogio grande. Slo puedo hacer de ella la siguiente recomendacin:que si fuera otra de la que es, sera fea, y que no siendo sino como es, nome gusta.

    CLAUDIO. Piensas que estoy de broma. Te suplico me digas confranqueza lo que te parece.

    BENEDICTO. Queris comprarla, que tomis tantos informes de ella?CLAUDIO. Podra el mundo comprar semejante joya?BENEDICTO. Ya lo creo, y un estuche para encerrarla. Pero hablis en

    tono serio, o representis el burln Jack, para contarnos que Cupido esun buen cazador de liebres y Vulcano un insigne carpintero? Vamos,en qu clave hay que cantar para ir acorde con la cancin?

    CLAUDIO. A mis ojos es la ms encantadora dama que vi jams.

  • BENEDICTO. Yo veo todava sin anteojos, y no advierto semejanteshechizos. He ah a su prima, que, a no hallarse poseda de la clera, lasuperara en hermosura tanto como el primer da de mayo al ltimo dediciembre. Mas espero que no intentaris convertiros en marido, no eseso?

    CLAUDIO. No respondera de m, aunque hubiese jurado lo contrario, siHero consintiese en ser mi esposa.

    BENEDICTO. sas tenemos? Por mi fe! No habr en el mundo un solohombre que no quiera llevar su gorra de un modo sospechoso? Nolograr ver nunca un soltern de sesenta aos? Adelante, por vida ma!Puesto que te empeas en doblar tu cuello al yugo, ostenta la marca ypasa los domingos suspirando. Mirad, don Pedro vuelve en buscavuestra.

    Vuelve a entrar DON PEDRO.

    DON PEDRO. Qu secreto os detiene aqu que no habis acompaado aLeonato a su casa?

    BENEDICTO. Quisiera que vuestra alteza me constriese a hablar.DON PEDRO. Te lo ordeno por tu obediencia de sbdito.BENEDICTO. Ya lo os, conde Claudio. Puedo guardar un secreto como

    un mudo; estad convencido de ello. Pero la obediencia... Fijaos bien; setrata de la obediencia... Est enamorado. De quin? Eso es lo que debepreguntarme ahora vuestra gracia. Advertid cun breve es la respuesta:de Hero, la hija menor de Leonato.

    CLAUDIO. Si as fuera, as se dira.BENEDICTO. Como el viejo cuento, seor: Ni es as, ni as fue; empero,

    a la verdad, no permita Dios que as sea .CLAUDIO. Si mi pasin no cambia pronto, no quiera Dios que sea de otra

  • manera.DON PEDRO. Amn, si la amis, que la dama es muy digna de ello.CLAUDIO. Hablis as para sondearme, seor.DON PEDRO. Por mi honor, que expreso mi pensamiento.CLAUDIO. Pues a fe ma, seor, que hago otro tanto.BENEDICTO. Y por mi doble honor y fe, seor, que os imito.CLAUDIO. Que la amo es lo que s.DON PEDRO. Que es digna de ello, me consta.BENEDICTO. Pues yo ni s cmo se la pueda amar, ni me consta que sea

    digna de que se la ame. sta es mi opinin, de que no hara desdecirmeel fuego. Me dejara morir en el brasero por ella.

    DON PEDRO. T siempre fuiste un hereje obstinado en negar culto a lahermosura.

    CLAUDIO. Y jams pudo sostener su papel sino violentando suvoluntad.

    BENEDICTO. Que me haya concebido una mujer, es cosa que leagradezco; que me haya criado, tambin es cosa por la cual le doy misms humildes gracias; pero que sobre mi cabeza resuene una cadencia decuerno de montera, o que mi bugle cuelgue de un invisible cinturn,que todas las mujeres me perdonen. Porque no quiero hacerles lainjusticia de desconfiar de alguna de ellas, me reservo el derecho de nofiarme de ninguna. Y por ltimo y esto ser lo ms conveniente param, me propongo vivir soltero.

    DON PEDRO. Antes de morir, he de verte palidecer de amor.BENEDICTO. Me veris palidecer de clera, de enfermedad o de hambre,

    seor; pero no de amor. Si me demostris alguna vez que el amor me haquitado ms sangre de la que pueda recobrar con la bebida, sacadme losojos con la pluma de un coplero y colgadme a la puerta de un burdel

  • como signo del ciego Cupido.DON PEDRO. Bien; pues si no quebrantas esa fe, proporcionars un

    lindo tema de discurso.BENEDICTO. Si la quebranto, colgadme en una botella como a un gato y

    tirad al blanco sobre m; y al que me acertare, dadle una palmada en elhombro y llamadle Adn.

    DON PEDRO. Bien, como aventura el tiempo: Tiempo llegar en que eltoro salvaje se entregue al yugo .

    BENEDICTO. El toro salvaje puede; pero si el prudente Benedicto seentregara, arrancadle los cuernos al toro e incrustdmelos en la frente; yque me retrate luego un pintor de brocha gorda; y tal como sueleescribirse en gruesos caracteres: Aqu se alquila un buen caballo ,poned debajo de mi efigie: Aqu podis ver a Benedicto, el hombrecasado .

    CLAUDIO. Si la ocasin llega, sers un cornudo furioso.DON PEDRO. Pues si Cupido no ha vaciado por completo su aljaba en

    Venecia, preprate a temblar.BENEDICTO. Antes temblar la tierra.DON PEDRO. Bien, contemporizad con las horas. En el nterin, apreciado

    signior Benedicto, entrad en casa de Leonato, saludadle en mi nombre ydecidle que no faltar a la cena, ya que, verdaderamente, ha hechograndes preparativos.

    BENEDICTO. An me siento capaz de desempear esa embajada; y as osencomiendo...

    CLAUDIO. Al amparo de Dios. De mi casa, si la tuviese...DON PEDRO. A seis de julio. Vuestro afectsimo amigo Benedicto.BENEDICTO. Vaya, no os burlis, no os burlis. La tela de vuestro

    discurso suele estar a veces bastante mal tejida y a trozos descubre la

  • hilaza. Antes de acudir a viejas frmulas, haced examen de conciencia. Ycon esto me despido. (Sale.)

    CLAUDIO. Mi soberano, ahora podra vuestra alteza hacedme una merced.DON PEDRO. Tuyo es mi afecto para ordenar; ensale, y vers con qu

    facilidad aprende las lecciones, por difciles que sean, como se trate detu bien.

    CLAUDIO. Tiene Leonato algn hijo, seor?DON PEDRO. Slo tiene a Hero, su nica heredera. Es que la amas,

    Claudio?CLAUDIO. Oh seor! Cuando partisteis para esta ltima guerra, la

    contempl con ojos de soldado y me agrad; mas hallbame ocupado enrudas empresas para entretenerme siquiera con el nombre de amor. Ahoraque ya he regresado y que los pensamientos guerreros han dejadovacantes sus plazas, en su lugar acuden en tropel tiernos y delicadosanhelos que me recuerdan todos cun bella es la joven Hero y mehablan de la simpata que me inspir antes de partir para la guerra.

    DON PEDRO. Pronto te convertirs en un verdadero enamorado, pues yaabrumas al que te oye con un galimatas de palabras. Si amas a lahermosa Hero, cortjala, que yo hablar con ella y con su padre y laobtendrs. No es ste el final que comenzaste a tejer con tan lindahistoria?

    CLAUDIO. Cun dulcemente curis el amor, comoquiera que conocis elmal por su fisonoma! Slo para que mi afecto no os pareciera demasiadorepentino, quise precaverlo con ms largo discurso.

    DON PEDRO. Y ha de ser mucho ms ancho el puente que el ro? La msbella ddiva es la precisa. As, lo que a ella tiende es lcito. Paraabreviar, la amas, y yo voy a prestarte ayuda. Tengo entendido que estanoche habr baile de mscaras. Yo representar tu papel bajo cualquierdisfraz y dir a la hermosa Hero que soy Claudio. Verter mi corazn en

  • su pecho y aprisionar su odo con el bro y arrebatado choque de mirelato amoroso. Acto seguido, tendr una explicacin con su padre y,por ltimo, ser tuya. Pongmoslo en prctica inmediatamente. (Salen.)

  • Escena II

    Aposento en la casa de Leonato.Entran LEONATO y ANTONIO por distintos lados.

    LEONATO. Qu hay, hermano! Dnde est mi sobrino, vuestro hijo?Ha encargado esa msica?

    ANTONIO. Se ocupa de ello con inters. Por cierto, hermano, tengo quecontaros extraas nuevas que no pudierais ni soar.

    LEONATO. Son buenas?ANTONIO. Segn el rumbo que las marque el xito. Sin embargo, la

    cubierta es buena; muestran aspecto exterior favorable. Uno de miscriados entreoy al prncipe y al conde Claudio, que se paseaban poruna avenida rodeada de espesas y entretejidas ramas de mi jardn, losiguiente. El prncipe confes a Claudio que amaba a mi sobrina,vuestra hija; que tena el propsito de declarrselo esta noche duranteun baile; y que si la hallaba conforme, estaba decidido a coger laocasin por los cabellos y a poneros enseguida al corriente de lascosas.

    LEONATO. Est en sus cabales el mozo que tal os ha dicho?ANTONIO. Es un muchacho excelente y dispuesto. Voy a mandar que le

    busquen e interrgale t mismo.LEONATO. No, no; hay que considerar esto como un sueo, hasta que se

    aclare por s propio. Empero voy a advertir a mi hija, para que vayapreparando la respuesta, si por ventura el caso fuera cierto. Id y

  • contdselo. (Cruzan la escena varias personas.) Deudos, ya sabis loque tenis que hacer. Oh! Os pido perdn, amigo. Acompaadme, quehe menester de vuestro talento. Querido primo, tened cuidado en estosmomentos de actividad. (Salen.)

  • Escena III

    Otro aposento en la casa de Leonato.Entran DON JUAN y CONRADO.

    CONRADO. Buenos tiempos! Qu es eso, seor? De qu nace esatristeza sin medida?

    DON JUAN. No tiene medida el asunto que la nutre. Por consiguiente, mitristeza ha de ser ilimitada.

    CONRADO. Debierais atender a la razn.DON JUAN. Y aun cuando la atendiese, qu beneficio me reportara?CONRADO. Si no un remedio instantneo, a lo menos una resignacin

    paciente.DON JUAN. Me asombra que t, nacido como dices bajo la influencia

    de Saturno, trates de aplicar un remedio moral a una dolencia mortal. Yono s disimular. Me es forzoso estar triste cuando tengo motivos, yninguna chanza me hara sonrer; comer si siento apetito, y no esperar lacomodidad de nadie; dormir cuando me acosa el sueo, sin atender a losnegocios de los dems; y rerme si estoy alegre, a despecho del humorde quien fuere.

    CONRADO. S, pero no debierais hacer clara demostracin de ellomientras no podis reportaros. Os habis rebelado recientemente contravuestro hermano, quien acaba de reponeros en su gracia, donde esimposible que echis hondas races si no cultivis el terreno convuestras propias obras. Es indispensable que aprovechis la estacin

  • para recoger vuestra cosecha.DON JUAN. Preferira ser gusano en un zarzal a convertirme en rosa por

    su gracia, y cuadra ms a mi temperamento ser desdeado de todos queacomodar mi comportamiento a los dems para obtener el afecto de uno.De esta manera, si no paso por honrado adulador, nadie podr negar quesoy un pillo franco. Se fan de m con mordaza y con trabas se me dasoltura. Por consiguiente, he decidido no cantar en mi jaula. Si tuvierala boca libre, mordera; si gozara de libertad, obrara a mi antojo. En minterin, djame ser como soy y no trates de cambiarme.

    CONRADO. No podis sacar ningn partido de vuestro descontento?DON JUAN. Todo el partido posible, pues es mi nico partido. Quin

    llega? (Entra BORACHIO.) Qu hay de nuevo, Borachio?BORACHIO. Vengo de all dentro, de una gran cena. Vuestro hermano el

    prncipe est siendo festejado egregiamente por Leonato; y os traigonoticias de un matrimonio en cierne.

    DON JUAN. Servir de plano para construir alguna desazn? Quin esel insensato que se desposa voluntariamente con la inquietud?

    BORACHIO. Pardiez!, no sino el brazo derecho de vuestro hermanoDON JUAN. Quin? El gentilsimo Claudio?BORACHIO. El mismo.DON JUAN. Bizarro mozo! Y con quin? Con quin? En quin ha

    puesto los ojos?BORACHIO. Por mi fe! En Hero, la hija y heredera de Leonato.DON JUAN. Una polluela precoz! Cmo lo sabis?BORACHIO. Estando haciendo el oficio de sahumador, y mientras

    quemaba perfumes en una habitacin mal aireada, vi llegar del brazo alprncipe y a Claudio, discurriendo en grave pltica. Me ocultrpidamente detrs de un tapiz, y desde all les o cmo acordaron que

  • el prncipe cortejara a Hero por su propia cuenta y que despus, unavez conseguida, la cedera al conde Claudio.

    DON JUAN. Venid, venid, vamos all; esto puede servir de pasto a midescontento. Ese hroe improvisado recoge toda la gloria de mi cada.Si puedo interponerle algn obstculo en su camino, cualquier caminome parecer venturoso. Cuento con vosotros dos. Me prestarisayuda?

    CONRADO y BORACHIO. Hasta la muerte, seor.DON JUAN. Vamos a esa gran cena. Su mayor placer es el de verme cado.

    Si el cocinero compartiera mi intencin!. Vamos a tantear el terreno?BORACHIO. Estamos a las rdenes de vuestra seora. (Salen.)

  • ActoSegundo

  • Escena I

    Aposento en la casa de Leonato.Entran LEONATO, ANTONIO, HERO, BEATRIZ y otros.

    LEONATO. No ha estado aqu a cenar el conde Juan?ANTONIO. No le he visto.BEATRIZ. Qu cara de acrimonia tiene ese caballero! Nunca he podido

    verle sin experimentar por espacio de una hora agruras de estmago.HERO. Es de una disposicin muy melanclica.BEATRIZ. El hombre perfecto sera aquel que se tuviera en el justo medio

    entre l y Benedicto: el uno es muy semejante a una estatua y no diceesta boca es ma; el otro se parece al hijo mayor de la seora de la casa,que chacharea incesantemente.

    LEONATO. Es decir, la mitad de la lengua del seor Benedicto en la bocadel conde Juan y la mitad de la melancola del conde Juan en la cara delseor Benedicto.

    BEATRIZ. Con una buena pierna y un buen pie, to, y bastante dinero enla bolsa, sera un hombre capaz de seducir a cualquier mujer del mundo,si lograba captarse su buena voluntad.

    LEONATO. A fe, sobrina, que no conseguirs nunca un esposo si tienessiempre la lengua tan maliciosa.

    ANTONIO. A fe que es demasiado maldita.BEATRIZ. Demasiado maldita es ms que maldita. De ese modo echar de

  • menos una bendicin de Dios, pues segn el proverbio, A la vacamaldita da Dios cuernos cortos ; pero a la que es demasiado maldita nole da cuerno alguno.

    LEONATO. As, por ser demasiado maldita, no os dar Dios cuernos?BEATRIZ. Justamente, si no me da marido, cuya merced le imploro de

    rodillas todas las maanas y todas las noches: Seor! Yo no podrasufrir a un marido con toda la barba; preferira acostarme con un montnde lana .

    LEONATO. Podis poner los ojos en un marido sin barba.BEATRIZ. Y qu hara con l? Vestirle con mis faldas y que me sirviese

    de doncella? Quien tiene barba es ms que un mancebo, y el que carecede ella menos que un hombre. Si es ms que mancebo es mucho hombrepara m, y si es menos que hombre, soy yo mucha mujer para l. Porconsiguiente, prefiero tomar seis peniques de arras del guardaosos yconducir sus monos al infierno.

    LEONATO. Bueno; entonces, irs al infierno?BEATRIZ. No, sino hasta la puerta. All me saldr al encuentro el diablo,

    quien, con sus cuernos en la cabeza, como un viejo cornudo, me dir: Anda al cielo, Beatriz, anda al cielo; aqu no hay sitio para doncellascomo t . Entonces yo le dejar mis monos y me encaminar al cielo enbusca de San Pedro. l me ensear dnde se sientan los solterones, yall viviremos tan dichosos cuan largo es el da.

    ANTONIO. (A HERO.) Bueno, sobrina; confo en que os dejaris guiarpor vuestro padre.

    BEATRIZ. S, a fe; el deber de mi prima es hacer una reverencia y decir: Como os guste, padre . Pero, sobre todo, prima, que sea buen mozo; ode lo contrario, haz otra reverencia y di: Padre, como a m me guste .

    LEONATO. Vamos, sobrina, espero veros un da provista de esposo.BEATRIZ. No ser en tanto Dios no haga a los hombres de otra sustancia

  • distinta a la tierra. No es desesperante para una mujer el versedominada por un puado de polvo valiente y tener que rendir cuentasde su vida a un terrn de cieno petulante? No, to; no quiero aninguno. Los hijos de Adn son mis hermanos; y, francamente, tendrapor pecado buscar un esposo en mi familia.

    LEONATO. Hija, acordaos de lo que os he dicho. Si el prncipe ossolicita en ese sentido, ya sabis la respuesta que habis de darle.

    BEATRIZ. Prima, culpa ser de la msica, si no sois cortejada a su debidotiempo. Si el prncipe se muestra demasiado importuno, decidle que entodo hay comps, y bailad en vez de contestarle. Porque, odme, Hero:el enamorarse, el casarse y el arrepentirse son, respectivamente, comouna giga escocesa, un minu y una zarabanda; el primer galanteo esardiente y rpido, como la giga escocesa, y no menos fantstico; elcasamiento es formal y grave, como el minu, lleno de dignidad yantigedad; y luego viene el arrepentimiento y con sus piernasvacilantes toma parte en la zarabanda, cada vez ms torpe y ms pesado,hasta que se hunde en la tumba.

    LEONATO. Sobrina, siempre miris las cosas por el lado desfavorable.BEATRIZ. Tengo muy buena vista, to. Soy capaz de distinguir una

    iglesia en pleno da.LEONATO. Aqu llegan las mscaras, hermano. Hagmosles lugar.

    Entran DON PEDRO, CLAUDIO, BENEDICTO, BALTASARNIO, DONJUAN, BORACHIO, MARGARITA, RSULA y otros, enmascarados.

    DON PEDRO. Seora, os dignarais dar una vuelta con vuestro amigo?HERO. Si marchis despacio, miris con dulzura y no decs nada, estoy

    dispuesta a pasear; y especialmente si se trata de pasear lejos.DON PEDRO. Llevndome en vuestra compaa?

  • HERO. Ya os lo dir cuando me plazca.DON PEDRO. Y cundo os placer decrmelo?HERO. Cuando me agrade vuestro semblante, pues lbrenos Dios de que

    el lad se asemeje a la funda!DON PEDRO. Mi careta es el tejado de Filemn; dentro de la choza est

    Jpiter.HERO. Pues entonces vuestra careta debera estar techada de paja.DON PEDRO. Hablad bajo, si habis de hablar de amor. (Se retiran.)BALTASARNIO. Pues quisiera gustaros.MARGARITA. No quisiera yo, por vuestro bien, pues estoy llena de malas

    cualidades.BALTASARNIO. Citadme alguna.MARGARITA. Rezo en alta voz.BALTASARNIO. Tanto mejor para amaros. Los que os escuchen podrn

    decir: Amn.MARGARITA. Dios me aparee con un buen bailarn.BALTASARNIO. Amn.MARGARITA. Y que lo aparte de mis ojos cuando termine el baile.

    Responded, sacristn.BALTASARNIO. Ni una palabra. Ya tiene su respuesta el sacristn. (Se

    retiran.)RSULA. Os conozco demasiado: sois el signior Antonio.ANTONIO. En una palabra, no lo soy.RSULA. Os conozco en el modo de mover la cabeza.ANTONIO. Para seros franco, le remedo en eso.RSULA. No podrais remedarle tan bien, si no fuerais l mismo. He aqu

    de arriba abajo su mano enjuta: sois el mismo, sois el mismo.

  • ANTONIO. En una palabra, digo que no lo soy.RSULA. Vamos, vamos, pensis que no os conozco por la excelencia de

    vuestro ingenio? Puede el mrito disimularse? Vamos, burln, sois l.La gracia se delata siempre, y aqu termino.

    BEATRIZ. No puedo saber quin os ha contado eso?BENEDICTO. No, perdonadme.BEATRIZ. Ni queris decirme quin sois?BENEDICTO. No, por ahora.BEATRIZ. Conque soy desdeosa y extraigo mis mejores agudezas de

    los Cien cuentos alegres? Bah! Eso os lo ha contado el signiorBenedicto.

    BENEDICTO. Quin es se?BEATRIZ. Estoy segura de que le conocis demasiado.BENEDICTO. No, creedme.BEATRIZ. Nunca os ha hecho rer?BENEDICTO. Os ruego que me digis quin es.BEATRIZ. Pues bien, es el juglar del prncipe: un bufn inspido; su sola

    cualidad estriba en inventar calumnias inconcebibles; nadie sino loslibertinos se deleitan con l; y lo que le recomienda ante stos no es sugracejo sino su grosera, pues divierte a los hombres a la par que losenoja y acaban por rerse de l y golpearle. Estoy segura de que sehallar en esta flota. Quisiera que me abordara!

    BENEDICTO. Cuando conozca a ese caballero le referir lo que me habisdicho.

    BEATRIZ. Hacedlo, hacedlo. Aventurar una o dos pullas a mi costa; y sipor acaso se da cuenta de que no las advierten o no provocan risa, sepondr melanclico; y entonces habr un ala ms de perdiz, pues elmentecato no cenar aquella noche. (Msica dentro.) Sigamos a los que

  • nos preceden.BENEDICTO. En lo que fuera lcito.BEATRIZ. No, si me condujeran a algo malo, les dejara en la primera

    vuelta.

    Baile. Despus salen todos, menos DON JUAN, BORACHIO y CLAUDIO.

    DON JUAN. Indudablemente, mi hermano se ha prendado de Hero; y hallamado aparte a su padre para declarrselo. Las damas han seguido a labella y no queda ms que una mscara.

    BORACHIO. Y sa es Claudio; le conozco en el porte.DON JUAN. No sois el signior Benedicto?CLAUDIO. Habis acertado; el mismo soy.DON JUAN. Signior, sois el amigo ntimo de mi hermano. Est enamorado

    de Hero. Os ruego le hagis desistir de ese enlace. Ella no es de unacuna igual a la suya. Podis representar en ello el papel de un hombrehonrado.

    CLAUDIO. Cmo sabis que la ama?DON JUAN. Le he odo jurarle amor.BORACHIO. Yo tambin; y jur que se casara con ella esta misma noche.DON JUAN. Venid, vmonos al banquete.

    Salen DON JUAN y BORACHIO.

    CLAUDIO. He contestado as al nombre de Benedicto, mas he odo esasmalas nuevas con los odos de Claudio. Es cierto; el prncipe la cortejapara s. La amistad es en todo consecuente, salvo en el oficio ynegocios del amor. Por lo tanto, es preciso que en el amor los corazones

  • no se valgan de intrpretes, y que los ojos traten por su cuenta, sinfiarse de mediador alguno, pues la hermosura es una hechicera concuyos encantos la lealtad se trueca en pasin. Es un hecho que secomprueba a todas horas, y yo no he sabido recelar. Adis, pues, Hero!

    Vuelve a entrar BENEDICTO.

    BENEDICTO. El conde Claudio?CLAUDIO. S, el mismo.BENEDICTO. Vamos, queris seguirme?CLAUDIO. Adnde?BENEDICTO. Hasta el sauce ms prximo, para tratar de vuestro asunto,

    conde. A qu moda queris llevar la guirnalda? Ceida al cuello,como cadena de usurero, o al brazo, como banda de teniente? De uno uotro modo habis de llevarla, pues el prncipe ha conquistado vuestraHero.

    CLAUDIO. Que sea feliz con ella.BENEDICTO. Cmo! Eso es hablar como un buen ganadero; as se cierra

    un trato de bueyes. Pero hubiereis supuesto al prncipe capaz dejugaros semejante partida?

    CLAUDIO. Os lo ruego, dejadme.BENEDICTO. Eh! Ahora procedis como el ciego. Fue el lazarillo quien

    os rob la comida, y dais de palos al poste.CLAUDIO. Si no puede ser de otro modo, os dejar yo. (Sale.)BENEDICTO. Ay! Pobre pollo herido! Ahora ir a rastras a tenderse

    sobre las crices. Pero que mi seora Beatriz me conozca y no meconozca! El bufn del prncipe! Ja! Puede que me d ese ttulo porquesoy jovial. S; pero con ello se me infiere un agravio. Yo no tengo esa

  • reputacin. Es la perversa y spera condicin de Beatriz, que mide almundo por su persona, y me crea tan mala fama. Bien; me vengar comopueda.

    Vuelve a entrar DON PEDRO.

    DON PEDRO. Hola, signior. Dnde est el conde? Le habis visto?BENEDICTO. Por mi fe, seor, que he representado el papel de la seora

    Fama. Le hall aqu tan melanclico como una casa de guarda en unconejar. Le dije, y creo no haberle mentido, que vuestra gracia habaconseguido la buena voluntad de esa damita, y le ofrec acompaarlehasta un sauce para tejerle una guirnalda como amante desdeado o paracortarle una vara como hombre digno de azotes.

    DON PEDRO. Digno de azotes! Qu falta ha cometido?BENEDICTO. La torpe trasgresin de un nio de escuela que, en su

    alegra por haber encontrado un nido de pjaros, lo muestra a sucompaero, quien se lo roba.

    DON PEDRO. Calificas de trasgresin una prueba de confianza? Latrasgresin est en el robador.

    BENEDICTO. Sin embargo, no hubiera estado de ms proveerse de la varay tambin de la guirnalda: la guirnalda para que la gastase l y la varapara aplicrosla a vos, quien, a lo que parece, le ha robado su nido depjaros.

    DON PEDRO. Slo les ensear a cantar y despus los devolver a sudueo.

    BENEDICTO. Si su canto responde a vuestras palabras, por mi fe quehabis hablado honradamente.

    DON PEDRO. La seora Beatriz se queja de vos. Al caballero que bailabacon ella le ha dicho que la injuriis en demasa.

  • BENEDICTO. Oh! Ella es quien me trata de un modo que no lo sufrieraun tarugo. Un alcornoque con slo una hoja verde la hubieracontestado. Mi propia careta comenz a animarse y a reirla. Me hadicho, sin sospechar con quin hablaba, que era el juglar del prncipe;que era ms tedioso que un gran deshielo; acumulando burla tras burlasobre m con tan increble malicia que no pareca sino como hombre quesirviera de blanco a un ejrcito entero que tirara sobre l. Hablapuales, y cada palabra suya es un golpe. Si fuera su aliento tanpestfero como sus trminos, no habra modo de vivir a su lado;infestara hasta la estrella polar. No la quisiera por esposa, aunquetrajese en dote cuanto posey Adn antes del primer pecado. Hubieraobligado a Hrcules a dar vueltas al asador, no cabe duda, y aun a hacerastillas su clava para encender el fuego. Vamos, no hablemos de ella.Acabarais por reconocer en ella a la infernal At lujosamente ataviada.Por Dios, que fuera bueno que algn sabio la sometiera a conjuro;porque, a la verdad, mientras ella aliente sobre la tierra, el hombrehallar ms paz en el infierno que en un santuario; y las gentesperecern adrede para ir all cuanto antes; as que, de veras, tododesasosiego, horror y perturbacin la siguen.

    Vuelven a entrar CLAUDIO, BEATRIZ, HERO y LEONATO.

    DON PEDRO. Miradla, aqu viene.BENEDICTO. No podra vuestra gracia darme algn encargo para el fin

    del mundo? Ira en este momento a las antpodas con el recado de menosimportancia que quisierais confiarme. Os traera ahora mismo unmondadientes del ms apartado extremo del Asia; os procurara lamedida del pie del preste Juan de las Indias; os proporcionara un pelode la barba del Gran Kan; os desempeara cualquier embajada cerca delos pigmeos, antes que cambiar tres palabras con esa arpa. No tenisdestino para m?

  • DON PEDRO. Ninguno, sino desear vuestra buena compaa.BENEDICTO. Oh Dios! He aqu, seor, un plato que no es de mi gusto:

    no puedo tragar a esta seora Lengua. (Sale.)DON PEDRO. Vamos, seora, vamos; habis perdido el corazn del

    signior Benedicto.BEATRIZ. Efectivamente, seor; me lo prest por algunos instantes, y,

    como inters, le di un corazn doble por el suyo sencillo; empero,pardiez!, que en otra ocasin me lo gan con dados falsos; de dondebien puede decir vuestra gracia que lo he perdido.

    DON PEDRO. Le tenis abatido, seora; le tenis debajo.BEATRIZ. No quisiera que hiciese otro tanto conmigo, seor; me vera en

    peligro de ser madre de locos. Aqu os traigo al conde Claudio, a quienme mandasteis buscar.

    DON PEDRO. Cmo! Qu es eso, conde! Por qu estis triste?CLAUDIO. No estoy triste, seor.DON PEDRO. Qu entonces, enfermo?CLAUDIO. Tampoco, seor.BEATRIZ. El conde no est triste, ni enfermo, ni alegre, ni sano; es civil,

    un conde de Sevilla, como las naranjas, y de ese mismo color celoso.DON PEDRO. A fe, seora, creo que es verdad vuestra descripcin;

    aunque puedo jurar que, si es as, su recelo es infundado. Ved, Claudio:he hecho la corte a Hero en nombre tuyo, y la he conseguido. Habl yacon su padre, y obtuve su buena voluntad. Fija, por lo tanto, el da dela boda, y que Dios te haga feliz!

    LEONATO. Conde, tomad a mi hija, y con ella mi fortuna. Su gracia haconcertado el matrimonio, y todas las gracias digan amn!

    BEATRIZ. Hablad, conde; os toca el turno.CLAUDIO. El silencio es el mejor heraldo de la alegra. Fuera bien poca

  • mi felicidad si pudiera decir cunta es. Seora, soy tan vuestro comovos sois ma. Me entrego por completo a vos y desvaro por el cambio!

    BEATRIZ. Habla, prima; y, si no puedes, cirrale la boca con un beso, yque l no hable tampoco.

    DON PEDRO. A fe, seora, que tenis el corazn gozoso.BEATRIZ. S, seor; y le estoy agradecida al pobre orate por mantenerse a

    sotavento de los cuidados. Mi prima le dice al odo que le lleva en elcorazn.

    CLAUDIO. Y as es, prima.BEATRIZ. Dios mo! Parentesco por matrimonio! Todo el mundo se casa

    aqu menos yo que me quedo a la luna de Valencia. Ya puedo sentarmeen un rincn y gritar: Eh! Venga un marido!

    DON PEDRO. Yo os hallar uno, seora Beatriz.BEATRIZ. Preferira que me lo hubiese hallado vuestro padre. No tiene

    vuestra gracia ningn hermano que se le parezca? Vuestro padre supohacer excelentes maridos, si una doncella pudiese dar con ellos.

    DON PEDRO. Me queris a m por tal, seora?BEATRIZ. No, seor; a menos que me sea permitido tener otro para los

    das de trabajo. Vuestra gracia es demasiado lujoso para llevarse todoslos das. Pero, por favor, perdneme vuestra gracia. He nacido para estarsiempre risuea y no hablar en serio.

    DON PEDRO. Vuestro silencio es lo que ms me ofende, y la alegra, loque mejor os sienta, pues, no cabe duda, debisteis de nacer en una horaalegre.

    BEATRIZ. No, por cierto, seor, que mi madre gritaba; pero haba a la vezuna estrella que bailaba, y yo nac bajo su influjo. Dios os concedaalegra primos!

    LEONATO. Sobrina, queris poner atencin en las cosas que os he

  • dicho?BEATRIZ. Imploro vuestra merced, to. Con el perdn de vuestra gracia.

    (Sale.)DON PEDRO. Por m fe! Es una dama agradable y risuea!LEONATO. La melancola es elemento que entra poco en la constitucin

    de su ser, seor. Nunca est seria, sino cuando duerme. Y aun nosiempre, pues he odo decir a mi hija que, a menudo, soandodesventuras se ha despertado con risas.

    DON PEDRO. No puede sufrir que le hablen de esposo.LEONATO. Oh! De ninguna manera! Se burla de todos sus

    pretendientes.DON PEDRO. Sera excelente mujer para Benedicto.LEONATO. Oh Dios, seor! Si estuvieran casados slo una semana, se

    volveran locos de tanto hablar.DON PEDRO. Cundo pensis ir a la iglesia, conde Claudio?CLAUDIO. Maana, seor. El tiempo marcha sobre muletas hasta que el

    amor cumpla todos sus ritos.LEONATO. No antes del lunes, querido hijo, que ser justamente dentro

    de una semana. Y aun as, tiempo harto brevsimo para tener todas lascosas conforme a mi deseo.

    DON PEDRO. Vamos, movis la cabeza a tan larga demora; pero osgarantizo, Claudio, que el tiempo no ha de hacrsenos pesado. Mepropongo, en el nterin, acometer uno de los trabajos de Hrcules, queha de consistir en hacer que el signior Benedicto y la seora Beatrizsostengan una montaa de afeccin mutua. Ardo por verlos casados, yno dudo que lo he de lograr si vosotros tres me suministris no ms quela ayuda tal como yo os ordene.

    LEONATO. Seor, me tenis a vuestro lado, aunque me cueste pasar diez

  • noches en vela.CLAUDIO. Y yo, seor.DON PEDRO. Y vos tambin, gentil Hero?HERO. Seor, desempear cualquier cometido adecuado para ayudar a mi

    prima al logro de un buen marido.DON PEDRO. Y Benedicto no es el marido de menos esperanzas que yo

    conozco. Puedo alargarme en elogios respecto de l; es de noble linaje,de acreditado valor y honradez reconocida. Os ensear cmo habis depreparar el nimo de vuestra prima para que se incline al amor deBenedicto. Y yo, con vuestra doble ayuda, me las arreglar conBenedicto de modo que, a despecho de su espritu custico y de su malgenio repulsivo, se prende de Beatriz. Si logramos esto, Cupido ya noser arquero, y su gloria nos pertenecer, pues nos quedaremos pornicos dioses del amor. Venid conmigo y os explicar mi plan. (Salen.)

  • Escena II

    Otro aposento en la casa de Leonato.Entran DON JUAN y BORACHIO.

    DON JUAN. Es cosa hecha; el conde Claudio se casar con la hija deLeonato.

    BORACHIO. S, seor; pero yo puedo impedirlo.DON JUAN. Toda barrera, todo obstculo, todo impedimento ser blsamo

    a mi herida. Estoy enfermo de disgusto contra l, y todo cuanto venga acontrariar su deseo se hallar en el mismo plano y a nivel del mo.Cmo puedes frustrar ese matrimonio?

    BORACHIO. No de un modo honrado, seor; pero s tan encubiertamenteque nadie sospechar de mi bellaquera.

    DON JUAN. Mustrame cmo en pocas palabras.BORACHIO. Creo haber dicho a vuestra seora, hace ya un ao, que gozo

    mucho del favor de Margarita, la doncella de Hero.DON JUAN. Lo recuerdo.BORACHIO. Puedo citarla a cualquier hora intempestiva de la noche para

    que se asome a la ventana del aposento de su seora.DON JUAN. Qu vida hay en eso para causar la muerte de ese enlace?BORACHIO. El veneno de que disponis a vos toca el aderezarlo. Buscad

    a vuestro hermano, el prncipe; no vacilis en decirle que empaara suhonor uniendo al reputado Claudio cuyos mritos ensalzaris hasta

  • lo sumo a una ramera pervertida, a una tal como Hero.DON JUAN. Y qu prueba alegar.BORACHIO. Prueba sobrada para engaar al prncipe, vejar a Claudio,

    hundir a Hero y matar a Leonato. Qu otro resultado podis desear?DON JUAN. Soy capaz de cualquier cosa con tal de ultrajarlos.BORACHIO. Pues bien, manos a la obra. Procuradme una hora propicia

    para llamar aparte a don Pedro y al conde Claudio; contadles que sabisque Hero me ama; pretextad una especie de celo, as por el bien delprncipe como por el de Claudio, como si con objeto de poner a salvoel honor de vuestro hermano, que ha concertado esta boda, y lareputacin de su amigo, a punto de ser embaucado por las aparienciasnada ms de una doncella lo hubierais descubierto todo. Apenas hande creerlo sin una demostracin. Ofrecedles pruebas que consistirnnada menos que en verme en la ventana de su cuarto, orme llamar aMargarita Hero; nombrarme Margarita Claudio, y elegid para quepresencien esto la misma noche anterior al proyectado matrimonio, puesen tanto yo dispondr la coartada de manera que Hero est ausente; y suinfidelidad aparecer tan manifiesta, que la sospecha se convertir encertidumbre, y todos los preparativos trastornados.

    DON JUAN. Cualquiera que sea el resultado adverso que de aqu surja,quiero ponerlo en prctica. S astuto en el proyecto, y tendrs milducados de recompensa.

    BORACHIO. Mostraos vos firme en la acusacin, y no me avergonzar miastucia.

    DON JUAN. Voy a informarme inmediatamente del da de su boda. (Salen.)

  • Escena III

    Jardn de Leonato.Entra BENEDICTO.

    BENEDICTO. Muchacho!

    Entra un PAJE.

    PAJE. Seor?BENEDICTO. En la ventana de mi alcoba hay un libro; tremelo ac al

    jardn.PAJE. Ya estoy aqu, seor.BENEDICTO. Ya lo s; pero lo que quiero es que vayas y ests aqu de

    vuelta. (Sale el PAJE.) Mucho me asombra que un hombre que se percatade las locuras de otro cuando consagra sus actos al amor pretenda,despus de haberse redo de semejantes ligerezas pueriles en los dems,convertirse en tema de sus propias burlas, enamorndose. Y uno de esoshombres es Claudio. Yo le conoc cuando no haba otra msica para lsino la del tambor y el pfano, y ahora le suenan mejor el tamboril y lazampoa. Yo le conoc cuando hubiera andado diez millas a pie por veruna buena armadura, y ahora pasara diez noches de claro en claroideando el corte de un justillo nuevo. Sola hablar llano y sin rodeos,como hombre honrado y militar, y ahora se ha vuelto enrevesado; suconversacin parece un banquete fantstico donde slo se sirvieran

  • platos exticos. Ser posible que yo tambin me transforme, y vea deesa manera con estos ojos? No puedo asegurarlo. P ienso que no. Nojurar, empero, que el amor no sea capaz de cambiarme en ostra; mas spuedo hacer voto de que, mientras no me convierta en ostra, no har dem un necio semejante. Una mujer es bella; pero yo no salgo de mistrece. Otra es discreta; pero yo no salgo de mis trece. Otra es virtuosa, yen mis trece me quedo. Mientras no se junten en una mujer todas lasgracias, no entrar ninguna en gracia conmigo. Habr de ser rica, eso sinduda; discreta, o no la querr; virtuosa, o jams har contrato con ella;hermosa, o no la mirar nunca; dulce, o procurar no acercarme; noble, ono me conquista, aunque sea un ngel; de agradable discurso, excelentecultivadora de la msica, y sean sus cabellos del color que a Diosplazca. Hola! El prncipe y monsieur Amor. Me esconder en laenramada. (Se oculta.)

    Entran DON PEDRO, LEONATO y CLAUDIO, acompaados porBALTASARNIO y msicos.

    DON PEDRO. Qu, oiremos esa msica?CLAUDIO. S, mi buen seor. Que en calma est la noche! Aquietada a

    propsito para prestar mayor encanto a la armona!DON PEDRO. Veis dnde se ha ocultado Benedicto?CLAUDIO. Oh! Muy bien, seor. Acabada la msica, proveeremos al

    zorrastrn con un penique.DON PEDRO. Vamos, Baltasar, entnanos de nuevo esa cancin.BALTASARNIO. Oh, mi buen seor! No obliguis a una voz tan mala a

    ofender una vez ms a la msica.DON PEDRO. El mostrar tan extrao semblante al propio talento es

    testigo, precisamente, de su excelencia. Canta, te ruego, y que no te

  • requiebre yo ms.BALTASARNIO. Puesto que hablis de requebrar, cantar, aunque tambin

    el galn comienza sus splicas por requiebros a aquella que juzgaindigna de elogios; empero, la requiebra y aun jura que la ama.

    DON PEDRO. Basta, te suplico; vamos, o si quieres seguir discurriendo,hazlo en notas.

    BALTASARNIO. Notad esto antes que mis notas; que no hay nota ma quesea digna de notarse.

    DON PEDRO. Bien! No hables sino en corcheas! Notas, notas, deveras, y nada ms!

    Msica.

    BENEDICTO. Ahora, aria divina! Ahora est su espritu en xtasis! Noes extraordinario que unas tripas de carnero tengan la propiedad dehacer salir las almas de su envoltura corporal? Bien! Y se lesmendigar cuando todo se acabe?

    BALTASARNIO. (Canta.)

    No suspiris ms, nias, no suspiris, que los hombres han sidosiempre perjuros; un pie dentro del mar y otro en la orilla y sin firmezanunca en ninguna cosa.

    No suspiris, pues, no; dejadles que se vayan; sed felices y alegres yexhalad vuestras penas en el Ay!, nana, nana .

    No cantis ms canciones, no cantis, tan tristes, melanclicas ylentas; la falsa del hombre fue la misma desde que Primavera dio susprimeras hojas.

    No suspiris, pues no; dejadles que se vayan; sed felices y alegres yexhalad vuestras penas en el Ay!, nana, nana .

  • DON PEDRO. Por mi fe, una excelente cancin.BALTASARNIO. Y un mal cantor, seor.DON PEDRO. Quia! No, no, a fe ma. Cantas bastante bien para un caso

    de apuro.BENEDICTO. (Aparte.) A ser un perro el que as ladrara, le habran

    colgado; y yo ruego a Dios que su ruda voz no presagie una desgracia.Con tan buen gusto hubiera odo a la lechuza, cualquiera que fuese lapestilencia que aportase.

    DON PEDRO. Pardiez!, que s, oyes, Baltasar? Te ruego que nosprocures una excelente msica, pues queremos que toques maana por lanoche al pie de la ventana de la seora Hero.

    BALTASARNIO. La mejor que pueda, seor.DON PEDRO. Hazlo as; adis. (Salen BALTASARNIO y msicos.) Venid

    ac, Leonato. Qu me decais hace un momento, que vuestra sobrinaBeatriz est enamorada del signior Benedicto?

    CLAUDIO. Oh! Es posible! (Aparte, a DON PEDRO.) Rondemos,rondemos; el pjaro se posa. Jams pude suponer que esa dama fueracapaz de amar a hombre ninguno.

    LEONATO. No, ni yo tampoco. Pero lo ms extrao es que haya puestosus ojos en Benedicto, a quien, a juzgar por las apariencias, siempre hadetestado.

    BENEDICTO. (Aparte.) Ser posible? Soplar el viento de esa parte?LEONATO. Bajo mi palabra, seor, que no s qu pensar de ello, sino que

    lo adora con pasin frentica. Sobrepasa todo lo imaginable.DON PEDRO. Quiz no haga sino fingir.CLAUDIO. A fe que no fuera extrao.LEONATO. Oh Dios! Fingir! Jams una pasin fingida anduvo tan cerca

    de una pasin real como la que ella descubre.

  • DON PEDRO. Bien; y qu sntomas de pasin deja entrever?CLAUDIO. (Aparte.) Cebad bien el anzuelo; el pez picar.LEONATO. Qu sntomas, seor? Se os contar... (A CLAUDIO.) Ya os

    habr dicho mi hija cmo.CLAUDIO. Me lo ha dicho, en efecto.DON PEDRO. Cmo, cmo? Os ruego. Me asombris. Hubiera credo su

    carcter invencible a todos los asaltos del amor.LEONATO. As lo hubiera jurado, seor, especialmente contra Benedicto.BENEDICTO. (Aparte.) Juzgara todo esto una burla, a no ser ese anciano

    de barba blanca quien lo cuenta; la truhanera, a buen seguro, no sedisimulara bajo tanta gravedad.

    CLAUDIO. (Aparte.) Ya ha mordido el anzuelo; no lo soltis.DON PEDRO. Ha declarado su pasin a Benedicto?LEONATO. No, y jura que nunca lo har; se es su tormento.CLAUDIO. As es, en verdad. He aqu cmo lo cuenta vuestra hija: Tras

    haberle testimoniado tantas veces mi desdn dice he de escribirleque le amo? .

    LEONATO. Esto lo repite siempre que comienza a escribirle, pues selevanta veinte veces durante la noche y se queda sentada en camisahasta que ha escrito un pliego de papel. Mi hija nos lo cuenta todo.

    CLAUDIO. Ahora que hablis de pliegos de papel, recuerdo un chistegracioso que nos cont vuestra hija.

    LEONATO. Oh! Cuando despus de haberle escrito y al repasar la cartanot que se encontraban los nombres de Benedicto y Beatriz?

    CLAUDIO. Eso.LEONATO. Oh! Rompi la carta en mil pedacitos, reprochndose el

    haber cometido la ligereza de escribir a un hombre que saba haba deburlarse de ella. Le mido exclamaba por mi propio carcter, pues

  • yo me burlara de l si me escribiese. S, aunque le amo, me burlara .CLAUDIO. Luego cae de rodillas, llora, suspira, se golpea el pecho, se

    mesa los cabellos, reza, maldice. Oh caro Benedicto! Dios me dpaciencia .

    LEONATO. Eso es lo que hace; as lo cuenta mi hija. Y a tales desvarosllega que mi hija teme a veces que Beatriz atente contra s propia. Es lapura verdad.

    DON PEDRO. Sera conveniente que Benedicto lo supiera por otroconducto, si ella no quiere confesrselo.

    CLAUDIO. A qu fin? No hara sino tomarlo a diversin y atormentarms a la pobre dama.

    DON PEDRO. Si as obrara, fuera un acto caritativo ahorcarle. Se trata deuna dama encantadora y gentil; de virtud inmaculada, al abrigo de todasospecha.

    CLAUDIO. Aparte de que es en extremo prudentsima.DON PEDRO. En todo, salvo en amar a Benedicto.LEONATO. Oh seor! Cuando la prudencia y la pasin luchan en un

    cuerpo tan frgil, hay diez probabilidades contra una de que la pasinsalga victoriosa. Yo lo lamento por ella, y no me faltan justas razones,pues soy su to y tutor.

    DON PEDRO. Que no fuese yo el objeto de su preferencia! Habra dadode lado toda clase de miramientos y hecho mi cara mitad. Por favor,contdselo a Benedicto y sepamos lo que dice.

    LEONATO. Creis que sera prudente?CLAUDIO. Hero tiene por seguro que fallecer, pues dice que morir si l

    no la ama, y morir antes de declararle su amor, y morir tambin si l lacorteja antes que ceder un pice de su acostumbrado espritu decontradiccin.

  • DON PEDRO. Y hace bien. Si le manifestase la ternura de su afecto, seraprobable que la desdeara, pues el individuo como todos sabis esde condicin desdeosa.

    CLAUDIO. Pero es un apuesto caballero.DON PEDRO. En efecto, posee un feliz exterior.CLAUDIO. Y en Dios y en mi alma, muy discreto.DON PEDRO. A la verdad, muestra a veces ciertos destellos que se

    parecen al ingenio.LEONATO. Y le tengo por valiente.DON PEDRO. Como Hctor, os aseguro; y en dirimir contiendas podis

    decir que es prudente, pues las evita con gran discrecin o las acometecon temor cristiansimo.

    LEONATO. Si teme a Dios, necesariamente ser pacfico; si quebranta lapaz, debe entrar en la liza temeroso y temblando.

    DON PEDRO. Y as lo hace, pues el hombre teme a Dios, aunque no loparezca por algunas bromas en que se complace. Bien, me duelo devuestra sobrina. Iremos en busca de Benedicto y le pondremos alcorriente de este amor?

    CLAUDIO. No le hablemos de l jams, seor; que ella lo sobrelleve conbuen consejo.

    LEONATO. No, eso es imposible; primero se consumir su corazn.DON PEDRO. Bien; vuestra hija nos informar de todo; en tanto, que el

    asunto vaya enfrindose. Yo quiero bien a Benedicto y me gustara quemodestamente se examinara a s propio y viera hasta qu punto esindigno de dama tan perfecta.

    LEONATO. Vamos, seor? La comida estar ya a punto.CLAUDIO. (Aparte.) Si con esto no est perdidamente enamorado, nunca

    confiar en mis esperanzas.

  • DON PEDRO. (Aparte.) Tindase la misma red a Beatriz, y que se encarguede ello vuestra hija y su doncella. Lo jocoso ser cuando cada uno estconvencido del amor del otro, y no haya tal. Es la escena que quisieraver, que ser simplemente una pantomima. Enviemos a llamarla a la mesa.(Salen DON PEDRO, CLAUDIO y LEONATO.)

    BENEDICTO. (Avanzando desde la enramada.) Esto no puede ser unaburla. La conferencia se ha mantenido en serio. La verdad del asunto laconocen por Hero. Parecen compadecerse de la dama. Se dira que supasin ha llegado al colmo. Amarme! Bien. Eso hay que recompensarlo.He odo cmo me censuraban. Dicen que me henchir de orgullo si medoy cuenta de que me adora. Dicen tambin que morir antes de darmeuna seal de cario. Nunca pens en casarme. No debo parecerorgulloso. Felices aquellos que oyen la detraccin de sus faltas y lassaben enmendar. Dicen que la dama es bella. Nada ms cierto; puedoatestiguarlo. Y virtuosa; efectivamente, no lo he de negar. Y discreta;menos en amarme. Por mi fe, que eso no agrega nada a su talento, emperotampoco es una prueba grande de su insensatez, por cuanto yo aspiro aamarla desesperadamente. Quiz sea objeto de pesadas pullas ysarcasmos por haber despotricado tanto tiempo contra el matrimonio.Pero no se altera el apetito? El hombre gusta en su juventud demanjares que no puede soportar en su edad madura. Los chistes, lassentencias, todos esos proyectiles de papel que lanza el cerebro, hande torcer en un hombre la inclinacin de su gusto? No; el mundo debepoblarse. Cuando dije que deseaba morir soltero no pens vivir hasta elda de mi matrimonio. Aqu llega Beatriz. Por la luz bendita que es unahermosa dama! Percibo ciertos sntomas de amor en ella.

    Entra BEATRIZ.

    BEATRIZ. Contra mi voluntad me han enviado a llamaros a la mesa.

  • BENEDICTO. Bella Beatriz, os agradezco la molestia.BEATRIZ. No me he tomado ms molestia para merecer ese agradecimiento

    de la que os cuesta el agradecrmela. Si la misin me hubiera sidomolesta, no habra venido.

    BENEDICTO. Entonces, os complacis en la embajada?BEATRIZ. S, tanto como vos en enarbolar la punta de un cuchillo y

    oprimir con l una corneja. Veo que no tenis apetito, signior. Pasadlobien. (Sale.)

    BENEDICTO. Ah! Contra mi voluntad me han enviado a llamaros a lamesa . Esto encierra doble sentido. No me he tomado ms molestiapara merecer ese agradecimiento de la que os cuesta el agradecrmela ;que es como decir: toda molestia que me tome por vos es tan grata comovuestro agradecimiento. Si no me compadezco de ella, soy un rufin; sino la amo, un judo! Voy a procurarme su retrato! (Sale.)

  • ActoTercero

  • Escena I

    Jardn de Leonato.Entran HERO, MARGARITA y RSULA.

    HERO. Buena Margarita, ve al recibimiento; all hallars a mi primaBeatriz conversando con el prncipe y con Claudio. Hblale al odo ydile que rsula y yo paseamos por el jardn y que ella sola es el tema denuestra charla. Aade que nos has sorprendido y aconsjala que seoculte en la enramada tupida, donde las madreselvas, maduradas por elsol, impiden que ste penetre, semejantes a los favoritos encumbradospor los prncipes, que oponen su orgullo contra el poder que los creara.All se esconder para escuchar nuestra conversacin. ste es elencargo que te confo. Cmplelo bien y djanos solas.

    MARGARITA. Enseguida vendr, os lo aseguro.HERO. Ahora, rsula; cuando llegue Beatriz, discurriremos arriba y

    abajo por esta calle de rboles y nuestra charla recaer tan slo enBenedicto. Cuantas veces pronuncie yo su nombre, cuida por tu partede elogiarle a un extremo que jams hombre alguno haya merecido. Micharla contigo se ceir a cmo Benedicto est enfermo de amor porBeatriz. De esta sustancia se forja la flecha del astuto y diminutoCupido, que slo hiere de odas. (Entra BEATRIZ, por el fondo.)Comencemos ya; porque mira por donde viene Beatriz, deslizndosepegada al suelo, como un avefra, para or nuestra conferencia.

    RSULA. Lo ms entretenido de la pesca es ver al pez con sus remos deoro cortar la onda de plata y tragar vidamente el prfido anzuelo.

  • Pesquemos as a Beatriz, que ahora se oculta en la cobertura de lamadreselva. No temis por mi papel en el dilogo.

    HERO. Acerqumonos, pues, a ella; que sus odos no pierdan nada delcebo dulce e hipcrita que le arrojamos. (Avanzan hacia la enramada.)No, por cierto, rsula; ella es demasiado desdeosa. Conozco sucarcter, tan fiero y esquivo como los halcones montanos que habitanen las rocas.

    RSULA. Pero estis segura de que Benedicto ama tan ardorosamente aBeatriz?

    HERO. As lo dicen el prncipe y mi prometido.RSULA. Y os han encargado de que la informis de ello, seora?HERO. Me han rogado que se lo participe; pero yo les he contestado que,

    si estiman a Benedicto, le insten a que luche contra ese afecto y no se lohaga saber nunca a Beatriz.

    RSULA. Por qu? No es ese caballero merecedor de compartir untlamo tan digno como aquel en que Beatriz pueda nunca reposar?

    HERO. Oh dios del amor! Bien s que merece cuanto pueda otorgarse aun hombre; pero jams form la naturaleza un corazn femenino demateria ms dura que el de Beatriz. En sus ojos cabalga chispeante eldesdn y la mofa, que desprecian cuanto contemplan; y cotiza su propiadiscrecin a precio tan alto, que, fuera de ella, nada tiene valor. Nopuede amar ni concebir forma ni proyecto alguno afectuoso; tanengreda est.

    RSULA. Cierto. Yo pienso lo mismo. Y en estas condicionesseguramente no sera bueno que conociera su amor, no sea que se burlede l.

    HERO. En efecto, decs verdad. Jams he visto hombre, por sabio, porjoven, noble o de raras facciones que fuere, a quien no haya dispensadomala acogida. Si es rubio, jura que el caballero podra pasar por su

  • hermana. Si es moreno, bah!, la naturaleza, tomando el dibujo de unaestantigua, form una sucia mancha. Si alto, una lanza con la puntatorcida. Si bajo, un gata mal tallada. Si habla es entonces una veletaque gira a todos los vientos. Si calla, un tronco que nadie mueve. Asve la parte mala de cada uno, y no concede nunca a la verdad y a lavirtud lo que compete a la sencillez y al mrito.

    RSULA. Indudablemente, indudablemente, semejante censura no esrecomendable.

    HERO. No, no puede ser recomendable mostrarse tan singular eintransigente como Beatriz. Mas, quin osara decrselo? Si yointentara hablarle, se burlara de m a tono. Oh! Se reira de m hastahacerme perder el seso; me aplastara de muerte con su agudeza.Consmase, pues, en suspiros Benedicto, como rescoldo que seextingue interiormente. Mejor es la muerte a morir bajo sarcasmos; loque sera tan terrible como morir de cosquillas.

    RSULA. Decdselo, no obstante; a ver qu contesta.HERO. No; antes ir a avisar a Benedicto y aconsejarle que combata

    contra su pasin. Y, por cierto, inventar, si es necesario, cualquierhonesta calumnia que moleste a mi prima. No se sabe hasta qu puntopuede emponzoar el amor una palabra adversa.

    RSULA. Oh! No inflijis semejante agravio a vuestra prima. No puedehallarse tan falta de buen criterio poseyendo la vivacidad y agudezade juicio que se le reconoce para rechazar a un caballero tanextraordinario como el signior Benedicto.

    HERO. Es el hombre ms singular de Italia, exceptuando siempre a miamado Claudio.

    RSULA. Os ruego no me riis, seora, si expongo mi parecer. El signiorBenedicto, por su garbo, sus maneras, su cordura y su valor, es reputadoel primero en toda Italia.

  • HERO. En efecto, goza de una excelente reputacin.RSULA. Excelencia que haba adquirido antes de tenerla. Cundo os

    casis, seora?HERO. Pues cualquier da de stos; maana. Vamos adentro. Te ensear

    algunas galas y me aconsejars cul es la mejor para ataviarme maana.RSULA. Ha cado en la liga, os lo garantizo. La hemos cazado, seora.HERO. Si es as, se ama entonces por azar. Cupido da muerte a unos con

    flechas y a otros con redes. (Salen HERO y RSULA.)BEATRIZ. (Avanzando.) Cmo me zumban los odos! Ser posible? Se

    me censura de tal manera por mi orgullo y desdn? Adis, desprecio!Orgullo virginal, adis! Ninguna gloria hay que esperar de vosotros.Y t, Benedicto, sigue amando. Yo te corresponder, domando micorazn salvaje al amor de tu mano. Si me amas, mi ternura te incitar aunir nuestros amores en un santo lazo, pues los dems reconocen que lomereces, y yo lo creo mejor por m que por referencias. (Sale.)

  • Escena II

    Aposento en la casa de Leonato.Entran DON PEDRO, CLAUDIO, BENEDICTO y LEONATO.

    DON PEDRO. Permanezco slo hasta que se realice vuestra boda ydespus parto hacia Aragn.

    CLAUDIO. Os acompaar hasta all, seor, si me lo permits.DON PEDRO. No; sera tanto como empear el nuevo brillo de vuestro

    matrimonio, trataros como a un nio a quien se le enseara su vestidonuevo y se le prohibiera el usarlo. Me atrever slo a solicitar lacompaa de Benedicto, que desde la coronilla hasta la punta de suspies es todo alegra. Dos o tres veces cortado la cuerda del arco deCupido y el pequeo verdugo no osa ya tirar contra l. Tiene uncorazn tan sonoro como una campana y su lengua es el badajo, pues loque piensa su corazn su lengua lo pronuncia.

    BENEDICTO. No soy el que era, galanes.LEONATO. Eso digo yo; me parece que estis triste.CLAUDIO. Sospecho que est enamorado.DON PEDRO. A la horca, renegado! No hay en l una sola gota de sangre

    capaz de sentir lealmente los efectos del amor. Si est triste es que carecede dinero.

    BENEDICTO. Me duele una muela.DON PEDRO. Scatela.

  • CLAUDIO. Que se ahorque.LEONATO. Ahorcarla primero y sacrosla despus.DON PEDRO. Cmo! Suspirar por un dolor de muelas?LEONATO. Es otra cosa sino un flujo o gusanillo?BENEDICTO. Bien; todo el mundo sabe dominar el mal, menos el que lo

    padece.CLAUDIO. No obstante, digo que est enamorado.DON PEDRO. No se advierte en l rareza alguna, a no ser el capricho de

    disfrazarse con trajes extraos; como hoy de holands, maana defrancs, o a la usanza de dos naciones a un tiempo, a saber, de alemn decintura para abajo, todo gregescos, y de espaol de cintura para arriba,ropilla no ms. A no ser que le d el capricho por esta locura, comoparece que le da, no est loco por otro capricho, como queris suponer.

    CLAUDIO. Si no est enamorado de alguna mujer, no hay que dar crditoa signos antiguos. Se cepilla el sombrero por la maana. Qu indicaeso?

    DON PEDRO. Le ha visto alguien en casa del barbero?CLAUDIO. No, pero se le ha visto con el oficial del barbero, y el antiguo

    adorno de sus mejillas ha servido ya para rellenar pelotas.LEONATO. En efecto, tiene cara de ms joven desde que ha perdido la

    barba.DON PEDRO. Y adems se perfuma con algalia. Deducs algo de este

    olor?CLAUDIO. Equivale a decir que el perfumado mancebo est enamorado.DON PEDRO. La mejor prueba de ello es su melancola.CLAUDIO. Y cundo haba acostumbrado a lavarse la cara?DON PEDRO. Justamente, y a acicalarse? Por lo cual ya he odo lo que

    dicen de l.

  • CLAUDIO. No, es su espritu chancero, que se ha deslizado ahora porentre las cuerdas de un lad y se deja regir ya por las clavijas.

    DON PEDRO. En verdad, eso revela en l una historia grave.Concluyamos, concluyamos: est enamorado.

    CLAUDIO. Por cierto, slo yo s quin le ama.DON PEDRO. Es lo que yo tambin quisiera saber. Os aseguro que se

    trata de alguna persona que no le conoce.CLAUDIO. Ya lo creo, y todas sus malas cualidades; y, a pesar de todo, se

    muere por l.DON PEDRO. Habr que enterrarla cara al cielo.BENEDICTO. En todo eso, no obstante, no hallo ensalmo para el dolor de

    muelas. Venerable seor, daos un paseo a solas conmigo. He estudiadoocho o nueve palabras sensatas que es menester os diga, y que notienen por qu or estos estafermos. (Salen BENEDICTO y LEONATO.)

    DON PEDRO. Por vida ma, a manifestarse va con l respecto de Beatriz.CLAUDIO. Exactamente, Hero y Margarita habrn representado sus

    papeles con Beatriz, y ya no se mordern una a otra las dos fierascuando se encuentren.

    Entra DON JUAN.

    DON JUAN. Mi seor y hermano, Dios os guarde.DON PEDRO. Buenas tardes, hermano.DON JUAN. Quisiera hablar con vos, si disponis de tiempo.DON PEDRO. A solas?DON JUAN. Si os place; sin embargo, el conde Claudio puede escuchar,

    pues lo que he de deciros le concierne.

  • DON PEDRO. De qu se trata?DON JUAN. (A CLAUDIO.) P iensa casarse maana vuestra seora?DON PEDRO. Ya sabis que s.DON JUAN. No s si se casar o no, cuando sepa lo que yo s.CLAUDIO. Si hubiese algn impedimento, os suplico que lo manifestis.DON JUAN. Quiz creis que no os estimo; eso se aclarar luego, y

    tendris mejor opinin de m en vista de lo que voy ahora adescubriros. Por lo que hace a mi hermano, pienso que os consideramucho, y por afecto de corazn ha contribuido a efectuar vuestro enlace.Cortejo, a la verdad, mal entendido y trabajo mal empleado.

    DON PEDRO. Pero qu sucede?DON JUAN. Vengo aqu a deciros, y abreviar pormenores pues ella

    hace bastante tiempo que anda en lenguas de todos, que la dama esdesleal.

    CLAUDIO. Quin? Hero?DON JUAN. La misma. Hero, la hija de Leonato; vuestra Hero, la Hero de

    todo el mundo.CLAUDIO. Desleal?DON JUAN. La palabra es demasiado suave para pintar su maldad. Puedo

    decir que es peor; buscad un calificativo peor, y sabr justificarlo. Noos admire hasta tener mayor garanta; si no, venid esta noche conmigo,y veris escalar la ventana de su aposento en la noche vspera del da desu boda. Si la podis amar entonces, casaos maana con ella; emperoconvendra ms a vuestro honor cambiar de intento.

    CLAUDIO. Puede ser tal cosa?DON JUAN. Si no os atrevis a dar crdito a lo que veis, no confesis

    que lo habis visto. Si queris seguidme, os mostrar lo suficiente, ycuando veis y oigis ms, obrad en consecuencia.

  • CLAUDIO. Si viese esta noche cosa alguna por la cual no deba casarmecon ella maana, la avergonzar en la congregacin donde hubiera dedesposarme!

    DON PEDRO. Y as como la cortej en tu nombre para obtenerla, me unircontigo para confundirla.

    DON JUAN. No la desdorar ms hasta que seis testigos de lo que heanticipado. Conservad la serenidad siquiera hasta la medianoche, ydejad que el caso se aclare por s mismo.

    DON PEDRO. Oh da aciagamente tornado!CLAUDIO. Oh desgracia extraamente sobrevenida!DON JUAN. Oh calamidad a tiempo evitada! As os expresaris cuando

    hayis visto el resultado. (Salen.)

  • Escena III

    Una calle.Entran DOGBERRY y VERGES, con la ronda.

    DOGBERRY. Sois gente honrada y fiel?VERGES. S, pues de lo contrario sera lstima que no sufrieran eterna

    salvacin en cuerpo y alma.DOGBERRY. No, que eso sera un castigo demasiado benigno para ellos,

    si tuvieran tan slo un tomo de lealtad, puesto que han sido elegidospara la ronda del prncipe.

    VERGES. Est bien; dadles la consigna, vecino Dogberry.DOGBERRY. En primer lugar, quin creis que es el ms incapacitado

    para hacer de alguacil?GUARDIA PRIMERO. Hugo Oatcake o Jorge Seacoal, seor, pues saben

    leer y escribir.DOGBERRY. Venid ac, vecino Seacoal. Dios os ha favorecido con un

    buen nombre. Ser un hombre guapo es un don de la fortuna, pero saberleer y escribir depende de la naturaleza.

    GUARDIA SEGUNDO. Cosas ambas, maese alguacil...DOGBERRY. Que poseis vos. Saba que iba a ser sa vuestra respuesta.

    Est bien. En lo que concierne a ser un hombre guapo, bah!, seor,dadle a Dios las gracias y no os envanezcis; y respecto de vuestralectura y escritura, mostradlas cuando no haya necesidad de vanidadsemejante. Pasis aqu por el hombre ms insensato y el ms a propsito

  • para alguacil de la ronda. Cargad, pues, con la linterna. sta es vuestraconsigna: Comprenderis a todos los vagabundos y mandaris atodo el mundo que se tenga, en nombre del prncipe.

    GUARDIA PRIMERO. Ah! Y si hay quien no se quiere tener?DOGBERRY. Bien. Entonces no os ocupis de l, sino dejadle partir; e

    inmediatamente llamad a los dems de la ronda, y agradeced a Dios elhaberos desembarazado de un bellaco.

    VERGES. Si no quiere tenerse al serle mandado no es sbdito delprncipe.

    DOGBERRY. Cierto, y ellos no han de meterse sino con los sbditos delprncipe. Y no armaris ruido en las calles, pues ronda que chacharea yhabla es cosa tolerable y que no se puede sufrir.

    GUARDIA SEGUNDO. Ms bien habremos de dormir que charlar; sabemoslo que concierne a una ronda.

    DOGBERRY. Vaya, hablis como un guardia veterano y tranquilsimo,pues no veo en qu pueda ofender el dormir. Solamente debis tenercuidado con que no os roben los chuzos. Bien; llamad en todas lascerveceras y mandad a los que estn borrachos que se retiren a la cama.

    GUARDIA PRIMERO. Y si no quieren?DOGBERRY. Pues, en ese caso, dejadles tranquilos hasta que se despejen.

    Si entonces no os dan mejor contestacin, podis decir que lestomasteis por quienes no eran.

    GUARDIA PRIMERO. Est bien, seor.DOGBERRY. Si os encontris con un ladrn, podis sospechar, por razn

    de vuestro cargo, que no es una persona honrada; y en cuanto asemejante especie de hombres, cuanto menos tratis u os metis conellos, tanto ms ganar, por cierto, vuestra reputacin.

    GUARDIA SEGUNDO. Si nos consta que es un ladrn, no le echaremosmano?

  • DOGBERRY. Verdaderamente, podis, en virtud de vuestro oficio; peroopino que quienes tocan la pez suelen mancharse. El procedimiento mspacfico, si topis con un ladrn, es dejarle que se conduzca como quienes y que se abstenga de vuestra compaa.

    VERGES. Siempre habis pasado por hombre misericordioso, compaero.DOGBERRY. A decir verdad, no quisiera voluntariamente ahorcar a un

    perro; mucho menos a un hombre que no tiene honradez alguna.VERGES. Si oyerais gritar a un nio en la noche, debis llamar a la

    nodriza y ordenarla que le haga callar.GUARDIA SEGUNDO. Y si la nodriza est durmiendo y no quiere

    ornos?DOGBERRY. Pues entonces marchaos en paz y dejad que el nio la

    despierte con sus chillidos, pues la oveja que no atiende al corderocuando bala, no responder al ternero cuando muja.

    VERGES. Es muy cierto.DOGBERRY. He aqu el fin de la consigna. Vos, alguacil, representis al

    mismo prncipe en persona. Si tropezis con l de noche, podisdetenerle.

    VERGES. No, por la Virgen; yo creo que no puede.DOGBERRY. Apuesto cinco chelines contra uno, con cualquiera que

    conozca los estatutos, a que puede detenerle. Claro est, pardiez!, queno ha de ser sin la anuencia del prncipe, porque, en verdad, la ronda nodebe ofender a nadie, y es ofensa detener a un hombre contra suvoluntad.

    VERGES. Por la Virgen, que sa es mi opinin.DOGBERRY. Ja, ja, ja! Vaya, maeses, buenas noches. Si ocurre algo grave,

    llamadme a m. Guardad el secreto de vuestros camaradas y los vuestrospropios, y buenas noches. Vamos, vecino.

  • GUARDIA SEGUNDO. Conque, maeses, ya habis odo la consigna.Vamos a sentarnos en el poyo de la iglesia hasta las dos, y despus a lacama.

    DOGBERRY. Una palabra ms, honrados vecinos. Os ruego que rondis lapuerta del signior Leonato, pues celebrndose all boda maana, haygran bullicio esta noche. Adis; estad vigilantes , os suplico. (SalenDOGBERRY y VERGES.)

    Entran BORACHIO y CONRADO.

    BORACHIO. Qu hay! Conrado!GUARDIA PRIMERO. (Aparte.) Silencio! No os movis!BORACHIO. Conrado, digo!CONRADO. Aqu estoy, hombre, pegado a tu codo.BORACHIO. Por la misa, y que sent comezn en l. Pens que iba a

    salirme un compaero sarnoso.CONRADO. Ya te contestar de manera adecuada a eso; y ahora, prosigue

    con tu relato.BORACHIO. Aprtate aprisa bajo este cobertizo, que empieza a lloviznar,

    y, como un verdadero borracho, te lo contar todo.GUARDIA PRIMERO. (Aparte.) Alguna traicin, maeses. No os movis

    an.BORACHIO. Has de saber, pues, que he obtenido mil ducados de don

    Juan.CONRADO. Es posible que infamia alguna se venda tan cara?BORACHIO. Mejor haras en preguntar si es posible que infame alguno

    sea tan rico; pero cuando los infames ricos tienen necesidad de losinfames pobres, los pobres pueden reclamar el precio que quieran.

  • CONRADO. Me asombro de ello.BORACHIO. Eso muestra que no ests iniciado. Ya sabes que la moda de

    una ropilla, de un sombrero o de una capa nada hacen al hombre.CONRADO. S, componen su traje.BORACHIO. Me refiero a la moda.CONRADO. En efecto, la moda es la moda.BORACHIO. Quita all! Eso es tanto como decir que un necio es un

    necio. Pero no ves la moda, qu pcaro deforme es?GUARDIA PRIMERO. (Aparte.) Conozco a ese Deforme, un pcaro ladrn

    que merodea por ah hace siete aos, y va vestido de caballero.Recuerdo su nombre.

    BORACHIO. No has odo a alguien?CONRADO. No, era la veleta de esa casa.BORACHIO. No ves, te deca, qu pcaro deforme es esa moda? Qu

    vertiginosamente trastorna a cuantos tienen la sangre caliente desde loscatorce a los treinta y cinco aos! A veces los disfraza a manera desoldados de Faran en un lienzo ahumado; otras veces los viste comosacerdotes del dios Baal en las vidrieras de los antiguos templos; amenudo los atava a semejanza del Hrcules cercenado de las tapicerasapolilladas y mugrientas, donde su miembro aparece tan gordo como sumaza.

    CONRADO. Veo todo eso, y veo tambin que la moda gasta ms ropa queel hombre. Pero t mismo, no tienes la cabeza trastornada por la moda,pues te apartas del relato que ibas a contarme, para divagar con ella?

    BORACHIO. No, de ningn modo. Sabe, pues, que esta noche hecortejado a Margarita, la doncella de la seora Hero, llamndola Hero.Asomada a la ventana del aposento de su seorita, me ha dado mil veceslas buenas noches... Pero te cuento con torpeza la historia... He debidocomenzar dicindote cmo el prncipe, Claudio y mi amo, apostados,

  • colocados y advertidos por mi amo don Juan, presenciaron desde lejosen el jardn esta cita amorosa.

    CONRADO. Y creyeron que Margarita era Hero?BORACHIO. Dos de ellos lo creyeron; pero el diablo de mi amo saba que

    era Margarita; y en parte por los juramentos con que los haba yaembaucado, en parte por la oscuridad de la noche, que los ofusc; perosobre todo por mi villana, que confirm cierta calumnia inventada pordon Juan, lo cierto es que Claudio sali de all enfurecido; jur que sereunira con ella, segn estaba acordado, a la maana siguiente, en eltemplo, y que all, ante toda la concurrencia, la avergonzara con lo quehaba visto la noche anterior y la enviara de nuevo a su casa sinmarido.

    GUARDIA PRIMERO. En nombre del prncipe, daos presos!GUARDIA SEGUNDO. Avisad al seor alguacil mayor. Hemos

    descubierto aqu la ms peligrosa obra de libertinaje que se hacometido jams en el Estado.

    GUARDIA PRIMERO. Y anda en ello un tal Deforme. Le conozco; llevaun rizo...

    CONRADO. Seores, seores!GUARDIA SEGUNDO. Ya daris noticias de ese Deforme, os aseguro.CONRADO. Pero seores...GUARDIA PRIMERO. Ni una palabra. Os intimidamos a que os dejis

    obedecer y nos sigis.BORACHIO. Es posible que resultemos una excelente mercanca,

    habiendo sido adquiridos por los chuzos de hombres como stos!CONRADO. Una mercanca empapelada, os lo aseguro. Vamos, os

    obedeceremos. (Salen.)

  • Escena IV

    Aposento en la casa de Leonato.Entran HERO, MARGARITA y RSULA.

    HERO. Buena rsula, despierta a mi prima Beatriz y suplcala que selevante.

    RSULA. Voy, seora.HERO. Y dile que venga aqu.RSULA. Est bien. (Sale.)MARGARITA. En verdad, creo que os sentara mejor el otro rebato.HERO. No, buena Marga, por favor, quiero llevar este.MARGARITA. Por mi fe que no es tan bonito, y estoy segura de que

    vuestra prima ser del mismo parecer.HERO. Mi prima es una loca y t eres otra. No llevar sino este.MARGARITA. Hallara precioso este nuevo aadido, si el cabello fuera un

    poco ms oscuro. En cuanto al vestido, a fe que est confeccionado a laltima moda. He visto el de la duquesa de Miln, que tanto ensalzan.

    HERO. Oh! Dicen que excede a toda ponderacin.MARGARITA. Por mi fe, es una bata de noche al lado del vuestro: tela de

    brocado, acuchillada, con pasamano de plata, guarnecida de perlas, conmanga al costado y manga perdida; la falda, orlada con brocadilloazulado; pero en cuanto al corte fino, singular, gracioso y elegante, elvuestro es diez veces preferible.

  • HERO. Dios me d alegra para lucirlo! Porque mi corazn estsumamente apesadumbrado.

    MARGARITA. Pronto lo estar ms con el peso de un hombre.HERO. Vergenza de ti! No sientes rubor?MARGARITA. De qu, seora? De hablar de cosas honradas? El

    casamiento no es honrado incluso entre pordioseros? No es honradovuestro prometido aun sin casarse? P ienso que he debido decir: Conel mayor respeto, un esposo . A no ser que un mal pensamientointerprete torcidamente mis palabras, a nadie he ofendido. Hay algnpecado en con el peso de un esposo ? Creo que no cuando se tratadel esposo legtimo y de la legtima esposa. De otro modo el peso seraliviano y no pesado. Preguntad, si no, a mi seora Beatriz, que aqullega.

    Entra BEATRIZ.

    HERO. Buenos das, prima.BEATRIZ. Buenos das, querida Hero.HERO. Cmo! Qu es eso? Hablis en un tono sentimental?BEATRIZ. Me parece que no sabra afectar otro.MARGARITA. Entonad Luz de amor, que no tiene estribillo. Cantadla, y

    yo bailar.BEATRIZ. Luz de amor con vuestros talones! Pues como vuestro marido

    tenga bastantes establos, veris que no han de faltarle graneros.MARGARITA. Oh interpretacin maligna! La despreciar con mis

    talones.BEATRIZ. Son casi las cinco, prima. Ya es hora de que estis arreglada. A

    fe ma, que me encuentro extremadamente mal. Ay!

  • MARGARITA. Qu os falta? Un halcn, un caballo o un esposo?BEATRIZ. Sufro de la letra con que principian todas esas palabras, de la

    H.MARGARITA. Bueno, si no os habis convertido en turca, no queda otro

    remedio sino navegar por la estrella polar.BEATRIZ. Qu quiere decir esta loca? , pienso.MARGARITA. Ya nada; sino que Dios d a cada cual lo que su corazn

    desea!HERO. Estos guantes me los ha enviado el conde. Despiden un perfume

    embriagador.BEATRIZ. Estoy constipada, prima. No tengo olfato.MARGARITA. Doncella y constipada! No ser que habis cogido un

    fro de castidad?BEATRIZ. Oh, venga Dios en mi ayuda! Venga Dios en mi ayuda!

    Desde cundo tan chistosa?MARGARITA. Desde que vos habis dejado de serlo. No me sienta

    admirablemente el donaire?BEATRIZ. No se nota lo suficiente; debierais llevarlo en el tocado. Por mi

    fe, que estoy enferma.MARGARITA. Tomad un poco de carduus benedictus destilado y

    aplicoslo al corazn. Es el nico calmante para un desfallecimiento.HERO. Advierte que eso es pincharla con un cardo.BEATRIZ. Benedictus! Por qu benedictus? Veis algn sentido en ese

    benedictus?MARGARITA. Sentido oculto! Por mi fe, yo no he pretendido drselo!

    Quise decir sencillamente cardo bendito. Quiz creis que os supongoenamorada: No, por la Virgen. No soy tan tonta que d crdito a cuantose me ocurra, ni se me ocurre tampoco dar crdito a lo que quisiera; no,

  • en verdad; no se me ocurrira pensar, aunque me volviera loca, queestis enamorada, o que lo estaris o que podis estarlo. No obstante,Benedicto era una persona tal como vos, y ahora se ha vuelto como losdems hombres. Jur que jams se casara y, sin embargo, al presente, adespecho de su corazn, come su pan de amor sin repugnancia. Que vosos convirtis lo ignoro; pero se me antoja que comenzis a mirar convuestros ojos igual que las dems mujeres.

    BEATRIZ. Qu paso es ese que lleva tu lengua?MARGARITA. No es un falso galope.

    Vuelve a entrar RSULA.

    RSULA. Daos prisa, seora. El prncipe, el conde, el signior Benedicto,don Juan y todos los galanes de la ciudad vienen por vos para llevarosa la iglesia.

    HERO. Ayudadme a vestir, querida prima, querida Marga, querida rsula.(Salen.)

  • Escena V

    Otro aposento en la casa de Leonato.Entra LEONATO con DOGBERRY y VERGES.

    LEONATO. Qu queris de m, honrado vecino?DOGBERRY. A fe, seor, quisiera haceros cierta confidencia que os atae

    cercanamente.LEONATO. Sed breve, os ruego, pues ya veis que estoy muy ocupado.DOGBERRY. A fe que es as, seor.VERGES. S que lo estis, seor.LEONATO. Veamos, de qu se trata, mis queridos amigos?DOGBERRY. El buen Verges, seor, se aparta un poco del asunto: est

    viejo, seor, y su caletre no es tan romo como, Dios mediante,quisiera yo que fuese. Pero a fe que es honrado como el cuero que tieneentre las cejas.

    VERGES. En efecto, gracias a Dios, soy tan honrado como el que ms quesea tan viejo como yo y no ms honrado.

    DOGBERRY. Las comparaciones son olorosas ; palabras, vecinoVerges.

    LEONATO. Vecinos, sois fastidiosos.DOGBERRY. Favor que nos hace vuestra seora; pero somos humildes

    funcionarios del duque. A decir verdad, por mi parte, aun cuando fueratan fatidioso como un rey, mi corazn empleara todo su fastidio en

  • servicio de vuestra seora.LEONATO. Todo tu fastidio en mi favor! Ja!DOGBERRY. S, aunque fuera mil veces ms pesado de lo que es, pues he

    odo tan buen reproche de vuestra seora, como de cualquiera de laciudad; y aunque no soy ms que un pobre hombre, me alegro dehaberlo odo.

    VERGES. Y yo tambin.LEONATO. Quisiera saber, a lo menos, lo que tenis que decirme.VERGES. Es el caso, seor, que esta noche nuestra ronda, con la

    excepcin presente de vuestra seora, ha echado el guante a un par debellacos tan pcaros como los que ms en Mesina.

    DOGBERRY. Es un pobre viejo, seor, que habla all te vas. Como dice elrefrn, cuanto ms viejo ms pellejo. Vlgame Dios! Hay que ver elmundo! Bien dicho, a fe, compadre Verges! Bravo; Dios es un buenhombre. Si dos hombres montan en un caballo, uno tiene que ir a lasancas. Un corazn honrado, a fe, seor. Por vida ma que lo es, como quenunca ha roto un plato. Pero, alabado sea Dios!, no todos somos unos.Ay, el bueno del compadre!

    LEONATO. En efecto, vecino, os es bastante inferior.DOGBERRY. Suerte que Dios da.LEONATO. Tengo que dejaros.DOGBERRY. Una palabra, seor. Nuestra ronda, seor, ha aprehendido, en

    efecto, a dos personas despechosas ; y quisiramos quecomparecieran esta maana ante vuestra seora.

    LEONATO. Tomadles vos mismo la declaracin y tradmela. Tengo ahoramucha prisa, como podis observar.

    DOGBERRY. Eso ser suficiente .LEONATO. Bebed un trago de vino antes de partir y pasadlo bien.

  • Entra un MENSAJERO.

    MENSAJERO. Seor, os aguardan para que entreguis vuestra hija a suesposo.

    LEONATO. A sus rdenes. Voy ahora mismo. (Salen LEONATO y elMENSAJERO.)

    DOGBERRY. Id, buen compaero, id en busca de Francisco Seacoal.Decidle que traiga su pluma y tintero a la crcel. Vamos ahora a examinar a esos hombres.

    VERGES. Y es menester hacerlo con chispa.DOGBERRY. Eso no ha de faltarnos, os lo garantizo. Hay aqu (Tocndose

    la frente.) lo que obligar a cantar a algunos de ellos. Buscad slo alsabio escribiente para que extienda nuestra excomunin y juntaosconmigo en la crcel. (Salen.)

  • ActoCuarto

  • Escena I

    Interior de una iglesia.Entran DON PEDRO, DON JUAN, LEONATO, FRAY FRANCISCO,

    CLAUDIO, BENEDICTO, HERO, BEATRIZ, etc.

    LEONATO. Vamos, FRAY FRANCISCO, sed breve: ateneos a la simplefrmula del matrimonio, y despus expondris sus deberes particulares.

    FRAILE. Vens aqu, seor, a casar a esta dama?CLAUDIO. No.LEONATO. A ser casado con ella, padre; vos sois quien viene a casarle

    con ella.FRAILE. Seora, vens aqu a casaros con este conde.HERO. Vengo.FRAILE. Si alguno de vosotros dos sabe de algn impedimento ntimo

    que se oponga a que seis enlazados, os invito, por la salvacin devuestras almas, a que lo declaris.

    CLAUDIO. Sabis de alguno, Hero?HERO. De ninguno, mi seor.FRAILE. Sabis vos de alguno, conde?LEONATO. Me atrevo a contestar por l: de ninguno.CLAUDIO. Oh! A cunto se atreven los hombres! Cunto osan hacer!

    Cunto hacen diariamente, sin saber lo que hacen!BENEDICTO. Cmo! Interjecciones? Pues entonces las habr de risa,

  • como Ah! Ja! Ja!CLAUDIO. Acrcate, fraile. Padre, con vuestro permiso: me dais a esta

    doncella, vuestra hija, libremente y sin violencia alguna?LEONATO. Tan libremente, hijo mo, como Dios hubo de concedrmela.CLAUDIO. Y yo, qu podra daros en pago de tan rico y valioso

    presente?DON PEDRO. Nada, a no ser que se la devolvierais.CLAUDIO. Querido prncipe, me enseis gratitud noble. Leonato,

    recobrad, pues, a vuestra hija: no deis esa naranja podrida a vuestroamigo. No tiene de honrada sino la seal y apariencia. Mirad! Sesonroja como una virgen! Oh! De qu sinceridad y muestra de virtudpuede revestirse el astuto vicio! Ese rubor, esa modestia, no vienen aatestiguar su sencilla honradez? Todos cuantos la contemplis, nojurarais que es una virgen, por su aspecto exterior? Pues no lo es!Conoce el calor de un lecho lujurioso; y si enrojece, no es de pudor,sino de vergenza!

    LEONATO. Qu queris decir, seor?CLAUDIO. Que no me caso, que no junto mi alma a la de una probada

    libertina!LEONATO. Mi querido seor, si, en prueba propia, habis vencido la

    resistencia de su juventud y hecho derrota de su virginidad...CLAUDIO. S lo que queris decir: que si la he posedo, si la he tenido

    entre mis brazos, fue en calidad de esposo, y debo, por lo tanto, excusaruna falta anticipada. No, Leonato. Nunca la tent con palabraslicenciosas. Slo le dirig expresiones de candor sincero y de unrespetuoso amor, como hubiera hecho un hermano con su hermana.

    HERO. Y me conduje nunca de otro modo con vos?CLAUDIO. Mal haya tu apariencia! Yo la denunciar. Me hacais el

    efecto de una Diana en su esfera, tan casta como el capullo antes de

  • florecer; pero sois ms desenfrenada en vuestros deseos que Venus, oque esos animales mimados que retozan en una salvaje sensualidad.

    HERO. Est mi seor en su juicio, que desvara de ese modo?LEONATO. Querido prncipe, por qu no hablis?DON PEDRO. Qu voy a hablar? Estoy avergonzado por haber querido

    unir a mi caro amigo con una vulgar ramera.LEONATO. Se dicen tales cosas, o soy vctima de un sueo?DON JUAN. Seor, se dicen, y son verdaderas.BENEDICTO. Esto no lleva trazas de boda!HERO. Verdaderas! Oh Dios!CLAUDIO. Estoy yo aqu, Leonato? Es ste el prncipe? Este otro el

    hermano del prncipe? Es se el rostro de Hero? Son estos ojosnuestros ojos?

    LEONATO. Todo es as, y a qu viene eso, seor?CLAUDIO. Permitidme que haga una pregunta a vuestra hija; y por

    aquella autoridad paterna y fuero blando que tenis sobre ella,mandadla que responda francamente.

    LEONATO. Te exijo que as lo hagas, como hija ma que eres.HERO. Oh Dios, amparadme! Cmo me acosan! Qu clase de

    interrogatorio es este?CLAUDIO. Un interrogatorio para que respondis con verdad a vuestro

    nombre.HERO. No es el de Hero? Quin podr manchar tal nombre con un

    reproche justo?CLAUDIO. A fe que Hero! Hero misma puede manchar la virtud de Hero!

    Quin era el hombre que hablaba con vos anoche, en vuestra ventana,entre doce y una? Ahora, si sois doncella, responded.

  • HERO. Con ningn hombre he hablado a tal hora, seor.DON PEDRO. No sois doncella entonces. Leonato, me duele que hayis

    de orlo. Por mi honor, yo, mi hermano y este pobre conde la hemosvisto y odo a esa hora de la noche ltima hablar con un rufin en laventana de su aposento; el cual, como bellaco, al fin, sin pizca dedecoro, nos confes las viles entrevistas que haban tenido mil veces ensecreto.

    DON JUAN. Vergonzosas! Vergonzosas! No merecen otro nombre, seor,ni que se hable de ellas. No hay castidad suficiente en el lenguaje parareferirlas sin ofender los odos. As que, linda joven, lamento tu notorialiviandad.

    CLAUDIO. Oh Hero! Qu herona, qu dechado fueras, de haberempleado la mitad de tus hechizos exteriores en adornar tuspensamientos y las aspiraciones de tu corazn! Pero adis a ti, la msinmunda y la ms bella! Adis a ti, pura impiedad e impa pureza! Porti cerrar todas las puertas del amor, y la sospecha pender de misprpados para trocar toda hermosura en pensamientos de maldad ynunca hallarle otros atractivos.

    LEONATO. No hay aqu un pual para matarme?

    HERO se desmaya.