Muday de Trigo

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Muday de trigo (chicha): esta bebida se realiza generalmente antes de un Nguillatun (ceremonia religiosa) ya que pasa a ser la bebida mas preciada de la misma. Se elabora con trigo machacado, pelado y hervido que se deja fermentar varios días. Tortillas de rescoldo. Pan de harina de trigo cocido en ceniza caliente Murque. Harina tostada a medio moler Ñachi. Sangre de cordero con sal ,cilantro, ají, limón y aceite Apol. Higado de cordero con ají, comino, sal, cilantro y aceite. Esto se prepara con el cordero aún vivo se le hace un corte en la traquea por donde se le introducen los ingredientes. Se mata luego el codero y este guiso se corta en trozos y se come caliente,pero este procedimiento se a cambiado ahora hacen Apol al Blanco. Apol al blanco, este se realiza con los mismo ingredientes anteriores una vez introducidos los ingredientes se sopla y amarra bien se cocina en agua hervida Pulco.vino Charquican Guiso de zapallos, arvejas, choclo, porotos verdes, charqui. Las comidas mapuches más conocidas son: Catutos trigo sancochado molido en piedra o molido en molino se le da forma alargada y se puede consumir de diferentes maneras ejemplo con pebre y con merken.. Mote trigo cocido en ceniza y pelado a mano. Mote mei : maiz cocido en ceniza y pelado a mano. Merquen: ají seco en vaina tostado, semilla de cilantro, sal y pimienta.

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Muday de trigo (chicha): esta bebida se realiza generalmente antes de un Nguillatun (ceremonia religiosa) ya que pasa a ser la bebida mas preciada de la misma. Se elabora con trigo machacado, pelado y hervido que se deja fermentar varios días.

Tortillas de rescoldo. Pan de harina de trigo cocido en ceniza caliente

Murque. Harina tostada a medio moler

Ñachi. Sangre de cordero con sal ,cilantro, ají, limón  y aceite

Apol. Higado  de cordero con ají, comino, sal, cilantro y aceite. Esto se prepara con el cordero aún vivo se le hace un corte en la traquea por donde se le introducen los ingredientes. Se mata luego el codero y este guiso se corta en trozos y se come caliente,pero este procedimiento  se a cambiado  ahora hacen Apol al Blanco. 

Apol al blanco, este se realiza con los mismo ingredientes anteriores una vez introducidos los ingredientes se sopla y amarra bien se cocina en agua hervida

Pulco.vino

Charquican Guiso de zapallos, arvejas, choclo, porotos verdes, charqui.

 

Las comidas mapuches  más conocidas son:

Catutos trigo sancochado molido en piedra o  molido en molino  se le da forma alargada y  se puede consumir de diferentes maneras ejemplo con pebre y con merken..

Mote trigo cocido en ceniza y pelado a mano.

Mote mei : maiz cocido en ceniza  y pelado a mano.

Merquen: ají seco en vaina tostado, semilla de cilantro, sal y pimienta.

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El  We Txipantu  se realiza durante la noche del 23 de junio, y se espera hasta el amanecer la llegada del 'nuevo sol que regresa'. La ceremonia comienza antes de que el sol se oculte en el horizonte, entonces se realiza el llellipun con la presencia de los invitados. En este ritual se invoca a los mely chi laku, los antepasados 'los cuatro abuelos', y es dirigida por una machi o por el longko del lugar.

En el período de epewun, que es antes del amanecer, hombres, mujeres y niños  van al rio  a bañarse  para purificar el cuerpo y el espiritu.  Cuando el sol y la luz cubren el espacio visible se dice Akui We Tripantu [llegó el nuevo año] o también Wiñoi Tripantu [regresa la salida del sol]. De esta manera en el amanecer del día 24 de junio se inicia otro ciclo de vida en el mundo mapuche y en la madre tierra.

        Katan pilun ceremonia propia de la mujer que representaba el paso de niña a mujer, el padre solicitaba a un retrafe o platero el que le hiciera un par de chaway aros mapuche para entregárselo a su niña en el rito del katan pilun que quiere decir romper la oreja.

       Palin o juego de la chueca tiene un alto contenido social  por que a través de él se lograban pactos y alianzas estratégicas o se tomaban decisiones trascendentales  para el futuro del pueblo, mientras los palifes jugaban,  los lonkos y autoridades definían asuntos políticos y sociales.                   Mafun es la unión por medio del casamiento de dos personas ( hombre y mujer ) de distinto lof o comunidad .

       Machitun, corresponde a todas las ceremonias que realiza la machi,  por ejemplo cuando la machi debe consagrarse  como machi debe instalar su rewe se denomina ñen kurewen, el rito especial que cura a la machi cuando ha sido abandonada por las fuerzas se le llama mutruntu likan,     cuando se va ha sanar a alguien  es la ceremonia del datun y la ceremonia del diagnóstico es el pelotun. 

Danza y música

La trutruca está hecha con un tubo de coligüe o caña.

Entre los instrumentos considerados folclóricos de Chile hay algunos traídos por los españoles y que fueron adaptados a nuestro medio. Los instrumentos musicales así como las comidas, evolucionan junto al medio donde se desarrollan: unos se popularizan y otros caen en desuso y desaparecen. La zona central de Chile fue la que tuvo más influencia de la cultura española, predominando lo hispano por sobre lo autóctono. En los extremos del país, en cambio, se mantuvo con fuerza la presencia indígena.

La música de los mapuches poseía tonalidad y ritmos monocordes; era adecuada para las ceremonias, en las que muchas veces miembros de la tribu se sumergían en estados e

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trance. Para el mapuche la danza y la música eran puentes de contacto directo con la naturaleza y los dioses; por lo tanto, en su vida cotidiana resultaba un nexo Tierra-Espíritu de carácter fundamental.

El pueblo mapuche es eminentemente musical y posee canciones para todos los actos de su vida. Los mapuches bailaban; era una costumbre que sorprendió a los conquistadores. Hasta que el español advirtió que bajo la mirada obsecuente y las expresiones de sumisión del indígena se ocultaba una raza bravía y un corazón inexpugnable.

Los mapuches tenían sus instrumentos musicales. Estos, de acuerdo con su carácter son sencillos, y sus melodías de temple monótono y triste. 

Trutruca

Instrumento de viento, de soplo, cuyo sonido es "tru-tru". Lo fabricaban de un largo coligüe ahuecado. Al orificio donde se sopla aplican una lengüeta y al otro extremo amplifican con un cuerno. 

Cultrún

Es otro interesante instrumento musical de los mapuches, es un tambor usado en todas las ceremonias festivas o religiosas. Su caja de resonancia, se fabrica del tronco de un árbol ahuecado, mide de 35 a 40 cm. De diámetro. A su base se adhiere un parche de cuero de vacuno o caballo. Dentro del instrumento se colocan semillas, piedrecillas redondas o monedas para darle más sonoridad.

Huada

Calabaza que producía ruido por medio de sus pepas secas. Es una especie de maraca.

Pifilca

Es una flauta construida de madera o hueso. Es corta y suena como un pito. Se la lleva colgada del cuello mediante un cordón.

En la actualidad se la construye con tallas de madera de unos 30 a 40 centímetros. El tubo esta cerrado en su extremo inferior y se lo perfora más o menos hasta la mitad de su largo. Emite un solo sonido y esta única nota se mezcla en el curso del canto o del conjunto instrumental sin relación rítmica ni tonal con el resto.

Kunkulkahue

Tenía dos arcos (generalmente de huesos de costilla) complementado por una sola cuerda de crines de caballo. Se tocaba apoyando, con la mano izquierda, uno de los arcos —cuerpo del violín— contra los dientes incisivos superiores. La mano derecha, a su vez, pasaba la cuerda del otro arco —arco del violín— sobre la anterior, produciendo un sonido quejumbroso y doliente.

El baile para el pueblo mapuche, así como para la casi totalidad de los pueblos originarios de América, tiene un carácter ritual, de armonía entre el hombre y su entorno

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y de relación con el misterio de la fe. En el fondo, es uno de los principales testimonios de cosmovisión del pueblo. Por ello, las instancias más importantes de desarrollo de la danza son las ceremonias religiosas. Algunos bailes son: el Kuimin, que lo realiza la machi para conocer el futuro; el Pürrún, que lo baila la comunidad imitando los movimientos del aire; el Mazatúm, que se realiza para el año nuevo mapuche y el Machitúm, que lo ajecuta la machi junto a la familia del enfermo para sanarlo.

Si bien el baile mapuche es aparentemente monótono, posee una serie de estilos y formas de baile. Por ejemplo, el loncomeu es la danza con acentuados movimientos de cabeza; el ruketu pürún es cuando predominan pequeños saltos; el mellaaschnakm pürún es un baile suave con movimientos marcados en el suelo; y el trafyén pürún es cuando los bailarines se mueven frente a frente. Así también, hay algunos estilos que son más frecuentes o populares, como por ejemplo el choique pürún o "danza del avestruz", de carácter recreativo realizada en fiestas y rituales; o el kollón pürún o "danza del enmascarado", el que se baila con ocasión del palín o palitún, el deporte más popular entre el pueblo mapuche.

Los bailes mapuches, así como todos los componentes de su cultura, han luchado fuertemente por su conservación. Lamentablemente hoy estas danzas están casi extinguidas, permaneciendo sólo en aquellos territorios donde la fuerza de la tradición ha permitido la conservación de los rasgos más distintivos de esta cultura originaria.

¿Sabías que?

El guillatún es la ceremonia solemne de los mapuches para pedir a la divinidad lluvia o bonanza, era encabezado por la "machi", la curandera, que tenía un papel preponderante en la vida del pueblo.

¿Sabías que?

Durante el período colonial y hasta el siglo XIX se habían compuesto un tipo de piezas musicales llamadas "mapuchinas", las cuales nada tenían que ver con el folclor propio de los mapuches. Se trataba más bien de un tipo de canción de temática araucana cuya forma se adecuaba perfectamente al canon convencional occidental. Las "mapuchinas" y composiciones de características similares conformaron el sucedáneo a la música étnica que, por ser eminentemente rural y provenir de profundas raíces indígenas que remontaban a un pasado "incivilizado y bárbaro", resultaba muy poco refinada en el medio urbano de naciones en vías de convertirse en Estados soberanos en el sentido moderno del término.

Expresiones culturales mapuches

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Las joyas de plata son unos de los elementos más característicos de la vestimenta mapuche.

Cocina

Según las crónicas y escritos coloniales, la dieta de los mapuches se basaba principalmente en vegetales, frutos, hierbas y carne de animales domésticos y silvestres. Cocinaban de acuerdo a los ingredientes que tuvieran al alcance; por ejemplo, si un día había papas, cocinaban con ese producto, y si al otro día solo tenían piñones, ese era el componente que determinaba el plato.

La gastronomía mapuche es toda una tradición, en especial entre las mujeres; las madres enseñan a cocinar a sus hijas desde pequeñas, logrando así que los conocimientos sean traspasados de generación en generación.

Las principales preparaciones son guisos o cazuelas con legumbres acompañadas por tortilla de rescoldo (pan de harina de trigo cocido en ceniza caliente). Esto es aliñado con merkén (ají cacho de cabra ahumado y molido), el sazonador típico mapuche y que hoy se ha extendido a la cocina internacional. Los alimentos se cocinan en fogones y los utensilios usados no han variado mucho con el tiempo; entre ellos se cuentan el mortero, la piedra de moler, la callana (vasija) y el chaiwe (colador).

Otras preparaciones muy consumidas son el catuto o multrún (un tipo de tortilla de trigo), las poñis o papas asadas, el changle (un hongo que crece en el suelo) y el piñón (fruto de la araucaria). Con este último se elaboran recetas muy variadas, desde el chavi o chavy (jugo de piñón), hasta sopas y ensaladas o, simplemente, se usa como agregado en la cazuela o charquicán.

En cuanto a las bebidas, la más conocida y consumida es el muday o mudai, un jugo de trigo o maíz fermentado que se sirve a cualquier hora del día. También están el ñaco, que es harina tostada de trigo o maíz, azúcar y agua caliente; el murke, bebida fermentada que se hace con trigo tostado molido en piedra con linaza, miel y agua; ulpo, bebida que se prepara con agua bien fría y harina tostada de trigo o avellana (se le puede agregar leche o miel); charcán, que es una mazamorra de harina tostada de trigo, con grasa, azúcar y leche caliente, y el awarkuden o jugo de habas.

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A su vez, los mapuches continúan practicando la recolección de vegetales, como, por ejemplo, yuyos (cuya raíz se come como ensalada), cardos, nalcas y murtas o murtillas, un fruto que tiene un preciado valor en el área de la gastronomía mapuche. Con ella, se puede hacer mermelada o licor, entre otras preparaciones.

Manifestaciones artísticas

En la actualidad, las principales expresiones del arte mapuche son la textilería (se usa lana de oveja), la cerámica (jarros con modelos asimétricos), la cestería (se elabora, principalmente, con boqui), el tallado en madera (se usa madera de los ricos bosques del sur) y la orfebrería (se basa en sus creencias religiosas).

Todos los conocimientos ancestrales sobre la realización de estas artesanías son traspasadas de generación en generación.

Palín

Es el juego (parecido a la chueca) que practican los mapuches en una cancha larga y angosta llamada paliwe. Para jugar, se requieren dos equipos de 5 a 15 jugadores (cada uno representa a una comunidad), una bola de madera o cuero llamada pali y un palo, que lleva cada jugador, de un metro y medio de longitud y con un extremo curvado, denominado weño. Los jugadores se ubican en dos hileras frente a frente, delimitadas con ligeras zanjas, y el que logra pasar la bola obtiene un punto o tripal.

Catuto o multrún

Es una tortilla que reemplaza al pan en la cocina mapuche. Se prepara con los siguientes ingredientes: trigo, agua, manteca y sal. Primero se lava el trigo, luego se cuece en agua durante, aproximadamente, una hora. Luego el trigo se cuela y se muele en un molino. Después se cuece de nuevo con sal durante diez minutos.

Enseguida, se le agrega manteca y se comienza amasar hasta darle la forma alargada. Se fríe o se pasa por agua hervida (semicocida) y se sirve con pebre, salsa de ajo o miel de abeja.

Influencia española

Aunque en la actualidad, la manera de preparar sus recetas sigue siendo la misma, han variado algunos ingredientes, porque muchos de ellos han desaparecido con el paso del tiempo. Además, la fuerte presencia de los españoles dejó una huella en la gastronomía indígena de la zona, ya que introdujeron productos como el trigo, el arroz y los fi deos, logrando modificar algunas de las recetas.

Mapuche

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Del mapudungun, Gente de la tierra, mapu: tierra, che: gente.

Pueblo amerindio, conocido también como Araucano, que se ubica entre los ríos Salado y Toltén, en Chile, y también en algunas zonas de la actual Argentina.

Los vestigios más antiguos de esta cultura datan del 500 a. de C.; hacia el siglo XVI, vivían en pequeños poblados, subsistiendo de la caza, la pesca y el cultivo de maíz, papas y frijol.

Destacan por sus tejidos de mantas y prendas de abrigo, y por la confección de adornos de plata y sillas de montar.

En 1546 se produce en Quilacura la primera batalla contra los conquistadores españoles; la primera fase de estas luchas, que durarían trescientos años, quedó inmortalizada en el poema épico La Araucana, del militar español Alonso de Ercilla y Zúñiga.

La sangre y lengua araucana se mezcló con la hispana, lo que dio origen al tipo físico- psicológico chileno, a la incorporación de varias palabras de la lengua mapuche, (mapudungun, que significa "hablar en lengua") al idioma castellano, además de otras características culturales, como costumbres y comidas, que se fusionaron con la cultura dominadora.

El pueblo mapuche comenzó a debilitar su resistencia a fines del siglo XVIII; sin embargo se rindió recién en 1881, tras la supuesta "pacificación" de la región de la Araucanía por militares chilenos.

El territorio fue desmembrado y pasó a ser propiedad del Estado, quién entre 1884 y 1919 distribuyó 475.000 hectáreas en 3.000 "títulos de merced" a unos 78.000 mapuches. Allí radica la base del actual conflicto entre los mapuches, el gobierno y las empresas privadas. Se calcula que actualmente viven aproximadamente unos 900.000 mapuches en Chile, y 150.000 en Argentina.

Uno o dos siglos antes de la invasión incaica a las tierras de la parte sur del continente americano, hasta casi la mitad del actual Chile, un pueblo guerrero se incrustó, como una cuña, a la altura del río Cautín, en la cultura que allí se fecundaba, cortándola en dos porciones.

La forma como dividió a la población autóctona, hace inverosímil la  posibilidad de un arribo por el norte o por el sur. Por otro lado, la persistencia de costumbres pampeanas y algunos nombres personales y geográficos y apellidos o denominaciones totémicas, como nahuel (tigre) y cheuque y huanque (avestruz) inducen a suponer que los araucanos residieron cierto tiempo en las pampas al otro lado de los Andes como cazadores nómades, vistiéndose de pieles y

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construyendo sus toldos con cueros de guanacos (o guanacos); y que atravesaron los Andes por los pasos bajos y desembocaron en el valle de Cautín.

Este pueblo se denominaba a sí mismo mapuche (gente de la tierra). Los españoles les dieron el nombre de araucanos, inventado por Ercilla. No tiene entroncamiento inmediato con otra raza pampeana.

Los mapuches, al cortar en dos porciones la civilización chilena preincaica no la destruyeron; se limitaron a empujar hacia el norte a una parte de los pobladores, a los cuales dieron el nombre de picunches, y hacia el sur, el resto, que denominaron huilliches.

El estado de Arauco

En el momento de entrar en contacto españoles y araucanos, estos últimos estaban asentados en la región comprendida entre el Biobío y el Cautín. Pero habían entrado en relaciones y tal vez cruzándose con la población chilena primitiva hasta el Itata por el norte y hasta el Toltén por el sur.

El número de habitantes del pueblo mapuche depende del sentido que se dé al vocablo. Si se limita a las tribus que ostentaban más o menos puras las características de la raza, hay un dato del cual partir. Los cálculos de Ercilla y de los cronistas coinciden en que este pueblo podía reunir entre 40.000 y 60.000 guerreros, hacia 1558, cuando había perdido la tercera parte de sus pobladores; y si calculamos seis almas por cada guerrero, habría que fijar la población del estado de Arauco en una cifra vecina a 350.000 almas.

El pueblo mapuche más numeroso fueron los Araucanos, quienes se dividían en tres distritos: Lavquen – Mappu; Lelvun – Mapu e Inapire – Mapu, correspondiendo a la costa, llanura central y precordillera.

Caracteres físicos de los mapuches.

La estatura es baja (1,61 a 1,63 metro para el hombre y 1,43 a 1,44 metro para la mujer); el tronco, muy bien desarrollado, es de pecho alto y arqueado y más largo que el del blanco con relación a la altura. Los senos de la mujer son cónicos, bastante apartados y se proyectan hacia afuera más que en la europea. Las espaldas en ambos sexos son anchas, el cuello corto y grueso y el dorso recto, sin la curva tan pronunciada en las razas blancas. Los brazos son relativamente cortos y gruesos, sin ser tan musculosos como en los europeos. Los muslos son gruesos y redondos, y entre las mujeres no tan ahuecados como en algunas otras razas. No se notan las pantorrillas, debido a lo grueso del tobillo. Las manos y los pies son cortos y gruesos.

La cabeza parece grande a causa de llevar el pelo en forma de melena hasta los hombros, pero es en realidad chica; mucho

menor que la de los pehuenches. El pelo crece muy bajo sobre la frente y las sienes. Por esto, la frente parece estrecha, pero en el cráneo se ve que es proporcionada al tamaño de la cabeza y que no es huyente.

Mujer mapuche(ampliar imagen)

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La cara es generalmente redonda, aun cuando las angulosas son bastante comunes; los pómulos son ligeramente salientes vistos de frente, pero mirada de perfil, la cara es algo aplastada. La nariz es ancha y carnosa, generalmente recta, sentada en su base y nunca aguileña. Los ojos son pequeños y oscuros, raras veces negros y frecuentemente de un pardo algo claro; son horizontales y nunca se les podría clasificar de mongólicos.

La boca es grande, los labios gruesos y el superior muy largo. La barba es cuadrada y algo prominente, lo que da a la cara un aire de determinación y de virilidad. Las orejas están bien colocadas y tienen los lóbulos un desarrollo regular.

El pelo es oscuro, pero no bien negro, grueso y liso. El cutis es moreno, sin el tinte cobrizo característico de los indios de la América septentrional, ni el amarillento de alguna de las tribus del Perú.

Debe, sí, recordarse que el araucano actual lleva en sus venas mucha sangre española.

El aspecto general del araucano se singulariza entre todas las razas americanas por una impresión de robustez y de virilidad, que sirve de marco a la sicología más viril y a la de mayor energía vital entre las razas del continente americano.

Cultura

Los mapuches se tornaron sedentarios en nuestro territorio y asimilaron en parte la civilización chincha-chilena, principalmente por el conducto de las mujeres que quitaron a los vencidos. Se hicieron agricultores y ganaderos; aprendieron con menos perfección los mismos cultivos del pueblo autóctono; y al arribo de los españoles vivían fundamentalmente de sus sementeras. Sus ovejas les suministraban las lanas con que confeccionaban sus ropas, pero sus tejidos parecen haber sido de un solo color y sin ornamentación de figuras. El uso del poncho es de fecha posterior.

La base de su ganado la formaban la alpaca y la llama, que heredaron de los chincha-chilenos.

Los araucanos poseían dos variedades de perros: el quiltro pequeño y lanudo, que hasta hoy subsiste algo mezclado, y el tregua, de mayor tamaño, que recuerda al culpeo.

Tampoco alcanzaron a aprender el trabajo de los metales, ni lograron asimilar la alfarería adelantada de la civilización chincha-chilena. Introdujeron en su lugar la vajilla de madera. La primera quedó limitada a las tinajas de variadas formas y tamaños.

Las numerosas huellas de influencia incaica que se advierten en su civilización, son posteriores. Las transportaron los artesanos, herreros, labradores, tejedores, etcétera, que los españoles llevaron a los límites del estado de Arauco desde las colonias de mitimaes. Ellos les enseñaron el uso del poncho y los estilos incaicos.

Ver Arte mapuche y Vestimenta mapuche

Artesana mapuche

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Lengua

Pero el hecho más trascendental de las relaciones entre el invasor mapuche y la antigua cultura chincha-chilena fue la pérdida del idioma del pueblo vencedor y la adquisición de la lengua del vencido. Mientras la unidad racial, política y cultural quedó violentamente interrumpida por la cuña araucana, un mismo idioma, con cortas variantes regionales, se generalizó a lo largo del territorio chileno desde Aconcagua al Reloncaví.

El mapuche, como todas las lenguas americanas, es aglutinante: la simple yuxtaposición de elementos distintos en una misma palabra, modifica el valor gramatical y expresa matices de las ideas. Dentro del grupo de las lenguas americanas, se caracteriza por su notable estabilidad fonética y por su estructura sencilla y analizable. Las partículas se anteponen, interponen o posponen al elemento principal, y es fácil su descomposición en los elementos raíces y en los accesorios que expresan las diversas relaciones.

El mapuche es un idioma armonioso y sonoro. Las vocales claras y relativamente numerosas están bien distribuidas con relación a las consonantes, de manera que no se producen las acumulaciones de letras frecuentes en otras lenguas.

Ver Diccionario mapuche

Organización familiar

La familia araucana era de estructura patriarcal y se componía de un hombre, sus mujeres y sus hijos. Habitaba una ruca o aposento pequeño de madera y paja. Estas rucas fueron primitivamente cónicas recordaban la forma de los toldos construidos con cueros de animales. Más tarde, cambió su forma. Los hermanos y los parientes casados vivían en rucas vecinas. El conjunto de las rucas pertenecientes a una misma familia o linaje formaba un lov, pequeño caserío que equivalía a la machulla huilliche.

Ver: PSU: Historia y Ciencias Sociales; Pregunta 27

El hombre podía casarse con el número de mujeres que sus recursos le permitían. Los ulmenes o ricos reunían cinco, seis y más.

Organización y prácticas militares

Las prácticas militares y las armas de los araucanos, hasta el momento de entrar en contacto con los españoles, eran muy parecidas a las de todos los pueblos en igual estado de evolución social.

Familia mapuche

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El jefe hereditario de la tribu o rehue, la dirigía en la guerra contra otras tribus, pero cuando se unían dos o más grupos, se elegía un jefe supremo que imprimiera una dirección común. La elección se hacía por las cofradías o asociaciones guerreras secretas de las distintas tribus, y ordinariamente recaía en alguno de los guerreros de más alta graduación dentro de estas asociaciones. De aquí que el cargo de toqui o jefe de guerra no siempre recayera en alguno de los jefes de gobierno en tiempo de paz. La autoridad del toqui militar cesaba con el término de la guerra.

Todo lo relacionado con la guerra se resolvía en las juntas secretas de los aillarehues, a las cuales sólo concurrían los guerreros iniciados. El acceso estaba vedado para los demás, y especialmente para las mujeres y los niños, bajo pena de muerte. La convocación se hacía secretamente por medio de un heraldo que corría la flecha ensangrentada, llevando a veces el dedo de un enemigo muerto.

Antes de empezar las deliberaciones, se practicaban los ritos religiosos tradicionales; y en ellos se sacrificaba a un prisionero de guerra o, en su defecto, un chillihueque o carnero de la tierra. Procedían en seguida a las deliberaciones y los acuerdos eran sometidos por los jefes a la asamblea, que siempre los aceptaba por aclamación. Toda empresa de importancia era consultada con los adivinos, y se llevaba o no adelante, según el resultado propicio o adverso de los augurios. Los sacerdotes o chamanes examinaban el corazón de la víctima y se comunicaban con el Pillán durante el éxtasis o el sueño, antes de decidir sobre el suceso de la campaña.

Si los augurios eran favorables, se procedía a la elección de toqui . Los candidatos vencidos se subordinaban al electo con una notable disciplina.

El nombramiento de los subjefes y oficiales correspondía al toqui. El jefe elegido dirigía una alocución guerrera a los asistentes.

Se comunicaban las fechas de las reuniones y del comienzo de las hostilidades, lo mismo que el número de lanzas que llevaría cada jefe, por medio del pron, manojo de cordones de lana de diferentes colores y de diversos gruesos, al cual hacían nudos que desataban a razón de uno cada día.

Las victorias y el término de la guerra, se festejaban en una reunión o fiesta, congratulándose recíprocamente el toqui que había dirigido la campaña y los conas que concurrieron a ella. En estas reuniones se sacrificaba cierto número de prisioneros tomados al enemigo. Era un rito religioso, un sacrificio expiatorio ofrecido al Pillán y al tótem en acción de gracias por los favores que les había dispensado. Se despedazaba a las víctimas con el lujo de crueldad propios de los pueblos bárbaros, de acuerdo con prácticas ancestrales. Pero si los prisioneros eran numerosos, reservaban una parte para canjearlos por los suyos que habían caído en poder del enemigo en forma que no afectaba al valor del guerrero. También solían, con frecuencia, adoptar alguno de sus prisioneros o venderlos a otros jefes que se interesaban por ellos.

La descripción de las armas que usaban los mapuches antes de empezar la lucha con los españoles, tropieza con la rapidez de sus progresos militares. Se sabe que en Reinogüelén, en 1536, usaron el arco, y quizás también la lanza. Parece seguro que ya empleaban la macana, su arma favorita.

Armas mapuches(ampliar imagen)

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En la segunda expedición de Valdivia (1550), usaban picas cortas de cuatro a cinco metros en la primera fila de guerreros, y lanzas largas de seis a ocho metros en la segunda. Las astas eran de coligüe y las puntas de madera endurecida. Más adelante, trabajaron puntas de acero para sus lanzas con las espadas que quitaban a los españoles.

Al lado de los piqueros, peleaban los soldados armados de macanas y de mazas.

La macana era un palo duro y pesado de tres metros de largo, de luma o de temo, del grueso de la muñeca de la mano. En la punta llevaba arriba una vuelta de 30 centímetros para darle peso.

Detrás de los piqueros se colocaban los honderos y los arqueros, que lanzaban nubes de piedras y de flechas de más o menos 50 centímetros de largo.

Los araucanos exteriorizaron, desde el primer contacto con los españoles, un valor semejante al de los aztecas y al de otras tribus guerreras de América.

Ver Armas mapuches

Algunas costumbres

La base de su alimentación estaba formada por los sembrados de maíz, frejoles pallares, papas, quínoa, mango, etcétera, y sus ganados de llamas y alpacas domésticas. Practicaban la caza y la pesca en pequeñas canoas.

Los hábitos cambiaron en este terreno con mucha rapidez y es difícil fijar la época en que se verificaron estas mudanzas, a través de cronistas que, en buena parte, escribieron de oídas o copiándose unos a otros. Hacia mediados del siglo XVII, ya los caciques usaban en sus banquetes los guisos de pescados, mariscos, aves, perdices, longanizas, pasteles, buñuelos y otros platos en que se advierte la influencia española.

Si se hartaban de comida cuando podían hacerlo a costa ajena, en cambio se hartaban de bebidas fermentadas a costa propia. La elaboración de las chichas suaves de frutillas y de otras frutas y de las bebidas fuertes, obtenidas de la fermentación de los granos, era la faena favorita de todo hogar respetable; y la cantidad de chicha de que disponía un cacique, constituía una de las riquezas que le daban más prestigio y autoridad.

Valdivia se asombró de su afición a la bebida y no hay cronista que no insista en este hábito. La bebida, el baile y el canto eran inseparables en sus cahuines o reuniones familiares, de las faenas agrícolas, las bodas, los entierros, la construcción de una casa y sus juntas de índole religiosa o militar.

La borrachera no era considerada un vicio entre los mapuches. Formaba parte de su concepto moral de la vida, de sus costumbres tradicionales y de sus ritos religiosos. Mas, en el correr de los siglos, se incorporó con tal energía en su organismo, que se convirtió en una verdadera necesidad fisiológica. Es uno de los grandes renglones del aporte de la sábana aborigen a la formación del mestizo.

Durante las borracheras, eran frecuentes las disputas por la posesión de la mujer o por otras causas, que degeneraban en riñas y muertes. También solían aplastar a algunos de

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los párvulos que las indias llevaban consigo a las fiestas. La componenda, cuyo uso estaba muy generalizado, casi siempre ahogaba en germen la venganza de los parientes de la víctima.

En cambio, los delitos y los crímenes cometidos en sana razón eran relativamente escasos.

Entre los juegos de agilidad practicados antes del contacto con los españoles, los principales eran la chueca y la pelota.

En el primero se colocaban frente a frente dos hileras de individuos, que solían llegar hasta veinte por bando, y luchaban por llevar a su lado una bola de madera, valiéndose de un palo arqueado de coligüe. La cancha tenía cinco metros de ancho y cerca de dos cuadras de largo.

En el segundo, se ponían en círculo ocho a diez mozos desnudos desde la cintura arriba, y se arrojaban unos a otros la pelota de madera esponjosa como el corcho, y cada uno procuraba rebatirla con la palma de la mano con cuanta fuerza puede, y golpear a alguno de la banda contraria.

Las ceremonias funerarias de los araucanos eran un reflejo de sus concepciones religiosas: el culto de los antepasados y la creencia de que los dobles o ánimas eran indestructibles y continuaban en la vida futura experimentando las mismas necesidades y gustos que tuvieron en la presente. Han variado en los detalles con la introducción de objetos de fabricación europea, pero han persistido en el fondo.

El ataúd consistía primitivamente en dos canoas que se superponían. Hasta la llegada de los españoles los araucanos no cavaban fosas; colocaban los ataúdes entre dos árboles. Cuando el difunto era algún cacique rico o algún guerrero afamado, solían colocar sobre la tumba su caballo muerto, inclusive el cabestro, para que cabalgara en él y pudiera atarlo en su nueva residencia. Primitivamente, se enterraban con el cadáver de la mujer sus joyas; pero más tarde una ceremonia simbólica reemplazó al entierro efectivo: se acercaban las joyas al cuerpo y se derramaba chicha sobre ellas.

Toda muerte producida por otras causas que las heridas en las guerras o en las riñas, para el araucano era la resultante de la hechicería. Se consultaba la causa de la muerte con un machi, y éste señalaba al autor después del examen del cadáver o de algunos de sus despojos y de complicadas ceremonias. Si señalaba a algún individuo conocido, pesaba sobre los parientes la obligación de vengar al deudo en la persona del autor de la muerte. Partían con sus lanzas en alto y mataban al individuo señalado por el machi, dondequiera que le encontrasen. A veces, la venganza alcanzaba a toda la familia del inculpado.

Magia, chamanes y machis

Para el araucano, como para todos los pueblos en su grado de evolución mental, todas las fuerzas de la naturaleza y los

Chueca

Machis realizando ceremonia

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fenómenos, como el relámpago, el trueno, la lluvia, las olas, y aun los objetos inanimados, tienen espíritus capaces de hacer el bien y el mal.

La magia persigue desviar los males y captar en su beneficio o protección los bienes que emanan de los poderes de esos espíritus.

La fe en los procedimientos empleados es inquebrantable: si la magia fallaba en un caso dado, el fracaso se debía a una magia más potente que actuaba en sentido opuesto; y había necesidad de redoblar los ritos o reforzarlos con otros, hasta captarse la buena voluntad del espíritu y tenerlo como aliado en la lucha con las potestades invisibles.

Antiguamente, los ritos mágicos se practicaban por las sociedades esotéricas, bajo la dirección de los chamanes o sacerdotes. Los había de diversas categorías, y parece que tenían funciones especiales.

Según cronistas, la prestidigitación y la ventriloquia eran familiares a los antiguos chamanes y aun entre sus sucesores los machis; pero la sugestión hipnótica en estado de vigilia parece haber jugado también papel importante. Algunos chamanes se sacaban los ojos y se cortaban la lengua para darlos a sus discípulos en presencia de la reunió. Otros se atravesaban el vientre con una estaca aguda, sin experimentar dolor ni dejar señales.

Con la disolución de las sociedades esotéricas y el avance de la cultura española, las funciones de los antiguos hechiceros fueron degenerando y acabaron por transformarse en los machis. Los machis tenían conocimiento profundo de las plantas medicinales. Otra función de los antiguos magos chamanes que pasó a los modernos machis, es la de curar los objetos: la pelota en el juego de la chueca; los caballos para hacerlos fuertes y ligeros en la guerra o en las carreras en tiempo de paz; los lazos, las armas, las boleadoras de cazar, etcétera.

Ver Religión mapuche y Ver Folclore mapuche

Los brujos

Los calcus o brujos, a diferencia de los chamanes y de los machis, que usaban sus poderes en beneficio del individuo y de la colectividad, eran malos y procuraban dañar. Por su arte (la magia negra o mala) podían mandar a los huecubus, espíritus o fuerzas, y provocar por su intermedio numerosos daños. De aquí que el araucano, al paso que buscaba las protecciones de los chamanes para la colectividad o de los machis para el maleficio individual y de los adivinos para descubrir a los malhechores, temía mucho a los brujos y los perseguía con saña implacable.

Los brujos maestros acostumbraban hacer alianzas entre su familia y un animal, un zorro, una lechuza, un sapo, una culebra, un guairabo, etcétera. El animal se convertía desde ese momento en auxiliar y en espía al servicio del brujo. Los araucanos lo llamaban nahual.

Los brujos, a pesar de sus poderes, solían caer en poder de los deudos de las víctimas, denunciados por el machi o el adivino; y se les quemaba vivos, o se les sometía a terribles tormentos antes de matarlos.

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Uno o dos siglos antes de la invasión incaica a las tierras de la parte sur del continente americano, hasta casi la mitad del actual Chile, un pueblo guerrero se incrustó, como una cuña, a la altura del río Cautín, en la cultura que allí se fecundaba, cortándola en dos porciones.

La forma como dividió a la población autóctona, hace inverosímil la  posibilidad de un arribo por el norte o por el sur. Por otro lado, la persistencia de costumbres pampeanas y algunos nombres personales y geográficos y apellidos o denominaciones totémicas, como nahuel (tigre) y cheuque y huanque (avestruz) inducen a suponer que los araucanos residieron cierto tiempo en las pampas al otro lado de los Andes como cazadores nómades, vistiéndose de pieles y construyendo sus toldos con cueros de guanacos (o guanacos); y que atravesaron los Andes por los pasos bajos y desembocaron en el valle de Cautín.

Este pueblo se denominaba a sí mismo mapuche (gente de la tierra). Los españoles les dieron el nombre de araucanos, inventado por Ercilla. No tiene entroncamiento inmediato con otra raza pampeana.

Los mapuches, al cortar en dos porciones la civilización chilena preincaica no la destruyeron; se limitaron a empujar hacia el norte a una parte de los pobladores, a los cuales dieron el nombre de picunches, y hacia el sur, el resto, que denominaron huilliches.

El estado de Arauco

En el momento de entrar en contacto españoles y araucanos, estos últimos estaban asentados en la región comprendida entre el Biobío y el Cautín. Pero habían entrado en relaciones y tal vez cruzándose con la población chilena primitiva hasta el Itata por el norte y hasta el Toltén por el sur.

El número de habitantes del pueblo mapuche depende del sentido que se dé al vocablo. Si se limita a las tribus que ostentaban más o menos puras las características de la raza,

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hay un dato del cual partir. Los cálculos de Ercilla y de los cronistas coinciden en que este pueblo podía reunir entre 40.000 y 60.000 guerreros, hacia 1558, cuando había perdido la tercera parte de sus pobladores; y si calculamos seis almas por cada guerrero, habría que fijar la población del estado de Arauco en una cifra vecina a 350.000 almas.

El pueblo mapuche más numeroso fueron los Araucanos, quienes se dividían en tres distritos: Lavquen – Mappu; Lelvun – Mapu e Inapire – Mapu, correspondiendo a la costa, llanura central y precordillera.

Caracteres físicos de los mapuches.

Mujer mapuch

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La estatura es baja (1,61 a 1,63 metro para el hombre y 1,43 a 1,44 metro para la mujer); el tronco, muy bien desarrollado, es de pecho alto y arqueado y más largo que el del blanco con relación a la altura. Los senos de la mujer son cónicos, bastante apartados y se proyectan hacia afuera más que en la europea. Las espaldas en ambos sexos son anchas, el cuello corto y grueso y el dorso recto, sin la curva tan pronunciada en las razas blancas. Los brazos son relativamente cortos y gruesos, sin ser tan musculosos como en los europeos. Los muslos son gruesos y redondos, y entre las mujeres no tan ahuecados como en algunas otras razas. No se notan las pantorrillas, debido a lo grueso del tobillo. Las manos y los pies son cortos y gruesos.

La cabeza parece grande a causa de llevar el pelo en forma de melena hasta los hombros, pero es en realidad chica; mucho menor que la de los pehuenches. El pelo crece muy bajo sobre la frente y las sienes. Por esto, la frente parece estrecha, pero en el cráneo se ve que es proporcionada al tamaño de la cabeza y que no es huyente.

La cara es generalmente redonda, aun cuando las angulosas son bastante comunes; los pómulos son ligeramente salientes vistos de frente, pero mirada de perfil, la cara es algo aplastada. La nariz es ancha y carnosa, generalmente recta, sentada en su base y nunca

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aguileña. Los ojos son pequeños y oscuros, raras veces negros y frecuentemente de un pardo algo claro; son horizontales y nunca se les podría clasificar de mongólicos.

La boca es grande, los labios gruesos y el superior muy largo. La barba es cuadrada y algo prominente, lo que da a la cara un aire de determinación y de virilidad. Las orejas están bien colocadas y tienen los lóbulos un desarrollo regular.

El pelo es oscuro, pero no bien negro, grueso y liso. El cutis es moreno, sin el tinte cobrizo característico de los indios de la América septentrional, ni el amarillento de alguna de las tribus del Perú.

Debe, sí, recordarse que el araucano actual lleva en sus venas mucha sangre española.

El aspecto general del araucano se singulariza entre todas las razas americanas por una impresión de robustez y de virilidad, que sirve de marco a la sicología más viril y a la de mayor energía vital entre las razas del continente americano.

Cultura

Los mapuches se tornaron sedentarios en nuestro territorio y asimilaron en parte la civilización chincha-chilena, principalmente por el conducto de las mujeres que quitaron a los vencidos. Se hicieron agricultores y ganaderos; aprendieron con menos perfección los mismos cultivos del pueblo autóctono; y al arribo de los españoles vivían fundamentalmente de sus sementeras. Sus ovejas les suministraban las lanas con que confeccionaban sus ropas, pero sus tejidos parecen haber sido de un solo color y sin ornamentación de figuras. El uso del poncho es de fecha posterior.

Artesana

mapuche

La base de su ganado la formaban la alpaca y la llama, que heredaron de los chincha-chilenos.

Los araucanos poseían dos variedades de perros: el quiltro pequeño y lanudo, que hasta hoy subsiste algo mezclado, y el tregua, de mayor tamaño, que recuerda al culpeo.

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Tampoco alcanzaron a aprender el trabajo de los metales, ni lograron asimilar la alfarería adelantada de la civilización chincha-chilena. Introdujeron en su lugar la vajilla de madera. La primera quedó limitada a las tinajas de variadas formas y tamaños.

Las numerosas huellas de influencia incaica que se advierten en su civilización, son posteriores. Las transportaron los artesanos, herreros, labradores, tejedores, etcétera, que los españoles llevaron a los límites del estado de Arauco desde las colonias de mitimaes. Ellos les enseñaron el uso del poncho y los estilos incaicos.

Ver Arte mapuche y Vestimenta mapuche

Lengua

Pero el hecho más trascendental de las relaciones entre el invasor mapuche y la antigua cultura chincha-chilena fue la pérdida del idioma del pueblo vencedor y la adquisición de la lengua del vencido. Mientras la unidad racial, política y cultural quedó violentamente interrumpida por la cuña araucana, un mismo idioma, con cortas variantes regionales, se generalizó a lo largo del territorio chileno desde Aconcagua al Reloncaví.

El mapuche, como todas las lenguas americanas, es aglutinante: la simple yuxtaposición de elementos distintos en una misma palabra, modifica el valor gramatical y expresa matices de las ideas. Dentro del grupo de las lenguas americanas, se caracteriza por su notable estabilidad fonética y por su estructura sencilla y analizable. Las partículas se anteponen, interponen o posponen al elemento principal, y es fácil su descomposición en los elementos raíces y en los accesorios que expresan las diversas relaciones.

El mapuche es un idioma armonioso y sonoro. Las vocales claras y relativamente numerosas están bien distribuidas con relación a las consonantes, de manera que no se producen las acumulaciones de letras frecuentes en otras lenguas.

Ver Diccionario mapuche

Organización familiar

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Familia mapuch

e

La familia araucana era de estructura patriarcal y se componía de un hombre, sus mujeres y sus hijos. Habitaba una ruca o aposento pequeño de madera y paja. Estas rucas fueron primitivamente cónicas recordaban la forma de los toldos construidos con cueros de animales. Más tarde, cambió su forma. Los hermanos y los parientes casados vivían en rucas vecinas. El conjunto de las rucas pertenecientes a una misma familia o linaje formaba un lov, pequeño caserío que equivalía a la machulla huilliche.

Ver: PSU: Historia y Ciencias Sociales; Pregunta 27

El hombre podía casarse con el número de mujeres que sus recursos le permitían. Los ulmenes o ricos reunían cinco, seis y más.

Organización y prácticas militares

Las prácticas militares y las armas de los araucanos, hasta el momento de entrar en contacto con los españoles, eran muy parecidas a las de todos los pueblos en igual estado de evolución social.

El jefe hereditario de la tribu o rehue, la dirigía en la guerra contra otras tribus, pero cuando se unían dos o más grupos, se elegía un jefe supremo que imprimiera una dirección común. La elección se hacía por las cofradías o asociaciones guerreras secretas de las distintas tribus, y ordinariamente recaía en alguno de los guerreros de más alta graduación dentro de estas asociaciones. De aquí que el cargo de toqui o jefe de guerra no siempre recayera en alguno de los jefes de gobierno en tiempo de paz. La autoridad del toqui militar cesaba con el término de la guerra.

Todo lo relacionado con la guerra se resolvía en las juntas secretas de los aillarehues, a las cuales sólo concurrían los guerreros iniciados. El acceso estaba vedado para los demás, y especialmente para las mujeres y los niños, bajo pena de muerte. La convocación se hacía secretamente por medio de un heraldo que corría la flecha ensangrentada, llevando a veces el dedo de un enemigo muerto.

Antes de empezar las deliberaciones, se practicaban los ritos religiosos tradicionales; y en ellos se sacrificaba a un prisionero de guerra o, en su defecto, un chillihueque o carnero de la tierra. Procedían en seguida a las deliberaciones y los acuerdos eran sometidos por los jefes a la asamblea, que siempre los aceptaba por aclamación. Toda

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empresa de importancia era consultada con los adivinos, y se llevaba o no adelante, según el resultado propicio o adverso de los augurios. Los sacerdotes o chamanes examinaban el corazón de la víctima y se comunicaban con el Pillán durante el éxtasis o el sueño, antes de decidir sobre el suceso de la campaña.

Si los augurios eran favorables, se procedía a la elección de toqui . Los candidatos vencidos se subordinaban al electo con una notable disciplina.

El nombramiento de los subjefes y oficiales correspondía al toqui. El jefe elegido dirigía una alocución guerrera a los asistentes.

Se comunicaban las fechas de las reuniones y del comienzo de las hostilidades, lo mismo que el número de lanzas que llevaría cada jefe, por medio del pron, manojo de cordones de lana de diferentes colores y de diversos gruesos, al cual hacían nudos que desataban a razón de uno cada día.

Las victorias y el término de la guerra, se festejaban en una reunión o fiesta, congratulándose recíprocamente el toqui que había dirigido la campaña y los conas que concurrieron a ella. En estas reuniones se sacrificaba cierto número de prisioneros tomados al enemigo. Era un rito religioso, un sacrificio expiatorio ofrecido al Pillán y al tótem en acción de gracias por los favores que les había dispensado. Se despedazaba a las víctimas con el lujo de crueldad propios de los pueblos bárbaros, de acuerdo con prácticas ancestrales. Pero si los prisioneros eran numerosos, reservaban una parte para canjearlos por los suyos que habían caído en poder del enemigo en forma que no afectaba al valor del guerrero. También solían, con frecuencia, adoptar alguno de sus prisioneros o venderlos a otros jefes que se interesaban por ellos.

Armas mapuch

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La descripción de las armas que usaban los mapuches antes de empezar la lucha con los españoles, tropieza con la rapidez de sus progresos militares. Se sabe que en Reinogüelén, en 1536, usaron el arco, y quizás también la lanza. Parece seguro que ya empleaban la macana, su arma favorita.

En la segunda expedición de Valdivia (1550), usaban picas cortas de cuatro a cinco metros en la primera fila de guerreros, y lanzas largas de seis a ocho metros en la

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segunda. Las astas eran de coligüe y las puntas de madera endurecida. Más adelante, trabajaron puntas de acero para sus lanzas con las espadas que quitaban a los españoles.

Al lado de los piqueros, peleaban los soldados armados de macanas y de mazas.

La macana era un palo duro y pesado de tres metros de largo, de luma o de temo, del grueso de la muñeca de la mano. En la punta llevaba arriba una vuelta de 30 centímetros para darle peso.

Detrás de los piqueros se colocaban los honderos y los arqueros, que lanzaban nubes de piedras y de flechas de más o menos 50 centímetros de largo.

Los araucanos exteriorizaron, desde el primer contacto con los españoles, un valor semejante al de los aztecas y al de otras tribus guerreras de América.

Ver Armas mapuches

Algunas costumbres

La base de su alimentación estaba formada por los sembrados de maíz, frejoles pallares, papas, quínoa, mango, etcétera, y sus ganados de llamas y alpacas domésticas. Practicaban la caza y la pesca en pequeñas canoas.

Los hábitos cambiaron en este terreno con mucha rapidez y es difícil fijar la época en que se verificaron estas mudanzas, a través de cronistas que, en buena parte, escribieron de oídas o copiándose unos a otros. Hacia mediados del siglo XVII, ya los caciques usaban en sus banquetes los guisos de pescados, mariscos, aves, perdices, longanizas, pasteles, buñuelos y otros platos en que se advierte la influencia española.

Si se hartaban de comida cuando podían hacerlo a costa ajena, en cambio se hartaban de bebidas fermentadas a costa propia. La elaboración de las chichas suaves de frutillas y de otras frutas y de las bebidas fuertes, obtenidas de la fermentación de los granos, era la faena favorita de todo hogar respetable; y la cantidad de chicha de que disponía un cacique, constituía una de las riquezas que le daban más prestigio y autoridad.

Valdivia se asombró de su afición a la bebida y no hay cronista que no insista en este hábito. La bebida, el baile y el canto eran inseparables en sus cahuines o reuniones familiares, de las faenas agrícolas, las bodas, los entierros, la construcción de una casa y sus juntas de índole religiosa o militar.

La borrachera no era considerada un vicio entre los mapuches. Formaba parte de su concepto moral de la vida, de sus costumbres tradicionales y de sus ritos religiosos. Mas, en el correr de los siglos, se incorporó con tal energía en su organismo, que se convirtió en una verdadera necesidad fisiológica. Es uno de los grandes renglones del aporte de la sábana aborigen a la formación del mestizo.

Durante las borracheras, eran frecuentes las disputas por la posesión de la mujer o por otras causas, que degeneraban en riñas y muertes. También solían aplastar a algunos de los párvulos que las indias llevaban consigo a las fiestas. La componenda, cuyo uso

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estaba muy generalizado, casi siempre ahogaba en germen la venganza de los parientes de la víctima.

En cambio, los delitos y los crímenes cometidos en sana razón eran relativamente escasos.

Chueca

Entre los juegos de agilidad practicados antes del contacto con los españoles, los principales eran la chueca y la pelota.

En el primero se colocaban frente a frente dos hileras de individuos, que solían llegar hasta veinte por bando, y luchaban por llevar a su lado una bola de madera, valiéndose de un palo arqueado de coligüe. La cancha tenía cinco metros de ancho y cerca de dos cuadras de largo.

En el segundo, se ponían en círculo ocho a diez mozos desnudos desde la cintura arriba, y se arrojaban unos a otros la pelota de madera esponjosa como el corcho, y cada uno procuraba rebatirla con la palma de la mano con cuanta fuerza puede, y golpear a alguno de la banda contraria.

Las ceremonias funerarias de los araucanos eran un reflejo de sus concepciones religiosas: el culto de los antepasados y la creencia de que los dobles o ánimas eran indestructibles y continuaban en la vida futura experimentando las mismas necesidades y gustos que tuvieron en la presente. Han variado en los detalles con la introducción de objetos de fabricación europea, pero han persistido en el fondo.

El ataúd consistía primitivamente en dos canoas que se superponían. Hasta la llegada de los españoles los araucanos no cavaban fosas; colocaban los ataúdes entre dos árboles. Cuando el difunto era algún cacique rico o algún guerrero afamado, solían colocar sobre la tumba su caballo muerto, inclusive el cabestro, para que cabalgara en él y pudiera atarlo en su nueva residencia. Primitivamente, se enterraban con el cadáver de la mujer sus joyas; pero más tarde una ceremonia simbólica reemplazó al entierro efectivo: se acercaban las joyas al cuerpo y se derramaba chicha sobre ellas.

Toda muerte producida por otras causas que las heridas en las guerras o en las riñas, para el araucano era la resultante de la hechicería. Se consultaba la causa de la muerte con un machi, y éste señalaba al autor después del examen del cadáver o de algunos de sus despojos y de complicadas ceremonias. Si señalaba a algún individuo conocido, pesaba sobre los parientes la obligación de vengar al deudo en la persona del autor de la muerte. Partían con sus lanzas en alto y mataban al individuo señalado por el machi,

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dondequiera que le encontrasen. A veces, la venganza alcanzaba a toda la familia del inculpado.

Magia, chamanes y machis

Machis realizan

do ceremo

nia

Para el araucano, como para todos los pueblos en su grado de evolución mental, todas las fuerzas de la naturaleza y los fenómenos, como el relámpago, el trueno, la lluvia, las olas, y aun los objetos inanimados, tienen espíritus capaces de hacer el bien y el mal.

La magia persigue desviar los males y captar en su beneficio o protección los bienes que emanan de los poderes de esos espíritus.

La fe en los procedimientos empleados es inquebrantable: si la magia fallaba en un caso dado, el fracaso se debía a una magia más potente que actuaba en sentido opuesto; y había necesidad de redoblar los ritos o reforzarlos con otros, hasta captarse la buena voluntad del espíritu y tenerlo como aliado en la lucha con las potestades invisibles.

Antiguamente, los ritos mágicos se practicaban por las sociedades esotéricas, bajo la dirección de los chamanes o sacerdotes. Los había de diversas categorías, y parece que tenían funciones especiales.

Según cronistas, la prestidigitación y la ventriloquia eran familiares a los antiguos chamanes y aun entre sus sucesores los machis; pero la sugestión hipnótica en estado de vigilia parece haber jugado también papel importante. Algunos chamanes se sacaban los ojos y se cortaban la lengua para darlos a sus discípulos en presencia de la reunió. Otros se atravesaban el vientre con una estaca aguda, sin experimentar dolor ni dejar señales.

Con la disolución de las sociedades esotéricas y el avance de la cultura española, las funciones de los antiguos hechiceros fueron degenerando y acabaron por transformarse en los machis. Los machis tenían conocimiento profundo de las plantas medicinales. Otra función de los antiguos magos chamanes que pasó a los modernos machis, es la de curar los objetos: la pelota en el juego de la chueca; los caballos para hacerlos fuertes y ligeros en la guerra o en las carreras en tiempo de paz; los lazos, las armas, las boleadoras de cazar, etcétera.

Ver Religión mapuche y Ver Folclore mapuche

Los brujos

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Los calcus o brujos, a diferencia de los chamanes y de los machis, que usaban sus poderes en beneficio del individuo y de la colectividad, eran malos y procuraban dañar. Por su arte (la magia negra o mala) podían mandar a los huecubus, espíritus o fuerzas, y provocar por su intermedio numerosos daños. De aquí que el araucano, al paso que buscaba las protecciones de los chamanes para la colectividad o de los machis para el maleficio individual y de los adivinos para descubrir a los malhechores, temía mucho a los brujos y los perseguía con saña implacable.

Los brujos maestros acostumbraban hacer alianzas entre su familia y un animal, un zorro, una lechuza, un sapo, una culebra, un guairabo, etcétera. El animal se convertía desde ese momento en auxiliar y en espía al servicio del brujo. Los araucanos lo llamaban nahual.

Los brujos, a pesar de sus poderes, solían caer en poder de los deudos de las víctimas, denunciados por el machi o el adivino; y se les quemaba vivos, o se les sometía a terribles tormentos antes de matarlos.

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Uno o dos siglos antes de la invasión incaica a las tierras de la parte sur del continente americano, hasta casi la mitad del actual Chile, un pueblo guerrero se incrustó, como una cuña, a la altura del río Cautín, en la cultura que allí se fecundaba, cortándola en dos porciones.

La forma como dividió a la población autóctona, hace inverosímil la  posibilidad de un arribo por el norte o por el sur. Por otro lado, la persistencia de costumbres pampeanas y algunos nombres personales y geográficos y apellidos o denominaciones totémicas, como nahuel (tigre) y cheuque y huanque (avestruz) inducen a suponer que los araucanos residieron cierto tiempo en las pampas al otro lado de los Andes como cazadores nómades, vistiéndose de pieles y construyendo sus toldos con cueros de guanacos (o guanacos); y que atravesaron los Andes por los pasos bajos y desembocaron en el valle de Cautín.

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Este pueblo se denominaba a sí mismo mapuche (gente de la tierra). Los españoles les dieron el nombre de araucanos, inventado por Ercilla. No tiene entroncamiento inmediato con otra raza pampeana.

Los mapuches, al cortar en dos porciones la civilización chilena preincaica no la destruyeron; se limitaron a empujar hacia el norte a una parte de los pobladores, a los cuales dieron el nombre de picunches, y hacia el sur, el resto, que denominaron huilliches.

El estado de Arauco

En el momento de entrar en contacto españoles y araucanos, estos últimos estaban asentados en la región comprendida entre el Biobío y el Cautín. Pero habían entrado en relaciones y tal vez cruzándose con la población chilena primitiva hasta el Itata por el norte y hasta el Toltén por el sur.

El número de habitantes del pueblo mapuche depende del sentido que se dé al vocablo. Si se limita a las tribus que ostentaban más o menos puras las características de la raza, hay un dato del cual partir. Los cálculos de Ercilla y de los cronistas coinciden en que este pueblo podía reunir entre 40.000 y 60.000 guerreros, hacia 1558, cuando había perdido la tercera parte de sus pobladores; y si calculamos seis almas por cada guerrero, habría que fijar la población del estado de Arauco en una cifra vecina a 350.000 almas.

El pueblo mapuche más numeroso fueron los Araucanos, quienes se dividían en tres distritos: Lavquen – Mappu; Lelvun – Mapu e Inapire – Mapu, correspondiendo a la costa, llanura central y precordillera.

Caracteres físicos de los mapuches.

Mujer mapuch

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La estatura es baja (1,61 a 1,63 metro para el hombre y 1,43 a 1,44 metro para la mujer); el tronco, muy bien desarrollado, es de pecho alto y arqueado y más largo que el del blanco con relación a la altura. Los senos de la mujer son cónicos, bastante apartados y se proyectan hacia afuera más que en la europea. Las espaldas en ambos sexos son anchas, el cuello corto y grueso y el dorso recto, sin la curva tan pronunciada en las razas blancas. Los brazos son relativamente cortos y gruesos, sin ser tan musculosos como en los europeos. Los muslos son gruesos y redondos, y entre las mujeres no tan ahuecados como en algunas otras razas. No se notan las pantorrillas, debido a lo grueso del tobillo. Las manos y los pies son cortos y gruesos.

La cabeza parece grande a causa de llevar el pelo en forma de melena hasta los hombros, pero es en realidad chica; mucho menor que la de los pehuenches. El pelo crece muy bajo sobre la frente y las sienes. Por esto, la frente parece estrecha, pero en el cráneo se ve que es proporcionada al tamaño de la cabeza y que no es huyente.

La cara es generalmente redonda, aun cuando las angulosas son bastante comunes; los pómulos son ligeramente salientes vistos de frente, pero mirada de perfil, la cara es algo aplastada. La nariz es ancha y carnosa, generalmente recta, sentada en su base y nunca aguileña. Los ojos son pequeños y oscuros, raras veces negros y frecuentemente de un pardo algo claro; son horizontales y nunca se les podría clasificar de mongólicos.

La boca es grande, los labios gruesos y el superior muy largo. La barba es cuadrada y algo prominente, lo que da a la cara un aire de determinación y de virilidad. Las orejas están bien colocadas y tienen los lóbulos un desarrollo regular.

El pelo es oscuro, pero no bien negro, grueso y liso. El cutis es moreno, sin el tinte cobrizo característico de los indios de la América septentrional, ni el amarillento de alguna de las tribus del Perú.

Debe, sí, recordarse que el araucano actual lleva en sus venas mucha sangre española.

El aspecto general del araucano se singulariza entre todas las razas americanas por una impresión de robustez y de virilidad, que sirve de marco a la sicología más viril y a la de mayor energía vital entre las razas del continente americano.

Cultura

Los mapuches se tornaron sedentarios en nuestro territorio y asimilaron en parte la civilización chincha-chilena, principalmente por el conducto de las mujeres que quitaron a los vencidos. Se hicieron agricultores y ganaderos; aprendieron con menos perfección los mismos cultivos del pueblo autóctono; y al arribo de los españoles vivían fundamentalmente de sus sementeras. Sus ovejas les suministraban las lanas con que confeccionaban sus ropas, pero sus tejidos parecen haber sido de un solo color y sin ornamentación de figuras. El uso del poncho es de fecha posterior.

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Artesana

mapuche

La base de su ganado la formaban la alpaca y la llama, que heredaron de los chincha-chilenos.

Los araucanos poseían dos variedades de perros: el quiltro pequeño y lanudo, que hasta hoy subsiste algo mezclado, y el tregua, de mayor tamaño, que recuerda al culpeo.

Tampoco alcanzaron a aprender el trabajo de los metales, ni lograron asimilar la alfarería adelantada de la civilización chincha-chilena. Introdujeron en su lugar la vajilla de madera. La primera quedó limitada a las tinajas de variadas formas y tamaños.

Las numerosas huellas de influencia incaica que se advierten en su civilización, son posteriores. Las transportaron los artesanos, herreros, labradores, tejedores, etcétera, que los españoles llevaron a los límites del estado de Arauco desde las colonias de mitimaes. Ellos les enseñaron el uso del poncho y los estilos incaicos.

Ver Arte mapuche y Vestimenta mapuche

Lengua

Pero el hecho más trascendental de las relaciones entre el invasor mapuche y la antigua cultura chincha-chilena fue la pérdida del idioma del pueblo vencedor y la adquisición de la lengua del vencido. Mientras la unidad racial, política y cultural quedó violentamente interrumpida por la cuña araucana, un mismo idioma, con cortas

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variantes regionales, se generalizó a lo largo del territorio chileno desde Aconcagua al Reloncaví.

El mapuche, como todas las lenguas americanas, es aglutinante: la simple yuxtaposición de elementos distintos en una misma palabra, modifica el valor gramatical y expresa matices de las ideas. Dentro del grupo de las lenguas americanas, se caracteriza por su notable estabilidad fonética y por su estructura sencilla y analizable. Las partículas se anteponen, interponen o posponen al elemento principal, y es fácil su descomposición en los elementos raíces y en los accesorios que expresan las diversas relaciones.

El mapuche es un idioma armonioso y sonoro. Las vocales claras y relativamente numerosas están bien distribuidas con relación a las consonantes, de manera que no se producen las acumulaciones de letras frecuentes en otras lenguas.

Ver Diccionario mapuche

Organización familiar

Familia mapuch

e

La familia araucana era de estructura patriarcal y se componía de un hombre, sus mujeres y sus hijos. Habitaba una ruca o aposento pequeño de madera y paja. Estas rucas fueron primitivamente cónicas recordaban la forma de los toldos construidos con cueros de animales. Más tarde, cambió su forma. Los hermanos y los parientes casados vivían en rucas vecinas. El conjunto de las rucas pertenecientes a una misma familia o linaje formaba un lov, pequeño caserío que equivalía a la machulla huilliche.

Ver: PSU: Historia y Ciencias Sociales; Pregunta 27

El hombre podía casarse con el número de mujeres que sus recursos le permitían. Los ulmenes o ricos reunían cinco, seis y más.

Organización y prácticas militares

Las prácticas militares y las armas de los araucanos, hasta el momento de entrar en contacto con los españoles, eran muy parecidas a las de todos los pueblos en igual estado de evolución social.

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El jefe hereditario de la tribu o rehue, la dirigía en la guerra contra otras tribus, pero cuando se unían dos o más grupos, se elegía un jefe supremo que imprimiera una dirección común. La elección se hacía por las cofradías o asociaciones guerreras secretas de las distintas tribus, y ordinariamente recaía en alguno de los guerreros de más alta graduación dentro de estas asociaciones. De aquí que el cargo de toqui o jefe de guerra no siempre recayera en alguno de los jefes de gobierno en tiempo de paz. La autoridad del toqui militar cesaba con el término de la guerra.

Todo lo relacionado con la guerra se resolvía en las juntas secretas de los aillarehues, a las cuales sólo concurrían los guerreros iniciados. El acceso estaba vedado para los demás, y especialmente para las mujeres y los niños, bajo pena de muerte. La convocación se hacía secretamente por medio de un heraldo que corría la flecha ensangrentada, llevando a veces el dedo de un enemigo muerto.

Antes de empezar las deliberaciones, se practicaban los ritos religiosos tradicionales; y en ellos se sacrificaba a un prisionero de guerra o, en su defecto, un chillihueque o carnero de la tierra. Procedían en seguida a las deliberaciones y los acuerdos eran sometidos por los jefes a la asamblea, que siempre los aceptaba por aclamación. Toda empresa de importancia era consultada con los adivinos, y se llevaba o no adelante, según el resultado propicio o adverso de los augurios. Los sacerdotes o chamanes examinaban el corazón de la víctima y se comunicaban con el Pillán durante el éxtasis o el sueño, antes de decidir sobre el suceso de la campaña.

Si los augurios eran favorables, se procedía a la elección de toqui . Los candidatos vencidos se subordinaban al electo con una notable disciplina.

El nombramiento de los subjefes y oficiales correspondía al toqui. El jefe elegido dirigía una alocución guerrera a los asistentes.

Se comunicaban las fechas de las reuniones y del comienzo de las hostilidades, lo mismo que el número de lanzas que llevaría cada jefe, por medio del pron, manojo de cordones de lana de diferentes colores y de diversos gruesos, al cual hacían nudos que desataban a razón de uno cada día.

Las victorias y el término de la guerra, se festejaban en una reunión o fiesta, congratulándose recíprocamente el toqui que había dirigido la campaña y los conas que concurrieron a ella. En estas reuniones se sacrificaba cierto número de prisioneros tomados al enemigo. Era un rito religioso, un sacrificio expiatorio ofrecido al Pillán y al tótem en acción de gracias por los favores que les había dispensado. Se despedazaba a las víctimas con el lujo de crueldad propios de los pueblos bárbaros, de acuerdo con prácticas ancestrales. Pero si los prisioneros eran numerosos, reservaban una parte para canjearlos por los suyos que habían caído en poder del enemigo en forma que no afectaba al valor del guerrero. También solían, con frecuencia, adoptar alguno de sus prisioneros o venderlos a otros jefes que se interesaban por ellos.

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Armas mapuch

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La descripción de las armas que usaban los mapuches antes de empezar la lucha con los españoles, tropieza con la rapidez de sus progresos militares. Se sabe que en Reinogüelén, en 1536, usaron el arco, y quizás también la lanza. Parece seguro que ya empleaban la macana, su arma favorita.

En la segunda expedición de Valdivia (1550), usaban picas cortas de cuatro a cinco metros en la primera fila de guerreros, y lanzas largas de seis a ocho metros en la segunda. Las astas eran de coligüe y las puntas de madera endurecida. Más adelante, trabajaron puntas de acero para sus lanzas con las espadas que quitaban a los españoles.

Al lado de los piqueros, peleaban los soldados armados de macanas y de mazas.

La macana era un palo duro y pesado de tres metros de largo, de luma o de temo, del grueso de la muñeca de la mano. En la punta llevaba arriba una vuelta de 30 centímetros para darle peso.

Detrás de los piqueros se colocaban los honderos y los arqueros, que lanzaban nubes de piedras y de flechas de más o menos 50 centímetros de largo.

Los araucanos exteriorizaron, desde el primer contacto con los españoles, un valor semejante al de los aztecas y al de otras tribus guerreras de América.

Ver Armas mapuches

Algunas costumbres

La base de su alimentación estaba formada por los sembrados de maíz, frejoles pallares, papas, quínoa, mango, etcétera, y sus ganados de llamas y alpacas domésticas. Practicaban la caza y la pesca en pequeñas canoas.

Los hábitos cambiaron en este terreno con mucha rapidez y es difícil fijar la época en que se verificaron estas mudanzas, a través de cronistas que, en buena parte, escribieron de oídas o copiándose unos a otros. Hacia mediados del siglo XVII, ya los caciques usaban en sus banquetes los guisos de pescados, mariscos, aves, perdices, longanizas, pasteles, buñuelos y otros platos en que se advierte la influencia española.

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Si se hartaban de comida cuando podían hacerlo a costa ajena, en cambio se hartaban de bebidas fermentadas a costa propia. La elaboración de las chichas suaves de frutillas y de otras frutas y de las bebidas fuertes, obtenidas de la fermentación de los granos, era la faena favorita de todo hogar respetable; y la cantidad de chicha de que disponía un cacique, constituía una de las riquezas que le daban más prestigio y autoridad.

Valdivia se asombró de su afición a la bebida y no hay cronista que no insista en este hábito. La bebida, el baile y el canto eran inseparables en sus cahuines o reuniones familiares, de las faenas agrícolas, las bodas, los entierros, la construcción de una casa y sus juntas de índole religiosa o militar.

La borrachera no era considerada un vicio entre los mapuches. Formaba parte de su concepto moral de la vida, de sus costumbres tradicionales y de sus ritos religiosos. Mas, en el correr de los siglos, se incorporó con tal energía en su organismo, que se convirtió en una verdadera necesidad fisiológica. Es uno de los grandes renglones del aporte de la sábana aborigen a la formación del mestizo.

Durante las borracheras, eran frecuentes las disputas por la posesión de la mujer o por otras causas, que degeneraban en riñas y muertes. También solían aplastar a algunos de los párvulos que las indias llevaban consigo a las fiestas. La componenda, cuyo uso estaba muy generalizado, casi siempre ahogaba en germen la venganza de los parientes de la víctima.

En cambio, los delitos y los crímenes cometidos en sana razón eran relativamente escasos.

Chueca

Entre los juegos de agilidad practicados antes del contacto con los españoles, los principales eran la chueca y la pelota.

En el primero se colocaban frente a frente dos hileras de individuos, que solían llegar hasta veinte por bando, y luchaban por llevar a su lado una bola de madera, valiéndose de un palo arqueado de coligüe. La cancha tenía cinco metros de ancho y cerca de dos cuadras de largo.

En el segundo, se ponían en círculo ocho a diez mozos desnudos desde la cintura arriba, y se arrojaban unos a otros la pelota de madera esponjosa como el corcho, y cada uno procuraba rebatirla con la palma de la mano con cuanta fuerza puede, y golpear a alguno de la banda contraria.

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Las ceremonias funerarias de los araucanos eran un reflejo de sus concepciones religiosas: el culto de los antepasados y la creencia de que los dobles o ánimas eran indestructibles y continuaban en la vida futura experimentando las mismas necesidades y gustos que tuvieron en la presente. Han variado en los detalles con la introducción de objetos de fabricación europea, pero han persistido en el fondo.

El ataúd consistía primitivamente en dos canoas que se superponían. Hasta la llegada de los españoles los araucanos no cavaban fosas; colocaban los ataúdes entre dos árboles. Cuando el difunto era algún cacique rico o algún guerrero afamado, solían colocar sobre la tumba su caballo muerto, inclusive el cabestro, para que cabalgara en él y pudiera atarlo en su nueva residencia. Primitivamente, se enterraban con el cadáver de la mujer sus joyas; pero más tarde una ceremonia simbólica reemplazó al entierro efectivo: se acercaban las joyas al cuerpo y se derramaba chicha sobre ellas.

Toda muerte producida por otras causas que las heridas en las guerras o en las riñas, para el araucano era la resultante de la hechicería. Se consultaba la causa de la muerte con un machi, y éste señalaba al autor después del examen del cadáver o de algunos de sus despojos y de complicadas ceremonias. Si señalaba a algún individuo conocido, pesaba sobre los parientes la obligación de vengar al deudo en la persona del autor de la muerte. Partían con sus lanzas en alto y mataban al individuo señalado por el machi, dondequiera que le encontrasen. A veces, la venganza alcanzaba a toda la familia del inculpado.

Magia, chamanes y machis

Machis realizan

do ceremo

nia

Para el araucano, como para todos los pueblos en su grado de evolución mental, todas las fuerzas de la naturaleza y los fenómenos, como el relámpago, el trueno, la lluvia, las olas, y aun los objetos inanimados, tienen espíritus capaces de hacer el bien y el mal.

La magia persigue desviar los males y captar en su beneficio o protección los bienes que emanan de los poderes de esos espíritus.

La fe en los procedimientos empleados es inquebrantable: si la magia fallaba en un caso dado, el fracaso se debía a una magia más potente que actuaba en sentido opuesto; y había necesidad de redoblar los ritos o reforzarlos con otros, hasta captarse la buena voluntad del espíritu y tenerlo como aliado en la lucha con las potestades invisibles.

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Antiguamente, los ritos mágicos se practicaban por las sociedades esotéricas, bajo la dirección de los chamanes o sacerdotes. Los había de diversas categorías, y parece que tenían funciones especiales.

Según cronistas, la prestidigitación y la ventriloquia eran familiares a los antiguos chamanes y aun entre sus sucesores los machis; pero la sugestión hipnótica en estado de vigilia parece haber jugado también papel importante. Algunos chamanes se sacaban los ojos y se cortaban la lengua para darlos a sus discípulos en presencia de la reunió. Otros se atravesaban el vientre con una estaca aguda, sin experimentar dolor ni dejar señales.

Con la disolución de las sociedades esotéricas y el avance de la cultura española, las funciones de los antiguos hechiceros fueron degenerando y acabaron por transformarse en los machis. Los machis tenían conocimiento profundo de las plantas medicinales. Otra función de los antiguos magos chamanes que pasó a los modernos machis, es la de curar los objetos: la pelota en el juego de la chueca; los caballos para hacerlos fuertes y ligeros en la guerra o en las carreras en tiempo de paz; los lazos, las armas, las boleadoras de cazar, etcétera.

Ver Religión mapuche y Ver Folclore mapuche

Los brujos

Los calcus o brujos, a diferencia de los chamanes y de los machis, que usaban sus poderes en beneficio del individuo y de la colectividad, eran malos y procuraban dañar. Por su arte (la magia negra o mala) podían mandar a los huecubus, espíritus o fuerzas, y provocar por su intermedio numerosos daños. De aquí que el araucano, al paso que buscaba las protecciones de los chamanes para la colectividad o de los machis para el maleficio individual y de los adivinos para descubrir a los malhechores, temía mucho a los brujos y los perseguía con saña implacable.

Los brujos maestros acostumbraban hacer alianzas entre su familia y un animal, un zorro, una lechuza, un sapo, una culebra, un guairabo, etcétera. El animal se convertía desde ese momento en auxiliar y en espía al servicio del brujo. Los araucanos lo llamaban nahual.

Los brujos, a pesar de sus poderes, solían caer en poder de los deudos de las víctimas, denunciados por el machi o el adivino; y se les quemaba vivos, o se les sometía a terribles tormentos antes de matarlos.

Vestimenta mapuche

 

El atuendo tradicional de la mujer mapuche se compone de:

El chamal o quetpám o küpam, que es un gran paño cuadrangular de color negro, que envuelve todo el cuerpo a modo de vestido, dejando al descubierto el hombro izquierdo sujetándolo con un alfiler en el hombro derecho.

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El trarihue, faja que se atan a la cintura sobre el quetpám.

La iculla o iquila, que es un gran paño de tejido muy fino, de color negro bordeado por una franja sus bordes de color azul, fucsia o verde. Este se sujeta en los hombros, se prende al cuello y cuelga largo hasta los tobillos y sirve para abrigarse la espalda.

Finalmente el delantal de percala que aunque es de uso bastante más reciente ha tenido gran acogida dentro del vestuario mapuche y ya se le puede considerar tradicional.

 

Complementa la vestimenta un conjunto de adornos de plata: trarilonko o trarilonco –cintillo o faja de plata– para sujetar el cabello casi siempre largo y trenzado.

El trarilonco consiste en un cintillo que rodea la cabeza y que esta formado por una cadena de plata compuesta por dos tipos de eslabones unos son planchitas y los otros son eslabones cerrados de unión, de esta cadena penden figuras discales que cuelgan por el contorno de la cabeza; originalmente estaba fabricado con monedas hispánicas.

En el pecho, adornos pectorales llamados trapelacucha de forma alargada y trenzada, que se prende en el pecho mediante el tüpu o punzón.

También se usa el Prendedor de Tres Cadenas, que es una joya pectoral, formada por dos placas de plata unidas entre sí por tres cadenas; la placa superior representa a dos aves enfrentadas y la inferior por una doble línea y un motivo labrado al centro, de ésta también cuelgan figuras como cruces, figuras humanas o florales.

 

 

Además se utiliza el chawai, esto es, pendientes o aros originalmente de plata, con formas cuadradas, tableadas y campanuladas.

Acompaña, los quelle, que son sandalias de cuero en forma de plantilla, atadas al pie por correas.

 

La vestimenta masculina consistía, hasta el siglo pasado, en una chiripa, que es un trozo de tela que cubría desde la cintura hasta las rodillas en forma de pantalones.

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Actualmente, los pantalones se complementan con una camisa y tradicionalmente una manta o poncho confeccionada en el telar.

Religión mapuche

 

La cosmovisión del pueblo mapuche habla de la creación del universo a partir de la dualidad, donde lo femenino y lo masculino se complementan y tienen igual valor y trascendencia.

La evolución religiosa del pueblo araucano, a la llegada del europeo, aún no había alcanzado la etapa de las concepciones abstractas: no tenía idea de Dios ni de demonio, ni del bien ni del mal, ni de premios ni de castigos en una vida futura, semejantes a las que informan el cristianismo.  Si albergaba en embrión la idea de un Ser Supremo, sus manifestaciones aún no eran aparentes para nosotros.  Las infracciones de las normas tradicionales, el adulterio, el hurto, el asesinato, etcétera, carecían de trascendencia moral y religiosa.  Tenían el carácter de falta personal del hechor para con el ofendido, y podían ser vengadas por él o por la colectividad a que pertenecía, en caso de no admitirse la compensación.

El mapuche creía que la vida se prolongaba más allá de la muerte; pero que se prolongaba en un doble exacto del cuerpo, en algo equivalente a la sombra que veía dibujarse en el agua o en el suelo y que era imposible de aprehender.  Este otro yo, que seguía existiendo después de la muerte y de la descomposición del cuerpo, tenía la facultad de hacerse invisible e intangible a voluntad; pero estaba sujeto a las mismas necesidades y experimentaba los mismos sentimientos y deseos que los vivos.  Para atender a estas necesidades, se enterraban con los muertos los objetos que les servían en su vida: alimentos, utensilios, caballos, etcétera.

Los dobles o espíritus conservaban la forma del cuerpo y los caracteres que tuvieron en vida: el que fue alto o bajo, seguía siéndolo; el que murió niño quedaba niño; y el que murió anciano, anciano.  La vida familiar y social se reanudaba en el más allá: el cacique seguía rigiendo los dobles o almas de los que gobernó en vida; y los mismos sentimientos, pasiones y diferencias de edad, sexo y condición social, continuaban en el mundo de las sombras exactamente como existieron en el mundo de los vivos.

El espíritu o doble nacía con el cuerpo, y durante la vida podía abandonarlo y volverlo a ocupar a voluntad (sueños, éxtasis, visiones). Con la muerte se desprendía del cadáver y pasada por dos fases distintas: la de am y la de pulli.

El am es el espíritu de los recién muertos que aún no se ha alejado de los lugares y personas que frecuentaba en vid a. Se hace presente a los vivos, a veces en forma humana; con más frecuencia en la de un animal, ave o insecto.  Asiste invisible a las comidas y a todos los actos de la vida diaria; visita los cementerios y toma notas de las faltas y de las omisiones en los ritos funerarios, para hacer sentir su desagrado a los deudos.

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Las libaciones, ofrendas y sacrificios funerarios se dirigen de preferencia al am.

A medida que el recuerdo del muerto se va desvaneciendo, por lo común después de un año, el am se aleja de los hombres y lugares que frecuentó su cuerpo; se va a la región de los espíritus y se transforma en pulli.

Las tribus marítimas radicaban la residencia de los pulli allende el mar; las cordilleranas, al oriente de los Andes.

El am y el pulli eran, pues, dos fases sucesivas por las cuales pasaba después de la muerte el espíritu o doble que había nacido con el individuo.  El ahué era, por el contrario, un espíritu distinto, algo así como un segundo doble transitorio, que nacía del cadáver con la muerte y que permanecía junto a él con su misma forma corporal, pero más tenue.  Era visible para los hombres vivos; nacía, como se ha dicho, del cadáver y terminaba con él . Se aparecía a los parientes vivos cuando no cumplían las obligaciones' funerarias, y se anunciaba por medio de golpes, de sonidos, haciendo chisporrotear el fuego o aullar a los perros, cerrando las puertas y de cien modos diferentes.  La primitiva creencia en el ahué, se refundió posteriormente en el pueblo chileno, en la superstición popular de las ánimas. Puede servir de intermediario con el am, pero no se confunde con él.

Los espíritus alcanzaban el dominio de las fuerzas ocultas y misteriosas, entre las cuales el araucano incluía todas las de la naturaleza; y adquiría el poder de hacer el bien o el mal a los vivos.  Los fenómenos naturales, la lluvia, el calor, las pestes, etcétera, son sus subordinados y los agentes que manifiestan su a agrado o su ira, sin más limitaciones que las del poder de otros espíritus contrarios.

El espíritu de los antepasados, después de convertido en pulli continúa velando por los suyos.  El araucano lo encarnaba en el Pillán, entidad que no corresponde a la de un Dios o de un demonio, sino a la del progenitor.  No tenían un Pillán para todos; cada clan y cada tribu tenía el suyo, su propio progenitor, masculino o femenino, según el espíritu patriarcal o matriarcal que predominaba en ellos.  De aquí las expresiones: "Tú nos has engendrado" y "Tú nos has parido", que figuran en sus súplicas.

El culto de los antepasados es el núcleo central de la religión araucana.  De ellos proviene todo el bien que se puede recibir: las buenas cosechas, la abundante reproducción del ganado, la salud, la vida de los hijos, la paz, etcétera.  De ellos proviene, también, todo mal: las plagas de gusanos o de langostas, las sequías y las inundaciones que arruinan las cosechas, las epidemias que diezman el ganado o que matan a los hombres.  Todas sus prácticas religiosas tienden a mantenerlos propicios o a aplacar su ira y su venganza.

El enojo del Pillán podía provenir de la infracción de algún tabú, de la falta de cumplimiento de alguna práctica ritual o de alguna ofensa al tótem o aliado de la tribu, que se manifestaba, como se ha dicho, por las pestes, las inundaciones, las sequías, los terremotos, etcétera.

Con frecuencia, los araucanos no se sentían bastante diestros para atraerse la benevolencia de su Pillán.  Además, el poder de éste podía estar contrarrestado por los espíritus enemigos, y muy especialmente por los brujos, cuyos poderes ocultos eran

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temibles y capaces de causarles grandes daños a pesar de la buena disposición del Pillán. Era, pues, necesario contar con el auxilio de especialistas diestros en la forma como debe procederse en cada caso.

De aquí nacieron la magia y sus ministros, los voiguevoes (señores del canelo), que les ayudaban a influenciar el espíritu de los antepasados, o sea, al Pillán, y a combatir las maquinaciones de los hechiceros o brujos.

Suponiendo que la magia colectiva debía ser más potente que la individual, formaron sociedades esotéricas que  mantenían en estricto secreto y cuya finalidad era precaver los contratiempos y procurar el bien posible a la comunidad, cada una dentro de su esfera de acción.  La cofradía del tótem huenu o co, tenía a su cargo la regulación de las lluvias; la del sol influenciaba este astro para que calentara la tierra o suavizara su irradiación en casos de frío o de calores excesivos; la del tótem Pillán impedía las tempestades, los rayos, los temblores, etcétera.  Más tarde, cuando desaparecieron estas sociedades, los voiguevoes se transformaron sucesivamente en los ngenpin y en los machis, que ya son médicos y adivinos.

Los ritos no constituían, pues, una adoración, sino una petición.  "Los nguíllatunes o rogativas -refiere un testigo presencial, el padre Sors- se hacían con el objetivo de pedir lluvias, buenas cosechas, aumento de ganado y otros favores relacionados con sus siembras y sus crianzas; y se dirigían conjuntamente al Pillán (antepasado) y al tótem (aliado de la tribu)."

En cuanto a la naturaleza misma de los ritos estaba informada por el deseo de agradar a los Pillanes o antepasados; y como transferían a ellos sus propios sentimientos y gustos, le ofrendaban lo que les era grato: los bailes, los alimentos, la bebida, etcétera.  También usaban máscaras y bonetes hechos con pieles y cabezas de aves y animales o de madera labrada, y trajes estrafalarios para representar seres reales o fantásticos.  Tenían colores litúrgicos: el del Pillán era azul celeste; el de los funerales, negro, y el de los sacrificios, rojo.

Además del culto de los antepasados, los araucanos creían en diversos seres y espíritus, en su mayoría malévolos: el huecuve, que servía de instrumento a los brujos para sus hechicerías; el colo colo, especie de basilisco; el cheiquehuecube, cuero con uñas que vive en el agua y hace presa en los bañistas, etcétera.

El pueblo araucano fue profundamente religioso; la religión informaba todos sus actos e influyó en su estructura familiar y política en una medida mayor de la que hasta hoy se ha reconocido; pero su religión era, todavía, animista y su concepción del cosmos, aún mágica.

Como vemos, parte importante de la cultura mapuche es el aspecto religioso, el cual es de carácter místico y ritualista.

En su concepción del cosmos se distingue una dimensión vertical (metafísica) y otra horizontal (naturaleza); destacándose el número cuatro como elemento de equilibrio: Cuatro son los dioses sagrados. Cuatro son los cielos. Cuatro son las esquinas de la tierra. Cuatro son los elementos (agua, tierra, aire y fuego).

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En la mentalidad mapuche la tierra es plana y ellos se ubican en el centro de ella (concepto etnocéntrico), distinguiéndose cuatro esquinas (donde viven los otros pueblos), orientados según los puntos cardinales, donde:

Este (E): Representa el punto de mayor carga benéfica.

Oeste (O): Es el lugar donde se pone el sol, de la oscuridad, de la muerte.

Sur (S): Trae buenos vientos y es un punto cardinal benéfico.

Norte (N): Del Norte, vienen las heladas, las invasiones, la guerra, las enfermedades, es un punto cardinal maléfico.

Junto al sentido de la trascendencia, esta el concepto de la inmortalidad del alma, esta abandona el cuerpo, no al momento de la muerte física como el concepto occidental, sino días, semanas o meses después. De ahí el respeto por los muertos y la reverencia ante sus antepasados.

El tótem.

Factor tan importante como la religión en la estructura familiar y social de los pueblos primitivos, es el tótem; o sea, el animal, objeto o fenómeno de que deriva su apellido el grupo de individuos ligados por consanguinidad real o ficticia.  Arranca este vínculo de una alianza de sangre establecida entre el fundador del grupo y el animal, objeto o fenómeno escogido, la cual se trasmite a los descendientes de ambos contratantes.

El clan, si se trata de pueblos matriarcales, y la gens, si de pueblos patriarca les, se consideran emparentados con el animal, objeto o fenómeno; no sólo toman de él el apellido, que se estima como un blasón, sino que también se atribuyen las cualidades del aliado y creen tener una influencia especial sobre él.

Los araucanos dieron a este aliado o protector de la familia el nombre de cuga.

Los cugas más generalizados eran huenu (cielo) y antu (sol).  Les seguían.  Pillán (el espíritu de los antepasados), que además de su papel religioso solía hacer de tótem; cura (piedra), lemu (bosque), lican (piedrecilla), lavquen (mar o lago), milla (oro), taru (ave de rapiña), ñancu (águila), leufo (río), co (agua).  Los nombres de animales y de aves ocupan un lugar secundario.  Cuando el tótem era un objeto inanimado o alguna fuerza de la naturaleza, los indios lo simbolizaban en un ser vivo.

Entre las denominaciones totémicas mapuches y su leyenda del diluvio, se advierten concordancias que hacen presumir cierto nexo.  El espíritu de las aguas, Coi Coi, encarnado en una gran culebra, luchó con Ten Ten, el espíritu de la tierra, también encarnado en otra culebra; e intentó su destrucción y la de todos los seres que la habitan.  Ten Ten avisó oportunamente a sus moradores las malas intenciones de Coi Coi, y la salida del mar y el desborde de todas las aguas que tenía premeditado; mas,

El tótem

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salvo unos pocos, desdeñaron el refugio que les ofreció en las cumbres de sus montañas, confiando en que Ten Ten, apiadado de ellos, los convertiría en peces, en animales marinos, en rocas y en otros objetos que las aguas no puede destruir.  La furia de Coi Coi fue tal que amagó las mismas cumbres de las montañas, obligando a Ten Ten a elevarlas hasta las vecindades del sol, de donde resultaron calores tan fuertes que chamuscaron a muchos de los refugiados.  Agotada, al fin, la provisión de agua de Coi Coi, éste, rabiando, tuvo que renunciar a su intento.

En cuanto a los hombres que quedaron en la llanura, tal como ellos lo desearon, Ten Ten los transformó en peces, en rocas y en otros objetos, a fin de salvarlos (Rosales).  No pudieron recobrar la forma humana, pero siguieron cohabitando con las mujeres que se salvaron en las cumbres, especialmente con las doncellas que se bañaban o entraban al mar a mariscar, y engendraron numerosa descendencia.  Los tótemes de origen marino o acuático y muchos de los. que corresponden a objetos inanimados parecen arrancar de esta tradición.

En las pinturas que hacían en sus arreos y en sus armas en tiempo de guerra y en las grandes ceremonias figuraban, en primer lugar, el símbolo de la cuga a que se pertenecía, como exteriorización de la alcurnia; y sólo después el distintivo personal y los signos del rango.  Muchos ostentaban adornos alusivos a su linaje, especialmente los caciques.  Los del cuga nahuel llevaban cabezas, cueros o dientes de este animal, y los del grupo guru, colas o cabezas de zorros, y así sucesivamente.

El cuga o tótem se heredaba entre los araucanos por la línea materna.  El hijo llevaba como apellido el cuga o tótem de su madre, nunca el del padre.  Cayumanqui, cacique de Arauco, tuvo por hijo a Petehuelén; Ainuvilo, a Lincoyán; Carampangue, a Queupantú, etcétera.

Esta supervivencia de un matriarcado en vías de desaparecer, tendía a anular la autoridad del padre, puesto que la mujer y sus hijos quedaban dependientes de una autoridad extraña a él para todas las manifestaciones de la vida política y religiosa: la de su tótem.

Fuente:

“Historia de Chile”, Francisco Antonio Encina

Folclore mapuche

 

Música mapuche

El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en una tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música mapuche un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través

Instrumentos muy sencillos

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del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia.

Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrún, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue o violín araucano.

El canto sagrado del viento

Allá en las tierras del sur americano donde la realidad es mito y leyenda de antigua estirpe, los más viejos entre los viejos afirman que el padre - creador de la música es el viento. Y no les faltan razones, porque es cierto que allá curruf (viento) sopla su flauta en los pajonales, se vuelve trompeta en los remolinos, redobla como timbal, entre las piedras y el agua, y es manso violín en los cañadones largos y protegidos...

Dicen que en la lengua araucana no existe una palabra para designar la música. No hace falta. Los instrumentos musicales hablan por sí solos de su presencia en el pueblo y su cultura... ¿Cómo negarla cuando suenan el quinquercahue o la pifilca? Y aunque todavía no hubiera ritmos indígenas ni instrumentos, el viento-músico sí existiría, y seguiría dando notas para sus legendarios taieles...

Entre todos los instrumentos musicales, Nguenechén, el Padre de las razas aborígenes, eligió el cultrún y lo puso en las manos de la machi. Desde entonces es sagrado. Su vientre resonador tiene el perfume y las voces misteriosas de las maderas con que se talla: el foye (canelo) el triwe (laurel), el ciprés o el raulí. Y es para que no se escapen, que los artesanos le ponen bien ajustado sobre la redonda boca el parche de cuero pelado.

Es el cultrún el instrumento chamánico por excelencia, y esto ocurre desde sus antepasados, el tambor divino de los magos hindúes y el tibetano. Por eso el rito acompaña su nacimiento como instrumento compañero e inspirador del trance mítico.

Quienes lo han visto dicen que antes de tensar la membrana del cultrún la machi mete adentro su canto y con él parte de su pullú o alma... Y es fama que introduce las propiedades mágicas o curativas al colocar por la abertura a punto de cerrarse, piedritas de colores, plumas,

pelo de animales o hierbas medicinales...

Los mapuches aseguran que cuando la meica hechicera toma el cultrún tiene el mundo en su mano. Y así debe ser nomás, no solo por su forma semiesférica característica sino también porque los dibujos que lo ornamentan, con sus sagrados azules, amarillos y blancos, con su cruz abarcadora y sus extrañas figuras, representan posiblemente el orden y equilibrio entre el cosmos y sus criaturas.

Inspiración para el viento-músico

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Con el cultrún junto a su pecho la mediadora sagrada está a la altura de su dios, y con el palo percutor de cabeza de rellmú (arco iris) puede invocarlo y obtener la gracia o petición. Con él hace sus rogativas, y con él vuela el más allá, con él acompaña los taieles y danza en torno al rehue (altar sagrado), con él se instala el camaruco y bate sin cesar... Como antes, ¿como siempre?.

Al cultrún sagrado lo acompaña en los nguillatunes (rogativas), la también sagrada pifïlca.

Cuenta la leyenda que los valientes mapuches al son de la pifïlca pudieron rechazar a los poderosos incas conquistadores. Pero perdieron la pifïlca mágica... y todavía la buscan. Por eso la reproducen en madera o hueso y con sus timbres agudos parecen que las llaman en las rogativas... Especialmente cuando el muday las bendice con su agua de trigos maduros. ¿Volverán a ser fuertes e invencibles cuando la encuentren?

En las rogativas rituales los mapuches acompañan los sonidos sagrados del cultrún y la pifïlca con los tonos graves de la trutruca . Esta hermana del erque norteño buscó el sur de la leyenda promisoria para vivir por sí misma, y tanto se aquerenció que no falta en el corazón de los nguillatunes.

Claro que un buen pillantún (orquesta sagrada) se completa con otro noble instrumento como el cull cull, el cuerno que es pariente del erquencho y que antiguamente hacía sonar sus graves alarmas en caso de peligro para la tribu. Y hasta con la wada, la rítmica sonaja aborigen.

Los músicos mapuches han recibido de sus hermanos americanos la inspiración e impulso para trasplantar y adaptar formas instrumentales. Por eso también hacen música con el koolo o violín tehuelche, el ñolquín hermano menor de la trutruca, el quinquercahue o gran violín araucano hecho con costillas de yeguarizo, el piloiloi descendiente de los incas que imita en madera o piedra la mítica flauta de Pan, el trompe con su diminuto cuerpo de hierro con forma armoniosa lira, o las cascavillas de sonantes pezuñas de huemul...

Los aborígenes de los confines patagónicos guardan viva memoria de los orígenes sagrados de la música, y han

representado por siglos mitos y tabúes en la relación con la ejecución de los instrumentos musicales. Por ejemplo no pueden tocarse indistintamente o en cualquier ocasión... y hasta hay claras jerarquía, por orden social, o sexo, o edad, para ejecución de algunos. De este modo la machi batirá el parche del pichicultrún... y las pifilcas estarán a cargo únicamente de acólitos masculinos.

Machi araucana en Ranco.

Envase moderno para el muday de siempre.

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Supongamos por un momento que ahora el pillantún está completo y muestra su variedad de sonidos y matices orquestales. Los ejecutantes están listos y ensayan... Sin embargo, aún falta el instrumento entre los instrumentos: la voz humana, el don con el que el hombre se lanza a la vida con el primer llanto sonoro... En realidad los instrumentos musicales son sólo el complemento y realce para el canto aborigen.

Los pueblos del Sur cantan sus taieles sagrados como invocaciones a sus dioses en las rogativas, o como invocaciones a su origen en las canciones del linaje. Pero también cantan a la vida en el ülcatún profano, o en los "romanceos" improvisados, o en los de memoria que preservan lo que fue: patria, historias, amor, magia, costumbres... para que no mueran con el tiempo y el olvido en los hermanos dispersos...

Instrumentos musicales mapuche

Clarín:

El clarín fue conocido a la llegada de los españoles y fue imitado con materiales de la zona (cañas vegetales y madera).

Cullcull:

Era la corneta con la que se daba la señal de alarma ante una emergencia y también en la guerra. Se hacía con cuernos de buey.

Pinquilhue:

El pinquilhue, de épocas remotas, era algo así como un flautín fabricado con el tallo del coligüe.

Cultrún:

Tambor hecho de un trozo de madera ahuecado, con forma de timbal. Está forrado con un cuero de caballo bien estirado.Se lo percute con un solo palillo cuyo mango esta adornado con hilos de colores.

Trutruca:

Este instrumento esta construido con una caña coligüe, de hasta unos cuatro metros de largo. Se la parte por la mitad para ahuecarla. Luego se juntan las dos mitades con un hilo de lana y se la forra con tripa de caballo.

Invocaciones y canto a la vida.

Machi y su Cultrum.

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En uno de sus extremos se coloca un cuerno de vaca y por el otro se sopla. Su sonido parece el bramido de un toro y representa la fuerza de la tribu.

Es uno de los dos tipos de grandes aerófonos existentes en nuestro país (el otro es el erke).

Pifilca:

Es una flauta construida de madera o hueso. Es corta y suena como un pito.

Se la lleva colgada del cuello mediante un cordón.

En la actualidad se la construye con tallas de madera de unos 30 a 40 centímetros. El tubo esta cerrado en su extremo inferior y se lo perfora más o menos hasta la mitad de su largo. Emite un solo sonido y esta única nota se mezcla en el curso del canto o del conjunto instrumental sin relación rítmica ni tonal con el resto.

Kunkulkahue:

Tenía dos arcos (generalmente de huesos de costilla) complementado por una sola cuerda de crines de caballo. Se tocaba apoyando, con la mano izquierda, uno de los arcos —cuerpo del violín— contra los dientes incisivos superiores. La mano derecha, a su vez, pasaba la cuerda del otro arco —arco del violín— sobre la anterior, produciendo un sonido quejumbroso y doliente.

Lolquin:

De hechura similar a la trutruca pero mucho más pequeño. Se fabrica con la caña del cardo llamado "troltro".

Caquel cultrum:

Es un tambor confeccionado con el corte hueco de un tronco.

Huada:

Especie de maraca, es una calabaza que suena con pepas secas y a veces piedrecillas.

Cada Cada:

Son grandes conchas que suenan frotando sus bordes y caras rayadas.Varios de los instrumentos citados suelen ejecutarse, todos a la vez, durante las ceremonias rituales: "nguillatunes y machitunes ".

Pifilca

Kunkulkahue

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Trompe:

Idiófono araucano tradicional, con plena vigencia, de forma de llave, hecha de acero con un alambre al aire. La parte exterior forma la pieza y la central es la lengüeta, que va doblada hacia arriba para poder pulsarla.

Se ejecuta apoyando la pieza contra los dientes, con la mano libre se pulsa le lengüeta exhalando el aire sobre él al tiempo que se pueden hacer variaciones del sonido moviendo la boca y la lengua.

Los mapuches lo usan cuando hacen el amor y obtienen una melodía dulce y sugerente.

Bailes mapuches

Kuimin

Es el baile de la Machi, adquiere el poder para transportarse a las regiones de los espíritus, saber las futuras revelaciones, vaticinar los cambios atmosféricos y pronosticar las vicisitudes de la vida araucana. El Kuimin en sus movimientos es semejante al purrün.

Se baila en línea recta con saltitos efectuados de atrás para adelante y de adelante para atrás, se le alterna con saltos de flancos y en el mismo lugar.

Se baila entre dos canelos situados a diez pasos uno de otro. Al mismo tiempo que se dan los saltitos, mueve los brazos levantándolos para hacerlos efectuar sacudidas. Concluye el baile con el adormecimiento general del cuerpo. La machi al mismo tiempo que salta y levanta los brazos, alza su voz para entonar canciones místicas, pidiendo a sus kalku la ayuden a hacer sus mágicos artes.

Mazatum

Es la ceremonia que se realiza para celebrar el año  nuevo mapuche "Witrupantu" y para celebrar la Catadura de las niñitas (Abertura de las orejas, para colocarles los aros).

Esta es una fiesta de alegría, se practica tomados de las manos y con los pasos cortitos.

Machipurrun

Trompe

Baile y rogativas se confunden.

Mazatum, para abrir orejas en las niñitas.

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Este baile es propio de la machi; el cual consiste en dar saltitos cortos hacia los  lados, hacia los lados, hacia delante y atrás, seguido de movimientos de todo el cuerpo y cabeza enfrentada por un ayudante llamado llankañ.

Este es muy alegre y rápido en el movimiento acompañado por los toques de los instrumentos.

Lañkañ

Este baile produce efectos enteramente opuestos a kuimin, pues mientras este sube aquel baja.

El baile recibe el nombre de llañkañ ( baile de recobro)

Machiyum

Lo ejecuta la machi para lo cual se viste en forma autóctona y en esto participa toda la familia del enfermo los que en sus manos llevan chuecas y las hacen sonar con el fin de sacar la enfermedad del cuerpo del enfermo. En la rogativa la Machi lleva en sus manos ramas de canelo, laurel y otras hierbas.

Armas mapuche

 

Cuando los españoles llegaron a Chile se encontraron con un pueblo al sur del Itata al que llamaron araucanos. Para ellos, la guerra era  la principal tarea masculina. Las mujeres realizaban las labores domésticas, se preocupaban de los cultivos y tejían.

Si debían enfrentarse a un enemigo, solían agruparse eligiendo a un jefe que los guiase  y comandara, el toqui, quien mantenía ese cargo hasta que se lograba la victoria o se acordaba la paz. Peleaban con gran ardor, lanzando gritos e insultos al enemigo. Solían vocear sus nombres indicando al mismo tiempo las hazañas que les habían dado la fama. A los vencidos, en ocasiones, se les aplicaba una muerte ritual; a los buenos guerreros se les sacaba el corazón y lo comían en pedazos pequeños, en ceremonias religiosas. La paz se celebraba en una reunión donde, tras largos discursos, los bandos enterraban sus armas y plantaban un canelo.

Sus únicas instituciones de carácter público fueron las asambleas militares. Éstas tenían lugar siempre que se trataba de emprender una guerra; su convocatoria correspondía al lonko dentro de cada caserío. Pero si la cuestión involucraba a muchos caseríos, cualquiera de sus caudillos podía convocarlos a todos.

Primero reunía a los suyos y si decidían la guerra enviaban un emisario a los caseríos cercanos provisto de una flecha ensangrentada, que era entregada al lonko más próximo, quien, a su vez, la hacía correr hasta completar el círculo de los llamados a una asamblea general para decidir el asunto.

Armas mapuches(ampliar imagen)

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La asamblea se realizaba en medio de la selva, y al cabo de briosos discursos se designaba al jefe de la campaña, el toqui, que casi siempre era el que había demostrado ser el  que tuviese más fuerza muscular y mayor elocuencia, o el lonko con más fama de valor y energía entre todos los caseríos.

Como armas disponían de arcos, flechas, picas o lanzas, mazas o macanas y laques. La más poderosa era la macana, que consistía en un trozo de madera dura y pesada (luma, boldo, espino, guayacán, etc.), de metro y medio de largo más o menos, gruesa como las muñecas de la mano; en su extremo inferior tenía una vuelta a manera de codo de una cuarta de largo, que se iba angostando hasta el remate que terminaba en filo.