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    Descripción del documento

    Este documento es una muestra promocional del libro “Nico, el pequeño detective” cuya versión en papel se ha publicado en Amazon con el ISBN: 978-84-09-12356-8. Este folleto se distribuye de forma gratuita e incluye el prólogo del libro, unas notas para los padres y educadores y el capítulo del libro titulado: “Los ninjas siempre tienen buena suerte”. La versión actualizada de este documento, junto con fichas de actividades para que vuestros hijos y alumnos realicen actividades divertidas relacionadas con el fomento de la lectura, se encuentran disponibles en la página web:

    http://www.nicodetective.com

    En dicha página también se indica como adquirir el libro para las personas que estén interesadas en ello y si se aplica algún descuento promocional en algún período temporal.

    Si os ha gustado el libro, no dejéis de escribir vuestras valoraciones y comentarios en el canal por el que lo habéis adquirido.

    También podéis remitirme cualquier pregunta o sugerencia al contacto que se proporciona en la página web.

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    Todos los derechos reservados

    Registro Propiedad Intelectual: M-000733/2019

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    Prólogo a “Nico, el pequeño detective”

    Hola ¿Cómo estás?

    Me llamo Nico, Nicolás Martín Miguelañez si quieres saber mi nombre completo. Ah,

    lo más importante, soy un niño como tú, bueno no tan niño, dentro de poco cumpliré diez años.

    Vivo en un pueblo que se llama Paracuellos de Jarama que está en lo alto de una colina. Mi barrio se llama Miramadrid, tiene ese nombre porque desde mi casa puedo ver enterita

    la ciudad de Madrid y también puedo ver los aviones despegando y aterrizando en el

    aeropuerto de Barajas. Voy a la clase de Cuarto B del colegio Virgen de la Ribera, y tengo mucha suerte porque casi todos mis amigos, ya los conocerás, van a la misma clase que

    yo.

    Os voy a contar un secreto, las personas mayores llevan muchos años diciéndonos a

    los niños que somos el futuro, que un día seremos mayores y haremos del mundo un

    lugar mejor.

    Pero lo que yo he aprendido es que “no somos el futuro, somos el presente”.

    He descubierto que si quieres hacer algo tienes que hacerlo ahora y no dejarlo para cuando seas mayor, porque si lo vas dejando para cuando seas mayor, a lo mejor nunca lo

    haces.

    Menos mal que hay niños que no hacen caso a sus padres y ya hacen lo que les gusta,

    como mi amiga Martina que ya es ingeniera de aviones porque anda todo el rato

    dibujando aviones en sus cuadernos, o mi amigo Dani que ya es futbolista porque se pasa el día dando patadas a un balón.

    Yo hasta hace poco no sabía a qué me gustaría dedicarme, quería que fuera algo que

    sirviera para ayudar a los demás, pero no sabía el qué. Pensé en que podría hacerme

    médico para curar a las personas enfermas, pero se me quitó la idea de la cabeza porque no soporto ver ni un poco de sangre. Pensé en que podría hacerme bombero para salvar a

    la gente en peligro, pero me acordé que tengo un poco de miedo a las alturas.

    Tras darle muchas vueltas a la cabeza, me acordé de las historias que me contaba mi

    padre sobre su personaje preferido el detective Sherlock Holmes,

    ¡Ya está! Pensé que podría ser un detective que resolviera los problemas que

    pudieran tener los demás.

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    Y trabajando de detective me he dedicado el último año a buscar casos que resolver, ha

    sido súper emocionante, nunca me habría imaginado que el hacer de detective me haría vivir tantas aventuras.

    También te cuento que he inventado un método de investigación que se llama

    ¡Mirar, Pensar y al Lío!

    Espero que te diviertas con todos los casos que voy a

    compartir contigo en este libro y te animo a que intentes

    también resolverlos por tu cuenta, seguro que se te ocurren formas de solucionarlos diferentes a las mías,

    porque todos los niños tenemos mucha imaginación.

    Si quieres saber cuáles son las investigaciones en las

    que he trabajado, aquí te dejo un pequeño resumen de los casos que he resuelto.

    1. El tesoro del pirata Malsobaco

    Este es mi primer caso, en él tengo que ayudar a mi amiga Andrea a buscar el

    pendiente que ha perdido durante el recreo, pero el patio del colegio es muy grande y

    nosotros dos somos muy pequeños

    ¿Conseguiremos encontrar el pendiente perdido antes de que se acabe el recreo y

    tengamos que volver a clase? Como no lo encontremos los padres de Andrea la van a

    castigar por haber llevado esos pendientes sin permiso al colegio.

    2. A la caza del tigre cagón

    Hay un gato en el vecindario, al que yo llamo “Michifú”, que tiene por costumbre hacer

    sus cacas en nuestro jardín y tengo que conseguir que deje de hacerlo.

    ¿Cómo podré convencer a ese gato terco que deje sus cositas en otro sitio? Tengo que

    lograrlo para que a mi madre se le pase el enfado que tiene.

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    3. El caso del astronauta desaparecido

    A mis compañeros Raúl y Sergio se les ha perdido uno de los dos clicks astronautas con

    los que estaban jugando y ya sólo les queda uno, tengo que averiguar cuál de los dos

    niños es el propietario del astronauta que queda, y cómo encontrar el que se ha perdido.

    ¿Cómo resolveré este caso tan complicado? Si no lo consigo la amistad de Raúl y

    Sergio está en peligro. Menos mal que me ayuda mi amiga Martina, porque yo estoy hecho un lío.

    4. Truto o traco

    Pidiendo chuches por las casas en Halloween se nos pierde Rubén, el hermano pequeño

    de Martina, que iba disfrazado de esqueleto.

    ¿Cómo encontraremos a Rubén antes de que se enteren las madres que le hemos

    perdido? Como no le localicemos pronto se va a liar una buena.

    5. Reparatodo Nico

    Encuentro a Jaime llorando en el patio, le pregunto qué le ha pasado y me responde: No te lo voy a decir. También he visto a Guille dando vueltas con cara de enfado.

    ¿Cómo solucionaré este caso si no sé lo que hay que resolver? A lo mejor mi amiga Andrea puede averiguar qué es lo que le ha pasado a Jaime hablando con él. Si alguien

    puede hacerlo esa es Andrea.

    6. Atrapa a un ladrón… mientras te comes una pizza

    En el restaurante Pizzacuellos, donde estamos la clase de Cuarto B aprendiendo a cocinar una pizza, desaparece un dólar de plata que estaba pegado en un cuadro.

    ¿Cómo averiguaré quién se ha llevado la moneda si nuestra profesora Teresa no ha

    sido capaz de hacerlo? Si no encuentro al ladrón nos van a castigar a toda la clase, y todos le van a echar la culpa a Berta porque cogió unas monedas en otra ocasión.

    7. Los ninjas siempre tienen buena suerte

    Paso las vacaciones de Navidad en Segovia con mis abuelos y con mi primo César. Mi

    primo está siempre triste porque tiene muy mala suerte y no dejan de pasarle cosas malas: siempre tiene accidentes, se le pierden cosas y le salen mal los exámenes aunque dice que

    estudia mucho.

    ¿Cómo podré ayudar a mi primo César a librarse de su mala suerte? A lo mejor los

    ninjas pueden ayudarme.

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    8. Esta no es mi madre… que me la han cambiado

    Mi madre se comporta últimamente de forma muy rara, como si nos la hubieran cambiado por otra persona en la máquina del cambiazo de Mortadelo y Filemón.

    ¿Qué puedo hacer para que vuelva mi verdadera madre? Vamos a ver si entre mi padre, mi hermana y yo lo conseguimos.

    9. El dragón que no sabía volar

    Estamos ensayando la obra de fin de curso del colegio que se llama “El dragón que no

    sabía volar” y a Jaime se le caen los pantalones durante el ensayo porque alguien se los ha roto.

    ¿Cómo descubriremos quién le ha roto los pantalones? Jaime está muy enfadado

    porque toda la clase se ha reído de él y se puede montar una bien gorda.

    10. El misterio del monstruo del campamento

    Ya terminó el curso y llegó el verano. Voy a pasar unas vacaciones con mi amigo Dani

    a un campamento llamado “El Pinar Escondido”, pero no estamos solos, parece que un

    monstruo nos acecha alrededor del campamento.

    ¿Cómo averiguaremos si existe un monstruo de verdad o es alguien gastándonos una

    broma? Es un trabajo para el equipo de”los culebrillas”.

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    Nota para padres y educadores

    Espero que este libro os sea útil para fomentar el hábito de la lectura entre

    vuestros hijos y alumnos, para contribuir a ello he empleado los siguientes elementos:

    En cada capítulo hay un caso detectivesco para resolver al que se enfrenta “Nico, el pequeño detective”. Los pasos que se dan para la resolución de cada caso mantendrán el interés de los jóvenes lectores.

    En el libro hay piratas, tigres, zombis, vampiros, astronautas, ninjas, monstruos, princesas peleonas, caballeros, dragones y otros personajes de los que les gustan a los

    niños.

    Se introducen elementos de humor para hacer más entretenida la lectura de cada capítulo.

    Para mejorar la experiencia lectora he incluido en el libro ilustraciones de los personajes más importantes y de las principales escenas de cada capítulo.

    Aparte del disfrute de su lectura, este libro puede aportar los siguientes elementos a los niños:

    Desarrollo de la creatividad: Podéis proponer a vuestros hijos y alumnos que imaginen cómo resolver cada caso antes de ver como lo ha resuelto Nico. Seguro que

    a ellos se les ocurren soluciones más imaginativas que las que se proponen en este

    libro.

    Mostrar principios y valores correctos: El objetivo de Nico es ayudar a los demás y eso lo consigue resolviendo casos.

    Introducción al trabajo en equipo: Para resolver sus casos, Nico suele necesitar de la ayuda de sus amigos que le aportan habilidades complementarias a las suyas.

    Introducción a la gestión de conflictos: Muchos de los casos que Nico resuelve requieren de la resolución de conflictos entre niños.

    Las aventuras de “Nico, el pequeño detective” no se acaban con la lectura de este libro,

    tenéis a vuestra disposición de forma gratuita actividades para realizar con vuestros hijos y

    alumnos en la siguiente página web:

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    Gracias y un saludo.

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    Capítulo 7. Los ninjas siempre tienen buena suerte

    - ¡CÓMO SE ROMPA LA PIERNA EL NIÑO SE VAN A ENTERAR EN EL AYUNTAMIENTO!

    Gritó mi abuela MariPuri asustando al médico que estaba atendiendo a mi primo César, con razón yo la llamo: “la abuela terremoto”.

    Mi abuela estaba tan enfadada porque mi primo se había tropezado corriendo al lado

    del Acueducto al pisar un adoquín que estaba suelto. Yo ya había visto aquel agujero en el suelo, pero no me dio tiempo a avisar a mi primo que corría detrás de mío, pisó mal y se

    cayó haciéndose daño en el tobillo que ahora le estaban vendando.

    Me acordé de lo que siempre nos dice mi abuelo Antonio: “vayas donde vayas, mira siempre dónde pisas”, ahora cuando regresáramos a casa nos lo volvería a recordar,

    seguro.

    Ah, se me olvidaba contaros dónde estamos, son las vacaciones de Navidad y como

    nuestros padres trabajan estos días nos han dejado a mi hermana Sara y a mí en Segovia con nuestros abuelos Antonio y MariPuri. Nuestro perro Rufus no ha podido venir

    porque a mi abuelo no le gustan los perros ni ningún otro tipo de animales, salvo los

    cerdos que dice que son el mejor amigo del hombre porque de ellos se aprovecha todo ¡Que bruto que es mi abuelo!

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    - ¿No conocéis Segovia?

    Pues es donde nacieron mis padres y yo creo que es la ciudad más bonita del mundo; Paracuellos donde yo vivo tampoco está mal, pero no es lo mismo.

    Aquí puedes ver “El Acueducto de Segovia” que construyeron los romanos con miles de piedras y que se utilizaba para traer agua a la ciudad, el agua circulaba por la parte de

    arriba del acueducto y viajaba desde las montañas hasta la ciudad. Mis abuelos me han

    dicho que ahora el agua ya no llega por ahí arriba sino que viaja por unas tuberías que están debajo del suelo, pero han dejado en su sitio el acueducto para que lo vea todo el

    mundo que visita Segovia porque es muy bonito.

    Si buscas un castillo rodeado por un foso y con armaduras y todo, tenemos uno que se llama “El Alcázar”, si quieres hacerte una foto súper chula puedes ir a un sitio que se

    llama “La Fuencisla” desde donde miras hacia arriba y ves este castillo en lo alto de una

    roca, y ya que estás por allí abajo date un paseo por los ríos Eresma y Clamores.

    También puedes visitar las murallas que rodean la ciudad y que servían para defenderla,

    súbete a lo alto y si ves ejércitos enemigos da el grito de alarma. Además puedes encontrar iglesias, catedrales, jardines y barrios antiguos.

    - ¿Te ha dado hambre tras visitar tantas cosas?

    Pues entra en cualquier restaurante y pídete un cochinillo asado, pero si ves que lo van a

    partir con un plato en vez de con un cuchillo corre a esconderte detrás de una silla o

    ponte un casco de esos que usan los trabajadores de la construcción, porque después de partirlo tiran el plato para que se rompa contra el suelo, y si se equivocan al lanzarlo te

    pueden dar con el plato en la cabeza y te hacen un buen chichón.

    También está con nosotros mi primo César, porque sus padres tampoco tienen

    vacaciones en Navidad y lo han dejado unos días con mis abuelos, con mi hermana y conmigo.

    - ¿No os he hablado de mi primo César?

    Tiene nueve años como yo y es el niño con más mala suerte que conozco, cada vez que

    le vemos nos cuenta con todo detalle los accidentes que ha tenido, las cosas que se le han

    perdido o los exámenes que ha suspendido a pesar de haber estudiado mucho.

    Cada vez que pienso en mi primo me acuerdo de la canción del “Pirata Malapata” que

    siempre le pasa de todo:

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    Que mala pata tiene el pirata

    Bum bum bum bum

    Anda como loco pues le dura poco

    Bum bum bum bum

    Que mala pata tiene el pirata

    Bum bum bum bum

    Va marcando el paso dando trabucazos

    Bum bum bum bum

    Que mala pata tiene el pirata

    Bum bum bum bum

    Cuando el mar lo empapa, usa la sopapa.

    Bum bum bum bum

    …..

    Como todo le sale mal a mi primo, siempre anda triste y quejándose, me da un poco de pena verlo así.

    Menos mal que esta vez no tuvo tan mala suerte y el médico dijo que no le había pasado nada en el pie por la caída, sólo había sido un susto.

    Al verlo levantarse con cara de dolor le ofrecí la mano para que se apoyara en mí y tras

    agarrarle pensé que tenía que ayudar a mi primo a librarse de su mala suerte. Entonces me dije: ¡Mirar, Pensar y al Lío!, y decidí pasar a la acción, aunque sin saber por dónde empezar, porque:

    ¿Cómo puede uno librarse de la mala suerte?

    Salimos del centro de salud y empezamos a andar despacito en dirección a la casa de

    los abuelos, mirando los escaparates de las tiendas vi en uno de ellos una camiseta de

    Lego Ninjago igual que una que tiene mi amigo Guille, que como ya sabéis es un fanático de los Legos.

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    En aquel momento se me ocurrió una idea disparatada y decidí ponerla en práctica, le

    dije a mi abuela MariPuri que le comprara aquella camiseta a César y ya vería como de lo contento que se iba a poner se le quitaría el dolor que tenía en el tobillo.

    Mi abuela pensó que esa era una buena idea y le compró la camiseta, mi primo se

    quedó encantado con el regalo y yo le dije que tenía mucha suerte por haberle regalado la abuela una camiseta de Kai, Jay y Lloyd.

    César se quedó sorprendido de que yo me supiera los nombres de esos ninjas, menos mal que mi amigo Guille me había contado esa historia de los Legos Ninjago varias veces.

    Durante el camino le conté que Kai, el ninja rojo, tiene el poder del fuego; que Jay, el

    ninja azul, tiene el poder del rayo y sabe cómo transformar la chatarra en máquinas; y que Lloyd, el ninja verde, es el más poderoso de todos.

    - ¿Cómo sabes tanto de esos ninjas? – me preguntó César.

    - No se lo digas a nadie, pero sé tanto sobre ellos porque estoy entrenando para

    participar en una competición ninja – le dije en voz baja, y después de haber dejado a mi

    primo con la boca abierta seguimos andando despacito hacia casa de los abuelos.

    Ya en casa de los abuelos, César me estuvo haciendo mil preguntas sobre que era aquello de participar en una competición ninja.

    Empecé a inventar que en Paracuellos de Jarama, donde yo vivía, el ayuntamiento había organizado una competición ninja para niños basada en los concursos que se

    celebran en Japón, que es el país donde nacieron los ninjas. Le conté a mi primo que yo

    me había apuntado y que estaba entrenando para las diferentes pruebas en las que tenía que participar.

    - Yo también quiero apuntarme a esa competición ninja ¿Puedo entrenar contigo? –

    Me dijo emocionado y lo le contesté que claro que sí, que empezaríamos al día siguiente a

    entrenar juntos.

    La abuela se sorprendió que al día siguiente nos levantáramos tan pronto y le pidiéramos bajar a jugar a los jardinillos de San Roque, por primera vez no nos tuvo que

    decir que nos acabáramos el desayuno. Mi hermana Sara dijo que no le apetecía bajar con

    ese frio y que se quedaría leyendo un libro de Harry Potter, protestó cuando le pedí que me dejara su reloj digital y al final me lo dejó, pero como lo estropeara o perdiese me iba

    a enterar.

    Antes de salir le dije a mi primo que me enseñara las zapatillas y no me gustó nada lo que vi, le pregunté si no tenía otras zapatillas, ya que éstas tenían las suelas muy

    desgastadas y con ellas se iba a resbalar, me dijo que sí y fue a ponerse otras zapatillas en

    mejor estado.

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    Le dije que los ninjas debían cuidar mucho el material que utilizaban ya que unas

    zapatillas desgastadas podían hacerles fracasar en la misión que iban a realizar. Mi primo me escuchó con los ojos y los oídos muy abiertos y sin pestañear, se me estaba dando

    bien esto de ser maestro ninja.

    - Y estas zapatillas las tiramos ahora a la basura, diles a tus padres que te compren otras nuevas y que tengan buena suela – le dije.

    Ya en el parque, nos repartimos los personajes, mi primo quería pedirse Jay, el ninja

    azul, que tiene el poder del rayo y es el más rápido de todos, pero le dije que ese ninja que

    siempre actúa primero y piensa después no era una buena elección para un ninja novato como él.

    Le dije que se pidiera Kai, el ninja rojo, que tiene el poder del fuego y que jamás se detiene ante nada cuando tiene que cumplir una misión.

    Yo, como estaba haciendo de maestro ninja, me pedí Lloyd, el ninja verde que, aunque

    es muy joven, es el más sabio y poderoso de todos y se está formando para ser un maestro ninja. Así que a partir de ahora seríamos los ninjas Kai y Lloyd, adiós a César y Nico.

    Entrenando el circuito ninja

    Le expliqué que una de las pruebas que había que hacer en la competición ninja era recorrer un circuito de aros a toda velocidad sin tocar ninguno de ellos, en esta prueba se

    trataba de demostrar la velocidad y precisión de un ninja, mi primo comentó que eso se

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    parecía a los entrenamientos del ejército donde tienen que correr los soldados metiendo el

    pie dentro de unos neumáticos.

    - Sí, es parecido a esa prueba - le dije.

    ¿Qué de dónde íbamos a sacar los aros? Pues los dibujamos en el suelo con este palo le dije a mi primo, y dibujamos un circuito de aros por todo el parque, separándolos para

    que hubiera que dar un pequeño salto entre un aro y el siguiente.

    Primero hice el circuito yo y mi primo midió el tiempo con el reloj de mi hermana, tardé en hacerlo 25 segundos, pero mi primo encontró una huella mía sobre uno de los

    círculos. Y allí hay otra - le indiqué, es verdad - confirmó mi primo, la próxima vez me

    fijaré más – le dije. Como había pisado dos aros, tuve que hacer el circuito una segunda vez, 27 segundos, pero esta vez no pisé ningún círculo.

    - Ahora te toca a ti – le dije a César, y se puso súper contento de participar en su primera prueba ninja. Lo hico despacio, 30 segundos, para no pisar ningún círculo, mira

    has pisado uno - le advertí, vuélvelo a hacer. Y lo volvió a hacer en 30 segundos pero esta

    vez sin pisar ninguno.

    Ya habíamos hecho el circuito bien, pero ahora teníamos que mejorar el tiempo, así

    que volvimos a repetir el circuito una y otra vez; mi abuela nos observaba dando

    pequeños paseos porque con el frio que hacía no era para estar sentada en un banco.

    - ¿Cuánto he hecho esta vez? – Me preguntó mi primo, 23 segundos pero has pisado

    un círculo - le respondí.

    La siguiente vez mi primo se resbaló con la arena y se cayó, pero se levantó como el

    rayo y sin quejarse como en otras ocasiones, aunque seguía teniendo el tobillo un poco

    lastimado estaba tan concentrado en nuestro entrenamiento que ya no se acordaba del dolor

    - ¿Puedo empezar el circuito desde el principio? - Me preguntó, le respondí que sí, pero antes le enseñé a tomar bien las curvas como me había explicado mi amigo Dani, que es

    un gran jugador de fútbol como ya sabéis, le indiqué que tomara la curva más abierto, no

    mucho, y que fuera cerrándose como si estuviera conduciendo un coche, para no desacelerar tanto y tampoco caerse.

    - Así es como los ninjas toman las curvas - le dije, y mi primo hizo de nuevo el circuito

    contento de haber aprendido una nueva técnica ninja.

    Los niños que estaban por el parque empezaron a mirar lo que estábamos haciendo y

    se acercaron, ¿Puedo jugar con vosotros? Pregunto uno, le respondimos que sí y le explicamos el juego, a éste niño siguieron otros y nos juntamos un buen puñado de ninjas

    haciendo aquel circuito.

    Mi primo se enfadó un poco cuando un niño hizo un tiempo mejor que nosotros, le dije que no se preocupara, que este niño era mayor que nosotros y no compite en nuestra

    categoría que es de 8 a 10 años.

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    Además le expliqué que los ninjas no debían enfadarse, porque si un ninja se enfada

    entonces no piensa bien y puede fallar en su misión, que debía estar tranquilo para afrontar las pruebas ninja. Cuando la abuela tiró de nosotros para ir a comer ya habíamos

    bajado los dos de los 20 segundos en el circuito sin tocar ningún círculo.

    Mi primo César estaba muy contento de haber mejorado su tiempo en el circuito ninja y sin haberse caído más que una vez, le dije que seguro que no se volvería a caer nunca

    más porque ya había aprendido a moverse como un ninja, él me sonrió y me contestó que

    a partir de ahora siempre andaría como un ninja.

    Recorriendo un laberinto ninja

    Por la tarde, mi abuela salió a hacer unas compras con mi hermana y mi abuelo se

    quedó cuidándonos a César y a mí. Mi primo me dijo que si bajábamos otra vez a los jardinillos de San Roque para seguir entrenando el circuito ninja, pero me fijé en un ovillo

    de lana de la abuela y se me ocurrió otra cosa, mañana volvemos a entrenar el circuito

    ninja pero esta tarde entrenaremos otra prueba de la competición – le dije.

    - ¿Qué tenemos que hacer ahora? – Me preguntó, ya lo verás, por el momento

    ayúdame a prepararla – le respondí a medias para despertar su curiosidad.

    Entonces, le pedí permiso al abuelo Antonio para usar uno de los ovillos de lana de la

    abuela para un juego, como no podía ser de otra manera el abuelo se negó con todas sus

    fuerzas a usar un ovillo de lana de la abuela, que esos ovillos eran para hacernos un jersey a los primos, pero tras un rato insistiendo y tras unas cosquillas que le hicimos, las

    cosquillas son el punto débil del abuelo, nos dejó utilizar el ovillo de lana azul con la

    promesa que después de jugar lo dejaríamos como estaba. El abuelo volvió a su habitación para seguir descansando, que con tanto insistirle le habíamos agotado y más

    tarde teníamos que salir todos de paseo para ver Belenes.

    Ocupamos el salón para entrenar nuestra nueva prueba, empezamos a sacar el hilo del ovillo de lana y lo fuimos pasando por varias sillas, por las dos lámparas de la sala, por el

    picaporte de la puerta y por debajo de los sillones. Cuando se acabó el ovillo de lana se

    había formado un laberinto de hilo por todo el salón

    - ¿Y esto para qué es? Me preguntó mi primo.

    - Éste es el laberinto de entrenamiento de Lloyd – le respondí.

    Le conté que una de las pruebas de la competición ninja era recorrer un laberinto

    como este lo más rápido posible sin tocar los hilos, esta prueba era para que el ninja demostrara el control de su mente sobre todas las partes de su cuerpo que tenían que

    moverse sin tocar ninguno de los hilos.

    Primero recorrí yo el laberinto para mostrar a mi primo como se hacía, doblé mi cuerpo para que cupiera por un hilo doble que unía dos sillas, me arrastré como una

    serpiente para pasar por debajo de otro, salté por encima de uno y me moví muy despacio

    para pasar por una cascada de hilos que bajaban de una lámpara.

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    - ¿Has visto cómo hay que hacerlo? – le pregunté a mi primo.

    - Sí, pero tienes que repetirlo porque has movido dos veces los hilos - me contestó.

    Después intentó el laberinto mi primo; al principio se hizo un lío pero enseguida se

    concentró y empezó a moverse como si estuviera siguiendo un ritmo de una música que estuviera sonando

    – Sólo has movido un hilo, venga vuelve a hacerlo - le dije.

    Ahora estaba yo intentando recorrer el laberinto en el tiempo que había hecho mi

    primo, 20 segundos sin mover ningún hilo. En aquel momento se abrió la puerta de la

    casa y mi abuela gritó:

    - ¿PERO QUÉ ESTÁIS HACIENDO NIÑOS?

    Tras pedirle perdón a la abuela y prometerle que volveríamos a dejar el ovillo de lana

    como estaba, cosa que luego se vio que no podía ser, la abuela nos dijo que no pasaba

    nada, que nos regalaba el ovillo para nuestros juegos.

    Cuando se calmó la cosa apareció el abuelo, y para cambiar de tema dijo – Venga,

    vamos a salir a ver los Belenes.

    El que más nos gustó fue el Belén de la Diputación que tenía un río de agua de verdad

    que movía un molino y puedes subir por unas escaleras para verlo todo desde arriba

    como si fuera una ciudad, con sus casas que parecen de verdad, el castillo de Herodes, sus árboles, sus pastores llevando a las ovejas y los Reyes Magos llegando al Belén para

    entregar sus regalos al niño Jesús.

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    Antes de acostarme ese día, pensé en lo bien que había hecho mi primo la prueba del laberinto y que a partir de ahora su mente controlaría todas las partes de su cuerpo como lo hace un

    verdadero ninja.

    El poder de concentración ninja

    Al día siguiente, mi primo me preguntó que cual era la nueva prueba ninja que íbamos

    a hacer, le dije que me esperara en el salón, fui a nuestra habitación y saqué unas tareas de

    matemáticas que había traído para hacer en vacaciones, escribí en el encabezado de la página “matemáticas ninjas” y volví al salón.

    - ¿Qué vamos a hacer unas tareas de matemáticas? - Me preguntó mi primo todo

    extrañado.

    Entonces le explique que no eran unas tareas de matemáticas cualquiera, que eran una

    prueba ninja que consistía en hacer esos problemas sin cometer ningún error, si lo hacías bien demostrarías la capacidad de concentración que debe tener un ninja, ya que los ninjas necesitan

    estar muy concentrados para cumplir con sus misiones.

    Entonces le conté a mi primo unos trucos ninja para hacer bien esa prueba:

    El primero es que hiciera los cálculo despacito, ya que el hacer las cosas rápido te

    puede llevar a cometer errores, para que se acordara de este consejo le expliqué el refrán “vísteme despacio, que tengo prisa”, que significa que la mejor manera de terminar las

    cosas rápido es hacerlas con cuidado para que podamos hacerlas bien, porque si corremos

    cometeremos errores que luego nos retrasarán.

    El segundo es que si se atascaba en algún problema difícil que lo saltara de momento y

    lo dejara para contestarlo al final. Al contestar primero los problemas más fáciles vas

    cogiendo confianza y seguramente cuando te enfrentes al problema difícil que has dejado, tu cerebro ya sea capaz de resolverlo.

    Y el tercer truco ninja que le conté es que después de hacer los cálculos los repasara de nuevo para ver si había cometido un error, y si encontraba alguno que lo corrigiera.

    Estos son los consejos que me había dado mi padre para hacer bien los exámenes, pero

    ¿A que podrían ser también unos trucos ninja?

    Con aquellas recomendaciones se puso mi primo a hacer mis tareas de matemáticas y

    resolvió todas las sumas, restas, multiplicaciones, divisiones y problemas de lógica que yo me había traído. Después de terminar con los cálculos los revisó para ver si había

    cometido algún error, localizó uno y lo corrigió, me entregó las tareas terminadas, yo

    también las revisé y le dije perfecto ninja Kai, no has cometido ningún fallo, has hecho los cálculos como si fueras un verdadero ninja.

    - Seguro que ahora te salen mejor los exámenes porque los vas a hacer con el poder de

    concentración de un ninja – le comenté.

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    - Claro que me saldrán mejor a partir de ahora, que pena no haber conocido estos

    trucos ninja antes – apuntó.

    - Ahora te toca a ti - Me dijo, y me preparó unos cálculos para que yo hiciera.

    Y yo que creía que me iba a librar de las tareas de matemáticas, pero no. Cuando terminé César revisó mis tareas y me dijo: bien hecho, ninja Lloyd.

    La abuela MariPuri, que estaba alucinando conque estuviéramos tan calladitos haciendo

    tareas nos dijo: Si ya habéis terminando con las matemáticas vamos a dar todos un paseo.

    Enfréntate a tus miedos como un ninja

    Al pasar por una tienda le pedí a mi abuelo que me comprara una cosa que llamó mi

    atención, y que no se lo dijera a nadie que era un secreto, mi abuelo me guiñó un ojo y me compró lo que le había pedido.

    Después de comer llevamos los platos al lavaplatos, porque un buen ninja tiene que

    ayudar a sus abuelos, cuando César volvía de la cocina pegó un salto y dijo:

    - ¡Abuela, hay una araña gorda en el pasillo!

    Nuestra abuela se acercó y vio una araña de broma en el suelo la cogió y me pegó una colleja con ella

    – ¡Nicoooo! No vuelvas a dar estos sustos a tu primo, además el 28 de diciembre no es hasta mañana – me dijo.

    Antes de que mi primo me pegara le expliqué que nuestra siguiente prueba ninja

    consistía en controlar nuestros miedos y como sabía que a él le asustaban mucho las arañas le preparé este susto para empezar a trabajar el control de ese miedo, como veía

    que no se calmaba le recordé:

    – Los ninjas no deben enfadarse ni asustarse, sino que deben estar tranquilos para

    enfrentarse a sus misiones.

    Tras pasarse el susto, le dije que cogiera esa araña de goma en sus manos y se fuera acostumbrando a ella, no tuvo ningún problema en toquetear la araña porque sabía que

    era de mentira. Luego le indiqué que cerrara los ojos y que se imaginara que se le subía

    una araña por el brazo, yo le empecé a rozar el brazo con una pluma que se había salido de un cojín para que sintiera algo parecido a una araña moviéndose, al principio retiró el

    brazo, pero se fue acostumbrando a los escalofríos y ya aguantó todos los movimientos

    de la araña por su brazo.

    - Y ahora vamos a ver si encontramos una araña de verdad – le dije, me contestó que

    de arañas de verdad no quería saber nada

    - Pero si las arañas no hacen nada a las personas, sólo se comen a las moscas – le

    expliqué y tras insistirle un rato le convencí para registrar los rincones buscando una

    araña.

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    No encontramos ninguna araña, pero conseguí que mi primo metiera la nariz en todos

    los rincones de la casa, a lo mejor se le había pasado el miedo a las arañas – Pensé.

    Un ninja siempre está preparado para lo inesperado

    Al día siguiente le dije a mi primo que ya sólo nos quedaba entrenar una prueba de la

    competición ninja: “enfrentarnos a lo inesperado”, le conté que cuando un ninja está

    realizando una misión puede encontrarse con algo que no se espera y tiene que reaccionar con rapidez y con buen juicio para afrontarlo, en esta prueba teníamos que crear una situación

    inesperada y resolverla.

    Pero a eso ya nos dedicaríamos por la tarde, ahora teníamos que hacer algo más

    importante como era echar la carta a los Reyes Magos.

    Nosotros siempre echábamos la carta de los Reyes Magos en Segovia, mi carta yo ya la

    traía escrita y ensobrada desde Paracuellos e íbamos a depositarla en un buzón que los Reyes Magos habían puesto en la Catedral de Segovia.

    Fuimos por el Azoguejo hasta el acueducto y allí nos quedamos correteando un poco,

    después subimos por la Calle Real hasta la Plaza Mayor, llegamos hasta la catedral y al ir a sacar la carta del bolsillo de mi abrigo no la encontré ¿Qué te pasa Nico? Me preguntó mi

    abuela

    – Pues que no encuentro la carta que había escrito para los Reyes Magos – le respondí.

    ¿A qué te la has dejado en casa y hay que volver a por ella? - Me dijo mi abuela. Le

    contesté que no estaba en casa porque me acordaba perfectamente de haberla guardado en el bolsillo del abrigo.

    Empecé a buscar la carta por todos los bolsillos del abrigo y también de los pantalones, en aquel momento mi primo me preguntó:

    - ¿Esto vale como situación inesperada para las pruebas ninja?

    Yo en aquel momento no estaba pensando en nuestro entrenamiento ninja, pero le dije

    que sí, que encontrar la carta perdida valía como entrenamiento ninja y que podía

    ayudarme a buscarla, ya que los ninjas trabajan en equipo para poder realizar con éxito sus misiones. Seguro que la carta se te ha caído en el camino, ¡Con las carreras que nos hemos

    echado! – Me dijo César.

    Todos desandamos el camino para buscar la carta perdida por la Calle Real hacia abajo, miramos por los alrededores del acueducto, anduvimos también por el Azoguejo y

    llegamos hasta la casa de los abuelos en San Millán sin haber encontrado la carta.

    - ¿Y qué haría un ninja ahora? – me preguntó mi primo.

    - Pues un ninja vería que no iba a encontrar la carta y se compraría otro sobre y una

    cuartilla en una papelería y escribiría una nueva carta – le contesté. Decidimos comprar el

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    sobre en la librería Cervantes de camino a la Plaza Mayor y nos pusimos en camino de

    nuevo, mi abuelo empezó a resoplar por todo lo que le estábamos haciendo caminar.

    Al llegar a la entrada de la librería Cervantes, mi primo me tocó el hombro, y al volverme vi que tenía en su mano mi carta para los Reyes Magos

    – Muchas Gracias ¿Dónde la has encontrado? – le dije.

    - Pues no la he encontrado, te la quité antes del bolsillo de tu abrigo para crear una

    “situación inesperada” – Me respondió.

    Entonces me di cuenta de que mi primo seguía jugando al entrenamiento ninja, le miré enfadado y le iba a decir algo así como ¡Con las cartas de los Reyes Magos no se juega!

    Pero no me dio tiempo a decir nada, porque mi primo vio mi cara de enfado y dijo:

    - Maestro Lloyd, recuerda que los ninjas no deben enfadarse porque si un ninja se

    enfada entonces no piensa bien y puede fallar en su misión.

    Cuando dijo eso los dos nos reímos y nuestro abuelo entonces comentó: Estos niños como son, no paran de hacer travesuras todo el día.

    Fuimos a echar las cartas en el buzón que los pajes de los Reyes Magos habían

    preparado a la entrada de la Catedral de Segovia, me senté en las rodillas del Rey Baltasar

    y me preguntó qué regalos había pedido y que si me había portado bien.

    Le conté los regalos que había pedido y le dije que sí que me había portado muy bien,

    que había aprobado todos los exámenes del primer trimestre y que ahora estaba ayudando a un primo que siempre tiene mala suerte a que se libre de ella.

    El Rey Baltasar me guiñó un ojo y dijo: “Se nota que eres un buen chico, prepárate a

    que te traigamos todos los regalos que has pedido”.

    Los días que faltaban hasta Nochevieja terminamos con el entrenamiento Ninja y vi que mi primo había cambiado un montón, se le notaba un niño más seguro de sí mismo.

    Pensé que a partir de ahora le iría mejor y ya no se caería como antes porque andaría como un ninja, ni se le perderían tanto las cosas porque ahora sería tan cuidadoso como

    un ninja, ni fallaría en los exámenes porque utilizaría los trucos de los ninjas, ni se quejaría

    tanto de todo lo que le pasaba porque decidiría resolver las cosas en vez de quejarse de ellas, como haría un buen ninja.

    Para Nochevieja nuestros padres vinieron a cenar a Segovia y nos juntamos como

    siempre a cenar toda la familia, en Nochebuena tocó cochinillo y ahora fue el turno del

    cordero, los niños jugamos un montón mientras los mayores veían el especial de Nochevieja en la tele.

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    Mi madre me peló las uvas y me quitó los pipos para que no me atragantara cuando

    dieran las campanadas, me tomé las doce uvas a tiempo y pedí como deseo que terminara mi primo con su mala suerte, así daría por resuelto el caso en el que estaba trabajando.

    El trabajo ya estaba hecho, pero no hace daño a nadie rematarlo con un buen deseo.

    Tras el Año Nuevo nos volvimos a Paracuellos, y los Reyes, como nos habíamos

    portado muy bien, nos trajeron todo lo que habíamos pedido.

    Las vacaciones de Navidad se acabaron, un día mi madre estaba hablando con mi tía, la

    madre de César, y le dijo que estaba muy contenta de que César hubiera pasado las vacaciones con nosotros porque había vuelto súper cambiado.

    Ahora estaba siempre contento y ya no le pasaban todas las cosas malas que le solían

    ocurrir antes. Claro - Pensé, porque los ninjas siempre tienen buena surte.

    Mi madre también me dijo que mi primo estaba preguntando qué día era la competición ninja de Paracuellos y que él quería apuntarse también

    - ¿Qué es eso de la competición ninja? - Me preguntó mi madre.

    Me froté la cabeza y pensé que iba a ser complicado explicarle lo de la competición

    ninja a mi madre, pero eso es otra historia.

    Esta historia Navideña de ninjas se ha acabado, pero recuerda:

    Cuando visites Segovia si tienes algún problema:

    Puedes llamar a un par de pequeños ninjas que acudirán enseguida en tu ayuda.

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    ¿Te imaginas que existiera un libro donde encontraras: niños buscando tesoros piratas

    en el patio de su colegio, tigres salvajes andando por tu barrio, zombis detectives buscando

    esqueletos desaparecidos, entrenamientos con ninjas, niños que arreglan a sus madres

    cuando se estropean, princesas con dragones como mascotas y campamentos de verano

    que hay que limpiar de monstruos?

    Pues todas estas cosas ocurren en este libro “Nico, el pequeño detective”. Nico es

    un niño que para ayudar a los demás se hace detective, y buscando casos que resolver se

    embarca en todo tipo de aventuras.

    Espero que te diviertas leyendo todos los casos que investiga Nico, y te animo a

    que intentes también resolverlos por tu cuenta, seguro que se te ocurren formas de

    solucionarlos diferentes a las de Nico, porque todos los niños tenéis mucha imaginación.

    Me despido de ti para que puedas leer este libro… Y para ser un buen detective no se te

    olvide practicar el método de Nico:

    ¡Mirar, Pensar y al Lío!