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COMISIN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

MULTICULTURALISMO Y DERECHOS INDGENAS. EL CASO MEXICANOALN ARIAS(Coordinador)

MXICO, 2008

Primera edicin: octubre, 2008 ISBN: 978-970-644-602-2 D. R. Comisin Nacional de los Derechos Humanos Perifrico Sur 3469, esquina Luis Cabrera, colonia San Jernimo Ldice, Delegacin Magdalena Contreras, C. P. 10200, Mxico, D. F. Diseo de portada Flavio Lpez Alcocer Impreso en Mxico

CONTENIDO

INTRODUCCIN ........................................................................................ CONTRIBUCIN A UN DIAGNSTICO DEL CONFLICTO EZLN-GOBIERNO DE MXICO Aln Arias Marn y Jos Mara Rodrguez ......................................... ARISTAS EN LA SITUACIN ACTUAL DEL CONFLICTO CHIAPANECO Luis H. lvarez .................................................................................... NUEVOS RETOS EN CHIAPAS, ANTE UNA NUEVA ETAPA DEL CONFLICTO Miguel lvarez .................................................................................... LECCIONES DEL PROCESO DE NEGOCIACIN Y DE PAZ: EL CASOMEXICANO VIS A VIS LOS LATINOAMERICANOS

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Rafael Grasa ....................................................................................... EZLN: DE LA ACCIN ARMADA A LA RESISTENCIA PACFICA Jos Mara Rodrguez ......................................................................... EL PAPEL DE LA IGLESIA CATLICA EN EL CONFLICTO Henri Favre .........................................................................................

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POLTICA, RELIGIN Y CONFLICTO Carlos Martnez Garca ...................................................................... 101 [5]

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DE LA RELIGIN A LA RESISTENCIA Gonzalo Ituarte ................................................................................... 107 MULTICULTURALIDAD, DEMOCRACIA Y DERECHOS INDGENAS Xchitl Glvez Ruiz ............................................................................. 111 DERECHOS COLECTIVOS VERSUS DERECHOS INDIVIDUALES. EL NUEVO RETO DEL ESTADO MEXICANO Luisa Mara Caldern Hinojosa ......................................................... 117 MULTICULTURALISMO Y DERECHOS INDGENAS EN MXICO Carlos Rojas ....................................................................................... 121 EL GIRO MULTICULTURAL DEL EZLN Aln Arias Marn ................................................................................ 127 LA OTRA CAMPAA: DISENSO EXTREMO, ETNICIDAD Y DEMOCRACIA Aln Arias Marn y Jos Mara Rodrguez ......................................... 143 DE LOS AUTORES ..................................................................................... 153

INTRODUCCIN

En el presente libro, Multiculturalismo y derechos indgenas. El caso mexicano,1 la totalidad de los trabajos que lo integran adopta como punto de partida la naturaleza multicultural, frecuentemente multitnica, de la inmensa mayora de las sociedades modernas y la secuela y horizonte de conictos en distintos mbitos y de diversa naturaleza e intensidad que las han aquejado y que habrn de seguir perturbndolas, en el corto y mediano plazos. En este inicio de siglo, los conictos vinculados al reconocimiento de identidades diferenciadas han propiciado un proceso terico y prctico de inusual riqueza y densidad. Conviene poner el nfasis en la multiplicidad de retos que las reivindicaciones de la diferencia cultural, tnica, lingstica, nacional y religiosa propia de las sociedades contemporneas, imponen a los Estados-nacin liberales, con regmenes democrticos de Derecho. Slo que este asumir la complejidad multicultural contempornea conlleva una vuelta de tuerca decisiva; sta consiste en otorgar un sentido valorativo y no de mera constatacin emprica a esa multiplicidad de especicidades culturales, tnicas, lingsticas, religiosas y hasta de estilos de vida. LaEl conjunto de textos que aqu se recoge incorpora parte de los trabajos del Primer Coloquio Internacional sobre Derechos Humanos El Desafo Multicultural a las Democracias, organizado por el Centro Nacional de Derechos Humanos (Cenadeh) centro acadmico y de investigacin de la Comisin Nacional de los Derechos Humanos. La labor del Cenadeh pretende incidir en las novedosas tendencias tericas y polticas que caracterizan el nuevo siglo, con una investigacin rigorosa y abierta a la multiplicidad de territorios disciplinares y mbitos temticos, ah, donde los derechos humanos y su cultura especca sean vulnerables o sujeto de amenaza.1

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multiculturalidad contempornea asume una carga cualitativa, una valoracin de tendencia positiva, ms all del discurso social descriptivo, constatable empricamente y de pretensiones objetivas. Los ltimos aos han sido fecundos en cuanto a la multiplicidad y variedad de arreglos que los Estados democrticos han implementado ante la presin de las demandas de minoras nacionales, tnicas o culturales por el reconocimiento de sus identidades colectivas y la exigencia de derechos especcos en las leyes o, incluso, en el plano constitucional. Se ha tratado, no obstante, de medidas pragmticas, discrecionales, acotadas a las condiciones propias de cada circunstancia nacional, tal carcter particular y puntual de los acuerdos multiculturales, amerita la necesidad de una reexin que discurra en un plano ms general y con suciente distancia crtica sobre esos procesos concretos. En el caso mexicano, el debate sobre el multiculturalismo no es excepcional, transcurre prioritaria y necesariamente en relacin con una realidad indgena evidente que, incluso, ha llegado a expresarse en el plano de la construccin de una reforma constitucional en materia indgena, muy controversial por cierto. Los autores, a lo largo del presente libro, desde distintas pero enriquecedoras perspectivas, abordan el tema del multiculturalismo, la problemtica indgena, sus derechos y las particularidades del caso mexicano. Se trata de un libro complejo, rico en propuestas, con un sentido polmico implcito que le es inherente, dadas las diversas perspectivas tericas y las diferentes posturas polticas con las que se aborda la problemtica multicultural, su vinculacin con las reivindicaciones autonmicas y culturales de los indgenas, no digamos, los juicios polticos, ideolgicos y religiosos con los que se emplaza el largo e irresuelto conicto entre el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN) y el Gobierno mexicano. Es un libro compuesto por diversas voces nacionales y extranjeras, dotado de miradas disciplinarias distintas, cargado con la densidad de la doble impronta que le otorgan sus autores, acadmicos unos, polticos otros; unos y otros, todos, conocedores serios vinculados terica y prcticamente a los temas y argumentos puestos en juego. Como es obligado, un libro as reclama de una presentacin sucinta de los ensayos que lo integran, que aporte una visin preliminar de los textos incluidos y del sentido de su articulacin. Un breve currculo de cada uno de los autores se puede consultar al nal del conjunto de ensayos. De esta manera, el primero, Contribucin al diagnstico del conicto entre el EZLN y el Gobierno mexicano, sirve como iniciacin al anlisis del conicto del EZLN con el Estado mexicano en Chiapas (ya son cuatro los gobiernos que han interactuado en el proceso), ya que provee de una serie de

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herramientas terico-conceptuales para entender y evaluar los momentos de alto contenido estratgico y que tienen como objetivo principal hacer frente a las dinmicas de violencia y buscar el modo de soluciones negociadas; pensar en el establecimiento de programas de rehabilitacin posblica, como la desmilitarizacin y el reasentamiento de civiles; as como pensar en la reduccin de la probabilidad del resurgimiento de la violencia con mtodos alternativos de prevencin y solucin. En este sentido, Aln Arias Marn y Jos Mara Rodrguez, desde la perspectiva terica de la resolucin de conictos, ensayan denir criterios generales para establecer un diagnstico del conicto y sugerir lneas de posibles estrategias de intervencin, que pasen de una mera normalizacin del conicto armado y la regulacin de la situacin a la reconciliacin y a fases posteriores de construccin de la paz. Es importante mencionar la caracterizacin realizada, considerando el difcil procesamiento de las demandas autonmicas y culturales, su traslacin normativa, los problemas relativos a la distribucin equitativa de recursos econmicos y la inclusin del grupo inconforme en la esfera poltica legal. El conicto aparece, as, como no concluido, potencialmente intratable y de difcil solucin. Por su parte, Luis H. lvarez, en Aristas en la situacin actual del conicto chiapaneco, describe las acciones realizadas durante la administracin de Vicente Fox en su esfuerzo por resolver el conicto en Chiapas, caracterizado por un dilogo truncado que era necesario reactivar. Narra como se realiz este esfuerzo, cumpliendo con las condiciones impuestas por el EZLN, tales como la adopcin presidencial como iniciativa legislativa del proyecto de reforma constitucional en materia de derechos y cultura indgena, elaborado por la Comisin (legislativa y pluripartidista) de Concordia y Pacicacin (Cocopa), la liberacin de presos del EZLN y el retiro de siete campamentos militares estratgicamente posicionados en la zona de conicto. Sin embargo, dice Luis H. lvarez, el silencio ha dominado el comportamiento del lado zapatista; es por ello que el autor desarrolla las aristas de la situacin actual. Primero la necesidad del gobierno de interactuar con la poblacin de la zona, debido a la falta de dilogo con los zapatistas, donde se encontr con una buena disposicin de recibir apoyos gubernamentales. En segundo plano se reere a la necesidad de que los actores involucrados replantearan nuevos esquemas de negociacin, debido a la politizacin de los Acuerdos de San Andrs Larrinzar y a la falta de operatividad tanto de la Comisin de Seguimiento y Vericacin, como de la Cocopa.

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Por ltimo, Luis H. lvarez delinea tres desafos primordiales ante el conicto en Chiapas: la atencin a problemas socioeconmicos de las comunidades; la sensibilizacin de los legisladores de los Congresos estatales sobre la urgente necesidad de reformas constitucionales locales en materia de derechos y cultura indgena; y por ltimo, la reconstruccin de una identidad nacional multicultural y la consecuente construccin de instituciones y polticas que permitan una convivencia armnica y pacca, la erradicacin de la pobreza ancestral en zonas indgenas y la bsqueda de una comunicacin constante e ininterrumpida. En este tenor, Miguel lvarez, en Nuevos retos en Chiapas, ante una nueva etapa del conicto, realiza un anlisis integral y sistemtico de la evolucin del movimiento zapatista, tomando como marco de referencia la situacin mundial y latinoamericana en la que el binomio autoritarismo-polarizacin es concomitante al de movilizacin-articulacin organizativa. Posteriormente, revisa la situacin nacional cuyo punto neurlgico, arma, ha sido la falta de una denicin de proyecto de nacin, omisin ensombrecida por la errnea idea de la transicin poltica como la va para consolidar la democracia en Mxico. Sin menospreciar el hecho de que la movilizacin social sigue siendo central en el proceso de paz, por lo que busca realizar una caracterizacin de su momento actual. El autor examina la condicin del conicto chiapaneco: vigente todava y diversicado, aunque ya con cierta carencia de visibilidad y de suciente peso en la opinin pblica, lo cual indica una etapa distinta en su desarrollo, donde el esfuerzo de comprensin y diseo de estrategias de solucin deben ser, de nueva cuenta, fundamentales. Complementa su exposicin con un cuadro comparativo de los elementos subjetivos y objetivos que se han modicado a lo largo de estos aos de conicto, para nalizar sealando los retos centrales que sociedad civil, gobierno y el propio el movimiento tienen para renovar el proceso de paz y encontrar una solucin al conicto chiapaneco. Rafael Grasa, en Lecciones del proceso de negociacin y de paz: el caso mexicano vis a vis los latinoamericanos, realiza un anlisis comparativo entre el conicto en Chiapas y varios casos latinoamericanos, destacando una serie de diferencias entre los procesos de paz y de negociacin en la regin. Para tal efecto, resalta algunas caractersticas del Estado mexicano; como la transicin a la democracia previa al levantamiento armado; el traslape de los niveles nacional, federal y local en la negociacin; y la autonoma en el proceso de paz derivada del propio sistema federal, mismas que imprimieron ciertas particularidades al conicto mexicano y chiapaneco.

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Algunas divergencias que Grasa logra establecer entre el proceso mexicano y los casos latinoamericanos son: 1) respecto de la presencia de grupos paramilitares, mientras en Colombia gozan de amplia autonoma, en Mxico se encontraran vinculados a sectores del PRI local y a cuadros del Ejrcito; 2) mientras en Centroamrica intervinieron fuerzas externas en el proceso de negociacin y paz, en Mxico el proceso ha permanecido nacional, y 3) por ltimo, mientras en Colombia y Centroamrica hay un claro apoyo de la clase poltica y econmica a los procesos de paz, en Mxico, son las lites intelectuales las que brindaron su apoyo al EZLN y a una salida pacca y negociada al conicto. Rafael Grasa concluye su ensayo con la idea de que las principales diferencias con otros procesos latinoamericanos derivan, en gran medida, de las caractersticas propias del EZLN, uno de los actores principales del conicto, de sus cualidades pero tambin de sus grandes defectos. Cualidades, como el simbolismo y fuerza que imprime al tema indgena, el amplio apoyo que obtiene de la sociedad civil organizada en su desafo al gobierno, as como la intermitencia de su carcter armado con su presencia en la arena poltica y negociadora. Pero tambin sus serios defectos, como su compleja relacin con las instancias mediadoras, la Comisin Nacional de Asuntos Indgenas y la Cocopa, mismas que terminaron distorsionando su funcin y fungiendo como rbitro entre las partes, perdiendo as su objetividad y capacidad negociadora, al convertirse, a su vez, en actores secundarios interesados del proceso. Jos Mara Rodrguez, en su ensayo EZLN: de la accin armada a la resistencia pacca, analiza de manera crtica las transformaciones del EZLN desde su etapa insurreccional, caracterizada por el uso de la violencia como estrategia poltica, hasta convertirse en una guerrilla peculiar, cuya principal forma de lucha es la resistencia civil y pacca, razn por la cual su identidad es un factor en movimiento. Tal peculiaridad, reexiona el autor, ha obligado a que el EZLN modique su lnea discursiva y se oriente no slo a reinvindicar demandas particulares de autoarmacin tnica, sino a promover una reforma democrtica del Estado mexicano, para, de esta manera, tratar de incidir de forma directa en la dinmica nacional. El anlisis de Jos Mara Rodrguez transcurre por una serie de elementos centrales del zapatismo: novedosas formas de lucha, relaciones de poder que reproducen mecanismos de inclusin y exclusin al interior de la organizacin, entre otras. El autor naliza apuntando los principales desafos a los que la organizacin del EZLN se enfrenta en esta nueva etapa del conicto,

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las que le permitiran una intervencin en una reforma democrtica del Estado y no reconducirse a su ms preocupante debilidad: aislarse y vivir en un retrotraimiento respecto de su zona de inuencia. De la misma forma, el autor no soslaya el gran reto que el gobierno debe afrontar: procesar tales movimientos de disenso radical como parte del fortalecimiento de la democracia mexicana. Henri Favre, en su trabajo El papel de la Iglesia catlica en el conicto, reconoce la importancia que tuvo la Iglesia catlica en el conicto chiapaneco, ms no visto como un logro, sino como resultado perverso del abandono del partido ocial a los conictos que permeaban la dinmica social y poltica en la entidad. De esta manera busca explicar el modo de accin de la Iglesia; Favre encuentra la necesidad de entenderla como un cuerpo cerrado, en donde, a pesar de las diferentes corrientes que coexisten, prevalece el principio de autoridad del obispo en turno. Es por ello que, para entender las acciones emprendidas por el obispo Samuel Ruiz, el autor se remite a sus orgenes culturales y encuentra en su formacin losco-teolgica de corte tomista tradicional y en su educacin inicial en el seno de una familia sinarquista y, por ende, antigubernamental, los elementos que le han dotado de una amplia conciencia social y de una rme conviccin por la dignidad de los pobres; distante siempre de posturas comunistas, no obstante su autoproclamacin antiliberal y anticapitalista. De esta manera, al llegar a Chiapas en los aos sesentas, el obispo Samuel Ruiz asisti el progreso del protestantismo en comunidades indgenas e imit el modelo evangelista de organizacin social, dividiendo la dicesis de San Cristbal en zonas tnicas; planteando dos lneas de accin: una pastoral, que elaborara una teologa india, y otra, social, que fortalecera la cultura indgena en comunidad. Su objetivo: generar una sociedad indgena bajo la accin y el control del clero. El plan no fue completamente exitoso, pues no consider a la Iglesia, realmente india, fuertemente animista y sincrtica, caracterstica de los Altos de Chiapas. Siguiendo la temtica religiosa, Carlos Martnez Garca, en Poltica, religin y conicto, realiza una fuerte crtica a la llamada teora de la conspiracin, la cual considera la llegada del protestantismo a Chiapas, en los aos treintas del siglo XX, como producto del adoctrinamiento de misioneros norteamericanos, por considerarla ofensiva contra los indgenas que, por voluntad propia, decidieron convertirse al protestantismo, amn de ser contraria a los hechos que prueban la polignesis del protestantismo en las zonas indgenas de Chiapas y su presencia anterior a los inicios del siglo XX.

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Resulta de suma importancia, en este ensayo, el nfasis que Carlos Martnez otorga a su explicacin respecto de la relacin entre religin y poltica en Chiapas en particular en las zonas indgenas no slo por la intolerancia religiosa, que a raz del aumento del protestantismo ha generado expulsiones de miles de indgenas de sus comunidades originales, sino por el capital poltico que hasta ltimas fechas ha sido capitalizado por candidatos en sus propuestas de campaa, pues la bsqueda de tolerancia religiosa ha redituado en grandes triunfos electorales. Por ltimo, el autor encuentra en la lnea pastoral de Samuel Ruiz la causa del debilitamiento del protestantismo y de los grupos evanglicos en Chiapas, tratando de reposicionar como dominante a la Iglesia catlica en el estado. Es por ello que concluye dando una vuelta interesante a su argumento: si al conicto religioso en Chiapas se le puede atribuir como una variable en el origen del conicto, tambin ser cierto que puede ser un elemento para su solucin. El ensayo de Gonzalo Ituarte, De la religin a la resistencia, complementa y se contrapone a los anteriores trabajos respecto del papel de la religin en el conicto de Chiapas, dndole un nuevo y muy ilustrativo giro a la explicacin. El argumento central versa en que fue la Dicesis de San Cristbal la que brind a las comunidades indgenas las herramientas crticas y la conciencia de su ser social, es decir, la conciencia de que tenan derechos, por ser ciudadanos y por ser en la lnea del personalismo catlico hijos de Dios. De aqu surgieron miles de catequistas en los primeros 15 aos del obispado de Samuel Ruiz, convirtindose, por tanto, en actores centrales del proceso social y poltico, pues promovan una concientizacin participativa entre los indgenas. De esta manera, explica Ituarte, el levantamiento armado zapatista no podra entenderse sin estas semillas de reivindicacin social gestadas por Samuel Ruiz, aunque tampoco sin los siglos de explotacin y marginacin en que vivieron los indgenas, razn por la cual la va armada no deba sorprender a nadie, llegando a superponerse incluso a la religin. Xchitl Glvez Ruiz, en Multiculturalidad, democracia y derechos indgenas, profundiza en la realidad que viven los pueblos indgenas, partiendo de la existencia de un Mxico plural y diverso, desde sus climas hasta la vastedad de sus culturas. Sin embargo, critica el hecho de que esta diferencia ha sido vista y tratada como una amenaza, cuando los peligros reales se encuentran en la desigualdad, en la pobreza, en la ignorancia y en la misma incomprensin de esta diversidad que debe enriquecernos como cultura.

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La pluriculturalidad de nuestro pas es reconocida en la Constitucin, no obstante este reconocimiento, no ha derivado en una verdadera multiculturalidad. Es necesario trabajar con los avances en la Constitucin para transformarlos en polticas y acciones pblicas especcas y, de esta manera, acabar con la indiferencia y el desconocimiento por parte de la sociedad hacia las comunidades indgenas. Tal situacin, reexiona, nos conducir a una verdadera multiculturalidad, por lo que el papel de los indgenas en esta transformacin debe ser primordial al constituirse en actores dinmicos en la construccin de nuestro pas, donde el respeto y la igualdad sean las premisas. Por otra parte, Luisa Mara Caldern Hinojosa, en su ensayo Derechos colectivos versus derechos individuales. El nuevo reto del Estado mexicano, hace hincapi en el debate entre derechos humanos y derechos colectivos, pues considera que a pesar de que la reforma constitucional (2001) ha reconocido a las minoras tnicas en nuestro pas, sta pondera el respeto a los derechos humanos, que son individuales por denicin, sobre la responsabilidad social y no considera a la cosmogona indgena comunitaria y su sujeto pueblo. La autora trata de dirimir este debate postulando que en ambos casos es el Estado el que debe hacerse responsable de la proteccin de sus valores: del lado individualista, con la proteccin a la libertad y a la igualdad; y del lado colectivo, con la proteccin a la autonoma, pero buscando los medios econmicos para su existencia y dejando a las comunidades la responsabilidad de su distribucin. Por ello, concluye que el reto en nuestra incipiente democracia es la bsqueda de reglas que permitan la articulacin de estos dos tipos de sistemas y que promuevan la tolerancia, el desarrollo y la equidad. Carlos Rojas, en Multiculturalismo y derechos indgenas en Mxico, realiza un balance de la reforma constitucional en materia indgena, con especial nfasis en los retos que enfrenta el texto constitucional en la actualidad. Sin embargo, su preocupacin va ms all, ya que busca la transformacin efectiva de la realidad de los pueblos indgenas. Reconoce que el debate no ha concluido con las reformas y que sta ha recibido mltiples crticas de diversos sectores de la sociedad, principalmente de los ms afectados, los indgenas. No obstante, encuentra dos aportaciones insoslayables de la reforma constitucional: primero, la prohibicin de cualquier forma de discriminacin, cuya principal premisa es el derecho a la diferencia en la conformacin de nuestra sociedad; y, segundo, el derecho al desarrollo econmico y social de los indgenas, y, con ello, a la obligacin del Estado para impulsarlo. A este respecto, es necesaria la articulacin de una poltica consistente e integral a favor de las comunidades indgenas.

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En este sentido, Carlos Rojas plantea cinco desafos fundamentales: traducir el texto constitucional en polticas pblicas; trasladar a las legislaturas locales el derecho a la libre determinacin y autonoma de los indgenas; promover una mayor participacin de los tres rdenes de gobierno, para lo cual, el fortalecimiento de una salida institucional y legal de los problemas agrarios se presenta como un desafo fundamental; construir instituciones que elaboren y ejecuten programas pblicos; y por ltimo, para procesar el conicto chiapaneco, el autor arma que es indispensable articular una nueva iniciativa para restablecer el dilogo. En el ensayo El giro multicultural del EZLN, Aln Arias indaga para encontrar la inuencia de la teora multicultural en uno de los actores fundamentales del conicto y que participaron en su negociacin poltica, y tambin para identicar el punto de inexin que en la accin poltica y en el discurso del EZLN supuso la incorporacin del discurso multicultural. El autor plantea que a pesar de que el multiculturalismo como propuesta terica incorpora a todas las minoras en su bsqueda del reconocimiento; el alzamiento zapatista reivindic nicamente a la enorme minora indgena mexicana. Asimismo, encuentra altamente signicativa, aunque tarda respecto del debate contemporneo, la adopcin de teoras y propuestas multiculturales presentes en la Tercera Declaracin de la Selva Lacandona y en los Acuerdos de San Andrs Larrinzar. El giro se da entonces, tanto a partir del repliegue tctico-militar de los inicios del movimiento, clave para la supervivencia del EZLN, como, mucho despus, con el lanzamiento de La Otra Campaa en 2006, que al articular diferentes movimientos minoritarios, hace del EZLN una vanguardia de nuevo tipo, interdependiente en un movimiento ms vasto y heterogneo. Se advierte en el ensayo la articulacin crtica de ideas multiculturalistas en el discurso poltico y en la estrategia del EZLN articulados en torno a cuatro ncleos temticos o tesis. La primera, plantea el multiculturalismo como discurso poltico, ya que al postular una poltica de reconocimiento el movimiento zapatista legitima su intervencin poltica en un universo discursivo ms amplio que el restringido revolucionarismo latinoamericano, de corte marxista-leninista. La segunda, es la asuncin de la crtica multicultural al programa liberal de extensin de los derechos individuales, donde el EZLN refrenda su posicin de centralidad de los derechos colectivos a la libre determinacin y a la autonoma. La tercera tesis se reere a la propuesta de un Estado plural, es decir, la necesidad de crear un nuevo marco jurdico que integre los derechos colectivos al tiempo que busque la unin social mediante

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el fomento a la solidaridad, un pacto intercultural que no un contrato. Por ltimo, la cuarta tesis, consiste en una interpretacin integralista de la nocin de cultura, que enfatiza el sesgo que ha generado el EZLN respecto del concepto de cultura inicial de los multiculturalistas, pues al atrincherarse en el relativismo cultural extremo, si bien busca presionar al Estado, genera tambin control y aislamiento conservacionismo cultural en las propias comunidades donde es hegemnico. La aportacin del ensayo consiste en demostrar que el zapatismo incorpora el discurso multicultural, pero lo hace conforme a sus propios intereses, politizndolo y complementando la ideologa revolucionaria propia del EZLN. Por ltimo, Aln Arias y Jos Mara Rodrguez, en su ensayo La Otra Campaa: disenso extremo, etnicidad y democracia,2 culminan esta compilacin de ensayos con un anlisis sobre uno de los elementos de este giro multicultural, es decir, la ltima estrategia propagandstica y de accin poltica del EZLN, La Otra Campaa, misma que surgi en el contexto electoral de 2006, al sumarse al tiempo que negaba el abanico de opciones electorales bajo el lema de construir una nueva forma de hacer poltica. La Otra Campaa es la estrategia que ha mostrado el verdadero objetivo programtico del EZLN, un objetivo no solamente indgena y s propiamente poltico, un objetivo no de carcter particularista, como podra derivarse de su impronta indgena, sino de pretensin universal y revolucionaria, un objetivo con resabios leninistas, que consiste en conformarse como un actor polticomilitar que desafa al rgimen promotor de la injusticia y la desigualdad. Para lograr su objetivo, el movimiento zapatista se reivindic como la verdadera y nica opcin anticapitalista y de izquierda en el pas. Busca incorporar mediadamente, en torno a su convocatoria de autonoma indgena, a todas las minoras dispuestas a la resistencia y la rebelda para luchar por sus derechos particulares, a grupos disidentes y a movimientos antisistmicos, que le ofrecen perspectiva general. Se ha ensayado, as, una reestructuracin organizativa al interior del EZLN, se han tejido redes y se ha intentado una ampliacin de sus bases, buscando tener presencia en todo el pas y cambiando, asimismo, su modus operandi, al dar prioridad al talante civil y pacco, no obstante subsistir en el ncleo organizativo e ideolgico de su comando la tesitura poltico-militar.

Una versin abreviada de este texto fue publicada en la revista Este Pas, nm. 184. Mxico, julio de 2006.

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Los autores reexionan sobre la muy limitada capacidad de respuesta del gobierno a las demandas del EZLN y encuentran su razn de ser en la contradiccin de valores entre el Estado constitucional democrtico, de naturaleza liberal, con demandas de reconocimiento de derechos a las minoras tnicas y de autonoma territorial. Resaltan una paradoja en el accionar del EZLN, pues ste lucha en contra del Estado, por ser liberal, cobijndose, a su vez, en las libertades polticas y en la opinin pblica, propias de ese mismo Estado y de la democracia liberal. Hasta aqu la resea sinttica de los ensayos reunidos en este ttulo, Multiculturalismo y derechos indgenas. El caso mexicano. El libro, en virtud de la heterogeneidad y multidimensionalidad de sus aproximaciones, ofrece las condiciones para contribuir de manera crtica y polmica al debate poltico y terico que subyace en el no resuelto conicto entre el EZLN y el Gobierno mexicano, y apunta a la complejidad de la cuestin indgena en Mxico, as como a la discusin sobre los signicados y limitaciones de la reforma constitucional en materia de derechos y cultura indgena, aprobada en el 2001 por el Constituyente Permanente. La resolucin de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin declarndose incompetente para calicar los procedimientos del Constituyente Permanente al modicar y/o adicionar el texto de la Carta Magna y, con ello, suspender cualquier impugnacin legal a la reforma indgena en el mbito nacional marcaron el cierre de una etapa crucial del proceso de incorporacin de los derechos de los indgenas al entramado institucional y jurdico del pas, pero, con ello, han dejado abierto un debate que requiere mayor voluntad y compromiso de las partes involucradas. El libro que hoy est en sus manos quiere contribuir de buena fe y con inteligencia a esa discusin terica y poltica seera para nuestro pas en el siglo XXI. Como podr advertir el lector, su nimo plural es irrecusable. Karina Hernndez y rsula Snchez han realizado un trabajo inteligente de recopilacin y correccin de los materiales. El director general del Centro Nacional de Derechos Humanos, Vctor M. Martnez Bull-Goyri, ha brindado las condiciones necesarias y el apoyo para la publicacin de este libro. Aln Arias Marn Ciudad de Mxico, noviembre de 2007

CONTRIBUCIN A UN DIAGNSTICO DEL CONFLICTO EZLN-GOBIERNO DE MXICOAln Arias Marn* Jos Mara Rodrguez** INTRODUCCIN El ensayo que a continuacin se presenta es un estudio analtico, sustentado en una evaluacin crtica de los datos e informaciones de mayor signicado que han conformado el conicto armado y el proceso de paz en Chiapas de 1994 a la fecha, desatado por la insurreccin del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN). Est implcito en la investigacin, el anlisis de los principales actores que han incidido directa y primariamente en el conicto, as como aquellos que han tenido una participacin destacada durante los diversos momentos de su desarrollo. No es una reconstruccin histrica de los hechos, sino un ejercicio terico sobre momentos de alto contenido estratgico. La perspectiva terica con la que se emplaza el conicto tiene como horizonte la construccin de la paz. Por ello, la ecuacin que sirve de hilo conductor es la de las relaciones entre los valores antagnicos de la paz y la violencia. Desde la situacin actual y en el marco de la teora de la resolucin de conictos se ponderan selectivamente los episodios y las iniciativas polticas y discursivas de los actores de un conicto caracterizable no slo como no concluido, sino como potencialmente intratable o de muy difcil solucin, en tanto que resiste a un procesamiento en trminos de distribucin equitativa** Ex secretario tcnico de la Comisin para el Seguimiento y Vericacin de los Acuerdos de San Andrs. FCPyS, UNAM. Cenadeh, Mxico. ** FCPyS, UNAM. Universidad Autnoma de Coahuila, Mxico.

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de recursos econmicos y/o la inclusin del grupo inconforme en la esfera poltica legal. La intencin metdica apunta a un tratamiento en el que se privilegia el diagnstico, soportado en una informacin contextualizada de los hechos ms sintomticos y sus precedentes. Segundo, en tanto que estudio de pretensiones estratgicas, se deriva del diagnstico un conjunto de previsiones crticas respecto del curso del conicto en sus relaciones con el proceso poltico del pas. Por ltimo, se establece un conjunto de criterios generales relativo al modo de consideracin (aproximacin) del conicto, orientado en la perspectiva terica de la construccin de la paz, que apunte idealmente a su resolucin denitiva. Los dos primeros niveles enunciados constituyen una modalidad analtica del conicto armado en Chiapas, en tanto que el tercero, apunta criterios genricos a largo plazo en trminos de la construccin de la paz (peacebuilding).1 Se trata de un concepto que abarca el conjunto de los procesos, planteamientos, actuaciones, instrumentos y recursos necesarios para transformar el conicto y mitigar sus riesgos de reactivacin violenta (escalada), en situaciones de paz estable, justa y duradera. Este ensayo pretende contribuir tambin a las herramientas de evaluacin como un instrumento, cuyos objetivos bsicos en cada caso seran: a) Hacer frente a las dinmicas de violencia (gestin de crisis), a las situaciones de eventual confrontacin armada (ayuda humanitaria, operaciones de mantenimiento y establecimiento de la paz), promover la bsqueda de soluciones negociadas (establecimiento de acuerdos entre partes) y satisfacer las primeras necesidades tras el alto el fuego o inicio de la aplicacin de un eventual acuerdo. Momento del proceso, de alguna manera ya terminado con xito relativo en Mxico (cese el fuego vigente- negociaciones-acuerdos-reforma constitucional). No obstante, el sostenido condicionamiento del EZLN al reconocimiento de los derechos autonmicos de los pueblos, en la exclusiva versin del proyecto de reforma constitucional de la Comisin de Concordia y Pacicacin (Cocopa), se ha conformado como el quid para el destrabamiento del conicto.Johan Galtung, Peace by Peaceful Means, Sage, 1996. A l se debe la clsica distincin asumida por la ONU en 1992 (Una agenda para la paz); entre peacekeeping, peacemaking y peacebuilding.1

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b) Establecer programas de actuaciones de rehabilitacin posblica que logren la desmilitarizacin y reasentamiento de civiles y militares, la reconstruccin, la resolucin de las incompatibilidades, la normalizacin y mejoramiento de la imagen internacional del pas y su Gobierno y, por ltimo, la progresiva reconciliacin entre las partes y actores implicados en los conictos previos. c) Fomentar y consolidar la transformacin del contexto y del pas para reducir al mnimo posible la probabilidad de que nuevos conictos deriven en conductas violentas sistemticas y persistentes, y, nalmente, propiciar mtodos alternativos y paccos de resolucin de controversias. En sntesis, la intencin del presente texto consiste en denir criterios generales para eventuales estrategias de intervencin, que a partir del diagnstico del conicto y las previsiones consecuentes, permitan pasar de la regulacin a la reconciliacin, mediante el cambio constructivo de actitudes, comportamientos y relaciones entre las partes. Se trata de un trabajo hbrido, a caballo entre la investigacin terica y lo que podra denominarse como un policy paper. Nuestro agradecimiento a Rafael Grasa, de la Universidad Autnoma de Barcelona, y a Gustavo Hirales, por sus invaluables aportaciones, su rigor en la discusin y su inteligencia para discernir lo esencial de lo accesorio. Laura Buenrostro y Karina Olivares han sido generosas e inteligentes colaboradoras; asimismo, Karina Hernndez y rsula Snchez. Ciudad de Mxico, 2004-2007 DIAGNSTICO 1. CONFLICTO ARMADO El conicto poltico-militar en Chiapas, iniciado el 1 de enero de 1994, con la insurreccin del EZLN, tiene como caracterstica principal el ser un conicto armado interno o intraestatal. En sus inicios (primeros 12 das), se trat de una confrontacin abierta y armada entre dos partes centralmente organizadas el EZLN y el Gobierno del Estado mexicano mediante una serie continuada de enfrentamientos

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militares. La disputa es por el poder gubernamental y el control de territorios. As han de entenderse tanto la declaracin de guerra al Ejrcito Federal, para deponer al Gobierno ilegtimo, como la ocupacin de las ciudades de Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y San Cristbal de Las Casas (importantes cabeceras municipales del estado de Chiapas), por parte del grupo insurrecto. De acuerdo con los criterios estandarizados de los organismos y centros de investigacin internacionales dedicados al monitoreo, registro, estudio y clasicacin de los conictos armados,2 para catalogar un enfrentamiento como tal deben cumplirse los siguientes requisitos: a) La implicacin de al menos un estado (su Gobierno, sus Fuerzas Armadas o de seguridad), y una organizacin opositora, que ha optado por el uso de las armas, y b) que hayan acaecido, por lo menos, 25 vctimas mortales en combate. De acuerdo con esta denicin, internacionalmente aceptada, el conicto en Chiapas entre el EZLN y el Gobierno Federal puede caracterizarse de inicio como un conicto armado. 2. CONFLICTO ARMADO INTRAESTATAL Otra caracterstica bsica del conicto aqu analizado consiste en el hecho de que se desarrolla en el interior del territorio de un pas, entre el Gobierno de un estado y un grupo o varios grupos opositores internos, sin la intervencin de otros estados. Tal ha sido el caso, en sentido estricto, del conicto entre el EZLN y el Gobierno Federal de Mxico. Ahora bien, conviene no eludir en el anlisis, sus dimensiones regionales e, incluso, internacionales; pues si bien se trata de un conicto interno o intraestatal, de acuerdo con la denicin, no podemos obviar las inuencias y repercusiones extranacionales que ha tenido. Lo primero que hay que apuntar, y que le otorga una peculiaridad importante al conicto mexicano y a toda la etapa del posconicto, radica en el contexto temporal e internacional en que se sita, la dcada de los noventas decremento considerable de losAqu hacemos referencia sinttica a los criterios utilizados, principalmente, por: Internacional Peace Research Institute, Oslo (PRIO); Departament of Peace and Conict Research, Uppsala Universitat, y La Escola de Cultura de la Pau, Universidad Autnoma de Barcelona.2

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conictos armados (especialmente en Amrica Latina) y ya instalado en un sistema internacional propio de la posguerra fra, con el descentramiento de muchos de los temas tradicionales de las dcadas pasadas y el quebrantamiento de los equilibrios establecidos (por ejemplo sintomtico, la impertinencia de esgrimir un peligro subversivo comunista). Asunto, ste, sumamente signicativo al tratarse de un conicto desatado por una organizacin guerrillera en principio de corte centroamericano en Mxico, pas limtrofe con Estados Unidos y con quien se desarrolla la parte ms fundamental y sustantiva de las relaciones exteriores y del intercambio comercial y econmico. La sensibilidad respecto del conicto, por parte del Gobierno estadounidense, era (y es) altamente signicativa. Hay que decir que, prcticamente desde el comienzo del conicto, el Gobierno americano fue proclive a una solucin poltica no de fuerza. Luego de una valoracin acerca del riesgo militar que efectivamente representaba el EZLN y una vez constatada la superioridad tctica y de fuego del Ejrcito mexicano en el campo de fuerzas, el Departamento de Estado recomend, explcitamente al Gobierno mexicano, privilegiar de inmediato la va de solucin poltica al levantamiento. Conviene no olvidar que la coyuntura de la insurreccin estaba marcada por la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte, asunto que resultaba tambin de alta prioridad para el Gobierno de Washington. Posteriormente, el Gobierno estadounidense mantuvo una discreta posicin ante el proceso de negociacin y, en trminos ms generales, en relacin con el proceso de democratizacin en curso en el pas asimismo en torno a la situacin de los derechos humanos, durante los ltimos aos de los noventas del siglo pasado. Lo sealado anteriormente explica en buena medida que desde la comunidad internacional no hayan existido presiones difanas y continuadas a favor de la negociacin o para apresurar el proceso de paz, si bien fue notable la insistencia de que no sera aceptable ningn tipo de solucin militar. En la medida en que el Gobierno mexicano pudo acreditar su voluntad negociadora y resultados pacicadores si bien relativos y parciales efectivos, la comunidad internacional y los organismos multilaterales tuvieron un comportamiento benevolente para con las autoridades del pas. En contraste, hubo una franca disociacin entre las posiciones gubernamentales de la inmensa mayora de los pases Estados Unidos, Italia, Francia, Espaa y los pases nrdicos y latinoamericanos respecto de la sociedad civil y la opinin pblica de esos pases, francamente favorables al

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proceso de paz, a la democratizacin del pas, crticos respecto de la situacin de los derechos humanos, e, incluso, con posturas favorables a las posiciones del EZLN. Tal posicionamiento fue acompaado con la presencia activista de mltiples organizaciones sobre el terreno y con misiones de observacin en las comunidades de la zona de conicto en Chiapas. En ese tenor, el proceso de negociacin y de pacicacin a diferencia de los procesos de paz en Centroamrica (dcadas de los setentas y ochentas), donde la presencia de fuerzas externas es inicialmente crucial tiene en el caso mexicano gnesis, races y protagonistas fundamentalmente nacionales. Dos razones de peso explican este reforzamiento del carcter interno o intraestatal del conicto. Por un lado, con relacin a la comunidad internacional, hay que sealar que el conicto armado y su secuela de subconictos violentos agrarios, inter e intracomunitarios, paramilitares versus bases de apoyo, interreligiosos, etctera nunca afectaron la seguridad subregional (otros estados de la Repblica Mexicana) o regional (pases centroamericanos, no digamos Estados Unidos). Por otro lado, la cultura poltica nacional, dotada de una fuerte conciencia de soberana nacional y contraria a la injerencia externa, produjo una opinin prcticamente homognea incluso entre los actores primarios en el sentido de que el conicto deba resolverse entre mexicanos. En ese sentido, es de destacar la insistencia, permanente y reiterada, del EZLN por obtener el estatuto de fuerza beligerante, a n de enmarcar su lucha al amparo de los correspondientes Tratados de Ginebra, as como para gozar de las atribuciones que para su desplazamiento e intervencin en los foros de los organismos multilaterales le ofrecera tal carcter.3 Es de notar que, invariablemente, la postura del Estado mexicano los tres Gobiernos y, en principio, el del presidente Caldern, que han atendido el conicto ha sido contraria a tal pretensin del grupo inconforme. El estatuto de fuerza beligerante, internacionalmente reconocido, alterara sustancialmente el carcter del conicto, modicando las condiciones de su tratamiento estatal, elevando innecesariamente la complejidad, ya de suyo alta, del mismo. Durante el desarrollo del conicto han incidido tambin en l una serie de factores internacionales signicativos, desde el trasiego de armas provenientes de Centroamrica y de los Estados Unidos, el inters y las observaciones de algunos organismos multilaterales, el intercambio de informacin polticaPlanteamiento hecho desde la Primera Declaracin de la Selva Lacandona, dada a conocer el 1 de enero de 1994.3

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y de inteligencia del Gobierno mexicano con el de Estados Unidos, amn del relevante papel de organizaciones internacionales como el Comit Internacional de la Cruz Roja y de numerosos organismos civiles no gubernamentales extranjeros. Se puede concluir, en este plano internacional, que observamos efectivamente un conicto interno, con diversas dimensiones internacionales atenuadas, internacional en sentido dbil, puesto que no ha habido injerencia directa de ningn otro Estado, ni de organismos multilaterales a lo sumo, algunas referencias en las recomendaciones de la Comisin de Derechos Humanos de la ONU y en las del Relator de Asuntos indgenas de ese organismo.4 3. CONFLICTO ARMADO MENOR Si se atiende a la intensidad del conicto armado, el del EZLN con el Gobierno de Mxico tendra que ser clasicado como un conicto menor. Los parmetros para construir esta caracterizacin son los que siguen: a) Menor: no menos de 25 vctimas mortales por cada ao, a lo largo de la duracin del conicto. b) Intermedio: ms de 25 bajas por ao y un total de ms de 1,000 a lo largo del conicto. c) Guerra: al menos 1,000 muertos por cada ao de existencia activa del conicto. La categora de conicto intermedio no signica necesariamente una mayor intensidad respecto de los caracterizados como conictos menores, sin embargo, incorpora un elemento histrico, que no es codicado en las categoras de conictos menores o de guerra. El caso que aqu se estudia se corresponde adecuadamente al de conicto intermedio, pero tan slo durante el primer ao del conicto, en el cual se calcula hubieron entre 300 a 400 vctimas mortales. No obstante, al no haber superado, a lo largo de los casi 14 aos de vigencia del conicto, las 1,000 bajas de acuerdo con las caracteri4 En todos los casos, los organismos multilaterales siempre reconocieron que la va de solucin pacca y poltica del conicto, mediante el dilogo, era el camino adecuado, mismo que haba sido implementado desde la suspensin unilateral de las hostilidades por parte del Gobierno mexicano, desde el 12 de enero de 1994.

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zaciones del Internacional Peace Research Institute de Oslo y la Uppsala Universitet el conicto mexicano queda circunscrito a los codicados como conictos menores (hasta 1994, actualmente ya no aparece en las clasicaciones referidas). Cabe considerar que esta tipologa excluye cualquier hecho de violencia que no involucre explcitamente a los dos actores principales del enfrentamiento el EZLN y el Gobierno Federal mexicano. De tal modo que incidentes armados protagonizados por fuerzas irregulares no directamente encuadrados en los aparatos militares organizados por las fuerzas en juego no son considerados en el cmputo ocial de bajas, a lo largo del tiempo de la confrontacin. Desde ese punto de vista, episodios lamentables como los de Acteal (ms de 25 vctimas fatales), en diciembre de 1997, y los de El Bosque (menos de 25), en mayo de 1998, son, en rigor, excluidos del campo observable del conicto; no obstante, para un anlisis ms complejo, por supuesto, que gravitan con fuerza en la dinmica del proceso. Esta concepcin clsica del conicto armado considera como actores primarios del conicto slo al grupo inconforme y al Gobierno, en tanto que otras perspectivas tericas, ms actuales, incorporan a las fuerzas irregulares, los grupos paramilitares y a las organizaciones y bases sociales vinculadas a los inconformes o a sus adversarios, como protagonistas directos actores tambin primarios en la dinmica del conicto. De ese modo, episodios como los aqu sealados, debieran considerarse momentos consustanciales al conicto general. 4. CONFLICTO CONCLUIDO. PERSPECTIVA RESTRINGIDA En las clasicaciones internacionales,5 donde priva esa perspectiva restringida a la que se ha aludido, el conicto del EZLN con el Gobierno mexicano aparece como concluido, en tanto que naliz la fase de violencia directa en el enfrentamiento y posteriormente se suscribieron, como resultado de las negociaciones, los Acuerdos de San Andrs. Desde este punto de vista ortodoxo, ocialmente aceptado por los gobiernos y los organismos multilaterales, el caso mexicano puede ser catalogado como uno en el que se alcanz la pacicacin, gracias al predominio de la negociacin respecto de la conDepartament of Peace and Conict Research, Uppsala Universitat; International Peace Research Institute, Oslo. Marzo, 2004.5

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frontacin directa; se transit efectivamente de una relacin no pacca a otra de tipo pacco. Una vez realizadas las tareas de contencin preponderantemente militares del levantamiento armado, el Estado mexicano procedi a instrumentar medidas de conanza, como el cese unilateral al fuego y una ley de amnista para, de ese modo, establecer las condiciones propicias a la negociacin en aras de un acuerdo de concordia y pacicacin. Despus de la fase de conicto armado abierto el proceso de la negociacin, durante sus dos momentos 24 de febrero al 1 de marzo de 1994; 9 de abril al 3 de septiembre de 1996, se ha realizado bajo el acatamiento de la tregua y sin combates directos; situacin bastante singular si la comparamos con la mayora de las negociaciones en contextos de conicto armado, donde a menudo las conversaciones ocurren concomitantemente a los enfrentamientos militares. Esta peculiaridad del procesamiento del conicto en Chiapas, para neutralizar las contradicciones entre las partes, ha inuido decisivamente en las consideraciones asumidas por quienes dan por concluido el conicto. Tal comprensin del conicto como concluido se entiende en virtud de que el proceso ha incorporado, al menos cuatro factores fundamentales para la pacicacin en Chiapas. A saber: la limitacin de la violencia y el acotamiento de sus consecuencias y efectos; la implementacin del dilogo y sus reglas; la suscripcin de acuerdos si bien parciales mediante la negociacin; y, por ltimo, el cumplimiento de los compromisos, en particular, la incorporacin constitucional de derechos autonmicos de los indgenas. En este sentido, destacan como puntos de inexin: a) el cese unilateral del fuego y una tregua militar vigente (desde enero de 1994); b) la Ley para el Dilogo, la Conciliacin y la Paz Digna en Chiapas (marzo de 1995); c) los Acuerdos de San Andrs Larrinzar, en materia de derechos y cultura indgenas (febrero de 1996) primera parte del Acuerdo de Concordia y Pacicacin, que pondra n al conicto, y d) la reforma constitucional en materia de derechos y cultura indgena (abril de 2001). La estrategia estatal implementada hasta ahora por todos los gobiernos que han atendido el conicto ha sido suciente, desde la perspectiva propia del rgimen poltico Gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y parti-

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dos polticos, toda vez que se ha emplazado la cuestin con un criterio de corto plazo para privilegiar la regulacin o pacicacin del conicto, en un marco poltico conceptual, ms amplio perspectiva, en parte, compartida por el EZLN de democratizacin del pas. Tal proceso democratizador, meramente formal o procedimental, ha supuesto, desde el punto de vista de la sociedad poltica, el efectivo reconocimiento y respeto de libertades, elecciones libres, sistema plural de partidos, equilibrio de poderes y Estado de Derecho. En resumen, con una mirada poltica y estratgica centrada en el logroconstruccin del consenso, el Estado mexicano ha considerado al EZLN como una organizacin susceptible de ser incorporada a la vida poltica institucional explcitamente en la Ley para el Dilogo, la Conciliacin y la Paz Digna en Chiapas, mediante su reconguracin en una fuerza poltica legal. Desde una perspectiva restringida, con la concrecin de las reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indgena en 2001, el conicto alcanzara el grado de terminado o concluido. sta es la opinin dominante en el mbito internacional y en los organismos multilaterales,6 por lo que en el mbito de la comunidad internacional y su correspondiente perspectiva de las relaciones internacionales priva la consideracin de que el Gobierno de Mxico ha cumplido con los compromisos pactados. La votacin unnime a favor de la reforma constitucional en el Senado de la Repblica y de holgada mayora en la Cmara de Diputados, as como en la mayora de los Congresos locales, amn de la raticacin constitucional de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin ante los recursos de inconstitucionalidad en contra de las reformas, interpuestos por municipios con alta poblacin indgena, han resultado criterios slidos y concluyentes para esta consideracin del conicto como concluido. 5. CONFLICTO NO RESUELTO. PERSPECTIVA CRTICA No obstante, para una consideracin del conicto ms compleja, a pesar de la presencia de los elementos sealados, aptos y sucientes para la regulacin o pacicacin del conicto, se trata de aspectos por s mismos insucientesBanco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y FMI; tanto la ONU como la OEA han dejado atrs su preocupacin por el conicto armado en cuanto tal y focalizan su atencin en la cuestin de los derechos indgenas.6

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para dirimir o resolver denitivamente la confrontacin y, lejos, por supuesto, de la reconciliacin entre los actores centrales del conicto, no digamos de la restitucin armoniosa del tejido social y econmico de la zona de inuencia del EZLN. Desde un punto de vista crtico, para una resolucin autntica del conicto, los gobiernos de Mxico que han enfrentado el conicto con el EZLN, han operado en el plano de la gestin, la regulacin y los acuerdos (parciales), pero estn lejos de la resolucin y la transformacin del conicto, al mantenerse en el plano de la mera pacicacin. Ver cuadro 1: cuadro modicado por Aln Arias Marn y Jos Mara Rodrguez, sobre la base de Adam Curle y John Paul Lederach. Cuadro 1 Dinmica del conicto armado en Chiapas, perspectiva restringida3. Negociacin. (El resultado es la suscripcin de los Acuerdos de San Andrs en materia de derechos y cultura indgenas.) 4. Desarrollo pacco. (Cumplimiento de los compromisos por parte del Gobierno, principalmente, la reforma constitucional indgena.)

Concienciacin (previa a la insurreccin, de mayo de 1992 a diciembre de 1993.)

Confrontacin (1 al 12 de enero de 1994.)

Conicto latente

Conicto abierto o maniesto

Conicto concluido

6. PRESENCIA DE OTROS ACTORES POLTICOS Durante la confrontacin, as como en las dos fases de la negociacin ya sealadas, concurrieron otros actores diversos de los primarios o principales

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(EZLN y Gobierno Federal), mediante mecanismos de presin, poder, induccin y/o amenaza. Es pertinente destacar algunos rasgos decisivos de la participacin de los actores indirectos con mayor protagonismo en los procesos de paz, la comunidad internacional (de la que ya se ha hablado, ver supra), la sociedad civil y las lites nacionales. a) Sociedad civil Destaca en el conicto mexicano la participacin de organismos de la sociedad civil, movilizndose en contra de la violencia, a favor de una solucin poltica y negociada al conicto, al tiempo que expresaban su solidaridad con las demandas y motivaciones de los insurgentes si bien no necesariamente con la va armada. El papel de la sociedad civil ha sido reconocido como mucho ms activo y fuerte en Mxico que en cualquier otro caso reciente (sobre todo en referencia a la Amrica Latina). Se incluyen aqu como constituyentes de la sociedad civil, a movimientos sociales, grupos y fuerzas culturales, a sectores movilizados de los partidos polticos de oposicin (en virtud de que su comportamiento fue ms asimilable al de la protesta societal que al de la oposicin poltica en sentido estricto), toda vez la resquebrajada percepcin de la hegemona del PRI y la supuesta subordinacin hasta los comicios de 1997 del Legislativo a la conduccin presidencial, as como, particularmente, a los actores religiosos o con dimensin religiosa. Se puede considerar que la sociedad civil constituy una de las fuerzas de presin en pro de una solucin poltica al conicto armado y un incentivo vlido tanto para el Gobierno como para el EZLN para la negociacin. Se destacan dos momentos principales de explicitacin pblica de la voluntad de la sociedad civil, que contribuyeron ostensiblemente a inhibir el riesgo de la prevalencia de la lgica militar. Un primer momento, en enero de 1994, buscando incidir indirectamente en la decisin del presidente Salinas de declarar el cese unilateral del fuego y, luego, una segunda ocasin, en los das posteriores a la ofensiva militar del 9 de febrero de 1995, que repleg al EZLN a las posiciones previas al alto el fuego inmediatamente posterior al levantamiento y que condicion la fase de reanudacin e institucionalizacin del dilogo. La sociedad civil nacional se articul con ecacia con grupos y redes de la sociedad civil internacional en una amplia, heterognea y desigual alianza

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con el EZLN.7 Ese conglomerado de redes y organizaciones funcion como incentivo para la negociacin y como presin vigilante sobre el Gobierno. Asimismo fungi como un factor de compensacin dada la desigualdad militar la inicial y las derivadas, tanto del debilitamiento producto de la derrota militar, como de su propia recticacin poltica (no insistir en la declaracin de guerra al Ejrcito y al Ejecutivo y la toma de la capital y el poder). La capacidad e inventiva del accionar de la sociedad civil (redes, foros, cabildeos, consultas, caravanas, campamentos de paz, brigadas de observacin, asistencia tcnica, etctera), relevante si lo comparamos con los procesos de paz en Amrica Latina, particularmente, los centroamericanos, han marcado un hito en las movilizaciones polticas de proteccin a un grupo armado y a las poblaciones que le sirven de base social. En buena medida, tal cobertura se debi a las nuevas condiciones de participacin propiciadas por el proceso de transformacin poltica del pas. No obstante, el balance negativo respecto de la participacin de la sociedad civil radica, por una parte, en su baja capacidad de incidencia en las lites econmicas y polticas dominantes en el pas y, sobre todo, su intermitencia y subordinacin a los momentos de sobrepolitizacin del curso poltico, que propiciaba divisiones y fracturas del bloque de solidaridad con el proceso paz y con el EZLN. El caso mexicano muestra otra peculiaridad si se le observa en clave comparativa con otros procesos de negociacin con grupos armados. No slo el factor internacional es dbil respecto del proceso, sino que el papel y el peso especco de las elites dominantes que en otros pases (El Salvador, Colombia y Guatemala) fue tan relevante, es prcticamente nulo en Mxico. La percepcin que dichos sectores tuvieron del proceso8 es que las dimensiones y an el carcter irresuelto e inconcluso de las negociaciones, no pona (pone) en riesgo sus intereses o sus proyectos futuros, puesto que el conicto era incapaz de modicar el equilibrio de fuerzas o de propiciar algn deterioro institucional apreciable. En todo caso, alguna de las facciones ms duras llegaron a manifestarse favorables a soluciones policiales o de imposicin del orden.

7 David Ronfeldt et al., The Zapatista Social Netwar in Mexico, Rand Corporation, Arroyo Center, 1998. 8 Neil Harvey, Las causas de la rebelin en Chiapas, en Chiapas los desafos de la paz, Woodrow Wilson / ITAM, 2000.

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b) Instancia de mediacin El protagonismo de la sociedad civil tiene, sin embargo, su expresin ms alta en las instancias de mediacin e intermediacin. Dichas instancias surgen o se ofrecen para cumplir tales funciones sin que los actores primarios soliciten su intervencin. Tanto en la fase de la confrontacin inicial, como durante los distintos momentos de la negociacin, la funcin mediadora fue realizada con ecacia discutible por el obispo de la Dicesis de San Cristbal, Samuel Ruiz Garca. En el primer momento 8 de enero a noviembre de 1994 la mediacin se personaliz en el prelado, en tanto que en la segunda fase noviembre de 1994 a junio de 1998 las tareas mediadoras (reconocidas por el Gobierno hasta marzo de 1995) se desarrollaron colectivamente, por parte de la Comisin Nacional de Intermediacin (Conai), cuya gura predominante sigui siendo el obispo Ruiz. La Conai estuvo atravesada por tensiones internas irreductibles. Nunca pudo acreditar ntidamente su carcter de instancia civil, tanto por la concepcin pastoral que a la mediacin le atribuy siempre el obispo Ruiz (contradiccin no resuelta de los factores laico-religioso), como por los conictos internos derivados de su protagonismo (contradiccin no resuelta de las caractersticas individual-colectivo). Otro notable defecto de construccin de la Conai consisti en su pertenencia y arraigo a la zona, incluso (aunque de modo indirecto), al proceso de cristalizacin del conicto en su fase armada, lo que lo converta en automtico en un actor con proyecto e intereses especcos en juego y vulneraba per se su neutralidad. Algunos de los integrantes de este organismo tenan un vnculo directo, o cuando menos conocimiento del proceso de conformacin del grupo armado, factor que lo descalicaba para desarrollar funciones atingentes a la resolucin del conicto. La justicacin de su explcita no neutralidad sustentada en el carcter asimtrico del conicto y, en la obligatoriedad moral de favorecer a la parte ms dbil, constituye una falacia que desnaturaliz irreversiblemente la funcin de la mediacin. El involucramiento directo, los intereses y proyectos de la Conai con relacin al conicto y al proceso de su resolucin hicieron particularmente tensas las relaciones con el EZLN, al punto de frecuentes descalicaciones, divergencias e, incluso, confrontaciones violentas. Por otra parte, las relaciones con el Gobierno fueron igualmente infelices. Siempre la Conai fue percibida como no imparcial, poco cercana a las posi-

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ciones gubernamentales y renuente a la aceptacin de sus posturas, con ello siempre fue valorada problemticamente su capacidad de asumir las labores de comunicacin orientadas al acercamiento de las partes. En los momentos de mayor tensin la instancia mediadora fue vista ms como parte del problema que como elemento de la solucin. A nal de cuentas, la Conai y su personicacin evidente en el obispo Ruiz ofrecieron resultados insatisfactorios para las partes en lo que concierne a sus labores de reconciliacin de los intereses y necesidades de los actores principales, en la instrumentacin de puntos de equilibrio conducentes a superar discrepancias en el curso del dilogo, as como a negociar el intercambio de promesas y compromisos mutuamente bencos. En sntesis, la Conai lleg a constituirse, en mltiples ocasiones, en un obstculo para transformar las relaciones conictivas de quienes se sometieron a la mediacin. Valga decir que, en buena medida, sus limitaciones obedecieron a que su intencin mediadora result trascendida por su papel de garante y constructor de la paz (funciones ajenas a una ecaz instancia de mediacin). c) Instancia coadyuvante La gura de la coadyuvancia aparece formalmente en la Ley para el Dilogo, la Conciliacin y la Paz Digna en Chiapas, bajo la forma de una comisin de legisladores y representantes de los Poderes Ejecutivo y Legislativo del estado de Chiapas en virtud de su pertenencia partidaria, la Cocopa. En su origen el presidente Zedillo la concibi (Comisin Legislativa de dilogo y conciliacin en el estado Chiapas, diciembre de 1994) como mecanismo para desplazar y sustituir el trabajo de mediacin realizado por el obispo Samuel Ruiz. Sus funciones eran, en rigor, las propias de la mediacin, tales como facilitar la comunicacin y colaboracin entre las partes, para superar la situacin de tensin en que se encuentran, con la nalidad de alcanzar un acuerdo negociado de pacicacin, en torno a los temas de fondo de la disputa entre los actores primarios. Sin embargo, ante la exigencia del EZLN de incorporar ocialmente a la Conai en el proceso de negociacin, se present una situacin de rivalidad y competencia de dos instancias mediadoras. La dinmica partidaria y el protagonismo de sus integrantes han dominado permanentemente a esa instancia. De ese modo, las decisiones adquirieron un sesgo eminentemente poltico marcado por las coyunturas. Al operar por con-

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senso, en los momentos de mayor complejidad y tensin, las resoluciones de esa instancia incrementaron al mximo su grado de dicultad. En otras situaciones, como fue el caso de la redaccin por mandato de las partes del proyecto de reforma constitucional indgena, predomin el sentido de oportunidad y el afn de trascender como artces centrales de la paz en Chiapas. Al proceder de ese modo, la Cocopa se constituy en una instancia de arbitraje, facultada para dirimir las diferencias en rigor insalvables entre las partes mediante un laudo o ejecutoria (en este caso un texto denitivo) de obligada aceptacin para el EZLN y el Gobierno Federal. El grupo inconforme acept, pese a algunas discrepancias, el proyecto elaborado por los legisladores, sin embargo, el Gobierno lo recus mediante una serie de observaciones crticas. La Cocopa, al ser incapaz de armar su papel de arbitraje ante el Ejecutivo federal, perdi desde ese momento toda posibilidad de interlocucin real con el EZLN, pasando a ser, en clave de la teora de resolucin de conictos, ms un elemento disruptor que coadyuvante de la paz en el presente y de cara al futuro. Si adems se considera el insignicante papel asumido por esa comisin en el curso de las discusiones y aprobacin de la reforma constitucional del 2001, cuestionada radicalmente por el EZLN, se ratica su obsolescencia real respecto del proceso de pacicacin, no obstante su vigencia formal en el marco de la Ley para el Dilogo. En tales condiciones resulta altamente improbable que la Cocopa pueda jugar alguna tarea relevante en la resolucin del conicto. d) Las Fuerzas Armadas Si bien el Ejrcito mexicano no es un actor con identidad propia, al ser parte del Gobierno mexicano, no puede ni debe eludirse el carcter y la signicacin especcas de su comportamiento en el conicto con el EZLN en Chiapas. Las Fuerzas Armadas han constituido un factor relevante en la poltica estatal de pacicacin en Chiapas. En primer lugar, el Ejrcito mexicano ha corroborado su profesionalismo e institucionalidad, as como su lealtad a la autoridad civil. En una situacin indita en la poca contempornea, una vez controlada la ofensiva del grupo armado y con clara ventaja militar, el alto mando del Ejrcito acat la orden presidencial de un cese unilateral del fuego para dar paso a la salida poltica. Con la formalizacin del dilogo mediante la Ley para el

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Dilogo, la Conciliacin y la Paz Digna en Chiapas, y la materializacin sistemtica de las negociaciones en San Andrs Larrinzar, representantes del alto mando militar participaron directamente y desde el comienzo en las negociaciones. Otro comportamiento de la misma ndole es observable al inicio de la administracin del presidente Vicente Fox. Entre las condiciones planteadas por el EZLN estaba el retiro de los campamentos militares de siete puntos estratgica y/o simblicamente importantes de la zona de conicto. Si bien gradualmente y con tiempos decididos con criterios bsicamente militares, los efectivos del Ejrcito se retiraron en abono de la poltica decidida por el presidente para el reinicio de las negociaciones suspendidas. Por otra parte, tanto la insurreccin del EZLN como las tareas de contencin y disuasin que han emprendido las fuerzas castrenses han propiciado una modicacin en el papel poltico que tradicionalmente haban tenido. Desde 1994, el Ejrcito mexicano desempea una funcin de mayor relevancia en el diseo e implementacin de la poltica estatal para la preservacin del orden y la estabilidad polticas. Ante el desafo armado se han consolidado como un actor poltico crucial el elemento de mayor durabilidad y coherencia en el tratamiento gubernamental del problema. Sin que ello pueda considerarse como alguna merma en la institucionalidad civil del Estado mexicano, lo cierto es que, luego de 1994 el peso poltico especco del Ejrcito es mayor y con un juego estratgico decisivo (inuyen, tambin, por supuesto, su papel en la lucha contra el narcotrco y sus tareas en el plano de la cooperacin internacional, en especial con el Gobierno de Estados Unidos de seguridad en la lucha contra el terrorismo, luego del 11 de septiembre del 2001). Por su parte, el Estado mexicano, a lo largo de todo este proceso, ha mantenido una postura consistente, con independencia de las especicidades propias de los tres gobiernos, respecto del proceso de su propia transformacin democrtica. As, es discernible una lnea de compromiso con la bsqueda de una solucin pacca y negociada al conicto desatado por el EZLN, a la que siempre se le ha dado preeminencia sobre una salida militar. Sin embargo y para concluir, no se puede armar, pese a su importancia y signicado, que la presencia y actuacin de este conjunto de otros actores hayan sido determinantes para el diseo y la implementacin de la estrategia del Estado mexicano. Las presiones de la comunidad internacional, las Fuerzas Armadas nacionales, la sociedad civil organizada, los partidos polticos, la Iglesia catlica o de la opinin pblica ha modulado o en todo

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caso han sido copartcipes (de acuerdo a sus lgicas propias) de una estrategia en el tratamiento del conicto, en el que si bien de modo incompleto, no plenamente profesional en trminos de la construccin de la paz, con visin de corto plazo, el Estado mexicano por motu propio ha privilegiado consistentemente la opcin de la solucin poltica, negociada y pacca. El contexto de progresiva transformacin democratizadora del rgimen poltico, de apertura econmica e inditos vnculos con el mundo, condicionaron un comportamiento poltico orientado a la inclusin del EZLN en los cauces legales e institucionales, as como a un reforzamiento de la atencin social de las condiciones de vida de la poblacin involucrada en el conicto. Esa lgica estatal se ha mantenido a lo largo de los aos, no obstante ese cdigo de inclusin no es compartido por el EZLN, que considera esa estrategia poltica del Estado para atender el conicto como insuciente, toda vez que su propsito es de corto plazo y limitado a la superacin de los aspectos violentos y crticos, en tanto que riesgos para la estabilidad poltica, pero que no apunta a una modicacin favorable de los motivos profundos de la inconformidad. Es por esta desavenencia estratgica y esa diferenciacin de cdigos que en mi opinin el conicto est en suspenso y persisten los riesgos de reactivacin de la violencia directa. 7. CONFLICTO DURADERO Y RESISTENTE Con independencia de las consideraciones restrictivas que juzgan el conicto como concluido o resuelto, no puede ni debe eludirse que ante la resistencia del EZLN a los intentos gubernamentales de solucin se observa un conicto prolongado (protracted social conict).9 La duracin del mismo en Chiapas, por ms de 10 aos, muestra empricamente su perdurabilidad, elemento que apunta a su caracterizacin como un conicto duradero o crnico. No se trata de un fenmeno poco comn en el plano internacional. 66 % de los conictos activos en 1999 databan de ms de cinco aos, en tanto que 30 % de los mismos ya haban superado los 20 aos de duracin.10 Los conictos duraderos o prolongados resultan de muy difcil solucin, en el sentido de9 Ver Edward Azar, The Management of Protracted Social Conict. Theory and Cases, Aldershot, Dartmonth, 1990 10 P. Wallensteen y M. Sollenberg, 1999, Armed Conict, 1989-1999, en Journal of Peace Research, vol. 37, nm. 5.

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niquitar sus fases propiamente armadas, an y cuando sus potencialidades de recurrencia como es el caso mexicano sean bajas. Se asocian a estas modalidades crnicas o duraderas de los procesos, al menos tres factores explicativos: a) el carcter predominantemente social de las motivaciones de esos conictos, dotados adems de signicativas bases de apoyo en las zonas de inuencia opositoras; b) la debilidad relativa de las fuerzas insurgentes, en trminos tanto militares como de organizacin poltica, y, en algunos casos, tambin las insuciencias institucionales del estado en cuestin; c) la debilidad intrnseca de los arreglos o acuerdos de paz, incluso las inestabilidades en el cumplimiento del alto el fuego. El conicto del EZLN con el Gobierno mexicano es duradero o prolongado, por consiguiente no ha sido concluido o dirimido, est irresuelto. Se trata de un conicto inactivo, si bien suspendido o en suspenso en trminos generales. La implementacin de medidas orientadas a una solucin temporal del conicto ha logrado poner punto nal hasta ahora a una fase violenta, pero de ninguna manera est excluida del todo la posibilidad de un reactivamiento de las acciones blicas. Este carcter no resuelto del conicto obedece al hecho de que la estrategia instrumentada ha sido limitada, es decir, se ha buscado explcita e implcitamente poner n slo a la fase propiamente armada del conicto y no al conicto en s mismo, al no modicarse las actitudes conictivas de los actores, ni darse cambios signicativos constatables en el plano estructural (lo que no alude a la retrica inasimilable de resolver las causas que originaron el conicto). Las acciones del Estado no se han orientado a la atencin de las inequidades de las estructuras econmicas, polticas y de integracin sociocultural que afectaban y afectan a la poblacin involucrada directa o indirectamente en la confrontacin, pero tampoco a la transformacin de las relaciones de poder en el espacio inmediato de convivencia de los involucrados en el conicto armado. Desde el punto de vista del EZLN y sus simpatizantes, y, en rigor, de quienes participan polticamente desde diversas instancias de la sociedad, as como de quienes demandan el reconocimiento de los derechos de la minora indgena y reivindican el disenso extremo, como medio para acceder a una

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reforma poltica radical del Estado, la estrategia desarrollada por los gobiernos, incluso, la reforma constitucional en tanto que expresin programtica y normativa de tal estrategia, resulta insuciente o limitada. Es por ello que el conicto se mantiene suspendido, en fase de inactividad, pero no ha sido dirimido o resuelto. 8. ACUERDOS DE SAN ANDRS Y PROYECTO COCOPA. EL PUNTO NEURLGICO El conicto mantiene su irresolucin, su latencia, sus potencialidades de riesgo. Si bien no se han reanudado las hostilidades, no se ha derogado la Ley para el Dilogo pese a su inobservancia y la obsolescencia de algunas de sus instancias (Cocopa) e, incluso, no obstante haberse rmado un primer acuerdo en materia de derechos y cultura indgenas, el hecho de que no se pueda considerar al conicto como dirimido o resuelto denitivamente, radica en que la viabilidad del acuerdo la progresin del dilogo y, eventualmente, la rma de la paz ha estado condicionada a la aprobacin del proyecto de reforma constitucional elaborado por la Cocopa, nica interpretacin normativa de los Acuerdos de San Andrs vlida para el EZLN. Sin duda, se constituye el nudo de irresolucin estratgica del conicto. Cuello de botella, potenciado por el nfasis ideolgico y programtico hasta propagandstico que el EZLN ha puesto y pone en la cuestin. El cumplimiento de los Acuerdos de San Andrs, su traslacin a una reforma constitucional, materializada en el proyecto de la Cocopa aceptado por el EZLN y objetado por el Gobierno, luego de haber sido encargado por las partes a esa instancia coadyuvante ha sido el punto neurlgico del proceso de solucin del conicto en diversas ocasiones y momentos. La suscripcin de los Acuerdos de San Andrs, momento crucial de la fase de regulacin o pacicacin del conicto, no obedeca a una misma lgica poltica por parte de los actores directamente involucrados. El Gobierno Federal actu con una perspectiva tctica, orientada al corto plazo y cuyo objetivo principal era la demostracin de su capacidad para superar el conicto con el EZLN, a travs de una solucin negociada, que transcurriera por los cauces institucionales. Con ese objetivo en la mira, la delegacin gubernamental accedi a rmar un texto confuso, susceptible de variadas interpretaciones y que remita su aspecto esencial, los derechos identitarios y autonmicos de los indgenas, a una concrecin bajo la modalidad de una reforma constitucional.

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Por su parte, el EZLN y su cuerpo de asesores valoraron estratgicamente los Acuerdos. El ncleo consista en el reconocimiento explcito de los pueblos y las comunidades indgenas como sujetos de derecho con capacidad de libre determinacin y autonoma, as como una reforma poltica radical, que denira una nueva relacin entre el Estado, la sociedad y los pueblos indgenas. El Acuerdo se implementaba mediante la materializacin de sus contenidos en una reforma constitucional, entendida como un programa revolucionario de reivindicaciones econmicas, sociales y polticas en clave de autonoma indgena. En la medida en la que el EZLN ha condensado en el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrs la justicacin para su intransigencia y la motivacin ideolgica y programtica para la resistencia, el conicto ha encontrado un obstculo insuperable para su resolucin. El modo de intervencin gubernamental, desde la perspectiva neozapatista, ha sido de corto plazo y orientado a limitar las consecuencias del conicto mediante un acuerdo, en el que se establecen compromisos (incumplidos) y, con ello, se obtenga la regulacin o la pacicacin del mismo (ver la gura 1, modicada por Aln Arias Marn y Jos Mara Rodrguez, sobre la base de Vincen Fisas [diferentes abordajes del conicto]). Figura 1 Lmites al procesamiento del conictoIr a las races Cambiar las relaciones Compromisos estructuralesReconciliacin Transformacin Sol. analt. probl. Resolucin San Andrs Cocopa Reforma constitucional

Compromiso a corto plazo Limitar el conicto

Regulacin Acuerdo Gestin

Pacicar

Largo plazo Corto plazo Mediano plazo

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No obstante, al privilegiarse este tipo de tratamiento limitado del conicto, se ha soslayado el hecho de que se enfrenta un problema poltico de muy alta dicultad para su procesamiento, es decir, que se observa conicto intratable.11 Los elementos caractersticos que permiten denir los conictos intratables contemporneos son: su carcter crnico, ostensible por su continuidad durante largos periodos; su arraigamiento, en el sentido de ser resistentes a una solucin, aptos para resurgir luego de largos periodos de latencia; transgeneracionales, heredables de generacin en generacin, y por ltimo, al estar fundados en la identidad cultural y en la etnicidad de las comunidades y los pueblos indgenas, lo que se dirime son cuestiones tnicas, lingsticas y religiosas de muy compleja solucin, y no slo, los temas circunscritos a la lucha por el poder poltico y el control de un territorio (conictos de algn modo de corte ms tradicional). 9. LOS LMITES DE LA NEGOCIACIN Visto globalmente, en el conicto poltico-militar del EZLN con el Gobierno mexicano se ha superado relativa aunque sustantivamente la violencia; se ha negociado con xito relativo (construyendo todo un aparato institucional leyes, procedimientos, instancias de negociacin indito en los procesos de paz), y se ha llegado a acuerdos parciales, si bien con incumplimientos, incluso, al punto de la realizacin de una reforma constitucional en materia indgena vinculada a los acuerdos. Desde el punto de vista de las teoras de la resolucin de conictos, se puede armar que, pese a sus inconsistencias y vacos, se ha logrado alcanzar, exitosamente, la fase de la regulacin o pacicacin.12 No obstante, la limitacin ms grave del proceso mexicano reside en la incapacidad para acceder en el posconicto (despus de la violencia directa) a las fases superiores y de ms largo aliento de resolucin y reconciliacin. En consecuencia, el conicto, en las actuales circunstancias, presenta condiciones de alta improbabilidad para su efectiva transformacin, lo que permitira calicarlo de no dirimido o concluido (en sentido no restringido).11 Christopher R. Mitchell, Conictos intratables: claves de tratamiento, en Memoria Taller sobre Mediacin Regional, Antioquia, Choco, 2002. 12 Adam Curley, John P. Lederach y Johan Galtum; tambin en otra perspectiva Rafael Grasa, Ral Romera y Vincen Fisas, de la Escola Catalana de la Paz.

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Es por ello que, en el plano conceptual, al conicto chiapaneco le son inherentes potencialidades de riesgo, mismas que no pueden ni deben ser soslayadas. Su diagnstico lo determina como uno de caractersticas violentas, prolongado con posibilidades de extensin a otros mbitos. Un conicto de carcter intratable o irresoluble. Si tales determinaciones del conicto son aceptadas, entonces, las contingencias, vinculadas a una exacerbacin de la violencia cultural y a un repudio de las violencias estructurales, podran propiciar, consecuentemente, escalamientos susceptibles de derivar en violencia directa. Se estara ante una probabilidad baja pero cierta de reactivacin del conicto armado. 10. CONTEXTO ESTRUCTURAL CONFLICTIVO Y RIESGOSDE REACTIVACIN DE LA VIOLENCIA

Por qu se podran reanudar las hostilidades? En primer lugar y como condicin de posibilidad primaria, en virtud del carcter problemtico o conictivo del contexto estructural e histrico en el que se ha gestado y desarrollado el conicto. Detrs del campo semntico de la expresin conicto de [en] Chiapas subyacen multiplicidad de conictos, temticos y locales, de ndole diversa: sociales, polticos, culturales y comunitarios, dotados a su vez de actores propios, procesos especcos y problemas diferenciados, aunque a menudo interrelacionados o fcilmente perceptibles como interconectados y referenciales al conicto principal (o genrico). En la llamada zona de conicto coexiste una combinacin compleja y diferenciada, dotada de rasgos propios, de conictos por la tenencia de la tierra; de identidad poltica, tnica y religiosa; de defensa de las propias particularidades (entre las regiones, las etnias, las comunidades, pero tambin intracomunitarias, entre los barrios, las cofradas, las mayordomas, los grupos polticos o los partidos), conictos genricamente caracterizables como de justicia distributiva y lucha contra el caciquismo, entre los ms visibles. El levantamiento armado de 1994, la creacin del mismo EZLN y, en general, la prolca gnesis de organizaciones de todo tipo, resultan inexplicables sino se atiende a problemas y procesos mucho ms antiguos, con races muy profundas y lejanas. Desde la persistencia y renovacin de formas de autoorganizacin indgena, el papel crucial de la Dicesis de San Cristbal y del obispo Ruiz, la prdida del monopolio religioso del catolicismo y del monopolio poltico del PRI, pasando por la crisis del sistema de produccin que

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articulaba la economa comunitaria con el trabajo itinerante en las ncas cafetaleras, la pizca de los campos agrcolas en los valles centrales y la contratacin en las grandes obras hidroelctricas y de infraestructura petrolera por parte del Gobierno (drsticamente reducidos a principios de la dcada de los ochentas). Ese convulso proceso de modernizacin desigual y a medio hacer repercute fuertemente en los planos de la organizacin social y la cultura.13 Las antiguas comunidades indias se transforman en comunidades rurales abiertas, restituyendo a sus miembros importantes mrgenes de capacidad de iniciativa individual; al tiempo que la frontera tnica deja de ser el ordenador bsico del conjunto de las relaciones sociales. No es aqu el caso, pero habra que atender sistemticamente a una matriz de las variables explicativas y comprensivas de ese contexto conictivo, que hace prevalecer el riesgo estructural de la violencia en la zona de conicto. Ellas seran: las relativas a la estructura agraria, la presin demogrca, las relaciones sociales, las polticas pblicas, los agentes de concientizacin y movilizacin, las mediaciones polticas y el modo de desarrollo. Ese magma profundo, econmico, social, tnico, religioso, poltico y cultural ha sido ciertamente impactado por el levantamiento armado de 1994 y su secuela posconicto, de modo que logr, en mltiples casos, servir de catalizador a viejos problemas, rencillas o conictos, que en muchos casos explican los alineamientos polticos respecto del EZLN. No obstante, ni la insurreccin ni la intervencin del Estado tanto en el plano federal como estatal, ni el proceso de paz han alterado las determinaciones bsicas, profundas, de esas races problemticas y de conictividad violenta potencial de ese segmento de la sociedad chiapaneca.14

13 Henri Favre, Les hautes terres du Chiapas revisites: du colonialisme interne a la postcolonialit, Coloquio Violence et reconstruction social au Chiapas et au Guatemala, Universit du Toulouse-Le Mirail, 2000. 14 Ver el conjunto heterogneo y sumamente rico de estudios de campo micro, temticos y de localidades o regiones; Coloquio Internacional Chiapas: Diez Aos Despus, SCLC, agosto de 2004, Juan Pedro Vuiqueira, coord. (en preparacin), Colmex / UNAM / CIESAS. Las investigaciones ilustran ntidamente la doble tesis de la conictividad estructural y la funcin catalizadora de insurreccin y el posconicto.

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11. RIESGOS Y MOTIVOS DE UNA REACTIVACIN DEL CONFLICTO Los motivos que haran posible el resurgimiento de la violencia directa son de diversa ndole, sin embargo, son susceptibles de un agrupamiento en cuatro categoras no excluyentes. a) La ausencia de sinceridad de una o ambas partes. En el caso que nos ocupa, este elemento ha estado presente invariablemente en la relacin entre los actores principales. Son particularmente relevantes los incumplimientos reiterados de los acuerdos pactados, tal el caso de las mltiples ocasiones de suspensin unilateral del dilogo, por parte del EZLN, aduciendo argumentos circunstanciales, contraviniendo los llamados Acuerdos de San Miguel (9 de abril de 1995), que planteaban el principio de continuidad del dilogo y las negociaciones, as como la prohibicin expresa del retiro unilateral de la mesa de negociaciones por alguna de las partes. Esa misma percepcin de falta de sinceridad la expres el grupo inconforme cuando se retira de las conversaciones de San Andrs, aduciendo poca seriedad de los representantes gubernamentales al ser escasamente participativos en la Mesa sobre democracia y justicia legal (julio-agosto de 1997), segundo tema de la agenda establecida. Por otro lado, la deliberada ambigedad en la redaccin del texto de los Acuerdos de San Andrs, la carencia de un cronograma claro para la concrecin de lo pactado, la grave omisin respecto del responsable de redactar la propuesta de iniciativa de reforma constitucional, constituyen, tambin, pruebas fehacientes de la falta de sinceridad de ambas partes. Este problema alcanza su eptome al grado de que se puede armar que los Acuerdos de San Andrs fueron rmados sin conviccin por las partes. Ostensiblemente del lado gubernamental, al punto del desagrado del presidente Zedillo por los contenidos y la ambigedad del texto y, en consecuencia, la obligada capitalizacin de la vertiente tctica de la rma del Acuerdo. De mayor trascendencia, sin duda, el que a partir de esa reticencia a lo rmado, se abriera el espacio para la instrumentacin de una va paralela el llamado fast track que implicaba prcticamente el desmantelamiento poltico de la ruta institucional del dilogo, otorgar la responsabilidad poltica del proceso a Emilio Chuayffet (a la sazn secretario de Gobernacin), as como el desplazamiento de la Conai de las labores de mediacin e intermediacin a favor de la Cocopa.

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La falta de sinceridad con la consecuente fragilidad del acuerdo pudo observarse tambin en los comportamientos del EZLN. Desde la negativa de la representacin neozapatista a rmar pblicamente el Acuerdo (por supuesto, la ausencia del Subcomandante Marcos), la polarizacin y disensiones internas en el seno del EZLN, hasta las exigencias de ltima hora en cuanto a la composicin y estructura del cuerpo de los Acuerdos, en particular, las reservas y objeciones enunciadas en el apartado inicial, denominado Acuerdo (el apartado B y sus ocho in