Mundo Ficcion

2
Viaje al Infinito, novela de ciencia ficcion, de J.H. Rosny Aine Antoine hace la primera guardia y yo duermo algunas horas de sueño febril, poblado de las pesadillas de los condenados. La noche duraba todavía cuando llegó mi turno de hacer guardia. Hasta el alba estuve describiendo círculos alrededor del cerro. Mi alma estaba triste hasta la muerte: aunque Jean no hubiese sido amigo muy querido, en aquel mundo extraño yo hubiera sentido como una disminución de mi persona. La travesía del abismo interestelar, el descenso hasta un astro perdido en el fondo del Universo, hacía de nosotros un solo ser. El amanecer se convirtió de repente en pleno día... Me dediqué a espiar sin esperanza los grandes tallos de las plantas trepadoras. De repente el corazón me dio un brinco. ¡Jean estaba allí! Estaba allí, precisamente cerca del claro donde había desaparecido, junto a las rocas azules... Le lancé un rayo "de llamada", al que respondió con signos rítmicos pertenecientes a nuestro vocabulario radioestonagráfico. Me decía: -Sano y salvo. Estoy en casa de los homólogos de nuestra humanidad. Nosotros nos comprendemos ya, aunque muy vagamente. Son dulces, muy dulces; yo creo que más que los hombres. Aunque me han capturado, no me han hecho sufrir violencias. Su asombro y su curiosidad son inmensas y desean ardientemente saber de dónde venimos: creo que llegaré a hacerles entender... -¿Puedes alimentarte... y respirar? -Por la respiración nada hay que temer; me han dejado mis dos respiradores. Pero tengo hambre y especialmente sed. Su agua no es adecuada para los hombres... y tampoco me atrevo a tomar de sus alimentos..., ellos han adivinado eso. -¿Estás libre? -No... y dudo que me suelten... hasta que se expliquen mi presencia. Envíame agua... agua ante todo. -Bien, querido Jean. Despertaré a Antoine. Antoine, que dormía tan mal como yo había dormido, se levantó a la primera llamada y se mostró estupefacto viendo a nuestro compañero solo en el claro... Le expliqué rápidamente la situación, a pesar de que Jean seguía con su conversación sirviéndose de signos. -He podido asegurarme de que su bombardeo a base de fluido no atraviesa más que los obstáculos poco espesos, a lo más cinco o seis centímetros; y todavía, después de atravesarlos, se hacen inofensivos. No amenazan la vida; únicamente atontan. A cien metros su eficacia es ya muy reducida. Tomad vuestras disposiciones en consecuencia. -¡Bien! -dijo Antoine-. Vamos a bajar las provisiones. Hicimos rápidamente un paquete y a doscientos metros del suelo lo dejamos descender. Su caída fue frenada por un pequeño campo gravitatorio opuesto al campo marciano. Durante aquella caída vimos brotar de la tierra a una veintena de trípedos (seres de tres extremidades inferiores) que observaban la operación con evidente curiosidad. -Gracias -telegrafió Jean cuando hubo tomado las provisiones-. Espero daros pronto noticias precisas.

description

j

Transcript of Mundo Ficcion

Page 1: Mundo Ficcion

Viaje al Infinito, novela de ciencia ficcion, de J.H. Rosny Aine

Antoine hace la primera guardia y yo duermo algunas horas de sueño febril, poblado de las pesadillas de los condenados.La noche duraba todavía cuando llegó mi turno de hacer guardia. Hasta el alba estuve describiendo círculos alrededor del cerro. Mi alma estaba triste hasta la muerte: aunque Jean no hubiese sido amigo muy querido, en aquel mundo extraño yo hubiera sentido como una disminución de mi persona. La travesía del abismo interestelar, el descenso hasta un astro perdido en el fondo del Universo, hacía de nosotros un solo ser.El amanecer se convirtió de repente en pleno día... Me dediqué a espiar sin esperanza los grandes tallos de las plantas trepadoras. De repente el corazón me dio un brinco.¡Jean estaba allí!Estaba allí, precisamente cerca del claro donde había desaparecido, junto a las rocas azules...Le lancé un rayo "de llamada", al que respondió con signos rítmicos pertenecientes a nuestro vocabulario radioestonagráfico.Me decía:-Sano y salvo. Estoy en casa de los homólogos de nuestra humanidad. Nosotros nos comprendemos ya, aunque muy vagamente. Son dulces, muy dulces; yo creo que más que los hombres. Aunque me han capturado, no me han hecho sufrir violencias. Su asombro y su curiosidad son inmensas y desean ardientemente saber de dónde venimos: creo que llegaré a hacerles entender...-¿Puedes alimentarte... y respirar?-Por la respiración nada hay que temer; me han dejado mis dos respiradores. Pero tengo hambre y especialmente sed. Su agua no es adecuada para los hombres... y tampoco me atrevo a tomar de sus alimentos..., ellos han adivinado eso.-¿Estás libre?-No... y dudo que me suelten... hasta que se expliquen mi presencia. Envíame agua... agua ante todo.-Bien, querido Jean. Despertaré a Antoine.Antoine, que dormía tan mal como yo había dormido, se levantó a la primera llamada y se mostró estupefacto viendo a nuestro compañero solo en el claro...Le expliqué rápidamente la situación, a pesar de que Jean seguía con su conversación sirviéndose de signos.-He podido asegurarme de que su bombardeo a base de fluido no atraviesa más que los obstáculos poco espesos, a lo más cinco o seis centímetros; y todavía, después de atravesarlos, se hacen inofensivos. No amenazan la vida; únicamente atontan. A cien metros su eficacia es ya muy reducida. Tomad vuestras disposiciones en consecuencia.-¡Bien! -dijo Antoine-. Vamos a bajar las provisiones.Hicimos rápidamente un paquete y a doscientos metros del suelo lo dejamos descender. Su caída fue frenada por un pequeño campo gravitatorio opuesto al campo marciano.Durante aquella caída vimos brotar de la tierra a una veintena de trípedos (seres de tres extremidades inferiores) que observaban la operación con evidente curiosidad.-Gracias -telegrafió Jean cuando hubo tomado las provisiones-. Espero daros pronto noticias precisas.Le vimos comer y beber sin que nadie interviniera para molestarle. Cuando cerró el paquete, cuatro trípedos salieron de la tierra para llevárselo.-¿Qué significa eso? -gruñó Antoine-. ¿Se lo llevan definitivamente o es una tregua?-Supongo que no le harán ningún mal mientras ellos se crean amenazados. Querrán saber lo que nosotros somos y de dónde venimos. Piensa en nuestro estado de espíritu en circunstancias análogas. Imagino que más que salvajes son retrógrados.-Es posible, si nos fijamos en sus armas; ese bombardeo de fluido del cual habla Jean parece el índice de una civilización actual.