Murillo en la Catedral de Sevilla – La mirada de la...
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Murillo en la Catedral de Sevilla – La mirada de la Santidad
Archivo Catedral de Sevilla. Fondo Capitular. Sección Secretaría. Serie Expedientes de Limpieza de Sangre. Caja-7608 Nº 50. Letra J. 1646. Expediente de limpieza de sangre de Don Justino de Neve y Chaves (1625 – 1685).
Papel. 48 hojas cosidas formando cuadernillo. 32 x 22,5 cm. Los más de 900 expedientes de limpieza de sangre conservados en el Archivo Capitular de
Sevilla, cuyas fechas extremas abarcan desde mediados del siglo XVI a mediados del siglo
XIX, conforman una de las series documentales más consultadas de este Fondo, hecho que no
resulta extraño dada la riqueza informativa que aportan a cualquier estudio histórico-biográfico.
Se trata de la documentación que debía presentar todo aquel que deseaba acceder al disfrute
de una prebenda capitular con el objeto de confirmar la ausencia de ascendientes
musulmanes, judíos y penitenciados por la Inquisición. No sólo aportan datos de carácter
personal del aspirante, sino también datos muy útiles para el estudio del entorno social de los
mismos, que eran investigados sobre sus orígenes religiosos y sociales. El pretendiente
presentaba su genealogía jurada y un documento notarial por el que se comprometía a aceptar
las contestaciones de los testigos, como si la misma persona los presentara, y a someterse al
tribunal designado por el Cabildo en caso de desacuerdo. Una persona del tribunal actuaba
como juez en compañía de un notario apostólico. Toda la documentación aportada conformaría
el expediente de limpieza.
Aunque la exigencia de acreditar limpieza de sangre comenzó en Castilla en las últimas
décadas del siglo XV en estamentos civiles o militares, no será hasta el siglo XVI cuando
conozcamos la introducción paulatina de estas prácticas en los diversos cabildos eclesiásticos.
En el caso del Cabildo Hispalense, será en 1516 cuando la Bula de León X determinará la
exigencia de presentación de los expedientes de limpieza de sangre, posteriormente ratificada
por las de Clemente VII y Paulo III, ésta última muy conocida por reglar sobre los escándalos
de los falsos conversos. De todas ellas encontramos traslados en el Archivo de la Catedral de
Sevilla. La obligación de presentar dichos expedientes se mantuvo desde mediados del siglo
XVI hasta mediados del siglo XIX, pues tras el Concordato de 1851 se establece otro tipo de
organización interna de los beneficios.
El expediente que aquí mostramos es el formado a Don Justino de Neve, Coadjutor, fechado
en 1646. Don Antonio de Viruez y Coronado, canónigo, es su informante, la persona que
deberá investigar e instruir el expediente. Presenta en su primera página el árbol genealógico
del pretendiente como era preceptivo, y a continuación, la información “de genere” de Don
Justino, con 14 testigos declarantes en la ciudad de Sevilla, y otros 13 en Málaga, de donde
era originaria su madre. Los 27 testigos presentados habrán de ser examinados y contestar a
10 preguntas que recogen datos personales del aspirante y sus antepasados, remontándose
hasta tres generaciones. El informante debía confirmar la información ofrecida y desplazarse a
los lugares de origen del aspirante –en el caso de Don Justino, a Sevilla y Málaga- recogiendo
los testimonios y comprobando la autenticidad de los datos ofrecidos.
Los testigos que Don Justino presenta en la ciudad de Sevilla son, en su mayoría, amigos
cercanos a la familia, que pueden ratificar la calidad y pureza de su sangre en materia de fe:
personal vinculado a la Catedral y prebendados catedralicios, o en su defecto, nobles. En la
ciudad de Málaga los declarantes son, sin embargo, de edad más avanzada, confesando en la
mayoría de los casos no conocer al aspirante ni a su padre personalmente, aunque sí a su
madre, malagueña de nacimiento aunque no de vecindad desde muy joven, y a los padres,
abuelos y bisabuelos de Don Justino. Curioso resulta asimismo el rechazo por parte del
Informante, Don Antonio de Viruez, a la declaración de uno de los testigos, Don Fernando de
Murillo en la Catedral de Sevilla – La mirada de la Santidad
Noriega, por estar dentro del cuarto grado de consanguinidad, al ser primo tercero del
aspirante.
Qué duda cabe que la destacada posición social de los Neve en Sevilla y la acomodada
situación económica que desde antiguo disfrutaban, posibilitaron que Justino, descendiente de
flamencos por la rama paterna y de malagueños por la materna, pudiera desarrollar su
temprana vocación religiosa y una brillante carrera en el seno del Cabildo Catedralicio
Sevillano. Los Neve constituyen el prototipo de familia de mercaderes asentados en Sevilla
desde el siglo XV, relacionada desde dos generaciones atrás con el comercio con el Nuevo
Mundo y las Indias, y en constante ascenso social en una Sevilla que alberga uno de los
cabildos administrador de rentas más ricos de España, sólo superado por el de Toledo.
Ordenado sacerdote en 1646, Justino ingresa ese mismo año en la Catedral de Sevilla como
coadjutor de Don Alonso de Noguera, que ocupaba la canongía nº 2, en la que Justino le
sucede en 1658 tras fallecimiento. Siempre destacó por ser un firme defensor de la disciplina
moral y espiritual de la Iglesia, siendo considerado como un clérigo netamente tridentino, y un
eficaz agente eclesiástico en los diversos cargos que obtuvo, entre otros: Juez Conservador de
la Cartuja de Jerez y de la Orden de los Jesuitas, visitador del Hospital del Cardenal y de la
Capilla de Scalas, miembro de la Diputación de la Capilla Real, Juez Sinodal y Secretario del
Cabildo, Mayordomo de Fábrica, Contador Mayor, Presidente de Capillas… y una interminable
lista de cargos y responsabilidades que le permitieron mostrar sus aptitudes para la
organización y su carisma personal. Asimismo, Junto al canónigo Don Juan de Loaysa,
desempeñó un papel fundamental en la celebración de la canonización del Rey Fernando III el
año 1671.
Pero si por algo destacó este erudito canónigo sevillano, fue por su patronazgo artístico y su
contribución a la fundación y mantenimiento de instituciones piadosas y de caridad, o edificios
religiosos a los que se sentía particularmente unido y a los que destinó buena parte de su
patrimonio y fortuna familiar. Tal es el caso del Hospital de los Venerables Sacerdotes -
institución para clérigos que el canónigo había contribuido a fundar- o la Iglesia de Santa María
la Blanca, iglesia filial de la Catedral cuya restauración culminó en 1665 bajo su impulso y a la
que se sentía estrechamente vinculado desde que en 1657 ingresara en su Hermandad
Sacramental. En ambos edificios, Murillo bajo encargo de Justino de Neve, realizó destacadas
intervenciones como restaurador, decorador y ejecutor de algunos de sus más conocidos
trabajos. El mecenazgo de Neve con respecto a Murillo, con quien le unirían además
importantes lazos de amistad, abarcó todas las modalidades de la producción del artista.
Esta amistad profunda entre el pintor y su mecenas, duró hasta la muerte de Murillo en 1682, a
quien asistió, culminando con el nombramiento del canónigo como su albacea testamentario,
junto al hijo del genial pintor y también canónigo, Don Gaspar Esteban Murillo y a Don Pedro
Núñez de Villavicencio.
Como gran coleccionista de obras de arte que fue, con una manifiesta preferencia por las obras
de Murillo, llegó a reunir hasta dieciocho obras del pintor, que aparecerán entre su colección
tras su muerte en 1685, sólo tres años más tarde que Murillo. Las pinturas generadas por la
amistad entre Murillo y Neve forman un repertorio excepcional, incomparable con las
colecciones pictóricas de los demás canónigos de la Catedral de Sevilla, y al nivel de sólo unos
pocos coleccionistas de arte coetáneos, la mayoría de ellos de origen flamenco, igual que él.
Justino de Neve fue enterrado en una sepultura en el trascoro de la Catedral tal y como él
mismo solicitó 23 años antes de que ésta le sobreviniera, tal y como quedó reflejado en las
Actas Capitulares de 19 de junio de 1662: “El Sr. Canónigo D. Justino de Neve solicita se le
señale sepultura al lado de Colón en el traschoro, para cuando Dios fuera servido de llevarle” a
lo que el Cabildo responde “(..) y el Cabildo señalo la misma sepultura que pide y dio licencia
Murillo en la Catedral de Sevilla – La mirada de la Santidad
para que en ella se ponga lossa”, como respuesta a cuatro décadas de logros obtenidos en una
Catedral para cuyo servicio había nacido.
N.P.T.
Bibliografía:
Rubio Merino (1986) ; Salazar Mir (1995) ; Quiles García (2005) ; Guillén Torralba (2006) ;
Falcón Márquez (2011) ; Finaldi (2012) ; Navarrete Prieto (2017) ; Rodríguez Mateos (2017).