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26 La empatía en los roedores: El papel de la familiaridad en la respuesta emocional y la conducta de ayuda en ratones mus musculus Eric Roth 1 y Ludwing Flores Universidad Católica Boliviana “San Pablo” Resumen El propósito de la presente investigación experimental fue analizar la respuesta emocional de un tipo conocido de roedor (ratones mus musculus de laboratorio) así como su conducta de ayuda generada por el confinamiento de un compañero en un dispositivo de restricción de movimiento, bajo la influencia de la familiaridad definida mediante el tiempo de cohabitación en parejas. Diez y seis ratones machos de la cepa Swiss Albinos, ingenuos, con 35 días de edad, fueron divididos en parejas en las que uno de ellos era confinado mientras que el otro permanecía en libertad. El estudio centró su atención en el comportamiento del ratón libre a lo largo de 12 sesiones de medición y bajo la influencia de cuatro valores de cohabitación. Los resultados mostraron en primera instancia, que la constatación del compañero en dificultades genera altos niveles de activación conductual del ratón en libertad, la misma que se reduce significativamente al cabo de la liberación del congénere. Asimismo el estudio mostró que la conducta de ayuda en forma de la apertura de la puerta del dispositivo y medida a través de la latencia en que ésta se realiza, se reduce a medida que avanzan las sesiones, lo que significa que la liberación del compañero fortalece la conducta de apertura del dispositivo. La investigación también sugirió que solo el período de 216 horas de convivencia pudo afectar diferencialmente la respuesta emocional; sin embargo los diferentes valores de la cohabitación no ejercieron influencias significativas en el comportamiento de ayuda. Estos resultados indican que los ratones son capaces de mostrar alguna forma de preocupación emocional empática que despierta el comportamiento de ayudar a la pareja. Finalmente, este artículo discute sobre las connotaciones evolutivas y contextuales de la empatía animal. Palabras Clave: Empatía en roedores, activación emocional, cohabitación, conducta de ayuda. 1 [email protected]

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    La empatía en los roedores: El papel de la familiaridad en la respuesta emocional y la

    conducta de ayuda en ratones mus musculus

    Eric Roth1 y Ludwing Flores

    Universidad Católica Boliviana “San Pablo”

    Resumen

    El propósito de la presente investigación experimental fue analizar la respuesta

    emocional de un tipo conocido de roedor (ratones mus musculus de laboratorio) así

    como su conducta de ayuda generada por el confinamiento de un compañero en un

    dispositivo de restricción de movimiento, bajo la influencia de la familiaridad definida

    mediante el tiempo de cohabitación en parejas. Diez y seis ratones machos de la cepa

    Swiss Albinos, ingenuos, con 35 días de edad, fueron divididos en parejas en las que

    uno de ellos era confinado mientras que el otro permanecía en libertad. El estudio centró

    su atención en el comportamiento del ratón libre a lo largo de 12 sesiones de medición y

    bajo la influencia de cuatro valores de cohabitación. Los resultados mostraron en

    primera instancia, que la constatación del compañero en dificultades genera altos

    niveles de activación conductual del ratón en libertad, la misma que se reduce

    significativamente al cabo de la liberación del congénere. Asimismo el estudio mostró

    que la conducta de ayuda en forma de la apertura de la puerta del dispositivo y medida a

    través de la latencia en que ésta se realiza, se reduce a medida que avanzan las sesiones,

    lo que significa que la liberación del compañero fortalece la conducta de apertura del

    dispositivo. La investigación también sugirió que solo el período de 216 horas de

    convivencia pudo afectar diferencialmente la respuesta emocional; sin embargo los

    diferentes valores de la cohabitación no ejercieron influencias significativas en el

    comportamiento de ayuda. Estos resultados indican que los ratones son capaces de

    mostrar alguna forma de preocupación emocional empática que despierta el

    comportamiento de ayudar a la pareja. Finalmente, este artículo discute sobre las

    connotaciones evolutivas y contextuales de la empatía animal.

    Palabras Clave: Empatía en roedores, activación emocional, cohabitación, conducta de

    ayuda.

    1 [email protected]

    mailto:[email protected]

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    Abstract

    The purpose of the present experimental research was to analyze the emotional response

    of a well know type of rodent (mus musculus laboratory mice), as well as its helping

    behavior generated by the confinement of a companion in a movement restriction

    device, under the influence of the familiarity defined by cohabitation time-period.

    Sixteen male mice of the Swiss Albinos strain, naive, at 35 days of age, were divided

    into pairs in which one of them was confined while the other remained free. The study

    focused on the free mouse behavior over 12 measurement sessions and under the

    influence of four cohabitation values. The results showed in the first instance, that the

    evidence of a companion in trouble elicits high levels of behavioral activation in the free

    mouse, emotional state that is significantly reduced after the release of the congener.

    The study also showed that the helping behavior by opening the door of the device and

    measured through the latency in which it is performed, is reduced as the sessions

    progress which means that the release of the partner reinforces the opening behavior.

    The research also suggested that only the period of 216 hours of cohabitation could

    differentially affect the emotional response; however, other values of the cohabitation

    did not exert significant influences on the helping behavior. These results indicate that

    the mice are able to show some form of empathic emotional concern that awakens the

    behavior of helping the couple. Finally, this article discusses on the evolutionary and

    contextual connotations of animal empathy.

    Key words: Empathy in rodents, emotional activation, cohabitation, helping behavior.

  • 28

    Resumo

    A finalidade deste estudo experimental foi analisar a resposta emocional de um tipo

    conhecido de roedores (rato de laboratório Mus musculus) e o seu comportamento ajuda

    gerado pelo confinamento de um parceiro de um movimento do dispositivo de restrição,

    sob a influência de a familiaridade definida pelo tempo de coabitação em pares.

    Dezesseis camundongos machos da cepa dos albinos suíços, ingênuos, com 35 dias de

    idade, foram divididos em pares em que um deles foi confinado enquanto o outro

    permaneceu em liberdade. O estudo centrou-se no comportamento do rato livre ao longo

    de 12 sessões de medição e sob a influência de quatro valores de coabitação. Os

    resultados demonstraram, em primeiro lugar, considerar que o sujeito afligido gera

    níveis elevados de rato activação comportamental libertado, é significativamente

    reduzida após a libertação do composto aparentado. O estudo mostrou também que o

    comportamento de ajuda como a abertura da porta do dispositivo e medido pela latência

    em que é realizada, como é reduzido o progresso sessões, o que significa que a

    libertação de companheiro fortalece o comportamento de abertura do dispositivo. A

    pesquisa também sugeriu que apenas o período de 216 horas de coexistência poderia

    afetar diferencialmente a resposta emocional; entretanto, os diferentes valores da

    coabitação não exerceram influências significativas no comportamento de ajuda. Estes

    resultados indicam que os ratos são capazes de mostrar alguma forma de preocupação

    emocional empática que desperta o comportamento de ajudar o casal. Finalmente, este

    artigo discute as conotações evolutivas e contextuais da empatia animal.

    Palavras-chave: Empatia em roedores, ativação emocional, coabitação, comportamento

    de ajuda.

  • La empatía en los roedores

    29

    La empatía, tanto desde las formulaciones fenomenológicas como desde la perspectiva

    de la llamada teoría de la mente, ha sido repetidamente definida como la capacidad

    demostrada por un individuo para compartir las emociones propias con las de otros

    individuos, imaginándose cómo éstos las experimentan. Los escritos de Theodor Lipps

    de principios del siglo pasado que entiende la empatía como la experiencia en la mente

    de otra persona (Sahavi y Overgaard, 2012), la concepción de isomorfismos

    emocionales entre quien siente y quien empatiza, postulada por de Vignemont y Singer

    (2006), las conclusiones de los simulacionistas que conciben que la empatía es una

    especie de imitación interna, y que para que se produzca debemos usar nuestra mente

    como modelo para entender la mente del otro (Goldman, 2006), etc., son todas visiones

    que presumen que solo es posible sentir al cabo o al mismo tiempo que pensar.

    Estos puntos de vista se encuentran hoy bajo el reto de los resultados arrojados por la

    reciente investigación sobre la empatía animal. En ellas resulta evidente que la

    importancia conferida al componente mental o cognitivo queda reducida o sustituida por

    explicaciones alternativas. En esta dirección, Sahavi y Overgaard, (2012) reconocen que

    no podemos acceder a la mente de los otros como lo hacemos en el caso de la propia.

    Solo contamos con evidencias indirectas que nos permiten realizar inferencias

    relativamente confiables, como cuando asumimos que alguien sufre un dolor y lo vemos

    tomar analgésicos o quejarse mientras realiza muecas que podemos interpretar como

    señales de dolor (Bennett y Hacker, 2003).

    La investigación del comportamiento emocional en los animales sugiere ensayar

    explicaciones más parsimoniosas, basadas principalmente en la lectura se señales físicas

    y corporales difundidas por el individuo que expresa una necesidad (de Waal, 2012).

    Este autor señala que la reacción de muchos animales al movimiento de los congéneres

    es un asunto vinculado a la supervivencia de las especies. “Los animales sociales

    necesitan coordinar movimientos, responden colectivamente al peligro, comunican

    acerca de la disponibilidad de comida y agua y asisten a otros que expresan necesidades

    (...) La responsividad a los estados conductuales de los miembros del grupo se da desde

    el levantar vuelo de una bandada de pájaros al unísono porque uno de ellos es

    sorprendido por un depredador, hasta la ayuda que presta una mona madre que escucha

    gemir a su vástago cuando no puede pasar de un árbol a otro, disponiendo su cuerpo a

    manera de puente entre ambos” (deWaal, 2012, p 88). En los dos ejemplos las

    respuestas de miedo y de ayuda respectivamente, se originan en las señales provenientes

  • La empatía en los roedores

    30

    de algún miembro del grupo. Por otro lado, es evidente que las señales de angustia de

    las crías en los animales y de los hijos en los seres humanos, provocan claras muestras

    de angustia en los padres, lo que induce la orientación de la ayuda (McLean, 1985).

    Mason (2014) ha señalado que estas señales constituyen la base del nexo social

    existente entre madres e hijos (o crías) que resulta crítico desde una perspectiva

    evolutiva pues garantiza la continuidad de las especies. La autora, junto con otros

    (Chartrand y Bargh, 1999) denominan a esta comunicación afectiva entre individuos

    como “la relación percepción – conducta” y su función es la de conectar nuestra

    conducta con la de los otros.

    Esta forma de conexión entre individuos se observa muy claramente cuando alguien que

    se encuentra en situación de necesidad o angustia suscita una preocupación empática

    que desencadena la orientación de ayuda (Batson, 2009; Decety y Jackson, 2004). La

    experiencia enseña (Ben-Ami Bartal, Decety y Mason, 2012) que la vista de un

    congénere en dificultad, suscita activación general del comportamiento del observador

    que se interpreta generalmente como “angustia”. Dicho estado emocional antecede a la

    conducta de ayuda que se refuerza y fortalece implícitamente con la constatación del

    alivio de la necesidad del otro. Así, prestar ayuda a un individuo que la necesita, no solo

    genera bienestar emocional en el necesitado, sino también en el que facilita la ayuda (de

    Waal, 2008), convirtiendo a la empatía en un mecanismo que regula el bienestar

    psicológico de quienes se incluyen en el proceso, “ofreciendo a los individuos un

    soporte emocional en el bienestar de otros” (Mason, 2014, p 5).

    Por otra parte, tal como lo reconociera el mismo Darwin (1871) si bien la empatía

    parecería ser un comportamiento moldeado por las demandas de supervivencia de

    ciertas especies y por ello incorporada a la estructura biológica de los organismos a lo

    largo de la evolución, parecería también influenciable por las condiciones del contexto

    social en el que se produce. Quizá también por razones evolutivas similares, la mayoría

    de los organismos animales demuestran urgencias vigorosas para interactuar

    socialmente unos con otros dentro sus grupos específicos. La razón de ello puede ser a

    la par de ontogénica, filogénica, pues si bien la convivencia, el juego, la compañía, la

    reproducción sexual son condiciones que favorecen el agrupamiento gregario, los

    animales suelen vivir en comunidades, manadas, bancos, piaras, bandadas, parvadas,

    etc., que ofrecen seguridad contra el depredador, alimentación, resguardo, garantía para

  • La empatía en los roedores

    31

    las crías, condiciones todas que aumentan la probabilidad de la continuidad de la

    especie.

    Por esta razón, es posible suponer que la familiaridad o la pertenencia al grupo podrían

    exacerbar la preocupación empática y consecuentemente la disposición a prestar ayuda

    a un miembro identificado del colectivo al que se pertenece. Echols y Correll (2012)

    exploraron la influencia de la membresía, la identidad social, las actitudes grupales y el

    estatus sobre la empatía y el comportamiento prosocial, amparados en los

    planteamientos de Batson (2009) sobre la hipótesis empatía-altruismo que distingue el

    entendimiento empático de la preocupación empática. La primera tiene que ver con

    cómo se procesan las señales afectivas y éstas por lo general provienen del

    reconocimiento facial. La experiencia señala que las características del grupo facilitan el

    reconocimiento facial: los miembros de un grupo reconocen más prontamente los rasgos

    faciales de su grupo que los del exogrupo y por lo tanto, podrán identificar más

    fácilmente las variaciones emocionales de sus miembros (Meissner y Brigham, 2001).

    Otras investigaciones (Hein y Cols., 2010) demostraron que el entendimiento empático

    desencadena con mayor probabilidad la preocupación empática y la conducta de ayuda

    hacia los miembros del propio grupo. Asimismo, individuos que expresan identidad

    social con su grupo, tenderían a prestar mayor ayuda a los miembros de dicho grupo

    (Echols y Correll, 2012; Levin y Cols., 2005); no obstante, algunos de estos resultados

    esperan aún confirmación. Por último, algunas observaciones llevadas a cabo por

    Batson y Cols. (1987) y Lamm y Cols., (2007) señalan que el contexto social

    determinaría también diferencias en la activación emocional de las personas cuando

    miembros de un grupo perciben angustia en individuos con los que comparten mayor

    familiaridad en contraste con otros menos próximos.

    Tratándose de animales, la investigación sobre procesamiento de señales afectivas es

    también abundante (véase por ejemplo Jeon y Cols., 2010; Langford y Cols., 2010). En

    ellas se ha demostrado que estados emocionales tales como el miedo y el dolor pueden

    ser transmitidos o atenuados vicariamente por medio del contacto visual con el

    congénere. Asimismo es clásico el estudio de Church (1959) en el que se constató que

    la percepción del dolor de un congénere era capaz de generar ansiedad en una rata. El

    animal mostró una dramática disminución de su tasa de respuesta ante un operando, a la

    vista de otra rata que sufría dolor.

  • La empatía en los roedores

    32

    En relación a la conducta de ayuda, son relevantes las reflexiones de Mogil (2012) sobre

    la empatía de los roedores, el estudio pionero de Rice y Gainer (1962), a más de un

    estudio reciente de Schweinfurth y Taborsky (2018) que mostró que ratas noruegas eran

    capaces de ofrecer alimento a sus compañeras que la solicitaban bajo un estado de

    privación, sin obtener beneficios inmediatos a cambio. Por su parte, Ben-Ami Bartal,

    Decety y Mason (2011), con ratas como sujetos experimentales, probaron que la

    presencia de un compañero inmovilizado en un dispositivo de restricción de

    movimiento induce, en otro que se encuentra en libertad, a realizar las operaciones

    necesarias para liberar al congénere, reduciendo con ello el estado emocional

    manifestado por ambos, uno a causa del encierro y el otro a causa del confinamiento del

    compañero. Asimismo, Ben-Ami Bartal y Cols., (2014), confirmaron los hallazgos

    anteriores, advirtiendo sin embargo que la conducta de ayuda estaba facilitada tanto por

    la afinidad genética como por la convivencia entre los congéneres. Los animales libres

    no prestaban ayuda a ratas cautivas de cepa diferente a no ser que previamente hayan

    cohabitado con ellas. De esta manera, los autores confirman una vez más (esta vez con

    sujetos animales), la relevancia de la membresía al grupo en la explicación de la

    preocupación empática y la conducta de ayuda.

    Otro estudio más reciente (Bem-Ami Bartal y Cols., 2016), diseñado en la misma

    dirección que los anteriores (Bem-Ami Bartal y Cols., 2011 y Bem-Ami Bartal y Cols.,

    2014) sugirió que cierto tipo de ansiolíticos (midazolam, una benzodiazepina)

    administrados a las rata libres, reducía significativamente su conducta de abrir el

    dispositivo de restricción de movimiento que confinaba a sus compañeras, en

    comparación con los animales controles que solo recibían una solución salina. Los

    resultados confirmaron la relación entre la emoción y la conducta prosocial al demostrar

    que la droga solo generó efectos sobre la conducta social de las ratas, pues los animales

    preferían abrir el dispositivo adjunto que contenía chocolate. La investigación mostró

    además que el abrir el dispositivo que liberaba al compañero tenía un gran efecto

    reforzante al influir sobre la conducta de la siguiente sesión. En resumen, esta serie de

    investigaciones lideradas por Ben-Ami Bartal, demostraron con solvencia la influencia

    de la afectividad en el comportamiento de ayuda de los roedores.

    En el presente estudio, utilizando una metodología similar a la empleada por Ben-Ami

    Bartal y sus colaboradores (2011, 2014, 2016), nos propusimos analizar la respuesta

    emocional (por contagio emocional) de ratones mus musculus de laboratorio así como

  • La empatía en los roedores

    33

    su conducta de ayuda, suscitadas por el confinamiento de un compañero en un

    dispositivo especialmente desarrollado para el propósito, bajo la influencia de la

    familiaridad definida mediante el tiempo de cohabitación en parejas. En otras palabras,

    nos interesaba verificar si la vista de un compañero cautivo era capaz de inducir

    comportamiento prosocial en el animal libre, expresado en el aumento de la frecuencia

    de apertura del dispositivo que restringe el movimiento del congénere y motivado por la

    convivencia. Por lo tanto, la investigación fue dirigida por las siguientes hipótesis:

    a) Los ratones que poseen una historia relacional determinada por un mayor tiempo de

    cohabitación con un congénere, expresarán mayores niveles de respuesta emocional

    ante el confinamiento del compañero, que aquellos que experimentaron períodos de

    cohabitación más breves;

    b) La conducta emocional de los roedores deberá cesar o reducirse después de que la

    conducta de ayuda ponga fin a la situación de incomodidad del compañero y por lo

    tanto, los valores de conducta emocional observados antes y después de la conducta de

    ayuda, deberían diferir significativamente.

    c) Los ratones que poseen una historia relacional determinada por un mayor tiempo de

    cohabitación con un congénere, mostrarán conducta de ayuda más frecuente, entendida

    ésta como la reducción paulatina de la latencia de apertura de la puerta del dispositivo

    de restricción del movimiento que encierra al compañero, observada en sesiones

    experimentales sucesivas.

    Método

    Todos los procedimientos llevados a cabo durante la presente investigación se ajustaron

    a los estándares de cuidado animal previstos en el reglamento de laboratorio de la

    Unidad de Investigación Experimental del Departamento de Psicología de la

    Universidad Católica Boliviana, amparado en los estándares internacionales (véase

    CONICYT, 2009).

    Sujetos. Se trabajó con 16 ratones machos de experimentación (mus musculus -

    laboratorio) de la cepa Swiss Albinos sin experiencia previa. Estos roedores provienen

    del orden Rodentia, suborden Myomorpha, familia Muridae. Es un múrido de aspecto

    delgado y que no excede los 23 cms. de largo. Se caracterizan por tener de hábitos

    nocturnos, una visión pobre aunque un olfato muy desarrollado y un agudo sentido de la

    audición y del tacto (para mayor detalle véase Álvarez-Romero y Medellín, 2005).

  • La empatía en los roedores

    34

    Los sujetos contaban con 35 días de edad al momento de ingresar a la situación

    experimental, pesando entre 22 y 23 gramos en promedio. Con fines de cohabitación,

    los animales provenientes de diferentes camadas fueron aparejados siguiendo un

    procedimiento aleatorio, y asignados a una serie de cajas-habitación. Los ratones no

    tuvieron entre sí, contacto alguno con anterioridad al experimento. Con fines de

    diferenciación, se marcó a los ratones con “mm1” (mus musculus-1) al “mm16” (mus

    musculus -16). Los sujetos experimentales tuvieron acceso ad libitum a comida y agua

    dentro de su vivienda, por medio de su respectivo comedero y bebedero, instalados en la

    jaula-habitación.

    Ambientes. Los ambientes relevantes para esta investigación fueron los habitáculos o

    jaulas-habitaciones y el espacio experimental. Los primeros fueron utilizados como

    alojamiento de los ratones y consistían en cubículos construidos enteramente con vidrio

    transparente que tenían 30 cms. de largo, 20 cms. de ancho y 20 cms. de alto. La parte

    superior del habitáculo estaba cubierto con una tapa removible, que permitía introducir

    o sacar a los animales. Cada jaula-habitación estaba conformada por dos

    compartimientos separados por un vidrio con varias perforaciones que facilitaban el

    contacto visual, olfativo y físico de ambos ratones sin necesidad de estar juntos (ver

    Figura 1). Cada compartimiento, contenía además, una cierta cantidad de aserrín y lana

    para conservar una temperatura adecuada, haciéndolos confortables. Las jaulas-

    viviendas se encontraban ubicadas permanentemente en el bioterio del laboratorio de

    psicología experimental.

    Figura 1 Ilustración de la jaula hogar de los sujetos experimentales

  • La empatía en los roedores

    35

    El espacio experimental consistió en un compartimiento de 20 cms de largo por 19,5

    cms de ancho y 10 cms de alto, construido enteramente de acrílico transparente en cuyo

    centro se fijó el dispositivo de restricción de movimiento. Este dispositivo era una

    réplica con variaciones del rodent restrainer construido y comercializado por Harvard

    Apparatus (www.harvardapparatus.com) y similar al utilizado en estudios previos

    (véase Ben-Ami Bartal y Cols., 2011, 2014, 2016).

    El dispositivo de restricción consistió en un cilindro de 4,8 cms. de diámetro y 9 cms. de

    largo construido con acrílico transparente para permitir la vista del interior; tiene en su

    superficie varias perforaciones que permiten la ventilación y el contacto físico y olfativo

    entre el ratón libre y el restringido de movimiento. El cilindro posee en uno de sus

    extremos, una puerta que solo puede ser abierta desde el exterior cuando el animal la

    opera con cierta fuerza, desplazándola hacia abajo para permitir la salida del compañero

    cautivo (ver Figura 2). La puerta se encuentra protegida por un marco de acrílico que

    evita su apertura solo con movimientos accidentales.

    Figura 2 Vista en perspectiva y superior del dispositivo de restricción de movimiento

    Durante todas las sesiones del experimento, el espacio experimental fue alojado en una

    mesa ubicada en un cubículo del laboratorio, debidamente acondicionado para el

    trabajo, iluminado artificialmente para ejercer control sobre los ciclos de luz-oscuridad,

    a prueba de ruidos y con una temperatura constante (21grados centígrados).

    Variables. Las variables dependientes (VDs) fueron por un lado, la latencia de apertura

    de la puerta del dispositivo de restricción, definida como el tiempo en segundos

    transcurrido desde el momento de la introducción del sujeto libre en el espacio

    experimental hasta la apertura del dispositivo por acción directa del mismo.

    http://www.harvardapparatus.com/

  • La empatía en los roedores

    36

    Una segunda VD era la respuesta emocional del animal libre, provocada por la

    constatación de la urgencia del compañero. La respuesta emocional fue definida como

    la frecuencia de la conducta de activación expresada por el animal libre y definida como

    el número de acercamientos al dispositivo (exploración, contactos con el dispositivo y

    olfateo del compañero a través de los perforaciones de ventilación del dispositivo) y

    como el número de intentos de abrir la puerta (empujándola con las patas delanteras y el

    hocico). La conducta de activación fue mapeada registrando su ocurrencia con la ayuda

    de una cámara de video Samsung J-7, en seis cuadrantes delimitados alrededor del

    dispositivo (ver Figura 3).

    Figura 3 Ubicación de los cuadrantes que permitieron el mapeo de la posición del

    animal.

    Por otro lado, la variable independiente (VI) fue la familiaridad entre pares de ratones,

    cuyos valores fueron determinados por los tiempos diferenciales de cohabitación. Los

    períodos de convivencia establecidos arbitrariamente adoptaron los siguientes valores:

    a) 0 horas de cohabitación (sin cohabitación), b) 48 horas de cohabitación, c) 216 horas

    de cohabitación y d) 384 horas de cohabitación.

    Procedimiento.

    Habituación. Los sujetos debieron habituarse tanto a la manipulación del

    experimentador (que estaba de manera constante en contacto con los animales) como a

    los ambientes donde se llevaron a cabo las operaciones experimentales. Durante cinco

    días se realizó el proceso de habituación para cada pareja experimental, el mismo que se

    llevó a cabo de la siguiente manera: El primer día, las cajas-vivienda fueron llevadas del

    bioterio al ambiente experimental manteniendo a los animales en las mismas. El

    segundo día los ratones fueron colocados por separado en el ambiente de prueba, no sin

  • La empatía en los roedores

    37

    antes ser manipulados por el experimentador por espacio de 5 minutos. Durante las

    sesiones de habituación en los días tercero y cuarto, los animales durante 15 minutos,

    fueron puestos en el espacio experimental cumpliendo cada uno sus respectivas

    funciones. La quinta sesión fue similar a la segunda.

    Durante el proceso de habituación, se eligieron los ratones que desempeñarían las

    funciones de ratón restringido y ratón libre. La elección del ratón libre recayó en el

    miembro de la pareja que invariablemente se asomaba primero a la puerta de la jaula-

    vivienda para ser tomado por el experimentador, un criterio semejante al de “audacia”

    empleado por Ben-Ami Bartal y Cols. (2012). Posteriormente el animal era marcado

    con fines de reconocimiento. Empleando este procedimiento de selección se esperaba

    poder ejercer control sobre la posición jerárquica del ratón libre sobre el que sería

    restringido. Finalmente, todas las sesiones de habituación fueron invariablemente

    realizadas a la misma hora, durante el mismo período (15 minutos).

    Asignación de los sujetos a los valores de cohabitación. Todos los sujetos fueron

    asignados aleatoriamente a los distintos valores de VD (cohabitación). De esta manera,

    se tuvieron dos pares de animales en cada período. Asimismo, con el propósito de

    ejercer control sobre la secuencia y el orden de sucesión durante el trabajo, se

    contrabalancearon al azar las parejas de ratones con las que se debía trabajar en cada

    sesión experimental.

    Descripción de la sesión experimental. Las sesiones experimentales tuvieron una

    duración de 60 minutos y fueron programadas diariamente. Cada ratón era pesado al

    inicio y al final de cada sesión; para iniciarla, se colocaba al ratón cautivo dentro del

    dispositivo de restricción de movimiento con la puerta cerrada, se situaba al ratón libre

    en el espacio experimental y se hacía correr el cronómetro. Si el ratón no abría la puerta

    dentro de los siguientes 40 minutos, el experimentador aflojaba la puerta para facilitar

    su apertura con un menor esfuerzo. Si lo hacía, se registraba la latencia (el minuto de

    apertura menos el tiempo de inicio del proceso) y se permitía a los animales a

    permanecer juntos en el espacio experimental hasta completar los 60 minutos.

    Adicionalmente, durante el curso de la sesión, se registraba la conducta de activación

    del ratón libre, en cada uno de los seis cuadrantes aledaños al dispositivo de restricción

    de movimiento, antes y después de la liberación del compañero. El registro era llevado a

    cabo por dos observadores independientes, debidamente entrenados. Si el acuerdo era

    igual o mayor al 80%, la observación se asumía como fiable.

  • La empatía en los roedores

    38

    Diseño. El análisis de los datos fue realizado a través del modelado de efectos mixtos

    (Linear Mixed-effects Modeling MIXED), con el propósito de estimar los valores

    esperados de las observaciones (efectos fijos) y sus varianzas/covarianzas. El modelado

    combinó en análisis de medidas repetidas (intra-sujeto) y la comparación inter-sujeto.

    Así, en el presente estudio, la variable latencia de la apertura del dispositivo por parte

    del ratón libre fue evaluada en cada sesión como medida repetida y se la comparó con el

    comportamiento de los animales expuestos a diferentes valores de cohabitación.

    Para el caso del análisis de los valores de la conducta emocional de los ratones

    (activación), se realizaron comparaciones de la activación de los sujetos, antes y

    después de la liberación del par restringido de movimiento, para lo que se utilizó una t

    de student para muestras relacionadas. En todos los casos, el nivel de significación α <

    .05 fue tomado como criterio para el rechazo de las hipótesis nulas. Todo el análisis

    estadístico fue realizado con la ayuda del paquete estadístico IBM-SPSS, V.20.

    Resultados

    Análisis de la activación del ratón en libertad. En la presente investigación, la

    activación del roedor libre fue analizada como la expresión de la conducta emocional

    provocada por la vista del compañero confinado dentro del dispositivo de restricción.

    Este comportamiento fue definido como el incremento de la actividad de exploración,

    movilidad, olfateo y observación del ratón designado como libre, en el cuadrante 3 del

    espacio experimental que coincide con el mecanismo de apertura de la puerta de acceso

    al dispositivo de restricción de movimiento. La activación constituye, en el presente

    estudio, una variable dependiente que podría indicar el “entendimiento” y la

    “preocupación” empática en el roedor, necesarias para generar la conducta de ayuda

    (Church, 1959, Jeón y Cols., 2010; Langford y Cols., 2010; Manson, 2011; Ben-Ami

    Bartal y Cols., 2014).

    El análisis de esta variable se realizó, por un lado, comparando los niveles de

    activación, en función de los períodos de cohabitación de cada sujeto libre con su

    respectiva pareja, y por otro, comparando la activación de cada sujeto antes y después

    que el dispositivo fuera abierto, en una secuencia de medidas repetidas.

    Dos aspectos importantes fueron analizados para entender la variable activación: en

    primer lugar, si los valores de activación observados antes de la liberación cambiaban

    inmediatamente después de abrir la puerta del dispositivo y en consecuencia después de

  • La empatía en los roedores

    39

    restituir la libertad al compañero. Para verificar el efecto, como ya se comentó, se aplicó

    la prueba t de Student para la comparación de medidas repetidas de una muestra

    relacionada. Esta prueba comparó la tasa media de activación del roedor en todas y cada

    una de las sesiones previas a la liberación, con la tasa media de activación registrada

    después de la liberación.

    En segundo lugar, se verificó si el grupo control se comportaba de la misma manera que

    el grupo experimental o manifestaba valores diferenciales de activación. Esto querría

    decir que los roedores sin cohabitación (0 horas de cohabitación) diferían en el grado de

    activación, de los ratones que fueron expuestos a 48, 216 y 384 horas de cohabitación

    respectivamente, al cabo de liberar al compañero.

    La presente investigación hipotetizó que si la activación evidenciada por el ratón libre

    ante la observación del estado de cautiverio del compañero es un indicador de su

    conducta emocional, ésta debería cesar o reducirse inmediatamente después de la

    apertura de la puerta del dispositivo, reforzando negativamente esta conducta. Las

    diferencias de las medias de las sesiones antes y después de dicha apertura pueden

    observarse a continuación en la Tabla 1, donde se analiza la comparación de medias.

    Tabla 1 Comparación de medias de activación de los sujetos antes y después de la

    apertura del dispositivo de restricción de movimiento.

    Diferencias emparejadas t gl p

    (2 colas) Media Desviación

    típica

    Error típ.

    de la

    Media

    95% Intervalo de

    confianza de la diferencia

    Inferior Superior

    Media Pre-

    apertura y Post-

    apertura

    7.54500 6.94666 2.83596 .25493 14.83507 2.660 5 .045

    Los resultados muestran claramente que la activación registrada antes de la apertura de

    la puerta es significativamente superior (t = 2.660, p = .045) a la activación observada

    después de la apertura o liberación del compañero (media pre-apertura = 12.088 y

    media post-apertura = 4.543).

    Complementariamente, se llevó a cabo la comparación de la activación de los roedores

    tomando en consideración los períodos de cohabitación: sin cohabitación (0 horas) y

    con cohabitación (48, 216 y 384 horas). Para ello se utilizó el modelado de efectos

    mixtos para medidas repetidas.

  • La empatía en los roedores

    40

    Como se observa en la Tabla 2, los resultados expresados a través de la F de ANOVA

    sugieren que la cohabitación es potencialmente un indicador de la activación como

    indicador emocional en el ratón libre (F = 5,484, p = ,002), por lo menos para algunos

    de los valores de cohabitación.

    Tabla 2 Valores de F de ANOVA que muestra la influencia de la familiaridad sobre

    conducta emocional del roedor (factor entre sujeto)

    Fuente Numerador df Denominador df F p

    Intercept 1 92 109,839 ,000

    Cohabitación 3 92 5,484 ,002

    Variable dependiente: Activación del organismo.

    En efecto, la Tabla 3 nos informa que la activación es significativamente diferente entre

    las 0 horas de cohabitación (el grupo de control) y el período de cohabitación de 216

    horas (t = -2,857, p< .01). Las diferencias de cohabitación entre 0 y 48, entre 0 y 384,

    no demostraron ser relevantes.

    Tabla 3 Valores t emergente de la comparación de la activación del ratón libre entre los

    diferentes periodos de cohabitación.

    Parámetro Estimado Error típico gl t p 95% Intervalo de confianza

    Límite inferior Límite

    superior

    Contenido 7,9166 1,258298 92 6,292 ,000 5,417578 10,415756

    Cohabitación 48 Hrs -2,0000 1,779502 92 -1,124 ,264 -5,534245 1,534245

    Cohabitación 216 Hrs -5,0833 1,779502 92 -2,857 ,005 -8,617579 -1,549088

    Cohabitación 384 Hrs 1,7916 1,779502 92 1,007 ,317 -1,742579 5,325912

    Variable dependiente: Activación del organismo.

    Análisis de las latencias de apertura del dispositivo de restricción. A continuación se

    presentan los resultados de la presente investigación siguiendo el orden siguiente: en

    primer lugar expondremos los resultados emergentes de la evolución, a lo largo de las

    12 sesiones, de la apertura del dispositivo, considerada aquí como la conducta de ayuda

    que el ratón libre ofrece a su compañero cautivo. Para ello se compararon las latencias

    obtenidas en cada sesión con las restantes. Este cálculo se llevó a cabo mediante el

    modelo lineal mixto, ANOVA para medidas repetidas. Al mismo tiempo, se

  • La empatía en los roedores

    41

    compararon las latencias de cada sesión con los diferentes niveles del factor

    cohabitación (efectos inter-sujeto).

    La Figura 4 presenta los promedios de ocho sujetos experimentales obtenidos en doce

    sesiones consecutivas, cuya configuración recuerda a una curva típica de aprendizaje.

    Obsérvese que las latencias registradas durante las primeras sesiones son notoriamente

    mayores a las obtenidas a partir de la cuarta sesión. Los animales libres aprendieron

    muy rápidamente a practicar la operación necesaria para liberar al congénere, dando

    muestras con ello del potencial reforzante de eliminar la situación incómoda sufrida por

    éste.

    Figura 4 Evolución de las latencias promedio de apertura del dispositivo en 12 sesiones

    para 8 sujetos

    El ANOVA calculado mediante el modelado de medidas repetidas arrojó los siguientes

    resultados expuestos en la Tabla 4. Debido a que nuestro modelo no pudo confirmar el

    supuesto de la esfericidad a través de la prueba de Mauchly (W > .05), las medidas

    repetidas debieron ser analizadas mediante los valores de las pruebas multivariadas

    expuestos en la dicha Tabla, optándose por el indicador Greenhouse-Geisser para

    efectos intra-sujeto.

  • La empatía en los roedores

    42

    Tabla 4 Valores de F de ANOVA y su significación estadística para el análisis de

    medidas repetidas de la variable latencia, así como de su interacción con cohabitación.

    Prueba de efectos intra-sujetos

    Fuente Tipo III Suma

    de Cuadrados

    gl Medias

    cuadradas

    F Sig.

    Tiempo

    Sphericity Assumed 15475,504 11 1406,864 6,015 ,000

    Greenhouse-Geisser 15475,504 3,286 4709,403 6,015 ,007*

    Huynh-Feldt 15475,504 11,000 1406,864 6,015 ,000**

    Lower-bound 15475,504 1,000 15475,504 6,015 ,070

    tiempo *

    Cohabitación

    Sphericity Assumed 15913,181 33 482,218 2,062 ,013

    Greenhouse-Geisser 15913,181 9,858 1614,198 2,062 ,110

    Huynh-Feldt 15913,181 33,000 482,218 2,062 ,013

    Lower-bound 15913,181 3,000 5304,394 2,062 ,248

    Error(tiempo)

    Sphericity Assumed 10290,700 44 233,880

    Greenhouse-Geisser 10290,700 13,144 782,899

    Huynh-Feldt 10290,700 44,000 233,880

    Lower-bound 10290,700 4,000 2572,675

    ** p < .01

    * p < .05

    Este indicador informa que sí es posible rechazar la Ho de la igualdad entre los niveles

    del factor temporal (F Greenhouse-Geisser = 6.015, p < .05¸ y F Huynh-Feldt = 6.015, p < .000),

    asumiendo que las medias de los valores temporales de la serie difieren entre sí de

    manera significativa (con diferencias medias de latencia que fluctúan de 49,76 en la

    primera sesión a 12,89 en la doceava sesión). En otras palabras, la liberación del animal

    cautivo constituye un poderoso incentivo para el aprendizaje de dicho comportamiento.

    Análisis de las comparaciones entre sujetos. Los diferentes tiempos de cohabitación

    constituyeron en el modelo, las medidas inter-sujeto, éstas se expresaron en cuatro

    niveles: sin cohabitación, 48, 216 y 384 horas de cohabitación, respectivamente. La

    Tabla 5 de efectos inter-sujeto que presenta a continuación el valor de F de ANOVA

    informa que no existen diferencias significativas de la variable latencia de apertura del

    dispositivo entre los diferentes períodos de cohabitación. En otras palabras, en el

    presente estudio, la cohabitación no parece influir de manera decisiva en la prontitud

    con la que el animal que se encuentra en libertad presta ayuda al compañero cautivo.

    Debe advertirse sin embargo que los valores de las medias de latencia para los

    diferentes niveles de cohabitación varían entre sí; así los sujetos sin antecedentes de

  • La empatía en los roedores

    43

    cohabitación presentan las medias más altas de latencia (M = 39.15), seguidas por los

    niveles correspondientes a las 48 (M = 26,12) y 384 horas (M = 25,85).

    Tabla 5 Valores de F de ANOVA y su significación estadística para la diferencia entre

    los distintos valores de cohabitación (comparaciones inter-sujeto).

    Prueba de Efectos Inter-sujeto

    Fuente Tipo III Suma de Cuadrados gl Medias Cuadradas F Sig.

    66642,313 1 66642,313 19,250 ,012

    Cohabitación 7448,840 3 2482,947 ,717 ,591

    Error 13848,002 4 3462,000

    En contraste, el nivel correspondiente a las 216 horas de cohabitación presentó las

    latencias más bajas (M = 14.26) de apertura del dispositivo de restricción de

    movimiento. Estos resultados, si bien carecen de significación estadística, muestran una

    tendencia que hace pensar en la posibilidad de que las latencias puedan ser afectadas por

    ciertos períodos de cohabitación bajo y/o sobre los cuales no disminuye su influencia.

    Por otro lado, tal y como puede advertirse en la Figura 5, si bien las pendientes de las

    latencias a lo largo de las 12 sesiones son semejantes entre sí, una inspección más

    cuidados podría permitirnos establecer otro tipo de distinciones. Nótese por ejemplo

    que la evolución de las latencias de los animales sin cohabitación, se mantienen

    relativamente constantes cerca de los 40 minutos, sin experimentar reducciones

    sostenidas. Este patrón es claramente diferente al obtenido con el nivel de cohabitación

    correspondiente a las 48 horas, donde el animal demora seis sesiones antes de lograr una

    respuesta de ayuda consolidada en los más bajos niveles de latencia.

    En el nivel correspondiente a las 216 horas de cohabitación, el patrón de la conducta de

    ayuda se produce desde la segunda sesión y la reducción de las latencias son cada vez

    menores, estabilizándose a partir de la quinta.

    Finalmente, en el nivel más prolongado de cohabitación, se observa también una

    reducción sostenida de las latencias aunque éstas nunca alcanzan del todo los valores

    cercanos a cero como en los dos casos anteriores.

  • La empatía en los roedores

    44

    Figura 5 Evolución de las latencias de apertura del dispositivo de restricción por sesión

    y según valores de cohabitación.

    Aparentemente si bien la sucesión de las latencias no varía cuantitativamente unas de

    otras por influencia de la cohabitación, la forma en que evolucionan puede ofrecer

    información acerca de la influencia general de la cohabitación sobre el comportamiento

    de ayuda del roedor.

    Discusión

    La expectativa inicial con que se llevó a cabo la presente investigación tuvo que ver con

    que si podríamos replicar los hallazgos de Ben-Ami Bartal y Cols., (2012, 2014) con

    ratones. Al parecer en esta dirección, los resultados mostraron que al menos en los

    aspectos más generales, este tipo de roedores se comportaron como las ratas utilizadas

    por dichos autores. Nuestros animales dieron claras muestras de manifestar conducta

    emocional ante la vista de un compañero en apuros y aprendieron rápidamente una

    conducta que lograba su liberación. Esta confirmación refuerza el argumento que

    muchas especies de animales diferentes al hombre, se encuentran equipadas para ayudar

    a superar obstáculos que pongan en riesgo la vida de sus congéneres, garantizando de

    0

    20

    40

    60

    80

    1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

    Late

    nci

    a (m

    inu

    tos)

    Sesiones

    Latencia Sin cohabitación

    0

    20

    40

    60

    80

    1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

    Late

    nci

    a (m

    inu

    tos)

    Sesiones

    Latencia en 48 horas de cohabitación

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

    Late

    nci

    a (m

    inu

    tos)

    Sesiones

    Latencia en 216 horas de cohabitación

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

    Late

    nci

    a (m

    inu

    tos)

    Sesiones

    Latencia en 384 horas de cohabitación

  • La empatía en los roedores

    45

    esta manera la supervivencia de la especie (de Waal, 2012; Mason, 2014; Jeon y Cols.,

    2010; Langford y Cols., 2010).

    Este resultado nos llama a reflexionar en primer lugar sobre sobre la naturaleza de los

    procesos que por lo general se incorporan teóricamente para explicar la conducta

    empática. Dichas explicaciones, sobre todo las que provienen de la teoría de la mente y

    la fenomenología, echan mano de argumentos tales como „tomar posesión de la mente

    del otro‟, „imaginarse a sí mismo en la situación en la que se encuentra el otro‟,

    „entender lo que pasa por la cabeza del otro‟, „adoptar el punto de vista del otro‟, „sentir

    lo que siente el otro‟ y otras por el estilo que suponen un ejercicio cognitivo de gran

    complejidad como para explicar la empatía en los roedores.

    Por otra parte, si es evidente la empatía en los animales ¿no será como señala de Waal

    (2012), que los principios que rigen la conducta empática pueden ser formulados sin

    acudir a tales constructos mentalistas? O ¿será que en realidad lo que observamos a

    título de empatía en especies menores constituye un fenómeno cualitativamente

    diferente al que identificamos en el ser humano en quien sin duda media el lenguaje y

    los procesos simbólicos a él asociados?

    En el presente estudio, los resultados mostraron claramente dos aspectos sobresalientes:

    el primero, que todos los sujetos expresaban estados emocionales en forma de una clara

    activación general del organismo, evidenciada a través de conductas tales como una alta

    frecuencia de exploración del dispositivo ocupado por el congénere, alta frecuencia de

    contacto con el ratón cautivo propiciado por el ratón en libertad a través de las

    perforaciones del dispositivo y alta frecuencia de manipulación de la puerta del

    dispositivo con el hocico y las patas y alta movilidad en torno al dispositivo. En

    segundo lugar, dicha conducta emocional tendía a cesar o reducirse inmediatamente

    después de que la conducta de ayuda ponía fin a la situación de incomodidad del

    compañero, haciéndose evidente que los valores de conducta emocional observados

    antes y después de la conducta de ayuda, diferían significativamente.

    Ante la suposición que anticipaba que los ratones que poseían una historia relacional

    determinada por una mayor familiaridad con un congénere, expresarían mayores niveles

    de respuesta emocional ante el confinamiento del compañero, los resultados señalan que

    la cohabitación (por lo menos en algunos de sus valores) puede ser considerada como

    un predictor de la conducta emocional del ratón libre. Las diferencias de activación

    encontradas entre los animales sin historia de cohabitación y animales con 216 horas de

  • La empatía en los roedores

    46

    convivencia, permitieron rechazar la hipótesis nula de la igualdad de los valores de

    activación.

    Este resultado destaca la importancia relativa de la variable contextual en la expresión

    de la perturbación emocional que antecede a la conducta de ayuda. No obstante, no se

    advirtió una relación ordenada que permita concluir que a mayor familiaridad se

    observa también una mayor perturbación puesto que las diferencias entre cero horas de

    cohabitación y una mínima convivencia (48 horas) y entre las 216 y las 384 horas de

    cohabitación, no mostraron diferencias estadísticamente significativas. Parecería ser

    necesario un tiempo mínimo de convivencia por debajo del cual la cohabitación no es

    suficiente para ejercer efectos relevantes, y que por encima del mismo no mejora

    sustancialmente su influencia. Será preciso profundizar el estudio de los períodos

    críticos u otras características de la cohabitación que determinan su efectividad para

    regular su efecto sobre la conducta emocional suscitada por la percepción del

    compañero en dificultades.

    Los resultados obtenidos nos hace pensar que la respuesta emocional de los ratones

    puede ser suscitada no a través de procesos cognitivos complejos sino mediante el

    lenguaje corporal (de Waal, 2012) y de otras señales audibles u olfativas emitidas por el

    animal en necesidad (Jeon y Cols., 2010; Langford y Cols., 2010). Investigaciones

    futuras deberán profundizar el estudio de las complejas señales físicas y su influencia

    para desencadenar la “preocupación empática” en los animales.

    Los autores de esta investigación supusieron de que los ratones con historias

    relacionales determinadas por un mayor tiempo de cohabitación con el congénere

    mostrarían una conducta de ayuda más efectiva, (entendida como una reducción mayor

    de la latencia de apertura de la puerta del dispositivo que restringe el movimiento del

    compañero), que los que fueron sometidos a convivencias más cortas. En la presente

    investigación esta hipótesis, no recibió el respaldo suficiente. No se observaron

    diferencias significativas en la latencia de apertura del dispositivo cuando ésta fue

    comparada en animales expuestos a diferentes períodos de cohabitación. En otras

    palabras, a pesar de haberse demostrado en cierta forma, la influencia de la cohabitación

    sobre la conducta emocional de los roedores, esta variable no pareció influir de manera

    decisiva en la prontitud con la que los animales libres prestan ayuda al compañero

    cautivo. Todos los animales experimentales liberaron al compañero cautivo en períodos

  • La empatía en los roedores

    47

    que no diferían entre sí, y lo hicieron independientemente del tiempo de cohabitación

    con su compañero.

    A pesar de no ser una regla general, tratándose de seres humanos, no pocos autores

    (Hein y Cols. 2010, Echols y Correl, 2012; Levine y Cols., 2005), han señalado que la

    preocupación empática y la conducta de ayuda son más probables entre individuos de

    un grupo que entre los miembros de grupos diferentes, lo que señala la importancia de

    la familiaridad y la pertenencia. Los resultados obtenidos en esta investigación, con

    roedores relegan a un segundo plano la influencia de la variable socio-contextual en la

    explicación de la conducta de ayuda en este tipo de roedores, y al hacerlo destaca

    probablemente la importancia de la variable evolutiva. No es un hecho desconocido que

    la reacción emocional suscitada por la constatación de un congénere en dificultades y

    que el esfuerzo puesto en prestarle ayuda, favorece la continuidad de las especies por lo

    que tales comportamientos debieron ser seleccionados por su valor de supervivencia y

    traspasados de generación en generación. Quedan sin embargo aún por comprender

    mejor una serie de detalles relativos a la a la preocupación empática, como por ejemplo

    el rol del sexo, el parentesco y la afinidad genética en la respuesta emocional y la

    conducta de ayuda del animal que percibe a otro en peligro. Sería necesario profundizar

    también el conocimiento sobre la influencia que ejerce la fuerza motivacional de las

    circunstancias que disponen dichas conductas, para estudiar la intensidad con la que se

    producen. Será también necesario conocer la relación entre la magnitud de la respuesta

    emocional y la fuerza con que se presenta la conducta de ayuda, etc. Estas deberían ser

    preocupaciones de estudios futuros.

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