Musealizacion de Yacimientos Arqueológicos

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III CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE MUSEALIZACIÓN DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS De la excavación al público. Procesos de decisión y creación de nuevos recursos. Zaragoza, 15, 16, 17 y 18 de noviembre de 2004 AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA Zaragoza 2005

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III CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE

MUSEALIZACIÓN DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOSDe la excavación al público.

Procesos de decisión y creación de nuevos recursos.

Zaragoza, 15, 16, 17 y 18 de noviembre de 2004

AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA

Zaragoza 2005

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III CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE MUSEALIZACIÓN DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS De la excavación al público. Procesos de decisión y creación de nuevos recursos. ZARAGOZA 15, 16, 17 y 18 de noviembre de 2004. EXPLICAR O CONTAR La selección temática del discurso histórico en la musealización. José A. Lasheras Mª Ángeles Hernández Prieto RESUMEN (Enseñar no es enseñarlo todo M. de Montaigne) Un yacimiento musealizado es la exposición de sí mismo, concebida con criterios de divulgación y destinada, obviamente, a un público no conocedor. La selección de los contenidos en un discurso es siempre imprescindible sea cual sea el destinatario, y con más razón en el discurso divulgativo, donde la selección e integración de conocimientos debe producir un información asequible: “pocas ideas”, básicas, claras y concisas. Todo esto dirigido a quienes usan el Patrimonio en su tiempo de ocio, de forma voluntaria y con un objetivo de disfrute.

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An enhanced archaeological site open to the public may be considered as exhibitionof itself, that is conceived acording to interpreting criteria and aimed, obviously, to reach a«non expert» public. Whoever it is designed for, when you interpret a site it is necessary to chose the contents ofyour discourse. This circumstance is specially needed when a discourse intends to beinformative; when the selection and integration of knowledge should produce an informationeasily understandable: «few ideas», that would be basic, clear and concise. All this strategy isaimed to reach those people who use cultural heritage in their leisure time, voluntarily and fortheir own enjoyment.

To teach is not teaching everything. M. DE MONTAIGNE

EXPLICAR O CONTAR. La selección temática del discurso histórico en la musealizaciónJosé A. Lasheras*

M.ª Ángeles Hernández Prieto**

Enseñar no es enseñarlo todoM. DE MONTAIGNE

MUSEALIZACIÓNEsta ponencia es una reflexión personal1 sobreel destinatario mayoritario de toda musealiza-ción: los usuarios, el público; lo cual esactualmente la principal preocupación de losmuseos.

Hay que suponer que los museos resuelvenadecuadamente la conservación del Patri-monio a ellos encomendado, tanto en lasexposiciones como en los almacenes (o «salasde reserva»); y también que los museos songeneradores de conocimiento –o que pueden ydeben serlo– en su ámbito temático, por esoen los últimos años la atención y la atracciónde público –visitantes, usuarios– centra lareflexión y el esfuerzo de los responsables deestas instituciones.

Musealización es un neologismo que definebien el objeto de nuestro trabajo, o al menoseso creemos, de ahí su elección a la hora detitular estos congresos. Se trata de un término

bastante unívoco tanto para quienes trabajanespecíficamente en arqueología y museos,como para cualquier otra persona interesadapersonal o profesionalmente en el PatrimonioCultural. Sin embargo, no es habitual encon-trar su definición en ningún lugar. Por nuestraparte, proponemos la siguiente:

Musealización. Acción y efecto de incorporaralgo a la exposición estable de un museo. Poranalogía, en el caso de yacimientos arqueoló-gicos –y, por extensión, en el de inmuebleshistóricos– musealizar es hacerlos visitables yaccesibles, transformándolos en una exposi-ción estable, como si de un museo se tratara.Musealizar es, por lo tanto, hacer de un yaci-miento arqueológico –o de un inmueble convalor patrimonial– un museo o una exposiciónestable de sí mismo.

Estamos llamando «museo» a lo que puedeser sólo una exposición estable; con frecuen-cia, incluso ahora mismo, se nombra la partepor el todo y se utiliza la palabra que designaa toda la institución, el museo, para referirnossólo a una sus partes: su exposición estable.

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1 Se recogen aquí inquietudes, reflexiones y criterios que estuvieron presentes al proyectar la exposición del Museo deAltamira. Son fruto también del frecuente intercambio de pareceres, la mutua colaboración y del trabajo conjunto en elPostgrado de Educador de Museos de la Universidad de Zaragoza.

Summary * Director del MuseoNacional y Centro deInvestigación deAltamira.

** Jefe del Servicio dePrevención yProtección delPatrimonio Cultural.Gobierno de Aragón.

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Pero, en fin, utilizaremos musealizar dándoleel sentido más usual, el de hacer exposiciónmuseística.

Si ante cualquier yacimiento arqueológicotuviéramos presente la propia definición demuseo, llegaríamos al convencimiento de quemusealizar –‘hacer museo’– requiere investi-gar para conocer el yacimiento, es decir, exca-varlo o haberlo hecho; restaurarlo para suconservación (con su propia y específicainvestigación si ha lugar), y ofrecerlo al usopúblico en general; en resumen: la clásica trí-ada museística de investigar, conservar yexponer que podemos encontrar en cualquierdefinición de museo a partir de los años 70del siglo XX. Por otra parte, esta clásica defi-nición acusa ciertos síntomas de obsolescen-cia y se muestra incapaz de integrar o discri-minar a toda una serie de realidades surgidasen torno al patrimonio arqueológico y a suaccesibilidad pública, como son los llamadosmuseos de sitio, centros de interpretación,parques arqueológicos, etc., que ni encajanpor completo ni quedan por completo al mar-gen de ella.

MUSEALIZAR UN YACIMIENTO ES TRANSFORMARLO EN UN MUSEO DE SÍ MISMOEsto significa que es posible distinguir clara-mente un yacimiento arqueológico de unmuseo y que, previamente, el yacimientohabrá sido estudiado y excavado, al menos,en una muestra o proporción significativa delmismo: lo necesario para permitir el conoci-miento suficiente de su realidad pretérita. Eneste punto, queremos recordar a aquel sabiopaleontólogo que decía que su objetivo noera conocer los fósiles –huesos mineraliza-dos–, sino conocer los animales que vivieronhace millones de años. Si, por analogía, apli-camos esta máxima a nuestro ámbito vemosque, en cierto modo, el yacimiento arqueoló-gico es apenas el esqueleto de una ciudad,de una casa o de un enclave de cualquiertipo, y en todo caso sólo el residuo de lo que fue.

Conocemos de un yacimiento lo que se haexcavado y se ha estudiado. La selección deldiscurso empieza a partir de ese trabajo deinvestigación: ¿queremos hablar realmente delyacimiento arqueológico? O, más bien al con-trario, vamos a hablar de la ciudad, la casa oel enclave; o vamos a hablar de sus moradores

y de sus artífices… A partir de esta cuestión,de identificar y situarnos en esta disyuntiva departida y de elegir una u otra opción, seempieza a seleccionar el contenido o discursode cada musealización concreta.

Al musealizar pensamos en dos posiblesintervenciones museísticas para un mismositio arqueológico. Una será la realizada insitu: en, sobre y con el yacimiento, y en ínti-ma comunión con él mismo (obviamente seevitará actuar contra el yacimiento). En estecaso, la musealización se logra mediante la acción y la incorporación de elementoscontemporáneos:

• Para su conservación y protección.• Para encauzar la circulación de los usuarios

visitantes sobre el mismo; para ordenar suaccesibilidad física; para su seguridad y sucomodidad.

• Y lo más importante: para poder explicarlo,para que el yacimiento pueda ser compren-dido. Para informar sobre lo que se ve ysobre lo que no se ve; para informar de suvalor, significado, trascendencia, etc., resti-tuyendo y reintegrando –incluso supliendo–lo necesario para este fin. Para ofrecer, endefinitiva, una porción de Historia.

Esta actuación, que inevitablemente tienealgo de quirúrgico y algo de protésico, y quesiempre es algo traumático, resulta imprescin-dible para hacer de un yacimiento –algoyaciente, o como un cadáver tras una autop-sia– un testimonio, aunque sea parcial, de loque fue en vida.

La otra musealización posible –y frecuente–será la realizada en un edificio in sito, ma nontropo, es decir, junto al yacimiento (pero conmucha menor intimidad: incluso no encima, sipuede evitarse). En este caso, en el edificioadjunto, la musealización suele realizarse apartir de los objetos y otros hallazgos muebles(o más o menos movibles) procedentes delyacimiento. A estos objetos originales seadjuntan los necesarios elementos comple-mentarios de conservación, seguridad, obser-vación e información.

El que dicho edificio conserve y exponga o noobjetos arqueológicos; el que atienda y aludasólo al sitio o lo haga a un ámbito temático oterritorial más amplio, y el que a su cargohaya o no un técnico arqueólogo o conservador

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será determinante a la hora de que tal lugar sellame o considere museo de… o centro deinterpretación de…2

Parece lógico que los criterios y las decisionesque se adopten sobre el público/usuario desti-natario del proyecto, sobre el contenido ysobre la selección del discurso que se pretendecomunicar deben afectar a todo el proyecto de musealización, tanto si se actúa sólo sobreel yacimiento como si, además, hay un centroanexo, en cuyo caso debiera haber coherenciay complementariedad.

¿QUIÉN MUSEALIZA?Sin duda, quien musealice debe partir delconocimiento (científico, por supuesto) delyacimiento en cuestión, y, por lo tanto, debe-ría hacerlo quien sepa; por otra parte, y comoante cualquier otra actividad, es deseableque la tarea sea asumida con cierta dosis devoluntad y convicción, es decir, quien quiera;además, será necesaria la participación dedistintos profesionales para su diseño formaly ejecución material, pero será imprescindi-ble la decisión y coherencia de los responsa-bles (titulares y gestores del bien y de losfondos económicos precisos): quien pueda. Y,sobre todo (teniendo presente la teoría anglo-sajona de la competencia), debería museali-zar quien sepa hacerlo que, en contra de loque puede leerse habitualmente, no tieneque coincidir necesariamente en la figura del«conocedor» o estudioso del yacimiento. Setrata de una acción con entidad propia, dis-tinta de la investigación y la conservación,que debe tener su propio programa y objeti-vos aunque necesite de éstas. En cualquiercaso, es necesaria la capacidad de generaruna estrecha relación entre el ámbito de ladecisión, el del conocimiento y el de la eje-cución material.

MUSEOS; MUSEALIZACIÓN; RESTAURACIÓNNo todos los yacimientos arqueológicos sonidóneos ni deben ser objeto de musealización.La elección de un yacimiento concreto estárelacionada con criterios políticos y técnicos.De nuevo conviene referirse a los museos y asus exposiciones: ¿a qué tipo de museo esta-mos aludiendo?, ¿hay algún modelo de museoque sirva de referencia para esta tarea?

La tipología de museos es amplia o, al menos,eso puede deducirse consultando los manua-les académicos. Pero existe una disyuntivaútil, aplicable en la práctica, en cuanto a tipo-logía de museos que puede expresarse devarias formas: hay museos de objetos y mu-seos de procesos; museos de objetos (inclusode objetos científicos o técnicos) y museos deciencias (de la naturaleza o del hombre); deobjetos o de historias; de arqueología o de his-toria… en definitiva, en un extremo tipológicoexisten museos que exhiben cosas (objetos: dearte o de lo que sea; excelsos o variopintos,pero ordenados ¡eso sí!) y en el otro, museosque cuentan cosas, que informan de procesosnaturales o artificiales (culturales).

Cuando todavía se debate lo que es o no esmuseo y cómo deben ser los nuevos museos,trasvasamos, sin especial reflexión, un difusoconcepto de musealización a yacimientosarqueológicos que tienen una notable dificul-tad para ser comprendidos de forma inmedia-ta, y que necesitan en muchos casos de untrabajo de intermediación (interpretación, tra-ducción, codificación y decodificación) muysuperior al que necesitan los objetos expuestosen un museo.

Por otra parte, es fácil confundir trabajos máso menos ambiciosos de conservación (consoli-dación y restauración) y señalización conhaber hecho de una ruina un museo, o con ha-ber transformado un yacimiento (un tipo deruina) en una realidad histórica comprensible,asequible intelectualmente a los no especialis-tas. Y en todo caso, la mera señalización deja-ría un yacimiento en la situación de «visita-ble», igual que lo eran los museos de los años60 y 70 del siglo pasado, igual que lo sonmuchos en el presente.

En torno a la restauración de los restos inmue-bles de un yacimiento arqueológico partimosde algunas consideraciones. La investigación,la excavación arqueológica deja al yacimientoen una situación nueva, original y contemporá-nea; un yacimiento excavado es una conse-cuencia de la investigación, es y muestra –porasí decirlo– un contexto de trabajo científico, ylo aflorado por la excavación adquiere a partirde entonces un valor patrimonial de interéssocial. En resumen, la excavación crea una

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2 No vamos a entrar en la definición más adecuada para las diferentes realidades más o menos museísticas surgidascomo oferta cultural vinculadas al patrimonio.

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nueva realidad, contemporánea a nosotros,muy alejada de la realidad histórica y del con-texto vivo de lo que fue.

Contextualizar es un término que suele apare-cer asociado a musealizar, pero ¿a qué contex-to nos estamos refiriendo? Entre otras acepcio-nes, siempre referidas a entorno, encontramosque contexto son las circunstancias de todotipo que rodean un hecho. Si al musealizarentendemos por contextualización la preserva-ción de las circunstancias en el momento delhallazgo, quizá se acabe presentando unaserie de restos difícilmente reconocibles eincomprensibles para los no especialistas, queno responden a realidad pretérita alguna, yaque una excavación –acción altamente des-tructiva por otra parte– deja al descubiertotoda una serie de restos inmuebles que jamásconvivieron, que nunca tuvieron ese aspecto yque quizá no reconocerían ni sus artífices nisus usuarios.

Siguiendo a G.H. Rivière, podríamos plantearla existencia de un contexto original, ecológi-co, que pervive en cuanto permanece la reali-dad que lo ha producido, y que desaparece enel mismo momento en que deja de tenervigencia dicha realidad. Desaparecida la fun-ción y sus productores desaparece el contextooriginal.

Contexto arqueológico es la denominación deun entorno que se ha generado a partir de lapérdida de función original, y que ha produci-do el depósito ordenado de una destrucción ode un deterioro a lo largo del tiempo; eviden-temente no puede ser contexto más que en lametodología de estudio que la disciplinaarqueológica requiere.

El contexto histórico no es el estrato arqueo-lógico, ya que éste se empieza a formar en elmomento en que desaparece la función origi-nal. El estrato arqueológico es sólo un con-texto circunstancial en el proceso de investi-gación.

Ante la descontextualización histórica, es pre-ciso crear un nuevo contexto que puede serexplícito, sutil o evocador, fiel al original (o ala tipología originaria) y creíble, que permita la

consecución de los objetivos programados: ladivulgación del conocimiento.

Este contexto restituido será forzosamentehipotético, puesto que el productor originalnos falta; será además parcial, ya que, salvoexcepciones (Pompeya, Herculano), los restosque nos han llegado son muy incompletos.Estamos, por lo tanto, ante la recreación deuna realidad, sin duda rigurosa aunque frag-mentaria, que pretende la recuperación de losespacios históricos a través de la fascinaciónpor el pasado, proporcionando a los enclavesarqueológicos un valor añadido como «lugarde encuentro» entre pasado y presente, en loscuales podremos intuir con facilidad ecos deese pasado y crear imágenes de su vida y suhistoria3. El yacimiento tendrá que transfor-marse –mucho o poco– para que sea com-prensible, por ejemplo, la ciudad (el caso másfrecuente de yacimiento musealizado): pordónde y cómo se circulaba; cuáles eran losespacios públicos y cuáles los privados; cuá-les los sagrados; cuál era la función y elorden interno del todo y de sus partes, ycómo era realmente la ciudad cuando estabaviva. Habrá que seleccionar y decidir elmomento sincrónico a mostrar, ante la habi-tual imposibilidad de hacer comprensible ladiacronía que muestra simultáneamente todaexcavación arqueológica.

Hacer comprensible un yacimiento arqueoló-gico significa que previamente se ha resueltoadecuadamente su investigación, conserva-ción y restauración. Respecto a la restaura-ción se dice que debe ser la mínima paragarantizar la conservación; «la mínima» esalgo que se repite casi sin falta ni excepciónen los artículos sobre musealización. Otroscriterios explícitamente expresados para larestauración de yacimientos arqueológicosson: la documentación de lo que fue; lareversibilidad de la intervención, y la diferen-ciación evidente de la restauración respectode lo original. Pues bien, con tales criteriosquizá se garantice la perduración del bien taly como ha llegado a nuestros días, pero laconservación no es el único objetivo de lagestión del patrimonio ni de un programamuseológico. Conservamos el patrimonio parautilizarlo: sí, responsablemente, con criterios

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3 Sobre la dificultad de comprender y disfrutar actualmente de muchos monumentos, y sobre otras cuestiones cercanas aésta, resulta muy sugerente la lectura de «El fetichismo de la obra original» de Óscar Tusquets, en Todo es comparable,ed. Anagrama, Barcelona, 1998, y, en general, es muy sugerente la lectura de todo este libro.

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de sostenibilidad y con respeto a las genera-ciones futuras4.

Con una mínima intervención se garantiza unaconservación y perduración razonable, pero siprogramamos otros objetivos, si queremos usarel patrimonio arqueológico para que sea cono-cido por otros (nuestros colegas), o por otrosmuchos (el público), o usado por todos paracontemplación y deleite, y si además quere-mos que sea comprendido y valorado mediantesu exposición, quizá la restauración necesariano sea tan mínima como pudiera pensarse enprincipio y deba prolongarse en la restitución(reintegración y anastilosis incluidas). Por lotanto, restauración: siempre la mínima necesa-ria para alcanzar los objetivos de conservación;y restitución: siempre la suficiente para lograrlos objetivos de comprensión.

Consolidar, integrar, o dejar unos restosinmuebles –una ruina– en el seno de uninmueble contemporáneo, recién construido,es sólo conservación desde nuestro punto devista y, con frecuencia, es transformar un trozode patrimonio en un adorno (que ademásqueda bien entre una decoración minimalistay siempre «hace culto», incluso en el ambien-te más kitsch).

Musealizar será el tratamiento íntegro de unyacimiento, desde el final de su investigaciónhasta hacerlo accesible física e intelectual-mente al común de la sociedad.

¿PARA QUIÉN?Llegados a este punto, y recurriendo de nuevoa los manuales al uso, encontraremos al públi-co clasificado de acuerdo con distintos pará-metros: por su edad (niños y adultos); por sugrado académico; por sus conocimientos espe-cíficos (especialistas o no especialistas); por sulugar de residencia (turistas o residentes); porsu libertad (público cautivo ¿y libre?); por sugregarismo (grupos o individuos casi siempregrupitos, parejas o familias); etc. El parámetroelegido para definir cada tipo de público puedea su vez dividirse en grados y matices, y asípodríamos llegar a concluir que hay tantostipos de público como personas se acerquen acada uno de los yacimientos o museos. Y detodos estos públicos posibles: ¿Para quién

vamos a musealizar? ¿Es posible hacerlo simul-táneamente para todos los tipos definidos? ¿Sepuede disponer en los yacimientos musealiza-dos de recursos (humanos, técnicos, económi-cos) para trabajar diferenciada y simultánea-mente con todos los tipos de público? ¿Debenmusealizarse unos lugares de una forma y otrosde otra? ¿Es conveniente superponer y acumu-lar simultáneamente distintas intervencionespara cada tipo de público?

La exposición estable de un museo y el yaci-miento musealizado, deben dirigirse a aquellaspersonas que buscan esparcimiento, disfrute ocultura, o que buscan no-se-sabe-muy-bien-qué en los lugares de valor patrimonial (cultu-ral y natural); es decir, al público general y engeneral: personas de cualquier edad que acu-den en su tiempo de ocio (en su recreo, en elcaso de los escolares), por motivos diversos,con distintos bagajes vitales, profesionales,académicos y culturales, y quizá con una dosisde curiosidad (aunque sea mínima). La mu-sealización debiera destinarse a esa inmensamayoría no conocedora, formada por los visi-tantes reales y los potenciales. Por lo tanto, nohabrá que resumir la investigación o el conoci-miento, ni toda la investigación ni todo elconocimiento.

Será preciso el conocimiento científico: losdatos y su lectura; después su selección: porsu singularidad, por su trascendencia, por suejemplaridad, por su facilidad de transmisiónsin palabras (habrá que rechazar aquellos con-tenidos o discursos que sólo puedan ser trans-mitidos por palabras: su medio es el texto, nola exposición) y, finalmente, la informaciónelegida deberá ser traducida y presentada–interpretada– de un modo asequible, accesi-ble, amable y, a ser posible, divertido. No setrata de resumir, sino de seleccionar e integrar.

Respecto a los usuarios especialistas, conoce-dores o estudiosos (una inmensa minoría),dados sus conocimientos específicos prescin-dirán libremente de los elementos de interme-diación y accederán directamente al bienarqueológico. Además, para ellos se reserva ydestina, casi en exclusiva, el contenido dealmacenes y salas de reserva, la biblioteca, ladocumentación, los laboratorios y las memorias

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4 Esto quizá sea discutible: ¿es que alguien sabe que vaya a haber generaciones futuras, o que éstas vayan a sermuchas? ¿Necesitamos saber cuántas va a haber para decidir cuánto Patrimonio podemos usar, gastar o consumir en lapresente generación?

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y publicaciones científicas. Efectivamente, los museos deben servir a todos los usuarios,pero no de la misma manera ni en el mismolugar.

¿PARA QUÉ?: DIDÁCTICA Y DIVULGACIÓNUna vez definido el concepto y elegido el des-tinatario de la musealización podemos acercar-nos al ¿para qué?

Al hablar de museos, siempre se alude y men-cionan como en cascada, conjunta e indistin-tamente, como si todo fuera aproximadamentelo mismo, la didáctica, la pedagogía, la divul-gación, la difusión, la acción cultural, la inter-pretación. Lo mismo sucede al hablar demusealización (en este caso se añade, antes odespués, ese galicismo tan asentado que esponer en valor). Se trata de una mezcla inme-diata de cosas distintas que pueden clarificarsesi aludimos, por una parte a lo que es enseñar(enseñanza), y por otra a lo que es informar.En definitiva, podríamos reducir todo esto ados términos: didáctica y divulgación5.

Construir conocimientos es objetivo de ladidáctica. Los conocimientos así adquiridospueden ser transferidos a otros ámbitos. Ladidáctica no es sólo transmisión de conoci-mientos, sino que se propone también estu-diar y organizar procesos de aprendizaje yestructurar el pensamiento: pensamiento esté-tico, artístico, histórico, antropológico, etc.Mediante operaciones cognitivas la didácticaatribuye al patrimonio cultural el valor demedio para la construcción de conocimiento.

El discurso verbal –oral o escrito– es el mediodel conocimiento, de su formación, adquisi-ción y transmisión y fundamentalmente, eldiscurso verbal oral es la herramienta máshabitual de la acción didáctica; la figura deldocente y el ámbito escolar y académico soninherentes a ella.

Divulgar es informar, generalizar, hacer llegarcierto conocimiento a las personas ajenas alcampo al que corresponde específicamenteese conocimiento; hacer accesible a la mayo-ría de las personas algo que antes estabareservado a una minoría. En definitiva, com-

partir y socializar el conocimiento a través dela información.

La divulgación se propone tareas de informa-ción; pretende facilitar la comunicación deconocimientos generados por científicos espe-cialistas; estimular a nuevos conocimientos;satisfacer la curiosidad o provocarla, y deleitarcultural e intelectualmente. Su actividad pri-mordial se agota con la información facilitada.Asociada a los bienes culturales, su objetivoinmediato es permitir el disfrute del patrimo-nio mediante su comprensión, y que esto ocu-rra en el tiempo de contacto o visita. La divul-gación promueve disfrute, incluso emociones,pero no se propone la formación de competen-cias, habilidades o saberes transferibles (aun-que pueda lograrlo). Los receptores de unaacción divulgativa pueden olvidar la mayorparte de lo que se les ha transmitido y quedartodo reducido a una reconfortante impresiónintelectual, lo que ya es un logro importante.

A partir de esta «reconfortante impresión inte-lectual», la divulgación puede motivar hacia elconocimiento, a su búsqueda y adquisición;puede sorprender y provocar una reflexión; pue-de encauzar y reforzar la curiosidad o suscitar-la y, siempre, puede hacer al sujeto más pro-clive a disfrutar y buscar nuevas accionesdivulgativas.

Como ya se ha dicho antes, el conocimientonecesita de modo imprescindible el discursoverbal para su compresión y transmisión. Ladeuda de la divulgación con los textos delsaber pasa por la paráfrasis, la selección (queno es resumen ni abreviación) y, sobre todo,por la integración-interpretación de las infor-maciones.

Para atraer la atención y producir la pretendi-da interacción intelectual puede recurrirse alas analogías, las metáforas, paradojas y com-paraciones; al ingenio y al humor… Todo estoson excelentes aliados y buenos vehículos dela divulgación.

Las tecnologías de recreación virtual puedenser una buena herramienta al servicio de ladivulgación si alcanzan un gran nivel de cali-

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5 Pretendemos en este texto señalar un rumbo claro obviando la derrota, los matices. Prescindimos del término aprendi-zaje; de acuerdo con el uso común de la palabra, se vincularía con la didáctica y con lo escolar, pero aprender, lo quese dice aprender, se aprende siempre, en todas partes y haciendo cualquier cosa, incluso haciendo nada. Hace añosque hay bibliografía específica sobre el constructivismo y el aprendizaje contextual.

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dad, de credibilidad (piénsese en la calidad delas recreaciones virtuales en películas comoGladiator o Alejandro Magno puesta al serviciode la divulgación histórica). Por el contrario,con menor calidad de la que el usuarioencuentra en otros ámbitos (cine, TV, parquestemáticos), las recreaciones virtuales resulta-rán inútiles, incluso contraproducentes, y tie-nen graves inconvenientes: las de calidad soncostosas y, por lo tanto, no siempre factibles;son de uso individual frente al acto social devisitar y, por último, no son específicas delespacio musealizado (si se pueden disfrutar encasa ¿para qué visitar?). Conviene, pues, man-tener la propia especificidad de yacimientos ymuseos; y también pensar en el valor, la emo-ción y la impresión directa que provoca sentiry estar en las tres dimensiones reales, frenteal muy distinto valor y visión que proporcionacualquier 3D virtual.

La divulgación, a diferencia de la didáctica, nopretende cambios en las habilidades o en lasconductas. La divulgación crea y satisface unnivel básico de curiosidad, lo que produce unplacer intelectual (por oposición a un placersensorial o visceral). La divulgación encuentraun soporte y un medio natural en la exposicióny en la musealización como vehículos decomunicación.

Por otra parte, la divulgación no es banal nisuperficial; ni fácil, ni simple ni menosimportante que otras acciones. Puede sertrascendente para un adulto en su ocio y paraun escolar en su recreo (pues recreo pareceser para muchos docentes y, por lo tanto, parasus discentes, la visita a un yacimiento mu-sealizado).

En definitiva, para divulgar, la selección deldiscurso es imprescindible y se debe acometertras determinar los objetivos concretos decomunicación. Si el objetivo esencial es eldeleite cultural y el disfrute intelectual, laopción es divulgación. Optar por la divulgaciónes decidir ser radicales en la selección del dis-curso y en la elección de los medios a emplearen un proyecto de musealización.

Convendría ser consecuentes a la hora depensar en lo que suele llamarse públicogeneral, en el público potencial, en los usua-rios, en todos aquellos que crean algún díaque un yacimiento musealizado, al que leslleva el azar o una campaña de difusión, les

puede interesar o agradar, e intentemos nodefraudarles.

¿Dónde está el límite de la divulgación, dóndeel de la restitución y la recreación?…

…¿Y EL RIGOR CIENTÍFICO?No puede haber dudas. El límite de la divulga-ción coincide con la línea que separa el saberde la ignorancia, la historia de la ficción, y elplacer intelectual (el que debiera ofrecer unmuseo o un yacimiento musealizado) del pla-cer visceral (el que ofrece un parque de atrac-ciones, temático o no).

Con frecuencia, como objetivo primordial, yaun exclusivo para algunos profesionales en elámbito del Patrimonio, se invoca el RigorCientífico. A veces parece usarse a modo deescudo y a veces como arma arrojadiza (deataque y descalificación masiva); puede ser unfalso compañero que obra en contra de la inte-gridad con que debe afrontarse la gestión delpatrimonio; una especie de topo, de ínclito ynunca bien ponderado quintacolumnista; osólo un remilgo, o puede ser una sensatainquietud y exigencia. De forma clarificadorapara estas líneas viene a colación la frase «nohay que confundir el rigor científico con elrigor mortis» oída hace muchos años a JorgeWagensberg (Director del Museo de la Ciencia,de Barcelona). La cuestión no es dejar de serrigurosos científicamente; la divulgación cien-tífica no se opone ni está reñida con el rigorcientífico del conocimiento de partida ni conla información construida a partir del mismo,sino todo lo contrario: no habrá divulgacióncientífica (o no merecerá tal nombre) si esajena a la propia ciencia.

Es imprescindible actuar con el mismo rigoren todos los aspectos de un proyecto, tantoen el aspecto que suele entenderse comocientífico como en lo que afecte a la conser-vación, la restitución, la divulgación, el dise-ño y la ejecución de una musealización. Rigorcientífico sí, por supuesto ¡es una condición!,y también rigor en la comunicación: es elobjetivo. Se fracasa cuando se emite un men-saje que no interesa al receptor, pues no exis-tirá tal receptor ni, por lo tanto, habrá co-municación alguna. Fracasa la comunicacióncuando el emisor no logra explicarse adecua-damente, cuando no consigue hacerse enten-der, cuando no suscita atención y no transfor-ma al receptor potencial en un receptor real.

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Comunicar no es emitir un mensaje –un con-tenido, una explicación, una información–,comunicar es conseguir que alguien recibaese mensaje. Si, además, logramos su compli-cidad, el éxito es total.

FINAL. EL MUSEO DE ALTAMIRAEsta reflexión sobre la divulgación científicade la Historia (Prehistoria, Arqueología…),sobre el público de los museos, sobre lasexposiciones y musealizaciones, y sobre lafinalidad de todo ello sintetiza inquietudes ycriterios que estuvieron presentes al definir yrealizar los contenidos de la exposición establedel Museo de Altamira (incluyendo en estaexposición esa sala singular que llamamosNeocueva de Altamira). El resultado está a lavista y puede ser valorado (como siempre, seintentó más de lo que se logró).

Quizá uno de los objetivos prioritarios quedeban proponerse los museos y la musealiza-

ción sea provocar y ofrecer algo tan exclusi-vamente humano como el placer de observar,reflexionar y conocer. Podemos recordaraquellas frases atribuidas a K. Hudson: «unbuen museo es aquel que nos hace sentirmejor al salir que al entrar»; «un buen museoes aquel del que se sale con mejores pregun-tas que las que se tienen al entrar».Podríamos también acabar recordando aVoltaire: «para aburrir a alguien basta concontárselo todo».

… Seamos ambiciosos con los proyectos demuseos y musealizaciones, no nos conforme-mos con poco; seamos generosos, olvidemos lasatisfacción en nuestro ámbito profesional ybusquemos la de los demás, la de quienes nosrodean en casa o en la calle. Podemos serambiciosos y no conformarnos con poco: gene-remos curiosidad; consigamos para todos unculto deleite intelectual en los museos y yaci-mientos musealizados.

III CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE MUSEALIZACIÓN DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS / 3

EXPLICAR O CONTAR

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