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Museos de Terque Año X nº 114 Agosto 2015 Apología Radical de las Cosas Viejas Acordarse de Santa Bárbara cuando truena Las Tormentas han provocado siempre un gran temor por sus efec- tos devastadores sobre personas, casas, animales o cultivos. La reli- gión y la cultura popular han combatido ese miedo, con una serie de creencias, costumbres o supersticiones para ahuyentar la fuerza del rayo, del granizo y la lluvia. A finales del XIX, comienzan a instalarse los primeros pararrayos en Almería, en algunos edificios de nueva construcción. En 1887, se pedía se instalasen en la catedral, el hospital o el instituto. Hasta esa fecha eran otros los medios protectores. La religión cristiana se ha dotado de sus santos protectores, rituales y oraciones para ahuyentarlas. La Cruz de Caravaca Es una cruz de dos brazos, y dos cuerpos unidos, que solía estar hecha en cobre o bronce. Según la tradición fue bajada del cielo por dos ángeles. Se le atribuía una gran protección frente a las tormen- tas, y se decía que se abrían sus dos cuerpos cuando las hubiera. María Ramos Contreras (Lucainena 1907), colgaba una Cruz de Cara- vaca en la puerta de su casa, ante la amenaza de una gran nube. La Crónica Meridional en 1926, incluye el relato de una tormenta en Rodalquilar “ A la luz intensa y serpenteante de un relámpago sucedió el trueno con un crujir seco y estridente… La cortijera estaba rezando una oración mientras prendía entre sus manos una cruz de metal dorado, nos decía: Esta es la Cruz de Caravaca, insignia de la fe cristiana, que colocándola en la ventana realiza el milagro de ahu- yentar las tormentas, evitan el peligro que caigan rayos y centellas.” Santa Bárbara Es muy popular el dicho, “Acordarse de Santa Bárbara, cuando truena”, aplicado, a aquellas personas que solo ven los peligros cuando los tienen encima. Santa Bárbara, es la santa abogada frente a las Tormentas. También frente al fuego o ante la muerte repentina sin confesión. Su oración reiterativa y protectora la decían así en Terque: “Santa Bárbara bendita, que en el cielo estás escrita, con papel y agua bendita. Hija del emperador, líbranos de una tormenta y de un rayo que es peor. ” “Una noche que estalló una tormenta furiosa, para aplacar la ira del cielo encendió Lucía a la estampa de una Santa Bárbara dos velas bendecidas, con la cera que dejaron correr, amasó entre sus dedos dos crucecicas que colocó sobre las juntas de la ventana de su cuar- to para detener y cortar el paso de los rayos”. Novela Las tres inicia- les. Francisco Álvarez. 1849.) Objetos que habían estado en contacto con lo sagrado, también tenían un poder protector. En Terque, “Se cogían y guardaban los cabillos de las velas que no habían ardido completamente en el Mo- numento del Jueves Santo. Cuando amenazaba una tormenta, se encendían con el ánimo de que se fuera la nube.” Carmela Solbas (Terque 1933) En Albanchez, la costumbre era guardar los cabos que habían ardido ante la imagen de la Virgen de la Cabeza, el día de su fiesta en el cerro de Monteagud. Las velas se encendían en los alfeizares de las cámaras de las casas, y se le rezaba una salve a la virgen, si se tenía una estampa se ponía también. Francisco Martínez Botella (1976). “Cuando hay tormenta para evitar sus estragos se enciende una vela que haya ardido en el monumento de Semana Santa durante las Tinieblas.” “ La tormenta pasó sin consecuencias. Los vecinos dejaron de rezar sus últimas oraciones y apagaron las milagrosas velas.” (La Crónica Meridional 16 Noviembre 1877). Otra costumbre era encen- der mariposas ante alguna imagen. Piedras al cielo. En Alhabia, el Sábado de Gloria, durante la misa cuando repicaban las campanas anunciando que había resucitado el Señor, la gente salía de la iglesia a la plaza a coger chinas. –las calles no estaban asfaltadas -. Las piedras se guardaban para cuando lle- garan las tormentas. Lanzándolas en la calle a lo alto, se rezaba un credo, buscando se alejaran los nubarrones. Paca Romero Romero, (Alhabia 1937). Esta costumbre de lanzar se realiza en otros lugares de España, se lanzaban 9 o 12 piedras, que debían haber sido reco- gidas en fechas señaladas, como la noche de San Juan, Santa Brígi- da, el Sábado Santo o el Domingo de Resurrección.

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Museos de Terque Año X nº 114 Agosto 2015 Apología Radical de las Cosas Viejas

Acordarse de Santa Bárbara cuando truena

Las Tormentas han provocado siempre un gran temor por sus efec-

tos devastadores sobre personas, casas, animales o cultivos. La reli-gión y la cultura popular han combatido ese miedo, con una serie de creencias, costumbres o supersticiones para ahuyentar la fuerza del rayo, del granizo y la lluvia.

A finales del XIX, comienzan a instalarse los primeros pararrayos en Almería, en algunos edificios de nueva construcción. En 1887, se pedía se instalasen en la catedral, el hospital o el instituto. Hasta esa fecha eran otros los medios protectores.

La religión cristiana se ha dotado de sus santos protectores, rituales y oraciones para ahuyentarlas.

La Cruz de Caravaca

Es una cruz de dos brazos, y dos cuerpos unidos, que solía estar hecha en cobre o bronce. Según la tradición fue bajada del cielo por dos ángeles. Se le atribuía una gran protección frente a las tormen-tas, y se decía que se abrían sus dos cuerpos cuando las hubiera. María Ramos Contreras (Lucainena 1907), colgaba una Cruz de Cara-vaca en la puerta de su casa, ante la amenaza de una gran nube.

La Crónica Meridional en 1926, incluye el relato de una tormenta en Rodalquilar “ A la luz intensa y serpenteante de un relámpago

sucedió el trueno con un crujir seco y estridente… La cortijera estaba

rezando una oración mientras prendía entre sus manos una cruz de

metal dorado, nos decía: Esta es la Cruz de Caravaca, insignia de la

fe cristiana, que colocándola en la ventana realiza el milagro de ahu-

yentar las tormentas, evitan el peligro que caigan rayos y centellas.”

Santa Bárbara

Es muy popular el dicho, “Acordarse de Santa Bárbara, cuando

truena”, aplicado, a aquellas personas que solo ven los peligros cuando los tienen encima.

Santa Bárbara, es la santa abogada frente a las Tormentas. También frente al fuego o ante la muerte repentina sin confesión. Su oración reiterativa y protectora la decían así en Terque: “Santa Bárbara

bendita, que en el cielo estás escrita, con papel y agua bendita. Hija

del emperador, líbranos de una tormenta y de un rayo que es peor. ”

“Una noche que estalló una tormenta furiosa, para aplacar la ira del

cielo encendió Lucía a la estampa de una Santa Bárbara dos velas

bendecidas, con la cera que dejaron correr, amasó entre sus dedos

dos crucecicas que colocó sobre las juntas de la ventana de su cuar-

to para detener y cortar el paso de los rayos”. Novela Las tres inicia-

les. Francisco Álvarez. 1849.)

Objetos que habían estado en contacto con lo sagrado, también tenían un poder protector. En Terque, “Se cogían y guardaban los

cabillos de las velas que no habían ardido completamente en el Mo-

numento del Jueves Santo. Cuando amenazaba una tormenta, se

encendían con el ánimo de que se fuera la nube.” Carmela Solbas (Terque 1933)

En Albanchez, la costumbre era guardar los cabos que habían ardido ante la imagen de la Virgen de la Cabeza, el día de su fiesta en el cerro de Monteagud. Las velas se encendían en los alfeizares de las cámaras de las casas, y se le rezaba una salve a la virgen, si se tenía una estampa se ponía también. Francisco Martínez Botella (1976).

“Cuando hay tormenta para evitar sus estragos se enciende una vela

que haya ardido en el monumento de Semana Santa durante las

Tinieblas.” “ La tormenta pasó sin consecuencias. Los vecinos dejaron

de rezar sus últimas oraciones y apagaron las milagrosas velas.” (La Crónica Meridional 16 Noviembre 1877). Otra costumbre era encen-der mariposas ante alguna imagen.

Piedras al cielo. En Alhabia, el Sábado de Gloria, durante la misa

cuando repicaban las campanas anunciando que había resucitado el

Señor, la gente salía de la iglesia a la plaza a coger chinas. –las calles

no estaban asfaltadas -. Las piedras se guardaban para cuando lle-

garan las tormentas. Lanzándolas en la calle a lo alto, se rezaba un

credo, buscando se alejaran los nubarrones. Paca Romero Romero,

(Alhabia 1937). Esta costumbre de lanzar se realiza en otros lugares

de España, se lanzaban 9 o 12 piedras, que debían haber sido reco-

gidas en fechas señaladas, como la noche de San Juan, Santa Brígi-

da, el Sábado Santo o el Domingo de Resurrección.

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Dirección y textos: Alejandro Buendía Muñoz. Diseño José Luis Segura García. Colaboradores: Lourdes López Romero, Manuel Ruiz. C/ Real, 17 CP 04569 Terque (Almería) Tlfno./ Fax: 950 64 33 00. Colabora: Ayuntamiento de Terque. Edita: Asociación de Amigos de los Museos de Terque. Depósito Legal: AL-38-2006. ISSN: 1885 - 9801. Periodicidad mensual.

© Asociación de Amigos de los Museos de Terque. Derechos reservados. Las noticias y artículos que figuran en la presente publicación pueden reproducirse con fines educativos, citando la procedencia. Ninguna parte puede reproducirse con fines comerciales sin el consentimiento ex-preso del Museo de Terque. www.museodeterque.com

Las Palabras Moribundas

Santos: dibujos que ilustran una publicación. “¿Hay santos?

¿Sobre cuantos?” Con esta pregunta se realizaba el juego que

consistía en adivinar el numero de ilustraciones o Santos, que

llevában la página de un libro. Se señalaba, se entreabría y si

acertaba, ella pasaba a preguntar.” (Paca Romero Romero. Al-habia 1937)

Conjurar la tormenta

La iglesia establecía sus propias oraciones o conjuros contra los rayos y tempestades. Según el Breviario y Ritual Romano se decía: “Dios

omnipotente y eterno, perdona a los temerosos, manifiéstate propicio

a los humildes, y después de haber cesado los perniciosos relámpagos

y la furiosa tormenta, haz que la amenaza de tu ira en la tempestad,

nos sirva de nuevo motivo para alabarte. Señor Jesu-Christo, que

mandaste a los vientos, y a la mar, y luego quedó todo en suma tran-

quilidad; oye las preces de tu pueblo, y concédele que con esta señal

de la Santa Cruz se aparte la furia de la Tempestad… Si durare la tem-

pestad, se podrán repetir las Letanías, y demás preces sobredichas.”

Libro Oficio de Difuntos 1787. El sacerdote conjuraba la tormenta desde un sitio destacado de la orografía. En muchas zonas se levan-taron los conjuraderos o esconjuradores, especie de templete de obra cubierta con una bóveda y abierto a los cuatro puntos cardina-les.

El conjuro debía combinarse, con toque de campanas por el sa-cristán. Tocar a nublo o nublao. Algunas campanas llevaban incluso la inscripción tempestades fugo, pongo en fugo tempestades.

“Vamos a la Iglesia, vamos que los señores curas ya habrán ido y es-

tarán conjurando ¿Santa Bárbara Bendita! ¡Jesús que truenos! Que

toquen a nublo, para que se disuelva la nube…” Atalaya de la Man-cha en Madrid 1814. En algunas zonas de España este toque se hacía de forma preventiva todos los días en los meses de más peligro de tormentas “De Santa Cruz de Mayo a Santa Cruz de Septiembre se

repican las campanas hasta que quiebren.”

El haber salido airoso de una gran tormenta podía llevar a la realiza-ción de una promesa como la realizada por José Gil en 1897 a la Vir-gen del Carmen. Prometía repartir la mitad de su caudal en reliquias, estampas y socorros a los pobres. En la hoja impresa que mostramos y que fue encontrada en Albanchez, se dice “ Suplica este caballero

se conserve esta reliquia pues está bendecida y retocada por la Santa

Cruz de Caravaca y contiene siete metales que influyen mucho para

evitar aires malos, malos terremotos , malas nubes , malos pedriscos

y malos huracanes, y para la alferecía y toda clase de males. “

Otros objetos, sin connotaciones religiosas, tenían también un po-der protector. María Cortes (Cariatiz Sorbas, 1963), recuerda como en su casa sacaban a la puerta un trébede, que ponían con las pa-

tas hacía arriba, y le echaban sal en el interior. En Albanchez, se sacaba a la puerta las estenazas o tenazas de la lumbre y se abrían en forma de cruz, y el trébede. El niño más pequeño de la casa echaba sal al suelo – la inocencia para enfrentarse al mal-. La sal fue utili-zaba en los exorcis-mos contra los de-monios. También en otros lugares se echaba sal en el te-rrado. Otras defen-sas, eran cerrar las ventanas, buscar el refugio en las habi-taciones interiores de la casa.

En la toponimia de algunos lugares se pueden encontrar nombres como la

Cruz del Rayo, un ejemplo es la Finca la Cruz del Rayo en la Sierra de los Filabres, en referencia a lugares donde se había colocado una cruz de madera, en señal de que alguien se había salvado al caer un rayo cercano, o Cerro de los Conjuros donde se subía el sacerdote a conjurar la tor-menta mientras el sacristán tocaba las campanas.

La noche más terrible en Terque. 1924

“Comunican de Terque que a consecuencia del vendaval se despren-

dió un cable en la última madrugada resultando muerto Enrique

Rodríguez, heridos graves Jacinto Ayala y Manuel Castillo y varios

heridos leves. Las descargas eléctricas duraron toda la noche, sem-

brando el pánico entre el vecindario y produciendo pequeños incen-

dios en las partes altas de algunos edificios. La lluvia torrencial hacía

más imponente el espectáculo. Hasta bien entrado el día no se pudo

cortar la corriente cesando entonces de despedir chispas el cable des-

prendido.”(La Libertad. 16 Octubre 1924)

Enrique Rodríguez murió electrocutado al salir del café en la calle del Agua, un cable en un charco se cruzó en su camino. Jacinto Ayala, encargado de la luz perdió parte de tres dedos de su mano al tocar un cable cuando intentaba sofocar uno de los incendios. Manuel Cas-tillo también fue herido en la calle Cristóbal Colón.

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Museo de la

Escritura Popular

Entre el infierno, el purgatorio y el cielo, 1950

“Ezcaba a 5 de mayo de 1950

Señora Doña M. M. Andalucia

Querida hermana te escribo diciendo que la Madre murió en el

año 1916 y murió el dia 20 de Octubre 4 y 40 minutos de la ma-

ñana y que fue al purgatorio para cien años, y el año 44 estaba

sufriendo mucho en el purgatorio, que ablaron en el cielo y en el

infierno que sufrió mucho, que ara en Buertecitas artas a que a

Pedro Martinez Billanueba a la Maria Francisca Soriano, y que

ablaron que nació Adan en Buertecitas altas y cuando a blaron

que nació allí comenzó a dar gritos y que la puso luego el Angel

en el mejor sitio del purgatorio un ijo de Adan que le llamaban

Quitana que era anjel, que pasaba dos anjeles por la religión la

del purgatorio a los 130 Kilometros y la madre llamo a Quintana

y se presenta a los 130 kilómetros en 5 minutos delante de ella y

le dijo si era padre de Adan y le dijo que si era que hablo cinco

palabras al cielo al espíritu Santo allí la mando con el y le dijo

que el padre que esta en el infierno y le dijo que no porque a

echo perrerías por su padre.

Que dice la madre que encarnación sea que dado ciega y la ija

de Encarnación que tiene tres ijas a las 3 de la mañana asta las 5

que tiene unos pecados muy grabes de las 3 a las 5 de la maña-

na cuando era soltera y que tiene qun decir los pecados en el

mismo pueblo en la parroquia de Lijar y si no dice los pecados

que ba al infierno para toda la vida.

Que me dejo la madre 2 o tres días antes de morir la madre 200

pts 500,50 pts que me dejo de erencia la madre y que todavía no

me las dado, dice el Espiritu Santo que si no me abonas esas pts

que yras al infierno que no tienes sal bacion que sino me abonas

que dice el espíritu santo que no tienes sal bacion y cabras que

ay estado 4 años conti-

go y no meas dado nada

y si no me abonas dice el

espíritu santo que no

tienes sal bacion.

Hablo todos los días con

la Madre 2 o 3 veces al

dia y me dice que por mi

esta en el cielo.

Que Juan Pedro esta en

medio de los infiernos

por que se a rebelado

contra Dios y la Ysabel

también esta en los in-

fiernos.

Con esta se despide este

que os quiere A. M. Bueno me contesta sin perdida de correo a

estas señas que estoy asta el 22 de este.

Sr. A. M. Valle Ezcabarte. Ezcaba. Navarra

Carta de A.M. a su hermana en Lijar (Almería) 1950

El toque de la Caracola

Las grandes riadas e inundaciones de los ríos almerienses: Naci-miento, Andarax Almanzora o Aguas fueron una constante. Los vecinos de ramblas y ríos tenían una manera muy peculiar para avi-sar de la inminente llegada de la lengua de las aguas, junto a los gritos “¡Qué viene el rio!”, se hacían sonar unas caracolas marinas cuyo ruido se podía sentir desde grandes distancias. Así se cuenta en la Crónica Meridional de Almería el 20 de Octubre de 1891 “Aun

no había cesado el agua y lo que era natural, la rambla de Belén

salió. El toque de la caracola no cesaba, todo aparentaba que éra-

mos presa de otra inundación mas formidable que la anterior. Nos

acercamos, y por fortuna vimos que la avenida era mansa. El rio

Andaráx también había salido.”

Esta costumbre pervivió hasta mediados del siglo XX en algunos ríos como el de Aguas. La caracola con su forma cónica era perforada por el ápice y soplando por ella producía un sonido como de trom-pa. Un toque prolongado quería avisar que la avenida venía aun lejos y toques entrecortados que estaba ya encima.

La Caracola (Charonia Lampas) tiene una concha alargada y ovala-da, grande y sólida, con la última vuelta de la espiral muy amplia. Espiras con cordones de nódulos y una abertura bucal grande y elíptica, Su coloración marrón más o menos claro por encima, y por debajo blanco; dientes del labio externo marrones. En la ima-gen la antigua caracola que se conserva en el Museo Etnográfico de Terque mide 25 x 17 cm. y esta preparada con una perforación en su ápice para hacerla sonar.

Su uso como avisador se documenta desde la antigüedad en cul-turas de todo el mun-do. En toda España fueron utilizadas en rituales festivos y en diferentes trabajos como avisadores, por cazadores, pastores, agricultores o marine-ros. En las costas an-daluzas como avisa-dor sonoro en la na-vegación se les llama-ba Pitos de barcos.

Francisco Martínez Botella de Albanchez, cuenta como “El día

de la Virgen de Mon-

teagut subían gente

de Cabo de Gata a

vender caracolas.” Él, conserva la caracola de su abuelo Francis-co Martínez Alonso, del Molino del Marchal de Albanchez , con el que se avisaba de las riadas.

Las Caracolas también fueron muy utilizadas en las cencerradas que se le daban a los viudos que se casaban. En 1800, un vecino de la Cañada denunciaba ante el Alcalde de Almería “dándonos una cen-

cerrada tan escandalosa… griterío, ruido de cencerros, almireces,

caracolas y golpes en nuestra puerta y ventana…”

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Museo Etnográfico - Museo Provincial de la Uva del Barco - Cueva de San José – La Modernista. Tienda Tejidos- Museo de la Escritura Popular

Viaje al Tiempo detenido

La imagen nos lleva a la Plaza de Terque, a una tarde de verano de 1968, la preside el majestuoso olmo centenario. Siempre fue este lu-gar, el centro de la vida social y económica del pueblo. Su nombre fue variando según los cambios políticos a lo largo de su historia. En 1812, se le da el nombre de Plaza de la Constitución, Plaza Real en el Reinado de Fernando VII, Plaza de la Libertad en el periodo de la II República o Plaza del Generalísimo en los años de la dictadura Franquista. Como en todas las plazas, los árboles se plantaron con el objeti-vo de ofrecer sombra a todas las actividades que allí se daban. La edad del olmo se desconoce, lo cierto es que en 1781, ya se tiene testi-monio escrito de la existencia de un olmo en la plaza, bajo el que se sentaban para realizar los arrendamientos anuales de productos como el aceite, el vino o el horno comunal o de poya. Se aprecia el suelo de tierra, la plaza no sería asfaltada hasta 1970. Vemos cruzar a una niña con un bolsa que vendría de algún mandado y a otra niña apoyada sobre un marmolillo o marmolete como se les decía en Terque; poste de mármol pulido, que se colocaban en el suelo para evitar que los carros se aproximaran y rozaran las paredes de las casas. La falta de lugares y calles apropiadas para aparcar y el creciente número de automóviles fue convirtiendo la plaza en el lugar preferido para dejar los coches. En la fotografía podemos ver aún una desierta y apacible plaza, donde solo se aprecia un sidecarro que podría ser el del panadeo Luis Cortes o el de Trino Tortosa el cartero. En la fotografía podemos ver algunas viviendas hoy desaparecidas, como la casa situada donde hoy se asienta la Caja Rural o la antigua casa de Trinidad Alonso. A través de esta imagen vemos con tristeza lo que hubiera sido, de haberse conservado, una de las plazas más hermosas de la provincia. La fotografía la conserva Juan Salmerón Solbas.

Diario de Avisos

“En la calle Séneca numero 1, frente al casino Santo Domingo, se alquilan coches fúnebres para

niños, a precios sumamente arreglados. Serán gratis para el que lleve el ataúd del mismo esta-

blecimiento. También hay en el expresado establecimiento un magnifico y variado surtido de

ataúdes de todas las clases y tamaños de las formas más elegantes que hasta el día se han co-

nocido en el estilo de las principales ciudades de España y el Extranjero. Se expenderán a todas

horas y se facilitarán faroles y demás efectos.” El Eco del Mediodía. Almería 28 Octubre 1864

Libro de Visitas

“ Les agradecemos su labor a favor

de la uva y de las comarcas alme-

rienses productoras, con la recupe-

ración y divulgación de las varieda-

des.” Jaral S.A. Vicar febrero 2015