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    MUSSOTEA Alexandre Dumas Hijo

    Como homenaje de gran admiraciny de afectuosa devocin

    Guy de Maupassant

    Jacques NormandPERSONAJES

    Jean MARTINEL, sobrino del Sr. Martinel, de 30 aos de edad, pintor ya clebre y premiado Lon de PETITPR, hermano de Gilberte Martinel, joven abogado de 30 aos. Sr. MARTINEL, viejo armador de Le Havre, de 55 aos Sr. de PETITPR, antiguo consejero de la Corte, oficial de la Legin de honor, de 60 aos Dr PELLERIN, mdico muy elegante, de 35 aos Sra. de RONCHARD, hermana del Sr. de Petitpr, de 55 aos Henriette LVQUE, alias MUSOTTE, modesta modelo, ex-amante de Jean Martinel, de 22

    aos Sra. FLACHE, comadrona, antigua bailarina de la pera, de 35 aos Gilberte MARTINEL, hija del Sr. de Petitpr, de 20 aos, casada el mismo da de la accin co

    Jean Martinel Lise BABIN, nodriza, de 26 aos

    CRIADOS

    La accin transcurre en Pars, en nuestros das1890

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    PRIMER ACTO

    Un saln formal y muy elegante en el domicilio del Sr. de Petitpr. Una mesa en mitad del escenariocanap a la derecha. Una silla y un sof a la izquierda. Al fondo, una puerta que se abre a una galerPuertas laterales. Lmparas encendidas. Se levantan de la mesa.

    ESCENA PRIMERA

    SR. DE PETITPR, SR. MARTINEL, SRA. DE RONCHARD, LON DE PETIPR, JEAN,GILBERTE, vestida de novia, sin corona ni velo.SEORA DE RONCHARD , tras haber saludado al Sr. Martinel, que le da el brazo, va a sentarse a laderecha, luego llama: Gilberte ! Gilberte !GILBERTE , dejando el brazo de Jean: Ta ?SEORA DE RONCHARD: El caf, hijita!GILBERTE , acercndose a la mesa: Enseguida, ta.

    SEORA DE RONCHARD: Ten cuidado con el vestido!LON , corriendo: No, no, no ser mi hermana quin sirva hoy el caf. El da de su boda ! Ya meencargo yo.(A la Sra. de Ronchard.)Vos sabis, ta, que en mi calidad de abogado, puedo hacer de todoSEORA DE RONCHARD: Oh ! Conozco tus mritos, Lon, y los aprecio...LON , riendo, y ofrecindole una taza: Sois demasiado buena.SEORA DE RONCHARD , tras haber tomado la taza, secamente: ... para lo que valen!LON , a s mismo, regresando a la mesa: Ya est! la coletilla... Qu no falte nunca!(Ofreciendo otrataza a Martinel.)Tres azucarillos, verdad seor Martinel, y un poco de fino champn ? Conozcovuestros gustos. Nosotros os trataremos bien, desde luego que s!MARTINEL : Gracias, amigo mo.LON , a su padre: Tomas, padre ?PETITPR : S, hijo.LON , a los recin casados que se han sentado a la izquierda y charlan en voz baja: Y vosotros, los jvenes esposos? ( Los jvenes absortos no responden.) La causa est clara!Vuelve a poner la taza sobre la mesa.PETITPR , a Martinel : Vos no fumis, verdad ?MARTINEL : Nunca, gracias.SEORA DE RONCHARD: Eso me sorprende. Mi hermano y Lon no podran dejar de fumar por nada del mundo, incluso en un da como este... Qu horror, el tabaco!PETITPR : Un horror muy bueno, Clarisse.LON , yendo hacia su ta: Casi todos los horrores son buenos, ta; conozco algunos exquisitos.SEORA DE RONCHARD: Pcaro!PETITPR , tomando a su hijo por el brazo: Ven a fumar al billar, dado que a tu ta le molesta !

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    LON , a su padre: Cuando ser el da que le guste algo que no sean sus caniches!...PETITPR : Vamos, cllate.Ambos salen por el fondo.MARTINEL , a la Seora de Ronchard : Estas son las bodas como a m me gustan y como se celebrancon frecuencia aqu, en vuestro Pars. Despus del aperitivo, ofrecido al salir de la iglesia, todos los

    invitados se van, incluso las damas de honor y los testigos del novio. Solo queda la familia, luego secon algunos parientes. Partida de billar o de cartas, como todos los das; flirteo entre los recin casad(en ese momento, Gilberte y Jean se levantan y salen lentamente por el fondo, dndose el brazo); luego,antes de medianoche, a camita.SEORA DE RONCHARD , aparte: Lo acostumbrado !MARTINEL , se va a sentar a la derecha, sobre el canap, al lado de la Sra. de Ronchard : En cuanto alos jvenes, en lugar de partir hacia ese absurdo viaje tradicional, se quedan tan ricamente en nidito preparado para ellos. Me consta que usted encuentra que a eso le falta elegancia, distincin. Tanto pA m me gusta.SEORA DE RONCHARD: Esas no son las costumbres en sociedad, seor!MARTINEL :Sociedad! Hay treinta y seis mil tipos de sociedades. Mire usted, nada ms que en elHavre...SEORA DE RONCHARD: No conozco ms que la nuestra...(replicando)la mejor, la autntica.MARTINEL : Naturalmente. En fin, Seora, con todo lo sencillo que haya sido, el matrimonio se hacelebrado, y espero que vos hayis aceptado a mi pobre sobrino, que hasta el momento...SEORA DE RONCHARD: As debe ser, ya que es el yerno de mi hermano y el marido de mi sobriMARTINEL : Eso no ha sido lo nico, eh ? Yo estoy realmente contento de que se haya acabado, yoaunque haya pasado en mi vida por dificultades...

    SEORA DE RONCHARD: Vos ?MARTINEL : ... dificultades comerciales y no matrimoniales.SEORA DE RONCHARD: Hablis de dificultades, vos, un Creso, que deja de dote a su sobrinoquinientos mil francos! (Con un suspiro). Quinientos mil francos! lo que me ha dilapidado mi difuntomarido...MARTINEL : S... S que el Sr. de Ronchard...SEORA DE RONCHARD , suspirando: Arruinada y abandonada despus de un ao de matrimonio,caballero, un ao!... El tiempo justo de comprender lo feliz que hubiese podido ser! Pues l habasabido hacerse adorar, el miserable!

    MARTINEL : Un canalla!SEORA DE RONCHARD: Oh, seor ! Era un hombre de mundo.MARTINEL : Eso no impide...SEORA DE RONCHARD: Pero no hablemos de mis desgracias. Sera demasiado largo y demasiadtriste. Todo el mundo es tan feliz aqu...MARTINEL : Y yo ms que nadie, lo confieso. Mi sobrino es un gran muchacho! Lo quiero como ahijo. En cuanto a m, he hecho mi fortuna en el comercio...

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    SEORA DE RONCHARD , aparte: Eso se ve.MARTINEL : ... el comercio martimo; l est cubriendo de gloria nuestro apellido mediante surenombre de artista; gana dinero con sus pinceles como yo lo he ganado con mis barcos. Hoy en daartes, seora, reportan tanto como el comercio y resulta una actividad menos arriesgada. Por ejemplol ha obtenido un xito tan temprano, es a m a quin se lo debe. Al morir mi pobre hermano, y su eshabindole seguido de inmediato, me he encontrado, siendo yo un muchacho, solo con el pequeo. Lenseado todo lo que he podido. Ha tanteado la ciencia, la qumica, la msica, la literatura. Pero insien el dibujo ms que en todo lo dems. A fe ma que yo le anim. Vea usted lo que ha conseguido. Atreinta aos es famoso, acaba de ser premiado...SEORA DE RONCHARD: Premiado a los treinta aos, es tarde para un pintor.MARTINEL : Bah ! recuperar el tiempo perdido.(Levantndose)Pero, presumo, presumo...Perdneme. Soy un hombre muy claro. Y adems, estoy un poco achispado por la cena. Es culpa dePetitpr, su borgoa es excelente, un verdadero vino de consejero de la Corte. Y nosotros, en el Havsomos buenos bebedores!Se dispone a acabar su vaso de fino champn.

    SEORA DE RONCHARD , aparte: Muy tpico de el Havre !MARTINEL , regresando hacia la Seora de Ronchard : Qu bien ! ver establecida la paz entrenosotros, verdad? una verdadera paz duradera, que no rompa una nadera como la que ha estado a pde frustrar esta boda.SEORA DE RONCHARD , levantndose y pasando a la izquierda: Una nadera ?... Usted habla asu antojo! Pero dado que es cosa hecha... Es igual, yo soaba para mi sobrina otro...partido. En fin, cdice el refrn, a falta de tordos se comen mirlos.MARTINEL : Un mirlo blanco, seora! En cuanto a vuestra sobrina, es una perla. Y la felicidad de jvenes ser la felicidad de mis ltimos das.SEORA DE RONCHARD: Eso deseo, sin atreverme a esperarlo, caballero.MARTINEL : Vamos ! Yo conozco bien los meritos de las mujeres... y de los vinos superiores.SEORA DE RONCHARD , aparte: Sobre todo !MARTINEL : Eso es todo lo que hace falta en la vida.

    ESCENA II

    LOS MISMOS, msPETITPR, apareciendo en el fondo, conLON.PETITPR : Queris jugar conmigo una partida de billar, Seor Martinel?MARTINEL : Ya lo creo. Me encanta el billar.LON : Cmo a pap !...Parece que cuando a uno le gusta el billar, se convierte en pasin. Es ustelos apasionados?MARTINEL : Mire usted, muchacho, cuando se va avanzando en la existencia, y no se tiene familia

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    que refugiarse en esos placeres. Con la pesca con caa por la maana y el billar por la tarde, se posedos gustos serios y cautivadores.LON : Oh ! oh ! la pesca con caa ! Levantarse temprano; sentarse con los pies en el agua, bajolluvia y el viento, con la esperanza de pescar cada cuarto de hora un pez grande como una cerilla... gusto cautivador, eso?MARTINEL : Sin duda. Cree usted que exista un enamorado en el mundo capaz de someterse a talsacrificio por una mujer durante diez, doce o quince aos de su vida? Vamos, hombre! Renunciaracabo de quince das!SEORA DE RONCHARD: Ah ! desde luego !LON : Yo me conozco... No llegara a una semana!MARTINEL : Lo ve?PETITPR : Vamos, querido Sr. Martinel. A cincuenta puntos ?MARTINEL : A cincuenta, pues ! Hasta pronto, seora de Ronchard !SEORA DE RONCHARD: Muy tpico de El Havre !Martinel y Petitpr salen por el fondo del escenario.

    ESCENA III

    LON, Sra. DE RONCHARDLON : Es un gran tipo, ese Sr. Martinel. Poco cultivado, pero alegre como el sol y recto como una vSEORA DE RONCHARD , sentada a la izquierda: Carece de distincin.LON , olvidndose: Y vos, ta !SEORA DE RONCHARD: S ?LON , volvindose y yendo hacia ella: Digo : Y vos, ta... Vos os conocis... y podis juzgar mejor quenadie... con vuestra gran experiencia mundana.SEORA DE RONCHARD: Desde luego ! T eras demasiado pequeo para acordarte, pero yo hefrecuentado mucho la alta sociedad antao, antes de mi ruina. Incluso disfrut de algunos xitos. Engran baile de la embajada turca, en la que estaba vestida de Salammb...LON : Vos ! de cartaginesa?SEORA DE RONCHARD: Claro que s, de cartaginesa... Y estaba muy bella! Eso fue en milochocientos sesenta...LON , sentndose cerca de ella: Nada de fechas ! no pido fechas !SEORA DE RONCHARD: No seas irnico.

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    LON : Irnico yo? Dios no lo quiera ! nicamente, como vos no erais partidaria de este matrimoy yo s, y dado que la boda se ha celebrado... estoy contento... qu queris que le haga? Yo triunfo,triunfo incluso ruidosamente esta noche... Pero maana, el triunfador levanta el vuelo... Tan solo vela ser, nada ms, un sobrino respetuoso, amable...amable... Vamos, reros, ta. Vos no sois tan mala co parecis, en el fondo, puesto que habis la grandeza de alma para fundar, en Neuilly, a pesar de vuemodesta fortuna, un hospital... para los perros abandonados.

    SEORA DE RONCHARD: Qu quieres ? cuando se est sola, cuando no se tienen hijos... Heestado tan poco tiempo casada!... Que es lo que soy en el fondo? Una solterona, y, como todas lassolteronas...LON : Vos amis a los perritos...SEORA DE RONCHARD: Tanto como detesto a los hombres !LON : Os refers a un hombre. A vuestro marido. Y en eso no os equivocis.SEORA DE RONCHARD: Y si supieras por qu mujer, por qu pendn me abandon, me arruinNunca has visto a esa mujer?LON : Perdonadme... una vez, en los Campos Eliseos. Paseaba con vos y pap. Un caballero y unadama se dirigieron hacia nosotros, os emocionasteis mucho y habais apresurado el paso, tirandofebrilmente del brazo de mi padre y o que le decais en voz baja: No mires! Es ella! SEORA DE RONCHARD: Luego, que hiciste t?LON : Yo ? Mir !SEORA DE RONCHARD , levantndose: Y la encontraste horrible, verdad ?LON : No lo s. Solo tena once aos.SEORA DE RONCHARD , pasando a la derecha: Eres insoportable !LON , mimoso, levantndose: Bien! non! en serio ! es la ltima vez. Ya no ser ms malo, os lo

    prometo! Perdonadme.SEORA DE RONCHARD , poniendo cara de salir por el fondo: No!LON : S!SEORA DE RONCHARD , regresando: No ! Que seas guasn conmigo, todava pasa. Sdefenderme. Pero has sido imprudente respecto a tu hermana. Y eso, es ms grave!LON : Imprudente, yo?SEORA DE RONCHARD , golpeando la mesa a la derecha: S. Ese matrimonio. Fuiste t quin lo hafomentado.LON , igual efecto, a la izquierda de la mesa: Desde luego ! Y he tenido mis razones ! Jams las dirSEORA DE RONCHARD: Y yo nunca dejar de repetirme que ese no es un muchacho paraGilberte!LON : Qu es lo que Gilberte necesita ?SEORA DE RONCHARD: Un esposo estable, un funcionario, un mdico, un ingeniero.LON : Como en el teatro.SEORA DE RONCHARD: Tambin los hay en la vida ! Pero sobre todo que no sea guapo.

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    LON : Que le reprochas a Jean? Pero si es una celebridad, ta, respetado en la sociedad. Un hombtiene necesidad de ser guapo. Pero acaso tiene que ser feo?SEORA DE RONCHARD , sentndose en el taburete ante la mesa: Mi marido era guapo, inclusosoberbio, un verdadero dandy. Y s lo que eso me ha costado!LON : Tal vez eso le habra costado ms caro a l, si hubiese sido feo. ( Interrumpiendo a la Sra. de Rochard que va a responder.) Adems, Jean no es guapo, est bien. No es fatuo, es sencillo. Tiene msun talento que enriquece todos los das. Seguramente ser miembro del Instituto. No os gustar quemiembro del Instituto? Eso suplir perfectamente a su ingeniero. Y adems, todas las mujeres loencontrarn encantador, excepto vos.SEORA DE RONCHARD: Eso es exactamente lo que le reprocho. Est demasiado bien. Ya ha hecel retrato de un montn de mujeres. Continuar hacindolos. Ellas permanecern horas a solas con su taller... Y nosotros sabemos lo que pasa all, en los talleres!LON : Habis estado en alguno, ta ?SEORA DE RONCHARD , ofuscada: Oh !(volvindose.)Ah ! s, una vez, en el de Horace Vernet.LON : Un pintor de batallas !SEORA DE RONCHARD: En fin, te digo que todos esos artistas, no estn hechos para entrar en ufamilia de magistrados como la nuestra. Eso no puede llevar ms que a una catstrofe. Cmo es poser buen marido en semejantes condiciones, con un montn de mujeres en torno a s, que pasan su tidesnudndose y vistindose de nuevo? Las clientas, las modelos... (Con intencin) Sobre todo lasmodelos (Se levanta, Lon se calla.) He dicho las modelos, Lon.LON : Entiendo perfectamente, ta. Es una alusin fina y delicada que usted hace a la historia de JeY bien! qu! l ha tenido como amante a una de sus modelos, la ha amado, amado muy sinceramedurante tres aos...SEORA DE RONCHARD: Cmo se puede amar a esas mujeres?

    LON : Todas las mujeres pueden ser amadas, ta, y ella lo mereca ms que cualquier otra.SEORA DE RONCHARD: Bonito mrito, para una modelo, ser hermosa. Eso forma parte del oficLON : Oficio o no, es completamente bonito ser hermosa. Pero ella era ms que hermosa, era de unnaturaleza excepcionalmente cariosa, buena, abnegada...SEORA DE RONCHARD: Entonces no era necesario que la abandonase!LON : Cmo! Cmo me dice usted eso? Usted que opinin tiene del mundo? (Cruzndose debrazos) Sera usted partidaria de la unin libre, ta?SEORA DE RONCHARD: Por Dios, qu horror!LON , serio: No! la verdad, sucedi a Jean lo que sucedi a muchos otros antes que l. Una chiquide diecinueve aos, se van conociendo,...van establecindose poco a poco relaciones ntimas y durauno, dos, tres aos; la duracin del contrato a cargo de los inquilinos. Luego, en ese momento, ruptuviolenta, ora suave, raramente amistosa. Y luego el uno a la derecha y el otro a la izquierda... En fin,eterna aventura banal a fuerza de ser sincero. Pero lo que distingue a la de Jean, es el carcter verdaderamente admirable de la mujer.SEORA DE RONCHARD: Oh ! oh ! admirable ? Seorita...(Interrumpindose.)De hecho,cmo la llamas? Lo he olvidado. Srta. Mus... Mus...LON : Musotte, ta... La pequea Musotte...

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    SEORA DE RONCHARD: Musette ?... Puag ! eso es un viejo juego! El barrio Latino, la vida bohemia...(Con desprecio.)Musette !LON : Musette no, Musotte, avec una O... Musotte a causa de su bonita boca... Comprende usted?Musotte ! lo dice todo !SEORA DE RONCHARD , con desprecio: S... la Musotte de fin de siglo, eso es todava peor... Peroen fin, Musotte, es un apellido.LON : Tambin no es ms que un apodo, ta, su apodo de modelo... su verdadero nombre es HenrieLvque.SEORA DE RONCHARD , ofuscada: Lvque ?...LON : Bien ! s, Lvque ! que quiere usted, es as, yo no tengo nada que ver con eso. Ahora bienHenriette Lvque, o Musotte si as lo prefers, no solamente ha sido fiel durante toda esa relacin aadorndolo, rodendolo de abnegacin, de un cario siempre en alza, sino que a la hora de la rupturahecho gala de una gran entereza espiritual. Acept todo sin reproches, sin recriminaciones... comprela pobrecilla, que todo se haba acabado, acabado completamente... Con su instinto de mujer, sinti c profundo y real era el amor de Jean por mi hermana. Lo acept y desapareci, aceptando, no sin

    resistencia, la posicin independiente que Jean le proporcionaba. E hizo bien en aceptar, pues se habmatado antes que convertirse en una... (detenindose, respetuosamente ante su ta) una cortesana. De esoestoy seguro!SEORA DE RONCHARD: Y luego, Jean no la ha vuelto a ver?LON : Ni una sola vez. Y de esto hace ya ocho meses aproximadamente. Como deseara tener noticsuyas, l me encarg obtenerlas. Yo no la encontr. Y no pude saber nada de ella, no poniendo direccesa huida noble y generosa. (Cambiando de tono.) Pero no s por qu os repito todo esto... Vos lo sabistan bien como yo, os lo he contado ya veinte veces.SEORA DE RONCHARD: Es tan inverosmil que sigo sin creerlo la vigsima, tanto como la primvez.

    LON : Sin embargo es la verdad.SEORA DE RONCHARD: Bien! Si esa es la verdad, t te equivocas tratando de ayudar a Jeanrompiendo esta relacin con una mujer tan... admirable.LON : No, ta, yo he cumplido con mi deber. A veces vos me tratis como un atolondrado y a menucon razn. Pero debis saber tambin que s ser serio y responsable cuando es necesario. Si esta viejrelacin de tres aos todava hubiese durado, Jean habra echado a perder su vida.SEORA DE RONCHARD: Qu es lo que puede ocurrir ?LON : Son terribles para un hombre, esos... los. Ya he dicho la palabra! Tanto peor!... Era mi debde amigo, repito, tratar de alejar a Jean de all, y mi deber de hermano de casar a mi hermana con unhombre como l. Y vos veris que el futuro me dar la razn... Y adems, cuando vos tengis, msadelante, un sobrinito o una pequea sobrina, que cuidar, que mimar... seguro que os olvidaris de tvuestros caniches de Neuilly.SEORA DE RONCHARD: Mis queridos pobrecillos ! No los abandonar nunca. T sabes que loquiero como una madre!LON : Pues bien ! os convertiris en su ta solamente, mientras que seris la madre de vuestrosobrinito.SEORA DE RONCHARD: Cllate! me exasperas.

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    JEAN , que acaba de aparecer hace un instante con Gilberte en la galera del fondo, a su criado, en el fondo igualmente: Joseph ! no has olvidado nada?... Flores por todas partes!EL CRIADO: Que el Seor y la Seora estn tranquilos, ambos encontrarn todo en orden.Desaparece.LON , a su ta: Ah los tenis ! miradlos, qu buena pareja hacen!

    ESCENA IV

    LOS MISMOS, msJEAN y GILBERTEJEAN , a la Sra. de Ronchard, avanzando hacia ella: Sabis de quin hablbamos hace un rato, seora?Hablbamos de vos!LON , aparte: Hum ! Hum !JEAN : S, yo deca que todava no le haba hecho mi regalo de bodas, porque eso me ha exigido mureflexin.SEORA DE RONCHARD , seca: Pero Gilberte me ha hecho uno muy bello por ambos, caballero.JEAN : Eso no basta. Yo he buscado algo que fuese particularmente agradable a vuestros gustos...Sabis lo que he encontrado? Es muy sencillo. Le ruego, seora, que acepte esta cartera conteniend

    algunos billetes para sus chuchos abandonados. Podris establecer en vuestro asilo algunos nichossuplementarios, y as me permitir ir a acariciar de vez en cuando a esos nuevos pensionistas, acondicin de que no elijis a los ms peligrosos para m.SEORA DE RONCHARD , halagada en su mana: Pero... gracias, seor. Es muy amable de vuestra parte pensar en mis pobres animales.LON , en voz baja, al odo de Jean: Va una de diplomacia!JEAN : Nada de asombroso, seora. Yo tengo por los animales mucha amistad instintiva. Son loshermanos sacrificados del hombre, sus esclavos y su alimento, los autnticos mrtires de esta tierra.SEORA DE RONCHARD: Lo que dice usted es muy justo, caballero. A menudo he pensado lomismo. Oh! los pobres caballos, golpeados por los cocheros en las calles!LON , con nfasis: Y el gamo, ta, el gamo acosado, cayendo bajo el plomo del cazador que provientodos lados, huyendo perdido ante esas horribles masacres... pam! pam! pam!SEORA DE RONCHARD: No hables de eso... Me estremezco... Es espantoso!JEAN , dirigindose Gilberte: Espantoso !LON , tras un instante, alegremente: S..., pero que bueno est en el asado!...SEORA DE RONCHARD: Eres despiadado!

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    LON , en voz baja a su ta: Despiadado para los animales, quizs; pero vos, vos lo sois con las personas.SEORA DE RONCHARD , del mismo modo: Qu oyes por ah?LON , igual, mostrndole a Jean y a Gilberte que se han sentado sobre el canap, a la derecha:Creis que vuestra presencia les resulta agradable, esta noche, a ambos? (Tomndola del brazo.) Papseguramente ha acabado de fumar... Id un rato a la sala de billar.SEORA DE RONCHARD: Y t?LON : Yo bajar a la planta baja, a mi despacho... y enseguida vuelvo.SEORA DE RONCHARD , irnica: Tu despacho... ese es tu taller, verdad pcaro ?... Las clientas LON , pdico: Ah ! ta... con nosotros no se desnudan.(Aparte.) Por desgracia !...(Saliendo por laderecha, bendiciendo a los dos jvenes.)Chicos, yo os bendigo!La Seora de Ronchard sale a la vez por el fondo.

    ESCENA V

    JEAN, GILBERTE, sentados en el canap, a la derecha.JEAN : S, s, vos ya sois mi esposa, seorita.

    GILBERTE : Seorita ?JEAN : Oh ! perdon. Vaya, no s como llamaros.GILBERTE : Llamadme Gilberte, eso no tiene nada de chocante.JEAN : Gilberte ! En fin, en fin, en fin, sois mi esposa.GILBERTE : En verdad, no ha sido sin esfuerzo.JEAN : Ah ! que amable y enrgica criatura sois! Como habis luchado contra vuestro padre, contrvuestra ta! Es por vos, gracias a vos, que nos hemos entregado el uno al otro; gracias con todo micorazn... que os pertenece.GILBERTE : He confiado en vos, eso es todo.JEAN : Nada ms que confianza?GILBERTE : Sois un presumido. Me gustis tambin, y lo sabis perfectamente... Si no me hubieseigustado, mi confianza sera intil. Primero se gusta; sin eso nada hay que intentar, seor...JEAN : Llamadme Jean... como yo os llamo Gilberte.GILBERTE , vacilante: No es lo mismo... Me parece... sin embargo... No! no podra.Se levanta y pasa a la izquierda.

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    JEAN , levantndose a su vez: Cmo os amo ! No estoy desaforado, os lo juro; soy un hombre que osama, porque he descubierto en vos mritos inapreciables. Vos sois una perfeccin dotada de tanta razcomo de sentimientos. Y vuestro sentimiento no se parece en nada al sentimentalismo ordinario de lmujeres. Fue esta gran y bella facultad de ternura que caracteriza a las almas nobles y que no se encdemasiado en el mundo. Y adems vos sois hermosa, muy hermosa, muy graciosa, de una simpataespecial, y yo adoro la belleza, yo, que soy pintor... Y adems, ante todo, vos me seducs... hasta hab

    desplazado al resto del mundo de mi pensamiento y de mis ojos.GILBERTE : Me da mucho gusto oros; sin embargo, os ruego que no digis nada ms, pues eso meirrita tambin un poco. S sin embargo, pues preveo casi todo, que hay que aprovechar el da de hoysaborear todas esas cosas; son todava palabras de noviazgo. Las de ms tarde sern deliciosas tambquizs, cuando se expresan como vos lo hacis, y cuando se ama como vos parecis amarme. Pero sdiferentes.JEAN : Oh !GILBERTE , sentndose en el taburete ante la mesa: Seguid hablando.JEAN : Lo que me ha atrado de vos, es esa armona misteriosa de la forma de vuestra manera de sesu naturaleza ntima. Recordis mi primera entrada en esta casa?GILBERTE : S, muy bien. Fue mi hermano quin os invit a cenar. Incluso creo que os habais resiun poco a asistir.JEAN , riendo: No es de fiar, vuestro indiscreto hermano ! Ah ! l os ha contado eso... Me turba incque l os lo haya dicho. Lo admito, me resist un poco. Yo era un artista acostumbrado a nuestra particular sociedad, vividora y ruidosa, libre de propsitos, y me preocupaba un poco la idea de penen un mundo serio como el vuestro, un mundo de magistrados y jvenes muchachas. Pero me gusta vuestro hermano, lo encuentro tan imprevisto, tan alegre, tan sabiamente irnico y perspicaz bajo suatolondrada ligereza, que lo segua a todas partes, y le he seguido hasta vos. Vaya si se lo he agradeCuando entr en este saln en el que estaba vuestra familia, vos disponais en un jarrn chino unas que acababan de traer; recordis?GILBERTE : S, por supuesto.JEAN : Vuestro padre me habl de mi to Martinel, al que haba conocido antao. Fue un elementocomn entre nosotros. Pero a lo largo de la conversacin, yo os miraba arreglar vuestras flores.GILBERTE , sonriendo: Me mirabais incluso demasiado para ser la primera vez.JEAN : Os miraba como artista, y os admiraba, encontrndoos deliciosa de figura, de talle y decompostura. Y adems, durante seis meses, he vuelto con frecuencia a esta casa donde vuestro hermme invitaba y donde vuestra presencia me atraa. He sentido autntica atraccin de imn. Era unaatraccin incomprensible llamndome hacia vos sin cesar. ( se sienta cerca de ella a la derecha de lamesa.) Entonces, una idea confusa, de que un da vos podrais convertiros en mi esposa, se desliz en

    espritu, y he hecho reanudar las relaciones entre vuestro padre y mi to. Los dos se han hecho amigoNo habis comprendido mis maniobras?GILBERTE : Comprendido? no; las he adivinado un poco, por momentos. Pero estaba tan sorprendde que un hombre como vos, en pleno xito, tan conocido, tan celebrado, se ocupase de una chiquillmodesta como yo que en realidad no poda creer en la sinceridad de vuestras atenciones.JEAN : Sin embargo supimos entendernos y comprendernos muy rpido.GILBERTE : Vuestra manera de ser me gustaba. Os senta muy leal: luego me divertais mucho, pueme aportabais ese aire de artista que haca revivir mis ideas. Debo confesar tambin que mi hermano

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    haba preparado muy bien para apreciaros. Lon os quiere mucho.JEAN : Lo s. Creo incluso que fue l quin tuvo primero la idea de este matrimonio. (Tras un corto silencio.) Recordis nuestro regreso de Saint-Germain, cuando fuimos a cenar al pabelln Enrique IGILBERTE : Ya lo creo.JEAN : Mi to y vuestra ta estaban en el fondo del carruaje. Vos y yo atrs, y, en el otro coche, vuest

    padre y Lon. Qu hermosa noche de verano! Me pareca que estabais muy fra conmigo.GILBERTE : Estaba tan turbada!JEAN : Sin embargo debais esperar que yo os plantease un da la pregunta que os he planteado, pue podais ignorar que me ocupaba mucho de vos y que mi corazn estaba conquistado.GILBERTE : Es cierto. No importa, me sorprendi y me turb. Ah! he pensado en ello muy a menudespus, y nunca he podido recordar la frase de la que os habais servido. Lo recordis vos?JEAN : No. Me vino a los labios, subiendo desde el fondo de mi corazn, como una oracin perdidaSolamente s que os dije que no volvera a ver ms a vuestra familia, si no me dabais un mnimo deesperanza de pertenecer a ella, cuando me conocieseis ms. Vos reflexionasteis durante mucho tiempantes de responderme, luego me lo dijisteis en voz tan baja que yo dudaba de hacroslo repetir...GILBERTE , tomando la palabra y repitiendo como en sueos: ... Lamentara mucho no volver averos... JEAN : S !GILBERTE : No habis olvidado nada!JEAN : Cmo olvidar eso ?(Con profunda emocin.)Sabis en lo que pienso ? En nosotrosmirndonos el uno al otro, estudiando nuestros corazones, nuestras almas y nuestro modo decomprendernos, de amarnos, creo que hemos partido hacia la verdadera ruta de la felicidad! l la besa. Permanecen un momento silenciosos.

    GILBERTE , levantndose: Es necesario que os deje.(Dirigindose hacia la puerta de la izquierda.)Voy a prepararme para nuestra partida. Vos, durante este tiempo, id a buscar a mi padre.JEAN , siguindola: S, pero decidme antes que me amis.GILBERTE : S... os amo.JEAN , depositndole un beso en la frente: Mi querida !...Gilberte desaparece por la izquierda. Un segundo despus Martinel llega por el fondo, con aspecto magitado, con una carta en la mano.MARTINEL , percibiendo a Jean, desliza rpidamente la carta en el bolsillo de su bata, y se vuelvehacia l : Has visto a Lon?JEAN : No. Lo necesitis?MARTINEL : Nada ms que decirle unas palabras... una informacin sin importancia.JEAN , percibindolo: Mirad! !aqu llega !Lon entra por la derecha. Jean desaparece por el fondo.

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    ESCENA VI

    MARTINEL, LONMARTINEL , dirigindose vivamente hacia Lon: Tengo que hablaros cinco minutos. Nos ha ocurridoalgo terrible. En mi vida he experimentado tal emocin y embarazo semejante.LON : Decidme.MARTINEL : Acababa mi partida de billar cuando vuestro criado me ha trado una carta dirigida al SMartinel, sin nombre de pila, con la mencin: Muy urgente. La crea dirigida a m, rasgu el sobre ylea cosas escritas a Jean, cosas que me han dejado sin habla, acabo de encontraros para pediros con pues se trata de tomar una resolucin inmediata, en este mismo instante.LON : Hablad !

    MARTINEL : Soy un hombre de accin, seor Lon, y no pedira la opinin de nadie si se tratase de pero se trata de Jean... Dudo todava... Esto es tan grave... Y adems, este secreto no es mo, yo lo hdescubierto.LON : Decidme rpido. No dudis de m.MARTINEL : No dudo de vos. Tomad, aqu est la carta. Es del doctor Pellerin, el mdico de Jean, samigo, nuestro amigo, un chiflado, un vividor, un mdico de hermosas mujeres, pero incapaz de escesto si no fuese absolutamente necesario. Pasa la carta a Lon que la lee en voz alta.LON , leyendo: Mi querido amigo, lamento mucho tener que comunicaros, sobre todo esta noche,

    que estoy obligado a desvelar. Pero para absolverme, me digo que si actuase de otro modo, vos tal vme lo perdonarais nunca. Vuestra antigua amante, Henriette Lvque, est moribunda y quieredespedirse de vos. ( Echa una mirada a Martinel, que le indica que contine) No sobrevivir a esta noche.Muere tras haber dado a luz, hace unos quince das, a un nio que, en el momento de abandonar estatierra, jura que es vuestro. En tanto no corra ningn peligro, estaba decidida a dejaros ignorar laexistencia de este hijo. Hoy, condenada, os llama. S muy bien cuanto habis amado a esta mujer. Accomo consideris oportuno. Vive en la calle Cheptel 31. Os estrecho las manos, querido amigo. MARTINEL : Eso es ! Esto nos ocurre esta noche, es decir en el mismo instante en el que esa desgramenaza todo el porvenir, toda la vida de vuestra hermana y de Jean. Qu harais vos en mi lugar?Ocultarais esta carta o se la ensearais? Ocultndola tal vez salvemos la situacin, pero eso me paindigno.LON , enrgicamente: S, indigno ! Hay que entregar la carta a Jean.MARTINEL : Qu har ?LON : l es el nico juez de lo que debe hacer! No tenemos derecho a ocultarle nada.MARTINEL : Y si me consulta?LON : No creo que lo haga. En casos as, uno no consulta ms que a su conciencia.MARTINEL : Pero l me considera como un padre. Si l vacila un solo instante entre el impulso de

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    devocin y la prdida de su felicidad, qu le aconsejar?LON : Lo mismo que harais vos.MARTINEL : Yo ira. Y vos?LON , resueltamente: Yo tambin.MARTINEL : Pero vuestra hermana ?LON , tristemente, sentndose ante la mesa:S, mi pobre hermanita. Qu lstima!MARTINEL , tras un momento de vacilacin, bruscamente, pasando de izquierda a derecha: No, esdemasiado duro, no le dar esta carta. Ser culpable, tanto peor, pero la salvo.LON : Vos no podis hacer eso, caballero. Conocemos los dos a esa pobre muchacha, y me preguntcon angustia si no es de este matrimonio de lo que se est muriendo. ( Levantndose.) Uno no puedenegarse, en las circunstancias que sean, a ir a cerrarle los ojos cuando durante tres aos ha tenido toamor de una mujer como ella,MARTINEL : Qu har Gilberte?LON : Ella adora a Jean... pero es orgullosa.MARTINEL : Lo aceptar? Perdonar?LON : Lo dudo mucho, sobre todo despus de todo lo que se ha dicho ya respecto a esa mujer en lfamilia. Pero qu importa! Hay que advertir a Jean enseguida. Voy a buscarlo.Se dirige a la puerta del fondo.MARTINEL : Cmo queris que le comunique esto ?LON : Simplemente entregadle la carta.Sale.

    ESCENA VII

    MARTINEL, solo.

    Pobres jvenes ! En plena felicidad, en plena alegra!... y la otra, la pobre, que sufre y va a morir...Dios! algunas veces la vida es demasiado injusta y demasiado feroz!

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    ESCENA VIII

    MARTINEL, JEAN, LONJEAN , llegando alegremente por el fondo: Qu ocurre, to?

    MARTINEL : Toma, mi pobre muchacho, lee esto y perdname por haber abierto esta carta, he credque era para m.Se la entrega, luego lo mira leer; Lon hace otro tanto desde el otro lado.JEAN , despus de haber ledo con una emocin profunda, pero contenida, a s mismo: Tengo quehacerlo! Debo hacerlo !...(A Martinel.)To, os dejo con mi esposa. No digis nada antes de mi regreso pero quedaos aqu ocurra lo que ocurra. Esperadme. (Volvindose hacia Lon) Te conozco bastante parasaber que no me desapruebas. Te confo mi futuro. Adis! (Se dirige hacia la puerta de la derecha. Trasuna mirada a la puerta de la izquierda que es la de la habitacin de Gilberte.) T eres quin me ha dadoel amor de tu hermana. Trata una vez ms de conservrmelo!Sale rpidamente por la derecha

    ESCENA IX

    MARTINEL, LONMARTINEL , sentado a la derecha: Qu vamos a hacer ahora? Qu le diremos? Qu explicacionesvamos a dar?LON : Dejadme comunicar esto; es justo que sea yo, puesto que yo he defendido esta boda.MARTINEL , levantndose: No importa. Me gustara ser veinticuatro horas ms viejo. Ah! no, no mgustan los dramas del amor. Y adems esta cuestin del hijo es espantosa. Qu va a ser de esa criatuNo se le puede llevar a un orfelinato! ( Percibiendo a Gilberte.) Gilberte!

    ESCENA X

    LOS MISMO, GILBERTE, llegando por la izquierda. Ella ha dejado su vestido de bodas y se ha puesto una elegante ropa. Tiene un chal de noche que deja, entrando, en una silla.GILBERTE : Dnde est Jean?LON : No te preocupes, va a volver enseguida.GILBERTE , estupefacta: Ha salido ?LON : S.GILBERTE : Ha salido ! Esta noche?

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    LON : Una circunstancia, una circunstancia grave, lo ha obligado a ausentarse una hora!GILBERTE : Qu es lo que ocurre, qu me ests ocultando? Eso es imposible! Ha ocurrido algundesgracia?LONy MARTINEL : No, no!GILBERTE : Lo qu? Dime, habla.

    LON : No puedo decirte nada. Espera una hora, solamente a l le corresponde revelarte la causaimprevista y sagrada que lo ha hecho salir en semejante momento.GILBERTE : Qu palabras empleas!... La causa imprevista y sagrada? Pero l es hurfano... No tiems parientes que su to. Entonces, qu? Por qu? Dios! tengo miedo!LON : Hay deberes de todo tipo. La amistad, la piedad, la compasin pueden imponerse. No debodecirte nada ms. Ten una hora de paciencia...GILBERTE , a Martinel : Vos, vos, su to, hablad, os lo suplico! Qu ocurre? A dnde ha ido? Sienoh! siento una horrorosa desgracia que se cierne sobre m, sobre nosotros. Hablad, os lo suplico!MARTINEL , con lgrimas en los ojos: No puedo deciros ms, mi querida nia! no puedo. Al igual quvuestro hermano, he prometido callarme, y habra hecho lo que ha hecho Jean. Esperad una hora, nams que una hora.GILBERTE : Estis emocionado ! Ha ocurrido una catstrofe !MARTINEL : No, no! Estoy emocionado al veros as de trastornada, pues os amo tambin con todocorazn. l la besa.GILBERTE , a su hermano: Has hablado de amistad, de piedad, de compasin?... Pero todas esasrazones pueden confesarse. Mientras que aqu, mirndoos a ambos, siento algo inconfesable, un mique me aterra!

    LON , resueltamente: Hermanita, t confas en m?GILBERTE : S. Bien lo sabes.LON : Completamente ?GILBERTE : Completamente !LON : Te juro por mi honor que yo habra hecho lo mismo que Jean, y que su probidad respecto desu probidad, tal vez puede que exagerada desde que te ama, es la nica causa que le haya dejado ignhasta este momento el secreto que acaba de saber.GILBERTE , mirando a su hermano a los ojos: Te creo, gracias. Sin embargo, todava tiemblo, y seguirtemblando hasta su regreso. Dado que t me juras que mi marido desconoca lo que lo ha hecho dejaen este momento, me resignar, tanto como pueda, y mantendr mi confianza en los dos.Tiende la mano a los dos hombres.

    ESCENA XI

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    LOS MISMOS, SR. DE PETITPR, Sra. DE RONCHARD entrando a la vez y rpido por el fondo.PETITPR : Qu es lo que me han dicho ? El Sr. Jean Martinel acaba de marchar ?MARTINEL : Va a regresar, caballero.PELLERIN : Pero cmo ha partido, una noche como esta, sin una explicacin a su esposa? Pues tlo sabas, verdad?

    GILBERTE , sentada a la izquierda de la mesa: No padre, no lo saba.SEORA DE RONCHARD: Y sin una palabra de explicacin a la familia? Esto es una falta dedistincin!PETITPR , Martinel : Y cul es la razn de que acte as, caballero ?MARTINEL : Vuestro hijo lo sabe como yo, caballero; pero no podemos revelarla ni el uno ni el otroVuestra hija, adems, consiente en ignorarla hasta el regreso de su marido.PETITPR : Mi hija consiente... pero yo no lo consiento. Pues, en fin, vos solo habis sido advertidde esta partida...SEORA DE RONCHARD , temblorosa, a Martinel : Fue a vos a quin iba dirigida la carta... Fuisteisvos quin la ley primero.MARTINEL : Estis ya muy bien informada, seora. En efecto, existe una carta. Pero no queramantener la responsabilidad de este asunto y he enseado la carta a vuestro hijo, caballero, pidindoopinin con la intencin de seguirla.LON : El consejo que yo he dado es absolutamente conforme a lo que ha hecho mi cuado, por su propia iniciativa adems, y lo estimo ms por ello.PETITPR , yendo hacia Lon: Soy yo quin deba ser consultado y no t. Aunque el acto est en elfondo justificado, la falta de respeto es absoluta, imperdonable.SEORA DE RONCHARD: Un escndalo !LON , a su padre:S, ms le hubiese valido consultaros, pero la urgencia no se lo permita. Vos habrdiscutido; mi ta habra discutido, habramos discutido todos, toda la noche; y en ciertos casos no ha perder ni un segundo. El silencio era indispensable hasta el regreso de Jean. l no os ocultar nada, juzgaris, confo, como lo he juzgado yo.SEORA DE RONCHARD , dirigindose a Martinel : Pero esa carta ? De quin proceda esa carta?MARTINEL : Puedo decroslo, de un mdico.SEORA DE RONCHARD: De un mdico... de un mdico... pero entonces, hay un enfermo!... y es junto a un enfermo que lo ha hecho ir... Qu enfermo? Ah! apuesto a que es esa mujer, su antiguaamante, que le juega esta faena hoy... Enferma... habr hecho envenenarse para mostrarle que todav

    ama, que siempre lo amar... Ah! la bribona! ( A Lon). Y t defiendes a estas personas, t?LON : Hubiese sido ms conveniente, ta, no hacer en voz alta suposiciones indignantes de este mode esta naturaleza ante Gilberte, cuando vos no sabis nada.GILBERTE , levantndose: Os lo ruego, no hablemos ms de esto. Todo lo que oigo en este momentome desazona y me ensucia. Esperar a mi marido, no quiero saber nada que no sea de su boca, pues confianza en su palabra. Si ha ocurrido una desgracia, tendr valor... pero no quiero or semejantescosas!Sale por la puerta, acompaada por Petitpr. Se hace el silencio.

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    SEORA DE RONCHARD , a Lon: Y bien! Lon, siempre ganas t ? Ves lo que ocurre con losmaridos guapos ? Siempre lo mismo!

    SEGUNDO ACTO

    La habitacin de Musotte. Mobiliario elegante, pero sin lujo. Al fondo, a la izquierda, una camadeshecha. A la izquierda, en primer plano, detrs de un biombo que la oculta por completo, Musotteextendida sobre una divn. Cerca de la cama, una cuna cuya cabecera est girada del lado del pblicSobre la chimenea y encima del pequeo mueble de al lado, frascos de medicamentos, una taza, unhornillo, un azucarero. En primer plano, una mesa a la derecha.

    ESCENA PRIMERA

    MUSOTTE, dormida,LA BABIN, Sra. FLACHELA BABIN , a media voz: Ya est dormida !SEORA FLACHE , del mismo modo: Oh ! no dormir mucho tiempo, a menos que sea para siempreLA BABIN: Ni un cambio. Esto es preocupante ! Ir a perder la vida por un hijo...SEORA FLACHE: Qu quiere usted, seora Babin? Hay que morir puesto que se nace. La tierra volvera demasiado pequea.LA BABIN , sentndose a la derecha de la mesa: Todo el mundo debera irse del mismo modo, a lamisma edad; de ese modo no habra sorpresas.SEORA FLACHE , virtiendo el t: Tiene usted ideas sencillas, seora. Yo prefiero no saber. Megustara acabar del mismo modo que uno se queda dormido, una noche, durante el sueo, sin sufrim por un paro cardaco.LA BABIN , mirando a la enferma: Es una locura haber querido levantarse sobre un divn, como ella hhecho. El mdico le ha insistido que eso podra hacerla morirse de golpe.SEORA FLACHE , sentndose a la izquierda de la mesa: Yo lo comprendo. Cuando se tiene a unhombre, mire usted, se hacen todas las locuras. Y luego, cuando se es presumida, ustedes en el camplo saben, una lo lleva en el alma, al igual que una es devota. Es por eso por lo que ella ha querido laun poco. Tema estar fea, comprende. Fue necesario que la peinase, que la arreglase bien, que laembelleciese.LA BABIN: Estos parisinos!... Tienen que estar acicaladas hasta el final! (Un silencio) Vendr sucaballero?SEORA FLACHE: No lo creo. A los hombres no les gusta mucho esto de que sus antiguas amantelos llamen en momentos as. Y adems, l se casa hoy, ese pobre muchacho!LA BABIN: Eso es tener la negra !SEORA FLACHE: Puede usted decirlo.LA BABIN: Seguro que no vendr. En estos casos ira usted a ver a un hombre?SEORA FLACHE: Oh ! si lo hubiese amado, s, ira.

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    LA BABIN: An cuando se estuviese casando con otra, ese mismo da?SEORA FLACHE: Igualmente. Eso me removera el corazn, me producira una gran emocin, mfuerte. Y me gusta eso, las emociones!LA BABIN: Oh ! yo por supuesto no ira. No, no, no ira. Tendra demasiado miedo de avinagrar lassangres.

    SEORA FLACHE: El doctor Pellerin cree que vendr.LA BABIN: Conoce usted mucho a ese mdico?SEORA FLACHE: Al doctor Pellerin?LA BABIN: S. Tiene aspecto de picaflor.SEORA FLACHE: Ah ! lo es bastante... Pero tambin es un buen mdico. Y adems divertido,divertido y vividor! He aqu uno que se lo monta dulce. Por algo es l mdico de la pera!LA BABIN: Ese mequetrefe engredo?SEORA FLACHE: Un mequetrefe ! Usted no encontrar muchos mequetrefes como ese. Y ademlo que le gustan las mujeres, oh! oh!. Por lo dems, hay muchos mdicos como ese. Fue en la pedonde lo conoc.LA BABIN: En la pera ?SEORA FLACHE: Durante ocho aos fue bailarina, tal como usted me ve, bailarina en la pera.LA BABIN: Usted, Seora Flache ?SEORA FLACHE: S. Mi madre era comadrona y me ense el oficio al mismo tiempo que la dan pues deca que siempre eran necesaria dos cuerdas en su arco. La danza, mire usted, conduce a todotal que uno no ame demasiado las bombones, y por desgracia ese fue mi caso. Yo era delgada como hilo a los veinte aos, y gil. Pero comenc a engordar, me debilit, me volv un poco pesada. Y luegcuando ya no tuve madre, como posea mis diplomas de comadrona, contine con su clientela, tengoaadir el ttulo de comadrona de la pera; pues fui yo quin las atendi a todas. Se me quiere muchCuando yo era bailarina, me llamaba Srta. Flacchi Ire.LA BABIN: Seorita ?... Se cas despus ?SEORA FLACHE: No. Pero una comadrona siempre debe hacerse llamar Seora, es msconveniente. Eso da confianza. Y usted, ama de cra, de dnde es? Pues usted no ha hecho ms queentrar aqu y no me ha hecho el honor de consultarme para contratarla.LA BABIN: Soy de los alrededores de Yvetot.SEORA FLACHE: Es su primera vez como nodriza ?LA BABIN: La tercera. He tenido dos hijas y un chico.SEORA FLACHE: Su marido es agricultor ? Jardinero ?LA BABIN , sencillamente: Estoy soltera.SEORA FLACHE , riendo: Soltera, y ya ha tenido tres ? Mis felicitaciones, si que es usted precoz.(Brindando con ella.) A su salud!LA BABIN: No hable de ello. Es Dios que lo quiere as. Una no puede evitarlo.SEORA FLACHE: Simple naturaleza ! Y, regresando a su casa, tendr un cuarto?

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    LA BABIN: Es posible.SEORA FLACHE: Qu hace su enamorado ? Al menos no tendr ms que uno ?LA BABIN , con irritacin: No ha habido nunca ms que uno, por mi palabra, por mi salud! Esfabricante de gaseosas en Yvetot.SEORA FLACHE: Es un buen chico?

    LA BABIN , orgullosa: Ya lo creo que es un buen muchacho. ( En tono confidencial.) Si yo le cuento estoes porque es usted comadrona, y una comadrona, para estos asuntos, es como contrselo a un cura econfesionario. Pero usted, Seora Flache, que ha sido bailarina en la pera, usted no ha tenido tamenamorados, y admiradores?SEORA FLACHE , halagada y ensoadora: Claro que s, algunos.LA BABIN , riendo: Y usted nunca ha tenido... un accidente ?Sealando la cuna.SEORA FLACHE: No.LA BABIN: Cmo lo consigui?SEORA FLACHE , levantndose y yendo hacia la chimenea: Probablemente por el hecho de que soycomadrona.LA BABIN: Yo he conocido a una que ha tenido cinco.SEORA FLACHE , con desprecio: No era de Pars.LA BABIN: Eso es verdad. Era de Courbevoie.MUSOTTE , con voz dbil : Hay alguien ah ?SEORA FLACHE: Se est despertando. Vamos ! Vamos !Recoge el biombo que ocultaba el divn.MUSOTTE: Todava no ha venido ?SEORA FLACHE: No.MUSOTTE: Llegar demasiado tarde... Dios mo! Dios mo!SEORA FLACHE: Qu ideas... l vendr!MUSOTTE: Y mi pequeo... mi hijo ?SEORA FLACHE: Duerme como un ngel !MUSOTTE , tras haberse mirado en un espejo de mano: No le dar ms que miedo as ! Ah ! Diosmo! mi pequeo! quiero verlo!SEORA FLACHE: Pero si se lo muestro, se va a despertar; y quin sabe si se volver a dormir enseguida.MUSOTTE: Acerque la cuna(Gesto de disgusto de la Sra. Flache.)Si, si !...(La Sra. Flache y lanodriza acercan suavemente la cuna .)Ms cerca, ms cerca... que lo vea bien mi hijo! mi hijo! Y voyabandonarlo, voy a desaparecer. Oh! Dios mo, que tristeza.SEORA FLACHE: Pero no se atormente, usted no est tan mal. Ah ! yo he visto superar cosas peores. Mire, acaba de despertarlo. Llevmonos la cuna, seora Babin.(Ellas vuelven a poner la cuna en

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    su lugar. A la nodriza.)Deje, deje, ya me mira. Usted sabe que solo yo lo tranquilizo.Sentndose junto a los barrotes, ella canturrea una nana al nio.

    Una gallina gris pone en su nido

    un huevo para el nioque est dormido.

    Do, do! Duerme gallinita,Do, do! Duerme gallinita.

    LA BABIN , cerca de la chimenea al fondo, bebiendo agua azucarada y llenando de azcar sus bolsilen voz baja:Para criar bien hay que alimentarse! Y adems he visto en la cocina un resto de pernil que le dara un par de buenos bocados. Tengo una hambre terrible!SEORA FLACHE , continuando la cancin en tono ms bajo:

    Una gallina negra pone en el armario

    un huevo para el nio para el nio que est dormido...

    Do, do! Duerme gallinita,

    Do, do! Duerme gallinita.MUSOTTE , en su divn, despus de haber gemido: Se ha vuelto a dormir?SEORA FLACHE , yendo hacia ella: S, seorita. Como un Nio Jess. Quiere que le diga algo? Aeste jovencito lo conducir usted al altar cuando se case! Es un encanto esta criatura!MUSOTTE: Lo encuentra usted hermoso ?SEORA FLACHE: Desde que soy comadrona, no he visto en el mundo nada tan bonito. Es un placdecirse que una ha ayudado a dar a luz un amor como este.MUSOTTE: Y pensar que dentro de algunas horas quizs ya no podr volver a verlo, tocarlo, amarSEORA FLACHE: No, no. Levanta usted la cabeza sin razn.MUSOTTE: Ah ! Bien lo s. La he odo hablar con la nodriza. S que pronto acabar todo, esta notal vez. Acaso el doctor habra escrito a Jean que viniese a verme, esta noche, el da de su boda, si yestuviese perdida? (Suena el timbre repetidas veces. Ella emite un grito.) Ah! Aqu est! Es l. Vaya aabrir rpido, Seora Flache. Rpido, rpido, rpido! Ah! Dios mo, que desgracia!Mira la puerta al fondo por donde desaparece la comadrona. El doctor Pellerin aparece elegantementraje negro, corbata blanca.

    ESCENA IILOS MISMOS, EL DOCTOR MUSOTTE , con desesperacin: Ah ! no es l !EL DOCTOR , acercndose a Musotte: Todava no ha llegado ?MUSOTTE: No vendr.EL DOCTOR : Vendr. Estoy seguro. Lo conozco.MUSOTTE: No.

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    EL DOCTOR : Se lo juro.(Volvindose hacia la Sra. Flache.)No ha respondido, verdad?SEORA FLACHE: No, Doctor.EL DOCTOR : Vendr. Cmo est ella ?SEORA FLACHE: Ella se ha tranquilizado un poco.MUSOTTE , muy agitada: Se acab, se acab... Siento que ya no descansar hasta que l venga, o hasque yo me vaya sin haberlo visto.EL DOCTOR : El vendr. Dormir usted seguido hasta maana por la maana.MUSOTTE: Usted no lo hara venir si yo hubiese podido esperar hasta maana por la maana!(Timbrazo, gritos de Musotte que balbucea.) Si no es l, si no es l, estoy perdida. ( La Sra. Flache va aabrir, Musotte escucha, se oye fuera una voz de hombre. Ella murmura, desesperada.) Ese no es l!SEORA FLACHE , regresando, con un frasco en la mano: Es la pcima del farmacutico.MUSOTTE , muy agitada: !Ah ! Dios mo, es horrible! No viene! Qu es lo que he hecho! Qu hehecho? Doctor, mustreme a mi nio. Quiero verlo una vez ms!PELLERIN : Pero duerme, mi pequea Mussote.MUSOTTE: Tiene tiempo para dormir.PELLERIN : Vamos, vamos, clmese !MUSOTTE: Si Jean no viene, quin se ocupar de mi hijo? Pues le juro que es suyo. Me cree,verdad? Lo amaba tanto...!PELLERIN : S, pequea, la creo. Pero clmese.MUSOTTE , con creciente agitacin: Dgame... Cuando ha salido usted antes, a dnde ha ido?PELLERIN : A ver un enfermo.MUSOTTE: Eso no es cierto! Usted ha ido a ver a Jean quin no ha querido seguirle, pues l estaraqu con usted.PELLERIN : Le doy mi palabra de honor que no.MUSOTTE: S, lo intuyo, usted lo ha visto, usted no se atreve a decrmelo, usted teme matarme.PELLERIN : Ah ! Aqu est la fiebre de nuevo ! Esto no puede continuar as. No quiero que pierdarazn cuando l entre. ( A la Sra. Flache.) Vamos a ponerle una inyeccin! Dme la morfina, SeoraFlache.La Sra. Flache va a tomar una jeringuilla sobre la chimenea y se la entrega.MUSOTTE descubre ella misma su brazo y luego murmura: Si no fuese por esto, no s como habra podido soportar estos ltimos das.El Doctor se la inyecta.PELLERIN : Ahora, va a dormir, le prohbo hablar, ya no le respondo ms y le juro que antes de uncuarto de hora Martinel estar aqu.Ella se extiende suavemente de espaldas y se duerme.LA BABIN , desplegando lentamente el biombo que oculta a Musotte: Ya se ha dormido ! Esta drogaes una bendicin! Aunque no me gustara para m! Eso me dara demasiado miedo! Son cosas deldiablo!

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    Va a sentarse cerca de la cuna y lee un peridico.SEORA FLACHE , a media voz, a Pellerin: Ah ! pobre mujer ! Qu desgraciada !PELLERIN , en el mismo tono: S, es una gran muchacha! Hace tiempo que la conozco con JeanMartinel, que le debe tres aos de felicidad. Y adems, es un alma recta y sencilla!SEORA FLACHE: Vendr ese Sr. Martinel ?

    PELLERIN : Ya lo creo ; es un hombre de honor, pero no habr podido dejar pitando a su esposa y afamilia poltica.SEORA FLACHE: La verdad es que es una puetera coincidencia... un autntico marrn!PELLERIN : Cmo dice!SEORA FLACHE , cambiando de tono: Dnde ha estado usted antes? No es por un enfermo por quin ha puesto usted este traje y una corbata!PELLERIN : He ido a ver los primeros pasos del ballet de Andr Montargy.SEORA FLACHE , interesada, yendo a sentarse al borde de la mesa.: Y dgame, ha estado bien ?

    PELLERIN , sentndose a la izquierda de la mesa: Muy bien bailado!SEORA FLACHE: La nueva direccin hace bien las cosas.PELLERIN : Jeanne Mrali y Gabrielle Poivrier son dos grandes artistas.SEORA FLACHE: Poivrier, la pequea Poivrier... ser posible ? En cuanto a Mrali, no mesorprende. Es francamente fea, pero tiene mucho atractivo. Y Mauri?PELLERIN : Oh ! una maravilla, una autntica maravilla, que baila como nadie... un pjaro de carncon piernas en lugar de alas. Es la perfeccin.SEORA FLACHE: Est usted enamorado de ella ?PELLERIN : No, la admiro. T sabes que adoro la danza.SEORA FLACHE: Y a las bailarinas tambin, por momentos, vamos... ( Bajando los ojos.) Te hasolvidado?PELLERIN : Uno no olvida nunca a las artistas de tu valor, querida.SEORA FLACHE: Se burla usted de mi.PELLERIN : No me burlo. Te hago justicia. Incluso, antao, cuando todava era un joven mdico, mencaprich de ti durante seis semanas. No echas de menos aquellos tiempos, los tiempos de la granfiesta?SEORA FLACHE: Un poco... Pero cuando pasa la juventud hay que ser juiciosa... Adems no mecompadezco. El oficio de comadrona me va bien.PELLERIN : Ganas dinero. He sabido que dabas cenas.SEORA FLACHE: Si. Y una buena cocina ! Concdame el placer de venir a cenar uno de estos dmi doctorcito.PELLERIN : Por supuesto, con mucho gusto.SEORA FLACHE: Con otros mdicos, o solo?PELLERIN : Solo, si t quieres. No me gusta la compaa de mis colegas.

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    Suena el timbre.MUSOTTE , despertndose: Ah ! ha sonado... Id a ver.La Sra. Flache sale. Silencio. Se escucha.UNA VOZ , al otro lado de la puerta: Sra. Henriette Lvque ?MUSOTTE , emitiendo un grito agudo: Ah ! es l ! Est aqu !(Hace un esfuerzo para levantarse. Jean Martinel aparece.)Jean, Jean ! Por fin !Se levanta y extiende los brazos hacia l.

    ESCENA III

    LOS MISMOS, JEAN MARTINELJEAN se adelanta y se arrodilla junto al divn. Le besa las manos: Mi pobrecilla Musotte !

    Se pone a llorar y se enjuaga los ojos, pero permanecen inmviles. Jean finalmente se levanta y tienmano a Pellerin.PELLERIN : He hecho bien ?JEAN : Ha hecho bien, gracias!PELLERIN , presentando: La Sra. Flache, la comadrona... La nodriza... ( Mostrando la cuna con gesto serio.) Y aqu...JEAN se acerca a la cuna, levanta el pequeo cobertor, se inclina y besa al nio en su nicho de encaluego volviendo a incorporarse:Parece que est bien.PELLERIN : Un hermoso nio !

    SEORA FLACHE: Soberbio! Es una de mis joyas del mes.JEAN , en voz baja: Y ella, cmo est ella?MUSOTTE , que lo ha odo: Estoy perdida. Lo s, se acab.(A Jean.)Toma la silla, sintate cerca de my vamos a hablar tanto como pueda an hablar. Tengo tantas cosas que decirte! pues no volveremosvernos. T tienes tiempo de ser feliz... Pero yo... yo... Oh! perdona! perdona! Estoy tan contenta dverte que ya nada me cuesta.JEAN acercndose a ella: Clmate. No te muevas.MUSOTTE: Cmo quieres que me calme volvindote a ver? ( Jean aproxima la pequea silla y se sienta, luego toma la mano de Musotte). Mi pobre Musotte, qu impresin he recibido cuando supe hac

    un instante que estabas tan enferma!MUSOTTE: Sobre todo hoy, eso ha debido ser para ti un golpe muy duro.JEAN : Qu! T lo sabas?MUSOTTE: S, desde que me sent mal, me inform de ti todos los das para no irme sin volver a vey sin haberte hablado, pues tengo que hablarte!A una seal de Jean, la Sra. Flache, Pellerin y la nodriza salen por la derecha.

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    ESCENA IV

    MUSOTTE, JEANMUSOTTE: Entonces, has recibido la carta ?

    JEAN : S!MUSOTTE: Y has venido enseguida ?JEAN : Por supuesto.MUSOTTE: Gracias, ah! gracias! Fjate, he dudado en advertirte hasta esta maana; pero he odo comadrona hablar con la nodriza y he comprendido que maana tal vez sera demasiado tarde y he hvenir al doctor Pellerin para saber primero y para llamarte a continuacin.JEAN : Cmo no me has hecho llamar antes?MUSOTTE: No pensaba que esto se agravase tanto. No quera perturbar tu vida.JEAN , indicando la cuna: Pero ese nio... Cmo no lo he sabido ?MUSOTTE: Jams lo habras sabido si no me muriese. Te habra evitado esa pena, esa rmora en tuexistencia. Tu me diste, dejndome, lo que haca falta para vivir. Lo nuestro haba acabado. Y ademme habras credo en otro momento que no fuese este, si te hubiese dicho: Este es tu hijo! ?JEAN : S, nunca he dudado de ti.MUSOTTE: Eres bueno como siempre, mi Jean. No, no te miento. El pequeo es tuyo!, te lo juro mi lecho de muerte!, te lo juro ante Dios!JEAN : Te he dicho que te creo, que siempre te hubiese credo.MUSOTTE: Escucha. Esto es lo que ha pasado. Despus de que t me abandonaste, me puse enfermmuy enferma... Pens morir de tanto que sufr. Se me prescribi un cambio de aires. Recuerdas?... verano... Part para Saint-Malo; a casa de esa vieja pariente de la que tan a menudo te habl...JEAN : S... s...MUSOTTE: Fue all, despus de algn tiempo, cuando me di cuenta... Un hijo tuyo! Mi primeraintencin fue hacrtelo saber. T eres un hombre honesto... Habras reconocido al nio... tal vez inclhabras renunciado a tu matrimonio.. No quise eso! Lo nuestro haba acabado, verdad? y as deba permanecer... Saba perfectamente que yo no podra ser tu esposa. ( Riendo.) La Sra. Martinel, yo,Musotte! Lo ves?JEAN : Ah ! mi pobre amiga! A veces los hombres somos tan brutales y duros, sin saberlo y sinquererlo...

    MUSOTTE: No digas eso. Yo no estaba hecha para ti. Yo era una sencilla modelo; t, t eras un artisy yo nunca he credo que me conservaras. ( Jean sollozando.) No, venga! no llores! No tienes nada quereprocharte; siempre has sido bueno conmigo. Es Dios quin se ha portado mal conmigo!JEAN : Musotte !MUSOTTE: Djame continuar. He permanecido en Saint-Malo, el mayor tiempo posible, ocultandoestado... Luego, una vez de regreso en Pars, algunos meses despus, naci el beb. Un nio! Cuandsupe lo que se me vena encima, al principio experiment miedo... s, miedo... Luego, pens que era sangre, que formaba parte de tu vida, que me quedara algo tuyo! Que tonta es una cuando no es

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    instruida! cambia de ideas como si pasase un viento por el espritu, y de pronto me puse contenta, escontenta con el pensamiento de que yo lo educara, de que l crecera... que me llamara mam... ( Ellacontinua sollozando.) El pobrecillo no dir nunca mam, no me abrazar jams con sus bracitos, puesque voy a abandonarlo, irme, no s a dnde... all...a dnde va todo el mundo! Dios mo! Dios mJEAN : Tranquilzate, mi pequea Musotte. Acaso hablaras como hablas si estuvieses ms enfermalo que crees?MUSOTTE: No ves que la fiebre me quema, que pierdo la cabeza, que ya no s lo que digo?JEAN : Pero no, no...clmate.MUSOTTE: Mmame, t me calmars.JEAN le besa los cabellos, luego dice:: ... As... no me hables ms durante un momento. Quedemos asel uno junto al otro.MUSOTTE: Pero necesito hablarte. Tengo tantas cosas que decirte todava... No s, mi cabeza se mva... Oh! Dios mo! no s! (Se levanta, mira a su alrededor y percibe la cuna) Ah! s! Ya s. Ya macuerdo... Es l, mi hijo. Dime, qu hars con l? T sabes que soy hurfana. Ese pequeo se va aquedar solo, completamente solo en el mundo. Escucha, Jean, mi cabeza me da vueltas. Comprende perfectamente lo que vayas a responderme, y la tranquilidad de mis ltimos momentos depender dello... No tengo a nadie con quin dejarlo...excepto t.JEAN : Yo te juro que lo tomar, lo cuidar y educar.MUSOTTE: Cmo un padre ?JEAN : Como un padre!MUS0TTE: Ya lo has visto ?JEAN : S.MUSOTTE: Mralo otra vez.(Jean va hacia la cuna.)Es hermoso, verdad ?... Todo el mundo es

    unnime. Mralo, al pobre pequen, que solamente tiene algunos das de vida, que es nuestro, que tsu pap y yo su mam, y que pronto ya no tendr mam... (Con angustia.) Me prometes que siemprtendr un pap?JEAN , yendo hacia ella: Te lo prometo, querida.MUSOTTE: Un autntico padre que lo querr mucho ?JEAN : Te lo prometo.MUSOTTE: Que ser bueno, muy bueno con l?JEAN : Te lo juro.MUSOTTE: Y adems, tengo otra cosa... No me atrevo.JEAN : Dilo.MUSOTTE: Desde que he vuelto a Pars, he tratado de verte sin ser vista por ti, y lo he conseguido veces. T estabas con ella, con tu novia, tu esposa... y un caballero, su padre, creo. Oh! como la hemirado. Me preguntaba: Lo amar tanto como yo lo he amado? Lo har feliz? Es buena? Dimecrees que sea muy buena?JEAN : S, lo creo..MUSOTTE: Ests seguro, verdad?

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    JEAN : Claro que s.MUSOTTE: Yo tambin lo he credo nada ms verla pasar. Es tan bonita...! He estado un poco celoHe llorado al regresar. Pero, cmo vas a hacer, t, entre ella y tu hijo?JEAN :Cumplir con mi deber.MUSOTTE: Tu deber es ella o l?

    JEAN : l.MUSOTTE: Jean, escucha ! Cuando ya no est, pdele de mi parte, a tu esposa, de parte de una muque adopte a ese pequeo; que lo ame como yo lo habra hecho; de ser su mam, en mi lugar. Si ellacariosa y buena, consentir. Dile como me has visto sufrir, que mi ltima plegaria, que mi ltima ssobre la tierra ha sido para ella. Lo hars?JEAN : Te prometo que as lo har.MUSOTTE: Oh ! gracias, gracias! Ya no temo nada; mi pobre pequeo est a salvo, soy feliz, estotranquila. Ah! qu alivio!... Sabes qu? Lo he llamado Jean, como t... Eso no te contrara, verdaJEAN , llorando: Claro que no!MUSOTTE: T lloras, t todava me amas un poco, gracias Jean... gracias...Ah! si no muriese! Sinembargo es posible, me encuentro mejor desde que t ests aqu, desde que me has prometido todo lacabas de prometerme, desde que me he tranquilizado. Dame tu mano. En este momento recuerdo tonuestra vida, estoy contenta, casi alegre, tengo ganas de rer, vamos... Tengo ganas de rer, no s por( Ella re)JEAN : Clmate, mi pequea Musotte !MUSOTTE: Si supieses como afloran los recuerdos! Recuerdas cuando pos para tu Mendicante, tu Vendedora de Violetas y para tu Esposa culpable, que te vali una primera medalla? ... Y el almuen casa de Ledoyen el da del barnizado? Ms de veinticinco en una mesa de diez! Y dicindose locsobre todo el bajito... el bajito... cmo se llamaba? Ese bajito tan simptico que siempre haca retraque nunca se parecan al modelo... Ah! s, Tavernier....Y cuando me instal en tu casa, en tu trasterodonde haba dos grandes maniqus que me daban miedo por la noche... Y te llamaba, y t venas atranquilizarme... Ah! que divertido era eso... Lo recuerdas? (Contina riendo.) Si esta vida pudiesevolver a comenzar! ( Arroja un grito.) Ah! me duele... me duele... ( A Jean que quiere ir a buscar al doctor .) No! qudate! qudate! (Silencio. Cambiando bruscamente de rostro y de tono.) Ves! hace untiempo esplndido. Si quieres iremos con el nio a dar una vuelta en una barquita... Son tan divertidlas barquitas! Son tan suaves...Corren sobre el agua, rpido, rpido, y sin ruido. Ahora que soy tu es puedo levantarme, estoy curada. Querido! nunca hubiese credo que me hicieras tu esposa... Mira anuestro pequeo, qu hermoso es, y como crece... tambin se llama Jean, como t...Tengo a mis dos pequeos Jean conmigo...Qu feliz soy! Sabes? Hoy camin por primera vez...

    Re de nuevo, con los brazos extendidos, mostrando al nio que cree percibir ante ella.JEAN , llorando: Musotte, Musotte, me reconoces?MUSOTTE: Claro que te reconozco puesto que soy tu esposa ! Abrzame querido ; Abrzame, amomo...JEAN la toma en sus brazos, sollozando, repitiendo:Musotte, Musotte !En ese momento, Musotte se incorpora, indica a Jean la cuna con un gesto, hacia donde l se dirigedicindole: S ! s ! con la cabeza. Cuando Jean llega cerca de la cuna, Musotte, que se levantalas rodillas, cae inanimada sobre el divn.

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    JEAN , asustado, llamando: Pellerin ! Pellerin !

    ESCENA V

    LOS MISMOS, PELLERIN, Sra. FLACHE, LA BABINllegando por la derecha.PELLERIN , que se acerca rpidamente a Musotte, se inclina y la ausculta: El corazn no late. Unespejo, Seora Flache.JEAN : Ah !tengo miedo !La Sra. Flache da el espejo de mano a Pellerin que lo hace pasar lentamente sobre la boca, luego en baja:PELLERIN : Ha muerto !JEAN se arroja sobre la mano de la muerta y la besa ampliamente, luego, con la voz ahogada por las

    lgrimas: Adis, mi pobre amiga !! Decir que hace un minuto me hablaba, me conoca, me vea; seacab!..PELLERIN yendo hacia l y tomndolo por los hombros:Vamos! Vamos! aqu ya no hay nada quehacer. Habis cumplido con vuestro deber. Vamos!JEAN , levantndose: Me voy... Adis, pobre Musotte !PELLERIN : Yo me encargar de todo aqu esta noche... Pero de este nio, deseis que me ocupe dencontrarle un asilo?JEAN : No, no, yo me encargo. Se lo he jurado a la pobre muerta. Venid a reuniros conmigo a mi cascon el beb... Luego tendr que solicitaros otros servicio... Pero...junto a ella... quin va a quedar ju

    ella?SEORA FLACHE: Yo, seor. Vaya tranquilo ; estoy acostumbrada !JEAN : Gracias seora.(Se acerca a la cama, cierra los ojos a Musotte y la besa un largo instante sobrla frente.)Adis... para siempre. ( Luego va lentamente hacia la cuna, levanta las ropas, besa al nio y ledice con voz a la vez firme y sofocada por las lgrimas.) Hasta pronto, mi pequeo Jean!Sale bruscamente por el fondo.

    TERCER ACTO

    Igual decorado que en el primer acto.

    ESCENA PRIMERA

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    M. DE PETITPR, Sra DE RONCHARD, M. MARTINEL, LON DE PETITPRSEORA DE RONCHARD , de pie, pasendose con intranquilidad : Doce menos siete ! Casi hacedos horas que ha salido!LON , sentado a la izquierda: Pero, ta, contando una media hora de coche para ir y otra media hora para regresar, le queda justo una hora para lo que tena que hacer.

    SEORA DE RONCHARD: Le lleva mucho tiempo lo que tena que hacer !LON : S, ta. Y adems,por qu perder el tiempo contando los minutos? Vuestra agitacin nocambiar nada el suceso, no adelantar el regreso de Jean ni un segundo y no har marchar las agujarelj ms rpido.SEORA DE RONCHARD: Cmo quieres que no me inquiete cuando estoy tan preocupada, cuandel corazn late y cuando se sienten subir las lgrimas a los ojos?LON : Ve usted, ta, como usted no es tan mala como parece.SEORA DE RONCHARD: Me irritas.MARTINEL , sentado cerca de la mesa: No os atormentis, seora. La situacin es delicada, pero no einquietante, ni amenazadora, si nosotros sabemos tener en el momento requeridos, sangre fra y razLON : S, ta. El Sr. Martinel tiene razn.SEORA DE RONCHARD , pasando a la derecha: Sabis todos y no queris decir nada. Ah! Loshombres son terribles! No hay manera de arrancarles un secreto.MARTINEL : Jean va a venir y l os contar todo. Un poco de paciencia.PETITPR : S, calmmonos. Tratemos de hablar de otra cosa, o de callarnos, a ver si podemos...SEORA DE RONCHARD: Callarse ? Eso es lo ms dificil...UN CRIADO entra por la derecha: Se solicita la presencia del Sr. Martinel abajo.

    MARTINEL : Me disculpan?(Al criado.)Bien !Ya voy.Sale por la derecha:

    ESCENA II

    LOS MISMOS, menosMARTINEL, EL CRIADOSEORA DE RONCHARD , dirigindose vivamente hacia el criado: Bautista... Bautista... Quinsolicita al Sr. Martinel ?EL CRIADO: No lo s, seora ; fue el portero quin ha subido.SEORA DE RONCHARD: Pues bien ! vaya a ver sin mostrarse y regrese a contrnoslo todo deinmediato.

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    PETITPR , que se ha levantado a la entrada del criado: No ! No puedo espiarlos. Esperemos. Nofaltar mucho. ( Al criado). Retrese.El criado sale.SEORA DE RONCHARD , a Petitpr: No comprendes Adolphe! Eres de un tranquilo! Se dira quno se trata de la felicidad de tu hija. Yo...yo hiervo.

    PETITPR : Eso no sirve de nada.SEORA DE RONCHARD: Si no hicisemos ms que lo que sirve de algo!...PETITPR , sentndose cerca de la mesa, a la derecha: Charlemos ; charlemos razonablemente, ahoraque estamos en familia y que el Sr. Martinel ha salido.SEORA DE RONCHARD , sentndose a la drecha: Si pudiese regresar a El Havre !LON , sentndose a la izquierda de la mesa: Que estuviese en El Havre no cambiara nada.PETITPR : En cuanto a mi, yo pienso...SEORA DE RONCHARD , interrumpindole: Queris que os diga mi opinin? Es que se nos est preparando algo; que se nos quiere meter dentro, como se suele decir.PETITPR : Por qu ? Con qu inters? El Sr. Jean Martinel es un hombre honesto, ama a mi hijaLon, cuyo juicio aprecio, aunque sea mi hijo...LON : Gracias, pap !PETITPR : ... Lon tiene por l ms que amistad, estima. En cuanto al to...SEORA DE RONCHARD: No hablemos de ellos, si quieres. Es esa mujer quien se quiere meter ennuestras vidas. Ella ha representado alguna comedia y ha elegido hoy para el desenlace. Es su golpeteatral, su golpe teatral...LON : Como en el teatro.

    SEORA DE RONCHARD: No te burles. Yo conozco a esas mujeres. Bastante las he padecido.PETITPR : Eh ! mi pobre Clarisse, si t hubieses sabido comprenderlo, habras conservado a tumarido!SEORA DE RONCHARD , levantndose: A que llamas t comprender? Perdonar, vivir con esetrasnochador, regresando de sabe Dios donde? Prefiero mi vida fracasada y mi soledad... con vosotPETITPR : Sin duda tenas razn desde tu punto de vista de esposa, pero existen otros puntos de vmenos egostas y ciertamente importantes, como el de la familia.SEORA DE RONCHARD: De la familia? Dices que obr mal respecto a la familia, t, unmagistrado?

    PETITPR : El ser magistrado me ha hecho ser muy prudente, habiendo visto pasar bajo mis ojos tasituaciones equvocas o terribles que, torturando a veces mi conciencia, me han producido crueles hde indecisin. El hombre es a mnudo tan poco responsable, las circunstancias son de tal modo poderla impenetrable naturaleza es tan caprichosa, los institntos son tan misteriosos, que hay que ser tolerincluso indulgente ante las faltas que no son crmenes y que no prueban nada de canallesco ni de vicen un ser.SEORA DE RONCHARD: Engaar a su esposa no es canallesco? Dices eso ante tu hijo? Vayauna bonita enseanza!

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    Ella pasa a la izquierda.LON : Oh ! yo tengo ya mi opinin formada, ta.PETITPR, levantndose. : Lo que fue un crimen ya no lo es. Y hoy es considerado como algo casinatural que apenas se castiga. El castigo es el divorcio, castigo que deja en libertad a los dos cnyugLa ley prefiere desunir tmidamente ms que castigar, como se hizo en otro tiempo.

    SEORA DE RONCHARD: Tus teoras de hoy son repulsivas... y yo digo...LON , levantndose: Ah ! aqu est el Sr. Martinel !

    ESCENA III

    LOS MISMOS, MARTINELMARTINEL , muy emocionado: Vengo de cumplir una misin muy delicada. Jean, que se ha dirigido asu casa antes de atreverse a presentarse aqu, me ha enviado al doctor Pellerin. Me ha encargado de os ponga al corriente de la dolorosa situacin en la que se encuentra... en la que nos encontramos todSEORA DE RONCHARD: Por fin ! vamos a saber algo !MARTINEL : Mediante una carta que os leer, hemos recibido esta noche, aqu, en vuestra casa, unanoticia fulminante. Una mujer cuya existencia todos conocis, estaba a punto de morir.

    SEORA DE RONCHARD: Oh ! yo ya haba predicho que se tratara de ella.LON : Djale hablar, ta.SEORA DE RONCHARD: Y ahora que ella lo ha visto, cmo est vuestra moribunda? Mejor, sinduda!MARTINEL , sencillamente: Ha muerto, seora, muerto ante l.SEORA DE RONCHARD: Precisamente esta noche! Eso es imposible!MARTINEL : Sin embargo es as, seora.LON , aparte: Pobre Musotte!MARTINEL : Hay un asunto grave. Ella deja un hijo, y ese hijo es de Jean.SEORA DE RONCHARD , estupefacta: Un hijo !MARTINEL , a Petitpr: Leed la carta del mdico, seor.Le entrega la carta, Petitpr la lee.SEORA DE RONCHARD: Tena un hijo, y no nos lo ha dicho, no lo ha confesado, nos lo haocultado? Pero eso es infame!MARTINEL : l acaba de saber todo hace un momento.

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    SEORA DE RONCHARD: l acaba de... Esto es demasiado ! Os burlis de nosotros, seor.LON : Pero, ta, deja a mi padre responder. Yo voy a buscar a Gilberte. Ella debe estar murindose ansiedad. No tenemos derecho a ocultarle por ms tiempo la verdad. Voy a contrselo.SEORA DE RONCHARD , acompandolo: Hars bien en decirlo y hacerlo pero no arreglars lascosas.

    LON , despues de salir a la izquierda: En cualquier caso no las embrollar como hacis vos!Sale.

    ESCENA IV

    PETITPR, MARTINEL, Sra DE RONCHARDPETITPR, que ha acabado de leer la carta: Entonces, seor, afirmis que vuestro sobrino ignoraba lsituacin de esta mujer?MARTINEL : Sobre mi honor !SEORA DE RONCHARD: Esto es inadmisible!MARTINEL : Os responder brevemente. Si l hubiese sabido esta situacin, cmo habra hecho loha hecho esta noche?

    PETITPR : Explicaos ms claramente.MARTINEL : Es muy sencillo ! Si l hubiese conocido antes el peligro que corra esta mujer, habresperado a ltima hora, elegido esta noche, este momento supremo, para ir a despedirse de esa moriby para revelaros la existencia de un hijo ilegtimo? ... Pero si se los oculta cuando se quiere y comoquiere, a esos hijos, caramba! Usted lo sabe tan bien como yo, seor!... Para arrojarnos a todos de modo en esta emocin y comprometer su futuro, Jean tendra que haber sido un imbcil y le asegurono lo es. Si hubiese sabido antes esa situacin, pensis acaso que l no me lo habra confiado, a mque yo hubiera sido tan vil, yo tambin, para no evitar este desastre? Pero si est claro como el da los quiero decir.SEORA DE RONCHARD , agitada, siempre yendo y viniendo por la parte izquierda del escenario:

    Claro como el da... claro como el da...MARTINEL : S. Si no hubisemos recibido esta noticia como una bala que mata toda reflexin, sihubisemos tenido tiempo para razonar, ponernos de acuerdo, podramos ocultaros todo. Y que vengdiablo y me lleve si hubieseis sabido algo! Nuestro error ha sido ser demasiado sinceros y demasiadleales. Por otro lado no lo lamento. Siempre hay que actuar lealmente en la vida.SEORA DE RONCHARD: Permitidme, seor...PETITPR : Cllate, Clarisse.(A Martinel.)De acuerdo, seor. No se trata de vuestro honor ni devuestra lealtad, absolutamente incuestionable en todo este asunto. Quiero admitir que vuestro sobrin

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    saba nada de la situacin. Pero el hijo? Qu es lo que os demuestra que es suyo?MARTINEL : Y a Jean, qu es lo que se lo demuestra? Sin embargo lo ha credo cuando no leinteresaba creerlo! No tiene nada de divertido un mueco que se presenta de pronto sin ser esperadoun da como este! Sin embargo l lo ha creido. Y yo, y vos, y todos nosotros, acaso no aceptaremosque l haya aceptado, lo que padre ha aceptado? Vamos pues! Vos me peds pruebas de que ese nihijo de Jean?SEORA DE RONCHARDet PETITPR : S.MARTINEL : Probadme vos entonces que no lo es !SEORA DE RONCHARD: Queris un imposible.MARTINEL : Vos tambin... El verdadero juez en el asunto, creedme, es mi sobrino. Los dems...nosotros tenemos que seguirle.SEORA DE RONCHARD: Pero, sin embargo...PETITPR : Cllate, Clarisse !... El Sr. Martinel tiene razn.SEORA DE RONCHARD: An !MARTINEL : No se tiene razn a medias, seora.(A Petitpr.)Estaba completamente seguro de quevos me comprenderais, seor. Sois un hombre con buen sentido!SEORA DE RONCHARD: Y yo, que soy yo entonces?MARTINEL :Usted es una seora de buena sociedad.SEORA DE RONCHARD: Pues es precisamente, como seora de buena sociedad, por lo que protesto, seor. Usted quiere dejar el asunto por concluido, pero no es menos cierto que el Sr. JeanMartinel aporta a su esposa, como regalo de bodas, el da de su matrimonio, un bastardo. Pues bienos lo pregunto, mujer de buena sociedad o no, se puede aceptar algo as?PETITPR : Mi hermana tiene razn, esta vez, seor Martinel.SEORA DE RONCHARD: Es algo absurdo!PETITPR : Se trata de un hecho que est ah, patente, innegable, y que genera para todos una situaintolerable. Nosotros hemos unido a nuestra hija con un hombre libre de todo lazo, de toda traba en vida. Y de pronto sucede lo que ya sabe. Las consecuencias deben ser asumidas por l, y no por nosEstamos heridos y decepcionados en nuestra confianza, y el consentimientos que hemos dado a esta la habramos con toda seguridad rechazado en las actuales circunstancias.SEORA DE RONCHARD: Qu si lo hubiramos rechazado? Ah ! ah ! Ms bien dos veces que unAdems, ese nio, si fuese aceptado, se convertira seguramente en causa de disgusto para todos. VeGilberte madre a su vez. Cuantos celos, rivalidades, incluso tal vez odios, entre ese intruso y los demEse nio sera la manzana de la discordia.MARTINEL : Pues claro que no, caramba! Ese pequeo no ser un fardo para nadie! Gracias a Jeamadre le habra dejado con que vivir ampliamente; y ms tarde, cuando sea un hombre, trabajar, qdiablos! Har como he hecho yo, como hacen ms del noventa por ciento del gnero humano. Ser uocioso menos y eso ser una ventaja.PETITPR : Pero de aqu a all, quin se encargar ?MARTINEL : Yo, si es necesario. Soy joven, retirado de los negocios. Eso me ocupar... me distraerEstoy dispuesto a tomarlo conmigo a esa criatura... (Mirando a la Sra. de Ronchard.) A menos que la

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    Seora, que ama tanto a los perros abandonados...SEORA DE RONCHARD: Ese nio!... a m!...Oh! sera el colmo!Se pasa a la derecha.MARTINEL : Realmente, seora, si usted quisiera, yo os cedera la custodia con mucho gusto.SEORA DE RONCHARD: Pero, seor... no le he dicho...MARTINEL : Todava no, es verdad. Pero puede usted decirlo antes de que sea demasiado tarde... pucomienzo a conoceros. Usted es una malvola de pose, y no otra cosa!... Habis sido desgraciada envida... Eso os ha agriado... como a la leche, que sube a la superficie... pero en el fondo... mantequill primera calidad!SEORA DE RONCHARD , ofucada: Esa comparacin... La leche...la mantequilla... Puaj! esasquerosa!PETITPR : Pero, Clarisse...MARTINEL : Aqu viene vuestra hija.

    ESCENA V

    LOS MISMOS, msGILBERTE y LON, entrando por la izquierda.

    PETITPR , yendo hacia su hija: Antes de volver a ver a tu marido...si debes verlo, es necesario quehayamos decidido juntos lo que vas a responder.GILBERTE , muy emocionada, sentndose a la izuqierda: Yo saba que era una desgracia.MARTINEL , sentndose cerca de ella: S, mi nia. Pero hay dos clases de desgracias, las que son culpde los hombres y las que proceden nicamente del azar de los hechos, es decir de la fatalidad. En el primer caso, el hombre es culpable. En el segundo, es la vctima. Comprendes?GILBERTE : S, seor.MARTINEL : Una desgracia de la que alguien es vctima puede alcanzar cruelmente tambin a otra persona. El corazn de esta segunda afectada completamente inocente no perdonar tal vez al

    involuntario autor de su mal?GILBERTE , con voz dolorosa: Eso depende del sufrimiento que ella ha padecido.MARTINEL : Sin embargo, usted supo que antes de amaros, despus de concebir el pensamiento y lesperanza de esposaros, mi sobrino haba tenido... una relacin. Vos habis aceptado este hecho queotra parta nada tiene de excepcional.GILBERTE : As es. Lo haba aceptado.MARTINEL : Vuestro hermano acaba de contaros el resto.

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    GILBERTE : S, seor.MARTINEL : Qu debo responder a Jean?GILBERTE , levantndose y volvindose a sentar : Me encuentro demasiado confusa para deciroslo aunEsta mujer, en la cual no pensaba, cuya existencia me era indiferente, ahora su muerte me ha producmiedo. Me parece que ella acaba de colocarse entre Jean y yo, y que siempre permanecer all. Todoque se me ha dicho de ella me produce un extrao dao. Vos habis conocido a esa mujer, seor?MARTINEL , levantado, igualmente: S, seora, y no puedo hablar ms que bien de ella. Vuestrohermano y yo siempre la hemos considerado irreprochable respecto de Jean. Ella lo am con amor verdadero, abnegado, fiel, absolutamente. Hablo como un hombre que ha deplorado profundamenterelacin, pues me consideraba como un padre; pero hay que ser justo con todo el mundo.GILBERTE : Jean la am mucho tambin ?MARTINEL : S, seguro. Pero su amor se debilit. Haba entre ellos demasiada distancia moral y sol sin embargo permaneca con ella por agradecimiento al profundo cario que ella le haba concediGILBERTE , serio: Y Jean viene de verla morir ?

    MARTINEL: Tuvo tiempo de despedirse.

    GILBERTE , a media voz: Si pudiese adivianr lo que ha pasado por l en ese momento all! Oh! estmuerta, es peor para mi que si estuviese viva!SEORA DE RONCHARD , sentada a la derecha, levantndose y alzando la voz: No te entiendo,querida. Ella est muerta, tanto mejor para t. Dios te ha librado de ella!GILBERTE : No, ta ; lo que experimento es tan penoso que ms me gustara saberla lejos que desaberla muerta.PETITPR , bajando la voz: Lo admito, es un sentimiento de joven mujer emocionada por un sucesohorroroso. No hay ms que una grave complicacin, muy grave: la del hijo. Haga lo que se haga, nomenos hijo de mi yerno y un peligro para todos nosotros.SEORA DE RONCHARD: Y un ridculo. Qu dira todo el mundo ?LON : Dejemos al mundo tranquilo, ta, y ocupmonos de nosostors!(Yendo hacia su hermana.)A t,Gilberte, la idea del nio te emociona mucho ?GILBERTE : Oh ! non, la pobre criatura.PETITPR : Sentimentalismos femeninos que nada comprenden de la existencia.LON : Eh ! pap, por qu tenemos tanta diversidad de morales, teniendo en cuenta que somosespectadores o actores de los acontecimientos? Por qu tanta diferencia entre la vida de la imaginacla vida real; entre lo que se debera hacer; lo que quiseiran los dems que hicisemos, y lo que hace mismo?... S! lo que nos sucede es muy penosa; pero la sorpresa de este suceso, su coincidencia conda de la boda, lo hacen todava ms penoso. Nuestra emocin lo magnifica porque nos ocurre a nosen nuestra casa. Supongamos por un instante que lo habis ledo en un vuestro peridico...SEORA DE RONCHARD , sentada a la izquierda de la mesa, con indignacin: Eso, en mi peridico?LON : ... o en una novela ! Cuntas emociones! Cuntas lgrimas, Dios mo! De como vuestrasimpata ira de inmediato dirigida a eso pobre nio cuyo nacimiento ha costado la vida a su madre!Cmo estimariis a Jean, franco, leal, y bueno sin mcula! Mientras que si hubiese...abandonado a moribunda y hecho desaparecer al pequeo en cualquier villorrio de los alrededores, no habra sufic

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    desprecio para l... bastantes insultos... Se convertira en un ser sin Qu misrable ! MARTINEL , sentando a la izquierda: Sin lugar a dudas !SEORA DE RONCHARD: Los perros valen ms que los hombres !LON : Los nios no son hombres, ta. Todava no han tenido tiempo de volverse despreciables.PETITPR : Todo eso es muy ingenioso, Lon, pleiteas muy bien.SEORA DE RONCHARD: S eso te podra valer para el Palacio de Justicia!PETITPR : Pero en este caso no se trata de una novela, ni de personajes imaginarios. Hemos casadGilberte con un joven en condiciones normales.SEORA DE RONCHARD: Sin entusiasmo!PETITPR : Sin entusiasamo, es cierto! Pero en cualquier caso, la hemos casado. Ahora bien, la node bodas l nos trae un regalo...No quiero un presente que berrea!LON : Qu es lo que eso prueba, sino que tu yerno es un noble muchacho! Lo que acaba de hacerarriesgando su felicidad por cumplir con su deber no demuestra, mejor imposible, su capacidad deabengacin?MARTINEL : Eso est claro como el da !SEORA DE RONCHARD , aparte: Es agotador, este hombre de El Havre!PETITPR : Entonces, t admites que Gilberte, el da de su boda, se convierta en la madre adoptiv bastardo de la amante de su marido?LON : Perfectamente, como admito todo lo noble y desinteresado. Y t pensaras como yo si no stratase de tu hija!PETITPR : No, es una situacin inaceptable!LON : Pero entonces, qu propones ?

    PETITPR : El divorcio, caramba! El escndalo de esta noche es suficiente.SEORA DE RONCHARD , levantndose: Gilberte divorciada!... Pero no suees!... La mitad denuestros amigos le cerrarn sus puertas, la mayora de sus relaciones perdidas... El divorcio!... Vamvamos! a pesar de vuestras leyes nuevas, noha entrado en nuestras costumbres y no entrar tan pronLa religin no lo acepta, la sociedad no ms que a regaadientes, y cuando se contrara a la religin sociedad...PETITPR : Sin embargo las estadsticas prueban...SEORA DE RONCHARD: Ah ! las estadsticas! A las estadsticas se les hace decir lo que unoquiere!... No! nada de divorcio para Gilberte! ( Movimiento de distensin de todos. Con voz dulce.) Una

    buena pequea separacin simplemente, eso es admisible, al menos, eso es de buen tono... Uno sesepara... Yo me he separado... Todas las personas como Dios manda se separan, eso es lo ideal, mienque divorciarse...LON , serio: A mi me parece que una sola persona tiene el derecho de tomar una decisin y la estamignorando demasiado. ( A su hermana.) Has comprendido todo... T eres duea de tu juicio y tu decisinDe t, de un palabra, dependen el perdn o la ruptura... Mi padre te ha dado unos argumentos. Quresponde tu corazn?... (Gilberte va a hablar, luego se detiene y rompe a llorar.) Piensa tambin que si no perdonas, me hars dao a mi tambin y que si yo te veo desgraciada por tu obstinacin en decir nosufrira mucho. El Sr. Martineli te peda antes una respuesta para Jean. Hagamos algo mejor, voy a

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    buscarlo. Es de tu boca, o mejor de tus ojos como l sabr su suerte. ( Llevndola suavemente al frente del escenario.) Hermanita, hermanita, no seas demasiado orgullosa... no seas vanidosa. Escucha lo que dtu conciencia... Escucha bien... para no confundirla con el orgullo.GILBERTE : No tengo orgullo. No s lo que siento. Estoy dolida...Y la felicidad truncada meenvenena...LON : Ten cuidado. Basta tan poco en momentos como estos para provocar heridas incurables...GILBERTE : No... no... Estoy demasiado turbada ... Tal vez sea dura, tengo miedo por l y por m...Tengo miedo de romper con todo o de ceder a todo...LON : Voy a buscarlo.GILBERTE , resuelta: No... no quiero... te lo impido...LON : Quieres que te diga una cosa, mi pequea Gilberte ? Eres menos inteligente de lo que supGILBERTE : Por qu ?LON : Porque en momentos as hay que saber decir si o no enseguida.Jean aparece por la derecha.

    ESCENA VI

    LOS MISMOS, msJEAN MARTINEL, de pie en el umbral de la puerta.GILBERTE , con un grito sofocado: Es l !...LON , yendo hacia l y estrechndole las manos: T ?JEAN : Estaba como el procesado que aguarda la sentencia de los jueces: la absolucin o la muerte.Jams olvidar los momentos que acabo de pasar!LON : Tu to y yo hemos contado todo lo que haba que contar. Habla.JEAN : Ah ! yo, no sabra... Solamente a mi esposa... Ante todos no me atrevera... Pido un instantedespus, marchar y abandonar esta casa y su actitud me lo indica. Har lo que ella quiera, acatar que ordene; pero quiero or de su boca su decisin sobre mi vida. (A Gilberte.) Vos no podis rechazseora. No os volver a pedir esto, os lo juro, si mi splica hacia vos es inexorable.Estn de pie, cara a cara, y se miran.GILBERTE : No, yo no puedo rechazar, en efecto. Pap, ta, queris dejarme a solas algunos minutcon... el Sr. Martinel? Como podeis ver estoy muy tranquila...PETITPR : Sin embargo...JEAN , energicmente, al Sr. de Petitpr: Seor, yo no contrariar en nada vuestra voluntad. No harnada sin vuestra aprobacin. No he vuelto aqu para cuestionar vuestra autoridad ni para hablar de u

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    derecho. Respetuosamente os pido permiso para permancer solo algunos minutos con... mi esposa.Pensad que tal vez sea sta nuestra ltima entrevista y que de ella depende el futuro de ambos.SEORA DE RONCHARD: Solamente nos ocupa el futuro de Gilberte.JEAN , a la Sra de Ronchard : Simplemente apelo a vuestro corazn, seora, a vuestro corazn que hasufrido. No olvideis que vuestra irritacin y vuestra amargura contra mi provienen del mal que otro hecho. Vuestra vida ha sido destrozada por l, no me culpe a m. Vos habis sido desgraciada, casadaapenas un ao... ( Mostrando a Gilberte) Quiere usted que ella est casada apenas un da y que ms tarhable de su vida rota, conservando sin cesar el recuerdo del desastre de esta noche? ( A un movimiento dela Sra. de Ronchard ) Me consta que sois buena, aunque siempre permanezcis a la defensiva, y yo os prometo, seora, que si contino siendo el marido de Gilberte, os querr como un hijo, como aqul vos fuisteis digna de tener.SEORA DE RONCHARD , muy emocionada: Un hijo!Me ha emocionado !...(A media voz a Petitpr.)Vamos, Adolphe, dejmoslos solos, ya que as lo pide.Ella besa a Gilberte.PETITPR , a Jean: Bien ! sea, seor !

    Sale por el fondo dando el brazo a su hermana.MARTINEL , a Lon: Van a hablarse con esto...(Se golpea el corazn.)Esa es la autntica elocuencia.Sale por el fondo con Lon.

    ESCENA VII GILBERTE, JEANJEAN : Ya sabis todo, no es as ?GILBERTE : Todo, y he quedado herida profundamente.JEAN : Espero que no hayis sospechado ninguna mentira ni disimulo por mi parte.GILBERTE : Oh ! no !JEAN : Habis considerado incorrecto mi proceder?GILBERTE : No hay incorreccin en quin cumple con su deber.JEAN : Vos no ignorabis la existencia de esa mujer... Y adems, ha muerto.GILBERTE : Es porque ha muerto, por lo que estoy as de consternada.JEAN : Eso no es posible, tendris otra razn... (Con voz temblorosa.) El nio!GILBERTE , energicmente: No, no, os equivocis. Pobre criatura! Acaso l es culpable de algo? NSufro nicamente de algo que est en mi, que no procede ms que de m y que no puedo confesaros

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    un dolor de mi corazn, tan intenso cuando lo he sentido nacer bajo las palabras de mi hermano y devuestro to, que, si deba experimentarlo viviendo junto a vos, como esposa, es posible que no lo pudresistir.JEAN : De qu se trata ?GILBERTE : No puedo deciroslo.

    Ella se sienta a la izquierda.JEAN , de pie: Escuchadme. En este momento lo menos que necesitamos es la sombra de unmalentendido. Toda nuestra vida depende de ello. Vos sois mi esposa, pero yo os considero absolutamlibre despus de lo que acaba de suceder. Har lo que queris, me prestar a todas las posiblescombinaciones, incluso, si lo exigis, al divorcio. Pero que ser de mi a continuacin? pues os amo modo que el pensamiento de perderos as, despues de haberos conquistado, me arrojara sin duda a uresolucin desesperada. (A un movimiento de Gilberte) No intento enterneceros, ni emocionaros,simplemente os digo la verdad. Siento y he sentido durante toda est