Naomi Klein, El Capitalismo y El Clima

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NAOMI KLEIN, EL CAPITALISMO Y EL CLIMA Entre la radicalidad y la viabilidad inmediata DANIEL TANURO Domingo 31 de mayo de 2015 El libro que Naomi Klein ha consagrado al cambio climático constituye todo un acontecimiento/1. La autora de La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre realiza en él una denuncia clara de la lógica del crecimiento capitalista, de la codicia de las multinacionales del petróleo, del carbón y del gas natural, así como de la sumisión de los gobiernos a sus intereses. "El hecho de que el clima de la Tierra cambie hasta extremos caóticos y desastrosos es más fácil de aceptar que la idea de transformar la lógica fundamental del capitalismo, fundado sobre el crecimiento y el ánimo de lucro" escribe Naomi (p. 119). Para ella, la hosquedad de los climato-escépticos no cae del cielo sino que es fruto de un análisis lúcido: esa gente ha comprendido -mejor que la izquierda- que luchar de forma seria contra el recalentamiento precisa un cambio político radical, otro tipo de sociedad. Una sociedad más regulada, con un sector público más fuerte, con más bienes comunes y más democracia. Una sociedad que se base en otros valores distintos a la competencia, la acumulación, la ostentación, el cada cual a lo suyo, etc. ¡Una sociedad que ellos y ellas no desean por nada del mundo! "El poder revolucionario del cambio climático" El título del libro resume la tesis central de la autora: "This changes everything" - Esto lo cambia todo-. En efecto, Naomi Klein hace un llamamiento a la izquierda para que comprenda la oportunidad que tiene enfrente. ¿La oportunidad? Si, porque "la verdad del cambio climático solo resulta incómoda si nos conformamos con el status quo", dice Naomi. Para el resto, para todo el resto de gente, "si alguna vez ha habido un momento para promover un plan que sane el planeta y, al mismo tiempo, sane nuestras maltrechas economías y nuestras resquebrajadas comunidades, es

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NAOMI KLEIN, EL CAPITALISMO Y EL CLIMAEntre la radicalidad y la viabilidad inmediataDANIEL TANURODomingo 31 de mayo de 2015El libro que Naomi Klein ha consagrado al cambio climtico constituye todo un acontecimiento/1. La autora deLa doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastrerealiza en l una denuncia clara de la lgica del crecimiento capitalista, de la codicia de las multinacionales del petrleo, del carbn y del gas natural, as como de la sumisin de los gobiernos a sus intereses. "El hecho de que el clima de la Tierra cambie hasta extremos caticos y desastrosos es ms fcil de aceptar que la idea de transformar la lgica fundamental del capitalismo, fundado sobre el crecimiento y el nimo de lucro" escribe Naomi (p. 119). Para ella, la hosquedad de los climato-escpticos no cae del cielo sino que es fruto de un anlisis lcido: esa gente ha comprendido -mejor que la izquierda- que luchar de forma seria contra el recalentamiento precisa un cambio poltico radical, otro tipo de sociedad. Una sociedad ms regulada, con un sector pblico ms fuerte, con ms bienes comunes y ms democracia. Una sociedad que se base en otros valores distintos a la competencia, la acumulacin, la ostentacin, el cada cual a lo suyo, etc. Una sociedad que ellos y ellas no desean por nada del mundo!"El poder revolucionario del cambio climtico"El ttulo del libro resume la tesis central de la autora: "This changes everything" -Esto lo cambia todo-. En efecto, Naomi Klein hace un llamamiento a la izquierda para que comprenda la oportunidad que tiene enfrente. La oportunidad? Si, porque "la verdad del cambio climtico solo resulta incmoda si nos conformamos con el status quo",dice Naomi. Para el resto, para todo el resto de gente,"si alguna vez ha habido un momento para promover un plan que sane el planeta y, al mismo tiempo, sane nuestras maltrechas economas y nuestras resquebrajadas comunidades, es este"(p. 198). La crisis medioambiental aade una "urgencia existencial"a todos los problemas, explica Naomi. "[La crisis medioambiental]ofrece un relato de conjunto que permite que toda clase de propsitos progresistas -desde la lucha por la mejora de la calidad del empleo hasta la justicia para los inmigrantes, pasando por las compensaciones por agravios histricos como la esclavitud y el colonialismo- se puede integrar en el gran proyecto de construccin de una economa no txica, a prueba de los shocks, antes de que sea demasiado tarde"(p. 197).En otros trminos, Naomi cree en el"poder revolucionario del cambio climtico".De golpe, llamando a las cosas por su nombre, disea una requisitoria implacable y muy convincente contra las grandes ONG medioambientales, en particular las estadounidenses, que temen la fuerza de ese poder. Les reprocha haber desactivado la movilizacin y renunciado a sus propios objetivos a cambio de integrarse en el sistema. Para demostrarlo, acusa a determinadas grandes ONG de ir hasta a sacar provecho de la explotacin petrolera en reservas naturales que estaban a su cuidado. Naomi Klein incita al lector/lectora a desprenderse de su influencia paralizante para comprometerse en la construccin de movimientos de masas de base y hacer frente a la lgica capitalista. Admite que "sin embargo, sigue echndose en falta la presencia de un contrapoder suficientemente amplio y fuerte que nos permita tener alguna oportunidad de cambiar la sociedad en la medida que se precisa"(p. 200). Pero ella ve signos premonitorios en las movilizaciones radicales contra el extractivismo y los grandes proyectos de infraestructuras que se multiplican en los cuatro puntos cardinales del planeta. El hecho de que los pueblo indgenas desempeen a menudo un papel clave en estas movilizaciones supone, para Naomi Klein, una fuente de esperanza, porque en funcin de su relacin con la naturaleza tiene una visin distinta a la de la dominacin y el control absoluto, tpicos, segn ella, de la cultura occidental desde [el Siglo de] las Luces.Un libro bajo tensinThis changes everythinges un libro bajo tensin. La autora lo confiesa desde las primeras pginas: "Es el libro ms difcil que he escrito jams, precisamente porque la investigacin que he realizado para el mismo me ha levado tambin a buscar esa clase de respuestas radicales. No albergo ninguna duda de su necesidad, pero no hay un solo da en que deje de preguntarme a m misma por su viabilidad poltica"(p. 43). De hecho, N. Klein parece oscilar entre una alternativa anticapitalista autogestionada y descentralizada, de tipo ecosocialista y ecofeminista (aunque ella no emplee esos trminos), de una parte, y el proyecto de capitalismo verde regulado, basado en una economa mixta relocalizada e impregnada de una ideologa del cuidado y de la prudencia, de otra. Esta tensin entre viabilidad inmediata y radicalidad, entre anti-neoliberalismo y anti-capitalismo- est presente en todo el libro. Por ejemplo: un suspiro revolucionario atraviesa la conclusin cuando Naomi Klein pone en paralelo -como Marx enEl Capital- la lucha contra el esclavismo y la lucha contra la apropiacin capitalista de los recursos (p 458 y ss); pero, en otra parte, escribe que existen "un gran espacio para realizar beneficios en una economa de cero-carbono"y que el obstculo a la transicin ecolgica viene del viejo capitalismo "demasiado rentable para renunciar a l sin ms"(p. 252) y de "nuestro modo de concebir la economa"; es decir, y lo remarco, no de la propia economa? (p. 126).Esta oscilacin tiene que ver con la forma singular en la que Naomi Klein analiza la ideologa de dominacin [de la naturaleza], que considera a la naturaleza como una mquina y una reserva de recursos a explotar sin escrpulos. Es evidente que esta ideologa es previa al capitalismo, como lo indica ella. Pero la autora a veces parece sugerir que el combate a favor de unas relaciones respetuosas y prudentes de la humanidad con su medio ambiente podra darse independientemente del combate contra el capitalismo (incluso desembocar en otro tipo de capitalismo? la cita anterior sobre los "business models" da pie a pensarlo). Ahora bien, est idea es discutible. Precisamente el capitalismo eslaforma bajo la que se manifiesta hoy en da esta ideologa de dominacin. De ah no se deduce que la supresin de la primera conllevar automticamente la segunda; al contrario, la lucha para "cuidar la naturaleza con prudencia" deber continuar durante un largo perodo tras el fin de este sistema. Pero la cuestin estratgica clave es que no existen atajos. A mi entender, la ideologa de la dominacin absoluta no flota en un universo de ideas sino que est enraizada en determinadas relaciones sociales.In fine, slo acabando con estas relaciones sociales ser posible abordar la otra en el conjunto de la sociedad. Se trata de un mismo y nico combate.Quisiera desarrollar la discusin sobre este punto a propsito del concepto extractivismo. El apetito por las riquezas naturales que tiene el capital deriva del hecho de que, una vez que esas riquezas han sido apropiadas y monopolizadas porque son gratuitas (los bosques naturales, las reservas pisccolas, mineras, de genomas), le producen un sobre beneficio fcil, que el capitalista -sobre todo en perodo de vacas flacas- intenta transformar en renta. El extractivismo capitalista es, por lo tanto, muy especfico y muy diferente de otras formas histricas de pillaje de recursos naturales. De ello se deduce, a mi entender, que el combate contra la forma contempornea de esta predacin -al igual que el combate contra la forma contempornea del patriarcado- est inextricablemente vinculado a la lucha contra el modo de produccin capitalista. Es decir, a la lucha contra la explotacin salarial y contra la explotacin patriarcal del trabajo domstico de las mujeres (que constituye su cara oculta). De otra parte, a un determinado nivel de generalizacin, estos tres pilares horribles del capitalismo que son la extorsin de la plusvala producida por las y los asalariados, la explotacin del trabajo domstico de las mujeres y el pillaje de los recursos pueden ser reducidos a una dimensin comn. Para ello es suficiente recordar esta verdad elemental: el cuerpo humano es un transformador de energa, y la fuerza de trabajo humano es tambin y, sobre todo, un "recurso natural".Dnde est el equilibro entre lo necesario y lo posible?Dicho esto, toda la gente que piensa en trmino de respuesta social al desafo climtico, conoce bien la tensin evocada por Naomi Klein en el prefacio de su libro. El problema es evidente: si bien la situacin es de urgencia (particularmente en los pases capitalistas desarrollados, en los que el proletariado constituye la mayora de la poblacin), existe un abismo entre, de una parte, la radicalidad anticapitalista de las medidas que se imponen objetivamente para evitar una catstrofe terrible (medidas que comportan imperativamente la supresin de las producciones intiles y o perjudiciales, as como la expropiacin del sector energtico y de la finanza, sin indemnizacin, a fin de que la colectividad disponga de los medios para una transicin planificada democrticamente y con justicia social) y, de otra, el nivel de consciencia de la gran masa de la populacin que condiciona, evidentemente, la viabilidad del programa.La estrategia a desarrollar para crear un puente sobre este abismo constituye el objeto de un debate importante y difcil. Naomi Klein contribuye a l, principalmente, llamando a la movilizacin contra los proyectos mineros y las grandes infraestructuras destructivas, y dando valor al papel de vanguardia de las comunidades indgenas y campesinas en estas movilizaciones (y en la lucha contra el cambio climtico en general). Tiene toda la razn. El bloqueo de los grandes proyectos ("Blockadia")no es, en este sentido, un detalle sin importancia. Contrariamente a lo que parece pensar Franois Bonnet/2, las luchas como las del Aeropuerto de Notre Dame des Landes o contra el oleoducto Keystone XL tienen un valor estratgico, pues el nivel actual de las infraestructuras es como un cuello de botella que limita severamente el flujo de los combustibles fsiles en los aos que vienen. Sin embargo no podemos obviar la discusin sobre los obstculos a superar para que la clase obrera, en tanto que tal, participe colectivamente en el combate por el clima y colabore en la elaboracin de una alternativa. Ahora bien, sobre este punto,This Changes Everythingnos deja con las ganas y la autora se contradice a s misma.Coger el toro por los cuernosCon la expresin "participacin colectiva de la clase obrera en cuanto tal", quiero sealar la posibilidad de que las y los trabajadores se comprometan en la defensa del clima en tanto que productores y productoras, a partir de su posicin en el modo de produccin, en los centros de trabajo -como, a su manera, lo hacen las y los campesinos y los pueblos indgenas- y no solo en tanto que ciudadanos y consumidores. Esta cuestin es capital. En efecto, en la medida que la humanidad produce socialmente su existencia, la posibilidad de pasar de la lucha de resistencia, contra los desastres del capital, a la invencin de la alternativa social que el brusco cambio climtico hace indispensable, depende finalmente de la lucha de los hombres y mujeres en tanto que productores. El campesinado y los pueblos indgenas, a menudo, ya han dado el paso. Si excluimos algunas excepciones, la clase obrera an est lejos.Cul es el motivo de esta discordancia? Resulta flagrante que Naomi Klein no plantee el problema y menos an que trate de responder al mismo. Sin embargo, la explicacin es relativamente sencilla. Cuando las y los campesinos luchan contra la agroindustria, cuando los pueblos indgenas luchan contra la apropiacin de los bosques como sumideros de carbono o reservas de biomasa, cuando las comunidades luchan contra proyectos extractivistas que destruyen su entorno (como en la regin de Cajamarca en Per), etc., estas luchas en torno a reivindicaciones inmediatas sobre las que dependen sus condiciones de vida, coinciden directamente con lo que es necesario para salvar el clima. Para la clase obrera, las cosas se presentan de manera totalmente diferente. En efecto, y ms an en el contexto defensivo actual, las reivindicaciones ms inmediatas que las y los trabajadores plantean de forma espontnea para defender sus condiciones de existencia no coinciden en nada con lo que conduce a salvar el clima, sino ms bien con lo que lo desestabilizaEl paro es el problema central de los trabajadores y trabajadoras. Ahora bien, para crear o salvar puestos de trabajo, la mayora de la gente asalariada espera que se ample la produccin, tal y como existe actualmente, mejore la posicin de "su" empresa, tal y como es actualmente [en el mercado], y se de un relanzamiento econmico del capitalismo. Es evidente que se trata de una ilusin el creer que de ese modo se obtendra trabajo para todos y todas; pero ello no impide que esta ilusin se imponga ante la inmensa gran mayora como la respuesta ms lgica y ms fcil para ponerla en prctica. En determinados sectores contaminantes muy amenazados, como las minas de hulla en Polonia, los sindicatos llegan incluso a poner en duda la realidad del cambio climtico porque ven en ello una amenaza para su actividad y, por tanto, para el empleo.No, Alemania no es un modelo!Cmo hacer para que la gente asalariado adopte otra perspectiva? Fiel a su mtodo que consiste en partir de ejemplos, Naomi Klein intenta responder a esta cuestin consagrando varias pginas del libro a una experiencia concreta: laEnergiewende(la "inflexin energtica" del gobierno alemn presidido por Angela Merkel). Si bien deplorando el hecho de que el abandono de la energa nuclear no vaya acompaado del cierre de las centrales de carbn o de lignito (a causa de lo cual las emisiones de gases de efecto invernadero han comenzado a aumentar en Alemania), Naomi Klein escribe que esta poltica es, no obstante, una "desviacin de la ortodoxia neoliberal" (p. 170), que muestra "como sacar adelante (y a buen ritmo) soluciones climticas descentralizadas de gran alcance que, al mismo tiempo, luchen contra la pobreza, el hambre y la falta de empleo"(p. 176) Este juicio muestra, por lo menos, estar mal informada/3.Recordemos que la poltica energtica del gobierno Merkel est basada en lasfeed-in-tariff-tarifas con impuestos que ponen en competicin la electricidad verde con la electricidad "sucia"-. Estosfeed-in-tariff proceden de la idea liberal de que internalizar las "externalidades" es suficiente para que las decisiones de inversin basadas en la eficiencia-coste respeten las exigencias de la sostenibilidad. En el terreno medioambiental, la idea est abocada al fracaso, porque prioriza dar peso al impulso del mercado de las tecnologas verdes antes que a los indispensables esfuerzos para la reduccin del consumo energtico, y no integra las "emisiones grises" derivadas de la transicin/4. En el terreno social, el sistema alemn est financiado mediante una sobretasa en las facturas de electricidad. Todos los hogares pagan, pero la sobrecarga est ms que compensada para quienes han invertido en renovables -sobre todo en las numerosas cooperativas elicas-, ya que venden la electricidad a un precio elevado, garantizado por el Estado durante 20 aos. Las capas desfavorecidas pagan por lo tanto por las capas acomodadas (individuos, cooperativas o PME). Adems, tres mil empresas contaminantes estn exentas al 80% de laUmlage. Bajo pretexto de no debilitar su competitividad exportadora, reciben un regalo de 4 a 5 mil millones de euros por ao.Es cierto que no solo las cooperativas sino tambin muchos municipios alemanes producen y venden electricidad verde. En ese caso, la colectividad se beneficia evidentemente de un retorno que, con una lgica redistributiva, puede servir para financiar servicios sociales. Este constituye un aspecto positivo del que conviene inspirarse para inventar estrategias de reapropiacin de los bienes comunes, pero no es suficiente para hacer de laEnergiewendeun modelo a seguir, una alternativa al neoliberalismo. En efecto, globalmente, en lugar de que "los fsiles paguen la transicin",como reivindica con acierto Naomi Klein, la poltica energtica de Alemania agrava las desigualdades.Y stas ya son escandalosas en este pas debido a las feroces medidas adoptadas por la coalicin gubernamental precedente (los Verdes y la social-democracia), que Merkel no hace sino continuar. Con ocho millones de personas trabajando por menos de 8 euros brutos a la hora, Alemania no constituye, de ningn modo, un "modelo"de "viabilidad"de una poltica climtica y social antiliberal. Lo que no debe extraar: tal "modelo" no existe en el capitalismo, porque se basa -Naomi Klein lo dice y lo repite en numerosas ocasiones en su libro- en la doble explotacin de la naturaleza y el trabajo.Reduccin radical del tiempo de trabajoCuando Naomi Klein evoca la lucha contra el extractivismo en el Ecuador, no cita como primer ejemplo al gobierno de Correa sino a la resistencia de las comunidades indgenas. Tiene razn. Por qu se equivoca entonces apoyando crticamente a laEnergiewendedel gobierno de derechas de Angela Merkel? Para mostrar a los sindicatos que en la transicin puede crear "buenos empleos"? La experiencia alemana no va en esa direccin: se crean empleos, s; pero las condiciones de trabajo y de remuneracin en el nuevo sector "verde" de la economa son peores que los que existen en los sectores tradicionales.Para m, animar a los sindicatos a sumarse al movimiento campesino y a los pueblos indgenas a movilizarse a favor del clima pasa por otra respuesta al desafo del paro y de la pobreza. Una respuesta a la vez ecolgica, que coja por los cuernos la cuestin de la produccin y se articule en torno a tres ejes: La creacin del empleo pblico no deslocalizable (sobre todo por los planes pblicos de renovacin energtica de los edificios, la transformacin del sistema energtico y el desarrollo de sociedad pblicas de transporte en comn), insistiendo en la descentralizacin y en el control democrtico de las personas usuarias y de los trabajadores y trabajadoras. La reconversin colectiva, bajo control obrero, de los trabajadores y trabajadoras de las industrias intiles o nocivas (en primer lugar, la industria armamentstica y la industria nuclear, pero tambin el automvil, la petroqumica, etc.) hace otros sectores de actividad (comprendido el empleo rural en la agricultura orgnica y el cuidado de los ecosistemas: un cierto xodo urbana es un elemento que no se puede soslayar de la transicin) La reduccin radical del tiempo de trabajo, sin prdida de salario, con contrataciones compensatorias y reduccin de los ritmos de trabajo, con el objetivo de trabajar todos, reapropiarse del trabajo, vivir mejor y gastar menos.Los pocos intentos sindicales de ir en este sentido (por ejemplo, la campaa"One million climate Jobs"en Gran Bretaa) dan a los anticapitalistas ms ejemplos positivos y fuentes de inspiracin que la Energiewendede Angela Merkel. En concreto, la exigencia de la reduccin del tiempo de trabajo es de una gran importancia ecolgica, que Naomi Klein subestima. En efecto, esta exigencia permite a la vez dar un trabajo a todos y todas y -por poco que se apoye en una reduccin sustancial de los ritmos de trabajo- reducir sustancialmente la presin sobre los recursos. Como lo sealaba Marx en una cita que se ha hecho clebre, se trata a la vez de la exigencia social por excelencia y del medio por excelencia con el que"el hombre social, los productores asociados"pueden "arreglar racionalmente sus intercambios de materia con la naturaleza"obrando "de forma ms digna, ms conforme a la naturaleza humana"."Cuando de repente, lo imposible parece posible"En definitiva, el abismo entre la radicalidad necesaria y la viabilidad poltica solo se puede resolver mediante una crisis mayor, uno de esos"momentos extremadamente raros y preciosos en los que, de repente, lo imposible parece posible"como escribe Klein en la conclusin de su libro. Aqu la autora abandona la ilusin de la "viabilidad poltica" inmediata para situarse en un discurso francamente anticapitalista. Retengo lo que constituye en cierta manera su ltima palabra y comparto su conviccin de que tal momento llegar y que coincidir con la puesta en cuestin profunda del productivismo y que la "la verdadera pregunta que cabe formularse es qu harn entonces las fuerzas progresistas en ese momento, y con qu poder y confianza lo aprovecharn"no slo "para denunciar lo mal que est el mundo y para acotar unos fugaces espacios liberados en el centro de las grandes ciudades, sino que debe ser el catalizador que facilite la reaccin que nos conduzca a construir realmente el mundo en el que todos podamos estar seguros"(p. 571). Ms all de los puntos de debate planteado ms arriba, la obra de Naomi Klein es una contribucin poderosa, magnfica y apasionante a este combate por una civilizacin digna de ese nombre.19/05/2015Daniel Tanurohttp://www.contretemps.eu/lectures/...Traduccin:VIENTOSUR1/Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima (This Changes Everything. Capitalism vs. The Climate), Paids Ibrica, 2015.2/Franois Bonnet, "Le changement climatique pour sortir du capitalisme?",La Vie des ides, 19 novembre 2014. ISSN: 2105-3030. F. Bonnet deplora que N. Klein"se focalice principalmente en los movimientos sociales"y "rechace hablar seriamente de la implantacin de un impuesto sobre el carbono". Por el contrario, a m me parece que esta focalizacin constituye un punto fuerte en el libro de Naomi Klein. En cuanto al precio del carbono, corre el riesgo de convertirse pronto en un ejemplo de viabilidad ilusorio. Efectivamente, o bien este precio es mundial y contrario al principio de la "responsabilidad comn pero diferenciada" (una conquista del Sur tras la adopcin de la Convencin Marco sobre el cambio climtico por parte de Naciones Unidas); o bien se establece en funcin de la responsabilidad histrica de cada pas en la emisin de gas de efecto invernadero y entonces es preciso explicar qu medidas se adoptarn para evitar la huida de emisiones hacia pases en los que el CO2 tiene una carga impositiva menor (leakage)3/De forma accesoria, parece necesario resaltar que Naomi Klein parece estar mal informada igualmente sobre el libro de Bruno Latour. Se puede estimar que la tesis de este sobre el cuidado a aportar a "nuestros monstruos" merece ser discutido De ah a hacer de Latour un ejemplo del pensamiento tecnocrtico del "well fix it later"("lo solucionaremos despus"), un idelogo delBig Greeny un adepto de las soluciones de mercado hay un paso.4/Por "emisiones grises de la transicin", designo el sobre incremento de emisiones derivadas de la produccin de los dispositivos necesarios para la transicin a partir de un sistema energtico que, hoy en da, an est basado en ms del 80% en energas fsiles (y cuya mayor parte debe ser declarada obsoleta antes de ser amortizada).En general, los escenarios de transicin hacia un sistema basado al 100% en las renovables estn condicionados por el hecho que no tienen en cuenta estas "emisiones grises". Naomi Klein es la sola autora que yo conozca que llame la atencin sobre esta cuestin (p. 90), pero sin extraer la conclusin que se impone y que, a mi entender, es que estas emisiones grises deben estar compensadas por las reducciones de consumo de energa en otros sectores; es decir, por un determinado decrecimiento de la produccin material y de los transportes.