Napalpí el lugar de los muertos

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NAPALPI: El lugar de los muertos Sebastian Ramirez 1 El objetivo del siguiente artículo es interpelar a la memoria colectiva de sus lectores y hacerles reflexionar de alguna manera desde donde miramos nosotros a nuestra propia historia como nación, como Estado-Nacional. Anualmente, de un tiempo a esta parte, hemos venido siendo participes de un discurso de lo nacional, bastante emparentado con lo popular (como si estas dos categorías fueran simples componentes de un pasado común) en tanto que adjetivos definen, en sus principios, al movimiento populista quizá más grande que haya experimentado la historia de América latina como lo fue el Peronismo y el establecimiento de su estado benefactor. Lo que no queda claro, al menos para quien escribe, es justamente como se construye ese proceso nacional hoy, bajo qué circunstancias y criterios. ¿Quiénes son los sujetos nacionales de la historia y porque? ¿Cómo se construyó la nación, cuáles fueron sus objetivos? ¿Cuáles fueron los instrumentos de un Estado que impuso la idea de nación por medio de la educación y del exterminio del nativo? El genocidio de los pueblos originarios, no puede ser abordado desprendido del hecho del proceso de formación del Estado Nacional. Este, como garante de los derechos sociales de una élite, que lo conformó acorde a sus necesidades socio-históricas, necesitó siempre de la empresa de la matanza del “diferente”, del “otro”, sinónimo este último muchas veces de inferioridad racial e intelectual, pero provisto sin embargo de algo sumamente preciado por las ambiciones que perseguían: su mano de obra, su fuerza de trabajo, ya que esta a su vez daba la plena seguridad de que la estructura social se mantendría inalterable. La expansión del sistema económico mundial necesitaba encarecidamente un elemento que atestigüe a su favor en el juicio final por la explotación del nativo de estas por parte del 1 Estudiante del Profesorado y la Licenciatura en historia. FHyCS – UNaM.

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NAPALPI: El lugar de los muertosSebastian Ramirez1

El objetivo del siguiente artículo es interpelar a la memoria colectiva de sus lectores y hacerles reflexionar de alguna manera desde donde miramos nosotros a nuestra propia historia como nación, como Estado-Nacional. Anualmente, de un tiempo a esta parte, hemos venido siendo participes de un discurso de lo nacional, bastante emparentado con lo popular (como si estas dos categorías fueran simples componentes de un pasado común) en tanto que adjetivos definen, en sus principios, al movimiento populista quizá más grande que haya experimentado la historia de América latina como lo fue el Peronismo y el establecimiento de su estado benefactor.

Lo que no queda claro, al menos para quien escribe, es justamente como se construye ese proceso nacional hoy, bajo qué circunstancias y criterios. ¿Quiénes son los sujetos nacionales de la historia y porque? ¿Cómo se construyó la nación, cuáles fueron sus objetivos? ¿Cuáles fueron los instrumentos de un Estado que impuso la idea de nación por medio de la educación y del exterminio del nativo?

El genocidio de los pueblos originarios, no puede ser abordado desprendido del hecho del proceso de formación del Estado Nacional. Este, como garante de los derechos sociales de una élite, que lo conformó acorde a sus necesidades socio-históricas, necesitó siempre de la empresa de la matanza del “diferente”, del “otro”, sinónimo este último muchas veces de inferioridad racial e intelectual, pero provisto sin embargo de algo sumamente preciado por las ambiciones que perseguían: su mano de obra, su fuerza de trabajo, ya que esta a su vez daba la plena seguridad de que la estructura social se mantendría inalterable.

La expansión del sistema económico mundial necesitaba encarecidamente un elemento que atestigüe a su favor en el juicio final por la explotación del nativo de estas por parte del hispano, de tradiciones occidental y de creencias cristianas. Ese elemento fue “la guerra”. Ya sea contra el indio, o contra el “extranjero”, contra otros Estados por la posesión de tierras para el usufructo de sus recursos o por el macabro hecho de someter, humillar y esclavizar a sus habitantes. Podemos verlo en la estirpe de los Bandeirantes, cazadores de indios Guaraníes en el Guaira en el 1500, pero también podemos verlo en los obrajes de Tucumán y Salta de mediados del siglo pasado, como también podemos verlo hoy en cualquier lugar en donde un trabajador asalariado sea victimas de miserables tratos y condiciones inhumanas de trabajo. Desde el indio hasta el gaucho, desde el gringo al negro, desde el campesino al obrero, desde el mensú al tarefero.

Siempre y en cada uno de estos casos, de un lado tenemos a la excusa del “enemigo”, de la sublevación o de la subversión y del otro la negación al sufrimiento, de la resistencia a la explotación hasta la muerte de hombres y mujeres libres, sometidos al maquiavélico “instinto del tengo y quiero más”, lógica estructural del sistema económico, para algunos capitalismo primitivo, para otros capitalismo puro; sea feudal colonial esto se traduce en una sola palabra EXPLOTACION.

1 Estudiante del Profesorado y la Licenciatura en historia. FHyCS – UNaM.

“¡Cómo olvidarlo! Se reían como diablos, y gritaban como lobos. Abrían la boca. Abrían la boca. Se reían, y festejaban, cuando caían los niños, las mujeres, los ancianos…¡Cómo olvidarlo! ¡Cómo olvidarlo! Y después los policías a caballo que disparaban y los de a pie que degollaban con tanta furia que los uniformes reventaban. No parecían seres humanos. ¿O sí? ¡Cómo olvidarlo! ¡Cómo olvidarlo! ¡Cómo olvidarlo!”Melitona Enrique

(Sobreviviente de la Masacre de Napalpí, al momento de dar este testimonio tenía 107 años y vivía en el mismo ligar que ocurrieron los hechos y en las mismas condiciones de hace 86 años)

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“Procedan con rigor para con los sublevados”

La empresa de combatir al indio en sus propias tierras ha sido uno de los objetivos

principales de la conquista. Bajo el calificativo de sublevados han sido brutalmente masacrados y

sometidos a los vejámenes más impensados por la mente humana.

En nuestro país, el terrorismo de Estado como lo afirma Héctor Trinchero (2009), no se

limita solamente a la última dictadura militar, sino que desanda su ejemplo “civilizador y contra la

subversión” desde tiempos muchos más lejanos en nuestra historia. Desde la colonia hasta nuestros

días las élites de hacendados, terratenientes y oligarcas han sometido a hombres, mujeres y niños,

indios, gauchos, negros y mestizos a garantizar un desarrollo económico desigual, que en principio

constituye una jerarquización social entre quienes detentan los medios de producción y quienes solo

su fuerza de trabajo, al mismo tiempo que determina el grado de influencia pueden tener estos

sectores en la economía mundial.

En 1879 Julio Argentino Roca aseguraba: “sellaremos con sangre y fundiremos con el

sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina…”2 anticipando la segunda

expedición al “desierto patagónico”, lo que se conoce como la solución final de Roca durante su

presidencia, entre los años 1879 y 1881, privilegio este último con el que la oligarquía terrateniente

de la época condecoró al general conquistador del Chaco y la Patagonia

¿Habrá pensado o pretendido lo mismo el Gobernador del Territorio Nacional de Chaco

Fernando Centeno cuando mandó a reprimir a cerca de 500 Tobas que resistían a seguir trabajando

en condiciones inhumadas en las cosechas del algodón? No lo sabemos, lo cierto es que el apartado

que se encuentra más arriba da cuenta de la orden de Centeno de asesinar a los habitantes de la

reducción de Napalpí en la mañana del 19 de julio de 1924.

La Nación Toba, al que pertenece el pueblo de los Quom, es lo que hoy se encuentra

enmarcado en las provincias de Chaco, Formosa el este de Salta (el Chaco Salteño) y el norte de

Santiago del Estero. Los Tobas eran cazadores recolectores, pero había tenido una experiencia con

2 Felipe Pigna – “La conquista del desierto”. www.elhistoriador.com.ar

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la agricultura, lo que supone un muy buen manejo de su territorio. Estos pueblos siempre resistieron

el ataque por parte del Estado Nacional que desde 1860 hasta 1917 ininterrumpidamente enviaba

campañas militares a sus territorios para espigarse de las tierras junto también con sus habitantes.

Esta apropiación de las tierras pertenecientes al pueblo Quom fue nada más ni nada menos

que la continuidad de un plan sistemático de ocupación de territorios y de apropiación de la mano

de obra que en ellas se encontraban, tarea para lo cual encontraban una dificultad: resistencia de sus

habitantes. Este hecho de soberanía sobre sus tierras, cosechas, familias y su naturaleza los

convertía en el enemigo interno, en el apátrida que se resistía a los designios casi divinos de la

conformación de un Estado Nacional, que necesitaba afianzar sus ideas nacionales, pero por sobre

todo necesitaba delimitar sus fronteras con los países limítrofes, que debido a la descomposición

que sufrió desde la época del Virreinato se mantuvieron muy poco precisas.

Del mismo modo las redes de comunicaciones como el telégrafo y los correos junto con el

ferrocarril, fueron los mejores aliados de la “conquista” ya que conectan a ciudades como Córdoba

con el puerto de Rosario y a esta a su vez con Buenos Aires, que gozaba con el beneficio de ser el

centro comercial de un Estado oligárquico liberal que se consolidaba aún más con la institución del

Ejercito Nacional al que Mitre, institución que estuvo conformada al comienzo por milicianos

voluntarios sin experiencia, que tendrán su prueba de fuego en la Guerra de la Triple Alianza (1864

- 1870), otro genocidio perpetrado, esta vez con el pueblo Paraguayo por parte de ambos Estados

Nacionales y por los aliados, Brasil y Uruguay.

La Pacificación de los Territorios Indígenas

En 1907, el abogado y conservador autonomista José Figueroa Alcorta lleva adelante un

plan de “pacificación de los territorios indígenas”, que tiene como fin implementar un nuevo

“viejo” modo de utilizar la mano de obra indígena. Para ello desarrolló un modelo reduccional de

asentamiento, basado en las ideas coloniales de “domesticación de los indios”.

Por Ley nacional N° 1.532 de 1884, llamada de Organización de los Territorios Nacionales,

el Gran Chaco quedó dividido en dos gobernaciones: la de Formosa y la del Chaco. Dentro del Gran

Chaco se crearon dos reducciones: la de Napalpí (actual provincia del Chaco) y Bartolomé de las

Casas (actual provincia de Formosa). A los indios reducidos se le enseñaba las “bondades” de la

accidentalidad cristiana al tiempo que solo se los consideraba fuerza de trabajo y mano de obra

barata.

La Reducción de Napalpí (palabra toba que significa lugar de los muertos) había sido

fundada en 1911 en el Territorio Nacional del Chaco a 120 km de Resistencia, por el naturalista y

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protector de indios Enrique Lynch Arribálzaga. Las primeras familias que se instalaron eran de las

etnias Pilagá, Abipón, Toba, Charrúa y Mocoví. Napalpí y Bartolomé de las Casas fueron unidades

productivas bajo control estatal. Este recinto indígena con producción agraria tuvo el propósito de

evitar que las etnias tobas, mocovies y vilela continuasen siendo víctimas del genocidio de las

tropas de línea del Ejército, quienes las consideraban obstáculos para su objetivo de "civilización y

progreso", como lo plantea Marcelo Larraquy.

Si de condiciones de trabajo se trata, aquí presentaremos el peor panorama que pueda

imaginarse. En los ingenios algodoneros la miseria de estos hombres era cosa de todos los días y de

nunca acabar. A los tobas y mocovíes que trabajaban en ellos se les pagaba con comida, además de

incentivarlos a contraer altísimas deudas con sus patrones, por los que su trabajo solo servía para

saldarlas. Las relaciones de producción eran casi feudales, con la diferencia de que estos no recibían

ninguna parte de la producción para poder comercializarla o intercambiarlas, y mucho menos

recibían la protección de su patrón lo que hacía del trabajo diario un engaño, ya que al no tener

dinero para saldar sus deudas, debía terminar trabajando para la reducción.

Según describe Iñigo Carrera “en 1895, la superficie sembrada de algodón en el Chaco era

de sólo 100 hectáreas. En 1923, Chaco se perfilaba como el primer productor nacional de algodón

y sus cultivos ya alcanzaban las 50.000 hectáreas, en consonancia con la duplicación en pocos

años del precio de la tonelada” .Es así que ante el aumento de la producción algodonera para la

década del '20 las reducciones fueron el foco de búsqueda de mano de obra. Al tiempo crecía

también la producción del azúcar en Jujuy, Salta y Tucumán, por lo que los reducidos eran muchas

veces contratados por patrones de las zonas azucareras en cuestión con promesa de una mejor paga,

esto a su vez presentaba un nuevo problema para la producción del Gran Chaco, ya que la demanda

de mano de obra no era la suficiente para compartirla con los ingenios. Se puede hablar entonces de

una mano de obra poco estable, en tanto se le da también la posibilidad de “mejorar su condición de

vida”, por lo que muchos habrían optado por dedicarse a la producción de azúcar o simplemente

volverse a sus hábitat escapando de la reducción.

Como ya es sabido, las decisiones estatales están netamente ligadas a las necesidades de los

sectores de poder, en este caso los productivos, que determinan en última instancia el modelo

La reducción cuenta con 500 indios que trabajan en ella [y agrega que] el último censo realizado en los territorios nacionales ha revelado los progresos y adelantos de los indígenas. [Con respecto a las tierras, expresa]…se ha decretado la reserva de superficies susceptibles de explotación agrícola (…) la que unida a las motivadas por necesidades de usos fiscales (…) reducciones indígenas (…) abarcan una superficiecie total de 1.935.435 hectáreas, 16 áreas y 76 centiáreas… ( Silva, 1998: 58). Roque Sáenz Peña, 1913. Presidente de la Nación.

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económico, es así como el gobernador del Territorio Nacional del Chaco Fernando Centeno, en

virtud de reducir al mínimo los problemas de mano de obra que venía teniendo la producción

algodonera, prohíbe los desplazamientos de los indígenas fuera del territorio, para que sigan en esta

zona para así estar obligados a trabajar como empleados en las reducciones que además les

descontaban el quince por ciento de esa producción.

La persecución no tardó en llegar, ya que muchos de los tobas y mocovíes desoyeron esta

directiva y se retiraban a la zafra jujeña, esto les costó la vida a mucho de ellos, ya que Centeno

había puesto a la policía para que impusiera el orden en el lugar.

Las comunidades aborígenes comenzaron a organizarse para protestar contra las

condiciones de trabajo al que a diario estaban sometidos. El día 17 de mayo de 1924, el gobernador

Centeno se entrevista con los caciques, los que les demandan la reapertura de la escuela fundada en

1911, títulos de propiedad para los colonos indígenas, la entrega de dos vacas, mil kilos de galletas

(lo que muestra las condiciones deplorables en las que habrán vivido estas comunidades), la libertad

para vender sus productos y la supresión del quince por ciento.

Hubieron algunas negociones por parte de la Comisión Honoraria de Reducciones y

Eduardo Elordi, secretario de Territorios del Ministerio del Interior, pero todas fueron ahogadas por

el Estado Nacional en manos del radical Marcelo T. de Alvear3, un abogado “a la francesa” que

pertenecía al ala derecha del radicalismo. La única manera de sostener el desarrollo de la Nación, tal

y como lo pensaron los conservadores oligárquicos de estos años era seguir en alza con el desarrollo

económico de productos para la exportación, es decir seguir manteniendo las mismas relaciones de

producción basada en la explotación de los peones rurales y los aborígenes.

Al fracaso de las negociaciones se le sumaron los factores que tenían que ver con una

especie de “psicosis contra el indio” de la que se encargaron la policía como los medios de difusión

de la época alegando denuncias de cuatrerismo y ataques a establecimientos agrarios. Las

comunidades organizadas se llamaron a huelga y se negaron a trabajar. La protesta reunió cerca de

un millón de aborígenes y campesinos de diferentes reducciones, del Gran Chaco y Corrientes en la

misma situación.

3 El historiador marxista Milciades Peña lo va a describir de esta manera: “Con Alvear llega al Poder el ala derecha del radicalismo, cuya política no difería en nada sustancial de la yrigoyenista, pero que carecía de su tinte populachero y obrerista, respaldándose en los sectores burgueses del radicalismo.La oligarquía observó con alivio que Alvear no persistía "en algunas prácticas de grosera demagogia seguidas por Yrigoyen" y que no admitía a su lado "a algunos de los elementos que habían acompañado al viejo caudillo. El elenco ministerial fue de otro nivel" Milcíades Peña: “Masas, caudillos y elites:” La dependencia argentina de Yrigoyen a Perón.

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A las protestas se sumaron campesinos correntinos, que se habían refugiado en el monte

como debido las situaciones laborales que se encontraban estos últimos en la reserva El Aguará,

al este de la Reserva [de Napalpí], cerca de lo que hoy es la ruta provincial Nº 10. La huelga

afectaba tanto la producción de la propia Reducción, en la que se cultivaba algodón que los

administradores negociaban en el mercado, como la de las chacras cercanas.4

La conciencia colectiva del “aborigen bandolero” fue cada vez más fuerte tal es así que se

produjo un abandono de tierras por parte de los pobladores de la zona, por miedo a la sublevación

del “malón indígena”. El rumor de que los indios al mando del cacique toba Pedro Maidana

Winchester en mano, atacaran a los blancos dirigiéndose a la ciudad capital de Resistencia terminó

por justificar la matanza que dejó como saldo 423 víctimas, entre indígenas y cosecheros de

Corrientes, Santiago del Estero y Formosa.

La Masacre de Napalpí

Unos días antes de la matanza de Napalpí, el gobernador Centeno se expidió al Ministerio

del Interior, “solicitándole tenga a bien” el envió de topas del Ejército para reprimir el supuesto

levantamiento indígena, que en realidad no era más que una huelga de trabajadores en reclamo de lo

que por derecho les correspondía. El alto magistrado respondió con una negativa al pedido del

gobernador, alegando que se trataba de un hecho de envergadura local, por lo que estaba en

jurisdicción de la policía del Territorio.

Como se había señalado párrafos atrás, el Estado y los medios de comunicación fueron

responsables de la magnitud de los hechos, así el diario La Nación (fundado por Bartolomé Mitre el

4 de enero de1870) publica en su matutino unas horas antes de que se produjera la matanza: "la

sublevación" de los indios de la Reducción de Napalpí continuaba amenazando a la población de la

zona norte de ese departamento [Villa Ana]. Han sido atacados varios vecinos, registrándose

numerosos asesinatos. El pueblo esta alarmadísimo”5

4 Trinchero, Héctor Hugo –“Las Masacres del Olvido. Napalpí y Rincón Bomba en la Genealogía del genocidio y el Racismo de Estado en la Argentina”. Revista RUNA XXX, (1), pp 45-60, 2009 FFyL - UBA - ISSN: 0325-12175 diario La Nación – edición del día sábado 19 – 6 -1924.

"La coerción o el temor son, a mi juicio, pésimos recursos para el gobierno de los aborígenes. Se los podrá dominar momentáneamente, pero el odio hervirá en sus almas sin freno y, como todo pueblo oprimido, romperá sus cadenas en cuanto vea la primera coyuntura para hacerlo". Enrique Lynch Arribálzaga – Protector de los indios reducidos en Napalí (1911)

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Durante la mañana de ese mismo día, luego de que el gobernador Centeno, de la orden de

“proceder con rigor contra los sublevados” los cuerpos de policiales que venían desde Resistencia

en tren y otros de ciudades aledañas daban un total de 130 efectivos, a los que se le sumaron civiles

armados defensores de los intereses de los productores que partieron desde Quitilipi hasta Napalpí

Un avión del aeroclub Chaco sobrevoló el territorio ayudando a reconocer la posición en la

que se encontraban los indios, que asombrados por el ruido de este salen de sus toldos elevando sus

miradas hacia el cielo. Afuera les esperaba hombres blancos armados con Winchester y Máuseres

que arremeterían sin piedad contra sus vidas, sin respetar sexo ni edad. Durante 45 minutos

descargaron sus asesinas armas para masacrar a las comunidades que no tenían una solo arma, que

estaban totalmente desprotegidas, que no opusieron ningún tipo de resistencia ante tamaño asombro

que les causo ver como degollaban a sus hermanos, ancianos sabios de la cultura y se roban a sus

niños dándole muertes a sus madres. Un rato más tarde, solo el humo y cenizas de toldos quedaba

del campamento, entre un mar de cuerpos mutilados. Una vez perpetrada la Azaña de combatir al

enemigo, para asegurarse de que no quedara ninguno que pudiera contar lo sucedido, estas bestias

entraron entre los cuerpos y cual tiro de gracia, le daban de machetazos robándoles las vidas a

quienes la más refinada cultura hispana llamo infieles. A los herido y mutilados, se los degollaba,

quizás “para ahorras balas”, como lo hiciese el coronel prusiano Rauch, con los ranqueles de la

Patagonia. Y si por si todo esto fuera poco a los caciques le extirparon los penes, los testículos y las

orejas para exhibirla en la comisaría de Quitilipi, por si alguien le quedaba alguna duda de que esto

nunca había sucedido.

Estos hechos aparecen mucho mejor relatados y detalladas en la publicación

extraordinaria del diario Heraldo del Norte de junio de 1925. Aquí se reproduce un fragmento de

dicha obra, para que el lector pueda deleitarse con la más lóbrega obra de la humanidad:

“Cuando la policía se vio segura avanzó en jauría hacia los toldos y aquello fue espantosa escena

que repugna narrar. Indio que se hallase con vida, sin respetar sexo ni edad, era ultimado,

acribillándosele a balazos o a machetazos. Parece que los criminales se hubieran propuesto

eliminar a todos los que se hallaron presente en la carnicería del 19 de julio, para que no puedan

servir de testigos si viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados. 

La caza del indio continuó por parte de la policía. Había que exterminar…a todos. Durante un mes

–nos dice uno de los conocedores de la tragedia- se persiguió a los indígenas que pudieran escapar

con vida, a los que se les mataba en donde se les encontraba y hasta para no dejar rastro, se les

quemaba” – Heraldo del Norte. Edición Extraordinaria. Año IX, N. 652, 27/06/1925. Napalpí

IV.p.51. (38)

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Al cacique Maidana y a sus hijos les arrancaron los testículos y las orejas. Los cadáveres

fueron amontonados y rociados con querosén y enterrados en fosas comunes. Muchas mujeres

fueron tomadas prisioneras y sometidas. Los bienes indígenas de la Reducción fueron saqueados.

Cuarenta niños que lograron sobrevivir fueron entregados a los estancieros como sirvientes para las

tareas domesticas. Para el mismo informe el diario Heraldo del Norte, una sobreviviente relato lo

siguiente: “Muchos de los cadáveres fueron quemados junto con tolderías, otros quedaron

expuestos por días y fueron garrapiñados por los buitres, otros relatos hablan de los

enterramientos. “…al otro día sale la policía a juntar persona para sepultar los muertos. Tenían 38

personas que trabajaban en la toldería. Había dos pozos de agua y allí fueron sepultados 75 en un

pozo y en el otro 70 más.

Noventa días anduvo la comisión con ese trabajo de matar a los que encontraban en el

monte.”

Esta huelga de trabajadores del algodón que comenzó, no por la negativa a trabajar, sino por

reclamar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias y una paga acorde a la actividad que

desarrollaban, terminó convirtiéndose en la matanza más espantosa que tenga la historia de las

culturas indígenas del siglo pasado.

Napalpí: La Historia Oficial

Desde sus comienzos la organización del Territorio Nacional del Chaco fue conflictiva en

tanto que la ocupación de sus territorios por parte del Ejército tuvo como principal obstáculo, según

Mari, “el difícil sometimiento de algunas de las numerosas parcialidades [indígenas], esto

constituyó sin duda el escollo mas importante en el avance de la colonización” (Mari, Oscar

Ernesto. 1994). Ahora bien, antes de introducirnos en los antecedentes que dejó la sangrienta

jornada del 19 de julio de 1924, me gustaría mostrar como el aparato del Estado (nacional o

provincial) tuvo una actitud xenófoba y genocida para con las comunidades que habitaban el Gran

Chaco.

El mismo Oscar Mari, plantea “una visible incoherencia gubernamental” a la hora de

aplicar políticas que sirvan para la pacificación y conquista del territorio esto se vería reflejado en

las diferentes posiciones de las autoridades nacionales y las provinciales que no coincidían en las

miradas sobre la cuestión indígena:

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“Una falsa conmiseración hacia los indígenas acarrea serios perjuicios a los pobladores

civilizados, que en vista de la alta de garantías aun bajo las jurisdicción custodiada por el ejercito

de línea abandonaran los campos del Chaco sino se emprende una campaña seria que los ponga

cubiertos a la depredaciones y peligros a los que están expuestos. Téngase presente que los

sentimientos humanitarios deben aplicarse empezando por casa. Si el indio nos reduce debe dejar

paso al colono civilizado y no servir de estorbo al progreso. Y como está a la vista la muestra,

creemos que la misión del ejército nacional en el Chaco debe ser principalmente garantizar las

vidas e intereses de los pobladores contra la rapiña de los salvajes…” Balado.M.B - “Noticias y

comentarios sobre os indios a través del periódico el colono”.6

Esa era la mirada local, es decir la que los medios del Gran Chaco, como el periódico “El

Colono” veían la problemática sobre la cuestión indígena. Pero ahora vamos a ver la notable

diferencia que existía con la perspectiva nacional, que entendía al indio no como un estorbo para el

progreso sino como potencialmente útil para convertirla en fuerza de trabajo:

“El indio chaquense, salvo excepciones rarísimas, es merodeador, ratero, pero no

combatiente. Es tan poco temible para el ejercito que no sabe ni andar a caballo y sus correrías

son infalibles a pie…No se adaptan, es verdad a la vida civilizada, y en cuanto pueden huyen a los

bosques, libertándose así de la necesidad de trabaja; mas esto no prueba que por considerárselos

incivilizados tengamos derecho a cazarlos como fieras…

Es regla casi invariable la de que el indígena laborioso sea excesivamente explotado. Se le

paga un salario muy inferior al concedido a los hombres blancos, y ese mismo no se les entrega en

efectivo sino en vales, solo descontables en determinadas casas de comercio, las cuales les venden

sus artículos a precios inconcebibles, consumando así el despojo y como si esto fuera bastante, les

dan alcohol de la peor calidad para que se envenenen y armas para que luchen con sus hermanos

de desgracias...” Cordeu y Siffredi – “De la algarroba al algodón – Movimientos Milenaristas del

Chaco Argentino.” Bs. As. Juarez editor.7

Visto como fue concebido desde el principio de “la conquista” el aborigen chaqueño, es

muy poco probable que ante una huelga de trabajadores, el Estado procediera de la forma correcta,

6 Balado, M.B - “Noticias y comentarios sobre os indios a través del periódico el colono” citado por...” Cordeu y Siffredi, op.cit. p.43 en Mari, Oscar Ernesto: Inseguridad y bandidaje en el Territorio Nacional del Chaco. 1918 – 1940. Cuadernos de Geohistoria Regional Nº 30. Resistencia. 1994.7 Cordeu y Siffredi –op.cit. P.44 “De la algarroba al algodón – Movimientos Milenaristas del Chaco Argentino”. Bs. As. Juárez editor.” en Ídem.

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es decir escuchando los reclamos por mejoras en sus condiciones laborales como también sociales

de los tobas y mocovíes de Napalpí.

La historia oficial, positiva, de la Masacre de Napalpí, negó la matanza. Esta versión va a

justifica su accionar recurriendo a describir una supuesta “sublevación indígena”. En el expediente

que judicial que relata la causa, la policía negó rotundamente la matanza, alegando a su favor que

llegaron al lugar de la huelga con un pañuelo blanco en donde fueron recibidos por los indios con

armas de fuego y que obligados al combate mataron a tres caciques que encabezaban la rebelión y a

un aborigen más. Los demás indios que vieron derrotados a sus jefes, escaparon al monte.

Lo que llama poderosamente la atención es que ningún solo integrante de las filas de la

policía del Territorio fue herido de bala ante tamaño enfrentamiento, ni tampoco ningún solo toba o

mocoví atestiguo en la causa.

Cierto es que con la excusa de una sublevación indígena...“el 18 de julio, Centeno dio la

orden de proceder con rigor para con los sublevados y en la mañana del 19 de julio de 1924 más

de 130 policías y algunos civiles rodearon la reducción aborigen de Napalpí, y con la ayuda de un

avión biplano, el ‘Chaco II’, arrojaron sustancias químicas para incendiar la toldería y el monte

que los albergaba. Cuando comenzaron a salir hombres, mujeres y niños, desarmados y con las

manos en alto, fueron acribillados a balazos. Durante 45 minutos no dejaron descansar las armas,

disparando más de 5.000 cartuchos de fusiles Winchester y Mauser” (Solans, 2007: 127).8

Pasado un año de la Masacre, el ministro del Interior, Vicente Gallo, reconocía los deseos

del radical Alvear, que con audacia visionaria aseguraba: "El Poder Ejecutivo considera que debe

encararse definitivamente, como un testimonio de la cultura de la República, el problema del indio,

no sólo por razones de humanidad y de un orden moral superior, sino también porque una vez

incorporado a la civilización será un auxiliar valioso para la economía del norte del país".9

Un dato interesante que aportan los autores que abordan la temática, es que el antropólogo

Roberto Lepandise10 (en ese momento director de museo de La Plata), del cual se estima que estuvo

presente el día que ocurrieron los hechos, no vio nada de lo que relatan las crónicas. El mismo

antropólogo ante el Congreso de la Nación, no reconoció una oreja que había quedado como

muestra dentro de un frasco, como parte del cuerpo de un indígena, lo que ayudó a limpiar la

imagen política del gobierno del radical Alvear.

8 En Trinchero, Héctor Hugo –“Las Masacres del Olvido. Napalpí y Rincón Bomba en la Genealogía del genocidio y el Racismo de Estado en la Argentina”. Revista RUNA XXX, (1), p 45-60, 2009 FFyL - UBA - ISSN: 0325-12179 Fuente: www.argentina.indymedia.org, 200410 N. A. los datos que aportan algunos investigadores que realizaron materiales de diferentes tipos sobre los hechos que se describen, aportan también que el antropólogo fue un hombre controvertido, política e ideológicamente principalmente con lo que tenía que ver con sus investigaciones científicas sobre los pueblos originarios que estudió.

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En el año 2008, más precisamente el 17 de enero en Machagai, el gobernador Kirchenerista

(reelecto en las elecciones a mandatarios provinciales de 2011) del Chaco Jorge Capitanich, pidió

perdón en nombre del Estado chaqueño por la masacre de Napalpí y declaró el 19 de julio Día de

los Derechos de las Poblaciones Aborígenes, en el acto de homenaje a Melitona Enrique, una de las

pocas sobrevivientes de la Masacre, que en aquel entonces tenía 23 años. "No basta con mirar hacia

atrás. Hoy en nombre del Estado del Chaco pido perdón por los crímenes de lesa humanidad que el

19 de julio de 1924 cometió el gobierno del entonces Territorio Nacional. Nuestro propósito va

mucho más allá de esta formalidad omitida hasta ahora", dijo el gobernador. Meses más tarde

Melitona Enrique, dejaba de existir a los 107 años de vida, sumida en la misma indigencia que

todos sus hermanos tobas y mocovíes, igual o peor que hace 87 años.

Algunas Consideraciones Finales

Como dijimos al comienzo no se debería abordar la problemática del exterminio indígena

por parte del blanco, sin tener en cuenta la participación activa del Estado Nacional y las relaciones

con el desarrollo económico mundial. La política de exterminio al indio, se practicaba también con

el inmigrante o el “otro” o con quienes no estuvieran dispuestos a resignar sus principios culturales,

sociales y políticos a un sentimiento de nacionalidad que haría a la creación de un sujeto nacional.

Napalpí debe entenderse en el marco de los crímenes de los obreros e la Patagonia, los

hacheros de la Forestal y los hechos de la semana trágica, hechos que combatieron cruelmente a las

ideas anarquistas y socialistas de organización de la clase obrera en función de sus derechos. Debe

entenderse como una manifestación más de un Estado xenófobo y autoritario que resguardaba los

intereses de las oligarquías nacionales, que dependían a su vez de una burguesía extranjera que se

repartía los territorios para poder controlar los procesos productivos de las diferentes regiones.

Con la “conquista del desierto” estas oligarquías comenzaron su proceso de acumulación

centralizada del capital, lo que se conoce como la etapa monopolista en donde los Acevedo Tomas,

los Anchorena Tomás, los Alvear, los Duarte, Linch, los Miguens y los Pereyra, viejos enfiteutas

entre los años 1822 y 1830 acrecentaban su capital de manera apresurada, gracias a la expansión de

las fronteras del Virreynato del rio de la plata y los nuevos terratenintes como los Martinez de Oz,

“Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacerías seguirán glorificando al cazador.” Proverbio africano

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NAPALPI: El lugar de los muertos12

Alzaga Unzué, los Menendez, entre otro cuantos comenzaban su camino de acaudalados

hacendados.

Estos hechos como tanto otros ejercidos por parte del Estado Nacional o bajo su mirada, no

hacen más que dejar al descubierto la matriz genocida con la que nacen los estados nacionales en la

modernidad. Dejan al descubierto el grado de violencia ejercida sobre las masas populares, sobre la

cultura no occidental y no cristiana y sobre los aborígenes desde la conquista hasta nuestros días.

El Estado argentino a organizado sistemáticamente el extermino del aborigen de manera tal

que hoy en las comunidades se encuentran despojadas de sus tierras, de su modo de vida, de su

hábitat y sus costumbres ancestrales. Viven una cultura ajena a la propia de la cual son victimas

cada vez que plantean su pertenencia a la tierra.

Todos los que han tenido una mirada crítica sobre la Masacre de Napalpí coinciden en que

“los enfrentamientos” de estos con las fuerzas de seguridad son simples historias imaginadas por

parte de quienes necesitaron borrar de la memoria hechos tan aberrantes. El historiador Alberto

Luis Noblía asegura que "las naciones aborígenes chaqueñas no practicaron el malón, usual en

otros pueblos. Todo lo contrario, los inmigrantes llegados de Europa nunca fueron perseguidos por

los entonces dueños de las tierras. Al contrario, el colono supo encontrar en el indígena mano de

obra barata".

Este tipo de accionar solo sería la antesala de lo que hasta hoy acurre; fraguar

enfrentamientos para justificar el uso y abuso de la brutalidad por parte de las fuerzas policiales y

parapoliciales para conseguir los objetivos políticos y económicos fueron prácticas que marcaron a

la historia argentina.

Napalpí es y era un lugar donde habitaron diferentes pueblos originarios de nuestra

región. En mayo de 1883, los aborígenes liderados por el cacique Huaneraxai resistieron el

avance de las fuerzas militares y fueron brutalmente masacrados en el monte de Napalpí, por

lo que es menester aclarar al lector que las líneas que acaba de leer forman parte de una

segunda Masacre de Napalpí.

Anexo Documental

ANEXO I

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NAPALPI: El lugar de los muertos13

La Constitución de la Nación Argentina reformulada en el año 1994, durante el gobierno de

Carlos Saúl Menem, establece en el capítulo IV, articulo 75, inciso 17 Atribuciones del Congreso,

que a este le corresponde:

“Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.

Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural;

reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de

las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas para y suficientes para

el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transferible ni susceptibles de gravámenes

o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los

demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas

atribuciones.”

ANEXO II

"El Gobierno se ha opuesto a que se sigan excavando las tumbas"

Por La Señal de la Paloma (91.3 Mhz) 16/09/06 - [email protected]

(0341) 4325261 / 156522026 Virasoro 5606, Rosario, Santa Fe

Julio Cesar García, uno de los abogados de las demandas contra el Estado por las masacres de

Napalpí (1924, Chaco) y Rincón Bomba (1947, Formosa), denuncia racismo y groseras contradicciones por

parte del Gobierno nacional en el tratamiento de las mismas. En ambas matanzas se estima que murieron unas

1500 personas de los pueblos toba y pilagá, en lo que son considerados los dos mayores genocidios indígenas

del siglo XX. Lee la entrevista realizada en vivo durante la emisión del miércoles 13 de septiembre de La

Señal de la Paloma (Aire Libre Radio Comunitaria).

-¿En qué estado se encuentran estas causas? El Estado argentino ya ha respondido en ambas

demandas.

JG: Sí, básicamente en la causa de Napalpí contestó la Procuración Nacional, y en la causa

de Rincón Bomba - que es en la que yo estoy actuando - contestó el Ministerio de Justicia y

Derechos Humanos. Aún así, a pesar de que son distintos organismos del Estado, han mantenido el

mismo perfil en la contestación de la demanda, que es negar la existencia de los hechos, atacar la

personería jurídica de las comunidades indígenas - le niegan el carácter de pueblo o de organización

de las comunidades indígenas -, piden que se acredite el carácter de heredero forzoso, cuando ellos

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NAPALPI: El lugar de los muertos14

saben básicamente que los indígenas han estado excluidos de todo el sistema normativo hasta aún

hoy, y también impedido del acceso al sistema de justicia.

Sinceramente lo que nosotros creemos es que el Estado lo que está haciendo es, en los

hechos, negar todo el discurso de derechos humanos que tiene para con la sociedad en general.

-¿Qué pruebas hay de que efectivamente ocurrieron estos hechos?

JG: Bueno, lo primero en el caso de Rincón Bomba, hay testigos de la masacre vivos, o sea

hay indígenas que eran niños, adolescentes o jóvenes, que al momento en que ocurrieron los hechos

de Rincón Bomba, eran miembros de familia y vieron diezmadas sus grupos familiares. Mayor

evidencia que esa es imposible.

En segundo lugar, hay un informe realizado por expertos sobre el descubrimiento de por lo

menos cinco tumbas comunes, y el Estado Nacional se ha opuesto a que se sigan cavando estas

tumbas, y también se ha opuesto a que se conserven las mismas, con una serie de herramientas que

si bien son jurídicamente idóneas, porque impiden que se siga la investigación, éticamente en un

caso de derechos humanos que esto lo realice el Estado es aberrante. Así que nosotros lo que

creemos es que hay un discurso del Gobierno nacional para con la cuestión de los derechos

humanos cuando no están en juego los pueblos indígenas; cuando están en juego los derechos

indígenas en realidad las políticas son otras.

-En una nota periodística se habla de una comprobación de los peritos de que los restos

encontrados fueron muertos por armas de fuego. Después hay otro dato fáctico que son los

cuerpos encontrados en distintos lugares, vos hablabas de 5 fosas, lo cual en otra nota se

refiere como el "sendero de la muerte". Podés explicarnos qué es esto y cuántas personas se

estima que murieron en este espacio.

JG: Bueno, un primer dato de la realidad que nosotros tenemos es que el pueblo pilagá, que

fue víctima de esta masacre, está en un proceso de extinción, tiene muy pocos miembros, esto lo

reconoce el propio Estado nacional al contestar la demanda. Eso es el primer dato.

El segundo dato es que los hechos empezaron un día, pero después a los sobrevivientes y a

los testigos o posibles testigos del hecho, los fueron aniquilando y los fueron tirando como

marionetas a fosas comunes cavadas por la propia Gendarmería. Y el informe que vos te referís, es

el informe del consultor que en ese entonces era Enrique Prueger, y el informe del perito oficial

designado por el juez federal Marcos Bruno Quinteros. O sea, la información que hay está

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NAPALPI: El lugar de los muertos15

acreditada en la causa, no ha sido desvirtuada por el Estado nacional, pero a pesar de eso, el Estado

nacional en la contestación habla de un enfrentamiento - que a nosotros nos hacía acordar a la época

de la dictadura cuando se hablaba de enfrentamientos con la “guerrilla”, siempre comillas, esos

comunicados que lanzaba la dictadura -, con un herido por parte de las fuerzas de Gendarmería y

500 o 1000 muertos del lado de los indígenas.

-En la respuesta a la demanda no sólo se habla de un 'enfrentamiento', justificando la

masacre, sino que además se dice de que en caso de que hubiese consecuencias jurídicas para

el Estado, estas consecuencias estarían 'vencidas' por el tiempo que transcurrió.

JG: Si, es otra vergüenza. El Estado nacional acaba de firmar el año pasado, y lo aprobó el

Congreso de la Nación, el convenio internacional de imprescriptibilidad de los delitos de lesa

humanidad. Lo que alega la abogada defensora del Estado nacional es que ese tipo de

imprescriptibilidad puede ser alegada solamente para los crímenes de lesa humanidad cometidos por

la dictadura militar. Falso. Esto es absolutamente falso, porque la imprescriptibilidad del convenio

internacional no tiene plazo retroactivo, debe ser aplicado a todas las masacres o hechos cometidos

por el Estado nacional que no tuvieron investigación.

Y también, seamos sinceros, los indígenas no han podido acceder al sistema de justicia,

porque el sistema de justicia les niega el acceso sistemáticamente al tratarse de una minoría; y de

hecho alega sus propias torpezas el Estado en no instrumentar un ordenamiento jurídico conteste

con la realidad que viven los pueblos indígenas, invoca esas propias torpezas en cabeza de los

indígenas para impedirle nuevamente el acceso al sistema de justicia. Así que a nosotros nos parece

sinceramente una burla a los intereses de los pueblos indígenas.

- No estamos hablando solamente de un caso que se inscribe en lo legal, porque estos hechos y

su gravedad y su resonancia tienen que ver con lo que es la memoria histórica, no solamente

de los pueblos indígenas sino además de toda nuestra sociedad. Es bastante sorprendente esta

declaración, de que aparentemente las violaciones a los derechos humanos las cometen

solamente los Gobiernos dictatoriales y no otros sujetos, es bastante indefendible. ¿Porqué te

parece que el Estado está respondiendo esto, que es de una torpeza enorme?

JG: Mirá, no sólo que le da un tiempo determinado, sino que además dice que no la cometió

el Estado sino que la cometieron sus funcionarios en exceso de sus facultares, cuando todos

sabemos que era una política genocida. Es lo mismo que nosotros sostengamos este principio en

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NAPALPI: El lugar de los muertos16

cuanto a lo que hizo la dictadura militar; que no era responsable el Estado argentino o sus

representantes, en ese entonces de facto. Había un plan para eliminar a un determinado grupo de

personas con determinadas caractísticas ideológicas. Si nosotros no asumimos eso, estaríamos

exculpando actualmente con ese discurso a los genocidas de la última dictadura militar. Entonces es

una contradicción fruto de la desidia que existe para con los pueblos indígenas, no hay otra

explicación, yo hablo de desidia por no decir racismo, discriminación, continuidad histórica del

genocidio o del etnocidio.

-Lo que viene a la cuenta es el caso reciente del intendente de Villa Río Bermejito, en el

Impenetrable chaqueño, que también es denunciado por racismo. Por ahí no estamos

hablando de la misma gravedad, porque no hay muertos en este caso en manos de

Gendarmería, pero las denuncias no cambian mucho. Mismo en Formosa, en la provincia que

sucedió Rincón Bomba, el ataque policial a la comunidad Nam Qom sucedido hace 4 años

atrás también ha quedado sin ningún tipo de culpables. Hay una continuidad, ¿verdad?

JG: Sí, sí, para nosotros eso es clarito, por eso creemos que estas no son causas - coincido

con vos - solamente judiciales, sino que tienen un fuerte contenido político y que tienen que ver con

la relación histórica entre pueblos indígenas y Estado.

-En un documento ustedes afirman que en la contestación del Estado a la demanda por la

Masacre de Rincón Bomba se confunden los hechos con la Masacre de Napalpí. ¿Cómo es

esto?

JG: Sí, fruto de la haraganería del colega que corta y pega de la contestación de la demanda

del colega de Chaco. Recordémosle a tu audiencia que la diferencia que existe entre una y otra

masacre es que una tuvo una investigación de la propia Cámara de Diputados de la Nación de ese

entonces, de 1924, y también hubo una causa judicial, que es reprochable en su resultado, en su

investigación, pero existió. En el caso de Rincón Bomba no existió. Lo que nosotros como

abogados estamos seguros - y quienes acompañamos este proceso - es que hay testimonios vivos y

por esos testimonios vivos que nos impulsan y por la justicia del reclamo por sus muertos, nosotros

sinceramente estamos convencidos de la legitimidad y justicia de la demanda.

-¿En qué confunde el Estado ambas masacres?

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NAPALPI: El lugar de los muertos17

JG: El Estado confunde básicamente el pueblo toba con el pueblo pilagá, confunde la

cantidad de años que sucedió en una y otra masacre, da datos erróneos, cuando habla de los pilagá

habla en realidad de los tobas y cuando habla de los tobas habla de los pilagá; no tenía nada que

decir en la contestación de Rincón Bomba sobre los tobas y lo dice; así que para nosotros fue que le

giraron un archivo de la contestación de Napalpí y de ahí cortó y extrajo algunas conclusiones. En

general, la mayoría de las conclusiones y la estrategia legal se condice con la de Napalpí, es la

misma, el mismo perfil.

-¿La causa por Napalpí qué avance ha tenido? En Rincón Bomba hay excavaciones, han

encontrado restos, hay en ese sentido un avance que deja algún tipo de esperanzas, más allá de

la respuesta que del Estado. ¿En el caso de Napalpí se ha iniciado algún tipo de investigación?

JG: Bueno, en Napalpí hay un impedimento no salvado por parte de juez federal [Carlos]

Skidelsky, que dice que sí estuvieron varios años pueden estar más años esperando los cuerpos en

ese lugar. Eso está apelado ante la Cámara, eso es una medida cautelar que había pedido el doctor

Díaz. Y en el día de mañana [jueves 14 de septiembre] se va a llevar a cabo una audiencia

testimonial, como prueba anticipada, en Machagai, muy cerquita de donde vivían las comunidades

indígenas de Napalpí, por parte de una anciana, y va a actuar de traductor Orlando Sánchez, un

maestro que ha sido reconocido hace pocos días por el Gobierno nacional como un ejemplo de

lucha de los pueblos indígenas. Así que nosotros sinceramente estamos tratando de avanzar en

ambas causas, pero en el caso de Napalpí es muy a paso de tortuga.

-Muy bien, Julio, te agradecemos por toda esta información, vamos a estar comunicados para

poder seguir dándole cobertura a este tema. En Rosario es importante habiendo la comunidad

toba numerosa que hay en esta ciudad, así que te agradecemos mucho.

JG: No, yo les agradezco a ustedes, y otra novedad que existe es que nosotros habíamos

hecho una presentación administrativa, a la Gendarmería pidiéndole que se abrieran los archivos y

que pida perdón por la Masacre, y nos contestaron que sí...a la apertura de los archivos. Así que

dentro de unos días vamos a estar viendo si existen, si están, si han sido conservados los archivos de

la Masacre de Rincón Bomba que tenga la Gendarmería Nacional.

-Muchísimas gracias, te agradecemos y vamos a continuar siguiendo esta información.

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NAPALPI: El lugar de los muertos18

JG: Muchas gracias a ustedes y a su audiencia. Un saludo.

ANEXO II: Fragmento de un cartel en repudio del asesinato de Roberto

López Comunidad Quom La Primavera – PROVINCIA DE FORMOSA. En la

FHyCS UNaM.

El 23 de noviembre de 2010 Roberto López es acribillado a balazos por la policía provincial y la

gendarmería nacional en medio de manifestación de la comunidad Quom La Primavera, por la

devolución de tierras ancestrales. El crimen aun sigue impune.

¿Quién era Roberto López?

Roberto López fue un agricultor y mariscador honesto, de origen QUOM, que de un día para otro arrastraron con su casa, frutales y su quinta de mandioca, batatas y maíz. A Roberto, integrante de la CCC (Corriente Clasista y Combativa), no lo encontrarían borracho o vagando, como acostumbran acusar los escribas del gobierno a los originarios. Estos mismos alcahuetes, en tiempo de elecciones los denominan “Hermanitos”

“A Roberto lo mataron entre varios, uno le da un puntazo, otro lo fusilan por la espalda de tres balazos. Otro de los compañeros originarios Sixto Gómez, se debate entre la vida y la muerte, tiene el cráneo destrozado. Una mujer anciana agoniza. Hay cuatro heridos más y varios desaparecidos. Hasta hoy, no conocemos el paradero de Andrés Caballero ni de Andrés Yayclé” fragmento del comunicado de la CCC de Formosa denunciando la represión.

Cuando aún humeaban las casas quemadas al final de la represión…cuando la familia de

Roberto recibía el cuerpo vaciado de todos los órganos que imposibilitaron una autopsia, en este

contexto, GILDO INSFRÁN Y CRISTINA KIRCHNER, SE JUNTARON, SE REIAN E

INAUGURABAN UNA LINEA DE ELECTRICIDAD, NI UNA PALABRA DEL ASESINATO

DE ROBERTO.

A ochenta y siete años de la Masacre de Napalpí, aún nadie fue sancionado, el

crimen permanece impune y las escasas tierras que permanecen a los pueblos aborígenes

les siguen siendo arrebatadas.

Algunos apuntes para una cronología (incompleta) de Masacres

en la República Argentina

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NAPALPI: El lugar de los muertos19

• SEMANA TRÁGICA: Buenos Aires, Enero de 1919.

• FUSILAMIENTOS EN LA PATAGONIA: 1922, Santa Cruz.

• MASACRE DE NAPALPÍ: 19 de Julio de 1924, Colonia Aborigen de Napalpí, Chaco.

• MASACRE DE OBERÁ: 15 de Marzo de 1936, Frente al galpón de Compañía Cuarenta y Tres de Tabaco, Centro de Oberá.

MASACRE DE RINCÓN BOMBA: Lugar Las Lomitas (Provincia de Formosa, Argentina) Blanco(s) pilagás Fecha. Entre el 10 y 30 de octubre de 1947.

• BOMBARDEO DEL 55: 16 de Junio de 1955. Plaza de Mayo y Casa Rosada,

• MASACRE DE TRELEW: 22 de agosto 1972. Intento de fuga de militantes de organizaciones armadas Cárcel de Rawson.

• MASACRE DE CAPILLA DEL ROSARIO: 12 de Agosto de 1974, Catamarca.

• MASACRE DE PASCO: 21 de Marzo de 1975 (AAA). Avenida Pasco, Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. Dinamitaron los cuerpos en José Mármol, almirante Brown.

• MASACRE DE FÁTIMA: 19 y 20 de Agosto de 1976. Fátima – Provincia de Buenos Aires. Centro de detención: Campo de la Superintendencia de Seguridad Federal de la PFA – Zona Liberada.

• MASACRE DE LOS PADRES PALOTINOS: 4 de Julio 1976, Iglesia de San Patricio, Barrio de Belgrano, Capital Federal.

• MASACRE DE PALOMITAS: 6 de Julio de 1976, Ruta Nº 34, Paraje de Palomitas, a 30 km de la Capital de Salta, Gral. Güemes.

• APAGÓN EN LEDESMA: Entre el 20 y el 27 de Julio de 1976 en Ledesma, Jujuy. Usina Libertador General San Martín.

• NOCHE DE LOS LÁPICES: 16 de Septiembre de 1976 y días posteriores. La Plata, Prov. De Buenos Aires.

• MASACRE DE LOS SURGENTES: 17 de Octubre 1976, Los Surgentes, Departamento de Marcos Juárez, Córdoba, a 293 km de la Capital y 140 km de Rosario.

• MASACRE DE MARGARITA BELÉN: 12 y 13 de Diciembre 1976, cercano a Margarita Belén, Chaco.

• NOCHE DE LAS CORBATAS: Entre el 6 y el 13 de Julio de 1977, Mar del Plata.

BIBLIOGRAFIA:

Por orden de aparición

Iñigo Carrera, Nicolás. La colonización del Chaco. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, Serie Historia Testimonial. 1983

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NAPALPI: El lugar de los muertos20

SILVA, Mercedes. 1998. Memorias del Gran Chaco. Resistencia: Edipen.

Peña, Milcíades: “Masas, caudillos y elites:” La dependencia argentina de Yrigoyen a

Perón.

Trinchero, Héctor Hugo: –“Las Masacres del Olvido. Napalpí y Rincón Bomba en la

Genealogía del genocidio y el Racismo de Estado en la Argentina”. Revista RUNA XXX,

(1), pp 45-60, 2009 FFyL - UBA - ISSN: 0325-1217

Pigna, Felipe: “La conquista del desierto”. www.elhistoriador.com.ar

Mari, Oscar Ernesto: Inseguridad y bandidaje en el Territorio Nacional del Chaco. 1918 –

1940. Cuadernos de Geo-historia Regional Nº 30. Resistencia. 1994.

Iñigo Carrera, Nicolás - "La violencia como potencia económica: Chaco 1870-

1940".

EN LA WEB:

www.argentina.indymedia.org, 2004

En www.wikipedia.org

La masacre de Napalpí, por Marcelo Larraquy. 

Una masacre que lleva 80 años de memoria prohibida. 

La masacre indígena de Napalpí.

Una sobreviviente de la masacre cuenta su historia.

 Masacre de Napali: una historia de sangre, por Norma Edith Giménez.

Masacre indígena de Napalpí: 80 años de impunidad. 

Napalpí: "Paraje de la Matanza...". 

Las masacres indígenas en la agenda nacional.

La Nación rechazó demanda por la masacre de Napalpí.

Entrevista (audio) a Julio César García, abogado que inició la demanda al Estado.