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    SOBRE LA PERSISTENCIA DE LOS DOGMAS

    Yel trabajo compulsivo. Una revisin crtica de la propia no-cin de tiempo libre, para defenderla de las servidumbresdel trabajo sombra antes mencionado. Tal situacin seraconsustancial con una sociedad que escape a la fe beata en Un

    progreso apoyado en la metfora encubridora de la produc-cin y con un movimiento sindical que sepa ver ms all de lanocin de trabajo, para abrir su reflexin ysu reivindicacin enlos sentidos arriba mencionados.

    En suma, que reflexionar sobre los presupuestos ideolgi-cos que orientan espontneamente nuestro modo de percibir yde aceptar todo lo tocante al trabajo es el primer paso para su-perar los fenmenos de fractura socialy frustracin individualque hoy se extienden por elmundo. Esperemos que el presentedesbroce contribuya en alguna medida a ello.

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    8. REVISIN DE LA MITOLOGA DEL DESARROLLO

    GNESISY CULMINACINDE LA MITOLOGADELDESARROLLO

    . Hemos advertido que las metforas son vehculos de interpre-tacin que orientan y sesgan nuestros enfoques que, al resaltar

    ciertos aspectos, tienden a ignorar otros, por lo que no slo sir-ven para iluminar, sino tambin para ocultar o soslayar. En lamedida en la que determinados enfoques ganan fuerza e inclu-so llegan a imponerse como nicos o universales, su funcinencubridora se acrecienta, al desautorizar o silenciar otras po-sibles representaciones de la realidad que se presuponen, deentrada, carentes de inters. Esto es lo que ocurre con la ideausual desistema econmico 37,con su carrusel de laproduccin,

    37 A diferencia de esa biologa de los sistemas que es -al decir deMargalef-la ecologa, la economa ha sido una ciencia doctrinaria acostum-brada a imponer un nico modelo desistema econmico, que las contabilida-desnacionales seencargan de cifrar.Tanto en los manuales como en la prensasehabla, as,deel sistema econmico, como tiempo atrs se hablaba deel sis-tema del mndo fsico, refirindose al modelo newtoniano como elnico sis-tema de representacin del mundo fsico digno de ser considerado por laciencia. Hoy han surgido otros sistemas de representacin del mundo fsico,como son la fsica relativista o la cuntica, que han recortado la presunta ge-neralidad de la mecnica clsica y,por ende, su monopolio en la dogmticacientfica, pero en lo econmico sigue imperando el monopolio de un nicoSistemade representacin y delaparato conceptual y terminolgico que le davida. Aunque hemos visto que el conflictose ha desatado en el propio campode la racionalidad cientfica, enfrentando las dos disciplinas deloiks -eco-noma y ecologa- y escindiendo el mundo acadmico de los economistas.

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    el consumo y elcrecimiento y con la mutacin de este ltimo el)desarrollo. Pues hoy el desarrollo ocupa la posicill central deuna constelacin semntica increblemente poderosa. Nadahay en la mentalidad moderna que pueda comparrsele COIl10fuerza conductora del pensamiento y del comportamiento. Al

    mismo tiempo, muy pocas palabras son tan tenues, frgileseincapaces de dar sustancia y significado al pensamiento y a laaccin como sta (Esteva, 1992,p. 55).

    Tambin hemos visto que los enfoques dominantes inter-pretan el proceso econmico como un proceso deproduccinde riqueza, expresada en trminos monetarios. En la medidaen la que impera la metfora de la produccin 38se soslayanlasoperaciones de meraadquisicin -ya sean stas especulativas,extractivas o utilizadoras- de riquezas preexistentes, hoy ma-yoritarias: la metfora de la produccin resaltala dimensin crea-dora de valor y utilidad del proceso econmico, pero eclipsalos deterioros que dicho proceso inflige en su entorno fsicoysocial. y sobre la metfora de la produccin se apoya aquellaotra delcrecimientoeconmico. Pues el smil de laproduccin,al resaltar -y registrar en trminos monetarios- slo la partepositiva del proceso econmico, justifica el empeo de acre-centada como algo bueno para todo elmundo, surgiendo aslamitologa delcrecimiento econmico: el crecimiento del consa-

    bido agregado monetario de producto o renta nacional se per-cibe como algo inequvocamente deseable y generalizable, sinnecesidad ya de analizar su contenido efectivo, sus servidum-bres y sus consecuencias no deseadas. Mientras que se hacensofisticados ejercicios para cifrar las dcimas de aumento deese agregado deproduccin de valor que es el producto nacio-nal, se corre un tupido velo sobre lo que est pasando con las

    38 En Naredo(2003) se analizen profundidadcmola metforade la produccin se erigi en el sigloXVIIIen centro de la moderna ciencia econ-

    mica, hasta colonizar nuestras mentes transmutando en produccin lo que an-tes se vea como meraadquisicin de riqueza.

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    REVISIN DE LA MITOLOGA DEL DESARROLLO

    gananciasmillonarias derivadas de las operaciones de compra-ventade empresas, acciones o terrenos debidamente recalifica-dos y revalorizados, o se cierran los ojos hacia lo que ocurreconel territorio, con sus recursos o con las mltiples insatisfac-dones de sus habitantes.

    Centremos ahora ms la atencin en cmo el terminocreci-miento mut hacia eldedesarrollo. Esta mutacin aparece relata-da con cierto detalle en el apartado titulado "Una metfora y suretorcidahistoria" de la voz Desarrollo del propioDiccionariodeldesarrollo. Una gua del conocimiento como poder-a cargo deEsteva (1992)- al cual remitimos al lector interesado 39.Vasetambin Risch (2002).Valgadecir ahora que la palabradesarro-llo empez a aplicarse en biologa, entre 1759 (Wolf) y 1859(Darwin), para designar la evolucin mejorante que acompaa

    alcrecimiento de animales y plantas hasta que alcanzan su ple-na potencialidad y a transferirse a la esfera de lo social a finalesdel siglo XVIII,presentndose el desarrollo histrco como unacontinuacin del desarrollo natural. Pero es en el siglo XIXcuando la metfora biolgica se traslada ya plenamente al cam-po social. Marx contribuy notablemente a ello al ligar la vi-sinhegeliana de la historia con el concepto darwinista de evo-lucin, otorgando al desarrollo histrico y al motor deldesarrollo de las fuerzas productivas un sentido positivo

    acorde con la idea imperante del progreso de la que la cienciaeconmica ha sido a la vez fruto e instrumento (Naredo, 2003).Con la aplicacin de la metfora del desarrollo al campo so-

    cialel trmino adquiri un virulento poder colonizador, pron-to aprovechado por los polticos. Convirti la historia en unprograma, con un destino necesario e inevitable [. ..]. La socie-dad industrial se convirti en la definicin del estadio terminal

    39 Curiosamente esteDiccionario crtico no incluye el trminotrabajo talvez por considerado como algo tan objetivo y universal que no se aprecia lanecesidad de revisado en un dicciona}io crtico. Sin embargo, nuestro ante-rior captulo destinado a este concepto evidencia lo contrario.

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    del camino unilineal de la evolucin social. Se present co.t))ola culminacin natural de las potencialdades ya existentes el)el hombre neoltico, como su evolucin lgica. La historia fueas formulada en trminos occidentales [...] privando a losPUe-blos de culturas diferentes la oportunidad de definir sus pro-pias formas de vida social (ibdem). De ah se sigui una utili-zacin tan profusa del trmino que amenaz con vaciado decontenido: 10mismo sepoda hablar del desarrollo de un textoconstitucional, de un sistema de transporte o hasta de un suelo.El nico supuesto comn que una tan variopintas aplcacionesera el de que las evoluciones designadas se orientaban haciametas consideradas como normales y generalmente satisfacto-rias. Esta simbiosis entre ambigua generalidad y connotacinimplcita favorable propia del trminodesarrollo -plenamen-

    te inscrito ya en el lenguaje ordinario- explca la exitosa utili-zacin ideolgica de que ha sido objeto durante la segunda mi-tad del sigloXXpara revitalzar la fe en el progreso econmicosin poner ya en cuestin el statu qua capitalsta. Paraello tuvoque producirse un desplazamiento importante en el manejo deeste trmino orientado a conseguir que 10que pareca ser, enmanos de Marx y del marxismo, amenazador para el capitalis-mo, se convirtiera en algo extremadamente funcional para laperpetuacin de ese sistema.

    Tal desplazamiento se inici tras la Segunda Guerra Mun-dial impulsado desde Estados Unidos, en plena Guerra Fra. Elpresidente Harry S. Truman (1949)present en su discurso deinvestidura de 1949un nuevo programa internacional de desa-rrollo que afirmaba la voluntad de Superar las antiguas relacio-nes de explotacin colonial: el viejoimperialsmo -la explo-tacin para beneficio del extranjero- no tiene ya cabida ennuestros planes. Lo que pensamos es un programa de desarro-llo basado en los conceptos de un trato justo y democrtico[.00]que contribuya a la mejora y el crecimiento de las reassubdesarrolladas (Truman, 1949, ref. ibdem). Al adjetivar por

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    primera vez con gran difusin el trminodesarrollo y su opues-tO,aplicando la calificacin tanto dedesarrollado, como desub-desarrollado, se difundi con rapidez la posibilidad de clasifi-car a todos los pases atendiendo a este criterio4.Una nueva

    percepcin de uno mismo y del otro qued establecida depronto. Doscientos aos de construccin socialdel significadohistrico-poltico del trminodesarrollo fueron objeto de usur-pacin exitosa y metamorfosis grotesca. Una propuesta polti-cay filosfica de Marx, empaquetada al estilo norteamericanocomolucha contra el comunismo y al servicio del designio he-gemnico de Estados Unidos, logr permear la mentalidad po-pular, 10mismo que la letrada, por el resto del siglo, a la vezque desplaz el primer motor del desarrollo, de los comunistasyel proletariado a los expertos y el capital. [...] De la noche ala maana dos mil millones de personas se volvieron subdesa-rrolladas. En realidad, desde entonces dejaron de ser 10que!"eran, en toda su diversidad, para convertirse en un espejo in-vertido de otros: un espejo que los desprecia y los enva al finalde la cola, un espejo que reduce la definicin de su identidad,la de una mayora heterognea y diversa, a los trminos homo-geneizantes de una pequea minora (ibdem).

    Este nuevo colonialismo ideolgico se extendi como unreguero de plvora hasta alcanzar hoy una difusin planetaria

    sin precedentes. Con la ayuda inestimable de la globalizacintelevisiva-que empez a divulgar a los cuatro vientos los pa-trones de vida y de consumo de las metrpolis del capitalis-mo- se consigui que la mayora de la poblacin planetaria seacabara sintiendosubdesarrollada. Esta poblacin, que h~baadaptado secularmente sus exigencias alas limitaciones del en-torno sin sentirse generalmente pobre e indigna, empez a per-cibirse como tal y a despreciar sus modos de vida por conside-

    I40 Lo que no permita el empleo del sustantivocrecimiento, que no llega

    adjetivarse, al carecer de connotaciones positivas.

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    rarlossubdesarrollados.Aqu encaja la afirmacin de Illich an-tes citada de su artculo Necesidades -incluido tambin enel Diccionariodel desarrollo, al que estamos haciendo referen-cia- en la que sealaba que sbitamente, al igual que la lechebatida se convierte de pronto en mantequilla, elHamo econo-micus se transmut masivamente enHamo miserabilis por obray gracia de las nuevas insatisfacciones que generaron las pro-mesas deldesarrollo sembradas a raz de la posguerra mundial.

    El colonialismo ideolgico deldesarrollo se apoy en ela-boraciones de economistas que le fueron otorgando el conve-niente respaldo cientfico. No cabe resear aqu la amplsimaliteratura sobre eldesarrolloeconmico que vio la luz duranteel ltimo medio siglo. Pero s advertir que las corrientes key-nesianas y marxistas compartieron esa meta comn deldesa-rrollo que, a la hora de concretar sus pretensiones cuantitati-vas, asimilaron eldesarrollo al merocrecimiento de la renta oproducto nacional, que las nacientes contabilidades naciona-les empezaron a registrar sistemticamente en la dcada de los.aos cincuenta 41.Estas elaboraciones trataban de establecerinstrumentos de gestin econmica,con dosisvariables de inter-vencin estatal, que permitieran reinvertir el ahorro de los pa-

    41La contabilidad nacional es una tcnica relativamente nueva, empe-

    zaba diciendo elprlogo alSistema Normalizadode ContabilzdadNacional dela OCDEde 1952, que completaba su versinsimplificada de 1951.Este siste-ma fue el primero acordado internacionalmente para establecer una unidadde criterio en el clculo de los agregados econmicos delos pases. Su versinactualizada de 1958 permaneci vigente hasta que apareci el nuevoSistemade Cuentas Nacionales de Naciones Unidas en 1993 y su versin para laUnin Europea en 1995, actualmente en vigor. Ntese que slo este ltimosistema incluye cuentas de patrimonio, por lo que toda la reflexin del desa-rrollo ha girado en torno al crecimiento de determinados flujos monetariosestimados de produccin, renta y gasto,haciendo abstraccin de la evolucinpatrimonial delos pases. Los pases del bloque socialista mantuvieron alprincipio metodologas propias de clculo que hacan hincapi en la llamadaproduccin material yno computaban el valor aadido de buena parte delos servicios en el agregado de renta o producto nacional.

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    ses Con vistas a lograr las mayores tasas decrecimiento delagregado monetario de renta o producto nacional, convenien-temente deflactado. El libro quiz ms significativo dentro delproceso de usurpacin o desplazamiento ideolgico antesmencionado fue el de Rostow (1960)Las etapas del crecimien-to: un manifiesto no comunista. Este libro estableca una tipo-loga para clasificar los pases en la senda supuestamente uni-versal del crecimiento econmico (llamado desarrollo paralevantar ms pasiones y expectativas). Se haca creer que todoslos pases, por muysubdesarrollados que fueran, si obraban juiciosamente, podan entrar en fase de despegue(take off)y lanzarse al crecimiento rpido que les permitira acortardistancias e incluso alcanzar a los pases ricos odesarrolla-dos. Los efectos de este mensaje fueron ideolgicamente de-vastadores, al eclpsar los posibles proyectos de vida y de so-ciedad diferentes que podan albergar pases como la India def"\ Gandhi, entre los pases no alineados, o como la China deMao o la Rusia sovitica, entre los pases socialistas. El xitodel nuevo manifiesto no comunista culmin aos despuscon el desplome de la antigua Unin Sovitica, tras ser venci-da en la arena deldesarrollo, en la que ingenuamente se habaprestado a competir,... y con la planificada reconversin capi-talista de China. As, unos y otros acabaron adoptando demodo acrtico los puntos de vista alos que en principio parec-an oponerse. Como consecuencia de ello la mitologa del desa-rrollo gan en aceptacin unitaria y generalizada, cobrandoms fuerza que nunca. Esta mitologa super con xito las nu-merosas matizaciones y objeciones de las que fue objeto du-rante las ltimas dcadas. Fueron as pasando los empeos ymodas de propugnar undesarrollo integrado, endge-no... e, incluso, humano, sin que ni siquiera se lograra evi-denciar lo que de desintegrado, exgeno... e inhumano tenanlos procesos designados con el'trminodesarrollo, cuya nicareferencia cuantitativa segua siendo elcrecimiento de la renta

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    ",u' Oproducto nacional. Y cuando ya todos los pases quedaronbien atados al nico carro deldesarrollo, se sustituy la califi-cacin de pasessubdesarrollados por la ms ambigua y menospeyorativa de pases en vas de desarrollo, presuponiendo

    que todos estaban, con mejor o peor fortuna, tratando de de-sarrollarse, y ms recientemente, por la de pases emergen-tes, presuponiendo que tratan de emerger del pozo ya in-nombrable del subdesarrollo.

    En la primera parte de este trabajo ya vimos cmo la mito-loga deldesarrollo sali tambin indemne de las objecionesque se le hicieron en la dcada de los aos setenta, al subrayarel absurdo que supona proponer la meta de un crecimiento ili-mitado en nuestro limitado planeta. A las limitaciones que laescasez de recursos yel exceso de residuos ponan a la viabili-

    dad del crecimiento ilimitado, se respondi reforzando la metadel desarrollo con el calificativo desostenible. Es decir, se res-pondi por el camino ya indicado de buscar trminos cuyo ca-rcter sinttico facilite el consenso y soslayeo d por superadoslos conflictos originarios. Se consigui as un discurso nico,blindado contra cualquier otro que trate de poner en cuestinsu significado. A la vez que, como decamos, por su capacidadpara asimilar trminos distintos a los suyos, ofrece una imagende tolerancia que oculta el verdadero carcter represivo y auto-ritario que se deriva de su unidad. La nueva meta deldesarrollo

    sostenible vino as a camuflar el antiguo conflicto entre desa-rrollistas y conservacionistas, logrando el consenso formal en-tre ambos sin necesidad de cuestionar la mitologa originariadel desarrollo. Lo cual-como hemos comentado en la prime-ra parte del libro- propici un nuevo desarrollismo ahora amenudo calificado de ecolgico y/o sostenible.

    El artculo 2 del Tratado de msterdam, que ratifica loscompromisos de la Unin Europea, tiene lavirtud de compen-diar estos eptetos que aderezan y apuntalan la idea del desa-rrollo: La Comunidad tendr por misin promover [...] un

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    .

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    desarrollo armonioso, equilibrado y sostenible de las activida-des econmicas [...], un crecimiento sostenible y no inflacio-nista, un alto grado de competitividad [...], un alto nivel deproteccin Yde mejora del medio ambiente, la elevacin del ni-

    velde calidad de vida, la cohesin econmica y social.

    ELDIVORCIOENTRELASAPROXIMACIONESECONMICASYECOLGICASEMPOBRECEEL ANLISISHISTRICo'PROPUESTADEUN ENFOQUEECOINTEGRADOR

    Con sus mltiples modas yvicisitudes, la mitologa del desarro-llo sigue gobernando el quehacer mayoritario no slo de los

    economistas, sino tambin de los historiadores, originando unempobrecimiento de enfoques digno de mencin. Pues suadopcin supedita los enfoques histr[cos a la visin lineal delprogreso medido por un nico criterio. Parece un hecho evi-dente que la historia, en general, y sobre todo la llamada histo-ria econmica, sigue siendo generalmente tributaria de la ideausual desistema econmico, con sus metforas de la producciny eldesarrollo, que el propio anlisis histrico no ha consegui-do todava relativizar lo bastante como para consideradas cate-goras histricas tambin sujetas a evolucin42.Incluso la nue-

    va historia econmica institucional, pese a trascender yrelativizar los enfoques neoclsicos y keynesianos del desarro-llo, reflexiona generalmente en trminos deeconomic perfor-

    \ 1

    42 El esfuerzo por relativizar la idea usual desistema econmico que em-prend hace ya casi veinte aos con la primera edicin deLa economa enevolucin (1987; 3," ed. corregida y aumentada, 2003) no parece que hayasido asumido con generalidad por los historiadores econmicos, que siguenhablando deel sistema econmico,11 produccin, el consumo,el crecimiento o el desarrollo, como si de algo objetivo y universal setratara.

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    mance 43de los pases para lograr ese mismo desarrollo medidocomo siempre, por el crecimiento dela produccin ydela rent 'a.

    El anlisisde las seriestemporales deproduccin, conSUIl1oprecios, rentas... y dems elementos constitutivos de la ide~usual desistema econmico es proclive a ensalzar (aunque slo

    sea implcitamente, por omisin de otros anlisis) la continui-dad de los procesos que las generan, dejando en la oscuridadsus posibles rupturas al enjuiciar todos los tipos de sociedadespor un mismo ynico patrn econmico. Pues al razonar sobrela representacin parcial de flujos de la nocin ordinaria desis-tema econmico (sintetizada por el llamado cuadro macroeco-nmico y desarrollada en las cuentas nacionales), que seman-tiene desvinculada de los aspectos patrimoniales, fsicos einstitucionales que la envuelven, se soslayala influencia que loscambios operados en esas realidades hayan podido tener sobrelos flujos tomados en consideracin. Pero adems, al atribuirsea dichos flujos la misma funcin e importancia en cualquiertiempo y lugar,se dificulta el anlisisdel propiometabolismo delas sociedades, configurado precisamente por la interaccin en-tre realidades fsicas, socio-institucionales... y monetarias. Puesal centrar la atencin en el desarrollo de la produccin y el con-sumo que configuran el carrusel del sistema econmico ordina-rio, se acostumbra a dejar de lado no slo un medio fsicoy so-cial, sino tambin otro financiero.

    La llamadahistoria ecolgica 44,al igual que laeconomaeco-lgica, surgi como reaccin alpredominio del enfoque econ-mico estndar, con el nimo de suplir sus carencias utilizandoel aparato conceptual de la ecologapara analizar la interaccinde las sociedades humanas con elmedio fsicoen el que desen-

    43Parafraseando el ttulo del libro ms emblemtico de North (1990).44Sobre la historia ecolgicavase, por ejemplo, la introduccin de los

    editores al libro de Gonzlez de Molina y Martnez Alier (eds.) (2001), as como el texto inicial de RolfPeter Sieferle,Qu es la historia ecolgica?,incluido en esevolumen.

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    vuelven.Aunque estos enfoques deberan ser por naturalezatransdisciplinares, la compartimentacin habitual del mundoacadmicotiende a considerados como una especialidad ms,soslayandolas propuestas de integracin de los enfoques par-celarasque habitualmente conllevan. De esta manera, se sigueproduciendo un claro divorcio entre los enfoqueseconmicosylosenfoqueseco1gicos. y mi propuesta de construir un enfo-queecointegrador que trate de reconciliar en una misma razecolautilidad propugnada por aqullos y laestabilidad estudia-dapor stos, precisando con claridad el contenido y el alcancede las contradicciones que puedan plantearse entre ambos ni-veles(Naredo, 2003) no parece que haya alterado el quehacerdiario del grueso de los economistas e historiadores, que si-guenaplicando el razonamiento parcelario de rigor.

    Aslas cosas, sigue existiendo un enorme vaco de elabora-ciones tericas y aplicadas que conecten los aspectos comn-mente analizados desde los distintos enfoques y especialida-des.Y, lo que es ms grave, ni siquiera se llega a percibir quelos propios anlisis parcelarios sufren las consecuencias de esafalta de enfoques integrados. O, 10que es 10mismo, se ignoraque la elaboracin de enfoques integrados tambin beneficia-ra a los anlisis sectoriales o parcelarios, mejorando la calidadde sus resultados (aunque, a la vez, desinflara sus excesivaspretensiones de universalidad y autosuficiencia). Esto es lo queocurre, sobre todo, con el tema estrella de la historia econmi-ca,el tema deldesarrollo.

    Al abordarse la cuestin deldesarrollo desde el ngulo ex-clusivo de la economa estndar (cifrndolo mediante los agre-gados monetarios de produccin y renta) sin que exista ningunateora que lo ligue al mundo fsico (como tampoco, de formageneralmente reconocida, al mundo social45)parece como si

    45 Aunque aqu habra que hacer cil:rizms matizaciones, ya que hay au-

    tores que han analizado los posibles prerrequisitos ideolgicos, sociales o ins-185

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    siempre se hablara del mismo fenmeno en todo tiempo y lu-gar. Sin embargo, en nuestra opinin, poco tiene que ver el fe-nmeno deldesarrollo que tuvo lugar en los pases cuna de larevolucin industrial, durante las fases iniciales del capitalis-

    mo, del que se opera en nuestros das, en plena era de lagloba-lizacin (ecolgica y financiera). Como veremos ms adelante,hay formas diferentes de lograr la saneada situacin econmicaque miden los agregados monetarios de rigor, que pueden te-ner trasfondos fsicos y huellas territoriales tambin diferentesque estn todava por tipificar. Pues para ello hace falta aplicarenfoques multidimensionales capaces de romper ese cajn desastre de la produccin (de valor) para relacionar las variablesmonetarias con el trasfondo fsico y territorial que las Sopor-

    ta, desvelando as las distintas imgenes y consecuencias quesubyacen tras la denominacin comn deldesarrollo. Este co-nocimiento se revela esencial para saber si eldesarrollo de lospases ricos o desarrollados es o no exportable al resto delmundo o si resultan inviables oinsostembles su generalizacinespacial y su prolongacin temporal.

    La ausencia de una metodologa y una informacin siste-mtica sobre los aspectos mencionados en el prrafo anteriorhacen que lasteoras del desarrollo se limiten a buscar las cau-

    sas del fenmeno y a idear polticas que lo promuevan, como sise tratara de algoabstracto que ocurre al margen del mundo f-sicoy de los territorios. Serecomiendan, as, con carcter gene-ral, ciertas medidas o ciertos golpes de sombrero instituciona-les para conseguir situaciones propicias aldesarrollo, como siste pudiera ocurrir a la vez en todos los pases del planeta, si-guiendo los caminos establecidos por los yadesarrollados. Seignora la cada vez ms evidente imposibilidad de que esto ocu-rra, ya que toda la poblacin mundial actual no puede repro-

    titucionales deldesarrollo (K. Marx, M. Weber, T. H. Tawney...)pero consi-dero que el terna todava no est bien resuelto.

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    ..,.

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    ducir hoy, a su nivel actual, los mismos patrones de vida de lospasesricos, habida cuenta que sus exigencias en recursos, resi-duos... y en territorio desbordaran con mucho los lmites pla-netarios46.Se acepta y divulga, en suma, con etiquetas cientfi-

    cas una de las irracionalidades mayores de nuestro tiempo: laque promete, con visosde realismo, a todos los pases del mun-do la salvacin por la vanica deldesarrollo.

    Insistamos en que la mitologa de la produccin y su creci-miento se extendi, paradjicamente, en el universo aislado delvalor,cuando las ciencias de la naturaleza la desautorizaron enel mundo fsico. Ya hemos apuntado que, cuando las cienciasde la naturaleza pusieron en entredicho las ideas creacionistasancladas en la antigua visin organicista del mundo, cuando se

    confirm que los minerales no crecan en el seno de la Tierra,ni los continentes dilataban sus lmites, la economa sigui ha-blando de la produccin de oro, de carbn o de petrleo, abra-zando con ms fuerza que nunca la meta delcrecimiento indefi-nido de tales producciones. La utilizacin del trmino

    produccin permiti subrayar la parte positiva y comercialmen-te halagea de los procesos, a la vez que ignoraba el lado os-curo de los mismos, plagado de conflictos y deterioros socialesy ambientales, que no entraban en lnea de cuenta. Sirvi para

    cerrar los ojos al hecho de que el grueso de los procesos ahoracalificados deproduccin se apoyan en laextraccin, elabora-cin y uso de recursos naturales, con sus secuelas de contami-nacin ydeterioro ambiental. As, paradjicamente, tambin,

    46 Trabajos del Wuppertal Institute sobre los requerimientos totales demateriales (RTM)e indicadores similareshan estimado, por ejemplo, que haranfalta cinco planetas Tierra para digerir los residuos atmosfricos que genera-ra la poblacin mundial actual si tuviera un consumo per cpita de energafsil similar al de Alemania; lo mismo que, a travs de la hue11ade deterioroecolgico, seha estimado que hara falta un territorio diecisisveces mayor alde Holanda para abastecer los recursos y digerir los residuos que la pobla-cin de este pas requiere y genera.

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    cuando la especie humana dej por vez primera de apoyar Sueconoma en las producciones renovables derivadas del flujo so-lar, para hacerlo en la extraccin masiva de losstocks mineralesde la corteza terrestre, surgi la nocin deproduccin para en-cubrirlo. En otras palabras, cuando laProduccin (en elsentidoestricto en el que se utiliza en ecologa: produccin de materiavegetal mediante.la fotosntesis) empez a ocupar un lugar Se-cundario en el abastecimiento de la especiehumana, la metfo-ra de laProduccin ocup un lugar central en el pensamientoeconmico e incluso pas a formar parte del lenguaje ordina-rio, para soslayar la inviabilidad de sostener a largo plazo elcre-cimiento econmico.

    Hemos visto que, cuando el deterioro ambiental empez aerosionar la fe en la posibilidad de sostener elcrecimiento eco-

    nmico a largo plazo, ste se sustituy primero por aquel otroms ambiguo deldesarrollo y se reforz despus con el adjetivosostenible, haciendo abstraccin de las fuertes dosis de irracio-nalidad que conlleva la mitologa subyacente del crecimiento.Habituados a suponer que una suma de dinero, que no tienenaturaleza fsica, puede crecer si se invierte a una tasa de inte-rs compuesto siguiendo una curva exponencial, se razoncomo siesta meta del crecimiento pudiera ser viable en elmun-do fsico, incurriendo en una grave incoherencia. Pues, como

    ya advertimos anteriormente-y formaliz Hubert (1974)-, sipor desarrollo se entiende el crecimiento de algoque tenga quever con el mundo fsico, es seguro que no podr mantenersepermanentemente, siendo en este caso la expresindesarrollosostenible una contradiccinin terminis o combinacin de tr-minos contradictorios o incongruentes.

    Lo ms grave de todo esto es que al contemplar los proce-sos dedesarrollo desde el prisma exclusivo de la produccin deriqueza, sepierde devistala cada vezms intensa relacin de estefenmeno con la meraadquisicin de la misma mediante el jue-go comercial yfinanciero. Se acusa asun creciente desencuen-

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    REVISIN DE LA MITOLOGA DEL DESARROLLO

    tro entre un instrumental de anlisis guiado por la metfora dela produccin y una situacin que ha ido derivando hacia la rea-lidad de laadquisicin, que escapa a la red analtica usualmenteutilizada por los economistas.Adquisicin mediante la meraextraccin (deterioro y contaminacin) de recursos naturalesno renovables y esquilmo de los renovables en general. Perotambinadquisicin, primero, mediante el ejercicio directo delpoder colonial, despus, imponiendo reglas comerciales favo-rables y, sobre todo, un sistema financiero que permite a cier-tos pases y empresas utilizar el dinero ajeno para expandir elpropio y ampliar as su capacidad de compra sobre el mundo.Lo cual origina no slo un medio ambiente fsico, sino tam-bin otro financiero, que permanecen inestudiados por la eco-noma habitual de la produccin (ydelconsumo), que otorga aldinero el simple papel de velo monetario neutro tras el quese supone que subyace el funcionamiento de la verdaderaeconoma real aestudiar y potenciar. Sin embargo, el conoci-miento de lo que ocurre en estas dos dimensiones,)a fsicay lafinanciera, ysu interaccin con la supuesta economa real re-sulta, a nuestro juicio, fundamental para esclarecer los proce-sosdeadquisicin de riqueza que entraa eldesarrolloeconmi-co. Trataremos de analizar el llamadodesarrollo econmico apartir de metforas y enfoques diferentes de los ordinarios de

    la produccin y delsistema econmico, para subrayar los fen-menos deadquisicin subyacentes y tipificar la posicin queocupan los pases en ese nuevo marco. Para ello hemos de em-pezar proponiendo el instrumental terico necesario para des-cubrir esas realidades. Cmo han podido arreglar sus cuentasmonetarias los pasesdesarrollados para alcanzar la situacineconmicamente tan privilegiada que han venido ocupando araz de la revolucin industrial? Dos han sido los caminos prac-ticados para ello. Uno se apoya en la especializacin de las ta-reas msvaloradas del proceso econmico con relacin al costefsico que conllevan. Otro, en utilizar reglas del juego financie-

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  • 8/2/2019 Naredo_Cap8 Parte A

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    SOBRE LA PERSISTENCIA DE LOS DOGMAS

    ro favorables a los ricos y poderosos, entre las que destacaelderecho y la posibilidad de emitir moneda y otros pasivosnoexigibles (generalmente en forma de acciones y participacio-nes) que sean aceptados con generalidad por los agentes eco-

    nmicos. En el apartado siguiente se exponen estas dos vasque sesuelen mostrar complementarias.

    NUEVOINSTRUMENTALTERICOPARADESVELAR(y EVENTUALMENTECORREGIR)LOSMECANISMOSQUEHACEN QUEEL DETERIOROECOLGICOy LAPOLARIZACINSOCIALSEANFRUTOSDEL DESARROLLO

    La asimetra entre la valoracin monetaria y el coste fsicode los procesos: la regla del notario

    Volvamosa planteamos la pregunta que hicimos en la primeraparte del libro para aadir algunas precisiones en la respuesta.Cules son los mecanismos econmicos que otorgan a deter-minadas metrpolis o pases metropolitanos, y ms concreta-mente a ciertos agentes econmicos domiciliados en ellos,lacapacidad de comprar los recursos ylos sumideros planetarios,sin ejercer una presin colonial directa? Desde muy antiguo seintuye que el comercio entraa la dominacin de los que seocupan de las ltimas fases de elaboracin y comercializacinde los productos sobre los abastecedores de materias primas.Por ejemplo, Luis Ortiz, contador de Castilla, intua cmo elpas era vctima, en 1557, de un intercambio desigual que lesuccionaba eloro yla plata trados de Amrica: es vergenza ygrandsima lstima ver lo que burlan los extranjeros de nuestranacin, que cierto yen otras nos tratan peor que a indios [...].Espaa exporta sus materias primas, lana, sedas, hierro, cochi-nilla de indias, y el extranjero las trabaja, crea manufacturas.

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    Espaavuelve a importar esasmanufacturas entre veinte y cienvecesms caras47.Pero no puede comprenderse el trasfondodeesta relacin desequilibrada sin relacionar la valoracin mo-netaria con la naturaleza fsica de los productos objeto de co-

    mercio: de ah que las teoras del intercambio desigual, alcircunscribir su razonamiento al mero campo del valor, no ha-yanconseguido esclarecer esta cuestin. En otra ocasin48tra-tamosde esclarecerla relacionando formalmente para ello la rea-lidad fsica con la valoracin monetaria a lo largo del procesoeconmico llamado deproduccin y analizando los mecanis-mosque inclinan -tanto en procesos concretos como en el co-mercio mundial-la valoracin en favor de las tareas industria-les y comerciales, frente a las de abastecimiento de productosprimarios, y la extraccin frente a la produccin renovable.

    Se constata que en todos los procesos llamados deproduc-cin la revalorizacin unitaria operada desde las materias pri-mas hasta el producto ha de ser mayor que el coste fsico uni-tario 49y que esta asimetra entre revalorizacin monetaria ycoste fsico se acenta a medida que los procesos avanzan ha-cia la venta del producto final. Si a esta regla general del com-portamiento econmico se aade la creciente especializacincomercial, que posibilit a escala planetaria el abaratamientodel transporte y la comunicacin a larga distancia, el resul-tado lgico inevitable es la dominacin econmica y la explota-cin ecolgica de los territorios, pases y poblaciones abaste-cedores de productos primarios, por aquellos otros que seocupan de las etapas finales de elaboracin, comercializaciny venta.

    47 Memorial de Luis Ortiz, contador de Castilla, 1557, V,fo!' 9 (ref. Na-redo, 2003)

    48Naredo y Valero (dirs.) (1999).49Expresable en trminos energticos, vinculados al SistemaInternacio-

    nal de Unidades fsicas sobre el que reposa la ciencia cuantitativa, con la me-todologa formalmente expuesta en el libro de referencia.

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