NARRATIVA ESPANOLA

120
13 ¿QUÉ ES NARRATIVA? La narrativa, el drama y la poesía forman los tres géneros de la litera- tura, según la clasificación aristotélica. Narrativa es cada obra literaria en la que una historia es contada por un narrador (Scholes y Kellogg 4). La obra narrativa, en literatura, es ficticia. Presenta hechos imagina- rios, que pueden suceder en la vida real, y personajes, que tienen carac- terísticas de seres humanos, de los que encontramos entre nosotros. Sin embargo, estos personajes, aunque tienen rasgos o actitudes de personas de nuestro mundo, son imaginarios (Segre184). De este modo, la novela histórica aunque trata acerca de hechos o personajes históricos (verdade- ros), no presenta la rigurosidad científica, en cuanto a la veracidad, como en un libro de historia, porque, como afirma Vargas Llosa, No se escriben novelas para contar la vida sino para transformarla, añadiéndole algo. [...] no es la anécdota lo que en esencia decide la verdad o la mentira de una ficción. Sino que ella no sea vivida sino escrita, que esté hecha de palabras y no de experiencias vivas. Al traducir en palabras, los hechos sufren una modifica- ción profunda. El hecho real la sangrienta batalla en la que tomé parte [...]es uno, en tanto que los signos que pueden describirlo son innumerables. (271-72) Esto se ve en Los de abajo, de Mariano Azuela, novela del período de la Revolución Mexicana, en la cual el escritor hace referencia a hechos ver- daderos relacionados con el proceso revolucionario, tanto de la vida económica como social de México, para dar una maravillosa obra narra- tiva imaginaria. PRIMERAS FORMAS DE NARRATIVA Las primeras formas de la narrativa, que tienen su origen en la época antigua, son el mito (o fábula) y el cuento (o cuento popular). Mito (o fábula) Mito (o fábula) es una breve composición literaria, de estructura simple, que presenta un comentario relacionado con la vida cotidiana. Sus persona- jes son alegóricos y en muchos casos son animales (en este caso se deno- mina fábula). El mito es una forma antigua de ficción, como dijimos, y tie- ne intención didáctico-moralizante (Las fábulas de Esopo, siglo VI a.C.). Los mitos han existido en cada civilización, desde la Antigüedad, y son his-

description

NARRATIVA ESPANOLA

Transcript of NARRATIVA ESPANOLA

13 QU ES NARRATIVA? La narrativa, el drama y la poesa forman los tres gneros de la litera-tura,segnlaclasificacinaristotlica.Narrativaescadaobraliteraria en la que una historia es contada por un narrador (Scholes y Kellogg 4).Laobranarrativa,enliteratura,esficticia.Presentahechosimagina-rios,quepuedensucederenlavida real,ypersonajes,que tienencarac-tersticasdesereshumanos,delosqueencontramosentrenosotros.Sin embargo, estospersonajes, aunquetienen rasgos o actitudes de personas de nuestro mundo, son imaginarios (Segre184). De este modo, la novela histrica aunque trata acerca de hechos o personajes histricos (verdade-ros), no presenta la rigurosidad cientfica, en cuanto a la veracidad, como en un libro de historia, porque, como afirma Vargas Llosa,Noseescribennovelasparacontarlavidasinoparatransformarla,aadindole algo. [...] no es la ancdota lo que en esencia decide la verdad o la mentira de una ficcin. Sino que ella no sea vivida sino escrita, que est hecha de palabras y no deexperienciasvivas.Altraducirenpalabras,loshechossufrenunamodifica-cin profunda. El hecho real la sangrienta batalla en la que tom parte [...] es uno, en tanto que los signos que pueden describirlo son innumerables. (271-72)Esto se ve en Los de abajo, de Mariano Azuela, novela del perodo de la Revolucin Mexicana, en la cual el escritor hace referencia a hechos ver-daderosrelacionadosconelprocesorevolucionario,tantodelavida econmica como social de Mxico, para dar una maravillosa obra narra-tiva imaginaria. PRIMERAS FORMAS DE NARRATIVA Las primeras formas dela narrativa, que tienen su origen en la poca antigua, son el mito (o fbula) y el cuento (o cuento popular). Mito (o fbula) Mito (o fbula) es una breve composicin literaria, de estructura simple, que presenta un comentario relacionado con la vida cotidiana. Sus persona-jesson alegricos y enmuchos casos sonanimales(en este caso sedeno-mina fbula). El mito es una forma antigua de ficcin, como dijimos, y tie-neintencindidctico-moralizante(LasfbulasdeEsopo,sigloVIa.C.). Los mitos han existido en cada civilizacin, desde la Antigedad, y son his-INTRODUCCIN A LA LITERATURA 14 torias que el ser humano invent para explicar fenmenos de la realidad que lo rodea.CitamosdosfbulasdeEsopo,traducidasporJosLusNavarroy Gemma Lpez Martnez (56 y 62 respectivamente): El lobo y la oveja Un lobo bien saciado de comida, vio a una oveja tumbada en el suelo. Percatndose dequesehabaechadopormiedo,seacercylatranquilizprometindolequesile decatrescosasquefueranverdad,ladejaramarchar.Laoveja,entonces,empezdi-ciendoprimeroquenohabraqueridoencontrarseconl.Ensegundolugarquesiel destinoselohubieraconcedido habra preferido habrseloencontradociego.Entercer lugarexclam:Asosmurisdemalamuertetodosloslobosporquenodejisde hacernoslaguerraconmaldadsinquenosotrosnosmetamosconvosotros.Ellobo entonces, consciente de que le haba dicho la verdad, la dej marchar. (56)El len y el ratnUn len caz a un ratn y se dispona a comrselo. El pobre ratn casero viendo que su muerte era inminente susurr estas palabras suplicantes: Lo que le cuadra a tu cate-gora es cazar ciervos y toros de larga cornamenta y llenarte el vientre con su carne. En cambio al comerte un ratn no te basta ni para tocarte la punta de los labios. Por eso, te suplico que me dejes seguir vivo; tal vez algn da te devuelva el favor pese a lo insigni-ficantequesoy.Ellenseecharerydejvivoalratnsuplicante.Alcabodeun ratofueadarconunosjvenescazadores,cayensusredesyquedentrelazado.El ratn salt de su agujero a escondidas y tras roer con sus pequeos dientes la dura soga, liber al len. As al salvarle le pag el precio justo por el hecho de que l pudiera estar vivo an. (62) Estas son unas historias breves y sencillas, sin descripciones o elemen-tos decorativos, que conducen directamente al mensaje moralizante, ubica-do al final del mito: El lobo entonces, conciente de que le haba dicho la verdad,ladejmarchar(Elloboylaoveja)sealandolaimportancia de la verdad en las relaciones humanas; y As al salvarle le pag el precio justo por el hecho de que l pudiera estar vivo an (El len y el ratn) subrayando que no debemos menospreciar a nadie, porque en un momento crtico el ser ms insignificante puede salvarnos la vida. En las dos fbulas, los personajes son animales con caractersticas humanas, porque hablan y piensan como los seres humanos.Cuento (o cuento popular)Cuento(ocuentopopular)esunahistoria,cortaolarga,quetrata hechos extraos o sobrenaturales. Consta de prlogo, parte central y ep-logo.Suestructuraeslinealysencillaysuspersonajesson figurassim-NARRATIVA 15 ples,quesedescribenconpocosdetalles.Elcuentoesdetransmisin oral y se origina en la Edad Media. Citamos un cuento recogido por J. Camarena: Los dos viajeros: el sastre y el albail Una vez haba en un pueblo un sastre, pequeo, un hombre pequeo, y estaba de sas-tre. Y claro, pues de ah que vino mucha crisis al pueblo y no haba trabajo, y se decidi marchar por los pueblos, a ver donde encontraba trabajo. Y por el camino, se encontr con un seor muy alto, muy alto, muy alto!, que era albail; tambin estaba sin trabajo. Y marcharon juntos. Dice:Bueno, vamos a marchar juntos. Y el sastre llevaba una mochila con unos trozos de pan, de algo de comida que poda haber cogido de la casa, lo que haya tenido, por si tena que hacer noche por el camino y eso.Elotronollevabanada.Yelpobresastreeraunhombremuybuenoylediode comer dos o tres horas, mientras dur, lo que traa; despus ya pasaron hambre. Llegaronaunpuebloyelalbailencontrunpocodetrabajo,cuestindepocos das, y el sastre march solo. Pero, a los dos o tres das, el otro se cans de trabajar, vol-vi a seguir caminando y se volvieron a encontrar. Llegaron a otro pueblo y all el sastre encontr algo de trabajo; gan unas buenas pe-rras. Y el otro se larg. Pero, a los dos o tres das, el otro se cans de trabajar, volvi a seguir caminando y se volvieron a encontrar. Llegaron a otro pueblo y all el sastre encontr algo de trabajo; gan unas buenas pe-rras. Y el otro se larg. Pero el otro se largaba, pero estaba siempre atento a donde l que-daba. Y pas bastante tiempo y ya el sastre tena buenos dineros. Pero los mand al pueblo en cuenta de que el trabajo segua. Se le termina el trabajo y qued solo; y ya dijo; dice: Bueno,puescomomandlasperrasalpueblo,mevoyavolver,duranteeltiempo que me duren, pues estoy all. Por el camino se encontr otra vez con el albail, en un monte. Y el albail traa un saco grande con pan y cosas: chorizo y todas cosas de sas. Y l no traa nada en aquella ocasin: ni un bocado, ni una perra, ni nada. Y va y le dice l al albail: Oye, puedes hacer t ahora conmigo lo que hice yo anteriormente contigo: prestarme algo de tu cena. Dice: No, no te doy nada. Bueno, nicamente, te doy un trozo de pan si me dejas vaciarte un ojo. Hombre, cmo voy a hacer eso!; yo ya sabes que soy sastre y me sera un perjuicio muy grande para m. Pero tan sumamente le ceg el hambre, que se dej vaciar un ojo. Bueno; siguen andando y, al cabo, ya con un ojo camin, pero la segunda noche es-taba otra vez igual. Y le dice; dice: No puedes darme otro trozo de pan? Dice: Si me dejas vaciarte el otro ojo. Pero hombre, cmo va a poder ser eso!; despus yo qu voy a hacer... Al fin, que le vaci el otro ojo. INTRODUCCIN A LA LITERATURA 16 Entonces el albail se march y l qued solo. Y durmi. Y durante la noche, pues l ech mano y encontr que haba cado algo de agua: esta agua que cae, de orvallo, que decimos nosotros, que no es agua, na ms un roco; y estando as, se frot la cara y se lav. Entonces dice que lo llama una persona y que l no la ve, y dice: Que me llame el que me llame, que me hable, pero no puedo ver a nadie: estoy ciego. Entonces le dijo, dice: Oye, que soy la Virgen Mara, pero no le digas nada a nadie. Supe lo que te pas y vengoaayudarte;tomalediounaflauta,encualquierapuroqueteveas,ttocasla flauta y tendrs todos los remedios que necesites. Bueno, el sastre ni lo crey ni lo dej. Dice: Ahora me desaparezco. Marchy,antesdelamanecer,puesltoclagaitaysevolvilavista,completa-mente; dice: Pues ahora, qu voy a hacer? Sigue caminando y encontr al albail otra vez; entonces el albail estaba sin nada de comida. Dice: Bueno, ya estamos otra vez juntos. Pero cmo es posible que tengas la vista? Dice: Pues mira, qu s yo, con el roco de la noche me frot, me lav la cara y me volvi la vista. Eso no puede ser! Que s! Que no pude ser! Que s, hombre! Porfan y ...Al fin dicen: Pues haya sido lo que sea... no traes comida? le dijo el albail. Dice: No, no traigo nada; traigo dineros, pero no traigo comida. Pues ser suficiente para que, llegando al pueblo, podamos comer algo. Dice:No; antes de bajar al pueblo hay que pagarnos las deudas: dice hay que pasar por este monte, que enseguida hay un pueblo que yo conozco le dijo el sastre. Pero tenan que pasar por un monte, un bosque escabroso, todo de espinos, de zarzas y de cosas de sas. Y el albail le deca: Pero hombre, si no podemos pasar por aqu! Dice: S vamos a pasar. Elsastre,cuandoel otro no sedabacuenta,silbaba porlobajoyalseleabrael camino perfectamente, pero al albail cada vez peor se le iba poniendo. Y cuando llega-ron a un sitio donde haba todo buenos espinos y abrojos y todo eso, pues el sastre em-pez a tocar, yel albail a danzar; y saltos y saltos y vengan cosas y eso, hasta que lo destroz entero, toda la piel.Dice: Bueno, t te das por convencido de que ahora nos pagamos las deudas? Dice: Pero eres demasiado exagerado. NARRATIVA 17 Fuiste t ms, que me arrebataste la vista. Y ahora no te voy a decir nunca quien me dio a m la felicidad de volverla a tener, lo que t no vas a tener. All se vengaron los dos y despus se separaron; el otro qued all destrozado todo. (no 111, 646-48) Este cuento presenta una historia simple de estructura lineal y sencilla. Suspersonajessonsimplescaricaturasynosedesarrollanplenamente comosucedeenelcuentomoderno.Comocadacuento,Losdosviaje-rostieneprlogo,partecentralyeplogo.Lahistoriaempiezaconlos protagonistasenaccin:doshombresdepocosmedios,unsastreyun albail, viajan buscando trabajo. La parte central comienza con la buena intencindelsastre,queaceptacompartirsucomidaconsucompaero de viaje, el albail. En este momento el sastre, uno de los dos personajes, seconvierteenpersonajeprincipal,enelprotagonistadelahistoria.El suspense y el inters, que el lector siente por el desarrollo del argumento, se centran en torno a cmo va a terminar la historia: el sastre se quedar ciego o suceder algo y recuperar su vista? el que le quit la vista ser castigado? En el desarrollo del cuento se ve que el inters llega a su ma-yor punto cuando los dos viajeros se encuentran otra vez. Esta vez, el sas-tre ya ha recuperado la vista y tiene mucho dinero. Al contrario, el alba-il, que le haba quitado los ojos a cambio de un poquito de comida, est sindinero,semueredehambreydesesperadopidelaayudadelsastre. Entonces el lector espera ver el final de la historia: el albail no logra ga-nar la piedad del sastre que se venga de l. El mito (o fbula) y el cuento (o cuento popular) son formas primi-tivasdelcuentomodernoytienenelementosquetambinseencuentran en el cuento moderno (estructura, asunto, trama, personaje, etc.). CUENTO Cuentoesunaformaliterariamoderna(sigloXIX),quetienesuori-gen en el cuento popular (mientras que la novela nace de la pica). Es un relato breve, de asunto ficticio, en el cual predomina el elemento fantsti-co.Lostericosquehanestudiadoelcuentomodernorefirindosealas cualidades que debe tener un cuento logrado, afirman que el cuento debe a) tratar un solo acontecimiento (Bosch 29), b) tener una unidad de efecto o de impresin (Poe 303),INTRODUCCIN A LA LITERATURA 18 c) presentar solamente un personaje principal, una simple emocin o un conjunto de emociones (Matthews 52),d) tener la misma riqueza y precisin de un poema lrico (Poe 303).El cuento empez a desarrollarse, como gnero literario diferente, en el sigloXIX(May1995:1).Unoscrticossealanqueelcuentomoderno empezenlosEstadosUnidosconlasobrasdeIrving,HawthorneyPoe (May 1995: 6-8 y Rohrberger 10). Otros afirman que el cuento moderno se origina en el siglo XIX tanto en Europa, con las obras de Anton Chejov y GuydeMaupassant,comoenlosEstadosUnidos,conlaobradeEdgar Allan Poe (Gullason 14 y 16). Sin embargo, cuentistas y tericos del mun-do hispnico, como Horacio Quiroga, Juan Bosch y Julio Cortzar, aceptan como grandes maestros del gnero tanto a los americanos como a los euro-peos(QuirogaXXXIV,Bosch12y14yCortzara.386,388,390yb. 400). II CUENTO Y CRTICA LITERARIA

21 Elcuentosehaestudiadoescasamentecomogneroliterarioenrela-cinconla novelay la poesa. Por supuestocuentistasy tericos presti-giosos a nivel internacional han realizado estudios importantes (Pacheco yBarreraLinares1993).Enelpresentetrabajonoslimitaremosaunos representativos cuentistas/tericos. Edgar Allan Poe Edgar Allan Poe es un escritor clsico y sumamente reconocido y co-nocidoporsucontribucindecisivaaldesarrollodelcuentomoderno, tantoconsucuentsticacomoconsuobracrtica.EnsureseaHawt-horne y la teora del efecto en el cuento, sobre el libro de cuentos Twice Told Tales del mencionado escritor norteamericano, seala que el cuen-toa. pertenece a las ms altas regiones del arte [] (305), b. a travs de la exposicin de los motivos presentados debe crear un efecto nico [] (304), c. debe tener unidad de efecto o impresin (303), d.eslaformaliterariaque,comoelpoematambin,debeproducir unaexaltacindelalmaquenopuedesostenersedurantemucho tiempo (303), e. en relacin con las otras formas literarias posee cierta superioridad, incluso sobre el poema (304), f. forma el ejercicio del ms alto talento (303).Con este cometario Poe, traza las lneas que definen la esttica del cuento moderno (295-309). Antn Chejov AntnChejov,escritorclsicorusoymaestrodelcuentomoderno,a travsdesucorrespondenciaconotrosescritoresyeditores,haofrecido unateoraestticabastantecompletasobrelascualidadesesencialesdel cuentologrado(315-23).Lospuntosmsimportantesdesuestticaen forma resumida son los siguientes: a. El escritor debe ser cuidadoso y mostrar autocontrol en cuanto a la descripcin de la naturaleza y de los personajes, evitando el exceso dedetalles,paranocansarallector(321).Elcuentologradopre-INTRODUCCIN A LA LITERATURA 22 sentamarcosescnicosclarosyconcretosparaqueellectorcon losojoscerradosseobtengaenlamenteunaimagenclara (318). Adems los personajes deben ser descritos a travs de sus acciones (318). b. El cuento debe tratar elementos objetivos porque el lector es el que debeaadirporsmismoloselementossubjetivosdequecarece el cuento (320-21). c. El cuento debe ser breve (321). d.Elcuentistadebecuidarsudiccinomitiendocadaadjetivoosus-tantivo innecesario (321-22). Horacio Quiroga HoracioQuirogaesunodeloscuentistasmssobresalientesdeHis-panoamrica, que tambin reflexion sobre aspectos tericos del cuento. Tuvounimpactodecisivosobre la literaturahispana,especialmentecon su Manual del perfecto cuentista, que resume su pensamientosobre el arte de escribir cuentos a travs de una serie de consejos tiles (XXXIV). Este manual consiste en diez puntos, entre los cuales se seala que: a.El buen cuentista debe tener modelos valiosos de importancia inter-nacional,comoPoe,Maupassant,KiplingyChejov,sincaerenla imitacin. b. El comienzo y el final son de suma importancia para un cuento lo-grado:noempiecesaescribirsinsaberdesdelaprimerapalabra adonde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras lneas tie-nen casi la misma importancia que las tres ltimas. c.LaprecisinenelusodellenguajeesindispensableNoadjetives sin necesidad []. d. La extensin del cuento es limitada, por eso el buen cuentista To-ma los personajes de la mano []. Lasobservaciones deQuiroga, aplicadas tambin en obra cuentstica, tienenpuntosencomnconlaestticadeChejov,Poe,CortzaryJuan Bosch entre otros (la brevedad, la precisin de la expresin etc.). Julio CortzarJulio Cortzar fue un gran admirador de Poe. Escribi dos ensayos so-breelcuento:AlgunosaspectosdelcuentoyDelcuentobreveysus NARRATIVA 23 alrededores(379-96 y 397-408 respectivamente).1 En el primero Cort-zar trata algunas caractersticas del cuento como gnero literario. Empie-za comparando el cuento con la novela y seala su analoga con la pelcu-la y la fotografa; el cine y la novela se consideran como algo abierto, mientras que la fotografa y el cuento se consideran como algo limitado, cerrado (384). Cuando habla de lo abierto / limitado o cerrado Cortzar se refiere a la historia / argumento del cuento: [] en el cine como en la novela, la captacin de esa realidad ms amplia y multi-forme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, [] en unafotografaouncuentodegrancalidad[]elfotgrafooelcuentistaseven precisados a escoger y limitar una imagen o un acontecimiento que sean significati-vos [] que sean capaces de actuar en el lector comouna especie de apertura [] (385).As Cortzar por una parte insiste en el acontecimiento limitado y por otra en la apertura hacia una realidad mucho ms amplia (385). Cortzar da ms importancia al cmo se cuenta que a lo qu se cuenta (385). Por eso sostiene que la intensidad y la tensin son cualidades primordialesdelcuento,sealandoquetantolaintensidaddelaaccin como la tensin del relato son el producto de lo que antes llam el oficio delescritor[](391).Laintensidadserefierealaeliminacinde cada ideaquenoseaabsolutamentenecesaria; latensineslacapaci-dad del autor de mantener viva la atencin del lector. Estas dos cualida-des, intensidad y tensin, que Cortzar atribuye al cuento logrado, se refieren tanto al tema como a la tcnica del escritor (387).Juan BoschJuan Bosch empieza subrayando que el escritor debe tener vocacin de cuentistaparapoderescribircuentos(9).AligualqueQuirogayotros, Bosch ha sealado que el cuento debe ser relato de un hecho nico (9). Este hecho tiene que ver con el tema del cuento y debe ser importante y de valor universal.El temade un cuento logrado debe conmover al lector y, por supuesto, para poder lograr esto el cuentista debe manejar muy bien la tcnica de escribir cuentos; adems, el tema debe tener la habilidad de de-terminar la accin en el cuento, la cual debe ser dirigida por el autor (15- 1SegnCarlosPachecoyLuisBarreraLinares(1993),elprimerensayodeCortzar se public por primera vez en Casa de las Amricas, vol. II, no 15-16, 1963; y el segun-doenltimoRound(1969)yenJulioOrtega,Compilador,LacasilladelosMorelli (1973). INTRODUCCIN A LA LITERATURA 24 22). Bosch se preocupa tambin por el comienzo y el final del cuento sea-landoqueelcuentodebetenercomienzoyfinalnaturales.Elcomienzo debeestarmuycercaalmeollodelcuentoeintroducirelhechoallector para despertar de golpe su inters (13-14). Bosch hace una continua com-paracin del cuento con la novela, en la cual sobresalen tres puntos:a. el cuento es intenso, mientras que la novela es extensa,b. en el cuento el tema da accin, mientras que en la novela la accin se determina por los personajes, c.elcuentistadebeguiarasuspersonajes,mientrasqueelnovelista los sigue (22-23). III ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CUENTO 27 1. TEMA, MOTIVO, LEITMOTIF (O LEITMOTIVO) Tema Tema es el motivo fundamental de una obra literaria, que se forma de la unidad de los conceptos del texto, y no el hecho alrededor del cual se cons-truye la historia (o el argumento); es decir, el tema se relaciona con las ide-as que se expresan en un texto literario y marca la base ideolgica del tex-to; es [...] una sntesis o punto entre la historia y la forma lingstica de una obra literaria (Virgilo y otros 8). Adems Tomachevski aclara que, To be coherent, a verbal structure must have a unifying theme running through it. Consequently, both the selection and the development of the theme are im-portant aesthetically [] (Lemon y Reis 63). As, en el cuento es indiscu-tible la importancia del tema pues es lo que despierta el inters del lector.Losrasgosmsimportantesquecaracterizaneltema,segnLzaro Carreter y Correa Caldern, son dos:a. la claridad y b. la brevedad (31). El tema se expresa mediante una oracin o frase corta, formada de una palabra abstracta (el amor, la injusticia, la soledad, etc.) o general (el ni-o, la mujer, etc.) acompaada de complementos. Si uno emplea muchas palabras para presentar el tema de un cuento, se ha desviado de su prop-sito y ha definido algo que, por supuesto, no es el tema.El tema de un cuento puede ser:a. explcito, cuando se presenta en el texto directamente, ob.implcito,cuandose presenta indirectamente; en este caso el lector tiene que estudiar el cuento detenidamente para encontrarlo (Ayuso de Vicente y otros 371).As,enlafbuladeEsopoElloboylaoveja, quehemoscitadoante-riormente,eltemaeselvalordelaverdad;enestecasoeltemaes explcito, se expresa de una manera muy directa y se encuentra en forma demoralejaenlaltimafrasedeltexto,Elloboentonces,concientede que le haba dicho la verdad, la dej marchar. En el cuento popular Los INTRODUCCIN A LA LITERATURA 28 dos viajeros, el tema se revela fcilmente al final del cuento: la maldad se castiga. Sin embargo, con frecuencia el tema de un cuento no es expl-cito; tampoco es necesariamente un mensaje didctico o una moraleja. Hecho (o suceso o acontecimiento)Hecho (o suceso o acontecimiento) es la reduccin de la historia (o ar-gumento)deuncuentoaunaoracin.As,elhechodelcuentoLaSu-namita de Ins Arredondo, que sigue, es: Una joven hurfana se sacri-fica casndose involuntariamente con su to moribundo presionada por l para heredarlo. MotivoMotivo segn los formalistas rusos, es la ms pequea e indescompo-nibleunidad temticadeltexto,por ejemplo,la niaest enferma, la joven se casa, el hombre va al campo etc.; es cada una de las unidades menores que forman el tema de la obra (Tomachevski 185).Tomachevski distingue los motivos en: I.a) estticos yb) dinmicos (188) Losmotivos estticos se relacionan con una situacin, un estado, que permite la descripcin de personajes y del espacio fsico / social que los rodea.Losmotivosdinmicosserelacionanconlamodificacindeuna situacin y corresponden siempre a una accin de los personajes. II. a) ligados / asociados yb) libres (186)Los motivos ligados / asociados corresponden a unidades cardinales y sonindispensablesparalacoherenciadelahistoria.Losmotivoslibres corresponden a unidades marginales y pueden omitirse sin destruir la co-herencia de la historia; sin embargo, los motivos libres son importantes a nivel de la trama (Lemon y Reis 68).Leitmotif (o leitmotivo)Leitmotiv (o leitmotivo) es cada motivo, situacin, frase, verso o figu-ra del discurso (imagen, metfora, etc.) frecuentemente fundamental, que aparece de manera insistente en una obra literaria. NARRATIVA 29 Ins Arredondo (Mxico, 1928-1989) InsArredondoestudiLetrasHispnicas,ArteDramticoyBiblioteconoma.Du-rante sus estudios conoci a muchos espaoles exiliados de la Guerra Civil y descubri a los autores de la generacin de 27, a Juan Jos Arreola, a Juan Rulfo y a Rosario Cas-tellanosentreotros.Empezapublicarsusprimeroscuentosenrevistas.En1979se publicsusegundolibroRosubterrneo,queganelPremioXavierVillaurrutia.En 1988 se editaron sus Obras completas. Se considera una de las mejores escritoras mexi-canas del siglo XX. La SunamitaYbuscaronunamozaportodoeltrminodeIsrael,yhallarona Abisag Sunamita, y trajronla al rey. Y la moza era hermosa, la cual calentaba al rey, y le serva; mas el rey nunca la conoci.Aquel fue un verano abrasador. El ltimo de mi juventud. Tensa, concentrada en el desafo que precede a la combustin, la ciudad arda en una sola llama reseca y deslumbrante. En el centro de la llama estaba yo, vestida de negro, orgullosa, alimentando el fuego con mis cabellos rubios, sola. Las miradas de los hom-bres resbalaban por mi cuerpo sin mancharlo y mi altivo recato obligaba al saludo defe-rente. Estaba segura de tener el poder de domear las pasiones, de purificarlo todo en el aire encendido que me cercaba y no me consuma. Nada cambi cuando recib el telegrama; la tristeza que me trajo no afectaba en ab-soluto la manera de sentirme en el mundo: mi to Apolonio se mora a los setenta y tan-tosaosdeedad;queravermeporltimavezpuestoqueyohabavividoensucasa como una hija durante mucho tiempo, y yo senta un sincero dolor ante aquella muerte inevitable.Todoestoeraperfectamentenormal,yningnestremecimiento,ningnau-gurio me hizo sospechar nada. Hice los rpidos preparativos para el viaje en aquel mis-mo centro intocable en que me envolva el verano esttico. Llegu al pueblo a la hora de la siesta. Caminando por las calles solitarias con mi pequeo veliz en la mano, fui cayendo en el entresueo privado de realidad y de tiempo que da el calor excesivo. No, no recorda-ba, viva a medias, como entonces. Mira, Licha, estn floreciendo las amapas. La voz clara, casi infantil. Para el diecisis quiero que te hagas un vestido como el de Margari-ta Ibarra. La oa, la senta caminar a mi lado, un poco encorvada, ligera a pesar de su gordura,alegreyvieja;yoseguaadelanteconlosojosentrecerrados,atesorandomi vaga, tierna angustia, dulcemente sometida a la compaa de mi ta Panchita, la hermana demimadre.Bueno,hija,siPepenotegusta...peronoesunmalmuchacho.S, habadichoesojustamenteaqu,frentealaventanadelaTichiValenzuela,conaquel gozosuyo,inocenteymaligno.Caminunpocoms,nubladosyalosladrillosdela acera,ycuandolascampanadasresonaronpesadasyreales,dandoporterminadala siesta y llamando al rosario, abr los ojos y mir verdaderamente el pueblo: era otro, las amapas no haban florecidoyyoestaballorando,conmivestido deluto, delante dela casa de mi to. El zagun se encontraba abierto, como siempre, y en el fondo del patio estaba la bu-gambilia.Comosiempre.Peronoigual.Mesequlaslgrimasynosentquellegaba, INTRODUCCIN A LA LITERATURA 30 sino que me despeda. Las cosas aparecan inmviles, como en el recuerdo, y el calor y elsilenciolo marchitabantodo.Mis pasos resonarondesconocidos,yMarasaliami encuentro. Porqunoavisaste?Hubiramosmandado...Fuimosdirectamentealahabitacin del enfermo. Al entrar casi sent fro. El silencio y la penumbra precedan a la muerte. Luisa, eres t? Aquella voz cariosa se iba haciendo queda y pronto enmudecera del todo. Aqu estoy, to. Bendito sea Dios, ya no me morir solo. No diga eso, pronto se va aliviar. Sonri tristemente; saba que le estaba mintiendo, pero no quera hacerme llorar. S,hija,s.Ahoradescansa,tomaposesindelacasayluegovenaacompaarme. Voy a tratar de dormir un poco. Mspequeoqueantes,enjuto,sindientes,perdidoenlacamaenormeysobrena-dando sin sentido en lo poco que le quedaba de vida, atormentaba como algo superfluo, fueradelugar,igualquetantosmoribundos.Estose hacaevidentealsaliralcorredor caldeado y respirar hondamente, por instinto, la luz y el aire. Comenc a cuidarlo y a sentirme contenta de hacerlo. La casa era mi casa y muchas maanas al arreglarla tarareaba olvidadas canciones. La calma que me rodeaba vena tal vez de que mi to ya no esperaba la muerte como una cosa inminente y terrible, sino que seabandonabaalosdas,aunfuturomsomenoscortoolargo,conunadulzurain-consciente de nio. Repasaba con gusto su vida y se complaca en la ilusin de dejar en m sus imgenes, como hacen los abuelos con sus nietos. Treme el cofrecito ese que hay en el ropero grande. S, se. La llave est debajo de la carpeta, junto a San Antonio, trela tambin.Y revivan sus ojos hundidos a la vista de sus tesoros. Mira,estecollarseloregalatutacuandocumplimosdiezaosdecasados,lo compr en Mazatln a un joyero polaco que me cont no s qu cuentos de princesas aus-triacas y me lo vendi bien caro. Lo traje escondido en la funda de mi pistola y no dorm un minuto en la diligencia por miedo a que me lo robaran... La luz del sol poniente hizo centellear las piedras jvenes y vivas en sus manos es-clerosadas. ... este anillo de montura tan antigua era de mi madre, fjate bien en la miniatura que hay en la sala y vers que lo tiene puesto. La prima Begoa murmuraba a sus espaldas que un novio... Volvan a hablar, a respirar aquellas seoras de los retratos a quienes l haba visto, tocado. Yo las imaginaba, y me pareca entender el sentido de las alhajas de familia. Te he contado de cuando fuimos a Europa en 1908, antes de la Revolucin? Haba queirenbarcoaColima...yenVeneciatutaPanchitaseencaprichconestosaretes. Eran demasiado caros y se lo dije: Son para una reina... Al da siguiente se los compr. T no te lo puedes imaginar porque cuando naciste ya haca mucho de esto, pero entonces, en 1908, cuando estuvimos en Venecia, tu ta era tan joven, tan... To, se fatiga demasiado, descanse. Tienes razn, estoy cansado. Djame solo un rato y llvate el cofre a tu cuarto, es tu-yo. Pero to... Todo es tuyo y se acab!... Regalo lo que me da la gana. NARRATIVA 31 Su voz se quebr en un sollozo terrible: la ilusin se desvaneca, y se encontraba de nuevo a punto de morir, en el momento de despedirse de sus cosas ms queridas. Se dio vuelta en la cama y me dej con la caja en las manos sin saber qu hacer. Otrasvecesmehablabadelaodelhambre,delaodelmazamarillo,dela peste, y me contaba historias muy antiguas de asesinos y aparecidos. Alguna vez hasta canturre un corrido de su juventud que se hizo pedazos en su voz cascada. Pero me iba heredando su vida, estaba contento. El mdico deca que s, que vea una mejora, pero que no haba que hacerse ilusio-nes, no tena remedio, todo era cuestin de das ms o menos. Una tarde oscurecida por nubarrones amenazantes, cuando estaba recogiendo la ropa tendida en el patio, o el grito de Mara. Me qued quieta, escuchando aquel grito como un trueno, el primero de la tormenta. Despus el silencio, y yo sola en el patio, inmvil. Una abeja pas zumbando y la lluvia no se desencaden. Nadie sabe comoyo lo terri-bles que son los presagios que se quedan suspensos sobre una cabeza vuelta al cielo. Lichita, se muere!, est boqueando! Veteabuscaralmdico...No!Iryo...llamaadoaGaraparaqueteacompae mientras vuelvo. Y el padre... Trete al padre. Sal corriendo, huyendo de aquel momento insoportable, de aquella inminencia sor-da y asfixiante. Fui, vine, regres a la casa, serv caf, recib a los parientes que empeza-ron a llegar ya medio vestidos de luto, encargu velas, ped reliquias, continu huyendo enloquecida para no cumplir con el nico deber que en ese momento tena: estar junto a mi to. Interrogu al mdico: le haba puesto una inyeccin por no dejar, todo era intil ya. Vi llegar al seor cura con el Vitico, pero ni entonces tuve fuerzas para entrar. Sab-a que despus tendra remordimientos Bendito sea Dios, ya no me morir solo pero no poda. Me tap la cara con las manos y empec a rezar. Vino el seor cura y me toc en el hombro. Cre que todo haba terminado y un es-calofro me recorri la espalda. Te llama. Entra. Noscomolleguhastaelumbral.Erayadenocheylahabitaciniluminadapor unalmparaveladoraparecaenorme.Losmuebles,agigantados,sombros,yunaire extraoestancadoentornoalacama.Lapielsemeeriz,porlosporosrespirabael horror a todo aquello, a la muerte. Acrcate dijo el sacerdote. Obedec yendo hasta los pies de la cama, sin atreverme a mirar ni las sbanas. Es la voluntad de tu to, si no tienes algo que oponer, casarse contigo in articulo mor-tis, con la intencin de que heredes sus bienes. Aceptas? Ahogu un grito de terror. Abr los ojos como para abarcar todo el espanto que aquel cuarto encerraba. Por qu me quiere arrastrar a la tumba?... Sent que la muerte roza-ba mi propia carne. Luisa... EradonApolonio.Tuvequemirarlo:casinopodaarticularlasslabas,tenala quijada cada y hablaba movindola como un mueco de ventrlocuo. ... por favor. Y call, extenuado. Nopodams.Saldelahabitacin.Aqulnoeramito,noselepareca...Here-darme,s,peronolosbienessolamente,lashistorias,lavida...Yonoqueranada,su INTRODUCCIN A LA LITERATURA 32 vida, su muerte. No quera. Cuando abr los ojos estaba en el patio y el cielo segua en-capotado. Respir profundamente, dolorosamente. Ya?... Se acercaron a preguntarme los parientes, al verme tan descompuesta. Yo mov la cabeza, negando. A mi espalda habl el sacerdote. Don Apolonio quiere casarse con ella en el ltimo momento, para heredarla. Y t no quieres? pregunt ansiosamente la vieja criada. No seas tonta, slo t te lo mereces. Fuiste una hija para ellos y te has matado cuidndolo. Si no te casas, los sobri-nos de Mxico no te van a dar nada. No seas tonta! Es una delicadeza de su parte... Y luego te quedas viuda y rica y tan virgen como ahora ri nerviosamente una prima jovencilla y pizpireta. La fortuna es considerable, y yo, como to lejano tuyo, te aconsejara que... Pensndolo bien, el no aceptar es una falta de caridad y de humildad. Eso es verdad, eso s que es verdad. No quera darle un ltimogusto al viejo, un gusto que despus de todo deba agradecer, porque mi cuerpo joven, del que en el fondo estabatansatisfecha,notuvieraningunaclasedevnculosconlamuerte.Mevinieron nuseasyfueelltimopensamientoclaroquetuveesanoche.Despertcomodeun sopor hipnticocuandomeobligaronatomarlamanocubierta desudorfro.Mevino otra arcada, pero dije S. Recordaba vagamente que me haban cercado todo el tiempo, que todos hablaban a la vez, que me llevaban, me traan, me hacan firmar, y responder. La sensacin que de esa noche me qued para siempre fue la de una malfica ronda que giraba vertiginosa-mente en tomo mo y rea, grotesca, cantando yo soy la viudita que manda la ley y yo en medio era una esclava. Sufra y no poda levantar la cara al cielo. Cuando me di cuenta, todo haba pasado, y en mi mano brillaba el anillo torzal que vi tantas veces en el anular de mi ta Panchita: no haba habido tiempo para otra cosa. Todos empezaron a irse. Si me necesita, llmeme. Dele mientras tanto las gotas cada seis horas. Que dios te bendiga y te d fuerzas. Feliz noche de bodas susurr a mi odo con una risita mezquina la prima jovencita. Volvjuntoalenfermo.Nadahacambiado,nadahacambiado.Porlomenosmi miedo no haba cambiado. Convenc a Mara de que se quedara conmigo a velar a don Apolonio, y slo recobr el control de mis nervios cuando vi que amaneca. Haba em-pezado a llover, pero sin rayos, sin tormenta, quedamente. Continu lloviznando todo el da, y el otro, y el otro an. Cuatro das de agona. No tenamos apenas ms visitas que las del mdico y el seor cura; en das as nadie sale de su casa, todos se recogen y esperan a que la vida vuelva a comenzar. Son das espiritua-les, casi sagrados. Sicuando menoselenfermohubiera necesitadomuchoscuidadosmishoras hubie-ran sido menos largas, pero lo que se poda hacer por aquel cuerpo aletargado era bien poco. LacuartanocheMaraseacostenunapiezaprximaymequedasolasconel moribundo. Oa la lluvia montona y rezaba sin conciencia de lo que deca, adormilada ysinmiedo,esperando.Losdedossemefueronaquietando,poniendomorosossobre lascuentasdelrosario,yalacariciarlassentaqueporlasyemasmeentrabaesecalor ajenoypropioquevamosdejandoenlascosasyquenosesdevueltotransformado: NARRATIVA 33 compaero,hermanoquenosanticipaladulcetibiezadelotro,desconocidaysabida, nuncasentidayquehabitaenlamduladenuestroshuesos.Suavemente,condelicia, distendidos los nervios, liviana la carne, fui cayendo en el sueo. Debo haber dormido muchas horas: era la madrugada cuando despert; me di cuenta porque las luces estaban apagadas y la planta elctrica deja de funcionar a las dos de la maana.Lahabitacin,apenasiluminadaporlalmparadeaceitequeardasobrela cmodaalos piesdelaVirgen,merecord lanoche delaboda,demiboda...Haca mucho tiempo de eso, una eternidad vaca. Desde el fondo de la penumbra lleg hasta m la respiracin fatigosa y quebrada de donApolonio.Ahestabatodava,peronol,eldespojopersistenteeincomprensible que se obstinaba en seguir aqu sin finalidad, sin motivo aparente alguno. La muerte da miedo, perolavidamezclada,imbuidaen lamuerte, da unhorror que tienemuypoco que ver con la muerte y con la vida. El silencio, la corrupcin, el hedor, la deformacin monstruosa,ladesaparicinfinal,esoesdoloroso,perollegaaunclmaxyluegova cediendo, se va diluyendo en la tierra, en el recuerdo, en la historia. Y esto no, el pacto terrible entre la vida y lamuerte que se manifestaba enese estertor intil, poda conti-nuar eternamente. Lo oa raspar la garganta insensible y se me ocurri que no era aire lo que entraba en aquel cuerpo, o ms bien que no era un cuerpo humano el que lo aspiraba yloexpela;setratabadeunamquinaqueresoplabayhacapausascaprichosaspor juego,paramatareltiemposinfin.Nohabaallunserhumano,alguienjugabacon aquel ronquido. Y el horror contra el que nada pude me conquist: empec a respirar al ritmo entrecortado de los estertores, respirar, cortar de pronto, ahogarme, respirar, aho-garme... sin poderme ya detener, hasta que me di cuenta de que me haba engaado en cuanto al sentido que tena el juego, porque lo que en realidad senta era el sufrimiento y la asfixia de un moribundo. De todos modos, segu, segu, hasta que no qued ms que unsolorespirar,unsoloalientoinhumano,unasolaagona.Mesentmstranquila, aterradaperotranquila:habaquitadolabarrera,podaabandonarmesimplementey esperar el final comn. Me pareci que con mi abandono, con mi alianza incondicional, aquello se resolvera con rapidez, no podra continuar, habra cumplido su finalidad y su bsqueda persistente en el vaco. Niunadespedida,niundestellodepiedadhaciam.Continueljuegomortallarga-mente, desde un lugar donde el tiempo no importaba ya. Larespiracincomnsefuehaciendomsregular,mscalmada,aunquetambin ms dbil. Me pareci regresar. Pero estaba tan cansada que no poda moverme, senta elletargodefinitivamenteanidadodentrodemicuerpo.Abrlosojos.Todoestaba igual. No. Lejos, en la sombra, hay una rosa; sola, nica y viva. Est ah, recortada, ntida, consusptaloscarnososyleves,resplandeciente.Esunapresenciahermosaysimple. La miro y mi mano se mueve y recuerda su contacto y la accin sencilla de ponerla en el vaso.Lamirentonces,ahoralaconozco.Memuevounpoco,parpadeo,yellasigue ah, plena, igual a s misma. Respiro libremente, con mi propia respiracin. Rezo, recuerdo, dormito, y la rosa in-tacta monta la guardia de la luz y del secreto. La muerte y la esperanza se transforman. Peroahoracomienzaaamaneceryenelcielolimpioveo,alfin!,quelosdasde lluviahanterminado.Mequedolargoratocontemplandoporlaventanacmocambia todo al nacer el sol. Un rayo poderoso entra y la agona me parece una mentira; un gozo injustificado me llena los pulmones y sin querer sonro. Me vuelvo a la rosa como a una INTRODUCCIN A LA LITERATURA 34 cmplice, pero no la encuentro: el sol la ha marchitado. Volvieron los das luminosos, el calor enervante; las gentes trabajaban, cantaban, pero don Apolonio no se mora, antes bienparecamejorar.Yoloseguacuidando,peroyasinalegra,conlosojosbajosy descargandoenelesmeroporservirlotodamiabnegacinremordidayexacerbada:lo que deseaba, ya con toda claridad, era que aquello terminara pronto, que se muriera de una vez. El miedo, el horror que me producan su vista, su contacto, su voz, eran injusti-ficados,porqueellazoquenosunanoerareal,nopodaserlo,ysinembargoyolo senta sobre m como un peso, y a fuerza de bondad y de remordimientos quera desem-barazarme de l. S,donApoloniomejorabaaojosvistas.Hastaelmdicoestabasorprendido,no poda explicarlo. Precisamente la maana en que lo sent por primera vez recargado sobre los almo-hadonessorprendaquellamiradaenlosojosdemito.Hacauncalorsofocanteylo haba tenido que levantar casi en vilo. Cuando lo dej acomodado me di cuenta: el viejo estaba mirando con una fijeza estrbica mi pecho jadeante, el rostro descompuesto y las manostemblonasinconscientementetendidashaciam.Meretirinstintivamente,des-viando la cabeza. Porfavor,entrecierralospostigos,hacedemasiadocalor.Sucuerpocasimuertose calentaba. Ven aqu, Luisa. Sintate a mi lado. Ven. S, to me sent encogida a los pies de la cama, sin mirarlo. No me llames to, dime Polo, despus de todo ahora somos ms cercanos parientes. Haba un dejo burln en el tono con que lo dijo. S, to. Polo, Polo su voz era otra vez dulce y tersa. Tendrs que perdonarme muchas co-sas; soy viejo y estoy enfermo, y un hombre as es como un nio. S. A ver, di S, Polo. S, Polo Aquel nombrepronunciado pormislabiosmeparecaunaaberracin, meproduca una repugnancia invencible. Y Polo mejor, pero se torn irritable y quisquilloso. Yo me daba cuenta de que lu-chaba por volver a ser el que haba sido; pero no, el que resucitaba no era l mismo, era otro. Luisa,treme...Luisa,dame...Luisa,arrglamelasalmohadas...dameagua... acomdame esta pierna... Mequeratodoeldarodendolo,alejndome,acercndome,tocndolo.Yaquella mirada fija y aquella cara descompuesta del primer da reaparecan cada vez con mayor frecuencia, se iban superponiendo a sus facciones como una mscara. Recoge el libro. Se me cay debajo de la cama, de este lado. Me arrodill y met la cabeza y casi todo el torso debajo de la cama, pero tena que alargarlomsposibleelbrazoparaalcanzarlo.Primeromepareciquehabasidomi propio movimiento, o quiz el roce de la ropa, pero ya con el libro cogido y cuando me reacomodaba para salir, me qued inmvil, anonadada por aquello que haba presentido, esperado: el desencadenamiento, el grito, el trueno. Una rabia nunca sentida me estreme-ci cuando pude creer que era verdad aquello que estaba sucediendo, y que aprovechndo-se de mi asombro su mano temblona se haca ms segura y ms pesada y se recreaba, se NARRATIVA 35 aventuraba ya sin freno palpando y recorriendo mis caderas; una mano descarnada que se pegaba a mi carne y la estrujaba con deleite, una mano muerta que buscaba impaciente el hueco entre mis piernas, una mano sola, sin cuerpo. Melevantlomsrpidamentequepude,conlacaraardindomedecorajeyver-genza, pero al enfrentarme a l me olvid de m y entr como un autmata en la pesa-dilla: se rea quedito, con su boca sin dientes. Y luego, ponindose serio de golpe, con una frialdad que me dej aterrada: Qu! No eres mi mujer ante Dios y ante los hombres? Ven, tengo fro, calintame la cama. Pero qutate el vestido, lo vas a arrugar. Lo que sigui ya s que es mi historia, mi vida, pero apenas lo puedo recordar como un sueo repugnante, no s siquiera si muy corto o muy largo. Hubo una sola idea que mesostuvodurantelosprimerostiempos:Estonopuedecontinuar,nopuedeconti-nuar. Cre que Dios no podra permitir aquello, que lo impedira de alguna manera. l, personalmente. Antes tan temida, ahora la muerteme pareca la nica salvacin. No la de Apolonio, no, l era un demonio de la muerte, sino la ma, la justa y necesaria muerte para mi carne corrompida. Pero nada sucedi. Todo continu suspendido en el tiempo, sin futuro posible. Entonces una maana, sin equipaje, me march. Result intil. Tres das despus me avisaron que mi marido se estaba muriendo y me llamaba. Fui a ver al confesor y le cont mi historia. Lo que lo hace vivir es la lujuria, el ms horrible pecado. Eso no es la vida, padre, es la muerte, djelo morir!Morira en la desesperacin. No puede ser. Y yo? Comprendo, pero si no vas ser un asesinato. Procura no dar ocasin, encomindate a la Virgen, y piensa que tus deberes... Regres. Y el pecado lo volvi a sacar de la tumba. Luchando, luchando sin tregua, pude vencer al cabo de los aos, vencer mi odio, y al final, muy al final, tambin venc a la bestia: Apolonio muri tranquilo, dulce, l mismo. Pero yo no pude volver a ser la que fui. Ahora la vileza y la malicia brillan en los ojos de los hombresquememiran yyomesiento ocasin de pecado paratodos, peor que la ms abyecta de las prostitutas. Sola, pecadora, consumida totalmente por la llama impla-cable que nos envuelve a todos los que, como hormigas, habitamos este verano cruel que no termina nunca. (88-96) Tema En la mayora de las obras literarias el tema es implcito; por lo tanto, se debe deducir de la correlacin de las ideas, de la accin, de la conduc-ta de los personajes y de los comentarios del narrador. As, en La Suna-mita, el tema es la explotacin de la mujer en el ambiente machista y se revela a travs de los comentarios de la narradora / protagonista referi-dos: a) al miedo y a la repulsin que Luisa, la protagonista, senta ante la idea de casarse con su to moribundo, simplemente para recibir su heren-cia, b) a las relaciones de ella con su viejo to convertido en esposo, c) al deseo de huir de la casa desu esposo, d)a la obediencia a los represen-INTRODUCCIN A LA LITERATURA 36 tantes del orden social establecido de su ambiente, que primero la presio-naron a casarse con su viejo to y luego la obligaban a soportarlo y con-vivir con l, porque esto le daba vida a l y e) a sus sentimientos de frus-tracinporellamismayporsuposicinentrelossereshumanosdesu ambiente.Motivo y leitmotif (o leitmotivo): A fin de desarrollar el tema, la autora hace uso de dos motivos princi-pales, los cuales se convierten en recurrentes (leitmotivos) a lo largo del relato:a)eldeseo,elcualsersiempresofocadoporlaprotagonistay satisfechoporelviejotoyb)lamuerte,alaqueconduceeldeseoen ambos casos y con el que est estrechamente ligada. La muerte es real, en el caso de Apolonio, e interior, en el caso de Luisa. Tanto el deseo como la muerte se van presentando a travs de una su-cesin de imgenes, muchas de ellas simblicas: a. el deseo unveranoabrasador,eldesafoqueprecedealacombustin, la ciudad arda, en el centro de la llama estaba yo, alimentan-doelfuegoconmiscabellosrubios,elaireencendido,elen-sueo ... que da el calor excesivo, el calor y el silencio marchita-ban todo, el calor enervante, Haca un calor sofocante, con la cara ardindome de coraje y vergenza, etc. b. la muerte vestida de negro, mi to Apolonio se mora, con mi vestido de luto, El silencio y la penumbra precedan a la muerte, Bendito seaDios,yanomemorirsolo,igualquetantosmoribundos, mi to ya no esperaba la muerte como un a cosa inminente y terri-ble,yseencontrabadenuevoapuntodemorir,Luchitase muere,porlosporosrespirabaelhorroratodoaquello,ala muerte,casarsecontigoinarticulomortis,conlaintencinde queheredessusbienes,Sentquelamuerterozabamipropia carne, mi cuerpo joven no tuviera ninguna clase de vnculos con lamuerte,mequedasolasconelmoribundo,Lamuerteda miedo,Perolavidamezclada,imbuidaenlamuerte,daun horrorquetienemuypocoqueverconlamuerte...,elpactote-rrible entre la vida y la muerte, la asfixia de un moribundo, La muerteylaesperanzasetransforman,deseaba...quesemuriera de una vez, Su cuerpo casi muerto, una mano muerta que bus-NARRATIVA 37 cabaimpacienteelhuecoentremispiernas,ahoralamuerteme pareca la nica salvacin, mi marido se est muriendo y me bus-caba, Eso no es la vida, padre, es la muerte. Djelo morir!, Mo-rira en la desesperacin, Apolonio muri tranquilo, dulce, etc. CUENTOS PARA ESTUDIO COMPLEMENTARIO Jess Castellanos (Cuba, 1879-1912) JessCastellanosnacienLaHabana.EstudiDerechoytrabajcomoperiodista colaborandoconrevistasydiarios.Fueconocidoyreconocidocomoescritordecuen-tos. Su obra, distanciada de las influencias espaolas, se inserta dentro del realismo con notas regionales y criollas. Su libro de cuentos De tierra adentro (1906) lo convierte en precursor de la cuentstica nacional.En las montaas es un cuento representativo del arte cuentstico de Castellanos, en el cual a travs de una descripcin ejemplar de la naturaleza de la montaa cubana plan-tea el tema de las diferencias sociales que determinan las relaciones humanas.En las montaas En aquel entonces, a los veintiocho aos era yo maestro pblico en un barrio rural de Vuelta Abajo, en plena entraa de la sierra de los rganos. He de decirle a usted - continu mi amigo Pedrall alargndome la taza de caf, coro-nada de una vaga respiracin azul -, que aquella sierra, veinte aos atrs, era un pedazo denuestraislaquesibiendescubiertoporloshombresnopodadecirsequehubiese sidoconquistadoporcompleto.Laescuelaeraelcentrodeundistrito,enelquelos alumnos venan cubiertos de sudor y polvo con la merienda hecha para pasar todo el da fuera.1 Sosegada y muelle, era la sierra una amazona robusta que no entenda de otros amo-resquelosdelosvenadosypuercosjbarosquevenanacobijarsebajosusbvedas hmedasyllenasderumores.Suregazotranquilolescubrasiemprelaretiradaenlas luchasconlosduroscazadores,yparaellostenalechosfrescosdehojas,pastoabun-dante de bellotas, palmiche y buena y sedosa grama, conciertos asombrosos de un mun-do alado que cantaba hasta la media noche, y perfumes puros de la selva pero qu per-fumes!...Noloshegozadodespuscomoaquellosquetraaelterraltodaslastardes despus de haberse colado por entre las hojas nuevas y los gajos florecidos, y que era el mismohlitoantiguoypurodelacreacin...Nadiehubierapodidosuponertodala vida que lata en aquella sierra que se tenda jorobada y comoretorcida de horizonte a horizonte,erizadoellomodecrespayduravegetacin!2Tenasualma,nohayduda: porquemeensemuchascosasquedespusmehanorientadoenlaciudad;ynose puedeensearsinosetieneunpocodealma...Perovayaustedasaberestosmiste-rios!... INTRODUCCIN A LA LITERATURA 38 Bien... Pues all fue donde, al callar una tarde los cascabeles de mi mulo frente a una casita toda blanca, vecina lejana de una tienda de camino, se apoder de mi espritu una turbacinparecidaaladeRobinsonalserarrojadoporelnaufragioalacosta.Crame usted que si yo no hubiera tenido un temperamento dulzn, fcil a identificarme con los secretos de la naturaleza, y si por otra parte no hubiese sido aficionado a taer la flauta y a herborizar un poco, en el primer crepsculo de la montaa me hubiese despeado sobre el barranco de los Pinos. Ms tarde am la montaa. Oiga usted esta pgina de mi vida de ermitao cuyo re-cuerdo me hace cerrar los ojos como el aroma de una hoja seca que nos embalsama al abrir una gaveta abandonada.Sucedi bajo el medioda fulgurante de un domingo de julio, en la poca en que la naturalezacantaportodassushierbasondulantesytodossusinsectosencelo...Me-tiendolasnaricesenlosherbazalesyseccionandohojasperfumadas,avanzabaporel sendero de la montaa, en la parte ms pelada que deriva al norte, cuando me encontr a la vuelta de unos riscos caprichosos como nubes, a Catela, la muchacha de los Prez, de Sitio Escondido, abrigada en la sombra circular de una baria gigantesca y absorta en la operacin de labrarse un pito con un canuto tierno de pin. Catalinasegnelpadre,quehabaqueridoescogerunnombrerumbosoparasu hija, Catela segn la madre y todos los monteros de la sierra, que le enviaban un sa-ludo con el ltigo al pasar a su vera con el ganado, haba aceptado voluntariamente el papel de pastora de las cinco vacas del corral a la edad en que todas las muchachas co-mienzan a adornarse con rosas la cabeza y a bajar los domingos al pueblo con zapatos apretados. Hubierasidointilhacerlaentrarporcosasmsseriasypropiasparacasarlabien. Catela era una codorniz selvtica para quien el matrimonio hubiera sido una jaula, y que una vez que tuvo que pasar diez das en el pueblo al lado de su madre enferma, alzaba decontinuoelcuellopara ver,sobreelventanndelfondo,susierraquerida queazu-leaba all a lo lejos, bajo el palio de las nubes.3 Observando sus diecisis aos absolutamente perdidos, inst muchas veces a sus pa-dres para que le quitasen las vacas y el cuje de guayabo, y me la enviasen a la escuela. Catela oa todo desde su taburete alejado, mascando silenciosa el extremo de una espiga deheno,ynoentrabacomosushermanasperipuestasysushermanosciclpeos,enla charla de las tardes de verano. Me miraba callada con sus grandes ojos bovinos, hechos a la impasibilidad de la naturaleza; se haba habituado a verme aparecer a menudo por la guardarraya del sitio y acaso tena en lo hondo de su alma dormida un fondo de agrade-cimientoparaaquelnicoserquelaestimabacapazdealgoserio,aellaqueerauna pobre bestia sumisa. Y digo que me lo agradeca, porque en la tosca atencin conque me apartabaunapiedradelcaminoomesaludabadelejosconelextremodeldelantalal acompaarme al anochecer hasta la tranquera que haba de cerrarse, haba algo del gesto solcito del perro que quiere ser carioso con su protector... Desengese, maestro conclua siempre el padre con un ademn de rudo escepti-cismo; la cabra tira al monte y con sta no sacar usted nada... Y Catela le daba la razn con su horror positivo a todo lo que fuese cultivo espiri-tual. ...As fue que nunca estuvo ms en carcter Catela, que cuando en un medioda de julio me la encontr subida como una cabra sobre los riscos escarpados, bajo la sombra de una baria y ocupada en labrarse un pito rstico con un fragmento de pin...NARRATIVA 39 A su alrededor sala de las hierbas el tintineo de las esquilas. Las vacas, medio hun-didas unas en la fronda, echadas las otras sobre el csped, lucan la piel ocre y brillante a la caricia del sol. De una, avanzada hasta el otro lado de la cresta, slo se vea la ca-bezabienarmada,erguidacomoporunasbitaimpresindeespanto.Entreellas,y confiados, saltaban como motas ligeras algunos pjaros que buscabangranos en el es-tircol. Y alzados, volviendo cndidos la gualda cabeza al sol, asomaban sobre la hier-baquemadaatrechos,manojosdegirasoles...Enaquelcuadro,ymsinconsciente acaso que las flores de la montaa, representaba Catela al hombre...4 Santa Eduviges, nuestra patrona, y qu sorpresa se llev al verme naufragando en la hierba alta del sendero y hacindome una proa con el gran paraguas rojo!... Eh! El maestro aqu arriba!... Pero cmo ha podido usted trepar por esta vereda de chivos?... Oh, maestro, usted se est volviendo loco... Habasalidodesurincnacolchadoconhierbas,ybalancendosealcaminar,las manospuestasenjarras,memirabarindoseacarcajadas.Qudistintaparecavivir allsualma,dentrodelamismacortezabellaysalvaje!Mehablabaconsoltura,con unalibertaddedueaquerecibeensucasa,queantesnolehubieraconocidocuando entrelossuyoslavea.Comoquienencuentrauncamarada,acabporlimpiarmecon las manos un sitio en las piedras, cerca del suyo. Luego se par a mirarme de nuevo, como si no se convenciera an de la presencia de mi saco y mi paraguas, imponentes en aquellos matorrales aromosos y vrgenes. Y as, recortando sobre el suelo su figura fuerte, dibujada bajo sus lienzos claros, era la misma hada de las montaas que se corona de guirnaldas y lleva siempre los pies mojados en el agua de las fuentes... Empec a explicarle el motivo de mi presencia en aquellos breales, mi mana de picar hojas y flores que no tena nada que ver, como ella hubiese credo, con el ejercicio de la Medicina. Con algo de orgullo doctoral entreabr el bolsillo amplio del levitn y ella puso sucabezajuntoamishombrosparamirarasombradaelfondo,dondeseapretabanlos hierbajos y corolas seccionados. Del bolsillo subi un vaho dulce a savia tierna... De pronto se detuvo, aguzando el odo. Esprese, maestro, ya esas condenadas se han regado... Y las llam por sus nombres. Pinta, Loba, Juguete!... Lasbusc,fundindosehaciaabajoenlasmaniguasfrescasenladireccindelos cencerros que latan dbilmente. Por encima de las hierbas y eclipsndose al paso de las aromas espinosas y los guaos lanceolados, flotaba su sombrero de paja adornado con una gran espiga rubia... Volvi a poco, arrinconando al ganado hacia la parte ms limpia de zarzales, y el canto de los cencerros rod ms cerca, quejumbroso y acompasado. Rosa-da y sudorosa, se ech al suelo, junto a m, y as quedamos largo rato, con los ojos pues-tos en la sierra de enfrente, de cara al valle que temblaba en el aire caliente, y posedos por el silencio augusto de las cosas...Y bien, mi buena pastora, cmo es que puedes pasarte la vida as, como una guinea de la sierra?... Le tendrs mucha ley a las montaas; conocers sus secretos eh?... Call un rato, y al fin me respondi sin mirarme, hipnotizada por la lnea sinuosa del horizonte: Esquelasquiero...porquelasquiero...Porquesoyunatonta...Porqueellasme quieren... y tanto que s, maestro!... INTRODUCCIN A LA LITERATURA 40 Luego,alzandounmomentolosojosamyvolvindolosalsuelo,murmurtoda roja, haciendo con la punta de la vara trenzados en la tierra: Austed...austedselopuedodecir... porqueustednocreequeyoseaunabestia cerrera, como creen los otros. Usted es muy bueno y, me lo dispensa usted?, con usted tengo confianza... Pues bien, las montaas tienen tambin sus adentros,como las gen-tes... Usted ve aquellas lagunas blancas? Pues esos son los ojos de la sierra, y cuando se desbordan es que estn llorando,.. Y yo lo s concluy confidencialmente porque todo me lo ha contado una vieja que por esta sierra curaba a los monteros hasta el lti-mo ao. Un bramido melanclico sali de all abajo y, al llegar a la cuesta en alas del viento, un crujido prolongado y agrio sacudi el tronco de la baria. Dirase que desde la tierra baja, alguien nos mandaba una queja. Mire usted maestro continu, aquellas tres jorobas que tiene la sierra, conforme mira usted de frente, son tres hermanas jimaguas, y la madre es el monte greudo y es-peso que se viste de rosa todas las tardes, all a la derecha. Eran tres seoritingas orgu-llosas que no encontraron novio aqu abajo y empezaron a crecer y a crecer para entrar en trato con las estrellas y buscar marido en el cielo. Pero un da cay de all arriba una piedraencendida,yellascomprendieronquetampocolasqueranlasestrellas.Desde entonces,estnahparadasytiesascomosolteronasdejndosecrecerlamelenade palmas y majaguas... y a continuacin encarrilaba una nueva leyenda. All en el otro lado, en la herradura del palmar, hay una piedra blanca que usted puede ver empinndo-se un poco; por all pasaba cada mes, con su recua y sus gangarrias hasta bajar al valle, Migueln el carbonero, de quien habr odo usted hablar a los viejos. Una vez las brujas celebraronunvelorioenelbosqueyavisaronalcarboneroparaquenopasaraaesa hora. Migueln, testarudo, pas con su recua, y la montaa tembl toda y, abriendo un canjiln inmenso, se lo trag. Todava se oye en las noches de luna el golpe de los cen-cerrosquelloran:tan,tin!tan,tin...Vamosavermaestro,ustedquesabetanto,a quenomedicequsucedicuandosecasaronesemontetangrandequeseveahora todo morado y la loma pelada que se ve asoleada a su izquierda?... Y ante mi negativa humilde, prosigui embelesada: Pues sucedi que fueron a la ceremonia todos los otros montes, llevando encima lo mejor y ms oloroso de sus flores: el novio, viejo y feo como usted lo ve, entr en celos y ah tiene usted que mueve un temporal con los matojos y las pencas de las palmas, y empieza a arrojar hacia abajo un aguacero de piedras grandes y negruzcas. Entonces el buen Dios, que se haba levantado temprano aquella maana, mand un chubasco sobre el viejo, y pronto se hizo un ro que dividi al energmeno de la novia y los parientes... Es aquel arroyo que usted ve colgando desde arriba como un pauelo... Cuando se ca-san dos por esta sierra, all van a tomar de su agua fresca, que les asegura la paz. Ve usted el nacimiento en la cresta?... En l baja a beber por las madrugadas una estrellita verde...5 Oyndolaabsorto divagar,habarecogidodelsuelounacampanillasilvestre:aspi-rando el aroma tierno y lechoso y escuchando a un tiempo el relato, me pareca que era Catela quien me perfumaba hasta lo ntimo del alma. Meaproximaellasinhablar.Elsilenciodelamontaa,dondesuvozresonaba comoelacentodeunposedo,mehabaidoimpresionandolentamente,ymiespritu, blandodenaturaleza,ibadeslizndoseensuavecadahaciaunamelancolainocente. Un rumor fresco de hojas sobre hojas acariciaba los odos... NARRATIVA 41 Pero es eso cierto?... exclam al fin con un estirn de todo el cuerpo y como sa-liendo de un sueo. Ella se haba quedado muy seria. Loveusted?mascullcontrariada.Yatambinustedseburlademiscosas... Nohedebidocontarlenada...Ahoramellamarustedtontaycontarallabajotodo, todo esto que no se comprende ms que aqu en la montaa... De repente, pareciendo cambiar de idea, call. Se haba levantado y arrastrando los pies sobre los guijarros, fijaba la vista en el extremo del valle donde la cordillera haba tomado un matiz de acero profundo. Tenemos agua dijo simplemente. Poniendo la barba sobre su hombro, mir al sitio que sealaba su dedo. El brazo tos-tado y terso, desnudo hasta ms arriba del codo, me interrumpa la visual con una nota de piel brillante, y pareca sealarme el camino del Paraso.De las ropas usadas, salpi-cadas de manchas verdosas, emerga un recio olor a carne fresca mezclado con jugos de hierbas,unolorparecidoaldeesasdiablicasbebidasquepreparanlosfrailesenlas tierras clidas de la Provenza... No lo ve usted, maestro?... Al frente, como quien va para la costa... Sobre las faldas de las lomas comenzaron a pasar las nubes, cargadas, apoplticas, or-gullosascomoseoronas.Grandesmanchasdesombraquebajabandesdelascrestasal pie, afrentaban rpidamente el manto de verdor y luego, pasando sobre nuestras cabezas, entristecanunmomentoeltonobrillantedelashojas.Asfuedurantemediahora...Al caboempezallegardelotroladounhlitofresco,hmedo,salutfero,embriagador, henchido de perfume y voces de la sierra...; y toda una parvada de auras se esparci por el cielo, revolando como un hormiguero desorientado, perdindose unas en el gris de lo alto, rasando otras las copas vecinas con grandes aletazos.Una culebra de plata brill un ins-tante desgajando en el valle una palma y con el ronquido tremendo lleg la seal del prin-cipio.Gruesasgotas,rectascomoperdigones,agujerearonlashojassecas...Noquise aceptar la cabaa de vara en tierra, que a una voz de nuestro puesto me brindara Catela. Aquelinmensoteatrodemecnicanatural,meatabaconsusgrandezasestupendas,y sobrelagravadelmonteseclavaronmispiesperezososydormidos,defrentealvalle, que un velo espeso haba empezado a desdibujar. Con un signo llam a Catela y bajo el paraguas rojo, grande como una tienda mora, pasamos el chubasco, arrullados por el bra-mar de las ramas altas. En nuestro derredor, asustado y temblndole las carnes se agrup el rebao, buscando el abrigo de la baria, y marcando su espanto con un loco repique de las esquilas. Juntos ella y yo en la misma piedra, apretados para mejor aprovechar la proteccin del paraguas,laconversacinsehizomsntima.Quisosaberparaquservanesosbejucos picadosqueescondayoenmibolsillo,verlos,palparlos,penetrarlavirtudespecialque forzosamente haban de tener. Eran fragmentos de tallos, de flores, pequeas hojas de cala-doesqueleto,corolasseccionadasporsueje.Unvstagorecincortadoasomabaensus extremosunagotadeunblancopursimo:diraseuntoquelevsimodeesmaltedeplata. Varias hojas de caimito, rotas a trechos, dejaban ver la separacin de los dos pigmentos. Un manojo de hierba-luisa le perfum las manos al recogerlo del suelo... Respire aqu, maestro... Y me pas las manos cerca del rostro. En mis labios bailaba un beso que no le di... Pero qued estremecido en lo ms hondo, y desde entonces el calorde su cuerpo junto INTRODUCCIN A LA LITERATURA 42 al mo, me fue ms dulce y voluptuoso. Ella haba bajado los ojos como si comprendiera mi turbacin... Catela, dime, no has tenido novio nunca? Estfrasema,dichaconvozinsegura,sonenmediodelasalmodiamurmurante del aguacero, con un tono extrao y conmovido. Me asust a m mismo y no me atrev a mirar de frente a mi compaera. Catela se haba separado de m levemente y, avergon-zada, como temerosa, me daba la espalda... No?... Nunca?... insist sobre su hombro. Ella jugaba con la vara en el csped hmedo. Fue una gran pausa, y al cabo tuvo que ponerse toda roja como un hermoso geranio de los bosques, para decirme mirndome a los ojos: No s; no me hable de eso... maestro... Yo soy una tonta... no s... Habacesadodellover.Rasgndoseatrechoselvelodenieblas,fuedescubriendo todo el valle, y al fondo, en la cadena azul, el hilo del arroyo cabrille un momento. En el palio de nubes se abri un pedazo de cielo y fue una boca por donde el sol comenz a rer.Desdenuestrospieshastaabajo,unareddearroyuelosnuevosbajabacantando entre las piedras, hinchados y alegres entre el brillo de las matas recin lavadas. Mirandodenuevoalamuchachalaencontrencantadora.Ensuderredorflotaba una atmsfera de dulce romanticismo del que no poda evadirme. Y all, en su atmsfe-rapropia,descortezndolacomoaunrboldeentraasaromticas,ibadivinizndola pocoapoco.Sehabaquedadoabsortasobrelapiedra,lospiesenlaarenatodava inundada... Fue as la media hora de fraseo infantil y tmido. Rajamosjuntos.Losdosbajoelparaguasysinhablarnos.Delante,reposadasy puestas en vereda, nos marcaban el paso con sus cencerros las cinco vacas, en una cli-da y movida nota de color. Y decas t, Catela, que las montaas se casaban?... Bajando de la sierra, sus pensamientos volvan a serenarse y su locuacidad encanta-dora se entorpeca. Dicenas,maestro... Mire; deaquellalomapicuda,terminadaencucurucho,y de esa otra gorda y coloraduzca han salido todas esas lomas tamaitas que usted ve. Y son muy felices. Les dicen en el pas Pepn y Pepilla... All van los pjaros a anidar porque Pepn y Pepilla les dan siempre paja y musgo, y no dejan entrar a los cazadores... Yo la llevaba asida de mi brazo. Las orejas se me haban puesto encarnadas y la res-piracin se me haca difcil. De pronto me par, y le dije bruscamente, casi sin pensarlo. Y no nos podramos casar nosotros tambin?... Vamos, al decir t y yoAy, maestro!... qu cosas! fue su respuesta. Se alej dos pasos de m y la vi que temblaba al andar de pies a cabeza. Yo me haba puestoelparaguasalhombro,comounfusil,ysilbandoconfuso,lamirabadevezen cuando oblicuamente... Entonces fue ella quien se detuvo en el descenso de la cuesta. Pero es de veras...?me pregunt de hitoen hito ponindomelasmanos sobre los hombros.Entoncespaspormiespritualgoextraordinarioydesalentador.Mepareci que todo aquel hermoso sueo de la montaa se difumaba, y que la tierra baja en que de nuevo estbamos, me llamaba otra vez a mis deberes, a mis proyectos, a mis egosmos... Pens en mi porvenir; en mis anhelos burgueses de encontrar una rica heredera del parti-do, y ser junto a ella el alcalde del pueblo; en mis ansias intelectuales y refinadas, en mis exmenes ante los deslumbrados tribunales... Y entonces vi en Catela la pastora vulgar y NARRATIVA 43 supersticiosa, producto de un degradante medio social... Y en vez del olor acre yafrodis-aco que antes haba aspirado en sus carnes, sent el vaho del estircol de sus vacas. Y me pareci que en mis palabras sencillas haba dejado caer un compromiso tremendo que me ataba de por vida... Todo lo pens en un segundo de espantoso panorama!...6 Feroz, brutal, estpido, apart sus manos de mi pecho y no recog el beso que palpi-taba en sus labios... ...Vamos.,muchachamurmur.Todohasidounabroma...No sepuedeperder la cabeza... Verdad que es cosa de rerse?... Catelarecibieldisparoapechoabierto.Nodijonada,perodejirdoslgrimas gordas y sus brazos cayeron con desaliento. Seguimos en silencio. Despus cogi por un atajo con su rebao delante. Le estrech la mano con las dos mas, fuertemente y ya a medias arrepentido. Llevaustedrazn,maestro...dijoconvozfuerteenlaquepalpitabaundejode rencorsocial.Nosedebeperderlacabeza...Nodijomsysefuesinvolverlacara. Haba aprendido que hay capas sociales en el inundo; y esto fue lo nico que pude ense-arle en mis anhelos de maestro generoso... El cuje de guayabo al hombro y cogidos los extremos con ambas manos, la vi caminar a paso tardo entre las espigas altas, moteadas de rojo, de gualda y de morado... Al desvanecerse en el aire el latido dbil de las cam-panitas, me pareci que con ellas llamaba tambin el rebao a su pastora al orden esta-blecido de las cosas...7 (123-37) NOTAS 1 A travs de la descripcin de los alumnos se da una idea de la realidad social de la poca. 2 El narrador ofrece una descripcin de la vida de la sierra cubana, que se repite varias veces durante el desarrollo del cuento. 3 Elnarradordaallectorunaideaclaradelamentalidadydelmundocerradodela protagonista, Catela. 4 Esta descripcin de la naturaleza es importante porque define el mundo de Catela. 5 Eldilogoporunladoreflejalasencillezdelaadolescenteyporotrosufilosofa acerca del mundo de la sierra. 6 Castellanospresentadeformaejemplarladesigualdadsocialpastoraymaestro- que acondiciona las relaciones humanas. ACTIVIDADES 1.Cul es el tema de En la montaa? 2.Qu puede sugerir el ttulo? 3.Cmo interpreta Ud. el final del cuento? 4.Comente la importancia del paisaje en el cuento. Horacio Quiroga (Uruguay 1878 Argentina 1937) Horacio Quiroga es una figura sumamente importante en la cuentstica hispanoame-ricana,tantoporsuobraliterariacomoporsuobraterica.llogrcolocarelcuento hispanoamericanoenelcuentointernacional.Esrepresentantemximodelcriollismo con influencias de Checov, Kipling, Conrad y mayormente de Poe. Escribi cuentos de INTRODUCCIN A LA LITERATURA 44 horror,cuentossobrenaturales,cuentoserticosycuentosconprotagonistasanimales. EltemamsrecurrenteenlaobradeQuirogaeslamuertecomoconsecuenciadesu experiencia personal de la vida. Escribi varios libros de cuentos que se editaron en dos volmenes con el ttulo Cuentos completos (1978). El hombre muerto Elhombreysumacheteacababandelimpiarlaquintacalledelbananal.Faltbanles an dos calles; pero como en stas abundaban las chircas, y malvas silvestres, la tarea que tenan por delante era muy poca cosa. El hombre ech en consecuencia una mirada satis-fecha a los arbustos rozados, y cruz el alambrado para tenderse un rato en la gamilla. Mas a bajar el alambre de pa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbal sobre un tro-zo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientrascaa,elhombretuvolaimpresinsumamentelejanadenoverelmachetede plano en el suelo. Ya estaba tendido en la gamilla, acostado sobre el lado derecho, tal como l quera. Laboca,queacababadeabrrseleentodasuextensin,acababatambindecerrase. Estabacomohubieradeseadoestar,lasrodillasdobladasylamanoizquierdasobreel pecho. Slo que tras el antebrazo, e inmediatamente por debajo del cinto, surgan de su camisa el puo y la mitad de la hoja del machete; pero el resto ni se vea. El hombre intent mover la cabeza en vano. Ech una mirada de reojo a la empua-dura del machete, hmeda an del sudor de su mano. Apreci mentalmente la extensin y la trayectoria del machete dentro de su vientre, y adquiri, fra, matemtica e inexora-ble, la seguridad de que acababa de llegar al trmino de su existencia.1 Lamuerte.Eneltranscursodelavidasepiensamuchasvecesenqueunda,tras aos,meses,semanasydaspreparatorios,llegaremosanuestroturnoalumbraldela muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto que solemos dejarnos llevar placente-ramenteporlaimaginacinaesemomento,supremoentretodos,enquelanzamosel ltimo suspiro. Pero entre el instante actual y esa postrera aspiracin, qu de sueos, trastornos, es-peranzasydramaspresumimosdenuestravida!Qunosreservaanestaexistencia llenadevigor,antesdesueliminacindelescenariohumano!Essteelconsuelo,el placerylarazndenuestrasdivagacionesmortuorias:Tanlejosestlamuerte,ytan imprevisto lo que debemos vivir an! An?...Nohanpasadodossegundos:elsolestexactamenteenlamismaaltura; lassombrasnohanavanzadounmilmetro.Bruscamente,acababanderesolversepara el hombre tendido las divagaciones a largo plazo: se est muriendo. Muerto. Pero considerarse muerto en su cmoda postura. Peroelhombreabrelosojosymira.Qutiempohapasado?Qucataclismoha sobrevenido en el mundo? Qu trastorno de la naturaleza trasuda el horrible aconteci-miento? Va a morir. Fra y fatal e indudablemente, va a morir.2 El hombre resiste es tan imprevisto ese horror! Y piensa: Es una pesadilla; esto es! Qu ha cambiado? Nada. Y mira: No es acaso ese bananal su bananal? No viene todas lasmaanasalimpiarlo?Quinloconocecomol?Veperfectamenteelbananal,muy raleado,ylasanchashojasdesnudasalsol.Allestn,muycerca,deshilachadasporel viento. Pero ahora no se mueven Es la calma de medioda; pronto deben ser las doce. NARRATIVA 45 Por entre los bananos, all arriba, el hombre ve desde el duro suelo el techo rojo de su casa. A la izquierda entreve el monte y la capuera de canelas. No alcanza a ver ms, pero sabe muy bien que a sus espaldas est el camino al puerto nuevo; y que en la direc-cin de su cabeza, all abajo, yace en el fondo del valle Paran dormido como un lago. Todo,todoexactamentecomosiempre;elsoldefuego,elaire vibrante ysolitario,los bananosinmviles,elalambradodepostesmuygruesosyaltosqueprontotendrque cambiar Muerto!Peroesposible?Noessteunodelostantosdasenquehasalidoal amanecer de su casa con el machete enla mano? No est all mismo, a cuatro metros de l, su caballo, su malacara, oliendo parsimoniosamente el alambre de pa? Peros!AlguiensilbaNopuedever,porqueestdeespaldasalcamino;mas sienteresonarenelpuentecitolospasosdelcaballoEselmuchachoquepasatodas las maanas hacia el puerto nuevo, a las once y media. Y siempre silbando Desde el poste descascarado que toca casi con las botas, hasta el cerco vivo del monte que separa el bananal del camino, hay quince metros largos. Lo sabe perfectamente bien, porque l mismo, al levantar el alambrado, midi la distancia. Qu pasa, entonces? Es se o no un natural medioda de los tantos en Misiones, en su monte, en su potrero, en su bananal ralo? Sin duda! Gramilla corta, conos de hormi-gas, silencio, sol a plomo Nada,nadahacambiado.Slolesdistinto.Desdehacedosminutossupersona, personalidadviviente,nadatieneyaqueverniconelpotrero,queformlmismoa azada, durante cinco meses consecutivos; ni con el bananal, obra de sus solas manos. Ni consufamilia.Hasidoarrancadobruscamente,naturalmente,porobradeunacscara lustrosa y un machete en el vientre. Hace dos minutos: se muere. El hombre, muy fatigado y tendido en la gamilla sobre el costado derecho, se resiste siempre a admitir un fenmeno de esa trascendencia, ante el aspecto normal y montono decuantomira.Sabebienlahora:lasonceymediaElmuchachodetodoslosdas acaba de pasar sobre el puente. Peronoesposiblequehayaresbalado!...Elmangodesumachete(prontodeber cambiarlo por otro; tiene ya poco vuelo) estaba perfectamente oprimido entre sumano izquierda y el alambre de pa. Tras diez aos de bosque, l sabe muy bien cmo se ma-nejaunmachetedemonte.Estsolamentemuyfatigadodeltrabajodeesamaana,y descansa un rato como de costumbre. La prueba?...Pero esa gamilla que entra ahora por la comisura de su boca la plant l mismo, en panes de tierra distantes un metro uno de otro! Y se es su bananal; y se essumalacara,resoplandocautelosoantelaspasdealambre!Loveperfectamente; sabequenoseatreveadoblarlaesquinadelalambrado,porquelestechadocasial pie del poste. Lo distingue muy bien; y ve los hilos oscuros de sudor que arrancan de la cruz y del anca. El sol cae a plomo, y la calma es muy grande, pues ni un fleco de los bananos se mueve. Todos los das como se ha visto las mismas cosas. Muy fatigado, pero descansa slo. Deben de haber pasado ya varios minutos. Y a loas doce menos cuarto, desde all arriba, desde el chalet de techo rojo, se desprendern hacia el bananal su mujer y sus dos hijos, a buscarlo para almorzar. Oye siempre, antes quelasdems,lavozdesuchicomenorquequieresoltarsedelamanodesupadre: Piapi! piapi! No es eso?... Claro, oye! Ya es la hora. Oye efectivamente la voz de su hijo. INTRODUCCIN A LA LITERATURA 46 Qu pesadilla!... Pero es uno de los tantos das, trivial como todos, claro est! Luz excesiva, sombras amarillentas, calor silencioso de horno sobre la carne, que hace sudar al malacara inmvil ante el bananal prohibido. Muy cansado, mucho, pero nada ms. Cuntas veces, a medioda como ahora, ha cruzado volviendo a casa ese potrero, que era capuera cuando l lleg, y que antes haba sidomontevirgen.Volvaentonces,muyfatigadotambin,consumachetependiente de la mano izquierda, a lentos pasos. Puede an alejarse con la mente, si quiere; puede si quiere abandonar un instante su cuerpo y ver desde el tajamar por l construido, el trivial paisaje de siempre: el pedregu-llo volcnico con gramas rgidas; el bananal y su arena roja; el alambrado empequee-cido en la pendiente, que se acoda hacia el camino. Y ms lejos an ver el potrero, obra sola de sus manos. Y al pie de un poste descascarado, echado sobre el costado derecho y las piernas recogidas, exactamente como todos los das, puede verse a l mismo, como un pequeo bulto sobre la gramilla descansando, porque est muy cansado3 Pero el caballo rayado de sudor, e inmvil de cautela ante el esquinado del alambra-do, ve tambin al hombre en el suelo y no se atreve a costear el bananal, como deseara. Ante las voces que ya estn prximas Piapi!, vuelve un largo, largo rato las orejas inmvilesalbulto:ytranquilizadoalfin,sedecideapasarentreelposteyelhombre tendido. Que ya ha descansado. (81-3)NOTAS 1 El hombre empieza a darse cuenta que la muerte es inevitable. 2 La sensacin de la muerte domina en el cuento. 3 Laideadelcansancioqueserepitevariasveces,seasociaconeldesenlacedel cuento. ACTIVIDADES 1.Comente la funcin de la naturaleza en El hombre muerto. 2.Quin es el protagonista en este cuento? Por qu? 3.Comente la importancia del tiempo en este cuento. 4.Cul es el tema del cuento?5.Cmo interpreta Ud. el comienzo del cuento? NARRATIVA 47 2. TRAMA E HISTORIA (O ARGUMENTO)Historia(oargumento)eselconjuntodelosacontecimientospresen-tados en una obra, dispuestos en sucesin temporal y causal. Trama es la narracin de los acontecimientos tal como la presenta el escritor al lector sinmantenerlasecuenciatemporalocausalenqueocurrieron(Toma-chevski 183 y 186).La trama se distingue de la historia por las distorsiones temporales con las que el narrador presenta los hechos. As, el orden cronolgico a veces seinterrumpeporalgunosepisodiosquepuedenseranticipados(antici-pacinoprolepsisnarrativa)opospuestosocontadosvolviendopara atrs (posposicin o flash back o analepsis).Lahistoriaseconformaporunaseriedeacontecimientosordenados cronolgicamente, cuyo desarrollo se realiza a travs de los personajes que participan en un cuentoo enunanovela.Estospersonajes se caracterizan por relaciones diversas entre s, como por ejemplo la amistad, la envidia, el parentesco,etc.Estasrelacionesrecprocasentrelospersonajes,encada momento preciso, constituyen la situacin, segn Tomachevski (183). Por ejemplo,enelcuentoquesigue,Isabelita,elGallegoestconIsabelita mientrasqueellasueaconelhombreimaginariodelalmanaque.ElGa-llego desea apasionadamente a Isabelita, pero ella siente repulsin por l y est enamorada del joven de su fantasa para escapar de la realidad que es su casamiento con el Gallego, un hombre de la edad de su padre. As, te-nemos tres personajes: el Gallego, Isabelita y el joven del almanaque. Las relacionesentreellossoneldeseodelviejoporIsabelita,larepulsinde ella hacia l y el deseo de ella por el joven. La situacin se define por estas relaciones opuestas y cada uno de los personajes se liga con la situacin de unamaneradiferente.ElGallegoestfelizconsumujerjovenybonita; mientras ella siente temor y repulsin por l y para escapar de la realidad, que la tortura, se refugia en la fantasa. Desde la primera oracin del cuento, el lectorse enfrenta con una si-tuacin dramtica; es decir, un personaje est en conflicto con otros per-sonajes o con situaciones, que trata de sobrepasar. El conflicto es elemen-to bsico de la trama, porque fuerzas opuestas creansuspense y tensin. INTRODUCCIN A LA LITERATURA 48 As,enIsabelitalasituacindramticaenfocaenelcasamientoinvo-luntariodeunajovencita,Isabelita,conunhombreviejo,pornecesidad econmica.Onelio Jorge Cardoso (Cuba, 1912-1986) Onelio Jorge Cardoso se destaca como escritor de cuentos. A pesar de que inici su obraenladcadadel40dentrodelmarcodelatradicincostumbrista,suscuentosse insertan dentro del realismo. Presenta los conflictos agudos de su poca con una actitud crtica. Describe las zonas rurales de Cuba y la vida de los hombres y de las mujeres del campodeunamaneraquelograpresentarunarealidadesencial.Ganvariospremios nacionales (Premio Hernndez Cat, Premio Nacional de la Paz etc.). Su obra cuentsti-caconsistidaenvariosttuloscomoTaitadigaustedcmo(1945),Elcuentero (1958), Iba caminando (1961), Abrir y cerrar los ojos (1969), El hilo y la cuerda (1974) entre otros, se edit con el ttulo Cuentos (1975). Isabelita Ibacaminandotraselhombrequeseparecaasupadre.Eradelgadoynotanalto como l, pero balanceaba igualmente los brazos al andar. Las venas se le marcaban sa-lientes y abultadas, sujetas a la carne enjuta donde el trabajo rudo haba conservado los msculos a pesar de la edad. Era al atardecer y marchaba con el hombre a su rancho. En adelante vivira all, sera su mujer. El mundo de Isabelita casi caba en un puo. Era pequeo y secreto como una semi-lla. Pero a veces tambin se extenda desde la zanja donde se levantaba el rancho de los suyos hasta algunos dominios donde, empezaba el mar. Lo dems era manigua cerrada, puntademanglecrecido,chalanasporelaguacargadasdecarbn, hornosygentes de rostros, manos y ropas, cubiertos siempre por el polvo vegetal del carbn. Nada ms; si acasoalgnalmanaquequevenaalacasaaprincipiosdeaodondeseanunciabaun jabn y se vea la estampa a color de una mujer hermosa y en trusa. Las cosas no iban a cambiar mucho. Simplemente Isabelita semudaba dos kilme-tros ms adentro de la manigua donde estaban el rancho y los hornos del hombre. Unagarzablancapasvolandosobrelosmanglesylanzunchillido.Isabelitale-vant la cabeza sin perder el paso y le sigui el vuelo por un instante. Era tan blanca y limpialaplumacomolacabezadesupadrelosdomingos.Porquelosdomingoslse arrodillaba al borde de la zanja lavndose la cabeza con jabn y ella de pie a su lado le verta riendo el agua de la lata. Luego que se secaba aquella cabeza alta, luca blanquita as como la pluma de la garza. Cuando vaya a Jagey le voy a comprar zapatos, dijo el hombre. S, seor dijo ella. Vas a mejorar, vers. Y siguieron andando. Pasaron el rancho de Pepe Lesmes y l se asom a la puerta, cuadrado y pcaro como era, para saludar: Fe1icidades, Gallego, a ver si haces cra enseguida! Descuida, hembras no van a ser. NARRATIVA 49 Cras; haba pocas cras, pens Isabelita. En su casa misma su mam tena unas ga-llinitasyungalloblancodecrestarojayencendidaqueeraunprimor.Crastambin tenan otros ranchos dispersos por la manigua. Hasta de patos hubo. Recordaba lapata sacada de Lencho. Era un animalito navegando orgulloso delante de sus polluelos ama-rillos y el sol dndole a todos de plano. Una vez su padre le trajo a la casa una nida completa de yaguasa. Las yaguasitas chillaban desesperadas buscando siempre qu co-mer. Ella misma las cri hasta que fueron grandesy slo una se qued en la casa; una que no tema a nadie y que provocaba a todo el mundo. sa siempre al atardecer volaba a las piernas del padre. No trajiste ms ropa que la puesta? S, seor, traigo otra muda. ElGallegovolvilacabezasindetenerseyleechunamiradadearribaabajo.Ni siquiera se fij que ella le mostraba la otra muda en un bultito pequeo bajo el brazo. Habr que comprarte una ms. Ellasealegr.Cmoseralaropa?Unvestidonuevotalvez,quizs,quinsabe, delcolordelamujerdelalmanaque.Lamujerdelalmanaquenoestabasiempresola. Algunas veces haba un hombre con ella; joven, rubio, con la cara ms alegre del mun-do, los brazos fuertes y sin una vena que se le viera. Pero sobre todo la sonrisa de dien-tes parejos y sanos. Los dos beban cerveza o agarraban un jabn y lo enseaban o haba un tubo grande de pasta dentfrica sobre sus cabezas. Otra vez hubo un almanaque con la mujer vestida de azul. Estaba recogiendo flores en un prado. No se vea una raicita de mangle en el suelo. Todo era flores por todas partes. La mujer tena en la mano un gran sombrero de paja atado con una cinta roja. Por el sombrero se desbordaban los claveles y las azucenas y tambin haba florecitas bordadas en el vestido. Seguramente su vesti-do iba a ser as, tal vez, azul... Uncangrejoseatravesen eltrilloyella sedetuvoasustada. Yaibaa rerse desu miedoviendoalcangrejocmicoretrocederamenazanteconsustenazaslevantadas, cuando una brbara patada del Gallego lo levant en el aire yendo a caer el animalito en lazanja.Ellapassindecirnada,mirandodeladocmoempezabaahundirseenel agua todava con sus tenazas extendidas y sin vida. Eres del monte y te asustas? dijo y se ech a rer sin dientes. Cre que era un maj. Y, usted le tiene miedo a los majases? Alguno le tengo, s. Pues vyase acostumbrando, jeh!, jeh! dijo el viejo ms riente todava y buscn-dolelosojosaverquhabaenellos.PerolosojosdeIsabelitaerancomounpocode agua clara y nada ms. Ella por su parte pens en las palabras de su madre: Prtate como una mujer, Isabe-lita ; acurdate que ya tienes los catorce. Y se abochorn de haberse asustado. Una vez su padre haba dicho que Juana Vizcaya s era una mujer hacendosa como ninguna y porque no le andaba enseando los dientes a nadie. Su madre tambin era as callada y con los ojos azules. Una mujer pues era la que acompaa siempre a un hom-bre, tiene casa, le lava y le cocina y le cra los hijos al hombre. Una mujer era tambin comoaquellosdas,notanlejanosensumemoria,deagarraruntrozosecodebag, pintarle con carbn ojos y boca chiquitos y dormirlo luego cantndole en los brazos. Ustedpensarqueyopuedosersupadredijoelhombreyellaperdielpasopor primera vez. Qu te pasa ahora? pregunt. INTRODUCCIN A LA LITERATURA 50 Nada, tropec dijo y se qued esperando. Sehabandetenidoylsellevlasmanosalacintura.Lamirotravezdearriba abajo y al fin, volvindose aadi: No te olvides que tienes cuerpo de mujer. Ella no contest, pero su pensamiento volvi a volar. Una vez, apenas haca un ao, se imagin novia del hombre que sonrea en el almanaque. Se meti en el prado con l y hasta le quit el sombrero de flores a la mujer. Luego le puso un nombre al hombre, le llam Orlando. Y l le deca siempre: Qu bonitos ojos tienes, lstima que tengan due-o.Estosecantabatambin,peroOrlandolodecasincantar.As,pocoapoco,fue visitandomselpradoycadavezsequedabanmstiempoentrelasflores.Unavez hastaeltubodepastadesaparecisobresuscabezas,simplementeporqueOrlandolo corriparaensearleelluceroquesiempreacompaaalaluna.Enotraocasinella haba llegado primero que Orlando cuando empezaron a aparecer en el prado cocodrilos portodaspartes.Venanhaciaellasinremedio,yelladabavocesllamandoaOrlando desesperada, cuando l apareci volando en un caballo blanco y con un hacha nueva que tenalaetiquetatodavaenelmango.Ytrozalmediolomenosveintecocodrilos. Ah!, qu buenas memorias aquellas y qu delicado Orlando cuando la tom suavemen-te de la mano y llevndola a su cara tibia le dijo: Isabelita, te quiero. Quiero que ni te falte ni te sobre tampoco. Claro que debes comportarte! Era la voz del hombre y esta vez se sinti sacudida. S, seor, dijo.Ahora, mira; ah tienes el rancho de los dos. Se detuvo a mirar. No haba mucha diferencia entre el rancho de los suyos y ste. Arrea, yo me voy a asear dijo el hombre y le volvi la espalda. Ella se qued miran-do sin atreverse a entrar. Luego mir qu haca l; y l se arrodill junto a la zanja, apoy las manos en el suelo, se inclin hacia adelante y meti la cabeza en el agua. Despus la sac chorreante. La cabeza estaba un poco ms blanca. Sac una pastilla de jabn del bol-sillo y empez a enjabonarse. Isabelita no le quitaba los ojos a pesar de que la tarde estaba cayendo y ya no se vea bien. Pero al cabo vio lo que no hubiera querido ver: entre la os-curidad se notaba la sombra lechosa de la cabeza lavada. Y dio un grito entonces: Orlando! Y empez a correr desesperada por la manigua. El da siguiente amaneci nublado y la gente empez temprano a bajar por los cana-les con las chalanas cargadas. Pepe Lesmes se alegraba con que la gente pasara. Esto lo hacavolversemshabladorquedecostumbre.Poresoeraquecontabariendoloque casi le cost la noche enterarse: Ese viejo es un gallo! Si vieran cmo la agarr fuera del rancho y la hizo volver! YtodosreanoyendomientrasdentrodelpropioranchodePepeLesmes,Orlando tambin sonrea con el tubo de pasta gigante sobre su cabeza. (248-53) La trama de Isabelita La trama del cuento Isabelita, de Onelio Jorge Cardoso,no esmuy complicada.ElpersonajeprincipalesIsabelita,unapobreysoadora adolescente que haba pasado los pocos aos de su vida en un pequeo y desoladopueblo.LahistoriasecentraenlamarchadeIsabelitaydel NARRATIVA 51 hombre hacia el rancho de l y su llegada al rancho. Al final del cuento la trama es clara y se desarrolla alrededor del esfuerzo continuo de una jo-vencita de catorce aos de escapar de una realidad asfixiante. El respeto a lavoluntaddesupadreprimeroydesuesposodespus,apesardesus deseos personales, es impresionante. Las fuerzas que se ponen en contra de ella son su edad (es muy joven), su inocencia, su pobreza, su ambien-te, su obediencia y su casamiento involuntario. La edad es un antagonista silencioso y poderoso, que marca la relacin de Isabelita con los seres humanos que la rodean, y es la causa de la obe-diencia ciega a las decisiones de su padre. No es su corazn sino sus ca-torce aos y la mala situacin econmica de su familia que le dan nimo para seguir al hombre que se pareca a su padre a su rancho. A pesar de que no siente nada por este hombre, que tiene la edad de su padre, acept casarse con l, para asegurar as una vida sin que le falte ni le sobre nada.El medio ambiente de la manigua (terreno hmedo cubierto de malezas/ humedal/ cinaga/ pantano), donde ella vive, es otra fuerza opuesta a Isa-belita. El ambiente fsico descrito por el narrador: manigua cerrada, punta de mangle crecido, chalanas por el agua cargadas de carbn, hornos y gen-tesderostros,manosyropas,cubiertossiempreporelpolvovegetaldel carbn. Nada ms [...] define y limita a los personajes que lo habitan, de-termina las inhumanas condiciones de trabajo de los carboneros y alude a susituacineconmicamiserable.Isabelita,productodeestemedio,se deja en las manos de un hombre, el Gallego, y huye al mundo de la memo-ria y de la imaginacin para poder tolerar la dura realidad. La pobreza es tambin otra fuerza opuesta a Isabelita, estrictamente li-gada al ambiente de la manigua. Ella es hija de una familia del campo, de mediosescasos;poreso,lospadres,segnlasnormasestablecidasque rigen esa sociedad, desde temprano tienen que aprovecharse de la prime-raoportunidadqueaparezca,paracasarla,pensandosolamentecmo ofrecerle una vida asegurada y descuidando totalmente los deseos perso-nales de ella. Isabelita tambin es conciente del estado de su familia y de lavidaenelpantano,poresonoaceptaensuinterioraestehombre,el Gallego,queesmuchomayorqueella.Isabelitanotieneelderechode eleccin porque su situacin social se lo impide. La inocencia, relacionada directamente tanto con su edad como con el ambiente que la rodea, es otra fuerza opuesta a Isabelita. Ella es una mu-chachitamuyjovenqueviveenunambienteaislado,lejosdelmundo civilizado pero, adems, ella vive en su propio mundo interior, en su pro-pio aislamiento, en su pequeo e inocente mundo secreto: El mundo de INTRODUCCIN A LA LITERATURA 52 Isabelitacasicabaenunpuo.Erapequeoysecretocomounasemi-lla....Elambientecerradoyaisladodelmundocivilizadoprolongay esfuerza su inocencia. Por eso, cuando los vecinos felicitan al Gallego y le dicen a ver si haces cras enseguida!, Isabelita piensa en las gallinas ylosanimalitosdesuranchoynoenloshijosalosques