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NATURALEZA JURÍDICA DEL LITISCONSORCIO NECESARIOTESIS PROFESIONAL QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN DERECHO P R E S E N T A TANIA PAMELA CAMPOS MEDINA DIRECTOR DE TESIS: DR. JOSÉ ANTONIO LOZANO DIEZ CD. DE MÉXICO 2017 UNIVERSIDAD PANAMERICANA FACULTAD DE DERECHO CON RECONOCIMIENTO DE VALIDEZ OFICIAL DE ESTUDIOS ANTE LA S.E.P. CON NÚMERO DE ACUERDO 944893, DE FECHA 24-III-94

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“NATURALEZA JURÍDICA DEL LITISCONSORCIO

NECESARIO”

TESIS PROFESIONAL

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE

LICENCIADA EN DERECHO

P R E S E N T A

TANIA PAMELA CAMPOS MEDINA

DIRECTOR DE TESIS: DR. JOSÉ ANTONIO LOZANO DIEZ

CD. DE MÉXICO 2017

UNIVERSIDAD PANAMERICANA

FACULTAD DE DERECHO

CON RECONOCIMIENTO DE VALIDEZ OFICIAL DE ESTUDIOS ANTE LA S.E.P.

CON NÚMERO DE ACUERDO 944893, DE FECHA 24-III-94

II

A G R A D E C I M I E N T O S

Agradezco a Dios por cada detalle de mi existencia, por tanto amor, por todas las

bendiciones, por transformarme cuando es necesario y por dejarme conocerlo a

través de mi familia y de las amistades entrañables que me dejan ser parte de sus

vidas, gracias por recibirme tal como soy.

Papito Dios: Gracias por guiar cada paso y por tu infinita misericordia, gracias por

los dones que me regalas y por permitirme ponerlos a tu santo servicio; mi vida

entera confiada en tus manos.

A toda mi familia, en especial a mis papás, Tere y Jesús: No hay palabras para

agradecer el ejemplo de entrega y esfuerzo que han empleado para construir una

familia llena de amor y de confianza, gracias por todo lo que han sido capaces de

hacer a fin de enseñarnos a vivir. Les agradezco por enseñarnos a trabajar día a

día sin desatender a la familia, por forjar las bases de lo que somos. Gracias por

demostrarme que, aunque todo esto no ha sido fácil, con Dios al centro de nuestras

vidas, podemos cuidar del amor que ha sembrado en nuestra hermosa familia,

gracias por el honor de ser hija suya y poder formar parte del mejor equipo. Muchas

gracias por celebrar los logros, por corregir los errores, por impulsar los sueños y

respetar las decisiones, por acompañar en los fracasos y enseñarnos a levantarnos

de ellos, infinitas gracias por ser y por estar siempre. Cada día intentare seguir su ejemplo de amor y sencillez.

Mami: Gracias por ser el ejemplo más claro de amor, dedicación y comprensión.

Gracias por inspirarme y por la fe ciega que siempre has tenido en mis sueños, por

ingeniártelas para impulsarlos. Gracias por el amor constante que te permite

desprenderte de todo lo que has conseguido, a fin de compartirlo con quien lo

necesite, ¡Dios te bendiga siempre!

III

Papi: Gracias por enseñarme a distinguir lo que está bien y lo que no, por fortalecer

mi fe, por motivarme a construir a la persona que quiero ser, por guiarme al principio

de este viaje y por acompañarme en todo momento. Te agradezco por enseñarme

a amar a mis hermanos, por anteponer el amor al orgullo y mostrarme lo importante

que es “elegir las batallas”. Infinitas gracias por disfrutar la vida conmigo y por

recordarme quién soy cuando es necesario. Gracias por cada aventura y por

mostrarme que, con voluntad y trabajo, puedo conseguir cuanto me proponga.

A mis hermanos, Adri y Alex (Luis): No tengo idea de cómo agradecer que existan,

son tan trascendentes, que ni siquiera podría imaginar lo que hubiera sido vivir sin

ustedes. Gracias por la unión y la complicidad, por tantas risas y momentos de

felicidad. Gracias por esforzarnos para respetar nuestras diferencias con el fin de

seguir ayudándonos día a día. Hoy, que parece que cada uno cada uno tiene un

camino más definido, sólo quiero recordarles que creo y siempre creeré en sus

sueños, nunca olviden que lo apuesto todo por ustedes dos.

Alex: Gracias por enseñarme a vivir con los brazos abiertos para recibir cuanto amor

sea posible. Gracias también porque me has enseñado a ser valiente, a negociar, a

planear estrategias para conseguir lo que queremos, a reconciliar y a correr riesgos.

Gracias por entenderme, por mostrarme que el viaje es sencillo y que no debo

buscarle tantas complicaciones.

Adri: Gracias por tu apoyo e impulso constante y permanente. Me has enseñado a

confiar, a ser prudente y considerada, has demostrado que las personas cambian,

que cada quien tiene su momento, gracias por tu disposición para escucharme, por

las diferentes maneras de divertirnos, de viajar, de conocer y de perdonar. Gracias por ser el mejor consejero.

También, infinitas gracias al mejor maestro que he tenido y que, además, me ha

brindado el gran honor de ser su amiga, Magistrado Jaime Manuel Marroquín

IV

Zaleta. Gracias por ser el ejemplo vivo de la integridad, de la tenacidad, de lo que

significa ser Servidor Público; soy tan afortunada por haber podido trabajar a su lado

y aprender un poco de lo mucho que sabe. Le estaré eternamente agradecida por

confiar en mi desde el primer momento y regalarme la mejor oportunidad profesional

que jamás nadie me haya dado, gracias porque, tal vez usted no lo sepa, pero con

ello no sólo me devolvió la confianza en mi vocación profesional, sino que también

me motivó a seguir en el camino de esta hermosa profesión. No cabe duda de que

usted es una de las mayores bendiciones que me han regalado y queda claro que,

como siempre me dice “soy consentida de Dios” pues, de qué otra manera se

explicaría que yo hubiese llegado a trabajar en el momento adecuado, al tribunal

entonces liderado por “una gran leyenda”, el Magistrado Jaime Manuel Marroquín

Zaleta. Siempre agradecida por su confianza y amistad, por enseñarme a

desempeñar con amor la labor jurisdiccional.

Agradezco al Dr. José Antonio Lozano Diez, por todo su apoyo y amabilísima

disposición para la realización del presente trabajo de tesis, porque su ayuda es

pieza clave que me permite concluir una de las mejores etapas de mi vida. Toda mi

gratitud porque, aun siendo la máxima autoridad académica de nuestra querida

Universidad Panamericana y de tener las múltiples ocupaciones que dicho cargo

conlleva, siempre mantiene las puertas abiertas para escuchar nuestras peticiones

y brindarnos la mejor atención.

Por otro lado, agradezco al “Gallinero”, nuestro grupo de amigos tan peculiar como

entrañable. Gracias por compartir tanto los triunfos como las tragedias, académicas,

personales y profesionales, gracias por la dicha que fui sobrevivir con ustedes a la

carrera y por permitirme vivir momentos especiales con cada uno; qué maravilla

saber que contamos unos con otros. Muchas gracias Carlitos, Eri, Marce, Kike, Luzma, Faby, Maribel, Max, Naye, Tavo, Charlie, Xime, Stu, Ceci

y Bure.

V

A Ceci y a toda su familia, en especial a Sammy, la Sra. Flays y Don Robert, gracias

por tanto cariño y atenciones mientras estudiábamos y hasta el día de hoy, gracias

por recibirnos siempre, a mi familia y a mi, con los brazos abiertos. Ceci, eres la

mejor cómplice de aventuras y viajes, la vida pasa y vamos cambiando, lo mejor es

que aquí estamos y seguiremos.

A Bure, gracias porque hemos sido compañeras en TODO, porque nos ayudamos

cuando la carga es pesada y nos reímos siempre que hay motivos e incluso cuando

no, muchas gracias por lo que hemos recorrido y por impulsarme a dar este último

paso.

A Hildi, porque adoptarnos como hermanas ha sido de las mejores decisiones que

hemos tomado, porque es de lo más divertido compartir la vida en complicidad

contigo y mis hermanos, porque sabemos que estamos aquí, una para la otra.

Gracias a los “RF” porque contar con su amistad es otro regalo enorme, porque

compartimos lo esencial y nos hemos convertido en familia. Gracias por enseñarme

a vivir confiando en los planes de Dios, por permitirme estar en los momentos

importantes de sus vidas, gracias por inspirar mi crecimiento personal y ayudarme

a construir a la mujer que soy hoy, porque me han hecho creer en mi, aceptándome

tal cual soy. Muchas gracias Faby, Annie, Nat, Steph, Ana Dannie, Richie, Miguel,

Paquito y Ro.

Muchas gracias a Dany Nava, Gaby Téllez, Tahi y Jery, porque aprendimos juntas

que cada tropiezo te obliga a levantarte y conseguir algo mejor. Gracias por estar a

cada paso, respetando las diferencias y complementando nuestras vidas.

Asimismo, agradezco a Ángel Martínez y Abraham De Nova, porque fue

extraordinario aprender a crecer a su lado y porque siempre me he sentido apoyada

por ustedes, espero que el sentimiento sea recíproco. Muchas gracias por su

amistad.

VI

Gracias a José Raúl porque ha sido maravilloso empezar un nuevo camino contigo

y saber que estás apoyándome en todo momento, gracias, porque has sido gran

impulsor para la conclusión de este trabajo profesional.

Gracias infinitas a todos los que estuvieron antes de mi y que trazaron la ruta para

que hoy la vida sea tan placentera, gracias también a los que se encuentran hoy

enriqueciéndome con su presencia.

VII

Í N D I C E

DIRECTOR DE TESIS: DR. JOSÉ ANTONIO LOZANO DIEZ 1

I. FINALIDAD DE ESTE TRABAJO Y METODOLOGÍA EMPLEADA 1

II. CONCEPTOS GENERALES 3

2. 1 Etimología 3

2.2 Concepto 3

2.2.1 Los hechos fundatorios de la acción 9 2.2.2 Los hechos fundatorios de las excepciones 13 2.2.3 Los hechos ajenos a la litis 15

2.3 Los escritos en que se contienen los hechos que conforman la litis: demanda y contestación. 17

2.3.1 Demanda 17 2.3.2 Contestación de la demanda 23 2.3.3 Reconvención 24 2.3.4 Contestación a la reconvención 29 2.3.5 Digresión sobre el desahogo de la vista en materia 30 mercantil, respecto de la fijación de la litis. 30

2.4 Los sujetos que intervienen en el proceso 36

2.4.1 Los sujetos principales 38 2.4.2 Los sujetos accidentales 38

2.5 Las partes en el proceso 39

2.5.1 El actor 41 2.5.2 El demandado 43 2.5.3 El tercero 45

III. EL LITISCONSORCIO 60

3.1 Etimología y definiciones 60

IV. EL LITISCONSORCIO NECESARIO 62

4.1 El litisconsorcio voluntario y litisconsorcio necesario 62

4.2 Naturaleza jurídica del litisconsorcio necesario 65

4.2.1 Tipos de litisconsorcio necesario 82

4.3 Regulación del litisconsorcio necesario en la legislación mexicana 96

4.3.1 Materia civil 96 4.3.2 Materia mercantil 108

4.4 El litisconsorcio necesario activo 115

4.4.1 Tipos de litisconsorcio activo 115 4.4.2 El litisconsorcio necesario activo como excepción procesal 119

4.5 El litisconsorcio pasivo necesario 121

V. C O N C L U S I O N E S 122

VI. B I B L I O G R A F Í A 125

VII

IX

1

I. FINALIDAD DE ESTE TRABAJO Y METODOLOGÍA EMPLEADA

Esta tesis tiene los siguientes dos propósitos: a) realizar una explicación sucinta

de la modalidad procesal denominada litisconsorcio necesario; b) en torno a dicha

modalidad, confirmar las siguientes tres hipótesis jurídicas:

1. Que el litisconsorcio necesario no es un presupuesto procesal, sino una

condición para el ejercicio de la acción;

2. Que el litisconsorcio necesario, tanto en su forma activa como en su forma

pasiva, es una especie de la figura jurídica denominada legitimación en la

causa;

3. Que la no satisfacción del requisito de litisconsorcio necesario en las dos

formas antes menci onadas, no debe traer como consecuencia la reposición

del procedimiento, sino la declaratoria de la improcedencia de la acción.

Los métodos de investigación que emplearemos para demostrar estas tres

hipótesis, son los siguientes:

1. Investigación documental. Respecto de este método, consultaremos diversos

libros de autores ampliamente reconocidos, por lo menos quince obras

especializadas en el tema a tratar, diez obras complementarias y cinco obras

de consulta general (enciclopedias o diccionarios). Así, por

ejemplo, atendiendo a su relevancia y a manera de ejemplo citamos a

Brodermann Ferrer, Luis Alberto, “Relación Jurídica Procesal”. Revista

Alegatos, Sección Artículos de Investigación, México, núm. 62, enero-abril

2006,

http://moodle2.unid.edu.mx/dts_cursos_mdl/lic/DE/GP/AM/09_y_10/Relacio

n_juridica.pdf.

2. Análisis jurisprudencial. Respecto de este método, analizaremos las diversas

tesis sustentadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y

2

los Tribunales Colegiados de Circuito, así como, en su caso, las

correspondientes ejecutorias, publicadas en el Semanario Judicial de la

Federación. Este análisis se hará a la luz de la doctrina referida en el inciso

anterior.

3. Investigación de campo. Respecto de este método se hará el análisis de la

técnica para la elaboración de las sentencias, empleada por el Magistrado

Jaime Manuel Marroquín Zaleta, anterior titular del Tribunal en el que

laboro, respecto de fallos en los que he tenido intervención directa o indirecta.

4. Método lógico y dialéctico. El primero, fundamentalmente de carácter

inductivo. Lo anterior se explica de la siguiente manera. Partiendo de una

serie de casos determinados, sustanciados en el Segundo Tribunal Unitario

en Materias Civil y Administrativa del Primer Circuito, y analizando las

consecuencias que se produjeron o eventualmente podrían producirse al

ordenarse reponer el procedimiento, por considerarse que en tales casos,

existió un litisconsorcio necesario, se obtendrá la regla general relativa a la

inconveniencia de tal reposición y, en consecuencia, a la conveniencia de

declarar improcedente la acción. Estrechamente vinculado a este método

inductivo, en cada uno de los expedientes analizados se planteó como tesis

la reposición del procedimiento y como antítesis la declaratoria de

improcedencia de la acción, ponderando ambas se obtuvo la conclusión de

las mayores ventajas que presenta la segunda alternativa.

5. Método sistemático. Se hará un análisis de las normas regulatorias del

litisconsorcio necesario en diversos ordenamientos de carácter procesal,

tanto federales como locales, que permitan obtener conclusiones generales

que no afecten los citados sistemas regulatorios de dicha modalidad

procesal.

3

II. CONCEPTOS GENERALES

Litis

2. 1 Etimología

El vocablo “litis” proviene de la voz latina “Lis o litis”, y es empleado para

hacer referencia a un pleito, una disputa o una contienda. Así, esta raíz da origen a

la palabra “litigio”, que ha sido utilizada como sinónimo de conflicto o controversia.

En ese sentido, se dice que “lis-lite o litis” como sustantivo refiere a lid, litigio,

juicio, proceso o pleito. No obstante, en el siguiente punto del presente trabajo se

especificarán las diferencias existentes entre litis, litigio y proceso jurisdiccional.

Por otro lado, cabe señalar que la palabra litis -en un sentido muy amplio-fue

reconocida en el primer diccionario del castellano de inicios del Siglo XVII, como

sinónimo de disputa y que este tecnicismo latino se conserva puro en español como

“litigio”.1

2.2 Concepto

De inicio, cabe apuntar que la interacción social que existe entre los

integrantes de toda organización humana, implica que, entre algunos de ellos

surgen diversos conflictos de intereses, resultando evidente la necesidad de un

orden jurídico a partir del cual, las personas se relacionen sobre la base de acuerdos

reconocidos por dicho sistema jurídico. Así, los convenios o contratos son algunos

de los mecanismos para lograr el respeto de los derechos y el cumplimiento de las

obligaciones adquiridas por las personas.

1 Real Academia Española. (2016). Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Edición del

Tricentenario. Consultado en http://dle.rae.es/?id=NRQwuwn

4

Con todo, a veces, los conflictos se generan en razón de que alguna de las

partes que manifestó su voluntad para obtener un bien o un hecho por parte de la

otra, incumpla con la contraprestación debida, aduciendo tener una causa que

justifique su actuar y oponiendo tal causa a la petición de cumplimiento de su

obligación original. Así, se tiene que tal desacuerdo se convierte en litigio cuando

una de las partes formula una pretensión directa en contra de la otra, y su contraria

se resiste a tal pretensión.2

De modo que, ante la falta de un nuevo acuerdo de voluntades entre las

partes, para que una de ellas se allane a las pretensiones de su contraria, ese

conflicto de intereses jurídicos puede ser llevado, para su solución, ante la autoridad

jurisdiccional competente. Esto, dará inicio a un proceso judicial en el que la parte

que reclama el cumplimiento del acuerdo primitivo, ejercerá una acción en contra

de la parte demandada que, a su vez, opondrá las excepciones y defensas que

considere convenientes. Finalmente, se emitirá una resolución definitiva que ponga

fin a la controversia y establezca la verdad legal relativa a dicho conflicto.

Entonces, una vez que el conflicto de intereses es válidamente admitido por

la autoridad judicial para su total solución, dicha autoridad tendrá la obligación de

fijar o delimitar la litis del juicio (entendida, la litis, en el segundo sentido expuesto

al comienzo del presente apartado), misma que se integra con las pretensiones del

actor expresadas en el escrito de demanda, así como las excepciones y defensas

que la demandada oponga en la contestación y, en su caso, con las manifestaciones

hechas en los escritos de reconvención y contestación a ésta, así como -según esta

previsto en algunas legislaciones, como el Código de Comercio-en el escrito de

desahogo de la vista que se dé con las excepciones y defensas

2Pallares, Eduardo, Diccionario de derecho procesal civil, 29a. ed., Distrito Federal, México, Porrúa,

2008, p. 544.

5

opuestas; correspondiendo al Juez tomar en cuenta todo lo que plantean las partes

para poder resolver el litigio.

Debemos aclarar que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, en la tesis jurisprudencial cuyo número de registro es 1762483, sostiene

que el desahogo de la vista, que se prevé en el artículo 1400 del Código de

Comercio4, no forma parte de la litis. Al respecto, conviene señalar que no

compartimos este criterio, pues, como lo sostiene el ministro José Ramón Cosío en

su voto particular, los argumentos que exponga la parte actora para desvirtuar las

excepciones opuestas por la demandada, obviamente deben ser considerados por

el juzgador como parte de la controversia. De otra forma, carecería de sentido la

presentación de dicho escrito.

Lo anterior, en atención al principio de administración de justicia completa,

tutelado en el artículo 17 constitucional5, conforme al cual, el juez debe resolver el

asunto de manera completa, congruente y exhaustiva. En ese sentido, al exponer

3 Tesis: 1a./J. 161/2005, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. 3, julio de 2012, p.1833. “LITIS EN EL JUICIO EJECUTIVO MERCANTIL. SE INTEGRA SÓLO CON EL ESCRITO DE DEMANDA Y SU CONTESTACIÓN. --- De una interpretación sistemática de los artículos 1061, 1069, 1327, 1399, 1400 y 1401 del Código de Comercio, se advierte que la litis en los juicios ejecutivos mercantiles se integra únicamente con el escrito de demanda -en el que la parte actora funda su acción- y con su contestación -a través de la cual el demandado funda sus excepciones y defensas-, lo que se conoce como litis cerrada. Lo anterior es así, en virtud de que al establecer el citado artículo 1400 que con el escrito de contestación a la demanda se tendrán por opuestas las excepciones que permite la ley y se dará vista al actor por tres días para que manifieste y ofrezca las pruebas que a su derecho convenga, es exclusivamente para que éste tenga la oportunidad de ofrecer las pruebas pertinentes para desvirtuar las excepciones planteadas, pero no para corregir o mejorar su escrito de demanda, pues ello generaría un desequilibrio procesal entre las partes.” 4 Artículo 1400 del Código de Comercio: Si el demandado dejare de cumplir con lo dispuesto por el artículo 1061 de este ordenamiento respecto de las documentales en que funde sus excepciones, el juez dejará de admitirlas, salvo las que sean supervenientes. --- En caso de que el demandado hubiere exhibido las documentales respectivas, o cumplido con lo que ordena el artículo 1061 de este ordenamiento, se tendrán por opuestas las excepciones que permite la ley, con las cuales se dará vista al actor por tres días para que manifieste y ofrezca las pruebas que a su derecho convenga.

5 Artículo 17 constitucional: . (…) Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será́ gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales. (…).

6

los razonamientos que sustenten su resolución, deberá incluir una explicación clara

de las pretensiones y oposiciones de cada una de las partes.

De esta manera, si la litis se refiere al objeto del proceso, entendido éste

como sinónimo de litigio, conviene entonces exponer brevemente dicho concepto,

empezando por la definición que se ha considerado como clásica, esbozada por el

procesalista italiano Carnelutti, en la que se define al litigio como “el conflicto de

intereses calificado por la pretensión de uno de los interesados y la resistencia del

otro”6.

En la definición anterior, es importante distinguir entre partes en sentido

formal y sujetos que intervienen en el litigio, ya que puede existir un juicio en que

dos o más sujetos compartan un mismo interés jurídico que, a su vez, resulte

contrario a la pretensión de otro u otros sujetos que integren la contienda. Esta figura

de pluralidad de sujetos en las partes se denomina litisconsorcio y sobre la misma

se abundará más adelante.

Asimismo, conviene destacar que en cada litigio participan únicamente dos

personas o partes en sentido material. Esto es, aun cuando dentro de un proceso

se actualice la modalidad de pluralidad de sujetos que integran una parte de la

contienda, existirán tantos litigios como relaciones jurídicas se hubieran concretado

entre cada uno de los comparecientes al juicio con su o sus contrarios. Es decir, existirá un litigio por cada conflicto de intereses y no sólo uno dividido entre

todos los participantes, pues será distinta la pugna que exista entre cada uno de los

sujetos que formalmente componen una de las partes con cada uno de los sujetos

que integren a la contraparte7.

6 Carnelutti, Francesco, Sistema de derecho procesal civil, trad. de Niceto Alcalá Zamora y Castillo y Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires, Argentina, editorial Uteha, 1944, t.I, p. 44.

7 Garberí Llobregat, José et al., Los procesos civiles. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, con formularios y jurisprudencia, Barcelona, España, Bosh, 2001, t. I, p 93.

7

Por su parte, el tratadista español, Don Niceto Alcalá Zamora y Castillo,

explica el concepto de litigio en términos más amplios, con la finalidad de que su

definición pueda comprender toda clase de conflictos jurídicos. Así, propone que el

litigio debe considerarse como la situación de conflicto que origina el proceso, es

decir, se trata de un problema “extra o meta procesal” que resulta jurídicamente

relevante, por lo que, constituye el punto de partida o la causa determinante para

que se genere el inicio de proceso, de una autocomposición o de una autodefensa.8

Como se puede observar, se trata de un concepto más amplio en

comparación al propuesto por Carnelutti, pues trata de superar una de las críticas

hechas a la definición del procesalista italiano, consistente en que su definición se

limita a litigios con un bien jurídico determinado y no puede aplicarse a los conflictos

en los que los intereses en pugna no se relacionan directamente con un bien jurídico

determinado perteneciente al patrimonio de alguna de las partes, como pueden ser

los conflictos de materia penal, en los que, lo que una parte obtenga, no

necesariamente será en detrimento del patrimonio de la otra.

Por otro lado, afirma el doctrinario Eduardo Pallares que el término “litigio”

admite diversas acepciones y “Litis” es una de ellas. De este modo, la litis se califica

como el conflicto de intereses que surge entre dos o más personas en torno a un

bien o un conjunto de bienes y que adquiere relevancia jurídica en tanto que el

problema central involucra intereses tutelados por el sistema normativo vigente.

Asimismo, el citado doctrinario señala que dentro de un proceso

jurisdiccional, la litis comprende todas aquellas cuestiones de hecho y de derecho

8 Alcalá-Zamoray Castillo, Niceto, Proceso, autocomposición y autodefensa, Contribución al

estudio de los fines del Proceso. México, 3a ed., Primera Reimpresión, UNAM, 2000, p 12.

https://es.scribd.com/doc/37818681/Proceso-Autocomposicion-y-a-Niceto-Alcala-Zamora-y-Castillo

8

que las partes en el juicio manifiestan ante la autoridad jurisdiccional para que ésta

los conozca y los resuelva.9

Cabe apuntar que, en este sentido es como el Código de Comercio vigente

emplea el concepto de litis al regular en el Segundo Capítulo del Título Especial del

Juicio Oral Mercantil, la fijación de la misma.

Ahora bien, a partir de todo lo anterior, es dable deducir que los elementos

del litigio son los siguientes:

- Una parte que pretende, - Otra parte que resiste, - El bien jurídico sobre el que recae la pretensión y la resistencia, - También puede agregarse la relevancia jurídica que debe tener el conflicto (este elemento cobra trascendencia para determinar si tal disputa debe someterse

o no al conocimiento y resolución de un juzgador a través de un proceso).

- Asimismo, se estima necesario que el conflicto se manifieste hacia el exterior,

es decir, que el interesado en obtener la prestación que le es debida, exteriorice su

reclamo.

Ahora bien, en lo que interesa al presente trabajo, resulta oportuno señalar

puntualmente las etapas en que se divide el proceso judicial, ya que dependiendo

de la fase en que se encuentre el proceso, se llevarán a cabo las distintas

actuaciones procesales vinculadas con la integración del mismo10.

1. Instrucción: Inicia con la presentación de la demanda ante el órgano

jurisdiccional competente, así, se da a conocer al juez el litigio del que

deberá conocer y resolver mediante la emisión de la sentencia

correspondiente.

9 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p. 545

10 Gómez Lara, Cipriano, Derecho procesal civil, Distrito Federal, México, Harla, 1991, pp. 18-23.

9

a. Fase Postulatoria: En esta etapa se le dan a conocer los hechos y

fundamentos jurídicos en que las partes fundan sus pretensiones

y defensas.

b. Fase Probatoria: En esta etapa el juzgador, adquiere un

conocimiento objetivo sobre el conflicto de intereses en cuestión, a

partir de la actividad probatoria que se desarrolla en las siguientes

actuaciones procesales:

i. Ofrecimiento de Pruebas

ii. Admisión de Pruebas

iii. Preparación de Pruebas

iv. Desahogo de Pruebas

Finalmente, debe destacarse la diferencia que existe entre el concepto de

litigio y el de proceso jurisdiccional o juicio, en tanto que el litigio es, en sí mismo el

conflicto de intereses que resulta jurídicamente relevante y el proceso es el que se

lleva a cabo frente a los órganos jurisdiccionales para la administracón de justicia

respecto de cada litigio. Es decir, el concepto de litigio es extra procesal o pre

procesal, pues es precisamente el que da origen y contenido al proceso, que es una

de las formas de solución de éste.

2.2.1 Los hechos fundatorios de la acción

De la raíz latina “factum” o “facere”11, los hechos -en sentido amplio- son

todos aquellos acontecimientos que modifican la realidad.12 Ahora bien, para el

sistema normativo sólo algunos de esos sucesos son relevantes en atención a que

producen consecuencias de Derecho y pueden ser acontecimientos naturales o del

hombre, que se denominan hechos jurídicos.

11 Carmona Jiménez, María Josefina, Conocimiento de las etimologías grecolatinas, Las Raíces de la Lengua, México, Reims Editores, Mayo 2015, p.121.

12 Camacho Becerra, Heriberto, et. al., Manual de etimologías grecolatinas, 3a ed., México, Limosa S.A. de C.V. Grupo Noriega Editores, 2004, p. 222.

10

Ahora, por lo que toca a los hechos jurídicos dentro del procedimiento

jurisdiccional, se subraya que, en la primera etapa del proceso -conocida como

etapa expositiva o postulatoria- las partes formulan sus pretensiones y exponen los

fundamentos de hecho y de Derecho que, suponen, sirven de base para su

exigencia.

Así, la litis del juicio se traba con los hechos expresados por los

contendientes, tanto en el escrito inicial de demanda como en la contestación a la

misma y en su caso, con lo declarado en la reconvención y en la contestación a ésta.

De ahí que, los hechos fundatorios de la acción deban expresarse de manera

clara y precisa desde el escrito inicial de demanda. Al respecto, cabe apuntar que

resulta igualmente válido que los hechos se enuncien a través de la remisión

expresa y detallada a los documentos fundatorios de la acción, esto, en términos

del criterio jurisprudencial emitido por la Primera Sala de la Suprema Corte de

Justicia de la Nación bajo el siguiente rubro: “DEMANDA. LA OBLIGACIÓN DE EXPRESAR LOS HECHOS FUNDATORIOS DE LA ACCIÓN,

SE CUMPLE CUANDO EL ACTOR HACE REMISIÓN EXPRESA Y DETALLADA

A SITUACIONES, DATOS O A LOS CONTENIDOS EN LOS DOCUMENTOS

ANEXOS A ELLA (LEGISLACIÓN DE LOS ESTADOS DE SONORA Y

PUEBLA)”13.

13 Tesis: 1a./J. 63/2003, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XIX,

marzo de 2004, p.11. “DEMANDA. LA OBLIGACIÓN DE EXPRESAR LOS HECHOS FUNDATORIOS DE LA ACCIÓN, SE CUMPLE CUANDO EL ACTOR HACE REMISIÓN EXPRESA Y DETALLADA A SITUACIONES, DATOS O A LOS CONTENIDOS EN LOS DOCUMENTOS ANEXOS A ELLA (LEGISLACIÓN DE LOS ESTADOS DE SONORA Y PUEBLA). --- Si bien es cierto que los artículos 227, fracción VI, del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de Sonora y 229, fracción V, del Código de Procedimientos Civiles para el Estado Libre y Soberano del Estado de Puebla, de aplicación supletoria a los juicios mercantiles, establecen el imperativo de que en la demanda se expresen con claridad y precisión los hechos en que se sustente la acción que se ejercite, también lo es que tal obligación se cumple cuando el actor hace remisión expresa y detallada a situaciones, datos o hechos contenidos en los documentos exhibidos junto con la demanda, aun cuando éstos constituyan base de la acción,

11

Lo anterior, atendiendo a que el ejercicio de la acción en cuestión se sustenta

en tales hechos, por lo que éstos se traducen en la medida del litigio y de lo que

deberá probarse en el juicio14. Al respecto, también debe considerarse que los

hechos que las partes afirmen como propios en la demanda, en la contestación o

en cualquier otro acto del juicio, harán prueba plena en contra de quien los asevere,

sin que sea necesario ofrecerlos como prueba15.

A ese respecto, el ejercicio de una acción exige a la parte actora la exposición

clara de los hechos específicos que fundamenten su pretensión; es decir, que deben

referirse a cada uno de los elementos estructurales de tal acción. Por ello, el juez de conocimiento únicamente deberá considerar, para la emisión del

fallo correspondiente, aquellos hechos que constituyan la causa o materia del juicio.

A estos hechos litigiosos se les conoce como hechos jurídicos relevantes y deben

ser aptos para acreditar, a través de las pruebas ofrecidas, cada uno de los

elementos de la acción pretendida por la parte demandante.

Sirve de ejemplo a lo anterior, el criterio judicial conforme al cual, para la

procedencia de la acción reivindicatoria es indispensable que se acrediten

determinados elementos; dicho criterio se transcribe a continuación:

pues con esa remisión, aunada al traslado que se le corre con la copia de ellos, la parte demandada

tendrá conocimiento de esos hechos para así preparar su defensa y aportar las pruebas adecuadas

para desvirtuarlos.” 14 Artículo 322 del Código Federal de Procedimientos Civiles: La demanda expresará: --- I.- El

tribunal ante el cual se promueva; --- II.- El nombre del actor y el del demandado. --- Si se ejercita acción real, o de vacancia, o sobre demolición de obra peligrosa o suspensión y demolición de obra nueva, o sobre daños y perjuicios ocasionados por una propiedad sobre otra, y se ignora quién sea la persona contra la que deba enderezarse la demanda, no será necesario indicar su nombre, sino que bastará con la designación inconfundible del inmueble, para que se tenga por señalado al demandado. Lo mismo se observará en casos análogos, y el emplazamiento se hará como lo manda el artículo 315; --- III.- Los hechos en que el actor funde su petición, narrándolos sucintamente, con claridad y precisión, de tal manera que el demandado pueda producir su contestación y defensa; --- IV.- Los fundamentos de derecho, y --- V.- Lo que se pida, designándolo con toda exactitud, en términos claros y precisos. 15 Artículo 200 del Código Federal de Procedimientos Civiles: Los hechos propios de las partes,

aseverados en la demanda, en la contestación o en cualquier otro acto del juicio, harán prueba plena en contra de quien los asevere, sin necesidad de ofrecerlos como prueba.

12

“ACCION REIVINDICATORIA. SUS ELEMENTOS. La reivindicación

compete a quien no está en posesión de la cosa de la cual tiene la propiedad

y su efecto es declarar que el actor tiene dominio sobre ella y se la entregue

al demandado con sus frutos y accesiones. Así, quien la ejercita debe

acreditar: a).- La propiedad de la cosa que reclama; b).- La posesión por el

demandado de la cosa perseguida y c).- La identidad de la misma, o sea que

no pueda dudarse cuál es la cosa que pretende reivindicar y a la que se

refieren los documentos fundatorios de la acción, precisando situación,

superficie y linderos, hechos que demostrará por cualquiera de los medios

de prueba reconocidos por la ley.”16

Como se ve, al pretender la reivindicación de un bien aduciendo el carácter

de titular de los derechos de propiedad sobre el mismo frente a la posesión de quien

sea señalado como parte demandada, deben demostrarse los siguiente elementos,

a partir de los hechos relevantes narrados y el material probatorio en que éstos se

sustenten. A saber:

a) En cuanto a la propiedad de la cosa que reclama la parte actora, los

hechos tendentes a acreditar este elemento, deben referirse al título

de propiedad por virtud del cual, la demandante aduzca tener un mejor

derecho sobre el bien litigioso, frente al poseedor del mismo;

verbigracia, podría narrar los hechos relativos a la adquisición de dicho

bien, tales como las circunstancias y condiciones en que se pactó el

título de propiedad, el cual pudiera ser un contrato de compraventa.

Hechos que, mediante las pruebas ofrecidas, principalmente los

documentos en que consten los títulos de propiedad, acreditarían el

primer elemento de la acción en comento.

16 Tesis: VI.2o. J/193, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Octava Época, Núm. 53,

Mayo de 1992, p.65.

13

b) Por lo que refiere al elemento de la posesión por el demandado del

bien perseguido, es necesario narrar los hechos y las causas que

tuvieron lugar a partir de que el bien que la actora aduce tiene derecho

a poseer, dejó de estar en su poder y todo lo ocurrido hasta que dicho

bien quedó detentado por la parte demandada. Para acreditar los

hechos referidos, la parte actora podría ofrecer, entre otras, prueba

testimonial, inspección judicial, exhibir una fe de hechos, etc.;

c) Finalmente, por lo que toca a la identidad del bien reclamado que la

parte actora aduzca que le pertenece, deben referirse los hechos

conforme a los cuales se conozca de manera precisa e indubitable,

cuál es la cosa que el actor pretende se le restituya y a la que se

refieren los documentos fundatorios de la acción, indicando su

ubicación, superficie y linderos; hechos que deberá demostrar con

cualquiera de los medios de prueba reconocidos por la ley, que sean

aptos para tal efecto.

2.2.2 Los hechos fundatorios de las excepciones

Por lo que toca a la parte demandada en el juicio, conviene resaltar que a

partir de los hechos fundatorios de la acción, la enjuiciada podrá preparar su

defensa confrontando lo que se exprese en la demanda y en su caso, formular una

reconvención en contra del propio actor en lo principal con el fin de ejercitar las

acciones que estime procedentes.

Por otra parte, una vez admitida la demanda y ordenado el emplazamiento

de la parte contra quien se presentó, esta última cuenta con un determinado plazo

(que puede ser aumentado por cuestiones de distancia), contados a partir del día

siguiente a aquel en que surtió efectos la notificación de la demanda (llamada

14

emplazamiento), para contestarla –ya sea negándola o confesándola- y, en su caso,

para oponer las excepciones que considere pertinentes.

Es importante resaltar que para una adecuada defensa, la parte enjuiciada

debe realizar su contestación conforme a los términos de la ley, por ejemplo,

atendiendo a los artículos 329 y 330 del Código Federal de Procedimientos Civiles17

(esto se expondrá con amplitud posteriormente, al hacer referencia a la contestación

de la demanda) se debe responder a cada uno de los hechos manifestados por la

actora, afirmándolos, negándolos, expresando los que ignore por no ser propios, o

refiriéndolos como crea que tuvieron lugar. Esto, en atención a que, en caso de que

la demandada deje de controvertir -en el momento procesal oportuno- alguno de los

hechos expuestos por su contraria, el juez deberá tenerlos por aceptados, sin

posibilidad de que se le admita alguna prueba en contrario.

Cabe apuntar que con las excepciones, la parte demandada pretende

contraponer distintos hechos y/o fundamentos jurídicos que estima suficientes para

desvirtuar las pretensiones de la parte actora, empero, ello no debe limitarse al

desconocimiento o la simple negación de los fundamentos jurídicos en que la parte

actora sustentó su demanda, sino que debe plantear distintos hechos y

fundamentos de derecho con el fin de excluir los invocados por la parte actora.

Lo anterior, pues el referido precepto también señala que la simple negación

del derecho invocado por la parte actora, implica que se tenga por

17 Artículo 329. La demanda deberá contestarse negándola, confesándola u oponiendo

excepciones. El demandado deberá referirse a todos y cada uno de los hechos comprendidos en la demanda, afirmándolos, negándolos, expresando los que ignore por no ser propios, o refiriéndolos como crea que tuvieron lugar. Se tendrán por admitidos los hechos sobre los que el demandado no suscitare explícitamente controversia, sin admitírsele prueba en contrario. La negación pura y simple del derecho importa la confesión de los hechos; la confesión de éstos no entraña la confesión del derecho. Artículo 330. Cuando, al contestar, no se contrademande, no puede ser ampliada la contestación en ningún momento del juicio, a no ser que se trate de excepciones o defensas supervenientes o de que no haya tenido conocimiento el demandado al producir su contestación. En estos casos es permitida la ampliación correspondiente, una sola vez, hasta antes de comenzar la fase de alegatos de la audiencia final del juicio, y la prueba de las excepciones se hará con arreglo a lo dispuesto en el artículo 336.

15

confeso al demandado respecto de los hechos aducidos por su contrario, empero,

sin que ello importe la confesión del derecho.

Asimismo, conviene apuntar que en el caso de que se hagan valer

excepciones, la parte demandada, por regla general, tiene que narrar los hechos en

los que funde tales excepciones, al dar contestación a la demanda. De lo contrario,

los hechos que no exprese en ese momento, no podrán ser valorados

posteriormente por el juzgador y si se ofreciera alguna prueba con la finalidad de

acreditarlos, ésta deberá declararse sin materia, al carecer de un hecho que sea el

objeto de prueba de la misma.

También, cabe apuntar que, puede resultar necesario a la parte demandada,

expresar hechos adicionales a los que contesta, lo cual será válido mientras los

exprese dentro de su escrito de contestación a la demanda. No así si el actor

advierte que dejó de narrar un hecho en su escrito inicial de demanda y luego,

durante las siguientes etapas del proceso, ofrece una prueba con la que pretenda

acreditarlo, pues en tal supuesto la prueba ofrecida respecto del hecho expresado

fuera del momento procesal oportuno, carecería de materia.

2.2.3 Los hechos ajenos a la litis

Atento lo expuesto en el punto anterior, los hechos en que las partes funden

sus pretensiones deben guardar relación directa con los puntos controvertidos en el

juicio. Esto es, respecto de la parte actora, con los elementos estructurales de su

acción o acciones; y de la parte demandada, respecto a sus excepciones.

De modo que, el resto de las cuestiones fácticas que no correspondan de

manera directa a tales cuestiones resultan inconducentes y por ello, deben

desestimarse.

16

Es decir, aun cuando algunos de los hechos aducidos por las partes se

refieran de manera indirecta a una cuestión mencionada en sus escritos de

demanda y contestación, ello no implica que tales hechos necesariamente deban

formar parte de la litis, pues para ello deben sustentar alguno de los elementos de

la acción deducida por la parte actora o fundamentar las excepciones opuestas por

la parte contraria.

Esto es así en atención a que la sentencia que en el caso se emita debe

resolver precisamente la acreditación o no de los elementos de las acciones y

excepciones deducidas en el juicio, sin avocarse al estudio o pronunciamiento sobre

cuestiones distintas.

En ese sentido, resulta evidente que los hechos ajenos a la litis, en modo

alguno pueden ser considerados por el juzgador al emitir la correspondiente

resolución, pues, de lo contrario, su determinación se fundaría en cuestiones

distintas a las que la ley requiere para resolver sobre lo procedente y fundado de

las pretensiones de la actora o de la resistencia a tales pretensiones por la

demandada.

Por tal motivo, también son irrelevantes las pruebas que se ofrezcan para

acreditar los hechos que no sean materia del debate, pues todo medio de convicción

que se ofrezca y desahogue en el proceso debe guardar relación con algún punto

controvertido. Esto, en atención al principio de congruencia que rige a las pruebas,

ya que éstas deben tener relación con los hechos fundatorios de la acción o, en su

caso, de las excepciones que se opongan.18

18 Tesis: XI.2o. J/26, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XVII, marzo

de 2003, p.1607.

17

2.3 Los escritos en que se contienen los hechos que conforman la litis: demanda y contestación.

2.3.1 Demanda

La presentación de la demanda es el primer acto en la tramitación del proceso

judicial; es decir, la demanda en sí misma no activa el aparato administrador de

justicia, sino que en su presentación ante los órganos competentes, lo que provoca

la función jurisdiccional. En concepto del procesalista José Becerra Bautista, la demanda es “el escrito inicial con que el actor, basado en

un interés legítimo, pide la intervención de los órganos jurisdiccionales para la

actuación de una norma sustantiva a un caso concreto”19. En ese sentido, la

presentación de la demanda es el primer acto procesal con que da inicio el juicio.

La presentación de la demanda tiene como efecto la interrupción de la

prescripción que soporta el derecho al ejercicio de la acción, asimismo, con ella

puede determinarse la cuantía de las prestaciones que se reclaman y genera sobre

el juez la obligación de ordenar el emplazamiento de la parte demandada y en su

momento, pronunciar una resolución que dirima la controversia planteada.

Ahora, en cuanto al contenido del escrito de demanda, el artículo 322 del

Código Federal de Procedimientos Civiles20, por ejemplo, establece que los

19 Becerra Bautista, José, El proceso civil en México, 16ª. ed. revisada y actualizada, Distrito Federal, México, Porrúa, 1999, p. 30. 20 Articulo 322 del Código Federal de Procedimientos Civiles: La demanda expresará:

I.- El tribunal ante el cual se promueva; II.- El nombre del actor y el del demandado. Si se ejercita acción real, o de vacancia, o sobre demolición de obra peligrosa o suspensión y demolición de obra nueva, o sobre daños y perjuicios ocasionados por una propiedad sobre otra, y se ignora quién sea la persona contra la que deba enderezarse la demanda, no será necesario indicar su nombre, sino que bastará con la designación inconfundible del inmueble, para que se tenga por señalado al demandado. Lo mismo se observará en casos análogos, y el emplazamiento se hará como lo manda el artículo 315; III.- Los hechos en que el actor funde su petición, narrándolos sucintamente, con claridad y precisión,

de tal manera que el demandado pueda producir su contestación y defensa;

18

elementos que debe contener dicho escrito son, la autoridad ante la cual se ejercita

la acción (la cual debe ser competente en los términos de la ley aplicable a la materia

del juicio); los nombres de las partes; el tipo de acción que se ejercita; los hechos

fundatorios de la acción; los fundamentos de derecho y la exposición clara y concisa

de las prestaciones que se pretenden obtener.

En ese contexto, y conforme a la práctica, la estructura del escrito de

demanda puede sintetizarse de la siguiente manera:

a) Proemio o preámbulo de la demanda: debe contener los datos que permitan

identificar el asunto para introducir la cuestión a resolver, tales como la acción que

se ejercita y las prestaciones que se reclaman.

b) Hechos: posteriormente, debe hacerse una narración histórica de los hechos

fundatorios de la acción, que los describa de manera detallada, clara y concreta, de

modo que el actor pueda manifestar su versión de los hechos relevantes para

motivar la procedencia de sus pretensiones. En este punto, en algunas legislaciones

como el Código de Comercio, se establece que también se deberán señalar los

nombres de los testigos que presentará el demandante y los documentos, públicos

y privados, que servirán de base para acreditar los hechos relatados, y, en su caso

exhibir los que posea el actor y respecto de los restantes, referir si se encuentran o

no a su disposición, así como la razón de ello.

c) Fundamentos de derecho que se invoquen para acreditar la procedencia de

la acción: en esta parte de la demanda, debe justificarse la aplicación de los

preceptos, principios jurídicos y criterios jurisprudenciales o precedentes invocados.

d) Puntos petitorios: en los que se resuma de manera muy sintética lo solicitado

al tribunal que conoce del litigio.

IV.- Los fundamentos de derecho, y V.- Lo que se pida, designándolo con toda exactitud, en términos claros y precisos.

19

e) Como costumbre también se estila incluir una protesta: Anteriormente se

conocía como juramento de calumnia o mancuadra, por su antecedente en

España, y radicaba en la aseveración de que la instauración del juicio obedecía a la

justicia que se pedía y no a importunar al demandado.21

f) Finalmente, debe constar el lugar, la fecha, el nombre y la firma de quien

suscriba el escrito de demanda.

Cabe apuntar que una vez presentada la demanda, no pueden modificarse

sus términos –salvo que la propia ley lo permita-, aunque sí pueden enmendarse

los defectos debidos a alguna omisión en los requisitos antes mencionados. En

efecto, cuando la autoridad judicial advierte tales deficiencias, conocidas como

subsanables, debe prevenir al actor para que corrija o complete su demanda, en el

entendido de que de no rectificar tal falta, la demanda deberá desecharse; o bien,

si se trata de la falta de requisitos que no afecten la procedencia de la demanda,

ésta se admitirá con el riesgo que implique el defecto al momento de dictarse la

sentencia (cabe apuntar que, en estos casos, el demandado puede oponer la

excepción de obscuridad de la demanda).

Sin embargo, también existen deficiencias insubsanables respecto de las

cuales no puede prevenirse a la parte actora para enmendarlas, sino que pueden

tener como consecuencia, la improcedencia de la acción; como ejemplo de estos

requisitos está la deficiencia en la narración de los hechos, que no puede ser

subsanada mediante prevención al momento de recibir el libelo inicial, para que la

actora regularice su escrito.

21 Torres Estrada, Alejandro, El proceso ordinario civil, 3a ed., Distrito Federal, México, Oxford

University Press, Septiembre 2012. p. 34.

20

Por ejemplo, en términos de los artículos 322, fracción III, y 325 del Código

Federal de Procedimientos Civiles22, en el auto admisorio de la demanda el

juzgador debe revisar que estén satisfechos diversos requisitos, entre los que se

encuentran la narración de los hechos fundatorios de la acción, y, en principio, si el

actor es omiso en alguno de tales requisitos, el juez debe prevenirlo por una sola

vez para que los subsane. No obstante, en relación con la narración de los hechos

de una demanda, deben distinguirse: a) el aspecto formal; b) el aspecto material. El

aspecto formal implica que la demanda contenga un capítulo de hechos y que en

ellos se haga una narración sucinta, clara y precisa de los mismos, mientras que el

aspecto material, se refiere a los hechos que es necesario narrar para que prospere

la acción ejercitada por el actor. Evidentemente, la obligación del juzgador se limita

a la constatación de la narración de los hechos, desde un punto de vista formal;

pero en modo alguno se refiere a la constatación de si dicha narración satisface los

requisitos necesarios para que la acción pueda prosperar (elemento material).

Si lo último se considerara así, el juzgador infringiría el segundo párrafo del

artículo 17 constitucional, que obliga al juzgador a ser imparcial. Esto es, si el

juzgador hiciera la revisión respecto de si la narración de los hechos propuestos en

la demanda inicial, satisface los requisitos necesarios para que pueda prosperar la

acción, entonces se convertiría en asesor de una de las partes, provocando un

desequilibrio en la relación actor-demandado y apartándose de su posición de

tercero imparcial.

Por otro lado, por regla general, los ordenamientos adjetivos establecen que

es indispensable que con el escrito de demanda se adjunten los documentos

22 Artículo 322 del Código Federal de Procedimientos Civiles. La demanda expresará: (…) III.- Los

hechos en que el actor funde su petición, narrándolos sucintamente, con claridad y precisión, de tal manera que el demandado pueda producir su contestación y defensa; (…). Artículo 325 del Código Federal de Procedimientos Civiles. Si la demanda es obscura o irregular, el tribunal debe, por una sola vez, prevenir al actor que la aclare, corrija o complete, para lo cual se la devolverá, señalándole, en forma concreta, sus defectos. Presentada nuevamente la demanda, el tribunal le dará curso o la desechará. El auto que admita la demanda no es recurrible, el que la desecha es apelable.

21

fundatorios de la acción, los documentos con los que se acredite la personalidad y

aquellos que se ofrezcan como pruebas documentales, pues tienen gran relevancia

en la composición de la litis y conforme a algunos códigos, no podrán ser recibidos

al actor otros documentos que no sean los detallados en su escrito inicial de

demanda, salvo los que se exhiban como supervenientes.

Al respecto, cabe apuntar que en materia mercantil existe una tesis conforme

a la cual, la ausencia de dichas documentales no tiene como consecuencia

desechar la demanda, sino que la consecuencia legal de que la parte actora no

pueda exhibir los documentos en que funde su acción, será la preclusión del

derecho para exhibirlos o para manifestar que no estuvo en aptitud de anexarlos y,

por ende, no serán materia de estudio en la sentencia definitiva. Dicho criterio

emitido por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, se transcribe a continuación:

“DEMANDA MERCANTIL. SU DESECHAMIENTO NO PUEDE

FUNDARSE EN LA FALTA DE EXHIBICIÓN DE DOCUMENTOS BASE DE

LA ACCIÓN, PORQUE ATAÑE A LA CARGA PROBATORIA. Los artículos

1061 y 1378 del Código de Comercio regulan el tema de la demanda origen

de los juicios ordinarios mercantiles. La interpretación literal, armónica y

sistemática de dichos preceptos legales permite advertir los requisitos que

las partes deben cumplir con la presentación de demanda; en torno a las

pruebas documentales que deben ofrecer que no obren en su poder imponen

al oferente la carga de exhibir la copia sellada del escrito por medio del cual

se hizo esa solicitud al archivo, protocolo, dependencia o lugar en que se

encuentre su original. De las fracciones III y IV del artículo 1061 en relación

con el 1378 del Código de Comercio deriva lo siguiente: 1. Si dichos

documentos no estuvieran en poder de las partes, deben anexar a sus

escritos respectivos copia simple de la solicitud de expedición de copia

certificada de ellos, sellada por el archivo, protocolo, dependencia o lugar en

que se encontraren los originales. 2. En caso de

22

que no tuvieran las partes a su disposición dichos documentos, deben

manifestar bajo protesta de decir verdad las causas por las cuales no

estuvieron en la aptitud de anexarlos a sus escritos de demanda o

contestación, a efecto de que el Juez ordene, a costa del interesado, su

expedición al responsable de ello. El artículo 1061, fracción III, del Código

de Comercio rige para la recepción de la prueba, mas no para la admisión o

desechamiento de la demanda. Los documentos con los que el actor funde

su acción debe exhibirlos al juicio ordinario mercantil con el escrito de

demanda, y cuando dichos documentos no estuvieran en su poder, debe

anexar a su escrito respectivo copia simple de la solicitud de expedición de

copia certificada de ellos, sellada por el archivo, protocolo, dependencia o

lugar en que se encontraron sus originales; o manifestar bajo protesta de

decir verdad las causas por las cuales no estuvieron en la aptitud de

anexarlos a sus escritos de demanda o contestación, a efecto de que el Juez

ordene, a costa del interesado, su expedición al responsable de ello. La

consecuencia legal de no exhibir los documentos en que funde su acción o

incumplir con las excepciones a dicha obligación, en todo caso, será que

precluya su derecho para exhibirlos o para manifestar que no estuvo en

aptitud de anexarlos, puesto que el artículo 1061, fracción III, último párrafo

del Código de Comercio así lo dispone y, por consecuencia lógica, no serán

materia de análisis en la sentencia que resuelva la acción y excepción, pero

de ninguna forma dará lugar al desechamiento de la demanda. Lo anterior

es acorde con el artículo 1078 de la legislación mercantil que señala que los

términos otorgados a las partes concluyen sin necesidad de acusar su

rebeldía, siguiendo el juicio su curso normal y teniéndose a las partes por

perdido el derecho que debió ejercitarse. Por consiguiente, si la actora no

cumple con las exigencias del artículo 1061, fracción III, del Código de

Comercio, esto es, no exhibe el documento base de la acción, precluirá su

derecho para exhibirlo y podrá incidir en la prueba

23

de su acción, pero no implica que ante esa omisión el órgano jurisdiccional

tenga facultad legal de desechar la demanda.23”

2.3.2 Contestación de la demanda

La contestación de la demanda es la respuesta que la enjuiciada expresa

frente a las pretensiones de su contraria. En términos del artículo 329 del multicitado

Código Federal de Procedimientos Civiles, que nos está sirviendo de ejemplo, la

contestación puede hacerse ya sea negando o confesando los hechos y el derecho

invocados por la actora, así como en su caso oponiendo las excepciones que se

estimen convenientes. Cabe apuntar que el escrito de contestación debe contradecir

o pronunciarse sobre todos los fundamentos de hecho y de derecho, expresados

por la parte actora, es decir, su contenido debe satisfacer análogos requisitos del

escrito inicial de demanda.

Por lo que toca a los hechos, se establece que deberán contestarse uno a

uno ya sea afirmándolos, negándolos, expresando los que se ignoran por ser

ajenos, o expresándolos como se crea que tuvieron lugar. En ese sentido, la ley

establece que respecto de los hechos que no sean controvertidos por la demandada

se tendrán por admitidos, sin que la demandada pueda ofrecer pruebas en contrario.

Finalmente del referido precepto, también se desprende que se tendrán por

confesados los hechos cuando la contestación únicamente verse sobre la negación

pura y simple del derecho, empero se aclara que la confesión de los hechos no

implica tener por confesado el derecho. Esto es, si la enjuiciada opta por negar la

aplicación de los preceptos jurídicos invocados por su contraria, sin fundamentar

fácticamente tal negativa, se deberán tener por confesados los

23 Tesis: I.3o.C.4 C (10a.), Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. 3,

julio de 2012, p.1833.

24

hechos en que la actora fundó su pretensión, mientras que, si admite la certeza de

los hechos expuestos por aquélla, ello no implica que necesariamente se le tenga

aceptando la aplicación de los fundamentos jurídicos invocados por su contraria.

De lo anterior puede desprenderse que el escrito de contestación debe ser

reflejo de los elementos del escrito inicial de la demanda, es decir, debe reunir

requisitos análogos, confrontando los fundamentos de la acción intentada por la

demandante.

2.3.3 Reconvención

La reconvención es conocida como la contrademanda o mutua petición, que

la parte demandada dirige en contra de la parte actora en lo principal24, o como lo

afirma el doctrinario José Becerra Bautista “no es otra cosa que una acción

ejercitada por el demandado en una relación procesal ya existente”25 una vez que

dio contestación a las reclamaciones y pretensiones enunciadas en su contra, que,

según algunos autores, puede resultar en la compensación de las obligaciones que

se acrediten a cargo de cada una las partes (sin que la compensación agote a la

reconvención).

Así, mediante la reconvención la parte demanda también asume una postura

de ataque después de haber resistido las pretensiones iniciales de la parte actora,

es decir, no es una defensa, ya que dirige en contra de aquélla una nueva cuestión

litigiosa, de manera que, en la sentencia que se dicte en el juicio se resolverán dos

litigios diversos.26

24 Torres Estrada, Alejandro, op. cit., nota 20, p. 77.

25 Becerra Bautista, José, El proceso civil en México, 16 ed., México, Trillas, 1999, pp. 64-65.

26 Gómez Lara, Cipriano, op. cit., nota 10, p. 73.

25

En ese sentido, mediante la reconvención se introduce una nueva cuestión a

un proceso preexistente, de modo que, el actor reconvencional en su

contrademanda, debe cumplir los mismos requisitos exigidos para la demanda,

salvo los datos que hayan quedado establecidos, tales como el tribunal ante quien

se tramita, siempre que el mismo sea competente, y el domicilio de su contraria. Así, para su procedencia se debe acreditar que:

1. Exista previamente un juicio en que la parte demandada, haya sido notificada

para comparecer a él. La oportunidad de plantear la reconvención es al momento

de la contestación de la demanda. 2. Que el juzgador que conoce de la reconvención sea competente para

conocer las prestaciones reclamadas en ésta.

3. Por lo que toca a los requisitos de tiempo y forma, como se dijo, la

reconvención debe presentarse de manera conjunta con la contestación de la

demanda, de hecho, debe exponerse inmediatamente después del texto de ésta,

pues de no ser así, precluye el derecho a formularla.

Cabe apuntar que el propósito de la reconvención es hacer eficiente la

actividad procesal evitando el dictado de sentencias contradictorias, por lo que,

anteriormente una demanda reconvencional sólo podía dirigirse en contra de quien

o quienes actuaran inicialmente en el juicio, y no era posible dirigirla en contra de

personas que no hubieran participado en el ejercicio de la acción principal. No

obstante, este criterio fue superado por la contradicción de tesis resuelta por la

Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El primer criterio, actualmente superado, fue emitido por el Séptimo Tribunal

Colegiado en materia Civil del Primer Circuito, y publicado en el Semanario

Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXXI, Mayo de 2010, Novena Época,

visible a página 1960; mismo que se transcribe a continuación:

26

“RECONVENCIÓN. SÓLO PUEDE HACERSE VALER EN CONTRA DEL

ACTOR, NO ASÍ DE TERCERAS PERSONAS. La reconvención es la figura

procesal que permite a la parte demandada en un juicio presentar, a su vez,

una demanda únicamente en contra del actor, mediante la cual reclame a éste

diversas prestaciones que pueden formar parte de la controversia; derecho

que deberá́ ejercer precisamente al momento de contestar la demanda por

encontrarse sujeto al principio de la preclusión.

Además, dada su naturaleza no puede hacerse valer respecto de terceras

personas, sino sólo en contra del actor; de ahí que resulta improcedente la

reconvención que no sea contra éste.”

Como se ve, anteriormente se consideraba que, en atención a la naturaleza

jurídica de la contrademanda, es decir, al tratarse de una acción dirigida en contra

de quien, en un primer momento, como parte actora en lo principal, requirió diversas

prestaciones del ahora actor reconvencional, dicha reclamación únicamente podría

ser dirigida en contra de aquél. No obstante, dicho criterio resulta insuficiente para

los supuestos en que se actualizan litigios complejos, ya que solamente puede

aplicarse considerando que en el caso se trate de un juico en el que las partes del

mismo se identifican con un solo sujeto, esto es, que tanto la parte actora como la

parte demandada coinciden, cada una, con una sola persona física o moral,

excluyendo así los casos de litisconsorcio necesarios en los que, los litisconsortes

padecen de igual manera los efectos que podría ocasionar la modificación,

anulación o subsistencia de los actos jurídicos materia de la reconvención.

Así, la citada opinión judicial quedó superada por contradicción de tesis y

actualmente, el criterio jurisprudencial que rige, fue emitido por la Primera Sala de

la Suprema Corte de la Nación, el cual se encuentra visible en el Semanario Judicial

de la Federación y su Gaceta, Tomo XXXIII, Marzo de 2011, Novena

Época, página 363. Dicha determinación se reproduce a continuación:

27

“RECONVENCIÓN. PUEDE HACERSE VALER SÓLO CONTRA LA

PARTE ACTORA, NO CONTRA TERCERAS PERSONAS, PERO

CUANDO EXISTEN SITUACIONES DE LITISCONSORCIO NECESARIO,

AQUÉLLA INCLUYE A TODOS LOS LITISCONSORTES, SIN QUE DEBA

RECURRIRSE A LA VÍA ESPECÍFICA LEGALMENTE PREVISTA PARA

LLAMAR A JUICIO A TERCEROS. En la jurisprudencia 1a./J. 59/2002,

publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena

Época, Tomo XVI, diciembre de 2002, página 133, de rubro: "RECONVENCIÓN. SÓLO PUEDE HACERSE VALER EN CONTRA DEL

ACTOR, NO ASÍ DE TERCERAS PERSONAS.", la Primera Sala de la

Suprema Corte sostuvo que la reconvención es la figura procesal que

permite a la parte demandada en un juicio presentar, a su vez, una demanda

sólo contra el actor, no contra terceras personas. Sin embargo, las "terceras

personas" que, en términos de la tesis citada, no pueden ser objeto de la

reconvención, sino que deben ser llamadas a juicio mediante el

procedimiento separado y específico que esté legalmente previsto al efecto,

son personas no inicialmente presentes en el juicio y distintas a los

participantes de una situación de litisconsorcio necesario. Los integrantes de

un litisconsorcio necesario no pueden ser conceptuados como "terceros",

pues comparten el mismo interés del demandado en vía de reconvención,

en el sentido de que resienten en la misma medida los efectos de la

modificación, anulación o subsistencia de los actos jurídicos y, por tanto, no

puede hablarse de una persona física o moral con intereses distinguibles a

los de las partes. En este sentido hay que concluir que, cuando existe un

litisconsorcio, la reconvención puede dirigirse contra todas las personas que

jurídicamente deban figurar como actores, lo que incluye a personas que

inicialmente pueden no haber comparecido en el juicio y que deben, por

tanto, ser integradas al mismo sin necesidad de recurrir a la vía específica

legalmente prevista para llamar a terceros interesados en el mismo.”

28

Del criterio antes transcrito se desprende que, asiste la razón al Séptimo

Tribunal Colegiado en materia Civil del Primer Circuito en el sentido de que la

demanda reconvencional no admite el llamamiento a terceros ajenos a la litis,

empero no deja de considerar que los litisconsoretes no son terceros, sino partes

del proceso, por tanto, continúa vigente el criterio de no incluir a terceros para

reclamar cuestiones adicionales, sino que deben estar vinculados con todos los

requisitos que se exijan para conformar un litisconsorcio pasivo necesarios, según

se verá más adelante.

Al respecto, consideramos que tal cambio implica una contradicción con la

tesis propuesta en el presente trabajo, en el sentido de que, como se expondrá

posteriormente, el litisconsorcio necesario es una condición necesaria para el

ejercicio de la acción, al entenderse éste como una especie de legitimación en la

causa, por estar vinculado de manera directa al fondo del asunto (esta tesis se

desarrollará con amplitud al exponer la naturaleza jurídica del litisconsorcio).

De esta manera, la falta de integración del litisconsorcio necesario pasivo en

la reconvención, implicaría la improcedencia de la acción principal, sin que tal

deficiencia pudiera subsanarse permitiendo en su perjuicio a la parte demandada

en lo principal que, vía reconvencional, llame a juicio como contrademandados, a

personas que no comparecieron como actores en lo principal, conformando así

también un litisconsorcio necesario activo, respecto de la acción principal y pasivo,

respecto de la acción reconvencional.

Al respecto, conviene apuntar que si bien la reconvención sólo puede

presentarse dentro del mismo plazo que la enjuiciada en lo principal tiene para dar

contestación a la demanda, también es cierto que, en caso de que el demandado

considere necesario reunir más elementos para formular su reclamo o demanda,

puede únicamente presentar su contestación y hacer valer los derechos que estime

en su favor, en un juicio posterior que puede acumularse con el primero.27

27 Torres Estrada, Alejandro, op. cit., nota 20, p. 79.

29

De este modo, conforme a la tesis propuesta en el presente trabajo, es dable

afirmar que, si la parte demandada que pretende la reconvención, advierte que el

proceso se encuentra indebidamente integrado por lo que toca a la parte actora,

entonces, a efecto de ejercitar los derechos que considere tener frente a dicha parte

demandante, podría iniciar un juicio distinto dirigiendo sus pretensiones contra todas

las personas que considere como sus deudoras.

En el caso anterior, la demanda presentada en el segundo juicio sería

admisible, independientemente de la indebida integración del primer juicio y la

posible improcedencia de la acción que se determinaría en éste al advertir la falta

de integración del litisconsorcio necesario activo.

Por otro lado, cabe apuntar que la reconvención ha sido confundida con la

figura de la compensación, por ello resulta relevante resaltar su distinción, la cual

recae sobre sus efectos. La compensación es una excepción con la que sólo se

pretende la reducción o extinción de un adeudo propio por haber enterado

previamente a la parte contraria un bien que cubre las pretensiones de la parte

actora de manera parcial o total, pero no sirve para plantear una exigencia en contra

de aquélla, como ocurre respecto de la reconvención.28

Además, cuando la compensación resulta procedente, se exime a la parte

demandada del pago de las prestaciones reclamadas, mientras que, si se declara

fundada la reconvención, el demandado en lo principal quedaría condenado

respecto de las prestaciones reclamadas por la contrademandante.

2.3.4 Contestación a la reconvención

Según ha quedado expuesto, la reconvención hace las veces de una

demanda formulada por la parte enjuiciada y en ese sentido, la contestación a la 28 Gómez Lara, Cipriano, op. cit., nota 10, p. 73.

30

misma se rige, en lo general, por las mismas reglas aplicables a la contestación de

la demanda principal. Así, la parte actora en lo principal y demandada en lo

reconvencional está obligada a responder a cada una de las prestaciones

reclamadas por su contraria, y de afirmar o negar los hechos novedosos expuestos

en la reconvención, así como los fundamentos de derecho que hayan sido

invocados por la reconvencionista, además de oponer las excepciones que en su

caso quiera hacer valer.

Cabe apuntar, que al igual que en la contestación a la demanda principal, en

caso de que la parte demandada reconvencional omita pronunciarse sobre alguno

de los hechos aducidos por la actora en la reconvención, éstos se tendrán por

consentidos, sin que después le sean admisibles pruebas tendentes a acreditar

hechos que inicialmente consintió. En ese sentido, es claro que el escrito de

contestación a la reconvención, debe cumplir con requisitos análogos a los exigidos

para formular la demanda.

2.3.5 Digresión sobre el desahogo de la vista en materia mercantil, respecto de la fijación de la litis.

Por fijación de la litis debe entenderse los puntos en que queda establecida

la cuestión litigiosa, pues, según define el procesalista Eduardo Pallares, tratándose

de la Litis cerrada resulta que ésta no puede ser modificada por las partes a partir

de que ha quedado fijada mediante el contenido de los escritos de demanda y

contestación.29

Ahora bien, en nuestro sistema jurídico, la fijación de la litis en materia

mercantil ha dado lugar a diversas opiniones y posturas que derivaron en la

contradicción de dos importantes criterios judiciales.

29 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p. 546.

31

Dichos criterios fueron sustentados, uno, por el Noveno Tribunal Colegiado

en Materia Civil del Primer Circuito y el otro por el Tercer Tribunal Colegiado en

Materia Civil del Segundo Circuito. Por un lado, el citado Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, consideró que el objeto del litigio sólo

se compone por los hechos y las cuestiones planteadas en los escritos de demanda

y su contestación; mientras el otro tribunal colegiado estableció que, además de

ello, debían incluirse las manifestaciones que la parte actora hace al desahogar la

vista que se le da respecto de la contestación y las excepciones opuestas por su

contraria. Ambos criterios judiciales se transcriben a continuación:

Del Noveno Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito:

“LITIS EN EL JUICIO EJECUTIVO MERCANTIL. SE INTEGRA

SÓLO CON EL ESCRITO DE DEMANDA Y EL DE CONTESTACIÓN. De

una armónica interpretación de los artículos 1069, 1327, 1399, 1400 y 1401

del Código de Comercio, se advierte que el escrito por medio del cual se

desahoga la vista que el juzgador manda dar al actor con la contestación de

la demanda, es para el único efecto de que éste manifieste lo que a su interés

convenga respecto de las excepciones planteadas y ofrezca las pruebas

pertinentes para desvirtuarlas, sin que resulte procedente corregir en tal

escrito omisiones o anomalías contenidas en la demanda, y menos se intente

perfeccionar un elemento de la acción, ya que la litis en el juicio ejecutivo

mercantil se integra únicamente con el escrito de demanda, en el que la parte

actora funda su acción, y con el escrito de contestación, en el que el

demandado funda sus excepciones y defensas, lo que se conoce como Litis

cerrada.”30

Del Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Segundo Circuito: 30 Tesis: I.9o.C.99 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XVII,

junio de 2003, p. 1019.

32

“LITIS EN MATERIA MERCANTIL. SE INTEGRA NO SÓLO CON

LOS HECHOS PRECISADOS EN LA DEMANDA Y SU CONTESTACIÓN,

SINO TAMBIÉN CON LA VISTA QUE SE DA AL ACTOR DE LAS

EXCEPCIONES OPUESTAS POR EL DEMANDADO Y SU DESAHOGO

(INTERPRETACIÓN DE LOS ARTÍCULOS 1399, 1400 Y 1401 DEL

CÓDIGO DE COMERCIO, REFORMADOS POR DECRETO PUBLICADO

EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN DE 24 DE MAYO DE 1996).

De lo dispuesto por el artículo 1327 del Código de Comercio se infiere que si

bien es cierto que la litis en el juicio ejecutivo mercantil es cerrada, y queda

establecida con lo propuesto en la demanda y la contestación respectiva,

también lo es que dicho precepto legal no debe interpretarse en forma aislada

sino de manera sistemática e integradora con los artículos 1399, 1400 y 1401

del mismo ordenamiento legal, cuyos textos legales fueron modificados con

las reformas publicadas el veinticuatro de mayo de mil novecientos noventa

y seis, de los cuales puede obtenerse lo siguiente: a) que en la contestación

a la demanda se opondrán las excepciones acompañando las pruebas en

que se funden; b) que con dichas excepciones se dará vista al actor por tres

días para que manifieste y ofrezca las pruebas que a su derecho convenga;

y, c) que en los escritos de demanda, contestación y desahogo de vista de

ésta, las partes ofrecerán sus pruebas. De este modo, aunque el referido

numeral 1327 no fue reformado en lo atinente a la vista de excepciones y

desahogo de las mismas, no debe perderse de vista que los preceptos antes

señalados al establecer la posibilidad de ofrecer pruebas en el desahogo de

vista al demandado, generan la obligación de que el Juez valore dichas

pruebas. Por tanto, se concluye que la litis en materia mercantil se conforma

con los hechos expuestos en el escrito de demanda en los que la parte actora

funda su acción, con la contestación a los mismos por la parte demandada,

con los hechos en que funda sus excepciones, con la vista que se da al

33

actor de las excepciones opuestas en la contestación, y con el desahogo a

la vista de las excepciones.”31

La oposición entre los anteriores criterios quedó superada a partir de la

contradicción de tesis 102/2005-PS, resuelta por la Primera Sala de la Suprema

Corte de Justicia de la Nación, que llegó a la conclusión de que la litis en materia

mercantil es cerrada, por lo que se integra exclusivamente con el escrito de

demanda y su contestación.

Lo anterior, atendiendo a que de la interpretación conjunta de los artículos

1061, 1069, 1327, 1399, 1400 y 1401 del Código de Comercio, se desprende que,

al contestar la demanda, el enjuiciado debe referir específicamente cada hecho

manifestado por su contraria y oponer las excepciones que le sean permitidas por

la ley, así como ofrecer las probanzas que se relacionen con los hechos que

contesta y las excepciones que opone, para lo cual, deberá anexar los documentos

requeridos por la ley para la demostración de tales excepciones (pues de otra forma

no les serán admitidas posteriormente, a menos de que sean de carácter

superveniente).

Así, una vez que la parte demandada exhibe las documentales respectivas,

se tienen por opuestas sus excepciones y se da vista a la parte actora por un término

de tres días, para que manifieste y ofrezca las pruebas que a su derecho convengan,

respecto de tales excepciones.

Conforme a lo dicho, la mayoría de los ministros de la Primera Sala de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, consideraron que el único fin de la vista

que desahoga la parte actora sobre la contestación a su demanda y las excepciones

opuestas por su contraria, es darle oportunidad de ofrecer pruebas para refutar

dichas excepciones, así como hacer las manifestaciones que estime

31 Tesis: II.3o.C.65 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXI, mayo

de 2005, p. 1487.

34

convenientes en relación con éstas; pero en modo alguno esas manifestaciones

pueden corregir o mejorar su escrito de demanda, ya que ello implicaría un

desequilibrio procesal entre las partes, considerando que se estaría otorgando al

accionante una oportunidad adicional de corregir o perfeccionar dicho ocurso, sin

que la parte demandada pudiera enfrentar o resistir adecuadamente esas

cuestiones novedosas.

De la referida contradicción derivó la tesis jurisprudencial emitida por la

Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que actualmente se

encuentra vigente y se transcribe a continuación:

“LITIS EN EL JUICIO EJECUTIVO MERCANTIL. SE INTEGRA SÓLO

CON EL ESCRITO DE DEMANDA Y SU CONTESTACIÓN. De una

interpretación sistemática de los artículos 1061, 1069, 1327, 1399, 1400 y

1401 del Código de Comercio, se advierte que la litis en los juicios ejecutivos

mercantiles se integra únicamente con el escrito de demanda -en el que la

parte actora funda su acción- y con su contestación -a través de la cual el

demandado funda sus excepciones y defensas-, lo que se conoce como litis

cerrada. Lo anterior es así, en virtud de que al establecer el citado artículo

1400 que con el escrito de contestación a la demanda se tendrán por

opuestas las excepciones que permite la ley y se dará vista al actor por tres

días para que manifieste y ofrezca las pruebas que a su derecho convenga,

es exclusivamente para que éste tenga la oportunidad de ofrecer las pruebas

pertinentes para desvirtuar las excepciones planteadas, pero no para corregir

o mejorar su escrito de demanda, pues ello generaría un desequilibrio

procesal entre las partes.”32

32 Tesis: II.3o.C.65 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXIII,

enero de 2006, p. 432.

35

Con todo, según lo expusimos antes, el Ministro José Ramón Cossío Díaz,

emitió un voto particular en sentido contrario al anterior criterio sostenido por la

Primera Sala del más alto tribunal del país. En su opinión, la litis es la base para el

estudio de fondo que se realiza en la resolución definitiva, por lo que, para resolver

de conformidad con el principio que denomina “de completitud en la impartición de

justicia”, tutelado en el artículo 17 constitucional, es ineludible tomar en cuenta todas

las cuestiones expuestas por las partes en los diversos escritos en que expresen

sus pretensiones, incluidas, las que el actor vierte al desahogar la vista que se le da

con el escrito de contestación a su demanda.

Lo anterior, pues afirma que si bien el artículo 1327 del Código de Comercio

dispone que la sentencia se ocupará únicamente de las acciones y las excepciones

hechas valer en los escritos de demanda y contestación, respectivamente, tal

precepto no debe interpretarse literalmente ni de forma aislada, sino relacionado

con el resto de los preceptos que regulan la integración de la litis, entre los que se

encuentran los artículos 1399 y 1400 del Código de Comercio, en términos de los

cuales al desahogar la vista que se da a la actora con el escrito de contestación y

excepciones, ésta puede hacer manifestaciones y ofrecer pruebas en contra de lo

dicho por la enjuiciada.

En ese contexto, el ministro Cossío concluye que, si el demandado incluye

nuevas cuestiones al formular su contestación, igualmente deben tomarse en

consideración, pues a ambas partes debe garantizarse audiencia en el juicio; sin

que ello implique una ventaja adicional para la parte actora.33

Al respecto, nosotros estimamos que también deberían considerarse como

parte de la litis, aquellas manifestaciones hechas por la parte actora en el desahogo

de la vista a la contestación de la demanda, exclusivamente por lo que

33Cossío, J. (publicación Enero de 2006), Voto particular del Ministro José Ramón Cossío Díaz.

Recuperado el 31 de Agosto de 2015, del Sitio Web del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, consultado en: http://sjf.scjn.gob.mx/SJFSist/paginas/DetalleGeneralScroll.aspx?id=20525&Clase=VotosDetalleBL

36

corresponda a las cuestiones expuestas por el demandado al hacer valer sus

excepciones y defensas, de modo que, cualquier manifestación que rebase lo dicho

respecto de tales aspectos, quedaría fuera de la integración de la litis.

2.4 Los sujetos que intervienen en el proceso

Al proceso concurren distintas personas, ya sean físicas o morales, que a su

vez pueden tener intereses propios o bien, acudir en representación de intereses

ajenos. En este contexto, conviene distinguir los conceptos de parte en sentido

material y parte en sentido formal.

El primero de los conceptos se refiere a las personas sobre las cuales debe

existir un pronunciamiento destacado en la sentencia que resuelva el fondo que se

dicte en el proceso, mientras que el segundo se refiere básicamente al

representante de la persona con interés en el litigio y a los terceros interesados.

Obviamente, sobre el representante no recaen las consecuencias del juicio, en tanto

que sobre los terceros sí, dado que se les llama para que la sentencia definitiva les

pare perjuicio, pero esto último no significa que el juzgador necesariamente deberá

pronunciarse sobre lo manifestado por dicho terceros.

Ahora, la representación es una figura procesal que puede obedecer a la falta

de capacidad para acudir a juicio de manera personal, pues existen restricciones

que pueden impedir a determinadas personas, la comparecencia por propio

derecho, generando la necesidad de la representación, o puede tratarse de un

acuerdo de voluntades para ejercitar, asumir, cumplir y defender derechos y

obligaciones de otra persona, a solicitud de ésta.34

34 De Pina, Rafael y Castillo Larrañaga, José, Instituciones de Derecho procesal civil, 2ª ed., México,

Distrito Federal, Porrúa, 2002. p.254.

37

En ese sentido, la representación puede ser legal o voluntaria según su

causa. En el primer supuesto, aquélla deriva de alguna disposición expresa de la

ley ante la necesidad de hacer valer en juicio los derechos de alguna persona que

por sí, esté impedida para hacerlo, por ejemplo, en el caso de las personas morales;

mientras que en el segundo supuesto, el mandato se desprende de la voluntad de

la persona que será representada y la aceptación del mandatario judicial; por lo que,

en cada caso será necesario acreditar el origen de la representación de la parte en

sentido formal, desde su primera comparecencia al juicio.

Lo anterior, a través de los documentos idóneos para acreditar el carácter de

representante legítimo; así, cuando se trate de representación voluntaria, debe

exhibirse la constancia del mandato o el testimonio del poder otorgado para tal

efecto. Cabe apuntar que también existe la representación legal concurrente con la

voluntaria, caso en el cual, para acreditarla, deben invocarse los preceptos legales

de los que se desprenda tal representación.35

Al respecto, cabe apuntar que la relación que se derive de la representación

voluntaria, entre representante y representado, tiene la naturaleza de un mandato y

una vez que se ha aceptado, se genera una serie de derechos y obligaciones

recíprocos para las partes que intervienen en tal contrato.

Por otro lado, dentro de los sujetos que intervienen en el juicio también se

encuentran los terceros aparentemente ajenos a la relación procesal, pero que

tienen algún interés en la misma, ya sea para el ejercicio de derechos propios o

bien, por coincidir con las pretensiones de alguna de las partes, razón por la cual

les para perjuicio el fallo definitivo que se emita para concluir el juicio, pues los

efectos respecto de dichos terceros son indirectos.36

35 Orizaba Monroy, Salvador, Derecho procesal civil con formularios, 2ª ed., México, Distrito Federal, Sista, 1991, p.68. 36 Ortells Ramos, Manuel et al., Derecho procesal civil, Navarra, Aranzadi S.A., 2001, pp. 189-190.

38

2.4.1 Los sujetos principales

De inicio, cabe distinguir que el concepto de parte se diferencía del concepto

de sujeto procesal, en razón de que el primero refiere únicamente al justiciable que

comparece al juicio a deducir la acción o a oponer sus excepciones, mientras que

el segundo concepto engloba a todos aquellos sujetos que intervienen en el juicio,

ya sea como sujetos principales o accidentales.37

Ahora bien, los sujetos principales en el litigio son aquellos que al tener un

interés jurídico directo en la resolución de la controversia planteada, se presentan

al juicio y su comparecencia es indispensable para la total resolución de ella, pues

se trata de aquellos cuyos intereses se confrontan integrando el litigio, por lo que

respecto de ellos, surtirá efectos jurídicos, plenos y directos, la resolución que en el

caso se emita.

De modo que, la ausencia de alguno de los sujetos principales en el juicio

implica la falta de uno de los elementos esenciales para avocarse al estudio de las

cuestiones planteadas. Lo anterior, se entiende, se refiere al caso en que la relación

jurídico-procesal, no llegó a integrarse (supuesto distinto al allanamiento de la

demanda o a la rebeldía del demandado, debidamente emplazado).

2.4.2 Los sujetos accidentales

Por otro lado, los sujetos que intervienen accidentalmente en el proceso, son

aquellos que sólo de manera contingente forman parte del proceso jurisdiccional,

como son: los peritos, los auxiliares, en su caso las autoridades a quienes se les

solicita alguna información y todos aquellos cuya comparecencia,

37 Becerra Bautista, José, Introducción al estudio del Derecho procesal civil, México, Distrito Federal,

Cardenas Editor y Distribuidor, 19997, pp. 73 a 75.

39

de alguna manera incide en la resolución de la controversia, como pueden ser los

secretarios proyectistas38.

2.5 Las partes en el proceso

De inicio, debe destacarse que el proceso contencioso se caracteriza por su

bilateralidad básica, es decir, que en toda controversia existirá una dupla necesaria

para la consecución del juicio que será integrada por lo menos por dos partes

contendientes, por un lado, la parte actora que pretende y por el otro, la demandada

que resiste esa pretensión. Ello, sin perjuicio que al juicio puedan comparecer otros

sujetos.39

En ese sentido, serán partes procesales quienes, por un lado, concurran ante

un órgano jurisdiccional competente a ejercer una acción, alegando la titularidad del

derecho controvertido o intentando hacer valer sus pretensiones, de modo que

postulan la emisión de un pronunciamiento que tendrá efectos jurídicos en su esfera

de derechos y obligaciones, y por otro lado, también serán partes, en igualdad de

circunstancias, aquellas personas contra quienes se dirijan las pretensiones de las

mencionadas en primer lugar.40

Conviene apuntar que, dentro del juicio, las partes se rigen por diversos

principios a lo largo de sus actuaciones, tales principios son los de dualidad (por las

dos posturas que se distinguen), contradicción (porque las pretensiones de una

parte son resistidas por la contraria) e igualdad (porque constitucionalmente está

previsto que ambas partes deben gozar de las mismas facultades, así como la

imparcialidad con que el juzgador debe tratar a cada una de dicha partes).

38 Chiovenda, José, Principios de Derecho procesal civil, 3ª ed. italiana, trad. de Casáis y Santaló, José, Madrid, España, Reus S.A., 1922, t. I, pp. 110-111.

39 Carnelutti, Francesco, Cómo se hace un proceso, 4ª ed., trad. Santiago Sentís Melendo y Marino Ayerra Redín, México Distrito Federal, Colofón S.A., 1996, Colección Clásicos Jurídicos 1, pp. 42 a

45. 40 Garberí Llobregat, José et al., Los procesos civiles. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, con formularios y jurisprudencia, Barcelona, España, Bosh, 2001, t. I, pp. 92 a 94.

40

Al respecto, conviene aclarar, según se dijo, que son partes en sentido

formal, quienes intervienen de hecho en el proceso, con independencia de su

vinculación a la relación sustancial que se dirima en el mismo, pues como apunta el

doctrinario Eduardo Pallares, el concepto de parte es meramente procesal y tal

carácter de parte no se limita para quienes acuden con el carácter de actor y

demandado, en tanto que también pueden figurar en el pleito personas que sin tener

ese carácter, deduzcan algún interés en el conflicto que derive en su participación

en el proceso41.

Asimismo, cabe apuntar que -como se mencionó al exponer el concepto de

litis- las partes de un juicio pueden integrarse por distintas personas, ya sea físicas

o jurídicas, por lo que en esos casos existirá pluralidad de sujetos, empero, todos

tendrán cierta vinculación con una de las partes, ya sea la actora o la demandada.

La adquisición de la calidad de parte, depende de una serie de actos

procesales a partir del escrito de presentación de demanda, como es la

identificación de los sujetos como actor y demandado en atención a los datos y

circunstancias que así permitan identificarlos, además de la obligación que se

impone a la parte actora de dar a conocer el domicilio de su contraria o contrarias,

a efecto de realizar el o los emplazamientos42.

Lo trascendente de distinguir a las partes del proceso radica en el régimen

jurídico que les será aplicado una vez que revisten tal carácter. Pallares afirma que

el concepto de parte no se refiere a las personas que intervienen en un proceso,

sino a la posición que tienen en él43.

41 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p. 594.

42 Armenta Deu, Teresa, El proceso civil, 2ª ed., Madrid, España, Marcial Pons Ediciones Jurídicas y Sociales S.A., 2007, p.66.

43 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p. 597.

41

2.5.1 El actor

La parte actora se identifica por tener la iniciativa de plantear sus

pretensiones ante un órgano jurisdiccional, es decir que actúa “atacando” al

demandado, en función de subordinar sus intereses frente a los intereses de aquél.

En ese sentido, el procesalista Eduardo Pallares refiere que el actor es el

sujeto que ejercita o en cuyo nombre se ejercita la acción intentada en el juicio

mediante la presentación de su demanda, entendiendo que, como afirma Chiovenda, “una demanda en el proceso supone dos partes: el que promueve y

aquel frente al cual se promueve”, de ahí que exista la postura de actor y

demandado.44

2.5.1.1 Pluralidad de actores

De inicio conviene explicar que, si bien, en la mayoría de los casos, la parte

actora y la parte demandada están integradas por una sola persona, frecuentemente

se da el caso de que alguna o ambas partes se integren a partir de la comparecencia

de dos o más sujetos al proceso en su calidad de actores o demandados, caso en

el cual se actualiza un supuesto de pluralidad de sujetos en el proceso (ya sea

respecto de la parte actora, de la parte demandada o de ambas). Es decir, cada una

de las partes del proceso no necesariamente deben integrarse por un solo sujeto,

sino que se da un grado de complejidad cuando, por la naturaleza de la relación

jurídica que se discute, sea necesario que más de una persona comparezca a

sostener o defender un mismo derecho; o, dicho de otra forma, que represente un

interés en el mismo sentido que el del actor o el del demandado.

44 Ibidem, p.62.

42

Puede ocurrir que, ante la presencia de una pluralidad de titulares de

derechos y/u obligaciones idénticos o conexos, convenga o se obligue a éstos a

litigar de manera conjunta, ya sea por exigencia de la ley, por la naturaleza de la

acción que se pretende ejercer, por la existencia de algún elemento de la relación

procesal que resulte común para distintos sujetos, etc. Este fenómeno es conocido

como litisconsorcio, figura procesal que se explicará más adelante.

Esta configuración compleja de las partes del juicio atiende principalmente a

las siguientes causas:

1) Que se trate de una pluralidad de titulares del mismo derecho que se

pretende hacer valer en el juicio (así por ejemplo, las excepciones y defensas que

en su caso oponga la parte demandada, deben dirigirse a diversos titulares de ese

derecho que se pretende hacer valer);

2) Que la acción ejercitada en el juicio, esté ligada a una relación jurídica

distinta sobre la cual, si bien no habrá un pronunciamiento directo en el juicio de que

se trate, la sentencia que en el mismo se dicte, influirá en la resolución que en un

futuro pudiera dictarse respecto de la segunda relación jurídica, esto, en atención al

principio de cosa juzgada; y

3) Que el objeto del juicio se constituya a partir de distintas relaciones

jurídicas conexas entre sí, esto es, que aun cuando cada uno de los intervinientes

aleguen diferentes derechos, todos ellos se encuentren circunstancialmente

ligados, de modo tal que resulte la conveniencia o necesidad de hacerlos valer en

un mismo proceso.

Respecto de los anteriores supuestos cabe hacer notar que, si bien en todos

ellos se advierte como elemento común la asistencia unida de los interesados en el

objeto materia de estudio del juicio, únicamente en los dos primeros casos se

actualiza la figura de pluralidad de sujetos. Esto, en atención a que sólo en esos

supuestos los sujetos comparecen en calidad de cotitulares del

43

mismo derecho controvertido en el juicio, mientras que en el tercer supuesto se trata

de la comparecencia de titulares de distintos derechos, que obedece a la pluralidad

de pretensiones conexas hechas valer en el juicio, sin que resulte indispensable

para su procedencia, que se hicieren valer simultáneamente dentro de un mismo

proceso, pero que, atendiendo, en especial, al principio de economía procesal,

pueden resolverse en una misma sentencia.

Por otro lado, se destaca que aun cuando se actualice esta figura de

pluralidad de sujetos, cada uno de ellos conserva su individualidad jurídica y debe

ser considerado como litigante individual no obstante la identidad del sentido de sus

pretensiones en el proceso, pero sin que haya confusión de derechos u

obligaciones.

Ahora bien, la referida pluralidad de sujetos se actualiza respecto de la parte

actora cuando existe una estrecha vinculación entre aquellos, derivada de la causa

o título base de la acción para hacer valer sus derechos y formular sus exigencias

en el juicio.

Asimismo, atendiendo a que en estos casos se deducen distintos intereses

en un mismo sentido, la pluralidad de actores debe actuar bajo una misma

representación común que los coordine, a fin de que pueda comunicarlos en juicio

a la contraparte.

2.5.2 El demandado

La parte demandada es aquella a la que se le pide, invita o reclama que

acuda ante el juzgador ante quien la parte demandante inició su actuación, a fin de

que, tanto el actor como el demandado diriman su deferendo, a través de la

sentencia que ponga fin al juicio.

44

Esto es, el demandado es el sujeto en contra de quien se ejercita una acción

en la vía judicial, para exigirle el cumplimiento de alguna prestación o la entrega de

algún bien que su contraparte estima, le es debido por parte del enjuiciado a quien

demanda en juicio.45

2.5.2.1 Pluralidad de demandados

La variedad de sujetos enjuiciados es el supuesto en que existe unidad de

acción y respecto de dicha acción hay dos o más sujetos pasivos, vinculados entre

sí por un derecho litigioso, quienes deben ser afectados por una sola sentencia

apegada a los principios de igualdad, seguridad jurídica y economía procesal. Esto,

con el fin de resguardar, en todo momento, el derecho humano de acceso efectivo

a la justicia consagrado en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados

Unidos Mexicanos.46

En atención a lo anterior, y según se expondrá posteriormente al desarrollar

la postura sobre el efecto que debe tener la falta de integración de una pluralidad

necesaria de sujetos demandados, resulta que, si durante el estudio de la demanda

que la parte actora presente en contra de una pluralidad de demandados, se

advierte que aquél fue omiso en incluir a una persona que necesariamente deba

integrar la relación jurídico procesal, podría, por economía procesal, desecharse la

demanda, en atención a que su presencia se vincula con el fondo del asunto, pero,

como se dijo, sobre este tema se abundará más al tratar el tema del litisconsorcio

necesario.

Lo que aquí se sostiene se apoya en una tesis novedosa a la que después

nos referiremos (tesis con número de registro 165285) siendo ponente el 45 Ibidem, p.234.

46 Artículo 17. Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho. --- Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales.

45

Magistrado Leonel Castillo, en la que se estima que cuando la falta de legitimación

en la causa es evidente (por ejemplo, que una persona física pretendiera ejercitar

una acción respecto de un derecho al que no se encuentra vinculada), resultaría

ociosa la tramitación del juicio; pero este es un caso excepcional, pues en nuestro

concepto. El litisconsorcio necesario, no es un presupuesto procesal.

2.5.3 El tercero

En la relación procesal pueden intervenir sujetos que, a pesar de no tener un

interés directo en el objeto de la controversia, acuden al juicio, ya sea de manera

voluntaria o incitada, a efecto de coadyuvar con las partes en el conocimiento de los

hechos y demás elementos que conlleven a la resolución del litigio; o bien, para

formular frente a las partes, o junto a alguna de ellas, una determinada pretensión,

o también para la defensa de derechos respecto de los que se consideran titulares.

Tales sujetos se conocen como terceros y su presentación al juicio tiene

como efecto la posibilidad de defensa de los derechos que les corresponden y que

pudieran verse indirectamente afectados por el fallo que se dicte.

Así, atendiendo a que los terceros pueden intervenir de diversas formas

dentro de un proceso ya iniciado, tal figura puede clasificarse en atención a los

derechos de los que dicho tercero sea titular (o aduzca que es titular de ellos). Así,

los tercerso pueden clasificarse de la siguiente manera:47

a) Terceros llamados a juicio por causas de garantía o evicción (litis

denunciación),

47 Gómez Lara, Cipriano, op. cit., nota 10, pp. 327 a 330.

46

b) Terceros aparentemente extraños al juicio, pero que se apersonan

ejercitando derechos propios (que a su vez pueden ser opuestos o concurrentes a

los de alguna de las partes),

c) Terceristas coadyuvantes o excluyentes de dominio o de preferencia

(que ocurren voluntariamente).

Tales figuras se explicarán más adelante, empero, conviene insistir que la

intervención procesal de los terceros puede ser voluntaria o provocada. En el primer

caso la intervención voluntaria o facultativa radica en el interés legítimo y directo

que el tercero pueda tener en el resultado del pleito; mientras que, por lo que toca

a la intervención provocada, se hace un llamado al tercero a petición de alguna de

las partes o por estimarlo necesario el juzgador. En este caso, los terceros sólo

tienen el derecho o interés de comparecer, pues aun siendo provocada su

asistencia, podrían no acudir al juicio y soportar los efectos jurídicos o la carga que

les ocasione su ausencia, es decir, su presencia no será forzosa o coactiva.48

Conviene señalar que la intervención voluntaria a su vez se divide en

principal y adhesiva, esta última, parte de la premisa fundamental de que el tercero

no es cotitular de la relación jurídica de la que deriva el litigio ya iniciado, sino que

es (o se ostenta como) titular de una relación jurídica que depende, de cierto modo,

de la relación materia de debate. En dicha hipótesis, se actualiza una legitimación

extraordinaria, que faculta al tercero para intervenir en el proceso, no por ser

cotitular de la relación jurídica materia del litigio, sino por ser titular de una diversa

relación, que depende de la que se encuentra discutida.49

En ese sentido, la comparecencia del tercero adhesivo simple al juicio se

justifica, en la medida de que la decisión que se tome respecto de la relación

48 Prieto-Castro y Ferrandiz, Leonardo, Derecho procesal civil, Madrid, España, Tecnos S. A., 1989, p. 86 a 87.

49 Rivera Martínez, Alfonso, Derecho procesal civil. Parte general, 15ª ed., Bogotá, Colombia, Leyer, 2013, p. 207.

47

jurídica que está sometida a debate, eventualmente, puede incidir en la relación

dependiente (de la que es titular el tercero adhesivo simple).

Por otro lado, y en atención al tema central del presente trabajo, conviene

hacer notar que a la luz de nuestro sistema jurídico mexicano, los terceros llamados

a juicio, no pueden ni deben ser identificados como litisconsortes por su sola

comparecencia a juicio, sino que para ser litisconsorte, es requisito sine quo non,

comparecer a ejercitar la acción o ser emplazado con tal carácter, ya que la

consecuencia jurídica de que una persona comparezca a juicio a causa de un

llamamiento como tercero, es única y exclusivamente para que le pare perjuicio la

sentencia.50

Lo anterior, a diferencia del litisconsorte, quien debe ser emplazado como

parte, para que las cuestiones que se ventilan en dicho juicio le afecten ya sea como

actor (litisconsorcio necesario activo) o como demandado (litisconsorcio necesario

pasivo) pues su obligación o su derecho se origina de la misma forma que el de los

demás actores o demandados (según sea el caso).51

De manera que, si se confundieran las figuras jurídicas del “litisconsorcio

necesario” con el “tercero llamado a juicio”, no podría dictarse válidamente una

sentencia clara, precisa y congruente, pues la resolución no se encontraría

debidamente fundada en la ley y en los principios rectores del derecho.

2.5.3.1 Debate sobre su carácter de parte en el

proceso

Existe debate en torno al carácter con el que los terceros acuden al proceso

en atención a si deben o no ser considerados como partes en el mismo. Al

50 Torres Díaz, Luis Guillermo, Teoría general del proceso, Primera reimpresión, México, Distrito Federal, Editorial Cardenas Editor y Distribuidor, 1994, p. 212.

51 Soto Soto, Oscar, Derecho procesal contemporáneo, Medellín, Colombia, Sello Editorial Universidad de Medellín, 2010, pp. 289 a 290.

48

respecto, debe retomarse brevemente el concepto de “parte”, conforme al cual, es

parte del proceso el sujeto que, de hecho, comparece al mismo con la capacidad

jurídica para ser titular de todos los derechos procesales y para asumir las cargas y

responsabilidades inherentes al proceso52.

Quienes afirman que los terceros no revisten la calidad de partes dentro del

proceso, alegan que la situación procesal de éstos al presentarse al juicio, no tiene

el efecto de concederles facultades plenas ni propias, en tanto que únicamente se

encuentran supeditados a lo obtenido por la parte a la que apoyan. 53

Dicho argumento carece de plena convicción, pues basta con tomar en

consideración la naturaleza de las tercerías, en que el tercero acude al juicio

precisamente para oponer un mejor derecho o hacer valer un derecho distinto frente

a las partes, caso en el cual, su intención es claramente distinta a la de la parte

actora y la demandada. Incluso el tercero coadyuvante reviste el carácter de parte

en el proceso, pues aun cuando éste sí acude para apoyar la postura de la parte a

la que auxilia procesalmente, también es cierto que una vez que se ha presentado

al juicio adquiere determinados derechos y cargas inherentes a su calidad de

tercero, tales como el derecho de ser notificado de los actos que se efectúan en el

juicio, así como la carga de comparecer en el momento procesal en que sea

requerido y desahogar las vistas o comparecencia que le sean requeridas.54

En ese sentido, es dable afirmar que, quienes asisten al juicio con el carácter

de terceros con el afán de defender algún interés -independientemente de la causa

que hayan tenido para comparecer al juicio- adquieren una serie de derechos y

obligaciones procesales que son inherentes a su participación, por lo que sí revisten

la calidad de partes en sentido formal.

52 Armenta Deu, Teresa, op. cit., nota 41, p. 67.

53 Rivera Martínez, Alfonso, op. cit., nota 48, p. 207.

54 Gómez Lara, Cipriano, op. cit., nota 10, pp. 327 a 329.

49

Sin embargo, no debe pasar inadvertido que precisamente en su calidad de

terceros, los efectos legales que se desprendan de la resolución del juicio de que

se trate, únicamente les podrán parar perjuicio, empero, de modo alguno, incidirán

de manera directa en su esfera jurídica, pues no son sujetos del derecho o de la

obligación controvertidos.55 En este sentido, si bien son partes en sentido amplio,

en la medida que participan de las cargas y prerrogativas procesales que implica su

comparecencia al juicio, no deben considerarse partes en el sentido material como

lo son la parte actora y la demandada, sino que son partes subalternas.

Al respecto, el procesalista Pallares expone que el concepto de parte es

meramente procesal y en ese sentido, no debe definirse a partir de las cuestiones

relativas a la relación sustancial que se dirime en el juicio, así, expone que el

carácter de parte no se limita a quienes acuden al proceso como actor y demandado,

pues puede ocurrir que figuren en el pleito personas que sin tener ese carácter,

pueden figurar como partes en el pleito por deducir algún interés dentro del propio

proceso.56

Ahora bien, también es importante apuntar que, como se dijo, los terceros

llamados a juicio o que comparecen a él, ordinariamente se consideran como partes

en sentido formal. Sin embargo, en el caso de las tercerías excluyentes de dominio

o de preferencia, los terceros se consideran como parte, tanto en sentido formal,

como en sentido material, pues en las tercerías se definen cuestiones sustantivas

que resultan ajenas a los puntos estudiados en el juicio del que surge, lo que

materialmente le otorga la calidad de un juicio con sustantividad propia.

Al respecto, se invoca la tesis jurisprudencial emitida por la Segunda Sala de

la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que actualmente se encuentra vigente y

se transcribe a continuación:

55 Ortells Ramos, Manuel et al., op. cit., nota 35, p. 195.

56 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p. 594.

50

“TERCERÍAS EXCLUYENTES DE DOMINIO O DE PREFERENCIA

DE CRÉDITO EN MATERIA LABORAL. TIENEN NATURALEZA DE

JUICIO Y NO DE INCIDENTE, POR LO QUE LA SENTENCIA QUE LAS

RESUELVE ES IMPUGNABLE EN AMPARO DIRECTO. De los artículos

976, 977 y 978 de la Ley Federal del Trabajo se advierte que las tercerías

excluyentes de dominio o de preferencia, tanto material como formalmente,

tienen la naturaleza de juicio y no de incidente, pese a que el segundo de los

preceptos citados establezca que se tramitarán en forma incidental, pues

esta mención sólo se refiere a la forma procesal, pero no a su naturaleza

sustancial, toda vez que mientras el incidente resuelve generalmente

cuestiones de carácter adjetivo, la tercería decide un aspecto sustantivo (la

propiedad del bien embargado o la preferencia del crédito reclamado), ajeno

a la cuestión ventilada en el juicio del que surge, lo que materialmente le da

la calidad de un juicio con sustantividad propia. Además, el tercero es ajeno

a la controversia principal y al ejercer la nueva acción debe acreditar un

interés propio y distinto al de quienes son parte en aquélla; la nueva acción

se ventila por cuerda separada a través de un procedimiento singular en el

que el tercerista tiene los derechos, cargas y obligaciones que en todo juicio

tienen las partes, y no suspende el curso del juicio preexistente, lo que

evidencia que las tercerías excluyentes son formalmente juicios y, por ende,

que las resoluciones que las deciden en cuanto al fondo, por tratarse de

sentencias definitivas, son impugnables en amparo directo, en términos de

los artículos 44, 46 y 158 de la Ley de Amparo.”57

Finalmente, en relación con el tema central del presente trabajo, cabe apuntar

que las figuras del tercero llamado a juicio y del litisconsorte necesario, son

sustancialmente distintas, pues, visto el litisconsorcio necesario desde la

perspectiva de la legitimación activa para el ejercicio de una acción, cuando son

57 Tesis: 2a./J. 126/2005, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXII,

Octubre de 2005, p. 952.

51

dos o más personas las que se encuentran obligadas por igual causa o hecho

jurídico, el juzgador no podría declarar probada aquella acción en favor de una

persona que no la ejercitó aun cuando haya acudido al juicio en calidad de tercero.

Lo anterior, fue expresamente admitido por la Primera Sala de la Suprema

Corte de Justicia de la Nación, en la ejecutoria correspondiente a la tesis transcrita

con anterioridad, cuyo rubro dice: “RECONVENCIÓN. PUEDE HACERSE VALER SÓLO CONTRA LA PARTE ACTORA, NO CONTRA TERCERAS PERSONAS,

PERO CUANDO EXISTEN SITUACIONES DE LITISCONSORCIO NECESARIO,

AQUÉLLA INCLUYE A TODOS LOS LITISCONSORTES, SIN QUE DEBA

RECURRIRSE A LA VÍA ESPECÍFICA LEGALMENTE PREVISTA PARA LLAMAR

A JUICIO A TERCEROS.”

En dicha ejecutoria, la Primera Sala del más alto tribunal del país admitió que

“Un litisconsorte y un tercero son figuras jurídicas distintas. La figura del tercero

coadyuvante -aquel que comparte el interés de alguna de las partes-puede tener

algunas semejanzas con la del litisconsorte, pero las facultades (derechos y

obligaciones) con las que participa en un juicio y las consecuencias jurídicas de su

intervención o ausencia en el mismo, son distintas”.

2.5.3.2 El tercero llamado a juicio

Uno de los medios para lograr que el tercero comparezca al juicio, es

denunciándole el pleito para que, una vez que conozca de la existencia del litigio,

decida voluntariamente si comparece o no a deducir algún derecho. Esto es así,

porque la intervención del tercero adhesivo simple no es forzosa ni coactiva, ya que

él sólo tiene la carga de comparecer en su interés; es decir, el tercero no tiene la

obligación de comparecer y no incurre en rebeldía si decide no hacerlo, aunque

debe aceptar las consecuencias que produzca su ausencia.

52

Simultáneamente, el llamamiento del tercero adhesivo simple es útil para las

partes principales del litigio (actor y demandado), porque una vez que se le ha

denunciado el pleito al tercero, éste debe pasar por lo resuelto en el juicio,

comparezca o no al proceso. Es decir, la utilidad que reporta a las partes principales

(actor y demandado) el llamamiento al juicio del tercero es que la sentencia que

llegue a dictarse en el juicio puede producir efectos (de modo reflejo o indirecto)

respecto del mencionado tercero.

La denuncia del juicio a los terceros debe estar justificada ante al juzgador y

puede atender a causas de garantía, evicción, o cualquier otro caso en que,

dependiendo de la prestación que se reclame, la resolución que se emita pudiera

repercutir en la esfera jurídica del tercero llamado a juicio. Ahora, una vez que el

tercero es llamado a juicio, queda ligado al proceso sólo a efecto de defender sus

derechos, por ello, quienes acuden en esta calidad de terceros, no pueden actuar

en el juicio más allá de los actos para los que fueron requeridos.58

En el caso de la denuncia del juicio por causa de garantía, si el tercero tiene

el carácter de fiador respecto de la obligación que se exige en el juicio y fue llamado

como garante, incluso, antes de requerirse el cumplimiento de la obligación principal

al deudor originario de la misma, dicho fiador puede oponer la excepción de orden

y excusión59, además de solicitar al juez que su fiado responda en primer lugar de

la obligación avalada.

Por otro lado, en cuanto a los casos de tercería por evicción, sucede que,

previo al proceso, el tercero que comparece transmitió a la parte demandada el

derecho litigioso que ahí se reclama; de modo que, si tal derecho fue transmitido

con defectos, el tercero debe responder en juicio antes que el propio demandado

que lo adquirió con posterioridad; esto, en atención al buen origen de la propiedad

De manera que, la sentencia que en el caso se dicte, surtirá sus 58 Soto Soto, Oscar, op. cit., nota 50, pp. 302 a 305.

59 Rivera Martínez, Alfonso, op. cit., nota 48, p. 223.

60 Gómez Lara, Cipriano, op. cit., nota 10, pp. 329 a 330.

53

efectos también sobre dicho tercero, por consiguiente, el enjuiciado que adquirió del

tercero el bien o derecho disputado, podrá repetir en contra del tercero, para

rescatar el valor del bien o derecho transmitido con defectos.

2.5.3.3 Terceros aparentemente extraños al juicio

Son ajenos a la litis pero intervienen en el proceso, de tal manera que,

también tienen obligaciones sancionadas por la ley, por ejemplo, quienes acuden

en calidad de testigos que, al ser llamados, recae sobre ellos la obligación de acudir

y declarar con veracidad sobre las cuestiones que les sean planteadas, so pena de

ser sancionados.

2.5.3.4 Las tercerías

Los terceristas son sujetos que inicialmente eran extraños al juicio, pero

después acuden de manera voluntaria a la relación procesal preexistente, ya sea a

efecto de coadyuvar con alguna de las partes, es decir, auxiliarla procesalmente en

la posición que guarda en la controversia; o bien, a discutir frente a las partes

principales un derecho propio distinto al de aquéllas, lo que se denomina tercería

excluyente, que a su vez puede ser de dominio o de preferencia.

Ahora bien, en el caso de la tercería coadyuvante, el tercerista posee un

interés propio que lo induce a acudir al proceso en apoyo a la postura de una de las

partes principales. Es importante señalar que en estos casos el tercero coadyuvante

no acude al juicio para hacer valer un derecho autónomo, sino que únicamente tiene

interés en lo discutido y acude a sustentar las razones dadas por la parte con la que

coadyuva, a fin de conservar u obtener una situación jurídica que lo beneficie de

manera indirecta.61

61 Soto Soto, Oscar, op. cit., nota 50, pp. 298 a 299.

54

Así, los terceristas coadyuvantes pueden presentarse en cualquier juicio y

realizar las gestiones que estimen convenientes (incluida la interposición de

recursos, cuando la ley así lo permite), es decir, que puede realizar los actos

procesales que están permitidos para la parte que ayuda, siempre que no se

opongan a los efectuados por ésta y no implique disposición del derecho

controvertido.62 Ello, independientemente de la acción que se pretenda hacer valer

en el juicio y siempre que no se haya dictado la resolución definitiva.

Un ejemplo de este tipo de intervención se observa en la comparecencia del

notario público que fue llamado al quedar en entredicho la validez y veracidad de

una escritura pública en la que consta un acto pasado ante su fe, en este caso, el

notario estará interesado en que la parte que presentó dicha escritura como

documento probatorio de su pretensión, acredite de igual manera la validez de la

misma, pues de demostrarse lo contrario, los efectos legales de la falsedad de un

instrumento notarial, necesariamente repercutirían en la esfera jurídica del referido

notario.

Conviene apuntar que las tercerías coadyuvantes, pueden oponerse en

cualquier juicio, independientemente del estado en que éste se encuentre, siempre

que aún no se haya dictado resolución ejecutoria.63 Estas tercerías sólo tienen por

efecto vincular a quien las interpone con la parte cuyo derecho coadyuva, para que

el juicio se sustancie hasta su conclusión, con el tercero y el litigante coadyuvado,

y por consiguiente, la acción que deduce el tercero coadyuvante se resuelve de

manera conjunta con lo principal en la misma sentencia.

Por otro lado, las tercerías excluyentes presuponen alguna afectación sobre

los derechos o los bienes objeto del litigio, respecto de los cuales alguna persona

ajena al juicio aduce tener un mejor derecho sobre ellos, por lo que se inserta como

tercerista a oponer tal derecho en esa relación procesal preexistente,

62 Gómez Lara, Cipriano, op. cit., nota 10, pp. 327 a 329.

63 Ortells Ramos, Manuel et al., op. cit., nota 35, p. 191.

55

ello, a efecto de impedir la afectación que se podría producir sobre esos bienes o

derechos.64

Ahora bien, como se mencionó anteriormente, las tercerías excluyentes

pueden ser de dominio o de preferencia y ambas deben interponerse por el tercero

en contra del actor y del demandado en lo principal.65 Por lo que toca al tercerista

excluyente de dominio, se trata de un tercero que pretende oponer un mejor

derecho de pertenencia frente a las partes, pero distinto del que se discute en el

juicio, y en el caso de la exclusión de preferencia, el tercero alega tener un mejor

grado de prelación o derecho sobre el bien que se disputa.

Cabe apuntar que las tercerías excluyentes de dominio, deben fundarse en

la titularidad de los bienes en litigio o de la acción que alega el tercero, condición

que deberá acreditarse exhibiendo una prueba documental, pues de lo contrario, el

juicio de tercería se desechará sin más trámite.66

En cuanto a la regulación de las tercerías, se puede encontrar, por ejemplo,

el Capítulo XXX, del Título Primero, Libro Quinto “De los juicios mercantiles”, del

Código de Comercio, denominado “De las tercerías”, en el cual se dispone que el

tercero opositor puede presentarse al juicio ya iniciado y deducir una acción distinta

a la que discuten las partes actora y demandada.

Respecto a la naturaleza jurídica de las tercerías conviene apuntar que, la

Primera Sala de la Suprema Corte de la Nación resolvió la contradicción de tesis

91/2003-PS y emitió un criterio jurisprudencial a partir del cual se deduce que las

tercerías excluyentes tienen la calidad de un juicio y no de un incidente, por lo que 64 Torres Díaz, Luis Guillermo, op. cit., nota 35, p. 215.

65 Artículo 1368. Las tercerías excluyentes no suspenderán el curso del negocio en que se interponen; se ventilarán por cuerda separada, conforme á los artículos siguientes, oyendo al demandante y al demandado en traslado por tres días á cada uno.

66 Artículo 1367. Las tercerías excluyentes son de dominio o de preferencia: en el primer caso deben fundarse en el dominio que sobre los bienes en cuestión ó sobre la acción que se ejercita alega el tercero, y en el segundo, en el mejor derecho que éste deduzca para ser pagado.

Artículo 1,370. El opositor deberá fundar su oposición precisamente en prueba documental. Sin este

requisito se desechará desde luego y sin más trámite.

56

los terceristas deben ser considerados como partes en sentido material. Dicho

criterio se transcribe a continuación:

“TERCERÍAS EXCLUYENTES TIENEN NATURALEZA DE JUICIO

Y NO DE INCIDENTE. De los artículos 1362 y 1368 del Código de Comercio

se desprende que las tercerías excluyentes, tanto material como

formalmente, tienen la naturaleza de juicio y no de incidente. En efecto, en la

tercería excluyente se ventila una acción distinta a la que se debate en el

juicio principal, es decir, la materia de la controversia en la tercería es distinta

a la del juicio preexistente, lo cual materialmente le da la calidad de un juicio

con sustantividad propia. El tercero es ajeno a la controversia principal y, al

ejercer la nueva acción debe acreditar tener un interés propio y distinto al de

quienes son parte en el juicio principal, esta nueva acción se ventila por

cuerda separada a través de un procedimiento propio en el que el tercerista

tiene los derechos, cargas y obligaciones que en todo juicio tienen las partes

y no suspende el curso del juicio preexistente, todo esto evidencia que las

tercerías excluyentes son formalmente juicios. En esas condiciones, la

resolución que se emite en una tercería excluyente, una vez que causa

ejecutoria, no puede ser modificada o anulada por la que se dicte en el juicio

que le da origen. Además el artículo 1369, del mencionado ordenamiento, les

da la calidad de juicios, sin que pueda estimarse que por la vinculación de la

tercería con el juicio que la motiva se trate de un incidente, pues tal

vinculación constituye una característica propia de las tercerías excluyentes,

las cuales tienen su origen en la afectación judicial sobre bienes de la parte

demandada, respecto de los cuales el tercerista alega tener mejores

derechos.”67

Ahora, en cuanto a la tramitación de las tercerías excluyentes, sucede que,

pueden hacerse valer en cualquier juicio, respecto de cualquier acción y en

67 Tesis: 1a./J. 59/2004, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XX,

Septiembre de 2004, p. 83.

57

cualquier momento procesal hasta en tanto no se haya dictado la sentencia

ejecutoria que ponga fin al juicio. Por regla general, su interposición no suspende el

juicio en que se hagan valer. En el caso de las tercerías coadyuvantes, ambas

acciones (la principal y la del tercerista opositor) se deducen en el mismo juicio que

concluye con una sola sentencia en la que ambas se resuelven.

En cambio, las tercerías excluyentes se ventilan por cuerda separada,

otorgando garantía de audiencia al demandante y al demandado en lo principal,

concediéndoles un plazo a efecto de que cada uno haga las manifestaciones que

estime convenientes para seguir con el proceso y resolver la acción deducida en la

tercería. Asimismo, puede ocurrir que el demandado (en el principal y también en la

tercería) se allane a las pretensiones del tercero opositor, es decir, que se manifieste

conforme con la reclamación que se le formula, y en ese caso sólo se seguirá el

juicio de tercería entre el actor en el principal (demandado en la tercería) y el tercero

que hace valer la exclusión.

Por lo que toca a las tercerías excluyentes de dominio, se sigue la regla

general de dar continuidad del juicio a pesar de su interposición, no obstante, se

debe distinguir si éstas se hacen valer sobre bienes muebles o inmuebles, pues, en

el primer caso, es dable suspender el remate de dichos bienes si el tercero opositor

exhibe un título suficiente para acreditar su dominio; mientras que, cuando se trate

de bienes inmuebles, la suspensión del remate sólo será procedente si exhibe

escritura pública o un instrumento equivalente inscrito en el Registro Público correspondiente.

En el caso de las tercerías excluyentes de preferencia, ocurre que, al

fundarse en el mejor derecho que el tercero aduce tener para ser pagado con

preferencia frente al enjuiciante, el juicio en que se interponen debe seguirse, en su

caso, hasta la venta de los bienes embargados, empero, se suspende el pago hasta

en tanto se defina en la tercería quién es el acreedor con mejor derecho para recibir

el pago, mientras, queda depositado el dinero obtenido de la venta.

58

Ahora bien, a fin de exponer sistemáticamente la figura de los terceros que

intervienen en juicio, en la siguiente página se presenta un esquema que facilita su

comprensión:

59

TERCEROS

COMPARECENCIA

VOLUNTARIA

COMPARECENCIA

PROVOCADA

PRINCIPAL ADHESIVA

LLAMADOS A JUICIO APARENTEMENTE TERCERISTAS

EXTRAÑOS AL JUICIO

LITISDENUNCIACIÓN:

COADYUVANTES

EXCLUYENTES :

- GARANTÍA

ADUCEN DERECHOS

- EVICCIÓN PROPIOS QU EPUEDEN

SER OPUESTOS O

CONCURRENTES A LOS

DE LAS DEMÁS PARTES. DE DOMINIO

DE PREFERENCIA

60

III. EL LITISCONSORCIO

3.1 Etimología y definiciones

Si bien en el Diccionario de la Real Academia Española no se define al

litisconsorcio, del mismo sí se desprende la definición de la figura del litisconsorte,

como aquella “persona que litiga por la misma causa o interés que otra, formando

con ella una sola parte”68; de ahí que, someramente, pueda entenderse al

litisconsorcio como la figura procesal en que distintas personas conforman una

misma parte al encontrarse vinculadas por una misma causa o interés.

Por lo que toca a su etimología, “litisconsorcio” se forma a partir de dos

vocablos: “litis” que alude a un litigio, pleito o juicio y “consorcio” que se refiere a la

unión o participación de una misma suerte con una o varias personas. De ahí, se

desprende que el litisconsorcio se refiere a la asociación de las partes, ya sean

actores, o demandados69.

Ahora, a modo de introducción, conviene señalar que el litisconsorcio, según

lo explicaremos más adelante, puede ser voluntario o necesario. Así, tratándose del

litisconsorcio necesario, jurídicamente debe entenderse que se trata de una

modalidad procesal que se actualiza en el supuesto de que varias personas estén

estrechamente vinculadas en la relación jurídica sustancial, de modo tal que no

pueda emitirse una sentencia jurídicamente válida sin oír en juicio a todas ellas.

Al respecto, a título ejemplificativo, el artículo 53 del Código de

Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, también aplicable supletoriamente

en materia mercantil, establece que existirá litisconsorcio necesario, sea activo o

sea pasivo, siempre que dos o más personas ejerzan una misma acción u

68 Real Academia Española. (2016). Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Edición del Tricentenario. Consultado en http://dle.rae.es/?id=NRWrxaV 69 Rivera Martínez, Alfonso, op. cit., nota 48, p. 209.

61

opongan la misma excepción, para lo cual deberán litigar unidas y bajo una misma

representación.

Asimismo, se establece que existirá litisconsorcio pasivo necesario, cuando

a pesar de que no exista la necesidad de oponer la misma excepción y por lo tanto

la necesidad de litigar bajo una misma representación, exista la necesidad de que

comparezca a juicio con carácter de demandado una persona que se encuentre en

comunidad jurídica sobre el bien litigioso y tenga un mismo derecho o se encuentre

obligada por igual causa o hecho jurídico, y respecto de la cual debe existir un

pronunciamiento de fondo ya sea condenándola o absolviéndola, y en este caso no

será necesario que el litisconsorte litigue unido a los demás, ni bajo una

representación común, salvo que llegare a oponer las mismas excepciones y

defensas.

62

IV. EL LITISCONSORCIO NECESARIO

Esta figura se actualiza siempre que el objeto central del juicio incumba a los

intereses de distintos sujetos que ostenten la titularidad de un mismo derecho o de

una misma relación jurídica que constituya la materia del litigio, y que dichos sujetos

se encuentren vinculados de un modo tal que no podría el juez avocarse al estudio

de la acción que aquéllos deduzcan, si no es a partir de la comparecencia de todos

ellos.

En ese sentido, para determinar la existencia de la referida figura, deberá

analizarse casuísticamente cuál es el objeto principal del proceso, es decir, cuál es

la cuestión planteada a partir de los elementos brindados por las partes para la

fijación de la litis, o sea, analizar el interés de las partes y conforme a ello, definir si

para la resolución de la controversia, es indispensable la comparecencia de todas

las personas que intervinieron en la celebración de los actos jurídicos que sirven de

base a la acción.

4.1 El litisconsorcio voluntario y litisconsorcio necesario

Cabe precisar que la figura del litisconsorcio también puede actualizarse a

partir de la voluntad de los sujetos que, siendo litigantes separados, libremente

decidan comparecer a un juicio que se siga en contra de un demandado común, a

efecto acumular en el mismo sus pretensiones (es más apropiado hablar de

acumulación de pretensiones, no de acciones)70 para actuar en él en la misma

calidad de parte actora y de ese modo, quienes se encuentren en condiciones de

integrar el litisconsorcio activo, lo crean a voluntad a partir de la presentación

conjunta de una sola demanda71; o bien, que un mismo actor decida reclamar en

un mismo juicio, idénticas prestaciones a distintos demandados que, pueden o no

estar jurídicamente vinculados.

70 Soto Soto, Oscar, op. cit., nota 50, p. 287.

71 Prieto-Castro y Ferrandiz, Leonardo, op. cit., nota 47, p. 83.

63

Este litisconsorcio que se conoce como voluntario o facultativo, persigue fines

de economía procesal y uniformidad en la decisión. Así, se distingue del necesario

en razón de que este último depende de la naturaleza de la relación jurídica que

vincule entre sí a los sujetos que integran la parte actora o la parte enjuiciada,

mientras que el litisconsorcio voluntario resulta cuando, aun pudiendo llevarse dos

juicios de manera separada e independiente, las controversias entre las partes, se

sustancian en un solo juicio, en razón de que existe unidad en el proceso que

atiende a que las pretensiones aducidas en cada uno de ellos se fundan en la misma

causa de pedir (mismas razones o mismos fundamentos), comparten el mismo

objeto, persiguen los mismos bienes, se trata de los mismos sujetos, o se sirven de

las mismas pruebas.72

En ese sentido, el litisconsorcio facultativo obedece a la conveniencia de que

distintas personas litiguen unidas sin estar obligadas a ello. En cambio, se trata de

un litisconsorcio necesario si por disposición de la ley se obliga a distintas personas

a litigar de manera conjunta.73

Así, el litisconsorcio voluntario puede clasificarse en propio e impropio,

según la conexidad jurídica que exista entre las pretensiones de las partes. Esto es,

cuando exista un elemento de identidad que conecte distintas pretensiones que se

funden en esa misma causa de pedir, el litisconsorcio facultativo será propio (como

ocurre, por ejemplo, con las demandas que interponen los acreedores de una

obligación solidaria –a diferencia de las obligaciones mancomunadas en que el

litisconsorcio resultaría necesario-); mientras que en el impropio sólo existe analogía

o afinidad entre esas pretensiones de las distintas partes (un ejemplo puede ser el

caso de distintos arrendatarios de distintos inmuebles respecto de un arrendador en

común, para obtener una prestación semejante aunque cada uno es titular de una

relación sustancial independiente)74.

72 Parra Benítez, Jorge, Derecho procesal civil, Medellín, Colombia, Sello Editorial Universidad de Medellín, 2010, p. 72. 73Rivera Martínez, Alfonso, op. cit., nota 48, p. 211. 74

Parra Benítez, Jorge, op. cit., nota 29, p. 73.

64

Ahora bien, por lo que toca a las diferencias entre el litisconsorcio necesario

y el voluntario debe decirse que en el caso del voluntario, los litisconsortes siempre

deberán ser considerados como litigantes separados, por ello, cada litisconsorte

tendrá todas las facultades que deriven de su calidad de parte75.

Asimismo, las actuaciones de cada uno, no provocarán provecho o perjuicio

a los otros, sin que ello afecte la unidad del proceso, en ese sentido, las excepciones

y defensas que haga valer uno de los demandados, sólo prosperarán, en su caso,

en favor de aquel que las opuso, salvo que se declare la nulidad del proceso que sí

produce un efecto general o bien, cuando se interrumpen los términos para la

preclusión, o bien que se actualice un impedimento procesal propuesto como

excepción por alguno de los litisconsortes. Por el contrario, si se trata de un

litisconsorcio necesario, todos los beneficios obtenidos por la procedencia de las

excepciones y defensas opuestas por uno solo de los demandados, aprovechan al

resto.

Otra diferencia importante radica en la resolución, pues cuando se trata del

litisconsorcio necesario, el pronunciamiento de fondo será uno sólo que afectará a

todos los litisconsortes, empero, en tratándose del facultativo, si bien sólo se emitirá

una sentencia, en la misma podrán hacerse los diversos pronunciamientos según lo

que en derecho corresponda a cada uno de los litisconsortes voluntarios, pudiendo

incluso absolver a unos y condenar a otros.

Cabe mencionar que el litisconsorcio voluntario también puede integrarse en

el caso de que una de las personas que no fueron demandadas, se presente de

manera espontánea al proceso para intervenir como tercero litisconsorcional.76

75 Soto Soto, Oscar, op. cit., nota 50, p. 289.

76 Soto Soto, Oscar, op. cit., nota 50, p. 287.

65

4.2 Naturaleza jurídica del litisconsorcio necesario

En diversas jurisprudencias y tesis aisladas de los tribunales del Poder

Judicial de la Federación77, se ha considerado a dicha modalidad procesal como

un presupuesto procesal. Nosotros no compartimos esta idea, en atención a las

siguientes consideraciones:

Como lo enseña el procesalista Eduardo Pallares78, los presupuestos

procesales son los supuestos sin los cuales no puede iniciarse ni desenvolverse

válidamente un proceso; se trata de requisitos sin los cuales no puede dar inicio un

proceso. Así por ejemplo, si el juez no es competente, si las partes carecen de

capacidad procesal, si el juicio no se inicia por medio de demanda en forma, el

proceso no se constituye válidamente.

En ese sentido, es dable concluir que los presupuestos procesales son

ajenos a la cuestión de fondo planteada en el proceso.

Lo anterior explica que en las diversas legislaciones civiles correspondientes

a nuestro sistema jurídico, se prevea la posibilidad de que el juez se pronuncie sobre

la ausencia de un presupuesto procesal en el auto que recae al escrito de demanda;

o bien, cuando es materia de una prevención en el auto que recaiga al desahogo de

la prevención que hace el juez en el primer proveído que dicta.

77 Tesis: 1a./J. 47/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXIV, septiembre de 2006, p. 125. Rubro: LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. AL SER UN

PRESUPUESTO PROCESAL, EL TRIBUNAL DE ALZADA DEBE MANDAR REPONER EL PROCEDIMIENTO OFICIOSAMENTE CUANDO ADVIERTA QUE NO TODOS LOS INTERESADOS FUERON LLAMADOS AL JUICIO NATURAL (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO VIGENTE A PARTIR DE JULIO DE 2002). Tesis: 1a./J. 144/2005, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXII, diciembre de 2005, p. 190. Rubro: LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. ES UN PRESUPUESTO PROCESAL QUE DEBE ANALIZARSE DE OFICIO POR EL JUZGADOR EN CUALQUIER ETAPA DEL JUICIO (LEGISLACIONES DEL ESTADO DE JALISCO Y DEL DISTRITO FEDERAL). 78 Pallares, Eduardo, op. cit. Nota 1, p. 622.

66

También se prevé que, ante la ausencia de un presupuesto procesal, la parte

demandada pueda oponer una excepción que, según sea el caso, puede o no ser

de previo pronunciamiento. Tal excepción se suele tramitar vía incidental y, en

consecuencia, resolverse en la sentencia interlocutoria que ponga fin al

correspondiente incidente. Si en este fallo se declara fundada la excepción y el

mismo queda firme, el proceso necesariamente concluye, pues la ausencia de un

presupuesto procesal impide la reanudación del juicio, dada su naturaleza. Por otra

parte, debe tenerse presente que las cuestiones que atañen al fondo del negocio,

ordinariamente son materia de examen en la sentencia definitiva.

A manera de ejemplo, es bien conocida la distinción que se hace, entre la

legitimación en el proceso y la legitimación en la causa. La primera, por referirse a

la personalidad, tiene el carácter de presupuesto procesal; en tanto que la segunda,

por referirse a la titularidad del derecho del accionante, tiene el carácter de condición

para el ejercicio de la acción.

Es decir, en este último caso, el juez, con base en los hechos planteados y

en los documentos fundatorios de la demanda, tiene que determinar si, en efecto,

el pretensor es o no el titular del derecho para reclamar las prestaciones objeto de

la demanda. Este análisis, según lo han reconocido los tribunales federales, en

forma unánime, por concernir al fondo del asunto, no constituye un presupuesto

procesal. Para unos, es una condición para el ejercicio de la acción, para otros un

requisito de la pretensión; pero para ninguno un presupuesto procesal.

Veamos ahora el caso del litisconsorcio necesario. Ya se ha explicado, cuál

es el significado de esta modalidad procesal.

De lo dicho, conviene resaltar aquí, que aquél se actualiza cuando existe una

vinculación tal entre los litisconsortes respecto de un determinado acto jurídico, que

resulta imprescindible, o bien, que ejerciten conjuntamente una

67

acción (en el caso del litisconsorcio necesario activo), o bien, que sean demandados

todos los intervinientes en tal acto jurídico.

De acuerdo con lo dicho en el párrafo precedente, se puede llegar fácilmente

a la conclusión de que la modalidad procesal en cuestión tiene una innegable

analogía con la legitimación en la causa. Esta analogía descansa en el hecho

incontrovertible que, para determinar la existencia o inexistencia de la modalidad

procesal de que se trata, el juzgador necesariamente se ve en la necesidad de

analizar una cuestión que concierne al fondo del negocio, como lo es el acto jurídico

que por alguna razón es motivo de una controversia judicial.

Si lo anterior es así, no puede sostenerse válidamente que el litisconsorcio

necesario constituya un presupuesto procesal, pues es propio de la naturaleza de

éste, el que pueda ser examinado con abstracción del fondo del litigio. Por ejemplo,

la falta de personalidad de una de las partes, nada tiene que ver con el fondo del

conflicto; tampoco la incompetencia del juez para conocer del mismo, etc.

Veamos ahora en qué consiste una condición para el ejercicio de la acción.

Al respecto, el procesalista Chiovenda se refiere a las condiciones de actuación de

ley y las define de la siguiente manera:

“Llámense condiciones de actuación de ley (o lo que es igual,

condiciones de la acción) las condiciones necesarias para obtener una

resolución favorable; y varían según la naturaleza de la resolución. Así, si se

ha pedido una sentencia de condena, veremos que las condiciones para

obtenerla son normalmente: 1. La existencia de una voluntad de la ley que

garantice a alguno un bien, obligando al demandado a una prestación; 2. La

calidad, o sea la identidad de la persona del actor con la persona favorecida

68

por la ley y de la persona del demandado con la persona obligada; 3. El

interés de conseguir el bien mediante los órganos públicos.”79

Es decir, si se atiende a lo que dice el citado procesalista, y si se toma en

cuenta el significado gramatical del término condición (“la que es preciso que

intervenga para la validación de un acto”80), se concluye que se trata de una

cuestión que, concerniendo al fondo, es preciso analizar previamente al examen de

los elementos constitutivos de la acción. Por ejemplo, si no existe un precepto que

garantice el bien o bienes reclamados por el actor, el juez no podría examinar los

elementos de la acción. Aquí se ve claramente que una condición que debe

satisfacerse para el análisis de la acción propiamente dicha es la existencia de una

voluntad de la ley que garantice al actor el bien que reclama.

En esta línea de pensamiento, resulta fácil concluir que antes del examen de

los elementos constitutivos de la acción, el juez debe analizar el acto jurídico que

motivó el conflicto, a fin de determinar si quienes intervinieron en el mismo en

calidad de actores, tienen entre sí una vinculación tal, que no resulta posible el

análisis de los elementos de la acción, si los accionantes no son todos los vinculados

en tal acto, o si, por la misma razón, tampoco es posible tal análisis respecto de los

accionados.

Este examen que realiza el juzgador no es de un presupuesto procesal por

la simple y sencilla razón que no puede analizarse con independencia del fondo del

negocio, como sí es posible, por ejemplo, tratándose de la personalidad o de la

competencia.

No es óbice a lo antes expuesto, el hecho de que en casos excepcionales,

en el auto admisorio de la demanda pueda analizarse la modalidad procesal en

cuestión. Al respecto, resulta importante la tesis sostenida por el Cuarto Tribunal

79 Chiovenda, José, op. cit., nota 37, pp. 114 a 115.

80 Palomar De Miguel, Juan, Diccionario para juristas, 3ª ed., México, Distrito Federal, Porrúa, 2001, p. 111.

69

Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, cuyo ponente es el distinguido

Magistrado Leonel Castillo, en el sentido de que puede ser permisible el estudio de

las condiciones para el ejercicio de la acción antes del dictado de la sentencia,

cuando por obviedad, resulte ocioso sustanciar todo un proceso que

necesariamente tendría que concluir con su declaratoria de improcedencia (en el

caso del litisconsorcio necesario activo) o con una sentencia en la que se ordene la

reposición del procedimiento. La citada tesis se transcribe a continuación:

“DESECHAMIENTO DE DEMANDAS CIVILES INVIABLES.

SUPUESTOS PREVISTOS POR LOS ARTÍCULOS 72 Y 257 DEL

CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES PARA EL DISTRITO FEDERAL.

En los artículos 72 y 257 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito

Federal, existen supuestos para que los Jueces rechacen de plano o se

nieguen a dar curso a las demandas, si no se cumple con los requisitos de

admisibilidad o procedibilidad contemplados por el segundo precepto, como

cuando resulte evidente, notoria, manifiesta e indudable su inviabilidad para

alcanzar el objeto del juicio promovido, ya sea por la falta de un presupuesto

procesal o de una condición para el dictado de un fallo de fondo, que no sea

posible remover durante la secuencia procedimental que se instruyera,

independientemente del material probatorio que se allegara y de las

circunstancias que acontecieran, o inclusive, cuando el objeto perseguido o

pretensión resulten absolutamente inviables, porque la situación fáctica

invocada como causa de pedir, no se encuentre amparada en modo alguno

por el derecho sustantivo, de modo que la promoción se pueda calificar como

frívola o notoriamente improcedente. Esto es, en consideración a la

estructura e integración jurídica de un proceso jurisdiccional, los supuestos

lógicos y jurídicos que podrían dar pauta para un desechamiento, podrían ser

solamente los siguientes: a) Evidencia irremovible de que en el caso no se

actualiza algún presupuesto procesal y, por tanto, no es susceptible de

prueba posterior, porque con esto quedaría de manifiesto la imposibilidad

jurídica y hasta material de integrar

70

válidamente la relación jurídico procesal, que es exigencia sine qua non para

dictar una sentencia de fondo en un juicio, como ocurriría, verbigracia, con la

demanda presentada por una persona física para dilucidar una cuestión en

la que fuera totalmente ajena directa o indirectamente; b) La falta, también

insuperable, de algunas de las condiciones necesarias para el dictado de la

sentencia de fondo al concluir el procedimiento, como son la legitimación ad

causam y el interés jurídico; y c) La absoluta inviabilidad de lo pretendido, por

no encontrarse tutelado, o hasta estar prohibido, por el derecho sustantivo,

como por ejemplo el cumplimiento de un contrato donde se hubiera pactado

la comisión de un delito, el cumplimiento del débito carnal, la imposición de

una sanción penal por deudas de carácter puramente civil, etcétera.”81

De lo antes expuesto, podemos corroborar la hipótesis propuesta al inicio de

este trabajo, en el sentido de que el litisconsorcio necesario, sea en su forma activa

o sea en su forma pasiva, no constituye un presupuesto procesal, sino una condición

para el ejercicio de la acción.

Todavía más, si la legitimación en la causa, conforme a la definición del

procesalista Chiovenda, citado por Pallares, “consiste en la identidad del actor con

la persona en cuyo favor está la ley (legitimación activa), y la identidad de la persona

del demandado con la persona contra quien se dirige la voluntad de la ley

(legitimación pasiva)”82, resulta evidente que el litisconsorcio necesario es una

especie de legitimación en la causa.

Lo anterior es así, pues si el actor está legitimado cuando ejercita un derecho

que realmente es suyo, y el demandado cuando se le exige el cumplimiento de una

obligación que es a cargo de él, lo único que varía tratándose del litisconsorcio

necesario es que el ejercicio del derecho no sólo corresponde a

81 Tesis: I.4o.C.229 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXXI, febrero de 2010, p. 2825.

82 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p.534.

71

una persona, sino que corresponde, de consuno, a una pluralidad de personas

(litisconsorcio necesario activo) y que la exigencia del cumplimiento de una

obligación no sólo debe ser a cargo de una persona, sino obligadamente a cargo de

varias (litisconsorcio necesario pasivo). De aquí se desprende que la figura del

litisconsorcio necesario, no es otra cosa que una especie de legitimación en la causa

y, consecuentemente, una condición para el ejercicio de la acción.

Al respecto, sirven de apoyo las tesis que a continuación se transcriben, en

que los tribunales federales sostienen que la legitimación en la causa concierne al

fondo de la cuestión a resolverse en el juicio (por consiguiente, no es dable aceptar

que constituya un presupuesto de la acción).

“LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA. CONSTITUYE UNA CONDICIÓN

DE LA ACCIÓN Y NO UN PRESUPUESTO PROCESAL. Los presupuestos

procesales son los requisitos sin los cuales no puede iniciarse ni tramitarse

con eficacia jurídica un proceso. Por ello, se trata de cuestiones de orden

público que deben ser analizadas incluso de oficio por el juzgador, antes de

efectuar el estudio del fondo del asunto. Los presupuestos procesales deben

distinguirse de las condiciones de la acción, ya que éstas son necesarias

para que el actor obtenga una sentencia favorable. Entre los presupuestos

procesales se encuentran la competencia, la procedencia de la vía, la

personalidad y el litisconsorcio pasivo necesario. En cambio, entre las

condiciones de la acción se encuentra la legitimación en la causa, que

consiste en la calidad en virtud de la que una acción o derecho puede ser

ejercido, por o contra una persona en nombre propio. Así, la legitimación en

la causa puede ser vista desde dos ángulos: como la identidad de la persona

del actor, con aquel a quien la ley concede la acción (legitimación activa), y

como la identidad de la persona del demandado, con aquella contra la cual

es concedida la acción (legitimación pasiva). La legitimación en la causa

constituye una condición de la acción porque únicamente en el supuesto de

que se acredite la legitimación del actor y del demandado,

72

tiene posibilidad de éxito la demanda, pues si falta en una o en otra parte, la

demanda tiene que ser desestimada.”83

“LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA. SÓLO PUEDE ESTUDIARSE EN LA

SENTENCIA DEFINITIVA. Debe distinguirse la legitimación en el proceso, de la

legitimación en la causa. La primera es un presupuesto del procedimiento que

se refiere o a la capacidad para comparecer al juicio, para lo cual se requiere

que el compareciente esté en pleno ejercicio de sus derechos civiles, o a la

representación de quien comparece a nombre de otro. En este sentido, siendo

la legitimación ad procesum un presupuesto procesal, puede examinarse en

cualquier momento del juicio, pues si el actor carece de capacidad para

comparecer a él o no justifica ser el representante legal del demandante, sería

ociosa la continuación de un proceso seguido por quien no puede apersonarse

en el mismo. En cambio, la legitimación en la causa, no es un presupuesto

procesal, sino una condición para obtener sentencia favorable. En efecto, ésta

consiste en la identidad del actor con la persona a cuyo favor está la ley; en

consecuencia, el actor estará legitimado en la causa cuando ejercita un derecho

que realmente le corresponde. Como se ve, la legitimación ad causam atañe al

fondo de la cuestión litigiosa y, por tanto, lógicamente, sólo puede analizarse en

el momento en que se pronuncie la sentencia definitiva.”84

“LEGITIMACIÓN ACTIVA EN LA CAUSA. ES UNA CONDICIÓN

NECESARIA PARA LA PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN Y SÓLO PUEDE

ANALIZARSE DE OFICIO POR EL JUZGADOR AL MOMENTO DE DICTAR

SENTENCIA. La legitimación activa en la causa no es un presupuesto

procesal sino una condición para obtener sentencia favorable, esto es, se

trata de una condición necesaria para la procedencia de la

83 Tesis: VI.3o.C. J/67, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXXII, diciembre de 2010, p. 1777.

84 Tesis: VI.3o.C. J/67, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXVIII, julio de 2008, p. 1600.

73

acción, y consiste en la identidad del actor con la persona a cuyo favor está

la ley, por lo que el actor estará legitimado en la causa cuando ejercita un

derecho que realmente le corresponde, de tal manera que la legitimación ad

causam atañe al fondo de la cuestión litigiosa y, por ende, es evidente que

sólo puede analizarse de oficio por el juzgador en el momento en que se

pronuncie la sentencia definitiva y no antes.”85

Finalmente, conviene invocar la tesis aislada emitida por el Tercer Tribunal

Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, que se transcribe a continuación:

“COMPETENCIA DEL JUZGADOR. DEBE CONSIDERARSE

COMO UN PRESUPUESTO PROCESAL AUN CUANDO NO SE

CONTEMPLE EXPRESAMENTE COMO TAL EN EL CÓDIGO DE

PROCEDIMIENTOS CIVILES PARA EL DISTRITO FEDERAL, ATENTO A

SU NATURALEZA JURÍDICA. De acuerdo al artículo 35 del Código de

Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, la incompetencia del juzgador

tiene el carácter de excepción procesal. No obstante, atento a la teoría

general del proceso, deben distinguirse tres conceptos para que una acción

pueda ser ejercida y resuelta válidamente por la autoridad jurisdiccional: 1)

presupuesto procesal, 2) condición necesaria para el ejercicio de la acción y

3) requisito de procedibilidad de la acción. Así, el primer término citado -

presupuesto procesal- se refiere a aquellos supuestos que deben

satisfacerse para desahogar un proceso válido, esto es, atañen al proceso,

con independencia de la naturaleza de la acción ejercida, algunos ejemplos

son: litisconsorcio pasivo necesario, personalidad y procedencia de la vía.

Por otra parte, se encuentran las condiciones necesarias para el ejercicio de

la acción, las cuales se constituyen como aquellas sin las cuales no podría

acogerse la acción en sentencia definitiva, es decir, supuestos previos que

se relacionan con el

85 Tesis: I.11o.C. J/12, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXVII,

abril de 2008, p. 2066.

74

fondo de la cuestión planteada, entre ellas, puede citarse a la legitimación en

la causa. Por otra parte, los elementos de acción de cumplimiento, son: a) la

existencia de una obligación; b) que la carga sea exigible; y c) que no se haya

cumplido. Así tenemos que los requisitos de procedibilidad de la acción y las

condiciones necesarias para su ejercicio atañen al fondo de la cuestión

planteada, por lo cual, su acreditación es objeto de prueba y, por tanto, es

hasta el dictado de la sentencia definitiva cuando el Juez declara su

ausencia, no así por lo que hace a los presupuestos procesales, los cuales

no se relacionan con el fondo de lo planteado, sino que se vinculan al

proceso; en ese sentido, el Juez puede advertir su ausencia y declararlo así,

sin esperar a que concluya el juicio. En esa guisa, atento a su naturaleza

jurídica, la competencia del juzgador más que una excepción procesal se

debe entender como un presupuesto procesal para el ejercicio de la acción,

aun cuando la legislación procesal civil no lo contemple como tal, ya que su

falta conlleva que todo lo actuado en un juicio carezca de validez.”86

Como se ve, en éste último criterio se estableció que un presupuesto procesal

se examina con independencia de la acción ejercida en el juicio, por considerarlo

una cuestión ajena al fondo del estudio de la cuestión planteada y, como primer

ejemplo, refiere al litisconsorcio pasivo necesario; no obstante, tal determinación

refleja una contradicción que, al mismo tiempo, sirve de fundamento a la hipótesis

propuesta por la sustentante del presente trabajo. En este sentido, si como se vio

en los párrafos precedentes, el litisconsorcio necesario se define a partir de la

vinculación que los sujetos procesales tengan a la relación jurídica sustancial

(cuestión de fondo), es evidente que no se trata de un presupuesto procesal, pues

su definición depende precisamente de la naturaleza de la acción ejercida.

86 Tesis: I.3o.C. 970 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t.

XXXIV, julio de 2011, p. 1981.

75

De lo anteriormente expuesto se confirma otra hipótesis que sostuvimos al

inicio de esta tesis profesional: la consecuencia de la falta de acreditamiento del

litisconsorcio necesario, sea en su forma activa o sea en su forma pasiva, no debe

ser, como lo sostiene el más Alto Tribunal del País, motivo de reposición del

procedimiento, sino una causa para decretar la improcedencia de la acción, de la

misma manera que sucede ante la falta de demostración de la legitimación activa

del accionante o pasiva del accionado.

Esto, pues considerar la falta de legitimación activa como causa de reposición

del procedimiento, implicaría pasar por alto lo dispuesto en el artículo

32 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal87, y sus

equivalentes en otras legislaciones, que recogen el principio general del derecho

que dice que “a ninguna persona puede obligársele a ejercitar una acción”, ya que,

para subsanar tal deficiencia, sólo podría llamarse a los sujetos legitimados para el

ejercicio de la acción que se pretenda hacer valer, a fin de que formen parte de un

juicio en el que, podría ser el caso, que no quisieran participar.

Además, por lo que hace al litisconsorcio necesario pasivo, hemos observado

que, en la práctica, la reposición del procedimiento, provoca diversos problemas

que, incluso, colocan a las partes en una posición de desigualdad procesal.

Para explicar lo anterior, puede recurrirse al siguiente ejemplo: el litisconsorte

que sí fue llamado a juicio, incurrió en una serie de deficiencias probatorias que

advirtió el juez de primer grado al momento de pronunciar su sentencia definitiva. El

tribunal de alzada revoca el fallo y ordena la reposición del

87 Artículo 32. A nadie puede obligarse a intentar o proseguir una acción contra su voluntad, excepto

en los casos siguientes: I.- Derogada, D.O.F. 10 de enero de 1986 --- II.- Cuando por haberse interpuesto tercería por cuantía mayor de la correspondiente a la competencia del Juzgado del conocimiento, se hayan remitido los autos a otro tribunal y el tercero opositor no concurra a continuar la tercería, y --- III.- Cuando alguno tenga acción, o excepción que dependa del ejercicio de la acción de otro, a quien pueda exigir que la deduzca, oponga o continúe desde luego; y si excitado para ello se rehusare, lo podrá hacer aquél.

76

procedimiento para que se emplace al litisconsorte preterido. Éste fácilmente se

percatará de las omisiones o incorrecciones probatorias en que incurrió su

litisconsorte y las subsanará, otorgando así a los demandados una ventaja procesal

respecto del actor.

Lo anteriormente expuesto nos lleva a sugerir que algún Tribunal Colegiado

de Circuito, haga uso de la facultad que le confiere el artículo 230 de la Ley de

Amparo88, para solicitar la modificación de las siguientes tesis jurisprudenciales

sostenidas por la Primera Sala de Justicia de la Nación, dicen:

“LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. AL SER UN

PRESUPUESTO PROCESAL, EL TRIBUNAL DE ALZADA DEBE

MANDAR REPONER EL PROCEDIMIENTO OFICIOSAMENTE CUANDO

ADVIERTA QUE NO TODOS LOS INTERESADOS FUERON LLAMADOS

AL JUICIO NATURAL (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO

VIGENTE A PARTIR DE JULIO DE 2002). El litisconsorcio pasivo

88 Artículo 230.- La jurisprudencia que por reiteración o contradicción establezcan el pleno o las salas

de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como los Plenos de Circuito, podrá ser sustituida conforme a las siguientes reglas: --- I. Cualquier tribunal colegiado de circuito, previa petición de alguno de sus magistrados, con motivo de un caso concreto una vez resuelto, podrán solicitar al Pleno de Circuito al que pertenezcan que sustituya la jurisprudencia que por contradicción haya establecido, para lo cual expresarán las razones por las cuales se estima debe hacerse. --- Para que los Plenos de Circuito sustituyan la jurisprudencia se requerirá de las dos terceras partes de los magistrados que lo integran. --- II. Cualquiera de los Plenos de Circuito, previa petición de alguno de los magistrados de los tribunales colegiados de su circuito y con motivo de un caso concreto una vez resuelto, podrán solicitar al pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o a la sala correspondiente, que sustituya la jurisprudencia que hayan establecido, para lo cual expresarán las razones por las cuales se estima debe hacerse. La solicitud que, en su caso, enviarían los Plenos de Circuito al pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o a la sala correspondiente, debe ser aprobada por la mayoría de sus integrantes. --- III. Cualquiera de las salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, previa petición de alguno de los ministros que las integran, y sólo con motivo de un caso concreto una vez resuelto, podrán solicitar al pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que sustituya la jurisprudencia que haya establecido, para lo cual expresarán las razones por las cuales se estima debe hacerse. La solicitud que, en su caso, enviaría la sala correspondiente al pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, deberá ser aprobada por la mayoría de sus integrantes. --- Para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación sustituya la jurisprudencia en términos de las fracciones II y III del presente artículo, se requerirá mayoría de cuando menos ocho votos en pleno y cuatro en sala. --- Cuando se resuelva sustituir la jurisprudencia, dicha resolución no afectará las situaciones jurídicas concretas derivadas de los juicios en los que se hayan dictado las sentencias que la integraron, ni la que se resolvió en el caso concreto que haya motivado la solicitud. Esta resolución se publicará y distribuirá en los términos establecidos en esta Ley.

77

necesario implica pluralidad de demandados y unidad de acción; de ahí que

deban ser llamados a juicio todos los litisconsortes, quienes al estar

vinculados entre sí por un derecho litigioso deben ser afectados por una sola

sentencia, conforme a los artículos 1.86, 1.87 y 1.88 del Código de

Procedimientos Civiles del Estado de México. En ese sentido, cuando se

interpone un recurso de apelación y el tribunal de alzada advierte que en el

juicio natural hubo litisconsortes que no fueron llamados, aunque no medie

petición de parte, en cualquier etapa del procedimiento está obligado a

mandar reponerlo de oficio, para el efecto de que el Juez de primera instancia

los oiga y dicte una sentencia completa, en atención a los principios de

igualdad, seguridad jurídica y economía procesal, siendo que en términos del

último numeral, los efectos son reponer el procedimiento a fin de que el Juez

de primer grado prevenga al actor para que amplíe su demanda o la

reconvención contra las personas que formen el litisconsorcio necesario. Lo

anterior en virtud de que el litisconsorcio constituye un presupuesto procesal

sin cuyos requisitos no puede dictarse una sentencia válida en tanto que

involucra cuestiones de orden público; por lo que la carga procesal de citar a

todas las partes corresponde al órgano jurisdiccional.”89

“LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. CUANDO EL TRIBUNAL DE

ALZADA ADVIERTA QUE ALGUNA DE LAS PARTES NO FUE

LLAMADA AL JUICIO NATURAL, OFICIOSAMENTE DEBE MANDAR

REPONER EL PROCEDIMIENTO. El litisconsorcio pasivo necesario implica

pluralidad de demandados y unidad de acción; de ahí que deban ser

llamados a juicio todos los litisconsortes quienes, al estar vinculados entre sí

por un derecho litigioso, deben ser afectados por una sola sentencia. En ese

sentido, cuando se interpone un recurso de apelación y el tribunal de alzada

advierte que en el juicio hubo litisconsortes que no fueron llamados,

89 Tesis: 1a./J. 47/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,

Tomo XXIV, Septiembre de 2006, p. 125.

78

aunque no medie petición de parte, en cualquier etapa del procedimiento

debe mandar reponerlo de oficio, para que el juez de primera instancia los

oiga y dicte una sentencia apegada a los principios de igualdad, seguridad

jurídica y economía procesal, sobre la base de que debe protegerse en todo

momento el derecho humano de acceso efectivo a la justicia consagrado en

el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Lo anterior es así, toda vez que el litisconsorcio constituye un presupuesto

procesal sin el cual no puede dictarse una sentencia válida, ya que involucra

la protección de un derecho humano y la correlativa obligación de los jueces

como autoridades a protegerlo, por lo que la carga procesal de citar a todas

las partes corresponde al órgano jurisdiccional.”90

“LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO EN LA RECONVENCIÓN.

CUÁNDO DA LUGAR A REPONER EL PROCEDIMIENTO SI SE

DETECTA EN LA ETAPA DE SENTENCIA. La Suprema Corte de Justicia

de la Nación ha establecido pautas sobre la reposición del procedimiento

para llamar a juicio a todos los litisconsortes cuando se advierte la existencia

de un litisconsorcio pasivo necesario que no ha sido debidamente integrado,

pautas que solamente tienen aplicación en situaciones ordinarias, esto es,

cuando tal exigencia se presenta en el trámite normal de un juicio donde el

demandado se concreta a producir su defensa, pero su aplicación no cobra

plena vigencia cuando se trata de la situación peculiar de los litigios múltiples

dentro de un mismo proceso, por la presentación de la reconvención, pues

ésta no siempre participa de las mismas normas procesales aplicables a la

causa principal, dado que es la propia ley adjetiva aplicable a cada caso

específico la que prevé las limitaciones que rigen la contrademanda. En esas

circunstancias, no es válido sostener que, en un escenario como el que se

proyecta, el órgano jurisdiccional deba ordenar ineludiblemente la reposición

del procedimiento

90 Tesis: 1a./J. 19/2013, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época,

Libro XXIII, Agosto de 2013, Tomo 1, p. 595.

79

para vincular a los litisconsortes no emplazados a la reconvención, pues no debe

soslayarse que ésta aprovecha el juicio iniciado por el actor principal, quien no

debe verse afectado injustificadamente por las deficiencias en su trámite; de

manera que, una eventual reposición del procedimiento debe atender a la

vinculación o interdependencia entre la causa principal y la reconvención, pues

sólo entonces se justifica la molestia ocasionada al impulsor natural. Por esas

razones y a fin de lograr el mayor beneficio para las partes y para la sociedad,

así como privilegiar la economía procesal, la disminución en la aplicación de

recursos humanos y económicos en la resolución de conflictos de índole

jurisdiccional y la superación de las dificultades y problemas que podrían

ocasionarse si las cuestiones se ventilaran y decidieran en expedientes distintos

y por separado, ha de observarse lo siguiente: a) si la decisión de una de las

pretensiones depende de la otra, no es válido dictar sentencia definitiva, en el

entendido de que si ésta ya se dictó, debe quedar sin efectos en su totalidad por

orden del órgano revisor, esto es, tanto lo resuelto en la causa principal como

en la reconvención y reponerse el procedimiento para llamar a juicio al resto de

los litisconsortes (pues se considera que el actor principal ya está sujeto al

proceso), donde quedan intocadas las actuaciones verificadas respecto del juicio

principal, es decir, quedan en estado de resolución; y, b) si son independientes

o autónomas una y otra pretensiones, la autoridad debe pronunciarse sobre la

cuestión principal y dictar sentencia inhibitoria en la reconvención, dejando a

salvo los derechos del reconventor para que los haga valer en un juicio diferente,

pues a nada práctico conduciría reservar o suspender la ejecución de la cuestión

principal sentenciada cuando hay completa desvinculación entre ambas

pretensiones o la reconvención solamente tiene la finalidad de lograr una posible

compensación.”91

91 Tesis: 1a./J. 20/2013, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época,

Libro XIX, Abril de 2013, Tomo 1, p. 771.

80

En el presente estudio se propone que dichas tesis sean sustituidas por un

criterio que diga:

LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. AL SER UNA

CONDICIÓN NECESARIA PARA EL EJERCICIO DE LA ACCIÓN,

CUANDO EL JUZGADOR ADVIERTA QUE NO TODOS LOS

INTERESADOS FUERON LLAMADOS AL JUICIO NATURAL,

OFICIOSAMENTE DEBE DECRETAR LA IMPROCEDENCIA DE LA

ACCIÓN.

El litisconsorcio pasivo necesario implica pluralidad de demandados y unidad

de acción; de ahí que para dictar una sentencia válida deban ser llamados a juicio

todos los litisconsortes, quienes al estar vinculados entre sí por un derecho litigioso

deben ser afectados por una sola sentencia. En ese sentido, cuando en el juicio

natural o en la segunda instancia, el juzgador advierta que hubo litisconsortes que

no fueron llamados, aunque no medie petición de parte, al momento de fallar está

obligado a decretar la improcedencia de la acción. Esto, en razón de que la

naturaleza jurídica del litisconsorcio necesario corresponde a una especie de la

legitimación en la causa, pues la existencia de dicha figura se define analizando la

identidad de las partes con los sujetos titulares de los derechos y obligaciones

discutidos, cuestión que corresponde al estudio del fondo de la litis. Por

consiguiente, el litisconsorcio necesario se identifica con una condición necesaria

para el ejercicio de la acción. Es obvio que para declarar probada la acción, antes

de estudiar sus elementos, deben analizarse las condiciones generales y especiales

para su ejercicio, de modo que su ausencia impide tal estudio, debiendo decretarse

la improcedencia de la acción. Esto, pues el actor sólo está legitimado cuando

ejercita un derecho que realmente es suyo, y respecto al demandado, cuando se le

exige el cumplimiento de una obligación que legalmente es a su cargo, lo único que

varía tratándose del litisconsorcio necesario, es que el ejercicio del derecho de

defensa no sólo corresponde a una persona, sino que corresponde, de consuno, a

una pluralidad de personas. Esto,

81

ya que el litisconsorcio necesario constituye una especie de legitimación en la

causa, ya sea en su forma activa o en su forma pasiva, de manera que, la falta de

su integración da lugar a la improcedencia de la acción, debiéndose reservar, en su

caso, los derechos de las partes para que los hagan valer en un diverso juicio.

De lo anteriormente expuesto se confirma la hipótesis que sostuvimos al

inicio de esta tesis profesional. En efecto, la Primera Sala del más alto tribunal del

país ha establecido que la falta de integración del litisconsorcio necesario, visto

como un presupuesto procesal, acarrea la regularización del procedimiento, esta

conclusión se estima equivocada atento lo expuesto en los párrafos precedentes y

considerando además, que si se tratara de un mero presupuesto procesal, no podría

la autoridad de apelación que advirtiera la falta de configuración del litisconsorcio,

ordenar tal reposición, en tanto que visto de esa manera, carecería de un requisito

indispensable para la consecución del juicio como es el análisis de las cuestiones

de fondo.

Consecuentemente, de conformidad con lo hasta aquí expuesto, resulta claro

que si en la demanda no se satisface el requisito de litisconsorcio necesario activo,

o si en la contestación no se satisface el requisito de litisconsorcio necesario pasivo,

y tal deficiencia es advertida por el juzgador al momento de emitir su fallo definitivo,

éste no debería ordenar reponer el procedimiento, como en la actualidad se hace,

de conformidad con las diversas jurisprudencias de la Primera Sala de la Suprema

Corte de Justicia de la Nación , que se transcribieron anteriormente. Esto es así,

pues como dicha modalidad constituye una especie de legitimación en la causa, ya

sea en su forma activa o en su forma pasiva, la referida deficiencia debe dar lugar

a declarar la improcedencia de la acción, reservando, en su caso, los derechos de

las partes para que los hagan valer en un diverso juicio.

82

4.2.1 Tipos de litisconsorcio necesario

Existen distintas formas de litisconsorcio necesario, las cuales se pueden

definir a partir de diversos factores, tales como la relación jurídico-procesal que se

verifique en el proceso (es decir, si el litisconsorcio es respecto de la parte actora,

de la demandada o si es mixto), también puede clasificarse el litisconsorcio

necesario según se cuente o no con la voluntad de los litisconsortes para intervenir

en el juicio (así se actualiza la concurrencia voluntaria o coactiva92) y finalmente,

puede distinguirse si se trata de un litisconsorcio necesario real o si éste es

aparente, según la apreciación subjetiva de los litisconsortes.

Cabe apuntar que el litisconsorcio puede presentar la forma voluntaria, con

motivo del consenso de quienes lo integran, o necesaria, derivada de la naturaleza

del derecho discutido en el litigio.

4.2.1.1 Litisconsorcio necesario en lo que concierne

a la relación jurídico procesal

El litisconsorcio necesario es una modalidad procesal en la que una

pluralidad de partes debe proceder colectivamente en el juicio bajo una misma

representación, ahora bien, dicha modalidad puede actualizarse respecto de la parte

demandante o de la parte demandada, e incluso de ambas. Al respecto, el tratadista

Hernando Devis Echandía, refiere:

92 Respecto de la comparecencia coactiva, cabe destacar que no se encuentra prevista en

algún cuerpo normativo de nuestra legislación civil, lo cual, desde nuestro punto de vista resulta correcto, pues el aparato de justicia debe activarse siempre en atención a los intereses de los justiciables, de modo que, si existe un conflicto de intereses entre particulares, pero no es del interés de éstos comparecer en un contienda civil a efecto de deducir sus derechos y obligaciones, el estado sólo debe limitarse a respetar tal voluntad; robustece lo dicho el artículo 32 del Código de Procedimientos Civiles para la Ciudad de México, conforme al cual, a nadie puede obligarse a intentar o proseguir una acción contra su voluntad.

83

“Litisconsorcio necesario u obligatorio (inicial o sucesivo). Hay relaciones

jurídicas sustanciales sobre las cuales no es posible pronunciarse por partes,

fraccionándolas calificándolas sólo respecto de algunos de sus sujetos, porque

indispensablemente la decisión comprende y obliga a todos. En esos casos la

presencia en el proceso de todos los sujetos vinculados a esa relación se hace

indispensable a fin de que la relación jurídica procesal quede completa y sea

posible decidir en la sentencia sobre el fondo de ella; si los sujetos son más de

dos, en sentido jurídico y no físico (por ejemplo, el representante o apoderado y

el representado, forman un solo sujeto), estaremos en presencia de un

litisconsorcio necesario (…)”93

.

Así, cuando dos o más personas dirimen una misma acción, se actualiza un

litisconsorcio necesario activo y, por el contrario, será pasivo cuando al ser

debidamente emplazadas como demandadas, dos o más personas comparezcan a

juicio oponiendo las mismas excepciones concernientes a la relación jurídica

sustancial; o bien, en caso de que ambas partes deban necesariamente actuar

como litisconsortes, se estará en presencia de un litisconsorcio necesario mixto.

4.2.1.1.1 Litisconsorcio necesario activo

Como se dijo, el litisconsorcio necesario atiende a la naturaleza indivisible de

la relación jurídica sustancial en que se funda la acción ejercitada. Así, cuando el

ejercicio del derecho no sólo corresponde a una persona, sino que corresponde, de

consuno, a una pluralidad de personas, se actualiza el supuesto de litisconsorcio

necesario activo.

En ese sentido, las distintas personas, físicas o morales, que se encuentren

vinculadas de manera indivisible entre sí para hacer valer sus pretensiones en

93 Devis Echandía, Hernando, Teoría general del proceso, 3ª ed., Universidad, Buenos Aires,

Argentina, 2004, p. 317.

84

juicio, deben comparecer unidas. Esto, aun cuando deban designar un

representante común en el proceso, pues la ausencia de alguna de ellas evitaría

que se configurara la legitimación activa en la causa del resto de los integrantes de

la parte actora.

Así por ejemplo, cuando se pretenda ejercitar la acción de rescisión de un

contrato de compraventa de un bien inmueble en que la parte vendedora estaba

integrada por distintos copropietarios que aducen dejaron de recibir la

contraprestación pactada a cambio del referido bien. En ese caso, únicamente

podrá efectuarse el estudio y declaración judicial correspondiente a tal acción,

cuando todos y cada uno de los copropietarios se presente en el juicio haciendo

valer el derecho que aduzcan les corresponde en razón de su título de propiedad.

4.2.1.1.2 Litisconsorcio necesario pasivo

Por el contrario, el litisconsorcio necesario pasivo se configura cuando la

exigencia del cumplimiento de una obligación no sólo debe formularse a cargo de

una persona, sino obligadamente a cargo de varios sujetos para que opere

válidamente la legitimación pasiva en la causa respecto de todas las personas

enjuiciadas.

Esto ocurre siempre que la relación jurídica en cuestión genere la

interdependencia de los sujetos obligados a la prestación reclamada por la parte

demandante. En ese sentido, por ejemplo, el artículo 12.2 de la Ley de

Enjuiciamiento Civil española, establece expresamente que, en los supuestos en

que por razón de lo que sea objeto del juicio la tutela jurisdiccional solicitada sólo

pueda hacerse efectiva frente a varios sujetos conjuntamente considerados, todos

ellos habrán de ser demandados, como litisconsortes, salvo que la ley disponga

expresamente otra cosa. Dicho precepto se transcribe a continuación: “2. Cuando

por razón de lo que sea objeto del juicio la tutela jurisdiccional solicitada sólo pueda

hacerse efectiva frente a varios sujetos conjuntamente considerados, todos

85

ellos habrán de ser demandados, como litisconsortes, salvo que la ley disponga

expresamente otra cosa.”

Si bien en nuestra legislación procesal nacional no existe una disposición

expresa sobre el litisconsorcio necesario pasivo, es claro que, conforme a lo

expuesto al principio de este apartado, dicha figura, aceptada por los tribunales

nacionales, es coincidente con la regulación establecida en la citada legislación

española.

De modo que, indirectamente, la ley obliga a formar el litisconsorcio necesario

para salvaguardar los derechos de todas aquellas personas que comparten un

mismo interés o que son receptoras de un conjunto idéntico de consecuencias

jurídicas. Así, los litisconsortes necesarios se encuentran en comunidad jurídica

sobre el bien litigioso y tienen un mismo derecho o se encuentran obligados por

igual causa o hecho jurídico.

De lo hasta aquí explicado, se deduce que la nota distintiva del litisconsorcio

pasivo necesario es la indivisibilidad del derecho sustantivo litigioso que hace

imprescindible oír a todos los interesados que están en comunidad jurídica, para

que el juez esté en posibilidad de dictar una sola sentencia válida, justa y obligatoria

para todos, incluso, para evitar sentencias contradictorias.

4.2.1.1.3 Litisconsorcio necesario mixto

En estos casos, tanto en la postura de parte actora como en la de parte

demandada, debe figurar una pluralidad de sujetos vinculados entre sí, formando

de cada lado de la dualidad de partes, una parte única pero compleja.94

94 Prieto-Castro y Ferrandiz, Leonardo, op. cit., nota 47, p.83.

86

A saber, el litisconsorcio necesario mixto comprende el el supuesto en el que

tanto la parte actora como la parte demandada, en atención a los derechos y

obligaciones que se exigen y defienden en el juicio de que se trate, deben quedar

integradas por dos o más sujetos a efecto de litigar frente a la parte adversaria, ya

que los sujetos que conforman una y otra parte, tienen intereses indivisibles

respecto del derecho sustantivo que se discute.

4.2.1.2 Litisconsorcio necesario en lo que

concierne a la voluntad de los litisconsortes

para intervenir en el proceso

Como ya se dijo, en nuestra legislación civil no se admite el litisconsorcio

necesario coactivo; sin embargo, considerando que en otros sistemas jurídicos,

diversos al nuestro, sí se acepta dicha modalidad, a continuación haremos una

síntesis de cómo opera en dichos sistemas la coacción en los casos de

litisconsorcio.

En los casos de litisconsorcio necesario puede ocurrir que los sujetos

obligados a comparecer de manera conjunta asuman tal carga de asistir al juicio en

su calidad de parte actora o demandada, según sea el caso, de manera voluntaria

o no.

Es decir, la concurrencia de las personas, físicas o morales, que mantengan

un vínculo sustancial entre sí y por tanto no puedan ejercitar una acción o resistirla

si no es de manera conjunta, puede ocurrir a partir de un primer acto derivado de la

voluntad de las mismas para comparecer al juicio, o bien, a raíz de un requerimiento

judicial que solicite su comparecencia. En ese sentido, puede hablarse de

concurrencia voluntaria y concurrencia coactiva de los litisconsortes, ambos

supuestos se expondrán a continuación.

87

4.2.1.2.1 La concurrencia voluntaria de los

litisconsortes

Cuando las personas que se encuentran en condiciones de producir un

litisconsorcio, conocen la existencia del juicio que les incumbe y concurren

libremente al mismo, ya sea en su calidad de actoras (presentando una demanda

conjunta) o bien, como demandada (resistiendo unidas las pretensiones de su

contraria), es evidente que no existe inconveniente alguno en cuanto a la presencia

de las partes en el juicio, pues su propia voluntad fungió como móvil para su

comparecencia.

En estos casos, una vez presentada correctamente la demanda o la

contestación de la misma, es decir, una vez analizado y aprobado el cumplimiento

de los presupuestos procesales que rijan al juicio concreto, se debe proceder al

estudio de las condiciones necesarias para el ejercicio o procedencia de la acción

(como son: la existencia del derecho que el actor haga valer, la legitimación en la

causa o el interés procesal en ejercitar tal acción95). Al respecto, cabe destacar que,

como se ha explicado anteriormente en el presente trabajo, dentro de dichos

requisitos se deben considerar, como subespecie de la legitimación en la causa, los

casos de litisconsorcio necesario, ya sea activo o pasivo, cuya existencia

dependerá, por regla general, de las cuestiones de fondo que sean planteadas en

la litis. De manera que, si del referido análisis de las condiciones de la acción se

desprende la necesidad de integrar el litisconsorcio, y al juicio comparecieron todos

aquellos que tengan el carácter del parte en el proceso, resulta evidente que esta

condición queda acreditada en razón de la mera comparecencia voluntaria de

dichas partes litisconsortes.

No obstante, también puede ocurrir que, previo al estudio de las referidas

condiciones, se advierta un probable caso de litisconsorcio activo necesario en el

que, de inicio, no comparezcan todos los sujetos que deban integrar la parte

95 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p.173.

88

actora, pero que, con posterioridad a la presentación de la demanda, suceda que el

o los sujetos faltantes comparezcan voluntariamente y de esta manera se tendrán

por constituidas válidamente las partes del proceso. Así, puede suceder que

quienes se adhieran al proceso como litisconsortes, se opongan a las pretensiones

de su contraria o, o bien, que se allanen a las pretenciones de ésta, y en ambos

casos, ante la posible actualización de un litisconsorcio necesario, el juez debe

admitirlos preventivamente hasta en tanto se realice el estudio del fondo del asunto

para determinar si, en efecto, le(s) asiste el carácter de litisconsorte, o si bien, se

trata de un tercero o de un sujeto ajeno a la litis.

En ese orden de ideas, se reitera que será el juzgador quien, al estudiar el

fondo del asunto, deberá determinar si, en efecto, existe o no litisconsorcio

necesario en cada caso concreto y a partir de eso determinar la calidad con que es

reconocido en el juicio el compareciente posterior.

4.2.1.2.2 La concurrencia coactiva de los

litisconsortes

Hemos dicho que es un principio general del derecho que establece que “a

nadie puede obligarse a ejercer una acción en contra de su voluntad”. En este

sentido, sostuvimos que resulta innecesario que el juez, al percatarse de la

existencia de un litisconsorcio necesario activo ordene reponer el procedimiento

para que comparezcan a juicio, desde el principio, los que debieran integrar el

litisconsorcio y no lo hicieron. Por esta razón no compartimos el punto de vista de

quienes sostienen que el juez puede obligar a aquéllos a comparecer a juicio.

Así, en las legislaciones que admiten la concurrencia coactiva de los

litisconsortes, se faculta a la autoridad jurisdiccional para hacer uso de las

89

medidas de apremio legalmente previstas en la legislación que resulte aplicable, a

efecto de constreñir a las ausentes para que acudan al proceso.96

Ahora bien, en cuanto al tema que nos ocupa, el artículo 32, párrafo primero,

del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal97, que también puede

ser aplicado supletoriamente a la materia mercantil y al fuero federal en materia civil

(según se expondrá en un apartado posterior), recoge el referido principio general

del derecho y establece que “a nadie puede obligarse a intentar o proseguir una

acción contra su voluntad”. Por esta razón, hemos dicho que en nuestro sistema

jurídico no exite la figura de la comparecencia coactiva de uno o varios

litisconsortes. Sin embargo, como no puede negarse al litisconsorte que sí acudió a

juicio, el derecho a obtener una sentencia favorable, en el caso de que el mismo

hubiese hecho notar en su demanda o en su contestación, la negativa de los otros

litisconsortes a comparecer y hubiese solicitado al juez ordenar su llamamiento a

juicio sin que éstos se hubieran apersonado al mismo, a nuestro juicio, en tal

supuesto la acción ejercitada o las excepciones opuestas, si fueren legalemnte

procedentes, deben parar perjuicio a los ausentes; de ahí que, por regla general, la

acción debe ser ejercitada voluntariamente por quien se ostente como titular (o

representante de éste), del derecho que se reclama.

Resulta de interés referirse al supuesto previsto en la fracción III del referido

artículo 32, relativo a los casos en que la acción que se pretenda ejercitar o la

excepción que se pretenda oponer, dependa del ejercicio de la acción de otra

persona, a quien se le pueda solicitar que la deduzca, oponga o continúe, según

sea el caso, empero ocurre que, una vez que el interesado le solicita que participe

activamente en el juicio y éste último se niega a ello, entonces el primero que pidió

96 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p.101.

97 Artículo 32.- A nadie puede obligarse a intentar o proseguir una acción contra su voluntad, excepto en los casos siguientes: --- I.- (DEROGADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1986) --- II.-Cuando por haberse interpuesto tercería por cuantía mayor de la correspondiente a la competencia del Juzgado del conocimiento, se hayan remitido los autos a otro tribunal y el tercero opositor no concurra a continuar la tercería, y --- III.- Cuando alguno tenga acción, o excepción que dependa del ejercicio de la acción de otro, a quien pueda exigir que la deduzca, oponga o continúe desde luego; y si excitado para ello se rehusare, lo podrá hacer aquél.

90

su concurrencia al proceso, podrá solicitar al juzgador que lo exhorte (mas no que

lo obligue) a participar, y si a pesar de ello persiste la negativa, entonces el

interesado quedará facultado para deducir por sí mismo la primera acción que se

requiera para el posterior ejercicio de la suya, o ejercitar la acción que sea de su

interés, o en su caso, oponer la excepción correspondiente sin la comparecencia de

aquél.

En ese sentido es claro que, la comparecencia voluntaria al juicio constituye

la regla general, sin embargo, ante la ausencia de esa comparecencia voluntaria la

ley protege el derecho de acción de quien tenga una acción dependiente de la

conducta procesal de otro.

Volviendo a nuestro tema y considerando lo expuesto anteriormente, se tiene

que el carácter de litisconsorte necesario, se debe definir en la mayoría de los casos,

atendiendo a las conclusiones derivadas del análisis del fondo del asunto, por ello,

cuando en esa fase el juzgador advierta la existencia del litisconsorcio necesario

activo, pero se encuentre ante la falta de la debida integración del mismo, al dictar

la sentencia definitiva, deberá declarar la improcedencia de la acción por no haberse

conformado debidamente la relación jurídico procesal.

Por lo que, sólo excepcionalmente en los caso de los contratos típicos en que

sea evidente la necesidad de integrar el litisconsorcio, se podría desechar la

demanda, o en aquellos casos en los que, el juicio en que se actúe esté precedido

por uno previo en el que ya se hubiera dictado una resolución en la que se declare

la necesidad de integrar el litisconsorcio. (Siempre y cuando, claro está, el

compareciente no hubiere hecho notar la existencia del litisconsorcio en los términos

antes apuntados).

Así, por ejemplo, tratándose de una acción reivindicatoria respecto de un bien

adquirido en copropiedad por dos personas, no aplicaría la referida regla. En

91

ese caso, se sugiere que, atendiendo a la notoriedad relativa a la existencia de la

figura procesal del litisconsorcio, el juzgador emplace a quien se rehúse a acudir

como parte actora, obstaculizando el derecho de quien sí pretende ejercitar una

acción (en este caso, la reivindicatoria), a efecto de que, una vez que comparezca

a juicio, manifieste si se adhiere a las pretensiones contenidas en la demanda,

supuesto en el cual tendría la calidad de litisconsorte, o en su caso, manifieste las

razones que tenga para no adherirse, caso en el cual adquiriría la calidad de tercero

interesado, de manera que, podría ofrecer las pruebas que a su derecho

convinieren, apercibiéndolo que en caso de no comparecer a juicio, le pare perjuicio

la sentencia que en tal supuesto se dicte.

Solamente como comentario al margen, en el Segundo Tribunal Unitario en

Materias Civil y Administrativa del primer Circuito, en el que laboro, se dio un caso

en el que se resolvió que, si se advierte un litisconsorcio pasivo necesario que no

se integró debidamente, se debe llamar a dicho litisconsorte y si su postura fuera la

misma que la del demandante, entonces se le debe tener allanándose a esa postura

y se le considerará como parte actora, mientras que si no se allanara y, por el

contrario realizara manifestaciones tendentes a defenderse, se le deberá tener

como codemandado.

Por nuestra parte, ahora consideramos que resulta jurídicamente incorrecta

la anterior forma de proceder, pues no es posible aceptar que se dé el tratamiento

de demandado a alguien que, de entrada, pudiera carecer de legitimación pasiva en

la causa.

Lo anterior, en atención al eventual efecto que, sobre el resto de los

litisconsortes no presentes en el juicio, podría tener la sentencia que en su caso se

dictara, en tanto que están obligados por las mismas causas jurídicas y por ello es

evidente que deben intervenir en el litigio o demostrar que tienen alguna razón

jurídicamente válida para no hacerlo, pues lo que ahí se resuelva puede repercutir

92

en las relaciones jurídicas que existan entre los litisconsortes y entre éstos y su

contraparte.

4.2.1.2.2.1 La acción oblicua y

su fundamento jurídico

Para robustecer lo expuesto en el punto anterior, conviene referir brevemente

que, si bien en nuestro sistema jurídico se observa el principio que establece que

nadie puede ser obligado a actuar en juicio contra su voluntad, también existe un

mecanismo previsto como para contrarrestar actos ejecutados en perjuicio de

acreedores, a través del cual, un acreedor cuyo deudor le niega el pago de un

crédito vencido alegando su insolvencia, no obstante, dicho deudor tiene a su favor

algún derecho de cobro de un diverso crédito vencido, exigible a un tercero, empero,

se niega a hacer efectivo dicho derecho de cobro, por lo que, en estos casos,

previendo .

Esto se conoce en la doctrina como acción oblicua, y se encuentra regulada,

principalmente, en el artículo 29 del Código de Procedimientos Civiles para el

Distrito Federal, precepto en el cual se dispone que, en principio, el derecho para

ejercitar cualquier acción, corresponde exclusivamente al titular del derecho que se

pretenda hacer valer o por su representante legítimo, sin embargo, dicho precepto

considera como excepción a lo anterior, el supuesto en el cual, un acreedor ajeno a

la relación que exista entre su deudor y el deudor de éste, consigue ejercitar las

acciones que corresponden a su deudor, siempre que se trate de un adeudo que se

manifieste en título ejecutivo; y una vez que el acreedor ha animado a éste para

deducir dichas acciones, su deudor desatiende o se niega a hacerlo. En los

mencionados casos, el tercero demandado se encontrará facultado para suspender

la acción, sufragando al solicitante el valor de su crédito.

Cabe apuntar que, como excepción a lo anterior, es decir, los casos en los

que necesariamente se atiende al principio de que “Ninguna acción puede

93

ejercitarse sino por aquel a quien compete, o por su representante legítimo” se tiene

que tratándose de acciones derivadas de derechos inherentes al insolvente, de

ningún modo se podrán ejercitar por el acreedor.

En las condiciones apuntadas se puede afirmar que, en efecto, una

alternativa para el caso de que alguno de los que deben fungir como litisconsorte

se niegue a comparecer a juicio, es la acción oblicua, pues si bien, como se apuntó

en el apartado anterior, para nuestro sistema jurídico es clara la improcedencia de

la concurrencia coactiva de los litisconsortes, también es cierto que, aun tratándose

de un litisconsorcio, algún interesado en el pago que corresponda al litisconsorte

que se niegue a comparecer, podría ejercitar las acciones correspondientes a éste

para hacer efectivo el pago de su crédito.

Ahora bien, el doctrinario Fausto Rico, afirma que la acción en comento

admite una doble función, a saber:98

a) Considerada como una acción conservativa del patrimonio del deudor, a

partir de la cual se pagará el crédito del acreedor que la ejerce.

b) o bien, puede ser considerada como una acción ejecutiva ejercida por el

acreedor para realizar el cobro indirecto de un crédito existente en favor de su

deudor. Esto, procurando evitar el estado de insolvencia del deudor principal, ante

su falta de interés para reclamar los créditos que puede exigir para hacer frente a

las obligaciones y prestaciones que le son reclamadas por parte del actor.

También se puede ejercer esta acción en el supuesto, muy frecuente, de que

el ejercicio de una depende del resultado de otra, porque por regla general la

segunda es accesoria de la primera, o bien, porque están las dos íntimamente

relacionadas por ser su separación imposible.

98 Borja Soriano, Manuel, op. cit., nota 2, p.492.

94

4.2.1.3 Litisconsorcio necesario en lo que

concierne a la apreciación subjetiva de los

litisconsortes

En un proceso en que se hacen valer derechos y acciones complejas en

cuanto a la integración de las partes, puede ocurrir que, atendiendo al tipo de

contrato o acto jurídico base de la acción que se intenta, se advierta, en un primer

plano, la necesidad de oír a todos los interesados al estimar actualizada la figura

jurídica de litisconsorcio y por ello, tener que integrar de manera compleja a alguna

de las partes en el proceso, esto es, que deban comparecer como litisconsortes.

No obstante, atendiendo a lo expuesto con anterioridad en cuanto a que sólo

en algunos casos puede advertirse la existencia de un litisconsorcio necesario

manifiesto (generalmente deducido de cuestiones fundadas en contratos y otros

actos jurídicos típicos o cuando la ley así lo dispone expresamente), en el resto de

los casos sólo al estudiarse el fondo del asunto, es posible determinar si, en efecto,

las partes en el proceso deben integrarse de forma compleja mediante la figura

procesal del litisconsorcio.

En ese sentido, por lo que toca a la apreciación subjetiva de los litisconsortes,

puede decirse que en los casos antes mencionados puede ocurrir que se actualicen

las figuras de litisconsorcio necesario real, o bien, aparente.

4.2.1.3.1 Litisconsorcio necesario real

El litisconsorcio necesario es real, cuando es evidente o se constata la

necesidad de integrar a una de las partes o a ambas, en forma compleja, en atención

a sus intereses comunes o a que los sujetos litisconsortes están vinculados por

asumir una misma posición y por ello debe dictarse una resolución

95

única que comprenda los efectos atribuibles a cada uno precisamente en su carácter

de litisconsortes.

En este sentido, existe litisconsorcio necesario real cuando, por la naturaleza

de la acción ejercitada o por disposición expresa de la ley, se advierta la necesidad

de que comparezcan al juicio una pluralidad de sujetos que deban ser oídos en el

juicio conjuntamente, de manera que la procedencia o improcedencia de la acción

se hace depender, en parte, de su concurrencia al proceso.

4.2.1.3.2 Litisconsorcio necesario

aparente

El litisconsorcio necesario se califica de aparente cuando, sólo en un primer

plano se aprecia la necesidad de integrar el litisconsorcio, pero una vez analizadas

las causas y la procedencia de la acción ejercitada se advierte que, en ese caso, no

era necesaria su integración. Esto es, que si bien de primera vista podría parecer

necesario integrar alguna de las partes, o ambas, a partir de una complejidad de

sujetos, una vez examinada la causa que los vincula y el fondo del asunto, se

advierte que, en realidad, carecen de interés en el juicio y por consiguiente, se

concluye que no era necesario que todos esos sujetos comparecieran al juicio como

partes.

Por ejemplo, tratándose de una acción respecto de un bien adquirido bajo el

régimen de copropiedad, cuando tal acción sólo ataña al derecho sobre la parte

alícuota de quien intente la acción o incluso si la prestación reclamada es de interés

para todos los copropietarios, puede no requerirse la comparecencia de todos ellos

al juicio para que pudiera resultar la procedencia de dicha acción, ya que legalmente

el copropietario puede deducir las acciones relativas a la cosa común, en calidad de

dueño, salvo pacto en contrario, o ley especial. Así, podría tratarse de la acción

interdictal de obra peligrosa en que, si bien los efectos

96

beneficiarían a todos los copropietarios, no es necesario que todos éstos

concurran al juicio.

4.3 Regulación del litisconsorcio necesario en la legislación mexicana

4.3.1 Materia civil

De inicio, queda precisar que en el presente trabajo se analiza la normativa

contenida en el Código Federal de Procedimientos Civiles y en el Código de

Comercio, legislaciones federales, en atención a que los casos prácticos de los que

derivó la realización de esta tesis, en los que he tenido intervención directa o

indirecta, se advirtieron en el Segundo Tribunal Unitario en Materias Civil y

Administrativa del Primer Circuito en el que labora la que suscribe, por lo que al

tratarse de una investigación de campo, resulta conveniente citar la legislación

aplicada por dicho órgano jurisdiccional.

Por otra parte, hemos tomado varias veces como referencia al Código de

Procedimientos Civiles, vigente en la Ciudad de México, en virtud de que el artículo

53 del mismo, regula en forma bastante precisa al litisconsorcio necesario activo y

pasivo.

Ahora bien, debe destacarse que en el referido Código Federal de

Procedimientos Civiles no existe regulación expresa del litisconsorcio, por tanto, se

propone que, cuando en un juicio federal en materia civil se actualice un supuesto

de litisconsorcio, éste se rija por lo dispuesto en la legislación procesal local del

lugar en que se desarrolle dicho juicio, así, por ejemplo, tratándose de un juicio civil

federal que se desarrolle en la Ciudad de México, en el que se actualice la figura

del litisconsorcio, resultaría aplicable el Código de Procedimientos Civiles para el

Distrito Federal.

97

Lo anterior, no por aplicación supletoria, pues, según se expondrá en las

consideraciones posteriores, en tal caso no se cumplirían los requisitos necesarios

para que operara la supletoriedad y no podría adoptarse el papel del legislador para

incluir la supletoriedad en una figura que no está prevista, empero, se propone la

aplicación de las legislaciones locales en atención a la garantía de derecho de

acceso a la justicia y al principio pro homine, como se explica a continuación.

Del estudio integral al referido Código Federal de Procedimientos Civiles se

desprende que, además de no encontrase regulada la figura jurídica del

litisconsorcio, tampoco se ordena supletoriedad expresa de algún otro

ordenamiento, lo que, parecería un impedimento para que, en el caso de los juicios

civiles federales ventilados en la Ciudad de México, el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal puediera aplicarse de manera

supletoria a la figura procesal que constituye la materia del presente trabajo; no

obstante, debe considerarse que la integración normativa tiene como objetivo

principal llenar el vacío legislativo que pueda existir en la ley de la materia que deba

aplicarse.

En ese orden de ideas, al analizar el contenido del Código Federal de

Procedimientos Civiles y la exposición de motivos correspondiente a su

promulgación, se obtiene que tampoco existe una prohibición expresa o barrera a

la aplicación supletoria de la figura de litisconsorcio, sino que, por el contrario, de la

referida exposición de motivos se desprende que, al regular el incidente de

oposición de terceros, se tomó en consideración la posibilidad de integración del

litisconsorcio conformado por el actor y el demandado con el fin de trabar ejecución

contra quien no tiene controversia alguna con ellos.

Lo anterior, en atención a que, previo a la promulgación del referido Código

Federal de Procedimientos Civiles, en la práctica jurídica era frecuente encontrar

casos en los que, al dictarse la resolución definitiva en un juicio cuya ejecución

98

pudiera repercutir en los intereses de algún tercero al que debiera pararle perjuicio

dicha sentencia, se observaba que, tanto la parte actora como la parte demandada,

manifestaban un evidente interés en trabar la ejecución de la misma en contra de

aquel tercero, pudiendo ocasionarle diversos daños y perjuicios con tal de dar

cumplimiento a las prestaciones que les habían sido reconocidas u otorgadas.

Así, a efecto de remediar tal situación, el legislador estableció la figura de

“oposición del tercero” prevista en el artículo 42999, de donde se desprende la

solidaridad entre ambas partes, actora y demandada, para que de esa manera

respondieran unidas frente a los terceros que resultaran afectados. De manera que,

si se despachara ejecución en contra de los bienes de un tercero ajeno a juicio, éste

puede oponerse a tal actuación procesal demandando sólo al actor o tanto a éste

como a la parte demandada, en el caso de que ambos hubieren solicitado o

expresado su conformidad con el embargo trabado sobre los bienes del tercero. En

este último supuesto, el legislador, al exponer la ratio legis del artículo 430, esto es,

al hacer una interpretación auténtica de tal precepto en la exposición de motivos del

Código Federal, empleó el término “litisconsorcio” (con la evidente intención de

considerar a éste como necesario).

A continuación se transcribe, en lo que interesa, la citada exposición de

motivos:

"Capítulo V- "Oposición de terceros a la ejecución.

"La práctica de los tribunales ha comprobado un frecuente entendimiento

entre actor y demandado en un juicio, con el fin de trabar ejecución contra quien

no tiene controversia alguna con ellos. Para remediar ese abuso, el

99 Articulo 429.- Cuando, en una ejecución, se afecten intereses de terceros que no tengan, con el

ejecutante o el ejecutado, alguna controversia que pueda influir sobre los intereses de éstos, en virtud de los cuales se ha ordenado la ejecución, tanto el ejecutante como el ejecutado son solidariamente responsables de los daños y perjuicios que con ella se causen al tercero, y la oposición de éste se resolverá por el procedimiento incidental. Cuando se demuestre que sólo una de las partes ha sido responsable de la ejecución en bienes del

tercero, cesa la solidaridad.

99

artículo 429 establece la solidaridad de actor y demandado, por la

responsabilidad de los daños y perjuicios que causen el tercero, cuya oposición

ha de resolverse por el procedimiento incidental; pero, si se demuestra que

solamente una de las partes ha sido la responsable de la ejecución en bienes

del tercero, ya no hay razón para que subsista la solidaridad, y así lo dispone el

mismo artículo.

"Si son afectados intereses de tercero que tenga una controversia con el

ejecutante o con el demandado, de manera que pueda influir sobre los intereses

que han motivado la ejecución, o bien, si la controversia del tercero surge

precisamente a virtud de la ejecución, se está entonces en un caso de

litisconsorcio, pues es preciso decidir la nueva controversia planteada entre el

tercero y las partes principales en el juicio, por lo que dispone, al artículo 430,

que la oposición del tercero se substancie en forma de juicio, autónomo o en

tercería, según que se haya pronunciado ya o aún no se pronuncie, sentencia

que defina los derechos de aquéllos, debiendo entablarse la demanda antes de

que se haya consumado definitivamente la ejecución cuyos procedimientos han

de suspenderse mientras se resuelve la oposición del tercero.”100

Ahora bien, regresando al punto en que, si la ley aplicable al caso no ordena

expresamente la supletoriedad para una determinada cuestión jurídica, en principio,

ésta debe resolverse atendiendo a las disposiciones contenidas en el ordenamiento

aplicable; entonces, si en el tema que nos ocupa, se advierte que si los artículos

429 y 430 del Código Federal de Procedimientos Civiles, permiten deducir la

intención del legislador de contemplar la posibilidad de que las partes litiguen unidas

frente a un tercero, es dable considerar la actualización de la figura del litisconsorcio

en un juicio civil federal. Así también, ante la deficiencia en la legislación de dicha

figura, se sugiere la aplicación del ordenamiento procesal

100 PROCESOS LEGISLATIVOS. EXPOSICION DE MOTIVOS. (publicación 24 de Febrero

de 1943), Recuperado el 2 de Diciembre de 2015, del Sitio Web del Sistema de Consulta de Ordenamientos, Procesos Legislativos, Exposición De Motivos:

http://legislacion.scjn.gob.mx/Buscador/Paginas/wfProcesoLegislativoCompleto.aspx?IdOrd=129&I

dRef=1&IdProc=1

100

local correspondiente al lugar en que se desarrolle el juicio de que se trate, por

ejemplo, los artículos 53, 54 y 130 del Código de Procedimientos Civiles para el

Distrito Federal para los juicios que se conozcan en la Ciudad de México.

Lo anterior se propone, pues, como se ve en el supuesto planteado, existen

múltiples ocasiones en que las instituciones jurídicas se encuentran reguladas de

manera insuficiente ya que no dan solución a las controversias que surgen en la

realidad a la que deben ser aplicadas, o bien, ni siquiera se encuentran previstas en

la normativa aplicable, como ocurre en este caso.

En consideración a dicha problemática se ha establecido la integración

normativa que, como se mencionó anteriormente, tiene como objetivo principal

llenar el vacío legislativo que pueda existir en la ley que deba aplicarse. De ahí surge

la institución jurídica conocida como supletoriedad, respecto de la cual se debe

destacar que únicamente opera si en el ordenamiento primario a suplir no existe

alguna disposición que sea exactamente aplicable al caso concreto y tampoco se

contempla una figura procesal diferente o que se oponga a la instituida en la

legislación que se pretenda aplicar supletoriamente.

Así, se tiene que para llevar a cabo este tipo de integración normativa, se

deben cumplir los requisitos siguientes, según lo ha determinado en criterio

jurisprudencial la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:101

101 Tesis: 2a./J. 34/2013 (10a.), Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época,

Libro XVIII, Marzo de 2013, Tomo 2, p. 1065: SUPLETORIEDAD DE LAS LEYES. REQUISITOS PARA QUE OPERE. La aplicación supletoria de una ley respecto de otra procede para integrar una omisión en la ley o para interpretar sus disposiciones y que se integren con otras normas o principios generales contenidos en otras leyes. Así, para que opere la supletoriedad es necesario que: a) El ordenamiento legal a suplir establezca expresamente esa posibilidad, indicando la ley o normas que pueden aplicarse supletoriamente, o que un ordenamiento establezca que aplica, total o parcialmente, de manera supletoria a otros ordenamientos; b) La ley a suplir no contemple la institución o las cuestiones jurídicas que pretenden aplicarse supletoriamente o, aun estableciéndolas, no las desarrolle o las regule deficientemente; c) Esa omisión o vacío legislativo haga necesaria la aplicación supletoria de normas para solucionar la controversia o el problema jurídico planteado, sin que sea válido atender a cuestiones jurídicas que el legislador no tuvo intención de establecer en la ley a suplir; y, d) Las normas aplicables supletoriamente no contraríen el ordenamiento legal a suplir, sino que sean

101

A. Remisión expresa: es decir, que la posibilidad de integrar el cuerpo

normativo que se pretenda suplir se ordene expresamente en dicho

ordenamiento. Esto, se puede constatar de dos maneras, a saber:

1. que en la referida legislación se indique cuáles son las normas

o legislaciones que deben aplicarse supletoriamente,

2. o bien, que el ordenamiento a suplir instituya que de manera

supletoria se aplicarán, total o parcialmente, diversas leyes;

B. Omisión o deficiencia: esto es, que en el código o ley que se pretenda

suplir, no se encuentren contempladas las cuestiones o la figura

jurídica que intentan emplearse supletoriamente, o bien, que aun

estableciéndolas, se regulen de manera incompleta o simplemente no

se encuentren previstas;

C. Necesidad de la integración sin la intención de legislar: se refiere a

que la falta de regulación o el defecto en la misma, envuelve la forzosa

aplicación supletoria de disposiciones previstas en diversos

ordenamientos legales a efecto de dar solución al conflicto de

intereses planteado ante el órgano jurisdiccional, no obstante, tal

método de integración no debe confundirse con la facultad legislativa

que compete exclusivamente al legislador. Es decir, no resulta válido

sustituir la voluntad legislativa introduciendo figuras jurídicas o

cuestiones que el legislador no tuvo propósito de instituir en el cuerpo

legislativo a suplir; y,

D. Congruencia entre los ordenamientos que se integran: se refiere a

que, con la aplicación del ordenamiento integrador se mantenga el

respeto a las bases y principios que imperan concretamente en la

congruentes con sus principios y con las bases que rigen específicamente la institución de que se

trate.

102

figura o institución jurídica de que se trata, de modo que la normativa

secundaria no contraríe a la originaria, si no que se mantenga la

congruencia entre ambas.

En esas condiciones, no obstante que en el orden civil federal que nos ocupa,

no existe regulación específica del litisconsorcio, ni remisión expresa a un

ordenamiento secundario, se advierte que, lo que debe tomarse en consideración

es (a partir de que no existe una barrera en el Código Federal de Procedimientos Civiles para la aplicación de la referida figura jurídica) que la cuestión que se define,

atiende a la garantía de derecho de acceso a la justicia, pues al tratarse de una

cuestión procesal, ésta se encuentra directamente vinculada con el derecho

humano que, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 17 de la Constitución

Política de los Estados Unidos Mexicanos102, tiene toda persona a que se le

administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos

y términos que fijen las leyes.

Así, en atención a dicha garantía, no podría suspenderse el debido acceso a la

impartición de justicia cuando en un juicio civil federal dos o más personas requieran

litigar unidas, aun cuando el litisconsorcio no se encuentre previsto en la

normatividad aplicable.

Lo anterior, en atención a que al obstaculizarse a las partes el acceso a la tutela

jurisdiccional, se transgreden, en perjuicio de quienes deban actuar como

litisconsortes, el texto constitucional y los tratados internacionales en materia de

derechos humanos que han sido suscritos por México.

102 Artículo 17. Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para

reclamar su derecho. --- Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia, prohibidas las costas judiciales.

103

Al respecto, el artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos

Humanos (también conocida como Pacto de San José103), establece el acceso a la

tutela judicial efectiva para la protección de los derechos de los gobernados,

conforme a leyes que resulten constitucionales.

De modo que, conforme al artículo 1º constitucional104, que consagra el principio

pro homine, al advertirse la falta de regulación de una figura procesal necesaria para

garantizar el acceso a la administración de justicia, tal ley adjetiva puede

válidamente aplicarse, de manera que se permita el acceso a la tutela judicial, ello,

en razón del control difuso de convencionalidad previsto en nuestra Carta Magna.

Por consiguiente, en función de dicho control difuso de constitucionalidad y

convencionalidad, se sugiere atender a los derechos humanos relativos al acceso e

impartición de la justicia, así como al referido principio pro homine105, y en ese

103 Artículo 25. Protección Judicial. 1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido

o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. --- 2. Los Estados Partes se comprometen: a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.

104 Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece. --- Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia. --- Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley. 105 Tesis: 2a./J. 34/2013 (10a.), Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro VII, Abril de 2012, Tomo 2, p. 1838: “PRINCIPIO PRO HOMINE. SU CONCEPTUALIZACIÓN Y FUNDAMENTOS. En atención al

artículo 1o., segundo párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, adicionado mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el diez de junio de dos mil once, las normas en materia de derechos humanos se interpretarán de conformidad con la Carta Magna y con los tratados internacionales de la materia, procurando favorecer en todo tiempo

104

orden de ideas, tal como se mencionó al principio del presente apartado, se propone

(no la aplicación supletoria de las legislaciones procesales locales, como el Código

de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, ya que, como se vio

anteriormente, no se cumple con los requisitos y no podría adoptarse el papel del

legislador para incluir la supletoriedad en una figura que no está prevista) que la

figura del litisconsorcio en los juicios civiles federales que se conozcan en la Ciudad

de México, se rija por lo dispuesto en los artículos 53, 54 y 130 del Código de

Procedimientos Civiles para el Distrito Federal.

Se reitera que, la propuesta anterior se sustenta, no a título de supletoriedad,

sino como un mecanismo del control de convencionalidad previsto en el artículo 1º

constitucional, segundo párrafo, de la Constitución Política de los Estados Unidos

Mexicanos, adicionado mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la

Federación el diez de junio de dos mil once.106

Lo anterior, además, en atención a la obligatoriedad de la aplicación del referido

principio pro homine107, conforme al cual, el juzgador que interprete leyes

a las personas con la aplicación más amplia. Dicho precepto recoge de manera directa el criterio o directriz hermenéutica denominada principio pro homine, el cual consiste en ponderar ante todo la fundamentalidad de los derechos humanos, a efecto de estar siempre a favor del hombre, lo que implica que debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación extensiva cuando se trate de derechos protegidos e, inversamente, a la norma o a la interpretación más restringida, cuando se trate de establecer límites para su ejercicio. Asimismo, en el plano del derecho internacional, el principio en mención se encuentra consagrado en los artículos 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, publicados en el Diario Oficial de la Federación, de manera respectiva, el siete y el veinte de mayo de mil novecientos ochenta y uno.” 106 DECRETO por el que se modifica la denominación del Capítulo I del Título Primero y reforma

diversos artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. (publicación 10 de Junio de 2011), Recuperado el 2 de Diciembre de 2015, del Sitio Web del Diario Oficial de la Federación.

Edición Matutina: http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5194486&fecha=10/06/2011

107 Tesis: I.4o.A.464 A, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXI, Febrero de 2005, p. 1744:

“PRINCIPIO PRO HOMINE. SU APLICACIÓN ES OBLIGATORIA. El principio pro homine que implica que la interpretación jurídica siempre debe buscar el mayor beneficio para el hombre, es decir, que debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación extensiva cuando se trata de derechos protegidos y, por el contrario, a la norma o a la interpretación más restringida, cuando se trata de establecer límites a su ejercicio, se contempla en los artículos 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, publicados en el Diario Oficial de la Federación el siete y el veinte de mayo de mil novecientos

105

en materia de derechos humanos, debe procurar en todo momento favorecer la

protección más amplia para que el gobernado goce de los mismos.

En ese orden de ideas, cuando la controversia planteada verse sobre los

derechos tutelados por el sistema jurídico, deberá realizarse una interpretación

extensiva de los mismos, es decir, la que resulte más favorable al titular de tales

derechos.

En esas condiciones, en términos del artículo 53 del Código de

Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, con las últimas reformas hechas a

ese precepto y publicadas en el Diario Oficial de la Federación el veinticuatro de

mayo de mil novecientos noventa y seis, existirá litisconsorcio necesario, activo o

pasivo, siempre que dos o más personas ejerzan una misma acción u opongan la

misma excepción, para lo cual deberán litigar unidas y bajo una misma

representación.

A este efecto deberán, dentro de tres días, nombrar un mandatario judicial,

quien tendrá las facultades que en el poder se le hayan concedido, para la

sustanciación del juicio. En caso de no designar mandatario, podrán elegir de entre

ellas mismas un representante común. Si dentro del término señalado no nombraren

mandatario judicial ni hicieren la elección de representante común, o no se pusieren

de acuerdo en ello, el juez lo nombrará, escogiendo a alguno de los que hayan sido

propuestos; y si nadie lo hubiere sido, designará a cualquiera de los interesados.

El representante común que designe el juez tendrá las mismas facultades

que si litigara exclusivamente por su propio derecho, excepto las de desistir, transigir

y comprometer en árbitros. El que designen los interesados sólo tendrá

ochenta y uno, respectivamente. Ahora bien, como dichos tratados forman parte de la Ley Suprema

de la Unión, conforme al artículo 133 constitucional, es claro que el citado principio debe aplicarse

en forma obligatoria.”

106

estas últimas facultades, si expresamente le fueren concedidas por los

litisconsortes.

Cuando exista litisconsorcio de cualquier clase, el mandatario nombrado, o

en su caso el representante común, ya sea el designado por los interesados o por

el juez, será el único que pueda representar a los que hayan ejercido la misma

acción u opuesto la misma excepción, con exclusión de las demás personas.

El representante común o el mandatario designado por los que conforman un

litisconsorcio, son inmediata y directamente responsables por negligencia en su

actuación y responderán de los daños y perjuicios que causen a sus poderdantes y

representados. El mandatario o el representante común podrán actuar por medio de

apoderado o mandatario y autorizar personas para oír notificaciones en los términos

del artículo 112 del referido código.

Cabe mencionar que existen otros supuestos de litisconsorcio en los que no

necesariamente existirá una representación común, pues los sujetos que integran

alguna de las partes, intervienen con distintas posturas, aunque comparten

intereses al encontrarse vinculados o en comunidad jurídica respecto del bien

litigioso, o bien, son titulares de diversos derechos o deberes litigiosos que derivan

de la misma causa jurídica o hecho jurídico, aun cuando su posición frente a tal

derecho u obligación sea distinta, de modo que el pronunciamiento de fondo que en

el caso se emita, deberá versar sobre tales prerrogativas u obligaciones.

En consecuencia, aun cuando tales sujetos pretendan el cumplimiento de las

mismas o diversas prestaciones, se actualiza la figura del litisconsorcio en atención

a la comunidad jurídica que los vincula, aun cuando no exista la necesidad de que

cada uno ejercite la misma acción u oponga la misma excepción que el otro, según

sea el caso, y que, por lo tanto, no tengan la necesidad de litigar bajo una misma

representación, aun cuando sí resulte necesario que cada uno de ellos comparezca

a juicio con el carácter de actor o demandado.

107

Esto es, que puede actualizarse un caso en que dos o más personas se

vinculen a una misma causa jurídica, pero que, atendiendo al papel que

desempeñaron al momento de constituirse dicha causa, guarden una posición

jurídica distinta respecto de la misma, y, en ese sentido, sus derechos y obligaciones

en cuanto a la mencionada causa, también serán distintos.

Por ejemplo, en un caso de fideicomiso constituido en garantía para el pago

de una obligación exigible al fideicomitente, es cierto que dicho fideicomitente y la

institución fiduciaria se encuentran obligados a partir del propio contrato de

fideicomiso, que constituye la causa jurídica, no obstante, las obligaciones que por

dicha causa sean exigibles a cada uno, son distintas entre sí, en atención al papel

que cada uno desempeña.

Así, en el referido caso, de una demanda presentada por el fideicomisario,

relativa a la rescisión o cumplimiento del contrato basal de fideicomiso en garantía,

podría resultar necesaria la comparecencia de ambos sujetos (fideicomitente e

institución fiduciaria) como litisconsortes, ello con independencia de que sus

pretensiones sean iguales o distintas, o bien, de que cada uno oponga o no las

mismas excepciones y defensas que el otro, por lo que, aun tratándose de un

litisconsorcio necesario, podría no existir la necesidad de que los litisconsortes

litiguen bajo una misma representación.

Por otra parte, en cuanto a la representación común de los litisconsortes que

actúen unidos, atendiendo a lo expuesto en los primeros párrafos del presente tema,

también resultan aplicables en los juicios civiles federales, los artículos 54 y 130 del

Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, conforme a los cuales, el

mandatario judicial de los litisconsortes estará al frente de todas las diligencias

judiciales que deban realizarse por el conjunto de litisconsortes, siempre que se

mantenga vigente su designación como representante de éstos,

108

sin que le sea dable solicitar que tales diligencias se ejecuten directamente con sus

mandantes.108

Igualmente, en el citado ordenamiento se prevé una serie de plazos comunes

para los casos de litisconsorcio, así, por ejemplo se consideran términos comunes,

tratándose del emplazamiento de todos los interesados en los casos de

litisconsorcio pasivo, o bien, en cualquier tipo de litisconsorcio tratándose del

ofrecimiento de pruebas y la vista par el desahogo de las mismas. Al respecto, cabe

apuntar que estos plazos comunes se encuentran regulados limitativamente y no de

manera enunciativa, pues en la parte infine del referido artículo 103 se precisa que

todos los demás plazos deben considerarse en lo individual, por lo que empezarán

a contar para cada litisconsorte de acuerdo a la notificación correspondiente.109

4.3.2 Materia mercantil

En materia mercantil, a diferencia de la civil, se advierte que en el artículo

1060 del Código de Comercio110 sí existe regulación expresa de la figura del

108 Articulo 54.- Mientras continúe el mandatario judicial o el representante común en su encargo, los emplazamientos, notificaciones y citaciones de toda clase que se le hagan, tendrán la misma fuerza que si se hicieren a los representados, sin que le sea permitido pedir que se entiendan con éstos. 109Artículo 130.- La ley sólo reconoce como términos comunes en los juicios, los siguientes: --- I.-

Cuando fueren varias las personas que puedan conformar por obligaciones solidarias o casos similares, un litisconsorcio pasivo, tratándose del caso de emplazamiento de todos los interesados; --- II.- Para todas las partes que intervengan en el juicio, el relativo a ofrecimiento de pruebas, y aquéllos en que el tribunal determine la vista para desahogo por las partes al mismo tiempo, y --- III.- Los demás que expresamente señale este código como términos comunes. --- Los términos comunes se empezarán a contar desde el día siguiente a aquel en que todas las personas que conformen el posible litisconsorcio pasivo o todas las partes, en los demás casos, hayan quedado notificadas. --- Los demás términos se considerarán individuales y empezarán a correr para cada interesado en particular, cuando la notificación haya surtido sus efectos.” 110 “Artículo 1060. Existirá litisconsorcio, sea activo o sea pasivo, siempre que dos o más personas

ejerciten una misma acción u opongan la misma excepción, para lo cual deberán litigar unidas y bajo una misma representación. --- A este efecto, dentro de tres días, nombrarán un mandatario judicial quien tendrá las facultades que en el poder se le concedan, necesarias para la continuación del juicio. En caso de no designar mandatario, podrán elegir de entre ellas mismas un representante común. Si dentro del término señalado, no nombraren mandatario judicial ni hicieren

109

litisconsorcio, además de preverse la figura de supletoriedad pues, en el diverso

artículo 1054111 de dicha codificación se indica que el Código de Procedimientos

Civiles para el Distrito Federal debe aplicarse supletoriamente en caso de que en el

código adjetivo federal no existe ninguna disposición que pueda aplicarse

supletoriamente. Lo anterior, obviamente, siempre y cuando en el ordenamiento

mercantil no se regule de manera suficiente determinada institución y, en esos

términos, resulta que, en cuanto a la figura del litisconsorcio necesario también

resultan aplicables los artículos 53, 54 y 130 de la legislación procesal local en

comento.

Ahora bien, en el primer párrafo del artículo 1060 del Código de Comercio

vigente se encuentra definida la figura del litisconsorcio, estableciéndose que

existirá litisconsorcio, activo o pasivo, cuando dos o más personas ejerciten una

misma acción u opongan la misma excepción, y prescribe el deber de éstas para

litigar unidas y bajo una misma representación.

De dicho concepto genérico se desprenden los elementos que deben

reunirse para considerar la existencia de un litisconsorcio, a saber:

la elección de representante común, o no se pusieren de acuerdo en ella, el juez nombrará al representante común escogiendo a alguno de los que hayan sido propuestos; y si nadie lo hubiere sido, a cualquiera de los interesados. --- El representante común que designe el juez tendrá las mismas facultades como si litigara exclusivamente por su propio derecho, excepto las de desistirse, transigir y comprometer en árbitros, el que designen los interesados sólo tendrá estas últimas facultades, si expresamente le fueren concedidas por los litisconsortes. --- Cuando exista litisconsorcio de cualquier clase, el mandatario nombrado, o en su caso el representante común, sea el designado por los interesados o por el juez, será el único que puede representar a los que hayan ejercitado la misma acción u opuesto la misma excepción, con exclusión de las demás personas. --- El fin del representante común o la designación del mandatario por los que conforman un litisconsorcio es evitar solicitudes múltiples, contrarias o contradictorias, por lo que tales mandatarios y representantes serán inmediata y directamente responsables por negligencia en su actuación y responderán de los daños y perjuicios que causen a sus poderdantes y representados. El mandatario o el representante común podrán actuar por medio de apoderado o mandatario y autorizar personas para oír notificaciones en los términos del Artículo 1069 de este Código. 111 Artículo 1054.- En caso de no existir convenio de las partes sobre el procedimiento ante tribunales

en los términos de los anteriores artículos, salvo que las leyes mercantiles establezcan un procedimiento especial o una supletoriedad expresa, los juicios mercantiles se regirán por las disposiciones de este libro y, en su defecto, se aplicará supletoriamente el Código Federal de Procedimientos Civiles y en caso de que no regule suficientemente la institución cuya supletoriedad se requiera, la ley de procedimientos local respectiva.

110

x Por lo menos una de las partes, siempre debe estar integrada por dos o

más sujetos.

x En caso de que dichos sujetos integren la parte actora, pretenderán

ejercer la misma acción, o bien, como parte demandada, opondrán las

mismas excepciones.

x Asimismo, se establece una condición para comparecer al juicio de que

se trate, pues deberán litigar unidos y bajo una misma representación, lo

que significa que los litisconsortes nombrarán un mandatario común que

los representará en el litigio a efecto de evitar la repetición o contradicción

de promociones.

En cuanto al último punto, relativo a la representación común, el precepto

1060 en comento, establece que únicamente el mandatario designado por los

litisconsortes o el representante común elegido por el juez, podrá representar a los

litisconsortes que hayan ejercitado la misma acción u opuesto la misma excepción,

con exclusión de las demás personas, y que, aun cuando dichos mandatarios

podrán delegar sus facultades y actuar a través de diversos apoderados y

mandatarios, así como designar autorizados para oír y recibir todo tipo de

notificaciones, no obstante, en todo caso resultarán directamente responsables por

la falta de diligencia propia o la de sus respectivos apoderados, de manera que,

responderán de los daños y perjuicios que su negligencia se pudiera ocasionar a

los litisconsortes representados.

En este sentido, también se destaca que a diferencia de lo dispuesto en el

referido artículo 53 del Código Federal de Procedimientos, en el artículo 1060 de la

legislación mercantil referida, sí se enuncia la finalidad de la obligación de los

litisconsortes en relación a la representación común, haciendo hincapié en que se

trata de un mecanismo para evitar la repetición o contradicción de solicitudes

formuladas por diversos litisconsortes.

111

Ahora bien, de la comentada disposición del Código de Comercio se

desprende que, para dar cumplimiento al deber que tienen las partes litisconsortes

de litigar unidas y bajo una representación común, cuentan con un plazo de tres

días para designar a un mandatario común, o en su caso, a un representante común

de entre ellos mismos, cualquiera de ellos, con facultades específicas para actuar

en el juicio de que se trate. Sin embargo, una vez transcurrido dicho plazo sin que

hubieren nombrado mandatario judicial o representante común, el juzgador los

suplirá en tal designación y elegirá de entre ellos a quien actuará en el proceso

como representante común de todos, que podrá elegir de entre los que fueron

propuestos por los litisconsortes si hubiere sido el caso, o bien, en caso de que

ninguno lo hubiere sido, podrá designar a cualquiera de los interesados.

En cuanto a las facultades de un representante común designado por el

juzgador, la ley mercantil aplicable dispone que, contará con aquellas que le

corresponderían si compareciera a juicio por su propio derecho únicamente, salvo

las facultades de desistimiento y para transigir y comprometer en árbitros.

Al respecto, se advierte que, a diferencia del representante común designado

por el juzgador, el representante designado por los litisconsortes sólo tendrá dichas

facultades de desistimiento y de transigir y comprometer en árbitros, si

expresamente le fueren concedidas por los propios litisconsortes.

Por otro lado, cabe precisar que si bien existen dos diferencias entre la

regulación de la legislación mercantil y las disposiciones del código local procesal

que resultan aplicables, ello no implica la contradicción entre ambas legislaciones,

por lo que su integración no se ve afectada por razón de las desigualdades que se

enuncian a continuación.

Esto es, que mientras el Código de Comercio regula de manera genérica la

figura del litisconsorcio, pues no distingue entre litisconsorcio necesario y voluntario,

en el artículo 53 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito

112

Federal se define específicamente al litisconsorcio necesario (e incluso al

litisconsorcio pasivo necesario, pues en el último párrafo del citado precepto, se

agrega el supuesto de litisconsorcio que se refirió al exponer el tema inmediato

anterior sobre la regulación del litisconsorcio en materia civil, al explicar que también

puede ocurrir que dos o más personas se vinculen a una misma causa jurídica, pero

que, atendiendo al papel que desempeñaron al momento de constituirse dicha

causa, guarden una posición jurídica distinta respecto de la misma, y, en ese

sentido, sus derechos y obligaciones en cuanto a la mencionada causa, también

serán distintos112).

No obstante lo anterior, como se dijo, no existe impedimento en la integración

de las normas en comento, ya que, al ser el Código de Comercio la regulación

suplida y regular de manera genérica la figura del litisconsorcio, mientras que el

referido código procesal, siendo la legislación supletoria, realiza una distinción

específica, la integración de ambas normas en los juicios mercantiles, siempre

podrá efectuarse a cualquier litisconsorcio, ya sea necesario o voluntario, salvo en

los casos en que se actualice el supuesto mencionado en el párrafo que procede.

A este respecto, debe decirse que el referido artículo 53 de la mencionada

Ley Adjetiva, distingue claramente estas dos hipótesis:

a) El supuesto en que el juzgador considera que se actualiza la

modalidad procesal del litisconsorcio, pues los que se

consideran litisconsortes deben oponer las mismas

112 Artículo 53.- (…)También existirá litisconsorcio pasivo necesario, cuando a pesar de que no exista

la necesidad de oponer la misma excepción y por lo tanto la necesidad de litigar bajo una misma representación, exista la necesidad de que comparezca a juicio con carácter de demandado una persona que se encuentre en comunidad jurídica sobre el bien litigioso y tenga un mismo derecho o se encuentre obligada por igual causa o hecho jurídico, y respecto de la cual debe existir un pronunciamiento de fondo ya sea condenándola o absolviéndola, y en este caso no será necesario que el litisconsorte litigue unido a los demás, ni bajo una representación común, salvo que llegare a oponer las mismas excepciones y defensas.

113

excepciones y, por tanto, se encuentran obligados a litigar bajo

una misma representación; y

b) El supuesto en el que sin existir dicha necesidad (de oponer

las mismas excepciones) resulta imperativo que los que se

consideran litisconsortes comparezcan a juicio para oponerse

a la acción ejercitada, ya sea porque se encuentran en

comunidad jurídica respecto al bien litigioso y tengan un

mismo derecho; o porque se encuentran obligados por igual

causa o hecho jurídico, respecto de la cual deba existir un

pronunciamiento de fondo.

Esta segunda hipótesis, fue expresamente admitida por la Primera Sala de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la ejecutoria correspondiente a la tesis

jurisprudencial siguiente:

“RECONVENCIÓN. PUEDE HACERSE VALER SÓLO CONTRA LA

PARTE ACTORA, NO CONTRA TERCERAS PERSONAS, PERO

CUANDO EXISTEN SITUACIONES DE LITISCONSORCIO NECESARIO,

AQUÉLLA INCLUYE A TODOS LOS LITISCONSORTES, SIN QUE DEBA

RECURRIRSE A LA VÍA ESPECÍFICA LEGALMENTE PREVISTA PARA

LLAMAR A JUICIO A TERCEROS. En la jurisprudencia 1a./J. 59/2002,

publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena

Época, Tomo XVI, diciembre de 2002, página 133, de rubro:

"RECONVENCIÓN. SÓLO PUEDE HACERSE VALER EN CONTRA DEL

ACTOR, NO ASÍ DE TERCERAS PERSONAS.", la Primera Sala de la

Suprema Corte sostuvo que la reconvención es la figura procesal que permite

a la parte demandada en un juicio presentar, a su vez, una demanda sólo

contra el actor, no contra terceras personas. Sin embargo, las "terceras

personas" que, en términos de la tesis citada, no pueden ser objeto de la

reconvención, sino que deben ser llamadas a juicio mediante el

114

procedimiento separado y específico que esté legalmente previsto al efecto,

son personas no inicialmente presentes en el juicio y distintas a los

participantes de una situación de litisconsorcio necesario. Los integrantes de

un litisconsorcio necesario no pueden ser conceptuados como "terceros",

pues comparten el mismo interés del demandado en vía de reconvención, en

el sentido de que resienten en la misma medida los efectos de la

modificación, anulación o subsistencia de los actos jurídicos y, por tanto, no

puede hablarse de una persona física o moral con intereses distinguibles a

los de las partes. En este sentido hay que concluir que, cuando existe un

litisconsorcio, la reconvención puede dirigirse contra todas las personas que

jurídicamente deban figurar como actores, lo que incluye a personas que

inicialmente pueden no haber comparecido en el juicio y que deben, por

tanto, ser integradas al mismo sin necesidad de recurrir a la vía específica

legalmente prevista para llamar a terceros interesados en el mismo.”113

Conforme a lo anterior, es indudable que la modalidad del litisconsorcio

necesario pasivo puede actualizarse en el caso en que, aun cuando los

litisconsortes no hayan tenido idéntica posición jurídica en un contrato (como

sucede, por ejemplo, en el supuesto en que dos condueños vendan un bien,

hipótesis en que su posición jurídica es la misma), la posición jurídica que asumieron

en el acto o actos jurídicos que constituyan la materia de un juicio, sea tal, que

resulte jurídicamente imposible demandar exclusivamente a uno de ellos, pues los

que se consideran litisconsortes, que están vinculados en la relación jurídica

sustancial en forma inescindible.

De la citada porción normativa, se desprende, que la nota distintiva de

litisconsorcio necesario es que entre los litisconsortes exista la necesidad jurídica

de que comparezcan a juicio por encontrarse en comunidad jurídica sobre el bien

113 Tesis: 1a./J. 71/2010, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXXIII, Marzo de

2011, p. 363.

115

litigioso y tengan un mismo derecho o simplemente por encontrarse obligados por

igual causa o hecho jurídico; de modo que no resulta jurídicamente posible que el

juzgador se pronuncie sobre una acción o excepción si no comparecieron a juicio a

ejercitarla o a oponerla todos los litisconsortes. En este sentido, la porción normativa

de que se trata puede aplicarse a contrario sensu al litisconsorcio necesario activo.

4.4 El litisconsorcio necesario activo

Como se expuso anteriormente, el litisconsorcio activo se da cuando la

pluralidad de partes se actualiza respecto de la parte que demanda, de manera que

son varias las personas que deben ejercer conjuntamente una acción, por su

estrecha vinculación en la relación jurídica sustancial. Así, en virtud de este tipo de

litisconsorcio resulta imprescindible que ejerciten conjuntamente una acción.

4.4.1 Tipos de litisconsorcio activo

En un juicio en que se actualice la figura de litisconsorcio necesario activo

tienen que presentarse todos los sujetos a quienes corresponda el carácter de

litisconsortes activos. Ahora bien, puede ocurrir que esos sujetos guarden una

postura jurídica idéntica o distinta frente a la pretensión que reclamen, sin que ello

repercuta en la misma necesidad de su concurrencia al proceso, sino que en

atención a la calidad y grado del vínculo que les otorgue el derecho subjetivo de

reclamación, se determinarán los efectos que repercutirán en su esfera jurídica a

partir de la sentencia definitiva que se dicte para la solución de la controversia que

hayan planteado.

116

4.4.1.1 Posición jurídica idéntica entre los

litisconsortes

Conforme a lo anterior, cuando los litisconsortes activos guardan una postura

jurídica idéntica frente a la pretensión que reclaman, es decir, sus pretensiones van

en el mismo sentido, ya que pretenden obtener los mismos resultados que

repercutan de manera directa y equivalente en su esfera jurídica, tendrán las

mismas cargas procesales y deberán actuar bajo una misma representación.

Así, por citar un ejemplo, puede ocurrir que tratándose de un litisconsorcio

activo, dos fideicomisarios que reclamen alguna responsabilidad en contra de la

institución fiduciaria por faltar a alguna de sus obligaciones que tenga para con ellas,

derivadas de un contrato de fideicomiso de administración en que a cada uno se le

designó como beneficiario al 50% (cincuenta por ciento) de los frutos del

fideicomiso; en casos como éste, la resolución que en el caso se dicte les afectará

en el mismo sentido y con los mismos alcances, ya que no sería posible declarar no

probada la acción respecto de uno y probada respecto de otro.

4.4.1.2 Posición jurídica distinta entre los

litisconsortes

Como se mencionó en el apartado de la regulación del litisconsorcio en las

materias civil y mercantil, pueden existir casos de litisconsorcio necesario en los

que, los sujetos que integren a la parte demandada, se encuentran obligados de

distintas maneras pero a partir de la misma causa, de forma que, sus excepciones

serán distintas aunque el derecho que aduzcan se funde en la misma causa jurídica

o en los mismos hechos.

De este modo, la sentencia que en el caso se dicte, si bien surtirá sus efectos

sobre todos ellos, lo cierto es que esos efectos serán distintos para uno y otro

litisconsortes, ya que serán decretados en razón del derecho que les asista, la

117

posición jurídica que ocupe cada uno y las intenciones manifestadas al constituirse

como litisconsortes.

Así por ejemplo, un deudor principal y su fiador que, respecto de un crédito

garantizado con una hipoteca, son demandados por el acreedor y en el juicio aducen

haber cubierto el monto total del crédito, por ende, es claro que el deudor pretenderá

la declaración de la extinción del crédito, mientras que el fiador pretenderá la

cancelación de la garantía.

De modo que, en el citado supuesto, la tarea del juzgador consistirá en

analizar si asiste la razón a los demandados, de conformidad con las constancias y

pruebas exhibidas durante el procedimiento para que, con base en ello y en el

derecho que resulte aplicable, le sea dable determinar si son fundadas las defensas

y excepciones opuestas por los demandados, caso en el cual, como consecuencia

de la improcedencia de la acción de cobro, decretará la extinción del crédito y la

cancelación de la garantía, pues la fianza no puede existir sin una obligación válida

(artículo 2797 del Código Civil Federal), o por el contrario, si fuera procedente la

acción ejercitada por el actor, podría decretar la obligación de pago a cargo del

fiador, ya que éste se comprometió con el acreedor a pagar por el deudor, si éste

no lo hacía.

4.4.1.3 La representación de los litisconsortes

activos

La utilidad de la representación en personas capaces, radica en facilitar la

formación de las relaciones jurídicas en las que aun sin estar presentes, los sujetos

representados pueden ejecutar diversos actos jurídicos, suprimiéndose así las

imposibilidades materiales de su comparecencia.114

114 Borja Soriano, Manuel. Teoría General de las Obligaciones. 21ª edición. Porrúa. México 2009. P.

244.

118

Ahora bien, como se expuso al hablar sobre la regulación de la figura

procesal del litisconsorcio, cuando se actualiza esta figura, por regla general, los

litisconsortes activos litigan unidos y bajo una misma representación. No obstante,

también puede darse el caso en que tengan una representación individual,

especialmente cuando los actores no guardan una relación jurídica idéntica frente a

la cuestión litigiosa.

4.4.1.3.1 Representación común

En los casos en que los litisconsortes activos actúen bajo un representante

común, éste se asemeja a un mandatario, con autorización para litigar en

representación de los demás, como si se tratara de su propio derecho, con el fin de

defender los derechos que se encuentran en litigio dentro del juicio de origen.

Así, dentro del término que señale la ley, los litisconsortes deberán designar

a su mandatario judicial, o bien, elegir de entre ellos a un representante común que

tendrá todas las facultades correspondientes a un mandatario judicial y

excepcionalmente podrán autorizarlo de manera expresa para desistir, transigir y

comprometer en árbitros. Ahora, en caso de que las partes litisconsortes se

abstengan de nombrar a su representante común, la autoridad judicial podrá elegir

un representante común de entre los que hubieran sido propuestos y a falta de éstos, elegirá a alguno de los interesados, éste último tendrá las mismas facultades

que un litigante que actúa por su propio derecho salvo desistir, transigir y

comprometer en árbitros.

Este mandatario será responsable frente a los litisconsortes por sus

actuaciones procesales, de modo que, de causarles algún daño, responderá frente

a ellos. Asimismo, dicho representante podrá efectuar los actos relativos a su cargo

a través de diverso apoderado y también podrá autorizar personas para oír

notificaciones.

119

4.4.1.3.2 Representación individual

Al tomar en consideración que el representante declara la voluntad de su

mandante, pues actúa bajo la legitimación que en la causa tenga quien no

comparezca materialmente al juicio, se obtiene que, aun existiendo litisconsorcio y

que las actuaciones de uno de los litisconsortes repercutan en la situación procesal

del resto de los litisconsortes, puede darse el caso de que alguno de ellos decida

actuar por su propio derecho.

4.4.1.4 Forma como debe procederse al dictar

sentencia, ante la falta de integración del

litisconsorcio necesario.

Pueden existir sentencias en las que solamente se resuelvan cuestiones

procesales, es decir, problemas adjetivos que se originaron o se advirtieron durante

la tramitación del proceso, que impidan examinar la cuestión sustantiva sometida a

debate, de manera que la resolución que se dicte, tendrá efectos meramente

procesales y se dejarán a salvo los derechos de los interesados por lo que toca a

las cuestiones de fondo, para que puedan hacerlos valer con posterioridad.

4.4.2 El litisconsorcio necesario activo como excepción procesal

En un juicio puede ocurrir que la parte demandada oponga como excepción

a las pretensiones que le sean reclamadas, la existencia de un litisconsorcio activo

necesario, por ejemplo, en el caso de la falta de comparecencia al juicio de alguno

de los acreedores que deben ejercer conjuntamente la acción, el enjuiciado hace

valer como excepción la falta de debida integración del litisconsorcio.

120

Al respecto, el juzgador deberá considerar que, conforme a lo expuesto

respecto de la naturaleza jurídica del litisconsorcio, entendido éste como una

condición necesaria para el ejercicio de la acción y no como un presupuesto

procesal, su falta de integración se debe estudiar como excepción perentoria y no

dilatoria. Esto, pues la excepción perentoria acarrea la improcedencia de la acción

en juicio y considerando que el litisconsorcio necesario debe identificarse como una

condición necesaria para el ejercicio de la acción y no un presupuesto procesal, su

integración atañe directamente al análisis del fondo de la controversia.

Lo anterior, en atención a que, como lo expone el procesalista Eduardo

Pallares, las excepciones perentorias son aquellas que destruyen la acción en lugar

de dilatar o suspender su ejercicio y procedencia, además de no extinguirse por el

transcurso del tiempo.115 Es decir, la excepción perentoria está destinada a destruir

la propia acción, por lo tanto, obliga al juzgador a realizar un estudio suficiente para

efectuar un pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, mientras que las

excepciones dilatorias impiden la continuación del procedimiento sin atacar al fondo,

es decir, únicamente retrasan el conocimiento del asunto.

En consecuencia, la falta de integración de litisconsorcio necesario, opuesta

como excepción en juicio, debe tratarse como excepción perentoria y analizarse en

torno al fondo del asunto, a efecto de resolverla al dictar la sentencia definitiva.

Al respecto conviene apuntar que, una vez que se emita la resolución en la

que se haga el pronunciamiento de dicha cuestión, y tal determinación quede firme,

ésta adquirirá la calidad de cosa juzgada, puesto que el enjuiciado ya fue oído en el

juicio y, por consiguiente, de resultar fundada la citada excepción, aun cuando se

dejen a salvo los derechos de la parte actora para que haga valer su acción como

corresponda, ya no podrá ejercitarse en diverso juicio sino es por

115 Pallares, Eduardo, op. cit., nota 2, p.358.

121

todos los sujetos que deban integrar la parte demandante, conforme a lo dicho en

la referida sentencia.

4.5 El litisconsorcio pasivo necesario

El litisconsorcio necesario es pasivo, cuando para que pueda declararse la

procedencia de las pretensiones de las partes, será necesario que se llame al juicio

a varias personas como demandadas para que éstas puedan ser oídas en el juicio.

En otras palabras, el litisconsorcio pasivo necesario, se da cuando hay

necesidad de que dos o más demandados tengan intervención en el proceso, en

virtud de que la cuestión litigiosa la constituye cierta relación jurídica en la que

aquéllos están interesados en forma indivisible, y que por ello no admite resolverse

por separado sin audiencia de todos ellos y en un mismo juicio, pues la sentencia

que se dicte les puede parar perjuicio.

122

V. C O N C L U S I O N E S

1. A efecto de determinar la existencia del litisconsorcio debe atenderse al fondo

por los efectos que producirá el fallo que en el caso se emita, pues a partir

de ello se determina la real necesidad de la comparecencia al juicio de varios

integrantes de la parte actora o demandada, según sea el caso.

En ese sentido, resulta que entender al litisconsorcio como un presupuesto

procesal atendiendo únicamente a la existencia de una misma causa jurídica

que vincule a las partes, limita el conocimiento de todos los elementos para

la actualización de esta figura procesal, considerando que los efectos que

pudieran causarse son los que, efectivamente, determinan al litisconsorcio.

2. Los presupuestos procesales son los requisitos sine quo non para iniciar y

desenvolver válidamente un proceso.

3. Las condiciones de la acción, son los requisitos jurídicos para que el actor

pueda obtener una sentencia favorable a sus intereses.

4. De las anteriores definiciones, se desprende que los presupuestos

procesales son los requisitos de carácter formal; en tanto que las condiciones

de la acción, son requisitos de naturaleza sustancial o de fondo.

5. El litisconsorcio necesario está relacionado con la legitimación en la causa,

pues para determinar si se actualiza, es necesario analizar el acto jurídico

que dio origen a la controversia.

6. Atento a lo apuntado en la conclusión precedente, es inconcuso que el

litisconsorcio necesario es una modalidad procesal vinculada con el fondo de

la cuestión planteada en el juicio. Por esta razón, no puede considerarse

como presupuesto procesal, sino como condición de la acción.

123

7. Lo anterior es así, pues el juez, con base en los hechos planteados y en los

documentos fundatorios de la acción, tiene que determinar si el o los

pretensores son los titulares del derecho para reclamar las prestaciones

objeto de la demanda; o, en su caso, determinar si el o los enjuiciados, son

o no los intervinientes en el acto jurídico, materia del litigio.

8. En tal orden de ideas, el litisconsorcio necesario, en su forma activa, por su

relación con la legitimación activa en la causa, constituye una condición para

el ejercicio de la acción.

9. El litisconsorcio necesario pasivo, tiene idéntica naturaleza que el activo,

pues, lato sensu, ambas partes ejercen una acción procesal, entendida ésta

como “el poder jurídico de provocar la actividad de juzgamiento, de un

órgano que decida los litigios de intereses jurídicos”.116 (Es decir, que

necesariamente, cada una de las partes debe participar para activar el

sistema de administración de justicia, a efecto de ejercitar la acción de que

se trate, de manera que, la defensa de la parte demandada también forma

parte del ejercicio de la acción).

10. Tanto el litisconsorcio necesario activo, como el pasivo, deben ser

examinados oficiosamente por el juzgador y su falta de integración, en

cualquiera de dichos tipos, da lugar a la improcedencia de la acción

ejercitada.

11. La falta o deficiencia en la integración del litisconsorcio necesario, no puede

dar lugar a la reposición del procedimiento, dada su naturaleza de condición

116 Cipriano Gómez Lara en su "Teoría General del Proceso", publicada por la UNAM, dice que: "Los

actos de las partes interesadas son acción, en el sentido de la doble pertenencia de la misma, es decir, la acción entendida como actividad tanto del actor como de la demandada". En este sentido, como en el litisconsorcio necesario dos o más personas deben litigar unidas por coincidir en su pretensión o en su resistencia a ésta, en sentido lato las dos formas del litisconsorcio necesario (activo y pasivo) tienen igual naturaleza, ya que en uno u otro caso provocan la actividad de juzgamiento del Estado.

124

de la acción y en atención al principio general del Derecho, recogido por varias

legislaciones adjetivas, que reza: “invitus agere vel accusare meno cogatur”

(nadie puede ser constreñido a demandar contra su voluntad).

12. Se propone la modificación de la jurisprudencia de la Primera Sala de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación (Tesis: 1a./J. 47/2006, Semanario

Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXIV, septiembre de

2006, p. 125. Rubro: LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. AL SER

UN PRESUPUESTO PROCESAL, EL TRIBUNAL DE ALZADA DEBE

MANDAR REPONER EL PROCEDIMIENTO OFICIOSAMENTE CUANDO

ADVIERTA QUE NO TODOS LOS INTERESADOS FUERON LLAMADOS

AL JUICIO NATURAL (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO VIGENTE A

PARTIR DE JULIO DE 2002).) en la parte en la que se considera al litisconsorcio

necesario como presupuesto procesal, a efecto de que se establezca que su

naturaleza jurídica es la de una condición para el ejercicio de la acción.

13. Sólo en el caso de que sea indudable la inviabilidad de la demanda, por la falta

de integración de un litisconsorcio necesario, la misma puede desecharse en el

primer auto del juicio.

14. En ningún caso, la falta o deficiencia en la integración del litisconsorcio, puede

dar lugar a una prevención, pues al tratarse de un requisito de la

pretensión, si se previniera a alguna de las partes, el juez perdería su condición

de tercero imparcial en el litigio.

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