Navidad 2021-2022 La Epifanía del Señor

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Navidad 2021-2022 La Epifanía del Señor Solemnidad 2 de enero de 2022 «Venimos de Oriente para adorar al Rey» «La luz que brilló en Navidad durante la noche, iluminando la cueva de Belén, donde permanecen en silenciosa adoración María, José y los pastores, hoy resplandece y se manifiesta a todos. La Epifanía es misterio de luz, simbólicamente indicada por la estrella que guio a los Magos en su viaje. Pero el verdadero manantial luminoso, el "sol que nace de lo alto" (Lc 1, 78), es Cristo. […] En el contexto litúrgico de la Epifanía se manifiesta también el misterio de la Iglesia y su dimensión misionera. La Iglesia está llamada a hacer que en el mundo resplandezca la luz de Cristo, reflejándola en sí misma como la luna refleja la luz del sol. En la Iglesia se han cumplido las antiguas profecías referidas a la ciudad santa de Jerusalén, como la estupenda profecía de Isaías que acabamos de escuchar: "¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz. (...) Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora" (Is 60, 1- 3)». Benedicto XVI, Homilía, 6 de enero de 2006.

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Navidad 2021-2022 La Epifanía del Señor

Solemnidad 2 de enero de 2022

«Venimos de Oriente para adorar al Rey»

«La luz que brilló en Navidad durante la noche, iluminando la cueva de Belén, donde permanecen en silenciosa adoración María, José y los pastores, hoy resplandece y se manifiesta a todos. La Epifanía es misterio de luz, simbólicamente indicada por la estrella que guio a los Magos en su viaje. Pero el verdadero manantial luminoso, el "sol que nace de lo alto" (Lc 1, 78), es Cristo. […] En el contexto litúrgico de la Epifanía se manifiesta también el misterio de la Iglesia y su dimensión misionera. La Iglesia está llamada a hacer que en el mundo resplandezca la luz de Cristo, reflejándola en sí misma como la luna refleja la luz del sol. En la Iglesia se han cumplido las antiguas profecías referidas a la ciudad santa de Jerusalén, como la estupenda profecía de Isaías que acabamos de escuchar: "¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz. (...) Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora" (Is 60, 1-3)». Benedicto XVI, Homilía, 6 de enero de 2006.

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Textos orados: comentario a la eucología1 ORACIÓN COLECTA DE LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR “En el día de hoy revelaste a tu Hijo unigénito a los gentiles, conducidos por la estrella”. Tenemos la síntesis precisa del misterio celebrado: la manifestación de Jesucristo a todos los pueblos, incluso a los paganos, en la hora de su nacimiento. Como fue revelado el Salvador a los pastores de los alrededores de Belén, igualmente fue revelado a los gentiles su nacimiento. La afirmación motivadora de la plegaria expresa varias cosas de gran importancia:

a. La importancia de la lectura bíblica completa del Nacimiento del Señor. Existe el peligro de hacer una lectura parcial del acontecimiento salvífico, como si el Señor sólo se hubiera revelado al pueblo de la alianza.

b. La manifestación de la voluntad universal de salvación por parte de Dios, respecto de toda la humanidad. Este hecho es inapelable. El profeta y el salmista lo anticiparon diciendo: “los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios” (Is 52,10; Sal 97,3). San Pablo lo rubricará lapidariamente: “Dios quiere que todos los hombres se salven…” (1Tm 2,4).

c. ¿Cuántos eran? ¿Eran reyes? ¿Cuántos fueron los pastores? ¿Eran propietarios de sus rebaños o simples asalariados? A unos y a otros no se pidió declaración de renta, sino se contempló la rectitud de corazón (Dt 9,5; Sal 7,11; 11,7; 111,2) y la buena voluntad (Lc 2,14).

d. Es claro que unos hombres que vienen a ofrecer oro, incienso y mirra, y tienen la libertad de encararse con el rey de Palestina, saben dónde tienen la mano derecha. Es gente culta y cultivada y han venido, con sus dones y cultura a adorar al Señor. Han hecho, ni más ni menos, como los pastores: venir con lo que son y lo que tienen.

“A los que ya te conocemos por la fe, concédenos ser llevados a contemplar la luminosa claridad de tu rostro”. Esta contemplación se puede comprender en sentido escatológico, con miras al futuro, pero sin olvidar la importancia para nuestro presente del don de la contemplación, esencial para la vida cristiana mientras que caminamos hacia la patria celestial. Los cristianos no se pueden dividir sin más en activos por un lado y contemplativos por otro, sino que todos somos miembros de un pueblo santo y todos aspiramos a “contemplar el rostro de Dios” (Sal 26, 8-9), recordando la promesa del Maestro: “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Además, esta contemplación va en la misma línea del conocimiento profundo del misterio de la Navidad (cf. Oración poscomunión, misa de aurora).

1 C. URTASUN, Las oraciones del misal, Barcelona: CPL 1995, 123-124.

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Textos proclamados: comentario a las lecturas2 La gloria del Señor amanece sobre ti Primera lectura: Isaías 60, 1-6. La profecía, canto poético y glorioso, es una visión de universalismo y de unidad de todos los pueblos en camino hacia Jerusalén. (cf. Jr 12,15-16; 16,19-21; Miq 4,1-3; Sof 3,9-10; Zac 8,20-23). El profeta ve una caravana que avanza hacia la ciudad santa en dos grupos bien diferenciados: uno formado por los hijos y las hijas de Israel que vuelven del exilio (v.4), y el otro formado por las naciones extranjeras atraídas por la luz y la gloria de Dios, que ilumina la colina de Sion. Isaías, entonces, se dirige al pueblo que escucha diciendo: “Levántate, revístete de luz… alza los ojos en torno y mira” (vv.1-4). Ha terminado el tiempo del cansancio y del lamento y ha comenzado el de la alegría y la esperanza. Es preciso que la humanidad salga del propio individualismo y pesimismo y entre en la certeza de una vida nueva, que se alcanza dejando las tibiezas y caminando hacia la ciudad luminosa, cuyo esplendor procede de Dios: “Sobre ti resplandece el Señor, su gloria aparece sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz”. (vv. 2-3; Ap 21, 9-27).

El plan de Dios concierne a todos los pueblos, llamados a ser envueltos por la

luz de la Jerusalén celeste y por la transparencia de la presencia de Dios que habita en medio de su pueblo. Dios mismo será el faro que orienta y atrae los pasos de los pueblos, de las gentes y de los reyes hacia su Señor. Y en Jerusalén tendrá lugar la gran manifestación y será desvelado lo escondido. En el nacimiento de Jesús los evangelistas verán la revelación de Dios y el cumplimiento de la profecía.

Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos Segunda lectura: Efesios 3, 2-3a.5-6. Pablo reconoce que la misión que se le ha confiado es la de llevar el evangelio a los gentiles, y explica que el designio salvífico de Dios, concerniente a la humanidad entera llamada a caminar a la luz del único Dios y Padre, ha llegado ya a su plenitud. Y este secreto del misterio de Dios es la llamada a la universalidad y a la unidad de los pueblos: “los pueblos comparten la misma herencia, son miembros de un mismo cuerpo” (v. 6). Y el Apóstol se siente impulsado, como colaborador de esta misión de Jesús, a trabajar por la difusión del evangelio.

2 Giorgio ZEVINI – Pier Giordano CABRA, Lectio divina para cada día del año, volumen 2: Tiempo de Navidad, Navarra: Verbo Divino 2011, 154-157.

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El verdadero signo e instrumento de esta visión universal de la salvación querida por Dios es la Iglesia. Ésta tiene como tarea la unidad de los pueblos, sea llevando a todos a la fe en Jesús mediante el anuncio del evangelio, sea tratando de crear vínculos de comunión y de fraternidad, a pesar de las apariencias y de las múltiples diversidades. Ante un mundo todavía dividido, pero deseoso de comunión, se proclama con alegría y con fe que Dios es comunión. Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, que él llama a todos a participar en la comunión trinitaria. En efecto, mediante la comunión con Jesús, cabeza de la Iglesia, es posible la comunión auténtica entre los hombres. Esta unidad y paz universal, que siempre ha buscado el hombre de todos los tiempos, está ahora al alcance de todos por el nacimiento del Hijo de Dios. Es él el que ha hecho realidad el misterio de Dios, esto es, reunir a todas las gentes. Porque ha esto hemos sido llamados: a vivir en la paz como verdaderos hermanos y a permanecer unidos como hijos del mismo Padre. Venimos de Oriente para adorar al Rey. Evangelio: Mateo 2, 1-12.

La epifanía es la manifestación pública de la salvación traída por Jesús, Rey universal. Mateo ilumina el relato bíblico con algunos elementos históricos y con referencias del Antiguo Testamento (cf. Is 60, 1-6; Nm 23-24; 1Re 10, 1-13; Miq 5,1), y nos habla de una revelación extraordinaria que conduce a los Magos o sabios a descubrir al Rey de los Judíos, como Rey del universo. Respecto a los Magos, solo en el siglo V fue fijado su número (en base a los dones ofrecidos) y en el siglo VIII les fueron dados los hombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero para Mateo, los Magos son personajes ilustres, primicia de los paganos, que exaltan la dignidad de Jesús, protagonista del evangelio: ellos lo buscan (“¿Dónde está el rey de los judíos, que acaba de nacer?”: v.2), reconoce al Mesías (“Postrándose en tierra lo adoraron”: v. 11) y apreciaron su sencillez y pobreza (“Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro (al rey), incienso (a Dios) y mirra (al hombre)”: v.11bc). Por el contrario, Herodes y Jerusalén se turban ante la noticia del nacimiento del Mesías (v. 3) y lo buscan para matarlo.

El Niño nacido en Belén es el portador de la buena nueva. Pero asume, sin embargo, el rostro de un prófugo, porque se ve obligado a huir a Egipto. Es el Mesías buscado y rechazado, porque su bandera será la cruz. Jesús es signo de contradicción: marginado por su pueblo y buscado con esperanza por los de lejos. Belén, entonces, será la nueva Sión, la ciudad universal de las naciones (vv. 5-6.8), y Jerusalén será descartada. El nuevo pueblo de Dios, heredero de las antiguas promesas, es la continuación del antiguo, pero estará formado por todos aquellos que buscan y reconocen “la estrella de la mañana” (2 Pe 1,19) con disponibilidad interior.

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La Epifanía del Señor Solemnidad

2 de enero de 2022

Moniciones Entrada Siguiendo la luz de Dios, nos congregamos a celebrar la Manifestación del Señor a todos los pueblos. Con los mismos sentimientos de adoración de los Magos vivamos con fe esta Eucaristía y, como Iglesia sinodal, oremos por las necesidades de toda la humanidad. Liturgia de la Palabra Dios ha querido revelarse a todos los hombres. Descubramos cómo nos guía hacia su presencia para manifestarnos lo que espera de nosotros. Escuchemos esta Palabra que nos promete la salvación para todos. Presentación de los dones Nuestra vida será la mejor ofrenda que podamos dar junto a la de los Magos de Oriente, que dieron de lo mejor que tenían. Participemos orando mientras el sacerdote prepara el altar y luego cuando pronuncie la acción de gracias. Comunión Alimentados con el Cuerpo y la Sangre del Señor, nos convertimos en sagrarios vivos. Por eso adorémosle con nuestra vida. Adorar al Señor, como hicieron los magos, es reconocer la grandeza infinita de Dios y colocarnos en presencia del Señor a pesar de nuestra pequeñez.

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La Epifanía del Señor Solemnidad

2 de enero de 2022

Oración universal Oremos, hermanos, en esta Solemnidad de la Epifanía, presentando nuestras súplicas al Padre por medio de su Hijo, que ha sido revelado en el Espíritu Santo para que lo conozcan todas las naciones. Digamos juntos:

R/. Ilumínanos, Señor, para que alcancemos tu gloria

† Socorre, Señor, al Papa y a todos los miembros de la Iglesia, para que, en el cumplimiento de su misión, sean luz para el mundo.

† Anima, Señor, a tu Iglesia en este tiempo sinodal para que salga al encuentro la humanidad, escuche sus anhelos y discierna lo que el Espíritu le dice a través de los signos de los tiempos.

† Guía, Señor, a los gobernantes hacia la justicia, de modo que, iluminados por ti, contribuyan a la vida digna de todos los pueblos.

† Suscita, Señor, en el corazón de tus hijos el vivo deseo de auxiliar a todos aquellos que pasan necesidades.

† Concede, Señor, a esta comunidad, aquí reunida, poder descubrir cómo te manifiestas en cada situación de sus vidas y contribuir con sus acciones al anuncio de la Buena Nueva.

Padre bondadoso que has querido revelarte al mundo, recibe nuestras suplicas, por medio de tu Hijo, a quien enviaste como nuestro redentor. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

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La Epifanía del Señor Solemnidad

2 de enero de 2022

Anuncio solemne de la Pascua y las fiestas movibles En la solemnidad de la Epifanía, después de la lectura del Evangelio, el diácono o el sacerdote o un ministro idóneo da el anuncio de la Pascua. Puede usarse la siguiente fórmula: Queridísimos hermanos: La gloria del Señor se ha manifestado y se continuará manifestando entre nosotros, hasta el día de su retorno glorioso. En la sucesión de las diversas fiestas y solemnidades del tiempo, recordamos y vivimos los misterios de la salvación. Centro de todo el año litúrgico es el Triduo Pascual del Señor crucificado, sepultado y resucitado, que este año culminará en la Noche Santa de Pascua que, con gozo, celebraremos el día 17 de abril. Cada domingo, Pascua semanal, la santa Iglesia hará presente este mismo acontecimiento, en el cual Cristo ha vencido al pecado y la muerte. De la Pascua fluyen, como de su manantial, todos los demás días santos:

† el Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma, que celebraremos el día 2 de marzo;

† la Ascensión del Señor, que este año será celebrada en Colombia el 29 de mayo;

† el Domingo de Pentecostés, que este año coincidirá con el día 5 de junio;

† el primer Domingo de Adviento, que celebraremos el día 27 de noviembre; También en las fiestas de la Virgen María, Madre de Dios, de los apóstoles, de los santos y en la conmemoración de todos los fieles difuntos, la Iglesia, peregrina en la tierra, proclama la Pascua de su Señor. Especialmente en este año de gracia, en la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, celebraremos como Iglesia diocesana “70 años de vida en Cristo”, el lunes 15 de Agosto. A él, el Cristo glorioso, el que era, el que es y el que viene, al que es Señor del tiempo y de la historia, el honor y la gloria por los siglos de los siglos.