[NC] El Conde y el Hada; Libro 1, Él es un villano refinado, capítulo 1 (1)

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El Conde y el Hada (Hakushaku to Yousei) Traducido por Erea, †La Noche de los Caídos†

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1. Ese hombre, es un granuja o un caballero

“Bueno, Mr. Gotham, hemos pasado muchas cosas juntos. Me gustaría

agradecerte por todo.” dijo el joven y esbelto hombre. Sonrió encantadoramente y siguió apuntando su pistola hacia el bigote del hombre sentado en frente de él.

“...Detente. Si es dinero lo que quieres, te daré todo el que quieras... “ dijo el corpulento hombre atado a la silla con voz ronca y temblorosa.

“Eso es muy amable de tu parte. Una cosa más, también me gustaría saber sobre la leyenda del zafiro de la estrella, llamada ‘La estrella de los Merrow’.”

“Ah, eso... es solo una leyenda y solo se puede escuchar en cuentos e historias. No existe...” murmuró.

El esbelto joven bajó su pistola y observó la habitación. “Después de haberme pasado la molestia de preparar todo este maravilloso

escenario e incluso haber guardado un asiento especial para ti. Me decepcionas.” Gotham estaba atado a un largo asiento blanco en su laboratorio de

investigación psicológica. Varios cerebros preservados en formol revestían los estantes.

Normalmente, Gotham era el único que observaba fríamente a los sujetos atados al sillón, pero ahora las posiciones habían cambiado.

El joven, que se suponía que era su sujeto, tenía una pistola en su mano y le daba vueltas ociosamente, con los bisturís colocados cuidadosamente cerca de él. Aunque despeinado, su cabello era de un rubio dorado muy brillante. Y a pesar de que sus ropas estaban viejas y usadas, las yemas de sus dedos paseándose lentamente por la habitación, acariciando una botella con medicamentos de modo significativo, su autoritaria mirada mientras se giraba, cualquier aspecto de la actitud de aquel hombre era refinado. Gotham ignoraba su linaje, pero no parecía que fuera un mero rufián. En esos momentos, ante los ojos de Gotham, había una increíblemente peligrosa bestia mostrando su verdadera cara.

El joven paseó alrededor de Gotham mientras verificaba lo débil que era su presa antes de alzar su pistola otra vez. Su sonrisa perfecta, que podía hechizar a la gente en un instante, a Gotham le aterrorizó hasta el punto de la desesperación.

Se parecía a un dios de la muerte que hablaba sin acento en el inglés de la reina.

“Me temo que tengo que marcharme ahora, señor. Es una pena que la estrella de los Merrow no exista. Supongo que eso significa que no tendrás la oportunidad de verla.”

Su dedo se movió sobre el gatillo. “Es-espera.” La decisión de Gotham de decirlo todo no provino del miedo a

morir, sino por el miedo a que el demonio dentro de aquel joven le diera caza y continuara atormentándolo hasta el día de su muerte.

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“...Supuestamente, los únicos que saben si la joya existe o no son aquellos llamados doctores de hadas. Después de todo, las hadas poseen la llave del misterio, así que quizás un especialista en hadas pueda encontrarla.”

“¿Especialista en hadas? ¿Hay tanta abundancia de dudosos síquicos en Londres?”

“...Los doctores de hadas se están volviendo obsoletos. Se dice que aún quedan algunos en remotos lugares de Escocia o Gales, pero la mayoría son muy viejos y con un pie ya puesto en la tumba. Es natural. En estos días, los únicos que creen en hadas son los niños.”

“¿Pero estás diciendo que esos cuentos de niños, como el saber de los doctores de hadas, existe?”

“Es cierto. Naturalmente los merrow, pero también los pixies o selkies; quién más podría saber sobre este tipo de criaturas son ellos. Sin embargo, se dice que los doctores de hadas conocen todo sobre los fey.”

“Y, ¿Quién es adecuado para la búsqueda de este tesoro? Dijiste que son todos ancianos, pero estamos hablando de ti. No hay duda de que has encontrado a alguien capaz, ¿verdad? Uno de esos doctores de hadas.”

Gotham se dio por vencido; no había duda de que el joven hombre ya había visto a través de él.

“...Sí, encontré uno. En un pueblo cerca de Edimburgo, en Escocia...” El joven lo escuchó con una expresión tierna, como si le estuviera hablando

sobre su futura amante, a la que aún no conocía. Lentamente bajó su pistola y Gotham suspiró lleno de alivio. Sin embargo, un instante después, el frió estruendo de un disparo resonó a lo largo del lóbrego laboratorio.

‘Todos los trabajos necesitan la aceptación de las hadas. Doctora de hadas-Lydia Carlton’

Hoy, también, la señal escrita a mano delante de la casa causó las risas de los transeúntes.

“Mamá, ¿Realmente existen las hadas?” “Solo son historias. Como si cosas como esas pudieran existir.” “No, claro que existen,” interrumpió Lydia asomándose por encima de la

cerca. “Aunque no puedas verlas, las hadas existen. Si dejas un vaso con leche en la ventana antes de irte a dormir, las brownies te harán una visita.”

Le sonrió al niño que se había parado ante el cartel. Pero la madre lo agarró de la mano, miró para Lydia, y rápidamente continuó su camino.

Lydia apoyó la barbilla en la mano mientras observaba como el niño y su madre se alejaban. No había duda de que la madre le estaba diciendo al pequeño que ella era extraña.

“Lydia, no importa cuantas veces se lo digas. Es inútil. La gente que no puede ver a las hadas, nunca lo hará. Una persona que no cree en las hadas puede ser golpeado por una de ellas, y aún así que creer que fue solo su imaginación. Solo

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tómate las cosas con calma,” dijo el gato de pelo largo y gris tumbado en la rama de uno de los árboles del jardín.

Ese gato que hablaba y caminaba a dos patas era el amigo de Lydia. Llevaba una corbata en su cuello y siempre estaba preocupado por su aspecto, pero Lydia pensaba que su tendencia a decir ‘oof¡’ al levantarse o su hábito de rascarse la barriga se parecían mucho a los de un hombre viejo.

“Eh, Nico, ¿No hay forma de hacer que la gente entienda el trabajo de una doctora de hadas?”

“La época en la que las hadas estaban en todas partes y la gente necesitaba de los conocimientos de un doctor de hadas ya ha acabado. Estamos en mitad el siglo XIX, sabes.”

“Pero no es como si las hadas no siguieran existiendo. Todavía están aquí, haciendo cosas buenas y malas. ¿No es extraño que la gente ignore esto? ¿Por qué piensan que no existen solo porque no pueden verlas?”

En el momento en el que Lydia respondía con vehemencia, una voz vacilante la llamó desde el otro lado de la cerca.

“Umm... He traído su correo...” El cartero se mostró muy cauteloso mientras le daba el correo a Lydia por encima de la valla. El gato hada, que era capaz de volverse invisible cuando quisiera, hacía tiempo que había desaparecido. Sin duda, parecía que Lydia había alzado la voz mientras hablaba consigo misma. “Ah, no estaba hablando sola. Hace un momento había aquí un gato.” Dijo ella mientras trataba de quitarle importancia al asunto, pero el cartero le lanzó una sonrisa tensa. “Um, no un gato normal, sino un gato que puede hablar...” No importaba como tratara de explicar las cosas, probablemente le pareciera una loca al cartero. Lydia vio a unas brownies intentando entrar a hurtadillas en la bolsa del cartero y sin pensar las acusó en voz alta.

“Eh, ¡¿Qué estáis haciendo?! ¡No juguéis con el correo!” Las brownies se asustaron mientras trataban de escapar, y varias cartas cayeron de la bolsa llena. “...Lo siento. Las brownies son unas bromistas,” explicó ella mientras recogía las cartas y se las entregaba al joven. El estupefacto cartero cogió las cartas antes de salir huyendo de Lydia. “Lo hice de nuevo.” Lydia soltó un largo suspiro. Realmente no importaba. Siempre había sabido que se la conocía como la extraña chica Carlton y no tenía amigos humanos porque no trataba de ocultar el hecho de que podía ver y hablar a las hadas. En su lugar, se llamaba a sí misma doctora de hadas y quería hacer uso de su habilidad, pero hasta el momento sus esfuerzos no habían valido para nada. “Qué. No hay razón para venirse abajo solo porque el nuevo cartero escapó de ti.”

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Cuando Lydia entró en la casa, esta vez Nico estaba sentado en el sillón leyendo el periódico. “Es tu culpa”, le replicó molesta. No es que estuviera interesada en el joven cartero, pero con frecuencia lo veía hablar animadamente con otras chicas de su edad. Viviendo en un pueblo tan pequeño en el que no sucedía nada, algo como la llegada de un hombre joven atraía la atención de las chicas. Lydia tenía la esperanza de que quizás él no hubiera oído los rumores sobre ella y fueran capaces de hablar con normalidad, pero lo había estropeado dándole la impresión de que era extraña igualmente. Nunca antes había encontrado tan solitario ser una incomprendida, porque cuando era una niña siempre andaba jugando o peleándose con hadas. Pero ahora tenía diecisiete años, una joven mujer. Así que ser evitada por los hombres era un poco preocupante. “Huh, al parecer están buscando a alguien,” dijo Nico, cambiando de tema. Lydia deseó poder mostrarle a la gente al gato tumbado en el sofá con sus piernas - sus piernas traseras - cruzadas, mientras sostenía el periódico con sus patas. Si lo hiciera, quizás se darían cuenta que aún quedaba mucho por aprender sobre el mundo. “Aparentemente, un ladrón está a la fuga después de haber asaltado la residencia del psiquiatra Gotham, dejando gravemente herido al doctor y robando una gran cantidad de dinero.” “¿Un accidente en Londres es noticia en un lugar tan remoto como este?” “Probablemente porque está en búsqueda y captura. Además el hijo de la víctima ofrece una gran recompensa a quien encuentre al responsable. Aparentemente, se parece a un peligroso ladrón que se dice que mató a más de cien personas en América. Está cerca de los veinte, rubio...” También se mostraba el bosquejo de un hombre de aspecto feroz, pero Lydia estaba más interesada en la postal que acababa de recibir. “Eh, Nico, es una carta de mi padre. Me pide que vaya a Londres para que podamos pasar la Pascua juntos.” “Eso es sorprendente, considerando que no tuvo vacaciones por Navidad.” Su padre era el único pariente vivo que tenía y era profesor de historia natural. Actualmente trabajaba enseñando en la universidad de Londres. Estudiaba las características y la variedad de las diferentes cosas que se encontraban en la naturaleza, agrupándolos en diferentes tipos, pero estaba tan metido en su propia investigación que cuando tenía tiempo libre, lo utilizaba para observar o recoger muestras. Era una carta extraña para un padre que tendía a andar de un lado para otro. “¿Vas a ir? Londres es bastante peligroso.”

“Cierto, pero aunque me tope con algún ladrón, no es como si fuera rica.”

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La madre de Lydia había sido una doctora de hadas. Hasta que se casó con el padre de Lydia, vivía en una isla del norte y ayudaba a los ciudadanos con sus problemas con las hadas. A pesar del paso de varios siglos, la vida en aquella isla prácticamente no había cambiado desde la Edad Media. Pero eso había sido hacía veinte años. Incluso ahora, siendo parte del Imperio Británico, decían que aquellas remotas islas todavía mantenían su propia cultura y estilo de vida, pero Lydia nunca había estado en el pueblo de su madre. Al casarse con un forastero, su madre había abandonado su casa. Así que aunque Lydia fuera allí, lo más probable es que no fuera bienvenida. Habiendo perdido a su madre siendo joven, Lydia tenía pocas memorias de ella, pero por alguna razón, las historias que le contaba sobre hadas extrañamente aún se mantenían claras en su mente. Los diferentes tipos de hadas, sus personalidades, sus propias leyes, como llevarse bien con ellas... era el legado que le había dejado. Es por eso que Lydia decidió que también quería convertirse en una doctora de hadas cualificada. No quería avergonzarse o tener que ocultar el hecho de que podía ver hadas. Ser diferente debería estar bien. Porque mientras las hadas existieran, la gente probablemente necesitaría a los doctores de hadas. Dejando la casa al cuidado del hobgoblin que vivía allí, Lydia partió con Nico hacia el puerto con el propósito de ir a visitar a su padre. En la señal de en frente de su casa dejó “Cerrado por negocios.” Seguramente, nadie tendría ningún inconveniente con ello. Un gran número de barcos de vapor se alineaban en el muelle, y se podía ver a la multitud de pasajeros pulular por allí entre las pilas de equipajes. A partir de aquí, cogería un barco a Londres. Nico iba subido en la maleta de Lydia como si fuera un gato normal. “ Camina con tus propios pies. Eres pesado.” “Caminar sobre cuatro patas es cansado.” respondió antes de soltar un largo maullido de forma deliberada. “Discúlpeme ¿Señorita Carlton?” Lydia se paró al escuchar esa voz. Un joven desconocido elevó su sombrero y sonrió. “Es un place conocerla. Tu padre siempre es de gran ayuda. Soy Huskley.” “Umm... ¿Trabaja con mi padre?” “Sí, trabajo como su asistente en la universidad. He venido a conocerla y a llevarla a Londres. Viajar usted sola puede ser bastante problemático ¿verdad?” Habló muy educadamente. Debía estar en sus últimos veinte, pero parecía ser un completo caballero. “¿Mi padre le pidió que viniera solo para llevarme a Londres? Eso es un abuso de su autoridad.”

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“No hay necesidad de preocuparse. Vine a Edimburgo por asuntos de la universidad. Envié a una persona a su casa, pero no había nadie. Estaba asustado de que acabara perdiéndola.”

Lydia no puedo evitar pensar que su padre estaba siendo sorprendentemente atento. Cuando se trataba de algo que no fueran sus investigaciones, se volvía afable y agradable como un niño. Simplemente era alguien que no pensaba en ciertas cosas.

“Muchas gracias, Sr. Huskley. ¿Pero como supo quien era yo?” “Una dama viajando sola llama bastante la atención.” Ciertamente, eso era verdad. Especialmente, las mujeres jóvenes que aún no

estaban casadas, como Lydia. Probablemente no habría muchas que montarán en un barco ellas solas. Por alguna razón, el vivir ella por su propia cuenta era algo casi impensable para familias de cierta clase social. El resultado era que terminaba pareciendo incluso más excéntrica, pero ellos no parecían ser de los que mantenían a las criadas de la casa mucho tiempo, así que no se podía evitar.

Era una casa en donde a las hadas les gustaba divertirse de noche. “En realidad, todo lo que sabía era que su cabello se suponía que era de color

óxido... o mejor dicho marrón rojizo, así que tuve bastante suerte.” Había dicho color “óxido”. Ya que frecuentemente era molestada a causa de

eso a su espaldas, le hizo sentir un poco deprimida. Ciertamente, su cabello tenía un apagado tono marrón rojizo y ella estaba un poco acomplejada por ello.

Se preguntó si su padre habría dicho eso de ella. Para ser sinceros, su padre era tan duro de entendederas que probablemente no se diera cuenta de los pequeños detalles que molestaban a las jóvenes damas de su edad, así que no creía que se pudiese evitar.

De cualquier modo, Lydia supuso que no serviría de nada decirle su opinión al joven caballero, así que simplemente le sonrió. A pesar de que él podría haberle hecho un cumplido obligado sobre su cabello justo ahora, el Sr. Huskley parecía pensar en Lydia como en una joven dama normal y la trataba como tal. Así que eso era suficiente.

Pero, probablemente, eso cambiaría si se pusieran a hablar de hadas. Y era algo sobre lo que no podía evitar preocuparse. Aunque no necesariamente tuviera que mostrar ningún cambio en su actitud, no cabía duda de que pensaría que era extraña.

Pensando de ese modo, al final Lydia no podía evitar mantener una cierta distancia con los desconocidos.

“Mires como mires las cosa, yo soy yo”, pensó para sí misma mientras mantenía su compostura. Le alcanzó su bolsa a Huskley.

Mientras que para Lydia era pesada, él la cargó fácilmente. Nico saltó fuera del equipaje en cuanto empezó a andar.

“Eh ¿Vas a confiar en él? No es propio de tu padre preocuparse de cosas como estas”, murmuró.

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“¿Qué tipo de razón podría tener para acercarse a mí? Si estuviera detrás del dinero de un rescate, habría elegido a alguien que pareciera más rico ¿verdad? Si alguna vez hubo dinero de más en nuestra casa, mi padre lo debió usar para sus investigaciones.” Nico parecía infeliz, pero permaneció en silencio, incapaz de discutir. No había necesidad de preocuparse; Huskley los guió directamente hacia el barco en el que se suponía que Lydia tenía que embarcar. Lo realmente sorprendente, sin embargo... “Um, mi billete no es para esta clase de habitación privada tan lujosa.” La habitación a la que habían sido conducidos era bastante espaciosa. “Sí, el profesor hizo la reserva él mismo. Así que, por favor, quédese en ésta. Estoy en la habitación de al lado; si necesita cualquier cosa, hágamelo saber.”, dijo antes de salir. Al final, parecía que no había ningún problema ni peligro. “Ves Nico, estabas siendo demasiado desconfiado.” Lydia se dejó caer una de las camas. “Aún queda tiempo antes de partir ¿no?” No bien pronunció esas palabras, un extraño ruido sonó en una de las esquinas de la habitación.

“¿...Qué fue eso?” El ruido había venido del armario. Con cuidado se acercó y abrió la puerta. Estaba vacío. El alivio la envolvió, pero justo en ese momento sintió una presencia detrás de ella. Una figura apareció de repente detrás de las cortinas, cubrió la boca de Lydia con una mano, inmovilizándola desde atrás. Ella trató de debatirse con todas sus fuerzas, pero no pudo moverse. Nico bufó, con su pelaje erizado. Pero él era solo un gato. No podía hacer nada. “Por favor, ayúdame...” susurró el intruso al oído de Lydia. ¿Ayuda? ¡Eso es lo que quiero yo!, pensó Lydia mientras continuaba debatiéndose. “Por favor, escucha. Ese hombre... el que te trajo aquí, es el agente de un villano. Algo terrible te ocurrirá si te quedas aquí.” Su forma de hablar era sorprendentemente tranquila y seria. Pero ¿Mr. Huskley el agente de un villano? Cuando Lydia se relajó, el intruso retiró la mano de su boca confiando en que ella no gritaría. Aún así, no la dejó ir. “¿Qué quieres decir? ¿Quién eres?” “Ese hombre me capturó y me mantuvo prisionero. Conseguí escaparme y esconderme en esta habitación. Entonces te trajeron aquí. Probablemente, pronto se darán cuenta de que me he escapado. Pero tú también estás en peligro. Así que esperé que me ayudarías.” “No lo entiendo.” “No hay tiempo. Necesitamos irnos antes de que el barco zarpe. Te explicaré todo después. Solo puedo pedir que confíes en mí.”

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Finalmente libre, Lydia se giró y enfrentó al hombre. Era un hombre joven, esbelto y desgarbado. Tenía el pelo castaño y desordenado y su cara estaba golpeada y con barba de varios días. Estudiándolo atentamente, y no dejándose engañar por sus ropas de aspecto tan pobre, parecía joven – sobre los veinte años. A pesar de su descuidada apariencia, su cara era extrañamente refinada. Observó a Lydia abiertamente con una fuerte y larga mirada y ella no pudo evitar sentirse confusa ante sus casi dulces ojos de ceniza color malva. “¿Qué te ocurrirá si eres capturado de nuevo?” “Me matarán.” Mas aterrador que sus palabras era la sangre en sus muñecas, marca del roce de haber estado atado. También había varias marcas delgadas en su cuello como si un cuchillo hubiera estado sostenido ahí. “Esta habitación está al final del pasillo ¿verdad? Huskley es probablemente un alias, pero no puedes ir a ningún sitio sin pasar por delante de su habitación. Tiene la intención de mantenerte vigilada de esa forma. Si sales, sus hermanos más jóvenes tendrán un ojo puesto en ti. Hay ocho de ellos – todos hermanos. Justo ahora, hay seis de ellos en este barco. Todos son fuertes y buenos en la lucha. Huskley es el mayor de todos y son un grupo unido cometiendo crímenes.” Echó un vistazo a la puerta. “Aunque trates de salir a hurtadillas, han colocado un cordel cruzando la puerta, así que inmediatamente se enterarán de que has salido. Lo más probable es que estén planeando drogarte o algo parecido y dejarte en un puerto cualquiera.” Si mirabas atentamente, se podía ver un fino hilo atado al pomo de la puerta. Eso era más que suficiente. No había necesidad de que un asistente, enviado por su padre para llevarla a Londres, hiciera algo como eso, Lydia cruzó los brazos y se paró frente al joven hombre. “¿Y cómo vamos a salir de aquí?”

Lydia soltó un hondo suspiro en frente de la habitación de Huskley. Desde que había abierto la puerta de su propia habitación, Huskley ya estaba enterado de que había salido al pasillo. Quizás estuviera escuchando desde el otro lado. Llamó a la puerta.

Después de un momento, apareció Huskley. “¿Hm? ¿Que se le ofrece, señorita?” “En realidad, algo está haciendo ruidos extraños en mi habitación. Parece

que hay algo dentro del armario... Es espeluznante, así que esperaba que pudiera echarle un vistazo.” Su expresión cambió ligeramente y se dirigió a los otros hombres que estaban en la habitación. “Eh, la habitación de al lado. No puede haber ningún error.” No había duda de que no había pensado en la posibilidad de que Lydia se preguntara que era en lo que no podía haber ningún error.

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“Señorita, debe ser un pervertido. Puede ser peligroso, así que quédese aquí.” En la habitación, incluyendo a Huskley, había seis hombres de apariencia fuerte. Mirándolos mientras cautelosamente desaparecían en la habitación de Lydia, el joven hombre, que se había escondido detrás de una columna en el pasillo, consiguió pasar por delante de la puerta. “Vamos.” Agarró la mano de Lydia con naturalidad y empezó a correr llevándola consigo. “Nico ¿todavía estás con nosotros?” Nico se había vuelto invisible, pero alcanzó a ver por un breve momento su cola. “¡Eh! ¡Se están escapando!” dijo una voz a sus espaldas. Lydia escuchó al hombre joven maldecir en voz baja por haber sido descubiertos tan rápido, pero continuó corriendo y se lanzó escaleras abajo. Uno de los hombres saltó sobre la baranda de la cubierta llegando a donde estaban ellos y agarró la bolsa de Lydia. Ella gritó. El joven hombre rápidamente se giró, golpeándolo con su pie. El otro, todavía aferrando la bolsa de Lydia, se desplomó contra la barandilla y acabó cayéndose al agua. “Mi bolsa...” “No puedes regresar.” Aferró su brazo de nuevo, y Lydia no tuvo otra opción que correr. Cruzando la cubierta, bajaron otro piso y pasaron por la rampa de embarque, saliendo finalmente del barco. Sin embargo, él no paró y continuó corriendo entre la muchedumbre reunida en el muelle. Sin aliento, Lydia hizo lo mejor que pudo para mantenerse a su lado. Cuando finalmente se pararon, los dos cayeron al suelo. Jadeando, Lydia intentó calmar su corazón, que latía a una velocidad vertiginosa. Cuando finalmente empezó a calmarse, se dio cuenta de que el suelo sobre el que estaba era muy suave. Como una alfombra lujosa y peluda. Mientras pensaba eso, movió la cabeza y miró a su alrededor lentamente. Parecía la mansión de un noble – la habitación estaba amueblada de forma exquisita. “¿...Dónde... estamos?” “A bordo de un barco.” contestó el hombre cerca de ella. Todavía estaba tirado sobre su espalda. Al otro lado de la ventana se encontraba el mar. También podía ver el muelle. Definitivamente estaban a bordo de un barco, pero uno completamente diferente al que acababan de abandonar. ¿No podrían estar en problemas por entrar en una suite como aquella? “Eh, un momento...” “Lo siento, pero por favor, déjame descansar. He alcanzado mi límite...”

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Cerró los ojos, y sin importar cuantas veces Lydia lo llamara, no había respuesta. Sin tener más opción, Lydia se levantó y examinó la habitación. Un espacioso salón, tres habitaciones, un estudio, y un baño con una ducha. “Oh... incluso existen suites como ésta.” No abandonó la habitación porque estaba asustada de que alguien de la tripulación la descubriera, y también de la posibilidad de que Huskley y los otros todavía estuvieran buscándolos y la fueran a encontrar. “Hablemos sobre pescado.” Era la voz de Nico. Estaba mirando la larga pintura en el muro, moviendo los bigotes. “¿Quién es?” “No lo sé, pero gracias a él no hemos caído en una trampa.” “Me pregunto ¿Y si estamos siendo engañados por él?” Puede ser una posibilidad, pensó Lydia preocupada. Pero no cabía duda que Huskley era también un personaje sospechoso. Viera como lo viera, Lydia no podía pensar en ninguna razón para que hubiera tantos hombres fuertes como guardaespaldas, incluso aunque fueran hermanos, en la habitación de un asistente que trabajaba en la universidad. “Supongo que no tuvimos otra opción que escuchar lo que tenía que decirnos.” Se sentó en el sillón de cuero y se reclinó contra los cojines de seda. Era tan cómodo que no pudo evitar quedarse dormida. “Eh, despierta, Lidya.” Lydia se despertó al sentir en las mejillas el roce de la cola de Nico y el sonido del agua corriendo. Aparentemente, había pasado mucho más tiempo del que ella esperaba, y el sol había empezado a salir. Lámparas de aceite iluminaban la oscura habitación. Lydia se dio cuenta de que el joven hombre que había caído dormido sobre la alfombra ya no estaba allí, pero pudo verlo a través de la puerta abierta del cuarto de baño. Sus ojos se encontraron en el espejo. Lydia no pudo evitar abrir los ojos al máximo. El cabello que antes estaba castaño ahora era rubio brillante. También parecía haberse afeitado los rastrojos de barba del mentón y la forma en que hundió los dedos en su cabello y sonrió era casi como una persona completamente diferente, y muy refinado. “Estás despierta. Estás muy guapa mientras duermes.” “...Huh.” Si tu gato no se hubiera enfadado, me hubiera gustado seguir viéndote dormir.” Nico se sentó sobre un cojín actuando como si no supiera nada y se rascó la oreja con una de sus patas traseras. Y era él el que siempre decía que no quería actuar como un gato todo el tiempo. “A parte de eso, tu cabello...”

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“Ah, lo había teñido. Mi color natural destaca mucho. Aunque iban a descubrirlo.” Se secó el pelo bruscamente. Los ojos que la miraban fijamente bajo su reluciente cabello rubio eran sin lugar a dudas de ceniza color malva. Se quitó su andrajosa camisa con disgusto. “Estás en frente de una dama, milord.” dijo un chico de piel oscura mientras entraba en la habitación. Parecía que estaba más bien sobre la edad de Lydia. El sirviente se veía muy sereno y no sonrió en ningún momento. Mejor dicho, ¿Sirviente? ¿Y ‘milord’? “Ruego tu perdón. Parece que todavía no he puesto las cosas en orden dentro de mi cabeza.” El joven sirviente comenzó a ayudar al hombre a ponerse las ropas que había traído, cuando notó sus heridas. “Milord, estás herido...” “Son solo rasguños. Quedarán cubiertos con la ropa,” dijo mientras ponía su mano sobre el hombre del chico. “No te preocupes, Raven. No hay necesidad de matar a alguien por cosas así.” ¿Matar? Lydia frunció el ceño ante la inquietante conversación. Si era una broma, era de muy mal gusto. “Sí.” El joven sirviente no sonrió como si fuera un chiste cuando respondió, casi como si verdaderamente estuviera pensando si debía matar a los que habían herido a su señor. Abrochó los botones con mano experimentada. “Estábamos preocupados de que no pudieras hacerlo.” “Tal y como planeamos, Raven. Esta es la señorita Carlton.” “Espera, cómo sabe mi nombre...” “El nombre de la joven dama que Huskley y los otros buscaban era Lydia Carlton. Esa debes ser tú.”

De repente detuvo a su sirviente y caminó hacia Lydia. “Lo siento, señorita. Soy el conde Edgar Ashenbert. Es un placer conocerla.” Tomó su mano y suavemente besó sus dedos. La miró divertido mientras ella

continuaba allí de pie aturdida. Recuperando sus sentidos, Lydia apartó su mano de un golpe. “¿C-conde? ¿Tú? ...No puedo creerlo. Tengo asuntos que tratar en Londres,

así que me marcharé.” “Es demasiado tarde. El barco ya ha partido.” “¡¿Eeh?!” Desde la ventana, la tierra firme podía ser vista como una isla. “¡¿Cual es el significado de esto?! ¡Esto es un rapto! Sin mencionar que mi

equipaje está todavía en el otro barco, y gracias a que se perdió mi bolsa estoy sin dinero. Montar a bordo sin permiso, ¡es como si fuera un polizón!”

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“De qué estás hablando. Yo lo veo como una forma de que llegues a Londres. Una vez que mis asuntos estén resueltos. Por lo demás, te preocupas por nada. Esta es mi habitación, y ya tenemos tu billete.”

“Entonces... Estabas intentando traerme a este barco desde el principio ¿verdad? ¿Y el haber sido atrapado por Huskley y los otros fue solo una actuación?”

“Eso fue real. No tengo el hábito de herirme a mí mismo solo por una actuación.”

Las heridas en sus muñecas y su cuello. Mirándolas claramente, Lydia perdió las ganas de seguir con su reproche. Pero...

“No vi otra manera de acercarme a ti sin dejar que ellos me atraparan. Después de todo, no sabía como eras ni conocía ningún detalle sobre ti.”

En otras palabras ¿Se había dejado capturar? “Entonces... no había ninguna necesidad de teñir tu cabello.” “Aah, eso era para que no se dieran cuenta de que quería ser apresado.” Lydia sintió que su cabeza daba vueltas. Estaba tan confusa que se olvidó de

preguntarle cual era su motivo para todo aquello. “Raven, ¿Qué hora es?” Rápidamente cambió de tema mientras Lydia luchaba por poner las cosas en

orden en su cabeza. “Pronto serán las siete.” “Si no nos damos prisa, la cena empezará. Aah, es cierto, tu también

deberías cambiarte. Hemos sido invitados a cenar con el marqués Oigen y su esposa. Son de la nobleza danesa y fueron los que me hospedaron en este barco. No es fácil ser capaz de viajar aquí sin una invitación.”

No solo había traído a Lydia a bordo, sino que era un barco en el que a Huskley no le sería fácil acceder. Con el barco en mente, quizás él fuera el único que se había acercado al marqués.

Era probable que estuviera en la compañía de un hombre verdaderamente peligroso.

“Esto no es divertido, señor...” “Por favor, llámame Edgar, Lydia.” Ignoró a Lydia mientras lo miraba con recelo. “¿Dónde está Ermine? La

señorita Lydia necesita un vestido,” continuó alegremente. “Sí, tengo uno preparado. Raven, esa corbata no combina con el color de los

puños. Usa ésta.” Una mujer joven vestida como un hombre entró llevando un vestido y una

corbata. Vestía una chaqueta negra del mismo estilo que la del chico. Su pelo le llegaba a penas a los hombros, pero ya que no intentaba ocultar sus curvas femeninas, era inmediatamente perceptible que era una mujer.

¿También era una sirvienta? “¿Cual escogerás, milord?” “Hmm... iremos a instancias de ella. Pero Ermine, ese vestido no es muy de

mi gusto.” “Tú no eres el que lo llevará, milord.”

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El Conde y el Hada (Hakushaku to Youse i ) Traducido por Erea , †La Noche de los Ca ídos†

“Lo sé, pero si es posible, algo un poco más abierto en el cuello estaría bien.” “Los pensamientos lascivos no son necesarios en la cena. Este le sentará mejor a la dama,” dijo con decisión. Auque fuera una sirvienta, parecía ser mucho más cercana que eso. “Ahora, señorita, venga por aquí, por favor.” Lydia fue guiada a una de las habitaciones para cambiarse. “Um, me puedo cambiar yo sola,” dijo. No estaba acostumbrada a tener gente que la ayudara con las ropas. Sin embargo, al final, no fue capaz de cambiarse por sí misma porque el vestido era mucho más formal de lo que estaba habituada. Tuvo que cambiarse hasta su corsé y su miriñaque, y después de ocuparse de las finas cintas y los abalorios, finalmente se las arregló para vestirse. “Ahora, tu pelo.” Lydia sintió que estaba siendo tratada como una niña. Ermine la sentó en frente de un espejo. Lydia no pudo evitar sentirse un poco inferior ante la sonrisa de Ermine; era muy femenina. Auque sus rasgos fueran angulosos, no era masculina para nada. Su feminidad no se veía reducida por su cabello corto. Su piel era blanca y sin mancha alguna, su cabello y sus ojos eran castaño oscuro, casi negros, tenía cejas angulosas y sus labios eran rojos como pétalos de flor. Mirándose en el espejo, Lydia no era tan blanca, su pelo rojizo no era particularmente distintivo, y sus ojos verdes dorados eran tan particulares que inquietaban a la gente. Sus rasgos estaban bien definidos, pero su padre era el único que le había dicho que era hermosa. Su personalidad impaciente tampoco ayudaba, y la gente acababa teniendo una impresión severa de ella. Añadiéndole que era considerada ‘excéntrica’, y la gente no la veía como una chica. Ella sabía que si dejaba crecer su cabello aún más, aunque tenía diecisiete, la haría parecer incluso más joven. Había tenido problemas con eso, y no era como si nadie realmente lo notara, de todas formas. Así que lo más que podía hacer Lydia era recoger su cabello en una trenza. “Ermine, ya es hora.” Una voz se pudo escuchar desde fuera. “Un momento. Ya está, todo listo.” Mientras Lydia estaba perdida en sus pensamientos, la imagen del espejo se había transformado en la de una joven dama refinada. Pero solo pudo vislumbrarla un momento. Antes de que Lydia tuviera la oportunidad de mirarse más detenidamente, fue guiada fuera de la habitación. “Perfecto, te ves incluso más hermosa.” ·”Por favor, no te burles de mí.”

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“¿Por qué lo haría? Aunque pienso que serías aún más linda si sonrieras un poco más.” “¿Por qué razón debería sonreír?” “Para mí.” Pero que pasaba con este tipo. Lydia dejó que la indignación se reflejara en su rostro. “...Ahora que lo pienso, ¿Por qué tengo que asistir a la cena?” ··”Pero tienes hambre ¿no?”preguntó él descaradamente. Bueno; eso era verdad. El almuerzo había sido un poco de pan que había mordisqueado mientras esperaba por la diligencia. “Eso no es lo que quiero decir. Estaría más cómoda comiendo sola” “Eso sería un desperdicio. No habría oportunidad de exhibirte ante ellos.” “¡¿Qué?! No soy uno de tus accesorios.” “Naturalmente, tú eres la atracción principal, mientras que yo desempeño un papel secundario. Estoy seguro de que daremos una buena impresión. Aunque ser mal acompañada puede ocasionar que la gente tenga en baja estima a la dama, si lo hacemos bien, puede dar una impresión mucho más encantadora por ambas partes.” En última estancia, es asunto tuyo. Desafortunadamente, alcanzaron el comedor antes de que Lydia pudiera protestar. El portero abrió respetuosamente la puerta, y como las damas iban primero, Lydia no tuvo otra opción que entrar. “Y ahora, podrás hacer alarde de mí, Lydia.” Qué palabras más insolentes. Pero eran solo palabras. La música sonaba a través del largo vestíbulo como una ola moviéndose con los destellos de la lámpara de araña, la cubertería de plata y la joyería que llevaban las mujeres. Las conversaciones banales se podían escuchar en varias mesas. Vieras como lo vieras, los modales de Edgar mientras escoltaba a una insegura Lydia por el salón eran completa y totalmente como los de un miembro de la nobleza. Cuando había estado pobremente vestido, su esbelta figura no había parecido nada imponente. Pero vestido en traje de etiqueta bien confeccionado, parecía alguien que nunca había conocido lo que era el trabajo duro. Sus ropas eran de un blanco puro de cuello alto y corbata cascada. Llevaba una violeta tricolor en el ojal. Probablemente no hubiera mucha gente que mostrara en su rostro la nobleza que expresaban la combinación de entusiasmo y dulzura en sus facciones y su brillante cabello rubio. Muy probablemente todo el mundo tuviera la misma opinión que Lydia. El joven conde no solo hechizó al marqués y su esposa, sino también a todas las otras personas de alta alcurnia en la mesa. En cuanto a Lydia, fue presentada como una amiga, y no teniendo que prestar particular atención a nada, fue capaz de concentrarse silenciosamente en la comida.

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De acuerdo a la historia de Edgar, Lydia era la hija de una buena familia que había estado con sus abuelos haciendo trabajos de caridad en una escuela elemental de Edimburgo. Había sido llamada para ir a Leeds para acudir a la boda de una vieja amiga. Su estricto padre había estado poco dispuesto a dejar ir a su joven hija en la corta travesía, pero cuando Edgar se ofreció a acompañarla, su padre finalmente había cedido. Bueno, ciertamente era bueno ideando historias. “Aún así, es algo muy amable de su parte hacer eso por su amiga.” “Cualquiera haría lo que pudiera si pensara que puede ganar el favor de una hermosa amiga ¿No está de acuerdo, conde?” “¡Exactamente! Ella, sin embargo, continúa negándose a considerarme algo más que un amigo.” Nos acabamos de conocer hoy. Su excepcional caballerosidad en sus actos hizo al marqués y su esposa mirarlo como si fuera su nieto, y tuvo éxito en dar una fuerte impresión de inocencia a todos los miembros mayores de la mesa. “Vaya, que desperdicio.” “Viajar en barco no es algo que uno pueda hacer todos los días, y se supone que vuelve a las mujeres un poco más dulces ¿No es eso cierto, señorita?” “·¿Es eso cierto, Lydia?” Su voz gentil daba la impresión de que realmente se sentía atraído por ella, haciendo a Lydia sentirse un poco extraña. “...supongo,” respondió Lydia sin rodeos y sin inmutarse, aunque un poco molesta. Edgar solo pudo hacer un ligero y solitario encogimiento de hombros. Esa reacción, sin duda a propósito, le trajo la simpatía de todos los comensales. “Como alguien en quien confía su padre, me duele no poder convencerla más que esto.” Aunque el encantador y joven conde se sintiera atraído hacia ella, la virtuosa joven dama se negaba a rendirse. Edgar hizo que Lydia pareciera casi como una santa. Así que esto era a lo que se refería con lo de exhibirla. Solo por estar cerca de él, las jóvenes damas de otras mesas miraban a Lydia con envidia. Pero eso no tenía sentido para ella. A pesar de que pudiera sentirse bien allí, Edgar no era en verdad su amigo, y era como si estuviera envuelto en joyas falsas. Entonces ¿Por qué quería Edgar una supuesta amiga adornando su brazo? Mientras que él parecía divertirse con este juego, también semejaba ser como una de las piezas sobre el tablero. Alguien que, fuera del tablero, no existía. ¿Era realmente un conde? "Ah, pensando en ello, conde Ashenbert, usted desciende del famoso Conde Caballero Azul ¿no es verdad?" preguntó un hombre sentado al final de la mesa.

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Era un becario que hasta hace un momento había estado hablando animadamente sobre Chaucer. "Famoso es ir un poco lejos. Aunque no es tan famoso como Hamlet, muchos ingleses consideran al Conde Caballero Azul de la misma manera - como un personaje ficticio." "Oh, dios, ¿Quiere decir que el Conde Caballero Azul realmente existe? Estoy familiarizado con el trabajo de F. Brown, pero era más bien una historia de fantasía." Lydia también conocía la leyenda del Conde Caballero Azul. Escuchó interesada al oír que Edgar fuera de esa línea de sangre - algo que no se había esperado. Interrogado por una noble dama, el becario comenzó a explicar. "Sí, Madame, el modelo de la historia era un caballero que le juró lealtad a Edward I. Cuando el rey todavía era el príncipe heredero, habían encabezado las cruzadas juntos. Decía que venía de la Tierra de las Hadas, y contaba leyendas y aventuras de países extranjeros, y se decía que era muy encantador... De acuerdo a la obra de Brown, el trabajo de los seguidores de las hadas del Conde Caballero Azul era realmente fidedigno y resultó en una fantástica obra de ficción. A parte de los seguidores de las hadas, existía alguien conocido como el Conde Caballero Azul entre los consejeros cercanos al Rey Edward.” Edgar no dijo nada y solo asintió dejando que el becario hablara todo lo que quisiera. “Incluso ahora, por el Rey Edward I, el Conde Caballero Azul continua manteniendo el rango de un Conde Inglés. Ya que también es un noble en la Tierra de las Hadas, y su juramento de lealtad es eterno significa que el monarca inglés también reina sobre las tierras imaginarias donde viven las hadas. Es muy propio del humor inglés ¿no cree?” “Está equivocado. El Conde Caballero Azul realmente era un noble de las hadas,” dijo Lydia sin pensar. Todo el mundo se la quedó mirando. Ah, se van a burlar de mí de nuevo. Aunque pensara eso, se había molestado por las palabras del becario y se negó a permanecer en silencio. “Umm... pero maestro... ¿Cómo puedes decir que el Conde Caballero Azul existe, y al mismo tiempo declarar que la Tierra de las Hadas es una tontería creada por la gente? Están en los mismos términos, y decir que una parte es real mientras que la otra es inventada no tiene ningún sentido.” “Señorita, mientras que los cuentos sobre hadas son demasiado fantasiosos, hay documentos que hablan del Conde Caballero Azul cuando le es otorgado el rango de conde, así que no hay duda de que realmente existió.” “Eso es cierto. Sin embargo, esos documentos recuerdan al Conde Caballero Azul como el Conde de Ibrazel. Ibrazel está en gaélico y es una tierra legendaria de las hadas más allá del mar. Lo que significa que eso también es real. ¿Acaso la gente de aquel tiempo consideraría la Tierra de las Hadas como un asunto sin importancia?”

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Edgar sonrió. ¿Me ha protegido? Las extrañas miradas de los otros dirigidas hacía Lydia se apartaron de ella. “Ciertamente, la gente en el pasado no dudaba de la existencia de las hadas o demonios, quizás Edward fuera igual. En ese caso, me gustaría preguntarle si realmente posee tierras en el País de las Hadas.” “Naturalmente, me han sido legadas por la anterior generación de mi familia.” Habló con tanta facilidad, que podría haber sido tomado como una verdadera muestra del humor inglés. “Oh, me encantaría recibir una invitación para ir allí.” “Es una tradición familiar que la única que puede ser llevada allí es la esposa del conde.” “Oh, dios, ciertamente puedo entender por qué la señorita Lydia cree en la Tierra de las Hadas si es cortejada con palabras así.” “¿Significa que quizás haya alguna esperanza?” Edgar le lanzó a Lydia otra tierna mirada. Aunque la conversación fuera claramente en un tono de broma, nadie negó la existencia de las hadas. Era un sentimiento extraño. Casi como si estuvieran jugando a imaginar que eran otros. Lydia, en vez de ser objeto de burlas, había sido tratada cariñosamente gracias a las habilidades de Edgar conversando. Aunque a Lydia no le gustaba su cabello castaño rojizo, le echaron cumplidos envidiosos sobre él porque era muy liso. Y sus ojos verdes hacían a la gente pensar en brujas o hadas y eran comparables al peridoto. Lydia sintió que su cuerpo se entumecía por el excelente vino , los reflejos de la lámpara de araña y la esencia del perfume. Ociosamente se preguntó si era posible que el señor humano que se suponía que reinaba sobre las hadas - el descendiente del Conde Caballero Azul - pudiera entenderla. “...Me siento como si hubiera recibido cumplidos para toda una vida,”

murmuró Lydia mientras tomaba algo de aire fresco afuera, en la cubierta. El mar estaba oscuro y no se veía nada. El vapor de los motores del barco se alzaba sumiendo a la luna en la neblina. “ Cielos, esos sirvientes, me dieron leche en un plato como comida. Como si pudiera beber leche de un plato ¡No soy un gato, después de todo!” dijo Nico desde una tumbona con un aire de supuesta arrogancia. Pero daba igual de la forma que lo vieras, parecía un gato. Nico le dio un sorbo a su whisky escocés. Tenía un poco de pescado frito para acompañar la bebida. “Eh, Lydia, dile que sirvan creps, bacon y té con leche caliente con todos los utensilios apropiados para el desayuno de mañana.”

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“Díselo tú mismo. Al fin y al cabo, puedes hablar.” Nico carraspeó expresando su disgusto. “Aunque diga algo, la mayoría de los humanos fingen que no me escuchan.” Bueno, muy probablemente no querían admitir que un gato les estaba hablando. “A propósito, ¿Qué quiere ese tipo?” “Aún no lo sé. Pero dijo que es un descendiente del Conde Caballero Azul. Me pregunto si eso tiene algo que ver.” ·”El Conde Caballero Azul... ¿te refieres al legendario noble que poseía territorios en las tierras de las hadas? En ese caso, el conde puede querer tu ayuda como doctora de hadas.” En otras palabras, probablemente sabía que se llamaba a sí misma una doctora de hadas. Pero, con su cabeza empezando a despejarse del vino que tomara antes, Lydia no podía imaginarlo siendo un señor de las hadas ni siendo alguien que las entendiera. Parecía ser alguien más del tipo realista y confabulador. “Pero tengo la presentimiento de que no deberías de verte implicada. Después de todo, Huskley y el conde parecen ser enemigos. Ambos han actuado como hombres galantes frente a la dama, pero no hay nada especial en ellos.” “Yo creo que Edgar es muy apuesto.” “Gracias.” La voz que vino de detrás era la del aludido. Lydia se sonrojó. Cuando lo dijo sin pensar, nunca pensó que él pudiera escucharle. “No, um... es... ¡Solo estaba diciendo lo que la mayoría de la gente piensa! ¡Así que no tiene nada que ver con el hecho de que me gustes o no!” “Cierto. Después de todo, te forcé a subir a este barco, así que no espero que abras tu corazón a mí fácilmente. Por cierto, ¿con quién estabas hablando?” “Eh... eso es...” Miro a Nico, pero él rápidamente se hizo un ovillo como un gato. “¿Es extraño? Hablar con mi gato.” Lydia decidió mostrarse desafiante. “¿Por qué? Creo que es maravilloso ser capaz de comunicarse con los animales.” No había forma de que él creyera eso. Aunque lo pensara, no pudo captar ni un solo rastro de burla en la expresión de Edgar. Pero aparentemente había notado el whisky escocés en la silla de Nico. “¿Estabas bebiendo otra vez? ¿Ya te lo tomaste?” Ella se había ido diciendo que quería tomar un poco el aire y aclarar su cabeza, así que el hecho de haber bebido otra vez iba a hacer que pareciera una borracha.

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Avergonzada y molesta con la fingida inocencia de Nico, Lydia se enfadó. “¡N-no era yo! Nico era el único que estaba bebiendo. Es un bebedor y no tiene modales. Pero a pesar de todo eso, es realmente suyo con la corbata y el lustre de su abrigo. Dijo que no puede beber leche de un plato, y quiere creps, y bacon, y té con leche para el desayuno... ¡Siempre está pidiendo lo imposible!” Incluso Edgar no pudo evitar mira a Lydia de manera extraña. Ya veo, incluso a los ojos de alguien que afirma ser descendiente del Conde Caballero Azul soy solo una rara. No pudo evitar suspirar cuando se dio cuenta de ello. “Está bien si te ríes. No sé que es lo que quieres que haga para ti, pero como puedes ver, hay algo mal en mí. Déjame desembarcar en el próximo puerto...” Lydia se encontró a sí misma sin saber que decir cuando de repente, él se acercó. Sus ojos de ceniza color malva la observaron dulcemente desde arriba. Incluso con solo la luz de la lámpara, ella pudo ver claramente sus pestañas rubias; estaba muy cerca. “Qu-qué...” “Dicen que los doctores de hadas pueden ver y escuchar cosas que la gente normal no puede. Ya veo. Esos luminosos ojos verdes que tienes miran como si pudieran ver a través de los misterios de este mundo.” Parecía que sabía que Lydia era una doctora de hadas, después de todo. “Exageras. No es para tanto.” “No, cuando la luz los ilumina, tus iris brillan como flores doradas. Te hacen incluso más misteriosa.” Ya que siempre había sido tratada como una bruja por causa de sus ojos, recibir cumplidos por ellos puso a Lydia nerviosa. “...Para empezar ¿eres realmente el descendiente del Conde Caballero Azul? Si es así, supongo que también podrías ver hadas. De lo contrario, no serás capaz de llegar hasta tus propias tierras.” “Lo soy. Pero la habilidad que mis ancestros poseían para viajar entre mundos, y la habilidad de hablar con las hadas, se ha ido perdiendo a través de las generaciones. Lo único que heredé es el título. Mi padre y mi abuelo, y los padres de ellos, han vivido en el extranjero mientras viajaban por el mundo. Finalmente he regresado a Inglaterra, pero antes de que pueda presentarme ante su majestad la reina, necesito la noble espada entregada por el rey Edward al primer Conde Caballero Azul para probar mi título.” Edgar continuó caminando, acercándose a Lydia mientras hablaba, causando que ella retrocediera en respuesta. “¿N-noble espada?” “Hace unos trescientos años, el conde de aquel tiempo - Julius Ashenbert- escondió la espada en algún lugar de sus tierras, antes de embarcarse en un largo viaje y terminar muriendo en tierras extranjeras. El lugar donde la ocultó está escrito en una pieza en prosa, y se dice que es protegido por las hadas, y tiene una orden relacionada con varias hadas... Habiendo perdido esos misteriosos poderes, está más allá de mis habilidades comprenderlo.

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“Con tierras, ¿te refieres a las de las hadas?” “Tengo tierras y casas en el mundo real también. Fueran otorgadas junto con el título que las escrituras señalaban y que ahora han pasado a mí.” “Y es por eso que quieres un doctor de hadas...” “Pero ese no es el único problema. Están aquellos que van detrás de la estrella de zafiro que adorna la espada.” “¿Y ese es el señor Huskley?” “Correcto. Estaba tratando de secuestrarte. No sabe que la espada es la prueba del título del conde, pero ya que está tras el mismo tesoro, quiere matarme. Si muero, la línea de sangre del conde se extinguirá. Así que necesito encontrarla antes de que me la arrebaten y mi título se pierda. Lydia, por favor, ayúdame.” Lydia se vio forzada a retroceder otro paso cuando sintió que él avanzaba y, de repente, perdió el equilibrio. Cuando sentía que empezaba a caer, se dio cuenta de que estaba al borde del hueco de las escaleras. Edgar rápidamente alargó la mano y envolvió su brazo alrededor de ella, sosteniéndola firmemente antes de atraerla hacia él. Lydia, instintivamente, se apegó a él. “Ten cuidado. Está oscuro,” murmuró él suavemente. Lydia nunca antes había sido abrazada tan de cerca por otro hombre que no fuera su padre. “S-suéltame.” “Si lo hago, te caerás.” Parecía que disfrutaba del hecho de que Lydia no tuviera otra opción que aferrarse a él. “¡...Para de una vez!” Con Lydia todavía en sus brazos, giró en redondo suavemente, como en una danza. Alejando la espalda de ella de las escaleras, la dejó ir a regañadientes. Lydia lo miró fijamente, pero él solo le sonrió impertérrito. No había duda, él no pensaba que hubiera una chica con la cual las cosas no marcharan de la forma que él quería. Por alguna razón, eso la molestó. “No creo que seas el sucesor de Conde Caballero Azul. No puedo permitir que un impostor robe la noble espada del conde. Así que...” “¿Te niegas? Entonces ¿nadarás hasta casa desde aquí?” “¿Estás diciendo que vas a tirarme al agua?” Asustada, Lydia se apresuró a alejarse de él y de la barandilla. “Para nada. No soy una persona tan malvada. Sin embargo, te advertiré, será difícil para ti regresar a casa o llegar a Londres desde el próximo puerto ya que no tienes dinero. También, justo ahora, Huskley y los otros están buscándote frenéticamente.” En otras palabras, Lydia no tenía otra opción.

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No había ninguna duda, la estaba amenazando. Lydia no pudo evitar sentir que indudablemente era un atroz villano. Edgar sacó una llave del bolsillo interior de su chaqueta. “Tu habitación. Está en el mismo piso que la mía, al otro lado. Es tuya para que la uses como consideres adecuado.” Apretó la llave contra la mano de ella antes de desaparecer en el oscuro corredor.